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Superando los Gigantes.

Superando los gigantes.

Tema: Superando los “gigantes”


ESCRITURA:
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque
yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que
está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” 1Samuel.16:7

INTRODUCCIÓN:
Todos tenemos gigantes en nuestra vida.
 Nosotros decidimos si los enfrentamos o continuamos huyendo de ellos.
 Nuestros gigantes pueden estar representados en:
 Nuestros temores.
 Complejos y debilidades.
 Tentaciones o circunstancias por las que estemos pasando,
 Lo bueno es que Cristo venció en la cruz del calvario por nosotros lo que
significa que si los enfrentamos nuestra victoria está asegurada.
La mejor manera de enfrentar un gigante, es creyendo que Dios es más grande 1
que cualquiera de todos ellos.

Preguntas para interactuar:


• ¿Por qué David, aunque era pequeño logro vencer al gigante que todos temían?
• ¿Cuál consideras que ha sido tu gigante más difícil de vencer?
• ¿Cómo podemos vencer nuestros gigantes?
 Saul representa a una generación temerosa y estancada, porque no
conocía a Dios.
 David por el contrario es figura representativa de un pueblo y una
generación, conocedora de un Dios grande y omnipotente.
 Este Dios todopoderoso promete usar a este tipo de personas en:
a. Eventos y grandes prodigios.
b. En llevarlos a las naciones perdidas para que a través de ellos le
conozcan a él.
c. Convertirlos en una generación de grandes adoradores que
establezcan su reino.

1. ESCUCHE LA VOZ DE DIOS Y NO LA DEL TEMOR

Fernando Villegas
Chaverri
Superando los Gigantes.

• David se dio cuenta de las bendiciones que iba recibir si lograba vencer al
gigante y motivado por esos beneficios decidió enfrentarse al gigante Goliat.
Las palabras del rey sonaron más que las de Goliat.

• Cuando nos enfocamos en lo que Dios nos va a dar no escuchamos las voces de
aquellos que nos menosprecian diciendo que no lo lograremos. (Fil. 3.13-14)

• Es necesario que luchemos por alcanzar lo que Dios tiene para nosotros
debemos vencer los temores que no nos permiten dejar lo que nos estorba y
por ende ser bendecidos (Mt. 19.29)

2. ASEGÚRESE QUE PEGA EN LA CABEZA 1 Samuel 17:49

• Cuando hay negativismo en nosotros; es en nuestra mente donde comienza todo


así es que el cambio debe comenzar por la mente. (Romanos 12.2)

• Si nuestros gigantes son pecados que no hemos podido vencer es en nuestra


mente donde comienzan, muchas veces el enemigo ni siquiera tiene que
meterse porque el problema se encuentra en nuestra cabeza. (2ª. Cor. 10.5)

• Muchas veces tenemos en nuestra vida temores que no nos permiten superarnos
y lograr nuestros sueños quizás alguien nos dijo que nunca lograríamos llegar a 2
nuestras metas pero si llenamos nuestra mente con la palabra de Dios
lograremos vencer.

3. USE LO QUE TIENE 1 Samuel 17:49-50

• Cuando la gente veía a David que estaba dispuesto a pelear en contra del
gigante posiblemente muchos se burlaron de el porque veían que sus
posibilidades para vencer eran escasas. Aún sus familiares le rechazaron (1º.
Samuel 17.28 y 33)

• A David le dieron una armadura que no le quedaba para ver si le ayudaba a


vencer pero el prefirió luchar con lo que tenia; esto nos enseña que debemos
ser nosotros mismos y no tratar de imitar a alguien que ni siquiera se asemeja a
nosotros. (1º. Sam. 17.38-39)

• No importa que o cuanto tienes para comenzar sino con cuanto y con que estas
soñando terminar. Comienza con lo que tienes. Moisés venció con una vara, y
David con una onda y algunas piedras. (v. 40)

4. TOME DECISIONES CORRECTAS

Fernando Villegas
Chaverri
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• Cuando David vio frente al gigante no se quedó pensando que hacer sino
que inmediatamente tomo la decisión de pelear. (V.48)

• Lo que tiene urgencia debemos atenderlo inmediatamente no podemos perder


mas el tiempo pensando en que quizás mañana emprenderemos el camino
hacia el éxito en todas las áreas de nuestra vida.

