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PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBIO: La constante presión de los sectores exportadores volvía muy difícil incrementar

los gravámenes de la lana y los cueros que salían del país. El gobierno nacional decidió modificar los aranceles a las
importaciones y envió un proyecto de ley al Congreso para duplicar la tarifa general existente y llevarla al 30%,
estableciendo el 40% para el vino y los licores, el tabaco, los naipes y las armas. Esa medida recaerá sobre la población
que consumía productos importados. La ley tenía como objetivo fomentar la industria.

El librecambio era la doctrina hegemónica en el mundo occidental y se apoyaba en la convicción de que el comercio
libre, sin trabas ni restricciones, era el mejor camino para el progreso económico de las naciones. Bajo la hegemonía
de Inglaterra, que sostenía ese principio, los países de Europa y de América que se incorporaban al mercado
internacional no siempre respetaron ese mandato y tanto Alemania como EEUU diseñaron políticas para proteger su
producción de la competencia externa. La Arg se había incorporado a ese mercado como productor de materias
primas y alimentos y como consumidor de manufacturas, había orientado su economía en función de ese esquema de
división internacional del trabajo, en las que supuestamente tenía ventajas comparativas.

Las desventajas del librecambio fueron señaladas por numerosos economistas, en cambio, sostenían la convivencia, de
recurrir al proteccionismo para fomentar el crecimiento. En Arg la protección se vinculaba con la defensa de las
industrias y con la crítica a la dependencia financiera de los capitales externos y la subordinación al mercado
internacional controlado por Gran Bretaña.

La ley de aduanas fue modificada en la dirección que impulsaban los criterios de librecambio: se estableció un arancel
del 40% a los productos manufacturados similares a los que se hacían en el país, como harinas, ropas, conservas,
alcoholes y vinos, muebles, cigarrillos etc.

En la década que siguió a la sanción de la ley, se instalaron nuevos establecimientos en diversos rubros, vinculados a la
alimentación y la confección, cuyos productos sustituyeron en parte la importación para el consumo local.

EL FRENTE EXTERNO: La disputa partidaria, focalizada en la provincia de Bs As complicó el panorama político. A partir
de abril de 1877, se dieron los primeros pasos del oficialismo para convencer al mitrismo de esa voluntad de
¨conciliación¨, los discursos prometían limpieza y libertad en los comicios, levantamiento del estado de sitio y el
pedido al Senado de la reincorporación al ejercito de los oficiales superiores separado en 1874, etc. El reconocimiento
del partido opositor introducía una novedad en la dinámica política arg.

El Partido Nacionalista retomó la actividad pública y convocó a sus miembros y simpatizantes a un gran acto. El
autonomismo, se hallaba en problemas, ya que el grupo disidente se manifestó opuesto a la conciliación con el
mitrismo y aceleró su propia organización, mediante la formación de un Comité Republicano, que actuaría sin
subordinarse a la vieja guardia. La respuesta de esta fue profundizar la política de ¨conciliación¨.

El gobernador Caseres decretó la cesación de los empleados públicos que no estuvieran dispuestos a secundar la
política oficial, como forma de castigar a los disidentes y quitarles las herramientas de control electoral.

Más tarde, se pasó a una segunda etapa en las negociaciones, ahora el objetivo era eliminar la competencia
presentando listas conjuntas.

Las dirigencias de ambos grupos pactaron los términos del acuerdo y se promovió su aceptación pública por medio de
movilizaciones de apoyo. Se produjo un giro en la dirección inicial de esta operación política. Algunos hablaban de la
recomposición del Partido de la Libertad, pero esa unidad seria impugnada por el grupo autonomista disidente, que
formo el Partido Republicano y más tarde por algunos integrantes del nacionalismo, contrarios a la conciliación.

El núcleo oficialista puso en juego todo su arsenal y ganó las elecciones, en tanto que los opositores republicanos
protestaron por las violaciones a la libertad del sufragio.

El triunfo de la formula conciliadora en Bs As tuvo impacto en el ámbito nacional, si bien la mayor parte de las
provincias no siguió los mismos pasos. Las dinámicas locales impusieron sus propias lógicas, marcando los límites del
control que podía ejercerse desde el gobierno nacional.

