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1 Samuel 16–31

El llamamiento de David para dirigir a Israel

(25-1) Introducción
¿Quién sigue al Señor?
Hoy ya se deja ver,
Clamamos sin temor,
¿Quién sigue al Señor?
(Himnos de Sión, núm. 70.)
La conducta de David mostró que su respuesta a esta pregunta habría sido: “¡Yo
lo sigo!” Llegando al frente de batalla en un momento cuando el temible gigante
Goliat había desafiado abiertamente a Israel para que enviara a un hombre para
luchar con él, David osadamente se ofreció a aceptar el desafío. Cuando se le
acusó de orgulloso, el futuro rey de Israel preguntó a su hermano mayor: “¿No es
esto mero hablar?” (1 Samuel 17:29).
Muchos jóvenes de nuestro tiempo son grandes adeptos. Se unen a ésta o a
aquella organización o grupo porque desean hacer que el mundo sea un lugar
mejor en el cual vivir; necesitan un propósito en sus vidas, una razón de ser…
necesitan una causa.
El joven David, pastor de Israel, tenía una causa. Y esa causa fue recalcada
cuando Samuel, el profeta del Señor, lo ungió para ser el futuro rey de Israel. En
su juventud, David se mantuvo allegado al Señor. En todas sus campañas
militares, en presencia de amenazas contra su vida y a pesar de las numerosas
oportunidades de dar muerte a Saúl, David fue fiel a su causa escogida. “Y David
se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él” (1
Samuel 18:14).
¿Y qué pasa hoy día? ¿Tenemos una causa? Ciertamente que la tenemos.
Encontramos esa causa al obtener nuestro testimonio del verdadero evangelio y
del valor de ser ciudadanos del reino de Dios.
“Declaro con toda mi alma: ¡Existe una causa! Es una causa digna de que la vida
se dé por ella. Es la causa de la justicia. Es una causa que todo joven de la Iglesia
debería abrazar al declarar la guerra contra Satanás y sus legiones. Tal como
David le dijo a Goliat, así cada joven debería decirle a Satanás: “Tú vienes a mí
con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado’ (1
Samuel 17:45).” (Victor L. Brown, “Is There Not a Cause?” Ensign, noviembre
de 1974, pág. 104.)
¡Hay una causa y es la del Señor!

Instrucciones al alumno
1. Emplee los comentarios que aparecen a continuación, pues ellos le ayudarán en la lectura y
estudio de 1 Samuel 16-31.

2. Lleve a cabo las asignaciones del Resumen Analítico según las indicaciones de su maestro. (Los
alumnos del Curso de estudio individual supervisado deben completar toda esta sección.)

COMENTARIOS SOBRE 1 SAMUEL 16-


31
(25-2) 1 Samuel 16:1-13
Estos versículos contienen las instrucciones del Señor a su profeta en cuanto a la
selección de un nuevo rey. Nótese el consejo especial del Señor incluido en el
versículo 7. Los hombres tienden a fijarse en el aspecto externo, pero el Señor
tiene el poder de mirar en las mismas profundidades de los hombres y de las
cosas. El “cuerno del aceite” probablemente era un cuerno de carnero, lleno de
aceite de oliva y empleado para ungir a los elegidos del Señor (vers. 13; véase
también vers. 1).

(25-3) 1 Samuel 16:14-23. ¿Realmente envió el Señor al


espíritu malo para atormentar a Saúl?
Los espíritus malos no son enviados por Dios, ni Dios da revelaciones mediante
los espíritus malos que a veces atormentan a los hombres. El expulsó a esos
espíritus que estaban en los cielos, hace mucho tiempo, por causa de su rebelión
contra El. En la traducción hecha por José Smith dice que el espíritu malo que lo
atormentaba no era del Señor. Aquí tenemos los primeros efectos del rechazo del
Señor por parte de Saúl. Más y más Saúl fracasó en encontrar la paz interna hasta
que finalmente se sintió totalmente despreciable y perseguido por el
remordimiento.
(25-4) 1 Samuel 17:1-3. ¿Dónde se
encuentra el valle de Ela?
Descendiendo del territorio montañoso de Judá hacia el Mediterráneo se
encuentran numerosos valles o wadis. Uno de estos es el valle de Ela, en el cual
tuvo lugar la batalla de David contra Goliat, cerca de Azeca en el Sefela o
territorio de los cerros (véase 1 Samuel 17:1). El mapa que se incluye muestra al
valle casi directamente al oeste y un poco al sur de Jerusalén.
Azeca en el valle de Ela

Azeca en el valle de Ela


(25-5) 1 Samuel 17:4. “Salió…un paladín…se llamaba Goliat”
“Paladín: ish habbenayim, un hombre intermediario, el hombre que se interpone
entre dos, esto es, como en este caso, el hombre que se decide a resolver las
disputas entre dos ejércitos o naciones. De manera que nuestros
antiguos campeones, o paladines, resolvían las disputas entre dos partes
contendientes mediante lo que se conocía como lucha en el campo, de ahí el
vocablo campeón.” (Clarke, Bible Commentary, 2:261.)
Aunque parece extraño en este tiempo de guerras modernas, en los tiempos
antiguos no era raro que los ejércitos contrarios, que generalmente eran bastante
pequeños, eligieran un representante por bando para enfrentarse personalmente.
El resultado de ese combate determinaba quién era el vencedor de la batalla.
(Compare este versículo con 2 Samuel 2:12-17, donde se relata la elección de
representantes para luchar por cada bando.)

