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Por Bella
Rose
Capítulo uno
La ciudad de Cherporavak inclinó la cabeza
en solemne silencio para honrar la muerte de
Chava Minski. Cientos de personas se habían
reunido entre los muros de la iglesia para
rendirle homenaje, pero no todos lo hacían por
cariño. Aunque era bastante menos violento que
su predecesor, afirmar que era amable sería mentira.
Chava no creía en las segundas oportunidades.
Dominic Minski observó la iglesia con las
manos en los bolsillos. El funeral terminaría pronto
y aún no habíapuesto un pie en el edificio.
Un hombre corpulento y moreno, con el pelo
recogido en una coleta, se acercó a él e
inclinó la cabeza. “Jefe.”
Dominic se tensóal oírle. “Maksim,” dijo con severidad.
Como muchas de las cosas que Dominic había
heredado de su padre, Maksim era frío y anodino.
Pero habíasido leal a su padre y lo sería
también a Dominic. “¿Qué quieres?”
“¿Desea pasar un tiempo a solas con su
padre antes del entierro?”
“No.”
Dominic tenía una gran responsabilidad por delante. Pese
a su pequeño tamaño, la ciudad había
prosperado bajo el dominio de Chava. La tasa
de criminalidad se encontraba en su punto más
bajo, pues Chava protegía bien su territorio. Como
jefe de la mafia, se aseguraba de que las
únicas infracciones cometidas fueran las suyas y
mantenía a raya a sus hombres. No exigía
demasiado a los negocios y proporcionaba protección
cuando era necesario. Los residentes lo temían, pero,
al mismo tiempo, lo respetaban. Todos sabían
la regla de oro. Si te portabas bien con Chava,
Chava se portaba bien contigo.
Cuando encontraron su cuerpo flotando en el
río, el principal sospechoso fue el propio Dominic.
La policía creyó que el hijo habíamatado al
padre para usurpar su liderazgo, pero el dolor mostrado
por Dominic era demasiado real comopara tratarse de
una farsa.Los investigadores lo soltaron y continuaron
con sus pesquisas, pero Dominic ya sabía quién había
matado a su padre.
Lo sabía porque habíaestado allí para verlo.
Maksim seguía con la mirada fija en él. Era
evidente que esperaba sus órdenes.
Sacó las manos de los bolsillos y las unió tras
su espalda mientras observaba a su nuevo
empleado. “A mi padre le gustaba pasear por
el puerto para despejar la mente. Solía decirme que
las corrientes turbulentas le recordaban que,
aunque fuera poderoso, siempre había algo que podía
acabar con todo. Fue humillante y totalmente ridículo.
Es casi imposible protegerse en los muelles, es un
espacio abierto en tres de sus flancos. Un
francotirador pudo haberlo derribado en cualquier
momento.”
“Pero no fue un francotirador, jefe,” dijo Maksim con
el ceño fruncido. “No.” Dominic tomó aliento y vio
comolos asistentes al funeral, llenos de curiosidad,
miraban en su dirección. Su padre fue asesinado
con una pistolade corto alcance por un hombre que
caminaba a lo largo de la costa. El tirador tenía
poca consideración por su vida, y la autopsia
reveló más tarde que el hombre se estaba muriendo
de cáncer. No tenía nada por lo que vivir a
excepción de la gloria de su jefe.
El líder rival Kostya Polanski.
“Debes asegurarte de que los hombres guarden
silencio. Estoy seguro de que la policía
interrogará a todo el mundo, pero quiero algo
más que justicia civil. Quiero sangre. Y quiero
encargarme de este asunto de forma interna.”
No descansaría hasta hacer todo lo posible por
destruir la vida de Kostya, y luego, cuando
pidiera clemencia de rodillas, Dominic acabaría con
él.
La multitud se apartó, y los portadores del
féretro sacaron a su padre.
Al mirar el ataúd, la rabia se apoderó de
sus pensamientos. El sacerdote y el coro siguieron a
su padre con cantos y alabanzas y todos
agacharon la cabeza en señal de respeto. El sol se
reflejaba en las vidrieras cuando sacaron las flores.
Había tantas. Alegres y coloridas, tan distintas
a su padre. Muchos dirían que fue una hermosa
ceremonia, pero Dominic no era capaz de
centrarse en los detalles.
Solo veía a su padre muerto yaceren aquel
ataúd ornamentado.
“La mayoría de esta gente no tiene ni idea de
lo que ocurre en realidad. No saben lo que
hacía mi padre ni lo que tengo que hacer
yo ahora,” murmuró.
Dominic solo tenía treinta y cinco años. Era demasiado
jovenpara tomar el relevo, pero su padre lo
habíainstruido bien. La transición sería fácil. Los hombres
de Chava eran leales a Dominic, al igual que
su territorio. No intentarían oponerse. Dominic ni
siquiera tendría que esperar a que terminara el
papeleo. La ciudad era suya y la gobernaríacon
la misma mano firme que su padre.
Cuando se alejó el coche fúnebre, Dominic se
abrochó la chaqueta y salió del coche.
Antes de que pudiera marcharse, el sacerdote
se acercó y le tendió la mano. “¿Hay algo
que pueda hacer por ti, hijo mío?”
Era un hombre de Dios. No podía hacer nada
por Dominic salvo una cosa.
“Rece por el alma de Kostya Polanski. No le
quedan muchos días en este mundo,” murmuró con
rabia mientras se alejaba del sacerdote para reunirse
con sus hombres.
Una figura familiar salió de un vehículo cercano.
Gavril se apoyó en la puerta observando con
detenimiento a Dominic. “¿Irás a la
recepción?”
Dominic lo oyó, pero un únicopensamiento ocupaba
su mente al observar a la multitud. Se
preguntaba si Polanski tendría agallas de asistir
al funeral.
Su cuerpo se tensóde inmediato. Al otro lado del
aparcamiento, Kostya lo contemplaba, apoyado en su
limusina.
“No,” gruñó Dominic. “Me importa una mierda la
recepción. Reúne a todo el que tenga
información sobre Kostya Polanski. Esta noche
enterraremos a mi padre y mañana terminará
el periodo de luto. Quiero vengarlo.”
Gavril era una de las pocas personas que
podía hablarle librementea Dominic. Era más bajo que
él y tenía un rostro suave y atractivo,
pero tras su apariencia inofensiva se ocultaba un
hombre frío y cruel comoel que más, aunque
más familiarizado con el engaño que con la
sangre.
Al entrar al coche, Gavril frunció el ceño.
“Dominic, sé que estás enfadado, pero no debes
precipitarte. Kotsya dispone del doble de
hombres que tú. Sé que quieres venganza, pero hay
que pensar con cabeza o sufrirás el mismo
destino que tu padre.”
Dominic dio un puñetazo al asiento, con ojos
llenos de rabia. “Me importa una mierda de
cuántos hombres disponga,” rugió. “¡Quiero verle
muerto ya!”
Gavril permaneció en silencio y Dominic
respiró despacio hasta que pudo controlar su enfado.
La rabia no le abandonaría hasta lograr su
objetivo. “Lo siento,” murmuró. “Tienes razón.
Tenemos que actuar con prudencia. No solo quiero
verle muerto, sino que sufra. Quiero someterlo y
verlo temblar de miedo antes de derramar su
sangre.”
“Así se habla,” dijo Gavril con sarcasmo. “Bueno,
al menos estás dispuesto a tomarte las cosas con
más calma. Hemos estado investigando, pero es
casi imposible llegar a Kostya. Casi nunca sale
de casa y está muy bien custodiado. Necesitamos que
un infiltrado nos pase más información.”
Dominic frunció los labios. “¿Crees que alguien
cercano a él lo traicionaría?”
“No, pero creo que alguien cercano a él podría
lograr que saliera sin ni siquiera darse cuenta,”
dijo Gavril con una sonrisa malvada.
Alzando una ceja, Dominic se volvió a mirar
a su amigo. “Explícate.” “Kostya tiene una hija con
la que no se habla. La hemos investigado
y
sabe que su padre es un hombre de negocios
rico, pero se niega a aceptar su dinero. Al parecer
la madre falleció hace tiempo y, cuando la
hija cumplió diecisiete, huyó y juró no regresar. No
sé qué sucedió entre ellos, pero su padre sigue
intentandocomunicarse con ella. Es su única heredera
y la sangre es importante para Kostya.”
Dominic frunció el ceño. “¿Quieres que mate a una
mujer inocente?”
“¡No, joder!” exclamó Gavril. “Si te acercas a
ella, te estarás acercando a Kostya. Es mona, así
que no pierdes nada.”
“No lo entiendo. ¿Por qué he de perder el
tiempo seduciendo a una mujer si no tiene
relación con él? ¿Qué información voy a poder
sacarle?”
Su amigo agitó la cabeza, frustrado. “No me estás
escuchando, Dominic.
Que no tenga relación con él no quiere decir
que su padre no esté cerca de ella.
Cuando se entere de que estás saliendo con su
hija, Kostya se verá en un aprieto.
Te querrá muerto, pero no hará nada para revelar
su verdadera naturaleza a su hija. Será más débil y
tendrás opción de atacar.”
“Perfecto,” susurró Dominic. “Estará tan enfadado por
lo de su hija que cometerá un error. Hará lo
que yo desee. Gavril, ¡eres un genio!”
“Lo sé,” dijo Gavril condescendiente. “He recabado
información sobre la chica.”
Sacó una carpeta de la bolsa a sus pies y se
la tendió a Dominic. Dentro había varias fotos
y el perfil de la hija de Kostya.
“Amaliya Polanski,” murmuró Dominic trazando con un
dedo la foto.
Gavril subestimaba su belleza. Más que ser
mona, la rubia era un bombón. Tenía una tez
blanca perfecta y grandes ojos color chocolate llenos
de inocencia.
Dominic imaginó cómosería recorrer con los dedos
sus largos rizos y besar sus deliciosos labios
rojos. Era esbelta de cintura, pero de caderas
anchas y trasero generoso. Su camisa modesta
dejaba entrever parte de su busto y Dominic se
excitó al pensar en lo que habría debajo.
“Se graduó hace tres años en Literatura Mundial, y
enseña en una universidad de Morava. Tengo la
impresión de que su padre movió algunos hilos para
que consiguiera el empleo, pero no creo que ella
lo sepa. Vive sola en un pequeño apartamento junto
al campus y su vida se limita al trabajo. No
sale a beber ni a bailar. Estaba saliendo
con otro profesor, pero es muy posible que ya no
estén juntos,” explicó Gavril. “Será complicado
hacerme un hueco en su vida si no sale
mucho,” murmuró Dominic.
Gavril asintió. “La estamos vigilando. Si en las
próximas semanas no se presenta la oportunidad,
te sugiero que finjas un encontronazo con ella en
el campus. Tendríamos que inventarnos una
historia sobre ti, pero espero que no haya que
llegar a eso.”
Dominic cerró la carpeta y miró por la ventana.
El plan era bueno. En el fondo sabía que debería
sentirse mal por involucrar a una persona inocente
en su estratagema para derrocar a Kostya, pero
la mujer era de su sangre.
¿Cómo podía ser inocente?
***
Todas las persianas estaban echadas en el
pequeño apartamento de Liya, donde sólo habíauna
lámpara encendida. La luz azul del televisor rebotaba
en la pared tras ella, y aunque habíasubido
el volumen al aparato, no le prestaba atención.
Aunque no hacía frío fuera, estaba envuelta en
mantas.
Había empezado a limpiar hacía una hora, pero se
habíadetenido a mitad de la faena. Aún quedaban
algunos platos sucios en el fregadero y
había ropa recién lavada por meter en la
secadora. La aspiradora seguía enchufada en medio
de la habitación.
De hecho, solo habíaterminado de quitar el
polvo porque no podía dejar de estornudar.
Liya era, por lo general, meticulosa y ordenada, pero
las dos últimas semanas se le habíaido de las
manos.
Sintió rugir su estómago y se dio cuenta que
no habíacomido en todo el día. Apartó las
mantas, se puso de pie y se estiró. Justo
cuando estaba a punto de llegar a la
cocina en busca de comida, oyó que llamaban
a la puerta.
Se quedó mirándola fijamente durante un momento.
¿Y si era Nick?¿Era esperanza lo que sentía
nacer en su interior? ¿Ansiedad? Ni siquiera
lo sabía. No podía confiar en su propio
instinto para saber si quería volver a verlo.
Aunque no podía evitarlo. Seguía trabajando en
el mismo lugar que ella, y tenía que cambiar por
completo su rutina para evitar encontrarse con
él.
Se dirigió sin hacer ruido hacia la puerta
y se puso de puntillas para observar a
través de la mirilla. Con su metro
sesenta de estatura, no llegaba por un pelo.
“Soy yo,” dijo una voz familiar, impaciente. “¡Abre
la maldita puerta, Liya!”
Halina, su mejor amiga, estaba al otro lado,
con los brazos en jarra.
Parecía enfadada. Durante un instante, Liya pensó
en mentirle a su amiga y decirle que estaba
enferma. Pero Halina habíaido hasta allí para regañarla
por ignorar sus llamadas y era lo que Liya
necesitaba.
Preparándose para hacer frente a la energía
de su amiga, abrió la puerta y fingió una
sonrisa. “Estaba a punto de preparar el
almuerzo.”
“Deja de mentir,” dijo Halina entrando como una
exhalación. “¿Por qué no contestas a mis llamadas?
Y no me digas que no has oído el teléfono porque
llevo llamando todo el fin de semana y sé que
has contestado la llamada de Sal.”
“Sal es mi jefe,” dijo Liya en voz queda. Halina
se llevó las manos a las caderasobservándola con
fastidio, y Liya hizo un gesto de derrota. “Lo siento.
Descubrí hace unos días que Nick me engañaba y no
tenía ganas de hablar con nadie este fin de
semana.”
La expresión de su amiga se ensombreció y
frunció el ceño. “¿Ese capullo te estaba poniendo los
cuernos? Lo mataré.”
“Lo sé, por eso no te lo dije. El asesinato es
ilegal y soy demasiado introvertida comopara ir a
visitarte a la cárcel,” dijo Liya con un hilo de
voz.
Cerróla puerta y, al darse la vuelta,
Halina la abrazó.
“Lo siento mucho. No lo sabía,” le susurró
Halina al oído. Por un
momento, Liya dejó que la consolaran. Antes de
conocer a Halina, Liya no tenía a nadie con
quien hablar de sus sentimientos. Su madre
había muerto hace mucho y su padre no se
caracterizaba por su cercanía. Cuando al fin logró
su independencia, el daño ya estaba hecho. Liya
estaba acostumbrada a estar sola.
Cuando empezó a dar clases, Halina y ella
tenían horarios similares y a menudo comían
juntas en la sala de profesores. No podían
ser más diferentes.
Liya era bajita, rubia y de piel clara. Halina era
alta, con piel de chocolate y pelo abundante y
rizado de color azabache. Liya era tranquila y
reservada; Halina, escandalosa. Liya no sabía cómo
habían podido hacerse amigas, pero ya no podía
imaginar la vida sin ella.
“Iba a sorprenderle llevándole el almuerzo el
jueves a su despacho y me loencontré con los
pantalonesbajados y la polla en la boca de una
alumna de posgrado,” murmuró Liya cuando se
separaron.
