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Sofía Belikov

Kyda Mel Wentworth v ictoriavergara Jeyly Carstairs


Hansel Marie.Ang Mary Warner anita0990
Beluu Mire nika Trece Valentine
Mae Nickie DianaX Rose
Sandry Miry GPE Daniela Sofía Belikov
NicoleM Ana Avila Agrafojo
MaJo Villa Clara Markov Annie D

itxi Miry GPE Beluu


victoriavergara GraceHope Sahara
*~ Vero ~* Daliam NicoleM
Beatrix Melii GypsyPochi
Sandry Jadasa Laurita PI
Mire Vannia Meliizza

Sofía Belikov
Mery St. Clair
Mel Wentworth

July
ÍNDICE
Sinopsis Capítulo 14

Capítulo 1 Capítulo 15

Capítulo 2 Capítulo 16

Capítulo 3 Capítulo 17

Capítulo 4 Capítulo 18

Capítulo 5 Capítulo 19

Capítulo 6 Capítulo 20

Capítulo 7 Capítulo 21

Capítulo 8 Capítulo 22

Capítulo 9 Capítulo 23

Capítulo 10 Capítulo 24

Capítulo 11 Agradecimientos

Capítulo 12 Sobre el Autor

Capítulo 13
SINOPSIS
Supe desde el momento en que Katy Swartz se mudó a la casa del
lado, que iba a haber problemas. Muchos problemas.
Y problemas son lo último que necesito desde que no soy de aquí
exactamente. Mi gente llegó a la Tierra desde Lux, un planeta a trece
billones de años luz. Además, si hay algo que sé, es que no se puede
confiar en los humanos. Los asustamos. Podemos hacer cosas con las que
sólo han soñado, y con sinceridad, hacemos que luzcan demasiado
débiles. Porque lo son.
Pero Kat me afecta de maneras en que nadie más lo ha hecho, y no
puedo evitar desearla —o querer usar mis poderes para protegerla. Ella me
hace débil, y soy el más fuerte de nuestra especie, el encargado de
protegernos. Por lo que esta simple chica… puede significar el fin para
nosotros. Porque los Luxen tienen un enemigo incluso más grande: los Arum,
y necesito permanecer concentrado.
Enamorarme de Katy —una humana— no sólo la pondría en peligro.
Podría hacer que nos mataran a todos, y nunca dejaré que eso suceda…
1
Traducido por Kyda
Corregido por Itxi

Más rápido de lo que podría seguirlo un ojo humano, me moví sin


hacer ni un sonido a través de los árboles en mi verdadera forma,
corriendo sobre el grueso césped y las rocas húmedas cubiertas de musgo.
No era más que una mancha de luz, acelerando a lo largo de la línea de
árboles. Siendo un extrat errestre de un planeta a trece billones de años luz,
estaba hecho de pura genialidad.
Pasé fácilmente uno de esos malditos coches de energía eficiente
que se deslizaba por el camino principal más allá de mi casa.
¿Cómo demonios esa cosa tiraba de un remolque?
Como que eso no era importante.
Reduje la velocidad y me transformé a mi forma humana,
manteniéndome en las espesas sombras proyectadas por los robles a
medida que el auto pasaba por la casa vacía al principio del acceso de la
carretera, y después se detuvo frente a la casa a mi lado.
—Mierda. Vecinos —murmuré a medida que la puerta del conductor
se abría y una mujer de mediana edad salía. Observé mientras se dobló y
le habló a alguien más en el auto.
Se rio y luego ordenó—: Sal del auto.
Quien sea que estuviera con ella no hizo caso, y la mujer finalmente
cerró la puerta. Brincó por los escalones del pórtico y desbloqueó la puerta
del frente.
¿Cómo podía estar pasando esto? Se suponía que la casa se
quedaría vacía, cualquier casa alrededor de aquí se suponía que
permanecería vacía de humanos. Esta carretera era la jodida puerta a la
colonia Luxen en la base de Seneca Rocks, y no era como si esa casa se
hubiera puesto a la venta y esos imbéciles en traje no lo hubieran notado.
Esto no podía estar sucediendo.
Energía crepitó sobre mi piel, vibrando, y la necesidad de
convertirme de nuevo a mi forma verdadera fue difícil de ignorar. Y eso me
enojó. En casa era el único lugar donde podía, donde podíamos ser
nosotros mismos sin temor a ser descubiertos, y esos idiotas, el
Departamento de Defensa, la maldita D-O-D1 lo sabía.
Mis dedos se enrollaron hacia mis palmas.
Vaughn y Lane, mis dos niñeras personales del gobierno, tenían que
haber estado al tanto de esto. Debe habérseles pasado fuera de sus
malditas mentes cuando nos chequearon la semana pasada.
La puerta del pasajero del Prius se abrió, llamando mi atención. Al
principio, no pude ver quién salió, pero luego ella caminó alrededor del
frente del auto, entrando completamente a la vista.
—Oh, mierda —murmuré de nuevo.
Era una chica.
Por lo que podía ver, era alrededor de mi edad, quizás un año
menos, y a medida que se giraba en un círculo lento, mirando al bosque
que se unía con el césped alrededor de las dos casas, lucía como que
esperaba que un león de montaña rabioso la atacara.
Sus pasos eran tentativos mientras se acercaba al pórtico, como si
todavía estuviera debatiéndose si de verdad quería entrar en la casa. La
mujer, la cual suponía que era su mamá, basado en el similar cabello
oscuro, dejó la puerta abierta. La chica se detuvo en el fondo de los
escalones.
La medí mientras me moví silenciosamente a través de los árboles.
Parecía de estatura promedio. De hecho, todo de ella parecía promedio;
su oscuro cabello marrón, echado hacia atrás de su rostro en una coleta
desordenada; su rostro redondeado y pálido; su peso promedio —
definitivamente no una de esas chicas flacas que odiaba y su… está bien.
No toda su apariencia era promedio. Mi mirada se quedó fijada en sus
piernas y otras áreas.
Demonios, tenía piernas bonitas.
La chica giró, enfrentando el bosque mientras sus brazos se doblaron
en su cintura, justo debajo de sus senos.
De acuerdo. Dos áreas en particular no eran promedio.
Escaneó la línea de árboles y su mirada se detuvo, justo donde me
hallaba de pie. Mis manos se abrieron a mis costados, pero no me moví, no
me atreví a forzar a mis pulmones a inhalar. Me miró direct ament e.

1 DOD: Departamento de defensa, por sus siglas en inglés.


Pero era imposible que pudiera verme. Me encontraba demasiado
escondido entre las sombras.
Un puñado de segundos pasó antes de que desdoblara sus brazos y
se diera la vuelta, lentamente dirigiéndose dentro de la casa, dejando la
puerta ampliamente abierta tras ella.
—¿Mamá?
Mi cabeza se ladeó al sonido de su voz, la cual también era…
promedio. Ningún acento realmente discernible o indicación de dónde
provenían.
De donde sea que fueran, no debía tener ningún sentido de
seguridad personal, ya que ninguna pensó en cerrar la puerta tras ellas.
Pero de nuevo, por estos lares, la mayoría de los humanos creían que se
encontraban completamente a salvo. Después de todo, el pueblo de
Ketterman, localizado justo fuera de Petersburg en West Virginia, ni siquiera
estaba incorporado. Los diputados pasaban más tiempo persiguiendo
ganado vagante y disolviendo fiestas de campo, que manejando
cualquier crimen real.
A pesar de que los humanos sí tenían un hábito asqueroso de
desaparecer por aquí.
La sonrisa de suficiencia torciendo mis labios se desvaneció a
medida que una imagen de Dawson se formó en mis pensamientos. No
sólo los humanos…
Cuando pensaba en mi hermano, ira burbujeaba dentro de mí,
apresurándose hacia la superficie como un volcán a punto de hacer
erupción. Se fue, muerto debido a una chica humana. Y ahora había otra
maldita más mudándose justo al lado.
Teníamos que… simular ser humanos, mezclarnos entre ellos y hasta
actuar como ellos, pero estar cerca de ellos siempre terminaba en
desastre.
Siempre finalizaba en alguien desaparecido o muerto.
No tenía idea de cuánto tiempo estuve de pie allí, mirando la casa,
pero la chica apareció de nuevo eventualmente. Saliendo de mis
pensamientos, me enderecé a medida que caminó hacia la parte trasera
del remolque. Sacó una llave de su bolsillo y abrió la puerta de metal.
O trató.
Y volvió a intentar.
Luchó con la cerradura y luego con la palanca por lo que tuvo que
ser el tiempo más largo de la historia. Sus mejillas se sonrojaron, sus labios se
fruncieron. Parecía que estaba a segundos de patear la parte trasera del
tráiler. Por Dios, ¿cuánto tiempo le tomaba a una persona abrir la puerta
de un remolque? Lo hizo un evento maratónico. Estuve medio tentado a
darme a conocer, mover mi trasero hasta allá y abrir la maldita puerta por
ella.
Finalmente, después de una eternidad, abrió el tráiler y bajó la
rampa. Desapareció dentro y reapareció momentos después con una
caja. La observé cargarla y luego regresar otra vez. Subiendo de nuevo por
la rampa, se tropezó en ella esta vez, cargando una caja que tenía que
pesar más que ella por la mueca tensa en su rostro.
Se movió alrededor del tráiler, y desde donde me hallaba parado,
pude ver sus brazos temblando. Cerré mis ojos, irritado por… todo. Llegó a
los escalones, y supe que no había forma en la que podría subir esa caja
por el pórtico sin caerse y probablemente romperse el cuello.
Levanté mis cejas.
Si se rompía el cuello, entonces supongo que eso resolvería todo el
problema de que “se mudaran al lado.”
Un pie logró llegar al escalón inferior y se tambaleó a un lado. Si se
caía, entonces estaría bien. Logró subir otro escalón y mi estómago gruñó.
Demonios, tenía hambre aunque comí como diez panqueques hace una
hora.
Casi llegó a la cima de los escalones, y se lo concedo, si se caía, no
se rompería el cuello. ¿Quizás un brazo? Una pierna sería demasiado.
Mientras plantó un pie en el siguiente escalón y luego lentamente levantó
el otro pie, estuve renuentemente impresionado por su pura determinación
de cargar esa caja a la casa. Cuando se tambaleó peligrosamente en la
cima, murmuré una lista obscena de groserías y levanté mi mano.
Enfocándome en la caja en sus manos, utilicé la Fuente. En mi
mente, me enfoqué en levantar la caja solo un poco, quitando la mayoría
del peso de sus brazos. Se detuvo en el pórtico por un microsegundo,
como si hubiera notado el cambio, y luego sacudiendo su cabeza, entró a
la casa.
Lentamente, bajé mi mano, un poco asombrado por lo que
acababa de hacer. No había forma de que ella pudiera sospechar alguna
vez que un chico en el bosque era responsable por eso, pero hombre, eso
fue una movida estúpida de mi parte.
Siempre había el riesgo de ser expuestos cuando usábamos la
Fuente, sin importar cuán insignificante fuera.
La chica reapareció nuevamente en el pórtico, sus mejillas de un
color rosa brillante por el esfuerzo, y se dirigió de vuelta al contenedor de
carga mientras limpiaba sus manos a lo largo de sus pantalones cortos de
mezclilla. Una vez más, se tropezó fuera del tráiler con una caja de muerte
en sus brazos, y tuve que preguntarme: ¿dónde diablos se encontraba su
madre?
Los pasos de la chica vacilaron y la caja obviamente pesada se
sacudió. Había vidrio dentro.
Y porque competía para el idiota más grande del mundo, me quedé
aquí afuera, en los árboles, con el estómago gruñendo como un maldito
motor, y la ayudé a cargar dentro caja tras caja sin que siquiera lo supiera.
Para el momento en que ella/nosotros terminamos de meter cada
último ítem en su casa, estaba cansado, famélico y ciertamente me
arriesgué a usar la Fuente lo suficiente como para que examinaran mi
maldita cabeza. Llevé mi trasero por los escalones de mi casa y entré
silenciosamente. No había nadie más alrededor esta noche, y me sentía
demasiado exhausto para cocinar, así que bebí medio litro de leche y
luego me dormí en el sofá.
Mi último pensamiento fue de una nueva vecina fastidiosa y mi plan
demasiado asombroso como para fallar para no verla de nuevo.

***

La noche cayó, y espesas nubes, oscuras e impenetrables,


bloquearon las estrellas y cubrieron la luna, tapando hasta la más mínima
cantidad de luz. Nadie podía verme. Lo cual probablemente era algo
bueno.
Especialmente considerando que me hallaba otra vez de pie fuera
de la casa que una vez estuvo vacía, como un total acosador en uno de
esos programas de crímenes reales. Vaya que me apegué a mi plan de
nunca ver a la chica nuevamente.
Esto se convertía rápidamente en un hábito perturbador. Intenté
discutir conmigo mismo que era necesario. Necesitaba saber más de
nuestra vecina antes que mi hermana gemela, Dee, la viera y decidiera
que serían mejores amigas. Dee era todo lo que me quedaba en el
mundo, y haría lo que fuera por protegerla.
Echando un vistazo hacia mi casa, exhalé una respiración agravada
por mi nariz. ¿Sería una cosa tan terrible si tan solo, no sé, quemara la
casa? Quiero decir, no dejaría que esas… humanas se quemaran dentro ni
nada. No era t an terrible. Pero sin la casa, no hay problema.
Me parecía simple.
La última cosa que necesitaba era otro problema, la última cosa que
cualquiera de nosotros necesitaba.
Una luz se encendió en una de las habitaciones de arriba a pesar del
hecho de que era tarde. Era su habitación. Hace solo unos minutos, vi su
contorno pasar frente a las ventanas. Tristemente, se hallaba
completamente vestida.
Esa decepción llevó el estado de acosador a un nivel
completamente nuevo.
La chica era un problema, uno grande, pero yo t enía todas las
partes funcionales de un chico, lo cual a veces desenfocaba toda la cosa
de que era un problema.
Tener a alguien mudándose al lado, alguien que tenía nuestra edad,
era simplemente demasiado riesgoso. Esta chica sólo llevaba aquí dos días,
pero era sólo cuestión de tiempo antes que Dee la viera. Ya preguntó un
par de veces si vi a los nuevos vecinos, si sabía quiénes eran. Me encogí de
hombros y dije que probablemente era una pareja anciana retirándose al
campo para disminuir su entusiasmo inicial, pero sabía que su personalidad
excitable sería imposible de contener por mucho tiempo.
Hablando del diablo hiperactivo…
—Daemon —susurró una voz desde las sombras de mi pórtico
frontal—. ¿Qué demonios estás haciendo aquí afuera?
¿Debat iéndome ent re quemar o no la casa la próxima vez que
vayan a la t ienda es una respuest a racional al hecho de t ener nuevos
vecinos?
Sí, me iba a guardar eso.
Suspirando, giré y me dirigí hacia el pórtico. Grava crujió bajo mis
botas. Mi hermana se hallaba apoyada contra la barandilla, mirando la
casa de al lado, una expresión curiosa asomando en su rostro mientras una
suave brisa desordenó su largo cabello oscuro a su alrededor.
Me tomó un esfuerzo increíble caminar a una velocidad normal
mientras me uní a Dee. Normalmente, no era algo que siquiera me tentara
cuando me encontraba en casa ya que me podía mover tan rápido como
la luz, pero con las nuevas vecinas, necesitaba volver al hábito de
parecer… bueno, humano.
—Patrullando. —Apoyé la cadera contra la barandilla, mi espalda
hacia la casa como si no existiera.
Dee arqueó una ceja a medida que levantó su mirada hacia mí.
Brillantes ojos color esmeralda, del mismo color que los míos, se
encontraban llenos de escepticismo. —No parecía eso.
—¿En serio? —Crucé mis brazos.
—Sí. —Su mirada se deslizó sobre mi hombro—. Parecía como que
estabas de pie fuera de esa casa, observándola.
—Uh-huh.
Sus cejas se fruncieron. —Entonces, ¿alguien se mudó allí?
Dee fue a la casa de los Thompsons hace un par de días, lo cual era
una jodida bendición a pesar de que la idea de ella estando allí con otro
extraterrestre de nuestra edad, Adam, pasando la noche, no me hacía
feliz. Pero funcionó. No tenía idea de quién se mudó al lado, y
conociéndola, una chica humana de su edad sería como descubrir un
cachorro abandonado.
Cuando no respondí, suspiró pesadamente. —De acuerdo. ¿Se
supone que adivine?
—Sí, unas personas se mudaron al lado.
Sus ojos se ampliaron a medida que volteó la cabeza y se inclinó
sobre la barandilla, mirando la casa como si pudiera ver a través de ella.
Mientras aunque nuestras habilidades eran bastante geniales, no teníamos
visión de rayos X. —Oh, Dios, no son Luxen. Son humanos.
Obviamente los habría sentido si hubieran sido de nuestra especie. —
Sip. Son humanos.
Sacudió su cabeza ligeramente. —Pero, ¿por qué? ¿Saben de
nosotros?
Pensé en la chica luchando para cargar las cajas hacia adentro el
otro día. —Mi elección es que no.
—Eso es tan raro. ¿Por qué el DOD los dejaría mudarse aquí? —
preguntó, y entonces inmediatamente añadió—: ¿A quién le importa?
Espero que sean agradables.
Mis ojos se cerraron. Por supuesto que Dee no se preocuparía por
ello, ni siquiera después de lo que le pasó a Dawson. Todo lo que le
importaba era que fueran agradables. Ni siquiera se le ocurrió, ni por un
segundo, la clase de peligro que la proximidad de un humano
representaba para nosotros. No mi hermana. Ella era toda unicornios
vomitando arcoíris.
—¿Viste quiénes eran? —interrogó, emoción llenando su voz.
—No —mentí, abriendo mis ojos.
Sus labios se fruncieron a medida que retrocedió de la barandilla,
aplaudiendo y se giró hacia mí. Teníamos casi la misma estatura, y podía
ver deleite brillando en sus ojos. —Espero que sea un chico sexy.
Apreté mi mandíbula.
Se rio. —¡Oh! Quizás sea una chica, como de mi edad. Eso sería
genial.
Oh Dios.
—Haría que este verano fuera mucho mejor, especialmente ya que
Ash está siendo un ya sabes qué —continuó.
—No. No sé qué.
Puso sus ojos en blanco. —No te hagas el inocente, idiota. Sabes
exactamente por qué está siendo t an dulce como la miel en estos
momentos. Pensó que pasarían todo el verano juntos haciendo…
—¿El uno al otro? —sugerí astutamente.
—¡Oh, asco! En serio. No iré ahí. —Se estremeció, y apenas pude
esconder mi sonrisa mientras me pregunté si Ash admitió que la parte de
hacernos el uno al otro aún pasaba a pesar de que no lo hacía desde
hace un tiempo. No a menudo, pero sí ocurría—. Se quejaba de no ir a
donde sea que le prometiste llevarla este verano.
No tenía idea de qué hablaba Dee.
—En fin, realmente espero que quien sea que esté al lado sea genial.
—Como un hámster en una rueda, la mente de Dee siguió dando vueltas—
. Quizás iré y…
—Ni siquiera termines esa oración, Dee. No sabes quienes son ni
cómo son. Mantente alejada de ellos.
Colocó sus manos en sus caderas mientras sus ojos se entrecerraron.
—¿Cómo sabremos qué tipo de personas son manteniéndonos alejados de
ellos?
—Yo los chequearé.
—No confío particularmente en tu forma de juzgar a los humanos,
Daemon. —Su mirada se convirtió en una enojada.
—Y yo no confío en la tuya. Justo como nunca confié en la de
Dawson.
Dee retrocedió un paso mientras inhaló una profunda y lenta
respiración. La ira se desvaneció de su expresión. —De acuerdo, entiendo.
Comprendo por qué…
—No vayamos allí. No esta noche —dije, suspirando mientras levanté
mi mano y pasé mis dedos por mi cabello, haciendo que las puntas se
pararan. Necesitaba un corte de cabello—. Es tarde y necesito hacer otra
ronda antes de que vayamos a dormir.
—¿Otra ronda? —Su voz cayó a un susurro—. ¿Crees que… algún
Arum esté cerca?
Negué, no queriendo que se preocupara, pero la verdad es que
ellos siempre estaban cerca y eran nuestro único predador natural;
nuestros enemigos desde el tiempo en que nuestro verdadero planeta
existía. Como nosotros, no eran de esta Tierra. Eran, en muchas formas, lo
exactamente opuesto de nosotros en apariencia y habilidad. Pero nosotros
no matábamos como ellos. Oh, no. El uso de la Fuente era el medio de
alimentarse de los Luxen que asesinaban. Eran como parásitos
consumiendo est eroides.
Los Ancianos nos decían que cuando se formó el universo, estaba
lleno de la luz más pura, haciendo que aquellos que vivían en las sombras
—los Arum— tuvieran envidia. Se volvieron celosos y determinaron sofocar
toda la luz. Así fue como se inició la guerra entre nuestros dos planetas.
Y nuestros padres murieron en esa guerra, cuando nuestro hogar fue
destruido.
Los Arum nos siguieron hasta aquí, usando cubiertas atmosféricas
para viajar a la Tierra sin ser detectados. Cuando sea que había una lluvia
de meteoritos o una ola de estrellas fugaces, me ponía al borde. Los Arum
normalmente llegaban después de dichas ocurrencias.
Luchar contra ellos no era fácil. Podíamos eliminarlos con la Fuente
directamente o con obsidiana —afilada como si fuera un cuchillo, era
mortal para los Arum, especialmente después de que se alimentaban.
Fracturaba la luz. Obtenerla no era fácil, tampoco, pero intentaba siempre
de mantener una conmigo, normalmente atada a mi tobillo. Dee también.
Nunca sabías cuándo podrías necesitarla.
—Sólo quiero ser cuidadoso —dije finalmente.
—Siempre lo eres.
Sonreí con fuerza.
Dudó y entonces saltó hacia adelante. Estirándose sobre las puntillas
de sus pies, besó mi mejilla. —Puedes ser un imbécil exigente, pero te amo.
Sólo quería que lo supieras.
Riéndome, envolví un brazo alrededor de sus brazos y brevemente la
jalé para abrazarla. —Puedes ser una parlanchina fastidiosa, pero también
te amo.
Dee golpeó mi brazo mientras retrocedía, sonriendo de nuevo. —No
vuelvas tarde.
Asentí y luego la observé entrar rápidamente a la casa. Dee
raramente hacia algo lentamente. Siempre fue la que tenía la energía
interminable. Dawson el relajado. Y yo, me reí bajó mi aliento, el imbécil.
Habíamos sido trillizos.
Ahora sólo éramos gemelos.
Varios momentos más pasaron mientras miré el sitio en el cual había
estado mi hermana. Era una de las únicas cosas que quedaban en este
planeta que de verdad me importaban. Giré mi atención de vuelta a la
casa. Ni siquiera me mentiría con esto. En el momento en que Dee se diera
cuenta de que era una chica, estaría encima de ella como una lapa, una
con corteza y que había visto mejores días. Y nadie podía resistirse a mi
hermana. Era una maldita bola esponjosa de luz del sol hiperactiva.
Vivíamos entre los humanos, pero no nos acercábamos a ellos por
una tonelada métrica de razones. Y no dejaría que Dee cometiera el
mismo error que Dawson. Le fallé a Dawson, pero eso no le pasaría a Dee.
Haría lo que sea por mantenerla viva y a salvo. Cualquier cosa.
2
Traducido por Hansel
Corregido por victoriavergara

Presionando la frente contra el vidrio, maldije entre dientes, sobre


todo porque me encontraba mirando por la ventana hacia esa casa.
Esperando. Estaba esperando. Tenía mejores cosas que hacer. Como
golpear mi cabeza contra el cement o. O escuchar a Dee describir
detalladamente cada complejo y perturbador atributo de cada uno de los
tipos de esa banda que amaba.
Obligándome a permanecer lejos de la ventana, bostecé mientras
me frotaba la mano a lo largo de la mandíbula. Maldit a sea, habían
pasado cerca de dos días y una parte de mí todavía no podía creer que
unos humanos se mudaran a la casa de al lado. Podría ser peor, decidí.
Nuestra nueva vecina podría ser un chico. Entonces, tendría que encerrar
a Dee en su habitación.
O por lo menos una chica que se pareciese a un chico. Eso hubiese
sido útil, pero por oh, no, ella no se parecía a un hombre en absoluto. Ella
era normal, me recordé, pero definitivamente no un chico.
Con un movimiento de mano, encendí la televisión y navegué a
través de los canales hasta que encontré una repetición de los Cazadores
Paranormales. Había visto este episodio antes, pero siempre era divertido
ver a los humanos salir corriendo porque creían haber visto algo brillante.
Holgazaneé en el sofá con las piernas sobre la mesita de café y traté de
olvidar a la chica con las piernas bronceadas y un culo asesino.
La había visto dos veces antes de hoy.
Obviamente, el día que se mudó, cuando fui un idiota y la ayudé
desde lejos. Quería golpearme por eso. Claro, ella no sabía que disminuí el
peso de las cajas para que no se le cayeran encima, pero no debí hacerlo.
Lo sabía.
Una vez ayer, corrió hacia el sedán y sacó una pila de libros del
coche. Su cara se iluminó con una gran sonrisa, como si la torre inclinada
de libros fuera en realidad un millón de dólares.
Era todo muy no lindo. ¿En qué demonios estaba pensando? No era
lindo para nada.
Hombre, hacía calor. Inclinándome hacia delante, agarré la parte
posterior de la camiseta y me la quité. La arrojé a un lado y ociosamente
me froté el pecho. Había estado sin camiseta mucho más desde que ella
se mudó aquí.
Espera. La había visto tres veces si cont aba el verla por la ventana
anoche.
Maldita sea, necesitaba salir y hacer algo. Preferiblemente algo de
trabajo que requiriera sudar mucho.
Antes de darme cuenta, atravesé la habitación y terminé justo frente
a la ventana. Otra vez. No quería examinar muy de cerca el por qué.
Aparté la cortina a un lado, frunciendo el ceño. Ni siquiera había
hablado con la chica, me sentía como un acosador mirando por la
vent ana, esperando de nuevo... ¿esperando qué? ¿Conseguir un vistazo?
¿Acaso prepararme mejor para el inevitable encuentro?
Si Dee me viese ahora, estaría desternillándose de risa en el suelo.
Y si Ash me viese ahora, estaría sacándome los ojos y enviando a mi
nueva vecina al espacio exterior. Ash y sus hermanos llegaron de Lux casi
al mismo tiempo que nosotros, y la relación sólo... sucedió... más por la
proximidad que por lo que podría llamarse una emoción real. Aunque Ash
y yo no hemos salido durante meses, sabía que aún esperaba que
acabáramos juntos eventualmente. No porque realmente me quisiera, sino
porque era lo que se esperaba de nosotros... así que por supuesto, no
quería verme con nadie más. Sin embargo, t odavía me preocupaba por
ella, y no podía recordar un momento sin ella y sus hermanos cerca.
Capté un movimiento por la esquina del ojo. Volviéndome
ligeramente, vi la puerta del pórtico contiguo cerrándose. Mierda.
Desplacé la mirada y la pillé apresurándose fuera del pórtico.
Me pregunté a dónde iría. No había mucho que hacer por aquí, y no
era como si conociese a alguien. No circulaba nadie más por la casa, a
excepción de su madre que entraba y salía a horas imprevistas.
La chica se detuvo frente a su coche, alisando con sus manos los
pantalones cortos. Mis labios se elevaron en las esquinas.
De repente, se deslizó hacia la izquierda. Me incorporé, mi mano
alrededor de la cortina en un puño, y mi cálido aliento atrapado en algún
lugar de mi pecho. No, ella no iba a venir aquí. No tenía ninguna razón.
Dee ni siquiera sabía que era una chica todavía. No existían razones…
Oh, diablos, venía hacia aquí.
Dejando de lado la cortina, me aparté de la ventana y me volví
hacia la puerta principal. Cerré los ojos, contando los segundos y
recordando la valiosa lección que aprendí de Dawson. Los humanos eran
peligrosos para nosotros. Simplemente estar con ellos cada día era un
riesgo: acercarse demasiado a un humano inevitablemente terminaría con
nosotros dejando un rastro tras ellos. Y dado que Dee estaba obsesionada
con encontrar un amigo “normal”, sería especialmente peligroso para esta
chica. Vivía justo al lado, y no habría manera alguna de poder controlar
cuánto tiempo pasaba Dee con ella.
Y luego estaba el hecho de que me hallaba, ya sabes,
observándola. Eso podría posiblemente ser un problema. Apreté los puños
a mis costados.
Mi hermana no tendría el mismo destino que Dawson. No existía
manera de que pudiera soportar su pérdida, y fue una humana la que lo
que se lo llevó, conduciendo al Arum directo a él. Sucedía una y otra vez
con nuestra especie. No era necesariamente culpa del humano, pero el
resultado final era el mismo. Me negaba a dejar que alguien pusiera en
peligro a Dee, sabiéndolo o no. No importaba. Lanzando mi mano, arrojé
la mesita a través de la habitación, pero me contuve y la traje de vuelta
antes de que se estrellara contra la pared. Tomando una respiración
profunda, la puse de nuevo en sus cuatro patas.
Un golpe suave y casi vacilante sonó contra la puerta principal.
Mierda.
Exhalé. Ignóralo. Eso era lo que tenía que hacer, pero me estaba
moviendo hacia la puerta, abriéndola antes de que lo supiera. Una ráfaga
de aire caliente se apoderó de mí, llevando el tenue aroma de melocotón
y vainilla.
Hombre, amaba los melocotones, todo dulces y pegajosos.
Mi mirada cayó. Era pequeña, más pequeña de lo que pensaba. La
cima de su cabeza sólo llegaba a mi pecho. Tal vez por eso lo estaba
mirando. O tal vez por el hecho de que no pensé en ponerme la camiseta.
Sabía que le gustaba lo que veía. A todo el mundo. Ash dijo una vez
que era por la combinación de cabello oscuro ondulado y ojos verdes, la
mandíbula dura y los labios carnosos. Sexy, había dicho. Era sexy. Podría
sonar arrogante, pero era la verdad.
Como me miraba descaradamente, pensé que podría hacer lo
mismo. ¿Por qué no? Ella llamó a mi puerta.
La chica... no era linda. Su pelo, no realmente rubio ni moreno, se
hallaba fuera del moño desordenado, y era largo, colgando sobre sus
hombros. Era pequeña, apenas medía un metro y medio. Sin embargo, sus
piernas parecían extenderse hasta el infinito. Alejar mis ojos de sus piernas
requirió un gran esfuerzo.
Eventualmente, mi mirada cayó en la parte delantera de su camisa.
“MI BLOG ES MEJOR QUE TU VLOG” ¿Qué, en el todo el mundo, quería
decir eso? ¿Y por qué tendría eso en su camisa... las palabras “BLOG” y
“MEJOR” estaban ligadas? Tragué saliva. No era una buena señal.
Levanté la mirada con más esfuerzo.
Su cara era redonda, nariz fina y piel suave. Apostaba un millón de
dólares a que sus ojos eran marrones; grandes y extraños ojos marrones.
Tan loco como el infierno, pero podía sentir sus ojos mientras su
mirada realizaba una lectura lenta desde donde los vaqueros colgaban
sobre mis caderas hasta subir a mi cara. Contuvo el aliento fuertemente, lo
que eclipsó mi propia inhalación.
Sus ojos no eran marrones, pero eran grandes y redondos, de una
pálida sombra gris, inteligentes y claros. Eran hermosos. Incluso yo podía
admitir eso.
Y me molestó. Todo esto me molestaba. ¿Por qué le eché un vistazo?
¿Por qué ella seguía aquí? Fruncí el ceño. —¿Puedo ayudarte?
Ninguna respuesta. Me observaba con esa mirada en su cara, como
si quisiera que besara esos carnosos y sensuales labios suyos. El calor se
agitó en la boca de mi estómago.
—¿Hola? —Capté el tono de mi voz: enfado, lujuria, molestia, más
lujuria. Los humanos son débiles, un riesgo... Dawson est á muert o por culpa
de una humana, una humana just o como ést a. Me repetía eso una y otra
vez. Puse mi mano en el marco de la puerta, los dedos clavándose en la
madera mientras me inclinaba hacia adelante—. ¿Eres capaz de hablar?
Eso llamó su atención, rompiendo sin rodeos su mirada devoradora.
Sus mejillas se volvieron de un bonito tono rosado mientras retrocedía. Bien.
Se iba. Eso es lo que quería, que se diera la vuelta y saliera corriendo.
Pasando una mano por mi pelo, miré por encima de su hombro y luego de
vuelta. Seguía aquí.
Realmente necesitaba sacar su bonito culo de mi pórtico antes de
que hiciese algo estúpido. Como sonreír por la forma en la que se
sonrojaba. Incluso era sexy. Y definitivamente no corriente. —Si no...
Su sonrojo se hizo más profundo. Diablos. —Yo... estaba
preguntándome si sabías dónde se encuentra el supermercado más
cercano. Mi nombre es Katy.
Katy. Su nombre era Kat y. Me recordó a Kitty. La gatita Kitty. Kitten.
Mírame, juntando todas esas palabras.
—Me mudé al lado. —Señaló a su casa—. Como dos días atrás…
—Lo sé. —Te he est ado observando durant e casi dos días, como un
acosador.
—Bueno, esperaba que alguien que conoce más que yo éste lugar
pudiera decirme dónde está el supermercado y quizás un lugar que venda
plantas.
—¿Plantas?
Sus ojos se estrecharon levemente, y obligué a mi cara a
permanecer inexpresiva. Se removió un poco más el dobladillo de sus
pantalones cortos. —Sí, verás, hay unas flores muy horribles en el patio de
enfrente…
Arqueé una ceja. —De acuerdo.
Sus ojos ahora eran finas rendijas, y la irritación acentuó su rubor. La
diversión se agitaba dentro de mí. Sabía que me portaba como un idiota
en estos momentos, pero disfrutaba perversamente de la chispa que
lentamente se encendía detrás de sus ojos, atrapándome. Y… el rubor de
su ira era un poco caliente, de una forma que decía hay-algo-realmente-
mal-conmigo. Me recordaba a algo...
Lo intentó de nuevo. —Bien, verás, necesito comprar plantas…
—Para el patio de enfrente, lo capté. —Apoyé mi cadera contra el
marco de la puerta, cruzando mis brazos. En realidad, esto era casi
divertido.
Tomó una profunda respiración. —Me gustaría encontrar una tienda
donde puedo comprar comestibles y plantas. —Su tono era el que yo
utilizaba con Dee cerca de cien veces al día. Adorable.
—Eres consciente de que este pueblo solo tiene un semáforo,
¿verdad? —Y ahí estaba. La chispa en sus ojos era una llama de fuego
ahora, y luché totalmente contra una sonrisa. Maldita sea, no era solo
linda. Era mucho, mucho más, y mi estómago se hundió.
La chica me miró, incrédula. —Sabes, todo lo que quería eran
direcciones. Es obvio que vine en un mal momento.
Pensando en Dawson, mis labios se curvaron en una mueca de
desprecio. El tiempo de jugar se terminó. Tenía que cortar esto de raíz. Por
amor a Dee. —Cualquier ocasión que toques mi puerta será un mal
momento, niña.
—¿Niña? —repitió, sus ojos muy abiertos—. No soy una niña. Tengo
diecisiete.
—¿De verdad? —Infiernos, como si no hubiera notado todo lo
crecida que estaba. Nada en ella me recordaba a una niña, pero maldita
sea, como decía Dee, tenía pésimos modales—. Parece que tienes doce.
No. Quizás trece, pero mi hermana tiene una muñeca que me recuerda a
ti. Con sus ojos grandes y vacíos.
Su boca se abrió, y me di cuenta de que quizá fui un poco
demasiado lejos con esa frase. Bueno, mejor así. Si me odiaba, se
mantendría lejos de Dee. Funcionaba con la mitad de las niñas. Ah, la
mayoría de ellas.
Bueno. No funcionaba con muchas chicas, pero ellas no vivían al
lado, así que qué demonios.
—Sí, que sorpresa. Lamento haberte molestado. No volveré a tocar
tu puerta otra vez. Créeme. —Comenzó a girarse, pero no lo
suficientemente rápido como para que no viera el brillo repentino en sus
ojos.
Maldita sea. Ahora me sentía como el idiota más grande jamás visto.
Y Dee se molestaría si me viera actuar así. Encadenando una docena de
maldiciones en mi mente, la llamé—: Oye.
Se detuvo en el último escalón, manteniéndose de espaldas a mí. —
¿Qué?
—Ve hacia la Ruta 2 y gira hacia U.S. 220 Norte, no Sur. Te llevará a
Petersburgo. —Suspiré, deseando nunca haber abierto la puerta—. Hay un
supermercado justo en esa ciudad. No puedes perderte. Bueno, quizás tú
podrías. Hay una tienda de refacciones al lado, creo. Allí podrías conseguir
cosas para tu patio.
—Gracias —murmuró, y agregó—: Patán.
¿Acababa de llamarme patán? ¿En qué década vivíamos? Reí,
genuinamente divertido por eso. —Eso no es muy propio de una dama,
Kittycat.
Se dio la vuelta. —No vuelvas a llamarme así.
Oh, debí tocar un punto débil. Empujé la puerta. —Es mejor que
llamar a alguien patán, ¿no? Ha sido una visita estimulante. Me reiré por
mucho tiempo.
Sus pequeñas manos se cerraron en puños. Creo que quería
pegarme. Creo que eso seguramente me gustaría. Y creo que seriamente
necesitaba ayuda.
—Sabes, tienes razón. Qué equivocada he estado en llamarte patán.
Porque un patán es alguien demasiado agradable en comparación
contigo. —Sonrió—. Eres un imbécil.
—¿Un imbécil? —Sería tan fácil que me gustara esta chica—. Qué
encantador.
Me ignoró.
Me reí otra vez, bajando la cabeza. —Muy civilizada, Kitten. Estoy
seguro de que tienes una amplia lista de nombres y señas obscenas para
mí, pero no me interesa.
Y parecía como que lo hacía. Una parte de mí se decepcionó
cuando se dio la vuelta y se fue pisoteando. Esperé hasta que abrió
bruscamente la puerta de su coche, porque realmente era un imbécil...
—¡Nos vemos más tarde, Kitten! —grité, riéndome cuando parecía
estar a punto de regresar para patear mi culo.
Cerrando la puerta detrás de mí, me apoyé en ella y me reí de
nuevo, pero la risa terminó en un gemido. Hubo un momento en el que
había visto parpadeando algo detrás de toda la incredulidad y rabia en
esos sentimentales ojos. Dolor. Saber que herí sus sentimientos hizo que el
ácido de mi estómago se revolviera.
Lo cual era estúpido, porque anoche, consideré un incendio para
ahuyentarlas y no me sentí culpable al respecto. Pero eso fue antes de que
la viera de cerca y personalmente. Antes de realmente hablar con ella.
Antes de notar sus ojos inteligentes y hermosos.
Volviendo a la sala de estar, no me sorprendí al encontrar a mi
hermana de pie frente a la televisión, cruzando sus delgados brazos y con
sus ojos verdes ardiendo. Tenía esa expresión de chica… como si quisiera
patearme en las pelotas.
La rodeé mientras me dirigía al sofá y me dejaba caer en él,
sintiéndome mucho más viejo que con dieciocho. —Estás bloqueando la
pantalla.
—¿Por qué? —demandó.
—Es un muy buen episodio. —Sabía que no era eso lo que me
preguntaba—. El hombre piensa que está poseído por un hombre sombra
o alguna…
—¡Me importa una mierda la gente sombra, Daemon! —Levantó su
pequeño pie y lo bajó con la fuerza suficiente para sacudir la mesa de
café. Dee llevó su pisoteo a un nivel completamente nuevo—. ¿Por qué
actúas así?
Recostándome, decidí hacerme el tonto. —No sé de qué estás
hablando.
Sus ojos se estrecharon, pero no lo suficientemente rápido para
perderme cómo sus pupilas brillaban. —No tenías ninguna razón para
hablarle de ese modo. Ninguna en absoluto. Vino aquí para preguntar
direcciones y fuiste un idiota.
Me vinieron a la mente los brillantes ojos grises de Katy. Borré esa
imagen. —Siempre soy un idiota.
—Bueno. Esa parte es verdad. —Su frente se arrugó—. Pero
usualmente no eres t an malo.
Mi estómago se revolvió de nuevo. —¿Cuánto de eso escuchaste?
—Todo —dijo, pisoteando de nuevo. La televisión se estremeció—.
No tengo una muñeca con los ojos grandes y vacíos. No tengo ninguna
muñeca, imbécil.
A pesar de todo, mis labios se elevaron, pero mi humor se
desvaneció rápidamente, porque recordé de nuevo sus ojos grises. —Así
tiene que ser, Dee. Lo sabes.
—No, no lo sé. No sé eso y tú tampoco.
—Dee…
—¿Pero sabes qué sí sé? —interrumpió—. Parecía una chica normal
que vino aquí solo para hacerte una pregunta. Parecía normal, Daemon, y
fuiste horrible con ella.
Realmente no necesitaba que me dijera todo lo horrible fui.
—No hay ninguna razón para que actúes de esa manera.
¿Ninguna razón? ¿Estaba loca? Tan rápido como un rayo, salí del
sofá y me puse justo en frente de Dee, pasando por la mesa de café en
menos de un segundo. —¿Tengo que recordarte lo que pasó con Dawson?
Mi hermana no retrocedió. Su barbilla se levantó tercamente, y sus
ojos brillaron con un blanco. —No. Recuerdo todo eso muy claramente,
gracias.
—Si ese fuera el caso, no estaríamos teniendo esta estúpida
conversación. Entenderías por qué esa humana necesita alejarse de
nosotros.
—Es sólo una chica. —Dee hervía, y levantó los brazos—. Eso es todo,
Daemon. Ella es sólo…
—Una chica que vive al lado. No es solo una chica de la escuela. Ella
vive justo allí. —Señalé la ventana—. Y eso es demasiado malditamente
cerca de nosotros y demasiado malditamente cerca de la colonia. Sabes
lo que sucederá si intentas ser su amiga.
Dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza. —Ni siquiera la conoces, y
no puedes predecir el futuro. ¿Y por qué crees que habríamos de
convertirnos en amigas?
Mis cejas se alzaron. —¿En serio? ¿No vas a tratar de ser su mejor
amiga por siempre al momento en que salgas de esta casa?
Sus labios se apretaron.
»Ni siquiera has hablado con ella todavía, pero sé que
probablemente ya te estás preguntando si Amazon vende pulseras de la
amistad.
—Amazon vende de todo —murmuró—. Así que estoy segura de que
las venden.
Puse los ojos en blanco, terminé con esta conversación, y también
terminé con la nueva vecina molesta. —Necesitas mantenerte alejada de
ella —dije, girándome y regresando al sofá.
Mi hermana seguía parada cuando me senté. —No soy Dawson.
¿Cuándo te darás cuenta de eso?
—Ya lo sé. —Y porque realmente era un imbécil, lo dejé en claro—:
Eres un riesgo mayor que él.
Respirando superficialmente, se puso rígida mientras bajaba los
brazos. —Eso... eso fue un golpe bajo.
Lo fue. Me pasé la mano por la cara hasta mi barbilla. Realmente lo
fue.
Dee suspiró mientras negaba con la cabeza. —Eres un idiota a
veces.
No levanté mi cabeza. —Realmente no creo que eso sea algo
nuevo.
Apartándose, fue a la cocina y regresó unos segundos más tarde
con su bolso y la llave de su coche. Ella no habló mientras me pasaba por
delante.
—¿A dónde vas? —pregunté.
—A comprar comestibles.
—Oh, Jesús —murmuré, preguntándome cuántas leyes humanas
rompería si encerrara a mi hermana en un armario.
—Necesitamos comida. Te comiste todo. —Salió por la puerta.
Echando mi cabeza hacia atrás, gruñí. Es bueno saber que todo lo
que le dije le entró por un oído y le salió por el otro. Ni siquiera sabía por
qué me había molestado. Nadie podría parar a Dee. Cerré los ojos.
Inmediatamente, reviví la conversación con mi nueva vecina, y sí,
realmente fui un idiota con ella.
Pero fue lo mejor. Lo fue. Ella podría odiarme, debería odiarme. Pero
se mantendría lejos de nosotros. Y eso era todo. No podía ser de otra
manera, porque esta chica era un problema. Un problema envuelto en un
paquete pequeño, rodeado por un maldito lazo.
Y peor aún, era del tipo de problemas que me gustaban.
3
Traducido por Beluu
Corregido por *~ Vero ~*

A Dee literalmente le tomó nada más que un puñado de horas para


tomar todo lo que le había dicho, tirarlo por la ventana y atropellarlo con
su Volkswagen. Volvió del supermercado con bolsas de mierda y una gran
sonrisa en su rostro, y supe que había encontrado a nuestra vecina.
Cuando le pregunté sobre ello, pasó volando por mi lado como un
maldito colibrí, rehusándose a contestar ninguna pregunta sobre qué
demonios estaba haciendo, pero un poco después de la una, desapareció
por la puerta principal. Siendo el buen hermano mayor, por un puñado de
minutos, fui hasta la ventana para asegurarme de que todo estaba bien.
Pero Dee no había ido a su auto. Oh, no, había caminado directo a la
casa de al lado. No es que estuviera sorprendido. Había estado o en el
pórtico de la chica, o en la maldita casa. Era lo suficientemente difícil
mantener un ojo en ella durante el año escolar, ¿pero ahora esto?
Dee me evitó cuando finalmente volvió a la casa, lo que estaba bien
por mí. No confiaba en mí mismo para no comenzar a gritarle, e incluso
aunque era un idiot a certificado de primera clase, no me gustaba perder
la calma con mi hermana.
Había dejado la casa en mi SUV esa tarde, consiguiendo no mirar a
esa maldita casa ni por un segundo. A mitad de camino a la ciudad, llamé
a Andrew, el gemelo de Adam y el hermano Thompson que hacía juego
con mi temperamento y personalidad. En otras palabras, éramos jodidas
bolas de luz de sol.
Iba a encontrarse conmigo en el Smoke Hole, un restaurante no
demasiado lejos de Seneca Rocks, la cadena de montañas cercana que
contenía cuarzo beta, un cristal que tenía esta capacidad asombrosa de
bloquear nuestra presencia de lo que la mayoría de los Luxen
considerábamos nuestro verdadero único enemigo, los Arum. Pero incluso
si el cuarzo beta bloqueaba a los Luxen, una vez que los Arum veían a un
humano con una huella sabían que había Luxen cerca.
Me senté en la parte trasera, cerca de la chimenea enorme que
siempre estaba encendida durante el invierno. El restaurante era bastante
genial, con formaciones de roca sobresaliendo entre las mesas. Como que
me gustaba toda la onda terrosa que emitía.
Andrew era alto y rubio y las cabezas se daban vuelta mientras
entraba caminando a zancadas entre las cabinas.
Yo había tenido el mismo efecto en los clientes más temprano.
Podría sonar como si est uviera expidiendo una buena dosis de
arrogancia, bueno en realidad sí, pero era la simple verdad. La mezcla de
ADN humano y Luxen y la elección que tomábamos al respecto,
típicamente significaba que estábamos muy bendecidos en el
departamento de las apariencias. Es decir, si pudieras elegir lucir como
cualquiera, ¿no elegirías a los que se vieran más calientes? Mis ojos verdes
eran un rasgo familiar y mi cabello tendía a rizarse un poco en las puntas,
lo quisiera o no, pero mi cuerpo impresionante de metro ochenta y tanto y
buenas apariencias de estrella de cine, bueno, esas simplemente
encajaban con mi personalidad estelar.
Andrew se deslizó en el asiento enfrente de mí, sus ojos de un azul
vibrante al igual que los de Adam y Ash. Alzó su barbilla hacia mí a modo
de saludo. —Te lo advierto. Ash sabe que me venía a encontrarme
contigo. No te sorprendas si aparece por aquí.
Estupendo.
Mantuve una expresión agradable en respeto hacia ella y su
hermano sentado enfrente de mí, pero un encuentro con Ash no era algo
que necesitara en este momento. —Lo último que supe era que no estaba
muy contenta conmigo, así que estaría algo sorprendido si se presentara.
Rio. —¿Estarías sorprendido? ¿En serio? Conoces a Ash de toda la
vida. La chica vive por las confrontaciones.
Eso era verdad.
»Al igual que tú —añadió Andrew, sonriendo ligeramente cuando
alcé una ceja—. No sé lo que está sucediendo entre ustedes dos.
—Y no es algo que vaya a hablar contigo, Oprah. —Además del
hecho de que eran hermanos, vamos, también era difícil de poner en
palabras. Me gustaba Ash. Demonios, me preocupaba de verdad por ella,
pero estaba aburrido de todo el tema, la expectación de nuestra gente
de que terminaríamos juntos. No me gustaba ser predecible.
Andrew lo ignoraba. —Pero sabes lo que se espera de nosotros. —Su
voz descendió mientras su mirada encontraba la mía. Una de las meseras
aquí era Luxen, pero el noventa y nueve por ciento de los que estaban
alrededor nuestro eran humanos—. No hay demasiados de nuestra especie
de nuestra edad, y sabes que Ethan quiere…
—La última maldita cosa que me importa es lo que Ethan quiere. —
Mi voz estaba mortalmente tranquila, pero Andrew se puso rígido al otro
lado de la mesa. Nada me hacía enojar más rápido que tratar con el
Anciano conocido como Ethan—. O lo que cualquiera de ellos espere de
mí.
Sus labios se curvaron hacia un lado. —Hoy algo se te metió en el
culo.
Sí, y ese algo tenía un nombre que me hacía acordar a un pequeño
animal peludo e indefenso.
»¿Cuál es tu problema? —continuó—. Justo ahora tienes esa mirada
en tu rostro que dice que o estás verdaderamente hambriento o quieres
matar algo.
Sacudiendo mi cabeza, colgué mi brazo del respaldo de la cabina.
Los Thompsons obviamente no sabían de la chica mudándose al lado, y
por alguna razón pensaba que era mejor si las cosas se quedaban de esa
manera por tanto tiempo como fuera posible. No porque me importara,
sino porque una vez que se dieran cuenta de que había un humano
viviendo en la casa de al lado, iba a tener que lidiar con ellos quejándose.
Y hoy estaba lo suficientemente enojado por todos nosotros.
Comimos y luego volví a casa. El sarcasmo de Andrew podía aligerar
mi estado de ánimo, pero todo se había puesto negro de nuevo cuando
estacioné en mi camino.
Era la noche de los Thompsons de hacer pat rullas, pero estaba
demasiado inquieto como para quedarme sentado en casa. Nuestras
familias eran las más fuertes de todos los Luxen, de allí que la colonia ya
estuviera planeando el casamiento de Ash y yo, por lo que era nuestra
tarea hacer la mayoría de las rondas y entrenar a los nuevos reclutas.
Pasé la mitad de la noche afuera, sin encontrar nada que hacer
para desahogar la frustración en aumento. ¿En aumento? Infiernos. Eso era
cómico. Era más como un estado constante de enojo que había estado
present e desde que Dawson… Desde que había muerto. Muy pocas cosas
lo aliviaban. Ciertas cosas con Ash habían podido, pero la paz siempre era
fugaz y nunca valía la pena por todas las ataduras que venían después.
Me quedé dormido en algún momento alrededor de las tres de la
mañana y desperté demasiado malditamente tarde, cerca de las once,
con toda la energía reprimida todavía vibrando en mis venas. Me arrastré
de la cama, cepillé mis dientes, y luego me puse unas sudaderas y un par
de zapatillas.
Dee ya se había ido cuando salí de la casa al clima húmedo de
verano. Su auto estaba en el camino, pero la chica estaba desaparecida.
Infiernos. Estaban juntas. Por supuesto. Mi ira casi llegó a niveles de derrame
cerebral.
Si en realidad pudiera tener un derrame.
Bajé pisoteando los escalones del pórtico y comencé a trotar por el
camino de entrada. Cuando llegué al final, crucé la calle e hice mi
camino a través de los árboles. Me mantuve corriendo a ritmo humano
para poder quemar tanta energía como fuera posible y me obligué a
vaciar mi mente. Cuando corría, intentaba no pensar en nada. Ni en los
Arum. Ni en el DOD. Ni en lo que se esperaba de mí. Ni en Dee. Ni en
Dawson.
Ni en la chica de al lado.
El sudor bajaba por mi pecho y mojaba mi cabello. No tenía idea de
cuánto tiempo había pasado cuando finalmente comencé a sentir mis
músculos quemar y emprendí la vuelta a casa. Para cuando llegué al
camino de entrada, probablemente me podía comer una vaca entera.
Y la entrada no estaba vacía. Su auto estaba allí de vuelta.
Reduje la velocidad mientras me fijaba en una pila de bolsas detrás
del baúl del auto. Frunciendo el ceño, corrí el cabello de mi frente. —¿Qué
demonios?
Habían bolsas de abono y tierra; bolsas jodidamente pesadas de
abono y tierra.
Frenando, alcé la vista hacia la casa con los ojos entrecerrados. Ah,
sí, plantas para el cantero que lucían como algo salido de una película de
terror. ¿Dee estaba con ella, en serio? Se me escapó una risa. ¿Dee iba a
ayudar con las flores? Eso era malditamente gracioso. No podía diferenciar
entre césped salvaje y el verdadero, ni era fan de que la tierra se le
metiera en las uñas.
Rodeé la parte trasera del sedán y luego paré. Alzando mi vista al
cielo, sacudí mi cabeza y reí ruidosamente con humor genuino. Dios, era
patético. Me creía todo malo pero no podía pasar al lado de una caja
pesada o una bolsa y no ayudar a la chica. Retrocedí y recogí las bolsas,
gruñendo por el peso. Moviéndome increíblemente rápido, las deposité en
una pila ordenada al lado del arriate patéticamente descuidado y luego
entré a mi casa para ducharme.
Fue entonces, mientras estaba debajo del rocío constante de agua,
que me di cuenta de que no podía recordar la última vez que me había
reído de verdadera diversión.

***
Justo cuando salía de la ducha, mi teléfono comenzó a sonar desde
la mesa de luz. Caminé hacia él, con mis cejas alzándose cuando vi que
era Matthew.
Matthew no era mucho más viejo que todos nosotros, pero se había
vuelto algo así como el padre sustituto, dado que nuestros padres no
habían llegado aquí. Como nosotros, vivía afuera de la colonia, y
enseñaba en el instituto. Sabía sin lugar a dudas que haría lo que fuera por
los Thompsons y nosotros. Sin embargo, no era de usar mucho el teléfono.
—¿Qué pasa? —contesté, agarrando unos vaqueros que pensé
deberían estar limpios de una pila en el suelo.
Hubo una pausa. —Vaughn estuvo aquí. Sin Lane.
—Está bien. —Me quité bruscamente la toalla y la arrojé al baño—.
¿Quieres añadir algo más?
—Estaba preparándome —dijo Matthew mientras me ponía los
vaqueros—. Vaughn dijo que estaban rastreando movimiento Luxen no
autorizado cerca de aquí. Ya sabes lo que eso significa.
—Mierda —murmuré, abotonando los pantalones—. Arum entrando.
Después de todo este tiempo, el DOD no podía diferenciar entre
Luxen y Arum, y nuestras dos especies no se parecían en nada. Idiotas.
Probablemente era porque nunca habían capturado a uno de los
bastardos, dado que siempre llegábamos a encargarnos de ellos antes de
que el DOD tuviera una oportunidad de arrinconarlos, como hacían con
nosotros. Era imperativo que el gobierno no se diera cuenta de que había
una diferencia, porque incluso aunque el DOD había atrapado nuestros
traseros, no sabían lo que éramos completamente capaces de hacer.
Tenía que continuar de esa manera, pero no sería así si se daban cuenta
de que los Arum eran otra especie totalmente distinta.
—¿Saben cuántos? —pregunté.
—Suena como un equipo completo, pero cuando hay un grupo de
ellos, sabes que siempre hay más.
Bueno, ¿no eran noticias maravillosas? Mi estómago retumbó,
recordándome lo completamente hambriento que estaba. Fuera de mi
habitación, bajé las escaleras de a dos escalones y me dirigí a la cocina.
Cambiando de opinión a último momento, salí al pórtico.
Y las vi.
Ambas chicas estaban trabajando en el arriate, y tenía que admitir
que desde donde estaba, la cosa ya se veía mejor. Habían removido un
montón de las malas hierbas y plantas muertas, que llenaban la bolsa
negra de basura en los escalones.
Dee lucía absolutamente ridícula, tirando delicadamente de las
hojas de una nueva planta como para girarla cuando ya estaba metida
en la tierra, y no tenía ni idea de lo que estaba intentando hacer.
Probablemente estaba intentando que no se le metiera barro en las uñas.
Mi mirada flotó hacia la otra chica. Estaba arrodillada, una mano plantada
en tierra fresca, su espalda ligeramente arqueada y su trasero levantado
hacia el cielo. Mis labios se abrieron, y sí, mi mente inmediatamente viajó
allí, imaginándola ásperamente en la misma posición con menos ropa.
Y eso me hizo enojar, porque ese era el último lugar al que debía
viajar. Ni siquiera la encontraba tan atractiva, por el amor de Dios. De
ninguna manera. Para nada.
Se sentó en sus talones y Dee le dijo algo, y luego giró su cabeza
lentamente en mi dirección.
—Oye —dijo la voz de Matthew en mi oído.
Alejé mi mirada, frunciendo el ceño mientras frotaba mi mano sobre
mi pecho. Mierda. No tenía camiseta. —¿Qué?
—¿Aunque sea estás prestando atención a lo que estoy diciendo? —
demandó Matthew.
—Sí. —Hice una pausa, distraído. Observé a la chica volver al
cantero, donde comenzó a cavar furiosamente con una pala—. Dee tiene
una amiga nueva. Es humana.
Hubo un suspiro al otro lado de la línea. —Estamos rodeados de
humanos, Daemon.
No me digas. —Sí, pero ésta se mudó a la casa de al lado.
—¿Qué?
—No tengo idea de por qué lo permitieron. —Hice una pausa
mientras las observaba. Mi hermana le entregó algún tipo de planta que
lucía como maleza sana—. Pero Dee ya fue a presentarse y sabes como
es. Desde… Dawson y Bethany, ha estado desesperada por… —
Desesperada por todo lo que Dawson era y yo no.
Esa era la maldita verdad, justo allí.
—La escuela es una cosa —dijo Matthew, comentando lo que yo no
había dicho pero definitivamente colgaba entre nosotros—. Pero tan
cerca… ¿tu casa y la colonia? ¿Qué demonios estaba pensando el DOD?
—No creo que estuvieran pensando. —Pero eso no parecía correcto.
Nunca hacían nada sin tener una razón.
—Tienes que ser cuidadoso.
—Siempre soy cuidadoso.
—Estoy hablando en serio. —La exasperación inundaba su tono.
—Me encargaré —le prometí—. Todavía no le digas nada sobre ella
a los Thompsons, ¿está bien? No necesito tener que lidiar con la forma en
que van a reaccionar encima de todo esto.
Matthew aceptó y luego se puso a despotricar por cerca de treinta
minutos, alternando entre mi nueva vecina y los Arum. Prestaba atención a
pedacitos de la conversación mientras observaba a las chicas desde
donde estaba en el pórtico. No necesitaba que Matthew me dijera lo serio
que era que los Arum estuvieran cerca o las precauciones que teníamos
que tomar, y creo que él lo sabía, también. Pero era Matthew, el profeta
de la fat alidad.
Con la confirmación de Arum entrantes, esta mierda entre Dee y esa
chica tenía que terminar antes de que sucediera algo y trajera a uno de
esos bastardos directo a nosotros, como había sucedido con Dawson.
Cuando colgué el teléfono, entré y tomé una camiseta, y luego volví
a salir a pesar de mi estómago vacío y gruñón. Estaba hambriento y
molesto. Nunca era una buena combinación.
Dee se paró y cruzó el camino de entrada, limpiando el césped de
sus manos, pero la chica se quedó en el suelo, golpeando la tierra. Dejé
caer mi brazo alrededor de los hombros de Dee, manteniéndola en su
lugar cuando intentó de liberarse. —Hey, Dee.
Me sonrió con esperanza en su mirada. Sólo Dios sabía lo que
pensaba de que apareciera, pero de verdad iba a decepcionarla. —
Gracias por mover las bolsas —dijo.
—No fui yo.
Dee puso los ojos en blanco. —Como sea, cabeza de chorlito.
—No me hables así. —La acerqué, sonriéndole cuando arrugó la
nariz. Sentí ojos en nosotros y cuando alcé la vista, vi a la chica
observándonos. El sol había sonrojado sus pómulos, o lo había hecho algo
más. Su cabello estaba atado pero el sudor había humedecido los
mechones sueltos alrededor de su nuca. La sonrisa desapareció de mi
rostro. Ella iba a ser un gran problema—. ¿Qué estás haciendo?
—Estoy…
—No estaba preguntándote a ti —dije, interrumpiéndola mientras
dirigía mi atención a Dee—. ¿Qué estás haciendo tú?
La chica se encogió de hombros y tomó una planta en maceta, sin
inmutarse en lo absoluto, y mis ojos se estrecharon hacia ella. Actuaba
como si ni siquiera estuviera de pie aquí. Inaceptable.
Dee me golpeó en el estómago. Sabiendo que podía golpearme
mucho más fuerte que eso, la dejé ir. —Mira lo que hemos hecho —dijo—.
Creo que tengo un talento escondido.
Miré el arriate. Sí, habían hecho un buen trabajo. ¿Pero cuán difícil
podía ser quitar las hierbas y plantar mierda nueva? Arqueé una ceja
cuando la chica me miró.
—¿Qué? —demandó.
Me encogí de hombros, y honestamente no me podía importar
menos. —Es lindo. Supongo.
—¿Lindo? —chilló Dee—. Es mejor que lindo. Quedó increíble. Bueno,
Katy lo hizo increíble. Yo sólo le entregaba las cosas.
Ignorando a mi hermana, fijé mi completa atención en la chica. —
¿Esto es lo que haces con tu tiempo libre?
—¿Qué…? ¿Estás decidido a hablarme ahora? —Sonrió y mi
mandíbula se apretó mientras agarraba un puñado de abono—. Sí, es un
tipo de pasatiempo. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Patear cachorros?
Al principio, no estaba seguro de por qué me había dicho eso,
porque nadie me respondía. Nadie estaba tan loco. Incliné mi cabeza
hacia un lado. —No estoy seguro de si debería decirlo enfrente de mi
hermana.
—Qué asco —murmuró Dee.
El rostro de la chica se sonrojó incluso más, y sentí mis labios curvarse
en las comisuras. ¿En qué estaría pensando? —Pero no es tan ñoño como
el tuyo —añadí, haciendo un gesto hacia el arriate.
Se puso rígida. Pedazos de cedro rojo cayeron al suelo. —¿Por qué es
ñoño?
Alcé ambas cejas.
La chica se retiró sabiamente, pero su mandíbula sobresalía mientras
volvía a extender el abono, y mis ojos se estrecharon todavía más. Podía
adivinar que estaba intentando mantenerse callada, y eso me hizo sentir
como un tiburón que olía sangre en el agua.
Dee t ambién lo sintió, porque me empujó. —No seas un idiota. ¿Por
favor?
—No estoy siendo un idiota. —Observé a la chica.
Sus cejas se alzaron, y allí estaba. La actitud. No me gustaba… pero
sí me gustaba, y darme cuenta de eso me hizo enojar todavía más. —
¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decir, Kitten?
—¿Aparte de que me gustaría que nunca me llames Kitten? No. —
Pasando sus manos tranquilamente sobre el abono, se paró y le sonrió a
Dee—. Creo que lo hicimos bien.
La chica estaba ignorándome.
—Sí. —Dee me empujó de nuevo, pero esta vez en dirección a
nuestra casa—. Lo hicimos bien, no es soso ni nada de eso. ¿Y sabes qué?
Creo que soy una ñoña.
Mientras observaba las plantas frescas, todavía no podía
adecuarme al hecho de que de pie allí, fingiendo que yo ni siquiera
estaba aquí. Esta chica no estaba ni un poquito intimidada. Eso me dejó
anonadado. No podía estar leyéndola bien. Sí, la mayoría de las chicas
humanas no corrían lejos de mí. Querían correr hacia mí, pero una mirada
las haría escabullirse. Esta chica actuaba como si no le importara.
—Y creo que necesitamos esparcir nuestra ñoñez en el jardín de
nuestra casa —continuó Dee, prácticamente tarareando por la emoción—
. Podemos ir a la tienda, conseguir las cosas y puedes…
—Ella no es bienvenida a nuestra casa. —Molesto, sabía a dónde se
dirigía esto—. En serio.
Las manos de Dee se apretaron en puños. —Estaba pensando que
podríamos trabajar en el lecho de flores, el cual estaba afuera, no adentro,
la última vez que lo vi.
—No me importa —espeté—. No la quiero allí.
—Daemon, no hagas esto. —Su voz bajó, y luego vi sus ojos ponerse
demasiado brillantes—. Por favor. Ella me agrada.
Odiando la mirada en sus ojos, exhalé suavemente. —Dee…
—¿Por favor? —pidió de nuevo.
Maldije bajo mi aliento mientras cruzaba mis brazos. No podía
rendirme en esto. Había demasiado en juego, como su vida. —Dee, tienes
amigos.
—No es lo mismo, y tú lo sabes. —Cruzó sus brazos—. Esto es
diferente.
Observando a Katy, sonreí. Lucía como si quisiera lanzarme algo. —
Son nuestros amigos. Son como t ú. No necesitas ser amiga de alguien…
alguien como ella.
—¿Qué quieres decir, alguien como yo? —demandó Katy.
—Él no lo dijo en serio —se apresuró a añadir Dee.
—Pura basura —dije. Lo había dicho completamente en serio. Esta
chica simplemente no entendía lo que verdaderamente significaba.
Katy lucía como si estuviera a punto de desafiarme, y si no hubiera
estado tan malditamente molesto, podría haber sido lindo. —¿Cuál es tu
jodido problema?
La confusión pasó a través de mí mientras la enfrentaba
completamente. Esta chica… guau. Era más bonita que el promedio
cuando sus ojos se encendían con chispas de enojo, pero estaba
determinado a no dejar que me importara. —Tú.
—¿Yo soy tu problema? —Dio un paso hacia adelante, y oh, sí,
quería desafiarme—. Ni siquiera te conozco. Y no me conoces.
—Ustedes son todos iguales. —Y maldita sea, era la verdad—. No es
necesario llegar a conocerte. Y no lo quiero.
La confusión parpadeó a través de su rostro mientras alzaba sus
manos. —Eso es perfecto para mí, amigo, porque no quiero conocerte
tampoco.
—Daemon. —Dee agarró mi brazo—. Detente.
No quité mis ojos de Katy. —No quiero que seas amiga de mi
hermana.
—Y a mí no me importa una mierda lo que tú quieras —respondió
bruscamente.
Santa mierda. No estaba ni un poquito equivocado cuando pensé
que no estaba intimidada para nada, y mi primera e inmediata reacción
fue que me gustaba eso.
Y no podía suceder.
Me moví, más rápido de lo que probablemente debería haberlo
hecho, pero estaba allí, justo enfrente de ella, mi mirada fija en la suya.
—¿Cómo… cómo te moviste tan…? —Dio un paso hacia atrás, sus
ojos ampliándose mientras se estremecía.
Allí estaba. Miedo. Y quizás me hacía un completo asno, pero quería
que estuviera asustada porque en mi mundo tener miedo era tener sentido
común. —Escucha con atención —dije, acercándome hasta que estaba
contra un árbol y encerrándola. No alejó la mirada de mí—. Únicamente
voy a decírtelo una vez. Si algo le ocurre a mi hermana yo… —Mi mirada
cayó y vi sus labios abrirse. Maldita sea, no me había dado cuenta de
cuán llenos eran sus labios hasta este momento. Cuando levanté la vista,
ella tenía esa mirada de nuevo, una que decía que su mente reconocía el
peligro en el que estaba, pero su cuerpo no estaba en la misma página.
Se sentía atraída hacia mí, incluso ahora, cuando la había hecho
retroceder a través del jardín, se sentía atraída hacia mí. Y eso encendió
algo en mí a lo que no quería prestar demasiada atención.
Mis labios se curvaron hacia arriba y bajé mi voz. —Eres un poco
sucia, Kitten.
Parpadeó lentamente, como si estuviera aturdida. —¿Qué has
dicho?
—Sucia. —Dejé que la palabra colgara entre nosotros y luego
añadí—: Estás cubierta de suciedad. ¿Qué pensaste que significaba?
—Nada. —El sonrojo en sus mejillas decía otra cosa—. Estaba
plantando flores. Te ensucias cuando haces eso.
Resistí la risa ante su intento pobre de explicarse, pero todavía
estaba encogiéndose del miedo, y eso era algo caliente. —Hay maneras
más divertidas para… ensuciarte. —Me frené a mí mismo. ¿De dónde
demonios salió eso? Sí, necesitaba corregirlo—. No que yo vaya a
mostrarte cómo.
Ese… int eresant e sonrojo se extendió por su garganta. —Preferiría
rodar entre el estiércol que dormir contigo.
Tan jodidamente dudosa.
Parte de mí quería desmentirla justo allí. Bajar mi cabeza y probar esa
boquita inteligente. Estaba dispuest o a apostar un brazo a que no iba a
empujarme, pero la satisfacción momentánea no lo valía. Con una última
mirada, me giré y mientras pasaba a Dee, grité—: Tienes que llamar a
Matthew. Justo ahora y no dentro de cinco minutos.
Era una mentira, pero como la mayoría de las mentiras, haría su
trabajo.
4
Traducido por Mae & Sandry
Corregido por Beatrix

Mi casa se convirtió en una zona de guerra durante el siguiente par


de días.
Dee y yo discutimos sin parar sobre la chica de al lado, y mis
palabras se las llevó el viento, porque en última instancia, hizo lo que
quería, sin importar que tan brutalmente honesto fuese sobre el tipo de
riesgos que representaba entablar amistad con ella.
La única razón por la que no perdí el control fue el hecho de que
Dee se iría el lunes, para pasar una semana con la colonia, algo que los
malditos Ancianos requerían al menos una vez al año, así no olvidaríamos
lo que éramos o donde procedíamos o algún tipo de chorradas por el
estilo. Tal vez la semana apartada la haría despertar.
Dudoso.
Luego el viernes, algunas de mis malditas camisas favoritas, una de
ellas de Ghost Invest igat ors, se perdieron. Tenía una fuerte sospecha de
que el montón de cenizas en el fregadero de la cocina que descubrí más
tarde ese día era lo que quedaba de mis camisas.
Maldita Dee.
Harto de la situación, fui a casa de los Thompson, y Ash estuvo más
que dispuesta a ayudar a quitar algo de esa frustración. Pero no funcionó,
y cuando volví a casa en las primeras horas de la mañana del sábado, me
encontré sentado en el capó de mi camioneta, mirando a la nada, en
realidad, sólo con las estrellas y el susurro de las criaturas cercanas como
compañía.
La idea de siquiera enrollarme con Ash estuvo vacía y aburrida, y no
pasó nada. Ni siquiera un toque. Cosas como esa con Ash fueron un tipo
de acuerdo de tómalo o déjalo por un tiempo, pero ¿vacío?
Dejando caer mi cabeza, froté la parte trasera de mi cuello. Podía
patrullar otra vez, pero Matthew se encontraba allí y también Adam.
Ningún Arum fue avistado. Todavía.
Por lo menos mi cabeza se hallaba tranquila en este momento.
Excepto cuando mi cabeza estuvo en silencio, me puse a pensar en que
infierno íbamos a hacer todos. Cuando terminara el verano, entrábamos
en nuestro último año y todos nosotros —Dee, los Thompson— nos
graduaríamos la próxima primavera. ¿Qué demonios haríamos entonces?
Dee no hablaba mucho sobre ello, no conmigo al menos, pero tenía
la sensación de que quería irse. Ir a la universidad lejos de aquí, y podía
simpatizar con eso. Quería largarme de aquí también, pero a diferencia de
los adolescentes que compartían clases con nosotros, no era una decisión
fácil. Tendríamos que obtener el permiso del Departamento de Defensa.
Tendrían que aprobar la reubicación, e incluso si lo hicieran, tendríamos
que encontrar un lugar seguro, cerca del cuarzo beta, y no es que hubiese
una amplia selección disponible.
Y la colonia, Ethan, no quería que fuésemos en absoluto. Ni siquiera
se sentía contento con que viviéramos fuera del maldito lugar. Sería un
problema. Todos los ancianos se centraban en que la generación más
joven debía unirse y producir más bebés Luxen, nacidos y criados en la
Tierra, y sí, eso no se encontraba en mi plan de juego.
—Infiernos —murmuré, dejando caer mi mano y levantando mi
cabeza.
En los momentos de tranquilidad, también pensaba en Dawson, y
esos pensamientos siempre derivaban a como pudo sentir tanto por una
humana, se había enamorado de una, sabiendo lo que arriesgaba. No
podía entenderlo. En las t antas incontables noches de insomnio traté de
entenderlo. Al final, a Dawson le importó una mierda el peligro que
representaba para su familia, pero ¿si realmente amaba a la chica,
Bethany, no pudo él haberse mantenido lejos de ella? Los Ancianos Luxen
o el gobierno no tolerarían la mezcla de nuestras especies y luego se
encontraba el asunto con los Arum.
¿El amor lo hizo tan egoísta? ¿No contempló que yo estaría perdido
si algo le pasaba?
Las estrellas que miraba no tenían ninguna respuesta, y mientras
bajaba lentamente la mirada, me encontré mirando a la ventana del
dormitorio de la casa de al lado, mi nuevo problema. Una parte de mí
aceptaba que no había nada que pudiera hacer para evitar que Dee y
ella se acercaran, pero no podía ignorarlo.
Hice exactamente eso cuando Dawson me lo pidió.
Sí, se trataba de dos escenarios diferentes, pero la probabilidad de
terminar igual era alta, así que no podía ignorar esto. Estaría vigilando a
esa chica, mucho.

