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Geertz Clifford - Negara - VERSION LEGIBLE
Geertz Clifford - Negara - VERSION LEGIBLE
Negara
El Estado-teatro en el Bali del siglo XIX
Título original: Negara
Publicado en inglés por Princeton University Press, Nueva Jersey
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ISBN: 84-493-0806-2
Depósito legal: B-49.771/1999
maestros
SUMARIO
Lista de ilustraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 267
Índice analítico y de nombres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
LISTA DE ILUSTRACIONES
Mapas
l. Bali . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
2. Casas reales de Tabanan y casas aliadas en la capital, alrededor
de 1900 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
3. Casas reales de Tabanan y casas aliadas en el campo, alrededor
de 1900 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
4. Puerto comercial de Kuta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Figuras
ral del período índico. El soberbio drenaje natural de las tierras balinesas y
su clima -tal vez el más adecuado de toda Indonesia para el cultivo sawah
tradicional- hicieron que el riego resultara menos problemático técnica
mente y menos incierto estacionalmente que casi en cualquier otro lugar en
Java. Y, como éstas, mil. Los datos procedentes de Bali deben ser corregi
dos y contrastados no sólo en el tiempo, sino también en el espacio, antes
de que puedan ser usados como líneas maestras en la interpretación de la
civilización índica en Indonesia y más allá.
NOTAS
l . Sobre negara, véanse Gonda, 1952, págs. 6 1, 73, 243, 423, 432; Juyngoll, 1923,
pág. 3 10; Pigeaud, s.f., págs. 303, 309. Sobre desa, véanse Gonda, 1952, págs. 65, 8 1, 342;
Juynboll, 1923, pág. 302; Pigeaud, s.f., pág. 66. En Bali, el término desa ya se encuentra en
inscripciones de mediados del siglo x, y negara, al menos desde mediados del siglo XI (véa
se Goris, 1954, vol. 1, págs. 7 1, 106). Ambos vocablos aparecen repetidamente en los es
critos javaneses clásicos, particularmente en el Nagarakertagama (véase Pigeaud, 1960-
1963, vol. 5, págs. 144, 205-206).
El uso de desa en el sentido de «dependencia», «territorio gobernado por un sultán»
(véase Gonda, 1952, pág. 8 1), se halla en la lengua dyak, en la que el verbo mandesa signi
fica «someter», «pacificar». En algunas áreas -Sumatra occidental (Willinck, 1909) o Am
bon (Cooley, 1962), por ejemplo--, parece haberse dado el reverso de este proceso, de tal
forma que el término negeri es empleado para designar complejos de asentamientos locales
políticamente autónomos, como expresión de su independencia. En Bali, el término puri
(«palacio») se usa más habitualmente que el de negara como tal, pero tiene esencialmente
el mismo significado múltiple (Pigeaud, 1960- 1963, vol. 3, págs. 9, 13). Deriva del sánscri-
INTRODUCCIÓN 23
to pura, que significa «castillo», «ciudad» (Gonda, 1952, pág. 219). Aunque hoy en día en
Bali, pura --es decir, con una a final en lugar de una i- significa «templo», no parece que,
en el pasado, se haya hecho tal distinción (Korn, 1932, págs. 10-11).
En indonesio moderno, negara quiere decir «Estado», y negeri, «país» o «región», aun
que a veces se intercambian. Sobre el uso del término desa en Bali [y otros términos alter
nativos], véase capítulo 3, nota 20.
2. N. del t.: La palabra polity-«formación política», «sistema de gobierno»- es un
neologismo no reconocido por la Real Academia, pero tan empleado en ciencias sociales,
particularmente en antropología política, que nos ha parecido más adecuado mantenerlo en
la traducción.
3. La denominación del «período clásico» en la historia de Indonesia ha sido una
fuente continua de dificultades. Muchos estudiosos han usado «hindú» o «hindú-java
nés», haciendo notar simplemente que se pretendía que el término «hindú» recubriera
formas tanto de budismo como de brahmanismo (véanse Coedes, 1948; Krom, 1931). En
un intento de evitar el problema, Harrison (1954) ha utilizado «indianizado» (compárese
la traducción de Coedes, 1948; Coedes, 1968); sin embargo, este término sugiere un im
pacto de la India sobre Indonesia más amplio y profundo del que parece haber tenido lu
gar. He elegido «índico» [Jndic] (e «indicizado» [lndicized, Indicization]) para resaltar la
naturaleza de la influencia india, predominantemente estético-religiosa, más que social,
económica o política.
N. del t.: Si la distinción respecto a Hindu es clara, Geertz no acaba de justificar por qué
elige lndic, en Jugar de lndian. Una razón, que parece subyacer en otras elecciones termi
nológicas del autor, podría ser la menor frecuencia de uso de lndic -un cultismo sólo uti
lizado en ciertos contextos-, que personalizaría la selección. También puede señalarse que
el sufijo -ic es más genérico que el sufijo -an, que tiene a menudo una connotación locati
va, lo que por contraste podría querer justificar la dudosa adscripción de indic a la esfera
«estético-religiosa» (más genérico, «cultural», no forzosamente ubicado en la India, inclu
yendo a ésta pero también a otras sociedades) y de indiana la «social, económica o políti
ca» (territorializado en el Indostán, con una carga geopolítica más concreta que podría
conferirle connotaciones «coloniales» totalmente desorientadoras). En cualquier caso, esta
decisión comporta serios problemas en la traducción, no tanto respecto a «índico», sino a sus
teóricos derivados, «indicizado» o «indicización». Mantener el criterio explícito del autor
supondría tener que usar palabras nuevas de dudosa armonía fonética, que provocan una
cierta confusión con la palabra «índice», y cuyo uso difícilmente podría llegar a generali
zarse. Por tanto, respetando el criterio del autor respecto a la distinción que confiere a «Ín
dico», se ha optado por sustituir los derivados de tal palabra («indicizado» o «indiciza
ción») por perífrasis o por el propio término «índico» (como también hace el autor, que no
vuelve a recurrir a los derivados que él mismo ha propuesto más allá de la introducción).
Véase introducción, nota 15.
4. Naturalmente, semejante cuantificación depende en buena medida de lo que uno
considera como un Estado propiamente dicho y de la visión que cada uno tenga sobre la
naturaleza de la organización política clásica. Así, Krom (1931 ), con su visión altamente
integradora de la estructura del Estado tradicional -«modelo Imperio Romano»-, puede
reducir el número de «reinos» [ «kingdoms»] de la Java precolonial a unas pocas docenas
como mucho, mientras que Schrieke (1957, págs. 152-217), con una aproximación socio
lógica más realista, puede listar más de doscientos «reinos» [ «realms»], de varios tipos,
descripciones y grados de autonomía. Para el archipiélago en conjunto, Purnadi (1961) se
ñala que, a principios del siglo xx, todavía existían por lo menos trescientos cincuenta
principados independientes o semiindependientes, virtualmente todos fuera de Java por
aquel entonces.
24 NEGARA
N. del t.: La dudosa distinción entre kingdom y realm utilizada por el autor, sin explici
tar su naturaleza, es de difícil traducción en castellano y juega con formas distintas debidas
a etimologías distintas, pero ambas relacionadas con el concepto de realeza. En todo caso,
puede señalarse que el uso de realm en inglés suele ser más genérico, más frecuentemente
asimilable en ciertos contextos a «ámbito, dominio, campo».
5. Sobre las inscripciones más antiguas, véanse Krom, 193 1, págs. 7 1-80; De Caspa
ris, 1956. Informes chinos sobre Estados índicos en el archipiélago aparecen algo más tem
prano, pero no son del todo seguros (véase Krom, 193 1, pág. 62). Además, hoy está fuera
de toda duda que el proceso de formación de Estados ya estaba en marcha cuando se inició
Ja «indicización» ([N. del t.] un proceso de inculturación/aculturación más o menos pro
funda, con foco original en la India y aplicación en el sureste asiático en sentido amplio, que
dará lugar al «universo índico» del que habla C. Geertz) (véase Van Leur, 1955, págs. 92 y
sigs.). Para una revisión general de los problemas historiográficos indonesios, véase Soed
jatmoko y otros, 1965.
6. Para una caracterización similar, véanse Stutterheim, 1932, págs. 3 1-33; Wertheim,
1965. La referencia al «despotismo oriental» alude a las teorías del «Estado hidráulico» de
Wittfogel ( 1957; para sus referencias sobre Bali, véanse págs. 53-54).
7. N. del t.: En esta oración todos los entrecomillados son del traductor. En el caso de
las distinciones en el tiempo generadas por ambas aproximaciones, las comillas responden
a un afán de clarificar el texto para el lector. En el caso de la apelación de las aproxima
ciones -«periodizante» o «analística» y «procesual»-, las comillas quieren singulari
zar -únicamente en esta primera aparición- el uso que de tales términos hace el autor y
que puede no coincidir con otros a los que el lector puede estar habituado. El término «pro
cesual» es el que se utiliza corrientemente en castellano para denominar lo que Geertz lla
ma developmental; el uso de «procesual» viene aconsejado además por la dificultad de
derivar adjetivos de la palabra «desarrollo» y la confusión que supondría utilizar un térmi
no como «desarrollista» -término que ha adquirido un significado especial en el estudio
de las llamadas «sociedades en desarrollo», y que deriva de «desarrollismo» más que de
«desarrollo»-. Por lo que se refiere a la expresión «analística», baste recordar que deriva
de «anales» -«crónicas, registros»-, y no de «análisis».
8. Para una explicación metodológica y una aplicación en el Nuevo Mundo de la apro
ximación «procesual» ([N. del t.] developmental, en el original) o «estructural», véanse Phi
llips y Willey, 1953; Willey y Phillips, 1955. Para una argumentación coactiva sobre la uti
lidad (prospectiva) de la aproximación anterior en el sureste asiático, junto con una multitud
de sugerencias sobre los problemas que dicha aproximación podría empezar por confrontar,
véase Benda, 1962. Con mucho, las síntesis «analísticas» de la historia del período índico
que resultan más comedidas, útiles y legibles son la de Coedes ( 1948) -traducción ingle
sa, Coedes, 1968-, para un tratamiento global, y la de Krom ( 193 1 ), para un tratamiento
circunscrito a Indonesia. Hall ( 1955) contiene el mejor resumen en inglés. La fiabilidad
de las historias «analísticas» de Indonesia puede mejorar cuando se sondean sistemática
mente fuentes chinas y del sureste asiático continental, algo que raramente se ha hecho.
Para una revisión sobre los escasos intentos de escribir una historia procesual, véase Wert
heim, 1965 --que la denomina historia «sociológica»-. Sobre mi propio intento, desde
una perspectiva local y reciente, véase C. Geertz, 1965 (compárese con C. Geertz, 1956).
Koentjaraningrat ( 1965) revisa las aproximaciones «antropológicas» al estudio general de
la historia indonesia.
9. N. del t.: El texto utiliza la expresión story, «relato», «anécdota», «cuento». La dis
tinción gráfica unida a la relativa homofonía y la etimología común de story y history per
miten juegos conceptuales y de palabras de difícil traducción al castellano, dada la polise
mia de «historia».
INTRODUCCIÓN 25
10. Véase Berg, 1961 b. El trabajo de Krom al que se refiere es Krom, 1931.
11. Véanse Schrieke, 1955; Van Leur, 1955; véase también Bosch, 1961 b. Tanto Bur
ger (1948-1950) como Wertheim ( 1959) adoptan un enfoque general de la historia indone
sia más bien procesual que analístico, pero ninguno de ellos está interesado en el período
índico más que de forma incidental.
1 2. Véase Raffles, 1830, vol. 2, pág. cxliii. De todos modos, lo que Raffles dijo real
mente es que Bali conformaba «una especie de comentario de las antiguas condiciones de
Java», una formulación mucho más aceptable. Como ejemplo de este tipo de uso acrítico
de la etnografía balinesa en la reconstrucción de la vida social y religiosa de la Java índi
ca --completado por pinturas a cargo de Walter Spies que se pretendían imágenes de los
tiempos de Majapahit o, incluso, de los Shailendra-, véanse los capítulos sobre «De Maat
schappij» y «De Godsdient» en Stutterheim, 1932.
13. Para un resumen general de la historia de Bali, véanse Swellengrebel, 1960; Hanna,
1976. Van Eck ( 1878-1880) ofrece un excelente repaso esquemático del curso de los acon
tecimientos hasta cerca de 1840, y Shastri (1963) ofrece un relato a modo de anales del pe
ríodo pre-Mahapajit, basándose principalmente en fuentes y tradiciones balinesas. Para una
historia excelente de la confección de la historia balinesa, véase Boon, 1977, parte 1.
El gobierno directo de Holanda en el corazón del sur balinés sólo se inició en la pri
mera década de este siglo. El Bali septentrional fue sometido entre 1846 y 1849, insta
lándose una administración efectiva en 188 2. Las áreas balinesas de Lombok -para su
historia, véase Van der Kraan, 1973- fueron puestas bajo control administrativo en 1894.
Naturalmente, la «soberanía oficial» de Holanda sobre las Indias Holandesas en conjunto,
así como el control holandés sobre las relaciones entre las islas, había tenido un marcado
efecto sobre Bali mucho antes. Las interferencias holandesas significativas en los asuntos
internos de Bali datan de finales del siglo XVIII, en relación con el tráfico de esclavos, y, en
1839, varios reyes y príncipes de Bali meridional firmaron los primeros contratos que con
cedían la soberanía nominal a Holanda (véase Van Eck, 1878-1880). Para una descripción
del aspecto militar de la actividad holandesa en Bali durante el siglo XIX, véanse Nypels,
1897, y Van V lijman, 1875; para una perspectiva balinesa sobre el mismo tema, véanse Ge
ria, 1957; para un tratamiento particular del área de Lombok, véase Cool, 1896. Breves
resúmenes de la toma de Bali por los holandeses pueden encontrarse en Tate, 1971,
págs. 307-311; Hanna, 1971. Pese a todo esto, y al menos en comparación con su impac
to en Java, el gobierno holandés no tuvo más que un efecto marginal en la vida interna de
Bali hasta el presente siglo.
14. El uso del término «índico» [lndic] en el presente trabajo remite exclusivamente al
hecho de que los Estados implicados estaban conspicuamente marcados por algunas ideas,
prácticas, símbolos e instituciones procedentes de la India; su uso no implica ningún juicio
sobre la importancia relativa de las influencias de la India, China u Oceanía (sobre todo de
la Polinesia), ni en la formación de Estados, ni en sus formas decimonónicas. En particular,
no se trata de una visión «colonialista-india», y resulta equivalente a la denominación de
«clásico», término con el que se intercambia de forma indistinta a lo largo del estudio.
CAPfTULO 1
vida, el uno con veneno, el otro con un cuchillo.4 Dos años más tarde, en
1908, este extraño ritual se repitió en el más ilustre de los Estados, Klung
kung, la «capital» nominal del Bali tradicional. Nuevamente, en parte en
estado de trance, en parte aturdidos por el opio, el rey y su corte desfilaron
desde el palacio hacia el fuego renuente de las tropas holandesas, que por
aquel entonces se encontraban absolutamente perplejas.
Era, de forma totalmente literal, la muerte del antiguo orden. Expiró tal
como había vivido: absorto en el espectáculo ceremonial.
1 700 aprox . ) , los disti ntos gobernantes d e las regiones d e B ali (B adung,
Tabanan, B l ahbatuh, Karengasem, B angli, Kapal y demás) , supuestos des
cendientes de alguno de los nobles del séquito que había acompañado al
rey inmigrante , vivían en palacios secundarios que, ordenados adecuada
mente, rodeaban e l del rey supremo, e l descendiente directo del propio
Kepakisan . Así -en teoría, aunque, casi con seguridad, no de hecho-,
B al i era gobernado desde una sola capital cuya organización interna era
una expresión de la estructura del reino, una expresión plasmada no sólo en
términos espaciales, sino también ceremoniales, estratificadores o admi
nistrativos . 14 Cuando se produjo la revuelta liderada por el señor de Karen
gasem, el rey supremo huyó al interior, a la región conocida como B angl i ;
l o s distintos señores, que se mantuvieron leales con la obvia excepción del
señor de Karengasem, se retiraron a otras regiones diversas . Tal como se
ha señalado, cuando l a revuelta fue aplastada, e l rey -o, más bien, su su
cesor- no volvió a l a espiritualmente desacreditada Gelgel , sino que se
dirigió a Klungkung para empezar de nuevo, mientras los señores, otrora
adyacentes a la residencia real , permanecieron en sus dominios regiona
l e s . 1 5 Se considera que, con e l tiempo, y no necesariamente de forma
v iolenta, e l mismo proceso -segmentación y separación espacial aparej a
da a una deferencia formal continuada respecto a la línea parental- tuvo
l ugar en cada una de dichas regiones y subregiones, produciendo como
consecuenci a l a profusión de cortes -grandes, pequeñas, minúsculas e ín
fi mas- que puntean e l paisaje histórico conocido.
El resultado final -es decir, el observable durante el siglo XIX- fue
una acrobática pirámide de reinos con distintos grados de autonomía subs
tancial y de poder efectivo. Los señores importantes de Bali sostenían al
señor supremo sobre sus hombros y se mantenían a su vez sobre los hom
bros de aquellos señores cuyo estatus derivaba del suyo propio, y así suce
sivamente en sentido descendente. En aparente paradoja, toda l a estructura
se basaba primariamente en la ceremonia y en el prestigio, convirtiéndose
el dominio político real de los reinos en más frági l y tenue a medida que
uno ascendía en la pirámide ; esta constatación evoca el sími l del castillo de
naipes, levantado fila por fila hasta su temblorosa cima. El centro ejemplar
de todos los centros ej emplares continuaba siendo Klunkung, heredero di
recto de S ampragan, Gelgel y, a través de ellos, Maj apahit; una imagen que
se difuminaba a medida que se difundía por un medio progresivamente más
burdo, más ordinario.
No sólo se borraba al tiempo que se extendía «horizontalmente» sobre
los campos, sino también como resultado de un proceso intrínseco de co
rrosión cultural que podríamos l l amar modelo o patrón de hundimiento de
estatus, ya que se prolongaba «verticalmente» a través de las genera
ciones.
D EFI N I C I Ó N P O LÍT I C A : L A S FU E N T E S D E L O R D E N 33
Como en todas las laderas al pie de las montañas o en todos los litora
les, la forma en que contemples el paisaje del sur de Bali depende de si te
yergues en las pendientes volcánicas y miras hacia el mar o si, desde la pla
ya, miras hacia dichas pendientes. S i te colocas a medio camino, puedes,
desde muchos lugares, mirar en los dos sentidos y ver, inmediatamente por
encima, los conos que se alzan de cinco a diez mil pies, directos hacia las
nubes, e, inmediatamente por debajo, la playa negra como el azabache que
describe suavemente un arco, como el borde manchado de holl ín de una gi
gantesca pava. 23
La escena, una cascada de arrozales en terraza y de repisas naturales
cubiertas de palmeras, resulta de una escala liliputiense: íntima, confortable
mente envolvente. No hay más que unas veinticinco millas desde el gran lago
del cráter del Monte B atur hasta Gianyar, aproximadamente en el centro
de la región y unos tres mil pies por debajo del primero (véase mapa 1 ).
Desde la l ínea más alta de cultivo intensivo y regado de arroz (alrededor de
dos m i l pies) hasta la costa sólo hay de quince a veinte millas en el oeste
(Tabanan), de veinte a veinticinco en el centro (Den Pasar), y de diez a quin
ce en el este ( Klungkung) . La carretera construida por los holandeses que
atraviesa l a región --desde Tabanan a Karengasem, pasando por Den Pa
sar, Gianyar y Klungkung- apenas recorre unas sesenta mi llas, pese a su
trazado serpenteante y pese al hecho que no evita l as numerosas hondona
das del terreno; a vuelo de páj aro, la di stancia se reduce a treinta y cinco
millas . 24 Hoy en día ( 1 97 1 ) , en esta área compacta --de unas1 .350 millas
cuadradas en conj unto-, se aprieta el 80 % de los 2. 1 00.000 habitantes de
Bali, arroj ando una densidad de 1 5.000 personas por milla cuadrada. Hay
pocas razones para creer que este patrón de concentrac ión demográfica
-naturalmente, no puede decirse lo mi smo del nivel de poblamiento
fuera significativamente distinto en el siglo XIX o incluso durante la mayor
parte de la historia de Bali. 25 S i en algún momento hubo un escenario obli
gado para el creci miento de una civilización singular, tuvo que ser este pe
queño y acogedor anfiteatro ; y quizá no deberíamos sorprendemos si lo
que surgió resultó ser una orquídea más bien particular.
No sólo la región en su conjunto tiene las dimensiones de una sombre
rera, sino que además está fraccionada por una serie de gargantas fluviales
muy profundas que, abriéndose paso desde las montañas hasta el mar, di
viden el completo sistema de drenaj e26 meridional en algo así como una se
rie de porciones de tarta. Y, dado que los asentamientos se enristran en los
estrechos espolones de terreno que se extienden entre las gargantas, las co
municaciones este-oeste, transversales, resultan mucho más difíci les que
las norte-sur, longitudi nal e s . Incluso hoy en día, un hombre que viva en
D EFI N I C I Ó N P O LfT I C A : L A S FU E N T E S D E L O R D E N 37
uno de dichos ramales de terreno preferirá -sobre todo si, como suele ser
el caso, está transportando algo- descender hasta la carretera, viaj ar una
milla o dos bien hacia el este bien hacia el oeste, y entonces subir por el si
guiente espolón, antes que tratar de pasar directamente de la una a l a otra.
Y esta preferencia se transformará en obligación si viaj a en automóvil, bi
cicleta o carro .
En el siglo XIX, cuando la carretera no existía, este movimiento trans
versal era todavía más arduo, aunque estaba lejos de ser imposible. En el
B angl i de 1 876, por ej emplo, para viaj ar las ocho millas hasta Klungkung
era necesario atravesar no menos de siete profundos barrancos y en ningu
no de ellos había un puente ; era más fáci l exportar mercancías a través de
B uleleg, unas setenta millas al norte más allá de las montañas, que a través
de Karengasem, alrededor de veinte millas al este en l ínea recta. 27 Más al
sur, cerca de la costa, el terreno es menos accidentado, nivelándose en una
estrecha l l anura, aunque ni siquiera allí es totalmente plano. Pero incluso
así, un señor que se dispusiera a visitar a un vecino, en lugar de ir directa
mente, encontraba más sencillo viaj ar hasta la playa, pilotar una barca pes
quera a lo largo de la costa hasta el l ugar de atraque adecuado, y entonces
dirigirse de nuevo hacia el interior. Por lo que respecta a la organización es
tatal, el efecto de este tipo de paisaj e fue el establecimiento de un campo de
fuerzas geopolíticas extremadamente intrincado y heterogéneo cuya ac
ción era cualquier cosa menos integradora.
Simplificando este cuadro de una forma más bien drástica, existía una
c ontinua lucha longitudinal entre los señores ubicados arriba, hacia la mon
taña, y los asentados abajo, hacia el mar, por el control de cualquier con
junto particular de ramales de terreno ; paralelamente, los participantes más
ex itosos en estas contiendas locales se enzarzaban en un conflicto trans
versal , compitiendo por la preeminencia en e l sistema de drenaje en su in
tegridad . Para complicar más las cosas, estos dos tipos de procesos -el
uno primario, a pequeña escala y continuo, el otro, secundario, a gran es
cala y esporádico- no eran simplemente concurrentes, sino que se in
fluenciaban mutuamente . La política «internacional» de combates interre
gi on ales se superponía, y a menudo se fundía, a la pol ítica «doméstica» de
ri vali dad intrarregional ; no se desarrollaban en el seno de una serie de Es
t ados encapsulados, imperios en miniatura, sino más bien a través de un red
in i nt errumpida de alianzas y oposiciones que se desplegaba irregularmen
te por todo el paisaj e . Desde la base hasta el vértice del sistema, la política
difería en cuanto a l a escala, pero no en cuanto a su naturaleza. Incluso re-
38 NEGARA
rior, cuando dicha situación se les escapaba de las manos. El mayor poder
de las tierras bajas no reposaba en ningún gradiente acusado en el control de
los excedentes agrícolas . Aunque en los llanos había más bancales y más
densidad demográfica, las terrazas de las colinas estaban mucho mejor irri
gadas y eran más productivas . En el mejor de los casos, la correlación en
tre l a riqueza de una región y el poder de su señor supremo siempre fue
baj a ; y, como veremos, la naturaleza de la organización política tendía a se
parar la «propiedad» de la tierra de la «propiedad» sobre las personas, con
lo cual la correlación entre poder y riqueza en el i nterior de cada uno de los
reinos no era habitualmente más alta que la que se podía observar compa
rando los unos con los otros. En realidad, en una situación que siempre fue
muy fluida, lo que otorgaba a los señores de las tierras baj as una cierta ven
taja era su ubicación crucial en las redes de comunicación .
Dada la topografía, el borde de la llanura era el punto estratégico para
controlar el tráfico que circulaba en la dirección este-oeste. La ventaja de
los señores situados a lo largo del arco virtual descrito entre Tabanan, Gian
yar y Klungkung era que podían establecer y mantener tanto lazos trans
versales como longitudinales y, a través de la diplomacia o la guerra, arti
cular las dos dimensiones en algún tipo de unión, frágil y habitualmente
temporal . Como más arriba en la pendiente se encontrara la corte, mayor
sería su aislamiento geográfico; como más abajo se situara, más se desa
rrollarían sus contactos transversales. En su nivel más general , la política
balinesa era más una cuestión de geometría -geometría de sólidos- que
de aritmética.
En el combate por mantener la independencia --o una i ndependencia
parcial, ya que no es posible distinguir una hegemonía genuina en ningún
punto del sistema-, los señores de las tierras altas tenían un puñado de ar
mas propias. En primer lugar, se encontraban situados estratégicamente
por lo que respecta al sistema de irrigación y podían perturbar, o amenazar
co n perturbar, el suministro de agua de aquellos que vivían l adera abaj o . 29
En segundo lugar, ubicados en un territorio más accidentado, los señores
de las tierras altas gozaban de una ventaj a natural cuando se trataba de re
sistir presiones militare s ; de hecho, en las cotas más altas, algunas comu
nid ades de campesinos -habitualmente practicando una agricultura de se
cano- subsistían fuera del alcance de los señores.30 Y, en tercer lugar, lo
más importante, un señor principal estaba habitualmente encantado de
ofrecer ayuda y apoyo a cualquier rebelión de las tierras altas que pudiera
debi litar a alguno de sus vecinos rivales de las tierras baj as . 3 1 En conse
cue ncia, el equi librio en el interior de cada reino era siempre de lo más de
li cado, ora inclinándose hacia la capital de las tierras baj as y la integración,
o ra alej ándose de la primera y deslizándose hacia l a fragmentación. Como
to do lo relac ionado con la organización del Estado balinés, este j uego de
40 NEGARA
NOTAS
1. La tradición balinesa sitúa la fundación de Mengwi en 1 728 (véase Simpen, l 958a).
Sob re guerras anteriores de Mengwi y sus vecinos, véase Friederich, 1 959, págs. 1 3 1 - 1 32.
Para un
a breve descripción de Mengwi y sus gobernantes por parte de un doctor militar
42 NEGARA
e n 1 8 8 1 , véase Jacob, 1 88 3 , págs. 1 98 y sigs . ; compárese con Van den Broek, 1 834,
pág s . 1 78- 1 80, que realizó una visita de un día en Mengwi, alrededor de 1 820. La gue
rra de 1 89 1 es descrita brevemente, desde el punto de vista de Tabanan, en Tabanan, s.f. ,
págs. 1 04- 1 06.
2. N. del t.: Nombre que reciben los miembros de un pueblo de las islas Sulawesi (Cé
lebes) y la lengua que hablan .
3. También existían otros dos reinos i mportantes, Buleleng en el norte, y Jembrana
en el oeste, pero, por aquel entonces, ambos se encontraban ya baj o directo control ho
landés.
4. En Badung, al igual que en Mengwi, el rey fue llevado a hombros por sus criados.
Las marchas suicidas (puputan, literalmente «fin») son descritas en Covarrubias, 1 956,
págs. 32-3 7 ; Hanna, 1 976, págs. 74-75. Baum ( 1 936, págs. 337-4 1 7) presenta un relato no
velado, pero convincente, de las mismas, y Nieuwenkamp ( 1 906- 1 9 1 0, págs. 1 69- 1 76,
20 1 -203) proporciona algunas breves descripciones de testigos oculares. Van Geuns
( 1 906) describe el aspecto de Badung y Tabanan justo después de las marchas suicidas.
Para algunas perspectivas balinesas, véanse Simpen, I 858b; Mishra, 1 973- 1 976; Tabanan
s . f. , págs. 1 1 4- 1 26.
De hecho, en Badung hubo dos puputan separados, ya que había más de un rey ; y aún
parece ser que un tercer gobernante fue asesinado por su sacerdote supremo mientras avan
zaban las tropas holandesas. Mishra ( 1 973), a partir de un manuscrito balinés, estima que
«no menos de» 3 . 600 balineses murieron en los puputan de Badung. Las bajas holandesas
(de un ejército de 5.000 hombres para arriba) son desconocidas, aunque con seguridad fue
ron muy escasas. El puputan es una vieja tradición en Bali. Friederich ( 1 959, pág. 24) in
forma sobre uno en la parte balinesa de Lombok durante la primera mitad del siglo x1x: el
rey y toda la familia real, excepto dos miembros, se suicidaron al ser derrotados por un Es
tado rival de la misma área balinesa de Lombok (Mataram) . Véase Worsley, 1 972, pág. 23 1 ,
para un ejemplo en Buleleng.
5. Aparte de la literatura citada, la descripción y el análisis que siguen se basan en una
prolongada serie de entrevistas, concertadas principalmente con gentes de edad avanzada,
efectuadas entre 1 957 y 1 958. Los tres principales informantes eran 1 Wayan Gusti Puma de
Tabanan, Ida B agus Putu Maron de Ubud, y Cakorda Gdé Oka ljeg (lyeg) de Klungkung.
Gusti Puma, un wesia nacido alrededor de 1 880, era un funcionario de bajo rango (perbe
kel) del Estado de Tabanan a principios de siglo, sucediendo a su padre que había luchado
en las guerras de Mengwi. Después de la conquista holandesa en 1 906, fue nombrado «jefe
oficial de pueblo» (bendesa) de la ciudad de Tabanan -una nueva unidad administrativa-,
posición que detentó hasta su retiro en 1 937. Ida Bagus Maron, un brahmana, nació en 1 885
en Mengwi, donde su padre era sacerdote de la corte. Tras la conquista de Mengwi por Ba
dung y Tabanan, huyó a Pliatan, donde su padre volvió a ser asociado a la corte, mientras el
propio Ida Bagus Maron se convirtió en recaudador de impuestos e inspector de riego (se
dahan gdé) durante el período holandés. Fue uno de los informantes de V. E. Korn sobre la
«ley adat» durante los años veinte y treinta (véase J. Grader, s.f. , págs. 29 y sigs.). Cakorda
Gdé ljeg, un satria, nació en 1 895 . Miembro de rango de la familia real de Klungkung par
ticipó en el puputan [suicidio ritual] de 1 908, siendo primero herido por arma de fuego y, al
sobrevivir al disparo, apuñalado después por su madre. De todas maneras, se recobró y fue
exiliado por los holandeses a Lombok, durante veintidós años. Transcurrido este tiempo,
fue enviado a buscar para encabezar el departamento de obras públicas, responsabilidad que
mantenía en 1 958. Junto a estos individuos, otra treintena de personas me proporcionaron
informaciones de mayor o menor extensión; naturalmente, material de mi trabajo general de
campo ha sido incluido cuando resultaba relevante para la descripción. Probablemente éste
es el lugar adecuado para reconocer que una buena parte del material sobre el que se basa
D EFI N I C I Ó N P O LfT I C A : L A S FU E N T E S D E L O R D E N 43
este estudio fue recogido por mi mujer y colaboradora, Hildred Geertz, como también otra
p arte lo fue por E. Rukasah, un asistente indonesio.
6. La cita ha sido extraída de Heine-Geldern, 1 942.
7. La cita es de Swellengrebel, 1 960. Véase más sobre el mismo tema en C. Geertz,
J 968, l 973c, J 973g, l 977a.
8. La fecha de 1 343 procede de fuentes javanesas --es decir, del Negarakertagama
(véase Pigeaud, 1 960- 1 963, vol. 3, pág. 54) y estas fuentes sugieren no uno, sino varios re
yes balineses (véase Pigeaud, 1 960- 1 963, vol. 4, pág. 1 43). La tradición balinesa localiza la
conquista algo antes y relata dos expediciones (véase Swellengrebel, 1 960, pág. 22).
9. En contra de lo que se ha afirmado en ocasiones, no es sólo la clase dirigente la que
reclama ser wong Majapahit [«hombres de Mahapajit» ), sino que toda la población lo hace,
un hecho que ya fue percibido por Van Eck a mediados del siglo XIX (citado en Korn, 1 932,
p ág. 1 60). Los pocos -hoy en día, probablemente menos del 1 %- que no lo hacen, son
denominados Bali Aga, un término generalmente desdeñoso y burlón que vendría a signifi
car «balineses indígenas» (véase Goris, l 960c). Algunos plebeyos bali neses se ven como
descendientes de los «pioneros» que inmigraron a Bali desde Java antes de la invasión de
Mahapajit (véase Sugriwa, 1 957b).
N. del t.: La expresión utilizada por Geertz es ur-Balinese, siendo ur- un prefijo de eti
mología germánica que significa «primitivo, temprano, anterior, original». Más adelante
(pág. 75), Geertz habla de «indigenous ur-Balinese culture»; la perífrasis elegida en la tra
ducción, «la más arcaica cultura balinesa i ndígena», pretende reflejar esa connotación de
anterioridad que alude a los tiempos previos a la invasión de Majapahit (s. XIV) -y que se
tiñe en el texto de la idea de «autenticidad», dando pie a una crítica posterior del autor.
1O. La c ita ha sido extraída de Swellengrebel, 1 960, pág. 23. Los estudiosos saben
poco más. La primera inscripción datada -sobre el establecimiento de un monasterio y de
una residencia real de reposo-- se remonta al final del siglo 1x (véase Goris, 1 954, vol. 1 ,
pág . 6; vol. 2, págs. 1 1 9- 1 20; sobre inscripciones balinesas, véanse también Stein Callen
fels, 1925 ; Stutterheim, 1 929; Damais, 1 95 1 - 1 969; De Casparis, 1 956); y las fuentes escri
tas más antiguas no van más allá del 600 d.C. (véase Goris, s.f., pág. 25). A principios del
siglo x1, aparece el primer rey del que se especifica el nombre, y el lenguaje de los edictos
cambia del balinés antiguo al javanés antiguo (véase Goris, 1 954, vol . 2, págs. 1 29- 1 30).
Las relaciones históricas con Java se conocen desde el siglo XI, y hay informes de expedi
ciones javanesas contra Bali desde el siglo xm (véanse Swellengrebel, 1 960; pág. 20; Pi
geaud, 1 960- 1 963, vol. 3 , pág. 48). Pero, a partir de todo esto, poco de lo que emerge tiene
alguna substancia, exceptuando el dato interesante de que Bali ya podía ser considerado una
región «índica» antes de desarrollar un contacto intensivo con Java, así como el hecho de
que algunas costumbres actuales parecen muy antiguas (ciclos de tres días para los merca
dos, sociedades de regantes, corbea ritual). Para una periodización -mayormente arbitra
ria- de la historia balinesa en cinco estadios -prehistórico, indígena antiguo, hindobalinés
antiguo, hindobalinés reciente, moderno-- , véase Goris, s.f. Para algunas especulaciones so
bre el Bali anterior a Majapahit, véase Quaritch-Wales, 1 974, págs. 1 05- 1 1 5.
11. No sólo prácticamente todos los nobles y sacerdotes varones pueden relatar la si
gu iente leyenda, sino que quizá la mayoría de los plebeyos también puedan hacerlo. Como
con todas las leyendas, los detalles del relato varían significativamente de acuerdo con la
posición social del narrador, que se preocupa en justificar o recortar este o aquel aspecto
concreto de la variante que propone. En Bali, las principales versiones son regionales, y la
Versión que aquí se ofrece sigue a la de mis informantes de Klungkung. Para una versión es
cr ita (en lengua indonesia), diseñada para la enseñanza en las escuelas primarias, véase
Njoka, 1957 ; para una versión en lengua balinesa, Regeg, s.f. (a) ; para un resumen en ho
landés, Kersten, 1 947, págs. 99- 1 0 1 ; para un texto balinés clásico procedente de Gelgel,
44 NEGARA
Berg, 1 929; para textos primarios procedentes de otras regiones, Worsley, 1 97 2 ; Tabanan,
s.f. ; Berg, 1 922.
1 2. N. del t.: El Diccionario de la Real Academia admite dos transcripciones castellanas
-«brahmán» y «brahmín» para la palabra de origen sánscrito que designa a los miembros
de la «primera de las cuatro castas tradicionales de la India»-; también lo hace -«cha
tria»- para los miembros de la segunda que califica de nobles o guerreros, pero prescinde
de las dos últimas castas . Podría proponerse una castellanización bastante aceptada: «Vai
sia» y «sudra». Sin embargo, el autor elige una transcripción que pretende «balinesa» -su
puestamente distinguible de otra «hindi»- con el fin de hacer notar que -pese a su comu
nidad etimológica e ideológica- el uso de los términos en Bali y las instituciones o
categorías a las que se refieren no son exactamente las mismas que en la India; de hecho,
cuando el autor se refiere al pensamiento indio en esta materia, así como al papel de los «sa
cerdotes» en la India, habla de «brahminismo». Es por esto que, en la castellanización pro
puesta, hemos respetado la transcripción elegida por el autor, aunque también ella presente
algunas incoherencias (como el uso de la angloindia «Vama» en vez de la balinesa «wama»,
única con entrada propia en el glosario). Sobre las palabras «brahmana», «satria», «wesia»,
«sudra» y «Wama», véase el glosario.
1 3. Sobre la opinión según la cual los materiales literarios del período índico son más
útiles para comprender los conceptos político-religiosos indonesios que como registros his
tóricos fiables, véanse Berg, 1 927, 1 939, 1 95 l a, 1 96 1 a. A pesar de esta percepción y de la
fiabilidad superficial de dichos materiales, Berg ha intentado «reinterpretarlos» ( 1 950,
1 95 1 b, 1 965), arrojando como resultado una historia analística hasta entonces oculta, un es
fuerzo algo criptográfico que no me siento inclinado a seguir. Para críticas a algunos de los
argumentos y conclusiones históricas más substanciales de Berg, véanse Bosch, 1 956; De
Casparis, 1 96 1 ; Zoetmulder, 1 965.
1 4. El Bali de dicho tiempo es i maginado como un Estado unitario involucrado en
combates casi perpetuos con B lambagan en el oeste y Lombok en el este, y, más allá de és
tos, y de forma menos continua, con Pasuruan, Makassar y Sumbava. Tras la disolución de
Gelgel -hacia el mismo momento en que el poder holandés empezaba a establecerse sóli
damente en el archipiélago--- , la leyenda se concentra enteramente en conflictos restringi
dos al interior de Bali, entre señores y entre regiones.
1 5. N. del t.: La palabra empleada por Geertz es «bailiwick», «jurisdicción o distrito
de un bailijf» (baili.ff designa a varios cargos menores dentro de la monarquía inglesa y del
sistema de administración de tierras, compartiendo origen etimológico latino con el caste
llano «baile» o el catalán «batlle»; wick, palabra de probable origen latino, que designa «al
dea, pequeña ciudad, distrito ... »). En diversas ocasiones, y para denominar a formas socio
políticas o administrativas balinesas, el autor recorre a términos propios del régimen
dominial o del sistema administrativo de las monarquías europeas (particularmente de In
glaterra y Francia). Estas «traducciones» se deben considerar sin más como Iaxamente ilus
tradoras, si no metafóricas, y nunca estrictamente analógicas; de ahí que su «retraducción»
al castellano no tenga por qué ser puntillosa (lo cuál resultaría muy difícil, dada la variación
en el tiempo y en el espacio del contenido de estas categorías, variación que sólo podría res
tringirse haciendo referencia a un contexto de uso concreto, algo que, naturalmente, Geertz
no menciona).
1 6. El extraordinariamente complejo y altamente irregular sistema balinés de estratifi
cación de prestigio todavía no ha sido adecuadamente descrito, pese a que Korn ( 1 932,
págs. 1 36 y sigs.) ofrece una gran cantidad de datos útiles, aunque desorganizados y exen
tos de análisis. Dado que, en el presente trabajo, yo me ocupo únicamente de la relación en
tre el pensamiento político y los conceptos sobre estratificación, no hago ningún intento de
delinear el sistema como tal. Para algunos comentarios sobre la estratificación, o la jerar-
D EFI N I C I Ó N POLÍT I C A : L A S F U E N T E S D E L O R D E N 45
quía, en el ámbito de la aldea, comentarios que sugieren mi punto de vista general sobre su
naturaleza, aun sin desarrollarlo, véanse Geertz, 1 959, I 963b, 1 964; Geertz y Geertz, 1 975.
Compárese con Boon, 1 977, págs. 1 45- 1 85; Boon, 1 973, págs. 1 73-246; Kersten, 1 947,
págs. 99 y sigs. Para algunas perspectivas balinesas, véase Bagus, l 969b.
1 7. Así, de Ja misma forma que cada región en Bali tiene una leyenda para explicar Ja
ramificación espacial continua del poder real a partir de un centro único original, virtual
mente cada grupo de título posee una leyenda propia para dar cuenta de su presente rango,
en términos de genealogía y de hundimiento de estatus. Para algunos ejemplos publicados,
véanse Sugriwa, 1 957b, 1 95 8 ; Regeg, s.f. (b), s.f. (c); Berg, 1 922. Para ejemplos «reales»,
en Jos que naturalmente convergen mitos «geográficos» y mitos «genealógicos», véanse
Regeg, s.f. (a) y, especialmente, Worsley, 1 972. Algunos otros ejemplos se conservan en
forma de manuscritos, como es el caso de Tabanan, s.f.
1 8. En Bali, la doctrina de Ja reencarnación ---co nocida de una forma vaga, general y
más bien idiosincrásica- es relativamente poco importante; por otro lado, toda la doctrina
dharma-karma-samsara está ausente en tanto que creencia efectiva socialmente. Compáre
se con C. J. Grader, s.f. , págs. 66-69.
1 9. La aplicación de sistema de vama [grandes «castas»] indio a Ja jerarquía de títulos
balinesa es, y parece haber sido siempre, una materia irregular y muy laxa sobre Ja que Jos
propios balineses no son siempre capaces de alcanzar un acuerdo. El concepto de varna
-wama en balinés- tiene sus utilidades, tanto para Jos balineses como para Jos académi
cos, a Ja hora de ofrecer un esbozo muy general de la situación estratificatoria en la isla. Sin
embargo, sólo se puede alcanzar un entendimiento circunstancial del ranking de prestigio
balinés mediante Ja reflexión en torno a Jos valores literales de todos Jos títulos reales, una
materia de estudio amplia y diversa en Ja que Ja mayor parte de Ja investigación detallada
está por hacer. Para un esquema completo del patrón de pensamiento sobre Jos warna entre
los intelectuales balineses ---completado con las subcategorías «alto», «medio» y «bajo» en
cada una de las categorías generales-, véase Korn, 1 932, págs. 1 46 y sigs. El propio Korn
contempla todo esto como «de alguna forma artificial», arguyendo que, a partir de Ja colo
nización, se había producido una sistematización de dicho patrón de pensamiento mayor
que Ja que había existido en cualquier momento anterior, sistematización generada por el
deseo holandés de preservar el sistema de castas como la «base fundamental de Ja sociedad
balinesa» y de usarlo con finalidades administrativas y legales (págs. 1 75- 1 76).
Sobre la deificación balinesa de sus antepasados de Majapahit (Batara Maospait), véa
se Worsley, 1 972, págs. 54-55, 96. Sobre cambios recientes en el funcionamiento del siste
ma de títulos y de warna, véanse Boon, 1 977, parte 2; Boon, 1 973, cap. 4; Bagus, 1 969b.
20. N. del t.: La palabra utilizada por Geerti es gentry, un término un tanto ambiguo
que viene a significar «de alto nacimiento», pero que progresivamente ha pasado a designar
en inglés a la pequeña nobleza (a Ja que en castellano se designa a menudo como «hidal
gos») o a Ja alta burguesía. Pese a que, en el índice analítico, Geertz distingue entre gentry
y nobility, Jos relaciona con un mismo término vernáculo, triwangsa (véase glosario), y, en
el t exto, no Jos utiliza para distinguir dos grados de nobleza o de estatus (Geertz apenas uti
liz a el término gentry, y prácticamente sólo en esta ocasión lo hace en referencia explícita a
la «pequeña nobleza»).
2 1 . Sobre el sistema de Mahayuga, véase Basham, 1 952, págs. 32 1 -322. Los niveles más
altos del sistema --el ciclo kalpa de cuatro mil millones de años o el ciclo manvantara de tres
millon es de años- no parecen tener ninguna importancia en Bali. Sobre la percepción bali
ne sa del tiempo, véanse Covarrubias, 1 956, págs. 3 1 3-3 1 6; Goris, l 960b; Geertz, l 973h.
22. Véanse Bateson, 1 937; y también Worsley, 1 972, págs. 75-82.
23 . N. del t.: La palabra utilizada por el autor es kettle, que designa al aparato, extra
ordinariamente común en las cocinas anglosajonas, empleado para hervir el agua de las in-
46 NEGARA
fusiones y que distinguen del util izado para servirlas -habitualmente tea-pot-. La traduc
ción de «pava» es más específica, por tanto, que la de «tetera» y remite a esa familiaridad
doméstica que el autor utiliza estilísticamente para contrastarla con un paisaje que resulta
rá exótico para muchos de los lectores.
24. Karengasem, algo separado del corazón de la región por un área seca y plagada de
colinas, forma una especie de bolsa ligeramente aparte en un lado, pero la distancia de la lí
nea de rizicultura irrigada a la costa es más o menos la misma que en Klungkung. Sobre la
distribución de la rizicultura irrigada en Bali, véase Raka, 1 955, pág. 29.
25. Las cifras sobre población proceden de la Oficina Indonesia del Censo. El por
centaje total de la población que habita en el sur permanece prácticamente inalterado en
los censos de 1 920, 1 930, 1 960 y 1 970. Aun siendo muy aproxi mativas y nada fiables, las
estimaciones de Raffles a principios del siglo XIX daban las mismas proporciones sobre
una población que se suponía menos de la mitad de la actual (véase Raffles, 1 830, vol. 2,
pág. cxxxii). En 1 900, Van Erde ( 1 9 1 0) estima la población de Bali en unos 750.000, aña
diendo otros 20.000 en las áreas de Lombok con asentamientos balineses.