• En la Biblia encontramos un sin número de personajes que tomaron una decisión


a tiempo sin esperar y lograron alcanzar sus objetivos.

Conclusión: Si nosotros no tomamos la decisión de luchar para arrebatar lo que


Dios tiene para nosotros, alguien mas lo hará y como consecuencia las
bendiciones que estaban destinadas para nosotros serán entregadas a alguien
mas. Quizás alguno de los soldados del ejercito del pueblo de Israel estuvo
pensando si luchaba contra Goliat pero nunca se decidió a hacerlo y apareció
David y tomo la bendición que los demás decidieron perderse. Acepta a Cristo
como Señor de tu vida.

ORACIÓN DEL PECADOR


Señor Jesús reconozco que he pecado y que tú moriste por mí, hoy me arrepiento
y te pido perdón. Te entrego mi vida y mi corazón para que seas mi Señor y mi
Salvador, amén. 3

Goliat puesto que él mismo probablemente pesaba entre 250 y 350 kilos (posiblemente
más, dependiendo de su estructura).

No hacía mucho que los filisteos habían sido derrotados en toda la línea, pero aquí les
vemos de nuevo empeñados en presentar batalla.
I. Vemos cómo desafiaron con sus tropas a Israel (v. 1). Descendieron hasta el país de
Israel y se apoderaron, al parecer, de alguna parte del territorio pues acamparon en un lugar
que es de Judá. Es probable que los filisteos se hubiesen enterado de que Saúl había caído
del favor de Samuel y había sido abandonado por él, y, quizá, de que Saúl se había vuelto
melancólico e incapaz de presentar batalla. Pero Saúl reunió a sus hombres y se dispuso a
luchar contra los filisteos (vv. 2, 3). El espíritu malo se había apartado, de momento, de él
(16:23). El arpa de David le había proporcionado gran alivio, y hasta es posible que la
noticia del ataque del enemigo y los preparativos para la batalla impidiesen que le volviese
la melancolía, contra la cual es buen antídoto la ocupación. David había regresado a Belén
a cuidar el rebaño de su padre, esto fue un raro ejemplo de humildad y afecto a sus padres
en un joven que disfrutaba del favor del rey.

