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Epistolario

1
DUQUE DE CRILLON

SIGNOS CONVENCIONALES

Frase en cursiva y negrita: Énfasis nuestro.


Frase en subrayado: Énfasis de Crillon.
Asterisco (*): Personaje citado en el apéndice biográfico.
[Palabras entre corchetes]: Añadido aclaratorio del traductor que no figura en el texto original.
1. Memoria presentada por el duque de Crillon al conde de Floridablanca para ser aprobada por el Rey, sobre sus planes para la campaña de Menorca. [Sin fecha].1

Capítulo 1.

Señor: en respuesta a vuestra orden de que os hable con sinceridad y sin contemplaciones sobre el proyecto, voy a complacerás.
Si mi predisposición a ser útil al servicio del Rey para mayor gloria suya y, de manera particular, corresponder a la confianza que V.E. me ha otorgado, significa que debo ser
sincero, seré consecuente con ello. Mi afán por la gloria y mi amor propio, se han visto halagados, os lo aseguro, por la bondad con que me ha honrado el Rey de encargarme la eje-
cución [del proyecto].
El Rey es dueño de mi vida, pero el honor es algo que sólo a mi concierne. Por ello suplicaría a Su Majestad que me permitiera rehusar cualquier comisión en la cual pudiera
pensarse que quedara comprometido el honor de sus armas y mi reputación. Sin embargo no es éste el caso; por tanto aceptaré el proyecto porque respondo de su éxito en todas los
supuestos, empleando aproximadamente entre seis u ocho mil hombres.
Y digo en todas los supuestos, porque en el caso de que no obtuviéramos ningún apoyo de los habitantes [de Menorca]2 y por tanto de sus fuerzas, sería suficiente este número de
tropas para imponernos, con la sola diferencia en la ejecución de que el desembarco en la isla deberá hacerse en un lugar lo suficientemente alejado de la plaza. Efectuándolo así, no
creo que el gobernador arriesgue una sola vida para acudir a defender la costa.
Esta irrupción, debe realizarse de la manera más simple, ser la más práctica y la menos cara. Se puede decir que será algo así como si las tropas efectuaran un traslado de guarni-
ción, la cual estará siempre abastecida por la isla de Mallorca, mientras que el enemigo quedará incomunicado, salvo que alguna embarcación burle el bloqueo naval que se lleve a
cabo, lo cual es algo que siempre hay que esperar aunque se pueda prever y remediar.
He asegurado al Rey, que hay que hacerse a la idea de que aquel es un país que hoy en día está en contra de los ingleses y que por tanto ofrecerá ayuda desde el primer momento,
sin ahorrar esfuerzos para la subsistencia y buen estado de sus tropas, [las del Rey] que no tendrán que realizar otro servicio que el de una plaza ordinaria, a la par que la guarnición
enemiga será contenida por medio de algunos reductos que le impidan cualquier salida. La tropa de estos reductos se relevará como en los puestos ordinarios cada veinticuatro horas
y estará acompañada por un pequeño campo atrincherado de dos mil hombres, que no harán otra cosa que ejercer de centinelas y dormir tranquilamente. El resto de las tropas se dis-
tribuirá entre las villas y pueblos de esta pequeña isla, con las prevenciones necesarias para acudir al toque de asamblea de inmediato cuando se las requiera. El campo atrincherado
servirá para relevar la tropa de guardia de los reductos cada diez días.
Aunque los buques enemigos que intenten llegar al fuerte, traten de ampararse en el mismo, al dominar la fortaleza la entrada del puerto, creo que podré frustrar cualquier entrada
o salida de éstos y por lo tanto inutilizar una ensenada que para ellos es muy útil y refugio continuo de bandidos, que no paran de asolar nuestro comercio en el Mediterráneo.3
Con este plan que propongo, se puede así asegurar la quieta posesión de gran parte de la isla sin demasiado estipendio. Y según los víveres que los enemigos dispongan al mo-
mento en que nosotros tomemos posiciones, a lo mejor conseguimos conquistarla, compensar con otra plaza la entrega de ésta o, en fin, procurarnos las condiciones más favorables
para restituirla.

1
Archivo Histórico Nacional, España (desde ahora A.H.N.) Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra, sin fecha ni firma. Se reconoce de Crillon por su letra personalísima
e inconfundible.
Este documento viene citado en Memoires pg. 262-64.
2
Crillon se refiere aquí al complot que Gabino Martorell, noble ciudadelano, había urdido con el marqués de Solleric, por el cual los menorquines adictos coadyuvarían al desembarco. De
hecho, parte del plan que se relata a continuación en este informe provenía de los que el tal Gabino envió a la Corte a través del marqués mallorquín y que fueron entregados a Crillon para su
estudio.
3
Se refiere aquí a los corsarios mahoneses.
DUQUE DE CRILLON

Este proyecto es, pues, tan político como militar4 en todos los casos en que lo he analizado y ninguna fuerza en el mundo tiene que ser capaz de impedir la ejecución a España de
un bloqueo en el que el éxito es tan seguro, como lo es el que el sitio es impracticable. Así mismo el plan supondrá un ahorro de dinero y de sangre, al contrario de lo que sucede en
Gibraltar. 5
Y poco más, salvo ofrecerás mi experiencia en Francia y en Italia como medio para pagar vuestras atenciones conmigo, y someterrme a vuestras órdenes voluntariamente,6 de
la misma manera que me pongo a los pies de Su Majestad cuya gloria deseo contribuir en la medida de mis fuerzas.
Volviendo al proyecto, quiero reiterar la facilidad y la ventaja del bloqueo del fuerte, suponiendo que lleguemos a algún pacto con los naturales. Parto del supuesto que encontra-
ré amigos a mi llegada y que con su ayuda, quizás fuera posible apoderarnos de unos trescientos hombres de la guarnición y aun del propio gobernador.7
Además, en cualquiera de los casos, por poco que se ofrezca la ocasión, sería absurdo no aprovecharla, utilizando astucia, prudencia, capacidad de acción y todos los medios que
sobre la marcha nos puedan conducir al éxito de la operación. Incluso voy más lejos: puede que este desembarco por sorpresa nos permitiera hacernos dueños de toda la plaza, porque
siempre hay que aprovechar lo que la fortuna nos presenta.
Con lo que desde luego no se debe contar, es con la certeza de conseguir sorprender a los ingleses, ya que por más bien intencionado que fuera el acuerdo con los naturales y
suponiendo tener, incluso, contactos dentro de la guarnición, hay que contar con numerosos azares y contratiempos, el menor de los cuales puede dar al traste con los mejores planes.
En esta ocasión, cuento más con la suerte y la buena fortuna que nunca me han abandonado en la guerra8, que con todas las mejores combinaciones teóricas o reales.
Señor conde: a V.E. no se le escapa que basta un mal guía que conduzca por caminos equivocados a una de las dos columnas que deben llegar a la vez a un punto designado para
impedir al enemigo la posibilidad de entrar en el fuerte, para desbaratar la ventaja de la sorpresa9. O también un soldado [inglés] que haya obtenido con cualquier pretexto el permiso
para trabajar en su oficio en un pueblo vecino, o un oficial convaleciente que aparezca de repente. En fin, mil cosas imprevistas que el azar puede introducir de un momento a otro.
(...)10
Permitidme ahora examinar los pros y los contras de la operación: Ir a Menorca supone una travesía de ciento ochenta leguas desde España y doscientas treinta desde Francia.
Con viento favorable y navegando en convoy, se puede alcanzar una velocidad de una legua por hora, lo que supondría diez días y medio de travesía, durante los cuales el viento
puede cambiar o ser descubierta la flota por el enemigo con tiempo suficiente para pasar aviso a Mahón, donde el gobernador pondría centinelas en todos los puntos de la costa, frus-
trando así la sorpresa proyectada.
Pero también pude ocurrir que los accidentes anteriormente citados no se produzcan, bien porque la marcha de nuestra pequeña escuadra sea más rápida de lo esperado, bien por
que podamos pasar inadvertidos al enemigo. Pienso, por tanto, que la empresa debe ser llevada a cabo:

4
Por lo que ha referido Crillon hasta aquí, se nota que se encuentra al corriente de lo que consistía la guerra de entonces: una contienda militar subordinada a la diplomacia, que comenzaba a
mover sus hilos desde el mismo comienzo del conflicto.
5
Ahorro de dinero y sangre. Ejemplo de la tendencia a la denominada Guerra limpia tan característica de la época. Téngase en cuenta, además, que en este momento Crillon no se planteaba
en absoluto un asedio formal para la conquista de Menorca. Sólo sugiere un bloqueo de la fortaleza para evitar que se abastezca a Gibraltar, igualmente bloqueado entonces por las tropas espa-
ñolas del genaral Alvarez de Sotomayor.
6
Je me soummetrai bien volontier. Ha aquí una de las claves de la elección de Crillon: Su sometimiento explícito al poder político civil, frente a la actitud de la mayoría de los generales-
aristócratas españoles de la época (con el conde de Aranda a la cabeza), que veían con malos ojos el irresistible ascenso de los golillas (es decir: juristas) partidarios de la supremacía del Poder
Civil en aquella (todavía) Monarquía Militar.
7
Se supone que antes de que estos pudieran refugiarse en el fuerte.
8
La bonheur et la bonne fortune qui ne m´a jamais abandonée a la Guerre. Esta frase es uno de los tópicos reiteradamente empleados por Crillon y una de sus baladronadas. La pretendida
suerte que siempre le acompañó y que le hacía incluso inmune a las balas. Recordemos los episodios de la Mola y de la escaramuza con la patrulla inglesa en sus memorias.
9
Aquí comprobamos, una vez más, que Crillon ya había consultado el plan de Gabino Martorell, que consistía en cortar la retiirada de los ingleses al fuerte de San Felipe, con dos columnas:
una que desembarcaría en cala Mezquida y marcharía contra Mahón y la segunda en Alcaufar cortaría el camino de los ingleses, si pretendían refugiarse en San Felipe, a la altura de es Castell.
10
En este párrafo Crillon, para demostrar su sapiencia en el Arte de la Guerra, se explaya en disquisiciones sobre la toma de Cremona (Italia) por Eugenio de Saboya, que hemos querido ahorrar
al lector.
1º Porque la empresa no consiste más que en llevar a cabo un bloqueo practicable, y hacer ver a Europa que poseemos medios y las tropas para ejecutar con éxito lo que
cualquier otro pudiera hacer.

2º Porque se elevaría mucho el prestigio de las armas del Rey, aunque no consiguiéramos más que capturar al gobernador y los mil quinientos hombres de la guarnición
dentro de Mahón.

3º Porque sería dar —gracias a la sorpresa— un gran golpe moral [a los ingleses] consiguiendo, al menos, encerrar a la guarnición en el fuerte y continuar la acción poste-
riormente mediante el bloqueo.

Visto esto, ahora se trata de plantearse los medios de ejecución del desembarco en la isla. Los dividiré en cuatro partes<.

—1ª Lo que atañe a la Marina.


—2ª Lo que concierne a los naturales en el caso de poder contar con ellos.
—3ª Lo que atañe a los útiles que es necesario llevar en abundancia.
—4ª La composición del destacamento, de la Marina, de los naturales, de los útiles.

Comprenda V.E. cuan necesaria es, en un trayecto tan largo, disponer de algunos navíos de guerra de escolta, en la proporción que se pueda, para evitar cualquier reacción im-
prevista de los ingleses. Además, si pudiéramos disponer de fragatas de guerra para transporte de las tropas, municiones y utensilio que indicaré al final, mejor que mejor. De todas
formas para una sorpresa no voy a llevarme demasiadas cosas, ni víveres, ni artillería, ni almacenes de ninguna especie11. Pero sí que me gustaría disponer de algunas lanchas cañone-
ras para utilizar en el desembarco, aunque como no soy marino y no se nada de mar, los detalles se los dejaré al comandante de Marina, aunque pienso que, mientras dure, esta prepa-
ración debe hacerse en secreto y sin contar con la Marina, para lo que se haga y apronte en Cádiz y en otros pequeños puertos, que deben estar necesariamente todo lo más lejos
posible de los ingleses.12
Respecto a las lanchas cañoneras, se debe hacer creer a todo el mundo que me van a servir para tratar de demoler las lunetas y el glacis de Gibraltar y no para otra empresa distin-
ta, como es la de dirigirse contra San Felipe como propuso Don Gabino*13.
Como no es posible indicar tampoco a los naturales la noche y menos aun la hora en que haremos nuestro desembarco, será necesario convenir antes con ellos el lugar en los
alrededores de Ciudadela mismo. Será suficiente que este lugar esté situado entre media legua y dos de la plaza, suponiendo que el enemigo no esté avisado, pues si nuestros amigos
de la isla percibieran algunos movimientos por parte de los ingleses, que les hicieran creer que se preparaban a recibirnos, sería bueno entonces que nuestro desembarco se realizara
en la costa de Santa Catalina o de Fornells.
Por todo ello, sería de desear que estuvieran alerta y convenir con ellos una serie de señales nocturnas para avisarles de nuestra llegada a la par que, otras de ellos, pudieran dar-
nos razón si el desembarco por sorpresa es posible o por el contrario hay que efectuarlo lejos de la plaza.

11
Estamos convencidos, por todo lo que dijo después el duque e incluso por lo que aconteció, que Crillon tenía previsto desde el principio realizar un sitio formal, sobre todo para llevarse la
gloria del éxito. Sin embargo de momento no lo planteó para evitar una negativa.
12
Esta propuesta de dejar a la Marina al margen, le costaría cara al duque, que tuvo que soportar la oposición radical del brigadier Moreno, comandante naval de la expedición, quien, molesto
por su exclusión inicial, no dejó de incordiar. Debemos señalar, sin embargo, que el motivo de excluir a los marinos no era sólo personal, estaba circunscrito a un problema más generalizado
que, en aquellos tiempos, enfrentaba a militares de Tierra y marinos y, políticamente, a éstos últimos con el conde de Floridablanca, en la persona del Secretario de Marina, almirante marqués
de Castejón.
13
Esta alusión prueba que el duque estaba ya al tanto del plan de Gabino Martorell. Esto nos permite fechar esta memoria en mayo de 1781, si tenemos en cuenta que el informe del noble
ciudadelano se envió en abril de ese año.
DUQUE DE CRILLON

Si el enemigo está preparado para recibirnos, puede tratar de impedir que ganemos la costa. No creo sin embargo que le sea posible, teniendo escasamente unos tres mil hombres
y aun suponiendo que los naturales se armaran contra nosotros a su lado, podríamos efectuar el desembarco igualmente, protegidos por los cañones de los navíos y las fragatas.
Sin embargo, como ya he dicho bien alto, la vida de un hombre aunque sea un enemigo debe preservarse igualmente y los medios para alcanzar la victoria deben ahorrarlas
en la medida de lo posible14 (porque ya he visto derramar demasiada sangre de tropa muy valiente), previniendo los accidentes tales como el pánico, que es algo que puede surgir en
el momento más inesperado15. Por eso, es necesario siempre tomar las medidas preventivas más prudentes y evitar toda improvisación para que esto no ocurra, pues el enemigo apro-
vechará cualquier circunstancia, por pequeña que sea, para intentar la defensa de la costa, lo que, por otra parte no intentará, si el desembarco se hace lejos de la plaza, por el riesgo
que supone de perderla.
Algo que se debe tener en cuenta también, relativo a la sorpresa (es decir: el desembarco cercano a la plaza) una vez recibida la señal de los naturales, es que la acción se lleve a
cabo entre las diez y las once de la noche. Si después de pasado ese tiempo no hay señales, deberá interpretarse que el enemigo está advertido y se desembarcará más tarde al romper
el día.
En los dos casos previstos, si la distancia no es más que de media legua, convendría disponer, al menos, de tres guías fieles e informados que dispusieran de caballos o mulas para
ofrecerlos a disposición de los oficiales principales del destacamento (poco acostumbrados a caminar a marchas forzadas) mientras ellos les acompañarían a pie.
Si la distancia por el contrario es de dos leguas, será necesario disponer de más de tres monturas, y si aun es mayor no será necesario, porque el enemigo tendrá tiempo de prepa-
rarnos un recibimiento y habrá que marchar en orden de combate para obligarlo a retirarse dentro de la plaza.
Habría, también, si es posible, que reunir una veintena de percherones, mulas de tiro y algunos bueyes, en caso de encontrar malos caminos, para conducir la artillería, municio-
nes, pólvora y otros pertrechos de guerra Pero como parece muy difícil reunirlas sin que los ingleses se enteren, sería conveniente, en el momento del desembarco (en el supuesto de
la sorpresa), que se encontraran alojados fuera del pueblo a no menos de un cuarto de legua y tener marcadas las bestias y los edificios de donde se fueran a tomar para reunirlos
rápidamente llegado el momento.
Sería bueno, también, que algunos de los principales naturales de los que están a la cabeza del proyecto, se encontrasen en el lugar de nuestro desembarco. En principio en señal
de adhesión, pero también para servir de rehenes en caso de traición por parte de los suyos o de los guías.
Será de desear que, al momento de la última señal convenida que nosotros haríamos en el mismo momento antes del desembarco, los naturales que ya estarían avisados de nues-
tra presencia desde la primera, efectuada al aproximarnos, arrestaran a los centinelas y a las patrullas que pudieran encontrase a lo largo de la costa.

COSAS NECESARIAS O DE PREVENCIÓN PREVIA.

1ª. Doscientos uniformes rojos y si es posible acompañados de morriones de granadero ingleses.


2ª. Gran número de picos y palas.
3ª. Gran número de sacos grandes y pequeños.
4ª. Escalas de cuerda de las más largas posibles, divididas en tres o cuatro partes y para ser ensambladas.
5ª. Cuatro escalas de madera, también de las más largas que se puedan encontrar y asimismo divididas en tres o cuatro partes.
6ª. Muchas cuerdas de toda especie.

14
Nueva alusión al tópico de la Guerra Limpia. Es una forma que tiene el duque de reafirmar y recalcar su adscripción a esta opción, toda vez que en la prensa de entonces se alzaban voces
pidiendo más vigor, en las acciones bélicas. El eterno debate entre halcones y palomas.
15
Aparte que evitar la mortandad, era doctrina común en la estrategia militar de las guerras del siglo XVIII, aquí late también el recuerdo del baño de sangre de españoles en las playas de
Argel, cuando, en 1775, el ejército expedicionario del general O´Reilly fue masacrado por un tropel de camelleros argelinos.
7ª. Un capitán de minadores elegido, con otros tres oficiales de su cuerpo bien instruidos y veinticinco soldados del mismo oficio, también elegidos, acompañados de todos los
artilugios que crean necesarios para poder ejecutar al llegar, todo lo que pudiera ser conveniente según las circunstancias que el lugar, el azar, y el golpe de ojo del general, permitan.
Por ejemplo: explosivos para volar una puerta, un hornillo etc., etc. No puedo menos que considerar como esencial, disponer de un jefe de minadores competente y capaz de sacar la
mejor partida del terreno, para emplear su destreza en ejecutar, en todo o en parte, las misiones que puedan presentársele al que manda una expedición, que necesita un oficial de
minadores muy experimentado.16
8ª. Muchas fajinas, gabiones y salchichones, para formar si es necesario una trinchera, una batería, etc., etc.
9ª. Muchas planchas para almadraba.
10ª. Piquetes grandes y pequeños. para construir un destacamento.
11ª El número de tropas suficientes para poder prender a los mil quinientos hombres y al general y en todo caso para apoderarse de toda la isla sin comprometerse. Estas no
deben ser de un numero inferior a seis mil hombres y sería de desear que, incluso, se pudiera contar con ocho mil, no solamente por el conocido axioma de la guerra que dice que
para evitar la efusión de sangre lo mejor es que el porcentaje del ejercito atacante sea de tres a uno ( o mejor cuatro)17 sino también para reducir a los naturales en caso de traición
y por último, para contar con dos mil hombres más de reserva, para poder hacer frente a cualquier acontecimiento imprevisto, que la prudencia aconseja prever.
En cuanto a la elección de la tropa, pienso que Su Majestad debería dejar carta blanca al general que honrare con el mando de esta expedición, (aunque se reserve la elección de
los que pensara necesarios), así como la de los oficiales generales que [el general] considere más propios y mejores. Aquí y en Francia.18
A su vez pido a Su Majestad, también, elegir algunos oficiales militares y algunos ayudantes de campo sobre los que tengo mucho interés y que no han sido incluidos, pero que
allí serán necesarios al proyecto, aunque la pronta ejecución no permita hacerlos venir a tiempo. Por ello, sería conveniente que se me permita avisarlos sin perder un instante, ya que
es necesario reunirlos cuanto antes.
Además de este informe, remitiré una memoria particular donde plantearé los medios que me parezcan más propios para aclarar los motivos de la agregación de este grupo y su
papel, y adjuntaré alguna reflexión relativa a la situación actual en la que nos encontramos.

2. Al conde de Floridablanca, escrita desde Madrid a 5 de mayo de 1781.19

Señor conde:

He recibido esta mañana vuestras órdenes. Respeto la flema española porque sois vos quien la representa, y la vivacidad francesa cederá ante ella en tanto que yo pueda y viva.20
No iré hasta la semana que viene a Aranjuez y más que para hacer la Corte, lo haré para acompañar a un amigo mío al que le encanta la fiesta de los toros y que tiene entre manos
un asunto en el cual quiere que yo le recomiende; éste me tiene que dar fecha para ir y espero y deseo vivamente que sea a principios de semana.
Puesto que lo que os dije —que no se podía confiar al papel— apremia y puede tener consecuencias militares y políticas, si las ideas que me he formado sobre diferentes propósi-
tos son exactas, os ruego, si os place, que me enviéis la dirección que figuraba en la primera de las cartas que os pasé del oficial que viene del Senegal, porque no tomé nota a su

16
Este punto es importante, referido a las tácticas del momento. Los asedios de fortalezas eran esencialmente técnicos y requerían profesionales bien adiestrados, tanto en el campo de las
minas, como en el de proyectar el propio sitio según las circunstancias. El general en jefe (generalmente poco instruido en las teóricas) debía contar, pues, si quería obtener el éxito, con un buen
estado mayor de ingenieros militares.
17
Característica típica de la táctica Vauban aplicada entonces al asedio de las plazas fuertes.
18
Crillon procuró elegir oficiales afines y simpatizantes suyos en España y, como veremos, se trajo a la flor y nata de los ingenieros militares franceses, para asegurarse el triunfo.
19
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
20
Le flegme espagnol. En efecto: Floridablanca tenía fama de flemático, aunque no se puede decir que este sea un rasgo muy generalizado en nuestro país.
DUQUE DE CRILLON

tiempo, y por tanto no le he podido responderla y creo que es conveniente que lo haga antes de que le den cualquier otro destino.21
Me interesaría recibir estas señas mañana, es decir el lunes a primera hora, para poder escribirle y enviar la carta con el correo de Francia que parte el mismo día. Y si así lo esti-
máis, podríais indicarme en la misma carta la hora y el lugar que mejor os convenga para vernos cuando yo esté en Aranjuez, así como el tiempo que pensáis debo quedarme.
Creo que eso sería lo mejor, primero: para procurarme allí los medios para entrar en vuestra casa, calculando mejor el tiempo de antemano, sin tener que disimular y sin que se
note tanto trasiego al tener que ir a pediros audiencia y, segundo, que no tuviese necesidad de variar el programa que me propongo seguir con mi compañero de viaje, el amigo del
que os he hablado. Y, sobre todo, evitaré que los conocidos que me encuentre necesariamente al llegar a Aranjuez, me pregunten si vengo a arreglar algo mío además de complacer a
mi amigo y buscarle alojamiento.

Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde, más obediente y más inviolable servidor y amigo.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: Pienso que para evitaros la carga de responder a mis dos cartas podéis encargárselo a vuestro secretario mi amigo D. Juan Manuel de Alcocer.22

21
Este oficial era el capitán de navío francés Jean Eyries, quien representará un importante papel como edecán de Crillon en el sitio de San Felipe. Eyries procedía del Senegal, donde nada
bueno debía hacer, si tenemos en cuenta que los franceses tenían allí un establecimiento (el puerto de Saint Louis) que era un importante mercado de esclavos.
La carta resulta demasiado enfática para tratarse sólo de apremiar a Floridablanca con el fin de que Eyries pueda ser empleado como edecán del duque. Cuando se habla de los franceses que
acudieron al sitio recomendados por el duque, siempre flota una atmósfera de misterio y de intriga. Obsérvese aquí como además de las consecuencias militares de las que habla el duque (referi-
das a la valía técnica de Eyries) habla también de consecuencias políticas. ¿Que quería decir? No lo sabemos de momento.
22
Crillon tenía numerosas amistades en la Corte, por medio de las cuales consiguió introducirse en las más altas instancias del Poder. De hecho, los oficiales de Secretaría, ayudantes y secre-
tarios particulares eran un vehículo certero. Desconocemos detalles sobre la personalidad de este Alcocer al que sin embargo el duque llama mon ami.
3. Al rey Carlos III, escrita en Aranjuez a 10 de mayo de 1781.23

MEMORIA

El duque de Crillon tiene el honor de representar a Su Majestad, en relación con el viaje de los siete oficiales que él ha propuesto, y a los cuales ya ha escrito para que se apresten
a partir enseguida, en cuanto obtengan el permiso de su Corte.
Estos señores no desean otra cosa que servir al Rey con utilidad desde el gran talento y experiencia consumada en la Guerra que poseen, y ponerse a los pies de Su Majestad para
hacer una o dos campañas24, con el único título de voluntarios para no provocar celos de ningún tipo a los oficiales de ningún cuerpo.
Por esa razón, piden hacer la campaña a sus expensas y que únicamente se les paguen los gastos del viaje y de su mantenimiento, durante el tiempo que Su Majestad crea tener
necesidad de sus servicios.
Atendiendo a la dignidad del Rey, y a la de los propios oficiales que son todos graduados y de distinción, sería impropio pedir directamente una gratificación para ellos, así que
hemos convenido con el ministro de Su Majestad, que me encargue yo mismo del asunto y les envíe inmediatamente lo que estime más conveniente, es decir, las gratificaciones que
me parezcan indispensables para su viaje desde su lugar de residencia actual en Francia hasta Madrid, si Su Majestad lo juzga adecuado así, o en derechura hasta Cádiz (que para mí
sería lo mejor aunque no entro en el asunto).25
Sé mejor que nadie lo que cuestan los viajes y conozco sus medios y su categoría y en consecuencia he regulado sus gratificaciones, las cuales me parece que, una vez obtenida
autorización para ser libradas, debería parecer que han sido satisfechas de mi mano, para no herir la dignidad del Monarca al que tenemos la dicha de servir.

-Para el señor Eyries* caballero de la orden de San Luís, capitán de navío que acaba de llegar del Senegal, oficial imaginativo valiente y prudente, de los mejores: 12.000 reales
Para tres oficiales que el trae consigo a razón de seis mil reales por cada uno: ..........................................18.000 reales
-Para el señor de Babelon* caballero de la orden de San Luis, teniente coronel de artillería, discípulo y amigo del señor de Valliere* que le trajo consigo para visitar Gibraltar y muy
instruido en relación con las minas en particular: .........................................................................................8.000 reales.
-Para el señor comendador de Rozan* oficial de artillería, también muy imaginativo y al mismo tiempo de astucia. Muy estimado también por el señor de Valliere. 8.000 reales
-El señor D´Arçon* teniente coronel ingeniero de la más alta reputación. Conocido también por sus obras sobre el ataque y defensa de las plazas,26 y particularmente sobre las minas..
..........................................................................................................................................................................8.000 reales

23
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés.
24
O sea: Menorca y Gibraltar.
25
Aquí vemos uno de los rasgos de aquella época de transición a los tiempos modernos. Nos referimos a la hipocresía que la nobleza —ya en declive— debía utilizar para no morirse de ham-
bre o, al menos, mantener su estatus. Había que fingir que se hacían las cosas deportivamente, de forma desinteresada sin percibir salario —para la nobleza cosa de plebeyos— y después acep-
tarlo en forma de concesión graciosa, como si de un regalo se tratara sin ninguna vinculación con su trabajo.
26
He aquí una novedad: a Jean Baptista le Michaud d´Arçon, el famoso autor de las baterías flotantes que fracasaron estrepitosamente (y sangrientamente) ante Gibraltar lo recomendó Cri-
llon. La obra a la que se refiere el duque publicada por d´Arçon es: Defense d´un systeme de guerre national ou analyse raissonée d´un ouvage intitulé refutation complete du systeme de M.
Michaud d´Arçon, Amsterdam, 1779. Esta obra de d´Arçon es una contracrítica a la refutación que hizo el famoso Guibert (que es el autor de la obra citada en el título de la de d´Arçon) a sus
teorías militares. Esta polémica corresponde a la rivalidad que en la época enfrentaba a distintos estrategas militares. En concreto el sistema de Valliere (del que como ya se ha dicho d´Arçon
había sido discípulo; el de Guibert y el de Gribeauval, este último fue adoptado por el ministerio francés en el contexto de las reformas de Choisseul, desestimando el de Valliere, cuyos partida-
rios quedaron postergados. Muchos de ellos pasaron a España a buscar nueva fortuna. Entre otros, como hemos visto, Babelon, Rozan y aun el propio Crillon que también había sido discípulo
suyo.
DUQUE DE CRILLON

La gratificación global de todos ellos, importa la cantidad de 54.000 reales, que yo declararé haber recibido del tesorero general por orden que me será dada en consecuencia por
el ministro, para hacer distribuir así esta suma.

Hecho en Aranjuez a 10 de mayo de 1781.

B.B. duque de Crillon

MEMORIA PARA EL SR. CONDE DE FLORIDABLANCA

Pido enseguida a S.E. dos cartas para el conde de Aranda* o cualquier otro agente cerca de la Corte de Francia, pero de las que no se hará uso alguno, si estos oficiales obtienen
el permiso que piden a su Corte por ellos mismos.
La primera carta es para recomendar al señor Eyries, capitán de navío al servicio de Francia, y debe decir que "acaba de llegar del Senegal; que sus talentos, valor y actividad son
conocidos; que desea hacer una o dos campañas como voluntario al servicio del Rey, y que se propone venir con los otros tres oficiales de su satisfacción: S.M. creyendo que este
oficial pude ser muy útil, ha aceptado este ofrecimiento y me encarga que os autorice a que hagáis cerca de la corte de Francia todas las gestiones necesarias para que estos oficiales
obtengan el permiso de venir a España lo más pronto posible.”
La segunda carta es para el señor D´Arçon,27 ingeniero teniente coronel al servicio de Francia, conocido tanto por sus obras impresas como por sus méritos personales y desea
servir una o dos campañas como voluntario en España.
S.M. creyendo que este oficial le puede ser útil y habiendo aceptado su oferta...etc, etc. idem.

