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CASACIÓN 39277

IGNACIO CASTILLO ORJUELA


República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrado Ponente:
JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA
Aprobado Acta No. 313

Bogotá D.C., veintidós (22) de agosto de dos mil doce (2012).

VISTOS

Decide la Sala acerca de la admisibilidad de los fundamentos


lógicos y de apropiada argumentación de la demanda de casación
presentada por el defensor de IGNACIO CASTILLO ORJUELA, en
contra de la sentencia de 20 de abril de 2012 mediante la cual el
Tribunal Superior de Bogotá, confirmó con modificaciones la
emitida por el Juzgado Veintitrés Penal Municipal del mismo
Distrito Judicial, por cuyo medio lo condenó como autor del delito
de lesiones personales dolosas cometido en exceso de legítima
defensa.
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HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL

El aspecto fáctico fue presentado por el Tribunal así:

“Al caer la tarde del 28 de abril de 2010 transitaban cuatro mujeres,


dos adultas y dos menores, por un predio rural ubicado en la vereda
Yomasa del Municipio de Usme, que corresponde a la hacienda
Bolonia, destinada a la explotación agrícola; entre aquellas se hallaba
la menor de once años de edad Wendy Dayana Tenjo. Entretanto, el
predio se hallaba bajo la responsabilidad del vigilante Ignacio Castillo
Orjuela, a quien se le había encomendado resguardar los bienes de
la heredad y también la producción agrícola; tanto la que ya había sido
cosechada y embalada, como aquella que aún no se había
recolectado.

“Pues bien, ante la presencia de los foráneos, y apreciando el señor


Castillo que aquellas estaban sacando de dos bultos algunas
hortalizas para pasarlas hacia sendas vasijas, utilizó una cauchera y
lanzó fuertemente una piedra que impactó en el ojo derecho de la
infanta, provocándole enucleación del globo ocular, sin que nada
pudieran hacer los galenos por salvarle dicho órgano, de suerte que
desde entonces la niña debe usar unas prótesis. El Instituto de
Medicina Legal dictaminó una incapacidad definitiva de 35 días y
como secuelas deformidad física que afecta el rostro y perturbación
funcional del órgano de la visión, ambas de carácter permanente”.

En audiencia preliminar cumplida el 8 de marzo de 2011 ante el


Juez Sesenta y Siete Penal Municipal con Funciones de Control
de Garantías de Bogotá la Fiscalía le formuló imputación a
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CASTILLO ORJUELA por la posible comisión del delito de
lesiones personales dolosas agravadas, de conformidad con los
artículos 111; 112, inciso 2º; 113, incisos 2º y 3º: y 119, inciso 2º
del Código Penal —cargo que éste no aceptó—. El ente
investigado no solicitó la imposición de medida de aseguramiento.

Presentado escrito de acusación el 7 de abril siguiente por la misma


conducta punible, el 26 de mayo se cumplió en el Juzgado
Veintitrés Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de
Bogotá la correspondiente audiencia de formulación.

Evacuadas las audiencias preparatoria y de juicio oral y


anunciado el sentido de fallo de carácter condenatorio, mediante
sentencia de 27 de diciembre de 2011 el citado despacho judicial
condenó a IGNACIO CASTILLO ORJUELA como autor del delito
objeto de acusación, pero le reconoció un exceso en la legítima
defensa, imponiéndole las penas principales de treinta y seis (36)
meses de prisión y multa de quince (15) salarios mínimos legales
mensuales vigentes, así como la sanción accesoria de
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas
por el mismo lapso de la aflictiva de la libertad, sin concederle la
suspensión condicional de la ejecución de la pena.

En virtud del recurso de apelación interpuesto por el defensor, el


Tribunal Superior de Bogotá a través de proveído de 20 de abril
de 2012 confirmó la condena, pero redosificó las sanciones al
estimar indebido el ejercicio dosimétrico del a quo, fijándolas en
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consecuencia en veintidós (22) meses de prisión y doce (12)
salarios mínimos legales mensuales la multa.
Por lo anterior, insiste el apoderado a través de la impugnación
extraordinaria con la respectiva demanda de casación, de cuya
admisibilidad se pronuncia la Corte.

DEMANDA

Formula un cargo por violación directa de la ley sustancial al


denunciar la “mala aplicación e interpretación de la ley”, porque en
el recurso de apelación solicitó la aplicación del numeral 6° del
artículo 32 del Código Penal ante la ausencia total de
responsabilidad de su defendido al rechazar a los extraños que
indebidamente penetraban al inmueble, aspecto en el cual,
contrario a la estimación de los juzgadores, no es exigible la
proporcionalidad entre la legítima defensa y la agresión.

Por lo anterior, dice acudir a la “casación excepcional” con el fin


de unificar la jurisprudencia, principalmente porque el Tribunal
Superior de Bogotá en decisión de 21 de diciembre de 2005
acogió la teoría de que frente a un intento o penetración de un
extraño a predio ajeno con fines delictivos, no existe
proporcionalidad entre la defesa y la agresión.
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Que al analizar las circunstancias del caso, su defendido realizó la
conducta cumpliendo sus funciones de vigilante, pues ya habían
sido víctimas del hurto de legumbres, a una hora en la que no
estaban los trabajadores en el predio y utilizando el rudimentario
instrumento de una cauchera.