La antigüedad de la centralidad meridional de la civilización balinesa se revela también
por el hecho de que virtualmente todas las viejas inscripciones (Goris, 1 954) proceden del
sur de la isla (un cierto número se encontraba en la montañosa región central, pero habían
sido erigidas por señores sureños), así como por el nombre tradicional que recibía el Esta
do norteño de Buleleng, Den Bukit, que significa literalmente «en el otro lado de la(s) mon
taña(s)».
26. N. del t.: La palabra drainage hace referencia a la acción y sistemas de evacuación
de tierra, tanto naturales como artificiales. En castellano, «drenaje» -y de forma aún más
específica «avenamiento»- suele referirse sobre todo a sistemas artificiales, pero se man
tiene en la traducción, dado que su aplicación a sistemas naturales es comprensible y utili
zable en geografía y geología, ha sido explícitamente explicada en el texto y las alternativas
--como «cuencas hidrográficas»- no acaban de resultar fidedignas respecto al tipo de des
cripción del relieve balinés ofrecida por Geertz.
27. Véase Liefrinck, 1 877.
28. Dicha posible excepción es B angli. Sin embargo, la preeminencia de B angli fue
sólo un fenómeno temporal, un reflejo de la presencia holandesa en Buleleng. De hecho, su
papel, que nunca fue crucial en contexto panisleño, era más el de la más poderosa corte de
las tierras altas que el de la menos poderosa de las tierras bajas. De todas formas, constitu
yó una especie de caso marginal durante unos pocos años hacia la mitad del siglo pasado
(véase Liefrinck, 1 877; y la pág. 1 2 1 de la presente obra).
29. Véanse algunos ejemplos en Korn, 1 932, pág. 40 1 ; Friederich, 1 959, pág. 1 23.
30. Para una división, demasiado tajante y algo malinterpretada, entre «áreas de appa
nage» (es decir, regiones influenciadas por los señores) y «áreas de los viejos balineses»,
véase Korn 1 932, passim. Lansing ( 1 977, cap. 1 ) resume las teorías de Korn y las aplica a
algunos ejemplos contemporáneos. Para una crítica al modelo de Korn, véase C. Geertz,
1 96 1 .
N. del t.: Appanage o apanage, forma derivada del francés apanage (con las formas ar
caicas appanage o appennage). Designa la herencia o provisión --en especias, rentas, me
tálico, tierras ... - hecha para el mantenimiento de los hijos menores, hermanos o parientes
del rey que no lo sucederán en su cargo. Geertz --que sólo recurre a la expresión en notas
e índice analítico, pero no en el texto-- no le confiere un significado tan preciso, sino que
se trata de un calificativo equivalente a «tierras con señores» (probablemente «tierras seño
riales o dominiales» en Korn). De todas formas, la elección concreta de la expresión -no
tanto de Geertz como de otros autores- no aparece del todo clara, en parte porque el autor
apenas se ocupa de las tierras de « no appanage». En vista de esto, se ha preferido mantener el
DEFI N I C I Ó N P O L ÍT I C A : L A S FU E N T E S D E L O R D E N 47
término original en lugar de tentar una traducción al castellano, dificultosa de por sí y más
desorientadora que otra cosa.
3 1 . Véanse algunos ejemplos en Gunning y Van der Heijden, 1 926.
32. Las referencias al «despotismo», y demás, se dirigen nuevamente contra Wittfogel
( 1 957) y los trabajos que se han derivado de él (por ejemplo, Hunt y Hunt, 1 976). Sobre
el problema de las fronteras en los Estados «índicos» , véase Leach, 1 960, del que he extraí
do la cita sobre la «línea MacMahon». Su trabajo es en Birmania, pero, en este aspecto, se
conforma precisamente con el caso balinés. Sobre las «zonas neutrales» (kewalonan) en
Bali, véanse Korn, 1 932, pág. 437 ; De Kat Angelino, 1 92 1 a. Para una pequeña excepción a
la generalización según la cual las fronteras no eran asuntos que concernieran a la política
«interestatal», véase Korn, 1 922, pág. 63. Sobre la base del Hadad Buleleng, Worsley ( 1 975,
pág. 1 1 2) argumenta la existencia de lindes definidos para Den Bukit, pero parece tratarse
de una ilusión óptica literaria.
33. Véase Korn, 1 932, pág. 440. Una descripción de las principales «familias princi
pescas» en el sur de Bali alrededor de la mitad del siglo XIX puede encontrarse en Friede
rich, 1 959, págs. 1 1 9- 1 36.
CAPÍTULO 2
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Sub-dadia ----- -
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real Alto Bajo
Sub-darlia
nobles
Dadia
CLIENTELAS
gara, cualquier tráfico comercial que iba seriamente más allá de sus l ími
tes se encontraba bajo el control de los mayori stas chinos --con la ex
cepción de algún inglés o algún danés descarriados-, a los que los seño
res balineses garantizaban patentes comerciales a cambio de tributos en
bienes y en metálico. Cuando estos mercaderes chinos estaban ligados
contractualmente a poderosos señores supremos, podían convertirse en fi
guras locales más bien espléndidas, que vivían en grandes casas parecidas
a palacios, adoptaban el estilo de vida de las castas superiores balinesas y
acumulaban harenes considerables de esposas indígenas. Estos chinos diri
gían las actividades de un notable número de agentes y subagentes --chi
nos, <<javaneses» y, en el nivel más local, balineses- distribuidos a través de
todo el país . En los reinos menos integrados, casi cada pequeño señor tenía
su propio chino. En aquellos más integrados , el chino del señor supremo
-dignificado a veces con el cargo de subandar, literalmente «amo del co
mercio»- gozaba de un monopolio casi completo, organizando a todos los
comerciantes foráneos en un elaborado sindicato que se centraba en su per
sona. Dichos individuos -a menudo también involucrados en la tenencia
de tierras a gran escala, sobre todo cultivos de café y tierras de pastos- po
dían ganar una i nfluencia informal significativa en tanto que consejeros en
cubiertos de sus patrones.
Así como los negocios espirituales del reino se contrataban con uno o
más brahmanas, los comerciales se contrataban con caballeros chinos de
dicados al comercio. Este segundo contrato se establecía sobre una base es
casamente menos tradicional que la del primer tipo de arreglo: en un caso,
los señores trocaban favor político por prestigio; en el otro, lo hacían por
riqueza.
ALIANZAS
De hecho, los tratados parecen haber sido diseñados más para codi
ficar los pretextos con los cuales se podían romper las alianzas que para
establecer las bases sobre las que estas últimas se podían construir. Expo
niendo, real mente reafirmando, lo que no eran en absoluto acuerdos for
males y contractuales, sino usos sociales largamente establecidos o inclu
so santifi cados referidos a algún asu nto concreto aunque políticamente
periférico -vacas errantes o l adrones en fuga-, dichos tratados propor
c ionaban un vocabul ario de c argos para j u stificar cualquier hosti l idad, no
una serie de mecanismos para conseguir la unidad interregional . Los par
tic ipantes llegaban a un acuerdo sobre lo que ya había sido acordado, so
bre el fondo común de l a costumbre cotidiana -según la cual todos ellos
se comportaban-, regulando como mucho unas pocas diferencias trivia
les. Lo no acordado, aq uello que constituye propiamente el dominio de la
diplomacia, lo dej aban al j uego de políticas de tapadillo de estilo florenti
no en el cual, al menos algunos de ellos, l legaron a ser unos maestros con
sumados.
El grado en el cual este coro de concordia sobre lo insubstancial en
mascaraba un desacuerdo casi hobbesiano sobre lo esencial se reflej a en el
l i stado, sin duda bastante parcial, de R. van Eck sobre los principales con
fl ictos interregionales entre 1 800 y 1 840. 30 En Klungkung y Gianyar (es
decir, los dadia regios de Klungkung y Gianyar, j unto con todos aquellos
clientes respectivos cuyo apoyo concreto fueron capaces de suscitar) se
aliaron contra B angli , mientras Karengasem atacaba a Lombok y B uleleng.
Por lo que respecta a Buleleng, luchó contra Jembrana en 1 804 y contra-
LA O R G A N I Z A C I Ó N I N T E R N A D E L A C L A S E D I R I G E N T E 69
NOTAS
l . N. del t.: Geertz utiliza la expresión ruling class, que se puede traducir por «clase
domi nante, gobernante, dirigente», un poco en función de las connotaciones que requiera el
contexto. Esta primera posición en el título cuadra bastante bien con el carácter general y
algo indefinido de «clase dirigente».
2. N. del t. : La expresión descent groups, utilizada por los antropólogos, se suele
tr aducir como «grupos de filiación». Hacen referencia a grupos formados de acuerdo a los
disti ntos criterios sobre la «ascendencia» de parentesco -y, por tanto, la «descendencia»,
es decir, aquellos vínculos entre parientes que no se trazan a partir de alianzas matri monia
les o similares- que los estudiosos han creído reconocer; Geertz no aplica, como tampoco
se suele hacer en castellano, la distinción habitual de los antropólogos sociales británicos
entre descent («filiación», relaciones de filiación más allá de dos generaciones) y filiation
( «des cendencia», relaciones de filiación dentro de la familia nuclear) .
El principio ordenador fundamental del si stema de prestigio balinés es denominado por
Geertz «sinking status» , que ha sido traducido como «hundimiento de estatus». La palabra
«es t atus» es un neologismo latino de importación relativamente reciente en castellano (al
menos hasta hace bien poco no era reconocida por la Real Academia), pero de un uso muy
extendido, particularmente en las ciencias sociales. Una alternativa con mayor solera (aun-
4ue de origen probablemente germánico en lugar de latino) y no forzosamente excluyente
sería «rango».
70 NEGARA
3 . Van Eerde ( 1 9 1 0, pág. 5 ) dice que, e n las áreas balinesas d e Lombok, d e una pobla
ción de cerca de 20.000 habitantes, unos 6.000 eran triwangsa. Esto representa un 30 % , un
porcentaje que resulta mucho más alto que el margen del 7 al 10 % que se cita habitual
mente para el Bali propiamente dicho, en general sin aportar evidencias de los datos; los
números de Van Eerde, aún un poquito altos, podrían estar más cerca de la realidad que los
otros (Gerdin [ 1 977) estima en un 20 % la cifra de triwangsa en el Lombok contemporá
neo). De los 6.000, 2.000 eran brahmanas (de los que 1 75 eran sacerdotes -pedanda-),
y 4.000 eran satrias y wesias (de los cuales, en una estimación aún menos precisa que la an
terior, unos 200 podrían tener alguna significación política).
4. Para la hi storia de una casa sudra poderosa, véase Boon, 1 97 5 , cap. 2; 1 97 7 ,
c a p . 4.
5 . Para un comentario crítico sobre este tema y una descripción completa del sistema
de parentesco balinés, véase Geertz y Geertz, 1 975. Compárese con Boon, 1 973, 1 976,
1 977; Belo, 1 936.
6. Dadia es realmente un término plebeyo utilizado para nombrar a dichos grupos
en la región de Klungkung, y es utilizado en el presente trabajo meramente para simplifi
car. De hecho, los términos varían ampl iamente (véase Geertz y Geertz, 1 975 ; Gerdin,
1 977; Lansing, 1 977). Probablemente, el término más común para los dadia nobles sea
batur. Los dadia de nobles y plebeyos difieren algo en estructura y modo de funciona
miento (véase Geertz y Geertz, 1 975), y lo que se dice en el texto se aplica a los dadia de
la nobleza.
7. N. del t.: La expresión «Cajas chinas» no es común en castellano, que suele utilizar
con un significado similar -encapsulamientos sucesivos indefinidamente- el modismo
«muñecas rusas». Se mantiene de todas formas la expresión utilizada por Geertz, debido a
que las «cajas» se acuerdan iconográficamente mejor que las «muñecas» al diagrama al que
se refiere el autor.
8. N. del t.: Como recurso estilístico de autor y dadas las connotaciones que presenta,
se respeta el original en francés.
9. La primogenitura como forma de sucesión no era universal , pero era muy preferida.
Cuando las circunstancias forzaban una desviación, la inconsistencia era siempre rápida
mente racionalizada en un intento por evitar los conflictos de legitimidad que tendían a se
guirla (algunas veces el hermano mayor desplazado era simplemente «recordado» como un
hermano menor por las generaciones sucesivas y dispuesto de tal manera en las genealo
gías), y, muy a menudo, se producía un retorno a la línea nuclear en la siguiente generación.
La manipulación genealógica se veía facilitada por el hecho de que, en las propias genealo
gías, los individuos no aparecían por su nombre, sino por su título general . Sobre todas es
tas cuestiones, véase Geertz y Geertz, 1 97 5 .
1 0. Como un sub-dadia ([N. del t. ] en contra d e lo q u e es habitual en castellano, s e man
tiene el guión para recordar que ésta es una prefijación no indígena de un término balinés)
siempre permanecía en el interior de un dadia determinado, este hecho limitaba sus posi
bilidades de hundimiento, por atrás que se remontaran los orígenes de su línea nuclear. No
se encuentran datos sobre una hipotética degradación del rango de noble al de simple ple
beyo en otros sistemas del sureste asiático (para los Thai , por ejemplo, véase Jones, 1 97 1 ).
El más insignificante de los sub-dadia compartía todavía el estatus alcanzado por el dadia
en conj unto en el sistema político mayor. De hecho, por lo que hace referencia al rango, se
tendía a rejuntar aquellos sub-dadia que se habían separado bastante del núcleo; la sutile
za de la discriminación tendía a su vez a disminuir a medida que los grupos se alej aban
más y más del centro.
1 1 . N. del t.: El autor utiliza la palabra house, «casa», para referirse tanto a los edifi
cios y sus dependencias -también palace, «palacio», o household, «hogar» , «casa»- como
LA O R G A N I Z AC I Ó N I N T E R N A D E L A C L A S E D I R I G E N T E 71
a porciones de linaje, más o menos asociadas a unos edificios y dependencias; esta doble
si gnificación también se aplica a los términos balineses -puri, jero, griya, etc.-. En el pri
mer sentido, podría entenderse como «morada», incluyendo a veces implícitamente las tie
rras adyacentes; es el sentido que aparece en el glosario, de una forma engañosamente ex
clusiva, para los términos balineses. En el segundo sentido, tiene un significado amplio
parecido al que se atribuye en castellano a la «casa real» o a la «casa» como unidad funda
mental de ciertas sociedades rurales.
1 2. El tamaño de los «harenes» en Bali durante el siglo XIX (entonces, como ahora,
Bali tenía una norma de residencia virilocal) es difícil de determinar con alguna precisión.
Covarrubias ( 1 956, pág. 1 57) habla de «viejos registros», mencionando a reyes hasta con
doscientas esposas, pero sin ofrecer ni una referencia. Kom ( 1 932, pág. 469) dice que «el
rey» tenía de ochenta a más de cien esposas a principios de siglo, y recalca que «el tiempo
de los príncipes con quinientas mujeres quedó muy atrás». De hecho, podría ser que hubie
se quedado tan atrás como el «érase una vez».
La presencia de esposas de diferente estatus en el harén del señor condujo a graves
complicaciones en el modelo de sucesión delineado algo antes. Resultan demasiado intrin
cadas para ocuparse de ellas aquí, salvo para decir que, al menos en teoría, sólo los hijos de
las esposas endógamas (padmi, parameswari) tenían plenos derechos sucesorios; los de las
esposas hipérgamas (penawing) se gradaban de acuerdo con el origen de sus madres. Véan
se Geertz y Geertz, 1 97 5 ; Boon, 1 977.
1 3. Para una discusión sobre un modelo con i mplicaciones similares en Birmania, véa
se Leach, 1 954, págs. 2 1 5-2 1 9. La relación wargi no era excluyente. Un dadia inferior po
día tener tales lazos con varios dadia superiores. Pese a que el término wargi significa «pa
riente a través de la mujer» (y perwargian designa a todo el grupo de tales parientes), no se
utilizaba para designar vínculos matrilaterales o afines entre estatus iguales, y, en conse
cuencia, nunca se empleaba para denominar a los parientes correspondientes a tal tipo de
vínculo cuando la madre de uno pertenecía a su mismo dadia.
1 4 . N. del t.: El autor hace una distinción dudosa entre la supuesta transcripción india
y balinesa del término para la casta sacerdotal -«brahmin» y «brahmana», respectiva
mente-, a partir de un término sánscrito cuya transcripción latina se asemejaría más a la
segunda que a la primera. En realidad, en la India parecen convivir las dos transcripciones
pronunciaciones sin que se pueda establecer entre ellas una clara y homogénea distinción
sociosemántica. El Diccionario de la Real Academia equipara semánticamente la castella
nización de ambas transcripciones -«brahmín» y «brahmán»-. Sobre el contenido de la
distinción de Geertz, véase conclusión, nota 6.
1 5 . Sobre la referencia al libro de leyes, véase Kom, 1 960.
1 6. Para una lista de los bagawanta de las distintas regiones del Bali decimonónico,
así como para una breve descripción de sus funciones, véase Friederich, 1 959, págs. 1 06-
1 07 . N i ngún sacerdote brahmana podía penetrar en el templo pan isleño de Besakih
( véase capítulo 2, «Alianzas» ) si no era en compañía del señor respecto al cual era ba
ga wanta.
Sobre la relación siwa-sisia, véase Hooykaas, l 964b; en dicho texto el término «discí
pulo», sisia, es glosado más precisamente como «aquel deseoso de obtener agua bendita o
sagrada» o como «aquel que se siente constantemente en una relación de dar-y-recibir con
un a [ casa sacerdotal brahmana, una griya]». En ocasiones, los sisia llaman patirtaan (de
ti rta, «agua bendita, sagrada» ; véase Swellengrebel, 1 947) o surya (de la palabra del sáns
crito que designa al «sol » ; véase Hooykaas, s.f. ) a los sacerdotes brahmana.
1 7. Una descripción más completa de la vida comercial en el negara puede consultar
se m ás adelante en el texto de la presente obra (véase capítulo 3, «Las formas del comer
1 8. N. del t.: Casba o kasba son algunas de las posibles transcripciones de un término
utilizado en las variantes magrebíes del árabe para designar las ciudadelas fortificadas y los
barrios que las rodean. Dichos barrios presentan habitualmente una disposición laberíntica
de sus callejuelas, a menudo estrechas y empinadas.
1 9. Las citas entre comillas han sido extraídas de un tratado entre Gianyar y Badung
(además de Tabanan ), acordado no mucho antes de que dichos reinos volvieran a convertir
se en enemigos mortales ; véase Korn, 1 922, pág. 99.
20. A este nivel, el matrimonio político era más raro que en el nivel intrarregional ;
cuando se daba, estaba equilibrado más simétricamente, de forma que al menos mantuvie
ra la apariencia de igualdad de estatus, y nunca se llamaba wargi. De hecho, la delicadeza
de los arreglos y la combustibilidad de los sentimientos era tal que, probablemente, la ne
gociación de matri monios interregionales conducía al conflicto al menos tan a menudo
como lo hacía a la solidaridad.
2 1 . Sobre los Sad Kahyangan, véanse Grader, l 960b; s.f. , págs. 20-28; Goris, l 960a.
Las listas de los Sad Kahyangan, tanto procedentes de informantes como de documentos,
no siempre consisten precisamente en seis templos, sino que a veces incluyen ocho o nue
ve. Kahyangan, «lugar de los dioses» (hyang, «dios», «espíritu» ) , es un vocablo elevado
para designar pura, «templo». Sad significa «seis».
22. La congruencia entre importancia política relativa y escala relativa de expresión
en Besakih distaba de ser exacta. Algunos negara muy poderosos (Gianyar, Badung) no
tenían más que una representación limitada, mientras que otros menos trascendentes du
rante el siglo XIX ( Kaba Kaba, Sukawati, Blahbatuh) tenían asociadas secciones enteras
del templo. Pero esto parece ser meramente el resultado de la mayor rapidez de cambio
de las fortunas políticas respecto a las formas ceremoniales. De todas maneras, la posi
ción simbólica preeminente de Klungkung estaba expresada bastante claramente expre
sada a través de su «posesión» del patio central. Para un relato circunstancial sobre Besa
kih como paradigma espiritual de las relaciones políticas panbalinesas, véase Goris,
1 937. Compárese con Hooykaas, l 964a, págs. 1 72- 1 87 ; C . J. Grader, s . f. , págs. 1 7 , 26-
27, 46-5 1 .
23. Véanse ejemplos de tales tratados, algunos de los cuales datan de inicios del si
glo x v m , en Korn, 1 922; Liefrinck, 1 9 1 5 ; 1 92 1 , págs. 370-46 1 ; compárese con Utrecht,
1 962.
24. Véase Korn, 1 922, págs. 95- 1 0 l . No está claro si todos los tratados se formaliza
ban de manera ceremonial, ya que la mayoría no ofrecen ninguna indicación sobre el con
texto en el que fueron firmados .
25. N. del t.: El Domesday Book es un registro de tierras inglesas recogido en 1 086 por
orden de Guillermo el Conquistador; es uno de los más antiguos de su tipo en la Europa
medieval.
26. Las frases hechas de los tratados que eran utilizadas para referirse a estos <<nega
ra certificados» hablan alternativamente de «siete» (pitung), «ocho» (akutus) o incluso
LA POLITY PUEBLERINA
Había tres esferas principales en las que las formas pol íticas basadas lo
c al mente representaban un papel predominante : a) l a ordenación de los as-
78 N EG A R A
laridad» -ya que la aldea, como prácticamente toda institución d e esta so
ciedad rituali sta, estaba profundamente involucrada en asuntos religio
sos- ni, naturalmente, «urbanidad».9 Lo que quiere decir es «virtud pú
b lica», lo que los balineses l l aman rukun: la creación y el mantenim iento
del orden, de las buenas relaciones y del apoyo mutuo en el interior de un
vecindario. El propósito de la aldea como cuerpo político era cívico en su
sentido más amplio: la provisión de los requisitos legales, materiales y mo
rales necesarios para una vida común sana.
La aldea era responsable de los servicios públicos --construcción y
mantenimiento de caminos, construcción y mantenimiento de las casas de
reunión, los graneros, las galleras, el lugar del mercado y los cementerios
de la aldea-, de la seguridad local -vigi lancia nocturna, detención, jui
cio y castigo de ladrones, supresión de la violencia- y del arbitrio de dis
putas civiles --confl ictos de herencia, discusiones sobre diversos tipos de
derechos y obligaciones tradicionales, desacuerdos contractuales-. Ex
cepto por lo que respecta a los arrozales, regulaba el traspaso de propiedad
personal y, además, controlaba el acceso al suelo edificable, suelo que en
muchos casos poseía corporativamente . Legitimaba los matrimonios y di
vorcios, tomaba juramentos, confería y retiraba los derechos de ciudada
nía, hacía cumplir un cierto número de leyes suntuarias designadas para
guardar el orden debido en las relaciones de estatus, y organizaba diversos
tipos de actividades de trabaj o colectivo, tanto religiosos como secul ares,
concebidos como de significación general más que simplemente individual .
Patrocinaba algunos festejos públicos, promocionaba ciertas metas estéti
cas comunes, l levaba a cabo algunos ritos, particularmente de carácter
purificador. Podía imponer y cobrar multas e impuestos, podía tener pro
piedades y podía invertir en operaciones comerciales . En breve, si nos res
tri ngimos a las regulaciones autorizadas de la vida social, quizás el grueso
del gobierno bal inés -aunque bien lejos de la totalidad, como veremos
era gestionado por la aldea, dej ando l ibre al Estado para dramatizar el po
d er más que para administrarlo .
L a expresión concreta d e esta formidable corporación era el krama
hanjar. É ste es un término extremadamente difícil de traducir. Literalmen
te, krama -un préstamo lingüístico del sánscrito- significa «manera»,
«método» , «camino», o incluso «estilo» . Pero aquí tiene el sentido de
«miembro» o «ciudadano» ; 10 así pues, krama banjar se refiere no sólo a las
costumbres de la aldea, sino también a la masa real de hombres que, en
cualquier momento, están investidos con la responsabilidad de mantener
dic has costumbres, la ciudadanía. 11
En muchas aldeas, un hombre se convertía en miembro del krama ban
Jar al casarse o tras el nacimiento de su primer hijo, y, a veces, se retiraba
de él a la muerte de su mujer o cuando todos sus hijos habían ingresado a
80 NEGARA
divina» (hukum) -tal como lo hace en las partes musulmanas del archipié
lago-, sino más bien el marco completo de acción social en el que tanto
hombres como dioses están englobados. 1 7 No es más que otro nombre para
orden, pudiéndose referir igualmente a formas de etiqueta, reglas de heren
cia, métodos agrícolas, estilo artístico y ritos de invocación.
De todas formas, y como cualquier otra cosa en Bali, el adat varía. Las
variaciones son siempre en detal les pequeños, incluso a veces triviales : en
la designación del consej o 1 8 de la aldea; en la selección de sus cargos ; en la
propiedad de la tierra residencial ; en el baremo de infracciones y multas ; en
las prácticas funerarias; en el papel que juegan las gentes de la «casta supe
rior» (es decir, los triwangsa) en los asuntos sociales ; en qué artesanías se
pueden practicar y qué animales criar; y en una amplia multitud de detalles
técnicos . 1 9 A vuelo de páj aro, desde la perspectiva que confiere un sondeo
etnográfico, estas diferencias, realmente bastante marginales, no aparecen
sino como incidentes secundarios en lo que es un patrón de costumbre gene
ralmente homogéneo que separa con marcada c l aridad a B ali de sus vecinos
-Java, las Sondas Menores- o Islas Menores de la Sonda, las Célebes y de
más. Pero, para los aldeanos, estas variaciones son mucho más prominentes,
ya que definen las fronteras de la pemaksan, el grupo de personas para los
cuales las costumbres del adat son invariables hasta el último de sus deta
lles. Luego, en sus fundamentos, la pemaksan es una comunidad moral que
se yergue j unto a la comunidad civi l, que es la aldea, y la comunidad eco
nómica, que es la sociedad de regantes. Mientras éstas reposan sobre un
conj unto común de instituciones de gobierno o de acuerdos de producción,
aquélla descansa sobre un j uego compartido de normas sociales fundamen
tadas en la religión, un conjunto común de costumbres santificadas.
La composición de una pemaksan puede incluir desde una a tal vez
nueve o diez aldeas, aunque tres o cuatro es lo más común, al menos hoy
en día. Estas aldeas son habitual , que no forzosamente, contiguas y, en
cuanto a su faceta espacial, la pemaksan es denominada desa adat, el «pue
blo de la costumbre » . 2º En esenc ia, y de acuerdo con l a creencia balinesa
según la cual el mundo y todo lo que contiene -«la tierra con todo lo que
sobre ella crece, el agua que a través de ella fluye, el aire que la envuelve,
la roca que la sostiene en su vientre materno»- pertenece a los dioses,2 1 el
desa adat no es en absoluto un sistema social, sino un pedazo de espacio
sacro. Pero es un pedazo de espacio sacro del cual un grupo social deter
minado, la pemaksan, es humanamente responsable, responsable de seguir
las leyes morales -las costumbres adat, dispuestas por los dioses para di
cho espacio-, y responsable de rendir culto a los mi smos diose s. 22 Es esta
última obligación, la más imperativa de cuantas tienen los balineses, la que
origina la principal expresión institucionalizada de este «pueblo de l a cos
tumbre » : los Kahyangan Tiga, o «Tres Grandes Templos».
ANATOMIA POLITICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 83
EL SISTEMA PERBEKEL
El medio central para dicha relación entre desa y negara era el sistema
perbekel. Un perbekel era un funcionario estatal -fuera triwangsa o su
dra- que conectaba al habitante i ndividual del pueblo con e l señor en tan
to que individuo. Todos los señores de alguna i mportancia política tenían
varios de dichos perbekel, y los grandes tenían docenas, cada uno de los
cuales era responsable de un cierto número de súbditos del señor. En B al i
en su conj unto, debe haber habido m i l e s d e estos superi ntendentes pol íti
cos durante el siglo XIX. Ligado hacia arriba con su señor -grande o pe
queño-- y hacia abaj o con los aldeanos «poseídos» por ese señor, que es
taban confiados a su autoridad inmediata, el perbekel era el mayordomo, el
alguacil y el senescal del Bali tradicional . 29
Hasta aquí, el sistema perbekel parece haber sido uniforme a lo largo y
ancho de la isla. Cualquier otro aspecto referido a él -incluyendo la mez
cla de estructuras administrativas colaterales con las cuales se entretejía
variaba ampliamente, alcanzando niveles de complej idad extraordinarios.
Por razones expositivas, describiré el sistema tal como existía en Tabanan
--el principado situado inmediatamente al oeste de la actual capital de
Bali, Den Pasar ( véase mapa l )- j usto antes y después del final del siglo
pasado . Aunque la versión de Tabanan del sistema perbekel no sea más tí-
ANATOMÍA POLÍTICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 85
Tal como hacen los balineses, es mejor ver el linaje real de Tabanan
como una serie de círculos concéntricos, una estructura de enclaustramien
tos sucesivos de líneas nucleares y periféricas ordenados de acuerdo a su
presumida distancia respecto al núcleo de los núcleos en la Puri Gdé -gdé,
«grande», «amplio»-, al que, de hecho, se referían a menudo simplemen
te como Dalem, «dentro».37 La figura 3 muestra un diagrama simplificado
de la genealogía implicada.38
Primero, había las nueve casas primarias, puri, que iban desde la propia
Puri Gdé, pasando a través de las fundadas por los hermanos del decimo
séptimo señor Gdé -quien los forzó fuera del Dalem al acceder a la dig
nidad de cakorda (Dangin, Mecutan, Den Pasar y Taman)- hasta aquellas
de las que se creía que habían sido fundadas por los hermanos del padre de
dicho cakorda en el momento de su respectiva coronación (Kaleran, Kedi
ri, Oka, Anom y Anyar). Contiguas a este amplio núcleo de casas prima
rias, se aglutinaban a su vez las casas secundarias, je ro gdé, supuestamente
fundadas por los hermanos del abuelo y del bisabuelo del soberano reinan-
90 NEGARA
te. Y, finalmente, había catorce casas terciarias o jero -un vocablo que,
como he indicado antes, también significa «dentro», «en el interior de»-,
de cuyos fundadores se pensaba que habían «salido -jaba- del Dalem»
en distintos estadios más tempranos de la historia de la línea y, consecuen
temente, que se habían dispersado más lejos de ella.
Así pues, se daba una estructura de cuatro pisos, un producto del mo
delo de hundimiento de estatus, que se extendía desde la Puri Gdé o Dalem
-en la cima o en el centro- hasta lasjero a secas -en el fondo o en los
bordes-, pasando a través de las puri y lasje ro gdé. 39 Pero, al mismo tiem
po, el «linaje» tomado como un todo conformaba una unidad. La más in
significante de las casas nobles en el más apartado de los pueblos, la línea
más periférica podía remontarse --o, al menos, así lo pensaba- hasta el
Dalem, el mismísimo corazón del núcleo.40 Luego, la más baja de lasjero
compartía, aunque débilmente, el poder, el prestigio y la fuerza carismáti
ca que otorgaba el Dalem en tanto que centro ejemplar.
Ésa era, al menos, la teoría. Dada la naturaleza de la política balinesa
-o quizá de la política a secas-, la práctica, la estructura administrativa
tal como operaba realmente, era bastante más complicada y ni mucho me
nos tan regular.
En primer lugar, los trazos divisorios exactos entre Dalem, puri, jero
gdé yjero eran menos claros de lo que sugiere la figura 3, y se pensaba que
su adecuada posición tendía a depender de quien los estaba dibujando.
Los miembros de las cinco primeras casas -Gdé, Dangin, Mecutan,
Den Pasar y Taman- tendían a referirse al resto de las casas como <<jero»,
al menos cuando pensaban que se lo podían permitir sin consecuencias.
Naturalmente, las casas que estaban una muesca por «debajo», o por
«detrás» o por «fuera», (Kaleran, Kediri, Oka, Anom y Anyar) se resistían
a este trato, pero, a semejanza de las cinco primeras respecto a ellas, tam
bién se resistían a referirse al grupo de las casas Beng, Kompiang, Tegeh y
Penenble como jero gdé, prefiriendo llamarlas simplemente <<jero». Tam
bién ocurría lo contrario, la autopromoción. Los hermanos del rey trataban
de presentar sus casas como si todavía formaran parte del Dalem, como si
todavía no hubieran «salido» realmente; incluso el grupo de Kaleran inten
tó lo mismo cuando se le presentó la ocasión, al menos de cara a casas de
estatus más bajo; la gente del grupo de Bang trataba de llamar «puri» a sus
casas, las jero más alejadas trataban de llamarse <<jero gdé» o incluso, de
cara a los forasteros, «puri»; y así sucesivamente.41 El dadia en su conjun
to y cualquiera de las casas que incluía eran denominados «Dalem» por los
plebeyos, por la gente corriente. Sin embargo, la distinción del «Dalem de
Dalems» -Puri Gdé- respecto al resto, así como la existente entre casas
mayores y menores, resultaba bastante clara hasta para el más simple de
los campesinos.
ANATOMfA POLÍTICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 91
A finales del siglo XIX, este centenar aproximado de casas -las sub
partes jerarquizadas y rivales del linaje gobernante; las principales cortes
cliente, sólo supeditadas muy a regañadientes; y las líneas sin relaciones
con las anteriores, semiindependientes, leales cuando era necesario, rebel
des cuando era posible- formaban la pirámide del poder en el área de Ta
banan, un área, se debe recordar, de unas trescientas millas cuadradas, ha
bitada por ochenta o noventa mil personas.49 Y era en esta pirámide de
poder trémula, en reajuste constante e intrincadamente equilibrada, no, hay
ANATOMIA POLITICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 93
nían que trabajar de vez en cuando en Jos muros externos de los puri seño
riales. Los restantes ochocientos hogares estaban sujetos, de la manera más
normal, únicamente a Krambitan.59
Desde el punto de vista del campesino, su obligación hacia el Estado
era una cuestión entre él --o, más exactamente, entre Jos miembros de su
hogar- y su señor -vía perbekel-, no entre ningún grupo desa al que
perteneciera y una administración estatal superpuesta, del cual el grupo lo
cal habría resultado ser una parte coaptada. El negara y el desa se organi
zaban a Jo largo de líneas distintas y se dirigían a distintos fines. No esta
ban unidos ni por una estructura común ni por un propósito común, sino
por el simple hecho de que cada persona que pertenecía a uno, también per
tenecía al otro.60
otro. Sea lo que sea lo que se pueda decir sobre Bali desde un punto de vis
ta marxista, lo que no se puede decir es que hubiera una alienación de Jos
medios de producción. Malamente se podría considerar el resultado como
comunismo primitivo, pero tampoco era primitivo capitalismo de Estado
(«terror total, sumisión total, soledad total»).75
En tanto que unidad productiva, una subak se puede definir -y así la
definen los balineses- como el conjunto de todas las terrazas de arrozales
-tebih- regadas con el agua procedente del canal principal (telabah
gdé). Este canal, propiedad de la subak como corporación, fluía cuesta aba
jo desde una única presa de piedra y barro (émpelan). En el caso de las su
hak más grandes, esta presa también pertenecía completamente a la subak.
A menudo, sin embargo, era propiedad conjunta de varias sociedades, cada
una de las cuales -habiendo participado presumiblemente en su construc
ción, en algún momento de un pasado más o menos distante- tenía ahora un
canal principal que salía de ella. En tales casos, la responsabilidad del man
tenimiento de la presa se asignaba por un esquema simple de rotación en
tre las subak afectadas, mientras que la parte del suministro total de agua
que le correspondía a cada una �s decir, el tamaño relativo de los canales
principales- se fijaba según la costumbre.76
Como la presa, fuera de propiedad indivisa o compartida, se encontra
ba inevitablemente a una buena distancia cuesta arriba de las terrazas a las
que servía �n algunos casos, a diez o quince kilómetros-, el canal prin
cipal discurría, a menudo con la ayuda de acueductos y túneles construidos
muy ingeniosamente, por encima, a través, por debajo y alrededor de un
buena porción de territorio «extranjero» intermedio. En subak muy peque
ñas, este canal podía fluir directamente de la presa a las terrazas, pero, en
la aplastante mayoría de los casos, en la cercanía de las terrazas, intervenía
un repartidor principal de agua (temuku aya) que dividía el caudal en dos
canales más pequeños (también llamados telabah). Habitualmente, si
guiendo corriente abajo, estos canales menores se volvían a dividir en mi
tades o tercios a través de un repartidor secundario (también llamado te
muku), proceso que en ocasiones aún se repetía otra vez. El resultado final
de esta distribución de agua preliminar, antes de las terrazas, era la crea
ción de una a quizás doce entradas a las terrazas propiamente dichas. Cada
una de estas entradas definía una subsección distinta de la subak, llamada
tempek. La cantidad de ramificaciones del caudal completo del canal prin
cipal y, consecuentemente, el grado de división interna de la subak en sub
secciones, dependían primariamente del tamaño del canal principal y, se
cundariamente, de la topografía del área, más, hasta cierto punto, de lo que
se podría llamar simples accidentes históricos.
En la figura 4 se ofrece un resumen esquemático de las instalaciones de
riego previas al terreno aterrazado para una subak más o menos típica.77
1.- Río
2.- Presa en el río (empelan)
3.- Brazo de río artificial que rodea la presa
\ 10
(variante o bypass)
4.- Repartidor principal de agua (temuku aya)
5.- Repartidores de agua
Á
6.- Canal principal (1elebah gde')
7.- Canal (1elebah)
8.-Túnel
9.- Acueducto
10.- «Templo de la abertura» (pura buka)
1 1.- «Templo de la presa» (pura u/un suwi)
12.- «Templo de la subak» (pura u/un carik)
13.- «Templo del arrozal» (bedugul; ca1u)
14.- Subsección de la suhak (tempek)
15.- Terraza (lehih)
-7
principal de una subak- estaba escalonado de tal manera que cuanto más
alta se situara la subak en el gradiente entre el mar y la montaña, antes se
ría su día de abertura. Así pues, las subak situadas en la cima del sistema
empezaban el ciclo ceremonial y, con él, la secuencia de cultivo en di
ciembre; las subak situadas en la base, cerca de la costa, lo hacían en abril;
y las que se encontraban situadas en medio empezaban también en un mo
mento intermedio.95 El resultado era que, en todo momento, la cuenca mos
traba la secuencia completa de cultivo paso a paso, a medida que uno se
desplazaba arriba y abajo de las pendientes. Cuando una subak alta estaba
inundando sus terrazas preparatorias, una más baja estaba despejando los
terrenos; cuando una baja estaba haciendo entrar agua, una más alta estaba
plantando; cuando una baja estaba celebrando el Amarilleo del Arroz -y,
por tanto, la promesa de la cosecha para un mes más tarde-, una más alta
ya estaba transportando las gavillas a los cobertizos; y así sucesivamente.
De esta manera, la progresión temporal edificada en el ciclo ceremonial
también se disponía sobre el suelo: además de marcar las distintas caden
cias de la secuencia de cultivo en cada una de las subak, también engrana
ba estas secuencias separadas de tal manera que proporcionaba una se
cuencia global para toda la región.96
El principal efecto ecológico, el principal objetivo ecológico de este
sistema --que, pese a todo, debe haber evolucionado, como la ciudad nor
teamericana o el derecho común británico, de una manera bastante incons
ciente, reajustándose caso a caso- era estabilizar las demandas sobre el
recurso central, el agua, durante la temporada de cultivo, en lugar de per
mitir que su uso fluctuase ampliamente, como habría hecho en ausencia de
dicho sistema. Simplificando un poco, el cultivo irrigado del arroz en te
rrazas requiere una entrada máxima de agua al inicio del ciclo, o un poco
después, y, a partir de ese momento y a medida que el ciclo avanza, una dis
minución constante de dicha entrada hasta llegar a la cosecha que se lleva
a cabo con los campos secos, totalmente drenados . Si los ciclos de las dis
tintas subak de una misma cuenca -o , aún peor, de un mismo río- coin
cidieran, el resultado sería que las reservas de agua serían enormemente
sobreexplotadas en las fases tempranas del ciclo y enormemente infrautili
zadas durante las tardías, sobre todo teniendo en cuenta que, simplificando
nuevamente un poco, el caudal natural de las cuencas no varía demasiado a
lo largo del año, sobre todo durante la mitad del año en la que crece el
arroz. En realidad, como el agua es el factor limitante central en el ecosis
tema de la subak, si los ciclos de éstas no hubieran estado escalonados, el
cultivo de regadío del arroz en Bali no habría podido alcanzar ni una frac
ción de la extensión que presentaba en el siglo XIX.97
Todo el ciclo comenzaba con un ritual de Abertura del Agua para todo
Tabanan, un ritual celebrado en el más importante templo panbalinés de la
ANATOM Í A POL Í TICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 113
región, enclavado bien arriba en las boscosas laderas de la montaña sag ra
da que dominaba, física y espiritualmente, el área de Tabanan : Batu Kau.98
Bajo el liderazgo simbólico del sedahan gdé de Puri Gdé -es deci r, del
sedahan de mayor rango de la casa de mayor rango-, se llevaba a cabo
una ceremonia destinada a asegurar, para todas las terrazas del rei no du
rante la temporada entrante, la cantidad suficiente de agua y su «efectivi
dad». A la ceremonia asistían todos los sedahan, todos los líderes de las
subak, todos los sacerdotes de los templos de las subak y cualquier miem
bro de una de las subak que fuera lo suficientemente piadoso como para
hacer por su cuenta el arduo camino montaña arriba, así como, natural
mente, el dios y la diosa apropiados, que eran invitados a descender desde
el cielo para la ocasión. Con esta «Abertura de Aberturas», naturalmente
también determinada mediante el calendario, se ponía en marcha el ciclo
de toda la región ; en cuanto a los templos de «Abertura del Agua» de cada
subak, los Pura Ulun Suwi, procedían entonces, siguiendo los interva
los adecuados, a llevar a cabo sus propias ceremonias, muy parecidas a la
primera. Así pues, los sedahan -en tanto que grupo laxo, no corporati
vo y cruzado, de hecho, por rivalidades internas- ponían en marcha la
secuencia del uso del agua para toda la región a través del acto de su con
sagración. Pero, una vez puesto en marcha, el sistema continuaba mo
viéndose por sí mismo, con su velocidad propia, y produciendo sus pro
pias réplicas de la ceremonia de consagración, bastante locales y bastante
independientes.
En suma, si uno adoptara, dentro del sistema, la perspectiva de un dios
balinés -es decir, desde algún lugar por encima del cráter del Monte
Agung, donde viven los dioses-, vería un conjunto de secuencias rituales
estructuralmente similares --de hecho, idénticas, salvo por algunas varia
ciones de contenido- que procedían simultáneamente en distintos puntos
del paisaje y en varios niveles de organización, desde la cuenca de drenaje
hasta la terraza individual.
Pero, aunque todas estas secuencias se irían realizando con una caden
ci a aproximadamente igual y a través de los mismos estadios, no estarían
sincronizadas, «en fase» .99 En el nivel por encima de la subak, se escalo
narían temporalmente, desde la cúspide de la cuenca de drenaje hasta el
fondo. En el nivel de la subak y por debajo, se coordinarían temporal
mente: cuando los sacerdotes de la subak celebrasen la B rota del Arroz en
el templo de la subak, también la celebrarían los equipos de agua en los al
t ares de los tempek y de los kecoran, y los propietarios individuales en sus
re spectivos campos. Así pues, el cuadro resultante revelaría una colección
de ciclos agrícolas divididos localmente en fases y trabados en un ciclo re
gional superpuesto. En el Pura Batu Kau, situado por encima de la línea
de crecimiento del arroz, sin conexión con ninguna subak particular ni,
114 NEGARA
Así, como polity o como parte de una polity, el sistema de la subak era
Jo que los antropólogos han dado en llamar acéfalo, «sin cabeza» . 1 º8 Más
que centrarse en un locus de poder y autoridad concentrado que sería a la
ve z su eje y su anclaje, consistía en una serie de capas sociales equ ilibra
das, en cada nivel y en cada dimensión, la una contra la otra. La más im
portante de dichas capas sociales, o niveles, eran la terraza o el complejo de
terrazas individual, las subsecciones de la subak, la subak propiamente di
cha, y lo que quedaba por encima o entre las subak individuales. A medida
que uno se movía desde el fondo del sistema hasta la cúspide, uno se tras
ladaba de una gama más estrecha de relevancia política a una más ancha,
de una concentración del interés en los aspectos más técnicos del cultivo o
del riego a una aglutinación más integradora en tomo a asuntos que eran le
gales y rituales más que burocráticos o administrativos, y de unas formas
sociales bien equilibradas y sólidas a otras más frágiles y explosivas.
El centro de gravedad política se asentaba muy abajo en el sistema, tal
como ocurre en todos los sistemas de ese tipo, y tal como ocurría en el Esta
do balinés en general. Así como el negara era tensado por fuerzas opuestas
que tiraban en su interior -por un lado, las fuerzas centrípetas del ritual
estatal, por el otro, las fuerzas centrífugas de la estructura estatal-, así
también el sistema de la subak -una de las bases sobre las que reposaba el
negara- se veía apretadamente ceñido por presiones igualmente opuestas:
por un lado, su particular naturaleza segmentarla y dispersiva en tanto que
institución socioeconómica concreta; por el otro, las demandas integrado
ras que sobre él se ejercían a través del culto del arroz. En esta instancia,
nuevamente la cultura venía de arriba abajo --dada la localización del Batu
Kau, este descenso era literalmente físico-, mientras que el poder mana
ba hacia arriba desde el fondo.
En la tabla 1 , he intentado esquematizar el sistema en un diagrama, re
s umiendo de esta manera los comentarios precedentes. 1 09
118 NEGARA
Tabla l .
E l sistema d e l a sociedad d e regantes (subak).
Nivel estructural
* Sólo se dan los términos vernáculos más comunes de Tabanan. Si no se dan términos, bien
no se usa un término específico, bien el uso es demasiado variado y complicado para poder
ser sintetizado fácilmente.
** Muy esporádicamente, dos o tres subak concertadas emprendían trabajos conjuntos en
servicios conjuntos. También muy de vez en cuando, se formaban uniones estables de va
rias subak.
*** Tebih es el término literal para terraza. Tenah se refiere a la unidad final de reparto del agua
de riego, y puede incluir una o varias terrazas, o, muy raramente, un solo fragmento de terraza.
Lange, y cada uno a un lado del hilo, puertos que el danés utilizaba alter
nativamente de acuerdo con el cambio de los monzones. Para 1 843, tenía
quince barcos propios, algunos de hasta 1 .500 toneladas, que mantenía en
continuo movimiento por el archipiélago oriental, comprando aquí y ven
diendo allí. Y, aún más importante, «apenas pasaba un día [escribe Helms ,
el joven ayudante de Lange] sin que apareciese alguna nave [extranjera]»
ANATOM Í A POLfT I C A : EL P U EBLO Y E L E S TADO 1 23
GIANYAR
TABANAN
BADUNG
•
Puri Den Pasar
Kuta
•
OCÉANO ÍNDICO
Bu kit
mientras una tercera grita que la última vez sus bueyes fueron rechazados en
favor de los mercaderes de su hermana. Y de esta manera, la discusión sigue y
sigue.
