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El bebé del Jefe de la mafia rusa

Por Bella
Rose

Capítulo uno
La ciudad de Cherporavak inclinó la cabeza
en solemne silencio para honrar la muerte de
Chava Minski. Cientos de personas se habían
reunido entre los muros de la iglesia para
rendirle homenaje, pero no todos lo hacían por
cariño. Aunque era bastante menos violento que
su predecesor, afirmar que era amable sería mentira.
Chava no creía en las segundas oportunidades.
Dominic Minski observó la iglesia con las
manos en los bolsillos. El funeral terminaría pronto
y aún no habíapuesto un pie en el edificio.
Un hombre corpulento y moreno, con el pelo
recogido en una coleta, se acercó a él e
inclinó la cabeza. “Jefe.”
Dominic se tensóal oírle. “Maksim,” dijo con severidad.
Como muchas de las cosas que Dominic había
heredado de su padre, Maksim era frío y anodino.
Pero habíasido leal a su padre y lo sería
también a Dominic. “¿Qué quieres?”
“¿Desea pasar un tiempo a solas con su
padre antes del entierro?”
“No.”
Dominic tenía una gran responsabilidad por delante. Pese
a su pequeño tamaño, la ciudad había
prosperado bajo el dominio de Chava. La tasa
de criminalidad se encontraba en su punto más
bajo, pues Chava protegía bien su territorio. Como
jefe de la mafia, se aseguraba de que las
únicas infracciones cometidas fueran las suyas y
mantenía a raya a sus hombres. No exigía
demasiado a los negocios y proporcionaba protección
cuando era necesario. Los residentes lo temían, pero,
al mismo tiempo, lo respetaban. Todos sabían
la regla de oro. Si te portabas bien con Chava,
Chava se portaba bien contigo.
Cuando encontraron su cuerpo flotando en el
río, el principal sospechoso fue el propio Dominic.
La policía creyó que el hijo habíamatado al
padre para usurpar su liderazgo, pero el dolor mostrado
por Dominic era demasiado real comopara tratarse de
una farsa.Los investigadores lo soltaron y continuaron
con sus pesquisas, pero Dominic ya sabía quién había
matado a su padre.
Lo sabía porque habíaestado allí para verlo.
Maksim seguía con la mirada fija en él. Era
evidente que esperaba sus órdenes.
Sacó las manos de los bolsillos y las unió tras
su espalda mientras observaba a su nuevo
empleado. “A mi padre le gustaba pasear por
el puerto para despejar la mente. Solía decirme que
las corrientes turbulentas le recordaban que,
aunque fuera poderoso, siempre había algo que podía
acabar con todo. Fue humillante y totalmente ridículo.
Es casi imposible protegerse en los muelles, es un
espacio abierto en tres de sus flancos. Un
francotirador pudo haberlo derribado en cualquier
momento.”
“Pero no fue un francotirador, jefe,” dijo Maksim con
el ceño fruncido. “No.” Dominic tomó aliento y vio
comolos asistentes al funeral, llenos de curiosidad,
miraban en su dirección. Su padre fue asesinado
con una pistolade corto alcance por un hombre que
caminaba a lo largo de la costa. El tirador tenía
poca consideración por su vida, y la autopsia
reveló más tarde que el hombre se estaba muriendo
de cáncer. No tenía nada por lo que vivir a
excepción de la gloria de su jefe.
El líder rival Kostya Polanski.
“Debes asegurarte de que los hombres guarden
silencio. Estoy seguro de que la policía
interrogará a todo el mundo, pero quiero algo
más que justicia civil. Quiero sangre. Y quiero
encargarme de este asunto de forma interna.”
No descansaría hasta hacer todo lo posible por
destruir la vida de Kostya, y luego, cuando
pidiera clemencia de rodillas, Dominic acabaría con
él.
La multitud se apartó, y los portadores del
féretro sacaron a su padre.
Al mirar el ataúd, la rabia se apoderó de
sus pensamientos. El sacerdote y el coro siguieron a
su padre con cantos y alabanzas y todos
agacharon la cabeza en señal de respeto. El sol se
reflejaba en las vidrieras cuando sacaron las flores.
Había tantas. Alegres y coloridas, tan distintas
a su padre. Muchos dirían que fue una hermosa
ceremonia, pero Dominic no era capaz de
centrarse en los detalles.
Solo veía a su padre muerto yaceren aquel
ataúd ornamentado.
“La mayoría de esta gente no tiene ni idea de
lo que ocurre en realidad. No saben lo que
hacía mi padre ni lo que tengo que hacer
yo ahora,” murmuró.
Dominic solo tenía treinta y cinco años. Era demasiado
jovenpara tomar el relevo, pero su padre lo
habíainstruido bien. La transición sería fácil. Los hombres
de Chava eran leales a Dominic, al igual que
su territorio. No intentarían oponerse. Dominic ni
siquiera tendría que esperar a que terminara el
papeleo. La ciudad era suya y la gobernaríacon
la misma mano firme que su padre.
Cuando se alejó el coche fúnebre, Dominic se
abrochó la chaqueta y salió del coche.
Antes de que pudiera marcharse, el sacerdote
se acercó y le tendió la mano. “¿Hay algo
que pueda hacer por ti, hijo mío?”
Era un hombre de Dios. No podía hacer nada
por Dominic salvo una cosa.
“Rece por el alma de Kostya Polanski. No le
quedan muchos días en este mundo,” murmuró con
rabia mientras se alejaba del sacerdote para reunirse
con sus hombres.
Una figura familiar salió de un vehículo cercano.
Gavril se apoyó en la puerta observando con
detenimiento a Dominic. “¿Irás a la
recepción?”
Dominic lo oyó, pero un únicopensamiento ocupaba
su mente al observar a la multitud. Se
preguntaba si Polanski tendría agallas de asistir
al funeral.
Su cuerpo se tensóde inmediato. Al otro lado del
aparcamiento, Kostya lo contemplaba, apoyado en su
limusina.
“No,” gruñó Dominic. “Me importa una mierda la
recepción. Reúne a todo el que tenga
información sobre Kostya Polanski. Esta noche
enterraremos a mi padre y mañana terminará
el periodo de luto. Quiero vengarlo.”
Gavril era una de las pocas personas que
podía hablarle librementea Dominic. Era más bajo que
él y tenía un rostro suave y atractivo,
pero tras su apariencia inofensiva se ocultaba un
hombre frío y cruel comoel que más, aunque
más familiarizado con el engaño que con la
sangre.
Al entrar al coche, Gavril frunció el ceño.
“Dominic, sé que estás enfadado, pero no debes
precipitarte. Kotsya dispone del doble de
hombres que tú. Sé que quieres venganza, pero hay
que pensar con cabeza o sufrirás el mismo
destino que tu padre.”
Dominic dio un puñetazo al asiento, con ojos
llenos de rabia. “Me importa una mierda de
cuántos hombres disponga,” rugió. “¡Quiero verle
muerto ya!”
Gavril permaneció en silencio y Dominic
respiró despacio hasta que pudo controlar su enfado.
La rabia no le abandonaría hasta lograr su
objetivo. “Lo siento,” murmuró. “Tienes razón.
Tenemos que actuar con prudencia. No solo quiero
verle muerto, sino que sufra. Quiero someterlo y
verlo temblar de miedo antes de derramar su
sangre.”
“Así se habla,” dijo Gavril con sarcasmo. “Bueno,
al menos estás dispuesto a tomarte las cosas con
más calma. Hemos estado investigando, pero es
casi imposible llegar a Kostya. Casi nunca sale
de casa y está muy bien custodiado. Necesitamos que
un infiltrado nos pase más información.”
Dominic frunció los labios. “¿Crees que alguien
cercano a él lo traicionaría?”
“No, pero creo que alguien cercano a él podría
lograr que saliera sin ni siquiera darse cuenta,”
dijo Gavril con una sonrisa malvada.
Alzando una ceja, Dominic se volvió a mirar
a su amigo. “Explícate.” “Kostya tiene una hija con
la que no se habla. La hemos investigado
y
sabe que su padre es un hombre de negocios
rico, pero se niega a aceptar su dinero. Al parecer
la madre falleció hace tiempo y, cuando la
hija cumplió diecisiete, huyó y juró no regresar. No
sé qué sucedió entre ellos, pero su padre sigue
intentandocomunicarse con ella. Es su única heredera
y la sangre es importante para Kostya.”
Dominic frunció el ceño. “¿Quieres que mate a una
mujer inocente?”
“¡No, joder!” exclamó Gavril. “Si te acercas a
ella, te estarás acercando a Kostya. Es mona, así
que no pierdes nada.”
“No lo entiendo. ¿Por qué he de perder el
tiempo seduciendo a una mujer si no tiene
relación con él? ¿Qué información voy a poder
sacarle?”
Su amigo agitó la cabeza, frustrado. “No me estás
escuchando, Dominic.
Que no tenga relación con él no quiere decir
que su padre no esté cerca de ella.
Cuando se entere de que estás saliendo con su
hija, Kostya se verá en un aprieto.
Te querrá muerto, pero no hará nada para revelar
su verdadera naturaleza a su hija. Será más débil y
tendrás opción de atacar.”
“Perfecto,” susurró Dominic. “Estará tan enfadado por
lo de su hija que cometerá un error. Hará lo
que yo desee. Gavril, ¡eres un genio!”
“Lo sé,” dijo Gavril condescendiente. “He recabado
información sobre la chica.”
Sacó una carpeta de la bolsa a sus pies y se
la tendió a Dominic. Dentro había varias fotos
y el perfil de la hija de Kostya.
“Amaliya Polanski,” murmuró Dominic trazando con un
dedo la foto.
Gavril subestimaba su belleza. Más que ser
mona, la rubia era un bombón. Tenía una tez
blanca perfecta y grandes ojos color chocolate llenos
de inocencia.
Dominic imaginó cómosería recorrer con los dedos
sus largos rizos y besar sus deliciosos labios
rojos. Era esbelta de cintura, pero de caderas
anchas y trasero generoso. Su camisa modesta
dejaba entrever parte de su busto y Dominic se
excitó al pensar en lo que habría debajo.
“Se graduó hace tres años en Literatura Mundial, y
enseña en una universidad de Morava. Tengo la
impresión de que su padre movió algunos hilos para
que consiguiera el empleo, pero no creo que ella
lo sepa. Vive sola en un pequeño apartamento junto
al campus y su vida se limita al trabajo. No
sale a beber ni a bailar. Estaba saliendo
con otro profesor, pero es muy posible que ya no
estén juntos,” explicó Gavril. “Será complicado
hacerme un hueco en su vida si no sale
mucho,” murmuró Dominic.
Gavril asintió. “La estamos vigilando. Si en las
próximas semanas no se presenta la oportunidad,
te sugiero que finjas un encontronazo con ella en
el campus. Tendríamos que inventarnos una
historia sobre ti, pero espero que no haya que
llegar a eso.”
Dominic cerró la carpeta y miró por la ventana.
El plan era bueno. En el fondo sabía que debería
sentirse mal por involucrar a una persona inocente
en su estratagema para derrocar a Kostya, pero
la mujer era de su sangre.
¿Cómo podía ser inocente?
***
Todas las persianas estaban echadas en el
pequeño apartamento de Liya, donde sólo habíauna
lámpara encendida. La luz azul del televisor rebotaba
en la pared tras ella, y aunque habíasubido
el volumen al aparato, no le prestaba atención.
Aunque no hacía frío fuera, estaba envuelta en
mantas.
Había empezado a limpiar hacía una hora, pero se
habíadetenido a mitad de la faena. Aún quedaban
algunos platos sucios en el fregadero y
había ropa recién lavada por meter en la
secadora. La aspiradora seguía enchufada en medio
de la habitación.
De hecho, solo habíaterminado de quitar el
polvo porque no podía dejar de estornudar.
Liya era, por lo general, meticulosa y ordenada, pero
las dos últimas semanas se le habíaido de las
manos.
Sintió rugir su estómago y se dio cuenta que
no habíacomido en todo el día. Apartó las
mantas, se puso de pie y se estiró. Justo
cuando estaba a punto de llegar a la
cocina en busca de comida, oyó que llamaban
a la puerta.
Se quedó mirándola fijamente durante un momento.
¿Y si era Nick?¿Era esperanza lo que sentía
nacer en su interior? ¿Ansiedad? Ni siquiera
lo sabía. No podía confiar en su propio
instinto para saber si quería volver a verlo.
Aunque no podía evitarlo. Seguía trabajando en
el mismo lugar que ella, y tenía que cambiar por
completo su rutina para evitar encontrarse con
él.
Se dirigió sin hacer ruido hacia la puerta
y se puso de puntillas para observar a
través de la mirilla. Con su metro
sesenta de estatura, no llegaba por un pelo.
“Soy yo,” dijo una voz familiar, impaciente. “¡Abre
la maldita puerta, Liya!”
Halina, su mejor amiga, estaba al otro lado,
con los brazos en jarra.
Parecía enfadada. Durante un instante, Liya pensó
en mentirle a su amiga y decirle que estaba
enferma. Pero Halina habíaido hasta allí para regañarla
por ignorar sus llamadas y era lo que Liya
necesitaba.
Preparándose para hacer frente a la energía
de su amiga, abrió la puerta y fingió una
sonrisa. “Estaba a punto de preparar el
almuerzo.”
“Deja de mentir,” dijo Halina entrando como una
exhalación. “¿Por qué no contestas a mis llamadas?
Y no me digas que no has oído el teléfono porque
llevo llamando todo el fin de semana y sé que
has contestado la llamada de Sal.”
“Sal es mi jefe,” dijo Liya en voz queda. Halina
se llevó las manos a las caderasobservándola con
fastidio, y Liya hizo un gesto de derrota. “Lo siento.
Descubrí hace unos días que Nick me engañaba y no
tenía ganas de hablar con nadie este fin de
semana.”
La expresión de su amiga se ensombreció y
frunció el ceño. “¿Ese capullo te estaba poniendo los
cuernos? Lo mataré.”
“Lo sé, por eso no te lo dije. El asesinato es
ilegal y soy demasiado introvertida comopara ir a
visitarte a la cárcel,” dijo Liya con un hilo de
voz.
Cerróla puerta y, al darse la vuelta,
Halina la abrazó.
“Lo siento mucho. No lo sabía,” le susurró
Halina al oído. Por un
momento, Liya dejó que la consolaran. Antes de
conocer a Halina, Liya no tenía a nadie con
quien hablar de sus sentimientos. Su madre
había muerto hace mucho y su padre no se
caracterizaba por su cercanía. Cuando al fin logró
su independencia, el daño ya estaba hecho. Liya
estaba acostumbrada a estar sola.
Cuando empezó a dar clases, Halina y ella
tenían horarios similares y a menudo comían
juntas en la sala de profesores. No podían
ser más diferentes.
Liya era bajita, rubia y de piel clara. Halina era
alta, con piel de chocolate y pelo abundante y
rizado de color azabache. Liya era tranquila y
reservada; Halina, escandalosa. Liya no sabía cómo
habían podido hacerse amigas, pero ya no podía
imaginar la vida sin ella.
“Iba a sorprenderle llevándole el almuerzo el
jueves a su despacho y me loencontré con los
pantalonesbajados y la polla en la boca de una
alumna de posgrado,” murmuró Liya cuando se
separaron.
“Haremos que lo despidan,” dijo Halina al instante.
“Ni siquiera se disculpó. Lo primero que dijo fue
que si se lo contaba a alguien, lo negaría,” dijo
Liya, enfadada al recordarlo. “Además, no quiero ser
la ex loca que hizo que despidieran a su
novio por celos.” “Ex-novio,” le recordó Halina.
Sobresaltada, Liya se dio cuenta de que no
habíallegado a romper con él.
“Me quedé allí comouna idiota mirando. Estaba
tan aturdida,” recordó sonrojándose.
“¿Estás molesta? Sé que no llevabais mucho
tiempo juntos.”
“No lo sé,” admitió Liya. Nick y ella llevaban
saliendo seis meses, pero no le convencía del todo
aquella relación. La única razón por la que
había seguido era porque parecía mimarla y
estaba cansada de que todo el mundo le
preguntara por su soltería.
Volvió a rugirle el estómago. “¿Quieres queso
gratinado? Me muero de hambre y aún no he
podido ir a hacer la compra.”
“Nunca le digo que no al queso gratinado,”
dijo Halina sentándose en la mesa de la
cocina. “¿Qué alumna fue?”
“No la reconocí,” dijo Liya agarrando la sartén. “De
hecho, me enteré de que era alumna porque
a Nick se le escapó.” Dejó la sartén en la
encimera ehizo una mueca de disgusto. “Le dejé que
llenara un cajón con algunas de sus cosas y no es
algo que suela hacer.”
“Quema el resto,” dijo Halina al instante. “O
podemos dejar notasen sus pertenencias y colgarlas
por todo el campus. Eso sería la bomba. Podríamos
poner un cartel en el tablón de corcho
que dijera pertenece al profesor adúltero gilipollas al
que le gusta metérsela a sus alumnas. Si quiere
recuperarlas, ¡tendrá que recogerlas delante de todo
el mundo!”
Liya rio al pensarlo y se sintió mejor al
instante. Nunca habíatenido muchas amigas de
pequeña, y era agradable tener a alguien con
quien compartir sus planes de venganza. “¿Puedo
dejarle un mensaje en el coche con rotulador
permanente?” preguntó con sonrisa perversa.
“Oh, buena idea. La venganza sienta bien.”
Liya untó mantequilla al pan y añadió las
lonchas de queso. Echó los sándwiches a la
sartén e intentó tragarse el dolor que sentía.
Pese a no estar enamorada de Nick, le dolía la
traición.
Pudo sentir a Halina observándola. “Salgamos esta
noche. Nos emborracharemos y lo criticaremos,”
dijo al fin.
“No puedo, tengo que terminar de corregir
algunos trabajos y no podré dar la clase de
mañana con resaca,” dijo Liya suspirando con
tristeza. Una copa sonaba bien. Varias, incluso
mejor.
“Mierda, yo también tengo que corregir
exámenes,” dijo Halina frunciendo el ceño. “Debería
hacerlo.”
Liya alzó una ceja. “Es tu trabajo,” dijo riendo.
“Soy una profesora nefasta. No sé cómono me han
despedido ya,’ dijo Halina encogiéndose de hombros. “Dejo
que mis alumnos me sobornen con vodka.”
“Halina,” dijo Liya divertida. “¿Vodka? Por favor, dime
que al menos es de una marca cara.”
“No, me vendo barata.” Había un brillo travieso
en sus ojos.
“Eso lo sabemos todos.” Liya colocó los
sándwiches en platos y se reunió en la mesa
con su amiga. “Supongo que esto me enseñará a
no volver a salir con nadie de la
universidad.”
“Yo no descartaría a otros compañeros. Hay
algunos que están muy buenos.”
“Pero te has acostado con la mayoría. Tuve suerte
de pillar a Nick antes que tú,” gruñó Liya. “Tenemos
que hacer un pactopara que me dejes al menos al
treinta por ciento de los hombres guapos que
nos crucemos.”
Dio un bocado al queso gratinado y se
sintió mejor al instante. Compañía y comida.
Todo lo que faltaba era terminar de limpiar.
“Solo tienes que ser más rápida,” indicó Halina.
“Eres preciosa, divertida e inteligente, pero demasiado
quisquillosa. Deja de analizarlo todo y sal de una
vez.”
Su amiga no se equivocaba. Liya era cauta por
naturaleza. Confiaba en su lógica para no sufrir,
pero Nick habíasido un error de cálculo. “Dijo que me
amaba,” comentó con desinterés.
Halina se detuvo a medio bocado.
“¿Cuándo?”
“El fin de semana pasado.”
“¿Le respondiste?”
“No.” Liya se echó hacia atrás y frunció los labios.
“Ni le amaba ni estaba dispuesta a decirlo
para calmar su ego. ¿Crees que me engañó por
eso? ¿Porque no le respondí?”
“No,” dijo Halina enseguida. “No seas ridícula. Seguro
que lleva engañándote desde el principio y no
terminabas de implicarte en la relación porque en
el fondo lo sabías. Las mujeres tenemos un
instinto especial para eso.”
“Supongo. El principal motivo era que me aburría.
No hacía más que hablar de sí mismo y, créeme,
no habíamucho que decir.”
Halina soltó una carcajada y Liya sintió un gran
alivio. Su vida amorosa no era muy extensa.
Antes de Nick, solo habíasalido con otros dos
hombres, pero no solía involucrarse en las relaciones.
En eso se parecía mucho a su padre.
Por lo que alcanzaba a recordar, su madre era
demasiado emocional.
Siempre estaba llorando por algo que habíahecho
su padre, pero Kostya era frío e insensible. Liya
nunca lo vio mostrar ningún tipo de emoción.
Al fallecer su madre, estuvo solo el tiempo
justo para asistir al funeral y tuvo la sensación
de que lo hizo solo por las apariencias. Cuando
se marchó al fin, le ordenó que volviera, pero sabía
que era sólo por el qué dirán. Su padre nunca
se preocupó por ella.
Obtuvo un fideicomiso por el seguro de vida
de su madre al cumplir los dieciocho años, y
lo utilizó para pagar la universidad. Desde
que había abandonado a su padre, no había
aceptado ni un céntimo suyo, pero le asustaba la
idea de desdeñar a la única familia que le
quedaba.
Temía ser tan fría e insensible comoél.
Así que trató de salir y relacionarse con otras
personas, pero nunca lo lograba del todo. A veceslo
hacía por el sexo y otras, comoen el caso de
Nick, porque la trataban bien. Pero, ¿por amor?
Liya nunca se habíaenamorado y temía no
enamorarse jamás.
Terminaron de almorzar y Halina le prometió
que saldrían el viernes por la noche.
“Aunque sea un lío de una noche, tienes que
encontrarle un sustituto a Nick. Te sentirás
mucho mejor después,” dijo Halina con una
sonrisa.
Un sustituto. Sonaba bien. Si a Nick le resultaba
tan fácil encontrar mujeres, le enseñaría que podía
conseguir a otro hombre sin esfuerzo.
Capítulo dos
Liya se despidió de su última clase de la
semana y sintió que se le aceleraba el
corazón de la emoción. Hacía mucho tiempo
que no salía, y aún más con intención de ligar. Nick
siempre decía que prefería quedarse en casa, pero tenía
la sensación de que quería evitar que se
encontrara con alguna de sus otras novias.
Era escoria.
“¿Profesora Polanski?”
Liya se sobresaltó. Alzó la vista y vio que una de
sus alumnas no se había marchado aún. “Sari, ¿en qué
puedo ayudarte?” preguntó tratando de ocultar el
fastidio en su voz. La chica iba mal en clase, pero
Liya sabía que se esforzaba.
“No hice demasiado bien el último trabajo y
esperaba que pudiera revisarlo conmigo. Necesito sacar
sobresaliente en el trabajo final para poderaprobar
su asignatura.”
“Tendrías que haber venido antes,” dijo Liya con
desaprobación. “Escribes bien y sé que te esfuerzas,
pero no profundizas lo bastante. En tu trabajo
sobre Tolstoy te limitas a copiar lo que
otros estudiosos han dicho ya. En este tipo de ensayos,
debes defender tu propia hipótesis. Y sería aún
mejor si lo entregaras en plazo.”
“De acuerdo,” dijo Sari avergonzada y sacó un trozo
de papel. “Anoté algunas ideas para el trabajo final.
¿Le importaría echarles un vistazo?”
Como regla general, Liya intentaba no llevarse
trabajo a casa los fines de semana. Seguía un
horario de oficina bastante estricto, pero sabía que
si Sari no empezaba el trabajo ese fin de
semana, se quedaría aún más atrás.
“Está bien. Te escribiré un correo este fin de
semana con mi opinión,” dijo Liya a regañadientes
mientras tomaba el papel. A primera vista, era
evidente que la chica tendía a la
sobrecorrección. Investigar esas ideas le llevaría más
tiempo del que disponía. Aun así, era algo en lo
que podían trabajar.
Se despidió de la alumna, metió las notasen
su bolso y se lo echó al hombro. Estaba a
punto de salir cuando oyó la voz de Sari al
girar la esquina.
“Que tenga un buen fin de semana, profesor
Kavanof.”
Mierda. Nick estaba en el pasillo. Si quería
evitarlo, tendría que esconderse en la clase, pero tenía
demasiado orgullo para hacer algo así. Prefería
mostrar su mejor aspecto, así que se arregló
el pelo, desabrochó un botón más de su camisa
y caminó erguida.
No quería recuperar a Nick, solo que supiera lo
que se perdía.
Al salir del aula, su voz fue comouñas rasgando una
pizarra. Se estremeció al oír que la llamaba y
se preguntó cómohabíapodido encontrarlo atractivo.
“Nick. Qué desagradable sorpresa,” dijo con frialdad.
“¿En qué puedo ayudarte?”
Nick tenía una estatura media, pero era atractivo de
cara, con rasgos suaves y bonitos ojos verdes. Era
fácil adivinar su éxito con las mujeres. Lo
había logrado también con ella.
Enredó un dedo en uno de sus mechones rubios
y le dirigió esa sonrisa que solía acelerarle el
corazón. “Amaliya, esperaba que pudieras dedicarme algo
de tu tiempo esta noche para hablar. Cometí
un error y quiero repararlo. Estoy dispuesto a
arrastrarme.”
Amaliya. Siempre la llamaba por su nombre
completo, algo que odiaba.
“Estoy ocupada esta noche,” dijo tratando de
pasar de largo. Sin mediar palabra, la agarró
del brazo.
“Este fin de semana entonces. Por favor, cariño.
Estoy tan arrepentido.”
Se tensóal sentir que la tocaba y se
apartó. “No sé qué planes tengo este fin de
semana, pero no tenemos nada de lo que hablar.
No voy a creer una sola palabra que salga de tu
boca, y te aseguro que no tengo nada que
decirte.”
Nick se acercó de nuevo, pero se detuvo antes
de tocarla. Sus dedos estaban a escasos
centímetros de la piel desnuda de su brazo.
“Amaliya, por favor. Te amo, y no he venido
a inventarme excusas ni a suplicar tu perdón.
Sé que nunca podré reparar el daño que te
he hecho, pero no descansaré hasta lograrlo. Nunca
he sentido por nadie lo que siento por tiy
me aterroriza. Pero lo que más miedo me provoca
es pensar en la posibilidad de no volver a
tocarte, respirar tu aroma o sentir tus
brazos estrechándome.”
Se acercó y rozó su cabello con los labios.
Liya sintió un escalofrío, pero no de emoción. Iba
a apartarlo asqueada cuando la voz de Halina
resonó en el pasillo.
“¡No te atrevas a tocarla, cerdo asqueroso!”
gritó. Nick se sobresaltó alarmado y Liya no pudo
evitar reírse.
“Esto no tiene nada que ver contigo,” Nick frunció el
ceño.
Halina la agarró del brazo y Liya no pudo
evitar hacer un gesto de desaprobación. Sentía
lástima por Nick. “Tiene que ver conmigo, Nick. Y no
quiero hablar de ello. Me has engañado. Hemos
terminado. Debí dejarlo claro cuando te encontré con
una alumna debajo de la mesa.”
Nick se volvió enseguida para ver si alguien la
habíaescuchado, pero a Liya no le importaba. Giró
sobre sus talones, marchando con Halina por
el pasillo. “Ya he terminado mis clases,” dijo en
tono familiar. “Me voy a casa a cenar antes de
salir esta noche.”
“Qué suerte tienes. Yo tengo una clase más
tarde.” Gruñó Halina. “Le prometí a mi
madre que me acercaría a su casa a recoger
unas cajas. Tendré que saltarme la cena, pero te
recogeré a las nueve.”
“Saluda a tu madre de mi parte.”
Llegaron al final del pasillo y Halina agarró
del brazo a Liya. “Prométeme que no estás
pensando en volver con él, Liya. Sé lo seductor
que puede llegar a ser, pero tienes que ver más
allá de su cara bonita y darte cuenta de su
cabeza hueca.”
Liya se limitó a sonreír. “Lo únicoque he
sentido al verlo es disgusto. Te prometo que no
voy a volver con él. Esta noche nos
emborracharemos un poco, nos divertiremos y
encontraremos a un sustituto para olvidar a Nick.”
“¡Esa es mi chica!” Halina la abrazó. “Si no
llevas ropa escotada y estrecha cuando venga a
recogerte, haré que te cambies, que lo sepas.”
“Escotada y estrecha,” dijo Liya asintiendo.“Vale. No
tortures mucho a tus alumnos esta noche. Tienen
que estar allí también.”
“Sí, pero no tengo elección con mi horario. Si
no se hubieran apuntado a mi clase, ninguno de
nosotros estaría en esta situación. Así que los
torturaré a placer, se lo merecen,” dijo Halina
en tono amenazador y Liya agitó la cabeza.
Se separaron y Liya silbó de vuelta a su
coche. El sol aún brillaba, pero comenzaba a
ocultarse tras el horizonte. Podía dejar a un lado
la timidez y dar la bienvenida a la noche
y todo lo que ofrecía.
Cuando Halina vino a recogerla, Liya llevaba
puesto el únicovestido bonito que tenía.Tal comole
habíaordenado su amiga, se ajustaba a su figura
comouna segunda piel, dejando parte de sus muslos
y escote al descubierto. El verde esmeralda
oscuro del tejido contrastaba con sus largos rizos
rubios.
Su amiga silbó y Liya tiró del vestido hacia
abajo. “Es todo lo que tengo.
¿Crees que podrías prestarme algo?”
Halina soltó un bufido. “Te llegaría a las
rodillas. Además, estás impresionante así. Todos los
hombres de la discoteca querrán hacerse contigo.”
Liya se sonrojó. “No los necesito a todos, solo
a uno. Un sustituto,
¿recuerdas?”
“Sí, pero está bien poder elegir.” Halina meneó
las caderas mientras daba una vuelta. “¿Qué te
parece esta maravilla? La compré ayer para esta
noche.”
Liya observó la tela roja en la que Halina
habíalogrado embutirse. “Estás muy sexy, pero no sé
cómopuedes respirar.”
“Esta noche no hace falta respirar,” dijo Halina con
una sonrisa. “Nuestras únicas prioridades son
beber, bailar y pasarlo bien. Así que deja de
tirarte del vestido y trata de relajarte. Hace
mucho que no salimos juntas. Ha sido una gran
suerte que Nick haya demostrado lo imbécil que es.”
Riendo, Liya agitó la cabeza. “Esta noche vamos
a divertirnos,” admitió.
“Sí. Y ahora, deja que te refresque la memoria.
Si un tío te molesta, solo tienes que decirme que
la bebida está amarga y nos largaremos de
allí. Si no estás segura, dime que la bebida está
demasiado dulce. Si quieres irte a casa con un tío,
dime que la bebida está buena.”
“¿Te he dichoalguna vez que usar el argumentode
un cuento de hadas infantil en este contexto es
raro? ¿Podemos usar otra cosa que no sea Ricitos de
Oro?”
“Nada de dramas esta noche,” dijo Halina con
un gesto de desaprobación.
“Atente a las reglas y no tendremos que
preocuparnos de lidiar con tíos agresivos. ¿Qué vamos
a hacer esta noche?”
Liya se puso firme y levantó la barbilla. “Beber,
bailar y divertirnos.” “Encontrar a un sustituto,”
le recordó Halina con ojos brillantes.
“Encontrar a un sustituto.”
***
Dominic estaba sentado en el comedor y
observaba la silla vacía que solía