***

El lunes por la mañana, me desperté antes de Dee y le hice el


desayuno W.H.T. Waffles, huevos y tocino. A pesar de que se encontraba
enojada conmigo, no me gustaba la idea de que se fuera una semana en
ese tipo de términos.
Y nadie, ni siquiera a mi hermana, podía resistir mis habilidades para
el desayuno.
Funcionó .
Al principio, creo que sospechaba de mi intención, mirándome con
recelo, pero cuando no mencioné a la chica de al lado, fue todo sonrisas y
abrazos desde ese momento. La seguí afuera, llevando su equipaje a
pesar de que ella podría llevar la cosa con un meñique. La metí en la parte
trasera de su Volkswagen. Podía acceder a la colonia desde el bosque,
pero conduciría las millas y atravesaría uno de los caminos casi invisibles
que conducían a ella. Los humanos locales pensaban que el pequeño
pueblo se hallaba llena de locos de la naturaleza que preferían vivir fuera
de la red.
Los seres humanos veían lo que querían ver, no lo que realmente se
hallaba justo en frente de ellos.
—¿Seguro que no quieres que vaya contigo? —pregunté.
Sonriendo, negó con la cabeza mientras rodeaba el auto. —Esa es la
quinta vez que lo has preguntado.
—La tercera.
—Lo que sea. —Se echó a reír—. Sabes que si uno de los Ancianos o
Ethan te ve, no saldrás de allí en un futuro previsible. Estaré bien.
No me gustaba la idea, pero asentí. —Envíame un mensaje cuando
llegues allí.
—Será mejor que no traten de tomar mi celular como lo hicieron la
última vez. Voy a hacerlos pedacitos. —Dee se giró hacia mí y sonrió antes
de subir al volante—. ¿Puedes hacerme un favor mientras estoy fuera?
—¿Umm?
Su expresión se volvió seria. —Trata de hablar con Katy si la ves.
Arqueé una ceja.
—En realidad, qué si intentas verla, no seas un imbécil con ella. No
arruines mis posibilidades de tener una amiga normal que no está obligada
a que le agrade solo porque los dos somos alienígenas. Me agrada mucho
y sería genial si mi amiga no odiara a mi hermano —continuó, y no sabía
con seguridad como me sentía sobre el hecho de que la chica me odiara.
Por supuesto, ese era el punto central de que fuera tan idiota con
ella.
—¿Puedes hacer eso por mí? —Abrió la puerta del conductor—. Se
agradable con ella. ¿Por favor?
Su mirada era tan seria que me encontré asintiendo.
—¿En serio? —insistió.
Suspiré y miré hacia otro lado mientras aceptaba. —Sí. Por supuesto.
Una sonrisa estalló en su cara, el tipo de sonrisa que hacía que todos
los chicos en la escuela tropezaran, y aquí estaba yo, su hermano,
probablemente mintiéndole.
Pero las mentiras... funcionaban.
La vi salir y luego entré, subiendo las escaleras para tomar una
ducha. Después, me puse un par de vaqueros y una camisa que no fue
quemada y luego di vueltas en la casa, en realidad recogiendo los
desechos. Ese era un milagro.
Ser agradable con ella.
Negué con la cabeza mientras me acercaba a la ventana de mi
acosadora de confianza y aparté la cortina, preguntándome: —¿Qué
demonios?
Entrecerrando los ojos, vi a la chica de al lado saltar arriba y abajo,
tratando de alcanzar el techo de su auto con una esponja sin ningún éxito.
Una lenta sonrisa tiró de mis labios.
Se veía absolutamente ridícula mientras pasaban los minutos.
Antes de que supiera lo que hacía, giré y salí por la puerta de atrás,
deslizándome en silencio entre las casas. Llegué a la parte delantera de la
casa justo a tiempo para verla agacharse para recoger la esponja caída.
Me detuve a medio camino, admirando totalmente la vista ofrecida
a mí. Alienígena... humano... Todos éramos universalmente predecibles al
parecer.
Se enderezó mientras me acercaba. Me pareció oír su maldición
mientras tomaba la esponja antes de tirarla en el cubo.
—Parece que necesitas un poco de ayuda —dije, metiendo las
manos en los bolsillos de mis vaqueros.
Saltando, se dio la vuelta con amplios y sobresaltados ojos grises. No
había duda de la mirada de sorpresa cuando me miró, y fue claro cuando
nos quedamos mirando que, no tenía idea de por qué me encontraba allí.
Yo tampoco.
Ser agradable con ella.
Tragué un suspiro mientras hacía un gesto hacia el cubo levantando
mi codo. —Parecía como si quisieras tirarlo de nuevo. Pensé en hacer mi
buena acción del día e intervenir antes que todas las esponjas inocentes
perdieran la vida.
Levantando su brazo, lo usó para quitar mechones de pelo húmedo
de su cara mientras me observaba. La tensión irradiaba de ella. Cuando
no dijo nada, me acerqué a la cubeta y le arrebaté la esponja,
exprimiendo el agua. —Parecía como si estuvieras haciendo algo más que
lavar un auto. Nunca pensé que lavar un auto podría ser tan difícil, pero
después de observarte por estos últimos quince minutos, est oy convencido
de que debería ser un deporte olímpico.
—¿Has estado observándome?
Probablemente no debí admitir eso. Oh, bien. Me encogí de
hombros. —Podrías haberlo llevado a un lavado automático. Sería mucho
más fácil.
—Los lavados de autos son un desperdicio de dinero.
—Cierto. —Caminé alrededor de la parte delantera de su auto y me
arrodillé, apuntando un lugar que olvidó. Mientras estuve allí, revisé sus
neumáticos. Jesús. Se encontraba en pésimas condiciones—. Necesitas
neumáticos nuevos. Estos están lisos y el invierno es una locura aquí.
El silencio me saludó.
Miré a través de mis pestañas mientras me levantaba. Me miraba
como si yo fuera una especie de alucinación, los brazos sueltos a sus
costados, y maldita sea, todo el frente de su camisa se hallaba
empapado, mostrando un esquema muy interesante al que no debería
siquiera prestar atención. Alejándome, me hice cargo de la azotea.
Cuando terminé, todavía se encontraba allí de pie, absolutamente inmóvil,
y eso me hizo sonreír. —De todos modos, me alegro de que estés aquí. —
Agarré la manguera y rocié el auto—. Creo que debería disculparme.
—¿Crees que deberías? —Ahh, ella habla.
Me volví lentamente, casi golpeándola con el agua mientras
atacaba el otro lado del auto. El ligero estrechamiento de sus ojos trajo
una gran cantidad de satisfacción. —Sí, de acuerdo con Dee, necesitaba
traer mi culo aquí y hacer las paces. Algo sobre matar sus posibilidades de
tener una amiga “normal”.
—¿Una amiga normal? ¿Qué clase de amigas tiene?
—No normales.
—Bueno, disculparte y no sentirlo arruinan tu plan de pedir disculpas.
Me reí. —Cierto.
Por el rabillo de mi ojo, la vi cambiar su peso de un pie al otro. —¿En
serio?
—Sí. —Trabajé en el auto, persiguiendo la espuma cuando una idea
genial se me ocurrió. No había manera de deshacerme de esta chica, y la
probabilidad de que Dee se aburriera de ella no ayudaría. Decidí el
sábado por la mañana que tenía que mantener una estrecha vigilancia
sobre ella y que necesitaba una excusa. No había forma de que esta
chica creyera que quería estar cerca de ella cuando realmente no quería,
pero si Dee sería su nueva mejor amiga, necesitaba saber todo sobre ella,
y no sólo si podía confiar si algo raro pasaba—. En realidad, no tengo otra
opción. Tengo que hacer las paces.
Me dio un pequeño movimiento de cabeza. —No pareces una
persona que hace algo que no quiere hacer.
—Normalmente no. —Golpeé la parte trasera del auto con el agua
que me decidí por la primera cosa que se me podría ocurrir—. Pero mi
hermana tomó las llaves de mi auto y hasta que sea amable contigo no las
tendré de regreso. Es tan malditamente molesto obtener repuestos.
Empecé a sonreír, ya que todo el asunto era ridículo. No era como si
necesitara llaves para llegar a alguna parte. No como esta chica sabía.
Hice una not a mental de enviarle un mensaje a Dee tan pronto como
fuera posible.
Se rio. —¿Tomó tus llaves?
La pequeña sonrisa desapareció de mi cara cuando volví al lado
donde se encontraba. —No es gracioso.
—Tienes razón. —Se rio de nuevo, y fue una agradable risa gutural.
Casi sexy—. Es para morirse de risa.
Le fruncí el ceño. Por supuesto, las llaves se encontraban en el
mostrador de la cocina, pero aun así, podría ser más comprensiva con mi
situación.
Tenía los brazos cruzados sobre su pecho. —Bien, lo siento. No voy a
aceptar tus no-tan-sinceras disculpas.
Mis cejas se levantaron. —¿Ni siquiera cuando estoy limpiando tu
auto?
—Nop. —Su sonrisa creció, y esa cara plana de repente no era muy
plana—. Nunca verás esas llaves de nuevo.
—Bueno, maldita sea, mi plan no funcionó. —Se le escapó una
sonrisa reacia. Su actitud era... interesante. Entretenida—. Pensé que si
realmente me portaba bien, entonces al menos estaría perdonado.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Eres normalmente así de
cálido y encantador?
Pasé junto a ella a donde se encontraba el grifo al aire libre. Cerré el
agua. —Siempre. ¿Normalmente te quedas mirando fijamente a los chicos
que les pides direcciones?
—¿Siempre contestas a la puerta medio desnudo?
—Siempre. Y no respondiste mi pregunta. ¿Siempre te quedas
mirándolos?
Se ruborizó de un color rosa oscuro. —No estaba mirándote
fijamente.
—¿En serio? —Sonreí mientras me daba la vuelta—. De todos modos,
me despertaste. No soy una persona mañanera.
—No era tan pronto.
—Estaba durmiendo. Es verano, ya lo sabes. ¿No duermas hasta
tarde?
Un pedazo de cabello se le soltó de nuevo y lo empujó fuera de su
cara. —No. Siempre me levanto temprano.
Qué sorpresa. —Suenas como mi hermana. No es de extrañar que
ella ya te ame tanto.
—Dee tiene buen gusto… a diferencia de algunos —dijo, y allí
estaba de nuevo, la actitud—. Y ella es grandiosa. Realmente me agrada,
así que si estás aquí en plan del gran y malvado hermano, olvídalo.
Dios, era un poco como la dinamita.
—No, no es por eso que estoy aquí. —Recogí el cubo y varios
aerosoles y productos de limpieza, y cuando la miré, pensé que podría
estar mirándome la boca. Interesante.
—¿Entonces por qué estás aquí, además de tu porquería de
disculpa? —preguntó.
Colocando los suministros en los escalones del pórtico, levanté los
brazos y me estiré mientras parpadeaba mi mirada hacia ella y se fijó. —
Quizás solo estoy curioso de porque ella te quiera tanto. No se lleva bien
con extraños. Ninguno de nosotros lo hacemos.
—Una vez tuve un perro que tampoco se llevaba bien con los
extraños —bromeó Katy
Por un momento, no me moví, y luego me reí, una verdadera risa, y
sonaba extraña en mis propios oídos. Mierda. Ella era rápida.
Su mirada se profundizó y luego se aclaró la garganta. —Bueno,
gracias por lo del auto.
Y se encontraba claramente echándome.
Crucé la distancia entre nosotros y ni siquiera me había movido tan
rápido, pero por como inhaló suavemente, la había pillado con la guardia
baja. Me hallaba justo en frente de ella, y olía a melocotones de nuevo.
—¿Cómo te mueves tan rápido? —preguntó.
Ignorando esa pregunta capciosa, dejé que mi mirada vagara sobre
su cara. ¿Qué había en ella que tenía a mi hermana rebotando por todo
el lugar? Su lengua era afilada como un cuchillo y era muy inteligente,
pero había literalmente miles de millones de seres humanos como ella. No
lo entendía. —A mi pequeña hermana pareces gustarle.
Abrió la boca y luego la cerró. Pasó un momento. —¿Pequeña? Son
gemelos.
—Nací cuatro minutos con treinta segundos antes que ella. —
Levanté la mirada hacia ella—. Técnicamente, es mi hermana menor.
—¿Es la bebé en la familia? —Su voz sonaba diferente cuando bajó
la mirada.
—Sí, por lo tanto, yo soy el hambriento de atención.
—Supongo que eso explica tu pésima actitud, entonces —replicó.
—Tal vez, pero la mayoría de la gente me encuentra encantador. —
A veces.
Su mirada se desvió a la mía y luego se quedó. Algo se movió en
esas profundidades grises. —Encuentro… difícil creer eso.
—No deberías, Kat. —Su nombre sonaba extraño en mi lengua y en
mis pensamientos. Ese maldito pedazo de cabello se le había soltado otra
vez, rozando su mejilla. Lo cogí entre mis dedos—. ¿Qué tipo de color es
este? No es castaño o rubio.
Liberó el cabello de mi alcance. —Lo llaman castaño claro.
—Hmm —murmuré, bajando la mirada—. Tú y yo tenemos planes de
hacer.
—¿Qué? —Dio un paso a mi alrededor, poniendo un poco de
espacio entre nosotros—. No tenemos planes.
Me senté en los escalones, estiré las piernas, y me recosté en los
codos. Planes. Planes. Necesitaba planes. Mi boca se movía más rápido
que mi cerebro.
—¿Cómodo? —espetó.
—Mucho. —Entrecerré los ojos hacia ella. La parte frontal de su
camiseta se había secado, la mejor idea que el hombre y los Luxen
conocen se formó en mis pensamientos—. Sobre esos planes…
Se quedó de pie. —¿De qué estás hablando?
—Recuerdas eso de “traer mi trasero aquí y ser amable”, ¿no? ¿Eso
que involucra las llaves de mi auto? —Crucé los tobillos mientras echaba
un vistazo a la línea de árboles. Hombre, que mentiroso era—. Estos planes
implican tener mis llaves de regreso.
—Necesitas darme algo más de explicación que eso.
—Por supuesto. —Suspiré—. Dee escondió las llaves. Es buena para
ocultar cosas, también. Ya he buscado por toda la casa, y no puedo
encontrarlas.
—Entonces, oblígala a decirte donde están.
—Oh, lo haría, si estuviera aquí. Pero dejó la ciudad y no regresará
hasta el domingo.
—¿Qué? —Hizo una pausa—. No lo sabía.
—Fue algo de último minuto. —Descruzando los tobillos, empecé a
tocarme el pie—. Y la única manera que ella me diga dónde están ocultas
las llaves son con puntos. Mira, mi hermana tiene un sistema de puntos
desde el jardín de niños.
Eso de los puntos de bonificación era cierto.
—¿Y… ?
—Tengo que ganar puntos para tener mis llaves de regreso. La única
manera en que puedo ganar esos puntos es haciendo algo bueno por ti.
Soltó una carcajada, y me miró, con los ojos entrecerrados. —Lo
siento, pero esto es muy divertido.
Su falta de simpatía por mi problema inexistente era divertido. —Sí, es
muy gracioso.
Su risa se desvaneció lentamente. —¿Qué vas a hacer?
—Se supone que debo llevarte a nadar mañana. Si hago eso,
entonces ella me dirá dónde están escondidas mis llaves… y yo t engo que
ser bueno. —Sonaba totalmente como algo que Dee diría. Estaba
bastante orgulloso de mí mismo.
Katy me miró un momento, y luego su boca se abrió. —¿Así que la
única manera de recuperar tus llaves es llevándome a nadar y siendo
amable conmigo?
—Guau. Eres muy inteligente.
Su risa esta vez fue realmente muy perversa. —Sí, bueno, puedes
darle un beso de despedida a tus llaves.
Eché la cabeza hacia atrás y esperé a que dijera que sólo
bromeaba. —¿Por qué?
—Porque no iré a ninguna parte contigo. —Suficiencia sonó en su
voz.
—No tenemos otra opción.
—No. Tú no tienes opción, pero yo sí. —Miró por encima del hombro
a la puerta principal—. Yo no soy quien tiene las llaves perdidas.
Bah. Tal vez he sido un poco capullo las dos primeras veces que
hablé con ella. Lo bueno es que no sabía que yo consideré brevemente el
quemarle la casa. —¿No quieres pasar el rato conmigo?
—Uh, no.
—¿Por qué no?
Puso los ojos en blanco. —Para empezar, eres un idiota.
Asentí. —Puede ser. —No voy a estar en desacuerdo con eso.
—Y no pasaré tiempo con un chico que está siendo obligado a
hacerlo por su hermana. No estoy desesperada.
—¿Segura que no lo estás?
La ira brilló en su cara, y otra vez, transformó sus características. —
¡Largo de mi pórtico!
Totalmente comprometido con mi plan, fingí considerarlo. —No.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con no?
—No me iré hasta que aceptes ir a nadar conmigo.
Le iba a saltar un fusible. —Bien. Quédate sentado allí, porque
prefiero comer vidrio antes que salir contigo.
En verdad, me hizo mucha gracia esa declaración. —Eso suena
drástico.
—No tanto. —Empezó a subir las escaleras.
Me giré y le atrapé el tobillo. Maldita sea, su piel era increíblemente
suave. Frágil. Mantuve mi agarre. Su mirada bajó a la mía, y me forzó una
sonrisa que había conseguido excusarme de muchas tareas en la escuela.
—Me sentaré aquí t odo el día y toda la noche. A camparé en tu pórtico. Y
no me iré. Tenemos toda la semana, Kitten. O bien acabamos de una vez
mañana y sales conmigo, o estaré justo aquí hasta que aceptes. No podrás
salir de casa.
Se quedó boquiabierta. —No puedes estar hablando en serio.
—Oh, claro que sí.
—Sólo dile que salimos y que me lo pasé muy bien. Miente.
Cuando trató de liberar la pierna, me aferré. —Sabrá si estoy
mintiendo. Somos gemelos. Sabemos que esas cosas. —Hice una pausa,
disfrutando—. ¿O eres demasiado tímida para nadar conmigo? ¿La idea
de estar casi desnuda cerca de mi te incomoda?
—Soy de la Florida, idiota. —Agarrándose a la barandilla, tiro de la
pierna pero no fue a ninguna parte—. Pasé la mitad de mi vida en un traje
de baño.
—¿Cuál es el problema? —Calidez se construyó bajo mi mano, la
que le rodeaba el tobillo.
—Yo no te gusto. —Tomó una respiración profunda, causando que
su pecho se elevara—. Suéltame el tobillo.
—No me iré, Kitten. —Sosteniendo su mirada, levanté los dedos, uno
por uno. Desenroscando todos y manteniendo un ojo en los suyos. Ahora
bien, esto era puros principios. Un desafío—. Vas a hacer esto.
Sus labios se curvaron hacia atrás, y esperé, casi sin poder contener
una sonrisa, porque sabía que se encontraba a segundos de abalanzarse
hacia mí. Incluso de patearme. Pero la puerta se abrió, deteniéndola.
Miré hacia arriba y vi a su madre. Había… conejitos en su pijama.
—¿Eres el vecino? —preguntó su madre.
Viendo mi oportunidad, me di la vuelta y sonreí ampliamente. —Mi
nombre es Deamon Black.
—Kellie Swartz. Un gusto en conocerte. —Miró a su hija—. Pueden
entrar si quieren. No t ienen que sentarse afuera con este calor.
—Es muy amable de su parte. —Me puse de pie, golpeando a Katy
con mi codo—. Tal vez deberíamos entrar y terminar de hablar de nuestros
planes.
—No —contestó inmediatamente—. No va a ser necesario.
—¿Qué planes? —Le preguntó su madre—. Yo apoyo los planes.
Me gustaba su madre.
—Estoy tratando de convencer a su encantadora hija de ir a nadar
conmigo mañana, pero creo que le preocupaba que a ti no te gustase la
idea. —Le di un golpecito en el brazo, mordiéndome el labio cuando se
alejó medio metro—. Y creo que es tímida.
—¿Qué? No tengo ningún problema en que vaya a nadar contigo.
Creo que es una gran idea. He estado diciéndole que tiene que salir.
Pasar el rato con tu hermana es muy bueno, pero….
—Mamá. —Katy se quedó sin aliento—. No es cierto…
—Le estaba diciendo a Katy lo mismo. —No pudiendo evitarlo,
envolví mi brazo sobre sus hombros. Ella se puso rígida—. Mi hermana salió
de la ciudad y no llegará hasta la próxima semana, así que pensé que
podría salir con Katy.
La sra. Swartz sonrió y sus ojos se pusieron muy grandes. —Es tan
dulce de tu parte.
Katy envolvió su brazo alrededor de mi cintura y me sorprendí.
Entonces lo sentí. Sus pequeños dedos clavándose en mi costado. —Sí, eso
es dulce de tu parte, Daemon.
Sus pequeñas uñas eran malditamente afiladas. —Sabes lo que
dicen de los chicos de al lado…
—Bueno, sé que Katy no tiene planes mañana —dijo su mamá—. Es
libre de ir a nadar.
Dejó caer la mano y se retorció debajo de mi brazo. —Mamá…
—Está bien, cariño. —Su madre se volvió, guiñándome un ojo—. Fue
un placer conocerte al fin.
—Lo mismo pienso. —Me abracé.
Su madre cerró la puerta, y en un nanosegundo, ella se dio la vuelta
y me empujó con las manos en mi pecho. No me moví. —Idiota.
Saber cuándo retirarse ayudaba a ganar la guerra. Retrocedí por las
escaleras. —Te veré al mediodía, Kitten.
—Te odio —escupió.
—El sentimiento es mutuo. —Haciendo una pausa, miré por encima
de mi hombro—. Veinte dólares a que te pones un traje de baño de una
pieza.
Katy dejó escapar un grito indignado.
En cierto modo esperaba que tuviera veinte dólares menos mañana.
5
Traducido por MaJo Villa & NicoleM
Corregido por Sandry

¿Quieres compañía hoy?


Bajé la mirada a mi teléfono mientras me ponía un par de
pantalones sobre el traje de baño, agradecía por primera vez que Ash
supiera que era mejor no aparecer por sorpresa en mi casa. Si me
encontraba saliendo con Katy hacia el lago, se pondría como un cohete
nuclear.
Y no sería por el hecho de que Katy fuera humana, sino más bien
porque nunca la llevé al lago cuando salíamos. El lago había sido un
santuario solo para Dee, Dawson y yo, desde que nos mudamos. Una parte
de mí ni siquiera podía creer que ese fuese el plan que se me ocurrió para
pasar el día con Katy. Lo más probable fuera que pensaba con la cabeza
equivocada.
Levanté el teléfono, enviándole una rápida respuesta.
No puedo.
La respuesta de Ash fue inmediata.
¿Qué vas a hacer?
Tengo cosas que hacer.
Caminando hasta el armario para agarrar una camisa, sonreí un
poco cuando vi su respuesta.
¿Y? Estoy aburrida. Entretenme.
No puedo.
Alcancé a bajar las escaleras antes de que su respuesta llegara.
Apestas.
Entonces tenemos eso en común, respondí.
Eres un imbécil. Lo que sea. Ve a hacer tus COSAS.
Eso planeaba. Dejando el teléfono sobre el mostrador, no me
preocupé en bloquearlo después de agarrar una toalla y luego salí de la
casa, en dirección a... la de Kat.
Vaya.
Supongo que ya no era "esa chica" cada vez que pensaba en ella.
Por alguna razón, no me gustaba el nombre de Katy. No le quedaba bien.
Kat si, decidí. Igual que Kitten. Sonreí, recordando lo mucho que odiaba
ese apodo.
Anoche, le envié un mensaje a Dee para hacerle saber lo que iba a
hacer. La cantidad de signos de exclamación y emoticones
conmocionados fue un poco excesivo. Jugaría con todo el asunto de las
llaves, pero no esperaba con ansias las millones de preguntas que iba a
tener cuando regresara a casa.
Tampoco me encontraba seguro de cómo iba a terminar el día. Los
resultados posibles variaban. Quizás tendría suerte y descubriría algo de
ella que podría alejar a Dee. Qué, no tenía idea, pero maldita sea me
hallaba esperanzado.
Subiendo los escalones del pórtico, supe que era temprano cuando
golpeé la puerta, pero me entretuvo el mantenerla alerta. Un par de
minutos pasaron y la puerta se abrió.
Kat apareció, sus ojos grises se ampliaron cuando se encontraron
con los míos por un segundo fugaz.
—Llego algo temprano —dije.
—Puedo verlo. —Sonaba como si estuviera a punto de ir a una cita
con el dentista—. ¿Cambiaste de opinión? Siempre puedes intentar mentir.
—No soy un mentiroso. —Era un completo mentiroso ahora mismo.
—Solo dame un segundo para agarrar mis cosas. —Entonces cerró la
puerta en mis narices.
Solté una carcajada. De verdad era como una versión de un gatito
enojado. Una parte de mí en realidad quería demostrarle que era un buen
tipo. No había sido un imbécil con ella por quién era, bueno, además de
que fuese humana. Y si bien ha dado lo mismo que ha recibido, sin
embargo, me di cuenta de los destellos de dolor en sus ojos al ser atacada
por ninguna razón. Toda la situación era un desastre. Si no era malo con
ella, podría ponernos en peligro, pero siendo malo con ella también era
molesto. No había victoria aquí para nadie.
Por fin reapareció, con cuidado de no rozarse contra mí mientras
salía, cerró la puerta. Me pregunté lo que tenía debajo de esa camisa y
pantalones cortos.
—De acuerdo, ¿a dónde me llevas? —preguntó, sin mirarme.
—¿Qué habría de divertido si lo supieras? No te sorprenderías.
Salimos del pórticos y caminamos por la calzada.
—Soy nueva en la ciudad, ¿recuerdas? Todo aquí será sorprendente
para mí.
—Entonces, ¿para qué preguntas? —Alcé una ceja.
Pareció confundida cuando la llev é más allá de los coches.
—¿No conduciremos?
Imaginándonos conduciendo entre los arboles me hizo reír.
—No. A donde vamos no podemos llegar en auto. No es un lugar
muy conocido. La mayoría de las personas ni siquiera lo conoce.
—Oh, entonces soy especial.
La miré, estudié su perfil mientras caminábamos por la calzada, y
descubrí que tuve un momento difícil para apartar la mirada. Ya era algo.
—¿Sabes lo que pienso, Kat?
Me miró, atrapándome observarla. Se sonrojó. Pasamos la casa
vacía del final de la cuadra.
—Estoy segura de que no quiero saberlo.
—Creo que mi hermana te encuentra muy especial. —Las siguientes
palabras salieron sin siquiera pensarlo realmente, pero una vez que las dije,
imaginé que eran ciertas—. Comienzo a preguntarme si está en lo cierto.
Sonrió sin humor alguno.
—Pero ahora aquí hay todo tipo de cosas especiales, ¿no, Daemon?
Salté ante el sonido de mi nombre. ¿Era la primera vez que lo decía?
Me gustó el sonido de mi nombre en su boca. Apartando la mirada, exhalé
lentamente mientras la dirigía al otro lado del camino principal y por la
línea densa de árboles.
—¿Estás intentando meterme en el bosque para tenderme una
trampa? —preguntó.
La miré por encima del hombro, bajando las cejas.
—¿Y qué harías si te trajera aquí para eso, Kitten?
No respondió de inmediato.
—Las posibilidades son infinitas.
Parpadeé.
—¿Lo son?
No respondió mientras se tropezaba por la espesa maleza, evitando
la masa de enredaderas en el suelo del bosque.
—¿Podemos pretender que no tenemos que hacer esto?
¿Pret ender que salió a caminar conmigo? Parpadeé, sin palabras
por el tiempo más largo en… por primera vez. En realidad estaba siendo
bueno justo ahora. No le gustaba el Daemon imbécil y ¿no le gustaba el
Daemon bueno? Qué demonios. Dios mío, esta chica me tenía siendo
demasiado inestable, no sé en lo que pensaba. ¿Quería ser bueno con
ella? ¿O solo lo era para acercármele y alejar a Dee? Jesús, todo esto de
pensar en mis sentimientos y en los suyos, probablemente me darían una
menstruación.
—Créeme, yo tampoco quiero hacer esto. —Salté sobre un árbol
caído. Dándome la vuelta, le tendí la mano—. Pero quejarte no hará que
el camino sea más fácil.
—Siempre dices cosas tan románticas. —Bajó la mirada a mi mano y
se mordió el labio inferior, llamando mi atención. Hay una ráfaga de calor
en mis entrañas que no tenía nada que ver con la irritación.
No iba a tomar mi mano. No debería.
Pero lo hizo.
Kat puso su mano en la mía, ofreciendo un poco de confianza, y
hubo una descarga de electricidad estática por el contacto. A veces
ocurría, cuando los humanos nos tocaban, como si hubiesen arrastrado los
pies por una alfombra. Lo ignoré y cuán increíblemente pequeña era esa
mano en la mía. La ayudé a pasar subir al tronco.
—Gracias —murmuró cuando la solté.
Ignoré cómo se sintió mi pecho al ser su héroe, no importaba ni un
poco.
—¿Estás emocionada por la escuela?
—No, no es emocionante ser la chica nueva. Ya sabes, sobresales
entre los demás. No es divertido.
—Lo entiendo.
—¿De verdad? —Sorpresa llenó su voz.
No tenía ni idea.
—Sí, lo entiendo. Solo tenemos que caminar un poco más para
llegar.
—¿Un poco más? ¿Cuánto tiempo hemos estado caminando?
—Unos veinte minutos, quizás un poco más. Te dije que estaba
bastante escondido. —Una sonrisa irónica apareció en mis labios mientras
me seguía alrededor de otro árbol caído. Me hice a un lado, dejando al
descubierto el claro al cual entrabamos, todavía un poco sorprendido de
que en realidad la trajera aquí—. Bienvenida a nuestro pequeño pedazo
de cielo.
Kat se quedó en silencio mientras caminaba junto a mí, su mirada
vagando por todo el lugar, asimilando todo mientras yo sentía tensión
deslizarse en mis músculos.
Un pequeño arroyo pasado por el claro, ampliándose y
convirtiéndose en un pequeño lago natural. El agua ondeaba por la brisa
suave. Rocas grandes y planas se encontraban en el centro. Flores
silvestres, moradas y azules, rodeaban el lago.
¿Vio lo mismo que yo? Sabía que Dee lo hizo. Ash, si alguna vez la
hubiese traído aquí, simplemente estaría aburrida. Dawson lo entendía.
Matthew podría.
—Guau —susurró—. Este lugar es hermoso.
—Así es. —Me paré junto a ella, levanté la mano, bloqueando la luz
brillante del sol reflejada en la superficie del lago. Tranquilo. Este lugar
siempre ha sido una fuente de paz. Podía venir y escapar de todo, incluso
si era solo por un par de horas. Bajé la mano.
Su suave toque en mi brazo llamó mi atención. Bajé la mirada hasta
donde se encontraba su mano, y ent onces mi mirada voló a la suya.
—Gracias por traerme —dijo, y luego rápidamente quitó la mano
mientras apartaba la mirada
No supe qué decir. Y ese maldito sentimiento se expandió por mi
pecho un poco más.
Kat preguntó por la profundidad de la orilla—: ¿Qué tan profundo
es?
—Unos tres metros en la mayoría del lago, unos seis al otro lado de las
rocas. —Me encontraba detrás de ella tranquilamente—. A Dee le
encanta venir. Antes de que llegaras, pasaba casi todos los días aquí.
Frunció el ceño mientras miraba fijamente el lago, y entonces inhaló
profundamente.
—Sabes, no voy a provocarle problemas a tu hermana.
—Eso ya lo veremos.
—No soy una mala influencia —espetó—. Nunca antes me he metido
en problemas.
Caminé a su alrededor. Podía ver que intentaba, bueno, dejar atrás
nuestros encuentros anteriores, pero dudé que alguna vez Bethany
pensara que sería la ruina de Dawson. Puedes ser un arma sin siquiera
darte cuenta de que lo eres.
—No necesita una amiga como tú.
—No hay nada mal conmigo —espetó—. ¿Sabes qué? Olvídalo.
Cuando comenzaba a darse la vuelta, la detuve de la mejor manera
que pude.
—¿Por qué te gusta la jardinería?
Formó puños con las manos mientras me enfrentaba.
—¿Qué?
—¿Por qué la jardinería? —Miré el lago, preguntándome qué
demonios ganaba realmente por llegar a conocerla, pero esa pregunta no
me detuvo—. Dee mencionó que lo haces para no pensar. ¿Qué quieres
evitar pensar?
Exhaló bruscamente.
—No es asunto tuyo.
Bueno entonces.
—Entonces, vamos a nadar.
Cuando la miré, parecía como si quisiera estrangularme un poco.
Bajé la cabeza antes de que viera mi sonrisa, porque dudaba que eso
ayudaría. Dando un paso al lado, me quité los zapatos y luego comencé a
sacarme los pantalones. No necesitaba mirarla para saber que me
observaba. Podía sentir su mirada en mí mientras me quitaba los
pantalones y luego la camiseta.
Y supe que de verdad me miraba fijamente cuando la única pieza
de ropa que permanecía era mi traje de baño.
No la miré mientras me dirigía a la orilla y luego me zambullía. El
agua helada de inmediato dispersó todos mis pensamientos, llevándoselos
lejos mientras nadaba bajo el agua. Me encantaba el agua. Nadar era
muy parecido a volar, y podía moverme lo suficientemente rápido que era
casi volar.
Cuando salí a la superficie, Kat aún se encontraba parada ahí, con
el rostro como un tomate. Abrí la boca para molestarla, pero luego decidí
que en realidad no quería perseguirla cuando se fuera.
—¿Vas a entrar?
Se quitó los zapatos y los dejó en la tierra suelta en la orilla del lago
mientras se mordía el labio inferior. La inseguridad se notaba a lo lejos
cuando nuestras miradas se encontraron y luego apartó la suya. Adorable.
Fue algo adorable.
—Eres muy tímida, ¿no es así, Kitten?
Se detuvo.
—¿Por qué me llamas así?
—Porque hace que tu vello se erice, como un gatito. —Nadé unos
metros de espalda—. ¿Entonces? ¿Vas a entrar? —Cuando no se movió,
imaginé que tendría que motivarla—. Te voy a dar un minuto para entrar.
Entrecerró los ojos.
—¿O qué?
Dándome la vuelta, me moví cerca de la orilla, ya no de espaldas.
—O iré y te meteré.
Hizo una mueca.
—Me gustaría verte intentándolo.
—Cuarenta segundos.
¿De verdad pensaba que no lo haría?
—Treinta. —Sonreí, esperando que no lo hiciera.
Porque de verdad me gustaría tirarla al lago y eso me divertiría
completamente.
Entró en acción, murmurando en voz baja mientras con un
movimiento rápido y brusco tomó el borde de su camisa. Se la quitó y
luego rápidamente también lo hizo con sus pantalones cortos. Luego se
quedó de pie derecha, con las manos en las caderas.
—¿Feliz?
Maldita sea.
No llevaba uno de una pieza, y mi deseo se cumplió. Era un traje de
baño de dos piezas rojo, y sí, maldita sea. Todo lo que pude hacer fue
mirarla fijamente. No sé lo que esperaba, pero no era eso.
Debajo de los pantalones cortos y las blusas sin forma la he visto, Kat
ocultaba un…. Un magnífico cuerpo lleno de las curvas que me hacían
querer hacer cosas estúpidas. Cosas divertidas, pero maldición, cosas que
serían muy estúpidas teniendo todo en consideración.
No la miraba fijamente. No me di cuenta cómo el traje de baño rojo
se estiraba en su pecho, recordándome la parte superior de un corazón.
No me di cuenta cómo su cuerpo reaccionaba a la forma en que la veía,
porque ninguno se movía, y hubo algo tangible en ese momento, como
una caricia física. Y me encontraba bastante seguro que no contaba los
cuatro o quizás cinco centímetros de piel entre su ombligo y la parte
superior de sus nalgas.
Demonios.
Ahora era un buen momento para ahogarme.
¿A quién trataba de engañar? Me encontraba totalmente
mirándola.
Para alguien que era tan pequeña, sus piernas parecían
increíblemente largas, pero eso puede que haya tenido algo que ver con
el escaso trozo en su parte inferior, un pedazo que mostraba la plenitud de
sus caderas y la sorprendente pequeñez de su cintura. Los músculos bajos
en mi estómago se tensaron al tiempo que arrastraba mi mirada por su
estómago de aspecto suave y luego más al norte. Cómo era posible que
llevara ese ese top rojo se encontraba más allá de mí, y no sabía si debería
estar agradecido o decepcionado por eso.
¿Promedio? ¿De verdad había usado las palabras promedio o plana
para describirla? Diablos, esta chica...
El viejo refrán apareció en mis pensamientos calientes. Ten cuidado
con lo que deseas. Tan cierto. No hubiera deseado esto si hubiera sabido
cuán intensamente mi cuerpo habría reaccionado a ella, y, oh, estaba
reaccionando bien.
Este plan que había inventado tenía que ser uno de los más idiotas
de todos los tiempos.
Mi sonrisa se deslizó de mi cara. —Nunca estoy feliz a tu alrededor.
—¿Qué dijiste? —preguntó, entrecerrando los ojos.
—Nada. Será mejor que entres antes de que ese rubor llegue a los
dedos de tus pies. —Y antes de que realmente empezara a considerar
toda la mierda estúpida que podría hacer en estos momentos.
Y ese rubor se intensificó. Caminó rígidamente hasta la orilla del lago
en donde el agua era poco profunda, y me dio una vista de su trasero, y
que en verdad no hizo nada para ayudar a amortiguar la respuesta
puramente física.
Cruzando sus brazos a lo largo de su cintura, metió los dedos de sus
pies en el agua. —Es hermoso aquí afuera.
Sí, era hermoso aquí afuera. Y hacía calor. Mi mirada cayó a su
rodilla doblada y luego se deslizó de nuevo hacia arriba, para quedarse
atascada en ciertas áreas. Mi garganta se tensó. Otras partes de mí se
tensaron.
Mierda.
Me sumergí y cuando volví a subir, eso no había ayudado, porque
ahora ella se encontraba mojada. Debió de haber ido hasta bajo mientras
yo lo hacía. Estábamos solamente a unos metros de distancia, y me
encontraba en aguas más profundas, inclinado hasta donde el agua
mojaba mi boca.
—¿Qué? —preguntó.
—¿Por qué no vienes aquí? —Mi corazón latía con fuerza en mi
pecho. Si fuera inteligente, no se acercaría a ninguna parte de mí en este
momento. En realidad, si yo fuera inteligente, no le habría pedido que se
acercara.
Kat era más inteligente que yo.
Se dio la vuelta y se sumergió bajo el agua, nadando hacia las rocas.
Cuando salió del agua, subiendo hasta la roca, me tragué un gemido.
Quería…
—Pareces decepcionado —dijo.
Dios, estaba decepcionado, y de verdad no sabía qué pensar de
eso. Lo hice a un lado.
—Bueno… ¿qué tenemos aquí?
Sus piernas colgaban de la roca, con sus pies deslizándose en el
agua. —¿De qué estás hablando ahora?
—De nada. —Nadé más cerca de la roca.
—Dijiste algo.
—Lo hice, ¿no?
—Eres extraño.
—Tú no eres lo que yo esperaba —admití, en voz baja.
Hizo una pequeña negación con su cabeza. —¿Qué significa eso?
Agarré su pie, pero movió la pierna fuera de mi alcance. Nada
divertido.
—¿No soy lo suficientemente buena para ser amiga de tu hermana?
—preguntó.
—No tienes nada en común con ella.
—¿Cómo lo sabes? —se movió hacia atrás mientras trataba de
alcanzar su otro pie.
—Lo sé.
—Nosotras tenemos mucho en común. Y me gusta. Es agradable y
divertida. —Esta vez se deslizó hacia atrás, completamente fuera del
alcance de mi mano—. Y deberías dejar de un imbécil y ahuyentar a sus
amigos.
Sus palabras me traspasaron, y me reí con franqueza. —Realmente
no eres como ellos.
—¿Cómo quiénes?
Como cualquier persona que había conocido nunca. La verdad era
que las humanas y las hembras Luxen me trataban de la misma forma. Solo
Ash y Dee me hacían callar, pero habíamos crecido juntos. Era diferente
para ellas, pero ¿los demás? Ellos prácticamente querían una cosa de mí.
La mayor parte del tiempo me encontraba de acuerdo con ello, pero si
siquiera miraba en su dirección, se dispersaban como insectos. En realidad
no era nada atractivo cuando pensabas en ello. Pero no Kat. Puede que
no tuviera ni idea de lo que yo era, pero no me tenía miedo, no estaba
cautivada, y tan retorcido como era, eso me excitaba.
Eso la hacía peligrosa.
Me aparté de la roca, haciendo ondas en el agua, y luego me
deslicé hasta bajo. Nadé hasta el otro lado de la roca y me quedé abajo,
esperando que el agua helada enfriara la excitación muy inadecuada
que había empezado.
Maldita sea, ni siquiera me gustaba la chica, pensé, tratando de
convencerme a mí mismo.
Sí, era divertida. Sí, incluso entretenida. Y sí, he querido trazar sus
curvas con mis manos y mi boca. Posiblemente incluso mi lengua, de
acuerdo, sin duda con mi lengua, pero me irritaba muchísimo.
Y ni siquiera le agradaba. Le gust aba mirarme, porque ¿a quién no?,
pero el disgusto iba en ambos sentidos.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado bajo el agua hasta
que estuve el noventa y dos por ciento seguro de que no volvería a hacer
algo, y salí de golpe a la superficie.
—¡Daemon!
El pánico cubriendo el sonido de mi nombre me tomó por sorpresa.
Me eché en la roca, en cuclillas mientras escaneaba el lago, esperando
que un Arum se encontrara cerca. Esos pendejos no pestañarían cuando
llegaba el momento de eliminar a un ser humano inocente.
Todo lo que vi fue a Kat, de rodillas, en su maldito bikini.
Diablos, ahí se fue todo el trabajo que el agua fría había hecho por
mí.
Estuvo congelada un segundo y luego trepó a la roca, agarrando
mis hombros. La sangre había desaparecido de su cara y se encontraba
excepcionalmente pálida. —¿Estás bien? ¿Qué pasó? —Luego se soltó de
mis hombros, se arrastró hacia atrás y me golpeó el brazo. Con fuerza—.
¡No vuelvas a hacer eso nunca!
—Alto ahí. —Alcé las manos hacia arriba—. ¿Cuál es tu problema?
—Estuviste bajo el agua mucho tiempo. ¡Pensé que te habías
ahogado! ¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué me asust aste así? —Se puso de
pie de un salto, con su pecho jadeante—. Estuviste bajo el agua t oda una
et ernidad.
Oh, mierda. Estuve ahí abajo más de lo que pensé. Mi cuerpo no
funcionaba como el de ella, y me había olvidado de eso. Los Luxen no
necesitaban respirar aire, pero los seres humanos se suponía que no se
dieran cuenta de eso, idiota. —No estuve allí abajo tanto tiempo. Estaba
nadando.
Le temblaban las manos. —No, Daemon, estuviste allí un largo
tiempo. ¡Por lo menos fueron unos diez minutos! Te busqué, te llamé. Yo...
pensé que habías muerto.
Me puse de pie lentamente, maldiciéndome a mí mismo de todas las
formas del domingo. —No pudieron haber sido diez minutos. Eso no es
posible. Nadie puede aguantar la respiración tanto tiempo.
Su garganta empezó a funcionar. —Al parecer, tú puedes.
Maldita sea. Di un paso más cerca de ella, mis ojos buscando los
suyos. —Te encontrabas muy preocupada, ¿no?
—¡No para nada! ¿Qué parte de “pensé que t e habías ahogado” no
entiendes? —Un escalofrió la hizo estremecer.
Demonios, se encontraba muy molesta. Honestamente, si me hubiera
ahogado, imaginé que haría un pequeño baile sobre mi tumba. En su
bikini. Mierda. A la mierda el bikini. —Kat, salí. No debiste haberme visto.
Volví a sumergirme.
Dando un paso hacia atrás, sacudió la cabeza, y pude ver en sus
ojos de acero que no me creía. Maldito infierno, aquí yo preocupándome
porque Dee hiciera algo que nos delatara, y fui yo quien hizo algo
estúpido. Déjalo ir, Kat . Déjalo ir. Tomé una respiración profunda, pensando
que tal vez si la hacía enojar, se iba a olvidar de lo que sucedió por su ira.
Mejor que la otra opción. —¿Esto sucede a menudo? —le pregunté.
Su mirada regresó a la mía de golpe. —¿El qué?
—Imaginar cosas. —Hice un gesto hacia el lago—. O tienes un
problema terrible contando el tiempo.
—¡No me estaba imaginando nada! Y sé cómo contar el tiempo,
idiota.
—Entonces no sé qué decirte. —Di un paso hacia adelante,
haciéndola moverse—. No soy yo el que imagina que estaba bajo el agua
durante diez minutos cuando fueron como dos minutos. ¿Sabes qué? Tal
vez te compre un reloj la próxima vez que esté en la ciudad, cuando tenga
mis llaves de vuelta.
Se puso rígida mientras me miraba y la cólera nubló la sospecha en
sus ojos. —Bueno, asegúrate de decirle a Dee que nos divert imos
muchísimo para que puedas recuperar tus estúpidas llaves. Entonces no
necesitaremos repetir este día.
Le sonreí. —Eso depende de ti, Kitten. Estoy seguro de que te llamará
más tarde y te preguntará.
—Tendrás tus llaves. Estoy lista… —Se dio la vuelta, y pasó muy
rápido. Su pie se deslizó sobre la roca húmeda. Perdió el equilibrio,
agitando los brazos.
No me detuve a pensar.
Yendo hacia adelante rápidamente, extendí la mano y le agarré la
suya mientras sus pies dejaron la roca. Tiré de ella hacia adelante, y luego
nos quedamos pecho a pecho. Su piel era cálida y seca, la mía todavía
mojada.
Apreté la mandíbula mientras una sensación alimentaba cada una
de mis células. No se podía negar el rayo de lujuria que se disparó a través
de mí.
Demonios, era tan suave en todos los lugares correctos.
—Cuidado, Kitten —murmuré—. Dee se enfurecería conmigo si
terminas golpeándote la cabeza y ahogándote.
Kat levantó lentamente la cabeza, y sus ojos grises se encontraron
con los míos. Sus labios se separaron, pero no habló, y yo me encontraba
bien con eso. Las palabras no tenían sentido en este momento, porque
nuestros cuerpos se encontraban presionados entre sí.
La electricidad recorrió mi piel, y no tenía ni idea de si ella lo sentía, y
si lo hacía, si pensaba que era solo su imaginación, pero tragué un gemido
bajo al tiempo que una ligera brisa atravesaba nuestra piel. Su pecho se
levantó contra el mío, y tenía que soltarla o... ¿o qué?
No había otra opción.
Dejé caer mi brazo de su cintura, dejando que mi mano resbalara
por su espalda solamente para jodidamente torturarme a mí mismo. La piel
era suave y lisa, y la presión casi dolorosa formándose en mí interior hizo
que valiera la pena. —Creo que es hora de que volvamos.
Oficialmente, la decisión más inteligente que había hecho desde
que la había visto por primera vez.
Patético.
Kat asintió, y no hablamos mientras regresábamos a la tierra, seca, y
nos vestimos, y eso probablemente fue algo jodidamente bueno, porque
yo me encontraba en un estado de ánimo infernal por una multitud de
razones.
El camino de regreso fue en silencio y rígido, y cuando llegamos al
camino de ent rada, mi estado de ánimo pasó de ser una mierda a querer
golpear a alguien cuando vi el coche en la calzada. Maldita sea todo al
infierno en una cesta de mano. Kat me miró con una expresión curiosa.
—Kat, yo…
Mi puerta se abrió, golpeando un costado de mi casa, y Matthew
salió como si tuviera todo el derecho. Bajó los escalones del pórtico, sin
siquiera mirar en la dirección de Kat. —¿Qué está pasando aquí? —exigió.
Hombre, me preocupaba por Matthew como un hermano, pero no
tenía nada que hacer en mi casa de esta forma. Crucé los brazos. —
Absolutamente nada. Ya que mi hermana no se encuentra en casa, tengo
curiosidad de saber ¿por qué estás en mi casa?
—Me concedí el permiso para entrar —contestó—. No me di cuenta
de que sería un problema.
—Lo es ahora, Matt hew.
Kat se movió incómoda a mi lado, llamando la atención de
Matthew. Su labio se curvó hacia arriba mientras negaba con su cabeza.
—De todas las personas, pensé que tú sabías qué es lo mejor, Daemon.
La tensión se vertió en el aire rodeándonos. —Matthew, si valoras la
capacidad de caminar, yo no lo haría.
—Creo que debería irme. —Kat se movió a un lado.
Por alguna razón que nunca entenderé, di un paso hacia delante de
Kat, bloqueándola de la mirada de Matthew. —Estoy pensando que
Matthew debería irse a menos que tenga otro propósito que no sea meter
su nariz en donde no le corresponde.
—Lo siento —susurró con voz vacilante, y eso le hizo algo gracioso a
mi conciencia, hizo que tomara nota—. Pero no sé lo que está pasando
aquí. Estábamos nadando.
Cuadré los hombros. —No es lo que estás pensando. Dame un poco
de crédito. Dee escondió mis llaves, obligándome a salir con ella para
devolvérmelas.
Kat contuvo el aliento.
El reconocimiento cruzó por la cara de Matthew. —Así que, ¿esta es
la pequeña amiga de Dee?
—Esa soy yo —dijo detrás de mí.
—Pensé que tenías esto bajo control. —Matthew hizo un gesto hacia
ella—. Qué harías que tu hermana lo entendiera.
—Sí, bueno, ¿por qué no intentas hacerle entender? —repliqué, mi
paciencia se acababa—. Hasta ahora, no he t enido mucha suerte.
Los labios de Mattjew se endurecieron. —Los dos saben más que eso.
Y mi paciencia se terminó. Me encontraba cansado. Una cierta área
de mi cuerpo se hallaba dolorida, y ser regañado no iba a funcionar para
mí. La energía crepitó sobre mi piel, invisible para el ojo humano, pero se
filtró, cargando el aire. Un trueno sonó. Un relámpago apareció por
encima de nuestras cabezas, luminoso y casi cegador. Cuando la luz se
desvaneció, los ojos de Matthew estuvieron muy abiertos por un segundo y
luego se dio la vuelta, regresando a mi casa.
Advertencia recibida.
Empecé a girarme hacia Kat, pero no había nada que decir, así que
no dije nada mientras me dirigía hacia mi casa. Pensé que la oí hablar,
pero no importaba.
Nada de lo que había sucedido con ella importaba.
6
Traducido por Mel Wentworth & Marie.Ang
Corregido por Mire

Matthew empezó en el momento en que entré en la cocina. —¿Qué


está sucediendo con esa chica, Daemon? Nunca has actuado así.
Lo pasé de largo en mi camino hacia el refrigerador, más allá de
irritado y hambriento. —¿Actuado cómo?
Se giró hacia mí. —Sabes a lo que me refiero.
Abriendo el refrigerador, miré todo lo que necesitaba para hacer un
emparedado mortal. Moviendo la mano, puse todo como La Bella y La
Best ia aquí y ubiqué los elementos en el most rador. —¿Quieres un
emparedado?
Matthew suspiró. —Ya comí.
—Más para mí. —Tomé un plato y lo puse en el mostrador.
—Daemon, tenemos que hablar sobre esto.
Agarré un cuchillo y un tarro de mayonesa. —No tenemos que
hablar de nada, Matthew. Ya te dije lo que sucedía cuando estábamos
afuera. La historia no se va a volver más interesante.
—¿Te estás asegurando que Dee no se acerque demasiado a ella al
pasar tiempo con ella? —preguntó, incredulidad coloreaba sus palabras—.
¿Nadar juntos? ¿Es una nueva táctica?
Golpeando una rodaja de pan en el plato, miré hacia donde él se
hallaba de pie, cerca de la mesa. Mi voz mortalmente tranquila. —Basta,
Matthew.
—No puedo.
Mis ojos se encontraron con los suyos. —Puede que quieras intentarlo.
Pasó la mano por su cabello castaño corto. —No quiero discutir
contigo, Daemon.
Casi me reí mientras agregaba fiambre en el pan. Hacía un trabajo
de mierda para no discutir. La tensión había endurecido los músculos de mi
cuello y espalda. Matthew tenía razón en una cosa. Nunca actué de esta
forma hasta hace unos minutos atrás, no por un humano y no contra
alguien de mi propia especie. Ni siquiera sé por qué su presencia o sus
palabras me molestaron tanto.
Tal vez porque en el fondo sabía que desaproveché la oportunidad
de encontrar algo sobre Kat que pudiera usar en su contra o asustarla lo
suficiente que se apartaría de Dee. En realidad no hice ninguna de esas
cosas.
En su lugar, hablamos de la escuela, jardinería y cosas estúpidas
como esas… como si fuéramos normales.
—Esto es diferente —continuó Matthew en voz baja—. Vivimos entre
humanos, pero no nos acercamos a ellos, no por un periodo largo de
tiempo. Si lo hacemos, siempre pasa algo. O se enteran sobre nosotros,
porque bajamos la guardia, o los marcamos y los Arum nos cazan. Nunca
termina bien. Nunca.
Lo enfrenté, las manos a los costados. —¿Crees que no lo sé? ¿Qué
esperas que haga con ella? No hay mucho que pueda hacer a menos
que esperes que la noquee.
Los ojos azul oscuro de Matthew se profundizaron, pasando de azul
océano al color oscuro del cielo al atardecer. —No quiero ver a una joven
herida, y no espero que tú seas el que se encargue de eso si se llega a ese
punto. Si esa chica prueba ser un riesgo, yo lo manejaré. No será como
Bethany, donde todos lo dejamos pasar hasta que fue demasiado tarde.
No dejaré que pase eso esta vez.
Energía cargó mi piel mientras lo miraba. La comprensión entró
sigilosamente y me hizo sentir frío. —Su nombre es Kat . —Me oí decir
mientras daba un paso hacia él, la barbilla bajando—. Y me ocuparé de
ella.
—Sabes que haría lo que sea para protegerlos. —Matthew plantó las
manos en la mesa y tomó una respiración profunda—. Todos ustedes… son
mi familia.
Empujando la mano por mi cabello, luché con mi paciencia. —Lo sé.
Nos sentimos de la misma forma, pero no necesitas interceder aquí. Me
aseguraré de que ella no sea un riesgo para nosotros.
Sus ojos encontraron los míos y un momento pasó. —Eres uno de los
más fuertes, si no el más fuerte, Luxen aquí ahora. Lo Ancianos lo saben y
también el DOD, y eso significa que alguien siempre te está observando.
Tienes que tener más cuidado que cualquiera de nosotros.
Bajé la mano mientras el peso de mi especie se asentó en mis
hombros. No había nada que pudiera decir ante eso. Yo era más rápido y
fuerte que la mayoría de los Luxen y podía usar más de la Fuente que
cualquiera que conociéramos de mi especie. Pero no daba esos dones por
sentado. Entrenaba más que cualquiera. Patrullaba más seguido. Y estaba
determinado a permanecer enfocado en mi deber. No perderme y ser
vulnerable como lo fue mi hermano.
Matthew me observaba y debe haber visto algo en mis ojos. —Tu
hermano no era débil.
Torcí la cabeza. —Él…
—No lo era —interrumpió—. Era más amable y más relajado, pero era
tan fuerte como tú y tienes que recordar eso. Dawson no era débil. No era
un tonto, y sin embargo, por una chica, ya no está. No sigas los pasos de tu
hermano.
Mensaje recibido, fuerte y claro.

***

No sigas los pasos de t u hermano.


Esa declaración de hecho era graciosa.
Solo porque no intentara activamente alejarla de la ciudad no
significaba que fuera a terminar como Dawson. Por un lado, Kat y yo ni
siquiera nos caemos bien. Sí, hubo algo físico elaborándose, pero no pasó
a ser nada más que eso. Dawson se enamoró de Bethany. Gran diferencia
allí.
Y mi hermano —sí fue débil.
Quizás no físicamente, pero en lo que se refería a todo lo demás lo
fue.
Era temprano en la tarde del sábado cuando vi a la mamá de Kat
alejarse. Sabiendo que Kat se hallaba y que Dee regresaría a casa
mañana, sabía que la última cosa que debería hacer era lo que estaba
haciendo.
Lo cual era llevar mi trasero hasta su casa.
Después de golpear la puerta, me acerqué a la barandilla del
pórtico y levanté la mirada. Al sol le quedaban un par más de horas antes
de ponerse, pero algunas estrellas comenzaban a aparecer. Empujando
las manos en los bolsillos de mis pant alones, esperé para ver si incluso
respondía a la puerta. Si yo fuera ella, probablemente nunca querría ver mi
cara de nuevo. Tampoco podía explicar mi comportamiento cambiante.
Sabía que ella era mala para Dee, para la colonia, y especialmente para
mí. Pero había algo en su ánimo que no podía quitarme.
Me encontré un poco sorprendido cuando la puerta se abrió y Kat
salió al pórtico. —¿Qué haces? —preguntó.
Sin tener idea de cómo responder a eso, me quedé en silencio por
un momento y luego me aclaré la garganta. —Me gusta mirar al cielo. Hay
algo con él. Es interminable, ya sabes. —Patético.
Dio un paso más cerca de mí, sus movimient os casi vacilantes. —
¿Algún tipo loco va a salir corriendo de tu casa y gritarte por hablar
conmigo?
Sonreí ante eso. —No en este momento, pero siempre hay un
después.
Arrugó la nariz. —Estoy bien sin el “después”.
—Sí. —Cambié de posición, enfrentándola—. ¿Ocupada?
—Además de jugar con mi blog, no.
—¿Tienes un blog? —Tuve que obligarme a no reírme. Usar blogs
siempre me pareció algo que hacían las madres de mediana edad, no
chicas de instituto un poco más linda del promedio.
Dobló los brazos sobre el pecho, su postura ampliándose como si se
preparara para una batalla.
—Sí, tengo un blog.
—¿Cuál es el nombre de tu blog?
—No te incumbe. —Su sonrisa era demasiado dulce.
—Un nombre interesante. —Una esquina de mi boca se levantó
cuando la molestia se mostró en su rostro. Hacerla enojar era muy fácil—.
Así que, ¿sobre qué es tu blog? ¿Tejer? ¿Rompecabezas? ¿Estar solo?
—Ja, ja, sabiondo. —Suspiró—. Hago reseñas de libros.
Uh. Libros. Debería haber adiv inado eso. —¿Te pagan por ello?
Se rio de ello. —No. Para nada.
Fruncí el ceño. —Entonces, ¿haces reseñas sobre libros y no te pagan
si alguien compra un libro basado en tu opinión?
—Yo no hago reseñas para que me paguen ni nada. —Desdobló los
brazos cuando pareció sentirse más cómoda al hablar de su blog—. Lo
hago porque me gusta.
—¿Qué tipo de libros lees?
—De todos los diferentes tipos. —Se apoyó contra la barandilla y
levantó la mirada, encontrando la mía—. Principalmente prefiero las cosas
paranormales.
—¿Vampiros y hombres lobo? —adiviné.
—Sí.
—¿Fantasmas y extraterrestres?
—Las historias de fantasmas están bien, pero no sé sobre
extraterrestres. ET realmente no me gusta, ni a mí ni a muchos de los
lectores.
Ante eso, levanté una ceja. —¿Qué te gusta?
—No las criaturas verdes y babosas del espacio —respondió, y me
tragué una risa—. De todas formas, disfruto también novelas gráficas, cosas
de historia…
—¿Lees novelas gráficas? —Me inundó la incredulidad—. ¿En serio?
Asintió. —Sí, ¿y qué? ¿Se supone que a las chicas no deberían de
gustarles los cómics y novelas gráficas?
No creía que quisiera que responda eso. Maldición, siempre era una
sorpresa. —¿Quieres ir a dar una caminata?
—Uh, sabes que no soy buena con todas esas cosas del senderismo.
—Levantó la mano, metiéndose un mechón suelto de cabello detrás de la
oreja. ¿Alguna vez lo usaba suelto?
¿Por qué rayos pensaba en su cabello?
Mi mirada siguió el movimiento. —No te voy a llevar a escalar. Solo a
un pequeño e inofensivo sendero. Estoy seguro de que puedes con eso.
Se empujó de la barandilla pero dudó. —¿Dee no te dijo dónde
estaban tus llaves?
Rayos, me había olvidado sobre eso. —Sí, lo hizo.
—Entonces, ¿por qué estás aquí?
¿Cómo podía explicarle cuando no me lo podía explicar a mí
mismo? Rebusqué en mi cabeza una excusa que ella pudiera creer y me di
cuenta que en realidad no era creativo. Esto probablemente era una señal
de que debería llevar mi trasero a casa y olvidar todo lo que est o fuera. —
No tengo una razón. Pensé que solo podría pasar por aquí, pero si vas a
cuestionar todo, entonces puedes olvidarlo. —Girando, bajé los escalones
del pórtico, dándome cuenta que de nuevo actuaba como un imbécil.
¿Qué podía decir? Era bueno en ello.
Un momento pasó, y luego—: Bien. Hagámoslo.
Sorprendido, me detuve. —¿Estás segura?
No lucía un cien por ciento segura cuando la miré sobre mi hombro,
pero corrió y bajó los escalones para seguirme. —¿Por qué vamos detrás
de mi casa? —Se detuvo, señalando al oeste, hacia la montaña de piedra
arenisca que seguía brillando en la luz del sol desvaneciéndose—. Las
montañas Seneca Rocks quedan en esa dirección. Pensaba que había
senderos comenzando allí.
—Sí, pero hay más senderos aquí que llevan alrededor y es más
rápido —expliqué—. La mayoría de la gente aquí sabe que todos los
caminos principales están abarrotados. Solía tener un montón de días
aburridos, y encontré un par de senderos fuera del camino.
Sus ojos se ampliaron. —¿Qué tan lejos del camino hablamos?
Lindo. Me reí. —No t ant o.
—Entonces, ¿es un sendero pequeño? Apuesto a que esto va a ser
aburrido para ti.
—Cada vez que puedo salir y caminar es bueno. —Eso era cierto. Un
Luxen naturalmente tiene más energía, y cualquier actividad física
ayudaba—. Además, no es como si fuéramos a caminar todo el camino
hasta Smoke Hole. Es una caminata bastante larga desde aquí, así que no
te preocupes, ¿está bien?
Se relajó. —De acuerdo, guíame.
Kat esperó fuera mientras iba a mi casa, tomaba dos botellas de
agua, y luego me siguió al otro lado del patio trasero y hacia el bosque
frondoso. Algo sobre el hecho de que ella se encontraba dispuesta a
hacer esto me golpeó mal. No fui bueno con ella. Ese era un gran no
bromees. Me preguntaba si haría esto si Andrew se hubiera hecho su
amigo, solo irse en un jodido paseo.
De ser así, eso no sería bueno.
Andrew estaría completamente a favor de Matthew, en el sentido
de que no tendría problema con la idea de “ocuparse de ella”
preventivamente.
—Eres muy confiada, Kitten —dije en voz baja.
—Deja de llamarme así.
Miré sobre mi hombro. Iba unos pasos detrás de mí. —¿Nadie nunca
te ha llamado así antes?
Rodeando un arbusto de espinas, me disparó una mirada molesta. —
Sí, las personas me llaman Kitten todo el tiempo. Pero tú lo haces sonar
tan…
Esperé. —¿Sonar tan qué?
—No lo sé, como un insulto —dijo, y bajé el ritmo para que caminara
a mi lado—. O algo sexualmente pervertido.
Eso me sacó una risa, junto con un poco de la tensión que se grabó
en mi cuello y hombros.
—¿Por qué siempre te ríes de mí?
Negué mientras sonreía. —No lo sé, simplemente porque me haces
reír.
—Lo que sea. —Pateó una roca, aparentemente decidiendo que
eso no era algo bueno—. Así que, ¿qué pasó con ese tipo Matthew? Actuó
como si me odiara o algo.
—No te odia. Solo no confía en ti —murmuré.
Su cola de caballo se balanceaba mientras sacudía su cabeza. —
¿Confiar en mi con qué? ¿Tu virtud?
Otra risa estalló en mí. —Sí. Él no es un fan de las chicas guapas que
se sienten atraídas por mí.
—¿Qué? —soltó, y luego, en un segundo, tropezó.
La atrapé con facilidad, con mi brazo alrededor de su cintura, y
rápidamente la solté, pero sentí la sacudida del breve contacto, y mi piel
zumbaba.
—Es broma. ¿Verdad? —preguntó.
Divertido por su inhabilidad para observar lo que sea que estuviera
en el suelo, sentí mi sonrisa ensancharse incluso más. —¿Qué parte?
—¡Todo eso!
—Vamos. Por favor, no me digas que no crees que eres bonita. —
Cuando no respondió, suspiré—. ¿Ningún hombre te ha dicho alguna vez
que eres guapa?
Su mirada encontró la mía y luego la apartó. Se encogió de
hombros. —Por supuesto.
Uh. —¿O… tal vez no eres consciente de ello?
Se encogió de hombros de nuevo, y no podía creer que no viera lo
que yo… espera un segundo. ¿No veía lo que yo sí? ¿Cuándo fue que
cambió lo que veía? Porque había estado pensando que ella era
malditamente simple. A veces sobre el promedio cuando estaba enojada.
O sonriendo. O sonrojada. Pero, bueno, principalmente era solo el
promedio.
Mientras observaba sus mejillas sonrosarse incluso más, sabía que me
encontraba equivocado.
Kat no era simple. Quizás al primer vistazo, pero una vez que
conseguías acercarte a ella, una vez que pasabas alguna cantidad de
tiempo a su alrededor, esos ojos gris jaspeados, los labios llenos, y la forma
de su rostro no eran nada más que simples. Sin embargo, iba más allá de la
superficie.
—¿Sabes lo que siempre he creído? —pregunté, deteniéndome en
medio del camino.
Me miró, sus ojos amplios pero no desconfiados. —No.
Por un momento, no hablé, y el único sonido entre nosotros era el
trino de pájaros cercanos mientras mi mirada buscaba la suya. —Siempre
he encontrado que las personas más bellas, realmente bellas por dentro y
por fuera, son las que en silencio desconocen su efecto. ¿Por qué si eres
bello debes pasárt elo presumiéndolo? Su belleza solo es pasajera. Es solo
una cáscara ocultando nada, excepto las sombras y el vacío.
Sus labios se separaron, y luego se rio.
Kat se echó a reír.
¿Qué demonios?
—Lo siento —dijo, parpadeando para hacer retroceder las lágrimas
mientras una risilla se le escapaba—. Pero fue la cosa más reflexiva que
jamás te había oído decir. ¿Qué nave extraterrest re se llevó al Daemon
que conozco, y puedo pedirles que se lo queden?
Fruncí el ceño. —Estaba siendo honesto.
—Lo sé, pero es que fue realmente… impresionante.
Mirándola, me encogí de hombros y entonces empecé a andar por
el sendero de nuevo. Lo que sea. —No vamos demasiado lejos. —Me
detuve—. Así que, ¿te interesa la historia?
—Sí, sé que me hace una nerd. —Me alcanzó, un salto extra en sus
pasos.
—¿Sabías que esta tierra fue una vez recorrida por los indios
Senecas?
—Dime, por favor, que no caminamos por cementerios.
—Bueno… estoy seguro de que hay cementerios por aquí en algún
lugar. Aunque ellos solo viajaron por esta tierra, no sé si alguien haya
muerto en este preciso lugar y…
—Daemon, no necesito conocer esa parte. —Me empujó
suavemente en el brazo.
La facilidad con la que me tocaba era desconcertante. Me tomó un
momento para pasar eso.
—Está bien, te cuento la historia y dejo algunos de los más
escalofriantes pero hechos naturales afuera. —Agarré una rama larga,
sosteniéndola para que Kat pasara por debajo. Su hombro rozó mi pecho,
volando mi sentido de consciencia.
—¿Qué historia? —preguntó, gruesas pestañas bajaron, escudando
sus ojos.
—Ya verás. Ahora presta atención… Hace tiempo, esta tierra estaba
formada por bosques y colinas, que no es muy diferente a hoy en día, con
la excepción de algunos pueblos pequeños. —Aparté las ramas más bajas
fuera de su camino. A este punto, ella podría empalarse; era tan
obscenamente inconsciente de cómo caminar en el bosque—. Pero
imagina este lugar, tan escasamente poblado, que podría tomar días,
incluso semanas, antes de llegar a tu vecino más cercano.
Se estremeció. —Eso parece tan solitario.
—Pero tienes que entender que esa era la forma de vida de cientos
de años atrás. Los agricultores y los hombres de las montañas vivían a unas
cuantas millas de distancia uno de otro, pero la distancia era recorrida a
pie o a caballo. No suele ser la forma más segura de viajar.
—Puedo imaginarlo. —Su respuesta fue suave.
—La tribu de los indios Seneca viajó a través de la parte del Este de
los Estados Unidos, y en algún momento, pasaron por este camino, hacia
las mont añas Senecas. —Nuestras miradas se encontraron—. ¿Sabías que
este pequeñísimo camino detrás de tu casa lleva a la base de ellas?
—No. Siempre parecen estar tan lejos en la distancia que nunca
pensé que pudieran estar tan cerca.
—Si sigues por este camino un par de kilómetros más te encontrarás
en la base. Es una zona bastante rocosa, de la cual incluso los más
experimentados escaladores permanecen alejados. Verás, las montañas
Senecas están distribuidas desde el condado de Pendleton hasta el de
Grant, el punto más alto es Spruce Knob y una formación cerca de
Seneca, llamada Rocas Champe. Ahora, es algo difícil llegar a ellas, ya
que generalmente involucra invadir la propiedad de alguien, pero puede
valer la pena si logras escalar más allá de novecientos pies de altura.
Hombre, amaba llegar ahí arriba. No lo hacía desde hace un
tiempo.
—Suena divertido. —Su sonrisa era dolorosa.
Me reí. —Lo es si no tienes miedo a caerte. De t odas formas, las
Rocas Seneca están hechas de cuarcita, que es parte arenisca. Por eso a
veces tiene un tinte rosado en ellas. La cuarcita es considerada un cuarzo
bet a. Las personas que creen en… —Mmm, tenía que proceder con
cuidado—. Poderes sobrenaturales o poderes de… la naturaleza, como
muchas tribus lo hicieron en su tiempo, creen que cualquier forma de
cuarzo beta permite que la energía pueda ser almacenada y
transformada, incluso manipulada. Puede manejar la electricidad y otras
cosas extrañas —cosas ocultas.
—De acuerdo.
Le di una mirada y se calló. —Posiblemente el cuarzo beta atrajo a la
tribu Seneca a esta área. Nadie sabe, ya que no eran nativos de West
Virginia. Nadie sabe cuánto tiempo acamparon aquí, si fue por comercio o
por guerra. —Enlentecí el paso, acercándome al pequeño arroyo—. Pero
tienen una leyenda muy romántica.
—¿Romántica? —Me siguió alrededor del arroyo, su cola de caballo
rebotando con cada paso. Era una especie de distracción.
—Verás, había una bella princesa India llamada Snowbird, quien
perdió a siete de los guerreros más fuertes de la tribu que demostraron su
amor haciendo algo que solo ella había sido capaz de hacer. Muchos
hombres querían estar con ella por su belleza y su rango. Pero ella quería a
un igual.
No era normalmente un hablador. La mayoría de la gente que me
conocía probablemente estaría comprobando mi temperatura ahora,
había lanzado demasiadas oraciones juntas en una corrida. Pero Kat
estaba pegada. Me gustaba eso.
—Cuando llegó el día para que eligiera a su marido, impuso un reto,
de esta manera solo el más valiente y más dedicado guerrero ganaría su
mano. Pidió a sus pretendientes que escalaran la roca más alta con ella. —
El camino se angostó y caminé más lento—. Todos comenzaron, pero
cuando se hizo más difícil, tres regresaron. Un cuarto se desalentó y un
quinto se encogió en agotamiento. Solo permanecieron dos, y la hermosa
Snowbird se mantuvo a la cabeza. Finalmente, alcanzó el punto más alto y
se giró para ver quién era el más valiente y más fuerte de todos los
guerreros. Solo uno quedaba a unos metros detrás de ella y mientras ella
observaba, él comenzó a caer.
Rodeando un saliente de rocas, esperé hasta que Kat los pasara. —
Snowbird se detuvo por un segundo, pensando que este valiente guerrero
obviamente era el más fuerte, pero no era su igual. Podría salvarlo o podría
dejarlo caer. Era valiente, pero aún tenía que alcanzar el punto más alto
como ella lo había hecho.
—¿Pero él se hallaba justo detrás de ella? ¿Cómo podría
simplemente dejarlo caer? —Sonaba casi en estado de pánico y, sí, dulce
de nuevo.
—¿Qué harías tú? —pregunté, genuinamente curioso.
—No es que alguna vez le pediría a un grupo de hombres que
demostraran su amor haciendo algo increíblemente estúpido y peligroso
como eso, pero si alguna vez me encontrara en esa situación, algo
improbable…
—¿Kat?
Cuadró los hombros. —Llegaría a donde él está y lo salvaría, por
supuesto. No podría dejarlo caer hasta su muerte.
—Pero él no se probó a sí mismo —razoné.
—Eso no importa. —Sus ojos grises destellaron como nubes
tormentosas—. ¿Él estaba justo detrás de ella y qué tan hermosa realmente
podrías ser si dejas a un hombre caer a su muerte solo porque se resbaló?
¿Cómo podría incluso ser capaz de amar o ser digna de él, de hecho, si
dejas que eso suceda?
Asentí lentamente. —Bueno, Snowbird pensaba como tú.
Una amplia sonrisa apareció en su rostro. —Bien.
—Snowbird decidió que el guerrero era su igual, y con eso su
decisión había sido tomada. Ella agarró al hombre antes de que él pudiera
caer. El jefe los encontró y quedó muy satisfecho con la elección que su
hija hizo. Concedió su matrimonio e hizo al guerrero su sucesor.
—¿Así que es por eso que las rocas se llaman Rocas Seneca? ¿Por los
Indios y Snowbird?
—Eso es lo que dice la leyenda.
—Es una bonita historia, pero creo que todo eso de escalar varios
cientos de metros para probar tu amor es un poco excesivo.
Sonreí. —Estoy de acuerdo contigo en eso.
—Así lo espero o te encontrarás jugando con coches en una
autopista interestatal para demostrar tu amor en la actualidad. —Sus
facciones se tensaron, y luego un sonrojo se apresuró a sus mejillas.
—No preveo que ocurra —dije tranquilamente.
—¿Puedes llegar a donde los indios subieron desde aquí? —
preguntó.
—Se podría llegar al cañón, pero eso sería senderismo. No es algo
que sugeriría que hicieras tú sola.
Kat se rio, y el sonido era liviano y casi libre. —Sí, no creo que tengas
que preocuparte por eso. Me pregunto por qué los indios vinieron aquí.
¿Buscaban algo? Es difícil creer que un montón de rocas los trajera aquí.
—Nunca se sabe. —Quién sabía por qué vinieron, pero tenía que
haber una razón—. La gente tiende a mirar las creencias del pasado como
primitivas y poco inteligentes, sin embargo, estamos viendo más verdad en
el pasado cada día.
Me miró por largo rat o, de cierta forma evaluándome. —¿Qué fue lo
que hizo que las rocas fueran tan importantes de nuevo?
—Es el tipo de roca… —Me giré hacia ella, mi mirada deslizándose
por su rostro y luego sobre su hombro. Oh, mierda. Mis ojos se ampliaron—.
¿Kitten?
—Deja de llamarme…
—Silencio —susurré, con la mirada fija sobre su hombro mientras
ponía la mano en su brazo desnudo—. Prométeme que no enloquecerás.
—¿Por qué enloquecería? —susurró.
Bueno, la mayoría de las personas enloquecerían por un oso de
ciento cincuenta kilos solo a unos metros de distancia, y era uno grande.
La energía empezó a construirse en mí. Tiré de Kat más cerca de mí y sus
manos volaron a mi pecho, sobre mi corazón. —¿Alguna vez has visto a un
oso? —pregunté.
—¿Qué? ¿Hay un oso…? —Salió de mi agarre y se dio la vuelta.
Kat se puso rígida contra mí.
Las orejas del oso se movieron, captando nuestra respiración. Insté a
Kat a permanecer quieta. Existía una buena posibilidad de que el oso
deambulara junto a nosotros. O al menos esperaba que lo hiciera, porque
si ese desgraciado corría hacia nosotros, iba a tener que hacer algo para
asustarlo.
Algo que no sería fácil de explicar.
—No corras —le dije.
Me dio un asentimiento brusco.
Puse de nuevo las manos en sus brazos, y ni siquiera pensé en que
ella lo sintiera. Entonces, sin ninguna provocación, el oso resopló un gruñido
bajo cuando se elevó en sus patas traseras. Enormes mandíbulas abiertas y
rugió, dando zarpazos en el aire.
Oh, mierda.
Dejando ir a Kat, me aparté de ella y empecé a mover los brazos,
gritándole, pero el oso se dejó caer en sus zarpas, sacudiendo los hombros
y moviendo el pelaje. Cargó directo hacia Kat.
Maldiciendo, me precipité hacia ella. Estaba congelada, con los ojos
apretados con fuerza y el rostro muy pálido. No me detuve a pensar.
Levanté la mano y una cegadora luz blanca, teñida de rojo, bajó por mi
brazo, golpeando el aire. Un rayo de luz, muy parecido al relámpago,
golpeó el suelo, a no más de unos treinta centímetros de Kat,
sorprendiendo al oso.
Todo sucedió tan rápido.
Asustado, el oso retrocedió y movió su pesado cuerpo, corriendo en
la dirección opuesta justo cuando la luz disminuía. La ráfaga de energía
rebotó, y vi las piernas de Kat dobladas y su cabeza inclinarse hacia el
lado. Y se fue abajo.
Me precipité hacia delante, atrapándola antes de que golpeara el
suelo y la levanté en mis brazos, acunándola cerca de mi pecho mientras
mantenía los ojos en el área donde el oso desapareció. Dudaba que se
hubiera desmayado por el susto. Ella había estado tan cerca de la Fuente.
Solo Dios sabe lo que la carga le hizo a su corazón o sistema nervioso.
—Mierda, mierda, mierda —murmuré, calmándome ligeramente
cuando escuché sus latidos todavía en su pecho.
Cuando me encontraba seguro de que el oso no volvería, bajé la
mirada a ella. Una presión atenazó mi pecho. Oh, no. Maldición. No…
Un débil brillo blanco rodeaba a Kat, casi como un aura o como el
espacio alrededor de ella y brillaba con una luz sobrenatural que los
humanos no podían ver. Pero sería visible para cualquier Luxen… y para
cualquier Arum.
La había marcado.
7
Traducido por Mire
Corregido por Miry GPE

