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O'Donnell, Cassandra - Rebecca Kean 03 - Potion Macabre
O'Donnell, Cassandra - Rebecca Kean 03 - Potion Macabre
Casandra 2
O’Donell
Rebecca
Kean 3
Potion
Macabre
3
— ¿Tú qué? ─
7
— Yo... yo no...
— Eh...
Ella abrió sus ojos húmedos y me miró como si me hubiera vuelto loca.
Se encogió de hombros.
La miré cuidadosamente.
─ Bien. ─
─ No creo que sea más fácil para ella, ─ me burlé mientras caminaba
hacia el cuerpo de la niña.
─ ¿Cómo qué? ─
─ No comprendo. ─
─ Estoy captando un destello de energía, ¡esta chica no está muerta,
Leo! ─
─ Probablemente.
─ Está bien, vale, lo intentaré ─, dije, mientras acercaba mis labios a los
de la pequeña e introducía una pequeña cantidad de mi poder en su
garganta.
─ Hice lo que pude. Tengo miedo de causar más daño que bien, si me
vuelvo demasiado intrusiva. ─
─ Gracias, mamá. ─
─ ¡Oh! ¡No hay nada que celebrar! Tuviste suerte, pero no durará si no
aprendes a controlarte mejor. ─
─ Si crees que es fácil vivir con humanos cuando eres como yo... ─
La miré fijamente.
─ Ve a limpiarte. ─
Se dirigió sin decir una palabra a uno de los lavabos, abrió el grifo
mientras yo sentía una punzada desagradable haciéndome cosquillas en
el estómago. Tuve que admitir que sus reproches no eran infundados y
que probablemente había cometido un error al no anticiparme a lo que
acababa de ocurrir. Después de todo, el asesinato, la violencia y la
destrucción formaban parte de su herencia genética, al igual que su
largo cabello negro, su piel de nácar y sus ojos esmeralda. Y el hecho de
que no esté lista para dejar que se haga cargo de una herencia así, de
ninguna manera debería hacerme olvidarla.
─ ¿Cómo te sientes? ─
─ Es normal, te desmayaste. ─
Le empujé suave pero firmemente por los hombros hacia atrás, hasta el
suelo para que pudiera extenderse y luego le acaricié la frente.
Leo hizo un sonido que sonó como una burla. La miré y rápidamente le
eché un vistazo a mi reloj. Las clases de la mañana estaban
probablemente a punto de terminar en unos minutos, no había tiempo
que perder.
─ Auch....... ─
─ Pero si se lo dice...─
Corrí hacia la salida y casi tropecé cuando sentí que Leo me atrapaba en
vuelo y me levantaba en sus brazos.
Sus movimientos eran tan rápidos que mis ojos no podían distinguirlos,
pero dos segundos después, estábamos fuera y se escuchaba a lo lejos,
detrás de nosotros, pasos y una horda de niños corriendo al entrar
chillando en el patio de la escuela.
La miré atentamente.
─ Soy tu hija. ─
Clarence White era mi mano derecha. Unos meses antes, había dejado
su puesto como Assayim en el estado de Nueva York, por los hermosos
ojos de una puma de apariencia física agradable y un carácter terrible,
que residía en la región y que le dificultaba la vida. Todavía no entendía
lo que le gustaba de Beatrice Marron ni qué milagro había hecho que
esta arpía lo hubiera convencido de mudarse a Burlington, pero me
alegró de que lo hiciera.
─ ¿Qué crees? ─
─ Sí, debería. ─
─ Pero no lo harás. ─
─ No. ─
Me encogí de hombros.
─ ¿Por qué? ¿Hay algo más interesante que hacer en Burlington a esta
hora? ─ Bromeé.
─ No. ─
Lo miré seriamente.
─ ¿Por qué? ─
Fruncí el ceño.
─ En ese caso, supongo que tendré que ir sola y no hay forma de que
te pida que cuides del cuerpo del Sr. Wallace cuando termine con él. ─
─ Muy bien, vístete con dignidad. Pero te recuerdo que eres un puma,
que necesitas carne fresca y sería estúpido no saltar ante esta
oportunidad. ─
─ ¿Ah, sí? ─ Me burlé, dándole una fuerte mirada. Frunció el ceño con
sus gruesas y negras cejas.
─ ¿Mi autopsia? ─
─ Bueno, sí. ─
─ ¿Cómo? ─
─ Sabes que vuelas muy bien para ser una bruja, ─ se rió Clarence con
una voz ronca e inhumana mientras se transformaba.
Varias emociones pasaron por sus ojos, miedo, pánico, duda, mientras
olfateaba y olía la magia que flotaba en la habitación. Luego se congeló 28
─ Tengo al menos tres costillas rotas, así que puedes dejarme respirar,
¿o no? ─
─ Sólo tú puedes pedirle a un tipo que está tan bueno como yo que se
vista. ─
1
Sheetah: jajaja el mono de Tarzan.
─ ¿Rebecca? ─ de repente dijo Clarence en un tono divertido. Si sigues
mirándome así, ¡voy a presentar una queja por acoso sexual en el
trabajo! ─
Miré al cielo.
─ Rebecca. ─
─ ¡No puedo creer que vayas a dejar que se salga con la suya! ─
Este tipo era el rey de las ideas fijas. No podía soportar que alguien o
algo se le escapara, era más fuerte que él. Un psiquiatra probablemente
explicaría su comportamiento extraño a través de un trauma de la
infancia, una madre castradora o un padre autoritario. Cualquiera que
sea la explicación, era un grano en el culo de primera.
Abrí el congelador, agarré la tela cerca del fregadero y vertí una veintena
de cubitos de hielo en ella antes de volver a lo que antes había sido una
habitación muy bonita para comer. 31
Le sonreí.
─ Huyó con las patas vacías y estaba buscando algo cuando llegamos,
le expliqué, mostrándole la gran biblioteca pegada a la pared, de la cual
sólo la mitad de los libros yacían en el suelo.
─ Todas estas cartas están dirigidas a Stella Stevic, debe ser el nombre 32
de la mujer que vive aquí. ─
─ No. ─
Clarence agarró uno de los cojines del sofá y olió la tela antes de
destrozarlo y arrojármelo.
─ ¿Humana? ─ Preguntó.
─ No, potioneuse...─
─ Ow...─
─ No. ─
Le di una foto con el vidrio roto, que representaba a una mujer de unos
60 años, con el rostro arrugado y cara aburrida.
─ ¿El laboratorio? ─
Cerré los ojos, llamé al poder del aire y de repente sentí un ligero viento
que venía de la pared del dormitorio detrás de la cama.
─ Siento una corriente de aire que pasa por debajo, lo noté cuando
puse mi mano en la parte inferior de la pared. Es ligero, pero. ─
─ Obviamente. ─
─ Genial, estamos en casa de la abuela de James Bond, ─ suspiró en
tono cansado.
─ Esa es una declaración rápida. Sólo para que conste, ¿puedes decirme
qué es esto? ─ Lo hizo agarrando un gran frasco transparente.
─ Murciélago en formol. ─
─ ¿Cuál es el problema? ─
─ ¿Un arsenal? ─
─ No entiendo .... ─
Se puso pálido.
─ ¿Extintas? ─
─ Sí. ─
─ ¿Estás seguro de que Stella Stevic los hizo? Quiero decir, tal vez sólo 37
las estaba guardando, como piezas de museo. ─
─ ¿Por qué? ─
─ Así que, si entiendo bien, Stella Stevic estaba preparando una serie
de pociones asesinas cuando desapareció. ─
─ Hay suficiente para dirigir una verdadera lucha armada. ¿Crees que
las potioneuses están tramando algo? ─
─ No. ─ 38
─ ¿Ah, no? ¿Y cómo crees que reaccionarán los líderes de los clanes
cuando se les diga que una potioneuse tiene actualmente un arsenal
capaz de destruir a todas las criaturas sobrenaturales que viven a
trescientos kilómetros a la redonda?
─ Eso es correcto. ─
Mi clan me había sentenciado a muerte once años antes por tener una
aventura con un vampiro llamado Michael. Me había escapado de la
sentencia logrando fugarme antes de ser ejecutada, pero las Vikaris
no eran de las que se daban por vencidas....
─ No llevas el mundo sobre tus hombros, Rebecca, ¿por qué quieres
arriesgar tu vida por esta mierda? ─
─ Todos hemos pagado un precio muy alto a la parca, puma, tal vez es
hora de seguir adelante, ¿no crees? ─
─ Soy una hija del inframundo, ¿cómo podrías esperar otra cosa? ─
Sonrió extrañamente.
─ Sí. ─
─ La tienes. ─
Asintió al jefe.
─ ¿Y si se niega a ayudarnos? ─
─ ¿Adónde vas? ─
42
─ A vestirme, ─ contestó mientras le oía abrir uno de los armarios.
43
Unas horas más tarde, regresé a casa exhausta y congelada. Nuestra
investigación en el apartamento no había dado resultado y yo no tenía
forma de adivinar qué había venido a buscar el cambiante gorila, o por
qué se había empeñado con los libros y papeles en lugar de centrarse en
las pociones. Estos hechizos podrían haber sido negociados por varias
decenas de millones de euros en el mercado negro, este tipo de rufián
no podría haberlos ignorado. Por lo tanto, podía suponer que no estaba
al tanto de lo que Stella Stevic estaba traficando y de la existencia de las
fórmulas prohibidas, o que estaba buscando un objeto o documentos
que eran mucho más valiosos para él.
─ ¿Mamá? ─
─ ¿Algo más? ─
─ Más o menos. ─
No sabía lo que ella quería decir con "ser como los demás", pero
ciertamente no se aplicaba a una guardiana de los elementos.... 45
─ No, en realidad no, pero me gustaría pasar más tiempo con ellas para
que me acepten un poco mejor. ─
─ Leo, sabes muy bien que eso no es posible, ─ dije en tono molesto.
─ Pero si yo ......─
─ ¿Si tú qué? ¿Y si dejas de beber dos litros de sangre al día y te
arrancan los colmillos? ─
Me miró fijamente.
─ ¿Por qué?
Sí, ¿pero por cuánto tiempo? La angustia que sentí cuando descubrí el
arsenal de Stella Stevic y vi las masacres que se fomentarían en mi
ciudad no me dejaba. Ni tampoco el temor de que el Directum pudiera
saber la verdad y que se desatara una guerra de nuevo, por cierto....
─ Pon tu taza en el lavavajillas y ve a prepararte rápido, ya estamos
atrasadas, ─ me limité a responder.
Tal vez, pero por el momento estaba lejos de ese tipo de consideración.
Mi cabeza estaba a punto de explotar y tenía un deseo loco de
acurrucarme bajo mi edredón como un bebé, dejando a Bruce Willis para
que salvara al mundo en mi lugar.
Sonrió.
─ ¿Te das cuenta de que soy demasiado vieja para tener una niñera? ─
─ Está bien, pero luego quiero que Bruce se quede conmigo. Llámalo y
dile que venga. ─
No, no creí que eso fuera normal. Pero tampoco me pareció normal 50
admitir ante mi hija que la conexión metafísica que compartía con el
licántropo era tan poderosa que su ausencia me dolía físicamente o que
me sentía sola e infeliz desde que se fue y que quería gritar cada vez
que alguien me hablaba estúpidamente de él.
─ Mira, por lo que oímos, Bruce se fue con una chica hermosa, así que
supongo que ambos están en algún lugar tranquilo, pasándola bien y no
quiere ..... ─
Pero me imaginé que si una chica se las había arreglado para sacarlo de
su trabajo como gerente de un club nocturno y llevarlo tan lejos de aquí,
era porque su relación era necesariamente más seria de lo que Leo
suponía.
Me inquiete.
51
─ Cariño, no sé qué imaginaste, pero... ─
─ ¡Leo! ─
─ Bueno, no, ya que los amas a los dos. Bueno, vamos, sal de mi
cuarto, tengo que vestirme o llegaremos tarde, ─ contestó antes de que
su cabeza desapareciera en su armario.
¿Estaba soñando o mi hija de 11 años acababa de anunciarme sin
pestañear que pensaba que yo estaba enamorada de dos hombres al
mismo tiempo y parecía encontrarlo muy natural?
─ Leo ..... ─
52
─ ¿Llevas maquillaje? ─
─ ¿No te gusta? ─
─ No. Eres demasiado joven. ─
Quería reírme en su cara pero no pude. Sí, podría hacerlo. No hay duda
de ello.
Ja ja ja.....
─ ¡Coge tu mochila, tenemos que irnos! ─
─ Leo .. ─
Gordon era un hombre lobo Alfa, por lo que su instinto protector estaba
muy desarrollado, así que iba a tener que lidiar con este pequeño
defecto y no molestarle si no quería terminar atada, bajo una tonelada
de cambiantes tumbados sobre ella, para evitar que se moviera.
─ Hola Maurane. ─
Golpeé violentamente los pies una o dos veces sobre la alfombra para
quitar la nieve pegada a mis botas y la seguí tan pronto como la puerta
se cerró, a un pequeño salón al final del pasillo.
─ Hola Rosemary. ─
─ Muy bien Rebecca, ahora podemos ir al grano. Dime, ¿qué te trae por
aquí? ─
─ No que yo sepa. ─
─ Dímelo tú. ─ 58
─ No te atreverías. ─
─ No. ─
─ ¿Abuela? ─
Rafael, como líder del clan de los vampiros de Vermont, era uno de los
miembros más poderosos del Directum. Pero francamente me ofendió
que Maurane pudiera imaginar por un segundo que podríamos ser una
de esas parejas extrañas que no tenían secretos entre sí. Peor aún, que
podría ser lo suficientemente ingenua como para confiar en él. Aunque la
magia nos había atado al vampiro y a mí, no podía olvidar que había
liderado los ejércitos vampiros durante siglos, ni que era el más
peligroso y astuto, de nuestros antiguos enemigos. Y eso, sin importar
cuales fueran los sentimientos que nos unían hoy.
Tenía hipo.
─ ¿Qué es? ─
Las Néss - avec...... Seis mujeres que incluso antes de nacer tenían el
poder y el conocimiento de la magia de las pociones. Seis brujas dotadas
por Akhmaleone con un poder inconmensurable a cambio de su devoción
y atadas por una promesa. El de no inculcar nunca el conocimiento
oscuro en sus descendientes y en el clan que se suponía que debían
formar.
Una promesa que una de ellas finalmente rompió al escribir para una de
sus hijas favoritas, Mary, un grimorio con las fórmulas que había
prometido nunca revelar. Como es fácil imaginar, las consecuencias de
esta traición resultaron ser fatales. Mary usó las fórmulas oscuras para
2
Néss - Avec: significa nacidas con. Se refiere a que nacieron con el conocimiento de las fórmulas Prohibidas.
derramar sangre y saciar la sed de poder que la devoraba. Furiosa y
herida, Akhmaleone tuvo que decidirse a intervenir y eliminar a la joven
rebelde y luego ordenó a las potioneuses que quemaran el grimorio y,
una vez hecho esto, le advirtió a las almas de las Nées - avec, limitó el
poder de sus descendientes y abandonó a las potioneuses para siempre. 63
─ Sí, le confirmé. ─
─ Así que, si he entendido bien, ¿dices que has encontrado las pociones
prohibidas de las Nées - avec en la casa de Stella?
