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PUNTO DE VISTA

por una
política
evangélica
JEAN-MARIE PAUPERT

POR UNA POLÍTICA EVANGÉLICA


Versión castellana y apéndice
de PEDRO NÚÑEZ

(Edición adaptada para España)

<rV vi un cielo nuevo y una nueva tierra...» EDITORIAL NOVA TERRA


r%/a (Apoc, 21, 1) Tamarit, 191
BARCELONA - U
Título original: POUR UNE POLITIQUE EVANGELIQUE
© by EDITIONS EDOUARD PRIVAT, Toulouse
Portada diseñada por LLEONARD

Dedico estas páginas a todos aquellos


que trabajan, con el pensamiento y la ac-
ción, para que el reino del Señor se ex-
tienda en la tierra como en el cielo, y es-
pecialmente, por su valor de ejemplo a
mis ojos, al padre Jacques Deparis.

J.-M. P.
© by EDITORIAL NOVA TERRA
Primera edición: abril 1967
Reservados todos los derechos

Depósito legal: T - 557 - 67


Printed in Spain - Impreso en España

Talleres Gráficos Algueró y Baiges, S. R. C. - Cervantes, 19 - Tortosa


proemio

Es bien cierto que Jean-Marie Paupert ha dedicado su


estudio a un problema que, al igual que todos los hombres
de nuestro tiempo, los católicos tienen planteado. A nues-
tra manera de ver constituye una valiosa aportación a esta
búsqueda tan necesaria. Con este espíritu fue leída la obra
antes de su publicación por un grupo de amigos de nues-
tra colección.
Dialogando con el autor, el texto ha sufrido así una
cierta evolución. Pero convenía respetar cuidadosamente
la orientación fundamental, el tono y la inspiración. Pues
aunque no nos encontremos ante concepciones incontesta-
bles y definitivas, numerosos cristianos y no cristianos ha-
llarán en Jean-Marie Paupert un valioso interlocutor para
su propia reflexión, cuyo pensamiento les enriquecerá
tanto por la contradicción como por la penetración.

G. H.
prefacio

El cardenal Suhard fue recibido un día en audiencia


por Pío XII. Durante la conversación, el papa le dijo: «Sin
duda sería bueno que orientaseis a los católicos franceses
a comprometerse en las realidades políticas de la ciudad.»
El cardenal contestó: «Cierto, Santo Padre; pero la pala-
bra política tiene en Francia, especialmente entre los cris-
tianos, un sentido peyorativo. ¿No podría hablarles de
deber cívico?» Y Pío XII respondió: «Bien, si usted lo cree
oportuno; pero la verdadera palabra es política.»
Este diálogo está lleno de sentido, aún más notable en
boca de Pío XII, que fue un gran espíritu político. Es
verdad que entre todos los franceses, los católicos, depri-
midos y desconcertados después de más de un siglo por
las evoluciones políticas, durante mucho tiempo y aún re-
cientemente han tenido la «política» al margen de su vida,
sin encontrar —entre una teocracia más o menos consen-
tida, aunque fuera la democracia cristiana, y un completo
laicismo— una manera de estar presentes. Durante largo
tiempo y en muchos ambientes este fue el axioma: el cris-
tiano no hace política. La política divide, la religión une.
Hay buenos indicios de que estamos a punto de des-
hacer este complejo. Actualmente existe una profunda
preocupación y debemos esclarecer algunos equívocos que
todavía pesan. Política del Evangelio: un título que pro-
voca una reflexión firme y sana. Jean-Marie Paupert se
entrega a ella con ardor y honradez.

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Dos enunciados de principio orientan la reflexión crí-
tica y constructiva. Primero, a través de las penosas am- Sanctam de Bonifacio VIII, que enseña dogmáticamente
bigüedades de la Acción Francesa, hay que tener un alto como toda acción política entra en el marco de la fe y bajo
valor de lo político. Hablamos así por oposición a la po- el ámbito de la gracia. Cierto que los considerandos de
lítica, para distinguir ya en las palabras entre el orden este documento están llenos de un teocratismo inaceptable,
político de la realidad objetiva de la sociedad y las inevi- pero son efecto de una teología hoy día superada y que
tables y miserables tácticas de la acción política. Ya Aris- nada tiene que ver con la verdad enunciada. La doctrina
tóteles enseñaba (y posteriormente santo Tomás) que la de la autonomía del poder temporal en su campo es ac-
ciencia y el arte políticos eran los valores supremos de tualmente aceptada y predicada; poco a poco deben irse
la conducta humana en la tierra, por lo que el hombre, rechazando los residuos de la mentalidad teocrática. Ni en
social por naturaleza, no llega a su perfección más que por la democracia cristiana se resuelve un problema político
una participación consciente en la vida de la ciudad, com- por razones religiosas. El aparato jerárquico de la Iglesia
prendiendo ésta los organismos económicos. Si esto es no debe responsabilizarse, ni directa ni indirectamente, en
verdad —y ciertamente lo es para el hombre terreno, sin las tareas económicas y políticas de la ciudad. Pero una
entrañar prejuicios en sus deberes con la Divinidad—, a cosa es este aparato y otra la conciencia del cristiano, que,
priori es desagradable que para asegurar la trascendencia en su libertad y en la libertad de su gracia, no puede hacer
del mensaje evangélico se vea obligado el cristiano, en una abstracción absoluta de su fe. Un cierto obediencia-
cuanto tal, a mantenerse al margen de la vida política de lismo a las órdenes en detrimento de las iniciativas e ideas
la ciudad. Para que el fermento evangélico se mantenga personales, ha tenido en la Iglesia el deplorable efecto de
puro, ¿será necesario que esté separado de la masa? Sería abandonar al cristiano sin amparo cuando la jerarquía
una desgracia para ambos. callaba. Recientemente hemos podido comprobarlo en la
guerra de Argel. La necesaria abstracción política de
Segundo principio, que entronca con el primero. La luz la Iglesia no lleva consigo necesariamente el silencio de la
de la fe y la vida de la gracia deben captar todo el hom- conciencia, ni la inercia de la libertad. Es por una distin-
bre y todo lo que hay en él. Lo que escapase a esta luz y a ción demasiado fácil y poco exacta por lo que algunas
esta vida no sólo no sería divinizado, sino que cristiana- veces se oye decir que la conciencia cristiana se sitúa en
mente se descompondría, corriendo el peligro de descom- los principios (abstractos) de la vida política, y no en las
poner lo demás. ¡Naturalmente...! Es lo normal del es- aplicaciones técnicas (concretas) en que esta conciencia
píritu de encarnación, en el que gira toda la economía permanece libre en la elección de sus opciones.
divina, que debe realizarse en todas las dimensiones del
hombre, de la carne al espíritu, de la inviolable intimidad En contra de una larga tradición, y como respuesta a
al compromiso más profundo. Por eso Dios hecho hombre las antiguas confusiones de lo profano y lo sagrado, los
se humanizó hasta el máximo, excepto en el pecado. Por cristianos van encontrando poco a poco, desde hace una
eso todo hombre es divinizable y divinizado. Ley funda- o dos décadas, el sentido de lo político y la presencia evan-
mental que muy a menudo hacen fracasar no sólo nues- gélica en sus problemas y sus dificultades. He aquí que
tras faltas, sino también el desastroso error de un mani- sienten la necesidad de ser iniciados, como hombres y
queísmo inconsciente. como cristianos, en este orden de realidades; y así son
Este es el valor permanente de la famosa bula Unam muchos los organismos que se han suprimido por no estar
dispuestos a ayudar en esta búsqueda. Pero nuestros ma-
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ores de visión clara aprueban esta llamada a la nueva
eneración. Jean-Marie Paupert aporta su lucidez a este introducción
espertar, lucidez que algunas veces es áspera y que deter-
vina los caminos con rigor. El enunciado es categórico, y por una política evangélica
i pureza necesaria no hace sino asegurar el absoluto: bien
ntendido, hay una política del evangelio.

M. D. CHENU

¿De qué se trata?

¿Por qué nuestro mundo es así? ¿Por qué, dos mil años
después del Evangelio, sentimos tantas angustias, tememos
las guerras, vivimos estos desastres? ¿Será acaso porque
el mundo es pagano? Quizá sí; pero la Buena Nueva ha
sido anunciada una vez para siempre y se ha extendido
por toda la tierra; después de la muerte de Cristo, la civi-
lización activa en Occidente ha coincidido casi exactamente
en su geografía y en su historia con la predicación del
Evangelio. Entonces, ¿qué pasa?
Por no recordar más que hechos recientes de los que
han vivido nuestros contemporáneos o que sus padres les
han contado en las veladas como una moderna canción de
guerra, el primer conflicto mundial ha visto enfrentarse
entre sí, en una escalofriante matanza, a dos pueblos de
tradicción cristiana, algunos de cuyos hijos habían mar-
chado juntos a los extremos del mundo a predicar la paz
y el amor universal. La primera mitad del siglo ha cono-
cido, como la anterior, oleadas de sangre, de odio, de mi-
seria entre oprimidos y opresores, que se extendían por
todo el país para conseguir que los hombres pudieran
comer lo necesario; que los niños pudieran ir a la escuela,

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que las mujeres vivieran con dignidad y que todo el mundo que los profetas dirigían a Israel —lo que sería una forma
fuera libre. Ha habido también los desastres de los cam- realista de renovación bíblica— y las voces y testimonios
pos de concentración y los caustos atómicos. Existen los que han existido en la Iglesia y de las que no ha hecho
suculentos y magníficos desperdicios de las naciones ricas caso. Hecho nuevo en nuestra historia cristiana, empeza-
(generalmente cristianas) al lado de países en que viven mos a confesar nuestro pecado ante el espectáculo de
los niños de los ojos tristes y el vientre hinchado. nuestras desuniones confesionales o eclesiales. ¿No debe-
Algunas observaciones nos permitirán escapar de un mos dar un paso más y reconocer también nuestro pecado
escándalo demasiado fácil y superficial. El Evangelio está en la trágica situación en que se encuentran el mundo y la
en la tierra como una semilla, el reino de Dios no es de civilización? Pues es evidente que estamos aquí para algo.
este mundo, el tiempo de la Iglesia es tiempo de lucha Desde que nos situamos con cierta seriedad simultánea-
(Luc. 22, 35-38). Incluso en el campo de Dios, el sembrador mente ante el Evangelio y la situación mundial, ¿no se nos
de cizaña continúa su obra (Mt. 13, 24-30, 36-43), y cada impone este arrepentimiento público como primera acti-
uno sabe que este campo en el que crecen juntos el trigo tud? No es justificándonos como curaremos el mal del
y la cizaña es su propio corazón y su propia vida. Recor- mundo, sino más bien aceptando humildemente nuestra
demos la hiriente ironía con que san Pablo escucha los parte de responsabilidad en los fallos de la civilización
sueños de mesianismo terrestre en que se encantan los e intentando descubrir cuál es nuestro deber.
corintios. Ciertamente creemos que Cristo ha vencido a la muerte
Otra observación más puede apaciguar nuestra inquie- y a las potencias del mal y que nos arrastra en esta victo-
tud. ¿No es evidente que las guerras, las injusticias, los ria. Ciertamente su Evangelio es para nosotros la buena
desastres, en una palabra, el mal del mundo moderno, son nueva de nuestra salvación y de lo que hay que hacer para
el fruto de una vuelta ofensiva del paganismo? Pues el entrar en ella; él es el sacramento de la Verdad y la Vida
nacismo era anticristiano, el marxismo también y el capi- para nosotros y para el mundo entero. Pero entonces, ¿por
talismo es igualmente materialista. qué razón, después de tantos siglos de cristianismo, ha
Si en nuestro Occidente todos los hombres y todos los podido renacer el paganismo bajo todas sus formas en el
países que se llaman cristianos o lo son por tradición, lo seno precisamente de lo que fue la cristiandad? ¿Por qué
fueran realmente de hecho, todos estos horrores pasados y el cristianismo que profesamos oficialmente es una fuerza
presentes no hubieran surgido de su nada. tan pequeña en la lucha por la justicia, el amor y la paz,
Decir esto es reconocer la fuerza del Evangelio de Je- en los grandes problemas del mundo? Si el Evangelio no
sucristo confiado a la Iglesia, pero no es absolver a los es bastante proclamado en términos de actualidad, si el
cristianos. Reflexionando, es quizá la acusación más dura conjunto del pueblo cristiano no da testimonio de él con
que debemos hacernos. Pues es un hecho que el desenca- todas sus exigencias en el campo social y político, ¿habrá
denamiento de las fuerzas de la guerra y de la injusticia captado verdaderamente nuestras vidas? Es éste el repro-
ha tenido lugar principalmente en las áreas geográficas che que adivinamos en las sonrisas y acusaciones de los
más impregnadas de cristianismo o que estaban bajo su incrédulos que nos rodean. Nos acorralan en un dilema:
leadership. Reconocer esto es doloroso y requiere un cierto si no hemos transformado el mundo a la imagen de Dios,
valor. El pueblo cristiano debe darse cuenta, cueste lo que o bien el Evangelio no vale nada, o bien nosotros no lo
cueste. Quizás entonces escuchará las severas requisitorias hemos tomado verdaderamente en serio.

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No es fácil tranquilizar la conciencia explicando los rias: nuestra situación política con su cortejo de males e
males presentes por la paganización del mundo moderno. injusticias, y la predicación del Evangelio que es fuerza
Este mundo paganizado ha surgido dentro de la cristian- de paz y amor en el mundo. La contradicción es demasiado
dad, la responsabilidad de estos males cae principalmente flagrante para que nos podamos sustraer al escándalo que
en el mundo occidental que durante muchos siglos fue el provoca, mientras nosotros no hemos hecho todo lo posi-
mundo de la cristiandad. ¿Por qué este retroceso? Los mis- ble para superarla y suprimirla: ¿Lo hemos hecho verda-
mos siglos de cristiandad, en algunos aspectos, son discu- deramente, con realismo, a la altura de las circunstancias
tidos por los no creyentes y sus objeciones nos impiden actuales?
entonar himnos demasiado entusiastas, incluso cuando re- Hay que resaltar un aspecto positivo incontestable de
conocemos los buenos frutos que en el pasado dio la se- estos últimos años. En la mayoría de los países desarrolla-
milla del Evangelio. Nos muestran así el crecimiento de la dos, los católicos ya no forman un bloque monolítico en el
cizaña en el exceso de feudalismo, la servidumbre, algunos campo ideológico y político. Pero esta liberación de some-
aspectos de la cruzada y en el mismo hecho de buscar ob- terse a un grupo o partido, ¿no lleva a un peligroso libera-
jetivos religiosos con armas militares en las guerras de lismo político? La cuestión merece ser planteada como una
los príncipes y los papas y en la Inquisición. Aunque no de las más importantes. Hemos aprendido, o casi apren-
queramos exagerar estos puntos, aunque no los situemos dido, a respetar todas las opiniones y a considerar el campo
todos en el mismo nivel, aunque no los juzguemos con político como algo libre y cerrado en sí mismo, en que
nuestra sensibilidad contemporánea, sabemos que el tes- cristianos y no cristianos podían unirse o enfrentarse sin
timonio del Evangelio fue ensombrecido y lo es actualmen- que esto repercutiera en la fe, sino tomándolo simplemente
te por estos recuerdos que no se ajustan demasiado al como agrupación en nombre de un «ismo» cualquiera. ¿Nos
espíritu de las bienaventuranzas. hemos dado suficiente cuenta del nuevo peligro? La perte-
Hagamos, sin embargo, una observación. El corazón de nencia a campos ideológicos puede pasar por encima de
los hombres no se cambia en un día, ni en un siglo, ni en las exigencias del Evangelio, o ser un pretexto para apro-
diez. La conversión de los corazones y las civilizaciones es piarse los principios sociales cristianos y justificar así
una obra que continuamente hay que volver a empezar, opciones que no se siguen de estos principios. Pues en
nunca se conseguirá de una manera radical y definitiva. nombre de opciones políticas que se quieren relacionar
¿Podemos negar que ha habido un progreso en la humani- con la fe se cometen injusticias y crímenes. Pasturas que
dad y en la Iglesia, y que en la primera, en parte, ha sido nada tienen que ver con el cristianismo reclaman para sí
gracias a la segunda? ¿No es demasiado fácil imputar todo' el Evangelio, la Cruz y la Fe. Los textos más objetivos se
el mal del mundo a la indiferencia y a la inacción de los interpretan según estas opciones temporales y los cristia-
portadores del Evangelio? Reconozcamos la realidad del nos se dividen aparentemente en nombre de la misma fe
progreso moral, que es obra de un largo esfuerzo y que la y del mismo Evangelio. Los temas cristianos sirven de pre-
historia de las mentalidades e instituciones no puede texto para encubrir elecciones violentas o para dispensar
negar. de la acción.
Sin embargo, todas estas explicaciones no disminuyen Así, durante estos últimos decenios los cristianos se
nuestro malestar y nuestro problema. Estos vienen de la han dividido en nombre del catolicismo, o de la tradición
concomitancia de dos realidades demasiado contradicto- cristiana, o del Evangelio —lo que por otra parte debería

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ser una sola cosa. Por o contra de la República, por o «La práctica no ha ido mucho más allá que la teoría.
contra de Dreyfus, antisemitas y anti-antisemitas, por Las palabras de orden de un obispo: evitar la política que
o contra de la leyes sociales, por o contra del franquismo o divide y religarse a la religión que une, no han quedado
del régimen de Vichy, por o contra de los sacerdotes obre- sin eco. Las observaciones pertinentes que hemos podido
ros, por o contra de la escuela libre, por o contra de la leer aquí mismo 2 podrían tomarse como un ataque al
independencia, por o contra de la tortura. Las divisiones comportamiento de muchos cristianos que, bajo el pretex-
políticas de los cristianos están mezcladas con referencias to equívoco de la caridad, rehusan los compromisos serias
al cristianismo y corren el peligro constante de falsear la que hacen la historia.» (J. Jolif, O. P., «L'Homme contre la
lectura del Evangelio y sus exigencias, al someterlo poco société», en Economie et Humanisme, septiembre 1962,
o mucho a mentalidades partidistas o ideológicas que les página 14.)
son extrañas. Se han hecho muchas distinciones: cristiano y ciuda-
En estas ambigüedades hay de todo: las hay inadmisi- dano, acción católica y acción política, acción en cuanto
bles y las hay necesarias. Las mezclamos expresamente cristiano y acción en cuanto ciudadano. A pesar de todo
para resaltar la pobreza de la actual conciencia cristiana lo que tengan de válido (igual que de provisional), estas
en política. El padre Jolif, jefe de estudios de Abresle, distinciones no pueden ocultarnos una convicción esen-
también lo ha señalado: «Es muy característico que los cial : no hay otra salida que ser infiel al reino de los cielos
teólogos, salvo raras excepciones, no hayan llegado todavía cuando, profesando un mismo credo y viviendo un mismo
a hacer una reflexión sobre lo político como tal. Para dar Evangelio (que es una misma cosa), sacerdotes y cristianos
las normas de la vida política bastan dos páginas en un se dividen en un problema de política esencial, que es tam-
tratado de teología moral muy extendido '. Se aprende que bién un problema de Verdad. Cierto que existen problemas
el poder civil tiene el deber de velar por el bien general y libres, pero ¿son tan numerosos y en la medida en que los
que los diputados deben favorecer de una manera positiva imaginamos? No llegamos a pensarlo con seriedad. La fe
el bien común. En cuanto a los ciudadanos, su misión es que no actúa, o que no actúa hasta las últimas consecuen-
amar a la patria, respetar la autoridad, elegir buenos dipu- cias, y por tanto hasta el nivel político, ¿es una fe sincera,
tados, obedecer las leyes en general y las fiscales de una encarnada? Más claro y más brutalmente: un mismo Evan-
manera especial (este último punto ocupa casi la mitad de gelio, ¿puede dejarnos libres para elegir a favor o en
toda la exposición). Finalmente, los soldados, que se han contra de una misma guerra? Finalmente, en 1914, los cris-
comprometido voluntariamente, deben cumplir el contrato tianos ¿tuvieron lucidez cuando, por ambas partes, justi-
y realizar su servicio. No es exagerado decir que la teolo- ficaban, y algunas veces de manera entusiasta, el valor de
gía política, que conoció un magnífico desarrollo en el la guerra que hacían unos contra otros? Lo que fue el
siglo xvi, principalmente con Victoria, no ha sobrevivido drama de Benedicto XV, ¿fue también el drama de los
la aventura moderna. La agitación política que acompañó cristianos de su tiempo? Viendo estas cosas, ¿qué pueden
a la guerra de Argelia ha demostrado hasta qué punto pensar de nuestra fe los que no creen que el Señor ha
puede conducir una falta de reflexión en este campo. muerto y ha resucitado? ¿No les parecerá un lujo, algo

1. H. JoNr, Précis de théologie morale catholique, p . 137-139. ¡No juzgar la 2. Y.-R. PASCAL, «Le Civisme, alibi du politique», Economía y Humanismo,
teología moral a partir d« un solo autor, aunque sea universal! enero 1961, p s . 26-35.

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innecesario? Para ellos, el Evangelio vivido por los cris- la ciudad (polis), es decir a todo lo que depende y se rela-
tianos, ¿será un interrogante, o una llamada? ciona con la vida social del hombre. Tanto desde el punto
de vista filológico como lógico y filosófico, es impropio que
las palabras social y político estén separadas, significando
una las relaciones humanas (familiares, profesionales) en
No se trata de resolver aquí problemas de esta impor- el interior de la nación, y la otra los problemas del gobier-
tancia, ni tampoco de plantearlos en toda su agudeza y con no del país y las relaciones entre los pueblos. En realidad,
todos los datos. Pero es necesario señalar desde el prin- una sana visión de las cosas, siguiendo la etimología que
cipio que existe el problema. ¿De dónde viene la dificul- relaciona rigurosamente la politeia griega con la societas
tad? Más que de una falta de corazón o de buena voluntad latina, obliga a tomar conciencia de que todo lo que es
de los cristianos, ¿no será debido a una insuficiente luz del social es político y viceversa. Para ser más rigurosos con-
espíritu, a una deficiente toma de conciencia de postura vendría precisar que, no obstante la necesidad y legitimi-
espiritual en la acción política? da de distinciones de puntos de vista (u objetos formales)
Nuestro propósito es aclarar primero cómo se planteó —económico, social, moral— de la realidad humana comu-
históricamente el problema. Buscaremos el comportamien- nitaria, la «política» los engloba a todos y constituye por
to en materia política de los primeros cristianos. Veremos esta razón, así lo entendió Aristóteles, la actividad y cien-
después cómo, en la complejidad de la Historia y siguiendo cia supremas del hombre. El mismo santo Tomás estaba
los estatutos que la Iglesia adopta durante su desarrollo, el de acuerdo, desde el punto de vista puramente humano, en
problema pierde claridad en la conciencia de los cristianos. esta primacía a la que llegó de hecho por la sola teología.
Nos parece que en el momento actual, por la evolución de De aquí se sigue inmediatamente, entre otras cosas, que
los diversos estatutos y por el hecho de una ferviente re- nuestro estudio político, desde el punto de vista cristiano
novación interior, la Iglesia está a punto de redescubrir y más exactamente evangélico, no dejará de lado el impor-
los términos esencialmente evangélicos del compromiso tante problema de las relaciones entre Iglesia y Estado,
político. El giro que supone el Vaticano II nos permite entre lo espiritual y lo temporal, pero que esto no será
situar mejor la cuestión y sacar las exigencias primordia- más que un elemento, importante ciertamente, de nues-
les. Pero primero es necesario que nos pongamos de tro conjunto.
acuerdo sobre la palabra «política». Hay que cogerla en
toda su amplitud y rigor. No es cuestión de reducir doble- * * *
mente el campo de nuestro estudio; primero desde el
punto de vista temporal, como juego de los partidos, de Para decirlo con más claridad, nuestro propósito es
las tendencias, de las estructuras y los regímenes que con- responder a las tres cuestiones siguientes:
curren o han concurrido en el gobierno; y después desde — ¿Qué ha dicho Cristo en su predicación sobre las
el punto de vista teológico, estudiar las relaciones entre relaciones sociales de los hombres?
Iglesia y Estado. — ¿Cómo estas prescripciones se encuentran claras o
De hecho conviene que entendamos política en el sen- difuminada-s en el espíritu de los cristianos, siguiendo el
tido pleno que tiene en griego y que se aplica a todo lo estatuto que la Iglesia encuentra o acepta en el mundo a
que de alguna manera se relaciona con la organización de lo largo de la Historia?
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— ¿Cuáles son los puntos-clave de la toma de concien- blemática de estas épocas; y porque por encima de todo
cia contemporánea, y dentro de qué debates y orientacio- queremos hacer entender a los cristianos de hoy que su
nes se desarrollan? Y naturalmente convendrá que pro- orientación en este campo está rodeada de peligros en los
pongamos nuestra conclusión. que deben intentar tener el máximo de lucidez —la re-
Para poder responder, al menos sucintamente, a estos flexión sobre la Historia es una llamada a la mayor clari-
interrogantes estudiaremos primero el mismo texto evan- videncia.
gélico. Apenas es necesario explicar esta preeminencia. Llegaremos así a la época inmediatamente contempo-
El Evangelio no es únicamente una época del cristia- ránea, en que fácilmente se pensará que nos hacemos pe-
nismo, es el centro de la Revelación cristiana. Es antes sados al analizar algunos de los problemas más o menos
que nada una doctrina, una «Tradición» cristalizada poste- falsos, o más o menos verdaderos, que estructuran o han
riormente en Escritura; como tal, sus implicaciones pue- estructurado recientemente el moderno pensamiento polí-
den desarrollarse pero sin renegar, seguir una evolución tico cristiano (monarquía y república, derechas e izquier-
homogénea pero de ninguna manera heterogénea. En el das, socialismo y capitalismo, la crisis de los sacerdotes
transcurso del tiempo no se la puede hacer pasar del blan- obreros, escuela libre y escuela laica, etc.) y confrontar sus
co al negro, del sí al no, de la oposición al asentimiento. dificultades con los datos del pensamiento evangélico.
Puede muy bien adaptarse a la vida y a las transforma- Entonces podremos proponer, a manera de conclusión,
ciones históricas, pero de ninguna manera negar su misma algunas visiones sintetizadas y algunas proposiciones para
esencia. Hay que ir más lejos todavía: el Evangelio no es la acción en el momento actual.
únicamente una tradición, en cierto sentido es la Tradi- Desde ahora puede verse ya que no va a ser un tratado,
ción; y esto en la medida en que es la concreción escrita ni incluso pequeño, de moral social-política cristiana. Nues-
de la primitiva tradición sobre la predicación de Cristo, tra intención es más o menos ambiciosa según la aprecia-
Hijo propio y Verbo de Dios; es el eje de la Revelación, la ción de cada uno. Se trata simplemente, partiendo de un
conclusión de la Antigua Alianza y el principio de la Nueva; análisis de la postura evangélica y sus derivaciones, incluso
y es esto de una vez para siempre —como una célula vi- las aportadas recientemente, de pronunciar un directorio
viente que contiene al mismo tiempo, en su compleja sim- para la política evangélica.
plicidad, las mejores sustancias físicas y químicas, la más Este pequeño libro debe mucho a todos los que, des-
genuina herencia de les antepasados próximos y lejanos a pués de algunos decenios, luchan para que el reino de
la vez que todas las virtualidades del futuro—. Hay, pues, Dios se extienda en la tierra como en el cielo. El autor
fundadas razones para, a propósito de nuestro trabajo, in- cree, no sin alguna inmodestia, que este combate no ha
dagar en el Evangelio con especial reverencia. clarificado todavía las orientaciones que deben ser esen-
Una vez dado este primer paso, intentaremos exponer ciales para el cristiano. Este libro no pretende darlas. Es
de manera esquemática, apoyándonos en algunas posturas- un ensayo, y como tal intenta servir de catalizador a los
testimonio, el papel de la doctrina política evangélica a que actualmente trabajan en la materia. Si se olvidan ma-
través de las épocas de la Iglesia y del mundo occidental. tices, tampoco se pretende negarlos. Pero su meta es hacer
Nuestra actitud parecerá de crítica por dos razones: por- reaccionar para que las cuestiones esenciales se tomen
que analizaremos estos momentos-testimonio a la luz de como tales. Este escrito no es una tesis, sino una proposi-
los redescubrimientos actuales más que a partir de la pro- ción para centrar el debate.

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primera parte

las fuentes
I. (a política del evangelio

Moral natural y pensamiento social de la Iglesia tienen


un campo común. El segundo sanciona la primera con su
autoridad, la somete a la fe. El Evangelio no añade debe-
res nuevos, sino que nos hace ver estos deberes que se
imponen a todo hombre con una nueva responsabilidad, y
nos los hace vivir con la urgencia nueva de la obediencia a
Dios y la llamada sin límites de la caridad. El Evangelio
no añade nuevo contenido.
Tal es la impresión que se saca de la exposición que
hacen los cristianos de las relaciones entre moral natural
y moral evangélica. El Evangelio hace comprender y vivir
con una luz más fuerte y una intensidad más exigente la
moral natural.
Tenemos miedo de que esta manera de ver las cosas, tan
corriente hoy día, minimice a fin de cuentas la originali-
dad de la Revelación que Cristo nos da por su testimonio
y su Palabra. La conducta moral según el Evangelio, en
materia política (y social), nos parece más nueva no sola-
mente en su espíritu, sino también en las exigencias con-
cretas que la definen.
Para obligarnos a mirarlo con más exactitud, probare-
mos releyendo el Evangelio. Formularemos expresamente
sus indicaciones en el lenguaje más radical posible. La
tentación general es de matizar demasiado, hasta tal punto
que la originalidad del Evangelio queda difuminada. Esco-

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geremos, deliberadamente, el método inverso. Trabajare- por el contrario acogía y favorecía a los pobres y deshere-
mos con el cristal de aumento. Hacemos esto para obligar dados de la nación; como, en fin, hablaba con ambigüedad
a reaccionar a las posiciones en boga, generalmente dema- de sí mismo como del «Hijo del hombre», del «Hijo de
siado atenuadas. Dios» y del «Hijo de David», Mesías heredero del trono
del gran rey, los Príncipes de los Sacerdotes, los Escribas
y los doctores de la Ley y los Ancianos del pueblo, defini-
La vida de Cristo tivamente exasperados, no tuvieron muchos escrúpulos en
condenarlo, según ellos como impío y sacrilego (nosotros
Cristiano quiere decir de Cristo. Cristo es un hombre diríamos hereje), y hacerlo condenar por el dominador ro-
que nació bajo el reinado de César-Augusto en una pequeña mano, como revolucionario y agitador hostil al poder cons-
aldea de una colonia romana. Durante unos treinta años tituido. Apenas con más de treinta años fue crucificado
vivió más o menos oscuramente en casa de un carpintero en medio de la excitación general y de tumultos, frecuen-
llamado José, que pasaba como padre. Su madre se lla- tes en estos países durante las fiestas; esto ocurrió du-
maba María y él Jesús. Hacia los treinta años dejó a sus rante el reinado de Tiberio, siendo procurador de Judea
padres para predicar, en compañía de algunos discípulos, Poncio Pilato.
gentes sencillas y pobres, en su mayor parte pescadores, A primera vista no parece que se trate de un gran líder
una doctrina de salvación. Según la tradición evangélica, ni de un poderoso pensador político. La perspectiva cam-
realizaba esas cosas maravillosas que se llaman milagros bia si miramos las cosas más de cerca.
en apoyo de su predicación. Lo que decía era muy simple,
se qu lo político y lo religioso se confundían; es el mismo
pero un poco misterioso; por lo demás hablaba la mayoría El telón de fondo político de la vida de Jesús
de las veces en parábolas, es decir, que explicaba sus en-
señanzas narrando historias, según el espíritu de estos Para empezar conviene recordar que, por su nacimien-
antiguos pueblos orientales, en las que a veces el sentido to judío, Jesús debía vivir en medio de la tradición polí-
era patente y otras oculto. Hablaba a menudo de su Padre, tica secular de Israel, que podemos definir rápidamente
que le había enviado y que no era José, pues el suyo era con la palabra teocracia. Con algunos matices puede decir-
un «Padre de los Cielos»; hablaba también algunas veces se que lo político y lo religioso se confundían; es el mismo
de Otro que él enviaría, un Protector, un Intérprete. Ha- Yavé quien, por medio de los patriarcas, los jueces, los
blaba sobre todo de un reino que no era exactamente el de reyes y los profetas, gobierna al pueblo elegido. La ley
Israel, sino «el Reino de los Cielos», reino abierto a los «civil» del pueblo tiene un sentido intrínsecamente reli-
pobres, a los pequeños y a los pecadores, y cuyas leyes no gioso por el hecho de la elección, y los reglamentos más
eran ni la de Moisés (sin excluirla), ni la del dominador religiosos, los más sacrales, tienen fuerza de ley civil. Por
romano, sino un conjunto de prescripciones paradojales y otra parte, el yaveísmo exclusivo de la nación hebraica, de-
extravagantes dominadas por un extraño Amor de Dios. bido a la elección de Dios, la marca con un nacionalismo
Sin embargo, como se oponía con frecuencia a los poderes muy fuerte. Naturalmente, pues, el Mesías esperado será
teocráticos de su pueblo, reprochándoles su orgullo, sus un salvador espiritual y temporal prácticamente sin dis-
pactos, su hipocresía, su formalismo y su dureza, y como tinción.

30 31
La situación política en la época de Cristo es bien co-
nocida: Palestina ocupada directamente (Judea, Samaría) y de vida, y de los ideales nacionalistas, les llevaban a un
o indirectamente (Galilea, Perea) por los romanos, que exi- punto tal de exasperación que no dudaban en recurrir a la
gen el tributo de las colonias pero respetan la entidad re- acción directa.
ligiosa y conceden a los setenta y un miembros del Sane- Es verdad que la mayor parte de los sacerdotes perte-
drín el poder de juzgar las causas religiosas y civiles; la necían a la secta aristocrática (que en sus rangos también
masa del pueblo, sin embargo, más bien se resiste al in- tenía laicos) de los saduceos. Bajo la influencia conjunta
vasor. del pensamiento griego y de un literalismo bíblico, recu-
rriendo a la ley escrita en detrimento de la embarazosa
En el plano social había pocas luchas, desde hacía al-
tradición literal, habían llegado a un cierto liberalismo. Se
gunos años la esclavitud se había suavizado bastante (Deu-
entendían perfectamente con las fuerzas de ocupación. Eran
teronomio 15, 12-15): «Si uno de tus hermanos hebreos,
espíritus distinguidos, liberales, colaboradores.
hombre o mujer, se vende a ti, te servirá durante seis
años, pero al séptimo lo dejarás libre. Y cuando lo dejes Los Herodianos no eran tan refinados ni tan complica-
libre, no lo abandonarás con las manos vacías; sino que dos; todavía hoy es difícil saber si estaban a favor o en
le darás buena parte de tu ganado menor, de tu cosecha contra de los romanos. Lo que es cierto es que ocasional-
y de tu aceite; le darás de los bienes que Yavé, tu Dios, mente aceptaban alianzas limitadas con los fariseos, y
te haya bendecido. Te acordarás que tú fuiste esclavo en sobre todo que eran totalmente partidarios de la causa de
Egipto y que Yavé, tu Dios, te rescató.» Herodes, el «zorro». Lo demás tenía poca importancia.
En un país de estructura teocrática era natural que la
Este pueblo de agricultores, pastores y artesanos es di-
mayoría de las sectas religiosas fueran fuerzas políticas.
rigido teocráticamente por un grupo de sacerdotes, levitas
Sólo había una excepción, la de los Esenios, totalmente
y principalmente de Doctores de la Ley o Escribas.
entregados a la oración y a la ascesis, en un clima de sepa-
Estos últimos pertenecían generalmente a la secta de
ración y quizá de secreto, y en todo caso con el más pro-
los fariseos. Muchos de ellos tenían una moral formalista
fundo desprecio por las contingencias materiales y so-
y jurídica, una ortodoxia escrupulosamente literal; suspi-
ciales.
raban por las tradiciones antiguas, y profesaban un nacio-
nalismo feroz, aunque siempre educado y respetuoso de Todas estas sectas tenían un punto en común: la espera
las formas en su oposición a los romanos. Eran los conser- de un Mesías triunfante. Así describe esta espera el autor
vadores. de la Asunción de Moisés, casi contemporáneo: «Se alza
el Dios supremo, solo eternal, y se manifestará para casti-
Fueron superados en su celo por los Zelotas, que for-
gar a las naciones y destruirá todos sus ídolos. Entonces
maron así la síntesis de lo que actualmente llamaríamos
tú serás dichoso, Israel, y montarás en la nuca y las alas
extrema derecha y extrema izquierda; estos últimos son
del águila... Y Dios te alzará y te colocará en el cielo de
un poco los nacionalistas-socialistas, con un matiz de anar-
las estrellas... Y tú verás a tus enemigos en la tierra.»
quistas. Salidos de las clases sencillas, eran por lo general
agresivamente piadosos y fanáticamente nacionalistas. La
dominación ejercida sobre el pueblo por las clases diri-
gentes, al mismo tiempo que el abandono por estas mis-
mas clases (exceptuados los fariseos) de las reglas de fe