Posiblemente, en esta coyuntura el señor Lange haga su aparición, cuando
todas ellas, a coro, apelen a él, quien, lo más probable es que, con su brusque
dad habitual, consienta en quedárselo todo, con gran embarazo del desafortu
nado empleado que, cuando llegue el día del embarque, se encontrará con que
tiene en sus manos dos o tres veces más animales de los que el barco puede
aguantar, y sin saber qué hacer con el resto. Con este día llega la guerra de los
tirones. Naturalmente, la playa está repleta, y el mugido del ganado, los chilli
dos de los puercos y el cacareo de los gallos, mezclados con los gritos de los
nativos, componen una escena en verdad muy animada.138
era una cifra precisa, dado que era el resultado variable de circunstancias
políticas y come rciales interconectadas. 1 4 1
Esto no sólo era verdad respecto al tamaño del pago, sino también res
pecto a su destinación. Aunque en teoría el pago se hacía a Gdé y Kaleran
en tanto que «propietarios» del reino comercial, de hecho, se distribuía en
tre las casas de la línea real e incluso, en ocasiones, entre casas clientes. Y
esto no se hacía de acuerdo con algún sistema fijo y regular de divisiones,
una carta establecida de derechos, sino en respuesta al tira y afloja de la
competición del Estado-teatro.
Siempre que un señor emprendía la celebración de una ceremonia,
pedía una cierta contribución al subandar, una demanda a cuenta de la
obligación general de este último. Los factores que determinaban cuánto
conseguía un demandante concreto en un momento concreto y con un pro
pósito concreto, eran múltiples: el estatus formal del señor, su fuerza polí
tica real, su registro previo de solicitudes, las demandas simultáneas de
otros, el Estado de negocios de Cong, los accidentes de la historia inme
diata; todo ello tenía su parte en el resultado final. En cualquier caso, la dis
tribución no era un proceso administrativo, sino profundamente político:
un proceso en el que -tanto en los puri y )ero reales, como en el suyo
el propio Cong era un participante activo, bastante directo y lejos de estar
mal posicionado.
En realidad, el arrendamiento de Cong, más que darle el monopolio
del comercio en un sentido estricto, le proporcionaba el medio de contro
lar los canales a través de los cuales dicho comercio fluía hacia y desde
Tabanan. En tanto que cliente de Gdé y Kaleran -la segunda era, según
todas las fuentes, la casa más rica del dadia real-, estaba profundamente
implicado en el mencionado tráfico, con docenas de agentes, una gran
plantilla de culíes, almacenes desparramados por el paisaje y demás. Pero
sólo era el subandar de mayor peso, no el único. Otras casas de la línea
real tenían a su propio chino baj o contrato. Y no eran sus agentes todos los
comerciantes, ni siquiera la mayoría de ellos, que, abiertos en abanico,
«peinando» el territorio, compraban bienes de exportación o vendían pro
ductos importados aquí o allí. Algunos de ellos eran importantes rivales,
incluso candidatos a reemplazarlo; y esto era así puesto que la comunidad
china no carecía de una política propia. B astante por encima de sus activi
dades mercantiles, lo que elevó a Cong hasta su posición central en la vida
comercial de Tabanan fue el decreto promulgado por el rey, según el cu al
todo el tráfico de los dos principales artículos -café, por el lado de la ex
portación, opio, por el de la importación- tenían que pasar a través de su
establecimiento. 1 42
Todo el café -bien cultivado directamente por los chinos, bien, como
era más frecuente, comprado a los campesinos balineses- se tenía que
ANATOMIA POLITICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 129
NOTAS
relación entre negara y desa, pero tergiversando un tanto sus términos- que su uso debe
mesurarse, complementándose con los derivados de «aldea» , aparentemente más neutros
y en cierta forma más de acuerdo con el texto de Geertz; curiosamente, en inglés, resulta
difícil derivar adjetivos de la palabra hamlet, lo cual podría fundamentar formalmente la
dis tinción semántica estricta establecida por Geertz -village por desa, hamlet por ban
jar- , pero de ninguna forma puede justificarla ni imponerla en una traducci ón a otro
idio ma. El dilema de traducción no tiene soluciones evidentes y se hace necesario jugar
con las extensiones de significado, connotaciones, polisemias y homonimias propias del
castellano, aclarando cuando sea necesario la opción escogida, sin dejar de respetar las
decisiones de Geertz.
2. Dorpsrepubliek significa simplemente «república aldeana» , «pueblo-república».
Véase el texto extremadamente influyente de Gori ( l 960a) en The Religious Character of
the Village Community; este texto es el resumen clásico de la visión sobre los pueblos bali
neses según la cual «puede asumirse como generalmente conocido el hecho que el pueblo
forma una unidad cerrada y autosuficiente -una república, tal como la ha llamado apro
piadamente Korn-». De todas formas, el tema se puede hallar en prácticamente todos los
trabajos del período colonial sobre la vida en Bali . Véanse especialmente Korn, 1 933; 1 932,
págs. 75 y sigs. Léase una visión alternativa del pueblo balinés en Geertz, C., 1 959; 1 964;
y. en el prese n te texto, en la pág. 75
N. del t. : El término Dorpsrepubliek, «república aldeana» o «pueblo-república» -al
estilo de la expresión más empleada de «Ciudad-Estado»-, ha sido tomado por Geertz del
holandés. Más generalmente, la palabra dorp (que existía en inglés antiguo en la forma
porp) ha sido adoptada en inglés, particularmente para designar los pueblos holandeses y
las pequeñas ciudades en Suráfrica.
3. La expresión «comunismo patriarcal» ha sido tomada de Covarrubias, 1 956, pág. 57:
«Curiosamente, el feudalismo de la aristocracia hindú sólo se superpuso sobre el comunis
mo patriarcal balinés, y siglos de gobierno feudal no han podido deshacer la independencia
cerrada de las comunidades de los pueblos». La suya es la exposición más descarnada de la
teoría de la dorsrepubliek; para un vívido tratamiento novelístico, basado en fuentes acadé
micas holandesas, de las relaciones desa-negara en estos términos, véase Baum, 1 937; so
bre una visión de la organización estatal balinesa (particularmente de Lombok) como un
despotismo «de conquista», «no hidráulico» -aunque la tesis no resulta mucho más per
suasiva que la de este último-, véase Van der Kraan, 1 973.
4. La principal excepción, y bastante parcial, era Singaraja, en el norte de Bali. Pero
all í, el desarrollo urbano era un reflejo de desarrollo de la economía comercial del Mar de
Java y era protagonizado sobre todo por no balineses: bugis, chinos, árabes, javaneses, ma
layos y otros (véase la pág. 1 20 del presente texto).
5 . N. del t. : La palabra «provincias» es una traducción libre de outlier, literalmente «lo
que está, permanece, yace fuera» .
6. Nuevamente, el principal arquitecto de esta teoría es Korn: véase, por ejemplo,
Korn, 1 932, págs. 78, 93, que parafraseo en mi breve resumen. También otra vez Goris
( 1 960a) la utiliza de forma libre -y, otra vez, mucho menos sutil-, como si fuera un he
cho establecido en lugar de una hipótesis altamente especulativa y, por lo que yo puedo ver,
no demasiado bien apuntalada. En el resumen de Swellengrebel ( 1 960, pág. 32) sobre la
cultura balinesa, nuevamente es presentada con el mismo aire de certeza y con la misma fal
ta de evidencias que la sostengan . Véase Van Stein Callenfels, 1 947- 1 948 , para un ejemplo
part icularmente vívido de un intento desesperado por cuadrar los hechos conocidos -o de
al gu na forma conocidos- de la estructura política de Bali durante los siglos xvm y XIX con
la noción de dorpsrepubliek, invocando el imperialismo javanés como fuerza reconstructo
ra --de manera harto similar a cómo Krom ( 1 93 1 ) invocó en su momento un imperialismo
1 32 NEGARA
hindú para Java-. Esta concepción a modo de apanage de la organización social rural en
las regiones de «tierras bajas» también se halla resumida en Lansing, 1 977, cap. 2. Así pues,
no son sólo los balineses quienes suscriben el «mito de Majapahit».
7. Véase C. Geertz, l 963b, págs. 85-90. La necesidad de una descripción esquemática
en el presente texto hace imposible hacer justicia, siquiera aproximadamente, a los detalles
de la organización de los pueblos balineses, y particularmente a su variedad. Para descrip
ciones y análisis más extensos, véanse Geertz, 1 959, 1 962, l 963b, 1 964; H. Geertz, 1 959;
Geertz y Geertz, 1 975 ; Hobart, 1 975. Nuevamente la terminología varía ampliamente y
nuevamente he empleado la que es habitual en Klungkung.
8. A diferencia del sistema negara -alterado radicalmente por la incursión directa de
los holandeses desde 1 906 (véase conclusión, nota 2 1 )-, el sistema desa no ha cambiado
mucho desde el siglo XIX hasta el día de hoy, al menos en relación con aquellos aspectos que
aquí se discuten. Así pues, el uso del tiempo pretérito no debe ser interpretado como un in
dicador de que los fenómenos mencionados bien han desaparecido o bien se han transfor
mado considerablemente, algo que grosso modo sí puede hacerse con mi descripción del
Estado balinés.
9. N. del t. : Precisamente esta acepción de «civil idad» como «urbanidad» es la que
recoge la Real Academia (j unto con otra en desuso que significa «miseri a, mezquindad,
grosería» ) . El uso que hace Geertz cuadra más con la expresión «carácter civi l » , pero
conservamos el término que él elige, ya que aclara su semántica específica en el propio
texto.
1 0. N. del t. : Citizen -«ciudadano» , de donde «ciudadanía»-. En el sentido de «su
jeto de derechos y obligaciones debido a su integración en una unidad política», concepción
establecida modernamente a partir de las experiencias de las revoluciones americana y fran
cesa del siglo x v 1 1 1 .
1 1 . Un uso similar de krama parece encontrarse en el viejo texto javanés, Kidung Sun
da, en la forma balakrama (bala, «ejército» ), con el significado evidente de «soldados»,
«guardias» (véase Gonda, 1 952, pág. 305 ). Los campesinos javaneses modernos utilizan a
menudo la palabra en dicho sentido, y, tal vez entre ellos, «Pak Krama» sea el vocablo más
común equiparable al «John Doe» de los norteamericanos.
N. del t. : «John Doe» -su inverosímil traducción literal es «Juan Cierva» o «Juan Co
nej a»- es un estereotipo referido al norteamericano medio como lo es «John Bull» entre
los ingleses.
1 2. La subak es discutida in extenso más adelante (véase capítulo 3 , «La política del
riego»), donde se detallan las referencias apropiadas.
N. del t. : Se prefiere «sociedad de regantes» a «sociedad de irrigación» por irrigation
society tanto por razones estéticas como por lo común y aj ustado del uso de la primera ex
presión en castel lano. En razón de esta traducción, se concede un tanto arbitrariamente
un género femenino a la expresión vernácula subak, empleada a menudo en el texto.
1 3 . N. del t. : Esta expresión, banjar yeh o «aldea del agua», refuerza la impresión de
que la traducción de «aldea» por bajar es insuficiente y que semejante término incluye acep
ciones que en castellano requieren otras palabras como «concejo» o «común».
1 4. N. del t. : La expresión «cofradía de campesinos» se ha preferido a su posible alter
nativa «compañía de campesinos» para traducir company ofpeasants. Una de las acepciones
de la primera se refiere exactamente al significado en el texto, mejor que el más genérico
«compañía» o incluso «empresa» -muy centrado económicamente-. Aun así, es eviden
te que todas estas palabras («cofradía» , «compañía», «empresa») tienen acepciones y con
notaciones distintas de uso muy común --como la de «hermandad con motivos religiosos»
para el caso de «cofradía»)- que pueden tanto oscurecer la traducción, como facilitar el in
tercambio de expresiones en tanto que sinónimos.
ANATOMIA POL I T I CA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 133
1 5 . Los vocablos aplicados a la congregación del templo eran, y son, más variados que
los aplicados a la aldea o a la sociedad de regantes. En algunos casos, pemaksan indica un
grupo de algún tipo de culto voluntario, más bien que el de tipo obligatorio que se discute
aquí. Sin embargo, entre los muchos términos empleados para la congregación no volunta
ria de los «tres-templos» que aquí nos ocupa, quizá pemaksan sea el más común, siendo
ade más muy ampliamente usado como «grupo de culto» puro y simple; para esta última de
finición, véase Kusuma, l 956a.
1 6. N. del t. : A partir de aquí, se produce un cambio llamativo en el tiempo verbal . Éste
es de mayor duración que algunas alternancias anteriores. Cabe recordar que todos estas
ambigüedades, que he respetado, habían sido anunciadas de alguna forma por el autor cuan
do comentaba al principio del capítulo la pervivencia y la actualidad del «sistema desa» en
comparación con el «sistema negara».
1 7 . Ha habido algunos intentos (por ejemplo, Goris, l 960a) de emplear agama -«tex
to religioso»- como el equivalente funcional en Bali de hukun (es decir, «ley musulmana»)
o, incluso, del derecho canónico medieval en Europa. Pero semejante punto de vista no tie
dicha polución en las actividades sociales; en algunos casos también existe un período se
be/ tras el matrimonio -véase Korn, 1 932, pág. 1 80-- ) , o los días de trabajo que deben
aportar los miembros de la aldea cuando uno lleva a cabo un espectáculo de incineración.
En algunos pueblos, los triwangsa deben acudir a las festividades del templo, mientras que
en otros se les prohíbe hacerlo; en otros, se sientan en los consejos de la aldea; en algunos,
se les pueden exigir obligaciones relacionadas con trabajos públicos; en otros, no; y en al
gunos sitios se les reconocen varios derechos suntuarios -la construcción de determi
nados estilos de verja, el enterramiento en un cementerio diferente, etc .- que en otros se
les niegan . En algunos pueblos no deben hacerse vasijas, en otros se prohíbe teñir de azul,
en otros no se puede hacer vino de arroz; en algunos, se considera que el fumar opio conta
mina a la pemaksan, y, al menos en un pueblo, no se pueden criar cabras (Korn, 1 932,
págs. 8 1 -82). Y, por lo que respecta a los «tecnici smos rituales» , [ las diferencias) son
inacabables, yendo desde prácticas divergentes con ocasión del nacimiento de gemelos
(Belo, l 970b; H. Geertz, 1 959), pasando por la forma y la duración de los festejos del tem
plo (Belo, 1 953), hasta la lisa y llana prohibición de ciertos rituales (en una aldea que estu
dié, la famosa danza dramática Rangda-Barong [Belo, 1 949] estaba prohibida como porta
dora de mala suerte; y, por lo que dicen, en algunas aldeas no pueden tocar ni las orquestas
gamelan. ([N. del t. ) Préstamo lingüístico del javanés al inglés -gamel, «manejar, mani
pular>>- que designa a unas orquestas principalmente de percusión y a un instrumento pa
recido al xilófono). De todas formas, la clave es que, aunque cada pemaksan difiere de to
dos los demás --o , al menos, de todos sus vecinos- en algún aspecto del adat, en el
interior de un mismo pemaksan existe un completo consenso, independientemente de lo
grande o lo constreñido que sea.
Para ejemplos de constituciones escritas de desa adat -awig-awig desa ada-, véanse
Geertz y Geertz, 1 975, págs. 1 82- 1 95 (un ejemplo de constitución real, verdadera); Sudha
na, 1 972 (una recomposición moderna).
20. Realmente, existen más términos indígenas utilizados como equivalentes de desa
adat, indicando todos de una u otra forma la idea de espacio santificado: perbumian, we
wengkan desa, bumi, gumi pe/asan, payar, kuhum (véase Korn, 1 932, pág. 8; véase también
Korn, 1 933, pág. 26 ). Como se ha señalado anteriormente, el propio término desa, sin adje
tivación, se reserva para todo el complejo de agrupamientos locales y, de hecho, es uti liza
do de manera más bien vaga y diversa ( [N. del t. ] la traducción propuesta por el autor de
desa por «pueblo» -comparar con la idea de banjar y con la alternativa de «aldea del
agua» ofrecida para denominar la sociedad de regantes- no le parece satisfactoria ni al
propio autor y de ahí los comentarios sobre esta vaguedades y dudas que hacen prácti
camente i mposible una traducción unívoca). Sobre este problema, véase C. Geertz,
1 959. Extrapolar situaciones presentes al pasado, incluso a un pasado reciente, es una
empresa traicionera, pero no veo ninguna razón para creer que el contorno básico del
sistema pueblerino del siglo XIX fuese distinto del de mediados del siglo xx, y todas las
evidencias fragmentarias que tenemos sobre la organización de los pueblos durante el
siglo pasado parecen apoyar esta opinión (véanse, por ejemplo, Van Stein Cal lenfels,
1 947- 1 948 ; Van B loemen Waanders , 1 859).
2 1 . La cita, una fórmula balinesa estandarizada, ha sido extraída de Liefrinck, 1 927 ,
pág. 230. «Pertenece» no es la mejor traducción en este contexto, dado que no se trata real
mente del concepto de «propiedad» en el sentido occidental (véase más adelante pág. 223 ).
22. Habitualmente existe un funcionario jefe ([N. del t. ) traducción de la expresión
propuesta por Geertz, official head, pese a que sus comentarios posteriores tiendan a de
sautorizar su propia elección) de toda la unidad. Este hombre -llamado muy a menudo
bendesa adat- no es de ninguna de las maneras un «jefe de pueblo», sino el principal ex
perto en cuestiones del adat, la persona a la que se dirigen las preguntas sobre el procedí-
ANATOMIA POL I TICA: EL PUEBLO Y EL ES TADO 1 35
m iento adecuado cuando existe alguna duda. Además, cada uno de los tres temp los tiene
ad scrito un sacerdote propio -pemangku- que es responsable de dirigir las actividades
c eremoniales prescritas para cada templo. Este sacerdote de templo no debe ser con fundido
co n el sumo sacerdote brahmana (padanda, pandita) mencionado anteriormente; de hecho,
usualmente es un sudra y nunca es un brahmana.
23. Para el negara como una «comunidad consuetudinaria» adat, véase más adelante
pág. 225 .
24. N. del t. : «Otro Mundo» es Ja expresión que pretende reproducir el Underworld
util izado por el autor, literalmente «mundo subterráneo» , pero referido en contextos como
éste a los muertos. Traducciones frecuentes como «averno« o «infierno» parecen inadecua
das a menos que se maticen mucho las connotaciones que han ido adquiriendo del cristia
ni smo.
25. En los casos en los que las tres congregaciones de los templos no coinciden total
mente --casos más frecuentes de lo que en ocasiones se ha presentado--, es la pemaksan
del Pura Balai Agung la que se toma para definir las fronteras del desa adat. Para un esbo
zo general, aunque un tanto excesivamente regularizado, del sistema de templos balinés, vé
ase Goris, 1 938. Para una crítica breve pero penetrante del concepto de desa adat y de su re
lación con el banjar, véase Hunger, 1 932.
26. N. del t. : La palabra empleada por Geertz es output -«salida», «producción»-,
muy utilizada, incluso en castellano, en estudios de flujos energéticos o de información, así
como por economistas, informáticos y no pocos científicos sociales.
27. Para una descripción completa de tal tipo de ceremonias, llamadas odalan, véase
Bel o, 1 953. Compárese con J. H. Hookyaas [-Van Leeuwen Boomkamp l 1 96 1 ; C. Hook
yaas, 1 977.
Típicamente, cada templo celebra una ceremonia de tres días cada 21 O (o, en el caso
del Pura Balai Agung, que sigue el calendario combinado solar y lunar, cada 355 días) .
Esto significa q u e casi un día d e cada veinte s e dedica solamente al ritual . Además, se
necesita al menos una semana de preparación para cada ceremonia. Luego, los balineses
se ocupan de una u otra forma de asuntos del Kahyangan Tiga uno de cada siete días,
aunque es evidente que el reparto del trabajo dentro de la pemaksan reduce considera
blemente la carga de cada individuo o familia particular. Para algunos aspectos de la in
mensa cantidad de «trabajo» (karya) desarrollada en los festejos de los templos, véanse
de nuevo Belo, 1 95 3 ; J. H . Hookyaas [-Van Leeuwen Boomkamp], 1 96 1 ; C . Grader,
1 939.
28. Para un ejemplo concreto de estas dispersión y coincidencia parciales de las ads
cri pciones de los miembros de grupos corporativos simultáneos, sekas, en un desa balinés,
véase C. Geertz, 1 964. Sin embargo, incluso puede apreciarse en un pueblo tan anormal
( I N. del t. ] original, deviant, «desviado», «anormal») como el Tnganan de Korn (véase Kom,
1 933), el locus classicus de la teorización sobre la dorpsrepubliek. Sobre el «principio
.1 eka » (seka significa literalmente «ser como uno»), la igualdad de los miembros en el con
texto del grupo del cual son miembros, la irrelevancia de esta adscripción respecto a otros
grupos a los que puedan pertenecer, y la precedencia legal de grupos de origen sobre gru
p os derivados, véase Geertz y Geertz, 1 975, págs. 1 65- 1 66; compárese con págs. 30-3 1 ,
1 1 5- 1 66.
29. N. del t. : Geertz utiliza a modo de ilustración comparativa los términos steward,
hai/ijf y senescha/, propios de la organización administrativa de la monarquía inglesa -no
ex cesivamente bien diferenciados, particularmente el primero y el último, amén de «haber
desarrollado» signi ficados aplicados fuera del contexto monárquico-- y que han sido tra
ducidos respectivamente por algunos de sus equivalentes en castellano -también discuti
bl es y variables.
1 36 NEGARA
30. En cierto sentido, Tabanan (s.f. ) es realmente algo así como una versión escrita de
dicha «constitución» . Completada en su forma actual algo después de la intrusión holande
sa de 1 906 en Tabanan, no está claro si es la obra de un solo autor, que habría extraído y re
formulado los contenidos de manuscritos anteriores escritos sobre hojas de palmera, o si es
una acumulación sin retocar de dicho tipo de manuscritos (para el primer punto de vista,
véase Worsley, 1 972, pág. 85, nota 24 1 ). Consiste en una genealogía dinástica presentada en
forma de discurso, en el sentido amplio de historia familiar, del dadia dirigente de Tabanan
--o batur, el término elevado para dadia- y de algunos de sus dadia aliados o clientes,
además de ser la crónica de diversos eventos conectados con varios puntos de la genealogía.
Aunque lejos de ser sistemático, el orden general sigue los reinados de los reyes de la línea
nuclear: allí donde resulta apropiado se les adhieren los distintos acontecimientos y aquello
que se refiere a las líneas afiliadas.
Las secciones más viejas remontaban hasta Java los orígenes del primer rey de la línea
nuclear de Tabanan, es decir, hasta Airlangga, rey de Daha en 1 037. Se remontan hasta él
los mariscales de campo ([N. del t. ] expresión curiosa empleada por el autor,field general,
que recuerda al field marshal -«mariscal de campo», hoy asimilado en ocasiones bien al
jefe supremo del ejército en algunos países, bien al general de división del ejército espa
ñol-, pero que no se utiliza ni en inglés ni en español) de la invasión de Bali por Majapahit
en 1 334, los llamados «Arya» ( [N. del t. ] el apelativo no puede dejar de evocar la rai
gambre cultural india de Maj apahit -una lectura biológica, o incluso étnica, parecería
bien desacertada-, aunque la etimología podría ser más engañosa de lo que parece a
primera vista; vale la pena recordar, de todos modos, que, dejando aparte el posible sig
nificado primigenio o no como etnóni mo, «ario» ha significado en la India «noble» , «de
buena cuna» ) , así como se describe la i nvasión y la adjudicación de las distintas partes
de la isla entre ellos (aunque ellos en persona mantuvieran su residencia en Samprag an
como «ministros del interior» ) . Arya Kenceng, a quien se le asigna Tabanan, es por lo
tanto considerado el fundador de su línea real. A veces, como en la genealogía de Den
Bantas ofrecida más adelante, se considera «iniciador» de Tabanan a otro de los maris
cales de campo, Arya Damar. Otras veces, se representa a Damar y Kenceng como una
sola persona. Las tres versiones se encuentran en el Tabanan actual , pero, aparte de al
gunas diferencias en cuanto a las pretensiones de estatus en el ámbito paninsular, la
cuestión no parece tener mucha i mportancia. En cualquier caso, se establecen diversos
derechos suntuarios para la línea real, especialmente los relativos a la incineración, así
como el estatus relativo de la línea en Bali.
Las secciones siguientes describen a su vez la fundación local de la línea y el estable
cimiento del puri de Tabanan propiamente dicho bajo un tal Raja S ingasana. Se mencionan
varios dirigentes anteriores, habitualmente con el título de kijai, así como algunas diferen
ciaciones locales complejas, formaciones de nuevas casas, etc . Se describen algunas guerras
tempranas, especialmente con Mengwi y Penebel, como en el caso de la formación de la
casa Krambitan, primero como un pemadé -un «rey segundón», véase la nota siguiente-,
y más tarde como una línea independiente, aunque aliada.
Las secciones finales cuentan a su vez cómo el Estado de Tabanan recibió su forma «fi
nal» , incluyendo cómo se estableció la casa de Kaleran como segunda casa dirigente, cómo
se formó el abanico completo de casas conocido en el siglo XIX, y cómo ocurrió todo esto a
través de un amplio surtido de intrigas, matrimonios, atrocidades, asesinatos, guerras, cere
monias de paz, incineraciones y demás. Se describe con detalle la incursión holandesa y los
suicidios en cautividad del rey y del príncipe heredero, así como el establecimiento del car
go de director holandés «al frente de Puri Kaleran» y --el verdadero «final»- el matrimo
nio que rompía con el sistema de «castas» , en 1 9 1 2, de una mujer de una de las casas supe
riores con un administrador cristiano menadonés ( [N. del t. ] natural de Menado, ciudad
ANATOM Í A POL I TICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 37
comercial del norte de las Célebes que ha sido la capital administrativa de la provincia in
donesia de Sulawesi) llamado Kramer, que a la sazón ocupaba tal cargo. El manuscrito se
acaba después de unos pocas notas, obviamente añadidas, que se ocupan de la formación de
algunas de las casas más recientes.
3 1 . Estos mapas fueron dibujados a partir de la memoria de los informantes: el esbozo
de Tabanan alrededor de 1 900 es ofrecido en Schwartz ( 1 90 1 ) ( [N. del t. ] véase mapa de la
«capital» -mapa 2-) y la existente casa de Den Bantas sigue en posesión de la genealo
gía, muy elaboradamente escrita y anotada (véase mapa 3, del «territorio», y figura 3). Apa
recen discrepancias, aunque ninguna de ellas crítica, cuando se coteja el material proceden
te de las tres fuentes: muchas de ellas parecen derivar sea del uso de diferentes nombres
para diferentes casas -muchos nombres de casas, especialmente de las más periféricas, son
algún tipo de topónimos, aunque las casas no se ubiquen necesariamente en los lugares por
los que reciben su nombre-, sea de diferencias de opinión sobre si ciertas casas distantes
están realmente relacionadas a la línea nuclear. En cualquier caso, la lista de casas es fiable
para las casas mayores, constituyéndose como principal posibilidad de error la posibilidad
de que dos o tres casas menores hayan sido omitidas o mal ubicadas físicamente. Para foto
grafías de algunos de los puri y je ro de Tabanan, véase Moojen, 1 926, láminas 1 , 33, 34, 38 ,
45, 46.
Naturalmente, las fechas del período que estoy utilizando para Tabanan son la derrota
de Mengwi a manos de Tabanan y de Baduns como el a quo, y el saqueo de Tabanan por los
holandeses como el ad quem -el último florecimiento del Estado clásico-. De nuevo, el
término «linaje» se utiliza para simplificar, en el sentido coloquial, no en el técnico. Así
pues, no hay un término técnico establecido para el tipo de grupos de parientes que son los
dadia balineses, aunque estoy pensando en promover bien «lindrids» bien «kineages» . . . ¡ es
un chiste ! Véase Geertz y Geertz, 1 975.
N. del t. : En su recurso al humor para expresar la dificultad de tipificar y traducir la
terminología de parentesco balinesa, Geertz «inventa» unas palabras híbridas a partir de dos
conceptos distintos y un tanto opuestos de los estudios de parentesco: lineage, «linaje», que
supone una filiación familiar rígida, bien definida y típica o, al menos, predominantemente
agnática; y kindred, «familiares», término que no conlleva un tipo de filiación concreta, sino
que expresa una forma de clasificar o percibir a distintas personas como parientes en un
sentido muy laxo.
32. Sobre la cuestión de quién debe ser contemplado como el vértice ancestral , si
Hario (Arya) Damar o Hario Kenceng, véase dos notas antes ( [N. del t. ] sobre las expre
s iones «mariscal de campo» y «general de campo», véase el comentario del traductor
insertado en esa misma nota de Geertz). Ya que Batara -término aplicado a los cinco pri
meros reyes de Tabanan- significa «Dios», la cuestión resulta bastante teórica en cual
quier caso.
33. Con el suicidio de estos dos hombres (Cakorda Gusti Ngurah Rai Perang y Gusti
Ngurah Gdé), la ruina de su palacio y el exilio a Lombok de todos sus parientes cercanos
( es decir, de las gentes de las casas de Gdé, Dangin, Ecutan, Den Pasar y Taman; véase
mapa 3), el señor de Kaleran, el «rey segundón» de Tabanan, que, por razones internas, ha
bía resultado más cooperador, fue convertido en el más alto funcionario indígena del área
(punggawa gdé). Sobre la historia reciente de la nobleza de Tabanan en general, véanse C.
Geertz, 1 963b y las notas de la pág. 245 .
34. N. del t. : La expresión utilizada por Geertz es half-brother, que se puede traducir
por «medio hermano» o por «hermanastro». Sin embargo, en castellano, este último voca
blo tiene connotaciones peyorativas, o bien se refiere a hijos de cónyuges que no tienen nin
g un a relación sanguínea entre ellos --equivalentes al stepbrother inglés-, por lo que se
p refi ere la primera posibilidad de traducción, en tanto que término general neutro opuesto a
1 38 NEGARA
«hermano camal» . En cualquier caso, ésta, como otras traducciones de términos de paren
tesco, no acaba de ser del todo satisfactoria, dado que el «factor sanguíneo», tan importan
te históricamente en la definición jurídica del parentesco en la mayor parte de las socieda
des occidentales, tien e un papel muy variado, llegando a estar ausente en las concepciones
del parente sco de otras muchas culturas.
35. En el Tabanan actual hay, al menos, dos leyendas de origen que se ocupan de los
orígenes de Krambitan. En una, los fundadores de Badung, Tabanan y Krambitan eran me
dio hermanos ; el último era el de estatus más alto, pero partió para establecerse en Krambi
tan porque le gustaba la vista. En la otra, el fundador de Krambitan era el hijo del rey de Ta
banan con una mujer de alto estatus, pero fue desplazado en la sucesión por otro hijo habido
de una mujer de estatus bajo a causa se un juramento efectuado por el rey (véase Geertz y
Geertz, 1 975, págs. 1 32- 1 33). Kom ( 1 932, pág. 303) señala que, en el siglo XIX, un escritor
javanés que escribía sobre Bali -Raden Sastrowidjojo- pretendía que la madre del prín
cipe heredero de Tabanan debía proceder de Krambitan ; pero nunca he oído a nadie decir
algo semejante y tampoco las genealogías apoyan tal opinión. Schwartz ( 1 90 1 ) dice que la
leyenda ubica el palacio de Hario Damar en Krambitan ; pero, al igual que en la afirmación
anterior, ni he oído nunca tal versión, ni siquiera que tuviera un palacio local en absoluto;
las genealogías contribuyen a fortalecer estas dudas, dado que asocian la fundación del puri
de Tabanan con el sexto rey de la l ínea nuclear, y la separación de la casa de Krambitan con
el séptimo. Se debe recordar que, en todas estas materias, las historias, genealogía y simila
res son inevitablemente alegaciones de estatus dentro del sistema; en consecuencia, es na
tural que varíen de una a otra fuente en función de los intereses particulares en juego. Así
pues, las controversias o las investigaciones académicas en pos de la «verdad auténtica» re
sultan mayormente infructuosas y descolocadas. Lo que es sociológicamente crítico e.s la
estructura del sistema, y no qué entidades particulares aparecen en su interior y qué lugares
particulares ocupan. É ste es otro de esos puntos en los cuales los intentos de escribir lo que
no puede ser escrito, una historia analística, o de fijar detalles infijables, sólo pueden gene
rar ilusiones.
36. También he ignorado -tanto en los mapas 1 y 2 como en mi total de treinta y tres
casas reales y nobles- las casas secundarias -jero gdé y jera- de los dadia de Krambi
tan, Kaba-Kaba y Perean, con la excepción de Marga y Blayu, referidos a este último; por
ejemplo, solamente Krambitan, donde había tres puri, tenía asociados unos veinte je ro de
variado estatus. Tampoco se han listado ni cartografiado las casas muy periféricas y las lí
neas menores independientes repartidas por el territorio, dado que resultaba imposible re
construir un censo que las incluyera a todas. Si se hubiera podido hacer, el número de casas
triwangsa del área de Tabanan hacia el final del siglo pasado habría crecido hasta acercar
se al centenar.
37. La casa real nuclear, Puri Gdé, es llamada en ocasiones Puri Agung, siendo agung
una forma honorífica -halus- de gdé, con el mismo significado, tal como sucede con da
lem ( un préstamo lingüístico javanés) respecto ajero.
38. Para conservar razonablemente claras las líneas básicas estructurales de lo que es
en cualquier caso un sistema muy complicado, he reducido al mínimo los detalles de la or
ganización del parentesco entre la nobleza. Algunos de estos detalles se pueden encontrar
en el capítulo 4 -«EI parentesco en el dominio público: el dadia noble», págs. 1 1 7- 1 52-
de Geertz y Geertz, 1 975, y se aconseja al lector interesado en lo que podría llamarse «mi
croanatomía» de la política balinesa tradicional que Je eche un vistazo. La genealogía de Ja
figura 3 fue obtenida -junto con las claves o leyendas anotadas que Ja acompañan- del
Jero Den Bantas, completándose con Ja ayuda de varios informantes de la casa real. Se han
corregido algunos errores menores (Geertz y Geertz, 1 975, figura 1 5, pág. 1 26), descub ier
tos al reelaborar el material original .
ANATOM Í A POL I T I CA: EL PU EBLO Y EL ESTADO 1 39
Se debe insistir una vez más en que tales genealogías no son tanto registros históricos
como documentos que explican y justifican las relaciones de estatus existentes. Aunque
el orden general de rango en el interior de la casa real de Tabanan parece haber sido am
pliamente consensuado, pueden encontrarse fácilmente diferencias menores, diferencias
referidas a quién «salió», quien se desgajó exactamente y en qué momento preciso, determi
nando consecuentemente quién sobrepasa en rango a quién. Sobre lapsos de tiempo más lar
gos, han sido muy frecuentes las alteraciones del rango a través de la recomposición genea
lógica. De hecho, en mi material sobre Gianyar --que fue más bien menos internamente
estable que Tabanan durante el siglo XIX-, dichos retoques del pedigrí resultan bastante obvios.
La simplificación consiste principalmente en la eliminación de las casas periféricas, «ca
detes» ya desaparecidas ([N. del t. ] «desaparecidas del interior, del Dalem», «salidas») en el
período de 1 89 1 a 1 906 -y sumando alrededor de treinta- y de todas las mujeres -unas
cincuenta-, la gran mayoría de las cuales o bien se casaron en el interior del dadia real o
bien no se casaron en absoluto, un destino corriente para las mujeres de estatus muy alto.
Finalmente, debido a la situación anómala creada por los suicidios de los dos últimos
descendientes de la línea nuclear, mi discusión toma el punto de vista del decimoséptimo
rey, que accedió al trono en 1 868. Esto se acuerda con la práctica de los propios tabaneses,
para los cu�les ése fue el último rey verdadero.
39. La estructura de la casa real también puede representarse en los términos del mo
delo de diferenciación de parentesco discutido anteriormente; en tal caso, aparece como
una serie de sub-dadia reales, jerarquizados de acuerdo con su orden de cristalización y
expresados a través de la i maginería dentro/fuera (jera/jaba), omnipresente en la simbolo
gía jerárquica balinesa (véase pág. 1 86). Así, cualquiera a tu derecha en esta serie es
«jero» -y, por tanto, superior en estatus- respecto a ti, mientras que cualquiera a tu iz
quierda es <<jaba» -y, por tanto, de estatus inferior-, sin que dos casas sean iguales la
una a la otra -ni lo puedan ser dada la naturaleza de dicho ordenamiento, que hace de di
cha imposibilidad de igualdad uno de los principios más absolutamente generales de la es
tructura social balinesa-. Aunque los microrankings del interior de los sub-dadia sean tal
como los representaron mis informantes, resultan menos consensuados incluso que los
«macro», y, con seguridad, deben ser objeto de frecuentes disputas entre uno u otro de
los miembros de las casas implicadas. Naturalmente, cada casa tiene un núcleo y una pe
riferia, una genealogía propia con un «interior» y un «exterior» , dibujando los escalones
de su réplica desde su fundación; para un ejemplo parcial tomado de Beng, véase Geertz y
Geertz, 1 975, pág. 1 50.
XIV
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1 40 NEGARA
Puri Gdé no es incluida en ningún sub-dadia ya que, naturalmente, era el miembro cen
tral de cada uno de ellos, en cada una de sus etapas. La representación simbólica de la casa
nuclear, y del rey, como una entidad esencialmente inmutable --o replicable- es discutida
más adelante (véase capítulo 4); este mismo principio se aplica de nuevo, mutatis mutandis,
en el interior de cada una de las casas.
40. Como el término dadia, el término apropiado para su equivalente como línea real,
batur dalem, también se usa para referirse al templo ancestral del grupo, ubicado en la
esquina nordeste de la casa nuclear, «madre» (véase mapa 2). El derecho -y la obliga
ción- a participar en las ceremonias dedicadas a deificar a los ascendientes de la línea cada
2 1 O días era la marca de la pertenencia a la casa gobernante, por periférica que resultase la
adscripción.
Las palabras «line», «house» y demás ( [N. del t. ] ) traducidas respectivamente por <<lí
nea» y «casa» que me he visto forzado a utilizar en inglés son, en realidad, torpes y poco
elegantes traducciones porque pueden referirse a cualquier cosa, desde el conjunto de la
dinastía de Tabanan a una de sus subdivisiones diferenciadas, a los enfoques más amplios
o más estrechos, a un núcleo o a un grupo cadete. Mi experiencia dice que «línea» es un
término no usado por los balineses, que se limitan a hablar de «Tabanan», «Klungkung»,
«Kaleran», «Penebel» o cualquier otro. Y, tal como confío que el texto haya dejado cla
ro, no existe un vocable genérico, vacío de estatus, para «casa», sino simplemente dalem,
puri, je ro, griya, umah y pekarangan, por ejemplo -umah era empleado para las casas
sudras prominentes, mientras que pekarangan se utilizaba para las ordinarias-. Para el
lenguaje que utilizan de hecho los balineses al hablar de lo que nosotros conceptualiza
mos como asuntos de «filiación» -lenguaje que recurre a expresiones y conceptos como
«punto de origen», «estación, parada en el camino» o vehículo de «títulos»-, véase Geertz
y Geertz, 1 975; compárese con Boon, 1 977.
N. del t. : Los problemas de traducción a los que alude el autor se mantienen, si no se
agravan, al generar una versión en castellano. En primer lugar, como consecuencia lógica
de doblar el proceso traductor. En segundo lugar, debido a algunas características propias de
la lengua castellana. Entre éstas, resáltese la asignación de género a los objetos y concep
tos, una cuestión bien arbitraria que se ve dificultada por la polisemia de muchos conceptos
-polisemia que puede reclamar distintas traducciones con distintos géneros-, así como
por la conservación en el texto de los términos balineses --evitando añadirle, a diferencia
de lo que hace Geertz, cualquier tipo de morfema de número- acompañados por modifi
cadores lingüísticos de género diverso -algo que no ocurre en inglés-. En general, la so
lución es que estos modificadores adopten el género correspondiente a la traducción del
sentido determinado de cada palabra en cada contexto concreto. Por ejemplo: dadia siem
pre se acompaña de «el» o «los», debido a su traducción por algo similar a «linaje»; sin em
bargo, jero o dalem pueden «resultar» femeninos o masculinos, dependiendo si se refieren
a las «casas», al concepto «dentro, interior», al «palacio» . . .
4 1 . El mismo tipo d e juegos s e daba con los títulos detentados por los miembros de
las diversas casas. Para un hombre de Subamia, pongamos, todos en la gran familia eran
cakorda ; para el rey, sólo él era cakorda y todos los demás eran gusti ngurah, o incluso me
nos elevado, gusti, reservando el ngurah -«gobernante»- para sus propios hijos y quizá
tan sólo para el príncipe heredero. Algunos iban tan lejos que distinguían entre: cakorda
déwa (déwa, «dios»), el señor supremo propiamente dicho; cakorda ratu ( ratu, «rey» ),
miembros del sub-dadia real; ratu, miembros del nivel de Kaleran, Kediri , Oka; y gusti
ngurah, el resto de los pertenecientes al dadia. Los títulos femeninos, los términos de pa
rentesco, las formas de cortesía, las costumbres de mesa (para una breve y buena revisión
de este aspecto, aunque referido a Lombok, véase Gerdin, 1 977) y los privilegios suntu a
rios, desarrollados y escalonados de manera similar, también estaban impl icados en la in a-
ANATOM Í A POL I TICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 141
cabable refriega por e l estatus. Sin embargo, nadie parece haber disputado n i la posición
relativa ni el orden de rango general , al menos durante los quince años cubiertos aquí:
Beng nunca pretendió superar a Kaleran, ni Kediri a Mecutan. El patrón era más bien tra
tar de representarse uno mismo y la propia casa, tan cercano al centro como fuera posible
para minimizar las diferencias entre cada uno y el señor supremo. La otra cara de la mo
neda era intentar representar a todos los de un rango inferior al propio tan lejos del centro
como fuera posible, para maximizar las diferencias respecto a aquellos más periféricos que
uno mismo.
42. Sobre este si stema dubblebestuur ([N. del t. ] l i teralmente, «gobierno doble» en
holandés, expresión empleada por los estudiosos coloniales) en el conjunto de Bali, véa
se Korn, 1 932, págs. 287-292. Sin embargo, la incursión de Korn en la hi storia especu
lativa -la teoría según la cual el sistema tiene sus orígenes en la conversión de señores
«hindobali neses» reales en señores que eran «hermanos pequeños» de los conqui stado
res «hindojavaneses» de Majapahit- no debe ser tenida en cuenta seriamente . Y su afir
mación según la cual había una división clara del territorio entre las l íneas senior y ju
nior ( [N. del t. ] respecto a estas palabras, véase el comentario del traductor en la nota
siguiente) es ciertamente incorrecta por lo que respecta a Tabanan, y generalmente inco
rrecta por lo. que l lego a ver. Raffles ( 1 830, apéndice K) menciona reyes duales en
Buleleng a principios del siglo XIX y su existencia puede ser inferida a partir de la des
cripción d e Friederich ( 1 959, págs. 1 2 3- 1 36) sobre B adung unas pocas décadas más
tarde.
43. Van Eck ( 1 878- 1 880) informa de que esta división Gdé-Kaleran ya existía en 1 857.
Schwartz ( 1 90 1 ) lo confirma para el cambio de siglo, recalcando que el rey supremo de Puri
Gdé, aunque cercano a los ochenta años (mis informantes dicen que hasta ¡ c iento veinticin
co !), era muy vigoroso, no fumaba opio, aparecía cada día en el patio de su palacio para re
cibir a cualquiera que deseara verle y que él mismo salía al campo a atender cualquier pro
blema más serio, mientras que el rey segundón de Kaleran estaba gordo, gustaba de las
mujeres y era un adicto a las peleas de gallos.
N. del t. : Las palabras senior y junior con las que el autor designa respectivamente al
rey supremo y al posible rey «subsupremo» o «segundón» de un negara presentan ciertos
problemas de traducción. Aunque estas expresiones no han sido aceptadas por la Real Aca
demia y no son de uso corriente en castellano coloquial, sí han tenido una cierta extensión
en el campo de la antropología y la antroponimia, particularmente en Latinoamérica; de ahí
su aceptación -«sénior», <<júnior»- en algunos diccionarios. Sin negar la validez de dicha
opción, preferimos optar bien por una traducción alternativa, bien por el mantenimiento
de la ortografía inglesa, según sea el caso. Limitando en lo posible la segunda opción, se
hace necesario contextualizar mínimamente los problemas de traducción que aparecen. La
palabra senior puede traducirse por «mayor» -aunque esta traducción presenta problemas
porque se presta a confusión con la traducción de major («de mayor importanc ia» ), pala
bra muy empleada por Geertz para distinguir ciertas «Casas», «linajes», etc.- o por «ma
yorazgo» --que hace referencia al criterio determinante del parentesco, pero que es más uti
liz ada para la «institución» que para la persona (el castellano carece de las posibilidades al
ti e mpo coloquiales y específicas de otras lenguas como el ainé francés o el hereu catalán) y
que, al mismo tiempo, es más específica que senior; el problema se simplifica si se hace re
ferencia al carácter de «rey supremo» de dichos «reyes senior>>-. Por su parte, junior pre
se nta las posibi lidades de «menor», «segundón» --que hace referencia al parentesco relati
vo, se refiere a la persona y es tanto específica como corriente- o incluso «segundo» o
« secundario».
44. Al menos una de las razones del poder de Kaleran, Kediri y Anom después de 1 89 1
p arece haber sido que dichas casas se quedaron con la parte del león en e l reparto de las
1 42 N EGARA
tierras arroceras tomadas a Mengwi después de la guerra que enfrentó a este último negara
con Tabanan y Badung (véase De Kat Angelino, 1 92 1 a) . La fuerza de Subamia procedía
principalmente de su influencia en la región noroeste del reino, donde se concentraba la ma
yor parte de los cafetales explotados por chinos para la exportación.
45 . Para una hi storia de una de las casas de Tabanan, Jero Gdé Beng, escrita por uno
de sus miembros en 1 946 -una cacofonía de secuestros, asesinatos, ejecuciones, litigios,
matrimonios y adopciones, más una cierta cantidad de sortilegios, incendios provocados e
intrigas de la reina madre-, véase Geertz y Geertz, 1 975, págs. 1 73- 1 8 1 . Compárese con
la línea como un todo en Tabanan, s.f.
Una vez más: la figura 3 no es más que teoría balinesa, y teoría balinesa discutible,
acerca de las conexiones genealógicas. El hecho de que Friederich ( 1 959, pág. 1 26) señale
a Kediri como una casa de Tabanan muy poderosa hace aún más improbable que, por ejem
plo, no se formara antes de 1 844, momento en el que parece que ascendió al trono el deci
mosexto cakorda (véase Van Eck, 1 878- 1 880).