─ Eso es imposible. ─
─ Quiero decir que todos las potioneuses que practiquen el arte negro
durante demasiado tiempo mueren por ello y que debilitan 65
permanentemente su poder cada vez que hacen una poción. ─
—... Stella debería morir pronto, esté en coma o no, ─ dije con calma.
— ¿Una guerra? —
— ¿Aquí? ─
3
Kalashnikovs: es el nombre común usado para el fusil AK – 47 se refiere a que fusilaba con su mirada. Jajaja .
— Sí. Y para que las cosas sean lo más discretas posible, me vas a
contratar. ─
— ¿Contratarte? ─
─ ¿Qué? ─
─ Albumi Note.
Fruncí el ceño.
─ ¿Por qué? ─
El hecho de que yo supiera tanto sobre uno de sus secretos más oscuros
le picaba al potioneuse. Pero no quise aclararlo por el momento. No
tenía confianza en ella y me hubiera sido difícil explicarle de dónde venía
mi conocimiento, sin revelar mi identidad y la del clan a la que
pertenecía.
─ ¿Cómo lo supiste? ─
─ Vi que Maya había desaparecido, así que fui a buscarla. Pero a la otra,
Jessie, fue una de nuestras maestras, la Sra. Delawey, quien la
descubrió mientras paseaba a su perro. ─
─ Lo sé. ─
─ No. ─
─ Genial. ─
Ella se rió.
curarla. ─
─ Margareth, sé que te dije que nadie debía entrar aquí, pero Rebecca
es una amiga mía y creo que podría ayudar a nuestras tres pacientes. ─
Maurane explicó.
Para ser una mujer comatosa, tenía un sueño bastante inquieto. Gotas
de sudor perlaban su frente, y de vez en cuando era tomada por ligeros
sobresaltos, sutiles pero no pasaban desapercibidos.
a Margareth Brewster.
─ ¿Nunca te detienes? ─
─ ¿Y bien? ─
─ Ella está tan asustada que no puedo percibir nada más, ─ noté
decepcionada.
─ Dejó una huella. Yo diría que flor de loto y clavo. Pero incluso si
tomara un sorbo entero de su sangre, no sería capaz de determinar
todos los elementos que lo componen, ─ sonreí.
─ Dudo que estas niñas tengan algo que ver con esto...─
77
─ Um... veamos. Me cuesta creer que alguien las haya atacado sin
razón alguna y que no haya una conexión entre las tres...─
─ Exactamente. ─
─ No lo sé... No creerás que Stella las usó para ayudarla a hacer esas
horribles pociones, ¿verdad? ─
─ Es eso o las pequeñas habían visto u oído algo que no deberían haber
visto u oído. ─
Me dirigí a la víctima más cercana, una morena de pelo largo, de unos
18 años de edad, una cara ovalada y rasgos terriblemente exagerados.
─ Esta es Jessie. ─ 78
─ ¿Conoces a su atacante? ─
─ 15 años. ─
─ ¿Y ya está en el último año? ─ Maurane dibujó una sonrisa un poco
triste.
─ La abuela y yo. ─
─ Nada. ─
─ No, pero Maya está llena de furia. Si alguna vez logramos despertarla, 80
quienquiera que le haya hecho esto, mejor que se haga un caparazón,
porque esta niña probablemente la matará. ─
─ La abuela lo hizo. ─
─ No mucho. ─
por ella, habría intentado todo para salvarla y nunca habría podido
quedarme quieta y verla sufrir sin hacer nada. Entonces, ¿cuál es el
punto de desanimarla? Necesitaba sentirse útil, muy bien. De todos
modos, no le haría daño.
─ Sabes que puedes ser muy amable cuando quieres. ─ Se dio cuenta,
no la engañé.
Como sea, no sabía nada. Nada excepto que si ocurriera una tragedia,
eliminaría una por una a las brujas del Alto Consejo de la Magia,
quemaría el maldito Grimorio en honor a mi Diosa y liquidaría a
cualquiera que intentara detenerme.
− ¿Rebecca? ─
La imagen de Rafael me vino de repente a la mente. Estaba de pie
contra la pared en la entrada de la mansión. Su largo cabello rubio
azotaba el aire como una capa brillante y las llamas azul zafiro ardían en
sus ojos mientras me miraba fijamente.
─ ¿Si? ─
─ ¿Dónde estás? ─
─ No, sólo vine a recoger la lista de los útiles escolares que faltaban, ─
mentí.
84
─ ¿Problemas? ─
─ Más o menos. ─
─ ¿Capitán? ─
Un león Alfa. Este tipo con un físico normal era un león Alfa. Lo menos
que podemos decir es que sabía cómo ocultar bien su juego.
Lo seguí con los ojos hasta que desapareció y luego conduje varios
cientos de metros hasta la propiedad que parecía extenderse hasta
donde el ojo podía ver, frente a mí estaba una magnífica mansión
recientemente renovada.
Un rayo de desilusión pasó por sus ojos, pero asintió con gracia.
─ Muy bien, entonces trataré de ser breve. Tengo que ir a Nueva York
por orden de Mortefilis y tengo que pedirte un favor. ─
─ ¿El Mortefilis? ─
Sus ojos brillantes se posaron sobre mí con tanta intensidad que tuve un
escalofrío.
─ Adelante. ─
─ Raphael, soy una bruja de guerra, mato vampiros, no los cuido. ¡Sólo
un loco no podría entender eso! ─
compañera, ─ le señalé.
─ Sí, lo eres. Desde el día que aceptaste que te reconozca como tal
frente a los Mortefilis y a mis hombres. ─
─ ¿Por qué no les dijiste la verdad una vez que Michael se fue? ─
─ ¿Qué querías que les dijera? ¿Que la magia de las marcas no funciona
contigo? ¿Que eres tan peligrosa y poderosa que no puede funcionar?
¿Has pensado en lo que ocurriría si el Mortefilis se entera de que le
mentimos y que no puedo controlarte? ─
Uh.... desde esa perspectiva, tal vez no era una buena idea....
─ No, maldición, Raphael... ¿cómo demonios se supone que voy a
reaccionar a eso? ─
─ Para ti tal vez, pero mi gente piensa que nuestro vínculo me permite
controlarte y que eres uno de los luchadores más aterradores que han
conocido. Confían en ti, en tu devoción por mí y en tus habilidades. ─
Sí, tan complicado que pensó que tenía que contratar a un grupo de
guerrilleros felices para protegerse...
─ ...así que tengo que hacer otros arreglos. ─
─ Cincuenta y siete. ─
─ ¿Cuántos? ─
─ Ochocientos sesenta y nueve. ─
─ No. Sólo una parte. En cuanto a los otros, digamos que he forjado
muchos lazos a lo largo de los años con vampiros, a veces jóvenes de mi 93
linaje, cuyos amos han sido asesinados, muchos de ellos me han jurado
lealtad....
─ No. Sólo los que están aquí. Me llevo a mi guardia personal conmigo,
así que sólo quedarán los más débiles. ─
− De acuerdo. ─
94
─ También me gustaría tener una lista de toda su gente y sus papeles
aquí y que nombres a Héctor para que me represente cuando duerma.
─
─ No. Pero me gustaría saber más sobre los mercenarios que conocí en
la entrada. ─
─ Bah...
─ ¿Qué? ─
─ Sí. ─ 95
─ ¿Y? ─
Podía entender eso. Rafael y este niño nacieron guerreros, hombres que
merecían ser respetados, sin importar de qué lado estuvieran.
─ Intrigada...
─ ¿Capitán Jencco? ─
Inmediatamente reconocí al león Alfa con los ojos azules y el pelo rizado
que había visto antes.
─ Buenos días, señor ─ dijo, caminando hacia nosotros con un paso tan
flexible que casi se podría pensar que estaba bailando.
─ Con el debido respeto, señor, ¿cree que eso es muy sabio? Quiero
decir, su esposa es humana y dudo que tenga el entrenamiento para
guiarme a mí y a mis hombres. ─
Mi magia escondía mi verdadera naturaleza de otras criaturas
sobrenaturales. Incapaz de sentir mi poder, generalmente pensaban que
era humana. El capitán Jencco, como león Alfa que era, no era una
excepción a la regla....
Lo interrumpí inmediatamente.
─ Ponme a prueba. ─
Rugió, listo para saltar, cuando una repentina ráfaga de viento cayó
sobre él, obligándole a retroceder. Puso las garras en el suelo, intentó
resistirse, pero yo aumenté la presión y lo detuve en su camino. Estiré el
brazo y giré la mano rápidamente en el sentido de las agujas del reloj,
causando una especie de torbellino que lo atrapó inmediatamente en el
cielo. Y lo arrojó violentamente contra un árbol que con el choque lo
arrancó casi por completo. Hubo unos segundos de vacilación y luego vi
al león levantarse, rugir de rabia y correr hacia mí como un tanque en
las líneas enemigas.
─ ¡Oh! ¡Qué aguafiestas puedes ser a veces!─ dije antes de lanzar otra
ráfaga que lo levantó cinco metros del suelo y luego lo envió bailando
contra un gigantesco arce que instantáneamente se partió en dos en el
lugar donde había aterrizado.
Inmediatamente caminé hacia el león que ya se había enderezado y
grité, envolviendo mi boca alrededor de mis manos para hacer un
megáfono:
─ ¡Rebecca! ¡No! ─
El poder que emanaba de él era tan denso que apenas podía moverme.
Estaba entumecida.
─ ¿Capitán? ─
─ Puedes irte ─ dijo Rafael con los ojos fijos en los míos.
─ Sí, señor. ─
─ Eres frustrante...─
Si sólo hubiera sido el deseo físico, no habría sido muy difícil de superar,
pero era como si algo mucho más poderoso, mucho más fuerte nos
estuviera abrumando. Mi poder necesitaba el suyo como un ser vivo
necesita respirar.
El dolor, los celos, la ira, la pasión, ya nada le era ajeno. Pero aún no 102
─ Nunca asumo nada, cariño, lo sé. ─ Cerré los puños, furiosa, cuando
de repente sentí su poder descender a lo largo de mi columna vertebral
y sus dedos radiantes deslizarse suavemente sobre mi cuello.
─ Raphael...─
Y habría hecho cualquier cosa por verlo desaparecer en llamas ese día.
Concebí una vaga culpa por ello. Fue una estupidez, sobre todo porque
la cuestión ya no se planteaba hoy en día. Sólo con la idea de perder a
Rafael, sentía a mi corazón desgarrarse.
─ Rebecca...
La posesión absoluta que pude ver en sus ojos no me dejó ninguna duda
al respecto. Y no me importaba.
─ Cállate. ─
─ No. ─
─ Raphael...─
─ Sí, ─ suspiré.
─ Dilo. ─
El océano de su vaporoso cabello me cubría y me fundía en sus ojos
donde se veía la voluntad dominante de verme ofrecida y
completamente sumisa.
─ Raphael...
─ Pídeme. ─
─ Por favor. ─
De todos los vampiros que conocí, Rafael era el único que mantuvo el
reflejo respiratorio durante tanto tiempo. Por lo que fue bueno para él...
─ ¿Qué? ¿Sin restricciones? ¿Sin modestia? Adicta a ti como tus
antiguas esclavas... ─ suspiré entre gemidos.
─ No. ─
─ Raphael...─
─ Es demasiado arriesgado...─
─ ¡Su madre! ─
¿Un dios? ¿Qué dios? ¿Estaba delirando por la fiebre o algo así?
─ Déjame tenerte cerca de mí...─
─ ¡Rebecca, detente! ─
─ Lo sé. Lo siento. ─
─ ¿Tu padre? ─
─ Sí. ─
─ No. ─
Rafael siempre había sido muy discreto con su pasado, como yo, y a
pesar de sus dones nunca había buscado penetrar en mi jardín secreto o
abusar de sus poderes para desentrañar mis misterios.... Mejor aún,
nunca me había hecho ninguna pregunta, ni siquiera cuando descubrió el
monstruo que yo albergaba en mi interior. Debería, no, debí haber sido
capaz de imitarlo.
─ Me encanta tu mayordomo. ─
─ En efecto. ─
─ ¿Club Med? ─
─ ¡Rebecca! ─
─ No. ─
─ Estoy en camino. ─
─ ¿Si? ─
Pero, sin embargo, no era por eso menos peligrosa y sus trastornos
digestivos y su alta selectividad en materia alimentaria, no presagiaba en 114
─ Vale no te preocupes. ─
─ ¿Escuchaste eso? ─
─ Sí. ─
─ Beth dijo que este tipo estaba muerto, ¿verdad? Entonces, ¿cuál es la
prisa? ─
Nunca pensé que un día temería por él, pero lo hacía. Era irracional, lo
sabía, Rafael era tan poderoso, que nada parecía poder amenazarlo 115
seriamente, pero era más fuerte que yo. Tenía una bola en el estómago
que me hacía querer gritar. Frunció el ceño.
─ No, soy práctica. Si algo te pasa, me quedaré con tus vampiros por el
resto de mi vida. ─
Apenas salí del auto sentí la mordedura del frío. Cerré la puerta, ajusté
los lados de mi abrigo y puse la capucha sobre mi cabeza. Luego caminé 116
Yo lo saludé mecánicamente.
─ Ya era hora, ─ dijo Beth mientras abría tan poco la puerta que tuve
que meter el estómago y retorcerme para entrar.
Escudriñé la habitación con mis ojos y noté que las sillas estaban
volteadas, el paquete de copias se extendía por el suelo, y una cabeza
humana, desprendida de su cuerpo, estaba sobre la alfombra.
Miré al cielo.
Las hojas de plata eran fatales tanto para los cambiantes como para los
hombres lobo. Especialmente cuando llegaban a los órganos vitales.
También causaban quemaduras desagradables cuando entraban en
contacto con su piel, lo que explicaba el olor a carne quemada que
emanaba de la mano derecha de Beth.
Eso era en parte cierto. Ahora que Wallace estaba muerto, no podía
hacerle más preguntas sobre las acciones de Stella Stevic o sobre lo que
había ido a buscar en el apartamento de la potioneuse en medio de la 118
noche.
─ Sí. No hay nada que robar aquí y eres la persona más odiada de la
ciudad, sino de todo el estado. A la mayoría de la gente le gustaría verte
muerta y he conocido a mucha gente que lo ha intentado, así que tenía
un 99,99% de posibilidades de no equivocarme. ─ 119
─ No. Sólo creo que quería asegurarse de que no había ningún arma. ─
O tal vez estaba buscando algo específico. Si ese fuera el caso, puede
que ya haya estado en mi apartamento....
─ No. ─
No sabía por qué se había peleado con su bello y exótico amante, pero la
furia en sus ojos y el tipo muerto y mutilado que yacía en el suelo eran
pistas indiscutibles de que debía ser bastante serio.
─ Incluso en dos pedazos, este tipo nunca cabrá ahí, ─ me hizo notar,
mostrándome las bolsas.
─ Ya veo como es. ¿Eso está bien para ti? ─ dijo en un tono
ligeramente ácido mientras le arrancaba las piernas a Wallace del cuerpo
y las blandían con furia.
─ Oh, creo que deberían ser capaces de entrar, ─ dije, poniendo ambas
piernas en filas escalonadas.
La miré a los ojos y crucé los brazos como señal de espera. Ella suspiró.
Oh, oh...