4. Al conde de Floridablanca escrita en Madrid a 14 de mayo de 1781.28

Sr. Conde:

Pienso como V.E., que es mejor que los oficiales a los que he mandado las dos cartas para el conde de Aranda, no hagan uso de ellas si no es estrictamente necesario. Lo propuse
en ese sentido y les escribiré advirtiéndoles en el mismo tono cuando se las envíe, pues la discreción suele ser a menudo útil en estos asuntos aunque sea a la vez perjudicial porque
los retrasa o porque impide obtener los medios para llevarlos a buen término29.
No es sólo es con el cañón y la tropa con lo que se toman las plazas o se ganan las batallas. De esos los tenemos aquí, a Dios gracias,30 de la una y la otra especie suficientemente,
y seguramente no se les puede encontrar mejores en ninguna otra nación. Pero son además necesarios algunos hombres experimentados y de talento (que una paz de treinta y cuatro

27
Señor de ´Arsson en el original. Parece como si el duque estuviere recomendando a alguien a quien no conoce. Sospecho que la recomendación es indirecta procedente de otra persona.
28
A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
29
Está claro que Floridablanca no deseaba que el conde de Aranda, el embajador español en París, se enterara de la venida de estos voluntarios. No sabemos si era simplemente una cuestión
genérica, conociendo la enemistad a muerte de los dos condes, o había alguna razón de peso más.
30
Dieu merci en el original.
años no ha podido producir aquí), en un arte, como el de la guerra, que cada año produce nuevos descubrimientos. Como no disponemos de ellos, ganaremos cien veces más si los
empleamos, y debemos dejarnos de contemplaciones que puedan retardar su llegada.31
Sobre el resto, os aseguro que no utilizarán las cartas más que en caso estrictamente necesario. En cuanto a la gratificación, es imprescindible para su viaje porque, según sospe-
cho, por haberlo experimentado yo mismo a menudo durante mi vida, los más distinguidos oficiales franceses se encuentran algunas veces sin dinero y embarazados para encontrarlo
en el momento de una partida, y es conveniente prever este incidente por medio de una cantidad razonable.
Como consecuencia de ello y buscando el momento adecuado, utilizaré los dos medios que V.E. me ha propuesto: el de enviar el dinero a un banquero de París por medio de una
letra de cambio y pasar el recado por vuestra parte al señor Llovera, tesorero real, para que le pague.
Algunos pensamos que será más provechoso para el servicio del Rey que mi nombre, el de mis amigos32, e incluso el de estos oficiales, no se mencione en presencia del tesorero,
a quien le parecerá lo más natural la orden de pagar esa cantidad a un banquero como el que os indicaré, el cual es uno de los más famosos de París, y con su hermano tiene además
una de las mejores casas comerciales de Amsterdam. En consecuencia el señor Llovera (si se da el caso de que sienta curiosidad) no sospechará en absoluto el destino final de la
operación, porque tiene el aspecto de las que normalmente se hacen entre nuestra Corte y las de Holanda y Francia.
Este banquero se llama el señor Grand y reside en París en la Rue de Montmartre al lado de la Iglesia de San José. Es amigo personal mío y respondo ante V.E. de su adhesión
hacia mi, así como de su discreción y de que guardará el secreto, y si gustáis enviarme esta orden o letra de cambio (pagable al señor Grand a la vista) por el señor Llovera, firmada
por V.E. o por el señor de Muzquiz*, al enviarla al señor Grand le daré instrucciones de manera que respondo ante V.E. que mi nombre no aparecerá por ninguna parte, y que el
dinero se les dará a los oficiales cuando se presenten ante el banquero (lo cual también respondo que será antes de que partan).33
Será necesario, pues, que la letra de cambio o un simple billete en favor del señor Grand, sea solamente de cuarenta y seis mil reales y se me envíe otro billete de ocho mil, paga-
ble por el encargado de negocios español en Lyon a la orden del señor Tabareau director general de correos de Lyon. Este Tabareau, también amigo mío, se entenderá sólo conmigo
para pagar este billete, pues lo presentará sin que mi nombre figure, al banquero o agente al que se lo librará en Lyon y sin que ello traiga la menor consecuencia ni recelo, porque este
director de correos, teniendo correspondencia con varios países y particularmente con el director de correo de Roma y otros varios de Italia, es natural que efectúe el pago de algunas
comisiones.34
Será necesario que V.E. tenga la bondad de pasarme esos dos billetes uno de cuarenta y seis mil para París y otro de ocho mil para Lyon. En total cincuenta y cuatro mil reales,
para que los pueda enviar por el correo de Francia que partirá el jueves debiendo, por tanto, haberlo recibido antes de ese día.
Respecto a los sacos, pienso igual que V.E. que el modelo que me habéis pedido será más seguro y yo mismo los proporcionaré ya confeccionados, es decir, de cada clase, a fines
de esta semana sin que ello parezca anormal a fin de que V.E. mismo podáis ver el efecto. Los pequeños pueden ir en mi bolsillo no causándome gran embarazo el llevarlos conmigo.
Si por el contrario preferís que los envíe a otra persona ya me diréis a quien y como.
Tengo el honor de ser, tanto en adhesión como en respeto, Señor, vuestro más humilde y más obediente servidor.

31
Con un lenguaje diplomático para no herir susceptibilidades, Crillon hace aquí un análisis bastante pesimista de la calidad del Ejército Español, sobre todo en lo que a medios técnicos y
oficiales preparados se refiere. Sobre todo en una época en que las guerras se ganaban más con artificios racionales y no tanto desde el arrojo personal. Esa es la razón, en principio, por la que
solicita la venida de oficiales franceses con una considerable preparación técnica.
32
¿A qué amigos se refiere aquí el duque? Pensamos que se trata del banquero Manuel Marco Zemborain, un navarro afincado en Madrid y que fue quien presentó a los franceses en la Corte.
¿Qué motivos tenía Marco para entrometerse en esta operación? Nos gustaría saberlo. Sobre la intervención de Marco vid. varias cartas de Manuel Marco Zemborain a Bernardo del Campo en
A.H.N,, Estado, legajo nº 4205/2.
33
Todo este secretismo sobre las gratificaciones a los oficiales franceses, que debían acudir al sitio de San Felipe, se plantea para evitar los celos de los oficiales españoles y las críticas del
llamado Partido Español, que entre otras, se caracterizaba por su galofobia . Así, la venida de estos oficiales (que aunque no figure en los documentos, llevaran el peso de la asesoría técnica en
el sitio de San Felipe) se disfrazará con la consideración de edecanes voluntarios, figura muy de la época y que servía para que algunos prebendados consiguieran curriculum sin excesivo ries-
go, bajo el amparo de las seguras paredes del cuartel general.
34
Estos párrafos son muy interesantes. Muestran como se realizaban operaciones financieras con fondos reservados fuera de los conductos oficiales, en los que ciertos banqueros servían de
intermediarios (lucrándose de paso con ello en forma de comisiones). Veremos más adelante como el intento de soborno al general Murray se tratará de canalizar por cauces parecidos a estos
DUQUE DE CRILLON

B.B. Duque de Crillon

Postdata: Permítame V.E. recomendarle aun la carta que tuve el honor de escribiros ayer, sobre el asunto de conceder el grado de brigadier al señor de Lemaur* a su llegada después
de la ejecución, lo que parecerá natural como premio a un trabajo que él seguro que hará bien, lo que le dará mucho crédito y consideración ante los oficiales con los cuales deberá
tratar y os puedo asegurar que nada me agradaría más.35

5. Al conde de Floridablanca. Escrita en Aranjuez a 4 de junio de 1781.36

Sr. Conde:

No queráis que vaya a veros y os obedezco, pero os aseguro que tanto misterio me cansa, porque estar con V.E. es para mi el mayor placer.
Me habéis insinuado que os escriba y lo hice ayer, no por ninguna falta de confianza en vuestra amistad (cuyo título es para mi el más agradable y de todos es el que más me
lisonjeo de ser deudor) sino para daros testimonio de la mía en caso de que no creyerais encontrarlos.
El señor de Muzquiz me ha descrito ayer el tratamiento que tienen el señor O'Reilly* y el señor Alvarez* [de Sotomayor] y me ha dicho que cuando os vea os dirá que juzga
conveniente que yo reciba el mismo que ellos, pero que sería necesario que esto se tratara por V.E. enteramente con el Amo, porque el Rey trata con V.E. de alta política y con él
[Muzquiz] sólo de finanzas37. Así se ha expresado conmigo y entre nosotros, creo que tiene sus razones.38
He aquí las mías:
1ª El señor de Muzquiz no habla de los tratamientos dados al marqués de Sarriá* y al conde de Aranda que le relevó en el mando de la campaña de Portugal. Uno y otro eran
entonces tenientes generales como yo y yo tenía una ventaja sobre el último: la ventaja de ser el más antiguo del Ejército, mientras que él tenía varios por delante. Sé que en circuns-
tancias de nacimiento y otras, los tres somos de la misma clase y si tengo alguna desventaja sobre ellos, es la de haber perdido por una laguna de varios siglos el título de español
auténtico y no sería justo acusarme de esta desgracia, tratándome por una vez sin motivo como extranjero, es decir, haciéndome los honores de la casa en menor proporción que a
otros.
Creo que mis razones son justas. Aun más: todos estos señores tienen su casa montada y situada aquí, independientemente de los recursos de su familia, mientras que yo, por el
contrario, estoy apartado sin posibilidad de procurarme los más mínimos medios, sin un cubierto ni una servilleta, ni nada en el mundo de lo que es necesario a un general que tiene el
honor de representar al más grande de los monarcas, para hacer frente a los gastos más indispensables.
Por otra parte tengo, como no os lo he ocultado, que pagar algunas deudas llamativas39 que me atormentan el corazón y el espíritu y os juro de verdad que deseo ofrecer mi entera
capacidad al mejor servicio del Rey, sin que esas pequeñas miserias de mi manutención me lo impidan o estorben.40

35
Carlos Lemaur, ingeniero militar, iba a ser el jefe de estado mayor, digamos, oficial. Aquí trata Crillon de halagarlo para evitar que sintiera celos de los franceses, sobre quienes en el fondo
se iba a apoyar.
36
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
37
Parce qu´il traiteroit avec vous en Roi, et avec lui seulement en financier. Esta frase tiene connotaciones ideológicas. Crillon le viene a decir a Floridablanca, que una cosa es el trato entre
nobles (el monarca y el conde) y otra muy distinta (y de inferior rango y confianza) el dado a un burgués ennoblecido ( pero burgués al fin y al cabo) al que no hay más remedio que admitir
como un mal necesario, porque la Monarquía, al fin y al cabo, subsistía gracias a los banqueros.
38
Crillon destaca aquí lo que era vox populi en la época: la preponderancia y valimiento personal que tenía Floridablanca con el Rey sobre los demás Secretarios de Estado.
Añado a esto que vos mismo, Sr. conde, podéis comprobar a través de los ministros de la Guerra a los que he remitido algunos proyectos al servicio del Rey, en los que destaca
sobre todo mi afán por ahorrar dinero al Real Erario en la medida de lo posible y, puedo asegurar, que la condescendencia del Rey a la consideración que le pido, sería una pura baga-
tela que se verá compensada cien veces por las mil ocasiones que encontraré de procurarle un ahorro cotidiano, evitando las operaciones inútiles que los generales nunca relatan lue-
go, pero que cuestan muchos millones al final de una campaña.
En todos los casos yo serviré con seguridad al Rey en Crillon y es justo que el me trate en Rey, y rey de la Augusta Sangre de Borbón, al servicio de la cual siempre ha estado
la mía.41

6. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Aranjuez el 10 de junio de 178142

Segunda memoria.:

[Señor conde: ] Haciendo referencia a la instrucción en la que me habéis ordenado presentaros mis ideas, me conformaré con lo que se me diga, tanto si ello proviene de las supe-
riores luces de su Majestad o de sus ministros que consultase a este respecto, aunque no sean conformes al buen resultado de la acción, a la gloria de las armas del Rey y al honor de
quien Su Majestad confiará su ejecución. Aunque como las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro, un golpe de ojo instantáneo puede también hacerlas favorables.
No puedo menos que creer, que Su Majestad tendrá a bien darme exclusivamente instrucciones generales sobre sus intenciones, que yo procuraré cumplir a su satisfacción y a la
de mi honor que son las que me importan.43
1º Que debo desembarcar en la isla y se me debe dar carta blanca sobre la forma de realizar dicho desembarco, el cual debe ajustarse a las circunstancias del momento.44
2º Que debo procurar dar un golpe de mano contra la guarnición que se encuentre fuera del fuerte llamado de San Felipe, según me lo ha ordenado S.M., empleando la prudencia
(aquí incluyo la villa de Mahón)
3º Que debo procurar sorprender todos los destacamentos en las diferentes partes de la isla o al menos bloquearlos para evitar su retirada a la plaza.
4º Que debo empezar por asegurarme todos los pequeños puertos y radas que se encuentran en la isla.
5º Que debo esforzarme, por medio de los buques de escolta, para capturar todos los buques enemigos, mercantes, de guerra o corsarios que puedan encontrarse.
6º Que bloquearé rápidamente todos los que estén en el puerto impidiéndoles que salgan.
7º Que se me ordenará servirme de todos los medios para quemarlos si no puedo capturarlos, sobre cuya acción este artículo me da plenos poderes, como también para tratar
con el gobernador45 de la plaza y con los habitantes de la villa.

39
Deptes criardes, en el original.
40
Esta solía ser la típica situación de un noble sin un gran patrimonio personal: debía alternar en las altas esferas y ello le acarreaba enormes deudas. Uno de los motivos por los que Crillon
trataba de promocionarse en España, además de la gloria, y el prestigio que ello podría suponerle, era para obtener un estatus que no poseía.
41
Esta es la frase clave que nos confirma que Crillon procedía de algún bastardo de la casa de Borbon de los tiempos de Enrique IV. El duque reclama honores y prebendas, reivindicando lo
que en algún lugar denomina “la dette historique de la Maison de Bourbon avec ma famille”, es decir el reconocimiento explícito de su consanguinidad.”
42
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
43
Aquí el duque exige que se le de carta blanca, salvo en lo más genérico y aunque menciona al Rey como fuente de las órdenes, en el fondo su exigencia va dirigida a Floridablanca que era
el verdadero fautor de las mismas.
44
En este punto Crillon trata de evitar cualquier intromisión en sus órdenes del comandante de Marina, habida cuenta, que siendo el duque extranjero y para evitar problemas con los oficiales
españoles, no se le dio explícitamente el mando supremo conjunto de la expedición.
45
He aquí el primer testimonio de las intenciones de Crillon, que desde el primer momento planteaba ya la posibilidad de sobornar al general Murray, gobernador de a plaza.
DUQUE DE CRILLON

8º Que formaré el bloqueo de la plaza inmediatamente para reducir todas las tropas inglesas al único recinto del fuerte de San Felipe, dándome entera libertad de bombardearlo o
reservar el fuego de la artillería para subsiguientes operaciones más reflexivas o meditadas.
9º Que me ocuparé de inmediato en inutilizar el puerto para los enemigos del Rey empleando en la entrada toda suerte de artilugios mecánicos que se juzguen a propósito em-
plear.
10º Que concederé patentes a los habitantes de la isla afectos a nuestra causa que se presenten voluntarios para hacer el corso.
Y 11ª En fin, que puesto que seré dueño de la isla a excepción del fuerte de San Felipe propondré a S.M. todas mis ideas sobre lo que pueda hacerse más glorioso y más útil para
sus armas, estando seguro de su éxito y actuando con la mayor prudencia.

Aranjuez 10 de junio de 1781.

B.B. El duque de Crillon46

7. Al conde de Floridablanca. Escrita en Cádiz a 21 de Junio de 1781.47

Sr. Conde:

He llegado aquí a buen puerto y me he puesto a trabajar esta mañana y parte de la tarde con el señor O´Reilly48 del que estoy muy contento respecto a lo que concierne a la parte
que le corresponde.
Sin embargo a lo que atañe a la Marina no puedo decir lo mismo. Sobre todo respecto a la de transporte. No puedo daros ninguna noticia positiva sobre esta materia.
Y respecto a la parte correspondiente a la Marina de Guerra, tampoco estoy nada satisfecho que digamos del señor Moreno*. He quedado con él mañana por la mañana a las
once, en una reunión a la que acudirá también el señor de Gálvez, presidente de la Casa de Contratación49 y mi intendente con el fin de ponerlo todo en regla cuanto antes.
Está claro que mi presencia era muy necesaria aquí, para que todo marche como es debido. Espero que por este medio podamos todos trabajar en concordia, pero si surge algún
inconveniente os enviaré un correo.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, Sr. conde, vuestro más humilde y obediente servidor:
B.B. duque de Crillon.

8. Al conde de Floridablanca. Escrita a bordo del navío San Pascual a 19 de Julio de 1781 a las 10 de la noche.[1]50

46
Aquí, en esta carta se muestra uno de los rasgos de carácter de Crillon, que era un hombre franco y directo, frente al retorcimiento oblicuo de Floridablanca, que tenía una personalidad más
típicamente política. El duque plantea aquí las cosas claras, para que luego no hubiera lugar a ambigüedades.
47
A.H.N. Estado, legajo nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
48
En ese momento el teniente general Alejandro O´Reilly era Capitán General de Andalucía.
49
Antonio de Gálvez.
50
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
Tengo, Sr. Conde, el honor de enviaros la carta adjunta para que podáis hacer el uso que en vuestro aprecio por mi creáis conveniente cerca de S.M. Quiero creer que le gustará y
no contiene más que hechos.
He escrito al señor de Muzquiz, como al ministro de la Guerra y le hablo bien de todo el mundo. No he tenido tiempo de escribir por este correo al señor de Gálvez*51 pero V.E.
puede asegurarle a él y al Rey que estoy plenamente satisfecho de la actividad e inteligencia de su hermano Don Antonio.
He comunicado también al señor de Castejón* cuan contento estoy de toda la Marina, y a vos, señor Conde, (a quien apelo desde mis sentimientos, mi querido conde) os escribo
que no hay mas clave del enigma que la que os anuncié.52
Os aseguro que prefiero fracasar antes que ser injusto. Aunque no dudo de la buena fe de mi almirante53, pudiera ser que las órdenes particulares que tiene sufrieran variación si
por azar nos retrasamos para esperar a la gran escuadra aunque se diga que estará presta para pasado mañana sábado.54 El gasto de un correo [más] no supone apenas nada, si por el
contrario hemos partido.
Mi parecer sería que S.M. ordenara expresamente y de forma terminante, tanto al señor Moreno como a su ministro, que se haga a la vela en cuanto pueda sin ningún retraso y
que me dé parte de la orden que se le envíe al respecto. Buenas noches sr. conde.
Sabéis bien que nadie en el mundo esta tan tiernamente unido a vos ni os ama y respeta mas que yo.

B.B. de C.

Postdata: Nunca me quejaré respecto a los honores militares en sentido puramente formal porque creo que estos proceden de la gloria y no de los títulos, pero debo haceros una ob-
servación: (a causa de las consecuencias que esto puede traer) Don Luis de Cordova* me rinde honores de Capitán General a bordo de su barco, en su casa de la isla y en el propio
Cádiz, pero no lo hace a bordo del navío del señor Moreno donde me trata como Teniente General.
Creí que todo ello no tenía más importancia que el descuido, pero un oficial que le sustituía en el mando del navío cuando se ausentaba, le dijo a uno de mis edecanes, hablando
en confidencia amistosa, que lo hacía así porque no había recibido orden en contrario, y que no era descuido del señor Moreno sino orden de su ministro.55
Estas pequeñas cosas que caracterizan a los militares pero de las que, os juro, estoy yo bien alejado, no contribuyen precisamente a dejar bien puesta la subordinación y pienso
que no estaría de más que el Rey hiciera ver al señor de Castejón que su Ordenanza deja bien claro este aspecto y le añadiera que todo teniente general con mando en un cuerpo de
tropas, tiene los honores de Capitán General durante su mandato, aunque no estén embarcados ninguno de sus soldados en sus navíos, lo cual, [el que las tropas no estén aun embar-
cadas] dicho sea de paso, está motivado por haber dado la orden de impedirlo el señor de Castejón.

51
José de Gálvez, marqués de Sonora y Secretario de Indias. Hermano de Antonio de Gálvez.
52
Aquí se refiere el duque a lo que el denominaba continuamente “la conspiración de los marinos”. El duque creyó siempre que la Marina intrigaba ( por orden del marqués de Castejón) para
hacer fracasar la expedición.
53
Mon amiral.
54
Aquí el duque se refiere a las órdenes que había de esperar a la escuadra del almirante Guichen, que junto a varios navíos españoles al mando del almirante Córdova, iba a partir para el
Canal de la Mancha. Se trataba de engañar a los ingleses o sus espías, haciendo ver que la flota que iba a transportar al ejercito expedicionario de Menorca, formaba parte de la otra y se dirigía
así mismo al Canal. De hecho partieron juntas y ya en alta mar, cada cual se dirigió a su destino. Precisamente la misión de la escuadra combinada de Córdova y Guichen era bloquear a la
Armada Británica para evitar el socorro de Menorca y aun de Gibraltar.
55
Esto que parece un quítame allá esas pajas de protocolo, es en realidad un asunto grave. Si el comandante de Marina Buenaventura Moreno no hacía a Crillon los honores de Capitán Gene-
ral en el buque insignia y por tanto no lo reconocía como tal, el duque no tenía el mando absoluto sobre la expedición sino sólo sobre las tropas de Tierra. Emn este sentido los problemas poste-
riores que el duque tuvo con Moreno y con toda la Marina al llegar a Mahón derivaron de que Floridablanca que debía temer como a un nublado al marqués de Castejón (quien tenía amigos
poderosos como el ayuda de Cámara de Carlos III, Almérico Pini) dejó siempre en la ambigüedad el nombramiento y durante toda la expedición no quedó muy claro si el duque comandaba la
misma como Capitán General aunque así fuera de hecho.
DUQUE DE CRILLON

En cualquier caso, lo que está claro es que no debo ser tratado como un simple teniente general, porque estoy al mando de la expedición y, sobre el resto, como quiero evitaros
cualquier embarazo, haced lo que creáis conveniente. Al fin y al cabo el afecto de mis tropas me compensa los desprecios del señor de Castejón.
9. Al conde de Floridablanca. Escrita a bordo del navío San Pascual a 19 de Julio de 1781 a las 10 de la noche.[2] 56

Sr. Conde:

El recelo de sentirme aun estafado tan cruelmente como lo he sido desde mi partida [de Madrid] con promesas y buenas palabras, me ha impedido enviaros el correo que os des-
pacho por fin en este instante, para deciros que todo está listo y mis tropas embarcadas. No esperamos más que la señal del señor Moreno para hacernos a la vela, quien me ha prome-
tido hacerlo en el primer momento que el viento y la marea se lo permitan.
Estoy hasta aquí muy contento de este oficial [Moreno] que es muy activo y a quien todos los marinos aprecian como persona de mucho mérito y tan celoso de la gloria y el
servicio del Rey tanto como yo, así que me consideraría culpable de un amor propio mal entendido si no hablara así de su amor a la profesión, de la cual además entiendo muy poco,
por lo que le he revelado los primeros puntos donde debemos recalar.57
Cuento con enviaros otro correo (mañana mismo si podemos partir) que no montará a caballo hasta que haya visto nuestra partida, a fin de no comunicar una novedad que de-
pende a menudo en el mar de una calma o un viento que pueda sobrevenir de un momento a otro. Y es por la misma incertidumbre de los vientos, que nos podrían retener aquí, por lo
que pienso que no debo ahorrar este correo para no dejar más tiempo a S.M. en la incertidumbre sobre nuestra suerte, sobre el estado de la expedición y sobre todos los obstáculos
que pudieran sobrevenir.
Parto con algunos centenas de hombres menos, que el completo de los ocho mil que pedí como verá V.E. por el estado efectivo que enviaré. Estas tropas serán suficientes para la
empresa si tenemos en cuenta la valentía de los españoles y la confianza y adhesión que me muestran. Pero no olvidemos que la opinión dirige el mundo58 y ésta se vuelve más
favorable en una campaña por el número de tropas que se cita que por el proclamar su calidad.59 Por esa razón he formado mi orden de batalla considerando a cada regimiento de dos
batallones como una brigada, aunque esta normalmente está compuesta por cuatro.60 Esta distribución, aunque engañosa, producirá mejor efecto para las Gacetas en Europa sin que
haya por qué detallar nada en la nuestra. Así parecerá que España cuenta con mayor número de fuerzas y hará desistir a los ingleses cualquier envío de refuerzos. Y no es que les
tema en absoluto, pero el amor a la gloria no me ha hecho perder de vista la conservación de un solo hombre cuando se le puede conservar, obteniendo los mismos resultados venta-
josos.
Así que conociendo la bondad de S.M., estoy seguro que aprobará lo que he hecho a este efecto y que responde al plan que tuve el honor de proponerle en borrador antes de mi
partida, por medio del señor Muzquiz que me dijo que S.M. le había aprobado.
Tengo aquí una copia en limpio, parecida a aquella que envié por el mismo correo a Don Miguel de Muzquiz como Ministro de la Guerra a quien me habéis ordenado V.E., de
parte del Rey, rendir cuentas.
No recuerdo si he comentado a V.E. que el señor Eymar*61 hace algunos días que está aquí. Pasa por un comerciante ocupado únicamente de sus cuentas en su cuarto, del que no
sale más que a las diez de la noche, bajo pretexto de tomar el aire y se viene a conversar conmigo.

56
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
57
Aquí el duque hace gala de otro rasgo típico de su carácter: sabía reconocer la valía de los hombres donde esta se diera y todo ello al margen de las diferencias que tuvo con Moreno.
58
L´opinión est la maîtresse du monde. Aquí vemos en el duque un rasgo característico de los políticos de la época: tener en cuenta la opinión pública como elemento importante del éxito de
sus empresas, esta actitud condujo al florecimiento de la prensa escrita.
59
Este comentario venía a colación como consecuencia de la táctica dominante de entonces (la prusiana) por la que se confiaba más en el número de tropas que en su bravura, toda vez que
primaba la coordinación de movimientos —y por tanto la disciplina ciega— sobre la iniciativa individual, basada en la bravura consciente.
60
El regimiento era en aquella época una pequeña unidad para tiempo de paz. En campaña se formaban grandes unidades tácticas de combate, las brigadas, tomando como base los batallones
de varios regimientos. Esta unidad superior solía tomar el nombre del regimiento más antiguo de los que la componían.
61
Jean Eymar, comerciante francés residente en Menorca , agente del marqués de Solleric y, en este caso, enlace del mismo en la expedición.
DUQUE DE CRILLON

Estoy muy contento y, en fin señor conde, para finalizar esta larga carta que no acabaría nunca si me dejara llevar por el placer de charlar con vos, estoy persuadido (cada vez
más y podéis decírselo en mi nombre a S.M. después de ponerme a sus pies) que tendremos el más feliz de los éxitos. Yo lo seré doblemente si puedo, en lo que de mi dependa, pro-
bar a este buen amo mi amor y mi respeto.
No dudéis jamás, os lo pido señor conde, de los sentimientos particulares que os profeso y de la adhesión inviolable, desde la cual tengo el honor de ser de V.E., señor, el más
humilde y obediente servidor.

B.B duque de Crillon.

Postdata: No debo olvidar deciros, que uno de los que S.M. ha aprobado que yo hiciera venir de Francia, como ayudante de campo, el comendador de Rozan, viejo amigo del señor
de Valliere, que ha sido durante algún tiempo comandante de la Artillería en Tolon y que estaba retirado del servicio en Avignon por no ser muy amigo del nuevo sistema,62 ha veni-
do por Barcelona y ha dejado su carroza y sus criados en camino, tomando una posta a caballo para llegar más rápido.
A su llegada aquí [a Cádiz] se ha entrevistado con el famoso señor Borda*, capitán de navío en la escuadra de señor * y uno de los cuarenta miembros de la Academia de Cien-
cias de París. Ambos son amigos y pasaron algunos días en el campo de San Roque y en Algeciras para que pudieran examinar la plaza desde todos los costados y así supieran lo
mismo que yo.63
Pero esto no es lo más importante que os quiero decir respecto al comendador de Rozan, sino que tomó parte en el sitio de Mahón de 1756 con la artillería, cosa que yo igno-
raba y que me he enterado por casualidad a su llegada. Esto me ha dado mucha alegría y le he dicho que no se lo cuente a nadie porque todo el mundo en Cádiz está persuadido de
que lo que vamos a dar es un golpe en Gibraltar, para que los ingleses no pongan los ojos en la costa del Mediterráneo. Como veis, este oficial nos será de gran utilidad64,.
El señor Eyries llegó aquí algunos días después [de Rozan] con tres de sus oficiales y ya ha comenzado a trabajar con el comandante de la artillería el modelo de una máquina
infernal que ha inventado para Gibraltar (donde el cree que se dirige la empresa actual) que nos será muy útil para el fuerte de San Felipe y que se hará a pie de costa los siguientes
quince días después de nuestra llegada.65
Ni el uno ni el otro, pues, saben nada del objeto de la expedición.

10. A Bernardo del Campo*, primer oficial de la Secretaría de Estado. Escrita en Cádiz a 20 de Julio de 1781.66

Señor y querido amigo:

62
Se refiere aquí el duque a la oposición que hicieron algunos artilleros e ingenieros militares franceses discípulos de Valliere, a la sustitución del sistema de su maestro por el de Grübeauval,
realizado por el ministro Chousseul en el contexto de sus reformas militares, lo que provocó dimisiones y ceses. Crillon, que había sido también discípulo de Valliere y que tampoco hacía bue-
nas migas con Choisseul, estaba alineado con estos personajes que formanban parte de su círculo.
63
No olvidemos que Crillon pasó varios años de comandante del Campo de Gibraltar.
64
El comendador Louis Ize de Rozan, viejo y experimentado artillero que asistió a las campañas de Italia y también al sitio de Mahón por lar tropas francesas del mariscal Richelieu, actuará
secretamente como consejero militar de Crillon en el sitio de San Felipe y será elemento providencial en el desarrollo de las tácticas empleadas, aunque toda la gloria se la llevara el comandante
español de la Artillería, Bernardo de Tortosa, al que Crillon supo halagar para que no se encelara con Rozan.
65
Machine infernale. No sabemos a que se refiere Crillon, estas cosas correspondían al espíritu arbitrista de aquella época, en la que todo el mundo hacía planes (algunos bastante peregrinos)
para atacar Gibraltar. La papelera de la secretaría de Estado se llenó con muchos de ellos.
66
A.H.N. Estado, leg. nº 4205 1. Original en francés, de puño y letra.
He recibido el encantador billete que me habéis escrito, en el que me aseguráis vuestra amistad.
Conservad la mía, os lo ruego, y sobre todo procurad que nuestro querido ministro, vuestro respetable jefe67, a quien amo tanto como a mi mismo, conserve su salud. Decídselo os lo
ruego y, al mismo tiempo, que soy y seré siempre su mejor amigo y me encantaría que siempre fuera el mío. Os hago este encargo de todo corazón.

