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BIENVENIDOS A EXODUS 90

Mira la cruz.
De la cruz pende el Gran Salvador, el único que tiene el poder de liberarte. Tal vez no lo sepas,
pero Dios desea tu libertad, incluso más que tú mismo. El hombre fue creado a imagen y
semejanza de la Trinidad, una unidad de Personas libres y entregadas. Sin embargo, cuando el
primer hombre tuvo que elegir entre el egoísmo o el don de sí mismo, optó por él mismo en lugar
de elegir a Dios. Prefirió lo que parecía ser el camino más fácil en ese momento, y el resultado
fue su ruina y la esclavitud al pecado. A partir de ese momento, nadie tuvo la capacidad de
restaurar esta relación rota con Dios ni de liberarse de la esclavitud del pecado. Esto significa que
nadie, hasta que Dios mismo -por un acto de amor y misericordia insondables- se hizo Hombre
para restaurar nuestra relación con Él, sacarnos de la esclavitud y llevarnos a una vida de libertad.
Mira la cruz.
Y les dijo a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de
cada día y sígame…” (Lucas 9, 23).
De la cruz pende aquel que, con su muerte, te entregó un camino de libertad y quien no te dijo
únicamente: "que te vaya bien"; sino que se entregó y nos modeló esa ruta a lo largo de su vida
en la tierra, mediante la oración, la ascesis y la unión fraterna. Ahora se vuelve hacia ti y te dice
amorosamente: "Sígueme" (Lucas 5,27). Así que no tengas miedo. Aunque el camino sea difícil,
tu salvador y guía tiene el poder, no solo de ayudarte a emprender el camino, sino que quiere
acompañarte hasta el final.
Mira la cruz.
“Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y fácil el camino que lleva a la
perdición, y son muchos los que la hallan. Porque estrecha es la puerta y duro el camino que
conduce a la vida, y pocos son los que la encuentran”. (Mateo 7, 13-14).
En un mundo lleno de comodidades y promesas, de caminos fáciles, estos Ejercicios Espirituales,
te llevarán por un camino arduo y angosto. Están diseñados para ayudarte a seguir a Cristo día a
día en tu propio camino hacia la libertad. Pero existe un riesgo: si solo sigues estos Ejercicios y
no a la persona de Cristo, no te servirán. Te encontrarás siguiendo el mismo camino que tenías
antes, el que pensaste que estabas dejando atrás. No permitas que la ilusión de emprender algo
difícil, alimente tu ego y te lleve por un camino de perdición más sutil.
Mira de nuevo la cruz.
Cristo te invita a emprender el camino hacia la libertad. Te invita, amorosamente, a que tomes tu
cruz y lo sigas a través de la puerta estrecha, sin importar cuán difícil o incómodo pueda ser. Él
sabe que, para ti, como para todos los hombres, es el camino de la purificación personal el que
conduce a la vida. No te dejes atrapar por el miedo. Vuelve tus ojos a la cruz.
El camino hacia la libertad -la ruta hacia la vida- está aquí ante ti. Es un camino difícil, sin duda,
y solo unos pocos lo emprenderán. Cristo lo sabe, y te ha invitado. Él ha puesto ante ti una
opción: libertad o esclavitud; vida o muerte.
Al elegir este camino, estás eligiendo tomar el camino para ser libre. Estás optando por la vida.
Ahora mismo, y todos los días, a partir de este momento, mira la cruz.
Jesucristo, el Gran Salvador, está vivo y presente, y está listo para conducirte a la verdadera
libertad. SÍGUELO.

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