Fernando Villegas
Chaverri
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II. Vemos también cómo desafiaron los filisteos a Israel y usaron para ello a su
gran campeón, el gigante Goliat; con él esperaban recobrar la reputación y el dominio que
anteriormente habían perdido. Es probable que el ejército de Israel fuese superior en
número y fuerza al de los filisteos y que, por eso, desistieran de presentar batalla formal y
propusieran el combate singular (como ha sucedido en muchas ocasiones históricas) de una
persona de cada uno de los dos ejércitos, con ello esperaban obtener la victoria, ya que
poseían un campeón excepcional. Respecto de este campeón se nos dicen:
1. Su extraordinaria estatura. Era uno de los hijos de Anac quienes ocupaban Gat en
tiempos de Josué (Jos. 11:22). Su altura se indica en codos y palmos: tenía seis codos y un
palmo (v. 4). El codo tenía unos 45 centímetros, el palmo, unos 22. Así que Goliat medía
unos 2, 92 metros de altura. Era una estatura extraordinaria, pero no monstruosa.
2. Las medidas de su armadura (vv. 5–7): Traía un casco de bronce en su cabeza y
llevaba una cota de malla, hecha de láminas de bronce, unas sobre otras como las escamas
de un pez; comoquiera que sus piernas alcanzarían la altura equivalente a la estatura de un
hombre normal, las llevaba cubiertas con grebas de bronce. También llevaba una jabalina
de bronce entre sus hombros, es decir, colgada a la espalda. Se nos dice que la cota pesaba
cinco mil siclos de bronce, es decir, unos 57 kilogramos. Sus armas ofensivas eran
igualmente extraordinarias, de las que sólo la lanza se describe aquí (v. 7): El asta de su
lanza era como un rodillo de telar. Solamente el hierro de su lanza pesaba 600 siclos, esto
es, unos siete kilogramos. Así que podía manejar con el brazo un arma que cualquier otro
hombre escasamente podía alzar del suelo. El escudo lo llevaba, delante de él, su escudero,
no porque él lo necesitase para defenderse, puesto que iba prácticamente vestido de bronce,
sino, probablemente, para infundir más respeto. 4
3. El reto que lanzó. Habiéndole escogido los filisteos por campeón, a fin de salvarse
del albur de una lucha desigual, arroja él el guante y desafía a las tropas de Israel (vv. 8–
10). Descendió al valle que había entre los dos campamentos y, como su voz sería mucho
más fuerte que la de otros, como lo era su brazo, gritó de forma que todos le oyeran (v. 8):
«Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí». Al mirar con desdén al
ejército de Israel, les desafía a que hallen entre ellos un hombre lo suficientemente valiente
para entrar en liza con él. (A) Les increpa como si fuese una insensatez el haber reunido
todo un ejército. (B) Propone jugar la guerra a la carta del duelo singular de un hombre
contra otro (v. 9): «Si vuestro campeón me mata, seremos vuestros siervos; si yo le mato a
él, seréis nuestros siervos». Como dice el obispo Patrick, esto era, en el fondo, una
fanfarronada. La paráfrasis caldea le describe jactándose de ser el que había matado a Ofní
y Fineés y se había llevado cautiva el Arca.
4. El terror que este reto infundió a las tropas de Israel (v. 11): Oyendo Saúl y todo
Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo. Quizás el pueblo no
habría desmayado tanto si no hubiese observado que a Saúl le faltaba el valor. No es de
esperar que los soldados sean valientes cuando el general que los manda es cobarde.
Jonatán debe permanecer quieto, porque el honor de enfrentarse con Goliat está reservado a
David.

