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Marcelo Bertuccio

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El camino de la sal
Marcelo Bertuccio
El camino de la sal - Marcelo Bertuccio 2

Se escuchan preparativos de festival: pruebas de micrófono, fragmentos de música estridente, voces, gritos,
martillazos, etc.

I
El Pastor Johnnatan, un sujeto de alrededor de 30 años, con impronta de “ganador”, peinado de peluquería, un poco
maquillado, con muchos anillos y colgantes de lata, sentado a la mesa. De pie frente a ésta, la señora Mariela, 50 años,
vestimenta pobre y raída; su cuerpo, su rostro y su voz revelan una existencia difícil y dolorosa; lleva una muy
baqueteada carterita negra, tan llena de cosas que pareciera pronta a estallar.

Pastor Johnnatan. ¿Cómo se llama?


Señora Mariela. Mariela Góme.
Pastor Johnnatan. ¿Qué problema tiene?
Señora Mariela. Son tanto los problema que tengo.
Pastor Johnnatan. La escucho. Diga, diga.
Señora Mariela. Bueno. Mi marido toma, doc pastor. Y le pega a las nena.
Pastor Johnnatan. Su marido es alcohólico y violento.
Señora Mariela. Sí, pastor. Y entonce yo le pego a él.
Pastor Johnnatan. Escuchemé, Mariela. Esto lo va a solucionar todo Jesucristo. ¿Me escucha?
Señora Mariela. Sí, pastor.
Pastor Johnnatan. ¿Cuánto hace que usted le pega a su marido?
Señora Mariela. Cuatro mese.
Pastor Johnnatan. Levante las dos manos.
Señora Mariela. No puedo las do. Tengo la cartera.
Pastor Johnnatan. Deje la cartera en la mesa, señora, y levante las dos manos. (Grita de pronto.) Ahora. Ya mismo.
Señora Mariela. Sí, doc pastor.
Pastor Johnnatan (grita desaforadamente). Jesucristo, te pedimos con las manos levantadas que limpies la maldición
de la señora Mariela. Repita lo que yo digo.
Señora Mariela. ¿Qué cosa, pastor?
Pastor Johnnatan (sin gritar). Lo que digo. Repita lo que digo. (Vuelve a los gritos.) Quema ahora, Señor Jesucristo,
este problema de golpes.
Señora Mariela. Quema ahora, Señor Dios, estos golpe.
Pastor Johnnatan. Con fuego.
Señora Mariela (no entendió). No puedo.
Pastor Johnnatan (grita más). Con fuego.
Señora Mariela. Con fuego.
Pastor Johnnatan. Hace cuatro meses, hace años Señor, que esta pobre mujer le pega al marido borracho, que le pega a
sus hijos.
Señora Mariela. A las nena. Hace cuatro mese.
Pastor Johnnatan. Esta maldición sale. Sale. Sale.
Señora Mariela. Sane. Sane. Sane.
Pastor Johnnatan (desaforado). Sale.
Señora Mariela. Sale, pastor, sale.
El camino de la sal - Marcelo Bertuccio 3

Pastor Johnnatan (vuelve a su voz normal). Ahora respire profundo.


Señora Mariela. Bueno.
Pastor Johnnatan (grita). Respire.
Señora Mariela. Amén.
Pastor Johnnatan. Mueva la cabeza.
Señora Mariela. Sí, gracia, pastor.
Pastor Johnnatan (grita). Mueva.
Señora Mariela (mueve un poco la cabeza). Sí, amén.
Pastor Johnnatan. ¿Qué pasa ahora?
Señora Mariela (repite). ¿Qué pasa ahora?
Pastor Johnnatan. No, querida, escuchemé. ¿Se siente bien ahora?
Señora Mariela. Bueno.
Pastor Johnnatan. ¿Se siente bien o no? ¿Está aliviada?
Señora Mariela. Mejor.
Pastor Johnnatan (grita, de pronto). ¿Se siente mejor?
Señora Mariela. Amén, pastor.
Pastor Johnnatan (grita todavía más). Gloria a Jesús. Baje las manos y aplauda a Jesús.
Señora Mariela (aplaude). Gloria a Jesú, pastor.

II
La Señora Mariela está sola, sentada en su silla. Luego de cerciorarse de que nadie la ve, saca de su cartera una
revistita ajada y comienza, no sin cierta dificultad y moviendo los labios, a leer. Llegan desde afuera descomunales
gritos, aplausos y música estridente. Se abre de un golpe la puerta y entra el Pastor Johnnatan, empapado en sudor,
agitado. La Señora Mariela guarda rápidamente su revistita y se pone de pie. El Pastor se sienta en su silla.