(25-6) 1 Samuel 17:4-11. ¿Qué estatura tenía Goliat y cuánto


pesaba su armadura?
De acuerdo con este pasaje, la estatura de Goliat era dé seis codos y un palmo. La
opinión más ampliamente aceptada en cuanto a la medida de un codo es de
aproximadamente cuarenta y dos centímetros, o sea, la distancia desde el codo a
la punta del dedo medio extendido. El palmo es la mitad de la distancia entre el
pulgar y el índice, teniendo los dedos extendidos. El palmo es la mitad de la
distancia entre el pulgar y el índice, teniendo los dedos separados al máximo.
Estas medidas le darían a Goliat una estatura de unos dos metros setenta y tres
centímetros, aproximadamente. No es de extrañar que los filisteos hayan elegido
a tal paladín, ni que ningún hombre de Israel quisiera ser el paladín de Saúl.
Es muy poco probable que hoy en día haya alguien que mida más de dos metros
diez de estatura, pero se cree que en tiempos antiguos existieron hombres cuya
altura excedía esta medida. En las Escrituras hay referencias de gigantes en los
primeros períodos de la historia: en la época de Enoc (véase Moisés 7:15), en los
días de Noé (véase Moisés 8:18; Génesis 6:4), y en la época de los israelitas
(véase Números 13:33; Deuteronomio 2:10-11). Llamada anakim (”de cuello
largo”, o “alto” en hebreo) por los israelitas, esta raza de gigantes parece haber
sido totalmente destruida en la conquista de Canaán bajo el mando de Josué
(véase Josué 11:21). De hecho, leemos que ninguno de los anaceos quedó,
excepto en Gaza, Asdod y Gat (véase Josué 11:22), que era el pueblo de Goliat
(véase 1 Samuel 17:4).
Los expertos han calculado el peso de la armadura de Goliat en unos setenta
kilogramos (150 libras). (Clarke, Bible Commentary, 2:261.) El rodillo del telar
es un trozo de madera dura del cual se cuelgan los hilos en preparación para la
trama del tejido. El peso de la cabeza de la lanza de Goliat se ha calculado entre
seis y trece kilogramos, o sea, entre doce y veintiséis libras, dependiendo de la
autoridad que sea consultada y el peso que le adjudique al siclo. (Véase la tabla
de pesos y medidas.) La greba es una placa metálica, parte de la armadura, que se
sujetaba sobre la pierna e iba desde abajo de la rodilla hasta el tobillo.)
(25-7) 1 Samuel 17:12–20
Estos versículos son una breve vuelta al pasado para introducir al joven David en
el relato. Aunque era portador de la armadura de Saúl, el joven David, a
diferencia de los hombres de lucha, evidentemente tenía permiso para abandonar
el campo de batalla y volver a su casa de vez en cuando.

(25-8) 1 Samuel 17:17


El efa era una medida seca equivalente a veintidós litros aproximadamente.
(Véase tabla de pesos y medidas.)