“Haremos que lo despidan,” dijo Halina al instante.
“Ni siquiera se disculpó. Lo primero que dijo fue
que si se lo contaba a alguien, lo negaría,” dijo
Liya, enfadada al recordarlo. “Además, no quiero ser
la ex loca que hizo que despidieran a su
novio por celos.” “Ex-novio,” le recordó Halina.
Sobresaltada, Liya se dio cuenta de que no
habíallegado a romper con él.
“Me quedé allí comouna idiota mirando. Estaba
tan aturdida,” recordó sonrojándose.
“¿Estás molesta? Sé que no llevabais mucho
tiempo juntos.”
“No lo sé,” admitió Liya. Nick y ella llevaban
saliendo seis meses, pero no le convencía del todo
aquella relación. La única razón por la que
había seguido era porque parecía mimarla y
estaba cansada de que todo el mundo le
preguntara por su soltería.
Volvió a rugirle el estómago. “¿Quieres queso
gratinado? Me muero de hambre y aún no he
podido ir a hacer la compra.”
“Nunca le digo que no al queso gratinado,”
dijo Halina sentándose en la mesa de la
cocina. “¿Qué alumna fue?”
“No la reconocí,” dijo Liya agarrando la sartén. “De
hecho, me enteré de que era alumna porque
a Nick se le escapó.” Dejó la sartén en la
encimera ehizo una mueca de disgusto. “Le dejé que
llenara un cajón con algunas de sus cosas y no es
algo que suela hacer.”
“Quema el resto,” dijo Halina al instante. “O
podemos dejar notasen sus pertenencias y colgarlas
por todo el campus. Eso sería la bomba. Podríamos
poner un cartel en el tablón de corcho
que dijera pertenece al profesor adúltero gilipollas al
que le gusta metérsela a sus alumnas. Si quiere
recuperarlas, ¡tendrá que recogerlas delante de todo
el mundo!”
Liya rio al pensarlo y se sintió mejor al
instante. Nunca habíatenido muchas amigas de
pequeña, y era agradable tener a alguien con
quien compartir sus planes de venganza. “¿Puedo
dejarle un mensaje en el coche con rotulador
permanente?” preguntó con sonrisa perversa.
“Oh, buena idea. La venganza sienta bien.”
Liya untó mantequilla al pan y añadió las
lonchas de queso. Echó los sándwiches a la
sartén e intentó tragarse el dolor que sentía.
Pese a no estar enamorada de Nick, le dolía la
traición.
Pudo sentir a Halina observándola. “Salgamos esta
noche. Nos emborracharemos y lo criticaremos,”
dijo al fin.
“No puedo, tengo que terminar de corregir
algunos trabajos y no podré dar la clase de
mañana con resaca,” dijo Liya suspirando con
tristeza. Una copa sonaba bien. Varias, incluso
mejor.
“Mierda, yo también tengo que corregir
exámenes,” dijo Halina frunciendo el ceño. “Debería
hacerlo.”
Liya alzó una ceja. “Es tu trabajo,” dijo riendo.
“Soy una profesora nefasta. No sé cómono me han
despedido ya,’ dijo Halina encogiéndose de hombros. “Dejo
que mis alumnos me sobornen con vodka.”
“Halina,” dijo Liya divertida. “¿Vodka? Por favor, dime
que al menos es de una marca cara.”
“No, me vendo barata.” Había un brillo travieso
en sus ojos.
“Eso lo sabemos todos.” Liya colocó los
sándwiches en platos y se reunió en la mesa
con su amiga. “Supongo que esto me enseñará a
no volver a salir con nadie de la
universidad.”
“Yo no descartaría a otros compañeros. Hay
algunos que están muy buenos.”
“Pero te has acostado con la mayoría. Tuve suerte
de pillar a Nick antes que tú,” gruñó Liya. “Tenemos
que hacer un pactopara que me dejes al menos al
treinta por ciento de los hombres guapos que
nos crucemos.”
Dio un bocado al queso gratinado y se
sintió mejor al instante. Compañía y comida.
Todo lo que faltaba era terminar de limpiar.
“Solo tienes que ser más rápida,” indicó Halina.
“Eres preciosa, divertida e inteligente, pero demasiado
quisquillosa. Deja de analizarlo todo y sal de una
vez.”
Su amiga no se equivocaba. Liya era cauta por
naturaleza. Confiaba en su lógica para no sufrir,
pero Nick habíasido un error de cálculo. “Dijo que me
amaba,” comentó con desinterés.
Halina se detuvo a medio bocado.
“¿Cuándo?”
“El fin de semana pasado.”
“¿Le respondiste?”
“No.” Liya se echó hacia atrás y frunció los labios.
“Ni le amaba ni estaba dispuesta a decirlo
para calmar su ego. ¿Crees que me engañó por
eso? ¿Porque no le respondí?”
“No,” dijo Halina enseguida. “No seas ridícula. Seguro
que lleva engañándote desde el principio y no
terminabas de implicarte en la relación porque en
el fondo lo sabías. Las mujeres tenemos un
instinto especial para eso.”
“Supongo. El principal motivo era que me aburría.
No hacía más que hablar de sí mismo y, créeme,
no habíamucho que decir.”
Halina soltó una carcajada y Liya sintió un gran
alivio. Su vida amorosa no era muy extensa.
Antes de Nick, solo habíasalido con otros dos
hombres, pero no solía involucrarse en las relaciones.
En eso se parecía mucho a su padre.
Por lo que alcanzaba a recordar, su madre era
demasiado emocional.
Siempre estaba llorando por algo que habíahecho
su padre, pero Kostya era frío e insensible. Liya
nunca lo vio mostrar ningún tipo de emoción.
Al fallecer su madre, estuvo solo el tiempo
justo para asistir al funeral y tuvo la sensación
de que lo hizo solo por las apariencias. Cuando
se marchó al fin, le ordenó que volviera, pero sabía
que era sólo por el qué dirán. Su padre nunca
se preocupó por ella.
Obtuvo un fideicomiso por el seguro de vida
de su madre al cumplir los dieciocho años, y
lo utilizó para pagar la universidad. Desde
que había abandonado a su padre, no había
aceptado ni un céntimo suyo, pero le asustaba la
idea de desdeñar a la única familia que le
quedaba.
Temía ser tan fría e insensible comoél.
Así que trató de salir y relacionarse con otras
personas, pero nunca lo lograba del todo. A veceslo
hacía por el sexo y otras, comoen el caso de
Nick, porque la trataban bien. Pero, ¿por amor?
Liya nunca se habíaenamorado y temía no
enamorarse jamás.
Terminaron de almorzar y Halina le prometió
que saldrían el viernes por la noche.
“Aunque sea un lío de una noche, tienes que
encontrarle un sustituto a Nick. Te sentirás
mucho mejor después,” dijo Halina con una
sonrisa.
Un sustituto. Sonaba bien. Si a Nick le resultaba
tan fácil encontrar mujeres, le enseñaría que podía
conseguir a otro hombre sin esfuerzo.
Capítulo dos
Liya se despidió de su última clase de la
semana y sintió que se le aceleraba el
corazón de la emoción. Hacía mucho tiempo
que no salía, y aún más con intención de ligar. Nick
siempre decía que prefería quedarse en casa, pero tenía
la sensación de que quería evitar que se
encontrara con alguna de sus otras novias.
Era escoria.
“¿Profesora Polanski?”
Liya se sobresaltó. Alzó la vista y vio que una de
sus alumnas no se había marchado aún. “Sari, ¿en qué
puedo ayudarte?” preguntó tratando de ocultar el
fastidio en su voz. La chica iba mal en clase, pero
Liya sabía que se esforzaba.
“No hice demasiado bien el último trabajo y
esperaba que pudiera revisarlo conmigo. Necesito sacar
sobresaliente en el trabajo final para poderaprobar
su asignatura.”
“Tendrías que haber venido antes,” dijo Liya con
desaprobación. “Escribes bien y sé que te esfuerzas,
pero no profundizas lo bastante. En tu trabajo
sobre Tolstoy te limitas a copiar lo que
otros estudiosos han dicho ya. En este tipo de ensayos,
debes defender tu propia hipótesis. Y sería aún
mejor si lo entregaras en plazo.”
“De acuerdo,” dijo Sari avergonzada y sacó un trozo
de papel. “Anoté algunas ideas para el trabajo final.
¿Le importaría echarles un vistazo?”
Como regla general, Liya intentaba no llevarse
trabajo a casa los fines de semana. Seguía un
horario de oficina bastante estricto, pero sabía que
si Sari no empezaba el trabajo ese fin de
semana, se quedaría aún más atrás.
“Está bien. Te escribiré un correo este fin de
semana con mi opinión,” dijo Liya a regañadientes
mientras tomaba el papel. A primera vista, era
evidente que la chica tendía a la
sobrecorrección. Investigar esas ideas le llevaría más
tiempo del que disponía. Aun así, era algo en lo
que podían trabajar.
Se despidió de la alumna, metió las notasen
su bolso y se lo echó al hombro. Estaba a
punto de salir cuando oyó la voz de Sari al
girar la esquina.
“Que tenga un buen fin de semana, profesor
Kavanof.”
Mierda. Nick estaba en el pasillo. Si quería
evitarlo, tendría que esconderse en la clase, pero tenía
demasiado orgullo para hacer algo así. Prefería
mostrar su mejor aspecto, así que se arregló
el pelo, desabrochó un botón más de su camisa
y caminó erguida.
No quería recuperar a Nick, solo que supiera lo
que se perdía.
Al salir del aula, su voz fue comouñas rasgando una
pizarra. Se estremeció al oír que la llamaba y
se preguntó cómohabíapodido encontrarlo atractivo.
“Nick. Qué desagradable sorpresa,” dijo con frialdad.
“¿En qué puedo ayudarte?”
Nick tenía una estatura media, pero era atractivo de
cara, con rasgos suaves y bonitos ojos verdes. Era
fácil adivinar su éxito con las mujeres. Lo
había logrado también con ella.
Enredó un dedo en uno de sus mechones rubios
y le dirigió esa sonrisa que solía acelerarle el
corazón. “Amaliya, esperaba que pudieras dedicarme algo
de tu tiempo esta noche para hablar. Cometí
un error y quiero repararlo. Estoy dispuesto a
arrastrarme.”
Amaliya. Siempre la llamaba por su nombre
completo, algo que odiaba.
“Estoy ocupada esta noche,” dijo tratando de
pasar de largo. Sin mediar palabra, la agarró
del brazo.
“Este fin de semana entonces. Por favor, cariño.
Estoy tan arrepentido.”
Se tensóal sentir que la tocaba y se
apartó. “No sé qué planes tengo este fin de
semana, pero no tenemos nada de lo que hablar.
No voy a creer una sola palabra que salga de tu
boca, y te aseguro que no tengo nada que
decirte.”
Nick se acercó de nuevo, pero se detuvo antes
de tocarla. Sus dedos estaban a escasos
centímetros de la piel desnuda de su brazo.
“Amaliya, por favor. Te amo, y no he venido
a inventarme excusas ni a suplicar tu perdón.
Sé que nunca podré reparar el daño que te
he hecho, pero no descansaré hasta lograrlo. Nunca
he sentido por nadie lo que siento por tiy
me aterroriza. Pero lo que más miedo me provoca
es pensar en la posibilidad de no volver a
tocarte, respirar tu aroma o sentir tus
brazos estrechándome.”
Se acercó y rozó su cabello con los labios.
Liya sintió un escalofrío, pero no de emoción. Iba
a apartarlo asqueada cuando la voz de Halina
resonó en el pasillo.
“¡No te atrevas a tocarla, cerdo asqueroso!”
gritó. Nick se sobresaltó alarmado y Liya no pudo
evitar reírse.
“Esto no tiene nada que ver contigo,” Nick frunció el
ceño.
Halina la agarró del brazo y Liya no pudo
evitar hacer un gesto de desaprobación. Sentía
lástima por Nick. “Tiene que ver conmigo, Nick. Y no
quiero hablar de ello. Me has engañado. Hemos
terminado. Debí dejarlo claro cuando te encontré con
una alumna debajo de la mesa.”
Nick se volvió enseguida para ver si alguien la
habíaescuchado, pero a Liya no le importaba. Giró
sobre sus talones, marchando con Halina por
el pasillo. “Ya he terminado mis clases,” dijo en
tono familiar. “Me voy a casa a cenar antes de
salir esta noche.”
“Qué suerte tienes. Yo tengo una clase más
tarde.” Gruñó Halina. “Le prometí a mi
madre que me acercaría a su casa a recoger
unas cajas. Tendré que saltarme la cena, pero te
recogeré a las nueve.”
“Saluda a tu madre de mi parte.”
Llegaron al final del pasillo y Halina agarró
del brazo a Liya. “Prométeme que no estás
pensando en volver con él, Liya. Sé lo seductor
que puede llegar a ser, pero tienes que ver más
allá de su cara bonita y darte cuenta de su
cabeza hueca.”
Liya se limitó a sonreír. “Lo únicoque he
sentido al verlo es disgusto. Te prometo que no
voy a volver con él. Esta noche nos
emborracharemos un poco, nos divertiremos y
encontraremos a un sustituto para olvidar a Nick.”
“¡Esa es mi chica!” Halina la abrazó. “Si no
llevas ropa escotada y estrecha cuando venga a
recogerte, haré que te cambies, que lo sepas.”
“Escotada y estrecha,” dijo Liya asintiendo.“Vale. No
tortures mucho a tus alumnos esta noche. Tienen
que estar allí también.”
“Sí, pero no tengo elección con mi horario. Si
no se hubieran apuntado a mi clase, ninguno de
nosotros estaría en esta situación. Así que los
torturaré a placer, se lo merecen,” dijo Halina
en tono amenazador y Liya agitó la cabeza.
Se separaron y Liya silbó de vuelta a su
coche. El sol aún brillaba, pero comenzaba a
ocultarse tras el horizonte. Podía dejar a un lado
la timidez y dar la bienvenida a la noche
y todo lo que ofrecía.
Cuando Halina vino a recogerla, Liya llevaba
puesto el únicovestido bonito que tenía.Tal comole
habíaordenado su amiga, se ajustaba a su figura
comouna segunda piel, dejando parte de sus muslos
y escote al descubierto. El verde esmeralda
oscuro del tejido contrastaba con sus largos rizos
rubios.
Su amiga silbó y Liya tiró del vestido hacia
abajo. “Es todo lo que tengo.
¿Crees que podrías prestarme algo?”
Halina soltó un bufido. “Te llegaría a las
rodillas. Además, estás impresionante así. Todos los
hombres de la discoteca querrán hacerse contigo.”
Liya se sonrojó. “No los necesito a todos, solo
a uno. Un sustituto,
¿recuerdas?”
“Sí, pero está bien poder elegir.” Halina meneó
las caderas mientras daba una vuelta. “¿Qué te
parece esta maravilla? La compré ayer para esta
noche.”
Liya observó la tela roja en la que Halina
habíalogrado embutirse. “Estás muy sexy, pero no sé
cómopuedes respirar.”