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33
La vida política de Jesús dos, mancos; es una verdadera «Corte de Milagros» ambu-
lante, que vive al aire libre y que nos sitúa perfectamente
En este marco, es interesante considerar la vida política en el ambiente del Cercano Oriente; el dinero, por descon-
de Jesús, haciendo abstracción de sus logia y también de tado —y los objetos preciosos como la perla, a veces valo-
su enseñanza formal, observando únicamente como todo lo rados como en los cuentos infantiles (perla preciosa, tesoro
que hizo se destaca del contexto y constituye ya una base escondido, riquezas), y otras con más frecuencia ligadas a
de tensiones. poderes oscuros com Mammón—, descrito en todas sus
El primer hecho notable es el de la encarnación: el formas: minas, talentos, denarios, dracmas...
Verbo de Dios, que manifiesta en más de una ocasión su Podría objetarse que este arsenal, este conjunto de co-
terrible poder, es al mismo tiempo un hombre sólidamente sas no es sino fruto del azar, es decir, de las influencias
enraizado y vigorosamente plantado en el suelo palestino; conjugadas de los tres célebres factores: la raza, el medio,
se conoce a sus padres, a sus amigos, se le ve vivir fami- el momento. Es verdad, y no vamos a negarlo; una de las
liarmente en un mundo muy concreto. 1 Esta encarnación realidades esenciales del Evangelio, repitámoslo, es la En-
efectiva es la primera razón por la que el cristianismo carnación; el Verbo encarnado no es un medio hombre,
nunca será un angelismo, sino que será y deberá ser políti- una semejanza. Dios, pues, ha querido revelársenos en una
co en el sentido amplio y profundo de la palabra. realidad muy humilde y sencilla, eminentemente social y
Teniendo en cuenta nuestra óptica actual, precisemos política.
que en el Evangelio la vida familiar se describe principal- Si avanzamos un poco más en nuestra observación, ve-
mente por el esposo y la esposa, el padre y la madre, los remos que Jesús nació pobre, caricaturescamente pobre;
niños, los amigos, la casa y sus cosas, su techo, su puerta vivió de la misma forma y se rodeó de pobres y de gente
y su bodega, los vestidos que se remiendan, el abrigo, el mal vista (prostitutas, publícanos, cf. Le. 15, 15), sin espí-
pan que se amasa, el vino y la sal, los objetos usuales ritu de ostentación, sin embargo, pues comía también con
como el cántaro, la lámpara, las mesas, la bebida, etc., las los usureros.
comidas. El Verbo de Dios escogió ser de los pobres en un pueblo
La vida social, económica y política incluye evidente- pobre; vivió toda su vida en el ambiente de los obreros
mente la vida familiar y gira en torno a los grandes acon- manuales (su padre José, carpintero, cf. Me. 6, 3; Mt. 13,
tecimientos, como son los nacimientos, las fiestas, las muer- 55; sus discípulos, pescadores), de los enfermos y de los
tes y los funerales; las ciudades, los palacios, el Templo, el desgraciados. Notemos también que en un contexto socio-
altar, las piscinas; los oficios y las clases (fariseos, publica- lógico polarizado por la virilidad, en su vida y su acción
nos, soldados y oficiales, mercaderes, posaderos, ecónomos Jesús da un lugar importante y noble a las mujeres: pri-
e intendentes, médicos, pastores, viñadores, pescadores) y mero a su madre María, a las hermanas de su amigo Lázaro
sus instrumentos (redes, hachas, espadas y otros), la gue- con las que le gusta hablar, a las viudas, y de una manera
rra, las bodas, el adulterio, las enfermedades de toda clase: general a todo lo que hacen las mujeres, cuyas ocupaciones
epilépticos, hemorroísas, hidrópicos, leprosos, ciegos, sor- ha observado con atención: buscar el dinero perdido (Le.
15, 8-9), moler el grano (Le. 17, 35; Mt. 24, 41); conoce tam-
1. Sobre este punto, ver nuestro ensayo Quelle es done cette Bonne bién los dolores y la alegría de la maternidad (Jo. 16, 21).
Nouvelle?, Fayard, 1961, cap. 2.° ps. 29-37. La actitud de Jesús ante los poderes constituidos es
34 35
(Me. 12 ss.; Mt. 22, 23 ss.; Le. 20, 27 ss.); ni evidentemente
simple: contrariamente a la práctica frecuente de su épo- con el de los herodianos, aliados de los fariseos en la cues-
ca, ni es servil o interesado ni despectivo o agresivo frente tión del tributo.
al poder de ocupación; durante su proceso (Jo. 18, 33-38; Además, los puntos esenciales de la doctrina evangélica
19, 9, 12), en sus relaciones con el procurador de Judea le se oponen al espíritu de estas sectas, ya se tomen en blo-
vemos divinamente digno y sereno, no tiene inconveniente que o separadamente. El universalismo de la vocación
en curar al criado enfermo del centurión de Cafarnaúm, evangélica no está en la línea de ninguna de ellas; los ele-
del que alaba su fe limpia; es verdad que Lucas (7, 4, 5), mentos de simplicidad y transformación social no pueden
mas no Mateo (8, 5 ss.), precisa que fue a instancias de los sino contrariar a los partidos aristocráticos, saduceos o
notables de la comunidad judía local, argumentando que fariseos, que prefieren el orden y la dominación al amor,
se trataba de un «buen» ocupador; «es digno de que hagas y las barreras establecidas a su supresión; además los
esto por él, pues ama nuestro pueblo y nos ha construido saduceos no podían sostener el rigor doctrinal de Cristo,
la sinagoga». ni los fariseos su revisión de los valores teológicos con
predominio de la fe, el amor y la intención. Y en cuanto
En cambio el comportamiento de Cristo es mucho más
a los zelotas, ¿podían perdonar su reformismo no directa-
severo ante el tetrarca de Galilea, Herodes, que al igual
mente revolucionario (en el sentido político), su fe en la
que Pilato ostentaba un poder exclusivamente temporal.
conversión de los corazones, su indiferentismo político
Pero Jesús, retengamos esto, desprecia el arribismo y el
(al menos en apariencia) que le llevaba a introducir el
oportunismo políticos. Por encima de las muchas vilezas
fermento de la transformación más que a realizar rápida-
del individuo, sin duda no puede olvidar que este arribista
mente la revolución?
sin conciencia reniega del pueblo elegido al que pertenece;
ante el que desearía matarlo (Le. 13, 31) no tiene sino ¿Qué les podía interesar a estos políticos una de las
desdén y menosprecio; para él es el «zorro» (Le. 13, 32), piezas maestras de la predicación evangélica, el adveni-
ante el único que durante toda la pasión no abrirá la boca, miento del Reino de Dios tal como lo concebía Jesús?
mientras que a Pilato, e incluso al Sanedrín, dará sus expli- Precisamente todo girará en torno a este problema del
caciones. Reino y la Realeza. Lo político se une a lo religioso para
No es que se dejase llevar por la ternura ante esta el drama final. Durante el proceso político-religioso, excep-
corte suprema, igual que ante los escribas y doctores o to Jesús todo el mundo se pierde en esta historia de la
cualquier otro partido-secta; en una palabra, ante ninguna Realeza. Pilato, que quisiera quedarse con buena concien-
de esas estructuras político-religiosas en las que sin em- cia; los acusadores judíos, con buena y mala fe mezcladas.
bargo individualmente tenía amigos: Simón el fariseo, Ni- Los del consejo de los ancianos, los escribas, los sacerdotes
codemo, José de Arimatea. Pero en tanto que grupos, Cris- y el Sanedrín, después de convencerse de que Jesús se lla-
to no podía estar de acuerdo con ninguno, ni con el de los maba a sí mismo el Hijo de Dios (Me. 14, 61, 62; Le. 22, 67.
fariseos, fustigado tan violentamente y con tanta frecuencia 71; Mt. 26, 63. 65), plantean la acusación ante Pilato en un
y en particular en Mt. 23 (todo el capítulo está lleno de triple terreno: Hemos encontrado a éste pervirtiendo a
anatemas y sarcasmo: «Ay de vosotros, escribas y fariseos, nuestro pueblo; prohibe pagar el tributo al César y dice ser
hipócritas..., sepulcros blanqueados..., serpientes, raza de el Mesías-Rey (Le. 23, 2). El primer punto era verdadero y
víboras»); ni con el de los zelotas, a los que no podía satis- ambiguo igual que el tercero, mientras que el segundo era
facer la solución dada por Jesús al problema del tributo
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36
manifiestamente falso. Es evidente que cuando alguien se suelta de Galilea dará lugar al inútil y grotesco incidente
pone a predicar por campos 5' ciudades diciendo que todo con Herodes; después Pilato, siempre deseoso de salvar
no va lo mejor que podría ir en el mejor de los mundos, a Jesús, intentará usar el derecho de abolitio en su favor,
invitando a una reforma, reprendiendo a los poderosos, contraponiéndolo a Barrabás.
arengando a las masas, suscita una cierta excitación, un Aquí, el asunto se embrolla más todavía; en efecto,
cierto tumulto: esto es desorden, si damos al orden el mis- este Barrabás, que Juan (18, 40) trata de bandido, era
mo sentido que le da un guardia; vemos así que ya se ha seguramente, si tenemos en cuenta el hecho de que fuera
puesto en marcha, contra Jesús (y es interesante señalarlo detenido por los romanos y según opinión del P. La-
en el marco de lo que pretendemos), el mecanismo de de- grange, un resistente activo; es más, probablemente un
fensa de los poderes establecidos, que tiende a estigmatizar zelota; esto no contradice en nada la versión de Juan,
como desorden (superficial de la calle) lo que es lucha pues los zelotas, como todos los resistentes, se veían o se
contra el desorden profundo. Demasiado a menudo caca- creían obligados a recurrir al robo para alimentarse, ya
rean la palabra orden los que menos tienen; pasa igual sea a los romanos de las guarniciones, ya a sus compa-
que con la libertad. triotas, cosa que les impedía ser bien considerados y tener
Acusando a Jesús de hacerse pasar por Cristo-Rey, los buena fama; a esto contribuían también las represalias
notables hebreos sabían demasiado bien que jugaban con motivadas por sus operaciones. Pilato se creía, pues, muy
las palabras y en qué sentido lo hacían: lo que para ellos astuto al proponer por Pascua la abolitio en favor del
era esencialmente herético (aunque sea una herejía que popular Jesús; pensaba engañar a los judíos notables
tocaba el nivel de la organización temporal, como requiere contrarrestando su fuerza por la masa simpatizante de
de sí un sistema teocrático) lo presentan al procurador Jesús, siempre dispuesta a excitarse con las viejas ideas
bajo una óptica esencialmente política, en el sentido roma- mesiánicas, ridiculizando una vez más las pretensiones
no del término. Este tergiversamiento será el hilo de todo político-religiosas del judaismo y demostrando claramen-
el proceso. Pero Pilato, que no es tonto ni ignora el judais- te que para él el asunto era interno a su sistema; inten-
mo, se defiende perfectamente; insiste en que se trata de cionadamente, pues, insiste varias veces en presentar a
uno de los asuntos cívico-religiosos típicos de los judíos y Jesús como «el Rey de los judíos» (Me. 15, 9. 12; Mt. 27,
en los que él tiene la costumbre de decir: «Tomadlo voso- 17.22; Jo. 18, 39). Era jugar con mucha finura, era jugar
tros mismos y juzgadlo según vuestra ley» (Jo. 18, 31). Mo- demasiado fino; era olvidar que los ancianos y los escri-
lesto, sin embargo, de tenerlo que hacer él mismo, pronto bas podían, si convenía, vista la importancia del asunto,
queda tranquilizado: un breve interrogatorio le permite olvidar su vieja animosidad contra los zelotas (que no
asegurarse de que no se había equivocado, y que si este tenían amigos entre los fariseos ni entre los saduceos, ni
hombre se dice a sí mismo Rey de los judíos, nada hay en en general en las clases dirigentes) y podían pensar en
este título que pueda inquietar al Señor Tiberio (Me. 15, 2; cambio que Pilato se vería doblemente contrariado al con-
Mt. 20, 7. 11; Jo. 18, 33-38), y así se lo dice. Pero los otros templar a Jesús (al que no temía) condenado, y a Barrabás
vuelven a la carga siguiendo una hábil táctica, abandonan (auténtico peligro para la paz romana del país) libre; sin
de momento el asunto de la Realeza y vuelven a insistir contar que un Barrabás libre gracias a los notables sería
en el desorden: «Subleva al pueblo enseñando por toda la prácticamente su prisionero. ¡Bien, gracias al bendito
Judea, desde Galilea hasta aquí» (Le. 23, 5). Esta palabra de Pilato, el asunto político estaba todavía mejor que

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antes! Olvidaba además que la psicología de las masas unen a los zelotas. Precisarán la cosa añadiendo unos ins-
es muy sutil y requiere un manejo delicado, unido a un tantes después: «Si sueltas a ése, no eres amigo del Cé-
profundo conocimiento de las fuerzas psico-socio-cultura- sar; todo el que se hace rey va contra el César!» (Jo. 19,
les que actúan. Así lo hace notar el P. Legrange: «El Me- 12). Desde este momento la causa está virtualmente aca-
sías encadenado ante un procurador romano daba una bada; el último balbuceo de honor («He aquí vuestro
idea tan grotesca a los ojos de los judíos, que los mismos Rey. ¿A vuestro Rey voy a crucificar...?» (Jo. 19, 14, 15)
que habían confiado en Jesús tuvieron que sufrir un de- marca la última protesta de la obstinación y el orgullo
sengaño que se transformó en cólera. ¡Quizá dieron a del alto funcionario ante el miedo; sus subditos ya no
entender a los que le compadecían que él ya encontraría tienen más que repetir: «No tenemos más Rey que al Cé-
la manera de librarse, mientras que Barrabás, un héroe sar» (ibid), para ganar definitivamente la causa. He aquí,
de la independencia, estaba en grave peligro!» pues, a los fariseos y los notables encerrados una vez más
La partida estaba perdida y Pilato ya no presentó más en su oportunismo famosamente hábil y patriótico, a Pi-
que dos combates que retrasasen el asunto: primero la lato vencido una vez más por la lealtad oficial de los judíos
flagelación, seguida de la coronación de espinas y de la oficiales, y a Cristo crucificado una vez para siempre. Pero
burla todavía real, señalémoslo una vez m á s : «Salve, Rey llevarán hasta el final la bajeza y ambigüedad de esta
de los judíos» (Me. 15, 18; Mt. 27, 29; Jo. 19, 3). El procu- famosa realeza; primero en la Cruz, con el titulas «Rey
rador se obstina, y no sería extraño que la soldadesca de los judíos», en el que Pilato encontrará una salida a su
hubiera actuado por órdenes suyas. Volverá a insistir obstinación humillada e intentará hacerse de nuevo con
nuevamente en su postura: éste es un asunto puramente la victoria psicológica que se le va de las manos (Le 23,
interno de los judíos, ¡ que se lo lleven, y que ellos mis- 38; Me. 15, 26; Mt. 27, 37; Jo. 14, 19-22); durante su agonía,
mos lo crucifiquen! (Jo. 19, 6). en la que los judíos y los soldados romanos ironizarán,
Es entonces cuando los sacerdotes y sus satélites, en desde puntos de vista bien diferentes, sobre el ridículo de
el límite del paroxismo, luchan al descubierto con una ese títere desencajado, grotesco y miserable que preten-
táctica consumada, explotando a fondo la ambigüedad del día ser Cristo, Mesías, Hijo de Dios, Rey de los judíos
mesianismo, de las palabras «Cristo» e «Hijo de Dios»; (Me. 15, 32; Le. 23, 35, 37; Mt. 27, 40.42.43).
«Nosotros tenemos una Ley, y según esta Ley debe morir Siendo así que la cosa había tenido tanta importancia
porque se ha hecho Hijo de Dios» (Jo. 19, 7). ¿Por qué para él (¡ le había costado la vida!) y que tanto habían
al oír esto Pilato «se turbó todavía más»? (Jo. 19, 8). ¿Es utilizado en su contra la ambigüedad de la palabra políti-
acaso, dentro del clima de religiosidad del decadente ca «rey», ¿acaso el acusado, el ajusticiado, el difunto Je-
imperio, por temor al deicidio? La hipótesis es audaz. De sús con su enseñanza había dado pie para este juego? Es
hecho, es más lógico y más sencillo de entender que los hora ya de que lo examinemos.
judíos han aprobado la obstinación de Pilato de no querer
que el proceso se saliera del marco político-religioso del
mesianismo judío; pero que desbordando al procurador
por la extrema izquierda, le hacen comprender que, en la
«ortodoxia» judía, el Mesías, el Hijo de Dios, puede crear
problemas al poder romano, sobre todo si los notables se

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I!, la enseñanza política explícita de jesús

Los dos reinos

La enseñanza de Cristo sobre la relación entre las dos


realidades que se distinguen y se acercan, según los casos:
Iglesia y mundo, espiritual y temporal, Iglesia y Estado
—o bien también en la imagen de los das poderes, el trono
y el altar—, era y es clara y está marcada con este signo
paradójico o dialéctico que forma la trama del pensa-
miento evangélico.1
Para empezar, era claro que Jesús no quería un me-
sianismo teocrático y triunfalista, en que lo espiritual y lo
temporal se fundieran absolutamente en una misma subs-
tancia; basta con recordar que después de la primera
multiplicación de los panes y del entusiasmo que había
suscitado entre el pueblo, «la gente, viendo el milagro
que había hecho, decían: verdaderamente este es el Pro-
feta que ha de venir al mundo. Y Jesús, conociendo que
iban a venir para arrebatarle y hacerle rey, se retiró otra
vez al monte él solo» (Jo. 6, 14.15).
La actitud respecto al impuesto, considerada bajo la
óptica de las relaciones entre el trono y el altar, aunque
clara en el fondo, era más difícil de captar en la época.
Respecto a esto hay que estudiar de cerca las dos escenas
1. Sobre la noción de paradoja y de cambio total evangélico, ver nuestro
ensayo antes citado: Queüe est done ¡a Bonnc Nouvelle?, passim.

43
mayores, la de la contribución al Templo (Mt. 17, 24.25) y
la del tributo al dominador romano (Me. 12, 13-17; Mt.
22, 15-22; Le. 20, 20-26). A pesar de la divergencia de los
asuntos, son entre sí muy parecidas y esta misma seme- fiesta la superación de la ley (bajo la que éramos esclavos,
janza es una lección. En efecto, en los dos casos, el Señor dirá San Pablo) en la nueva alianza, y también por el de-
se inclina, en un ambiente de humor altanero y de indife- senlace voluntariamente excepcional: por no escandalizar
rencia, por una especie de rodeo como si fuera un presti- a los débiles, Cristo pagará sin pagar verdaderamente, ya
digitador o un charlatán público; en la didracma del que no da de lo suyo; es una derogación especial de las
leyes de la naturaleza: la intención que orienta el proble-
Templo, es el «gag» del pez pescado por Pedro que tiene
ma queda así patente.
en la boca un estater l; en el tributo es la «astucia» de la
efigie del César. En los dos casos trata la cuestión con una Ha de haber una explicación de esta notable divergen-
suprema indiferencia: Jesús condesciende en pagar, y fá- cia. La razón parece bastante simple: el cambio de prisma
cilmente podemos interpretar su pensamiento: ¿Qué me evangélico no toca directa e inmediatamente al poder pu-
importa? Esto pertenece al «mundo». En este primer ni- ramente civil, puramente temporal, que continúa siendo
lo que es: una parte del «mundo»; apunta por el contra-
vel del análisis hemos de reconocer que hay una especie
rio directamente a la Ley, esta ley teocrática civil y reli-
de indiferentismo hacia el poder temporal y sus manifes-
giosa a la vez, que la nueva Ley viene a dar cumplimiento
taciones en general. en lo que tiene de bueno y de verdaderamente eterno, y
Pero no podemos quedarnos aquí, pues hay también a superarla en lo demás. En el hecho del tributo al César
una diferencia notable entre los dos incidentes: en el del el meollo de la cuestión parece ser el siguiente: no hay
tributo imperial, el Salvador no dice que esté sometido paridad entre Dios y el César, entre el Reino de Dios y la
de derecho ni que no lo esté; ni sí ni no; simplemente, la estructura político-económica. Arreglaos, pues, el asunto
farsa que ha representado ante estos astutos interlocuto- del impuesto. Pero la cuestión esencial de vuestra vida
res acaba en la práctica con que el tributo se pague de es lo que debéis a Dios. No confundáis las dos cosas.
hecho («Dad al César lo que es del César»). Por el contra- Bien diferente es el alcance del texto sobre el diezmo
rio, en el asunto del didracma del Templo, Cristo explica del Templo. En el fondo Cristo está libre de este impues-
positivamente a Pedro que él no está sometido: «¿Qué te to, pues el Templo le pertenece; es hijo y no esclavo del
parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran sistema religioso. Al mismo tiempo, partiendo de un aná-
censos y tributos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Con- lisis puramente político como el que estamos haciendo
testó él: de los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos aquí, rechaza que una obligación religiosa se transforme
son libres. Mas para no escandalizarlos, vete al mar, echa en la ley de una sociedad política. No se trata de un hecho
el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca, y aislado. Constantemente Jesús niega el valor de obligación
en ella hallarás un estater; tómalo y dalo por mí y por moral y religiosa a las leyes y costumbres teocráticas, rea-
ti.» La libertad radical de Jesús con relación a este im- lizando así la separación de lo-s dos reinos. César es la
puesto queda subrayada al final del apólogo, que mani- señal de distinción; Jesús volverá la moneda despreocupa-
damente, reconociendo implícitamente el valor de su ley.
Los fariseos no distinguen; aunque Jesús ceda de hecho,
1. El estater ático, patrón-oro, corresponde al aureus de Augusto y equivale rechaza todo valor a esta ley que por la confusión que
en peso (8 g. 60) al didracma ático de plata. entraña no puede ser la ley de Dios. Decíamos constante-
mente, porque en otros casos que el del impuesto le ve-
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mos plantar cara y saltarse las interpretaciones rabínicas todo el que es de la verdad oye mi voz» (Jo. 18, 36-37). El
de la ley del sábado, recordando que el Hijo del hombre, reino específico de Cristo es espiritual e interior, aunque
y no los juristas, es el dueño del sábado (Le. 6, 5; Me. 2, visible y social, es el reino de la verdad que nos libera y
27; Mt. 12, 8; Jo. 5, 16-17); oponiéndose a la ley deutero- en el que la fuerza política no puede hacer nada.
nómica del castigo supremo de la adúltera (Jo. 8, 3-11); Pero, al lado o enfrente, o debajo, Jesús reconoce que
atrepellando y expulsando violentamente a los mercaderes existe otro poder, otro reino; al procurador que le repro-
del Templo (Le. 19, 45-46; Me. 11, 15-17; Mt. 21, 12-13; Jo. cha que no se defienda: «No sabes que tengo poder para
2, 13-17). Constantemente, pues, cada vez que se encuentra dejarte y poder para crucificarte?», le contesta: «No ten-
ante una ley religiosa que ha sido transformada por el drías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de
espíritu legislativo civil, y sale así fuera del gran flujo lo alto; por esto los que me han entregado a ti tienen
del amor divino, Cristo la rechaza. No quiere que se con- mayor pecado» (Jo. 19, 10-11). En la medida, pues, en que
fundan los dos planos: lo que es del mundo y lo que es el «mundo» tiene un poder, este poder le viene de Dios;
de Dios, lo temporal y lo espiritual, y que se utilice una por consiguiente, este reino del mundo no es totalmente
cosa para la otra. Reivindica con fuerza la primacía de lo malo, totalmente efímero, tiene su razón profunda de ser;
religioso. Por eso dirá a Pilato en el último minuto deci- y el pecado del que lo usa irreflexivamente, sin delicadeza,
sivo de su proceso: «El que me ha entregado a ti, ha es menos grave que el pecado del que usa el espiritual
hecho un pecado mayor» (Jo. 19, 11), casi excusándolo por como temporal y el temporal como espiritual.
ser una especie de brazo secular que sólo ve ante él a un Es necesario, pues, retener que los dos reinos son
agitador místico, molesto por los problemas que plantea; distintos; que uno es superior al otro e incluso el único
mientras que Caifas, tal como hemos visto, juega abomi- necesario. («Buscad primero el Reino de Dios y su justicia
nablemente con las palabras «Rey de los judíos», enga- y el resto se os dará por añadidura»); y que es sacrilego
ñando, mezclando con insistencia y sabiamente lo tempo- mezclarlos. Examinaremos a continuación cuáles son las
ral y lo espiritual, confundiendo sacrilegamente las fron- relaciones existentes entre los dos reinos.
teras de los dos reinos. Pero primero hemos de afrontar la siguiente cuestión:
Estos dos reinos que el Señor distingue formalmente ¿es que el «Reino de los cielos» es desencarnado y flota
y con cuidado en su respuesta famosa a los fariseos a en un éter en el que lo económico y lo político no tienen
propósito del tributo: «Dad al César lo que es del César ningún sentido?
y a Dios lo que es de Dios» (Me. 12, 17; Le. 20, 25; Mt.
22, 21); y sobre todo en el gran texto de su tranquila
conversación con Pilato en los últimos momentos de su El contenido substancial de la conciencia política
proceso; después de haber admitido que era el Rey de los evangélica
judíos, precisa: «Mi reino no es de este mundo; si de este
mundo fuera mi reino, mis ministros habrían luchado Es totalmente improbable, teniendo en cuenta el pro-
para que no fuese entregado a los judíos; pero mi reino fundo enraizamiento de Jesús y de su revelación evangéli-
no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: Luego tú, ¿eres ca en el ambiente económico y político. Por lo que concier-
rey? Respondió Jesús: tú dices que soy rey. Yo para esto ne a la enseñanza en sí misma podemos ya comprobar, por
he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; ejemplo, que sobre unas doscientas parábolas mayores y

46 47
La enseñanza política —en el sentido que damos a po-
menores, más de un tercio son tomadas de situaciones
lítico en este ensayo— es evidente. Pero ¿es positivamente
o elementos de la vida política (familia, profesión, socie-
valorado por sí mismo, o es combatido de manera explí-
dad); y de las treinta y cinco mayores, lo son práctica-
cita por Cristo? ¿Lo mira Jesús como un objetivo de su
mente todas. Tiene importancia para nuestro propósito
acción, quiere transformarlo? El más desencarnado de los
el que, para predicar el Reino de Dios, Jesús se sirva de
espiritualistas apoya su lenguaje y sus ejemplos en el mar-
hechos de la ciudad terrestre, del mundo, evocando así:
co social concreto en que vive. Esto no significa todavía
la vida familiar, con el hijo pródigo, los dos hermanos, los
que tenga intención de actuar sobre el mismo. Jesús, ¿tie-
esposos, el nacimiento, los niños mal educados, el padre
ne intención explícita de transformar este ambiente?; y si
y su hijo, las mujeres ocupadas en moler; la vida profe-
la tiene, ¿en qué sentido y de qué manera? Hay que clari-
sional, con el pastor, el mayordomo infiel, el administra-
ficar la cuestión.
dor fiel y el servidor infiel, los obreros de la viña, los
viñateros homicidas, el sembrador, el pastor atacado, En efecto, las parábolas están directamente llenas de
los pescadores, el publicano; la vida económica, con todas un sentido espiritual, ya que enseñan el Reino de Dios.
las parábolas de la vida profesional y además la dracma «Mi reino no es de este mundo.» Pero también es verdad
perdida, las minas y los talentos (en que se menciona la que su substancia, su realidad, sus estructuras, igual que
actividad bancaria), la perla preciosa, el deudor despia- el nombre, se expresan en términos calcados de una rea-
dado, el rico insensato, el tesoro escondido, los ahorros, lidad, una substancia, una estructura política, y que al
la cabeza de la aguja, Lázaro y el rico, el don hecho a los mismo tiempo se refieren a ellas. Además, la entrada en
ricos, el propietario vigilante, el vestido nuevo, el tesoro; este Reino exige una conducta ante las realidades políti-
finalmente, la vida social y política' es descrita, además cas : economía, justicia, relaciones sociales, etc. Las reali-
de en las parábolas anteriores, en las del amigo inopor- dades políticas no son solamente imágenes para explicar
tuno, la guerra, los invitados descorteses, el juez inicuo, el el Reino de Dios, sino que caen dentro del campo de in-
mayordomo, el fariseo y el publicano, el vestido nupcial, fluencia de la enseñanza de Jesús sobre esta realidad espi-
el buen samaritano, el bandido expulsado, la espada, el ritual que es el Reino. En este sentido debemos pregun-
hijo y el esclavo, los -sacerdotes del Templo, los príncipes, tarnos en qué medida el Evangelio lleva en sí una
el publicano, la recepción de un huésped, la reconcilia- enseñanza política explícita y en qué medida el mismo
ción antes del proceso, la demanda, el reino dividido, el Reino de los Cielos tiene un valor político.
Sanedrín, el servidor obediente, los servidores fieles, los
servidores vigilantes, los servidores que se creen inútiles,
los soldados cumplidores, el tribunal, los tronos... 2 Nivel económico: pobreza, dinero, riqueza
1. Ya llegará el momento, por comodidad y cuando esté claro en el con- De hecho, no falta enseñanza política positiva (o impli-
texto, de utilizar social y político en el sentido corriente más restringido. Que-
da bien claro que en el rigor del análisis, lo social es un aspecto de la realidad caciones políticas directas de la enseñanza espiritual) en
política que abarca todo lo que tiene relación con el ser social del hombre (com- que Jesús no separa —¿está suficientemente claro?; ya
prendido el aspecto económico). tendremos ocasión de volver sobre el asunto al final de
2. No damos las referencias de las parábolas aquí citadas; creemos que
sería inútil y pesado, ya que se trata de un marco general que no tiene direc- nuestro análisis— la ley del Reino de Dios de la ley terres-
tamente valor de enseñanza en el campo político. Por otra parte es fácil encon- tre. ¿Las llega a distinguir? No queda demasiado claro.
trarlas en una concordancia.

48 49
Sin dejarnos encerrar en el esquema marxista, empe- querida, dirigida, utilizada. ¿Cómo imaginarse una pobre-
cemos el inventario de la conciencia política por el nivel za puramente mental mientras Jesús manda imperativa-
económico. Para no perdernos en los detalles, sino ir a lo mente a los que quieren seguirle hasta el final que no
esencial, podemos decir que toda la moral económica del posean nada (Le. 18, 18 -ss; Me. 10, 17 ss; Mt. 19, 16 ss) y
Evangelio está estructurada por una tensión entre la po- recomienda con insistencia que todos hagan igual: «No
breza y el dinero. En el polo positivo se sitúan la pobreza amontonéis tesoros en la tierra, donde el orín y la polilla
y Jesús; en el polo negativo, la riqueza, el dinero y el los corroen...»? (Mt. 6, 25; Le. 12, 22). El Evangelio es
mundo tal como es. verdaderamente una moral de los pobres, lo mismo que
En el positivo: la pobreza e incluso la miseria, en las de los pecadores.
que Jesús nos pide que reconozcamos su propio rostro: Delante, en el polo negativo, están los ricos y el dinero,
«Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y estigmatizados los unos y el otro con un tal realismo po-
me disteis de beber; peregriné y me acogisteis; estaba sitivo y una tal claridad que excluye toda posibilidad de
desnudo y me vestistei-s; enfermo y me visitasteis; preso interpretación únicamente mística, espiritual o mental. La
y vinisteis a verme... en verdad os digo que cuantas veces parábola del administrador infiel (Le. 16) presenta dos
hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí conclusiones de las que, no se sabe por qué, nada más
me lo hicisteis» (Mt. 25, 35-40). Ciertamente se trata en se retiene la primera; ésta nos interesa porque -sitúa al
este gran texto de una evocación del último juicio, puerta dinero en su lugar de vil instrumento puramente utilita-
del «Reino que os ha sido preparado desde la creación del rio ; pero la segunda es más curiosa por sus implicaciones
mundo» (ibid, 5, 4), del Reino de Dios llegado a su madu- de justicia distributiva, de que hablaremos, y también
rez; pero las acciones expuestas en este juicio hacen refe- porque repite, para que quede bien claro, el epíteto de
rencia a la existencia terrestre, se habla de hambre, de «injusto» (o «deshonesto») a propósito del dinero. El di-
sed, de pobreza y de miseria efectivas (y no solamente nero es injusto, el dinero es deshonesto, y, precisa el
simbólicas y espirituales). comentador de la Biblia de Jerusalén, se le llama «desho-
Igual que son bien pobres a los que Cristo nos pide nesto» no sólo porque el que (en esta ocasión) lo posee
que invitemos, porque ellos no pueden devolver la invita- lo ha adquirido de mala forma, sino de una manera más
ción (Le. 14, 13). De la misma manera que es efectiva la general porque en el origen de casi todas las fortunas hay
pobreza del Salvador, que no tenía donde reclinar la ca- alguna deshonestidad. No deseamos ir más lejos: pensa-
beza (Le. 9, 58; Mt. 8, 20); efectiva también es la consigna mos, según el contexto, que se trata de un verdadero epí-
dada a todos (la perífrasis no está situada en un contexto teto homérico puesto en absoluto, que no se refiere úni-
de consejes) de vender todo lo que tengan y darlo en li- camente al modo de adquisición. Sea lo que sea, sin em-
mosna (Le. 12, 33). No es, pues, extraño que el discurso bargo, Lucas (6, 13) empalma con el gran texto: «Nadie
evangélico de las bienaventuranzas empiece por la de la puede servir a dos señores. No podéis servir a Dios y al
pobreza, pobreza «de espíritu» sin duda (Mt. 5, 3), pero dinero, a Dios y a Mammón» (Cf. Mt. 6, 24). Hay una
no simbólica y puramente espiritual (¿Lucas no escribe antinomia radical entre los dos polos. Y el dinero es el
simplemente «Bienaventurados vosotros los pobres»?, 6, dinero, no es la imagen, la representación, la idea del di-
20); pobreza de espíritu porque tiene un matiz moral y un nero, la afición al dinero; no, es simplemente el dinero.
valor religioso, porque no sólo es consentida sirio también Convendría precisar aquí qué es el dinero en el con-

50 51
texto socio-económico de Palestina en tiempos de Cristo, y riqueza, el dinero, es la única que no significa otra cosa
a la vez qué significa en el lenguaje y la psicología, para que ella misma: en las parábolas de Lázaro (Le. 16, 19-
captar mejor lo que Jesús entiende exactamente por dine- 31); y del hombre rico (Le. 12, 16-21), la riqueza no tiene
ro. En todas las ocasiones se refiere antes que nada al un segundo s e n t i d o ' : es ella la que se opone directamen-
dominio que ejerce el dinero en las relaciones sociales, al te al Reino de los Cielos.
lugar que ocupa en la vida de los hombres. El hombre
se proyecta en su dinero; de él recibe la seguridad y la
suficiencia; es por el dinero por lo que él se valora; es La exégesis espiritual, extrayendo toda realidad
también el dinero su norma de vida, de juicio. ¡Los pobres económica
no tienen dinero! ¿Ha cambiado tanto esto, incluso cuan-
do no se tiene el dinero amontonado en casa sino invertido Después de habernos situado en la claridad cruda o
en los negocios? ¿El hombre moderno no se valora a sí «económica» de la palabra evangélica, ¿quién dirá las
mismo y juzga a los demás según la renta y la fortuna? desgracias de una cierta interpretación «espiritual» que
La ganancia y la fortuna, ¿no son las primeras ligaduras no tiene nada que ver con la exégesis neumática de algu-
que impiden al hombre entregarse a la vida del Evange- nos Padres? Nosotros lo decimos ahora, pero será verdad
lio? ¿No son la causa de las injusticias? ¿No son los también en relación con cada uno de los puntos que va-
ídolos? mos a tocar a continuación.
Cuando el negocio se instala en el Templo, Jesús adop- «Bienaventurados los pobres y desgraciadas de los ri-
ta una actitud violenta. En una de sus cóleras sagradas cos», ha dicho el Señor. A fuerza de arreglos y atenuacio-
expulsa a los vendedores <Lc. 19, 45-46; Mt. 11, 15-17; Mt. nes, ¿no se llega a tranquilizar a los ricos, a pensar que el
21, 12-13; Jo. 13-17). «Cueva de ladrones» es un epíteto Señor sólo se refería a casos excepcionales de ricos mal-
más violento que injusto y deshonesto dinero. Pues cuan- vados? ¡Los millones, las empleadas de hogar, los coches,
do se instala en el Templo, toda relación mercantil se las vacaciones suntuosas, las joyas en abundancia, la preo-
convierte en bandidaje. He aquí a Mammón, el ídolo por cupación por las ganancias y el dinero, todo esto importa
excelencia, que se implanta en el Templo. ¡Qué sacrilegio! muy poco si uno se ha desprendido! Pero si uno se ha
Esta actitud pesimista de Cristo hacia el dinero se ma- desprendido, ¿por qué poseerlas? Se habla de la parábola
nifiesta dolorosamente en la frase: «Es más fácil a un de Lázaro y el rico malvado, mientras que el texto de
camello pasar por el agujero de una aguja que a un rico Lucas no utiliza en ninguna parte este epíteto; habla sim-
entrar en el Reino de Dios» (Le. 18, 25; Me. 10, 25; Mt. 19, plemente de «un hombre rico». Quizá ya es hora de revisar
27), y en esta otra: «¡Ay de vosotros los ricos, porque ya esta cuestión: ¿es suficiente hacer caridad a las institucio-
habéis recibido vuestro consuelo!» (Le. 6, 24). ¿Se trata nes, construir dispensarios y hogares para obreros, tener
simplemente de la mala riqueza? ¿Cristo no es más seve- recta intención, para escapar a la maldición de la rique-
ro? ¿No se refiere a la riqueza misma? ¿No es maldito el
dinero en sí? 1. En el caso de las piedras preciosas, hay que hacer notar que el contexto
evangélico indica siempre con mucha claridad (ver por ejemplo las parábolas
Tenemos todavía otro signo de la importancia que da de la perla y de la dracma perdida) si excepcionalruente el objeto precioso se
Jesús a la cuestión: de todas las realidades de que se toma en un sentido puramente espiritual, por oposición a numerosos pasajes
en que el dinero se entiende y se juzga corno dinero, pura realidad económica.
sirve el Salvador en las parábolas para significar algo, la

52 53
za? ¿No debemos volver a replantear este asunto más mista podrá decir, y es verdad, que su ciencia no le
rigurosamente, y quizás identificar qué es la riqueza hoy permite pensar así de Dios; pero éste es otro asunto del
y cuál es su contradicción con el Evangelio? Sería grave que ya tendremos ocasión de volver a hablar. Retengamos
falsificar el Evangelio a base de escapatorias. A los que ya lo siguiente: por religiosa que sea la esencia de esta
tranquilizan con demasiadas buenas cuentas, hay que re- enseñanza, es necesario que se encarne económicamente
petirles que pueden ser malos pastores. Pues Cristo no y que condene la riqueza.
dijo: ¡Ay de los ricos malvados!; y la razón, que sale
tanto de la perífrasis de las Bienaventuranzas como de la
parábola de Lázaro, es bastante curiosa: los ricos han re- El salario, los donativos y la propiedad, o el potlatch
cibido su consuelo en la tierra, no tendrán, pues, parte evangélico
en el Reino. Y Jesús no ha dicho que, bajo algunas condi-
ciones, los ricos pueden salvarse, sino, al contrario, que Algunos comentarios comunistas han intentado encon-
les es prácticamente imposible recibir la salvación. No trar hasta en el Evangelio, al menos en el de Lucas, los
ha hablado de riqueza de espíritu, sino de riqueza pura signos del capitalismo. Piensan sobre todo en la manera
y simplemente, material; económica y, por tanto, política. como Cristo habla de los salarios en parábolas como la
Ante esto, toda clase de reacciones son posibles dentro de los obreros enviados a la viña (Mt. 20, 1-16), la de las
de la honestidad intelectual como de la lógica (sino la minas o la de los talentos (Mt. 25, 14-10; Le. 19, 11-27).
ortodoxia); puede decirse por ejemplo que la enseñanza Nosotros tenemos más bien la impresión de que el Evan-
evangélica es estúpida o imposible, o que uno no la quie- gelio no trata casi la cuestión de los salarios. Las parábo-
re, o que se admira sin imitarla, o incluso que el Evangelio las citadas nos parecen principalmente puras imágenes
debe tratarse con precaución y que la Iglesia ha aportado destinadas a hacer entender la realidad sobrenatural, pa-
arreglos acomodaticios. radójica, del Reino de Dios en su substancia más teológi-
Sólo una reacción es deshonesta e ilógica: la que hace ca. El hecho de que Cristo no tratase la cuestión de los
decir a Jesús lo que no ha dicho. salarios puede significar que aceptaba simplemente la es-
No pensamos demasiado fácilmente que el Señor y sus tructura económica tal como era (aspecto de política for-
oyentes no tenían conciencia del carácter paradójico de mal) y que insistía sobre todo en la manera de vivir la
esta enseñanza sobre el dinero y las riquezas y de su ca- justicia del Evangelio, en esta estructura o en cualquier
rácter aparentemente utópico. Cierto que la pequeña y otra (aspecto de política real). 1
decisiva parábola del camello y el agujero de la aguja es En nuestra opinión, esta indiferencia de la enseñanza
una imagen; pero quiere dar a entender el carácter tras- evangélica sobre la cuestión de los salarios podría incluso
tornador de esta enseñanza; los oyentes no se equivoca- explicarse bastante lógicamente: desde el momento en
ron, la prueba está en la reacción explicada por el evan- que condena el dinero, el problema de los salarios ya no
gelista: «Los que le habían oído se espantaron más aún le interesa.
y decían entre sí: entonces, ¿quién puede salvarse? Fijan- Todo lo más podría decirse con alguna verosimilitud
do en ellos Jesús su mirada, dijo: A los hombres sí es que, en un mundo en que las relaciones sociales están
imposible, mas no a Dios, porque a Dios todo le es posi-
ble» (Me. 10, 26-27; Mt. 19, 25-26; Le. 18, 26-27). Un econo- 1. Para esta distinción ver p. 73 y siguientes.

54 55
fundadas en gran parte sobre el dinero —y desde este un indiferentismo transcendente (igual que en el caso del
punto de vista, ¿estas relaciones no están en contradicción reino terrestre); en efecto, desde el punto de vista estricr
con el Evangelio?—, estas das parábolas pueden presen- tamente económico, y poniendo entre paréntesis la signi-
tar, por transposición analógica, un cierto valor de ejem- ficación espiritual de sus gestos, el comportamiento del
plo para acercarse a una realización más conforme con el amo de la viña es infinitamente más acorde con el espíritu
ideal evangélico. evangélico que el del «hombre de origen noble»; es ésta
Desde este punto de vista, es interesante notar que las una economía de amor perfecto.
dos historias desembocan en dos «morales» aparentemen- En tanto este amor perfecto implica un desprecio del
te contradictorias: en el caso de las minas y los talentos, dinero y una ignorancia del salario, así lleva a una econo-
la retribución es directamente proporcional al trabajo e mía de dar, que podríamos llamar el potlatch 1 evangélico
inversamente a las necesidades; es a aquél que ya tiene y que está expresada en el mandamiento: «Da a todo el
más y que trabaja más al que se le da más. La parábola que te pida y no reclames de quien toma lo tuyo» (Le. 6,
de los obreros, por el contrario, enseña una especie par- 30; Mt. 5, 42).2 Este pequeño principio es, como vemos,
ticular de bondad que, yendo más allá de la justicia, en- grande por su significación e implicaciones, ya que, ade-
cuentra una manera de super-justicia de la necesidad y de más de la economía de cambio gratuito que indica, com-
la delicadeza; los que han trabajado poco reciben lo mis- porta bastante claramente una limitación radical del dere^
mo que los que «han soportado el peso del día y el calor»: cho de propiedad. Toma toda su importancia cuando se
ellos reciben así en valor relativo mucho más. Pero es señala, por una parte, que no se sitúa de ninguna manera
fácil adivinar, en el texto, que son pagados así no sola- en un contexto de consejos: se trata de un precepto, uno
mente en función de sus necesidades vitales, iguales a las de esos que se siguen del perfeccionamiento aportado a la
de sus compañeros (es la razón de igualdad de salario en Ley por Cristo; y por la otra, que no puede difuminarse
valor absoluto), sino más bien en función de la humilla- en una interpretación espiritual y simbólica: todos los
ción y de la angustia provocadas en los abandonados por preceptos del contexto son perfectamente sociales en el
su paro forzoso (es el motivo de su trato superior en valor sentido material de la palabra, perfeccionamientos respec-
relativo). En resumen, para ser breves y esquematizar, to al homicidio, al adulterio, al repudio, al juramento, a
podría decirse que la parábola de las minas y los talentos los enemigos... Disponemos además, en este caso, de una
es de tipo económico «capitalismo liberal», y la de los prueba a contrario: existe en el Evangelio otro pasaje (Le.
obreros de la viña, de estilo «socialista»; en apoyo de esta II, 5-13; Mt. 7, 7-11) en que los donativos y el préstamo
tipología, no falta el clima general: la historia de las mi- son utilizados por Cristo en parábolas (el amigo inopor-
nas y los talentos se desarrolla en una atmósfera de
préstamo de dinero y de bancos, la de los obreros de la 1. El lector no familiarizado con los estudios de antropología sociológica
viña en un contexto de proletariado agrícola. leerá con provecho, a falta de la importante tesis de G. Davy, el inteligente
ensayo sobre Le Don, de Marcel Mauss, publicado también en Sociologie et
Es difícil, pues, sacar conclusiones; parece posible, Anthropologie (P.U.F., 1950, p . 145-279). El potlatch es una especie de economía,
que regía en algunos pueblos arcaicos, que ignora el dinero y los contratos
no obstante —después de recordar que el Evangelio no y que consiste en un cambio constante de regalos mediante una especie de
presenta una enseñanza directa sobre los salarios—, aven- tácito gcnttemen's agreement. Evidentemente aquí empleamos el término por
turar que en la medida que, por transposición, se quieren analogía, ya que las reglas del potlach son de hecho bastante complicadas.
2. Ver también Le. 6, 38: «Dad y se os dará: una medida buena, apretada,
encontrar indicaciones sobre este punto, es difícil concluir colmada, rebosante, será derramada en vuestro seno.»