─ ¿Estás segura de eso? ─
─ VALE, OK, OK. Bueno, si es tan malo, puedo ayudarte a vengarte. 121
Podemos castrarlo o... en fin podemos encontrar algo que te haga sentir
mejor. ¿Me pasas la cabeza, por favor? ─
─ Siempre es así de simple para ti, ¿no? Matamos a los que nos hacen
daño y nos molestan ¿y el problema está resuelto? ─ se quejó, cogiendo
la cabeza de Wallace del escritorio.
Aunque...
─ ¡Lo dices porque no estás enamorada de él! ─
─ Sí. ─
─ ¡Oh, mierda! ─
─ Vendido. ─
Con sus jeans viejos y una chaqueta de cuero negro demasiada ligera
para la temporada, cuyas mangas levantadas dejaban entrever los
agresivos tatuajes dibujados en sus antebrazos, se parecía más a un
gorila de un club nocturno o a un asesino en serie, que a un empleado
de una funeraria.
─ Sí. ─
Sabía que no sólo hablaba del momento presente, sino del resto de
nuestra investigación. Acabábamos de perder una pista seria y sentí que
lo estaba angustiando.
─ Ambas. ─
Miré al cielo, apreté los labios para no reírme y salí tan dignamente como
pude. Esta chica era definitivamente imposible…
Capítulo Nueve
126
─ En ese caso, nos las arreglaremos sin él. Mira, no tiene sentido hacer
planes sin saber adónde nos llevará el rastro, ¿de acuerdo?─
─ ¿Qué? ─
─ Sí. ─
─ Bueno, te deseo valor. Un potioneuse no es pan comido, pero ni
siquiera puedo imaginarme cómo es toda una manada de estas malditas
hembras. ─
─ ¿Quieres apostar? ─
─ ¿Por qué? ─
─ ¿Qué? ─ Me quejé.
─ ¿Qué diablos? ─
4
Arena: se refiere a la corrida de toro en Francia, donde solo juegan con el toro a mano limpia solo con el
capote.
Un coche había golpeado el parachoques trasero de mi viejo Chrysler
con fuerza. Conduje varios metros por la carretera tratando de enderezar
el volante mientras el coche de nuestros perseguidores nos pasaba.
─ ¿tú viste eso? ¿Qué nos están haciendo? ¿Una nueva versión del
padrino? ─ pregunté, volviéndome hacia Clarence que me miraba, su
cara pálida.
─ Rebecca, no te muevas... ─
─ ¿Qué? ─
─ Oh, mierda...─
─ Voy a morir, tengo que... tengo que verlo por última vez, por favor
llámalo, ─ dije mientras sentía que mis piernas se estaban debilitando
lentamente.
─ Rebecca...─
─ Rebecca...─
─ Tú estabas....estabas...─
─ ¿Muerta? ─
─ ¿Cómo Orfeo? ─
─ Un fanfarrón...─
─ No es necesario. ─
Sí, lo sé, fue una observación curiosa de una chica que acababa de
regresar de la muerte, pero si mi cuerpo había sido gravemente herido,
mi mente estaba perfectamente despejada, al igual que mi memoria,
que con razón me recordaba que llevaba un cadáver cuando me habían
disparado. Y no había manera de que dejara un cadáver tirado por ahí,
herida o no.
─ Me ocupé de ello mientras Rafael te trataba ─ respondió el puma. ─
Los agujeros de bala fueron lo peor.
─ ¿Crees que tiene algo que ver con lo que pasó en Plattsburg? ─
─ Estoy segura de que no tiene nada que ver con esto, ─ le dije.
El poder que el vampiro ejercía sobre los demás se hacía cada día más
fuerte desde que mezclamos nuestras marcas. No sólo era capaz de
penetrar en sus mentes más fácilmente, sino también de sentir sus
emociones. Y eso apesta, realmente apestaba mucho...
─ ¡No puede hablar contigo! ¡Así que déjalo en paz! ─ Me miró con
arrogancia.
─ Sí. ─
─ Maurane. ─
Me miró y asintió.
─ Pero siento que hay algo más. ¿Qué opina Sr. White? Dijo en un tono
mordaz mientras un poder fenomenal se construía sobre el puma, como
un águila sobre su presa y lo arrojó con la cabeza por adelante, unos
metros más lejos sobre el asfalto, en medio de la carretera.
No hay duda de ello, las crisis de autoridad entre los vampiros no tenían
nada que envidiar a las de los vikaris...
─ ¡Ya basta! ─ Grité dentro del cráneo de Raphael.
─ Me disculparás, pero no creo que eso lo decidas tú ─ respondió
bruscamente.
─ No. ─
─ Rebecca, más te vale...─
─ ... ¿o qué? Te irás al anochecer, Raphael, ¿no crees que sea un poco
tarde para discutir?─
─ Rebecca...─
─ ¿"Mi amor"? ─
─ Raphael...─
─ Rebecca, casi te mueres, ¿no crees que soy yo el que debería estar
preocupado por ti? ─
─ No. ─
Mis presentimientos eran raros pero siempre correctos. Sin embargo, era
consciente de que no podía cambiar nada al respecto. Ambos teníamos
que pelear nuestras propias batallas por separado, sin poder ayudarnos
mutuamente. Todos tenían que seguir el camino que el destino les había
trazado, pero el sentimiento de impotencia que yo sentía no era fácil de 141
sobrellevar.
─ Oh, por favor, tú no. ¡No ese cliché de mierda! Soy una Vikaris,
Raphael, no sé si eso significa algo para ti, pero no estamos realmente
especializados en este tipo de demostraciones emocionales. Entonces
mejor que te tomes en serio mi advertencia, ¡es una advertencia de
bruja! ─
Me miró y asintió.
─ Lo es para mí. ─
─ Por supuesto. ─
─ Estaré listo. ─
─ ¿Clarence? ─
─ Bueno, cuán serias eran las cosas entre tú y Raphael. ─ Mis ojos lo
invitaron al silencio, pero continuó.
─ Quiero decir, como todos los demás, pensé que era una simple
aventura, una historia sin sentido que terminaría algún día. Dada la
reputación de Raphael... bueno, ¿lo entiendes? ─
─ Bueno, la de él sí. ─
─ Es un cadáver, no un...─
─ ¡Cállate! ─
De repente palideció.
Lo interrumpí inmediatamente.
Rafael era fuerte, tan fuerte que dudaba, no sólo de que quisiera
hacerlo, sino sobre todo de que pudiera hacerlo. Y esa certeza era tan
aterradora como estimulante. Encontrar un socio de este tipo era tan 144
raro para una Vikaris como encontrar una bolsa de Chanel en promoción
al final de la venta.
─ No. Bueno ¿Me vas a ayudar a subir las malditas escaleras o no? ─
Sonrió.
Se rió.
Mi poder me envolvió en una niebla tan roja como la sangre y sentí que
no habría necesitado nada para que explotara a mí alrededor.
Frustrante......
145
Capítulo Once
Lo miré fijamente y noté las ojeras profundas que le llenaban los ojos,
que su hermosa piel de ébano se había vuelto gris, que sus largas
trenzas africanas estaban sucias y mucho menos apretadas de lo normal.
Tantas pistas que me dijeron que la estaba pasando mal. Que incluso
sufría por ella.
Aligarth, líder del clan de los cambiantes, era uno de los cambiaformas
más extraños y poderosos que he conocido. Los tigres blancos con
dientes de sable no recorren las calles y el ver uno en nuestra época
tenía algo cautivador e insólito....
Khor era el segundo al mando de Aligarth, así que no podía rechazar una
audiencia sin ofender a la cabeza de los cambiadores. ¡Maldita sea!
─ ¿Y si no quiero hacerlo? ─
Rápidamente barrí la sala de estar con la mirada. Estaba claro que los
objetos habían sido movidos, pero el ladrón no había causado tanto
desorden como yo temía. No, de hecho, estaba aún mejor arreglado que
cuando me fui esta mañana.
─ Me pregunto por qué hizo las cosas tan bien...─ me dije en voz alta.
─ Muy graciosa. No, sabía que estabas en mal estado y que Leo volvería
pronto de la escuela. No quería que encontrara su casa en estas
condiciones. ─
No tenía intención de revelarle que fue Beth quien lo mató. Primero 150
─ Lo conocía. ─
Por mucho que no quisiera hablar con el hombre león, no podía dejar
escapar una oportunidad tan grande de aprender un poco más sobre el
hombre gorila y Khor lo sabía perfectamente bien.
Tragué grueso.
─ Sí, y no estuvieron muy lejos de ello, ─ dijo Clarence. Me volví hacia 153
─ ¿Por qué? ─
Lo miré, sorprendido.
─ Yo lo preferiría. ─
─ ¿Por qué? ¿Da igual que ella sepa la verdad, no? ─ le señaló
secamente a Khor. 154
El hombre león se puso la mano sobre su cara con una mirada vacilante
y molesta.
─ Rebecca...─
─ Nuestra entrevista ha terminado. Agradezca a Aligarth por esta
información y transmita mis respetos. Adiós, Khor. ─
─ Muy bien. Empiezo a las 8:00. ¿Puedes pasar por casa de Raphael y
pedirle prestado su 4X4 BMW? Dile a Héctor que es para mí, te dará las
llaves.
─ Sabes, nunca pensé que diría esto, pero ser la novia de un vampiro
parece un buen plan para una chica, ─ se mofó.
─ ¿No crees que vaya a haber un pequeño conflicto de intereses? ¡Te 156
─ ¿Chupamedias? ─ refunfuñó.
─ ¿Por qué? ¿Porque no creo que pueda hacerlo todo? ¿Por qué no
rompo las reglas y no me paso de la raya? ¿Porque creo en la justicia
para todos y no me tomo por Dios, como tú?
Nos criamos desde la infancia con la idea de que las Vikaris eran
superiores en todos los aspectos a las demás especies, y aunque ya no
creía realmente en ellos hoy en día, mi actitud se vio afectada y atrajo
mucha animosidad.
─ Touchee. ─
─ Nací bajo una mala estrella o soy demasiado estúpida para evitarlos, 157
no lo sé, pero así son las cosas y tengo que lidiar con ello, aunque me
arruine los nervios y la salud. ─
─ Uh.... sí. ─
─ De acuerdo. ─
─ Oye, ¿Clarence? ─
─ No escatimes en los medios que tendrás que utilizar para lograr tus
objetivos. Todos los medios a mano. ─
Debería haber tenido en cuenta eso, antes de llamar a mi hija para ver
cómo estaba y decirle que iba a reemplazar a una de las maestras de su
escuela. Ella había gritado tanto que mis tímpanos aún resonaban. «
¿Por qué me haces esto? ¡Vas a avergonzarme! ¿Por qué no estás
respetando mi privacidad? » En fin, había sido una verdadera crucifixión.
Una paliza adecuada. Al final, me quede sin culo en el que sentarme y
furiosa. Deseando refugiarme frente al televisor y olvidarme de todo.
Empezando por el deseo que tenía de estrangularla.
Abrí los ojos para descubrir que estaba en una habitación oscura,
iluminada por candelabros, y esposada a las barras de una cama
gigantesca.
Voy a matarlo, pensé, mirando la ropa interior de cuero negro que este
retorcido me había puesto.
─ Bienvenida a casa. ─
─ Quieres que te toque y aun así insistes en resistirte a mí, ¿por qué? 160
─ Bueno, está bien, las olvidé otra vez, ¿te sientes bien? Te ves
horrible, ─ agregó mientras se sentaba en la silla frente a mí.
Como de costumbre, vestía elegante y refinada. Su traje de pantalón
marrón y camisa de seda le quedaban perfectos y su maquillaje ligero
realzaba hábilmente sus finas facciones y su piel blanca.
─ Sírvete, me da pereza. ─
─ Beth...─
─ Está bien, escuché que te hirieron, así que vine a ver cómo estabas,
¿De acuerdo? ─
─ ¿Y bien? ─
─ ¿Exagerado? Oh, ¿en serio? ¿Me estás tomando el pelo? ¿Crees que
no reconozco dos agujeros de bala? Sabes, sólo porque ya lo hayas
sanado muy bien no estoy ciega...─
No, desafortunadamente...
─ Te lo dije, no es nada. ─
─ Es un poco complicado. ─
─ ¿Complicado cómo? ─
─ Todavía no. ─
─ ¿Tu asalto tiene algo que ver con el tipo que maté en tu oficina? ─
─ ¿Asesinos a sueldo? ─
─ Ten cuidado, nadie corre más rápido que una bala, Rebecca ─ dijo
en tono siniestro.
─ Lo sé, pero también tengo responsabilidades hacia tus alumnos y soy 165
Me puse nerviosa.
─ Preferiría que estuvieras en la mía. Noté que Mark nunca invadió mis
sueños cuando me acostaba con alguien, como si el hecho de que no
fuera el único lo detuviera. Esperaba que la presencia de Beth me
permitiera escapar de mis pesadillas por el resto de la noche. Ella se rió.
─ ¿Y entonces qué? ─
─ No voy a aburrirte con mis historias, ya tienes bastante con las tuyas.
─
─ ¿El semidemonio? ─
─ ¿Qué? ─
─ Mira. ─ dije, mostrando los rastros que las esposas habían hecho en
mis muñecas.
─ Él. Me atacó, Beth, usó su poder psíquico sobre mí y... oh, mierda,
¿cómo se supone que gane, en sueños que no puedo controlar? ─
─ Ciertamente. ─
─ No lo sé. Normalmente no. Pero Mark afirma que este poder proviene
de Malaat. ─
Beth sabía lo que era Malaat y el problema que tenía con este vínculo
metafísico.
─ Me quiere a mí. ─
─ Todo lo que tiene que hacer, es hacer cola como todo el mundo, ─
se burló.
─ Pero va a volver... ─
Miré hacia otro lado y Beth comenzó a gruñir mientras sus ojos se
ponían peligrosamente amarillos.
─ Buena idea, con un buen tubo de Alka Seltzer, debe ir muy bien, ─ le
dije en tono cáustico.
─ Se está escondiendo. ─
Se puso pálida.
─ ¿Está manipulando tus sueños desde Gerle Ad? ¿Cómo es posible? ─ 169
Durante los últimos meses, Beth había estado tomando clases de yoga
tres veces a la semana para aprender a relajarse. Dado el estado en el
que había puesto a Edmund Wallace, no estaba segura de que este tipo
de disciplina le sirviera de algo.
─ Sí. ─
Sacudí la cabeza.
─ La naturaleza primero...─
─ ¿Naturaleza? ─
─ ¿Yo? ─
─ Espera, espera, sabemos que hay una conexión entre Bruce y yo,
pero de eso a deducir que estamos apareados, ¡hay un gran margen! ─
─ Cree lo que quieras, pero por favor llámalo. Si no lo haces tú, lo haré
yo. ─
173
A la mañana siguiente, vigorizada por una larga noche de sueño, me
estacioné en el estacionamiento de la escuela de las potioneuses. En la
radio, el meteorólogo estaba teniendo un exagerado placer, indecente y
obvio al anunciar grandes caídas de la temperatura para la próxima
semana.
─ ¿Profesora Kean? ─
─ Hola Maurane. ─
─ Ven conmigo. ─
Seguí sus pasos y entramos en el edificio principal, pasando de una
habitación a otra (Maurane saludaba a los alumnos a veces con la
cabeza, a veces con la mano, les sonreía o les miraba con una cara
severa, según los casos), entramos a una gran sala blanca y luminosa,
con grandes ventanales y una veintena de puestos de trabajo equipados 174
con pequeños fregaderos, alambiques, caños de gas y ollas.