ocupar su padre. Como nuevo jefe de la


organización, debíaocupar aquel asiento, pero no era
capaz de hacerlo. Todavía podía sentir el
espíritu de su padre allí sentado. Dominic aún no
se habíaganado ese sitio.
No habíatocado la comida de su plato, ni
siquiera la habíamirado. No podía dejar de pensar
en Kostya Polanski. La ira y la rabia hervían
en su interior cuando barrió la mesa con la
mano. La comida voló por los aires y el plato
se hizo añicos en el suelo.
Su enfado desapareció al instante y se dejó
caer en su asiento. Un miembro del personal entró
apresuradamente a limpiar el desastre, pero
Dominic le hizo una señal con la mano para que
se marchara. No quería que nadie limpiara por él.
Al inclinarse para recoger los fragmentos, sonó su
móvil. "Minsky," gruñó al responder.
“Dominic. Soy Gavril. Vístete. Vamos a salir esta
noche.”
Entornó los ojos, esforzándose por no colgarle a
su amigo. “No me apetece nada salir,” murmuró.
“Puede que a ti no, pero a Amaliya Polanski,
sí. Su amiga y ella se han puestode punta
en blanco.”
Dominic se puso de pie inmediatamente. Según
le habíadichoGavril, no tendría otra oportunidad como
aquella para seducir a la hija de su enemigo.
“Tráeme una limusina. Tengo que
impresionarla esta noche.” “Tú no vas por
ahí en limusina,” dijo Gavril con sorna.
“Esta noche sí. ¿Me visto elegante?”
“A juzgar por su aspecto, su intención es
bailar y volver a casa acompañadas. Irán a
alguna discoteca. Te recojo en quince minutos.”
Gavril colgó y Dominic frunció el ceño.
Gavril era su amigo desde hacía mucho y
el únicoque no trabajaba directamente para su
padre, por lo que tampoco estaba a sus
órdenes.
Era estafador por cuenta propia, y se le daba
muy bien su trabajo. Dominicno confiaría en ninguna
otra persona para acompañarle esa noche y eso
implicaba que Gavril podía tomar las riendas.
Estuvo listo en diez minutos y esperaba
impaciente a las puertas de la mansión cuando
llegó la limusina. Dominic no se molestó en
esperar a que el conductor le abriera la puerta.
Se metió en el vehículo, volviéndose hacia Gavril.
“Están en el Club Six, a solo diez minutos, así
que no tenemos mucho tiempo. Recuerda bien todo lo
que voy a decirte, ¿vale?” dijo Gavril conciso.
“Vale.”
“No hay razón para creer que sospeche de ti, pero
nunca se sabe lo que pudo enseñarle su padre.
Un buen estafador deja que la víctima se acerque por
sí misma, así que cuando la veas, haz contacto
visual, pero espera a que se acerque por sí
sola. No seas impaciente ni agresivo. Por suerte,
tendrás poca competencia,” dijo Gavril con ironía.
“Qué aburrimiento,” murmuró Dominic.
“Céntrate,” le recordó Gavril. “La mayoría de las
profesoras se sienten
atraídas por la inteligencia, así que intenta
impresionarla con tus conocimientos.
Habrá mucho ruido en la discoteca, así que no
podrá hacerte muchas preguntas.
Tócala a menudo para impresionarla, pero solo en
zonas seguras como brazos, hombros o espalda.
Tocarle las manos podría resultar demasiado
íntimo, así que debes estar pendiente de sus
reacciones. Si la incomodas, debes retirarte. Las
mujeres desconfían de su primera impresión si te
corriges rápido. Ha salido a pasarlo bien, así
que asegúrate de que así sea. Invítala a una copa,
pero solo a una. Si cree que tratas de
emborracharla, huirá. Espera a que te pida
bailar.”
Dominic hizo movimientos circulares con los hombros,
tratando de prestar atención. Prefería apuntarle con una
pistola en la cabeza a alguien. Seducir mujeres
era sencillo, pero, en este caso, habíamás en juego.
Debía cautivar a una mujer de la que sabía
muy poco.
“¿Me sigues?” preguntó Gavril. Dominic asintió. “Muy
bien, porque aún no hemos terminado. Si no
parece interesada en ti o se aparta, dale
espacio, pero no te vayas muy lejos. Debe parecer
que no la acosas, pero tienes que quedarte cerca
para que pueda verte cuando piense en ti. Busca
una oportunidad, comoun hombre que la esté
molestando. Si bebe mucho, quédate cerca por si
se tambalea.
Debes estar atento, pero actúa solo si pasa el
tiempo y ves que ella no hace nada.
Usa tu buen juicio.”
“De acuerdo,’ dijo Dominic pragmático. “¿Algo
más?”
“Si te invita a su casa, lee sus acciones en
el trayecto de vuelta. Si no está segura,
ofrécete a dejarla en casa. Si está borracha, haz
comosi tú también lo
estuvieras. Si cree que te has aprovechado de ella,
jamás pasarás de la primera noche.”
Dominic asintió, observando la cola de gente
a las puertas de la discoteca. “Ya hemos
llegado. ¿Qué más?”
“Más vale que la conquistes esta noche, Dominic,” dijo
Gavril con una sonrisa. “Aunque sé que no hace
falta que te lo diga.”
“Como empieces a darme consejos de cama,
se acabó nuestra amistad,” gruñó Dominic. “¿Qué
vas a hacer tú?”
“Ten a mano el móvil. Estaré observando
y te enviaré mensajes con consejos si veo que
necesitas ayuda. Pero espero que no haga falta,
porque mi intención es buscar una mujer
guapa.”
Dominic lo observó con fastidio. “¿Tienes pensado
ligar esta noche? Así no vas a centrarte en lo
importante.”
Gavril le dio unas palmadas en la espalda. “No
te preocupes. Esta noche todos quedaremos
satisfechos. Podemos entrar, ¿no?”
Dominic entornó los ojos y sacó su móvil. “Soy
Minski. Quiero que mi nombreesté en la lista esta
noche. Llegaré en unos minutos,” gruñó.
“Está bien conocer gente en las altas esferas,” dijo
Gavril con una sonrisa.
“Si trabajaras solo para mí, pertenecerías a las altas
esferas.”
“¿Trabajar para la mafia? No, gracias. Además,
podría haber entrado por mí mismo, pero te
has adelantado.” Señaló hacia la puerta. “¿Te
arrepientes ya antes de entrar? ¡Vamos!”
“¿Quieres relajarte?” dijo Dominic dirigiéndole una
mirada de desprecio a su amigo. “No soy un
estafador ni persigo mujeres. Dame un minuto.”
Tomó aliento y trató de guardar en su
memoria los consejos de Gavril. Al fin, abrió la
puerta.
La música retumbaba desde el interior de la
discoteca y Dominic trató de relajar la tensión en
sus hombros mientras pasaban la cola. Algunas
mujeres intentaron llamar su atención, pero las
ignoró. Al pasar, vio a una preciosa rubia vestida
de verde. Se quedó helado al darse
cuenta de que se trataba de Amaliya.
Estuvo a punto de volverse cuando Gavril
le dio un leve empujón. “Deja que se acerque ella,”
susurró en voz baja. “Tienes que ser paciente.”
Molesto, Dominic siguió adelante hasta llegar al
portero. Tras darle su nombre, les hizo señas para
que pasaran. Al entrar, Gavril le señaló un
hueco en la barra.
“Quédate ahí,” le gritó al oído por encima del ruido
de la música. “Serás lo primero que vea cuando
entre. No te muevas de ese sitio. Voy a
echar un vistazo. No pierdas de vista el móvil
para poder enviarte mensajes.”
Abriéndose paso entre la multitud, Dominic se
acercó al sitio en la barra que Gavril le
habíaindicado. Pero antes de llegar, alguien lo
ocupó.
Dominic no se lo pensó un segundo y
agarró al hombre del brazo. “Aparta,” susurró
áspero.
Por suerte, el hombre no se lo pensó, pero
le dirigió una mirada cargada de odio a Dominic.
“Whisky,” le ordenó al barman. Cuando le
trajeron su bebida, se dio la vuelta, apoyándose
en la barra.
Desde aquelsitio privilegiado, podía observar la
puerta. Diez minutos más tarde, entraron las
mujeres.
Tal comole habíarecomendado su amigo,
permaneció en silencio, observándola.
Y resultó ser un auténtico placer.

Capítulo tres
Liya hizo una mueca al entrar en la discoteca.
Estaba abarrotada de gente y la música
sonaba tan fuerte que temió que le sangraran
los oídos. “¿Estás segura?” le gritó a Halina.
“¿Qué?” le respondió su amiga alzando la voz.
Liya hizo un gesto de derrota, agitando la cabeza.
Era imposible mantener una conversación tan cerca del
altavoz. Agarró a Halina del brazo y la llevó
hasta el bar. Si iban a pasarlo bien, necesitaba una
copa antes.
Dominic llamó su atención mientras bajaba las
escaleras. Apoyado en la barra, hizo girar su vaso y
le devolvió la mirada.
Tuvo la certeza de que era perfecto pese a las
luces parpadeantes. Medía más del metro ochenta y
su pelo oscuro y rizado le llegaba a la
nuca. Sus ojos eran una mezcla de azul y verde
e iba sin afeitar. Parecía oscuro y peligroso.
Prometía diversión.
Y a juzgar por su aspecto, ganaba mucho
más dinero que ella. Pasó por su lado con mirada
incierta y siguió caminando hasta encontrar dos
huecos en la barrapara Halina y para ella. Miró
nerviosa a su alrededor, tirando delvestido hacia
abajo.
“Te estaba mirando, estoy segura,” le gritó Halina
al oído. “¿Por qué has pasado de largo?”
Al parecer, no era la única que se habíadado
cuenta. “Es demasiado atractivo,” respondió Liya. “Hoy
busco un blanco más fácil.”
“Tú eres el blanco fácil. Ve a saludar y a
por una copa.”
“Necesito una copa antes de saludarle.” De hecho,
puede que necesitara tres o cuatro para armarse
de valor e ir a hablar con aquelhombre.
“Venga. Cuanto antes consigas un hombre, antes te
irás. Y sé que te mueres por irte.”
Era cierto. Le dirigió a su amiga una
mirada de reprobación al bajar del taburete y
armarse de valor. Era guapa, se lo habían
dichotoda la vida y no solía costarle trabajo llamar
la atención de los hombres. Su problema era que
perdían interés cuando se daba cuenta de que
trataban de ligar con ella.
“Llevas un vestido muy provocativo, estás
impresionante,” se susurró a sí misma mientras
avanzaba por el bar. El hombre de antes volvió
a fijar sus ojos en ella sin apartar la mirada.
Aquello hizo que aumentara la confianza en sí
misma, pero antes de que pudiera llegar hasta él,
sintió unas manos en su cintura.
“Hola, guapa. ¿Quieres una copa?”
Sobresaltada, Liya alzó la vista. No era feo de cara,
pero los efectos del alcohol eran visibles en su
rostro. Estaba a punto de darle un empujón
cuando pensó en Halina. Su amiga se
enfadaría si ignoraba a una presa tan fácil.
“Será un placer,” dijo intentando dirigirle una sonrisa
cautivadora. Se volvió para mirar el lugar donde
hace un momento estaba sentado aquel hombre tan
atractivo. Se habíamarchado.
Bueno, al menos un pez habíapicado el
anzuelo.
“¿Qué bebes?” le gritó el hombre. La mano
que agarraba su cintura descendió hasta su trasero
y Liya trató de no sentir escalofríos.
“Vodka con piña,” dijo haciendo lo posible por
no apartarse. Era atractivo y estaba dispuesto, pero
habíaalgo en él que le repelía. Pero ya había
dichoque sí y no quería parecer maleducada.
Para su sorpresa, el hombre apartó a dos
hombres de la barrapara pedir su bebida. Un tipo
le dio un puñetazo, y cuando quisodarse
cuenta, los tres se estaban peleando. Paralizada,
observó la escena con horror hasta que el trío
se dirigió hacia ella. Antes de que pudieran
golpearla, alguien la agarró del brazo y la
apartó de allí.
“¡Ah!,” gritó mientras caía, pero en lugar de golpear
el suelo, aterrizó contra un cuerpo cálido y
firme. Al mirar hacia arriba, se topó con los
bellos ojos del hombre de la barra. “Gracias.”
Se interpuso entre ella y los hombres que se
peleaban y se limitó a levantar la mano y
moverla. En cuestión de minutos, aparecieron tres
porteros y se llevaron a los hombres que
peleaban.
“¿Te encuentras bien?” preguntó volviendo su
atención hacia ella.
“Sí, gracias. Me preguntó si quería una copa. No
pensé que empezaría una pelea por eso,” dijo intentando
bajarse el vestido discretamente. Con todo el jaleo,
se le habíasubido varios centímetros.
“¿No llegaste a tomar esa copa entonces?”
“No.”
“Qué lástima,” dijo con una sonrisa tímida.
Esperó a que le invitara a una, pero se
limitó a alzar una ceja.
Mordiéndose el labio, rio entre dientes. “Bueno, voy
a por la copa. ¿Quieres una?”
Su sonrisa se amplió aún más. No podía creer
que fuera tan atractivo. “Si me ofreces una copa
hieres mi orgullo, pero es la primera vez que
me invita una mujer, así que acepto. Soy Dominic,
y esta noche bebo whisky.”
“Liya,” dijo riendo. “A ver si puedo traer las
copas sin empezar una pelea.” Se acercó a la
barraabriéndose camino. El camarero estaba justo
delante de ella. Liya parpadeó sorprendida. Los
camareros nunca estaban tan atentos cuando habíatanta
gente.
“Vodka con piña para mí y un whisky para el
caballero,” dijo mientras buscaba la tarjeta de
crédito en el liguero.
El barman hizo un gesto negativo con la cabeza.
“Al señor Minski y a su cita los invita
la casa,” dijo el barman sirviéndole las
bebidas.
Liya ladeóla cabeza y observó las copas.
¿Quién era ese hombre? Al volver con las bebidas
se lo encontró sentado en una de las mesas
del bar.
“Tu orgullo está intacto,” dijo colocando las bebidas
en la mesa. “No he tenido que pagarlas, señor
Minski.”
Vio una sombra en sus ojos y pensó que
habíaalgo oscuro en ellos, pero desapareció enseguida.
“Soy un buen amigo del dueño,” dijo Dominic
llevándose el whisky a los labios.
“Ojalá te hubiera conocido antes de entrar, me
habría ahorrado la media hora de cola.” Dio un
sorbo a su bebida y estuvo a punto
de atragantarse con tanto azúcar. Por lo general,
prefería un vaso de whisky, pero Halina le dijo que
era mejor tomar bebidas más femeninas en la
primera cita. Al parecer a los hombres no les
gustaba que las mujeres toleraran el alcohol mejor
que ellos.
No le gustaba la piña, pero intentó disimularlo.
La observó detenidamente.
“¿No te gusta?” preguntó al fin.
Una risa incómoda escapó de sus labios y soltó
el vaso. “Está bueno. Es que no suelo tomar
bebidas con sabor a fruta. En realidad, no suelo
venir a lugares comoeste. Soy una persona bastante
tranquila. Bueno, no soy tranquila, pero prefiero
lugares tranquilos. Soy profesora. No es que los
profesores no podamos ser escandalosos y divertidos.
Mi mejor amiga es profesora y está loca.”
Consciente de que divagaba, Liya cerró la boca de golpe
y tomó su vaso.
Antes de que Dominic pudiera decir nada, vació el
contenido y lo dejó sobre la mesa.
“Tal vez debería ir a por otra copa.”
Antes de que pudiera escapar, la agarró del
brazo. Liya se sintió reconfortada por su tacto.“Si
no te gustan los lugares ruidosos, ¿qué haces
aquí?”
Volvió despacio a su asiento. Sonrió y le
tendió su whisky. Liya se mojó los labios y
asintió. “He venido a soltarme un poco. Si me
bebo tu whisky,
¿qué vas
a
beber
tú?”
"Yo bebo gratis,” dijo inclinándose hacia adelante. Puso
las manos sobre la mesa y ella contuvo el
impulso de extender la mano y tocarlo. En
su lugar, apuró el vaso de whisky. Hizo una
mueca a medida que el líquido le quemaba
la garganta y tosió.
"No me va el whisky escocés," jadeó.
Dominic acercó su silla a la de ella. “Te
invitaría a otro, pero me da la sensación de que
no eres la clase de mujer que se toma tres
copas en diez minutos.”
“¿Estás diciendo que soy débil?” le respondió con
una sonrisa. “Puedo, pero no lo haré.”
“¿Qué te gusta beber? Es para saberlo en el
futuro” preguntó con voz ronca.
“¿Qué te hace pensar que habrá futuro?” dijo.
Estaba orgullosa de sí misma. Liya no solía ser dada
a los flirteos.
“Soy optimista,” respondió Dominic. “Y estoy seguro de
que, en algún momento de la noche, querrás otra
copa y me gustaría que la disfrutaras.”
“Así que, ¿al hablar de futuro te refieres a
dentro de una hora?” preguntó Liya riendo. Se
sentía más cómoda ahora y se apoyó en
el respaldo de su asiento, cruzando las piernas. Él
siguió el movimiento con la mirada, provocando
que un escalofrío recorriera su columna.
“¿Quieres hacer algo más en la próxima hora
aparte de charlar conmigo?” “Eso depende.”
“¿De qué?”
Se acarició la pierna desnuda. “De si vas a
sacarme o no a bailar.”
***
Dominic echó la silla hacia atrás y se puso de pie.
Tendió la mano expectante, sin pedirle bailar.
Todo marchaba mucho mejor de lo que había
esperado y no le sorprendió que aceptara su
mano y se levantara.

“No me lo has pedido,” dijo al atraerla hacia sí.


“¿Tengo que hacerlo?”
“Soy una chica elegante y tengo mis expectativas.”
Dominic no pudo evitar reírse. Era distinta a
lo que habíaesperado. Pese a lo que ponía en
la carpeta, creyó que se toparía con una
juerguista. Los Polanski eran una familia acaudalada,
pero el vestido que llevaba no era en absoluto
de marca, por no mencionar que se la veía muy
incómoda con él puesto. Al ver cómotiraba de
la tela hacia abajo, se la imaginó en camiseta
y vaqueros.
O solo con camiseta. Aunque era bajita, tenía las
piernas bastante largas y no podía apartar la
vista.
“Liya,¿quieres bailar conmigo?” Tuvo cuidado de usar
el apodo que le había mencionado. En su
archivo no ponía que usara otro nombre.
“Será un placer,” murmuró. De pronto, comenzó a
tambalearse y él la sujetó.
“¿Estás bien?”
Liya alzó la vista y sonrió débilmente. “Creo
que ha sido mala idea beber whisky.”
La atrajo hacia sí y maldijo para sus adentros.
No le servía de nada borracha. “Venga. Hagamos
una pausa antes de ir a la pista de baile.”
Abriendo camino entre la multitud, la condujo a
la zona VIP en la terraza.
Desde las escaleras, pudo ver a Gavril haciendo
un gesto de aprobación en su dirección. También
divisó a la amiga de Liya aproximándose hacia
donde estaban. Se le cayó el alma a los pies.
Podía evitar con facilidad que su amiga
entrara en la zona VIP, pero así no se ganaría
la confianza de Liya.
“Dejadla pasar,” gruñó Dominic desde las
escaleras. Condujo a Liya hasta la terraza y
esperó a que su amiga los alcanzara.
“¿La has drogado?” preguntó enfadada al acercarse.
“¿Liya? ¿Estás bien?”
Liya sonrió. “Halina, la bebida estaba buena.”
Dominic frunció el ceño. “Vale, no sé de lo
que habla, pero juro que no la he drogado. Solo se
ha tomado un vodka y un whisky más
rápido de la cuenta.”
Halina lo ignoró. “¿Estás segura?”
“Sí. Vuelve a lo que estabas haciendo,” respondió
Liya.
Halina se irguió, le echó un vistazo a
Dominic y sonrió. “Muy guapo.
Diviértete.”
Dominic observó alejarse a su amiga. “Espero
que sea un código y no creas de verdad que
tienes una copa en la mano.”
Abriólos ojos de par en par, sorprendida. Levantó
la mano en el aire,
frunciendo el ceño. “¿No la ves?” preguntó despacio. No
pudo seguir la broma mucho más y sonrió
divertida. “Lo siento. Me miras comosi estuviera
loca. Es un código. Si hubiera dichoque la
bebida está amarga, Halina me habría rescatado
porque está acostumbrada a sitios comoeste y es
bastante sobreprotectora.”
“Nunca se está del todo a salvo en estos sitios.
¿Te encuentras mejor?”
“Sí. Creo que ha sido la mezcla de alcohol y
gente. Por lo general, aguanto mucho más.”
La acarició. No sentía su piel fría y húmeda,
ni mucho menos. Era cálida y suave al
tacto.Dejó vagar su mano durante un momento.
Ella se dio cuenta y sonrió. “¿Te gusta hacerte
el héroe?”

“Lo siento,” murmuró, pero no apartó la mano.


“Podemos pasar aquí el resto de la noche si
quieres.”
“¿Toda la noche?” preguntó alzando una ceja.
Asintió con timidez y apartó la mano,
apoyándose en el respaldo de su asiento. “Lo
siento, no era mi intención insinuar nada.”
“Oh, no,” dijo, agarrándolo del brazo. “No era mi
intención hacerte sentir mal. Se me da muy mal
flirtear.”
“¿Flirtear? ¿Es eso lo que estamos haciendo?” preguntó
observando la mano que agarraba su brazo. Tal
comoesperaba, no se apartó. Liya era más atrevida
de lo que parecía.
Estaba empezando a divertirse.
“Liya,¿qué quieres hacer ahora?”
“Voy a aceptar tu oferta de bailar, pero hay
algo que debo saber antes.”
“No se me da mal bailar si eso es lo que
vas a preguntarme.”
Esta vez fue ella la que acercó la silla, pasando
una mano por su camisa.
“Me reservo el derecho a rechazar la oferta
de la mesa, pero me gustaría saber si quieres
llevarme esta noche a casa.”
Sorprendido, la agarró del brazo. “Es muy
atrevido.”
“Lo sé. He venido a divertirme un poco. Si no
es lo que tienes planeado, me gustaría saberlo
ya.”
Tomó aire y Dominic supo que se habíaarmado
de valor para preguntarle algo así. Sospechaba que
el whisky y el vodka habían tenido algo
que ver.
“¿Sabes qué? Si pasas el resto de la noche
sin beber, y aun así quieres que vaya a tu
casa, estaré encantado. Siempre y cuando no
empieces a mostrar tendencias psicópatas,” dijo riendo.
“Trato hecho.” Se puso de pie y le tendió
la mano. “Haz que me lo pase bien, Dominic.”
Dicho y hecho. La agarró de la mano
y Liya prácticamente lo arrastró escaleras abajo.
En cuanto llegaron a la pista de baile, se pegó
a él como una segunda piel. Normalmente se
controlaba, pero al sentirla deslizarse contra su
cuerpo, tuvo que apretar los dientes y
contenerse para no abrazarla y besarla.
Se acercó más, la rodeó por la cintura y
se perdió en la música. Hacía mucho que no
bailaba con una mujer hermosa. En medio de
la multitud bañada
en sudor, olvidó por un momento que el
padre de Liya habíamatado al suyo.
Olvidó que su padre estaba muerto.
Liya se dio la vuelta y enlazó los brazos
alrededor de su cuello. “Eres todo un caballero en
la pista de baile,” le susurró al oído.
Dominic se humedeciólos labios y deslizó las
manos desde su cintura a la parte superior
de su espalda. “Te equivocas de dirección,” murmuró
ella.
“Créeme, es lo correcto. Si voy hacia abajo,
podríamos terminar haciendo algo inapropiado antes
incluso de salir de la discoteca.”
“Te dije que me hicieras pasarlo bien.” Rió
cuando él le dio la vuelta.
“Creí que mentías cuando dijiste que se te daba
bien bailar.”
“Yo no miento,” afirmó. No le habíadichoninguna
mentira y si jugaba bien sus cartas, no
tendría por qué hacerlo.
Excepto mentir por omisión.
“¿Qué más cosas se te dan bien?” le preguntó
mientras se apartaba coquetamente.
“Eres muy descarada.” Soltó una carcajada y se
acercó hacia ella.
La música sonaba a todo volumen y fluía a
través de su sangre. Cuando la atrajo hacia sí,
Liya acercó los labios a los suyos y no
pudo contenerse más.
Se detuvo, inclinándose para saborearla. La
música se desvaneció y abrió la boca para
recibirlo. Su lengua se aventuró en su interior
y su cuerpo reaccionó de forma violenta al
sentirla.
Su polla se endureció y la atrajo más cerca.
Acarició sus rizos rubios
mientras exploraba su boca, cumpliendo su primer
deseo antes de soltarla.
“Mierda,” murmuró ella.
“Pues sí,” dijo apoyando la frente en la suya.
“¿Qué quieres hacer ahora?”
Su pecho subía y bajaba al ritmo de su
respiración agitada. Vio la lucha que se libraba
en su mente. Quería irse, era obvio. Él
quería que se marcharan, pero comohabíadichoGavril,
la decisión debíaser de ella.
“Quiero bailar.”
Dominic no se sentía decepcionado, pues aún la
tenía entre sus brazos.

Capítulo cuatro
Dominic vio cómose tiraba del vestido, nerviosa.
Le sorprendió que Liya estuviera de acuerdo en
llevarlo a su casa. Había estado coqueteando
con él toda la noche, aunque lo habíamantenido
a una distancia prudencial, pero en la pista de baile
habíaestado ardiente y sensual en sus brazos.
Ahora debíadarse cuenta de lo corto que era
en realidad su vestido. Tenía las manos en el
regazo y jugueteabacon los dedos, nerviosa. A
Dominic le pareció entrañable.
Presionó el botón que levantaba el panel que
los separaba del conductor.
Liya se quedó con la boca abierta. “Qué
sofisticado,” dijo con voz aguda. Se aclaró la
garganta, sonrojándose.
“Pareces nerviosa,” dijo agarrándole las manos.
“Pensé que te sentirías más a gustocon un poco
de intimidad.”
Liya rio, seca. “No, creo que la intimidad es el
problema. Estoy segura de que piensas que la
mujer con la que bailaste en la discoteca no
se sentiría cohibida, pero no suelo hacer este tipo
de cosas.”
“¿El qué?,” Murmuró con voz ronca mientras
acariciaba con el pulgar la piel desnuda de su
muslo. Liya se sobresaltó y gimió.
“Llevar extraños a casa conmigo,” susurró. Pudo
sentir su cuerpo en tensión mientras trazaba
formas en su muslo. Dominic supo desde el
momento
en que vio su foto que la deseaba, pero no era
nada en comparación con lo que sentía ahora.
El aroma de su perfume a lavanda lo
volvía loco. Los leves jadeos que escapaban de sus
labios lo ponían a cien. El sabor de sus
labios aún permanecía en él, y trató de
controlarse.
Si iba demasiado rápido, huiría y perdería su
oportunidad.
“Liya,no voy a hacer nada que no quieras,” dijo
deteniendo sus caricias.
“Si sólo quieres que te lleve a casa, ni siquiera
te pediré que me dejes entrar. No quiero que
te sientas obligada a hacer algo que no
quieras.”
Por un momento, no dijo nada. Se limitó a
mirarlo con ojos profundos, y aunque estaban llenos
de lujuria, temió haber perdido la
oportunidad. Le había ofrecido una salida y la
iba a aceptar.
De repente, liberó la mano, tomó la suya y
la llevó entre sus piernas.
Dominic jadeó al sentir el calor que irradiaba su
sexo. Se contuvo para no subirle el vestido y
penetrarla con los dedos.
“Necesito un sustituto,” murmuró mientras rodeaba su
cuello con una mano y lo acercaba para darle un
beso. A medida que sus labios se rozaban, se
abrió para él, arqueándose con sus caricias. Con un
gemido, rodeó con una mano su muslo desnudo
y comenzó a acariciarlo de arriba a abajo,
deteniéndose antes de llegar demasiado lejos. Con cada
caricia, exploraba más profundo su boca con la
lengua, saboreándola.
El coche se movía con tanta fluidez que
olvidó dónde estaban. Sin darse cuenta, tiró de
ella hasta apoyarla contra la puerta y se puso
encima. Liya dejó escapar un gemido al abrir las
piernas, y él la besó con más intensidad.
De repente, el coche frenó, y Dominic tuvo
que agarrarse para evitar que cayeran los dos al
suelo. Al levantar la vista, vio que estaban en
un semáforo.
Con una sonrisa, se apartó despacio y la
ayudó a incorporarse. Antes de que pudiera
enderezarse, la sentóa horcajadas en su regazo.
“No sé a qué te refieres con sustituto, pero
espero que signifique que vas a invitarme a entrar,”
dijo con voz ahogada mientras jugaba con el
dobladillo de su vestido. Si se lo levantaba un
poco más, podría verle las bragas.
Ella se contoneó de forma sugerente sobre su
erección, y sintió la tensión crecer dentro de
él. “Tal vez,” dijo burlona. “O tal vez me limite
a ver cómo te retuerces de placer.”
Dominic la agarró de las caderas. “Esa eres tú,”
señaló mientras la obligaba a pararel movimiento
de sus caderas. No conseguiría bajarla del coche
si seguía así, y tenía que lograr entrar en
su apartamento.
En su cama.
De lo contrario, se limitaría a verlo como una
aventura de una noche, y nunca sería capaz de
seguir adelante con su plan.
Por desgracia, Liya parecía tener otras cosas en mente.
Mordiéndose el labio inferior, abrió las piernas sólo
un poco, y Dominic vislumbró algo de encaje
negro. Cerró los ojos de inmediato, sacudiendo
la cabeza. “Creo que eres el diablo,” murmuró
mientras trataba de borrar esa imagen de su
mente.
“¿Qué pasa?,” Preguntó con voz coqueta. “¿No
quieres tocarme?” “No tienes ni idea de
cuánto,” exhaló.
“Entonces hazlo.” Le agarró la mano, y
aunque seguía con los ojos cerrados, dejó que la
guiara hacia su cuerpo. Su piel era cálida y
sedosa y respondía a sus caricias. Cuanto más
movía la mano, más aumentaba el calor.
Acarició el encaje con los dedos y Liya
gimió de placer, apartando su mano.
Dominic abrió los ojos y se inclinó en busca
de otro beso húmedo y ardiente. “Lo siento,” susurró
al romper el contacto. “No era mi intención
asustarte.”
Liya rio temblorosa e hizo un gesto negativo con
la cabeza. “No me has asustado. Es sólo que no
esperaba reaccionar con tanta intensidad a tus caricias.”
Permaneció con las manos en alto, observándola.
“¿Quieres parar?”
Pasándose una mano por los rizos, lo contempló
durante un minuto antes de apartarse despacio de
su regazo. "Creo que es suficiente por ahora.”
Dijo ella, y Dominic apretó los dientes.
Habían ido demasiado lejos y la habíaasustado.
“Además, llegaremosa mi casa en unos minutos, y
quiero dejar lo bueno para cuando estemos en
un lugar más privado.”
Su ansiedad disminuyó de inmediato, y le sonrió.
“Lo bueno, ¿eh?”
Liya se sonrojó y apartó la vista. Mientras
miraba por la ventana, Dominic no pudo evitar
tomarla de la mano. Sabía que estaba excitada,
pero esa noche era demasiado importante como
para que las cosas fueran mal. Era evidente que
estaba insegura de sí misma, y temía que
si se rompía el contacto físico, aunque fuera un
segundo, ella cambiaría de opinión.
Liya no se volvió para mirarlo, pero tampoco
apartó la mano.
***
Cuando el coche se detuvo en su
aparcamiento, Liya casi rio ante lo absurdo de la
situación. La última vez que una limusina había
aparcado en su complejo de apartamentos, era su
padre tratando de controlar su vida de nuevo,
hace tres años.
Ahora estaba a punto de meter en su
casa a un extraño, y sabía sin lugar a dudas que
sería una noche que nunca olvidaría. Nunca se
habíasentido tan excitada en su vida.
“Es aquí,” dijo una voz de repente, y Liya se
sobresaltó.
Con una sonrisa, Dominic apretó el botón del
intercomunicador en el techo. “Gracias. Llamaré a
mi chófer habitual para que venga a recogerme.
No hace falta que espere.”
“Qué sofisticado.” Al darse cuenta de que ya
habíadichoeso antes, Liya se calló. Pensaría que era
la mujer más tonta del mundo si no
encontraba algo más interesante que decir.
Sus estados de ánimo se sucedían uno tras otro.
Cuando la tocaba, se sentía increíblemente sexy, y
dejaba que saliera a relucir su lado más
sensual, pero cuando se trataba de interactuar
con él de una manera no sexual, la lengua se
le hacía un nudo.
Mejor seguir con el papelde seductora para que
no pensara que era una completa idiota.
Su rollo de una noche abrió la puerta y salió.
Al seguirlo, extendió la mano para agarrar la suya
abierta. El aire de la noche era frío y se
estremeció, aunque sospechaba que tenía más que
ver con los nervios que con otra cosa.
“Puedo irme si quieres,” dijo con una atractiva
sonrisa.
Antes de perder el valor, cerró la puerta
y tomó su mano. Sin mediar palabra, se lo llevó
por las escaleras a su apartamento y metió
la llave en la cerradura. “Estoy segura de que estás
acostumbrado a lugares mucho mejores,”
dijo mientras encendía las luces. “Soy profesora, así
que esto es lo mejor a lo que puedo aspirar.”
“¿Qué te hace pensar que estoy acostumbrado a
lugares mejores?”
“Fuiste en limusina a la discoteca,” señaló antes
de darse cuenta de que le estaba tomando el
pelo. Se llevó las manos a las caderas. “No es
muy educado por tu parte burlarte de mí.”
“Sólo intento romper el hielo,” dijo atrayéndola
hacia sí. “Pero estás muy sexy cuando te enfadas.”
Liya echó la cabeza hacia atrás, y Dominic
cubrió su boca con la suya.
Desde que la habíaprobado, lo únicoque hacía era
pensar en el siguiente beso.
Cada vez que la tocaba, sentía que perdía el
control.
El corazón le latía con fuerza en el pecho
mientras jugaba con los botones de su camisa. Era
comosi alguien la controlara mientras desabrochaba
descaradamente un botón y seguía con el
siguiente. Temblando, abrió al fin la
camisa y presionó las palmas de sus manos
contra su abdomen.
Su cuerpo era todo piel cálida y tersos
músculos.
“Dios,” murmuró apartándose un poco para mirarlo.
Lo devoró con los ojos. Su cuerpo estaba
perfectamente esculpido y duro comouna roca. Teníaun
tatuaje de un lobo a un lado y varias
letras en otro idioma al otro. Consciente de que
la estaba mirando, Liya extendió la mano y
recorrió los tatuajes con sus dedos.
“¿Ves algo que te guste?,” preguntó en voz baja.
Lo miró y no pudo evitar sonreír. “No puedes
ser real. En serio.Mujeres como yo no se llevan
a casa a hombres comotú. Sólo existes en las
revistas y en mis sueños.” A medida que las
palabras salían a trompicones de su boca, cerró los
ojos y apartó las manos. Le hubiera gustado
hacer un comentario más elaborado.