B.B. de Crillon.

Hacedme el placer de entregar la carta para el señor de Montmorin* y sobre todo si es posible la otra para mi amigo Marco*68.

11. Al conde de Floridablanca. Escrita en Mahón a 24 de Agosto de 1781.69

Sr. conde:

Me acusareis de no haberos informado inmediatamente de que la isla de Menorca está bajo dominio del Rey desde el 19, pero encontrareis que esto no es más que un rasgo de
astucia y precaución por mi parte, para no dar al Rey una mala noticia después de haberos dado a V.E. una buena, o para apenaros inútilmente como yo lo estoy, dandoos parte de la
situación en que me encuentro aquí, y a la cual no es posible que V.E. ponga algún remedio, que llegaría de todas las maneras tarde. Por mi parte soy incapaz, de propio, para resol-
verla.
En fin, señor, la cuestión es que después de ayer tarde en que me erigí como poseedor de la isla, al recibir la carta del marqués de Avilés* que os envié en original y que no había
podido recibir antes debido a los malos tiempos que le habían impedido desembarcar, no solamente en el punto indicado en mi orden a un cuarto de legua de Ciudadela, sino conmi-
go en la Mezquita, de forma que dos días después lo envié a pie para atravesar diez leguas con su destacamento reducido de trescientos cincuenta a doscientos hombres y que no
podía aumentar, como comprenderéis seguidamente en detalle, debido a que no me convenía quedar desguarnecido, porque de todos los principales de Ciudadela de los cuales V.E.
me dio los nombres y que se me anunció que se unirían a mi llegada, todavía no ha aparecido ninguno.70
Por tanto de aliados menorquines solo cuento con Eymar, Quadrado* y un habitante del Arrabal Nuevo llamado Fabres que son, con un médico que encontré aquí, los únicos que
me orientan y con los que puedo contar. 71

67
Votre respectable chef. Bernardo del Campo llamaba a Floridablanca el jefe. Así aparece en las innumerables notas de traslado de escritos que el primer oficial de la Secretaría de Estado
escribía y que se conservan en los archivos.
68
De Manuel Marco Zemboraín ya hemos hablado en la introducción. El conde de Montmorin era, en aquellos momentos, el embajador francés en la Corte de Madrid. Esta es la típica carta
de cumplido, en la que queda de manifiesto la ñoñería nobiliaria de aquella época. Decir también que Bernardo del Campo fue quien introdujo a Crillon ante Floridablanca.
69
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
70
Es decir: Gabino Martorell, y sus primos los hermanos Squella, que misteriosamente no se presentaron y que después no jugaron papel alguno en el desarrollo de los hechos a pesar de ser
los jefes de la supuesta conjuración a favor de los españoles que tanto había `ponderado el marques de Solleric a Floridablanca. Lo cierto es que no hemos obtenido constancia en carta alguna de
Crillon, que se entrevistara jamás con Gabino, quien siempre actuó en la sombra y con tiento, probablemente preocupado por la oposición que se le hacía desde Mahón.
71
El primero es Miguel Quadrado y Sans, comerciante de Ciudadela, que fue el único de los gabinistas que se presentó al duque, tras haber detenido en Mahón a los hermanos griegos
Alexianos, considerados peligrosos agentes ingleses. Respecto a “Fabres” se esta refiriendo a Bernardo Fabreges, habitante de Es Castell, que luego se encargaría de las reparaciones de la villa
tras su desmantelamiento durante el sitio y sería más tarde nombrado Comisario de Guerra. El médico, probablemente fuera Pedro Ramis.
DUQUE DE CRILLON

Me encuentro, pues, en la isla, teniendo delante un enemigo tan desconcertado en el primer momento como organizado ahora que conocen nuestra fuerza real, la cual nos es
imposible ocultar a sus ojos, porque debo emplear todas las tropas a su vista para establecer el cerco que los mantenga dentro del recinto de las murallas.
No os puedo ocultar mi preocupación en el estado en que me encuentro y después de haber hecho recuento de mis efectivos, cuyo estado veréis por la relación que ayer hizo el
mayor general. Todo proviene del recelo que tengo de que se puedan sublevar algunas gentes del país. En efecto: antes de nuestro desembarco fui advertido que para la noche de
mi llegada había un complot entre los judíos, los griegos y algunos moros que residen aquí y que son numerosos, para degollar a todos los generales que se encontraran en la
villa y después marchar hacia nuestro campamento que a la vez sería atacado por gran parte de la guarnición inglesa con el gobernador a la cabeza.
Se me ha asegurado (y es verdad) que entre los judíos, los griegos, los mercaderes ingleses y otros desocupados de la plaza, podrían juntar más de dos mil hombres y nuestros
mismos amigos que os he nombrado, me aseguran que si se decidieran a hacerlo se les unirían inmediatamente cuatro mil marineros del país, que tomarían las armas junto a ellos, con
lo que se formaría a nuestra retaguardia un cuerpo enemigo lo suficientemente fuerte como para, en un país todo vallado, dejarme, cuando menos, bloqueado en nuestro campamento
sin víveres. A mi llegada solo contaba con una reserva para dos días y me encontraba sin artillería, porque la mala mar no nos permitió hasta ayer desembarcar más que la tropa, los
fusiles y bayonetas, y las únicas municiones que cada soldado puede llevar en la cartuchera..
Decidí desembarcar (audazmente creo, pero sin temeridad) porque, primero, los vientos se calmaron y supuse que eso nos permitiría desembarcarlo todo a la mañana siguiente y,
segundo, porque yo no contaba con tener que defenderme del país al que no dudaba encontrar a nuestro favor y, con ello, todos los recursos necesarios (lo que se ha hecho efectivo
tras la sumisión aparente y que creo sincera de la mayor parte de los habitantes), pues nuestros amigos no os han engañado en nada y es lo que me determinó a desembarcar rápida-
mente en el momento en que vi que, contra todo pronóstico (después incluso del enorme retraso que habíamos sufrido en nuestra marcha después de pasado el Estrecho), al goberna-
dor le sorprendió nuestra llegada, lo que no le permitió ponerse de acuerdo con nadie para el complot.
Por eso desembarqué, marché hacia Mahón y allí me encontré las calles llenas de gente que me aclamaba con gran júbilo. Luego, las patrullas que destaqué en Mahón para man-
tener el orden antes de proseguir hacia San Felipe en persecución de los ingleses, sólo me contaron, que en sus rondas y durante toda la noche, habían encontrado muchos paisanos
armados72 con espadas y pistolas, que aseguraron ser su única intención defender sus casas contra un posible pillaje de los soldados o para ayudarnos contra los ingleses si hubiera
sido necesario contar con ellos y dijeron a los oficiales de dichas patrullas que yo, al pasar por la villa, les había dado la orden de defender a todos los habitantes sin distinción, a los
que consideraba como nuestros mejores aliados, en caso de que algunos de nuestros soldados trataran de propasarse con alguien al amparo de la noche.
En vista de ello, las patrullas no los arrestaron y yo me he guardado bien de desautorizarlos o de desaprobar la acción de unos o de otros, para no inquietar a nuestras tropas por
una parte y, por la otra, tratar de controlar la situación sin necesidad de emplear la fuerza.
Esta noticia referente a los paisanos armados, la recibí a las seis de la mañana del 20 y he comprobado que se contuvieron por la intimidación de nuestras patrullas, que tuve la
precaución de dejar en la villa a mi paso por Mahón, ordenando el acantonamiento de una compañía de granaderos y treinta hombres más por cuerpo, cuando cada unidad fuera en-
trando en Mahón y antes de seguir hacia San Felipe.
También les contuvo la vista de la enorme cantidad de buques de transporte que observaron cerca de la cala de Alcaufar, que supusieron llenos de tropas a punto de desembarcar
de inmediato por aquella parte. Pero sobre todo lo que más los ha detenido, ha sido la confusión con que los ingleses se retiraron al fuerte y el número de prisioneros que la oscuridad
de la noche parecía multiplicar y, en fin, los tiros de fusil que disparamos hacia el glacis como consecuencia de la feliz confusión de la que ya os hablé en una de mis cartas y que
supuso una prueba bien segura de que nadie de la guarnición se había quedado fuera de la plaza para apoyar el complot73. Como consecuencia de ello, los conjurados habían preferi-
do mejor pasarse a nuestro bando en vez de concertarse con el gobernador y dejarlo para la noche siguiente.
Aunque recibí el aviso de este nuevo intento, no dije nada a nadie y la única medida que tomé fue reforzar los puestos de centinela para descubrirlos en caso de que vinieran. Esta
medida y la luz del día siguiente, me ha dado la seguridad de no tener nada que temer de un tropel de gentes que sólo hubieran podido actuar a través de una coordinación perfecta
con el gobernador, quien no se arriesgará a venir a atacarnos de día, sin conocer nuestras fuerzas reales, que pudiera juzgar tres veces más numerosas, al observar el número de bu-
ques de transporte aprestados a desembarcar rápidamente para completar el cerco y cogerlos entre dos fuegos.

72
Beaucoup de bourgeois armés.
73
Se refiere a la acción del capitán Urrutia
Así que, en vista de las circunstancias, me contuve y dejé correr el tiempo sin forzar la situación a la par que, sin mostrar el menor recelo, iba tomando decisiones tendentes a la
sumisión efectiva de la población. En efecto: envié a buscar al Magnífico (así es como aquí se denomina al baile)74, que era quien me había salido al encuentro a mi llegada y entre-
gado las llaves de la ciudad, que yo cogí con una mano y le devolví con la otra de parte del Rey mi amo, tranquilizándole a él y a los diferentes cuerpos que me presentó, a los que
traté con un justo equilibrio entre firmeza, dignidad y suavidad.75
Una vez en mi presencia, le dije, que de mi parte y acompañado por uno de mis ayudantes de campo, fuera a casa del rector eclesiástico,76 para que concertara con él una convo-
catoria general de todos los cuerpos a mediodía en la iglesia parroquial para asistir a un Te Deum en acción de gracias por la conquista que acabábamos de hacer de la isla, de rezar a
Dios por la salud del gran y buen Monarca que les había restituido a su legítimo y natural soberano y a continuación brindar a su salud y hacerme el honor de acompañarme a comer a
mi casa donde yo les conduciría al salir de la iglesia en la que les cité a las doce en punto.
Todos las corporaciones de la ciudad, con el Magnífico a la cabeza, se reunieron a las once y media en mi casa,77 para acompañarme a la iglesia parroquial, en cuya puerta se
encontraban todos los clérigos para ofrecerme el agua bendita. Luego me condujeron al reclinatorio que yo señalé y comenzó la ceremonia, que oficiaron con mucha dignidad y deco-
ro.
Durante el almuerzo que siguió en mi casa, les dije, que como los consideraba a todos los efectos como buenos y fieles súbditos del Rey, desearía tomarles lo más pronto posible
su juramento de fidelidad y a este efecto, aunque me aseguraron también ser su deseo, objetaron que la ceremonia no podría celebrarse hasta el día siguiente por lo lejos que se en-
contraba lo que ellos denominaban el paisanaje, que creo es lo mismo que nosotros en francés denominamos así78.
Después de haber hecho con ellos la cuenta del tiempo necesario para reunirlos, concluí que les recibiría más tarde, uno a uno, a la hora que les resultara más cómoda a partir de
las ocho de esa misma tarde y hasta las once.79Después, les hice la observación de cuantos testimonios de adhesión había recibido la noche anterior a mi llegada a Mahón con las
calles llenas de gente de toda especie, cuya alegría sin duda se fundaba en el reencuentro con sus antiguos compatriotas, lo cual no podía menos que agradecerles, pero, que como era
necesario establecer un toque de queda, algo preceptivo en toda ciudad donde se encuentran acantonadas un número considerable de tropas, que todo el mundo se retirara a sus casas
todo lo más a las once de la noche, a fin de evitar los perjuicios que pudieran causarle los soldados, difíciles de controlar por la noche y que por ello harían bien de hacerme el placer
de comunicar esta orden, tanto a sus conciudadanos como a todos los extranjeros que pudieran encontrarse en la villa.
Por otra parte y referente a sus juramentos, les comuniqué que los recibiría antes de las diez de esa misma noche.
Esa misma velada, tomé algunas medidas preventivas. En ese momento la brigada de Saboya no había podido aun desembarcar, por lo tanto me encontraba escaso de tropas para
tener guarnecido el campamento principal, por si atacaban los ingleses, el cual sólo estaba en ese momento formado por mis brigadas de vanguardia: la de granaderos y la de cazado-
res, no obstante podía desguarnecerlo sin que nadie se diera cuenta, sobre todo por la noche. Así que, independiente de que la brigada de América permanecía acuartelada en Mahón
desde que al pasar por la villa le di esa orden, hice avanzar a las tropas acantonadas en el campamento hasta doscientos pasos de la entrada de Mahón y coloqué patrullas por todo el
contorno, de forma que, enlazadas unas con otras, pudieran dar señal al grueso de la tropa en caso de algún ataque por parte de los paisanos. A su vez, hice dormir esa noche a la
brigada de América vestida y sobre las armas.
Todas estas medidas fueron tomadas con el fin de disuadir a cualquiera que intentara alguna acción en contra nuestra, darles la sensación de que estaban vigilados continuamente
y que dichas previsiones podían repetirse noche tras noche, aunque algunas veces pudiera alternarlas para no fatigar excesivamente a la tropa.80

74
Le magnifique c´est ainsi que l´on nomé icí le bayle.
75
Ese año el baile de Mahón era Narciso Panedas, un rico comerciante muy afecto a los ingleses.
76
El rector de Mahón era, en aquel momento, Antonio Seguí.
77
Se refiere a la casa de la viuda Poly, donde se alojó el duque a su llegada
78
Aquí las autoridades se referían a los cultivadores de los alrededores de Mahón.
79
Crillon no se conformó con un juramento colectivo de las autoridades. Quiso verles la cara uno a uno y estudiar sus reacciones.
80
Creemos que Crillon actuó aquí con suficiente firmeza y sabiduría y ello salvó la situación, que desde luego parecía comprometida tras el fracaso de la conspiración de Gabino Martorell.
En efecto: aquello era un pulso en el que las circunstancias se inclinarían a uno u otro bando según las posiciones tomadas por el general en jefe que —reiteramos— actuó con firmeza y desde
DUQUE DE CRILLON

He aquí, pues, en detalle, lo ocurrido las dos primeras noches de nuestra estancia en Mahón. Luego, las noches siguientes, las del 21 y 22, fueron ya más tranquilas, esperando el
desembarco total de la brigada de Saboya. Pero todavía permanecía yo inquieto, porque según la lista elaborada por el mayor general aun me faltaba para completar mis tropas mil
cuatrocientos hombres, todavía encerrados en los buques de transporte, y de los que no sabía siquiera si habían tenido algún percance en la mar, ni tenía noticia alguna, al menos hasta
esta noche.
Por otra parte, no podía servirme de los ciento sesenta cañones que he encontrado aquí por falta de artilleros, que están ocupados en desembarcar el material, a medida que el
tiempo permite atracar a los buques.
En fin, hoy todo va bien, el tiempo permite a mis buques de transporte desembarcar las tropas que me faltaban y el mismo viento permite que Don Ventura Moreno me desem-
barque las tiendas, los útiles de los trabajadores, los cartuchos y los cañones de campaña.
En otra carta que debía enviar y que ahora no encuentro porque no tuve tiempo de sacar copia, os decía que todo el grueso del bagaje, referido a artillería de sitio —y en esto
todos estamos de acuerdo— desembarcará en la parte de Ciudadela y Fornells. Así podré traer a Mahón casi todo el destacamento que se encuentra en Fornells a las órdenes del Mar-
qués de Peñafiel*.
De esta forma, siendo dueño de los dos puertos, podré tener asegurados los víveres y el Rey podrá mantener el control sobre la isla y sobre el fuerte sin un excesivo consumo de
hombres y dinero, con tal que su Majestad me envíe todos los recursos que le he pedido.
Si Su Majestad decide mantener como está lo que hemos ejecutado hasta ahora, es decir, limitarse al bloqueo del puerto, sería —desde mi punto de vista— un gran mal para la
gloria de sus armas y el honor de la nación. En fin: cualquier partido que él tome no hay un momento que perder. En cualquier caso tanto si se me ordena que opere contra el castillo
como si no, necesitaré alrededor de doce mil hombres para sentirme seguro y hacerme fuerte en un campamento bien elegido desde el que inspirar el más profundo respeto al paisana-
je, tanto amigo como enemigo; fuera y dentro de la plaza. En consecuencia, los amigos que desean demostrar que lo son, me están tratando de conseguir (como os lo prometí y como
nos lo habíamos imaginado) un segundo ejército que nos ahorrará lo principal de las fatigas de todo género, al conservar las tropas del Rey sin sobrecargarlas de trabajo y de vigi-
lias81.
Os quiero justificar también la medida que tomé ayer 23. Creo que conviene acometer alguna acción, que por una parte nos de seguridad en el presente y nos permita, por otra,
imponerla. En consecuencia, después de haber acantonado las tropas en el campamento, hice publicar un bando por el cual ordenaba a los judíos y a los griegos, so pena de muerte,
llevar a un almacén que les indicaba todas las armas que tuvieran en el plazo de cuatro horas.
Parece que casi nadie ha hecho caso, pues pocas personas las han dejado en manos del mayor general, que es quien estaba encargado de la recogida. Yo he hecho como que no
me enteraba y que estaba convencido que no había más armas, ni haré ninguna averiguación a este efecto. No obstante, he aquí mi plan: en primer lugar, haré partir mañana mis pri-
sioneros hacia Ciudadela, a fin de repartirlos por los navíos que les enviarán a Barcelona, desde donde se les pasará a Francia o a donde S.M. le parezca más conveniente, lo cual me
evitará entretener una guardia de más. Luego haré venir de Fornells a los cuatrocientos hombres del marqués de Peñafiel, menos una guardia de cincuenta, que quedará allí y que es
suficiente para guardar aquel puerto. Contaré también con las demás tropas que me faltan, que habrán desembarcado todo lo más pasado mañana.
En ese momento, haré publicar un bando a toque de trompeta y colocarlo en las paredes acostumbradas con una declaración en nombre del Rey, de la que os envío el original,
que además he hecho traducir en idioma menorquín, en el cual se dice que S.M. no me permite mantenerlos en su estado y que deben considerarse desde este momento prisioneros en
sus casas y a la vista de un centinela, con orden de proceder a su registro en presencia del intendente como comisario real, del auditor de guerra, de un oficial en nombre de la tropa y
de un menorquín que pude ser Eymar o Quadrado mismo, y reconocer las cosas y separar las que les pertenezcan a los ingleses y las reconocidas como presas por nosotros y nuestros
aliados.

luego con gran prudencia. Téngase en cuenta la gran cantidad de elementos activos a favor de los ingleses que había entonces en Mahón, entre toda clase de extranjeros y algunos mahoneses,
que habían amasado grandes fortunas con el comercio y el corso propiciado por los británicos.
81
Se está refiriendo a las gestiones que hizo el hijo del Duque, el conde de Crillon, en París para conseguir la venida a Menorca de las tropas auxiliares francesas, que desembarcarían en
octubre de ese año al mando del barón de Falkenhayn.
Después de esta gestión, que durará pocos días por el número de oficiales empleados al efecto como comisarios de guerra, les haré conducir a todos a Barcelona embarcados en
los mismos buques de transporte que enviaré para recoger los recursos que espero. Desde allí, se les podrá hacer pasar a Burdeos o al condado de Avignon donde tradicionalmente
son admitidos.
A la mañana siguiente haré lo mismo con todos los ingleses y sus partidarios con la misma facilidad, porque esta es una regla ya establecida en todos los puertos españoles de no
dejar ninguno allí confinado y, por mejor decir, porque así me quitaré la preocupación de pedir mil hombres de más para imponerme.
De manera que de aquí a cuatro o cinco días, espero no tener que ocuparme más que del éxito más completo que el Señor nos ha enviado y como después de todo, os repito, soy
deudor de los buenos consejos que me habéis dado, en medio de todas las preocupaciones que he tenido no por ellas he descuidado la principal: atender a la gloria de las armas del
Rey.
Hoy el señor Tavern, comandante del puerto, seguido de uno de mis ayudantes de campo franceses voluntarios, viendo que las corrientes acercaban una excelente fragata aban-
donada y que los ingleses bombardeaban para hundirla, consiguieron remolcarla hasta nosotros sin que nadie resultara herido. El acontecimiento resultó todo un espectáculo y una
decepción para los ingleses. Mañana por la noche trataré de capturar otras tres o cuatro fragatas que se encuentran también abandonadas a la mitad de distancia entre una ribera y otra
del puerto. Esta escaramuza82 sólo puede producirnos ventajas y sirve para probar el valor y destreza de los voluntarios sin que produzca una sola baja y de entretenimiento en tanto
llegan recursos.
Sin embargo, no he perdido el tiempo en estas bagatelas y desde el primer día trabajamos seriamente en el arsenal, con los preparativos necesarios para nuestro primer objeto de
bloquear el puerto, hecho sobre el que los enemigos han colaborado ellos mismos al echar a pique varias fragatas, que forman una barrera entre ellos y nosotros. Eyries cree que esto
nos es favorable, pero yo no estoy tan seguro y por tanto mañana iré a reconocer esta parte y os daré mi opinión en el primer correo.
Durante este tiempo, Lemaur ha descubierto un plan firmado por el ingeniero en jefe de Mahón83 y encontrado en su casa, donde los enemigos lo habían dejado, que mues-
tra todas las galerías de las minas por lo que les resultarán inútiles si, como parece, el plano es auténtico. Tenemos también el estado de sus fuerzas que no pasan de dos mil hom-
bres.
Tengo una correspondencia de lo más cumplida con el general Murray*84 y no perderé nunca ocasión de entretenerlo. Ya os enviaré copia de nuestra correspondencia.
Por otro correo os mando la lista de las gracias que pido insistentemente al Rey para el bien de su servicio y fomentar la emulación.85 Espero que vos juzgareis mejor que yo lo
útil que será para sujetar el ánimo de los bellos discursos de la Puerta del Sol,86 dar a esta primera acción el valor que merece, porque en fin es muy cierto que:
Primero: que el apresamiento de la parte que corresponde a las riquezas que los enemigos poseen en esta isla es la más importante que se ha hecho en esta guerra. Segundo: que
el Rey es hoy dueño de tomar el fuerte de San Felipe cuando quiera y, tercero, que independientemente de las riquezas enemigas que hemos pasado a nuestro lado, hemos liberado a
nuestro comercio y al de nuestros aliados de unos vecinos muy incómodos y al mismo tiempo hemos obtenido una provincia y dos buenos puertos: el de Mahón y el de Fornells.
Debo añadiros, también, que el honor y la gloria son mi primera recompensa y creo que la disposición de mi ataque fue realizado de forma que ha producido la estima de los
militares verdaderamente militares y no puedo tampoco dudar que merecerá la aprobación de S.M. en todos sus puntos. En este sentido, si le he dado un día glorioso para sus armas y
agradable para él, me siento suficientemente pagado.
Solo me queda cumplimentaros a vos también, porque lo debo, como la primera obligación de la que soy deudor, a la persona del mundo a la que más quiero, estimo y respeto de
todo corazón.

B.B. de Crillon

82
Petite guerre.
83
El ingeniero inglés era el coronel Brewse.
84
Je suis dans le comerce le plus galante avec le gouverneur Murray. Aquí Crillon utiliza la ironía.
85
Emulation.
86
Pour relever le courage des beaux discours de la Puerta del Sol. Creemos que Crillon se refiere aquí a los corrillos que se formaban en la Puerta del Sol, en los que, con toda probabilidad
se criticaba al gobierno.
DUQUE DE CRILLON

12. Al conde de Floridablanca. Escrita en Mahón a 29 de Agosto de 1781.87

Sr. conde:

Vuestra excelencia me pondrá a los pies de nuestro buen Amo y de su Augusta Familia al notificarle que S.M. es enteramente dueño de toda la isla de Menorca desde el 19 de
este mes. Lo cual para vos no ha de representar una novedad, porque sin pensar que digo ninguna tontería, debo confesar con la mayor sinceridad, que este éxito que nos pudiera
permitir a posteriori la toma del fuerte de San Felipe, ha sido posible, más por el efecto de la información secreta que me habíais dado sobre la situación en la que encontraría al ene-
migo y las instrucciones consiguientes, que por las acciones que he acometido para cumplirlas o por mi habitual fortuna en la guerra que yo reconozco y que no me ha abandonado
a pesar de los veinte años que han pasado desde la última.88
Esta fortuna hubiera sido completa, sin duda, si, en primer lugar, los vientos no hubieran impedido efectuar nuestro desembarco antes de romper el alba (así lo había yo dispuesto
y esperado con el comandante de Marina pero no pude ejecutarlo hasta las tres de la tarde siguiente) y en segundo, si se hubiera logrado efectuar también el desembarco de mi ala
derecha, que estaba previsto se hiciera las cuatro de la mañana y que, , debido al mal tiempo, tampoco pudo lograrse nada menos que hasta treinta y seis horas después de que yo
tuviera cercado el fuerte de San Felipe.
Pero Dios, que dispone de todo, no ha querido permitir que toda nuestra tarea se perdiera, pues es cierto que S.M. no se ha visto decepcionado en nada, respecto a los encargos
que me habíais comunicado de su parte y que la sorpresa ha sido completa por parte del gobernador y de la guarnición, pues a nuestra llegada permanecía aun un batallón inglés en el
Arrabal Nuevo y otro en Mahón.
Por su parte, el gobernador, su mujer y su hijo pequeño —al que quería preservar de la epidemia de viruela que se había declarado en Mahón— se encontraban en una isla del
puerto donde hay un soberbio edificio que sirve de hospital.89 Esta circunstancia nos proporcionaba una gran ventaja, porque su posición no le permitía al gobernador hacerse cargo
inmediatamente de la situación y dar las órdenes precisas a tiempo. Por ello, la guarnición no supo que hacer, si quedarse en su puesto o encerrarse en el fuerte. Con todo, no fue
posible apoderarse de estos dos batallones, (que formaban la mayor parte de la guarnición y nos hubiera permitido rendir la plaza a las armas del Rey en el acto), debido, primero: a
no contar sino con las tropas de mi desembarco en la Mezquita, lo que únicamente me permitió hacer algunos prisioneros (sobre unos doscientos, aunque aun no conozco su número
exacto, que puede llegar a ser considerable, pues siguen trayéndome más) y, segundo, porque a unos los sorprendí ya a medio tiro de cañón del fuerte y a los que capturé en el Arra-
bal, por falta de carros y caballos, hube de conducirlos a nuestro campamento a pie escoltados por los granaderos. Todo esto nos hizo perder mucho tiempo.
El cerco de la plaza estuvo completado a las nueve de la noche, y después de haber comprobado que el desembarco de nuestras tropas había finalizado y que todas habían llegado
al que sería nuestro campamento, volví a mi cuartel general en Mahón donde dos oficiales ingleses me dieron la lista de prisioneros.
Por otra parte, nos hemos apoderado de todos sus almacenes, que son cuantiosos y aun recibo cada instante nuevas llaves de los que vamos encontrando en el interior de Mahón,
además de los que ya nos habíamos apoderado antes en la ribera derecha del puerto.90Mahón es una villa muy grande pero me aseguraré de que nada se me escape. El resto lo dará el
azar.

87
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
88
Una vez más la famosa buena estrella que el duque esgrimía de vez en cuando. La guerra a la que se refiere es la los Siete Años entre 1756 y 1763.
89
La isleta del Rey.
90
Se refiere aquí el duque a los almacenes de comerciantes ingleses, a los cuales, como súbditos de una potencia enemiga, se les confiscaban todas su propiedades.
Desde esta mañana se ha comenzado el inventario del gran almacén situado en el arsenal del puerto, del que el cuartel-maestre general del ejército, mi amigo Don Carlos Lemaur
se apoderó con algunos granaderos en el momento en que yo llegaba con el marqués de Casa-Cagigal* y al oír los disparos de esta pequeña vanguardia con la cual Lemaur había ido
a reconocer nuestro camino, fuimos testigos con gran alegría de ver como el cuartel-maestre con cinco o seis granaderos había rechazado al enemigo hasta las barcas donde trataba de
salvar algunos efectos.91
Quiero destacar, además de esta pequeña acción de la que fui testigo, otra ocurrida durante la noche, en la que he podido comprobar que pocas tropas en el mundo son capaces de
aguantar el fuego enemigo como las españolas, durante dos horas en medio del espanto de la oscuridad, cuando emplacé dos compañías de granaderos lo más cerca posible de la
plaza para asegurar la tranquilidad de las restantes tropas que la acordonaban.92
Se trataba de algunos soldados del regimiento de Murcia, a los cuales había ordenado que recogieran dos cañones que el enemigo había abandonado en su huida y que se encon-
traban al alcance del tiro de fusil del fuerte. De todas formas di esa orden cuando me aseguré que en los alrededores no había nadie. Pero después que avanzaron, se oyeron una serie
de disparos y creí que esta tropa había sido capturada. En vista de ello acudí con algunos granaderos y oficiales a los que me adelanté porque disponía de un caballo y no quería fati-
gar a los que me seguían. En ese momento me encontré a esta tropa muy cerca del camino cubierto y al alcance del tiro de fusil del mismo y me dirigí al galope para hacerla retroce-
der. Cual no fue mi sorpresa al encontrarla perfectamente afianzada cerca de lo alto del glacis a donde Requesens la había conducido y ver que habían tomado dos partes del extremo
del camino cubierto y resistido a las descargas del enemigo sin perder un palmo de terreno ni un solo hombre.
Inmediatamente que llegué, les hice retroceder hasta ciento cincuenta pasos lejos del camino cubierto, y allí les amonesté por su temeridad, a la par que les felicitaba por su fir-
meza. No puedo dejar de alabar la sangre fría y el valor de Requesens y no le he olvidado en la memoria de las gracias que creo estar autorizado para pedir para el ejército que S.M.
me ha querido confiar. Se entiende que no pido ahora una promoción general, que sería mas funesta que útil y beneficiaría sino a los enemigos del Rey. De eso ya habrá tiempo. A lo
que me refiero ahora es a una serie de recompensas particulares, que fomentarán la emulación y harán que la gente se esfuerce para obtener un grado conseguido más con esfuerzo,
que por la simple gracia de una promoción general en la que no se premia el mérito sino la antigüedad93.
Adjunto aquí la memoria que he remitido al señor de Muzquiz y al señor de Castejón en favor de José del mismo nombre, oficial de Marina que Don Buenaventura Moreno me
ha propuesto en nombre de la Armada.94
Os pediría que apoyarais esta petición ante S.M. en el sentido que me granjeará la amistad tanto de la tropa de Mar como de Tierra y por la necesidad de hacerme perdonar ante la
nación el no ser merecedor de la confianza y las bondades con las que el Rey me ha honrado.95
Creo deber incluir aquí el plan que he hecho elaborar a mis ingenieros con las notas de los diferentes puntos donde los navíos han sido emplazados por el señor Moreno a quien
no puedo menos que deshacerme en elogios de todo género.
Siguen vigentes las órdenes dadas a todos mis oficiales generales, que hubieran ejecutado perfectamente si el tiempo lo hubiera permitido. En cualquier caso el plan ha variado
poco, puesto que con mi único desembarco se ha conseguido el efecto principal: la posesión de la isla y el cerco de la plaza.

