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Armentrout, Jennifer L. - Lux 01.5 - Oblivion
Armentrout, Jennifer L. - Lux 01.5 - Oblivion
Sofía Belikov
Mery St. Clair
Mel Wentworth
July
ÍNDICE
Sinopsis Capítulo 14
Capítulo 1 Capítulo 15
Capítulo 2 Capítulo 16
Capítulo 3 Capítulo 17
Capítulo 4 Capítulo 18
Capítulo 5 Capítulo 19
Capítulo 6 Capítulo 20
Capítulo 7 Capítulo 21
Capítulo 8 Capítulo 22
Capítulo 9 Capítulo 23
Capítulo 10 Capítulo 24
Capítulo 11 Agradecimientos
Capítulo 13
SINOPSIS
Supe desde el momento en que Katy Swartz se mudó a la casa del
lado, que iba a haber problemas. Muchos problemas.
Y problemas son lo último que necesito desde que no soy de aquí
exactamente. Mi gente llegó a la Tierra desde Lux, un planeta a trece
billones de años luz. Además, si hay algo que sé, es que no se puede
confiar en los humanos. Los asustamos. Podemos hacer cosas con las que
sólo han soñado, y con sinceridad, hacemos que luzcan demasiado
débiles. Porque lo son.
Pero Kat me afecta de maneras en que nadie más lo ha hecho, y no
puedo evitar desearla —o querer usar mis poderes para protegerla. Ella me
hace débil, y soy el más fuerte de nuestra especie, el encargado de
protegernos. Por lo que esta simple chica… puede significar el fin para
nosotros. Porque los Luxen tienen un enemigo incluso más grande: los Arum,
y necesito permanecer concentrado.
Enamorarme de Katy —una humana— no sólo la pondría en peligro.
Podría hacer que nos mataran a todos, y nunca dejaré que eso suceda…
1
Traducido por Kyda
Corregido por Itxi
***
***
Justo cuando salía de la ducha, mi teléfono comenzó a sonar desde
la mesa de luz. Caminé hacia él, con mis cejas alzándose cuando vi que
era Matthew.
Matthew no era mucho más viejo que todos nosotros, pero se había
vuelto algo así como el padre sustituto, dado que nuestros padres no
habían llegado aquí. Como nosotros, vivía afuera de la colonia, y
enseñaba en el instituto. Sabía sin lugar a dudas que haría lo que fuera por
los Thompsons y nosotros. Sin embargo, no era de usar mucho el teléfono.
—¿Qué pasa? —contesté, agarrando unos vaqueros que pensé
deberían estar limpios de una pila en el suelo.
Hubo una pausa. —Vaughn estuvo aquí. Sin Lane.
—Está bien. —Me quité bruscamente la toalla y la arrojé al baño—.
¿Quieres añadir algo más?
—Estaba preparándome —dijo Matthew mientras me ponía los
vaqueros—. Vaughn dijo que estaban rastreando movimiento Luxen no
autorizado cerca de aquí. Ya sabes lo que eso significa.
—Mierda —murmuré, abotonando los pantalones—. Arum entrando.
Después de todo este tiempo, el DOD no podía diferenciar entre
Luxen y Arum, y nuestras dos especies no se parecían en nada. Idiotas.
Probablemente era porque nunca habían capturado a uno de los
bastardos, dado que siempre llegábamos a encargarnos de ellos antes de
que el DOD tuviera una oportunidad de arrinconarlos, como hacían con
nosotros. Era imperativo que el gobierno no se diera cuenta de que había
una diferencia, porque incluso aunque el DOD había atrapado nuestros
traseros, no sabían lo que éramos completamente capaces de hacer.
Tenía que continuar de esa manera, pero no sería así si se daban cuenta
de que los Arum eran otra especie totalmente distinta.
—¿Saben cuántos? —pregunté.
—Suena como un equipo completo, pero cuando hay un grupo de
ellos, sabes que siempre hay más.
Bueno, ¿no eran noticias maravillosas? Mi estómago retumbó,
recordándome lo completamente hambriento que estaba. Fuera de mi
habitación, bajé las escaleras de a dos escalones y me dirigí a la cocina.
Cambiando de opinión a último momento, salí al pórtico.
Y las vi.
Ambas chicas estaban trabajando en el arriate, y tenía que admitir
que desde donde estaba, la cosa ya se veía mejor. Habían removido un
montón de las malas hierbas y plantas muertas, que llenaban la bolsa
negra de basura en los escalones.
Dee lucía absolutamente ridícula, tirando delicadamente de las
hojas de una nueva planta como para girarla cuando ya estaba metida
en la tierra, y no tenía ni idea de lo que estaba intentando hacer.
Probablemente estaba intentando que no se le metiera barro en las uñas.
Mi mirada flotó hacia la otra chica. Estaba arrodillada, una mano plantada
en tierra fresca, su espalda ligeramente arqueada y su trasero levantado
hacia el cielo. Mis labios se abrieron, y sí, mi mente inmediatamente viajó
allí, imaginándola ásperamente en la misma posición con menos ropa.
Y eso me hizo enojar, porque ese era el último lugar al que debía
viajar. Ni siquiera la encontraba tan atractiva, por el amor de Dios. De
ninguna manera. Para nada.
Se sentó en sus talones y Dee le dijo algo, y luego giró su cabeza
lentamente en mi dirección.
—Oye —dijo la voz de Matthew en mi oído.
Alejé mi mirada, frunciendo el ceño mientras frotaba mi mano sobre
mi pecho. Mierda. No tenía camiseta. —¿Qué?
—¿Aunque sea estás prestando atención a lo que estoy diciendo? —
demandó Matthew.
—Sí. —Hice una pausa, distraído. Observé a la chica volver al
cantero, donde comenzó a cavar furiosamente con una pala—. Dee tiene
una amiga nueva. Es humana.
Hubo un suspiro al otro lado de la línea. —Estamos rodeados de
humanos, Daemon.
No me digas. —Sí, pero ésta se mudó a la casa de al lado.
—¿Qué?
—No tengo idea de por qué lo permitieron. —Hice una pausa
mientras las observaba. Mi hermana le entregó algún tipo de planta que
lucía como maleza sana—. Pero Dee ya fue a presentarse y sabes como
es. Desde… Dawson y Bethany, ha estado desesperada por… —
Desesperada por todo lo que Dawson era y yo no.
Esa era la maldita verdad, justo allí.
—La escuela es una cosa —dijo Matthew, comentando lo que yo no
había dicho pero definitivamente colgaba entre nosotros—. Pero tan
cerca… ¿tu casa y la colonia? ¿Qué demonios estaba pensando el DOD?
—No creo que estuvieran pensando. —Pero eso no parecía correcto.
Nunca hacían nada sin tener una razón.
—Tienes que ser cuidadoso.
—Siempre soy cuidadoso.
—Estoy hablando en serio. —La exasperación inundaba su tono.
—Me encargaré —le prometí—. Todavía no le digas nada sobre ella
a los Thompsons, ¿está bien? No necesito tener que lidiar con la forma en
que van a reaccionar encima de todo esto.
Matthew aceptó y luego se puso a despotricar por cerca de treinta
minutos, alternando entre mi nueva vecina y los Arum. Prestaba atención a
pedacitos de la conversación mientras observaba a las chicas desde
donde estaba en el pórtico. No necesitaba que Matthew me dijera lo serio
que era que los Arum estuvieran cerca o las precauciones que teníamos
que tomar, y creo que él lo sabía, también. Pero era Matthew, el profeta
de la fat alidad.
Con la confirmación de Arum entrantes, esta mierda entre Dee y esa
chica tenía que terminar antes de que sucediera algo y trajera a uno de
esos bastardos directo a nosotros, como había sucedido con Dawson.
Cuando colgué el teléfono, entré y tomé una camiseta, y luego volví
a salir a pesar de mi estómago vacío y gruñón. Estaba hambriento y
molesto. Nunca era una buena combinación.
Dee se paró y cruzó el camino de entrada, limpiando el césped de
sus manos, pero la chica se quedó en el suelo, golpeando la tierra. Dejé
caer mi brazo alrededor de los hombros de Dee, manteniéndola en su
lugar cuando intentó de liberarse. —Hey, Dee.
Me sonrió con esperanza en su mirada. Sólo Dios sabía lo que
pensaba de que apareciera, pero de verdad iba a decepcionarla. —
Gracias por mover las bolsas —dijo.
—No fui yo.
Dee puso los ojos en blanco. —Como sea, cabeza de chorlito.
—No me hables así. —La acerqué, sonriéndole cuando arrugó la
nariz. Sentí ojos en nosotros y cuando alcé la vista, vi a la chica
observándonos. El sol había sonrojado sus pómulos, o lo había hecho algo
más. Su cabello estaba atado pero el sudor había humedecido los
mechones sueltos alrededor de su nuca. La sonrisa desapareció de mi
rostro. Ella iba a ser un gran problema—. ¿Qué estás haciendo?
—Estoy…
—No estaba preguntándote a ti —dije, interrumpiéndola mientras
dirigía mi atención a Dee—. ¿Qué estás haciendo tú?
La chica se encogió de hombros y tomó una planta en maceta, sin
inmutarse en lo absoluto, y mis ojos se estrecharon hacia ella. Actuaba
como si ni siquiera estuviera de pie aquí. Inaceptable.
Dee me golpeó en el estómago. Sabiendo que podía golpearme
mucho más fuerte que eso, la dejé ir. —Mira lo que hemos hecho —dijo—.
Creo que tengo un talento escondido.
Miré el arriate. Sí, habían hecho un buen trabajo. ¿Pero cuán difícil
podía ser quitar las hierbas y plantar mierda nueva? Arqueé una ceja
cuando la chica me miró.
—¿Qué? —demandó.
Me encogí de hombros, y honestamente no me podía importar
menos. —Es lindo. Supongo.
—¿Lindo? —chilló Dee—. Es mejor que lindo. Quedó increíble. Bueno,
Katy lo hizo increíble. Yo sólo le entregaba las cosas.
Ignorando a mi hermana, fijé mi completa atención en la chica. —
¿Esto es lo que haces con tu tiempo libre?
—¿Qué…? ¿Estás decidido a hablarme ahora? —Sonrió y mi
mandíbula se apretó mientras agarraba un puñado de abono—. Sí, es un
tipo de pasatiempo. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Patear cachorros?
Al principio, no estaba seguro de por qué me había dicho eso,
porque nadie me respondía. Nadie estaba tan loco. Incliné mi cabeza
hacia un lado. —No estoy seguro de si debería decirlo enfrente de mi
hermana.
—Qué asco —murmuró Dee.