56 57.
tuno) sobre la oración al Padre de los Cielos. No es de Esta regla de la añadidura ocupa un lugar importante
ninguna manera el caso de Le. 6, 30 y Mt. 5, 42. Recorde- en la doctrina evangélica no solamente sobre la economía,
mos finalmente que el donativo evangélico debe hacerse sino también sobre lo político y los problemas que tra-
con delicadeza y «en secreto» (Mt. 6, 2-4). tamos ahora. Nosotros sabemos, nosotros cristianos, y por
Diciendo que Le. 6, 30 es un precepto y no un simple nosotros los otros (materialistas, capitalistas y socialis-
consejo, no queremos urgir sobre este texto, para que se tas), que la preocupación por la abundancia no serviría
tenga que leer como una ley que lleva en sí un contenido para regir una vida y una civilización. Ésta engendra
objetivo práctico determinado. Se trata principalmente injusticia y egoísmo. Todo lo que ayuda al Reino de Dios
de una ley de comportamiento en materia de justicia. supera los objetivos económicos que una civilización o un
Cristo da una nueva manera de ver la propiedad, una hombre pueden conseguir. Las relaciones de los hombres
nueva manera de concebir las relaciones sociales econó- y las orientaciones de la vida deben apuntar a Dios y a
micas. Según ésta, el interés por defender nuestras pre- las leyes de su Reino. Entonces también lo esencial prác-
rrogativas y nuestros derechos, incluso cuando son lesio- tico, lo necesario, quedará asegurado al mismo tiempo. La
nados, no puede ser nuestra primera preocupación; en- regla del éxito de una economía verdaderamente digna
tonces sería alienación y a la vez falta de amor. Jesús del hombre viene dada por el sentido de primacía del Rei-
pide un terrible desasimiento del hombre respecto a sus no de Dios y por la subordinación de los demás a lo que
derechos, desasimiento que no es puramente simbólico e comporta el Reino. Si es verdad que el Señor es el único
intencional, sino que debe traducirse en las situaciones Señor y que Él nos ha revelado la verdad, ¿cómo puede
reales y concretas a la manera sugerida en Le. 6, 30. ser que lo que nos manda hacer, a nosotros sus discípu-
los, en el campo económico, no sea la Verdad? ¿Cómo
no entender que si nuestro mundo está enfermo o mori-
La primacía de lo espiritual y del Reino de Dios bundo, si fracasa en sus tarea-s económicas y políticas
que tanto le preocupan y que son el objeto de todos sus
No puede cerrarse un análisis de la enseñanza econó- cuidados, de todos sus anhelos, es en la medida en que
mica del Evangelio sin meditar en el importantísimo tex- no busca primero el Reino de Dios y en la medida en que
to de los lirios del campo y de los pájaros del cielo (Le. nosotros no somos capaces de crear esas ansias de bus-
12, 22-31; Mt. 6, 25-34). ¿Qué nos dice Cristo? ¿Que no carlo?
nos ocupemo-s del mundo económico representado aquí
por el alimento y el vestido? De ninguna manera. Sino
que no nos inquietemos, porque «el alma es más impor-
tante que el alimento y el cuerpo más que el vestido». Es
lo propio de los paganos, de los del «mundo», inquietarse
por esto: «las naciones del mundo van a la búsqueda de
todas estas cosas». Este no debe ser el caso de los hijos
del Reino: «Vuestro Padre sabe qué necesitáis. Pero bus-
cad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará
por añadidura.»

58 59
III. lo social y lo político

En la frontera de lo económico y de lo que corriente-


mente llamamos político, el campo de lo que a menudo
convenimos en denominar social se extiende constante-
mente en el horizonte del universo político del Evangelio.
Que se reflexione por ejemplo en el lugar que ocupan los
niños y los enfermos, sobre los que desciende continua-
mente la solicitud del Salvador, y habremos evocado ya la
valoración de la mujer en el Evangelio. Es verdad que los
milagros de curación tienen esencialmente un sentido
espiritual mesiánico. No obstante, la misericordia del Se-
ñor con respecto a los afligidos es con frecuencia sensi-
ble; siente compasión de la masa que tiene hambre, del
dolor de Marta y María, de la viuda de Nai'm. Puede decir-
se que, no obstante su valor de signo sobrenatural, los
milagros son también, en el plano humano, el signo de un
corazón compasivo y el efecto de una obra de asistencia
a la humanidad miserable en la medida en que los que
tienen la misión no lo hacen.

El origen del poder. El impuesto. Indiferentismo

Uno de los grandes textos del proceso de Cristo que


hemos analizado en el problema de los dos poderes, espi-
ritual y temporal, reafirma también un pasaje (Jo. 19, 11)

61
que regula la cuestión del origen del poder temporal; Problemas de justicia legal:
cuando Pilato dice a Jesús: «¿No sabes que tengo poder el robo, el homicidio, el divorcio, el juramento
para dejarte y poder para crucificarte?», él le responde: Postura ante la venganza, el castigo, el juicio
«No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido
dado desde lo alto.» El poder temporal se concede, pues, No sucede igual con los problemas de justicia legal o
con permiso divino, pero puede verse también que es sin de derecho común, en los que la doctrina evangélica es
ninguna precisión sobre el modo de delegación y el tipo más precisa, llegando hasta el detalle material. El robo
de poder: e s el poder de hecho; antes era de tipo autori- es estigmatizado, incluso en la parábola del mayordomo
tario, pero hubiera sido lo mismo si se hubiese tratado infiel (cosa que no se dice suficientemente): aunque el
de un poder democrático. Este principio no hace sino dinero sea, tal como hemos visto, «injusto» o «deshones-
reforzar lo que nosotros llamábamos, a propósito de la to», hay que ser «fiel», que en el contexto quiere decir-
vida política de Jesús y de los dos reines, el indiferentis- no robar: «Si vosotros, pues, no sois fieles en las rique-
mo político del Evangelio a nivel formal. 1 zas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas?
La imprecisión es la misma si miramos la doctrina Y si en lo ajeno no sois fieles (al Reino), ¿quién os dará
del impuesto, no como signo del pensamiento evangélico lo vuestro? (la justicia del Reino de Dios)» (Le. 16, 11-12).1
sobre los dos poderes, sino en sí mismo. Juan Bautista, Se recuerda la prescripción mosaica contra el homi-
preparando los caminos del Señor, había recordado sim- cidio, pero se acentúa o más bien se afina: la cólera y el
plemente a los cobradores de impuestos algunos precep- insulto son proscritos como asimilables al homicidio, y
tos de simple honestidad natural que tienen el honor de se obliga a la reconciliación inmediata (Mt. 5, 21-23).
figurar en el Evangelio: «No exijas nada más de lo que ha Lo mismo se dice respecto al adulterio y al divorcio:
sido fijado» (Le. 3, 12). Jesús, abordando el problema en el mal deseo, el repudio y el matrimonio con un divorcia-
el otro sentido, en el del contribuyente, explica su pensa- do se asimilan al adulterio y son igualmente condenados
miento en los dos grandes textos ya citados del didracma (Mt. 5, 27-32; Le. 16, 18; Jo. 7, 1-11; y además: Me. 10,
del Templo y del denario al César. Si los consideramos, 2-11; Mt. 19, 3-12, en que se establece la monogamia como
no a la luz de los dos poderes, sino en función de la cues- cosa absoluta). Igualmente en lo referente al deber de
tión del impuesto, puede verse como Jesús, a pesar del asistencia a los padres, que Cristo restablece en su pure-
carácter un poco enigmático de sus palabras, manda so- za primigenia y su valor absoluto contra las glosas que
meterse, pero no sin una especie de condescendencia al- se habían hecho (Me. 7, 11-43; Mt. 15, 4-6).
tanera por el hecho de tratarse de un problema de dinero Se prohibe todo juramento, sea laico (jurar por -su
y de un problema del «mundo». cabeza) o religioso (por el cielo, el Trono de Dios, etc.).
«Que vuestras palabras sean Sí, sí, No, no. Lo que se
añada será malo» (Mt. 5, 33-37).
Se prohiben de una manera general todos los ataques

1. Este punto no está en absurda contradicción con la primera moral (Le.


16, 2) en que se alaba al intendente por haberse ganado amigos con el dinero
deshonesto; se le alaba por haber subordinado el dinero a bienes más impor-
1. Para el sentido exacto de este término ver p . 80 y siguientes. tante?, pero no por haber actuado con deshonestidad.

62 63
a lo que llamamos la buena moralidad y el buen espíritu contra una exégesis demasiado espiritual. Es verdad que
públicos: «las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, el aspecto fundamental del texto es la revelación de la
los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la im- misericordia de Dios por encima de todo juicio humano.
pureza, la envidia, la blasfemia, la altivez, la insensatez» Pero esta revelación de la misericordia de Dios hacia el
(Me. 7, 21-22; Mt. 15, 19). No hay que perder de vista que pecador es precisamente también una crítica del juicio
la ley mosaica no es abrogada, sino perfeccionada (es humano. Pues el drama no se desarrolla simplemente en
decir, que lo que tenía de positivo se revela más clara- las ideas, ni en los términos de una parábola, sino en un
mente y con más profundidad, pero lo que había de an- hecho concreto y vivido. La mujer es arrastrada ante un
quilosamiento es arrojado como una pelota al fuego del tribunal. Los escribas y fariseos invocan la Ley de Moisés
amor). para lapidarla; pero esta ley, esencialmente religiosa, te-
Sin embargo, aunque todas estas prescripciones, que nía, en la teocracia judía, valor de ley civil (igual qud
tienen un valor moral (los valores morales no existen como todas las leyes y reglamentos, tanto civiles como religio-
tales, en acto, más que en la medida en que rigen vidas sos). Asistimos, pues, a una especie de juicio actual. Y es
concretas), sean extremadamente firms, estrictas*y preci- este juicio el que Jesús impide: que el que de vosotros
sas, su sanción está expresamente reservada a la Justicia esté sin pecado tire la primera piedra. Jesús arranca esta
de Dios. Cristo no condena formalmente la institución de mujer al juicio de los hombres y niega al tribunal compe-
los tribunales, pero pide al cristiano que no sea el hombre tencia para juzgarla. Conocemos el final, asombroso, ad-
de los procesos. La ley del talión es abolida y reemplazada mirable. No se trata, sin embargo, de ignorar el delito
exactamente por su contrario: «si alguno te abofetea en la mismo, o negarlo, ya que la palabra final será: «Vete y no
mejilla derecha, dale también la otra; y al que quiera vuelvas a pecar»; la consigna de no juzgar a los delin-
litigar contigo para quitarte la túnica, déjale también el cuentes, de no condenarlos, se aplica aquí a los hechos; y
manto» (Mt. 5, 38-40). Pero Cristo va mucho más lejos: nos no solamente al fuero interno (religioso), sino también al
impide condenar y juzgar a cualquiera fuera de nosotros externo (civil), ya que la mujer salva la vida. ¿Se trata
mismos; es cada uno, quitando la viga que tiene en su ojo, únicamente de un caso particular? ¿Jesús rechaza única-
quien ha de mejorar el mundo y hacer avanzar el Reino: mente que los hechos referentes a la ley religiosa y a la
«No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no se- conciencia caigan en el ámbito de los tribunales que pue-
réis condenados; absolved y seréis absueltos» (Le. 6, 37- den condenar según las normas de la justicia civil? ¿O se
42; Mt. 7, 1-6). trata más bien de una consigna radical de no juzgar a los
Hay que preguntarse si se trata simplemente de una delincuentes? Jesús, ¿rechaza sistemáticamente todo cas-
actitud, o si Cristo no lo extiende hasta el campo jurídico tigo dado por la ley civil, o piensa simplemente que en
y legal. Sin duda la aplicación es difícil; pero no podemos este caso el castigo, al igual que la legislación que lo de-
sustraernos a la cuestión poniendo demasiado fácilmente termina, son excesivos? ¿Se opone a que los asuntos de
una separación entre una moral, de uso puramente interno este tipo sean castigados por coerción o muerte? Según
y espiritual, y una moral que repercute en la conducta Mateo, el único castigo del Tribunal de la Iglesia es la
práctica de la vida y llega hasta influir en las estruc- excomunión. Todo esto debería estudiarse a fondo, pues
turas. es imposible que no puedan sacarse conclusiones más
El hecho de la mujer adúltera nos pone en guardia precisas.

64 65
5
El descanso semanal requiere una vez más una verdadera revolución. No sola-
mente los discípulos de Cristo deben estar «en paz los
Otra prescripción que interesa al sacerdote y al fiel, al unos con los otros» (Me. 9, 50), sino que esto constituye
legislador civil y al ciudadano, es la que se refiere al des- su misma definición: «Bienaventurados los pacíficos, por-
canso semanal. Si examinamos, desde el punto de vista que ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt. 5, 9). De
puramente político, la enseñanza evangélica sobre el sá- aquí se sigue que todo recurso a la fuerza, a la violencia,
bado, podemos comprobar que, en el espíritu de Jesús, el es absolutamente proscrito: «Pero yo os digo: no resistáis
descanso sabático (tanto civil como religioso en el con- al mal, y si alguno te abofetea en la mejilla derecha, dale
texto judío) no puede invocarse como argumento contra también la otra» (Mt. 5, 39). Hay que recordar hasta qué
una obra de necesidad urgente, como la satisfacción del punto Cristo observó estas leyes durante su arresto, su
hambre (episodio de las espigas arrancadas, Le. 6, 1-3; proceso y su suplicio: «Vuelve tu espada a su vaina, dijo
Me. 3, 1-5; Mt. 12, 9-13), de la mujer agobiada (Le. 13, 10- a Simón Pedro en el huerto de los olivos, pues quien toma
17), del enfermo de la piscina de Betzata (Jo. 5, 10-17), del la espada a espada morirá» (Mt. 26, 52); todo su compor-
hidrópico (Le. 14, 1-6). Cuando el incidente de las espigas tamiento fue de dulzura, de paz, de perdón ante la violen-
arrancadas, la regla de oro de la interpretación jurídica cia de la pasión.
sobre los problemas del descanso semanal se anuncia así Ciertamente que el comportamiento de Cristo ante el
de una manera general: «El sábado se ha hecho para el tribunal puede explicarse por otras razones. El Mesías
hombre, y no el hombre para el sábado» (Me. 2, 27). debe y quiere ser entregado. La necesidad salvífica de la
muerte de Cristo está demasiado bien insetra en el Evan-
gelio para que la olvidemos. Cierto que este proceso no
El ejército y la guerra. La paz y la no-violencia es un proceso ordinario; es el epílogo de un asunto reli-
gioso que intentan como pueden, con mala fe, convertir
¿Qué problema político más humano, más ardiente que en un crimen. Sin embargo, el comportamiento de Cristo
el de la guerra? durante todo el proceso, ¿no es un ejemplo válido para
El precursor se había limitado, tanto en esto como en todo acusado? La cuestión también merece un examen
lo de los impuestos, a recordar a los soldados que se cuidadoso.
encontraban entre su auditorio y que le preguntaban qué Nos hace pensar en un debate muy actual. ¿Hemos
debían hacer, las consignas de buena moralidad humanis- llegado a ver realmente clara nuestra actitud ante los que
ta, pero que ya suponen —nosotros sabemos algo de esto, se esfuerzan en la actualidad por practicar una no-violen-
como lo han sabido siempre los hombres de todos los cia activa para testimoniar y actuar en cristiano en las
tiempos—, una perfección raramente conseguida: «No difíciles coyunturas políticas? Es incontestable que la
hagáis extorsión a nadie. No denunciéis falsamente y con- no-violencia es una consecuencia directa e inmediata de
tentaos con vuestra soldada» (Le. 3, 14). ¿Qué ejército, la ley evangélica. Deberíamos preguntarnos si nada más
qué fuerza pública, antes y después del Evangelio, ha es- es válida para casos personales, o cuál sería su valor y
tado o está limpia de violencia, de rapiñas? justificación evangélica en el campo político y en los pla-
Sea com sea, la revelación evangélica propiamente di- nes de defensa que continuamente están haciendo las na-
cha es por boca del Señor infinitamente más radical y ciones. La violencia física no es más que una caricatura

66 67
«¿Cuál de los tres (sacerdote, levita, samaritano), te
de la verdadera fuerza; el cristiano debe ser capaz de parece que fue prójimo del hombre que cayó en manos
padecerla sin utilizarla, de asumirla sin hacerla suya, de de los bandidos?» Y el doctor de la ley responde: «Aquél
tener una espada y no usarla. ¿No es sorprendente que que ejerció la caridad con él.» Este giro gramatical está
esta visión de las cosas, tan cercana al Evangelio, nos lleno de sentido: no es el herido el prójimo, es el sama-
tenga que ser recordada por otros? Quizás este joven bro- ritano que acercándose al herido se ha hecho su prójimo;
te lleno de vida está germinando hoy en la Iglesia, porque el prójimo es, pues, finalmente aquel que se acerca y, de
ha aprovechado la semilla importada de las riberas del rebote, aquel a quien se acerca; es el mandamiento del
Ganges; pero verdaderamente es una semilla evangélica. amor universal; así es fácil comprender, sin ninguna con-
tradicción, que este mandamiento toca también, e incluso
con preferencia, a nuestros enemigos, precisamente por-
El amor a los enemigos y al prójimo. La patria que ellos y nosotros tenemos necesidad de acercarnos.
Libertad y Bienaventuranzas Es inútil -subrayar hasta qué punto Cristo quiere que
la aplicación de esta doctrina de amor al prójimo y a los
Esta no-violencia se explica mejor y toma todo su sen- enemigos tenga profunda repercusión en los aconteci-
tido en el clima de amor total, el flujo universal de la «ca- mientos sociales.
ridad» que engloba a Dios y a los hombres y que im-' El amor universal entraña una consecuencia impor-
pregna toda la doctrina evangélica. Este mandamiento es tante que hace referencia a la patria. Cierto que el Señor
verdaderamente el nudo de la nueva ley, el primer man- no ignoraba los lazos de unión a la patria terrestre, y más
damiento (Le. 10, 25-28; Me. 12, 28-34; Mt. 22, 34-40), el no estando exento él de las dulzuras y la-s lágrimas de la
mandamiento nuevo (Jo. 13, 34). No se trata, y menos amistad humana; nada, en el contexto de las lágrimas
aquí, de entregarse a un amor totalmente espiritual; es derramadas sobre Jerusalén (Le. 19, 41-44), permite du-
sobre el amor efectivo y que informa toda la vida social darlo en beneficio de una interpretación puramente místi-
por el que seremos juzgados el último día: «Tuve ham- ca. Pero los predicadores que usan referencias evangélicas
bre... Tuve sed..., etc.» (Mt. 25, 34-36). en sus discursos y que utilizan el admirable texto de las
Este amor es universal, hasta el punto de englobar lágrimas del Salvador para justificar toda clase de extre-
incluso a los enemigos (Le. 6, 27-36; Mt. 5, 43-48), hasta mismos «patrióticos», deberían observar, por una parte, el
el punto de suprimir prácticamente la noción de enemi- silencio general, ya de por sí significativo, de los Evan-
go; es el sentido profundo de la curación del samaritano gelios sobre la noción de patria, y por otra algunas perí-
leproso ' (Le. 17, 12-19), y sobre todo de la parábola del frasis raras, pero formales, indicando una doctrina tan
buen samaritano (Le. 10, 30-37), que establece al mismo poco nacionalista como es posible. Para empezar está el
tiempo la noción de prójimo, ya que es explicada como incidente de la sinagoga de Nazareth (Le. 4, 22-30; Me. 6,
respuesta a una pregunta concreta hecha por un escriba: 2-6; Mt. 13, 54-58; Jo. 4, 44), en que Cristo critica diciendo
«¿Quién es mi prójimo?» Generalmente no prestamos su- que «nadie es profeta en su patria» y contando la historia
ficiente atención al final de la parábola. Cristo dice: de Elias, enviado no a su patria, sino a Serepta de Sidón,
y la de Elíseo curando no los leprosos de Israel, sino a
1. Es sabido que los samaritanos eran los enemigos acérrimos de los ju- Naíman el sirio. Para captar bien el sentido de este texto,
díos de Judea y Galilea.

68 69
es indispensable olvidar su desvalorización proveniente testamento; encontramos aquí la explicación de la actitud
del proverbio un poco simple (Nadie es profeta en su de Cristo con respecto al impuesto debido al Templo:
patria) y tomar conciencia de la clarísima indicación de «Los hijos son libres»; no con una libertad que nace de
que las nociones de patria y Reino de Dios son poco com- la anarquía, sino de otra ley nuevamente encontrada (la
patibles entre sí, ya que este último, ignorando la patria, del amor integral) que, inscribiéndose ella también en
implica (cf. Elias y Elíseo) una abertura total a todos los los ritos y las leyes, no se deseca ni desvanece en un ri-
países. tualismo. No es una «moral sin obligaciones ni sanciones»
Es verdad que la oposición hecha por Cristo no es porque hay pecado, pero el pecado siempre hace referen-
directamente la de la patria y la de lo universal, pero sí cia al espíritu de la ley «amor-libertad»: «Quien peca es
la del pueblo escogido infiel y la del pueblo universal de esclavo. El esclavo no permanece en la casa para siem-
Dios. Esto tiene su repercusión en la misma noción de pre; el hijo sí permanece para siempre. Si, pues, el Hijo
patria, pues se trata de una nueva visión del hombre y la os librare, seréis realmente libres» (Jo. 8, 34-36).
humanidad según el designio de Dios. La libertad de los hijos de Dios es esencial y directa-
La misma indicación se hace en los textos mayores que mente una libertad interior; pero acabamos de ver que
tratan de los padres, las madres, los hermanos y las her- ha de reflejarse en los hechos: nada, pues, de lo que tiende
manas, y que tienen una relación directa con nuestro a la abolición de las alienaciones del hombre es indife-
problema de la patria si tenemos en cuenta que, tanto rente a la conquista de la libertad total de la humanidad.
por etimología como por la realidad, la patria es el lugar ¿No se trata de un fuego de amor, atizado por una
en que uno está arraigado por la sangre: «Mi madre y mis gran corriente de libertad profunda y verdaderamente hu-
hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y mana que abrasa y hace brillar el código de la nueva ley,
la ponen en práctica» (Le 8, 19-21; Me. 3, 31-36; Mt. 12, síntesis de toda la política evangélica: el sermón de las
46-50). Bienaventuranzas y las Imprecaciones con todo lo que
Todo está claramente lleno de una negación de toda sigue? (Le. 6, 20-26; Mt. 5, 3-48; 6, 7, 26; Le. 6, 37-49 ;i
frontera impuesta por los particularismos, y no serviría 13, 24).
de nada subrayar, para limitar el alcance práctico, que
aquí se trata de la regla del Reino de Dios; pues cada
discípulo de Cristo está llamado a hacer progresar este
Reino. No es dejando de seguir prácticamente estas re-
glas como llegaremos, sino actuando en su sentido: el del
amor sin fronteras.
Pero este amor es también una fuerza de libertad, pre-
cisamente porque libera de todo lo que no es verdad l, ya
no se trata del régimen de la esclavitud de la ley, sino
del de la adopción filial, de la nueva alianza, del nuevo

1. «Si permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos, y


conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jo. 8, 31-32).

70 71
IV. intento de síntesis:
indiferentismo y encarnación hacia
el4encuentro y (a unidad

Si al término de este análisis podemos afirmar que el


Reino de Dios, todo y ser transcendente, manifiesta exi-
gencias de encarnación política, ¿no podríamos concluir
que «el mundo» y su política están abandonados a la vo-
luntad de su espíritu y sus leyes, siendo así que en la
primera parte de nuestro estudio hemos señalado una
cierta indiferencia respecto a los poderes de este mundo?
Esto no quiere decir nada: el Evangelio no es teocrá-
tico o confusionista, ni tampoco desencarnado o despega-
do, y el hecho de que la política de la Iglesia o de los
cristianos haya oscilado muy a menudo entre estos dos
errores se debe a que existen los puntos de aplicación de
las dos tendencias divergentes: tanto hemos visto a Nues-
tro Señor y su doctrina apartarse del campo político
como insertarse en él profundamente. Pero no con indi-
ferencia. Los dos reinos son distintos, y sin embargo el
Reino de los cielos implica una cierta «economía» polí-
tica. Intentemos, pues, recapitular brevemente nuestro
análisis y ver claro en la doctrina dialéctica del Evangelio.
1.° Por una parte Jesús rechaza la teocracia y el cesa-
ropapismo ', la confusión entre lo político y lo religioso;
1. Son parecidos en cuanto los dos constituyen un universo en que acaban
confundiéndose lo político y lo religioso; el cesaropapismo y la leocracia se
distinguen porque en el primero es la cabeza temporal la que usurpa los pode-
res religiosos, mientras que en el segundo es el pontííice el que usurpa los
poderes políticos.

73
pero si nos fijamos en lo que rechaza veremos que cae en 3.° Se dirá que con este rodeo el Evangelio vuelve
el campo de lo que podríamos llamar político formal, subrepticiamente a un nuevo espíritu de teocracia. De nin-
que corresponde más o menos a la «superestructura» mar- guna manera, pues entonces también debe, jugar el factor
xista, es decir, a la economía como sistema de representa- genético o histórico. Cuando aborda los problemas de po-
ción. Es el nivel de los tipos de poder, de sistema, de ad- lítica real, el Evangelio es monista porque sólo le preocupa
ministración, de régimen, de leyes. En este plano el Evan- el Reino de Dios, que es la Verdad y el porvenir del mundo.
gelio tiende a guardar distancias, pues se trata de la Porvenir empezado, pero porvenir. Para que venga el Reino
emanación del mundo tal como es, con lo bueno y lo definitivamente es necesaria una larga evolución, una ma-
malo. Se somete a este mundo político formal con una duración. Cuando haya madurado el grano, vendrá la cose-
especie de indiferencia altanera. Recordemos: Pilato, cha, la Parusía; mientras tanto nosotros continuamos vi-
Caifas, el Sanedrín, la ley, el impuesto, son signos de so-, viendo en una estructura dualista, con el mundo en
metimiento a un poder. fermentación por una parte, y la levadura que lo hace fer-
2.° Pero, por otra parte, cuando se entra en la reali- mentar por la otra como pequeño rebaño del reino futuro.
dad concreta y sustancial (en el plano de lo que Marx Hasta la Parusía debemos pensar, vivir, actuar como Jesús,
llamaba la «estructura», la economía como realidad) vemos por lo tanto fuera de la teocracia. La Iglesia no será
que la enseñanza evangélica es totalmente encarnada, total- teocrática más que después de la Parusía, ya que en ese
mente política (al mismo tiempo y en la misma acción que momento los dos reinos, el de Dios y el del mundo, coinci-
totalmente religiosa), con una doctrina muy precisa: pri- dirán; no habrá sino uno solo. El mundo se habrá conver-
macía del amor, primacía de los pobres, comunidad de tido en un mundo nuevo. No habrá más que un solo rebaño
bienes; basta de guerras, basta de enemigos, basta de vio- y un solo pastor.
lencia, basta de dominio del dinero, incluso quizá basta de 4.° ¡ Pero nuevamente debemos ir con cuidado! Esto no
juicios; asistencia a los pequeños, a los afligidos, a los quiere decir, cuando uno es discípulo de Cristo, que no
enfermos; obligación de una conducta moral individual y sea necesario aplicar la ley política del Reino de Dios. Si
social muy pura y exigente; primacía de lo espiritual, etc. no seguís aquí y ahora concretamente, en el mundo, la
En este nivel ya no es cuestión de un dualismo entre moral ley de Cristo, ¿cómo queréis que un día haya un solo re-
y política. Cristo ha venido a traer la nueva ley, la que hay baño y un solo pastor? ¿Quién seguirá esta ley y cuándo?
que seguir completamente, con todo el ser, con todo el La meta de la humanidad es la coincidencia de los dos rei-
hombre (el social comprendido), si queremos salvar al nos. Pero el reino nuevo ya está en marcha, hay que actuar
mundo '. en el sentido de la coincidencia. Es cierto que no podemos
afirmar que la coincidencia final será únicamente el fruto
1. Aquí conviene detenerse para aclarar el contrasentido que se hace algu- de una maduración: muchos textos de Cristo hablan de
nas veces con Le. 12, 13-14: interpelado por un oyente, se ruega al Señor que
intervenga en un conflicto familiar de herencia: «Maestro, di a mi hermano
que comparta conmigo la herencia»; Él responde: «Hombre, ¿quién me ha 1.° No soy yo quien ha de repartir: postura de distinción entre lo temporal
constituido en juez vuestro para hacer vuestras partes?» y lo espiritual. (Contra la teocracia.)
Algunas veces vemos utilizar este texto para probar que la Iglesia no debe 2.° La repartición debe realizarse conforme a los principios de mi ley: jus-
intervenir en los campos político y económico. Esto es inexacto. De hecho, el ticia y, sobre todo, desprendimiento de los bienes; los versículos siguientes
examen de la perífrasis y de su contexto muestra que la respuesta de Cristo están dedicados a la parábola del rico necio. Existe, pues, u n a bella y buena
es doble en dos niveles distintos: postura y una solución cristianas al problema planteado. La distinción de
planos no equivale a una desencarnación.

74 75
guerras, cataclismos, pérdidas de la fe en el momento precedente, el discípulo de Cristo puede y debe considerar
crucial. Pero el Evangelio es fermento y semilla en medio que toda la enseñanza evangélica, incluso la que encuen-
de este mundo. En el Padrenuestro pedimos a Dios, por tra directamente en el texto una aplicación espiritual, pos-
invitación de Jesús: «Venga a nosotros tu reino, hágase tu tula necesariamente también una aplicación política con-
voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt. 7, 10). Esto ha creta (en virtud del hecho de que la ley del Reino está
empezado con la Revelación y debe continuar. Podría in- encarnada y es, en potencia, la ley del mundo futuro);
cluso decirse que la ley de amor universal (con sus más puede, pues, y debe sacar las consecuencias y las acciones
pequeñas consecuencias) es la ley del mundo en evolución políticas prácticas, respetando siempre evidentmente, en
ya desde ahora, porque debería serlo y lo será. la manera de actuar, los imperativos evangélicos. Por esta
Una viva percepción del presente punto hace explicable, razón la Iglesia ha aplicado a los enfermos, a los misera-
sin que lo excuse, notémoslo de paso, el viejo error teo- bles, el espíritu de Cristo; y por transposición, a la en-
crático: por exceso de celo apostólico (escogiendo la mejor señanza de los niños. Por esta razón, igualmente, la
motivación) uno se imagina que va a construir rápidamen- internacionalización es un corolario político del manda-
te, de golpe, la Ciudad de Dios en la tierra 1; celo con poca miento: «Predicad a toda criatura» sin distinción de raza;
visión, ya que el Reino no está establecido aquí más que la igualdad jurídica y política es una transposición de la
incoativamente, y no puede ser, siguiendo el Evangelio, igualdad religiosa predicada por el Evangelio; lo mismo
que se le haga avanzar utilizando las armas de las tinie- puede decirse de la libertad, del amor y la 'solidaridad o
blas : la fuerza, la astucia, la guerra, la confusión. Es tes- fraternidad, etc. En todo esto, mediante todo esto, Dios
timoniando, transformando concretamente las estructuras actúa y llega su Reino. Es la política implícita del Evan-
políticas en el sentido del Evangelio, pero sin pretender gelio.
destruir el «mundo» antes de que Dios lo haga, como se
6.° Pero ante estas dos series de textos evangélicos que
hace avanzar el Reino.
hemos estudiado, los unos llevando directamente legisla-
Puede decirse que la Revelación, desde el punto de vista ción en materia política, los otros directamente religiosos,
político en que la miramos ahora, parte (con el Antiguo pero pudiendo y debiendo encontrar finalmente su aplica-
Testamento) de una coincidencia de confusión en la dua- ción política, uno no puede menos que preguntarse cómo
dad entre los dos reinos para llegar en la Parusía, a una queda la necesaria autonomía de las ciencias y las técnicas
coincidencia de fusión en la unidad. Entre uno y otro de económicas, sociales y políticas.
estos términos, la política del Evangelio supone el respeto,
La respuesta parece encontrarse en cuatro puntos: por
en el despego, del mundo al que reconoce su autonomía,
una parte la distinción evangélica de los dos reinos, a nivel
exigiendo de sus discípulos una perfección activa, apta
político formal, deja plena libertad en el campo de los sis-
para hacer progresar el Reino hasta la unidad final.
temas, de las «superestructuras» '. Por otra parte es cu-
5.° Firmes en lo que hemos encontrado en el punto
1. Si hay que distinguir de la reaLidad política misma, constituida por las
relaciones económicas y sociales efectivas en su propia substancia (cómo los
1. Esta confusión será especialmente sensible en los inicios del siglo iv, hombres se alimentan, se aman, se agrupan de hecho. Cómo de hecho actúan
cuando, en la euforia de la paz religiosa y del príncipe favorable al cristianis- en todos los niveles...), ias diversas formalidades bajo las que puede represen-
mo y en una atmósfera llena todavía de escatologismo, los cristianos creerán tarse esta realidad (patriarcado, tiranía, oligarquía, república, monarquía, de-
que el imperio romano es la imagen, e incluso la realización del Reino de Dios mocracia, etc., así como las diferentes estructuras de estos diversos sistemas,
que ya ha llegado. tales como los consejos, elecciones, delegaciones, ministerios, etc.), no es

76 77
rioso y sintomático al mismo tiempo que el Evangelio, tan sino que debe ejercerse, propagarse en este mundo. Es un
concreto, tan encarnado, dé en el fondo tan poca impor- reino místico, moral, espiritual, aunque totalmente encar-
tancia real al mundo político como sistema de representa- nado.
ción: esto merece una reflexión. Sin embargo, nada puede Y es a este nivel también al que debemos deplorar dema-
impedir que el cristiano, con el Evangelio en la cabeza y en siado a menudo la ausencia de cristianos. Si todos los
el corazón, guíe necesariamente estas técnicas en un cierto cristianos, no aquellos que son sociológicamente cristia-
sentido. Y que este sentido sea el del Reino de Dios. nos, sino todos los cristianos- convencidos, se impregnasen
Vemos, pues, que no hay contradicción. Es cierto que de la moral evangélica y la practicasen, es absolutamente
existe el indiferentismo evangélico y la Iglesia católica ha cierto que la Santa Madre, la Catholike de los cristianos,
conservado en cierta manera esta tradición, hasta el punto constituiría una fuerza espiritual formidable que sacudiría
de escandalizar a veces a los mismos católicos. Imperios, al mundo en sus raíces malignas y desharía la mayor parte
monarquías, repúblicas: en el fondo ella da poca impor- de los abscesos sociales e internacionales. Esta evidencia
tancia a estas formas de poder, las reconoce todas sin en- tan simple lleva en sí misma una terrible condenación
tregarse ; si hay un cambio, estará en los dos bandos y se para todos nosotros, que nos levantamos cada domingo de
unirá al vencedor. Esto no puede reprochársele a la Igle- nuestra silla o nuestro banco para escuchar la «Continua-
sia, en todo caso no en nombre del Evangelio. Su papel y ción del Santo Evangelio», la Santa Palabra, mientras este
su competencia se sitúan en otro plano. Evangelio no atormente nuestra existencia política.
Sin embargo hay que ver también, por otro lado, que
el movimiento interior de renovación cristiana •—tal como
lo describe el Evangelio: amor, justicia, fraternidad, liber-
tad, perdón, actitud con respecto al dinero y a los pobres,
etcétera— toca a todo el hombre y en todas sus activida-
des y debe producir unos frutos ad extra en todos los
campos. Es en este nivel donde se sitúa, donde debe si-
tuarse, la acción evangélica. En este sentido hay que volver
a Jo. 18, 36, y comprender que la respuesta de Jesús a. Pi-
lato implica que su reino no es originario de este mundo,
menos verdad que una dialéctica permanente sostiene las relaciones existentes
entre esta realidad y sus representaciones. Estas no son formas vacías ni
aquélla constituye una especie de magma sustancial viviente pero inexpresable;
éstas no son puras representaciones ni aquélla pura realidad numenal. Éstas
significan eficazmente (en parte) una realidad que sin ellas no se podría saber,
ni decir, ni hacer nada. Aunque indispensables, son siempre imperfectas e ina-
decuadas, ya que la realidad que ellas manifiestan, estructuran y organizan, es
demasiado rica de vida concreta (es todo aquello que el animal racional no
puede vivir solo) para poder ser plenamente expresada y valorada en una
serie de esquemas racionales.
Queda claro que el indiferentismo evangélico se refiere a la política formal
en lo que tiene de inadecuado y de constantemente caduco, no en lo que toca
al fondo social humano.

78 79
segunda parte

los avafares de la política


evangélica
I. la primitiva iglesia y los padres

Al término del análisis sobre el pensamiento político del


Evangelio, es muy natural que nos preguntemos cómo se
ha desarrollado en la Iglesia y en el mundo. Por otra parte,
en el deseo de escrutar algunas líneas de las tendencias y
algunos puntos esenciales de resi-stencia de la política cris-
tiana actual, y de llegar así a algunas proposiciones para
la acción inmediata, parece apropiado establecer la ligazón
entre estos dos términos, el Evangelio histórico y la actua-
lidad, a fin de comprender mejor cómo de aquello ha po-
dido resultar esto. La curiosidad intelectual y la utilidad
explicativa se unen, pues, para exigir un examen de la his-
toria de los siglos que, siguiendo la predicación evangélica,
han precedido a la acción política de los cristianos de
nuestro tiempo.
Desgraciadamente, debido a las dimensiones muy redu-
cidas del presente trabajo, este examen tendrá que ser muy
rápido. Hubiera sido necesario, -será necesario, poder se-
guir de cerca y con detalle los avalares de la doctrina po-
lítica del Evangelio en el transcurso de las épocas; por
una parte, en el pensamiento de los Padres y teólogos;
por otra, en la acción, en la vida de la Igleisa, en su
comportamiento efectivo ante los problemas políticos. Esta
obra sería de suma utilidad, pero se necesitarían numero-
sos volúmenes y todo un equipo de investigadores. Nosotros
no tenemos esta posibilidad ni esta ambición; nos conten-

83
taremos, pues, con ensayar un trazo de unión entre lo que te hijos de Dios, coherederos de Jesucristo y no «forman
acabamos de descubrir en el Evangelio y los problemas más que una sola persona en Jesucristo» (Gal. 3, 27). Ya
que se nos plantean actualmente, en la segunda mitad del que todos los hombres son igualmente llamados al Reino,
siglo veinte, con el fin de que la confrontación entre ambas ya no hay «ni judío, ni griego» (Col. 4, 9-12; 1 Cor. 12, 13), y
cosas sea más comprensiva. Nos limitaremos, pues, a no es sino por un deseo de eficacia apostólica y en un es-
poner algunas jalones de la larga carrera de la Historia, píritu de deferente indiferencia por lo que el apóstol de
procediendo con ligeros toques y quizá prematuras suge- los gentiles hará valer una vez, ante las autoridades, su
rencias, escogidos ya en el pensamiento, ya en la vida ac- título de ciudadano romano. Ciudadano romano y antiguo
tiva, para caracterizar muy sumariamente algunos de los doctor de la ley, fariseo que no dudará en trabajar con sus
tipos de sociedad que se han sucedido en dos mil años y manos haciendo tiendas de pelo de camello como el más
algunas de las diversas actuaciones que los cristianos han humilde artesano (He. 18, 3).
realizado, tanto buenas como malas, en el interior de estas Todo lo anterior está en la más recta línea de la ense-
sociedades. ñanza evangélica, igual que la postura paulina con res-
pecto a la justicia civil; expresada principalmente a los
corintios (1 Cor. 6, 1-12), consta de tres puntos: condena-
San Pablo ción moral y religiosa de los delitos («Los injustos no here-
darán el Reino de Dios»), pero condenación también del
El primer gran teólogo de la Iglesia, san Pablo, mere- juicio de los delincuentes («De todas maneras es ya una
cería un análisis casi tan importante como el del texto falta para vosotros el tener procesos. ¿Por qué no sufrir la
evangélico. Su fidelidad a la doctrina de Jesús es total. injusticia? ¿No es mejor dejaros robar?»); pero en fin, si
A nivel de la política formal, el gran texto de la Epís- uno quiere juzgar a toda costa, que al menos no sea ante
tola a los Romanos (13, 1-7) toma la tesis de la sumisión al los tribunales civiles con sus jueces, «gentes que la Iglesia
poder civil y de su origen divino: «Todos habéis de estar desprecia», sino entre cristianos, ante «un hombre sabio
sometidos a las autoridades superiores, que no hay autori- que pueda hacer de arbitro entre sus hermanos». Este úl-
dad sino por Dios, y las que hay, por Dios han sido orde- timo punto no es más que una concesión; prevalece el ab-
nadas, de suerte que quien resiste a la autoridad resiste a soluto de la ley evangélica de que entre hermanos no se
Ja disposición de Dios... Pagadles, pues, los tributos, que juzga.
son ministros de Dios constantentemente ocupados en Este absoluto, que es el del amor universal, llega, como
eso. Pagad a todos lo que debáis: a quien tributo, tributo; en las parábolas de Cristo, hasta negar la noción de ene-
a quien aduana, aduana...»' Pero el maestro de la caridad migo (Rom. 12, 14-21); igual que, como hemos visto, llega
ha visto que esto transformaba totalmente la realidad de a rechazar toda diferencia de clase, raza y nación.
la política concreta. Principalmente en: ya no hay «ni
hombre libre, ni esclavo» (Gal. 3, 28); todos son igualmen-

1. Será todavía más rápido que el realizado, desde otro punto de vista, en
nuestro ensayo sobre el Evangelio (Quelle est done cetíe Bonne Nouvelle?,
ps. 81-152), en el que nos hemos fijado sobre todo en el aspecto intelectual
de la suerte del Evangelio en el transcurso de los siglos.