46. Para una historia y una descripción de esta casa -llamada el «Mercado del este»,
que es lo que significa dangin peken, en el sentido de «lugar en el que se celebra el merca
do»-, véase Boon, 1 977, págs. 70-86; 1 973, págs. 1 9- 1 02 . Como el sistema de dos reyes,
el papel central de las grandes casas sudras era corriente en todo Bah (véase Korn, 1 932,
pág. 288). Para un ejemplo particularmente vívido, véase Van Eerde, 1 92 1 .
47. Entre las más importantes de dichas casas (véase mapa 3 ) , pueden ser mencio
nadas algunas . Malkangin -una casa sudra situada a unas dos millas de la capital , len
gua de tierra arriba- ten ía con Kaleran el mismo tipo de relación penyarikan, «secreta
ria» , que unía a Dangin Peken con Gdé . Kebayan Wangayu Gdé (a no confundir con la
jero instalada en Tabanan) era una casa sudra cuyos miembros eran responsables del
templo Sad Kahyangan panbalinés sito en las laderas del Monte Batu Kau y, en conse
cuencia, de algunos i mportantes rituales regionales (véase Peddlemars, 1 932). Jero Sam
sam era una casa satria, supuestamente origi nada en la casa real de Klungkung, que ha
bía partido para establecerse en el tenuemente poblado oeste de la región, donde, aunque
vagamente aliado con Tabanan (a quien superaba formalmente en rango), tenía un cier
to grado de poder local independiente. Y Pupuan era una casa sudra de las tierras altas, es
tratégicamente situada entre las esferas de influencia de Tabanan y Badung (tal como se
encontraba Samsam entre Tabanan y Jembrana), que, aunque supuestamente estaba su
peditada a Jero Subamia (que se había ubicado en esa región antes de mudarse a Taba
nan, requerida por Gdé) , parece haber permanecido en un estado de disidencia casi per
petua.
48. El alineamiento faccioso de Negara Tabanan hacia final del siglo XIX puede resu
mirse como sigue:
Cakorda Pemadé
Gdé Kaleran
Patih Patih
Subamia Beng
Punggawa Punggawa
Dan gin Kediri
Mecutan Kompiang
Den Pasar Tegeh
Ta man
ANATOM Í A POL Í T I CA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 43
Oka
Anom
Anyar
Penyarikan Penyarikan
Dangin Peken Malgankin
Bagawanta Bagawanta
Griya Pasekan Griya Jambé
Las otras catorce casas estaban vinculadas a alguno de los punggawa (patih, pemadé o
cakorda) como perbekel. Pero es imposible reconstruir con seguridad tales lazos, dado que
los vínculos podían ser múltiples y, además, existían muchos otros perbekel.
Sería bastante erróneo tomar en cualquier sentido esta estructura como una burocracia,
un sistema 'de «cargos públicos», incluso a nivel embrionario. Era una división política en
facciones, a menudo muy aguda y siempre lejos de estar estabilizada, ordenada, como cual
quier otra cosa en Bali, en categorías de «títulos» jerárquicos --de lo elegante, halus, a lo
grosero, kasar-, que no reflejaban demasiado bien las realidades del poder, las responsa
bilidades políticas o las especializaciones técnicas --dejando ligeramente de lado el rol del
sacerdote bagawanta de la corte-. Por lo que se refiere a la especial ización comercial
del «patrón chino del comercio» -subandar-, Singkeh Cong, véase pág. 1 27 ; respecto a
los jueces del Estado -kerta gdé- de Griya Jaksa, véase conclusión, nota 9. Sobre los con
ceptos halus y kasar en general, véase una referencia javanesa pero esencialmente aplica
ble al contexto aquí tratado en Geertz, 1 960, págs. 23 1 -234.
Finalmente, se debe resaltar que los términos punggawa y perbekel se aplicaban tanto
a las casas como a los individuos varones adultos que las integraban; así, podía haber varios
«punggawa>> en una casa grande como Kediri o Subamia. La falta en lengua balinesa de al
gún tipo de morfema o marcador lingüístico obligado de número, junto con la tendencia de
los hablantes a utilizar la metonimia con dichos vocablos, simplemente contribuían a aña
dir ambigüedad a unos términos de referencia tan flexibles y relativos.
49. Estimar la población de Tabanan en el siglo XIX es obviamente una empresa espe
culativa. Sin embargo, la estimación hecha por Van den Broek ( 1 834, pág. 1 80) alrededor
de 1 820 --cerca de 1 80.000 habitantes- seguramente es, con mucho, demasiado alta.
50. N. del t. : «Casa» en el griego original, tal como la utiliza Geertz.
5 1 . N. del t. : El autor utiliza una figura intermedia concreta entre el señor y el súbdito:
lordling. Este derivado de lord -«señor>>- viene a significar «señor feudal de importancia
relativa menor», «señor pequeño o enclenque o lastimoso», a menudo con una cierta carga
despectiva; semejante definición no nos da ningún término genérico equivalente en castellano
y sí muchos términos más específicos que en ella podrían englobarse. De ahí que, sin dema
siados criterios comparativos para elegir entre estos últimos, se optara por la perífrasis.
52. Como siempre, había una multiplicidad de nombres para estos diversos estados de
condición política, algunos de los cuales denotaban formas o subtipos ligeramente distintos.
Junto con parekan, se encuentran términos como pekandelan, roban, abdi; junto con kawu
la -que deriva de una palabra sánscrita para «familia», «grupo de filiación de parentesco»,
«casa» ; véase Gonda, 1 973, págs. 1 22, 1 50, 430-, términos como panjak druwé o penga
yah; junto con perbekel, mantri; junto con punggawa, manca o gusti. También como siem-
1 44 NEGARA
pre, los términos eran empleados de forma más bien flexible, incluso pese a que las catego
rías en sí mismas estaban delimitadas bastante tajantemente. Así, Jos señores más bajos eran
llamados parekan de los mayores, o sólo los señores verdaderamente prominentes --de
Kaleran, Kediri, Beng o Anom- eran llamados punggawa, mientras los otros eran deno
minados simplemente manca. No existe la posibilidad de introducir un orden terminológi
co simple en el sistema, ni una aplicación estricta, aunque las categorías permanezcan distin
tas las llamaran como las llamaran e independientemente de las subcategorías secundarias
que se concibiesen en su interior, e independientemente de su ubicación respectiva en el sis
tema general de estratificación de títulos. Para un alto grado de diferenciación dentro de la
categoría general de parekan, véase De Kat Angelino, 1 92 1 b; dentro de Ja categoría kawu
la, véanse De Kat Angelino, 1 92 1 a, y Hooker, 1 978 (la interpretación de este último a par
tir de un texto medieval javanés como «parte del rey en el reparto» parece el resultado de to
mar una metáfora por una descripción literal) ; dentro de las categorías de perbekel y
punggawa, véase Korn, 1 932, págs. 286-306.
53. Qué es exactamente un «esclavo» en la Indonesia tradicional es un problema que
no está totalmente resuelto. Yo mismo tengo dudas sobre si alguna vez hubo muchos escla
vos -en el sentido occidental de la palabra- en el propio Bali, en tanto que opuestos a los
balineses transportados por los europeos y otros a Batavia y a otras destinaciones en las is
las . Schrieke ( 1 955, pág. 8 1 ) dice que, a finales del siglo XVI, el ejército del reino javanés de
la costa norte, Demak, consistía en «esclavos bugis, balineses o de Macassar, comprados».
Wertheim ( 1 959, pág. 239) pretende que, durante los últimos años del gobierno de la Com
pañía Oriental de Indias, «más de la mitad de la población [de Batavia] se componía de es
clavos» y que los sirvientes domésticos eran «todos esclavos, hombres o mujeres, princi
palmente procedentes de Bali, Timor y otras partes de archipiélago» . Van Eck ( l 878- 1 880)
da el número de balineses transportados a Batavia hacia 1 778, unos 1 3 .000, y añade que
Raftles, que fue gobernador de las Indias Orientales durante el interregno británico de
1 8 1 1 - 1 8 1 6, acabó con Ja trata. Sin embargo, Van den Broek ( l 834, pág. 224) todavía seña
la algunos hacia 1 820, y Neilsen ( 1 928, págs. 55-56) dice que una pequeña salida de escla
vos de Ja isla continuó hasta 1 830 a manos principalmente de chinos, bu gis y gentes de Ma
cassar. Los chinos pueden haber poseído a veces verdaderos esclavos: Liefrinck ( 1 877)
apunta que chinos de Bangli poseían alrededor de veinte, los cuales habrían comprado a los
señores, según decían.
En el interior de Bali el hecho de si estás inclinado a llamar o no esclavos a Jos parekan
más bajos y sin recursos -prisioneros de guerra, criminales y deudores convertidos en peo
nes- es de una importancia secundaria (para la primera inclinación, véanse De Kat Angeli
no l 92 I b y Liefrinck, 1 877; para Ja segunda, véase Korn, 1 932, pág. 1 73). Lo que es de pri
mera importancia es entender las relaciones entre las categorías políticas del Bali clásico
-los diversos tipos de parekan, kawula, perbekel y punggawa- en sus propios términos, un
esfuerzo en el que categorías europeas tales como «esclavo», «siervo», «mayordomo» ([N.
del t. ] original, steward, «administrador, capataz, mayoral, mayordomo, mayordomo real,
senescal . . . ») y «barón» -o incluso, debo admitirlo, «rey», «noble», «señor»- pueden tan
to ser de ayuda como fomentar la confusión. En cualquier caso, la esclavitud, en el sentido
de falta completa de libertad personal, y si realmente existió como una institución do
méstica, no parece haber tenido nunca una i mportancia central (véase Korn, 1 932, págs.
1 72- 1 73 ) , habiendo desaparecido de Bali para el siglo x1x. Otra cosa que no fue el negara
balinés es un «Estado esclavista» .
54. Es imposible determinar exactamente cuántos más. Cualquier afirmación cuantita
tiva o cuasicuantitativa sobre parekan, kawula, perbekel y punggawa que se haga en Jo que
sigue, se debe entender como estimaciones muy vagas de mis informantes, quienes, dejan
do aparte los meros problemas de memoria, podrían no haber sabido nunca demasiado bien
ANATOM Í A POL I TIC A : EL PUEBLO Y EL E S TADO 1 45
cuánta gente controlaba un señor en particular -incluso él [el señor] no solía estar total
mente seguro de ello.
Sin embargo, para dar una idea general de las dimensiones globales del siste ma, y so
bre la base de todos los datos fragmentarios que poseo y de una buena cantidad de razona
miento ceteris paribus ( [N. del t. ] que los «otros» datos desconocidos permanecieran
«iguales», equivalentes, premisa necesaria para estimaciones y extrapolaciones), imagina
ría que había unos 50 punggawa -todos los varones adultos de las primeras catorce casas
del linaje real, de las tres casas mayores de Krambitan y de las tres casas del dadia de Pe
rean-B layu-Marga-, tal vez de 1 50 a 200 perbekel -cuya lealtad se repartía desigual
mente entre los punggawa y que, como éstos, incluían algunos sudras-, y entre 75 .000 y
85.000 kawula -es decir, I 0.000 o 1 2.000 hogares, repartidos todavía más desigualmen
te entre los perbekel-. Por lo que se refiere a los parekan, la cifra de 2.000 -repartidos
e ntre todas las casas, aunque la mitad de ellos en Gdé- es un cálculo tan razonable como
cualquier otro.
55. N. del t. : La expresión utilizada por Geertz es «holdings», sustantivo que suele re
ferirse a distintos tipos de propiedad, incluyendo tierra y participaciones diversas en nego
cios, pero que se deriva del verbo to ho/d, cuyo significado es mucho más amplio y diverso
4ue el del castellano «poseer>>. Entre estas posibilidades («agarrar o sujetar>>, «detener», «sos
tener>>, «mantener», «reservar», «guardar», «aguantar», «resistir» , «Celebrar», «poseer» . . . ),
4ue pueden enriquecer connotativamente cualquier uso de la palabra, puede destacarse una
similar al significado más amplio del castellano «tener» y que en el contexto de la obra se
ría algo así como «ser titular» . Todo ello daría una traducción aproximada de «j urisdicción»
-¡ no territorial !- para holding, recordando que el amplísimo uso de la voz pasiva en in
glés ha fomentado la génesis de algunos sustativos no existentes en castellano. Aun así, vale
la pena acompañar dicha traducción de la de «propiedades» para resaltar una connotación
importante tanto de la traducción propuesta por Geertz como del sentido que a la conducta
y estructura traducida quieren dar en ocasiones las elites balinesas.
56. En realidad, este recuento es incompleto, ya que mi informante ya no podía recor
dar todas sus «posesiones», aunque decía que el resto, tal vez otros treinta hogares, estaban
igualmente desparramados, algunos de ellos en «parcelas» de un hogar en una aldea. Como
se ha mencionado, las posesiones de los perbekel variaban en cantidad entre veinticuatro y
cientos de hogares (tan sólo dos perbekel, uno de Dangin Peken y otro de Malgankin, de
tentaban la última cifra), aunque el número ideal era de unos doscientos y se mantenía
el recurso de al menos un perbekel que detentaba un único hogar, y varios otros con sólo
media docena o así.
También debe hacerse notar que una casa, tanto una je ro periférica como una casa
c liente, podía incluir varios perbekel -dependiendo de su número de varones adultos
y estos perbekel podían estar vinculados a varios punggawa . Por ejemplo, Diod Rurung,
una de las casas periféricas de Tabanan, tenía asignaciones perbekel con los punggawa
de Anyar, Kaleran y Gdé, mientras que una casa-cliente sin relación con la anterior las te
n ía con Gdé, Subamia y Anom. Pasado tanto tiempo, es simplemente i mposible desenma
rañ ar toda la red de lazos dispersores, tanto entre kawula y perbekel como entre perbekel
Y punggawa .
57. Para una confirmación contemporánea del modelo de gobierno de Tabanan -y, en
es te aspecto, de todo el sur de Bali-, no territorial, sino asentado sobre las gentes, véase
Sc hwartz, 1 90 1 . Había, sin embargo, unas pocas excepciones, especialmente cerca de los
bo rdes permeables del «reino» -los «ecotonos políticos», tal como los he denominado an
t eriormente (véase capítulo 1 )- en los cuales la seguridad dictaba el control sobre una al
,
dea completa, o al menos sobre su mayor parte, por parte de un perbekel. La jurisdicción de
cu arenta hogares -el grueso, aunque no la totalidad, de la población de la aldea- de mi
1 46 NEGARA
informante cerca de la frontera con Jembrana era un ejemplo de esto. Pero tales casos eran
poco comunes, se consideraban anormales y, aparentemente, no eran muy duraderos. Opues
tamente, en el centro, Tabanan propiamente dicho --considerado como un pueblo- era
quizás el área más altamente dividida: cada punggawa tenía algunos kawula en cada una de
las quince aldeas -incluyendo Tabanan-. sin que ninguno fuera claramente dominante en
ninguna de ellas. En general, vale la regla según la cual «cuanto más grande es la cercanía
respecto a la corte. más grande es la dispersión de los vínculos»; pero, en contra de lo que
han deducido en ocasiones los teóricos de la «ley adat» preocupados por desarrollar un con
traste nítido entre las llamadas áreas de appanage y de no appanage en la Indonesia índica
(véase, por ejemplo, Van Vollenhoven, 1 9 1 8- 1 933), la dispersión era la norma por todo el
reino y no simplemente en las cercanías de la corte.
5 8 . Un hogar balinés -pekangaran- consi stía casi siempre sea en una familia nu
clear sea en un grupo de familias nucleares relacionadas por vía agnaticia; pero sólo rara
mente todos los miembros de un linaje viven en un mismo hogar (véase Geertz y Geertz,
1 975). Por tanto, la costumbre de asignar lealtades a los señores por hogares segregaba fre
cuentemente a parientes cercanos entre distintos bekelan, tal como puede observarse en la
distribución de sisia de sacerdotes brahmana por hogar, una distribución que ha subsistido
y en la que hermanos carnales tienen a menudo lealtades diferentes.
También exi stían excepciones a este patrón dispersor, relacionadas en este caso con
algunos grupos artesanos -particularmente con los herreros; véase De Kat Angelino,
1 92 1 c- y con extranjeros --chinos, bu gis-. Además, en ocasiones, los linajes sacerdota
les eran asignados en bloque a un único perbekel -frecuentemente elegido entre ellos mis
mos- y, a través de él, a un único punggawa. Pero estos arreglos también eran poco co
rrientes y se los veía como algo especial. Los distintos bekelan de una aldea estaban
habitualmente encabezados por uno de sus miembros llamado juru arah -«heraldo», un tér
mino también aplicado a un cierto número de otro tipo de «pregoneros»-. Su función era
transmitir los mensajes del perbekel y organizar a los miembros del bekelan local con res
pecto a sus deberes para con el negara, pero prácticamente no tenía ningún poder indepen
diente.
59. Véase Kom, 1 932. Korn dice que el conjunto de setecientos estaba sujeto al <�efe
de los señores» en Tabanan, pero las evidencias que he podido recoger apoyan esta afirma
ción. En general, los balineses tienden a hablar de todo como «perteneciente» al rey, de la
misma forma que hablan de todo como «perteneciente» a los dioses. Pero el primer uso es
tan figurado como el segundo, y, de hecho, idéntico en sentido, sin que deba ser tomado
como un intento de describir la realidad política o económica, sino metafísica. Volveré so
bre este punto -una de las fuentes más fértiles de malinterpretaciones académicas sobre la
naturaleza de las polities clásicas indonesias- en la conclusión.
60. Quizás el indicio más chocante de este hecho sea la completa ausencia de signi
ficación estructural del hogar en el si stema desa, la unidad de acuerdo con la cual se asig
naban las lealtades políticas, y religiosas, supralocales. La adscripción a la aldea, la so
ciedad de regantes o la congregación del templo no se hacía por hogares, sino por familias
nuc leares, y, si los grupos de ascendencia representaban algún papel en el sistema políti
co local, sólo era en la medida en que iban más allá de la escala del hogar, y, en cualquier
caso, sus unidades elementales eran también las fami lias nucleares, no los hogares (véan
se C . Geertz, 1 959; Geertz y Geertz, 1 975). En el sistema desa, el hogar era como máxi
mo una unidad residencial, con sólo unas pocas funciones económicas y rituales, bastan
te marginales por lo demás. El informe enciclopédico de Kom ( 1 932), estando tan
centrado sobre la organización de los pueblos como está, apenas encuentra necesario ha
blar en absoluto del hogar. Por otra parte, en el sistema negara , el hogar era la princi pal
unidad de pertenencia local , de hecho, la única. Sin embargo, incluso entonces no forma-
ANATOM Í A POL Í T I CA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 47
b a una unidad corporativa. Aunque los kawula eran asignados por hogares, los deberes
im pl icados recaían sobre los individuos en ellos integrados. S i había ci nco hom bres en el
hogar, todos tenían que luchar en las guerras de su señor; si había seis mujeres, todas te
nían que coci nar en las festividades del señor; incluso los niños ten ían sus tareas -traer
agua, l levar recados . . . -. El hogar era el modo de penetración del negara no en la polity
desa, con la cual se guardaban las distancias más bien cuidadosamente, sino en la po
blación desa.
6 1 . N. del t. : Geertz hace un j uego de pal abras difíc i l de traducir felizmente entre
domain -«dominio en el sentido de campo, esfera, ámbito»- y dominion -«dominio en
el sentido de dominación, y de territorio sujeto a un poder» .
62. Los señores adquirían tierra a través de la herencia agnaticia, de la compra, de la
victoria militar sobre otros señores, de presentes políticos, de dotes -llamadas tatadan, y
que normalmente acompañaban matrimonios tipo wargi que funcionaban a modo de tribu
tos- y de la ocupación o compra preferente ([N. del t. ] la expresión inglesa es pre-emption,
que no equivale en absoluto a la confiscación, aunque puede asociarse a ésta) de las tierras
de muertos sin herederos o de criminales; pero un señor no tenía ningún derecho legal so
bre la tierra de sus kawula. La tierra procedente de una ocupación o de una compra prefe
rente pasaba. al linaje gobernante en su conjunto, no al señor del propietario de la tierra in
volucrada; entonces, era distribuida entre los punggawa de acuerdo con principios de
parentesco-con-política. De hecho, la ocupación preferencial de tierra no parece haber sido
una fuente importante de la propiedad noble. Los señores también podían enajenar tierra, no
sólo el uno al otro, sino a plebeyos, a través de compras, presentes por algunos servicios es
peciales -habitualmente personales, tales como el amamantamiento de sus hijos por amas
de cría, el trabajo de mensajero en un matrimonio con una chica sudra . . . -, como recom
pensa por una traición o como prevención contra ella, etc .
Sin embargo, la tierra sin cultivar era otra cuestión, gobernada por otros principios. Los
señores reivindicaban dicha tierra «yerma» si se extendía fuera de las fronteras de ningún
desa adat (véase pág. 223 ), y sus propiedades de dicho tipo de tierra podían ser extensas y
continuas. En 1 860, un europeo alquiló 6.000 acres de dicha tierra de un señor de Jembra
na y plantó algodón, cacao, cocos y tabaco, en uno de los pocos ejemplos -aparentemente
no muy exitoso- de plantaciones de explotación en Bali (véase Korn, 1 932, pág. 547).
De todas maneras, Jembrana estaba escasamente habitada y el acceso de otros señores a se
mejantes tierras, incultas pero labrables, era mucho más limitado. Con la excepción impor
tante de las cesiones de tierras de cafetal a chinos hacia el final del siglo XIX (véase pág. 1 27),
las tierras «yermas» no representaban una fuente significativa de ganancias para los señores
de Tabanan.
63. Aun admitiendo que es especulativo y un poco drástico dados los hechos conoci
dos, el consenso general entre mis informantes sobre la riqueza relativa en tierras y el poder
mil itar relativo de las seis casas reales principales del Bali meridional alrededor del cambio
de siglo, resulta sugerente -si no del estado real de la cuestión, si de la impresión que so
bre ella tenían algunos de los personajes directamente involucrados-. Al menos en sus
mentes, la conexión era bastante débil:
estaban fuera del sistema desa- en algunas de sus tierras. Pero este modelo no fue nunca
muy lejos en ningún lugar de Bali, en parte porque los parekan no eran granjeros muy efi
ci entes, en parte porque el número de parekan nunca fue muy alto, y, especialme nte, porque
a las comunidades locales semejantes intentos les molestaban y se resistían acti vamente
contra ellos (véase De Kat Angelino, 1 92 1 b ).
Unos pocos de los Estados más grandes -especialmente Badung y Gianyar- también
trataron de establecer un control administrativo burocrático sobre algunas cuesti ones agrí
colas, particularmente al final del siglo x1x, cuando la amenaza holandesa se cernía cada
vez con más intensidad sobre Bali, y sobre todo en las tierras irrigadas y tributarias; pero sus
esfuerzos fueron extremadamente efímeros (véase Happé 1 9 1 9, aunque exagera mucho el
asunto; para una aguda crítica, véase Korn, 1 932, págs. 272 y sigs. ).
Final mente, por lo que respecta al «feudali smo», algunos señores (incluyendo al
gunos de Tabanan) sí dieron el derecho a trabajar algunos de sus terrenos a campesinos
-o, a veces, a grupos organizados de campesinos-, a cambio de ciertos servicios espe
ciali zados: forja, mensajería, etc . Pero esto tampoco se desarrolló demasiado en nin
gún sitio.
Sin embargo, en relación con este último punto, se debe decir algo del llamado siste
ma pecatu �e catu, «Vituallas», «víveres», «una ración de comida y bebida» ; también
usado para designar el altar de ofrendas de un arrozal; sobre este tema fue creciendo una
literatura en holandés, pequeña y más bien peculiar, a medida que al recién instalada ad
ministración civil de las Indias Orientales Holandesas buscaban legitimarse en el sur de
Bal i , deslegitimando a sus predecesores ( véanse Gunning y Van der Heijdenm 1 926;
De Kat Angelino, 1 92 l a; Kom 1 932, págs. 227-228, 33 1 , 538, 5 85 ; para una crítica, véa
se Boon, 1 977, págs. 54-58)-. En algunas partes de Bali -muy especialmente en Gian
yar, Bangli, Mengwi y, hasta cierto punto, Klungkung-, se consideraba que la posesión o
el usufructo de ciertas tierras, pecatu, obligaba a sus poseedores o usufructuarios a deter
minados servicios reales, pengayah dalem; otras, bukti, comportaban servicios para el
«pueblo» -es decir, del desa adat-, pengayah desa ; y otras, faba, los designarían para
el servicio del templo, pengayah pura. Sin entrar en todos los intentos de interpretar esta
división en términos de feudalismo -muy a menudo mutuamente incoherentes y siempre
tendenciosos-, defendería que era un método para clasificar los tipos de obligaciones de
trabajo a las cuales estaban sujetos los pueblerinos -a un señor, un pueblo, un templo-,
y no un sistema de leyes sobre la tierra. Las tierras pecatu no eran tierras reales «poseí
das» y arrendadas para el servicio de los plebeyos, ni tampoco eran tierras «poseídas por
la colectividad del pueblo y distribuidas entre los miembros del pueblo a cambio de su
contribución al cumplimiento de las obligaciones colectivas del pueblo para con el señor» ;
para la primera opinión, véase De Kat Angelino, 1 92 1 a; para la segunda, Gunning y Van
der Heijden, 1 926; para ambas, Kom, 1 932, pág . 575 ; la noción de Covarrubias ( 1 956,
pág . 59) que pretendía que pecatu se refería a «salvaje», es decir, a las tierras incultas de
un pueblo, es una confusión. Las tierras pecatu eran propiedad de los que las trabajaban o
de quienes las habían arrendado para que otros las trabajasen; y su rendimiento era con
templado como el apoyo productivo que hacía posible el cumplimento de los deberes po
l íticos -o, más exactamente, político-religiosos- de sus dueños. Toda la cuestión de la
propiedad en Bali es muy controvertida, tal como ya se ha señalado y tal como se discuti
rá más adelante (véase pág. 223); sin embargo, lo que no contribuye en absoluto a aclarar
l a es confundir las pretensiones y reivindicaciones imperativas, rituales, de la propiedad o
del usufructuario, o asumir que los balineses las confunden. La supresión del tipo de vín
cu lo perbekel por los holandeses tras la conquista d e 1 906- 1 908 condujo a la imposición
de los deberes que aún quedaban para con el negara a través del sistema de tenencia de la
tierra y, consecuentemente, la creación de una especie de «pseudofeudalismo» , que no ca-
1 50 NEGARA
de regantes coincidieran -probando, quizás, que los balineses no eran incapaces de racio
n alizar las instituciones, sino que simplemente se sentían temperamentalmente poco incli
nados a hacerlo.
Aunque recaudados en especie (con algunas excepciones), los impuestos eran calcula
dos y aquilatados en kepengs (véanse pág. 1 24 y capítulo 3 , nota 1 33), unas monedas chi
nas de bronce con un agujero en el centro. Diez mil kepengs equivalían a un timbang 0
«peso». Si el impuesto de un hombre era, pongamos, dos timbang, tenía que pagar sufi
ciente arroz descascarillado para equilibrar 20.000 kepeng en una balanza, de acuerdo con
una serie de escalas simples. En lugar de monedas propiamente dichas, el sedahan utilizaba
unas piedras estandarizadas, también llamadas timbang (o medio, o un timbang y medio,
etc.), calibradas previamente con kepengs y guardadas como posesión por la sociedad de re
gantes. En Tabanan, un timbang equivalía a 28 cattys ( [N. del t ] medida de peso china, cen
.
tésima parte del picul), alrededor de 38 libras (véase Van Bloemen Waanders, 1 859). Sin
embargo, su peso no era el mismo por todo Bali. En Bu leleng, por ejemplo, pesaba el do
ble, 55 cattys, alrededor de 75 l ibras (véase Liefrinck, 1 886- 1 887): aunque Liefrinck no lo
dice, allí un timbang evidentemente no equival ía a 1 0.000 kepengs, sino a 20.000.
El agua se distribuía en los campos a través de una cuadrícula fija de canales de riego y
separadores de agua (véanse pág. 70 y figura 5); así pues, el impuesto se calculaba de acuer
do con la am p litud de la corriente de riego -es decir, de acuerdo con la anchura del paso a
través del cual el agua fluía a una terraza o a un complejo de terrazas-. O, dicho de otra
manera, se calculaba de acuerdo con el total de agua entrante en la sociedad de regantes,
fuera el que fuese, y que luego era desviada a cada terraza o agrupamiento de terrazas par
ticular: nuevamente, las diversas determinaciones se hacían a partir de la anchura de la co
rriente medida según el tamaño de la compuerta de entrada de agua.
Aquí, se pueden pasar por alto las complej idades de todo esto, que son bastantes. Los
puntos clave son: primero, la unidad fiscal dentro de la sociedad de regantes (no coinciden
te necesariamente con la unidad de propiedad) era la terraza o terrazas regadas desde un
único canal terminal : segundo, como, una vez construidas, el esquema básico de las cuadrí
culas o redes de riego era fijo, también lo eran las unidades fiscales y, consiguientemente,
también lo era la carga fiscal relativa de cada unidad, aunque sólo dentro de cada sociedad
de regantes determinada. No me resulta claro cómo se determinaba la carga fiscal global de
una sociedad de regantes -es decir, de la unidad fiscal básica, o área fiscal, por lo que se
refiere al negara, dado que éste no tenía nada que decir sobre la forma en la que se distri
buía el agua dentro de la sociedad de regantes- y, consiguientemente, cómo se derivaba la
carga absoluta de cada unidad fiscal en el interior de la subak. Tampoco les resultaba claro
a mis i nformantes, que decían que era simplemente una cuestión de adat, «costumbre», y
que, en principio -pero no en la práctica, como incluso ellos reconocían-, nunca cam
biaba, aunque variase de sociedad de regantes a sociedad de regantes, y a menudo lo hicie
se muy ampliamente. Las obligaciones fiscales eran registradas, unidad fiscal por unidad
fiscal, en unos manuscritos casi sagrados de hoja de palmera llamados pipil, que eran reco
piados periódicamente y en los que se escribía el impuesto en un lado y, en el otro, la ubi
cación de la propiedad y del propietario o propietarios, su [s] nombre[s] y aldea[s]. El seda
han, el cabeza de la sociedad de regantes y el dueño conservaban copias, una práctica que
debió inhibir los cambios.
Sobre la base de lo que oyó de labios del entonces sedaha gdé de Puri Gdé de Tabanan,
Schwartz ( 1 90 1 ) dice que el impuesto se elevaba hasta una décima parte del total de la co
secha de cualquier campo que debiera tributar; luego, a pesar de la teoría según la cual el
impuesto se gravaba a partir del agua, y no de la tierra o del arroz, tal vez se implicasen, al
menos parcialmente, estimaciones de la cosecha en el establecimiento de las tasas. Pero,
dada la naturaleza de la rizicultura irrigada (véase C. Geertz, l 963a), lo habitual era que,
1 52 NEGARA
ca del 85 % de la tierra-. Por tanto, el tamaño medio de una subak debía estar en tomo a
las 35 hectáreas, el modal en tomo a las 1 5 , dentro de un intervalo que iba desde 1 o 2 hec
táreas hasta casi 300. El tamaño de una subak y su topografía tendían a estar altamente co
rrelacionados: las suhak más altas y menos planas tendían a ser pequeñas; las más bajas y
más planas eran más grandes (véanse figuras 6- 1 0).
78. Dado que Ja tenah es la unidad estándar dentro de cualquier subak -aunque va
ríe de subak a subak-, no es sólo una medida de agua, sino también una medida de tie
rra, de simiente y de arroz. Una tenah de tierra es aquella tierra regada por una tenah de
agua (los propietarios de tierra balineses todavía tienden a expresar la cantidad de tierra
que poseen en tenah, que es una medida relativa, en lugar de en hectáreas, que es una me
dida absoluta) . Una tenah de sim iente es suficiente para plantar una tenah de tierra. Una
tenah de arroz se produce en una tenah de tierra sembrada con una tenah de simiente y
regada con una tenah de agua. Naturalmente, exi sten variaciones ecológicas en el interior
de la subak, el control del agua está lejos de ser absolutamente preciso y las cuadrículas de
riego no son tan regulares como su representación conceptual . Todo esto provoca varia
ciones en el tamaño de las tenah -en sus acepciones referidas al agua, a la tierra, a la si
miente o al grano, así como incongruencias entre el las- y se emplean diversos tipos de
métodos ad hoc para corregirlas. También la proporción entre terrazas y tenah es extre
madamente variable, incluso en el interior de un kecoran. A veces, una tenah de agua pue
de regar una terraza (tebih), pero, más a menudo, regará varias, que pueden pertenecer o
no a un único propietario. En el último caso, se hacen necesarios algunos ajustes de per
sona a persona. De todas formas, todas estas complejidades corresponden a la microes
tructura de la subak, aunque, para ser reali stas, se deberían tener en mente, no tenían re
lación con la organización estatal y no necesi tamos preocuparnos más de ellas en el
presente estudio.
79. El diagrama, que resulta algo más grande que la subak media, ha sido simplificado
mostrando la cuadrícula completa de un solo kecoran, Aa. Los otros mostraría el mismo pa
trón general, pero, siendo diferentes su topografía y la historia de su desarrollo, variarían
acusadamente en cuanto a las secuencias precisas de divisiones que condujeran a las tenah
finales.
80. Los llamados cultivos de secano (maíz, tubérculos, verduras) eran producidos a ve
ces en terrazas durante una parte del año, aunque en ningún sitio con la extensión que hoy
ocupan. Como muchos de ellos también requerían riego, la organización de la subak se im
pl icaba, aunque de forma limitada, en su cultivo. Véase Liefrinck, 1 886- 1 887.
8 1 . Debe hacerse notar que el grado de subdivisión de la subak variaba ampliamente.
En pequeñas subak, en su mayor parte de las tierras altas, a veces no existían las divisiones
kecoran y tempek, en cuyo caso el «equipo de agua» venía a componerse de todos los miem
bros de la subak más que de una parte de ellos. La delegación de trabajo del conjunto de los
miembros en una parte de ellos se ha incrementado durante los últimos tiempos con el avan
ce de la monetarización, la superpoblación, la partición de la tierra, el arrendamiento y el
absentismo de los propietarios. Aun así, la literatura deja claro que el modelo del seka yeh
ha sido el predominante durante un tiempo más bien largo: Kom, 1 932, pág. 252; Liefrinck ,
1 886- 1 887; Happé, 1 9 1 9.
82. El grueso de este trabajo consistía en limpiar los pequeños canales, abrir y cerrar
las compuertas de paso que recanalizaban el agua, mantener en pie diques y senderos, y
hacer reparaciones menores en todos estos elementos -un trabajo continuo y oneroso,
pero que no el tipo de tarea para la que se necesita un contingente laboral masivo-. De
hecho, el típico arreglo -o uno de los típicos arreglos- suponía turnos de doce horas
cumplidos por dos hombres que se ocupaban de todo el trabajo del tempek. Una vez al
mes balinés, el equipo entero se reunía para llevar a cabo las faenas l igeramente mayore s
ANATOM I A POL I TICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 55
que fuese necesario hacer -limpieza del canal pri ncipal, reparación de la presa del río,
etcétera.
El término usual para un miembro del «equipo de agua» era el de pekasih. Sin embar
go, este término variaba de significado a través de Bali. En algunas áreas denotaba al líder
del equipo del agua --que era llamado más frecuentemente klian seka yek- más que a sus
miembros. En otras, denotaba al dirigente de toda la subak -el klian subak- o incluso a
un cargo por encima de la subak, el sedahan. Los miembros del equipo de agua eran llama
dos en ocasiones Sinoman o pengayah subak.
83. Como la fiscalidad del Estado (véase capítulo 3, notas 70 y 7 1 ), la fiscalidad de la
suhak era al mismo tiempo complicada y diversa en organización, siendo la literatura que
se ocupa de ella todavía más confusa y más contradictoria de lo normal. Se pueden encon
trar discusiones sobre el particular en Korn, 1 932, págs. 292-300; Van Bloemen Waanders,
1 859; Schwartz, 1 90 1 ; Liefrinck, 1 886- 1 887; y Van Eck, 1 878- 1 880.
En general, se distinguían dos tipos principales de impuestos: los esencialmente secu
lares y los esencialmente rel igiosos; ambos se gravaban en función del porcentaje de agua
de la subak utilizada por un hombre y, consecuentemente, en función de las cantidades re
lativas de tierra que poseía, de simiente que plantaba y de arroz que cosechaba. De todas
formas, se debe recordar que «Secular» es un término muy relativo por lo que respecta a
·
Bali: no hay prácticamente nada completamente desprovisto de significación religiosa. El
primer tipo de impuesto -denominado usualmente pajeg, como la categoría general- iba
en parte, tal como ya se ha explicado (véase pág. 1 O 1 ), al señor en cuya «área fiscal» se ubi
caba la suhak, mientras que el resto era retenido por la suhak para costear sus gastos de ges
tión. Aunque el klian .rnbak era también responsable de recaudar la parte del pajeg para el
señor y de entregarla al sedahan, los miembros de la subak sólo tenían un verdadero con
trol, tanto respecto a la magnitud como respecto a su gasto, de la parte de la suhak. El se
gundo tipo de impuesto --conocido habitualmente como suwinih o upeti toya- se destina
ba a sufragar el complejo sistema ritual, con múltiples niveles, relacionado con el cultivo de
regadío del arroz, sistema que será abordado más adelante (véase pág. 1 06).
Las multas se tipificaban en la constitución de la suhak (awig-awig subak kertasima)
y se establecían por cualquier cosa entre no asistir a una reunión de la subak y robar agua.
Como la parte del pajeg correspondiente a la subak, pasaban a integrar el erario de la
suhak.
Las disputas concernientes a los límites, los derechos sobre el agua y cuestiones simi
lares se solían resolver «fuera de la corte». Pero en casos serios o pertinaces, era el krama
suhak el que juzgaba directamente; y sus decisiones eran vinculantes, bajo la amenaza del
corte del agua, es decir, de la expulsión de la subak.
La expresión «transferencias de tierra» se limita naturalmente a las terrazas de la subak.
Las transacciones en sí mismas eran privadas. El rol corporativo de la subak se reducía a las
funciones de testi monio colectivo y, en el caso de disputas, de «memoria» colectiva. Sobre
las «relaciones externas» ([N. del t. ] el autor utiliza la ex presión /o reign relations), véase
más adelante.
84. Corrientemente, los klian subak eran elegidos, pero en algunas ocasiones eran
co optados por sus predecesores; en algunos casos, el cargo parece haber sido al menos
semihereditario, mientras que, en unos pocos ejemplos desperdigados -ninguno de
el los en Tabanan. por lo que yo sé-, el señor los designaba a partir de una lista de can
di datos previamente presentada por los miembros de la suhak. Los klian bien cobraban
de l erario de la subak, bien recibían una tierra propiedad de la subak para que la traba
j a sen -tierra comprada a menudo con fondos del erario-, bien las dos cosas a la vez o
bie n no cobraban en absoluto. Habitualmente, el klian disponía de un personal com
puesto por los klian de los diversos tempek -incluso. a veces, de los kecoran-, a los
1 56 NEGARA
que se añadían mensajeros, «policías» , etc . Normalmente, era él quien designaba a todos
estos hombres, aunque los miembros de la subak debían aprobarlos. En algunas subak
poco diferenciadas internamente, los niveles de organización técnica y política podían
coincidir. Pero, de hecho, y en contra de lo que parece sugerir la literatura más estereo
tipada (véase, por ejemplo, Covarrubias, 1 956, págs. 72 y sigs . ) , esto era la excepción
más que la regla.
En el interior del krama subak, las decisiones se tomaban por «consenso del grupo» .
Teóricamente, todos tenían la misma voz: las diferencias en la cantidad de tierras poseídas,
en el estatus («casta»), en el sexo, o en cualquier otro factor «extrínseco», no afectaban a este
principio de igualdad. Naturalmente, en la práctica, dichas diferencias operaban, tal como lo
hacen en cualquier sistema político. Pero, si juzgamos desde las condiciones presentes, el
grado de cumplimiento de esta igualdad ideal era parece haber sido notable. Hoy, las dife
rencias de riqueza y estatus entre los miembros de la subak son mayores que nunca, pero el
principio de igualdad de voz continúa siendo extremadamente vigoroso. Para un estudio re
ciente que apoya esta opinión, véase Birkelbach, 1 973; para una discusión moderna e incisi
va sobre el proceso de toma de decisiones de los grupos balineses en general, véase Hobart,
1 975.
85. Para una panorámica general del «culto del arroz» en Bali -en sí mismo, nada
más que una modificación, una elaboración y una reformulación índica del modelo panin
donesio de «la madre del arroz» o «la boda del arroz» (véase Wilken, 19 l 2b )-, véase Wirz,
1 927. U na breve descripción de un verdadero ritual de cosecha, completado con la famo
sa muñeca de la «madre del arroz» (Dewi Sri), puede encontrase en Covarrubias, 1 956,
págs. 79-9 1 ; véase también Liefrinck, 1 886- 1 887.
Vuelve a ser necesario enfatizar la enorme variedad en los detalles -ritual, organiza
ción, terminología-, a pesar de las dimensiones de sombrerero de la isla, o tal vez a causa
de ellas; nuevamente el cuadro que se ofrece ha sido simplificado en aras a la claridad. Para
algunos de los aspectos del grado de variación de los sistemas rituales particulares de cada
subak, dentro de un patrón general, véase C. J. Grader, l 960a, aunque trabaja con materia
les del siglo xx, no del XIX.
86. La noción en juego es que los bedugul -a menudo llamados tugu tempek o catu
son lugares en los que los dioses «paran» o «descansan» cuando viaj an por el campo. El
concepto de «parada o estación del camino» es general al sistema de templos balinés, e in
cluso templos principales -y los altares de su interior- son considerados como estacio
nes en el camino respecto a templos todavía más importantes. Todo esto forma parte de la
visión general de los balineses sobre el centro ejemplar y sus réplicas, y aún tiene que ser
adecuadamente tratado en el marco de la extensa literatura sobre la religión balinesa, pese
a que, en mi opinión, se encuentra en el corazón de su estructura. Para el rol de este con
cepto en relación con los templos de parientes, véase Geertz y Geertz, 1 975, sobre todo
pág . 1 60.
Respecto a lo dicho, se debería señalar que, además de otros términos alternativos
(Me.1 ceti, Pura Subak), el Pura Ulun Carik es llamado en ciertas ocasiones Pura Bedu
gul -como opuesto a bedugul sin pura, «templo»-. Una de las principales razones de
la enorme variedad terminológica en Bali (otras razones incluyen el orgullo de estatus,
envidias y celos entre grupos, endogamia y algo que sólo se puede llamar juguetonería
obsesiva) es justamente este modelo de centro-ejemplar-más-réplicas, ya que es posible
utilizar casi cualquier término en todo el trayecto, hacia arriba o hacia abajo, de la escala
que define. Cualquier templo, grupo de parientes, organización, título o lo que sea que esté
lejos del centro es una répl ica, una i magen debilitada de la misma cosa, brillando más
resplandeciente cuando se encuentra en el centro o cerca de él. Por tanto, un término
como bedugul se puede aplicar a todo aquello que vaya desde el menor de los altares de
ANATOM Í A POL Í TICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 57
pi edra hasta un importante templo agrícola regional ; un término como pekasih se puede
a plicar a toda aquella persona comprendida desde un miembro del equipo de agua hasta
u n recaudador de impuestos real. Gran parte de las disputas sobre la relación del sistema
estatal balinés con el sistema pueblerino -negara y desa, ambos términos también aj us
tables-, así como los enfoques extremos sobre ella -«pueblo-república» o «despo
ti smo oriental»-, brotan de la insuficiente apreciación de este hecho, de la incapacidad
para atravesar la extraordi naria pantal la terminológica que han construido los bal ine
ses para las realidades sociológicas que dicha terminología denota. No tiene mucho sen
tido discutir sobe si los pesakih eran funcionarios estatales, funcionarios de la subak -o
¡ trabajadores del riego!-, hasta que uno decide de qué tipo de pesakih está hablando. El
mismo criterio i mpera a través del tablero: desde la conducta ritual, la estratificac ión so
cial o la estructura política hasta la tenencia de la tierra, la organización del parentesco
o la ley.
87. No todos los miembros de la subak asistían a todas las ceremonias; a menudo,
si mplemente enviaban ofrendas, dej ando que el sacerdote y el equipo del agua prepararan
el templo y llevaran a cabo' las verdaderas plegarias y demás ritos . A diferencia de los im
puestos, las ofrendas -las fam �_sas banten (véase Belo, 1 95 3 )- no se relacionaban con
el tamaño de la tierra o el gasto de agua, sino que eran iguales para todos los miembros
de la subak, reflejando otra vez la iguáldad de estatus legal de todos ellos. Estas ofrendas
hanten eran absolutamente obligatorias. Un hombre podía intentar eludir, y a veces con
éxito, un impuesto, un trabajo comunal o una multa, pero nunca el requeri miento de una
ofrenda.
88. Véase pág. 83. A diferencia de los demás templos mencionados, tanto para la aldea
como para la subak, el Pura Balai Agung no estaba ligado al «calendario permutacional»,
que operaba automáticamente (véanse C. Geertz, l 973h; Goris, l 960b), sino al calendario
lunar, que, en contraste con el permutacional, está correlacionado con la ronda natural de las
estaciones. Siendo uno de los Kahyangan Tiga (véase pág. 83), el Pura Balai Agung no se
encontraba en la subak, sino en el borde --o algo más allá del borde- de una área habita
da cercana. Un arreglo bastante común era que los miembros de una «aldea de costumbre»
-es decir, la pemaksan del desa adat- celebraban los rituales en el Pura Balai Agung,
pero las ofrendas u otros materiales eran provistos por los miembros de la subak o las subak
asociadas -como en el caso de los banjar, más de una subak podía asociarse al mismo tem
plo-. El Pura Balai Agung es uno de los más interesantes, pero menos entendidos, de los
templos balineses; para algunos comentarios más bien especulativos, véanse Goris, 1 938 y
l 960a; Korn, 1 932, págs. 83 y sigs.
89. Otra vez difieren los términos. El Pura Ulun Suwi (o Siwi) es llamado a veces
Pura Kayehan, «templo del agua» o de manera más sencil la, Pura Émpelan, «templo de
l a presa» .
90. Por mor de ser claro, los diagramas -que están basados sobre los mapas de la Ofi
ci na de Riego Balinesa- están simplificadas en cuanto que subak que consistían en partes
discontinuas se han dibujado como continuas, subak colindantes se han dibujado con un pe
queño espacio entre ellas, y los contornos fronterizos han sido suavizados. Sin embargo, tal
co mo se indica, los diagramas están dibujados a escala.