Versículos 12–30

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Durante cuarenta días acamparon los dos ejércitos, el uno enfrente del otro,
aunque no se puede descartar que hubiese escaramuzas entre algunas partidas sueltas.
Mientras tanto (v. 16), el filisteo repetía su reto por la mañana y por la tarde. También
durante todo este tiempo continuaba David al cuidado de las ovejas de su padre, pero al
término de esos días la Providencia lo trae al campo de batalla para ganar y llevarse el
laurel que ningún otro israelita se aventura a ganar.
I. La situación de su familia. Su padre era anciano (v. 12). Sus tres hermanos mayores,
quienes estaban posiblemente envidiosos del lugar que ocupaba él en la corte, consiguieron
que su padre lo dejase en casa, mientras salían ellos con las tropas al campo de batalla,
donde esperaban señalarse y eclipsarle a él (vv. 13, 14), mientras David regresa a las fatigas
y, por lo que se ve (v. 34), a los peligros de cuidar las ovejas de su padre. El texto silencia
misteriosamente dónde se hallaban los restantes tres hermanos.
II. El recado que su padre le dio de ir a visitar a sus hermanos en el campamento. Debía
llevarles pan y queso; diez panes con un efá de trigo tostado para sus hermanos (v. 17) y
diez quesos para el coronel («jefe de mil») del regimiento (v. 18). David tiene que ser
todavía el ganapán de la familia, a pesar de ser el miembro más distinguido de ella. No
tenía bajo su mando ni un asno que le llevase la carga, sino que había de llevarla a la
espalda y marchar deprisa con ella al campamento (v. 20). Debía observar cómo estaban de
salud sus hermanos y «tomar prendas de ellos», es decir, respuesta o señal de recibo de
parte de ellos.
III. Obediencia concienzuda de David; había aprendido muy bien a obedecer, antes de
ser promovido a mandar. La providencia de Dios le trajo al campamento muy 5
oportunamente, precisamente cuando se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos
(v. 21). Ambos lados se disponían ahora a luchar. Vemos ahora:
1. Qué vivo y activo era David (v. 22). Aunque había hecho un largo viaje con una
pesada carga, corrió al ejército para ver lo que pasaba y cómo estaban sus hermanos.
2. Cuán osado y atrevido era el filisteo (v. 23). Ahora que los dos ejércitos estaban ya
en orden de batalla, aparecía una vez más para repetir su reto.
3. Qué miedosos y acobardados estaban los hombres de Israel. Cuando se acercó Goliat
todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia y tenían gran
temor (v. 24).
4. Cuán alto ponía Saúl el premio para un campeón. Quien venza al filisteo será
favorecido por el rey en la forma más espléndida de que el rey es capaz (v. 25).
5. Cuán interesado estaba David en afirmar el honor de Dios y de Israel contra el
desvergonzado reto de este gigante. Parece ser que fueron dos consideraciones las que
hicieron hervir la santa indignación de David: (A) Que el retador era un incircunciso,
extraño al verdadero Dios y a su pacto. (B) Que los retados eran los ejércitos del Dios vivo,
dedicados a Él, empleados por Él y para Él, de forma que la afrenta hecha a ellos afectaba
de rechazo a Dios mismo, y esto no lo podía soportar David. Por eso, cuando le notificaron
la recompensa ofrecida por matar al filisteo (v. 27), preguntó a otros (v. 30) con el mismo
interés, y a la espera de que sus palabras llegaran finalmente a los oídos de Saúl.
6. Cómo trató su hermano mayor Eliab de desanimarle dirigiéndole injustos reproches
(v. 28). En ello vemos: (A) Un fruto de los celos de Eliab, quien era el hermano mayor,
mientras que David era el más joven de todos. Le dolía a Eliab escuchar de labios de su
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hermano menor unas frases tan atrevidas que él mismo no se había arriesgado a
pronunciar contra el filisteo. Sus celos eran tan grandes, que parecía como si prefiriese que
Goliat triunfase sobre Israel antes que fuese su hermano David quien triunfase sobre el
filisteo. Por lo que dijo, Eliab quería que los que estaban con él considerasen a David como
un joven perezoso y orgulloso. Le da a entender que su obligación es cuidar las ovejas, e
insinúa falsamente que era un pastor infiel y despreocupado. (B) Una prueba para la
mansedumbre, la paciencia y la constancia de David. Fue una prueba de breve duración, y
en ella se mostró él digno de completa aprobación, puesto que: (a) Soportó la provocación
con ánimo admirable (v. 29): «¿Qué he hecho yo ahora?» Tenía de su parte la razón y el
derecho, lo sabía bien y, por eso, con una respuesta suave aplacó la ira de su hermano. Este
dominio de sí mismo fue, en muchos aspectos, más honroso que el dominio que ejercitó
sobre Goliat. (b) Siguió adelante en su propósito con admirable resolución. La mala
voluntad de su hermano no había de quitarle la idea de aceptar el reto del filisteo.

Versículos 31–39
Por fin, David es presentado a Saúl como campeón de Israel (v. 31) y él acepta
bravamente la empresa de luchar con el filisteo (v. 32). Un modesto pastor, llegado aquella
misma mañana de guardar las ovejas, resulta más valiente que todos los hombres de guerra
de Israel y les da ánimos. Dos cosas tenía que hacer David en su encuentro con Saúl:
I. Deshacerse de la objeción que Saúl le hizo en contra de esta empresa. «¡Ay!—viene a
decir Saúl—, tienes grandes ánimos, pero en modo alguno puedes enfrentarte con ese
filisteo.» Para responder a esta objeción, David recurre a la experiencia; aunque es cierto 6
que era un muchacho y no estaba avezado a la guerra, quizás había hecho algo más difícil
que matar a Goliat, puesto que, con la ayuda de Dios, había tenido valor y fuerza
suficientes para dominar y matar, en varias ocasiones, a un león y a un oso, arrebatándoles
la presa que habían tomado del rebaño (vv. 34–36). Compara al filisteo con esas fieras,
teniéndole por una bestia semejante al león y al oso y, por consiguiente, no duda de que
saldrá igualmente victorioso de él; con ello le da a entender a Saúl que no era un muchacho
tan inexperto como suponía Saúl.
1. Le refiere unos episodios que le muestran como hombre animoso y concienzudo.
Cuando David guardaba el rebaño: (A) Se mostraba muy diligente y con mucho interés por
el bien de su rebaño. No podía ver a un cordero en apuros sin que se lanzase a arriesgar su
propia vida para rescatarle de las fieras. Estas cualidades le equipaban de modo estupendo
para el oficio de rey, para quien las vidas de sus súbditos deben ser preciosas (Sal. 72:14);
así resultaba un espléndido tipo de Cristo, el Buen Pastor (Jn. 10), que recoge en su brazo
los corderos y los lleva en su seno (Is. 40:11), y que no sólo arriesgó, sino que dio su vida
por sus ovejas. (B) Se mostraba muy valiente en la defensa de su rebaño (v. 36): «Fuese
león, fuese oso, tu siervo lo mataba».
2. Le refiere unos episodios que le muestran como hombre de fe. Reconoce (v. 37) que
Jehová le había librado de las garras del león y de las garras del oso; a Él le da la gloria y
la alabanza por tan grandes logros; y de ahí infiere: «Él también me librará de la mano de
este filisteo».