84 85
LA VIDA DE LA PRIMITIVA IGLESIA sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de
buena cuna» (1 Cor. 1, 26); más tarde Celso creerá re-
La encarnación económica y social del Evangelio bajar a los cristianos ironizando sobre su reclutamiento
entre los «campesinos, zapateros y jornaleros», y Minucio
Este mismo amor activo informa desde el principio Félix (Octavius 8, 3) podrá resumir así una objeción de los
la vida de la joven Iglesia y suscita las más originales rea- paganos: «Reúnen en los bajos fondos a gentes ignorantes
lizaciones económicas, sociales y políticas, al mismo tiempo y hacen de ellos conjurados»; y todavía en pleno siglo ter-
que son también las más características de la doctrina cero Orígenes no vacilará en admitir que la Iglesia se ex-
evangélica, rigurosamente seguida. Desde el principio los tiende esencialmente «entre los tejedores, zapateros y jor-
fieles lo ponen todo en común: «La muchedumbre de naleros».
los que habían creído tenía un corazón y un alma sola, y ¡Pero todavía hay esclavos! Hemos visto cuál era la
ninguno tenía por propia cosa alguna, antes todo lo tenían doctrina paulina; la Iglesia la practicaba sin alteraciones
en común... No había entre ellos indigentes, pues cuantos ni concesiones. Vemos al mismo apóstol dar una lección a
eran dueños de casas o haciendas las vendían y llevaban Filemón, a quien se le había escapado el esclavo Onésimo:
el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los con toda la dulzura de que era capaz este gran apasionado,
apóstoles y a cada uno se le repartía según su necesidad» intenta que el mismo Filemón quiera recibir de buen grado
(He. 4, 32-34). Más adelante, ante las dificultades de orga- a Onésimo, no como esclavo, sino como «hermano muy
nización y repartición que surgían, la comunidad especia- querido». Hay que releer todo el párrafo de la Epístola a
liza a siete hermanos en el servicio de intendencia y asis- Filemón (8-21), cuyo objeto es lo que decíamos, y en la que
tencia: son los diáconos (He. 6, 1-6); tendrán, por poco Pablo usa una cálida y fraternal fuerza de persuasión,
tiempo, es verdad, ayudantes (diaconisas), a menudo eran aunque al principio haya hecho constar delicadamente (8)
viudas, dedicadas más especialmente al cuidado de los que también se lo hubiera podido imponer como una obli-
enfermos, a la ayuda de los desgraciados y a la educación gación.
de los niños. Vemos así, casi en estado puro, el fenó- Esta manera de hacer es típica del proceder de la
meno de creación de una estructura económico-social para Iglesia en esta época: no condenó formalmente la esclavi-
la estricta aplicación de las consignas evangélicas y el en- tud; no atacó de frente esta institución más que rehusando
cuentro fecundo en la línea del amor absoluto. Lo que los lo que era el fundamento ideológico, vaciándola así de
primeros cristianos encontraron es un socialismo al pie de contenido. De esta manera los cristianos, a pesar de su
la letra: comunidad de bienes e igualdad, especialización y poca fuerza en el Imperio y su práctica de la sumisión al
planificación, distribución según las necesidades, destruc- poder, pusieron, desde el principio, acciones revoluciona-
ción del reinado del dinero. rias: reconociendo el matrimonio de los esclavos, haciendo
En el reclutamiento de los primeros cristianos se en- renunciar a los derechos del señor, multiplicando las li-
cuentra esta misma vigorosa encarnación de los preceptos bertades, etc.
evangélicos. Los que se convierten, sobre todo al princi-
pio, son los últimos de los últimos de la escala social. San
Pablo lo dice a los corintios: «Ved, hermanos, que entre
vosotros, que habéis sido llamados, no hay ni muchos

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El compromiso político tros no vivimos apartados del mundo, frecuentamos el
foro igual que vosotros, los baños, los talleres, las tiendas,
Pero la encarnación del amor se extendía a todo el uni- los mercados, las plazas públicas; desempeñamos los ofi-
verso político. Los primeros cristianos no se ocultaban de cios de marino, soldado, agricultor, comerciante, ponemos
aplicar, en la organización interna de la Iglesia, los prin- a vuestro servicio nuestro trabajo y nuestra industria.»
cipios de la política evangélica que evidentemente domina- Bien, pero había igualmente sitios en donde no se les en-
ban toda su vida: los jefes de la Iglesia eran verdadera- contraba, por ejemplo el circo y los templos; y sin em-
mente los «servidores» de los otros, y el mismo obispo bargo estos establecimientos formaban parte de la estruc-
continuará ligado a su presbiterio durante mucho tiempo. tura social y política del país; esta ausencia se sentía
La expresión «Ved cómo se aman» no era entonces una vivamente como un reproche y una repulsa; efectivamente,
frase literaria ni un piadoso recuerdo folklórico, sino que se trataba de una repulsa al mundo, a la crueldad, al culto
la pronunciaban los paganos llenos de estupefacción. de los Césares, de la teocracia pagana. Al mismo tiempo
Este amor efectivo se extendía, pues, ad extra; y, por rechazaban el lujo, la impureza, y eran casi los únicos en
ejemplo, aplicando al pie de la letra el precepto evangélico condenar las relaciones carnales fuera del matrimonio.
de ignorancia de la noción de enemigo, podía verse a los Algunos llegaban incluso a entrever una acción revolu-
cristianos que se habían salvado, después de la persecu- cionaria activa contra la nueva Babilonia, o al menos a
ción de Decio, sacrificarse todavía voluntariamente asis- oponerse como objetores de conciencia a la milicia; es
tiendo a una ciudad apestada o a los afectados por un verdad que se trataba de un pequeño número (y por otra
temblor de tierra. parte el servicio militar no era obligatorio en el Imperio);
Pero lo que más chocaba a los paganos era que esta también es verdad que la jerarquía, sea por patriotismo en
religión (que acogía a todo el mundo sin distinción de raza, el caso del servicio militar, sea por el deseo de conservar
rango o clase, y que transformaba tan extrañamente la en su pureza la enseñanza evangélica de la no-violencia (en
manera de comportarse de sus fieles) no tuviera en ningún lo que se refiere a los proyectos de los revoltosos), no
sitio estatuto de religión de Estado y rehusase entrar en el seguía a estos extremistas. Es una verdad manifiesta que
sincretismo que unía cultos oficiales y religiones orienta- todo esto marcaba la fidelidad de los cristianos a un ideal
les. Para los que no poseían la llave del Evangelio, los religioso sólidamente encarnado y lealmente afirmado,
cristianos eran gentes verdaderamente extrañas. Cierta- hasta el punto de que, para salvaguardarlo, no dudaban
mente se les veía participar en la vida de la ciudad, algu- en marchar a la muerte.
nos incluso servían al emperador en sus legiones; bastante En definitiva, los cristianos eran unos ciudadanos in-
rápidamente hubo quienes ocupaban cargos en la adminis- quietantes a quienes, a pesar de su respeto y su obedien-
tración y gobierno y hasta en la corte imperial. cia, los paganos podían reprochar los límites de esta obe-
Pero son ciudadanos que al mismo tiempo están ple- diencia y la moderación de su pa-sión por la salvación y la
namente comprometidos: sin duda a finales del siglo n , tal expansión del Imperio.
como dice el autor de la Carta a Diognetes, los fieles de
Cristo no se diferencian de los otros hombres de su clase
ni por el vestido, ni por el alimento, ni por la vivienda; y
Tertuliano, al menos en sus inicios, podrá escribir: «Noso-

88 89
Limitaciones de la política evangélica en los primeros cris- una cierta desconfianza del dinero, del lujo en el adorno
tianos de las mujeres, de las riquezas en general; quedarán tam-
bién (y esto es más importante) prescripciones muy se-
Sin embargo, desde el punto de vista evangélico, ¿no es- veras sobre la adquisición y el uso de los bienes materiales;
taban todavía demasiado sometidos al Estado en algunas principalmente el préstamo con interés tomará desde los
cosas? Sería presuntuoso criticar a les testigos que se hi- primeros siglos (especialmente en el concilio de Elvira)
cieron degollar y que, por Jo demás, comprendieron y apli- una mala reputación, que conservará durante mucho tiem-
caron admirablemente la doctrina política del Evangelio, po en los países de cristiandad, como directamente con-
incomparablemente mejor que sus sucesores sin excepción. trario al espíritu de amor y de entrega recíproca del Evan-
No se trata de criticar. Pero para nuestro propósito es gelio.
indispensable delimitar qué cosas del Evangelio no pasa- Es necesario señalar que este relajamiento relativo
ron inmediatamente a la vida de la Iglesia, y qué otras coincidía con la extensión, en cantidad, del cristianismo y
cosas desgraciadamente fueron abandonadas después de con la conversión de elementos más cercanos a la admi-
haber sido aplicadas. nistración o al consejo imperial. Bajo Nerón se vieron al-
La más notable de estas limitaciones se refiere indiscu- gunas conquistas en la aristocracia (como la de Pomponia
tiblemente al servicio militar. La jerarquía de la primitiva Grecina), y durante el gobierno de Vespasiano y Tito se
Iglesia tenía quizá razón, por los motivos antes indicados, llegaron a ganar las clases dirigentes hasta los más próxi-
en desconfiar de los exaltados que practicaban o querían mos a los emperadores, de suerte que se ha podido dedi-
practicar la objeción de conciencia; no es menos verdad que faltó muy poco para que, doscientos años antes de
que la dirección tomada en ese momento, y que compro- Constantino, el Imperio tuviera en su trono —en las per-
meterá a la Iglesia durante siglos por otro camino, no es- sonas de Flavius Clemens, primo hermano de Tito y Do-
taba conforme ni con el espíritu ni con la letra del Evan- miciano, y de su mujer Flavia Domitilla— un príncipe y
gelio; debemos, pues, lamentar, según nuestra manera de una princesa cristianos. Por otra parte, a partir de Adriano
ver las cosas, que no se rechazara el matar (fuera del circo, y en la segunda mitad del siglo n , el cristianismo penetra
en los campos de batalla) en esa época de gracia, de coraje en los medios cultivados. Entre los «clarissimes» (es decir,
heroico y de fidelidad, igual que se habían rechazado otras los miembros de la aristocracia senatorial romana), entre
cosas del espíritu del mundo. Desgraciadamente no vieron la buena burguesía de provincia, las profesiones liberales
la cosa desde este ángulo, si no, no hubieran dudado; ellos (magistrados, abogados) y las matronas de buenas familias
no veían sino un elemento del mundo social ordinario, ha habido santos y santas, y mártires célebres: Gregorio
siendo así, además, que la humanidad no estaba lo sufi- de Neo-Cesarea, Cipriano de Cartago, y tantos otros.
cientemente planetarizada para que pudieran tener idea Ciertamente no hay que lamentar que hubiera conver-
de la relatividad de la noción de patria por relación con siones en la aristocracia, pero en contrapartida, el cristia-
otros valores. nismo, ¿no corría el peligro de ceder a la tentación de ins-
Pero a lo largo de los años, se atenuarán muchos rigores talarse, de reforzarse humanamente, de olvidar en la prác-
de la estricta doctrina evangélica. En el terreno económi- tica que la salvación pertenece a los pobres y a los peque-
co, la comunidad total de bienes se olvidará a finales del ños y que si la doctrina y la Iglesia del amor deben ser
siglo n i para no quedar (y ciertamente es bastante) sino libres en el plano de la política formal, con todo y conce-

90 91
der una obediencia sincera pero limitada, deben también muy a menudo están preocupados por problemas de teo-
encarnarse, realizarse vigorosamente en todo y contra todo, logía especulativa y de lucha contra las herejías.
a nivel de la política real? La respuesta tiene un nombre
Las tendencias que caracterizaron las grandes «escue-
(y uno puede lamentarlo por más de una razón): Cons-
las» teológicas en la Iglesia no carecieron de influencia en
tantino.
la manera de comentar las palabras y los hechos de Jesús
a que nos hemos referido en los dos primeros capítulos,
especialmente en el de la riqueza: con su postura tomada
Los Padres de la Iglesia de exégesis espiritual, Clemente de Alejandría dará una in-
terpretación de la que se podrá sacar una orientación fa-
vorable a un humanismo de «justo medio».
Hubiera sido interesante considerar cómo se interpre- Afirma, sin embargo, la trascendencia del misterio cris-
taba intelectualmente el pensamiento del Evangelio antes tiano en relación con la sabiduría griega; pero, por otra
y después del gran fallo constantiniano. Desgraciadamente parte, entra en tales distinciones que se servirán de él para
no podemos hacerlo, por una parte porque el estudio es, atenuar la locura de la Cruz, la llamada a la superación, el
si no decepcionante, sí bastante más pobre que el de la trastorno de los valores comúnmente admitidos, en una
vida de la Iglesia, y por otra y principal porque hubiera palabra: para atenuar el absoluto del amor a Dios y a los
•sido muy extenso. Durante los primeros lustros, los Pa- otros. Por el contrario, san Juan Crisóstomo, viviendo sin
dres, cuando no hablan del Estado usando el término in- embargo en una Iglesia mucho más establecida, hablará
famante y apocalíptico de «la Bestia», intentan (sobre todo con más vigor, exponiendo con claridad el carácter vio-
los Padres apologistas del siglo segundo y también algu- lentamente opuesto de las conductas evangélicas. Podría-
nos del tercero) reducir la separación entre el mundo y el mos encontrar las mismas diferencias entre estos dos gran-
Evangelio y mostrar que los cristianos son buenos ciuda- des autores respecto al amor de los enemigos '.
danos.
¿No son muy simplistas las dos posturas? No siempre
encontramos aquello que nos había impresionado en la
actitud, firme y matizada a la vez, de Cristo ante «César»
(cf. caps. I y II).
Vueltos hacia las perspectivas apocalípticas del Reino
«venidero», o deseosos de subrayar la renovación radical
que ya ha operado la inauguración del Reino por el hecho
de la Encarnación, fundamento de la Iglesia, los Padres se
encuentran, generalmente, cogidos por así decirlo, en un
clima muy diferente del de un Reino de Dios que «ha
de venir». 1. Pedro escribe lo mismo en su Primera Epístola (2, 13-17): «Por amor de]
Meditando el Evangelio con relación a las exigencias in- Señor, estad sujetos a toda autoridad humana: ya al emperador como sobe-
rano; ya a los gobernadores como delegados suyos... Actuad como libres y no
teriores de vida espiritual, son muy poco sensibles a las como quien tiene la libertad cual cobertura de la maldad, sino como siervos
implicaciones políticas que se siguen, y, por otra parte, de Dios. Honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios y honrad al em-
perador.»

92
93
II. el giro constantiniano

Ya fuera facilidad o sofocación, espejismo del poder o


envejecimiento, ya fuera limitación de los teólogos, es
decir, de los Padres, lo cierto es que la paz constantiniana
se reveló, en lo que se refiere a la aplicación de la doctrina
política del Evangelio, pesada con sus consecuencias mo-
lestas y duraderas, que todavía no hemos acabado de pa-
decer.
Sin embargo, jugando al juego un poco vano de las po-
sibilidades, no podemos evitar el soñar... Hubiera podido
pasar: se hubiera podido concebir que el edicto de Milán,
simple permiso de salida («Nosotros queremos, precisaría,
que cualquiera que desee seguir la religión cristiana pueda
hacerlo sin ningún temor de ser molestado»), marcase el
principio de un largo régimen en que el Estado, conser-
vando su autonomía, dejase actuar a la Iglesia, y en el que
ésta aprovechase las facilidades dadas pata transformar
las estructuras y hacer progresar a la humanidad a gran-
des pasos hacia el Cristo total; el edicto de Milán mismo
podía inaugurar un sistema perfectamente conforme con
el indiferentismo evangélico en el campo de la política for-
mal y con la acción de los cristianos a nivel de la política
real.
Pero sabemos lo que ocurrió: en un clima de euforia,
se cree que ha llegado el Reino; no es más que un cielo y
una tierra; el emperador es el príncipe del Bien, el buen

95
obrero de la mies vecina. ¿Por qué no ha de ayudar a la sia de Jesucristo. No afectará únicamente al plano de la
Iglesia? Esta se deja descargar de una parte de sus pre- política «formal». (La Iglesia, cesando de practicar el indi-
rrogativas; es el Cesaropapismo de los emperadores Cons- ferentismo evangélico en cuanto a las estructuras políti-
tantino I y II, Justiniano, Justino II, Constante II, León III, cas, sacraliza un régimen determinado.) Comportará tam-
usurpando los poderes más espirituales del papa y los bién abandonos más graves a nivel de la política «real»:
obispos y decidiendo en materia dogmática; de aquí resul- actitudes con respecto al dinero, a la violencia, a la liber-
ta la confusión entre los mejores; un Ambrosio de Milán tad y al universalismo.
reclama en términos vigorosos la libertad de la Iglesia Sin embargo, a este mismo nivel, no todo se había ol-
(«Las cosas divinas no están sometidas al poder imperial») vidado : la Iglesia debutaba públicamente en un papel que
y proclama que el emperador está dentro de la Iglesia, no debía durar mucho tiempo, el de tutora y civilizadora de
por encima de ella (trata de pecador público a Teodosio por la h u m a n i d a d ' ; a lo largo del siglo iv, las legislaciones
la matanza de miles de amotinados), pero afirma también constantinianas, desde 315 a 324, y después las de Graciano
que el poder civil no debería tolerar el ejercicio del culto y Teodosio, consagran la influencia de la moral evangélica
herético ni la expansión de los judíos; confusión también en la vida oficial y jurídica del mundo, suavizando la suerte
en Agustín, que atacando al donatismo africano solicitará de los criminales condenados, protegiendo a los débiles, a
el apoyo del «brazo secular». los pequeños, a los inocentes, a los esclavos y a los huér-
El Evangelio, hecho religión oficial, será ligado a un fanos. Por otra parte, la Iglesia empezaba a suavizar las
Imperio decadente, y es en Asia, en la oscuridad, donde costumbres, en tiempos de paz y de guerra, a instruir a
continuará la evangelización del mundo no romano. En los niños y a preocuparse de la cultura, a socorrer a los
Occidente el punto culminante será Carlomagno, de quien necesitados y a los enfermos. Pero esto, de ninguna manera
se ha podido decir que «establecía el punto de unión entre era suficiente para compensar las carencias políticas ra-
el antiguo cesaropapismo y el moderno galicanismo». Efec- dicales.
tivamente no durará, él también, en zanjar las controver-
sias doctrinales y tomar decisiones concernientes a la
reforma de la Liturgia, tal como tenían costumbre de ha-
cer los emperadores de Bizancio '. Más adelante, después
de la época caótica de los merovingios, la de los carolin-
gios verá consolidarse los privilegios de la clerecía (exen-
ciones fiscales y jurídicas, nacimiento y desarrollo de los
bienes de la Iglesia).
Así se fijará, para quince siglos, el estatuto que Cons-
tantino y Teodosio dieron (regalo emponzoñado) a la Igle-

1. Un ejemplo entre otros de esta confusión: en el año 775, un sacerdote


llamado Cathaulf escribirá a Carlomagno: «Acuérdate, con temor y amor, de
Dios que es tu rey y del que tú eres representante para guardar y gobernar 1. Es lo que podríamos llamar la función supletoria de la Iglesia: en diver-
a los miembros de su Iglesia... el obispo ocupa el segundo lugar. Él es única- sos campos (educación, asistencia, pulimento de las costumbres), toma como
mente el representante de Cristo.» (Mon. Germn. Historíete Epístolas, 4, p . 503). tutela el papel del Estado, débil m a s que inhábil.

96 97
7
III. la edad media y sus secuelas:
equívocos de la cristiandad
y movimientos evangélicos

Del cesaropapismo a la teocracia

Mientras en el mundo oriental el Imperio cristiano es-


tablecido por Constantino, Teodosio, Justiniano, debía se-
guir, bien que mal, durante mil años, que había creído ver
la reaparición en el 800 de un «nuevo Constantino», se
debatía, antes y después de Carlomagno, en un caos del
poder político: la anarquía general volvía a la barbarie;
de aquí venía una inmoralidad que llegaba hasta la misma
clerecía, en todos los grados de su jerarquía.
Ante esta decadencia del Estado y de la Iglesia, los
papas, los obispos, los sacerdotes, los monjes, incluso
los más desinteresados, los más puros, los mejor intencio-
nados, se vieron obligados ya a asumir ellos mismos di-
rectamente las responsabilidades de orden político (fun-
ción de suplencia), ya aplaudir a los poderes seculares,
puesto que intentaban poner un poco de orden en la socie-
dad y en la Iglesia, que entonces no se distinguían dema-
siado. Los santos, penetrados de virtudes evangélicas, se
alegraron de ver a un Otón el Grande, a un san Enrique,
emprender, como emperadores, cosa ya iniciada por Carlo-
magno, la reforma de la clerecía y de las instituciones
eclesiásticas gangrenadas por demasiados abusos.

99
Más adelante, sin embargo, el cesaropapismo, hecho tra- Llegamos así a la célebre reivindicación\ de las «dos
dicional y agravado por las relaciones feudales de vasallo espadas» por Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam.
a señor, favorecía estos abusos poniendo a las autoridades Honorio de Autun ya había formulado el principio en el
de la Iglesia bajo la dependencia de los príncipes laicos, siglo XII : «Para gobernar la Iglesia en esta vida presente,
ya que ellos mismos llegaban a escoger a los obispos y el Señor ha demostrado que son necesarias dos espadas: la
abades, ¡Dios sabe con qué criterios! En consecuencia, los espada espiritual, que usan los sacerdotes contra los peca-
papas reformadores del siglo xi se vieron obligados a lu- dores, y la espada material, de la que la realeza se sirve
char rudamente para arrancar estas «investiduras» al poder para castigar a los culpables obstinados.» '
civil. La restauración de las virtudes evangélicas en el clero Cincuenta años antes de Bonifacio VIII, Inocencio IV,
estaba condicionada por esta recuperación, sin la que la en lucha contra Federico II, había sido también radical en
transformación sería imposible. la bula Eger cui levia (1245): «El que intenta sustraerse
Ya se sabe qué signo dramático tomó esta querella con a la autoridad del Vicario de Cristo... atenta por el mismo
el episodio, lleno de colorido, de Canossa. Es en este clima hecho contra la autoridad del mismo Cristo. El Rey de
en el que Gregorio VII hizo redactar en 1705 los dictatus reyes nos ha constituido sobre la tierra como su manda-
Papae, que sitúan al papa como cumbre de la sociedad hu- tario universal y nos ha atribuido la plenitud del poder
mana, atribuyéndole las insignias imperiales y el poder de dándonos, al príncipe de los apóstoles y a nos, el poder de
deponer a los emperadores. atar y desatar en la tierra no solamente a quienquiera que
Estas pretensiones de teocracia (o, más exactamente, sea, sino también sea lo que sea... El pontífice romano
de gobierno sacerdotal) se oponían, contradictoriamente, puede ejercer su poder pontifical sobre todo cristiano, al
a las del cesaropapismo, a las que la resurrección del de- menos ocasionalmente..., y con más razón en virtud del
recho romano aportaba muy oportunamente un funda- pecado. El poder de gobierno temporal no puede ejercerse
mento ideológico. Pero mientras los legisladores nos en- fuera de la Iglesia, ya que fuera de ella no hay poder cons-
caminaban así hacia el Estado totalitario, a imitación de tituido por Dios... Los que se imaginan que la Sede apos-
la Roma pagana, los clérigos, excepto algunos conciliado- tólica ha recibido de Constantino la soberanía del Imperio,
res como Yves de Chartres, elaboraban por su parte una siendo así que antes ya la tenía, como se sabe, por natu-
construcción canónica también «cuadrada». Apoyándose raleza y en estado potencial, no tienen perspicacia y no
principalmente en una (falsa) donación de Constantino saben remontarse al origen de las cosas. Nuestro Señor
(¡ siempre el mismo!), querían hacer del emperador el ins- Jesucristo hijo de Dios, verdadero hombre y verdadero
trumento, el brazo secular del papa.
«El soberano Pontífice es la cabeza de la Iglesia. El rey 1. Precisemos que esta teoría de las dos espadas se apoya en una inter-
no es más que la diestra», proclama Inocencio III a prin- pretación bastante vana de Le. 22, 35-38, en que Jesús, durante la noche ante-
rior a su prendimiento, manifiesta la hostilidad universal que van a encontrar
cipios del siglo XIII. Ya Inocencio II había hecho pintar un sus discípulos, diciendo: «Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente
fresco representando a Lotario de Supplimbourg, de ro- la alforja, y el que no la tenga venda su manto y compre una espada.» No
dillas ante él, con esta leyenda: «El rey llega a las puertas; habiéndole entendido los apóstoles, contestaron: «Señor, aquí hay dos espa-
das.» Jesús no cree oportuno insistir y dice: «Es bastante.»
jura primero respetar los privilegios de Roma, después es Cuesta entender que esta perífrasis se haya podido prestar a confusión,
hecho el hombre del papa y recibe la corona que le da teniendo en cuenta el mandamiento expreso de rio violencia de Jesús, que
hemos citado en nuestro análisis de la política evangélica, y principalmente
el papa.» en Maleo 26, 52: «Los que toman la espada, a espada morirán.»

100 101
Dios, verdadero rey y verdadero sacerdote, según el orden tendremos la explicación de lo que hoy nos parece lo más
de Melquisedec... constituyó en beneficio de la Santa Sede repugnante de esta edad media tan admirable por otros
una monarquía no solamente pontifical, sino también real; conceptos: las Cruzadas y la Inquisición... Unos diez siglos
dio al bienaventurado Pedro y a sus sucesores las riendas después de Cristo, sus discípulos torturan y matan, hacen
del Imperio celeste y terrestre, como indica la pluralidad de torturar y matar para... ¡hacer avanzar el Reino de Dios!
llaves. Vicario de Cristo (el papa), recibió el poder de ejer- Los cristianos, clérigos y laicos, responsables de las
cer su jurisdicción, por una, sobre la tierra para las cosas Cruzadas para liberar el Santo Sepulcro, habían olvidado
temporales; y por otra, en el cielo para las cosas espiri- la advertencia de los ángeles a las santas mujeres: «¿Por
tuales.» qué buscáis entre los muertos a Aquel que está vivo? No
Tal como ha recordado el padre Chenu en el prefacio está aquí, ha resucitado» (Le. 24, 5). ¡ Cristo estaba verda-
de este libro, Bonifacio VIII enunció, de manera muy poco deramente muerto a sus ojos! Es bien verdad que, para
simpática, una verdad permanente, a saber, que todo acto llegar allí, es necesario haber olvidado los textos políticos
político cae bajo la luz de la fe y bajo la empresa de la del Evangelio. Efectivamente estamos bien lejos, estamos
gracia, pero los considerandos sacados de una elaboración en el extremo opuesto. Se sigue la lógica diabólica del es-
teológica deficiente dan a este escrito, como a la bula de píritu del mundo: ya que el papa es jefe supremo tempo-
Inocencio IV, el aspecto de un manifiesto completamente ral, ¿por qué no ha de hacer la guerra por fines a la vez
extraño a la doctrina política y al comportamiento del temporales y espirituales?
Señor Jesús. Carlomagno había concebido sus conquistas como em-
presas religiosas; pero él era soberano temporal. Ahora es
la voz del Vicario de Cristo la que incita a operaciones mi-
Las Cruzadas y la Inquisición litares y promete gracias especiales a los que las realicen,
tal como ya había hecho Mahoma. La guerra parece a los
No es únicamente el juridismo (el de los canonistas cristianos una manera legítima de hacer avanzar el reino
curiales y el de los legalistas cesarianos) lo que pesó en la de Dios. El combatiente de España, igual que el de Pales-
edad media. En la época carolingia, parece ser que la ins- tina, se beneficia de la remisión de sus pecados, y la expe-
piración de la política se buscaba más en el Antiguo Tes- dición, que en 1145-1146 se ha calificado de segunda Cru-
tamento (las guerras santas de Israel) que en el Nuevo. zada, toma el carácter de una ofensiva general de la
Juntemos a esto la ignorancia, muy excusable, de la cristiandad contra los musulmanes de Siria y España y
geografía y la etnología (se cree que ya se ha evangelizado contra los esclavos paganos. ¡Está cercana la hora en que
todo el universo), de la psicología de profundidades (no la Iglesia, amenazada en sus intereses temporales, va a
puede creerse que un hereje lo sea de buena fe >), una promover cruzadas para salvaguardarlos! l
filosofía más atenta a las esencias que a las personas, y La Cruzada ha podido parecer una página gloriosa de la
historia de la cristiandad occidental; las canciones de gesta
y los romances religiosos del siglo xix han podido exaltar
1. Ninguno de los herejes que fueron llevados ante la Inquisición había
sido educado desde su infancia en la herejía. Todos habían pertenecido pri-
mero a la Iglesia y únicamente la habían abandonado por propia voluntad, por
una decisión personal. No podían pensar que lo habían hecho con un corazón 1. La Chrétienié, sa grandeur et sa ruine, por BERNVRD GUILLEMIN, Edit.
sincero, sin tener conciencia de despreciar la autoridad de Dios. Fayard, colee. «Je sais-Je crois», ps. 58-59.

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esta santa epopeya; nosotros medimos mejor actualmente Sea como sea, las tentativas de los apologistas católicos,
los terribles equívocos, a pesar de reconocer que es testi- de cara a justificar las Cruzadas o la Inquisición, son, en
monio de un sincero esfuerzo para subordinar toda acti- cierto sentido, más penosas que los mismos errores.
vidad de una sociedad a un designio religioso detentado En cuanto a nosotros, no queremos intentar un proceso
por la Iglesia; lamentamos también que, lejos de acercar al pasado de una Iglesia que mostraría así una faz de acu-
a griegos y latinos, haya exacerbado sus diferencias, re- sado, como si el Evangelio hubiera estado ausente de su
tardando y haciendo más difícil la unidad de los cristianos. vida después de Constantino. Señalamos únicamente los
Cierto, los hombres han podido santificarse en y por errores objetivos situados generalmente a nivel de las es-
la Cruzada, incluso en y por la Inquisición... Pero esto tructuras y las mentalidades que se crean en el juego de
todavía nos parece más extraño a la conciencia evangélica. la Historia más que al de los sentimientos y las intenciones.
Ha sido el fruto amargo de las graves confusiones que mar- Decir esto no es excusar, pues las estructuras y las men-
caron toda la edad media y que se prolongaron más allá: talidades forman parte de nuestras responsabilidades y
«Los teólogos enseñaban que el papa tenía el deber de repercuten de nuevo sobre nuestras intenciones y senti-
ejercer una supervisión sobre el uso que hacían los reyes mientos : así la situación teocrática comporta congénita-
del poder temporal y de requerir sus servicios cuando mente, según parece, graves peligros de desviación y su
estaba en juego el interés de las almas. Por su parte los ejercicio pone en juego los sentimientos y las intenciones.
legisladores, que reivindicaban para los reyes una completa Sin embargo, muchas veces, la intención de los responsa-
autonomía in temporalibus, afirmaban que el poder tempo- bles era recta: se quería sinceramente el bien de los hom-
ral estaba destinado muy especialmente ad exaltationem bres, el reino de Cristo, el triunfo de la bondad y de la,
et defensionem fidei (a la exaltación y defensa de la fe). justicia, etc.
¿Cómo no habían de ponerse de acuerdo las autoridades Si había también pecado propiamente dicho en el com-
civiles y religiosas para combatir la herejía?» 1 portamiento de algunos hombres de la Iglesia en todos los
grados de la jerarquía, nuestra fe nos impide suponerlo.
Karl Rhaner ha escrito J : «No hay ningún dogma que diga
1. A propósito de la libertad religiosa, hay el trabajo de G. COURTADE, S.J.,
en Cahiers d'Action religieuse et sociale, n.° 413, 1-15 de julio 1965. Reflexio- que la asistencia del Espíritu Santo, asegurada siempre a
nando el autor sobre la próxima declaración del Concilio (varias veces aplazada la Iglesia, limite a su vida estrictamente privada la peca-
ya), se pregunta si esta toma de postura es conciliable con la postura de la
Iglesia respecto a los herejes en la antigüedad y durante la edad media, y res- bilidad de los hombres encargados de la dirección de la
ponde muy exactamente: «La edad media tenía una concepción sacral de la Iglesia, impidiendo que esta pecabilidad se ejerza sobre
sociedad civil. Se vivía en régimen de cristiandad. La profesión de fe católica
entraba en la definición de ciudadano. La Iglesia y el Estado, la sociedad civil los acontecimientos que hay que llamar claramente acción
y la religiosa se compenetraban: no formaban dos sociedades distintas, sino de la Iglesia.»
una única sociedad, mezclando lo espiritual y lo temporal. En estas condicio-
nes, la herejía no se miraba únicamente desde el punto de vista religioso, como Otro teólogo jesuíta de Alemania, Jungmann, nos hace
una apostasía, sino al mismo tiempo como u n crimen contra la sociedad. La oportunamente la misma advertencia. «La Iglesia es cier-
herejía minaba las bases de esta sociedad; rompía la cohesión: hoy diríamos
que deshacía el contrato social. Hasta tal punto, que los reyes y príncipes tamente la «columna y el fundamento de la verdad» (1 Tim.
fueron muy a menudo más encarnizados para conseguir extirparla que los
mismos papas y obispos. Reprochaban al Sumo Pontífice no tomar medidas
contra el bien público tal como se entendía entonces, amenazaba la seguridad
suficientemente enérgicas. Los herejes reconocidos como obstinados por la In-
quisición eran condenados a muerte por los tribunales civiles, no únicamente del Estado tal como existía en la época, y tal como debía existir según la
por ser herejes, sino por el hecho de que la herejía atentaba gravemente opinión general.» (Id., p . 419.)
1. Die Kirche der Sünder. Stimmen der Zeit, 140, 1947, p . 170.