Las niñas la siguieron con la mirada hasta que la puerta se cerró detrás 175
de ella y luego volvieron su atención hacia mí. Algunas miradas
reflejaban miedo, otras curiosidad, otras excitación, y de repente sentí
una sensación de malestar.
─ Bueno, para que quede claro, sí, soy el Assayim, pero si estoy aquí,
entre ustedes, en esta clase, no es como un representante de la ley de
este estado, sino como un maestro. Así que relájense y respiren, ¿de
acuerdo?
─ Me alegra ver que al menos una de ustedes tiene sentido del humor.
¿Puedo saber su nombre? ─
─ No, señora. ─
─ Sí, señora. ─
Una hora más tarde, el ambiente se había relajado. Caminé entre las
filas, olí las pociones, di mi consejo.
─ Este está muy bien. Tu magia parece encajar perfectamente con esta
preparación, ─ le dije a Sophie con una mirada de aprobación.
─ No. ─
─ Por favor. ─
─ ¡Ah! Muy bien. Pero entonces, ¿por qué no eres parte de nuestro
clan? ─
─ Entiendo. ─
─ Nos vemos pronto, Julie, ─ dije cuando llegué a la cafetería.
─ ¿Rebecca? ─
hacerlo.
─ No, no, pero puedes imaginarte lo que la gente dirá y...─ balbuceo
la Sra. Valmer.
─ ¿Qué va a decir la gente? ¿Pero qué gente, Sra. Valmer? ¿Por qué se
supone que un oficial de la ley deba molestarle? ¿Debo asumir que tiene
algo que ocultar? ─ la perseguí con frialdad.
─ Por nada. Pensé que tal vez era una de las estudiantes privilegiadas
de la Sra. Stevic y por lo tanto parte del club de desarrollo también. Y si
ese es el caso, yo tal vez podría seguir dándole clases particulares como
lo hizo su profesora.
─ Gracias. Yo... ─
─ ¿Me permites? ─
─ Lo sé, pero tengo una pequeña cuenta que saldar con ellos. ─ Colgué
y volví con Maurane, que me estaba observando por el rabillo del ojo.
─ ¿Problemas? ─
─ Para mí no. Tengo que irme, volveré a tiempo para mi clase de las
3:00. ─
─ Que se diviertan. ─
La diversión no era tan segura. Los tipos que iba a cazar no eran
monaguillos. Esa fue una de las razones por las que me negué a que
Clarence fuera solo. Mi segundo tenía el desafortunado hábito de salir
herido por un sí o por un no y no tenía ningún deseo de tener que
registrar varias hectáreas de bosques nevados para encontrar su
cadaver. A pesar de sus ideas algo estrechas y sus principios anticuados,
el puma no era un mal asistente y el trabajo administrativo del que me
estaba relevando, era una tarea menos que asumir.
Capítulo Catorce
Clarence rugió y aceleró el ritmo aún más, demasiado excitado por los
rastros visuales y olfativos que había dejado nuestra presa.
Los fabulosos ojos grises del tigre dientes de sable brillaban como dos
joyas y se le escapó una risa.
Oh vamos...
Clarence había vuelto sobre sus pasos y nos estaba observando.
─ No es mi cualidad principal. ─
Miré al puma con una mirada cuestionable mientras yacía en la nieve con
un gemido frustrado.
naturales.
Estaba mintiendo. Sabía que estaba mintiendo porque sentí una fría ira
en su voz cuando hablaba. Había hecho mi ataque personal y ¡al diablo
con ello si sabía por qué! Pero no me importaba. Tratar de entender a
este tipo de personas era como desbloquear una granada cuando no
estabas seguro, de poder lanzarla antes de que te explotara en la
cara.....
─ Ali, localizaste a estos tipos y los capturaste, espero que haya sido
suficiente para entretenerte, ahora tengo que ir a interrogarlos. ─
Inmediatamente me siguió.
piel de chocolate.
Sus finas trenzas estaban atadas con una cinta elástica y llevaba sus
eternos pantalones de chándal blancos.
─ No es necesario. ─
Di la espalda al tigre (para que no pudiera leer mis labios), volví a dirigir
toda mi atención a los dos hombres. Uno tenía el pelo castaño claro,
pequeños ojos saltones, una nariz muy larga y dientes salidos. 189
Probablemente una rata. El otro tenía el pelo gris, un gran bigote, una
cara roja y apestaba a hiena.
para protegerlos.
Greinberg había cerrado los ojos tan pronto como entendió lo que yo
acababa de hacer a su cómplice y ahora estaba observando el miedo, el
verdadero miedo, doblegándolo.
Trago saliva.
─ ¿Fórmulas prohibidas? ─
─ Sí. ─
─ Vas a tener que darme algo mejor que eso. Tenías un contacto en
caso de que algo saliera mal y tu jefe fuera asesinado, ¿no? ─
La hiena sabía que estaba atrapada, igual que ella sabía que yo no
sentiría más lástima por ella que por la rata. Esperaba que Greinberg no
estuviera tan desesperado para pensar que no tenía nada que ganar
informándome y que yo terminaría matándolo de todos modos.
─ ¿Me dejarás vivir si te digo lo que sé? ─
─ Sí. ─
─ Tú la tienes. ─
─ Gracias Greinberg. ─
─ Sí. ─ 193
─ Lo sé, ─ dije.
─ No me lo creo. ─
─ No, ninguno. ─
─ Los vampiros no son mi clan, no tienen poder sobre mí, no tengo que
preocuparme por ningún conflicto de intereses como el de hoy. ¡Mierda!,
¿Cómo hacías antes? ─
─ Eso es. ─
─ No. ─
─ Me sorprendes ¿sabe que los otros Assayims ganan cuatro veces más
que tú? ─
─ ¿Cuatro veces? ─
─ ¡Cuatro veces! ─
Se preocupó.
─ Sí. ─
─ En mis notas dice que se puede sustituir el azafrán por anís, ¿pero
eso no cambiará los efectos? ─
Les pedí que prepararan una poción que pudiera cambiar el color de su
piel, el pelae tentorum, fue el principio del curso, y en general les había
ido bien.
─ Sí, lo hace. El anís es más adecuado para los colores dorados, como
los tonos asiáticos, el azafrán, más chocolate o colores oscuros.
─ ¿Y si ponemos ambos? ─
─ Pareces sorprendida. ─
Sonreí.
─ No, excepto cuando hay que enterrar los cadáveres con una pala o
cortarlos con una sierra eléctrica para poder meterlos en una bolsa, ─ le
dije secamente.
Le di una mirada furiosa antes de darme cuenta por sus ojos brillantes y
su amplia sonrisa que estaba bromeando.
─ Por supuesto. ─
─ ¿Puedo consultarlos? ─
─ No. Pero sabes tan bien como yo que no sería la primera vez que una
joven potioneuse se vuelve loca. ─
─ Vale, pero de ahí a conocer la existencia del grimorio y poder
duplicarlo o robarlo, hay un abismo. ─
─ ¿Y? ─
─ Interesante. ─
─ ¿De qué? ─
─ Sé que tengo que darte esa impresión, pero tienes que creerme, ─
insistí en un tono sombrío. 206
─ Esta magia, este poder que corre por mis venas y en mucha menor
medida por las tuyas, ¿procede de dónde, en tu opinión? ─
─ No sólo creo en ello, sino que mi vida, mi alma, está dedicada a ellas.
─ No lo entiendo. ─
Dos horas más tarde, estaba de vuelta en mi aula donde Sophie Boswell,
Sandra Whickers y Julie Whicombe me estaban esperando.
Las tres chicas intercambiaron una mirada discreta. Luego habló Julie.
─ No te pregunté qué viste con tus otras compañeras durante tus horas
de clase, sino los nombres de las pociones que viste con tu profesora,
Srta. Whicombe.
Lograr que estas niñas hablaran iba a ser mucho más difícil de lo que
había imaginado.
Se ruborizó de inmediato.
─ Cada dato, cada prescripción debe ser tratada con la mayor cautela.
Un solo error en la dosis, un simple descuido puede poner en riesgo sus
vidas y las de los que le rodean, supongo que la Sra. Stevic ya se lo ha
dicho, ¿verdad? ─
─ ¡Oh! Esa...─
tanto el odio y el racismo que implicaban sus palabras, sino las miradas
amenazadoras que daba a Sophie y Julie lo que me estaba molestando.
Estas tres tenían algo que ocultar, o me cortaba la mano.
─ Creo que nos perdimos un poco. Esta discusión fue interesante, pero
es hora de volver a trabajar seriamente. Así que vengan a mi alrededor y
miren atentamente. ─
Una hora más tarde, las niñas bostezaron hasta sacarse las mandíbulas,
pero las tres fueron capaces de preparar herbu prolifexat digno de ese
nombre.
─ ¿Si? ─
─ Mentimos antes. ─
─ ¿Sobre qué? ─
─ Te estoy escuchando. ─
─ La Sra. Stevic nos había prohibido hablar de ello. Dijo que eran
hechizos de alto nivel y que tendría grandes problemas si alguien se
enteraba. Y le creí hasta que...─
─ ¿Hasta qué? ─
─ ¿De qué? ─
─ ¿Por qué? ─
Se puso un par de guantes de goma y noté por primera vez que sus
pulgares y el interior de sus dedos índices habían sido quemados.
─ Es por lo que dijiste antes.... sobre los sacrificios que hay que hacer 215
por el bienestar del mayor número de personas. Las pociones se han ido,
señora, ya no están en el almacén. No soy muy inteligente, pero si
entendí la conversación que la Sra. Stevic tuvo con la otra chica, estaban
planeando atacar al Directum y si eso sucede, será por nuestra culpa. ─
─ Sí. ─
- No, lo siento.
─ ¿Sra. Kean? ─
─ Teniente Travers. ─
─ Ciertamente. ─
─ Sra. Kean, sobre algunos de estos números..... Uno de ellos me llamó 217
especialmente la atención...─
─ ¿Si? ─
─ Como en mí mismo. ─
─ Voy a dormir contigo unos días para que te recuperes. Fui a la casa a
recoger algunas cosas. ¿Has comido? ─
─ Teléfono. ─
─ ¿Quién es? ─
─ ¿Qué quieres? ─
─ Entrar. ─
─ Bueno, adelante. ─
─ ¿Cuál título? ─
─ ¿Estás bromeando? ─
─ No. ─
─ ¡Estás completamente loca! No tiene derecho a...... Mierda, Rebecca,
no puedes cuidar a esos monstruos, a esos asesinos, no tú. ─
─ ¿Lo amas? ─
─ No tiene nada que ver con esto, y si te hace sentir mejor, esta
situación no me conviene más que a ti. ─
─ Por supuesto que estoy enamorada de él, pero eso no fue lo que
motivó mi decisión. ─
Ella sonrió.
─ Eres rara, casi parece que estás feliz por ello. ─ Beth no tenía a los
vampiros en su corazón, por decir lo menos, y le había tomado bastante
tiempo aceptar mi aventura con el más salvaje y peligroso de todos
ellos.
─ Nunca te he visto sentir nada por nadie más que por Leo y por mí.
Pensé que estabas jodida, que envejecerías sola, y luego llegó Rafael
y.... 223
Fruncí el ceño.
─ Beth .. ─
─ Sí. ─
─ No. ─
─ ¿Así que vas a arruinarlo por una herida de autoestima? ─
─ Absolutamente. ─
─ Eres una chica grande, supongo que sabes lo que estás haciendo, ─
le dije mientras agarraba la botella de champú.
Ella se rió.
─ Humpf......
─ Estoy en camino. ─
─ ¿Qué ocurre? ─
─ Una joven potioneuse se ha esfumado. Maurane me está pidiendo
ayuda. ─
El oído y el olfato de un hombre lobo pueden ser muy útiles en un caso 226
de desaparición, pero dudaba mucho de que la maestra de las pociones
apreciara la intrusión de un cambiaformas en su territorio o que lo
autorizará..
─ Lo sé, pero ya sabes, las brujas odian cuando la gente mete la nariz
en sus asuntos. ─
─ No, no. ¿Qué se supone que haga afuera? ¡Hace menos 15 grados! ─
─ Lo sé. ─
Tragó lentamente.
─ ¿Crees que...? ─
sentimiento de culpa que sentía probablemente tenía algo que ver con
ello.
─ Sí, pero sólo a lo largo de los senderos, para que los estudiantes
puedan circular con seguridad. ─
─ ¿Tienes linternas? ─
─ Por supuesto. ─
La niña tenía los ojos cerrados. Su piel estaba azulada, las migajas de
hielo escarchaban sus pestañas y su cabello dorado. Sus rasgos eran
tranquilos. Podría haber estado durmiendo. Debería haber estado
durmiendo.
─ ¡Maurane! ─
─ ¿Encontraste algo? ─
5
Gran Duque: es un Búho Real.
─ ¡No! ¡NO! Dime que no es... no!!!!!! Por favor...─
─ Esta niña, Sandra, participó al igual que Jessie, Maya, Julie y Sophie
en la elaboración de las pociones prohibidas. Ella estaba hasta el cuello
en esta historia.
─ ¡Oh, Dios mío! ¿Pero por qué no viniste a mí? Habría tomado medidas
de protección, las habría hecho dormir en casa. ─
─ Pero por Dios, ella no está en coma ni bajo un hechizo, ¡está muerta!
Sus familiares deben ser informados. ─
─ Si haces eso, si la historia se propaga, que una niña ha sido
asesinada, todos los padres se apresurarán a recuperar a sus hijos y con
ellos nuestros principales sospechosos. No hace falta decir que eso está
fuera de discusión. ─
─ Pobre chica...─
─ ¿Qué? ─
─ ¿Ahora? ─
Sandra debe haber sido de mi opinión porque tan pronto como el poder
la penetró, se creó una conexión. Y sentí los indicios de magia en la
mente de la niña despertar y hacer un último grito de agonía.
─ ¿Rebecca? Rebecca? ─
─ ¿Qué? ─
─ ¿Cómo? ─
─ Sólo vi una silueta, sin rostro. Quien la atacó usó un spray que
contenía una poción paralizante y luego…─
─ ¿Y luego qué? ─
─ Como dijiste. ─
La nieve que había estado cayendo de nuevo durante casi dos minutos
crearía una nueva capa de nieve que nos ayudaría a ocultar nuestras
huellas y el agujero que nuestra nueva construcción iba a dejar. Era
perfecto.
─ Sí, por eso vamos a tener que jugar duro. ─ Una hora más tarde,
una vez terminada nuestra tarea, con torpeza pero con firmeza
transportamos el cadáver de la joven potioneuse a bodega de la escuela.
─ Nadie la encontrará aquí, ─ dijo Maurane, con la nariz roja y los pies
congelados, dándome la llave de la cerradura del congelador en el que
acababa de encerrarla.
─ Aún mejor. ─
─ Esta...─ Se recuperó.
Una mujer alta, morena y fuerte, de rostro redondo, asintió sin decir
palabra, abrió la puerta de inmediato y escuché unos cuantos susurros
mientras Maurane se estaba alejando hacia el final del pasillo.
Capítulo Diecisiete
rosas. Ella era alta, bastante pálida, y sus labios estaban agrietados
como después de una exposición prolongada al frío o al sol. No era fea si
te gustaba el tipo de gran bacanal anoréxico.