(25-9) 1 Samuel 17:20-51. “Vengo a ti en el nombre de Jehová


de los ejércitos”
El relato de David y de Goliat es tan conocido que algunos lectores dan por
sentado el valor de David. Pero su valor no surgió de la autoconfianza solamente,
aunque creía en su propia habilidad. Como joven pastor, había practicado mucho
con la honda. Era una forma eficaz tanto para alejar a los lobos y otros animales
rapaces que atacaban a los rebaños, como para llamar la atención de las ovejas
que se apartaban del rebaño. Como resultado de su experiencia, David tenía
confianza en sus habilidades, pero la verdadera fuente de su valor estaba en la fe
en el poder del Dios viviente. De hecho, el contraste entre David y los otros
israelitas era grande, tanto en términos de fe como de valor. David se encolerizó
porque “este filisteo incircunciso” [uno que no era del convenio sino del mundo]
…desafiaba al Dios viviente” (vers. 26). No hubo ira semejante entre los
hombres de Israel, solamente un temblor de miedo por causa del tamaño y la
fuerza de Goliat. Y la respuesta de David a la risa de Goliat, que se burlaba de él
porque había ido a aceptar el desafío, presenta un ejemplo clásico de fe y de
valor. “Tú vienes a mí”, le dijo a Goliat, “con espada y lanza y jabalina; mas yo
vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos…Jehová te entregará hoy en mi
mano,…toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel…porque de Jehová es la
batalla, y él os entregará en nuestras manos” (vers. 45-47; cursiva agregada).
(25-10) 1 Samuel 17:49. El saco pastoril y la honda
Los pastores de la época de David llevaban una honda y un pequeño saco de
cuero o lana (una bolsa) en el cual podían llevar piedras o alimentos al lugar
donde pastaban las ovejas. David empleó su bolsa pastoril para llevar las piedras
que sacó del arroyo.
Las hondas eran de distintos materiales, siendo de cuero las más comunes. Para
preparar el receptáculo donde se colocaba la piedra, se usaba pelo, lana, tendones
de animales y juncos. Este receptáculo era sujeto con cordeles a ambos lados y
teniendo el extremo de éstos en la mano, se revoleaba en el aire hasta que
alcanzaba cierta velocidad. Al soltar de la mano una de las cuerdas, la piedra
salía disparada del receptáculo hacia el blanco. Cualquier defecto que tuviera la
piedra, la que debía ser de una redondez perfecta, afectaba la certeza del golpe. El
peso uniforme y el tamaño también tenía importancia. Antiguamente, los
honderos, particularmente los pastores que disponían de tiempo, desarrollaban
gran puntería y habilidad para arrojar piedras. Cuando no utilizaban las hondas,
los pastores las llevaban sujetas a la frente o a la cintura.
Las hondas eran bastante usadas en el antiguo Cercano Oriente. Los israelitas,
que no tenían carros de guerra, empleaban a muchos expertos en el manejo de la
honda. Lo mismo se aplicaba a los pueblos de las zonas vecinas.

(25-11) 1 Samuel 17:52–58


Estos versículos pueden llevar al lector a deducir que Saúl, que antes había
conocido a David, no sabía quién era éste. La pregunta de Saúl a Abner en cuanto
a quién era David significa: “¿Quién es este muchacho poseedor de tanta
habilidad y valor? Obviamente hace mucho más que sólo tocar el arpa. ¿Quién es
Su padre? ¿De qué familia proviene? ¿Dónde obtuvo semejante valor? ¿Es éste el
muchacho que ha estado con nosotros durante todo este tiempo?”

(25-12) 1 Samuel 18
Una vez más las debilidades del carácter de Saúl comenzaron a manifestarse.
Estaba celoso de la popularidad ganada por David (véase vers. 6-8, 16).
Saúl intentó de dos maneras deshacerse de David (véase vers. 10-11; 21-25).
Pero, aunque Saúl estaba celoso de la creciente popularidad de David con el
pueblo, no hay indicación todavía de que supiera que David había sido ungido
para ser su sucesor.
Aunque el pueblo de Israel celebró la destreza de David en la guerra, el Señor
más adelante indicó que a causa de sus grandes guerras, David no recibió
permiso de edificar el templo. El privilegio fue dado a su hijo Salomón (véase 1
Crónicas 22:8).

(25-13) 1 Samuel 19:1–11


Jonatán, hijo de Saúl, fue uno de los hombres más nobles del antiguo Israel. Pudo
haber considerado que David era una gran amenaza, tal como lo veía Saúl, siendo
que el hijo mayor generalmente heredaba el trono. En cambio, Jonatán apoyó a
David hasta el punto de ayudarlo a escapar de Saúl. Ciertamente, Jonatán amaba
a David “como a sí mismo” (1 Samuel 18:1).

(25-15) 1 Samuel 19:18-25. Samuel y la escuela de los


profetas
Después que David escapó de Saúl con la ayuda de su esposa, Mical, Saúl envió
mensajeros para matarlo. Pero David había buscado refugio con Samuel, en lo
que los eruditos han llamado “escuela de los profetas” (Keil y
Delitzsch, Commentary, 2:2, 199). Estos eruditos han mostrado que profetas
como Samuel, Elias y Eliseo dirigían escuelas especiales que recibían el nombre
de “compañía de profetas” (vers. 20). En otros pasajes se les conoce como “hijos
de los profetas” (1 Reyes 20:35). Este hecho es de interés para los Santos de los
Ultimos Días porque José Smith estableció una escuela similar en Kirt-land,
Ohio, para ayudar a los poseedores del sacerdocio en sus deberes especiales.
Cuando los mensajeros de Saúl, y finalmente Saúl mismo, llegaron, lo hicieron
bajo la influencia del Espíritu, y así la vida de David fue salvada. El hecho de que
la gente dijera “¿También Saúl entre los profetas?” se explicó en esta forma:

