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(Excmo. Señor General en Jefe del Ejército Expedicionario, Don Miguel de La Torre).

Mi querido General y amigo:

He recibido ayer tarde con la mayor satisfacción la apreciable carta de Vd. que ha puesto en
mis manos el st-uor Capitán Rebollo. Veo por ella el sentimiento que ha causado a Vd. la
suspensión de las conferencias sobre el armisticio. Confesare con franqueza, que yo
patricipo de este mismo sentimiento, porque en mi opinión es inicuo, en las presentes
circunstancias, el sacrificar las únu.is victimas que han escapado de esta lamentable guerra.
Ni Vd. puede desear la muerte de los últimos compañeros de su fortuna, ni yo la de los
míos; ellos mucho menos aún; por consiguiente, nada es más necesario que el armisticio.

Una suspensión de hostilidades tan momentánea como la que deseamos celebrar, es muy
sencilla con honor y buena fe. Creo que bastará conservar recíprocamente las posiciones
que cada uno ocupe y demarcar límites intermedios con algunas precauciones más, para que
el armisticio quede de hecho realizado. Exigir grandes cosas, y más aún cesiones duras, es,
impedir el efecto saludable de esta benéfica medida.

Suplico a Vd. que me conteste pronta y definitivamente sobre este negocio, porque su
retardo puede producir un efecto contrario a los sentimientos que nos animan.

Tenga Vd. la bondad de recibir las expresiones con que tengo el honor de ser su más afecto
obediente servidor, Q.B.S.M.

BOLÍVAR

Valencia, 19 de julio de 1821.

A S.E. el señor general Carlos Soublette.

(FRAGMENTO)

Mi querido general:

Ayer he llegado aquí después de haber pasado por Mérida, Trujillo y Barinas. En todos
estos países he hallado nuestras tropas pereciendo de miseria por la escasez de víveres, y
por el mal clima. Esta consideración me ha obligado a notificar al general La Torre que si
los comisionados pacificadores no tienen facultades para hacer la paz, cuarenta días
después de recibida aquella nota, se abrirían las hostilidades según el artículo doce del
armisticio. Consiguientemente, el 30 de abril debe abrirse la campaña y Vds. por el Oriente
deben hacer inmediatamente lo siguiente: primero, mandar poner en insurrección los Valles
de Capaya e introducirse en ellos con el motivo de amparar a los que los llaman y
aprovecharse del fin del verano, que por aquella parte es necesario; segundo, acelerar la
expedición de Margarita para que llegue a tiempo; tercero, sacar 500 hombres de la costa de
Cumaná por agua para que vayan a desembarcarse en la laguna de Tacarigua. Esta
operación debe hacerla el mismo general Bermúdez con dos o más buques mayores, sean
de Margarita o sean del infierno; cuarto, el general Monagas, con todas las fuerzas
disponibles que hay en Barcelona, debe ir a esperar al general Bermúdez a los Valles de
Capaya; quinto, el general Zaraza, con toda la caballería que pueda reunir, que marche
sobre Calabozo en los primeros días de mayo, y si no hay obstáculo que entre por la Villa
de Cura; sexto, el ejército de Oriente debe tomar a Caracas del 15 al 20 de mayo e inmedia-
tamente salir a los Valles de Aragua sin perder un momento a ponerse en comunicación con
las tropas de mi mando que, para entonces, estarán en Valencia por lo menos; séptimo, el
Vicepresidente debe acercarse al ejército de Oriente para dirigir inmediatamente todas las
operaciones de la costa y de las tropas que están a sus órdenes, para seguir volando a
Caracas a arreglarlo todo, y levantar cuerpos allí; octavo, la ciudad de Cumaná será
bloqueada por simples guerrillas sólo con el objeto de molestarla; noveno, la expedición de
Margarita servirá por lo menos a conducir las tropas de Cumaná; a llevar a Caracas cuadros
y armas con qué formar cuerpos en aquella ciudad. Y últimamente, Vd. tendrá entendido
que si no se obra con una actividad indecible somos nosotros los que tomamos a Caracas.

Bolívar.

Achaguas, 22 de marzo de 1821.

A las tropas Españolas. Españoles:

Vuestro general en jefe os ha dicho que no queremos la paz; que hemos infringido el
armisticio: que os despreciamos. Vuestro general os engaña. Es el Gobierno Español el que
quiere la guerra. Se le ha ofrecido la paz por medio de nuestro enviado en Londres bajo un
pacto federal y el duque de Frías por orden del Gobierno español "ha respondido que es
absolutamente inadmisible.

Españoles: ¿No es vuestro Gobierno el que pretende nuestra sumisión a costa de vuestra
sangre? ¿No es vuestro Rey el que os desprecia enviándoos a un sacrificio infalible?

El Gobierno de Colombia no ha infringido el armisticio, sino tan sólo en haber tomado


cuarteles nuestras tropas dentro de esta ciudad, cuando no podía alojarlas sino en sus
cercanías. De resto, en nada hemos quebrantado los artículos de aquel tratado, en tanto que
por muchas partes se nos ha hostilizado sin reparación de agravios.

Españoles: a pesar de todos los graves dolores que nos causa vuestro Gobierno, seremos los
más observantes del tratado de regularización de la guerra. Una pena capital se aplicará al
que lo infrinja, y vosotros seréis respetados aun en el exceso del furor de vuestra sed de
sangre. Vosotros venís a degollarnos y nosotros os perdonamos: vosotros habéis convertido
en horrorosa soledad a nuestra afligida patria, y nuestro más ardiente anhelo es volveros a
la vuestra.

Cuartel General Libertador en Barinas, a 25 de abril de 1821, 11°.

BOLÍVAR
Al señor don Guillermo White.

(FRAGMENTO)

En el Correo del Orinoco habrá visto Vd. que el armisticio ha terminado desde el 28 de
abril en que hemos renovado las hostilidades, porque no es posible permanecer más tiempo
en la inacción, mientras no se nos dé, como recompensa segura de los sacrificios que ella
nos cuesta, el reconocimiento de la independencia. He tentado todos los medios
imaginables por saber si los comisionados españoles estaban autorizados para ofrecerla, y
al fin he visto con dolor, que la España, siempre mezquina, no los ha autorizado como era
de esperar. No creo que tengamos mucho que temer de España en el estado de combustión
y alarma en que se halla, así por la falta de consistencia en sus nuevas instituciones, como
por la mala recepción que han hecho de sus novedades los soberanos de Europa; pero
tampoco creo prudente completar la ruina de mi patria difiriendo más la decisión de la
contienda. Jamás se me ha presentado una campaña bajo un aspecto tan favorable como la
presente: todo conspira contra el enemigo y todo nos favorece. Sus tropas, aunque no son
débiles en número, no tienen la fuerza moral que es la verdadera fuerza de un ejército, y sus
pueblos, desengañados, los detestan y nos esperan con ansia, mientras que nuestros
soldados se creen invencibles, y nuestros pueblos, con la esperanza de completar de una vez
el suceso, manifiestan cada día más entusiasmo por la libertad. En tales circunstancias sería
una temeridad despreciar la ocasión de acelerar el término de nuestros males, porque yo
estoy seguro de que el medio único de que la España nos reconozca es destruirle sus
esperanzas en el ejército pacificador.

BOLÍVAR

Barinas, 6 de mayo de 1821.

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