91
En esta acción el médico inglés resultó muerto (N. del A.).
92
En todo este relato se observa el énfasis de la personalidad un tanto melodramática del duque.
93
En aquellos tiempos, en el Ejército la movilidad en el empleo no estaba regulada y quedaba sujeta arbitrariamente a la gracia Real, lo que provocaba el descontento de algunos desheredados
de la fortuna, que comprobaban como un favorito llegaba a brigadier con apenas veinte años (caso del conde de Fernan-Núñez por ejemplo), mientras ellos podían quedar en el empleo de capi-
tán (“barranco del que difícilmente se sale”, decía alguno) para toda su vida. Para paliar la situación de los descontentos, la Monarquía utilizaba el mecanismo de las llamadas promociones, en
las que se ascendía a muchos oficiales un grado (sin empleo ni sueldo). La excusa solía ser la subida al trono de un monarca, su boda, el nacimiento de un infante o, como en este caso, una
campaña, fuera victoriosa o no. En cuanto a la alusión que hace Crillon a la antigüedad o los méritos, correspondía a un debate de la época en el que se discutía si un oficial debía ascender por
riguroso orden de antigüedad (caso de las promociones) o debía serlo en relación a sus méritos en la ciencia militar, que en aquellos momentos las recientes Ordenanzas de 1767 consideraban
preferentes a la cuna.
94
José de Castejón hijo del ministro y al que se propone para un ascenso con el fin evidente de adularle.
95
Una vez más la paranoia que siempre acompañó al duque de sentirse advenedizo. Por otra parte no sin fundamento, por la galofobia reinante entre la oficialidad española de entonces.
DUQUE DE CRILLON

No haría justicia que debo rendir a todos mis demás ayudantes de campo si al hablar a S.M. de el señor Requesens, dejara de mencionar que todos ellos han testimoniado el mis-
mo coraje y voluntad que él, no dándome nunca otras preocupaciones que la de contenérsela.
El tiempo fue tan malo que el desembarco del destacamento del marqués de Avilés en Ciudadela no pudo ser ejecutado al mismo tiempo que el mío en la Mezquita, por lo que le
tuve que enviar por tierra a tomar dicho puesto, que está a dos leguas de aquí y que hube además de retrasar dicha operación veinticuatro horas para no quedarme desguarnecido,
debido a la falta de las tropas de mi ala derecha, que no pudieron desembarcar a tiempo en Alcaufar y encontrarme con tres batallones de menos, además de tener que enviar primero
al marqués de Peñafiel a Fornells.
No debo dejar de deciros que este mismo inconveniente del viento ha provocado enorme sufrimiento a la tropa que está aun sin tiendas de campaña y los oficiales incómodos sin
su equipaje, no habiendo podido desembarcar nada, salvo nuestras personas.96
Este viento no puede durar y en tanto que podamos desembarcar nuestros acomodamientos y la artillería, hemos procurado aliviar la situación de la tropa, que dicho sea de paso
es muy sufrida y se mantiene contenta.
En cuanto a la artillería que hemos capturado aquí a los enemigos en el puerto para nuestra defensa hay más de la que pudiéramos necesitar.97
Pero no es justo que os escriba una tan larga carta contenidos nuestras fatigas sin que diga una palabra de los sentimientos de respeto e inviolable adhesión con los que tengo el
honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

P.D. Debo repetiros, haciendo honor a la mayor verdad, que en mi ejército reina la mayor armonía no menor que el mérito de todos los individuos que lo componen y concretamente
en la parte que corresponde a nuestro intendente.98

B.B. de C.

[Nueva postdata] Habiendo tenido demasiadas ocupaciones hasta ahora, para haber podido contaros los planes de nuestra situación frente al enemigo, os diré que la parte dominada
por nosotros del puerto se extiende hasta el hospital donde se alojaba el gobernador y donde hicimos treinta prisioneros, independientemente de los enfermos ingleses, a quienes de-
jamos allí y a los que se ha hecho administrar recursos ordinariamente, sin establecer, sin embargo, un puesto fijo permanentemente atendido, que los ingleses aprovecharían haciendo
fuego de cañón antes de que me apoderase de todo el puerto.
En cuanto el intendente finalice todo el inventario de los almacenes, os lo enviaré a fin de que S.M. pueda dar sus órdenes en consecuencia sobre el destino que quiera disponer.
Creo que el valor de lo que S.M. acaba de conquistar igualará, al menos en especie, la presa que ha hecho el almirante Rodney* a los holandeses. En el caso que S.M. quiera dar este
provecho a la tropa de Tierra, que es la que a tenido el protagonismo principal en este éxito, también es cierto que se ha debido a la prontitud en el desembarco que se ejecutó con el
mayor arrojo y orden por Don Ventura Moreno, que nos ha cruzado frente al puerto a medio alcance del cañón de la plaza, a la que nosotros hemos saludado con una andanada y

96
Obsérvese la naturalidad con la que la nobleza de entonces reconocía sus privilegios. Cuando Crillon se queja por igual de la falta de tiendas de la tropa —que durmió al raso ocho idas—
comparándolo con la falta de los equipajes de los oficiales que ya estaban cómodamente instalados en casas particulares. Es algo parecido a aquella alusión del teniente inglés Francis Dickson,
que hizo un diario del sitio de San Felipe, en el que se lamentaba de que ya no quedaba vino, ni para los oficiales.
97
Debe hacerse la salvedad aquí que la artillería capturada sin embargo, no era artillería pesada de sitio, que hubo de traerse de Barcelona con enorme costo.
98
Es decir, Pedro de Montenegro, que no permanecería mucho tiempo tranquilo como veremos.
enarbolando nuestro pabellón. Por ello, será conveniente que se reparta entre los de Tierra y la Marina, si S.M. así lo decide. Sus órdenes se ejecutarán con tanta sumisión como
exactitud.
V.E. perdonará las tachaduras y las inconsecuencias, si se da cuenta que le escribo medio dormido pues estoy muerto de sueño y de fatiga.
2ª postdata: En el momento de cerrar esta carta entra en mi aposento el ingeniero Lemaur con el plan de San Felipe en el cual están señaladas todas las minas, que nos será muy
útil. Está firmado por el ingeniero en jefe de la plaza y por el general Murray y ha sido encontrado por Don Carlos Lemaur. Tenemos la victoria asegurada.
Hemos apresado ciento sesenta piezas de artillería, sin contar las que se han pescado junto a otros efectos y de lo que yo ya hablé en el primer correo que despaché con D. Igna-
cio garnica pero que no envié por no estar satisfecho de no poder contar más cosas interesantes. Este que os envío con D. Francisco Auricena tiene más detalles de la toma de los
fuertes, del puerto y de la villa de Ciudadela, la más bonita de la isla, y tomada por el marqués de Avilés así como la de los fuertes y el puerto de Fornells —punto muy interesante—
por el marqués de Peñafiel, que os llegará al mismo tiempo por D. Bernardo Rivera, otro de mis ayudantes de campo, ambos están comprendidos en la memoria de gracias que he
pedido. Para uno se pide el ascenso a teniente coronel y para el otro a capitán.99
No hay nada de nuevo después de la partida del señor Castejón y Garnica. Una de las dos fragatas que se han tomado bajo el fuego de cañón de los enemigos a sido levada y
conducida a nuestro lado. A su vez, he ordenado salir a buscar las dos que quedan y espero que esta noche se consiga capturarlas felizmente.
Hasta ahora todas las operaciones se han efectuado con las precauciones necesarias, hasta el punto que no hemos tenido ni un solo muerto ni herido, salvo yo, cuando esta maña-
na me han disparado y me han producido una ligera contusión.100 De todas maneras, el reconocimiento lo realicé más por necesidad que por complacencia y aunque mis ayudas de
campo que estaban conmigo pensaran que fui imprudente, era necesario para reconocer el fuerte de San Felipe como se debe reconocer una plaza y puedo responder al presente ante
vos, de conocerla perfectamente porque la he reconocido tanto por la derecha como por la izquierda. La plaza será nuestra pronto cuando el Rey quiera enviarme los recursos que le
he pedido.
Me dicen que por mi herida y por mi cabeza debo dejar de escribir, pero pienso que debo hacerlo para no desperdiciar ni un minuto, que es precioso al estado de nuestro Augusto
Amo a quien quiero y respeto de todo corazón.
B.B. de C.

3ª postdata: Estoy obligado a decir a V.E. que he ejecutado todo lo que os anuncié en mi última carta, enviando los prisioneros a Ciudadela para pasar con los navíos de guerra a
Barcelona. En cuanto a los judíos se encuentran todos presos en sus casas, y os envío una carta sellada para el señor de Ballancourt que os atenderá si juzgáis enviársela.
Quiero apostillaros a fin de que conozcáis una pequeña galantería que me he tomado la libertad de hacer al Infante de una presa hecha a los enemigos y de la que queda-
reis asegurado por el tono de mi carta, que esta decisión no significa nada.101

13. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 1 de Septiembre de 1781102

99
Era costumbre que los emisarios con buenas noticias fueran ascendidos. Por eso se enviaba a quien se deseaba premiar. Este hábito estaba relacionado, una vez más, con los mecanismos
compensatorios de las promociones.
100
Se refiere aquí al incidente de la Mola. Vid. Memoires... pag.
101
Se refiere al infante Carlos Eusebio, hijo del Príncipe de Asturias (futuro Carlos IV) y de su esposa María Luisa de Parma, que había nacido el año anterior, en 1780, y moriría en 1783. En
1781 este Infante era el primogénito del Príncipe y por tanto, de momento, heredero al Trono. A su muerte y tras una pareja de gemelos, Carlos y Felipe, que murieron casi al nacer, la Princesa
de Asturias alumbraría en 1784 el infante Fernando, que sería luego el futuro Fernando VII, definitivo heredero de la Corona. Este gesto de Crillon (que se apuntaba a todas), disgustaría pro-
fundamente a Floridablanca que tenía a sus más acérrimos enemigos conspirando, precisamente, en el cuarto del Príncipe.
102
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON

Sr. conde:

Ayer os anuncié una carta de una palabra, esta palabra se convirtió en un volumen y hoy os envío el segundo tomo.
Tengo el honor de deciros que me he tranquilizado después de que los vientos me han permitido reunir a todas nuestras tropas. Sin embargo, anteayer por la tarde un soldado del
regimiento de Cataluña que salía del cuartel general —solo y sin armas— adonde había venido a buscar unas legumbres se encontró a dos hombres que le amenazaron con dos pisto-
las y le hicieron entrar en una especie de cavernas de las varias que se encuentran en este camino y le preguntaron cual era el número de tropas que habían desembarcado, si teníamos
artillería y cuánta. El soldado que es como un niño y realmente bastante imbécil, respondió sin embargo como un hombre que trata de parecer listo y dijo que mil hombres y que de la
artillería no sabía nada. Durante el interrogatorio, que duró tres horas, fue apaleado y después le soltaron.
Al encontrarlo, fue conducido a la tienda del general de día que era el conde de Cifuentes*, quien me lo envió a la mañana siguiente con un oficial del mismo regimiento y dos
otros soldados que dijeron haber visto la vigilia pasada a un judío durmiendo en su portal que llevaba marcado en la frente una especie de triángulo y que coincidía con la descripción
que había hecho el joven soldado. Entonces le pregunté si reconocerían a estas gentes si volvieran a encontrárselas y me aseguró que sí.
En efecto [el que había sido hecho prisionero e interrogado] mencionó a uno del que dijo llevaba unos grandes pantalones y una marca muy visible en la frente con varias caras y
que el otro iba vestido de verde y era alto y delgado.
Entonces disfracé al soldado joven con un uniforme gris y le puse un saco de arena bajo el brazo; al oficial con uno de los de mis ayudas de cámara y, al soldado que había en-
contrado al judío durmiendo en su portal con una figura triangular en la frente, le hice ponerse una librea.
Comenzamos los registros por la casa del judío y en efecto fue reconocido por el joven soldado. En ese momento aquel se arrodilló y fue arrestado y conducido a mi presencia
donde lo negó todo. Entonces le amenacé hacerle ahorcar si no me revelaba sus cómplices e instigadores y que por el contrario si así lo hacía, ofreciéndome culpables para ser colga-
dos en su lugar, quizás pudiera perdonarle la vida.
Pareció que consideraba mi proposición y se arrojó a mis pies aterrorizado pero no habló. Ahora está en manos del auditor de guerra en cuyo despacho se le ha remitido para
asustarlo a ver si así denuncia a sus cómplices. Pero si no me ofrece la ocasión de ahorcar a alguien en su lugar y es declarado culpable será colgado para dar un escarmiento
que resulta necesario para mi y para el país.103
En relación con los espías, arrestamos a todos los ingleses altos, delgados y vestidos de verde siguiendo la descripción del joven soldado, quien después de efectuar con ellos un
careo negó que alguno de ellos fuera el que le detuvo. Esta es una prueba bien clara de que el soldado no se lo había inventado.
Por otra parte y al margen de este incidente, ayer por la noche le dispararon un tiro de fusil a uno de nuestros centinelas del arsenal. La bala, que le rozó la oreja, venía del lado de
Mahón y yo mismo oí el disparo desde mi casa. El centinela no abandonó su puesto como era su deber, así que no pudo detenerse al culpable.
Todos estos acontecimientos me han hecho tomar la determinación de desterrar de esta isla a todos los judíos, griegos e ingleses de nacimiento que estén establecidos aquí, así
como algunas personas que nuestros amigos me han indicado y que son también ingleses, al menos de corazón, más que menorquines y que han dado suficientes pruebas de su
adhesión a nuestros enemigos como para tratarlos de tales.
Sobre estos últimos, he tomado la determinación de enviarlos solamente a Barcelona porque al estar ahora bajo el dominio del Rey, no me ha parecido tener facultad para deste-
rrarlos de sus estados.104
En cuanto a los judíos y a los ingleses, los envío todos al condado de Avignon y en este sentido a los primeros les satisface porque hay juderías en las ciudades de Avignon de
Carpentrás de L´isle de Gavaillón etc, que les recibirán, al menos momentáneamente, en tanto pasan a otra parte y los segundos porque a los ingleses siempre les ha gustado esa zona
y hay allí varias familias británicas establecidas.105
103
No sabemos si Crillon cumplió su amenaza, pero esta actitud desmiente cualquier tendencia a la pusilanimidad que siempre se le atribuyó.
104
Los enviados a Barcelona fueron: el griego Nicola Alexiano, el corso Nicola Georgi, y los mahoneses Pedro Sintes, fiscal del Real Patrimonio, el negociante Juan Mus y el fraile carmelita
Bartolomé Deyá. Vid. Crillon a Filomarine, delegado pontificio en Avignon. Mahón a 10/09/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4205/1
105
Aquí Crillon tomó una decisión precipitada, achacable, por una parte, a la paranoia que le entró a su llegada a Menorca y, por otra al interés por beneficiar a su patria, Avignon, donde no se
hacía asco ni a los judíos ni a sus capitales que rápidamente invertirían en el país.
El trayecto de aquí a Barcelona es poco más o menos el mismo que de aquí a Marsella. La travesía es pues igual de fácil. Escribiré al comandante de esta frontera francesa, que es
amigo mío, para que les deje pasar inmediatamente a los estados del Papa que están a dieciséis leguas de Marsella por tierra, lo que producirá beneficios al país durante este trayec-
to106.
Al mismo tiempo, escribiré por Marsella al conde de Vergennes*, ministro de Francia para avisarle de que esta decisión que he tomado, habiendo como hay cada día más razones
particulares y evidentes de librarme de esta gentuza, purgando de ella los estados respectivos de la casa de Borbón sin perder un instante, pues sería peligroso demorarlo.
A los griegos los enviaré a Marsella donde escribiré al marqués de Piles, mi amigo y gobernador de esta plaza, que les permita fletar allí algún barco a sus expensas para que les
conduzca a donde les plazca.
He fijado la partida de los judíos para el miércoles próximo y les he hecho conducir bajo escolta militar (tanto a hombres como mujeres) al puerto de Fornells, a cuatro leguas y
media de aquí, de donde partirán hacia Marsella, también escoltados por soldados y por un buque de guerra.
Los griegos partirán al día siguiente por el mismo puerto y al otro los ingleses de nacimiento, algunos refugiados franceses (tan ingleses como los otros) y al lado de los menor-
quines, declarados enemigos nuestros (que no son muchos) excepto los líderes que les haré pasar a Barcelona a medida que tenga ocasión de enviarlos, y que son cuatro o cinco
Butiflers.107
Tengo motivos para pensar, señor, que mi decisión será aprobada por S.M. aunque no tengo tiempo de consultarle (lo cual no obstante siempre hago y haré por respeto la nación
que tengo el honor aquí de representar).108
Respecto a las capturas de las fragatas enemigas de las que tengo el honor de haberos rendido cuenta y que les hemos arrebatado bajo el fuego de su cañón, ayer os añadía que la
única que quedaba ayer en poder de los enemigos ha sido ya capturada junto a las otras.
El hecho ha sucedido cuando D. José Carbonell, ayudante mayor de los Voluntarios de Cataluña, celoso de los marinos españoles y de mis ayudantes de campo de la marina
francesa que habían sido los que habían capturado las anteriores fragatas, atracadas mucho más cerca del enemigo que de nosotros con audaces y bien dirigidas operaciones, me pro-
puso intentar capturar la que quedaba y que se encontraba muy cerca de la plaza, justo al pie del glacis, con una tropa escogida de su regimiento, pues yo había decidido abandonarla
al enemigo, después de haberlo intentado todo, incluso prenderla fuego.109
Pero Carbonell me insistió tanto y le vi tan capaz que después de asegurarme que tendrían la posibilidad de regresar no pude rehusar darle el permiso que antes había negado a
nuestros marinos, aunque a condición de que le acompañara un oficial de Marina español y otro de los voluntarios franceses para evitar que estos últimos se molestaran por haber
propuesto antes la misma empresa y haberla yo rechazado.
Carbonell lo consiguió a pesar del fuego enemigo sin perder un solo hombre y ahora tengo el placer de ver el último de los navíos que les quedaba a los ingleses debajo de mis
ventanas. Creo haberos ya dicho que su valor debe alcanzar lo menos las cien mil piastras110.
He formado ya el pequeño estado de las nuevas gracias que pediré como consecuencia de estas acciones, para todos los oficiales que han conducido todas estas maniobras con
tanta intrepidez como astucia y a estas adjunto hoy el nombre de Dn. José Carbonell, ayudante mayor de voluntarios de Cataluña y el de D. José Ortega, cadete del mismo regimiento.
Aunque he enviado una de estas memorias respectivamente al señor Muzquiz y al de Castejón os recomiendo a vos su expedición cerca de S.M., pues es la manera de conseguir
mejor estas gracias que serán de mucho agrado para ellos y que revertirán en utilidad para el servicio del Soberano que las concede.
Los voluntarios franceses de la Marina que son el señor Eyries y los otros que nombré con él no quieren ni pretenden nada más que el elogio, la estima y la amistad con los ofi-
ciales que trabajan y por los que son perfectamente aceptados, aunque a pesar de este desinterés de su parte considero un deber deciros que estaría bien que vos, señor conde, o Don
Miguel de Muzquiz me escribierais o me enviarais una carta de oficio para ellos en la que les trasladarais de parte del Rey la satisfacción que S.M. tiene del valor e inteligencia que
han demostrado en el apresamiento que la Marina Real ha hecho de seis fragatas al enemigo y que, tras el informe que yo he hecho al Rey éste se ha servido comunicar al Rey [de
106
No está de más recordar que en 1781 Avignon era un estado pontificio. Francia se lo apropiará en 1791.
107
Curioso calificativo. ¿quiere decir Crillon que en Mahón habría aun partidarios del archiduque Carlos de Austria?
108
Un rasgo que caracterizó siempre a Crillon era su capacidad para tomar decisiones por su cuenta sin consultar, en un a época en que un general en jefe no tenía atribuciones tan amplias.
109
En esta acción tomó parte un teniente de navío de la Marina Española, Santiago Liniers, que años más tarde llegaría a ser Virrey del Río de la Plata.
110
Piastra: moneda francesa que equivalía a un peso fuerte o real de a ocho de plata, moneda de Castilla.
DUQUE DE CRILLON

Francia] su sobrino, las nuevas hazañas de los señores Eyries y Varages y que S.M. me encarga que los señores de Charmontel y de Sismondes se dignen aceptar alguna gratificación
en dinero, cuya cantidad yo juzgue más conveniente (la cual, entre nosotros, podría ser de cuatro monedas de cuatro pistolas111 para cada uno de estos dos señores, con lo que queda-
rán muy contentos).
Me parece que esto es muy conveniente para ellos y más noble para el Rey.
Los señores Eyries y Varages no recibirán nada de dinero y no piden en este momento más que un simple elogio para ellos, enviado a su Corte al margen de la recomendación
que esperan merecer al final de la campaña.
El señor de Varages, que es el segundo de Eyries, es el único de mis ayudantes de campo voluntarios franceses que he permitido acompañar en esta última expedición a Don José
Carbonell a Don José Ortega y a Don Santiago Liniers.*
Todos estos pequeños triunfos no me impiden, sin embargo, ocuparme con mis marinos de los medios con los que cerrar el puerto, para lo que trabajamos en consecuencia. Don
Buenaventura Moreno y yo nos ocupamos de ello en concierto con estos señores.
Esto hace que tenga necesidad de que no me lo quiten para las operaciones subsiguientes y que os ruego de su parte y de la mía que le digáis a S.M. que se lo ordene al señor de
Castejón al que he escrito por mi parte a este objeto.
Sin embargo, como la obra de cegar el puerto es una cosa bastante larga y primero: requiere emplear más de un medio y, segundo, podemos ser sorprendidos de súbito por los
ingleses si llegan de un momento a otro y debemos tener la posibilidad de obstaculizar inmediatamente sus intentos de entrar.
Esta mañana a las cuatro de la mañana he llevado a Don Carlos Lemaur y a Don Bernardo Tortosa*, es decir los jefes de Ingenieros y Artillería, a ver unos emplazamientos que
he reconocido para instalar a la entrada del puerto dos baterías de cañón y dos de morteros que se crucen. Tanto el uno como el otro, han aplaudido esta elección y mañana empeza-
remos los preparativos, aunque sin artillería, pues la nuestra todavía no ha llegado a causa de los caminos que es necesario abrir y que serán terminados en pocos días.
Emplazaré en esta parte las balas rojas del señor Gervasi y dudo que los navíos puedan aproximarse impunemente.112
Los enemigos nos han hecho toda esta noche un fuego muy vivo de bombas, de granadas y de cañón113 aunque no han herido a un solo hombre ni hemos tenido la menor alarma
en el campo.
Hemos trabajado ayer para construir unos caminos de comunicación para nuestros puestos avanzados. Los ingleses lo han visto o han sido avisados por algunos amigos que aun
tienen aquí, lo que les ha hecho gastar inútilmente mucha pólvora creyendo sin duda que trabajábamos para avanzar sobre ellos.
He establecido un intercambio de lo más galante con el general Murray que manda la plaza y os envío las muestras de este trueque literario, que tengo con él para que animéis
vuestra tertulia si así lo deseáis y para que le consultéis a S.M. si puedo aceptar la yegua que me ha enviado y que he montado esta mañana, petición a la que yo añado además la
de tener el permiso de S.M. de presentársela para sus cuadras de Aranjuez al mismo tiempo que las llaves del fuerte de San Felipe del que espero ser el cerrajero.114
Soy y seré siempre, con tanto respeto como adhesión, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon

Postdata: Puesto que, después del examen que he hecho de la plaza, es más que cierto que esta caerá en poder de S.M. si me envía cinco mil hombres más,] no quiero hablar de ello

111
Pistola: moneda francesa que equivalía a un escudo de oro y por tanto 20 reales de plata, moneda de Castilla
112
Este artificio consistía en calentar al rojo vivo las balas, desde la superficie hasta la mitad de su diámetro y tras colocarlas con unas tenazas en el ánima del cañón, eran lanzadas incandes-
centes sobre los buques o sobre las fajinas enemigas incendiándolas. Restos de los hornillos para la bala roja, pueden verse aun cerca de la costa, en las inmediaciones de San Felipe.
113
Los cañones disparaban balas macizas, los morteros bombas, que eran proyectiles esféricos explosivos con carga y espoleta. Las granadas eran bombas pequeñas que podían arrojarse a
mano por los granaderos o en pollada, es decir, en racimo, con los antedichos morteros.
114
Esta es una de las claves de la negociación con Murray, cuando luego se le intentó comprar: el intercambio de regalos entre sitiador y sitiado. las frutas frescas enviadas previamente por
Crillon y la yegua regalada por el gobernador británico como contrapartida eran, más que una cortesía versallesca de entonces, signo de que los dos estaban dispuestos a negociar lo que fuera.
La consulta al Rey del duque sobre si puede o no aceptar la montura, es una velada petición de vía libre. El Rey, mal aconsejado en este caso, contestó afirmativamente autorizando la acepta-
ción del regalo y se vio envuelto y comprometido en el embrollo, cuando Murray lo hizo público.
todavía hasta que adjunte a mi petición un plan detallado de la plaza y un proyecto de ataque firmado por el jefe de Ingenieros y el de la Artillería, pero ello me haría perder un tiempo
precioso y como en todos los casos es necesario artillería pesada y en abundancia contra la entrada del puerto, pido a vuelta de correo al comandante general de Mallorca115 veinticua-
tro piezas de cañón de veinticuatro pulgadas, que me ha asegurado estar dispuesto a enviarme. Y, desde luego, para hacer un buen trabajo y para asegurar el que ya está hecho, es
preciso aumentar el ejército a doce mil hombres.
Al menos ruego que se me envíe a sesenta y cuatro soldados españoles para reemplazar un numero equivalente de soldados ingleses del regimiento de Ultonia,116 que son los que
se han capturado en la Península y que desertaron durante el convoy y volverán a hacerlo a la primera ocasión que se les presente. Otros cinco de este mismo regimiento ya han sido
ahorcados por desertores habiendo sido seguidos y apresados por nuestros valientes catalanes cerca de la estacada. Ya han desertado tres que han entrado en la plaza y el sargento
mayor de este regimiento no duda que los demás harán lo mismo si les deja y me ha dado la lista de todos los desertaron durante el convoy, que han sido capturados y a punto de ser
embarcados para traerlos.
Ruego a V.E. me perdone los tachones de mis cartas en favor de mis sentimientos y del tiempo que me falta para hacer copia.

El mismo 1 de septiembre:

Creo que no os he dicho que al despachar a los judíos les he exigido que depositaran en el tesoro del ejército sesenta mil piastras de fianza por las libras que hayan escondido de
los ingleses (de lo que hay razonable sospecha) pero que no se han podido descubrir.
Como estas gentes tienen mala fe, he elegido a los diez más ricos para que avalen a toda su nación, pero dicen que no tienen nada y se obstinan en no ofrecer más que veinticinco
mil escudos,117 por lo que me veré obligado a detener a estos diez en prisión para que rindan cuentas de mejor fe y si así lo hacen sean luego rescatados por los suyos.
De todas maneras, el haberlos encerrado por esta razón, ha sido simplemente un pretexto legal para hacerlo, porque éstos parecen ser los jefes. Sin embargo, pienso ponerlos en
libertad aunque me entreguen sólo los veinticinco mil escudos en cuanto sus conciudadanos lleguen a Fornells, pues, en fin, son personas y puesto que son tratados como enemigos
es mejor perdonarlos que perseguirlos.118

14. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 2 de Septiembre de 1781.119

Señor conde:

La larga carta que os he escrito podría ser suficiente cerca de S.M. para que determine enviarme el número de tropas que he solicitado. Sólo con leer mi apostilla y darse cuenta
cuan fácil es, sin ningún inconveniente, tomar por la costa desde Barcelona hasta Cartagena los cinco mil hombres que me faltan para llegar a doce mil, con los que, os juro lo, no
harán falta más.
Sin embargo, éstos si son necesarios y vos no os podéis dar cuenta, señor conde, la diferencia que supone este número para organizar mejor o peor la defensa y vencer las dificul-
tades.
Si este envío se me hace inmediatamente y por los correos extraordinarios, despachados uno por la vía de Alicante y otro por la de Barcelona, haré partir mis navíos a buscar
115
En aquel momento el teniente general Joaquín de Mendoza Pacheco
116
Aquí el duque utiliza la ironía. Los regimientos irlandeses al servicio de España estaban formados por lo peor de cada casa y gozaban de muy mala fama.
117
Escudo: Moneda de oro que valía 20 reales de plata, moneda de Castilla.
118
Un nuevo síntoma de la filantropía reinante en la época y de la que el duque siempre hizo gala.
119
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON

estas tropas.
No creo sin embargo, que se me solucionen las cosas sólo por la forma como vos me habéis prescrito, aunque de momento me contente con hacer venir de Mallorca y de Barce-
lona la artillería que necesite, pidiéndoselo al señor Muzquiz, agotando así la vía que hasta ahora me ha sido fijada.
Adjunto aquí una copia de la carta que le he escrito [a Muzquiz]. Teniendo en cuenta que los expertos no me dan dictamen porque —incapaces de abandonar sus rutinas— ase-
guran que no pueden empezar a trabajar en tanto que no desembarquen sus equipajes y no tengan sus instrumentos para levantar los planos y presentarlos a la Corte, no puedo evitar
repetiros que el tiempo que perdemos es precioso y si el Rey me honra de verdad con su estima, S.M. podría bien creer en mi palabra y tengo el honor de asegurarle que los coman-
dantes de Ingenieros y Artillería están de acuerdo conmigo y también entre ellos, que el sitio debe hacerse y que el éxito es seguro con el solo aumento de fuerzas que he pedido, lo
cual lo afirmo bajo palabra de honor que ellos certifican.
Por otro lado, por poca teoría que yo conozca de mi oficio, la experiencia de veintidós sitios a los que he asistido, es, me parece, de algún valor para saber los trabajos que
deben realizarse para un asedio, respecto a los cuales os confieso que es muy humillante para un general ver condicionado su dictamen, pues no puedo ocultaros que aunque los
ingenieros que hay en Madrid, empezando por mi compañero el señor Abarca,*120 son de gran mérito, las circunstancias de una paz de treinta y cinco años les han mantenido inacti-
vos e imposibilitados por tanto de aprender lo que sólo la experiencia puede dar o un talento natural del que ellos probaron no poseer en el sitio de Almeida121 donde yo llegué al final
aunque a tiempo de comprobar que cada medida que tomaban era una nueva burrada.122
Señor conde, perdonadme esta pequeña digresión. Sobre el resto me conformaré con la forma de realizarlo que se me impone porque así lo deseáis y sin que ello me contraríe,
primero: porque yo no estaré nunca en contra de nada que venga de vos.123 Segundo: porque mi principio es siempre seguir el camino recto en beneficio del éxito del proyecto, al
que no se puede llegar más que empleando los medios que a él conducen. Tercero: en fin, porque creo, que a pesar de lo que pienso de los ingenieros, en esta ocasión dispongo aquí
del mejor y único al que se le puede llamar tal,124 y también el mejor oficial de Artillería al servicio del Rey, Don Bernardo Tortosa, puesto que fui yo quien le reputé así le elegí para
esta ocasión.
Todo lo dicho, me mueve a poner esta proposición ante los ojos de S.M., quien verdaderamente tiene ese talento natural para la guerra del que yo hablaba y que Dios le ha dado y
del que el mismo ha dado pruebas en muchas ocasiones (como yo os lo he oído decir a vos varias veces y a todos los que le están próximos) por el tacto para resolver los asuntos y un
certero juicio. Por ello, con un golpe de vista, S.M. puede decidir todo lo que en verdad importa para el bien de la acción.
Debo interrumpir esta carta, para abrir las que me ha traído un correo de Barcelona, que además ha pasado por Mallorca.. Los comandantes generales de ambas provincias me
han enviado un aviso de peste que comunicaré, no solo en todos los puertos y radas de esta isla, sino también al gobernador inglés, por si se diera el caso de que algunos navíos de
ayuda consiguieran burlar el bloqueo por los temporales, lo cual sería fatal para él, sobre todo porque somos dueños absolutos de su lazareto y de su pequeño fuerte llamado Felipet
en el cual tengo una guardia permanente durante las veinticuatro horas y que no se puede relevar más que por la noche al estar este fuerte a tiro de fusil de San Felipe.
Os dejo ya, para dar órdenes precisas en consecuencia y remitiré con otro correo lo que me queda informaros, aunque sin retrasar el placer que encuentro siempre en aseguraros
todos los sentimientos de estima y de respeto y ( si me permitís la palabra) de amistad que me comprometen con V.E. de por vida.

