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Universidad de la Sabana

Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas


Filosofía del Lenguaje
Noviembre 21 del 2019

La bondad del Principio de Caridad

Por Juliana Ocampo Guzmán

La pregunta sobre la que voy a decir algunas cosas es: ¿qué implica el Principio de
Caridad para el hecho de que hay distintas culturas? Para cumplir con este propósito divido
el texto en tres secciones. En la primera, presento brevemente la postura davidsoniana y el
problema que algunos le atribuyen. En la segunda, presento tres razones para aceptar el
Principio de Caridad. Y, por último, concluyo con una tesis romántica acerca de la
humanidad.

I. Presentación del problema


El Principio de Caridad propuesto por Davidson dice que:
“If we cannot find a way to interpret the utterances and other behavior of a creature as
revealing a set of beliefs largely consistent and true by our own standards, we have no
reason to count that creature as rational, as having beliefs, or as saying anything”
(Davidson, 1984, p. 137).
Donald Davidson considera que las creencias y el significado tienen una relación
bicondicional, es imposible tener una creencia sin tener significado, ni significado sin tener
una creencia. Por eso, en su texto Radical Interpretation, propone que para interpretar un
lenguaje que nos es completamente desconocido, es necesario asumir que el hablante que
estamos interpretando tiene creencias y que estas son consistentes y en su mayoría
verdaderas, pero el único estandar que tenemos para interpretarlo son nuestras propias
creencias. Debemos asumir que el hablante tiene creencias para poder atribuirle significado
a lo que dice. Así que, para interpretar a alguien lo primero que debemos hacer es asumir
que es un ser racional que tiene creencias y, por lo tanto, puede emitir sonidos con
significado. Si no asumimos la racionalidad del otro y desconocemos completamente los
sonidos que emite, no tenemos razones para pensar que es un ser racional que está diciendo
algo significativo, podría simplemente estar haciendo ruidos insignificantes como los
animales no-racionales.
Ahora, si le creemos al Principio de Caridad entonces, dice Davidson, podemos
extenderlo a los conceptos. Davidson cree, y con razón, que asumir que el otro es racional
nos lleva a considerar que compartimos creencias, entonces, también debemos compartir
los conceptos que son el contenido de dichas creencias. Por lo tanto, aceptar el Principio de
Caridad nos lleva a aceptar que tenemos las mismas creencias y los mismos conceptos.
Pero ¿cómo sabemos que realmente tenemos los mismos conceptos? El argumento de
Davidson, presentado en On the Very Idea of a Conceptual Scheme, es, a grandes rasgos,
que si los diferentes lenguajes estuvieran basado en creencias diferentes no podrían ser
intertraducibles. Parece que los diferentes lenguajes son intertraducibles, entonces, los
diferentes lenguajes están basados en las mismas creencias y, por lo tanto, en los mismos
conceptos. De esta manera, Davidson defiende la idea de que todos los seres racionales, de
cualquier cultura que sean, tienen los mismos conceptos.
Esta idea no es completamente aceptada, pues hay quienes creen que lleva a
consecuencias indeseadas, como el etnocentrismo o el anti-realismo intencional (Rey, 2018,
p. 151). Parece que defender esta idea nos lleva a tener que aceptar que todo concepto que
no pueda traducirse a nuestra lengua, no es racional. Es decir, toda persona que defienda
dicho concepto, no es racional. Esta es una consecuencia indeseada para aquellos que
defienden que hay culturas con concepciones del mundo diferentes a las nuestras y que son
tan diferentes que alguien que no pertenezca a esa cultura no podría entenderlo.
II. Postura frente al problema
En esta sección presento tres razones por las que creo que es bueno aceptar el
Principio de Caridad, y la consecuencia que esto implica, a saber, que todo ser racional
tiene los mismos conceptos, independientemente de su cultura particular.
En primer lugar, al Principio de Caridad se le acusa de etnocentrista, pues hay que
asumir que el otro tiene creencias que son consistentes y mayormente verdaderas bajo
nuestros propios estandares. En otras palabras, el criterio son mis creencias y mis creencias
son propias de la cultura en la que estoy inmerso; o sea, asumo que las creencias del otro se
rigen bajo las mismas reglas que se rigen las creencias en mi cultura. Esto lleva a la
consecuencia de que se mide la racionalidad de los integrantes de las demás culturas con la
racionalidad de mi propia cultura como criterio.
Sin embargo, me pregunto ¿si no es así, entonces cómo? Solo veo dos posibles
opciones, o cada quien tiene sus propios conceptos “subjetivos” o hay ciertos conceptos
objetivos accesibles a todos. Si los conceptos son objetivos, entonces hay que aceptar que