“Háblame de esos sueños,” dijo con voz sensual. Liya


se estremeció cuando le dio la vuelta y se
apretó contra ella. A partir de ahí, sus
manos vagaron por la fina tela de su vestido.
“Es una conversación demasiado íntima como para
tenerla con alguien a quien acabo de conocer,”
dijo con voz temblorosa al sentir la áspera
yema de su pulgar acariciándole el escote.
“Ese es el encanto de compartir detalles íntimos
con un extraño. Puedo hacer que todastus fantasías
se hagan realidad y no tienes que
preocuparte de
volver a verme.” Los labios de Dominic le
hacían cosquillas en la oreja, y Liya gimió,
dejando caer su cabeza sobre su hombro.
“Sólo esta noche,” dijo con un suspiro.
Dominic apretó los labios contra su garganta
y ella se derritió. Ni siquiera se habíadesnudado
todavía y, sin embargo, él ya conocía los
puntos más sensibles de su cuerpo.
Tal vez fuera sólo un sueño. No le importaba.
Nunca habíaquerido algo con tanta intensidad en su
vida y no estaba dispuesta a contenerse.
“Sólo estamos él y yo,” murmuró mientras él
jugaba con los tirantes de su vestido. Todo lo que
tenía que hacer era deslizarlos por sus hombros para
que el vestido cayera al suelo. “Estoy
desnuda en sus brazos, y él besa cada centímetro
de mi piel.”
“¿Cada centímetro?” Le dió un beso húmedo en
el hombro y le bajó una tiranta. “¿Y en qué
partes te gusta más?”
La atmósfera se volvió pesada a su alrededor,
y a Liya le costó trabajo subir el brazo hasta
su cabeza. Le pasó una mano por el pelo,
tomando la suya y guiándola por su cuerpo.
“Aquí,” murmuró y presionó con el dedo el
hueco de su garganta.
Respirando hondo, llevó su mano hasta la
curva de su pecho y la mantuvo allí.
“Aquí.”
Él no se apartó, y Liya se sintió aún más
audaz al llevar su mano más abajo. “Aquí,”
murmuró, llevando los dedos a su ombligo. A
partir de ahí le
soltó la mano y trató de darse la vuelta
en sus brazos. Liya estaba desesperada por otro beso
suyo, pero no la dejaba moverse.
La mantuvo donde estaba y le subióel
dobladillo del vestido. “¿Y aquí?,”
preguntó con pasión presionando su sexo caliente.
Inmediatamente sintió que el placer la
atravesaba, y no pudo evitar agitar sus
caderas contra él.
“Sí,” gimió.
Él trazó círculos con el dedo en la parte externa
de su clítoris. “¿Por qué te saltaste esta parte?,”
le susurró con dureza al oído.
Se sentía completamente a su merced, no
podía evitar apretarse contra él y esperar a
que le diera lo que deseaba. “Lo siento,” jadeó.
“Lo siento. Por favor.”
Dominic apartó la mano y arrancó la otra
tiranta de su hombro. El vestido cayó al suelo.
Liya intentó girarse para mirarlo, pero él continuó
hasta que la tuvo contra la pared. “No has
respondido a la pregunta,” murmuró mientras
deslizaba las manos por su espalda desnuda.
Liya tembló y apretó su frente contra la
pared. “No lo mencioné porque me daba vergüenza,”
dijo al fina. Lo oyó moverse detrás de ella y
de repente sintió sus labios en mitad de su
espalda.
“La próxima vez que te haga una pregunta, no te
calles lo importante," dijo en voz baja.
“¿Entendido?”
“Sí,” dijo y jadeó mientras trataba de recuperar el
aliento. Una risa se ahogó en su garganta. Era
extraño, todo lo que quería era complacerlo. No
sabía absolutamente nada de él, pero cuando la
tocaba, quería darle todo lo que deseara.
“Bien.” Le agarró las nalgas, y no pudo
evitar apretarse más contra él. Las masajeó y
acarició con los dedos, y al sentir sus
manos cada vez más cerca, se abrió de piernas y
contuvo la respiración. Todo su ser pedía a
gritos la liberación.
Solía ser demasiado tímida como para tener a un
hombre de rodillas tras ella, pero con él, perdía
toda vergüenza.
De hecho, quería más.
“Date la vuelta,” exigió con voz seca. Ella obedeció
sin vacilar. Vestida sólo con unas bragas negras
de encaje y un sujetador sin tirantes del mismo
color, apretó la espalda contra la pared
y lo observó fijamente. “Quítate el sujetador.”
Sin decir una palabra, desabrochó los ganchos y
el sujetador cayó al suelo.
Aún de rodillas, se echó hacia atrás y la miró.
“Creo que eres la mujer más hermosa que he
visto desnuda,” susurró.
Y así era comola hacía sentir solo con su
mirada. Aún así, después de su experiencia con Nick,
una cara bonita y algunos elogios no la
conquistarían.
Aunque, para ser justos, Nick no tenía ni punto
de comparación con Dominic.
“Apuesto a que le dices lo mismo a todaslas
mujeres guapas,” murmuró con descaro.

Se dibujó una sonrisa en su rostro al


introducir las manos en sus bragas.
Muy despacio, se las fue bajando por las
piernas. Le pareció que transcurrían horas
hasta que finalmente se las quitó.
“Perfecto,” dijo mientras contemplaba su sexo. Antes
de que pudiera responder, se incorporó y presionó
su boca contra su coño. Sorprendida, Liya le
agarró la cabeza y se quedó sin aliento.
Él no dejó escapar la oportunidad y, apoyando una
de sus piernas en su hombro, la penetró con
la lengua.
“Dominic,” gritó, arqueándose contra él. La devoró
sin reservas. La tensión se disparó en su interior,
y se esforzó por mantenerse en pie. “No
puedo,” murmuró. “Dominic, me voy a caer. Por
favor.” No tenía fuerzas para apartarse y él no
se detuvo.
Sacó su lengua al fin y al pasarla por
encima de su clítoris hinchado, chupó con fuerza
y Liya se deshizo. El clímax la inundó y
tiró de él antes de golpearse la cabeza contra
la pared. El orgasmo tomó control de su cuerpo.
De repente, la abandonaron las fuerzas y se
deslizó pared abajo.
“Vaya,” dijo él con una sonrisa, atrapándola con
facilidad. “Te tengo.”
Cuando se enderezó, la tomó en sus brazos, y
ella se sujetó a sus hombros.
“Dominic,” le susurró al oído mientras la llevaba
por el apartamento. “Ha sido...
por Dios... no creo que pueda hacerte nada
parecido.”
“Liya,creo que no tienes ni idea de lo dulce
que eres,” dijo con una sonrisa. Como el
apartamento era pequeño no tuvo problemas en
encontrar su dormitorio. La bajó despacio,
contemplando cómose hundía en el colchón. “No
vayas a pensar que ya hemos terminado.”
Su cuerpo cobró vida una vez más y vibró de
placer al verle quitarse los
pantalones. Cuando su erección quedó libre, la
observó con ojos como platos.
Sólo con verla ya estaba húmeda de nuevo. Su
cuerpo ardía de deseo cuando se reunió con ella
en la cama. “Me ha vuelto la energía de
repente,” dijo rodeando con la mano su erección.
Gimiendo, Dominic se movió lentamente en su
palma antes de retirarle la mano. “Se te ha
quitado la timidez.”
Ella lo empujó hasta que lo tuvo debajo. “Dijiste
que no fuera tímida, y no lo seré cuando te
tengo a mi merced." Con un suspiro de
placer, se inclinó y le lamió el pecho.
“Me alegro de que estés contenta,” jadeó mientras
deslizaba los dedos entre sus cabellos. “Hebras de
sol.”
Ella rio. “¿Sol? ¿En serio?” Él tiró con cuidado
y Liya alzó la vista. “Lo siento. Es la primera vez
que comparan mi pelo con rayos de sol. Me gusta.
Ahora deja de interrumpirme, tengo una misión
que cumplir.”
“¿Qué misión?” Su voz era una mezcla de
deseo con pinceladas de peligro.
“Besar cada centímetro.”
Él se rió y Liya dejó que cambiara de postura.
Cuando se colocó sobre ella, trató de fruncir el
ceño.
“Creo haberte dichoque no me interrumpieras.”
“Se suponía que yo era quien iba a besar
cada centímetrode tu cuerpo”, dijo mientras se
inclinaba para saborearla. El beso se volvió más
urgente y Liya
no tuvo más que añadir. Le rodeó la cintura
con las piernas, moviéndose contra él.
Dominic terminó de besarla y se apoyó en
los codos, observándola.
“Dejémonos de juegos. Te necesito. Ahora.”
Un profundo gemido escapó de su garganta
mientras empujaba su miembro contra su entrada
y la penetraba. Clavándolelas uñas en la espalda, Liya
arqueó las caderas y trató de que llegara más
adentro. Algo que no podía explicar la consumía
por dentro y estaba desesperada por sentirlo
hasta el fondo.
Hubo una lucha silenciosa entre ellos, y Liya trató de
hacerse con el control. Lo quería duro y rápido,
pero él parecía decidido a ir lento y suave.
“Dominic,” rogó mientras trataba de agarrarlo.
“No,” gimió mientras le sujetaba los brazos tras
la cabeza. “Tienes que dejarme hacerlo.”
“Pues hazlo,” gimió, apretando los dientes. “No
soy frágil, Dominic.
Fóllame.”
No necesitó más. Le soltó las manos y
subiéndolelas piernas, se la clavó.
Lo sintió en toda su longitud, deslizándose a
su punto más sensible. Arqueóla espalda y gritó.
“Más. Dios, dame más.”
Gotasde sudor cubrieorn su frente mientras
comenzaba a moverse más rápido y fuerte.
Pronto, solo pudo aguantar mientras le hacía cosas a
su cuerpo que nunca habíasoñado. Se la metió
y sacó una y otra vez hasta perder el aliento.
Jadeando y gimiendo, trató desesperadamente de
ahogar el grito que crecía en su garganta. Todo su
cuerpo se sacudió, y no pudo más. Perdió el
control, gritó y dejó que la invadiera un tremendo
orgasmo.
Perdida en su propio placer, apenas lo oyó
rugir su nombre. Al fin, tras lo que parecieron
horas, se dejó caer sobre ella.
Inmediatamente cambió de postura, rodando en la
cama hasta que ella quedó encima. Liya ni siquiera
podía levantar la cabeza para mirarlo. Sólo
podía concentrarse en recuperar el aliento.
Dominic la rodeó con sus brazos, y por un
momento, se sintió feliz y segura. Era lo que
habíabuscado con tanto ahinco con Nick, y ahora
lo había encontrado con un extraño.
“Sólo una noche”, susurró antes de quedarse dormida.

Capítulo cinco
Liya despertó con el peor caso de sequedad bucal que
habíatenido nunca.
Con el ceño fruncido, se estiró en la cama.
Le dolió todo el cuerpo al darse la vuelta. Se
acordó de la noche anterior.
Sus besos. Sus caricias. Había perdido la
cuenta de cuántos orgasmos había tenido.
Y ahora estaba sola. Obligándose a levantarse,
miró a su alrededor.
“¿Dominic?” preguntó alarmada. La única respuesta fue
el silencio. Se había marchado.
Se pasó una mano por los rizos enredados,suspiró
y se dejó caer en la cama. La noche anterior
habíasido increíble, pero ahora se sentía fatal. Salió
de la cama a rastras y le echó un vistazo
a la mesita de noche.
Había un vaso de agua y un bote de aspirinas
junto a una nota. Se acercó y tomó el papel.
Dijiste que sólo una noche. Es probable que
haya pasado mucho desdetu última resaca. Mucha
agua, una aspirina y un buen desayuno siempre
ayudan. Dominic.
“Perfecto. Sexy. Un amante increíble. Y es atento.
Es una lástima que no le dijera que se quedara,”
murmuró mientras tiraba la nota. Abrió el bote
de aspirinas, se echó dos a la boca y se
bebió el vaso de agua. Cambió de opinión,
se agachó y tomó la nota de nuevo,
sintiéndose comouna tonta sentimental al volverla
a colocar en la mesita de noche, donde
él la había dejado.

“¡Liya! ¡Amaliya! ¡Abrala puerta ahora mismo!”


Si Halina seguía gritando iba a despertar a
todo el bloque de apartamentos.
Tomó una camiseta y unas bragas y se fue
vistiendo mientras atravesaba el apartamento. “Paraya,”
se quejó mientras abría la puerta. “Es comosi
tuviera una taladradora en la cabeza. ¿Podrías
bajar la voz?”
“Estaría mucho más tranquila si contestaras el
maldito teléfono. Me alegro de que te agenciaras al
hombre más sexy de la discoteca, pero después de
la cuarta llamada sin respuesta ¡pensé que
estabas muerta!” Entró comouna exhalación en el
apartamento y miró por todos los rincones.
“Halina. ¿Qué estás haciendo?”
“Estoy mirando para ver si sigue aquí escondido con
una pistola.”
Liya se llevó las manos a las caderas. “Se ha
ido, y estoy bien. Sólo me había quedado dormida.
Tengo una resaca brutal. Me dejó una dulce nota
antes de marcharse de mi habitación esta mañana.”
“¿Qué te hace pensar que no la dejó en
mitad de la noche?”
Liya pensó en la última vez que Dominic la
despertó y se sonrojó.
“Créeme. Seguía aquí en plena noche.”
“Estoy celosa. Después de la medianoche sólo
quedaban las sobras en el club. En realidad,
habíaun tipo que me intrigaba, pero tenía sus miras
puestas en
otra persona. Me fui sola a casa, por eso estaba
molesta contigo. Pero ya que yo no ligué, quiero
escuchar todos los detalles de lo tuyo.”
“Morbosa. Necesito desayunar primero,” murmuró Liya. “Juro
que te mataré si vuelves a beberte toda la leche
de mi frigorífico.” Arrastró los pies hasta la
cocina y abrió la nevera, feliz al ver que aún
quedaba leche.
Halina rio. “Tienes una buena marca en la
parte de atrás de tu muslo.”
Liya tiró de su camiseta y miró a su amiga.
“Estás celosa. ¿Quieres cereales? ¿O huevos?”
“Cereales. Es demasiado temprano para tomar huevos,”
murmuró.
“Cuéntame, ¿Cómo se llamael bombón?"
“Dominic. Al parecer es muy amigo del dueño
de la discoteca. Me trajo a casa en limusina.
Pensaría que es pijo rico por pasearse por ahí con
una limusina, pero no lo es en absoluto.”
“Pero bien que te metió la pija.”
“¡Halina!,” dijo Liya entre risas. “¿Qué tal si prometo
salir contigo esta noche y conseguirte un ligue?
¿Dejarás de ser desagradable conmigo?”
“Sí,” dijo Halina feliz. “No te molestaré más. Mientras
tanto, quiero que me des detalles. ¿Era bueno?
¿Bueno de verdad? ¿Bueno, bueno, del todo?”
“El mejor con el que he estado,” dijo Liya
vertiendo los cereales. Tomó un par de cucharas
y se unió a Halina en el sofá. “Me dejó una
nota en la mesita de noche con un vaso de agua
y una aspirina. Según su nota, se marchó porque
sabía que yo quería un rollo de una noche. ¿Qué
te parece?”
Halina se encogió de hombros. “Creo que
fuiste como un sueño hecho realidad para él. Sabía
que sólo querías una noche, y así podía
dejarte algo para que lo recordaras sin ninguna
repercusión. Se habría marchado de todasformas.
La gente no va a las discotecas en busca
de relaciones, cariño.”
Liya hizo un gesto de derrota. “Probablemente tengas
razón. Conseguí un sustituto, y ahora que sé
lo que me estaba perdiendo, no me tienta en
absoluto volver con Nick. Ese capullo puede
acostarse con todaslas alumnas que quiera porque
hemos terminado.”
“Esa es la actitud,” dijo Halina asintiendo.“Estos
cereales no me convencen, ¿Tienes helado?”
“Te pierden los dulces, ¿eh?” dijo con una sonrisa
mientras se levantaba para llevarle a su amiga
una tarrina de helado del congelador. “Fue muy
atento, pero al mismo tiempo, controlador. No
era un control negativo, sino sexy.”
“¿Y tú llevaste la voz cantante en algún
momento?” preguntó Halina con una sonrisa
maliciosa.
Liya se sonrojó. “No, pero pensé en ello. Soy
demasiado tímida para pedirlo. Supongo que eso
significa que no me va ese papel.”
“Tonterías. Sólo tienes que explorar un poco más con
alguien de confianza. Prueba a unos cuantos
sustitutos más y podrás empezar a buscar a la
persona con la que explorar estas facetas.”
¿Más sustitutos? Liya no creía que pudiera soportar otra
noche como la anterior.
A menos que fuera con Dominic.
Apartó ese pensamiento de su mente, le
tendió a Halina el helado y siguió
escarbando en sus cereales. “Tengo que
deshacerme de este dolor de cabeza para poder
echarle un vistazo a las ideas para un trabajo
de una de mis alumnas. Pero saldremos esta noche
para que puedas ligar con alguien. ¿Trato hecho?”
“Parece un buen plan.”
***
Dominic llegó a su casa al amanecer. Estaba
agotado, pero no pensó en ello. No habíatiempo
para dormir. Al entrar en su despacho se
encontró a Gavril tirado en el sofá de piel.
Tenía la boca abierta y roncaba ruidosamente.

“Por qué no te pones un poco más cómodo,”


gruñó Dominic. Gavril volvió en sí y sacó una
pistola. Dominic no se alteró al mirar el
cañón de acero. “No sabía que supieras usar un
arma.”
“No deberías sorprender así a la gente,”
murmuró su amigo mientras se guardaba el
arma. “Y la llevo encima sólo por gente como
tú. ¿Cómo fue la noche? Ya veo que has vuelto.”
Dominic rodeó el escritorio, dando golpecitos con
el dedo sobre la madera. “Todo salió como estaba
previsto,” murmuró. La verdad es que había ido
incluso mejor. Amaliya estuvo más que dispuesta
a llevarlo a su casa, y la pasión entre ellos
era más fuerte de lo que hubiera podido
imaginar. “Buscaba a alguien con quien
distraerse.”
Gavril frunció el ceño cuando se incorporó y
se frotó la cara. “¿Buscaba
un rollo de una noche? Eso complica un poco las
cosas. ¿Estás seguro de que se alegrará de
volver a verte?”
“Por favor,” gruñó Dominic. “Las mujeres siempre
se alegran de volver a verme.”
“No te lo creas tanto,” dijo su amigo arrugando
la nariz. “Das grima. Muy bien, si no me
necesitas más, me marcho. Tengo cosas que hacer.”
“¿Esas cosas que tienes que hacer tienen algo
que ver con trabajar para mis enemigos?” preguntó
Dominic con cierto interés.
Gavril le sonrió. “Ya sabes que mi trabajo
es confidencial. Si necesitas contratarme para algo,
házmelo saber.”
Dominic despidió a su amigo con la mano
y Gavril se marchó en silencio.
A solas en su estudio, se apoyó en el
respaldo de la silla y cerró los ojos durante un
momento. Le vinieron a la mente recuerdos de
la pasada noche, y su cuerpo se agitó al
pensar en sus dedos recorriendo su piel
desnuda.
Una cosa era cierta. Se alegraría de volver a
verla.
Cuando comenzó a quedarse dormido, escuchó que
llamaban a la puerta.
“Adelante,”murmuró. Maksim asomó la cabeza y
frunció el ceño.
“¿Vengo en mal momento?” preguntó con voz
profunda. Dominic se incorporó al notar la tensión.
“¿Qué sucede?,” preguntó mientras se pasaba las
manos por la cara. “En realidad, antes de entrar
en detalles, ¿me puedes decir qué haces aquí? Es
muy temprano.”
“Traté de llamarle,” dijo Maksim a modo de
disculpa. “Pero tenía el teléfono apagado.”
Con el ceño fruncido, Dominic sacó su teléfono y
lo comprobó. Debió habérsele apagado en algún
momento durante la noche. Arrojándolo sobre los
cojines del sofá, se encogió de hombros. “Lo
siento. ¿Cuál es el problema?”
“Pillé a un par de tipos hablando de sus opciones
si las cosas no salen bien con usted.”
“¿Qué demonios significa eso?” Gruñó Dominic. “¿Si
no salen bien?”
“No soy yo, jefe. Y no quiero ni decirlo,” dijo
Maksim nervioso.
“Dilo ya.”
El hombre respiró hondo. “Dicen que puede
que no sea capaz de seguir los pasos de su
padre. Quieren ver venganza por su muerte y
que demuestre su liderazgo.”
“Estoy en ello,” espetó Dominic. “Kostya Polanski
no es el tipo de hombre al que te acercas sin
más y le disparas. Además, esta situación merece
más que eso. No sólo lo quiero muerto. Quiero
que sufra. Para ello hacen falta paciencia y
planificación, y eso es lo que me diferencia de
mi padre. Así que la próxima vez que oigas a
alguien hablando de la situación, diles que el
próximo que opine que no soy lo suficientemente
bueno para este trabajo acabará con una bala en
la cabeza.”
En vez de aparentar nerviosismo, Maksim sonrió
despacio. “Sí, señor,” dijo con una inclinación de
cabeza. Era obvio que aprobaba su plan. “¿Le
importaría decirme qué tal va el plan?”
“Mi objetivo es seducir a la hija. Aunque no
tiene relación con él, es su única heredera. La
utilizaré para acercarme a él, y una vez que lo
tenga, no me limitaré a matarlo. Lo torturaré
lentamente. Le susurraré al oído cómo hago gemir
a su hija, y sólo cuando haya terminado de jugar
con él, acabaré con su vida.”
“Joder,” dijo Maksim en voz baja. “Eso sí que es
un plan.”
“Y no se lo contarás a nadie más. No
puedo dejar que su padre se entere antes de
completarlo. Así que cuando escuches alguna
conversación más de discordia entre mis hombres, diles
que mi plan es mucho mejor que un simple
asesinato,” dijo con tono amenazador. “¿Hay algo más
de lo que quieras hablar?”
Maksim asintió. “Sí, aunque no estoy seguro aún.
Creo que alguien podría estar trapicheando en el
club.”
“¿Y?” Dominic frunció el ceño. Tenía a varios
camellos en nómina, y el club era prácticamente
su base.
“No es uno de los suyos.”
Dominic hizo una mueca y golpeó los dedos
distraídamente en su muslo. “¿Lleva sucediendo
desde hace tiempo o se trata de algo que ha
comenzado a ocurrir desde la muerte de
mi padre?” La expresión de Maksim le dijo que era
lo último. Con un suspiro, Dominic asintió. “Muy
bien, investiga. Dame los nombres cuando tengas
algo concreto. Mientras tanto, organizaré el trabajo para
hoy y enviaré a varios hombres a cobrar las
deudas. Eso debería contentarlos por ahora.”
“Mucho,” Convino Maksim.
Dominic agitó la mano y entornó los ojos. A
veces, sus hombres se ponían nerviosos cuando
no habíamucho que hacer.
Al contarle su plan en voz alta a otra persona,
se dio cuenta de lo desesperadas que eran sus
ansias de venganza.
¿Se habíapercatado su amigo Gavril de lo
mucho que necesitaba herir a Kostya Polanski al
exponer su plan? ¿O tenía algo más en mente? Dominic
odiaba pensar que Gavril podría tener
intenciones ocultas, pero era un estafador.
No le extrañaría que lo usara para terminar un
trabajo.
Pero no importaba. Mientras Dominic consiguiera lo
que quería, podía ocuparse de Gavril más tarde.
Ahora que estaba al frente de la organización,
no le gustaba tener a su mejor amigo
trabajando para el mejor postor.
Se le vino a la mente el rostro de Liya
y apretó la mandíbula. Sí, era hermosa y
aparentemente inocente, pero debíarecordar quién era
su padre.
Necesitaba tener su venganza en mente cuando sus
cuerpos se entrelazaran y gimiera su nombre.
Su pene se endureció al pensar en ella, y supo
que debíaaferrarse a eso.
Centrarse en los aspectos físicos y dejar de lado
todo lo demás. Amaliya era sólo un medio para
conseguir un fin. Era el camino para llegar a
Kostya, y eso es todo lo que importaba.
Levantándose del sofá, se pasó una mano por el
rostro. Comenzaba a amanecer y habíaotros
asuntos que atender que no tenían nada que ver
con Kostya. Dominic quería tener consigo a
alguien que le fuera leal sin reservas.

Era hora de llamar a un viejo amigo.

Capítulo seis
El campus estaba más animado que de
costumbre. Un eminente orador daba tres charlas
ese día, y eso atraía a la sala de
conferencias a algo más que a estudiantes.
Había gente de mediana edad paseando por los
pasillos y por las clases, recordando los
viejos tiempos. Nada de eso le molestaba, excepto
que la cola de la cafetería daba la vuelta al
edificio.
Y ella necesitaba su dosis de cafeína.
Lanzándole miradas asesinas a los invasores a
su alrededor, sacó su movil para comprobar el
correo. Hasta ahora, sólo un puñado de
alumnos le habíamandado los trabajos, y si no
recibía al menos el 75% de ellos al final del
día, consideraría su tarea un completo fracaso.
“Se te ve más enfadada a la luz del día.”
Liya abrió los ojos comoplatos al mirar hacia
arriba. Su rollo del fin de semana estaba frente
a ella con dos tazas humeantes de café en las
manos. Tragó saliva al ver que le ofrecía
una. “Te vi en la cola y me he tomado la
libertad de traerte un café. Espero que no te
importe.”
Al darse cuenta de que lo estaba mirando
comoun cervatillo acorralado ante los faros de un
coche, trató de sonreírle. “No me importa en
absoluto. De hecho, te considero un héroe, que
me protege de las reyertas del bar y me trae
cafeína cuando más lo necesito. Podrías registrar
el copyright de esa frase,”
balbuceó mientras asía la taza de café. Apartándose
de la cola, le dio el primer sorbo y casi
gimió al sentir el líquido caliente correr
por su garganta. “Está perfecto. Gracias.”
“Sé que dijiste que eras profesora, pero no sabía que
trabajabas aquí,”
comentó Dominic despreocupado. Se lo veía diferente
a la luz del sol, pero no menos sexy o
peligroso.
“De literatura rusa y mundial, lo cual es mala
suerte teniendo en cuenta que no estamos en una
gran facultad de Humanidades. A la mayoría de
mis alumnos no les interesa en absoluto la
lectura, pero tienen que elegir al menos una clase
de literatura para cumplir con los créditos requeridos.
La mayoría se conforma con aprobar. Algunos
intentan sacar una nota decente para la media.
Es un trabajo por el que nadie te da las
gracias,” dijo atravesando el patio interior con él.
“¿Has venido a la conferencia? Mucha
gente viene a ver al orador motivacional.”
“¿Orador motivacional?” Dominic arqueó una ceja
mientras miraba a su alrededor. “No. Qué va.
Estoy con un amigo. Tenía que hablar con
un profesor del campus, así que estoy pasando el
rato. Tengo que confesar que no esperaba
encontrarte aquí.”
Liya escogió las palabras con cautela. No quería
parecer una desesperada, pero tampoco que pensara
que era aficionadaa los rollos de una noche.
“Creo que lo dejaste claro cuando te fuiste
a hurtadillas antes del amanecer.” Él la miró con
rostro culpable y ella se rió. “Tranquilo. No
tiene importancia. Ambos
sabíamos lo que había, así que no tengo nada
en contra tuya. Sólo quería ponerte en un pequeño
aprieto.”
“Supongo que me lo merezco,” dijo Dominic riendo.
Liya levantó el café en el aire. “Bueno, esto lo
compensa. El café siempre reconcilia a la gente.”
“Es bueno saberlo. ¿Estamos en paz entonces?”
Lo miró de arriba a abajo mientras daba sorbos
a su bebida caliente. “¿No querías que
estuvieramos en paz?”
“No he dichoeso,” dijo rápidamente dirigiéndole una
sonrisa encantadora.
“Estar en paz no es malo, pero pierdo la
excusa para invitarte a cenar.”
Le palpitó el corazón, pero no aceptó de
inmediato la invitación. No era dada a la falsa
modestia, pero era obvio que Dominic le estaba
tirando los tejos, y no era algo que experimentara
a menudo. “¿Necesitas una excusa para pedirme
que salga contigo?”
“¿Liya? ¿Va todo bien?”
La voz de Nick al interrumpirlos la puso de los
nervios, pero volvió la cabeza y le dirigió una
amable sonrisa. “Nick. ¿Qué te hace pensar que
no estoy bien?”
Aunque Nick era atractivo, no podía competir con
el aspecto peligrosamente sexy de Dominic. Pareció
darse cuenta de eso al observarlo, nervioso. “No
pretendía precipitarme. Es sólo que no conozco a tu
amigo.”
“Ni falta que hace,” dijo Liya con frialdad. Esperó
a que Nick se
marchara, y al ver que no lo hacía, entornó
los ojos. “¿Te puedo ayudar en algo más?”
“Esperaba que pudieramos hablar más tarde.
¿Cenamos juntos?” “Ya tiene planes para cenar,”
le interrumpió Dominic.
Liya lo miró y trató de no mostrar su sorpresa.
“Sí,” murmuró con una sonrisa. “Dominic, pasa a
recogerme a las siete. Ahora si me disculpas, tengo
una clase que preparar.” Conteniendo el aliento,
abandonó la escena comoquien no quiere la cosa.
Por dentro, estaba dando volteretas. Nick no sólo
la habíavisto con Dominic. Aquel bombón le había
pedido que volvieran a quedar. Las manos le
temblaban de la emoción mientras caminaba
apresuradamente por la acera y buscaba su móvil
en el bolsillo.
Me he encontrado con el rollo de una noche
en el campus, Le escribió Liya a Halina. Me
ha pedido salir a cenar.
Halina tardó sólo unos minutos en contestar. ¿Pasas
de rollo de una noche a rollo de dos noches? Es
peligroso.
Liya paró en seco y frunció el ceño. Halina no
iba mal encaminada.
Prolongar su relación con Dominic sólo la haría
sufrir. Su objetivo era encontrar a un sustituto
para distanciarse de Nick y de su traición. Pero
podía hacer que funcionara.
No será nada serio.
La ausencia de respuesta por parte de Halina lo
dijo todo, y Liya trató de quitarse el tema de la
cabeza. Le quedaban aún tres clases antes de
poder obsesionarse con su cita con Dominic.
***
Dominic dejó marchar a su chófer y condujo
él mismo hasta el apartamento de Liya. Necesitaba estar
solo para pensar. Las palabras de Maksim aún resonaban
en su cabeza, y no podía evitar
preguntarse si serían verdad. ¿Es que todo el que
estaba a sus órdenes dudaba de su habilidad
para continuar con la labor de su padre?