Kat parecía increíblemente pequeña y delicada en mis brazos, su


peso tan ligero que la presioné más cerca. Curiosamente, su cabeza
encajaba perfectamente en mi hombro, como si ella la hubiera colocado
allí y quedado dormida en lugar de perder el conocimiento.
No podía creer que sin querer la noqueé.
De una manera retorcida, fue lo mejor que pudo pasar. Lo más
probable es que no tendría que salir con alguna excusa loca de por qué
pareció como si un rayo salió disparado de mis dedos y asustó a un oso.
Arriba, nubes oscuras aparecían. Una tormenta se formaba —una
consecuencia común de demasiada carga de poder. Algo que ver con
los campos eléctricos que afectan el clima y bla, bla, bla.
Pero incluso si Kat se despertaba y creía que la tormenta por llegar
tenía algo que ver con asustar al oso, le había puesto un rastro. Lo cual era
equivalente a poner un blanco en su espalda, sobre todo cuando podría
haber algunos Arum alrededor.
Mierda.
Aquí me encontraba, despotricándole a Dee sobre lo peligroso que
era acercarse a Kat, y soy el que se hallaba aburrido y la convenció de ir a
un paseo que puso a todos en peligro.
El rastro debería desaparecer en un par de días. Mientras ella
permaneciera en casa y nadie más que Dee la viera, entonces no debería
ser un problema.
Me reí secamente, casi con amargura. ¿No será un problema? Dee
nunca dejaría de hablar de ello.
De regreso por el camino, obligué a mi mirada a mantenerse
adelante en lugar de en lo que cargaba, centrado en el paisaje. Árboles
—muchos árboles y hojas en forma de arce, agujas de pino, algunos
arbustos... pájaros saltando de rama en rama, sacudiendo sus plumas. Una
ardilla subiendo por el tronco de un árbol.
Bajé mi mirada.
Pestañas gruesas se dispersaban por sus mejillas más pálidas de lo
normal. Como que pensaba que se parecía a Blancanieves. Buen Dios, eso
sonó patético. ¿Blancanieves? Pero sus labios se encontraban
entreabiertos perfectamente, y eran rosados incluso sin maquillaje.
Un trueno resonó y el olor de la lluvia llegó. Comprobando para
asegurarme de que todavía se hallaba desmayada como un pequeño
gatito, aceleré el ritmo y volé por el sendero. Incluso tan rápido como me
movía, la tormenta era impredecible, y los cielos se abrieron,
empapándonos. Y aun así, dormía.
Ella me recordaba a Dawson. Una bomba atómica no habría
despertado a mi hermano.
Después de llegar a los escalones del pórtico, reduje la velocidad y
sacudí mi cabeza, enviando a volar las gotitas de lluvia por todas
direcciones. Me detuve en la puerta y fruncí el ceño. ¿La bloqueó antes de
irse? Maldita sea, no podía recordarlo. Si es así, probablemente tenía una
llave en su bolsillo, pero eso significaría examinar su bolsillo y conseguirla.
¿Cómo más podría explicar cómo abrí su puerta?
Mi mirada cayó y recorrió por encima de sus piernas. Sus piernas
increíblemente largas para alguien tan pequeña... y esos pantalones
cortos eran cortos. También bolsillos minúsculos.
Sí, no iba a ir tras esa llave.
Ya era el momento de depositar su pequeño trasero en el columpio y
largarme de aquí.
Suspirando, me acerqué al columpio y empecé a bajarla, pero se
acurrucó más cerca. Me congelé, preguntándome si se encontraba
despierta. Una rápida revisión me dijo que no lo estaba. Una vez más,
empecé a bajarla, pero me detuve esta vez. ¿Qué pensaría ella si se
despertaba aquí sola?
¿Por qué me importaba?
—Maldita sea —murmuré.
Escaneando el pórtico frenéticamente como si contuviera las
respuestas, finalmente rodé mis ojos y me senté, colocándola junto a mí.
Tenía sentido que me quedara. Tenía que saber si me vio disparar un rayo
con la mano, razoné. Mantuve mi brazo a su alrededor, porque
conociendo mi suerte, se deslizaría del columpio y se abriría la cabeza.
Entonces Dee me mat aría.
Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos. ¿Por qué vine aquí
hoy? ¿Era realmente aburrimiento? Si ese fuera el caso, podría haber visto
los episodios de Invest igadores de fant asmas que grabé. Realmente no
pensé en lo que hacía hasta que me hallé llamando a su puerta y ya era
demasiado tarde para pensar en ello.
Era un idiota.
Kat murmuró algo y se movió más cerca, presionando su mejilla
contra mi pecho. Se moldeaba a todo el lado derecho de mi cuerpo:
muslo con muslo. Su mano se acurrucó en mi cadera y empecé a contar
hacia atrás desde cien. Cuando llegué a los setenta, me encontré mirando
sus labios.
Realmente necesitaba parar de mirar sus labios.
Su frente se arrugó, sus párpados vacilantes, como si tuviera un mal
sueño. Una parte ridícula de mí respondió a eso —a los minutos de angustia
tensando sus rasgos, tensando su cuerpo. Mi pulgar comenzó a moverse a
lo largo de la parte baja de su espalda, trazando círculos vagos. Los
segundos pasaron, y se tranquilizó enseguida, su respiración profunda y
constante.
¿Cuánto tiempo iba a dormir? Una parte de mí no se molestaba por
la perspectiva de estar aquí durante horas. Había algo tranquilizador en
sostenerla, pero también era exactamente lo contrario, ya que cada
pulgada de mi cuerpo tomaba nota de cómo encajaba a mi lado, de en
dónde se hallaba su mano, del subir y bajar de su pecho.
Esto era pacífico y tortuoso.
Algún tiempo más tarde, después de lo que se sintió como una
eternidad, y sin embargo no el tiempo suficiente en absoluto, Kat se movió
al despertar. Fue un proceso lento, que comenzó con sus músculos
tensándose, relajándose y luego tensándose de nuevo cuando se dio
cuenta de... sobre quién descansaba.
Mi mano se quedó inmóvil, pero no la alejé. No era como si iba a
caerse de cara ahora, pero yo... yo no lo hice, y no estaba en absoluto de
acuerdo con eso. Apreté mi mandíbula.
Kat levantó su cabeza. —¿Qué… qué pasó?
Oh, ya sabes, disparé un rayo puro de energía a un oso y tú te
marchitaste como una flor delicada a mis pies. Entonces te cargué como
un verdadero caballero y me senté aquí por Dios sabe cuánto tiempo y me
quedé mirándote.
Síp, no iba a ir allí.
Quité mi brazo. —Te desmayaste.
—¿Lo hice? —Se alejó, retirando su cabello enmarañado de su cara.
Fue entonces cuando me di cuenta que su cabello se solt ó en algún
momento. Mi mirada cayó brevemente. Como esperaba, su cabello era
largo y grueso, cayendo sobre sus hombros.
—Supongo que el oso te asustó —le dije—. Tuve que traerte de
vuelta.
—¿Todo el camino? —Parecía decepcionada, lo que me causó
curiosidad—. ¿Qué... qué ha ocurrido con el oso?
—La tormenta lo asustó. Un rayo, creo. ¿Te sientes bien?
Un relámpago iluminó el pórtico, sorprendiéndola. —¿El oso tuvo
miedo de una tormenta?
—Supongo.
—Tuvimos suerte, entonces. —Bajó su mirada, sus cejas frunciéndose,
y cuando esas pestañas se levantaron, tuve que esforzarme para seguir
respirando normalmente. Había una cualidad en esos ojos grises: una luz
tenue que me atraía justo dentro—. Aquí llueve igual a como lo hace en
Florida.
Empujé su rodilla con la mía. —Creo que puede que estés pegada a
mí durante unos minutos más. —En realidad, eso era una excusa estúpida
para no irme. Necesitaba algo mejor —no, lo que necesitaba era irme.
Levantarme e irme. Pero luego volvió a hablar.
—Estoy segura de que parezco un gato ahogado.
Casi hubiera preferido al gato ahogado. —Te ves bien. El aspecto
mojado funciona para ti.
Frunció el ceño. —Ahora sé que estás mintiendo.
Yo era un montón de cosas, pero hasta hace poco, mentiroso no era
una de ellas. Y al parecer, era tan impredecible como el clima, tanto es así
que no tenía idea de lo que hacía hasta que me moví y envolví mis dedos
alrededor de su barbilla, inclinando su cabeza hacia mí.
—No mentiría acerca de lo que pienso —dije, y esa era la verdad.
Kat parpadeó lentamente, y mi mirada cayó a sus labios de nuevo.
Realmente, realmente necesitaba dejar de mirar sus labios. Mis músculos se
tensaron ante la idea de probarlos. Ella probablemente me golpearía en la
cara y luego me atacaría con esa lengua afilada suya. Lo que me hizo
querer sonreír.
Me incliné hacia delante. —Creo que lo entiendo ahora.
—¿Entender qué? —susurró.
Mi fascinación indeseada con ella —lo tenía. Ella no soportaba nada
de mis tonterías. Me hallaba rodeado de gente que me miraba para tener
todas las respuestas, para protegerlos, para nunca mostrar miedo. Y por
eso me puse una fachada y me pavoneaba como si nada me asustara.
Era agotador a veces. Pero Kat, vio a través de toda mi fanfarronada y me
mantuvo honesto. Y me gustó eso... mucho.
Un rubor rosa tiñó sus mejillas. Seguí ese color con mi pulgar. —Me
gusta verte sonrojar.
Tomó un pequeño aliento, y eso me deshizo. Presionando mi frente
contra la de ella, la empujé hasta el límite. Esto era una locura, pero olía a
melocotones, su piel era suave y sus labios parecían aún más suaves.
Me hallaba atrapado en una red donde realmente no tenía forma
de escapar. Una red de Kat... Una que malditamente garantizaba que ella
no tenía idea de que tejía. Una belleza ingenua, y vi mucho en mis
dieciocho años para saber que era una rareza. Algo para ser apreciado.
Un rayo resonó de nuevo, y Kat no saltó ante el trueno esta vez. Se
centró en una manera que me agradó, tiró de mi control, y se burló de mí
con lo que nunca podría tener. No debería incluso quererlo, pero lo
quería... Dios, cuanto lo quería. Y si continuábamos a donde nos dirigíamos,
se complicaría. Ya sabía lo que pasaba cuando los Luxen y los humanos se
mezclaban. Tenía demasiada responsabilidad como para tontear con ella.
Demasiado pasando...
Pero todavía quería.
Mis dedos se deslizaron a lo largo de la curva de su mejilla mientras
mi cabeza se inclinaba. Me iba a arrepentir de esto —santa mierda ya lo
estaba, pero no iba a detenerme. Nuestros labios se hallaban solo a un
suspiro de distancia...
—¡Hola, chicos! —gritó Dee.
Me alejé, deslizándome en un movimiento fluido y poniendo
distancia entre nosotros en el columpio mientras Kat se puso en un tono
feroz de rojo. Estuve tan absorto en ella, que no oí el coche de mi
hermana, o noté que la tormenta pasó y el sol se encontraba fuera,
brillando y todo.
Excelente.
Dee subió los escalones, su sonrisa se desvaneció cuando su mirada
rebotó entre nosotros y luego entrecerró los ojos. No hay duda de que veía
el débil rastro alrededor de Kat y se pregunt aba cómo demonios pasó.
Entonces pareció centrarse en lo que acababa de interrumpir.
Su boca se abrió.
No era frecuente que la sorprendiera... de esta manera. Sonreí. —
Hola, hermanita. ¿Qué pasa?
—Nada —dijo—. ¿Tú qué est ás haciendo?
—Nada —contesté, saltando del columpio. Eché un vistazo a una
silenciosa, aturdida Kat. Sus ojos grises se encontraban todavía nebulosos y
grandes. Jodidamente hermoso. Maldita sea, tenía que cortar esto de raíz
en este momento, antes de que algo peor que un rastro pasara. Me reuní
con su mirada—. Solo ganaba puntos extras.
Kat se puso erguida, sus ojos brillantes y sus manos curvándose en su
regazo mientras asimilaba mis palabras.
Ah, ahí estaba —ahí salía la gatita, garras afilándose. La criatura
cálida, tierna se fue en un instante. Hice eso. Subirla y estrellarla directo de
vuelta a la tierra, a la realidad. Todo eso fue por mí.
No me sentía orgulloso, pero al menos de esta manera ella viviría.
Todos viviríamos.
Giré hacia los escalones, dejándola con mi hermana, que me
miraba con confusión. Me sentí como el mayor idiota en el planeta.
Infierno, del universo.

***

El sol se había puesto cuando la puerta de mi habitación se abrió de


golpe y Dee entró como un tornado, cabello oscuro saliendo desde detrás
de ella y sus ojos brillando con emoción.
—¿Qué demonios interrumpí? —preguntó.
Cerré la tapa de mi Mac antes de que Dee pudiera ver lo que veía.
—Estás de regreso de la colonia temprano.
Bailó hasta la cama, levantándose sobre las puntas de los dedos del
pie. —No es como muy importante, pero si quieres saberlo, creo que Ethan
se estaba poniendo muy molesto conmigo y decidió dejar que me vaya.
—Hizo una pausa, sonriendo con picardía—. Además, están teniendo
algún tipo de cena de recepción para las mujeres que se casan el martes
por la noche y dije que me gustaría volver... con Ash.
Mis cejas se levantaron. —Uh, ¿ella sabe eso?
—Sí. Y está totalmente fastidiada conmigo, pero no puede decir que
no. ¡Pero eso no es importante! —Aplaudió mientras se balanceaba hacia
atrás y adelante—. ¿Qué te encontrabas haciendo en el pórtico con Katy?
Coloqué la Mac en mi mesita de noche. —Estaba sentado allí con
ella.
Los ojos de Dee se entrecerraron. —Sí, duh, pero no se hallaban solo
haciendo eso. No juegues conmigo.
¿Kat dijo más? El impulso de pregunt arle corrió a la punta de mi
lengua, pero mentalmente me di un puñetazo en la cara. No iba a ir allí. —
No estoy jugando contigo, hermanita.
—¡Esas son tonterías!
—Tonterías —repetí lentamente y luego me reí—. ¿Estás drogada?
Levantó su mano y me enseñó el dedo. —Parecía que estabas a
punto de besarla.
Un músculo vibró a lo largo de mi mandíbula mientras me recosté
contra la cabecera, cruzando los brazos detrás de mi cabeza. —Creo que
estás proyectando o algo así.
—Aunque creo que Katy es caliente, no quiero salir con ella. —Me
guiñó un ojo.
—Me alegra oír eso —murmuré.
—Uf, ¡por qué solo no admites que te encontrabas a punto de hacer
algo! —Se arrojó sobre la cama, sacudiendo todo el marco. La chica
parecía pequeña pero era como un maldito tren—. Ibas a por lo del beso.
Tu mano se hallaba en su barbilla.
Cerrando mis ojos, decidí que la última cosa que necesitaba era una
descripción detallada de lo cerca que estuve de completar el desastre.
—Y entonces, ¿añade el hecho de que hiciste alguna pobre excusa
acerca de las llaves y puntos extras?
—Lo puntos extras no eran una mentira. Solías hacer que hiciera eso
todo el tiempo —le recordé.
Golpeó mi pierna, haciendo gruñir. —Sí, cuando tenía como cinco
años.
Mis labios temblaron.
—Entonces, ¿por qué te inventaste una excusa para pasar el rato
con ella? —insistió.
Suspiré. —Como te dije cuando te envié un mensaje, no he sido
particularmente amable con ella y necesitaba una excusa. De lo contrario,
habría dicho que no. —La última parte definitivamente no era una mentira.
Si prácticamente no la hubiera chantajeado para ir al lago conmigo, ella
habría dicho que no. ¿Esta noche? Realmente no tuve que decir nada.
Interesante.
—¿Pero por qué…?
—Dee —gruñí, abriendo mis ojos para encontrar a mi hermana
acostada boca abajo con su barbilla en sus manos. Me sonrreía. —No
deberías estar enfocada en algo un poco más importante.
Ella bateó sus pestañas. —Creo que estoy enfocada en algo muy
importante.
Me resistí a la tentación de tirarla fuera de la cama. —No puedes
decirme que no notaste el rastro en ella.
—¡Oh! Sí. Eso. —Dio golpecitos con sus uñas de color azul claro en su
mejilla—. ¿Cómo ocurrió eso?
Por un momento, lo único que podía hacer era mirarla. Obviamente,
no se sentía tan preocupada, lo que me hizo temer por su bienest ar. —
Fuimos a pasear…
—Qué romántico —susurró.
Mis labios se bajaron en las comisuras. —No fue romántico.
—Creo que lo es —continuó alegremente—. Cuando Adam y yo
tomamos paseos siempre termina con nosotros…
—Si quieres que Adam siga con vida, te sugiero que no termines esa
frase.
Rodó los ojos. —De todos modos, así que fuiste en un paseo
totalmente no romántico y...
Iba a tirarla fuera de esta cama. —Y nos encontramos con un oso.
Nos atacó y tenía que hacer algo. No creí que estarías feliz conmigo si
dejaba que un oso la mutilara hasta la muerte.
—Vaya, ¿te parece?
Le articulé una palabra de cuatro letras no muy agradable que
incluía “tú”.
Se rio. —Entonces, ¿cómo explicaste eso?
—Bueno, como que la energía la noqueó, y le eché la culpa a la
tormenta, un rayo. —Exhalé en voz alta—. Tuve suerte.
—Kat y tuvo suerte.
Mi mirada se disparó a ella. —¿Cómo es eso?
Dee se movió en un movimiento fluido, sentándose con las piernas
cruzadas en menos de un segundo. —Que tú te encontrabas allí para
salvarla.
Parecía demasiado obvio señalar el hecho de que ella no me habría
necesitado para protegerla si no la hubiera arrastrado hacia el bosque en
primer lugar.
—¿Puedo preguntarte algo? —Dee golpeó mi rodilla con sus dedos
mortales.
Arqueé una ceja. —¿Realmente tengo opinión en eso?
—No. —Enseñó una rápida sonrisa—. ¿Te... te gusta Katy?
Cada parte de mí se bloqueó. Mi hermana esperó mientras un
centenar de respuestas diferentes corrían por mi cabeza. ¿Me gustaba?
¿Qué clase de pregunta era esa? Bajé los brazos y me senté un poco,
lanzando una pierna fuera de la cama.
—¿Daemon?
No miré a mi hermana mientras me paraba. —No.
—¿Qué? —susurró.
—Ya me has oído. —Froté mi palma sobre mi mandíbula, suspirando
mientras me acerqué a la cómoda y cogí el control remoto—. Mira, estoy
seguro de que es una gran chica y amiga, y si ella no fuera... humana,
estaría cerca de tres mil veces impresionante, pero no, no me gusta. —Dee
ese encontraba callada mientras regresé a la cama, y no levant ó la vista
cuando me sent é de nuevo. Tenía los labios fruncidos, y ahora me sent ía
como una mierda—. ¿Quieres ver una película?
—Claro. —Sonrió, pero no llegó a sus ojos, y deseé ni siquiera haberla
mirado—. ¿Crees que estará a salvo, al menos? ¿Con el rastro?
—Sí. Tengo esto. —La presión volvió sobre mis hombros, y encendí el
televisor—. Mientras ella se quede quieta por el próximo par de días, estará
bien.
Dee ese movió hasta que estuvo sentada contra la cabecera,
hombro con hombro conmigo. Después de un momento, puso sus rodillas
en su pecho y envolvió sus brazos alrededor de sus piernas. Empecé a
hojear On Demand y ella suspiró con aire taciturno.
Abrí la boca y luego la cerré. Otro momento pasó y bajé el control
remoto. —Mentí.
Se giró hacia mí. —¿Sobre qué?
—La primera pregunta que hiciste. —No la miré mientras sacudía mi
cabeza, mirando fijamente la lista de películas en la pantalla—. Mentí, solo
un poco.
8
Traducido por Nickie
Corregido por GraceHope

—Comenzaba a preguntarme si te estabas convirtiendo en un


recluso o algo así. —Andrew se sentó en la angosta barandilla que
rodeaba la terraza, con las piernas colgando en el abismo. Una botella
casi vacía de cerveza estaba apoyada en la baranda junto a él y si fuera
humano, sería el epítome de los peligros del consumo de alcohol en
menores de edad—. O si ya no te agradábamos más.
Sentado en la silla con los pies sobre la mesa de jardín, sonreí con
suficiencia. —Sería lo segundo.
Andrew se rio disimuladamente. —Eres un idiota.
No estaba en descuerdo con esa afirmación.
Frente a mí, Adam reprodujo mi misma posición, excepto que
estaba mirando fijamente los bosques, con una expresión pensativa en el
rostro. A veces estar cerca de los hermanos era difícil, porque me
recordaba lo que solía ser con Dawson.
Eran idénticos en apariencia física, ambos altos y fuertes, rubios y de
ojos azules, pero sus personalidades no podían ser más diferentes. De
verdad eran como nosotros. Yo era el impulsivo. Dawson el calmado.
Andrew era el estúpido y Adam el pacificador.
No es que alguna vez se lo hubiera dicho a Dee, pero me alegraba
de que fuera Adam con quién parecía estar tomando las cosas en serio.
No sabía cuánto había progresado su relación y traté de no pensar en eso,
pero sí, estaba contento. A ndrew era demasiado como yo.
Mientras lo miraba terminar su cerveza, mi mente dio vueltas. Ir a su
casa el martes por la tarde no se sentía bien, no cuando Kat tenía un
rastro, pero Andrew tenía razón. No había visto a los chicos desde hace un
tiempo y Dee me había dicho que ella se quedaba en casa. Estaría bien
allí, pues era dudoso que un Arum se acercara tanto a la colonia, y
siempre y cuando no salieran en público de acá por allá, exponiéndola,
realmente no debería preocuparme.
No lo hacía.
La pregunta de Dee me perseguía. ¿Te gusta? Había dicho no, y
mentí un poco. Lo que sentía por ella era complicado y retorcido. Me
gustaba, pero a la vez no. También me gustaban los lobos, pero no quería
uno como mascota.
Agarrando mi botella de agua, tomé un largo trago mientras Adam
me miraba.
—¿Sabes cuándo regresarán las chicas?
Levanté un hombro. —No lo sé.
—Ash estaba enojada —Andrew se rio entre dientes mientras miraba
por encima del hombro—. Dijo que se iría tan pronto como Dee terminara
de llenarle la boca con comida.
—Tienes que amar a una chica con apetito —murmuró Adam,
levantando una de las esquinas de sus labios.
Mis ojos se estrecharon en su dirección.
Su sonrisa desapareció. —O no.
—Suena bastante bien —comenté, girando perezosamente la
botella de agua.
Andrew se inclinó hacia atrás y se volteó, aterrizando sobre sus pies
como un maldito gato. Giró, agarrándola la botella vacía. —Necesito otro
trago. —Miró en mi dirección—. ¿Tú?
—Estoy bien.
—Mariquita.
Le saqué el dedo del medio.
Soltó una risita mientras desaparecía dentro de la casa, cerrando la
puerta detrás de él. Pase la mirada detrás de la terraza hacia el copioso
borde del bosque. Desde nuestro lugar con vistas privilegiadas, podía ver
las cumbres de Seneca Rocks. Me gustaba este lugar. Como donde
Matthew vivía, realmente no había otras casas cerca y era casi siempre
tranquilo. El único sonido provenía de la vida salvaje y como la noche caía
incesantemente, el zumbido de los grillos aumentaba. Levanté la vista.
Oscuras nubes de tormenta comenzaban a llegar.
—Lo sé —anunció Adam.
Frunciendo el ceño, lo miré. —¿Qué cosa?
Le echó un vistazo a la puerta antes de continuar. —Sé sobre la
chica que se mudó al lado.
El pie que estaba moviendo se quedó quieto. —¿Voy arriesgarme y
decir que Dee te contó?
Asintió mientras se inclinaba haca atrás, cruzando los brazos. —A ella
realmente le gusta.
—Umm
—No le he dicho nada a Ash o Andrew. No planeo hacerlo porque
sabes cómo van a reaccionar. ¿Supongo que Matthew lo sabe? —Cuando
asentí, su expresión pensativa volvió—. Sin embargo, tengo que admitir que
estoy un poco sorprendido de que no hayas dicho nada.
Puse la botella en la mesa. —No sé porque creíste que de verdad
sacaría el tema. No es como si estuviera de brazos cruzados y pensara en
la chica.
Inclinó la cabeza a un lado, una sonrisa apareció lentamente. —
Bueno, no estaba insinuando que lo hicieras, pero normalmente estarías
quejándote con cualquiera que quiera escuchar sobre Dee haciéndose
amiga de una chica humana.
Un musculo se flexionó en mi mandíbula. —No es importante.
—Un poco sí —respondió.
—Y yo no me siento por ahí a quejarme de las cosas.
Sus hombros se sacudieron en una risa silenciosa y comencé a
decirle exactamente lo que pensaba cuando mi teléfono vibró en mi
bolsillo.
Estirándome a un lado, lo saqué. El nombre de Dee apareció en la
pantalla.
Contesté. —¿Ya has terminado con esa cosa de la cena?
Adam se espabiló frente a mí, y decidí que realmente no me
gustaba eso. —Creo que tenemos un problema —comenzó, con voz
aguda.
Sacando los pies de la mesa, me tensé. —¿Qué clase de problema?
—¿Hay alguna posibilidad de que Kat esté contigo? —preguntó,
sonando esperanzada.
Una bola de temor se instaló en mi estómago como plomo. —No.
Ninguna en el infierno.
—Oh, no. Acabo de regresar a casa y su auto no está en la entrada.
Así que pasé por ahí solo para asegurarme de que no estaba y nadie
respondió —Hizo una pausa, su respiración se escuchaba entrecortada—.
Se fue de la casa, y tiene un rastro.
Estaba de pie sin siquiera darme cuenta, caminando hacia el borde
de la terraza. Mi voz era baja. —Dijiste que se quedaría ahí esta noche.
—Lo sé —Su voz se elevó—. Eso es lo que me dijo, pero no lo hizo.
—Maldita sea. —Mi mano apretó el teléfono—. Por supuesto que no.
—¿Está todo bien? —preguntó Adam detrás de mí.
Lo ignoré mientras Dee hablaba más fuerte. —No te enojes con ella,
Daemon. No sabe que no es seguro salir ahora. No tiene idea. No es su
culpa.
Si lo era o no, no importaba. Todavía era un enorme dolor en mi
trasero.
—Voy a salir y ver si puedo encontrarla. Apuesto a que está en la
biblioteca y podré…
—No, no lo harás. No irás a ningún lado. Mantén tu trasero en casa.
—La ira se precipitó en mí, pero debajo de eso, el temor se estaba
expandiendo—. Yo me encargaré.
—Daemon…
—Te enviaré un mensaje en cuanto la encuentre —resistí la urgencia
de convertir el teléfono en un misil—. Estoy seguro de que está bien.
Sólo…sólo quédate en casa y no te preocupes.
Colgando, deje caer el teléfono en mi bolsillo. —Tengo que irme.
Adam se puso de pie, la preocupación grabada en sus rasgos. Ya
tenía su teléfono en la mano, y esperaba como el infierno que Dee
mantuviera todo el asunto del rastro para ella misma. —¿Está todo bien?
—preguntó.
—Sí. —Puse las manos en la barandilla—. Dile a Andrew que lo
alcanzaré más tarde.
Salté por encima de la baranda, dejándome caer unos buenos
cinco metros, aterrizando en cuclillas. Me erguí y salí disparado hacia el
frente de la casa. Casi comencé a pasar mi SUV porque podía llegar a la
biblioteca más rápido a pie, ¿pero cómo le explicaría eso a Kat cuando la
encontrara?
Mierda.
Dando la vuelta, me apresuré hacia mi coche y subí. Encendiendo él
motor, puse el SUV en reversa, haciéndome camino entre los autos y
árboles. El viaje hasta el pueblo se sintió como si tomara una eternidad, y
tuve que retrasarme por cada idiota lento en la carretera. Grandes gotas
de lluvia salpicaban el parabrisas. Ya que comenzó a llover, al parecer
nadie podía conducir a más de treinta quilómetros por hora.
Mis manos apretaron el volante hasta que los nudillos se pusieron
blancos. La irá se expandió por mí como la tormenta desarrollándose
afuera.
Estaba enojado con Kat por no quedarse quieta, furioso conmigo
mismo por ponerla en una posición en la que iba a tener que buscar su
trasero e inventar algún motivo patético sobre por qué estaba allí.
Y fastidiado por no haber estado en casa para atrapar su culo
mientras se estaba yendo.
Cuando llegué a Petersburg, estaba listo para arrollar un pequeño
pueblo con mi SUV, y como el estacionamiento era una perra en la
tarde y no tenía prisa o algo, terminé teniendo que dejar el auto tres
cuadras atrás, estacionando detrás de un restaurante.
Había un montón de tráfico en las calles principales, así que tenía
que tener cuidado. La lluvia estaba disminuyendo y las farolas
parpadeaban mientras caminaba por la acerca hacia la librería. Mi
estado de ánimo era sombrío, a juego con las nubes sobre mí y cuando
divisé la biblioteca y no vi su auto, estaba listo para destruir algo.
O ya se marchó o nunca había estado aquí. Había sólo otro lugar
que revisar, la calle lateral menos transitada detrás de la biblioteca.
Aceleré el ritmo, acortando camino por el césped corto en frente del
edificio y virando hacia un costado.
Un escalofrío glacial estalló en la base de mi cuello y se impulsó por
mi columna vertebral, empujando al límite mi instinto de cambiar a mi
verdadera forma. El temor explotó como una bala.
Podía sentirlos. Contaminando el aire y el suelo, cubriendo la calle
lateral con una neblina antinatural y gruesa. Mi cerebro se apagó y
aumenté la velocidad, convirtiéndome en un borrón mientras iba al
costado de la biblioteca. Localicé el auto de Kat. La luz estaba encendida
en el interior pero no la vi.
La presencia de un Arum se hizo más fuerte. Cruzando rápidamente
la calle, me acerqué a su auto y lo sentí, la viscosidad aceitosa en el aire
casi me ahoga. Luego lo vi en su forma humana, pero los bordes estaban
desdibujados, transparentes como humo negro. No vi a Kat, pero tenía
algo, alguien, en el suelo y supe sin verla que era ella.
Y podía ser demasiado tarde.
Esto…esto era mi culpa.
La rabia y el temor se arremolinaron dentro de mi como un huracán,
y no tenía idea de cómo me las arreglé para mantener mi forma humana
mientras agarraba al Arum por el hombro. Mi mano se hundió un par de
centímetros en él y luego agarré su hueso y músculo. Tiré hacia atrás con
fuerza, levantándolo en el aire y lanzándolo varios metros hacia un lado. Le
eché un breve vistazo a Kat y mi furia sabía cómo la muerte en el fondo
de mi garganta.
La cosa se retorció en el aire, volviéndose nada más que sombras
hasta consolidarse rápidamente en una masa humana mientras aterrizaba
sobre sus pies. Salí disparado hacia él, atrapando al bastardo por el
estómago con mi hombro. Gritó y me hizo retroceder, empujando mi
pecho con sus manos. Una maldición salió de mí mientras daba un paso
atrás tambaleando. El brazo se volvió transparente y supe lo que iba a
tratar de hacer. Alimentarse.
Sí, no iba a pasar.
Me aparté del camino, evitando su agarre. Moviéndome tan rápido
como el golpe de una cobra, lo agarré y lo lancé sobre mi hombro.
Aterrizó cerca de Kat, aturdido por un momento.
Un suave gemido me inquietó. Estaba herida.
Antes de que pudiera procesar este nuevo miedo, el Arum se puso
de pie. La combinación de cabello rubio y piel pálida se desgataba y
como si me lo pidiera, sombras oscuras florecieron de la pequeña capa de
piel. Lo agarré por la garganta, levantándolo en el aire.
Una serie de toses se escuchó en la dirección de Kat, y maldije
mientras bombardeaba con mi poder al imbécil en la carretera. El asfalto
se agrietó. Las pequeñas rocas que quedaban sueltas volaban por los
aires.
Odio exudaba de la mirada azul pálido que se encontró con la mía,
tanto odio gélido.
Nos alejamos rodando, hacia las sombras. Lanzó un puñetazo. Yo
lancé más. Aniquilar al Arum en público era arriesgado, pero necesitaba
terminar esto y…y ver cómo estaba ella.
Levantando el brazo, puse la mano en su pecho y convoqué la
Fuente. Energía pura y cruda, y tan poderosa como una llamarada solar,
incendió mi brazo. Una blancuzca luz roja brotó de mi mano,
derramándose en él.
El tiempo se congeló por un momento mientras la luz inundaba a la
criatura, filtrándose por su cavidad torácica, debajo de su piel, invadiendo
cada célula.
Una luz blanca brillante se apoderó de sus ojos, persiguiendo las
sombras acechando debajo de su piel.
Me aparté del Arum justo a tiempo, también. La piel pálida
desapareció, sustituida por una cáscara ónix lisa. La criatura se quedó
quieta por un momento, con la boca abierta en un grito silencioso y luego
explotó en un millón de pequeños fragmentos que subieron hacia arriba,
desapareciendo en el cielo.
La energía se desbordó en el ambiente a nuestro alrededor. Las
farolas explotaron, dejando a toda la cuadra en la oscuridad. Respirando
pesadamente, retrocedí y miré a Kat. Estaba acostada sobre su estómago
torpemente, casi enfrentado la carretera. Algo sobre eso me desgarró.
Cerré la distancia entre nosotros en un instante, arrodillándome junto
a ella mientras me estiraba, colocando la mano sobre su hombro. Un suave
quejido irradió de ella y ese demoledor sentimiento dentro de mí se
incrementó.
—Tranquila. Él se ha ido. ¿Estás bien? —Mierda. Esa era una pregunta
estúpida. Comenzó a levantar la cabeza y vi la inflamada marca roja en su
mejilla, como una frutilla brillante. Su ojo izquierdo estaba hinchado. La ira
me golpeó. Estaba herida y dolorida, eso era evidente y su respiración no
sonaba bien. Tenía un preocupante tono silbante. No era médico, pero no
sonaba bien.
—Todo está bien —dije, y era mentira porque mientras decía esas
tres palabras, hice algo tan increíblemente imprudente que bien podría
arrojarme delante de un camión a toda velocidad.
Estaba herida e instintivamente supe que podía arreglar algo de eso,
incluso todo. Nunca lo había hecho antes. Estaba demasiado prohibido,
tan tabú para nuestra especie que apenas se hablaba de ello. Uno de
nuestros atributos más notables, la única cosa que los Arum no podían
incorporar después de alimentarse, era nuestra habilidad regenerativa.
Sanábamos rápidamente de casi todas las heridas…y podíamos curar a
otros.
Contacté a la Fuente, la desplegué dentro de mí y luego la presioné
contra Kat, guiando la luz a su pecho y sus pulmones chirriantes. Si alguien
pasaba ahora, vería nuestros cuerpos iluminados como una bombilla y me
consideré diez clases de tonto, pero no me detuve. Sus ojos estaban
cerrados pero a medida que la energía comenzó a crepitar por su piel, sus
pestañas revolotearon como si fueran abrirse y pasé mi mano suavemente
por sus ojos y hacia su mejilla y se relajó.
Su respiración se estabilizó un poco mientras volteaba lentamente su
cabeza hacia mí. —Gracias por…—Se fue apagando.
—Kat —La llamé, preocupado—. ¿Todavía estás conmigo?
—Tú —susurró.
—Sí, soy yo. —Moví mi mano a su muñeca. Tiró su brazo hacia atrás y
alargué la mano de nuevo. Ya que me había metido en esto bien podría
meterme de lleno en el maldito asunto—. Puedo ayudarte.
—No —gritó.
Consideré ignorar eso mientras bajaba la vista su muñeca. Todavía
estaba herida, pero lo peor de sus heridas, lo que había estado afectando
su respiración, se había curado. Solté la Fuente y me puse de pie,
exhalando bruscamente. Miles de pensamientos me daban vueltas, todos
analizando ¿Qué demonios he hecho? —Como sea. Llamaré a la policía.
La última cosa a la que quería involucrada era la policía, pero Kat
necesitaba ser revisada por profesionales médicos reales. Dando un paso
hacia atrás, saqué mi teléfono e hice eso, vigilándola cautelosamente.
Luchó para sentarse, y me contuve para ayudarla. Había una buena
posibilidad de que si la tocaba de nuevo terminara sanándola un poco
más, ya que el control de mi impulso era tan impresionante en este punto.
—Gracias —dijo, con voz ronca luego de que colgué.
Hice una mueca de dolor. El rastro en ella antes había sido un suave
resplandor pero luego de haberla curado, brillaba como un maldito letrero
de neón. —No me des las gracias. —Pasé los dedos a través de mi cabello
y luego la bajé a mi costado. Ambas manos formaron puños mientras la
veía sentarse finalmente. La marca en su rostro, la inflamación en su ojo me
hicieron desear que el Arum todavía estuviese vivo para poder acabar con
él de nuevo—. Maldición, esto es por mi culpa.
Levantó la mirada hacia mí, confusión y algo más que no podía
precisar estaba grabada en su rostro. La frustración se duplicó en mi
interior. Esto era mi culpa. Como un tonto, le había puesto un rastro el
sábado. Sabía que existía una posibilidad de que hubiera Arum cerca, y no
me aseguré de que se quedara en casa. Luego fue atacada, porque el
Arum vio el maldito rastro y sabía que podía conducirlo a nosotros, que era
lo que realmente quería.
—Luz…vi luz —susurró, bajando la vista.
—Bueno, dicen que hay una luz al final del túnel.
Retrocedió, encogiéndose.
Mierda. Probablemente esa era la cosa más imbécil que podría
haber dicho. Me agaché. —Maldición, lo siento. Eso fue imprudente. ¿Qué
tan mal herida estás?
—Mi garganta…duele. —Levantó una mano temblorosa y la presionó
contra su garganta, haciendo un gesto de dolor—. Lo mismo sucede con
mi muñeca. No estoy segura de sí está rota. Pero hubo un destello de luz.
Mi mirada se enfocó en su muñeca. La piel estaba intensificando
rápidamente su color, tornándose en un rojo violáceo. No creía que
estuviera rota. Había una buena probabilidad de que pudiera arreglar eso,
pero ella no podía saberlo. Nadie. Respiré profundo. —Puede estar rota o
torcida. ¿Eso es todo?
—¿Todo? El hombre…él trato de matarme.
—Entiendo eso. Tenía la esperanza de que no te hubieras roto algo
importante. —Observé la parte superior de su cabeza despeinada—. ¿Y tu
cabeza?
—No…estoy bien.
—Bien, bien. —Me puse de pie, mirando alrededor. Necesitaba
hacer control de daños—. ¿Por qué estabas aquí de todas formas?
—Yo…quería ir a la biblioteca. —Se detuvo por un momento—. No
era tan…tarde. No estamos…en un pueblo con alto índice de criminalidad.
Él dijo que necesitaba ayuda…una llanta pinchada.
Mis ojos se abrieron con incredulidad mientras me volteaba hacia
ella. —¿Un extraño se acerca pidiendo ayuda en un estacionamiento y lo
ayudas? Es una de las cosas más descuidadas que he escuchado en mi
vida. Apuesto a que piensas bien esas cosas, ¿verdad? ¿Aceptar dulces
de extraños y entrar en camionetas que tiene un letrero que dice “gatitos
gratis”?
Hizo un sonido suave mientras comencé a caminar de un lado a
otro.
—Lo siento, no fui de ayuda al venir, ¿O sí?
—Entonces, ¿Por qué estás aquí?
Me detuve y pasé una mano sobre mi pecho. —Sólo pasaba.
—Caray, pensé que los hombres debían ser agradables y
encantadores.
Fruncí el ceño. —¿Qué hombres?
—Ya sabes, los caballeros en brillantes armaduras y que salvan a la
damisela en peligro.
Sacudí la cabeza, bajando mi mano. —No soy tu caballero.
—De acuerdo… —susurró, levantando las piernas y apoyando la
cabeza en sus rodillas. Todo en sus movimientos parecía doloroso—.
¿Dónde está él ahora?
—Se fue. Se fue por ahora. —Me dirigí hacia ella—. ¿Kat…?
Levantó la cabeza y cuando no hablé, apoyó su brazo sano en el
suelo y comenzó a ponerse de pie.
—No creo que deberías levantarte. —Me arrodillé otra vez—. La
ambulancia y la policía llegarán en cualquier momento. No quiero que te
pase nada.
—Nada va a…pasarme. —Como si fuera una señal, el sonido de las
sirenas podía escucharse.
—No quiero tener que cargarte si te desmayas. —Examiné mis
manos. La piel se había dañado, pero ya estaba curado—. ¿Él te dijo
algo?
Sus cejas se fruncieron mientras hacia una mueca. —Dijo…que había
un rastro en mí. Y no dejaba de preguntar… ¿Dónde están ellos? No sé por
qué.
Mierda. Bajando la barbilla, miré por encima de mi hombro. —Suena
como un lunático.
—Sí, ¿Pero que quería?
Mi atención se dirigió de nuevo a ella. —¿Una chica tan estúpida
como para ayudar a un maníaco homicida con su neumático, tal vez?
Sus labios se apretaron en una línea dura. —Eres un imbécil.
¿Alguien… alguna vez te lo ha dicho?
En ese momento, decidí que si ella me estaba diciendo imbécil,
entonces iba a estar bien. —Oh, Kitten, todos los benditos días de mi vida.
Me miró, pero no podía deducir qué estaba pensando. —Ni siquiera
sé que decir.
—Puesto que ya me diste las gracias, creo que nada es la mejor
manera de proceder en ese punto. —Me levanté—. Sólo no te muevas. Eso
es todo lo que pido. Quédate quieta y trata de no causar más problemas.
Frunció el ceño y lucía como si quiera decir algo, pero alabados
sean todos los seres superiores del universo, permaneció en silencio. El alivio
duró poco porque cuando baje la vista hacia ella, estaba temblando tan
fuerte que sus dientes tenían que estar traqueteando. Fue cuando me di
cuenta que estaba empapada por la lluvia y el shock estaba empezando
a hacer efecto.
Quitándome la camisa, me encontré arrodillado junto a ella de
nuevo. Mi ropa no era la cosa más conveniente, pero era mejor que nada.
Cuidadosamente la puse por su cabeza, alejando el material de su mejilla
amoratada. Pasé sus brazos débiles por los agujeros y su apariencia de
fideos me preocupo un poco. Levanté la vista rápidamente. Sus ojos
estaba cerrados, gruesas pestañas abanicando lo alto de sus mejillas.
—¿Kat?
Demasiado tarde.
Se derrumbó hacia la derecha y la atrapé antes de que cayera de
cara al suelo sobre el cemento. Su cabeza colgó a un lado y su
cabello medio suelto, medio recogido, cayó sobre su mejilla sin marcar.
Sosteniéndola contra mi pecho con un brazo, aparté el cabello de su cara.
Mis dedos se detuvieron en su mandíbula justo debajo de su oreja. El sonido
de las sirenas se acercaba, pero me concentré en cada respiración que
daba, su pecho subía y bajaba constantemente.
Estaba inconsciente
—Demonios —murmuré, mirándola fijamente mientras la movía, así la
parte trasera de su cabeza se apoyaba en el hueco de mi brazo.
Esto se estaba convirtiendo en una tendencia preocupante.
9
Traducido por Miry GPE
Corregido por Daliam

Existían pocos lugares en el mundo que odiara tanto como los


hospitales. Los Luxen no se enfermaban; nada de resfriados o cáncer, sin
enfermedades del corazón o infartos cerebrales. Los golpes y moretones
podían ser curados con el toque de una mano. Por lo que evitaba esos
lugares a toda costa.
Esta noche fue inevitable.
Me quedé fuera del camino tan inhumanamente como me fue
posible, apoyado contra una pared mientras la madre de Kat enloquecía.
La cortina verde guisante revoloteaba cada vez que alguien entraba y
salía de la habitación. Los policías llegaron y se fueron, hablando con
ambos. Acerca del robo que salió mal. Y cómo estuve en el lugar y
momento correcto. La policía haría todo lo posible para tratar de localizar
al delincuente, y que tuvieran buena suerte, porque ya no quedaba nada
del hijo de puta, pero, ¿qué podía decir? Simplemente sonreí y asentí,
esperando el momento en que pudiera lograr largarme de aquí. En
realidad, ya podría haberme ido, pero no se sentía bien hacerlo.
Necesitaba tiempo para pensar.
Mi mirada se desvió hacia la cama estrecha. Kat parecía cansada
cuando mis ojos la encontraron. Miraba por la ventana, con el rostro pálido
cansado y demacrado. La mancha roja en su mejilla no era fácil de mirar.
Tampoco su ojo hinchado. Pudo ser peor. Mi toque aceleró el proceso de
curación y muy probablemente reparó lesiones más graves relacionadas
con la huella en su garganta, notablemente similar a dedos. Era débil, pero
aun así era difícil mirarla.
Su brazo se encontraba enyesado. Tenía un tendón rasgado o algo
así. Si no hubiera retirado su brazo, también podría haberlo arreglado.
Digo, ¿por qué no lo hacía en ese momento? El rastro seguía a su
alrededor, más fuerte que antes, y tenía la sensación de que no se
desvanecería pronto.
¿Por qué diablos todavía no le daban algo para el dolor?
Kat lucía increíblemente pequeña en la cama. A solas conmigo
durante unos segundos, me echó un vistazo, y levanté una ceja. Su mirada
se apartó de inmediato.
Su madre había desaparecido en busca de un doctor y regresó con
un hombre de mediana edad, canoso en las sienes, y que me era
vagamente familiar. El doc. —Doctor Michaels— comenzó a leer su
historial, diciéndonos cosas que ya sabíamos. Miró en mi dirección, y ot ra
vez, tuve la extraña sensación de que lo conocía de alguna parte.
Probablemente del pueblo. Era así de pequeño.
El doctor Michaels se fue después de ent regar algunos
medicamentos para el dolor, y ya era maldita hora de que alguien le diera
algo. Su madre merodeaba junto a su cama, y mi mandíbula se tensó
cuando vi la humedad reunirse en los ojos de Kat. La chica… Sí, era del
tipo duro. Se estuvo conteniendo todo ese tiempo. Empecé a cerrar los
ojos cuando sentí la presencia de mi hermana. La llamé de camino, y
ninguna cantidad de razonamiento la convenció de quedarse en casa.
Dee se precipitó justo por delante de mí. Me reí. Me alegraba ver
que se preocupara por mí, porque ya sabían, no acababa de pelear
contra un Arum o algo. —Oh, no, Katy. ¿Estás bien?
Kat levantó el brazo lesionado, y maldito fuera el mundo si no ofreció
una sonrisa débil. —Sí. Sólo un poco golpeada.
Dee miró a Kat y luego se giró hacia mí. —No puedo creer que eso
haya sucedido. ¿Cómo pudo pasar? Pensé que tú…
—Dee —le advertí.
Se enderezó, sus mejillas ruborizándose al recibir el mensaje
silencioso. Exhaló entrecortadamente, y girándose hacia Kat, se acercó a
la cama lentamente. —Siento tanto todo esto.
—No es tu culpa —respondió Kat.
Mi hermana se sentó, poniéndose al borde de la cama, angustiada
y, con certeza, a segundos de levantarse y patearme, porque pensaba
que era mi culpa.
Lo era.
Pero no por las mismas razones que Dee creía. Se sentía molesta
porque no hubiera llegado con Kat a tiempo, pero la verdad era que si
hubiera escuchado mi propio consejo y permanecido lejos de ella, nunca
le habría transmitido el rastro en primer lugar.
Comenzaron a hablar, y dejé que mis ojos se cerraran. Esta noche
fue… La verdad era que no tenía palabras en lo que respectaba a toda la
mierda que sucedió, y la lucha con el Arum me drenó. Escuché a Dee
decir algo acerca de llevar a Kat a casa si es que su madre no podía, lo
que probablemente significaba que sería yo el que las llevara a casa.
La señora Swartz regresó, y aunque le dieron el alta a Kat, sucedió un
accidente enorme en una de las carreteras. Y al ser la enfermera de
guardia esa noche, no podía irse, pero Dee la convenció de que no sólo
podíamos llevarla a casa sino también cuidarla por señales de una
conmoción cerebral.
Gracias, Dee.
Para ser honesto, me sentía… bien con eso. En realidad, en este
momento no quería a ninguna de las dos sola por ahí. No hasta que el
rastro desapareciera. Mi mandíbula se tensó.
Porque si había un Arum, siempre había tres más. Los Luxen siempre
nacían en grupos de tres, por lo que los Arum siempre cazaban en grupos
de cuatro.
Dee salió de la sala de emergencias para comer algo, y cuando abrí
los ojos, la mirada de Kat se hallaba fija en mí, pero algo lucía fuera de
lugar. Sus ojos se veían vidriosos. Los analgésicos debían haber hecho
efecto.
Me separé de la pared, caminando hacia ella. Cerró los ojos. —¿Vas
a insultarme de nuevo? Porque no estoy dispuesta a… tolerarlo.
Mis labios temblaban. —Creo que te refieres a soportar 2.
—Tolerar. Soportar. Como sea. —Esas pesadas pestañas se
levantaron.
Los moretones y marcas rojas continuaban atrayendo mi atención. —
¿De verdad estás bien?
—Estoy genial. —Bostezó—. Tu hermana actúa como si fuera su
culpa.
—No le gusta cuando la gente se lastima —dije en voz baja, y luego,
al último momento, agregué—: Y las personas tienden a lastimarse a
nuestro alrededor.
Su mirada inestable se encontró con la mía. —¿Eso qué significa?
Dee regresó en ese momento con una sonrisa. —Estamos listos para
irnos, con órdenes del doctor y todo.
Gracias a Dios.

2Juego de palabras: Kat dice pear, que es tolerar. Y Damon la corrige al decir par,

que es soportar.
Me moví hacia la cama de Kat, pasando con cuidado un brazo
detrás de sus hombros, y ayudándola a ponerse de pie. La mirada que me
dio, una de desconcierto deslumbrado, fue algo linda. —Ven, vamos a
llevarte a casa.
Dio dos pasos y luego se balanceó inestablemente. —Guau, me
siento adormilada.
Le eché un vistazo a Dee, quien levantó las cejas y dijo—: Creo que
las pastillas ya están haciendo efecto.
—¿Ya estoy… hablando mal? —preguntó Kat.
—Para nada. —Dee se rió.
Kat cojeó un par de pasos más, y me di cuenta de que esto no iba a
ninguna parte. Suspirando, la cargué y luego la deposité suavemente en
una silla de ruedas justo afuera de la sala de emergencias. —Reglas del
hospital.
Sólo me miró.
Paramos el tiempo suficiente para llenar unos papeles, pero Kat no
era de mucha ayuda en ese momento. Afortunadamente, las enfermeras
dejaron de lado la mayor parte para que su madre los llenara más tarde.
Una vez que llegamos al coche de Dee, cargué a Kat y la coloqué en el
asiento trasero.
—Puedo caminar, sabes.
La incliné cuidadosamente, asegurándome de no mover el brazo
enyesado. —Lo sé. —Al cerrar la puerta, le di a Dee una mirada mientras
caminaba hacia el otro lado del asiento trasero y me subía. Para cuando
Dee encendió el motor, la cabeza de Kat se hallaba en mi hombro.
Tensándome, bajé la mirada hacia ella y luego la levanté. Dee no
me miraba mientras salía del aparcamiento. Le eché otro vistazo a Kat.
Esto no podía ser cómodo. Al menos no para mí. Tomando una respiración
profunda, levanté el brazo y lo puse sobre sus hombros. Inmediatamente se
acurrucó como un gatito con el lado sano de su rostro.
Esto era extraño.
Había más momentos en los que fuimos unos completos idiotas con
el otro que en los que fuimos realmente decentes, pero el hecho de que
hiciera esto y yo lo permitiera en realidad ayudaba en el proceso, y era
muy… sí, raro.
Su respiración se profundizó, y una de sus manos cayó sobre mi
muslo, los dedos desenroscándose lentamente. —¿Kat? —susurré.
Sin respuesta.
—¿Está despierta? —preguntó Dee desde el frente.
—Fuera de combate.
Dee dejó escapar un suspiro tembloroso. —Ella estará bien, ¿verdad?
Miré a Kat, e incluso en la oscuridad del coche, pude ver su mejilla
lastimada. —Sí, lo estará.
—Le dije que no fuera —dijo.
—Lo sé. —Ambos sabíamos que el rastro seguía allí, y nadie se sentía
más molesto que yo. Hice una pausa—. No te preocupes. No voy a permitir
que nada suceda esta vez. Lo juro.
—No es tu culpa. No debí decir eso en la sala de emergencia. No
sabías que esto sucedería.
No lo sabía con exactitud, pero tampoco salió de la nada. Todos
sabíamos que existía una posibilidad. Fue por eso que Dee intentó
convencerla de quedarse en casa esta noche.
—Hiciste algo, ¿cierto? —preguntó Dee en voz baja—. Es más fuerte
ahora.
—No fue… mi intención… —Un mechón de cabello de Kat cayó
sobre su mejilla. Lo hice a un lado—. Sólo pasó. Mierda.
Dee no volvió a hablar hasta que llegó a la carretera. —Se honesto
conmigo. ¿Qué tan herida se encontraba?
—No sé. —Vi la mano de Kat contraerse contra mi pierna—. Creo
que… creo que fue bastante malo. Parecía tener problemas para respirar.
Ese Arum iba a matarla.
—Oh, Dios —susurró Dee.
Mirando por la ventana, vi los árboles oscuros pasar en un borrón,
cortado cada pocos momentos por los faros. —Nosotros… Yo tengo que
ser más cuidadoso.
Dee no respondió durante un buen rato. —Adam llamó. Él sabía que
algo pasaba cuando te fuiste de casa. Le dije…
—Sé que le contaste de Kat. Dijo algo esta noche. —Aparté la
mirada de la ventana, encontrando la de Dee en el espejo retrovisor—.
Tendré que decirles.
Tomó una respiración aguda. —A Adam no le importa, pero…
Sí, no necesitaba dar más detalles. Ash y Andrew definitivamente
tendrían un problema con esto, pero maté a un Arum esta noche. No
podía ocultarlo por más tiempo.
No hablamos el resto del camino, y Kat no despertó cuando nos
detuvimos frente a la casa. Sólo se movió, murmurando en voz baja
cuando le desabroché el cinturón, la saqué con cuidado del auto, y una
vez más en mis brazos, se acurrucó en mi pecho.
—Tengo su bolso y las llaves —anunció Dee, cerrando la puerta del
conductor—. Abriré la puerta. ¿La tienes?
—Por supuesto.
La mirada de Dee se encontró con la mía, y no quería saber lo que
pensaba en ese momento, pero se dio la vuelta y atravesó el camino de
entrada hacia la casa de Kat. Inclinando la cintura, cerré la puerta del
auto con la rodilla. Me giré, acomodando a Kat en mis brazos.
Se movió, deslizando una mano desde mi pecho hacia mi hombro.
Un escalofrío me recorrió la piel. Esto era malo. Sus pestañas se elevaron, y
me detuve a unos metros del auto cuando también las comisuras de sus
labios se alzaron. La luz plateada de la luna se derramaba sobre su mejilla.
—Hola —susurró.
—Hola.
Su mirada desenfocada se dirigió hacia mi rostro. —Eres… Eres
realmente lindo.
Una carcajada sorprendida salió de mí. —Gracias, Kitten.
Sí, lucía totalmente drogada y fuera de sí, pero su sonrisa se
ensanchó mientras sus ojos se cerraban. Yo no me encontraba drogado ni
fuera de mí cuando respondí en un susurro—: Al igual que tú.

***

Nunca antes estuve en casa de Kat, y ni siquiera sabía por qué se


sentía raro estar en el interior. Tal vez era porque ella se hallaba
inconsciente. No investigué la casa mientras seguía a Dee dentro de un
pasillo similar y a través de una puerta de entrada a la derecha. Dee
encendió una lámpara y la suave luz amarilla envolvió la sala de estar.
Libros.
Había libros por todas partes.
Apilados sobre la esquina del sofá, en una pila ordenada de cinco,
con los lomos a la vista. Dos se encontraban en la mesa de café. Uno tenía
un marcador brillante asomando por la parte superior. Otros tres se
hallaban en la mesa final. Había otro en el mueble de la televisión que
también tenía un marcador dentro de él. ¿Leía dos libros a la vez? ¿Más?
Yo apenas y podía leer uno.
—Creo que deberíamos quedarnos aquí —dijo Dee, sentada en un
sillón reclinable desgastado al lado de la ventana—. Sólo en caso de que
algo esté mal.
Echándole un vistazo, me giré y miré fijamente el sofá, el único otro
asiento disponible. Llevé a Kat al sofá y la acosté. Me senté a su lado, mi
mirada arrastrándose hasta el ventilador del techo, que se movía
lentamente.
Dee habló por un rato, pero se quedó rápidamente dormida, casi
dejándome como el único responsable de Kat, lo que en general era una
mala idea, ya que en serio hacía un mal trabajo.
Apoyé un codo en el brazo del sofá y descansé la mejilla contra la
palma de mi mano, viendo los hombros de Kat subir y bajar
constantemente. Podría haber encendido la televisión, pero no quería
despertarla a ella o a mi hermana.
Haciendo un movimiento de muñeca, me las arreglé para apagar la
lámpara sin destruirla con un rápido rayo de energía. A medida que la
oscuridad nos envolvía, traté de desechar la imagen que se formaba en
mis pensamientos. Dudaba que alguna vez consiguiera que la escena de
ese Arum de pie sobre una Kat rota saliera de mi cabeza, o lograra olvidar
el sonido ronco del pánico en su voz cuando no comprendió que era yo el
que me encontraba a su lado.
Sí, no iba a olvidar esta noche.
Debí quedarme dormido en algún momento, ya que en ese
momento, la luz del día se filtraba a través de la sala de estar mientras Kat
se acurrucaba más cerca. Su cabeza se apoyaba en mi regazo, y no
parecía completamente cómodo. La moví con cuidado, pero maldición, sí
que no era humano, pero era un chico.
Kat dormía profundamente, su brazo lesionado apoyado contra su
pecho y los labios entreabiertos. Levanté la cabeza, aliv iando una
torcedura en mi cuello. Fue entonces cuando me di cuenta que mi mano
descansaba sobre la curva de su cadera.
Oh.
No recordaba haber hecho eso. Debió ser cuando dormía. Sin
embargo, no moví la mano. Todo mi ser se centró en ella, lo que era sólo
un poco mejor que centrarse en dónde descansaba su cabeza. A través
de la mezclilla delgada de sus pantalones, la curva de su cadera era
suave. Cálida. Me imaginaba que esto era lo que hacían las parejas,
aunque Ash y yo nunca fuimos así. Ella podía llegar a ser delicada. Igual
que yo, ¿pero esto? No, creo que nunca hicimos algo así.
¿Por qué incluso pensaba sobre eso con Kat?
La falta de sueño me afectaba.
De repente, Kat se puso rígida, y mi mirada voló hacia su rostro. Sus
pestañas se encontraban alzadas. No podía ver sus ojos, pero su pecho se
levantó bruscamente. ¿Tenía dolor? —¿Estás bien, Kitten?
—¿Daemon? —Su voz sonaba ronca y gutural por el sueño, y algo así
como, bueno, realmente sexy—. Yo… lo siento. No fue mi intención dormir
encima de ti.
—Está bien —le dije, y la ayudé a sentarse. Su rostro se encontraba
demasiado pálido y el hematoma violáceo alrededor de su ojo me
enfureció. Ni siquiera quería comprobar su cuello en este momento—. ¿Te
sientes bien? —repetí, mirándola de cerca.
Su mirada encont ró la mía. —Sí. ¿Te quedaste aquí toda la noche?
—Sí. —Parecía bastante obvio.
Kat miró a Dee y luego tragó. Levantó el brazo enyesado, pero lo
bajó de nuevo a su regazo mientras se reenfocaba lentamente en mí. No
podía imaginarme lo que pensaba. Lucía sorprendida. Confundida.
Somnolienta. Linda.
Tenía que dejar lo de las cosas lindas.
Necesitaba concentrarme. —¿Recuerdas algo?
Asintió y luego hizo una mueca. —Fui atacada anoche.
—Alguien trató de asaltarte. —Resistí la tentación de preguntarle si se
encont raba bien de nuevo.
Sus cejas se elevaron. —No intentaba asaltarme.
Diablos. —Kat…
—No. —Comenzó a ponerse de pie, pero rodeé su cintura con un
brazo, manteniéndola en su lugar. No quería que se pusiera de pie
demasiado rápido y se cayera, partiéndose la cabeza y sangrando por
todos sus preciosos libros—. Él no quería mi dinero, Daemon. Los quería
a ellos.
Maldita sea. Me puse rígido, mis pensamientos apresurados. —Eso no
tiene ningún sentido.
—¿En serio? —Frunció el ceño hacia su brazo lesionado—. Pero
seguía preguntando dónde est aban y sobre un rastro.
—Ese tipo estaba loco —le dije, manteniendo la voz baja mientras la
obligaba a desecharlo como tal—. Te das cuenta de eso, ¿verdad? Que
no estaba bien de la cabeza. Que nada de lo que haya dicho significa
algo.
—No lo sé. No parecía loco.
—¿No es lo suficientemente loco para ti tratar de golpear a una
chica hasta el cansancio? —le pregunté, sacudiendo la cabeza—. Tengo
curiosidad por saber que es locura según tú.
Su ceño se hizo más profundo. —No es a lo que me refiero.
—Entonces, ¿a qué te refieres? —Me giré hacia ella, con cuidado de
no rozar su brazo—. Era un lunático cualquiera, pero tú vas a hacerlo más
grande de lo que es en realidad, ¿verdad?
Kat inhaló con fuerza. —No estoy haciendo nada. Daemon, ese no
era un lunático normal.
La frustración debilitó mi paciencia. La cosa era que ella tenía razón.
No había nada normal en el “hombre” que la atacó, pero no podía dejar
que ella lo supiera. Necesitaba que se olvidara de todo esto. —Oh, ¿eres
experta en gent e loca ahora?
—Un mes contigo y siento que tengo una maestría sobre el tema. —
Me miró mientras se alejaba. Se tambaleó un poco.
—¿Estás bien? —Le toqué el brazo sano—. ¿Kat?
Quitó mi mano, bien y enojada. —Sí, estoy bien.
Aparté la vista, tenso. Ella no necesitaba de mi mierda justo ahora.
Obviamente no se encontraba lista para una discusión, y en realidad, me
sentía legítimamente preocupado por ella. Lucía como si hubiera
atravesado un infierno, pero tenía que terminar con esto. —Sé que
probablemente estás afectada por lo que pasó anoche, pero no vuelvas
esto en algo que no es.
—Daemon…
—No quiero que Dee se mortifique porque haya un idiota allá afuera
atacando chicas. —Mi mandíbula se endureció y mi voz se volvió helada—
. ¿Me entiendes?
Su labio inferior t emblaba, y ver eso fue como recibir una patada en
las entrañas. Sí, era un idiota. Apestaba en empatía y simpatía. Toda la
asimilación de la sociedad humana a la que nos forzó el DOD en realidad
no funcionó bien conmigo, pero eso no significaba que disfrut aba destruir
a alguien vencido.
Empecé a levantarme, pero cuando levanté la mirada de su boca,
nuestras miradas se encontraron. En ese momento, me hubiera gustado
tener la habilidad de cambiar los pensamientos de alguien. Lo que
también era probablemente t errible, pero me gustaría poder eliminar el
recuerdo del asalto. No sólo para proteger lo que éramos y a mi familia,
sino también para borrar esas sombras que se mostraban en sus ojos grises.
Lo qué pasó anoche la perseguiría durante mucho tiempo, comprendí.
Desde el sillón reclinable, Dee bostezó ruidosamente.
Kat se echó hacia atrás, mirando a mi hermana, quien
aparentemente llevaba algún tiempo despierta.
—¡Buenos días! —chilló como un pájaro, levantándose de golpe—.
¿Están despiertos desde hace mucho?
Suspiré con pesadez. —No, Dee, nos acabamos de levantar y
estábamos conversando. Roncabas tan alto que no podíamos seguir
dormidos.
Resopló como un cerdito color rosa. —Lo dudo. Katy, ¿te sientes…
bien esta mañana?
—Sí, estoy un poco adolorida y tensa, pero en general, bien.
La sonrisa de Dee era forzada mientras se levantaba, apartándose
las ondas de cabello despeinado del rostro.
—Creo que voy a hacerte el desayuno. —Sin esperar una respuesta,
salió corriendo hacia la cocina. Puertas se abrieron. Ollas se golpearon
entre sí.
Suspiré de nuevo.
—De acuerdo —murmuró Kat.
De pie, levanté los brazos y me estiré, aflojando los músculos tensos.
Más ollas sonaron en la cocina. A sabiendas de lo que tenía que hacer,
bajé los brazos y me puse frente a Kat. —Mi hermana me importa más que
cualquier otra cosa en el universo. Haría cualquier cosa por ella, por
cerciorarme de que está feliz y segura. Por favor, no la preocupes con
historias locas.
Kat se estremeció cuando el dolor se mostró en su rostro, y sabía que
ese at isbo no tenía nada que ver con sus heridas físicas, y todo que ver con
la frialdad que irradiaban mis palabras. —Eres un idiota, pero no le diré
nada —dijo, su voz apenas un susurro—. ¿De acuerdo? ¿Contento?
¿Contento? Sostuvimos nuestras miradas una vez más, y dije la
verdad. —En realidad, no. Para nada.
10
Traducido por Ana Avila
Corregido por Miry GPE

Kat ya no podía ser de confianza con todo el asunto de permanecer


en su casa, por lo que cuando convocamos a una reunión de último
momento de los Luxen el jueves por la noche, lo hicimos en nuestra casa
sólo para asegurarnos de que Kat no se metiera en un nido de víboras o
algo así.
Dee pasó el miércoles con ella, y continué con mi estatus de rarito
esa noche, vigilando la casa de Kat. Al menos, esta vez lo hice desde mi
pórtico.
La oscuridad ya nos rodeaba cuando los Thompson y Matt hew
llegaron, y todo el mundo se reunió en la sala. Todas las luces del lado se
encontraban apagadas, pero sabía que la madre de Kat se hallaba en
casa. Tenía la esperanza de que eso significara que habría pocos o ningún
problema en el que Kat pudiera meterse.
Hablar de Kat con los Thompson era lo último que quería hacer.
Maldita sea. Lanzarme en repetidas ocasiones desde la montaña más alta
sería más divertido, porque esto sería una mierda
Me puse de pie en el centro de la sala, con los brazos cruzados sobre
el pecho, preparándome. De ese encontraba sentada en el borde de un
sillón reclinable, con las manos cruzadas sobre el regazo. Adam se
apoyaba en el brazo del reclinable, y la fuerte tensión de su expresión me
dijo que sabía por qué se encontraba allí.
Ash se sentaba en el sofá junto a Andrew. Su cabello rubio rozó sus
hombros cuando echó la cabeza hacia un lado, suspirando ruidosamente.
Mis labios se torcieron en una sonrisa irónica. Ella no tenía problema en que
la gente supiera cuándo se sentía aburrida o infeliz. Matthew se sentó en el
brazo del sofá, la espalda rígida y los hombros rectos.
—Entonces, ¿qué sucede? —preguntó Andrew, mirando el celular en
su mano—. La última vez que se convocó para algo como esto, alguien
murió.
Mis ojos se estrecharon. Por supuesto, él hablaba de Dawson. Nada
agradable. Ash giró la cabeza hacia él, sus cejas rubias arqueándose. —
¿En serio?
Levantó un hombro. —¿Y?
Adam suspiró. —Más tarde tenemos que trabajar en mejorar tu
sensibilidad, hermano.
—Lo que sea —murmuró Andrew, mirando de regreso a su teléfono.
Su dedo desplazándose en la pantalla.
dio una pequeña sacudida de cabeza. —¿Qué es lo que quieres
discutir, Daemon?
Él sabía de Kat y también sabía a dónde se dirigía esta conversación,
pero convoqué a la reunión para empezar de nuevo. Tenía que darle
crédito por eso. —Hay una chica llamada Kat…
—Que es increíblemente impresionante —intervino Dee—. Y muy
agradable, inteligente y…
—Se mudó al lado —la interrumpí, porque francamente nada de eso
importaba. Los dedos de Andrew se detuvieron sobre la pantalla y levantó
la mirada, la boca abierta. Seguí—: No sé por qué el Departamento de
Defensa lo permitió. Ayer tuve mi registro normal con Vaughn y Lane. Les
pregunté, y fue Vaughn quien respondió, dando alguna razón sin
fundamento de que el gobierno no quería que la casa estuviera vacía por
tanto tiempo. Lo que fue demasiado sospechoso.
La mirada de Ash se agudizó. —¿Por qué no nos contaste antes
sobre ella?
—En ese momento no le vi importancia. —Un músculo a lo largo de
mi mandíbula empezó a marcarse, porque al mirar la cara de Ash, esta
prácticamente resumía la cantidad de mierda asociada con esa
afirmación—. Estamos hablando de eso ahora.
Miró a Dee. —Y déjame adivinar. ¿Eres su nueva mejor amiga?
Dee encontró su mirada. —¿Y qué si lo soy?
—Realmente no debería tener que explicar todos los problemas con
eso —replicó Ash—. Y estoy segura de que Daemon ha señalado cada uno
de ellos.
Lo hice.
—Katy y yo somos amigas —respondió Dee, inclinándose hacia
adelante en la silla. A su lado, Adam se tensó—. Eso no va a cambiar, y no
voy a sentarme aquí y dejar que me des problemas por ello. Eso es todo.
Ash me miró otra vez con sus ojos azules. —¿Daemon…?
—Ya la escuchaste. —Sonreí cuando las manos de Ash se cerraron
en puños. Lucía más que furiosa—. He mantenido un ojo en Kat,
conociéndola para saber a qué nos enfrentamos.
Andrew se rió. —Apuesto a que lo haces.
Respiré hondo y exhalé lentamente. No funcionó. —¿Tienes algo que
decir, amigo?
Levantó un hombro. —Sólo pienso que “mantener un ojo en ella” es
el código para otra cosa.
—Mantener un ojo en ella significa exactamente eso —explicó ,
enviándole a Andrew una mirada de advertencia—. El hecho de que el
Departamento de Defensa permitiera que humanos se mudaran al lado es
sospechoso. Daemon es inteligente al tratar de evaluar si ella o su madre
son un peligro.
Dee frunció el ceño. —¿Tratas de decir que de alguna manera
pudieron ser puestas allí por el DOD?
—No sabemos —dijo con simpleza, y mientras que él tenía un buen
punto, no creía que fuera el caso. Sino más como su paranoia general—.
Cualquier cosa es posible, es todo lo que digo.
La frustración de mi hermana fue evidente en la línea obstinada de
su mandíbula. —Katy no es una especie de espía del gobierno.
—Bueno, si lo fuera, estaríamos jodidos, teniendo en cuenta que la
marqué la semana pasada. —Dejé caer la bomba, y todo el mundo,
excepto Dee, reaccionó como esperaba. Hubo maldiciones. Matthew casi
tuvo la versión Luxen de un derrame cerebral. Y Ash francamente se veía
como una homicida.
Adam se sentó en el brazo del sillón de Dee. —¿Cómo ocurrió?
—Había un oso. Se le fue encima. —Omití el hecho de que fuimos a
dar un paseo, ya que realmente no necesitaban saber eso—. Utilicé La
Fuente para asustar al animal. Kat no me vio hacerlo. Pensó que fue un
rayo. —Hice una pausa—. No tenía ninguna otra opción.
—Sí, la tenías. —Andrew frunció el ceño cuando puso el celular en la
mesa de café—. Pudiste dejar que el oso se la comiera. Problema resuelto.
Ash asintió en acuerdo.
Ni siquiera me molesté en responder. —El punto es, que le dejé un
rastro, y el DOD no tocó nuestra puerta ni nos encerró en jaulas. Ayer,
Vaughn y Lane actuaron como si nada hubiera cambiado, pero creo que
todo el mundo debe saber lo que pasó.
—Debimos saber acerca de esta chica cuando se mudó —dijo Ash,
su voz empequeñecida por el coraje.
Dee rodó los ojos. —No era asunto de ustedes.
—Es de toda nuestra incumbencia —dijo Andrew, corrigiéndola—.
Los Ancianos no están de acuerdo con que vivamos fuera de la colonia.
Después de lo que pasó con Dawson, tenemos que tener cuidado. En otras
palabras, no ir por ahí marcando humanos, imbécil.
Poco a poco levanté una mano y le mostré el dedo medio.
Andrew sonrió mientras se recostaba contra el sofá, sacudiendo la
cabeza. —Esto es simplemente increíble. Primero Dawson y…
—No termines esa frase, Andrew. De verdad —le advertí, la barbilla
baja—. No soy Dawson. No es lo mismo.
Cuando Andrew abrió la boca, su hermano sabiamente intervino—:
Cállate, Andrew. De verdad no quiero terminar la noche recogiéndote del
suelo.
Fue mi turno de sonreír.
Me miró de cerca. —¿Eso es todo?
Negué con la cabeza mientras mantenía un ojo sobre Andrew. —No.
Kat fue atacada por un Arum el martes por la noche.
—Maldita sea —murmuró Matthew, pasándose una mano por el pelo
corto y castaño—. ¿E… Ella está bien?
La sorpresa me recorrió. No esperaba que a Matthew le importara. —
Sí. Está bien. —El recuerdo de su lucha para respirar a través de su
garganta magullada salió a la superficie—. Estará bien. Maté al Arum, y
ella no supo lo que era. Piensa que se trataba de un ladrón.
Ash se puso de pie de manera fluida y caminó hacia la ventana que
daba al pórtico. No dijo nada, pero lucía inquieta y eso nunca era algo
bueno.
—El rastro aún se encuentra en ella. Debería desaparecer en un par
de días, pero tenemos que estar alerta por los otros Arum.
La conversación terminó en el patrullaje y cómo Matthew iba a
notificar a la Ancianos que tuvimos la confirmación de un Arum en la
vecindad. Teníamos que formar a algunos de los nuevos reclutas para
ayudar con las patrullas dobles, que era el trabajo de Adam, Andrew y
mío. Hurra por nosotros. No pasó mucho tiempo antes de que todo
regresara de nuevo a Kat y lo que íbamos a hacer al respecto.
—Tengo todo bajo control —dije una vez más.
Andrew se veía como si quisiera decir algo inteligente, pero una
mirada de su hermano lo contuvo. Fue Dee quien dejó a nuestro grupo en
un silencio instantáneo. —¿Por qué no simplemente le decimos la verdad?
—preguntó.
La miré fijamente, sin saber si había escuchado bien.
Matthew se levantó, dirigiéndose hacia Dee. —No puedes hablar en
serio.
—¿Por qué no? —Dee levantó las manos, su expresión sincera—. Es
buena persona, e inteligente. No va a enloquecer o llamar a los medios de
comunicación. Francamente, ¿quién le creería? Lo entenderá. Créanme.
—Dee —dijo Adam en voz baja, de rodillas junto a ella—. No puedes
decirle lo que somos.
La ira brilló en su rostro, profundizando la tonalidad de sus ojos. —Te
lo digo, Adam, ella puede ser…
—Está bien, Dee. Digamos que se puede confiar en ella y que no le
diga a nadie —le dije, encontrando la mirada de mi hermana—. Se lleva el
secreto a la tumba, pero ese no es el único problema. Tú podrás confiar en
ella. Pero eso no significa que todos en esta sala lo hagan.
—Es decir, yo —comentó Andrew.
—¿Y qué crees que pasará si los Ancianos se enteran de que Kat
sabe la verdad? —insist í, con la esperanza de razonar con Dee en un nivel
diferente. Ash finalmente nos enfrentó de nuevo, su expresión en blanco
mientras nos observaba—. ¿O qué crees que hará el gobierno? No la
conocen. No tienen ninguna razón para confiar en ella. Desaparecerá.
Hola. ¿Bethany, alguien?
Dee jadeó, un recordatorio audible de que la novia de nuestro
hermano “desapareció” el año pasado con él.
—No quieres ponerla en esa posición, ¿verdad? —le pregunté—.
Porque a eso es a lo que t ambién te arriesgas al decirle la verdad.
Por un momento, sostuvo mi mirada, pero luego la bajó. Sacudió la
cabeza. —No. No quiero correr ese riesgo.
Un poco de alivio me recorrió. Por lo menos no tenía que
preocuparme porque le dijera a Kat la verdad.
Ash cruzó los brazos delgados sobre el pecho. —No puedo creerlo.
Dee levantó la mirada. —¿Qué?
—¿No tienes ningún problema en arriesgar nuestra seguridad, pero te
preocupas por ella? ¿Cómo si nosotros no importáramos absolutamente
nada?
—Eso no es lo que siento o he dicho —argumentó Dee, mirándonos—
. Podemos cuidar de nosotros mismos. Y Katy no nos traicionaría. Eso es
todo lo que trataba de decir.
No me involucré cuando siguieron discutiendo, porque Dee tenía
que caer en cuenta. Necesitaba escuchar lo que decía Ash. No que
realmente cambiara nada. Confiaba en que Dee no le diría la verdad a
Kat , pero no en que se mantuviera alejada de ella.
Encaminé a los Thompson mientras Matthew permanecía dentro,
hablando con Dee. Probablemente sermoneándola, por lo que había una
buena probabilidad de que estuviera aquí un rato. De pie en el pórt ico,
observé a Adam y Andrew cruzar el césped hacia su coche. Este último
miraba la casa de Kat como si quisiera bombardearla.
Andrew podría ser un problema.
—¿Daemon?
Girando, me encontré a Ash de pie allí. —Oye.
—Lamento haber sido tan perra con tu hermana.
Sonreí. —No, no lo haces.
Levantó la mirada, y luego se echó a reír. —Bueno. Tienes razón. No
lo siento. Necesitaba escuchar. —Dos puertas del coche se cerraron. Los
hermanos la esperaban—. Pero me sorprende. Nunca pensé que serías tú
el que metiera la pata.
—Bueno, si fuera perfecto todo el tiempo, nadie más tendría una
oportunidad.
Ash arqueó una ceja e hizo caso omiso de lo que dije. —¿Cómo
exactamente has mantenido un ojo sobre ella?
Campanas de advertencia comenzaron a sonar. Sabía a lo que
quería llegar, pero, ¿qué demonios? Ash y yo rompimos hacía un tiempo.
Claro, nos enredábamos como lo hacen los ex de vez en cuando, pero
ella estuvo de acuerdo e incluso estableció las reglas. —No estoy seguro
de lo que quieres decir con esa pregunta.
Su sonrisa era demasiado dulce, y fuerte como el cristal. —Creo que
sabes exactamente lo que quiero decir. —Hubo una pausa, y me la
imaginé afilando sus colmillos con mis huesos—. No has venido en un par
de semanas. Y apuesto a que si le pregunto a Dee cuándo se mudó esa
chica, coincidirá con las fechas. ¿Qué tienes que decir al respecto?
Riendo entre dientes, aparté la vista, mi mirada fija en el coche. —
¿Qué tengo que decir al respecto? Bueno, si fuera realmente de tu
incumbencia, que no es, tendría que decir que estás muy lejos de la razón
en cuanto a por qué no he estado alrededor. Mis motivos no han
cambiado. Lo sabes.
Pareció reflexionarlo. —Sí, no nos ves a largo plazo, pero eso nunca
fue un impedimento para que pasáramos el rato una que otra vez.
—Ella no tiene nada que ver con eso.
Ash se detuvo en la parte superior de las escaleras del pórtico, casi
de espaldas. Ya no sonreía mientras me echaba un vistazo por encima del
hombro. El desafío ardía en su mirada cobalto.
Un reto que no tenía intención de aceptar.
—Pruébalo —dijo.