El rostro de la chica se sonrojó incluso más, y sentí mis labios curvarse
en las comisuras. ¿En qué estaría pensando? —Pero no es tan ñoño como
el tuyo —añadí, haciendo un gesto hacia el arriate.
Se puso rígida. Pedazos de cedro rojo cayeron al suelo. —¿Por qué es
ñoño?
Alcé ambas cejas.
La chica se retiró sabiamente, pero su mandíbula sobresalía mientras
volvía a extender el abono, y mis ojos se estrecharon todavía más. Podía
adivinar que estaba intentando mantenerse callada, y eso me hizo sentir
como un tiburón que olía sangre en el agua.
Dee t ambién lo sintió, porque me empujó. —No seas un idiota. ¿Por
favor?
—No estoy siendo un idiota. —Observé a la chica.
Sus cejas se alzaron, y allí estaba. La actitud. No me gustaba… pero
sí me gustaba, y darme cuenta de eso me hizo enojar todavía más. —
¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decir, Kitten?
—¿Aparte de que me gustaría que nunca me llames Kitten? No. —
Pasando sus manos tranquilamente sobre el abono, se paró y le sonrió a
Dee—. Creo que lo hicimos bien.
La chica estaba ignorándome.
—Sí. —Dee me empujó de nuevo, pero esta vez en dirección a
nuestra casa—. Lo hicimos bien, no es soso ni nada de eso. ¿Y sabes qué?
Creo que soy una ñoña.
Mientras observaba las plantas frescas, todavía no podía
adecuarme al hecho de que de pie allí, fingiendo que yo ni siquiera
estaba aquí. Esta chica no estaba ni un poquito intimidada. Eso me dejó
anonadado. No podía estar leyéndola bien. Sí, la mayoría de las chicas
humanas no corrían lejos de mí. Querían correr hacia mí, pero una mirada
las haría escabullirse. Esta chica actuaba como si no le importara.
—Y creo que necesitamos esparcir nuestra ñoñez en el jardín de
nuestra casa —continuó Dee, prácticamente tarareando por la emoción—
. Podemos ir a la tienda, conseguir las cosas y puedes…
—Ella no es bienvenida a nuestra casa. —Molesto, sabía a dónde se
dirigía esto—. En serio.
Las manos de Dee se apretaron en puños. —Estaba pensando que
podríamos trabajar en el lecho de flores, el cual estaba afuera, no adentro,
la última vez que lo vi.
—No me importa —espeté—. No la quiero allí.
—Daemon, no hagas esto. —Su voz bajó, y luego vi sus ojos ponerse
demasiado brillantes—. Por favor. Ella me agrada.
Odiando la mirada en sus ojos, exhalé suavemente. —Dee…
—¿Por favor? —pidió de nuevo.
Maldije bajo mi aliento mientras cruzaba mis brazos. No podía
rendirme en esto. Había demasiado en juego, como su vida. —Dee, tienes
amigos.
—No es lo mismo, y tú lo sabes. —Cruzó sus brazos—. Esto es
diferente.
Observando a Katy, sonreí. Lucía como si quisiera lanzarme algo. —
Son nuestros amigos. Son como t ú. No necesitas ser amiga de alguien…
alguien como ella.
—¿Qué quieres decir, alguien como yo? —demandó Katy.
—Él no lo dijo en serio —se apresuró a añadir Dee.
—Pura basura —dije. Lo había dicho completamente en serio. Esta
chica simplemente no entendía lo que verdaderamente significaba.
Katy lucía como si estuviera a punto de desafiarme, y si no hubiera
estado tan malditamente molesto, podría haber sido lindo. —¿Cuál es tu
jodido problema?
La confusión pasó a través de mí mientras la enfrentaba
completamente. Esta chica… guau. Era más bonita que el promedio
cuando sus ojos se encendían con chispas de enojo, pero estaba
determinado a no dejar que me importara. —Tú.
—¿Yo soy tu problema? —Dio un paso hacia adelante, y oh, sí,
quería desafiarme—. Ni siquiera te conozco. Y no me conoces.
—Ustedes son todos iguales. —Y maldita sea, era la verdad—. No es
necesario llegar a conocerte. Y no lo quiero.
La confusión parpadeó a través de su rostro mientras alzaba sus
manos. —Eso es perfecto para mí, amigo, porque no quiero conocerte
tampoco.
—Daemon. —Dee agarró mi brazo—. Detente.
No quité mis ojos de Katy. —No quiero que seas amiga de mi
hermana.
—Y a mí no me importa una mierda lo que tú quieras —respondió
bruscamente.
Santa mierda. No estaba ni un poquito equivocado cuando pensé
que no estaba intimidada para nada, y mi primera e inmediata reacción
fue que me gustaba eso.
Y no podía suceder.
Me moví, más rápido de lo que probablemente debería haberlo
hecho, pero estaba allí, justo enfrente de ella, mi mirada fija en la suya.
—¿Cómo… cómo te moviste tan…? —Dio un paso hacia atrás, sus
ojos ampliándose mientras se estremecía.
Allí estaba. Miedo. Y quizás me hacía un completo asno, pero quería
que estuviera asustada porque en mi mundo tener miedo era tener sentido
común. —Escucha con atención —dije, acercándome hasta que estaba
contra un árbol y encerrándola. No alejó la mirada de mí—. Únicamente
voy a decírtelo una vez. Si algo le ocurre a mi hermana yo… —Mi mirada
cayó y vi sus labios abrirse. Maldita sea, no me había dado cuenta de
cuán llenos eran sus labios hasta este momento. Cuando levanté la vista,
ella tenía esa mirada de nuevo, una que decía que su mente reconocía el
peligro en el que estaba, pero su cuerpo no estaba en la misma página.
Se sentía atraída hacia mí, incluso ahora, cuando la había hecho
retroceder a través del jardín, se sentía atraída hacia mí. Y eso encendió
algo en mí a lo que no quería prestar demasiada atención.
Mis labios se curvaron hacia arriba y bajé mi voz. —Eres un poco
sucia, Kitten.
Parpadeó lentamente, como si estuviera aturdida. —¿Qué has
dicho?
—Sucia. —Dejé que la palabra colgara entre nosotros y luego
añadí—: Estás cubierta de suciedad. ¿Qué pensaste que significaba?
—Nada. —El sonrojo en sus mejillas decía otra cosa—. Estaba
plantando flores. Te ensucias cuando haces eso.
Resistí la risa ante su intento pobre de explicarse, pero todavía
estaba encogiéndose del miedo, y eso era algo caliente. —Hay maneras
más divertidas para… ensuciarte. —Me frené a mí mismo. ¿De dónde
demonios salió eso? Sí, necesitaba corregirlo—. No que yo vaya a
mostrarte cómo.
Ese… int eresant e sonrojo se extendió por su garganta. —Preferiría
rodar entre el estiércol que dormir contigo.
Tan jodidamente dudosa.
Parte de mí quería desmentirla justo allí. Bajar mi cabeza y probar esa
boquita inteligente. Estaba dispuest o a apostar un brazo a que no iba a
empujarme, pero la satisfacción momentánea no lo valía. Con una última
mirada, me giré y mientras pasaba a Dee, grité—: Tienes que llamar a
Matthew. Justo ahora y no dentro de cinco minutos.
Era una mentira, pero como la mayoría de las mentiras, haría su
trabajo.
4
Traducido por Mae & Sandry
Corregido por Beatrix
***
***
***
2Juego de palabras: Kat dice pear, que es tolerar. Y Damon la corrige al decir par,
que es soportar.
Me moví hacia la cama de Kat, pasando con cuidado un brazo
detrás de sus hombros, y ayudándola a ponerse de pie. La mirada que me
dio, una de desconcierto deslumbrado, fue algo linda. —Ven, vamos a
llevarte a casa.
Dio dos pasos y luego se balanceó inestablemente. —Guau, me
siento adormilada.
Le eché un vistazo a Dee, quien levantó las cejas y dijo—: Creo que
las pastillas ya están haciendo efecto.
—¿Ya estoy… hablando mal? —preguntó Kat.
—Para nada. —Dee se rió.
Kat cojeó un par de pasos más, y me di cuenta de que esto no iba a
ninguna parte. Suspirando, la cargué y luego la deposité suavemente en
una silla de ruedas justo afuera de la sala de emergencias. —Reglas del
hospital.
Sólo me miró.
Paramos el tiempo suficiente para llenar unos papeles, pero Kat no
era de mucha ayuda en ese momento. Afortunadamente, las enfermeras
dejaron de lado la mayor parte para que su madre los llenara más tarde.
Una vez que llegamos al coche de Dee, cargué a Kat y la coloqué en el
asiento trasero.
—Puedo caminar, sabes.
La incliné cuidadosamente, asegurándome de no mover el brazo
enyesado. —Lo sé. —Al cerrar la puerta, le di a Dee una mirada mientras
caminaba hacia el otro lado del asiento trasero y me subía. Para cuando
Dee encendió el motor, la cabeza de Kat se hallaba en mi hombro.
Tensándome, bajé la mirada hacia ella y luego la levanté. Dee no
me miraba mientras salía del aparcamiento. Le eché otro vistazo a Kat.
Esto no podía ser cómodo. Al menos no para mí. Tomando una respiración
profunda, levanté el brazo y lo puse sobre sus hombros. Inmediatamente se
acurrucó como un gatito con el lado sano de su rostro.
Esto era extraño.
Había más momentos en los que fuimos unos completos idiotas con
el otro que en los que fuimos realmente decentes, pero el hecho de que
hiciera esto y yo lo permitiera en realidad ayudaba en el proceso, y era
muy… sí, raro.
Su respiración se profundizó, y una de sus manos cayó sobre mi
muslo, los dedos desenroscándose lentamente. —¿Kat? —susurré.
Sin respuesta.
—¿Está despierta? —preguntó Dee desde el frente.
—Fuera de combate.
Dee dejó escapar un suspiro tembloroso. —Ella estará bien, ¿verdad?
Miré a Kat, e incluso en la oscuridad del coche, pude ver su mejilla
lastimada. —Sí, lo estará.
—Le dije que no fuera —dijo.
—Lo sé. —Ambos sabíamos que el rastro seguía allí, y nadie se sentía
más molesto que yo. Hice una pausa—. No te preocupes. No voy a permitir
que nada suceda esta vez. Lo juro.
—No es tu culpa. No debí decir eso en la sala de emergencia. No
sabías que esto sucedería.
No lo sabía con exactitud, pero tampoco salió de la nada. Todos
sabíamos que existía una posibilidad. Fue por eso que Dee intentó
convencerla de quedarse en casa esta noche.
—Hiciste algo, ¿cierto? —preguntó Dee en voz baja—. Es más fuerte
ahora.