B.B. de Crillon.

120
Silvestre Abarca, era el Inspector General de Ingenieros
121
En la campaña de Portugal, el sitio de Almeida, presidido por el conde de Aranda y dirigido por Abarca como Cuartel-Maestre, fue un rotundo fracaso. En este sitio estuvo Crillon forman-
do parte de la brigada francesa.
122
Asnerie en el original. Crillon tenía complejo ante los teóricos de la Táctica, por eso no podía ver a los ingenieros, de los que sin embargo tenía que servirse como un mal necesario. Res-
pecto a lo que dice sobre los treinta y cinco años de inacción parece tener razón. La Historia nos ha mostrado numerosos ejemplos.
123
Vemos como Crillon se subordina al poder civil representado por Floridablanca. esta actitud fue una de las claves de su elección. Los halcones de la milicia española de entonces no eran
tan sumisos con los políticos salidos de las filas de los golillas. Véase el conde de Aranda como botón de muestra.
124
Se refiere a Carlos Lemaur. No obstante en quien confiará de verdad será en sus amigos franceses que se llevará con él al sitio. Es decir: el teniente coronel de minadores Hubert de Babelon
y el artillero Louis Ize de Rozan.
Postdata: Independientemente de los motivos de humanidad y verdaderamente de precaución por la salud de nuestro lado, con el aviso dado al gobernador británico he encontrado un
medio de evitar que se abastezca de víveres de los navíos que traten de llevárselos, al no permitirles la entrada por miedo a la peste.125

15. Al conde de Floridablanca, escrita en Mahón a 11 de Septiembre de 1781126

Señor conde:

Acabo de recibir en este mismo momento vuestra carta del 2 de este mes y para aprovechar (si es posible) el mismo navío de guerra que ayer ordené partiera para Barcelona con
los volúmenes que os dirigí y como contestación a ella me limitaré a asegurar a V.E. mi ternura y reconocimiento que no cesará sino con mi vida.127
En vista de ello, he enviado inmediatamente un dragón para que alcance al correo que puede que no se haya hecho aun a la vela. En todo caso partirá con el convoy que he en-
viado para buscar la artillería y al que he añadido los navíos necesarios para los recursos en hombres que me ha anunciado el Secretario de Guerra por el Capitán General de Catalu-
ña128 consistentes en un batallón suizo que supongo completo.

Supuesto el pie completo......................................................................400 hombres


Otra compañía del mismo regimiento....................................................52 hombres
2 compañías de dragones......................................................................100 hombres
Total......................................................................................................852 hombres

Teniendo en cuenta las dos compañías de granaderos que se me han anunciado del Regimiento de Milán, que vienen de Pamplona y la que me han prometido de Mallorca, ello
supone todo un aumento de dos mil hombres, más los que se me prometen de Cartagena, es decir: una compañía de granaderos del regimiento de Nápoles de cincuenta y dos hombres
y tres escuadrones y una compañía de dragones. Todos juntos hacen un pie de trescientos cincuenta hombres y un total general de dos mil cuatrocientos dos, por lo que todavía me
faltarán dos mil novecientos cuarenta y ocho para completar los cinco mil trescientos cincuenta que he pedido y sin los cuales no puedo empezar nada, pues es necesario que todo esté
coordinado para no fatigar a la tropa en exceso.129
Al margen pues, de estos dos mil cuatrocientos dos que se me han concedido —y al margen de los cuatro mil franceses que he pedido— necesitaría también para completar el
cupo que me he propuesto los siguientes hombres:

125
Aquí, en esta postdata Crillon peca de puerilidad. Viene a decir: “por si no te habías dado cuenta de lo listo que soy”. Tras ello late algo que siempre deben tener en cuenta los mitificado-
res: la condición humana está llena de debilidades y defectos al lado de las virtudes. Los supuestos hombres superiores todo lo tienen grande.
126
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva firma.
127
Aquí el duque pasa por alto un soberano rapapolvo que el conde le envió. Vid. Floridablanca a Crillon (reservada) Madrid, 02/09/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4230.
128
José González y Bassecourt, Conde del Asalto
129
Parece que Crillon pide aquí tropas en exceso para asegurarse una victoria fácil, si tenemos en cuenta que en San Felipe sólo había unos dos mil ingleses. En efecto es así, pero tengamos en
cuenta que las tácticas de sitio en el siglo XVIII se basaban precisamente en la desproporción a favor del sitiador. Se trataba de evitar a toda costa la efusión de sangre, rasgo filantrópico típico
de la guerra limpia. Al soldado se le pedía sudor en vez de sangre.
DUQUE DE CRILLON

-De los batallones de guardias130 que están a la mano en Barcelona........................................................... 1000 h.


-Dos batallones del regimiento de Buck, uno en Alicante y otro en Cartagena.......................................... 1000 h.
-El batallón de Nápoles de donde se me envían los granaderos y que está en Cartagena500 h.
-400 dragones a pie del regimiento de Almansa que están en Alicante o en Valencia400 h.
Total .................................................................................................................................................. 2900 h.

Me contentaré con cualquier apresto que se haga con motivo de mi carta. El tiempo apremia para conseguir el éxito y he creído tener que reafirmarme en mi postura, el único
camino posible a seguir.
Los comandantes de provincia quieren siempre tener muchas tropas a su alrededor para montarse una Corte al margen de los cálculos de los señores del gabinete de la Guerra.
El punto esencial respecto al servicio del Rey ya está explicado ahora paso a lo mío. V.E. está contento de mi conducta; el Rey también. Esta es la principal recompensa que
obtengo a mis desvelos y la más cara a mi corazón. También S.M. me ha aceptado las gracias que le he pedido por el bien de su servicio, fomentando la emulación a los que compo-
nen su ejército y la consideración a quien lo manda.
También mi alma se ha sensibilizado respecto a que S.M. —cambiando la costumbre de dar sólo el grado por estas novedades— ha tenido el honor de conceder una pensión a
uno de mis hijos y me decís que os indique a cual de ellos elegiré para la concesión131.
V.E. conocéis bien mi situación, mis sentimientos y mi equidad como para no dudar que se trata del más pequeño de mis hijos, Don Antonio132. Primero: porque los otros son
muy ricos por los matrimonios que han hecho, independientemente de que heredarán todos los bienes de mi casa antes que estos puedan llegar a él [a Antonio]. Segundo: porque la
sucesión está muy alejada y hace que no tenga más recursos para mis segundones que su nombre, su espada, el mérito que pudieran tener un ida por medio de una buena educación y
las bondades del Rey. Tercero: en fin, esta gracia parecerá de lo más natural en Francia y en todas partes que este niño, como los otros nacidos de mi último tálamo y que no han sido
naturalizados por el Consejo de Castilla y todos los otros consejos del reino para gozar en España de todos los beneficios eclesiásticos, honores, derechos y privilegios y por tanto
reputado como verdadero español, como consecuencia de que es fruto de un matrimonio hecho en París con el consentimiento formal de S.M., que quedó insertado en el contrato
matrimonial, y que firmó en su nombre el conde de Fuentes, embajador del Rey, así como todos los españoles que estaban entonces en París como los duques de Villahermosa, de
Berwick, el marqués de Santiago y otros.133
Si S.M. quisiera rendir la gracia que me fuera más agradable, sugiero que se le diera un titulo a mi hijo, que es hoy caballero de Malta, sea una comendaduría de esta orden; sea
alguna pensión eclesiástica que pudiera concedérsele por el hecho de la simple tonsura de caballero que ya posee, sin que ello le impida llevar un fusil en la guerra; sea, en fin, cual-
quier otro medio de la misma cantidad que la pensión, que aunque fuera establecida sobre su cabeza pasaría así a la de su hermana, llamada Virginia de Crillon para que la disfrutara
de por vida, como si le fuera propia, desde el momento en que el tesoro Real de S.M. le pareciera y que no es fácil que la pierda porque mi hija es cuatro años mayor que su hermano.
En cuanto a lo que vos me dejáis entrever personalmente, la única cosa que pudiese verdaderamente adular mi amor propio sería haber dado a mi casa una dignidad honrada por
la Corte de Francia y por toda la Europa y que es (entre vos y yo solamente como amigo para perdonarme este rasgo de vanidad) la casa francesa que más servicios importantes ha
dado por medio de mis ancestros que se conozca en la Historia en cuatrocientos años que llevamos a su servicio, y en la que entramos por primera vez teniendo el honor de empa-
rentarnos por la sangre.134

130
El Capitán General de Cataluña tenía para su seguridad y por privilegio especial, dos batallones de Guardias Españolas de la Guardia Real.
131
Dar el grado. Se refiere aquí el duque a un fenómeno del que ya hemos hablado: las promociones. En efecto: en aquellas campañas era costumbre ascender una graduación sin empleo a los
favoritos. Quiere esto decir que el ascendido, ni cobraba por su nuevo grado ni lo ejercía hasta que fuera empleado, concediéndole algún destino efectivo en alguno de los regimientos. Esto
quiere decir, que por la Corte rondaban legiones de graduados sin empleo en espera de favor.
132
Se refiere a Louis-Antoine-Francisco de Paula Berton de los Balbo de Quiers Espinosa, hijo de su segunda esposa morganática, Anastasia Espinosa. En aquel momento tenía seis años.
133
La no concesión tenía que ver con el carácter morganático del segundo matrimonio del duque.
134
“Comme ayant l´honnour de lui être allié per la sang”. He aquí la confesión del duque de pertenecer a una línea bastarda de la casa de Borbon y también el porqué sus peticiones siempre
fueron atendidas con largueza por Carlos III.
Confieso que sería el colmo de mi alegría que me daríais por ella veinte años de vida de más, si Carlos III se hubiera reservado pagar en mi las deudas que su familia tiene con la
mía. Y a través vuestro (mi querido conde, porque esta palabra mía de querido se me escapa espontáneamente al margen del respeto que debo a V.E.) resarcirme también de una serie
de injustos y tibios amigos que hubieran podido procurarme más de una vez el rango de Duque en Francia135 ante un Rey [Luis XVI] que me amará (me atrevo a asegurarlo) hasta la
muerte y que me lo habría concedido si no le hubieran pedido hacer conmigo lo que no hubiera hecho por voluntad propia. [es decir: negarle el título de Par].136
Os envío la copia de mi respuesta al señor Muzquiz en la que veréis por mi apostilla, mi punto de vista, pero os ruego que os hagáis cargo, conociendo mi alma, ser cierto que es
de la clase de las que se animan menos por la esperanza de merecer recompensas que por el honor y el deber de justificar las que le han sido concedidas.

16. Al conde de Floridablanca (reservada) (s/f). Escrita en Mahón con fecha inmediatamente posterior al 15 de Septiembre de 1781.137

Reservada para el Excmo. Sr. Conde de Floridablanca

Señor conde: Después del pasquín que os he enviado os daréis cuenta fácilmente, independientemente de los justos motivos que el Ejercito alega, cuanto ha quedado en entredi-
cho mi honor (en alguna forma) y os pido un margen de confianza para mí en nombre de vuestra amistad..138

17. Al conde de Floridablanca escrita en Mahón a 19 de Septiembre de 1781.139

Sr. conde:

Tengo el honor de rendiros cuenta de mi posición hasta el día por el boletín del ejército, desde la última carta que tuve el honor de escribir a V.E.
Vos diréis que sin haber recibido aun nuevas tropas, las que el Rey me ha hecho el honor de confiarme, no han tenido el trato que merecen nuestros valientes españoles, pero
después de la partida de la gentuza de la que me he librado, ha disminuido el número de guardias hasta el punto que el ejército, que estaba un poco fatigado al principio, hoy día se
encuentra mucho más descansado. Como ellos mismos dicen, tienen menos servicios que los que normalmente harían en la guarnición más tranquila.
Vos habréis visto por el boletín, que fui ayer tarde a reconocer el lugar donde se produjo el pequeño combate de la otra noche, pero este boletín, que va redactado en su totalidad
para ser insertado en la Gaceta tal cual,140 no debía contener el último objeto de este paseo.
Se me informó ayer a las tres de la tarde, que los enemigos se habían reagrupado y continuaban trabajando, cubiertos por el fuego de la plaza, en el mismo barranco donde habían

135
Es decir. Par de Francia.
136
He aquí el talón de Aquiles de Crillon: ser Par de Francia (recordemos que su ducado era papal) para ello pedirá (y se le concederá) el ducado de Mahón con Grandeza de Primera Clase.
Tengamos en cuenta que por aquellas fechas y por el Pacto de Familia, los Grandes de España de Primera eran equiparables a los Pares de Francia.
137
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva firma.
138
Se refiere al pasquín citado en la introducción. Vid. pag.
139
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
140
Hay que hacer notar, que teniendo en cuenta la importancia que los políticos de entonces comenzaban a dar a la opininón pública, se insertaba en cada número de la Gaceta de Madrid una
copia del diario de operaciones, convenientemente manipulado.
DUQUE DE CRILLON

sido rechazados durante la noche anterior. Aproveché el pretexto inmediatamente para proponer a Don. Agustín Lancaster que, para contarle al conde del Asalto*141 como era la
fortaleza, lo mejor era verla de más cerca, llevándole a nuestros puestos avanzados y, en consecuencia, montamos a caballo con mucha gente entre los cuales iban: Colonna mi ayu-
dante de servicio, el mayor general142 y Lemaur, al que yo había avisado aparte, también vino el mismo Carbonell,143por quien había recibido el aviso.
El sol hacía poco que se había puesto, cuando llegamos a nuestro puesto más avanzado. Yo dejé atrás a la que llamamos la milicia áurea144 y avanzando con Lemaur y guiado
por Carbonell hasta ponernos a tiro de pistola del paraje donde éste los había rechazado la noche anterior, les oímos hablar y trabajar acarreando piedras.
No es posible adivinar aun con exactitud cual podía ser su intención, que he juzgado sin embargo de tres maneras diferentes: la primera ( y más simple) que están construyendo
algún caballero145 en el fuerte o alguna otra obra para la que necesitan piedras. La segunda, que por esta parte del barranco, desde el cual se puede acceder al fuerte de Marlborough,
está necesariamente menos guardado y están colocando alguna estacada y la tercera, en fin, (la menos verosímil, pero tal como me la relataron después nuestros amigos menorqui-
nes146) porque quieren minar esta parte más de lo que está.
Sea lo que sea, mi decisión está tomada: sin arriesgarme nunca, quiero provocar por esta parte, de tiempo en tiempo, pequeñas escaramuzas147 para tenerlos en vilo y al mismo
tiempo para establecer una maniobra de diversión respecto al verdadero plan de ataque (que no tiene nada que ver con esto) para que parezca que me ocupo mucho de esta parte.
Envío aquí el inventario que me ha remitido el comisario llamado Gascón. El intendente al que se lo he pedido varias veces siempre me responde que tardará un tiempo infinito
para acabar la obra. Por eso me serví de este comisario que fue el único que yo propuse y con él que puedo contar. Os lo envío sin haber tenido siquiera tiempo de leerlo, porque
imagino que tendréis curiosidad de informaros de que consiste nuestro primer ensayo de conquistadores y puede que para alegrar un rato al Rey.148
En este caso os ruego, sin embargo, que le pidáis a S.M. que lo mantenga en secreto porque no quiero dejar en evidencia al intendente sobre su negligencia respecto a Don Mi-
guel de Muzquiz y ante mi, y aun menos a Gascón ante el intendente que le perseguiría aun más.
También podríais notificarlo al ministro de Guerra y Hacienda así como al de Marina, que encontrará en esta memoria pertrechos muy interesantes para la Armada.149Os pido les
recomendéis el mismo secreto para no perder al dicho señor Gascón, porque es un hombre honesto y sería pecar de ingratitud perjudicarle de mi parte. Por el contrario y para benefi-
ciarle me gustaría que obtuviera para su hijo la subtenencia que pretende en el regimiento donde sirve de cadete. Este Gascón es hermano del teniente coronel de [el Regimiento de
Caballería de] la Corona.
Este inventario no es (como veréis) más que una parte de las presas que se han hecho aquí, puesto que no se han incluido ni los cañones, ni el número de buques de toda especie
de los que ya os hablé en extenso en mis cartas precedentes, ni el estado de una cantidad considerable de almacenes donde (puede ser) se encuentren las presas reconocidas de los
corsarios ingleses, ni de las cosas que deben ser repartidas entre los habitantes del país que S.M. quiere y debe tratar como súbditos, ni del dinero en efectivo o el vino, los aguardien-
tes o la carne salada y otros efectos que se perderán o deteriorarán si se retrasa su venta, que contribuiría a la ruina de algunos particulares honrados del país que, habiendo invertido
toda su fortuna en común con los ingleses y a los cuales (como súbditos del Rey hoy día) estaría bien darles la parte que les corresponde.
Todo ello, hace necesario que los inventarios terminen de confeccionarse y, a este efecto, sería bueno que S.M. decida y se sirva decirme inmediatamente respecto a las ordenan-
zas establecidas por el Rey tocante a presas, si el Ejército y la Marina deben repartirse los beneficios en partes iguales, teniendo en cuenta que todo ha sido apresado únicamente por

141
Capitán General de Cataluña
142
El mayor General de la expedición era el mariscal de campo Juan Roca
143
Capitán del Primer Regimiento de Voluntarios de Cataluña de Infantería Ligera, que se distinguió en el sitio por su arrojo. José Carbonell era el jefe de las patrullas que hostigaban a los
ingleses para evitar que efectuaran alguna salida. También participó activamente en operaciones de comando y en el rescate de los buques anclados cerca de San Felipe
144
Troupe doreè.
145
Caballero: Obra de fortificación defensiva, interior y bastante elevada sobre las otras de una plaza, para mejor protegerla con sus fuegos o mejor dominarlas si las ocupase el enemigo.
146
Nos amis du pais. Esta claro que Crillon tenía asesores locales. En este caso no sabemos a quien se refiere. Pudieran ser los hermanos Diego y Juan Vidal de Rafalet, que conocían bien la
zona de que se trata.
147
Une petite guerre.
148
Se refiere aquí el duque a lo requisado en los almacenes de los comerciantes ingleses de Mahón y en el Arsenal.
149
Se refiere a todo el material naval encontrado en el Arsenal.
las tropas de Tierra, y que la Marina el único mérito que ha contraído ha sido transportarnos. Ya he tenido el honor de escribiros, que mi opinión es que repartieran por igual a fin de
reafirmar una colaboración que ya he conseguido iniciar.
Los dos cuerpos se apoyan y están contentos; y en consecuencia para ahorrar fatigas a nuestros artilleros de tierra cuyo número será escaso, aun contando con los refuerzos que
esperamos de Barcelona y para probar aun más al Ejército la utilidad y la buena voluntad de la Marina, he aceptado el ofrecimiento que me ha hecho su comandante Don Buenaven-
tura Moreno (después de una levísima insinuación mía) de construir —por sus artilleros y mantenida totalmente por ellos— dos baterías de sus cañones de veinticuatro libras.
El emplazamiento de las mismas, que hemos reconocido juntos, pretende la defensa de la entrada del puerto y el sostenimiento de la cadena que queremos poner, para desbaratar
todos los esfuerzos que los ingleses no ahorrarán en hacer para tratar de destruirla.
En el presente, se trabaja en estas dos baterías que estarán a tiro de fusil de la plaza, al lado del fuerte Felipet y a medio tiro de cañón de la entrada, por donde ellos deberán forzo-
samente pasar si lo intentan, para traer recursos a la plaza, suponiendo que nuestra cadena no fuera lo suficiente para impedirlo. En el otro lado he hecho construir por la Artillería de
Tierra otras dos baterías que permitirán un fuego cruzado con las dos de la Marina en esta parte de la entrada del puerto.
Al mismo tiempo, construiré una batería más en la costa de la cala San Esteban al lado del mar, para sostener el otro extremo de nuestra cadena (impidiendo por nuestro fuego
que se haga una salida para destruirla) que fulminará a medio tiro de cañón a todos los navíos que se presentaran para entrar suponiendo (como ya he dejado dicho) que nuestra cade-
na no fuera suficiente.
Lo que tienen de bueno los dos emplazamientos para las baterías de Marina y de la última que he hablado cercana al fuerte de Marlborough, es que se construirán fuera de la
vista del enemigo y casi al abrigo de los cañones de la plaza ya que ni siquiera las delatará su fuego, reservado solamente contra los buques enemigos.
Ya he dicho que sería bueno que S.M. me hiciera saber pronto su decisión respecto al reparto de las presas, y así los cuerpos respectivos de Tierra y Marina, nombrarán sus ofi-
ciales interventores para lo que ya está inventariado y para lo que falta.
Estos deberían haber asistido ya con los comisarios del Rey para reconocer los efectos pertenecientes a cada cual, todo a la vista y todo a la satisfacción del Ejército y de los par-
ticulares, que no tendrán la sensación de un embargo general sin su conocimiento.
Que quede bien entendido que yo no me he querido mezclar en nada, ni de cerca ni de lejos, sobre este asunto que he dejado totalmente en manos del intendente, con la sola
excepción de ordenarle que nada salga del arsenal sin extender un recibo al oficial de Marina que he puesto de comandante del mismo de acuerdo con el señor Moreno, lo que no he
podido hacer en los otros almacenes de los que no tengo ningún conocimiento y que se encuentran dispersos por la ciudad y los cuales el intendente tiene bajo llave.150
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.

B.B. de Crillon.

18. Al conde de Floridablanca, escrita en Mahón a 21 de Septiembre de 1781.151

Sr. conde:

150
Como sabemos, el intendente Pedro de Montenegro era un hombre de carácter soberbio y formó cábala contra Crillon. El poder delos intendentes en aquella época solía ser inmenso y desa-
fiaban el de cualquiera, fuera político o militar de alta graduación. Pero Montenegro calibró mal aquí sus posibilidades y ello le costó el cargo.
151
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON

Tengo el honor de adjuntaros el pasquín que ha sido dirigido contra mi y cuya redacción me ha producido más risa que seria preocupación.
Sin embargo, como la mujer del Cesar, que no quería ser sólo honrada sino parecerlo, veréis cuán esencial para mi es dar publicidad a los inventarios que ya están hechos y puede
también que de los que están por hacer, ordenando S.M. la intervención de algunos oficiales de Marina y de Tierra elegidos por su propios cuerpos.
Yo lo ordenaría por mi mismo si de una vez S.M. decidiera cual es su voluntad sobre el reparto entre Tierra y Marina aunque, a decir verdad, preferiría que esta orden de inter-
vención viniera de parte de S.M. a fin de no armar contra mi toda la ralea intendente y pretendiente.152
De esta forma vos podríais insinuárselo al ministro de la Guerra para no acabar de pelearme del todo con el intendente, a quien he juzgado equivocadamente, sobre todo después
de que tras los primeros días de nuestra llegada aquí tuve que frenarle en muchas cosas que en principio atribuí simplemente a distracciones suyas y que después reconocí ser la baza
de un carácter duro y dominante.153
Previamente, había confundido su tono de jactancia y suficiencia como gajes de su oficio y su dureza como espontaneidad. Pero no es así: a la vez que me utilizaba (después de a
vos) para pedirme que le consiguiera la distinción que más deseaba (y que ha obtenido) escribía contra mi a Madrid —me lo han dicho—154 entre otros a un comisario del despacho
de Hacienda llamado Dn. Manuel Laveiro, (recientemente muerto de apoplejía) y a otro del mismo despacho llamado Dn. Manuel Ximenez. pero me doy cuenta que por más que me
justifique en el fondo soy un bobo que torpemente se ha dejado engañar. Dios me perdone señor conde, y vos también aunque esta no será la única necedad que me tendréis que
perdonar porque soy humano, 155 pero al menos estoy bien seguro que nunca tendréis nada que reprocharme con respecto al tierno reconocimiento que os tender toda la vida y los
sentimientos de adhesión respetuosa con la cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. de Crillon.

Postdata: La partida de los judíos, griegos e ingleses me ha librado de una carga y es eso y no el pasquín, lo que me ha decidido a sacar el regimiento de América de la ciudad y ahora
está acampado como todo el mundo.156 He dejado conmigo la brigada de granaderos, cazadores y dragones157, que es más que suficiente y no puede causar ningún tipo de celos a
ningún cuerpo porque está compuesta de todos ellos en igual proporción.
He aquí el pasquín en cuanto a los dos puntos que forman su esencia y en lo que dice al final sobre le descontento del Ejército, este sentimiento no existe sino en la cabeza tras-
tornada del que lo ha instigado. Y por el contrario no es posible ver un ejército más de acuerdo, más satisfecho y —tengo el gusto de decirlo— más contento de un general que es tan
de ellos como ellos son de mi.
Y no hay nada más cierto que lo que dice mi ayudante de campo en el boletín: que no aparezco nunca en el campamento sin ser aclamado por los soldados, así que os ruego que
incluyáis dicho boletín en la Gaceta tal cual está redactado, pues si hay algún pequeño partido formado contra mi antes incluso de mi partida de Cádiz, no veo la manera de vencerlo
sino tachando sus nombres y olvidándolo, siguiendo el ejemplo de Augusto con el traidor Cinna.
Estoy harto de todo esto y no creo que sea necesario insistir más. Si este partido (que como os he dicho es pequeño y bien pequeño) existe, os aseguro que (eso dicen mis espías)
tengo a todo el ejército contra él.158

152
Toutte la race intendante et pretendante. Aquí el duque se refiere, en primer lugar a la cábala formada contra él en torno al intendente y, por primera vez, alude también a otra en la cual
estaban implicados distinguidos partidarios del conde de Aranda al que denomina el pretendiente, por las pretensiones que tenía de sustituir a Floridablanca y también las que manifestó de
mandar la expedición a Menorca.
153
Según el testimonio del secretario de Crillon, Miguel Arnaud de Courville, al principio en Cádiz el duque se llevaba muy bien con el intendente. Vid. Arnaud a Bernardo del Campo, Cádiz
10/07/1781. A.H.N. Estado, leg. nº 4205/1
154
Crillon era un poco paranoico y además proclive a hacer caso de chismes.
155
Uno de los rasgos positivos del carácter del duque: espontáneamente era capaz de reconocer sus errores.
156
Recordar que esta era una de las peticiones del pasquín.
157
En Mahón.
158
Aquí se refiere a la cábala Peñafiel.
He sido bastante sincero porque así he creído cumplir un deber que reafirme mi amistad con vos.

B.B. de C.

19. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 22 de Septiembre de 1781159

Sr. conde:

El suceso más venturoso que me ha acaecido en los primeros momentos de mi desembarco, ocurrió a la mañana siguiente del mismo, cuando me apercibí que en manos de algu-
nos habitantes de esta ciudad podrían encontrarse depósitos de mercancías valiosas, apresadas en buques neutrales y que no hubieran sido aun declaradas como buenas por el tribunal
británico.160 Pero aunque estos géneros se encontraran dispersos entre varios individuos de todas las naciones —sobre todo ingleses— pensé enseguida que el Rey obtendría algún
prestigio —y de paso un poco también yo mismo— si veláramos por los intereses de las potencias neutrales de Europa entera, asegurándolas la devolución de sus bienes y remedian-
do, en la medida de lo posible, los perjuicios que esta isla ha causado hasta hoy al comercio general y, en fin, hacer ver a dichas potencias que la restitución de una parte de sus bienes
se ha producido gracias al triunfo de las Armas Españolas.
En consecuencia, encargué a Don José Rinquel, uno de mis ayudantes de campo, que me propuso en Cádiz el señor de Gálvez y de quien había ya captado su gran inteligencia y
actividad, de encargarse inmediatamente de este negocio y de tratar de encontrar los diferentes depósitos, así como todo lo que se pudiera descubrir de las otras presas correspondien-
tes al Real Erario para asegurar su deposito.161
Mi Auditor de Guerra162 se encontraba retenido en un buque que los vientos habían impedido desembarcar durante varios días, y a destreza y actividad del señor Rinquel me
sirvieron tan bien que en menos de ocho días ya conocía muchos detalles, no solamente del número de presas existentes, sino de los procesos pendientes en la corte de Londres [sobre
adjudicación de las mismas], así como los géneros provenientes de éstas, que estuvieran ya vendidos y cuyo valor asciende a doscientas cuarenta y seis mil doscientas ochenta pias-
tras, y cuyos depositarios o agentes están aun aquí y que hay ya ciento cincuenta mil piastras aseguradas cautelarmente en virtud de que he ordenado que estos fondos fuesen deposi-
tados en la Tesorería del Ejército donde al día han entrado ya cincuenta mil en depósito y habiendo hecho remitir este negocio al Auditor, este completará la recogida de todos los
fondos que corresponden a este concepto.
V.E. juzgará por la carta adjunta que me escribió a este objeto el auditor y que os envío.
No puedo evitar hablaros en esta ocasión del talento y de la voluntad que ha mostrado este ayudante de campo, Don José Renquel, tanto en esta circunstancia como en todas las
que le he empleado y pienso que merece que S.M. le diera una pensión sobre alguna comendaduría de la orden de Santiago de la que es caballero, gracia que pide, así como el grado
de capitán, (en la actualidad es teniente de granaderos). Quedaría muy reconocido con vos si me hicierais la bondad de solicitarlo a S.M.
Tengo el honor de ser, con tanto de adhesión como de respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.
B.B. de Crillon

159
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
160
Es decir: el Tribunal del Almirantazgo, encargado en Menorca del reconocimiento de presas. El reglamento sobre presas, cuando en tiempo de guerra se autorizaba el corso, contemplaba la
revisión de las mismas por dicho tribunal, que las reconocía como válidas o ilegales en cuyo caso debían ser devueltas a su legítimo dueño. Esto ocurría cuando la presa se hacía sobre un buque
de algún país neutral.
161
Es decir la parte correspondiente de las presas que habían pasado al gobierno británico en forma de impuesto, según también figuraba en todos los reglamentos sobre presas.
162
José de San Martín y Nabaz
DUQUE DE CRILLON

20. Al conde de Floridablanca, escrita desde Mahón a 23 de Septiembre de 1781.163

Sr. Conde:

Estamos incomunicados por culpa del temporal y a merced de los vientos y del equinoccio, sin poder intentar nada en este momento contra la plaza.
Todo lo que puedo hacer es recordaros, primero: las tropas que se me han prometido, segundo: la artillería que nos es absolutamente necesaria y tercero: [el asunto de] mis dos
hijos. Como veréis por la carta de uno de ellos, el conde de Crillon, —que es la que os anuncié, que por torpeza traspapelé, y que por tanto no la he podido mandar hasta dos día des-
pués de haberla recibido— en la que se menciona la llegada de los franceses. También aquí no se habla otra cosa en cartas venidas de Mallorca y de Tolon, pero yo de momento he
dicho que son habladurías.
[Por cierto] hace un siglo que no tengo noticias de vos y esto no es precisamente una ventaja.
En este momento sale de mi despacho el señor Moreno que ha venido a decirme que ningún barco puede entrar o salir [del puerto]. Por otra parte, de momento no nos falta de
nada. En punto a víveres podemos valernos de momento con nuestras propias fuerzas en un campamento que las fuerzas de la naturaleza ha vencido como si fuera la mejor fortaleza.
164
Sin embargo no todo es malo y este [mal] tiempo nos permite trabajar en la cadena y las baterías contiguas a la misma, que nos aseguren la defensa de la entrada del puerto y pre-
venir que los buques ingleses nos hagan una visita, a menos que vos los interceptéis por el camino.
El camino que nuestro amigo Don Carlos Lemaur nos ha levantado y del que ya he hablado en mi boletín, que va desde la [cala de la] Mezquita hasta el puerto [de Mahón], será
muy hermoso y parece un milagro, pues ha sido proyectado, dirigido y abierto en ocho días.
Como habéis podido ver también en el boletín, he reanudado mi correspondencia con el general Murray, gobernador del fuerte de San Felipe y adjunto aquí la copia de nuestras
cartas. Debe quedar únicamente entre nosotros que estoy llevando a cabo con él un intercambio de confianza y amistad.165
He percibido al llegar aquí y los hechos me lo han mostrado claramente, que [a Murray] le encanta el dinero y que se lo ha apropiado aquí de todo el mundo, por tanto, olvidando
el prestigio que pudiera obtener yo apresando por las armas el fuerte y ocupándome sólo del Rey —que es en última instancia el que aquí cuenta— y obtener cuanto antes esta con-
quista para poder realizar la siguiente,166 he concebido la idea de entrar en negociación con él167 sin perder de vista, por otra parte, los medios de tomar el fuerte, sea por sorpresa o
mediante un sitio formal168 (que es el camino más recto y seguro) y para el cual me preparo sin descanso.
Veamos ahora los medios de que me he servido para mi negociación: al general Murray, como ya os he dicho, le encanta el dinero y aun más si cabe a una joven con la que está

163
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
164
Aquel otoño y en lo que a meteorología se refiere, fue particularmente violento en Menorca, con fuertes vendavales de Tramontana, hasta el punto que uno de ellos arrasó el campamento
español. Este —el mal tiempo— fue una de las causas que retrasaron la toma de San Felipe.
165
En este momento, Crillon estaba ya pensando en comprar al gobernador.
166
Es decir, Gibraltar.
167
Aquí el duque deja de lado cualquier consideración de tipo moral-nobiliaria, (como el tan cacareado honor, etc.) y entra en el trapicheo burgués. Esto por otra parte no constituía una ex-
cepción y tiene el valor de mostrarnos las cosas como eran, contradiciendo a los historiadores idealistas y mitificadores más cercanos al cantar de gesta, que a las ruindades e hipocresías que
nos muestra la Historia real. Había incluso en la época, hasta reglas galantes para disimular esta dejación de principios, como el ofrecer por parte del sitiador al sitiado frutas frescas en señal de
cortesía. El general asediado sabía que si aceptaba el refrigerio era una señal de anuencia; de conformidad con el soborno. Murray, por ejemplo se quedó con el presente y negoció. Pero no
ocurrió otro tanto con el general Elliot, gobernador de Gibraltar, a quien Crillon, que comandó el sitio del Peñón tras el éxito de Menorca, le ofreció lo mismo con ocasión de un canje de prisio-
neros, que era la excusa para tentar al enemigo. Elliot las rechazó de plano. Esto tenía un claro significado para los iniciados.
168
Une siège en regle. Es decir, un sitio formal según los cánones de entonces.
casado, que tampoco podemos decir que lo desprecia y lo prefiere al prestigio169 y de la que [Murray] se ha visto obligado a separarse con gran pesadumbre a nuestra llegada, al tener
que enviarla a Liorna.170
Aprovechando esta circunstancia [la de la estancia de la mujer de Murray en Liorna] y como quiera que aquí tengo a un genovés, del que ya os hablé, y que me fue recomendado
por Mme. la Cressé de Balliancourt y por su amigo el señor Pini*171, le voy a enviar para ponerme en contacto con ella.
De esta forma y con el pretexto de enviarle a buscar ganado a la Provenza, le he hecho embarcar en Fornells para ir a Marsella con los últimos ingleses enfermos que aun no
habían partido. Pero hemos convenido que pasará a Génova donde se entrevistará con el banquero de Mme. Murray y a través del que encontrará el medio de hacerle pasar una carta
que llevará a Liorna en la que se le propondrá la negociación, ofreciéndole un millón de libras, es decir cuatro millones de reales para su marido y cien mil para ella, cien mil
libras, para que se compre alfileres 172, es decir: cuatrocientos mil reales y una pensión (para su negociador) de cuatro mil reales anuales de por vida.
Además, una suma de dinero introducida en muebles que yo le regalaré al entregarme la plaza, con el fin de así dejar a cubierto su honor y su cabeza.173
Así, en el caso de que nos entendamos, podríamos simular que he tomado la plaza por sorpresa y en fin, representar una comedia de guerra que nos haga ganar tiempo y nos
permita ahorrar dinero y vidas humanas.
También hemos especulado como haremos entrar a nuestro hombre en la plaza con la carta de la gobernadora sin que ello levante sospechas a la guarnición. Haremos que simule
ser un espía de ellos en vez de serlo nuestro, que ha conseguido burlar nuestras líneas para introducirse en el fuerte.
Todo está convenido y arreglado y lo he preparado todo sin consultaros, estando seguro de que no desaprobaréis mis métodos que creo supondrán un buen negocio para el Rey.
En consecuencia le he dado a este hombre una carta para el cónsul de España en Génova por la cual le prevengo que os haga pasar por Correos o por la vía más rápida y segura,
todas las cartas que mi hombre le entregue para vos, a fin de que después de que yo os escriba podáis darle directamente vuestras órdenes para asegurar los medios y hacerme saber
rápidamente los que pudieran hacer falta que yo disponga de mi parte.
En fin, mi hombre estaba esperando en su barco en Fornells a que se produjera un viento favorable para zarpar [a Liorna], en el justo momento en el que el gobernador de la
plaza me ha enviado a su secretario en comisión,174 como vos veréis por su carta de la que os he enviado copia. He hecho como que aceptaba esta comisión, en tanto que dicho secre-
tario me ha asegurado ser de toda confianza del gobernador. Así pues, le he invitado a comer y le he hecho las mismas proposiciones que he mencionado más arriba, para que se las
transmita al gobernador, de quien me ha asegurado que serían rechazadas aunque no me ha dicho que no se las transmitiría ni entreveo que se haya ofendido con mi proposición.
En vista de todo esto y de que aun el viento había impedido a nuestro hombre hacerse a la vela en Fornells, le envié a buscar inmediatamente y le haré esperar algunos días aun, a
ver como se desarrollan los acontecimientos, a fin de no entablar dos negociaciones a la vez [con Murray y su mujer al mismo tiempo] y para dar tiempo a que me llegue la carta que
el gobernador me pueda enviar para su mujer (abierta como creo, tal como todas las demás que me pasa) y de la que a su vez os remitiré copia. Si esta carta me convence para seguir
mi primera negociación se la remitiré directamente [a Madame Murray] por mi hombre que se encargará de traer la respuesta en propia mano si ella quiere encargarse de la media-
ción.
Os enviaré por el primer correo (que seguirá a éste) el estado de la negociación, puesto que después de comenzada esta carta, escrita en dos veces, el viento me anuncia que es
posible que nuestro hombre pueda mañana hacerse a la vela y como es necesario que llegue a tiempo, la acabo, temiendo impacientaros si la alargo más y pensando que ya habéis
recibido cuatro de este mismo tamaño.
Tengo el honor de ser, con tanto de adhesión como de respeto. señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.
169
Anne Witham, hija del antiguo cónsul británico en Mallorca, bien conocida en los ambientes mallorquines como mujer ambiciosa y aficionada a las riquezas y el lujo.
170
La misma noche del desembarco, partió de San Felipe una nave llevando a la mujer y el hijo de Murray a Liorna.
171
Almérico Pini, ayuda de cámara favorito de Carlos III y su hombre de confianza, que dormía en la pieza inmediata a la suya. parece que debio ser a través de él que se implicó al Rey que al fin dio
su consentimiento.
172
Cent mille livres pour ses epingles.
173
Une summe d´argent pour se mettre en meubles. Aquí se confirma el rumor del que se hace eco Deseado Mercadal cuando asegura que se entregó dinero a Murray escondido en las patas de
una cama de caoba. Vid. MERCADAL, Deseado. “La toma de Menorca. Historia y leyenda” Anuario Menorca 1982. pp. 100-102.
174
Un francés llamado Señor de La Riviere.
DUQUE DE CRILLON

B.B. de Crillon.

Postdata: Aun a riesgo de impacientaros señor conde, no puedo dejar partir mis cartas sin deciros una palabra sobre el conde de Cifuentes. No tengo palabras para referiros la satisfac-
ción que experimento de tenerlo en el ejército donde es adorado y admirado por el buen ejemplo que da; por su voluntad, valor y exactitud en la disciplina militar.
Cifuentes cumple con su deber, pero yo faltaría al mío si no os encomendara dar al Rey este testimonio de la verdad y justicia, aunque también esté contento de los otros.
Debo también deciros una palabra de Don Miguel Knaresbrought, mayor del regimiento de Ultonia, que nos ha procurado aquí muy buenos informes del fuerte. Sobre él he
escrito por este correo al señor de Muzquiz y tengo el honor de recomendároslo a vos también.

21. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781175

Señor conde:

De todas las cartas que vengo escribiendo a V.E. esta es la más importante, puesto que puede y debe acelerar la toma del fuerte y ahorrarnos tropas.
La principal defensa de Mahón,176 por no decir la única, que puede hacer comprender esta plaza en el número de las que se denominan de primer orden, son las contraminas que
la rodean.
Habiendo consultado al señor de Babelon para servirme útilmente de su talento en esta ocasión, me ha presentado la memoria que os adjunto y ésta me ha sugerido la idea de
incorporarle inmediatamente a nuestro servicio, formando una compañía de minadores, que sería completamente independiente de la Artillería e incorporada a los Ingenieros tal co-
mo he visto alguna vez en Francia.
Esta compañía, bien utilizada, podría ser de una gran utilidad durante la guerra y durante la paz para los caminos, pero no es ésta la cuestión a debatir ahora; se trata de emplear a
nuestro servicio a uno de los hombres más expertos de Europa en su oficio, por tanto si después S.M. juzgara inútil esta compañía en tiempo de paz podría reformarla y dejar las
cosas como estaban antes.
En consecuencia de la memoria del señor de Babelon le he dicho (y es verdad) que no puedo emplearlo más que en calidad de voluntario por no dar celos a los oficiales de Arti-
llería, pero que si quería encargarse de nuestro servicio propondría a S.M. el crearle una compañía de minadores que sería (como lo he visto hacer en Francia) agregada al Cuerpo de
Ingenieros y que podría servir muy útilmente en tiempos de guerra. El ha aceptado mi proposición con las condiciones siguientes: entender que sería admitido al servicio del Rey
como coronel vivo177 con sueldo y gratificaciones de este grado y el título de comandante de los minadores de Ingenieros y siempre agregado a este cuerpo.
Por ese medio no se provocarán ningunos celos a la Artillería y por el contrario se producirá mucha emulación entre los dos cuerpos que rivalizarán en eficacia.
Algunos oficiales principales, a los que he confiado esta idea como si partiera del señor de Babelon, están de acuerdo y os aseguro que todo el Ejército lo aplaudirá en tanto que
los veinte minadores que me ha enviado el conde del Asalto, que son realmente buenos, solo ofrecerán utilidad empleados de esta forma, por el poco caso que me ha parecido que les
ha hecho el cuerpo de Artillería y por el poco gusto de servir en este cuerpo que les he visto a ellos.

175
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
176
Quiere decir de San Felipe.
177
Coronel vivo: coronel con mando en Unidad., por tanto con empleo y sueldo. Recordemos que en la época no bastaba con tener el grado correspondiente. Los no empleados no cobraban.
Además, por medio de soldados voluntarios que tomaría de los regimientos, formaría inmediatamente una compañía, a cuya cabeza pondría a los minadores y estando más acos-
tumbrados que algunos de los nuestros de Artillería a trabajar la tierra, el señor de Babelon, en escasos ocho días, se encargaría de instruirlos a emplear tan bien como cualquiera la
pólvora.178
Si esta decisión conviene a S.M., aventuro que podré hacerlo por mi sola autoridad durante el sitio otorgándoles el título de minadores voluntarios agregados a Ingenieros. aun-
que al comandante de la Artillería podría parecerle que no me fiaba de su talento (sobre lo que, y entre nosotros, no se engaña respecto a lo concerniente a las minas), pues el arte de
las minas a pesar de que exige mucha teoría, pide aun más mucha práctica, sobre todo delante de un enemigo al que se le debe suponer siempre instruido y cualquier justicia que yo
haga al mérito de nuestros mejores oficiales de Artillería, no hay ninguno hoy día que haya participado en un ataque a una plaza minada como esta y después de que he comprobado
la poca experiencia de nuestros minadores de Artillería, en ejercicios de campo, que no han practicado en sus escuelas durante la paz, y de todas las conversaciones que hemos tenido
Lemaur y yo con Tortosa, que es el comandante de Artillería aquí y a quien yo elegí como el oficial de mayor reputación de su cuerpo en el arte de las minas, no nos ha quedado más
remedio que reconocer que aun siendo un buen y hábil oficial de Artillería, tiene el defecto de estar imbuido de principios anticuados y sobre todo estando como está creído que sabe
mucho al respecto (y esto es lo peor). Os confieso que vería con pena como se estrella si se encargara el solo de este trabajo, en operaciones que se deben hacer con celeridad y que no
producen pérdida de vidas humanas si están bien conducidas o que, por el contrario, si no lo están, nos costarán, por lo menos, gran pérdida de tiempo y muchas bajas.179
Sin embargo, no hay duda de que si esta decisión de crear este cuerpo la tomo yo, ello me indispondrá con todo el cuerpo de Artillería, persuadido (como lo están todos los cuer-
pos técnicos en todas las naciones) de que lo saben todo. Ciertamente ello iría en perjuicio de la unidad y repercutiría negativamente en servicio del Rey, creando una predisposición
contra mí en el Ejército, donde cada cual tiene sus afines,180a menos que el Rey, quisiera crear una compañía de minadores agregada a Ingenieros para servir bajo las órdenes de los
ingenieros en guerra o en paz para todas las obras públicas en las cuales hay a cada instante que excavar y emplear la pólvora para hacer volar las rocas.
Nada pues, parecerá mas simple a todo el mundo y aunque el señor de Babelon no sea tan brillante en la conversación corriente como es hábil en el oficio de la guerra, el tiene la
elocuencia del arte y la modestia del verdadero talento, de manera que todos los que lo han tratado después de venir aquí, han comprobado su mérito y en su favor me congratulo
responder a S.M. por él en que será visto y recibido agradablemente en todo el Ejército, del cual aumentará mucho la confianza por lo que atañe a las minas y al mismo tiempo produ-
cirá emulación a la Artillería que trabajará igual a su lado, con la diferencia que el amor propio de los oficiales y del comandante de la Artillería se verá menos afectado, viendo y
siguiendo el método y el ejemplo de los otros, que si les obligo yo a seguirlos.
Si este encargo conviene a S.M. sería necesario que, correo por correo, el Rey sin citarme como autor del proyecto, me escribiera por medio del Ministro de la Guerra la carta
siguiente:

"Don Huberto de Babelon habiendo pedido a S.M. ser agregado a todos los efectos a su servicio S.M., estando conforme con admitirlo después de haber recibido diversas refe-
rencias de su ciencia y experiencia en el arte de las minas y en el conocimiento de las obras que él ha escrito a este efecto, este oficial habiendo sido discípulo del marqués de Valliè-
re* hasta su muerte, de quien el Rey conserva aun cara memoria,181 y consecuentemente S.M. estando resuelto a agregar a los Ingenieros una compañía de minadores independiente
de la Artillería para ser empleada a las órdenes del mismo cuerpo en tiempos de paz, como en el de guerra, S.M. quiere desde este momento, hacer uso de los talentos de este oficial y
os encarga de formar inmediatamente una compañía de minadores agregada a los Ingenieros con los veinte minadores de Marina que S.M. ha enviado de Barcelona por el conde de

178
Todo esta maniobra del duque para crear un cuerpo de minadores comandado por el experto Babelon, corresponde a la importancia táctica de dicho cuerpo en la época, relativa a las últimas
fases de un sitio formal. En efecto: cuando después de inutilizada la línea de circunvalación de los sitiados (en San Felipe los reductos exteriores de la Reina, la luneta Kane y la del Sudoeste)
los sitiadores alcanzaban con sus aproches el primer camino cubierto, entraban en juego los minadores que trataban de inutilizar las contraminas del enemigo, ya que esta era la principal defensa
de las fortalezas Vauban, en el sentido que, mediante la explosión de las mismas se podía volar todo el glacis sepultando a los sitiadores en el momento de coronarlo.
179
Este informe demuestra que Crillon conocía bien los entresijos de los últimos avances en la táctica de sitios o al menos que estaba bien asesorado. Probablemente por Babelon, Rozan y
Lemaur.
180
Ou chaque individu à ses creatures
181
Vallière estuvo al servicio de Carlos III, como ya sabemos.
DUQUE DE CRILLON

Asalto, pudiendo formar con ellos la cabeza de la misma y tomando los otros que se ofrecieran voluntarios de los diferentes regimientos del Ejército menos el cuerpo de Artillería al
cual S.M. no quiere hacer ningún cambio.
La intención de S.M. es que este nuevo cuerpo este compuesto, a saber:
-De Don. Huberto de Babelon como comandante con el rango, la paga de coronel vivo y empleado y con las mismas gratificaciones que los ingenieros.
-De dos tenientes el primero de los cuales hará de capitán con el tratamiento de tal y el segundo la comisión de su grado.
-Dos subtenientes entre los cuales el primero será el hijo del señor de Babelon182 y tendrá la comisión también de teniente y el tratamiento de su grado y el segundo la comisión
de subteniente con el tratamiento de su grado.
S.M. os encarga de elegir los dos primeros tenientes de esta compañía y el segundo subtenientes entre los oficiales de Infantería Española que se presenten voluntarios y enviaréis
la relación de sus elegidos a S.M. que expedirá las patentes de estos tres sujetos, como las del señor de Babelon padre e hijo y os autoriza a hacerle cumplir el servicio y reconocerles
sus calidades inmediatamente y dejándoos a vuestro arbitrio el número de soldados y su paga, según los que juzgarais conveniente para el bien del servicio en esta compañía, enten-
diendo que S.M. confirmará o cambiará lo que vos estableceréis a este respecto.
En cuanto a lo que respecta al comendador el caballero de Rozan, antiguo teniente coronel al servicio de Francia y amigo del señor de Babelon y que este desea como segundo
jefe, para reemplazarle en las operaciones de las minas durante esta campaña, en caso de que su salud no le permita visitarlas él mismo todos los días, puesto que este oficial no quiere
servir más que como voluntario, S.M. tiene a bien permitírselo sin perjuicio de que le hagáis reconocer por los oficiales subalternos y soldados de esta compañía, como segundo co-
mandante, durante esta campaña solamente, a fin de que todas la veces que vos o el señor de Babelon queráis hacer uso de él para llevar órdenes y darlas por si mismo en dicha com-
pañía, sea obedecido como si tuviera en realidad este grado al servicio del Rey.”

Tengo el honor de ser con tanto de adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

22. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781 (misma fecha que la anterior)183

Señor conde:

Los vientos, que nos han hecho perder un mes en el mar, me persiguen después de yo haber desembarcado y con su fuerza me impiden salir de la isla. En el momento que se
calmen el correo podrá hacerse a la vela y partir y lo aprovecharé para enviar este paquete de cartas a bordo.
Os diré que la misma mañana que envié mis primeras cuatro cartas, he recibido también al mismo tiempo cinco de V.E. a saber: una del 4 de este mes de septiembre, dos del 8 y
otras dos del 11.
V.E. me habla en la primera de la muy militar y justa reflexión de S.M. en relación con las cisternas y pozos del fuerte. Me ocuparé de obtener un exacto conocimiento de su
posición pues no hay ninguna duda de que es muy esencial aplicar una batería de morteros a este principal objeto. También me voy a informar de la situación exacta de los almacenes

182
Se trataba de Luis de Babelon, que se quedaría luego en Menorca y llegaría a gobernador en 1808.
183
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
de víveres y municiones de guerra que están en la plaza. Os doy mi palabra de honor que me ocuparé de ello expresamente enseguida, así que podréis juzgar el placer que supone
para mi recibirlo de nuestro Augusto y buen Soberano como una orden. No solamente habrá una batería de morteros destinada únicamente para los pozos y las cisternas una vez
conozcamos su posición (que averiguaré pronto) sino que de todas las baterías de morteros que serán colocadas en los diferentes puntos de nuestro ataque, sea contra la entrada del
puerto, sea contra las obras de la plaza, en cada descarga tendrán siempre reservada una bomba dirigida alternativamente sobre los pozos y las cisternas y otra para incendiar sus al-
macenes de madera que ellos han tenido el cuidado de dividir en tres partes, pero sin embargo ya conozco su emplazamiento por los desertores y otros amigos, del lugar en que se
encuentran.184
A propósito de desertores, ya me han llegado seis y estoy obligado a deciros que ha costado al Rey seis piezas de cuatro pistolas185 porque, teniendo conocimiento por todas las
leyes de la guerra que está permitido tratar de sobornar a los soldados enemigos, declaré públicamente a la mañana siguiente a mi llegada aquí (para que los espías de los ingleses
llevaran la noticia a la plaza) que daría una pieza de cuatro pistolas, es decir, dieciséis escudos fuertes de plata, a todo desertor que se pasara a nuestras líneas desde la plaza, con
libertad para enrolarse en España en los regimientos de Infantería Valona o Irlandesa si eran católicos o irse a Barcelona o a donde quisieran.
Sea porque mis puestos hayan estado bien emplazados desde los primeros días, el caso es que nadie ha podido penetrar en el fuerte, lo que me parece extraño a pesar de todo.
El caso es que después de algunos días, habiendo visto llegar a mi cámara a las nueve de la noche a un desertor, que había atravesado a nado el puerto hasta Felipet, y después de
haberle vestido con un buen traje y entregado los dieciséis escudos, le pregunté si vino porque sabía que yo había prometido dicha suma a todo el que desertara. Dijo que no y que
nadie había hablado de ello en la guarnición; que el había desertado porque detestaba al gobernador que había querido ahorcarle186.
Se ofreció a llevar por la noche una serie de pasquines para colocarlos en la estacada del camino cubierto si yo quería. Acepté la propuesta y se ejecutó en presencia de mi Carbo-
nell y de dos voluntarios de Cataluña, que le vieron colocar los pasquines. Sin embargo, como yo pensara que los pasquines pudieran caer en manos de los oficiales, que los ocultarí-
an a la guarnición, le propuse ir a Felipet, desde donde con una bocina gritaría a las diez de la noche a la guardia del fuerte que era fulano de tal y quería decir adiós a sus camaradas,
avisándoles de que aquí se recibía muy bien a los desertores y que con la libertad de hacer lo que quisiera había recibido dieciséis escudos fuertes, lo mismo que recibirían todos los
que quisieran desertar.
Esta medida surtió efecto y días después se me presentaron cuatro desertores a los que pregunté nuevamente si conocían mi proposición y me dijeron que sí; que toda la guarni-
ción la conocía y que el gobernador también, y que éste les había reunido y dicho que como sólo quería a su lado a personas que estuvieran de buen grado que iba a abrir las puertas
para todo el que se quisiera marchar, pero que no obstante había tomado a la vez llamativas precauciones contra la deserción y ésta era muy difícil de intentarse aunque las tres cuar-
tas partes de la guarnición la hubieran realizado en caso de haber podido.
El segundo punto de vuestra carta del 4, señor conde, es una especie de reproche que me hacéis amigablemente sobre lo que creéis que me he confiado en algunos puntos de
vuestras instrucciones secretas que en el día son públicas.
El desarrollo de los hechos ha probado suficientemente mi discreción a este efecto, pero no me sorprende que algunos objetos de nuestras instrucciones hayan aparecido en dife-
rentes cartas a causa de instrucciones propias que me he visto obligado a dar a los navíos y a sus comandantes antes de la ejecución, por si la escuadra se dispersaba, las órdenes que
debían ejecutar en el desembarco. Del resto os puedo garantizar que no tenéis motivo para reprocharme nada a este respecto y que V.E. debe estar bien convencido de la adhesión
inviolable y del respeto con el cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon

Postdata: Respondo aparte de los dos artículos que V.E. me ha prevenido que no salgan de entre nosotros.

184
Hay que leer este párrafo en clave de ironía toda vez que Floridablanca se metió en el terreno militar y Crillon se sintió celoso. En efecto: el conde con su habitual excusa “el Rey lo quie-
re.” aconsejó al duque tirar sobre los pozos, como si se tratara de un descubrimiento, siendo este una medida táctica de manual.
185
Es decir: Veinticuatro escudos de oro moneda de Castilla.
186
Se trataba de un soldado del regimiento 51 que desertó el 21. Vid. DICKSON, John. Diario. Revista de Menorca 1888 pg. 376
DUQUE DE CRILLON

En cuanto al primero, de lo que el ministro de Francia os haya querido dar a entender, no puedo menos que agradecer la manera como le habéis respondido, aunque creo que es
mi deber defenderme para evitar que podáis tener dudas sobre mi conducta.
Lo dicho es una impertinencia e insolencia por su parte y sólo puede venir, o al menos haber sido dictada, de algún pequeño segundón del Ministerio de la Guerra o algún otro
pequeño ministrillo, que en su vida no ha oído hablar de ella, pues estos señores no recuerdan que he mandado más de una vez destacamentos grandes en los que nunca he sido derro-
tado, y que por el contrario dos veces he salvado al Ejército Francés de ser sorprendido en sus acantonamientos y destruido enteramente durante la última guerra. La primera vez,
dos días antes de la desgraciada jornada de Rosback en Weissenfeld, donde yo contuve durante doce horas al rey de Prusia a la cabeza de su Ejército, atravesando, entre las llamas y
en su presencia, el puente que no pudo nunca impedirme que quemara y dando tiempo así con esta acción al Ejército a reagruparse.
La segunda vez fue en la campaña de 1758, la víspera de la batalla de Lüttenberg, que ganamos nosotros y que hubiéramos perdido si no hubiera yo obtenido a fuerza de hostigar
al enemigo (de lo que fue testigo el mariscal de Broglie) con un destacamento de seis mil hombres, haciéndole retroceder y evitar que tomaran la ciudad de Kassel, que era donde
teníamos nuestra Artillería y todos nuestros víveres.

He aquí otra respuesta añadida que podéis darles.

De lo que me decís respecto de las pruebas de mi amistad por los franceses e italianos que me rodean, nadie es imprescindible en el mundo y la prueba más segura para todos es
que de todos los ayudantes de campo italianos que se me han concedido no he elegido a ninguno para ser promovido a un ascenso como todos desean, más bien al contrario los he
solicitado todos para los españoles.
Si queréis referiros a mis conversaciones frecuentes con Eyries en el navío (a lo que se ha aludido por pequeños celos de los mismos italianos o de algunos otros de mis ayudan-
tes de campo españoles) eran necesarias para discutir sus proyectos y, en fin, eso ha terminado hoy día y todo el mundo está bien avenido.
En cuanto a la excesiva confianza por mi parte con Lemaur, independientemente de mi amistad con él de mucho tiempo, en todos los ejércitos el comandante en jefe y el mare-
chal des logís, el que ustedes llaman cuartel maestre,187deben conferenciar todos los días para discutir juntos las operaciones.
Debéis creer de buena fe, señor conde, que soy primero de todo, un verdadero y buen español188, y os aseguro, a vos y a todo el Ejército, que es así a pesar de todo lo que pueda
decir un pequeño partido, tan pequeño tan pequeño, que se disolverá con sólo no hacerle ni caso.189

23. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de Septiembre de 1781 (misma fecha que la anterior)190

Señor conde:

Para responder a la carta con la que V.E. me ha honrado, fechada el día 8, y en la que me habla del poco trabajo que queda a los mahoneses por la inutilización en la que se en-
cuentran hoy sus puertos, donde no pueden entrar ni salir, tengo el honor de comunicaros que hace ya largo tiempo que me he ocupado de ello, recomendando a Don Ventura Moreno
proponer a los menorquines para que se empleen como marineros a nuestro servicio, cosa ya ha hecho hace varios días aquí, en Fornells y en Ciudadela, pero me ha asegurado que,
estando acostumbrados como están. a ganar el doble de lo que el Rey da a los nuestros, no se ha presentado ninguno ni se presentarán en el futuro.

