> SIGLO X XI
Iñaki
Alberdi
“Lo mejor de la obra de
Luis de Pablo es que no se
parece a ninguna otra”
Como reza su título, Amicitia, concierto para acordeón y orquesta de
Luis de Pablo (Bilbao, 1930), es fruto de la amistad y de la curiosidad.
La del compositor por el instrumento, y la del solista, Iñaki Alberdi,
por la obra del compositor. Escrita por impulso propio, sin
financiación alguna, la partitura, terminada en 2014, vería la luz en
¿A cuándo se remonta su primer contacto
con la música de Luis de Pablo?
Recuerdo que, con 15 años, empecé a tocar
el acordeón y mi profesor comentó que había
asistido a un curso con él. Compré por aquel
entonces mi primer disco suyo, Elephants Ivres, y
después de eso tuve curiosidad por seguir
explorando su música de cámara. Luego, en los
primeros años del siglo XXI, comenzó a
escribir muchos conciertos (violín, guitarra,
violonchelo, arpa, órgano…). A medida que los
iba escuchando, iba sintiendo la necesidad de
estrenar uno para el acordeón. Cuando eres
músico y escuchas una obra para otro
instrumento que no es el tuyo te sientes en el
papel del solista. Me gustaba identificarme de
esa manera con la música de De Pablo.
Descubrí que toda esa sutileza que desplegaba
en sus partituras concertantes la quería
también explorar yo en el acordeón.
¿Cómo comenzó entonces a
sustanciarse Amicitia?
En 1996 tuve mi primer encuentro con él,
algo que se repetiría en años posteriores. Él me
reconoció sentirse sorprendido por las
posibilidades del acordeón. Su música es muy
lírica y, en ocasiones, se hace de una forma
bastante fría. El acordeón tiene toda esa
capacidad expresiva y polifónica que aumenta
la vertiente melódica. Así que en 2014
comenzó a escribir la obra.
¿Le guió en el proceso de
conocimiento del instrumento?
Fui a su casa y durante dos días le toqué
muchos pasajes de obras de varios autores.
Dos meses después ya había terminado el
primer movimiento. Vi entonces una escritura
muy definida de alguien que había entendido
perfectamente la relación exacta entre
sonoridad y escritura. Claro que su mundo
estético lo tenía ya más que asentado, pero
también demostró entender el acordeón de una
manera ejemplar pese a una escritura de
muchísima dificultad.
2018. Y es ahora, con un De Pablo más que nonagenario y expectante
por ver cómo el Teatro Real al fin desempolva su último título lírico,
El abrecartas, cuando el sello Ibs Classical documenta para la
posteridad la que quizás sea última gran partitura sinfónica del
maestro vasco.
¿Qué recuerdos guarda del estreno?
Probablemente sea esta una de las últimas
obras grandes —en dimensiones y
ambición— de De Pablo.
Así es, porque actualmente ya no puede
componer. Cuando estrenamos la obra, él
estaba muy agradecido. Mucho. “No me
esperaba una muestra de cariño así”, nos dijo
refiriéndose a todos los implicados en el
proyecto. Luis [de Pablo] en sus últimas
décadas de vida está mostrando un lado muy
humano; su trabajo refleja la estrecha relación
con los músicos, cuyas opiniones respeta, él
busca que para nosotros sea cómodo tocar su
música.
Lleva estrenadas unas cien obras,
¿dónde ubicaría estéticamente su Concierto
para acordeón?
Tengo la sensación de que Amicitia es un
canto interválico constante en el instrumento,
con una orquesta que es la resonancia del
propio acordeón casi durante toda la obra.
Es una orquesta enorme que suena pequeña,
camerística. Y por la manera de trabajar la
instrumentación y la interválica no tiene
absolutamente nada que ver con ninguna otra
composición. Luego está la envergadura, 25
minutos, solo Joan Guinjoan llegó tan lejos.
Pero, para mí, el gran valor de Amicitia es que es
una música de una solidez apabullante, distinta
a todo lo conocido.
¿Cómo entiende el final de la obra, tan
modesto y sorprendente a la vez?
El final refleja el momento en el que está
viviendo, un poco como si dijera “esto es así, y
no hay más”. No hay nada exagerado ni
ostentoso, es de una humildad inmensa.
“Ya está, esto es lo que quería decirles”. Esas dos
últimas notas me costaron un montón, venir de
tanto virtuosismo, de tanta rapidez y, de pronto,
cambio de tempo y, ‘pam, pam’, fin, se acabó…
Lo difícil viene ahora, después de
estrenarlo y grabarlo en disco, volver
a tocarlo.
S EPTIEM BRE 2 0 2 1
Fede Serra
He sido un afortunado, porque el Concierto
de Jesús Torres lo hice en gira con varias
orquestas, igual pasó con el de Gabriel
Erkoreka y el de Ramón Lazkano, que he
tocado más de doce veces. Pero eran obras que
no requerían de tanta instrumentación como
este de Luis [de Pablo]. Él me ha dicho que se
podría hacer una reducción… pero ya va a ser
complicado. No lo sé, ojalá alguna orquesta se
interese pronto por montar la obra.
¿Qué otros proyectos tiene por delante?
En octubre estreno un Concierto para
acordeón de Federico Jusid y una transcripción
suya del Concierto para arpa de Alberto
Ginastera. Con la ORTVE haré esta temporada
el Doble concierto de Jesús Torres, junto a Asier
Polo y Pablo González. Y con el Iñaki Alberdi
Musical Project mi intención es seguir
mezclando jazz con música de creación actual,
potenciando en todo lo posible las grabaciones
live, que tienen una verdad y una energía muy
auténticas. También estoy cada día más
fascinado por el acordeón microtonal, es un
instrumento vivo, a su lado el acordeón
temperado casi parece sintético. Y por
supuesto sigo atento a lo que se compone:
Hans Zender, Matthias Pintscher y Franck
Bedrossian tienen obras increíbles para el
acordeón. Ojalá nunca se deje de experimentar
porque eso significará que el instrumento sigue
estando vivo.
Tampoco es ajeno a la música
antigua…
No lo soy. Me hago muchas preguntas
cuando toco Soler o Bach, quizás demasiadas.
Esto no me pasa si interpreto a Piazzolla o
Lazkano, por diferentes que sean. Pero ambos
son mi mundo, lo que he conocido siempre.
En el Festival de Úbeda y Baeza voy a mezclar
pequeños tangos de Piazzolla con las Sonatas de
Soler; son lenguajes distintos, pero veo muchas
relaciones entre ambos.
Ismael G. Cabral
SCHERZO 61