¨CIVILIZAR¨ EL PAIS: Avellaneda tuvo una intensa gestión, continuó con las políticas de afirmación estatal iniciadas por
Sarmiento, pero avanzado en otros sentidos. Su voluntad de ¨civilizar¨ la Arg, buscaba transformar el perfil cultural y
demográfico de sus habitantes, a través de la educación y de la incorporación de inmigrantes que instalaran hábitos de
trabajo y de disciplina social. El objetivo era expandir e integrar al territorio a través de la ocupación productiva de las
tierras y del desarrollo de las comunicaciones, favorecer la formación de mercados nacionales fundamentales para la
expansión de la economía capitalista moderna y asegurar el control estatal del espacio nacional.
En 1876, se aprobó la Ley Nacional de Inmigración y Colonización, que sistematizó algunos de los instrumentos en
vigencia, creó nuevos en materia inmigratoria y se propuso promover la colonización a través de la distribución de
tierras públicas en territorios nacionales o de aquellas cedidas por las provincias.

LA FRONTERA: hasta 1870, el territorio bajo control efectivo de la Rep Arg, era aproximadamente la mitad del que
reclamaba como propio; el resto estaba ocupado por las naciones indígenas, que vivían en esas tierras desde antes de
la invasión española o se habían instalado en tiempos coloniales y a lo largo del XIX.

Las relaciones entre los españoles y los ¨indios¨ eran siempre conflictivas y en la medida en que había espacios que la
república y varias naciones indígenas reclamaban como propios se había ido definiendo una franja de contacto y de
disputa, la llamada ¨frontera¨.

No se trataba de un límite fijo sino de ¨un área de interrelación¨, un mundo de ¨criollos, indígenas y mestizos cruzado
por limites líneas de interacción, aculturación e influencia recíprocas¨. Era un escenario de intercambios pero a la vez
de violencias. La sociedad criolla presionaba para expandir su poderío, mientras que las naciones indígenas resistían y
realizaban operaciones de avance sobre los poblados más próximos al límite, de donde se llevaban ganados y cautivos.

A través de la instalación de fuertes y fortines con dotaciones del ejército, se intentaban avanzar y resistir.

Hacia mediados de la década de 1870, la frontera estaba arraigada e indisolublemente asociada a la figura del
¨desierto¨, espacio al que la civilización no había llegado.

La crisis había mostrado la urgencia de incorporar nuevas tierras al proceso productivo, terminar con la inseguridad en
la frontera y consolidar el dominio territorial en el sur, podía desalentar la permanente amenaza de ocupación por
parte de Chile.

La política del gobierno de Avellaneda con respecto a los indígenas, atravesó dos etapas. La 1º se ejecutó el plan
diseñado por el ministro de Guerra Adolfo Alsina, que consistía en ocupar progresivamente el territorio comprendido
entre la frontera vigente y la nueva línea fijada en los ríos Negro y Neuquén, e inducir la asimilación gradual de los
indígenas a la sociedad argentina. Así se propuso instalar fuertes y fortines al sur de Bs As y hacia el oeste, hasta la
cordillera, para detener o retrasar los ataques indígenas.

El cacique Namuncurá organizó una confederación de grupos que se lanzaron a una invasión, avanzaron sobre los
partidos de Azul, Tapalqué y Tandil enfrentándose a tropas del ejército nacional.

En 1876, el plan criollo continuó. A fines de 1877, muere el ministro Alsina, y su reemplazo fue el gral Roca. Así dieron
inicio a la segunda etapa de la campaña, dando un giro en la táctica militar. Militarmente, proponía incursionar en
territorio indígena a través de partidas volantes, con el fin de minar sus fuerzas y luego avanzar con todo el peso del
ejército para terminar con la resistencia y producir la ocupación efectiva hasta la nueva línea de frontera.

Roca lleva a cabo la segunda etapa, avanza desde Bs As hasta Mendoza, arrasando con lo poco que quedaba en pie del
mundo indígena al norte del río Negro. De manera drástica y brutal, se terminó con décadas de conflictiva convivencia
de sociedades diferentes en un espacio parcialmente compartido y en disputa, y se la reemplazó por el dominio de una
sociedad sobre las demás y sobre el conjunto del territorio.

Esa conquista implico la incorporación de más de 15 leguas de tierra al capitalismo arg en expansión, la afirmación de
la soberanía territorial de la republica sobre un territorio disputado por Chile, la consolidación del poder del estado
nacional y el fortalecimiento del ejército como institución. También contribuyó al afianzamiento de las concepciones
que asociaban la modernización de la nación a la eliminación de todos aquellos que podían desafiar el patrón
civilizatorio dominante, una idea que seguiría predominando en las décadas posteriores.

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