187
En castellano en el original. Cuartel-Maestre General. Jefe de Estado Mayor.
188
Je suis bon et vraiment espagnol. Otra vez la famosa afirmación española de Crillon.
189
Alusión a la cábala Peñafiel.
190
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
No he dejado de darles trabajo, para aliviar el de nuestros soldados y para darles ocupación y todo va bien hasta este momento, en cuanto a que el pueblo está satisfecho. Aunque
a pesar de todo se le ve más partidario del gobierno de Inglaterra porque, en efecto, por una parte los empleados en la Marina Inglesa estaban mejor pagados y, por la otra, los
mahoneses, de naturaleza voraz y dada el pillaje, se resienten que no les dejemos dedicarse a sus correrías, que les han enriquecido y cuyo lucro compartían los ingleses.191
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon

24. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 25 de Septiembre de 1781192

Señor conde:

Veo por vuestra segunda carta del 8 de septiembre, la confirmación de la bondad de S.M. a mi consideración, dejándome decidir lo mejor para su servicio.193 En efecto: mi con-
ducta se rige sólo por mi celo, mi voluntad y mis luces y empleo todos los medios a la vez, sin contradicción entre unos y otros y no puedo expresaros cuanto me congratula que mis
ideas coincidan con las vuestras, como habréis visto por la carta que os he escrito anteayer en la que os rindo cuenta de mis gestiones respecto al gobernador Murray del que espero
novedades mañana.
He cumplido también vuestras demandas en cuanto a poner los medios para bloquear la entrada del puerto y colocar las baterías como refiero en mis cartas precedentes. Todo lo
que se ha hecho se ha llevado a cabo con un ritmo desigual, como por ejemplo los caminos, cuya construcción ha retrasado el mal tiempo. Por otra parte, nuestros buques de transpor-
te y los cañones no han llegado ni de Barcelona ni de Mallorca y estamos aquí aun con las municiones y las tropas que teníamos cuando partimos de Cádiz.
En fin: que todo está dispuesto pero nada seguro, si el enemigo aparece con su escuadra delante del puerto.
Acabo de enterarme que acaban de llegar doscientos hombres del regimiento de Ehrler procedentes de Barcelona y al mismo tiempo ocho piezas de cañón de veinticuatro pulga-
das] a Ciudadela, donde se han encontrado la orden de partir para Fornells, que es el puerto que hemos destinado para el desembarco de la artillería pesada.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto de V.E., señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. de Crillon.

Postdata: En medio de tantos cartas que he recibido y enviado, no recuerdo si he tenido el honor de deciros en respuesta a una del 4, que he hecho hacer unas copias de la carta al
cónsul de Italia para que fueran distribuidas a los corsarios porque algunos no se han presentado aquí voluntariamente.

191
Evidentemente se trata de una parte de los mahoneses. En concreto marineros, capitanes mercantes, corsarios y beneficiarios de las compañías corsarias y de comercio, formadas sobre todo
por negociantes aprovechados, lo que generaría una clase de nuevos ricos, con todas las connotaciones negativas para la calidad de vida que este fenómeno aporta.
192
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
193
Se refiere a una carta de Floridablanca en la que aprueba la expulsión de los judíos después de decirle algo así como: “por esta vez vale pero que no se repita” Floridablanca a Crillon,
Madrid a 18/09/1781. A.H.N. Estado legajo nº 4230.
DUQUE DE CRILLON

25. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 26 de Septiembre de 1781194

Sr. conde:

Continua haciendo el mismo tiempo y sigue todo igual. Veo por vuestra carta del 11 y también por las otras, cuanto es preciso concluir la tarea que hemos comenzado aquí. Me
persuado que hacéis justicia a mis sentimientos, por el honor a las armas del Rey y por el amor que tengo personalmente al prestigio, como para no dudar de que mi impaciencia en
este sentido se iguala con la vuestra..
El conocimiento que vos tenéis de mi carácter os debe convencer aun más, pero se me haría injusticia si creyerais que todo lo que se me puede decir a este efecto (a menos de una
orden expresa del Rey de exponerme a perderlo todo por salirme de las reglas de la guerra) puede hacerme dar un paso más allá o más acá de estas mismas reglas. Mis máximas, mi
experiencia y mi deseo por el bien de la empresa me inspirarán según las circunstancias y el golpe de vista del momento. En este sentido yo soy quien en realidad está capacitado
para evaluar la situación y no aquellos que, creyéndose militares, hablan de las guerras desde lejos y como se dice en la jerga que utiliza la tropa: sobre la nariz del niño.
Todo irá bien, yo respondo, pero pido: una entera confianza en mi o el relevo, pues no se dirá jamás de mi que consienta comprometer el honor de las armas del Rey o el mío.
Perdonadme, señor conde, este desahogo. Me apercibo muy tarde que es un despropósito pues vuestras cartas, al contrario que ésta, no están más que llenas de manifestaciones
de bondad y de confianza de S.M., pero ésta [Su Majestad] me viene a decir ahora que tome el fuerte de San Felipe con uñas y dientes, y el humor que se me pone esta mañana com-
probando que se mantiene el mismo mal tiempo, acordándome de los retrasos que hemos experimentado hasta aquí (sin que sea culpa de nadie salvo de la naturaleza del país) y las
que experimentaremos aun necesariamente, pues os lo confieso, estoy furioso y desesperado cuando pienso que después de más de un mes que estamos aquí no hemos podido todavía
construir nuestras baterías.195
Me consuela pensar que los franceses tardaron más tiempo aun que nosotros en preparar el sitio y que no habían avanzado más de lo que lo estamos nosotros al cabo de seis
semanas, después de haber llegado a la isla con la falta de medios, sobre los que no tenemos mas que promesas y en una estación bien diferente a esta.196
Estoy de acuerdo (por mi deseo ardiente de servir al Rey y justificar su confianza en mi persona) que debemos concluir cuanto antes esta empresa, conquistando el fuerte y así
poder acometer otras conquistas que no pierdo jamás de vista, 197 pero que es necesario sin embargo dejar dormir algunos meses para acabar primero de forma ésta tarea tan bien
proyectada.
Si no hubiésemos perdido más de un mes después de mi llegada a Cádiz por las maniobras lentas; si los vientos no nos hubieran sido contrarios teniéndonos un mes en camino en
vez de una navegación ordinaria que se puede calcular en diez días; si, en fin, esos dos primeros inconvenientes no nos hubiera hecho perder más de dos meses de buen tiempo y
ponernos en el caso de retrasarnos aun un tercero por el malo que tenemos ahora y que previsiblemente se mantendrá lo menos hasta mediados de octubre, os aseguro que hoy sería-
mos dueños del fuerte y podríamos disponernos a conseguir otras victorias, pero es necesario olvidar lo pasado y ocuparse únicamente del porvenir.
V.E. me hace en esta carta muchas preguntas cuyas respuestas encontraréis, creo, en las mías precedentes, sin embargo voy a resumirlas aquí a fin de que podáis llevarlas a los
pies de S.M. ordenadas por preguntas y respuestas.

Pregunta: ¿Se cierra o no el puerto?

194
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
195
Aquí se ve como Crillon se vio sometido a una gran presión política.
196
Se refiere al asedio de 1756 efectuado por el mariscal de Richelieu.
197
Se refiere a Gibraltar, cuyo sitio se le encargó al duque en el verano de 1782.
Respuesta: Creo que la máquina en la que trabajamos con la mayor viveza cerrará enteramente la entrada del puerto y una vez colocada y bien amarrada por todas partes, tenien-
do los dos extremos de la cadena, amarrada por su derecha junto al fuerte Felipet y con dos baterías a medio tiro de la entrada que la defenderán. Otras dos, situadas en la parte de la
cala de San Esteban y el fuerte de Marlborough, impedirán al mismo tiempo, que desde la plaza intenten una salida para intentar destruirla.
El extremo de la izquierda de dicha cadena, será amarrada detrás de una formidable batería de bombas y otra de cañones con bala, colocada también a medio tiro de la entrada.
Este puesto será batido además, a medio tiro de cañón, por una séptima batería situada entre el viejo y el nuevo Arrabal. Creo que, primero: esta máquina no podrá ser nunca destruida
por el enemigo una vez colocada y, segundo, que aunque la cadena no se instalase, jamás el enemigo podría aproximar sus navíos en medio de un fuego rasante que le opondríamos
con el arma secreta de Gervasi: la bala roja. Estas diferentes baterías estarán compuestas (contra el mar la mayor parte, pero algunas servirán también muy útilmente contra el fuerte)
de treinta cañones de veinticuatro libras de bala, de los cuales la Marina nos proporcionará veinte de hierro.
Tendremos, junto a estas baterías, otras dos de morteros de cuatro piezas cada una, lo que hará un total de treinta y ocho para batir o defender, lo que las hace doblemente útiles.
Sin embargo, como creo también que no hay nada que el valor no pueda remontar en un caso de necesidad absoluta, a pesar de la dificultad enorme que encontraría el enemigo
para entrar bajo un fuego cruzado tan bien emplazado, la cadena es la máquina que verdaderamente les impedirá la entrada. Así lo veo y también piensan lo mismo Don Carlos Le-
maur y Don Ventura Moreno.
Estamos trabajando a marchas forzadas en su construcción como ya os he dicho, y con mayor razón, porque esta obra (que será de las mas hermosas que se hayan imaginado
jamás sobre el mar) no costará casi nada, salvo los jornales de los obreros, debido a todo el material que hemos encontrado en el arsenal del enemigo y en sus propios buques.

Pregunta: ¿Tienen mucha guarnición y víveres o poca?


Respuesta: La guarnición del fuerte de San Felipe no pasa en tropas regladas, sea de ingleses o hannoverianos, de mil setecientos hombres,198 los cuales, unidos a quinientos o
seiscientos marineros que se encontraban en los buques que echaron a pique y han sido reclutados para defender el fuerte, hacen un total de dos mil trescientos hombres de los cuales
no pueden contar para el trabajo mas que con mil setecientos. Con este número todo lo más que se puede temer es alguna salida y algún trabajo de defensa en las obras exteriores no
correspondientes a la parte de las minas, teniendo en cuenta el temor bien fundado que tiene el gobernador a la deserción.
Este es el auténtico estado de sus fuerzas, que como se ve resulta escaso para la defensa del fuerte. Los ingleses tienen, además, falta de vino y carne o al menos disponen poco de
estos dos artículos, que son muy sensibles en la dieta de esta nación, pero a pesar de ello no se rendirán porque tienen suficientes víveres para subsistir.
Pregunta: ¿Son auténticos los planos encontrados o no?
Respuesta: Hemos comprobado los planos que hemos encontrado aquí y son de primera mano, los hemos encontrado en las casas de los ingenieros principales que los habían
hecho para el gobernador y el Rey de la Gran Bretaña y todos los proyectos que hemos hecho en consecuencia para el ataque, así como todos nuestros cálculos a este efecto son ajus-
tados y muy precisos.
Pregunta: ¿Qué baterías y puestos tenemos establecidas y con que objeto?
Respuesta: El ingeniero en jefe, el comandante de la Artillería y yo, hemos proyectado el emplazamiento de todas nuestras baterías como las verá S.M. en el plano que me pro-
pongo enviarle inmediatamente, en el que se detalla la función de cada una de ellas, pero aun nos falta proyectar algunas por no tener en el campo más que cuatro cañones de veinti-
cuatro que me traje de Cádiz y otros cuatro que he cogido de las gabarras o chalupas cañoneras que han venido con nosotros y me guardaré bien de colocar un cañón en batería frente
al puerto (que es en este momento lo más urgente) antes de situarlo al mismo tiempo en el conjunto de planes para el ataque, a fin de evitar exponerme a ver reunido el fuego concen-
trado de varias baterías enemigas sobre ellas al descubrirlas antes de que esté instalada toda la paralela, error inmenso que he visto cometer a menudo en los sitios y cuya consecuen-
cia ha sido siempre la derrota.
Sólo las construiré, pues, cuando pueda responder con un fuego combinado de todas partes al del enemigo. Creedme, este es el único medio de ganar tiempo y evitar pérdidas
humanas.
Tengo el honor de ser con tanto de adhesión como de respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

198
Estos eran los regimientos británicos de Infantería de Línea 51 y 61 y los hannoverianos Prinz Ernst y Goldacker, a razón de un batallón por regimiento.
DUQUE DE CRILLON

B.B. duque de Crillon

Postdata: La máquina de la que he hablado ha sido también inventada por el señor Eyries y conducida por el señor de Varages su segundo, que es tan inteligente como el mismo.
Todos los oficiales de la Marina del Rey, que han sido empleados en la captura de los buques levados bajo el fuego del cañón de la plaza, la aprueban y están de acuerdo con el pro-
yecto..

26. A Bernardo del Campo. Escrita desde Mahón a 2 de Septiembre de 1781.199

Amigo y señor mío:

Respondo a su carta de V.S. del 11 del corriente por la cual me avisa V.S. de parte de nuestro conde, de la venida a esta isla del Conde de Crillon,* mi hijo200, que viene adelan-
tado con un comisario de Guerra para anticipar las providencias relativas a víveres y demás auxilios para las tropas francesas que deben juntarse con nosotros. Ya he prevenido en
consecuencia de esta carta de V.S. a nuestro intendente y espero que todo marchará bien.
Por lo que me dice V.S. de la buena armonía en las dos naciones, todo el Ejército está muy contento de la venida de los franceses y aunque yo estoy bastante enfadado contra
muchos de los que los gobiernan, no puedo dejar querer esta nación pues es la mía, y aunque no sería en el día sino solo bueno español como lo soy de corazón, estoy tan per-
suadido que de la íntima unión de las dos coronas depende la gloria para todos, que pensaría ser un traidor a la España si pensaba de otro modo y no animaba las dos naciones
a esta unión.
Amigo, he visto en una Gaceta de las que me ha enviado el conde desde Madrid (en que me hará V.S. el favor de continuar cada correo) que habíamos hecho ya nuestras baterías
y verdaderamente esto me ha sido muy sensible, pues (quien sabe) si no podrían algunos decir y creer que he mentido al Ministro, diciéndole cosas que no son y no podían ser, con
que suplico que vayan las noticias de la Gaceta a nuestro artículo tal que van los boletines hechos por mi ayudante de campo, pues los vuelvo a ver antes que marchan y puede V.S.
ser cierto que dirán siempre la verdad así que le sigo asegurando a V.S. que soy y seré siempre su fiel amigo y más seguro servidor201.

B.B. duque de Crillon

199
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en castellano, de puño y letra. Hemos dejado tal cual la sintaxis pero corregido la ortografía.
200
El conde de Crillon era en aquel momento coronel del regimiento de Bretaña.
201
Crillon cuidaba mucho esta amistad, porque parece ser que Bernardo del Campo fue quien le introdujo en la Corte.
27. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 27 de septiembre de 1781202

Nada en el mundo, señor conde, me complacería en este momento como la aprobación de lo que en esta carta se pide, la cual os suplico pongáis a los pies del Rey, como la cosa
más necesaria para llevar a cabo nuestra empresa.
Don Carlos Lemaur, piensa enteramente como yo en este sentido: necesitamos sin falta nuestra excelente Artillería [de sitio] para esta operación, sin la que no podemos ponernos
en situación de atacar las contraminas.203
Pero estoy bien seguro que si estáis pendiente de que la carta que el ministro de la guerra debe escribirme no sufra ningún cambio y que sea copiada en el despacho con una or-
den precisa y palabra por palabra, conseguiremos una cosa necesaria, en el momento presente en el que no podemos perder un instante.[Hasta aquí la letra de Lemaur].
No he querido insistir acerca del cuadro que os describí en una de mis precedentes, al respecto de los meses que el retraso en Cádiz y el tiempo que los vientos contrarios nos ha
hecho perder (en el caso de que echarais una ojeada a dicha carta) a fin de respetar los motivos que han impedido al Amo decidirse antes.
Y sobre los recursos que vos me habéis reprochado haber pedido antes de llegar a esta isla, donde después de cinco semanas nos encontramos sin tener una pieza de artillería de
sobra, os diré que el gasto hubiera sido menor si se me los hubiera enviado nada más llegar.
Sobre el resto, repararemos el tiempo perdido, pero reflexionad sobre lo que os dije sobre la creación de una unidad de minadores, que costará poco al Rey, porque (como lo he
dicho ya al comienzo de esta carta) si S.M. lo quiere será natural reformar la compañía en la paz.
Reflexionad un poco más sobre lo que os digo, mi muy respetable ( y si me permitís la palabra) mi muy querido conde.
Brindo a vuestra salud, que nos importa a todos —y a mi más que a nadie— como vuestro más inviolable y verdadero amigo y servidor que soy.

B.B. duque de Crillon

Postdata: no he tenido noticias del gobernador, mi vecino, como vos le llamáis y ello me da mala espina sobre mi primera negociación entablada, pero me reservo, sin embargo, enta-
blar una nueva si puedo llevarla a cabo antes de hacer partir a mi hombre para ir al paraíso terrestre de Florencia a intentar a ver si su Madame Eva204 le hace morder la manzana.
Debo pediros perdón de escribiros con dos tipos de letra diferentes en esta carta pero Lemaur, que se encuentra en mi casa y como me faltara fuerza para escribir en propia mano,
me ha ofrecido la suya hasta el momento en que he creído conveniente debía seguir yo.

28. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Ciudadela a 10 de Octubre de 1781205

Señor conde:

202
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, El primer párrafo con letra de Carlos Lemaur; el resto de puño y letra del duque.
203
Aquí quiere decir, que sin la artillería pesada de sitio era imposible realizar los aproches a pie de glacis para iniciar el trabajo de zapa con el que neutralizar las contraminas enemigas. Dicha
artillería de sitio, formada pro cañones de veinticuatro pulgadas, se caracterizaba por su largo alcance y potencia de fuego.
204
Sa Madame Eve veut mordre à la pome
205
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
DUQUE DE CRILLON

Voy a escribiros una larga carta, que podéis leer al Rey, en relación con nuestra cadena que es verdaderamente una maravilla de trabajo. Os envío también un largo y abultado
boletín que es parecido al que envié al señor de Muzquiz, menos en los dos artículos que he puesto reservado206 y que están sólo en el vuestro, de forma que el suyo no llega más que
hasta el 6 de octubre.
Esta carta no dice todo lo que tiene que decir, porque Don Pablo Sangro,* que os la presentará, está instruido de todos los detalles que ella pudiera contener y os informará sobre
la especie de partido que hay en este ejército el cual es tan pequeño, tan pequeño, que apenas me preocupa, sin embargo, puesto que la ocasión se presenta entre vos y yo para hablar
de ello, no es cuestión de desperdiciarla.207
Don Pedro Gorostiza, que está a la cabeza del mismo, ha recibido una carta de aviso, por la cual el Ministro de la Guerra le previene que S.M. le ha nombrado coronel del regi-
miento del Príncipe, que está en la Habana y le ha dado la elección de aceptar este empleo para irse inmediatamente o quedarse aquí en calidad de teniente coronel del regimiento del
Marqués de Peñafiel otro contra mi, aunque se deshaga en manifestaciones de amistad y de cumplimiento.208
Después de remitirle la carta del ministro [a Gorostiza], éste me ha devuelto su respuesta en la que le dice que acepta el regimiento, pero me ruega, que para que la gracia sea
completa, le pida al Rey que le permita acabar esta campaña, dada la utilidad que puede dar como ayudante de campo mío.
Yo creía que estando como está empleado como teniente de Rey en Mahón, nombramiento que efectué aun sabiéndole cabalista contra mi, porque tiene espíritu y sentido común
y acostumbrado como estoy a medirme con mis enemigos más que a temerlos, esperaba, digo, de una parte, que a fuerza de cambiar mal por bien le hiciera rectificar una conducta
que, por ambición, le ha llevados a tomar un partido contra mi. y, de otra, ponerlo en evidencia ante todo el Ejército para que nadie ignore su forma de pensar y de la que estoy ple-
namente informado, ya que había sido advertido antes de salir de Cádiz del complot a cuya cabeza se encontraba.209De esta forma estoy seguro de hacer ver a todo el mundo, que a
pesar de su ingratitud le había nombrado para darle a entender que no le guardaba rencor.
Ha aquí los hechos: este partido debe ser destruido para bien del servicio de Rey, como para el de vuestro amigo (hablo de mi) a quien estas gentes pudieran perjudicar. Pienso,
por tanto, y os ruego, que aprovechéis esta ocasión (sin agraviarles, pues no quiero hacerles ver que los considero mis enemigos particulares) para rehusar su petición que va contra
los principios del Rey, que quiere que un jefe de cuerpo no se ausente nunca de su unidad.
Hay que tener en cuenta también que como este hombre es muy hábil, podría formar una cábala [contra mi] en Madrid, más peligrosa aun que la que ha querido formar en el
Ejército. Por eso pienso que sería conveniente que la respuesta del Rey podía ser algo así como lo siguiente: “habiendo preferido ser coronel del regimiento del Príncipe que está
igualmente sirviendo contra el enemigo en la Habana, la intención de S.M. es que parta inmediatamente para Cádiz vía Barcelona o Cartagena según el barco que encuentre antes
pero sin pasar por Madrid,” y ello para que lo tome como un aviso de que su conducta ha sido desaprobada, o para no darle tiempo de preparar (o al menos que tratar de preparar)
en Madrid el terreno para futuras aspiraciones de su jefe, el más astuto y peligroso granuja del Universo.210
Tengo el honor de reiteraros que Don Pablo Sangro —de quien, o mucho me equivoco o es un joven muy honorable— está al tanto de todo y me ha parecido el más propio
para instruiros y para conducirse en la corte como vos le prescribiréis y creo que no podía haber elegido como amigo y embajador (después de vos) a nadie mejor; a persona más
capaz, que os explicará en detalle todos los puntos que queráis saber, tanto sobre los ataques proyectados durante el sitio como sobre la manera de emplear la cadena y sobre la fuerza
que debe necesitar oponer a los navíos.
El reparo que tengo de entreteneros en vuestro importante tiempo y el necesario viaje que debo hacer de ida y vuelta a Fornells, me hacen terminar de momento, asegurándoos,
una vez más, mi adhesión y reconocimiento que no acabará sino con mi vida.
206
En castellano en el original
207
Pablo Sangro, Príncipe de Castelfranco, uno de los hombres de confianza de Crillon. Por las fechas iba a hablar de algo más que de la cábala. Sospechamos que tenía que ver con el soborno
de Murray.
208
Aunque aquí le cita en segundo orden, era el principal instigador. Gorostiza solo fue la cabeza de turco.
209
Aquí tenemos una mezcla de paranoia por sentirse blanco de xenofilia, precaución ante Peñafiel y un tanto de puerilidad, pensando que con “devolver bien por mal” se arreglan las cosas.
En el fondo late la gran influencia negativa que ejercida sobre Crillon la intriga de un Grande y del Partido Español.
210
Creemos que aquí se refiere a Aranda.
B.B. de Crillon

Postdata: No puedo menos que reiteraros cuan digno es el señor Sangro y susceptible de todas las gracias del Rey, por su gran voluntad. Os aseguro que se le puede emplear muy
útilmente al servicio de S.M.
Sangro os hablará también del Intendente,211 el personaje más loco e insolente conmigo y con todo el Ejército, de quien se hace detestar. Es tonto e inepto y esto no es precisa-
mente bueno para el servicio del Rey. Todo el mundo conoce los motivos que tengo para quejarme de este ingrato caballero de nuestra Orden212 y si es reemplazado al mismo tiempo
que Gorostiza parta, mi autoridad quedaría mucho menos menoscabada.
Respecto a los cañones, los que hasta hoy me ha proporcionado la Marina y que son útiles para las baterías de costa, cada pieza necesita dieciséis mulas para ser arrastrada. Por lo
tanto para que el transporte de toda la artillería desde Fornells se realice ininterrumpidamente hasta su emplazamiento definitivo, se necesitarán como mínimo cien mulas. Espero
conseguirlas sin salir de esta isla, a pesar de lo que se me había dicho. Este es uno de los motivos que me ha decidido hacer el viaje a Ciudadela.
Por otra parte, estoy recibiendo suficientes novedades gratas como para no terminar esta carta sin haceros compartir mi buen humor. Son las cinco de la mañana y entra en este
momento en mi cámara Gravina*213 (retenido aquí largo tiempo por los vientos contrarios) para advertirme que podrá partir en breve para ir a Cartagena y desde allí escoltar el con-
voy que estoy esperando y añade que el mismo viento podrá permitir la llegada de los recursos que también espero de Mallorca , que como consecuencia del mal tiempo han perma-
necido allí largo tiempo.
Por su parte [el marqués de] Avilés,* el comandante de aquí, ha recibido aviso de que el mar está repleto de buques de transporte que me traen artillería y tropas. Estad pues
tranquilo y asegurad a Su Majestad que desde el instante de que todas nuestras flautas estén templadas, empezará el concierto y no dejaremos de mostrar ejemplos de nuestra impa-
ciencia por probar el celo a servirle y nuestro amor a la gloria.
Os adjunto aquí el boletín (del cual entre paréntesis hay dos artículos reservados que no deben ir a la Gaceta). Veréis que mi escasez en cañones y la imposibilidad de tener ya
construidas todas las baterías, me ha impedido dar una lección a los enemigos que trabajaban para demoler Felipet. 214
Estuve, en efecto, tentado de usar dos piezas de artillería con las que hubiera podido alcanzarles, pero cuando acudí personalmente a sus emplazamientos para ordenar que dispa-
raran, caí en la cuenta que por el rebufo de los cañones podían ser localizadas desde San Felipe y destruidas, sin que yo pudiera hacer nada para batir la plaza, por no disponer aún de
las baterías a tal efecto. Además, si hubiera usado las que ya están en servicio, hubiera perdido la ventaja que tengo en su construcción en tanto que aun no nos han molestado en
absoluto y nos han dejado trabajar tranquilamente.215
Por todo ello, les dejé trabajar sin molestarles y pensaba ir a desalojarlos por la noche, pero acabaron antes de lo esperado y nada pude hacer, porque en caso de haber enviado
mis tropas a rechazarlos de día éstas hubieran tenido que atravesar una zona desenfilada de cincuenta pasos antes de alcanzar el fortín, que estaba a tiro de fusil y de cañón de la plaza,
por lo que el fuego de mosquetería y las bombas de metralla hubieran hecho estragos entre los nuestros.

211
Pedro de Montenegro
212
A Pedro de Montenegro se le temía y para adularlo se le dio la Cruz de Caballero de la Orden de Carlos III ( a la que también pertenecía Floridablanca y Crillon) nada más desembarcar las
tropas en Mahón, en la primera promoción restringida, donde se hizo también Alcalde de Casa y Corte al auditor San Martín y brigadier a Carlos Lemaur.
213
Federico Gravina, el futuro héroe de Trafalgar. En Mahón mandaba el jabeque Lebrel, como teniente de navío
214
Se refiere a la salida que hicieron los ingleses contra Felipet el. 28 de septiembre, por la cual destruyeron los trabajos. Estas acciones formaban parte del ritual táctico de los asedios: estor-
bar en todo lo posible con salidas de este tipo los trabajos de construcción del enemigo, para retrasar la finalización de las baterías y dar tiempo a ser auxiliados por tropas propias.
215
También resultaba necesario que estos trabajos se hicieran a cubierto de las vistas del enemigo para evitar que sus fuegos fueran certeros y desmontaran a cañonazos las obras. Una de las
cosas que más denunciaba el emplazamiento de una batería tras algún espaldón, era el rebufo de los disparos. Esa era la razón de que antes de construidas completamente las baterías de sitio, el
atacante se guardaba muy bien de utilizar la artillería contra el fuerte para no denunciarse, puesto que al no haber completado el plan de fuegos cruzados, no podía replicar convenientemente a
los de la fortaleza y estaba en desventaja.
DUQUE DE CRILLON

Por ello les permití regresar al fuerte, pero a partir de ahora he colocado un cabo y cuatro soldados permanentemente de patrulla, para que avisen a los puestos avanzados si al-
guien sale o entra en la plaza para evitar estas sorpresas.216
Esta salida ha tenido de positivo para nosotros que nos he permitido descubrir un punto esencial donde colocar dos baterías contra el fuerte. Pienso que esta creencia fue el moti-
vo que llevó al gobernador a ordenar la salida: para evitar que colocáramos una batería al abrigo del fortín. Pero el señor Murray debía haberme hecho el honor de creer que no soy
tan ignorante e imprudente como para colocar al alcance del fusil y del cañón del fuerte una batería que ellos hubieran destruido con toda su artillería antes de que hubiera podido
acabar su construcción. Sin embargo ahora que Felipet está destruido y los enemigos han dejado en el lugar grandes piedras como resultado de su demolición, éstas me servirán de
parapeto para su construcción efectiva.
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. Duque de Crillon

29. A Bernardo del Campo, escrita en Ciudadela a 10 de octubre de 1781.217

Mi amigo y dueño: no puedo más demostrar a V.S. cuanto aprecio su recomendación en favor de P[ablo]. Sangro, sino enviándole por una comisión, la más delicada, para ins-
truir al amo de todos los detalles del plan de ataque de la plaza y del modo de barrar [sic por cerrar] el puerto.
Debo decir también, que con el gran mérito de mis ojos, que tiene Sangro de ser amigo de Vmd. tiene mil prendas recomendables, siendo hombre de bien y capaz en el oficio
militar, y lleno de voluntad para instruirse y dar pruebas de su valor personal y amor para el Real Servicio, todo lo que me ha determinado a escogerle de preferencia a todos, desean-
do que me lo devuelven ustedes cuanto antes, pues le quiero mucho y más siendo el amigo de mi amigo a quien doy mil abrazos de corazón.