***

Me quedé mirando a los dos chicos Luxen que rara vez salían de la
colonia. No eran mucho mayores que yo, pero se encontraban de pie
frente a mí como dos nuevos reclutas a punto de entrar en la infantería de
la marina.
—Estamos listos para comenzar el patrullaje —dijo uno, viendo a
todas partes, menos mis ojos. Sí, tendría que trabajar duro con este chico
para que estuviera listo.
A mi lado, Adam se rió entre dientes mientras los miraba. —Un Arum
te comería vivo, escupiría y luego aspiraría como un batido.
El otro Luxen palideció, y creí que podría vomitar.
Suspiré.
Ayudar a preparar a estos dos tontos sobre cómo patrullar en busca
de Arum y que no murieran en el proceso no era la forma en que quería
pasar mi tarde.
Especialmente cuando Kat se encontraba con Dee, porque a pesar
de que le pedí a esta última que se asegurara de que se quedaran en
casa porque Kat era prácticamente un palillo resplandeciente, sabía que,
en última instancia, mi hermana haría lo que quisiera.
Al igual que Kat.
Pero al asegurarme de que los miembros de la colonia fueran
capaces de ayudar con el manejo de las patrullas dobles las mantendría
vivas a ambas, por lo que tendría que lidiar con eso. Y la verdad era que
no era tan malo si era honesto. Podía estar en mi verdadera forma, y
maldita sea, era como quitarse la ropa en un día muy caluroso. No había
nada como el viento acariciando tu esencia cuando alcanzabas
velocidades que rompían la barrera del sonido. Superman no tendría
oportunidad con un Luxen.
El sólo pensar en ello hacía que mi corazón bombeara.
—Esto es aburrido —murmuró Andrew.
Sonreí.
También fue condenadamente divertido arrastrar a Adam y Andrew
para que ayudaran. Ninguno quería estar allí. Adam se mantuvo
relativamente tranquilo mientras apresurábamos a los novatos alrededor
de toda la maldita montaña, presionándolos para que corrieran más
rápido. Andrew se quejó todo el tiempo. Aunque no era una gran sorpresa.
El que parecía que iba a vomitar dio un paso adelante. Creía que su
nombre era Mitchell. O quizás Mikey. Iría con Mitchell. —Sé que no somos
tan fuertes o más rápidos que cualquiera de ustedes, pero estamos
preparados.
—Sí, listo para morir —respondió Andrew, resoplando.
Le lancé una mirada de advertencia. —Pero qué manera de
motivar.
Me mostró el dedo medio. —Lo que sea.
Dando un paso adelante, coloqué una mano sobre el hombro del tal
Mitchell. —No se trata sólo de ser rápido y fuerte. Se trata de enfocarse y
prepararse para lo peor. Se trata de ser más inteligente que el enemigo y
anticipar su próximo movimiento.
—Pero ser rápido y fuerte ayuda —intervino Andrew, y pensé que tal
vez debería haberlo dejado en casa—. Soy más fuerte que Daemon.
—¿Qué? —Dejé caer mi mano y me di la vuelta, arqueando una
ceja—. ¿Estás drogado?
—Drogado de la vida, hombre. —Me guiñó un ojo—. Y en serio soy
más fuerte que tú.
Me reí. —Si realmente lo crees, entonces est ás drogado.
—Eh. —Andrew le disparó una mirada a Adam mientras se
pavoneaba hacia mí. Lo vi tomar una piedra—. ¿Ves ese árbol de allá? —
Señaló un viejo roble a varios metros de distancia—. Apuesto a que puedo
atravesarlo justo en el medio con esta piedra.
—¿Y crees que yo no puedo ?
—Sé que no puedes. —Andrew se volvió hacia Quizás-Mitchell y su
amigo sin nombre—. ¿Qué piensan ustedes, chicos?
Parecían nerviosos, porque no quisieron contestar.
—Apuesto a que Andrew puede hacerlo —dijo Adam, metiendo las
manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros—. Y apuesto a que tú no.
Estaban dementes. —Vas a hacer que te avergüence.
—Correré el riesgo. —Andrew arrojó la roca y la atrapó—. ¿Es una
apuesta entonces?
¿Porque diablos no? Asentí y agité una mano hacia el árbol a lo
lejos. —Por supuesto.
—Perfecto. —Andrew dio varios pasos hacia atrás y miró el enorme
roble. Un segundo después, pasó a su verdadera forma y dejó volar la
piedra.
No la lanzó como lo haría un humano. Utilizando La Fuente, la
convirtió en un maldito misil. Voló por el aire más rápido de lo que el ojo
podría seguirla. La corteza se astilló cuando la roca hizo contacto y
penetró profundo.
Quizás Mitchell dejó escapar una exclamación de asombro.
Andrew sonrió mientras me enfrentaba. —Supera eso.
Solté un bufido mientras cogía una piedra más pequeña que la
palma de mi mano. —Fácil. Y puedo hacerlo sin siquiera cambiar de forma.
—¿Sabes lo que me dijo Dee el otro día? —preguntó Adam mientras
daba un paso atrás—. Es realmente interesante.
Sin hacerle caso, levanté el brazo derecho. Los chicos de la colonia
intercambiaron miradas. La Fuente onduló por mi brazo.
Adam continuó—: Me dijo que Katy se encontró con Simon, el
futbolista de la escuela, en la tienda y pensó que hacían una pareja linda.
También piensa que le pedirá salir a Katy, y ya sabes lo que ocurre después
de un día con el Romeo deport ista… Alguien va a…
Lo miré bruscamente mientras lanzaba la roca. Sería mejor que
Adam no insinuara lo que, sabía a ciencia cierta, trataba de decir. Lo
único que se vería lindo con Simon era mi puño; por supuesto que Kat no.
La mueca en los labios de Adam me dijo que mentía. Kat no se topó
con ese idiota.
Mirando de regreso al árbol, maldije. Ese pequeño momento de
distracción me costó caro y arruinó mi objetivo. La roca pasó más allá del
árbol, fallando por un kilómetro. Maldita sea.
Adam se rió mientras le daba un codazo a su hermano. —¿Ven,
chicos? El enfoque en realidad es igual de import ante que la fuerza.
Levanté una mano y le mostré el dedo medio. Ambos se echaron a
reír, y rodé los ojos mientras me inclinaba, recogiendo otra roca. Esta era
del tamaño de mi mano. Me giré hacia ellos. —Estoy seguro de que no voy
a fallar esta vez, y mi objetivo no serán los árboles.
Mi amenaza los hizo reír más fuerte. Fruncí el ceño cuando me di la
vuelta. Al menos los dos tontos de la colonia no se reían. Lucían asustados.
Un latido pasó y entonces me giré, arrojando la roca.
Adam se lanzó hacia la izquierda, evitando un impacto directo. —
¿Qué demonios? —gritó, con los ojos entrecerrados—. Podrías haber
arruinado este hermoso rostro.
Incliné la cabeza hacia atrás, riéndome. —Creo que necesitas verte
en el espejo si crees que eso es hermoso.
—Já —dijo Andrew, sonriendo.
—Somos idénticos. —Adam negó con la cabeza hacia su gemelo—.
Está insultándonos a ambos, idiota.
Sonriendo, me limpié las manos en los pantalones, pero el buen
humor se desvaneció rápidamente cuando la comprensión me llenó,
atravesándome con la fuerza de una bala. La sola mención del nombre de
Kat me distraía, desenfocándome. Esta vez fue simplemente una apuesta
estúpida, pero, ¿qué si hubiera sido algo más serio, si hubiera habido un
Arum en los alrededores?
Personas podrían morir.
Cerré los ojos y maldije en voz baja. Esta cosa con Kat… se volvía
ridícula, y era inaceptable.
Totalmente inaceptable.
11
Traducido por Mae
Corregido por Melii

Vi a Kat entrar y salir el siguiente par de días, por lo general cuando


me dirigía a mi auto, y cada vez, el rastro se volvía más y más débil, gracias
a Dios.
Cuando me veía, parecía querer hablar conmigo. Se detenía o
dirigía en mi dirección, pero no hablábamos. Principalmente porque no
quería. Necesitaba mantener un ojo en ella para asegurarme de que otro
Arum no se la llevara o la pusiera en peligro, pero tenía que haber
distancia entre nosotros. Ese día en la formación demostró cómo sólo la
mención de su nombre podría poner a todos en riesgo. Me volvía débil.
Así que, obviament e, esa era la única razón por la que fui a Smoke
Hole Diner la tarde del domingo. El rastro de Kat era leve, como una vela
parpadeante creando un resplandor blanquecino, así que no detuve a
Dee. Por lo que me enteré, llevó a Kat a la ciudad, llenándola con útiles
escolares, y luego la llevó a Smoke Hole Diner.
Las seguí. No correría más riesgos.
Dee pareció sorprendida por mi presencia y Kat estuvo… Bueno, se
molestó porque la provoqué, y entonces trató de darme las gracias. Eso
era lo último que tenía que hacer, ya que nunca habría tenido el yeso en
el brazo y los moretones en la cara si no la hubiese llevado a pasear ese
día.
Mi tiempo en el restaurante fue corto. Y t ambién seguido. Por Ash,
que por alguna razón creyó que nos encontraríamos allí. Supongo que me
perdí ese mensaje. Nada salió bien. Al momento en que Ash se dio cuenta
que Kat era esa Katy, terminé arrastrando su trasero a cenar y pasé la
mayor parte del domingo bajándola de su nube.
Ash seguía enojada el lunes, de acuerdo con Andrew.
No era necesario decir que no me encontraba en el mejor estado de
ánimo cuando dejé mi casa el martes por la noche y fui a correr por los
bosques cercanos. Me quedé allí, en la humedad del clima de agosto,
hasta que el sudor cubría mi piel y había quemado tanta energía como
era posible.
En el camino de regreso, decidí que podría ir por un galón de
helado. Dudaba que quedara en casa. Siempre que traían helado, Dee
comía como si se estuviera muriendo de hambre.
Corriendo por el camino, desaceleré cuando las casas aparecieron
a la vista. Mi mirada fue directamente a la de Kat. El pórtico no estaba
vacío. Metí la mano en el bolsillo y saqué el teléfono, tocando la pantalla
para apagar la música saliendo a todo volumen a través de los auriculares.
Kat se sentaba en el columpio, la cabeza inclinada y los rasgos
tensos. En sus manos se hallaba un espeso libro de tapa dura. Una brisa
ligera arrojó un mechón de cabello a su rostro. Lo apartó distraídamente
de su camino. El sol todavía no se ponía, pero la luz menguaba y todavía
me sentía tan húmedo como si hubiera tomado un baño en el
infierno. Leer no podría ser fácil en esas condiciones, pero era ajena al
mundo mientras yo envolvía el cable de los auriculares alrededor del
teléfono.
No tenía idea de que me encontraba allí. Podría entrar fácilmente
en mi casa y pasar desapercibido. Ella se encontraba a salvo aquí. El rastro
era apenas visible ahora; había desaparecido aún más durante las horas
desde que la vi por última vez. No existía ninguna razón para que me
detuviera o pasara el rato con ella. Distancia. Tenía que haber un océano
de distancia entre nosotros.
Por lo que por supuesto caminé derecho a su casa.
Kat levantó la vista cuando llegué a los escalones del pórtico, con la
mirada cada vez más grande cuando me vio.
—Hola —dije, deslizando el teléfono en mi bolsillo.
Ella no respondió de inmediato. Oh, no, se hallaba demasiado
ocupada observándome, lo cual me agradó. Su mirada descendió,
vagando sobre mi pecho desnudo y estómago. Su garganta se movió
cuando apartó la mirada con las mejillas de color rosa, inclinando la
cabeza hacia un lado. —Hola.
Apoyándome en la barandilla, me crucé de brazos. —¿Estás
leyendo?
Sus manos se apretaron alrededor de los bordes del libro. —¿Estás
corriendo?
—Lo estaba —corregí.
—Divertido —dijo, colocando el libro contra su pecho. El yeso en su
brazo destacaba crudamente—. Est aba leyendo.
—Parece que siempre estás leyendo.
Su nariz se arrugó. Linda. —¿Cómo lo sabes?
Levanté un hombro. —Me sorprende que Dee no esté contigo.
—Ella está con… su novio. —Las comisuras de sus labios cayeron—
. Sabes, no tenía idea de que tuviera novio hasta hoy. Nunca lo mencionó
antes.
Me reí. —Eso hará maravillas con la autoestima de Adam.
—¿Cierto? —Su sonrisa fue como un destello: fugaz—. Es raro.
—¿Qué?
Abrazó el libro como si fuera una manta de seguridad. —He pasado
todo este tiempo con Dee y no tenía idea de saliera con alguien. Nunca lo
mencionó. Es simplemente extraño.
—Entonces tal vez no eres tan buen amiga como piensas.
Sus ojos se estrecharon mientras me miraba. —Guau. Es bueno que lo
digas.
Me encogí de hombros otra vez. —Sólo señalo lo obvio.
—Qué tal si vas a señalar lo obvio a otra parte —espetó, bajando el
libro—. Estoy ocupada.
Una sonrisa apareció en mis labios. Ya tenía las garras afuera. —Leer
no equivale a estar ocupada, Kitten.
Sus labios en forma de arco se separaron. —No acabas de decir eso.
Mi sonrisa se extendió.
—Eso es… Es un sacrilegio.
Me reí mientras desplegaba los brazos. —No creo que para eso se
utilice esa palabra.
—¡Lo es para los amantes de los libros de todo el mundo! —Kat
entrecerró los ojos—. No lo entiendes.
—Nop. —Me levanté y senté en la barandilla.
Suspiró. —Y tampoco irás a ninguna parte.
—No.
Bajando la mirada hacia su libro, sacó lentamente un marcador de
la parte frontal y marcó la página que leía. Kat cerró el libro y lo dejó sobre
su regazo. Lo miró como si de alguna manera pudiera hacerme
desaparecer. No era probable.
—Así que… —Arrastré la voz, girando la cabeza para ocultar mi
sonrisa cuando suspiró ruidosamente—. ¿Cómo va tu blog? ¿Sigues
hablando de gatos o algo así?
—¿Gatos? No hablo de gatos. Hablo de libros.
Ya lo sabía. —Eh. Creía que pasabas todo ese tiempo en internet
hablando de gatos.
—Lo que sea.
—Tiene sentido. —La miré entonces.
Sus ojos grises brillaron. —No puedo esperar a escuchar esta
explicación. Y si no puedes entenderlo, eso fue sarcasmo.
—Creo que sonó como emoción, pero de todos modos, pasar todo
el día en internet hablando de gatos es como prepararte para convertirte
en la señora loca de los gatos cuando seas mayor.
La piel alrededor de su boca se apretó. —Me gustaría lanzarte el
libro, pero lo respeto demasiado como para hacerlo.
Reclinando la cabeza, me reí.
—Sólo tú lo encontrarías divertido.
—Es divertido. —Bajando la barbilla, la vi luchar contra una
sonrisa. Nuestras miradas chocaron y se sostuvieron. El silencio se extendió
entre nosotros, espesando el aire ya sofocante.
—Entonces. —Fue ella arrastró la voz esta vez, y levanté las cejas
cuando miró hacia otro lado—. Esa chica en el restaurante. ¿Ash? Era
realmente encantadora…
—Ajá. —Otro campo minado femenino. Estas chicas eran
demasiado astutas.
Empujó el columpio con los dedos de los pies. —¿Ustedes dos están
saliendo?
—Solíamos salir. —Incliné la cabeza, curioso por la dirección de la
conversación—. Y estoy seguro de que Dee señaló el hecho de que
solíamos salir. Hubiera insistido en aclarar eso.
Sus mejillas se oscurecieron, y sabía que tenía razón. —Ash no actúa
como si estuviera en el pasado.
—Es cosa de ella.
Kat me miró. —¿Y eso es todo lo que tienes que decir?
—Sí. —Levanté una ceja—. ¿Por qué tendría que decir algo
más? Especialmente a ti. —Sólo bromeaba, pero era tan malo en ello, y
me encontraba tan fuera de práctica, que sonó como si fuera un idiota. Lo
sabía, pero esta conversación iba por mal camino.
Sus hombros se tensaron y su expresión se volvió impasible. —¿Por
qué estás aquí, Daemon?
Maldita sea. Era una buena pregunta. Y una que me hacía una y
otra vez desde que se mudó.
Continuó, sus ojos grises fríos. —Porque si has venido otra vez sólo
para ser un imbécil, puedes irte.
Me sentí sonreír, y de seguro confirmé lo retorcido que era. —Pero no
quiero irme.
—Es una pena —respondió ella, levantándose del columpio—.
¿Sabes qué? Puedes quedarte aquí y ser un imbécil sin público. ¿Qué tal
eso?
Kat comenzó a apartarse de mí, y me aparté de la barandilla y
estuve frente a ella antes de que pudiera tomar un respiro. Maldita sea, no
tenía intención de moverme tan rápido. Se echó hacia atrás, presionando
el libro contra su pecho. —Mierda, ¿cómo te mueves t an rápido?
—No me muevo tan rápido. —Bajé la mirada hacia ella. Apenas
llegaba a mi pecho, pero su personalidad, su actitud, era mucho más
grande. Ese mechón de pelo se soltó nuevamente, rozando su mejilla—.
¿Todavía estás nerviosa por la escuela?
Sus cejas se fruncieron. —¿Qué?
Me decidí a hacer la pregunta lentamente. —Todavía. Estás…
—No. Te escuché. —Cambió el peso al otro pie—. ¿Pero por qué…
Por qué te importa? ¿Por qué…?
Ese mechón de cabello me molestaba, así que me acerqué y lo cogí
entre los dedos. La textura era suave como la seda. Se quedó sin aliento, y
mi mirada se desvió a la de Kat. De cerca, sus ojos eran realmente
increíbles, un tono alarmante de gris, y sus pupilas eran negras y
grandes. Con cuidado, así no rozaba la piel de su mejilla, metí el mechón
de pelo detrás de su oreja. La hinchazón en su ojo realmente había
bajado, y la piel se había curado en su mayor parte desde la noche en
que fue atacada, pero el parche era más rosado que el resto, como si su
brazo no fuese suficiente recordat orio.
En un segundo, la vi una vez más, tirada en el camino, sin moverse y
absolutamente indefensa. Mi pecho se apretó dolorosamente. Aparté la
imagen, preguntándome cuándo dejaría de verla.
Kat parecía estar conteniendo la respiración. Su pregunta complet ó
un ciclo alrededor de mis pensamientos. ¿Por qué t e import a? No
debería. No lo hacía.
—¿Daemon? —susurró.
El sonido de mi nombre dicho sin rencor era una rareza, y tuvo un
efecto electrizante. Esos lindos labios rosados decían mi nombre
perfectamente. Quería saber cómo sabía en sus labios y lengua. ¿Pensé en
besarla antes? Debí hacerlo, porque la repentina necesidad, el deseo casi
abrumador por reclamar su boca no me sorprendió.
¿Me dejaría besarla?
Probablemente no.
¿Debía besarla?
Probablemente no.
Si seguía y lo hacía, ¿tendría consecuencias?
Sí.
Dejé caer la mano y di un paso atrás. Cuando tomé otra respiración
que realmente no necesitaba, el aroma de melocotones y… y vainilla me
rodeó.
No dije nada, me di la vuelta y salí del pórtico. Y Kat no me
detuvo. No miré atrás, pero tampoco escuché la puerta cerrarse. Sabía
que se encontraba allí de pie, mirándome.
Y también sabía que a una parte de mí le importaba.

***

Más tarde esa noche, mucho después de que Dee llegara a casa y
se durmiera, me senté en la cama con la laptop abierta. Mi dedo recorrió
la superficie táctil mientras me desplazaba a través del blog.
La loca obsesión de Kat y.
Me reí para mis adentros.
Buen nombre.
Esta no era la primera vez que lo revisaba. La noche en que Dee
regresó de la colonia, lo estuve leyendo. Desde entonces, Kat había
añadido diez reseñas más. ¿Cómo leía tantos libros en ese corto período
de tiempo? Además, hacía estas otras cosas. Algo llamado Martes de
Adelantos, que en realidad sólo eran unas pocas líneas de algún libro que
leía. Había algo llamado “En mi buzón”, donde se filmaba hablando de los
libros que compró, pidió prestados o recibió de un editor.
Vi cinco de esos malditos vídeos.
Y cada vez que tomaba un libro, toda su cara se transformaba en
una sonrisa amplia y brillante, del tipo que todavía tenía que ver en
persona y probablemente nunca lo haría. Amaba esos libros. Sin duda.
Abrí un sexto vídeo, que fue filmado antes de mudarse aquí, y me
sorprendí al ver una Katy diferente. Era la misma, por supuesto, pero había
una luz en sus ojos que parecía no tener ahora. Me preguntaba que
apagó la luz interior de Katy. Tragué saliva. Probablemente era mi culpa, al
tratarla como idiota, interfiriendo en su vida y casi hacer que la mataran.
Cerré la ficha y lancé el port átil a través del cuarto. Antes de que se
estrellara contra la pared, levanté una mano, deteniendo la pieza
metálica antes de que se rompiera en miles de dólares de pedazos
diminutos. Flotó en el aire como si una mano invisible lo agarrara antes de
que poco a poco bajara a mi escritorio. Exhalé.
Esta noche quise besar a Kat. No me engañaba. Sabía que no era la
primera vez. Y también que no sería la última. Ya había aceptado que me
sentía atraído por ella, por lo que querer fingir tenía sentido. Sin problema.
Querer algo y hacerlo eran dos cosas diferentes.
Querer algo y realmente quererlo también eran dos cosas diferentes.
¿Cómo se podía querer a alguien cuando ni siquiera te agradaba?
Por otra parte, eso no era del todo verdad. Me gustaba. De mala
gana. Era inteligente. Lo nerd era lindo. Su actitud de fuego era admirable.
Pero no mentía cuando dije que las cosas no eran como lo fueron
con Dawson y Bethany. Ellos… se encontraban enamorados, y ninguno se
detuvo por un maldito segundo para pensar en las consecuencias.
Las consecuencias eran lo único en lo que pensaba. El recuerdo de
Kat en ese último video me perseguía, diciéndome más claramente que
todos mis argumentos que simplemente no era bueno para ella.
Lástima que mi cuerpo no recibiera el mensaje.
Esta sería una noche larga, pensé mientras deslizaba una mano bajo
la sábana y cerraba los ojos. Una noche muy larga.
12
Traducido por Clara Markov
Corregido por Jadasa

El primer día de clases no era emocionante para mí. Para Dee, sí. El
primer día de nuestro último año de preparatoria en PHS, eso fue lo que me
gritó cuando apagué la alarma por tercera vez, y teníamos cuarenta
minutos para prepararnos, comer algo, y llegar a clase.
Para mí, era estúpido que las clases comenzaran un jueves, que
tuviéramos dos días de clases, y luego el fin de semana libre. ¿Por qué
simplemente no comenzaron el martes?
Apenas lo logré; por fortuna, encontré un par de pant alones y una
camiseta limpia. Diablos, me sentía feliz de haber encontrado un cuaderno
en la parte trasera de mi auto.
PHS era una escuela pequeña en comparación con la mayoría. Con
solo un par de pisos, era demasiado fácil ir de una a clase a otra. Entre el
período de inscripción al primer período, me pregunté cómo le iba a Kat.
Ser la nueva debía de apestar, especialmente cuando te mudabas a una
ciudad tan pequeña en la que todos crecieron juntos. Los chicos aquí eran
amigos desde los pañales.
Fue hasta que entré a la clase de trigonometría que vi a Kat cerca
del fondo. Divisé un par de asientos vacíos del ot ro lado y sabía que era
ahí donde debía ir.
En su lugar, cambié mi cuaderno de mano y me dirigí directo al
pasillo donde se hallaba sentada. Mantuvo la mirada fija en sus manos,
pero sabía que me había notado. La delató el débil sonrojo a lo largo de
sus mejillas.
Recordando cómo contuvo la respiración en su pórtico la otra
noche, sonreí.
Pero entonces mi mirada se deslizó a la incómoda férula que cubría
su brazo, y mi sonrisa se desvaneció. Una rabia potente se extendió a
través de mí al recordar cuán cerca se encontró de convertirse en el
juguete de un Arum. Mis dientes rechinaron a medida que pasaba a su
lado y me dejaba caer en el asiento de atrás.
Imágenes de cómo lucía después del ataque del Arum me
asaltaron; temblorosa, asustada y tan pequeña en mi camiseta mientras
esperábamos que aparecieran los inútiles policías. En todo caso, eso
debería servirme como recordatorio para levantarme y cambiarme de
asiento.
Saqué el bolígrafo del espiral de mi cuaderno y lo empujé contra su
espalda.
—¿Cómo está tu brazo? —pregunté.
Su gesto se contrajo, y después sus pestañas se levantaron, sus ojos
claros encontrando mi mirada. —Bien —dijo, jugueteando con su cabello—
. Me quitarán la férula mañana, creo.
Golpeé el borde de la mesa con el bolígrafo. —Eso ayudará.
—¿Ayudar con qué? —Cautela coloreó su tono.
Usando el bolígrafo, señalé al rastro que la rodeaba. —Con eso que
llevas allí.
Sus ojos se estrecharon, y recordé que no podía ver lo mismo que yo.
Podría haberlo aclarado, pero era demasiado divertido verle perder los
estribos. El verla como si quisiera golpearme en la cabeza con su férula, no
podía evitarlo.
Me incliné, observando sus ojos destellar. —Menos personas te
mirarían si no trajeras la férula, es todo lo que digo.
Tensó sus labios con incredulidad, pero no apartó la mirada. Kat
encontró mi mirada y la sostuvo. Sin retroceder, nunca. Un respeto reacio
continuaba creciendo en mi interior, pero debajo de eso, algo más se
desarrollaba. Me encontraba a dos segundos de quitarle con un beso esa
mirada del rostro. Me preguntaba qué haría. ¿Golpearme? ¿Devolverme el
beso?
Apostaba por la parte de golpear.
Billy Crump dejó escapar un silbido en algún lado junto a nosotros. —
Ash va a patearte el trasero, Daemon.
Los ojos de Kat se estrecharon con algo que se parecía muchísimo a
celos. Sonreí, pensando en cómo me preguntó sobre Ash y yo. Quizás
debería cambiar mi apuesta. —No, le gusta demasiado mi trasero como
para lastimarlo.
Billy soltó una risa.
Inclinando el escritorio hacia adelante e inclinándome aun más,
llevé nuestras bocas al mismo espacio de respiración. Un destello de calor
cruzó sus ojos; era completamente mía. —¿Adivina qué?
—¿Qué? —murmuró, su mirada cayendo a mis labios.
—Revisé tu blog.
Volvió a mirarme a los ojos. Por un segundo se abrieron con sorpresa,
pero fue rápida en suavizar su expresión. —Acosándome otra vez, ya veo.
¿Necesito conseguir una orden de restricción?
—En tus sueños, Kitten. —Sonreí—. Oh, espera, ya soy el protagonista
de ellos, ¿no?
Rodó los ojos. —Pesadillas, Daemon. Pesadillas.
Sonreí, y sus labios temblaron. Maldita sea, si no lo supiera mejor,
pensaría que también le gustaban nuestras peleas. Tal vez era tan
retorcida como yo. El maestro comenzó a llamar nuestra atención, y Kat se
giró. Me enderecé, riendo en voz baja.
Muchos de los chicos seguían mirándonos, lo que hizo que el sentido
volviera a mí. No era que estuviera haciendo algo malo. Burlarme de ella
no atraería al Arum hacia nosotros ni la pondría en peligro, o a mi
hermana. Cuando sonó la campana, Kat huyó de la clase como si tuviera
miedo de contagiarse de algo. Dos chicas fueron detrás de ella. Creía que
sus nombres eran Lea y Cassie. Algo así. Sacudiendo la cabeza, agarré mi
cuaderno y me dirigí hacia la multitud de estudiantes.
Una hora después, durante el intercambio de clases, me encontré
con Adam, que comenzó a caminar a mi lado. —Hay que hablar.
Arqué una ceja. Diablos. Eso sonó ominoso. —¿Hablar sobre qué?
¿Sobre cómo todos conducen camionetas? ¿O cómo el tirar vacas en
verdad es un pasatiempo? ¿O cómo mi hermana nunca jamás irá en serio
contigo?
Adam suspiró. —Hablar sobre Katy, sabelotodo.
Instruyendo mis facciones, miré al frente en tanto navegábamos por
los pasillos llenos. Ambos le sacábamos una cabeza o más a la mayoría.
Éramos como gigantes en la tierra de humanos.
—Billy Crump está en tu…
—¿Clase de trigonometría? Sí, ya lo sé.
—En historia hablaba sobre ti coqueteando con la chica nueva —
dijo Adam, deslizándose entre un grupo de muchachas que nos miraban
abiertamente—. Ash lo escuchó.
Con cada segundo que pasaba, mi molestia alcanzaba un nuevo
nivel.
—Sé que Ash y tú ya no salen.
—Síp. —Apreté los dientes.
—Pero sabes cómo se pone —continuó Adam rápidamente—. Será
mejor que andes con cuidado con tu pequeña humana…
Me detuve en medio del pasillo, a dos segundos de lanzar a Adam
contra una pared. Chicos arrastraban los pies a nuestro alrededor mientras
hablaba apenas sobre un susurro. —Ella no es mi pequeña humana.
La mirada de Adam era inquebrantable. —Bien. Como sea. A
diferencia de los demás, no me importa si la llevas a los vest uarios y se lo
haces, pero brilla… al igual que tus ojos —agregó en voz baja—. Y todo se
siente familiar.
Maldita. Sea. ¿Mis ojos hacían la cosa del diamante? Genial. Los ojos
brillantes eran un paso menos para que un Luxen cambiara a su forma
verdadera. ¿No sería divertido si me convirtiera en un alienígena brillante
en medio del pasillo de la escuela? No era conocido por ser paciente, por
lo que comencé a caminar dejando a Adam detrás.
Necesitaba controlarme.
Esto debía parar. Empezaba a preguntarme si tenía doble
personalidad. Jesús. Necesitaba mantenerme lejos de Kat. Y eso la
mantendría lejos del resto de los Luxen, concretamente de Ash.
¿En qué momento Katy se convirtió en alguien diferente del resto de
la manada? ¿Del resto de los humanos? ¿En alguien que quería conocer?
¿El día del lago? ¿Cuándo fuimos a caminar? ¿La noche que el Arum se
apoderó de ella? ¿O una de las tantas veces que me regañó?
Mierda.
Adam tenía razón. Todo esto era familiar, excepto que tuvimos esta
conversación con Dawson sobre Bethany.
Demonios. Esto no podía estar sucediendo.
Me deslicé por el resto de las clases malditamente aburridas. Muchas
veces el año pasado, intenté convencer a Matthew de que consiguiera un
diploma falsificado de la preparatoria. No tuve t anta suerte. El DOD
probablemente pensaba que la escuela era un privilegio para nosotros,
pero lo que enseñaban no podía atrapar mi interés. Aprendíamos a un
ritmo acelerado, dejando a la mayoría de los humanos en el polvo. Y el
DOD no aprobaría mi petición de ir a la universidad si esa era mi decisión.
Demonios, ni siquiera sabía con seguridad si quería ir a la universidad.
Preferiría encontrar un trabajo en el que tuviera que ir fuera, algo que no
incluyera cuatro paredes pequeñas.
Cuando llegó el almuerzo, estuve tentado de terminar el día. La
escuela no era igual sin Dawson. Su exuberancia en todo, incluso en lo
mundano, era contagiosa.
Sin hambre, agarré una botella de agua y me dirigí a nuestra mesa
habitual. Me senté al lado de Ash y me recliné, estirando la etiqueta de la
botella.
—Sabes —dijo Ash, recargándose contra mi brazo—, dicen que lo
que haces es un signo de frustración sexual.
Le guiñé.
Sonrió y luego se giró hacia su hermano. Eso era lo mejor de Ash.
Incluso aunque salimos y terminamos a través de los años, podía ser
agradable… cuando lo quería. La verdad era que creía que muy en el
fondo sabía que en realidad tampoco le gustaba tanto. No como se
sentían Dawson y Bethany.
Dios, hoy pensaba mucho en él.
Debería estar aquí, en el primer día de nuestro último año. Debería
haberlo estado.
Alzando los ojos, inmediatamente ubiqué a Kat en la fila del
almuerzo. Hablaba con Cassie —no, Carissa— la más callada de las dos
chicas en trigonometría. Mi mirada cayó sobre sus sandalias y lentamente
trabajó su camino de regreso.
Creo que amaba esos pantalones. Ajustados en todos los lugares
correctos.
Era increíble, en serio, cuán largas se veían las piernas de Kat para
ser alguien tan pequeña. No podía entender por qué lucían así.
La mano de Ash cayó sobre mi muslo, atrayendo mi atención.
Campanas de advertencia volvieron a sonar. Tramaba algo. —¿Qué? —
pregunté.
Sus ojos se fijaron en los míos. —¿Qué miras?
—Nada. —Me concentré en ella, cualquier cosa para mantener su
interés lejos de Kat. Tan luchadora como era esa gatita, Kat no era ningún
contrincante para Ash. Puse la botella a un lado, girando las piernas en su
dirección—. Te ves bien hoy.
—¿En serio? —Sonrió—. Tú también. Pero siempre te ves delicioso. —
Mirando sobre su hombro, se volvió y se sentó en mi regazo más rápido de
lo que debería en público.
Un par de chicos en una mesa vecina se veían como si hubieran
cambiado a sus madres para hallarse en mi posición.
—¿Qué haces? —Mantuve las manos para mí.
—¿Por qué piensas que hago algo? —Presionó su pecho contra el
mío, hablando en mi oído—. Te extraño.
Sonreí, viendo a través de ella. —No, no lo haces.
Haciendo un puchero, me golpeó el hombro juguetonamente. —
Bueno. Hay cosas que extraño.
A punto de decirle que tenía una buena idea al respecto, el grito
jubiloso de Dee me interrumpió. —¡Katy! —gritó.
Maldiciendo en voz baja, sentí cómo Ash se tensaba en mi contra.
—Siéntate —dijo Dee, golpeando la parte superior de la mesa—.
Estábamos hablando sobre…
—Espera. —Ash se giró. Podía imaginarme la mirada en su rostro.
Labios caídos, ojos entrecerrados. Todo eso significaba un muy mal rato—.
¿La invitaste a ella a sentarse con nosotros? ¿Es en serio?
Me concentré en la pintura de la mascota de PHS, un v ikingo rojo y
negro, con cuernos. Por favor, no t e sient es.
—Cierra la boca, Ash —dijo Adam—. Vas a hacer una escena.
—No voy a hacer nada. —Los brazos de Ash se apretaron alrededor
de mi cuello como una boa—. No necesita sentarse con nosotros.
Dee suspiró. —Ash, deja de ser una perra. Ella no está tratando de
robarte a Daemon.
Arqueé las cejas, pero continué con mi plegaria. Por favor, no t e
sient es. Mi mandíbula se tensó. Por favor, no t e sient es aquí. Si lo hacía, Ash
se la comería viva por puro despecho. Nunca entendería a las chicas. Ash
ya no me quería, no realmente, pero santo infierno si le permitiría a alguien
más tenerme.
El cuerpo de Ash comenzó a vibrar suavemente. —No es de eso de
lo que me preocupo. De verdad.
—Solo siéntate —le dijo Dee a Katy, su voz tensa con exasperación—.
Se le pasará.
—Se amable —le susurré al oído, lo suficientemente bajo como para
que sólo escuchara ella. Me golpeó fuerte en el brazo. Eso me dejaría un
moretón. Apoyé la mejilla en su cuello—. Lo digo en serio.
—Haré lo que quiera —dijo entre dientes. También lo haría. Peor de lo
que ya lo hacía.
—No sé si deba —dijo Kat, sonando increíblemente pequeña e
insegura.
Cada pensamiento pequeño e idiota en mi cabeza exigía que tirara
a Ash de mi regazo y sacara a Kat de aquí, alejándola de lo que
seguramente terminaría horrible.
—No deberías —soltó Ash.
—Cierra la boca —dijo Dee—. Discúlpame que conozca a perras tan
insoportables.
—¿Estás segura? —preguntó Kat.
El cuerpo de Ash se estremeció y calentó. Su piel sería demasiado
caliente para que un ser humano la tocara sin darse cuenta de que algo
era diferente, incluso malo. Podía sentir su control desvaneciéndose. No
era probable que se expusiera, pero parecía lo bastante loca como para
hacer algún daño.
Giré la cabeza para mirar a Kat por primera vez desde que la vi en la
fila. Pensé en la conversación en el pórtico, cuando me sonrió. Pensé en
cómo reaccionó cuando le conté sobre la leyenda del Ave Migratoria. Y
ya sabía que me iba a odiar a mí mismo por lo que me encontraba a
punto de decir, porque ella no lo merecía. —Creo que es obvio si eres
bienvenida aquí o no.
—¡Daemon! —Los ojos de mi hermana se llenaron de lágrimas, y
ahora era oficial. Era irrevocablemente un idiota—. No habla en serio.
—¿Estás hablando en serio, Daemon? —Ash se dio la vuelta.
Mi mirada sostuvo la de Kat, y reprimí cada pensamiento confuso y
contradictorio que tenía. Necesitaba irse antes de que alguna mierda
pasara. —De hecho, sí, hablaba en serio. No eres bienvenida aquí.
Kat abrió la boca, pero no dijo nada. Sus mejillas se volvieron rosas —
de la manera en que me gustaban— pero el color se desvaneció
rápidamente. La ira y vergüenza llenaron sus ojos grises. Brillaban bajo las
duras luces de la cafetería. Sentí una perforación aguda atrav esar mi
pecho, y tuve que apartar la mirada, porque fui yo el que puso esa mirada
en sus ojos. Apretando la mandíbula, me volví a enfocar en la estúpida
pintura de la mascota sobre el hombro de Ash.
En ese momento, quería golpearme en la cara.
—Puedes irte —dijo Ash.
Unas risas sonaron y la ira me recorrió, calentándome la piel. Era
ridículo que me enojara porque otra gente se burlara cuando yo la había
avergonzado y herido más que nadie.
El silencio cayó sobre la mesa, y el alivio fue inminente. Para ahora,
tendría que haberse ido. De ninguna manera…
Cosas frías, húmedas y blandas cayeron sobre mi cabeza. Me quedé
inmóvil, lo suficientemente consciente de que no debía abrir la boca a
menos que quisiera comer… ¿Espagueti? ¿Ella…? Fideos cubiertos de salsa
se deslizaron por mi rostro, aterrizando sobre mi hombro. Uno se atoró en mi
oreja, golpeándome el cuello.
Mierda. Me quedé sin habla en lo que poco a poco me volvía para
mirarla. En realidad, una parte de mí se hallaba… asombrada.
Ash saltó de mi regazo, gritando al tiempo que extendía las manos.
—Tú… tú…
Arranqué el fideo de mi oreja y lo dejé caer sobre la mesa en tanto
miraba a Kat por debajo de mis pestañas. La risa vino antes de que
pudiera detenerla. Bien por ella.
Ash bajó las manos. —Voy a acabar contigo.
Mi humor se desvaneció. Saltando, lancé un brazo alrededor de la
cintura de Ash. —Cálmate. Hablo en serio. Cálmate.
Me empujó. —Juro por todas las estrellas y soles que voy a acabar
contigo.
—¿Eso qué significa? —Kat juntó las manos, mirando a la chica alta
como si no tuviera ni siquiera un poco de miedo, y debería tenerlo. La piel
de Ash se sentía abrasadoramente caliente, vibrando debajo de la
superficie. En ese momento, realmente empecé a dudar si no haría algo
estúpido y nos revelaría en público—. ¿Has estado viendo demasiadas
caricaturas de nuevo?
Matthew se acercó a nuestra mesa, mirándome a los ojos por un
momento. Escucharía sobre esto más tarde. —Creo que ya es suficiente.
Sabiendo que no debía discutir con Matthew, Ash se sentó en su
propio asiento y agarró un puñado de servilletas. Intentó limpiar el desastre,
pero fue inútil. Casi me volví a reír cuando comenzó a apuñalar su blusa.
Sentándome, saqué un grupo de fideos de mi hombro.
—Pienso que debes buscarte otro lugar para comer —le dijo a Katy,
la voz lo bastante baja para que sólo las personas en nuestra mesa
pudieran oír—. Hazlo ahora.
Levantando la mirada, vi a Kat agarrar su mochila. Vaciló, y luego
asintió como si estuviera en un sueño. Volviéndose con rigidez, salió de la
cafetería. Mi mirada la siguió todo el camino, y ella mantuvo la cabeza
bien alta.
Matthew se apartó de la mesa, probablemente yendo a hacer algo
de control de daños. Me limpié la mejilla pegajosa con la palma de la
mano, incapaz de contenerme de reír en voz baja.
Ash me golpeó otra vez. —¡No es gracioso! —Se puso de pie, con las
manos temblando—. No puedo creer que pienses que fue divertido.
—Lo fue. —Me encogí de hombros, tomando la botella de agua. No
era como si no nos lo mereciéramos. Mirando la mesa, encontré a mi
hermana mirándome—. Dee…
Lágrimas llenaron sus ojos en lo que se levantaba. —No puedo creer
que hayas hecho eso.
—¿Qué esperabas? —exigió Andrew.
Lo fulminó con la mirada y luego se giró hacia mí. —Apestas. De
verdad, malditamente apestas, Daemon.
Abrí la boca, pero, ¿qué podía decir? Apestaba. Actué como un
idiota, y no era como si pudiera defenderme. Dee tenía que entender que
era lo mejor, pero cuando cerré los ojos, y vi el dolor en los ojos de Kat, no
me sentí tan seguro de que hubiera hecho lo correcto… al menos, era lo
correcto para ella.
13
Traducido por victoriavergara & Mae
Corregido por Vannia

Dee me hacía la ley del hielo. No que me sorprendiera. Me lo


merecía después de lo que hice durante el almuerzo, pero que me
regañara era mejor que la mirada siniestra que me enviaba mientras me
dirigía para hacer la vigilancia.
No existía forma de que sacara la salsa de espagueti de mi camisa.
Salí al atardecer, crucé el patio trasero, y entré en el bosque. Esperé
hasta que me encontraba a varios metros dentro del denso bosque antes
de comenzar a correr; y no en la versión humana de ello. Cogí velocidad,
disolviéndome en una forma hecha solo de luz, corriendo entre los árboles
caídos y las rocas, alejándome cada vez más de casa. La sensación de
correr en mi verdadera forma era como un rayo: potente, rápido y
emocionante. También requería de una atención increíble, o de lo
contrario podría terminar corriendo directamente hacia un árbol. Me pasó
una vez y una semana después todavía seguía quitando corteza de mi
piel.
No eres bienvenida aquí.
Demonios. Mientras el pensamiento no deseado rompía mi
concentración, derrapé hasta detenerme varios kilómetros adentro,
levantando piedrecitas y tierra suelta.
Cerré los ojos, volví a mi forma humana y estiré los brazos por encima
de mi cabeza. Aflojando los músculos, vacié mis pensamientos. Fue más
difícil esta vez. Entonces, unos cuantos segundos más tarde, me liberé de
mi forma humana. Luz blanca teñida de rojo parpadeaba sobre los troncos
ensombrecidos de los árboles y el césped.
La libertad se apoderó de mí otra vez.
Avancé, viendo el mundo a mí alrededor en una claridad cristalina.
Calor salía de mí, y tuve cuidado de no quedarme en un área por
demasiado tiempo. Me moví en silencio por el bosque, cubriendo
kilómetros en minutos. Pronto estuve cerca de la ciudad, donde era más
probable que identificara a un Arum.
Revisando el campo, no pude dejar de pensar en el tiempo que
Dawson estuvo aquí. Fue durante el invierno, justo antes de que Bethany
apareciera y todo se fuera al infierno. Encontró a un Arum y éste casi lo
acabó.
Dawson habría sido drenado de todo lo que nos hacía lo que
éramos si yo no hubiera aparecido. Y, sin embargo, no me encontré allí
cuando realmente contaba. Salvar su vida antes no significaba nada
cuando de todos modos al final terminó perdiéndola.
Me quedé afuera hasta tarde, volviendo a mi forma humana justo
antes de dejar el bosque y regresar a casa después de la medianoche. En
vez de entrar por la puerta trasera, caminé alrededor de la delantera y
miré hacia la casa de al lado.
La luz de la habitación se encontraba encendida.
Kat se quedó despierta hasta tarde.
Probablemente con la nariz metida en un libro, viviendo en un
mundo de fantasía de mentiras, mientras yo me encontraba allí, en el
mundo de fantasía real.
No podían existir dos personas más diferentes.
¿Personas?
Me reí, pero fue una risa seca y carente de humor. Ni siquiera éramos
de la misma maldita especie, y, sin embargo, en ese momento, mientras
subía las escaleras del pórtico, a sabiendas de que se hallaba despierta,
me sentí más cerca de ella de lo que lo había hecho de nadie en mucho
tiempo.
Dios, ese era un gran problema.
Necesitaba terminar en serio con esto. Necesitaba hacer que se
mantuviera alejada de Dee, y necesitaba alejarme de ella.
Sabía lo que tenía que hacer.

***

Bajando por el pórtico la mañana siguiente de camino a la escuela,


me detuve mientras escuchaba el motor del coche de Kat quejarse, sin
poder ponerse en marcha. El sonido era familiar. La batería estaba muerta.
Conociéndola, probablemente dejó una luz encendida o algo así.
El capó estalló cuando lo desbloqueó desde el interior. Kat abrió la
puerta del conductor y se dirigió hacia la parte delantera de su coche. Los
vaqueros desteñidos que llevaba deberían ser ilegales.
Inclinándose para envolver los dedos por los bordes, se tensó y luego
miró en mi dirección.
Sonriendo, levanté una mano, saludándola.
Entrecerró los ojos. —¿Qué?
—Nada.
Me miró un momento más y luego se volvió hacia su coche,
levantando el capó y poniéndolo en su lugar. Luego dio un paso atrás, se
puso las manos en las caderas y se quedó mirando el motor.
Mi sonrisa se extendió.
Metió la mano en el motor y movió cables como si eso fuera a hacer
algo beneficioso, su coleta rebotando por el esfuerzo. Lindo. Desesperado.
Pero lindo. Luego llevó los dedos alrededor del capó y se inclinó. La férula
en su brazo era una molestia enorme y maldita.
Por supuesto, mi mirada se concentró justo en una determinada
posesión suya.
Me las arreglé para apartar la mirada antes de que me diera una
maldita fat iga visual. Caminando hacia mi coche, abrí la puerta del
pasajero y tiré los libros en el asiento. Cerré la puerta y luego atravesé el
pequeño camino de césped hacia su camino de entrada.
Kat se puso rígida, pero me ignoró mientras caminaba por un lado
del coche. —No creo que mover cables vaya a ayudar.
Soltando el capó, ella me miró con ojos tormentosos. —¿Eres
mecánico o algo así? ¿Tienes algún talento escondido para los autos del
que no sepa?
Me reí para mis adentros. —En realidad no sabes nada de mí.
Frunció los labios. —Lo cuento como una bendición.
—Apuesto a que sí —murmuré mientras me acercaba a la parte
delantera de su coche, obligándola a retroceder.
Suspiró. —Oye. Me encontraba de pie allí.
Le guiñé un ojo. —Ya no. —Usando mi cuerpo para ocultar lo que
hacía, pasé la punta de los dedos a lo largo de la batería, enviándole una
sacudida de energía de alta potencia—. De todos modos, ¿puedes
intentar encenderlo una vez más?
—¿Por qué?
—Porque sí.
—No va a funcionar.
Girándome hacia ella, le sonreí. —Solo inténtalo, Kitten.
Tenía las mejillas sonrojadas. —No me llames así.
—No te llamaría así si te sentaras en tu coche, y lo encendieras —le
contesté, razonable.
—Oh, Dios mío —se quejó y luego se giró. Pisoteó de vuelta hacia el
lado del conductor—. Como sea.
Arqueé una ceja mientras casi se lanzaba hacia el coche y giraba la
llave. La batería volvió a la vida y el motor se encendió, arrancando el
coche. Lástima que el capó bloqueara el parabrisas, porque pagaría un
buen dinero por ver su rostro. Dicho esto, en realidad no tenía tiempo para
esta mierda. Esto no era parte de “el plan” que ideé anoche para alejarla
tanto como fuera posible.
Suspiré, bajé la palanca, cerré el capó, y lo puse en su lugar.
Kat miraba por el parabrisas, con los labios entreabiertos.
—Te veo en la escuela. —Hice una pausa, incapaz de resistirme a
añadir—: Kitten.
Sonreí al escuchar su chillido.

***

Cuando fui hacia trigonometría más tarde esa mañana, lo primero


que noté fue que su pelo estaba suelto cuando más temprano esa
mañana se hallaba atado, y el hecho de que notara el cambio ni siquiera
se inscribía en la escala de lo retorcido. Me gustaba su pelo suelto. Era
largo y un poco salvaje, como si se encontrara constantemente en un
estado de rebelión.
Realmente necesitaba dejar de pensar en su cabello como si tuviera
personalidad propia.
Kat chismorreaba con dos chicas; Carissa, y la del cabello rizado,
Lesa. Sí, esos eran sus nombres. Sus bocas se cerraron, la de las tres, en el
momento en que me vieron.
Interesante.
Kat se mordía el labio mientras se hundía en su silla.
Aún más interesante.
Me abrí paso por delante de ella y de las chicas, y tomé asiento justo
detrás de Kat. Carissa se dio la vuelta, mirando hacia el frente, mientras
Lesa no paraba de asomarse por encima del hombro.
Mmh.
Tenía un plan a la hora de tratar con Kat. Necesitaba atenerme a
dicho plan.
Quitando la pluma de mi cuaderno, pinché a Kat en la espalda. Se
congeló, pero no se giró, por lo que la pinché de nuevo, esta vez un poco
más fuerte. Se volteó, con su cabello largo y oscuro revoloteando por el
aire. —¿Qué?
Sonreí ante la irritación en su tono. Detrás de ella, pude ver que todo
el mundo nos miraba. Probablemente se preocupaban de que sacara otro
plato de comida, tal vez panqueques bañados en miel esta vez, y los tirara
en mi cabeza.
Inclinando el mentón hacia abajo, bajé la mirada. —Me debes una
camisa nueva.
Se le desencajó la mandíbula.
—Curiosamente —continué, mi voz baja—, la salsa de espagueti no
siempre se sale de la ropa.
Los labios rosados de Kat se separaron. —Estoy segura de que tienes
suficientes camisas.
—Las tengo, pero esa era mi favorita.
—¿Tienes una camisa favorita? —Arrugó la nariz. Lindo.
Maldita sea. No es lindo.
—Y también creo que arruinaste la blusa favorita de Ash —señalé.
Ladeó la cabeza. —Bueno, estoy segura de que estuviste allí para
consolarla en tan traumática situación.
—No estoy seguro que vaya a recuperarse —le contesté a secas.
Kat rodó los ojos y luego comenzó a girarse.
El plan, apegarse al plan. —Me debes. De nuevo.
La campana de advertencia sonó mientras me miraba. —No te
debo nada.
Inclinando la mesa hacia abajo, me acerqué. Unos escasos
centímetros separaban nuestras bocas. —Estoy en desacuerdo. —Y luego,
porque al parecer era muy malo en mantener el plan, le dije—: No eres
para nada lo que esperaba.
Su mirada cayó a mi boca. —¿Qué esperabas?
Un centenar de cosas que ella no era. —Tú y yo tenemos que hablar.
—No tenemos nada de qué hablar.
Vi sus labios formar esas palabras, y luego levanté los ojos a los de
ella. —Sí. Sí tenemos. Esta noche.
La punta de la lengua de Kat salió como una flecha, mojando su
labio superior. Mierda, eso me tuvo en un montón de áreas. Mis dedos se
apretaron alrededor del borde del escritorio. Asintió y luego se giró
lentamente. Me inundó la satisfacción, y sonreí con fuerza.
Y entonces noté que el profesor y la clase nos miraban. Oh, bien.
Puse el escritorio de nuevo en cuatro patas. Alguien se aclaró la garganta.
El profesor comenzó a llamar nombres. Aparté los dedos, uno por uno, del
borde del escritorio.
Tan claro como el día, el borde del escritorio se encontraba hundido
en ocho áreas diferentes. Derretido, como si se hubiera hallado demasiado
cerca de un calor extremo. Sin siquiera comprobarlo, sabía que los incisos
se ajustaban a mis dedos.

***

Después de la escuela, terminé siendo emboscado por Matthew.


Quería saber cómo manejaba la situación entre Ash y Kat. Se encontraba
realmente preocupado de que Ash hiciera algo para dañar a Kat y
exponernos potencialmente.
No estaba tan seguro de eso.
Si Kat le hubiera tirado la comida a Ash en algún lugar más privado,
sí, habría una buena probabilidad de que Ash hubiese intentado freírla. Y
Ash tenía el potencial de hacer de la vida de Kat un infierno durante la
escuela, pero me gustaba pensar que se daría cuenta de que Dee no lo
toleraría.
Yo no toleraría.
Lo que sucedió en la cafetería, sin embargo, reforzaba la
probabilidad de que más cosas malas pasaran mientras Kat se hallara a
nuestro alrededor. Ya fue el blanco de un Arum, y podría, pasaría, de
nuevo. No era necesariamente culpa de Kat. En realidad, no era culpa de
ella en lo absoluto. No entendía la dinámica o en lo que se metía.
Dee había tenido amigos humanos antes, pero eran más bien
conocidos, gente a la que no era del todo cercana. Kat era diferente. Si
no viviera al lado y tan cerca de la colonia, entonces tal vez no supondría
un problema.
Tal vez me lo pensaría dos veces sobre ella.
Pero nada de eso importaba. Con la escuela de vuelta a la acción,
había otras personas con las que Kat podría hacerse amiga. Dee
finalmente lo superaría. Y todo volvería a la normalidad.
Era hora de que dejara de perder el tiempo con esto.

***

Eran cerca de las ocho cuando llamé a la puerta de Kat. El auto de


su madre no se encontraba en la calzada, y por alguna razón, cuando me
acerqué a la barandilla del pórtico, me pregunté si era por eso que Kat se
hallaba tan metida en la lectura. Sin su madre cerca, me imaginaba que
tenía que estar sola.
O tal vez solo le gustaba leer mucho.
La puerta se abrió, y Kat salió. Abrí la boca, pero la cerré
inmediatamente. Kat se cambió desde la escuela. Y no sólo la escayola
desaparecida, que por suerte ya no se encontraba en su brazo. También
tenía un vestido azul pálido con tirantes delgados y un dobladillo de
encaje que dejaba ver sus piernas y la pendiente de los hombros.
Su pelo aún se hallaba suelto y caía en cascada por su espalda, y
mientras cerraba la puerta detrás de ella, tuve un tiempo difícil
concentrándome en lo que hacía allí.
Se acercó a mí, y la luna iluminó su mejilla mientras levantaba su
mirada a la mía. —¿Está Dee en casa?
—No. —Eché un vistazo a las estrellas que cubrían el cielo. Sin
embargo, pronto lo estaría—. Fue al juego con Ash, pero dudo que se
quede mucho tiempo. —Me volví hacia ella—. Le dije que iba a estar
contigo esta noche. Creo que v a a regresar a casa pronto para
cerciorarse de que no nos hayamos matado.
Kat miró hacia otro lado, pero vi la sonrisa. —Bueno, si tú no me
matas, estoy segura que Ash estará más que dispuesta a hacerlo.
—¿Por el asunto del espagueti o por otra cosa? —le pregunté.
Me lanzó una mirada. —Ayer te veías muy cómodo con ella en tus
piernas.
—Ah, ya veo. —Me aparté de la barandilla—. Tiene sentido ahora.
—¿Lo tiene?
—Estás celosa.
—Como sea. —Se rió mientras se alejaba, bajando por las
escaleras—. ¿Por qué estaría celosa?
La seguí, disfrutando de la vista. —Porque pasamos tiempo juntos.
—Que pasemos tiempo juntos no es una razón para estar celosa,
especialmente cuando fuiste forzado a pasar ese tiempo conmigo. —Hizo
una pausa y luego negó con la cabeza—. ¿Es de esto de lo que
necesitamos hablar?
Me encogí de hombros. —Ven. Vamos a caminar.
Sus manos alisaron el vestido. Me preguntaba si se lo puso para mí. —
Es un poco tarde, ¿no crees?
—Pienso y hablo mejor cuando camino. —Encontrando su mirada,
extendí una mano—. Si no, me convierto en el Daemon idiota del cual no
eres muy amiga.
—Ja. Ja. —Su mirada parpadeó hacia mi mano extendida—. Sí,
pero no voy a tomar tu mano.
—¿Por qué no?
—Porque no voy a tomarte de la mano cuando ni siquiera me caes
bien.
—Ouch. —Puse una mano sobre mi pecho—. Eso fue duro.
Resopló. —No vas a llevarme al bosque y dejarme ahí, ¿verdad?
Agarré mi pecho como si estuviera herido. —Suena como un buen
tipo de venganza, pero no haría eso. Dudo que dures mucho sin que
alguien te rescate.
—Gracias por el voto de confianza.
Le sonreí, pero se desvaneció rápidamente. No habría más sonrisas
entre nosotros después de esta noche. Caminamos en silencio, cruzando la
carretera principal y entrando al bosque, donde la luz de la luna apenas
atravesaba los árboles frondosos. Caminamos al lado del otro, y era difícil
no ser consciente de ella.
—Ash no es mi novia —dije finalmente, aunque no sabía por qué—
. Antes salíamos, pero ahora somos amigos. Y antes de que preguntes, no
somos esa clase de amigos, aunque estuviera sentada en mis piernas. No
puedo explicar porque estaba haciendo eso.
—¿Por qué se lo permitiste? —preguntó.
—Honestamente, no lo sé. ¿Ser un chico es razón suficiente?
—No realmente. —Veía donde caminaba.
—Eso pensé. —Di un paso alrededor de una rama de un árbol roto—
. De todos modos, yo… Yo lo siento, por lo del almuerzo.
Kat tropezó.
Mi mano salió disparada, atrapando su brazo sano. Una vez que
estuvo de pie, se echó hacia atrás, cruzando los brazos sobre su cintura. Su
expresión se ensombreció, pero era dolida.
—¿Kat?
Miró en mi dirección. —Me humillaste.
—Lo sé…
—No, no creo que lo sepas. —Comenzó a caminar, sus manos
acunando sus codos—. Y me hiciste enojar. No puedo entenderte. Un
minuto no eres malo, y luego al siguiente eres el mayor imbécil del planeta.
La miré alejarse por un momento. Todo esto sería mucho más fácil ya
que estaba enojada conmigo. Me merecía esa ira, pero nada de ello me
parecía bien.
—Pero tengo puntos extras. —La alcancé fácilmente, manteniendo
un ojo en busca de rocas y raíces expuestas—. Los tengo, ¿verdad?
¿Puntos extras por lo del lago y nuestra caminata? ¿No obtuve nada por
salvarte aquella noche?
—Tuviste muchos puntos por tu hermana —dijo—. No por mí. Y si
fueran mis puntos extras, ahora ya los hubieras perdido.
—Eso apesta. En serio lo hace.
Dejó de caminar. —¿Por qué estamos hablando?
—Mira, siento todo eso. En serio. —Dejé escapar un largo suspiro—
. No te merecías la manera en cómo te tratamos.
En la oscuridad creciente, me estudió. Pasó un momento. —Siento lo
de tu hermano, Daemon.
Me congelé, atrapado con la guardia baja. Nunca hablé con ella
sobre Dawson. Obviamente Dee lo hizo en algún momento, pero sabía
que no le contó todo. Acerca de cómo debí advertirle para que se
mantuviera alejado de Bethany. Cómo fue mi culpa no mantener a mi
hermano seguro. —Tú no tienes ni idea de lo que le pasó a mi hermano.
—Todo lo que sé es que desapareció…
Abrí y cerré la mano a mi costado. ¿Desaparecido? ¿Fue eso lo que
Dee le dijo? No importaba. —Eso fue hace un tiempo.
—Fue el año pasado. —Su voz era suave—. ¿Cierto?
—Oh, sí, tienes razón. Es solo que parece más tiempo. —Eché una
mirada al cielo oscuro asomándose entre las ramas gruesas—. Entonces,
¿cómo te enteraste de él?
Pasó un momento antes de que respondiera. —Los chicos estaban
hablando de eso en la escuela. Tenía curiosidad de por qué nadie lo había
mencionado, o a la chica.
¿Así que Dee no sacó a colación el tema? Interesante. —¿Teníamos
que hacerlo?
—No lo sé. —Su respuesta fue tranquila—. Parece un acontecimiento
del que todos hablarían.
Empecé a caminar de nuevo, mis movimientos rígidos. —No es algo
de lo que nos guste hablar, Kat.
—No es mi intención curiosear…
—¿No lo es? —La familiar frustración aumentó. Sabía que no debía
desquitar mi enojo en Kat, pero tal vez esta era la oportunidad perfecta
para alejarla para siempre—. Mi hermano no está. Alguna pobre familia
probablemente nunca verá a su hija de nuevo, ¿y tú quieres saber por
qué nadie te dijo nada a ti?
—Lo siento. Es solo que todos son tan… misteriosos. Es que, no sé
nada de tu familia. Nunca he visto a tus padres, Daemon. Y Ash me odia
sin ninguna razón. Es raro que haya dos familias con trillizos que se mudaron
aquí al mismo tiempo —continuó, demostrando que alguien habló con
ella. Probablemente las chicas en trigonometría—. Lancé comida a tu
cabeza ayer y no me metí en problemas. Eso ya es suficientemente raro. Y
Dee tiene un novio que nunca ha mencionado. Este pueblo… es extraño.
La gente se le queda mirando a Dee o como si fuera una princesa o como
si le tuvieran miedo. La gente me mira a mí. Y…
—Suenas como si esas cosas tuvieran algo en común.
—¿Lo tienen?
—¿Por qué lo harían? Quizás estás siendo un poco paranoica. Yo
también lo sería si hubiera sido atacada justo al llegar a un nuevo pueblo.
—¡Ves, lo estás haciendo ahora mismo! —gritó mientras me seguía en
el bosque—. Poniéndote a la defensiva porque estoy haciendo una
pregunta, y Dee hace lo mismo.
—¿No piensas que es porque sabemos que has pasado por mucho y
no queremos añadir más a eso? —respondí a su vez.
—Pero, ¿cómo puedes añadirle?
Reduje la velocidad, tomando una respiración profunda cuando
llegamos al claro y el lago apareció a la vista. Todo esto se salió de
control. —No lo sé. No podemos.
Kat negó con la cabeza mientras miraba el agua. Estrellas se
reflejaban en la superficie tranquila, y odiaba haberla traído aquí para
hacer esto. Ya no miraré este lugar como un paraíso de tranquilidad o paz.
—Aquel día en el lago. —Mi voz era baja. Quería que supiera
esto. No que importara cuando esto hubiese terminado, pero necesitaba
saberlo—. Hubieron unos pocos minutos en donde de verdad me divertí.
Se giró hacia mí. —¿Antes de que te convirtieras en Aquaman?
Mis hombros se tensaron mientras levantaba la mirada hacia el
cielo. Por primera vez en mucho tiempo, pensé en casa, nuestro verdadero
hogar, y cómo podrían ser las cosas, en cómo deberían ser. —El estrés
hace eso, hace que pienses que pasan cosas que no están ocurriendo.
—No, no lo hace —dijo con firmeza—. Hay algo… raro aquí.
—¿Aparte de ti?
La irritación irradiaba de ella. —¿Sobre qué querías hablar, Daemon?
Levanté un brazo y apreté la parte trasera de mi cuello. Era hora de
terminar con esto. —Lo que pasó ayer en el almuerzo va solamente a
empeorar. No puedes ser amiga de Dee, no el tipo de amiga que quieres
ser.
Kat me quedó mirando. —¿Hablas en serio?
Bajé la mano. —No estoy diciendo que tienes que dejar de hablarle,
pero disminúyelo un poco. Todavía puedes ser amable con ella, hablarle
en la escuela, pero no te sobrepases. Sólo lo vas a empeorar todo para
ella y para ti misma.
Un largo momento pasó. —¿Me estás amenazando, Daemon?
Bajando la mirada hacia ella, me preparé. —No, te estoy diciendo
cómo van a ser las cosas. Deberíamos regresar.
—No —dijo—. ¿Por qué? ¿Por qué es malo que sea amiga de tu
hermana?
Mi mandíbula se tensó. Esto fue un error, porque no me gustaba esto
—no, odiaba hacer esto. Tenía una vena cruel del tamaño de la línea
ecuatorial, pero esto… este no era yo. La frustración explotó en una bola
de energía, revolviendo las hojas caídas y tirando el cabello de Kat.
—No eres como nosotros —le dije, y luego realmente fui cruel. Crucé
cada línea que sabía que la haría entender—. No eres para nada como
nosotros. Dee merece más que tú, gente igual que ella. Así que déjame en
paz. Deja a mi familia en paz.
Kat se sacudió como si le hubiera dado un golpe físico, y la verdad
era que hice algo mucho peor que cualquier cosa física. Dio un paso atrás,
parpadeando rápidamente.
Luego terminé con todo. —Querías saber el por qué. Por eso.
—¿Por qué…? —Su voz se quebró—. ¿Por qué me odias tanto?
Mi control se deslizó por un momento, y me estremecí. No la
odiaba. Dios, deseaba hacerlo, pero no lo hacía, y ver las lágrimas en sus
ojos me mató.
Y luego, porque no era nada débil, se recuperó. —¿Sabes
qué? Jódete, Daemon.
Aparté la mirada, apretando la mandíbula. —Kat, no puedes…
—¡Cierra la boca! —dijo entre dientes—. Solo cierra la boca.
Caminó por delante de mí, regresando por el camino que
tomamos. Se hallaba demasiado oscuro para que lo cruzara sin caerse. —
Kat, por favor, espera.
Como era de esperar, no escuchó.
—Vamos, Kat, no camines tan lejos. ¡Te vas a perder!
Apretó el paso, y luego empezó a correr. El impulso de ir tras ella era
difícil de ignorar, y la hubiese alcanzado fácilmente, pero hacía falta ser un
genio para darse cuenta que quería tanto espacio entre nosotros como
fuese posible.
La lastimé, realmente la herí esta vez, profundamente. Todo lo que le
dije antes no era nada comparado con lo de esta ocasión. Tenía la
sensación de que por fin logré mi misión, pero no sentía ni un solo gramo
de satisfacción.
La oí tropezar adelante y gruñir. La preocupación cobró vida, y tomé
velocidad. —¡Kat!
Me ignoró una vez más y continuó. El camino se hallaba más
adelante, y rompió a correr sin parar. Me encont raba más cerca de ella
ahora, sólo unos pasos detrás, y la vi levantar las manos y limpiar su cara.
Kat lloraba.
La hice llorar.
Salió a la carretera y mi corazón se detuvo. Grité su nombre, pero de
ninguna manera sería capaz de reaccionar lo suficientemente rápido. Era
muy tarde.
Kat se detuvo delante de un camión.
14
Traducido por Marie.Ang & Mary Warner
Corregido por Beluu