─ ¿Cómo te llamas? ─
La chica asintió con la cabeza. Pero con una mirada cautelosa. Como si
el hecho de que use su nombre de pila constituyera un exceso de
confianza que sólo podría llevar a una trampa.
─ No, señora. ─
─ No, señora. ─
─ No, señora.
─ ¡Oh, no, no haga eso, señora! Mis padres no son muy tolerantes, si se
enteran de que no quiero cooperar con usted, ¡me estrangularían! ─
─ ¿Y eso es todo? ─
─ Sí, señora. ─
Se encogió de hombros.
─ ¿Nosotras? ─
─ Julie Whicombe, Jessie Brennan y Sophie Boswell también estuvieron
presentes. ─
─ Sí, bueno, ya no las veo mucho. Desde hace algún tiempo, siempre 238
están juntas y ya no se asocian con nadie más y.... bueno. Jessie está
enferma y Sandra se ha ido, así que sólo quedan Sophie y Julie de su
pequeña pandilla. ─
Ella había dicho eso en voz baja, pero un brillo de maldad brillaba en sus
ojos como si estuviera disfrutando secretamente de la situación. Estas
chicas deben haberla rechazado o haberla hecho sufrir muchísimo.
─ ¿No crees que sea extraño que una chica tan sofisticada y que viste
como Sandra sea amiga de una chica tan simple y natural como Julie? ─
─ Nada más que lo que acabo de decirle. ¿Puedo irme a la cama ahora?
Nos levantamos en dos horas y tengo un examen de geometría. ─
¿No fuiste a dormir a tu casa? ─ preguntó Maurane, con los ojos rojos
y la cara somñolienta.
─ Esta vez no, Maurane. No, esta vez no esperaré para hablar con
ellas.─
Diez minutos más tarde, Maurane me trajo uno de sus vaqueros, una
braga de algodón todavía en su envase y un grueso suéter de cachemir
rojo.
─ Gracias. ─
─ Es la marca de mi clan. ─
─ ¿Qué? ─
Sophie y Julie estaban sentadas hombro con hombro sobre las mantas
de la cama matrimonial. Intercambiaron breves miradas y parecían 242
visiblemente preocupadas.
─ Sí, señora. ─
─ Sí. ─
─ Sí, señora. ─
─ Julie, ¿crees que estaba asustada? ─
─ Responde a mi pregunta. ─
─ No. ─
─ Muy bien, es cierto que es raro, pero todo el mundo puede contraer la
gripe, ¿verdad? ─
─ Julie, ¿qué sabes de las pociones que la Sra. Stevic te pidió que
hicieras? ─
─ Entonces, ¿así que pretendes no conocer los efectos de los hechizos 244
que estaban preparando? ─
─ No te creo, Julie. ─
─ ¿Qué es? ─
─ ¿Por qué está haciendo esto? ¿Crees que dándome este tipo de
tratamiento va a encontrar a Sandra? ─
─ Bueno, entonces Julie, ¿qué sabes de las pociones que la Sra. Stevic
te pidió que prepararas durante tus cursos de perfeccionamiento con
ella? ─
─ Yo no...─
─ Esas son pociones de batalla. La profesora Stevic nos dijo que tenía la
intención de usarlas contra vampiros y demonios que en secreto siguen
matando a los nuestros. ─
─ No, sólo Sandra, Jessie y yo. Sophie, sólo quería sacar buenas notas y
Maya se negó. ─
Por lo tanto, la protegida de Maurane no estaba involucrada. Me sentí un
poco aliviada, pero lamenté profundamente que no las hubiera
denunciado.
— N...
─ No. ─
─ ¿Tenía un antiguo grimorio? ─
─ No. ─
─ Entonces, ¿Jessie...? ─
─ Jessie, Julie, Sophie. Están todas jodidas. ─
─ No eres la única. ─
─ Lo he oído.
─ ¿Qué? ─
Oh, mierda...
─ ¿Cómo es que tú...─
─ Sí. ─ 249
─ Sí. ─
Julie había cometido grandes errores, pero iba a pagar un alto precio por
ellos. No sentí ningún deseo de clavar el cuchillo en la herida.
─ No. ─
Ella gritó y envió la lámpara de noche rosa que estaba a un lado, al otro
lado de la habitación.
─ No. ─
─ Perfecto.
─ Sí. ─
─ Dormir una o dos horas y continuar. ¿Qué más quieres que haga?
─ Y Sophie y Julie ¿qué les va a pasar? ─
─ ¿No crees que ya sea suficiente? ¿No podríamos dejarlas en paz 251
ahora? ─
252
Construida de dos pisos y alineada con altas cercas, la casa del Capitán
Grecco era grande, cómoda y cálida (bonito piso de madera, lujosa
escalera que lleva al primer piso, grandes ventanales...., el capitán o
tenía un gran arquitecto o una esposa que era fanática de los programas
de decoración). ─
─ No, yo...─
Un hombre de pelo blanco y largo, sin duda de origen indio, me miró tan
pronto como entré en la habitación y lentamente se levantó de su silla.
El líder del clan chamán en el estado de Nueva York era sin duda más
simpático que Tyriam, nuestro líder chamán local. Pero eso no era muy
difícil. Un Doberman contaminado con rabia habría sido más jovial que
Tyriam.
─ ¿Puedo ofrecerle algo de beber, Sra. Kean? ─ preguntó el capitán
Grecco.
─ No, gracias. Tengo muy poco tiempo, así que vayamos al grano,
Capitán, creo que es mejor. ─
254
─ Muy bien. Nuestro venerado líder, Kala, tuvo una visión que
anunciaba que vendrías a mi casa hoy, y dice que usted está en grave
peligro. ─
─ Eso es correcto. ─
─ Ya veo. ─
255
Lo que más vi fue que había un gran problema en el Directum del estado
de New York y que, si continuaba así, pronto nos veríamos afectados por
el efecto mariposa.
─ Por supuesto. ─
─ ¿Pero no lo mataste? ─
─ Sra. Kean, una última cosa, tenga cuidado con Vladimir. Dudo que le
deje tomar a Franck Marden tan fácilmente. ─
─ ¿Por qué no una sustituta? Sus resultados son excelentes por lo que
me han dicho y la población sobrenatural de Vermont, aunque mucho
mayor que la nuestra, parece haberse vuelto increíblemente tranquila
desde su llegada. ─
Me encogí de hombros.
─ Es un cliché, ¿sabes? ─
─ ¿Está aquí? ─
─ ¿Cómo va todo? ─
El capitán asintió con la cabeza y nos dirigimos hacia las escaleras del
sótano. Al descender, oí salmodias y la voz alta de una mujer cantando
en un idioma que nunca antes había oído.
─ ¿Podemos interrumpirlos? ─
¿El reino de los muertos? No sabía que era un destino tan turístico...
Le hice señas de que lo había entendido, y luego fue a sentarse en el
círculo de otros diez chamanes sentados en el suelo, sobre una gran losa
de piedra cubierta de inscripciones y símbolos extraños.
experiencias reales en este campo. Así que estaba feliz de asistir a este
tipo de reuniones y traté de olvidar por un momento las razones
desagradables que me habían empujado a venir y concentrarme en lo
que estaba sucediendo ante mis ojos.
La pregunta ahora era cuál de los seis tipos que tenía delante de mí ya
tenía su boleto de vuelta a la otra vida.
261
─ ¿Rebecca? ─
─ Charles, supongo. ─
─ ¿Qué? ─
─ ¿Sus ejecuciones? ─
─ ¿Y?
─ Georgia Home. ─
Media hora más tarde, llegamos al hotel sin que yo pudiera comunicarme
con Clarence a través de su teléfono móvil. Lo que era una muy mala
señal.
El pasillo del segundo piso estaba desierto, excepto por una camarera
que empujaba un carro.
─ Probablemente. ─
─ ¿Por qué? ─
─ Porque te tienen miedo. Nadie ignora lo que has hecho con la
custodia personal del Consejo Europeo, Assayim, y muchos de ellos
tienen una opinión muy negativa de la pareja que formas con Raphael y
del poder de tal alianza. ─
─ Ya veo. ─
─ ¿Héctor? ─
─ ¿Sí, ama? ─
─ ¿El maestro vampiro? Por supuesto, pero ¿está segura de que eso es
prudente, Assayim? ─
─ No lo entiendo. ─
─ Si eso es cierto, lo siento, pero no veo cómo este ataque podría poner
en duda el acuerdo del que está hablando. Por lo que sé, no perteneces
al clan de vampiros de Vermont, Rebecca. ─
─ No, en absoluto. ─
─ ¿Dónde estás? ─
─ En el Hotel Georgia. ─
─ ¿Qué quieres? ─
─ Compensación. ─
─ ¿Y eso es todo? ─
Nuevo silencio.
─ Nada... Sabía que eras una luchadora talentosa y una cazadora hábil,
pero no sabía que también eras una estratega. Me sorprendes, Assayim.
─ En vez de halagarme, será mejor que te vayas de aquí. Podría hacer
mucho calor. ─
─ Oh, sí, se los tomará muy en serio. Ese es el punto. El maestro 269
vampiro de Nueva York arriesgó su cabeza y él lo sabe. Los Mortefilis
nunca lo perdonarían tal error. Así que sólo le quedaban dos opciones:
cumplir o eliminarme antes de que pudiera acusarle de perjurio o decidir
iniciar una guerra. ─
─ No. ─
─ Supongo que ya te lo han dicho, pero eres tan peligrosa con un arma
como sin ella...─
─ ¿Diplomacia? ─
─ Diplomacia.
─ Lo sé, Héctor. ─
─ Bien. Aviso a los hombres... ¿Cree que estará ahí toda la noche,
señora? ─
─ ¿Problemas? ─
─ No, pero hay asuntos urgentes que tratar. Negocios por hacer...─ Si
alguien me hubiera dicho hace unos meses que aceptaría liderar un clan
de vampiros, me habría reído en su cara. Ahora sólo quería llorar.
─ De acuerdo. Me reuniré contigo tan pronto como resuelva el incidente
con Jolan. ─
─ Perfecto. ─
Cinco hombres salieron del primer coche, una limusina negra. Tres
vampiros, un cambiante y un humano. 272
─ Sra. Kean. ─
─ Maestro Jolan. ─
─ Veo que no viniste con las manos vacías, Jolan ─ dije, mientras mis
ojos se deslizaban hacia el tipo que rezumaba miedo a su lado,
probablemente Franck Marden, y luego hacia Clarence, cuya cara estaba
muy dañada.
─ Gracias. ─
─ De hecho, ─ admitió.
El vampiro se rió.
─ Sabes, voy a terminar creyendo que Raphael no está tan loco por
dejarte a cargo de su clan como pensé que estaba. ─
─ ¿Qué? ─
274
─ Sabio. ─
─ ¿De qué? ─
Nos enfrentamos con los ojos por un momento y luego dirigí mi atención
a Franck Marden.
─ Créame, maestro Jolan, soy muy consciente de las molestias que esta
desafortunada historia le ha causado y recordaré con mucha precisión la
ayuda que me ha prestado y la discreción con la que se ha resuelto este
malentendido, ─ dije, evitando su pregunta.
─ ¿Muy precisamente? ─
─ En cada detalle. ─
─ Una palabra. ─
Un servicio por un servicio. Así es como trabajaban los vampiros. Si Jolan 275
Pero bueno, como dicen, "a caballo regalado no se miran los dientes"...
─ ¿Puedo llevarte a cenar a algún sitio? ─
Sacudí la cabeza.
─ ¿Mañana?
─ ¿Por qué no cuando Rafael regrese? Creo que una excursión podría
divertirle, ha estado falto de distracción últimamente. ─
─ Lástima. ─
─ ¿Rebecca? ─
─ ¿Si? ─
─ ¿Qué hacemos con Marden? ─ Preguntó una vez que había pasado el
cartel de la entrada de la ciudad.
─ A casa de Raphael. ─
─ No. ─
Me miró con una mirada que decía "vas a pagar por esto", pero no
protestó y siguió a Molly arrastrando las piernas, sólo para expresar su
reticencia.
─ Entonces, Héctor, ¿cuáles son esos casos urgentes para los que me
pediste que viniera? ─
Seguí sus pasos y entré en una habitación con tonos verdes y muebles
de regencia donde me esperaban tres vampiros.
─ Sí, ama. ─
─ ¿Cuál elegirías? ─
─ Habría hecho que los vigilaran. Rafael nunca ataca primero, teje su
telaraña y espera pacientemente. ─
─ De acuerdo. Quiero que cada barco, cada avión, cada aeronave, estén
vigilados, y tenemos que equipar el camino y la propiedad con sistemas
explosivos y trampas de todo tipo. Quiero que se vigilen todas las
carreteras que conducen aquí y que dupliquen las municiones. Quiero
lanzallamas, lanzacohetes y ametralladoras. ─
No, luchaban la mayor parte del tiempo con espadas, cuchillos, colmillos,
garras, etc., pero lo encontré un poco anticuado e ineficaz.
─ Te van a matar. ─
─ Posiblemente. ─
─ ¿Por qué estás haciendo esto? Nunca nos has apreciado, ¿verdad? ─
─ El banquero. ─ 284
─ Eso es todo, Héctor, ¿no hay nada más que arreglar? ─ Dije después.
─ Cierto, lo olvidé. ─
─ Puede que me esté adelantando, pero puede ser que antes de que
vuelva el amo, usted también olvide muchos de sus prejuicios y nos
haga olvidar los nuestros, ama...─
─ Dos días. ─
─ Probablemente. ─
─ Yo no soy la que roba las mantas, así que cállate, ─ refunfuñé 287
cuando un suave letargo se apoderó de mí.
─ ¿Beth? ─
O Beth estaba de pie, con su camiseta larga que decía "no me busques"
en la cama, con los colmillos afuera, los labios enrollados, oliendo y
gruñendo, o había perdido la poca salud mental que me quedaba.
─ No digas tonterías. ─
─ Pero entonces... ─
─ Rebecca yo... ─
─ Oh, cariño, lo siento, debí haber estado más alerta, fui a tomar un
baño y él aprovechó la oportunidad para...─
─ No es tu culpa, ─ dije con voz tranquila y helada. ─ Es mía. Debí
haberme encargado de ese perro, hace mucho tiempo y hacer que lo
mataran. ─
─ Sí, pero para que eso suceda, tiene que dejar Gerle Ad. Tenemos que
encontrar una manera de sacarlo de su agujero. ─
─ Uh...─
─ Bueno...─ 290
─ Sí, pero... ─
─ Cohen. ─
─ Rebecca. ─
Unos diez minutos después, pasó la cabeza por la puerta. Sus ojos me
hicieron una pregunta silenciosa.
Se deslizó el dedo entre los dientes y empezó a morderse las uñas. 291
─ Adelante. ─
Beth tenía razón. Matar a Mark con mis propias manos era imposible
para mí, el vínculo que nos unía me habría impedido hacerlo, pero la
bestia que cobijaba en mi vientre, probablemente podría hacerlo no se
avergonzaría de los mismos escrúpulos. Al menos, eso esperaba.
─ Tengo un plan. ─
─ ¿Un plan? Rebecca, tú sabes el efecto que el Malaat tiene en ti, tan
pronto como lo veas, será más fuerte que tú, te acostarás con él y no
podrás soltarte. ─
─ Los vi juntos, sentí el efecto físico que este tipo tiene en ti. ─
─ ¿Sentir? ─
─ Sentir, ─ repitió, tocándose la punta de la nariz. Me sonroje
avergonzada.