Tan pronto comose ocupase del padre de


Amaliya podría establecerse como el nuevo jefe
y ocuparse de todo el que pensara de otro
modo. Encontrarse con Liya en el campus no
habíasido casualidad. Había memorizado sus horarios
y sabía cuándo estaría en la cafetería. La
interrupción de su ex-novio habíasido una feliz
coincidencia. No sólo le hizo aceptar su propuesta
rápidamente, sino que también explicaba su
predisposición de la otra noche.
Estaba intentando olvidarlo. Ese hombre no parecía
gran cosa, pero había hecho algo para enfadarla y
causarle dolor y eso no le sentóbien a Dominic.
Tomó nota mental para recabar más información
sobre su ex-novio, aparcóel coche y le dio
golpecitos al volante. Por alguna extraña razón, se
sintió un poco nervioso al bajar y asegurarsede
que la camisa no tenía arrugas.
Dominic no se ponía nervioso con las mujeres,
pero tampoco tenía citas con ellas. Su experiencia no
iba más alla del dormitorio. Aunque aquello no era
una cita de verdad, tenía que seguir los pasos.
Adularla, ser encantador. La pasión que lo había
llevado de la discoteca a la cama de Liya no
le serviría de
mucho esa noche. Al menos no hasta el final.
Antes tendría que responder a algunas preguntas
sobre sí mismo. Quién era. Qué hacía. Qué
le pedía a la vida.
Responder que era un jefe de la mafia que
quería matar a su padre no lo llevaría muy
lejos.
Justo a las siete en punto, llamó a la
puerta. Al momento se abrió y Liya le sonrió. Iba
vestida más recatada que la otra noche, con una
falda de tubo negra hasta la rodilla y una blusa
verde suelta abrochada bastante por encima del
escote. Dominic no tenía dudas de que había
pensado a conciencia el look y se habíadecantado
por uno sofisticado y profesional en vez de por uno
sexy comoel que habíallevado a la discoteca.
Aún así, seguía estando arrebatadora.
Le rodeó la cintura con el brazo y le
dio un beso en la mejilla. “Estás preciosa,”le
susurró al oído. Ella tembló con el contacto, y
Dominic se relajó.
Era obvio que aún lo deseaba.
“Tú también estás muy guapo,” dijo con una sonrisa.
“Si me das un minuto, iré a por el bolso.
Deberíamos marcharnos antes de que llegue Halina.”
“¿Tienes una compañera de piso? Es un
apartamento de un sólo dormitorio.” Miró a su
alrededor y frunció el ceño.
Liya desapareció por la puerta en busca de
su bolso. “Mi mejor amiga vive lejos de la
universidad. Algunas vecesviene aquí cuando sale por
la noche y tiene que levantarse temprano, así que
puede que esté de camino aquí.”
“¿Es, por casualidad, la mujer que intentó
rescatarte en la discoteca?”
“Esa misma. Y no, no puedes conocerla. Halina
te comería vivo, en el buen sentido de la
expresión. Se lleva siempre a los más guapos,”
bromeó, volviendo con un bolso negro. “Estoy
lista.”
Recorrió su cuerpo con la mirada de forma
sugerente. “Podría comerte viva. Y lo digo en el
buen sentido. Podríamos tomar el postre antes de
la cena para que nos despertara el apetito.”
Liya se sonrojó, y rio nerviosa. “Me muero de
hambre. Lo siento.”
“No te disculpes,” dijo dando un paso atrás y
disipando sus
preocupaciones. “Te pedí salir a cenar, y a
cenar saldremos. He reservado mesa en el asador
Stovesky. ¿Te gusta la idea?”
“¿Que si me gusta?” dejó escapar un grito y
lo miró con la boca abierta.
“Ese sitio tiene fama de ser fantástico. La gente
espera años para conseguir una mesa allí. ¿A qué te
dedicas exactamente?”
Dominic le puso una mano en la cintura y
la condujo hasta el pasillo mientras ella cerraba la
puerta. “Conozco al dueño,” se limitó a
decir.
Le abrió la puerta del copiloto y ella lo miró
con expresión curiosa.
“Parece que conoces a mucha gente. ¿Cómo
es eso?”
“No estoy preparado para revelarte todos mis secretos,”
dijo misteriosamente y cerró la puerta. Dándole la
vuelta al coche, respiró hondo. Se sentía a
gustocon ella, pero seguía nervioso. Caminaba por la
delgada línea entre seducirla y asustarla para siempre.
Si buscaba información sobre él, descubriría que
era de todo menos respetable.
Se obligó a aparentar tranquilidad al pensar
en el desenlace. El objetivo era la venganza. No
habíanecesidad de enredarse en detalles. Necesitaba que
se sintiera cómoda con él, y para ello tenía que
centrar toda su atención en ella.
“Cuando dijiste que no eras de las que suelen
ir a discotecas, no te creí hasta que me encontré
contigo en el campus. ¿Qué hace una profesora
seduciendo a extraños en un bar?” bromeó.
“Oye,” dijo ella indignada. “Las profesoras también
podemos soltarnos la melena. Y tú fuiste el que
me sedujo.”
“¿Así es como lo recuerdas?” Paró en un semáforo
y se volvió para mirarla. Lo habíaestado
observando desde que se subieron al coche
y cuando la miró a los ojos, volvió a
sonrojarse.
“Así es como lo recuerdo porque así es como
sucedió. Además, tú eres el que ha venido a
acosarme al trabajo.”
Dominic se rio y aparcó el coche. Iba a
salir, pero se inclinó y la tomó de la barbilla. “Eres
fascinante,” susurró antes de besarla. Liya separó
enseguida los labios y él aprovechó para introducir
su lengua. Se suponía que iba a ser un beso
rápido, pero le resultaba difícil parar.
Ella fue la que lo hizo. “Guau,” dijo sin aliento.
“Pensé que esa clase de beso venía después de la
cita.”
“No te preocupes,” dijo con voz ronca. “Habrá
muchos más.”
Liya pareció dudar, comosi quisiera otro beso,
pero se limitó a abrir la puerta del coche
para salir. Dominic sintió alivio. Se estaba
enamorando de él, y eso era todo lo que importaba.
La encargada habíasido informada de que no se
dirigiera a él por su nombre, así que se
limitó a llevarlos a una mesa con una sonrisa.
Lo mismo ocurrió con el camarero. Lo último que
quería era que los trabajadores le informaran de
su apellido.
“Bueno, y ¿por qué te dedicas a la
enseñanza?” le preguntó tras pedir la comida. “Si no
te gusta ¿por qué lo haces?”
Liya sorbió el vino e hizo un gesto negativo con
la cabeza. “No es eso. Me encanta dar clase, pero
hay muchos alumnos a los que no les gusta la
asignatura.
Intento personalizar la clase a la medida de
los alumnos. Hacerles entender que la literatura
puede ayudarlos en otras asignaturas. Abarca historia,
psicología y sociología, por no mencionar lectura
crítica y destrezas de redacción. Hay motivos de
sobra para que sea una asignatura obligatoria.”
Dominic vio que se le iluminaba el rostro a
medida que hablaba. Había algo tan honesto en su
forma de hablar. La gente que lo rodeaba
siempre mentía.
Era agradable estar con alguien sin tener que
preocuparse de sus intenciones ocultas.
Pero ella no podía decir lo mismo de él.
“Cuando iba al colegio, mis profesoras no eran tan
atractivas. Si lo hubieran sido, habría prestado más
atención. ¿Qué relación tienes con el hombre que vi
en el campus?” “¿Nick?” Palideció enseguida.
Tomó sus manos por encima de la mesa.
“Oye, si no quieres hablar de ello, no tienes
por qué hacerlo. No pude evitar darme cuenta
de que el único motivo por el que aceptaste la
cita fue porque él estaba delante. Y no me
quejo.
Cualquier oportunidad para estar contigo es
bienvenida.”
“Nick es la razón por la que buscaba a
alguien en la discoteca. Sé que suena feo, pero era
mi novio y descubrí que me engañaba. Halina
me dijo que debíabuscar un sustituto para
superarlo.”
“¿Un sustituto? Tiene sentido.” Le acarició la piel
con el pulgar. “No me quejo. Como ya he
dicho, aprovecharé cualquier oportunidad que se
me presente contigo. Creo que me gustas mucho,
Liya.” “Tú a mí también,” susurró.
Le soltó la mano y se apartó cuando llegó
la comida. Continuó con las preguntas y la
observó mientras hablaba. Era importante que
dominara la conversación y llenara el silencio
antes de que ella le preguntara por temas
personales. Le resultaba difícil creer que alguien
tan aburrido como su ex novio se hubiera
atrevido a engañar a una mujer tan atractiva y
apasionada comoLiya.
Pero Dominic habíasalido ganando gracias a eso.
Después de la cena, mientras caminaban por la
acera, esperó a que ella tomara la iniciativa.
No quería presionarla. Como decía Gavril, las
estafas salían bien cuando el objetivo llevaba la
voz cantante.
Pero por encima de todo, deseaba que tomara la
decisión de quererlo. “Gracias por esta noche,” dijo
Liya en voz baja. Se dio la vuelta en sus
brazos y ladeóla cabeza para mirarlo. “Me lo
he pasado muy bien, hacía mucho que no tenía una
cita tan agradable. Nick siempre hablaba de sí mismo.
Ha estado bien que alguien se interese en mí
por una vez.”
“Eres una mujer interesante,” dijo acariciándole la
mejilla con el dedo.
“No me imagino que alguien pueda estar contigo
y no quiera saber más
de ti.”
Se agachó y la besó con delicadeza.No fue un
beso ardiente para prender la llamadel deseo, sino lento
y dulce, y era obvio que quería más. Lo
agarró de la chaqueta para atraerlo hacia sí.
“¿Dominic?”
“¿Sí?”
“¿Quieres entrar?”
Riendo, recorrió con los dedos sus suaves
mechones. “¿Me ofreces un gorro de dormir?”
“Como quieras… aunque se me ocurre algo más
íntimo,” murmuró. Le rodeó el cuello con un
brazo y lo atrajo hacia sí para besarlo. Esta
vez, el beso no tuvo nada de dulce. Dominic notó
su deseo en el roce de sus labios y respondió
con fervor.
Ella se apartó y buscó su rostro.
“En caso de que el beso no te haya dado la pista,
quiero entrar,” dijo deslizando las manos por su
espalda y agarrando sus nalgas. Liya dejó escapar
una risita y sacó las llaves.
La puerta se le resistía y Dominic ya
habíaempezado a subirle la falda.
Cuando se abrió al fin, Dominic la atrajo hacia
sí y de inmediato y la cerró con el pie.
Mientras acariciaba su cuello, le rodeó la
cintura con los brazos y la levantó.
Se le subióla falda muy arriba al rodearle la
cintura con las piernas y se movió, rozándose
contra su miembro. Dominic sabía que ya estaba
lista y húmeda, pero quería que esa noche durara
todo lo posible.
“¿Tienes idea de lo incómoda que he estado todo
el día?” Gimió al sentir sus dientes rozar la piel
sensible de su garganta.
“¿Incómoda? ¿Por qué?” Se acercó con ella en
brazos al sofá y se hundió en los cojines con
ella aún a horcajadas sobre él.
En vez de desabrocharse los botones uno a uno,
Liya se sacó la blusa por la cabeza,
estremeciéndose bajo sus dedos. “Estoy húmeda
desde que te vi en el campus. No está bien
hacer esperar a una mujer.”
Dominic sonrió y acarició su vientre firme hasta
llegar a sus pechos.
Recorrió con los dedos la tela del sostén y
esperó a que sus pezones se erizaran.
Sus ojos se oscurecieron de deseo, y su
miembro se endureció aún más, ejerciendo una fuerte
presión en sus pantalones. Liya seguía
moviéndose sobre él. "Nena, llevo duro desde que
salí de tu cama."
De repente, lo apartó y bajó de su regazo.
Él gimió y se acercó a ella, pero se alejó
bailando. “¿Es por algo que he dicho?,” preguntó con
el ceño fruncido.
“Todo lo que has dichoesta noche ha sido
perfecto,” dijo estirando la mano para hacerse con algo.
“Sólo quiero recompensarte.”
Se apoyó en los cojines y ladeóla cabeza,
lamiéndose los labios. “Y, ¿cómo piensas hacerlo?”
preguntó con voz ronca.
El sujetador se soltó, deslizándose por sus brazos.
Sin dejar de mirarlo, se bajó la cremallera de la
falda lentamente. Dominic tomó aire al ver que se
daba la vuelta y se agachaba para quitarse la
falda, mostrando sus preciosas piernas.
Se enderezó despacio y Dominic gimió al
atisbar su coño mojado a través del escueto
tanga que llevaba. “Mierda,” susurró. “La última
vez me perdí todo esto.”
Liya se enderezó despacio, dándose la vuelta.
Había una sonrisa en su rostro mientras caminaba
hacia él, contoneando las caderas. Se detuvo entre
sus piernas y empezó a bailar.
“¿Puedo tocarte?” preguntó Dominic en voz baja al
inclinarse sobre él.
“Debes,” le susurró, y él se acercó enseguida
para lamerle el pezón. Dejó de bailar cuando
empezó a chupar y terminó por apartarlo.
“Pero no tanto.”
“Y ¿cuánto tiempo más piensas provocarme?”
preguntó rodeando con sus manos la estrecha
cintura de Liya. Le dio la espalda y se
apoyó en él mientras bailaba. Dominic no pudo
evitar lamer su columna en toda su extensión.
“Dominic,” jadeó, pero no la escuchó. Antes de
que pudiera apartarlo, estiró la mano y la
penetró con uno de sus dedos. “Oh, Dios mío,”
gimió apartándose. “Ese no era el plan.”
Liya se dio la vuelta, poniéndose de rodillas,
y comenzó a buscar el botón de sus
pantalones. “Quería provocarte,” dijo. Había
determinación en sus ojos cuando bajó la cremallera
y liberó su miembro. Rodeó con sus manos la
erección, apretándola.
“Liya,” gimió, sobresaltándose al sentir sus
manos. “Más fuerte… aprieta más fuerte.”
Ella sonrió, haciendo lo que le decía. Al
sentir el intenso placer que lo embargaba,
Dominic echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
Cada caricia de sus manos era tímida y
vacilante y sabía que tardaría en perderse por
completo, pero se limitaría a disfrutar de o que
le ofrecía.
Entonces, algo cálido y sedoso se deslizó
sobre su miembro, y gimiendo, abrió los ojos. Su
cabello se extendía a lo largo de sus muslos
mientras movía lentamente su boca sobre su
miembro y deslizaba la lengua a lo largo de
la parte inferior de su erección.
“Joder, Liya,” gimió sujetándola del pelo. No
la empujó ni tiró de ella, dejó que fuera a su
propio ritmo. Pese a su inocencia, habíaalgo
increíblemente erótico en el hecho de tenerla
entre sus piernas, y sin darse apenas cuenta,
empezó a mover las caderas. Temiendo correrse
en su garganta, la apartó.
“¿He hecho algo mal?” preguntó con los ojos muy
abiertos.
Durante un instante, vio miedo en su rostro.
Su necesidad de impresionarlo le conmovió. “Eres
perfecta,” dijo rodeándola por la cintura y
atrayéndola hacia sí hasta que la tuvo encima.
Ella le acarició el rostro con ternura, y
Dominic se dio cuenta de que la noche se le
estaba yendo de las manos. No podía
permitirse el lujo de perder el control, y tirando
de ella, le dio un beso ardiente y agresivo.
“Móntame,”
exigió con
dureza.
“¿Dominic?", Preguntó vacilante. La obligó a
sentarse en su regazo y le quitó el tanga,
arrojándolo a un lado. No le importaba en
absoluto el hecho de llevar toda la ropa puesta
frente a la desnudez de Liya. Quería perderse en
su interior y cuando rozó con su miembro su
vagina, se dejó caer sobre él.
“Joder,” jadeó. “Estás tan húmeda y estrecha.”
Se agarró a sus hombros, tomó aliento y
comenzó a montarlo. Empezó despacio y con
calma, pero Dominic quería más. No quería su
dulzura, sino controlar cada aspecto de su cuerpo
y recordarle que sólo él podía hacerla sentir de
esa forma.
Se movió para tener mejor acceso y,
agarrándola de las caderas, la forzó a moverse más
rápido. Ella gritó y cayó hacia adelante, y Dominic
aprovechó la cercanía de sus pechos que se
balanceaban sobre él para lamerlos. Al rodearle
el pezón con la lengua, Liya perdió el
control.
“Dominic,” gimió. “Sí, por favor. ¡Sí!”
El sonido de sus cuerpos entrechocándose
resonó en las paredes, y Dominic trató de recordar
por qué hacía todo aquello. Intentó centrarse en el
objetivo final, pero sólo podía pensar en la
mujer desnuda en sus brazos y en su tacto.
Sentía su humedad caliente comouna segunda piel
y cada curva encajaba perfectamente en sus
manos. Era comosi estuviera hecha para él.
La tensión aumentó en su interior y se
acercó a ella, asiéndole la barbilla.
“Mírame,” le ordenó. “Mírame cuando te corras.
Quiero que sepas lo que puedo
hacerle a tu cuerpo. Dilo. Di mi nombre
cuando te corras. Ya. ¡Dilo!”
Abrióla boca y gritó su nombre mientras se
estremecía en sus brazos. Sus músculos se
contrajeron en torno a su miembro, y él,
jadeando, derramó su semilla en su interior.
“Oh. Dominic. Joder,” murmuró al desplomarse
sobre él. La sujetó en sus brazos,cambiandode
postura para quedar tumbado en el sofá con ella
encima. A Liya aún le temblaba todo el cuerpo.
Estiró el brazo para agarrar la manta que
cubría el respaldo del sofá y cubrió sus
cuerpos con ella.
Liya apoyó la barbilla en su pecho y se
quedó mirándolo. Él le hizo rizos en el pelo con
sus dedos, sonriéndole. “¿Estás bien, sol?”
“Me siento genial. Estoy cubierta en sudor
y necesito una ducha desesperadamente, pero estoy
bien.”
“¿Una ducha?” murmuró, pensando en lo que
acaba de decirle. “Me parece una idea
estupenda.”
Liya rio al incorporarse. Desabrochó uno a uno
los botones de su camisa y la abrió para poder
tocarlo. “Pensé que necesitarías más tiempo para
recuperarte.”
“Confía en mí, aunque te quedaras sin agua
caliente, yo te daría calor,” dijo con una sonrisa
pícara. “Además tú eres la que está
desvistiéndome.”
Se mordió el labio inferior, y Dominic tuvo el
loco deseo de rozar con sus propios dientes sus
labios apetecibles. En vez de eso, se centró
en su lenguaje corporal. A pesar del orgasmo
que acababa de tener, seguía estando tensa. “¿En
qué piensas?”
“¿Vas a pasar aquí la noche?” dijo sin pensar.
“Lo que quiero decir es que la otra vez no nos
conocíamos, así que no me importó que te
fueras. Pero me has pedido salir contigo y no
estoy segura de si eso implica que quieres
pasar aquí la noche. Ni siquiera sé si
quieres volver a salir conmigo.”
“Liya,” dijo en voz baja, acariciando sus brazos
desnudos, pero aún no había terminado.
“Lo siento mucho. Estoy diciendo tonterías y
lo más seguro es que estés buscando la forma
de marcharte. Por favor, olvida lo que acabo
de decirte. No soy de esas mujeres que se ponen
pesadas tras el sexo. Es sólo que no sé lo que
piensas de todo esto.”
“Liya,” dijo un poco más fuerte. Abrió los ojos
y vio que le sonreía. “Me gustas. Y quiero
pasar la noche contigo.”
Le apartó un mechón de pelo tras la oreja y
ella le dirigió una sonrisa tímida. “¿Sí?”
“Sí.”
Liya se inclinó para besarlo. “En ese caso, creo que
deberías acompañarme a la ducha.”
Su cuerpo reaccionó en respuesta y rio con
malicia. “Sabía que elegiría bien.”
Capítulo siete
“Tiene que estar de broma,” murmuró Liya mirando
el correo electrónico en la pantalla. Sal quería
una copia del examen final para mañana. Solo había
hecho el esquema de una parte del mismo y
estaba convencida de que más de la mitad
de sus alumnos suspendería. Libraba una batalla
consigo misma sobre si debíao no cambiar
el examen y hacerlo más fácil. Aunque con ese
grupo de alumnos, lo más probable es que no
sirviera de nada.
Llamaron a la puerta de su despacho y Liya
se frotó los ojos. “Adelante,” dijo en voz alta. Con un
poco de suerte serían sus alumnos diciendo que
abandonaban. No debería ser tan dura con ellos,
algunos eran buenos y otros se esforzaban.
“Liya,¿tienes un momento?”
Se puso tensa al ver aquella inoportuna visita.
“¿Es para algo personal o profesional?”
Nick la miró indeciso. “Eh, ¿profesional?”
“¿En serio? No sueles acercarte al departamento
de literatura aunque te vaya la vida en ello, así
que dudo que nada de lo que digas tenga que ver
con trabajo.” Suspiró y se echó hacia atrás.
“Nick, Estoy cansada y muy ocupada.
Dime lo que tengas que decir y vete.”
Entró en el despacho y cerró la puerta. Se
puso firme, agarró la chaqueta
con ambas manos y asintió. “Liya, nos
conocemos desde hace tiempo y, pese a mi
indiscreción, debes saber que te amo.”
Liya levantó una mano e hizo un gesto de
desaprobación con la cabeza.
“No. No servirá de nada. Puedes arrastrartecuanto
quieras, pero no volveré contigo.”
“No he venido por eso. Liya, estoy preocupado por
ti.”
Soltó un bufido sin creer lo que oía. “¿Y eso por
qué, si puede saberse?”
“Ese hombre con el que sales parece peligroso,” dijo
Nick severo. “Me preocupa que tu necesidad de
distanciarte de mí esté nublando tu juicio.”
Liya soltó una carcajada. “Oh, Nicky. Mi vida amorosa
no es asunto tuyo, y créeme, cuando estoy con
él, no pienso en ti. De hecho, no pienso
en ti hasta que te entrometes en mi camino.”
“¡No puedes tirar por la borda lo nuestro por
un tío al que ni siquiera conoces! Tenemos una
historia en común,” argumentó. “Hay amor.”
“Y en nuestra historia te tiraste a toda
alumna atractiva que se cruzó en tu camino. Tú
fuiste quien lo arruinó todo, Nick. No yo. Pero
no te fustigues por ello. Lo nuestro nunca
habría funcionado.”
“¿Qué te hace decir eso?”
Liya le sonrió. “Porque ahora sé lo que es
ser amada por un hombre de verdad.”
El rostro de Nick enrojeció de rabia. “Esperaba
más de ti, Liya.”
Agarró su carpeta y apagó el equipo. Se
apartó del escritorio, dirigiéndole
una sonrisa displicente. “Entonces estamos igual,
porque yo también esperaba más de ti. Ahora
lárgate de mi oficina. Tengo mucho trabajo
que hacer.”
Nick resopló enfadado, pero lo empujó y cerró la
puerta tras ella. “Tengo que convencer al jefe de
departamento para que me dé más días para terminar
el examen. Estuve muy ocupada anoche y no
pude avanzar.” Le guiñó un ojo y rio, avanzando a
paso ligero por el pasillo.
Sus noches con Dominic la hacían increíblemente
feliz.
Se detuvo en la puerta de Sal y llamó
impaciente. El corpulento italiano abrió al momento,
dirigiéndole una amplia sonrisa. “¡Liya! ¿Qué
puedo hacer por ti?”
“Sabes muy bien lo que puedes hacer por mí,”
dijo mostrándole la carpeta.
“¿Quieres una copia de mi examen para mañana? Es
dos semanas antes de tiempo. ¿Por qué quieres
adelantar la fecha?”
Sal sacudió la cabeza y le indicó que
pasara. A pesar del problema que tenían entre
manos, era un placer dar clases bajo su
supervisión. Sentía auténtica pasión por la asignatura
y se preocupaba por igual de profesores y
alumnos.
“Me preocupan los alumnos de este año,” dijo Sal con
el ceño fruncido.
“Sus notasson las más bajas que he visto en el
departamento en años. Si usamos el mismo baremo
que otros años, suspenderán todos.”
Liya se relajó en la silla e hizo una mueca.
“Este año se ha subido el baremo y es más
difícil. Los alumnos no están preparados, así que
te sugiero que hagas cambios para el próximo
semestre.”
Sal arrugó la frente. “Liya, no quiero bajar
el nivel de la clase. Es literatura, debemos ser
exigentes.”
“Estamos en una facultad técnica. Si fuéramos una
universidad de artes liberales, sería distinto. Estos
niñosquiere ser ingenieros y mecánicos, no
aprenderse libros.”
Su jefe se dejó caer en el escritorio con
dramatismo. “Es tan injusto.” “La vida es injusta,
Sal,” dijo guiñando un ojo antes de levantarse.
“Convoca una reunión de departamento la semana
que viene para discutir una nueva estrategia para los
exámenes, y no te pongas tan dramático.”
“Eres terrible,” murmuró.
Le dirigió una sonrisa descarada y se encogió
de hombros. “Lo sé, pero aún no me has despedido.
Mándame un correo electrónico cuando tengas
fecha y hora para la reunión.”
Al cerrar la puerta tras ella, sacó el móvil
para comprobar si Dominic la había llamado o
le habíaenviado un mensaje. No habíanada, pero eso
no significaba que ella no pudiera tomar la
iniciativa. La embargó la emoción al marcar su
número y se apoyó contra la pared.
“Cariño,” respondió con voz ronca. “¿Qué puedo
hacer por ti?”
Liya se mordió el labio inferior y miró a su
alrededor para asegurarsede que no habíanadie más
cerca. “Se me ocurren varias cosas que podrías
hacer por mí,” dijo en voz baja.
Se oyó un gemido al otro lado, pero no era
sugerente en absoluto.
“¿Dominic? ¿Estás bien?,” preguntó alarmada.
“No soy yo, querida. Es la televisión. Volvamos a
lo que íbamos. ¿Dónde estás?”
“En el pasillo junto a mi despacho,” dijo con una
sonrisa.
“Umm”, murmuró. “Es un sitio un poco raro para
llamarme. Será un placer ayudar a satisfacerte, pero
no creo que quieras hacerlo en el pasillo.”
“No voy a hacer nada escandaloso. Sólo quiero
una muestra de lo que me estoy perdiendo.” ¿Le
resultaría pesada? Tal vez debería contenerse un
poco.
“Tengo la polla dura sólo de escuchar tu voz, Liya.
No puedo esperar a tocarte y meter los
dedos en tu coño húmedo.”
“Oh Dios mío,” dijo Liya riendo. “Vale, tengo que
irme. Adiós.” Colgó el teléfono,excitada y
ruborizada, y se estremeció.
Su vida era fantástica.
***
Dominic colgó el teléfono y se ajustó los
pantalones. Lo que le había dicho a Liya no
era ninguna mentira. Siempre estaba listo para
volver a verla. Se volvió, colgó el teléfono y
se quedó mirando al hombre que yacía en el
suelo.

“Cuando estoy al teléfono con mi amante, no


quiero oír ni un ruido.
¿Entendido?”
El hombre asintió con la cabeza, y Dominic
se agachó y arrancó la cinta adhesiva de su
boca. El rostro del hombre estaba cubierto de
sangre, mocos y lágrimas. Dominic se incorporó y
giró el cuello para aliviar la tensión en sus
hombros. “Dime lo que quiero saber y
podrás marcharte. ¿Quién está trapicheando en mi
club?”
“Por favor, no le miento,” gritó el hombre. “No
lo conozco. Se acercó a mí con droga y
dijo que me haría buen precio.”
“Ese camello no trabaja para mí y lo sabes.
Nadie trapichea en mi club sin pasar antes por mí.”
Dominic sacó un cuchillo del bolsillo y le dio
vueltas distraído. “No respondes ante tu nuevo
camello, sino ante mí.”
Los ojos del hombre se abrieron comoplatos al
ver el cuchillo, y negó con la cabeza. “Vale,
¡espera! No sé nada sobre el camello, pero sí
tengo información de uno de sus clientes habituales.
Kostonov le compra droga.”
"¿Kostonov, mi camarero?" Gruñó Dominic. “Más
vale que tengas razón porque no me gusta que mis
propios empleados actúen a mis espaldas.”
“Kostonov dijo que ese tío traía algo nuevo que no
ofrecéis aquí. No fue una disputa territorial, ¡solo
buscaba algo nuevo!”
Dominic se inclinó y apretó el cuchillo
contra la garganta del hombre. “Si estás en mi
club, no le compras a nadie que no sea a
mí. Y la próxima vez que te pille haciendo algo
que no me guste, te meteré una bala en la
cabeza. Sin hacer preguntas.” Cortó las
cuerdas que lo retenían y se levantó. “¡Largo de
aquí!”
El hombre se escabulló, y Dominic subiólas
escaleras al club. En la zona del bar, Kostonov
almacenaba provisiones y cortaba fruta. El
camarero tenía poco más de veinte años y, si mal
no recordaba Dominic, había abandonado la escuela
el año pasado. Cuando Kostonov vio la expresión
en el rostro de
Dominic, apretó el cuchillo en su mano y
palideció.
“Kostonov,” dijo Dominic con una sonrisa. “¿Cuánto
tiempo llevas trabajando para mí?”
“Dos años.” Kostonov se volvió, sujetando el
cuchillo en la mano y temblando de miedo.
Tamborileando con los dedos en la barra,
Dominic caminó despacio en torno al mostrador.
De vez en cuando, se agachaba y enderezaba
algún taburete.
Kostonov seguía con la mirada todos y cada
uno de sus movimientos.
“Y cuando entraste a trabajar para mí, sabías
dónde te metías, ¿verdad?”
Sin palabras, Kostonov asintió. Dominic se detuvo
en la entrada de la barra, bloqueándole el paso
al camarero. “Te pago bien. Sacasbuenas propinas.
Te doy todo lo que vendo aquí a buen precio.
Así que ¿por qué le compras a otro?”
El camarero ni siquiera se molestó en negarlo.
“Traía algo nuevo. Ya estaba en el club cuando
se me acercó y le dije que no trapicheara
aquí, pero no me hizo caso. Me ofreció un gran
descuento si le facilitaba clientes. Iba a contárselo.
Se vende bien.”
“¿Cómo se llama?” preguntó Dominic con suavidad.
La rabia lo consumía, pero no quería hacer nada
hasta obtener la información que buscaba.
“No sé su nombre, pero viene todos los viernes
sobre las diez. Lo primero que hace es acercarse
al bar y pedir vodka con tónica. Suele pedírmelo
a mí.”
Dominic asintió y se cruzó de brazos.
“Vamos a hacer lo siguiente,
Kostonov. Vas a seguir trabajando aquí hasta el
viernes, cuando le sirvas a ese camello su
bebida favorita. Luego le indicarás al portero
quién es. Cuando lo hagas, estarás despedido y
no quiero volver a ver tu cara en este bar.
Te sugiero que no huyas, porque es la única
opción que tienes de salir con vida.
¿Entendido?”
Kostonov asintió, temblando. “Sí, señor.”
“Muy bien. No te sorprendas si crees que te
siguen, Kostonov. Es muy probable que así, sea.”
Silbando, Dominic giró sobre sus talones y salió
del club a paso lento.
Debería sentirse enfurecido por lo que estaba
pasando, pero se sentía bien. Y se sentiría aún
mejor cuando abrazara a Liya y terminara lo
que ella habíaempezado.