104 105
3, 15), pues es una parte esencial del poder que le ha sido
dado. Esto no excluye, sin embargo, que puedan manifes- saber si, y en qué medida, su comportamiento queda excu-
tarse deficiencias en el anuncio de esta verdad. Aunque sado o al menos explicado, sino determinar las exigencias
santa, la Iglesia no es menos vulnerable a los fallos huma- políticas ideales del cristiano y los errores objetivos en
nos. No podría decirse que necesita reformas, recogimiento relación a ellas. No hemos esbozado un análisis del pasado
y renovación, si la insuficiencia de sus miembros no se ma- sino para intentar dilucidar las causas y modalidades de
nifestase de tanto en tanto en los aspectos secundarios. evolución y desviación de la práctica, y ver así más clara-
Hay que mantener siempre que esta insuficiencia puede mente lo que conviene pensar y hacer hoy.
provenir de la mediocridad de los jefes igual que de la de En nuestra época del Vaticano II, ¿es necesario excu-
los más humildes, de su falta de espíritu abierto, de su sarse si uno dice que no todo ha sido hecho de la mejor
pusilanimidad, de una adaptación desmedida o demasiado manera para la Iglesia, y si se sostiene que no es ilícito ni
débil a las exigencias de la época; resumiendo: de las acti- mucho menos sacrilego analizar las razones de nuestras
tudes que dependen de las limitaciones de los talentos hu- infidelidades pasadas, siendo así que se hace con un inte-
manos y que entrañan quizás alguna culpabilidad. Hay que rés constructivo?
estar atentos siempre a estas deficiencias, siendo así que
las faltas culpables, incluso en la dirección de la Iglesia,
no son de ninguna manera inconcebibles. La Historia
El evangelismo medieval
muestra bastante a menudo que, en aspectos pequeños o
más amplios, la dirección, la tolerancia o la legislación se
revelaron de hecho, tarde o temprano, poco apropiadas o Afortunadamente la obra política de la Iglesia medie-
erróneas.» 1 El mismo teólogo añade: «La Iglesia es un val no se limita a estos dolorosos errores.
campo lleno de cizaña, y no solamente en sus fieles. Tam- En esta misma época permanece e incluso se desarrolla
bién en el gobierno pastoral, el Espíritu de Dios no es el lo que hemos llamado asistencia a la humanidad, efecto
único que actúa eficazmente; la mediocridad, la falibilidad de la acción secundaria de la Iglesia, de su función de
y la debilidad humanas se dejan sentir.» 2 suplencia, como consecuencia de diversos puntos doctrina-
les. Así, la promoción de la mujer, iniciada desde los pri-
En descargo de los hombres de Iglesia del pasado, di- meros siglos de la Iglesia, se intensifica gracias sobre todo
gamos (y acordándonos que sólo Dios escruta las entrañas a una espiritualización del amor; en algunas regiones, Ale-
y los corazones y mide la culpabilidad de cada uno) que mania e Inglaterra por ejemplo, se multiplicó por siete el
las tomas de conciencia son progresivas y que el problema número de conventos en tres siglos (del décimo al décimo-
de la política cristiana se ha planteado a los cristianos en tercero). Promoción, relativamente importante también, de
términos histórico-sociológicos variados. Nuestro fin no es las gentes sencillas, villanos, rústicos, sobre los que se in-
clina la Iglesia y a los que abre las puertas de sus monas-
1. L'Anonce de la foi, Edit. Salvator, 1965, p . 28-29.
2. Id., ps. 98-99. El autor añade en una nota: «Ante la tendencia que se terios; es la institución de los conversos.
manifiesta algunas veces de no ver en la Iglesia más que lo divino y no admitir La tregua de Dios, la sacralización de la caballería, in-
las faltas sino en la esfera privada de sus representantes, se ha hablado tam-
bién aquí de desviaciones monofisitas, según las cuales se quisiera ignorar el tentaron contener y limitar la violencia guerrera; muchas
elemento humano, igual que se hacía en la persona de Cristo.» (Y. CONGAR, Le instituciones, ingeniosas y eficaces, respondieron a las ne-
Christ, Marie et VEglise, París, 1952, p . 76 y siguientes.)
cesidades de orden hospitalario y cultural. Las artes, las
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ciencias, las letras, adquirieron en la edad media una gran- fundar su orden, a los legados pontificios que misionaban
deza que, todavía hoy día, nos asombra. a los albigenses, que abandonasen su porte señorial escan-
La edad de las catedrales fue también la de las Sumas. daloso a los ojos de los cataros, y no predicó él también
La búsqueda de las incidencias políticas del Evangelio no con el ejemplo? Fundó sus conventos en la pobreza más
está ausente en estas construcciones filosóficas y teológi- estricta, excepción hecha de los libros, pero éstos eran ne-
cas. Al lado de las turiferarios del absolutismo imperial o cesarios para seguir las herejías en el terreno de las dispu-
pontifical, los doctores elaboran un pensamiento más ma- tas filosóficas y teológicas.
tizado. Habría que mirar más detenidamente, por ejemplo, Todo esto se sabe y se dice. Pero lo que ya se dice me-
el De regimene principum de santo Tomás. Hay también nos, fuera de los ambientes especializados, es que haciendo
precursores, originales o geniales, como Juan de París, teó- esto la Iglesia correspondía al despertar de las libertades
rico en plena edad media de la separación entre Iglesia y comunales en reacción contra el feudalismo de los señores
Estado. Pero este estudio -sobrepasaría el marco de nues- laicos y clérigos, despertar que sostenía favoreciendo la
tra rápida excursión histórica. 1 postura de las clases medias contra las dirigentes.
Pero, para honor suyo, la edad media ha conocido sobre Por otra parte, habiendo roto con las estructuras teo-
todo algunas bellísimas realizaciones de política evangéli- cráticas, estos nuevos discípulos de Cristo encuentran con
ca. Ante una Iglesia poderosa, feudal, en algunas ocasiones plena naturalidad el verdadero sentido del internacionalis-
opresora de los pobres, los valdenses predicaron de pala- mo de la predicación evangélica, lanzando en todas las
bra y con el ejemplo un retorno al Evangelio, pero en un regiones, desde Escandinavia al país de los tártaros y a
evidente antievangelismo por rechazar al final toda encar- Marruecos, misiones en que, por primera vez después de
nación política. Sin salir de la Iglesia, había hombres que Carlomagno, la evangelización no está subordinada a la
tomaban conciencia de la necesidad de una renovación conquista por las armas.
evangélica; entre ellos destacan Francisco de Asís y Do-
mingo de Osma. Pobreza integral y espectacular que, a
través de los estigmas del crucificado, hizo llegar a Fran- Del siglo XV al XVIII: una herencia pesada
cisco a la «perfecta alegría» prometida por el Señor a los
perseguidos. Esta alegría es el bien común de una tierra En la inextricable complejidad de esta edad media que
rescatada en que el hombre ya no es lobo para el hombre mezcla luz y tinieblas, la herencia más nociva que legó a
y en la que cantan, en una sencilla melodía nuevamente los tiempos modernos es sin duda el olvido de esta indife-
encontrada, los seres animados e inanimados de toda la rencia soberana que Jesús profesó respecto al aspecto «for-
creación. mal» del poder político.
Pobreza vigorosamente experimentada también por Mientras la Iglesia debe llevar a la salvación sobrenatu-
santo Domingo. ¿No recomendó él mismo, antes de ral a los hombres de todas las razas y culturas, ella se liga-
ba a una civilización particular. Regalistas y papistas bus-
1. Convendría señalar también la auténtica inspiración evangelios que sos-
caban obstinadamente realizar una simbiosis de la Iglesia y
tiene explícitamente el pensamiento y la acción políticas de santa Catalina de el Estado. Si se oponían en cuanto al polo unificador de
Siena. Cf. sus cartas, especialmente la que escribió al cardenal que había ese Todo, estaban de acuerdo en el fondo. Pero, como con-
tomado al asalto una ciudad al frente de los ejércitos pontificios; en ella habla
de «lobos rabiosos» y de «demonios encarnados». secuencia, este quid pro quo entrañó demasiado a menudo

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una desencarnación política real de los cristianos en los Nacionalismo, sangre, dinero, 1 poder: consecuencia del
terrenos en que el Evangelio había sembrado granos tan abandono de la doctrina política del Evangelio. Y esto en
fecundos. los dos campos. En la España de Carlos V, la Inquisición,
La Pragmática Sanción, en 1483, atribuye al rey de de teocrática, se ha hecho cesaropapista igual que todas
Francia el nombramiento de obispos, cosa que el Concor- las empresas del emperador. Sixto V lo sabía muy bien
dato de Bolonia acabará finalmente por conceder en el cuando escribió a su nuncio "en Francia: «La conservación
siguiente siglo; tendremos así, hasta la Revolución france- de la religión católica, que es la misión principal del papa,
sa, una línea de obispos «galicanos», de los que Bossuet no es para su Majestad más que un pretexto. Pues su fin
será el más ilustre representante, mientras que los grandes principal es la seguridad y expansión de sus Estados.»
monasterios, antes centras de cultura y santidad, serán La decoración del drama había sido sólidamente cons-
abandonados a superiores no residentes, mundanos y a tituida; era bien claro que cujus regio, ejus teligió, que la
menudo poco edificantes, «abades de corte», responsables religión era un asunto del príncipe. No se considera falta
de una deplorable decadencia monástica: es una de las el batirse o matarse. Todas las guerras de la época, incluso
taras de la Iglesia galicana. las guerras internacionales, encontraron en la religión cris-
Lutero excitará el nacionalismo alemán y llegará a de- tiana su causa, o su ocasión, o su pretexto. Esta traición a
cir: «No podemos negar al príncipe el título de sacerdote' la política evangélica es un escándalo para siempre. ¿Qué
y obispo, ni el privilegio de considerar su carga como una se ha hecho del mandamiento del Amor?
función espiritual, cristiana y útil a toda la comunidad...» La paz se hace de labios afuera, el gusano queda en la
Teorema que uno de sus discípulos, Capito, precisará en fruta; asistiremos hasta a revoluciones por el juego falso
estos términos: «El príncipe es un pastor, un padre, el y decepcionante de las rivalidades entre los restos de las
jefe visible de la Iglesia en la tierra. Cristo dio a los prín- pretensiones teocráticas de los papas y las de los diversos
cipes piadosos el don de gobernar confiriéndoles la pru- cesaropapismos, igual que entre estos mismos cesaropapis-
dencia para hacerlo piadosamente. Por esta razón ha que- mos, tanto en los príncipes reformados como en los prín-
rido que cada uno fuera jefe de cada una de sus Iglesias en cipes católicos.
el mundo.» Teorema que condujo a Lutero, como a todos
sus predecesores y sucesores cristianos, romanos o no ro-
manos, a traicionar igualmente el Evangelio a nivel de la
política real (finalmente a nivel espiritual) y a escribir, por
ejemplo, a los príncipes alemanes después de la sangrienta
represión de la revuelta de los campesinos hecha en nom-
bre del Evangelio: «Queridos Señores, libradnos, socorred-
1. ¡Dinero! Por una parte la protesta luterana fue ocasionada por el descon-
nos..., acuchillad, degollad mientras podáis... Un anarquis- tento despertado en Alemania por los medios (comprendido el de las Indul-
ta no merece que se le den razones, pues no las acepta. ¡ Es gencias) que usaba el papado para proporcionarse recursos; encontramos así,
con el puño como hay que contestar a estas gentes!... El unida a los orígenes del protestantismo, la maldición evangélica del dinero.
Por otra parte, los reformados, abandonando la condena del préstamo con
asno quiere que lo apaleen y el pueblo quiere ser gobernado interés de los teólogos de la edad media, aceptaron e incluso, según algunos
por la fuerza. ¡Dios lo sabe bien, pues no ha dado a los historiadores, favorecieron el éxito del capitalismo moderno, al que los teólo-
gos católicos acabaron por acomodarse a la perfección. (Cf. GSTHERON. L'Usure
gobernantes un rabo de zorro, sino un sable!» devorante, Edit. Ouvriéres, París.)

110 111
IV. bossuet, victima de su siglo

Antes de abordar el capítulo de las revoluciones, pode-


mos pararnos a considerar con más atención un monu-
mento de la mentalidad católica «del antiguo régimen»: el
tratado de Bossuet, cuyo título e intención son muy próxi-
mos al nuestro: la Política extraída de las propias palabras
de la Santa Escritura.
Aunque contaminado por las confusiones ambientales,
este escrito vale más que su época. Los signos de cesaropa-
pismo y teocracia están en verdad muy remarcados, prin-
cipalmente cuando el Águila de Meaux defiende la monar-
quía de derecho divino y, olvidando el estatuto aparte,
desde el punto de vista teologal, del pueblo judío, quiere
calcar su Política en la conducta del pueblo de Israel, pro-
totipo, piensa, de los otros pueblos; por otra parte, la obra
padece un desequilibrio antiguo-testamentario; es de se-
ñalar que Bossuet utilice casi exclusivamente las escrituras
del Antiguo Testamento, y ha debido tomar conciencia él
mismo, ya que la 12.a proposición del libro décimo, es de-
cir, la última página de este grueso volumen, se titula: «Re-
flexión particular sobre ei estado del cristianismo»; que-
riendo componer sin duda un tratado de política lo más
completo posible para el Delfín, incomodó a Bossuet el
pequeño número de textos políticos evangélicas; pero esto
mismo le hubiera debido servir de indicación de que los
verdaderos valores políticos del Evangelio había que bus-

113
8
carlos en otra parte. A pesar de todo, y gracias tanto a su todo, es decir, dar las decisiones a todos los Estados, y
conocimiento de la Escritura como a un cierto sentido con mayor razón a aquel del que todos dependen.
evangélico que le atormentaba secretamente, Bossuet con- »Es, Monseñor, el mayor de todos los objetivos que se
servó algunas intuiciones profundamente evangélicas, pueden proponer a los hombres, y ellos nunca estarán de-
asombrosas para su tiempo. Pero el buen grano está cu- masiado atentos a las reglas según las cuales serán juzga-
riosamente mezclado con la cizaña. dos por una sentencia eterna e irrevocable. Aquellos que
En el preámbulo a monseñor el Delfín son sensibles las creen que la piedad es un debilitamiento de la política
dos tendencias: empieza mal en la más bella de las confu- serán confundidos, y lo que vos veréis es verdaderamente
siones teocráticas y el desconocimiento del destino privile- divino.»1
giado de Israel: «Dios es el Rey de reyes: a él le pertenece Efectivamente, el libro primero: Principios de la socie-
instruirlos y dirigirlos como ministros suyos. Escuchad, dad entre los hombres, manifiesta un sentido agudo y raro
pues, Monseñor, las lecciones que os da en su Escritura... de la política evangélica real; el artículo primero demues-
Veréis el gobierno de un pueblo del que el mismo Dios ha tra que «el hombre está hecho para vivir en sociedad», y
sido el legislador. no lo demuestra con razones filosóficas, sino más bien por
«Todo lo que Lacedemonia, todo lo que Atenas, todo lo la Escritura, y lo que es más, por una vez, con el Evange-
que Roma, para remontarnos a la fuente, todo lo que Egip- lio; la 1.a proposición recuerda el principio de «primero
to y los Estados más civilizados han tenido de más sabio, el Reino de Dios» («Los hombres no tienen más que un
no es nada en comparación con la sabiduría que hay en la mismo fin y un mismo objeto que es Dios»); la 2. a : «El
ley de Dios, de la que las otras leyes han sacado lo mejor amor de Dios obliga a los hombres a amarse los unos a
que tienen. los otros», se fundamenta en Me. 12, 29-31; Mt. 22, 40; la
3.a, en Mt. 23, 8-9, para afirmar: «Todos los hombres son
»No ha habido jamás una mejor constitución de Estado hermanos»; la 4.a se apoya en la parábola del buen sama-
que aquella en la que veréis al pueblo de Dios.» ritano: «Ningún hombre es extraño a otro hombre»; la 5.a
Pero el fin de este preámbulo es mejor; puede y debe precisa: «Cada hombre debe preocuparse por los otros
entenderse en el sentido de una encarnación real de los hombres», etc. Puede verse que Bossuet ha captado bien
principios políticos de Cristo: «Jesucristo nos enseñará, algunos puntos claves de la encarnación política profunda
por él mismo y por sus apóstoles, lo que hace a los Estados del Evangelio.
felices: su Evangelio hace a los hombres tan cercanos a ser Y, después de haber evocado en los artículos 2 a 4 el
buenos ciudadanas en la tierra, que les enseña así a hacer- nacimiento y la división de la sociedad, el quinto artículo
se dignos de ser ciudadanos del cielo. del mismo libro enuncia, en su única proposición: «La
«Dios, por quien reinan los reyes, no olvida nada para repartición de bienes entre los hombres y la división de
enseñarles a hacerlo bien. Los ministros de los príncipes los hombres en pueblos y naciones no debe alterar en nada
y los que bajo su autoridad tienen parte en el gobierno la sociedad general del género humano», demostrando
de los Estados y en la administración de la justicia, encon- que Bossuet ha comprendido bien el peligro antievangé-
trarán en su palabra las lecciones que sólo Dios puede lico de la propiedad y de las nacionalidades.
darles. Es una parte de la moral cristiana el formar la
1. Edtt. Guülaume et Berche, 1. V I H , ps. 338-339. Toda la política se en-
magistratura por sus leyes: Dios ha querido decidirlo cuentra en las páginas 338 a 480. No facilitaremos más la paginación.

114 115
Pero a partir del libro segundo, y prácticamente hasta líos a los que el príncipe debe cuidar más son los débiles...
el final, todo se echa a perder (libro 10). Es precisamente el verdadero carácter del príncipe es el de proveer las
a partir del momento en que el obispo de Meaux trata de necesidades del pueblo, como el del tirano es de no cuidar
la monarquía, aportando así involuntariamente una prueba más que de sí mismo... un buen príncipe ahorra la sangre
más a nuestra afirmación: apartándose de la postura evan- humana y detesta las acciones sanguinarias... el gobierno
gélica sobre la política «formal», se aparta de lo que el debe ser dulce, etc.»
Evangelio aporta de original en la política «real». En efec- Pero los libros cuarto y siguientes vuelven a la más
to, el segundo libro, al abordar la autoridad, afirma «que inadmisible confusión; retengamos especialmente: «la au-
la real y hereditaria es la más propia para el gobierno»; toridad real es absoluta» {libro 6, artículo 1.°). «El príncipe
uno se pregunta a qué versículo del Evangelio fue Bossuet debe emplear su autoridad para destruir en su Estado las
a buscar esta afirmación. No al Evangelio, nos dirá, sino falsas religiones» y «Puede emplearse el rigor contra los
al Antiguo Testamento, pues el 3er. libro, «en que empieza observantes de falsas religiones, pero es preferible la dul-
a explicar la naturaleza y propiedades de la autoridad zura» (libro 7°, 9.a y 10.a proposiciones). El libro 8.°, con-
real», usa constantemente el paralelismo con Israel para sagrado a la justicia, reafirma, en su artículo 2.°, una pro-
establecer principalmente que «la autoridad real es sagra- posición, la tercera, particularmente significativa: «La
da», que «Dios pone a los reyes como ministros suyos y propiedad de los bienes es legítima e inviolable. Hemos
por medio de ellos reina sobre el pueblo», que «la persona visto la distribución de tierras bajo Josué, según las órde-
de los reyes es sagrada», que «se debe obedecer al prín- nes de Moisés (Josué, 13; 14 y siguientes), esta es la manera
cipe por principio de religión y de conciencia», etc. de hacerlas cultivar: y la experiencia hace ver que no sólo
Por el contrario, ya hemos hecho valorar el sofisma re- lo que está en común, sino lo que está sin propiedad legíti-
sultante de olvidar el destino sagrado de Israel; tampoco ma e inconmutable, es olvidado y abandonado. Por esta
ha de extrañarnos ver salir lo mejor y lo peor en la argu- razón no está permitido violar este orden...»
mentación del Águila de Meaux; acabamos de citar las Así, pues, para fundamentar religiosamente la propie-
tesis cesaropapistas (artículo 2° del libro 3.°); en el si- dad, Bossuet se ve reducido a invocar el libro de Josué; e
guiente (artículo 3.°), usando siempre indebidamente los incluso la experiencia, cosa que destroza el principio de su
textos antiguotestamentarios, 1 llegará a escribir mejores Política sacada de la Escritura Santa.
«proposiciones» cuando se encuentre en el terreno sólido Los dos últimos libros (9.° y 10.°) están igualmente llenos
que no ha cambiado del Antiguo al Nuevo Testamento, por de contraverdades evangélicas. El noveno libro, que trata
ejemplo: «La autoridad real es paternal, y su carácter de los «socorros de la realeza», no se esconde de hacer la
propio es la bondad... la bondad es una cualidad real... el teoría de la guerra justa; después de haber eliminado (ar-
príncipe no ha nacido para él mismo, sino para el público... tículo 2.°) los «motivos injustos de la guerra», da a la gue-
el príncipe debe proveer las necesidades del pueblo... es- rra la caución divina, siempre en nombre de Israel: «Dios
tad entre ellos como uno de ellos... cuidadlos y descansad forma a los príncipes guerreros... Dios da a los israelitas
después de haberlo solucionado todo... en el pueblo, aque- un mandamiento expreso de hacer la guerra» (artículo 1.°,
1.a y 2.a proposiciones) y regula con el mismo espíritu el
1. Por ejemplo: «El Señor dijo a David: Tú apacentarás a mi pueblo problema de la objeción de conciencia. «Se procedía al cas-
Israel... No es, pues, únicamente Homero el que llama pastores de los pueblos tigo por las armas de los que no iban al ejército, siendo
a los príncipes, es el Espíritu Santo.»

116 117
condenados por un tribunal público», citando así el ejem- para dejarlo todo realmente y seguir pobres al rey de los
plo de Gedeón (Jue. 8, 56 ss) (artículo 3.°, 3.a proposición, pobres! Dejémoslo todo al menos en espíritu; y en lugar
3er. ejemplo). de gloriarnos de las riquezas que nos rodean, avergoncé-
Los «socorros» de la realeza continúan en el décimo y monos de estar adornados donde Jesucristo está desnudo
último libro con las riquezas, las finanzas; y desde la 1.a y abandonado» (16 semana, 6.a elevación).
proposición del artículo 1.° puede uno fijarse en el espíritu ¿Quién lo hubiera pensado? Bossuet es un hombre tor-
evangélico de la tesis: «Hay gastos de necesidad; los hay turado, acosado, y es el Evangelio el que le crea esta
de esplendor 3' de dignidad», y he aquí a san Pablo (1. a tensión.
Cor. 9, 7) llamado en su ayuda con un contrasentido paten- Así el Tratado de la usura1 está totalmente conforme
te: «¿Quién hace la guerra a su costa? ¿Qué soldado no con el imperativo evangélico que se refiere al préstamo y
recibe su paga?» a los donativos; sobre este punto realiza un análisis su-
cinto :
Después de estos acomodamientos, la obra puede con-
cluir con... ¡la bienaventuranza de los pobres, a condición
1.a proposición: «En la antigua ley, la usura estaba prohi-
de hacerla pasar por el tratamiento de la exégesis espi-
bida de hermano a hermano, es decir, de
ritual !
israelita a israelita...»
Nos hemos extendido un poco en esta célebre obra de
Bossuet para mostrar cómo algunas percepciones esporá- 2.a proposición: «El espíritu de la ley es prohibir la usura
dicas bastante justas pueden ser pisoteadas por la confu- como si tuviera en sí misma algo de ini-
sión cesaropapista que canoniza un régimen particular cuo.»
creyéndolo de origen divino.
Y sin embargo, el Águila de Meaux, ¿no valía más que 3.a proposición: «Los cristianos siempre han creído que
esto? Su Política está doblemente presionada: por su des- esta ley contra la usura era obligatoria
tinatario, el Delfín; por las ideas recibidas de su tiempo. bajo la ley evangélica.»
Pero ¿no poseía un cierto sentido evangélico? Ya hemos
visto las señales esporádicas; hay otras más en el resto 4.a proposición: «No solamente subsiste todavía la prohi-
de su obra. bición de la usura hecha en la antigua ley,
En el fondo, la explicación de sus fluctuaciones no está sino que ha tenido que ser perfeccionada
—como a veces uno tiene la impresión— en que Bossuet no con la nueva ley, según el espíritu eterno
se atreva a llegar hasta el fondo de sus intuiciones y razo- de los preceptos evangélicos.»
namientos. Meditando ante el pesebre comprende que el
mundo y sus riquezas están condenados: «¡ Ah, si pudiéra- 5.a proposición: «La doctrina que dice que la usura, según
mos dejarlo todo!» la noción que se ha dado, está prohibida
«No penséis (cristianos) acercaros a este trono de po- en la nueva ley a todos los hombres y con
breza con el amor a las riquezas y honores. Desengañaos, todos los hombres, es de fe.»
desilusionaos, despojaos, al menos en espíritu, vosotros
que venís al pesebre del Salvador. ¡No tenemos el valor 1. Edit. Guillaume et Berche, t. X, ps. 438-451.

118 119
6.a proposición: «La opinión contraria carece de funda-
mento.» V. (as revoluciones, ocasiones
7.a proposición: «La ley de Dios que prohibe la usura, de un retorno caótico al evangelio
prohibe al mismo tiempo todo lo que es
equivalente.»

8.a proposición: «La policía eclesiástica y civil, para impe-


dir el efecto de la usura, no debe única-
mente prohibir lo que es rigurosamente
usura, sino también todo lo que conduce
a ella.»
La agonía del cesaropapismo

En julio de 1790, apenas un año después de la convoca-


ción de ios Estados generales y la toma de la Bastilla, cuan-
do aún duraba la euforia, un demopapismo galicano toma-
ba el relevo del cesaropapismo galicano: con buena fe, sin
pensarse ni quererse cismática, la mayoría de la Asamblea
nacional acababa de votar el decreto que se llamará segui-
damente Constitución civil del clero: los eclesiásticos de
todos los grados, en lugar de ser nombrados por el rey o
por sus superiores, serán elegidos por los ciudadanos de la
circunscripción interesada; ninguno de ellos tendrá que
solicitar la investidura espiritual del papa; los nuevos
obispos, consagrados después de su elección por otro obis-
po ya en funciones, deberán informar al papa únicamente
por cortesía.
No debería extrañarnos que los galicanos hubieran podi-
do imaginar o aceptar este régimen. A sus ojos, el poder,
en lugar de estar encarnado en el rey, está ahora en el
pueblo: es un problema civil y no religioso.
Sin embargo, más adelante, la Constitución civil del
clero se convierte en manzana de la discordia del catolicis-
mo francés y es una causa de la ruptura entre la República
y la Iglesia. Sería demasiado largo y delicado buscar aquí
el porqué. No todas las motivaciones fueron igualmente
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121
limpias. El clero debía entregar al Estado los «bienes de tolicismo social» 1 del siglo xx, conservarán t.nublen una
la Iglesia» y correr el riesgo de volver a la pobreza evangé- cierta nostalgia del Estado católico, la dem<» i.icin cristia-
lica de los orígenes, pero se manifestó también una oposi- na, mientras que los integristas conservarán el rcsniopa-
ción ideológica que duraría bastante tiempo. Efectivamen- pismo o la monarquía pontifical concebida al > Jilo (Ir Ino-
te, si muchos sacerdotes y obispos habían asimilado las cencio III o Bonifacio VIII.
nuevas instituciones y la filosofía política del momento, La encíclica Immortale Dei, dada en 1878 por I,con XIII,
había otros que continuaban pensando, como Bossuet, que cayó en el vacío. Sin embargo, al recordar que la sociedad
«la autoridad real es sagrada». 1 civil y la sociedad religiosa, encargadas la una tic lo tem-
Se dedican entonces a buscar y encontrar herejías en poral y la otra de lo espiritual, «son soberanas cada una
la Declaración de los derechos del hombre y del ciudada- en su campo», no hacía más que volver al Evangelio. Cuan-
no, que, sin embargo, había sido votada por los obispos do, en 1892, el mismo papa dirigió otra encíclica especial-
de la Asamblea. Pío VI, en el breve Quod aliquantulum, del mente a los católicos franceses para recordarles el indife-
7 de marzo de 1791, hablará de la «libertad desenfrenada» rentismo religioso en materia de régimen político y acon-
de los constituyentes. sejarles que se «unieran» con la República, que aceptasen
Durante casi todo el siglo xix la mayoría del clero fran- la constitución para mejorar la legislación, sus directivas
cés hará suya esta oposición a las ideas republicanas y fueron bastante mal acogidas tanto por los clericales como
comprometerá a la Iglesia en el largo y nefasto camino por los anticlericales: unos y otros no veían, despectiva-
de la «reacción», haciéndose así incapaz de captar no sólo mente, más que la habilidad y los cálculos de una diploma-
lo que había de justo, sino también lo que había de trans- cia oportunista, mientras que los católicos, si habían deja-
posición evangélica, en el plano civil, en las palabras liber- do ya de discutir por las opciones que tocaban a la política
tad, igualdad, fraternidad. «formal», hubieran podido trabajar más eficazmente para
poner en práctica el Evangelio en la política «real».
Durante mucho tiempo también conservará la nostalgia
En su descargo hay que decir que «los adversarios»
del «rey cristianísimo», del «Ungido del Señor»,2 que se
también continuaban razonando en términos de cesaropa-
identificará sucesivamente con Napoleón I, Carlos X, Na-
pismo. Es cosa sabida, aunque se ha dicho poco, que la
poleón III... o con el conde de Chambord. ¡Todavía a prin-
separación entre Iglesia y Estado se retardó durante mu-
cipios del siglo xx los religiosos pregonarían las profecías
cho tiempo porque algunos políticos, anticlericales, encon-
y «revelaciones» privadas anunciando la venida próxima
traban más cómodo gobernar al clero mediante el juego
del «gran papa» y del «gran rey»!
del nombramiento de obispos, y que los mismos extremis-
El «catolicismo liberal», salido de Lamennais, y el «ca-
tas, entre ellos Combes —que finalmente hicieron la sepa-
ración con la ley del 9 de diciembre de 1905—, alimentaban,
1. No hay que decir que la oposición de una parte del clero a la Consti- haciendo esto, el deseo confesado de constituir una especie
tución civil estaba basada también en razones doctrinales más funda- de cisma (la historia más reciente de los países comunistas
mentales, sobre todo después de haber hablado el papa. Hay que reconocer
igualmente que la Revolución se fue haciendo cada vez más anticristiana (pero nos ha dado después otros ejemplos del mismo estilo). De
esta evolución, ¿no era debida en gran parte a la abstención y después a la
resistencia de la jerarquía, ya que en sus inicios la revolución estaba animada 1. Excepción hecha, sin embargo, de algunos movimientos que actuaban en
por un pensamiento religioso que desgraciadamente se fue haciendo herético?) la política real sin preocuparse de problemas de régimen: León Harmel. lo»
2. ¡Así llamaba a Napoleón el «catecismo imperial»! Equipos Sociales, etc.

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esta manera, la separación, que debía haber sido acogida
con entusiasmo por lo-s cristianos como una posibilidad de vano persuadir a los saintsimonianos y al catolicismo ofi-
retorno al Evangelio, fue aceptada como un mal menor y cial que no se trata de fundar una nueva religión, sino de
a disgusto. reevangelizar la sociología y la política del cristianismo.
Defiende que la contribución positiva de la Iglesia en el
campo político se mide por su fidelidad al Evangelio y por
Algunos esfuerzos de pensamiento su encarnación a nivel de lo que hemos llamado la política
real: la igualdad de sexos, de clases, de razas, es una trans-
En el campo intelectual, las viejas confusiones subsis- posición evolutiva de la igualdad de los fieles ante el mis-
tieron todavía durante largo tiempo, incluso entre los más terio y los sacramentos; igualmente la unidad del género
revolucionarios. Aquí no podemos señalar más que algunos humano es un desbordamiento ad extra y signo de la uni-
jalones. dad del cuerpo místico.
Proudhon opone Revolución e Iglesia, no viendo en ésta Para Bouchez, todo lo bueno y constructivo que se ha
más que «favoritismo, arbitrariedad, entremetimiento ilí- hecho en el transcurso de la Historia se debe al fermento
cito del clero en los asuntos civiles, crecimiento ilegítimo evangélico: emancipación de los esclavos, de los campesi-
de la propiedad eclesiástica, peligro para las familias y el nos y los artesanos, promoción del tercer estado, confianza
trabajo libre»; en una palabra: «profunda inmoralidad». 1 comunitaria, etc.; todo lo malo se debe a infiltraciones
Saint-Simón, habiendo releído los evangelios, es más neopaganas: monarquía absoluta, cesarismo, etc. Y si final-
sensible —como se ve en el Nuevo Cristianismo (1825)— a mente la Revolución fue anticlerical y antirreligiosa, es por-
la opinión de que la ley del amor del Sermón de la Montaña que el clero insumiso y la nobleza eran anticristianas. Así
comporte consecuencias en el campo político. Desgracia- concluye El Taller del 1.° de septiembre de 1940, oponién-
damente, obsesionado por la edad media como los román- dose a Proudhon: «Si los laicistas quisieran hacer el esfuer-
ticos, y confundiendo él también encarnación política real zo de examinar sin prevenciones el movimiento de las
y encarnación política formal, quería volver a constituir ideas, verían hasta dónde llega la potencia que puede dar
un poder tan soberano como el del papado medieval, para el dogma cristiano, incluso a inteligencias tan poco culti-
establecer una sociedad sin clases como (según él) era la vadas como las nuestras. Reconocerían entonces que el
de la edad media, pero la Iglesia le decepcionó y quiso cristianismo y la Revolución son una misma y única cosa,
fundar una nueva. y que el único pecado de la Iglesia es no ser revolucio-
Buchez, su discípulo, fundador del periódico El Taller, naria.»
líder de los socialistas cristianos, convertido después de En el plano de la reflexión filosófica aplicado a la polí-
haber leído y releído el Nuevo Cristianismo? intentará en tica, un hombre que todavía vive, Jacques Maritain, tendrá
una influencia decisiva. Uno no puede olvidarse de lo que
1. De la justice dans la Révolution et dans l'Eglise. Nouveaux principes de hizo, por ejemplo, con un claro sentido evangélico, en el
philosophie politique, Garniel-, París, 1858, t. I p . 519. El autor dedicó irónica-
mente su obra al arzobispo de Besancon y a todo el clero de Francia. momento de la crisis de la Acción Francesa, contra la
2. Que le condujo al Evangelio, pero no a la práctica sacramental. Hasta la guerra de España, contra el nacismo. Y, después de Prima-
víspera de su muerte, acaecida en 1865, permanecería en el «umbral de esta cía de lo espiritual y Humanismo integral, su bibliografía
Iglesia de la que sólo era el portero», escribió su ejecutor testamentario Fe-
derico Ott. muestra que no ha dejado de preocuparse por los proble-
mas de política cristiana. Nacido en una familia republi-
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125
cana, simpatizante de la Acción Francesa por obediencia
religiosa (tuvo funestos consejeros, tales com el P. Clérissac
y Dom Delatte), se encontró vitalmente lanzado en el ab-
surdo de la confusión cesaropapista y en el mundo de la
política formal (de lo que le ha costado mucho desprender-
se; y que al hacerlo ha hecho salir a muchos otros, pro- tercera parte
porcionando un buen servicio a la Iglesia). Por otra parte,
su formación y su gusto por la especulación filosófica le
inclinan constantemente a reflexionar más sobre las nocio-
nes, las ideas, la herencia dejada por los metafísicos y los
moralistas, que a extraer inmediatamente las conclusiones
de la Palabra de Dios. Por esta razón, al lado de bellísimos
el momento actual
descubrimientos sobre el sentido evangélico de la libertad,
la educación y la justicia, por ejemplo, ha dedicado mucho
tiempo a superar el seudoproblema religioso de la demo-
cracia y a comprobar que, lejos de oponerse al cristianis-
mo, reafirma virtualmente importantes valores cristianos.
Por otra parte, al inventar la célebre distinción de la acción
del cristiano en la Ciudad en cristiano y en tanto que cris-
tiano, ha podido, contra sus intenciones, crear una coartada
peligrosa con la que se encubrirán los cristianos poco de-
seosos de encarnar los imperativos de Cristo en toda la
política. No hubiera sido necesario llevar esta distinción
hasta el punto de oponer a los cristianos sobre un mismo
problema político esencial, que sólo puede resolveree por
la obediencia pura y simple al mismo precepto de Cristo.
La «primacía de lo espiritual» se inclinaría hacia el «ange-
lismo» (justamente denunciado por la filosofía de Meudon)
si tranquilizase a los cristianos que todavía dudan ante el
compromiso político y a los sacerdotes que se refugian
en la comodidad de un neutralismo prudente.

126
signos de los tiempos

Con peligro de disgustar al jefe del Estado, los obispos


franceses adoptaron, en 1963, a propósito de una huelga de
mineros, posturas públicas que no estaban en consonancia
con las adoptadas por el Gobierno.
Con peligro de parecer que iban contra el poder esta-
blecido y contra las exigencias de la defensa nacional, los
cristianos, los sacerdotes, y finalmente la Asamblea de car-
denales y arzobispos de Francia, dijeron «no» a las torturas
y atrocidades perpetradas durante la triste guerra de Ar-
gelia. Algunos católicos nacionalistas intentaron, sin éxito,
presentar esta guerra como una cruzada contra el Islam y
contra el comunismo.
En el horizonte de las mentalidades cristianas empieza
y continúa vagamente a perfilarse el rechazar la guerra en
sí misma. 1 ¡Qué camino recorrido desde la Primera Gue-
rra mundial, e incluso solamente desde los combates de la
Liberación en la Segunda Guerra! En ambos casas los
cristianos se lanzaron al combate, reconciliándose con el
nacionalismo ambiental como para demostrar que su fe no
los hacía eunucos. Benedicto XV fue tratado, por los bue-
nos católicos, de «papa germanófilo», simplemente porque
desde 1915 incitaba a los beligerantes, en nombre de Dios,
a hacer la paz.
1. «Bellum est oranino interdicendum» —La guerra debe prohibirse abso-
lutamente—, escribió, en su Traite de Droit, hace ya más d e diez años, el
cardenal Ottaviaiu, poco suspecto de progresismo o modernismo.

129
9
En las causas de esta evolución hay que contar cierta- bios, de búsquedas, de testimonios, de acciones individuales
mente el cansancio, el escepticismo y el miedo, pero hay y colectivas, de las que hemos citado algunas y de las que
que reconocer también un cambio hacia el evangelismo. No Juan XXIII, bajo el impulso del Espíritu Santo, ha sabido
se trata únicamente de rechazarla. Se han hecho esfuerzos ser el receptor, el reunificador, el piloto.
positivos, costosos y perseverantes que no pueden negarse: Un deseo de desprendimiento del «mundo» (en el senti-
no contenta con promover, con el jemplo de su propia orga- do evangélico de todo lo que no es Jesús crucificado), y de
nización y con la animación de su palabra, la independen- compromiso o encarnación en el mundo (en el sentido de
cia de los pueblos pobres y antiguamente colonizados, se la naturaleza), es una característica de todos los movimien-
ha esforzado en suscitar un profundo movimiento de ayuda tos de pensamiento y de acción salidos del evangelismo mo-
fraterna a los pueblos subdesarrollados, y favorecer la derno: sacerdotes obreros, hermanitos de Jesús, teología
cooperación y unificación internacionales en la paz y la social del P. Chenu, de los jesuítas de la Acción Popular, del
justicia. equipo «Economía y Humanismo», etc. Encontramos así
Hay otros ejemplos en las mentes de todos: la vivienda, tensiones y resoluciones dialécticas típicas del Evangelio.
la miseria, la infancia, el racismo: por primera vez desde Por esta razón los apóstoles modernos y sus guías se en-
hacía siglos se ha oído hablar de amenazas de excomunión cuentran tanto en el Evangelio.
por razones diferentes a las que afectan la doctrina espe- Ha habido también el trueno de Francia, ¿país de mi-
culativa, los intereses de una Iglesia teocrática o de la sión?, en que el P. Godin redescubría la necesidad de llevar
reacción: en abril de 1962, en América, monseñor Rummel, simplemente el Evangelio a los países ya civilizados, tal
arzobispo de Nueva Orleáns, se oponía a los «católicos» como se hacía en los países de misión; pero la J.O.C. ya
partidarios de la segregación racial. Convendría evocar intentaba meter el Evangelio en plena vida obrera. Entre
también los sectores en que progresan las ideas políticas los adultos, los miembros de los diversos movimientos de
cristianas al margen del contexto eclesial: es bien cierto Acción Católica descubrían lentamente, mediante la revi-
que la abolición cada vez más generalizada de la pena de sión de vida, con choques y equivocaciones, la necesidad
muerte, la inclusión cada día más frecuente en los proce- de una fe desprendida y comprometida, espiritual y encar-
sos criminales de las nociones de irresponsabilidad o dis- nada, libre de todo compromiso y sometida en cada detalle
minución de la responsabilidad, conducen poco a poco a a los preceptos concretos de Cristo.
un retorno a la postura evangélica de «No juzguéis...» (a
condición siempre de no llegar a excusar los delitos en sí La renovación de los estudios bíblicos invitaba a tomar
mismos). directamente las Santas Escrituras como regia de vida y de
acción. El ecumenismo, además de favorecer una benefac-
Juan XXIII, con las encíclicas Matar et Magistra y tora osmosis, rompía los marcos de la religión de Estado.
Pacem in terris como por su conducta personal, ha sido Una parte del clero intentaba vivir más cerca del pueblo,
el signo más relevante de este cambio hacia el evangelis- rehusando ser una clase social más entre las otras clases.1
mo. Se ha hablado de un aggiornamento, es decir, de una
vuelta a las fuentes, un brotar nuevo del Evangelio entre ¿Cuál será el porvenir de estas tendencias puestas en
nosotros. Todo esto no habría sido posible, tal como dijo práctica en grupos que quizá son todavía una minoría nu-
el mismo buen papa, si no hubiera sido preparado, busca-
1. Ver en el apéndice algunas reflexiones con respecto a la «crisis de los
do, y de alguna manera postulado por una serie de cam- sacerdotes-obreros» y sobre el tema de ia enseñanza libre.

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méricamente, pero que representan en verdad el ala que respecto a los poderes, y en la segunda solne IÍI infidelidad
avanza de la Iglesia e incluso en la actualidad la dirección de los cristianos que conducían a un pensamiento y l i n ; i
seguida oficialmente? En Bombay, por ejemplo, Pablo VI acción políticas infectados durante siglos p«>i la obsesión
ha querido seguir el camino de su predecesor. ¿Qué nos de la monarquía de derecho divino.
aportará el esquema XIII? Todavía es demasiado pronto No se trata tampoco de tener una discusión histórica,
para decirlo, ya que, en el momento en que escribimos estas económica, política o filosófica sobre las ventajas e incon-
líneas, los obispos están a punto de estudiarlo antes de venientes comparados de los regímenes monárquico y re-
pasar a su discusión y votación en la 4.a sesión del Con- publicano. Se trata únicamente de descubrir cómo se com-
cilio. portan actualmente, y en relación con la política evangéli-
El futuro nos reserva quizá luchas que retrasarán la ca, estos diferentes sistemas.
marcha. En todo caso conviene examinar ahora algunos Este estudio no es inútil ni anacrónico: por una parte,
puntos que continúan siendo problema o que, habiéndolo las secuelas de la Acción Francesa y los movimientos mo-
sido recientemente, ensombrecen con más o menos inten- dernos salidos de ella manifiestan que existe siempre en
sidad la situación presente, y que, resonando todavía en la algunas partes del cuerpo cristiano una cierta sensibilidad
mentalidad de los cristianos de nuestro tiempo, dificultan al virus de la monarquía de derecho divino; por otra parte
o impiden una acción rápida y homogénea de la Iglesia en es indispensable el examen de los motivos de atracción o
el campo de la evangelización política. repulsión con respecto a los regímenes, y la confrontación
Los católicos, en efecto, continúan divididos sobre: de estos motivos con el ideal evangélico a fin de extirpar
— el régimen político: ¿monarquía o república?; o más todos los abeesos y evitar nuevos errores en diversos sen-
exactamente, ¿monocracia, o democracia? tidos.
— la separación entre mentalidad de «derechas» y men- Se han fabricado y se fabrican periódicamente un arse-
talidad de «izquierdas»; nal de argumentos de apariencia lógica para justificar la
— el capitalismo y el socialismo. monarquía en la óptica cristiana: ya se trate de oponer la
¿Qué relación guardan estas respuestas con las exigen- autoridad a la libertad, ya de demostrar que la autoridad
cias de una política evangélica? Quisiéramos examinarlo viene de Dios, ya de pretender que Dios ha señalado el
rápidamente antes de acabar con unas proposiciones para camino al Estado temporal construyendo el mundo de la
la acción.1 naturaleza y de la gracia según un modo jerárquico pira-
midal en que Él e§,la cima, la cabeza, todos han conservado
La disputa de los regímenes políticos: ¿monocracia la impronta de la crisis teocrática. Argumentación cuya
o democracia? substancia racional es insuficiente, pues la autoridad no
excluye la libertad, puede concretarse de otra manera que
No se trata de volver a tratar lo que ya hemos dicho en un monarca, y viene siempre de Dios (considerada teo-
en la primera parte sobre el indiferentismo evangélico lógicamente), no -sólo cuando está encarnada en un hom-
bre, ya que todo ser, todo bien, todo orden, todo poder
1. Hemos tomado los ejemplos principalmente del catolicismo francés, pero participan, por ser lo que son y en la medida en que lo
en otros países podrían encontrarse también otros «signos de los tiempos» son, de la fuente de todo ser. Queda todavía el argumento
tan reconfortantes como éstos, incluso en lugares como España y Portugal,
en los que parece que todavía no han abandonado el cesaropapismo. de arquetipo del gobierno divino, que en parle puede acep-

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tarse, quedando bien claro que se habla de una aplicación
psicoanálisis... Pero no hay duda de que t-n H hecho de
analógica (ya que toda teocracia está condenada por el
escoger o aceptar a un hombre (y un linaje), atribuirle una
Evangelio) y a condición de seguir lealmente el esquema
esencia superior, venerarlo, extasiarse ante su \r.\--<>. Matar-
divino. Uno se da cuenta entonces de que no es tan sim-
lo como una emanación de sí mismo (en tu uto «MU- parte
ple, pues la revelación evangélica, que es también una re-
del grupo) y de la divinidad, obedecerle a ciena-.. > <>ir.ide-
volución, nos enseña precisamente que Dios es nuestro
rarlo como un salvador, un protector, un puihv, mi ufe,
Padre, y que nosotros somos sus hijos, y que Jesús, hijo del
inclinarse con veneración ante su retrato... hay nlp> de
Padre, se ha hecho nuestro hermano, igual a nosotros, que
masoquismo, de idolatría, de totemismo y de toda cl.r.<• de
por eso se ha destronado él mismo, tal como dice magní-
oscuros sentimientos mágicos. Todas estas mnml'(".i;iiio-
ficamente san Pablo a los Filipenses: «Quien, existiendo en
nes, que conocemos muy bien y que no nos han extrañado
la forma de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse
porque las consideramos parte de nuestra historia y de
igual a Dios, antes se anonadó, tomando la forma de siervo
nuestro museo intelectual, son muy curiosas e interesantes
y haciéndose semejante a los hombres» (2, 6-8); y que
si deseamos buscar, mirándolas con una mirada nueva e
nosotros ya no somos esclavos, sino herederos de la casa
inocente, el «porqué» racional.
de Dios, iguales no sólo entre nosotros, sino en cierta ma-
nera también a Dios que nos ha asemejado a Él; y que el Nos gustaría ver a los especialistas de las materias an-
Reino de Dios está en nosotros, entre nuestras manos, en tes citadas ponerse a estudiar los orígenes y la naturaleza
nuestro poder; que depende de nosotros el que crezca y psico-sociológica de la monarquía. Pero seguramente no
que Dios quiere ser amado y no temido; que su yugo es el nos equivocamos mucho al afirmar que la monarquía, sea
del amor y no el de la autoridad; todo esto también es real o imperial, está profundamente enraizada en la subes-
el plan divino, y no se traduce adecuadamente en la trans- tructura mágica del hombre: el monarca, llámese rey, em-
posición analógica del régimen monárquico de jerarquía perador, jefe, duce, führer, caudillo, guía, presidente, pri-
piramidal. mer secretario o número uno del partido, es el símbolo
eficaz del poder, efe la gloria, de la fuerza del grupo; 1 es
Además, si todos los razonamientos para demostrar que una especie de héroe y semidiós, un «pontífice», un puente
la monarquía es de derecho divino son frágiles, ¿no es ver- entre el hombre y la divinidad, es el salto al absoluto del
dad que debajo de ello se esconden motivaciones incons- hombre masa que puede así venerarse a sí mismo, compla-
cientes, más profundas y menos justificables? Los teóricos cerse en sí mismo a través de él, realizar a través ¡del
cristianos de la monarquía, ¿han hecho alguna vez el es- monarca también esta especie de idolatría nareisista y maso-
fuerzo de estructurar sus trasfondos para ver si hay alguna quista de sí mismo, cuerpo y espíritu. El hombre ama a su
incompatibilidad entre éstos y la revelación divina? Si lo cuerpo, le gusta gloriarse de él, contemplarlo, venerarlo, le
hubieran hecho, habrían comprobado que la infraestruc- gusta también hacerlo sufrir él mismo, humillarlo, reba-
tura de la idea monárquica no es tan prestigiosa como su jarlo; y todo esto es lo que hace el monarca, lín cuanto
superestructura aparente.
El origen de la monarquía, ¿no es más o menos mági-
co? Para estudiarlo sería necesario recurrir a las luces 1. La autoridad indivisible del Estado se confín toUlinriitc ni Presidente
conjugadas de la historia, la sociología, la etnología, la psi- mediante el pueblo que le ha elegido, y no existe nini'iitia utru miluridad ni
ministerial, ni civil, ni militar, ni judicial, que no sen nmlrrula y mantenida
cología del inconsciente y del inconsciente colectivo, el por él.» (General de Gaulle, conferencia de prensa del II de enero de 1964.)