—No fue… mi intención… —Un mechón de cabello de Kat cayó
sobre su mejilla. Lo hice a un lado—. Sólo pasó. Mierda.
Dee no volvió a hablar hasta que llegó a la carretera. —Se honesto
conmigo. ¿Qué tan herida se encontraba?
—No sé. —Vi la mano de Kat contraerse contra mi pierna—. Creo
que… creo que fue bastante malo. Parecía tener problemas para respirar.
Ese Arum iba a matarla.
—Oh, Dios —susurró Dee.
Mirando por la ventana, vi los árboles oscuros pasar en un borrón,
cortado cada pocos momentos por los faros. —Nosotros… Yo tengo que
ser más cuidadoso.
Dee no respondió durante un buen rato. —Adam llamó. Él sabía que
algo pasaba cuando te fuiste de casa. Le dije…
—Sé que le contaste de Kat. Dijo algo esta noche. —Aparté la
mirada de la ventana, encontrando la de Dee en el espejo retrovisor—.
Tendré que decirles.
Tomó una respiración aguda. —A Adam no le importa, pero…
Sí, no necesitaba dar más detalles. Ash y Andrew definitivamente
tendrían un problema con esto, pero maté a un Arum esta noche. No
podía ocultarlo por más tiempo.
No hablamos el resto del camino, y Kat no despertó cuando nos
detuvimos frente a la casa. Sólo se movió, murmurando en voz baja
cuando le desabroché el cinturón, la saqué con cuidado del auto, y una
vez más en mis brazos, se acurrucó en mi pecho.
—Tengo su bolso y las llaves —anunció Dee, cerrando la puerta del
conductor—. Abriré la puerta. ¿La tienes?
—Por supuesto.
La mirada de Dee se encontró con la mía, y no quería saber lo que
pensaba en ese momento, pero se dio la vuelta y atravesó el camino de
entrada hacia la casa de Kat. Inclinando la cintura, cerré la puerta del
auto con la rodilla. Me giré, acomodando a Kat en mis brazos.
Se movió, deslizando una mano desde mi pecho hacia mi hombro.
Un escalofrío me recorrió la piel. Esto era malo. Sus pestañas se elevaron, y
me detuve a unos metros del auto cuando también las comisuras de sus
labios se alzaron. La luz plateada de la luna se derramaba sobre su mejilla.
—Hola —susurró.
—Hola.
Su mirada desenfocada se dirigió hacia mi rostro. —Eres… Eres
realmente lindo.
Una carcajada sorprendida salió de mí. —Gracias, Kitten.
Sí, lucía totalmente drogada y fuera de sí, pero su sonrisa se
ensanchó mientras sus ojos se cerraban. Yo no me encontraba drogado ni
fuera de mí cuando respondí en un susurro—: Al igual que tú.
***
***
Me quedé mirando a los dos chicos Luxen que rara vez salían de la
colonia. No eran mucho mayores que yo, pero se encontraban de pie
frente a mí como dos nuevos reclutas a punto de entrar en la infantería de
la marina.
—Estamos listos para comenzar el patrullaje —dijo uno, viendo a
todas partes, menos mis ojos. Sí, tendría que trabajar duro con este chico
para que estuviera listo.
A mi lado, Adam se rió entre dientes mientras los miraba. —Un Arum
te comería vivo, escupiría y luego aspiraría como un batido.
El otro Luxen palideció, y creí que podría vomitar.
Suspiré.
Ayudar a preparar a estos dos tontos sobre cómo patrullar en busca
de Arum y que no murieran en el proceso no era la forma en que quería
pasar mi tarde.
Especialmente cuando Kat se encontraba con Dee, porque a pesar
de que le pedí a esta última que se asegurara de que se quedaran en
casa porque Kat era prácticamente un palillo resplandeciente, sabía que,
en última instancia, mi hermana haría lo que quisiera.
Al igual que Kat.
Pero al asegurarme de que los miembros de la colonia fueran
capaces de ayudar con el manejo de las patrullas dobles las mantendría
vivas a ambas, por lo que tendría que lidiar con eso. Y la verdad era que
no era tan malo si era honesto. Podía estar en mi verdadera forma, y
maldita sea, era como quitarse la ropa en un día muy caluroso. No había
nada como el viento acariciando tu esencia cuando alcanzabas
velocidades que rompían la barrera del sonido. Superman no tendría
oportunidad con un Luxen.
El sólo pensar en ello hacía que mi corazón bombeara.
—Esto es aburrido —murmuró Andrew.
Sonreí.
También fue condenadamente divertido arrastrar a Adam y Andrew
para que ayudaran. Ninguno quería estar allí. Adam se mantuvo
relativamente tranquilo mientras apresurábamos a los novatos alrededor
de toda la maldita montaña, presionándolos para que corrieran más
rápido. Andrew se quejó todo el tiempo. Aunque no era una gran sorpresa.
El que parecía que iba a vomitar dio un paso adelante. Creía que su
nombre era Mitchell. O quizás Mikey. Iría con Mitchell. —Sé que no somos
tan fuertes o más rápidos que cualquiera de ustedes, pero estamos
preparados.
—Sí, listo para morir —respondió Andrew, resoplando.
Le lancé una mirada de advertencia. —Pero qué manera de
motivar.
Me mostró el dedo medio. —Lo que sea.
Dando un paso adelante, coloqué una mano sobre el hombro del tal
Mitchell. —No se trata sólo de ser rápido y fuerte. Se trata de enfocarse y
prepararse para lo peor. Se trata de ser más inteligente que el enemigo y
anticipar su próximo movimiento.
—Pero ser rápido y fuerte ayuda —intervino Andrew, y pensé que tal
vez debería haberlo dejado en casa—. Soy más fuerte que Daemon.
—¿Qué? —Dejé caer mi mano y me di la vuelta, arqueando una
ceja—. ¿Estás drogado?
—Drogado de la vida, hombre. —Me guiñó un ojo—. Y en serio soy
más fuerte que tú.
Me reí. —Si realmente lo crees, entonces est ás drogado.
—Eh. —Andrew le disparó una mirada a Adam mientras se
pavoneaba hacia mí. Lo vi tomar una piedra—. ¿Ves ese árbol de allá? —
Señaló un viejo roble a varios metros de distancia—. Apuesto a que puedo
atravesarlo justo en el medio con esta piedra.
—¿Y crees que yo no puedo ?
—Sé que no puedes. —Andrew se volvió hacia Quizás-Mitchell y su
amigo sin nombre—. ¿Qué piensan ustedes, chicos?
Parecían nerviosos, porque no quisieron contestar.
—Apuesto a que Andrew puede hacerlo —dijo Adam, metiendo las
manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros—. Y apuesto a que tú no.
Estaban dementes. —Vas a hacer que te avergüence.
—Correré el riesgo. —Andrew arrojó la roca y la atrapó—. ¿Es una
apuesta entonces?
¿Porque diablos no? Asentí y agité una mano hacia el árbol a lo
lejos. —Por supuesto.
—Perfecto. —Andrew dio varios pasos hacia atrás y miró el enorme
roble. Un segundo después, pasó a su verdadera forma y dejó volar la
piedra.
No la lanzó como lo haría un humano. Utilizando La Fuente, la
convirtió en un maldito misil. Voló por el aire más rápido de lo que el ojo
podría seguirla. La corteza se astilló cuando la roca hizo contacto y
penetró profundo.
Quizás Mitchell dejó escapar una exclamación de asombro.
Andrew sonrió mientras me enfrentaba. —Supera eso.
Solté un bufido mientras cogía una piedra más pequeña que la
palma de mi mano. —Fácil. Y puedo hacerlo sin siquiera cambiar de forma.
—¿Sabes lo que me dijo Dee el otro día? —preguntó Adam mientras
daba un paso atrás—. Es realmente interesante.
Sin hacerle caso, levanté el brazo derecho. Los chicos de la colonia
intercambiaron miradas. La Fuente onduló por mi brazo.
Adam continuó—: Me dijo que Katy se encontró con Simon, el
futbolista de la escuela, en la tienda y pensó que hacían una pareja linda.
También piensa que le pedirá salir a Katy, y ya sabes lo que ocurre después
de un día con el Romeo deport ista… Alguien va a…
Lo miré bruscamente mientras lanzaba la roca. Sería mejor que
Adam no insinuara lo que, sabía a ciencia cierta, trataba de decir. Lo
único que se vería lindo con Simon era mi puño; por supuesto que Kat no.
La mueca en los labios de Adam me dijo que mentía. Kat no se topó
con ese idiota.
Mirando de regreso al árbol, maldije. Ese pequeño momento de
distracción me costó caro y arruinó mi objetivo. La roca pasó más allá del
árbol, fallando por un kilómetro. Maldita sea.
Adam se rió mientras le daba un codazo a su hermano. —¿Ven,
chicos? El enfoque en realidad es igual de import ante que la fuerza.
Levanté una mano y le mostré el dedo medio. Ambos se echaron a
reír, y rodé los ojos mientras me inclinaba, recogiendo otra roca. Esta era
del tamaño de mi mano. Me giré hacia ellos. —Estoy seguro de que no voy
a fallar esta vez, y mi objetivo no serán los árboles.
Mi amenaza los hizo reír más fuerte. Fruncí el ceño cuando me di la
vuelta. Al menos los dos tontos de la colonia no se reían. Lucían asustados.
Un latido pasó y entonces me giré, arrojando la roca.
Adam se lanzó hacia la izquierda, evitando un impacto directo. —
¿Qué demonios? —gritó, con los ojos entrecerrados—. Podrías haber
arruinado este hermoso rostro.
Incliné la cabeza hacia atrás, riéndome. —Creo que necesitas verte
en el espejo si crees que eso es hermoso.
—Já —dijo Andrew, sonriendo.
—Somos idénticos. —Adam negó con la cabeza hacia su gemelo—.
Está insultándonos a ambos, idiota.
Sonriendo, me limpié las manos en los pantalones, pero el buen
humor se desvaneció rápidamente cuando la comprensión me llenó,
atravesándome con la fuerza de una bala. La sola mención del nombre de
Kat me distraía, desenfocándome. Esta vez fue simplemente una apuesta
estúpida, pero, ¿qué si hubiera sido algo más serio, si hubiera habido un
Arum en los alrededores?
Personas podrían morir.
Cerré los ojos y maldije en voz baja. Esta cosa con Kat… se volvía
ridícula, y era inaceptable.
Totalmente inaceptable.
11
Traducido por Mae
Corregido por Melii
***
Más tarde esa noche, mucho después de que Dee llegara a casa y
se durmiera, me senté en la cama con la laptop abierta. Mi dedo recorrió
la superficie táctil mientras me desplazaba a través del blog.
La loca obsesión de Kat y.
