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PRIMER POSTCARD: Modelo de revolución verde

La revolución verde, echada a andar en la década de los cincuenta, tuvo como finalidad
generar altas tasas de productividad agrícola sobre la base de una producción extensiva
de gran es cala y el uso de alta tecnología. En los años noventa, se anunció una nueva
revolución verde: la revolución genética que uniría a la biotecnología con la ingeniería
genética, promoviendo de esta manera transformaciones significativas en la productividad
de la agricultura mundial.

La primera revolución verde tenía como principal soporte la selección genética de nuevas
variedades de cultivo de alto rendimiento, asociada a la explotación intensiva permitida
por el riego y el uso masivo de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas, tractores y
otra maquinaria pesada. La nueva revolución verde tiene como principal aspecto la
creación de organismos genéticamente modificados (OGM) mejor conocidos como
transgénicos. Éstos son organismos creados en laboratorio con ciertas técnicas que
consisten en la transferencia, de un organismo a otro, de un gen responsable de una
determinada característica, manipulando su estructura natural y modificando así su
genoma. El genoma, a su vez, está constituido por conjuntos de genes y las diferentes
composiciones de estos conjuntos determinan las características de cada organismo. Lo
que hace a un animal ser diferente de una fruta es el genoma que tiene. Vale resaltar que
no existen límites para esta técnica. Es posible crear combinaciones nunca imaginadas
entre animales, plantas, bacterias, etcétera. Hoy sabemos que el aumento en la
producción de alimentos per se no ase gura su distribución global y equitativa y que,
además, el problema del hambre tiene vertientes adicionales de mayor complejidad
asociadas a la economía real del mercado, tales como la intermediación en la distribución
y en la comercialización; o la falta de poder adquisitivo de una gran proporción de la
población mundial que les impide el acceso libre al mercado de alimentos, entre otros.

La introducción de toda innovación técnica de creciente complejidad requiere un grupo


más o menos grande de expertos que la comprendan, adapten e implementen. Fue
justamente en los primeros años de la primera revolución verde cuando los investigadores
del ramo más importante de las instituciones educativas latinoamericanas fueron invitados
a realizar sus posgrados o estancias financiadas en Estados Unidos. El ingeniero
agrónomo típico de la época pasó a tener como función casi absoluta llevar “el progreso”
al campo, o sea, transformar la agricultura tradicional, adoptando los insumos y las
técnicas de origen industrial

La invención de los insecticidas sin téticos fue una forma cómoda y aparentemente eficaz
de controlar las plagas que surgieron con este modelo agrícola. Pero éstos atacan las
consecuencias del problema —la plaga— y no la causa de este. Con la utilización de los
agrotóxicos se acabaron las plagas y también sus enemigos naturales. El problema es
que muchas plagas desarrollaron mutaciones genéticas, lo que les garantizó su
resurgimiento, esta vez aniquilador debido a la muerte de sus enemigos naturales,
causando daños a la agricultura y probando la ineficacia de gran parte de estos
agrotóxicos. Además, ya son varios los estudios sobre la repercusión de estos productos
sobre la salud humana, ya sea por contacto directo o por ingestión.

Desde el punto de vista social y económico (no macroeconómico), se puede deducir que
este modelo agrícola no tuvo un carácter muy positivo para la mayoría de los campesinos
del Tercer Mundo. Para los trabajadores rurales ha significado sueldos miserables,
desempleo y migración. Para los pequeños propietarios, aumento en las deudas para la
obtención de insumos y aumento de la pobreza. La revolución verde vino a ofrecer
semillas de alta productividad que en condiciones ideales y con grandes cantidades de
fertilizantes y agrotóxicos pueden garantizar una alta productividad. Pero si falta
cualquiera de estos insumos, habrá altas probabilidades de fracasos en la productividad
de las cosechas y no podrán pagarse las deudas con traídas para la adquisición de los
insumos. Es importante notar, adicionalmente, que luego de décadas de revolución verde,
una creciente mayoría de pequeños agricultores en todo el mundo continúa sin tener
acceso a cualquiera de estas tecnologías o al crédito para su obtención.