Está claro que los diagramas representan situaciones contemporáneas ( 1 957- 1 958). A
me dida que tuvo lugar la consolidación y expansión de subak bajo el gobierno holandés,
cre cieron hasta el punto de que las subak contemporáneas son alrededor de dos veces más
g ra ndes (promedio de 77 hectáreas versus 35) que al final del siglo XIX y su número total
se ha reducido en un 40 % (326 versus 450). Esto es verdad para los cinco diagramas, pero
l a distorsión es mucho mayor en las tierras bajas que en las altas, ya que fue en las prime
ras en las que las mencionadas consolidación y expansión tuvieron mayor impacto. De to-
NEGARA
das maneras, el factor crítico es que, aunque en el cuadro de 1 957- 1 95 8 se haya exagera
do el contraste de tamaño entre las subak de las tierras bajas y las de las tierras altas, la
gradación general obtenida en el siglo XIX -y ciertamente también antes- era en reali
dad incluso más suave (siendo las subak bajas grandes y concentradas, y las altas, peque
ñas y dispersas).
9 1 . Véanse pág . 98 y capítulo 3 , nota 69. Tras la llegada de los holandeses, se racio
nalizó el si stema sedahan, se convirtió a los sedahan en funcionarios nativos, y se les
confirieron «regiones del agua» definidas, instalando a un único sedahan gdé por encima
de todos ellos en cada una de dichas regiones (Tabanan, Badung, etc . ) . Véase conclusión,
nota 2 1 .
N. del t. : La expresión «dominio» -referida a los sedahan- vuelve una traducción
muy poco literal de bailiwick, el territorio bajo la jurisdicción de un bailiff, antiguo cargo de
administrador de la corona británica; véase capítulo 1 , nota 29.
92. Debería quedar claro que no pretendo que estos «porcentajes» sean cifras reales,
sino sencillamente una manera de expresar mis estimaciones cualitativas, y más bien a la
ligera, de las proporciones generales de inversión en trabajo por parte de cada uno de los
niveles del sistema. Se debe añadir que, ocasionalmente, dos o tres subak, o, más usual
mente, sus equipos del agua, cooperaban en algunas faenas que los beneficiaban colecti
vamente. De todas maneras, esto era a pequeña escala e infrecuente. En la medida en que
fuesen capaces, los miembros de los distintos equipos del agua o de las distintas subak pre
ferían trabajar en tareas comunes de forma rotatoria, más que colectiva. En cualquier caso,
todas estas actividades entre subak se negociaban según criterios ad hoc entre los directa
mente implicados, sin ser coordinadas desde arriba.
93. N. del t. : Geertz utiliza la expresión holy water, que puede traducirse por «agua
bendita, santificada» o «agua sagrada, santa» . Pese a una posible confusión con conceptos
cristianos, la primera traducción es la preferida habitualmente, dado que la santidad del
agua no es intrínseca, sino se consigue a través de un ritual. Incluso en el caso de aguas de
fuentes y manantiales que también son consideradas holy water (casos en que la traducción
de «agua sagrada» parece más apropiada), dichas aguas han adquirido su santidad debido a
la acción de alguna deidad. Véase capítulo 4, nota 1 8.
94. La cadencia estaba «generalmente determinada» porque los estadios se determina
ban a partir de cálculos del calendario, no de la observación e interpretación de la naturale
za. Naturalmente, estos cálculos del calendario estaban preparados de tal manera que se
aproximaban a los ciclos ecológicos lo suficiente para que el sistema funcionase, pero si,
por alguna razón, en un momento dado, esto dejara de ocurrir, había formas para «reajus
tarlos». En todo lo que sigue, se debe recordar que los balineses no son víctimas de su sis
tema ritual : lo usan. Su misma capacidad de ser usado da testimonio de este hecho, ya que
muy difícilmente se podría haber desarrollado tanto si no fuera a través de un lento proceso
de ensayo-y-error atento a los detalles de la agricultura. Los estadios específicos de su evo
lución están más allá de nuestra capacidad de recuperación, salvo a través del tipo de traba
jo arqu eológico cuidadoso y bien rastreado que los arqueólogos parecen resistirse a prac ti
car sobre materiales «históricos» .
Los nombres balineses para las ceremonias son: a) Amapeg Toya ; b) Nyamu Ngem
pelin Toya ; c) Mubuhin ; d) Toya Suci; e) Ngerstiti (o, más coloquialmente, Ngrahinin) ; f)
Membiyu Kunung. Los estadios séptimo, octavo y noveno se encuentran todos bajo el epí
grafe general de Ngusaba más los calificativos apropiados, constituyendo en real idad fa
ses de un único estadio. La principal justificación de una formulación en nueve estadio s
(en lugar de siete o seis, si se elimina Ngerestiti como un elemento repetitivo y cíclico) es
que ésa era la manera en que la conceptualizaban mis informantes. Una vez el estadio pri
mero se había llevado a cabo, en cualquier caso particular, en un día determinado en el ca-
ANATOMIA POLITICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 59
roeste el clima llega a ser demasiado seco para poder practicar el cultivo de regadío del
arroz). El interior meridional goza de una pluviosidad significativa a lo largo de todo el
año (entre 1 .500 y 2.000 metros cúbicos en las zonas arroceras), que permite, durante la
estación seca, el crecimiento de cultivos regados distintos del arroz (maíz, cacahuetes, etc.)
y, en algunas zonas favorecidas, una segunda cosecha arrocera. Sin embargo, tal como se
ha resaltado anteriormente, el plantado de cultivos de (más) secano está hoy mucho más
extendido que durante el siglo XIX, como lo está el cultivo en general sobre campos de se
cano. En 1 948, alrededor del 80 % de la tierra arrocera de regadío en Bali se encontraba
en el interior sureño; teniendo en cuenta que el norte y el oeste se han beneficiado más de
la adopción de técnicas europeas -que, en cualquier caso, no están muy extendidas en
B ali- para expandir sus tierras de regadío, puede inferirse que en el siglo XIX el porcen
taje meridional debió ser aún algo más alto. De todas formas, en general, y a diferencia
de Java, la distribución del cultivo irrigado del arroz en los períodos precolonial y posco
lonial es más o menos la misma. Para una excelente panorámica de la agricultura baline
sa, véase Raka, 1 95 5 .
Sobre el concepto d e «factor limitante», e l factor que e n primer lugar frena la expan
sión de un ecosistema, véase Clarke, 1 954. Naturalmente, en ciertas circunstancias, los sue
los apropiados, y especialmente la temperatura, son y han sido factores limitantes en Bali.
Pero, en general , ninguno ha sido tan importante como el agua. La distribución del arroz de
regadío viene determinada, a grosso modo, por la disponibilidad de agua mucho más que
por la cualidad del suelo, la temperatura --excepto en las cumbres y en las cúspides geo
gráficas del sistema- o incluso, quizá, la disponibilidad de luz solar; el desarrollo por los
balineses, a diferencia de la mayor parte del resto de Asia, de variedades de arroz no foto
sensibles ha permitido plantar y cosechar a lo largo de todo el año, lo que parece haber eli
minado, o reducido mucho, la mencionada disponibilidad de luz solar como factor limitan
te (véase Ravenholt, 1 973). La escasa evidencia existente (véase Kom, 1 932, págs. 1 02 y
sigs.) parece indicar que la expansión del sistema de subak se produjo desde las tierras al
tas hacia el mar, en sentido descendente, tal como sugiere este sistema ritual. Sin embargo,
como en otros aspectos ya tratados, este tipo de trabajo etnohistórico -trabajo que requie
re una combinación inusual de competencia arqueológica, antropológico-cultural, ecológi
ca, histórica y lingüística-, que podría realmente sancionar o desautorizar esta opinión,
simplemente no se ha hecho.
98. El Batu Kau -«cáscara de coco»- da nombre también al templo, que se conoce
como Pura Batu Kau . Por «templo panbalinés» se quiere decir uno de los «seis grandes tem
plos», los Sad Kahyangan, ya comentados (véase pág. 65 ; capítulo 3, nota 2 1 ). Como Be
sakih --el más grande de los Sad Kahyangan en las laderas del Monte Agung, la más sa
grada de la montañas balinesas-, Pura Batu Kau es realmente un complejo de templos, un
conjunto de lugares de culto simbólicamente distintos y físicamente separados. En el inte
rior de este complejo, la veneración por los recursos hidráulicos no era más que una parte
de un sistema mucho más amplio de ceremonias «estatales», regionalmente centradas, so
bre el que volveré más adelante.
En cualquier caso, como los otros Sad Kahyangan, Pura Batu Kau estaba asociado
explícitamente con dicha venerac ión por los recursos hidráu licos (lagos, fuentes,
ríos . . . ) y dedicado a asegurar las bendiciones divinas sobre el agua de riego. En uno de
los subtemplos, en el llamado Pura Sasah ( «templo de la siembra de semillas» ) , había
altares para los dioses de los lagos de montaña más i mportantes de Bal i , así como una
especie de lago «microcósmico» en la forma de un estanque artificial. Era en este sub
templo en el que se celebraban los ritos de la Abertura del Agua regional. Cada uno de
los líderes de las subak y los sacerdotes, los klian y los pemangku, recibía un pequeñ o
recipiente de agua bendita durante la ceremonia. Al vol ver a sus respectivas subak, l le-
ANATO M Í A POLÍ TICA: EL PUEBLO Y EL ES TADO 161
vaban consigo este agua que se util i zaba allí en unos ritos similares, llevados a cabo en
el Pura Ulun Suwi, para producir un agua también similar para cada cabeza de tempek
o de kecoran, que a su vez la llevaban a su bedugu/, para unos ritos simi lares y una dis
tribución similar, y final, a los propietarios de las terrazas ; era una especie de «replicación
del agua sagrada» que corría desde la más remota de las fuentes hasta la última de sus
apl icaciones.
Los ritos concretos, así como el mantenimiento cotidiano, del Pura Batu Kau los l le
vaba a cabo una casa casi-sacerdotal, pero sudra, de un pueblo cercano, Kebayan, Wong,
Aya Gdé (véase mapa 3 ) . Se consideraba que el propio Hario Damar había asignado esta
tarea a dicha casa, y que ésta la realizaba «en nombre de todas las gentes de Tabanan» y,
de una forma concebida como más vaga, en nombre de todas las gentes de Bali. Des
pués de la ceremonia principal de Abertura del Agua -a la que podían asistir el cakorda
y los punggawa, particularmente cuando había habido dificultades el año anterior-, el
grupo de plebeyos continuaban llevando a cabo los siguientes ocho pasos de la secuencia
sin la presencia ni de los sedahan ni de los klian subak. En situaciones especiales -pér
dida de la cosecha o lo que fuera-, los campesinos -a veces incluso no procedentes del
área de Tabanan- habrían hecho el peregrinaje individual para asistir en alguno de estos
rituales, como también lo habrían hecho --cuando la ocasión lo exigiese- el rey, los se
ñores y los sedahan.
Para un conjunto limitado y más bien poco preciso de datos sobre el Pura Batu Kau,
véanse C. J. Grader, 1 960b, págs. 7, 2 1 , 26; Hookyaas, 1 946a, pág. 1 87 ; Peddlemars, 1 932.
Estoy particularmente en deuda con mi investigador asociado indonesio, R. Rukasah, que
vivió durante varias semanas en un pueblo vecino de Pura Batu Kau.
99. El sistema no era tan nítidamente jerárquico como puede sugerir el texto En cada
estadio concreto --el plantado, por ejemplo--, las ceremonias se celebrarían al mismo
tiempo en el templo, en los diversos altares, en los tempek y kecoran y en las terrazas; y los
asistentes se solaparían. Los miembros recibirían agua bendita de manos del sacerdote del
templo de la subak, harían ofrendas en los altares bedugul y, simultáneamente, dispondrían
comida para los espíritus en los diques de las terrazas. La asignación de responsabilidades
al klian y a su plantilla -incluyendo los pemangku- en el nivel de la subak, al equipo de
agua en los niveles internos de la subak, y al propietario en el nivel de las terrazas, era sim
plemente para estar seguros de que al menos alguien haría lo que se tenía que hacer, so pena
de catástrofes naturales (terremotos, plagas de ratas, erupciones volcánicas, enfermedades de
los cultivos). Ya que, cada subak determinada, cada fase concreta del ciclo, también podía
ser vista fácilmente, y así lo era, como una gran ceremonia en sí misma, unas celebradas en
el templo de la subak, otras en los altares de las subsecciones y otras en las terrazas, tan fá
cilmente como todas ellas podían ser vistas de la forma en que, en función de objetivos ana
líticos, las he descrito en el texto.
1 00. No había una trabazón de ciclos regionales más amplia, panisleña o siquiera me
ridional, sin duda porque no habría respondido a una necesidad práctica. De todas formas,
los rituales de Besakih incluían súplicas de agua de riego suficiente y fertilizadora para todo
Bali, en una especie de Abertura del Agua de alcance insular.
1 O 1 . Citado en Wheatley, 1 97 1 , pág. 457.
1 02. El si stema ceremonial estaba fuertemente reforzado por sanciones transtem
porales -léase «religiosas»-. En el presente texto es i mposible entran en el poder de
lo que nosotros -pero no los balineses- l lamaríamos sanciones sobrenaturales. Baste
decir que, en Bali, tenían y continúan teniendo una fuerza extraordinaria, incluso dentro
del contexto de las que se han venido l lamando sociedades tradicionales. La pena por ju
gar con las necesidades sacras -tal como se expresaba en la mayoría de los casos en se
ries de obligaciones rituales maravillosamente detal ladas, elaboradas y explícitas- era
1 62 N EGARA
instántanea, segura y terrible. Yo, particularmente, nunca he conocido un balinés que to
mara los requerimientos rituales, ni siquiera requeri mientos nimios, a la ligera. Incluso
gentes que, hoy en día, no parecen creer en los dioses --en el sentido de no creer sus mitos
o incluso no dando crédito a su «existencia» real- continúan haciendo, en forma de de
beres rituales, lo que estos dioses «inexistentes» requieren, y, consiguientemente, conti
núan evitando la catástrofe .
La literatura sobre la religión balinesa es vasta, pero casi toda se compone de descrip
ciones de costumbres, análisis filológicos de textos y sistematizaciones especulativas sobre
la «cosmología balinesa». Para introducciones generales a la religión balinesa, aunque nin
guna del todo satisfactoria, véanse Swellengrebel, 1 960; 1 948; Covarrubias, 1 956; Stohr y
Zoetmulder, 1 968, págs. 346-374; Kersten 1 947, págs. 1 25- 1 70; Goris, s.f. ; Mershon,
1 97 1 ; Hookyaas, l 964a; l 973a; Gonda, 1 975, parte 2. Para una codificación balinesa, mo
dernizante y algo desvirtuada por valoraciones éticas, véase Sugriwa, s.f. El mejor libro
para sentir genuinamente lo que es la «religiosidad» balinesa es Belo ( 1 960), pero, desafor
tunadamente, sólo se centra en uno de sus aspectos. A escala mucho más modesta, he trata
do de describir parte de las actitudes religiosas balinesas en C. Geertz, l 973c; l 973e. Para
incursiones menores, pero muy perceptivas, en este área, véanse Bateson y Mead, 1 942; Ba
teson, 1 937; Belo, 1 949; 1 95 3 ; Mershon, 1 970. Sin embargo, todavía está por escribir un
trabajo sobre la rel igión balinesa verdaderamente integral, desde el punto de vista antropo
lógico moderno, verstehen.
1 03 . Para un panorama general de la «ley de aguas» balinesa, en la cual regulaciones
internas de la subak y regulaciones entre subak se mezclan caótica e indiscriminadamente,
véase Korn, 1 932, págs. 604-6 1 6. Véase también la segunda colección de tratados de Lie
frinck ( 1 92 1 ).
Estas reglas se incorporaban a menudo, como otras «leyes consuetudinarias», en los
tratados de «alianza» entre negara (véase pág. 66) ; pero, tal como se ha explicado, estos tra
tados no eran cuerpos de legislaciones regias, ni tampoco resultados de negociaciones
diplomáticas en el sentido moderno de la palabra. Son afirmaciones pol íticas de prácti
cas largamente establecidas (en este caso, establecidas por campesinos). Las reglas tam
bién se escribieron en las constituciones individuales (véase pág. 80) de las subak impli
cadas.
Se debería hacer notar que había todo tipo de arreglos especi ales entre subak local
mente relacionadas, incluyendo uniones ocasionales entre ellas. Las uniones confor
maban un nivel de organización débilmente corporativa, intermedia, en este sentido,
entre las inten samente corporativas subak y las regiones sin ningún tipo de corporac ión
asociada. Todavía más ocasionalmente, había reglas de precedencia, según las cuales
subak secundarias tenían derechos que se consideraban derivados de aquellos disfruta
dos por otras subak. Lo intrincado de todo esto rivalizaba tanto con el paisaje balinés
como con la mente bal inesa; esta última, como ya he apuntado en otro lugar (C. Geertz,
1 959) , no contempla la simplicidad, la claridad, la regularidad o la consistencia como
virtudes.
1 04. Rukun es el sustantivo, luego significa «armonía», «paz», «concordia», «unidad»,
aunque es de hecho invocado para sugerir el proceso a través de cual se alcanzan estos es
tados fe lices. Para un comentario incisivo sobre el concepto de rukun en un contexto social,
véase Koentj araningrat, 1 96 1 ; se trata de un estudio javanés, pero, respecto al rukun, la
situación bal inesa es fundamentalmente idéntica a la javanesa, dej ando aparte los detalles
institucionales. Yo mismo he comentado los procesos rukun javaneses en el apéndice a
C. Geertz, 1 965 .
1 05 . Como el krama banjar (véase pág. 79), el krama subak prohibía explícitamente,
en su «constitución», la interferencia de cualquier otro organismo o institución, incluyendo
ANATOM I A POL Í TICA : EL PUEBLO Y EL ES TADO 1 63
pero, en general, son muy raros, rareza que sugiere que la regulación de los mercados -a
diferencia de la mera legitimación de su existencia, como en las inscripciones- no parece
haber sido una preocupación importante de los señores. Para una breve descripción de un
mercado de proporciones aparentemente considerables en Badung, alrededor de 1 8 1 2, véa
se Van den Broek, 1 834, págs. 228-229 (aunque el autor tiende a exagerar la escala de las
cosas en Bali).
En cuanto a las relaciones de intercambio fijadas tradicionalmente, imperaban entre ar
tesanos especializados -herreros, tejedores, techadores, músicos, bailarines, actores,
etc.- o ciertos especialistas rituales y los campesinos ordinarios. Una vez establecidas, ha
bitualmente entre grupos más que entre individuos, tales relaciones tendían a ser perma
nentes -muchas de ellas continúan intactas- e implicaban intercambios recíprocos de
arroz y de otros productos a cambio del servicio o de la manufactura requerida. Más aún,
los señores más prominentes establecían lo que anteriormente he llamado «relaciones clien
telistas» (véase pág. 58) con algunos de los grupos más destacados de artistas y artesanos, en
las que estos últimos aportaban sus productos o sus habilidades y los primeros su patronaz
go político, eximiendo a artesanos o artistas de ciertos impuestos, servicios rituales o debe
res de guarda, y permitiéndoles ciertos privilegios suntuarios, títulos y demás --como a los
brahmana, a . menudo se permitía a dichos grupos elegir a sus perbekel, más que estar bajo
los asignados por las puri y jero---. En Tabanan, había grupos plebeyos de tejedores, herre
ros, orfebres y plateros, y músicos con semejante estatus de «clientes» «por-designación
real» ( [N. del t. ] Geertz parece jugar con la fórmula de las licencias comerciales inglesas
«by appointment of her Majesty . . » y con el significado distinto que se suele dar hoy a la
.
palabra «cliente») de media docena de casas punteras; se recuerdan sus posiciones privile
giadas, afectando a sus relaciones sociales --como el matrimonio, por ejemplo-- hasta el
día de hoy. Para un comentario general sobre dichos grupos, véanse De Kat Angelino,
1 92 l c ; 1 922; compárese con Goris, 1 960c ; C. Geertz, 1 963b, págs. 93-97 ; Moojen, 1 920,
págs. 1 1 - 1 6.
1 1 1 . N. del t. : La expresión utilizada por Geertz es trade port, traducible por «puerto
comercial». Sin embargo, no se trata de un puerto comercial habitual, como el autor se en
carga de especificar. Algunas alternativas de traducción no acaban de cuajar, pero puede
valer la pena mencionarlas para entender la peculiaridad de la expresión examinada en el
contexto de la presente obra: «puerto-factoría» (aunque recuerda demasiado a las instala
ciones europeas de tendencia monopolista en las costas afroasiáticas, modelo que cabe en
el concepto utilizado por Geertz, pero no lo agota) o «puerto de trata» (expresión que se
ría tal vez la más adecuada si no fuera porque en castellano el significado de la palabra
«trata» ha acabado restringiéndose al «tráfico de seres humanos y, particularmente, de es
clavos negros» ).
1 1 2. Sobre la «talasocracia» en el antiguo mundo malayo, véase Wheatley, 1 96 1 ; so
bre los «Estados-bazar» javaneses, véase C. Geertz, 1 956. Sobre los primeros Estados in
donesios en general, véanse Coedes, 1 948; Hall, 1 955, cap. 3; y sobre Srivijaya, véanse
Wolters, 1 967; 1 970.
El trabajo clásico sobre el comercio indonesio temprano de Van Leur ( 1 955) pro
porciona el cuadro de Java entre 1 300 y 1 700, aunque necesita el suplemento de Meilink
Roelofsz, 1 962 (véase también Brissenden, 1 976, para un breve resumen general ) . Por lo
que se refiere al siglo XIX, la descripción de Resink ( 1 968, pág. 322) del «archipiélago
bajo la mirada de Conrad» demuestra que el patrón general no resultó en absoluto tan al
terado, al menos inicialmente, por la llegada de los barcos de vapor y la abertura del Ca
nal de Suez:
1 66 NEGARA
Sólo después de haber estado en el país batak, en las Islas Sudra [sic] Menores, o
en el interior de Macassar, empezará uno a captar el hecho de que, a ojos de Conrad [es
tuvo en las aguas malayas entre 1 883 y 1 898], una economía mercantil y marinera de
«blancos y marrones», internacional, efímera, periférica y heterogénea, imperaba a lo
largo de las costas de las islas indonesias, dejando paso, apenas unas pocas millas tie
rra adentro, a las homogéneas microeconomías de los reinos y tierras indonesias, que
eran oscuras en más de un sentido.
Sobre puertos de comercio en general, véanse Polany, 1 963; 1 966; para un crítica de la
discusión subsiguiente, véase Dalton 1 978.
1 1 3 . Para la cita, véase Van Leur, 1 955, pág. 86. Sobre el tráfico de especias europeo
y, particularmente, holandés, véanse Glamann, 1 958; Masselman, 1 963.
1 1 4. La cita de Gibbon es ofrecida en Van Leur, 1 955, pág. 85.
1 1 5 . Tal vez el mejor indicio del relativo aislamiento comercial de Bali sea el hecho
de que el número de residentes chinos siempre haya sido bajo, en relación con el resto de
Indonesia. Incluso en 1 920, quince años después de que la instauración del gobierno ho
landés aumentara las oportunidades de los mercaderes extranjeros en la isla, sólo había
unos 7 .000 (o el 0,4 % de toda la población de Bali, frente al 1 ,65 % para el conj unto de
Indonesia, el porcentaje más bajo de todo el archipiélago exceptuando Timor y Tapanuli).
Para algunas estimaciones sobre la población china en varios Estados del Bali meridional
alrededor de 1 900, véase Schwartz, 1 90 l . Para una visión general sobre su papel en el
conjunto de las Indias Orientales Holandesas, véase Van Vleming, 1 925.
1 1 6. Véase De Graaf, 1 949, págs. 245-246, 272. Blambagan, el último negara javanés
en resistir tanto a los holandeses como a la islamización, fue defendido hasta el final ( 1 777)
por tropas balinesas.
1 1 7. Véase Schriekem 1 955, págs. 2 1 , 29, 32, 227 . Véase también Meilink-Roelofsz,
1 962, págs. 1 02, 403 .
1 1 8 . Véase Tarling, 1 962, pág. 70.
1 1 9 . Véase De Graaf, 1 949, págs. 432-434.
1 20. N. del t. : Proa o prahu, embarcación malaya o indonesia, provista de balancín y
vela triangular.
1 2 1 . Véase Van B loemen Waanders, 1 859 (véase un resumen parcial en inglés en
Hanna, 1 976, págs. 64-65 ) . No se explicaba cómo se enjugaba el déficit en el balance,
pero, en cualquier caso, todas estas cifras no se deben tomar demasiado al pie de la letra.
No sólo son meras estimaciones, sino que una buena porción del comercio no se canali
zaba a través del sistema oficial. Y aún decisivo, e n tanto q u e el puerto m á s importante de
Bali -en realidad, su único puerto importante-, S i ngaraja era, sobre todo después de la
década de 1 850, parte de un sistema de comercio administrado, señor a señor -o chino a
chino-, por toda la isla; por lo tanto, no se puede entender aisladamente. Van B loemen
Waanders estima que del total anual de 30.000 picul (medida de peso china equivalente a
unas 1 3 3 ,33 l ibras inglesas; en Malasia e Indonesia -de donde podría ser originaria la
palabra-, un pikul equival ía un tanto vagamente al peso de un hombre, aunque también
se util izaba la exacta medida china; en las Filipinas, la palabra se transformaba en «pico»
( [N. del t. ] en castellano, equivalente a 1 O chinantas o 63 kg y 262 g) del principal pro
ducto de exportación, el arroz, cerca de 20.000 provenían del sur de Bali; y de 300 cajas
del principal producto de i mportación, el opio, alrededor de la mitad se iban al Bali me
ridional .
Bandar es la palabra perasa para «emporio», o «centro comercial»; su es la forma bali
nesa de la palabra persa shah, que designa al «rey» , al «señor» (véase Purnadi, 1 96 1 ). La
organización interna de los kebandaran, «reinos comerciales» , no está clara, pero no pare-
ANATOM Í A POL ! TICA: EL PUEBLO Y EL ES TADO 1 67
ce que fuesen territoriales. Diferían mucho en rentabilidad, los dos más valiosos rendían
I .300 florines anuales, mientras que los dos menos valiosos sólo llegaban a 1 20; el total de
re ntas sumaba 4.285 florines, aunque aparentemente cada renta iba a parar a un señor dis
tin to de quien se decía que «poseía» el kebandaran. Los señores añadían diversas entradas
a las «rentas o alquileres del comercio» propiamente dichas: cobraban peajes por transpor
tar las mercancías hacia o desde el sur, el oeste y el este; imponían impuestos a los merca
dos, a las peleas de gallos, a las bailarinas y a la producción de sal ; vendían cartas selladas
oficialmente; y gravaban con multas el comercio ilegal .
Para una serie de edictos estatales de la parte balinesa de Lombok, que exponían la po
sición de monopolio de un subandar y las regulaciones que gobernaban el comercio exter
no, véase Liefrick, 1 9 1 5 , vol. 2, págs. 1 -25, sobre todo págs. 1 3- 1 9. Para Bali propiamente
( Klunkung y Karengasem), véase Korn, 1 922, págs. 55-56.
1 22. Véase Liefrinck, 1 877. Se dice que las importaciones, mayoritariamente a través
de Singaraja, rondaban los 1 00.000 florines, siendo otra vez el opio el principal producto
importado (alrededor del 50 % del valor total), seguido de los tejidos y ropas de algodón
(35 %) y completando el conjunto con algunas de las «espléndidas nimiedades» de Gibbon,
tales como orfebrería y porcelana. Las exportaciones -que seguían vías un tanto más dis
persas, pero también con Singaraja en el lugar preferente- totalizaban cerca de 200.000
florines, incluyendo café (60 %), ganado (20 %), arroz ( 1 0 %), pieles y maíz (un 5 % cada
uno). También aquí el tráfico estaba en manos de diez subandar chinos arrendados (se dice
que el total de la población china en este área bastante interior ascendía a «alrededor de una
docena»), que arrendaron sus «reinos comerciales» a no menos de trece señores; los rendi
mientos sumaban unos 4.000 florines anuales, aunque Liefrinck resalta secamente que «de
vez en cuando, se presionaba [a los chinos] para que realizaran otras contribuciones» . Lie
frinck no dice cómo se repartían estos 4.000 florines entre los distintos señores o reinos co
merciales, pero, recurriendo al patrón general, se puede asumir que dicho reparto debía ser
bastante desigual.
De cualquier manera, y aunque tampoco estas cifras haya que tomarlas al pie de la
letra, las rentas comerciales de los señores representaban unos ingresos conj untos casi
tan altos como los que se habían señalado diecisiete años antes para el área costera de
Singaraja, mucho mayor, mientras que el porcentaje sobre el comercio bruto que repre
sentaban dichas rentas se había incrementado desde un 0,5 hasta 1 o 1 ,5 ; todo ello pare
ce indicar una rápida expansión del comercio y, paralelamente, una intensificación del
interés de los señores en él. Liefrinck proporciona otros indicios de lo mismo. Los pre
cios en Singaraja del ganado de Bagli se habían doblado en diez años; había «entonces»
cinco «pasos» de peaje poseídos por señores entre Singaraja y B angli; en dos décadas,
las importaciones de opio habían subido de dos cajas anuales a treinta. Y todavía hay
más: a pesar del sistema de monopolio, existía una dura competencia entre los compra
dores chinos de café y mucho contrabando. La multiplicación de los subandar chinos in
dependientes databa sólo de unos pocos años, mientras que, anteriormente, había sido un
«cliente» chino del señor quien había monopolizado un tráfico mucho más pequeño. Ha
cia 1 876, casi todos los comerciantes chinos habían nacido en China y no en Bali, tal
como era habitual previamente . Paralelamente a los indicadores económicos balineses,
las peleas de gallos parecen haber crecido dramáticamente, en escala y en frecuencia,
hasta el punto de que «en el área comercial de la capital, casi cada día» había una de las
grandes.
Por lo que respecta a lo que estaba sucediendo al mismo tiempo en la propia Singaraja
-que continuaba siendo el principal centro de almacenaje y distribución-, Liefrick resal
ta que el año anterior unas dos mil personas habían emigrado allí desde Bangli, para traba
jar como jornaleros, un fenómeno notable y sin precedentes.
1 68 NEGARA
1 23 . Véase Schwartz, 1 90 l . Está claro que para las regiones que se mencionan, des
pués de 1 830, el opio era el principal impulsor del comercio balinés, tal como lo había sido
la trata de esclavos hasta 1 8 1 5 , cuando Raffles acabó con ella o al menos la debilitó muy
seriamente (véase capítulo 3 , nota 53). Los señores de Klungkung estaban cobrando no
menos de 1 .000 florines al mes en rentas comerciales por permitir dicho tráfico; los seño
res de Karengasem estaban cobrando 2.500; y Schwartz encontró vendedores ambulantes
chinos ofreciéndolo en algunos de los pueblos más oscuros de la isla -justo después de la
conquista holandesa, Van Geuns ( 1 906, pág . 28) da una consumición de «casi media tone
lada por año» para Badung-. Sin duda alguna, estas cifras vuelven a ser estimaciones y,
como los holandeses contemplaban el comercio del opio como un mal social mayor (para
un comentario general sobre el impacto del opio en Bali, véase Jacobs, 1 83 3 ; compárese
con Kol, 1 9 1 3 ) , posiblemente las exageraran. Pero mis informantes confirman que el opio
era muy ampliamente consumido, apuntando que, hacia finales del siglo pasado, casi to
dos los adultos, hombres y mujeres, eran adictos ; en Klungkung, un informante de la casa
real --que era un niño en aquella época- recuerda que, en el palacio, el humo llegaba a
ser tan denso que los lagartos, presos de un sopor irresistible, se caían de las paredes. Sin
embargo, el efecto en la economía era cualquier cosa menos soporífero. La demanda de
opio parece haber sido el principal motivo, para la expansión -prácticamente para su ini
cie>- de la exportación de bienes: café, ganado, tabaco, derivados del coco, azúcar y de
más. Con una ironía apropiada para un pueblo introvertido, el mercado de los balineses tra
dicionales recibió su estímulo más fuerte de un narcótico -Korn ( 1 932, pág. 538) señala
la frase «Que no caigas en la venta ambulante de opio» como una bendición paterna en
Bali, en 1 844.
1 24. N. del t. : Material parecido al algodón que envuelve las semillas de un árbol tro
pical del que toma su nombre malayo, Ceiba pentandra o C. casearia, y que se utiliza para
rellenar colchones, cojines, juguetes de «peluche» . . .
1 25 . Las dos fuentes principales sobre Lange -y sobre las descripciones del puerto
comercial de Kuta que siguen- son : Nielsen, 1 928 (una biografía danesa traducida al ho
landés); y, más importante, Helms, 1 882, págs. 1 -7 1 , 1 96-200 (una historia de vida detalla
da y vivaz, recogida en el lugar donde se desarrolla la acción y sus alrededores entre 1 847
y 1 849, período en el que Helms, que también era danés, fue asistente de Lange). Véase
también Hoevell, 1 849- 1 854, que hizo su famoso reis ([N. del t. ] «raid, expedición») a Bali
en uno de los barcos de Lange. Un breve resumen popular de la carrera de Lange se puede
encontrar en Hanna, 1 976, págs. 50-59. Algunas cartas interesantes escritas y recibidas por
Lange -sus corresponsales son su esposa balinesa, los señores de Kesiman (una importan
te casa de Badung), señores de Tabanan y Mengwi; y diversos contactos balineses- se pue
den encontrar en Van Naerssen, Pigeaud y Voorhoeve, 1 977, págs. 1 46- 1 55 .
1 26. Ya alrededor d e 1 820, había a l l í [ e n Kuta) un pequeño fondeadero -con u na
trei ntena de mercaderes chinos residentes y otro tanto de «musulmanes»-, que los eu
ropeos visitaban esporádicamente . En 1 840, coincidiendo más o menos con la l legada
de Lange, y tal vez estimulado por ella, la semioficial compañía comercial holandesa,
Nederlandsche Handelmaatschappij ( N . H . M . ) , arrendó allí derechos comerciales ex
clusivos por parte de un señor, el de Kasiman, por 1 .000 guilders ( [N. del t. ] unidad mo
netaria holandesa). Los holandeses consideraba a Lange como un i ntruso. Pero, des
pués de acosarle durante un tiempo, el gobierno colonial simplemente decidió que era
mejor convertirlo en su agente comercial en lugar de la N . H . M . , cuyos esfuerzos nunca
llegaron real mente a despegar; y así lo hizo en 1 844, después de capacitarlo como ciu
dadano holandés. Si tenemos en cuenta el precio que tuvo que pagar el gobierno de las
Indias Orientales Holandesas a la N . H . M . a cambio de su renuncia a los derechos ad
quiridos - 1 75 .000 guilders-, resulta evidente que, para entonces, el sitio no era una
ANATOM Í A POL I TICA: EL PUEBLO Y EL ES TADO 1 69
pro posición de 1 .000 guilders. Final mente, cuando los holandeses, visto su éxito mili
tar en el norte, atacaron el sur de Bali en 1 848- 1 849 -perdiendo a su coma ndante en
jefe, un gran nú mero de hombres, y viéndose diezmados por las enfermedades- Lan
ge negoció un tratado de paz -recibiendo, según Helms, a «todos los príncipes con un
séquito de cerca de 40.000 hombres [las fuentes holandesas dicen «sólo 20.000»] ( . . . )
en nombre del raj á de Badong»- que perm itió que los holandeses se retiraran sin más
daños. Sin embargo, la incursión se acompañó de un bloqueo que, al parecer, resultó
tan perturbador que inició el dec live de Kuta (véase capítu lo 3 , nota 1 35 ) . Cuando Lan
ge murió en 1 856 ( según Helms, de un corazón económico roto, mientras que otros in
si núan el veneno), Kuta volvía a ser una pequeña factoría, bastante periférica y sólo ti
biamente activa, l levada, a su vez, pri mero por el hermano de Lange y luego por su
sobrino, que final mente l iquidó la empresa y vendió sus derechos a un chino (N ielsen,
1 928, págs. 62-76, 1 49- 1 77 ; Helms, 1 882, págs. 66-7 1 , 1 98). Cuando Schwartz (véase
Schwartz, 1 90 1 ; compárese con Van Geuns. 1 906) , el residente holandés de Buleleng,
v i sitó finalmente Badung en el cambio de siglo, el establecimiento de Kuta había per
dido su importancia en favor de Kasuma, que era el floreciente puerto comercial de los
señores de Klunkung, al este, y en favor del también floreciente enclave de Singaraja
hacia el norte por tierra -vía B angli- (véase capítulo 3, nota 1 22 ) ; en realidad, dice,
las condiciones se habían deteriorado tanto que «los señores» retiraron el arrendamien
to al sucesor chino de Lange y trataron de l levar personalmente el puesto, lo que sólo sir
vió para consumar el desastre .
1 27 . Helms ( 1 982) sí menciona «bienes de Manchester» (pág. 40); así pues, probable
mente la ropa y los tej idos también eran importantes, como sin duda lo eran las armas pese
a que no las mencione en absoluto en su descripción de la guerra de 1 848- 1 849. Nielsen
( 1 928) -que, como Helms, presenta a Lange como defensor de la libertad balinesa, como
promotor de la paz y como leal representante de los intereses holandeses, todo a la vez- sí
menciona que, por aquel entonces, los balineses poseían un millar de rifles y veinticinco ca
ñones; pero no entra en la delicada cuestión -que se contesta a sí misma- de cómo llega
ron a obtener dichas armas y las municiones necesarias para dispararlas, si no era a través
de las oficinas del agente comercial de las N.E.I. [Indias Orientales Holandesas] para el
sur de Bali. Hanna ( 1 976, pág. 55) dice que «en la cúspide de su carrera, a mediados de la
década de 1 840», Lange estaba haciendo negocios por valor de un millón de guilders al año
sólo con Java, y hay que tener en cuenta que «el comercio con Singapur y China debía ha
ber sido incluso más productivo».
Para una referencia de paso al comercio de armas de Lange, véase la carta que le envía
el señor de Mengwi en Van Naerssen, Pigeaud y Voorhoeve, 1 977, pág. 1 53 .
1 28. N. del t. : «País», castellanización d e l a palabra utilizada para designar una pe
queña moneda de cobre empleada en las Indias Orientales, que equivale a la cuarta parte de
un anna (dieciseisava parte de una rupia); adaptación de la palabra paisa, moneda india, em
pleada en diversos países, que hoy en día equivale a la centésima parte de la rupia. Geertz
utiliza la transcripción inglesa pice.
1 29. Para las citas, véase Helms, 1 882, pág. 40. Como sólo estuvo en Kuta dos años
y medio, no estaba real mente en posición de observar el movimiento de los precios a
largo plazo. Pero la cuestión es que los precios se establecían deliberadamente, sin ser
manipulados aparentemente, y se aislaban en la medida de lo posible; y esto se hacía en
términos de monedas compradas en el extranjero como mercancías y vendidas localmen
te como tales, y no en términos de moneda «estatal» evaluada de forma general -de las
cuales, natural mente, ni había en el negara , ni tampoco, por lo que yo sé, en ningún otro
sitio en Indonesia-. De hecho, Schrieke ( 1 95 5 , pág. 247) dice que, en el siglo xvn, In
donesia suponía un drenaje tan enorme de monedas chinas que el gobierno chino intentó
1 70 NEGA R A
Los cabal leros entenderán [con lo que quiere decir que n o entenderán] que nin
gún puesto de las Indias está adecuadamente suministrado sin di nero en moneda, in
cluso si se decuplica el cargamento de mercancías de su suministro; aún es más, hay
muchos puestos en los cuales, cuantas más mercanc ías se les suministran, más serio
es. ( [N. del t. ] El problema, si carecen además de moneda, ya que en todas las I n
dias no puede haber más facturación q u e lo q u e se vende cada día al detalle [ . . . ] )
(pág . 220).
Tal como apunta Van Leur ( 1 955, pág. 1 36), una variedad de pesos y medidas de una
amplitud semejante también contribuía a la fragmentación de la economía de puertos co
merciales en unidades discontinuas, aunque intensamente interactivas (en Kuta, los kepengs
también se usaban como la principal medida de peso, y los pesos balineses -por ejemplo,
de arroz sin descascari llar- aún hoy continúan expresándose a menudo de tal manera).
Para una descripción similar de dinero múltiple -ahora, dólares de Singapur, guilders ho
landeses y demás- en el «Archipiélago de Conrad» (es decir, a finales del siglo XIX), véa
se Resink, 1 968, pág. 320. Sobre las tasas de cambio de kepengs por moneda holandesa,
véase Van Geuns, 1 906, págs. 7-8. Finalmente, se debe señalar que incluso en Bali había
más de un tipo de kepeng en circulación.
1 34. Véase Helms, 1 892, pág. 45. Naturalmente, quiere decir «balineses ordinarios».
No sólo Lange y Helms eran invitados frecuentemente a las ceremonias reales, sino que los
señores punteros, ataviados con sus sarongs y trasladándose bajo sus parasoles, aparecían
con cierta frecuencia en la «hospitalaria mesa del señor Lange», y lo hacían junto a «capi
tanes de barco, comerciantes, savans [sic] ( [N. del t. ] «sabios» en francés erróneo en el ori
ginal de Helms) ( . . . ) funcionarios de Java ( . . . ) oficiales de la marina holandesa ( . . . ) hombres
de elevada cultura y socialmente poderosos» (pág. 44 ) . «Realmente maravilloso», prosigue
Helm, para el cual la vida en Kuta era una maravilla continua:
( . . . ) los cuentos se contaban alrededor de la mesa; pero, juntamente con las canciones
que solían seguir en una fase posterior, eran la causa de que las tardes de estas fiestas
cosmopolitas transcurrieran armoniosa y placenteramente. Para mí, el canto era una
1 72 NEGARA
fuente de diversión infinita. De alguna manera, era obligado que cada uno ofreciese su
canción. El jefe de los escribientes y administradores del señor Lange, un inglés, que
tomó lugar en el fondo de la mesa, tenía un gran talento con las canciones cómicas y
hacía cumplir sin piedad la regla de las canciones a todos los demás. Así pues, las can
ciones giraban y giraban, con sones cómicos, alegres y plañideros, en la mitad de las
lenguas de Europa [aparentemente se exceptuaba a los balineses]. Un juego de billar
solía poner fin a la velada vespertina . . .
1 36. N. del t. : Del primer ministro inglés Disraeli, que le sirve a Geertz para dar nom
bre a un tipo de política que caracterizó el siglo XIX, período que a menudo ha recibido las
adjetivaciones de «imperialista» o «protocolonial».
1 37 . La principal excepción era el negocio del ganado -«aunque incluso en éste, las
mujeres tenían más parte de la que les era habitual» (véase Helms, 1 882, pág. 42)-. El
comercio de ganado era muy amplio y los bueyes y vacas balineses muy codiciados. Los
comerciados en Kuta se mantenían semisalvajes en Bukit -la ya mencionada meseta ca
l iza situada al sur de Kuta (véase mapa 4)-, donde deambulaban en grandes rebaños,
ANATOMIA POLITICA: EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 73
j unto con búfalos de agua «que eran particularmente salvajes», lo que hacía del lugar
«una parte del país cuya visita era peligrosa» (véase Helms, 1 882, pág . 43). La tierra, al
tratarse de «yermos» -es decir, de tierra no cultivada-, estaba bajo el control de los se
ñores, que también poseían los rebaños. Helms ( 1 882, pág . 44) manifiesta estar atónito
ante la falta de hierros u otras marcas, ya que los señores podían decir qué animales eran
los suyos. «Existía una buena cantidad de conflictos sobre este punto, aunque no tantos
como se podría haber esperado, ya que en tales disputas el rango y el poder solían resol
ver el asunto.»
Este tipo de ganadería comercial era claramente bastante reciente, y había sido estimu
lado por las actividades de Lange (también tenía dos mataderos en Kuta, donde se abatían los
animales necesarios para proporcionar buey seco para las tropas holandesas en Java; y, apa
rentemente, ése era el puntal del comercio). Pero no he sido capaz de determinar cuándo em
pezó, a qué escala se practicaba exactamente y, más decisivo de cara a mis propósitos, cómo
se organizaba -<:asi con seguridad a través de vínculos múltiples y especializados, similares
a los que ya se han descrito respecto al servicio en la corte, los impuestos, el arrendamiento
de las tierras, etc.-. Van Bloemen Waanders ( 1 859) también señala la preeminencia de las
mujeres por el lado balinés del comercio repentinamente expandido de Singaraja; allí, casi
todas las amas de casa parecen haber probado el pequeño comercio con los subandar chinos
1 3 8 . Véase Helm, 1 882, págs. 42-43 . He alterado la estructura de los párrafos. De
nuevo attendants ( [N. del t. ] traducido en función del contexto como «sirvientes») es un
término más exacto que «esclavos» para denominar a los miembros de la comitiva de es
tas mujeres, gentes que sin duda eran parekan o, incluso, asalariados (véase capítulo 3,
nota 5 3 ) .
1 39. Mi material sobre Tabanan vuelve a proceder sobre todo d e las fuentes orales que
describí en la nota 5 del capítulo 1 ; pero, además de los informantes allí mencionados, tam
bién comenté estos materiales con el hijo -dueño del salón de cine local- del último y
más importante subandar de Tabanan -el «Singkeh Cong» descrito más adelante-. Hay
una pocas referencias al comercio precolonial en Tabanan en la literatura, incidentales pero
valiosas; la más importante es Schwartz, 1 90 1 . Véanse también Liefrinck, 1 92 1 , págs. 7-85;
Peddlemars, 1 932; Van der Broek, 1 834 (la referencia europea más temprana que he visto,
que menciona a chinos comerciando «domésticamente», arroz, ropa, algodón y -actuando
como «contrabandistas»- esclavos); y los fragmentos líticos de hechos dispersos, caótica
mente y sin índice, a través todo de Korn, 1 932.
1 40. Singkeh es la palabra para designar a un chino indonesio nacido en China, en tan
to opuesto al nacido en Indonesia, llamado peranakan. Cong es la versión balinesa del ape
llido que se transcribe habitualmente en inglés como «Chung». Para la fuerza del término
jero, véase pág. 49.
1 4 1 . Al menos, la renta era pagada anualmente. Como se explica más adelante, se pa
gaban cantidades distintas a distintos señores, en ocasiones ceremoniales: en consecuencia,
irregularmente. Además, aunque la renta se calculaba en kepengs, se pagaba habitualmente
en especie: arroz, café, cerdo, opio, porcelana, joyas. Por parte del negara, las casa de es
cribientes sudras -los Penyarikans, Dangin Peken y Malgankin- llevaban la teneduría de
libros implicada en todo esto (véase capítulo 3, notas 46 y 47).