Saúl “se quitó sus atavíos reales o militares, reteniendo únicamente su túnica; y
continuó así todo el día y toda aquella noche, uniéndose a los hijos de los
profetas en oración, canto de alabanzas y en otras prácticas religiosas, los que
eran poco usuales en los reyes y guerreros; y esto dio lugar al dicho ¿También
Saúl entre los profetas? Trayéndolo junto con sus hombres bajo la influencia
divina, Dios evitó que lastimaran a David” (Clarke, Bible Commentary, 2:274).
Este acontecimiento destacable tiene un paralelo en la historia de la Iglesia.
Durante su misión en Gran Bretaña, el élder Wilford Woodruff fue librado de las
manos de las autoridades del gobierno mediante la influencia del Espíritu.
“Al ponerme de pie para hablar en la casa del hermano Benbow, un nombre entró
y me dijo que era un alguacil y que había sido enviado por el rector de la
parroquia con una orden para arrestarme. Le pregunté: ‘¿Por qué delito?’ Dijo:
‘Por predicar al pueblo’. Le dije que yo, así como el rector, tenía permiso
otorgado por las autoridades para predicar el evangelio a la gente y que si tomaba
asiento me pondría a su disposición después de la reunión. Se sentó a mi lado.
Durante una hora y cuarto prediqué los primeros principios del evangelio
sempiterno. El poder de Dios descansó sobre mí, el Espíritu llenó la casa y los
presentes se sintieron convencidos. Al final de la reunión abrí la puerta para el
bautismo, y siete manifestaron querer bautizarse. Entre estas personas había
cuatro predicadores y el alguacil. Este se puso de pie y dijo: ‘Sr. Woodruff, deseo
ser bautizado’. Le dije que me gustaría bautizarlo. Bajé al agua y bauticé a los
siete. Luego nos reunimos. Confirmé a trece personas, repartí la Santa Cena y
todos nos regocijamos juntos.
“El alguacil fue a ver al rector y le dijo que si quería que el Sr. Woodruff fuese
arrestado por predicar el evangelio, él mismo debía ir y cumplir la orden; le dijo
que él había oído predicar el único sermón verdadero del evangelio que había
oído en toda su vida. El rector no sabía qué hacer, de manera que mandó como
espías a dos escribientes de la Iglesia de Inglaterra para concurrir a nuestra
reunión y averiguar qué predicábamos. Ambos fueron tocados en su corazón,
recibieron la palabra del Señor con alegría, y fueron bautizados y confirmados
miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. El rector
se sintió alarmado y no se aventuró a enviar a nadie más.” (Citado en
Cowley, Wilford Woodruff, pág. 118.)
(25-16) 1 Samuel 20
David tuvo que saber de las intenciones de Saúl hacia él antes de poder sentirse
fuera de peligro en la corte y quedarse en ella tal como Saúl había ordenado
(véase 1 Samuel 16:22; 18:2). Un sacrificio y una fiesta de luna nueva (véase
vers. 5; Números 10:10; 28:11) permitieron que Jonatán tuviera una oportunidad
perfecta para averiguar en cuanto al asunto. El amor fraternal de Jonatán hacia
David permaneció firme, aun ante la ira de su padre.

(25-17) 1 Samuel 20:26


La referencia de Saúl a la posible impureza de David se refiere a los requisitos de
la ley mosaica respecto a que el individuo tenía que ser purificado
ceremoniosamente, si era necesario, para poder concurrir a una festividad santa.
Supuso que David estaba ausente porque no había podido satisfacer los requisitos
ceremoniales.

(25-18) 1 Samuel 20:30. ¿Por qué insultó Saúl a la madre de


Jonatán?
En su ira Saúl acusó a su esposa como responsable de la rebelde deslealtad de
Jonatán por ser éste fiel a David en lugar de ser fiel a su propio padre. Saúl se
hundía cada vez más en el mal y se retiraba constantemente del Espíritu. Aun sus
propios hijos, primero Mical y luego Jonatán, apoyaron a David porque sabían
que el odio de Saúl era injustificado.
(25-19) Este punto no se aplica.
(25-20) 1 Samuel 20:41. ¿Por qué “David lloró más”?
Ambos hombres estaban en lágrimas al separarse, pero el dolor de David era
mayor que el de Jonatán. Saúl le había quitado la esposa para dársela a otro
hombre (1 Samuel 25:44), y ahora David se veía imposibilitado de entrar al
tabernáculo y a los rituales de sacrificio porque se veía obligado a ocultarse de
Saúl. Tenía que vivir entre los filisteos y mandar a sus padres a vivir entre los
moabitas para que estuvieran protegidos (véase 1 Samuel 22:3-4). De aquí que
“el pesar de David debe de haber sido, por su naturaleza, mucho mayor. Además
de su amigo Jonatán, al que estaba por perder para siempre, perdió a su esposa, a
sus parientes, a su país; y lo que más lo apenaba era que perdía los altares de su
Dios y las ordenanzas de su religión” (Clarke, Bible Commentary, 2:277).
(25-21) 1 Samuel 21–24
Estos capítulos relatan la huida de David de la presencia de Saúl. El mapa que se
incluye muestra los lugares en los que David buscó refugio.