Dos faros brillantes envolvieron la forma de Kat, y el fuerte rugido del


camión inundó mi cabeza. Sus brazos estaban alzados, como si estuviera
tratando de protegerse. La vi en mi mente, rota y destrozada en el asfalto
caliente. El fuego y la vida en sus ojos grises opacados para siempre, y la
ira me envolvió.
No dudé.
Convocando la Fuente, rompí cada regla de nuestra especie en un
nanosegundo. Por Kat.
La ráfaga de energía fue tan poderosa y cruda que calentó el aire a
nuestro alrededor. Truenos retumbaron, reverberando por el valle. Y el
camión se detuvo. El vehículo y todo lo que había dentro de él
simplemente se det uvieron, suspendidos en el tiempo. El suelo temblaba
bajo mis pies y viajaba al exterior.
Tenso, contuve el vehículo, convocando todo dentro de mí.
Pequeñas ráfagas de luz hacían chispas alrededor del camión. El
conductor se encontraba congelado. El tiempo estaba congelado,
excepto por mí y Kat.
Mi cuerpo empezó a temblar por el esfuerzo y el mundo tomó un
tinte blancuzco.
Kat bajó las manos y se dio vuelta lentamente. Sus ojos se hallaban
abiertos de par en par mientras llevaba una mano a su pecho. Dio un paso
atrás. —Oh, Dios mío…
No podía continuar conteniendo al camión mientras estuviera en mi
forma humana. Sabía que mis ojos estarían brillando para entonces,
iridiscentes. Tenía una opción. En cualquier segundo podría perder el
control y el camión continuaría su camino original, atropellando a Kat. O
podía poner incluso en más peligro a Katy, a Dee y a mi raza al
exponernos. Pero al menos Kat seguiría viva, por cuanto tiempo
sobreviviera a los Arum. No dudé en mi elección.
El cambio sucedió casi inmediatamente, empezando primero con
mis venas. Una intensa luz blanca las llenó y luego me inundó,
reemplazando mi ropa y piel humana. El temblor fue más allá de mis
brazos, sobre mi pecho, y bajó por mi cuerpo. El poder se propagó hacia el
exterior, deslizándose sobre ella.
Y entonces me encontraba completamente en mi verdadera forma,
iluminando toda la maldita carretera.
Kat me veía por lo que realmente era.
Escuché a Dee gritando a la distancia, pero no podía permitirme
perder la concentración. No hasta que consiguiera sacar a Kat del camino
de una muerte certera.
Kat miró el camión. El vehículo se sacudía, al igual que el conductor.
No sería capaz de contenerlo por mucho más, o de mantener al
conductor suspendido. Quedaría marcado, muy marcado. Al igual que
Kat. Sin embargo, no podía preocuparme por el conductor. Su pat ente de
fuera del estado indicaba que una vez que lo descongelara, se iría.
El motor en el camión gritó, tratando de liberarse, y utilicé incluso
más de la Fuente. Mientras la energía pasaba por mi forma, una bola de
calor intenso comenzó a formarse en mi estómago, amenazando con
quemarme. Nuestra especie podía canalizar la energía en forma de luz,
pero incluso nosotros teníamos límites.
Justo cuando pensé que iba a perder el control, Kat volvió en sí
misma. Giró y salió corriendo. Tiré de la Fuente de vuelta hacia mí y me
golpeó, haciéndome retroceder un paso cuando el camión pasó
rugiendo, extrayendo lo que me quedaba de energía. La calle se
encontraba vacía.
Mierda.
Kat corría por la carretera. Tenía que… Dios, ni siquiera sabía qué iba
a hacer. No tenía sentido pensar en ese momento, especialmente dado
que en realidad no había pensado en lo que hacía desde el momento en
que ella puso un pie en la carretera. Corrí tras ella. Dee apareció a mitad
de camino de la calzada, pero Kat la esquivó y siguió corriendo directo
hacia el bosque.
—Quédate atrás —le grité a Dee.
—Pero…
—Lo digo en serio, Dee. ¡Quédate atrás!
Por una vez, leyó la advertencia en mi voz y vio la gravedad de la
situación. Retrocedió con una mirada de horror en su rostro. Lo que
sucedió esta noche era lo que había estado advirtiéndole todo este
tiempo.
Excepto que fui yo el que nos expuso.
Las ramas me golpeaban y se enganchaban en mi camiseta
mientras corría tras Kat. Divisándola más adelante, la llamé, pero no se
detuvo, y no iba a perseguirla toda la noche. Dejé la mierda de la
velocidad humana, y en un latido estuve sobre ella.
Atrapé a Kat por detrás, mis brazos alrededor de su cintura. Caímos
en un enredo de piernas. Me ret orcí antes de que golpeáramos el suelo,
absorbiendo el choque de la caída. Rodé, clavándola en el pasto
musgoso debajo de mí.
Kat se volvió loca.
Me golpeó el pecho con las manos y empujó. —¡Quítate!
La agarré por los hombros, obligándola a detenerse antes de que se
lastimara a sí misma. —¡Detente!
—¡Aléjate de mí! —gritó, contoneándose y tratando de usar sus
caderas para quitarme de encima.
En cualquier otro momento, sus duros movimientos habrían colocado
mi cabeza firmemente en el lugar equivocado. Pero no ahora. —¡Kat,
detente! ¡No voy a lastimarte!
Su mirada salvaje conectó con la mía y se quedó quieta debajo de
mí, sólo su pecho subiendo y bajando erráticamente. Ninguno se movió
por lo que se sintió una eternidad. El pánico llenó su mirada, mezclándose
con lágrimas sin derramar.
Eso me dolió. —No te lastimaré, Kat . Nunca podría lastimarte.
Kat ya no se revolcaba. Me miraba con esos ojos amplios y
hermosos. Una parte del pánico desapareció, pero todavía lucía asustada.
Su cuerpo temblaba cuando apartó la mirada, presionando su mejilla
contra el pasto mientras cerraba los ojos con fuerza.
¿Qué iba a hacer?
No podía dejar que le contara al mundo sobre nosotros. Sólo había
dos opciones en este punto. Me encargaba de ella, como Matthew se
ofreció a hacer. O de alguna manera la convencía de quedarse callada.
No había arriesgado todo salvándola de ese camión endemoniado para
herirla yo mismo.
Lentamente, para no sorprenderla, puse un dedo bajo su barbilla y
giré suavemente su cabeza hacia la mía. —Mírame, Kat. Tienes que
mirarme ahora mismo.
Mantuvo sus ojos fuertemente cerrados.
Me moví, poniendo el peso en mis piernas mientras acunaba sus
mejillas. Su piel era suave y se sentía demasiado fría. Pasé los dedos con
suavidad por la línea de su mandíbula, y vi que mis manos temblaban
ligeramente. No sabía si podría hacerla entender, pero tenía que
intentarlo. Tenía que evitar que le sucediera algo.
—Por favor —susurré.
Su pecho se elevó bruscamente y entonces sus pestañas se alzaron.
Su mirada viajó por mi rostro, y supe que trataba de conciliar lo que veía
ahora con lo que había visto al costado de la carretera. La luz pálida de la
luna penetraba por entre los árboles, deslizándose sobre sus pómulos y
boca.
—No voy a lastimarte —traté de nuevo—. Quiero hablar contigo.
Necesito hablar contigo, ¿entiendes?
Asintió.
Cerré los ojos, dejando salir un suspiro. El cansancio me invadía. —De
acuerdo. Voy a dejar que te levantes, pero prométeme que no correrás,
por favor. No me siento capaz de perseguirte por ahí otra vez. La última vez
casi me deja muerto. —Abrí los ojos y la encontré mirándome de cerca—.
Dilo, Kat. Prométeme que no saldrás corriendo. No puedo dejar que corras
por aquí tú sola. ¿Entiendes?
—Sí —susurró ásperamente.
—Bien. —Reclinándome, deslicé una mano por su mejilla y luego me
hice a un costado. Apoyándome sobre los talones, la observé alejarse
rápidamente hasta que su espalda estuvo presionada contra un árbol.
Esperé unos segundos para ver si enloquecía. Cuando no lo hizo, me senté
frente a ella. Me pasé una mano por el pelo, tragándome el montón de
maldiciones que generalmente diría a lo largo de un mes—. ¿Por qué
tenías que dirigirte hacia el camino del camión? Traté hasta lo imposible
para mantenerte fuera de esto, pero tenías que venir y arruinar todo mi
duro trabajo.
Presionó una mano temblorosa contra su frente. —No lo hice a
propósito.
—Pero lo hiciste. —Dejé que mi mano cayera sobre mi regazo—. ¿Por
qué viniste aquí, Kat? ¿Por qué? Yo… nosotros estábamos muy bien, y
luego tú apareces y todo se va al infierno. No tienes ni idea. Mierda. Pensé
que tendríamos suerte y te irías.
—Siento todavía estar aquí. —Se presionó incluso más contra el árbol,
tirando de sus piernas hacia el pecho.
Quería golpearme. —Siempre estoy empeorando esto. —
Sacudiendo la cabeza, lo intenté de nuevo—. Somos diferentes. Creo que
ya te diste cuenta de eso.
Por un momento, apoyó la frente en sus rodillas, y parecía estar
intentando recomponerse. Levantó la cabeza. —Daemon, ¿qué eres?
Sonriendo con tristeza, froté una palma contra mi sien. —Eso es difícil
de explicar.
—Dime, por favor. Tienes que decirme porque estoy a punto de
enloquecer. —Su voz se elevó.
Encontré su mirada y dije la verdad. —No creo que quieras saber,
Kat.
El aliento se le atascó en la garganta mientras me miraba. La
compresión penetró en su expresión. Si me preguntaba lo que sabía que
quería preguntar, todo cambiaría. Y a todo había cambiado, pero si ella
preguntaba, le diría la verdad. Le daría información suficiente para probar
que podíamos confiar en ella.
O para que se colgara a sí misma.
Simplemente no existían otras opciones.
Kat exhaló suavemente. —¿Eres… humano?
Solté una risa seca. —No somos de por aquí.
—¿Tú crees?
—Sí, supongo que probablemente ya te diste cuenta de que no
somos humanos.
Ella t omó aire temblorosamente. —Esperaba que estuviera
equivocada.
Reí de nuevo, incluso a pesar de que nada de esto era divertido. —
No. Somos de muy, muy lejos.
Sus brazos se tensaron alrededor de sus piernas. —¿A qué te refieres
con “muy, muy lejos”? Porque repentinamente estoy teniendo visiones
de La Guerra de las Galaxias.
¿Por qué no me sorprendía que pensara en eso? —No somos de este
planeta.
La boca de Kat se abrió y luego se cerró. —¿Qué eres? ¿Un vampiro?
Mi rodar de ojos fue tan épico que temí que se quedaran pegados.
—¿Es en serio?
—¿Qué? —La frustración se elevó en su voz—. ¡Dices que no eres
humano, y eso limita las opciones de lo que puedas ser! Detuviste un
camión sin siquiera tocarlo.
—Lees demasiado. —Exhalé lentamente—. No somos hombres lobo,
ni brujos, ni tampoco zombis, o lo que sea.
—Bueno, est oy aliviada por lo de los zombis. Me gusta pensar que lo
que queda de mi cerebro está a salvo —murmuró, y la observé
secamente—. Y yo no leo demasiado. No hay tal cosa como eso. Y
tampoco hay tal cosa como los extraterrestres.
Me incliné hacia delante rápidamente, curvando las manos sobre sus
rodillas dobladas. Sus ojos se ampliaron mientras se fijaban en los míos. —
¿Crees que la Tierra —este lugar— es el único planeta con vida en este
enorme e infinito universo?
—N-no —tartamudeó—. ¿O sea que ese tipo de cosas son normales
para los de… demonios? ¿Cómo se llaman a ustedes mismos?
Después de un momento de silencio, me incliné hacia atrás y traté
de descubrir la mejor forma de abordar el tema. Nunca antes le había
hablado de nosotros a nadie. Esta era una primera vez. Y parecía que ella
se encontraba a segundos de ponerse a reír histéricamente. No era algo
necesariamente bueno.
—Puedo decir lo que estás pensando —admití—. No es que pueda
leer tu mente, pero está escrito por toda tu cara. Piensas que soy peligroso.
Se humedeció los labios. —Esto es loco, pero no te tengo miedo.
—¿No? —La sorpresa me recorrió.
—No. —Se rió, y su risa tenía un borde preocupante—. ¡No te ves
como un alienígena!
Arqueé una ceja. —¿Y cómo se ven los extraterrestres?
—No… no como tú —balbuceó—. No son guapos.
—¿Crees que soy guapo? —Sonreí.
Sus ojos se entrecerraron. —Cállate. Como si no supieras que todos
en este planeta piensan que eres apuesto. —Hizo una mueca—. Los
extraterrestres, si es que existen, son hombrecitos verdes con grandes ojos y
brazos delgados o… o insectos gigantes o algo como una pequeña
criatura grumosa.
Solté una carcajada. —¿ET?
—¡Sí! Como ET, idiota. Estoy tan feliz de que encuentres esto divertido.
De que quieras joder mi cabeza más de lo que ya la jodieron. Quizás me
golpeé la cabeza o algo. —Empezó a pararse.
—Siéntate, Kat.
—¡No me digas qué hacer! —respondió con fuerza. Ahí estaba mi
Kitten. Solté un suspiro de alivio. Si podía gritarme, no se sentía tan asustada
como temía. Podríamos ser capaces de atravesar esta tormenta de
mierda.
Me puse de pie fluidamente, manteniendo los brazos a mis costados
mientras permitía que mis ojos cambiaran. —Siéntate.
Kat se me quedó mirando, observando lo que probablemente eran
mis ojos verdes brillando de manera irreal. Se sentó. Y me saludó de
manera militar.
Literalmente me saludó con su dedo medio.
Vaya. ¿Cómo podía no apreciar ese tipo de agallas? Sonreí incluso
más. Esta chica podría matarme si se lo permitía.
—¿Me mostrarías cómo te ves en realidad? ¿Brillas, no? Y por favor,
no me digas que casi besé a un gran insecto come cerebros, porque en
serio voy a…
—¡Kat!
—Perdón —murmuró.
Cerrando los ojos, luché por paciencia y calma. Cuando estuve
seguro de que podía cambiar sin quemar accidentalmente la mitad del
bosque, dejé mi piel humana. Supe el momento en que la transformación
estuvo completa porque la escuché decir—: Mierda.
Para ella me vería como un hombre hecho de luz, que no se alejaba
mucho de lo que realmente éramos. Abrí los ojos. Kat tenía una mano
alzada para cubrirse los ojos. La luz que arrojaba era intensa, convirtiendo
la noche en día.
Cuando me encontraba en mi verdadera forma no podía hablar en
un lenguaje que Kat entendiera, así que hice algo que sólo había hecho
con los de mi especie. Esto era algo prohibido. Pero también lo era todo lo
que hacía ahora, así que en realidad, muy bien podría hacerlo todo de
una vez.
Los Luxen teníamos la habilidad de transferir nuestros pensamientos
telepáticamente a otros. Podíamos comunicarnos de esta manera si nos
encontrábamos en nuestras verdaderas formas, lo cual no era
frecuentemente, pero los humanos no podían respondernos. No podíamos
oír sus pensamientos.
—Así es como nos vemos.
Kat jadeó.
—Somos seres de luz. Incluso en nuest ra f orma humana podemos
cont rolar la luz a nuest ra volunt ad. —Me detuve—. Como puedes ver, no
luzco como un insect o gigant e. Ni… brillo.
—No —susurró.
—O una pequeña criat ura grumosa, cosa que encuent ro ofensiva,
por ciert o. —Levanté el brazo, extendiendo una mano hacia ella con la
palma hacia arriba—. Puedes t ocarme. No duele. Imagino que es
agradable para los humanos.
Tragó saliva mientras miraba mi mano y luego hacia el lugar en
donde generalmente se hallaban mis ojos. Entonces, extendió su mano. Sus
dedos rozaron los míos. Una sacudida de electricidad, totalmente segura,
se transfirió de mi mano a la suya. Una luz rojiza y blanquecina subió por su
brazo. Sonreí cuando sus ojos se ampliaron.
Ganando coraje, envolvió los dedos alrededor de los míos,
causando que pequeñas chispas de luz se precipitaran y rodearan su
muñeca. Mi luz envolvió su mano.
—Pensé que t e gust aría.
La verdad era que también me gustaba. En mi verdadera forma, era
hipersensible a, bueno, todo. Me gustaba su toque. Probablemente un
poquito demasiado.
Liberando mi mano, retrocedí un poco. Mi luz se desvaneció
lentamente, y luego volví a la forma con la que ella se encontraba más
familiarizada. —Kat.
Me miró, sacudiendo lentamente la cabeza.
Quizás debería haber esperado para lo de mostrar y contar. —¿Kat?
—Eres un alienígena —susurró, como si estuviera tratando de
convencerse a sí misma.
—Síp, es lo que estuve tratando de decirte.
—Oh… oh, vaya. —Curvó la mano, llevándola a su pecho—. Así que,
¿de dónde son? ¿Marte?
—Ni siquiera estás cerca. —Me reí—. Voy a contarte una historia.
¿Está bien?
—¿Vas a contarme una historia?
Asentí a medida que pasaba los dedos por mi cabello. —Todo esto
te va a parecer loco, pero trata de recordar lo que viste. Lo que sabes. Me
viste hacer cosas imposibles. Ahora, para ti, nada es imposible. —Esperé a
que lo comprendiera—. Somos de un lugar pasando Abell.
—¿Abell?
—Es la galaxia más lejana a la tuya, a unos trece billones de años luz
de acá. Y nosotros estamos más o menos a otros diez billones. No hay
telescopio o transbordador espacial lo suficientemente poderoso para
viajar a nuestra casa. Nunca lo habrá. —Como si nuest ro hogar t odavía
exist iera, pensé mientras observaba mis palmas abiertas—. No es que
importe si lo hubiera. Nuestro hogar ya no existe. Fue destruido cuando
éramos chicos. Es por eso que nos tuvimos que ir, buscar un lugar que se
pareciera a nuestro planeta en términos de comida y atmósfera. No es que
necesitemos respirar oxígeno, pero no duele. Ahora lo hacemos más por
hábito que otra cosa.
El reconocimiento destelló en sus rasgos, y apuesto a que pensaba
en el día en el lago. —Así que, ¿no necesitas respirar?
—No realmente. —Me encogí de hombros—. Lo hacemos como un
hábito, pero a veces nos olvidamos. Como cuando estamos nadando.
—Sigue.
Esperé un momento, preguntándome si podría manejar todo est o, y
entonces decidí continuar. Me rehusaba a reconocer esa parte de mí que
quería que ella supiera todo. Esa parte que quería desesperadamente
saber qué pensaría si conociera al verdadero yo. —Éramos demasiado
jóvenes para saber cuál era el nombre de nuestra galaxia. O incluso si
nuestra especie sentía la necesidad de nombrar tales cosas, pero me
acuerdo del nombre de nuestro planeta. Se llamaba Lux. Y nosotros nos
llamamos Luxen.
—Lux —susurró—. Eso en latín significa luz.
—Vinimos acá en una lluvia de meteorit os hace quince años con
otros como nosotros. Pero muchos vinieron antes, probablemente por los
últimos miles de años. No todos vinieron a este planeta. Algunos fueron más
lejos. Otros debieron haber ido a planetas en los que no pudieron
sobrevivir, pero cuando se descubrió que la Tierra era perfecta para
nosotros, más vinieron acá. ¿Me estás siguiendo?
Su mirada lucía en blanco. —Creo que sí. Estás diciendo que hay
más como tú. ¿Los Thompson son como tú?
Asentí. —Todos estamos juntos desde entonces.
—¿Cuántos de ustedes hay?
—¿Aquí? Al menos un par de cientos.
—Cientos —repitió—. ¿Por qué aquí?
—Nosotros… vivimos en grandes grupos. No es… bueno, eso no
importa ahora.
—¿Dijiste que viniste durante una lluvia de meteoritos? ¿Dónde está
tu nave espacial? —Su nariz hizo esa cosa linda de arrugarse.
Arqueé una ceja. —No necesitamos naves espaciales para viajar.
Somos luz, podemos viajar con la luz; es como conseguir quien te lleve.
—Pero si tu planeta está a millones de años luz y viajas a la velocidad
de la luz… ¿Te tomó millones de años llegar hasta acá?
¿En serio acaba de hacer esos cálculos en su cabeza? —No. De la
misma forma en que te salvé de ese camión, podemos desafiar el espacio-
tiempo. No soy científico, así que no sé cómo funciona, sólo que podemos.
Algunos mejor que otros.
Ella asintió lentamente, pero tenía la sensación de que sólo era para
el espectáculo. No estaba enloqueciendo, por lo que al menos eso eran
buenas noticias.
Continué mientras volvía a sentarme. —Podemos crecer como un ser
humano, lo que nos permite mezclarnos. Cuando llegamos acá, elegimos
nuestra… piel. —Ella hizo una mueca de dolor, y me encogí de hombros.
¿Qué podía hacer? Era la verdad—. No sé cómo explicarlo sin asustarte,
pero no todos podemos cambiar cómo nos vemos. Estamos estancados
con lo que elegimos cuando vinimos aquí.
—Bueno, eligieron bastante bien.
Sonreí mientras recorría el césped con los dedos. —Copiamos lo que
vimos. Eso sólo funciona una vez para casi todos nosotros. Y cómo nos
vemos mientras crecemos, bueno, nuestro ADN se debe haber encargado
del resto. Siempre nacemos tres al mismo tiempo, en caso de que te lo
preguntes. Siempre fue así. —La observé sentarse de nuevo, a no más de
un metro o así enfrente de mí—. En mayor parte somos como los humanos.
—¿Con la excepción de ser una gran bola de luz que puedo tocar?
Mi sonrisa se expandió. —Sí, eso y que somos mucho más avanzados
que los humanos.
—¿Cuán avanzados? —preguntó calmadamente.
—Digamos que si estuviéramos en guerra con los humanos, ustedes
no ganarían. Ni en un billón de años.
Ella se quedó congelada y luego se alejó de mí. Probablemente
debería haberme guardado ese pequeño conocimiento. —¿Qué cosas
pueden hacer?
Encontré su mirada. —Entre menos sepas es probablemente mejor.
Kat negó con su cabeza. —No. No puedes decirme algo como esto
y no contarme todo. Tú… tú me lo debes.
—Del modo en que yo lo veo, tú me debes a mí. Como tres veces
más —señalé.
—¿Cómo que tres veces?
—La noche que fuiste atacada, justo ahora, y cuando decidiste que
a Ash le quedaban bien los fideos. —Las enumeré con mis dedos—. Es
mejor que no haya una cuarta.
La confusión invadió su expresión. —¿Me salvaste de Ash?
—Oh, sí, cuando dijo que podía acabar contigo, lo dijo en serio. —
Suspiré mientras echaba la cabeza hacia atrás—. Demonios. ¿Por qué no?
No es como si no supieras ya. Todos nosotros podemos controlar la luz. La
podemos manipular de forma que no nos puedan ver si queremos.
Podemos disipar las sombras, lo que sea. No solo eso, sino que podemos
dominar las luces y usarlas. Y créeme cuando te digo que no quieres que
te golpeen con algo como eso. Dudo que un humano pueda sobrevivir.
—Está bien… —Entrelazó las manos, un movimiento que parecía no
darse cuenta de realizar—. Espera. Cuando vimos al oso vi una luz.
—Ese fui yo, y antes de que preguntes, no maté al oso. Sólo lo asusté.
No estoy seguro de por qué te desmayaste. Estabas muy cerca de mi luz.
Creo que tuvo algún efecto en ti. Como sea, todos tenemos alguna
especie de propiedades sanadoras, pero no todos somos buenos con ellas
—continué, bajando la barbilla—. Soy bueno en eso, pero Adam, uno de
los Thompson, prácticamente puede sanar cualquier cosa mientras siga
viva. Y somos prácticamente indestructibles. Nuestra única debilidad es si
nos atrapas en nuestra verdadera forma. O quizás cortar nuestras cabezas
humanas. Supongo que eso serviría.
—Sí, cortar cabezas usualmente sirve. —Sus manos se deslizaron por
su cara y se sentó allí, acunando su cabeza—. Eres un alienígena.
Arqueé la cejas. —Hay muchas cosas que podemos hacer, pero no
hasta que alcanzamos la pubertad e incluso ahí tenemos problemas para
controlarlo. A veces, lo que podemos hacer se sale un poco de control.
—Eso debe ser… difícil.
—Sí, lo es.
Bajó las manos, presionándolas contra su pecho. —¿Qué más
puedes hacer?
La miré. —Promete que no vas a salir corriendo otra vez.
—Sí —dijo, y luego asintió. Muy lindo.
—Podemos manipular objetos. Cualquier objeto que se pueda
mover, animado o no. Pero podemos hacer más que eso. —Extendí una
mano y cogí una hoja caída. La sostuve entre los dos—. Mira.
Accediendo a la Fuente, dejé que el calor se deslizara de mi brazo
hasta la punta de mis dedos. Humo escapó de ellos, y luego voló una
pequeña chispa. Llamas, brillantes y anaranjadas, estallaron de mis dedos,
lamiendo la hoja. En el tiempo que tomaba un latido, la hoja desapareció.
Kat se alzó en sus rodillas y se inclinó más cerca. La observé,
sorprendido. Las llamas crepitaban sobre mis dedos. Alzó una mano,
colocando sus dedos cerca del fuego. Cuando la apartó, sus ojos se
encontraba muy abiertos por el asombro. —¿El fuego no te lastima?
—¿Cómo puede lastimarme algo que es parte de mí? —Bajé la
mano, sacudiéndola para que las llamas se extinguieran—. ¿Ves? Ya está.
Se acercó todavía más. —¿Qué más puedes hacer?
La observé por un segundo y luego sonreí antes de moverme más
rápido de lo que podía ver. Un momento me encontraba sentado delante
de ella, y al siguiente estaba inclinado contra un árbol a varios metros de
distancia.
—Cómo… en el mundo… ¡Espera! Ya lo hiciste antes. Esa cosa de
moverte en silencio. Pero no es que seas silencioso. —Se echó hacia atrás,
aturdida—. Te mueves así de rápido.
—Rápido como la velocidad de la luz, Kitten. —Me lancé hacia
adelante y me senté lentamente—. Algunos de nosotros podemos
manipular nuestros cuerpos aparte de la forma que elegimos
originalmente. Como cambiar a cualquier cosa viva, persona o criatura.
Bajó la mirada y luego la volvió a levantar. —¿Es por eso que Dee se
desvanece a veces?
¿Qué demonios? —¿Viste eso?
—Sí, pero pensé que estaba imaginando cosas. —Inclinándose hacia
un lado, descruzó las piernas y las estiró. Por supuesto, eso llamó mi
atención, porque… bueno, eran sus piernas—. Ella lo hacía cuando se
sentía bien o eso parecía. Sólo su mano o el contorno de su cuerpo se
desvanecían y luego volvían a aparecer.
Aparté la mirada de sus piernas y asentí. —No todos nosotros
tenemos control sobre lo que podemos hacer. Algunos luchan contra sus
habilidades.
—¿Sin embargo, tú no?
—Soy así de impresionante.
Puso los ojos en blanco, pero luego se enderezó. —¿Qué hay de tus
padres? Dijiste que trabajaban en la cuidad, pero nunca los he visto.
Volví a sentir el césped. —Nuestros padres no lograron llegar aquí.
—Lo… lo siento.
—No lo hagas. Fue hace mucho tiempo. Ni siquiera los recordamos.
—Dios, me siento tan estúpida —dijo después de un momento—. Ya
sabes, pensé que trabajaban fuera de la cuidad.
—No eres estúpida, Kat. Creíste lo que quisimos que creyeras. Somos
muy buenos en eso. —Suspiré—. Bueno, aparentemente no tan buenos. —
Cuando la miré de nuevo, tenía esa mirada lejana en su cara—. Estás
manejando esto mejor de lo que esperaba.
—Bueno, estoy segura de que voy a tener tiempo suficiente para
entrar en pánico y tener un mini ataque después. Probablemente voy a
pensar que me volví loca. —Se mordió el labio inferior—. ¿Puedes… puedes
controlar lo que otros piensan? ¿Leer mentes?
Negué con la cabeza. —No. Nuestros poderes tienen origen en lo
que somos. Quizás si nuestro poder, la luz, fuera manipulado por otra cosa,
quien sabe. Todo es posible.
La ira destelló en sus ojos y se erizó como un pequeño gatito
enojado. —Todo este tiempo pensé que me estaba volviendo loca. En
cambio, me decías que estaba viendo cosas o inventándolas. Es como si
me hubieras hecho una lobotomía alienígena. Lindo.
Mis ojos se entrecerraron y la miré. —Tenía que hacerlo. Nadie puede
saber de nosotros. Sólo Dios sabe qué nos pasaría entonces.
Kat exhaló ásperamente, y podía decir que luchaba por decirlo. —
¿Cuántos… humanos saben sobre ustedes?
—Hay algunos locales que creen que somos sólo Dios sabe qué —le
expliqué—. Hay una sección del gobierno que sabe de nosotros, dentro del
Departamento de Defensa, pero eso es todo. Ellos no saben sobre nuestros
poderes. No pueden saberlo —casi gruñí, encontrando sus ojos—. El DOD
cree que somos fenómenos inofensivos. Mientras sigamos sus reglas, nos
dan dinero, nuestras casas, y nos dejan solos. Así que cuando cualquiera
de nosotros se vuelve loco con sus poderes, son malas noticias por muchas
razones. Tratamos de no usar nuestros poderes, sobre todo cerca de los
humanos.
—Porque expondría lo que son.
—Eso y… —Me froté la mandíbula, repentinamente cansado. No
quería admitir que la había estado poniendo en peligro—. Cada vez que
usamos nuestros poderes cerca de los humanos, bueno, deja un rastro en
esa persona que nos permite ver que estuvo cerca de otro como nosotros.
Así que tratamos de no usar nuestras habilidades alrededor de los
humanos, pero tú… bueno, las cosas nunca van de acuerdo al plan
contigo.
—¿Cuándo detuviste el camión, eso dejó un… rast ro en mí? —
Cuando no respondí, empezó a juntas las piezas—. ¿Y cuándo asustaste al
oso? ¿Eso lo pueden rastrear otros como tú? ¿Así que los Thompson y
cualquier otro extraterrestre cerca saben que fui expuesta a tu… luz
alienígena?
—Más o menos —dije—. Y no están exactamente contentos por eso.
—¿Entonces por qué paraste el camión? Obviamente soy un gran
riesgo para ustedes.
Maldición, ¿era una pregunta capciosa? Andrew y Matthew
probablemente preguntarían lo mismo si les dijera que Kat sabía lo que
éramos, y en serio esperaba que esa conversación no sucediera nunca. En
verdad no sabía cómo contestar esa pregunta.
O tal vez sí sabía y sólo no quería decirlo en voz alta.
Kat tomó una respiración profunda. —¿Qué vas a hacer conmigo?
Alcé la mirada. —¿Qué voy a hacer contigo?
—Ahora que sé lo que son, eso me hace un riesgo para ustedes.
Puedes… prenderme fuego y Dios sabe qué otra cosa.
No podía creer lo que decía. Sabía que había sido un imbécil con
ella, pero vamos. Ella tenía que sentir que había algo más entre nosotros.
¿No lo sentía? Mierda. Tal vez no. Quizás era tan bueno con mis
habilidades de imbécil, como las llamó ella, que no tenía idea de cómo
me empezaba a sentir por ella. Pensé en decirle todo. Cómo sólo estar a su
alrededor me hacía sonreír más de lo que lo había hecho en años. Cómo
admiraba sus agallas y la forma en que se defendía a sí misma, y
especialmente la forma en que nos hacía frente a mí y a mi mierda. Y
mientras un sentimiento cálido empezaba a crecer en mi pecho, lo corté
de raíz, con una imagen de mi hermano muerto y la humana de la que se
había enamorado, apretando la mandíbula. No, aún era mejor si íbamos
por caminos separados, pero eso no significaba que al menos no pudiera
aliviar sus temores. —¿Por qué te habría contado todo si te iba a lastimar?
Sus labios se fruncieron. —No lo sé.
Moviéndome hacia ella, extendí una mano, pero me detuve cuando
se apartó de mí. Mi estómago se hundió mientras mis dedos se curvaban
alrededor del aire. —No te voy a hacer nada. ¿Está bien?
Se mordió el labio inferior. —¿Cómo puedes confiar en mí?
Otra pregunta capciosa que era difícil de responder. Esta vez
cuando me acerqué, no se apartó. Curvé los dedos bajo su barbilla,
manteniendo su mirada fijada a la mía. —No lo sé. Sólo lo hago. Y
honestamente, nadie te creería. Y si haces un gran escándalo, traerás al
DOD, y no quieres eso. Ellos harían lo que sea para asegurarse de que los
humanos no están conscientes de nosotros.
Kat pareció procesar eso, y por un momento, nuestras miradas se
entrelazaron. Estábamos conectados no sólo por el contacto físico, sino
también por la verdad. Cuando se apartó de mí, particularmente no me
gustó.
Tampoco me gustó que no me gustara.
—¿Es por eso que dijiste todas esas cosas antes? —preguntó, su voz
pequeña—. ¿No me odias?
Mi mirada se deslizó hacia mi mano mientras la bajaba. Mi lengua
trabajó alrededor de las palabras. —No te odio, Kat.
—¿Y es por esto que no querías que fuera amiga de Dee? ¿Porque
tenías miedo de que descubriera la verdad?
—Eso y porque eres humana. Los humanos son débiles. No traen más
que problemas. —Sí, eso sonó un poco más duro de lo que planeaba, pero
probablemente era lo mejor. Ella necesitaba saber lo que se hallaba en
juego, para todos nosotros.
Sus ojos se entrecerraron. —No somos débiles. Y estás
en nuestro planeta. Qué tal un poco de respeto, amigo.
La diversión me inundó. —Buen punto. —La miré—. ¿Cómo estás
manejando todo esto?
—Estoy procesando todo. No lo sé. No creo que vaya a tener otro
ataque.
Me sentí feliz de escuchar eso. Me levanté. —Bueno, entonces
volvamos antes de que Dee piense que te maté.
—¿De verdad pensaría eso? —preguntó lentamente, como si tuviera
miedo de la respuesta.
La observé desde donde me alzaba sobre ella, y cuando encontró
mi mirada esta vez, supe que veía la frialdad en mis ojos. —Soy capaz de lo
que sea, Kitten. Matar para salvar a mi familia no es algo que dudaría, pero
no tienes que preocuparte por eso.
—Bueno, es bueno saberlo —murmuró.
Incliné la cabeza hacia un lado. —Hay otras personas allá afuera
que darían lo que fuera para tener el poder de los Luxen, especialmente el
mío. Y harían lo que fuera para atraparme a mí y a mi especie.
—¿Y qué tiene que ver eso conmigo?
Agachándome, eché un vistazo a nuestro alrededor. —El rastro que
dejé en ti cuando paré el camión puede ser rastreado. Y justo ahora eres
tan luminosa como un Cuatro de Julio.
Contuvo el aliento.
—Te van a usar para llegar a mí. —Estiré una mano, quitando una
hoja de su cabello. Luego toqué su mejilla, donde su piel había sido
desgarrada la noche que fue atacada—. Y si te atrapan… la muerte sería
un alivio.
15
Traducido por Sandry & MaJo Villa
Corregido por Sahara

Kat estuvo callada la mayor parte del camino de regreso. El rastro


alrededor de ella era vibrante, como una bola de discoteca totalmente
blanca. Eso iba a ser tan increíblemente problemático.
Cuando los árboles comenzaron a desaparecer, habló—: ¿Puedo…
puedo ver a Dee?
Mantuve los pasos lentos para que no tuviera que luchar para
ponerse al día conmigo. —Creo que esperar hasta mañana sería una
buena idea. Tengo que hablar con ella, explicarle lo que te he dicho.
Su mirada se volvió muy débil mientras nos acercábamos a las casas,
pero asintió. La seguí por las escaleras del pórt ico donde la luz se hallaba
encendida, echando un resplandor suave sobre la cabeza inclinada de
Kat. A través de las ventanas, pude ver que su casa se encontraba a
oscuras. Su madre estaba en el trabajo, como de costumbre. Después de
que todo se hubiera ido al garete, no creo que el que estuviera sola esta
noche fuera bueno.
¿Y si se despertaba en medio de la noche y comenzaba a llamar a
todo el mundo y le contaba todo? Bueno. No era exactamente probable.
Kat no era estúpida, pero podía despert ar e irse de lengua. Sería
comprensible.
Abrí la mosquetera cuando llegó a la puerta principal. —¿Quieres
pasar la noche en mi casa?
Kat se detuvo y se volvió hacia mí lentamente. Arqueó una ceja. —
¿Otra vez?
Se me escapó una carcajada. —No seas malpensada, Kitten.
Se le tensaron los labios. —No estoy pensando mal.
—Claro. —Le di una media sonrisa—. Puedes quedarte en nuest ra
casa si quieres. Luego, por la mañana, Dee estará allí.
No habló mientras su mirada buscaba la mía, y luego asintió. —
Bueno. Es que… tengo que coger un par de cosas.
Asentí. —Te esperaré abajo.
Una vez más, me estudió como si estuviera tratando de descifrarme y
luego abrió la puerta principal. Mientras caminaba, encendió la luz en el
vestíbulo. Echando un vistazo por encima del hombro, miró hacia atrás,
pero no se encontró con mi mirada. —Vuelvo ahora.
—Estaré aquí.
Kat se precipitó por la escalera, sus sandalias golpeando los
escalones. Mientras se encontraba arriba, no me quedé quieto. El diseño
de la casa era el mismo que la nuestra, así que cuando deambulé hacia la
izquierda, entré en la cocina. Encendí la luz del techo y recorrí el lugar. La
verdad era que no buscaba nada. Sobre todo, tenía curiosidad.
Pero lo que vi me hizo alzar las comisuras de los labios.
Dondequiera que miraba, había libros, al igual que en la sala de
estar. Había dos en el mostrador, y uno cerca de la tostadora. Uno se
hallaba en la nevera, y no tenía ni idea de por qué habría alguno ahí.
Había tres en la mesa de la cocina, apilados al lado de dos paquetes sin
abrir.
¿Cómo diablos podía alguien tener tantos libros?
La oí moverse arriba. Apagué la luz y volví al vestíbulo. Unos segundos
después, ella empezó a bajar las escaleras, llevando un pequeño bolso de
mano. —Estoy lista.
Kat cerró la puerta, y luego se dirigió hacia mi casa. En el camino,
seguía inclinándose en mi dirección. Me di cuenta de que tenía más
preguntas. ¿Quién no las tendría después de averiguar que se encontraba
viviendo al lado de alienígenas? Pero me imaginaba que tenía que tener
un punto de ruptura, y en verdad no quería ser el que la empujara sobre el
borde. Esa era una de las razones por la que no quería que hablara con
Dee.
Pero también tenía que asegurarme de que nos hallábamos en la
misma página, que Kat se daba cuenta de que acababa de involucrarse
y que sabía las consecuencias de lo que hacía.
Cuando llegamos a la puerta, me detuve y la enfrenté. No había
ninguna luz encendida, y nos quedamos en la oscuridad. —Hay algo de lo
que tengo que asegurarme, ¿de acuerdo?
Sostuvo la bolsa cerca de su cuerpo. —¿Sí?
Bajé la voz por si acaso Dee se movía det rás de la puerta. Ella se
encontraba en algún lugar de la casa. Podía sentirla. —¿Lo que te he
dicho? ¿Lo que sabes? No puedo expresar con palabras el gran problema
que es esto. Va más allá de un nivel normal de confianza. Es mi vida,
nuestras vidas, las que tienes en las manos —le dije—. No espero que te
preocupe demasiado el tirarme debajo de un autobús con exceso de
velocidad, pero también estarías lanzando a Dee debajo de él.
Kat dio un paso más cerca, tan cerca, que su bolso de mano rozó mi
estómago. —Lo entiendo, Daemon. ¿Con sinceridad? Lo que dijiste antes
era verdad. Nadie me creería. Pensarían que estaría loca, pero nunca
haría nada para traicionar a Dee. —Hizo una pausa, exhalando
suavemente mientras inclinaba la cabeza—. Y a pesar de que eres un
idiota, tampoco te haría eso a ti.
Mis labios temblaban. —Bueno, es bueno escuchar eso.
—Lo digo en serio —insistió—. No se lo voy a decir a nadie.
Perdí parte de la inquietud, pero la cosa era que sólo el tiempo diría
si Kat era alguien de confianza. Eso esperaba. No sólo por mi bien y el de
Dee, sino también por el suyo.
La llevé por la casa y escaleras arriba. Ella miraba a su alrededor, su
mirada rebotando en todo, y me di cuenta de que era la primera vez que
venía a nuestra casa. Me imaginé que Dee se encontraba en su dormitorio,
y medio esperaba que saltara ante cualquier movimiento.
Llevé a Katy a un dormitorio de invitados que casi nunca se utilizaba
y abrí la puerta. Encendiendo la luz, entré en el aire viciado y el frío de la
habitación. —Puedes quedarte aquí. —Caminé hacia la cama. Se hallaba
hecha—. Tenemos mantas extra en el armario de allí.
Kat se volvió lentamente, mirando el armario.
—Hay un baño justo al otro lado de esta sala. Mi habitación está al
lado —le expliqué mientras me pasaba una mano por el pecho—. La
habitación de Dee está por el pasillo. Simplemente deja… deja todo pasar
por esta noche. Ella todavía estará aquí por la mañana.
Asintió.
Mi mirada parpadeó hacia la de ella. Manchas oscuras de
agotamiento se formaban bajo sus ojos. Sospechaba que estaría fuera de
combate al momento en que su cabeza tocara la almohada. —
¿Necesitas algo más?
—No.
Me quedé allí un momento, sintiendo que había algo más que tenía
que decir, pero no podía entender ninguna palabra, así que asentí y luego
volví hacia la puerta.
—¿Daemon?
Deteniéndome, me di la vuelta.
Se mordisqueaba el labio inferior. —Gracias por salvarme la vida esta
noche. Sería todo un panqueque si no lo hubieras hecho.
No respondí, porque en realidad no era razón para que me diera las
gracias.
—Y… —Dio un paso hacia delante, bajando la bolsa—. Y gracias por
decirme la verdad. Puedes confiar en mí.
Mis pestañas se levantaron y me encontré con su mirada seria.
Quería creerle. —Pruébalo.
No dejé de notar cuando salí de la habitación, cerrando la puerta
detrás de mí, que había repetido mecánicamente las palabras de Ash.
Atravesando el pasillo, me detuve en la puerta de Dee y la golpeé
suavemente con los nudillos.
La puerta se abrió de golpe, y mi hermana se hallaba allí de pie, con
los ojos brillantes. —¿Me odia? —susurró.
—¿Qué? —Fruncí el ceño, dando un paso dentro y cerrando la
puerta—. Dios. No. No te odia.
Dee juntó las manos. —¿Estás seguro? Le mentí, y cómo podría
agradarle con todo lo que he hecho…
Envolviendo un brazo alrededor de sus hombros, la acerqué en un
abrazo. —Ella entiende por qué no pudiste ser sincera, Dee. No te odia por
ello.
Plantó la cara en mi pecho, y cuando habló, su voz era ahogada. —
¿Se lo dijiste?
—Sí. —Apoyé la mejilla en la parte superior de su cabeza y le conté
rápidamente lo que pasó con el camión—. No tenía otra opción.
Dee se quedó callada por un momento. —Sí. Sí, la tenías, Daemon.
Sabía lo que quería decir, y odiaba que Dee creyera que con todo
lo que había pasado, fuera a hacer eso.
—También creo que es bueno que la hayas traído aquí —continuó.
No tenía respuesta para eso.
—Ella cree que soy un bicho raro, ¿no? —murmuró.
Me reí cuando me aparté. —No. No lo cree.
No parecía que me creyera. —Kat está cansada. Apenas se
sostenía en pie. Dale hasta mañana y luego puedes saltar encima de ella,
¿de acuerdo?
Dee cedió, y después de charlar con ella por unos momentos, me
dirigí a mi dormitorio. Más que cansado, me puse un par de pantalones de
dormir, y me encontraba a punto de tirarme a la cama, pero me moría de
sed.
Realmente necesitaba poner una nevera aquí.
Suspirando, salí de la habitación. La luz del baño del pasillo se
encontraba encendida mientras me dirigía hacia él. Cogí una botella de
agua e hice mi camino de regreso, mi cerebro extrañamente vacío de
toda preocupación, que probaba lo agotado que me sentía.
Mientras me acercaba a mi puerta, la del baño se abrió y Kat salió al
pasillo. Se quedó paralizada. Me quedé helado. Mierda. Me convertí en
una maldita estatua.
Kat llevaba un cepillo de dientes y pasta dental en las manos. Tenía
el pelo en un nudo complicado y los mechones delgados alrededor de su
cara se hallaban húmedos. Se había lavado la cara, y parecía que la
camisa azul oscuro que llevaba había recibido más agua que su cara.
Hablando de la camisa…
Era todo lo que llevaba. Y era delgada. Me ponía una imagen a la
vista que me gustaba mucho.
La vista llegó con un golpe intenso y no existía nada que pudiera
evitar que mi cuerpo, el cual podía ser malditamente humano a veces,
reaccionara. Tenía la camiseta suelta y voluminosa, terminando en la
mitad de su muslo, y buen Señor, qué muslos…
¿Quién sabía que una camisa podría ser tan condenadamente
sexy?
Tenía la cara roja como un tomate maduro, pero ella… ella me
miraba de la misma manera que yo. Sus ojos sin duda no se encontraban
en mi cara, así que no me sentía demasiado idiota por mirarla en ciertas
zonas. No cuando su mirada se hallaba fija en mi estómago y luego en mi
pecho… y luego de vuelta a donde me colgaban los pantalones del
pijama.
Kat se chupó el labio inferior entre los dientes.
Ay, demonios.
Me t ragué un gemido, y ella debió escuchar el ruido, porque su
mirada voló a mi rostro, y se ruborizó profundamente, como una
quemadura de sol. Corrió hacia el dormitorio extra. —B-buenas noches.
—Buenas noches —fue todo lo que conseguí decir.
Entré en mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. Llegando a la
cama, me dejé caer sobre ella y me quedé mirando el techo.
Iba a ser otra larga noche.

***

Era extraño, cómo me sentía después de decirle a Kat la verdad.


Pensé que me sentiría más incómodo. Nunca se lo dije antes a un ser
humano, y ya de por sí fue bastante malo cuando Dawson le dijo a
Bethany la verdad. No sé por qué no me sentía t an enojado o asustado en
esta ocasión.
En lugar de eso, me encontraba más… aliviado. Ya no tenía que
fingir u ocultar más lo que realmente era a su alrededor. No tenía que ser el
idiota constante que le gustaba llamarme. Claro, tenía que mantenerla a
distancia, pero por lo menos ahora podía explicar lo que se encontraba en
juego de una forma que pudiera entenderlo. La casa había vuelto a ser el
santuario que era antes de Kat se mudara al lado.
Como dije, era raro.
Me quedé desaparecido en combate por la mañana, mientras que
Dee hablaba con Kat. Imaginé que necesitaban su tiempo para resolver el
gran descubrimiento, y cuando Kat finalmente se dirigió a su casa en algún
momento de la tarde, Dee explicó que realmente le mostró a Kat una de
sus habilidades más fuertes.
En su forma verdadera, tenía el don de reflejar la imagen de otra
persona. La mayoría de nosotros podía hacerlo, pero sólo durante ratos
cortos. Dee podía mantener la imagen reflejada durante mucho más
tiempo que todos nosotros.
Parecía que había imitado la imagen de Kat.
Como que me sentí mal por Kat en ese punto.
Me puse de pie en la cocina, enjuagando los platos antes de
colocarlos en el lavavajillas mientras Dee rebotaba cerca. La emoción
zumbaba en su voz mientras me daba cada detalle de su conversación
con Kat. No pude ocultar mi sonrisa, al igual que Dee no podía ocultar su
alivio.
—Le dije que puedes hacer casi cualquier cosa —dijo—. Me
preguntó lo que podías hacer después de que la imitara.
Mi sonrisa se extendió. Apuesto a que a Kat le encantaría oír eso.
—Reforcé totalmente el hecho de que el gobierno no sabe acerca
de todas nuestras capacidades y lo importante que es que nunca se
enteren. —Saltó, quitándome el plato de la mano y colocándolo en el
lavavajillas—. No me parece que le dijeras mucho acerca de los Arum.
La sonrisa se borró de mi rostro.
Dee cerró la puerta del lavavajillas y bailó hasta la mesa de la
cocina. —Le expliqué lo que pasó con nuestro planeta y cómo el gobierno
no se da cuenta de que los Arum son una especie totalment e diferente.
Me volví lentamente. —¿Qué más le dijiste?
—Le expliqué mejor todo sobre el rastro. —Su frente se arrugó—. No
parecía sorprendida por eso, así que supongo que hablaste con ella al
respecto. Le dije que no tenía que preocuparse. Que mantendríamos un
ojo en ella, y ahora que ya sabe con lo que está tratando, creo que será
más fácil mantenerla a salvo.
—Sí. —Me pasé los dedos por el cabello. No me importaba que Dee
le hubiera hablado a Kat de estas cosas. Después de todo, yo había
empezado la conversación anoche, pero me preguntaba cómo Kat
manejaba todo eso.
—En serio puedes confiar en ella —continuó Dee mientras bajaba la
mano. Cogió la jarra de té y se dirigió a la nevera—. Ella sabe lo que
sucederá si el Departamento de Defensa se entera de que sabe de
nosotros. No va a decir nada, Daemon.
Asentí mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho. —Nadie más
tiene que saber que ella sabe la verdad. Ni siquiera Adam.
Dee abrió la boca.
—Lo digo en serio, hermanita. Adam es un buen tipo. No es como
Andrew, pero sabes que esto es un gran problema, sobre todo después
de… después de lo de Dawson y Bethany. Los otros se preocupan,
especialmente Matthew. No podemos correr el riesgo de que uno de ellos
entre en pánico e informe de Kat.
Sus ojos se abrieron mientras cerraba la puerta de la nevera. —
¿Crees que alguno de ellos haría algo así?
Consideré la pregunta. —No lo sé. Quiero decir, no, pero… todo es
posible. Y siempre está el riesgo de que alguno pueda decir algo
accidentalmente delante de otro Luxen. Tenemos que tener cuidado.
Dee jugueteó con el dobladillo de su camisa. —Bueno. Nadie más
tiene que saberlo.
Alejándome de la pileta me dirigí hacia las escaleras y luego cambié
de opinión. —Voy a ir a ver a Kat. ¿Quieres venir?
Ella empezó a hablar y luego sonrió ampliamente. —Nah. Creo que
me quedaré aquí por ahora. La veré más tarde.
Entrecerré los ojos. —¿Por qué sonríes como si estuvieras drogada?
—Por nada. —Se balanceó sobre sus pies, sonriendo tan
ampliamente que creí que su cara podría agrietarse—. Por nada en
absoluto.
Con el ceño fruncido, sacudí la cabeza y me giré. Llegué a la puerta
antes de que Dee gritara—: Tomate tu tiempo.
Le lancé una mirada oscura sobre el hombro, y ella tuvo un ataque
de risa. Lo que sea. Crucé el patio delantero y vi a Kat a través de la
ventana de la cocina. Bueno, vi el resplandor blanco a su alrededor… Me
dirigí a la puerta trasera y golpeé.
La puerta se abrió, y por desgracia no llevaba sólo una camisa como
anoche. Aunque la verdad era que probablemente era algo bueno. Pero
ese rastro en ella. Maldita sea. Los otros iban a verlo a primera hora la
mañana del martes, después del Día del Trabajo, e iba a tener que poner
una jodida excusa.
—¿Hola? —dijo ella, sonando insegura.
La saludé con la cabeza en respuesta.
La cautela parpadeaba en su rostro. —Umm, ¿quieres entrar?
Sin sentirme bien cuando se trataba de espacios cerrados y Kat,
negué con la cabeza. —No, ¿pensé que tal vez podríamos ir a hacer algo?
Sus cejas se alzaron, y casi me reí. —¿Hacer algo? —preguntó.
—Sí. A menos que haya una reseña que publicar o un jardín que
necesitas atender.
—Ja. Ja. —Comenzó a cerrar la puerta.
Levanté una mano, deteniendo la puerta sin t ocarla. La sorpresa
sustituyó la irritación, y sonreí. —Está bien. Déjame intentarlo de nuevo. ¿Te
gust aría hacer algo conmigo?
Vaciló. —¿Qué tienes en mente?
Me aparté de la casa, retrocediendo mientras me encogía de
hombros. —Vamos a ir al lago.
—Veré la carretera antes de cruzar esta vez —dijo, y me di la
vuelta—. No me vas a llevar al bosque porque has cambiado de opinión y
decidiste que tu secreto no está a salvo conmigo, ¿verdad?
Rompí a reír. —Estás muy paranoica.
Resopló. —Bueno, eso viene de un alienígena que al parecer puede
mover las cosas sin tocarlas.
—No te has encerrado en alguna habitación o mecido en alguna
esquina, ¿no?
Sus ojos se pusieron en blanco cuando la miré. —No, Daemon, pero
gracias por asegurarte de que estoy mentalmente sana y todo.
—Oye. —Levanté las manos en señal de rendición—. Es necesario
asegurarme de que no te volviste loca y posiblemente le dirás a todo el
pueblo lo que somos.
—No creo que debas preocuparte por eso por varios motivos —
respondió secamente.
Le di una mirada mordaz. —¿Sabes cuánta gente ha estado cerca?
Quiero decir, muy cerca de acusarnos.
Ella arrugó la nariz, y me pregunté qué se le pasaba por la cabeza, lo
que me hizo reír. —Luego una niña nos descubre y puede exponernos.
¿Puedes ver lo difícil que es para mí… confiar?
—Yo no soy una niña, pero si pudiera volver atrás en el tiempo y
hacerlo todo, no me hubiera atravesado delante de ese camión.
—Bueno, es bueno saberlo.
—Pero no me arrepiento de descubrir la verdad. Esto explica tanto.
Espera, ¿puedes retroceder en el tiempo? —Su expresión era seria—. La
posibilidad no se me había pasado por la cabeza antes, pero ahora lo
pregunto sinceramente.
Suspiré, con ganas de reír. —Podemos manipular el tiempo, sí. Pero
no es algo que nosotros haríamos y sólo en presente. Por lo menos yo
nunca he oído hablar de que nadie que fuera capaz de volver al pasado.
—Jesús, ustedes hacen que Superman parezca aburrido.
Sonreí mientras bajaba la cabeza para evitar una rama baja. —
Bueno, al menos nuestra debilidad no es la kriptonita.
Pasó un momento. —¿Puedo preguntarte algo?
Asentí mientras nuestros pies avanzaban por el suelo cubierto de
hojas.
—La chica, Bethany, que desapareció, ella se involucró con Dawson,
¿verdad? —preguntó.
Me tensé. —Sí.
—¿Y ella se enteró de ustedes?
Pasaron varios segundos antes de que pudiera decidir cómo
responder esa pregunta. —Sí.
Kat me miró. —¿Y es por eso que desapareció?
—Sí. —Más o menos, esa era la verdad.
—¿Ella quiso contarle a alguien? Quiero decir, ¿por qué…
desapareció?
—Es complicado, Kat.
—¿Está… muerta?
Cuando no respondí esa pregunta, se detuvo. Miré hacia atrás, y
sacaba una piedra de su sandalia. —¿Simplemente no vas a decirme?
Le sonreí.
—Entonces, ¿por qué quisiste venir aquí? —Sacó la roca de una
sacudida y se volvió a colocar la sandalia—. ¿Por qué quisiste salir a
caminar si estarías evasivo?
—Bueno, es divertido ver tus mejillas obtener todo ese color rosa
cuando te sientes frustrada.
Sus mejillas ardieron de un color más brillante.
Le guiñé un ojo y comencé a caminar de nuevo. Sus preguntas eran
válidas, y actuaba como un idiota al respecto, pero en realidad no había
respuestas fáciles para est as preguntas. El lago apareció a la vista. —
Además del hecho retorcido de que te gusta obtener todas las repuestas,
me imaginé que tendrías más preguntas.
—Las tengo.
—Algunas no voy a responderlas. Otras sí. —La miré, y no parecía
molesta conmigo. Me sentía como si necesitara tomar una foto para
capturar ese momento—. Más vale que hagas todas tus preguntas. Así no
tendremos que hacer todo esto de nuevo, pero piensa bien en ellas.
Arqueó una ceja. —¿Comienzo ya?
Miré hacia el lago y sonreí. —Vayamos a la roca.
—¿Qué? No estoy usando un traje de baño.
Sacándome los zapatos de una patada, me giré para sonreírle.
Pestañeó una vez y luego dos veces antes apartar la mirada rápidamente.
—¿Y? Te puedes desnudar decentemente.
—No va a suceder. —Se cruzó de brazos.
Qué lástima.
—Me lo imaginé —respondí—. ¿Alguna vez has ido a nadar en ropa
interior antes?
Sus labios se fruncieron. —¿Por qué tenemos que ir a nadar para que
pueda hacer las preguntas?
Mi mirada se concentró en esa boca por demasiado tiempo antes
de bajarla. —No es por ti, sino por mí. Parece normal hacerlo. —Cambié mi
peso—. ¿Recuerdas el día que fuimos a nadar?
—Sí. —Dio un paso hacia mí.
Levantando la mirada, me encontré con la suya. Tomé una
respiración profunda. —¿Te la pasaste bien?
Kat inclinó la cabeza hacia un lado. —Cuando no estabas siendo un
idiota y si ignoro el hecho de que me llevaste porque era obligación,
entonces claro que sí.
Sonriendo, desvié la mirada. Uno de estos días, tal vez, le diría que no
había sido sobornado. —Me divertí más ese día de lo que puedo recordar.
Sé que suena estúpido, pero…
—No es estúpido. —Su respuesta fue inmediata y genuina. Luego me
sorprendió muchísimo—. Está bien. Vamos a hacer esto. Eso sí, no te
sumerjas en el agua durante cinco minutos.
Relajándome, me reí. —Trato.
Mientras me quitaba la camisa, se quitó las sandalias. Me di cuenta
de que me observaba desde debajo de su mirada gacha. Esperé a que
cambiara de opinión, pero me sonrió, y yo… mierda. Hubo un tirón extraño
en mi pecho mientras la veía caminar hasta la orilla del agua y se mojaba
los dedos.
—¡Oh, Dios mío, el agua está fría! —chilló.
Podía hacer algo al respecto.
—Mira esto. —Guiñándole un ojo, me volví hacia el lago. Me salí de
mi forma humana. La luz blanca salía de mi pecho y por encima de mi
figura. Salté de un disparo, moviéndome increíblemente rápido. Para ella,
probablemente parecía nada más que una bola de fuego. Golpeé el
centro del lago. En mi verdadera forma, el calor irradiaba de mí,
calentando el lago mientras nadaba alrededor, bajo el agua.
Al acercarme a las rocas, volví a cambiar a la forma con la que Kat
se sentía más cómoda.
—¿Poderes alienígenas? —preguntó.
El agua se deslizaba de mi piel mientras me inclinaba sobre el borde
de la roca, haciendo un gesto hacia delante. —Adelante, está un poco
más caliente ahora.
No parecía creerme cuando hundió un pie. Su cuerpo se estremeció
al tiempo que me miraba con los ojos muy abiertos. —¿Algún otro talento
interesante? —preguntó mientras nadaba hacia las rocas.
—Puedo hacer cosas sin que ni siquiera puedas verme.
Cuando llegó al lado de las rocas, colocó su mano en la mía. Tiré de
ella fácilmente, y una vez que mantuvo el equilibrio, la solté y me deslicé
hacia atrás, dándole espacio.
Se estremeció mientras se sentaba en la roca endurecida por el sol.
—¿Cómo puedes hacer cosas sin que yo te vea?
Recostado en mis codos, estiré las piernas. —Estamos hechos de luz.
Podemos manipular los diferentes espectros que nos rodean, usándolos a
nuestro favor. Es como si fracturáramos la luz, si eso tiene algún sentido.
—En realidad, no.
—Me has visto en mi estado natural, ¿verdad? —Cuando asintió,
continué—: Creo una especie de vibración hasta que me separo en
pequeñas partículas de luz. Bueno, podemos eliminar de manera selectiva
la luz, lo que nos permite ser transparentes.
Llevó las rodillas contra su pecho. —Eso es algo increíble, Daemon.
Sonreí al tiempo que cruzaba los brazos detrás de mi cabeza y me
echaba hacia atrás. —Sé que tienes dudas. Pregunta.
Kat sacudió lentamente la cabeza. —¿Ustedes creen en Dios?
—Parece un buen tipo.
Parpadeó. —¿Ustedes tienen un Dios?
—Recuerdo que era algo así como una iglesia, pero eso es todo. Los
ancianos no hablan de ninguna religión —expliqué.
—¿Qué quieres decir con "ancianos"?
—La misma cosa a la que tú te refieres. Una persona mayor.
Arrugó la nariz.
Eso me hizo sonreír. —¿Siguiente pregunta?
—¿Por qué eres tan idiota?
Me reí para mis adentros. —Todo el mundo tiene que sobresalir en
algo, ¿verdad?
—Bueno, estás haciendo un gran trabajo.
Cerré los ojos y le di la bienvenida al sol secándome. —De verdad te
desagrado, ¿no?
Kat no respondió de inmediato. —No me desagradas, Daemon. Eres
difícil… de agradar. Es difícil descifrarte.
—Igual que tú —admití y luego decidí aprovechar toda esta cosa de
la honestidad—. Has aceptado lo imposible. Eres amable con mi hermana
y conmigo, aunque admito que he sido un imbécil contigo. Podrías haber
corrido directamente a tu casa ayer y dicho al mundo de nosotros, pero no
lo hiciste. Y no soportas ningunas de mis tonterías. —Me reí—. Me gusta eso
de ti.
—¿Te gusto?
—¿La siguiente pregunta? —dije en voz baja.
Kat se inclinó más cerca. —¿Ustedes chicos tienen permitido tener
citas con las personas, con los humanos?
Encogí un hombro al tiempo que la miraba. —"Permitido" es una
palabra extraña. ¿Sucede? Sí. ¿Se aconseja? No. Entonces, podemos,
pero, ¿cuál sería el punto? No es como que pudiéramos tener una relación
duradera cuando tenemos que ocultar lo que somos.
Pareció considerarlo. —Entonces, ustedes son como nosotros en
otros, eh, ¿aspectos?
Me senté, arqueando una ceja. —¿Pregunta de nuevo?
Tenía las mejillas sonrojadas a la luz del sol. —Ya sabes, ¿cómo el
sexo? Quiero decir, ustedes son todos brillantes y esas cosas. No veo cuán
ciertamente funcionarían esas cosas.
¿Cómo el sexo?
¿En serio me preguntaba si podíamos tener relaciones sexuales?
La pregunta hizo que quisiera reírme. También hizo que deseara otras
cosas que tenían que ver con lo que pensaba, y el hecho de que
respondiera físicamente de esa manera tan rápida era un poco
desconcertante.
También era interesante.
Y también era un idiota.
Mis labios se curvaron en una media sonrisa y antes de que pudiera
pensar realmente en lo que hacía, me moví, haciéndola recostarse sobre
su espalda antes de que pudiera abrir y cerrar los ojos. Contuvo una
respiración suave. Me cerní sobre ella, mi cabello mojado cayendo hacia
adelante mientras soportaba mi peso con las manos. Una gota de agua se
coló, aterrizando en su mejilla. Ni siquiera se dio cuenta de ello.
—¿Estás preguntando si me atraen las chicas humanas? —Descendí,
y nuestros cuerpos se encontraron en todas las áreas que contaban. Con
nuestra ropa mojada, se sentía como si apenas hubiera nada entre nuestra
piel. Ella se sentía increíblemente suave debajo de mí, y podía sentir sus
respiraciones superficiales. Tan cerca cómo nos encontrábamos, vi la
forma en la que sus ojos se dilataron. Moví las caderas lo más mínimo y la
sentí jadear en cada parte de mí—. ¿O me estás preguntando si me siento
atraído por ti?
Nuestros ojos se encontraron y se mantuvieron así. El silencio se
extendió entre nosotros, y sabía que tenía su respuesta.
Y también que tenía que apartarme de ella antes comprometerme
en una estupidez total.
Tomándome más esfuerzo de lo que debería, me aparté de ella.
Cuando hablé, no había duda del cambio en mi voz. —Siguiente
pregunta.
Kat no se sentó. —Solo podrías habérmelo dicho, ¿sabes? —Giró la
cabeza hacia mí—. No tenías que demostrármelo.
Cierto.
—¿Y qué habría de divertido si te lo hubiera dicho? —Volví la cabeza
hacia ella—. ¿Siguiente pregunta, Kitten?
—¿Por qué me llamas así?
—Me recuerdas a un pequeño gatito confundido, con garras y que
no muerde.
Sus labios se fruncieron. —Bueno, eso no tiene sentido.
Me encogí de hombros.
Pasó un momento. —¿Crees que hay más Arum alrededor?
Esa era difícil. Eché la cabeza hacia atrás, estudiándola para
determinar qué tan sincero quería que fuera. —Ellos siempre están cerca.
—¿Y te están cazando? —Su voz cayó.
Moví la mirada hacia el cielo. —Es lo único que les importa. Sin
nuestros poderes, ellos son como… los seres humanos, pero viciosos e
inmorales. Quieren destruir todo a cualquier precio.
—¿Has… luchado con muchos de ellos?
—Sí. —Me di la vuelta, enfrentándola—. He perdido la cuenta de
cuántos he enfrentado y matado. Y como estás iluminada, ellos vendrán.
Levantó la mirada momentáneamente. —Entonces, ¿por qué
detuviste el camión?
—¿Habrías preferido que permitiera que te hiciera un panqueque?
—pregunté, haciendo referencia a lo que dijo esa noche.
—¿Por qué? —persistió.
Apreté la mandíbula. —¿La verdad?
—Sí.
—¿Voy a obtener puntos extras? —pregunté en voz baja.
Su pecho se elevó con una respiración profunda, y luego levantó la
mano. Apartó el mechón de cabello que había caído sobre mi frente. Sus
dedos rozaron mi piel, y me quedé quieto, cerrando los ojos por un
instante. Era un toque tan suave e inocente, pero me golpeó con fuerza.
—Depende de cómo contestes la pregunta —dijo.
Cuando abrí los ojos, sus rasgos se encontraban teñidos de blanco.
Retiró la mano, exhalando suavemente. Me acomodé sobre mi espalda, el
brazo contra el de ella. —¿Siguiente pregunta?
Kat cruzó las manos sobre su vientre, y no se apartó. —¿Por qué el
uso de tus poderes deja un rastro?
Terreno mucho más seguro. —Los seres humanos son como
camisetas que brillan en la oscuridad para nosotros. Cuando usamos
nuestras habilidades alrededor de ustedes, no pueden dejar de absorber
nuestra luz. Con el tiempo, el resplandor se desvanece, pero cuanto más lo
hacemos, más energía utilizamos, y más brillante es el rastro. Los destellos
de Dee no dejan casi nada. El incidente del camión y cuando asusté al
oso, eso deja una marca visible. Algo más potente, como la curación de
alguien, deja una huella por más tiempo. Una débil, nada grande me han
dicho, pero permanece por más tiempo por alguna razón.
››Debería haber tenido más cuidado a tu alrededor —continué—.
Cuando asusté al oso, usé una ráfaga de luz, que es algo así como un
láser. Dejó una gran huella en ti, la suficiente para que un Arum te vea.
—¿Quieres decir que esa noche fui atacado por eso? —Su voz era
ronca.
—Sí. —Me pasé una mano por el rostro—. Los Arum no vienen mucho
por aquí, ya que no creen que ningún Luxen esté aquí. El cuarzo beta en
las rocas esconde nuestra forma energética, nos oculta. Esa es una de las
razones por las que hay muchos de nosotros por aquí. Pero debió haber
sido uno que tiene mucha experiencia. Vio tu rastro y supo que tenía que
haber uno de nosotros cerca. Fue mi culpa.
—No fue tu culpa. No fuiste quien me atacó.
—Pero básicamente lo lleve a ti —señalé.
Mientras mis palabras se hundían en ella, palideció. El miedo llenó su
mirada. Odiaba eso, y al igual que antes, me encontraba preocupado por
la cantidad de información que podía manejar.
—¿En dónde está ahora? ¿Sigue ahí? —preguntó—. ¿Va a volver?
¿Cómo…?
Extendiendo una mano entre nosotros, encontré la suya y la apreté
suavemente. —Kitten, cálmate. Te va a dar un ataque al corazón.
Sus labios se abrieron lentamente. —No voy a tener un ataque al
corazón.
—¿Estás segura? —Su mano se sentía cálida y pequeña dentro de la
mía.
—Sí. —Eso me valió otra puesta de ojos en blanco épica.
—Él ya no es más un problema —expliqué.
Volvió la cabeza hacia mí. —¿Tú… tú lo mataste?
—Sí, como que lo hice. —No trataba de asustarla, pero necesitaba
saber que mataría a cualquiera que amenazara a mi familia… y ahora a
ella.
—¿Cómo que lo hiciste? No sabía que había algo parecido a “como
que maté” a alguien.
—Bueno, sí, lo maté. —Escuché la inspiración sorprendida en su
respiración—. Somos enemigos, Kitten. Él me hubiera matado a mí y a mi
familia después de absorber nuestras habilidades si no lo detenía. No solo
eso, habría traído más hasta aquí. Otros como nosotros se habrían
encontrado en peligro. Tú habrías estado en peligro.
—¿Qué pasa con el camión? Soy más brillante ahora —dijo—.
¿Habrá otro?
Cuando había un Arum, por lo general había tres más. Tal vez esta
vez tendríamos suerte. —Esperemos que no haya ninguno cerca. Al menos
hasta que tu rastro desaparezca. Estarás a salvo.
—¿Y si no?
—Entonces tendré que matarlos también. —Y era la verdad—.
Durante un tiempo, vas a tener que permanecer cerca de mí, hasta que el
rastro se desvanezca.
—Dee dijo algo así. —Se mordió el labio—. Así que, ¿ya no quieres
que me aleje de ustedes?
—No importa lo que quiero. —Bajé la mirada hacia nuestras manos.
Entonces me di cuenta que había estado trazando el alfabeto en su mano.
No tenía ni idea—. Pero si por mí fuera, no estarías en ningún lugar cerca
de nosotros.
Kat liberó su mano de un tirón. —Vaya, qué honesto.
—No lo entiendes —dije. Me sentía determinado a que entendiera
que el peligro de no mantenerse alejada de nosotros nos había metido
originalmente en esto. No quería ser cruel, pero tenía que saber lo que se
encontraba en juego—. En este momento, puedes llevar a un Arum
directamente hacia mi hermana. Y tengo que protegerla. Ella es todo lo
que me queda. Y tengo que proteger a los demás. Soy el más fuerte. Eso es
lo que hago. Y mientras lleves mi rastro en ti, no quiero que vayas a ningún
lado con Dee si yo no estoy ustedes.
Sentándose, se volvió hacia la orilla. —Creo que es hora de regresar.
Oh, maldición, de verdad no lo entendía. Cuando empezó a
ponerse de pie, agarré su brazo. Su piel inmediatamente se calentó bajo
mi palma. —En este momento, no puedes andar por allí sola. Necesito estar
contigo hasta que se desvanezca el rastro.
—No te necesito de niñera. —Su mandíbula sobresalía
obstinadamente—. Voy a estar lejos de Dee hasta que esto desaparezca.
—Todavía no he terminado. —Dios, quería sacudirla—. Si un Arum se
adueña de ti, no te van a matar. El de la biblioteca estaba jugando
contigo. Te iba a llevar al grado en el que rogarías por tu vida y luego te
obligaría a llevarlo a uno de nosotros.
—Daemon…
—No tienes elección. En este momento, corres un gran peligro con el
rastro. Eres un peligro para mi hermana. No voy a dejar que nada le pase a
ella.
La ira enrojeció su rostro. —Y luego, ¿después de que se
desvanezca? ¿Entonces qué?
—Preferiría que te mantuvieras lo más lejos posible de todos nosotros,
pero dudo que eso vaya a pasar. Y mi hermana se preocupa por ti. —Solté
su codo y me incliné hacia atrás, más allá de encontrarme frustrado—.
Siempre y cuando no t engas el rastro, entonces no tengo ningún problema
con que seas su amiga.
Sus manos se apretaron en puños. —Estoy tan agradecida de tener
tu aprobación.
Forcé una sonrisa. ¿Cuán claro tenía que ponerlo para ella? Se
encontraba en peligro y era un riesgo. Esto… esto no era personal. —Ya
perdí un hermano por lo que sentía por un humano. No voy a perder otro.
—Háblame de tu hermano y Bethany —estableció.
—Mi hermano se enamoró de una humana… y ahora los dos están
muertos.
16
Traducido por Nika Trece & DianaX
Corregido por Sahara

A veces Kat era tan abierta como un libro de imágenes. Todo lo que
pensaba y sentía era claramente visible en su rostro. Vi como la irritación se
apartaba, sustituida por una simpatía que no me sentía cómodo de ver.
—¿Qué ocurrió? —preguntó en voz baja.
Una parte de mí quería ignorar la pregunta. Decir algo ignorante y
dist raerla, pero mi otra mitad quería… hablar, hablar realmente de ello. Esa
parte ganó. —Dawson conoció a Bethany, y te juro, fue como amor a
primera vista. Para él, su vida era ella. Matthew, el señor Garrison, le
advirtió. Yo le advertí que eso no iba a funcionar. No había manera de que
pudiéramos tener una relación con un humano.
Miré por encima del hombro hacia la línea de árboles. —No sabes
cuán duro es esto, Kat. Tenemos que ocultarnos todo el tiempo, e incluso
con los de nuestra propia especie, tenemos que ser cuidadosos. Hay
muchas reglas. Al DOD y a los Luxen no les gusta la idea de relacionarnos
con humanos. Es como si pensaran que somos animales, inferiores a ellos.
—Pero no son animales —dijo ella, con un poco de fiereza. Fue muy
lindo verla salir en mi defensa por una vez, a pesar de que probablemente
no lo merecía.
—¿Sabes que cualquier movimiento es rastreado por ellos? —Negué
con la cabeza, disgustado—. La licencia de conducir, lo saben. Una
aplicación a la universidad, lo ven. ¿Una licencia de matrimonio para un
humano? Olvídalo. Tenemos un registro que llenar si queremos mudarnos.
—¿Ellos pueden hacer eso? —La sorpresa inundaba su voz.
Me reí a secas. —Es su planeta, no el nuestro. Incluso tú lo dijiste. Y
ellos financian nuestras vidas. Tenemos chequeos al azar, por lo que no
podemos escondernos o nada. Una vez que ellos saben que estamos aquí,
ya está. Y eso no es todo. Cuando encontramos a otros Luxen debemos
permanecer allí.
Su mirada se afiló. —Eso no parece justo.
—No lo es. —Me senté, apoyando los brazos sobre mis rodillas
dobladas—. Es fácil sentirte humano. Sé que no lo soy, pero quiero las
mismas cosas que todos los humanos desean. —¿Qué le decía? Me aclaré
la garganta mientras mi mandíbula trabajaba—. De todos modos, algo
pasó entre Dawson y Bethany. No sé qué. Él nunca lo dijo. Se fueron de
excursión un sábado y regresaron más tarde, su ropa rasgada y cubierta
de sangre. Lucían más unidos que nunca. Si Matt y los Thompson no tenían
sospechas antes, las tuvieron entonces. El siguiente fin de semana, Dawson
y Bethany salieron al cine. Nunca regresaron.
Kat cerró los ojos.
—El DOD lo encontró al día siguiente en Moorefield, su cuerpo fue
arrojado como la basura. No tuve oportunidad de despedirme. Se llevaron
el cuerpo antes de que pudiera verlo, debido al riesgo de exposición.
Cuando nosotros morimos o somos heridos, recurrimos a nuestra forma
verdadera.
Su voz era suave cuando habló. —¿Estás seguro de que él… está
muerto, a pesar de que nunca viste el cuerpo?
—Sé lo que le hizo el Arum. Drenó sus habilidades y lo asesinó. Si él
estuviera vivo, encontraría una manera de contactarse con nosotros. Tanto
su cuerpo como el de Bethany fueron retirados antes de que alguien
pudiera verlos. Sus padres nunca sabrán lo que le ocurrió. Y todos sabemos
que él había hecho algo para dejar un rastro en ella, permitiendo que el
Arum lo encontrara. Esa es la única posibilidad. Ellos no pueden sentirnos
aquí. Tuvo que haber hecho algo importante.
—Lo siento —susurró—. Sé que no hay nada que pueda decir. Sólo…
lo siento.
Levantando la barbilla, miré hacia el cielo. El peso de la pérdida de
Dawson era como una bola de cuarenta y cinco kilos de plomo en el
estómago. Dolía. Todavía dolía como si fuera ayer. Aún despertaba
algunas noches y me encontraba en su habitación, deseando tan sólo
poder verlo una vez más.
—Yo… lo extraño —le dije entrecortadamente.
Kat no dijo nada, pero se inclinó, envolviendo sus brazos a mí
alrededor. Me puse rígido por la sorpresa. Ella no pareció darse cuenta,
porque me apretó fuerte, y luego me soltó, alejándose.
La miré, la sorpresa dando una sacudida eléctrica a mi corazón.
¿Después de las cosas que le dije hacía un puñado de minutos, ella hacía
esto? ¿Abrazarme?
Bajó la mirada hacia sus manos. —Yo también extraño a papá. Nada
hace que eso sea más fácil.
La respiración que dejé escapar fue dura. —Dee dijo que estuvo
enfermo, pero no qué estaba mal con él. Lamento tu pérdida. Las
enfermedades no son algo a lo que nosotros estemos acostumbrados.
¿Qué fue?
—Cáncer cerebral. Comenzó sólo con dolores de cabeza, ¿sabes?
Tenía estas horribles migrañas, y entonces comenzó a tener problemas de
visión. Cuando eso sucedió, fue a hacerse pruebas y tenía cáncer. —
Levantó la mirada hacia el cielo, sus cejas juntas—. Parece que sucedió
tan rápido después de eso, pero supongo que, de alguna manera no fue
así. Tuve tiempo con él antes de que…
—¿Antes de qué? —La miré, incapaz de hacer nada más que eso.
Su sonrisa era triste. —Él cambió al final. El tumor afectó las cosas.
Fue… fue duro, ¿sabes? —Sacudiendo la cabeza, bajó la barbilla—. Pero
tengo todos los recuerdos de los buenos momentos, como cuando
trabajamos en el jardín juntos o fuimos a la librería. Cada sábado por la
mañana nos encargábamos del jardín. Y luego, cada domingo por la
tarde y desde que puedo recordar, nos íbamos a la tienda de libros.
Empezaba a ver por qué amaba tanto la jardinería y la lectura. Se
mantenía cerca de su padre. Ambos habíamos sufrido tantas pérdidas. —
Dawson y yo… solíamos ir juntos de excursión todo el tiempo. Dee nunca
ha sido fan de ello.
Sonrió un poco. —Realmente no puedo imaginarla escalando una
montaña.
Me reí ante eso. —Estoy de acuerdo.
Mientras la luz del día se convertía en el anochecer, y las estrellas
empezaban a llenar el cielo, nosotros… sólo hablamos. Le hablé de la
primera vez que Dawson se transformó en otra persona y se quedó
atascado. Ella me habló de cómo sus amistades se vinieron abajo después
de que su padre enfermó. Me pareció interesante que ella tuviera la culpa
de eso. Hablamos hasta que el aire adquirió un toque frío, y era hora de
volver.
Siendo sincero, la verdad era que no quería volver. Disfrutaba de
esto. Kat. Yo. Hablando. Nunca pensé que lo haría, pero lo hice.
Realmente lo hice.
Un silencio cómodo nos rodeaba mientras caminábamos de regreso
a nuestras casas. Había una luz encendida en la sala de estar de la casa
de Kat, así que su voz sonó baja cuando se volvió hacia mí. —¿Que pasará
ahora?
No le respondí.
No tenía idea de lo que sucedería ahora.

