Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LLAMADAS A SERVIR
EL Señor te ha dado el privilegio de ser mujer, capaz de pensar, soñar, reír, llorar, ser hijas,
esposas y madres, creadas con talentos y capacidades, las cuales debemos estar dispuestas
a poner al servicio de nuestro Dios, siendo instrumentos para su obra.
Hemos sido creadas dentro del plan Divino, el Señor nos conoce antes de nuestro Página | 1
nacimiento: Jeremías 1:5 Salmos 139:16
El Apóstol dice que somos coherederas de la gracia de vida: 1 Pedro 3:7
¿Qué es el Servicio?
Servir es estar a la disposición de otro o estar listo para cuando a quien servimos nos llame,
no se trata de esperar el desarrollo personal o mostrar las competencias que se tienen, sino
hacer lo que se nos diga u ordene.
Analicemos 2 Timoteo 2:15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”
Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida”
Para recordar: La disposición para el servicio requiere de una ofrenda especial y esta
consiste en entregarle nuestro corazón a Dios, lo cual hace referencia a nuestra voluntad,
pensamientos y sentimientos. Dios conoce nuestros Corazones, por tanto, requiere de
cuidado y atención. Lucas 12:34
El servicio es también una actitud de reconocimiento y agradecimiento a Dios, por lo que Él
es y por lo que Él ha hecho por nosotros. Salmos 100: 2-3 Romanos 12:11
En esencia, obediencia es oír con oídos espirituales y poner por obra lo que Dios nos ordene
hacer. Juan 14:23 – 1 Juan 3:21-22 - 1 Corintios 15:58
Conclusión
1. Servir al Señor cuesta Filipenses 3: 13 – 14
2. Se debe servir al Señor con alegría Salmos 100: 2
3. Sirve a Dios no por fuerza sino por amor Colosenses 3:23 - 1 Corintios 16:14
Reflexión
Cuando yo era capellán del ejército atendí a un soldado moribundo al cual yo conocía, y le
pregunté si quería enviar a su madre algún mensaje conmigo. Me contestó: “Sí. Por favor
dígale que muero con toda felicidad.” Le pregunté otra vez si quería algo más, y me dijo:
“Sí. Escriba usted, por favor, a mi maestra de la escuela dominical y dígale que muero como
cristiano, fiel a Cristo; y que nunca olvidé las buenas enseñanzas que ella me dio.” Yo
conocía a esa maestra; y le escribí. Pocas semanas después me contestó: “… ¡Que Dios me
perdone!! ¡Que Dios me perdone! Pues hace un mes renuncié a mi cargo de maestra de
escuela dominical, porque yo pensaba que mi trabajo con esos niños no servía ni valía para
nada… e impulsada por mi cobarde corazón, y por falta de fe, abandoné a mis alumnos… y
ahora recibo la carta de usted en la que me dice que mi enseñanza fue un medio para ganar
un alma para Cristo… ¡Estoy decidida a trabajar otra vez en el nombre de Cristo, y le seré
fiel hasta el fin de mi vida!