Pastor Johnnatan (gritando, como si no pudiera detener la maquinaria que puso en funcionamiento en el
escenario). Hoy es día de guerra. Hoy Jesucristo le declara la guerra al demonio. Hoy, la señora que no puede caminar,
el señor que está ciego, la que no tiene trabajo, el que le duele el páncreas, la borracha, el desocupado, la que la
violaron, el que tiene cáncer, la prostituta maltratada por su patrón, el que quiere progresar, la que quiere ser jefa en su
trabajo y no puede, el que quiere ganar la lotería y siempre sale el número equivocado, todos van a combatir al demonio
y le van a ganar por la gloria de Jesús. Y les vamos a cerrar la boca a todos los que hablan sin saber porque no conocen
ni merecen los milagros de Jesús. Yo, el Pastor Johnnatan, personalmente, estoy echando en las cabezas el aceite
consagrado del santo santuario, para que todas las señoras y los señores carguen sus armas de guerra para disparar en el
medio del corazón de los demonios que los molestan, que les dan dolores, que les dan familias desunidas. Hoy, el aceite
consagrado del santo santuario.
¿Usted, cómo se llama?
Señora Mariela (atemorizada). Mariela Góme. Y digo que mi testimonio que el Pastor me llenó del aceite del
santuario y se me curó la astrosi que tenía cuando llegué. (Aplaude.) Aplausos a Jesú.
El Pastor Johnnatan resopla su cansancio.
¿Quiere un pastelito de membrillo?
Pastor Johnnatan. Deme, señora, deme.
La Señora Mariela saca de su carterita un paquete grasiento. Ofrece al Pastor, quien toma un pastelito. A punto de
morderlo, se detiene. Afuera se oye el murmullo de una multitud que se retira de la sala.
¿Dejó su ofrenda en el canasto?
El camino de la sal - Marcelo Bertuccio 4

Señora Mariela. Sí, pastor, sí.


Pastor Johnnatan. Ah. (Come.)
Señora Mariela (come un pastelito también). Quién diría. Parece la última comida del Señor. Y yo vendría a ser
como una apóstola.
Comen en silencio. El Pastor, valiéndose de señas, le va pidiendo pastelitos y se los come desaforadamente. Ella come
uno cada tanto.
Pastor Johnnatan. Listo. La panza llena, el corazón en paz. Gracias, hermanita, por tus pastelitos, que me llenan de
gra.
Señora Mariela (muy nerviosa, siempre de pie). No es grati.
Silencio.
Yo le traje los pastelito porque me dijo mi marido que tenía que entrar en confianza con usté y a mí se me ocurrió que si
yo lo esperaba todo el servicio y despué le convidaba los pastelito íbamo a poder hablar de negocio.
Pastor Johnnatan (se levanta gritando, de pronto). Señora Mariela, levante los brazos y.
Señora Mariela (va tomando confianza). La astrosi no me la curó usté, pastor. Disculpemé.
Pastor Johnnatan. ¿Qué me dice, señora?
Señora Mariela. La astrosi me la curaron en la iglesia del Pastor Facundo.
Pastor Johnnatan (grita). Usted fue llevada por el demonio a la iglesia del pastor. (No recuerda.)
Señora Mariela. Facundo, doc pastor.
Pastor Johnnatan (gritando todavía). A la iglesia del pastor Facundo para.
Señora Mariela (saca de la carterita un paquete de sal gruesa y lo apoya con violencia sobre la mesa). Traigo
información secreta, pastor.
Silencio.
El pastor Facundo me curó en el camino de la sal. El camino de la sal cura la astrosi. Otras dolencia no sé, pero la
astrosi la cura. (Saca la revistita que leía.) Y acá están las istrucione. Otra docena de pastelito, pero valió la pena.
Silencio. El Pastor Johnnatan no se atreve a articular palabra, pero escucha atenta y cautamente.
Quiero la mitad de las ofrenda de las astrósica que crucen el camino de la sal. Y se lo enseño a hacer. ¿Aceta? ¿O no
aceta? Aceta.
Pastor Johnnatan. ¿Me permite el cuadernillo, señora Mariela?
Señora Mariela. Si aceta sí. Si no aceta no. Así me dijo mi marido.
Pastor Johnnatan. Claro que acepto, señora, si es para curar a otros hermanos.
Señora Mariela. ¿Me lo jura por el Señor Jesucristo?
Pastor Johnnatan (saca un librito de un cajón de la mesita y coloca una mano sobre él). Lo juro sobre el santo
libro. La mitad de las ofrendas. (Guarda el librito rápidamente.)
Señora Mariela (grita). Gloria a Dio. Aplausos para Jesú. (Aplaude.)
Pastor Johnnatan (grita). Aplausos para Jesús.
Señora Mariela (canta y baila). El Señor Jesús me salva de la enfermedad, de la desocupación, del cáncer de ovarios,
de mi marido, de mi cuñada. Gloria a DioJesú, que me aumenta el sueldo y que la señora me regala los pulóver para las
nena.
Mientras la Señora Mariela canta y baila por todo el cuartito, el Pastor Johnnatan toma el paquete de sal y la revistita.
Pastor Johnnatan (la interrumpe). Gloria a Dios. Gloria a Dios. Bendición para usted y para su marido.
Señora Mariela. Y para las nena.
Pastor Johnnatan. Y para las nenas. Venga, sientesé.
El camino de la sal - Marcelo Bertuccio 5

Señora Mariela. Fijesé, pastor, a ver si entiende algo.


El Pastor investiga. La Señora Mariela, radiante de felicidad, saca de la carterita otra docena de pastelitos. Se
escuchan afuera los preparativos para el siguiente “servicio”.
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Marcelo Bertuccio. Buenos Aires. Junio 1996.

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