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Trabajo Extraclase de
Metodología de la Investigación Teológica
“El que a vosotros recibe, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me
envió. El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta
recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo
recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su
recompensa” (Mateo 10:40-42).
I. INTRODUCCIÓN
II. EL TEXTO
III. INTERPRETACIÓN
Mateo 10:40-42 es un pasaje que recoge las palabras de Jesús, quien está
dando instrucciones a sus, recién seleccionados, discípulos (Mt. 10: 1, 11:1).
10: 4-11. El pueblo judío, a diferencia de la sociedad actual, debido a que
fueron nómadas, tenía en su cultura incorporada la hospitalidad. De ahí que
para sus receptores originales esta exhortación de Jesús sería probablemente
recibida con más familiaridad que la que puede tener hoy en día. Sin embargo,
este texto constituye una exhortación con promesa tanto para los receptores
originales como para los cristianos de hoy dada en el marco de la comisión del
Señor Jesús a sus discípulos a anunciar las buenas nuevas de Salvación (Mt.
10:5, Mt. 28: 16-20) y cuando lo hacen están actuando en representación suya,
como sus embajadores. De ahí que el colaborar en recibir y atender a uno de
sus representantes que cumplen su ministerio se equipara a hacerlo para con
Él mismo. Jesús fue enviado por el Padre. Esto fue declarado por Él mismo (Jn.
6: 57; 17: 8, 18; 20:21). El Padre envió a Jesús al mundo con el propósito de
reconciliarlo con Él por medio de la expiación del pecado de la humanidad, la
cual tuvo lugar con la muerte de Cristo en la cruz del Calvario (1Co. 5:11-21).
De la misma manera en que Jesús envió a sus discípulos como sus
representantes, Él mismo fue enviado por el Padre. De ahí que al recibir a
aquellos que cumplen con la encomienda de Jesús también se esté recibiendo
al Padre que le envió.
En estos versos son mencionados los profetas, los justos y los discípulos y lo
que es común a todos ellos es su fidelidad al Señor, el cual solo derrama sus
dones, llama justo, y considera discípulo a los que han decidido seguirle sin
mirar atrás; y es en función de esa FIDELIDAD EN EL SERVICIO AL SEÑOR
en el lugar que Él le otorgó al obsequiarle dones y ministerios para la
edificación de su cuerpo que el Señor promete una recompensa inmaterial
tanto para ellos como para los que son sus colaboradores al recibirlos. Aún
cuando el recibir a un profeta o un justo, puede no ser un ministerio tan visible
como el del profeta, o no tener el reconocimiento público del que es llamado
justo recibirán del Señor la misma recompensa que ellos porque al recibirle se
constituyen sus colaboradores y sustentadores. Al emplear la frase “un vaso de
agua fría solamente” (Mt. 10:42) se entiende el tener una pequeña atención con
el discípulo dado que esto es algo que, en general, cualquiera puede dar y no
implica un gran sacrificio o costo. Aún cuando el recibir en su casa a un
discípulo conlleva un mayor sacrificio o costo y es por tanto una actitud más
visible el tener hasta el más mínimo gesto es visto por el Señor y este no dejará
de reconocerlo.
De igual forma en que en Mt. 10:40-42 se exhorta a cooperar con los que
llevan adelante los ministerios de la iglesia en 2Jn. 4-10 se advierte que el
recibir y respaldar a aquellos que adulteran la verdad de Dios en palabras o
hechos implica merecer la misma condenación que ellos.
IV. BIBLIOGRAFIA
GOWER, R. 1990. Nuevo manual de usos y costumbres de los tiempos bíblicos, USA,
Portavoz.