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3. Con estas razones, apoyadas en la propia experiencia, deshace la objeción de


Saúl y gana su consentimiento para luchar contra el filisteo (v. 37): «Y dijo Saúl a David.
Ve, y Jehová esté contigo».
II. Deshacerse de la armadura con la que Saúl quería, a todo trance, que se vistiera para
llevar a cabo tan difícil empresa (v. 38). Al no estar todavía seguro de los medios que había
de emplear para atacar a su enemigo, David se ciñó la espada (v. 39) después de estar
vestido con todas las armas defensivas, pero se dio cuenta de que no podía ni andar con
tales impedimentos, que le iban a servir de carga más que de defensa. Así que echó de sí
aquellas cosas, y dijo: «Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué»

Versículos 40–47
I. Preparaciones hechas por ambas partes para el encuentro. Goliat estaba ya preparado,
como lo había estado cotidianamente durante cuarenta días. Bien podía andar con su
armadura, pues lo había probado suficientemente. Pero, ¿cuáles eran las armas y
municiones de que iba provisto David? Ciertamente ningunas otras, sino las que había
llevado como pastor; no coraza, sino zamarra; no lanza, sino cayado; no espada ni arco,
sino su honda; no flechas, sino cinco piedras lisas del arroyo (v. 40). Con esto demostraba
que toda su confianza estaba puesta puramente en el poder de Dios.
II. La conversación que precedió al encuentro:
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1. Goliat se mostró orgulloso, despectivo y fanfarrón. Obsérvese: (A) Con qué
desprecio miró a su adversario (v. 42). Observó que era un muchacho, y rubio y de
hermoso aspecto, más apropiado para acompañar a las doncellas de Israel en sus danzas
que para conducir a los varones de Israel en sus batallas. También observó sus arreos con
gran enojo (v. 43): «¿Acaso soy un perro para que vengas a mí con palos?» (B) Con qué
confianza presumió de salir victorioso. Maldijo a David por sus dioses y añadió (v. 44):
«Ven a mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo; esa carne tan tierna
va a ser para ellas un delicioso banquete».
2. Cuán piadosa fue la contestación de David. Su respuesta no sabe a ostentación de
ninguna forma, sino que Dios es todo en todo en ella (vv. 45–47). (A) Hace derivar su
autoridad de la de Dios: «Yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, por la
gracia especial de su pacto, el Dios de los escuadrones de Israel». Mientras Goliat confiaba
en su espada y en su lanza, David confiaba solamente en el nombre de Dios. (B) Hace
depender de Dios el éxito (v. 46). David habla con la misma seguridad que Goliat, pero
sobre base más firme; es su fe la que le hace decir: «Jehová te entregará hoy en mi mano, y
no sólo tu carne, sino también los cuerpos de los filisteos daré a las aves del cielo y a las
bestias de la tierra». (C) Dedica a Dios la alabanza y la gloria de esta empresa: (a) Todo el
mundo sabrá que hay un Dios y que el Dios de Israel es el único Dios vivo y verdadero, y
que todas las demás supuestas deidades no son sino vanidad y mentira. (b) Todo Israel
sabrá que Jehová no salva con espada y con lanza (v. 47), sino que puede salvar, cuando le
place, con ellas o contra ellas (Sal. 46:9). David se apresta a este combate más como un

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sacerdote que va a ofrecer un sacrificio a la justicia de Dios, que como un soldado


que va a enfrentarse con un enemigo de su país.