Schwartz ( 1 90 1 ) dice que, al final del siglo, las entradas comerciales eran un elemento
más importante en los ingresos del señor que los impuestos sobre la tierra; y estima los úl
timos en un millón de kepengs (en equivalencias de arroz), con lo cual tal vez sentó algunas
bases de la cuestión, aunque la cifra en sí misma no puede ser más que una estimación, tal
vez exagerada, tal vez minimizada.
El sistema de «reinos comerciales» o kebandaran (véase capítulo 3, nota 1 2 1 ) impe
raba también aquí, con varios señores «poseyendo» los derechos comerciales en varios Ju-
1 74 NEGARA
gares y arrendándolos a un chino en particular. Como con los perbekelan, no se puede ha
cer ninguna reconstrucción exacta de estas unidades. Lo único que está claro es que no
eran simplemente unidades territoriales, no había muchos, y las principales regiones en
que eran importantes eran dos áreas cafeteras -Marga, en el nordeste, y Pupuan, en el no
roeste (véase mapa 3 )- y la región de la capital con sus alrededores inmediatos. Las tie
rras cafeteras del nordeste por encima de Marga estaban mayoritariamente bajo la égida
del rey «segundón» , Pemadé Kaleran (véase pág. 9 1 ), mientras que las del noroeste, en Pu
puan, estaban bajo la de Gdé, a través de Subamia, el pri ncipal poder noble de la región
(véase capítulo 3, nota 44). Cerca de la capital imperaba la habitual complejidad de cruces
e intersecciones.
1 42. Otras importaciones incluían, sobre todo, ropa de algodón, porcelana china, va
rias especias y, de nuevo, kepengs y armas. Otras exportaciones incluían pulpa seca de coco,
azúcar de palma, cierto tipo de trabajo de metales trabajados, y bueyes -aunque este últi
mo comercio parece haber sido mucho menos importante que en Badung y, de hecho, bas
tante trivial-. Estos artículos no tenían que pasar a través del establecimiento de Cong,
pero probablemente la mayor parte de ellos lo hacía. Por otra parte, había una cierta canti
dad de contrabando de café y opio. Sin embargo, y dados los problemas de transporte y las
duras penas con que se castigaba -sin excluir la muerte-, el contrabandismo era difícil de
practicar a gran escala.
1 43. Jembrana, que es el puerto balinés más cercano a Java, había sido administrado
por los holandeses desde mediados de siglo, aunque los comerciantes eran sobre todo chi
nos, javaneses, bugis y, en algunos casos, balineses islamizados.
Los botes balineses, jukung, eran esencialmente botes de pesca utilizados como trans
porte. De unos diez pies de largo, construidos localmente, y conducidos por marineros no
demasiado hábiles (a los balineses no les gusta el mar), no podían aventurarse a más de unos
pocos miles de yardas de la orilla. Muchos de ellos parecían ser propiedad de sus construc
tores, balineses de los pueblos de pescadores a lo largo de la costa; pero algunos estaban fi
nanciados por los chinos, y el cakorda poseía dos -la «armada real»- que utilizaba prin
cipalmente para visitar Badung.
Finalmente, algunas mercancías eran llevadas a pie (el transporte a caballo era raro en
Tabanan) hacia el norte, vía Baturiti y Kintamani, para ser exportadas desde Singaraja (véa
se mapa 1 ). Pero esta ruta era ardua, así como extremadamente peligrosa bajo las condicio
nes más o menos permanentes de desacuerdo político, y era mucho menos importante que
las rutas costeras meridionales (la ruta por tierra hasta Kuta estuvo completamente cerrada
hasta 1 89 1 , cuando se abrió como resultado de la guerra de Mengwi, aunque ni siquiera en
tonces resultaba demasiado segura).
1 44. Claramente, una proporción importante del comercio se efectuaba completamen
te dentro del jero, que, además de administrar el comercio, servía como emporio y merca
do. Pero respecto a esto, como respecto a las operaciones internas del je ro como tal , no hay
ningún Helms al que dirigirse: sólo tengo informaciones del tipo más general.
1 45 . Schwartz ( 1 90 1 ) se encontró con dos vendedores de opio chinos en un lugar
tan remoto que apenas estaba habitado; y todos mis informantes dicen que los vendedo
res ambu lantes de opio balineses eran legión, la mayoría de ellos, una vez más, mujeres ;
los vendedores chinos instalaron «antros» de opio por todo el país, pero mucha gente
también fumaba en casa. En Pupuan, Schwartz encontró quince chi nos compradores de
café en un pequeño pueblo y dieciséis en otro. También informa sobre el cultivo del al
godón.
La especial ización de una aldea -o de un grupo de parientes- en artesanías y en
pequeños artículos de mercado tiene una larga historia en Bali. Además de especialida
des artesanales como el trabajo de los herreros, de los talladores o de los tejedores, otras
ANATOM Í A PO L I TICA : EL PUEBLO Y EL ESTADO 1 75
Mientras estaba [Helms] en Bali, tuvo lugar uno de esos espantosos sa
crificios. El rajá del Estado vecino murió el 20 de diciembre de 1 847 ; su
cuerpo fue incinerado con gran pompa, sacrificándose tres de sus concubi
nas en las llamas. Fue un gran día para los balineses. Hacía varios años que
no tenían la oportunidad de ser testigos de uno de estos horribles espec
táculos, un espectáculo que para ellos significaba una fiesta envuelta en
olor a santidad; y todos los rajás reinantes de Bali se preocuparon sobre
manera por estar presentes -personalmente o mediante algún represen
tante-, acudiendo con grandes séquitos.
Era un día precioso, y a lo l argo de los senderos blandos y resbaladizos
del terraplén que dividía las terrazas --que, con su aspecto de césped, se
extendían en una sucesión inacabable de arrozales-, se podía ver grupos
de balineses ataviados de fiesta que se ponían en camino hacia el lugar de
la cremación. Sus alegres vestidos resaltaban brillantemente sobre el tierno
verde del suelo por el que pasaban. Pocos verían en ellos un grupo de sal
vajes, sino más bien una multitud gentilmente festiva concentrada en algu
na placentera excursión. Todo en derredor daba una impresión de plenitud,
de paz y de felicidad, y, en cierta medida, de civilización. Era difícil creer
que a unas pocas millas de tal escena, tres mujeres, sin ser culpables de nin
gún crimen, en razón de su afecto [por el muerto] y en nombre de la reli
gión, iban a sufrir la más horrible de las muertes, bajo la mirada de miles
de sus paisanos.
Pero ya están a la vista los muros que rodean el palacio del rey de Gian
yar. Subiendo por la aterrazada colina, rectas avenidas conducen ( . . . ) al pa
lacio; y aún más arriba, en el centro de un espacio abierto, rodeado por una
1 78 NEGA R A
La vida ceremonial del negara clásico era tanto una forma de retórica
como Jo era de devoción, una afirmación ostentosa y recargada de poder
espiritual . Saltar viva a las llamas -y, tal como se pensaba, directamente a
la condición de dios- era sólo una de las más grandes afirmaciones de una
proposición que también hacían, de manera no menos categórica, los em
pastes dentales reales, las dedicaciones a templos reales, las ordenaciones
reales y -en Jos puputan- los suicidios reales; existe una conexión inter
na irrompible entre el rango social y Ja condición religiosa. El culto estatal
no era un culto del Estado. Era una argumentación, repetida una y otra vez
en el insistente lenguaje del ritual, según Ja cual el estatus mundano tenía
una base cósmica, la jerarquía era el principio que gobernaba el universo,
y los planes, las disposiciones y los apaños de la vida humana no era sino
aproximaciones -más o menos cercanas- de Jos arreglos de los seres di
vinos. 5
Otros aspectos de la vida ritual balinesa comportaban otras afirma
ciones, algunas de ellas parcialmente en conflicto con el mensaje pro
puesto por las ceremonias estatales : el estatus es todo. 6 Así como el ne
gara era una entre muchas instituciones sociales del B ali clásico, así su
obsesión por el rango era una de tantas obsesiones . Pero esta obsesión,
y la aglutinación de creencias y actitudes que crecía a su alrededor, era
tan omnipresente entre Ja población general como en la pequeña parte de
ella que estaba inmediatamente absorbida por los asuntos del negara
como tal . Cora du Bois ha escrito en general sobre los monarcas del su
reste asiático índico que «el rey era el símbolo de la grandeza del campe
sinado » ; 7 y, fraseada algo más cuidadosamente, el comentario se puede
aplicar con especial vigor a Bali. Las extravagancias rituales del Estado
teatro -su semidivino señor inmóvil , muerto o en trance, en el centro
de las mismas- eran la expresión simbólica no tanto de Ja grandeza del
campesinado como de su noción de lo que era Ja grandeza. Lo que hacía
el Estado balinés por la sociedad balinesa era cuaj ar en una forma s e si"
3
ble una concepción de lo que se suponía que, todos j untos, debían hacer
de sí mismos: una ilustración del poder de Ja grandeur para organiz e
mundo.
1 82 N EGARA
del gobernante. Segunda: buwana agung, el reino del ser, y buwana alit, el
reino de la consciencia perceptiva; 1 2 el «gran mundo» de lo que es y el «pe
queño mundo» del pensamiento y del sentimiento. 1 3
Rodeadas de un enjambre de ideas relacionadas y secundarias, igual
mente hundidas en la pompa y el ornamento que Helms describe, estos dos
paquetes de símbolos forman el contenido de lo que habitualmente se co
noce, demasiado informalmente, como «realeza divina» en Bali. El mensa
je para cuya transmisión se había diseñado el negara, y que se transmitía
efectivamente a través de su vida ritual, queda pobremente descrito con la
simple afirmación, suficientemente correcta en sí misma, de que el rey era
una especie de dios corpóreo. En el grado que se puede abstraer de todos
los vehículos de su expresión, el mensaje era que se suponía que el rey, la
corte en su derredor, y, alrededor de la corte, el país en su conjunto, debían
convertirse a sí mismos en facsímiles del orden que definía su imaginería.
Como los símbolos de los sueños, los símbolos religiosos son de una
rica polisemia -es decir, presentan sentidos múltiples- dispersándose
profusamente su significación en una confusión de direcciones. 14 Y esto es
tan cierto para los símbolos religiosos de Bali como para los de cualquier
otro en el mundo. Exhalan, transpiran, casi apestan, significado.
Literalmente, padmasana significa «asiento de loto». Se usa para refe
rirse al trono del dios supremo, Siva -o Surya, el Sol-, que se sienta
completamente inmóvil en el centro del loto -padma-, rodeado sobre
cuatro pétalos dirigidos hacia el norte, el este, el oeste y el sur por Visnú,
Iswara, Mahadewa y Brahma, cada uno de los cuales es asociado con un
color particular, un día de la semana, una parte del cuerpo, un arma, un me
tal, una sílaba mágica y una forma de poder sobrenatural . Se usa para refe
rirse a la pequeña columna de piedra, coronada por una silla de respaldo
alto -también de piedra-, dispuesta en diagonal en los lugares más sa
grados de los templos balineses; sobre ella se colocan las ofrendas para el
dios supremo durante las ceremonias del templo, cuando viene a sentarse
allí, engatusado por sus adoradores danzantes para que pase de una versión
del cielo a otra. Se usa para referirse a la postura que se adopta cuando se
medita sobre lo divino -algo parecido a doblarse en cuclillas hacia den
tro-. Se usa para referirse al acto y a la experiencia de la propia medita
ción. Es una postura de coito, es la base de un lingga, es uno de los muchos
nombres del dios supremo, es un icono del cosmos, es el receptáculo sobre
el que se depositan los restos del sumo sacerdote para conducirlo hacia la
incinerac ión. Y es el reducto más interno del corazón humano. 1 5
Lingga es un símbolo no menos ramificado. Estrictamente, claro está,
se refiere al falo de Siva -el «maravilloso e interminable», con el que es
tableció su superioridad sobre Brahma y Visnú-. Más allá, se refiere a las
representaciones en piedra toscamente tallada de ese falo -simples rocas
LA A F IRM ACI ÓN POL Í T I CA : ESPECTÁ CULO Y CEREMONIA 1 85
natural», pero un poder sobrenatural que crece y brota del acto de poner en
imagen la verdad, no de creerla, obedecerla, poseerla, organizarla, utilizar
la o, incluso, entenderla. 1 9
eran entre dentro y fuera; entre las direcciones cardinales y el centro sin di
rección que los condensaba a todas ellas; y entre las formas remotas de las
cuales manaba el poder y las cercanas en las cuales se manifestaba. En to
das partes se encuentran estas distinciones, moldeadas en un vocabulario
de muros, verjas, pasillos, cobertizos y muebles. Lo que el padmasana ex
presaba escultóricamente, el lingga metafóricamente, y la incineración
teatralmente, el puri lo hacía arquitectónicamente: el asiento del rey era el
eje del mundo.
21
ukiran- que poseen una fuerza transordinaria, las armas se asocian con
elaboradas leyendas de origen divino (habitualmente, por haber sido forja
das por algún dios en las profundidades de un volcán), con misteriosas apa
riciones del tipo más fantástico, y con milagros militares en los que salva
ban a la dinastía de sus enemigos. Son la potentia del rey, que, sin ellas
-como sin el falo, que vienen a significar de manera más bien explícita-,
seóa incapaz. 3 2
Una vez al año, en el último día antes de entrar en la «semana» también
llamada ukiran, el rey saca estas armas para que el sumo sacerdote las ben
diga con agua sagrada; y se adora a Siva en la forma de Pasupati, «cuyo
nombre es también la mejor de todas las armas, la espada que recibió Ar
juna, después de rendir homenaje a Siva, para que la usara en la batalla
contra Niwatakawasa» . Al día siguiente, el primer día de ukiran propia
mente dicho, se adora nuevamente a Siva, pero en la forma de Batara Guru
y en el templo de la línea nuclear, «porque en Guru uno ve a su propio gurú
o padre, y así, a través de él, rinde homenaje al origen de la propia fami
lia».33 Llamada tumpek landep -literalmente, el «cierre de lo afilado, de
lo puntiagudo» (durante ese día, no se deberá usar ningún objeto afilado,
puntiagudo, en todo el reino)-, esta festividad se celebra con un simbolis
mo que conecta los instrumentos de violencia, las energías de la virilidad,
los emblemas de la autoridad y los vehículos del carisma. Proporciona un
bello cuadro sinóptico de lo que significaba la soberanía -si ésta es una
palabra siquiera aproximadamente correcta- en la política metafórica del
B ali clásico. 34
Así pues, los rituales reales -y, en esto, los empastes dentales, las or
denaciones, las purificaciones y las consagraciones de los templos no eran
diferentes de las incineraciones- representaban, en la forma de espec
táculo, 42 los principales temas del pensamiento político balinés: el centro
es ejemplar, el estatus es el fundamento del poder, el arte de gobernar es un
arte dramático. Pero hay más que esto, porque los espectáculos ceremonia
les no eran simples embellecimientos estéticos, celebraciones de una do
minación que existían independientemente de ella: eran la cosa en sí mis
ma. La competición para ser el centro de los centros, el eje del mundo, era
j usto eso, una competición; y era la habilidad para poner en escena pro
ducciones de una escala de once tej ados, para movilizar gentes, recursos y
conocimientos la que le hacía a uno un señor de once tejados. No se debe
ría permitir que la naturaleza adscriptiva del sistema de rangos balinés, el
hecho de que el lugar en la jerarquía se heredara en una amplia medida, os
cureciera el importante hecho -importante por más de una razón y de más
de una manera- de que toda la sociedad, desde la cúspide hasta la base,
estaba trabada en una intrincada e inacabable rivalidad por el prestigio, y
que dicha rivalidad era la fuerza impulsora de la vida balinesa. La escala en
la que se manejaba tal rivalidad era mayor en la cima, quizá más infatiga
ble, sin treguas, y ciertamente más espectacular. Pero la lucha de los situa
dos más abajo para estrechar la distancia que existía entre ellos y los si
tuados más arriba, por imitación, y ampliar la que los separaba de los que
estaban aún más abajo, esta lucha era universal.
Una incineración real no era un eco de una política que tenía lugar
en algún otro sitio. Era una intensificación de una política que tenía lugar en
todas partes.
NOTAS
1 . N. del t. : «Plátano grande, burro o macho» -p lanta in en inglés- para cocinar, a di
ferencia de las «bananas» o «plátanos» a secas, consumidos sobre todo crudos.
2. N. del t. : Kraton, «palacio real» en Java y distintas partes de Indonesia.
3 . N. del t. : Suttee es la transcripción habitual inglesa -la transcripción castellana,
también utilizada en inglés, aunque más raramente, es «sati»- de una palabra hindi y urdu,
de origen sánscrito, que designa en la India a la «viuda» que se autoinmola en la pira fune
raria de su marido, así como la propia costumbre.
4. Véase Helms, 1 882, págs. 59-66. He citado anteriormente este pasaje en C. Geertz,
l 977b, donde se pueden encontrar algunos comentarios generales sobre las incineracio
nes bal inesas . Otras descripciones tempranas de incineraciones (ngaben ) que incluyen la
cremación de las viudas (mesatia) -una de una misión holandesa en 1 663 y otra recogi
da por Friederich en 1 847 (la misma que vio Helms)- son citadas en Covarrubias, 1 956,
LA A FIRM ACIÓN POL Í T I C A : E S P E C TÁC U LO Y C EREMONIA 20 1
págs. 377-383 (compárese con Van Geuns, 1 906, págs. 65-7 1 ) ; véase también Anónimo,
1 849. De acuerdo con Van Eerde ( 1 9 1 0), un relato chino menciona una cremación de una
viuda en Java en 1 4 1 6. La incursión holandesa puso fin a las cremaciones de viudas (aun
que no a las cremaciones funerarias, que continúan celebrándose hoy en día), aunque dis
tintos informantes pretenden que se produjeron algunas secretamente bien entrados Jos
años veinte del presente siglo. Sobre el suicidio sati de dos esposas del cakorda de Tabanan
(XVI en la figura 3 ), a la muerte de éste en 1 903 -un acontecimiento que parece haber in
fluido en la decisión holandesa de intervenir en el Bali meridional (véase Hanna, 1 976, pág .
74)-, véase Tabanan, s.f. , pág. 1 1 0.
La caracterización de Helms de las mujeres como «esclavas» ( [N. del t. ] en el texto de
Helms citado por Geertz se utiliza la expresión bondswomen, que designa a «siervas», «es
clavas», mientras que, en la nota, Geertz especifica el estado «bond slaves», aunque pierde
precisión respecto al género. En cualquier caso, esto no afecta al comentario del autor. ) es
seguramente falsa. Mujeres parekan eran sacrificadas ocasionalmente en la cremación de
sus señores, pero se las apuñalaba hasta morir antes de tirarlas a la pira; sólo las esposas
propiámente dichas del señor tenían el estatus suficiente para saltar vivas a las l lamas, a ve
ces apuñalándose ellas mismas a la vez. La identificación que hace Helms de «Surya» -«el
Sol»- con «ln<lra» --que sí es en verdad «El Señor del Cielo»- también es incorrecta: de
bería ser «Siva», a quien los balineses identifican con el sol . Sobre el llamado culto balinés
de la muerte, véanse Wirz, 1 928; Crucq, 1 928; Covarrubias, 1 956, págs. 357-388; Kersten,
1 947, págs. 1 55- 1 70; Lamster, 1 933, págs. 52-65 ; y la pág. 1 96 del presente texto. Para una
buena serie de fotografías de una incineración, véase Goris, s.f. , planchas 4.80-4.93; com
párese con Bateson y Mead, 1 942, planchas 94-96; un grabado (teórico) alemán, datado en
1 620, de una incineración balinesa ha sido reproducido en el frontispicio de Boon, 1 977.
5. La fuerte insistencia de los estudiosos en el lado de las «Creencias» de las religión
balinesa --cosmología, teología, literatura sacra, nociones sobre el espíritu, brujería y de
más- han provocado la falta de descripciones detalladas y cuidadosas de buena parte de la
vida ritual balinesa y, especialmente, de las ceremonias reales. No existe todavía ninguna
relación del todo adecuada técnicamente de una incineración real (ngaben) -para una cre
mación no regia, reciente ( 1 949) y más bien especial, véase Franken, 1 960; compárese con
Mershon, 1 97 1 , págs. 202 y sigs.-; y, sobre el empaste dental -metatah-, apenas exis
ten ni siquiera relatos populares (para una relación muy breve del empaste dental de un tri
wangsa, véase Vroklage, 1 937; compárese con Bateson y Mead, 1 942, plancha 86; Mers
hon, 1 97 1 , págs. 1 47 y sigs., incluyendo una ilustración en pág. 1 49): Mershon ( 1 97 1 , págs.
257-368) también incluye una extensa descripción narrada de un ritual de la corte de Ka
rengasem en 1 937, un rito de purificación del reino l lamado Baligia. Swellengrebel ( 1 947;
compárese con 1 960, págs. 4 7-50) proporciona un relato útil, aunque fragmentario, de una
ordenación, basado en un informe realizado por Schwartz en 1 903 : no hay que confundir,
como se ha hecho a veces, la ordenación con una «coronación» que los balineses no tenían
-se santificaba al rey, no se le instalaba (compárese con Gonda, 1 952, págs. 236, 252)-.
Un análisis textual del ritual, Siva-ratri, se puede encontrar en Hookyaas, l 964a, págs. 1 93-
236: y C. J. Grader ( l 960b) da algunas informaciones dispersas sobre los rituales en los
templos estatales en general. De todas maneras, los «testimonios directos» más valiosos de
las ceremonias reales en la Indonesia índica continúan siendo los de Prapanca sobre los ri
tuales del Shraddha (memorial real) y del Phalguna-Caitra (corte anual) en Majapahit, en
1 362 (véase Pigeaud, 1 960- 1 963, caps. 9, 1 4) . Para referencias generales a la religión bali
nesa, véase capítulo 3, nota 1 02.
6. Entre las más importantes de las formas ceremoniales que llevaban «mensajes» algo
distintos están las ceremonias en los templos de pueblo (véanse Bateson, 1 937; Belo, 1 95 3 :
Hookyaas, 1 977): las famosas representaciones dramáticas d e sombras (véanse McPhee,
202 NE G ARA
1 970; Hookyaas, 1 960; 1 973c); las aún más famosas danzas de bruja y dragón (véanse
Belo, 1 949; Bateson y Mead, 1 942; De Zoete y Spies, 1 93 8 ; C. Geertz, 1 973c; Rickner,
1 972); el Día de Silencio, de limpieza de demonios (véanse Covarrubias, 1 956, págs. 272-
282; Sugriwa, 1 957a, págs. 42-5 1 ; Sudharsana, 1 967) ; los cánticos gesticulados del sumo
sacerdote para atraer a Siva y que lo posea (véase Kom, 1 960; De Kat Angelino y De Kleen,
1 923; Hookyaas, 1 966; Goudriaan y Hookyaas, 1 97 1 ); los ritos de pasaje (Mershon, 1 97 1 );
las festividades reguladoras del ritmo de las tareas del ciclo agrícola (véase la nota 72 del
cap. 3). Para más comentarios sobre la variedad en cómo diferentes formas culturales bali
nesas «dicen», y, en consecuencia, la imposibilidad de condensar la cultura balinesa en un
solo tema, véase C. Geertz, I 977b; l 973h. El fracaso en apreciar el grado en que institucio
nes culturales «afirman» proposiciones distintas, incluso conflictivas, sobre la naturaleza de
la «realidad» , social y de otros tipos, estropea, a mi modo de ver, el comentario general
mente brillante de Dumont ( l 970a) sobre el «principio de jerarquía», un comentario que ha
estimulado el mío propio.
7 . Véase Du Bois, 1 959, pág. 3 1 .
8 . Para un excelente ejemplo de «lectura» de un ritual de Estado (funerales reales en la
Francia de los siglos xv y XVI) en busca de significado político, véase Giesey ( 1 960) que se
ñala en su prefacio:
Si existiese una historia analística accesible de la ceremonia de las cortes balinesas, sin
duda emergería un cuadro similar de evolución irregular (creo que «casualidad» no es exac
tamente la palabra correcta), regularizada por interpretaciones y ajustes post hoc. Así, las
concepciones político religiosas altamente integradas de los balineses durante el siglo XIX
no se heredaban como un patrón fijo que fuera a la deriva a través de las edades, sin con
tacto alguno con los procesos históricos, sino que más bien eran el producto de un proceso
continuo de cambio tanto en las formas concretas del ritual como en el significado simbóli
co que se les otorga, en gran medida, otra vez, de forma implícita.
Sobre el problema de los rituales reales como afirmaciones políticas en general (en
este caso sobre los «progresos» inglés, j avanés y marroquí), véase Geertz, l 977a. Para un
comentario general sobre el problema de la interpretación cultural en los términos aquí
empleados, véanse C. Geertz; 1 973b; 1 973c; 1 973f; 1 973h; 1 973i; 1 975; 1 976a; 1 976b.
Sobre las aproxi maciones hermenéuticas a las ciencias sociales de manera más general,
véanse Radnitsky, 1 970; Giddens, 1 976; Berstein, 1 976; Taylor, 1 97 1 ; Ricoeur, 1 970; Ga
damer, 1 976.
LA A FIRMACIÓN POL I TICA: E S P E CTÁ CULO Y CEREMONIA 203
9. Fragmentos enteros del pasaje que sigue han aparecido en una forma aproximada
mente igual en C. Geertz, 1 976a.
1 0. N. del t. : La traducción de esta oración es una adaptación libre del texto de Geertz
para hacer más comprensible la analogía utilizada por el autor a la mayor parte de los lec
tores hispanohablantes . Donde Geertz hablaba de «béisbol» (y de bat, hit, inning, left jiel
der, squeeze play, hanging curve, tightened infield o, más adelante, catcher's mitt, literal
mente «bate», «golpe», «entrada», <�ugador de campo izquierdo», <�uego exprimido o corto»,
«curva colgante», «campo interior apretujado» o «guante del receptor»), se habla de fútbol
lo que evita, al menos en muchos casos, que el lector tenga que enterarse de que un squee
ze play es un juego corto de bate para permitir avanzar a los hombres colocados en base, de
qué es un jugador de base . . . Se ha preferido esta estrategia de «traducción cultural» a la al
ternativa, también eficaz, de ilustrar la analogía de Geertz a partir del desconocimiento de
las partes opuesto a un presunto conocimiento básico del todo, al mantener la terminología
beisbolística (lo que acentuaría el paralelismo momentáneo con la impresión que pueda
causar la descripción de la incineración del rey balinés).
1 1 . N. del t. : Tanto «trama» como plot (la palabra elegida por Geertz) significan tanto
«argumento» como «conspiración», riqueza de matices que puede ser conveniente tener en
cuenta.
1 2. N. del t. : «Consciencia perceptiva» es un intento de traducir la palabra inglesa sen
tience, que se refiere tanto a la capacidad de sentir, de percibir a través de los sentidos, como
a la consciencia de dichas percepciones y del proceso intelectivo consiguiente.
1 3. Para una investigación general de tipo filológico-textual de estas ideas-imágenes,
investigación con la que estoy en deuda, véase Hookyaas, l 964a. Sobre el concepto de sek
ti, véase también Gonda, 1 952, pág. 1 34. Sobre el concepto de padmasana, véase Gonda,
1 952, págs. 1 35- 1 96. Sobre el concepto de lingga, véanse Gonda, 1 952, págs. 55, 1 96; Stut
terheim, 1 929; Bosch, 1 924 (aunque respecto a Java). Para buwana (bhuwana, bhuvana)
agung I buwana alit, véanse Gonda, 1 952, págs. 1 1 - 1 1 2; Hookyaas, 1 966, págs. 29-30, 33,
73-75 y plancha 27. Excepto en extractos textuales, he transcrito las palabras sánscritas de
acuerdo con la pronunciación y la transcripción balinesas; la utilización de «dios» en el tex
to podría ser igualmente «dioses», dada la fácil alternancia balinesa entre concepciones mo
noteísta, panteísta y politeísta de lo divino (en cualquier caso, las categorizaciones anterio
res son occidentales); y, naturalmente, el lingga es visto como de Siva --<:on lo que sería
más exacto decir Siva-lingga-, más que de un «dios» genérico. Para una lista de los prin
cipales dioses índicos reconocidos en Bali, véase Covarrubias, 1 956, págs. 3 1 6-3 1 8 ; com
párese con Sugriwa, s.f. págs. 1 7-2 1 .
1 4. Sobre el problema de l a polisemia de los símbolos religiosos en general, véase Tur
ner, 1 967 .
1 5 . Padmasana. El sistema de dios-dirección-viento-color-etc. es extremadamente com
plejo y no absolutamente invariable, ni siquiera completamente consistente internamente.
Para la versión simple ofrecida en el texto, y la que conocen la mayoría de los sacerdotes
de los templos balineses, véanse Swellegrebel, 1 960, pág. 47; Belo, 1 953, pág. 27. Otra ver
sión, más importante en diversos aspectos, es la de los «ocho pétalos», con nueve dioses y
ocho direcciones (N, NE, E, SE, S . . . ) alrededor del centro (véase Gonda, 1 952, pág. 1 32;
Hookyaas, 1 964a, pág. 52; Moojen, 1 926, pág. 28; Van Eerde, 1 9 1 0; y Swellengrebel, 1 947,
cuya versión es particularmente completa, incluyendo correlaciones de plantas, flores, ár
boles, animales sacrificiales . . . ). El patrón índico de múltiples nombres para un mismo dios,
múltiples identificaciones de dioses denominados de distintas maneras, y fusiones directas
de los dioses, simbolizando la noción de que dios es uno y muchos a la vez, se da plena
mente en Bali y complica aún más la superficie del patrón (véase Gonda, 1 952, pág. 1 32;
Hookyaas, l 964a, pág. 28). Pero la imagen básica del más alto de los dioses principales en
204 NEGARA
el corazón del loto con los menores desplegados alrededor es tan fija como fijo puede ser
algo en BalL
Como todos los altares de los templos en Bali --de los cuales tal vez sea el más im
portante-, el padmasana varía mucho en el grado de elaboración de su ornamentación gra
bada --de acuerdo con la importancia general y la elegancia del templo, siendo los más ela
borados, claro está, los conectados con la realeza-. En la base del pilar suele haber una
representación de la tortuga sobre la que reposa el cosmos. Alrededor del cuerpo de la co
lumna se encuentran enrolladas, a veces, una o dos serpientes fantásticas, símbolos de car
nalidad, vitalidad y violencia animal . Por encima de las serpientes, se pueden encontrar mo
tivos de montañas, representando el reino humano de la vida en la tierra. Finalmente, el
trono propiamente dicho -normalmente a seis pies sobre el suelo, de manera que es más
alto que la cabeza de un adorador de pie, pero no tan alto como para que dicho adorador no
pueda alcanzarlo (versiones más elaboradas pueden ser más altas, incluyendo escalones
para facilitar el acceso)-, es una simple silla de piedra, descubierta bajo el Sol y mirando
al centro del templo. Así pues, iconográficamente, todo el altar es una representación del
cosmos, desde la tortuga subacuática hasta el Dios Supremo, «que es puro, sin mancha ( . . . )
e inimaginable» (Hookyas, 1 964a, pág. 1 40; Covarrubias, 1 956, págs. 6-7 ; Ardana, 1 97 1 ,
págs. 1 9-20). En los templos más importantes, este simbolismo de la imagen del mundo
pudo ser mucho más detallado de lo que aquí se ha descrito.
Un esbozo de un templo típico mostrando la ubicación del padmasana (kaja-kangin: la
esquina del nordeste en el templo de la corte del Bali meridional , la esquina suroeste en el
Bali septentrional ; es decir, hacia el Monte Agung, por encima del cual Siva / Surya presi
de sobre swerga, el reino de los dioses) se puede encontrar en Covarrubias, 1 956, pág. 265,
con una representación de un artista en la página siguiente. Un esbozo similar, con un tex
to más fiable, aparece en Belo, 1 953, pág. 1 5 ; el emplazamiento del padmasana entre el
despliegue de los altares de templos es tratado también por Van de Kaaden, 1 937. Para un
esbozo de un templo del norte de Bali, con el padmasana hacia el suroeste, véase Lamster,
1 933, pág. 33. Se pueden encontrar fotografías de padmasana en Goris, s.f. , plancha 4.28;
Moojen, 1 926, planchas 1 9, 1 24- 1 28, 1 62, 1 77, 1 85 ; Hookyaas, l 964a, figuras 7- 1 1 , una de
las cuales (figura 9) es un buen ejemplo del grado de elaboración que pueden alcanzar los
templos estatales, y otra (figura 1 0) que muestra un ejemplo con tres sillas, para Siva, Vis
nú y Brahma, en el templo panbalinés de Besakih. Para este último, véase Moojen, 1 926,
planchas 203-204; indica que es «nuevo», habiéndose construido en 1 9 1 7. Uno todavía más
nuevo (alrededor de 1 960) y más espectacular, hecho en coral blanco, midiendo treinta o
cuarenta pies de altura, y con un relieve de oro de Siva en la espalda de la silla, fue cons
truido por el movimiento religioso reformista Parisada (véase C. Geertz, 1 972b; 1 973e; Ba
gus, s.f. , Astawa, 1 970; Parisada, 1 970) y hoy linda con la plaza principal de Den Pasar, la
capital de Bali.
Por lo que sé, no existe ninguna descripción sistemática de las ofrendas accesible (ban
ten, una forma elevada del sánscrito bali, que significa «tributo», «presente» , «oblación» ;
véase Hookyaas, l 964a, pág. 208) ; s i n embargo, s e puede encontrar alguna información en
diversos puntos de Bel o, 1 953, y Hookyaas -Van Leeuwen Boomkamp, 1 96 1 ; compárese
con Mershon, 1 97 1 , págs. 34 y sigs., o Stuart-Fox, 1 974. El principal trabajo sobre icono
grafía en Indonesia es Bosch, 1 948 (para el simbolismo del loto, véanse págs. 35-40, 1 33-
1 44, planchas 1 3- 1 6).
Postura de loto. Para una descripción (originalmente de un tratado de prosa en antiguo
javanés del siglo xv1; compárese con Van der Tuuk, 1 897- 1 9 1 2, bajo la rúbrica de «padma
sana» ) : las plantas de los pies sobre los muslos, las palmas hacia arriba, la espalda y el cue
llo derechos, los ojos fijados en la punta de la nariz, los dientes de la mandíbula y del ma
xilar superior separados por la punta de la lengua ( . . . ) véase Hookyaas, l 964a, pág. 98 (en
LA A FIRM ACIÓN POLÍ TICA: E S PECTÁCULO Y CERE MONIA 205
Debu-teja significa estar dotado de fuerza; dibya cak�u quiere decir estar dotado
con poderes extraordinarios; dibya-bala significa estar dotado con numerosos parientes
y ser un refugio para las gentes ; dibya-darfona-du ra es la facultad de ver cerca lo que
está lejos y de conocer el corazón de otra gente (éste es el fruto de la práctica del pad
masana, la fuerza es su fruto).
Fue en ese día [el decimocuarto del mes lunar de Phálguna] cuando Siva se mani
festó por primera vez como el maravilloso e interminable Linga, para confundir las pre
tensiones tanto de Brahma como de Visnú, que estaban disputando cuál era la divinidad
206 NEGA R A
más grande. Para decidir l a discusión, acordaron que s e debería reconocer como a l más
grande a aquel que fuera el primero en establecer los límites del objeto extraordinario
que había aparecido de repente ante ellos. Partiendo en distintas direcciones, Visnú se
propuso alcanzar la base, Brahma la cima; pero, después de algunos miles de años in
vertidos en el intento, el final parecía tan remoto como siempre, y ambos volvieron des
concertados y humillados, y confesaron la vasta superioridad de Siva.
Para fotografías de lingga balineses de piedra, véase Hookyaas, l 964a, figuras 1 6-20.
Los lingga pueden también representarse en pinturas (véase Hookyaas, 1 964a, figura 1 5),
junto con dioses representados iconográficamente, mantras escritos y demás. Sobre los
lingga en Bali, véase también Sttutterheim, 1 929; sobre el «culto al lingga» en la Java tem
prana, véase Bosch, 1 924.
«Sobre la tierra, el gobernante actuaba en nombre de S iva . . . » está en Hookyaas, 1 964a,
pág. 1 43, citando a Krom ( 1 93 1 , pág. 1 24). La «profunda conexión espiritual» también se
podría postular como imperante entre el orden divino, la dinastía reinante y el sacerdocio
brahmana. Esta argumentación fue avanzada en primer lugar por Bosch ( 1 924), principal
mente a partir de material camboyano. Para el rey balinés llamado «lingga del mundo»,
véase Gonda, 1 952, pág. 1 96; Grader, l 960b.
Sobre el hisopo como lingga, véase Hookyaas, l 964a, págs. 1 43, 1 48- 1 50. Sobre el hi
sopo o aspersorio (lis) y sobre la acción de asperjar (melis, es decir, «purificación»), véase
Hookyaas-Van Leewen Boomkamp, 1 96 1 . El rito completo incluye: primero, la aspersión
de los altares para que los dioses puedan sentarse en ellos; entonces, la presentación de las
ofrendas a los dioses después de que se hayan sentado en dichos altares, así como la asper
sión de los propios adoradores, inclinados haciendo una reverencia mientras se llevan las
manos a la frente en señal de homenaje (sembah) delante de los dioses sentados; esta reve
rencia completa la «comunión». Para una breve descripción, véase Belo, 1 953, págs. 47-52;
para un intento de refilón de describir algo de su significado y de su atmósfera, véase C.
Geertz. El agua bendita puede ser producida prácticamente por todo el mundo (o incluso re
cogida de ciertos manantiales y lagos sagrados), pero sólo la que procede de los sumos
sacerdotes tiene potencia suficiente para ser utilizada en las ceremonias reales. Para des
cripciones del complejo ritual mediante el cual el sumo sacerdote prepara el agua bendita
después de conducir el alma de Siva dentro de su cuerpo y de unirla con la suya propia, véan
se Hookyaas, 1 966, págs. 35-42; Gonda, 1 952, págs. 1 67- 1 68 ; compárese con Goris, 1 926.
Sobre el agua bendita como «el misterio central de la religión hindú balinesa ( . . . ) llamada
Ágama Tirta, la Religión del Agua Bendita», véase Hookyaas, l 964a; compárese con Gon
da, 1 975. De nuevo, el simbolismo del linnga-en-el-loto es también una unificación icono
gráfica de los principios masculino y femenino. Para el fondo indológico, en el cual dicha
unificación aparece como la padmayoni, véase Zimmer, 1 955, vol. 1 , págs. 1 68 y sigs.
(compárese con Boch, 1 948, págs. 1 96- 1 99).
Sobre el kris (pero con precauciones), véase Rasser, 1 959b. Sobre el tocado sacerdotal,
véase Gonda, 1 952, pág. 1 96; Stutterheim, 1 929. Sobre el alma que va al cielo, véase Swe
llengrebel, 1 960. El lingga en el cual monta el alma es una transformación de la «enorme
serpiente pintada a franjas blancas, negras y doradas» que Helms, en su relato (véase la nota
1 1 0 del cap. 3), supone que es muerta por los disparos de flechas-flores efectuados por el
sumo sacerdote durante la cremación (véase Covarrubias, 1 956, pág. 387). Sobre la cima de
la torre de cremación de un noble, véase Covarrubias, 1 956, pág. 369. Sobre el andamiaje,
véase Gonda, 1 952. Gonda ( 1 952, pág. 369) también menciona «una especie de ídolo, re
presentado en las monedas, palos de sándalo o partes del lontar [una clase de palmera] » que
sería apelado lingga en Bali, e incluso sugiere que los volcanes pueden servir como símbo
los lingga (véase también Covarrubias, 1 956, pág. 290). Motivos de lingga aparecen en di-
LA A F IRM A C I ÓN POL ( T I C A : E S P EC TÁC U LO Y C ERE MON I A 207
para casas de muy alto estatus, también aparece dalem -un préstamo lingüístico del javanés
que también significa «dentro»- para personas y sub-dadia de muy alto estatus, «regio». De
hecho, Dalem es quizá la manera más corriente de referirse al rey, su familia inmediata y su
residencia. Para la imaginería jaba / )ero en el Estado tradicional javanés, donde, si acaso, era
todavía más omnipresente, véanse Rouffaer, 1 93 1 ; Moertono, 1 968, pág. 27; C. Geertz,
1 956, págs. 47-56. Para su uso en el pensamiento religioso javanés -que, como lahir y ba
tin, ha sobrevivido a la traducción a términos islámicos-, véase C. Geertz, 1 960, parte 3 .
Sobre los pura (donde l a división es frecuentemente triádica, con u n patio d e fuera y otro
de «medio fuera» -jaba tengah- opuestos a uno de dentro), véase Ardana, 1 97 1 , págs. 1 6-
1 8 . Sobre los jero o los puri, véanse Van der Kaaden, 1 937; Moojen, 1 926, págs. 7 1 -78 y
planchas 23-59 (compárese para Java con Stutterheim, 1 948; Pigeaud, 1 960- 1 963, cap. 2,
«La Capital»). Sobre el loto, véase Hookyaas, l 964a, pág. 1 59. Los otros ejemplos fueron
ofrecidos espontáneamente por diversos informantes.
2 1 . Para un análisis de las concepciones de identidad personal en tanto que tipificacio
nes culturales que las definen, véanse C. Geertz, I 963b; I 976a.
22. Los términos puri, «palacio», y pura, «templo», derivan de una misma palabra
sánscrita (puri) que significa «ciudad fortificada» ; y, de hecho, en textos antiguos, puri se
utilizaba para ambos significados (véase Gonda, 1 952, págs. 1 96- 1 97, 2 1 9; véase también,
en la presente obra, introducción, nota 1 ). Compárese con el manual javanés Nawanataya
para la adecuada conducta de los funcionarios de la corte:
¿A qué se llama el nagara? A todos aquellos sitios a los que uno puede ir (fuera del
complejo), sin pasar a través de arrozales. ¿Qué es el pura? Dentro del Pabellón Rojo.
¿Cuál es la esencia del puri? Dentro ( ... ) del patio principal del Complejo Real (Pige
aud, 1 960- 1 963, vol. 3, pág. 1 2 1 ).
23. Para un amplio resumen del simbolismo «cosmológico» de los palacios y ciudades
tradicionales desde Egipto y Mesopotamia hasta China y Mesoamérica, véase Wheatley,
1 97 1 , especialmente cap. 5. Compárese con Eliade, 1 954; 1 963. Para el sureste asiático, véa
se Heine-Geldern, 1 930.
24. El plano, que ya había sido reproducido antes en una forma más general (véase
Geertz y Geertz, 1 975, pág. 1 44), fue dibuj ado y explicado por Cakorda Gdé Oka Ijeg
(véase capítulo 1 , nota 5), que vivió allí durante los primeros trece años de su vida. El rey
reinante (Déwa Agung) del momento era todavía joven -pereció en el puputan-, habien
do muerto su padre recientemente. Muchos detalles han sido omitidos del plano, que tam
bién se ha regularizado un poco. Para una representación más literal de la disposición de un
puri (el de Gianyar), véase Moojen, 1 926, pág. 73. Para fotografías del puri de Klungkung,
véase Moojen, 1 926, planchas 5 1 , 56. Una breve descripción de Puri Gdé Tabanan se ofre
ce en Van Geuns, 1 906, págs. 72-75.
25. El «templo del dadia real» (2) es el templo de toda la casa de Klungkung, confia
do en cualquier momento concreto a la administración del rey reinante, en este caso de
Déwa Agung. El «templo del sub-dadia real» ( 1 0) es un templo de un alcance más estrecho,
que, en 1 905, incluía en su congregación a todos los descendientes -patrilineales- del bi
sabuelo del rey (además de sus esposas incorporadas ritualmente), incluyendo, claro está, al
rey reinante. Sobre todo esto, véase Geertz y Geertz, 1 975, págs. 1 43- 1 52.
26. Sobre la distribución por el país de las líneas reales colaterales, véanse pág. 84 y
mapas 2 y 3.
27. De los otros espacios sacros, los números 6 y 7 eran fundamentalmente lugares
para complacer a los dioses, y el número 4 era para aplacar a los demonios. El número 8 era
un símbolo del Monte Meru, del cual enseguida diremos algo más, junto con las verjas (3,
LA A FIR MACIÓN POL Í TIC A : E S P E C TÁC U LO Y C EREMONIA 209
1 5, 1 6). El 5 era una plataforma de piedra, levantada y cubierta, donde se reunían los jueces
reales para decidir los casos (véase conclusión, nota 9). El 1 0, tal como se ha señalado, era
un templo de sub-dadia supuestamente fundado por el hermano del abuelo paterno del rey
reinante cuando, a su vez, era rey reinante, mientras que el 1 4 era el templo de origen de la
línea real de Mengwi , cuyo final se ha descrito (véase pág. 27); no fui capaz de determinar
por qué ese templo se hallaba allí ni cuál pudiera ser su función en 1 905.
28. Aunque en el diagrama sólo se indica el padmasana, el templo de la línea nuclear
contenía un gran número de altares, pabellones y demás, cada uno con su significación pro
pia. Para diagramas completos de templos reales, véase Van der Kaaden, 1 937; Moojen,
1 926, pág. 72.
29. Más precisamente, el templo es el asiento (expresión, encamación, locus) del ca
risma I sekti de la dinastía; el ukiran es el asiento (expresión, etc.) del carisma I sekti del pa
lacio y, más ampliamente, del negara como un todo (dinastía-palacio-capital-reino). Sobre
el eje del mundo (axis mundi) como una categoría religiosa general, véase Eliade, 1 963,
págs. 374-379, aunque su formulación no es lo suficientemente relativista como para enca
jar con los datos balineses, donde tales ejes no son estratificados, sino competitivos.
30. Estas «semanas» y «años», repito, no son semanas y años en el sentido occidental,
sino productos de las maquinaciones de un complejo calendario permutacional que define
categorías c u alitativas de tiempo en términos de la i nteracción de ciclos, de distinta dura
ción, de días con nombre (véase capítulo 3, nota 94). Para las wuku y el calendario de festi
vidades balinesas, véase Goris, l 960b; para los significados de ukiran, véase Van Eck,
1 876m, pág. 1 2, que transcribe hoekir.
Aunque el comentario en el texto versa sobre las casas reales (es decir, las «líneas nu
cleares» de los señores supremos) en tanto que formas paradigmáticas, el patrón es el mis
mo, en una versión reducida, en los niveles nobles, secundario, terciario y demás ( «perifé
ricos»), y en las casas de ramas menores i mplicadas (jero). En muchas de éstas, puede no
haber un patio del ukiran como una entidad separada, ubicándose, sea en la cámara interior,
sea en las estancias de residencia del señor, o en el límite entre ellas (véase, por ejemplo,
Moojen, 1 926, pág. 70, figura 1 3 ; sin embargo, lo traduce incorrectamente como «residen
cia» [woning] del <<jefe residente» [hoofdbewoner]).