En este orden, señala que hubo un ingreso injustificado al predio,


los bienes que cuidaba CASTILLO ORJUELA eran suceptibles de
defensa y el medio empleado para repeler la agresión no buscaba
más que alejar a las personas y no causar lesiones.

Por lo tanto, solicita a la Corte casar el fallo y emitir decisión de


reemplazo reconociendo la circunstancia eximente de
responsabilidad en favor de su representado.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

El carácter teleológico del recurso de casación de la efectividad


del derecho material, el respeto de las garantías de los
intervinientes, la reparación de los agravios inferidos a estos y la
unificación de la jurisprudencia, impone al demandante además
de presentar y desarrollar los cargos de acuerdo a las causales
taxativamente señaladas, demostrar la necesidad de fallo para
que se satisfagan alguna de tales finalidades.
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Para ese objetivo, al tratarse de un recurso extraordinario, debe
observar reglas de coherencia, precisión y claridad que
conduzcan al cabal entendimiento del reparo, so pena que por su
incumplimiento el libelo no sea admitido, tal y como lo dispone el
artículo 184 de la Ley 906 de 2004.

Por eso, la Corte al estudiar la admisibilidad de la demanda debe


verificar la necesidad de su intervención, caso en el cual incluso
se deberán superar las falencias técnicas formales con su
consecuente admisión. Así mismo, aún en los eventos en que
esté formalmente correcta dentro de la causal aducida, tiene la
facultad para no admitirla cuando de su contenido se evidencia
que no se precisa de fallo.

Lo primero que se advierte es el error del impugnante al decir que


acude a la “casación excepcional” para que la Sala unifique la
jurisprudencia, porque tal modalidad de intervención de la
Corporación no está prevista en la Ley 906 de 2004 bajo la cual se
rituó este asunto, pues estaba contemplada en el ordenamiento
procesal de la Ley 600 de 2000 —cuando el fallo no era proferido
por un tribunal o el delito por el que se procedía tenía pena privativa
de la libertad inferior a ocho años—.

Y si bien ello no sería de entidad, porque de todas formas se


trataría de uno de los fines de la casación, la nula argumentación
acerca de la clarificación de la jurisprudencia, unificar posturas
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conceptuales o actualizar la doctrina le resta a la censura la aptitud
necesaria para su admisión.

En efecto, para el libelista, tratándose de la legítima defensa


presunta no es exigible la proporcionalidad entre la agresión y la
acción defensiva, sin embargo, no dedica espacio a indicar cuál
ha sido el criterio jurisprudencial de la Corte o qué decisiones
deben ser corregidas que aborden la temática de si debe mediar
algún límite para quien rechaza al extraño que indebidamente
intente o haya penetrado a su habitación o dependencias
inmediatas.

Además, el defensor desdeña que precisamente fue querer del


legislador de 2000 poner límite a esa reacción, en cuanto el
Código Penal de 1980 contemplaba que: “Se presume la legítima
defensa en quien rechaza al extraño, que indebidamente intente penetrar o
haya penetrado a su habitación o dependencias inmediatas, cualquiera sea

el daño que se le ocasione ”, apartado este que fue suprimido en el

ordenamiento sustantivo de 2000 cuando desde la exposición de


motivos en el Proyecto que presentó la Fiscalía General de la
Nación se anotó que:

“Se suprime la legítima defensa privilegiada, pues resulta evidente


que, en un Estado Social de Derecho no pueden existir presunciones
irrebatibles, pero además, una reacción total y absolutamente
desproporcionada puede conducir a la negación del otro como
persona, adquiriendo tal institución visos de irracionalidad
incompatible con nuestro modelo de Estado. Para las situaciones
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normales de rechazo de un extraño que penetra ilegalmente en
morada ajena es suficiente la eximente común, claro está, es preciso
tener en cuenta el mayor impacto sicológico que produce tal situación
cuando se trate de ponderar los bienes en conflicto y la proporción
entre la acción y la reacción”.

Posteriormente, en el trámite legislativo se mantuvo esa


protección a la intimidad, pero marcando límites, en el entendido
que tiene las mismas exigencias para la legítima defensa común,
esto es, la necesaria proporcionalidad entre la agresión y la
reacción defensiva, sopesando claro está también los bienes
jurídicos en juego.