134 135
al espíritu, el rey representa el tótem viviente, la perpetui-
dad de la raza, la seguridad de su eternidad terrestre. dependencia autoritaria por las de libertad, igualdad y
¡No es que uno haya de taparse la cara ante el mundo fraternidad, la responsabilidad y el trabajo en común, el
mágico! Forma parte del hombre y constituye quizás el poder democrático libremente delegado \ están siihslan-
terreno en que se desarrollan las flores y los árboles de la cialmente en la línea de la revelación evangélica. En resu-
religión; no es uno de los más pequeños errores de Compte men, lo positivo y lo negativo de cada uno de los dos regí
y de Marx el creer en la posibilidad de una evolución del menes opuestos son exactamente contrarios y oponihU-s.
hombre hacia la exclusividad del mundo de las relaciones A la inversa, ¿el régimen republicano no está lleno de
racionales; este hombre sería un ente de razón en todo el peligros desde el punto de vista del Evangelio? Parecí-
sentido de la palabra. Pero es necesario que el mundo in- bastante claro. Entre los principales, no se puede olvidar
frarracional, simbólico, que nosotros llamamos «mágico» el reflejo de irreligión que sigue casi automáticamente al
en una palabra, sea colocado en su sitio. ¿Es éste el campo cese de la influencia clerical sobre el poder; lo más grave
de la organización política, donde parece que deba dominar es que quizá no se trata únicamente de una reacción ile
la razón? Es una cuestión que dejamos a los estudiosos; hecho explicable por una reacción histórica: hay como
hay razones a favor y en contra. En el ámbito de nuestro una especie de borrachera de humanismo laico que, en una
estudio nos basta remarcar el peligro de un mismo enrai- lógica confusa pero firme, se transpone indebidamente del
zamiento, dentro de la actividad mágica, del espíritu polí- plano de los regímenes al nivel de la fe. Su punto culmi-
tico y del espíritu religioso, al que parece debería reservar- nante es una cierta divinización del Estado (persona moral,
se esta base mágica. ¿Cómo evitar, si no, los injertos desas- vicario-sustituto de la persona física de los reyes), una
trosos, los frutos bastardos, las razas mestizas? Esto pare- «hipóstasis» que se confunde con la apostasía de las ma-
ce, si no imposible en derecho, difícil al menos en la prác- sas que la acompaña.
tica. La historia nos lo demuestra no solamente con la La primera conclusión es evidente: confirma la nece-
teocracia y el cesaropapismo, sino con sus signos exterio- sidad para los cristianos de volver al indiferentismo evan-
res, sus símbolos, sus sacramentos, tales como: las cere- gélico respecto a las formas de gobierno, sin dejarse ence-
monias político-religiosas de lo sagrado, la unción real, rrar en su pretendida lógica interna. En cada una de las
el uso de los santos óleos con fines no sacramentales, las dificultades del ideal evangélico se encuentra, al menas
historias de carismas reales, etc., cosas todas eminentemen- analógicamente, una transposición a lo temporal; pero
te antievangélicas. también llamadas valiosas y complementarias para la cons-
Por contraposición, ¿quiere decir que el régimen repu- trucción progresiva de una ciudad terrestre más adecuada
blicano y democrático está exento de toda ambigüedad a la ciudad celeste, es decir al P.eino, en la certeza de que
antievangélica? Siempre bajo la óptica de una transposi- los dos acabarán por coincidir después de la Parusfa. El
ción analógica, sin duda hay que remarcar las correspon-
dencias: recordemos, sin entrar a fondo, ya que no es 1. En realidad convendria distinguir la dcniucracki de In República; una
nuestro propósito directo, la separación de poderes, la monarquía puede ser democrática, como ia de Inglaterra, en que el rey reina
aparición del «laicismo», que como doctrina y no en tanto sin gobernar. En este caso quedan únicamente las criticas que se refieren al
peligro de confusionismo mágico del principio monárquico. A la inversa, la
que epifenómeno antirreligioso, están en la línea evan- antigüedad griega y romana conoció repúblicas no democráticas. ¿Pueden con-
gélica; por otra parte, la sustitución de las relaciones de cebirse hoy día? Ño queremos iniciar ahora una discusión que es capital y
muy actual no sólo para los sociólogos, sino también para el simple ciudadano.

136 137
cristiano, pues, no puede oponerse a ninguna de estas for-
mas de gobierno en tanto que tales. Sea como sea, y permaneciendo como esencial el indi-
Sin embargo, se impone una corrección con casi tanta ferentismo evangélico, conviene todavía añadir un .segundo
evidencia: ¿no puede entreverse una línea evolutiva en las punto que lo hace activo o positivo. En efecto, penmine»
relaciones existentes entre los regímenes de autoridad des- ciendo como meta fundamental la progresión de la liurn»»
cendente e impuesta, y los de autoridad ascendente y acep- nidad hacia el Reino definitivamente establecido, la eviden»
tada en la libertad, la igualdad y la fraternidad? Desde cia proviene de la necesidad que tiene el cristiano evangé-
Aristóteles a Rousseau y a todos sus descendientes, los lico de actuar en el régimen temporal que le es dado, de
filósofos y juristas han tenido siempre la costumbre de tal manera que desaparezcan o disminuyan las faltas y los
disertar racionalmente en el absoluto sobre el valor rela- peligros inherentes al sistema considerado, y que además
tivo de los diferentes regímenes, como si estuvieran en el resplandezcan las virtualidades evangélicas que se encuen-
mismo plano, y como si pudieran hablar del contenido tran integradas. La dirección de su esfuerzo será diferente
racional o de lo que suponía tal contenido, en sí mismo, sin según el régimen; en uno deberá, tanto mediante su ejem-
tener en cuenta el factor genético. Sin embargo, parece plo como por su testimonio más explícito, llamar la aten-
difícil de eliminar. Parece poco impugnable que los dos ción sobre las libertades (también la de la Iglesia), la dig-
polos del poder, monárquico y democrático, constituyan, a nidad humana, la justicia y los derechos, la trascendencia
través de tropiezos y equivocaciones, idas y venidas, los de lo sagrado; en el otro serán primero la permanencia y
dos términos de la evolución política de la humanidad. primacía de las exigencias de la fe, el peligro de los uni-
Todo parece indicarlo así: no solamente el hecho de que versos mágicos de sustitución (culto a la personalidad y a
los poderes de autoridad descendente hayan disminuido las «vedettes») y de embriaguez materialista los que debe-
desde sus orígenes hasta nuestros días, sino también la rán resaltarse. Sin duda le será más difícil, a pesar de una
contemporaneidad y connaturalidad de la mentalidad má- teórica mejor preparación del ambiente, aportar a este
gica de los primeros tiempos con la estructura política mo- mundo democrático fácilmente cerrado en sí mismo, sa-
nárquica; y a la inversa, la convivencia de la mentalidad tisfecho de sí mismo, el suplemento de alma de que tiene
positiva y las estructuras democráticas. necesidad (sin que tenga conciencia de ello) para no olvi-
dar lo esencial.
A todo esto viene a añadirse una consideración: la de En ambos casos, el cristiano del Evangelio se encon-
la evolución paralela de la revelación que, manifestándose trará de acuerdo con lo mejor del régimen y en oposición
primero en el Antiguo Testamento en términos de jerar- a sus limitaciones; como estas limitaciones están siempre
quía descendente y de autoridad, ha sufrido, con el Evan- en la línea del mínimo esfuerzo y el mayor número, el cris-
gelio del Señor, un cambio radical: hemos sido hechos hi- tiano será en todo momento un signo de contradicción, tal
jos adoptivos, hermanos, ciudadanos de un mundo en mar- como le ha sido anunciado y mandado por el Señor. En
cha, hijos de Dios, «partícipes de su naturaleza». Su pueblo ambos casos también tendrá como misión hacer pasar la
ha sido liberado. El conjunto de estas evoluciones conver- •sustancia de lo político real a lo político formal, sea éste
gentes, que posee al menos un valor de presunción, parece- el que sea.
ría hacer casi impía, para el cristiano que quiere vivir el
Evangelio, una oposición a las estructuras políticas mo-
dernas.

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Las derechas y las izquierdas
orden, estabilidad, libre comercio, patria, nación, empre-
Los mismos regímenes formales nos han devuelto a la sa, defensa del individuo, ejército, deber, trabajo; las de las
substancia política real. El análisis evangélico concuerda izquierdas: libertad, progreso, organización, Estado, inter-
en un sentido y hasta un cierto punto, lo hemos visto cla- nacionalismo, cultura, diversiones, derecho, justicia.
ramente, con el análisis marxista sobre la importancia a la Puede verse, pues, que no hay por qué ironizar sobre
vez radical y suprema del contenido real de las relaciones las palabras, sobre la inocencia figurativa de las represen-
sociales, las llamen económicas o no. Ahora conviene pro- taciones de derecha e izquierda: sería el momento de ahon-
fundizar más. Una terminología de uso relativamente limi- dar sistemáticamente la «psicosociología» de la humanidad
tado en el espacio y en el tiempo, pero cómoda y sugestiva, para encontrar los fundamentos sólidos; al menos pode-
sirve de enlace entre la política formal y la política real, es mos señalar aquí que la derecha, la mano derecha por
la expresión curiosamente corporal y topológica de dere- ejemplo, es claramente valorada, favorecida en el incons-
chas e izquierdas, que antes de seguir adelante es indis- ciente humano: los psicólogos y los zurdos lo saben muy
pensable analizar bajo la óptica evangélica. bien, y les reprochamos su «ser zurdos»; el profesor O.-M.
Aunque muy frecuentemente se ironice sobre su simplis- Schuhl ha escrito un ensayo muy interesante sobre la pre-
mo de representación física y topográfica, los términos de eminencia de la mano derecha en Platón; la Biblia nos
derecha e izquierda constituyen de hecho muy a menudo muestra la derecha de Dios, símbolo de poder y honor; en
los únicos puntos de referencia estables de la política de el último juicio los Justos serán invitados a sentarse a la
Francia y de la de numerosos países; es verdad que sus derecha, mientras que los reprobos, los «machos cabríos»,
implicaciones son particularmente ricas, matizadas y algu- lo harán a la izquierda (Baudelaire vio aquí una inciden-
nas veces complicadas. En lugar de derechas podría decir- cia normal de la distinción entre la raza de Abel y la de
se muy bien, según los casos: conservador, liberal, reac- Caín).
cionario, contrarrevolucionario, etc.; y en lugar de izquier- Resumiendo, de hecho parece natural, sea por la razón
das : progresista, dirigista, laborista, socialista reformista que sea, consciente o inconsciente, que la «derecha» sea
o revolucionario. Situando algo más lejos la confrontación, el lugar y el signo de reconocimiento de los asegurados, de
uno puede decir, provisionalmente y según la costumbre los bienpensantes, de las gentes de buena conciencia, es
común, que la izquierda representa a grosso modo al «pue- decir, de los justos, de los que se creen o se quieren justos,
blo», la «masa», los obreros «conscientes», los «proleta- que creen o quieren justo el orden y el sistema establecido
rios», las «víctimas», los abandonados, los pobres, los insa- porque este sistema y este orden les rinden buenos frutos
tisfechos y los que sufren; y la derecha, los «grandes», los (a menos que no defiendan otro sistema en que todavía les
poderosos, los «capitalistas», los «burgueses», los ricos, los vaya mejor), mientras que los «forzados del hambre», los
bienpensantes. La derecha mira hacia atrás, quiere fre- «condenados de la tierra», los «reprobados» ' se encuentran
nar el movimiento o incluso volver a las fases anteriores; la abandonados a la izquierda.
izquierda mira hacia el futuro, quiere que «esto cambie», Puede objetarse que las cosas son más simples, ya que
que «bulla». La derecha defiende el orden establecido, más
allá del cual la izquierda mira el orden futuro, juzgado 1. Hay que precisar que el empleo de un lenguaje afectivo bien conocido
como injusto. Las palabras clave de las derechas son: es intencionado, ya que creemos que el inconsciente de los pueblos es muy
importante, cargado de sentido, y que es el lenguaje el que expresa las
situaciones, no los términos jurídicos.
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la derecha es la parte de la asamblea que se sienta a la tiva de una sutil sublimación del viejo error teocrático que
derecha del presidente... Sí, pero esta derecha es relativa, suprime la perspectiva del Reino en camino hacia el Reino
porque si se llama tal con relación al presidente que está definitivo. Cristo (Mt. 25, 31-46) coloca efectivamente los
ante la asamblea, podría ser izquierda con relación a la buenos a la derecha y los malos a la izquierda, «como el
asamblea que está ante el presidente, y así basta con "Vol- pastor separa las ovejas de los machos cabríos». Pero se
verse para que todo cambie; además de esto (que es pura trata precisamente de un texto sobre el juicio después de
retorsión y no razón), el problema real está en saber por la Parusía. Aquí en la tierra, nadie puede considerarse como
qué razones profundas (conscientes o inconscientes) los bueno, como oveja, como a la derecha.
conservadores se han encontrado sentados a la derecha del
Si se ha comprendido bien lo que debe entenderse por
presidente igual que los justos lo harán a la derecha del Pa-
Derecha e Izquierda absolutas, parece bien claro que no
dre; aquí es donde se situaría nuestro pequeño psicoanáli-
están ligadas a ningún partido ni a ninguna forma de go-
sis, que iría a demostrar que la terminología no es ni tan
bierno, ya que se sitúan a un nivel profundo, físico y afec-
tonta ni tan hueca como la gente ingeniosa, a los que les
tivo difícil de expresar en términos jurídicos; puede haber
gusta burlarse, quieren decir.
una derecha monárquica, oligárquica, democrática, republi-
Todavía hay que añadir, inmediatamente, que hemos cana o incluso «revolucionaria», poco importa, no es el
dado un salto importante, ya que, partiendo de una dere- mismo plano (y lo mismo para la izquierda): hay derechas,
cha y una izquierda hipotéticas y relativas, podemos hablar mentalidad de derechas, cuando hay defensa confesada u
ahora de una Derecha y una Izquierda absolutas, funda- oculta de los poseedores (de tal manera que puede existir y
mentadas no racionalmente sino, más que esto, física y existe efectivamente una derecha, real, de la izquierda
efectivamente y encontrando una resonancia profunda en nominal, y recíprocamente). Pero es aquí precisamente
el Evangelio: si es verdad que siempre ha habido y siem- donde, en nuestra mentalidad moderna, reina una confu-
pre habrá pobres entre nosotros, ser de izquierdas, en va- sión cuidadosamente mantenida. En efecto, haciendo pasar
lor absoluto, será hacerse verdaderamente pobre con los las nociones de lo «físico» a lo «jurídico», llamando pri-
que son, no importa bajo qué régimen, los verdaderos po- mero la atención sobre las diferencias entre entidades jurí-
bres, los abandonados, los sacrificados. Será querer su dicas (regímenes) y después sobre los partidos, se quita
«salvación» y colaborar a ella, será tener hambre y sed de la atención de la oposición esencial entre los que están
verdad y de justicia, y de un reino que, para lo-s cristianos, seguros y los desheredados. \ Qué importa pasar de la mo-
es el de Dios y que debe llegar a la tierra como en el cie^ narquía al Imperio, y después a la República, con inter-
lo...; por el contrario, ser de derechas es aceptarse a sí medios revolucionarios, si se vuelve a encontrar el dinero
mismo y el «orden» como justos o suficientemente justos; y el poder! Son pequeñas ceremonias externas en familia,
es, pues, justificarse, no reconocer su «pecado»; es, con o pero el dinero continúa en los mismos bolsillos. ¿Qué es
sin fáciles protestas de servicio y respeto a los desgracia- lo que permanece estable e inmutable a través del antiguo
dos, defender su bien y el bien de todos los satisfechos y régimen, la Revolución, el Imperio, la Restauración, la
hartos, es comer su parte de pastel encontrando bien que República? Los ricos y los pobres, la gente importante y
otros tengan su pan seco o no tengan el suficiente, es la gente sin importancia: casi los mismos en medio de
justificar todo esto pensando que son la gente bien, los tantos cambios; sin embargo, cada vez, ¡prodigio de la
elegidos, y que los otros son el desecho. Se trata en defini- bondad e inocencia humanas !, un puñado de desgraciados
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espera... mientras que los afortunados cambian simple-
en todos los momentos difíciles y ante todo el mundo, que
mente de vestidos, de escudo y eventualmente de sistema
ellos luchaban por su salvación, ellos, los boni, gentes de
político. No sabemos por qué aberración, debido a qué
bien, y por conservar sus bienes, bona; boni, bona: incluso
oscurecimiento del espíritu, la gente «de izquierdas», o los
un acercamiento lingüístico, válido en francés y castellano
que se llaman tales, se imaginan generalmente que la Repú-
corno en latín, y bien sintomático de una cierta mentalidad
blica o la «democracia» son, como por virtud de su nom-
profunda; hoy día nadie, ni incluso en la pragmática In-
bre, necesariamente de «izquierdas», o más de «izquier-
glaterra, se atreviría a manifestarse tan crudamente. En
das», en el sentido absoluto, que otro régimen. El pequeño
cambio, Cicerón y sus semejantes no han intentado nunca
pueblo de los pobres, los que no tienen nada o casi nada
disimular sus posiciones: los romanos se dividen ade-
o muy poca cosa, saben muy bien, con su sabiduría popu-
cuada y naturalmente en dos especies (la de las gentes
lar, que todas estas grandes palabras pasan por encima
bien, los ricos, y la de las gentes de nada, la plebe, los
de su cabeza y que todo esto no cambia para nada su con-
pobres, la turba vil, los nomines perditissimi); se trata de
dición de sacrificados. Saben que se les tira un hueso cuan-
defender a los primeros contra los segundos, y esto es lo
do gruñen demasiado fuerte, y se ríen de las promesas y
que llaman defender la respublica. Releamos las Catilina-
de las bellas palabras.
rias y el pro Milone: ¡ a eso se llama hablar con claridad!
Los antiguos, los romanos por ejemplo, eran un poco ¿Qué ha pasado después? La revolución cristiana y las
más francos y manifestaban claramente sus posturas: por que la han seguido, que han dado a todos los hombres la
un lado el partido del «orden», de las gentes «bien», que novedad, a pesar de los abusos, de una libertad, una igual-
son también las gentes de bien (Boni, optimates)..., lo dad y una fraternidad radicales y absolutas, ¿habrán ma-
que hoy llamaríamos las derechas, los conservadores libe- tado, tal como pretende el esquema marxista, el poder
rales, cuyo gran líder romano de la época republicana fue revolucionario de los pobres? No parece que sea tan sim-
Cicerón (con Pompeyo en primera fila, Milón, Octavio...). ple; si tomamos por ejemplo el caso del Evangelio, es
Por el otro, el partido del pueblo (que en Cicerón corres- bien evidente que este perfeccionamiento que aporta a las
ponde a «populo»), los inquietos, los revolucionarios, las estructuras de pensamiento y de acción y de la humanidad
gentes de rompe y rasga, la «basura de Roma...», cuyos no ha suprimido, al mismo tiempo, el egoísmo radical de
jefes más o menos entregados y más o menos sinceros la naturaleza, que ha descubierto los tesoros astutos de la
fueron, en la misma época republicana, un César, un Clo- razón para poder continuar dándose todas las satisfaccio-
dio, un Antonio..., la izquierda. nes bajo la capa del llamado perfeccionamiento (y es por
Ciertamente no pretendemos que los jefes de este par- esta razón por lo que los cristianos insisten en afirmar que
tido hayan sido siempre sinceros y leales servidores de los una revolución nunca podrá ser eficaz si no va acompa-
desheredados; pero al menos la situación era más clara, ñada también de una revolución de corazón). Cuando una
más próxima a las pulsaciones del inconsciente colectivo bacteria o algún cuerpo extraño penetra en un organismo,
de que hemos hablado, por la separación entre estos dos éste, dicen los biólogos, realiza un movimiento parcial o
partidos tan simples (un poco como los ingleses moder- general de sus fuerzas tendentes a la eliminación, evacua-
nos, que han quedado frustrados y poco consecuentes), y ción, neutralización o, según como, asimilación del cuerpo
sobre todo, repitámoslo, por la extrema y cínica franqueza extraño: esto es lo que ha pasado con —o, mejor, contra—
de las «derechas» que gritaban bien alto a sus semejantes, el virus cristiano; la evacuación de la cruz, de que nos
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habla san Pablo, nunca ha dejado de ser un peligro temi- Con esto no queremos decir que la «HHIIIIII» idinln
ble para la Iglesia; y en el caso que nos ocupa fue una esencialmente a la noción de izquierdas uhMiliiln*, tino
empresa fructuosa, por parte de los ricos y de los poseedo- sólo que, de hecho, ha sido casi siempre un ¡iislriimi'iitii
res de un confortable paganismo, de conciliación entre de las realizaciones prácticas más cercanas a esl» Izquier-
las nuevas doctrinas y el egoísmo ancestral, transponiendo da (lo que de ninguna manera excluye el que a menudo,
y sublimando las oposiciones reales al vaporoso plano de si no siempre, hayan sido utilizadas por cínicos sediento*
las nociones jurídicas de los regímenes y los partidos. Así, de poder personal). Esta tendencia de los movimientos de
por ejemplo, recientemente han tendido a creer y a hacer izquierdas se explica muy fácilmente a nivel del inconN-
creer que la «república» y la «democracia» defendían al ciente colectivo: siendo las masas populares siempre más
pueblo (¿qué hubiera pensado el buen republicano de Ci- o menos sacrificadas bajo no importa qué régimen que
cerón?), mientras que los regímenes dictatorial y fascista haya existido (dictadura aburguesada o de derechas, mo-
eran necesariamente de derechas, e incluso de extrema narquía clásica, república), este régimen es siempre el
derecha. ¿Es necesario recordar que la revolución marxis- «orden establecido» que actúa injustamente; por consi-
ta que, al menos en sus inicios, fue popular, es de ten- guiente todo hombre fuerte, sincero o no con el pueblo,
dencia dictatorial, y que las dictaduras fascistas (Musso- que se levante contra este orden, que sepa hacer ver a los
lini, Hitler, Perón) llevan consigo un cierto aspecto socia- desgraciados su miseria, que sepa manifestar sus reivin-
lista y popular, aunque quizá sea únicamente externo y dicaciones, despierta necesariamente un considerable eco
engañoso? entre el pueblo... Decimos bien: todo hombre fuerte; no
Pero hay que ir más lejos: al considerar las enseñan- puede ser un régimen, una entidad, pues los pobres tienen
zas del pasado así como algunos trazos del análisis psico- especial necesidad de un Mesías, de un Defensor, de una
lógico, hay que comprobar que, si las derechas se adaptan Encarnación, de un Redentor, de una promesa de salva-
muy bien a cualquier sistema (desde la dictadura de dere- ción encarnada en un hombre. Y por otra parte es lógico,
chas hasta la República democrática), las izquierdas pa- pues es finalmente el individuo, el individuo extraordina-
recen tender como cosa necesaria a la «tiranía» en el sen- rio, el que tarda más en cerrarse, al que le cuesta más
tido griego de la palabra, es decir, en términos más crear un nuevo orden estable nuevamente injusto. Pero,
modernos, a la dictadura del proletariado, de la que ac- desgraciadamente, esto siempre acaba por llegar: alrede-
tualmente, embarazados en las sutilezas de lenguaje de que dor del hombre cristaliza un partido, una administración,
hemos hablado, tienen o tendrían vergüenza. un sistema, y se cae en un régimen o en un sucedáneo de
La antigüedad griega y romana nos proporciona datos régimen, se va a parar lejos de la realidad concreta, lejos
interesantes sobre este mismo punto: cierto que cuando de las aspiraciones concretas de los desheredados; se dicen
las circunstancias son favorables se encuentran siempre bellos principios, se hacen reglas complicadas... o bien el
algunas dictaduras claramente de derechas; pero a gran- tirano se cierra, se apoya en las derechas, se hace dictador
des rasgos parece ser que los conservadores se muestran burgués 1 ¡ o incluso funda una dinastía!
partidarios de la República con un sistema representativo En resumen, el pueblo siempre acaba engañado, de-
a su medida, a sus conveniencias y a su gusto, mientras
que las «gentes que no tienen nada» ponen su confianza
en un «tirano». 1. Es el caso, parece, del marxismo-leninismo-estalinismo. Cf. el bonito
libro de H. Chambre sobre el marxismo en la URSS.

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cepcionado; el tirano que representaba las aspiraciones sino a los que estaban perdidos: los pobres y los peca-
de los pobres, que prometía la gran revolución, la supre- dores.
sión del orden establecido, acaba siendo él mismo un orden
establecido. De suerte que la izquierda, que para ser ver-
daderamente izquierda, verdaderamente popular, se en-
cuentra obligada la mayor parte de las veces a implantar Conclusión evangélica sobre las derechas
fatalmente la tiranía, cae siempre fatalmente también en y las izquierdas
la dictadura burguesa, o en la monarquía, o en la Repú-
blica democrática, en la administración y la-s estructuras
Al final de esta rápida excursión por el panorama de
cerradas (aquí reside la grandeza del pensamiento anar-
las representaciones afectivas y populares de las izquier-
quista al haber visto esta situación e intentar solucio-
das y las derechas se imponen varias conclusiones. Se ve
narla).
en primer lugar que, a pesar de su aspecto primitivo, pue-
Para ser «popular», es decir, verdaderamente de izquier- den penetrar, si se les da su sentido pleno (que hemos lla-
das, no hace falta hablar de evolución ni de revolución; la mado absoluto), en las realidades de política más concre-
revolución puede aburguesarse, en el sentido propio, igual ta, más real, y por consiguiente más evangélica que lo
que la dictadura; es fatal a primera vista el considerar que hace la terminología de los regímenes. Puesto que uno no
la ley del mínimo esfuerzo es una ley universal y que la se sitúa en el plano formal, es lógico que el Evangelio
ley de degradación de la energía no es válida únicamente juzgue de diferente manera; el espíritu evangélico no pue-
en el campo de las ciencias físicas. de estar en consonancia con una mentalidad de derechas,
Si las izquierdas quieren ser fieles al pueblo, a los po- ya sea cínica (Cicerón), ya hipócrita (la actual), puesto que
bres, es necesario que se guarden constantemente de la no puede defender el dinero, los bienes, las gentes de bien,
recaída y del «derechamiento»; la revolución es una pala- la comodidad que desconoce, sino a los que viven en la
bra: para ser verdadera y constantemente revolucionaria, incomodidad, no de palabra sino en la realidad. ¿Quiere
la revolución ha de ser continua, rebosante. Por esto es esto decir que canoniza las izquierdas? De ninguna mane-
necesario un principio absolutamente superior al hombre: ra, ya que continuamente le estará reprochando cosas: su
el hombre, naturalmente, es decir, por naturaleza, se cansa, hipocresía cuando pretende realizar lo que no realiza, su
se desanima, se aburguesa, toma buena conciencia, mien- tendencia constante a instalarse, su tentación muy humana
tras él esté bien lo encuentra todo bien. Este principio de la violencia (tiranía, dictadura) para realizar sus fines.
superior, trascendente e inmanente a la vez, ¿será la El Evangelio nos pide estar incondicional y absolutamente
Historia en marcha como piensan y esperan muchos ac- al lado de los más pobres, de los más desgraciados, de los
tualmente? No lo creo. Porque la Historia no es más que más desheredados ' ; si esto, como parece, es ser de iz-
la expresión, la película de este rebosar de que hablába- quierdas, el Evangelio es de izquierdas. Pero realmente. El
mos, no su principio. Evangelio nos dice que únicamente nuestra transforma-
¿Cuál es este principio superior al hombre? «El hom- ción interior (por la ley del «buscad primero el Reino»),
bre supera infinitamnte al hombre», escribía Pascal en un
trozo de papel. Sí, por el Hijo del Hombre, que ha venido 1. Lo que evidentemente no quiere decir que debamos aprobar incondi-
a salvar y rescatar no a los justos y a la gente de bien, cionaknente a los que intoxican a los pobres con una ideología, incluso cuando
los pobres depositan en ellos su confianza.

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nuestra vida por, con y en Cristo, puede producir sus fru-
y variada de esclavitud, unos encadenados a 11 h á l i t o y
tos ad extra; la experiencia comunitaria le da la razón trá-
otros libres con su dinero; que por tanto la |>iri. n.h.la
gicamente y de una manera inconsciente. «Siempre habrá
libertad humana de que se gloria el capitalismo i-s m.il
pobres entre vosotros», no comporta la resignación hipó-
mente una libertad ilusoria, tendiendo más a lo «|«u los
crita, sino el rehusar todas las satisfacciones y todo lo que
filósofos llaman libertad de indiferencia que a la IÍIH-II.UI
sea instalarse, únicamente el Evangelio del Señor es de
de determinación, ya que los alienados del dinero, i¡-,n:il
izquierdas; nosotros, cristianos, para nuestra desgracia y
que los del trabajo, están cogidos de hecho en un ciclo
nuestra vergüenza, lo hemos dejado verdaderamente solo
determinista infernal, del que cristianamente no pueden
en un sentido muy diferente.
salir más que por la fuerza, rehusando el sistema si se
trata de los poseedores y enfocándolo espiritualmente si
se trata de los trabajadores.
Capitalismo y socialismo
Ante esta situación, el Evangelio, contrariamente al
Penetrando, si no con mayor profundidad, sí más ra- caso de los regímenes de poder, no puede permanecer ni
cionalmente, en las estructuras reales de lo político, ha- permanece indiferente; este reino del dinero, esta libertad
llamos la expresión moderna del nivel económico en tér- que degrada, tanto por su hipocresía como por sus frutos,
minos de socialismo y capitalismo, forma positiva de la son eminentemente antievangélicos; ha hecho falta un
oposición de las izquierdas y las derechas. extraño oscurecimiento de la conciencia cristiana para
Cuando se habla de capitalismo es conveniente recor- que se haya podido pensar que esta elección del sistema
dar que también se llama liberalismo económico, sin duda de organización económica era libre, siendo así que una de
en razón de una simetría opositiva al dirigismo del Estado las dos partes descansaba en el enemigo del Reino:
socialista o socializante; pero todavía queda el problema Mammón.
de saber quién es libre en este liberalismo capitalista: ¿es Evidentemente, de aquí no se sigue que el Evangelio
el hombre, es el dinero? Dado que el capitalismo no es ni deba ser socialista, sólo se podría sacar esta conclusión
una religión ni una doctrina filosófica, la respuesta es evi- en virtud de la regla lógica de la relación de los términos
dente: mediante la empresa libre, la libre propiedad, el contrarios, que, buscando los contradictorios, pueden ser
libre cambio, lo que es libre es el dinero. Es cierto que los ambos falsos. Es necesario, por tanto, mirar las cosas un
defensores del sistema, razonando por vergüenza más o poco más de cerca. El socialismo se caracteriza esencial-
menos consciente, argumentan que esta libertad del dinero mente por la organización y planificación económicas, la
comporta la libertad del hombre, que puede, sin temor, propiedad común de los medios de producción, una vo-
usar de sus posesiones y sus cosas para su bienestar ma- luntad activa de dar a todos igualdad de oportunidades y
terial y espiritual, desarrollarse en todos los niveles y de mejorar constantemente la condición material de las
ocupar el lugar que le permite su capacidad. comunidades humanas.
En realidad, no es necesario insistir demasiado en re- Podemos concluir que manifiesta así una cierta conso-
cordar que la libertad de dinero engendra hombres que nancia con el Evangelio, principalmente en la desconfianza
poseen y hombres que trabajan (sin que sean necesaria- con respecto a los valores del dinero, en el espíritu comu-
mente los mismos), que de aquí resulta una forma nueva nitario a escala de toda la humanidad, en el deseo de jus-
i 50
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ticia '. ¿Pecaría nuevamente la Iglesia de antievangelismo,
siendo así que señala constantemente sus distancias y re- el momento presente a la tentación del humanismo paga-
ticencias respecto al socialismo? Nosotros creemos que si no, materialista, positivista, de donde viene, entre otras
en este aspecto peca de poco espíritu evangélico es quizá cosas, su tendencia a la estandarización, a la masiñeación
por no admitir suficientemente la parte profundamente y a la desvaloración de los individuos.
cristiana que tiene el socialismo; no es reprochándole lo Todo esto es profundamente anticvangélico: para
que justamente le reprocha: el ser positivista, materialis- Cristo, cada hombre tiene su destino singular y extraordi-
ta, ateo, no pensar más que en la organización social de la nario; el Evangelio, profundamente comunitario, lia en-
humanidad, destruir la libertad del hombre. Reproches contrado el equilibrio del hombre en la sociedad por su
fundados, a nuestra manera de ver. Si su positivismo ateo teoría del Reino que se ha de ir haciendo; aquí volvemos
se explica en parte por sus orígenes históricos, es verdad a encontrar el famoso: «Buscad primero el Reino <le Dios
que el socialismo, por su misma perfección, está más ex- y lo demás se os dará por añadidura.» Al volver la propo-
puesto que cualquier otro sistema que haya existido hasta sición y buscar primero la añadidura, el socialismo se ve
I. Muy a menudo es al compararla con una forma estrechamente orto-
acorralado en numerosas direcciones en un callejón sin
doxa del capitalismo cuando resaltan más las virtudes relativamente cristianas salida.
de la economía socialista. Así por ejemplo en un libro dedicado a la historia,
la física y la economía del café, el autor señala casi en cada página que los En nombre del Evangelio, nosotros situaríamos la crí-
progresos sociales, la mayor inquietud del hombre, el avance de los pobres tica del socialismo más allá de donde oficialmente la sitúa
y de ¡a justicia son contradictorios con la prosperidad económica del país.
Olvida todas las infamias del siglo xix: esclavitud de una parte de ¡a huma- la Iglesia (que en esto no va demasiado lejos en su bús-
nidad, hombres, mujeres y niños, en provecho de los ricos, el trabajo de las queda del evangelismo). No es en la libertad del hombre
doce y dieciocho horas diarias, el trabajo de los niños, etc.; se olvida de todo
esto para extasiarse en la moneda entonces estable y victoriosa, y en el donde se manifiesta la carencia socialista, pues el socia-
comercio floreciente. Y esto tranquilamente, con calma, sin la menor duda de lismo es también muy tímido en lo que concierne al
mala conciencia, sin la más pequeña nota a pie de página indicando que no
ignora que esta «prosperidad» de sentido único era el precio de la sangre. La
dinero, que el Evangelio desprecia, detesta e ignora'; pasa
sangre de los pobres. Y el hombre que ha escrito este sabio tratado del café lo mismo con relación a la igualdad; ningún país ni par-
es un cristiano, incluso pasa por sincero y practicante. tido piensa retribuir a los hombres únicamente según sus
Caso particular, en suma, del espejismo del orden estimado por las dere-
chas. Todo está en orden: la calle, la nación, la moneda, el presupuesto... necesidades y la cualidad relativa de sus trabajos, sino
¿Que orden? Nos gustaría preguntar a este «cristiano», a estos «cristianos»: según sus funciones 2; esto tiene relación con la fraterni-
i.» ¿Ha pensado usted, que es cristiano y que en consecuencia debe seguir los
preceptos evangélicos: los pobres, la justicia, el Reino de Dios, etc. Ha pen-
sado que hay que escoger entre Dios y Mammón y que usted ha escogido
Mammón, la prosperidad y su orden? 2.° ¿Ha pensado usted que debe subor- 1. ¡Que no apelen a la utopía, al sueño sentimental, al primitivismo ino-
dinar a lo esencial, que es el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás, que cente! En el momento actual algunos economistas de tendencia socialista,
es el triunfo humano, el equilibrio, la armonía, la belleza (!) del orden y de la pocos pero conocidos, proponen seriamente (por razones técnicas, no en nom-
moneda, y que en consecuencia usted debe tener por nada que la moneda sea bre del Evangelio) suprimir la referencia de la riqueza nacional e interna-
menos estable que en 1900 o que en 1860 si hay también menos miseria? cional al dinero (reservas en patrón-oro o en patrón de cambio-oro), y reem-
3.° ¿Ha pensado usted que haciendo esto echa mucha agua al molino de los plazarla por una referencia a la capacidad de producción de los bienes de
que pretenden (precisamente los socialistas) que se puede vivir bien con una consumo. Medida que, entre otras ventajas económicas, presentaría la de
prosperidad para todos y cada uno, con un orden y una organización económi- dejar en menos inferioridad de condiciones a los países en vías de desarrollo.
ca y política impecables? ¿Qué creéis que es más evangélico: pretender que En tiempo de los esclavos, la abolición de la esclavitud era un sueño dulce
el orden, la estabilidad y la prosperidad económica pasen por encima de todo a los ojos de la gente «inteligente, ponderada y segura de sí misma»; la
y que supongan la miseria de algunos, o creer posible la satisfacción de los igualdad de derechos ha seguido el mismo proceso.
servicios y aspiraciones de todos en un orden económico nuevo? 2. El problema social planteado por la organización del trabajo industria],
problema al que neocapitalismo y socialismo intentan dar una respuesta, cada
uno a su manera, no es únicamente un asunto de retribución mejor hecha.
152
153
dad humana y la igualdad profunda por encima de los y ser más prudentes; no se puede hablar con IIK<>I *U* so-
bienes, las oportunidades o la educación, y puede parecer cialismo evangélico, sino en la medida en que prepara los
injusto el mantenerlo respecto al que concibe un plan y al caminos para otra cosa: igual que ha supuesto un pro»
que lo ejecuta. El obrero que trabaja bien haciendo todo greso en el devenir político de los hombres, mañana miei>
lo que puede, no solamente es el igual y el hermano del tros hijos conocerán una estructura económica más cerca-
ingeniero que ha dado también todo lo que ha podido: el na al Evangelio, más justa, más libre, más verdaderamente
obrero ha hecho tanto como el ingeniero. fraternal, y tomarán conciencia, dentro de la autonomía
Total, que llegamos siempre a la misma conclusión: el mantenida cíe su organización temporal, de la primacía
socialismo (igual que las izquierdas y que la democracia) de la búsqueda del Reino de Dios. Será una nueva etapa
será evangélico o no lo será; sus dificultades encuentran hacia la Parusía. Cualquiera qxre sea su nombre, los cris
su explicación y su solución en el Evangelio. tianos deberían ser los primeros en llegar. ¿Lo serán?
Para ser totalmente verídicos es necesario matizar más

Es también un problema de atribución de responsabilidades a todas las es-


calas.
La autoridad no se comparte, ha declarado perentoriamente el C.N.P.F.
(Centro nacional del Patronato francés) en una solemne afirmación de prin-
cipios, publicada en febrero de 1965, situándose así en contradicción formal
con las encíclicas que han pedido que los obreros no sean tratados como
«ejecutores pasivos y silenciosos, sino que se les llame a participar no única-
mente en los beneíicios de la empresa (especialmente en el autofinancia-
miento), sino también en su propiedad y en su gestión.
«Los trabajadores y los que representan sus derechos, sus exigencias, sus
aspiraciones, deben estar presentes no únicamente dentro de cada organismo
productivo, sino también en los poderes públicos y en las instituciones regio-
nales, nacionales, mundiales, en que se escogen los caminos que condicionan
la vida económica y social», escribió Juan XXIII en Matar et Magistra, no
vacilando en declarar: Avanzando por el camino de nuestros predecesores,
estimamos legítima la aspiración de los obreros a tomar parte activa en la
vida de las empresas en que trabajan.»
No sería difícil descubrir un fundamento evangélico a esta afirmación: la
Encarnación del Hijo de Dios y la deificación de los hombres que ella en-
traña por la «recapitulación» universal en Cristo, exige trabajar en todo lo
que puede promover, simultáneamente, la dignidad de las personas, su ele-
vación moral y su acercamiento sin que sea una concentración gregaria: «Hay
que tender a que la empresa llegue a ser una comunidad de personas en las
funciones, las relaciones y las situaciones de todo el personal.»
Tenemos aquí una piedra de toque que permite valorar todo sistema, neo-
capitalista o socialista, con otro criterio que el de la distribución de los
«bienes de confort»:
«Si las estructuras, el funcionamiento, el ambiente de un sistema eco-
nómico, son de tal naturaleza que comprometen la dignidad humana de los
que trabajan, impiden sistemáticamente su sentido de responsabilidad, y
obstaculizan la expresión de su dignidad personal; un tal sistema económico
es injusto, incluso si, hipotéticamente, las riquezas que produce alcanzan un
nivel elevado y son repartidas según las reglas de la justicia y la equidad»
(Mater et Magistra).