─ Espera hasta que te metas en la cama de este tipo y le dejes hacer lo 292
que quiera contigo, siendo perfectamente consciente de que traicionas tu
corazón y al hombre que amas, y cambiarás de opinión sobre lo que es
realmente vergonzoso o no. ─
Ninguna de las dos lo dijo en voz alta, pero ambas sabíamos que Beth
estaba hablando por experiencia. El calor de su loba a menudo la había
llevado a traicionar sus sentimientos o a los hombres que amaba al tener
relaciones sexuales con lobos que no le importaban o, peor aún, que
odiaba. El fuego que encendía su cuerpo en esos momentos no le dio
opción, pero sufría por ello.
Luego me fui del baño. Cinco minutos más tarde, me había puesto un
pantalón negro, un suéter largo de lana, una chaqueta de esquí y ya me
iba.
─ Te odio. ─
─ Yo también. ─
Mientras subía a mi auto, sólo quería ir a casa, hacer palomitas de maíz 293
─ Confirmó que aún estaba en manos del Consejo y que no había sido
robado. ─
─ ¿Sobre qué? ─
librería.
─ Adivina... ─
─ Tom, no suelo disculparme por los actos que a menudo tengo que
hacer, pero voy a hacer una excepción por ti y decirte que lo siento, ─
pero lentamente sentí la magia invadiéndome. Se puso pálido.
Sólo los demonios podían cruzar el velo que separaba a Gerle Ad del
mundo humano. Si Tom decidiera no volver, yo perdería mi moneda de
cambio. 296
─ Pero yo... ─
─ No quiero jugar más, Tom. Y si tengo que hacerte daño para que te
rindas, lo haré. Será a regañadientes y sin placer, pero lo haré, ─ le dije
en tono helado.
─ Hola Rebecca. Tom... ─ Dijo, dándole una breve señal como saludo.
─ Por favor. ─
─ Violación. ─
─ A mí. ─
─Ya veo. ─
─ Quiero el pellejo de Mark, Baetan, y no hay nada que puedas hacer 299
para detenerme. ─
─ Para tomar una buena decisión, es mejor tener todos los datos,
Rebecca. ─
─ ¿Ah, no? ¿Y cómo te sentirías si te dijera que cada vez que lo rozas,
cada vez que te toca y compartes su cama, traicionas a tu Diosa? ─
─ No. Que eres la compañera de Rafael. Ves, los dioses son así, no
están interesados en nuestros amores o pasiones y no entienden las
emociones de las criaturas que crearon. Somos sólo los peones de una
partida de ajedrez que nunca parece querer terminar. ─
Se rió.
Luego volvió sus ojos de color rojo granate hacia Tom, que estaba en
silencio e inmóvil en un rincón de la habitación.
No sabía por qué, pero algo me dijo que no me iba a gustar lo que iba a
encontrar detrás de la pared que acababa de girar y que revelaba, como
en la casa de Stella Stevic, una pieza gigantesca que parecía un museo.
304
─ Está bien, pero no antes de abrir este libro, ─ respondió de una vez
con voz firme.
Me miró severamente.
─ El libro, Rebecca. ─
Suspiré se abrió paso desde mi alma y luego dirigí mi atención al
increíble trabajo que tenía ante mí. La cubierta de cuero era
terriblemente gruesa y estaba engastada con piedras preciosas. Bajé la
cabeza para observarla más de cerca y noté el grabado de un escorpión
brillante en el centro. 305
─ ¿Qué es lo que...─
Abrí los ojos y miré fijamente al escorpión que de repente había cobrado
vida y caminaba con su aguijón en el dorso de mi mano.
─ Es una prueba, Rebecca, nada más que una prueba, ─ dijo con una
intensa sonrisa de satisfacción. ─ El escorpión es el guardián del libro, lo
protege y por el momento no te ha picado. ─
Sacudió la cabeza.
─ No. Debes pasar esta prueba. ─ Puse los ojos en blanco, exasperada.
─ Medidas cautelares. ─
─ Te garantizo que ahora puedes abrir ese libro con seguridad, ─ dijo.
─ Muy claro. ─
Lo miré con sorpresa y luego volví a mirar hacia abajo las páginas sin
poder descifrar una sola palabra.
¿Mis instintos? Mis instintos me decían que tenía que ponerle dos balas
en la frente, luego desmembrarlo antes de quemar sus restos en medio
de una hoguera. ¡Eso es lo que me decía mi instinto!
─ Shhh. Concéntrate. ─
─ En todo, Rebecca. ─
─ ¿Conocimiento general? ─
Sonreí.
─ Eso es. ─
Telón había permanecido viviendo entre los humanos y tenía tres hijos,
uno mortal, concebido con una humana, uno inmortal, concebido con
una bruja muy poderosa, y un tercero concebido de una demonio que
había cruzado el velo. Como su padre, Telón poseía grandes poderes y
cuando su hijo mortal Elijah murió a la edad de 30 años, bañó su
garganta con su sangre, sangre de Akhmaleone, y le dio vida de nuevo,
transformando así a una persona muerta por primera vez a la vida.
─ No. ─
Me miró intensamente.
─ Es una pena, sin duda habría sido muy útil para ti. ─
Fruncí el ceño.
─ Si tienes algo que decirme, dilo, pero ten la amabilidad de parar esas
pequeñas indirectas. ─
Parecía molesto.
─ Lástima. ─
Él sonrió...
─ Adiós, Tom. ─
Capítulo Veintiséis
315
─ Por curiosidad, Assayim, ¿tiene este hombre alguna relación con uno
de sus casos? ─
─ Este hombre es un criminal. ¿Puedo preguntar de qué se trata esta
pregunta? ─
─ ¿La lista? ─
El león Alfa ofrecía sus servicios por grandes sumas de dinero, así que
no me sorprendió saber que había trabajado para Marden.
─ Seis meses. ─
─ ¿17 años? ─
─ Supongo que no podía permitirse tal intervención, así que, ¿quién te
pagó por este trabajo? ─
─ Sophia Germann. ─
─ Bien hecho, Jencco, has liberado de prisión a una joven sociópata que
está completamente loca, talentosa y terriblemente astuta, ─ me quejé.
Oh, Señor, mi jefe de seguridad diurna cree que está en la tierra del Oui-
Oui.6
─ Bueno, siento decírtelo, pero te han estafado. ─
6
Pays Oui- Oui: es una tierra perfecta de un libro de cuentos francés.
Se encogió de hombros.
─ Este "niña", como usted dice, tiene un vínculo directo con mi principal
sospechoso en varios asaltos y homicidios cometidos en mi territorio, 318
Capitán. ─
─ No creerás que ella tuvo algo que ver con esto, ¿verdad? ─
─ Pero esto es ridículo, ¿cómo puedes imaginarte que una chica de esa
edad pueda representar el más mínimo peligro? ─
─ Eso es correcto. ─
─ Argh!!!!!!!
─ Ella.... lo robó e hizo una copia. Ella... fue a ver a su antigua 321
profesora para pedirle que la ayudara a llevar a cabo su proyecto, pero
Stella Stevic la traicionó. Se quedó con el libro y amenazó con
denunciarla. ─
─ No. ─
Sí, bueno, vale, podría haberla usado antes y evitar hacerle daño, pero
tienen que admitir que habría sido mucho menos divertido.
Tragó.
─ Ella... es alta, muy linda...─
─ En el medio.
─ No. Sólo me dijo que alguien la había ayudado. Pero ella no... no me
dijo quién era. Ahora que tienes lo que quieres... vas a llamar a un
médico, ¿verdad?, ─ me suplicó en tono de preocupación.
─ ¿Qué... qué...? ─
─ Necesito la lista. ─
─ ¿La lista? ─
─ Gracias. ─
para frustrarlo.
Capítulo Veintisiete
─ ¿Gordon? ─
No había hablado con Leo desde hacía varios días y no la habia tomado
en mis brazos. Eso era como una eternidad.
─ Ven a casa, Martha nos hará una buena cena. ─
Desde que lo conocí, ni una sola visita que le hice al Alfa y a su esposa,
ni una sola, no había terminado en una comida gigantesca que luego 325
tuve la mayor dificultad para digerir.
─ ¿Crees que no nos dimos cuenta de que tan pronto como estás en
una investigación, prácticamente dejas de comer? ─
─ Sí, señor. ─
─ Hola Assayim. ─
─ ¿Algunas historias? ─
─ ¿Ah, sí? ─
Sin duda, las malas noticias se propagaban tan rápido como la gonorrea
en un burdel.
─ Vladimir era un traidor y un sucio bastardo, pero no fui yo quien lo
decapitó, ─ respondí.
─ Te lo juro, ─ agregué.
Fruncí el ceño.
─ Lo sé. Mira, es cierto que estoy a cargo del clan de vampiros, pero es
sólo temporal. Están en peligro y es la única manera de protegerlos.
Cuando Raphael regrese, todo volverá a la normalidad.
─ ¡No soy uno de tus lobos! ¡No tengo que obedecerte! ─ Puso los ojos
en blanco, exasperada.
Los ojos de William se habían vuelto amarillos y ahora sus dedos estaban
siendo reemplazados por enormes garras.
No era necesario. Una vez que alcanzaron esa etapa de madurez, las
lobas jóvenes eran forzadas a tener relaciones sexuales con machos
solteros que estaban en mejor posición que ellas en la jerarquía, o se
veían forzadas a encontrar un compañero de su edad y a emparejarse.
─ No, pero Leo es tan hermosa para tentar a un santo y los jóvenes
varones no son ni santos, ni ciegos. ─
─ ¿O qué? ─
─ Lo siento. ─
El joven lobo la miraba fijamente, divertido y sorprendido.
─ ¿Eres un vampiro? ─
─ ¿Es tuya? No puedo olerte en ella, sin embargo... ─ dijo el joven lobo
mientras se levantaba.
─ ¡Suéltame o te muerdo! ─
Tragué.
─ Creo que deberías hablar con tu hija antes de que prenda mi manada
en sangre y fuego. ─
─ Continua. ─
─ ¿Qué? ─
Ouch. ¿Por qué la gente más cercana siempre tiene que golpear donde
más duele?
─ ¡Eres una plaga egoísta e insoportable! ─ William acababa de cruzar
el umbral con mi adorable niñita furiosa sobre sus hombros.
Abrió los ojos y le tomó un par de segundos para darse cuenta de que
yo estaba allí y que no estaba soñando.
─ ¿Mamá? ─
Ella palideció.
─ Sí, pero sólo por la noche. Me moría por verte. Después de la cena,
propongo una sesión de la nueva temporada de Scrubs en casa, ¿qué
dices? ─
─ Creo que estaría bien. ¿Pero qué hay de la escuela? Tengo que
empezar temprano mañana y...─
La corté inmediatamente.
─ Tal vez, pero esta es mi investigación, así que haz lo que te digo, ¿de
acuerdo? ─
Cuando llegué a casa, descubrí que Beth nos había dejado a Leo y a mí
una bonita nota diciéndonos que había salido por la noche y que había 337
─ ¿Qué está pasando? ¿Dónde estás? ─ preguntó con voz suave, casi
infantil.
─ ¿Maurane? ─
─ Elige. ─
─ ¿Qué? ─
─ Elige, tenemos muy poco tiempo para preparar dos antídotos. ─
─ ¡Mamá! ─
Leo me miraba con los ojos llorosos, los rasgos rígidos y parecía que se
tomaba muchas molestias para evitar derrumbarse.
Asintió imperceptiblemente.
No, sólo la aniquiladora habría podido hacer eso, pero ella no pareció
ser capaz de despertar y responder a ninguna de las llamadas de ayuda
que le hice.
Cerré los ojos por un momento, reprimí mi deseo de gritar y le hice una
señal de que no.
─ Sí. ─
─ Sí. ─
Rápidamente le dije los nombres de los ingredientes y las dosis que tenía
que usar.
─ ¿Y luego qué? ─
─ Mamá .. ─
─ Lo sé. Lo siento.─
─ Rebecca!!!!!!
Literalmente se rompió.
─ Llévame a la cocina. ─
─ ¿Qué? ─
─ Por los zapatos.... tira por los zapatos....─ Una vez en la cocina, le
señalé la mesa rectangular.
─ Lo entendí. ─
─ ¡Mamá! ─
Capítulo Veintinueve
Alguien estaba llorando. No. Mi hija, mi hija estaba llorando. Sentí sus
lágrimas calientes caer sobre mi cara como gotas de lluvia. Ploc, ploc, 345
ploc.
─ ¡Mamá, despierta, por favor! ¡Mamá! No. Muy mal. Mucho peor.
─ Mamá, te lo ruego. ─
El olor que salía de mi boca era sucio y literalmente quemaba mis fosas
nasales.
─ Mi querida. ─
Abrí los ojos y la miré a los ojos. La tensión en su rostro era tal que casi
esperaba ver su adorable rostro roto en mil pedazos.
─ Leo. ─
─ ¿Quieres decir que vamos a tener que tirar nuestro nuevo sofá? ─
─ Hola, ¿sí? ─
─ Sí. ─
─ ¿Te encuentras bien? ─
─ ¿Raphael? ─
─ Sí, pero...─
─ De ninguna manera. −
─ Rebecca.─
─ Por supuesto, ¿te siente capaz de usar tu sentido del olfato para
detectar un olor extraño? ─
Ella sonrió.
─ Oh, sí. Pero no oculta una firma de energía, ─ dije en un tono de voz
implícito.
Ella sonrió.
Sacudí la cabeza.
─ Rebeccaaa Rebeccaaa ─
Miré mi reloj. Le tomó sólo tres cuartos de hora preparar la cura y hacer
el viaje. Buen rendimiento.
─ Llegué a tiempo, ¡oh, Dios mío, llegué a tiempo! ─ Ella dijo, irrumpió
en la sala de estar y se fijó en mí.
349
La potioneuse estaba pálida, la expresión de su cara aterrorizada. Estaba
completamente sin aliento.
─ ¿Eh? ¿Qué? ─
Parecía asombrada.
─ Sí. ─
─ ¿Y? ─
─ ¿Y qué? ─
─ Te conozco un poco ahora, Maurane, nunca te hubieras arriesgado
tanto por esa única razón. ─
─ Y de Raphael. ─
La corté.
─ No lo soy. ─
─ Peligrosa. ─
─ No, Leo. ─
Fruncí el ceño.
Maurane se rió.
─ ¿La cura que trajo de Nueva York funcionó con Maya y Jessie?
¿Salieron del coma? ─
─ Aún no se las ha dado. Dice que necesita mucho tiempo de
preparación y que mañana estará lista. ─
─ No eres la única, ─ dijo mientras caminaba hacia el pasillo que lleva 354
a la puerta.
─ ¿Maurane? ─
Se dio la vuelta.
─ ¿Si? ─
─ Gracias. ─
─ No hay de qué. ─
─ ¿Y bien? ─
─ Sí, pero pensé que sólo estaba de visita. ¡Eso es genial! ─ Dijo ella,
aplaudiendo. 355
Beth sonrió.