***

Pasé la mayor parte del domingo escuchando a Dee y Kat hablar de


libros y de cómo los novios literarios eran universalmente mejores que los
novios reales mientras se encontraban sentadas en la sala de estar. Y
desde que era un chico, tal vez no humano, tenía muchas ganas de estar
en desacuerdo con esa afirmación, pero una vez que comenzaron a
enumerar los atributos de algunos de los tipos en los libros que Kat llevaba
con ella, no había manera de que nadie pudiera competir con eso.
Me sentía como si tuviera que advertir a Adam o algo.
Matt hew tenía una comida al aire libre por el Día del Trabajo, y Kat
había encontrado hilarante que los extraterrestres estuvieran celebrando
tal fecha… hasta que Dee se iba. Por un montón de razones obvias, Kat no
podía ir con Dee. Trataba de no demostrarlo, pero la sonrisa que llevaba
mientras se sentaba en el pórt ico delantero no llegó a sus ojos grises.
—No tengo que ir —dijo Dee, intuyendo lo mismo—. Puedo
quedarme.
Kat abrió la boca, pero yo solté—: Has ido todos los años. Tienes que
ir o va a parecer extraño.
Se mordió el labio inferior mientras miraba a Kat. —¿Vas a estar bien?
—¿Por qué no iba a estarlo? —exigí, cruzando los brazos.
Kat me lanzó una mirada.
—Su madre tiene que trabajar hoy, por lo que va a pasar el día sola
—contestó Dee antes de que Kat pudiera hacerlo.
Levanté una ceja. —¿Y cómo lo hace eso diferente a los otros días?
Kat frunció los labios.
—No seas idiota. —Dee entornó los ojos—. Es diferente, porque hoy
es día de fiesta.
Kat abrió la boca de nuevo.
—Es el Día del Trabajo —señalé a secas—. No es como si fuera
Acción de Gracias o Navidad. Ni siquiera estoy seguro de que sea una
verdadera fiesta.
—Oh, es real. Está en calendarios y esas cosas —insistió Dee—. Es un
día festivo.
Rodé los ojos. —Es una fiesta estúpida. Kat es…
—Estoy aquí, en caso de que lo olvidaran. —Kat se levantó,
sacudiéndose el polvo de la parte trasera de los pantalones. Me lanzó una
mirada funesta antes de pasar a Dee—. Estaré bien. Daemon, y Dios sabe
que odio decir esto, está en lo cierto. Es sólo el Día del Trabajo. No es la
gran cosa. Adam va a estar allí, ¿verdad?
Dee asintió mientras yo miraba a Kat.
Sonrió de nuevo. —Ve a divertirte con él.
Para el momento en que mi hermana finalmente se metió en el
coche y se fue, me había preparado para que el Ave María la
acompañara a casa de Matthew. No sabía a ciencia cierta si lo lograría,
pero me sentía dispuesto a intentarlo.
Mientras los neumáticos de Dee crujían sobre la grava, Kat
deambuló más allá de mí, y mi mirada la siguió, fascinado por la forma en
que sus caderas se balanceaban. ¿Se daba cuenta de cómo caminaba?
Jesús.
—¿A dónde vas? —le pregunté, mis pestañas bajando.
Se detuvo en los escalones del pórtico. —Eh, a mi casa.
—Mmh —murmuré, apoyado contra el lado de la casa.
Sus labios se inclinaron hacia abajo en las esquinas. —¿No vas a la
comida al aire libre?
Negué con la cabeza. —Eso nunca ha sido lo mío.
—¿De verdad? ¿Una comida al aire libre tiene que ser algo que
hacer? —desafió.
—Si es algo que me gusta o no, es irrelevante. Alguien tiene que estar
aquí cont igo.
Esos labios carnosos se sumergieron en una mueca. —No necesito
una niñera.
—Sí, lo haces.
Kat me miró, y se hizo evidente que ella se encontraba dispuesta a
seguir el debate. Me t omó un esfuerzo heracleano no sonreír. Después de
lo de ayer, el tiempo pasado en el lago, algo cambió entre nosotros. Una
conexión que no estaba seguro de cómo manejar había sido forjada.
—No necesito una niñera, Daemon. —Su mano se cerró sobre la
barandilla—. Sólo iré a casa y…
—¿Leerás un libro?
El fuego se encontraba a segundos de distancia de salir disparado
por sus ojos. Tal vez incluso por su boca. —¿Qué pasa si lo hago? No hay
nada malo con la lectura.
—Yo no he dicho que lo hubiera. —Sonreí.
—Lo que sea. —Se giró y pisoteó por las escaleras.
Debería haberla dejado ir. Mientras se quedara aquí, conmigo
alrededor, estaría a salvo, y el bono era que Dee no se encontraba con
ella. Pero mientras la veía merodear hacia su casa, su casa vacía, maldije
en voz baja y me aparté de donde me encontraba.
—Oye —grité, alzando los brazos.
Kat siguió caminando.
Suspirando, me bajé de la cubierta. No me vio, al menos no hasta
que aparecí frente a ella. Retrocediendo de golpe, una mano voló hacia
su pecho. —Mierda. —Se quedó sin aliento—. Una advertencia sería
agradable.
Metí las manos en los bolsillos de mis pantalones. —Te llamé.
—¡Y te ignoré! —Bajando la mano, respiró hondo—. ¿Qué quieres?
—No ser ignorado.
Su cabeza se inclinó hacia un lado. —¿De verdad?
Mis labios temblaban. —Sí.
Negó con la cabeza mientras una brisa cálida arrojaba mechones
sueltos sobre su rostro. —Por alguna razón, no creo que ese sea el caso.
—Tal vez no. —Di un paso hacia ella, lentamente esta vez—. Tengo
un poco de carne de vaca en la nevera. Podríamos hacer hamburguesas.
—¿Carne de vaca? —Kat capturó las hebras de cabello y se las puso
detrás de la oreja—. Es… es una forma asquerosa de decir carne para
hamburguesa.
—Lo es, ¿no? —Pasé por delante de ella, golpeando su brazo con el
codo—. Podemos tener nuestra propio picnic al aire libre. Tengo una
parrilla.
Kat se quedó mirando al frente mientras yo seguía caminando.
—¿Vienes o no?
Se encontraba de espaldas a mí, y durante un largo momento, creí
que iba a ignorarme, lo que sería muy incómodo. Especialmente si tuviera
que volver por ella, echarla sobre mi hombro, y obligarla a comer mi carne
de vaca a la parrilla, porque lo haría. Nadie debería comer vaca solo, me
decidí. Además, realmente no iba a analizar por qué no quería pensar en
ella pasando el feriado sola.
Kat se dio la vuelta, capturando el mechón y poniéndolo una vez
más detrás de su oreja. —¿Tienes queso?
Arqueé una ceja. —Eh. Sí.
Cruzó los brazos sobre su pecho. —¿Queso suizo?
—Sí, eso creo.
Un segundo pasó y entonces sonrió, most rando unos dientes blancos
y rectos. —Bueno. Sólo si me haces una hamburguesa de queso suizo y no
te refieres a ella como carne de vaca.
Bajé la barbilla, sintiendo las comisuras de mis labios alzarse. —De
acuerdo.

***

Dee terminó creyendo el por qué Kat parecía que estuviera


iluminada como el listón de Las Vegas. Había sido su decisión, y tenía
sentido, ya que no me sentía seguro de que alguien hubiera creído que
hubiera cometido el mismo error dos veces.
Como era de esperar, Matt no se veía muy emocionado al respecto.
Ninguno de ellos lo hacía. No los culpaba.
Y también, como era de esperar, cuando le dije a Kat que tenía
planes para esa noche, como quedarse en casa así podría vigilarla, dijo
que tenía otras cosas que hacer. Todos sabían que presumía y no tenía
otros planes.
Kat sólo estaba siendo terca.
Después de la escuela el martes, seguí a Kat a casa. Había ido a la
oficina de correos primero, lo que me molestó. La chica parecía una
bombilla para un Arum. Lo sabía, y aun así llevó su dulce retaguardia hacia
la oficina de correos para recoger un puñado de paquetes.
Paquetes que contenían libros.
Como si necesitara más.
Cuando se lo señalé en el estacionamiento, me miró como si hubiera
pateado a un niño pequeño, y declaró con firmeza—: Nunca puedes tener
demasiados libros.
Luego, en el camino a casa, me frenó cuando avancé más rápido
de lo que podía caminar a la velocidad de la luz. ¿No se daba cuenta que
cada minuto aquí nos exponíamos? Me preocupaba todos los días hasta
que podía llevarla a casa, junto a mí, donde podía protegerla.
Le toqué la bocina varias veces. Era eso o embestir la parte trasera
de su desgastado Camry.
Tardamos una eternidad en llegar a su casa, y para el momento que
aparqué la camioneta, me sentía más que impaciente. Me bajé y caminé
al lado del conductor. Al parecer, me había movido demasiado rápido.
—¡Jesús! —Se frotó el pecho—. ¿Podrías dejar de hacer eso?
—¿Por qué? —Descansé los brazos en la ventana abierta—. Ahora ya
sabes de nosotros.
—Sí, pero eso no quiere decir que no puedas caminar como un ser
humano normal. ¿Qué pasa si mamá te ve?
Sonreí.
—Me encantaría hacerle creer que está viendo cosas.
Abriendo la puerta, apenas y esperó a que me echara hacia atrás
mientras me pasaba de un empujón.
—Tengo que cenar con mamá.
Me aparecí enfrente de ella.
Kat soltó un chillido y me lanzó otro golpe.
—¡Dios! Creo que te gusta hacerme enojar.
—¿A quién? ¿A mí? —Abrí los ojos de par en par—. ¿A qué hora es la
cena?
—A las seis. —Subió las escaleras pisoteando—. Y no estás invitado.
—Como si quisiera comer contigo.
Levantó una mano y me enseñó el dedo.
Sonreí.
—Tienes hasta las seis y treinta para estar en mi casa, o vendré por ti.
—Sí. Sí.
Dándome la vuelta, sonreí mientras me dirigía a casa,
preguntándome si se dio cuenta que había dejado todos esos preciosos
libros en el auto.
Dee apareció un poco después de las cuatro, pero no fue hasta casi
la hora en la que se suponía que Kat estuviera aquí que abrió el
congelador y chilló.
—¿Dónde está el helado? —Su voz sonaba tensa.
Me incliné contra la encimera.
—¿Cuál helado?
—¿Cuál helado? —repitió lentamente, la incredulidad resonando en
su voz—. ¡El medio galón de helado Rocky Road que estuvo en el
congelador hasta ayer!
—Mmh.
—¡No puedo creer que te hayas comido todo el helado, Daemon!
—No me comí todo.
—Ah, entonces, ¿se comió solo? —El chillido de Dee podría hacer
estallar los tímpanos—. ¿La cuchara se lo comió? Oh, espera, ya sé. El
cartón se lo comió.
—En realidad, creo que el congelador se lo comió —respondí a
secas. Dee se dio la vuelta de un tirón y me aventó el empaque vacío,
convirtiendo la maldita cosa en una pelota de béisbol a toda velocidad.
Se estampó en mi brazo, punzando. Lo atrapé antes de que golpeara el
suelo.
—Ouch. Eso no fue muy agradable.
Me fulminó con la mirada cuando tiré el empaque a la basura. Fue
entonces que escuché a alguien en la sala. Dándome la vuelta, me dirigí a
la habitación. Era Kat. Le di un vistazo al reloj y mis labios se retorcieron.
Eran unos pocos minutos después de las seis y treinta. Inclinándome contra
el marco de la puerta, crucé los brazos y esperé a que se diera cuenta de
que me encontraba ahí.
Cuando me vio, todo lo que hizo fue quedarse ahí parada y…
mirarme fijamente. Su mirada se movió sobre mí como si no me hubiera
visto antes, lo que encontré interesante. Levanté una ceja.
—¿Kat?
Apartó la mirada rápidamente.
—¿Te golpearon con un cartón de helado?
—Sí.
—Maldición. Me lo perdí.
—Estoy seguro de que a Dee le encantaría hacer una repetición
para ti.
Kat sonrió ante eso.
—Oh, crees que es divertido. —Dee entró como un tornado en la
sala, con las llaves del auto en mano—. Debería hacer que vayas a la
tienda y me traigas helado, pero porque quiero a Katy y valoro su
bienestar, voy a ir yo misma.
Los ojos de Kat se ampliaron.
—¿No puede ir Daemon?
Le sonreí.
—No. Si un Arum está por ahí, él únicamente vería tu rastro. —Dee
agarró su bolso—. Necesitas estar con Daemon. Es más fuerte que yo.
Kat suspiró con pesadez, y si tuviera sentimientos, estaría ofendido.
—¿Puedo irme a mi casa?
—¿Te das cuenta de que tu rastro puede ser visto desde afuera? —
Me aparté de la entrada—. Sería tu funeral.
—Daemon —me espetó Dee—. Todo esto es culpa tuya. Mi helado
no era tú helado.
—Ese helado debió haber sido muy importante —murmuró Kat .
—Era mío. —Dee balanceó su bolso hacia mí pero falló—. Y él se lo
comió.
Puse los ojos en blanco.
—Solo ve y compra más.
—¡Sí, señor! —Me dio un saludo militar—. ¿Quieren algo ustedes?
Kat negó con la cabeza, y cuando Dee caminó hacia la puerta, me
disparé hacia delante y le di un abrazo rápido con un brazo.
—Cuídate.
—Como siempre. —Se despidió con una mano y se apresuró a salir.
—Guau —dijo Kat —. Recuérdame nunca comerme su helado.
—Si lo haces, ni siquiera yo seré capaz de salvarte. —Le dirigí una
sonrisita—. Entonces, Kitten, si voy a ser tu niñera durante la tarde, ¿qué
vamos a hacer?
Sus ojos se estrecharon.
—En primer lugar, yo no te pedí ser mi niñera. Y tú me hiciste venir
hasta aquí. Y no me llames Kitten.
Me reí.
—¿No andas de humor esta noche?
—Todavía no has visto nada.
Sonriendo con suficiencia, entré a la cocina.
—Te creo. Nunca tengo un momento aburrido cuando estás cerca.
—Hice una pausa cuando me di cuenta de que ella todavía se
encontraba parada en medio de la sala—. ¿Vendrás o no?
—¿Ir a dónde?
—Tengo hambre.
—¿No te comiste todo el helado?
—Sí, pero todavía tengo hambre.
—Dios mío, los extraterrestres comen demasiado.
Le di un vistazo sobre mi hombro, encontrando que todavía no se
había movido.
—Tengo una fuerte inclinación de necesitar tener un ojo en ti. Donde
yo voy, tú vienes. —Esperé a que se moviera y cuando no lo hizo, le guiñé—
. O puedo forzarte a moverte.
—Muy bien, vamos —se enojó y luego pisoteó al pasarme,
desplomándose en la mesa de la cocina.
Agarré un plato de sobras de pollo del refrigerador.
—¿Quieres un poco?
Kat negó con la cabeza y luego descansó la mejilla en su mano
mient ras me observaba moverme alrededor de la cocina. Cada vez que le
daba un vistazo, tenía una mirada pensativa en el rostro.
Llevé el plato a la mesa y me senté frente a ella. El día anterior,
durante el picnic improvisado, la verdad era que no habíamos hablado.
Extrañamente, no hubo un silencio incómodo. Fue… agradable.
—Entonces, ¿cómo lo llevas?
Apartó la mirada.
—Estoy bien.
—Lo haces bien. —Tomé un bocado de pollo frío—. Has aceptado
todo esto con normalidad. Estoy sorprendido.
—¿Qué pensaste que haría?
Me encogí de hombros.
—Con los humanos, las posibilidades son infinitas.
Se mordió el labio inferior.
—¿Crees que de alguna manera somos más débiles que tú, sólo
porque somos humanos?
—No es que crea que eres débil, sé que lo eres. —La miré sobre el
vaso de leche—. No estoy tratando de ser desagradable al decirte eso.
Eres más débil que nosotros.
—Quizá físicament e, pero no mental o… moralmente —discutió.
—¿Moralmente?
—Sí, por ejemplo, no voy a decirle al mundo acerca de ustedes para
obtener dinero. Y si fuera capturada por un Arum, no lo traería con ustedes.
—¿No lo harías?
Una emoción que no pude leer destelló por su cara mientras se
inclinaba en la silla.
—No, no lo haría.
—¿Incluso si tu vida está en peligro? —La incredulidad pintaba mi
tono.
Kat negó con la cabeza mientras se reía.
—Sólo porque soy humana no quiere decir que sea una cobarde o
traicionera. Nunca haría nada que pusiera a Dee en peligro. ¿Por qué mi
vida sería más valiosa que la de ella? Ahora, si hablamos de la tuya… es
debatible. Pero no la de Dee.
No quería creerle, pero me di cuenta que lo hacía cuando volví a
comer.
—Entonces, ¿cuánto tiempo tomará para que el rastro se
desvanezca?
Levantando la mirada, nuestros ojos se encontraron. Levanté el vaso
de leche y tomé un trago largo. Los huecos de sus mejillas se sonrojaron.
—Probablemente una semana o dos, a lo mejor menos. —Entorné los
ojos, revisando el brillo—. Ya está empezando a desvanecerse.
—¿Qué aspecto tiene? ¿Parezco una enorme bombilla o algo así?
Me reí, porque era más o menos sí.
—Es un suave resplandor blanco alrededor de tu cuerpo, como una
especie de halo.
—Ah, bueno, eso no parece tan malo. ¿Has terminado? —Cuando
asentí, agarró mi plato y se puso de pie, sorprendiéndome. Caminó hacia
el lavabo, colocando el plato ahí—. Al menos no parezco un árbol de
navidad.
La seguí, inclinando la cabeza al lado de la suya cuando hablé.
—Pareces la estrella encima del árbol.
Kat jadeó y se dio la vuelta, sus ojos amplios. Por supuesto, no me
había escuchado moverme. Se inclinó hacia atrás, sujetando el borde de
la encimera detrás de ella.
—Odio cuando haces esa cosa de súper velocidad alienígena.
Me la quedé viendo fijamente, y sonreí. Sus mejillas se encontraban
de nuevo lindamente sonrojadas. No se necesitaba ser un genio para
saber que nuestra proximidad la afectaba, y no de una mala manera.
—Kitten, ¿qué vamos a hacer?
Sus ojos se movieron rápidamente por mi cara y luego dijo sin
pensar—: ¿Por qué no me entregast e al DOD?
Atrapado fuera de guardia, di un paso hacia atrás.
—¿Qué?
—¿No sería todo más fácil para ti si me entregaran al Departamento
de Defensa? Así no tendrías que preocuparte por Dee ni nada.
Maldición, esa era una buena pregunta. Una que me había hecho
una y otra vez. Una pregunta que sabía que todo el mundo me haría
cuando se enteraran de que Kat sabía acerca de nosotros.
—No lo sé, Kitten.
—¿No lo sabes? —preguntó—. ¿Estás arriesgando todo y no sabes
por qué?
La irritación hizo que me picara la piel. —Eso fue lo que dije.
La amplitud de sus ojos claramente deletreaba la incredulidad que
sentía. No tenía una buena razón para no entregarla. El Departamento de
Defensa amaría todo acerca de mí si lo hiciera, y por mucho que los
odiara, funcionaría para todos nuestros intereses mantenerlos contentos.
Tenía que haber una razón y yo…
Corté de golpe ese pensamiento. Esta conversación se dirigía a algo
demasiado serio. No tenía tiempo para eso.
Inclinándome, dejé caer las manos a cada lado de sus caderas y
bajé la barbilla.
—De acuerdo, sé por qué.
Su respiración se atascó.
—¿Lo sabes?
Asentí.
—No sobrevivías un día sin nosotros.
—No lo sabes.
—Oh, lo sé. —Ladeé la cabeza hacia el costado, y aunque
bromeaba con ella, también le decía la verdad acerca de lo que
sucedería si terminaba con el Departamento de Defensa—. ¿Sabes a
cuántos Arum me he enfrentado? Cientos. Y ha habido ocasiones en las
que apenas he escapado. Un humano no tiene ni una oportunidad contra
ellos o el DOD.
—Bien. Como sea. ¿Puedes quitarte?
Le sonreí.
Y Kat perdió su paciencia rápidamente. Plantó las manos en mi
pecho y empujó… fuerte. No me moví. Mi sonrisa se amplió.
—Imbécil —murmuró.
Me hizo reír. En verdad debí quitarme del camino, pero era
demasiado divertido provocarla y no me había reído tanto en un tiempo. Y
en lo profundo, creía que tampoco ella.
—Tienes una boca sucia —le dije—. ¿Con eso besas a los chicos?
Sus mejillas se volvieron rojo sangre.
—¿Besas a Ash con la tuya?
—¿Ash? —Mi sonrisa desapareció—. Ya te gustaría saberlo, ¿no es
así?
Kat sonrió con suficiencia.
—No, gracias.
No le creí ni por un instante. Me incliné hasta que sólo unos pocos
centímetros nos separaban. El aroma a duraznos y vainilla me rodeó.
—No eres una buena mentirosa, Kitten. Tus mejillas se sonrojan cada
vez que mientes.
Mi cerebro se apagó cuando sus mejillas se volvieron de un color
todavía más brillante. Antes se saberlo, mi mano se encontraba envuelta
alrededor de su brazo. No la agarraba. No. La sujet aba, y su piel se sentía
cálida debajo de la mía. Arrastré la mirada hacia la suya, y no pude
alejarla.
Energía me recorrió, haciendo que mi piel tarareara. La t ensión
prácticamente crujía entre nosotros, y maldición, era difícil ignorarla.
Parte de mí no quería.
—Tengo la extraña idea de que debería probar esto.
Su mirada se desvió a mi boca.
—¿Probar qué?
—Creo que te gust aría saberlo. —Pasé una mano por su brazo,
tragando un gemido cuando la sentí estremecerse. Me detuve en su nuca,
debajo del pesado velo de su cabello. En la luz de la cocina, su cabello
era de un castaño oscuro, pero sabía que afuera en el sol, tenía mechas
rojizas.
—-Tienes un cabello hermoso.
—¿Qué?
Sí, como que salió de la nada. Extraño.
—Nada. —Lentamente, pasé los dedos por sus mechones, e infierno,
eran tan suaves como los imaginaba. Y sí, antes había imaginado cómo se
sentirían. Un dolor me llenó.
Cuando mis ojos se movieron hacia abajo, vi que sus labios rosas se
encontraban abiertos. Se veía como si estuviera esperando un… un beso, y
Dios, ella era…
Maldición. Kat era… era hermosa.
Un hermoso dolor en mi trasero.
Me tomó cada gramo de energía que tenía no inclinarme y besarla,
porque era una mala idea en muchos niveles, no podía contarlos todos.
Retirando la mano de su cabello, me estiré detrás de ella y cogí una
botella de agua que había dejado ahí antes. Sus ojos se ampliaron cuando
se desplomó contra la encimera.
Me volteé hacia la mesa de la cocina antes de que pudiera verme
sonriendo.
—¿Qué era lo que preguntabas, Kitten?
—Deja de llamarme así.
Bebí un trago mientras la enfrentaba.
—¿Dee dijo algo de una película?
—Sí —dijo, pasándose las manos por los brazos—. Lo mencionó
temprano en clases.
—Bueno, vamos. Veamos una película.
Kat en verdad me escuchó y siguió a la sala; se detuvo en la entrada
mientras yo encontraba un disco cerca de la mochila de Dee.
Recogiéndolo, vi lo que era y le di la vuelta.
—¿De quién fue la idea de esto?
Kat se encogió de hombros.
Leí la descripción y luego murmuré—: Como sea.
Se aclaró la garganta mientras entraba lentamente en la habitación.
—Mira, Daemon, no tienes que sentarte y ver una película conmigo.
Si tienes otras cosas que quieras hacer, estoy segura de que estaré bien.
Levantando la mirada de la película, me encogí de hombros.
—No tengo nada que hacer.
—De acuerdo. —Dudó por un instante y luego caminó hacia el sofá.
Puse la película y luego me senté al otro lado del sofá. La televisión
se encendió, y la mirada mordaz de Kat puso una sonrisa en mi cara. Esta
se extendió cuando la miré unos pocos segundos después y la encontré
mirándome fijamente.
—Si te quedas dormida durante esta película, estarás en deuda
conmigo.
Frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Sólo ve la película.
La mirada de Kat se volvió hacia la televisión, y después de unos
pocos instantes, me moví para ponerme cómodo. Fue difícil, porque me
sentía tan malditamente consciente de ella sentada allí, que ya había
olvidado de qué se trataba la película para el momento en que la primera
escena apareció en la pantalla.
Y eso fue más o menos lo que duré sin encontrarme mirando
fijamente a Kat.
17
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Melii

No dormí bien la noche del martes, por lo que después de coger la


cuchilla de obsidiana de la cómoda, terminé patrullando a las tres de la
madrugada. No había ninguna señal de Arum cerca, pero sabía que era
cuestión de tiempo antes de que otro fuera visto. Quería atraparlo antes
de que nos atrapara a nosotros.
O a Kat.
La mañana del miércoles pasó en un borrón, y en su mayoría, me
encontraba demasiado distraído como para siquiera esforzarme en
molestar a Kat. Sólo le di un golpe con el lápiz y eso fue todo. Mi mente se
hallaba en una docena o así de lugares diferentes. Anoche pensé un
montón en Dawson. También en Dee, y en cómo sabía que quería
marcharse de allí. Pensé un montón acerca de lo que harían los Thompson
o Matthew si descubrían lo de Kat. Pensé un montón en ella.
Mientras la mañana avanzaba, me sentía mucho más viejo de lo que
debería, de lo que era.
Las cosas no mejoraron cuando entré a la cafetería y vi a Kat en la
fila del almuerzo. No estaba sola. Ese idiota se encontraba con ella: Simon
Cutters. No me agradaba el tipo; nunca lo hizo. Era un vándalo
quisquilloso, y no creía que fuera sólo de hablar y no obtener nada de
acción en lo que respectaba a las chicas. Y por supuesto, le atraía Kat.
Una sensación horrible y poco conocida se retorció en mi interior. No
quería ponerle nombre, ni siquiera quería reconocerla, pero de repente,
quería darle una paliza a Simon. Quería enseñarle que ni siquiera tenía el
derecho de hablarle a Kat.
Simon esperó por ella al final de la fila.
Oh, diablos, no, no me encontraba de acuerdo con esto.
Me abrí paso a través de la fila, hacia donde Simon se encontraba
de pie frente a Kat.
Ella miraba fijamente su plato. —¿Tenemos un examen la próxima
semana, verdad?
Simon asintió. —Justo antes del juego. Creo que Monroe hace eso
a…
Poniéndome justo frente a Simon, lo hice a un lado mientras cogía
una bebida, obligándolo a dar un paso de ella. La barbilla de Kat se alzó
de golpe en lo que la sorpresa destellaba en su rostro.
Cogí una caja de leche del carrito, girándola en mi mano mientras
me volt eaba hacia Simon. Éramos de la misma altura, pero él era más
corpulento que yo, y teniendo en cuenta eso, probablemente el idiota
pensaba que podría derribarme. En serio esperaba que quisiera
averiguarlo.
—¿Cómo estás, Simon? —pregunté, girando la leche.
Simon retrocedió un paso, parpadeando mientras se aclaraba la
garganta. —Bien. Estoy bien, dirigiéndome a mi, eh, mi mesa. —Al parecer,
no quería ver si podía darme una paliza. Qué pena—. Te veo en clase,
Katy.
Kat frunció el ceño mientras observaba a Simon alejarse, luego
levantó la mirada hacia mí. —¿Y bien?
—¿Estabas planeando sentarte con Simon? —La pregunta
abandonó mi boca antes de que pudiera detenerla.
—¿Qué? No. —Se rio—. Estaba planeando sentarme con Lesa y
Carissa.
—Al igual que yo. —Dee salió de alguna parte, balanceando un
plato en una mano y dos bebidas en la otra—. Eso si crees que seré
bienvenida.
Esa sensación pesada y extraña se asentó en mi pecho. Sin querer oír
la respuesta de Kat, porque por supuesto que Dee sería bienvenida, me
volteé y me dirigí de regreso al lugar donde vi a los trillizos sentados con un
par de otras personas.
—Hola —dijo Adam mientras me sentaba junto a él. Levanté la
barbilla en respuesta, lo que me ganó un bajo—: Bien.
Puse el libro de historia en la mesa y lo abrí.
—Alguien está de mal humor —dijo Andrew en voz baja.
Sin levantar la mirada, murmuré—: Alguien quiere morir.
Andrew se rio, no afectado por la declaración. —¿Qué hacías
hablando con Simon?
Me encogí de hombros. —Sólo saludaba.
Junto a mí, Adam me dio una mirada larga. —Qué… raro.
—No es nada —dije, y luego comencé a pasar las páginas del libro.
Unos cuantos minutos más tarde, sentí hoyos siendo quemados en la parte
superior de mi cabeza y levanté la vista, encontrando a Ash frunciéndome
el ceño—. ¿Qué?
—¿Por qué estás actuando como un idiota?
Arqueé las cejas. Eso ni siquiera requería una respuesta. A punto de
regresar a lo que fuera que estuviera buscando en el libro, me encontré
buscando en las mesas hasta que vi a cierta chica humana de ojos grises.
Kat sonreía mientras cogía la bebida, sus labios rosados moviéndose
en lo que le decía algo a Lesa. Las chicas se rieron. Kat cogió un trozo de
pizza mientras Dee inclinaba el cuerpo ligeramente, y entonces la mirada
de Kat se deslizó hacia nuestra mesa y nuestros ojos chocaron, se
encontraron y luego sostuvieron.
El espacio nos separaba, pero no se sentía así. Esperé que apartara
la mirada. No lo hizo. Sabía que yo debería hacerlo antes de que Ash o
Andrew lo notaran, porque lo harían, pero tampoco lo hice. Oh, no, seguí
mirándola, pensando en la noche anterior en mi cocina, en cómo había
esperado que la besara. Sabía que era así.
Y sabía que no me habría detenido.
Incluso desde donde me hallaba sentado, podía ver sus labios
abriéndose y sus mejillas sonrojándose.
—En serio comienzas a molestarme —dijo Ash, su voz baja, y cuando
no respondí, su pie chocó contra mi espinilla—. Hola. ¿Soy invisible?
Frunciendo el ceño, aparté la mirada de Kat y miré a Ash. Sus ojos
ardían como zafiros. —¿Cómo podrías ser alguna vez invisible?
Sus labios se curvaron en una sonrisa tensa. —No lo sé. Ahora mismo,
me siento como si lo fuera.
—Ajá —murmuré, tomando un sorbo de mi leche.
La sonrisa pequeña se desvaneció. —No tienes que sonar tan
preocupado —dijo a secas—. No querría que te estresaras.
No respondí mientras ponía la caja de leche en la mesa y volvía al…
capítulo que fuera que leía. Duré tres minutos antes de que levantara la
vista y observara a Kat de nuevo. Al igual que anoche.
Al diablo.
***

—¿Cómo van las cosas con t us nuevas vecinas?


Inclinándome contra un costado de mi camioneta, miré fijamente la
carretera vacía a varios kilómetros de la base de Seneca
Rocks. El oficial Lane esperaba por mí cuando salí de la escuela la
tarde del jueves. Con un destello de las luces de su auto, supe que quería
que fuera a nuestro lugar de encuentro habitual.
Lo único que no era habitual era la hora de registro y el hecho de
que Vaughn no se encontraba con él. No podía sentirme demasiado
decepcionado en lo que respectaba a Vaughn. Tal vez desapareció de la
faz de la tierra.
Levanté un hombro en respuesta a la pregunta de Lane,
manteniéndolo casual incluso aunque no me gustaba por dónde iba el
asunto. No era la primera vez que me preguntaban, pero por lo general
era Vaughn quien hacía las preguntas. —Está bien. Parecen bastante
geniales.
—¿Entonces no hay ningún problema? —Lentes oscuros protegían los
ojos de Lane.
Definir la palabra “problema” sería interesante. —No.
—Qué bueno. —Lane echó un vistazo hacia la carretera—. Me sentía
preocupado.
La ansiedad llenó mi estómago. —¿Por qué?
—No te gustan los humanos —respondió con sinceridad—. Y con uno
mudándose a la casa del lado, me imaginé que estarías molesto.
Resoplé ante la honestidad franca de Lane. No podía decir que en
realidad me agradara, pero era mejor que Vaughn. Cuando Dawson…
cuando murió, Lane lució genuinamente molesto, a diferencia de Vaughn,
al que obviamente no le importó. —No me sentía feliz. Lo sabías cuando te
pregunté a ti y a Vaughn acerca del por qué tenían permitido mudarse allí,
pero, ¿qué puedo hacer?
—Nada —respondió Lane. Se cruzó de brazos mientras se volteaba
hacia mí.
Me encogí de hombros de nuevo. —¿Dónde está tu amigo?
—¿Vaughn? —Una de las esquinas de los labios de Lane se curvaron,
casi como si la idea de él siendo amigo de Vaughn le disgustara. Sabía
que había una razón por la que toleraba a Lane—. Está fuera haciendo
algo con Husher.
Ahora era mi turno. Mis labios se apretaron con repulsión. Nancy
Husher. Hombre, no me agradaba esa mujer. No confiaba en ella, lo que
era malo, porque se encontraba alto en la escala del DOD, pero por
suerte, no teníamos que tratar a menudo con ella.
—Hace un par de semanas, hubo un estallido de energía anormal
por aquí —declaró Lane, cambiando el tema a algo de lo que tampoco
quería hablar—. Se rastreó hasta la carretera de acceso principal a las
afueras de tu casa.
Apostaba que “hace un par de semanas” era un código para el
momento en que Kat se congeló frente al camión.
Lane desplazó su peso, que era poco. —¿Están jugando fút bol de
nuevo?
Casi me reí. Dee lo inventó la última vez que nos preguntaron acerca
de la actividad inusual. No jugábamos ninguna clase de fútbol Luxen y de
seguro no andábamos por allí lanzando bolas de energía, pero fue la
excusa perfecta. Asentí. —Con los Thompson. Se nos escaparon las cosas
de las manos.
—Tus nuevas vecinas no lo vieron, ¿no?
Apreté la mandíbula. —No somos estúpidos. No se hallaban en casa.
Lane asintió. —Es bueno escucharlo.
Apartándome del costado de la camioneta, descrucé los brazos. —
¿Algo más?
El oficial Lane negó con la cabeza.
Abrí la puerta del conductor y me encontraba a punto de subirme
cuando me detuvo. —Ten cuidado, Daemon. Con tus nuevas vecinas, no
sólo estaremos Vaughn o yo manteniendo un ojo en ustedes. Bien podrían
querer dejar el fútbol.

***

El ocaso del viernes iba a ser la noche en que encerrara a Kat en su


casa. Juraba por Dios, todas las deidades, y quien fuera, que iba a
suceder.
—Vas a dejarme hacer esto —dijo, sus ojos de un gris tormentoso
mientras me miraba con enojo—. Porque no voy a quedarme aquí, sin
hacer nada.
—Nunca te dije que tenías que sentarte aquí. Yo tampoco quiero
hacerlo.
Su barbilla se alzó un nivel. —¡Entonces nadie te obliga a quedarte
aquí!
—¿En serio? —La burla goteaba de mi voz—. Creo que sabes por
qué estoy aquí.
Kat lanzó su cabeza hacia atrás y gimió. —Sólo quiero ir a la librería
de la que Carissa me contó. Está en el pueblo.
Sabía de cuál hablaba. No que fuera difícil. Sólo teníamos una
librería en el pueblo. Era conocida, y a veces el dueño no tenía idea de lo
que tenían en su tienda o su valor. —Y aunque lo último que quiero hacer
es pasar un viernes por la noche en una librería, voy contigo.
Sus manos se tensaron en puños. —¿No puedes ver por qué no
quiero que vayas? No quieres ir, y vas a hacerla una experiencia horrible.
Rodé los ojos. —Claro que no.
Se cruzó de brazos y me miró enfát icamente.
—En serio.
Echando un vistazo sobre mi hombro, hacia el bosque, Kat suspiró
con pesadez. —Mira, sé que no debería ir sola. Que es…
—Peligroso y estúpido —suministré amablemente.
La línea de su mandíbula se tensó, y pasó un momento. —Sí, sé que
es peligroso, pero…
—Allí debería terminar la conversación.
Kat bajó la mirada frustrada hacia la mía. —Pero es viernes, y Dee
fue a ver una película con Adam, y yo estoy… estoy aquí, estancada
con…
—¿Conmigo? —Arqueé ambas cejas mientras me cruzaba de
brazos, imitando su postura.
Suspiró de nuevo. —No quiero sonar como una idiota, pero yo no… ni
siquiera te agrado la mayoría del tiempo. Digo, un minuto eres realmente
agradable y en realidad es divertido estar contigo, y al siguiente, como el
último par de días, actúas como un idiota.
No había sido agradable desde ese día en la cafetería. No me gustó
la mierda con Lane y las preguntas que me hizo. O la mierda con Simon.
No me gustó que no me gustara la mierda con él. No me gustaba la
mierda con los Thompson, especialmente con Andrew y Ash, que no eran
para nada reservados en lo que respectaba a su creciente desagrado
hacia Kat. No me gustaba la mierda con Mat thew, cuya paranoia era
demasiado contagiosa. Ni tampoco me gustaba la mierda con Dee, que
actuaba como si no hubiera nada malo en todo el asunto y todo fuera
unicornios vomitando arcoíris.
En general, no me gustaba ni una mierda que tuviera que ver con
Kat.
No hacía falta agregar que mi humor era una mierda.
El centro de las mejillas de Kat lucía ligeramente más rosado que el
resto de su rostro, e incluso aunque su mirada era estable, sabía que mis
cambios de humor la afectaban. La chica era fuerte mentalmente, como
una central eléctrica emocional, pero no la trataba bien. De ninguna
manera. E incluso aunque fue ella quien se mudó a esta casa y fue ella
quien se le atravesó a un camión, nada de esto era su culpa.
Pasándome la palma por la mandíbula, encont ré su mirada. —
Prometo comportarme.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —No te creo.
—No tienes que hacerlo. —Metiendo una mano en el bolsillo de mis
pantalones, saqué las llaves del auto—. Vamos. Sé de qué librería hablaba
Carissa. Si quieres verla, tendremos que irnos ahora antes de que cierre.
Kat no se movió.
—Querrás verla. —Me bajé del pórtico de un salto, aterrizando con
agilidad frente a los escalones—. Tienen un montón de libros que venden
por cincuenta centavos. —Sus ojos se iluminaron como el brillo tenue a su
alrededor.
Retrocedí hacia mi entrada. —Si tienes suerte, el dueño estará allí.
Descruzó los brazos. —¿Por qué tendría suerte?
—Porque luce como Santa Claus.
Kat parpadeó, y luego una carcajada sorprendida escapó de ella. El
sonido hizo algo raro en mi pecho, algo que ignoré en lo que abría la
puerta del conductor. —Vienes, ¿cierto?
Finalmente, después de lo que se sintió como una eternidad, se subió
a la camioneta y encendió inmediatamente la radio, la señal universal que
indicaba: “no hablar”. El camino hacia el pueblo fue silencioso, y mantuve
la boca cerrada mientras entrábamos en la librería, que olía como polvo y
páginas viejas.
Desafortunadamente, el dueño no se encontraba trabajando, pero
a Kat no pareció importarle. Al momento en que ent ró, fue como la
mañana de navidad para ella. Una sonrisa apareció y no se desvaneció
mientras avanzaba de una estantería llena hacia la siguiente, ajena a las
nubes de polvo que levantaba cada vez que sacaba un libro de alguna
pila. No había nadie más en la tienda aparte de la mujer mayor detrás de
la caja registradora, que tenía la nariz metida en un libro.
Me quedé atrás, fuera de su camino, y saqué el teléfono,
abriendo Candy Crush, pero sin prestar atención al juego. Diablos, todavía
me encontraba en el menú principal. La observaba. No podía evitarlo.
Especialmente cuando se agachó, escaneando las estanterías de abajo.
Incómodo, moví las piernas. No ayudó. Imágenes me atravesaban.
Kat protagonizaba cada una de ellas. El coestrella era el bikini rojo. El calor
se deslizó bajo mi piel, y apreté los molares. Necesitaba pensar en algo…
cualquier cosa.
Kat se estiró, intentando alcanzar un libro que se encontraba varios
estantes por encima de ella, y la camisa que vestía se levantó, revelando
una línea delgada de piel sobre sus vaqueros.
Ay, diablos…
Apretó un libro contra su pecho, y en serio, en serio sentí envidia de
ese libro.
Me removí de nuevo. Aun así, no ayudó.
Se volteó, dirigiéndose hacia un contenedor de alambre lleno de
libros de bolsillo con cubiertas de hombres con el pecho desnudo y mujeres
en vestidos sofisticados y antiguos. Escarbó hasta que formó una pila fuera
y luego me miró. —¿Puedes ayudarme?
Metiendo el teléfono en mi bolsillo, mi caminata hacia ella fue un
poco… incómoda. —¿Qué sucede?
—Extiende los brazos, por favor.
Hice lo que me pidió.
Y unos cuantos momentos más tarde, sostenía una pila de libros de
romance.
No tenía idea de cómo mi vida se había desviado tanto que esto era
lo que hacía un viernes por la noche, pero una parte de mí no se sentía
molesta. Lo que por supuesto me molestó incluso más.
Kat terminó dejando la tienda con más libros de los que cualquier
humano necesitaba, y todo el camino a casa sonrió con esa… esa sonrisa
hermosa que en muy pocas oportunidades veía. Habló acerca de los
libros, e incluso aunque no respondía a nada de lo que decía, seguía
charlando.
En serio se sentía feliz.
Sabía que al momento en que abriera la boca, iba a arruinarlo,
como siempre. Pensé en el hecho de que sabía que nada de esto era su
culpa. Y también en el hecho de que todo este tiempo, Dee fue
cuidadosa a su alrededor mientras que yo no. En mis intentos de mantener
a Dee a salvo, y a Kat sin saber nada, puse a Dee en riesgo y expuse lo que
éramos.
En realidad, yo era el problema.
Y mi atracción hacia Kat no ayudaba a la situación. La había más
peligrosa.
El rastro de Kat se desvanecería pronto, en menos de una semana.
Después de eso, necesitaba mantener mi distancia. Y esta vez, era en serio.
Sin romper más reglas.
No más mierda.
18
Traducido por Daniela Agrafojo & victoriavergara
Corregido por NicoleM

Los días se volvieron más cortos, y con cada día que pasaba, la
cálida brisa circulando por el valle se enfriaba. Las hojas se volvieron
brillantes sombras de dorado y rojo antes de caer a la tierra, anunciando la
llegada del otoño.
Para mediados de octubre, el rastro de Kat se había desvanecido
por completo. Sucedió cuatro días después de nuestro viaje a la librería de
segunda mano en la ciudad, e hice lo que me dije que tenía que hacer.
Aparte de verla en clases y cuando fuera que Dee la traía a casa,
me mantuve alejado. Por supuesto, todavía la molestaba cuando tenía la
oportunidad. Porque en verdad había muy pocas cosas que me divertían
tanto como tocarla con mi bolígrafo en trigonometría y ver sus ojos grises
volverse tormentosos.
Comenzaba a preguntarme si en realidad el bolígrafo simbolizaba,
inconscientemente, algo más. Ese “algo más” no me divertía. Oh, no,
hacía algo más.
Sabía que pasaba más tiempo con las chicas de nuestra clase. Sin
embargo, también lo hacía Dee, y mientras me irritaba que mi hermana se
estuviera involucrando más y más con los humanos, no había nada que
pudiera hacer para detenerlo.
La realidad era que, a menos que se mudara a una de las colonias,
siempre estaría rodeada por humanos. Siempre se volvería cercana a uno
de ellos. Diablos, si con Adam no funcionaban, podría terminar…
enamorándose de uno.
Simplemente pensar en eso me hacía querer perforar un agujero a
través de la capa de ozono.
Había otra cosa más que me hacía quererlo.
Simon Cutters.
El idiota súper sensible me empezaba a irritar, y podría haber perdido
la calma solo un poquito cuando comenzó a hablar con Kat en la clase de
trigonometría. Su mochila tomó un viaje al suelo, y siendo el chico bueno
que era, traté de advertirle a Kat acerca de él. Esa conversación no
terminó bien.
Kat me acusó de estar celoso. ¿Yo? ¿De Simon? ¿Estaba loca? No
había manera de que estuviera celoso de ningún humano. Lo que sea. Si
quería ayudar al tipo, probablemente, más votado para dormir con
alguien en el baile a est udiar, entonces era su planificación familiar. No la
mía.
Hasta que Dee me informó entre clases, con un brillo
completamente malvado en la mirada, que Simon le pidió a Kat ir al baile
de bienvenida y ella aceptó. Fuego recubrió el interior de mi boca
mientras mi hermana se alejaba saltando, tan complacida que uno
pensaría que simplemente se ganó un suministro de helado de por vida.
¿Por qué estaría tan feliz por eso? Todos sabían cómo era Simon y nadie, ni
siquiera Kat, podía ser tan ingenua.
Había cosas más importantes en las que enfocarme, como por
ejemplo si habría un nuevo episodio de Invest igadores de Fant asmas esta
semana o no, pero cuando vi a Kat caminando hacia la parte trasera del
estacionamiento después de la escuela, cerca del campo de fútbol y la
pista, no pude dejarlo pasar.
—¡Kat! —Se dio vuelta, entornando los ojos mientras una ráfaga de
aire frío soplaba las largas hebras de cabello negro por su rostro. Me
acerqué despacio, dándome cuenta de que era la primera vez en… en
semanas que nos encontrábamos, en realidad, solos. La correa de su
mochila se hallaba torcida, clavándose en su hombro. Me acerqué y la
arreglé, enderezándola—. Tú sí sabes cómo elegir un lugar para estacionar.
Pasó un momento antes de que respondiera.
—Lo sé.
Caminamos hacia su auto, y mientras arrojaba la mochila en el
asiento trasero, esperé con las manos en los bolsillos y traté de pensar en
una manera agradable, no del modo idiota, de decirle que necesitaba
cambiar de opinión acerca de Simon. El argumento de “¿estás loca?” no
parecía que fuese a ser de mucha ayuda, pero eso era a lo que mi
cerebro seguía llegando.
Cerrando la puerta, me enfrentó.
—¿Está todo bien? ¿No es…?
—No. —Me pasé una mano por el cabello—. Nada relacionado con
algo, eh, cósmico.
—Bien. —Se inclinó contra el auto, las manos apretadas y las llaves
colgaban de entre sus dedos—. Me asustaste por un segundo.
Cuando me giré hacia ella, dejé solo unos pocos centímetros entre
nosotros.
—Escuché que irás al baile con Simon Cutters.
Kat se apartó un mechón del rostro. El viento lo volvió a lanzar.
—Las noticias viajan rápido.
—Sí, así es por aquí. —Agarré el mechón esta vez y lo metí detrás de
su oreja. Mis nudillos rozaron su mejilla, y lo que sentí como electricidad
bailó de su piel a la mía—. Creí que no te gustaba.
—No está mal —dijo, apartando la mirada y centrándose en las
personas en la pista—. Es bastante amable, y me lo pidió.
¿Bastante amable?
—¿Irás con él porque te lo pidió?
Su mirada se agudizó mientras regresaba a la mía. Asintió a medida
que jugueteaba con las llaves.
—Y tú, ¿irás al baile?
No lo había planeado. Cambiar mi postura hizo que mi pierna rozara
su muslo.
—¿Acaso importa?
Apretó los labios.
—No realmente.
—No deberías ir con alguien solo porque te lo pide.
Bajó la mirada a las llaves, y tuve la sensación de que quería
apuñalarme con ellas.
—No veo por qué esto tenga algo que ver contigo.
—Eres la amiga de mi hermana, por lo tanto tiene que ver conmigo.
—Mi razonamiento era una completa mierda.
Y Kat lo sabía, porque se quedó boquiabierta.
—Esa es la cosa más ilógica que he escuchado. —Girándose, se
dirigió a la puerta del conductor, deteniéndose frente al capó—. ¿No
deberías estar más concentrado en lo que Ash hace?
—Ash y yo no estamos juntos.
Sacudiendo la cabeza, comenzó a caminar de nuevo.
—Guarda el aliento, Daemon. No voy a dar marcha atrás solo
porque tienes un problema con eso.
¿Siempre había sido tan malditamente obstinada? Maldije en voz
baja mientras iba detrás de ella.
—No quiero que te metas en ningún problema.
—¿Qué clase de problema? —Abrió la puerta con fuerza.
Atrapándola, arqueé una ceja.
—Conociéndote, ni siquiera puedo imaginarme en cuántos
problemas te puedes meter.
Me miró.
—Oh, sí, porque Simon va a dejar un rastro en mí que atrae a las
vacas asesinas en lugar de a los alienígenas asesinos. Suelta la puerta de
mi auto.
—Eres tan frustrante —espeté. Aunque por aquí había algunas vacas
que probablemente podrían derribarla—. Tiene una reputación, Kat.
Quiero que tengas cuidado.
Por un momento, me miró, y pensé que entendía lo que decía.
—No va a pasar nada, Daemon. Puedo cuidarme sola.
Me equivoqué.
—Bien.
Lo que pasó después solo podía pasarle a alguien como Kat. Solté la
puerta al mismo tiempo que tiraba.
—Kat…
La puerta le atrapó los dedos, y el grito de dolor fue como ser
empapado con agua helada. Brillante sangre roja apareció en su dedo
índice, y los demás eran de un rojo profundo.
—¡Cristo! —chilló—. Eso me dolió.
Mi mano se envolvió alrededor de su palma antes de siquiera darme
cuenta de lo que hacía. Calor destelló desde mi mano a la suya, e inhaló
suavemente.
—¿Daemon? —susurró.
El color rojo se desvaneció de los dedos lastimados. Levanté la
mirada hasta encontrar la suya. Sus pupilas se encontraban dilatadas por
la conmoción, y lo que hacía se asentó… lo que hice.
La sané.
Soltándole la mano, di una pequeña sacudida con la cabeza.
—Mierda…
—¿Dejaste… hay otro rastro en mí? —preguntó, a medida que
limpiaba la sangre de su dedo, revelando la piel completamente sana—.
Mierda.
No podía creer lo que hice.
Kat no estuvo seriamente lastimada. Solo un rasguño y algunos
dedos adoloridos. Habría estado bien. Tragué saliva mientras la
escaneaba. Un brillo blanco apenas perceptible la rodeaba. No sería tan
notable, probablemente ni siquiera para los otros.
—Es débil. No creo que vaya a ser un problema. Apenas puedo
verlo, pero tú podrías…
—¡No! Es débil. Nadie lo verá. Estoy bien. Deja de cuidarme. —Sus
ojos se agrandaron cuando respiró profundamente—. Puedo cuidarme
sola.
Negaciones se formaron en la punta de la lengua, pero… tenía
razón. Kat se hallaba cien por ciento en lo correcto. Me enderecé,
alejándome del auto.
—Tienes razón. Obviamente puedes, mientras no involucre puertas
de autos. Has durado más que cualquier otro humano que supiera acerca
de nosotros.
Kat abrió la boca, pero me di la vuelta, caminando hacia la mitad
del estacionamiento. Rabia hervía dentro de mí, pero no hacia ella. La
primera vez que estoy a su alrededor a solas por un puñado de minutos,
termino sanando una herida menor como un maldito idiota.
Aparentemente, necesitaba trabajar en mi autocontrol.
Mirando a la derecha, me reí secamente cuando vi a Simon en el
campo. Llevaba su casco y corría hacia el centro, donde se reunía un
grupo.
Mis ojos se entrecerraron mientras levantaba el dedo de mi mano
derecha.
El casco voló lejos de su mano, chocando con sus hombreras. Fuera
de guardia, se tropezó hacia un lado y luego cayó sobre una pierna,
mirando el casco caído como si fuera una víbora. Los chicos en el grupo se
rieron. Mis labios se torcieron en una sonrisa irónica.
Sí, en verdad necesitaba trabajar en mi autocontrol.
***

Golpeando la mayonesa contra el pedazo de pan, tarareé en voz


baja, tan ruidosamente como podía para ahogar la conversación desde la
cocina. No funcionaba.
—Va a pensar que eres la chica más caliente ahí —dijo Dee, su voz
aguda odiosamente alta.
Miré al techo, exhalando ruidosamente por la nariz.
—Eh, eso está bien. —Kat se aclaró la garganta—. Supongo.
Recogiendo la tapa, casi rompí el envase de la mayonesa mientras
volvía a cerrarlo.
—¿Supones? —Dee se rio. A este punto, juraría que gritaba—. Chica,
no va a ser capaz de quit ar las manos de ti.
Aplasté la rodaja de pan, mi mandíbula rechinando hasta que hubo
una buena oportunidad de que fuera a romperme los molares.
—Estoy bastante segura de que se puede decir lo mismo de Adam
cuando te vea en el vestido que conseguiste —respondió Kat.
Dee se rio.
—Eso es lo que estoy esperando.
Oh, por el amor de todo en este mundo y en este universo…
Hubo una pausa.
—¿Estás segura del vestido? Es como algo corto.
Cerré los ojos, tragándome un gemido.
—Oh, estoy segura —le aseguró Dee—. Estoy muy segura.
Estrellando el emparedado sobre el plato, estuve a segundos de
lanzarme por la ventana de la cocina, pero luego escuché a Kat diciendo
que iba a volver a casa, y unos segundos después, la puerta se cerró.
Me moví silenciosamente a la ventana junto a la mesa que daba al
patio delantero. Kat apareció a la luz menguante, su mochila golpeándole
la espalda baja mientras cruzaba la entrada. Esa cola de caballo suya
balanceándose con cada paso. Al igual que sus caderas. Mi mirada cayó.
Habían pasado un par de días desde el incidente con el auto y el
diminuto rastro no era visible en absoluto. Gracias a Dios. Pero todavía me
preocupaba y…
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Dee.
Atrapado en el acto… bueno, observando a Kat de manera algo
espeluznante, mi hermana se escabulló a mi lado. Eso nunca pasaba. Me
giré lentamente.
—Nada. ¿Qué haces tú?
La mirada en su rostro gritaba que no me creía.
—Nada.
Arqueé una ceja.
Imitó el gesto.
—Mi “nada” significa que no estoy observando a alguien desde la
ventana de la cocina. —Mis ojos se entornaron—. Ya sabes —continuó,
caminando hacia la encimera—. Podrías haber salido a la sala y verla en
persona. No tenías que esconderte en tu dormitorio y en la cocina.
—No me escondía.
—Ajá. —Vio mi emparedado de pavo—. ¿Te dije...?
—Ese es mi emparedado. No… —Demasiado tarde. Suspiré mientras
la miraba darle un gran mordisco—. Sírvete.
—Gracias —dijo mientras masticaba—. Haces unos emparedados
increíbles.
—Lo sé —gruñí.
Dee sonrió a medida que se inclinaba contra la encimera.
—¿Te conté del asombroso vestido que compró Kathy?
Sacando la silla de la cocina, me dejé caer y estiré las piernas.
—¿Por qué me contarías del vestido?
—No lo hice, pero estoy segura de que nos oíste hablar de él.
—La gente del otro estado las escuchó hablar de él, Dee.
Ignoró eso.
—Es estupendo, y Kathy se ve asombrosa.
Mi mandíbula empezó a doler de nuevo.
—Va a verse tan caliente en el baile, tan caliente. —Hizo una pausa,
tomando otro enorme mordisco de mi emparedado—. Oh, ¿y te conté
que Simon va a llevarla?
Conté hasta diez antes de responder—: Sí, Dee, me contaste, y creo
que eres una amiga de mierda por permitirle ir con él.
—¡No soy una amiga de mierda! —Pisoteó con su desnudo pie y las
sillas se sacudieron—. Sé que Kat no está en problemas con él. Estará bien.
De t odos modos, ¿sabías de la fiesta después del baile?
—Todo el mundo sabe de la fiesta después del baile.
Agitó el emparedado como si me estuviera saludando con él.
—Bueno, ya que lo sabes todo, listillo, entonces sabes que Simon
invitó a Kat.
Me quedé callado.
—No irá con él a esa maldita fiesta en el campo.
—Oh. Sí. —Dee sonrió amplia y francamente maliciosa—. Sí, irá.
De ninguna manera. Todo lo que hacían en esa fiesta era
emborracharse y acostarse, concretamente Simon. Si la llevaba allí...
Mi estómago se revolvió.
—No te preocupes, Adam y yo vamos. Estará bien allí. —Se terminó el
emparedado, sin ni siquiera guardarme una pequeña parte. Por otro lado,
tampoco tenía mucho apetito en este momento—. Es una lástima que no
veas a Kat con su vestido ya que eres demasiado genial para ir al baile de
bienvenida.
—Nunca dije que no iba.
Dee tenía una mirada en blanco pegada en su rostro.
—¿No lo hiciste? ¿Eh? Me encontraba bastante segura de que dijiste
algo así como... —Profundizó su voz—. «Preferiría pegarme a mí mismo en
las pelotas antes de ir a ese estúpido baile». O algo así.
Mis labios temblaban.
—Eso fue el año pasado.
—Cuando salías con Ash.
No dije nada.
—¿Así que irás al baile? —preguntó, poniendo el largo cabello negro
ondulado por encima del hombro. Cuando no dije nada, la mirada en
blanco se desvaneció—. Apuesto a que también irás a la maldita fiesta en
el campo.
Sonreí con fuerza.
—¿De qué color es el vestido de Kat?
Dee luchaba por mantener su expresión suave y fracasó. Sus ojos
brillaban.
—Te va a encantar. Eso es todo lo que diré. Solo tendrás que esperar
y ver.