“Esta noche no hace falta respirar,” dijo Halina con
una sonrisa. “Nuestras únicas prioridades son
beber, bailar y pasarlo bien. Así que deja de
tirarte del vestido y trata de relajarte. Hace
mucho que no salimos juntas. Ha sido una gran
suerte que Nick haya demostrado lo imbécil que es.”
Riendo, Liya agitó la cabeza. “Esta noche vamos
a divertirnos,” admitió.
“Sí. Y ahora, deja que te refresque la memoria.
Si un tío te molesta, solo tienes que decirme que
la bebida está amarga y nos largaremos de
allí. Si no estás segura, dime que la bebida está
demasiado dulce. Si quieres irte a casa con un tío,
dime que la bebida está buena.”
“¿Te he dichoalguna vez que usar el argumentode
un cuento de hadas infantil en este contexto es
raro? ¿Podemos usar otra cosa que no sea Ricitos de
Oro?”
“Nada de dramas esta noche,” dijo Halina con
un gesto de desaprobación.
“Atente a las reglas y no tendremos que
preocuparnos de lidiar con tíos agresivos. ¿Qué vamos
a hacer esta noche?”
Liya se puso firme y levantó la barbilla. “Beber,
bailar y divertirnos.” “Encontrar a un sustituto,”
le recordó Halina con ojos brillantes.
“Encontrar a un sustituto.”
***
Dominic estaba sentado en el comedor y
observaba la silla vacía que solía
Capítulo tres
Liya hizo una mueca al entrar en la discoteca.
Estaba abarrotada de gente y la música
sonaba tan fuerte que temió que le sangraran
los oídos. “¿Estás segura?” le gritó a Halina.
“¿Qué?” le respondió su amiga alzando la voz.
Liya hizo un gesto de derrota, agitando la cabeza.
Era imposible mantener una conversación tan cerca del
altavoz. Agarró a Halina del brazo y la llevó
hasta el bar. Si iban a pasarlo bien, necesitaba una
copa antes.
Dominic llamó su atención mientras bajaba las
escaleras. Apoyado en la barra, hizo girar su vaso y
le devolvió la mirada.
Tuvo la certeza de que era perfecto pese a las
luces parpadeantes. Medía más del metro ochenta y
su pelo oscuro y rizado le llegaba a la
nuca. Sus ojos eran una mezcla de azul y verde
e iba sin afeitar. Parecía oscuro y peligroso.
Prometía diversión.
Y a juzgar por su aspecto, ganaba mucho
más dinero que ella. Pasó por su lado con mirada
incierta y siguió caminando hasta encontrar dos
huecos en la barrapara Halina y para ella. Miró
nerviosa a su alrededor, tirando delvestido hacia
abajo.
“Te estaba mirando, estoy segura,” le gritó Halina
al oído. “¿Por qué has pasado de largo?”
Al parecer, no era la única que se habíadado
cuenta. “Es demasiado atractivo,” respondió Liya. “Hoy
busco un blanco más fácil.”
“Tú eres el blanco fácil. Ve a saludar y a
por una copa.”
“Necesito una copa antes de saludarle.” De hecho,
puede que necesitara tres o cuatro para armarse
de valor e ir a hablar con aquelhombre.
“Venga. Cuanto antes consigas un hombre, antes te
irás. Y sé que te mueres por irte.”
Era cierto. Le dirigió a su amiga una
mirada de reprobación al bajar del taburete y
armarse de valor. Era guapa, se lo habían
dichotoda la vida y no solía costarle trabajo llamar
la atención de los hombres. Su problema era que
perdían interés cuando se daba cuenta de que
trataban de ligar con ella.
“Llevas un vestido muy provocativo, estás
impresionante,” se susurró a sí misma mientras
avanzaba por el bar. El hombre de antes volvió
a fijar sus ojos en ella sin apartar la mirada.
Aquello hizo que aumentara la confianza en sí
misma, pero antes de que pudiera llegar hasta él,
sintió unas manos en su cintura.
“Hola, guapa. ¿Quieres una copa?”
Sobresaltada, Liya alzó la vista. No era feo de cara,
pero los efectos del alcohol eran visibles en su
rostro. Estaba a punto de darle un empujón
cuando pensó en Halina. Su amiga se
enfadaría si ignoraba a una presa tan fácil.
“Será un placer,” dijo intentando dirigirle una sonrisa
cautivadora. Se volvió para mirar el lugar donde
hace un momento estaba sentado aquel hombre tan
atractivo. Se habíamarchado.
Bueno, al menos un pez habíapicado el
anzuelo.
“¿Qué bebes?” le gritó el hombre. La mano
que agarraba su cintura descendió hasta su trasero
y Liya trató de no sentir escalofríos.
“Vodka con piña,” dijo haciendo lo posible por
no apartarse. Era atractivo y estaba dispuesto, pero
habíaalgo en él que le repelía. Pero ya había
dichoque sí y no quería parecer maleducada.
Para su sorpresa, el hombre apartó a dos
hombres de la barrapara pedir su bebida. Un tipo
le dio un puñetazo, y cuando quisodarse
cuenta, los tres se estaban peleando. Paralizada,
observó la escena con horror hasta que el trío
se dirigió hacia ella. Antes de que pudieran
golpearla, alguien la agarró del brazo y la
apartó de allí.
“¡Ah!,” gritó mientras caía, pero en lugar de golpear
el suelo, aterrizó contra un cuerpo cálido y
firme. Al mirar hacia arriba, se topó con los
bellos ojos del hombre de la barra. “Gracias.”
Se interpuso entre ella y los hombres que se
peleaban y se limitó a levantar la mano y
moverla. En cuestión de minutos, aparecieron tres
porteros y se llevaron a los hombres que
peleaban.
“¿Te encuentras bien?” preguntó volviendo su
atención hacia ella.
“Sí, gracias. Me preguntó si quería una copa. No
pensé que empezaría una pelea por eso,” dijo intentando
bajarse el vestido discretamente. Con todo el jaleo,
se le habíasubido varios centímetros.
“¿No llegaste a tomar esa copa entonces?”
“No.”
“Qué lástima,” dijo con una sonrisa tímida.
Esperó a que le invitara a una, pero se
limitó a alzar una ceja.
Mordiéndose el labio, rio entre dientes. “Bueno, voy
a por la copa. ¿Quieres una?”
Su sonrisa se amplió aún más. No podía creer
que fuera tan atractivo. “Si me ofreces una copa
hieres mi orgullo, pero es la primera vez que
me invita una mujer, así que acepto. Soy Dominic,
y esta noche bebo whisky.”
“Liya,” dijo riendo. “A ver si puedo traer las
copas sin empezar una pelea.” Se acercó a la
barraabriéndose camino. El camarero estaba justo
delante de ella. Liya parpadeó sorprendida. Los
camareros nunca estaban tan atentos cuando habíatanta
gente.
“Vodka con piña para mí y un whisky para el
caballero,” dijo mientras buscaba la tarjeta de
crédito en el liguero.
El barman hizo un gesto negativo con la cabeza.
“Al señor Minski y a su cita los invita
la casa,” dijo el barman sirviéndole las
bebidas.
Liya ladeóla cabeza y observó las copas.
¿Quién era ese hombre? Al volver con las bebidas
se lo encontró sentado en una de las mesas
del bar.
“Tu orgullo está intacto,” dijo colocando las bebidas
en la mesa. “No he tenido que pagarlas, señor
Minski.”
Vio una sombra en sus ojos y pensó que
habíaalgo oscuro en ellos, pero desapareció enseguida.
“Soy un buen amigo del dueño,” dijo Dominic
llevándose el whisky a los labios.
“Ojalá te hubiera conocido antes de entrar, me
habría ahorrado la media hora de cola.” Dio un
sorbo a su bebida y estuvo a punto
de atragantarse con tanto azúcar. Por lo general,
prefería un vaso de whisky, pero Halina le dijo que
era mejor tomar bebidas más femeninas en la
primera cita. Al parecer a los hombres no les
gustaba que las mujeres toleraran el alcohol mejor
que ellos.
No le gustaba la piña, pero intentó disimularlo.
La observó detenidamente.
“¿No te gusta?” preguntó al fin.
Una risa incómoda escapó de sus labios y soltó
el vaso. “Está bueno. Es que no suelo tomar
bebidas con sabor a fruta. En realidad, no suelo
venir a lugares comoeste. Soy una persona bastante
tranquila. Bueno, no soy tranquila, pero prefiero
lugares tranquilos. Soy profesora. No es que los
profesores no podamos ser escandalosos y divertidos.
Mi mejor amiga es profesora y está loca.”
Consciente de que divagaba, Liya cerró la boca de golpe
y tomó su vaso.
Antes de que Dominic pudiera decir nada, vació el
contenido y lo dejó sobre la mesa.
“Tal vez debería ir a por otra copa.”
Antes de que pudiera escapar, la agarró del
brazo. Liya se sintió reconfortada por su tacto.“Si
no te gustan los lugares ruidosos, ¿qué haces
aquí?”
Volvió despacio a su asiento. Sonrió y le
tendió su whisky. Liya se mojó los labios y
asintió. “He venido a soltarme un poco. Si me
bebo tu whisky,
¿qué vas
a
beber
tú?”
"Yo bebo gratis,” dijo inclinándose hacia adelante. Puso
las manos sobre la mesa y ella contuvo el
impulso de extender la mano y tocarlo. En
su lugar, apuró el vaso de whisky. Hizo una
mueca a medida que el líquido le quemaba
la garganta y tosió.
"No me va el whisky escocés," jadeó.
Dominic acercó su silla a la de ella. “Te
invitaría a otro, pero me da la sensación de que
no eres la clase de mujer que se toma tres
copas en diez minutos.”
“¿Estás diciendo que soy débil?” le respondió con
una sonrisa. “Puedo, pero no lo haré.”
“¿Qué te gusta beber? Es para saberlo en el
futuro” preguntó con voz ronca.
“¿Qué te hace pensar que habrá futuro?” dijo.
Estaba orgullosa de sí misma. Liya no solía ser dada
a los flirteos.
“Soy optimista,” respondió Dominic. “Y estoy seguro de
que, en algún momento de la noche, querrás otra
copa y me gustaría que la disfrutaras.”
“Así que, ¿al hablar de futuro te refieres a
dentro de una hora?” preguntó Liya riendo. Se
sentía más cómoda ahora y se apoyó en
el respaldo de su asiento, cruzando las piernas. Él
siguió el movimiento con la mirada, provocando
que un escalofrío recorriera su columna.
“¿Quieres hacer algo más en la próxima hora
aparte de charlar conmigo?” “Eso depende.”
“¿De qué?”
Se acarició la pierna desnuda. “De si vas a
sacarme o no a bailar.”
***
Dominic echó la silla hacia atrás y se puso de pie.
Tendió la mano expectante, sin pedirle bailar.
Todo marchaba mucho mejor de lo que había
esperado y no le sorprendió que aceptara su
mano y se levantara.
Capítulo cuatro
Dominic vio cómose tiraba del vestido, nerviosa.
Le sorprendió que Liya estuviera de acuerdo en
llevarlo a su casa. Había estado coqueteando
con él toda la noche, aunque lo habíamantenido
a una distancia prudencial, pero en la pista de baile
habíaestado ardiente y sensual en sus brazos.
Ahora debíadarse cuenta de lo corto que era
en realidad su vestido. Tenía las manos en el
regazo y jugueteabacon los dedos, nerviosa. A
Dominic le pareció entrañable.
Presionó el botón que levantaba el panel que
los separaba del conductor.
Liya se quedó con la boca abierta. “Qué
sofisticado,” dijo con voz aguda. Se aclaró la
garganta, sonrojándose.
“Pareces nerviosa,” dijo agarrándole las manos.
“Pensé que te sentirías más a gustocon un poco
de intimidad.”
Liya rio, seca. “No, creo que la intimidad es el
problema. Estoy segura de que piensas que la
mujer con la que bailaste en la discoteca no
se sentiría cohibida, pero no suelo hacer este tipo
de cosas.”
“¿El qué?,” Murmuró con voz ronca mientras
acariciaba con el pulgar la piel desnuda de su
muslo. Liya se sobresaltó y gimió.
“Llevar extraños a casa conmigo,” susurró. Pudo
sentir su cuerpo en tensión mientras trazaba
formas en su muslo. Dominic supo desde el
momento
en que vio su foto que la deseaba, pero no era
nada en comparación con lo que sentía ahora.
El aroma de su perfume a lavanda lo
volvía loco. Los leves jadeos que escapaban de sus
labios lo ponían a cien. El sabor de sus
labios aún permanecía en él, y trató de
controlarse.
Si iba demasiado rápido, huiría y perdería su
oportunidad.
“Liya,no voy a hacer nada que no quieras,” dijo
deteniendo sus caricias.
“Si sólo quieres que te lleve a casa, ni siquiera
te pediré que me dejes entrar. No quiero que
te sientas obligada a hacer algo que no
quieras.”
Por un momento, no dijo nada. Se limitó a
mirarlo con ojos profundos, y aunque estaban llenos
de lujuria, temió haber perdido la
oportunidad. Le había ofrecido una salida y la
iba a aceptar.
De repente, liberó la mano, tomó la suya y
la llevó entre sus piernas.
Dominic jadeó al sentir el calor que irradiaba su
sexo. Se contuvo para no subirle el vestido y
penetrarla con los dedos.
“Necesito un sustituto,” murmuró mientras rodeaba su
cuello con una mano y lo acercaba para darle un
beso. A medida que sus labios se rozaban, se
abrió para él, arqueándose con sus caricias. Con un
gemido, rodeó con una mano su muslo desnudo
y comenzó a acariciarlo de arriba a abajo,
deteniéndose antes de llegar demasiado lejos. Con cada
caricia, exploraba más profundo su boca con la
lengua, saboreándola.
El coche se movía con tanta fluidez que
olvidó dónde estaban. Sin darse cuenta, tiró de
ella hasta apoyarla contra la puerta y se puso
encima. Liya dejó escapar un gemido al abrir las
piernas, y él la besó con más intensidad.
De repente, el coche frenó, y Dominic tuvo
que agarrarse para evitar que cayeran los dos al
suelo. Al levantar la vista, vio que estaban en
un semáforo.
Con una sonrisa, se apartó despacio y la
ayudó a incorporarse. Antes de que pudiera
enderezarse, la sentóa horcajadas en su regazo.
“No sé a qué te refieres con sustituto, pero
espero que signifique que vas a invitarme a entrar,”
dijo con voz ahogada mientras jugaba con el
dobladillo de su vestido. Si se lo levantaba un
poco más, podría verle las bragas.
Ella se contoneó de forma sugerente sobre su
erección, y sintió la tensión crecer dentro de
él. “Tal vez,” dijo burlona. “O tal vez me limite
a ver cómo te retuerces de placer.”
Dominic la agarró de las caderas. “Esa eres tú,”
señaló mientras la obligaba a pararel movimiento
de sus caderas. No conseguiría bajarla del coche
si seguía así, y tenía que lograr entrar en
su apartamento.
En su cama.
De lo contrario, se limitaría a verlo como una
aventura de una noche, y nunca sería capaz de
seguir adelante con su plan.
Por desgracia, Liya parecía tener otras cosas en mente.