Me reí para mis adentros.
Buen nombre.
Esta no era la primera vez que lo revisaba. La noche en que Dee
regresó de la colonia, lo estuve leyendo. Desde entonces, Kat había
añadido diez reseñas más. ¿Cómo leía tantos libros en ese corto período
de tiempo? Además, hacía estas otras cosas. Algo llamado Martes de
Adelantos, que en realidad sólo eran unas pocas líneas de algún libro que
leía. Había algo llamado “En mi buzón”, donde se filmaba hablando de los
libros que compró, pidió prestados o recibió de un editor.
Vi cinco de esos malditos vídeos.
Y cada vez que tomaba un libro, toda su cara se transformaba en
una sonrisa amplia y brillante, del tipo que todavía tenía que ver en
persona y probablemente nunca lo haría. Amaba esos libros. Sin duda.
Abrí un sexto vídeo, que fue filmado antes de mudarse aquí, y me
sorprendí al ver una Katy diferente. Era la misma, por supuesto, pero había
una luz en sus ojos que parecía no tener ahora. Me preguntaba que
apagó la luz interior de Katy. Tragué saliva. Probablemente era mi culpa, al
tratarla como idiota, interfiriendo en su vida y casi hacer que la mataran.
Cerré la ficha y lancé el port átil a través del cuarto. Antes de que se
estrellara contra la pared, levanté una mano, deteniendo la pieza
metálica antes de que se rompiera en miles de dólares de pedazos
diminutos. Flotó en el aire como si una mano invisible lo agarrara antes de
que poco a poco bajara a mi escritorio. Exhalé.
Esta noche quise besar a Kat. No me engañaba. Sabía que no era la
primera vez. Y también que no sería la última. Ya había aceptado que me
sentía atraído por ella, por lo que querer fingir tenía sentido. Sin problema.
Querer algo y hacerlo eran dos cosas diferentes.
Querer algo y realmente quererlo también eran dos cosas diferentes.
¿Cómo se podía querer a alguien cuando ni siquiera te agradaba?
Por otra parte, eso no era del todo verdad. Me gustaba. De mala
gana. Era inteligente. Lo nerd era lindo. Su actitud de fuego era admirable.
Pero no mentía cuando dije que las cosas no eran como lo fueron
con Dawson y Bethany. Ellos… se encontraban enamorados, y ninguno se
detuvo por un maldito segundo para pensar en las consecuencias.
Las consecuencias eran lo único en lo que pensaba. El recuerdo de
Kat en ese último video me perseguía, diciéndome más claramente que
todos mis argumentos que simplemente no era bueno para ella.
Lástima que mi cuerpo no recibiera el mensaje.
Esta sería una noche larga, pensé mientras deslizaba una mano bajo
la sábana y cerraba los ojos. Una noche muy larga.
12
Traducido por Clara Markov
Corregido por Jadasa
El primer día de clases no era emocionante para mí. Para Dee, sí. El
primer día de nuestro último año de preparatoria en PHS, eso fue lo que me
gritó cuando apagué la alarma por tercera vez, y teníamos cuarenta
minutos para prepararnos, comer algo, y llegar a clase.
Para mí, era estúpido que las clases comenzaran un jueves, que
tuviéramos dos días de clases, y luego el fin de semana libre. ¿Por qué
simplemente no comenzaron el martes?
Apenas lo logré; por fortuna, encontré un par de pant alones y una
camiseta limpia. Diablos, me sentía feliz de haber encontrado un cuaderno
en la parte trasera de mi auto.
PHS era una escuela pequeña en comparación con la mayoría. Con
solo un par de pisos, era demasiado fácil ir de una a clase a otra. Entre el
período de inscripción al primer período, me pregunté cómo le iba a Kat.
Ser la nueva debía de apestar, especialmente cuando te mudabas a una
ciudad tan pequeña en la que todos crecieron juntos. Los chicos aquí eran
amigos desde los pañales.
Fue hasta que entré a la clase de trigonometría que vi a Kat cerca
del fondo. Divisé un par de asientos vacíos del ot ro lado y sabía que era
ahí donde debía ir.
En su lugar, cambié mi cuaderno de mano y me dirigí directo al
pasillo donde se hallaba sentada. Mantuvo la mirada fija en sus manos,
pero sabía que me había notado. La delató el débil sonrojo a lo largo de
sus mejillas.
Recordando cómo contuvo la respiración en su pórtico la otra
noche, sonreí.
Pero entonces mi mirada se deslizó a la incómoda férula que cubría
su brazo, y mi sonrisa se desvaneció. Una rabia potente se extendió a
través de mí al recordar cuán cerca se encontró de convertirse en el
juguete de un Arum. Mis dientes rechinaron a medida que pasaba a su
lado y me dejaba caer en el asiento de atrás.
Imágenes de cómo lucía después del ataque del Arum me
asaltaron; temblorosa, asustada y tan pequeña en mi camiseta mientras
esperábamos que aparecieran los inútiles policías. En todo caso, eso
debería servirme como recordatorio para levantarme y cambiarme de
asiento.
Saqué el bolígrafo del espiral de mi cuaderno y lo empujé contra su
espalda.
—¿Cómo está tu brazo? —pregunté.
Su gesto se contrajo, y después sus pestañas se levantaron, sus ojos
claros encontrando mi mirada. —Bien —dijo, jugueteando con su cabello—
. Me quitarán la férula mañana, creo.
Golpeé el borde de la mesa con el bolígrafo. —Eso ayudará.
—¿Ayudar con qué? —Cautela coloreó su tono.
Usando el bolígrafo, señalé al rastro que la rodeaba. —Con eso que
llevas allí.
Sus ojos se estrecharon, y recordé que no podía ver lo mismo que yo.
Podría haberlo aclarado, pero era demasiado divertido verle perder los
estribos. El verla como si quisiera golpearme en la cabeza con su férula, no
podía evitarlo.
Me incliné, observando sus ojos destellar. —Menos personas te
mirarían si no trajeras la férula, es todo lo que digo.
Tensó sus labios con incredulidad, pero no apartó la mirada. Kat
encontró mi mirada y la sostuvo. Sin retroceder, nunca. Un respeto reacio
continuaba creciendo en mi interior, pero debajo de eso, algo más se
desarrollaba. Me encontraba a dos segundos de quitarle con un beso esa
mirada del rostro. Me preguntaba qué haría. ¿Golpearme? ¿Devolverme el
beso?
Apostaba por la parte de golpear.
Billy Crump dejó escapar un silbido en algún lado junto a nosotros. —
Ash va a patearte el trasero, Daemon.
Los ojos de Kat se estrecharon con algo que se parecía muchísimo a
celos. Sonreí, pensando en cómo me preguntó sobre Ash y yo. Quizás
debería cambiar mi apuesta. —No, le gusta demasiado mi trasero como
para lastimarlo.
Billy soltó una risa.
Inclinando el escritorio hacia adelante e inclinándome aun más,
llevé nuestras bocas al mismo espacio de respiración. Un destello de calor
cruzó sus ojos; era completamente mía. —¿Adivina qué?
—¿Qué? —murmuró, su mirada cayendo a mis labios.
—Revisé tu blog.
Volvió a mirarme a los ojos. Por un segundo se abrieron con sorpresa,
pero fue rápida en suavizar su expresión. —Acosándome otra vez, ya veo.
¿Necesito conseguir una orden de restricción?
—En tus sueños, Kitten. —Sonreí—. Oh, espera, ya soy el protagonista
de ellos, ¿no?
Rodó los ojos. —Pesadillas, Daemon. Pesadillas.
Sonreí, y sus labios temblaron. Maldita sea, si no lo supiera mejor,
pensaría que también le gustaban nuestras peleas. Tal vez era tan
retorcida como yo. El maestro comenzó a llamar nuestra atención, y Kat se
giró. Me enderecé, riendo en voz baja.
Muchos de los chicos seguían mirándonos, lo que hizo que el sentido
volviera a mí. No era que estuviera haciendo algo malo. Burlarme de ella
no atraería al Arum hacia nosotros ni la pondría en peligro, o a mi
hermana. Cuando sonó la campana, Kat huyó de la clase como si tuviera
miedo de contagiarse de algo. Dos chicas fueron detrás de ella. Creía que
sus nombres eran Lea y Cassie. Algo así. Sacudiendo la cabeza, agarré mi
cuaderno y me dirigí hacia la multitud de estudiantes.
Una hora después, durante el intercambio de clases, me encontré
con Adam, que comenzó a caminar a mi lado. —Hay que hablar.
Arqué una ceja. Diablos. Eso sonó ominoso. —¿Hablar sobre qué?
¿Sobre cómo todos conducen camionetas? ¿O cómo el tirar vacas en
verdad es un pasatiempo? ¿O cómo mi hermana nunca jamás irá en serio
contigo?
Adam suspiró. —Hablar sobre Katy, sabelotodo.
Instruyendo mis facciones, miré al frente en tanto navegábamos por
los pasillos llenos. Ambos le sacábamos una cabeza o más a la mayoría.
Éramos como gigantes en la tierra de humanos.
—Billy Crump está en tu…
—¿Clase de trigonometría? Sí, ya lo sé.
—En historia hablaba sobre ti coqueteando con la chica nueva —
dijo Adam, deslizándose entre un grupo de muchachas que nos miraban
abiertamente—. Ash lo escuchó.
Con cada segundo que pasaba, mi molestia alcanzaba un nuevo
nivel.
—Sé que Ash y tú ya no salen.
—Síp. —Apreté los dientes.
—Pero sabes cómo se pone —continuó Adam rápidamente—. Será
mejor que andes con cuidado con tu pequeña humana…
Me detuve en medio del pasillo, a dos segundos de lanzar a Adam
contra una pared. Chicos arrastraban los pies a nuestro alrededor mientras
hablaba apenas sobre un susurro. —Ella no es mi pequeña humana.
La mirada de Adam era inquebrantable. —Bien. Como sea. A
diferencia de los demás, no me importa si la llevas a los vest uarios y se lo
haces, pero brilla… al igual que tus ojos —agregó en voz baja—. Y todo se
siente familiar.
Maldita. Sea. ¿Mis ojos hacían la cosa del diamante? Genial. Los ojos
brillantes eran un paso menos para que un Luxen cambiara a su forma
verdadera. ¿No sería divertido si me convirtiera en un alienígena brillante
en medio del pasillo de la escuela? No era conocido por ser paciente, por
lo que comencé a caminar dejando a Adam detrás.
Necesitaba controlarme.
Esto debía parar. Empezaba a preguntarme si tenía doble
personalidad. Jesús. Necesitaba mantenerme lejos de Kat. Y eso la
mantendría lejos del resto de los Luxen, concretamente de Ash.