Capítulo ocho
Liya se frotó los ojos, apoyándose en el respaldo
de la silla. Había corregido cinco trabajos de sus
alumnos y estaba a punto de tirarse de
los pelos.
La mejor frase que habíaleído hasta ese momento
rezaba: “Creo que
Dostoievski mató a alguien. ¿Cómo, si no,
podía sentirse tan culpable?”
Ese grupo en particular habíapresentado muchas
dificultades durante todo el semestre. Era evidente
que no lograba trasmitirles su pasión. Justo
cuando estaba a punto de sumergirse de
nuevo en su tarea, oyó que llamaban a la
puerta.
“Adelante,”dijo con cansancio.
Uno de sus alumnos se asomó con expresión
culpable en su rostro.
“¿Profesora Polanski? Tenía la esperanza de
poder entregar aún mi artículo.”
“Anton, la fecha límite de entrega fue hace una
semana. Lo aceptaré, pero la nota más alta que
puedo ponerte es un siete. Vas a tener que
hacerlo muy bien en el examen para sacar notable
en mi asignatura,” dijo estirando la mano.
Anton se pasó la mano por el pelo y se
encogió de hombros con timidez.
“¿Hay alguna posibilidad de sumar puntos?”
“No. No has entregado ni una tarea en plazo durante
el semestre, y no doy puntos extra. Pide cita
la semana antes del examen y te daré algunos
consejos para el estudio. Es lo más que puedo
hacer por ti.”
El chico asintió. “Gracias,” murmuró antes de salir a
paso ligero de la
oficina. Liya suspiró y echó un vistazo al
trabajo. Sintió vergüenza ajena al ver la
presentación.
“Tus alumnos están atemorizados. El que acaba de
salir de tu despacho parecía estar a punto de
echarse a llorar,” dijo Halina al entrar.
“Eso es porque no ha conseguido ratear unos
puntos extra. Me da la sensación de que el
resto de sus profesores siempre ha acabado cediendo,”
se burló Liya cerrando la carpeta con los trabajos.
“¿Qué haces aquí? Me queda una clase más antes
de terminar.”
Su amiga hizo un mohín. “Lo sé. Y llevas
evitando mis llamadas telefónicas toda la semana, por
lo que, una de dos, o te has percatado de que
te robé la chaqueta o pasas todo tu tiempo
libre con el chico guapo de la discoteca.”
“Todo mi tiempo no. Espera, ¿me has robado
la chaqueta? ¿Cuál de ellas?”
Halina agitó la mano en el aire. “No es
momento para eso. Así que estás pasando más tiempo
con Dominic. A eso se le llamasalir, ya no
puede considerarse un lío de una noche. Y se
supone que hay que compartir información de tus
citas con tus amigas. Así que desembucha. El sexo
debe ser fantástico.”
Sin contar la noche en que conoció a
Dominic, habíasalido con ella tres veces y todas
terminaron con ella desnuda y gritando su
nombre. Sentía humedad entre sus piernas solo de
pensarlo. Había descubierto más zonas erógenas de
su cuerpo que las que sabía que existían.
“El sexo es impresionante, pero no es sólo por eso.
Nuestras citas también son geniales. Es tan
estimulante estar con alguien que se muestra interesado
en mí. No se limita a hablar de sí
mismo. Me deja quejarme y trata de entender mi
amor por la literatura. Me cmentó que se compró
un libro de poemas épicos antiguos, pero dijo que
le sonaba a chino. Le eché un vistazo para
asegurarme de que estaba escrito en nuestro
idioma,” dijo mientras se reía al recordarlo.
Halina entrecerró los ojos y la estudió. “Te has
enamorado.”
“Hasta las trancas,” dijo Liya con un suspiro. “Es
tan perfecto que algo tiene que salir mal.”
“Oh, cariño, no digas eso,” dijo su amiga frunciendo
el ceño. “A veces pasan cosas buenas de verdad.
Y eres muy atractiva. ¿Por qué no iba a estar él
también enamorado de ti?”
Liya sonrió, dando botes en la silla. Solo de
pensar en él se emocionaba.
“Vale. Fuera preocupaciones, tengo que ser
feliz.”
“Eso es,” dijo Halina con una sonrisa. “Tienes
justamente cinco minutos para darme tantos
detalles como puedas antes de tu próxima clase.
Venga.”
Liya sonrió con malicia. “Cama. Sofá. Ducha. Mesa
de la cocina y encimera.”
“Puaj. No podré tocar ninguna superficie en tu
apartamento. ¿Cómo voy a quedarme en tu casa
ahora?”
Liya rió y recogió sus cosas para la próxima clase.
“Eso te pasa por preguntar. Si no querías saber
los detalles, no haber indagado. ¿Quieres que te
diga lo que hicimos en ese sofá?”
Halina sintió un escalofrío. “No. He cambiado de
idea. Y la próxima vez que vaya a tu casa,
llevaré lejía. Aunque puede que sea mejor
prenderle fuego.”
Liya fue riendo de camino a su próxima clase.
Su día estaba siendo inmejorable. Y el motivo
de su buen humor estaba apoyado en su
coche con flores cuando salió del campus. En vez
de dirigirle una sonrisa, Dominic tenía el ceño
fruncido.
“"Si vas a sorprenderme con flores, se supone
que debes poner buena cara,” dijo acercando los
labios para que la besara.
“¿Cuántas vecesa la semana sales del campus tan
tarde?” gruñó. “Está oscuro y no hay vigilancia
en este aparcamiento. Ni luz, ni cámaras, ni
seguridad.”
“Hay seguridad en el campus y botones de
pánico en el aparcamiento.
Aquí no hay prácticamente ningún crimen, Dominic.
Te preocupas por nada, pero me resulta muy dulce.”
Tomó las flores y aspiró su aroma.
“¿Teníamos una cita? No lo recuerdo.”
“No. Por desgracia, no me puedo quedar. Tengo
negocios que atender, pero quería verte. Llevo
pensando en ti todo el día,” dijo mientras la
estrechaba entre sus brazos y le acariciaba el
cuello. Liya se estremeció y cerró los ojos,
disfrutando de su cercanía.
“Yo también he estado pensando en ti y si
tuvieras más tiempo, te lo demostraría,” murmuró.
Dominic tiró de su camisa hasta sacarla del
pantalón y extendió los dedos sobre su piel
desnuda. Liya jadeó al contacto y se acercó más
a él. Aún le sorprendía la rapidez con que su
cuerpo respondía al suyo. Con solo un roce o una
palabra, se derretía por dentro.
"Estoy tentado a tomarte la palabra. Follar
en el coche está en mi lista de cosas por
hacer contigo,” le susurró al oído, sacando la
lengua.
“¿Tienes una lista?,” Preguntó con una sonrisa.
“¿Qué más hay en ella?”
“Confía en mí, Liya. Lo descubrirás.” Tras besarla
en la mejilla, se apartó.
“Por desgracia, no bromeaba cuando te dije que voy
justo de tiempo, así que he de marcharme.”
“De acuerdo. ¿Qué negocios has de atender? Ni
siquiera sé a qué te dedicas,” dijo tirando de
su camisa hacia abajo. Nerviosa, miró a su
alrededor para comprobar que nadie la habíavisto.
“Soy un hombre rico, Liya. Poseo varios negocios
en la ciudad y debo supervisarlos. Me
preguntaba si tienes planes este fin de
semana.”
¿Propietario de negocios? Para Liya fue como un jarro
de agua fría. Su padre también era un hombre de
negocios y le resultaba un estigma difícil de
superar.
Se aclaró la garganta y usó las flores como
excusa para ganar tiempo y recuperar la
compostura. “¿Este fin de semana? Tengo que
corregir varios trabajos, pero nada más. ¿Por qué?”
Dominic examinó su rostro con detenimiento. “No
te alegra que posea
negocios,” dijo en voz queda. “Parala mayoría de
las mujeres no supone un problema. ¿Te importaría
decirme por qué para ti sí lo es?”
Maldición. “No es por tu trabajo, sino por la
cantidad de dinero que posees. Supongo que hace
que me sienta un poco incómoda,” dijo enseguida
para despistar. No iba a contarle los problemas que
tenía con su padre.
“No volveré a mencionarlo si te resulta un
problema, pero podría interferir con mis planes para el
fin de semana.”
“Y, ¿qué planes serían?” preguntó con curiosidad.
Le dirigió una sonrisa encantadora. “Pasamos
mucho tiempo en tu apartamento y me encanta,
pero habíapensado que podríamos pasar el fin de
semana en mi casa.”
Liya se mordió el labio. Pasar el fin de
semana en su casa era como hacer una escapada con
su nuevo novio. De repente le pareció que
la relación iba demasiado rápido para su gusto.
Dominic pareció leer la expresión de su rostro
y le acarició la mejilla. “No quiero presionarte,
Liya. Era sólo una idea.”
“¿Hay cosas de tu lista que haya que hacer en
tu casa?”
“Sí, algunas.”
Liya tomó aire. “Tal vez podríamos comenzar con la
noche del viernes y el sábado y ver cómova.”
Dominic se inclinó y la besó en los labios.
Toda la ansiedad se desvaneció al sentirlo. Lo
rodeó con sus brazos, estrechándolo con fuerza.
“Llámame cuando estés lista. Te recogeré,” le susurró
al oído.
“De acuerdo. Gracias.”
Tomó las llaves de su mano y abrió la
puerta del lado del conductor para que pudiera
entrar. Dominic le tocó el hombro. “Cuando esté
oscuro, intenta que alguien te acompañe afuera. No
me gusta que vayas sola.”
Cuando cerró la puerta, Liya agarró el volante
y sonrió. Tal vez Halina tenía razón. Puede
que estuviera enamorado.
***
Dominic silbó hasta llegar al bar. A pesar de
ser jueves por la noche, la cola daba la
vuelta al edificio. Ni siquiera tuvo que mirar
al portero. Retiró la cuerda para que pasara y
le tendió un trozo de papel. En él estaban
anotados los nombres de los hombres con los que
iba a reunirse esa noche.

Dentro del club, la música sonaba a todo


volumen y brillaban las luces de neón.
Solía dedicar unos minutos a observar a la
gente y escoger a alguna mujer para llevársela
a casa, pero esa noche ni siquiera se molestó
en mirar a la multitud. Subiendo los escalones de
dos en dos, llegó hasta la zona VIP. A petición suya,
habían montado un bar privado, bien surtido con
sus bebidas favoritas.
También habíapedido que no hubiera camareros ni
distracciones arriba.
No quería público para lo que tenía pensado
discutir esa noche. La conversación tenía que ser
privada y confidencial.
“¿No hay strippers ni mujeres guapas de tu
brazo? ¿Estás perdiendo tu toque por culpa del
engaño a esa chica?”
Dominic se dio la vuelta y vio a Gavril
caminando junto a la barandilla. “No te he
invitado esta noche,” dijo. “¿Qué haces aquí?”
“Estaba tomando una copa cuando vi que entrabas
y pensé en pasarme a saludar. Supongo que
tienes tiempo antes de la reunión. ¿Puedo
preguntarte qué tienes planeado?”
Dominic sirvió dos copas. “Puede que seamos
amigos, Gavril, pero si sigues trabajando para
cualquiera, no puedes estar al tanto de mis
secretos. Y el engaño va bien. Si tengo
alguna pregunta, te la haré saber.”
“No irás a reunirte con Iosif, ¿verdad?”
“No se te escapa una, ¿eh?” murmuró Dominic
ofreciéndole una copa a su amigo. Iosif era su
compañero cuando su padre estaba al
frente de la organización. Habían seguido el
mismo camino desde que eran adolescentes, y
su padre los juntaba siempre para que
aprendieran el uno del otro. Hace varios años, Iosif
y el padre de Dominic se pelearon y el
jovense marchó. Dominic habíaintentado varias
vecesencontrar a su antiguo compañero, pero era como
si se lo hubiera tragado la tierra.
Hasta ahora.
“Sé que no te gusta seguir mis consejos, pero
créeme cuando te digo que Iosif no es trigo
limpio.”
Dominic removió su copa y tomó un sorbo de
whisky. “¿Celoso, Gavril?”
Riéndose, Gavril puso la copa intacta en la mesa
y se levantó. “Gracias, pero hoy no voy a
beber. Disfruta de la velada, Dominic.”
Cuando se marchó, Dominic apuró su copa y
la de Gavril. A pesar de lo que pudiera
pensar su amigo, Dominic no iba a retomar
la relación con
Iosif.
Había gran cantidad de preguntas sin responder.
Pasaron unos minutos hasta que llegó su antiguo
compañero flanqueado por dos guardias. Dominic se
levantó sonriendo y Iosif lo abrazó. “¡Dominic!
¡Cuánto tiempo! Veo que has venido sin hombres.”
“Soy el dueño del club, Iosif. Tengo hombres en
todaspartes. Y la razón de que haya pasado tanto
tiempo es que te perdí la pista.” Les hizo una
señal a los guardias. “Sírvete del bar. Haré que
traigan algo de comer si te apetece.”
Iosif se quitó la chaqueta y se sentó. “No hace
falta. No estaremos aquí tanto tiempo. Sólo he venido
por curiosidad. En realidad, no quería que me
encontraran.”
Dominic se encogió de hombros. “Iosif, hace tres
años que sé dónde estabas. Alemania no era el
mejor escondite. Cuando terminemos aquí, puedes
volver si lo deseas, pero quería que supieras
que mi padre ha muerto. Me gustaría tenerte de
vuelta en el redil.”
“He oído lo de tu padre. Mi más sentido
pésame,” dijo Iosif en voz queda.
“Tuvimos nuestras diferencias, pero lo respetaba.
Siento no haber venido a presentar mis
condolencias.”
“¿Por qué te marchaste, Iosif? ¿Qué hizo mi padre que
te molestó tanto?”
Iosif frunció los labios y respiró hondo. Por
un momento, Dominic pensó que estaba a punto
de decirle la verdad, pero el hombre se
limitó a sonreír. “Lo pasado, pasado está, Dominic.”
Dominic apretó los dientes y asintió. “Paséun
tiempo viajando por los negocios de mi padre
y regresé poco antes de su muerte. Creí que la
transición sería fácil, pero al parecer no me conocen
los bastante. Están inquietos.”
“La noticia no me sorprende. He oído algunos
rumores desde que estoy en la ciudad. Dicen
que algo ha cambiado contigo. Incluso oí que dejas
vivir a los traidores.”
Dominic tomó aire. “Estoy en una situación delicada
y si aparecen cadáveres podría empeorar la
situación. ¿Es que cuestionas cómo hago las cosas,
Iosif?”
“Me has llamado para que me una a ti. Sólo
quería aclarar las cosas antes de tomar una
decisión.”
“No se te escapa ni una. Es por eso que te
quiero cerca. Tómate tu tiempo. No tienes que
decidirte enseguida.”
Iosif se puso de pie. “Yo también tengo asuntos
que resolver. Mi regreso a Alemania es inevitable,
pero consideraré tu propuesta. No me llames. Te
llamaré yo. No quiero que nadie sospeche del
cambio.”
“Por supuesto.” Dominic observó detenidamente cómolos
guardias flanqueaban a Iosif. Tenían entrenamiento
profesional y aqueldato era más importante que
sus nombres o historias.
Iosif habíapensado que Dominic quería tenderle una
trampa, y había actuado en consecuencia. Eso hacía
que sintiera más curiosidad por saber por qué había
discutido con su padre, y por qué Iosif pensaba
que eso afectaría a su relación.
Mientras pensaba en el misterio que rodeaba a
su antiguo compañero, sonó su móvil. Dominic
se dirigió a la esquina de la sala VIP para
huir de la música y contestó.
“¿Qué?” gruñó. Maksim jamás llamaría para
interrumpir una reunión a menos que hubiera
sucedido algo importante.
“Siento interrumpir, pero tenemos un problema, jefe,”
dijo Maksim nervioso.
“No pasa nada, la reunión ha terminado. ¿Cuál es el
problema?”
“Íbamos de camino a recoger el dinero de
Muller, pero alguien se nos adelantó.”
“¿Cómo?” estalló Dominic. “¿A qué demonios te
refieres con que alguien se os adelantó?"
“Habíamos quedado con él en el parque tal como
nos dijo, jefe, pero ya había un grupo de tíos allí.
Le estaban dando una paliza y le quitaron
el dinero.
Tratamos de alcanzarlos, pero sabían que veníamos.
Tengo una bala en el hombro.”
“Maldita sea,” gruñó Dominic. “Ve a un médico,
Maksim. Y luego mándame un informe completo de
lo ocurrido.”
Colgóel teléfono y comenzó a andar de un
lado a otro. Los jugadores solían pagar lo antes
posible. La mayoría de la gente no quería
arriesgarse a sufrir la ira de la familia
Minsky. Dos hombres iban a pagar parte de su
deuda esa noche. Enfadado, llamó a su otro
grupo de recaudadores.
“Jefe,” dijo uno de sus hombres, severo. “Han
robado y golpeado a Koch delante de nuestras
narices. Alguien se fue con el dinero. ¿Qué
quiere que hagamos?”
“¿Estás herido?”
“Sobreviviré.”
“Lleva a los heridos a un hospital. No
quiero que nadie muera esta noche,”
le espetó mientras colgaba. Un robo era mala
suerte. Dos resultaban bastante sospechosos.
Alguien en su organización filtraba información
a otro grupo. Tenía un traidor en sus filas.
Capítulo nueve
Liya preparó su bolsa de fin de semana y se
apartó para mirarla. No la usaba muy a menudo,
casi siempre cuando a Halina se le metía
en la cabeza que necesitaban una escapada de fin
de semana, y a vecescon Nick. Aunque solía
quedarse en casa de ella para poder llevar
mujeres a su piso.
No habíamucho en su interior, sólo algunos
artículos de tocador y una muda de ropa. Había
metido un vestido por si la llevaba a
cenar.
Y ropa interior.
Liya no era muy aficionada a la lencería, pero
habíaaprovechado un hueco entre clases por la
mañana para ir de compras.
Le dio un vuelco el corazón al pensar en
Dominic observándola con el salto de cama negro
que llevaba en la bolsa. ¿Le gustaría? ¿Se lo
arrancaría?
¿Le diría que se lo dejara puesto?
Justo a la hora acordada, Dominic llamó a la
puerta. La abrió de golpe emocionada, pero antes de
que pudiera abrazarlo, vio la expresión molesta en
su rostro.
Apartándose, frunció el ceño. “¿Cariño? ¿Qué te
pasa?”
“Ahora que estoy con mi sol, nada” dijo mientras
se inclinaba para besarla.
“Vale,” murmuró. “No quiero que pases el fin
de semana distraído, pero me encantaría encontrar la
forma de hacerte sonreír.” “¿El fin de
semana?” Repitió con una ceja levantada.
Liya tomó aire y se apartó. “Estaba equivocada.
Siempre que empiezo una relación me da un poco
de miedo, pero contigo me siento segura. Así
que quiero pasar el fin de semana contigo
si estás de acuerdo. Pero si ya tienes planes para
el domingo, lo entenderé. No era mi intención
decidirme en el último minuto.”
“Liya,” la interrumpió con una sonrisa. “Planeaba
que te quedaras el domingo, aunque imaginé que
tendría que esposarte para que lo hicieras.”
“¿Esposarme?” susurró. Al momento, se rozó contra
él.
“Umm,” gimió Dominic. “Creo que te gusta la
idea de las esposas y eso me hace muy feliz.”
Liya jugueteó con los botones de la camisa de
Dominic. No los desabrochó, aunque se sentía
tentada a hacerlo. “Tengo una sorpresa para ti
más tarde,” le dijo en voz baja.
“No suelen gustarme las sorpresas.”
Ella le dirigió lo que esperaba que fuera una
sonrisa seductora. “Creo que esta te gustará.”
Apartándose de él, agarró su bolso y cerró la
puerta de su apartamento. Echó las llaves dentro
y se volvió hacia él. “Soy toda tuya.”
Una mirada extraña atravesó su rostro. “Me gusta
cómosuena eso.
Vayámonos antes de darles un espectáculo a
tus vecinos.”
Riendo, Liya entrelazó los dedos con los suyos
y caminaron por la acera.
Dominic le abrió la puerta comoun caballero, y
tomó asiento en el coche de lujo. No habíamentido
del todo al decir que su riqueza la incomodaba.
Era feliz desde que se habíaalejado de la
opulencia de su padre. Le gustaba ganarse la vida
trabajando y comprar las cosas a su gustoy no
al de él.
Rozó con el dedo el asiento de piel y tomó aire.
Estaba saliendo con él, no con su dinero.
Podía hacerlo. Podía disociar a Dominic de
su padre. No había ninguna razón para que
sintiera tanta ansiedad.
“Aún tengo algunos negocios que atender este fin
de semana, pero puedo hacerlo desde casa. He dado
instrucciones para que no se me moleste a menos
que haya un problema grave,” dijo Dominic mientras
se sentaba al volante.
“Entonces, ¿soy tu únicoentretenimiento este fin de
semana? Qué presión…,” dijo con una sonrisa.
“Oh, seguro que sales del paso.” Fue a por las
llaves y Liya no pudo evitarlo. Inclinándose
sobre la guantera, lo atrajo hacia sí en
busca de un beso ardiente. Dominic abrió la boca
y ella tomó el control absoluto, deslizando la
lengua en su interior.
“¿A qué ha venido eso?” Preguntó con voz ronca
cuando ella se apartó. Se agachó, le sacó la polla
de los pantalonesy la rodeó con sus dedos.
“Parecías estresado en la puerta. Sólo quiero
empezar a lo grande.” Al envolver su miembro
con su boca, Dominic gruñó y movió las
caderas. Mientras lo chupaba y le daba placer,
disfrutaba al tener el control. Su cuerpo le pertenecía
y le excitaba saber el efecto que tenía
sobre él.
La agarró de las nalgas y deslizó la
mano por su sexo mojado, pero debido a la
tela de sus pantalonesvaqueros, no sintió
mucho alivio.
“Liya,” gimió al ver que no se detenía.
“Cariño, si no paras, me voy a correr.”
No se detuvo. El deseo desesperado de que
terminara la llevó a continuar, y poco después,
Dominic gritó, derramando su semilla en la boca
de Liya, que chupó hasta la última gota antes de
levantarse.
Se dejó caer en el asiento y extendió la
mano para apartarle el pelo de la cara. “Me
gustaría proponer una regla,” dijo en voz baja.
“¿Cuál?”
“Nada de pantalones. Lleva siempre falda cuando
estés cerca de mí.
Cuando quiero meterte los dedos en el coño,
quiero acceso total. ¿Entiendes?”
Liya se echó hacia atrás en su asiento y exhaló
lentamente. Estaba tan excitada que sentía sus
nervios a flor de piel. “Creo que me gusta esa
regla,”
murmuró. “Llévame a tu casa de una vez para
hacer magia con tus dedos.”
Riendo, Dominic puso el coche en marcha. “Será
un placer.”
Por desgracia, no pudieron ir al grano, pues
habíatres hombres en la puerta esperándole y
aquella escena le trajo recuerdos a la mente.
La casa de Dominic era tan grande como la de
su familia. Estaba protegida por una verja de
hierro forjado y contaba con seguridad privada.
Liya no pudo evitar darse cuenta de que los
miembros del equipo de seguridad no llevaban uniformes.
Al igual que el personal de su padre.
“Maldita sea,” gruñó Dominic. “Yo me encargo de
esto, sol, y luego continuaremos donde lo dejamos.”
“Tómate tu tiempo. Si no me calmo un poco,
me correré en cuanto me toques,” dijo con una
sonrisa traviesa.
“Eres una zorrita,” dijo Dominic mirándola con ojos
llenos de lujuria.
Salió del coche y cerró la puerta tras él.
“Creo que fui bastante claro.”
El hombre más corpulento se adelantó e inclinó
la cabeza. La observó mientras salía del coche
y una pequeña sonrisa se dibujó en su
rostro. Llevaba el brazo en cabestrillo.
“No era mi intención interrumpirle. Hay un huésped
esperándole y quería asegurarme de que lo sabía
antes de entrar. Estamos trabajando para resolver el
otro problema.”
“¿Problema?,” Preguntó Liya. “Dominic, no quiero
entrometerme en tu trabajo.”
Dominic se volvió y le tendió la mano.
“Liya, quiero que conozcas a Maksim. Es el jefe
de seguridad. Estos dos caballeros ayudan a controlar
mi negocio.”
Maksim asintió con la cabeza. “Es un placer
conocerla por fin, Liya. He oído mucho sobre
usted.”
“¿En serio?” dijo nerviosa. Dominic no parecía el
tipo de hombre que hablaría de ella, y Liya tenía
la sensación de que no se refería a eso.
“¿Qué le ha pasado en el hombro?”
“Una lesión,” dijo Dominic enseguida. “Maksim se
encarga a vecesde reservas y ese tipo de
cosas. También se asegura de saber mi
paradero en todo momento. Al parecer, cree que paso
mucho tiempo contigo.” “Pero ahora veo que
merece la pena,” dijo Maksim asintiendo.
“¿Quién me espera dentro?”
“Gavril.”
Liya creyó ver ira en sus ojos, pero él se
limitó a sonreír. “Liya, ¿te importa que
Maksim te enseñe la casa mientras hablo con
mi amigo?”
“Si es tu amigo, me gustaría conocerlo. Y si
no es posible, entonces te esperaré. Quiero que
me la enseñes tú. Sobre todo, si hay alguna
zona que aparezca en tu lista,” dijo de forma
sugerente.
Los hombres empezaron a toser de inmediato y
Liya tuvo la sensación de que lo hacían para
ocultar sus risas. No podía culparlos, cualquiera
podía entrever el verdadero significado tras sus palabras.
Dominic se limitó a sonreír y le tendió
la mano. “De acuerdo.”
Liya la agarró y se volvió hacia Maksim.
“Siento lo de su hombro. Espero que se
recupere pronto.”
El vestíbulo era inmenso, con techos altos y
figuras ornamentales. Liya se preguntó si la
mayoría de las mujeres a las que habíatraído
a su casa habían quedado impresionadas. “Tienes
una casa preciosa,” dijo enseguida.
Dominic se detuvo. “Liya, sé que no lo dices
de verdad. No tienes que mentirpara
impresionarme.”
“Es verdad. Lo siento. Pensé que eso fue lo
que dijeron el resto de tus novias,” murmuró
sonrojándose.
“No traigo mujeres aquí,” dijo levantándole la
barbilla. Sus ojos buscaron su rostro, y no pudo
evitar sonreír. Ella era la primera.
“No dispongo de mucho tiempo, Dominic,” dijo una
voz masculina desde una de las habitaciones. Un
hombre atractivo de abundante pelo rubio dio la
vuelta a la esquina, y se detuvo en seco
al verlos. “Mis disculpas. No sabía que tenías una
invitada.”
“Gavril, te presento a Liya.”
“La encantadora Liya,” dijo Gavril acercándose
y tomando su mano. En lugar de estrecharla,
se la llevó a los labios para besarla.
Dominic lo fulminó con la mirada. “Quítale las
manos de encima, Gavril.”
Gavril le guiñó un ojo. “Nunca renuncio a
la oportunidad de besar a una mujer hermosa.
Liya, ¿te importa que me me lleve a Dominic un
momento? Te prometo que no será mucho rato.
Estoy seguro de que tiene muchos planes
contigo.”
“Por supuesto,” dijo apartándose. Los dos hombres
entraron en una habitación, y ella se entretuvo
observando las obras de arte del vestíbulo. Había
algo que no encajaba. Aunque Dominic se sentía
a gustoen su casa, no vio ningún toque
personal en las paredes. Además, no parecía el
tipo de hombre que haría alarde de su riqueza.
Liya no podía dejar de preguntarse si habíaheredado
la mansión.
Cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta
de lo poco que sabía sobre él. No sabía nada
sobre su familia o su historia. Ni siquiera
sabía qué negocios poseía.
Pronto sus pasos se aceleraron. Retorció los
dedos nerviosa, sintiendo acelerarse su corazón, y
no tenía nada que ver con la líbido. ¿Qué estaba
haciendo? ¿Pasar el fin de semana con un
hombre sólo porque había mejorado su vida sexual?
No era propio de ella.
“Liya,siento haberme llevado a Dominic un rato.
Ha sido un placer conocerte,” dijo Gavril mientras
los dos hombres se acercaban.
Liya se dio la vuelta y asintió con la
cabeza. “No pasa nada. El placer ha sido mío,” dijo
rígida. Dominic la miró fijamente y Liya trató de
relajarse.
“Ya sabes dónde está la puerta,” le gruñó
Dominic a Gavril, pero no apartó los ojos de ella.
Su amigo se marchó sin hacer ruido, y
Dominic se acercó a ella. “En los dos minutos
que me he ido, mi mujer sensual se ha
convertido en un manojo de nervios. ¿Qué ha pasado?”
“No se te escapa ni una,” murmuró apartando un
mechón de pelo tras su oreja. “Estoy bien, Dominic.
Bueno, en realidad no. No sé nada sobre ti.
Camino por tu casa y aunque es preciosa, no
parece tuya y no sé por qué. ¿Contrataste a
alguien para que la decorara? ¿Fue una ex mujer?
Ni siquiera sé a qué negocios te dedicas. No sé
nada sobre tu familia. Podrías estar casado. ¿Lo
estás?”
“Liya.” Dominic la agarró de las manos.
“Respira hondo.”
Asintió, siguiendo su consejo. “Lo siento. La
explicación se me ha ido un poco de las
manos.”
“No pasa nada. Comprendo tu preocupación y te
aseguro que no estoy ni he estado casado jamás.
Crecí en esta casa, pero era de mi padre. Falleció
hace poco y la heredé. No he hecho muchos
cambios, pero veo que hacerlos debe ser prioritario.”
Se calmó al oír su respuesta y asintió.
“Tiene sentido. Lo siento, supongo que estoy un
poco nerviosa.”
Dominic la envolvió en sus brazos, y ella
respiró su olor a almizcle. Se calmó, y aunque
el abrazo era reconfortante, no pudo evitar
reaccionar a él. “Tal vez podrías enseñarme ahora
la casa,” susurró.
“Me parece una idea excelente,” murmuró besándole el
cuello. La tomó de la mano y la llevó a
la habitación de la que Gavril y él acababan
de salir.
Era una oficina grande con una hermosa mesa de
caoba en el centro. Los estantes estaban
llenos de clásicos, pero Liya tuvo la sensación de
que era sólo para aparentar. “¿Es tu oficina?,” Preguntó.
“Es preciosa.”
“Era de mi padre. No necesito tanto espacio, pero
me sirve.”
La agarró por detrás, apoyando las manos en
sus caderas. “Si cambiaras algo, ¿qué sería?” preguntó
ella.
“Te pondría en la mesa abierta de piernas,” le
susurró al oído, estrechándola contra sí.
“No me refería a eso,” rio golpeándole la
mano y poniéndose fuera de su alcance. “No
bromees.”
Dominic ladeóla cabeza y la miró. “¿Bajo la
mesa de rodillas?”
“Eres incorregible,” afirmó esquivándolo. “¿Cuál es
la siguiente parada en el tour?”
“El dormitorio,” gimió cuando la agarró al
fin y la apoyó contra la pared.
“O puede que nos quedemos aquí.”
Pasó la mano por su garganta y la apretó
con suavidad. Liya jadeó y él se detuvo. “¿Es
demasiado?” murmuró.
“No lo sé. Nunca lo he probado,” dijo tragando
un nudo en su garganta. Él no la soltó y Liya no
se resistió.
Dominic se inclinó y la besó con delicadeza.
Cuando la soltó, se frotó automáticamente la
garganta y trató de averiguar lo que sentía.
No tenía miedo de que le hiciera daño,sólo de
que no le gustase.
“Vamos,” dijo sosteniendo la puerta para que
pasara. Había una sonrisa de complicidad en su
rostro cuando pasó por su lado. “¿Quieres ver la
sala de juegos?”
“¿Tienes una?,” Preguntó con una sonrisa.
Atravesaron el pasillo y la sala de estar.
Todas las habitaciones eran grandes y vacías.
La casa parecía solitaria.
Al abrir la puerta al fondo, encontró una mesa
de billar, dardos, un enorme televisor y varias
mesas. “Vaya. No era broma lo de la sala
de juegos. Es igual que un bar.”
“Bueno, tengo un bar. Varios, de hecho,”
explicó.
Liya se dio cuenta de que le estaba dando
más información, y la aceptó sin más. Quería
preguntarle qué bares eran suyos, pero no
quería cometer una indiscreción.
“Parece un sitio perfecto para divertirse,” murmuró
mientras caminaba por la estancia, pasando la
mano por la superficie de caoba. A pesar
de ser una habitación de soltero, habíamucho
dinero allí invertido. El bar estaba repleto de
licores de alta gama y la mesa de billar estaba
tallada con elegancia.
Oyó el sonido distintivo de la puerta al
cerrarse y bloquearse. Dominic tenía una expresión
ya conocida en su rostro al acecharla. “Dudo
que lo haya pasado tan bien en esta habitación como
lo voy a pasar ahora,” dijo mientras la
agarraba de los pantalonesy se los quitaba. Liya
chillóy se agarró a sus hombros mientras deslizaba
los vaqueros por sus piernas.
“No hemos visto mucho de la casa,” señaló
cuando la levantó en brazos y la puso sobre
la mesa de billar. Sintió el frío de la
madera contra su piel desnuda.
“No te preocupes. Mi plan es poseerte en todasy
cada una de las habitaciones de esta casa antes de que
termine el fin de semana,” dijo mientras tiraba
sus bragas a un lado. No hubo preliminares y
la penetró al momento. No los necesitaba. Estaba
tan húmeda que el flujo le corría por los muslos.
“Dios,” murmuró mientras la embestía fuerte y
rápido. No tardó mucho en retorcerse bajo su cuerpo,
tratando de no gritar. Clavólas uñas en la mesa
de billar, sin aliento, mientras rozaba una y
otra vez el centro de su placer.
Comenzaron a temblarle las piernas hasta que,
finalmente, la invadió el orgasmo.
Dominic no le dio tiempo a recuperarse. La
puso en el suelo y le arrancó la camisa,
arrojándola a una esquina.
“¿Vamos a la próxima habitación?,” Preguntó con
una sonrisa mientras se subía la cremallera de los
pantalones.
Presadel pánico, se dio la vuelta y lo miró.
“¡Estoy casi desnuda! ¡No puedo ir por la casa así!
Además, no has terminado.”
Se desabrochó lentamente la camisa y se
la quitó. “Le he dado el fin de semana libre al
personal, así que puedes andar por la casa como
Dios te trajo al mundo si lo deseas. Y no
he terminado porque aún quedan muchas cosas que
quiero hacerte. Espero que hayas recuperado
fuerzas porque va a ser una noche muy larga.”
Liya exhaló despacio. “Ah. Guau. De acuerdo.”
Caminar por aquella extraña casa tan sólo en ropa
interior era emocionante por sí solo, pero Dominic
tenía razón.
Fue una noche muy larga. Y a él le
encantó su lencería.