Mordiéndose el labio inferior, abrió las piernas sólo
un poco, y Dominic vislumbró algo de encaje
negro. Cerró los ojos de inmediato, sacudiendo
la cabeza. “Creo que eres el diablo,” murmuró
mientras trataba de borrar esa imagen de su
mente.
“¿Qué pasa?,” Preguntó con voz coqueta. “¿No
quieres tocarme?” “No tienes ni idea de
cuánto,” exhaló.
“Entonces hazlo.” Le agarró la mano, y
aunque seguía con los ojos cerrados, dejó que la
guiara hacia su cuerpo. Su piel era cálida y
sedosa y respondía a sus caricias. Cuanto más
movía la mano, más aumentaba el calor.
Acarició el encaje con los dedos y Liya
gimió de placer, apartando su mano.
Dominic abrió los ojos y se inclinó en busca
de otro beso húmedo y ardiente. “Lo siento,” susurró
al romper el contacto. “No era mi intención
asustarte.”
Liya rio temblorosa e hizo un gesto negativo con
la cabeza. “No me has asustado. Es sólo que no
esperaba reaccionar con tanta intensidad a tus caricias.”
Permaneció con las manos en alto, observándola.
“¿Quieres parar?”
Pasándose una mano por los rizos, lo contempló
durante un minuto antes de apartarse despacio de
su regazo. "Creo que es suficiente por ahora.”
Dijo ella, y Dominic apretó los dientes.
Habían ido demasiado lejos y la habíaasustado.
“Además, llegaremosa mi casa en unos minutos, y
quiero dejar lo bueno para cuando estemos en
un lugar más privado.”
Su ansiedad disminuyó de inmediato, y le sonrió.
“Lo bueno, ¿eh?”
Liya se sonrojó y apartó la vista. Mientras
miraba por la ventana, Dominic no pudo evitar
tomarla de la mano. Sabía que estaba excitada,
pero esa noche era demasiado importante como
para que las cosas fueran mal. Era evidente que
estaba insegura de sí misma, y temía que
si se rompía el contacto físico, aunque fuera un
segundo, ella cambiaría de opinión.
Liya no se volvió para mirarlo, pero tampoco
apartó la mano.
***
Cuando el coche se detuvo en su
aparcamiento, Liya casi rio ante lo absurdo de la
situación. La última vez que una limusina había
aparcado en su complejo de apartamentos, era su
padre tratando de controlar su vida de nuevo,
hace tres años.
Ahora estaba a punto de meter en su
casa a un extraño, y sabía sin lugar a dudas que
sería una noche que nunca olvidaría. Nunca se
habíasentido tan excitada en su vida.
“Es aquí,” dijo una voz de repente, y Liya se
sobresaltó.
Con una sonrisa, Dominic apretó el botón del
intercomunicador en el techo. “Gracias. Llamaré a
mi chófer habitual para que venga a recogerme.
No hace falta que espere.”
“Qué sofisticado.” Al darse cuenta de que ya
habíadichoeso antes, Liya se calló. Pensaría que era
la mujer más tonta del mundo si no
encontraba algo más interesante que decir.
Sus estados de ánimo se sucedían uno tras otro.
Cuando la tocaba, se sentía increíblemente sexy, y
dejaba que saliera a relucir su lado más
sensual, pero cuando se trataba de interactuar
con él de una manera no sexual, la lengua se
le hacía un nudo.
Mejor seguir con el papelde seductora para que
no pensara que era una completa idiota.
Su rollo de una noche abrió la puerta y salió.
Al seguirlo, extendió la mano para agarrar la suya
abierta. El aire de la noche era frío y se
estremeció, aunque sospechaba que tenía más que
ver con los nervios que con otra cosa.
“Puedo irme si quieres,” dijo con una atractiva
sonrisa.
Antes de perder el valor, cerró la puerta
y tomó su mano. Sin mediar palabra, se lo llevó
por las escaleras a su apartamento y metió
la llave en la cerradura. “Estoy segura de que estás
acostumbrado a lugares mucho mejores,”
dijo mientras encendía las luces. “Soy profesora, así
que esto es lo mejor a lo que puedo aspirar.”
“¿Qué te hace pensar que estoy acostumbrado a
lugares mejores?”
“Fuiste en limusina a la discoteca,” señaló antes
de darse cuenta de que le estaba tomando el
pelo. Se llevó las manos a las caderas. “No es
muy educado por tu parte burlarte de mí.”
“Sólo intento romper el hielo,” dijo atrayéndola
hacia sí. “Pero estás muy sexy cuando te enfadas.”
Liya echó la cabeza hacia atrás, y Dominic
cubrió su boca con la suya.
Desde que la habíaprobado, lo únicoque hacía era
pensar en el siguiente beso.
Cada vez que la tocaba, sentía que perdía el
control.
El corazón le latía con fuerza en el pecho
mientras jugaba con los botones de su camisa. Era
comosi alguien la controlara mientras desabrochaba
descaradamente un botón y seguía con el
siguiente. Temblando, abrió al fin la
camisa y presionó las palmas de sus manos
contra su abdomen.
Su cuerpo era todo piel cálida y tersos
músculos.
“Dios,” murmuró apartándose un poco para mirarlo.
Lo devoró con los ojos. Su cuerpo estaba
perfectamente esculpido y duro comouna roca. Teníaun
tatuaje de un lobo a un lado y varias
letras en otro idioma al otro. Consciente de que
la estaba mirando, Liya extendió la mano y
recorrió los tatuajes con sus dedos.
“¿Ves algo que te guste?,” preguntó en voz baja.
Lo miró y no pudo evitar sonreír. “No puedes
ser real. En serio.Mujeres como yo no se llevan
a casa a hombres comotú. Sólo existes en las
revistas y en mis sueños.” A medida que las
palabras salían a trompicones de su boca, cerró los
ojos y apartó las manos. Le hubiera gustado
hacer un comentario más elaborado.
Capítulo cinco
Liya despertó con el peor caso de sequedad bucal que
habíatenido nunca.
Con el ceño fruncido, se estiró en la cama.
Le dolió todo el cuerpo al darse la vuelta. Se
acordó de la noche anterior.
Sus besos. Sus caricias. Había perdido la
cuenta de cuántos orgasmos había tenido.
Y ahora estaba sola. Obligándose a levantarse,
miró a su alrededor.
“¿Dominic?” preguntó alarmada. La única respuesta fue
el silencio. Se había marchado.
Se pasó una mano por los rizos enredados,suspiró
y se dejó caer en la cama. La noche anterior
habíasido increíble, pero ahora se sentía fatal. Salió
de la cama a rastras y le echó un vistazo
a la mesita de noche.
Había un vaso de agua y un bote de aspirinas
junto a una nota. Se acercó y tomó el papel.
Dijiste que sólo una noche. Es probable que
haya pasado mucho desdetu última resaca. Mucha
agua, una aspirina y un buen desayuno siempre
ayudan. Dominic.
“Perfecto. Sexy. Un amante increíble. Y es atento.
Es una lástima que no le dijera que se quedara,”
murmuró mientras tiraba la nota. Abrió el bote
de aspirinas, se echó dos a la boca y se
bebió el vaso de agua. Cambió de opinión,
se agachó y tomó la nota de nuevo,
sintiéndose comouna tonta sentimental al volverla
a colocar en la mesita de noche, donde
él la había dejado.
Capítulo seis
El campus estaba más animado que de
costumbre. Un eminente orador daba tres charlas
ese día, y eso atraía a la sala de
conferencias a algo más que a estudiantes.
Había gente de mediana edad paseando por los
pasillos y por las clases, recordando los
viejos tiempos. Nada de eso le molestaba, excepto
que la cola de la cafetería daba la vuelta al
edificio.
Y ella necesitaba su dosis de cafeína.
Lanzándole miradas asesinas a los invasores a
su alrededor, sacó su movil para comprobar el
correo. Hasta ahora, sólo un puñado de
alumnos le habíamandado los trabajos, y si no
recibía al menos el 75% de ellos al final del
día, consideraría su tarea un completo fracaso.
“Se te ve más enfadada a la luz del día.”
Liya abrió los ojos comoplatos al mirar hacia
arriba. Su rollo del fin de semana estaba frente
a ella con dos tazas humeantes de café en las
manos. Tragó saliva al ver que le ofrecía
una. “Te vi en la cola y me he tomado la
libertad de traerte un café. Espero que no te
importe.”
Al darse cuenta de que lo estaba mirando
comoun cervatillo acorralado ante los faros de un
coche, trató de sonreírle. “No me importa en
absoluto. De hecho, te considero un héroe, que
me protege de las reyertas del bar y me trae
cafeína cuando más lo necesito. Podrías registrar
el copyright de esa frase,”
balbuceó mientras asía la taza de café. Apartándose
de la cola, le dio el primer sorbo y casi
gimió al sentir el líquido caliente correr
por su garganta. “Está perfecto. Gracias.”
“Sé que dijiste que eras profesora, pero no sabía que
trabajabas aquí,”
comentó Dominic despreocupado. Se lo veía diferente
a la luz del sol, pero no menos sexy o
peligroso.
“De literatura rusa y mundial, lo cual es mala
suerte teniendo en cuenta que no estamos en una
gran facultad de Humanidades. A la mayoría de
mis alumnos no les interesa en absoluto la
lectura, pero tienen que elegir al menos una clase
de literatura para cumplir con los créditos requeridos.
La mayoría se conforma con aprobar. Algunos
intentan sacar una nota decente para la media.
Es un trabajo por el que nadie te da las
gracias,” dijo atravesando el patio interior con él.
“¿Has venido a la conferencia? Mucha
gente viene a ver al orador motivacional.”
“¿Orador motivacional?” Dominic arqueó una ceja
mientras miraba a su alrededor. “No. Qué va.
Estoy con un amigo. Tenía que hablar con
un profesor del campus, así que estoy pasando el
rato. Tengo que confesar que no esperaba
encontrarte aquí.”
Liya escogió las palabras con cautela. No quería
parecer una desesperada, pero tampoco que pensara
que era aficionadaa los rollos de una noche.
“Creo que lo dejaste claro cuando te fuiste
a hurtadillas antes del amanecer.” Él la miró con
rostro culpable y ella se rió. “Tranquilo. No
tiene importancia. Ambos
sabíamos lo que había, así que no tengo nada
en contra tuya. Sólo quería ponerte en un pequeño
aprieto.”
“Supongo que me lo merezco,” dijo Dominic riendo.
Liya levantó el café en el aire. “Bueno, esto lo
compensa. El café siempre reconcilia a la gente.”
“Es bueno saberlo. ¿Estamos en paz entonces?”
Lo miró de arriba a abajo mientras daba sorbos
a su bebida caliente. “¿No querías que
estuvieramos en paz?”
“No he dichoeso,” dijo rápidamente dirigiéndole una
sonrisa encantadora.
“Estar en paz no es malo, pero pierdo la
excusa para invitarte a cenar.”
Le palpitó el corazón, pero no aceptó de
inmediato la invitación. No era dada a la falsa
modestia, pero era obvio que Dominic le estaba
tirando los tejos, y no era algo que experimentara
a menudo. “¿Necesitas una excusa para pedirme
que salga contigo?”
“¿Liya? ¿Va todo bien?”
La voz de Nick al interrumpirlos la puso de los
nervios, pero volvió la cabeza y le dirigió una
amable sonrisa. “Nick. ¿Qué te hace pensar que
no estoy bien?”
Aunque Nick era atractivo, no podía competir con
el aspecto peligrosamente sexy de Dominic. Pareció
darse cuenta de eso al observarlo, nervioso. “No
pretendía precipitarme. Es sólo que no conozco a tu
amigo.”
“Ni falta que hace,” dijo Liya con frialdad. Esperó
a que Nick se
marchara, y al ver que no lo hacía, entornó
los ojos. “¿Te puedo ayudar en algo más?”
“Esperaba que pudieramos hablar más tarde.
¿Cenamos juntos?” “Ya tiene planes para cenar,”
le interrumpió Dominic.
Liya lo miró y trató de no mostrar su sorpresa.
“Sí,” murmuró con una sonrisa. “Dominic, pasa a
recogerme a las siete. Ahora si me disculpas, tengo
una clase que preparar.” Conteniendo el aliento,
abandonó la escena comoquien no quiere la cosa.
Por dentro, estaba dando volteretas. Nick no sólo
la habíavisto con Dominic. Aquel bombón le había
pedido que volvieran a quedar. Las manos le
temblaban de la emoción mientras caminaba
apresuradamente por la acera y buscaba su móvil
en el bolsillo.
Me he encontrado con el rollo de una noche
en el campus, Le escribió Liya a Halina. Me
ha pedido salir a cenar.
Halina tardó sólo unos minutos en contestar. ¿Pasas
de rollo de una noche a rollo de dos noches? Es
peligroso.
Liya paró en seco y frunció el ceño. Halina no
iba mal encaminada.
Prolongar su relación con Dominic sólo la haría
sufrir. Su objetivo era encontrar a un sustituto
para distanciarse de Nick y de su traición. Pero
podía hacer que funcionara.
No será nada serio.
La ausencia de respuesta por parte de Halina lo
dijo todo, y Liya trató de quitarse el tema de la
cabeza. Le quedaban aún tres clases antes de
poder obsesionarse con su cita con Dominic.
***
Dominic dejó marchar a su chófer y condujo
él mismo hasta el apartamento de Liya. Necesitaba estar
solo para pensar. Las palabras de Maksim aún resonaban
en su cabeza, y no podía evitar
preguntarse si serían verdad. ¿Es que todo el que
estaba a sus órdenes dudaba de su habilidad
para continuar con la labor de su padre?
Capítulo ocho
Liya se frotó los ojos, apoyándose en el respaldo
de la silla. Había corregido cinco trabajos de sus
alumnos y estaba a punto de tirarse de
los pelos.
La mejor frase que habíaleído hasta ese momento
rezaba: “Creo que
Dostoievski mató a alguien. ¿Cómo, si no,
podía sentirse tan culpable?”
Ese grupo en particular habíapresentado muchas
dificultades durante todo el semestre. Era evidente
que no lograba trasmitirles su pasión. Justo
cuando estaba a punto de sumergirse de
nuevo en su tarea, oyó que llamaban a la
puerta.
“Adelante,”dijo con cansancio.
Uno de sus alumnos se asomó con expresión
culpable en su rostro.
“¿Profesora Polanski? Tenía la esperanza de
poder entregar aún mi artículo.”
“Anton, la fecha límite de entrega fue hace una
semana. Lo aceptaré, pero la nota más alta que
puedo ponerte es un siete. Vas a tener que
hacerlo muy bien en el examen para sacar notable
en mi asignatura,” dijo estirando la mano.
Anton se pasó la mano por el pelo y se
encogió de hombros con timidez.
“¿Hay alguna posibilidad de sumar puntos?”
“No. No has entregado ni una tarea en plazo durante
el semestre, y no doy puntos extra. Pide cita
la semana antes del examen y te daré algunos
consejos para el estudio. Es lo más que puedo
hacer por ti.”
El chico asintió. “Gracias,” murmuró antes de salir a
paso ligero de la
oficina. Liya suspiró y echó un vistazo al
trabajo. Sintió vergüenza ajena al ver la
presentación.