¿En qué momento Katy se convirtió en alguien diferente del resto de
la manada? ¿Del resto de los humanos? ¿En alguien que quería conocer?
¿El día del lago? ¿Cuándo fuimos a caminar? ¿La noche que el Arum se
apoderó de ella? ¿O una de las tantas veces que me regañó?
Mierda.
Adam tenía razón. Todo esto era familiar, excepto que tuvimos esta
conversación con Dawson sobre Bethany.
Demonios. Esto no podía estar sucediendo.
Me deslicé por el resto de las clases malditamente aburridas. Muchas
veces el año pasado, intenté convencer a Matthew de que consiguiera un
diploma falsificado de la preparatoria. No tuve t anta suerte. El DOD
probablemente pensaba que la escuela era un privilegio para nosotros,
pero lo que enseñaban no podía atrapar mi interés. Aprendíamos a un
ritmo acelerado, dejando a la mayoría de los humanos en el polvo. Y el
DOD no aprobaría mi petición de ir a la universidad si esa era mi decisión.
Demonios, ni siquiera sabía con seguridad si quería ir a la universidad.
Preferiría encontrar un trabajo en el que tuviera que ir fuera, algo que no
incluyera cuatro paredes pequeñas.
Cuando llegó el almuerzo, estuve tentado de terminar el día. La
escuela no era igual sin Dawson. Su exuberancia en todo, incluso en lo
mundano, era contagiosa.
Sin hambre, agarré una botella de agua y me dirigí a nuestra mesa
habitual. Me senté al lado de Ash y me recliné, estirando la etiqueta de la
botella.
—Sabes —dijo Ash, recargándose contra mi brazo—, dicen que lo
que haces es un signo de frustración sexual.
Le guiñé.
Sonrió y luego se giró hacia su hermano. Eso era lo mejor de Ash.
Incluso aunque salimos y terminamos a través de los años, podía ser
agradable… cuando lo quería. La verdad era que creía que muy en el
fondo sabía que en realidad tampoco le gustaba tanto. No como se
sentían Dawson y Bethany.
Dios, hoy pensaba mucho en él.
Debería estar aquí, en el primer día de nuestro último año. Debería
haberlo estado.
Alzando los ojos, inmediatamente ubiqué a Kat en la fila del
almuerzo. Hablaba con Cassie —no, Carissa— la más callada de las dos
chicas en trigonometría. Mi mirada cayó sobre sus sandalias y lentamente
trabajó su camino de regreso.
Creo que amaba esos pantalones. Ajustados en todos los lugares
correctos.
Era increíble, en serio, cuán largas se veían las piernas de Kat para
ser alguien tan pequeña. No podía entender por qué lucían así.
La mano de Ash cayó sobre mi muslo, atrayendo mi atención.
Campanas de advertencia volvieron a sonar. Tramaba algo. —¿Qué? —
pregunté.
Sus ojos se fijaron en los míos. —¿Qué miras?
—Nada. —Me concentré en ella, cualquier cosa para mantener su
interés lejos de Kat. Tan luchadora como era esa gatita, Kat no era ningún
contrincante para Ash. Puse la botella a un lado, girando las piernas en su
dirección—. Te ves bien hoy.
—¿En serio? —Sonrió—. Tú también. Pero siempre te ves delicioso. —
Mirando sobre su hombro, se volvió y se sentó en mi regazo más rápido de
lo que debería en público.
Un par de chicos en una mesa vecina se veían como si hubieran
cambiado a sus madres para hallarse en mi posición.
—¿Qué haces? —Mantuve las manos para mí.
—¿Por qué piensas que hago algo? —Presionó su pecho contra el
mío, hablando en mi oído—. Te extraño.
Sonreí, viendo a través de ella. —No, no lo haces.
Haciendo un puchero, me golpeó el hombro juguetonamente. —
Bueno. Hay cosas que extraño.
A punto de decirle que tenía una buena idea al respecto, el grito
jubiloso de Dee me interrumpió. —¡Katy! —gritó.
Maldiciendo en voz baja, sentí cómo Ash se tensaba en mi contra.
—Siéntate —dijo Dee, golpeando la parte superior de la mesa—.
Estábamos hablando sobre…
—Espera. —Ash se giró. Podía imaginarme la mirada en su rostro.
Labios caídos, ojos entrecerrados. Todo eso significaba un muy mal rato—.
¿La invitaste a ella a sentarse con nosotros? ¿Es en serio?
Me concentré en la pintura de la mascota de PHS, un v ikingo rojo y
negro, con cuernos. Por favor, no t e sient es.
—Cierra la boca, Ash —dijo Adam—. Vas a hacer una escena.
—No voy a hacer nada. —Los brazos de Ash se apretaron alrededor
de mi cuello como una boa—. No necesita sentarse con nosotros.
Dee suspiró. —Ash, deja de ser una perra. Ella no está tratando de
robarte a Daemon.
Arqueé las cejas, pero continué con mi plegaria. Por favor, no t e
sient es. Mi mandíbula se tensó. Por favor, no t e sient es aquí. Si lo hacía, Ash
se la comería viva por puro despecho. Nunca entendería a las chicas. Ash
ya no me quería, no realmente, pero santo infierno si le permitiría a alguien
más tenerme.
El cuerpo de Ash comenzó a vibrar suavemente. —No es de eso de
lo que me preocupo. De verdad.
—Solo siéntate —le dijo Dee a Katy, su voz tensa con exasperación—.
Se le pasará.
—Se amable —le susurré al oído, lo suficientemente bajo como para
que sólo escuchara ella. Me golpeó fuerte en el brazo. Eso me dejaría un
moretón. Apoyé la mejilla en su cuello—. Lo digo en serio.
—Haré lo que quiera —dijo entre dientes. También lo haría. Peor de lo
que ya lo hacía.
—No sé si deba —dijo Kat, sonando increíblemente pequeña e
insegura.
Cada pensamiento pequeño e idiota en mi cabeza exigía que tirara
a Ash de mi regazo y sacara a Kat de aquí, alejándola de lo que
seguramente terminaría horrible.
—No deberías —soltó Ash.
—Cierra la boca —dijo Dee—. Discúlpame que conozca a perras tan
insoportables.
—¿Estás segura? —preguntó Kat.
El cuerpo de Ash se estremeció y calentó. Su piel sería demasiado
caliente para que un ser humano la tocara sin darse cuenta de que algo
era diferente, incluso malo. Podía sentir su control desvaneciéndose. No
era probable que se expusiera, pero parecía lo bastante loca como para
hacer algún daño.
Giré la cabeza para mirar a Kat por primera vez desde que la vi en la
fila. Pensé en la conversación en el pórtico, cuando me sonrió. Pensé en
cómo reaccionó cuando le conté sobre la leyenda del Ave Migratoria. Y
ya sabía que me iba a odiar a mí mismo por lo que me encontraba a
punto de decir, porque ella no lo merecía. —Creo que es obvio si eres
bienvenida aquí o no.
—¡Daemon! —Los ojos de mi hermana se llenaron de lágrimas, y
ahora era oficial. Era irrevocablemente un idiota—. No habla en serio.
—¿Estás hablando en serio, Daemon? —Ash se dio la vuelta.
Mi mirada sostuvo la de Kat, y reprimí cada pensamiento confuso y
contradictorio que tenía. Necesitaba irse antes de que alguna mierda
pasara. —De hecho, sí, hablaba en serio. No eres bienvenida aquí.
Kat abrió la boca, pero no dijo nada. Sus mejillas se volvieron rosas —
de la manera en que me gustaban— pero el color se desvaneció
rápidamente. La ira y vergüenza llenaron sus ojos grises. Brillaban bajo las
duras luces de la cafetería. Sentí una perforación aguda atrav esar mi
pecho, y tuve que apartar la mirada, porque fui yo el que puso esa mirada
en sus ojos. Apretando la mandíbula, me volví a enfocar en la estúpida
pintura de la mascota sobre el hombro de Ash.
En ese momento, quería golpearme en la cara.
—Puedes irte —dijo Ash.
Unas risas sonaron y la ira me recorrió, calentándome la piel. Era
ridículo que me enojara porque otra gente se burlara cuando yo la había
avergonzado y herido más que nadie.
El silencio cayó sobre la mesa, y el alivio fue inminente. Para ahora,
tendría que haberse ido. De ninguna manera…
Cosas frías, húmedas y blandas cayeron sobre mi cabeza. Me quedé
inmóvil, lo suficientemente consciente de que no debía abrir la boca a
menos que quisiera comer… ¿Espagueti? ¿Ella…? Fideos cubiertos de salsa
se deslizaron por mi rostro, aterrizando sobre mi hombro. Uno se atoró en mi
oreja, golpeándome el cuello.
Mierda. Me quedé sin habla en lo que poco a poco me volvía para
mirarla. En realidad, una parte de mí se hallaba… asombrada.
Ash saltó de mi regazo, gritando al tiempo que extendía las manos.
—Tú… tú…
Arranqué el fideo de mi oreja y lo dejé caer sobre la mesa en tanto
miraba a Kat por debajo de mis pestañas. La risa vino antes de que
pudiera detenerla. Bien por ella.
Ash bajó las manos. —Voy a acabar contigo.
Mi humor se desvaneció. Saltando, lancé un brazo alrededor de la
cintura de Ash. —Cálmate. Hablo en serio. Cálmate.
Me empujó. —Juro por todas las estrellas y soles que voy a acabar
contigo.
—¿Eso qué significa? —Kat juntó las manos, mirando a la chica alta
como si no tuviera ni siquiera un poco de miedo, y debería tenerlo. La piel
de Ash se sentía abrasadoramente caliente, vibrando debajo de la
superficie. En ese momento, realmente empecé a dudar si no haría algo
estúpido y nos revelaría en público—. ¿Has estado viendo demasiadas
caricaturas de nuevo?
Matthew se acercó a nuestra mesa, mirándome a los ojos por un
momento. Escucharía sobre esto más tarde. —Creo que ya es suficiente.
Sabiendo que no debía discutir con Matthew, Ash se sentó en su
propio asiento y agarró un puñado de servilletas. Intentó limpiar el desastre,
pero fue inútil. Casi me volví a reír cuando comenzó a apuñalar su blusa.
Sentándome, saqué un grupo de fideos de mi hombro.
—Pienso que debes buscarte otro lugar para comer —le dijo a Katy,
la voz lo bastante baja para que sólo las personas en nuestra mesa
pudieran oír—. Hazlo ahora.
Levantando la mirada, vi a Kat agarrar su mochila. Vaciló, y luego
asintió como si estuviera en un sueño. Volviéndose con rigidez, salió de la
cafetería. Mi mirada la siguió todo el camino, y ella mantuvo la cabeza
bien alta.