─ No sé por qué, pero algo me dice que quizás hubiera sido mejor si
hubiera pasado.─
Capítulo Treinta
─ ¿Rebecca? ─
─ ¿Sí, Tom? ─
Manejé unos kilómetros más hacia la ciudad, cuando una extraña forma
apareció en medio de mi camino y de repente oscureció mi campo de
visión, ya sacrosantamente alterado por la tormenta de nieve. Un
tractor. Un enorme tractor estaba parado en la carretera. Giré el volante
y pisé el pedal del freno a fondo, lo que, como sabemos, es un error que
no hay que cometer cuando se está en una carretera helada..... El BMW
giró a la derecha, luego a la izquierda y finalmente resbaló unos 20
metros antes de golpear la máquina. Sentí que el airbag se inflaba hasta
que me ahogué. Entonces, de repente, no sentí nada. Nada más que el
frío causado por la apertura de la puerta.
─ ¡Rebecca, Rebecca! ─
Esa voz, oh no, esa voz no.... Abrí los párpados, me crucé con la mirada
ardiente que me observaba con preocupación y luego los cerré de
nuevo.
─ El accidente.... el coche. .. ─
─ Me dijeron que me buscabas, tuve que improvisar, ─ gruñó Mark, sus 358
─ Sí. ─
Lo mismo ocurre con mis armas que habían desaparecido. Era como una
marioneta a la que le habían cortado los hilos. Clavada en el suelo e
indefensa.
─ Mark, yo...─
─ Shhh ...─
Se quitó los pantalones con una mirada de fuego y se acostó sobre mí.
Su cuerpo era duro, varonil hasta el extremo, al igual que sus músculos
bellamente desarrollados.
El deseo fluía como sangre por mis venas, un fuego real devastaba mi
cuerpo. Me incliné un poco más con cada una de sus caricias,
completamente ofrecida. Exageré mi poder para encontrar el hilo que me
llevaba a Bruce y Raphael, pero sin éxito.
─ Mark, no hagas eso, hay otra manera, estoy seguro de que podemos
romper ese vínculo y. ─
Agitó la cabeza, me arrancó las bragas de cuero con un gesto y luego
inmovilizó mis piernas para evitar que lo golpeara.
─ ¡No! No. ─
Una rabia, una rabia loca, indefensa, había invadido mi mente y sólo
empeoró cuando sentí que rodeaba su cintura con mis piernas y
comenzaba a moverme sin poder controlarme.
─ No, soy como tú, un simple esclavo de sus sentidos y del Malaat, y
será mejor que lo aceptes antes de que ambos dejemos nuestra piel allí,
¡bastardo cabeza de mula! ─
Cuando terminó de temblar, me miró con una mirada tan triunfante que
le escupí en la cara.
Abrí los ojos lentamente, sorprendida de no ver la luz del sol hasta que
recordé dónde estaba. Miré a mi alrededor y sentí las sábanas en la 363
─ ¿Desayuno? ─
Llevaba una bandeja con olor a café. Cerré los puños inconscientemente
y le pregunté en un tono frío:
─ ¿Todos los muebles que usas sólo aparecen cuando son útiles? ─
─ Así que vamos, ─ ordenó antes de rodearse con una capa roja
gigantesca y ligera, de un tejido delicado, luego hizo un seña, para
instarme a que lo siguiera.
365
Un momento después, una sección de la pared de la casa se abrió
repentinamente, revelando extrañas paredes rocosas. Una cueva....
estábamos sin duda en una cueva. Caminé hacia la luz exterior, me
incliné sobre el vacío y observé, asombrada, docenas de otras viviendas
excavadas en la roca como hormigueros. Me incliné más y noté, a cien
metros de profundidad, el valle con sus plantaciones púrpuras y
gigantescas que sobresalían de la montaña.
─ Es el Valle del Excil, ─ dijo Mark, cuando un bicho gigante con alas
brillantes pasó justo debajo de mis narices.
─ Pues por el ascensor, como todo el mundo. ─ Por supuesto, ¿en qué
estaba pensando?
Dio una media sonrisa y luego caminó con paso firme y decidió hacia
afuera, hacia el vacío. Abrí los ojos, conteniendo la respiración, pero en
vez de verlo caer como esperaba, sus pies se encontraron de repente
con un material sólido y transparente. Parpadeé, me sorprendí y de
repente me di cuenta de que estaba parado en medio de una jaula de
cristal.
Más tarde, era fácil para él decirlo. No tenía ninguna hija que cuidar,
ningún asesino que encontrar, ninguna guerra que evitar y ningún clan
que proteger. Estaba solo, sin carga ni responsabilidad.
─ ... ¿qué? ¿El mundo se derrumbará? ─ dijo con una ironía que me
hizo querer abofetearlo.
─ Es posible, ─ declaré en un tono siniestro.
─ Eso es porque tengo un problema muy serio. La gente está en riesgo 367
¿Qué pensaba ese idiota? ¿Que tenía problemas de ego? ¿Qué quería ser
famosa?
¿Quién se creía que era? ¿Realmente pensó que me iba a someter entre
cuatro paredes y vivir la vida de una pequeña ama de casa pacífica en su
pequeña cueva de mierda?
─ ¿Oh? ¿Y tú eres el que va a detenerme? ─
─ Si es necesario. ─
─ Um, parece que a los habitantes no les gustan los extraños, ─ le dije,
mostrándole un grupo de demonios que estaban hablando un poco más
lejos y fingiendo ignorarnos.
─ Algo así. ─
─ Extraño. ─
─ ¿Estás decepcionada? ─
─ Cada uno tiene su cruz. Fui criada por las Vikaris, ¡Francia es un país
bastante bonito pero algunos de sus habitantes temen el sacramento! ─
─ ¿El Zveingh? ─
¿Dos demonios? Déjalo ir, déjalo ir, este tipo está completamente loco....
─ No creo que me convenga. ─
─ Cuando seamos bendecidos por el poder de los ancianos, verás las 370
Si yo fuera tú, no estaría tan seguro de eso, mantener un nivel tan alto
de vigilancia es un ejercicio bastante difícil. Me reí.
─ Sigue engañándote si te hace feliz, no tengo intención de pelear
contigo. ¿Qué hacemos ahora? ─
─ Vamos ven. .. ─
─ Así es. ─
─ ¿Tienes miedo? ─
Es bueno saberlo...
Me rodeó con el largo de sus brazos y me atrajo hacia él, lo que
inmediatamente me dio una extraña e inquietante sensación de
bienestar. Pero no tenía ninguna intención, a pesar de la necesidad que
sentía, de dejar que un simple mecanismo metafísico me atara a Mark
por el resto de mi vida.
─ ¿No te importaría darme un poco de aire? ─ Escupí, apretando los
dientes y empujándolo de repente.
─ De ninguna manera. ─
─ Es verdad, pero tengo la fuerza física para eso, no eres rival para mí
en este mundo, Rebecca. ─
─ Sí. Tanto como el agua clara de los arroyos terrestres. Tienes que
bajar de su espalda, el Gwon tiene sed. ─
No hay crepúsculo, no hay sol, no hay luna, sólo la luz roja del cielo
bañando territorios que parecían extenderse hasta el infinito. Excelente…
─ ¿Estás decepcionada? ─
─ ¡Cuidado, por un momento casi puedo creer que no odias lo que ves! ─
me dijo, ayudándome a volver al gwon.
─ Eso me sorprendería. ─
375
Mecida por el balanceo del gwon, perdí rápidamente la noción del tiempo
poco después de nuestra llegada a las tierras áridas. Cuanto más lejos
íbamos, más suave me parecía mi entorno con una nueva claridad y me
daba la extraña sensación, mientras veía este mundo desplegarse bajo
mis pies como una alfombra, de que todo me resultaba extrañamente
familiar. El silencio absoluto que amplificaba todos los sonidos, el
estruendo de los animales, el sonido de los horribles y aterradores
pájaros volando sobre nosotros, el canto de los insólitos insectos que
cubrían piedras en forma de gigantescas raíces de árboles e incluso el
temblor de la tierra que se hinchaba y rezumaba como una herida
infectada.
─ ¿Qué hora es? Siento que han pasado horas desde que nos fuimos. ─
Pregunté, rompiendo brutalmente el silencio en el que nos habíamos
encerrado desde que entramos en estas tierras.
─ ¿Qué son? ─
─ ¿Nuestro olor? ─
Una hora más tarde, me quedé dormida contra el gran pecho de Mark
exhausta por el calor y la falta de sueño de las últimas noches.
377
Capítulo Treinta y Dos
─ ¿Rebecca? ─
378
─ ¿Dejamos el desierto? ─
─ Sí, eso, pero también las fariennes, las hadas y sus canciones de
bienvenida. Nos acompañaron parte del camino y literalmente te
observaron, ¿sabes? Uno de ellas incluso aterrizó en tu corazón.
Sospechaba de las hadas de Gerle Ad y de toda su fauna. Ningún ser
puro podría vivir en una tierra demoníaca. Sus hadas deben haber tenido
garras y colmillos tan largos como sus brazos.
─ ¿Por qué? ─
Él sonrió.
─ No, mira. ─
─ Lo que ves es sólo la punta del iceberg. Hay seis niveles por debajo
de nosotros. Seis universos muy diferentes. ─
¿Cien mil? Cuando supe de lo que era capaz uno de estos monstruos, no
me atreví a imaginar lo que pasaría si decidieran invadir el mundo
humano. 380
─ Sí, así es como los llamamos, pero nunca nos cruzamos excepto
durante las grandes matanzas, son nuestra última justicia, los que
intervienen cuando uno de nuestros siete mundos está en peligro. Su
nacimiento es un misterio, al igual que su existencia, pero se afirma que
cuando el dios Avkah creó Gerle Ad, los nombró guardianes y les delegó
algunos de sus poderes. ─
Ese tonto de Mark estaba tan a menudo fuera de control que se volvía
agotador.... 382
─ Aquí todo funciona según las castas. Si usted nació en una casta
inferior, será empleado en trabajos subordinados y residirá en la ciudad
vieja, las castas superiores ocupan las viviendas más nuevas. ─
Miró hacia otro lado y dijo con una extraña y un poco avergonzada voz:
─ No. ─
─ Por supuesto. ─
─ Como te dije hace algún tiempo, el Malaat no tiene el mismo efecto 384
Gruñí antes de darme cuenta de que varios demonios nos miraban, con
los ojos arrugados, visiblemente intrigados.
─ Mark. ─
─ Entendido. ─
Una gigante mujer con el cráneo cubierto con una hermosa bufanda de
color púrpura y oro caminó repentinamente hacia nosotros sonriendo.
¿Mestizas femeninas?
─ Por favor, no es gran cosa, yo misma estoy un poco perdida y no
estoy familiarizada con sus costumbres.... ─ le dije.
Ella me sonrió.
─ ¿Acabas de cruzar? ─
─ Sí. ─
¿La ciudad vieja? Asumo que era un demonio menor y que por lo tanto
estaba a salvo.
Los seguí por las calles que conducían a la ciudad vieja hasta un extraño
edificio cuadrado salpicado de aperturas microscópicas.
Doblé mis piernas y una especie de silla rara se deslizó bajo mis nalgas.
─ Sí. ─
─ Apuesto a que fueron las Vikaris, las brujas malvadas que viven en el
otro lado, quienes los mataron. ─
─ Uh. ─
─ ¿Qué? ─
─ ¿A las Vikaris? ─
No era una mentira. A las Vikaris les importaba más mi muerte que la de
cualquier demonio, pero eso no me impedía sentir que estaba jugando
un juego desagradable en el que sin duda yo desempeñaba el papel de
villana.
─ Toda vida vale la pena, Rebecca. Las de las hembras mestizas aún
más que las otras, sois tan pocas. ─
Se detuvo, avergonzada.
Mark no me había dicho nada al respecto, pero si lo que dijo Frawel era
cierto y yo era considerada una hembra mestiza, estaría en peligro de 390
llamar la atención.
─ No, ─ mentí.
¿Dos meses?
Bajé la mirada.
─ No lo soy. ─
Ella se rió.
─ No lo entiendo. ─ 393
─ Eso lo entendí. ─
─ ¿Y si sigue vivo? ─
─ Entonces lo liberaré. ─
─ ¿Es un pacto? ─
Entonces apareció una extraña luz y una gota de mi sangre cayó sobre la
mesa mientras que un trozo de carne fue literalmente arrancado de la 394
mano de Frawel.
─ No. ─
─ ¡Espera, te ayudaré! ─
─ Eres un Vikaris. ─
Me miró fijamente durante mucho tiempo, sus ojos con múltiples colores
sobre mí.
─ Gracias Frawel. ─
El mapa que Frawel me había dado era perfecto, tenía una especie de
brújula y función GPS que me permitía orientarme perfectamente en las 397
─ ¿Rebecca? ─
Fruncí el ceño.
─ No lo entenderías. ─
─ ¿Disculpa? ¿Quieres decir que todos tus asesinos, tus guerreros, tus
psicópatas son enviados voluntariamente a mi mundo para que puedan
satisfacer su instinto de dominación y destrucción sobre los humanos? ─
─ No es tan simple. ─
─ Sí, por supuesto que sí. Pero la naturaleza humana es tan destructiva,
tan agresiva y tan numerosa, no veo cómo unos pocos demonios más o
menos pueden marcar la diferencia. ─
─ ¡Está bien que hables así, tú que no tienes respeto por la vida
humana! ─
─ Sí, pero no tengo la hipocresía de jugar a ser un boy scout
moralizador. ─
─ Yo no... ─ 399
─ ...me odia. ─
─ ¿Cómo lo hizo? ─
─ ¿Quién? ─
─ No. ─
─ ¡No! ─
─ Tiene razón, tienes que dejarla ir. ─ De repente gruñó una voz
familiar detrás de mí.
─ ¡No deberías haberla traído de vuelta aquí! ¡No estaba lista! ─ 401
─ ¿Qué diablos? ─
─ Te dije que era mestiza, pero nunca te dije que era como tú. ─
─ Eso es correcto. ─
─ No. ¡Oh, no! Los Vikaris hicieron un buen trabajo contigo, estas 403
perfectamente condicionada. ─
─ ¡Eres un monstruo! ─
Otra vez, otra vez, suplicó la bestia en mi cabeza. Podría destruir toda la
superficie de Gerle Ad si yo se lo permitía. Pero la idea de dejarla matar
y torturar a mujeres y niños pacíficos e indefensos, hizo que mi cabello
se erizara.
Él tenía razón. Estaba luchando para no rodar por el suelo por el dolor.
Todo mi cuerpo me quemaba y protestaba contra la idea. Pero años de
entrenamiento me habían permitido combatir el sufrimiento y aprender a
superarlo.
─ Convertirme en... esclava sexual de un semidemonio no está en mis
planes. ¡Prefiero morir! ─ Tartamudeé con voz temblorosa.
─ Rebeca, no...─ me rogó Mark con sus ojos, y sentí que mi corazón 405
se rompía de repente.
demonio....
─ ¡Rebecca! ¡Rebecca! ─
─ ¿Qué crees tú? Te hemos estado buscando durante tres horas, desde
que Beth nos llamó para decirnos que no habías vuelto a casa, ─
contestó.
─ Encontramos tu coche en la carretera, nos entró el pánico, ─
continuó Beth.
─ ¿Cómo me encontraste? ─
Ella sonrió.