154 155
proposiciones para la acción

Los antiguos pecaron de atar la Palabra de Dios en su


realización política a una cierta forma de poder, a una
cierta forma de sociedad, pero sin embargo tenían más
que nosotros el sentido del absoluto de Dios y de su Pa-
labra: política sacada de las Escrituras Santas, he aquí
que para ellos era natural y que para nosotros se ha hecho
escandaloso e ininteligible.
Hemos practicado una nefasta escisión entre la vida
religiosa y la vida política, entre la Iglesia y la vida diaria,
entre el espíritu cristiano activo y la práctica sacramental.
Quemados por la teocracia, vigilantes ante los confu-
sionismos que todavía existen, temiendo ser enclasados
entre los «clericales», o ser absorbidos por los pensadores
trasnochados, no queriendo parecer hipócritas a sus pro-
pios ojos, muchos cristianos aceptan hoy día con toda
tranquilidad la fórmula «buenos cristianos a título perso-
nal e interior, pero totalmente libres e independientes en
la Ciudad».
Desconfiando, después de algunos decenios, de todo lo
que se parezca a una política cristiana (la palabra y la
cosa), han llegado a «confundir el pensamiento social de
la Iglesia con la moral y el derecho naturales»; así habla-
ba José Folliet al presentar los primeros capítulos de este
ensayo en la Crónica social de Francia, donde antes se

157
publicaron. «En otras palabras, ¿no reducimos el pensa-
miento social de la Iglesia a una moral simplemente na- eficacia es de aquellos que tienen ideas claras. ( lux ,i sobre-
tural?» ' José Folliet añadía: «El pensamiento social de la manera ver hasta qué punto el pensamiento cristiano p<>
Iglesia integra la moral y el derecho naturales, pero añade lítico está retrasado desde sus orígenes con respecto al
la revelación evangélica con sus terribles exigencias. No pensamiento especulativo y a los otros sectores del peu
debemos olvidarlo.» Sarniento religioso, tanto a nivel de magisterio como al de
¿Quién tenía razón, los antiguos, o los modernos? Es los teólogos. Si no en teoría, al menos en la práctica, los
mejor decir que unos y otros han tenido su utilidad: los «intelectuales», Padres, teólogos, han dejado desencantar
antiguos por su voluntad de no renunciar a ninguno de sus el pensamiento cristiano, no han estudiado seriamente el
deberes cristianos, los modernos por su voluntad de no pensamiento práctico y político, han dejado que se extra-
usar el nombre de Dios en vano. Estas dos voluntades an- viara, cuando no han sido ellos mismos los que lo han
tinómicas tienen su miseria y su grandeza; la miseria de desenfocado (pensamos en Vázquez y los otros teólogos
los antiguos es no ver que hacían blasfemar a Dios, que jesuítas de la contrarreforma) en las aventuras del cesaro-
le hacían mentir, que le atribuían designios que no tenía; papismo y la teocracia: pues la acción no tiene espera, y
la miseria de los modernos está en reservar la política al por consiguiente la Iglesia y sus hombres de acción, papas,
hombre solo y, por una especie de furioso pudor, dejar obispos, jefes en general, estaban obligados a tomar pos-
a Dios de lado. turas. Finalmente se ha estudiado poco el sentido de una
La síntesis evangélica de esta especie de dialéctica he- verdadera encarnación política del Evangelio. Los Padres
geliana era sin embargo simple en su principio y los pri- se empeñaron en hacer simpática la nueva fe, suavizar sus
meros cristianos la habían captado muy bien: para los durezas, y definir la base; los teólogos de la edad media
cristianos, nada escapa a Dios, a su palabra evangélica; confrontaron la fe con la ciencia. Casi todas las definicio-
pero no hay que olvidar el punto de inserción política de nes del magisterio se refieren a este aspecto.
esta palabra, punto que es la realidad política y no su Hace falta emprender y desarrollar los estudios sobre
forma. las Escrituras, la historia de la Iglesia, los Padres, los
¿Qué debemos hacer, qué proposiciones de acción se teólogos, el magisterio, desde el punto de vista político, a
imponen? fin de ver qué hay seguro, probable, incierto y dudoso; hay
que determinar el alcance doctrinal de las decisiones pa-
pales y conciliares (por ejemplo, el Syllabus). Sería útil
Seis proposiciones que todas ellas, igual que todas las tesis, fueran acompa-
ñadas de una nota teológica: de fe (definida, revelada, im-
Nuestra primera proposición de acción se refiere a la plícita), próxima a la fe, teológicamente cierta, etc. No
ciencia religiosa; no hay ninguna paradoja: la acción y la hay que descuidar nada que pueda aportar luz y certeza
1. Podría objetarse que Juan XXIII en Mater et Magistra y, todavía más, a la acción.
en Pacem in terris se ha situado expresamente en el terreno del derecho y la Con el mismo espíritu, y paralelamente, deberían rea-
moral naturales, y que ésta es sin duda una de las razones de la buena
acogida de estas encíclicas por los «hombres de buena voluntad», creyentes lizarse estudios de confrontación entre los imperativos de
y no creyentes, a los que iban dirigidas; sin embargo, el sustratum evangélico la política de Cristo y los datos de la experiencia contem-
aflora, algunas veces muy explícitamente, en estos mensajes de un papa que poránea; hace falta, por ejmplo, una seria y sólida con-
ha parecido a todos adornado con un «aire» evangélico.
frontación del cristianismo con el socialismo.
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Segunda proposición: Que cada cristiano, igual que la
Iglesia, renuncie realmente y en concreto a toda teocracia formados, alimentados en la Iglesia y en los movimientos
o cesaropapismo disfrazados ', es decir, a toda transposi- eclesiales, testimonien y actúen donde quiera que estén
ción (en el plano político, sindical o cualquier otro) de los —levadura en la masa presente y actuante en el todo— sin
sueños del águila de las dos cabezas, de las dos espadas, volverse a constituir en capillas en los diferentes medios:
del Sacro Imperio, en capillas modernas de cristiandad partidos, movimientos, sindicatos más o menos oficial u
más o menos astutamente camufladas, más o menos in- oficiosamente cristianos; ni Cristo, recordémoslo una úl-
conscientes... tima vez, ni los primeros cristianos formaron grupos po-
Para evitar hasta las apariencias de confusión, sería líticos para actuar políticamente en el mundo como cris-
deseable que las autoridades de la Iglesia guardasen pri- tianos; su acción política en el mundo era la aplicación
mero sus distancias con respecto a las autoridades civiles inmediata, el resplandor en la acción, de los imperativos
(a las que sin embargo no pueden ignorar, y al revés), in- de la fe '.
cluso en las manifestaciones públicas y en los actos litúr-
gicos («misas oficiales», etc.). Cuarta proposición: Que los pastores procuren infor-
marse ellos mismos de los principios de política evangé-
Tercera proposición (corolario): Que por el contrario, lica y que los prediquen en la iglesia y en los movimientos
cada cristiano, y los cristianos constituidos en Iglesias, eclesiales, al mismo tiempo que dan testimonio de ellos
en su propia vida.
1. Noticias venidas de Estados Unidos dan un ejemplo de renuncia a toda
tendencia teocrática o cesaropapista: En un juicio hecho el 8 de junio, la Quinta proposición: En consecuencia, que cada cris-
Corte suprema declaró inconstitucional una ley del Estado de Connecticut que tiano, que todos los cristianos alimentados con el mismo
prohibía el empleo de productos concepcionales incluso a los recién casados.
Las reacciones católicas conocidas respecto a esta decisión de la Corte su- pan y las mismas enseñanzas, den los mismos juicios y
prema señalan la diferencia existente entre la ley civil y la ley moral. Mon- lleven la misma acción en las mismas coyunturas esen-
señor Henry J. O'Brien, arzobispo de Hartford (Connecticut), declaró que se
trataba de una buena decisión: «Los católicos, junto con sus conciudadanos, ciales.
reconocen en esta decisión de la Corte una interpretación válida de la ley «Alimentados con las mismas enseñanzas» significa,
constitucional. Sin embargo, debo hacer notar que es una decisión que nada
tiene que ver con la moralidad de la cuestión. La contraconcepción artificial además de nuestra cuarta proposición, que en las ocasio-
continúa siendo inmoral según la ley divina.» Por su parte, monseñor John nes mayores, los pastores no deben dudar en recordar
C Mott, sacerdote de la diócesis de Hartford y director de la sección de la
familia de la N.C.W.C. (órgano nacional del episcopado católico) en Washing- muy concretamente, ex cathedra, de manera apremiante y
ton, dijo: «La Iglesia católica se opone al empleo de productos anticonceptivos con precisión, en función de las situaciones presentes y de
artificiales por razones morales claramente definidas. Pero la Iglesia no pre-
tende usar del poder del Estado para exigir que se conforme a su punto de los problemas reales, las exigencias prácticas que se si-
vista en las cuestiones morales. Fue la presión protestante y no la católica guen en dependencia directa e inmediata de los impera-
la que provocó la votación de esta ley en 1879. Aunque no se legalizara la
moralidad, esta ley era mala porque no era aplicable. Además, tal como han tivos evangélicos.
declarado la mayoría de los jueces, constituía una intromisión en la vida
privada. Me alegro de que se haya declarado anticonstitucional.» En Chicago,
M. Patrick J. Crowley, abogado, miembro de la comisión creada por Pablo VI
para estudiar el birth control, y fundador del movimiento familiar cristiano, 1. ¿No es esto lo que pretenden hacer los movimientos de Acción Católica
ha declarado: Opino que es una buena decisión. Este tipo de ley está su- mediante la técnica de los grupos que permite a los militantes de diferentes
perado en una sociedad pluralista.» (Informations catholiques internationales, tendencias políticas encontrarse en los valores y en la búsqueda de una visión
1.» de julio de 1965, p . 14.) de fe? ¿No son conscientes de la necesidad de estar comprometidos —para
pasar de lo real— en las instituciones formales siempre imperfectas y que el
cristiano debe intentar rehacer desde el interior?

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11
Esto no quiere decir que no tenga importancia recono-
¡Neoteocracia!, dirán, refiriéndose a estas «consignas» cer la complejidad de los problemas políticos. Se compren-
Políticas dadas oficialmente por el clero. De ninguna ma- de que el paso de la inspiración evangélica a sus aplica-
ner
a . La teocracia mezcla lo espiritual con lo político ciones concretas se haga con vacilaciones, obscuridades y
rormal, mientras que la política real ha sido dictada direc- retrocesos. Pero hay que distinguir cuatro etapas en esta
tamente por Cristo. Y de la misma manera que un obispo continua dialéctica: la inspiración evangélica es absoluta
° un sacerdote podrá ser obligado, por ejemplo, a recor- y penetra en todo; ésta puede después enunciarse en forma
Q
ar la verdad (sólo hay una verdad) sobre la encarnación de principios, igualmente absolutos pero ya abstractos (por
a
Propósito de los viajes cósmicos y de la pluralidad de ejemplo, preferencia con los pobres, desconfianza del di-
f u n d o s , igualmente deberá recordar los datos de la polí- nero, etc.); son éstas las dos etapas que hemos seguido en
tica evangélica en todo acontecimiento importante. No se nuestro rápido trabajo. Queda todavía que estos princi-
Puede ser cristiano y pretender al mismo tiempo (si no pios que emanan de la inspiración evangélica deben ela-
en ideas confesadas, al menos en la acción) que los pue- borarse necesariamente en doctrina que, con todo y tender
blos del tercer mundo pueden ser abandonados a la muer- hacia el absoluto, será forzosamente parcial, parcial y re-
te
o a la esclavitud, que los obreros siempre tienen lo lativa en la medida que representa la refracción, en los
suficiente para vivir, que el dinero tiene sus leyes que hay
tiempos y lugares concretos, de los principios del Evan-
que seguir, etc. Ninguna distinción entre lo especulativo,
lo especulativo-práctico y lo práctico-práctico será válida gelio; esto es lo que debería ser la doctrina social de la
jamás. Quién dirá bastante el mal causado por estas dis- Iglesia. Finalmente ésta debe llegar a las aplicaciones con-
tinciones y subdistinciones y por la pretendida libertad cretas, que no siempre son necesariamente cocxtensivas y
Política del cristiano, totalmente ilusoria, ya que ha sido adecuadas 1.
subrepticiamente transferida del plano de la política for- Estas distinciones, válidas, lejos de tranquilizar a los
mal al nivel de lo político real. cristianos, deben incitarlos a reemprender, siempre más
A este nivel, es necesario que un problema político sea estrechamente, en una especie de praxis del amor, la ade-
verdaderamente pequeño para que pueda dividirse la opi- cuación de sus actos políticos a la inspiración evangélica.
nión de los cristianos; y aún divergiría esta opinión no de
derecho, sino de hecho, dada la dificultad en apreciar Sexta proposición: Cuando algunos cristianos son lla-
prácticamente la jerarquía de valores que, si fuera cono- mados interiormente a tomar al pie de la letra tal pres-
cida con certeza, impondría la elección.
Pero cuando se trata de los grandes problemas, de 1. La inspiración evangélica, los principios, la doctrina, "<> dispensan al
estar a favor o en contra de tal guerra, de tal desarme, de hombre de acción de analizar las situaciones, la cuyunliiru y sus componentes,
tal violencia; a favor o en contra de tal consecuencia de apreciar el contexto, las posibilidades y los imposibles, de medir la eficacia
de los diversos medios de que dispone y entre los cuales deberá escoger,
del reinado del dinero, a favor o en contra de tal etapa de corriendo el riesgo de equivocarse de buena fe, Teniendo en cuenta que ie
la unión de los hombres, contra las clases, las razas, las todo esto él inventará una conducta determinada en cada cuso particular.
castas, las naciones y las patrias, a favor o en contra de Debido a que el conocimiento de estos elementos conlinnentes, tan com-
plejos, depende de la capacidad intelectual, de la competencia, de la infor-
la fraternidad, la libertad, la igualdad, etc., hay, quiérase mación de cada uno, no es siempre moralmente escandaloso que los cristianos,
o no, una ortodoxia política cristiana, como hay una orto- que querrían ser siempre fieles a la inspiración evangélica, tengan algunas
doxia sobre la Trinidad o la Encarnación. veces, en la práctica, conductas diferentes que sin embargo no son objetiva-
mente fieles al Evangelio.

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163
cripción evangélica y a sacar, en lo que les concierne, una entre las masas populares '. Lógicos hasta el final, no re-
aplicación concreta y exigente, pero minoritaria y revolu- troceden ante la objeción de conciencia. Nosotros, más
cionaria (por ejemplo la no violencia absoluta, el negarse clarividentes, ¿tenemos la misma valentía?
a coger las armas), y el episcopado no condena su decisión, Conviene corregir lo que nuestras anotaciones puedan
el conjunto de los cristianos, en lugar de censurar a sus tener de excesiva aspereza con la aplicación de la parábola
hermanos o considerarlos como iluministas que se tole- evangélica: «El Reino de Dios es semejante a un padre de
ran, debería mirarlos con respeto y atención y decirse que familias que saca de su tesoro lo nuevo y lo viejo.» El
esta conducta insólita es quizás el efecto de un carisrna Evangelio es un tesoro global, dado una vez para siempre
por el que todos somos finalmente interrogados en el fondo pero del que nunca se acaba de hacer un inventario de
de nuestra conciencia. 1 todas las piedras que hay. Algunas, como la de la supera-
El Evangelio de Cristo no es únicamente una referencia ción de la patria por ejemplo, no podrán brillar con toda
a un ideal puramente humanitario; exige de nosotros cris- su claridad más que al término de una evolución de las
tianos una acción cristiana en medio del mundo, sin que estructuras del mundo, evolución en la que el Evangelio
por esto tengamos que cerrarnos en una «capilla». El des- ha de jugar su papel. Probablemente quedan todavía otras
hacer todas las confusiones clericales, teocráticas y polí- piedras por descubrir.
tico-confesionales exige un compromiso, que no es facul-
tativo, en las realidades de la vida política, pues éstas están 1. En la resolución de su congreso del 1." de agosto de 1938, los Testigos
*—- implicadas en los grandes problemas ante los que los cris- de Jehová declaraban: «Que el único gobierno estable del universo es el
Reino de Dios instaurado ya, puesto en manos de su Hijo ungido, Jesucristo;
tianos no pueden permanecer neutralistas: guerra, violen- que ningún gobierno de la cristiandad tiene el apoyo de Dios, ya que el Altí-
cia, justicia social, problemas de vivienda, de miseria, de simo tiene su propio gobierno, el reino mesiánico, y que los gobiernos de la
cristiandad están destinados a perecer a sus manos en la guerra universal
la infancia, del racismo, etc. del Harmaguedón, en que su rey combatirá contra ellos y contra todos los
otros partidos de la organización del Diablo, tanto humanos como espiritua-
La timidez de la Iglesia en materia de compromiso de les... Que en su miedo al comunismo ateo y a otra guerra mundial, el clero
los cristianos en la realidad política es desconcertante ha vuelto la espalda a Jesucristo y ha dado su apoyo a las instituciones
para las almas de buena voluntad. El rearme moral, con- políticas destinadas a hacer durar este viejo mundo enemigo de Dios, a saber,
la Sociedad de las Naciones y la organización que le ha sucedido: las Na-
tra el que la jerarquía ha puesto justamente en guardia a ciones Unidas; que el clero ha conducido al pueblo a hacerse un ídolo de
los católicos, no ha nacido más que de esta carencia; segu- estos sustitutos humanos del Reino de Dios; que, por sus proyectos inspi-
rados en la sabiduría de este mundo e intentando proteger al pueblo de una
ramente la inocencia se mezcla con las secuelas de la teo- nueva guerra mundial devastadora mediante estos organismos impotentes, el
cracia y el cesaropapismo en una extraña amalgama hecha clero no ayuda a los hombres a encontrar una protección segura contra una
de elementos espirituales y temporales; es igual, manifies- guerra mucho más destructora: «la guerra del gran Día de Dios todopo-
deroso» (Apoc. 16, 14-16, Li); de manera que en tiempo de paz internacional, el
ta una necesidad y una justa intuición: la de que la fe in- clero exhorta hipócritamente a las naciones a no hacerse la guerra, a no
fluya en la política. Esta necesidad se encuentra, todavía combatirse entre ellos; pero, debido al apoyo prestado a los proyectos polí-
ticos humanos, les incita ahora a luchar contra Dios y a la próxima guerra
con más claridad, y decididamente desviada hacia la so- del Harmaguedón... que nuestra organización terrestre es teocrática porque
lución teocrática en estado puro, entre los Testigos de está regida por el Dios Altísimo, que está por encima de nosotros; que nues-
tro jefe, bajo la dirección de Dios, no es un dictador político, sino Jesu-
Jehová, de los que todo el mundo sabe el éxito que tienen cristo, nuestro verdadero pastor... y que las Escrituras Santas son nuestro
manual de derecho, de enseñanza y de educación superior.»
Evidentemente es más fácil sonreír ante un tal discurso, en que la teocra-
cia infiel al Evangelio, bordea el absurdo, que interrogarse sobre las propias
1. Ver en el apéndice las reflexiones sobre la no violencia.
responsabilidades de semejante mescolanza.

164 165
Sea como sea, queda en firme que los cristianos están
llamados, les guste o no, a construir concretamente un
universo de dulzura, de libertad, de fraternidad univer-
sales, de desprecio del dinero y de predilección por los
pobres. Igual que, afortunadamente, se empieza a negar
los sacramentos a los que no les significan otra cosa que
ritos sociales sin contenido viviente, no estaría mal que se
excluyera de los mismos a los que, por acción y por omi-
sión, no quieren encarnar políticamente el Evangelio tal
como debe encarnarse. Para hacer fermentar el mundo y
elevarlo, no es necesario que los cristianos sean numero-
sos, hace falta que sean verdaderos.
apéndices
Incluso obligados a no ser más que un «pequeño re-
baño», deberían creer en la fuerza que hay en ellos, con la
condición de superar toda tentación de orgullo aristocrá-
tico que los convertiría en una secta, y de no olvidar nun-
ca que «Dios quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad, pues Dios es único,
único también el mediador entre Dios y los hombres, Cris-
,^-io Jesús, hombre al mismo tiempo, que se entregó para
rescatarnos a todos» (1. a epístola a Timoteo, 2, 4-5).

166
El autor presenta ahora una apología que, en principio,
había pensado colocar al empezar la obra, a manera de una
«segunda introducción». Después de amistosas observaciones
que Je suscitaron algunos lectores de su primer manuscrito,
este «prólogo» le parecía aún más imprescindible para res-
ponder a unas posibles críticas. Teniendo en cuenta las obser-
vaciones citadas, se han llevado a cabo dos refundiciones del
texto.
Después de esta pequeña defensa siguen unos desarrollos,
que han sido anunciados en la obra, sobre la enseñanza libre
y la crisis de los sacerdotes obreros (que inicialmente estaban
en el mismo cuerpo del libro, pero que el editor ha preferido
colocarlos «in fine»), así como también unas «reflexiones sobre
la no violencia» entresacadas de otras publicaciones en forma
de libros en venta o de circulación limitada. Las dos notas
sobre la «no violencia» y sobre la liturgia son aportaciones
de los lectores del manuscrito.

/. ADVERTENCIA DEL AUTOR

La cadena providencial y contingente de los hechos y de sus


causas ha hecho que este pequeño libro conociera una vida
preeditorial muy vasta, porque, por una parte, fue entregado,
en su totalidad, para la aprobación privada de algunos teólo-
gos amigos y otros no conocidos, y, por otra parte, algunos
fragmentos fueron sometidos a la aprobación pública en dos
revistas, una especializada, y otra sobre temas generales.

169
Ciertamente que no hubiera llegado a verse en las librerías
si no hubieran existido unos jueces benévolos que, a pesar de de san Agustín, simplemente porque lo conoce mal; habiéndose
sus defectos, lo consideraron apto para ayudar a reflexionar entretenido acerca del texto evangélico, habla rápidamente de
a muchos interesados en un problema capital, y también, así lo san Pablo a manera de testimonio, mientras que se extenderá
esperamos, para hacer progresar el pensamiento y la acción largamente sobre Bossuet que ha investigado detenidamente y
de los cristianos en un campo esencial. De todas maneras, los que, por su Politique tirée de VEscriture Sainte, tiene valor de
primeros lectores, públicos y privados, permitieron al autor referencia. Así, pretendiendo en algunas páginas (del capítulo
entrever las objeciones, críticas y nudos de resistencia, suscep- segundo) recorrer veinte siglos de Historia de la Iglesia, cae
tibles de ser un obstáculo para la necesaria comunicación en- casi fatalmente, incluso teniendo en cuenta la restricción del
tre sus profundas intenciones y el público que se ha previsto. objeto formal, en el reproche de imichas lagunas y de meras
También le permitieron corregir y adaptar algún que otro aproximaciones.
punto; pero no ha querido renunciar a la idea de provocar En cambio acepto menos la crítica de los que, bajo la eti-
reacciones, y, por lo tanto, no se ha preocupado de equilibrar queta «evangélica», no quisieran encontrar más que hierbas
demasiado cada uno de los elementos. No se trata de un curso dulces; he quedado asombrado de comprobar en esta ocasión
magistral, sino de una discusión libre. Si aparece con vehe- cuántos cristianos son aún partícipes de una cultura religiosa
mencia, no ha de quererse formalizar con demasiada virulen- al estilo del peíit Larousse illustré: para ellos la palabra «evan-
cia: el género literario de un ensayo no es el mismo de la tesis. gélico» evoca imágenes de dulzura, de fabricante de imágenes
Se ha notado, en cuanto a la forma, el tono «violento», el piadosas y de autor de cuentos infantiles; es como un epíteto
bordeo hasta un límite «incendiario y polémico» de algunos homérico, tierno y melifluo. No hay otra forma que recomen-
pasajes, extrañándose de que, con la pretensión de hacer un darles la lectura del texto evangélico, para que se den cuenta
trabajo «evangélico», lo sea tan poco el mismo autor; también de que la auténtica dulzura del Señor no excluye la firmeza, ni
han hecho notar la rapidez fácil de algunas nociones y, sobre la dureza, ni la violencia incluso, que no es la corporal, y que
todo, del estudio histórico del capítulo segundo, señalando solamente los no violentos, como lo fue Cristo y lo tendrían
aproximaciones y notando lagunas. que ser los cristianos, que rehusen llegar al recurso de la
Aunque hemos tenido en cuenta algunas de las observacio- fuerza bruta, tienen el pleno derecho de llegar a la más pro-
nes sobre la forma, no hemos querido abandonar el género funda firmeza de propósitos.
literario; incluso la autodefensa. La cuestión no podía llegar
hasta provocar un tono impersonal e irenista, y dejarlo todo
de forma incuestionable. Las tesis trabajadas hasta en sus, más //. PARADOJA DE LA SITUACIÓN DE LA ENSEÑANZA
mínimos detalles son necesarias, pero la acción y la vida de la LIBRE
opinión pública tienen necesidad de reactivos. Nuestro trabajo
es una obra de reflexión, pero de circunstancias; es la obra de La enseñanza libre es un problema que desde hace mucho
un militante cristiano que, con la fe en el corazón, busca hacer tiempo llena de ponzoña la vida política francesa. Para situar
saltar un poco más de luz y hacer estallar, con toda la pasión los campos es necesario considerar el tema bajo una doble
de que es capaz, una intuición, una experiencia, una reflexión. cara: la cívica y la eclesial.
Por lo tanto, no pretende decirlo todo, ni siempre con una gran Desde el punto de vista puramente cívico se puede decir que
perfección en el detalle; lanza simplemente su testimonio y su «lógicamente» la oposición a la enseñanza libre no debería
convicción para que se lo apoderen y lo usen de la mejor ma- llegar más que del partido comunista; esto no tendría nada
nera posible, incluso hablando mal de él si es necesario. En de anormal ni irritante; porque en la edad media, y en un país
una palabra, este libro es un ensayo, y su autor ruega que no cristiano, lucharon o habrían luchado contra la enseñanza pa-
se olvide esto. No trata, por ejemplo, del pensamiento político gana o herética, y en definitiva no estatal, porque en aquel
momento el estado era cristiano; los marxistas que preparan
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171
ahora un estado marxista, tendrán interés en luchar desde un
principio en contra de la enseñanza no estatal que, en un esta- hablan de la «enseñanza libre». Para amalgamar este asunto
do marxista o premarxista, sería un factor de oposición desde no faltan falsas buenas razones. Se afirma, por ejemplo, que la
los mismos principios, si no contra el sistema económico, sí enseñanza del Estado, porque es gratuita, obligatoria y neutra,
por lo menos contra la filosofía. Pero no son éstos los motivos dirigiéndose a todos, es la única democrática. Pero se ha de
que mueven a los comunistas (aunque, si en último término advertir que, en cuanto a la gratuidad, también lo es casi total-
fueran consecuentes con sus posiciones tácticas, no deberían mente en la enseñanza libre primaria y que, en último extremo,
ser adversarios tan declarados de la enseñanza libre); en jamás es expulsado un niño por insolvencia pecuniaria; en
realidad, sobre esta cuestión, hacen frente común con la to- cuanto a los restantes niveles de enseñanza, los mismos res-
talidad de radicales, el pequeño grupo de progresistas y sobre ponsables también pedirían que fuesen totalmente gratuitos;
todo con los socialistas, que, si no siguen el camino de la total pero, para esto, serían necesarios algunos arreglos muy en la
laicidad de la enseñanza, no estarían en la línea de las gran- línea de la equidad, pero que molestan mucho a los adversa-
dezas radicales. Y todo esto se defiende en nombre de la liber- rios; a pesar de todo, hay que afirmar que la mayoría de
tad y de la igualdad democráticas: realmente uno tiene el directores de estos centros se están moviendo para reducir al
derecho de maravillarse de que Francia sea el único país del mínimo los inconvenientes de la situación, admitiendo a los
mundo en donde las nociones de libertad y democracia sirven niños a precios muy reducidos o incluso totalmente gratuitos.
para ir en contra de la enseñanza libre. Nuestros liberales no Respecto a los otros puntos, no vemos lo que la «obligatorie-
se dan cuenta de que lo que toman como efecto de las liberta- dad» y la «neutralidad» añaden al concepto «democrático»:
des democráticas y republicanas, no es más que la detestable hace ya mucho tiempo que las escuelas no proporcionan una
herencia de uno de los hombres más detestables, más anti- cultura auténtica, que se puede obtener muy bien al margen
democráticos, más antiliberales, más antirrepublicanos, y de las mismas; pero, dado que existe, tienen, por lo menos,
también más prestigiosos y más nefastos de nuestra historia: el deber de responder a las exigencias de los padres y de las
Napoleón. diversas familias espirituales del país; la neutralidad es desba-
Él fue, en efecto, el que destrozó tajantemente el auténtico ratada, injusta, imposible; incluso la enseñanza estatal, si es
liberalismo, la independencia y el federalismo universitarios, liberal, ha de ser pluralista, como lo demostró J. Maritain en
tal como se practicaban durante la edad media y están aún su libro Education at the crossroads («La educación en la en-
vigentes en un buen número de países; él fue el fundador de la crucijada de los caminos»).
estatalización, la funcionalidad, el monopolio de lo que antaño Pero también se afirma que la educación libre divide a la
fue la Universidad, y que ha pasado a ser una parte más de juventud, que luego, en lugar de cooperar al bien común, se
la administración del Estado. En todo lo que hace referencia enfrentará en virtud de una oposición de principios.
a la enseñanza, los demócratas son bonapartistas; tiene un Hay que responder que esto sería posiblemente verdad si
aire cómico que, siempre desde el punto de vista cívico, hayan los educadores levantan los jóvenes unos contra otros; si algu-
de ser los católicos quienes, saliendo en defensa de la enseñan- na vez fue esto verdad, ya no puede serlo jamás; a excepción
za libre, defienden también el espíritu liberal y democrático. de algún posible rincón alejado de una comarca fanática, ya no
La verdadera razón de esta absurda situación es evidentemente se encuentran hoy los grupitos de «rojos» que entorpecen los
el anticlericalismo; caso chocante, el anticlericalismo tiende a caminos de los «blancos», o viceversa. Hablemos con seriedad,
ceder en todos los campos, menos en el de la escuela. Apenas esto es sacar voluntariamente de cauce las aguas; la juventud
se piensa en la enseñanza libre prestada por laicos, sea o no puede estar dividida, si se quiere, aparte de la enseñanza, libre
confesional. Se atiende sobre todo a la enseñanza libre «cleri- o no, por los principios morales, religiosos o políticos, y tam-
cal», lo simboliza todo; conscientemente o no, estos adversarios bién por la clase social de los padres... Es demasiado simple, y
casi todo el tiempo están pensando en «los curas» cuando ciertamente estúpido, afirmar, com,o se ha pretendido, que la
enseñanza libre es burguesa, por oposición a la enseñanza del
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Estado que sería popular. Señalemos simplemente que la ense-
rior, y sobre todo las escuelas primarias, son un excelente
ñanza del Estado no es popular; es un mito puro; en la Sor-
paliativo a la impotencia actual del Estado en este terreno.
bona, por ejemplo, hay un 4 % (!) de hijos de obreros. Por lo
que se refiere a la enseñanza libre primaria y técnica, son tan Pero importa volver a lo esencial: la auténtica libertad...
populares como la del Estado; si la media no lo es tanto, tam- No se trata de discutir perdiendo de vista los derechos respec-
bién es verdad que son muchos los que lo lamentan y se afanan tivos del Estado y de la familia, en lo que afecta al niño;
en encontrar una solución, pero se les niega toda ayuda; no esta es la fórmula para falsear el problema; queda claro que,
conviene exagerar los términos, porque si bien es verdad que si la familia no tiene todos los derechos sobre el niño, tampoco
existen Centros secundarios de enseñanza libre que tienen un el Estado; es incuestionable que los padres tienen el derecho de
aire «chic», frecuentados por clientela de la aristocracia y de la asegurar para sus hijos una enseñanza-educación de una cierta
burguesía, también lo es que otros Centros tienen sus puertas «tonalidad», pero las familias están en el Estado, constituyen el
abiertas a los más sencillos, y también es verdad que el Estado Estado; éste no es, pues, el problema, porque quedaría resuelto
posee algunos liceos «chic» (por ejemplo, Janson de Sailly, en con el pluralismo, incluso en el seno de la enseñanza pública...
París), y lo son debido al emplazamiento geográfico. El niño es disputado entre los padres y el Estado: he aquí
Pero el argumento fuerte de los adversarios de la enseñanza hasta dónde hemos llegado a fuerza de mala fe y de ceguera.
libre generalmente es el siguiente: «El Estado ofrece una en- Lo esencial es que el punto de partida mismo de la argumen-
señanza accesible a todos; si algunos particulares desean su tación de los laicos, el principio considerado como evidente, es
enseñanza especial, no tenemos inconveniente, les dejamos ha- falso: «El Estado, dicen, ofrece una enseñanza...» ¡Esto es
cer, ¡pero que se la paguen!, ¿de qué os quejáis?» precisamente lo que no se puede admitir! ¿Por qué el Estado
Hay mucho que responder a esta afirmación tan simplista: y no la Universidad, la Universidad auténtica, libre de todo,
primero, que la enseñanza del Estado no ha sido siempre acce- incluso del Estado? ¿Quién no se da cuenta del peligro que
sible a todos, como, por ejemplo, en la época de la irreligiosi- supone avasallar más o menos a los mantenedores del espíritu
dad y del ateísmo militante, que provocaba una afrenta directa y de la cultura bajo los mantenedores del orden? ¿Cómo os
a la dignidad moral de los padres y de los niños. Es del todo podéis quejar, vosotros, «laicos», de que se pretenda, como
necesario, pues, suponer que la enseñanza que ofrecerá el Esta- desde hace un tiempo, someter la Educación nacional al Minis-
do será siempre pluralista, como hemos dicho; y no diremos terio del Interior a través de los prefectos? ¿Por qué os estáis
ya m,ás, porque no se trata ahora de este asunto. Por otra quejando de la situación miserable del cuerpo de enseñanza en
parte, la enseñanza del Estado, en la actualidad, no es accesible general?... Sería necesario pedir al Estado republicano que
a todos en Francia, y por otra razón, todos sabemos que, en abandonase los tristes privilegios de la Universidad napoleóni-
este momento, el Estado no puede asegurar, él solo, la escuela ca; que toda la enseñanza, dirigida por quien sea, mientras sea
a la masa de alumnos cada vez más creciente, y en todos los del debido valor, esté en iguales condiciones; que la Universi-
niveles de la enseñanza. Sucede también que la enseñanza libre dad sea, como antaño, y aún hoy en algunos países, el conjunto
es mejor, tanto en calidad como en cantidad, a la del Estado; autónomo de centros de enseñanza, que se reconocen mutua-
este caso se da, por ejemplo, en las escuelas técnicas de agri- mente capaces, que deciden en conjunto los reglamentos y
cultura; y por esta razón los políticos actuales, que no son nada programas comunes, extendiéndose en sus particularidades
sospechosos por su espíritu de laicidad, recientemente han pro- y equivalencias conmutables, dando sus diplomas, organizando
puesto, por un simple cálculo de productividad, un arreglo su política, y todo esto con el control general, con la ayuda y la
semioficial de la enseñanza agrícola libre postescolar; pero, coordinación del Estado. Parece que, sin colocar sobre la mesa
dándose el caso de que es casi totalmente confesional, los faná- el problernja cívico de la enseñanza libre en estos términos
ticos anticlericales inmediatamente han lanzado sus gritos al generales, lejos de pseudoproblemas, de falsas razones y de
cielo. Por lo menos, las escuelas de enseñanza media y supe- pasiones bajas, no se puede llegar por ambas partes a nada
suficientemente serio.
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Si desde un punto de vista simplemente cívico conviene ser época en que no había otras personas para esto: obra de ca-
mucho más intransigente que lo que de manera habitual se es, ridad, al fin y al cabo, para ofrecerla a la humanidad sirviendo
a favor de la enseñanza libre, pues llegaríamos a la conclusión a la verdad, totalmente en la línea del Cristo de los Evange-
de que no tendría que existir la enseñanza del Estado, de ex- lios. Sin que tengamos necesidad de hablar de una evolución
cluir la enseñanza «oficial» como tal, por lo contrario, desde que empezó muy rápidamente durante el transcurso de la edad
el punto de vista cristiano y eclesial, estaríamos tentados de media, limitémonos a comprobar que ahora ya no se da el
dar la razón a los adversarios de la enseñanza libre actual; caso; la enseñanza ha llegado a ser incumbencia de una cor-
desde el punto de vista cristiano, es decir, considerando la poración formalmente distinta de la Iglesia; ésta hará, en
cuestión como cristiano y, de alguna manera, desde el interior consecuencia, muy mal pretendiendo conservar, aunque sea
de una Iglesia que desea practicar una política evangélica. inconscientemente, algo que pertenece a un estado contingente
Es necesario, en primer lugar y con toda razón, que la ense- histórico pasado. En consecuencia, se comprende mal, desde
ñanza libre confesional no pueda ser reprochada jamás de fa- este punto de vista, que procure duplicar la enseñanza univer-
nática, agresiva, sectarista, de inferioridad profesional o exclu- sitaria en unos campos que no le conciernen directamente.
sivista (tendrá que vigilar para que no llegue a ser la escuela Permanencia del siglo xix también, porque lúe éste el mo-
«burguesa», adinerada). Hay que notar también, en lo referente mento en que la Iglesia tuvo miedo de haber perdido definiti-
al sectarismo clerical, que es una reacción de defensa creada vamente al mundo, y vislumbró entonces, más o menos incons-
frente al anticlericalismo (como éste fue creado por aquél); los cientemente, una vida independiente y cerrada: vida de ghetto;
católicos franceses han llegado a menudo a votar por el candi- esto empujaba a la Iglesia a procurarse una enseñanza com-
dato «que defiende la enseñanza libre», caso que a veces embro- pleta.
lla nuestra situación política, y que nada tiene que ver con la Pero estas reacciones están al lado opuesto del espíritu
verdad evangélica. evangélico.
Pero el peligro que más ha de evitar la enseñanza libre con-
fesional es el del «ghetto»; efectivamente, sucede muy a menu-
do como si la Iglesia, habiendo comprobado que el mundo Por lo tanto se demuestra, si se quiere hacer la síntesis de
está ya perdido, buscara organizarse como en un reducto de los dos puntos de vista, que la Iglesia, deseosa de redescubrir
resistencia, replegándose sobre sí misma, haciéndose suficiente el espíritu político evangélico, conserva perfectamente el dere-
para todas las necesidades y, entre ellas, para la enseñanza en cho y el deber de promover una solución pluralista de la ense-
todos los grados; con estas perspectivas, la enseñanza libre ñanza, respetando todas las convicciones (mientras falte la
confesional está destinada más a guardar la fe que a extender- universidad independiente), pero ella jamás deberá de olvidar
la y ser testimonio de ella; es una guerra testimonio de un que la enseñanza era, en la línea del Evangelio, un servicio
estado teocrático que no se resigna a morir. Pasando por alto prestado a la humanidad necesitada. Este servicio queda actual-
los fracasos a veces bien patentes de esta concepción de la mentemente asegurado por su titular de derecho (excepto en
enseñanza libre, porque los individuos salidos de la enseñanza algunos países, como por ejemplo en África). Tiene el deber
confesional son a menudo muy malos cristianos, y aún más a de ponerse" en guardia para no conservar, ni inconscientemen-
menudo mediocres, es bueno desmontar todo el mecanismo te, algún pensamiento de teocracia, resabios del «clericalismo»
secreto. En esto hay un fenómeno de permanencia revestido de medieval o la mentalidad de ghetto del siglo pasado. Ciertamen-
una mentalidad medieval por una parte, y de una mentalidad te que, en la medida de las deficiencias que sufren aún algunos
del siglo xix por la otra. Permanencia de la era medieval, por- Estados, el deber evangélico ha de mover a la Iglesia a ponerse
que entonces el clérigo era el hombre de iglesia y el hombre al servicio con todo su potencial para paliar necesidades cuan-
de universidad y de cultura; la Iglesia había asumido las fun- titativas y cualitativas (por ejemplo en la enseñanza técnica,
ciones de la investigación y de la enseñanza, durante una la investigación pedagógica, la instrucción de los subnormales,