“Tus alumnos están atemorizados. El que acaba de
salir de tu despacho parecía estar a punto de
echarse a llorar,” dijo Halina al entrar.
“Eso es porque no ha conseguido ratear unos
puntos extra. Me da la sensación de que el
resto de sus profesores siempre ha acabado cediendo,”
se burló Liya cerrando la carpeta con los trabajos.
“¿Qué haces aquí? Me queda una clase más antes
de terminar.”
Su amiga hizo un mohín. “Lo sé. Y llevas
evitando mis llamadas telefónicas toda la semana, por
lo que, una de dos, o te has percatado de que
te robé la chaqueta o pasas todo tu tiempo
libre con el chico guapo de la discoteca.”
“Todo mi tiempo no. Espera, ¿me has robado
la chaqueta? ¿Cuál de ellas?”
Halina agitó la mano en el aire. “No es
momento para eso. Así que estás pasando más tiempo
con Dominic. A eso se le llamasalir, ya no
puede considerarse un lío de una noche. Y se
supone que hay que compartir información de tus
citas con tus amigas. Así que desembucha. El sexo
debe ser fantástico.”
Sin contar la noche en que conoció a
Dominic, habíasalido con ella tres veces y todas
terminaron con ella desnuda y gritando su
nombre. Sentía humedad entre sus piernas solo de
pensarlo. Había descubierto más zonas erógenas de
su cuerpo que las que sabía que existían.
“El sexo es impresionante, pero no es sólo por eso.
Nuestras citas también son geniales. Es tan
estimulante estar con alguien que se muestra interesado
en mí. No se limita a hablar de sí
mismo. Me deja quejarme y trata de entender mi
amor por la literatura. Me cmentó que se compró
un libro de poemas épicos antiguos, pero dijo que
le sonaba a chino. Le eché un vistazo para
asegurarme de que estaba escrito en nuestro
idioma,” dijo mientras se reía al recordarlo.
Halina entrecerró los ojos y la estudió. “Te has
enamorado.”
“Hasta las trancas,” dijo Liya con un suspiro. “Es
tan perfecto que algo tiene que salir mal.”
“Oh, cariño, no digas eso,” dijo su amiga frunciendo
el ceño. “A veces pasan cosas buenas de verdad.
Y eres muy atractiva. ¿Por qué no iba a estar él
también enamorado de ti?”
Liya sonrió, dando botes en la silla. Solo de
pensar en él se emocionaba.
“Vale. Fuera preocupaciones, tengo que ser
feliz.”
“Eso es,” dijo Halina con una sonrisa. “Tienes
justamente cinco minutos para darme tantos
detalles como puedas antes de tu próxima clase.
Venga.”
Liya sonrió con malicia. “Cama. Sofá. Ducha. Mesa
de la cocina y encimera.”
“Puaj. No podré tocar ninguna superficie en tu
apartamento. ¿Cómo voy a quedarme en tu casa
ahora?”
Liya rió y recogió sus cosas para la próxima clase.
“Eso te pasa por preguntar. Si no querías saber
los detalles, no haber indagado. ¿Quieres que te
diga lo que hicimos en ese sofá?”
Halina sintió un escalofrío. “No. He cambiado de
idea. Y la próxima vez que vaya a tu casa,
llevaré lejía. Aunque puede que sea mejor
prenderle fuego.”
Liya fue riendo de camino a su próxima clase.
Su día estaba siendo inmejorable. Y el motivo
de su buen humor estaba apoyado en su
coche con flores cuando salió del campus. En vez
de dirigirle una sonrisa, Dominic tenía el ceño
fruncido.
“"Si vas a sorprenderme con flores, se supone
que debes poner buena cara,” dijo acercando los
labios para que la besara.
“¿Cuántas vecesa la semana sales del campus tan
tarde?” gruñó. “Está oscuro y no hay vigilancia
en este aparcamiento. Ni luz, ni cámaras, ni
seguridad.”
“Hay seguridad en el campus y botones de
pánico en el aparcamiento.
Aquí no hay prácticamente ningún crimen, Dominic.
Te preocupas por nada, pero me resulta muy dulce.”
Tomó las flores y aspiró su aroma.
“¿Teníamos una cita? No lo recuerdo.”
“No. Por desgracia, no me puedo quedar. Tengo
negocios que atender, pero quería verte. Llevo
pensando en ti todo el día,” dijo mientras la
estrechaba entre sus brazos y le acariciaba el
cuello. Liya se estremeció y cerró los ojos,
disfrutando de su cercanía.
“Yo también he estado pensando en ti y si
tuvieras más tiempo, te lo demostraría,” murmuró.
Dominic tiró de su camisa hasta sacarla del
pantalón y extendió los dedos sobre su piel
desnuda. Liya jadeó al contacto y se acercó más
a él. Aún le sorprendía la rapidez con que su
cuerpo respondía al suyo. Con solo un roce o una
palabra, se derretía por dentro.
"Estoy tentado a tomarte la palabra. Follar
en el coche está en mi lista de cosas por
hacer contigo,” le susurró al oído, sacando la
lengua.
“¿Tienes una lista?,” Preguntó con una sonrisa.
“¿Qué más hay en ella?”
“Confía en mí, Liya. Lo descubrirás.” Tras besarla
en la mejilla, se apartó.
“Por desgracia, no bromeaba cuando te dije que voy
justo de tiempo, así que he de marcharme.”
“De acuerdo. ¿Qué negocios has de atender? Ni
siquiera sé a qué te dedicas,” dijo tirando de
su camisa hacia abajo. Nerviosa, miró a su
alrededor para comprobar que nadie la habíavisto.
“Soy un hombre rico, Liya. Poseo varios negocios
en la ciudad y debo supervisarlos. Me
preguntaba si tienes planes este fin de
semana.”
¿Propietario de negocios? Para Liya fue como un jarro
de agua fría. Su padre también era un hombre de
negocios y le resultaba un estigma difícil de
superar.
Se aclaró la garganta y usó las flores como
excusa para ganar tiempo y recuperar la
compostura. “¿Este fin de semana? Tengo que
corregir varios trabajos, pero nada más. ¿Por qué?”
Dominic examinó su rostro con detenimiento. “No
te alegra que posea
negocios,” dijo en voz queda. “Parala mayoría de
las mujeres no supone un problema. ¿Te importaría
decirme por qué para ti sí lo es?”
Maldición. “No es por tu trabajo, sino por la
cantidad de dinero que posees. Supongo que hace
que me sienta un poco incómoda,” dijo enseguida
para despistar. No iba a contarle los problemas que
tenía con su padre.
“No volveré a mencionarlo si te resulta un
problema, pero podría interferir con mis planes para el
fin de semana.”
“Y, ¿qué planes serían?” preguntó con curiosidad.
Le dirigió una sonrisa encantadora. “Pasamos
mucho tiempo en tu apartamento y me encanta,
pero habíapensado que podríamos pasar el fin de
semana en mi casa.”
Liya se mordió el labio. Pasar el fin de
semana en su casa era como hacer una escapada con
su nuevo novio. De repente le pareció que
la relación iba demasiado rápido para su gusto.
Dominic pareció leer la expresión de su rostro
y le acarició la mejilla. “No quiero presionarte,
Liya. Era sólo una idea.”
“¿Hay cosas de tu lista que haya que hacer en
tu casa?”
“Sí, algunas.”
Liya tomó aire. “Tal vez podríamos comenzar con la
noche del viernes y el sábado y ver cómova.”
Dominic se inclinó y la besó en los labios.
Toda la ansiedad se desvaneció al sentirlo. Lo
rodeó con sus brazos, estrechándolo con fuerza.
“Llámame cuando estés lista. Te recogeré,” le susurró
al oído.
“De acuerdo. Gracias.”
Tomó las llaves de su mano y abrió la
puerta del lado del conductor para que pudiera
entrar. Dominic le tocó el hombro. “Cuando esté
oscuro, intenta que alguien te acompañe afuera. No
me gusta que vayas sola.”
Cuando cerró la puerta, Liya agarró el volante
y sonrió. Tal vez Halina tenía razón. Puede
que estuviera enamorado.
***
Dominic silbó hasta llegar al bar. A pesar de
ser jueves por la noche, la cola daba la
vuelta al edificio. Ni siquiera tuvo que mirar
al portero. Retiró la cuerda para que pasara y
le tendió un trozo de papel. En él estaban
anotados los nombres de los hombres con los que
iba a reunirse esa noche.
Capítulo diez
El domingo por la mañana junto al fogón,
Dominic echó más mantequilla derretida sobre los
bistecs calientes. Las patatas al vapor estaban
saliendo muy bien, aunque su botella de cerveza
se habíacalentado. La terminó y fue a la nevera
a por otra. Al pasar pro la ventana, se
asomó. Liya habíapedido una pausa en su tour,
preguntándole si podía sumergir sus músculos
doloridos en la bañera de hidromasaje. La vio
salir y no pudo evitar contemplar cómo goteaba
el agua de su cuerpo desnudo.
Pese a haberle asegurado que tendría total
privacidad, envolvió su cuerpo en una toalla. Era
inocente, sexy, dulce y atrevida, todo en uno. Nunca
se cansaba de ella pues no dejaba de
sorprenderle.
Liya abrió la puerta y entró rápidamente al
interior. “Qué frío,” dijo estremeciéndose.
Dominic le tendió la mano y la acercó
al fogón. La abrazó, acercándola al calor que
irradiaban los quemadores. “¿Está cocinando para mí?”
“No, lo hago para mí. Me ha entrado hambre. Si
quieres algo, prepáratelo tú misma,” bromeó. Ella se
volvió en sus brazos y le golpeó el
estómago, sin apenas fuerza.
“Eres horrible,” dijo con una sonrisa. “Me invitas a
tu casa a pasar el fin de semana, y no
me das de comer.”
“Supongo que necesitas reponer fuerzas para lo
que te espera esta noche,” dijo moviendo las
cejas.
Liya rio y se apartó de él. “Voy a vestirme.
¿Habrá vino con la cena?”
Señaló la botella de cerveza en la
encimera. “No es mi estilo.” “Tengo vodka con
piña,” dijo inocente.
Lo miró con fingido enfado, se dio la vuelta
y se dirigió a la salida. Justo antes de
desaparecer, dejó caer la toalla y Dominic vio
de reojo algo de piel desnuda al doblar la
esquina.
Gimiendo, volvió su atención a la cocina. Cada
vez le resultaba más fácil representarel papelde
novio cariñoso. Y eso le molestaba. Estaba
perdiendo facultades.
Cuando Liya regresó, la mesa estaba puesta con
una botella de vino.
Llevaba una camiseta blanca y unos pantalonesde
pijama a cuadros. Caminando descalza, se sentóen
la silla y cruzó las piernas en alto. Se veía
tan relajada e inocente.
Igual que un rayo de sol.
“Creo haberte dichoque nada de pantalones,” dijo
poniendo un plato frente a ella.
Se inclinó sobre la mesa y alcanzó la
botella de vino y el abridor. Hizo estallar el
corcho y sirvió dos copas. “Pensé que si
llevaba pantalones, podría comer. Me muero de
hambre.”
“¿Y te quejas?”
Liya soltó aire y se sonrojó. “No.”
“Muy bien,” dijo mientras se sentaba a la
mesa. La silla junto a la de ella estaba vacía,
pero no confiaba en sí mismo. Era obvio que
necesitaba un descanso, y él se moría por
tocarla de nuevo.
Liya gimió de placer al probar la carne.
“Está deliciosa, Dominic. No tenía ni idea de que
supieras cocinar.”
“No siempre he vivido en una casa con servicio.
Durante años me encargué de un negocio en
Estados Unidos. Estábamos solos mi socio y yo y a
él se le daba fatal cocinar. Tuve que aprender.”
“¿Qué clase de negocio?” preguntó, mirándolo con
interés.
Dominic masticó despacio la comida y, tomando
un sorbo de vino, se aclaró la garganta. “Había
varios inversores que querían expandir el negocio, y
fui a inspeccionar el terreno. No salió adelante,
pero me quedé para explorar otras opciones.”
“Lo haces mucho, ¿sabes?”
“¿El qué?”
Se apoyó en el respaldo, cruzándose de
brazos. “Responder a una pregunta sin dar
detalles. ¿Crees que soy una espía?”
Dominic estuvo a punto de atragantarse de
la risa. “¿Una espía? No lo creo.”
“Podría ser una espía,” dijo indignada. “Que sea rubia
y bajita no significa que no sea inteligente.”
Echó la silla hacia atrás y rodeó la mesa.
“Puedo ser sigilosa,” dijo Liya en voz baja
deteniéndose tras él y deslizando las manos por
su pecho. Se inclinó y le lamió la
oreja, y él cerró los ojos, disfrutando del
escalofrío de placer que recorrió su espina dorsal.
“Y, se me da muy bien distraer a la gente,”
le dijo al oído.
“Doy fe de ello," dijo con una sonrisa. Antes de
que pudiera reaccionar, se dio la vuelta y
la atrapó por la cintura. Liya chillóde risa
cuando la depositó en su regazo. “Pero debes
aprender a no subestimar al objetivo.”
Liya se apoyó en él. “Gracias por la cena,”
dijo en voz baja. “Y por este fin de semana.
Debería volver a casa esta noche para no faltar
a mi primera clase de la mañana.”
“O puedes pasar aquí la noche y marcharte
por la mañana temprano,” murmuró besándola en la
coronilla. Dominic era feliz solo con abrazarla.
Ella lo observó y Dominic vio algo distinto en
sus ojos. Se habíaabierto por completo y era
vulnerable. Se le hizo un nudo en el estómago
al pensar en lo que le estaba haciendo.
“Dominic, yo…”
La calló con un beso, lento y profundo, y no se
apartó hasta que la oyó gemir y olvidó lo que
iba a decir.
Sonó su teléfono antes de que pudiera hacer
nada más. Liya se apartó, poniéndose de pie.
“Contesta la llamada,” dijo besándolo en la mejilla.
“Voy a limpiar esto y luegome iré a la
cama.” “¿A mi cama?” preguntó alzando una ceja.
“Sí,” dijo guiñando un ojo y tomó su plato.
Dominic respondió la llamada y se dirigió al
estudio para tener un poco de intimidad.
“Minsky al habla,” murmuró. “Te dije que no
quería que me molestaran este fin de semana, así
que más vale que sea importante.”
“Lo siento, jefe. He investigado al camello
durante el fin de semana y estoy casi seguro
de que trabaja solo. ¿Qué quiere que haga con él?”
Matarlo. Estuvo a punto de decir la palabra,
pero se contuvo. No quería correr el riesgo de
que descubrieran el cuerpo mientras se estaba
ganando la confianza de Liya.
Dios, estaba perdiendo facultades. “Asegúratede que ha
aprendido la lección y déjale claro que, si vuelvo
a verlo, está muerto. No debe escapar, pero ha
de seguir con vida.”
“¿Está seguro, jefe?”
“Sí,” gruñó. Frustrado, colgó el teléfono y se
apoyó en el escritorio. Su vida era cada vez más
complicada. Si fuera inteligente, terminaría con la
farsa y se centraría en los negocios, pero eso
significaba perder a Liya.
Y aún no estaba preparado para ello.