David elude a Saúl


(25-22) 1 Samuel 21:1–5
El hecho de que David haya comido del pan de la proposición, reservado
solamente para los sacerdotes (véase encabezamiento 13-7), técnicamente
constituyó una violación de la ley. No obstante, Jesucristo empleó este incidente
para mostrar que en tiempos de urgencia una violación del ritual no era pecado
(véase Mateo 12:1-8). Como dijo Pablo: “la letra mata, mas el espíritu vivifica”
(2 Corintios 3:6).

(25-23) 1 Samuel 22:1–2


La deserción constante de los hombres de Saúl hacia el ejército de David
finalmente alcanzó tales proporciones que el ejército de David se transformó en
“un gran ejército, como ejército de Dios” (1 Crónicas 12:22; véase también 12:1-
7, 16-21).

Posiblemente la cueva de Adulam donde David se escondió de Saúl


(25-24) 1 Samuel 22:3–4
Aunque el rey de Moab no era precisamente un amigo de Israel, su odio iba
dirigido principalmente hacia Saúl. Por lo tanto, el rey moabita dio asilo a los
padres de David. El arreglo que éste hizo para la seguridad de sus padres fue
sencillamente una medida de precaución en caso de que Saúl decidiera
castigarlos y torturarlos para que revelaran dónde se encontraba su hijo.

(25-25) 1 Samuel 22:5–19


Una vez más Saúl demostró debilidad, la mayor hasta ese momento, pues asesinó
a personas inocentes que nada sabían de sus problemas con David.

(25-26) 1 Samuel 24:10. “No extenderé mi mano contra…el


ungido de Jehová”
Este capítulo expone un rasgo del carácter de David que necesariamente debe ser
admirado. Aunque ungido por el profeta de Dios para ser rey de Israel, y aunque
Saúl constantemente intentó quitarle la vida, este siervo escogido del Señor no
quiso levantar su mano contra Saúl (véase vers. 5-6). David entendía un
importante principio del sacerdocio, esto es, que uno debe demostrar lealtad
hacia los llamados por el Señor a presidir aun cuando ellos no actúen
perfectamente en su llamamiento. Saúl estaba fracasando miserablemente, pero
David sabía que era responsabilidad del Señor derrocar a Saúl, no suya.

(25-28) 1 Samuel 25:29


Abigail aquí empleó imágenes hermosas, una con relación a un haz y la otra a
una honda. Abigail sencillamente estaba diciendo que la vida de David, sujeta
como estaba a Dios, era preciosa y sería protegida, en tanto que la vida de sus
enemigos se apartaría de David y de Dios tal como la piedra sale disparada de la
honda.

(25-29) 1 Samuel 25:37. “Y desmayó su corazón en él, y se


quedó como una piedra”
Esto significa que Nabal quedó aterrado al pensar que había escapado solamente
porque David escuchó el ruego de su esposa. Tal vez sufrió un infarto o un
derrame cerebral por causa del terror.

(25-30) 1 Samuel 25:42–44


En esta época David se casó con dos mujeres, pues Saúl dio a su hija Mical, la
primera esposa de David, a otro hombre (véase vers. 44). Aunque Abigail es
mencionada aquí antes que Ahinoam, esta última fue la madre del hijo mayor de
David, Ammón, y siempre se la menciona primero cuando se nombra a las
esposas de David (Clarke, Bible Commentary, 1:2:291).
(25-31) 1 Samuel 26
Este capítulo detalla la segunda negativa de parte de David en cuanto a matar a
Saúl, aunque hubiera resultado fácil hacerlo. Como prueba, David tomó la lanza
del rey y su vasija de agua, las llevó al otro lado del arroyo y luego dio voces a
Abner, capitán del rey, manifestándole que había fracasado en protegerlo. Una
vez más se muestra el carácter de David. Cuando David dijo “pague Jehová a
cada uno su justicia y su lealtad” (vers. 23) estaba pidiendo que el Señor juzgara
sus obras en comparación con las de Saúl.
“En este discurso de David hay mucha dignidad, y ella arranca de la conciencia
de su propia inocencia. No pide por su vida, no ofrece razón para prevalecer
sobre Saúl a fin de que desista de sus intentos de destruirlo, sino que deja todo el
asunto en manos de Dios, como juez y vindicador de la inocencia oprimida. Saúl
mismo queda sin palabras, a no ser por el sencillo reconocimiento de su pecado;
y en representación de su rey ninguno de sus oficiales tiene palabra para
expresar. Es extraño que ninguno de ellos ofreciera ahora dañar a David. Todos
vieron que David estaba bajo el cuidado de Dios y que su amo aparentemente
había sido abandonado por El. Saúl invitó a David a regresar, pero David conocía
demasiado bien lo mutable del carácter de Saúl como para confiarse al poder de
aquel rey veleidoso. ¡Cuán carentes de valor son las decisiones de los hombres
contra la voluntad de Dios! Cuando El decide salvar, ¿quién puede destruir? ¿Y
quién es capaz de librarse de sus manos?” (Clarke, Bible Commentary, 2:294.)
Desde este momento en adelante Saúl dejó de perseguir a David y de tratar de
quitarle la vida (véase 1 Samuel 27:4).