Versículos 48–58
I. El encuentro entre los dos adalides (v. 48). El filisteo avanzó con gran pompa y
majestad; aunque, para él, David es un pigmeo, echó a andar hacia él cubierto
materialmente de bronce y hierro como una montaña de metal. David avanzó con no menos
ánimo y actividad, como quien está más interesado en la ejecución del enemigo que en
lanzar bravatas y poner gesto solemne: «David se dio prisa y corrió a la línea de batalla
contra el filisteo». Como iba vestido más ligero, podía ir más deprisa. Podemos
imaginarnos con cuánta compasión verían los israelitas a un muchacho tan tierno
metiéndose, como suele decirse, en la boca del lobo, pero él sabía en quién creía y por
quién actuaba.
II. La caída de Goliat en este encuentro. No tenía prisa, pues no tenía miedo, sino que
confiaba en rebañarle la cabeza a David al primer golpe de su espada; pero, mientras Goliat
se preparaba despacio y con solemnidad, David actuó rápidamente y sin aspavientos: le
lanzó con la honda una piedra a la frente, la cual, en un abrir y cerrar de ojos, dio con
Goliat en tierra (v. 49). Goliat sabía que había buenos honderos en Israel (Jue. 20:16); no
obstante, fue tan olvidadizo o tan presuntuoso que dejó abierta la visera de su yelmo. Para
completar su ejecución, sacó David la espada del filisteo y, con ambas manos, le cortó con
ella la cabeza (v. 51). La victoria de David sobre Goliat fue tipo de los triunfos del Hijo de
David sobre Satanás y los poderes de las tinieblas, a los que despojó y los exhibió 8
públicamente (Col. 2:15); también nosotros triunfaremos enteramente (Ro. 8:37, lit.) por
medio de aquel que nos amó.
III. La derrota de los filisteos como consecuencia de la muerte de su adalid. Como
dependían enteramente de la fuerza de su paladín, al verle muerto, no pensaron siquiera en
tirar las armas y entregarse por siervos (v. 9), como el propio Goliat había prometido, sino
que pusieron pies en polvorosa, completamente desanimados y pensando que mal podían
oponerse a un hombre ante quien su gran campeón había caído: «Cuando los filisteos
vieron a su paladín muerto, huyeron» (v. 51). Esto animó a los israelitas, quienes gritaron y
siguieron a los filisteos (v. 52). Después de derrotarlos, saquearon su campamento (v. 53),
y se enriquecieron con el botín.
IV. Uso que de los trofeos hizo David (v. 54). Trajo a Jerusalén la cabeza del filisteo, a
fin de infundir terror a los yebuseos, en cuyas manos estaba todavía la fortaleza de Sion,
pero las armas de Goliat las puso en su tienda; solamente la espada fue conservada detrás
del efod en el tabernáculo, como dedicada a Dios (21:9).
V. La fama que cobró David. Saúl se había olvidado de él, debido a su enfermedad
mental (pues sólo a pérdida de la memoria puede achacarse la ignorancia que aparece en Él
v. 58), sin imaginarse que su músico hubiese tenido bravura suficiente para enfrentarse a
Goliat. Abner era anteriormente un desconocido para David, pero le tomó y lo presentó a
Saúl (v. 57), y él se identificó modestamente ante el rey (v. 58): Yo soy hijo de tu siervo

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Isaí de Belén. Así fue presentado a la corte con mucho mayor prestigio que antes,
en lo cual pudo él reconocer la mano de Dios que llevaba a cabo todas las cosas en su favor

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