─ Así que lo mataste. ─
─ Uh.... No lo creo. ─
─ ¿Si? ─
─ ¿No podrías darte una ducha rápida antes de abrazarme? Este hedor
es...─
─ ¿El qué? ─
No, no estaba bien. Nada bien. Las imágenes de Gerle Ad, sus tierras
salvajes, su cielo rayado, su extraña fauna acechaban mi mente y mi
corazón. Los tenía delante de mí todo el tiempo desde que me desperté,
como un fondo de escritorio, un paisaje de fondo. Y no entendía por qué
me daban ganas de llorar.
La miré a ella.
─ ¿Pero qué? ¿Crees que mis sentimientos por Leonora cambiaron 410
cuando descubrí que era un vampiro? ¿O que mi afecto por ti
desapareció cuando descubrí que eras una Vikaris? ¿Tienes idea del
terror y el horror que inspira tu especie? Créeme, si he logrado hacer la
vista gorda ante el hecho de que eres una de las criaturas más
aterradoras del mundo, ¡puedo hacer la vista gorda ante tus otros
problemas genéticos! ─
Asentí y suspiré.
─ Por supuesto, que lo tengo y te digo que nos vas a llevar directo
contra un muro. ─
Un destello de ira pasó a sus negros ojos y se volvió hacia Maurane con
aire amargado.
─ ¿Disculpe? ─
─ Maurane, tú eres el líder del clan aquí, no vas a dejar que esa chica
responda a Lady Brenwald en ese tono. ─ gritó Rosemary
─ Bueno, ya que todo está arreglado, todo lo que tengo que hacer
ahora es dejarte. ¿Rosemary? ¿Sería tan amable de acompañarme a
casa? ─
─ Bueno, fue bastante bien, ¿no te parece? ─ Lo dije tan pronto como
me encontré a solas con Maurane.
La maestra de las pociones me miró como si estuviera loca y luego se
desplomó pesadamente en la silla de su oficina sin decir una palabra.
─ ¿Maurane? ─
Tercer hipo.
─ Sí. ─
Tut tut tut tut tut... ¿no te da vergüenza pensar en esas cosas? ¡Es tu
clan de todos modos! Parecía falsamente ofendida.
Otro hipo.
─ Imposible. ─
─ ¿Por qué? ─
Ella suspiró.
─ Muy bien. Digamos que tienes razón, no tenemos ni idea de dónde
puede estar, ¿verdad? ─
Stella Stevic la había traicionado, así que Sophia tenía un motivo 419
excelente para querer matarla. Lo mismo ocurre con las pequeñas que la
habían ayudado.
─ No pudo describirla. ─
─ Quiero verlo. ─
─ ¿A quién? ─
─ A tu testigo. ─
─ Hubiera sido un placer, pero es demasiado tarde. Se lo regalé a un
amigo. ─
Sonreí, avergonzada.
─ No. Era sólo una niña, una potioneuse, y no tenía por qué
memorizarla. ─
─ No. Tomó el lugar de una estudiante. De eso estoy segura. Así que
empezaremos por buscar estudiantes que hayan estado aquí hace
menos de seis meses, si no encontramos nada convincente, bueno, hay
un hechizo de revelación, ¿verdad? ─
El hechizo de revelación anulaba todos los efectos de los hechizos de
transformación, principalmente las mutaciones físicas, y revelaba el
verdadero rostro de aquellos que los absorbían.
─ Bueno, de acuerdo. ─
Y no se lo digas a Rosemary. ─
─ ¿No tiene nada que ver con la antipatía que sientes por ella? ─ se
burló de ella.
─ ¿No creerás que vaya a dejar que dejes a tus alumnos y te saltes las
clases de la mañana? ─
─ ¿Las clases? ─
423
─ Yo... no sé... ─
─ Pero yo... ─
Saltó como si le hubiera clavado una batería eléctrica debajo del culo y
se giró hacia mí.
─ ¿Profesora Valmer? ─
424
─ ¿Sí, Assayim? ─
─ Yo me encargaré de ello. ─
─ ¿Sola? ─
Fue estúpido, pero me sentí mal, como si tuviera algo qué reprocharme.
Como si tuviera una parte de responsabilidad por las atrocidades que
estaban ocurriendo. Lo que probablemente era en parte cierto.
─ Muy bien, ya vuelvo, ─ dijo antes de cruzar el umbral con una mirada
angustiada.
426
Tan pronto como salió de la habitación, propulsé mi magia al cuerpo
herido de la joven, despejando todas las dudas que aún tenía sobre su
identidad. Sí, era Marilyn, el vínculo que acababa de crear al unir mi
energía con lo que quedaba de ella había disipado definitivamente mis
incertidumbres sobre este tema. Pero.... oh, mierda, yo había sido
testigo de muchos horrores en mi corta vida, pero el dolor que esta chica
sintió cuando su asesino la paralizó y luego le prendió fuego fue....
─ Sí. ─
─ Rebecca. ─
─ Aún no, pero no falta mucho. ¿Cómo te va con los hechizos de 427
revelación? ─
Ella suspiró.
─ Rebecca...─
─ Quisquillosa. ─
Al salir del devastado edificio, Maurane hizo una mueca al ver al grupo 428
Una hora más tarde, los ánimos se habían calmado y todos se fueron a
hacer sus tareas habituales como si nada hubiera pasado.
─ ¿Qué? ─ Dije.
─ ¡Hey! Supongo que con todo esto, no tuviste tiempo de hacer la lista 429
Ella asintió con la cabeza y luego me hizo señas para que la siguiera a su
oficina.
─ ¿Dónde está? ─
─ Debe estar ahí arriba. Lo último que supe es que estaba viendo la
televisión con Julie. ─
─ Sí, bueno, sólo dígaselo. ¡De todos modos, ella hace lo que quiere! ─
─ No, yo lo siento. ─
─ ¿Qué es? ─
─ Sí. ─
Se encogió de hombros y luego gritó en un tono irónico:
─ ¿Qué, estoy bien? Sabe, profesora, ahora mismo, no me gusta ser yo,
y menos aún porque sé que estoy a punto de morir.
Suspiré.
─ ¿Dos? ─
─ Sí. No sé por qué, pero seguía metiendo la pata, ya la Sra. Stevic,
incluso estaba empezando a enfadarse. ─
Dos.... era una noticia inesperada para ella. Dos pociones prohibidas no
podrían matarla. Tal vez debilitarla por unos años, pero no matarla.
433
Le guiñé el ojo a Maurane.
─ Sí. ─
─ Lo siento. ─
─ ¿Entonces va a morir? ─
─ Sí, pero para eso, tengo que encontrarla primero, ─ dije. Ella bajó la
cabeza y confesó: 434
─ Iremos a buscarla. Pero, ¿estás segura de que me dijiste todo lo que 435
sabes? ─ Le pregunté, puse mi mirada en la de Julie.
─ Sí, te lo juro. ─
─ El tercero. ─
─ Uh.... sí. Por supuesto, pero Rosemary se fue hace mucho tiempo. ─
─ ¡A la enfermería! ─
─ ¿Quién es usted? ─
─ Soy el Assayim, tengo algunas preguntas muy importantes que
hacerte. ─
Efusión, gestos tiernos, lágrimas... bueno, todo fue muy bonito, pero ya
era hora de agitar un poco el cocotero para ver qué pasaba.
─ ¿Y tú le crees? ─
─ No. ─
─ Sólo dijo que eran asuntos familiares y que tenían que arreglarse en
familia. ─
─ Llévame allí. ─
Hay alguien en esta maldita ciudad que no sea un fan de los Cazadores
del Arca Perdida... suspiré irónicamente cuando entré a un pequeño
cuarto oscuro sobriamente decorado con una larga mesa y una joven
atada artísticamente.
─ Abuela, ¿puedes explicarme por qué Sophie está aquí y por qué la
ataste? ─ la regañó Maurane.
─ ¿Lo entiendes ahora? Vamos, abuela, dinos qué hechizo le diste, por
favor, ─ le preguntó Maurane.
Pero la vieja cabra no era de los que se dejaban influenciar. Ella agitó la
cabeza con una mirada obstinada.
─ No. ─
─ ¿Abuela? ─ 443
─ No. ─
─ Así que, tenía razón, ─ dijo Maurane de repente con una sonrisa, tú
eres uno de ellas.─
Rosemary me miró y puso una mano sobre su pecho, como para frenar
el frenético latido de su corazón.
Corrió a uno de los muchos estantes para agarrar una botella, pero no lo
suficientemente rápido como para escapar de los tentáculos de energía
que acababan de aparecer repentinamente del suelo.
─ No te muevas más o te estrangularán, ─ le dije, dándole una
muestra de mi poder.
─ No, no...─
─ No vas a advertir a los tuyos, ¿verdad?, ─ preguntó con una voz llena
de aprensión.
Sacudí la cabeza.
─ No. No veo ninguna razón por la que deba pagar toda una especie
por el orgullo y el egoísmo de unos pocos, ─ respondí con una mirada
despectiva a Rosemary.
─ No servirá de nada, cree que tiene una misión que le fue confiada por
sus antepasados, ¡una maldita misión para proteger ese maldito
grimorio! Nunca podrá pensar en ello con calma, ─ respondí, lanzando
un hechizo de silencio sobre la vieja potioneuse.
─ Sí, ¿y qué? ─
Reflexionó a gran velocidad y luego dijo con voz ronca, rota por la
emoción:
─ Efectivamente.
Un rayo de alivio cruzó los ojos de la maestra de las pociones, así que 450
451
─ Lo confieso, ─ admitió.
que necesitaba dinero, que el banco podía quitarnos la casa, pero a sus
supuestos amigos no les importó.
Nunca había tratado de entender por qué Kathryn Germann actuó de esa
manera, tenía que admitirlo. Sus acciones habían tenido consecuencias
terribles, al igual que su traición, lo que me bastó para juzgarla y
formarme una opinión muy negativa de ella.
─ Yo no sabía eso. ─
─ Puedes ser, pero los otros no. Yo quería que sufrieran y sabía que
matando a unos cuantos vampiros y demonios y dejándote suficientes
pistas, ¡terminarías matando a Maurane y a toda su banda de mentirosas
e hipócritas! ─
─ Entiendo que fueras tras Stella, pero ¿por qué Jessie y Maya? ─
─ Lo intenté todo, pero no pude conseguir las malditas fórmulas y los 454
amigos que llamé afuera aparentemente no pudieron encontrar nada. ─
─ ¿Los conoces? ─
─ Sandra. ─
─ Sí. ─
─ Ella fue la que te dijo que tenía el grimorio y te reveló dónde estaba,
─ le dije.
─ No tuvo suerte. Si esa idiota hubiera ido a la cantina con las otras,
todavía estaría viva en este momento. ─
Sonreí severamente.
Ella suspiró.
455
─ Te lo dije, tuvo mala suerte. ─
─ ¿Por qué? ¿Hay alguien que te importe entre los miembros de las
Ocho Familias? ¿Una tía? ¿Una abuela? ¿Una madrina tal vez? ─
─ ¿Bruce? ─
─ No tienes, en efecto. ─
Me levanté del sofá para ir a mi habitación sin añadir nada más cuando
sentí que su mano agarraba mi brazo, me daba la vuelta y me pegaba
contra su pecho.
Era como una adicta a las drogas. Sentí la necesidad de sentir su piel, de
absorber su olor y de revolcarme en él.
─ ¿Estás enojada conmigo? dijo mientras sus labios rozaban mis ojos,
mi boca, mis mejillas como caricias silenciosas.
─ ¿Porque huiste para una escapada romántica con una chica guapa?
No. ¿Porque no llamaste a nadie? Sí. ¡Mierda, el teléfono existe, Bruce!
─ Instintivamente metí mis manos bajo su camisa.
─ No. ─
─ ¿Y? ─
─ Una de estas mujeres, Clara, era perfecta. Quiero decir, ella era
hermosa, inteligente, sensual y a su loba parecía gustarle mucho, pero...
¡Oh! ¡Mierda! ¡Rebecca, debería haber funcionado! ─
Puso un dedo en mis labios para callarme, un brillo triste en mis ojos.
─ Si tú piensas que hace una diferencia... Uh, sí, eso, por supuesto...─
─ Tal vez debiste quedarte más tiempo, tal vez si conocieras a otras
chicas.─
─ ¿Raphael? ─
─ No. Mark. ─
Sonrió.
─ No. ─
─ ¿Qué? ─ Le dije.
─ Te quiero. ─
Me encogí de hombros.
7
Terre Adélie: un sector de la Antártida.
─ ¿Qué? ¿Es eso un problema para ti? ─
─ No es seguro. ─
Aunque Bruce era una especie diferente de licántropos, había sido parte
de la manada de Gordon durante algún tiempo. Pero en esa manada no
había tenido tiempo de adaptarse a sus necesidades y el vínculo que se
había creado entre nosotros había hecho en cualquier caso imposible su
integración.
Suspiré.
─ ¿Ah, sí? ─
Frunció el ceño.
─ ¿William? ─
─ Tal vez, pero no hasta el punto de poder casarse y formar una familia
con un miembro de otra especie. ─
─ Sabes muy bien que ningún lobo puede hacer eso a menos que viva
fuera de un clan. ─
Sonrió.
Sonrió ampliamente:
─ No eres la única. ─
Capítulo Cuarenta
465
─ Estás perfecta. ─
─ ¿Qué es? ─
─ He visto con mis propios ojos la devastación que pueden causar las
pociones prohibidas y el precio que tenemos que pagar para usarlas....
Jessie, Sandra, Marilyn, Sophie y hasta Stella están muertas, Rebecca, ¿y
todo por qué? ¿Por el placer de un grupo de viejas locas completamente
irresponsables y devastadas? ¡Oh, no, destruye el grimorio, no soy yo
quien te va a detener! ─
─ ¿Khor? ─
─ Sí. Pensé en lo que me dijiste. Arruinarlo todo por una simple historia
de culos, fue un poco...─
─ ¿Excesivo? ─
─ Eso es correcto. ─
─ ¿Quién dice que no lo saben ya? Quiero decir, aun así decidieron
matarte, te pondrán inmediatamente en primer lugar en su lista de
sospechosos, ¿cierto? ─
Sacudí la cabeza.
─ Fue el Consejo de las Ocho las que tomaron esta decisión, no el Alto
Consejo de la Magia. Dudo que los otros miembros sean conscientes de
sus pequeños secretos. Y aunque lo fueran, nadie fuera de las Ocho
Familias sabe lo del Grimorio. ─
Miré al cielo.
─ ¿Qué? ─
472
─ Acabo de matar a siete personas, Beth, no diría que "es fácil" porque
no lo es, nunca es fácil. ─
─ No. ─
Beth miró al cielo presionando el acelerador y permaneció prácticamente
en silencio hasta que llegamos a la frontera de Vermont y decidí tomar el
hechizo de revelación.
Miré hacia abajo el traje gris que se había vuelto demasiado ancho, me
arremangué las mangas ligeramente quemadas y me encogí de hombros
con indiferencia.
─ Estás poniendo una cara rara, no me digas que estás preocupada por
él. ─
Asentí y suspiré.
─ Exacto. ─ 474
─ Si crees que está en peligro, será mejor que te unas a él, ¿no? ─
─ ¿Ama? ─
Sentí temblar la tierra bajo mis pies, a menos que fueran mis piernas....
Cerré los ojos. Una pesadilla sólo podía ser una pesadilla y yo iba a
despertar.
─ ¿Ama? ─
─ Ahora mismo voy para allá. Dile a Jencco que lleve a los más jóvenes
al sótano y saque la artillería. ─
CONTINUARÁ.....