***

Ajustándome la corbata, salí de la camioneta y agarré la chaqueta


del esmoquin del asiento trasero, poniéndomela. Inmediatamente, quise
quitarme la maldita cosa.
Baile de bienvenida.
Prácticamente, era el último lugar en la Tierra en donde quería estar.
Una noche observando a sudados y desgarbados adolescentes humanos
unos sobre otros, esa no era mi idea de una noche de diversión. Pero no
tenía muchas opciones.
Miré a Ash. Al lado de su hermano, usando un vestido blanco,
realmente se veía grandiosa. Lástima que nunca, nunca funcionaría algo
entre nosotros. Nuestros sentimientos, incluso si se negaba a admitirlo, se
transformaron en algo más familiar.
Andrew me miró mientras se abrochaba los puños. Sus cejas se
arquearon.
—No sé por qué viniste aquí, hombre.
Su hermana hizo un ruido impaciente.
—Estoy de acuerdo, pero, ¿podemos tener esta conversación
adentro? —Ondeó una mano hacia la escuela—. Tengo personas
esperando a tenerme celos.
Sonreí.
—¿Qué quieres decir?
—Mi vestido. —Dio una vuelta, y juro que pude ver a través de él por
un segundo. Entrecerré los ojos. Sip. El vestido era casi transparente.
No pude evitarlo. Mi sonrisa se extendió, especialmente cuando
Andrew apartó la mirada, con el rostro más pálido que hace unos
segundos.
—Mi vestido podría alimentar un pueblo pequeño durante un año, lo
que significa que esas... personas no han visto nunca tanta belleza y
perfección —continuó Ash.
Negando con la cabeza, me reí. Ash... bueno, tenía un buen gusto.
Mientras nos dirigíamos adentro, sabía que ellos no me creerían si les
dijera la razón porque la cual me encontraba aquí.
Tenía que ver con una sudorosa y torpe humana en particular. La
conversación que tuve con Kat hace una semana, cuando estábamos en
su coche, se repitió una y otra vez en mi cabeza. Por supuest o, todo ese
asunto de curar su mano me hizo perder el rumbo, y a pesar de que no
hablamos de su cita para el baile de bienvenida desde entonces, no lo
olvidé. Definitivamente no después de enterarme de que Kat accedió a ir
a la maldita fiesta en el campo después.
No había manera de que me quedara en casa. El instinto me gritaba
que iba a necesitarme. O era una mala necesidad territorial de... ¿de
hacer qué?
¿De venir aquí, golpear hasta el cansancio a Simon y reclamar a mi
chica?
Eh, no, porque eso de golpear hasta el cansancio a los humanos
terminaría en muerte, y no era mi chica. De ninguna jodida manera lo
sería.
Ash desapareció entre un grupo de chicas que ya estaban chillando
y gritando sobre su vestido. Me obligué a respirar y parecer casual mientras
observé la habitación, vi todos los globos que probablemente les tomó un
día entero inflar en el techo, hasta que encontré una mesa vacía y me
senté. Siguiendo mi ejemplo, Andrew hizo lo mismo. Comenzó a hablar de
un juego de fútbol que yo no había visto y fingí escucharlo.
Y esperé.
Y esperé un poco más.
Y entonces vi a Simon dirigirse hasta la puerta, y supe que eso
significaba que Kat se hallaba aquí. Echándome hacia atrás en mi silla,
miré casualmente por encima de mi hombro. Algo inesperado ocurrió en
mi pecho. Se sintió como si alguien hubiese caminado hasta mí y
golpeado. Dejé de respirar. Justo allí, rodeado de humanos, frente al aún
hablante Andrew.
—Oh María, la madre del niño Jesús —murmuré, entrecerrando los
ojos.
Kat se encontraba en la puerta, con las manos cerradas en
pequeños puños mientras sus ojos vagaban alrededor del gimnasio,
nerviosa. El vestido… hombre, ese vestido debería ser ilegal. Apretado
alrededor de los senos y la cintura, luego caía sobre sus caderas como un
río de seda carmesí. Su pelo recogido, revelando un largo y grácil cuello
que no sabía que tenía. Eso fue raro, porque su pelo siempre parecía estar
recogido, pero de nuevo, esa cantidad de escote nunca antes la había
mostrado. Excepto cuando llevaba ese traje de baño. Hablando de rojo...
Rojo.
Rojo era mi color favorito.
Dee tuvo tanta razón acerca del maldito vestido.
Kat no era linda. Ni siquiera era atractiva. Era hermosa… absoluta e
impresionantemente hermosa. No es que no lo hubiese notado antes,
¿pero ahora? Ahora era algo totalmente diferente.
La observé mientras caminaba hacia Lesa y una sonrisa de
aprobación se extendió por mis labios. Eso es, Kit t en, pensé, mant ent e
alejada de Simon. No merece est ar en el mismo lugar que t ú.
No tengo idea de cuánto tiempo la observé, pero eventualmente la
perdí de vista en la multitud. Una parte de mí quería levantarse, golpear a
Andrew en la boca para callarlo e ir a buscarla. Pero eso levantaría
sospechas, así que me quedé allí, agarrando la silla tan fuerte que crujió
por la presión.
Luego reapareció con mi hermana, cerca de la pista de baile. Se
detuvo, girando con gracia hasta que su mirada se posó en mi mesa,
como si hubiese estado buscándome. Algo dentro de mí rugió en
aprobación masculina.
Nuestros ojos se encontraron, y hubo esa sensación de un golpe
sacando el aire de mis pulmones de nuevo, excepto que esta vez la
sensación viajó a mi estómago. Me encontraba fascinado, hechizado. Sus
labios se entreabrieron y…
Y Simon se abrió paso entre la multitud, ocultándola de mí. Cada
músculo en mi cuerpo se tensó mientras un impulso primario me atravesó.
Comencé a levantarme, pero al último momento, me obligué a sentarme.
Unos momentos más tarde, Ash llegó a la mesa. Decía algo, pero en
realidad no la escuchaba. Luego, Andrew se inclinó, chasqueando los
dedos en mi rostro.
—Hombre —dijo—. ¿Qué te tiene así?
—Cállate.
—Bien. —Andrew se apartó—. Iré a conseguir algo de beber.
—Por fin paz —murmuré. Mantuve los ojos en Simon... y en las manos
de Simon. No me gustó.
—¿Quieres bailar? —preguntó Ash, sorprendiéndome. Pensé que se
había ido—. ¿O quieres quedarte aquí sentado y fruncir el ceño? —
Cuando no respondí, resopló mientras se levantó—. Como sea. Que
aburrido.
Apenas me di cuenta de que se fue y que me encontraba sentado
solo en la mesa, como un idiota. Mi mirada seguía en la pareja. ¿Pareja?
Dios. Era un insulto para Kat referirme a ellos como una pareja.
Pero debía tratar. Lo que Kat hacía no era de mi incumbencia. En
realidad, puede hacer lo que quiera. Si eso significaba bailar…
Las manos de Simon se deslizaron por la parte delantera del vestido,
causando que Kat se apartara. Su expresión molesta se perdió en un mar
de caras y… bueno, eso fue todo. Me hallaba de pie antes de que lo
notara, moviéndome entre los bailarines, mis manos cerradas en puños.
Me acerqué a ellos, deteniéndome detrás de Kat.
—¿Te importa si interrumpo?
Los ojos de Simon se ampliaron, y debió haber visto su inminente
muerte en mi cara, porque bajó los brazos y dio un paso atrás.
—Justo a tiempo. Necesitaba conseguir una bebida de todos
modos.
Arqueé una ceja y luego me giré hacia Kat, deshaciéndome del
idiota.
—¿Bailas?
Me regresó la mirada por un momento, luego cuidadosamente puso
las manos en mis hombros.
—Esto es una sorpresa.
Maldición, claro que lo era. Realmente no habíamos hablado desde
el día en su coche. Al igual que como dije entonces, el rastro era tan débil
que no era reconocible. Eso no significa que no mantuve un ojo en ella
cuando iba a la ciudad, con y sin Dee. No sabía que me encontraba allí.
Pasé un brazo en su cintura y tomé una de sus manos entre la mía. Y
maldición, se sentía tan bien en mis brazos, realmente perfecto.
Trajo un pensamiento estúpido y extraño.
Sus increíblemente largas pestañas se elevaron y sus ojos cálidos pero
cautelosos buscaron los míos. Un bonito sonrojo se esparció por sus mejillas
y bajó a su garganta. Iba a hacer algo terrible para saber lo que pensaba.
La acerqué más.
La confusión y una… placentera emoción marcó sus rasgos. —¿Estás
pasando un buen rato con... Ash?
—¿Est ás pasando un buen rato con Manos Felices?
Chupó su labio inferior, y tragué un gemido.
—Te crees muy listillo, ¿eh?
Reí y se estremeció en mis brazos.
—Los tres vinimos juntos, Ash, Andrew y yo. —¿Por qué estaba
diciéndole esto? Mi mano se deslizó a su cadera y me aclaré la garganta,
mirando por encima de su cabeza—. Tú... te ves hermosa, por cierto. En
realidad demasiado bien para estar con ese idiota.
Abrió los ojos.
—¿Estás drogado?
—Desafortunadamente, no, no lo estoy. Sin embargo, tengo
curiosidad de por qué preguntas.
—Nunca dices nada agradable de mí.
—Buen punto. —Maldición, era un imbécil a veces. Bueno, la
mayoría de las veces. Bajé la barbilla, y saltó cuando mi mandíbula rozó su
mejilla—. No te voy a morder. O manosearte. Puedes relajarte.
Se quedó en silencio, así que lo tomé como una buena señal.
Actuando por instinto, guie su cabeza a mi pecho y luego puse la mano en
su espalda. Bailar con ella parecía algo normal. Nadie podía arruinar el
momento, incluyéndome a mí.
Respirando su aroma a melocotones, cerré los ojos y dejé que la
música nos guiara. Había algo extrañamente íntimo en bailar lento. No del
mismo tipo de restregarte y frotarte hasta dejar poco a la imaginación,
pero esto, dos cuerpos juntos, moviéndose al mismo ritmo, tocando en
todos los lugares correctos. Era íntimo.
Bueno, quizás sí me encontraba drogado.
Mi mano se curvó contra su espalda.
—En serio, ¿cómo va tu cita?
Cuando bajé la mirada, sonreía.
—Es un poco amistoso.
—Eso es lo que pensaba. —Lo busqué en la multitud, queriendo
golpearlo—. Te advertí de él.
—Daemon —dijo, suspirando—. Lo tengo bajo control.
Solté un bufido.
—Claro que parece eso, Kitten. Sus manos se movían tan rápido que
me comenzaba a cuestionar si era humano o no. —Se tensó en mis
brazos—. Debes escapar de aquí y volver a casa mientras está distraído.
Incluso puedo hacer que Dee se transforme en ti, si es necesario.
Kat se apartó, y de inmediato extrañé la forma en que se sentía en
mis brazos.
—¿Está bien si manosea a tu hermana?
Bueno, no, pero...
—Sé que puede cuidarse sola. Estás fuera de tu liga con ese tipo.
En ese momento, habíamos dejado de bailar por completo. Una
tormenta crecía, y tenía un nombre: Kitten. Casi sonreí.
—¿Perdón? —dijo—. ¿Estoy fuera de mi liga?
¿Por qué no lo entendía?
—Mira, conduje hasta aquí. Puedo dejar que Andrew y Ash se vayan
con Dee, y llevarte a casa. —Sonaba como un buen plan para mí, pero la
mirada en su rostro decía que no lo era—. ¿Estás realmente pensando en ir
a la fiesta con ese idiota?
—¿Tú vas a ir? —Tiró de su mano para liberarla.
—No importa lo que haga. —Y no estaba listo para dejarla irse aún—.
No vas a ir a esa fiesta.
—No puedes decirme qué hacer, Daemon.
La frustración me consumió. ¿Es que no entendía que trataba de
cuidarla? No era un concurso de «Quién manda aquí».
—Dee te llevará a casa. Y te juro, si tengo que tirarte por encima del
hombro y sacarte de aquí, lo haré.
Su mano golpeó mi pecho.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Sonreí.
—Apuesto a que sí.
—Lo que sea. Tú eres el que va a causar una escena al llevarme de
aquí. —Hice un sonido bajo en mi garganta, pero me sonrió, una mezcla
de presunción e inocencia—. Porque tu profesor alienígena nos está
viendo en estos momentos. ¿Qué crees que va a pensar cuando me tires
por encima del hombro, amigo?
Hijo... de una galleta. Hablaba de Matthew.
—Ya me parecía —dijo.
Todavía consideraba seriamente el lanzarla sobre el hombro y
sacarla de aquí con toda la escuela observándonos. Creo que también
quería besarla... con toda la escuela observándonos. Probablemente
hacer cosas que harían que ese sonrojo tuviera un tono más oscuro.
Su mirada se volvió desafiante, y maldición, a una parte de mí,
realmente le gustó eso.
Una sonrisa se formó en mis labios.
—Sigo subestimándote, Kitten.
19
Traducido por Annie D
Corregido por Miry GPE

El campo en que se llevaban a cabo todas las fiestas de barril se


encontraba aproximadamente a dos kilómetros en las afueras de
Petersburgo y se accedía a él por un camino de tierra desgastado que la
mayoría de las personas no verían a menos que supieran que se hallaba
allí. Aparqué cerca del camino, para no terminar bloqueado.
Bajando del coche, deslicé mis llaves en el bolsillo mientras
escaneaba las líneas de coches aparcados al azar. A lo lejos, el resplandor
anaranjado de la hoguera me atrajo mientras cerraba la puerta. El olor de
gasolina y de madera húmeda quemándose era fuerte. Las sombras se
movían alrededor del fuego. La risa resonaba, mezclándose con los gritos.
La música retumbaba por los altavoces.
Me fui del baile un par de minutos después de que Kat salió con
Simon. Ash y Andrew se encontraban todavía en la escuela, y no tenía la
seguridad si vendrían aquí o no. Las fiestas de campo no eran lo suyo.
Estuve en unas pocas, con... con Dawson. No me agradaba realmente
que Dee estuviera aquí, incluso con Adam, pero ella no era quien me
preocupaba.
Sabía que Kat podía manejarse a sí misma. En el fondo, lo sabía.
¿Cómo no saberlo? Pero eso no significaba que no necesitaba ayuda o se
sobre-excedía con alguien como Simon.
Caminando por los coches, copos de maíz pisoteados crujían bajo
mis pasos. Al acercarme a la hoguera, una chica salió tropezándose de
detrás de una camioneta, bloqueando mi camino. Un vaso rojo colgaba
precariamente de sus dedos mientras se tambaleaba sobre sus tacones. Su
cabello castaño oscuro recogido, y matas de hierba y hojas de maíz secas
se aferraban a su vestido plateado.
La chica, a quien reconocí vagamente, no podría haber sido mayor
de quince años. Su barbilla levantada y los ojos vidriosos vagaron sobre mí.
—¿Daemon?
Incapaz de recordar su nombre, asentí. —¿Estás bien?
—Sip. —Se rio, levantando el vaso a sus labios—. ¿Por qué preguntas?
Arqueé una ceja. —Tienes suciedad y trozos de maíz por todo el
vestido.
Otra risa salió de ella. —Puede ser que me haya caído una vez... o
cuatro. Estos zapatos… —Levantó la pierna para mostrarme y se tambaleó
de repente. Mi mano reaccionó, cogiéndola del brazo y sosteniéndola
mientras continuaba levantando su pie—. Estos zapatos son increíbles, pero
no son adecuados para las fiestas de campo.
—No hay duda —murmuré, dejando ir su brazo cuando tuve la
seguridad de que no iba a caerse de frente sobre el coche a su lado—.
¿Estás aquí con alguien?
—Ajá. Estoy aquí con Jon. Él es mi novio —explicó, sonriendo mientras
se balanceaba hacia adelante—. A menos que quieras estar aquí
conmigo, entonces no estoy aquí con nadie. Jon no existe. Nop.
Sonreí ligeramente. —Lo siento, nena, pero estoy aquí por alguien
más.
—¡Qué pena! —Sonrió ampliamente y luego susurró—: Fue malo de
mi parte decir que Jon no existe, ¿verdad? Él es muy agradable. ¿Puede
ser nuestro secreto?
La diversión se apoderó de mí. —Va a ser nuestro secreto.
—¡Sí! —Cojeó inestablemente cuando aplaudió con su mano contra
el vaso. La cerveza se derramó por el borde.
Podría haber dejado a la chica allí, vagando sin rumbo por cualquier
motivo entre los coches, pero eso parecía mal por una multitud de razones.
—Vamos a encontrar a Jon.
Resultó ser que Jon no se encontraba en mucha mejor forma
cuando lo encontramos sentado junto al fuego. Basado en lo que la chica
dijo, ni siquiera fueron al baile. Cuando la situé con Jon, él me miró como si
medio esperara que le diera una patada voladora.
Apartándome de los grupos reunidos alrededor del fuego, un
malestar se formó en mis entrañas cuando no vi a Kat o a Simon entre ellos.
Me dirigí a mi derecha, mirando a los grupos más pequeños cerca del
grueso afloramiento de árboles. Parejas. Muchas parejas. Si Kat se hallaba
entre ellas, yo...
¿Qué haría?
Dejé de caminar en ese momento, de pie delante de la camioneta
con las puertas abiertas y música estruendosa. ¿Qué haría si veía a Kat con
Simon, haciendo esas cosas que las parejas hacían en las sombras de los
árboles? ¿Qué podría hacer? Ella tenía todo el derecho a estar con él. Ella
no era...
Kat no era mía.
El ácido se revolvió en mis entrañas cuando me di la vuelta. Dee se
encontraba allí de pie, la luz del fuego se reflejaba en los ángulos de su
cara. Sus ojos eran extrañamente brillantes. —¿Has visto a Kat? —preguntó.
El malestar estalló. —¿Tú no?
—La vi hace unos cinco minutos. Se dirigía hacia mí, pero luego la
perdí de vista. Estaba con Simon, pero... —Su nariz se arrugó—. Sólo tengo
que encontrarla. —Mis manos se cerraron en puños sueltos—. Pensé que no
te preocupaba que Kat estuviera con Simon.
Adam apareció al lado de Dee. —No creo que vaya a ser un
problema, no pensamos eso, pero Simon está bastante borracho, así que...
No me gustaba lo que escuchaba. —¿Dónde la viste por última vez?
—Por ahí. —Dee señaló al otro lado del fuego, más cerca de los
bosques—. Pero ya no está.
No me digas.
Nos dividimos en ese punto y nos llevó un par de minutos encontrar a
alguien que estaba cerca del setenta por ciento seguro de que vio a Kat
dirigirse al bosque con Simon. Ese pequeño pedazo de información me dio
ganas de golpear mi cabeza con la áspera corteza de los árboles. Quería
sacudir a mi hermana. ¿Qué pasó con el código de chicas? ¿No era una
especie de ley tácita no dejar que la otra vagara con tipos cuestionables?
Seguí un camino desgastado, preparándome para el hecho de que
podría encontrar a Kat y que pudiera ser que no quería ser encontrada. En
realidad, esa era la alta probabilidad aquí. El hecho de que Simon era un
asno tocón que actualmente se encontraba borracho, no significaba que
Kat necesitara o quería rescate.
Si se encontraba bien, me iba a alejar. Ni siquiera necesitaba saber
que me hallaba aquí. Si se encontraba bien, necesitaba…
—¡Simon, detente! —El alarido de Kat atravesó el zumbido disipado
de la música.
El instinto se encendió y salí disparado como una bala. Un segundo
era demasiado largo, pero la encontré y la rabia estalló dentro de mí
como un violento volcán. El hijo de puta la tenía clavada en un árbol. Sus
manos sobre ella. Su cuerpo. Su boca.
No me escucharon o vieron, pero ese bastardo me sint ió cuando
cerré mi mano sobre su hombro y lo alejé de ella. Llevando hacia atrás mi
brazo, lo golpeé en la cara. Sus pies dejaron el suelo y por un momento
muy feliz él se hallaba en el aire. Cayó al suelo, sus piernas y brazos
tendidos, con un sonido no muy satisfactorio.
Me incliné sobre él, agarrando el cuello de su camisa de vestir
arrugada. —¿Tienes un problema de comprensión de simple Inglés?
—Hombre, lo siento —arrastró las palabras Simon, agarrando mi
muñeca—. Pensé que ella…
—¿Pensaste qué? —Lo levanté con poco esfuerzo, reconociendo y
disfrutando de la llamarada de miedo en los ojos del niño humano. Quería
desgarrar al hijo de puta, miembro a miembro. Luego quería juntar su culo
de nuevo. Enjuagar y repetir medio millón de veces—. ¿Que no significaba
sí?
—¡No! ¡Sí! Pensé…
Cerca de destruirlo totalmente, levanté la mano y lo congelé. Simon
era una estatua, las manos en frente de su cara. Tenía sangre acumulada
debajo de la nariz. Ojos muy abiertos y sin pestañear. Dando un paso at rás,
forcé una respiración profunda.
—Daemon —dijo Kat detrás de mí—. ¿Qué... qué hiciste?
Miré al idiota congelado. —Era esto, o lo mataría.
Por el rabillo de los ojos vi a Kat acercarse a mí. Me daba la espalda
mientras empujaba el brazo de Simon. —¿Está vivo?
—¿Debería? —pregunté.
Kat miró sobre su hombro hacia mí, sus ojos ensombrecidos, pero vi
lo que pensaba en ese momento, y quería asesinar al imbécil. No
importaba que le advertí sobre él. No era su culpa. No pidió esto. Esas
cosas no deberían cruzar su mente.
Me tensé. —Ésta bien. En este momento, es como si estuviera
durmiendo.
—Dios mío, qué desastre. —Retrocedió, envolviendo los brazos sobre
su pecho—. ¿Cuánto tiempo se quedará así?
—Tanto como yo quiera. Podría dejarlo aquí. Dejar que los ciervos
mearan en él y los cuervos lo cagaran.
Una risa ahogada salió de ella. —No puedes... hacer eso, ¿lo sabes?
¿No?
Me encogí de hombros.
—Debes traerlo de vuelta, pero en primer lugar, me gustaría hacer
algo.
Mientras esperaba a ver lo que quería hacer, ella desdobló los brazos
y caminó hasta Simon. Sin decir una palabra, le dio una patada directo
entre las piernas.
—Vaya. —Dejé escapar una risa media ahogada—. Tal vez debería
haberlo matado.
Kat me lanzó una mirada.
Con el ceño fruncido, hice un gesto con la mano, descongelando a
Simon. Se dobló, ahuecando las manos entre las piernas mientras gemía—:
Mierda —una y otra vez.
Empujé a Simon unos pasos. —Lárgate de mí vista, y te juro que
como la mires de nuevo, será la última cosa que hagas.
El idiota pasó una mano debajo de su nariz ensangrentada mientras
la miraba. —Katy, lo siento…
Él tenía ganas de morir.
—Vete. De. Aquí —advertí, dando un paso amenazador hacia
adelante.
Simon se dio la vuelta y se fue, tropezando y cojeando contra los
arbustos. Un resplandor blanco quemaba a su alrededor. Él fue marcado.
No me importa una mierda. Un silencio de muerte cayó entre nosotros.
Incluso la música parecía haber desaparecido. Tome unos preciados
segundos para calmarme. No funcionaba. Empecé a caminar, un par de
metros entre nosotros, porque mi ira se hallaba demasiada cerca de la
superficie. Sabía que mis ojos brillaban en este punto, y sabía que existía
una buena probabilidad de que Simon los hubiera visto brevemente.
Algo brillante en el suelo me llamó la atención.
El chal de Kat.
Quitándolo del suelo, me di la vuelta y me dirigí de nuevo a donde
Kat seguía en pie. Era la primera vez que podía darle una buena mirada.
Sus rizos se soltaron, cayendo alrededor de la cara. Tenía los ojos brillantes,
incluso en la oscuridad. Mi mirada cayó. La parte delantera de su vestido
rojo se encontraba rasgado.
Iba a matar a Simón.
Maldiciendo en voz baja, le entregué el chal. Lo tomó con las manos
temblorosas.
—Lo sé —susurró, presionando el chal a la parte delantera de su
vestido arruinado—. Por favor, no lo digas.
—¿Decir qué? ¿Qué lo dije? —La repugnancia goteaba de mi
tono—. Ni siquiera yo soy tan idiota. ¿Estás bien?
Asintió y respiró profundo. —Gracias.
La vi temblar. El chal no escondía ni cubría nada. Quitándome la
chaqueta del esmoquin, di un paso alrededor de ella y la coloqué sobre
sus hombros. —Aquí. —Mi voz era áspera—. Ponte esto. Te… cubrirá todo.
Kat bajó la mirada a sí misma, y sus hombros se tensaron. Metió los
brazos en mi chaqueta y luego juntó los bordes. Presionando los labios, ella
jugueteó con él, sin mirarme, sin mirar a nada.
Totalmente iba a matar a Simon.
Además de matarlo lentamente, también quería… quería estar
cerca de Kat. Quería abrazarla, y la urgencia era tan intensa y totalmente
nada familiar en mí. Ni siquiera sabía si ella quería mi consuelo. No estaba
seguro si podía dárselo.
Pero odiaba verla así.
Colocando la punta de mis dedos contra sus mejillas, aparté algunos
de las hebras salvajes de cabello. Levantó la mirada. Esos hermosos ojos
grises se encontraban llenos de lágrimas.
—Vamos —susurré—. Te voy a llevar a casa.
Su mirada buscó la mía, y luego asintió. Dio un paso antes de decir—:
Espera.
¿Realmente iba a discutir conmigo ahora? —Kat.
—¿Simon no tiene una huella en él, como yo?
—La tiene.
—Pero…
—No es mi problema ahora. —Tomé su mano, llevándola por el
camino desgastado. La verdad era, que el rastro en Simon era lo
suficientemente fuerte para atraer la atención de un Arum, y sabía que me
hacía ser terrible, pero no me importaba. No ahora mismo.
Llegamos a mi coche, y abrí la puerta del pasajero para ella. Me
miró por encima y luego se subió. Cerré la puerta y me dirigí al frente de la
camioneta antes de sacar mi teléfono. Le escribí a Dee, dejándole saber
que iba a llevar a Kat a casa. No mencioné lo que pasó. Dependía de Kat
si quería decir los detalles.
Una vez dentro, di una rápida mirada en la dirección de Kat. —Le
hice saber a Dee que te llevaré a casa. Cuando llegué aquí, me dijo que
te vio, pero no pudo encontrarte.
Asintió y jaló el cinturón de seguridad. El movimiento torpe causó que
el cinturón se atascara. La frustración se desbordaba de ella. —¡Maldita
sea!
Inclinándome sobre la consola, gentilmente quité sus helados dedos
del cinturón y ladeé mi cabeza mientras se lo colocaba. Mi mandíbula rozó
su mejilla y luego mis labios, quería pensar que la última parte fue un
accidente. Pero no tenía la seguridad. Encerré esos pensamientos,
ignorando la ráfaga de sensaciones que esos breves toques provocaron. El
cinturón se enredó, y me propuse a enderezarlo. A medida que volteaba
la correa, el reverso de mis nudillos acarició su pecho. La chaqueta que le
di se abrió, probablemente mientras ella luchaba contra la restricción, y
luego no había nada entre el reverso de mi mano y el valle de su pecho.
Eso sí que no fue a propósito.
Alejé la mano mientras subí la mirada a la suya.
Santa mierda, ¿cómo nos acercamos tanto?
Había tal vez un centímetro entre nuestras bocas, y su dulce aliento
bailaba sobre mis labios. El reverso de mi maldita mano hormigueaba
como si la hubiera metido en un toma corriente, un toma corriente
realmente suave. Como si fuera obligado, bajé la mirada a sus labios
entreabiertos. Quería…
Lo que quería no era correcto, para nada correcto. Kat casi fue
agredida, por el amor de Dios.
Cerré el cinturón de seguridad y luego regresé a mi lado de la
camioneta, girando la llave. Estirándome, prendí la calefacción, y después
me aferré al volante, malditamente cerca de quebrarlo a medida que
salía del campo lleno de coches.
No hablamos.
Un grueso y tenso silencio llenó el interior del coche. Miré a Kat varias
veces durante el viaje. Su cabeza descansaba contra el asiento y tenía los
ojos cerrados. No creía que durmiera. No cuando tenía las manos cerradas
en puños tan fuertemente sobre su regazo.
No tenía idea lo que ella pensaba, pero si pensaba la mitad de las
cosas que se hallaban en mi cabeza, tenía que estar volviéndose loca.
Porque todavía pensaba en matar a Simon. Pensaba en como Kat lucia
parada allí, sus ojos llenos de lágrimas. Pensaba en la parte delantera de su
vestido rasgado y cuan cerca… cuan cerca ella estuvo que algo horrible
pasara. Quería matar a Simon aún más. También pensaba acerca de esos
primeros momentos cuando nos metimos en el coche y cuan cerca
nuestras bocas estuvieron.
Pensaba en el hecho que quería besarla.
Y no debería querer eso. No podía querer eso.
A mitad del camino a la casa, decidí que necesitaba escuchar su
voz, para saber si se encontraba bien. —¿Kat? —No respondió. Sus ojos
permanecieron cerrados, y me di cuenta que me ignoraba. Por alguna
razón, intuí que…
Y luego lo sentí.
Como si el aire acondicionado de repente se hubiera subido al
máximo, una ráfaga de frialdad me golpeó. Mi estómago se tensó. A varios
metros por delante, una sombra negra se formó en el centro del camino.
—¡Mierda! —Frené de golpe.
Kat se sacudió en su asiento, sus manos aterrizando en el tablero
mientras la camioneta llegaba a un alto. Un segundo más tarde, el coche
se apagó, el motor, las luces; todo.
Bueno, demonios…
La sombra se contorsionó, tomando forma. En un latido, un hombre
se hallaba de pie donde la sombra estuvo. Vestido con vaqueros negros y
una chaqueta de cuero, pensé que lucía jodidamente estúpido usando
gafas de sol en la noche. Este era idéntico al que maté la otra noche en la
biblioteca.
Y él trajo a sus hermanos.
Una sombra se deslizó de un lado del camino, y luego otra. Dos más
se unieron a la sombra del medio del camino. Tres de ellas.
—Daemon —susurró Kat —. ¿Quiénes son?
Mi visión se tintó con una feroz luz blanca. —Son Arum.
20
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Daliam

Normalmente le hubiera dado la bienvenida a esta pelea,


especialmente después de tratar con Simon. Tenía algo de hostilidad
reprimida que tenía muchas ganas de eliminar, pero no con Kat cerca. No
quería exponerla a estas criaturas. Podrían matarla con un chasquido de
sus muñecas.
Kat tenía que salir de aquí.
Esa era la prioridad.
Manteniendo mis ojos en el Arum, me incliné y levanté la bota del
pantalón. Mis dedos rozaron la funda de cuero alrededor de uno de los
extremos de la hoja de obsidiana y la saqué.
—Esto es obsidiana, vidrio volcánico —lo puse en sus manos
temblorosas, envolviendo sus dedos alrededor del mango moldeado—. El
borde es fuerte y cortará cualquier cosa. Es la única cosa en este planeta,
además de nosotros, que puede matar a un Arum. Esta es su kriptonita.
Kat me miró, sacudiendo la cabeza en silencio.
—¡Vamos, niño bonito! —gritó el Arum en la parte delantera, su voz
aguda como maquinillas de afeitar y gutural —. ¡Vamos a jugar!
Que estúpidos clichés.
Ignorándolos, acuné sus mejillas, forzando su aterrorizada mirada
hacia mí. —Escúchame, Kat, Cuando te diga que corras, corre y no mires
hacia atrás sin importar que. Si alguno de ellos, cualquiera, te atrapa, todo
lo que tienes que hacer es darles puñaladas en cualquier lugar con la
obsidiana.
—Daemon…
—No. Corre cuando te diga que corras, Kat. Di que entiendes.
Su pecho subía y bajaba pesadamente. —¡Por favor, no hagas esto!
Corre conmigo…
—No puedo. Dee se encuentra en esa fiesta. —Sostuve su mirada—.
Corre cuando lo diga.
Los labios de Kat temblaban, y dejé que mi mirada se impregnara de
sus rasgos durante un segundo más, memorizando la altura de sus pómulos,
junto con la forma de arco de sus labios y esos ojos grises infinitos. Entonces
la deje ir y abrí la puerta del auto. Rodeé la rejilla, sonriendo a los tres Arum.
—Guau. Ustedes son más feos como seres humanos que en su verdadera
forma. No pensé que eso era posible. Parece que has estado viviendo bajo
una roca. ¿Ves mucho el sol?
El del centro mostró los dientes como un animal salvaje. —Tienes tu
arrogancia ahora, como todos los Luxen. Pero, ¿Dónde estará tu
arrogancia cuando absorbamos tus poderes?
—En el mismo lugar que mi pie —Mis manos se apretaron en puños.
El Arum del medio inclinó la cabeza, confundido.
Nunca era divertido cuando tenía que explicar lo que quería decir —
Tu sabes, metida en t u t rasero. —Sonreí y los dos Arum silbaron. —. Esperen.
Ustedes me parecen familiares. Sí, lo sé. He matado a uno de sus
hermanos. Lo siento mucho. ¿Cómo se llamaba? Ustedes son todos iguales
para mí.
Sus formas comenzaron a parpadear, pasando de humano a
sombra y viceversa. Mi objetivo era conseguir en realidad cabrearlos y que
se enfocaran al cien por ciento en mí así Kat podría escapar. Parecía estar
funcionando.
—Voy a arrancar la esencia de tu cuerpo —gruño el Arum—, y
rogaras por misericordia.
—¿Al igual que tu hermano lo hizo? —contesté—. Porque él rogó,
lloró como una niña antes de que pusiera fin a su existencia.
Y eso fue todo. Los Arum gritaron al unísono, el sonido de los vientos
huracanados y la muerte. Levanté las manos, convocando la Fuente. Se
elevó en mi interior, poderosa y consumiendo todo, y luego se extendió
fuera de mí, aprovechando las diminutas partículas de energía que existían
dentro de todo en este mundo. El aire que me rodeaba se calentó,
provocando una serie de fuertes chasquidos.
Dios, se sentía muy bien darle rienda suelta.
Un olor a tierra llenó el aire mientras los arboles cercanos se
elevaban. La suciedad se aferraba a sus gruesas raíces. Chasqueé un
dedo. El árbol más cercano, un gran olmo, se estrelló contra la parte
trasera de un Arum, lanzándolo varios metros por el camino. Los arboles
volaron en la carretera, uno por uno, pero los otros dos Arum eran solo un
poco más inteligentes que el que se arrastrando fuera del asfalto
agrietado.
Convoqué la Fuente de nuevo. Trozos de asfalto se agrietaron y
desprendieron a lo largo de la orilla de la carretera. Piezas de ella se
elevaron en el aire, girando mientras se volvían de color naranja brillante,
calentándose como lava. Lancé esos malditos a los Arum mientras los dos
parpadeaban, evitando las ramas de los árboles. Uno de los Arum echo la
mano hacia atrás.
Luego comenzaron a jugar. Yo también.
Mientras el olor del alquitrán quemado llenó el aire, cambié a mi
verdadera forma. Uno de ellos me atacó mientras juntaba las manos. La
Fuente se expandió, golpeando al Arum más cercano. La explosión lo hizo
girar en el aire, un golpe directo y letal, momentáneamente dejándolo en
su forma humana. Sus gafas de sol oscuras destrozadas. Piezas flotaban en
el aire, suspendidas. Otro estruendo siguió, y el Arum explotó en una serie
de luces brillantes que cayeron como un millar de estrellas brillantes.
Tiré mi brazo de nuevo, y el otro Arum voló varios metros, girando y
revolviéndose en el aire, pero cayó en cuclillas.
Era hora de que Kat se fuera.
Corre. Hablé con ella en mi verdadera forma. Corre ahora, Kat . No
mires hacia at rás. ¡Corre!
Todo lo que escuché fue la puerta del auto abrirse y entonces todo
se perdió en el sonido de aullidos de los Arum. El otro estaba de vuelta y el
que quedaba me rodeaba. Me moví a la derecha mientras uno de ellos
lanzó una esencia oscura, una bola de energía llena de sombra que sería
fat al si me golpeaba. Derrapé mientras disparaba una sobre mi hombro.
Como un grueso grumo de aceite, cuando se estrelló contra uno de los
árboles caídos, la energía lo rasgó en dos.
Maldita sea.
Convocando la Fuente, formé una bola de luz iridiscente en la palma
de mi mano y luego lancé la bola de plasma directo hacia ellos.
Los Arum no eran tan rápidos como yo, pero esquivaban las bolas, y
sabía, en mis huesos sabía lo que hacían, agotándome, cansándome,
como si estuviéramos boxeando. Todos nos movíamos, moviéndonos de un
lado a otro. Mi dominio sobre mi verdadera forma parpadeó.
El Arum aprovechó ese momento de debilidad.
Uno corrió hacia mí de frente y, me preparé para un ataque de
cuerpo entero, el otro aceleró. Me giré, tratando de mantenerlo a la vista.
Quité la mirada de uno un segundo, y cometí un gran error. Torciendo el
torso, lancé otra explosión de energía, pero falló antes de llegar al Arum,
deslizándose por la carretera en una lluvia de chispas.
Sombríos brazos me rodearon el cuello desde atrás, helándome
inmediatamente. Hielo me inundo mientras extendía la mano, permitiendo
a mis dedos tomar forma. Los envolví alrededor del brazo que me asfixiaba,
pero me hizo caer de rodillas.
—¿Listo para rogar? —El Arum delante de mí se burló, tomando
forma humana—. Por favor. Significaría mucho para mí oír la palabra “por
favor” saliendo de tu boca mientras tomo todo de ti.
Luz crujió a mí alrededor mientras levanté la cabeza. Todavía en mi
verdadera forma, llamé a la Fuente por última vez.
—El silencio hasta el final, ¿eh? Que así sea. —El Arum dio un paso
adelante, levantando la cabeza—. Baruck, es el momento.
Baruck me obligó a levantarme. —¡Hazlo ahora, Sarefeth!
No había manera de que saliera de esto. Ninguna manera en el
infierno. Dee se encontraba en esa fiesta con Adam. Ellos la encontrarían.
Y Kat estaba ahí afuera, en alguna parte y demasiado cerca. Diablos no.
Esto no estaba sucediendo. Esto no pasaría con mi hermana. Esto no le
sucedería a Kat. Energía se construyó y expandió justo cuando él que se
encontraba frente a mí, Sarefeth, cambiaba a su verdadera forma, nada
más que humo. Usé el poder mientras golpeó su mano contra mi pecho,
dentro de mi pecho. Mi espalda se inclinó mientras levantaba la cabeza. El
dolor explotó en cada célula, sorprendiéndome. Nunca había sentido algo
así. Se apoderó de cada parte de mí, forzándome a gritar mientras
cambiaba brevemente a mi forma humana.
Sin previo aviso, el Arum delante de mí, el llamado Sarefeth, sacudió
la mano liberándome y se apartó. El dolor seguía extendiéndose a través
de mí, haciéndome cambiar entre una forma y otra, pero… tenía que estar
alucinando, porque la vi.
Kat se encontraba de pie unos pasos detrás de Sarefeth, como una
especie de princesa guerrera, cabello salvaje y vestido rojo rasgado, la
hoja de obsidiana de color rojo brillante en la mano. Entonces Sarefeth
explotó, rompiéndose en pedazos y flotando hacia el cielo.
Baruck me soltó mientras cambié de nuevo a mi verdadera forma.
Traté de dejar a un lado el dolor de la alimentación mientras Baruck se
dirigía hacia Kat, pero el Arum cambió de rumbo, convirtiéndose en nada
más que una sombra, tirando de la oscuridad dentro de él, huyendo hacia
el otro lado de la carretera como una serpiente enroscada y
desapareciendo en la noche.
Luego Kat se hallaba a mi lado, de rodillas. —Daemon. Demonios,
por favor, di algo.
Mi luz estalló, arrojando una ola de calor que tenía que ser
demasiado intensa para Kat. Poco a poco me di cuenta de mis manos
presionando el agrietado y quemado pavimento. Me pareció oír a Kat
llorar, y eso, eso me obligó a recomponerme. Cambié a mi forma humana
y extendí la mano, agarrando su brazo mientras comenzaba a levantarse.
—Daemon, oh Dios, ¿estás bien? —Se encontraba de nuevo a mi
lado, su mano presionada contra mi mejilla. La sensación de su mano…
Dios—. Por favor, ¿dime que estas bien? ¡Por favor!
Poco a poco, levanté la cabeza y puse la otra mano sobre la suya,
aquella contra mi mejilla. —Recuérdame, que nunca más te cabreé.
Cristo, ¿eres en secreto un ninja?
Kat se rio y lloró en el mismo aliento, y luego se lanzó hacia mí. La
agarré y apenas me detuve de caer hacia atrás. Mi mano adentrándose
profundamente en la masa de cabello que había caído libre, y
simplemente la abracé tan fuerte como se aferraba a mí. Se apretó contra
mí como si estuviera tratando de convertirse en uno solo conmigo, y
aunque mi piel se sentía en carne viva, el dolor no era nada comparado
con la perfecta sensación en ese momento.
Presioné la frente contra su hombro. —No me escuchaste.
—Nunca te escucho. —Me apretó con fuerza antes de retroceder. Su
mirada vagó sobre mi cara—. ¿Te has hecho daño? ¿Hay algo que pueda
hacer?
—Ya has hecho suficiente, Kitten. —Reuniendo fuerzas, me empuje
sobre mis pies, trayéndola conmigo. Asimilé la destrucción que nos
rodeaba—. Tenemos que salir de aquí antes de que alguien venga.
Dando un paso atrás, convoqué la Fuente una última vez y levanté
la mano. Los árboles se levantaron de la carretera y rodaron a los lados,
abriendo un camino, y luego hicimos nuestro recorrido de regreso al auto.
Rugió a la vida tan pronto como giré la llave. Miré a Kat. Temblaba en el
asiento. —¿Estas bien? ¿Herida de alguna manera?
—Estoy bien. Es solo… mucho, ¿sabes?
¿Mucho? Solté una carcajada, pero no había humor en ella. Golpee
el volante, frustrado —Yo debería haber sabido que habría más en
camino. Viajan en grupos de cuatro. ¡Maldita sea!
—Había sólo tres de ellos —dijo.
—Sí, porque yo maté al primero. —Inclinándome hacia atrás, saqué
el celular. Tenía que llamar a Dee. Los demás tenían que ser advertidos de
que todavía había uno más por ahí, y ya que tres de sus hermanos
acababan de ser asesinado, él buscaría la forma de conseguir una
venganza desagradable.

***

Kat me preocupaba.
Lo que acababa de presenciar tendría a un hombre adulto sobre sus
rodillas, aterrorizado y en shock. Pero estuvo tranquila mientras llamé a Dee
y luego a Matthew, y permaneció así en el viaje a casa. Cuando la miraba,
vería un temblor hacer su camino a través de ella, pero no enloquecía.
Kat me impactó.
Esta chica humana era fuerte, con un núcleo de acero. Se
encontraba tranquila. No solo eso, definitivamente había salvado mi vida.
Era lo suficientemente hombre para admitirlo. Si no hubiera intervenido
cuando lo hizo, no sé si me hubiera liberado del agarre de Baruck. Le debía
la vida. Podría haber desaparecido en ese camino, y habría dos Arum y no
uno cazando a mi familia, a Kat.
Porque se encontraba iluminada como la luna de nuevo.
Las casas estaban oscuras cuando estacioné en el camino de
entrada. Apagando el motor, miré a Kat mientras abría la puerta del auto.
La luz del techo se encendió, proyectando una luz suave sobre sus pálidas
mejillas. No se movió. —¿Kat?
Parpadeando lentamente, giró la mejilla hacia mí. —¿Si?
Preguntar si se encontraba bien parecía estúpido. Mi mirada cayó a
su mano. Todavía tenía en la mano la hoja de obsidiana. Estiré la mano,
suavemente liberándola de su agarre. Sus ojos se elevaron a los míos. —
Quiero que te quedes esta noche en nuestra casa —dije—. Tienes un rastro
de nuevo, y aunque dudo que el Arum encontrara su camino aquí, prefiero
estar seguro que lamentarlo.
Sus labios se separaron. —Pero si tengo rastro, no es más riesgoso que
esté en la casa contigo, con Dee.
Mi mandíbula se tensó. —Si un Arum te rastrea hasta tu casa,
estamos justo al lado. Es prácticamente lo mismo. Además Dee está con
Matthew y Adam ahora. Andrew está allí también.
—Pero no lo es —razonó en voz baja—. Si…si… viene tras de mí,
entonces al menos tu…
—Te quiero en mi casa —interrumpí, ignorando su lógica—. ¿Está
bien?
Kat me miró fijamente durante un largo momento y luego asintió.
Salió, y la seguí hasta su casa. Una vez la luz del vestíbulo se encendió, me
di cuenta que le faltaba un zapato y sus rodillas eran un rayado y sucio lio.
Toda ella lo era. Abrí la boca para decir algo, cualquier cosa, pero cojeó
al frente, impulsándose escaleras arriba.
Mis ojos se cerraron mientras mi mano se apretó alrededor de la
cubierta de cuero de la obsidiana. Mis hombros se hundieron por la fat iga.
Cuando hablé con Matthew, me preguntó si Kat vio lo que sucedió.
No había manera de que pudiera mentir u ocultar la verdad. Contesté con
un sí.
—Vamos a tener que hablar de esto más tarde —respondió.
Y sabía que ese más tarde llegaría muy rápido.
Al abrir los ojos, vi a Kat aparecer en la parte superior de las
escaleras, llevando un bolso. Todavía llevaba puesto su vestido arruinado,
mi chaqueta engulléndola. Agotamiento se aferró a ella con cada paso, y
caminaba como si estuviera lista para sentarse y tomar una siesta.
Kat me había salvado la vida.
No importa lo que Matthew o los Thompson terminaran pensando o
diciendo, iba a traerla de vuelta. Me tenía.
La encontré a la mitad del camino, tomando el bolso, y luego
después de que cerró, nos dirigimos a mi casa.
—Le dije a mi mamá que me quedaba con Dee —dijo, aclarándose
la garganta—. Llamé cuando estaba arriba.
—Genial —Abrí la puerta principal, y una ráfaga de aire frio nos
recibió. Kat se estremeció —. Lo siento. La mantenemos muy fría en la
noche.
—Lo recuerdo —murmuró, mirando a las escaleras que conducían al
segundo piso. La piel sobre sus pómulos se hallaba demacrada y pálida—.
Está bien.
Una vez estuvimos en la habitación de invitados, Kat gimió cuando
miró dentro del bolso. —Soy tan idiota. He traído ropa normal conmigo.
Nada para dormir. Voy a tener que regresar de nuevo.
—Voy a buscarte algo. Solo dame un segundo. —Fui a la habitación
de Dee y tome un par de pantalones y una camisa vieja, sabiendo que no
le importaría. Cuando volví, Kat se había quitado mi chaqueta y puesto
sobre la cómoda. Sostuvo la parte delantera del vestido unida mientras
colocaba la ropa prestada sobre la cama.
Una vez más, quería decirle algo, pero nada importante me vino a la
mente. Kat recogió las ropas y arrastró los pies hacia el baño en el pasillo.
Fui a mi habitación, tomé una ducha en el cuarto de baño adjunto, y
luego me cambié rápidamente en un par de pantalones de sudadera y
una camiseta. Revisé el teléfono, desplazándome a través de los textos de
Dee y luego de Andrew, que había oído hablar de lo que pasó a través de
Adam. Dee iba a volver a casa, tan pronto como encontraran a Ash.
Matthew se aseguraría de ello.
Me encontré de nuevo en el pasillo, cerca del baño. El agua estaba
apagada, y mientras me quedé allí, me pareció escucharla reír. No era
una risa de felicidad. Mi preocupación aumento aún más.
—¿Estas bien ahí dentro? —dije a la puerta cerrada.
Hubo una pausa y luego. —Sí.
Dudé y luego di la vuelta, entrando a la habitación de invitados. Me
senté en el borde de la cama. Kat probablement e podría necesitar un
poco de espacio en este momento, pero yo… mierda. Levanté la mano,
frotando el centro de mi pecho, donde el Arum me agarró. No quería que
estuviera sola en este momento.
No quería estar solo justo ahora.
Pasados unos minutos, Kat entró, y levanté la mirada. Su cabello se
encontraba húmedo, oscureciendo los hombros de la camisa gris que
encontré. Sombras se habían formado bajo sus ojos, y todavía estaba
demasiado pálida, pero era tan… no era sencilla. Ni promedio. Ni como
alguien que alguna vez haya conocido. Entender eso fue como recibir un
golpe directo de un Arum. No sabía qué hacer con eso.
Kat se detuvo a unos metros de la cama. —¿Estas bien?
Asentí, bajando la mano, algo sorprendido de que me estuviera
preguntando por mi bienestar. —Cada vez que usamos nuestros poderes,
es como… perder una parte de nosotros mismos. Se tarda un poco en
recargar. Una vez que salga el sol, voy a estar bien. —Hice una pausa—.
Siento mucho que tuvieras que pasar por todo esto. No te di las gracias.
Deberías haber corrido, Kat. Ellos te habrían… matado sin pensarlo dos
veces. Pero me salvaste la vida. Gracias.
Su boca se abrió y luego se cerró mientras se frotó los brazos. Parecía
que le llevara un momento responder —¿Te quedarás conmigo esta
noche? —Luego agregó en un apuro—. No voy a lanzarme sobre ti. No
tienes que hacerlo, pero…
—Lo sé —me sentía igual. Solo quería abrazarla, asegurarme de que
los dos estábamos bien. Me levanté, y sentí como si mi estómago cayera a
mis pies—. Déjame revisar la casa de nuevo, y ya vuelvo.
Antes de salir de la habitación, ya se encontraba en la cama, y
cuando miré hacia atrás, tenía las sabanas hasta la barbilla y miraba el
techo. Una pequeña sonrisa tiró de mis labios mientras hacia el trabajo de
revisar las puertas el doble de rápido. Luego cogí el teléfono de mi
habitación. Dee estaría en casa pronto, y si fuera inteligente, simplemente
podría haberle dicho eso a Kat. Sentarme con ella esperar hasta que un
compañero de cama más apropiado apareciera, pero eso no es lo que
hice.
Volví a la habitación de invitados y quedé un poco atascado en la
puerta cuando la vi en la cama de nuevo. Debería estar en mi cama. Tan
pronto como el desastroso pensamiento entró en mi cabeza, lo empujé
hacia atrás, culpando a la noche de drama. Cerrando la puerta detrás de
mí, fui a los grandes ventanales con vistas al patio delantero.
Kat se deslizó al borde de la cama mientras caminaba hacia el otro
lado, y escondí mi sonrisa. Uno pensaría que estábamos compartiendo una
cama pequeña con base en lo lejos que se movió. Me subí a su lado,
dejando el edredón en mi cintura. Mi temperatura era mucho más alta
que la suya.
Ninguno de los dos habló.
Ambos yacíamos allí, lado a lado, mirando al techo. Si alguien
hubiera dicho hace un año que estaría acostado en una cama con una
chica humana así, le habría dicho que dejaran las drogas.
Mordiéndome el labio, giré la cabeza hacia ella. Un puñado de
segundos pasaron antes de que me mirara. Le sonreí.
Kat se rio, y sí, me gustaba ese sonido. —Esto… esto es tan incómodo.
Mi sonrisa se extendió. —Lo es, ¿no?
—Sí —se rio.
Sonaba loco reír después de todo, pero mi risa se unió a la de ella.
Esto era ridículo. Todo. El noventa por ciento del tiempo vivíamos para
molestarnos el uno al otro. Sabía que iba en ambos sentidos, pero le había
salvado la vida en el pasado. Salvó la mía esta noche. Y aquí estábamos,
compartiendo una cama sin ninguna razón real. Al menos por mi parte, la
mierda era graciosa.
Y Kat era… no habían palabras.
Me acerqué, capturando las pequeñas lágrimas que corrían por sus
mejillas. No eran lágrimas de tristeza, Nuestros ojos se encontraron mientras
bajaba la mano. —¿Lo que hiciste allí? Fue un poco increíble —murmuré.
Un lado de sus labios se elevó. —Igualmente. ¿Seguro de que no
estás lesionado?
Sonreí. —No. Estoy bien, gracias a ti —Alejándome, apagué la
lámpara de la mesita de noche a la antigua, la forma humana.
La habitación quedo a oscuras —¿Estoy brillando? —preguntó.
Bueno, dah. Consiguió una dosis en el campo y encendí esa calle
con la Fuent e como un carnaval. —Al igual que un árbol de Navidad.
—¿No solo la estrella?
Giré sobre mi lado, lo suficientemente cerca para que mi mano
rozara su brazo. —No. Eres muy brillante. Es un poco como mirar al sol.
Levantó la mano, y eso fue lindo. —Va a ser difícil para ti dormir,
entonces.
—En realidad, es una especie de consuelo. Me recuerda a mi propia
gente.
—¿Toda la cosa de la obsidiana? —me miró—. Nunca me hablaste
de eso.
—No pensé que fuera a ser necesario. O al menos esperaba que no
lo fuera.
—¿Puede hacerte daño a ti?
—No. Y antes de que preguntes que puede, no tenemos la
costumbre de decirle a los seres humanos lo que nos puede matar —
contesté de manera uniforme—. Ni siquiera el Departamento de Defensa
sabe lo que es mortal para nosotros. Sin embargo, la obsidiana niega los
puntos fuertes de los Arum. Al igual que el cuarzo beta en las rocas lanza
una gran cantidad de la energía fuera, pero con la obsidiana, todo lo que
necesita es un corte y… bueno, ya sabes. Es la cosa de la luz, la forma en
que la obsidiana rompe.
—¿Son todos los cristales perjudiciales para los Arum?
—No, sólo este tipo. Supongo que tiene algo que ver con el
calentamiento y enfriamiento. Matthew me lo explicó una vez.
Honestamente, no estaba prestando atención. Sé que puede matarlos.
Llevamos una cada vez que salimos, por lo general oculta. Dee lleva una
en el bolso.
Se estremeció. —No puedo creer que haya matado a alguien.
—Tú no has matado a alguien. Has matado a un alienígena, un
demonio que te habría matado, sin pensarlo dos v eces. Que me iba a
matar. —Me froté distraídamente el pecho—. Me salvaste la vida, Kitten.
Kat no respondió, y sabía que iba a ser difícil para ella entenderlo.
—Eras como Snowbird —dije después de unos momentos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
Sonreí suavemente. —Podrías haberme dejado allí y correr, como
había dicho. Pero en su lugar regresaste y me ayudaste. No tenías que
hacerlo.
—Yo… yo no podía irme —la siguiente respiración que tomó fue
audible—. No habría sido justo. Y yo nunca habría sido capaz de
perdonarme a mí misma.
—Lo sé. —Ahogué un bostezo—. Duerme un poco, Kitten.
Guardó silencio durante cinco segundos. —¿Pero qué pasa si el
ultimo regresa? —Hice una pausa, dándome cuenta de un nuevo temor—.
Dee está con el Sr. Garrison. Él sabe que yo estaba contigo cuando
atacaron. ¿Qué pasa si él se molesta? ¿Qué pasa si el Departamento de
Defensa…?
—Shh —murmuré, buscando su mano con la mía. Pasé los dedos por
encima de los suyos—-. Él no va a volver, no todavía. Y no voy a dejar que
Matthew te moleste.
—Pero…
—Kat, no lo dejaré. ¿De acuerdo? Te lo prometo. No dejaré que te
pase nada.
Esta vez fue su suave inhalación lo que escuché, y sabía que mi
promesa era osada y un gran problema, pero era una que no rompería
21
Traducido por DianaX & Nika Trece
Corregido por GypsyPochi

No estaba seguro de si soñaba, pero si lo estaba, no quería


despertar. La esencia a durazno y vainilla me provocaba, me invadía.
Kat.
Sólo ella olía así de maravilloso, a verano y todas las cosas que podía
querer y nunca tener. La longitud de su cuerpo se presionaba contra el
mío, con su mano descansando en mi estómago. La constante subida y
bajada de su pecho se volvió mi mundo entero, y en este sueño, porque
tenía que ser un sueño, sentí mi propio pecho igualar sus respiraciones.
Cada célula en mi cuerpo soltó chispas y se quemó. Si estuviera
despierto, de seguro tomaría mi verdadera forma. Mi cuerpo se
encontraba en llamas.
Sólo un sueño, pero se sentía real.
No pude resistir deslizar mi pierna sobre la suya, enterrando mi
cabeza entre su cuello y hombro, e inhalando profundamente. Divino.
Perfecto. Humano. Respirar se volvió más difícil de lo que alguna vez
hubiera imaginado. Lujuria se arremolinó a través de mí, embriagadora e
incontenible. Probé su piel, un ligero toque de mis labios, y golpe de mi
lengua. Se sentía perfecta debajo de mí, suave en todos los lugares en los
que yo estaba duro.
Moviéndome sobre ella, contra ella, me encantó el sonido que hizo,
un suave y totalmente femenino murmuro que quemó cada pedazo de mí.
—Eres perfecta para mí —susurré en mi propio idioma.
Ella se revolvió debajo de mí, y la soñé respondiendo, queriéndome
en lugar de odiarme.
Presioné hacia abajo, deslizando la mano debajo de su blusa. Su piel
se sentía como satín debajo de las puntas de mis dedos. Preciosa.
Preciada. Si fuera mía, adoraría cada pulgada de ella. Y lo quería. Ahora.
Mi mano so movió arriba, arriba, arriba. Su piel era demasiado delicada,
demasiado suave.
Kat jadeó.
La nublosa ensoñación se disipó con el sonido que sentí por todo el
camino a través de mí. Cada músculo se tensó. Muy lentamente, abrí los
ojos. Su esbelto y elegante cuello se inclinaba frente a mí. Una sección de
piel estaba rosa por el rastrojo en mi barbilla…
El reloj en la pared hacía tic tac.
Mierda.
La había manoseado, en mi sueño.
Levanté la cabeza y me le quedé viendo. Kat me observó, sus ojos
nublados, maravillosamente grises e interrogantes. Doble mierda.
—¿Buenos días? —dijo, su voz todavía ronca por el sueño.
Utilizando el brazo, me empujé hacia arriba e incluso entonces,
sabiendo que nada de ello había sido un sueño, no pude alejar la mirada
de ella, no quería. Una necesidad infinita estaba ahí, en ella, en mí.
Demandando que me pusiera de rodillas, y quería, maldita sea, de veras
que quería.
La única cosa que me persuadió, que disipó las capas de lujuria e
idealista estupidez fuera de mi cabeza, fue el rastro brillando a su
alrededor. Se veía como la estrella más brillante.
Se hallaba en peligro. Era un peligro para nosotros.
Con una última mirada, me disparé al ot ro lado de la habitación con
una velocidad inhumana, estampando la puerta detrás de mí. Cada paso
lejos de esa habitación, de esa cama, era doloroso y difícil. Dando vuelta
en la esquina, casi me estrellé con mi hermana.
Dee me estudió, sus ojos entrecerrados.
—Cállate —murmuré, pasándola.
—No dije nada, cara de idiota. —Diversión traicionó sus palabras.
—No digas nada —le advertí.
Una vez dentro de mi habitación, me cambié rápidamente a un par
de pantalones de deporte y me puse las zapatillas. Toparme con mi
hermana enfrió la mayor parte de mí, pero había un crudo borde en mis
nervios, y necesitaba estar fuera de esta casa, lejos de ella.
Ni siquiera me molesté en cambiarme la playera, tomé velocidad,
lanzándome a través de la casa y fuera de la puerta de entrada. El
momento en que mis zapatillas tocaron el pórtico, despegué y entré
rápidamente al bosque en un estallido de velocidad. Por encima de los
cielos eran grises y deprimentes. El rocío me salpicaba la cara como miles
de pequeñas agujas. Le di la bienvenida, empujando y empujando hasta
que estuve profundo en el bosque. Luego cambié mi piel humana,
tomando mi verdadera forma mientras me lanzaba entre los árboles,
moviéndome hasta que no era nada más que un rayo de luz.
Deseaba eso… deseaba a Kat.
Eso no era un pensamiento completamente nuevo ni una nueva
comprensión. Desde el momento que vi esas piernas, había imaginado
dichas piernas envueltas a mi alrededor, enredadas con las mías, más de
una vez o dos. ¿Y luego se había balanceado en ese bikini rojo? Desearla
no era nuevo, pero la intensidad de lo que sentí esta mañana sí lo era.
Deseaba a Kat tanto que estaba al borde del dolor físico.
¿Había sido por lo de anoche? ¿Ella salvándome? ¿O había sido
antes, viéndola con Simon y ese vestido? ¿O se había estado construyendo
desde el primer día? Nada de eso importaba.
Esto estaba mal.
Piensa en Dawson. Mira lo que le pasó a él . ¿Quería tomar el mismo
riesgo? ¿Dejar sola a Dee? Pero incluso ahora podía sentir su piel,
saborearla, dulce y azucarada. Escuchar ese maravilloso sonido que hizo
una y otra vez, acechando cada kilómetro que ponían entre nosotros.
Una idea empezó a tomar forma, una que Dee odiaría, pero no veía
ninguna otra opción. Podría ir con el Departamento de Defensa y solicitar
que nos movieran a una de las otras comunidades. Estaríamos
renunciando a nuestro hogar, dejando detrás a nuestros amigos y a
Matthew, pero sería lo mejor. Era lo correcto. Dee estaría segura.
Porque Dee no podía permanecer lejos de ella, y yo tampoco. Pero
sin importar a donde yo fuera, de lo que yo huyera estaría todavía
conmigo… Kat. Ella no estaba de vuelta en la casa, en esa cama. Ella se
hallaba conmigo ahora, dentro de mí. Y no había vuelta a atrás.

***

Cuando regresé de mi carrera, todo se sentía bajo control. Tenía un


plan, uno que pondría en marcha. Entré en la casa, determinado.
El auto de Andrew se estacionaba afuera, y de verdad esperaba
que todo el clan no estuviera ya aquí. Luego entonces, sabía que la
inevitable confrontación con Matthew y los Thompsons sucedería rápido.
Dee me esperaba en la sala. Abrió la boca.
—¿Dónde está Kat? —pregunté, y luego me golpeé mentalmente en
las bolas. Preguntar por ella inmediatamente no parecía como si tuviera
todo bajo control.
Mi hermana levantó una ceja.
—Se fue a su casa hace unos pocos minutos. Su mamá está en casa,
pero va a regresar después de unos minutos. —Tomó una profunda
respiración—. Daemon…
Adam salió deambulando de la cocina, con una manzana en su
mano.
—Andrew y Ash están cabreados.
Levantando el antebrazo, me limpié el sudor que me cubría la frente.
—¿Y eso es diferente de cualquier otro día?
Él sonrió con suficiencia.
—Bueno, no pueden creer que ustedes mantuvieron esto en
secreto… todo el asunto de Kat sabiendo de nosotros. Están en camino
hacia aquí ahora.
—Con Matthew. —Dee dobló los brazos por la cintura. Preocupación
llenaba su mirada—. Él tampoco está muy feliz, Daemon. Temo que vaya
a…
—Él no va a hacer nada. —Sujeté a Adam con una mirada severa—.
¿Tú no estás cabreado?
—No en realidad. —Levantó un hombro mientras mordía la
manzana, masticando pensativamente—. Quiero decir, ella lo ha sabido
por un tiempo, ¿cierto? Dee lo hizo sonar como que ha sido así y ella no ha
dicho nada todavía, ¿así que por qué lo haría ahora?
—No lo hará —respondimos Dee y yo al mismo tiempo.
Le disparé a mi hermana una mirada irónica cuando sonrió.
—Voy a tomar una ducha. —Me di la vuelta, subiendo las escaleras.
Dando un vistazo a Adam sobre su hombro, Dee me siguió.
—Kat va a regresar aquí, como en diez minutos.
—De acuerdo.
—Todos los demás están viniendo hacia aquí —añadió.
Estaba a medio camino por las escaleras cuando me golpeó.
Dándome la vuelta, me quedé mirando fijamente a Dee.
—Kat sabe que ellos saben y que están viniendo. Quiere estar aquí, y
creo que eso es una buena idea.
Bajé un escalón mientras mis cejas se elevaban.
—¿Cómo el tenerla aquí con tres Luxen a quienes no les agrada y no
confían en ella es una buena idea? A menos que consideremos que es
una buena idea facilitarles que intenten freírla.
—Andrew y Ash son un montón de palabrería. Lo sabes —dijo Adam
desde el vestíbulo—. No la lastimarán.
—No se los permitiré.
Los ojos de Dee se ampliaron, y sí, lancé ese justo ahí afuera. De
todos modos sólo Dios sabe lo que Dee piensa, especialmente después de
esta mañana. Parpadeó.
—De todos modos, creo que es una buena idea que ellos en
realidad la vean, que vean que pueden confiar en ella. No estoy
preocupada por Ash o Andrew. Es Matthew quien necesita ser
convencido. Lo sabes.
Eso era cierto. No estaba dispuesto a creer que Ash y Andrew eran
puras palabras, pero no irían con el Departamento de Defensa o con los
Ancianos. Matthew lo haría, pero también era una persona lógica y justa. Si
estuviera convencido de que Kat no abriría la boca, entonces
retrocedería, y tener a Kat aquí para que ellos vean que puede quedarse
callada probablemente era la única manera de convencer a Matthew.
Además, yo estaría aquí para asegurarme que Kat permaneciera segura
durante el careo inicial.
—De acuerdo —dije, volviendo a dar la vuelta para tomar una
ducha rápida primero. Caminé hacia mi habitación con Dee detrás de mí.
Cerró la puerta y esperó a que la enfrentara.
—¿Qué está pasando entre tú y Katy? —preguntó.
Inmediatamente, pensé en Kat esta mañana, su suave cuerpo
metido debajo de mí.
—Nada está pasando, Dee.
Duda cruzó por su cara.
—Dormiste con ella anoche. —Casi me ahogué con mi propia saliva
mientras que me sacaba las zapatillas.
—No dormí con ella.
—Estabas en la misma cama que ella, así que eso es dormir juntos
incluso si no es dormir juntos. —Estrechó los ojos—. Quiero saber qué está
pasando.
Parte de mí quería decirle que no era su asunto, pero todo lo que
eso haría sería incrementar sus sospechas.
—Mira, ella estaba estresada anoche y asustada. Entre lo que pasó
en esa maldita fiesta de campo y luego ir cara a cara con tres Arum,
necesitaba a alguien con ella. Yo era ese alguien. Eso es todo. No es la
gran cosa.
Dee estaba callada mientras se retorcía el cabello en las manos.
—Es la gran cosa. —Luego sonrió de oreja a oreja mientras yo la
fulminaba con la mirada—. Es una muy grande cosa.

***

Después de una ducha rápida y cambiarme de ropa, me dirigí al


piso de abajo. Kat se encontraba ahí brillando como una maldita estrella.
Levantó la mirada cuando entré en la habitación. Su mirada se movió de
la mía hacia abajo, muy abajo, y un sonrojo rosado barrió por sus mejillas.
Lo observé extenderse por su garganta y desaparecer debajo de su cuello.
Me pregunté qué tan lejos viajaba ese sonrojo.
Infiernos.
—Están aquí —dijo Adam, dirigiéndose a la entrada.
Kat se tensó, pero permaneció callada y alerta. Mientras el grupo
entraba, me senté en el brazo del reclinable en el que ella se sentaba. Mi
posición fue claramente notada por todo el mundo.
Dee sonrió como si acabara de descifrar la clav e de la vida.
Cuando Ash y Andrew localizaron el rastro de Kat y en dónde me
sentaba yo, sus caras se deslizaron a ceños fruncidos tan profundos que
me pregunté si se quedarían atascados de esa manera.
Matthew parecía que quería vomitar. Llegó a un alto total en medio
de la habitación.
—¿Qué está haciendo ella aquí?
—Está encendida como una maldita bola disco —dijo Ash
acusadoramente—. Tal vez podría verla desde Virginia.
Los ojos de Kat se estrecharon.
—Se hallaba conmigo anoche cuando los Arum atacaron —
expliqué—, lo saben. Las cosas se pusieron un poco… explosivas. No había
forma en que pudiera cubrir lo que pasó.
Matthew pasó una mano por su cabello.
—Daemon, de todas las personas, esperaba que tú lo supieras mejor,
que fueras más cuidadoso.
Mis cejas se juntaron.
—¿Qué rayos se suponía que hiciera exactamente? ¿Noquearla
antes de que el Arum atacara?
Ash levantó una ceja. La mirada en su cara decía que totalmente
apoyaba esa idea.
—Kat ha sabido de nosotros desde el inicio de la escuela —dije—, y
créanme cuando les digo que hice todo lo posible para evitar que lo
supiera.
Andrew aspiró una respiración aguda.
—¿Ha sabido todo este tiempo? ¿Cómo pudiste permitir esto,
Daemon? ¿Todas nuestras vidas han sido puestas en manos de alguna
humana?
Dee puso los ojos en blanco.
—Obviamente no ha dicho ni una palabra, Andrew. Relájate.
—¿Relajarme? —El ceño fruncido de Andrew igualaba el de su
hermana—. Es una estúpida…
—Ten cuidado con lo que digas a continuación. —Mi piel empezó a
zumbar—. Porque lo que tú no sabes y lo que posiblemente no puedes
entender hará que consigas un rayo de luz en el rostro.
Ash tragó con dificultad mientras alejaba la mirada, negando con la
cabeza. Silencio cayó mientras mi mensaje era leído alto y claro.
—Daemon —dijo Matthew, dando un paso adelante—. ¿Amenazar
a uno de los tuyos por ella? No esperaba esto de ti.
Mis hombros se tensaron.
—No es así.
—No voy a decirle a nadie acerca de ustedes —habló Kat por
primera vez—, conozco los riesgos para ustedes y para mí si lo hiciera. No
tienen nada de qué preocuparse.
—¿Y quién eres tú para que confiemos en ti? —preguntó Matthew—.
No me malinterpretes. Estoy seguro que eres una chica genial. Eres
inteligente y pareces tener tu cabeza en orden, pero es de vida o muerte
para nosotros. Nuestra libertad. Confiar en una humana no es algo que nos
podamos permitir.
No me gustaba hacia donde se dirigía esto.
—Ella me salvó la vida anoche.
Andrew se rio.
—Oh, vamos, Daemon. El Arum debe haberte noqueado. No hay
forma en que una humana pudiera haber salvado a cualquiera de
nuestras vidas.
—¿Cuál es tu problema? —Kat soltó de golpe—. Actúas como si
fuéramos incapaces de hacer cualquier cosa. Seguro, ustedes sea lo que
sea que son, pero eso no quiere decir que nosotros seamos organismos
unicelulares.
Una risa ahogada vino de Adam.
—Ella sí me salvó la vida —repetí, llamando la atención de todos—.
Había tres Arum que atacaron, los hermanos del que había matado. Fui
capaz de destruir a uno, pero los otros dos me sobrepasaron. Me tenían
derribado y ya habían empezado a absorber mis poderes. Era hombre
muerto.
—Daemon —susurró Dee, palideciendo—. No nos dijiste nada de
esto.
Duda pintó la voz de Matthew cuando habló.
—No veo cómo pudo ella haberte ayudado. Es humana. Los Arum
son poderosos, sin moral, y malvados. ¿Cómo puede una chica hacerles
frente?
—Le había dado el cuchillo de obsidiana y le dije que corriera.
—¿Le diste la cuchilla cuando tu podrías haberla utilizado? —Ash
sonaba sorprendida—. ¿Por qué? —Sus ojos se dirigieron a Kat —. Ni siquiera
te gusta.
Kat frunció el ceño.
—Ese puede ser el caso, pero no la iba a dejar morir solo por el
hecho de que no me agrade —le contesté, y las palabras no se sintieron
bien conmigo. Este no era el momento para molestar a Ash aún más por
no estar de acuerdo. No miré a Kat para ver su respuesta. No quiero saber.
—Pero podías haber sido lastimado —protestó Ash. Miedo engrosado
en su voz—. Podías haber sido asesinado porque le diste tu mejor defensa a
ella.
Suspiré. —Tengo otras maneras de defenderme. Ella no. No corrió
como le indiqué. En su lugar, volvió y mató al Arum, que estaba a punto de
terminarme.
Renuente orgullo brillaba en los ojos de Matthew. —Eso es...
admirable.
—Eso fue mucho más que admirable —intervino Dee, dando vuelta
una amplia mirada sobre Kat —. Ella no tenía por qué hacerlo. Eso cuenta
por algo más que admirable.
—Es valiente —dijo Adam en voz baja, mirando la alfombra—. Es
algo que cualquiera de nosotros hubiera hecho.
—Pero eso no cambia el hecho de que ella sabe sobre nosotros —
espetó Andrew, echando a su triplete una mirada desdeñosa—. Y se nos
prohíbe decírselo a un ser humano.
—No se lo dijimos —dijo Dee, removiéndose sin cesar—. Solo fue algo
que sucedió.
—Oh, como sucedió la última vez. —Andrew rodo los ojos cuando se
volvió a Matthew—. Esto es increíble.
Matthew negó con la cabeza. —Después del fin de semana del Día
del Trabajo, me dijiste que algo ocurrió, algo de lo cual te habías
encargado.
—¿Qué pasó? —exigió Ash—. ¿Están refiriéndose a la primera vez
que estaba brillando?
—Me puse frente a un camión —murmuró Kat.
Ash me miró fijamente, con los ojos azules creciendo al tamaño de
platillos. —¿Detuviste el camión?
Asentí.
La ira se lavó lejos de su cara mientras parpadeaba rápidamente. —
Obviamente, eso no podía explicarse. ¿Desde entonces ha sabido?
—Ella no se asustó —dijo Dee—. Nos escuchó, entendió por qué es
importante, y eso es todo. Hasta anoche, ni siquiera habíamos tenido un
solo problema.
—Pero me mintieron ambos. —Matthew se apoyó contra la pared,
entre el televisor y la librería desbordante—. ¿Cómo debo confiar en
ustedes nuevamente?
Fuera de las esquinas de mis ojos, vi a Kat levantar dos dedos a su
sien.
—Miren, entiendo el riesgo. Más que ninguno de ustedes en la
habitación. —Me froté el talón de la palma, donde mi pecho aún dolía en
donde el Arum había metido su mano—. Pero lo hecho, hecho está.
Tenemos que continuar.
—¿Te refieres a contactar al Departamento de Defensa? —preguntó
Andrew—. Estoy seguro de que ellos sabrían qué hacer con ella.
Mi voz era baja y tranquila, pero eso no era lo que sentía. —Me
gustaría verte intentarlo, Andrew. Realmente me gustaría, porque incluso
después de anoche, y todavía no estoy completamente cargado, aun así
puedo patearte el culo.
Matthew se aclaró la garganta. —Daemon, las amenazas no son
necesarias.
—¿No lo son? —desafié.
Un pesado silencio cayó en la habitación, sólo roto cuando Matthew
volvió a hablar. —No creo que esto sea correcto. No con lo que... con lo
que sucedió antes, pero yo no voy a echarte de cabeza. —Él miró a Kat,
suspirando pesadamente—. No, a menos que me des una razón para
hacerlo. Y tal vez no lo harás. No lo sé. Los seres humanos son... criaturas
volubles. Lo que somos, lo que podemos hacer, tiene que ser protegido a
toda costa. Creo que entiendes eso. Tú estás a salvo, pero nosot ros no.
Andrew maldijo entre dientes y Ash parecía a punto de tirar algo,
pero fue la decisión de Matthew. Él era como nuestro propio anciano.
Todos sabíamos eso. Un poco de alivio relajó la tensión en mis músculos. Por
lo menos yo no iba a tener que luchar en contra de aquellos con los que
había crecido y consideré familia.
—¿Dijiste que había quedado un Arum? —preguntó Adam,
cambiando la conversación—. ¿Cuál es el plan? Él sabe que hay Luxens
aquí obviamente. Él va a regresar.
—Él no esperara. No son conocidos por tener paciencia. —Matthew
se acercó al sofá y se sentó junto a Dee—. Podría avisar a otros Luxen, pero
no estoy seguro de sea la decisión más correcta. Nosotros podemos confiar
en ella, pero ellos no lo harán.
—Y además está el problema de que ella ahora parece ser una
bombilla radioactiva en este momento —añadió Ash, curvando el labio
superior—. No importa que no digamos nada. En el momento en que ella
vaya a alguna parte en la ciudad, van a saber que algo grande sucedió
de nuevo.
—Vale, no sé qué hacer al respecto —respondió Kat.
—¿Tienen algunas ideas o sugerencias? —pregunté—, porque
mientras más pronto deje de tener la luz mejor.
—¿A quién le importa? —Andrew puso los ojos en blanco—. Tenemos
al Arum para preocuparnos. Él la vera, sin importar el lugar donde la
pongamos. Todos nosotros, en este momento, estamos en peligro.
Cualquiera de nosotros que esté cerca de ella está en riesgo. No podemos
esperar. Tenemos que encontrar el último Arum.
Dee negó con la cabeza. —Si podemos borrar el rastro de ella,
entonces ganaremos tiempo para encontrarlo. Deshacernos de su luz
debe ser nuestra prioridad.
—Yo digo que la llevemos a un lugar lejos en medio de la nada y
dejemos su trasero allí —masculló Andrew.
—Gracias. —Kat se frotó las sienes con los dedos—. Estas realmente
aportando al tema.
Él le devolvió la sonrisa. —Oye, sólo estoy ofreciendo mis sugerencias.
—Cállate, Andrew —le dije.
Los ojos de Andrew rodaron una vez más.
—Una vez que el rastro desaparezca de ella, estará a salvo —insistió
Dee mientras se metía el pelo, detrás de la oreja—. Los Arum no se meten
con los humanos de verdad, Sarah… ella estaba en el lugar equivocado,
en el momento equivocado.
—Tengo una idea —dijo Adam. Todo el mundo lo miró—. La luz
alrededor de ella es un subproducto de nuestros poderes, ¿verdad? Y
nuestros poderes se concentran en la energía. Y nosotros nos debilitamos
entre más usamos nuestros poderes y usamos más energía.
La mirada de Matthew despertó con interés. —Puede funcionar.
—No soy… —murmuró Kat, y mis labios se torcieron.
—Nuestros poderes se desvanecen mientras más los usamos, más
energía que ejercemos. —Adam se volvió hacia mí—. Debería funcionar
igual con nuestras huellas, ya que el rastro es sólo energía residual que
estamos dejando en alguien. Tenemos que hacer que ella ejerza su propia
energía; debería desaparecer lo que hay a su alrededor. Tal vez no del
todo, pero conseguir niveles que no van atraer a cada Arum en la Tierra
hacia nosotros.
Matthew asintió. —Debería funcionar.
Me froté el pecho. —¿Y cómo vamos a conseguir que ejerza su
energía?
Andrew sonrió desde el otro lado de la habitación. —Podríamos
llevarla a un lugar desierto y perseguirla con nuestros coches. Eso suena
divertido.
Kat dejó caer los pies en el suelo. —Vete a la mier…
Mi risa la interrumpió, ganándome una mirada oscura de una
pequeña gatita muy cabreada. —No creo que esa sea una buena idea.
Divertido, pero no una buena idea. Los seres humanos son frágiles.
—¿Ah sí? Tal vez debería meter mi frágil pie en tu trasero —replicó
ella, y eso me hizo sonreír... hasta cuando me empujó del brazo de la silla—
. Iré a beber algo. Avísenme cuando se les ocurra algo que
probablemente no me mate en el proceso.
La vi apresurarse fuera de la habitación, sonriendo débilmente.
Hombre, no era una campista feliz en este momento. No podía culparla.
Reorientándome en la habitación, mi mirada chocó con Ash. Yyyyyyy
había otra persona que no parecía estar sintiéndose cálida y difusa.
—Esto podría funcionar —dijo Dee, alisando las manos sobre sus
piernas—. Acabamos de conseguir que ejerza su energía, y eso no es tan
difícil. Correr lo hará. Saltos de tijera. Trotar en el lugar. Abdominales.
—Sexo —suministró Andrew.
Todo el mundo lo miró. La última cosa que necesitaba pensar era en
las palabras "sexo" y "Kat" en la misma frase.
—¿Qué? —Él se rio entre dientes—. No estoy sugiriendo que alguien
tenga sexo con ella.
—Dios mío —murmuró Matthew, pellizcando el puente de su nariz.
—Pero todos ustedes estaban enumerando cosas que queman
energía, y el sexo hace eso.
Dee miraba a la alfombra. Adam se veía extrañamente
avergonzado, y Ash se puso de pie y comenzó a caminar. —Eso es
repugnante por una lista de razones que no tienen nada que ver con ella
siendo humana. —Se detuvo a mi lado y se quedó con una mirada
gélida—. Puedes hacerlo mejor que eso.
—Ella puede hacerlo mejor que nosotros —le contesté sin siquiera
pensar, y maldita sea, era verdad.
Shock salpicó la cara de Ash, y entonces pasó por delante de mí, en
dirección a la cocina. Agarré su brazo y me encontré con su mirada. —No
hagas nada que vaya a hacerme infeliz.
—Todo te hace infeliz —escupió hacia atrás.
—Lo digo en serio, Ash. —Hice caso omiso de su comentario—. Si
tengo que entrar ahí y romperte en dos, no te va a gustar.
Sus labios se curvaron. —¿Qué crees que soy? Caray. —Ella se liberó
de mi agarre—. No voy a hacerle daño. Sólo quiero algo de beber.
Una parte de mí se sentía como si debiera seguir a Ash, pero
Matthew ya me estaba echando un vistazo a como si estuviera a segundos
de hacer bebés con un ser humano, que ni siquiera era algo que estaba
seguro podría suceder. No hubo gritos ni gritos de rabia proveniente de la
cocina, pero mantuve un oído atento por las dudas mientras la
conversación continuó a mí alrededor.
Esto había ido realmente mejor de lo que pensé que sería, casi
demasiado fácil. La inquietud brotó como una maleza nociva y continuó
creciendo, por lo que me inquieté. Me puse de pie y me acerqué a la
ventana. Al tirar de la cortina, me asomé fuera, aunque no estaba seguro
de lo que buscaba.
Mat thew anunció que iba a hablar con el DOD y la colonia. La
destrucción que había causado en la carretera anoche ya habría sido
descubierto, y el D0D estaría monitoreando la pantalla de energía ya.
Luxen contra Luxen peleando. Con eso es con lo que íbamos. Mientras que
el DOD no supiera exactamente lo que podíamos hacer, todo el peso de
nuestros poderes, sabían que teníamos más fuerza que los humanos.
Probablemente comprarían que dos de nosotros podrían haber causado
los estragos. Quizás. Si estábamos muy, muy suertudos lo harían.
Kat volvió a la habitación, una botella de agua en la mano. Nuestras
miradas se encontraron por un breve momento. Ella apartó la mirada
rápidamente, sentándose en el borde del sillón reclinable. Estaba pálida
mientras chupaba su labio inferior entre sus dientes, y cuando Ash volvió a
aparecer sin nada en sus manos, sólo podía adivinar lo que había dicho a
Kat en la cocina.
—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Mathew, en voz baja.
Asentí y luego miré a Dee. Ella sonrió, obviamente, captando el
mensaje que no necesitaba decir. Mantendría un ojo sobre Kat por mí.
Matthew y yo salimos fuera. —¿Qué pasa? —Le pregunté a pesar de que
ya sabía a dónde se dirigía esta conversación.
—Vamos a dar un paseo —sugirió.
Lo seguí fuera del pórtico y en la dirección opuesta de la casa de
Kat. Decidí no irme por las ramas. —Sé que estás preocupado acerca de
Katy, pero ella no va a decir nada —le dije, metiendo las manos en los
bolsillos de mis pantalones vaqueros cuando llegamos a los primeros
árboles—. Sé que es difícil de creer, pero ha tenido muchas oportunidades
de decir algo. ¿Y lo que dije sobre salvarme la vida anoche? No
exageraba, Matthew. Pude sacar uno de los Arum, pero dos de ellos me
tiraron abajo haciendo equipo. El que ella mató había estado
alimentándose de mí.
Matthew succionó una respiración inestable. —Estuviste demasiado
cerca, entonces.
—Lo hice. —Admití en silencio, agachando la cabeza debajo de una
rama baja—. No va a suceder de nuevo.
Él no respondió de inmediato, así que seguí adelante. —Deberías
haberla visto, Matt. Le dije que corriera y se escondiera, pero volvió. Como
una maldita ninja —le dije, ladrando una breve carcajada. Todavía podía
verla allí de pie—. Apuñalo al Arum con la hoja de obsidiana como si lo
hubiera hecho un millón de veces. Era... sí, fue increíble.
—Suena como que lo es. —Caminó junto a mí—. No hay muchos
seres humanos que habrían hecho eso. Es una chica valiente.
—Sí. —Sonreí ligeramente—. Sí, lo es.
Los pasos de Matthew desaceleraron hasta detenerse. —No es por
ella que estoy preocupado, Daemon.
Con el ceño fruncido, me detuve y lo miré. —¿No lo estás?
Su expresión era abierta. —No. Es por ti.
—¿Yo? —Me reí de nuevo—. Hay que añadir un poco más de detalle
a esa declaración.
—Todo esto es muy familiar para mí. No, déjame terminar —dijo
cuando abrí la boca—. Sé que no eres tu hermano y esta no es la misma
situación, pero es obvio que te preocupas por Katy. Ella no es como las
otras chicas humanas con las que te has relacionado...
Eh. No tenía ni idea de que Matthew mantuvo un ojo cerca de mí.
—Katy es diferente para ti, y tú eres diferente a su alrededor. Nos
amenazaste para protegerla, y es toda la evidencia que necesito para
saber que esta situación podría empeorar rápidamente. Ninguno de
nosotros tuvo mano fuerte con Dawson, y mira donde terminó eso. No
puedo permitir que eso te suceda.
Apartando la mirada, poco a poco negué con la cabeza mientras
veía un pequeño pájaro marrón saltando de una de las ramas estrechas.
Kat era diferente. No podía negar eso. —No puedo mantenerla alejada de
Dee.
—Dee no es el problema. —Me informó Mathew.
Un músculo comenzó a marcarse en mi mandíbula, y luego me reí de
nuevo, por tercera vez. —Pensaba que tal vez sería inteligente si Dee y yo
salimos. Si encontramos otra colonia y nos trasladamos allí. Dee no sería
feliz con eso, pero...
—Eso no es lo que quiero escuchar, y espero que no estés tan...
metido en esta chica que salir de aquí, dejándonos, es la única opción
viable. Eso significa que las cosas ya se han salido de cont rol, y ese no eres
tú.
¿Era la única opción? Si lo fuese, entonces, ¿qué decía eso? Negué
con la cabeza. —No lo es.
Matthew sujetó su mano en mi hombro y apretó. —Eres como un
hermano para mí, Daemon. Confío en ti con mi vida, y sé que vas a
solucionar est a situación. Vas a ayudar a conseguir apagar ese rastro de
ella lo más rápido posible, utilizando todos los medios necesarios —dijo, sus
ojos azules afilados—. Vas a hacerte cargo de esto y ninguno de nosotros
va a tener que preocuparse de que la historia se repita. Vamos a pasar de
esto, cuidar del Arum, y entonces todo... todo va a estar bien. ¿Puedes
hacer esto? ¿Por Dee? Por todos nosotros, pero lo más importante, por ti y
por ella.
—Yo no estoy…
—No es necesario que me mientas, Daemon, y ni siquiera es
necesario que confirmes o niegues lo que está empezando a pasar entre
tú y Katy, pero tú sabes, sabes más que nadie que si continúas por este
camino, no sólo tu destino está sellado. El destino de Katy también. —
Matthew retiró la mano, con una expresión sombría—. Tú no quieres ser la
razón por la que desaparezca o muera. Sé que no. Así que hazte cargo de
esto. Pronto.
22
Traducido por anita0990
Corregido por Laurita PI

Las palabras de Matthew me persiguieron a lo largo del sábado y la


mañana del domingo. Hombre, le clavó la cabeza, ¿no? Las cosas ya se
salían de control entre Kat y yo, y en realidad nada sucedió entre nosotros.
Por lo menos no físicamente, sin contar ayer por la mañana, pero exist ió
algo entre nosotros.
Y a ninguno de los dos nos gustó.
Lo pensé mucho, incluso cuando salí a patrullar por la noche del
sábado. Matthew tenía razón. Necesitaba alejar ese rastro de Kat tan
pronto como fuera posible, y luego, una vez que me hubiera hecho cargo
del último Arum, las cosas... las cosas serían normales.
Las cosas tenían que volver a la normalidad.
En realidad, irme no era una opción, al menos no en este momento,
y la probabilidad de que el DOD aprobará algo así era prácticamente
nula. Así que tenía que hacerme cargo de esto. No podía permitirme
pensar en otra cosa.
Dee se encontraba con Adam, y pensé que ahora era el mejor
momento para empezar a quitar ese rastro de Kat. Después de todo, ella
no quería estar en riesgo o ser un peligro para nadie. Antes de irme, agarré
el pedazo de obsidiana de mi dormitorio. La lluvia caía cuando me lancé a
través del césped, moviéndome tan rápido que las cortinas de lluvia fría
apenas me golpearon. Como de costumbre, el coche de su madre no
estaba. Llamé a la puerta.
Unos segundos pasaron antes de que la puerta se abriera, revelando
una Kat muy... somnolienta. Entrecerró los ojos hacia mí, con ceño fruncido
incluido. Su cabello era un desastre de ondas, cayendo al azar sobre sus
hombros. Vestía un pijama y estaba bastante seguro de que no llevaba
un…
—¿Qué sucede? —rompió el silencio.
—¿Vas a invitarme a entrar?
Sus labios formaron una línea delgada mientras se hacía a un lado.
Entré, escaneando la habitación. —¿Qué buscas? —preguntó.
—Tu mamá no está, ¿verdad? —Pensé que sería mejor comprobar
antes de ir al grano.
Kat cerró la puerta. —Su coche no está afuera.
Las garras estaban fuera hoy. —Tenemos que trabajar en
desvanecer tu rastro.
—Está lloviendo. —Caminó por delante de mí, agarrando el control
remoto para apagar el televisor. Le gané, apagándolo antes de que
pudiera pulsar el botón—. Presumido —murmuró.
—Me han llamado peor. —Fruncí el ceño mientras la enfrenté, por fin
consiguiendo un buen vistazo de lo que llevaba puesto. Reí—. ¿Qué llevas
puesto?
Sus mejillas ardían. —Cállate.
Me eché a reír de nuevo. —¿Qué son? ¿Los elfos de Keebler 3?
—¡No! Son los duendes de Santa. Me encanta este pijama. Mi padre
la compró para mí.
Mi risa se desvaneció. —¿Los usas porque te recuerdan a él?
Kat asintió.
Los pantalones verde y rosado se veían ridículos, pero comprendía
por qué los llevaba. Me hizo pensar en algo que recordaba oír decir a los
Sabios. —Mi gente piensa que cuando uno de nosotros muere, nuestra
esencia es la que le da luz a las estrellas en el universo. Parece infantil creer
en algo así, pero cuando miro al cielo por la noche me gusta pensar que al
menos dos de las estrellas son mis padres. Y una más es Dawson.
—No es estúpido. —Hizo una pausa mientras la hostilidad
desaparecía de su expresión—. Tal vez una de ellas es mi padre.
La miré y rápidamente desvió la mirada. —Como sea, los elfos son
sexy.
Resopló. —¿Encontraron otra manera de desvanecer el rastro?
—En realidad, no.
—Estás pensando que haga ejercicio, ¿no?
—Sí, esa es una manera de lograrlo.