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etc.); así permanecería siempre en la línea de la ayuda por a los católicos integristas, que no remitían su cólera ante el
amor, de orientadora, de inspiradora. «Cardenal rojo» (Cardenal Suhard) y ante los «sacerdotes con
Por lo que se refiere a la enseñanza normal, los cristianos monos sucios». Con esto no pretendemos sugerir que las medi-
han de estar presentes como la levadura en la masa, y no das jerárquicas fueran dictadas por otros motivos que los reli-
organizarse cerradamente como en bastión-monumento de una giosos; pero sería imprudente afirmar que el contexto político
Iglesia teocrática reducida al ghetto. Cristo nos pidió que ac- en que fueron escritas no tuvo ninguna influencia escondida.
tuemos en el mundo, respetando plenamente sus autonomías. Esta reacción era perfectamente normal, sobre todo si se
Si la enseñanza no está lo suficientemente inspirada por la luz tiene en cuenta que la experiencia de los sacerdotes obreros
de Cristo, nos toca a nosotros ayudar a iluminarla, y no escon- señalaba, como hemos dicho, un cambio radical en la menta-
dernos cuidadosamente bajo el parapeto. lidad de la Iglesia: el fin de la concepción del clero como una
clase social, que se heredó de la teocracia. No es seguro que
los adversarios de esta experiencia tuvieran conciencia del
///. LA CRISIS DE LOS SACERDOTES OBREROS cambio (ni que éste motivara en lo profundo sus desconfianzas
o su enfado), ni tampoco los dirigentes de la experiencia, que
El segundo ejemplo de un problema político contemporáneo la conducían por instinto; pero es ésta la sola razón que expli-
será el hecho de los sacerdotes obreros, a los que ya se ha ca que se encontraran tan ferozmente opuestas personas tan
aludido. En principio es un problema esencialmente apostólico. diversas, porque tanto unas como otras se movían en un mun-
Pero, y a pesar de que la política, en el sentido de los Evange- do teocrático. Unos para desprestigiar a la Iglesia, otros para
lios, no está fuera del dominio apostólico, el problema de los triunfar. Los sacerdotes obreros, en cambio, y éste es el gran
sacerdotes obreros señala en su examen importantes dimen- sentido político evangélico de su estado, derrumbaban de ma-
siones políticas. nera definitiva el concepto del clero como clase social, demos-
Hablemos primero un poco de un aspecto mezquino, res- trando que, si bien es verdad que el sacerdote es un hombre
tringido y "peyorativo: cuando llegaron las medidas disciplina- segregado, lo es en sentido teológico, y no sociológico.
rias, a principios de 1954, que afectaban a los sacerdotes obre- Se objetaba, y es verdad, que el mundo no estaba lleno
ros y a algunos de los más eminentes teólogos dominicos, se únicamente de obreros, y que los sacerdotes obreros tomaban
tenía ya conocimiento de que los jerifaltes de los patronos responsabilidades y seguían un ritmo de vida incompatible con
franceses y de un cierto partido político confesional, entonces su sacerdocio. Se olvidaban muchas cosas: primeramente que,
en el gobierno, intentaban la supresión de los sacerdotes obre- entre los sacerdotes obreros, había clases diversas de trabaja-
ros; aún más, un señor (entonces) importante, y (entonces) dores: obreros manuales, pero también empleados, y cuadros
conocido líder del (entonces) importante partido radical-socia- dirigentes medios; la mayoría eran obreros manuales, pero
lista, presionaba con un informe ante los dominicos, captando ¿no eran éstos los más pobres, los más abandonados, los más
su atención con mala fe y procurando que se inclinasen a su perdidos, aquellos para quienes el Cristo de los Evangelios
condena como irreductibles ante la línea de pensamiento y guardaba sus predilecciones? La experiencia venía a restable-
de conducta del gobierno. De esta forma los políticos católicos cer un poco, ¡muy poco!, un cierto equilibrio. Es sintomático
profesionales y los irreligiosos se encontraban unidos contra que se hiciera este reproche a los sacerdotes obreros, cuando
los mejores cristianos: este recuerdo no puede ser ahora agra- jamás se había creído incompatible el sacerdocio con el estado
dable a nadie, cuando las víctimas han pasado a la leyenda, de patrón, militar, diputado, preceptor, periodista, etc., y cuan-
pero es un hecho. Además, estos ataques encontraban un eco do el Código de derecho canónico sólo prohibe las profesiones
favorable en los medios políticos generales, infestados de mac- de comerciante y de soldado. (Resto de la prohibición evangé-
cartismo y sometidos a la potencia ofensiva del dinero, de la lica del dinero y de la usura, así como de la violencia.) ¿Es que
opresión y de la guerra; también les iba como anillo al dedo sería posible ser obrero por fuera y sólo hasta un cierto punto.

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para jugar como io hacen los niños? No se puede jugar a hacer
el obrero. Su mentalidad, sus aspiraciones, el sindicalismo, todo se ha confundido con demasiada frecuencia la filosofía mate-
esto forma parte del obrero. ¿Son cosas malas? Si me respon- rialista, ciertamente insoportable, sea o no marxisla, para el
déis que sí, querrá decir que hay que trabajar para transfor- cristiano, con un cierto sistema económico y social que, en
m a r radicalmente este terrible mundo que pudre a los hom- cuanto a tal, no es condenable y que puede representar a los
bres. Si contestáis no en general, pero sí para los sacerdotes, ojos del cristiano evangélico, que tiene hambre y sed de justi-
¿para qué sirve el modo de vida escogido por Cristo y por los cia, la línea de muchas ventajas? Aun admitiendo algo de
apóstoles? Ciertamente que es propio de los sacerdotes religar- esto, y suponiendo que algunos sacerdotes pudieron dejarse in-
nos con Dios por los sacramentos y la Palabra, pero es una fluir por el materialismo histórico, esto sólo justificaría que se
parte de su función; porque está la parte de dar testimonio tomaran precauciones, sobre todo en lo referente a la forma-
concreto del Evangelio, que (como lo demostraba muy bien el ción de los candidatos, pero no su supresión. A no ser que se
P. Chenu) es más necesario, sobre todo cuando puede suceder quiera admitir que la condición de obrero conduce automáti-
que los sacramentos carezcan de sentido para los que no han camente al marxismo, y que el sacerdote ha de quedar protegi-
recibido la esperanza de la Buena Nueva; tampoco se puede do entre paños.
olvidar que no es fácil escapar de una categoría sociológica; si Pero, se añadía aún, se comprobaban muchas caídas entre
se evitan las reacciones como obrero, se caerá en las de patro- los sacerdotes obreros. Tenemos una nueva razón, también
no, o de pequeño o gran burgués... El sacerdote, igual que el mala; porque, durante la misma época y en muchas diócesis,
laico cristiano, no puede encastillarse en particularismos, cosa se dio el caso de muchos sacerdotes jóvenes que, recién salidos
que ha de lograr sin escamotear o ignorar una clase de perso- de los seminarios y nombrados párrocos rurales o vicarios en
nas, más aún cuando se trata de los más cercanos al corazón la ciudad, abandonaban su estado para casarse. ¿Se suprimie-
de Cristo. ron por esta razón los párrocos rurales y los vicarios de ciudad?
De hecho se ha trabajado para superar las causas: desequilibrio
Se acasaba a los sacerdotes obreros de participar en accio- psicosomático de la juventud de la guerra, formación deficien-
nes organizadas u orquestadas por los comunistas. Para res- te, insuficiencia de las estructuras, etc. Lo mismo se hubiera
ponder no es necesario ya discutir el significado exacto del pedido para los sacerdotes obreros.
partido comunista para un cristiano, obrero o no; es suficiente
responder que el cristiano no tiene ninguna razón, ni teológica Pero, arguyen de nuevo, no se han suprimido los sacerdotes
ni evangélica, que le prohiba encontrarse momentáneamente obreros: fue una experiencia apostólica de la que sacaremos
con los comunistas en un plano político-práctico. Puede haber conclusiones para la acción futura; estamos adaptando las con-
razones internas distintas, y encontrarse exteriormente en pos- diciones de su vida. Se sabía que esta adaptación era equiva-
turas idénticas. Si hace buen tiempo, y mi vecino comunista lente a la supresión, porque no se puede ser obrero a medias.
lo señala, ¿me equiparé con abrigo y paraguas con el pretexto Era, por otra parte, doloroso saber que lo que apareció ante
de que mi vecino sale en mangas de camisa? No hay ninguna las miradas de los pobres, de los humillados, de los ofendidos
razón que prohiba a un sacerdote hacer en esto lo que puede de la clase obrera como un trabajo serio y sin trampas de los
hacer cualquier cristiano. sacerdotes del Señor, pobre, humillado y ofendido, no era en
la conciencia de algunos prelados más que una experiencia.
No obstante, insistían en señalar que algunos sacerdotes
obreros habían sido contaminados por los marxistas. Hay que La verdad de todo esto, todas estas pobres razones y otras
tener mucho cuidado al hablar de estos hombres que, a menu- que no han salido aquí, es una demostración de que reinaba
do si no es cada día, cogen en sus manos un pedazo de pan y una gran confusión en muchos espíritus que no habían elimi-
un poco de vino para pronunciar sobre ellos: «Esto es mi Cuer- nado los antiguos restos del veneno teocrático: se mezclaba
po, Esto es mi Sangre, la sangre de la nueva alianza...», antes doctrina y disciplina (como en régimen teocrático), se amones-
de acusarlos de materialistas-histórico-marxista-leninistas. ¿No taba a sacerdotes y a laicos, se rehusaba el diálogo, no se veía
más que una experiencia apostólica donde había por lo menos
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acento en poseer que en valer. Destila violencia, se encarna
S1 n era más cam en la organización social y económica: intermediarios, lotería
H P ^> ¿ Í ' ° ' b i o de la idea constitutiva del nacional, lujo que se proclama deseable en la publicidad...
« e r o . t n electo, no se ha valorado lo suficiente el hecho de
que, si se hubiera tratado únicamente de apostolado, habría Más ejemplos: colonialismo, legislación que ampara las so-
Bastado el lateado cristiano; pero, se sabe con suficiente clari- ciedades anónimas, la Bolsa (que se mueve según la guerra en
dad, se trataba de algo m á s : estaba en el centro del hilo evan- Katanga), competición escolar (inyectándose violencia en el
gélico, era un testimonio de encarnación en la realidad, una psiquismo de la juventud) y, sobre todo, nacionailsmo.
acusación concreta y vivida de la clase clerical.
Las sobras del rico son lo que falta al pobre para una vida
Es por esto por lo que estamos seguros de que se volverá honesta. Estas sobras del rico pertenecen al pobre. El rico ha
a los sacerdotes obreros; estamos seguros porque, ya antes, y obtenido la ganancia por la violencia, suya propia o de su
aún más desde el buen Papa Juan, el movimiento de una polí-
tica evangélica es irreversible. Volverá a florecer, se expan- grupo, consciente o inconscientemente, violencia de poder o vio-
sionará, se ampliará: nuestra época verá sacerdotes en todos lencia de no-participación. La lucha social o interna del Estado
los sectores de la actividad humana, totalmente fundidos en la viene de esta maldita violencia.
masa, con cambios en las permanencias parroquiales y cosas Jamás se predica la no violencia a las víctimas, sino a los
similares. No se puede cortar el camino al Espíritu. opresores.
Por lo tanto, hay que poner en tela de juicio todas las es-
IV. tructuras económicas, mentales, políticas, en todos los domi-
REFLEXIONES SOBRE LA NO VIOLENCIA nios y a todos los niveles. Hay que descubrir la necesidad pro-
funda y el cómo de esta revisión, y hacerla descubrir a los
otros.
raíces % F % & ^ £ £ £ % & % * ^ ^ *>
tamente hoy. sociedades tal como son concre- Los pobres no podrán comprender la no violencia sin que
se les ofrezca como el medio más eficaz que ha de reemplazar
Las sociedades comunistas, capitalistas n n«„+^-,i- » los medios violentos para obtener lo que la sociedad les debe
en su totalidad, de hecho, impregnadas d^ v f o " e n S N o " ^
únicamente los soldados los que se preparan para la ^ u e r r T (la clase pobre o el tercer mundo).
sino también: ^ b uerra, Existe una «violencia» recomendable, porque la vida es un
— la política, combate espiritual. Todo viviente ha de luchar y combatir
— la diplomacia, contra lo que se opone a su vida y a su desarrollo total. Y esto,
— la industria, en el plano individual y de los grupos, es evidente.
— la agricultura, La violencia incluye la fuerza, pero la fuerza no supone ne-
— el comercio, cesariamente la violencia. Llega la violencia cuando uno em-
— la banca. pieza a desesperar de la eficacia de su fuerza y pone en juego
La violencia física, la destrucción de la vida biológica, la una energía cualitativamente distinta de la fuerza.
muerte, no son aún el mal peor, ni la violencia más insoporta- Luchar para vivir, para dar el mínimo vital a los proleta-
ble: existe la violación de las conciencias, destrucciones del rios, a los pobres, a los que sufren ocupación, etc., es una vio-
humanismo, decapitaciones del genio, injurias y falsificaciones lencia buena. Los opresores son los culpables de la violencia, y
del amor... que son peores que la muerte y la guerra, aunque no los que luchan por vivir.
la guerra también arrastra lo anterior. La huelga: primer paso de la no violencia en occidente.
La cultura intelectualista, occidental o del Estado, es cier- Violencia es lo que va contra la vida: la huelga no es vio-
tamente un humanismo impregnado de violencia, porque está lencia.
impregnado de inigualitarismo. Esta cultura carga mas el Hemos de comprometernos y salvar todo lo que hay de bue-
no en la violencia.
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Para Gandhj, la no violencia es convertir la violencia en
amor. pues yo respetaré la decisión libre, aunque sea distinta de' la
— Desterrar la pasividad. mía.» Conmovió a todos. Él se había liberado del engranaje de
— Superar la violencia. la injusticia y se había comprometido en un servicio civil, y fue
— Provocar el opresor a la conversión. también consciente de que no se había arreglado todo.
La no violencia es un combate que pide e implica el sa- Martin Luther tiene anuencia porque se compromete: tiene
crificio. en su haber doce encarcelamientos, tres ataques con armas,
La Iglesia tiene que liberar las conciencias y pedir a los una vez con un cuchillo, tres bombas de plástico en su casa. Él
cristianos que vivan en la línea del Evangelio: la Jerarquía tie- actúa respetando la libertad, la justicia y el amor hacia aque-
ne que hablar y decir: «Tenéis una conciencia a la que debéis llos contra quienes lucha. El Amor tiene su dinamismo. La no
seguir.» Hay que orientar en este sentido a la juventud. violencia respeta la libertad del otro.
La Iglesia tiene que enseñar la primacía de la conciencia (Extracto de una comunicación, inédita,
sobre el Estado y comprometer a los cristianos en la reivindi- en una sesión reciente organizada por
cación cívica de la verdad. el Movimiento Internacional de Recon-
La Iglesia no ve con buenos ojos que sus fieles reivindiquen ciliación, al que pertenece Thoraas Mer-
ton. Leed su libro Semillas de destruc-
en nombre de su conciencia y del Evangelio el derecho de de- ción.)
cir «no» al Estado.
No se trata de rechazar lo que los teólogos han llamado
guerra justa, sino de hacer un llamamiento a la conciencia El mismo Ghandi reivindicaba el Evangelio como carta de
de todos los hombres: de los cristianos en la Iglesia, y de los la no violencia. Decía: «La no violencia no puede triunfar en los
demás fuera de la Iglesia. que no tienen fe viva a Dios Amor.» Más cercano a nosotros,
No se trata de caer en la anarquía, sino de presionar sobre con su expresión más corriente, para explicar la lucha contra
el E s t a d o ^ r g a n i z a r en el Estado la concertación pacífica de la segregación racial en sus inicios, en Alabama, no se decía
las personas privadas: hay que conjugar las reivindicaciones no violencia, sino «amor cristiano». «Fue Jesús de Nazareth,
personales para que tengan peso ante el Estado y le obliguen a explica el pastor King, quien movió a los negros a reclamar
ceder ante un grandioso llamamiento de las conciencias an- con las armas creadoras de amor... Cristo daba el espíritu y el
gustiadas. motivo, mientras que Ghandi ofrecía el método...»
Presionar al Estado haciendo prevalecer la verdad y la jus- «No se pueden discutir las palabras de Cristo contra la vio-
ticia en esta acción, no puede hacerse de otra manera que por lencia» (Gilbert Cesbron). Sería pueril negar, apoyándose en
Ja no violencia, puesto que se busca la paz y la concordia. algunos textos interpretados tendenciosamente, el partido que
No es suficiente moralizar la guerra. Es peligroso dar toda toma de manera absoluta contra la no violencia el Evangelio.
la confianza a los Estados, porque todos son arrastrados a una «Las ocho bienaventuranzas de san Mateo (ver. 1 al 20) pro-
aventura de desesperación y de muerte. vocarían, sí llegaran a ser principios efectivos de vida, la ab-
Hay que escoger entre el equilibrio del terror y la no vio- sorción progresiva de la violencia como represión y el creci-
lencia evangélica reconocida. El desarme inspirado por la sabi- miento de la santa violencia que se ilusiona con el Reino, es
duría del mundo es una ilusión. decir, la intensidad del amor» (P. Régamey).
Un joven dibujante de Colombes rechazó trabajar para Pie- «Si el Evangelio fuera algo familiar a los cristianos, encon-
rrelatte, y obtuvo de su director el permiso para explicar a sus trarían, por instinto, cualquiera que sea su nacionalidad, la
camaradas las razones de su decisión: «Si yo no lo acepto, otro unánime reprobación de la guerra por motivos de orden evan-
compañero hará este trabajo... por lo tanto, he de explicar el gélico. La estrategia evangélica de paz supondría para ellos
problema a los demás... para que adopten una postura. Des- una identificación precisa de las fuerzas del mal, de las raíces

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de la guerra —como, por ejemplo, nos lo revela la tentación de
Jesús en el desierto—. Las tres raíces de la guerra, con la luz
que da la victoria de Jesucristo sobre la misma tentación de en este terreno. ¿Podemos esperar que este esfuerzo conducirá
Adán, son, en último término, la riqueza, el espíritu de domi- más lejos que algunas «declaraciones de intención», sabiamen-
nio y el orgullo. le equilibradas, para no contrariar a nadie?
Un espíritu de obediencia muy simplista —concebido como
servilismo, incluso ante un extremado autoritarismo—, la re- El clero católico latino lleva entre manos la aplicación de
pulsa contra todo debate que pudiera parecer poner en juicio una reforma litúrgica que decidió el Concilio en sus primeras
al orden establecido, la propensión a reservar para el dominio sesiones. Esta reforma ha empezado apenas. Pide y pedirá a
privado lo que releva de la conciencia personal, la alianza se- nuestro clero una renovada atención. ¿No será algo que le dis-
cular entre lo que se llamó «la espada y la cruz», la falta de pensará del esfuerzo pastoral que le pedimos en el dominio de
diálogo entre el clero y los laicos desolidarizados durante mu- la interferencia entre la inspiración evangélica y la política tal
chos siglos, la disociación oportunista, nacida de un falso como la hemos definido, en un sentido amplio?
esplritualismo, entre la paz de Cristo y Ja paz «política», es ¿Liturgia y política se excluyen una a otra? ¿No tendríamos
suficiente para olvidar una larga tradición de no violencia en la que decir que una exige a la otra?
historia de la Iglesia.
(Luis Rétif, prólogo a Une nouvelle forcé
El año 1950, el Centro de Pastoral litúrgica tuvo en Versa-
de frappe: l'action non violente, de J. Py- lles una sesión sobre La Misa, compromiso de la caridad. En
ronnet, Edit. Tém. Chrétien, col. «Biblio- las actas (n.° 24 de la revista La Maison-Dieu), hay una página
theque de l'homme d'action».) extraída de uno de los libros del P. Lebret, dominico:
«La liturgia es la protesta solemne contra el materialismo
vulgar y el materialismo metafísico, es la afirmación irresisti-
V. LITURGIA Y POLÍTICA ble de la persona que rompe los lazos con que le ataría una
falsa civilización y se lanza, con la mayor naturalidad, hacia
el Padre, por el Hijo que fue crucificado por sus hermanos
El crecimiento y la realización concreta de una vigorosa después de haberles amado hasta el fin.
«política evangélica» será principalmente obra de los laicos, »Es el acto místico que condena y desborda todos los mitos
como acaba de recordar la Constitución conciliar sobre la Igle- y místicas del dinero, del dominio, de la rebelión, de la raza...
sia (Lumen Gentitum), pero los obispos y sacerdotes tendrán »La liturgia es, en algún sentido, el perfeccionamiento y el
que tomarlo también muy en serio, más de lo que lo vienen fin del mundo, su último estallido en el esplendor, su último
haciendo... desbordamiento...
Es cierto que han de encontrar la naturaleza, el «modo »La Cena, el Calvario, todas las misas juntas son una sola
propio», el estilo, los límites de su inserción en este terreno, de y misma culminación de la comunidad humana en marcha ha-
tal manera que sean siempre sacerdotes y aparezcan, ante cre- cia el destino supremo con Cristo. Es una ofrenda única que
yentes y no creyentes, como testimonio de un clero «colegial» y finaliza en el cielo, completándose con la ofrenda de las suce-
no con la actitud de algunos «francotiradores». sivas generaciones humanas, que no tendrá el punto final hasta
Sabemos que esta búsqueda lleva insertos problemas muy que el orden universal sea establecido para siempre.»
delicados, pero ni la confusión, ni los pasos en falso, siempre
posibles, ni el abuso de la teocracia o del clericalismo en el El cronista que citaba esta página la acompañó de las si-
pasado, podrían justificar el neutralismo o la abstención. guientes reflexiones:
La repercusión que tendrá el «esquema XIII» (lo deseamos) «Se olvida que, en los primeros siglos, la asamblea litúrgi-
pedirá a nuestros sacerdotes un esfuerzo pastoral muy intenso ca era por sí misma una protesta revolucionaria contra los ci-
mientos en que se edificaba el Imperio pagano.
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«Quizá los primeros cristianos no tuvieron plena conciencia
de esto, pero el poder civil no se equivocaba: al rechazar el
culto imperial, estatolátrico, reuniendo fraternalmente a seño-
res y esclavos en la mesa eucarística, la nueva religión zaran- la iglesia española actual
deaba, por su liturgia, el orden establecido. Se intentaba suje-
tar la desviación persiguiendo a los nuevos creyentes (que se ante el eesaropapismo
preocupaban, sobre todo, de las asambleas litúrgicas).
»Hoy, los Estados totalitarios persiguen a las Órdenes reli-
giosas, a la Acción Católica, a las escuelas cristianas, pero se
ufanan de no molestar las «ceremonias de culto». ¿Por qué?
Ciertamente por táctica. ¡Los dictadores toleran una misa y
unas vísperas provisionalmente y por un desprecio de las mil
futilerías que se realizan! ¡Si conocieran el material explosivo
de una misa, inmediatamente serían intolerables!
»Pero el potencial explosivo de la liturgia ya no aparece. En
su apariencia una misano amenaza el «orden establecido». ¿No España no es una excepción en la crisis que atraviesan
es este hecho lo que tendría que inquietarnos?» (La Maison los países de antigua cristiandad para ir borrando todos
Dieu, n.° 24, p. 103). los vestigios de eesaropapismo y teocracia. Esta evolución
La reforma litúrgica no será plenamente auténtica hasta que lenta, pero firme e irreversible, hace tiempo iniciada, abar-
sea una amenaza para «el orden establecido», en cuanto éste ca en el momento presente todas las esferas de la vida de
no es más que «desorden establecido», pecado ya cristalizado,
solidificado, institucionalizado: la Iglesia; no así en el ámbito político y civil, cuyas estruc-
«La creación será también ella misma liberada de esa servi- turas, aunque externamente aparecen más democratizadas,
dumbre de la corrupción, para participar de la libertad y glo- sufren una profunda esclerosis. El camino que la Iglesia
ria de los hijos de Dios. Porque sabemos que ahora toda la española va siguiendo para purificarse de los errores pa-
creación está suspirando como en dolores de parto» (San Pa- sados es un camino difícil, lleno de tensiones, pero pro-
blo, Epístola a los Romanos, VIII, 21-22). fundamente educativo y gradual, ya que ha sido iniciado
en los ambientes más humildes y de menos influencia en
el sentido mundano, pero que debido a su misma fuerza
interior se ha ido imponiendo paulatinamente en todas las
esferas hasta llegar a la encrucijada actual. Este proceso
tiene en el momento presente manifestaciones violentas y
tempestuosas, más debido a la esclerosis de las institucio-
nes y estructuras antes citadas que a la poca madurez del
proceso evolutivo en sí, como a veces se ha pretendido dar
a entender.
Intentaremos analizarlo partiendo de los pequeños sig-
nos que se han ido dando en la base. Después veremos
como estos pequeños signos han creado una mentalidad
que forzosamente, en un momento dado, ha tenido que
entrar en conflicto con las estructuras.
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Este análisis no pertende negar los esfuerzos realizados
por la Iglesia en otros campos o en otras épocas. Simple- Dentro de estos humildes signos en la base entran tam-
mente exponemos, y aun con muchas limitaciones de todo bién las posturas valientes y decididas de muchos curas de
tipo, lo que hace referencia al tema que nos preocupa: el pueblo y de suburbios ante hechos y situaciones poco
cesaropapismo y la teocracia, concretándonos en estos úl- claras. Estas posturas han ido creando poco a poco, éntre-
timos años. las gentes sencillas, la duda de si los dos poderes, temporal
y religioso, son una misma cosa o más bien se mueven en
campos totalmente diferentes. Restringir el uso de las in-
fluencias en los casos en que humanamente podía hacerse,
Signos en la base
negar certificados sobre práctica religiosa para fines no
religiosos, pasar largos ratos intentando explicar el porqué
Todos conocemos los inicios oscuros y pobres, en el
de estas negativas a riesgo de ser mal interpretadas, es un
sentido evangélico, de la Acción Católica especializada en
trabajo que a la larga ha ido dando sus frutos.
nuestras diócesis. Cualquiera un poco interesado en la
cuestión sabe los esfaerzos, el tiempo, los disgustos y las Un esfuerzo parecido se ha llevado a cabo también en
crisis que costó, y continúa costando, a unos cuantos se- la predicación ordinaria de muchos sacerdotes. El resaltar
glares y sacerdotes de buena voluntad el empezar a intro- continuamente que el Reino de Dios no es de este mundo,
ducir el método de la Revisión de vida con su pedagogía y pero que se ha de construir aquí en la tierra mediante la
su mística. Aquellas reuniones de tres o cuatro personas, justicia, el amor, la libertad, ha hecho aparecer forzosa-
después de largas horas de trabajo en la fábrica, en que mente a la Iglesia como algo que es, o debería ser, dife-
se buscaba una visión evangélica sobre las situaciones rente de un sistema concreto de gobierno. Hay que saber
que vivían, al margen de todo apoyo eclesiástico e incluso ver el valor que tiene la semilla plantada día tras día, sin
mirados en muchas ocasiones como gente poco grata, fue- desánimo, sin desilusión, con constancia. Aunque son con-
ron y son un paso decisivo en el esfuerzo de purificación siderables los esfuerzos realizados en este campo, todavía
de la Iglesia de todo contubernio con el poder temporal. queda mucho por hacer. En muchos sectores, por miedo a
Los que ahora nos sentimos orgullosos de pertenecer a caer en concreciones que tanto mal nos han hecho, la pre-
la Iglesia, porque vemos cómo busca afanosamente des- dicación se queda en un terreno excesivamente trascen-
prenderse de unos privilegios y corregir unos errores prác- dente.
ticos, debemos estar profundamente reconocidos a aquellos El testimonio personal de algunos cristianos, princi-
que en unos momentos en que todo parecía marchar a la palmente laicos, en sus ambientes de vida ha contribuido
perfección supieron tener la clarividencia de adivinar cuál poderosamente a deslindar los campos. Para el obrero es-
era el camino que debía emprenderse. pañol con conciencia de clase, descubrir que un cristiano
Saber que el Evangelio tiene una respuesta para todos, participaba en su misma lucha y que no transigía, aun a
seamos blancos o rojos, de derechas o de izquierdas, sin riesgo de su seguridad personal, con un estado permanente
que esta respuesta comporte necesariamente un cambio de injusticia, ha sido una revelación inesperada. Ya no se
de postura temporal, es un descubrimiento que se ha em- puede decir, tampoco en España, que ser cristiano sea si-
pezado a hacer realidad de una manera sistemática gracias nónimo de ser de derechas. Podemos encontrar creyentes
a la Acción Católica especializada y a la revisión de vida. en todos los campos y a todos los niveles en que se lleva
a cabo una lucha por la libertad y la justicia.
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Repercusiones de esta evolución en las estructuras
político-religiosas Iglesia unida a la autoridad civil. Esta constante en el
trato con los alejados, y la luz que se ha ido haciendo
Tal como decíamos al principio, esta maduración en la sobre la pasada guerra entre hermanos, ha hecho que lle-
base ha llegado a un momento en que ha entrado en coli- gue un momento en que la petición de separación se haga
sión con las estructuras actuales. Repetimos que esta si- de una manera angustiosa y machacona.
tuación conflictiva es fruto de una maduración comunita- La solución puede retardarse más o menos tiempo,
ria, ya que las minorías a que se atribuye la provocación pero los católicos españoles del momento presente deben
de estas tensiones hace ya mucho tiempo que existe, y cumplir su misión, conscientes de que no es una cosa más
hasta ahora, en cambio, no se han producido conflictos de o menos opinable y pasajera la que llevan entre manos,
tal importancia. sino que se trata de una toma de conciencia de la Iglesia
Naturalmente, en estas situaciones existen las dos par- universal refrendada categóricamente en el Concilio Va-
tes, y pueden verse diferentes hechos en los que lo que ticano II
podríamos llamar crisis o punto candente del problema ha En relación con lo anterior, y siempre dentro de las
sido suscitado por ü%ia u otra parte. Me explico: hay cues- manifestaciones del proceso evolutivo de los católicos,
tiones, como la separación entre Iglesia y Estado, que vie- antes descrito, cabe señalar también las tensiones existen-
nen empujadas y alentadas desde abajo por los sectores tes, y que muy recientemente han salido a flote incluso en
cristianos que han ido tomando conciencia del escándalo los órganos de información con motivo de la designación
evangélico que provoca la unión de ambos poderes; en del arzobispo coadjutor de Barcelona, con respecto al pri-
cambio, hay otras, por ejemplo la de la Acción Católica, vilegio de presentación de obispos.
cuya discusión viene planteada desde arriba, ya que los Para entender el estado actual de la cuestión da mucha
militantes, en cuanto tales, no han pedido ninguna revisión luz el hecho a que nos referíamos de la designación del
ni cambio de estatuto para sus organizaciones. Es impor- arzobispo de Barcelona. Se ha intentado, por parte de los
tante hacer esta distinción a la hora de repartir responsa- medios de difusión, desvirtuar el contenido del hecho tras-
bilidades en el origen del planteamiento de las tensiones ladándolo a una esfera política. Dejando aparte las consi-
de la Iglesia española actual. deraciones que con toda objetividad y razón podrían ha-
Uno de los puntos en que quizá se manifiesta con más cerse sobre el aspecto particular de que se trataba de un
virulencia este choque con las estructuras es la separación obispo para una ciudad de Cataluña, pueblo con una idio-
entre Iglesia y Estado. Son muchas las presiones que desde sincrasia particular, lo cierto es que en el fondo del asunto
todos los campos y niveles vienen ejerciéndose para llegar había una cuestión ampliamente debatida y resuelta en el
a la solución del problema. De todos es conocida la mul- Concilio: la independencia total de la Iglesia en la desig-
titud de informes, demandas, cartas, dirigidas a las autori- nación de sus pastores.
dades interesadas, eclesiásticas y civiles, para conseguir Se ha dicho que la cosa no había sido tan clara, pero
al menos un planteamiento claro de la situación. Durante los medios informativos de que dispone el pueblo daban la
demasiados años y en multitud de ocasiones los cristianos noticia como si nada hubiera ocurrido en la Iglesia en
han comprobado la barrera insuperable que suponía para estos últimos cinco años.
la fe de muchos hombres de buena voluntad el ver a la Sea como fuere, es éste otro signo de la lucha empren-
dida por la Iglesia española contra el cesaropapismo y la
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teocracia, y de que, gracias a Dios, se ha conseguido ya un


nivel suficientemente comunitario para que puedan plan- no es de este mundo, de que el Reino de Dios se abre paso
tearse cuestiones serias. con el amor y el perdón y no con el dinero y el poder.
Otra muestra es el modo como se lleva a cabo la mutua La difícil situación que atraviesa actualmente la Acción
colaboración con los países faltos de clero y en estado ofi- Católica en España, y que oficialmente se mantiene todavía
cial de misión. Aunque todavía quedan instituciones y en el terreno puramente eclesiástico, es prueba evidente
formas concretas de ayuda en las que se mezcla la nece- de la seria maduración de una Iglesia joven que quiere
sidad de anunciar la fe a los que no la conocen con la pre- borrar pasados errores históricos.
dicación de la hispanidad, actualmente puede decirse que Se acusa a esta Acción Católica de temporalismo. Sin
la colaboración de las Iglesias más ricas en sacerdotes y embargo, la acusación no va a negar que los cristianos
laicos con otras menos evolucionadas en este aspecto se deban comprometerse en la construcción de la Ciudad. La
realiza a un nivel puramente eclesial. declaración de la comisión permanente del episcopado es-
El avance que el hecho de las diócesis misioneras ha pañol sobre la aplicación del documento conciliar referente
supuesto en la conciencia de los cristianos sobre cuál es a la Iglesia y el mundo actual, no deja dudas a este res-
la misión de la Iglesia en el mundo y de que formamos pecto. Entonces, ¿a dónde va la acusación de temporalis-
parte de una catolicidad universal, es digno de tenerse en mo? Forzosamente debe ir dirigida a los compromisos
cuenta. Aquí, afortunadamente, las tensiones no han sido concretos de los militantes, ya que la Acción Católica, en
tan fuertes; quizá sea debido a que los puntos de menta- cuanto tal, no ha tomado posturas temporales a nivel de
lidad cesaropapista que tocaba han caído ya en total des- estructuras.
uso y no comprometían directamente la unión del trono y Pero estos militantes no coinciden en una línea tempo-
el altar. ral determinada. ¿Dónde está, pues, la uniformidad de que
El deseo de prescindir de ayudas oficiales, económicas se les acusa? Quizá más que en la opción concreta debe
o de influencia, en las cosas, personas o instituciones de la estar en la exclusión de otra opción que sí es muy con-
Iglesia, es otra manifestación del espíritu evangélico que creta. Al ver esta unanimidad únicamente en la exclusión,
flota en la Iglesia española. El camino a recorrer en este y teniendo en cuenta el método de revisión de vida a la
campo está solamente iniciado y queda mucho por hacer. luz del Evangelio, que se sigue en las reuniones de mili-
Hay que ir más a fondo y crear una conciencia más común tantes, ¿no cabrá preguntarse si esta exclusión viene de
entre los católicos. Dado que el hombre, por su egoísmo más arriba? Es decir: ¿esta exclusión viene motivada por
natural, del que no están exentos los discípulos de Cristo, la pedagogía del movimiento, o por el Evangelio mismo,
tiende a aferrarse a privilegios y situaciones de excepción, que es el orientador de la acción de los militantes?
sería un signo muy convincente de la buena fe que alienta Uno no sabe qué hay detrás de todo que sea capaz de
esta renovación el que se avanzara con más rapidez y con- excluir este otro planteamiento de la cuestión. Dejando
gruencia por el camino del desprendimiento y la renuncia aparte otros aspectos secundarios que quizá convendría
a favoritismos poco acordes con el Evangelio. En este te- revisar de la Acción Católica, lo cierto es que la actual
rreno, todos los esfuerzos serán pocos. De cara a la misión crisis viene provocada por una postura diferente entre la
es un signo que se pide y que por su misma naturaleza Iglesia oficial y otros sectores de cristianos ante las cues-
sería una manifestación clara de que el Reino de Dios tiones de la relación entre la Iglesia y el mundo, la Iglesia
y el poder temporal y medios de predicar el Reino de Dios.
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Una vez más, sin embargo, tenemos la plena confianza
de que las cosas se resolverán en un sentido evangélico.
Las crisis, los momentos difíciles que la actual situación
está provocando en los cristianos, sacerdotes y seglares,
de uno y otro lado, son garantía de que a todos mueve un
espíritu de servicio a la Iglesia y de que, a pesar de las
presiones y dificultades que se ejerzan, resplandecerá nue-
vamente la auténtica libertad e independencia que Cristo
dio a su Iglesia para que anuncie el mensaje de la Sal-
Índice
vación.
•Í! * *

Después de tedo lo expuesto, fácilmente puede verse


que las tensiones de la Iglesia española son las mismas,
aunque se manifiesten ante hechos distintos, dada la pe-
culiaridad de nuestra situación, que las que tiene plan-
teadas la Iglesia universal. Deberíamos tener unas miras
más amplias para saber pasar del hecho concreto a la ac-
titud interna que motiva estos hechos, y así darnos cuenta
de que el momento que vivimos no viene provocado por
espíritus rebeldes e inquietos, faltos de madurez cristiana,
sino que es fruto de la convulsión que experimenta toda la
Iglesia en la búsqueda de nuevas formas de presencia en
el mundo.
Si, como digo, sabemos ir más al fondo que lo que de
anecdótico pueda tener nuestro caso, llena de alegría el
comprobar que todo lo que el Concilio Vaticano II ha
asumido como propio inquieta y preocupa a los católicos
españoles. Entre nosotros se habla, y se intenta llevar a la
práctica, de la Iglesia de los pobres, de ecumenismo, de
Iglesia al servicio de la humanidad, de libertad de opinión,
de diálogo con los no creyentes, de comunidad, de for-
mas de presencia cristiana en la sociedad, etc.
Finalmente, una llamada a ser más exigentes en un tra-
bajo comunitario para que este magnífico resurgir dé
todos los frutos que puede dar y no se pierda el optimismo
juvenil que lo anima.

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Proemio 9
Prefacio 11
Introducción: Por una política evangélica . . . . 15

PRIMERA PARTE

LAS FUENTES

I. La política del Evangelio 29


II. La enseñanza política explícita de Jesús . . . 43
III. Lo social y lo político 61
IV. Intento de síntesis: Indiferentismo y encarnación
hacia el encuentro y la unidad 73

SEGUNDA PARTE

LOS AVATARES DE LA POLÍTICA EVANGÉLICA

I. La primitiva Iglesia y los padres 83


II. El giro constantiniano 95
III. La Edad Media y sus secuelas: Equívocos de la
cristiandad y movimientos evangélicos . . . 99
IV. Bossuet, víctima de su siglo 113
V. Las revoluciones ocasiones de un retorno caótico
al Evangelio 121
TERCERA PARTE

EL MOMENTO ACTUAL

Signos de los tiempos 129

¿Monocracia o democracia? 132


Las derechas y las izquierdas 140
Conclusión evangélica sobre las derechas y las
izquierdas 149
Capitalismo y socialismo 150

Conclusión: Proposiciones para la acción . . . . 157

APÉNDICES

I. Advertencia del autor 169


II. Paradoja de la situación de la enseñanza libre . 171
III. La crisis de los sacerdotes obreros 178
IV. Reflexiones sobre la no violencia 182
V. Liturgia y política 186

La Iglesia española actual ante el cesaropapismo . . 189

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