(25-32) 1 Samuel 27:10


“¿Dónde habéis merodeado hoy” es otra forma de preguntar dónde habían estado
ese día. Parece que David estuvo entre los enemigos de Israel (véase vers. 8), y
tuvo que apoderarse de las rituallas que éstos tenían de ellos para mantener a su
ejército, que lo acompañaba en Siclag. Aunque muchos comentaristas condenan
esta conducta de David, se debe notar que estaba cumpliendo el mandato de Dios
dado a Moisés y a Josué de destruir enteramente a los cana-neos en ocasión de la
llegada de Israel a la tierra prometida (véase encabezamiento 19-15 para conocer
las razones por las que el Señor requirió esta destrucción).

(25-33) 1 Samuel 28:3-14. ¿Por qué Saúl se valió de una


adivina?
Anteriormente se ha hecho mención de lo que en el antiguo Israel significaba
tener espíritu de adivinación (véase encabezamiento 16-5). Saúl, ahora despojado
de sensibilidad espiritual por causa de su maldad e incapaz de tener respuesta del
Señor, “ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas” (vers. 6), buscó una médium,
una encantadora, una que decía ser capaz de comunicarse con los que estaban en
el mundo de los espíritus. Fue el acto de un hombre desesperado.
“Aquellos que intentan y frecuentemente obtienen comunión (tal como creen)
con espíritus de difuntos reciben el nombre de espiritistas. Su doctrina y creencia
de que médiums y otros mortales pueden realmente comunicarse con los espíritus
de difuntos recibe el nombre de espiritismo. Tal comunicación, si ocurre y
cuando ocurre, se manifiesta a través de fenómenos físicos, tales como lo que
llaman raptos espirituales, o durante estados mentales anormales tales como los
trances. Estas comunicaciones generalmente son fraguadas y manifiestas a través
de médiums…
“…por sinceros que sean los médiums al creer que están siguiendo un camino
aprobado divinamente para que los hombres escuchen a los muertos; en realidad
están valiéndose de las fuerzas del mal para lograrlo. Los que son realmente
espirituales saben esto por revelación personal que viene del verdadero Espíritu;
además, la información revelada por parte de los espíritus mediante los médiums
no está en concordancia con ‘la ley y el testimonio’.
“…en el antiguo Israel, las prácticas espiritistas eran castigadas con la muerte.’El
hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos, o se entregare a la
adivinación, ha de morir’ (Lv. 20:27; Ex. 22:18).” (McConkie, Mormon
Doctrine, págs. 759-60.)
(25-34) 1 Samuel 28:15-20. ¿Puede alguien dominado por un
demonio o espíritu maligno hacer hablar a un profeta
muerto?
“La adivina de Endor,…en lugar de ser una profetisa del Señor, era una mujer
que practicaba la necromancia, esto es, la comunicación o falsa comunica ción
con los espíritus de los difuntos. Pero ella era dominada por un espíritu de
adivinación. En otras palabras, era una médium espiritista, semejante a los que en
la actualidad profesan ese arte, quienes dicen estar bajo el control de conocidos
difuntos, y que mediante ellos pueden comunicarse con los muertos. Es menester
observar que en la sesión espiritista con el rey de Israel, Saúl no vio a Samuel ni
a nadie, sino sólo a la médium o adivina. Ella declaró que veía a un anciano que
se aproximaba y que estaba cubierto con un manto. Fue ella quien le dijo a Saúl
lo que se suponía que había dicho Samuel. El rey percibió que se trataba de éste
por lo que la adivina le estaba diciendo. La conversación que se produjo entre
Samuel y Saúl fue dirigida por la adivina. Todo esto pudo suceder sin la