3 1 . Sobre la concepción índica del Monte Meru (Sumeru, Mahameru) -«la montaña
cuadrangular central del universo ( . . . ) que se eleva desde el punto medio de la superficie de
la tierra, algo al norte de los confines del Himalaya, como el eje vertical del cosmos con for
ma de huevo . . . »-, véase Zimmer, 1 955, vol. 1 , págs. 47-48, 245 . Para sus expresiones in
donesias (y un intento de asociarlas con el tallo del loto), véase Bosch, 1 948; compárese con
Stutterheim, 1 926; Stohr y Zoetmulder, 1 968, págs. 308-3 1 2; Gonda, 1 975.
La «figura del teatro de sombras» es la llamada gunungan («montaña») o kayon ( «bos
ques»), casi un triángulo de piel translúcida, pintado para asemejarse a los bosques de las
tierras altas, que funciona como una especie de cortina en la obra (véase, aunque con pre
caución, como siempre, Rassers, l 959a, págs. 1 68- 1 86). Sobre las «ofrendas de comida»,
enormes montones de arroz ornamental, véanse Groneman, 1 896; Tirtokoesoemo, 1 93 1 .
Sobre la significación del Monte Agung (realmente se supone que los dioses moran por
encima de él más que sobre él) y el sistema direccional al que se asocia, véanse Swellen
grebel, 1 960; Covarrubias, 1 956, págs. 4- 1 0 ; Hookyaas-Van Leeuwen Boomkamp, 1 956.
Como se ha indicado antes, agung significa «grande», «principal», etc. Además del altar del
Monte Agung, se encuentran a menudo otros altares parecidos, representando otros volca
nos del interior de la isla: Gunung Batur o Gunung Batu Kau (véase capítulo 3, nota 98).
Para algunos dibujos de estos altares, pequeñas estructuras de madera y piedra con tejados
con forma de pagoda, véase Covarrubias, 1 956, opuesto a la pág. 266. Sobre el templo su
premo, Besakih, véase pág. 65.
210 NEGA R A
Para altares d e Meru como tales, véanse Moojen, l 926m, págs. 85-96 (aunque n o todo
lo que ahí se dice puede ser tomado sin críticas), y planchas 74, 79, 84, 1 48, 1 83 , 1 84, 1 98,
200-202; Goris, 1 938; Goris, s.f. , planchas 4.3 1 , 4.34, 4.45 ; Covarrubias, 1 956, pág. 268;
Van Eerde, 1 9 1 O. El número de tejados de Meru -que siempre es impar- refleja al dios
-y el estatus del dios- a quien se dedica la estructura: once para Siva, nueve para Brah
ma o Visnú, y así sucesivamente (véase Van Eerde, 1 9 1 0). También refleja el estatus de los
propietarios del templo (véase capítulo 4, nota 40). Pueden haber múltiples altares de Meru
en un templo, y el centro de un Meru forma un paso [una especie de «chimenea cósmica»]
abierto por el cual los dioses descienden al templo. Para una pintura de un altar de Meru en
un templo real (Bangli), véase Lamster, 1 933, pág. 3 1 .
Sobre el aspecto del «símbolo de la naturaleza» de Meru, véanse, para la India, Zimmer
1 955, vol . 1 , pág. 48; para Java, Rassers, l 959a, págs. 1 73 y sigs . ; para Bali, Moojen, 1 926,
págs. 90-92, y Van der Hoop (citado en Goris, s.f. , pág. 29). Todos estos estudiosos con
templan el motivo de la montaña como «preindio» o, incluso, «preario»; parte de un com
plejo simbólico arcaico reflejado también en las pirámides egipcias, los zigurats babilonios,
la Torre de Babel, etc . (compárese con Eliade, 1 954; Wheatley, 1 97 1 , págs. 4 1 4-4 1 9). Pero
todo esto, además de ser altamente especulativo, es de un uso muy incierto para interpretar
las concepciones balinesas del siglo XIX. Para una interpretación del gran monumento java
nés, Borobudur, como una imagen de Meru, véase Mus, 1 935, vol . 1 , págs. 35 y sigs . ; com
párese con Bemet Kempers, 1 959; 1 976. Sobre Angkor desde este punto de vista -uno que
conecta toda la cuestión con las ideas tántricas referentes al mandala-, véanse Mus, 1 936;
1 937. Para un mito javanés datado entre los siglos xvy XVI, que relata el transporte del Mon
te Meru desde la India a Java para dar estabilidad a la isla de Bali �s decir, para que de
jase de temblar- de tal forma que los hombres pudieran habitarla, véase Pigeaud, 1 924.
Sobre la iconografía balinesa de verjas --de dos alas o cubiertas-, véase Moojen, 1 926,
págs. 96- 1 03, planchas 2, 1 7, 1 8, 35, 37, 43, 45, 47, 5 1 , 75, 76, 87, 97, 98, 1 09, 1 1 0, 1 1 4, 1 1 5,
1 1 8, 1 20, 1 40- 1 42, 1 50, 1 5 1 , 1 56, 1 58, 1 59, 1 68, 1 73, 1 74, 1 9 1 , 1 92, 1 95 . Compárese con
Covarrubias, 1 956, págs. 266-267. Para buenas fotografías de la verja de alas de Besakih,
véase Goris, s.f. , planchas 4. 1 9, 4.20; véase también 4.2 1 , y para un verja cubierta, 4.22. Pin
turas sobre verjas, de dos alas o cubiertas, se reproducen en Lamster, 1 933, pág. 2 1 . La rela
ción entre estos dos tipos de verjas de imagen de montaña ha sido más discutida que aclara
da. Se ha mantenido que la verja exterior de dos batientes representa las dos mitades del
Monte Meru, separadas por Siva para invitar al paso; sobre la verja interior cubierta, y habi
tualmente superpuesta con tejados de Meru en piedra, se ha dicho que representa su reunión,
para significar la culminación del paso. Se ha mantenido que la verja de dos alas representa
la separación de lo masculino y lo femenino; la cubierta, su identidad. Se ha mantenido que
la verja de dos alas representa la diversidad de Dios, y la cubierta, Su unicidad. Y así sucesi
vamente. Estas interpretaciones diversas no son incompatibles, claro está, dada la polisemia
y la hiperdeterminación del simbolismo balinés, pero la cuestión continúa siendo confusa. Y
la etimología no ayuda mucho. Candi, que deriva de un nombre de Durga, es un antiguo
nombre javanés para un monumento sepulcral, un significado que parece haber perdido en
Bali, mientras que bentar significa «alto», «el más alto» . Por lo que respecta a padaraksa,
significa «casa de guardia», «guardián», «enclave fuerte» (véase Gonda, 1 952, págs. 1 96,
1 98 ; Van Eck, 1 876, págs. 40, 1 94). La monografía sobre arquitectura balinesa -que reem
plazaría a Moojen ( 1 926), útil, pero no muy bien informada- podría empezar con una in
vestigación sobre las entradas balinesas, domésticas, palaciegas y de templos.
32. Sobre el kris y el diseño del kris -forma del mango y de la hoja, damasquina
dos-, véanse Rasser, 1 959b; Groneman, 1 9 1 0; Jasper y Pimgadie, 1 930; Meyer, 1 9 1 6-
1 9 1 7 ; Solyom y Solyom, 1 978; Carey, 1 979, nº 58. Relatos javaneses sobre kris, que tienen
aproximadamente la misma forma que los balineses, se pueden encontrar en Pigeaud, 1 938;
LA A FIRM ACIÓN POL I TIC A : E S PECTÁC U LO Y C ERE MONIA 21 1
para un ejemplo balinés, véase De Zoete y Spies, 1 938, págs. 299-300; compárese con
Worsley, 1 972, pág. 2 1 . Sobre reliquias en general, véase, para Java (donde son llamadas
pusaka), Kalff, 1 923 ; para Bali, véase Swllengrebel, 1 94 7 y, especialmente, Worsley, 1 972,
págs. 2 1 , 52-53, 2 1 8-2 1 9, donde hay un comentario desarrollado sobre el papel de las reli
quias, krises, vestiduras o cualquier otra cosa implicada en la legitimidad real. Las waris (o
pusaka; otro término balinés frecuente es kaliliran) no son únicamente armas, naturalmen
te, sino que incluyen cualquier cosa transmitida de generación en generación a la que se
atribuye significación religiosa y poder, englobando la tradición como un todo (por ejem
plo, como en Rawi, 1 958).
33. Las citas han sido extraídas de Goris, 1 960b. Niwatakawasa es un rey demonio
contra el cual lucha Arjuna ( [N. del t. ] uno de los hermanos Pandava, protagonista principal
junto con Krisna-Visnú, del célebre poema épico indio Mahabarata) en la epopeya medie
val javanesa conocida como A rjuna Wiwaha. Sobre la i mportancia de la noción de «origen»
y de «punto de origen» -kawitan- en Bali, véase Geertz y Geertz, 1 975.
34. Tumpek designa verdaderamente a la jornada que señala el fin de cinco wuku, es
decir, cada treinta y cinco días. Todos los tumpek --que «cierran» alguna cosa y, consi
guientemente, anuncian la «abertura» de otra- son festividades en las que se celebra aque
llo con lo que se identifica su wuku: campos secos, cría de animales, teatro de sombras, etc . ;
Tumpek Kuniligan está entre las celebraciones populares más importantes d e Bali, conme
morando el retorno al cielo -varios días antes- de los ancestros incinerados que han des
cendido a la tierra durante la semana anterior. Sobre todas estas cuestiones, véanse Goris,
1 960b; Sugriwa, 1 957a, págs. 29 y sigs. Tal como indica Sugriwa (pág. 30), hoy en día, el
Tumpek Landep, asociado con las viejas casas reales y con sus dirigentes, ha perdido im
portancia, pero se continúa observando. Para un equivalente javanés del Tumpek Landep
-llamado Nyiram, de «lavar», «bañar», «purificar»-, véase Groneman, 1 905 .
N. del t. : Geertz utiliza diversas expresiones para referirse a «fiestas» o «festividades» .
U n a d e ellas es holiday, que tiene diversos significados relacionados, aunque s e tiende a
identificar, un tanto abusivamente, desde el castellano, con «vacaciones» ( más exactamen
te vacation); la palabra tiene la ventaja de que su etimología evidente («día santo, sacro»)
coincide con el tipo de festividad balinesa. Otra palabra utilizada por Geertz y cuya traduc
ción puede no acabar de satisfacer es festival, referido a las «grandes festividades o cele
braciones», a menudo de carácter religioso pero no restringidamente litúrgico, lo cual en
caja bien con los casos balineses.
35. Los espacios cívicos (incluyendo la plaza pública -también llamada bancingah
de la cual dichos espacios eran, en cierto sentido, una extensión) formaban el terreno so
bre el cual se juntaban, más íntimamente que en ningún otro sitio, los de «fuera» del palacio
-los kawula, los súbditos del reino, convocados al tañido del gong rajado-, y los de «den
tro» del palacio -los punggawa, los señores del reino-. De nuevo, esto ocurría principal
mente con ocasión de las grandes ceremonias. Pero también ocurría en las asambleas para
la guerra, en los días de audiencia del rey, y en relación con las deliberaciones del tribunal
real.
Los espacios camerales funcionaban tanto como estancias privadas del rey como en ca
lidad de oficina y despacho del soberano. Era en ellos donde el cadáver del rey ---0 de cual
quier miembro de la familia real- era lavado, amortaj ado, salmodiado, objeto de cualquier
otro tipo de preparación ritual antes de ser trasladado a los pabellones funerarios para su ex
posición pública. En ellos dormía el rey cuando no yacía con una de sus mujeres. Y en ellos
se forjaban y se quebraban los vínculos de alianza, clientelismo y dependencia ya descritos,
es decir, se «politiqueaba».
Los espacios residenciales -pivotando simbólicamente alrededor de los templos fami
liares- se modulaban muy cuidadosamente de acuerdo con la cortesía imperante, cali-
212 NEGA R A
brando las complejas diferencias e n rango entre las distintas variedades d e esposas regias y
su progenie, y las no menos complejas diferencias generadas por el modelo de «hundi
miento de estatus».
Finalmente, en los espacios impuros, hombres y demonios se ponían en contacto. Tam
bién aquí la ceremonia era omnipresente, sólo que, en este caso, se invertía su forma de ope
rar. En lugar de intentar atraer lo infrahumano hacia lo suprahumano, minimizando o inclu
so borrando el contraste entre el primero y lo propiamente humano, se pretendía mantener
a raya lo animal y lo infrahumano maximizando su contraste con lo humano. De hecho, toda
la dinámica de la jerarquía balinesa implica el intento de acercarse -por imitación- a los
rangos más altos, y de distanciarse -por diferenciación consciente, «desimitación» o imita
ción negativa- de los más bajos (véase más adelante la conclusión). Sobre la fobia balinesa
respecto a la animalidad, vista desde este punto de vista, véase Bateson y Mead, 1 942. So
bre las creencias balinesas en demonios, véanse Mershon, 1 970; Belo, 1 949; Covarrubias,
1 956, págs. 320-358, aunque este último confunde completamente demonios y brujas (com
párese con De Kat Angelino, 1 92 1 d).
36. Véase Bateson, l 972b.
37. Cuántos plebeyos son incinerados es algo muy difícil de establecer, incluso para el
presente siglo, por no decir nada del pasado. Hookyaas (s.f. ) dice que «quizá sólo se inci
nere a una décima parte de la población balinesa» ; Swellengrebel ( 1 960, citando a Bhadra,
s.f. ) dice que un 30 %. Como la cremación es obligada para todos los triwangsa -y la am
plia mayoría de ellos la lleva a cabo--, la proporción de sudras incinerados no puede haber
sido nunca muy alta, aunque, teniendo en cuenta su población, el número [absoluto] sí ha
bría sido significativo. Los sudras, y muchos triwangsa, eran enterrados, habitualmente por
un largo período de tiempo (a veces, veinticinco o treinta años), antes de ser exhumados
para la cremación. Pero, a los grandes señores se los embalsamaba y se guardaban -a ve
ces, también por largos períodos de tiempo-- en la corte privada de su puri o jero (véase
nº 23 en figura 1 1 ), antes de incinerarlos. No se podía enterrar a los sacerdotes brahmana, y
se los incineraba tan rápido como fuese posible, idealmente en el transcurso de ocho días
desde su muerte. En el otro extremo, una pequeña parte de la población -los llamados Bali
Aga ( [N. del t. ] supuestos autóctonos pre-Majapahit)- no practicaba en absoluto la incine
ración (véase Bateson y Mead, 1 942, págs. 46, 232). En general, cuanto más alto era el es
tatus de la familia, más le incumbía la incineración y más rápidamente se debía celebrar, al
menos en teoría, existiendo períodos específicos recomendados para los distintos varnas
(véase Friederich, l 959m, pág. 84). El momento de la cremación también dependía de con
sideraciones sobre el calendario (de los 2 1 0 días del año balinés, solo doce eran convenien
tes ; véase Kersten, 1 947, pág. 1 59), y, sobre todo, claro está, de otras de índole práctica.
38. Véase Goris, s.f., pág. 1 26. Casi todos los observadores han resaltado la enorme di
mensión y el enorme gasto de las incineraciones balinesas. Covarrubias ( 1 956, pág. 359) las
califica de «loco[s] derroche[s] de extravagancia», y alude vagamente a «las cremaciones
de príncipes ( . . . ) que cuestan alrededor de veinticinco mil dólares» (pág. 362). Bateson y
Mead ( 1 942, pág. 46) hablan de gente «vendiendo todo lo que tiene» para poder celebrar
las. Goris (s.f. , pág. 1 28) escribe que, en una ocasión, «toda la parte más grande de una he
rencia de muchos miles de guilders» fue consumida con este efecto. Swellengrebel ( 1 960,
citando a Badjra, s.f. ) informa de una cremación, entonces reciente, en Tabanan que había
costado seis o siete mil dólares. Y, hacia 1 850 aproximadamente, Friederich ( 1 859, pág. 99)
escribe:
los cuerpos muertos en [el negara de] den Pasar ( . . . ) ya habían yacido [sin quemar] du
rante quince o veinte ( . . . ) [el rey de] Kassiman [una casa rival] impide su cremación por
razones políticas, ya que puede privarle de su prestigio; otra razón es la propiedad del
LA A FIRM AC I ÓN POL Í T I C A : E S P E C TÁC ULO Y C EREMON I A 213
príncipe de Den Passar --cuyos ingresos se han visto muy disminuidos por Kassiman-,
que tardará años en amasar la suma requerida para una incineración tan grande.
tructura general, la composición del cortejo en su conjunto. Sobre estas cuestiones y sobre
el orden de marcha, véanse Crucq, 1 928, pág. 64; Friederich, 1 959, págs. 89-9 1 ; Covarru
bias, 1 956, pág. 374; Lamster, 1 933, págs. 55-57. Compárese con Franken, 1 960.
Es posible, aunque no existe ninguna evidencia para probarlo, que la cremación de los
cadáveres de sudras fuera una transformación simbolizadora de una costumbre anterior, por
la cual, y al igual que las viudas, se habrían sacrificado súbditos plebeyos. Independiente
mente de que esto pudiera ser cierto, proporcionar a un señor un séquito de almas de súbdi
tos que se aniquilaran con él era una costumbre importante, y, durante el siglo XIX, proba
blemente constituía la principal manera en que accedían a la incineración los plebeyos --es
decir, aquellos de entre ellos que así lo hacían-. En los años treinta, Covarrubias ( 1 956,
pág. 363) vio una cremación de un señor menor acompañado de al menos 250 de sudras, y
yo mismo asistí, en 1 957, a una enorme incineración de un sumo sacerdote, en la cual ha
bía 460 cuerpos sisia (véase pág. 6 1 ) de la casa brahmana, agrupados en veinte torres.
El simbolismo de los distintos números de tejados tipo Meru se extiende también a los
altares de los templos familiares mencionados anteriormente (véase capítulo 4, nota 3 1 ) . Las
controversias sobre el número de tejados a los que se tenía derecho en el altar de la torre de
cremación eran una causa frecuente de disputas, y a veces incluso de guerras, entre los seño
res del Bali clásico. Un esbozo simplificado de una torre crematoria de un «noble» se puede
encontrar en Covarrubias, 1 956, pág. 369; compárese su nota en las págs. 326-327. Para una
pintura de un ataúd en forma de toro, véase Covarru bias, 1 956, opuesta a pág. 324. Especia
listas artesanos construían en madera tanto la torre como los féretros -los segundos, ahue
cando el tronco de un árbol-, que después se decoraban con telas, hojas de palmera, espe
jos, porcelana y láminas de metal, transportándose sobre unas andas, a la manera de un
enorme marco de litera, portadas, a veces, hasta por cuatrocientos o quinientos hombres.
4 1 . Uno de los aspectos más l lamativos de la incineración era realmente la ausencia de
cualquier papel especial, importante, del sucesor del rey muerto. Se suponía que el nuevo
rey no debía ocupar el palacio hasta que su predecesor hubiera sido incinerado, pero, por lo
demás, en el negara, no existía en absoluto una ceremonia de coronación realmente i mpor
tante ---dejando de lado un par de actos menores-. Lo que a veces se ha llamado corona
ción es en real idad una ceremonia de ordenación de un señor como un clase especial de
sacerdote (resi; véanse capítulo 4, nota 5, en relación con Siva-ratri; Friederich, 1 959,
págs. 8 1 -82; korn, 1 932, pág. 1 44 ); en cualquier caso, sólo una minoría de reyes, y bien en
trado su reinado, emprendió tal tipo de ceremonia.
Existían todo un número de rituales posceremoniales o pequeñas posceremonias que
seguían a la cremación propiamente dicha (para una l ista, véase Crucq, 1 928, pág. 68). La
más importante de ellas -la ngrorasin, memukur, o njekah (véase Crucq, 1 928; Covarru
bias, 1 956, págs. 384-385; C. J. Grader, s.f., págs. 1 4, 3 1 -35)- tenía lugar doce días (a ve
ces cuarenta y dos) después de la muerte [sic ] . Esencialmente consistía en la misma cosa re
petida a menor escala con una flor (puspa) representando al difunto. Repetía el mismo
tema, la indestructibilidad del rango, entonces en una forma más clara, porque daba mayor
énfasis a las actividades del sacerdote y a la familia real que a la muchedumbre asistente,
que generalmente era menor.
Los aspectos de la incineración referentes al estatus se reflejan también en las nociones
balinesas sobre la vida después de la muerte. Los muertos sin incinerar permanecen como
almas individuales distintas -pirata- y se las considera altamente peligrosas, demandan
do frecuentemente que se las aplaque mediante ofrendas sobre las tumbas en las que viven,
sin poder liberarse de su cuerpo. Opuestamente, se considera que los muertos incinerados
-pitara, una forma de la palabra para «dios»- ya no son individuos en absoluto, sino dio
ses ancestrales genéricos, benéficos, que viven en el nivel apropiado del cielo y que son
adorados en el templo familiar (véase Goris, l 960a). De hecho, se creía que los reyes le-
LA A F IRMAC I ÓN POL Í T I C A : E S PECTÁC U LO Y C EREMONI A 215
gendarios de Bali -es decir, los reyes del período de Gelge! y poco después- habían «de
saparecido» tras su muerte, ascendiendo directamente al cielo, sin dejar un cadáver y, con
secuentemente, sin necesitar cremación -un proceso conocido como moksa, del sánscrito
moksa «liberación final, emancipación de toda existencia corpórea» (véase Gonda, 1 952,
págs. 1 57, 240-25 1 ).
Por lo que se refiere a los cadáveres de sudras en la ceremonia real, se incineraban en
piras separadas, de su propiedad, más pequeñas que la del señor, a la que rodeaban, y ar
diendo simultáneamente a esta última. Para fotografías de terreno crematorio (serna), véase
Bateson y Mead, 1 942, plancha 96.
42. N. del t. : La palabra utilizada por el autor es pageant, que conlleva los dos signifi
cados de «espectáculo» y «ceremonia», amén de otros más particulares.
CONCLUSIÓN
relaciones de los reyes con los sacerdotes, de los reyes con el mundo mate
rial y de los reyes consigo mismos.
El par complementario de rey y sacerdote -el Perfecto Satria y Per
fecto Brahmana suspendidos en permanente antifonía en el ápice de la so
ciedad-, es, al mismo tiempo, la institución política balinesa más caracte
rísticamente india -aparecía ya en las Leyes de Manu- y el ejemplo más
conspicuo del cambio que sufrieron tales instituciones en sus travesías ma
rítimas hacia el este y hacia el sur. En la India --como han mostrado todos
los estudiosos desde A. M. Hocart-, la función del brahmín -o, al me
nos, del brahmín de la corte- era llevar a cabo sacrificios en nombre del
rey, ritualmente descalificado, al derramar sangre y comer carne. En B ali,
donde la no violencia y el vegetarianismo eran como mucho incidentales, la
función del brahmana era poner en escena misterios y elevar ensalmos que
el culto de la divinidad real pudiera recoger, reunir. La compleja diferen
ciación y reintegración entre jerarquía y dominación -dharma, el reino
de los valores, y artha, el reino de la fuerza- que subyace tras el siste
ma de castas en la India no se daba en Bali, ni, por lo que a esto se refiere,
en el resto del sureste asiático, en general. El brahmana conectado a la cor
te no era un embajador de los dioses ante o para un gobernante secular: era
el principal celebrante de uno sagrado.6
En los Estados jerárquicos tradicionales de Asia y Oriente Medio, ha
bía tres formas principales de realeza. En burocracias tan arcaicas como las
de Egipto, China o Sumeria, el mismo rey era el sumo sacerdote; el bie
nestar del reino giraba en tomo a la fuerza mágica de sus actividades litúr
gicas, y los demás sacerdotes no eran más que asistentes. En la India --casi
más un continente que un país-, el rey era lo que Louis Dumont ha lla
mado una figura «convencional», más que «mágico-religiosa», un gober
nante «desposeído de las funciones religiosas propiamente dichas», cuyos
sacerdotes lo conectaban ritualmente con el otro mundo, tal como sus mi
nistros lo conectaban administrativamente con éste. Y, finalmente, en Bali,
como en la mayor parte del sureste asiático -y también, lo que resulta
muy interesante, en las polities más desarrolladas de Polinesia y, de forma
algo distinta, en el Japón-, el rey no era un mero eclesiarca, sino el centro
numinoso del mundo, y los sacerdotes eran los emblemas, ingredientes y
transmisores de su santidad. Como las reliquias ya mencionadas, como sus
sarong, como sus paraguas, su palanquín, y sus j oyas, como su palacio,
sus esposas, sus lingga, su torre crematoria, sus fiestas, sus guerras; de he
cho, como todo el reino -y así lo veremos-, los sacerdotes eran parte de
las insignias del rey, de los regalia. 7
Esto no quiere decir que fueran meros accesorios, baratijas del poder.
La crónica real de Buleleng, que describe al sacerdote de la corte como «la
primera de las joyas del rey», también lo identifica con la empuñadura del
BALI Y LA TEORIA POLÍTICA 223
kris del rey, con los instrumentos de la orquesta del rey, y con el elefante
real al completo. Está cultivado en saber religioso, es experto en el ritual,
bien leído en leyes védicas, un adivino consumado, maravillosamente vir
tuoso y un hábil forjador de armas sagradas. El rey, habiendo oído de su
fama, lo convoca a la corte, lo instala en un asrama a la vista del palacio,
le asigna tres mil dependientes, y le otorga un título exaltado, eco del suyo
propio. Como bien dice P. J. Worsley, editor y traductor de la crónica: «No
es un simple adorno real, un símbolo de la autoridad real, sino más bien
una encamación de parte de esa autoridad, una extensión de la persona ofi
cial del rey» .8
Resumiendo, aunque en B ali, tal como lo hace en la India, el sacerdote
significa el dharma -una palabra igualmente bien que mal traducida como
«ley», «norma», «deber», «derecho», «virtud», «mérito», «buenas accio
nes», «observancia de la costumbre», «religión», «orden» y «justicia»-,9
su relación con el rey no es tanto una entre puro e impuro, ni siquiera entre
recto y práctico, sino entre excelente y superexcelente. La dignidad, el lus
tre del sacerdote refleja el del propio rey, es parte de él y contribuye a él; y
el inconmovible lazo de lealtad que los ata -un lazo demostrado en todas
y cada una de las maneras posibles- es, otra vez, un lazo ejemplar. Es, es
cribe Worsley, «una imagen especular de una relación ideal ( . . . ) En esta re
lación tan especial ( . . . ) se refleja la relación ideal entre el gobernante y el
súbdito, ya que dicha relación es contemplada ( . . . ) como un modelo para
todo el mundo». Como paradigma social, rey y sacerdote muestran cómo
servir a un señor era convertirse en un aspecto del señor, tal como el se
ñor, sirviendo a Dios, se transformaba en un aspecto de Dios; y también
mostraba --en el más alto mimetismo-- qué era dicho servicio. 1 0
La relación del rey consigo mismo es -tal como sugiere la propia for
mulación paradójica del tema- el más elusivo de los paradigmas sociales
de la autoridad real, el más difícil de traducir en modos de expresión dis
tintos de aquellos en que está incrustado. Es más difícil por lo que podría
mos ver como su extraña naturaleza despersonalizada: el aparente abando
no de la identidad y la voluntad individuales en favor de la existencia de
una especie de ideograma humano. La ceremonia que plasmaba al sacer
dote como la joya del rey, y al reino como el parque el rey, dibujaba al rey
como el icono del rey: un símil sagrado de, bueno, ¡ de la realeza !
Al luchar para caracterizar el rol del rey desde esta perspectiva, la fra
se que acude inmediatamente a la cabeza es aquella de T. S. EJ!iot, «pun
to fijo en un mundo que no deja de girar» , ya que, en la medida en que era
un actor en las ceremonias de la corte, su trabaj o consistía en proyectar
una inmensa calma en el centro de una enorme actividad permaneciendo
palpablemente inmóvil. Sentado durante largas horas seguidas en una
pose estrictamente formalizada, su cara en blanco, sus ojos todavía más
en blanco, removiéndose -cuando tenía que hacerlo- con una formali
dad lenta que poseía la gracia del ballet, y hablando -también cuando
tenía que hacerlo- en un murmullo de frases reticentes, mientras todo a
su alrededor estaba lleno de gentes trabaj ando para construir una extra
vagancia en su honor, el rey era el Gran Imperturbable, el silencio divino
en el centro de las cosas : «El Auto-Vacío ( . . . ) inactivo ( . . . ) desprovisto de
forma» . 1 8
BAL I Y LA TEOR I A POL Í T I C A 227
manera, una actividad ritual como podía serlo la Abertura del Agua. De he
cho, la forma ajedrecística de llevar la guerra --que ya hemos visto en la
caída de Mengwi y en los «finales» puputan ante los holandeses- seguía
el mismo modelo del centro quieto: el rey emergía del palacio para encon
trarse con su destino sólo después de que sus peones kawula, sus piezas
menores perbekel y, finalmente, sus piezas mayores punggawa -cada
228 NEGARA
cía una paradoja en la política del negara, una paradoja que ni las artes del
gobierno ni sus practicantes podían resolver del todo, a resultas de lo cual
se convirtió en la dinámica política central : cuanto más cerca se estaba de
encarnar la imagen del poder, más grande tendía a ser la distancia respecto
a la maquinaria que controlaba ese poder.
Esto no era simplemente «la soledad en la cumbre» que quizá caracte
riza a todos los sistemas políticos complejos, y ciertamente a todos los au
tocráticos. Porque el problema aquí no era que los funcionarios escondie
ran la verdad al rey, por miedo o por prudencia: como prácticamente no
había plantilla, tampoco había funcionarios. Tampoco lo era que las direc
trices políticas reales tuvieran que expresarse en términos tan generales
que el rey perdiera contacto con la realidad: al no haber prácticamente ad
ministración, no había prácticamente directrices políticas. El problema era
que el negara cambiaba de carácter desde sus extremos más bajos a los más
altos. En los más bajos, comprometía a los cientos de polities pueblerinas
entrecruzadas de las que extraía -a través de una nube de perbekel, se
dahan y subandar- los cuerpos y recursos necesarios para poner en esce
na las óperas de la corte. En el más alto, progresivamente separado del con
tacto con tales polities y las vulgaridades con ellas asociadas, se volvía
hacia el asunto central de la mímesis ejemplar, hacia la puesta en escena de
las óperas. Funcional o, como dirían los balineses, «vulgar» hacia el fondo,
el negara era estético, «refinado» hacia la cima, un modelo en sí mismo de
la naturaleza de la jerarquía.
El resultado era que, en cualquier punto de la jerarquía, pero mucho
más intensamente -sin evasión posible- cerca de la cima -donde «el
fulgor de majestad que enviaba tan lejos sus rayos» consumía también tan
to combustible-, la necesidad de demostrar el estatus batallaba con la
necesidad de reunir el apoyo suficiente para hacer posible la demostra
ción. En particular, los asociados más inmediatos del rey, los otros grandes
punggawa -parientes celosos, tenientes refunfuñones, casi iguales e im
plícitamente rivales- estaban ocupados en que la desactivación ritual del
rey también fuese literal, en que el rey quedara tan aprisionado por la cere
monia del gobierno que se maximizase su dependencia práctica respecto a
ellos, con lo que se acentuarían sus posibilidades de excisión particular. La
política del espectáculo competitivo era de una turbulencia crónica, porque
el éxito de un señor era la oportunidad de otro; pero también era básica
mente estable, porque esa oportunidad era a su vez autolimitadora.
Ahora que, primero la burocracia colonial y, tras ella, la republicana
han encerrado el negara en la jaula de hierro de Weber,2 1 es difícil recobrar
el carácter de la refriega política cuyas energías eran provincianas y sus
ambiciones cósmicas ; pero parece claro que era una maravillosa mixtura
de movimiento y quietud. Cada señor, a cualquier nivel y en cualquier es-
230 NEGARA
ció. Pero, a pesar de todo esto, la forma característica parece haberse re
construido una y otra vez, tal como la teoría balinesa pretende; nuevas cor
tes se modelaron a partir de otras desaparecidas, reemergiendo con nom
bres distintos y en distintos lugares como nuevas transcripciones de un
ideal fijo. Como los reyes concretos, los Estados concretos eran mortales;
pero como los reyes, su mortalidad no parece haber generado verdaderas
diferencias. La escala de las cosas variaba, y su brillo, así como los detalles
de su expresión inmediata. Pero, por lo que yo alcanzo a ver, y, digamos,
desde 1 343 a 1 906, lo que no varió era aquello de lo que verdaderamente
se trataba. 2 3
mediata como la propia isla. Los hombres (y, como consortes, intrigantes y
marcadores posicionales, las mujeres) que se abrieron paso a través de esta
realidad --construyendo palacios, redactando borradores de tratados, re
caudando rentas, arrendando el comercio, concertando matrimonios, despa
chando enemigos, erigiendo piras, consagrando templos, dando fiestas, y
poniendo en imágenes a los dioses- perseguían unos fines que podían con
cebir a través de los medios que tenían. Los dramas del Estado-teatro, mi
méticos de sí mismos, no eran, al fin, ni ilusiones ni mentiras, ni prestidigi
tación ni camelo. Eran lo que había.
NOTAS
1 . Las citas internas son de Shirley, Pope y Swift, extraídas de la extensa entrada para
Estado -state- en The Oxford English Dictionary. Naturalmente, la misma compresión
de significados se da a medida que la palabra cuaja con formas distintas -état, staat, sta
to- en otras lenguas europeas. Para un comentario integral de la emergencia del sentido
occidental de la palabra «Estado» como «una forma de poder público separado al mismo
tiempo del gobernante y del gobernado, y constituyendo la autoridad política suprema en el
interior de un territorio definido», véase Q. Skinner, 1 978, sobre todo, págs. 349-358 (cita
en pág. 353). El grado en que el concepto del Estado como «poder público» está presente en
Maquiavelo no es una cuestión fuera de debate: yo mismo sigo la opinión de Hexter ( 1 957),
que lo considera ausente de la obra del italiano; Skinner ve la transición crucial, por lo que
se refiere a la teoría política, en la obra del humanista francés Guillaume Budé, Education
of the Prince, 1 547 (véase Q. Skinner, 1 978, págs. 354-355).
2. Cita de Donne, extraída de la entrada «Estado» -state- en The Oxford English
Dictionary.
3. N. del t. : Geertz utiliza la palabra mummery, que designa al teatro popular de tipo
tradicional, generalmente poco trascendental, si no infantiloide. La palabra también indica,
probablemente por derivación, un ceremonial ridículo, particularmente de tipo religioso.
La palabra coincide etimológicamente y semánticamente de manera parcial con la castella
na «momería», pero se ha preferido la traducción libre por «folclore en el peor sentido de la
palabra» -el bueno no interesa aquí- por reflejar mejor la idea del autor, dadas algunas
de las connotaciones de «folclore» y «folclórico» en castellano.
4. Para comentarios generales de la «realeza divina» en el sureste asiático, véase
Coedes, 1 968; 1 9 1 1 ; Mabbet, 1 969; Sherman, s.f. Para Bali, véase Worsley, 1 975. Raja
-«rajá», derivado del sánscrito--, en sus diversas formas, es el término genérico más co
rriente para denominar al rey en el sureste asiático índico (véase Gonda, 1 973, págs. 1 30,
224, 228), pero, naturalmente, había muchos otros -prabu, patih, etc.-, siendo quizás el
más importante en Indonesia el término ratu, del malayo-polinesio datu, datuk -«jefe»-.
La «realeza divina» también se perpetuó, aunque en una forma ligeramente revisada, en los
reinos musulmanes: véanse, por ejemplo, Moertono, 1 968; Brakel, 1 975. La referencia a
los «dos cuerpos» remite, claro está, al gran libro de Kantorowicz ( 1 957) sobre Ja «teología
política medieval» en Occidente, una obra que ha sido una influencia mayor en la dirección
del presente trabajo. Para un estudio (a mi parecer, forzado, poco persuasivo e hiperindoló
gico) de un historiador de la India, cuestionando la realidad, o al menos la naturaleza, de la
«realeza divina» en el sureste asiático, véase Kulke, 1 978; compárese, con las mismas re
servas, con Fillozat, 1 966.
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darlo l a necesidad; tampoco s e h a intentado u n sondeo sistemático d e otras polities del sureste
asiático. Estudios sobre tales polities incluyen: Leach, 1 954; Tambiah, 1 976; Vella, 1 957; Qua
ritch-Wales, 1 934; Rabibhadana, 1 960; Briggs, 1 95 1 ; Maspero, 1 928; Woodside, 1 97 1 ;
Gullick, 1 95 8 ; Reid y Castles, 1 975; Lombard, 1 967 ; S iddique, 1 977; Schrieke, 1 957; Pi
geaud, 1 960- 1 963; Rouffaer, 1 93 1 ; Moertono, 1 968; Ricklefs, 1 974; Andaya, 1 975; Kiefer,
1 972; Hall y Whitmore, 1 976. Están en preparación estudios importantes de Michael Aung
Thwin sobre Birmania y de Shelly Errington, Jan Wisseman y Anthony Day sobre Indonesia.
6. La caracterización de las relaciones de los reyes indios y los brahmines que aquí se
ofrece -y, de hecho, toda la línea de pensamiento desarrollada al respecto- se deriva del
trabajo seminal de Dumont ( l 970a, págs. 72-79, 1 68- 1 70; l 970c ; l 970d; compárese con
Hocart, 1 936, y Dumézil, 1 948). Dumont escribe como sigue:
Como vivimos en una sociedad igualitaria, tendemos a concebir la jerarquía como una
escala de poderes de mando --como en el ejército-, en lugar de como una gradación de
estatus. Uno puede señalar en passant que la combinación de estos dos aspectos parece ha
ber sido cualquier cosa menos fácil en un cierto número de sociedades, dado que hay mu
chos ejemplos de soberanos cuya eminente dignidad se aparejaba con la ociosidad. El caso
indio es uno en que estos dos aspectos se mantienen absolutamente separados ...
[En el caso indio] el rey depende del sacerdote para sus funciones religiosas, no
puede ser su propio sacrificador o sacrificante, en vez de eso, «pone en frente» suyo un
sacerdote ( . . . ) y entonces, pierde la preeminencia jerárquica en favor de los sacerdotes,
reteniendo únicamente el poder. . .
A través d e esta disociación, s e h a secularizado la función del rey e n la India. Des
de este punto, se ha producido una diferenciación, la separación en el interior del uni
verso religioso de una esfera o reino opuesto a lo religioso, correspondiendo aproxi
madamente a lo que llamamos político. En tanto que opuesto al reino de las normas y
de los valores, es el reino de la fuerza. Opuesto al dharma o orden universal del brah
man, es el reino del interés, de la ventaja, el artha (Dumont, l 960d, págs. 67-68; la cur
siva es del autor; sobre el dharma y el artha en la India, véase Dumont, l 960c ).
Para un comentario sobre la forma bastante distinta en que se concibe «el reino del in
terés o de la ventaja» (allí llamado pamrih, «Objetivo», «diseño», «propósito oculto», más
bien que artha, que allí sólo significa «riqueza», «propiedad»), respecto al papel real en Java
(distintos principalmente en su equilibrio interior, luego en su sacralidad, luego en su po
der), véase Anderson, 1 972. Sobre dharma y realeza en Bali, véase Worsley, 1 972, pág. 72.
De nuevo resulta discutible zanjar la causa de este marcado contraste entre los concep
tos indio e indonesio sobre cómo se relacionan las funciones imperial y sacerdotal. Se po
dría deber al hecho de que la principal «difusión» de ideas e instituciones índicas a Indo
nesia tuviera lugar antes de que el hinduismo de casta brahmínica hubiera cristalizado
completamente en la India; también se podría deber al desarrollo históricamente separado
de dos civilizaciones después de esta difusión. Mis nociones sobre el cambio social me
llevan a colocar más peso en el segundo de los factores, pero se ha realizado muy poco del
trabajo necesario para poder decidir o al menos modular en grado la influencia relativa de
ambos tipos de proceso. Algunas especulaciones -interesantes, aunque desigualmente per
suasivas- sobre el papel del brahmín y del brahminismo en la «llegada de la civilización
india» a Indonesia («el curso de los acontecimientos se reduce fundamentalmente a la l la
mada a Indonesia de sacerdotes brahman [ . . ] El sacerdocio indio fue llamado desde el este
.
Naerssen, 1 976. Sobre la evolución del brahminismo en la India y su absorción de los valo
res de «renuncia» del budismo y del jainismo, véase Dumont, l 970a, págs. 1 46- 1 5 1 .
7 . La cita es de Dumont ( l 970d), donde desarrolla la distinción entre tipos de realeza
oriental.
La superficie índica de las instituciones políticas balinesas ha inhibido referencias
comparativas localizadas hacia el este (y, quizás, hacia el norte), hacia el Pacífico, en lugar
de hacia el oeste, hacia lo que los holandeses han llamado de forma reveladora Voor-lndii!.
Una investigación semejante arrojaría mucha luz sobre las concepciones básicas de rango y
autoridad que ani maban Ja organización política balinesa; y, aunque aquí no haya sido evo
cada explícitamente, un conocimiento general de la naturaleza de dichos sistemas ha influi
do fuertemente en mis formulaciones. Para un repaso de las formas políticas polinesias, véa
se Goldman, 1 970; sobre el emperador japonés, véase Jansen, 1 977.
N. del t. : La palabra latina regalia es utilizada en inglés tanto para indicar una serie de
privilegios reales -es decir, derechos y similares disposiciones, no objetos materiales pro
piamente dichos- como para designar las «insignias reales» -es decir, objetos materiales
cargados de simbolismo-- . En el texto, el autor se refiere repetidamente al segundo sentido,
lo que ha provocado diversas traducciones, un poco en función del contexto, aunque bascu
lando sobre la expresión «insignias reales». No se ha empleado el término castellano «regalía»
---c o n el mismo origen etimológico-- por carecer de este segundo tipo de significados.
8. La cita --que refleja un poco la presunción occidental dominante por la cual llamar
a algo adorno, ornamento, supone decir que es puro oropel- es de Worsley ( 1 975, pág. 1 1 1 ).
Para la sección relevante -incluyendo el pasaje de la «primera de las joyas»- del texto de
la crónica (la Babad Buleleng), véase Worsley, 1 972, págs. 1 5 2- 1 5 7 . Los comentarios
de Worsley sobre la relación entre rey y sacerdote ( 1 972, págs. 5, 1 4, 42-43 , 46-47, 5 1 , 52,
73, 77, 8 1 ) cuadran con Jos mejores comentarios sobre la cuestión. Para otros comentarios, véan
se Friederich, 1 959, págs. 1 05- 1 07 ; Korn, 1 932, págs. 1 40 y sigs., 369 y sigs.; 1 960, pág. 1 50;
Swllengrebel, 1 960, págs. 64-65 ; Covarrubias, 1 956, pág. 55; véase también pág. 60 del pre
sente texto. El elefante era un presente del rey de Solo, la más ejemplar de las cortes java
nesas en el siglo XIX (véase Worsley, 1 972, pág. 29). La identificación del sacerdote con la
orquesta gamelan del rey -el rey también se identificaba con ella- era a través de los so
nidos que producían los instrumentos -mayoritariamente metalófonos, ( [N. del t. ] especie
de xilófonos metálicos) de uno u otro tipo--, es decir, a través de los efectos psicológicos de
estos sonidos (causaban «angustia» en Jos corazones de las gentes malvadas), más que a tra
vés de su naturaleza física (véase Worsley, 1 972, pág. 3 1 ). La habilidad en la forja de armas
sagradas no era una capacidad universal de los sacerdotes de la corte, aunque parece haber
sido corriente. Sin embargo sí se esperaba que los sacerdotes fueran competentes en el co
nocimiento numerológico de la adivinación, mediante el complejo esquema del calendario
balinés (véase C. Geertz, l 973h; compárese con Worsley, 1 972, pág. 8 1 , donde el sacerdo
te determina un día para la guerra). Los dependientes no eran kawula, «súbditos» (véase
pág. 93), sino sisia, «discípulos» (véase pág. 6 1 ). Los sacerdotes no tenían kawula, y nin
gún brahmana (salvo mitológicamente, en los primeros reyes de Majapahit, antes del decli
ve a la condición de satrias) parece haber tenido jamás poder político por sí mismo en Bali;
desde luego, ninguno lo tuvo durante el siglo XIX. Para los fundamentos conceptuales de la
identificación rey-lingga / (kris)-sacerdote, véase pág. 1 84 y capítulo 4, nota 1 8. Worsley
( 1 975, pág. 1 1 1 ) también señala que al relación rey-sacerdote en el Balad Buleleng no era
un vínculo individual, sino «entre clanes» -es decir, dadia-, y, consiguientemente, una
forma de «clientelismo» tal como ha sido considerada anteriormente («Su acuerdo incluía
a Jos hijos y los nietos», discurre el texto, «de tal manera que continuaran modelándose a sí
mismos a partir del ejemplo de sus antepasados», en Worsley, 1 975, págs. 1 55- 1 57). Que
semejantes relaciones eran verdaderamente duraderas se puede comprobar por el hecho de
BALI Y LA TEORIA POL Í TIC A 237
que Ja «Casa» del sacerdote de Ja corte de Tabanan -Griya Pasekan- era la misma alre
dedor de 1 847 (véase Frederich, 1 959, pág. 1 07 ) que hoy en día. Por Jo que respecta a Jos
títulos, el del rey era Ki Gusti Ngurah Panj i Sakti; el del sacerdote, Sri Bagawanta Sakti
Ngurah (véase Worsley, 1 972, págs. 1 54- 1 56; para «Ngurah», véase más adelante conclu
sión, nota 1 6). Como se ha señalado anteriormente (pág. 6 1 ), los términos para el sacer
dote de Ja corte eran purohita, «el hombre puesto al frente» (véase Dumont, 1 970d,
pág. 54); bagawanta, «Un hombre venerable, santo» (véase Gonda, 1 973, pág. 42 1 ); y guru
loka, «maestro del mundo» (véase Friederich, 1 959, pág. 1 06). Finalmente, se debe hacer
notar que podía haber, y a menudo había, más de uno de tales sacerdotes cortesanos en una
corte determinada.
Se debe recordar que todas las referencias del texto son a sacerdotes brahmana (pa
danda), aunque existen otros tipos de sacerdotes en Bali, notablemente Jos oficiantes del
templo no brahmanas -llamados pemangku (véase capítulo 3, nota 22)-. Para un infor
me, véase Hookyaas, 1 973a, págs. 1 1 - 1 8 ; compárese con Hookyaas, 1 960 y 1 964b. Ade
más, conviene recordar que, de Ja misma manera que sólo una minoría de los sacerdotes
brahmana son bagawanta, así sólo una minoría de Jos brahmana son sacerdotes; Hookyaas
( 1 964a, pág. 9) estima su número actual en «sólo unos pocos cientos», una cifra con segu
ridad muy a Ja baja respecto al siglo x1x; los sacerdotes necesitaban el permiso del rey para
ser consagrados, y sus esposas --que, como sus maridos, transcendían las diferencias de
género, según Ja consideración de Jos balineses- les servían como coadjutoras, sucedién
doles a veces en el papel de sacerdote [sacerdotisas] propiamente dicho. La actividad ritual
central de Jos padanda es preparar agua bendita, tirta, un elemento clave en todas las cere
monias importantes (véase capítulo 4, nota 1 8). Para los ritos (maveda) que implicaban
«purific[arse] y vaci[arse] a sí mismo para ofrecer una morada al Dios del Sol [es decir,
Siva]» (véase Hookyaas, 1 973a, pág. 1 4), a través de una serie de fórmulas o encantamien
tos (mantra) y gestos (mudra) sagrados, incluyendo el control de Ja respiración, Ja concen
tración mental y demás, véase Covarrubias, 1 956, págs. 300-304. Compárese con Korn,
1 960; Hookyaas, 1 966; 1 973b; Goudriaan y Hookyaas, 1 97 1 ; Gonda, 1 975.