Fue por eso que el Tribunal luego de cuestionar que no se estaba


precisamente frente a una habitación o lugar destinado al disfrute
de la privacidad personal, al reposo y tranquilidad familiar,
extensivo a espacios aledaños, sino que se trataba de un
latifundio dedicado al cultivo de hortalizas, señaló que:

“En todo caso, para no soslayar la muy importante discusión


propuesta y para mejor proveer, habrá de aclararse que esta
modalidad de defensa no difiere de la general ya vista, por lo que sus
requisitos son en esencia los mismos; requiriéndose si, algunas
precisiones diferenciadoras:

“1) La defensa privilegiada supone una presunción de carácter legal,


que como tal, admite prueba en contrario, en virtud de la que se parte
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del supuesto según el cual, en principio, las exigencias antes vistas
concurren a favor de quien se halla en su morada, el cual, de esta
manera, se ve investido de un privilegio probatorio no extensible a los
presupuestos sustantivos. Por tanto, si se demuestra la inexistencia
del ánimo de defensa, o la ausencia de proporcionalidad entre la
repulsa y el ataque, o que no hubo agresión, el morador o dueño de
casa no puede ampararse en la justa causa.

(…)

“2) No es posible entonces efectuar una inferencia mecánica y acrítica


de la excluyente de responsabilidad penal sólo a partir del hallazgo del
intruso en la morada, como si con ello se dieran por materializados
todos los elementos del instituto jurídico. Provee, si, una presunción
que facilita, por suponerlos iuris tantum, la demostración sobre la
existencia de aquellos requisitos.

“Y si ello es así, pues una percepción contraria del fenómeno, como la


que pregona el apelante, al punto que a su entender cualquier
reacción, por desproporcionada que sea resulta legítima, podría
concluir a grandes desafueros que abdiquen del límite de la
racionalidad y comporten apriorística impunidad frente a
desconcertantes atentados contra bienes jurídicos de mayor valía,
bajo el prurito de tratarse de la defensa contra una agresión que,
aunque insignificante, quedaría bajo el manto del privilegio”.

Tampoco el censor rebate la tesis jurisprudencial de la Sala que al


analizar la presunción legal de legítima defensa ha señalado que
para su reconocimiento debe tener los mismos requisitos
previstos para la legítima defensa común, “sólo que la acción
antijurídica del extraño que justifica la reacción, es el intento de penetración
o la efectiva penetración violenta, engañosa o clandestina, al lugar que se
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utiliza como morada o sus dependencias inmediatas, pues se supone que la
presencia de un extraño en tales condiciones pone en riesgo, no solamente
el derecho a la intimidad, sino que representa un peligro para otros bienes
jurídicos como la vida, la libertad e integridad sexuales, y el patrimonio

económico, entre otros, de quienes allí habitan”. 1

Así las cosas, deviene claro que el recurrente no demuestra el yerro


de juicio del juzgador acerca del significado de la norma, por
atribuirle un sentido jurídico que no tiene o asignarle efectos o
consecuencias que contrarios a su contenido, falencia que deviene
en la no admisión del cargo.

Como se concluye que el libelo no será admitido, es


necesario señalar que no se observa con ocasión del fallo
impugnado o dentro de la actuación violación de derechos o
garantías de las partes, tampoco se ve la necesidad de superar
los defectos de la demanda para decidir de fondo, según lo
dispone el inciso 3º del artículo 184 de la Ley 906 de 2004 que
ameritaran la intervención oficiosa de la Corte.

Precisión final

En consideración a que contra la decisión de no admisión de la


demanda de casación presentada por la defensa procede el
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Corte Suprema de Justicia. Decisión de 22 de julio de 2009. Radicación
26876.
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mecanismo de insistencia de conformidad con lo establecido en el
artículo 186 de la Ley 906 de 2004, es necesario precisar que
como allí no se regula su trámite, la Sala clarificó su naturaleza y
definió las reglas que habrán de observarse para su aplicación,
como sigue:

1. La insistencia es un mecanismo especial, ajeno a la


naturaleza impugnatoria que sólo puede ser promovido por el
demandante, dentro de los cinco (5) días siguientes a la
notificación de la providencia mediante la cual la Sala decide no
admitir la demanda de casación.

2. La solicitud de insistencia puede elevarse ante el Ministerio


Público a través de sus Delegados para la Casación Penal, ante
uno de los Magistrados que hayan salvado voto en cuanto a la
decisión mayoritaria de no admitir la demanda o ante uno de los
Magistrados que no haya intervenido en la discusión y no haya
suscrito el referido auto.

3. Es facultativo del Magistrado disidente, del que no intervino en


los debates o del Delegado del Ministerio Público ante quien se
formula la insistencia, optar por someter el asunto a consideración
de la Sala o no presentarlo para su revisión, evento último en que
informará de ello al peticionario en un plazo de quince (15) días.
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4. El auto a través del cual no se admite la demanda de casación


trae como consecuencia la firmeza de la sentencia de segunda
instancia contra la cual se formuló el recurso de casación, salvo
que la insistencia prospere y conlleve a la admisión del libelo.

En mérito de lo expuesto, la Sala Penal de la Corte Suprema de


Justicia,

RESUELVE

NO ADMITIR la demanda de casación interpuesta por el defensor


de IGNACIO CASTILLO ORJUELA, por las razones anotadas en
la anterior motivación.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 184 de la Ley 906


de 2004, es facultad del demandante elevar petición de insistencia
en los términos precisados por la Sala en la presente decisión.

Notifíquese y cúmplase.

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ


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JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA JAVIER ZAPATA ORTIZ

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria
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