Capítulo diez
El domingo por la mañana junto al fogón,
Dominic echó más mantequilla derretida sobre los
bistecs calientes. Las patatas al vapor estaban
saliendo muy bien, aunque su botella de cerveza
se habíacalentado. La terminó y fue a la nevera
a por otra. Al pasar pro la ventana, se
asomó. Liya habíapedido una pausa en su tour,
preguntándole si podía sumergir sus músculos
doloridos en la bañera de hidromasaje. La vio
salir y no pudo evitar contemplar cómo goteaba
el agua de su cuerpo desnudo.
Pese a haberle asegurado que tendría total
privacidad, envolvió su cuerpo en una toalla. Era
inocente, sexy, dulce y atrevida, todo en uno. Nunca
se cansaba de ella pues no dejaba de
sorprenderle.
Liya abrió la puerta y entró rápidamente al
interior. “Qué frío,” dijo estremeciéndose.
Dominic le tendió la mano y la acercó
al fogón. La abrazó, acercándola al calor que
irradiaban los quemadores. “¿Está cocinando para mí?”
“No, lo hago para mí. Me ha entrado hambre. Si
quieres algo, prepáratelo tú misma,” bromeó. Ella se
volvió en sus brazos y le golpeó el
estómago, sin apenas fuerza.
“Eres horrible,” dijo con una sonrisa. “Me invitas a
tu casa a pasar el fin de semana, y no
me das de comer.”
“Supongo que necesitas reponer fuerzas para lo
que te espera esta noche,” dijo moviendo las
cejas.
Liya rio y se apartó de él. “Voy a vestirme.
¿Habrá vino con la cena?”
Señaló la botella de cerveza en la
encimera. “No es mi estilo.” “Tengo vodka con
piña,” dijo inocente.
Lo miró con fingido enfado, se dio la vuelta
y se dirigió a la salida. Justo antes de
desaparecer, dejó caer la toalla y Dominic vio
de reojo algo de piel desnuda al doblar la
esquina.
Gimiendo, volvió su atención a la cocina. Cada
vez le resultaba más fácil representarel papelde
novio cariñoso. Y eso le molestaba. Estaba
perdiendo facultades.
Cuando Liya regresó, la mesa estaba puesta con
una botella de vino.
Llevaba una camiseta blanca y unos pantalonesde
pijama a cuadros. Caminando descalza, se sentóen
la silla y cruzó las piernas en alto. Se veía
tan relajada e inocente.
Igual que un rayo de sol.
“Creo haberte dichoque nada de pantalones,” dijo
poniendo un plato frente a ella.
Se inclinó sobre la mesa y alcanzó la
botella de vino y el abridor. Hizo estallar el
corcho y sirvió dos copas. “Pensé que si
llevaba pantalones, podría comer. Me muero de
hambre.”
“¿Y te quejas?”
Liya soltó aire y se sonrojó. “No.”
“Muy bien,” dijo mientras se sentaba a la
mesa. La silla junto a la de ella estaba vacía,
pero no confiaba en sí mismo. Era obvio que
necesitaba un descanso, y él se moría por
tocarla de nuevo.
Liya gimió de placer al probar la carne.
“Está deliciosa, Dominic. No tenía ni idea de que
supieras cocinar.”
“No siempre he vivido en una casa con servicio.
Durante años me encargué de un negocio en
Estados Unidos. Estábamos solos mi socio y yo y a
él se le daba fatal cocinar. Tuve que aprender.”
“¿Qué clase de negocio?” preguntó, mirándolo con
interés.
Dominic masticó despacio la comida y, tomando
un sorbo de vino, se aclaró la garganta. “Había
varios inversores que querían expandir el negocio, y
fui a inspeccionar el terreno. No salió adelante,
pero me quedé para explorar otras opciones.”
“Lo haces mucho, ¿sabes?”
“¿El qué?”
Se apoyó en el respaldo, cruzándose de
brazos. “Responder a una pregunta sin dar
detalles. ¿Crees que soy una espía?”
Dominic estuvo a punto de atragantarse de
la risa. “¿Una espía? No lo creo.”
“Podría ser una espía,” dijo indignada. “Que sea rubia
y bajita no significa que no sea inteligente.”
Echó la silla hacia atrás y rodeó la mesa.
“Puedo ser sigilosa,” dijo Liya en voz baja
deteniéndose tras él y deslizando las manos por
su pecho. Se inclinó y le lamió la
oreja, y él cerró los ojos, disfrutando del
escalofrío de placer que recorrió su espina dorsal.
“Y, se me da muy bien distraer a la gente,”
le dijo al oído.
“Doy fe de ello," dijo con una sonrisa. Antes de
que pudiera reaccionar, se dio la vuelta y
la atrapó por la cintura. Liya chillóde risa
cuando la depositó en su regazo. “Pero debes
aprender a no subestimar al objetivo.”
Liya se apoyó en él. “Gracias por la cena,”
dijo en voz baja. “Y por este fin de semana.
Debería volver a casa esta noche para no faltar
a mi primera clase de la mañana.”
“O puedes pasar aquí la noche y marcharte
por la mañana temprano,” murmuró besándola en la
coronilla. Dominic era feliz solo con abrazarla.
Ella lo observó y Dominic vio algo distinto en
sus ojos. Se habíaabierto por completo y era
vulnerable. Se le hizo un nudo en el estómago
al pensar en lo que le estaba haciendo.
“Dominic, yo…”
La calló con un beso, lento y profundo, y no se
apartó hasta que la oyó gemir y olvidó lo que
iba a decir.
Sonó su teléfono antes de que pudiera hacer
nada más. Liya se apartó, poniéndose de pie.
“Contesta la llamada,” dijo besándolo en la mejilla.
“Voy a limpiar esto y luegome iré a la
cama.” “¿A mi cama?” preguntó alzando una ceja.
“Sí,” dijo guiñando un ojo y tomó su plato.
Dominic respondió la llamada y se dirigió al
estudio para tener un poco de intimidad.
“Minsky al habla,” murmuró. “Te dije que no
quería que me molestaran este fin de semana, así
que más vale que sea importante.”
“Lo siento, jefe. He investigado al camello
durante el fin de semana y estoy casi seguro
de que trabaja solo. ¿Qué quiere que haga con él?”
Matarlo. Estuvo a punto de decir la palabra,
pero se contuvo. No quería correr el riesgo de
que descubrieran el cuerpo mientras se estaba
ganando la confianza de Liya.
Dios, estaba perdiendo facultades. “Asegúratede que ha
aprendido la lección y déjale claro que, si vuelvo
a verlo, está muerto. No debe escapar, pero ha
de seguir con vida.”
“¿Está seguro, jefe?”
“Sí,” gruñó. Frustrado, colgó el teléfono y se
apoyó en el escritorio. Su vida era cada vez más
complicada. Si fuera inteligente, terminaría con la
farsa y se centraría en los negocios, pero eso
significaba perder a Liya.
Y aún no estaba preparado para ello.
Cuando iba a reunirse con ella en la cama,
su móvil volvió a sonar. “¿Qué coño pasa
ahora?” exclamó enfadado al responder.
“Dominic. ¿Tienes una mala noche?” preguntó una voz
familiar.
“Iosif. ¿Me llamas porque estás pensando en
aceptar mi oferta?” “Es posible. He oído
rumores interesantes. ¿Es cierto que te
estás acostando con la hija de Polanski?”
Dominic se quedó paralizado. “¿Cómo te has
enterado?”
“¿Crees que iba a regresar sin investigar un
poco? Es un movimiento arriesgado y estoy muy
impresionado. Supongo que eso significa que vas a
hacerte con el territorio de los Polanski, ¿no?
Necesitarás un socio para ello.”
Dominic iba a hablar, pero se calló. “No había
pensado en eso. Supuse que todo caería en
manos de Liya tras la muerte de su padre.”
“Eso no supondrá un problema,”dijo Iosif tranquilo. “La
controlas y controlarás sus bienes. O puedes
convencerla para que firme y lo ponga todo a
tu nombre. Otra opción es casarte con ella.”
“Dios,” murmuró Dominic pasándose las manos por
el pelo. No había pensado en las consecuencias tras
la muerte de Kostya. Se habíalimitado a asumir
que Liya se marcharía y él obtendría su venganza.
Pero la estaba poniendo en peligro. “Me lo
pensaré. Estaremos en contacto.” Dominic colgó antes de
que Iosif pudiera decir nada más.
Si no quedaba más remedio, se casaría con ella
para mantenerla a salvo, pero tendría que soportar
su odio día tras día. Lo mejor era retirar la
invitación hecha a Iosif y dejar que se quedara
en Alemania.
Así no podría acercarse a Liya.
***
Liya fue despertándose despacio y abrió los ojos. La
habitación estaba totalmente a oscuras.

Al intentar estirarse, descubrió que le habían


atado los brazos al cabecero.
“¿Qué demonios es esto? ¿Dominic? ¿Dominic?”
“Tranquila,” dijo con calma en la oscuridad. “Te
tengo.”
Liya estaba completamente desnuda y empezaba a
sentir humedad entre las piernas, pero también
miedo. “¿Qué estás haciendo?”
Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, y lo
vio sentado en la cama sin camisa. La luz de la
luna iluminaba sus músculos cincelados, y vio la
expresión de su rostro. Era completamente fría, y
parecía la mirada de un extraño.
“Estabas dormida cuando subí y te he dejado
descansar un par de horas.
Pero ahora tendré lo que quiero. Habló en
voz baja y amenazante.
Liya juntó las piernas y movió los pies contra
las sábanas. El corazón le dioun vuelco y se
humedeciólos labios secos. “Y, ¿qué es
exactamente lo que quieres?”
Al momento, la obligó a separar las piernas
y se inclinó sobre su cuerpo.
Se le escapó un gemido al notar que rozaba
su clítoris inflamado con su miembro. Él sonrió.
“Tenerte a mi merced.”
Su cuerpo lo deseaba, pero habíaalgo en sus
palabras que la asustaba.
“Dominic, ¿qué haces?”
Moviendo las caderas, deslizó su duro miembro
sobre su sexo húmedo, y ella no pudo evitar
jadear un poco. Se acercó y le pellizcó los
pezones. Sintió una punzada de placer y dolor
atravesarla. “¿Qué pasa, Liya? ¿No confías en mí?”
En lugar de responderle, se limitó a gemir.
Por supuesto que confiaba en él. Durante la cena,
habíaestado a punto de decirle que lo
amaba. Pero aquel hombre que se inclinaba sobre
ella era una persona completamente diferente.
“Confío en ti, Dominic, pero pensé que me
preguntarías primero si me sentía cómoda con…”
Zas. Liya emitió un sonido a medio camino
entre un chillido y un gemido cuando Dominic
golpeó con la palma de la mano su coño
desnudo. Le dolió, pero por alguna razón, quería
que lo repitiera.
“Mira lo que tenemos aquí…,” dijo mientras extendía
sus pliegues húmedos y la acariciaba con el dedo.
“Creo que te ha gustado.”
Todo su cuerpo se sacudió, y la cuerda
alrededor de sus muñecas le hizo daño. “No te
resistas, Liya,” dijo mientras le agarraba los
brazos. “Te harás daño y te quedarán marcas. ¿Qué
pensarán tus alumnos de ti mañana si ven marcas
de cuerda en tu hermosa piel?”
Se puso rígida y tragó saliva. “Dominic, por
favor,” gimió. “¿Por qué me haces esto?”
Su expresión se suavizó y se inclinó para
besarla. “Hasta ahora he fingido para no
asustarte, pero esta noche verás lo que me gusta en
realidad.”
A medida que se cernía sobre ella, observó
su rostro. Liya seguía aterrada, pero necesitaba hacerlo.
Y ella mentiría si dijera que no le gustaba.
Relajándose, recorrió con su pierna desnuda la
de él. “Entonces hazme lo que quieras.”
Oyó una risa sorda. “Mi dulce sol… No creo que
quieras quedar
completamente a mi merced.” Inclinándose, hundió
sus dientes en su pecho desnudo, dejándola sin
aliento. Mientras le lamíael pezón, introdujo tres
dedos en su vagina.
“Dios mío,” gimió e instintivamente trató de aferrarse
a él. Ansiaba tocarlo, pero no podía con las
ataduras de sus muñecas. Estaba a su merced, y
sólo podía mover las caderas para intentar que
sus dedos llegaran más lejos, pero él se retiró y
la dejó sola en la cama.
“Espera, ¿a dónde vas?” gritó. “No me dejes.”
No dijo nada, pero se quedó junto a la cama.
Liya volvió la cabeza y vio que se quitaba
los pantalones. Cuando estuvo tan desnudo como
ella, volvió a la cama, pero no la tocó.
En su lugar, se inclinó y sopló suavemente
sobre su piel. Ella cerró los ojos y esperó. Su
piel ardía de deseo por él, pero se limitó a
llevarla al límite con su aliento. “Dominic,” murmuró.
“Por favor, ayúdame.”
Algo húmedo y cálido se deslizó sobre su
clítoris, sobresaltándola. En lugar de penetrarla,su
lengua desapareció.
Él permanecía en silencio mientras Liya se
retorcía bajo su cuerpo, sin conseguir lo que
quería. “¿A qué estás esperando? ¡Fóllame!” sollozó
tirando de las cuerdas cada vez más fuerte. De
repente, el terror se apoderóde ella. No podía
soltarse. El cabecero golpeaba contra la pared, y
estaba a punto de llorar cuando de
repente, notó que soltaban las cuerdas.
Jadeando, rodeó su propio cuerpo con sus
brazos y vio a Dominic
inclinado sobre ella con un cuchillo. Había algo
salvaje en sus ojos. “Te lo dije.
No quiero que te hagas daño,” dijo con voz
ronca.
Incorporándose, le echó los brazos al cuello y
ocultó el rostro en su hombro. Dominic
acarició su espalda desnuda hasta que los temblores
desaparecieron. En vez de disculparse o admitir
su miedo, Liya se echó hacia atrás en la cama y
lo rodeó con las piernas. “Fóllame,” le exigió,
empujando sus caderas contra las suyas. “Ya.”
Gimiendo, se inclinó y besó sus labios con
ímpetu. La agarró, dándole la vuelta con facilidad,
obligándola a separar las rodillas. La penetró
desde atrás, haciéndola gritar.
Las embestidas eran cada vez ás fuertes y Liya
se aferraba a las sábanas sin poder apenas
respirar. “Dominic. Dominic. Estoy tan cerca, no
pares. Por favor, no pares.”
“No quiero,” dijo apretando los dientes. “Ni ahora
ni nunca.” Con la última embestida, todo su cuerpo
se tensóy ocultó la cabeza en la almohada
para ahogar un grito. Tras ella, Dominic gimió y
sujetó con firmeza el cuerpo de Liya contra
el suyo al correrse.
Al soltarla, cayó sobre el colchón y se
encogió. “Lo siento,” susurró.
Dominic se inclinó sobre ella y le dio la
vuelta para que estuviera boca arriba. Con suavidad,
desató los extremos de la cuerda que aún
llevaba atada a las muñecas, besando cada una en
el proceso.
“No tienes que disculparte,” susurró, inclinándose
junto a ella y abrazándola.
“Nunca pensé que me gustaría que me
controlaran,” susurró. “Y me entró el pánico.”
“No hables.” Le acarició el pelo. “Duérmete,
cariño.”
Tranquila y saciada, el pánico la abandonó y
cayó en un sueño profundo.

Capítulo once
La semana transcurrió y no hablaron de la
última noche que Liya pasó en su casa. No acertaba
a saber el motivo, pero notaba que Dominic
estaba enfadado consigo mismo por alguna razón.
Había intentado decirle a la mañana siguiente que
todo iba bien, que quería intentarlo de nuevo, pero
él la silenció con un beso.
Estaba distante, pero esa semana pasó dos noches
con ella en su casa. Eran el tipo de visitas que
comenzaban de madrugada y terminaban a
la mañana siguiente.
Y en cada una de ellas, la hacía sentirse viva.
Nada más entrar en el apartamento tras sus
clases, lanzó las llaves a la encimera. Soltó el
bolso e inmediatamente fue a la cocina a
preparar café. No fue el sexo lo que la desveló
aquella noche. Algo le preocupaba, no conseguía
dormir si no estaba acurrucada en sus
brazos.
Liya supo desde el momento en el que oyó que
llamaban a la puerta que algo malo estaba a
punto de suceder. Aquellos golpes le resultaban
familiares.
No sabía explicar por qué, pero no era la forma
de llamar a la puerta de su amiga Halina
ni los insistentes golpes de un amante como
Dominic. No eran indecisos como los de un repartidor
ni impacientes comolos de su arrendador. Eran
tranquilos y premeditados, y por un momento
pensó en no responder. El último mes habíasido
mucho mejor de lo esperado.
Pero ignorar los golpes en la puerta no haría
que desaparecieran. Con un suspiro, dejó los filtros
de café y salió en silencio de la cocina.
Cuando volvió a escuchar que llamaban a la
puerta, entornó los ojos. “Ya va,” susurró. “¡Un poco
de paciencia, por favor!”
Abrióla puerta a medias y pudo distinguir dos
caras que le resultaban familiares. No sabía sus nombres,
pero tenían la misma expresión. “No estoy
interesada en hablar con mi padre. Podéis
volver y decírselo,” ordenó mientras retrocedía
para cerrar la puerta de un golpe.
Uno de los hombres la bloqueó con rapidez, y
distinguió otra cara que le resultaba familiar. Se le
cortó la respiración. “Padre,” dijo con tono frío.
“Debes estar muriéndote si has dejado tu
mansión para venir a verme.”
“Amaliya,” dijo su padre en tono formal. Liya
suspiró. Odiaba cuando su padre usaba su
nombre completo, pero siempre se negaba a
llamarla de otra forma. “¿Puedo entrar?”
Se tensó, cruzándose de brazos. “Dime lo
que quieras ahora mismo y márchate.” Mientras
observaba a su padre, comenzaron a resurgir
recuerdos que creía superados. Kostya Polanski gobernaba
su hogar como si de un dictador se tratara,
y nunca habíaun momento de calma. Su infancia
estaba repleta de ansiedad y temor, y en
cuanto encontró una vía de escape, la
aprovechó.
Su padre nunca la habíaperdonado por
haberse marchado. “Amaliya, por favor, déjame
entrar. No tengo intención de discutir
nuestros asuntos y que todo el mundo se
entere. Trato de ser educado,” insistió.
Liya notó el tono amenazante en su voz. Si no
le dejaba entrar, lo haría por la fuerza.
Se apartó y su padre, junto a sus dos
guardaldas, entraron a su pequeño apartamento.
Los guardaespaldas tomaron posiciones de inmediato, uno
junto a la ventana y el otro en la puerta.
Kostya paseó lentamente, revisando cada detalle.
Liya ignoró la sensación de malestar y trató de
evitar la ansiedad. Intentaba complacer a su
padre. Era la única familia que le quedaba, pero
nada bastaba para agradarle. Cuando estaba en casa,
siempre estaba pendiente de sus notasy de sus
amigos. Tenía prohibido pasar la noche fuera,
y su padre la amenazaba con meterla en
un internado si no se comportaba apropiadamente.
El problema era que no era mala hija, pero nunca
era lo suficientemente buena.
Era un alivioque el trabajo de su padre lo
mantuviera siempre fuera de la ciudad. Poseía
varias empresas, y pese a tener mucho dinero,
nunca se preocupó por reservar días libres para
momentos especiales como vacaciones o cumpleaños.
Había vecesen las que expresaba su ira de
forma física.
“Estás contenta, ¿no? ¿Tu trabajo en la
universidad te hace feliz? No tocas ni un céntimo
del dinero que te doy. Tienes tu propia
cuenta bancaria. Diría que tu búsqueda de
independencia ha sido un éxito, aunque podrías tener
un apartamento mucho mejor que este,” dijo
tranquilamente.
“Basta de cháchara. Cuéntame lo que has venido
a decirme y márchate.”
“No hemos hablado en años, Amaliya. Me gustaría
ponerme al día. Eres mi única hija. Mi única niña.”
Se sentóen su pequeño sofá y la miro
expectante.
Liya se cruzó de brazos y se apoyó en
la barrade la cocina. “Si me hubieras tratado
comoa una hija cuando tuviste la oportunidad,
no estaríamos en esta situación.”
Vio cómosu padre enrrojecía de rabia y entornaba
los ojos. “¿Me estás llamando un mal padre? Te di
todo lo que necesitabas, zorra desagradecida.”
Liya tomó aire y se fue a la puerta para
abrirla. Uno de los guardaespaldas de su padre
bloqueó el camino. “Marchaos,” dijo Liya de manera
escueta. “La visita ha terminado. Lleváoslo.”
“No me iré hasta que me parezca, Amaliya. Si no
quieres aceptar las acciones que cometiste en el
pasado, entonces tendrás que responder a tus acciones
presentes. ¿Por qué has dejado de salir con ese
chico, Nick?”
“¿Cómo?” susurró enfadada. “¿Quién te ha dado
permiso para entrometerte en mi vida amorosa? Lo
que yo decida no tiene nada que ver contigo.”
Kostya se levantó de sopetón. “¡Sí tiene que ver
si has comezando a salir con Dominic Minski!”
Atónita, Liya se quedó mirándolo. “Fuera.”
“No es el tipo de hombre que crees, Amaliya.
Y no te ama. ¡Dominic Minski te está usando
para llegar hasta mí, y se lo estás permitiendo!
¡Es una ofensa!” exclamó.
Liya se echó hacia atrás y se apoyó en la
encimera. Sintió naúseas y trató de mantener el
control. “No sabes de lo que hablas. Elegí a
Dominic. Lo traje a mi casa. ¡La noche anterior
no sabía nada sobre mi, y estoy segura de que no
te conoce!”
Una cruel sonrisa se dibujó en el rostro de
su padre. “Me conoce, y se puso en tu
camino a sabiendas. Me culpa por la muerte de
su padre y sabe lo humillante que es para mí
que te seduzca. Corta con él ahora mismo o lo
haré yo por ti.”
“¿Por qué querría culparte de la muerte de su
padre?” susurró con tono asustado. Su padre se
dirigió hacia la puerta, y el guardia la
abrió.
“¡Respóndeme!” gritó.
La miró fijamente por encima del hombro. “Porque
lo maté.”
Al oír que la puerta se cerraba con un
fuerte golpe, Liya no pudo aguantar más. Se
agachó y vomitó. Tras vaciar todo lo que
habíaen su estómago, todo se volvió oscuro y
perdió el conocimiento.
***
Dominic permaneció en la escalera, escuchando
los gemidos que resonaban a través de las
paredes del sótano. Dos de sus hombres se estaban
ocupando de alguien que habíarobado en uno de
sus casinos. “Ya es suficiente,”

dijo al fin. Los golpes cesaron y Dominic


encendió las luces a medida que bajaba los escalones.
Tomó la cartera del hombre de una mesa.
“Michael Parsons. Inglés, Has realizado un largo viaje
para llegar hasta aquí. ¿Qué te hizo pensar que
podrías robarme y escapar de mí?”
El hombre jadeó y tosió. Le salía sangre de la
nariz y los labios, pero sus hombres habían
seguido sus órdenes, conteniéndose.
“Lo siento” se lamentó. “No lo sabía.”
Una llamada telefónica interrumpió el interrogatorio,
y sacó su teléfono móvil. El número no le era
familiar. Frunciendo el ceño, aceptó la llamada y
se acercó el aparato a la oreja en silencio.
“Dominic Minski. Tu padre hizo muy malas
elecciones y espero que no sigas sus pasos.”
Sintió los músculos de su cuerpo tensarse al
reconocer la voz. “Kostya Polanski. No esperaba esta
llamada, qué sorpresa. Por favor, dame un
momento para terminar lo que estaba haciendo”
Guardó el móvil y se dirigió a sus hombres.
“Liberadlo. Llevadlo a un hospital y recordadle que,
si vuelvo a ver su cara, es hombre muerto.”
Subiendo lentamente los escalones, obligó a
Polanski a esperarle mientras se dirigía a su
estudio y cerraba la puerta. Un millón de
cosas rondaban su cabeza, pero, antes que nada, quería
saber cómo había obtenido su número de teléfono.
A no ser que se lo hubiera dado Liya. ¿Habría
sospechado de él? “Polanski. Disculpa por hacerte
esperar, pero tenía que terminar papeleo urgente.” dijo
con soltura.
“Sí. Ya te he escuchado pasar las hojas,” Dijo
Polansky, seco. “Te llamo para advertirte y mandarte un
mensaje. En primer lugar, te haré un favor
diciéndote que tienes un traidor entre tus hombres.
No es alguien que haya contratado, así que
sugiero que vigiles mejor a tus hombres”
“¿Un traidor? ¿Y qué te hace decir eso?” dijo con
cautela. Era una encerrona que no tenía nada que ver
con la cortesía profesional.
“Porque me han informado sobre tu relación con
mi hija. Y ahora viene el mensaje. Se terminó.
Si quieres mi atención, ya la tienes.”
“¿Liya es tu hija? No tenía ni idea. Pensaba
pedirle matrimonio. Es una mujer hecha y
derecha,” Dijo Dominic de forma cruel. Hubo un
silencio incómodo. “Si te hace sentir mejor,
estaré encantado de comentarte los detalles más
íntimos de nuestra relación.”
“Ya es suficiente,” dijo Kostya bruscamente.
“Tengo más hombres que tú, y son leales. Tus actos
no quedarán impunes, pero si no quieres un baño
de sangre, esto tiene que acabar. Reúnete conmigo
en el pub de Fifth Street, y discutiremos las
condiciones. Lo creas o no, Minski, no quiero
verte muerto. A las diez en punto. No llegues
tarde, o no te va a gustar lo que
haré.”
Kostya colgó el teléfono, y Dominic sonrió.
Aunque su plan no estaba saliendo comopensaba, su
objetivo siempre habíasido matar a Kostya. Quería
hacerle sufrir, y claramente, lo había
conseguido. Ahora tenía la posibilidad de acabar
con el asesino de su padre.
Sólo necesitaba a un francotirador, y por suerte,
conocía a la persona idónea.
Volvió a coger el teléfono y marcó el
número que guardaba en caso de emergencia.
“Sí,” respondió su interlocutor.
Dominic tenía memorizada la frase en clave. La
habíaescuchado innumerables vecesde su padre.
“¿Haces encargos? Tengo algo que hacer, pero estoy
demasiado ocupado comopara salir.”
“Minski está muerto.”
“Soy su hijo,” dijo Dominic enseguida. “Y necesito
resolver un asunto.”
“¿El asesino de tu padre?”
“Sí.”
El hombre se mantuvo en silencio durante un
minuto. “Considéralo un regalo. ¿Fecha y lugar?”
“El pub de Fifth Street. Esta noche a las diez
en punto. Kostya Polanski,” dijo Dominic tras
tomar aire. Una vez dicho, ya no habíavuelta
atrás.
“Hecho.”
El asesino colgó el teléfono y Dominic guardó
su móvil despacio. Debería estar entusiasmado, pero
solo sentía ansiedad. Ya no pensaba en él como
el asesino de su padre, sino comoel padre
de Liya.
¿Qué probabilidad habíade que ella lo comprendiera
todo?
“No importa,” se dijo. Tras aquella noche, no
tendría que volver a verla.
Todo habría acabado.
Trató de dejar a un lado esos pensamientos y se
centró en el siguiente problema.
Necesitaba encontrar al topo, y ya. El traidor se
interponía en sus planes de venganza.
***
Liya rodeo su propio cuerpo con los brazos
sobre la camilla. La consulta del médico era
completamente blanca y estéril. Ni siquiera
habíauna imagen graciosa en la pared que la
tranquilizara.

El papelque habíabajo su cuerpo se arrugaba con


cada movimiento, y tiró de la bata de hospital.
Aunque su padre la hubiera asustado antes,
no debería haberse desmayado por eso. Algo no iba
bien.
Incapaz de permanecer sentada por más tiempo,
se levantó de la camilla y comenzó a vestirse.
Los análisis habían concluído y ya solo quedaba
esperar los resultados.
Puede que tuviera anemia. A vecesse olvidaba
de comer mientras corregía los trabajos de sus
alumnos. Y habíaquemado unas cuantas calorías desde
que empezó su relación con Dominic.
Puede que fuera peor que anemia. Tal vez tuviera
un tumor. O incluso cáncer.
De ser así, al menos lo habíapasado bien
durante el último mes.
“Sra. Polanski, Soy el Dr. Utki. ¿Por qué no toma
asiento?”
Liya no podía sentarse. “Dígalo” murmuró mientras
caminaba de un lado a otro. “No quiero rodeos.
Dígame qué me sucede.”
El doctor ahogó una risa y se sentóen un
taburete. “Sra.Polanski, no le pasa nada malo.
Explíqueme qué le ha ocurrido.”
“Estaba discutiendo con mi padre. Saca lo peor
de mi. Sentí naúseas y vomité antes de desmayarme.”
“¿Fue la pelea lo que le provocó ansiedad?”
Liya rodeo su propio cuerpo con sus brazos.
Fue horrible. No podía sacarse sus palabras de la
cabeza y se mezclaban con los recuerdos de
Dominic.
“No es el tipo de hombre que crees,Amaliya. Y
no te ama. ¡Dominic Minski te está usando para
llegar hasta mí, y se lo estás permitiendo!”
Dominic fue el primer hombre que vio en la
discoteca, no habíaforma de que supiera que ella
iba a ir. Pero, ¿y si todo estaba preparado
desde el principio?
Dijo que perdió hace poco a su padre. Su
propio padre admitió haberlo matado. ¿Qué diablos
estaba ocurriendo? Su padre era un hombre
de negocios.
Al igual que Dominic.
“Claro, solo un poco de ansiedad. Bastante, en
realidad. Doctor, ¿está casado? ¿Alguna vez ha
estado con un chico y de pronto no estaba
seguro de si era real?”
“¿Un chico?” dijo el doctor arqueando una de sus
cejas.
“O una chica. En realidad, no importa. Dígame
qué me ocurre.”
“Bueno, es un poco pronto para que tenga
náuseas matutinas. Creo que su
ansiedad ha aumentado debido al embarazo. No
creo que haya ningún problema, pero podemos hacer
una ecografía si lo desea. Le recomiendo paz y
tranquilidad.
Es probable que tenga problemas de tensión
durante el embarazo. ¿Suele visitar regularmente a
un ginecólogo?”
Liya no habíaescuchado mucho más tras oír la
palabra embarazo. Miró asustada al médico. “¿Qué?
¿Qué acaba de decir? ¿Embarazada? Si tomo la
píldora. No es posible. Creo que ha confundido
mis análisis con los de otra persona.”
“Entonces no lo sabía,” dijo el doctor despacio.
“No debería haberlo dicho de esa forma. Lo
siento mucho. Retrocedamos un segundo.”
“No.” Todo comenzaba a darle vueltas. “No, no
puedo hablar ahora mismo sobre esto. Debo
marcharme.”
La ansiedad se apoderó de ella hasta que entró en
el coche y comenzó a derramar las primeras
lágrimas.
Embarazada de un hombre al que apenas
conocía y que estaba en guerra con su padre.
No sabía qué hacer.
Intentandocontrolar la respiración, arrancó el
coche y trató de permanecer lo más tranquila
posible mientras llegaba a su casa. Pensó en
llamar a Halina, pero eso significaría explicarle
todo, y no sabría cómo.
De vuelta al apartamento, tomó un bloc de
notasy lo observó. Liya quería creer que su
padre mentía y estaba molesto. Puede que
Dominic fuera de la competencia y su padre la
estuviera usando para llegar a él.
Si creía eso, significaría que Dominic era el
mismo de siempre. ¿Cuántas veces lo había
comparado con su padre sin darse cuenta?
Apretando los dientes, tomó un bolígrafo y comenzó
a garabatear en el bloc. Ella lo vio primero al
entrar en la discoteca y hasta que no intervino
en la pelea en la que se conocieron no se
fijó en él. Era imposible que todo estuviera preparado.
O puede que sí. Dijo que era dueño de un
par de discotecas. Puede que lo fuera del Club Six.
Incluso la llevó a casa en limusina. Un hombre
cualquiera no va en limusina a una discoteca a
no ser que quiera impresionar a alguien.
Estaba claro,Dominic quería impresionarla.
Y luegose dejó ver en su campus. Tenía una
excusa inofensiva, pero no llegó a verlo con nadie.
El campus era grande, y habíaunos cuantos puestos
de café, pero ella fue a ese en concreto. Lo supo
porque la siguió.
Pensó que era el destino, pero estaba
equivocada.
Levantándose del taburete, comenzó a caminar,
llevándose la mano al vientre. Todo parecía tan real.
¿Cómo podían fingirse ese tipo de emociones?
¿Esa pasión? Liya caminó hasta que se dio cuenta
de que el sol ya se había puesto. Estaba
oscureciendo, y tenía que decidir qué hacer.
“Tengo que saberlo.” masculló mientras tomaba el
teléfono. “Debo saberlo.”
***
Dominic se sentóen su coche y se frotó las
sienes. La lluvia golpeaba el

techo, y la gente se apresuraba con sus


abrigos y paragüas. No tenían ni idea de lo
que estaba a punto de ocurrir. En diez
minutos, Kostya Polanski estaría muerto. Nada más
entrar en el bar, el asesino le metería una
bala en la cabeza y todo habría acabado.
¿Qué haría Liya? ¿Encontraría calor en sus brazos? ¿Se
lo permitiría?
Gavril se enfadó al darse cuenta de que
Dominic habíatraído a Liya a casa para pasar
el fin de semana. Le advirtió que era demasiado
peligroso. Se suponía que tenía que ser un engaño
breve, y pasar demasiado tiempo con Liya
podía ser arriesgado.
Lo que no podía decirle a Gravil es que
temía haber llegado demasiado lejos.
No era el tipo de hombre que pudiera
permanecer con ella y seguir mintiendo. Se
merecía algo mejor. Cuando todo hubiera acabado,
tendría que irse.
Su teléfono sonó, y bajó la vista. El nombre de
Liya apareció en la pantalla. Por un momento pensó
en no responder. Estaba a punto de matar a
su padre. Su voz era lo último que quería
oír.
Contestó de todasformas. Carecía de voluntad
cuando se trataba de ella.
“¿Me amas?” jadeó antes de que él pudiera decir nada.
“¿Sientes algo por mi?”
Dominic la oyó sollozar. Ella lo sabía. Alguien
le habíacontado lo del engaño, y lo sabía.
No importaba. Ya era demasiado tarde.
“Cariño,” susurró al teléfono.
“¡No me llames así!” gritó. “No me llames de esa
forma si no sientes nada por mí. Respóndeme.
Dime la verdad.”
“La verdad es más complicada que una simple
respuesta, Liya,” dijo con tono áspero. Sintió que
estrujaban su corazón. “Tu padre asesinó al mío,
Liya. Es el jefe de una mafia, y se estaba
quitando de en medio a la competencia. Tendrías
que saber cómose gana la vida y cuánta
sangre ha derramado.”
“No lo sabía. Él sólo era... sólo era mi padre,
Dominic. Eso es todo lo que era para mí. Era cruel
y siempre estaba ausente, pero no era un
asesino. No lo entiendo. No sé qué pensar.”
Dominic oyó que empezaba a hiperventilar. Apoyó
la cabeza contra la puerta y se frotó los ojos.
“Liya, tienes que respirar. Tienes que respirar,
cielo.”
“Si él es el jefe de una mafia, tú tambien,”
jadeó. “¿Cuánta sangre has derramado tú? ¿Vas a
asesinar a mi padre? ¿He sido tu arma para
poder llegar hasta él?”
“Liya.”
“Ni siquiera te conozco. Sólo eres un tío al que
conocí en un bar, y ahora llevo en mis
entrañas a tu maldito hijo. No consigo asimilar
nada de esto.
Vete y déjame sola, Dominic. Deja a mi familia
en paz.”
Colgóantes de que Dominic pudiera decir nada. ¿Estaba
embarazada?
“Mierda,” gritó mientras intentaba marcar el número
del asesino. No importaba cuánto odiara a
Kostya, no podía asesinar al abuelo de su
hijo. El francotirador contestó la segunda vez que
llamó. “¿Cambio de planes?” preguntó fríamente.
“Se cancela el plan,” gritó Dominic. “¡No dispares!”
El asesino soltó una carcajada. “No voy a asesinar
a Kostya Polanski por ti, Dominic. Es por mí
y por un montón de gente, y no dejaré
pasar esta oportunidad. Hasta luego.”
“¡No!” Dios, era sólo cuestión de minutos. Salió a
toda velocidad del coche y comenzó a correr por
la acera hasta donde se habíareunido con Kostya.
La adrenalina aumentaba cada vez más, al igual que
su velocidad. Podía distinguir el bar y al padre
de Liya.
La bala lo alcanzó de forma tan limpia que
el hombre se desplomó de golpe al suelo.
Dominic quedó paralizado de horror al ver la
sangre de su enemigo derramándose por la
acera.
Acababa de ocurrir. Kostya habíamuerto.
Dominic volvió la cabeza en la dirección
desde la que habían disparado la bala y
esperó. Si el asesino hubiera querido
deshacerse de todo testigo, habría disparado también
a Dominic. Pero no lo hizo.
Puede que fuera consciente de la situación en la
que se encontraba.