SEGUNDO POSTCARD: Efectos del cambio climático en los sistemas de


producción

A escala global ha sido muy considerado como una amenaza no sólo desde el punto de
vista ambiental, sino también social y económico, por su posibilidad de impacto a
diferentes sectores, entre los cuales la agricultura es uno de los más vulnerables.
Comprender los impactos potenciales es imprescindible para el desarrollo e
implementación de estrategias de adaptación que permitan afrontar los riesgos climáticos
emergentes.

Como consecuencia, podrían experimentarse una serie de impactos, a escala global, que
incluyen: cambios en los ecosistemas, en la disponibilidad de agua, en la productividad de
las cosechas y en la distribución de vectores y enfermedades; además del posible
incremento de los eventos meteorológicos extremos1 como tormentas, sequías e
inundaciones.

Para responder al cambio climático, se requiere un proceso de gestión de riesgos que


involucra un conjunto de acciones que permiten identificar y evaluar los riesgos que
involucra un conjunto de acciones que permiten identificar y evaluar los riesgos, con el fin
de emprender en forma efectiva las medidas necesarias para responder ante ellos.

Para la gestión del riesgo climático se han empleado herramientas tecnológicas [31] que
permiten la evaluación, el monitoreo y la evaluación: desarrollo de indicadores de
vulnerabilidad, establecimiento de sistemas de alerta temprana, información satelital,
modelos de simulación de cultivos, sistemas de información geográfica (SIG), métodos
geoestadísticos, recolección y transmisión automática de datos.

El proceso adaptativo supone ajustes para reducir la vulnerabilidad y fortalecer la


capacidad de recuperación tras los cambios observados y esperados en el clima [9]. La
adaptación puede ser anticipada (antes del impacto), autónoma (espontánea) o
planificada (resultado de una decisión política deliberada)

Algunas opciones de adaptación planificada para el sector agrícola incluyen [5,8,17]:


modificación de las fechas de siembra, elección de variedades, reubicación de
plantaciones, mejora de la gestión de tierras, apoyo a sistemas de conservación de la
diversidad biológica agrícola, diseño de programas de consolidación de nuevos
calendarios agrícolas por regiones, tecnificación de los cultivos, genotipos adaptados a
condiciones de estrés, desarrollo de sistemas de producción sustentable, gestión óptima
de recursos hídricos (sistemas irrigación eficaces, reciclaje de agua, ahorro de agua, etc.).
En Latinoamérica, las estrategias para adaptación son aisladas, de tipo espontáneo,
enfocadas a la atención y recuperación en caso de desastres [11]. En algunos países, se
han implementado medidas que incluyen conservación de ecosistemas claves, sistemas
de alarma temprana, gestión de riesgo en la agricultura, gestión de inundaciones y
sequías

En Colombia existen estrategias de adaptación.

En conclusión, La agricultura es especialmente vulnerable al cambio climático; la


proliferación de plagas y enfermedades y el estrés hídrico son factores agravantes. Es
posible que el aumento moderado de la temperatura y de la fertilización por CO2 tenga
efectos positivos en la producción. Sin embargo, si el incremento de la temperatura
supera el estándar de seguridad climática, los rendimientos podrían disminuir de manera
generalizada. Las modelaciones no pueden tener en cuenta todas las posibilidades de
adaptación ni todos los factores no climáticos dinamizantes de cambio por tanto, deben
ser tomadas como indicadores de la necesidad de profundizar en la investigación y
conocimiento de los impactos potenciales.

Las innovaciones científicas y tecnológicas serán determinantes en la definición de


estrategias encaminadas a contrarrestar los efectos del cambio climático. La cooperación
efectiva entre los investigadores en ingeniería, meteorología, agricultura, silvicultura, entre
otras áreas, es crucial para proporcionar a los agricultores la información útil y oportuna,
para hacer frente a los riesgos agroclimáticos a corto y mediano plazo, en todas las fases
del cultivo.

Las respuestas al cambio climático son un desafío para la ingeniería; los impactos al
sector agrícola plantean una serie de retos relacionados con la productividad, por la
necesidad de incremento para garantizar la seguridad alimentaria; con la innovación
tecnología, dada la necesidad de nuevas tecnologías que permitan una mejor adaptación;
con la sostenibilidad, para disminuir la huella de carbono, mejorar la gestión de recursos
naturales y proteger la biodiversidad; con la investigación, que se encaminen a un mayor
conocimiento de las relaciones causa-efecto y al desarrollo de variedades resilientes; y
con la gestión del conocimiento, porque tanto el conocimiento científico y tecnológico,
como el tradicional y ancestral, son claves para hacer frente a los impactos potenciales
que conlleva el cambio climático.