presencia del profeta Samuel. La mujer, bajo la influencia de un espíritu de
adivinación, pudo haberle dado a Saúl el mensaje que se suponía que provenía de
Samuel, en la misma forma en que se pretende dar mensajes de los difuntos a
través de médiums en esta época, los que, como en el caso que estamos
estudiando, hacen su trabajo de noche o protegidos por la obscuridad.
“Está más allá de la creencia racional que tales individuos puedan, en la
antigüedad o en los tiempos modernos, invocar los espíritus de siervos o siervas
del Señor que ya han partido. Estos no están a la orden y llamado de adivinos,
magos, encantadores o brujos. Ciertamente lastimosa sería la condición de los
espíritus que están en el paraíso si estuvieran bajo tal control. No tendrían
descanso, ni podrían verse libres de las dificultades y afanes de la vida terrenal,
libertad que es esencial para su felicidad, pues estarían en condición de sujeción,
esclavos de la voluntad y caprichos de personas que no concen a Dios y cuya
vida y aspiraciones son de la tierra, o sea, mundanas.” (Smith, Answers to
Gospel Questions, 4:107-8.)
(25-35) 1 Samuel 28:16-20. ¿Pueden los adivinos predecir el
futuro?
“Se ha sugerido que en este caso el Señor envió a Samuel, en el espíritu, para
comunicarse con Saúl, a fin de que supiera lo que acontecería con él; pero este
punto de vista no armoniza con las declaraciones del caso hechas en el pasaje que
aporta los detalles. Si el Señor deseaba impartir esta información a Saúl, ¿por qué
no le respondió cuando él inquirió a través de los canales legítimos de la
comunicación divina? Saúl había intentado todo y fracasó en obtener una
respuesta. ¿Por qué el Señor iba a dejar a un lado los medios que El mismo había
establecido, enviando a Samuel, un profeta, a revelarse a sí mismo mediante un
método prohibido? ¿Por qué iba a emplear a alguien que tenía un espíritu de
adivinación, una médium que positivamente El había condenado mediante su
propia ley?
“ ‘Pero’, se dice, ‘la predicción expresada por el espíritu que se manifestó en esa
ocasión se cumplió literalmente. Israel fue entregado en manos de los filisteos, y
Saúl y sus tres hijos, su escudero y los hombres de su cuerpo de armas fueron
muertos. Por lo tanto, fue una profecía verdadera.’ Admitiendo eso como
correcto, la posición tomada en este artículo no se debilita. Si los encantadores,
los magos, los brujos y los adivinos, puestos bajo la prohibición de la ley, a veces
no anunciaran la verdad, no habría necesidad de advertir al pueblo que no fuera a
ellos para consultarlos. Si el diablo nunca dijera la verdad, no podría engañar con
sus falsedades a los hombres. Los poderes de las tinieblas no prevalecerían si no
recurrieran a un poco de luz. Mezclar algunas verdades con el error es uno de los
medios por los que ellos desvían a la humanidad. No hay nada, entonces, en la
historia de la entrevista entre Saúl y la mujer de Endor que, racional o
doctrinalmente, establezca que ella era una profetisa del Señor o que Samuel en
realidad haya aparecido en esa ocasión.” (Smith, Answers to Gospel Questions,
4:108-9.)
(25-36) 1 Samuel 30:7–8
Ciertamente el uso del efod por David debe de haber incluido el del Urim y
Tumim. El pectoral del sumo sacerdote, que contenía el Urim y Tumim, estaba
sujeto al Efod (véase Exodo 28:26-30; encabezamiento 13-13). Así tenemos que
David le pidió al sumo sacerdote que preguntara al Señor mediante el Urim y
Tumim y obtuvo una respuesta inmediata (véase 1 Samuel 30:8).