Cuando iba a reunirse con ella en la cama,
su móvil volvió a sonar. “¿Qué coño pasa
ahora?” exclamó enfadado al responder.
“Dominic. ¿Tienes una mala noche?” preguntó una voz
familiar.
“Iosif. ¿Me llamas porque estás pensando en
aceptar mi oferta?” “Es posible. He oído
rumores interesantes. ¿Es cierto que te
estás acostando con la hija de Polanski?”
Dominic se quedó paralizado. “¿Cómo te has
enterado?”
“¿Crees que iba a regresar sin investigar un
poco? Es un movimiento arriesgado y estoy muy
impresionado. Supongo que eso significa que vas a
hacerte con el territorio de los Polanski, ¿no?
Necesitarás un socio para ello.”
Dominic iba a hablar, pero se calló. “No había
pensado en eso. Supuse que todo caería en
manos de Liya tras la muerte de su padre.”
“Eso no supondrá un problema,”dijo Iosif tranquilo. “La
controlas y controlarás sus bienes. O puedes
convencerla para que firme y lo ponga todo a
tu nombre. Otra opción es casarte con ella.”
“Dios,” murmuró Dominic pasándose las manos por
el pelo. No había pensado en las consecuencias tras
la muerte de Kostya. Se habíalimitado a asumir
que Liya se marcharía y él obtendría su venganza.
Pero la estaba poniendo en peligro. “Me lo
pensaré. Estaremos en contacto.” Dominic colgó antes de
que Iosif pudiera decir nada más.
Si no quedaba más remedio, se casaría con ella
para mantenerla a salvo, pero tendría que soportar
su odio día tras día. Lo mejor era retirar la
invitación hecha a Iosif y dejar que se quedara
en Alemania.
Así no podría acercarse a Liya.
***
Liya fue despertándose despacio y abrió los ojos. La
habitación estaba totalmente a oscuras.
Capítulo once
La semana transcurrió y no hablaron de la
última noche que Liya pasó en su casa. No acertaba
a saber el motivo, pero notaba que Dominic
estaba enfadado consigo mismo por alguna razón.
Había intentado decirle a la mañana siguiente que
todo iba bien, que quería intentarlo de nuevo, pero
él la silenció con un beso.
Estaba distante, pero esa semana pasó dos noches
con ella en su casa. Eran el tipo de visitas que
comenzaban de madrugada y terminaban a
la mañana siguiente.
Y en cada una de ellas, la hacía sentirse viva.
Nada más entrar en el apartamento tras sus
clases, lanzó las llaves a la encimera. Soltó el
bolso e inmediatamente fue a la cocina a
preparar café. No fue el sexo lo que la desveló
aquella noche. Algo le preocupaba, no conseguía
dormir si no estaba acurrucada en sus
brazos.
Liya supo desde el momento en el que oyó que
llamaban a la puerta que algo malo estaba a
punto de suceder. Aquellos golpes le resultaban
familiares.
No sabía explicar por qué, pero no era la forma
de llamar a la puerta de su amiga Halina
ni los insistentes golpes de un amante como
Dominic. No eran indecisos como los de un repartidor
ni impacientes comolos de su arrendador. Eran
tranquilos y premeditados, y por un momento
pensó en no responder. El último mes habíasido
mucho mejor de lo esperado.
Pero ignorar los golpes en la puerta no haría
que desaparecieran. Con un suspiro, dejó los filtros
de café y salió en silencio de la cocina.
Cuando volvió a escuchar que llamaban a la
puerta, entornó los ojos. “Ya va,” susurró. “¡Un poco
de paciencia, por favor!”
Abrióla puerta a medias y pudo distinguir dos
caras que le resultaban familiares. No sabía sus nombres,
pero tenían la misma expresión. “No estoy
interesada en hablar con mi padre. Podéis
volver y decírselo,” ordenó mientras retrocedía
para cerrar la puerta de un golpe.
Uno de los hombres la bloqueó con rapidez, y
distinguió otra cara que le resultaba familiar. Se le
cortó la respiración. “Padre,” dijo con tono frío.
“Debes estar muriéndote si has dejado tu
mansión para venir a verme.”
“Amaliya,” dijo su padre en tono formal. Liya
suspiró. Odiaba cuando su padre usaba su
nombre completo, pero siempre se negaba a
llamarla de otra forma. “¿Puedo entrar?”
Se tensó, cruzándose de brazos. “Dime lo
que quieras ahora mismo y márchate.” Mientras
observaba a su padre, comenzaron a resurgir
recuerdos que creía superados. Kostya Polanski gobernaba
su hogar como si de un dictador se tratara,
y nunca habíaun momento de calma. Su infancia
estaba repleta de ansiedad y temor, y en
cuanto encontró una vía de escape, la
aprovechó.
Su padre nunca la habíaperdonado por
haberse marchado. “Amaliya, por favor, déjame
entrar. No tengo intención de discutir
nuestros asuntos y que todo el mundo se
entere. Trato de ser educado,” insistió.
Liya notó el tono amenazante en su voz. Si no
le dejaba entrar, lo haría por la fuerza.
Se apartó y su padre, junto a sus dos
guardaldas, entraron a su pequeño apartamento.
Los guardaespaldas tomaron posiciones de inmediato, uno
junto a la ventana y el otro en la puerta.
Kostya paseó lentamente, revisando cada detalle.
Liya ignoró la sensación de malestar y trató de
evitar la ansiedad. Intentaba complacer a su
padre. Era la única familia que le quedaba, pero
nada bastaba para agradarle. Cuando estaba en casa,
siempre estaba pendiente de sus notasy de sus
amigos. Tenía prohibido pasar la noche fuera,
y su padre la amenazaba con meterla en
un internado si no se comportaba apropiadamente.
El problema era que no era mala hija, pero nunca
era lo suficientemente buena.
Era un alivioque el trabajo de su padre lo
mantuviera siempre fuera de la ciudad. Poseía
varias empresas, y pese a tener mucho dinero,
nunca se preocupó por reservar días libres para
momentos especiales como vacaciones o cumpleaños.
Había vecesen las que expresaba su ira de
forma física.
“Estás contenta, ¿no? ¿Tu trabajo en la
universidad te hace feliz? No tocas ni un céntimo
del dinero que te doy. Tienes tu propia
cuenta bancaria. Diría que tu búsqueda de
independencia ha sido un éxito, aunque podrías tener
un apartamento mucho mejor que este,” dijo
tranquilamente.
“Basta de cháchara. Cuéntame lo que has venido
a decirme y márchate.”
“No hemos hablado en años, Amaliya. Me gustaría
ponerme al día. Eres mi única hija. Mi única niña.”
Se sentóen su pequeño sofá y la miro
expectante.
Liya se cruzó de brazos y se apoyó en
la barrade la cocina. “Si me hubieras tratado
comoa una hija cuando tuviste la oportunidad,
no estaríamos en esta situación.”
Vio cómosu padre enrrojecía de rabia y entornaba
los ojos. “¿Me estás llamando un mal padre? Te di
todo lo que necesitabas, zorra desagradecida.”
Liya tomó aire y se fue a la puerta para
abrirla. Uno de los guardaespaldas de su padre
bloqueó el camino. “Marchaos,” dijo Liya de manera
escueta. “La visita ha terminado. Lleváoslo.”
“No me iré hasta que me parezca, Amaliya. Si no
quieres aceptar las acciones que cometiste en el
pasado, entonces tendrás que responder a tus acciones
presentes. ¿Por qué has dejado de salir con ese
chico, Nick?”
“¿Cómo?” susurró enfadada. “¿Quién te ha dado
permiso para entrometerte en mi vida amorosa? Lo
que yo decida no tiene nada que ver contigo.”
Kostya se levantó de sopetón. “¡Sí tiene que ver
si has comezando a salir con Dominic Minski!”
Atónita, Liya se quedó mirándolo. “Fuera.”
“No es el tipo de hombre que crees, Amaliya.
Y no te ama. ¡Dominic Minski te está usando
para llegar hasta mí, y se lo estás permitiendo!
¡Es una ofensa!” exclamó.
Liya se echó hacia atrás y se apoyó en la
encimera. Sintió naúseas y trató de mantener el
control. “No sabes de lo que hablas. Elegí a
Dominic. Lo traje a mi casa. ¡La noche anterior
no sabía nada sobre mi, y estoy segura de que no
te conoce!”
Una cruel sonrisa se dibujó en el rostro de
su padre. “Me conoce, y se puso en tu
camino a sabiendas. Me culpa por la muerte de
su padre y sabe lo humillante que es para mí
que te seduzca. Corta con él ahora mismo o lo
haré yo por ti.”
“¿Por qué querría culparte de la muerte de su
padre?” susurró con tono asustado. Su padre se
dirigió hacia la puerta, y el guardia la
abrió.
“¡Respóndeme!” gritó.
La miró fijamente por encima del hombro. “Porque
lo maté.”
Al oír que la puerta se cerraba con un
fuerte golpe, Liya no pudo aguantar más. Se
agachó y vomitó. Tras vaciar todo lo que
habíaen su estómago, todo se volvió oscuro y
perdió el conocimiento.
***
Dominic permaneció en la escalera, escuchando
los gemidos que resonaban a través de las
paredes del sótano. Dos de sus hombres se estaban
ocupando de alguien que habíarobado en uno de
sus casinos. “Ya es suficiente,”
Capítulo doce
Liya no habíadormido la noche anterior. Se
moría de ganas por llamar a Halina, pero no
estaba preparada para asumir la responsabilidad de
sus propios errores. Una cosa era contarle a su
amiga que su exnovio la había engañado con una
chica más joveny otra muy distinta admitir que su
actual novio era un jefe mafioso que estaba
utilizándola para asesinar a su padre que también
lo era.
Y que estaba embarazada.
En vez de quedarse ausente mirando la pared,
se dirigió a la casa de su familia. Era de
noche y la mansión estaba fuertemente
protegida como de costumbre. A pesar de haber
crecido allí, estaba claro que los hombres de su
padre no querían que volviera.
“Su padre no está aquí,” dijo uno de ellos
bloqueándole el paso.
“No me importa,” dijo con frialdad. “Esta es mi casa
y voy a entrar.”
Parecía contrariado y notó la batalla que se
libraba en su interior. “Si pudierallamar a su
padre para confirmarlo, no tendría tantos
reparos.”
“Mira, no sé cómote llamas, pero tengo que
entrar. Estoy embarazada y necesito permaencer
en un sitio seguro. He intentado llamar a mi
padre y no contesta, pero sé lo que pensará si
le dáis la espalda a su hija embarazada. ¿Está
dispuesto a asumir ese riesgo?” Se llevó la
mano a la barriga y el guardia siguió el
movimiento con la mirada. Agachando la cabeza
en señal de respeto, se apartó a un lado.
Su llave aún servía. En más de una ocasión, Liya
habíaintentado deshacerse de ella, pero por alguna
razón, era incapaz de hacerlo. Pese a lo que
sentía por su padre, era su pasado, su
hogar.
Entró en el vestíbulo y esperó sentir una
sensación de familiaridad que no llegó. A pesar
de haber pasado diecisiete años en esa casa,
siempre se había sentido como una extraña. Al igual
que la casa de Dominic, tenía una decoración casi
grotesca. Ahora que sabía en lo que trabajaba su
padre, tenía la sensación de que la decoración
tenía más que ver con su condición que con su
gustopersonal.
Su objetivo era impresionar e intimidar.
Siguiendo los pasos de su infancia, avanzó
lentamente por las escaleras hasta llegar a su
antiguo dormitorio. Cuando abrió la puerta, se
sorprendió al ver que nada habíacambiado. No
habíapolvo acumulado, por lo que el servicio
debíaencargarsede su limpieza, pero todo estaba intacto.
La habitación siempre le habíaparecido un poco
aséptica. Nunca había puesto pósters ni nada
personal por temor a la ira de su padre.
Siempre le habíadichoque fuera reservada y no le
permitía mostrar sus emociones.
Las paredes blancas estaban desnudas a excepción
de un solo cuadro. Era de algún pintor
famoso, pero nunca se preocupó en averiguar el
significado de la pintura. No habíasido su elección.
Su padre mandó que lo colgaran en su
habitación durante los primeros años de su adolescencia
y Liya lo quitaba todaslas noches, pues le daba
la sensación de que la observaba mientras dormía.
No sentía ninguna conexión con esa habitación.No
echaba nada en falta y el hecho de que su
padre la hubiera mantenido comoun santuario le
decía todo lo que necesitaba saber.
Kostya aún no habíaaceptado su rebelión.
Cerróla puerta en silencio tras ella y se
dirigió por el pasillo a la habitación de su
padre. Junto a la puerta, extendió la mano
para acariciar laveta de la madera. Nunca la
dejaban entrar allí. Si se asustaba por la noche
o se sentía emocionada por algún motivo,
no le estaba permitido ir a su padre es
busca de consuelo o atención. Tenía que
recurrir a las niñeras, que solían ser tan frías
comoél. Cuando parecía que se estaba formando
un vínculo emocional, su padre despedía a la
niñera y contrataba a otra.
“¿Te escondías de mí porque no podías
soportarme o porque tenías miedo de
quererme?” le susurró a la puerta cerrada.
Sin molestarseen asir el pomo de la puerta,
giró sobre sus talones y se alejó. Lo que
buscaba no estaba en la habitación de su
padre. Probablemente era tan fría y estéril como
la suya.
Bajó las escaleras, sintiéndose comoun fantasma, y
se dirigió al lugar donde sabía que encontraría
respuestas. La puerta del estudio de su padre
estaba cerrada con llave, pero eso no la detuvo.
Cuando tenía catorce años, robó la llave de su
padre e hizo una copia. Él nunca lo supo,
y Liya nunca habíatenido valor de usarla. Pero
nada la detenía ya, y, sin vacilar, deslizó la llave
en la cerradura y la giró.
Una vez más, su oficina le recordó a la de
Dominic: hermosa madera
pulida y tallada, libros impresionantes y
costosos y otro cuadro escalofriante.
Durante un momento, recordó la idea de Dominic
de hacer un tour por la casa.
Rememoró sus manos en torno a su cintura
y su cuerpo pegado al suyo, las palabras
eróticas que le habíasusurrado al oído… Le había
parecido tan real.
Apartó los pensamientos de su mentea, tomó aire
y cerró la puerta tras ella. Arrastrando los pies
por la alfombra, llegó hasta la silla de su padre y
se sentó, acariciando la madera de caoba
oscura y brillante, suave y fría al tacto.Se
echó hacia atrás y abrió varios cajones, extrayendo
documentos.
“Muy bien, Kostya. Veamos qué clase de hombre eres
en realidad.” Los primeros documentos eran las
cuentas de gastos de sus negocios. Era dueño de
tres discotecas, cuatro hoteles y dos casinos. A
juzgar por el estado de las cuentas, sus negocios
eran prósperos. Era obvio que su padre habíatenido
éxito y eso era algo que ya sabía. Usaba el
dinero como un arma.
Los siguientes documentos eran archivos del personal.
Al mirar el historial de los hombres contratados
por su padre, se le hizo un nudo en el estómago.
No pertenecían a ninguna empresa de seguridad,
eran mercenarios con historias sangrientas a sus
espaldas. A Liya le temblaron las manos al leer
sus crímenes y lo que aparecía allí era solo lo
que habían hecho antes de que su padre los
contratara.El resto lo habrían encubierto.