POSTCARD 3: Importancia de los sistemas agroforestales en la sostenibilidad

La agroforestería es “el término colectivo para los sistemas y tecnologías de uso de la


tierra, en los cuales las plantas leñosas perennes (árboles, arbustos, palmeras, bambúes,
etc.) se usan deliberadamente en las mismas unidades de manejo de la tierra con cultivos
agrícolas y/o animales en alguna forma de arreglo espacial o secuencia temporal” [19]. En
los sistemas agroforestales (SAF), tanto los componentes bióticos como abióticos
interaccionan en relaciones de tipo ecológico, económico y social, logrando sinergismos
para obtener mejoras en la productividad y sostenibilidad.

En la implementación de la agroforestería se pueden observar algunos beneficios


ambientales y el mejoramiento de los medios de vida de las comunidades rurales, al
proveerlas de alimento, forraje y productos de los árboles, lo que aumenta la seguridad
alimentaria y alivia la pobreza.
El buen diseño e implementación de un sistema agroforestal genera un uso sostenible de
la tierra, ayudando a proteger y potencializar la capacidad productiva, proveer de
alimentos a la población, fortaleciendo la oferta de productos para los ingresos familiares
y mejorando, la capacidad de autorregulación del ecosistema a los cambios climáticos
abruptos, como a cualificar los valores sociales y culturales que serán transmitidos a
futuras generaciones. La combinación de árboles, cultivos y/o pasturas y ganado atenúa
el riesgo ambiental, en la medida que el suelo permanecerá protegido por la cubierta
arbórea, previniendo la erosión, inundaciones, beneficiando el desarrollo del mismo por el
aporte de nutrientes a las capas más profundas. Igualmente, los usos de leguminosas que
fijan el nitrógeno posibilitan que la hojarasca se convierta en abono orgánico para los
forrajes, reduciendo de esta manera la dependencia a productos químicos

Los sistemas agroforestales tienen un alto potencial para aumentar y mantener la


productividad de los suelos,  potencial que  promueve  una serie de características, como
la estratificación en el uso de recursos, efectos en el microclima, reciclaje de nutrientes,
protección a la estructura de los suelos, facilita los  ciclo biogeoquímicos y favorece la 
diversificación de la producción agropecuaria, es importante revitalizar algunos sistemas
tradicionales.
En sus diferentes modalidades los sistemas agroforestales  constituyen  alternativas
económicas y sociales y ambientales,  porque  promueven una serie de beneficios como
aumentos de la producción a nivel de finca, promueven el  aumento  de empleo
mejorando el  ingreso  de los productores rurales,  mejoran la fertilidad de los suelos,
reducen  la erosión mediante la aportación de materia orgánica, conservación del agua al
favorecer la infiltración y reducir la escorrentía superficial que contaminan los cursos de
agua, captura de carbono, conservación de la biodiversidad en ecosistemas
fragmentados.

En el orden social la Agroforestería contribuye a solucionar las necesidades de la


población rural, por lo que se la puede considerar más que un arreglo especifico de
plantas o una combinación particular de especies como unas alternativas para el buen
uso del suelo de la finca y para promover el desarrollo sostenible.

Los sistemas generan beneficios de diferentes tipos donde podemos encontrar:

El beneficio económico que se refleja en la Obtención de ingresos a través de la


producción ganadera, agrícola, y forestal a nivel predial. La presencia de árboles mejora
las condiciones locales aumentando su productividad. Así mismo, junto con los beneficios
económicos que se obtienen de los árboles, animales y cultivos, la integración de los
árboles también permite mejorar los aspectos ambientales, como reducción de la erosión
de los suelos, protección de cursos de aguas; y aumento de la vida silvestre presente en
la zona, reducción del viento y su efecto favorable en cultivos y animales, mitigación de
gases efecto invernadero.

La agroforestería representa una importante alternativa para el manejo sustentable de los


bosques con el propósito de recuperar y conservar reservas de carbono a través de las
principales actividades.

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