Matthew se apartó de la mesa, probablemente yendo a hacer algo
de control de daños. Me limpié la mejilla pegajosa con la palma de la
mano, incapaz de contenerme de reír en voz baja.
Ash me golpeó otra vez. —¡No es gracioso! —Se puso de pie, con las
manos temblando—. No puedo creer que pienses que fue divertido.
—Lo fue. —Me encogí de hombros, tomando la botella de agua. No
era como si no nos lo mereciéramos. Mirando la mesa, encontré a mi
hermana mirándome—. Dee…
Lágrimas llenaron sus ojos en lo que se levantaba. —No puedo creer
que hayas hecho eso.
—¿Qué esperabas? —exigió Andrew.
Lo fulminó con la mirada y luego se giró hacia mí. —Apestas. De
verdad, malditamente apestas, Daemon.
Abrí la boca, pero, ¿qué podía decir? Apestaba. Actué como un
idiota, y no era como si pudiera defenderme. Dee tenía que entender que
era lo mejor, pero cuando cerré los ojos, y vi el dolor en los ojos de Kat, no
me sentí tan seguro de que hubiera hecho lo correcto… al menos, era lo
correcto para ella.
13
Traducido por victoriavergara & Mae
Corregido por Vannia
***
***
***
***
***
A veces Kat era tan abierta como un libro de imágenes. Todo lo que
pensaba y sentía era claramente visible en su rostro. Vi como la irritación se
apartaba, sustituida por una simpatía que no me sentía cómodo de ver.
—¿Qué ocurrió? —preguntó en voz baja.
Una parte de mí quería ignorar la pregunta. Decir algo ignorante y
dist raerla, pero mi otra mitad quería… hablar, hablar realmente de ello. Esa
parte ganó. —Dawson conoció a Bethany, y te juro, fue como amor a
primera vista. Para él, su vida era ella. Matthew, el señor Garrison, le
advirtió. Yo le advertí que eso no iba a funcionar. No había manera de que
pudiéramos tener una relación con un humano.
Miré por encima del hombro hacia la línea de árboles. —No sabes
cuán duro es esto, Kat. Tenemos que ocultarnos todo el tiempo, e incluso
con los de nuestra propia especie, tenemos que ser cuidadosos. Hay
muchas reglas. Al DOD y a los Luxen no les gusta la idea de relacionarnos
con humanos. Es como si pensaran que somos animales, inferiores a ellos.
—Pero no son animales —dijo ella, con un poco de fiereza. Fue muy
lindo verla salir en mi defensa por una vez, a pesar de que probablemente
no lo merecía.
—¿Sabes que cualquier movimiento es rastreado por ellos? —Negué
con la cabeza, disgustado—. La licencia de conducir, lo saben. Una
aplicación a la universidad, lo ven. ¿Una licencia de matrimonio para un
humano? Olvídalo. Tenemos un registro que llenar si queremos mudarnos.
—¿Ellos pueden hacer eso? —La sorpresa inundaba su voz.
Me reí a secas. —Es su planeta, no el nuestro. Incluso tú lo dijiste. Y
ellos financian nuestras vidas. Tenemos chequeos al azar, por lo que no
podemos escondernos o nada. Una vez que ellos saben que estamos aquí,
ya está. Y eso no es todo. Cuando encontramos a otros Luxen debemos
permanecer allí.
Su mirada se afiló. —Eso no parece justo.
—No lo es. —Me senté, apoyando los brazos sobre mis rodillas
dobladas—. Es fácil sentirte humano. Sé que no lo soy, pero quiero las
mismas cosas que todos los humanos desean. —¿Qué le decía? Me aclaré
la garganta mientras mi mandíbula trabajaba—. De todos modos, algo
pasó entre Dawson y Bethany. No sé qué. Él nunca lo dijo. Se fueron de
excursión un sábado y regresaron más tarde, su ropa rasgada y cubierta
de sangre. Lucían más unidos que nunca. Si Matt y los Thompson no tenían
sospechas antes, las tuvieron entonces. El siguiente fin de semana, Dawson
y Bethany salieron al cine. Nunca regresaron.
Kat cerró los ojos.
—El DOD lo encontró al día siguiente en Moorefield, su cuerpo fue
arrojado como la basura. No tuve oportunidad de despedirme. Se llevaron
el cuerpo antes de que pudiera verlo, debido al riesgo de exposición.
Cuando nosotros morimos o somos heridos, recurrimos a nuestra forma
verdadera.
Su voz era suave cuando habló. —¿Estás seguro de que él… está
muerto, a pesar de que nunca viste el cuerpo?
—Sé lo que le hizo el Arum. Drenó sus habilidades y lo asesinó. Si él
estuviera vivo, encontraría una manera de contactarse con nosotros. Tanto
su cuerpo como el de Bethany fueron retirados antes de que alguien
pudiera verlos. Sus padres nunca sabrán lo que le ocurrió. Y todos sabemos
que él había hecho algo para dejar un rastro en ella, permitiendo que el
Arum lo encontrara. Esa es la única posibilidad. Ellos no pueden sentirnos
aquí. Tuvo que haber hecho algo importante.
—Lo siento —susurró—. Sé que no hay nada que pueda decir. Sólo…
lo siento.
Levantando la barbilla, miré hacia el cielo. El peso de la pérdida de
Dawson era como una bola de cuarenta y cinco kilos de plomo en el
estómago. Dolía. Todavía dolía como si fuera ayer. Aún despertaba
algunas noches y me encontraba en su habitación, deseando tan sólo
poder verlo una vez más.
—Yo… lo extraño —le dije entrecortadamente.
Kat no dijo nada, pero se inclinó, envolviendo sus brazos a mí
alrededor. Me puse rígido por la sorpresa. Ella no pareció darse cuenta,
porque me apretó fuerte, y luego me soltó, alejándose.
La miré, la sorpresa dando una sacudida eléctrica a mi corazón.
¿Después de las cosas que le dije hacía un puñado de minutos, ella hacía
esto? ¿Abrazarme?
Bajó la mirada hacia sus manos. —Yo también extraño a papá. Nada
hace que eso sea más fácil.
La respiración que dejé escapar fue dura. —Dee dijo que estuvo
enfermo, pero no qué estaba mal con él. Lamento tu pérdida. Las
enfermedades no son algo a lo que nosotros estemos acostumbrados.
¿Qué fue?
—Cáncer cerebral. Comenzó sólo con dolores de cabeza, ¿sabes?
Tenía estas horribles migrañas, y entonces comenzó a tener problemas de
visión. Cuando eso sucedió, fue a hacerse pruebas y tenía cáncer. —
Levantó la mirada hacia el cielo, sus cejas juntas—. Parece que sucedió
tan rápido después de eso, pero supongo que, de alguna manera no fue
así. Tuve tiempo con él antes de que…
—¿Antes de qué? —La miré, incapaz de hacer nada más que eso.
Su sonrisa era triste. —Él cambió al final. El tumor afectó las cosas.
Fue… fue duro, ¿sabes? —Sacudiendo la cabeza, bajó la barbilla—. Pero
tengo todos los recuerdos de los buenos momentos, como cuando
trabajamos en el jardín juntos o fuimos a la librería. Cada sábado por la
mañana nos encargábamos del jardín. Y luego, cada domingo por la
tarde y desde que puedo recordar, nos íbamos a la tienda de libros.
Empezaba a ver por qué amaba tanto la jardinería y la lectura. Se
mantenía cerca de su padre. Ambos habíamos sufrido tantas pérdidas. —
Dawson y yo… solíamos ir juntos de excursión todo el tiempo. Dee nunca
ha sido fan de ello.
Sonrió un poco. —Realmente no puedo imaginarla escalando una
montaña.
Me reí ante eso. —Estoy de acuerdo.
Mientras la luz del día se convertía en el anochecer, y las estrellas
empezaban a llenar el cielo, nosotros… sólo hablamos. Le hablé de la
primera vez que Dawson se transformó en otra persona y se quedó
atascado. Ella me habló de cómo sus amistades se vinieron abajo después
de que su padre enfermó. Me pareció interesante que ella tuviera la culpa
de eso. Hablamos hasta que el aire adquirió un toque frío, y era hora de
volver.
Siendo sincero, la verdad era que no quería volver. Disfrutaba de
esto. Kat. Yo. Hablando. Nunca pensé que lo haría, pero lo hice.
Realmente lo hice.
Un silencio cómodo nos rodeaba mientras caminábamos de regreso
a nuestras casas. Había una luz encendida en la sala de estar de la casa
de Kat, así que su voz sonó baja cuando se volvió hacia mí. —¿Que pasará
ahora?
No le respondí.
No tenía idea de lo que sucedería ahora.
***
***
***
Los días se volvieron más cortos, y con cada día que pasaba, la
cálida brisa circulando por el valle se enfriaba. Las hojas se volvieron
brillantes sombras de dorado y rojo antes de caer a la tierra, anunciando la
llegada del otoño.
Para mediados de octubre, el rastro de Kat se había desvanecido
por completo. Sucedió cuatro días después de nuestro viaje a la librería de
segunda mano en la ciudad, e hice lo que me dije que tenía que hacer.
Aparte de verla en clases y cuando fuera que Dee la traía a casa,
me mantuve alejado. Por supuesto, todavía la molestaba cuando tenía la
oportunidad. Porque en verdad había muy pocas cosas que me divertían
tanto como tocarla con mi bolígrafo en trigonometría y ver sus ojos grises
volverse tormentosos.
Comenzaba a preguntarme si en realidad el bolígrafo simbolizaba,
inconscientemente, algo más. Ese “algo más” no me divertía. Oh, no,
hacía algo más.
Sabía que pasaba más tiempo con las chicas de nuestra clase. Sin
embargo, también lo hacía Dee, y mientras me irritaba que mi hermana se
estuviera involucrando más y más con los humanos, no había nada que
pudiera hacer para detenerlo.
La realidad era que, a menos que se mudara a una de las colonias,
siempre estaría rodeada por humanos. Siempre se volvería cercana a uno
de ellos. Diablos, si con Adam no funcionaban, podría terminar…
enamorándose de uno.
Simplemente pensar en eso me hacía querer perforar un agujero a
través de la capa de ozono.
Había otra cosa más que me hacía quererlo.
Simon Cutters.
El idiota súper sensible me empezaba a irritar, y podría haber perdido
la calma solo un poquito cuando comenzó a hablar con Kat en la clase de
trigonometría. Su mochila tomó un viaje al suelo, y siendo el chico bueno
que era, traté de advertirle a Kat acerca de él. Esa conversación no
terminó bien.