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horneando pan.
Se dejó caer en el sofá. —Bien, no hay mucho que podamos hacer
hoy.
Arqueé una ceja. —¿Tienes algún problema en salir bajo la lluvia?
—Cuando son los últimos días de octubre, sí. —Cogió una manta a
cuadros y la puso en su regazo—. No voy a salir allá afuera y correr todo el
día.
Suspiré. —No podemos esperar, Kat . Baruck está por ahí afuera y
cuanto más esperemos, más peligroso es.
—¿Qué pasa con Simon? ¿Le comentaste a los demás sobre él?
De hecho, me había olvidado de él hasta la noche del sábado. —
Andrew está echándole un ojo. Ayer tuvo un juego, por lo que la mayor
parte del rastro desapareció. Es muy débil ahora. Lo que de alguna
manera demuestra que esta idea va a funcionar.
Jugueteó con un borde irregular del edredón, mirando hacia mí.
Metiendo la mano en mi bolsillo, saqué la cuchilla de obsidiana. —Esto es
otra razón por la que vine. —La puse en la mesa de café—. Quiero que lo
lleves contigo, por si las dudas. Ponlo dentro de tu mochila, bolsa o lo que
sea que lleves.
Kat la miró un momento y luego levantó la mirada. —¿En serio?
Me concentré en la cuchilla. Matthew se enojaría demasiado si
supiera que se la daba. —Sí, incluso si logramos eliminar la huella, mantenlo
contigo hasta que nos encarguemos de Baruck.
—¿Pero no lo necesitas tú más que yo? ¿Dee?
—No te preocupes por nosotros.
Pasó un momento. —¿Crees que Baruck aún está aquí?
—En los alrededores, sí. —No tenía sentido mentirle—. El cuarzo de
energía desvanece nuestra presencia, pero él sabe que estamos aquí. Él
sabe que yo estoy aquí.
—¿Piensas que vendrá detrás de ti?
Su pregunta me tomó por sorpresa. —Maté a dos de sus hermanos y
te di la razón para matar al tercero. Los Arum son vengativos, Kitten. No se
detendrá hasta que me tenga. Y él te utilizará para encontrarme,
especialmente porque regresaste. Ellos han estado en la Tierra lo suficiente
como para saber lo que puede significar. Qué tú serás una debilidad para
mí.
Su nariz hizo esa linda mueca que hacía cada vez que se sentía
perturbada. —No soy una debilidad. Puedo defenderme.
Maldita sea, claro que podía.
Kat me miró y me di cuenta de que la miraba como un bicho raro.
Eché un vistazo alrededor de la habitación. —Basta de charla. Tenemos
cosas que hacer. No sé qué podamos hacer aquí que pueda hacer una
mínima diferencia. ¿Tal vez saltos de tijera?
Su respuesta a eso fue abrir su portátil. Agradable. Era bueno ver que
ni siquiera intentó fingir escucharme. Su nariz hizo lo de la arruga de nuevo
y dio un pequeño suspiro mientras miraba algo en su pantalla.
—¿Qué estás mirando?
—Nada. —Fue a cerrar la tapa, pero no compraría eso. La mantuve
abierta. Miró hacia mí—. Deja de usar tus malditos poderes en mi portátil.
Lo vas a romper.
Divertido, caminé alrededor de la mesa de café y me senté a su
lado. En la pantalla había una chica... con coletas. —¿Eres tú?
—¿Qué parece? —susurró.
Una lenta sonrisa se apoderó de mi cara. Las vi antes en su blog,
pero no podía dejárselo saber. Nada como añadir ciberacoso a lo que
parecía ser acoso en la vida real. —¿Te filmas a ti misma?
Kat tomó una profunda respiración, y requerí cada onza de mi
autocontrol para no echar un vistazo a su pecho cuando lo hizo. —Haces
que suene como si estuviera haciendo un show porno o algo así.
Me atraganté con mi aliento. —¿Es eso lo que estás haciendo?
—Esa fue una pregunta estúpida. Puedo cerrarla ahora, ¿por favor?
—Quiero verlo.
—¡No! —Horror llenó su voz. Uno pensaría que había una Arum en la
habitación.
Le eché una mirada de soslayo, y sus ojos se estrecharon cuando se
volvió de nuevo a la pantalla. La pequeña flecha se movió sobre la página
e hizo clic en el botón de reproducción.
—Te odio a ti y a tus poderes alienígenas —murmuró.
Unos segundos más tarde el video comenzó y allí estaba Kat,
mostrando libros, hablando de una manera emocionada, como solo la
había oído un par de veces. Mientras que el video se reproducía, se sentó
a mi lado, su mandíbula cerrada y su cara del color de la sangre. Era obvio
que filmó el video anoche o esta mañana. Terminó con su amplia sonrisa a
la cámara.
Maldita sea.
Era una maldita nerd… una maldita y ardient e nerd.
—Incluso en el video brillas —le dije, mi voz sonaba áspera a mis
propios oídos.
Kat asintió.
—Realmente te gustan los libros —Cerré la tapa de la computadora
portátil—. Es lindo.
Su cabeza se giró tan rápido hacia mí que me preocupaba que se
fuera a dañar un músculo. —¿Lindo?
—Sí, es lindo. Tu entusiasmo —dije, encogiéndome de hombros—. Es
lindo. Pero por muy linda que te veas con coletas, no ayudará a
desvanecer la huella en ti. —Necesitaba concentrarme. De pie, extendí mis
brazos por encima de mi cabeza. Cuando la miré, ella miraba la parte de
piel que se expuso cuando mi camisa subió—. Tenemos que eliminar ese
rastro.
Seguía mirando mi estómago.
Bajé los brazos. —Entre más pronto desaparezcamos el rastro de ti,
menos tiempo tenemos que estar juntos.
Y eso llamó su atención. Sus ojos fueron de golpe a los míos. —Sabes,
si no te gusta la idea de estar cerca de mí, ¿por qué uno de los demás no
vienen aquí y hace esto? Realmente preferiría cualquier otro a ti, incluso a
Ash.
—Tú no eres su problema. Tú eres mi problema.
Su risa fue sarcást ica. —No soy tu problema.
—Pero sí lo eres —le dije, y era la verdad. Tal vez podría haberlo
dicho de manera más agradable, pero bueno—. Si hubiera sido capaz de
convencerte de que te alejaras de Dee, nada de esto hubiera pasado.
Puso los ojos en blanco. —Bien, no sé qué decirte. No hay mucho
que podamos hacer aquí que pueda hacer una diferencia, así que por
qué no contamos el día como perdido y nos ahorramos a ambos el hecho
de tener que respirar el mismo aire.
Le lancé una mirada suave.
—Oh, sí, es cierto. Tú no necesitas respirar oxígeno. Mi culpa. —Se
puso de pie, golpeando la pobre colcha contra el piso—. ¿No puedes
volver cuando deje de llover?
—No. —Me moví y me apoyé en la pared, cruzando los brazos—.
Quiero terminar con esto cuanto antes. Preocuparse sobre el Arum y tú no
es divertido, Kitten. Tenemos que hacer algo al respecto ahora. Hay cosas
que podemos hacer.
Kat estaba a dos segundos de enloquecer, y me encantó. Sus manos
se cerraron en diminutos puños. —¿Cómo qué?
—Bueno, los saltos de tijera por... una hora o así debería funcionar. —
Solo era mitad serio cuando hice la sugerencia, pero luego mi mirada cayó
sobre la parte delantera de su camisa. De repente, no quería nada más
que verla saltar alrededor—. Aunque, tal vez primero deberías cambiarte.
Por favor, di que no. Por favor, di no a cambiart e.
Respiró hondo. —No saltaré por una hora.
Y eso fue una maldita lástima. Carmesí tiñó la punta de sus mejillas.
Una señal segura de que estaba enojada. No podía ayudarme a mí
mismo, así que me empujé hacia ella de nuevo. —Entonces podrías correr
por la casa, subiendo y bajando escaleras. —Me miró a los ojos y sonreí—.
Podemos tener sexo. He oído que eso consume mucha energía.
Su boca se abrió. —Eso no sucederá ni en un millón de años, amigo.
—Dio un paso hacia adelante, levantando su dedo índice hacia mí—. Ni
aunque fueras el último, espera, ni siquiera puedo decir que el último
hombre sobre la faz de la Tierra.
—Kitten —murmuré, un poco ofendido.
—Ni aunque fueras lo último que parece ser humano sobre la faz de
esta Tierra. ¿Entendiste? ¿Capiche?
Incliné la cabeza hacia un lado y sonreí. Ahora, se encontraba en
verdad enojada ahora. Ojos brillantes y cara enrojecida. Una parte de mí
odiaba admitirlo, pero era increíble cuando estaba así. Absolutamente
increíble.
—Ni siquiera estoy atraída a ti. Ni siquiera un poco. Eres, eres…
Me posicioné frente a ella antes de que tuviera la oportunidad de
parpadear. —¿Soy un qué?
—Ignorante —dijo, dando un paso atrás.
—¿Y? —Igualé sus pasos, obligado. ¿Obligado por qué? No lo sabía.
Vine a trabajar en quitarle el rastro y en su lugar discutíamos después de
una agradable conversación.
—Arrogante. Controlador. —Dio un paso atrás, pero no la dejé
alejarse más. Oh, no, me encontraba cara a cara, compartiendo el mismo
aire—. Y eres... eres un cabrón.
—Oh, vamos, sé que puedes hacerlo mejor, Kitten. —Sabía que
podía. Kat tenía una gran boca. Hablando de eso, mi mirada descendió.
Sus labios se separaron. Maldita sea—. Porque realmente dudo que no te
sientas atraída a mí.
Se rió; el sonido ronco y bajo. Sexy. —No me atraes para nada.
Me acerqué otro paso, y su espalda se apoyaba contra la pared.
Mirándola, olvidé ordenar a mis pulmones inhalar y definitivamente olvidé
la razón por la que vine aquí. Solo pensaba en una cosa. —Estás mintiendo.
—Y eres demasiado confiado. —Humedeció sus labios, y el calor
atravesó mi cuerpo—. Sabes, toda esa arrogancia que mencioné antes.
No es atractivo.
Hombre, estaba tan llena de ello. Ella diría cualquier cosa para seguir
discutiendo. Colocando las manos a cada lado de su cabeza, me incliné,
descendiendo, mi boca tan cerca de la suya que casi podía saborearla.
Dudaba que sus labios fueran dulces. Parecían más como una de esas
ardientes bolas rojas de caramelos explosivos.
En realidad, a mí en verdad me gustaban esos dulces.
—Cada vez que mientes, tus mejillas se sonrojan —le dije.
—Nuh-uh —dijo.
Deslicé mis manos por la pared, deteniéndome al lado de sus
caderas. —Apuesto a que piensas de mí todo el tiempo. Sin parar. —Tanto
como yo pensaba en ella, lo que era... sin parar, por lo que simplemente
parecía justo y correcto que ella hiciera lo mismo.
—Estás loco. —Presionó la espalda contra la pared, su pecho subía y
bajaba agitado.
—Probablemente sueñas conmigo. —Mi mirada cayó a su boca de
nuevo. Caramelos explosivos—. Apuesto a que escribes mi nombre dentro
de un corazón una y otra vez en todos tus cuadernos.
Se rio con ese sonido sin aliento. —En tus sueños, Daemon. Tú eres la
última persona en la que pensa…
Cansado de discutir, la besé... para callarla. Y sí, me seguí diciendo
eso a mí mismo. Simplemente tenía que mantener esa línea de
pensamiento. Es por eso que la besaba. Ninguna otra razón.
Pero en el momento en que nuestros labios se encontraron, un
estremecimiento rodó por mi cuerpo y medio gruñí, medio gemí. Porque
tenía razón, su boca era como un maldito y ardiente caramelo explosivo.
Kat ya no discutía discutiendo.
No, ella temblaba.
En realidad, besarla ya no era necesario y debería detenerme,
necesitaba detenerme, pero luego se apartó de la pared, encajando su
cuerpo contra el mío. Sus dedos se hundieron en mi pelo y gimió contra mi
boca.
Esta era la razón por lo que no estaba a punto de hacer que
terminara.
Algún tipo de trastorno me invadió. Como si un cerrojo hubiera sido
abierto. O una represa desbordada. O, infiernos, era como ser golpeado
por un rayo, atropellado por un camión, y luego ser devuelto a la vida. Me
movía y actuaba sin pensar.
Mis manos se apoderaron de sus caderas, y la levantaron. Sus piernas
envolvieron mi cintura y me regresaba el beso con una pasión que casi me
asustó, y esperaba que no notara que mis manos temblaban. Diablos, todo
mi cuerpo vibraba. Tenía fuego debajo de mi piel, y estaba fuera de
control. A segundos de distancia de adoptar mi forma Luxen con ella y,
¿de qué serviría?
Ay infiernos, no importaba. No cuando la presioné e hizo ese sonido
maravillosamente femenino que hacía latir mi sangre. Y pude sentirlo
construyéndose en mí. Poder puro; y no tenía otro lugar a dónde ir,
simplemente emerger. Esto se había estado construyendo desde hace
meses. Tal vez siempre conduciendo a esto.
Nunca quise a alguien tanto como a Kat.
Luego nos movimos a lo largo de la pared. Una lámpara se volcó. A
Kat no pareció importarle, gracias a Dios, porque estaba más allá del
punto de preocuparme de algo, aparte de quien se encontraba en mis
brazos.
Kat.
Vagamente, era consciente del televisor encendiéndose y
apagándose. Traté de controlar todo de nuevo, pero sus manos se
deslizaron a mi cuello y luego descendían, tirando de los botones. Solo
podía obedecer su orden silenciosa. Retrocedí y la dejé quitarme la
camisa.
En este momento, la dejaría hacer cualquier cosa. Un poco
miedoso... y muy ardiente.
Capturé sus mejillas, acercándola de nuevo a mi boca hambrienta.
Hombre, no me cansaba de su sabor, de cómo respondía a mí. Sus manos
fueron al botón de mis vaqueros.
Hubo un estallido en la casa. Como si algo se hubiera prendido en
llamas. Pero nos movimos hacia el sofá y luego nos quedamos en él,
nuestras manos por todos lados, tirando de la ropa, el uno del otro.
Nuestras caderas se moldearon al unísono, como nuestros labios.
Kat susurró mi nombre, y en un segundo, la aplastaba contra mí y al
siguiente, le daba espacio para explorar; me permitía explorar. Deslizó
sobre su brazo la parte delantera de su camisa, la bajó y entonces, su
camisa se había ido. Ni siquiera sé cómo, pero lo hizo.
—Tan hermosa —le dije, porque era hermosa. Maldita sea, lo era, y
ese rubor que había visto ayer se extendió por todas partes. Me tomó
mucho tiempo levant ar mi mirada, pero cuando lo hice, la besé de nuevo.
La besé hasta que supe que necesitaba aire, reclamando su boca todo el
tiempo que pude.
Mi cuerpo se hizo cargo por completo, rodando contra el de ella,
pero algo más hizo clic en mi interior. Otra puert a oculta se abrió. Reduje la
velocidad, tomándome mi tiempo. Donde todo había sido tan frenético y
alocado, ahora era más tierno y controlado. Todavía temblaba, sin
embargo, al borde de...
De no ser capaz de detenerme; de no querer, de necesitarla más de
lo que debería.
No quieres ser la razón por la que desaparece o muere.
Me calmé y forcé a mis pulmones a trabajar como los de ella.
Inhalando en irregulares respiraciones que no eran suficientes, levanté la
cabeza y abrí los ojos. Sabía que brillaban, hablando de mil cosas que no
podía decir y que ella nunca entendería. Que probablemente tampoco
quería escuchar.
Nuestras miradas se encontraron. La mirada en sus ojos, la forma en
que su cuerpo se fundió en el mío, sabía que me dejaría hacer... cualquier
cosa. Pero si no me detenía ahora, no pararía nunca. Y a pesar de que era
propenso a los momentos de "gran cretino", como diría Kat, no estaba
bien. No bajo estas condiciones. No en un maldito sofá.
No cuando tenía su vida en mis manos.
Y seguí metiéndome con ella. Fui el que marcó y dirigió un Arum a
ella en la biblioteca. Fui el que la molestó y todo, pero la persiguió a una
calle. Fui el que expuso a nuestra especie. Era el que la ponía
repetidamente en peligro.
Así que le dije lo único que se me ocurrió. Lo único que sabía que nos
golpearía a los dos y nos llevaría de nuevo a la fría y dura realidad.
Forcé mis labios en una media sonrisa que sabía que siempre se
metía bajo su piel y le dije—: Ya casi no brillas.
23
Traducido por Daniela Agrafojo & Valentine Rose
Corregido por Laurita PI

Después de todo este tiempo, finalmente tuve éxito en alejar a Katy


de Dee. En lugar de sentirme satisfecho por eso, me sentía como la mierda.
Era tan… tan imbécil.
Desde la tarde del domingo, Kat fue reservada. Cometí el error de
aguijonearla con mi bolígrafo el lunes en clase y la mirada que me dio
marchitó partes del cuerpo muy importantes. Todo lo que me dijo fue que
exploté su portátil, y luego no me habló. No vino a la casa a pasar tiempo
con Dee, y para el miércoles, mi hermana era súper sospechosa sobre lo
que había pasado.
No que todo el mundo no tuviera ya sospechas de cuán rápido se
desvaneció el rastro de Kat. Nadie preguntó. Excepto Andrew. Me
preguntó si tuve sexo con Kat.
Lo golpeé el lunes después de la escuela, lo suficientemente fuerte
como para romper su nariz.
Andrew se había reído, y por supuesto, su nariz sanó
inmediatamente.
¿Ya casi no brillas?
Como si esa hubiera sido la única razón de que la besara, de que
pusiera mis manos sobre ella o que la tuviera en ese sofá, debajo de mí y
sin camisa. Usa cualquier medio necesario, había dicho Mathew, pero
dudaba que se refiriera a eso. Y fui honesto conmigo mismo. Fui allá el
domingo en la tarde para quitar su rastro. Estaba preparado para hacerla
correr en la lluvia o de arriba abajo en la escalera. No planeé besarla.
No planeé nada de lo que ocurrió.
Era un idiota, pero no era esa clase de idiota.
Lo que pasó entre nosotros fue porque la deseaba y ella también me
deseaba. No tenía nada que ver con el rastro, nada que ver con quienes
éramos. No importó en esos momentos que hubiera estado mal o que
pasáramos más tiempo peleando contra el otro y nada más. Lo único que
importó era cómo se sentía ella, cómo sabía, y la manera en que susurraba
mi nombre.
Pero estuvo mal.
¿O no?
No había necesidad de decir que mi humor se encontraba
enterrado profundamente en Villa Mierda, y que fuera Halloween no
ayudaba. En clase, escuché a Lesa y Kat hacer planes para dar caramelos
en la casa antigua. Aunque el rastro de Kat apenas seguía ahí, no me
gustaba la idea de que estuviera ahí afuera cuando Baruck todavía
merodeaba por los alrededores.
Sin un rastro, un Arum no sería atraído a ella, pero Baruck vio a Kat.
Sería capaz de reconocerla, así que como un bicho raro, la seguí a la casa
de Lesa y la vigilé. Me quedé una cuadra atrás, y cuando la vi irse en su
Camry, volví a casa, alcanzándola allí, ya que había usado la ruta Luxen.
Dee tenía el pórtico delantero cubierto con calabazas talladas que
tenían pequeñas luces. Me sorprendí de que no hubiera sacado la cuerda
de fantasmas y murciélagos como por lo general hacía.
Al momento que entré a la casa, olí algo extraño y quemado.
Frunciendo el ceño, me dirigí a la cocina. Dee revoloteaba sobre una
bandeja para hornear. Había otra en la encimera de la cocina. Granos
oscuros y quemados cubrían la bandeja. —¿Qué estás haciendo? —
pregunté.
—Horneando semillas de calabaza —respondió, arrugando el ceño
mientras colocaba las manos sobre la bandeja.
—Sabes, puedes usar el horno.
—¿Qué diversión hay en eso? —Se giró hacia mí, sus ojos
entornados—. Tienes que irte.
—¿Disculpa?
—Tienes que irte —repitió—. Kat se encuentra en camino hacia acá.
Vamos a ver un puñado de estúpidas películas de terror.
Inclinándome contra la encimera, empujé una de las semillas de
calabaza carbonizadas. —Suena divertido.
—Será una tonelada de diversión, pero tienes que irte. No sé qué
pasó entre ustedes.
—Nada —murmuré, mirando a la ventana más allá de la mesa de la
cocina.
Dee resopló. —Sí, eso fue lo que ella dijo, y no le creo. No te creo a ti,
y lo que sea que pasó hizo que me evitara por días. Así que no te quiero
aquí, porque arruinarás la noche.
—Auch. —Coloqué mi mano sobre mi pecho y fingí una mueca.
Dee me empujó. —Lo que sea. Ve a pasar el rato con Adam.
Ya había planeado hacer eso. Adam y Andrew querían ver si podían
atraer a Baruck, pero había una parte irresponsable de mí que quería
quedarse aquí hasta que Kat apareciera. Quería verla aun cuando me
ignorara, pero después de lo que hice, eso llevaba mi imbecilidad a todo
un nuevo nivel.
Alejándome de la encimera, planté un beso en la cabeza de Dee. —
Estaré con Adam y Andrew. Vamos a tratar de atraer al Arum.
Miedo parpadeó en el rostro de Dee, y luego se afirmó. —Ten
cuidado.
—Siempre —respondí.
Mirando las bandejas para horno una vez más, esperaba que no
tratara de hacer que Kat se comiera alguna de ellas. Asco. Tomando mis
llaves de la encimera, salí y me encontré con Adam y Andrew en el
estacionamiento de Smoke Hole Dinner. Vinieron lo más rápido posible.
Andrew se pavoneó hacia la puerta del conductor. —¿Cuál es el
plan? ¿El mismo que el del último par de noches?
Miré a Adam, que se quedó atrás unos metros. —Síp. Encenderse en
los bosques cerca de la carretera. Correr y ver si pueden atraerlo. Yo
conduciré cerca y veré si puedo sentirlo.
Habíamos estado haciendo esto sin suerte desde el domingo, uno de
nosotros tomando el turno para conducir, lo que era de lejos la más
tediosa de las tareas. Prefería ir por ahí en mi verdadera forma que
sentarme detrás de un volante.
—Me dirigiré hacia la ciudad —dijo Adam.
Andrew le lanzó una mirada a su hermano. —Supongo que iré en
sentido contrario.
Sonriendo, sacudí la cabeza mientras salía del estacionamiento. Las
calles todavía se encontraban bastante ocupadas. Padres llevando a sus
hijos de vuelta a sus hogares después de hacer dulce o truco en la ciudad.
Otros iban de camino a las fiestas. Ante una luz roja, vi a una Tortuga Ninja
en el asiento del conductor de un auto junto a mí.
Ja.
Recorrí la autopista de arriba abajo, circulando de vuelta a la
ciudad un par de veces y matando casi dos horas antes de que mi celular
sonara. Era Adam.
—Háblame —dije.
—Lo vimos. —Adam respiraba pesadamente—. A Baruck. Se dirige
hacia la colonia. Andrew ya viene, pero perdí su rastro.
—Mierda. —Mirando el espejo retrovisor, vi que la carretera se
hallaba vacía. Lancé el volante hacia la derecha, cambiando el
todoterreno de dirección. Los neumáticos giraron sobre la grava a lo largo
de la calle cuando presioné el acelerador—. Ve allí ahora.
—En ello.
Colgándole a Adam, de inmediato marqué a Dee. Respondió en el
tercer timbre, exasperación goteaba de su tono. —Más vale que esto sea
importante, Daemon, porque…
—Baruck ha sido visto. Se dirige hacia la colonia.
—¿Qué quieres decir?
Mi mano se t ensó en el teléfono. —Se dirige hacia la colonia y va a
pasar justo frente a nuestra casa. Nos encontramos en camino. ¿Kat
todavía está contigo?
—Katy está conmigo, ¡pero su rastro es casi imperceptible!
Llevé el pedal del acelerador al suelo. —Todavía puede ser visto.
Solo quédense adentro, Dee. Mantenla ahí.
—Está bien —susurró—. Ten cuidado. Te amo.
La furia rugió a través de mí. El hijo de puta probablemente no tenía
idea de lo cerca que en realidad estaba de la colonia o de donde se
encontraban Dee y Kat. Con los cuarzos beta tan cerca, eso lo alejaría,
pero se hallaba demasiado cerca para mi comodidad. Necesitaba
deshacerme de las ruedas, pero estaba demasiado cerca de la ciudad y
existían demasiados autos alrededor para hacerlo sin llamar la atención.
Andrew y Adam eran rápidos. Llegarían ahí antes de que…
Mi teléfono sonó de nuevo, esta vez era Dee. Un nudo se formó en
mis entrañas cuando lo contesté. —¿Qué?
—Es Katy —dijo, su voz temblando—. Me hizo rastrearla…
—¿Qué? —Clavé los frenos, casi causando que la furgoneta detrás
de nosotros chocara—. ¿Hizo qué?
—Me hizo rastrearla y luego se fue, tratando de llevar al Arum lejos
de aquí. Se dirige al lugar donde fue la fiesta en el campo. Daemon, está
brillando.
Mi corazón se atoró en mi garganta. Furia y horror me golpearon
como un puño en el pecho. Quería extenderme a través del teléfono y
estrangular a mi hermana. ¿Cómo pudo dejar que Kat hiciera esto? Pero
no tenía tiempo para gritarle. Eso definitivamente vendría después. Mi
cabeza comenzó a trabajar con rapidez. —Ponte en contacto con Adam
y Andrew, pero envíame su número ahora.
—Daemon…
—Maldita sea, Dee, ¡envíame su número ahora! —grité, mi corazón
golpeando mientras colgaba. ¿Por qué Kat haría esto? Era suicidio. ¿Por
qué? Un segundo pasó y entonces llegó el mensaje de Dee. Presionando
los números, esperé mientras el teléfono sonaba.
—¿Hola? —La voz de Kat fue otro golpe en mi pecho.
Lo perdí.
—¿Estás loca? —le grité al teléfono, esquivando a un sedán en
cámara lenta—. Esta debe ser la cosa más estúpida…
—¡Cállate Daemon! —gritó—. Está hecho. ¿Vale? ¿Está bien Dee?
¿Dee está bien? ¿No se daba cuenta de lo que acababa de hacer?
¡Kat estaba loca!
—Sí, Dee está bien. ¡Pero tú no! Lo perdimos, y desde que Dee dijo
que tú brillas como una maldita luna llena ahora, estoy apostando que él
está justo detrás de ti.
Hubo una pausa. —Bueno, ese era el plan.
—Juro por cada estrella en el cielo, que voy a estrangularte cuando
tenga mis manos sobre ti. —Literalmente lo haría—. ¿Dónde estás?
—Estoy casi en el campo —dijo—. No lo veo.
—Claro que no lo ves. —Buen Dios…—. Él está hecho de sombras…
de la noche, Kat. No lo verás hasta que él lo quiera. No puede creer que
hayas hecho esto.
—¡No empieces conmigo! —me gritó—. Tú dijiste que era una
debilidad. Y era una responsabilidad para Dee. ¿Qué pasa si él llegaba
ahí? Tú dijiste que él me usaría contra ella. ¡Esto era lo mejor que podía
hacer! ¡Así que deja de ser un maldito idiota!
No.
Oh no.
Por un momento, no pude ni siquiera ver la carretera frente a mí. El
terror casi me consumió. —No quería decir que tú hicieras est o, Kat. Nunca
que hicieras algo como est o.
Su profunda respiración fue audible. —Tú no me hiciste hacer esto.
Apreté los labios. —Sí, lo hice.
—Daemon…
—Lo siento. No te quiero lastimada, Kat. No puedo… no puedo vivir
con eso. —Una vez que esas palabras salieron, no iba a recuperarlas, eran
la verdad—. Quédate al teléfono. Voy a encontrar un lugar para dejar el
auto e te encontraré ahí. No me tomará más que unos pocos minutos
llegar. No salgas del auto ni nada de eso.
—De acuerdo —dijo y luego—: Tal vez esta no fue la mejor idea.
Dejé salir una corta y dura risa mientras veía las últimas luces
delanteras desapareciendo en el espejo retrovisor. Me detuve. —No jodas.
—Así que, umm, eso de no vivir con tu… —Se detuvo de repente
mientras apagaba el motor y abría la puerta del auto—. ¿Daemon?
—¿Qué?
—Yo creo que… —Un grito la interrumpió.
Mi piel se enfrió. —¿Kat?
Nada.
—¡Katy!
Sin respuesta.
Oh no. No. No.
Arrojando el teléfono en el todoterreno, cerré la puerta con fuerza y
luego me dirigí a la fila de árboles, cambiando a mi verdadera forma y
tomando velocidad. Corrí más rápido de lo que lo hubiera hecho antes, mi
forma apenas tocaba el suelo. Varios escenarios giraron en mi cabeza. Kat
golpeada. Rota. Muerta. No podía sacar los pensamientos de mi cabeza.
Solo habían pasado minutos, tal vez dos para el momento en que
llegué al claro, pero era tiempo más que suficiente para que Baruck
tuviera a Kat seriamente lastimada o peor. Volé sobrepasando los restos
quemados de la fogata, nada más que troncos calcinados y ceniza
dispersa. A través de los árboles, vi una luz brillante elevarse demasiado
alto en el cielo para que fuera Kat a menos…
Cavé, despejando el primer grupo de árboles, y entonces lo vi; vi a
Kat . El Arum la sostenía en el aire con una mano alrededor de su garganta,
y la otra mano se encontraba dent ro de su pecho. Se alimentaba de ella.
La rabia sabía como metal en la parte trasera de mi garganta. Cambié a
mi forma humana mientras la furia surgía de mí en un rugido.
La cabeza sombría del Arum se giró sobre su hombro justo cuando
me estrellé contra él, rompiendo su agarre sobre Kat. Ella cayó al suelo en
un desbaratado montón y no se levantó. Aterricé en frente de ella,
agachado, el Arum a varios metros de distancia.
Me levanté a medida que el Arum lo hacía, ambos ojo con ojo.
—¿Has venido a morir con ella? Perfecto —dijo Baruck en su forma
humana, moviéndose rápidamente de izquierda a derecha—. Esto lo hace
mucho más sencillo, porque creo que la he roto. Tiene buen sabor,
también. Diferente de alguna manera —se burló—. No como un Luxen,
pero valió la pena al final.
Lanzándome hacia Baruck, lo lancé a varios metros de distancia con
una poderosa explosión de la Fuente de un brazo estirado hacia afuera. —
Voy a matarte.
Baruck rodó sobre su espalda, ahogándose de la risa. —¿Crees que
puedes conmigo, Luxen? He devorado algunos más fuertes que tú.
Lo golpeé con otro destello de luz, interrumpiendo lo que decía
Baruck. El suelo tembló debido al impacto de toda esa energía
acumulada. El golpe derribó a Baruck, pero sabía que no duraría mucho
tiempo. Cambiándome a mi forma Luxen, me apresuré hacia él. Nos
estrellamos con un estruendo y aterrizamos en el suelo, rodando, peleando
como dos humanos, pero nuestros golpes habrían asesinado a un humano
con el primer impacto.
Acorralé a Baruck en el suelo, dándole un puñetazo en la garganta,
pero, en el último instante, cambió de posición y retiró sus piernas,
pateándome y provocando que caiga a un lado. Aterricé en el suelo y
rodé, poniéndome de pie justo cuando vi a Dee correr superando al Arum,
dirigiéndose hacia Kat. No hubo tiempo para siquiera procesar la
presencia de mi hermana.
Unas brillantes y anaranjadas bolas de fuego se formaron en las
puntas de mis manos. Salieron disparadas, pasando a Baruck,
chisporroteando antes que se estrellaran en los árboles, convirtiendo el
mundo en un color dorado y ámbar. El calor retornó, alzando brasas al
cielo.
Uno aterrizó en el hombro del Arum, volteándolo. Esquivó el otro, y se
est relló en el árbol detrás de él, haciendo un profundo agujero en la
camioneta. Por encima del caos, escuché a Dee rogando—: Katy, habla
conmigo. ¡Por favor, háblame! —Luego gritó mi nombre—: ¡Daemon!
Mi corazón dejó de latir.
Giré al mismo tiempo que Baruck. Dee tenía a Kat en sus brazos. El
Arum lanzó su propia esencia. Una oscura luz se estrelló contra Dee,
lanzándola contra Kat, que cayó al suelo. Solté un grito cuando Dee se
puso de pie. Sus ojos ardían con un intenso blanco y luego voló hacia acá,
directo hacia Baruck.
Volteándome, arrojé otro destello y luego otro, pero Baruck evitó mi
ataque y se dirigió directo a Dee. Corrí hacia ellos, pero ya era tarde.
Atrapó a Dee, y por un milisegundo, la oscuridad la absorbió. Cayó al
suelo, su cuerpo retorciéndose.
Me eché encima de Baruck, derribándolo. Las ramas se
estremecieron, desparramando hojas al suelo. Me situé encima de Baruck,
convocando la Fuente conforme alzaba la mano, justo cuando vi a Dee
ponerse de pie. El momento de distracción fue todo lo que tomó.
Todo ocurrió muy rápido.
Dee se balanceaba de un lado a otro, con sangre saliendo de su
nariz mientras enderezaba sus hombros y comenzaba a acercarse hacia
nosotros. Bajo de mí, Baruck estiró su brazo y soltó otro estallido, arrojándolo
directo a Dee.
Kat chocó con ella al segundo que la energía las alcanzó,
arrojándola a un lado un instante antes que la oscuridad las envolviera, y
luego hubo un grito. No podía asegurar si pertenecía a mi hermana o Kat.
Todo se desmoronaba.
Ambas cayeron al suelo. Kat yacía de espalda y la parte delantera
de su camiseta se hallaba manchada con una sustancia negra. Un olor
metálico llenó el aire. Sangre. Dee se encontraba al lado de ella, su flácido
brazo contra el de Kat. Dee volvió a su forma verdadera.
Nunca quites de vista a tu enemigo.
El estallido me dio en la espalda, enviándome a volar por el aire. El
dolor me dificultó mantener mi forma, y sentí como iba de una forma a la
otra. Mi mente estaba centrada en mi hermana… y Kat.
Kat no tenía oportunidad contra Baruck.
Me estrellé contra el suelo, estupefacto cuando escuché la voz del
Arum en mi cabeza. Tres por uno essspecial.
Intentando mantener una forma, giré y mi vista se aclaró. Kat… me
encontraba al lado de Kat, por lo que podía tocarla. Estaba viva. Su
pecho subía y bajaba, respirando con dificultad. Me miraba fijo, sus labios
moviéndose, pero ninguna palabra salía de su boca. Intenté sentarme,
pero los dolores me lo impedían. Mis músculos tenían espasmos. Fue como
ser golpeado con un arma de electrochoque.
Se acaboo. Todos ust edes morirán. Baruck avanzó.
Giré hacia Kat, y vi las lágrimas inundando sus ojos. No era justo. No
se merecía nada de esto, y era el que tenía la culpa… de todo.
Nuestras miradas se encontraron. Quería decirle que lo lamentaba.
Lamentaba que se hubiera mudado aquí y que nos hubiera conocido. No
cómo ella pensaba; que era su culpa, pero no tenía idea en qué se metía.
Quería retroceder el tiempo, impedir que fuera a la biblioteca y eliminar el
incidente del espagueti, pues sin todo eso, nunca habríamos hablado esa
noche en el bosque y nunca habría pasado frente a la camioneta. Tantos
errores.
Ahora mismo Kat estaría a salvo, viendo estúpidas películas de
Halloween, tal vez incluso en los brazos de algún tipo que nunca la
last imaría ni la pondría en peligro. Estaría a salvo. Fuera de mi alcance,
pero aun así a salvo.
Más que nada, quería retroceder el tiempo y cambiar mi forma de
ser con ella. Porque ahora, mientras Kat se estremecía en el húmedo suelo
y la muerte se cernía sobre nosotros, estaba dispuesto a reconocer lo único
que había estado evitando. Lo único que en verdad me aterrorizaba.
Nunca quise alejarla.
Tan egoísta como sonaba, me alegraba que se hubiera mudado
aquí. Era demasiado para nosotros, pero me importaba… más de lo que
debería, pero era así. Era demasiado tarde.
Demasiado tarde para confesarle mis sentimientos, para tocarla,
simplemente abrazarla, recompensar todo lo terrible que había hecho y
dicho. Era demasiado tarde para mí.
Pero iba a salir de aquí. Iba a vivir así fuera lo último que hiciera.
Abandonando mi forma humana, me encontraba completamente
vulnerable, pero iba a necesitar todo. Extendí un brazo hacia ella y estiró la
mano, sus dedos desapareciendo en mi luz.
Centré todo en aquel toque, env iando una sacudida de energía a
su cuerpo, sabiendo que lo que sea que existía en nuestro cuerpo haría lo
suyo, curándola por dentro. Le daría una oportunidad de alejarse.
Esperaba que Baruck estuviera más centrado en mí.
Un sollozo salió de su cuerpo, y apreté su mano con fuerza. Luego vi
sus ojos destellar con comprensión. Se dio cuenta lo que hacía, lo que
significaba.
—No. —Su voz era un susurro ronco y cansado.
Intentó alejarse, pero seguí, ignorando el pánico en sus ojos. Volví a
apretar su mano. No iba a soltarla. No ahora.
Ni nunca.
De repente se sentó y agarró el brazo de mi hermana mientras
todavía sostenía mi mano. Una vida de luz me atravesó, brillando con
tanta fuerza que Baruck pareció desaparecer. La luz se alzó alto en el aire,
chispeando y reflejándose. Se introdujo en el cuerpo de Dee. Su luz se
conectó con la mía.
La sombra de Baruck se detuvo.
Al arco de luz subió y bajó, aterrizando justo en el pecho de Kat. Un
instante después se hallaba sobre nosotros, liberándose de mi agarre, y se
encontraba por encima de mí, cerniéndose, su cabello volando a su
alrededor. El poder se construyó entre los tres, haciendo a un lado las
capacidades regenerativas en marcha. Cuando brillaba, Dee y yo
volvimos a nuestras formas humanas.
Aturdido, me arrodillé, intentando alcanzar a Kat. ¿Qué hacía…?
Podía sentir que retiraba las partículas del aire, atrayéndolas más
hacia sí. No era posible, pero el poder se estrelló en su interior, un remezón
del mismo poder estremeciéndose en lo profundo de mi interior. No… no
podía ser posible.
Soltando un grito, lo soltó.
Poniéndome de pie, me quedé observando con asombro como
colisionaba directamente en el pecho de Baruck. Al aire fue espeso y
azotó. Una intensa luz destelló, y alcé mi brazo, protegiendo mis ojos.
Cuando se desvaneció, Baruck no estaba a la vista y Kat…
Oh, cielos.
—¿Kat?
Yacía de espalda, y su pecho… apenas se movía. El olor a muerte
nos rodeaba. Salí disparado hacia ella, arrodillándome a su lado. Soltó un
tembloroso suspiro y un pánico puro explotó en mis entrañas.
Todo esto… Llegamos hasta aquí, la salvé y aceptó todo lo que le di,
y, en vez de salir de inmediato de aquí, lo usó para salvarnos.
Se sacrificó por nosotros.
No me lo merecía. De ninguna manera lo merecía.
La jalé a mis brazos, y la sentí tan ligera como un suspiro, como si una
parte que la completaba ya no existía. —Kat, di algo que insulte. Vamos.
Dee se movió y se puso de pie, el pánico llenaba su voz. No aparté
mi vista de Kat. Pasando los dedos por su rostro, alejando los rastros de
sangre… pero había muchísima. Bajo su nariz, en las esquinas de sus labios,
sus orejas… e incluso bajo sus ojos.
No era justo.
Sabía lo que tenía que hacer. —Dee, ve a casa ahora.
—No quiero irme —se quejó Dee, envolviendo los brazos a su
alrededor conforme se acercaba—. ¡Ella está sangrando! Tenemos que
llevarla a un hospital.
Los ojos de Kat estaban fijos en mí, pero no se movía. El miedo subió
a mi pecho, aferrándose con uñas.
—¡Ve a la casa ahora! —grité, y luego me obligué a bajar un poco el
tono. Dee no podía saber que estaba por hacer—. Por favor. Déjanos. Ve.
Ella está bien. Solo… necesita un minuto.
Le di la espalda a Dee, quitando los enredados mechones del rostro
de Kate. Cuando me hallaba seguro que Dee se había ido, solté un suspiro
cansado. —Kat, no te vas a morir. No te muevas o hagas nada. Solo
relájate y confía en mí. No luches con lo que está a punto de pasar.
No hubo señal que me hubiese escuchado, pero no iba a rendirme.
De ninguna manera. Agachando la cabeza, presioné mi frente contra la
suya. Mi cuerpo se desvaneció, y volví a mi verdadera forma. El calor pasó
desde mi cuerpo al suyo.
Espera. No t e vayas. Sabía que no podía escucharme, pero seguí
hablando mientras acunaba su cabeza. Solo espera.
Centrándome en ella, me sentí introducirme en ella. Luego pude
verlo todo: huesos reparándose, cortes sanándose, músculos desgarrados
reparándose, y sangre fluyendo sin obstáculos por sus venas con rapidez.
Su cuerpo era un desastre, y me mataba saber qué tipo de dolor padeció.
Sentí algo conectar en mi interior. Por un instante, sentí una extraña
sensación: una agitación en mi pecho al lado de mi propio corazón, como
si nuestros corazones fueran uno solo, latiendo en armonía, pero luego…
luego algo más ocurrió. Hubo una separación en mi interior, una
representación de mi ser… dividiéndose en mitades.
Sus labios rozaron los míos. Los colores giraron a mi alrededor: rojos y
blancos brillantes. Era como si no existiera ni ella ni yo… fuéramos nosotros,
simplemente nosotros. Y pude sent ir un imperceptible tirón hacia ella, un
dar y recibir. Esto estaba prohibido: sanarla tantas veces como hice, pero
esto… era más, pues Kat había estado en el borde de lo desconocido,
balanceándose en el olvido y la había traído de regreso.
¿Qué est oy haciendo? Si ellos se dan cuent o lo que he hecho… pero
no puedo perderla. No puedo. Por favor. Por favor. No puedo perdert e. Por
favor, abre los ojos. Por favor no me dejes.
Est oy aquí, dijo, pero no en voz alta, y abrió sus ojos. Est oy aquí.
Estupefacto, me hice hacia atrás, la luz desvaneciéndose de ella.
Pero algo… algo se quedó. Podía sentirlo. No sabía qué era con exactitud,
y en ese instante no me importó. Estaba viva. Todos estábamos vivos, y era
lo que importaba.
—Kat —susurré, y tembló en mis brazos. Me senté, atrayéndola a mi
pecho y sujetándola.
La impresión y una dosis de confusión llenaban su mirada. —
Daemon, ¿qué fue lo que hiciste?
—Necesitas descansar —Me detuve, completamente cansado y
agotado. Incluso yo tenía mis límites físicos, y los sobrepasé—. No estás al
cien por ciento. Te tomará un par de minutos. Creo. Nunca he curado
nada en este nivel antes.
—Lo hiciste en la biblioteca —murmuró, pasando sus manos por mis
brazos. Como si fuera la primera vez que me tocaba—. Y en el auto…
Sonreí, cansado. —Eso era para curar un esguince y moretones.
Nada era como esto.
Kat giró su cabeza, mirando por encima de mi hombro. Su mejilla
rozó ligeramente la mía, pero se sintió como mil toques de seda. Sentí
como se tensaba.
—¿Cómo hice eso? —preguntó en un susurro—. No lo entiendo.
Buena pregunta. Enterré mi cabeza en su cuello, respirando su
esencia de vainilla y melocotón, recordándolo. —Tal vez hice algo en ti
cuando te curé. No sé qué fue. No tiene sentido, pero algo pasó cuando
nuestras energías se unieron. No debería haberte afectado… tú eres
humana.
Mis palabras no parecieron calmarla. Para nada. A mí tampoco me
calmaban mucho. Mi mano tembló cuando quité con suavidad un
mechón de su rostro. —¿Cómo te sientes?
—Bien. Algo adormilada. ¿Tú?
—Igual. —Pero, extrañamente, me sentía genial. Pasé el pulgar por su
barbilla y luego por su labio inferior. Me sentí como un chiquillo yendo a
Disney World por primera vez, y era raro, pues nunca fui al mundo de
ratones con orejas. Nunca quise ir.
—Creo que, por ahora, sería lo mejor si dejamos esto entre los dos,
todo lo de la curación y lo que hiciste antes —dije—, ¿de acuerdo?
Asintió, pero aun así permaneció quieta conforme mis manos
trazaban las líneas de su rostro, quitando las manchas y las marcas más
oscuras. Nuestras miradas se encontraron y sonreí, sonreí de una manera
cómo no había hecho en mucho tiempo.
Y dejé de pensar.
Extendiendo los dedos por sus mejillas, la besé con suavidad.
Manteniéndolo gentil y lento, algo que en verdad nunca hice con ella,
pero que deseaba hacer. Unas partes de mí, partes escondidas en su
mayoría, salieron a la luz. Eché su cabeza hacia atrás y era como la
primera; era la primera vez, pues esto era lo que quería, quizá incluso
necesitaba. El toque inocente me quitó la respiración… una primera vez.
Me alejé, riéndome. —Estaba preocupada de que te hubiéramos
roto.
—Ni de cerda. —Sus ojos llenos de preocupación recorrieron mi
rostro—. ¿Tú te rompiste?
Resoplé. —Casi.
Inhaló un poco, sus labios formando una vaga sonrisa. —¿Ahora
qué?
Mis labios le respondieron, y respiré en el aire nocturno, el acento de
césped húmedo y tierra fértil. Respiré su aroma. —Vamos a casa.
24
Traducido por Ana Avila
Corregido por Meliizza

Las colonias eran todas iguales.


Humano. Luxen. Arum. Hormiga.
Nada más que una tonelada de locura Kool-Aid me haría
acercarme a cinco millas de aquí, y aun así no lo haría, pero tenían algo
que necesitaba, que Kat necesitaba.
Realmente me debía por ello.
Imaginaba algunas de las formas en que podía pagarme por esta
visita... esa película nunca terminaría. Pisoteé de regreso a la estéril sala de
estar. Todos los sofás blancos, alfombras, paredes y almohadas. Era como si
tuvieran algo en contra del color. Me daban ganas de derramar algo a
propósito.
Cuando Ethan Smith regresó, traía una pequeña bolsa de cuero en
las manos. Me miró y sus oscuras cejas se arquearon sobre esos ojos de un
color violeta sombrío. —Sé que ya no eres un paciente más de nuestra
especie, pero toma tiempo elaborar estas cosas.
Sí, casi tres días enteros de mí vida que no viviría de nuevo. La mayor
parte del tiempo se fue en buscar más Arums y un día entero en busca de
la pieza perfecta de obsidiana, pero me sentía ansioso por volver con
Dee... y Kat. No me gustaba la idea de que estuviera brillando como una
bola de discoteca con esteroides.
Ethan no me entregaba el paquete terminado. Por supuesto que no,
porque eso sería demasiado fácil a estas alturas. —¿Puedo preguntar por
qué es necesario esto?
—¿Puedo decir no y dejarás ir esta conversación?
Una pequeña sonrisa tensa apareció en el rostro del Luxen más viejo.
—Tu arrogancia será algún día tu perdición.
Que entre otras cosas, no es que mencionara nombres ni nada.
Irritación cruzó el rostro de Ethan. —No es que no aprecie todo lo que
haces por la colonia, pero tú…
—Personalidad podría mejorar —corté, pensando en Kat —. Lo
entiendo. Créeme.
Ethan inclinó la cabeza hacia un lado. Canas empezaban a crecer
a lo largo de sus sientes. —Espero que sea así. Sería una vergüenza para
nuestra raza si algo desafortunado te pasara.
Reuní a su extraña mirada de color amatista con la mía. —Estoy
seguro de que lo sería.
El otro Luxen fue el primero en romper el contacto. —¿Tiene esto algo
que ver con la espectáculo de luces durante el fin de semana?
—Sí. Maté a un par de Arum y perdí un par de cuchillas en el
proceso, por lo que quería algo para que Dee llevara por si acaso sucede
otra vez. —Me senté, dejando caer las manos entre las rodillas—. Es lo
mismo que le dije a todos los demás ancianos, Ethan.
—Hmm, creo que suena familiar. —Me entregó el paquete, y el peso
de la obsidiana se sentía familiar. Me lo puse en el bolsillo, listo para hacer
rebotar el infierno fuera de allí—. Aunque debo decir que nunca vi tal
despliegue de poder. Fue impresionante.
La inquietud corría por mi espalda mientras me levantaba. Existía
algo en Ethan, una cualidad en la que nunca pondría un dedo, ese tipo
me daba escalofríos. —Bueno, soy jodidamente impresionante.
—Sí, lo eres. —Ethan se levantó de manera fluida y se arregló la
camisa planchada—. Aun así, estoy seguro que el Departamento de
Defensa se lo cuestiona.
Me detuve en la puerta, girándome hacia él. —¿Y si lo hacen?
—No le diremos nada al DOD si preguntan, como hacemos
normalmente, pero si llegan a nuestras puertas, no sólo tienes que
preocuparte. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?
La ira sustituyó a la inquietud y dije entre dientes—: Sí, entiendo lo
que estás diciendo.
—¿Daemon?
Frente a él, una vez más, mi mandíbula se apretó con tanta fuerza
que tendría que ir a ver al dentista. —¿Sí?
Ethan juntó las manos y sonrió. —Una pregunta más.
Iba a tirarme por la ventana. —Adelante.
—Esta chica humana con la que tu hermana se ha involucrado —
dijo Ethan, y me tensé más no me sorprendí. Los ancianos eran tan malos
como el Departamento de Defensa, si no peor—. ¿Será un problema? —
preguntó.
—No. —Pero t ú sí, si mencionas "chica humana" de nuevo. Eso no lo
dije en voz alta o en nuestro idioma, pero la expresión de mi cara puso el
mensaje alto y claro de una loca forma.
Ethan asintió y no me molestó de nuevo.
Cambiando a mi verdadera forma, sólo tomé unos segundos para
salir de la colonia y llegar al grupo de casas. Sin saber si la madre de Kat se
encontraba vagando por los alrededores, cambié de nuevo a humano
antes de salir del bosque.
La más extraña maldita cosa sucedió mientras me dirigía a nuestro
camino de entrada. Calidez se disparó sobre mi nuca, seguido por un
cosquilleo casi agradable entre mis omóplatos. Junto con la rareza, otra
sensación me pinchó. Un sentimiento de felicidad. ¿Qué demonios?
Creo que necesitaba una siesta.
Tan pronto como llegué el pórtico, un extraño, escalofrío caliente se
arrastró a lo largo de la base de mi cuello y sabía que Kat se encontraba
adentro. No podía explicar cómo lo hice ni por qué, pero lo sabía en mi
interior.
Abriendo la puerta del salón, me dirigí a través del vestíbulo y mis ojos
encontraron a Kat antes que a nadie. Se sentaba en el sofá, gruesas
pestañas bajas, ocultando sus ojos grises. Tenía el cabello suelto, cayendo
alrededor de su cara, sobre sus hombros y por la espalda.
Me detuve allí, incapaz de moverme, demasiado rápido se dio
cuenta. El verla, bueno, provocó cosas en las no quería profundizar.
Infiernos, realmente ni siquiera sabía en qué momento me había sentido
listo.
Probablemente en algún momento entre pensar que se encontraba
muerta y cuando no lo estuvo.
Me deje caer junto a ella en el sofá, mirándola. Sabía que estaba al
tanto de mí en un nivel intrínseco. El leve rubor arrastrándose por sus mejillas
lo confirmó.
—¿Dónde has estado? —preguntó.
El silencio cayó mientras Dee y Adam se giraron hacia ella. Arqueé
una ceja, luchando contra una risa porque el rubor corrió por sus mejillas y
su garganta. —Bueno, hola, cariño, he estado afuera emborrachándome y
con prostitutas. Mis prioridades son bastante importantes.
Sus labios se presionaron. —Idiota.
Mi hermana gruñó—: Daemon, no seas idiota.
—Sí, mami. Estuve con otro grupo, buscando por todo el maldito
estado para asegurarnos que no hubiera ningún Arum por ahí —le dije,
ofreciéndole mejor explicación.
Adam se inclinó hacia delante. —¿No hay ninguno verdad? Porque
le dijimos a Katy que no tenía nada de qué preocuparse.
Mi mirada parpadeó en él brevemente. —No hemos visto ni uno.
Dee chilló feliz y aplaudió. Volteó a Kat, sonriendo. —Mira, nada de
qué preocuparse. Todo se ha terminado.
Kat sonrió. —Es un alivio.
Puse al tanto del viaje a Adam, dejando de lado la mayor parte de
la conversación con Ethan Smith, pero todo el tiempo mi atención se
centró más en Kat. Híper consciente de cada pequeño movimiento que
hacía, todos los músculos que contraía y relajaba, y cada respiro que
daba.
—¿Katy? ¿Estás aquí? —preguntó Dee.
—Creo que sí. —Kat sonrió de nuevo, pero algo se encontraba fuera
de ella. Mis ojos se estrecharon.
—¿Están volviéndola loca? —suspiré—. ¿Bombardeándola con
millones de preguntas?
—¡Nunca! —exclamó Dee. Luego se echó a reír—. Vale, quizás…
—Figúrate —murmuré, estirando las piernas. Un segundo después,
eché un vistazo a Kat. Nuestros ojos se bloquearon en el otro. La tensión
llenó la habitación, y me pregunté qué pasaba detrás de esos ojos.
Dee se aclaró la garganta ruidosamente. —Aún estoy hambrienta,
Adam.
Él rio. —Tú eres peor que yo.
—Es cierto. Vamos a Smoke Hole. Creo que hoy tienen pastel de
carne hecho en casa. —Dee se puso de pie con un salto y me besó en la
mejilla—. Estoy feliz de que hayas vuelto. Te extrañaba.
Le sonreí. —Te extrañé también.
Cuando la puerta se cerró detrás de Dee y Adam, Kat se volvió
hacia mí. —¿Todo está bien?
El impulso me golpeó en ese momento. Quería abrazarla, porque
debió preocuparle hacer esa pregunta, y parecía que tenía que hacerlo.
Por supuesto que sí. ¿Cuantas veces tuve que sostener a Ash cuando se
molestaba? O, de una manera diferente, ¿cuándo Dee ese molestaba?
—En gran parte. —Antes de que supiera lo que hacía, extendí una
mano, pasando los dedos por su mejilla. Un escalofrió corrió a la punta de
mis dedos, como estática, pero aun así, muy diferente—. Infiernos.
—¿Qué? —Sus ojos se ampliaron.
Me senté y me deslicé lo suficientemente cerca para que nuestras
piernas se tocaran, no me sentía listo para entrar en lo que sospechaba
que había pasado entre nosotros cuando la curaba. —Tengo algo para ti.
Confusión cruzó su rostro. —¿Va explotar en mi rostro?
Me reí cuando metí la mano en el bolsillo delantero de mis
pantalones, sacando la bolsa de cuero. Se lo entregué, viéndola tirar del
pequeño lazo y con cuidado abrirla, como si temiera que se le cayera.
Pero cuando vio la obsidiana colgante, sus pestañas se agitaron y se veía
claramente sorprendida.
Presión se formó en mi pecho cuando me sonrió. Una sensación
diferente, como cuando estás a punto de subir a una montaña rusa.
Realmente nunca me sentí así antes. —Lo creas o no, incluso algo tan
pequeño como como eso puede cortar la piel Arum y matarlos. Cuando
se pone muy caliente sabrás que un Arum está cerca incluso aunque no lo
veas. —Cogí la cadena, abriendo el broche—. Me tomó siglos encontrar
una pieza dado que la otra se volvió mierda. No quiero que te lo quites,
¿vale? Por lo menos no cuando... bueno, la mayor parte del tiempo.
La mirada de sorpresa no se desvaneció cuando se giró y se quitó el
cabello del camino. Tan pronto como cerré el pequeño broche, me miró.
Una expresión de tranquilidad había reemplazado la sorpresa. —Gracias.
Quiero decir, por todo.
—No es gran cosa. ¿Te ha preguntado alguien acerca de tu rastro?
Sacudió su cabeza. —Creo que ellos esperan ver uno debido a todo
lo de la pelea.
Asentí, aliviado de que era una cosa menos de qué preocuparse por
ahora. —Infiernos, eres tan brillante como un cometa ahora. Tendrá que
desaparecer o volveremos al punto de partida.
Kat se me quedó mirando un momento, sus ojos afilados. —¿Y qué
punto de partida, exactamente?
—Ya sabes, nosotros estando... atorados juntos hasta que el maldito
rastro desaparezca. —Bueno, eso sonaba como una mierda.
—Después de todo lo que he hecho, nosotros estando juntos, ¿es
estar atorados?
Oh, mierda.
—¿Sabes qué? Que te den, amigo. Por mí, Baruck no encontró a tu
hermana. Debido a lo que hice, casi me muero. Tú me curaste. Es por eso
que tengo el rastro. Nada de esto es mi culpa.
—¿Y es mía? ¿Debí dejarte morir? ¿Es eso lo que quieres?
—¡Esa es una pregunta estúpida! No me arrepiento de que me hayas
curado, pero no voy a lidiar más con esta actitud t uya de frío a caliente,
ya no más.
—Yo creo que protestas mucho con eso de que me gustas. —Sonreí,
sabiendo que las garras estaban a punto de salir—. Suenas como si trataras
de convencerte a ti misma.
Kat respiró hondo, haciendo que su pecho se elevara. —Creo que
será lo mejor si te mantienes alejado de mí.
—No puedo hacerlo.
—Cualquiera de los otros Luxen puede vigilarme o lo que sea —
protestó—. No tienes que ser tú.
Sí, eso no iba a suceder. —Eres mi responsabilidad.
—No soy nada para ti.
—Eres definitivamente algo.
Parecía que quería pegarme. Yo como que quería que tratara, y,
sinceramente, no quería saber por qué me gustaba meterme tanto con
ella. —Te desagrado demasiado.
—No. No lo haces.
—De acuerdo. Necesitamos quitar este rastro de mí. Ahora.
Una idea me vino a la mente. —Tal vez podemos besarnos otra vez.
Veamos que hace eso con el rastro. Parece que sirvió la última vez.
Tenía las mejillas sonrojadas y una cierta luz llenó sus ojos. —Eso no
volverá a pasar.
—Era sólo una sugerencia.
—Una que nunca sucederá —dijo—. De nuevo.
—No actúes como si no te hubieras divertido…
Kat me golpeó en el pecho con fuerza, también. No pude evitarlo.
Me reí, e hizo ese ruidito lindo de disgusto cuando empezó a alejarse. Su
pequeña mano se movió a través de mi pecho y t omó todo en mí no
tomar su mano y hacer... bueno, otras cosas con ella.
Levanté una ceja. —¿Me estás sintiendo, Kat? Me está gustando
hacia donde se están dirigiendo las cosas.
Sus labios se separaron cuando siguió presionando. Mi pulso se
aceleró un poco cuando la miré. La sangre abandonando su cara. —
Nuestros latidos... son iguales. Oh, Dios mío, ¿cómo es eso posible?
—Oh, mierda. —No es como quería empezar esta conversación.
Nuestros ojos se encontraron, y puse la mano sobre la suya y la
apreté. Sospeché tanto.
Esto sólo lo confirmó, pero lo que sabía de las curaciones humanas
de parte de nuestra especie era limitado, eran más susurros y rumores.
—Pero no es tan malo —le dije—. Quiero decir, estoy bastante seguro
de que te convertí en algo y toda esta cosa del corazón prueba que
estamos conectados. —Sonreí—. Podría haber sido peor.
—¿Qué podría haber sido peor exactamente? —Su voz se elevó.
—Nosotros estando juntos. —Me encogí de hombros—. Podría ser
peor.
—Espera un segundo. ¿Crees que deberíamos estar juntos porque
alguna clase de extraño alienígena mojo nos ha conectado? ¿Pero hace
dos minutos te quejabas sobre estar atorado conmigo?
—Sí, bueno, no me estaba quejando. —Acabo de tener un momento
de muy mala elección de palabras—. Señalaba que los dos estábamos
atorados juntos. Esto es diferente... y tú estás atraída hacia mí.
Sus ojos se estrecharon tanto como un gato cabreado. —Volveré a
la pasada afirmación en un segundo, pero, ¿tú quieres estar conmigo
porque te sientes… forzado?
Me moví. —No diría forzado exactamente, pero... pero me gustas. —
Kat no respondió de inmediato y me preparé—. Oh no, conozco esa
mirada. ¿Qué es lo que estás pensando?
—Esta es la más ridícula declaración de atracción que he
escuchado —dijo, poniéndose de pie—. Esto es tan mediocre, Daemon.
¿Quieres estar conmigo debido a las cosas locas que pasaron?
Puse los ojos en blanco mientras me levantaba. —Nos gustamos. Lo
hacemos. Es estúpido negarlo.
—Oh, ¿esto viene del chico que me dejó en el sofá en topless? —
Sacudió la cabeza, enviando mechones de pelo a volar—. Nosotros no nos
gustamos.
—Vale. Debería disculparme por eso. Lo siento. —Di un paso hacia
adelante—. Nosotros nos atraíamos antes de que te curara. No puedes
decir que eso no es verdad, porque siempre he... he estado atraído hacia
ti.
Y me di cuenta entonces que tan jodidamente cierto era.
Desde la primera vez que la vi de pie en el pórtico, la primera
discusión, la primera vez que nos bañamos, y desde la primera vez que me
di cuenta de lo fuerte y valiente que realmente era, me sentía atraído por
ella. La quería.
Tal vez lo estuve diciendo en voz alta todo este tiempo.
—Estar atraído hacia mí es la más pobre excusa para estar conmigo,
tanto como el hecho de estar atorado conmigo.
—Oh, tú sabes que es más que eso. —Hice una pausa, quedándome
estupefacto porque si hace un año alguien me hubiera dicho lo que
estaría haciendo y diciendo ahora habría muerto de la risa—. Sabía que
serías un problema desde el principio, desde el momento en que tocaste
mi puerta.
Kat se rio secamente. —Este pensamiento es definitivamente mutuo,
pero eso no excusa la doble personalidad que tienes.
—Bueno, como que esperaba eso, pero, obviamente, no. —Le lancé
una sonrisa rápida—. Kat, sé que te gus…
—Sentirme atraída a ti no es suficiente —dijo.
—Nos llevamos bien.
Me dio una de sus miradas.
No podía detener la sonrisa y al mismo tiempo tratar con un—: A
veces lo hacemos.
—No tenemos nada en común.
—Tenemos más en común de lo que te das cuenta
—Como sea.
Tomé un mechón de su cabello y lo envolví alrededor de mi dedo. —
Sabes que quieres.
Dudó un momento antes de arrebatarme el mechón. —No sabes
que es lo que quiero. No tienes ni idea. Quiero a un chico que quiera estar
conmigo porque realmente lo quiera. No porque esté forzado a estar por
algún torcido tipo de responsabilidad.
—Kat…
—¡No! —Sus manos se apretaron en puños mientras tomaba otra
respiración profunda—. No, lo siento. Haz pasado meses siendo el idiota
más grande del mundo conmigo. No puedes decidir que me gustes un día
y que olvide todo eso. Quiero a alguien que se preocupe por mí como mi
papá lo hacía con mamá. Y tú no eres él.
—¿Cómo sabes eso?
Me miró un momento y luego se giró hacia la puerta como si
planeara dejarme. Esta conversación no había terminado. Me moví más
rápido de lo que podía rast rear, apareciendo delante de la puerta.
—Dios, ¡odio cuando haces eso! —chilló Kat.
La miré. —No puedes seguir fingiendo que no quieres estar conmigo.
Me devolvió la mirada con una expresión de fiereza que encontré
increíblemente sexy y... y sí, la respetaba por eso, también. Pero entonces
esa mirada se desvaneció cuando apretó los labios. Tristeza se deslizó en
sus ojos. —No estoy fingiendo.
Pura. Mierda.
Hubo vacilación antes de que dijera eso. No fue mucho más que
impulsada por la ira y la frustración. Sentía miedo y tristeza. Lo tengo. Yo fui
un idiota con ella. En realidad no era una excusa en el mundo para
compensar eso, y mientras la sostenía en mis brazos en el campo me di
cuenta que, no podía, no sería capaz, de dejarla ir. —Estás mintiendo.
—Daemon.
Puse las manos en sus caderas y la jalé hacia adelante. El calor de su
cuerpo en cascada sobre el mío, y cerré los ojos un instante, tomando una
respiración profunda que olía a Kat. —Sí quiero estar... —Mis manos
apretadas en sus caderas, y colocándola un poco más cerca, hasta que
nuestras piernas se rozaron una vez más, demostrando que sus palabras se
encontraban en desacuerdo con lo que ella quería. Metí la cabeza en su
cuello y se estremeció—. Si quisiera estar contigo, ¿me lo pondrías difícil,
cierto?
Kat levantó la cabeza. —Tú no quieres estar conmigo.
Oh, yo tenía que estar en desacuerdo con eso. Mis labios se
extendieron en una sonrisa. —Creo que sí quiero
Un rubor bastante intenso se expandió por su cuello, y yo quería
perseguirlo con mis labios. —Pensar y creer no son lo mismo que saber.
—No, no lo es, pero es algo. —Era más que nada—. ¿No es así?
Sacudiendo la cabeza, se apartó. —No es suficiente.
Choqué con su mirada y suspiré. Su terquedad era algo que
detestaba y por lo que me sentía increíblemente atraído, lo que me hacía
una especie de loco. —Vas a hacer esto difícil.
No dijo nada mientras me esquivaba, y llegó a la puerta.
—¿Kat?
Me miró. —¿Qué?
Sonreí, y vi sus ojos grises iluminarse. —¿Te das cuenta de que amo los
desafíos?
Kat se rio en voz baja y se volvió hacia la puerta, haciéndome la
seña del dedo medio. —También yo, Daemon. También yo.
Viéndola irse, tuve que admitir que se veía tan bien caminando
hacia mí como alejándose.
Lo hacía, amaba los desafíos. Y nunca pierdo.
Agradecimientos
La primera vez que pensé en escribir Oblivion, creí que era una
oportunidad increíble para darles a las fans Lux un poco más de Daemon.
En realidad no planeaba escribir Obsidian, Onyx y Opal (que están
disponibles en la versión digital de Oblivion), pero eso fue lo que sucedió.
Por lo que no sólo consiguieron una probada de cómo va todo el asunto
en la cabeza de Daemon. Sino que consiguieron todo el panorama.
En realidad cuesta un montón terminar un libro. Quiero darle las
gracias a las siguientes personas por hacerlo posible: Kevan Lyon, Liz
Pelletier, Meredith Johnson, Rebecca Mancini, Stacy Abrams, y al equipo
de Entangled Publishing. Gracias a K.P. Simmon y a mi asistente y mejor
amiga, Stacey Morgan. Y un agradecimiento especial para Vilma
Gonzalez, por ayudarme a trabajar con Oblivion.
Nada de esto habría sido posible sin ti, el lector. Gracias a ti, este libro
sucedió. No hay gracias suficientes en el mundo.

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