Finalmente, hay en Bali, y siempre ha habido, una pequeña minoría de padanda budis
tas -en tanto que opuestos a Jos brahmana o sivaítas-, que a veces han representado al
gún papel en las ceremonias de la corte. Véase Hookyaas, J 973b; Van Eerdem 1 9 1 O; Regeg,
s.f. (d). Para un breve y buen resumen histórico de las relaciones entre budismo y sivaísmo
en Ja Indonesia índica, véase Gonda, 1 975 (para Bali en particular, págs. 40-42).
9. Para las diversas traducciones de Ja palabra dharma, véase Gonda ( 1 973, págs. 1 27,
1 57, 304, 4 1 0, 537), que califica el término de «intratable».
El papel de sacerdote brahmana en la administración de justicia del negara, una cuestión
de cierta importancia, está insuficientemente clarificado. Para un resumen de Jo poco que se
encuentra en Ja literatura, véase Korn, 1 932, págs. 370-375, así como las referencias que allí
se ofrecen, aunque Ja afirmación de que Jos brahmanas eran insignificantes en el sistema ju
dicial de Tabanan (pág. 374) es incorrecto; compárese, con precaución, con Fraser, 1 9 1 0.
En gran parte, Ja oscuridad y Ja confusión resultante derivan del hecho de que, una vez
más, el sistema reposaba sobre un sistema de designaciones de rango --de halus a kasar, de
«elegante» a «grosero, vulgar»- y no en una pirámide de cargos funcionales, es decir, en
una jerarquía y no en una burocracia. De estas designaciones --que, como siempre, varia
ban algo de lugar a Jugar, y se aplicaban flexiblemente-, las cuatro más importantes eran:
kerta, jaksa, kanca y jejeneng. Kerta --que deriva del lexema sánscrito para «buen orden»,
«tranquilidad», «seguridad» (véase Gonda, 1 973, págs. 228, 5 1 5)- significaba, tal como
Gonda ha especificado cuidadosamente (véase Gonda, 1 973, pág. 280), «consejero e intér
prete de antiguos textos, consultado por los príncipes y sus jueces». Jaksa --que deriva de
una raíz que significa «superintendente» (véase Gonda, 1 973, pág. 387)- ha sido traduci-
238 NEGARA
El afecto de Padanda Sakti Ngurah [por el rey] era tan grande porque recordaba el pa
sado, cuando había estado en la isla de Java, y no había habido nadie más con quien dis
frutar de una amistad íntima. Así que hubo un entendimiento íntimo ente los dos en [el Gri
ya] de Romarsana, de tal manera que, en continua amistad, cuidaron el uno del otro, en la
buena y en la mala fortuna, y juntos superaron sus dificultades; la buena fortuna de uno era
la buena fortuna de todos; la desgracia de uno era la desgracia de todos, de tal manera que
se comportaban como si fueran hermanos y eran así un ejemplo para todo el mundo.
1 1 . Sobre druwé o dué, de la raíz sánscrita para «propiedad», «objeto de valor», «ri
queza», «bien», véanse Gonda, 1 973, págs. 89, 1 2 1 , 296, 47 1 ; Korn, 1 932, págs. 1 1 2, 227,
229, 30 1 , 304, 564, 569. El uso más corriente de druwé, especialmente en la frase druwé da
lem, se refería a las llamadas tierras pecatu -a las que se asociaban ciertas obligaciones ha
cia la corte (véase capítulo 3, nota 66)- y los «yermos» -es decir, tierras no cultivadas
(véase Liefrick, 1 886- 1 887)-. Pero el término se utilizaba para la relación del rey con el
agua de riego, los mercados y los reinos comerciales, y súbditos, así como elementos natu
rales -tales como lagos y montañas- o culturales -tales como orquestas, máscaras o
templos-. Independientemente de cualquier referencia al rey, se utilizaba para designar la
240 NEGARA
propiedad colectiva de la aldea, la sociedad de regantes o del pueblo de costumbre -la «Co
munidad consuetudinaria»-, así como las tierras dejadas aparte para sostener a los templos
y, claro está, la propiedad privada individual como tal (a menudo, recurriendo a la variante
«vulgar» del vocablo, ge/ah).
1 2. El ejemplo más famoso de la visión dominial, aunque se refiera a Java, es de Raf
fles: «El derecho de propiedad sobre el suelo en Java revierte universalmente en el gobier
no ( . . . ) [y] son desconocidos aquellos derechos individuales a la propiedad que son creados
por la ley y protegidos por el gobierno» ( 1 830, vol . 1 , pág. 1 37; compárese con pág. 1 39).
Un buen ejemplo de una interpretación inversa es ésta de Liefrick: «Los derechos de los in
dividuos ( ... ) estaban tan fuertemente desarrollados que la situación es apenas distinguible
de una gobernada por las ideas de la ley de propiedad europea» (citado en Korn, 1 932, pág.
542, siendo mi inglés una traducción más bien libre de parte de una oración imposiblemen
te holandesa: «Der rechten der individuen hebben zich zóó sterk geprononceerd dat ( . . . ) zij
evenwel in den grond der zaak slechts weinig zijn onderscheiden van de eigendomsrechten
volgens Europeesche begrippen» ). Para «los dioses poseen todo», véase Goris, 1 060a; para
«el pueblo», véase Van der Heijden, 1 924- 1 925. Para diversos aspectos del debate sobre la
«posesión», véanse Korn, 1 932, págs. 530-6 1 9; Happé, 1 9 1 9; Liefrinck, 1 877; Van Stein
Callenfels, 1 947- 1 948. Las visiones distintas y el debate mismo era como el de «pueblo-re
pública» versus «despotismo oriental» (véase pág. 75), en buena medida un reflejo de enfo
ques diferentes de cómo debería ser la política colonial («directa» versus «indirecta» o «li
beral» versus «conservadora»; véase Furnivall , 1 944 y 1 948).
Se debe insistir (porque hay quien continuará pensando de otro modo) que nada de lo
que se ha dicho ni de Jo que sigue significa que se defienda que no existiese apropiación -su
ficientemente brusca a menudo-- o que el poder político, incluso la fuerza, no representa
ran ningún papel en dicho proceso. Vista la cuestión así, en esta forma, Ja última palabra Ja
tiene probablemente el proverbio javanés: «Durante el día, todo lo que tenemos pertenece
al rey ; durante Ja noche, todo lo que tenemos pertenece a los ladrones».
1 3 . N. del t. : Adjetivo derivado ad hoc del nombre de John Locke, célebre filósofo in
glés del siglo xv11.
14. Sobre recursos en tierras, véanse págs. 97 y sigs. y capítulo 3, notas 64, 65 y 66;
sobre recursos hidráulicos, agua, véanse págs. 1 00 y sigs. y capítulo 3, notas 76 y sigs. No
se ha dicho gran cosa sobre Jos aspectos de la propiedad doméstica, del hogar, de la propie
dad familiar, ya que, aunque su importancia genérica es evidente, su relevancia respecto a
Ja organización del Estado era marginal; véase Geertz y Geertz, 1 975. Sobre el término más
corriente en Bali para designar la posesión en el sentido de «usufructo», bukti, véase Gon
da, 1 973, pág. 282.
1 5 . Sobre el «espacio sagrado» a un nivel local, véase pág. 8 1 y capítulo 3, nota 20.
Para la fórmula «la tierra con todo Jo que sobre ella crece . . . », véanse capítulo 3, nota 2 1 .
1 6. La palabra ngurah (que, como Hookyaas ha apuntado, se tradujo demasiado superfi
cialmente como «puro» en Geertz y Geertz, 1 975, pág. 1 29) se refiere a menudo a una deidad
cuya función es «proteger el suelo» (véase Grader, 1 939; l 960b; Swellengrebel, 1 960; Goris,
1 938). Aplicada a un señor, indica sus papeles de «guardián», «protector>> del reino (material)
como Ngurah Gumi (Gumi, «tierra», «mundo»), o más corrientemente, Ngurah Adat. Para
ngurah como «algo que da sombra o refugio (palindongan), un parasol (payong) y Ja bóveda
celeste ( . . . ) Los príncipes ( . . . ) casi todos llevaban este título; protegían la tierra y Je daban som
bra», véase Friederich, 1 959, pág. 1 23, nota 86; dicho autor también dice que es una marca de
la «Taza wesyan», pero eso es incorrecto. Un ejemplo elocuente de la imagen de parque --om
nipresente en las representaciones balinesas del medio humano, así como de su supuesto mo
delo a imitar, el medio divino o «cielo»- se puede encontrar de nuevo en el Negarakertaga
ma de Majapahit: «Las tierras cultivadas, hechas felices y calmas / del aspecto de parques
BA L I Y LA TEORIA POL f T I C A 24 1
(udayiina), entonces, están los bosques y las montañas, todos ellos hollados por É l [el rey] sin
[que nadie ... ?] sentir ansiedad» (Pigeaud, l 960- 1 963, vol . l , pág. 4, vol. 3, pág. 21 ).
Para un comentario excelente sobre el papel de rey como «guardián» ritual del reino en
relación con los desastres naturales -merana, epidemias, plagas sobre las cosechas, terre
motos, erupciones volcánicas, inundaciones, huracanes, etc.-, véase C. J. Grader, s.f. Los
materiales del estudio de Grader --que fueron recogidos por V. E. Kom, pero que permane
cieron sin publicar tras su muerte- se ocupan del papel de los señores en unas curiosas cre
maciones burlescas de ratones (abenan bikul), que se celebraban para poner fin a dichos de
sastres o para prevenirlos (la última de estas extrañas ceremonias registrada en el materia de
Kom data de l 937, pero he oído decir que hubo otras después de las masacres de 1 965 , que
habían sido precedidas a su vez por una gran erupción volcánica). Se considera que las cau
sas últimas de dichas catástrofes residían en la extensión de «acciones incorrectas» (apah
krama) que contaminaban el reino -relaciones sexuales entre miembros de castas que no
debían mantenerlas, bestialismo, incesto, la realización de funciones sacerdotales por perso
nas de castas inadecuadas-, mientras que las causas inmediatas serían las acciones de los
espíritus de aquellos muertos que no habían sido incinerados --pirata, opuestos a los pitara,
muertos «liberados» mediante la cremación (véase capítulo 4, nota 41 )-. Los espíritus in
capaces de ascender a los cielos y unirse a los dioses, merodeaban por los asentimientos hu
manos y acosaban a los vivos. Las abenan bikul remedaban las «verdaderas» incineraciones
reales «con el máximo detalle posible» -tal como expresa el Jamatatwa, el manuscrito en
hoja de palma donde se recogen las instrucciones necesarias para su realización-. Había dos
cadáveres de ratones -uno de ellos preferentemente albino--, vestidos como el rey y la rei
na, y denominados «Jero Giling», «Señor Remolineante, que gira, desorientado». Se coloca
ban en torres crematorias (de tres tejados) y un gran número de cadáveres de ratones acom
pañantes (o simplemente sus colas o pieles) eran colocados en torres más pequeñas. Todos
eran quemados en los adecuados féretros con forma animal, y se llevaba a cabo la habitual
procesión masiva con los sacerdotes brahmana representando sus papeles habituales ; tam
bién se realizaba la serie habitual de posceremonias, los homenajes -llevándose las manos
a la frente-, y demás (véase pág. 1 97). Todo el acontecimiento era llevado a cabo bajo la
égida del rey y a su costa, a través de los medios habituales de movilización de riqueza; el rey
era testimonio del evento desde el Balai Tegeh, el «Asiento Público del Rey» enfrente del pa
lacio (figura l l ) y su presencia era esencial. La liberación de las almas de los ratones corre
gía el estatus poluto del negara adat (panes bumi, «mundo caliente», comparable al sebe/ en
el nivel del desa adat; véase capítulo 3, nota 1 9) al mismo tiempo que aplacaba a los muer
tos no liberados. Así pues, era considerado como una responsabilidad principal del rey, en su
calidad de ngurah, junto con los más destacados punggawa y los padanda punteros. Aunque
probablemente se recurría al abenan bikul para responder a las plagas de roedores --el con
texto en que se podrían haber originado-- con más frecuencia que en cualquier otro caso, en
el siglo XIX, se podían emplear, y así se hacía, en respuesta a cualquier tipo de calamidad que
abarcase el ámbito del negara --el caso más completo reportado por Kom es el de un terre
moto--, e incluso como respuesta a una mera amenaza de catástrofe, señalada por malos au
gurios tales como el nacimiento de tri llizos, o nacimientos monstruosos de humanos o ani
males. El rey, como líder del negara adat, dirigía otros rituales explícitamente dedicados a la
purificación del reino, generalmente en el Pura Penataran (véase más adelante en esta misma
nota y C. J. Grader, s.f. , págs. 1 7, 25, 43, donde también se señalan algunos de alcance pan
balinés celebrados en Besakih, págs. 46, 48, 49, 5 l ; respecto a estos últimos, véase también,
en la presente obra, pág. 64 y capítulo 2, notas 2 1 y 22). Mientras se mantenía el estado de
polución, los dioses no podían descender a sus «asientos» (linggih) en los templos, en las
ocasiones adecuadas; el propósito del ritual se concebía, por tanto, pengentig linggih, «hacer
seguros los asientos», y, consiguientemente, la jerarquía (véase pág. 2 1 9).
242 NEGARA
Para una teoría especulativa (y, a mi parecer, implausible), según la cual la faceta de
«guardianes de la tierra» de los señores «hindojavaneses» sería una reliquia de la «invasión
de Majapahit», en la cual desplazaron a la anterior y autóctona clase gobernante balinesa,
que habóa rendido culto a la tierra, véase Korn, 1 932. pág. 1 53 ; compárese con Friederich,
1 959, págs. 1 42- 1 43. La expresión druwé raja (o druwé dalem) se utilizaba en sentido es
tricto para designar las tierras poseídas por el señor como tales (véase Korn, 1 932, págs. 229,
30 1 , 564, 659), pero se aplicaba con la misma frecuencia para designar su relación espiritual
con el reino como un todo; y si alguno de estos usos es «metafórico» , será el primero, no el
último (véase conclusión, nota 1 1 ). Para el papel del rey en las Aberturas del Agua, véase
pág. 1 1 2 y capítulo 3, nota 98; para los templos estatales en general, véase pág. 64.
De la misma forma que había un templo de pueblo, el Pura Balai Agung, dedicado a ce
lebrar el desa adat (véase pág. 8 1 y capítulo 3, nota 22), así también había un templo pa
trocinado por el señor a nivel estatal, el Pura Panataran, dedicado a celebrar el negara adat
(«En el pura penataran se conmemoraba, se mantenía y se confirmaba por medios religio
sos la unidad vida del reino ( . . . ) El pura penataran real servía para la veneración del señor
del suelo y, al mismo tiempo, para las reuniones religiosas del Estado . . . », Goris, l 960a).
Debido a la presencia en su interior de un lingga de piedra que conmemoraba a los ances
tros del señor, Goris contempla el Pura Panataran como «conteniendo a la vez en su interior
lo que, al nivel del pueblo, representan el pura puseh y el pura bale agung». Pero -junto
con el Pura Balai Agung, el «Templo del Gran Consejo»- el Pura Panataran, el «Templo
de la Cabeza del Estado» , es todavía uno de los santuarios menos completamente entendi
dos de Bali, sobre todo porque tampoco se entienden bien las concepciones asociadas de
desa adat y negara adat, en la ansiedad por separar elementos «hindojavaneses» y elemen
tos «indígenas» en la cultura balinesa.
1 7 . En términos económicos, las ceremonias de la corte eran ampliamente sistemas de in
tercambio redistributivo, en el sentido de Polanyi (véase Polanyi y otros, 1 957), porque los bie
nes movilizados, bien eran consumidos sobre el terreno por el conjunto de los celebrantes, bien
dichos celebrantes se los llevaban a casa -lo que se daba en una proporción apreciable-. Na
turalmente, no existen descripciones reales de este aspecto, pero, a juzgar por las prácticas re
cientes y, más importante, por las opiniones de antiguos participantes en ceremonias, podemos
contemplar que el excedente económico no fluía hacia palacio a través del sistema ceremonial,
al menos en cantidades significativas. De hecho, parece ser que los señores invertían en dichas
ceremonias más de lo que obtenían de ellas. Las reparaciones de palacios o, más esporádica
mente, la construcción de templos estatales sí hacían uso de la movilización política de bienes
y mano de obra; pero ese tipo de actividad no dejaba de ser en buena medida una actividad ri
tual --como el empaste dental o la incineración-, centrada habitualmente en la ceremonia de
dedicación (mlaspas). La construcción y el mantenimiento de senderos, caminos y demás era
un asunto local, como lo eran los servicio de riego o los templos del pueblo.
Esto no quiere decir que los señores no obtuviesen apoyo material de sus súbditos, ni
significa que dicha exacción no fuese onerosa; pero quiere decir que lo conseguían princi
palmente a través de los impuestos, los arrendamientos a partes y los distintos arreglos re
feridos a la tierra que han sido descritos anteriormente (véase pág. 98), y sólo marginal
mente, si en absoluto, a través del sistema ceremonial, cuya función era exhibir riqueza, no
apropiarse de ella. Para un cuadro modelo de un patrón de distribución, véase en C. Geertz
( 1 960, págs. 1 1 - 1 6) la descripción del slametan javanés, respecto al cual las ceremonias
descritas no eran más que versiones enormemente magnificadas y elaboradas.
1 8. La cita es de un mantra recogido en Goudriaan y Hookyaas, 1 97 1 , págs. 78-79. La
palabra traducida por «auto» ( [N. del t. ] Void-Self. también traducible como «Vacío-Propio»
y, menos convincentemente, como «Vacío-Mismo») es el sánscrito atma, traducido tan fre
cuentemente como «alma» o «mente»; aquí forma un compuesto con sunyii, «Vacío» (véa-
BAL I Y LA T EORÍ A POL Í T I CA 243
se Gonda, 1 973, págs. 420, 1 02), como parte a su vez de una compleja imagen del cuerpo
como una composición de deidades (Visnú en el corazón, Iswara en la garganta), de las cua
les ésta es la que resume e integra a las demás, «el Brahmán Supremo» en la cabeza o en la
fontanela. Para la imagen de «silencio en el centro-ápice, conmoción en la periferia-fondo»,
en las ceremonias de incineración, véase pág. 1 97; en pintura, véase Bateson, l 972b. La
«pose formal» es, claro está, la postura de loto o padmasana ya comentada (véase capítulo
4, nota 1 5 ) . Sobre la interconexión entre rango, maneras y «anonimación» individual en
Bali, véase C. Geertz, l 973h. Se debe insistir nuevamente en que el nombre genérico para
una ceremonia o ritual es karya, «[un] trabajo», mientras que para una ceremonia de la cor
te es karya gdé, «[un] gran trabajo».
1 9. La cita del «Brahmán Supremo» es del mantra referenciado en la nota previa; la de
«indefenso, encorvado, postrado» es del Negarakertagama (véase Pugeaud, 1 960- 1 963,
vol. 1 pág. 3, vol. 3 pág. 4; la referencia a «el conjunto del país» remite en esta caso a Java
[sayawabhümi] , claro está, pero, por razones que ahora se aclararán, eso no tiene importan
cia). La palabra más corriente para «trance» en Bali, nadi, significa «convertirse», «existir»,
«representar como», «ser o estar poseído», «crear» (véanse Belo, l 960b, págs. 20 1 -254;
Van Eck, 1 976 [como dadi ] ; Kusuma, 1 956a, compárese con Pigeaud, 1 960- 1 963, vol. 5
pág. 204 [como dadi]).
La puesta en imagen de los dioses en meditación, asociada con partes del cuerpo, colo
res, direcciones y demás es omnipresente en los rituales balineses pero alcanza un desarro
llo particular en los ritos de la corte. La típica fórmula (sánscrita) es bay� - � abda-jdep, tra
ducida habitualmente, a falta de algo mejor, como «acción-palabra-pensamiento» (véase
Hookyaas, 1 964a, págs. 26 y sigs., 1 58 y sigs., 204, 2 1 3, 223 ; Gonda, 1 973, págs. 1 02. 384,
5 1 8). Para el papel de la fórmula en el teatro de sombras balinés, todo un tema en sí mismo
aunque en absoluto desconectado del que aquí se trata, véase Hookyaas, l 973c, págs. 1 9,
29, 3 1 , 33, 36, 57, 99, 1 25). Bayü -que significa originalmente «viento» o «aliento», y en
balinés hablado «fuerza», física o genérica- se refiere a lo que eJ mediador debe «hacer»
-hacer gestos mudra, traer ofrendas, controlar la respiración-. Sabda -suara en balinés
hablado; significa originalmente «sonido», «tono», «VOZ», «habla» y «nombre», así como
«palabra»- se refiere a lo que el mediador debe «decir» -plegarias, canciones, mantras-.
E i<Jep, el más difícil y el más importante de los tres vocablos -significa algo así como «Vi
sualizar», «endovisión», «poner en imágenes», «pintar»-, podríamos decir que se refiere
a lo que el mediador debe «hacer venir a su mente, a su consciencia» -una riqueza de sen
sibilidad interna que sólo se puede evocar a través de un ejemplo, una instrucción ritual bas
tante típica referida a la celebración del lingga de Siva como emblema de la realeza (véase
capítulo 4, nota 1 8).
Éste es literalmente uno de un centenar de ejemplos que se podrían dar, y dista mucho
de ser el más complejo. Para algunos otros, véase Hookyaas, 1 966, págs. 6 1 y sigs., 85 y
sigs., 90 y sigs. y 1 25 y sigs. El hecho de que Hookyaas, en distintas ocasiones, traduzca el
término idep como «pensar» , «imaginar», «concebir», «concentrarse», «pasar a ser cons
ciente de», e incluso «creer», así como el que en balinés hablado signifique «deseo», testi
fica la dificultad del concepto. A lo mejor también habría que hacer notar que, pese a los
pronombres masculinos empleados -aquí y en el texto-- , frecuentemente se i magina a
los dioses como andróginos -«Imagina la unidad de Dios S iva y de la Diosa Urna» (véase
Hookyaas, 1 966, pág. 85); «Imagina que la Deidad es Mitad Señor-Señora I Siva I Parvati»
(véase Hookyaas, 1 966, pág. 9 1 ; compárese con 1 964a, págs. 1 40- 1 68)-, como también se
imaginan, claro está, como mujeres: Urna, Saravasti, Durga, Sri. Todo esto conecta con la
imagen del hundimiento de estatus que empieza desde el andrógino asexual, a gemelos de
sexo opuesto, a hermanos de sexo opuesto y así sucesivamente a medida que se pasa de dio
ses a hombres y más allá de éstos a la sexualidad animal, radicalmente polarizada (véase
Belom, l 970b; Mersho, 1 97 1 , págs. 29-3 1 ; Geertz y Geertz, 1 975, aunque este tema, clave
para la comprensión de la cultura balinesa, ha sido insuficientemente explorado); todo ello
es expresado en el ritual de la corte por el hecho que el rey se acompaña habitualmente por
su esposa principal, rodeada de todas las esposas menores. Sobre las esposas de los sacer
dotes, con un simbolismo similar, véase anteriormente conclusión, nota 8. Sobre las muje
res de Siva como «activaciones» Suyas -y, así, copias Suyas como las esposas del señor lo
son del señor-, véase pág. 1 85 . Sobre la unificación iconográfica de masculino y femeni
no en el ritual balinés, véase capítulo 4, notas 1 5 y 1 8.
20. Las citas son de Worsley ( 1 972, págs. 46, 80), como lo es el tropo del sol y la luna
(pág. 45 ) . Las buenas descripciones de batallas balinesas son prácticamente inexistentes
-en el sentido de opuestas a los relatos de estilo épico sobre ellas; sin embargo, a juzgar
por lo que dicen los informantes que participaron en alguna de ellas, consistían básicamen
te en una serie de breves escaramuzas a cuchillo y lanza, retirándose la parte vencida des
pués de unas pocas bajas-. Se puede captar algún aroma de los aspectos ceremoniales de
la práctica de la guerra en los textos de las crónicas (por ejemplo, Worsley, 1 972, págs. 1 56-
1 59, 1 63- 1 65 , 1 68- 1 73 , 1 77- 1 8 1 , 228-230, 23 1 ), en las formas de las danzas guerreras
como las famosas baris (véanse Covarrubias, 1 956, págs. 226, 230-232; De Zoete y Spies,
1 938; págs. 56-64, 1 65- 1 74, y planchas 1 3-22, 74-76), y, claro está, en el teatro de sombras
(véase Hookyaas, l 973c), aunque se echan en falta estudios sistemáticos y nuestro conoci
miento sobre las tácticas concretas en el campo de batalla es muy esquemático, sustentán-
BALI Y LA T E OR(A POLÍTICA 245
Cuando había guerra, el rey [cakorda] llamaba a todo el mundo a la batalla a través
de sus punggawas y sus perbekeles. Todo el mundo se reunía cerca del campo de bata
lla, cada uno alineado con su perbekel particular, agrupándose los perbekeles de acuer
dos a sus punggawas. Por ejemplo, todos los kawulas de Jero Subamia [el punggawa del
informante] estaban juntos y peleaban juntos. Cada jero [es decir, cada punggawa] tenía
un hombre llamado pecalan -uno de sus perbekeles- a cargo de las tropas. La perso
na que ocupaba tal posición en el palacio real, Puri Gdé, era el pecalan gdé y estaba al
cargo de todas las tropas; pero no era un general en el sentido de un estratega global.
El cakorda hacía planes generales, establecía la estrategia global, al menos en teo
ría; pero, de acuerdo con la experiencia del informante, las guerras eran tan breves y
empezaban tan súbitamente que nunca tenían demasiado de planificación. Las princi
pales armas eran lanzas [tombak] y cuchillos [kris]. Las armas de fuego eran muy raras.
No habíii arcos y flechas [aunque se empleaban en ocasiones] , y los caballos no se usa
ban en la batalla (si un punggawa montaba a caballo hasta una batalla, desmontaba para
luchar). Cada soldado portaba una lanza y un kris, que le pertenecían, pero [general
mente] no tenían escudo. La lucha era desordenada, y cada hombre peleaba más o me
nos según su valor, el más valiente yendo naturalmente hacia adelante, el menos vale
roso, remoloneando por atrás.
Muchas de las luchas se realizaban en fronteras naturales, habitualmente un río.
Ambos lados tratarán de vadear el río y, a menudo, la batalla tenía lugar en medio de la
corriente. Señores y plebeyos iban vestidos igual, aunque los punggawas solían ir de
camino a la batalla protegidos bajo parasoles. Todo el mundo vestía un sarong blanco,
parecido al que hoy llevan los sacerdotes de pueblo, habitualmente sin falda. Los ple
beyos, y después de ellos los perbekeles, eran quienes llevaban el peso del combate.
Los punggawas raramente tenían que luchar, y simplemente recibían noticias de
los perbekeles sobre quién era valeroso y quién no lo era. Una vez, cuando [su casa] es
taba en una batalla contra Mengwi, todos los campesinos fueron muertos o huyeron, así
que los punggawas tuvieron que luchar. Lucharon contra campesinos de Mengwi; la
casta no contaba. Había gente que iba por delante, en país enemigo, para explorar la si
tuación, pero las emboscadas eran raras. Los exploradores (petelik) simplemente averi
guaban dónde se estaba desplegando el adversario y cuántos de ellos había allí, yendo
entonces a informar al punggawa. El «rey segundón», tampoco iba a luchar hasta que
las cosas se ponían muy feas. Durante la experiencia del informante, el cakorda sólo sa
lió una vez, cuando Marga fue capturada por Mengwi, pero sólo l legó a Tunjuk [un pue
blo a mitad de camino entre Marga y al capital] , y la gente no le hubiera dejado ir más
lejos, pues decían que no era necesario.
Había algunos especialistas Uuru bedi) que empuñaban las pocas armas de fuego
que había y que eran colocados en primera línea. Las gentes que luchaban en primera
línea estaban motivadas por el hecho de que, si no los mataban, serían los primeros en
acceder al botín de cualquier territorio capturado y, así, conseguirían más oro, más ga
nado, etc. Cuando Badung luchó contra Kapal, [ los de Badung] tenían algunos fusile
ros bugis. Kapal perdió y los bugis fueron los primeros en entrar en el área y cogieron
todo aquello de valor. En Tabanan, algunos de los fusileros también eran bugis y esta
ban agregados directamente a Puri Gdé. En cualquier caso, eran los kawulas quienes
2 4ó NEGA RA
verdaderamente llevaban a cabo la guerra (ngayah, la misma palabra utilizada para las
contribuciones rituales a las ceremonias del puri ).
Pregunté sobre la duración de la guerra, y dijo que la batalla entre Mengwi y Ta
banan en la que participó duró dos días y que se marcharon cuando mataron a una o dos
personas. Pensó que debía haber un acuerdo entre los dos reyes para no pelear dema
siado duro, ya que ninguno de los dos bandos intentó realmente avanzar sobre el otro.
Dijo que el rey de Tabanan dijo después de que hubiera acabado que la batalla había
sido un sacrificio ritual (caru), como el que se hace a los demonios en «el Día del Si
lencio» (nyepi). Quizás esta renuencia a luchar más se debía a que ambos bandos sabían
que el enemigo tenía demasiadas fuerzas y que habría demasiada oposición. Cuando
Mengwi capturó Marga, la guerra duró un mes y al menos murieron cincuenta perso
nas. Esto era lo máximo que había oído. Todos aquellos que cayeron en combate fue
ron incinerados a expensas del rey, del punggawa de la víctima y de su perbekel.
El aspecto doble de los dioses índicos, apacible y feroz, -Siva / Kala, Urna / Durga
es bien conocido. Para Bali, véanse Covarrubias, 1 956, págs. 3 1 6-3 1 8 ; Hookyaas, l 964a,
pág s . 43-92; Belo, 1 949. Sobre los aspectos rituales de justicia en la corte, véase anterior
mente conclusión, nota 9.
2 1 . El principal efecto del gobierno holandés, por lo que concierne al negara, fue. iró
nicamente, convertirlo en una especie de estructura feudal o pseudofeudal que previamente
no había sido. La eliminación, mediante el exi lio, de aquellos miembros de la cúspide de la
elite indígena que consiguieron sobrevivir a los puputan -los reyes supremos y sus pa
rientes próximos en la línea nuclear- dejó a sus inveterados rivales -los miembros del si
guiente nivel, es decir, los reyes «segundones» y sus parientes cercanos (véase pág. 9 1 )
como los señores locales de mayor rango. Los holandeses, que necesitaban algunos señores
de alta alcurnia para gobernar a través de ellos, los transformaron en los funcionarios loca
les de mayor rango, los llamados regentes (en Tabanan, se asignó al señor de Kaleran a tal
puesto. Más tarde, hacia mediados de los años veinte, cuando la fiebre de la conquista se ha
bía enfriado y se estaba calentando la del nacionalismo, los holandeses trajeron de vuelta a
los herederos exiliados -en Tabanan, un j oven señor de Puri Mecutan, el pariente más
cercano del rey y del príncipe muertos- y los restauraron en el puesto de regentes como
un movimiento hacia lo que piadosamente llamaron «autogobierno» zelbbestuur). Como los
holandeses disolvieron inmediatamente el sistema perbekel al tomar el control directo,
los nuevos señores burocratizados se encontraron en la posición de continuar esperando ce
lebrar los rituales del Estado-teatro (algo que también la población esperaba de ellos), pero
sin las instituciones políticas que anteriormente los habían permitido. En su mayor parte,
los señores resolvieron la situación gravando a sus arrendatarios con partes de las obliga
ciones rituales (aunque no las militares) que anteriormente habían recaído en sus kawula ;
así, por primera vez, servicio y tenencia de la tierra estuvieron conectados.
Algunos costes de los rituales, especialmente de aquellos que tenían que ver con las «pu
rificaciones del reino» (véase conclusión, nota 1 6), se imponían sobre las subak a través de los
sedahan (véase C. J. Grader, s.f. , págs. 8-9, 1 5, 20, 22, 26, 57-58; véase la próxima nota). En
ocasiones, el gobierno holandés también concedía subvenciones a los señores para dichas ac
tividades, especialmente a los que había designado como regentes (véase C. J. Grader, s.f. ,
págs. 1 0, 2 7 , 4 1 , 60). Incluso, a veces, s e llegó a gravar a vendedores d e opio (véase C. J. Gra
der, s.f. , pág. 1 2) y a organizadores de peleas de gallos (véase C. J. Grader, s.f., pág. 42).
De forma similar, se transformó a los sedahan gdé (véase pág. 98) en funcionarios del
servicio de riego y en inspectores de impuestos, uno para cada uno de los seis principales ne
gara sureños, convertidos claramente en regencias con fronteras bien delimitadas (Karenga
sem, Klungkung, Bangli, Gianyar, Badung y Tabanan ; los dos del norte, Buleleng y Jembra-
BALI Y LA TEORI A POL I TICA 247
na, ya habían sufrido tal transformación anteriormente; véase introducción, nota 13 ). Los se
dahan ordinarios fueron colocados bajo la autoridad de los anteriores como subinspectores
de «distritos» subregionales; las subak fueron algo regularizadas, principalmente a través de
consolidaciones; y se realizaron unas pocas obras modernas (presas, pantanos) con una pla
nificación centralizada. Así, también por primera vez, se produjo una «burocracia hidráuli
ca» (no muy poderosa) presidida por funcionarios del agua (tampoco demasiado fuertes).
Respecto al comercio, al prohibirse los puertos comerciales y el comercio arrendado,
los chinos se expandieron a través de tiendas, de almacenes y de su presencia en los bazares.
También algunos señores entraron en el comercio en cal idad de empresarios semioficiales
de algún peso, aunque fue sobre todo después de la independencia, cuando no parecía se
guro que la propiedad de tierras pudiera sostener las actividades del negara (para un comen
tario más completo, véase C. Geertz, 1 960b ).
También se dieron otros cambios inducidos por la llegada final del colonialismo en su for
ma completa: la solidificación de los títulos de rango y la importancia creciente de las dis
tinciones de vama; la agrupación funcional de pueblos, convertidos en pueblos territoriales
gubernamentales (encabezados por funcionarios nativos designados por los holandeses, ma
yoritariamente sudras, y llamados perbekel), que, a su vez, se agrupaban en distritos territo
riales (encabezados por funcionarios nativos designados por los holandeses, llamados pung
gawa, y casi todos triwangsa); el establecimiento de tribunales de justicia laicos; y, claro está,
la completa eliminación de la guerra. Como resultado, hacia el final del período colonial, la
organización del negara se había racionalizado algo, en el sentido weberiano, manteniendo al
mismo tiempo una buena cantidad de su actividad ceremonial ejemplar, de una forma más o
menos tradicional . Con la invasión japonesa, la independencia y la imposición de un gobier
no militar centralizado, se puso más presión todavía sobre el aspecto ejemplar del negara.
Pero la revista indonesia Tempo, en su número del 3 de octubre de 1 977, informa de que una
boda real en Gianyar, que duró cuatro días, reunió a 1 5 .000 personas y costó varios cientos
de miles de dólares; y el lntemational He raid Tribunc (París), en su edición del 1 2 de febre
ro de 1 979, describe una incineración, celebrada ese mismo año, del señor de Ubud, e indica
que atrajo a 1 00.000 personas (3.000 de las cuales eran turistas que pagaron veinticinco dóla
res por barba por «asientos de palco») y luciendo una torre de cremación de sesenta y tres pies
de altura. El Estado-teatro está lejos de haber desaparecido completamente, incluso ahora.
22. Sobre la «ausencia de clímax» como un tema omnipresente en la vida bal inesa,
véase Bateson y Mead, 1 942; compárese con C. Geertz, l 973c y l 973h.
23. Sin duda, si se pudiera recuperar más de la historia analística de Bali, la imagen de
continuidad resultaría algo menos uniforme y estadios endógenos de desarrollo reemplaza
rían la simple impresión de fijeza. Pero la argumentación no es que nunca cambiaba nada o
que los cambios carecían de significación propia, sino que el tipo de transformación profun
da que tuvo lugar en muchos otros puntos del sureste asiático a resultas de extensos y exten
didos contactos externos -muy particularmente con occidentales, pero no exclusivamen
te- no se dio antes de principios de este siglo en el sur de Bali, donde permanecieron estables
los parámetros culturales de la vida política, es decir, el marco del discurso dentro del cual
dicha vida se movía. No importa cuántas convulsiones tuvieron lugar dentro de dicho marco,
su forma global varió bien poco. Para un buen comentario, con relación a Tailandia --donde
tal contacto externo fue muy anterior, más profundo y más continuado--, de la cantidad de pro
blemas implicados en este tipo de análisis y de los peligros de una vi sión hiperestática de
la historia del Estado «índico» en el sureste asiático, véase Keyes, 1 978.
Las fechas que se pretenden emblemáticas son las de la «invasión» de Majapahit (véa
se pág. 30) y la de la holandesa (véase pág. 27).
24. N. del t. : Conocido verso del escritor Rudyard Kipling. El original reza como si
gue: «Women and Horses and Power and War».
BIBLIOGRAFÍA
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BIBLIOGRA F I A l5lJ
Hasta 1 972, las palabras en lengua indonesia (y, por tanto, las baline
sas) 1 se escribían de acuerdo con una ortografía un tanto diferente de la
que hoy es oficial ; aún antes, durante el período colonial , los estudiosos
holandeses utilizaban a menudo ortografías supuestamente «fonéticas» y
más bien individualizadas. Los vocablos indígenas especificados en este
libro y en el glosario siguen el estilo oficial en vigor actualmente, por lo
que aparecen con una forma algo distinta a la que es habitual en la gran
mayoría de la literatura sobre lengua y cultura indonesias, con la excep
ción de las obras más recientes. Las principales diferencias de la ortogra
fía actual respecto a la norma anterior incluyen: e por tj (manca en lugar
de mantja) ; j por dj (banjar en lugar de bandjar) ; y por j (pengayah en lu
gar de pengajah) .
LINGGA Imagen fálica; símbolo de Siva, realeza divina, potencia sacra etc .
LINGGIH Literalmente «asiento». Generalmente utilizado para indicar ran
go, estamento, posición, lugar, título, «casta» . También indica el al
tar/es sobre los cuales se sienta un dios cuando él o ella desciende a los
templos (véanse ODALAN, PADMASANA).
LONTAR También rontal. Un manuscrito hecho de hoja de palma.
GLOS ARIO L. / I
MAJAPAHIT Reino javanés del siglo XIV, considerado por los balineses
como la fuente de su cultura y de su organización política estatal (véa
se GELGEL, NEGARA).
MANCA Literalmente «manos» (más literalmente «cinco»). Utilizado para
referirse a un señor principal (véanse PUNGGAWA, PAREKAN).
MANTRA Fórmula sagrada pronunciada en los rituales (véase MUDRA).
MERANA Desastre natural con causas sobrenaturales (véase APAHKRAMA,
PANAS BUMI, ABÉN BIKUL).
MERU Montaña sagrada y axis mundi del hinduismo; morada de los dioses.
Identificado en Bali con el volcán sagrado, Monte Agung; también uti
lizado para referirse al tejado del templo y a las réplicas de éste hechas
en las torres crematorias (véanse BESAKIH, BADÉ).
METATAH Empaste [relleno] dental ; ceremonia de empaste dental.
MoKSA «Desencamación»; ascenso al reino de los dioses tras la muerte,
sin dejar un cadáver (véase PITARA).
MUDRA Gestos sagrados efectuados con las manos durante los rituales (véa
se MANTRA).
MuRTI Forma, configuración, materialización; empleado para designar los
aspectos perdurables y de sostén frente a aquellos dinámicos (véase
SEKTI).
NEGARA Estado, reino, capital, corte, ciudad. Término general para la auto
ridad política superpuesta y translocal, y para aquellas formas sociales
y culturales que se le asocian (véanse DESA, NEGARA ADAT).
NEGARA ADAT Una comunidad regional o suprarregional que define un es
pacio sagrado y se rige por un conj unto de leyes consuetudinarias (véan
se ADAT, DESA ADAT, NGURAH, SAD KAHYANGAN).
NGURAH Guardián, custodio, protector. El señor principal en cuanto a su
papel de líder ceremonial de una comunidad consuetudinaria regional
(véanse NEGARA ADAT, PURA PETANARAN, DESA ADAT).
SEMBAH Gesto de homenaje hacia los dioses, los señores, los supe riore s '
etc.
SINGKEH Chino nacido en China y residente en Indonesia (en opos ici ón a
peranakan, chino nacido en Indonesia).
S1s1A «Discípulo o discípula» de un sacerdote brahmana, del cual re cibe
agua bendita (véase SIWA, TIRTA, PADANDA).
S I WA S iva, el más importante de los dioses hindúes en Bali, identifica
do con el Sol ; también empleado para designar al sacerdote brahma
na del cual uno recibe agua bendita (véanse SURYA, SISIA, PADANDA,
TIRTA ) .
SUBAK Una sociedad de regantes; la unidad local básica de cultivo (véanse
BANJAR, PEMAKSAN, SEKA YEH, TENAH , TEBIH, TEMPEK, PURA ULUN CA
RIK).
S UBANDAR Arrendatario comercial (véase KEBANDARAN) .
SuDRA La más baja de las cuatro «castas» de Bali (véanse BRAHMANA, SA
TRIA, WESIA, JABA, WARNA).
SURYA El Sol, identificado con el dios Siva (véase SIWA).
Sociedad de regantes, 77- 78, 80-8 1 , 1 00- Templo del Origen o del Ombligo, 83.
1 1 9, 1 50, 1 5 2- 1 53, 1 55- 1 56, 246-247. Véase también Kahyangan Tiga
Véanse también Agua; Riego; Consti Templo, véanse Pura; Congregación del
tución de la sociedad de (egantes; Dis templo; Fiestas del templo; Sacerdo
tribución de la sociedad de regantes; tes del templo; Kahyangan Tiga; Tem
Líderes de la sociedad de regantes; plo de la Muerte; Templo de la Cabe
Ritual de riego; Tenah ; Terraza arro za de las Aguas; Templo de la Cabeza
cera del Arrozal ; Templo de la Cabeza del
Sociedad hidráulica, véase Despotismo Estado; Templo del Gran Consejo;
oriental Templo del Origen; Besakih; Pura Batu
Sol, el, véase Surya Kau; Sad Kahyangan; Lingitth; Pad
Spies, W., 25 masana; Altar del arrozal
Stutterheim, W. F., 25 Tenah, 1 53- 1 54
Subak, véase Sociedad de regantes Tenencia de la tierra, 97-98, 1 47, 1 48, 1 53
Subandar, 63, 1 2 1 , 1 25 , 1 27, 1 28- 1 29, Terminología variable, 1 56
1 66. Véase también Comercio Tierra, véanse Agricultura; Impuestos so
Súbdito, véase Kawula bre la tierra; Rentas de la tierra; Te
Sucesión, 2 1 4 nencia de la tierra; Arrendamiento;
Sudra, 49, 50, 1 42, 2 1 2, 2 1 4-2 1 5 . Véanse Sistema pecatu
también casas sudras , jaba I jero Tierras baldías, véase Yermo
Sukawati, 72 Tirta, véase Agua bendita
Surya, 7 1 , 1 84, 1 99, 20 1 , 205 , 237. Véan Títulos, 1 36, 1 37, 1 39- 1 4 1 , 1 43, 233-234,
se también Siva; Dioses 237-238. Véase también Sistema de tí
«Sustantivismo» versus «formalismo», tulos
1 64 Torre crematoria, 1 78, 1 83, 1 98, 2 1 4.
Swellengrebel, J. L., 1 3 1 , 2 1 2 Véanse también Axis mundi; Monte
meru
Tabanan, 27, 3 1 -32, 36, 39, 40, 42, 67, Trabajo agrícola, véanse Sociedad de re
72, 84- 1 1 9, 1 22, 1 27- 1 29, 1 36, 1 37, gantes; Tenencia de la tierra; Arrenda
1 38- 1 39, 1 4 1 , 1 42, 1 73, 208, 2 1 2, tario
237, 238, 245, 246 Trance, véase Meditación
Tailandia, 70 Tratado, 66-69, 72, 1 62. Véanse también
Teatro de sombras chinescas, 20 1 , 209, Alianzas; Ley
244-245 Tres Grandes Templos, los, véase Kah
Templo de la Cabeza de las Aguas, 1 07- yangan Tiga
1 08, 1 1 3, 1 57. Véase también Pura Triwangsa, 49, 50, 5 1 , 70, 2 1 2, 238. Véa
Ulun Suwi se también Nobleza
Templo de la Cabeza del Arrozal, 1 06- Trono de dios, véase Padmasana
1 07 , 1 58. Véase también Pura Subak o Tumpek, 2 1 1 . Véase también Wuku
Pura Ulun Carik
Templo de la Cabeza del Estado, 24 1 - Ukiran, 1 93- 1 95 , 209. Véanse también
242, véase Pura Panataran Axis Mundi; Puri
Templo de la Muerte o del Interior, véase Umah, 1 40
Pura Dalem
Templo de la muerte, 83. Véase también Van Bloemen-Waanders, P. L., 1 2 1 , 1 66
Kahyangan tiga Van Eck, R., 68
Templo de la presa, véase Templo de la Van Leur, J. C., 1 8, 1 20, 1 69- 1 70, 1 7 1 ,
cabeza de las aguas 235
Templo del Gran Consejo, 83, 1 07, 1 34- Van Naersen, F. H., 234
1 35, 242, véase Pura Balai Agung Van Stein Callenfels, P. V. , 1 33
Verja de dos hojas, 2 1 0 Wong jaba, 49
Visnu, véase Dioses Wong jero, 49
Wong Majapahit, 43
Wargi, 59-60, 7 1 , 72, 88. Véanse también Worsley, P. J., 223, 228, 236-237, 239,
Matrimonio; Hipergamia 244-245
Waris, 1 94- 1 95 , 2 1 1 Wuku, 209, 2 1 1 . Véase también Calen
Warna, véase Sistema de vama dario
Weber, M . , 1 9 , 50, 93, 229, 247
Wertheim, W. F., 24 Yermo, 239-240
Wesia, 49, 50, 70
Wittfogel, K., 24, 75, 1 53 Zimmer, H. 209
Wittgenstein, L., 232 «Zonas neutrales», véase Fronteras