Kat me acusó de estar celoso. ¿Yo? ¿De Simon? ¿Estaba loca? No
había manera de que estuviera celoso de ningún humano. Lo que sea. Si
quería ayudar al tipo, probablemente, más votado para dormir con
alguien en el baile a est udiar, entonces era su planificación familiar. No la
mía.
Hasta que Dee me informó entre clases, con un brillo
completamente malvado en la mirada, que Simon le pidió a Kat ir al baile
de bienvenida y ella aceptó. Fuego recubrió el interior de mi boca
mientras mi hermana se alejaba saltando, tan complacida que uno
pensaría que simplemente se ganó un suministro de helado de por vida.
¿Por qué estaría tan feliz por eso? Todos sabían cómo era Simon y nadie, ni
siquiera Kat, podía ser tan ingenua.
Había cosas más importantes en las que enfocarme, como por
ejemplo si habría un nuevo episodio de Invest igadores de Fant asmas esta
semana o no, pero cuando vi a Kat caminando hacia la parte trasera del
estacionamiento después de la escuela, cerca del campo de fútbol y la
pista, no pude dejarlo pasar.
—¡Kat! —Se dio vuelta, entornando los ojos mientras una ráfaga de
aire frío soplaba las largas hebras de cabello negro por su rostro. Me
acerqué despacio, dándome cuenta de que era la primera vez en… en
semanas que nos encontrábamos, en realidad, solos. La correa de su
mochila se hallaba torcida, clavándose en su hombro. Me acerqué y la
arreglé, enderezándola—. Tú sí sabes cómo elegir un lugar para estacionar.
Pasó un momento antes de que respondiera.
—Lo sé.
Caminamos hacia su auto, y mientras arrojaba la mochila en el
asiento trasero, esperé con las manos en los bolsillos y traté de pensar en
una manera agradable, no del modo idiota, de decirle que necesitaba
cambiar de opinión acerca de Simon. El argumento de “¿estás loca?” no
parecía que fuese a ser de mucha ayuda, pero eso era a lo que mi
cerebro seguía llegando.
Cerrando la puerta, me enfrentó.
—¿Está todo bien? ¿No es…?
—No. —Me pasé una mano por el cabello—. Nada relacionado con
algo, eh, cósmico.
—Bien. —Se inclinó contra el auto, las manos apretadas y las llaves
colgaban de entre sus dedos—. Me asustaste por un segundo.
Cuando me giré hacia ella, dejé solo unos pocos centímetros entre
nosotros.
—Escuché que irás al baile con Simon Cutters.
Kat se apartó un mechón del rostro. El viento lo volvió a lanzar.
—Las noticias viajan rápido.
—Sí, así es por aquí. —Agarré el mechón esta vez y lo metí detrás de
su oreja. Mis nudillos rozaron su mejilla, y lo que sentí como electricidad
bailó de su piel a la mía—. Creí que no te gustaba.
—No está mal —dijo, apartando la mirada y centrándose en las
personas en la pista—. Es bastante amable, y me lo pidió.
¿Bastante amable?
—¿Irás con él porque te lo pidió?
Su mirada se agudizó mientras regresaba a la mía. Asintió a medida
que jugueteaba con las llaves.
—Y tú, ¿irás al baile?
No lo había planeado. Cambiar mi postura hizo que mi pierna rozara
su muslo.
—¿Acaso importa?
Apretó los labios.
—No realmente.
—No deberías ir con alguien solo porque te lo pide.
Bajó la mirada a las llaves, y tuve la sensación de que quería
apuñalarme con ellas.
—No veo por qué esto tenga algo que ver contigo.
—Eres la amiga de mi hermana, por lo tanto tiene que ver conmigo.
—Mi razonamiento era una completa mierda.
Y Kat lo sabía, porque se quedó boquiabierta.
—Esa es la cosa más ilógica que he escuchado. —Girándose, se
dirigió a la puerta del conductor, deteniéndose frente al capó—. ¿No
deberías estar más concentrado en lo que Ash hace?
—Ash y yo no estamos juntos.
Sacudiendo la cabeza, comenzó a caminar de nuevo.
—Guarda el aliento, Daemon. No voy a dar marcha atrás solo
porque tienes un problema con eso.
¿Siempre había sido tan malditamente obstinada? Maldije en voz
baja mientras iba detrás de ella.
—No quiero que te metas en ningún problema.
—¿Qué clase de problema? —Abrió la puerta con fuerza.
Atrapándola, arqueé una ceja.
—Conociéndote, ni siquiera puedo imaginarme en cuántos
problemas te puedes meter.
Me miró.
—Oh, sí, porque Simon va a dejar un rastro en mí que atrae a las
vacas asesinas en lugar de a los alienígenas asesinos. Suelta la puerta de
mi auto.
—Eres tan frustrante —espeté. Aunque por aquí había algunas vacas
que probablemente podrían derribarla—. Tiene una reputación, Kat.
Quiero que tengas cuidado.
Por un momento, me miró, y pensé que entendía lo que decía.
—No va a pasar nada, Daemon. Puedo cuidarme sola.
Me equivoqué.
—Bien.
Lo que pasó después solo podía pasarle a alguien como Kat. Solté la
puerta al mismo tiempo que tiraba.
—Kat…
La puerta le atrapó los dedos, y el grito de dolor fue como ser
empapado con agua helada. Brillante sangre roja apareció en su dedo
índice, y los demás eran de un rojo profundo.
—¡Cristo! —chilló—. Eso me dolió.
Mi mano se envolvió alrededor de su palma antes de siquiera darme
cuenta de lo que hacía. Calor destelló desde mi mano a la suya, e inhaló
suavemente.
—¿Daemon? —susurró.
El color rojo se desvaneció de los dedos lastimados. Levanté la
mirada hasta encontrar la suya. Sus pupilas se encontraban dilatadas por
la conmoción, y lo que hacía se asentó… lo que hice.
La sané.
Soltándole la mano, di una pequeña sacudida con la cabeza.
—Mierda…
—¿Dejaste… hay otro rastro en mí? —preguntó, a medida que
limpiaba la sangre de su dedo, revelando la piel completamente sana—.
Mierda.
No podía creer lo que hice.
Kat no estuvo seriamente lastimada. Solo un rasguño y algunos
dedos adoloridos. Habría estado bien. Tragué saliva mientras la
escaneaba. Un brillo blanco apenas perceptible la rodeaba. No sería tan
notable, probablemente ni siquiera para los otros.
—Es débil. No creo que vaya a ser un problema. Apenas puedo
verlo, pero tú podrías…
—¡No! Es débil. Nadie lo verá. Estoy bien. Deja de cuidarme. —Sus
ojos se agrandaron cuando respiró profundamente—. Puedo cuidarme
sola.
Negaciones se formaron en la punta de la lengua, pero… tenía
razón. Kat se hallaba cien por ciento en lo correcto. Me enderecé,
alejándome del auto.
—Tienes razón. Obviamente puedes, mientras no involucre puertas
de autos. Has durado más que cualquier otro humano que supiera acerca
de nosotros.
Kat abrió la boca, pero me di la vuelta, caminando hacia la mitad
del estacionamiento. Rabia hervía dentro de mí, pero no hacia ella. La
primera vez que estoy a su alrededor a solas por un puñado de minutos,
termino sanando una herida menor como un maldito idiota.
Aparentemente, necesitaba trabajar en mi autocontrol.
Mirando a la derecha, me reí secamente cuando vi a Simon en el
campo. Llevaba su casco y corría hacia el centro, donde se reunía un
grupo.
Mis ojos se entrecerraron mientras levantaba el dedo de mi mano
derecha.
El casco voló lejos de su mano, chocando con sus hombreras. Fuera
de guardia, se tropezó hacia un lado y luego cayó sobre una pierna,
mirando el casco caído como si fuera una víbora. Los chicos en el grupo se
rieron. Mis labios se torcieron en una sonrisa irónica.
Sí, en verdad necesitaba trabajar en mi autocontrol.
***
***
***
Kat me preocupaba.
Lo que acababa de presenciar tendría a un hombre adulto sobre sus
rodillas, aterrorizado y en shock. Pero estuvo tranquila mientras llamé a Dee
y luego a Matthew, y permaneció así en el viaje a casa. Cuando la miraba,
vería un temblor hacer su camino a través de ella, pero no enloquecía.
Kat me impactó.
Esta chica humana era fuerte, con un núcleo de acero. Se
encontraba tranquila. No solo eso, definitivamente había salvado mi vida.
Era lo suficientemente hombre para admitirlo. Si no hubiera intervenido
cuando lo hizo, no sé si me hubiera liberado del agarre de Baruck. Le debía
la vida. Podría haber desaparecido en ese camino, y habría dos Arum y no
uno cazando a mi familia, a Kat.
Porque se encontraba iluminada como la luna de nuevo.
Las casas estaban oscuras cuando estacioné en el camino de
entrada. Apagando el motor, miré a Kat mientras abría la puerta del auto.
La luz del techo se encendió, proyectando una luz suave sobre sus pálidas
mejillas. No se movió. —¿Kat?
Parpadeando lentamente, giró la mejilla hacia mí. —¿Si?
Preguntar si se encontraba bien parecía estúpido. Mi mirada cayó a
su mano. Todavía tenía en la mano la hoja de obsidiana. Estiré la mano,
suavemente liberándola de su agarre. Sus ojos se elevaron a los míos. —
Quiero que te quedes esta noche en nuestra casa —dije—. Tienes un rastro
de nuevo, y aunque dudo que el Arum encontrara su camino aquí, prefiero
estar seguro que lamentarlo.
Sus labios se separaron. —Pero si tengo rastro, no es más riesgoso que
esté en la casa contigo, con Dee.
Mi mandíbula se tensó. —Si un Arum te rastrea hasta tu casa,
estamos justo al lado. Es prácticamente lo mismo. Además Dee está con
Matthew y Adam ahora. Andrew está allí también.
—Pero no lo es —razonó en voz baja—. Si…si… viene tras de mí,
entonces al menos tu…
—Te quiero en mi casa —interrumpí, ignorando su lógica—. ¿Está
bien?
Kat me miró fijamente durante un largo momento y luego asintió.
Salió, y la seguí hasta su casa. Una vez la luz del vestíbulo se encendió, me
di cuenta que le faltaba un zapato y sus rodillas eran un rayado y sucio lio.
Toda ella lo era. Abrí la boca para decir algo, cualquier cosa, pero cojeó
al frente, impulsándose escaleras arriba.
Mis ojos se cerraron mientras mi mano se apretó alrededor de la
cubierta de cuero de la obsidiana. Mis hombros se hundieron por la fat iga.
Cuando hablé con Matthew, me preguntó si Kat vio lo que sucedió.