(25-37) 1 Samuel 31:10. ¿Quién es Astoret?


Véase Temas suplementarios, Sección F: “Idolatría antigua y moderna”,
especialmente el encabezamiento F-7.

RESUMEN ANALITICO
(25-38) La sección del Antiguo Testamento que contiene la historia de Samuel,
David, Jonatán y Saúl está repleta de situaciones que se pueden aplicar a la vida
moderna, está a tal grado llena de lecciones que anula el tiempo. No es extraño
que los profetas actuales hayan dirigido su atención a ella una y otra vez al hablar
al Israel de nuestros días. Lea y medite las citas siguientes en su esfuerzo por
encontrar lecciones para su propia vida. Posiblemente desee anotar en su diario
aquellas cosas que sean de valor particular para usted.
(25-39) ¿Qué aprendemos de la elección de Samuel al
escoger a David como futuro rey de Israel?
“Al examinar la experiencia de Samuel al elegir a un rey, podemos lograr mayor
comprensión del hecho de que el hombre no está calificado para juzgar. El Señor
había rechazado a Saúl como rey de Israel e instruyó al profeta Samuel a escoger
un nuevo rey. Le dijo que fuese a la casa de Isaí (éste tenía ocho hijos), que una
vez allí el ungido pasaría delante de él, y él sabría quién tenía que ser escogido.
Cuando el mayor, Eliab, se presentó, Samuel pensó que era el elegido, pero el
Señor lo rechazó y le dio al profeta la llave para juzgar: ‘No mires a su parecer,
ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que
mira el hombre; pues el hombre mira lo qüe está delante de sus ojos, pero Jehová
mira el corazón’. (1 Samuel 16:7.)
“Cada uno de los siete hijos pasaron delante de Samuel, y todos fueron
rechazados. Luego David, el más joven, fue llamado a presentarse y fue aprobado
por el Señor.
“Por lo tanto, la razón por la que no podemos juzgar es obvia. No podemos ver lo
que hay en el corazón. No conocemos los motivos de ciertas acciones, aunque
imputamos motivos a todo acto que vemos. Tal vez estos actos sean puros, y
nosotros pensamos que no lo son.
“No es posible juzgar a los demás a menos que conozcamos sus deseos, su fe y
sus metas. Por causa de un medio ambiente diferente, de oportunidades
desiguales y de muchos otros detalles, no todos estamos en la misma posición.
Uno puede comenzar desde la cumbre, y otro desde la base, y tal vez se
encuentren al dirigirse en direcciones contrarias…¿Cómo podemos nosotros, con
todas nuestras debilidades y flaquezas, osar arrogarnos el lugar de jueces? A lo
sumo el hombre puede juzgar solamente lo que ve; no puede juzgar el corazón o
la intención, ni comenzar a juzgar el potencial de su prójimo.” (N. Eldon Tanner,
“Judge Not That Ye Be Not Judged”, Ensign, julio de 1972, pág. 35.)
(25-40) ¿Qué debemos hacer para vencer al Goliat que vive
en cada uno de nosotros?
“Recordad que todo David tiene un Goliat al cual vencer y cada Goliat puede ser
vencido. Tal vez no sea un hombre fuerte que pelea con sus puños o espada o con
un rifle. Puede ser de carne y huesos. Tal vez no tenga dos metros setenta de
estatura; tal vez no esté protegido por una coraza…pero todos los jóvenes tienen
un Goliat. Y cada joven tiene su honda y tiene acceso al riachuelo donde están las
piedras redondeadas.
“Encontraréis los Goliats que os amenazan. Sea Goliat el fortachón del pueblo, o
sea la tentación de hurtar o destruir, o la tentación de robar o el deseo de decir
malas palabras; si vuestro Goliat es el deseo de destruir o la tentación de la
lujuria y del pecado, o la inclinación a evitar la actividad, cualquiera que sea
vuestro Goliat, puede ser destruido. Pero recordad, para ser vencedores debemos
seguir la senda que siguió David:
“ ‘David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con
él’ (1 Samuel 18:14).” (Spencer W. Kimball, “The Davids and the
Goliaths”, Ensign, nov. de 1974, pág. 82.)
(25-41) Armados de fe en Dios, nuestra causa no puede ser
obstaculizada
Las personas prudentes se arman como lo hizo David, no con honda o piedra,
sino con fe. Aunque David era experto en el manejo de la honda, su confianza
descansaba en el Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes a las que Goliat
desafiaba. Del mismo modo, nosotros también debemos armarnos para nuestras
batallas.
“Sugiero que cada individuo se apreste con la armadura de Dios. Así llegará a ser
un ejemplo para los demás, y muchos seguirán sus pasos. A medida que cada uno
haga esto, ayudará a formar el ejército que obtendrá la gran victoria y finalmente
preparará al mundo para la segunda venida del Salvador.
“Al vestir la armadura de Dios, debemos llegar a conocer al Salvador. A los 14
años de edad, José Smith, en su búsqueda de conocimiento y sabiduría, se dirigió
al Señor en oración. Dios el Padre y su Hijo, Jesucristo, aparecieron ante él en
una visión. Vio a dos personajes, uno diciendo del otro: ‘Este es mi Hijo Amado.
¡Escúchalo!’ (José Smith 1:17). Este fue el comienzo de la restauración del
evangelio de Jesucristo en la tierra. Si tenemos fe, podemos prepararnos
mediante oración y estudio y obtener la misma seguridad que tuvo José Smith:
que Dios vive y que El y su Hijo son dos personas distintas. Jesús de Nazaret
entonces llegará a ser el centro de nuestra vida. Con esta certidumbre, nuestra
causa no puede ser obstaculizada. Sin ella, no tenemos causa.” (Víctor L. Brown,
“Is There Not a Cause?” Ensign, nov. de 1974, pág. 104.)
(25-42) Es la causa a la que honramos y no a los miembros
indignos que la profesan.
“Aunque un hombre no sea el ungido del Señor, es posible que tengamos hacia él
sentimientos de simpatía, los cuales nos los enseña la misma naturaleza humana;
mas cuando un hombre es el ungido del Señor, nos sentimos de la misma forma
en que David se sintió hacia Saúl. El no levantaría su mano contra Saúl, porque,
como él mismo lo dijo, es ungido del Señor. Pero, ¿cómo podrían trabajar en
armonía y estar en unidad si los dos tuvieran espíritus diferentes? En Saúl había
un espíritu contrario, pero aun así David no levantaría la mano para matarle,
aunque lo tenía en su poder, pues él era el ungido del Señor. Un hombre puede
estar asociado con otro y estar en el mismo reino y ser a la vez de espíritus
diferentes; incluso puede pasar sin ser notado por algún tiempo. Cuando el
ungido del Señor no se esfuerza por cumplir con las responsabilidades del reino,
permanece inactivo todo el tiempo. De manera que ¿cómo puede aquel que
obedece los principios de la rectitud y la justicia y que está lleno del amor de
Jesús amar a ese hombre? El no puede hacerlo como quisiera. Tenemos que estar
inspirados por el mismo Espíritu y por la misma clase de conocimiento para
poder amarnos y ser uno en corazón y mente.” (Lorenzo Snow, en Journal of
Discourse, 4:156.)

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