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“reyes de la plata”, y más tarde figuraron como los “barones de la gran minería”.
PREFACIO:
Consta en las crónicas de la familia, que Francisco Ortiz de Aramayo, contrajo nupcias con
Juana de Dios de Porras y Matorras, en la segunda mitad del siglo XVIII.
En los primeros años del siglo XIX habitaba en Moraya un matrimonio integrado por Isidoro
Ortiz Aramayo, hijo de Francisco Ortiz de Aramayo, y de María Ovalle. El 25 de septiembre de
1809 María dio a luz en Moraya a un hijo varón, bautizado el 1 de octubre con el nombre de
José Avelino. Sus padrinos fueron Bruno Ortiz de Aramayo y Manuela de Aramayo, vecinos del
lugar. José Avelino, quedó huérfano de madre en 1815.
En Tupiza, en la Plaza Independencia, existe una estatua en su honor que fue inaugurada en
1909, por su hijo Félix Avelino Aramayo Vega.
José Avelino Aramayo nació en Moraya (Potosí), en 1809 y murió en París (Francia), en 1882.
Conoció a la argentina Coloma Vega, hija del general Nicolás Vega. Ella tenía 19 años y él 36,
cuando contrajeron nupcias en París, el 27 de septiembre de 1845. Testigos de su boda fueron
José María Linares e Isidoro Echegaray. La pareja tuvo cinco hijos: Félix Avelino, Carlos, Emilia,
Luis y Elvira.1
Nunca estuvo de acuerdo con las políticas de Estado, relativas a la comercialización de las
pastas de plata. Convencido de las ilimitadas posibilidades que ofrecía el país y las ciencias,
trazó un diagnóstico muy crítico de la sociedad boliviana; emprendiendo, desde 1850, una
campaña para que el país alcanzara el nivel de los europeos o de la Argentina o Chile, y la base
tenía que ser la actividad minero-metalúrgica, que abarcaba simultáneamente: los ferrocarriles
(que fueron proyectados por él en 1863, 1866 y 1870) para salvar el Litoral, la agropecuaria,
los intereses territoriales y la democratización de la vida política.
Como viajero que fue, recorrió a lomo de caballo o mula, la provincia Litoral; y llegó al
convencimiento de que los yacimientos de Lípez, Portugalete, Chocaya, Ubina, Huanchaca,
Porco, Potosí, Aullagas, Antequera, Poopó, Oruro, Carangas y Salinas, constituían el futuro y
podrían alimentar la formación de numerosas empresas mineras. Él sabía dónde se
encontraban los yacimientos de oro, ya que este metal era producido en pequeñas cantidades
por sus pobladores, en: Tipuani, el río de los Cajones y Chuquiaguillo (todos en La Paz);
Choquecamata, Chayanta y Chichas (todos en Potosí); Mojos y Chiquitos (en el oriente).
2. Viajó a Europa en 1835 (que repitió en 1837, 1845, 1863 y 1871 y observó en el viejo
mundo, la evolución de la revolución industrial) y regresó a Bolivia, con un pequeño capital; lo
que le permitió convertirse en importador de mercancías y exportador de oro.