No había manera de que pudiera mentir u ocultar la verdad. Contesté con
un sí.
—Vamos a tener que hablar de esto más tarde —respondió.
Y sabía que ese más tarde llegaría muy rápido.
Al abrir los ojos, vi a Kat aparecer en la parte superior de las
escaleras, llevando un bolso. Todavía llevaba puesto su vestido arruinado,
mi chaqueta engulléndola. Agotamiento se aferró a ella con cada paso, y
caminaba como si estuviera lista para sentarse y tomar una siesta.
Kat me había salvado la vida.
No importa lo que Matthew o los Thompson terminaran pensando o
diciendo, iba a traerla de vuelta. Me tenía.
La encontré a la mitad del camino, tomando el bolso, y luego
después de que cerró, nos dirigimos a mi casa.
—Le dije a mi mamá que me quedaba con Dee —dijo, aclarándose
la garganta—. Llamé cuando estaba arriba.
—Genial —Abrí la puerta principal, y una ráfaga de aire frio nos
recibió. Kat se estremeció —. Lo siento. La mantenemos muy fría en la
noche.
—Lo recuerdo —murmuró, mirando a las escaleras que conducían al
segundo piso. La piel sobre sus pómulos se hallaba demacrada y pálida—.
Está bien.
Una vez estuvimos en la habitación de invitados, Kat gimió cuando
miró dentro del bolso. —Soy tan idiota. He traído ropa normal conmigo.
Nada para dormir. Voy a tener que regresar de nuevo.
—Voy a buscarte algo. Solo dame un segundo. —Fui a la habitación
de Dee y tome un par de pantalones y una camisa vieja, sabiendo que no
le importaría. Cuando volví, Kat se había quitado mi chaqueta y puesto
sobre la cómoda. Sostuvo la parte delantera del vestido unida mientras
colocaba la ropa prestada sobre la cama.
Una vez más, quería decirle algo, pero nada importante me vino a la
mente. Kat recogió las ropas y arrastró los pies hacia el baño en el pasillo.
Fui a mi habitación, tomé una ducha en el cuarto de baño adjunto, y
luego me cambié rápidamente en un par de pantalones de sudadera y
una camiseta. Revisé el teléfono, desplazándome a través de los textos de
Dee y luego de Andrew, que había oído hablar de lo que pasó a través de
Adam. Dee iba a volver a casa, tan pronto como encontraran a Ash.
Matthew se aseguraría de ello.
Me encontré de nuevo en el pasillo, cerca del baño. El agua estaba
apagada, y mientras me quedé allí, me pareció escucharla reír. No era
una risa de felicidad. Mi preocupación aumento aún más.
—¿Estas bien ahí dentro? —dije a la puerta cerrada.
Hubo una pausa y luego. —Sí.
Dudé y luego di la vuelta, entrando a la habitación de invitados. Me
senté en el borde de la cama. Kat probablement e podría necesitar un
poco de espacio en este momento, pero yo… mierda. Levanté la mano,
frotando el centro de mi pecho, donde el Arum me agarró. No quería que
estuviera sola en este momento.
No quería estar solo justo ahora.
Pasados unos minutos, Kat entró, y levanté la mirada. Su cabello se
encontraba húmedo, oscureciendo los hombros de la camisa gris que
encontré. Sombras se habían formado bajo sus ojos, y todavía estaba
demasiado pálida, pero era tan… no era sencilla. Ni promedio. Ni como
alguien que alguna vez haya conocido. Entender eso fue como recibir un
golpe directo de un Arum. No sabía qué hacer con eso.
Kat se detuvo a unos metros de la cama. —¿Estas bien?
Asentí, bajando la mano, algo sorprendido de que me estuviera
preguntando por mi bienestar. —Cada vez que usamos nuestros poderes,
es como… perder una parte de nosotros mismos. Se tarda un poco en
recargar. Una vez que salga el sol, voy a estar bien. —Hice una pausa—.
Siento mucho que tuvieras que pasar por todo esto. No te di las gracias.
Deberías haber corrido, Kat. Ellos te habrían… matado sin pensarlo dos
veces. Pero me salvaste la vida. Gracias.
Su boca se abrió y luego se cerró mientras se frotó los brazos. Parecía
que le llevara un momento responder —¿Te quedarás conmigo esta
noche? —Luego agregó en un apuro—. No voy a lanzarme sobre ti. No
tienes que hacerlo, pero…
—Lo sé —me sentía igual. Solo quería abrazarla, asegurarme de que
los dos estábamos bien. Me levanté, y sentí como si mi estómago cayera a
mis pies—. Déjame revisar la casa de nuevo, y ya vuelvo.
Antes de salir de la habitación, ya se encontraba en la cama, y
cuando miré hacia atrás, tenía las sabanas hasta la barbilla y miraba el
techo. Una pequeña sonrisa tiró de mis labios mientras hacia el trabajo de
revisar las puertas el doble de rápido. Luego cogí el teléfono de mi
habitación. Dee estaría en casa pronto, y si fuera inteligente, simplemente
podría haberle dicho eso a Kat. Sentarme con ella esperar hasta que un
compañero de cama más apropiado apareciera, pero eso no es lo que
hice.
Volví a la habitación de invitados y quedé un poco atascado en la
puerta cuando la vi en la cama de nuevo. Debería estar en mi cama. Tan
pronto como el desastroso pensamiento entró en mi cabeza, lo empujé
hacia atrás, culpando a la noche de drama. Cerrando la puerta detrás de
mí, fui a los grandes ventanales con vistas al patio delantero.
Kat se deslizó al borde de la cama mientras caminaba hacia el otro
lado, y escondí mi sonrisa. Uno pensaría que estábamos compartiendo una
cama pequeña con base en lo lejos que se movió. Me subí a su lado,
dejando el edredón en mi cintura. Mi temperatura era mucho más alta
que la suya.
Ninguno de los dos habló.
Ambos yacíamos allí, lado a lado, mirando al techo. Si alguien
hubiera dicho hace un año que estaría acostado en una cama con una
chica humana así, le habría dicho que dejaran las drogas.
Mordiéndome el labio, giré la cabeza hacia ella. Un puñado de
segundos pasaron antes de que me mirara. Le sonreí.
Kat se rio, y sí, me gustaba ese sonido. —Esto… esto es tan incómodo.
Mi sonrisa se extendió. —Lo es, ¿no?
—Sí —se rio.
Sonaba loco reír después de todo, pero mi risa se unió a la de ella.
Esto era ridículo. Todo. El noventa por ciento del tiempo vivíamos para
molestarnos el uno al otro. Sabía que iba en ambos sentidos, pero le había
salvado la vida en el pasado. Salvó la mía esta noche. Y aquí estábamos,
compartiendo una cama sin ninguna razón real. Al menos por mi parte, la
mierda era graciosa.
Y Kat era… no habían palabras.
Me acerqué, capturando las pequeñas lágrimas que corrían por sus
mejillas. No eran lágrimas de tristeza, Nuestros ojos se encontraron mientras
bajaba la mano. —¿Lo que hiciste allí? Fue un poco increíble —murmuré.
Un lado de sus labios se elevó. —Igualmente. ¿Seguro de que no
estás lesionado?
Sonreí. —No. Estoy bien, gracias a ti —Alejándome, apagué la
lámpara de la mesita de noche a la antigua, la forma humana.
La habitación quedo a oscuras —¿Estoy brillando? —preguntó.
Bueno, dah. Consiguió una dosis en el campo y encendí esa calle
con la Fuent e como un carnaval. —Al igual que un árbol de Navidad.
—¿No solo la estrella?
Giré sobre mi lado, lo suficientemente cerca para que mi mano
rozara su brazo. —No. Eres muy brillante. Es un poco como mirar al sol.
Levantó la mano, y eso fue lindo. —Va a ser difícil para ti dormir,
entonces.
—En realidad, es una especie de consuelo. Me recuerda a mi propia
gente.
—¿Toda la cosa de la obsidiana? —me miró—. Nunca me hablaste
de eso.
—No pensé que fuera a ser necesario. O al menos esperaba que no
lo fuera.
—¿Puede hacerte daño a ti?
—No. Y antes de que preguntes que puede, no tenemos la
costumbre de decirle a los seres humanos lo que nos puede matar —
contesté de manera uniforme—. Ni siquiera el Departamento de Defensa
sabe lo que es mortal para nosotros. Sin embargo, la obsidiana niega los
puntos fuertes de los Arum. Al igual que el cuarzo beta en las rocas lanza
una gran cantidad de la energía fuera, pero con la obsidiana, todo lo que
necesita es un corte y… bueno, ya sabes. Es la cosa de la luz, la forma en
que la obsidiana rompe.
—¿Son todos los cristales perjudiciales para los Arum?
—No, sólo este tipo. Supongo que tiene algo que ver con el
calentamiento y enfriamiento. Matthew me lo explicó una vez.
Honestamente, no estaba prestando atención. Sé que puede matarlos.
Llevamos una cada vez que salimos, por lo general oculta. Dee lleva una
en el bolso.
Se estremeció. —No puedo creer que haya matado a alguien.
—Tú no has matado a alguien. Has matado a un alienígena, un
demonio que te habría matado, sin pensarlo dos v eces. Que me iba a
matar. —Me froté distraídamente el pecho—. Me salvaste la vida, Kitten.
Kat no respondió, y sabía que iba a ser difícil para ella entenderlo.
—Eras como Snowbird —dije después de unos momentos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
Sonreí suavemente. —Podrías haberme dejado allí y correr, como
había dicho. Pero en su lugar regresaste y me ayudaste. No tenías que
hacerlo.
—Yo… yo no podía irme —la siguiente respiración que tomó fue
audible—. No habría sido justo. Y yo nunca habría sido capaz de
perdonarme a mí misma.
—Lo sé. —Ahogué un bostezo—. Duerme un poco, Kitten.
Guardó silencio durante cinco segundos. —¿Pero qué pasa si el
ultimo regresa? —Hice una pausa, dándome cuenta de un nuevo temor—.
Dee está con el Sr. Garrison. Él sabe que yo estaba contigo cuando
atacaron. ¿Qué pasa si él se molesta? ¿Qué pasa si el Departamento de
Defensa…?
—Shh —murmuré, buscando su mano con la mía. Pasé los dedos por
encima de los suyos—-. Él no va a volver, no todavía. Y no voy a dejar que
Matthew te moleste.
—Pero…
—Kat, no lo dejaré. ¿De acuerdo? Te lo prometo. No dejaré que te
pase nada.
Esta vez fue su suave inhalación lo que escuché, y sabía que mi
promesa era osada y un gran problema, pero era una que no rompería
21
Traducido por DianaX & Nika Trece
Corregido por GypsyPochi
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