Capítulo doce
Liya no habíadormido la noche anterior. Se
moría de ganas por llamar a Halina, pero no
estaba preparada para asumir la responsabilidad de
sus propios errores. Una cosa era contarle a su
amiga que su exnovio la había engañado con una
chica más joveny otra muy distinta admitir que su
actual novio era un jefe mafioso que estaba
utilizándola para asesinar a su padre que también
lo era.
Y que estaba embarazada.
En vez de quedarse ausente mirando la pared,
se dirigió a la casa de su familia. Era de
noche y la mansión estaba fuertemente
protegida como de costumbre. A pesar de haber
crecido allí, estaba claro que los hombres de su
padre no querían que volviera.
“Su padre no está aquí,” dijo uno de ellos
bloqueándole el paso.
“No me importa,” dijo con frialdad. “Esta es mi casa
y voy a entrar.”
Parecía contrariado y notó la batalla que se
libraba en su interior. “Si pudierallamar a su
padre para confirmarlo, no tendría tantos
reparos.”
“Mira, no sé cómote llamas, pero tengo que
entrar. Estoy embarazada y necesito permaencer
en un sitio seguro. He intentado llamar a mi
padre y no contesta, pero sé lo que pensará si
le dáis la espalda a su hija embarazada. ¿Está
dispuesto a asumir ese riesgo?” Se llevó la
mano a la barriga y el guardia siguió el
movimiento con la mirada. Agachando la cabeza
en señal de respeto, se apartó a un lado.
Su llave aún servía. En más de una ocasión, Liya
habíaintentado deshacerse de ella, pero por alguna
razón, era incapaz de hacerlo. Pese a lo que
sentía por su padre, era su pasado, su
hogar.
Entró en el vestíbulo y esperó sentir una
sensación de familiaridad que no llegó. A pesar
de haber pasado diecisiete años en esa casa,
siempre se había sentido como una extraña. Al igual
que la casa de Dominic, tenía una decoración casi
grotesca. Ahora que sabía en lo que trabajaba su
padre, tenía la sensación de que la decoración
tenía más que ver con su condición que con su
gustopersonal.
Su objetivo era impresionar e intimidar.
Siguiendo los pasos de su infancia, avanzó
lentamente por las escaleras hasta llegar a su
antiguo dormitorio. Cuando abrió la puerta, se
sorprendió al ver que nada habíacambiado. No
habíapolvo acumulado, por lo que el servicio
debíaencargarsede su limpieza, pero todo estaba intacto.
La habitación siempre le habíaparecido un poco
aséptica. Nunca había puesto pósters ni nada
personal por temor a la ira de su padre.
Siempre le habíadichoque fuera reservada y no le
permitía mostrar sus emociones.
Las paredes blancas estaban desnudas a excepción
de un solo cuadro. Era de algún pintor
famoso, pero nunca se preocupó en averiguar el
significado de la pintura. No habíasido su elección.
Su padre mandó que lo colgaran en su
habitación durante los primeros años de su adolescencia
y Liya lo quitaba todaslas noches, pues le daba
la sensación de que la observaba mientras dormía.
No sentía ninguna conexión con esa habitación.No
echaba nada en falta y el hecho de que su
padre la hubiera mantenido comoun santuario le
decía todo lo que necesitaba saber.
Kostya aún no habíaaceptado su rebelión.
Cerróla puerta en silencio tras ella y se
dirigió por el pasillo a la habitación de su
padre. Junto a la puerta, extendió la mano
para acariciar laveta de la madera. Nunca la
dejaban entrar allí. Si se asustaba por la noche
o se sentía emocionada por algún motivo,
no le estaba permitido ir a su padre es
busca de consuelo o atención. Tenía que
recurrir a las niñeras, que solían ser tan frías
comoél. Cuando parecía que se estaba formando
un vínculo emocional, su padre despedía a la
niñera y contrataba a otra.
“¿Te escondías de mí porque no podías
soportarme o porque tenías miedo de
quererme?” le susurró a la puerta cerrada.
Sin molestarseen asir el pomo de la puerta,
giró sobre sus talones y se alejó. Lo que
buscaba no estaba en la habitación de su
padre. Probablemente era tan fría y estéril como
la suya.
Bajó las escaleras, sintiéndose comoun fantasma, y
se dirigió al lugar donde sabía que encontraría
respuestas. La puerta del estudio de su padre
estaba cerrada con llave, pero eso no la detuvo.
Cuando tenía catorce años, robó la llave de su
padre e hizo una copia. Él nunca lo supo,
y Liya nunca habíatenido valor de usarla. Pero
nada la detenía ya, y, sin vacilar, deslizó la llave
en la cerradura y la giró.
Una vez más, su oficina le recordó a la de
Dominic: hermosa madera
pulida y tallada, libros impresionantes y
costosos y otro cuadro escalofriante.
Durante un momento, recordó la idea de Dominic
de hacer un tour por la casa.
Rememoró sus manos en torno a su cintura
y su cuerpo pegado al suyo, las palabras
eróticas que le habíasusurrado al oído… Le había
parecido tan real.
Apartó los pensamientos de su mentea, tomó aire
y cerró la puerta tras ella. Arrastrando los pies
por la alfombra, llegó hasta la silla de su padre y
se sentó, acariciando la madera de caoba
oscura y brillante, suave y fría al tacto.Se
echó hacia atrás y abrió varios cajones, extrayendo
documentos.
“Muy bien, Kostya. Veamos qué clase de hombre eres
en realidad.” Los primeros documentos eran las
cuentas de gastos de sus negocios. Era dueño de
tres discotecas, cuatro hoteles y dos casinos. A
juzgar por el estado de las cuentas, sus negocios
eran prósperos. Era obvio que su padre habíatenido
éxito y eso era algo que ya sabía. Usaba el
dinero como un arma.
Los siguientes documentos eran archivos del personal.
Al mirar el historial de los hombres contratados
por su padre, se le hizo un nudo en el estómago.
No pertenecían a ninguna empresa de seguridad,
eran mercenarios con historias sangrientas a sus
espaldas. A Liya le temblaron las manos al leer
sus crímenes y lo que aparecía allí era solo lo
que habían hecho antes de que su padre los
contratara.El resto lo habrían encubierto.
Metió los documentos en el cajón y sacó
otra pila. Era una lista de los hombres que le
debían dinero, y su padre no había
escatimado en detalles sobre ellos. Conocía sus
empleos, a sus amigos más cercanos y a
sus familias.
Muchos de ellos tenían hijos. ¿Les amenazaba con
hacer daño a sus hijos si no pagaban? ¿Con
matarlos? Se llevó una mano al abdomen,
inclinándose sobre el escritorio y apoyando la
frente contra la fría superficie. ¿Qué haría cuando
descubriera que estaba embarazada? ¿Pondría en
peligro a Dominic utilizando a su propio nieto
o nieta? Liya sintió mucho miedo por la
seguridad de su hijo. Estaba apenas en su primer
trimestre de embarazo y no sabía lo que le
depararía el futuro, pero amaría a ese niño y
haría lo que fuera necesario para protegerlo.
Y puede que la única manera de ponerlo a
salvo fuera huir tanto de Dominic comode su padre.
Si su padre habíasobrevivido tanto tiempo como
jefe de la mafia, no
sería tan descuidado comopara dejar pruebas o
evidencias de sus fechorías donde cualquiera pudiera
encontarlas. Cerró el cajón, se levantó y salió
de la oficina.
Sabía que sería la última vez que entrara en esa
casa, pero tenía un único objetivo. Subió corriendo las
escaleras y no se lo pensó dos vecesal abrir
la puerta del dormitoriode su padre y
echar un vistazo.
Limpio. Ordenado. La cama estaba hecha con
sábanas impecables y las almohadas estaban
perfectamente colocadas y mullidas. Había un
escritorio en una esquina y un sofá de piel
marrón en la otra. Tenía un aire muy masculino,
pero sin ningún tipo de detalle personal o
creativo. Lo únicoque destacaba era un joyero en
el tocador.
A diferencia del resto de la casa, el joyero era
simple. Estaba tallado en madera de roble con
manchas oscuras y contaba tan solo con simples
bisagras plateadas y un cierre. Liya lo abrió y
sonrió. Las únicas joyas en su interior eran la
alianza de su madre y otro anillo con un
ópalo negro. Liyapuso la alianza en la cómoda.
No la necesitaba, pero uno de los pocos recuerdos
que tenía de su madre era consolándola durante
una tormenta. Liya no tendría más de cuatro años
por aquelentonces y, aunque no recordaba el rostro
de su madre o su olor, se acordaba del anillo
de ópalo negro.
Liya dejó el anillo en la caja y le dio la
vuelta. Había algo grabado debajo.
Para mi Amaliya. Un día sabrás lo que es
elegir el amor sobre todo lo demás y me
perdonarás. Te quiere, tu madre.
Su madre no le habíadado el joyero, pero Liya
se lo habíaencontrado un par de años después
de su muerte. Al preguntarle a su padre,
se limitó a llevárselo y decirle que no era
para ella. En aquelmomento, no entendió la
inscripción.
No estaba segura de comprenderla ahora, pero
no se iría de la casa sin el joyero y el
anillo. Se lo echó bajo el brazo y se
marchó de la habitación, sabiendo que probablemente
tendría que pelearse con el guardia para llevárselo.
Al bajar, se encontró tres coches de policía
frente a la casa y a los agentes apuntando
con sus armas a los tres guardias de la
puerta. Nadie había disparado aún, pero la tensión
podía cortarse con un cuchillo.
“¿Qué demonios ocurre?” preguntó. “Bajad las
pistolas. Son agentes del orden, ¡por amor de Dios!”
Los guardias la miraron cansados, pero no bajaron
las armas. Liya soltó el joyero despacio y
levantó los brazos. Con el corazón desbocado en
su pecho, se interpuso entre los guardias y la
policía. “¿Qué hacen aquí?”
“Hemos venido a registrar la casa. Kostya
Polanski ha muerto. ¿Es usted su hija?”
Liya bajó los brazos, despacio. “¿Ha muerto?”
“Lo mató un francotirador anoche. Estamos
investigando su asesinato,” gritó uno de los agentes.
Liya se volvió hacia los guardias. “Vuestro jefe ha
muerto, no tenéis que proteger la casa. Deberiáis
marcharos antes de que la policía encuentre vuestras
fichas personales,” dijo en voz baja.
“En caso de que Polanski muera, la autoridad se
transfiere a su pariente vivo más cercano. Ahora
respondemos ante usted,” dijo uno de los guardias
con voz mecánica.
Liya jadeó y se llevó la mano al pecho. El
médico le habíaadvertido sobre el estrés, y
sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. “En ese
caso, estáis todos despedidos. Dejad que los
agentes hagan su trabajo.”
Los guardias se miraron antes de enfundar las
armas y asentir. Caminaron lentamente hacia sus
coches, haciendo gestos de burla a los agentes.
Liya se sorprendió al ver que no los detenían.
En su lugar, la policía enfundó sus propias
armas y se dirigió a la casa.
“¿Sra.Polanski? Soy el agente a cargo de la
investigación de su padre.
Siento su pérdida.”
Su rostro le resultaba familiar, pero no lograba
ubicarlo. ¿Había estado antes en la casa? “¿Por qué
no detiene a los guardias?” preguntó entornando los
ojos.
Hizo caso omiso de la pregunta. “Cualquier
información que pueda darnos será de utilidad para
nuestra investigación. ¿Sabe a dónde se dirigía
su padre anoche? ¿Se reunía con alguien?”
“Sus agentes superaban claramente en número a
los guardias. Tenían una evidente ventaja y
habrían podido reducirlos y arrestarlos, pero no lo
han hecho.
Los han dejado escapar. Dígame agente, ¿esperaba
ganarse el favor del próximo jefe de la mafia
dejando vivir a sus guardias? Hay muchas cosas
sobre mi padre que no conocía hasta ahora,
pero lo que está claro es que tenía mucho dinero.
¿Se beneficiaba usted de ello?”
Se limitó a sonreír. “Si hay algo en que
pueda ayudarla, señora Polanski, todo lo que tiene
que hacer es pedírmelo. Puedo serle muy útil.”
Sintió disgusto al darse cuenta de lo que
insinuaba. Ahora que su padre había caído, se
esperaba que su hija tomara el relevo.
“Váyase al infierno,” susurró mientras iba a
recuperar el joyero. No apartó la vista de ella en
todo el camino hasta el coche y Liya hizo todo
lo posible por disimular su inseguridad.
Poco después, Liya se alejó rápidamente en coche
de la casa, haciendo que
saliera humo de los neumáticos. A pocos
kilómetros de allí, paró el coche y miró a través
del parabrisas.
“Dios mío,” susurró para sí. Dominic habíamatado a
su padre y, ahora, sus “negocios” habían pasado
a sus manos.
Era una simple profesora de literatura, ¿cómo
habíapodido meterse en semejante embrollo? ¿Y cómo
demonios iba a salir de él?

Capítulo trece
La casa estaba en completo desorden. Dominic oyó
pasos tras él, pero no se dio la vuelta. Todos
los libros del estudio estaban apilados en un
rincón. La mayoría de las costosas estatuas
estaban hechas añicos y había descolgado
todos los cuadros. En ese preciso momento,
trataba de encontrar la forma de bajar la
maldita lámpara de araña del techo. Algo más
sencillo para iluminar la estancia habría hecho
el mismo efecto. ¿Por qué demonios habíacristales
colgando en el vestíbulo?
“¿Redecorando? Qué forma más rara de celebrar tu
victoria,” dijo Gavril cortante.
“Lárgate,” dijo Dominic sombrío. La última persona
que quería ver era al artífice del plan. No era culpa
de Gavril. En el fondo, Dominic lo sabía, pero
necesitaba tener a alguien a quien culpar.
“No puedo, Dominic. ¿Qué ocurre?”
Dominic desenfundó la pistola que llevaba a
la cintura y se dio la vuelta.
Apuntandocon el cañón a su viejo amigo,
cambió de postura y relajó los hombros.
“Vete.”
“¿Vas a matarme?,” se limitó a decir Gavril.
“Por lo general no me importa que te encargues
de los flecos sueltos, pero no te condenarán
por el asesinato de Polanski. Tengo la sensación
de que ya lo sabes, así que ¿qué haces con esa
pistola?”
“El francotirador no aceptaba dinero. Y cuándo
traté de cancelar el golpe, descubrí por qué. El
asesino tenía un problema personal con Kostya, y
le entregué al padre de Liya en bandeja de
plata.”
Gavril no rompió el contacto visual. “Rompiste
la regla principal del engaño, Dominic. Te
enamoraste.”
Dominic sacudió la cabeza y se pasó la
mano por el pelo. "Traté de evitarlo, pero no
sirvió de nada. El asesino quería verlo muerto.
No había nada que pudiera hacer.”
“¿Por qué lo llamaste entonces?” Gavril mantenía la
calma. “Sabías que la amabas. Joder, hasta yo era
consciente de ello. ¿Por qué lo llamaste?”
“Polanski lo sabía. Uno de los míos le contó
todos los detalles. Sabía lo de Liya y se lo
dijo. No solo mató a mi padre, sino que se lo
contó todo.”
“¡Lo iba a descubrir de todasformas!” gritó Gavril.
“¿Qué importaba?”
“¡Está embarazada!” gritó Dominic. En cuanto las
palabras salieron de su boca, la rabia lo abandonó.
Se dejó caer contra la pared, deslizándose hasta
el suelo. Gavril no daba crédito a lo que
veía.
“Ya veo,” dijo en voz baja. “Supongo que eso cambia
las cosas. Y,
¿destruir tu casa te da ideas para arreglar la
situación?”
“Odioesta casa, siempre lo he hecho. Es hora de
un cambio,” murmuró Dominic. “Supongo que no
habrás traído whisky.”
“No, pero aquí hay de sobra. Además, lo que
necesitas no es alcohol.”
Gavril se sentóen el suelo junto a la escalera
y miró fijamente a su amigo.
“¿Crees que ella te ama?”
“Dudo que lo haga ya,” murmuró Dominic. “Creo
que estuvo a punto de decírmelo, pero no la
dejé terminar. Aunque deseaba oír sus palabras, no
podía soportar escucharlas. ¿No es patético?”
Gavril apoyó la cabeza en la pared y
suspiró. “Es una situación difícil,
Dominic. Y es un verdadero lío. Debes decidir
qué quieres hacer.”
“¿A qué te refieres?”
“En primer lugar, no habíaamor entre Amaliya y
su padre. Además, es probable que cualquier
sentimiento que albergara por él despareciera al
descubrir cómo se ganaba la vida. Nunca se sabe.
Puede que te esté agradecida,” dijo Gavril con
una sonrisa irónica.
Dominic entornó los ojos. “Pasas tanto tiempo
estafando a la gente que no tienes ni idea
de cómoactúan las personas de verdad. La
mayoría de las mujeres no se quedarían con el
hombre que mató a su padre. Pero es bueno
saber que eres tan optimista.”
“¿Vas a destruir tu casa? Seguro que hay formas
mejores de canalizar tu enfado,” dijo su amigo
arqueando una ceja.
“Mis hombres de confianza están buscando al traidor.”
“Es necesario que pienses para quién trabaja el
traidor, Dominic. ¿Quién salía ganando si no
matabas a Polanski?”
Dominic lo observó. “Es obvio que Polanski.”
"Polanski tenía una rencilla personal con tu padre,
pero no profesional. No habíanada en tu territorio que
Polanski quisiera. Su organización es el doble de
extensa que la tuya y no ganaba nada en
realidad eliminandoos. No tenía por qué temeros. ¿Por
qué iba a poner a un topo tan cerca de ti?”
Dominic observó a Gavril. Por desgracia, tenía
razón. Su padre quería desesperadamente ampliar
su territorio, pero nunca fue rival para Polanski. Su
enemigo jugó con él, pero el odio entre ellos era más
profundo que una simple disputa comercial. Dominic
no sabía por qué ambos se odiaban, pero era algo
personal.
Y eso significaba que otra persona habíaenviado al
topo.
“No tenía nada que ver con Polanski,” dijo Dominic
mientras se levantaba del suelo. “Era conmigo. Le
importaba un comino si Polanski moría o no.
Sólo quería fastidiarme a mí. ¿Por qué? No he
hecho enfadar a nadie últimamente. No hace tanto
que empecé a tomar el control de la
organización.”
Gavril también se levantó y se sacudió el
polvo. “Creo que esa es la cuestión, Dominic.
No has hecho nada para ganarte la lealtad de
tus hombres, pero asesinando a Polanski has
dejado un claro mensaje. Ahora que ya está hecho,
los hombres te apoyarán al cien por cien. Son
tuyos.” Dominic suspiró. Las piezas del rompecabezas
comenzaban a encajar.
“Alguien quiere ocupar mi lugar, pero no
habíanadie que se me acercara en estatus. No
desde que...” su voz se detuvo al darse
cuenta de a quién se enfrentaba.
“No desde que Iosif se marchó. Apostaría lo que
fuera a que se fue porque tu padre le dejó claro
que un día trabajaría a tus órdenes,” dijo Gavril
severo.
“Tu vida es complicada, Dominic.”
Dominic apretó los puños. “No puedo hacer
nada por Liya, pero sí encargarme de Iosif. Mi padre
no me eligióporque fuera su hijo, sino porque era
mejor, y creo que es hora de demostrárselo a
mi antiguo compañero.”
“Bien,” dijo Gavril mirando a su alrededor, “Te
sugiero que te encargues primero de la casa. El
próximo que entre pensará que te han robado o
que has perdido la cabeza.”
Dominic observó el desastre ante sus ojos y
sonrió. “No sé. Me siento más tranquilo viendo
toda esta mierda por el suelo. ¿En serio has
venido para felicitarme?”
“No. Vine a decirte que Amaliya ha ido hoy a
casa de su padre. Estaba allí cuando los agentes
anunciaron la muerte de su padre.”
A Dominic se le heló la sangre en las
venas. “¿Cómo lo sabes? ¿Piensa hacerse cargo
de los negocios?”
“Tengo mis fuentes. Y creo que el policía
corrupto insinuó lo mismo.
Despidió a los guardias y mandó al infierno
al agente.”
El miedo se apoderó de él. “Va a disolver
la organización de su padre.”
“Si vende los negocios, llamará mucho la
atención.”
“Maldita sea,” gruñó Dominic. “Se está colgando una
diana en la espalda.”
***
Liya sacó la maleta del armario y la arrojó
sobre la cama junto a Halina.
En un arrebato emocional, se lo habíacontado todo
a su amiga. Era evidente que Halina aún
estaba procesando la información.
“Al menos no te ha engañado con otra,”dijo al
fin.
En lugar de hacer la maleta, Liya se arrastró
hasta la cama y miró al techo.
“He terminado de corregir los trabajos, pero alguien
tendrá que hacer el examen final. Sal puede
asignar a alguien para que reparta los exámenes
y los corrija.
Necesito que me cubras. Diles que estoy muy afectada
por la muerte de mi padre y necesito
tiempo.”
Su amiga se tumbó a su lado y frunció
el ceño. “Liya, no puedes escapar.
Esta es tu casa y tu vida.”
“Halina, no lo entiendes. El padre del niño es
un jefe mafioso y ahora que mi padre ha
muerto, he heredado la organización. Me voy a
un sitio tranquilo y seguro y venderé los
negocios de mi padre poco a poco y a
distintos compradores. No dejaré que nadie
tome el relevo.” “Puedes hacerlo aquí,” dijo Halina
en voz queda.
“No puedo. Sé muy poco sobre los negocios de
la mafia, pero es peligroso. Si me quedo aquí,
alguien tratará de matarme. En términos legales,
tienen las manos atadas mientras yo sea la
ejecutora de la herencia de mi padre.
Si muero, cualquiera puede hacerse con el
control.”
“Hace un par de días eras profesora de literatura.
Eras mi mejor amiga,”
dijo Halina acercándose para tomar su mano.
“Quiero que te quedes, pero también que estés a
salvo. ¿Crees que volverás?”
“Es posible. Cuando sea seguro hacerlo. Y sé
que Dominic intentará hacerse con la custodia.” Liya
se levantó de la cama y se acercó al armario.
“Al menos, no tengo que preocuparme por el
dinero. ¿A dónde crees que debería ir?”
Halina forzó una sonrisa y ladeóla cabeza.
“Puedes ir a cualquier parte, Liya. Podrías huir
del frío y establecerte en un lugar más cálido.
He oído que California es maravillosa.”
Liya bajó la vista y las lágrimas volvieron a
aflorar a sus ojos. Hacía todo lo posible por
seguir adelante, pero el dolor que sentía era
demasiado fuerte.
Habría tirado la toalla de no ser por el
alma inocente que crecía en su interior,pues tenía la
obligación de protegerla.Cuando diera a luz, quería que
fuera en un lugar seguro donde no tuviera que
preocuparse por nada.
“No importa. No puedo decirte a dónde voy
de todos modos,” dijo mientras se secaba las
lágrimas. “Iré al aeropuerto y elegiré un lugar
al que marcharme.”
“Sí,” dijo Halina con un suspiro. “¿Crees que
Dominic planeó dejarte embarazada? Si quería
venganza, tener un niño con la hija de su enemigo
es un plan perfecto.”
Horrorizada, Liya volvió la cabeza y miró a
su amiga. “Ni siquiera se me había ocurrido esa
posibilidad. Imagino que querrá un heredero. Mi
padre me recordaba a diario que deseaba que
hubiera nacido niño. Aunque, que yo sepa,
nunca salió con nadie tras la muerte de mi
madre.”
Caminó por la habitación hasta el joyero. Le dio
la vuelta y le mostró la inscripción a
Halina. “¿Crees que mi madre lo amaba?”
Halina hizo un gesto negativo con la cabeza.
“Liya, no conocí a tus padres. Por lo que
cuentas, tu padre era un monstruo, pero tu
madre lo amaba de todas formas. Tal vez
supiera la clase de vida que te tocaría vivir y
por eso se disculpó. Puede que tuviera la
oportunidad de huir, al igual que tú, y no pudiera
soportarlo.¿Crees que tu padre la quería?”
Liya se quedó pensativa. Su madre murió
cuando ella era muy joven, y no recordaba
momentos en los que ambos estuvieran juntos. Ni
besos robados, ni abrazos, ni sonrisas secretas en
la mesa del desayuno. “Nunca hablaba de ella.
Nunca. Yo lo intentaba, pero cambiaba de tema.Sin
embargo, nunca volvió a casarse. Nunca vi a
otra mujer en la casa y dudo que la hubiera en
su cama. Tal vez sí. Puede que su muerte
lo destrozara.”
Halina la abrazó. “No eres comotu padre ni
comotu madre, Liya. Tú eres tú, y no hay
nadie más inteligente. Encontrarás la forma
de hacer que las cosas funcionen. Harás lo
correcto. No tengo ninguna duda de ello.”
“Espero que tengas razón,” murmuró Liya. “Ahora
debes irte. Tengo que hacer la maleta y
marcharme al aeropuerto. Los trabajos corregidos
están en la encimera de la cocina. Asegúrate de
llevártelos cuando salgas.”
Teníamiedo de que Halina se echara a
llorar, pero se limitó a despedirse en un
susurro y salió de la habitación.Ya sola, Liya
comenzó a echar en la
maleta lo esencial. Casi le avergonzaba admitir
que sentía la abrumadora necesidad de buscar
a Dominic. Pese a lo que habíahecho, quería
creer que la amaba y que arreglaría las cosas.
Liya no quería criar a un niño sola.
Pero era aún peor criar a un niño con un asesino
a sangre fría que no la amaba.
Se armó de valor y, al terminar de hacer la
maleta, se volvió a mirar el joyero. Era lo
únicoque le quedaba de su madre.
Con gran esfuerzo, tomó la maleta y lo dejó
atrás.

Capítulo catorce
Dominic echó la puerta abajo de una patada.
“¡Liya!” Gritó irrumpiendo en la casa. Gavril y
Maksim iban detrás de él. Tardó sólo unos
minutos en darse cuenta de que el apartamento
estaba vacío.
Ya se habíamarchado.
Tomó un trozo de papely un lápiz, anotó algo
y se lo entregó a Maksim.
“Ve,” gruñó.
Maksim asintió y salió a toda prisa. Gavril
caminaba lentamente por el apartamento. “No está la
maleta. Hay varias perchas sin ropa, pero no se lo
ha llevado todo. ¿Hay algo por aquí sin lo que no
se marcharía?”
Dominic negó con la cabeza. “No, que yo sepa. Ni
mascotas, ni joyas, ni un libro favorito o
recuerdo del pasado. Le encantaba su trabajo, pero
después de lo ocurrido, no me extrañaría que lo
dejara. No me di cuenta de lo dispuesta a
marcharse que estaba. Tal vez lo sabía y siempre
estuvo preparada para irse.”
“Ha dejado una joya,” dijo Gavril desde el
dormitorio. “Un anillo.”
Dominic asomó la cabeza por la puerta y
vio el anillo en la mano de Gavril. “¿Un
ópalo negro? Es la primera vez que lo veo,
igual que el joyero.”
“¿Tanto tiempo has pasado en esta habitación como
para memorizar cada detalle?” preguntó Gavril con una
sonrisa burlona.
“Que te jodan,” gruñó Dominic. Le dio la
vuelta al joyero, pero estaba vacío. “Tal vez
habíacosas de valor dentro para vender.”
“Con la herencia de su padre tiene más dinero
que tú. No le hace falta vender joyas,” señaló
Gavril.
Teníarazón. Con sacar dinero una vez antes de
marcharse, tendría dinero en efectivo suficiente para
apañárselas. Es probable que el joyero estuviera en
el armario y lo hubiera sacado mientras hacía
las maletas. Pero no podía evitar la sensación
de que era algo importante. Le dio la vuelta y
leyó la inscripción en la parte inferior.
“Mierda.” Dominic se dejó caer en la cama.
“¿Qué?”
“Para mi Amaliya. Un día sabrás lo que es
elegir el amor sobre todo lo demás y me
perdonarás. Te quiere, tu madre,” leyó en voz
alta Dominic.
“Ah,” dijo Gavril asintiendo.“Es el objeto que
Amaliya sacó de la mansión. Resulta extraño que
lo sacara de casa de su padre y lo
dejara atrás.”
Dominic tragó saliva. “Tú eres el que sabe leer a
las personas. ¿Qué crees que significa?”
“No quiere hacerle a su hijo lo que cree que
su madre le hizo a ella,” dijo Gavril en voz baja.
“No huye de quien trata de hacerse con el
territorio de su padre. Huye de ti, Dominic.”
Estuvo a punto de lanzar el joyero y
hacerlo añicos, pero el sonido de la puerta
abriéndose lo detuvo. “La he encontrado, jefe.
Estaba al otro lado del aparcamiento, no había
llegado muy lejos.”
“¡Suéltame!”
Dominic se levantó de inmediato y corrió hacia
la puerta. Halina se retorcía para librarse de
Maksim. “Halina, no vamos a hacerte daño,”
dijo Dominic. “Solo quiero saber dónde está.
Maksim, suéltala.”
“Es todo culpa tuya,” gritó Halina. “Y yo también
soy responsable por haberla obligado a salir esa
noche. La empujé a tus brazos y ahora
su vida se derrumba.”
“¿Dónde está?”
Halina escupió en la alfombra y se cruzó
de brazos. “Aunque lo supiera, note diría dónde
se encuentra. Está mejor sin ti.”
“Se ha ido con mi hijo,” dijo Dominic entre dientes.
La guapa morena se erguía desafiante frente a
él, y debíasacarle toda la información que
pudiera tener.
Halina frunció el ceño. “No era más que un peón
en tus planes. No tienes ningún derecho sobre
ese bebé, y ella está dispuesta a hacer lo que
sea para mantenerte lejos. Liya no está dispuesta a
permitir que su hijo crezca en tu mundo.”
Dominic dejó el joyero en la encimera de la
cocina. “Mira, Halina, no es sólo por el bebé.
Con su padre muerto, es un blanco fácil para
cualquiera que trate de hacerse con la organización.
Liya no sabe cubrirse las espaldas. Morirá antes de
que acabe la semana.”
A Halina le temblaba el labio y fijó los ojos
en el suelo. “No voy a dejar que me manipules.
Lo únicoque quieres es al bebé.”
“No crees lo que dices. Si así fuera, no te
habrías quedado por los alrededores para ver si
aparecía alguien. ¿Dónde está, Halina?”
“No lo sé,” dijo llorando. “De verdad que no. Y
ella tampoco. Iba a irse al aeropuerto y elegir
un vueloal azar.”
“¿Cuándo? ¿Cuándo se fue?”
Halina alzó la vista. Sus lágrimas arrastraban el
rimmel por sus mejillas y negó con la cabeza.
“Hace dos horas,” susurró. “Tal vez siga aún en
el aeropuerto, a la espera de un vuelo.”
“Nos vamos. Ya.” Dominic pasó junto a ella corriendo,
pero Halina lo agarró del brazo.
“No le hagas daño.Por favor, no le hagas
daño.Ella te amaba. No le harías daño a
alguien que te amaba, ¿verdad?” le suplicó
Halina.
“Ya le he hecho bastante daño.Sólo quiero que
esté a salvo,” murmuró en voz queda. Halina
asintió y Dominic salió del apartamento. Gavril
y Maksim lo seguían a pocos pasos.
***
La terminal del aeropuerto bullía de actividad.
Liya agarraba su maleta mientras esperaba en la cola,
con la mirada fija en la pantalla digital. Aún
habíaasientos en el vueloa París, pero no
quería ir a una ciudad romántica. Podía
elegir entre Hong Kong, Kiev, o Bruselas.