Metió los documentos en el cajón y sacó
otra pila. Era una lista de los hombres que le
debían dinero, y su padre no había
escatimado en detalles sobre ellos. Conocía sus
empleos, a sus amigos más cercanos y a
sus familias.
Muchos de ellos tenían hijos. ¿Les amenazaba con
hacer daño a sus hijos si no pagaban? ¿Con
matarlos? Se llevó una mano al abdomen,
inclinándose sobre el escritorio y apoyando la
frente contra la fría superficie. ¿Qué haría cuando
descubriera que estaba embarazada? ¿Pondría en
peligro a Dominic utilizando a su propio nieto
o nieta? Liya sintió mucho miedo por la
seguridad de su hijo. Estaba apenas en su primer
trimestre de embarazo y no sabía lo que le
depararía el futuro, pero amaría a ese niño y
haría lo que fuera necesario para protegerlo.
Y puede que la única manera de ponerlo a
salvo fuera huir tanto de Dominic comode su padre.
Si su padre habíasobrevivido tanto tiempo como
jefe de la mafia, no
sería tan descuidado comopara dejar pruebas o
evidencias de sus fechorías donde cualquiera pudiera
encontarlas. Cerró el cajón, se levantó y salió
de la oficina.
Sabía que sería la última vez que entrara en esa
casa, pero tenía un único objetivo. Subió corriendo las
escaleras y no se lo pensó dos vecesal abrir
la puerta del dormitoriode su padre y
echar un vistazo.
Limpio. Ordenado. La cama estaba hecha con
sábanas impecables y las almohadas estaban
perfectamente colocadas y mullidas. Había un
escritorio en una esquina y un sofá de piel
marrón en la otra. Tenía un aire muy masculino,
pero sin ningún tipo de detalle personal o
creativo. Lo únicoque destacaba era un joyero en
el tocador.
A diferencia del resto de la casa, el joyero era
simple. Estaba tallado en madera de roble con
manchas oscuras y contaba tan solo con simples
bisagras plateadas y un cierre. Liya lo abrió y
sonrió. Las únicas joyas en su interior eran la
alianza de su madre y otro anillo con un
ópalo negro. Liyapuso la alianza en la cómoda.
No la necesitaba, pero uno de los pocos recuerdos
que tenía de su madre era consolándola durante
una tormenta. Liya no tendría más de cuatro años
por aquelentonces y, aunque no recordaba el rostro
de su madre o su olor, se acordaba del anillo
de ópalo negro.
Liya dejó el anillo en la caja y le dio la
vuelta. Había algo grabado debajo.
Para mi Amaliya. Un día sabrás lo que es
elegir el amor sobre todo lo demás y me
perdonarás. Te quiere, tu madre.
Su madre no le habíadado el joyero, pero Liya
se lo habíaencontrado un par de años después
de su muerte. Al preguntarle a su padre,
se limitó a llevárselo y decirle que no era
para ella. En aquelmomento, no entendió la
inscripción.
No estaba segura de comprenderla ahora, pero
no se iría de la casa sin el joyero y el
anillo. Se lo echó bajo el brazo y se
marchó de la habitación, sabiendo que probablemente
tendría que pelearse con el guardia para llevárselo.
Al bajar, se encontró tres coches de policía
frente a la casa y a los agentes apuntando
con sus armas a los tres guardias de la
puerta. Nadie había disparado aún, pero la tensión
podía cortarse con un cuchillo.
“¿Qué demonios ocurre?” preguntó. “Bajad las
pistolas. Son agentes del orden, ¡por amor de Dios!”
Los guardias la miraron cansados, pero no bajaron
las armas. Liya soltó el joyero despacio y
levantó los brazos. Con el corazón desbocado en
su pecho, se interpuso entre los guardias y la
policía. “¿Qué hacen aquí?”
“Hemos venido a registrar la casa. Kostya
Polanski ha muerto. ¿Es usted su hija?”
Liya bajó los brazos, despacio. “¿Ha muerto?”
“Lo mató un francotirador anoche. Estamos
investigando su asesinato,” gritó uno de los agentes.
Liya se volvió hacia los guardias. “Vuestro jefe ha
muerto, no tenéis que proteger la casa. Deberiáis
marcharos antes de que la policía encuentre vuestras
fichas personales,” dijo en voz baja.
“En caso de que Polanski muera, la autoridad se
transfiere a su pariente vivo más cercano. Ahora
respondemos ante usted,” dijo uno de los guardias
con voz mecánica.
Liya jadeó y se llevó la mano al pecho. El
médico le habíaadvertido sobre el estrés, y
sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. “En ese
caso, estáis todos despedidos. Dejad que los
agentes hagan su trabajo.”
Los guardias se miraron antes de enfundar las
armas y asentir. Caminaron lentamente hacia sus
coches, haciendo gestos de burla a los agentes.
Liya se sorprendió al ver que no los detenían.
En su lugar, la policía enfundó sus propias
armas y se dirigió a la casa.
“¿Sra.Polanski? Soy el agente a cargo de la
investigación de su padre.
Siento su pérdida.”
Su rostro le resultaba familiar, pero no lograba
ubicarlo. ¿Había estado antes en la casa? “¿Por qué
no detiene a los guardias?” preguntó entornando los
ojos.
Hizo caso omiso de la pregunta. “Cualquier
información que pueda darnos será de utilidad para
nuestra investigación. ¿Sabe a dónde se dirigía
su padre anoche? ¿Se reunía con alguien?”
“Sus agentes superaban claramente en número a
los guardias. Tenían una evidente ventaja y
habrían podido reducirlos y arrestarlos, pero no lo
han hecho.
Los han dejado escapar. Dígame agente, ¿esperaba
ganarse el favor del próximo jefe de la mafia
dejando vivir a sus guardias? Hay muchas cosas
sobre mi padre que no conocía hasta ahora,
pero lo que está claro es que tenía mucho dinero.
¿Se beneficiaba usted de ello?”
Se limitó a sonreír. “Si hay algo en que
pueda ayudarla, señora Polanski, todo lo que tiene
que hacer es pedírmelo. Puedo serle muy útil.”
Sintió disgusto al darse cuenta de lo que
insinuaba. Ahora que su padre había caído, se
esperaba que su hija tomara el relevo.
“Váyase al infierno,” susurró mientras iba a
recuperar el joyero. No apartó la vista de ella en
todo el camino hasta el coche y Liya hizo todo
lo posible por disimular su inseguridad.
Poco después, Liya se alejó rápidamente en coche
de la casa, haciendo que
saliera humo de los neumáticos. A pocos
kilómetros de allí, paró el coche y miró a través
del parabrisas.
“Dios mío,” susurró para sí. Dominic habíamatado a
su padre y, ahora, sus “negocios” habían pasado
a sus manos.
Era una simple profesora de literatura, ¿cómo
habíapodido meterse en semejante embrollo? ¿Y cómo
demonios iba a salir de él?
Capítulo trece
La casa estaba en completo desorden. Dominic oyó
pasos tras él, pero no se dio la vuelta. Todos
los libros del estudio estaban apilados en un
rincón. La mayoría de las costosas estatuas
estaban hechas añicos y había descolgado
todos los cuadros. En ese preciso momento,
trataba de encontrar la forma de bajar la
maldita lámpara de araña del techo. Algo más
sencillo para iluminar la estancia habría hecho
el mismo efecto. ¿Por qué demonios habíacristales
colgando en el vestíbulo?
“¿Redecorando? Qué forma más rara de celebrar tu
victoria,” dijo Gavril cortante.
“Lárgate,” dijo Dominic sombrío. La última persona
que quería ver era al artífice del plan. No era culpa
de Gavril. En el fondo, Dominic lo sabía, pero
necesitaba tener a alguien a quien culpar.
“No puedo, Dominic. ¿Qué ocurre?”
Dominic desenfundó la pistola que llevaba a
la cintura y se dio la vuelta.
Apuntandocon el cañón a su viejo amigo,
cambió de postura y relajó los hombros.
“Vete.”
“¿Vas a matarme?,” se limitó a decir Gavril.
“Por lo general no me importa que te encargues
de los flecos sueltos, pero no te condenarán
por el asesinato de Polanski. Tengo la sensación
de que ya lo sabes, así que ¿qué haces con esa
pistola?”
“El francotirador no aceptaba dinero. Y cuándo
traté de cancelar el golpe, descubrí por qué. El
asesino tenía un problema personal con Kostya, y
le entregué al padre de Liya en bandeja de
plata.”
Gavril no rompió el contacto visual. “Rompiste
la regla principal del engaño, Dominic. Te
enamoraste.”
Dominic sacudió la cabeza y se pasó la
mano por el pelo. "Traté de evitarlo, pero no
sirvió de nada. El asesino quería verlo muerto.
No había nada que pudiera hacer.”
“¿Por qué lo llamaste entonces?” Gavril mantenía la
calma. “Sabías que la amabas. Joder, hasta yo era
consciente de ello. ¿Por qué lo llamaste?”
“Polanski lo sabía. Uno de los míos le contó
todos los detalles. Sabía lo de Liya y se lo
dijo. No solo mató a mi padre, sino que se lo
contó todo.”
“¡Lo iba a descubrir de todasformas!” gritó Gavril.
“¿Qué importaba?”
“¡Está embarazada!” gritó Dominic. En cuanto las
palabras salieron de su boca, la rabia lo abandonó.
Se dejó caer contra la pared, deslizándose hasta
el suelo. Gavril no daba crédito a lo que
veía.
“Ya veo,” dijo en voz baja. “Supongo que eso cambia
las cosas. Y,
¿destruir tu casa te da ideas para arreglar la
situación?”
“Odioesta casa, siempre lo he hecho. Es hora de
un cambio,” murmuró Dominic. “Supongo que no
habrás traído whisky.”
“No, pero aquí hay de sobra. Además, lo que
necesitas no es alcohol.”
Gavril se sentóen el suelo junto a la escalera
y miró fijamente a su amigo.
“¿Crees que ella te ama?”
“Dudo que lo haga ya,” murmuró Dominic. “Creo
que estuvo a punto de decírmelo, pero no la
dejé terminar. Aunque deseaba oír sus palabras, no
podía soportar escucharlas. ¿No es patético?”
Gavril apoyó la cabeza en la pared y
suspiró. “Es una situación difícil,
Dominic. Y es un verdadero lío. Debes decidir
qué quieres hacer.”
“¿A qué te refieres?”
“En primer lugar, no habíaamor entre Amaliya y
su padre. Además, es probable que cualquier
sentimiento que albergara por él despareciera al
descubrir cómo se ganaba la vida. Nunca se sabe.
Puede que te esté agradecida,” dijo Gavril con
una sonrisa irónica.
Dominic entornó los ojos. “Pasas tanto tiempo
estafando a la gente que no tienes ni idea
de cómoactúan las personas de verdad. La
mayoría de las mujeres no se quedarían con el
hombre que mató a su padre. Pero es bueno
saber que eres tan optimista.”
“¿Vas a destruir tu casa? Seguro que hay formas
mejores de canalizar tu enfado,” dijo su amigo
arqueando una ceja.
“Mis hombres de confianza están buscando al traidor.”
“Es necesario que pienses para quién trabaja el
traidor, Dominic. ¿Quién salía ganando si no
matabas a Polanski?”
Dominic lo observó. “Es obvio que Polanski.”
"Polanski tenía una rencilla personal con tu padre,
pero no profesional. No habíanada en tu territorio que
Polanski quisiera. Su organización es el doble de
extensa que la tuya y no ganaba nada en
realidad eliminandoos. No tenía por qué temeros. ¿Por
qué iba a poner a un topo tan cerca de ti?”
Dominic observó a Gavril. Por desgracia, tenía
razón. Su padre quería desesperadamente ampliar
su territorio, pero nunca fue rival para Polanski. Su
enemigo jugó con él, pero el odio entre ellos era más
profundo que una simple disputa comercial. Dominic
no sabía por qué ambos se odiaban, pero era algo
personal.
Y eso significaba que otra persona habíaenviado al
topo.
“No tenía nada que ver con Polanski,” dijo Dominic
mientras se levantaba del suelo. “Era conmigo. Le
importaba un comino si Polanski moría o no.
Sólo quería fastidiarme a mí. ¿Por qué? No he
hecho enfadar a nadie últimamente. No hace tanto
que empecé a tomar el control de la
organización.”
Gavril también se levantó y se sacudió el
polvo. “Creo que esa es la cuestión, Dominic.
No has hecho nada para ganarte la lealtad de
tus hombres, pero asesinando a Polanski has
dejado un claro mensaje. Ahora que ya está hecho,
los hombres te apoyarán al cien por cien. Son
tuyos.” Dominic suspiró. Las piezas del rompecabezas
comenzaban a encajar.
“Alguien quiere ocupar mi lugar, pero no
habíanadie que se me acercara en estatus. No
desde que...” su voz se detuvo al darse
cuenta de a quién se enfrentaba.
“No desde que Iosif se marchó. Apostaría lo que
fuera a que se fue porque tu padre le dejó claro
que un día trabajaría a tus órdenes,” dijo Gavril
severo.
“Tu vida es complicada, Dominic.”
Dominic apretó los puños. “No puedo hacer
nada por Liya, pero sí encargarme de Iosif. Mi padre
no me eligióporque fuera su hijo, sino porque era
mejor, y creo que es hora de demostrárselo a
mi antiguo compañero.”
“Bien,” dijo Gavril mirando a su alrededor, “Te
sugiero que te encargues primero de la casa. El
próximo que entre pensará que te han robado o
que has perdido la cabeza.”
Dominic observó el desastre ante sus ojos y
sonrió. “No sé. Me siento más tranquilo viendo
toda esta mierda por el suelo. ¿En serio has
venido para felicitarme?”
“No. Vine a decirte que Amaliya ha ido hoy a
casa de su padre. Estaba allí cuando los agentes
anunciaron la muerte de su padre.”
A Dominic se le heló la sangre en las
venas. “¿Cómo lo sabes? ¿Piensa hacerse cargo
de los negocios?”
“Tengo mis fuentes. Y creo que el policía
corrupto insinuó lo mismo.
Despidió a los guardias y mandó al infierno
al agente.”
El miedo se apoderó de él. “Va a disolver
la organización de su padre.”
“Si vende los negocios, llamará mucho la
atención.”
“Maldita sea,” gruñó Dominic. “Se está colgando una
diana en la espalda.”
***
Liya sacó la maleta del armario y la arrojó
sobre la cama junto a Halina.
En un arrebato emocional, se lo habíacontado todo
a su amiga. Era evidente que Halina aún
estaba procesando la información.
“Al menos no te ha engañado con otra,”dijo al
fin.
En lugar de hacer la maleta, Liya se arrastró
hasta la cama y miró al techo.
“He terminado de corregir los trabajos, pero alguien
tendrá que hacer el examen final. Sal puede
asignar a alguien para que reparta los exámenes
y los corrija.
Necesito que me cubras. Diles que estoy muy afectada
por la muerte de mi padre y necesito
tiempo.”
Su amiga se tumbó a su lado y frunció
el ceño. “Liya, no puedes escapar.