todos los lenguajes hacen referencia a los mismos conceptos; y si hacen referencia a los
mismos conceptos, entonces todos los lenguajes son intertraducibles. Si esto es así,
entonces no tiene sentido acusar al Principio de Caridad de etnocentrista, sino que habría
que aceptar lo que dice Davidson, que todas las culturas tienen los mismos conceptos y, por
lo tanto, la misma racionalidad. Si los conceptos son “subjetivos” entonces lo único que
podemos saber (y ni siquiera es del todo claro), es que nosotros tenemos creencias, lenguaje
y somos racionales; por lo tanto, nosotros somo el único criterio posible para determinar si
el otro es o no racional. Pero, nuevamente, tendríamos que apelar al Principio de Caridad,
pues para saber si el otro está diciendo algo y qué significan sus palabras, debo asumir que
tiene un sistema de creencias y conceptos que se rigan por los mismos criterios que los
mios, que son los unicos que conozco.
En segundo lugar, creo que aceptar que todo ser racional tiene los mismos conceptos
trae consecuencias bonitas. Una de ellas es que no se pueden hacer juicios de
irracionalidad. Si alguien manifiesta que tiene la creencia X y uno esta en desacuerdo con
esa creencia, no puede juzgar al otro de irracional por sostener esa creencia, pues el simple
hecho de entender lo que dice y de estar en desacuerdo, ya implica que el otro mantiene una
creencia racional. En este sentido, creo que el Principio de Caridad invita a un respeto
intercultural, que no sería tan facilmente defendido si lo rechazaramos; en el mejor de los
casos tendríamos que mantener una postura esceptica frente a la racionalidad del otro.
Sin embargo, mantener esta postura obliga a responder otras preguntas. Algunas de
ellas serían ¿si todos tenemos los mismos conceptos, por qué se derivan creencias tan
distintas? Se me ocurre que puede haber tipos de creencias más básicas que otras. Es decir,
las creencias que el interpretador radical necesita atribuirle al hablante son las creencias
más básicas. Con creencias básicas me refiero a creencias que adquirimos únicamente de
relacionarnos empiricamente con el mundo. El interpretador radical, para entender el
significado de lo que dice el hablante, en principio, solo necesita atribuirle estas creencias
básicas; después, a medida que perfecciona su interpretación, puede pensar que el hablante
tiene otro tipo de creencias más complejas que se derivan, de una u otra manera, de las
creencias básicas. Así, que se deriven creencias distintas de las mismas creencias básicas
puede deberse a un error en el ejercicio lógico de la persona o de la cultura. Pero, habría
que entrar a evaluar si esto es posible en una teoría del significado holista.
La tercera ventaja que creo trae aceptar el Principio de Caridad es que es más fácil
asegurar que hay una sola verdad. Si cada cultura tuviera sus propios conceptos, podríamos
llega a la conclusión de que hay más de una verdad, y entre más culturas haya, más
verdades hay. Incluso, entre más culturas haya, más ontologías hay. Esto creo que sería
problemático, porque no seríamos capaces de aprender de otras culturas y aunque
pudiéramos, no nos serviría de nada, pues nuestra verdad sería distinta a la de ellos. En
cambio, si tenemos los mismos conceptos y una sola verdad, el progreso de una cultura
podría ayudar al progreso de todas las culturas. Además, si consideramos que todas las
culturas nos aproximamos a la misma verdad, se vuelve más fácil el diálogo intercultural, y
ese diálogo puede ayudarnos a todos a acercarnos a la verdad y a descubrir los errores en
nuestros razonamientos que, muchas veces por estar tan inmersos en nuestra cultura, no
somos capaces de ver.
III. Conclusión
En conclusión, creo que aceptar el Principio de Caridad es necesario para que los
humanos puedan relacionarse y comprenderse por medio de los actos del lenguaje. Además,
creo que aceptarlo trae buenas consecuencias, especialmente para sostener una tesis
romántica acerca de la humanidad: que las diferencias son solo superficiales, en el fondo
todos luchamos por una misma verdad. Todo desacuerdo que haya entre los hombres no es
más que una idea confusa acerca de sus creencias y un uso mediocre de la razón, pero que
puede ser solucionado por medio de una sincera reflexión conjunta.

Referencias:

Malpas, Jeff, "Donald Davidson", The Stanford Encyclopedia of Philosophy  (Fall 2019


Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL =
<https://plato.stanford.edu/archives/fall2019/entries/davidson/>.
Davidson, D. (1984). Inquiries Into Truth and Interpretation. New York, United States:
Clarendon Press.
Rey, D. A., Duica, W., & Meléndez, R. (2018). Principio de Caridad y Relativismo
Cultural.
Saga: Revista de Estudiantes de Filosofía, , 151–162.

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