El gran fajo de billetes en su bolsillo la


distraía, y le resultaba muy difícil elegir un
destino. La cola iba avanzando y tenía que tomar
una decisión.

Sabía que saltarían las alarmas si tomaba el


aviónque saliera antes de la ciudad.
Debía elegir París. Una vez estuviera allí,
podría ir a cualquier parte. Ni siquiera tendría
que salir del aeropuerto de la ciudad del
amor.
Solo quedaban tres personas delante de ella. Se
movió nerviosa de un pie a otro, tratando de
centrarse en su respiración. Si el estrés era
malo para el bebé, debíaintentar relajarse.
En un abrir y cerrar de ojos, sintió una
respiración cálida al oído. “Hola, cariño. Siento
llegar tarde.”
Liya quedó paralizada al oír aquella voz extraña
y sintió que un brazo rodeaba su cintura.
“Llevo una pistola en el abrigo. Si gritas
o tratas de huir, dispararé a todo el que esté
en el vestíbulo,” le dijo el hombre al oído.
Presionó su cuerpo al suyo y sintió algo duro
que bien podía ser una pistola. Se tensó,
conteniendo el impulso de gritar. “¿Qué
quieres?” susurró.
“A ti. Ven conmigo. Y actúa natural.”
Apretó el brazo en torno a su cintura
y la sacó de la cola. Liya trató de hacer contacto
visual con otras personas para indicarles que algo no
iba bien, pero por desgracia, nadie la miró. Los
pasajeros esperaban a comprar sus billetes. Miraban sus
relojes o bostezaban de cansancio. No la miraban.
“Sigue caminando,” gruñó el hombre al
atravesar las puertas. Aún había gente entrando y
saliendo del aeropuerto, y le daba miedo
gritar y ponerlos en peligro. Un coche se
detuvo en la acera y la puerta se abrió. El
hombre la metió dentro de un empujón y
Liya estuvo a punto de caerse.
Unos brazos fuertes la agarraron antes de que
cayera. “Tranquila,” murmuró otra voz. “No vamos
a hacerte daño a ti ni al bebé. Aún.”
El hombre que la habíasecuestrado en el
aeropuerto se sentóen el asiento del acompañante
y el coche partió. Liya cerró inmediatamente los
ojos. “No he visto su cara. Si deja que me marche,
no podré denunciarle a la policía. Por favor.”
“Puedes abrir los ojos, Amaliya Polanski. No eres mi
objetivo directo.”
“No” Liya sacudió la cabeza y se negó a abrir
los ojos. Había leído muchos artículos sobre qué
hacer durante un secuestro. Ya habíafallado la
regla número uno, que era resistirse con todassus
fuerzas. “Dejadme ir.”
“No hasta que Dominic venga a por ti.”
En ese momento, Liya abrió los ojos y se volvió
a mirar al hombre que tenía al lado. No le
resultaba nada familiar. “Si crees que Dominic va a
rescatarme, estás equivocado. Ya ha conseguido
lo que quiere de mí.”
“Eso he oído. Es un plan genial. Usar a la hija
para vengarse del padre.”
Recorrió su cuerpo de arriba a abajo con la
mirada. “Y estoy seguro de que la seducción ha
sido una ventaja más. Dime, Amaliya, ¿es cierto
que no sabes lo que hacía tu padre?”
Liya entrecerró los ojos. “¿Quién diablos eres?”
“Me llamo Iosif. Hubo una época en la que
Dominic y yo éramos buenos amigos.”
“Pues qué bien,” dijo ella con dureza. “Tal vez
si siguiérais siendo amigos, sabrías que no vendrá
a por mí.”
Soltó una carcajada. “No haces más que decir eso, pero
Dominic vendrá a por su heredero, aunque te
abandone dentro de ocho meses. Pero no temas,
Amaliya. No voy a dejar que eso suceda.”
Liya se agarró al asiento de cuero y se
apartó todo lo que pudo de él. “¿Y eso por
qué?”
“Porque pienso matar a Dominic y torturarte
hasta que me cedas todos los negocios de tu
padre. Cuando lo hayas hecho, podrás
marcharte. No tengo motivos para matar a una
mujer hermosa y prefiero no tener que lidiar con
el resto de criminales ansiosos de la ciudad.”
Por primera vez desde que la habían sido
secuestrado, Liya sonrió. “Siento decepcionarte, pero
redacté un testamento en cuanto me enteré de
que mi padre habíamuerto. Así que, aunque me
mates, no podrás hacerte con los negocios de mi
padre.”
La mirada de Iosif se volvió dura. “Puedo
torturarte todo el tiempo que haga falta hasta que lo
dejes todo a mi nombre. No es lo que tenía en
mente, pero encontraréalgo con lo que distraerme
mientras acabo contigo.”
Liya se estremeció y volvió la cabeza para
mirar por la ventana. Dominic no iría a
salvarla. Dudaba que un heredero fuera motivo
suficiente para que moviera un dedo por ella.
Tendría que elegir entre la libertad y el
deseo de poner fin a la tiranía de su
padre. Y, aun así, existía la posibilidad de
que no la dejara marchar.

Capítulo quince
Dominic ni siquiera llegó al aeropuerto. Recibió
la llamada cuando llevaba veinte minutos al
volante y sabía lo que su antiguo compañero iba
a decir incluso antes de contestar el teléfono.
“Si le tocas un solo pelo, me encargaré personalmente
de torturarte durante le resto de tu vida,”
gruñó al teléfono.
Iosif rió. “Tu último saludo fue mucho más
agradable, Dominic. ¿A qué viene ese cambio?”
Aparcó el coche y trató de resistir el
impulso de romper el teléfono en un millón de
trozos. Lo mismo que haría si pudiera con la
cara de Iosif. “Te ofrecí un buen puesto en mi
organización. Te hubiera dado lo que quisieras.”
“¿Y ser el segundo? Es lo que he sido toda mi
vida,” gruñó Iosif. “No quiero trabajar para ti. Te
has vuelto débil.Te pierdes por una cara bonita.
No eres apto para ocupar el lugar de Chava. Ese
es mi territorio. Y cuando te mate y haga que tu
encantadora noviame ceda su territorio, estaré en
lo más alto.
Dominic cerró los ojos. Incluso a través del
teléfono, podía oír los celos y la rabia en la voz
de su viejo amigo. “Pensé que estabas a
gustoen Alemania.”
“No lo bastante. Y ahora las cosas están yendo
a mi favor. Le pediría a tu mujer que
hablara para demostrarte que está viva, pero no
parece que quiera hablar contigo. Me pregunto por
qué será.” “Déjame hablar con ella,” dijo con suavidad.
“¿Te pongo en altavoz?” dijo Iosif con fingida
timidez antes de estallar en carcajadas. “No, claro que
no. Sería de mala educación. Te daré unos minutos a
solas con tu amor. Será, sin duda,la última vez
que hables con ella. Elige bien tus palabras.”
Un segundo después, oyó la voz de Amaliya. “Si
vas a decirme que estoy sola, no malgastes saliva.
Lo sé.”
“Te amo, Liya,” dijo Dominic en voz baja. Gavril
se movió en el asiento del copiloto y
frunció el ceño, pero Dominic lo ignoró. “Estás
en problemas por mi culpa y te sacaré de esta.
Siento lo de tu padre. Traté de detenerlo, pero
parece ser que no era el únicoque quería verlo
muerto. Si no salgo de esta con vida, solo deseo
que críes a nuestro hijo tan lejos de todo esto como
sea posible.
Pero mientras yo viva, nunca estarás sola.”
La oyó tomar aire. Antes de que pudiera decir
nada, Iosif estaba de nuevo al teléfono. “Espero que
hayas tenido tiempo suficiente para despedirte. La
llevaré al Club Six. Allí es donde os
conocistéis, ¿no? Si quieres que viva, tendrás que
venir a buscarla. Solo.”
La línea se cortó y Dominic estampó el móvil
contra el salpicadero.
“Iosif, supongo,” dijo Gavril con ironía. “¿Qué
hacemos ahora si vuelve a llamarte?”
“No tiene por qué hacerlo,” murmuró Dominic. “Ya me
dijo que está en el
Club Six, donde la vi por primera vez.”
Gavril hizo un gesto negativo con la cabeza. “¿Te
dijo a dónde la llevaba?
Pensé que querría atormentarte antes.”
“Me odia, pero es un profesional de los pies a
la cabeza. No es nada personal. Entro, nos mata
a los dos y fusiona ambos territorios
poniéndose al mando.” Dominic dio golpecitos con
el dedo en el volante, tratando de averiguar el
mejor plan de acción.
“Y si no vas, la matará y se hará con su
territorio. En cualquiera de los casos, ella morirá. Sería
mejor que no muriérais ninguno de los dos, así
que pensemos un plan en vez de entrar
disparando a ciegas.”
Dominic negó con la cabeza. “Tú no vienes
conmigo.”
“No suelo usar armas de fuego en mi trabajo,
pero sé cómo se hace.
Además, no voy a dejar que te lances a una
muerte segura. Creo que eres el únicoamigo de
verdad que tengo. Si mueres, no habrá
nadie que me invite a beber.”
Sonriendo un poco, Dominic asintió con la cabeza.
“De acuerdo. Pensemos un plan.”
***
Liya entró despacio al club. Esta vez, nadie la
arrastraba,pero habíados cañones apuntándola. Todo
parecía tan distinto ahora que estaba vacío. No
habíacuerpos calientes y sudorosos entrelazados. El
suelo estaba limpio y el sonido de sus zapatos
resonaba en las paredes en lugar de la música a
todo volumen.

Y no habíaningún hombre atractivo apoyado en


el bar, mirándola.
Había dichoque la amaba. ¿Qué sentido tenía
decirlo ya? ¿Sabía que iba a morir y quería
que lo supiera? ¿Sabía que ella iba a morir
y quería limpiar su conciencia?
“¿Recuerdas la primera vez que viste a Dominic?”
preguntó Iosif con una sonrisa. “No sé qué te dijo
por teléfono, pero si mencionó que trató de detener al
francotirador, no mentía. Me lo contó todo y
dijo que Dominic estaba desesperado.”
“¿Ordenaste que mataran a mi padre?” susurró
Liya enfadada.
“Supongo. No pagué para que lo hicieran, pero
quería que sucediese, al igual que mucha gente.
Oí que incluso el que lo asesinó quería verlo
muerto.
Dime, Amaliya. ¿Qué clase de padre era? ¿Amable
y cariñoso? No, supongo que no. Si ese fuera el
caso, no habrías huido.”
“¿Qué sabes tú de mi vida?” murmuró Liya
apartándose de él. “Yo no sé nada sobre ti.”
“Solo tienes que preguntar,” dijo Iosif animado. Liya
se agarró con fuerza a la barandilla y pensó
en bajar las escaleras para escapar de él, aunque no
quería alejarse demasiado de la entrada. “Tu
amante y yo éramos amigos. Trabajábamos juntos
a las órdenes de su padre. Yo no era tan
bueno como Dominic. Era mejor.
Y Chava Minski mostraba predilección por mí,
así que cuando le pedí que me nombrara su
heredero, puedes imaginarte mi sorpresa cuando me
dijo que su hijo lo heredaría todo.”
“¿Qué esperabas?” dijo Liya con amargura. “No tenía
ni idea de los
negocios de mi padre y los he heredado. ¿Qué
te hizo pensar que Chava te elegiría a ti antes
que a su propio hijo?”
“¡Porque yo era mejor que él!” gritó Iosif de
repente. “¡Era mejor en todo!
Él era un niño rico mimado, pero yo crecí en la
calle. Trabajé duro por ese hombre y no estuvo
dispuesto a darme nada a cambio. Hubiera
esperado a derrocar a Dominic en cuanto
Chava hubiese muerto, pero el viejo me leyó la
mente y me envióa Rusia. Me lo arrebató
todo, así que solo estoy recuperando lo que es mío.
¡Con intereses!”
Liya se agarró a la barandilla. Caminó hacia atrás
sin dejar de mirar a Iosif. “Podrías haber
acabado con Dominic en cualquier momento. Si de
verdad eres mejor que él, sólo tenías que
dispararle en la calle. Podrías habérselo encargado a
tu amigo el francotirador. ¿Por qué tomarte
tantas molestias?”
“Para llamar la atención,” gruñó Iosif. “Y darle la
oportunidad de contraatacar.”
“¿Tres contra uno? No suena muy equilibrado.”
“Dominic no vendrá aquí solo. No es tan estúpido.
Yo seré el que lo mate.
No te preocupes por eso, querida. ¿A dónde vas?”
Liya se volvió, dirigiéndose al bar. “A tomar
una última copa,” murmuró.
“Las embarazadas no beben,” dijo Iosif con recelo.
“Cuando acabes conmigo ya no estaré
embarazada, así que no importa.”
Se acercó al bar y sacó una botella de
vodka. Se echó un chupito y puso la botella en
su sitio, mientras buscaba un arma. Había
varios cuchillos, pero eran
demasiado grandes y los guardias de Iosif no le
quitaban la vista de encima.
“Di la palabra que quiero oír y podrás salir
de aquí sin un rasguño,” dijo Iosif comosi nada.
“Ponlo todo a mi nombre. Puedo hacer que
venga un abogado en menos de veinte
minutos.”
“¿Y qué harás cuando tengas tanto poder?”
preguntó agarrando el vaso.
“No creo que te esfuerces en imponer ley y
orden en la ciudad. ¿Harás lo correcto?”
Iosif soltó una carcajada. “¿Y es eso lo que vas a
intentar tú? ¿Traer ley y orden? Lo tienes muy
difícil. ¿Tienes idea del tiempo y el esfuerzo
que conlleva que te acepten de forma legítima?
Años.Y eso será si sobrevives a los intentos de
asesinato. Vivirás con miedo cada día que pase. Por
ti y por tu hijo. ¿Estás dispuesta a hacerlo?”
“Por eso tenía intención de huir y vender las
empresas una por una. Mi hijo y yo estaríamosa
salvo a kilómetros de distancia,” murmuró Liya. “Pero tú
lo has arruinado todo.”
Iosif se acercó a la barray se inclinó
sobre ella. “Así solo conseguirías que se iniciara
una guerra por el territorio. ¿Sabes cuánta
sangre se derramaría?
¿Cuántas personas inocentes morirían en el fuego
cruzado?” Tomó el vaso de sus manos y se
bebió el vodka de un trago. “Tal vez tú
también tengas sed de sangre.”
Liya palideció. ¿Podía ser tan cruel la gente como
para iniciar una guerra sangrienta por el territorio
de su padre? Había tantas cosas que ignoraba
del negocio.
“¡Oye!” Gritó el guardia de Iosif. “¿Qué diablos
haces aquí?”
Un hombre a quien Liya reconoció, se apoyó
en la barray frunció el ceño. “Soy el gerente.
¿Quién coño sois?”
“Disparadle,” ordenó Iosif, pero antes de que pudieran
cumplir su orden, se oyeron disparos. Liya gritó y
se ocultó bajo el bar. Los disparos continuaron y
más de una bala fue en su dirección. El cristal
se hizo añicos y Liya se cubrió la cabeza
lo mejor que pudo.
Se hizo con una botella y un encendedor y,
arrastrándose por el suelo, trató de echar un
vistazo desde una esquina del bar. Una mano
le empujó la cara. Al ver el arma del guardia ante
sus narices, oyó a Dominic gritar su nombre. Liya
ni siquiera se lo pensó y estrelló la
botella contra el brazo del hombre, levantando
luegoel encendedor y prendiéndole fuego.
Las llamas prendieron su camisa, dejó caer la
pistola y gritó. Liya agarró la pistola y empujó
al hombre en llamas. El arma era pesada en
sus manos, pero la sostuvo con todassus fuerzas y
se asomó a la barra.
Iosif y Dominic estaban en medio del club y
se apuntaban el uno al otro.
“Suelta el arma,” dijo ella con voz ronca y
manos temblorosas. Liya hizo todo lo posible por
apuntar a Iosif, pero no sabía apenas nada sobre
armas, ni siquiera apuntar.
Había pánico en los ojos de Dominic, pero no
vaciló. “Liya,” dijo en voz baja. “Tienes que salir
del club. Hay un coche esperándote,”
Liya no podía marcharse. “No me gusta,” dijo
agitando la cabeza. “No puedo irme. No es un buen
hombre.”
“Él tampoco,” dijo Iosif. Incluso después del tiroteo,
su voz no había perdido su suavidad. “También tiene
las manos llenas de sangre. Te usó igual que
yo.”
Sus ojos se llenaron de lágrimas y agarró
con más fuerza la pistola. “Lo sé, pero esa no
es la cuestión.” “Liya,” dijo de nuevo
Dominic.
“Por favor, deja de decir mi nombre,” murmuró
agitando la cabeza.
Cuanto más decía su nombre, más aturdida se
sentía. Temblaba de rabia y miedo, y le
costaba distinguirlos.
“No eres una asesina,” dijo Dominic despacio. “Sé que
le odias, pero no dejaré que salgas de aquí con
las manos manchadas de sangre. Yo me
ocuparé de él y no volverá a molestarte.”
Liya jadeó, tratando de recuperar el aliento. “Mi
padre era un asesino,
¿no? Tal vez yo también debería serlo.De tal palo,
tal astilla.”
Iosif se volvió para mirarla y todo terminó sin
más. Se oyó un disparo y Iosif cayó inerte al
suelo. Liya comenzó a gritar sin parar. Dejó
caer la pistola y Dominic corrió hacia ella y la
envolvió en sus brazos.
No dijo nada. La llevó al suelo y la sostuvo en
su regazo. La abrazó y le giró la cabeza
para que no viera la escena sangrienta en el club.
En sus brazos,se sentía extrañamente segura. Sus
gritos dieron paso a sollozos desgarradores y,
al
poco, quedó en silencio. Se sentía tan débil y
agotada, que dejó de forcejear y se desplomó en
sus brazos.
“Quiero comprobar si estás herida, Liya,” dijo
con cuidado. “¿Te has hecho daño? Podrías estar en
estado de shock y no darte cuenta.”
La levantó y Liya se puso de pie, inestable.
Inspeccionó sus brazos y su abdomen de
forma exhaustiva en busca de heridas.
“Liya,tienes sangre en los pantalones.”
“No es mía,” dijo de manera automática. No le
dolía en ninguna parte. No sentía nada, sólo cierto
entumecimiento.
Dominic se enderezó y la atrajo hacia sí. “Y,
¿el bebé?”
“Creo que está bien. No me duele, pero el estrés
es malo para él, así que debería ir al médico
para comprobar que no ha pasado nada,”
murmuró. Sentía una enorme pesadez en la
cabeza y se apoyó en él.
“Iremos enseguida al hospital. ¿Gavril? ¿Estás
vivo?” gritó.
“Me han dado un tiro en el hombro,” contestó con
un grito ronco. “Me debes una buena por esto.”
Dominic la ayudó a subir las escaleras y vio
al hombre que se había hecho pasar por el
gerente apoyado contra la pared, agarrándose
un hombro ensangrentado. “Amaliya.”
“Gavril.” Liya entornó los ojos y miró a Dominic.
“Supongo que no eres tan parecido a él después
de todo.” “¿Cómo?” preguntó.
“Mi padre no tenía amigos.”
Capítulo dieciséis
Dominic se sentójunto al lecho de Gavril y
apoyó la cabeza entre las manos. Aún sentía
correr por sus venas la adrenalina del tiroteo
y golpeaba nervioso el suelo con el pie.
“Es muy molesto. Basta,” murmuró Gavril abriendo
los ojos.
Dominic paró y se recostó en la silla. “Pensé
que ibas a dormir para siempre y me ibas a
dejar solo para limpiar el desorden,” dijo con una
sonrisa.
“Lo hice a propósito. Había demasiados cuerpos
para mí.”
“Me alegro de que te hayas despertado.
¿Funcionan los analgésicos?”
“A la perfección,” dijo Gavril incorporándose en
el lecho. “¿Cuánto tiempo tengo que quedarme
aquí?”
Dominic se echó hacia delante, apoyando los brazos
en las rodillas. “Los médicos están administrándote
antibióticos, pero quieren dejarte en observación esta
noche.”
“¿Y el club Six?”
“Se ha hecho limpieza para que parezca que se
dispararonunos a otros, pero por si acaso, tengo
a un par de agentes de los míos en la
escena del crimen escribiendo el informe. No
debería haber problema.”
“Y, ¿qué haces junto a mi cama en vez de
estar cerca de la madre de tu hijo? Parecía en
estado de shock cuando la sacaste de la
discoteca,” dijo Gavril un poco aturdido.
Dominic se puso de pie y comenzó a caminar
de un lado a otro. “Ella y el bebé están bien.
Llamé a Halina para que la recogiera y envié
a un par de guardias armados para que las
protegieran Me sentiría mejor si estuviera en
mi casa, pero no puedo volver a su vida
nunca más. La ayudaré a legalizar el territorio de
su padre en las sombras y luegola dejaré
marchar.”
“Podrías hacerte con el control.”
Era evidente que los medicamentos de Gavril no
eran lo bastante fuertes.
“No podría hacerle algo así. Creo que yo también
lo dejaré.”
“¿En serio? ¿Vas a buscar a alguien que se
encargue en tu lugar o vas a vender el negocio?”
Dominic miró por la ventana. “Aún me lo estoy
pensando.”
“Es un paso muy importante. ¿Crees que volverá
contigo si lo dejas?”
“No. Ya le he hecho bastante daño.Dejarla
marchar será lo mejor para ella.”
Gavril hizo un gesto de desaprobación. “Has tomado
decisiones estúpidas en tu vida, Dominic, pero esta es
la peor. Desde que te conozco, nunca he visto
que sientas pasión por nada. Ni por tu familia
ni por tu trabajo. Al estar con Liya te sentías
más vivo que nunca. Al principio pensé que te
habías dejado seducir por el mundo de la
estafa, pero no era eso. Era ella. Alejarse sería un
error.”
“¿Qué demonios sabrás tú?” Gruñó Dominic.
“Estás drogado.”
***
Liya, de pie junto a la puerta, observaba el
apartamento. “Supongo que pensé que tendría un
aspecto diferente.”

Halina le dio un leve apretón en el brazo.


“Sólo has estado ausente dos días, Liya, pero me ha
parecido una vida entera.”
Entraron y Liya respiró hondo. Había dos
guardias armados en la puerta, pero no las
siguieron. “Dominic ha estado aquí. Puedo olerlo,”
murmuró.
“¿Puedes olerlo?” Halina arrugó la nariz. “Qué
miedo.”
Liya no pudo evitar reírse. Cuando el médico
declaró que su bebé y ella estaban bien, salió al
fin de su estado de shock. La idea de
haber estado tan dispuesta a matar le
disgustaba. Dominic debió haber sabido cómo
se sentiría después.
Fue por eso que disparó él.
“¿Cuándo viene Dominic?” preguntó Halina poniendo el
equipaje de Liya en el suelo.
“No vendrá,” murmuró Liya. “No quiere verme. Dijo
que habrá un guardia cerca mientras nos
encarguemos de los negocios de mi padre, pero
que se mantendráalejado de mí.”
“¿Es eso lo que quieres?” Halina abrió la maleta
y empezó a colgar su ropa en el armario.
Liya se sentóal borde de la cama y miró su
escritorio. No estaba el joyero de su madre.
“Se lo ha llevado.” Liya se levantó y pasó la
mano por la superficie de la mesa. “Se ha
llevado el joyero. Me pregunto por qué.”
Halina se detuvo y la observó. “Liya, no
has respondido a la pregunta.
Sabes sin ninguna duda que te ama. Arriesgó su
vida para rescatarte. Sé que lo quieres. Ve con él.”
“Lo amo y sé que me corresponde, pero no
puedo criar a un niño en este ambiente. Dejarlo
me mata por dentro, pero tengo que pensar en
el bebé. Creo que mi madre se arrepintió de
elegir a mi padre antes que a mí. Creo que
se arrepintió de su amor por él al traerme al
mundo, pero no vivió lo bastante comopara enmendar
su error. Pero yo sí puedo. Puedo hacer lo
correcto y asegurarme de que mi bebé esté a
salvo.” Liya sintió lágrimas correr por sus mejillas
y trató de no pensar en el dolor y el vacío
que sentía en su interior. “Soy profesora.”
Halina se sentóen la cama y la abrazó. “Eres
más que una profesora, Liya.
Y sé que crees estar haciendo lo correcto, pero
subestimas a Dominic. Como mínimo, debes
despedirte de él.”
“Cuando todo haya terminado.”
“No,” Halina se apartó. “No cuando todo haya
terminado. Si de verdad quieres alejarte de él y
no mirar atrás, debes hacerlo ahora.”
Liya tomó aire y asintió. “Tienes razón. Tengo
que acabar con todo esto de una vez. Me sentiré
mejor cuando lo haga.”
“No sé yo,” dijo Halina escéptica. “Pero será lo
mejor para tu estado mental.”
“No deberías estar aquí. Te llamaré por la mañana.
Supongo que volveré al trabajo el lunes.”
“No bajes la guardia.” Le advirtió Halina. “Te lo
digo de verdad. Si vuelven a llamarme diciendo que
tengo que recogerte en el hospital, me enfadaré
mucho.”
Liya acarició su vientre. “Créeme, te haré caso. No
te preocupes.”
Halina y Liya salieron juntas del apartamento
y los guardias las miraron expectantes. “Quiero ver
a Dominic,” dijo en voz baja. “Si puede ser.”
“Sí, señora” asintió el guardia. “Estamos aquí para
servirle.”
“Vale, no digáis esas cosas. Si queremos que
esto funcione, vamos a tener que establecer algunas
reglas. Soy Liya, no señora. No soy vuestra jefa
porque este trabajo es temporal, ¿de acuerdo?”
“Sí, señora.”
“Vale. Les ha entrado por un oído y les ha
salido por el otro,” murmuró.
“Supongo que tenéis que llevarme en coche, ¿no?”
“Sí, señora.”
“Genial.”
El trayecto en coche hasta la casa de Dominic
estuvo envuelto en un incómodo silencio. Los
guardias eran fríos y severos y todos sus
intentos por iniciar una conversación fallaron, así
que permaneció en silencio. Cuando llegaron a la
mansión, los quince minutos en el vehículo le
habían parecido una hora.
Al entrar, Liya se quedó con la boca abierta.
“¿Qué demonios ha pasado aquí?”
Toda la decoración del vestíbulo estaba apilada
en una esquina. Las paredes estaban completamente
vacías.
“Estoy redecorando.”
Liya se volvió y vio a Dominic observándola
desde lo alto de la escalera.
Bajó corriendo sin apartar la vista de ella. “¿Ha
pasado algo?”
Levantó las manos para detenerlo. “No. Estoy bien,
Dominic. Sólo quería hablar antes de seguir adelante.
Sé que estarás pendiente de mí mientras trato de
arreglar los asuntos de mi padre, pero creo que
deberíamos aclarar en qué punto estamos. Facilitaría
las cosas.”
“Ya veo. ¿Vamos a mi estudio?”
Al instante, se recordó a sí misma inclinada
sobre la mesa. Se ruborizó e hizo un gesto
negativo con la cabeza. “¿Dónde quieres hablar
entonces?”
Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de
que tenía recuerdos con él en casi todaslas
habitaciones. “No importa, iremos al estudio,” dijo
al fin dirigiéndose hacia allí.
Se detuvo en la puerta cuando vio que la
habitación estaba vacía. “¿Vas a redecorar aquí
también?,” Preguntó al entrar.
“Sí,” dijo mientras cerraba la puerta. Se apoyó
en ella cruzado de brazos y aguardó.
Liya se dio cuenta de lo difícil que iba a
ser la conversación al mirarlo.
“Dominic, te amo, pero…”
“Espera,” la interrumpió Dominic levantando la
mano. “Sé cómova a ir
esta conversación. Me dirás que me amas pero que no
puedes perdonar lo que os hice a ti y a
tu padre. Y tienes razón. No debes.
Entonces dirás que, aunque pudieras pasar todo lo
ocurrido por alto, jamás podrías criar a un niño
en este entorno. No comotu padre te crió.”
Liya asintió, boquiabierta. “Has acertado, al menos
la segunda parte.” “¿A qué te refieres con eso?” dijo
Dominic entornando los ojos.
Respiró hondo. “Quería a mi padre,” dijo en
voz queda. “Era su hija y lo respetaba. Pero me
di cuenta de que el hombre al que intentaba
amar no era en realidad mi padre. Era malvado.
Estuve mirando sus documentos y puedo entender
por qué tanta gente quería verlo muerto. Y
entiendo tu enfado y tus motivos para utilizarme. Te
enamoraste e intentaste ponerle fin a esa situación,
y es todo muy romántico, pero…”
“Lo dejo.”
Liya dio un paso atrás y lo miró. “¿Qué?”
“No lo hago para recuperarte, Liya. No puedo
volver a hacer lo que hacía porque me ha
costado todo lo que me importa. Mi familia.” La
miró con dulzura.
“Mi amor. Lo únicoque consigo a cambio es
dinero y poder. Tengo dinero y no me
importa nada el poder. Lo cierto es que Iosif
tenía razón. Era mejor para el puesto. A mí se
me daba mejor hacer el trabajo, pero a él
le importaba de verdad.
Yo no tuve interés hasta que murió mi padre.”
La cabeza le daba vueltas. “¿Y te vas a ir
así comoasí?”
“Mi mano derecha puede hacerse cargo.
Podría legalizar las empresas,
pero mucha gente perdería sus puestos de
trabajo. No es una organización de gran tamaño,
y sé que Maksim hará un buen trabajo. No estan
cruel comomi padre. Lo vigilaré por si acaso,
y cuando esté sguro, podré marcharme.”
Liya tragó saliva y asintió. “Eso cambia las
cosas.”
Dominic abrió los brazos y se dirigió hacia ella.
Se detuvo a unos centímetros de donde
estaba, contemplándola. “Liya, debes pensar
muy bien la decisión que vas a tomar. Me
obsesionas, y si te quedas conmigo, no
podrás irte,” dijo sombrío. “No te dejaré marchar
dos veces. Si quieres irte, tiene que ser ahora.”
Liya acarició su rostro. “Prométeme que criaremos
a nuestro bebé a salvo.
Que dejarás la mafia y no te arrepentirás
de ello. Que no intentarás volver. Que te quedarás
conmigo y con nuestro hijo.”
Dominic tomó su mano y la acercó a sus
labios antes de poner algo en su dedo. Liya bajó
la vista y vio el anillo de ópalo negro
del joyero de su madre.
“Te compraré otro anillo, Liya. El diamante más
grande que quieras, pero quería que vieras este
anillo en tu dedo. Quería que lo vieras y
perdonaras a tu madre para que podamos
seguir adelante. Te prometo todo lo que pides.
Nuestro hijo será el niño más seguro y feliz del
mundo, y el más amado, igual que tú. Cásate
conmigo.”
Liya lo abrazó, ocultando su rostro en el
cuello de Dominic. Esta vez, sus lágrimas eran de
felicidad. La levantó en brazos y dio vueltas
con ella por la habitación vacía hasta que se detuvo
para besarla. “¿Es eso un sí?” preguntó al fin al oír
su respiración entrecortada.
“Sí,” dijo con una amplia sonrisa. Al mirar su
anillo, se dio cuenta de que tenía lo que su
madre nunca tuvo. Un amor por el que no
debía disculparse.

FIN

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