Esta es tu casa y tu vida.”
“Halina, no lo entiendes. El padre del niño es
un jefe mafioso y ahora que mi padre ha
muerto, he heredado la organización. Me voy a
un sitio tranquilo y seguro y venderé los
negocios de mi padre poco a poco y a
distintos compradores. No dejaré que nadie
tome el relevo.” “Puedes hacerlo aquí,” dijo Halina
en voz queda.
“No puedo. Sé muy poco sobre los negocios de
la mafia, pero es peligroso. Si me quedo aquí,
alguien tratará de matarme. En términos legales,
tienen las manos atadas mientras yo sea la
ejecutora de la herencia de mi padre.
Si muero, cualquiera puede hacerse con el
control.”
“Hace un par de días eras profesora de literatura.
Eras mi mejor amiga,”
dijo Halina acercándose para tomar su mano.
“Quiero que te quedes, pero también que estés a
salvo. ¿Crees que volverás?”
“Es posible. Cuando sea seguro hacerlo. Y sé
que Dominic intentará hacerse con la custodia.” Liya
se levantó de la cama y se acercó al armario.
“Al menos, no tengo que preocuparme por el
dinero. ¿A dónde crees que debería ir?”
Halina forzó una sonrisa y ladeóla cabeza.
“Puedes ir a cualquier parte, Liya. Podrías huir
del frío y establecerte en un lugar más cálido.
He oído que California es maravillosa.”
Liya bajó la vista y las lágrimas volvieron a
aflorar a sus ojos. Hacía todo lo posible por
seguir adelante, pero el dolor que sentía era
demasiado fuerte.
Habría tirado la toalla de no ser por el
alma inocente que crecía en su interior,pues tenía la
obligación de protegerla.Cuando diera a luz, quería que
fuera en un lugar seguro donde no tuviera que
preocuparse por nada.
“No importa. No puedo decirte a dónde voy
de todos modos,” dijo mientras se secaba las
lágrimas. “Iré al aeropuerto y elegiré un lugar
al que marcharme.”
“Sí,” dijo Halina con un suspiro. “¿Crees que
Dominic planeó dejarte embarazada? Si quería
venganza, tener un niño con la hija de su enemigo
es un plan perfecto.”
Horrorizada, Liya volvió la cabeza y miró a
su amiga. “Ni siquiera se me había ocurrido esa
posibilidad. Imagino que querrá un heredero. Mi
padre me recordaba a diario que deseaba que
hubiera nacido niño. Aunque, que yo sepa,
nunca salió con nadie tras la muerte de mi
madre.”
Caminó por la habitación hasta el joyero. Le dio
la vuelta y le mostró la inscripción a
Halina. “¿Crees que mi madre lo amaba?”
Halina hizo un gesto negativo con la cabeza.
“Liya, no conocí a tus padres. Por lo que
cuentas, tu padre era un monstruo, pero tu
madre lo amaba de todas formas. Tal vez
supiera la clase de vida que te tocaría vivir y
por eso se disculpó. Puede que tuviera la
oportunidad de huir, al igual que tú, y no pudiera
soportarlo.¿Crees que tu padre la quería?”
Liya se quedó pensativa. Su madre murió
cuando ella era muy joven, y no recordaba
momentos en los que ambos estuvieran juntos. Ni
besos robados, ni abrazos, ni sonrisas secretas en
la mesa del desayuno. “Nunca hablaba de ella.
Nunca. Yo lo intentaba, pero cambiaba de tema.Sin
embargo, nunca volvió a casarse. Nunca vi a
otra mujer en la casa y dudo que la hubiera en
su cama. Tal vez sí. Puede que su muerte
lo destrozara.”
Halina la abrazó. “No eres comotu padre ni
comotu madre, Liya. Tú eres tú, y no hay
nadie más inteligente. Encontrarás la forma
de hacer que las cosas funcionen. Harás lo
correcto. No tengo ninguna duda de ello.”
“Espero que tengas razón,” murmuró Liya. “Ahora
debes irte. Tengo que hacer la maleta y
marcharme al aeropuerto. Los trabajos corregidos
están en la encimera de la cocina. Asegúrate de
llevártelos cuando salgas.”
Teníamiedo de que Halina se echara a
llorar, pero se limitó a despedirse en un
susurro y salió de la habitación.Ya sola, Liya
comenzó a echar en la
maleta lo esencial. Casi le avergonzaba admitir
que sentía la abrumadora necesidad de buscar
a Dominic. Pese a lo que habíahecho, quería
creer que la amaba y que arreglaría las cosas.
Liya no quería criar a un niño sola.
Pero era aún peor criar a un niño con un asesino
a sangre fría que no la amaba.
Se armó de valor y, al terminar de hacer la
maleta, se volvió a mirar el joyero. Era lo
únicoque le quedaba de su madre.
Con gran esfuerzo, tomó la maleta y lo dejó
atrás.
Capítulo catorce
Dominic echó la puerta abajo de una patada.
“¡Liya!” Gritó irrumpiendo en la casa. Gavril y
Maksim iban detrás de él. Tardó sólo unos
minutos en darse cuenta de que el apartamento
estaba vacío.
Ya se habíamarchado.
Tomó un trozo de papely un lápiz, anotó algo
y se lo entregó a Maksim.
“Ve,” gruñó.
Maksim asintió y salió a toda prisa. Gavril
caminaba lentamente por el apartamento. “No está la
maleta. Hay varias perchas sin ropa, pero no se lo
ha llevado todo. ¿Hay algo por aquí sin lo que no
se marcharía?”
Dominic negó con la cabeza. “No, que yo sepa. Ni
mascotas, ni joyas, ni un libro favorito o
recuerdo del pasado. Le encantaba su trabajo, pero
después de lo ocurrido, no me extrañaría que lo
dejara. No me di cuenta de lo dispuesta a
marcharse que estaba. Tal vez lo sabía y siempre
estuvo preparada para irse.”
“Ha dejado una joya,” dijo Gavril desde el
dormitorio. “Un anillo.”
Dominic asomó la cabeza por la puerta y
vio el anillo en la mano de Gavril. “¿Un
ópalo negro? Es la primera vez que lo veo,
igual que el joyero.”
“¿Tanto tiempo has pasado en esta habitación como
para memorizar cada detalle?” preguntó Gavril con una
sonrisa burlona.
“Que te jodan,” gruñó Dominic. Le dio la
vuelta al joyero, pero estaba vacío. “Tal vez
habíacosas de valor dentro para vender.”
“Con la herencia de su padre tiene más dinero
que tú. No le hace falta vender joyas,” señaló
Gavril.
Teníarazón. Con sacar dinero una vez antes de
marcharse, tendría dinero en efectivo suficiente para
apañárselas. Es probable que el joyero estuviera en
el armario y lo hubiera sacado mientras hacía
las maletas. Pero no podía evitar la sensación
de que era algo importante. Le dio la vuelta y
leyó la inscripción en la parte inferior.
“Mierda.” Dominic se dejó caer en la cama.
“¿Qué?”
“Para mi Amaliya. Un día sabrás lo que es
elegir el amor sobre todo lo demás y me
perdonarás. Te quiere, tu madre,” leyó en voz
alta Dominic.
“Ah,” dijo Gavril asintiendo.“Es el objeto que
Amaliya sacó de la mansión. Resulta extraño que
lo sacara de casa de su padre y lo
dejara atrás.”
Dominic tragó saliva. “Tú eres el que sabe leer a
las personas. ¿Qué crees que significa?”
“No quiere hacerle a su hijo lo que cree que
su madre le hizo a ella,” dijo Gavril en voz baja.
“No huye de quien trata de hacerse con el
territorio de su padre. Huye de ti, Dominic.”
Estuvo a punto de lanzar el joyero y
hacerlo añicos, pero el sonido de la puerta
abriéndose lo detuvo. “La he encontrado, jefe.
Estaba al otro lado del aparcamiento, no había
llegado muy lejos.”
“¡Suéltame!”
Dominic se levantó de inmediato y corrió hacia
la puerta. Halina se retorcía para librarse de
Maksim. “Halina, no vamos a hacerte daño,”
dijo Dominic. “Solo quiero saber dónde está.
Maksim, suéltala.”
“Es todo culpa tuya,” gritó Halina. “Y yo también
soy responsable por haberla obligado a salir esa
noche. La empujé a tus brazos y ahora
su vida se derrumba.”
“¿Dónde está?”
Halina escupió en la alfombra y se cruzó
de brazos. “Aunque lo supiera, note diría dónde
se encuentra. Está mejor sin ti.”
“Se ha ido con mi hijo,” dijo Dominic entre dientes.
La guapa morena se erguía desafiante frente a
él, y debíasacarle toda la información que
pudiera tener.
Halina frunció el ceño. “No era más que un peón
en tus planes. No tienes ningún derecho sobre
ese bebé, y ella está dispuesta a hacer lo que
sea para mantenerte lejos. Liya no está dispuesta a
permitir que su hijo crezca en tu mundo.”
Dominic dejó el joyero en la encimera de la
cocina. “Mira, Halina, no es sólo por el bebé.
Con su padre muerto, es un blanco fácil para
cualquiera que trate de hacerse con la organización.
Liya no sabe cubrirse las espaldas. Morirá antes de
que acabe la semana.”
A Halina le temblaba el labio y fijó los ojos
en el suelo. “No voy a dejar que me manipules.
Lo únicoque quieres es al bebé.”
“No crees lo que dices. Si así fuera, no te
habrías quedado por los alrededores para ver si
aparecía alguien. ¿Dónde está, Halina?”
“No lo sé,” dijo llorando. “De verdad que no. Y
ella tampoco. Iba a irse al aeropuerto y elegir
un vueloal azar.”
“¿Cuándo? ¿Cuándo se fue?”
Halina alzó la vista. Sus lágrimas arrastraban el
rimmel por sus mejillas y negó con la cabeza.
“Hace dos horas,” susurró. “Tal vez siga aún en
el aeropuerto, a la espera de un vuelo.”
“Nos vamos. Ya.” Dominic pasó junto a ella corriendo,
pero Halina lo agarró del brazo.
“No le hagas daño.Por favor, no le hagas
daño.Ella te amaba. No le harías daño a
alguien que te amaba, ¿verdad?” le suplicó
Halina.
“Ya le he hecho bastante daño.Sólo quiero que
esté a salvo,” murmuró en voz queda. Halina
asintió y Dominic salió del apartamento. Gavril
y Maksim lo seguían a pocos pasos.
***
La terminal del aeropuerto bullía de actividad.
Liya agarraba su maleta mientras esperaba en la cola,
con la mirada fija en la pantalla digital. Aún
habíaasientos en el vueloa París, pero no
quería ir a una ciudad romántica. Podía
elegir entre Hong Kong, Kiev, o Bruselas.
Capítulo quince
Dominic ni siquiera llegó al aeropuerto. Recibió
la llamada cuando llevaba veinte minutos al
volante y sabía lo que su antiguo compañero iba
a decir incluso antes de contestar el teléfono.
“Si le tocas un solo pelo, me encargaré personalmente
de torturarte durante le resto de tu vida,”
gruñó al teléfono.
Iosif rió. “Tu último saludo fue mucho más
agradable, Dominic. ¿A qué viene ese cambio?”
Aparcó el coche y trató de resistir el
impulso de romper el teléfono en un millón de
trozos. Lo mismo que haría si pudiera con la
cara de Iosif. “Te ofrecí un buen puesto en mi
organización. Te hubiera dado lo que quisieras.”
“¿Y ser el segundo? Es lo que he sido toda mi
vida,” gruñó Iosif. “No quiero trabajar para ti. Te
has vuelto débil.Te pierdes por una cara bonita.
No eres apto para ocupar el lugar de Chava. Ese
es mi territorio. Y cuando te mate y haga que tu
encantadora noviame ceda su territorio, estaré en
lo más alto.
Dominic cerró los ojos. Incluso a través del
teléfono, podía oír los celos y la rabia en la voz
de su viejo amigo. “Pensé que estabas a
gustoen Alemania.”
“No lo bastante. Y ahora las cosas están yendo
a mi favor. Le pediría a tu mujer que
hablara para demostrarte que está viva, pero no
parece que quiera hablar contigo. Me pregunto por
qué será.” “Déjame hablar con ella,” dijo con suavidad.
“¿Te pongo en altavoz?” dijo Iosif con fingida
timidez antes de estallar en carcajadas. “No, claro que
no. Sería de mala educación. Te daré unos minutos a
solas con tu amor. Será, sin duda,la última vez
que hables con ella. Elige bien tus palabras.”
Un segundo después, oyó la voz de Amaliya. “Si
vas a decirme que estoy sola, no malgastes saliva.
Lo sé.”
“Te amo, Liya,” dijo Dominic en voz baja. Gavril
se movió en el asiento del copiloto y
frunció el ceño, pero Dominic lo ignoró. “Estás
en problemas por mi culpa y te sacaré de esta.
Siento lo de tu padre. Traté de detenerlo, pero
parece ser que no era el únicoque quería verlo
muerto. Si no salgo de esta con vida, solo deseo
que críes a nuestro hijo tan lejos de todo esto como
sea posible.
Pero mientras yo viva, nunca estarás sola.”
La oyó tomar aire. Antes de que pudiera decir
nada, Iosif estaba de nuevo al teléfono. “Espero que
hayas tenido tiempo suficiente para despedirte. La
llevaré al Club Six. Allí es donde os
conocistéis, ¿no? Si quieres que viva, tendrás que
venir a buscarla. Solo.”
La línea se cortó y Dominic estampó el móvil
contra el salpicadero.
“Iosif, supongo,” dijo Gavril con ironía. “¿Qué
hacemos ahora si vuelve a llamarte?”
“No tiene por qué hacerlo,” murmuró Dominic. “Ya me
dijo que está en el
Club Six, donde la vi por primera vez.”
Gavril hizo un gesto negativo con la cabeza. “¿Te
dijo a dónde la llevaba?
Pensé que querría atormentarte antes.”
“Me odia, pero es un profesional de los pies a
la cabeza. No es nada personal. Entro, nos mata
a los dos y fusiona ambos territorios
poniéndose al mando.” Dominic dio golpecitos con
el dedo en el volante, tratando de averiguar el
mejor plan de acción.
“Y si no vas, la matará y se hará con su
territorio. En cualquiera de los casos, ella morirá. Sería
mejor que no muriérais ninguno de los dos, así
que pensemos un plan en vez de entrar
disparando a ciegas.”
Dominic negó con la cabeza. “Tú no vienes
conmigo.”
“No suelo usar armas de fuego en mi trabajo,
pero sé cómo se hace.
Además, no voy a dejar que te lances a una
muerte segura. Creo que eres el únicoamigo de
verdad que tengo. Si mueres, no habrá
nadie que me invite a beber.”
Sonriendo un poco, Dominic asintió con la cabeza.
“De acuerdo. Pensemos un plan.”
***
Liya entró despacio al club. Esta vez, nadie la
arrastraba,pero habíados cañones apuntándola. Todo
parecía tan distinto ahora que estaba vacío. No
habíacuerpos calientes y sudorosos entrelazados. El
suelo estaba limpio y el sonido de sus zapatos
resonaba en las paredes en lugar de la música a
todo volumen.
FIN