B.B. Duque de Crillon

30. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 16 de Octubre de 1781.218

Señor conde:

Tengo el honor de enviaros la carta original que acabo de recibir del gobernador de Mahón y la copia de la que le he respondido. Por ambas V.E. juzgará que no hay que esperar
nada de él en punto a negociación.219

216
Diga lo que diga el duque y ponga las excusas que ponga, una salida con éxito de los sitiados siempre suponía un fracaso (al menos parcial) de la táctica del sitiador. Floridablanca le echó
un buen rapapolvo por esta incursión.
217
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en castellano, de puño y letra. Hemos dejado tal cual la sintaxis pero corregido la ortografía.
218
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
219
La carta de Murray reproducida en la introducción, pag.
También adjunto la que me había escrito él la víspera en términos lisonjeros para venir de un enemigo y que estoy bien seguro que la confianza que vuestra amistad me ofrece me
permitirá someterla a vuestra consideración como a la del Rey, si os parece,220 haciendo ver a Su Majestad que ésta me fue escrita cuatro días después del accidente del día 11.221
No puedo expresaros, señor conde, la sensibilidad de mi alma a la opinión que tiene de mi este gobernador y os aseguro que todo mi ser y mil vidas si las tuviera y pudiera ofre-
cerlas, están al servicio del Rey.
No puede haber mayor sacrificio para mi que el de haber ofendido a un hombre honesto, sin poder darle razón, al menos por una justificación que pueda excusar el insulto que he
hecho a su honor, hasta que la paz me permita lavarlo con la espada.222
Os he ofrecido el sacrificio de esperar vuestro permiso a este objeto y os ruego me lo concedáis como una gracia que (me parece) que, si bien no suele dar el Rey para evitar la
sangre de sus súbditos y siguiendo las reglas de prudencia política, que los soberanos aconsejan a sus ministros, aunque éstas no coincidan con las de la antigua caballería a las se
remite el señor Murray como lo hago yo.223
Entablé la negociación con él por la vía del señor Don, su pariente y secretario, de quien se sabía aquí que por él pasan todos los negocios del señor Murray.
Como no había podido valerme directamente de ninguno de los dos [es decir: de Don y Murray], lo hice a través de un tal de la Riviere, secretario a su vez del señor Don y tam-
bién del propio Murray y del que todo el mundo me ha asegurado que, junto al gobernador y su pariente, son tres cabezas en un mismo sombrero.224

220
Crillon envió copia de esta carta la cual decía:

Fuerte de San Felipe a 15 de octubre de 1781.


Señor:
Me ha congratulado vuestra carta y más aun el honor que vuestro amable hijo, el señor conde, me ha hecho; si debo tener el gusto de recibir de nuevo otra visita de su parte, él no tendrá un camino
tan desagradable. Los pasajes subterráneos para entrar en el castillo son muy singulares y creo que no le desagradará verlos.
Me he dado cuenta de que tiene un ojo penetrante estoy seguro que es el vivo retrato de su padre, y consecuentemente debe ser un buen militar, no obstante tendrá el camino abierto y así verá que
nos hemos descuidado en fortificarnos en caso de ser atacados.
Si debemos rendir la plaza por hambre, la paciencia del Rey de España se verá bien recompensada porque habrá sido a expensas de nuestro soberano pero estoy seguro que esta manera languide-
ciente de hacer la guerra, va poco a vuestro genio ni tampoco al mío. Vuestros abuelos también se hubieran impacientado como vos y yo lo estamos.
Os recordaré como la más feliz circunstancia de mi vida es tener el honor de acabar mis largos servicios defendiendo esta plaza atacada por un comandante tan ilustre como es el duque de Crillon
y la idea de que un bloqueo cuya persistencia depende de mi honor dure más que las finanzas de las naciones beligerantes que les impida así sostener la guerra me causa una mortificación indecible,
pues en el caso que eso ocurra no habrá honor que requerir ni por un lado ni por el otro.
SeñorDon, mi pariente, valora la buena opinión que vos tenéis de él. está feliz de tener la ocasión de cultivar el trato que ha iniciado con el conde de Crillon.
Por eso me complace enviarle para ejecutar las órdenes que podáis tener para él.
Os aseguro que me produce sonrojo la ignorancia de los que han enviado cartas lacradas. Os ruego hacerlas abrir y leer y si por si hay algo impropio de ser divulgado. Hecho esto SeñorDon podrá
entonces darles curso, si tenéis la bondad de darle esa satisfacción.
Tengo el honor de ser con la más perfectas consideración, señor, de V.E. el más humilde y obediente servidor.

Ja: Murray.
221
Se refiere aquí el duque a la salida que los ingleses efectuaron sobre la Mola el 11 de octubre de 1781 y en la que destruyeron las baterías e hicieron prisioneros a ochenta y un soldados y
nueve oficiales.
222
Como ya hemos visto, Murray le había escrito rechazando la propuesta de negociación y retándole a un duelo para después de la guerra para lavar la ofensa recibida, al nobiliario modo.
223
El duque está pidiendo permiso para aceptar el desafío, toda vez que las leyes españolas, prohibían específicamente los duelos entre militares. Vid. “Prohibición de duelos y desafíos y
penas de los que los hagan, admitan o intervengan en ellos. Novísima Recopilación, XII,19,2
224
Trois testes dans un bonet.
DUQUE DE CRILLON

Primero me abrí al señor de la Riviere, sin referirle más que generalidades, que me prometió transmitir al señor Murray. Transcurrió bastante tiempo sin que tuviera noticias
suyas, hasta que el general inglés me envió al señor Don (escribiéndome que era su pariente y ayudante general) para tratar el canje de prisioneros, trayéndome a dos de nuestros
oficiales y al cadete225.
Con ocasión de esta entrevista y con toda intención, pregunté al señor Don: "¿quien es el señor de la Riviere?" y el me contestó simplemente "es mi secretario ordinario y algunas
veces el de mi general" Pasé entonces a otro tema y viendo que él no me preguntaba el porqué yo había inquirido por el señor de la Riviere, volví al asunto tratando de averiguar si
éste [de la Riviere] había comunicado al señor Murray algunos puntos de los que yo le había hablado grosso modo. Después de una especie de silencio, durante el cual nuestros
ojos hablaron por si solos, el señor Don me respondió que no sabía nada, pero que si quería darle alguna comisión para el gobernador, él se ofrecía voluntario para transmitírsela.226
Creo (si no me engaño) que quería que yo hablara primero. Así que le hice todas mis proposiciones. Él las escuchó con la mayor atención y me dijo que se lo contaría a su gene-
ral sin dejar entrever si éste se avendría o no a razones.
Confieso que el aire natural con el cual me escuchaba y me habló al irse ayer, me dejó persuadido de que la negociación iba por buen camino. Me exigió que le diera garantías de
que yo estaba autorizado por mi Corte para hacerle todas las proposiciones que le pudieran convenir y ofrecerle el mejor tratamiento para salvar a un hombre como él de la cábala
siniestra que sabía que le perseguía en Inglaterra y asegurarle que podría pasar el resto de su vida agradable y tranquilamente, adhiriéndose, como yo, a un Amo tan bueno como
poderoso.227
Pero como lo que manifiestan las miradas en política no es lo que luego se escribe, mi iniciativa se hará pública si el gobernador decide divulgarla, mientras que vuestra
participación quedará a cubierto. Por ello me inclino a darle una respuesta a su desafío que deje públicamente a salvo mi honor sin, por otra parte, comprometer el del Amo.228
Así pues, señor conde, de todas las gracias que os he pedido hasta aquí, la que me importa más es el permiso del Rey para enviar al gobernador del fuerte de San Felipe la segun-
da respuesta que adjunto aquí, por tardía que pueda parecer.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, de V.E. el más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

Copia de mi respuesta hecha de inmediato [al recibir la negativa del gobernador].

"Vuestra carta devuelve a cada uno a su lugar. Ella me confirma en la estima que siempre he tenido por vos.
Acepto con placer vuestra última proposición229.
Soy, señor, de V.E. el más humilde y obediente servidor.

Postdata: Vuestro tambor ha sido injusto al molestarse con los soldados de mis puestos avanzados, yo castigaré a los que han intentado corromperle.
Envío los equipajes de los prisioneros españoles.

225
Se refiere a los prisioneros de la Mola
226
Obsérvese lo delicado de la entrevista donde los dos personajes se jugaban mucho.
227
Aquí se le ofrecía a Murray un cargo en el Ejército Español o Francés, a su elección.
228
Aquí queda clara la maniobra de Floridablanca que se decantó, canalizando la propuesta hacia Carlos III a través de Bernardo del Campo, Pini y Sangro.
229
Es decir: el desafío a un duelo.
Proyecto de mi segunda respuesta230

Señor:

He recibido vuestra carta del 16 de octubre con la máxima atención. Al final de la misma, hay una frase que parece una amenaza; vos no habréis creído, sin duda, que ésta me
haya intimidado ni un instante.
Hay sin embargo algo (os lo aseguro señor), que me atormenta: la idea insoportable de haber afligido y herido a un hombre de honor. Creed, señor, que no tengo necesidad de
buscar en la historia de mi casa, los ejemplos que vos me recordáis, para darme cuenta lo que corresponde hacer a un militar leal. Estos principios están escritos en mi corazón desde
el mismo momento de mi nacimiento y seguirán grabados en él hasta el día de mi muerte.
Os aseguro, señor, que en vuestro lugar yo habría hecho lo mismo que vos habéis hecho, pero también me inclino a creer que si vos hubieseis estado en el mío no habríais podido
evitar OBEDECER231 y os habríais conducido como yo.
Tenéis mi estima, señor, y pretendo tener la vuestra.
Si cuando nuestros soberanos nos devuelvan a nosotros mismos, vos queréis aun ser mi enemigo, me encontrarais digno de vos; si por el contrario preferís ser mi amigo, seré el
vuestro de por vida y hasta la muerte.
Tengo el honor de ser etc.etc.

31. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de octubre de 1781232

Señor conde:

La persecución inicua de los malos tiempos que retardan todas mis operaciones, me servirá en esta ocasión felizmente para poder remitiros esta carta. En efecto: enviaré un dra-
gón a Ciudadela para que alcance al correo ordinario, que supongo aun no se ha hecho a la vela y a su vez escribo también al conde del Asalto para que os despache un extraordinario
y así compensar el retraso de nuestras novedades y notificar a Su Majestad la llegada de cuatro mil franceses.
El boletín que os he enviado y en el que he juntado dos días, me ha parecido un diario poco interesante; con un tono estrictamente militar, en medio del cual imagino que habéis
encontrado el borrador de la carta que he enviado al embajador de Francia y que es idéntica al original.
Esta misma copia, bien traducida al español, me parece que podría insertarse en la Gaceta de Madrid mejor que el boletín y poniendo por título "carta del duque de Crillon a uno
de sus amigos en Madrid" omitiendo al embajador. Así la cábala formada contra mi no podrá decir que someto a la tropa a un exceso de fatigas.
Estoy obligado a deciros (en tanto que me habéis ordenado rendiros cuenta de parte de Su Majestad) que he dado del fondo para gastos secretos cuatro doblones de a ocho a
cada uno de los dos oficiales voluntarios franceses de Marina por sus servicios y ellos lo han reconocido como una prueba de la bondad del Rey. Era algo de lo que tenían verdadera
necesidad.233
230
Es decir: la que pensaba enviar Crillon a Murray si la Corte se la autorizaba (que no fue así, por lo que esta carta nunca se envió)
231
Subrayado y en minúsculas en el original. El énfasis es nuestro. Aquí vemos como Crillon después de todo el triunfalismo previo y de toda la maquinación que llevó a cabo sin ningún
escrúpulo, ahora, hipócritamente, no sólo queda como corrido, sino que esgrime la famosa coletilla de la obediencia debida.
232
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
233
Nunca insistiremos lo suficiente en los problemas de liquidez de cierto miembros de la nobleza que no habían heredado un saneado patrimonio.
DUQUE DE CRILLON

Estos sueldos que pagaré a cada uno de los oficiales que han venido con el señor Eyries, según su grado en Francia, resultará más cómodo tanto para ellos como para mi, que si
deben costearse el sustento a sus expensas (esto es todo lo que ellos piden y que vos habéis permitido que yo gradúe a mi elección).
Os aseguro que sirven bien al Rey por este dinero y que estos son oficiales de mérito234 y de una modestia que les hace dignos de ser aquí apreciados por todo el mundo y estar
del mejor acuerdo con la Marina.
He embarcado a Don Pedro Sintes fiscal de la isla de Menorca, llegado de Londres, a uno de nuestros buques de guerra que debe escoltar a los seis últimos de transporte que
envío a Barcelona para buscar el resto de las municiones que espero. A este prisionero le acompañarán algunos otros que es esencial hacer salir de la isla y tenerlos alejados, al menos
hasta que se conquiste el fuerte de San Felipe.
Tengo el honor de ser, señor conde, con tanta adhesión como respeto vuestro más humilde y obediente servidor.
B.B. duque de Crillon

32. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de octubre de 1781235

Señor Conde:

El boletín os instruirá de nuestra situación hasta hoy y veréis, que si nuestros trabajos no están tan avanzados como yo querría, no es por falta de cuidado por mi parte a este res-
pecto.
Por otra parte, se puede juzgar fácilmente cuan bien ha sido elegido el punto de emplazamiento de nuestras baterías por los esfuerzos que hacen los enemigos para destruirlas.
Espero tener tomadas todas las medidas para que éstos resulten inútiles y lo que deseo (y también todo el ejército) es que lo intenten más seriamente y avancen más, hacia las embos-
cadas que les he preparado.
A este efecto, pues, si el señor Murray llega a arriesgarse a una salida con la mitad o más de su guarnición (lo cual va contra todas las reglas [de la táctica], pero de lo que le creo
capaz) serían cogidos en la trampa y hechos prisioneros, lo que probablemente provocaría de inmediato la toma del fuerte. Soy optimista y espero este acontecimiento, pero soy
consciente que no debo contar con él y no cuento.236
Sin embargo debo prevenir bien esta posible salida que puede realizarse por cualquiera de las cuatro partes siguientes: La Mola, Felipet, el Arraval, por nuestra izquierda y por
nuestra derecha por la parte de la cala de San Esteban. Ello hace necesario que en cada uno de estos puestos multiplique las guardias, lo que supone una sobrecarga para la tropa, que
además debe atender a la construcción de las baterías. Además, de este servicio se exceptúan los enfermos y los destacamentos de Ciudadela y Fornells.
Quiere esto decir, que a pesar de todos los socorros que me habéis enviado, disponemos sólo de nueve mil hombres sobre las armas237, de modo que aumentando nuestros efecti-
vos hasta tener más de nueve mil hombres sobre las armas, tal como V.E. podrá ver por el estado actual de mis fuerzas —que enviaré posiblemente mañana— que no hace sino cinco
o seis días que nos ha llegado todo y que los vientos nos han tenido más de un mes sin poder recibir ningún recurso, ni en hombres ni en ningún tipo de municiones de guerra.

234
Oficial de mérito. Término acuñado en la España de entonces, para definir el oficial militar ideal, que según las tendencias de la época debía ser “a la vez especulativo y experimentado y
basar su promoción más en sus méritos efectivos que en la antigüedad”. Este es el modelo de oficial que se pretende fomentar desde las Ordenanzas de 1767, sobre todo en su título II.
235
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
236
Este comentario corresponde a esa vena pueril que, junto a otros defectos y algunas virtudes, el duque tenía.
237
Para una mentalidad actual, nueve mil hombres contra los escasos mil seiscientos del fuerte, puede parecer una desproporción excesiva y excesivas también las peticiones del duque, pero,
como ya hemos referido la táctica de los sitios de fortalezas por el sistema Vauban se basaba precisamente en al desproporción del sitiados sobre el sitiado para evitar la efusión de sangre y que
la toma de la fortaleza fuera solamente o mayormente cuestión de sudor.
La llegada de los franceses nos ha aliviado mucho, pero muchos han venido enfermos y el pie238de sus regimientos aun está incompleto, pues su comandante me ha dicho que de
los veintiún buques de transporte de tropas que salieron, echa aun en falta nueve. Por tanto, contantes son tres mil de momento y sumados a la tropa española ,hacen los doce mil
pedidos y que me eran de absoluta necesidad.
Tengo el honor de ser, señor conde, con tanta adhesión como respeto, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: Estoy obligado a deciros que he escrito por este correo ordinario al Ministro de la Guerra para pedirle la recompensa de un escudo de ventaja239 para los once soldados
catalanes que quedan de los doce que detuvieron la salida de los enemigos y los echaron con pérdidas por su parte. Estos contuvieron a más de doscientos hombres sin ceder en nin-
gún momento un palmo de terreno. Esta memorable acción hace honor a la nación española y es indispensable no dejarla sin recompensa.
El cabo segundo que me ha presentado un memorial para pedirme este reconocimiento de honor, utilizada en casos parecidos, ha sido ascendido inmediatamente a cabo primero
y os pido que solicitéis a Su Majestad estas gracias si es necesario, como una de las cosas que más me pueden llegar al corazón. Además puede servir para fomentar la emulación.
Tampoco debo olvidarme de hablaros de un teniente de Infantería francés que procede de un hijo natural de un hermano del gran Turenne*240 y que ha venido recomendado por
el duque de Bouillon, por el que es reconocido y por quien lleva el nombre De La Tour D´Auvergne.241 No he querido tomarle como ayudante de campo por no aumentar el número
de edecanes y además para no echarme encima a toda la nobleza francesa que me perseguiría.
Este oficial ha aprovechado una licencia de seis meses por asuntos propios para venir y lo único que quiere es aprender el oficio y demostrar que es digno de llevar su nombre.
Me ha caído bien en todos los aspectos y se le nota portador del carácter de la vieja caballería. Me ha pedido como una gracia que le coloque en el lugar de mayor peligro y le he
confiado a Carbonell, el oficial de voluntarios que está siempre a la cabeza de las empresas más arriesgadas y después de ocho días de su estancia aquí, ha pasado ya tres noches a
disparar a los centinelas enemigos en el camino cubierto.
Todo lo que pide es ver su nombre en la Gaceta, así que os ruego recomendar este artículo tal como va en el boletín. 242

33. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 28 de noviembre de 1781.243

Campo de Mahón bajo el fuerte de San Felipe.

Señor Conde:

238
Pie. Dotación reglamentaria en hombres de un Regimiento.
239
En castellano en el original. La ventaja era un aumento de la gratificación de recluta por méritos.
240
Henri de la Tour d´Auvergne, vizconde de Turenne, mariscal de Francia y gran estratega en la Guerra de los Treinta Años.
241
El teniente la Tour tuvo una actuación destacada después en el sitio de Gibraltar, en el que participó a bordo de una de las baterías flotantes, donde salvó la vida de milagro al incendiarse el
ingenio. Vid. Histoire du siege de Gibraltar, fait pendant l´ eté de 1782, sous les ordres du Capitaine General Duc de Crillon, chevalier de la Toison d´Or, Grand d´Espagne de la premiere
classe, Grand Croix de l´Ordre Royal de Charles III, Lieutenant General des Armées de France, chevalier de l´Ordre Royal et Militaire de St. Louis. Par un officier de l´Armée Française.
Cádiz, 1783, pag.
242
Vemos aquí la típica bastardía, tan corriente entre la nobleza. La promoción militar del bastardo era la forma de canalizar las contradicciónes de una sociedad nobiliaria, cerrada y restricti-
va, en la que premiaba la política de matrimonios de conveniencia.
243
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. No lleva fecha; ésta se deduce por el contexto.
DUQUE DE CRILLON

Tengo el honor de responder, con esta carta, a las dos últimas que V.E. me ha hecho el honor de escribirme; una de fecha 19 y la otra de 27 de noviembre.
V.E. me promete en la primera algunos corsarios, pero me apunta que deben estar bajo las órdenes de Moreno. Permítame decirle pues, que si se accede a esta pretensión se per-
derá gran parte de las ventajas que me propuse obtener con la petición y os ruego que me permitáis explicarme en detalle.
Primero: Con ello V.E. desanimará a los corsarios al quitarles la posibilidad de elegir la forma y manera de combatir al enemigo, que es muy peculiar un buque de este tipo en el
que, en tanto que es libre, la gloria y el provecho de una acción son todas para él. Sin embargo si están bajo las órdenes de la Marina, ésta tenderá a apropiárselas y se producirá el
conflicto. Por el contrario, si están a mi mando pienso (creo que con razón) que no recelarán de un militar de Tierra que ni entiende ni pretende la gloria de las operaciones marítimas;
que permitirá que la mayor parte del mérito recaiga sobre los propios corsarios y que no interferirá en sus acciones, salvo para informarles de la posición del enemigo y darles órdenes
de carácter general, dejándoles absolutamente a su albedrío elegir el modo de cumplirlas según las reglas de su oficio.
A este corsario, cuando me dijera que iba a cruzar244 delante del puerto a impedir la entrada de un enemigo, no necesitaría decirle de que puerto se trataba y cuando le dijera que
en caso de mal tiempo buscara los abrigos le daría la capacidad de elegir entre los que existen en la misma isla y no le obligaría a entrar en uno del que luego difícilmente pueda salir
ni el corsario me preguntaría a que isla me refería. Y es precisamente de estos mismos corsarios de los que he aprendido que, para guardar el puerto, es necesario mantenerse siempre
en el mar en vez de esperar al enemigo desde el abrigo y alcanzar la costa sólo en caso de peligro de tormenta.
Segundo: Dejar a los corsarios bajo el mando particular de la Marina Real, es autorizar el orgullo y la tiranía de este cuerpo sobre aquellos a quienes, por su origen, han tratado
siempre con desprecio, de lo que he sido más de una vez testigo; ¿Cómo se puede esperar que un comandante que no ha hecho nada ni nada tiene intención de hacer. ¿Cómo el mis-
mo que me ha dicho haber escrito al Rey diciéndole que no es posible impedir la entrada de buques enemigos en el puerto, tendrá valor para ordenar y permitir a los corsarios que
ejecuten lo que el juzga como imposible?
Por otra parte, la medida fomentará entre los dos cuerpos la rivalidad, fuente de conflictos, que siempre da al traste con las acciones de guerra más brillantes. No cabe duda que
los corsarios, encontrándose en un puerto o en la mar al momento de combatir al enemigo y marchando junto a un buque de guerra deben ponerse a sus órdenes, pero el corsario
(tanto si está pagado por el Rey como si está fletado a su servicio), por la propia naturaleza de su oficio, acostumbrado a decidir por su cuenta, debe ser libre para salir del puerto en el
momento que él elija para buscar y combatir al enemigo como mejor le plazca, sin que eso no sea óbice para que luego su Majestad se reserve recompensar o castigar su conducta
según el uso —o abuso— que haga de la libertad que el mismo Rey le ha concedido.
Este sistema ha sido el empleado desde tiempo inmemorial por los ingleses, que siempre han tenido muy en cuenta a su marina corsaria. Aunque se tiende al mismo objeto, esto
no ha sido posible adoptarlo ni en España ni en Francia. Los franceses han tenido desde siempre los mismos prejuicios que los españoles sobre que la Marina Real es intocable, y esa
es la causa del deplorable estado en que se encuentran sus corsarios, como se ha visto en la presente guerra. Puedo asegurar a V.E. que solo se conseguirán acciones brillantes y
heroicas con un cambio de sistema y la emulación.245
Esto es, pues, lo que os escribí acerca de la Marina anteriormente, en cartas que me parece no ha recibido V.E. aun, por lo que me dice en las últimas, en las cuales me añade que
la empresa está viciada de tanto dar vueltas a las cosas y que es necesario llevarla a buen fin contra viento y marea; y que en vez de tanto protestar ofrezca soluciones, porque V.E.
está excesivamente ocupado en demasiadas cosas importantes como para atender a mis quejas.
No puedo, sin embargo, abstenerme (para responder a un párrafo de vuestra carta) de decirle que es verdad que el sr. Moreno me ha ofrecido públicamente quemar los buques
enemigos situados en la cala de San Esteban; que yo lo he aceptado y ello es del dominio público. Pero lo que no ha hecho aun la más mínima tentativa de realizarlo, aunque, para
aprovechar una ocasión que se me presentó de hacerle cumplir su palabra, lo emplacé por medio de una carta en la que le ordenaba quemar una embarcación que se aprestaba a salir y
para estimularle le dije que por atención a él y para procurar a la Marina alguna acción brillante, había contenido los ímpetus de Carbonell y mis voluntarios, que estaban ansiosamen-
244
El crucero era la forma habitual de interceptación marítima de cualquier convoy de revituallamiento de una plaza sitiada, y consistía en mantener algunos buques de guerra veinticuatro
horas en la boca de los puertos, colocados adecuadamente para aprovechar el viento en caso de persecución y captura del enemigo. En el caso de Menorca, y aun de Gibraltar, los cruceros no
sirvieron de casi nada. Ambas plazas fueron reavitualladas varias veces por la experiencia y destreza de los corsarios mahoneses la primera y de los marinos británicos la segunda.
245
Aquí Crillon se muestra inteligente y juicioso respecto a este tema y sus argumentos resultan convincentes de forma objetiva. Contrasta con algunas puerilidades anteriores y resulta, pues,
paradójico. No descartamos que en cuestiones marítimas de las que no tenía porqué entender, pudiera aconsejarse por el capitán Eyries.
te dispuestos a realizar la empresa y que le apremiaba [a Moreno] a ejecutarla o en caso contrario permitir que otros la llevaran a cabo. Moreno me respondió con una carta de la
que os envío copia, en la que me decía que podía enviar a Carbonell y que ello no suponía que en absoluto que él por su cuenta no realizara alguna operación en aquella cala.
En consecuencia hicimos lo que pudimos para quemar el buque, pero hasta hoy no hemos podido ver ninguna acción paralela del sr. Moreno al respecto.
Moreno se jacta, además, de haberme propuesto una batería contra la entrada de la cala San Esteban. Ésta ha sido proyectada y ejecutada entre el comandante de la Artillería, el
jefe de Ingenieros246 y yo, y siempre la habíamos tenido en cuenta sin que ello sea un mérito de nuestra parte ni menoscabo para la proposición de Moreno, porque hasta un niño se
apercibido de su necesidad y él debería haber prevenido que todo el mundo iba a reírse de una propuesta tan obvia.
En justa correspondencia de los elogios que él ha hecho de mi persona, y a pesar de los reproches que le he hecho yo a él, le considero de buena fe, y es la viva imagen del valor
y la rectitud de carácter, cualidad que siempre me ha cautivado en los hombres: y por retornar a lo que el dice de mi, que cuando le reprocho la negligencia de la Marina es como
consecuencia de malos consejos, contestaré que creo firmemente (como ya le dije) que la Marina ni hace ni deja hacer, porque ha recibido órdenes superiores de su Ministro. Con
todo, no puedo menos también que creer, como hoy día lo creen los demás, que la Marina es un cuerpo que parece sacado de las filas jesuitas, por la cohesión interna que entre
ellos existe; por no mirar más que por su propio interés particular y sobre todo por su negativa a obedecer a cualquiera que no sea su jefe, al que cada uno se cree en el derecho
a representar despóticamente en cuanto se le concede el más pequeño mando.247
Sobre el resto, señor Conde, os aseguro que proclamaría vehementemente a todo el Universo que tengo la conciencia tranquila de haber cumplido con mi deber, tanto en la parte
militar como respecto al tono utilizado con todos para hacer cumplir el servicio del Rey, porque (aun reconociendo en mi todas las faltas corrientes en un general, más que en ningún
otro), he tenido la suerte de que hasta ahora nadie ha tenido nada que reprocharme desde mi llegada aquí, sino un exceso de amabilidad, que sin embargo no hay que confundir os
lo juro, con debilidad, aunque puede haber sido un error que no repetiré aunque algunas veces me salga porque corresponde a mi carácter.248
Después de estas reflexiones, sr. conde, persisto en la firme idea de que solamente con la Marina y su artillería no conseguiremos cerrar la entrada del puerto y que es absoluta-
mente necesario tender una cadena en la parte exterior de la boca. Conozco la dificultad para colocarla, pero ésta desaparecerá por poco que tenga algunos corsarios a mi disposición.
En consecuencia: ¿Cómo se puede dejar una empresa tan considerable y sobre la cual Europa tiene puestos los ojos, al azar de un cañón mal dirigido por su artillero o un buque mal
conducido por su capitán y todo por ahorrar algunos cabos de vela al Rey? ¿No es mejor reducir al enemigo a la imposibilidad física de entrar y salir de la cala de San Esteban?
Por todo ello le remito a V.E. la carta que recibí de nuestro cónsul en Marsella y mi respuesta, que seguramente encontraréis bastante viva, pero que creo justificada, después de
lo que me dice en la suya, de haber interrumpido una operación de esta importancia sólo por su falta de crédito.249
No os puedo ocultar en esta ocasión la honorabilidad de Señor Eyries, que al darme parte de la imposibilidad de conseguir fondos, me ha ofrecido sus bienes y fortuna personales
para obtener crédito. Y estoy seguro que si hubiera tenido dinero contante, lo hubiera también ofrecido con gusto. El señor de Varages, su compañero, que está aquí conmigo como
ya os dije, me ha escrito desde Fornells y me dice: "Señor , no soy rico, pero mi compromiso con V.E. y con la causa común me obliga a no vacilar en ofreceros todo el fruto de
mis viajes marítimos y que corresponde a toda mi fortuna, que asciende a ochenta mil reales de vellón en plata contante,250 en manos de un banquero de Marsella y si V.E. me
aceptara una letra de cambio, yo tendría el placer de extendersela si V.E. considera útil mi pequeña oferta.

246
Tortosa y Lemaur.
247
La Marina de Guerra Española en la segunda mitad del siglo XVIII sostenía una profunda rivalidad militar con el Ejército de Tierra y su ministro, el marqués de Castejón particularmente
con Floridablanca como ya se ha mencionado. La Marina, pues, era entonces un cuerpo de élite (los países medían su poder sobre todo por el de sus fuerzas navales), técnica e intelectualmente
superior (recordemos, por ejemplo, a Vargas Ponce, Jorge Juan o Federico Gravina, que intervino en Mahón al mando del jabeque Lebrel)) aunque muy mediatizado por la soberbia de algunos
oficiales y por la escasa calidad de la marinería, reclutada entre lo peor de cada casa por medio de levas forzosas.
248
La afabilidad y bonhomie de Crillon era proverbial y de ella se hicieron eco muchos contemporáneos, pero ésta a veces no debe ocultarnos cierta firmeza de carácter que le permitía impo-
nerse cuando las circunstancias lo requerían.
249
De la Rosa, que debía ser hechura del conde de Aranda, puso toda clase de impedimentos a las tareas que se le encomendaron.
250
Es decir, cuarenta mil reales de plata, moneda de Castilla. No nos extrañaría nada que estos viajes marítimos del señor de Varages tuvieran que ver con la trata de negros del Senegal.
DUQUE DE CRILLON

He recibido esta oferta en nombre del Rey y en el mío como fiador y le he dicho que aguarde, al mismo tiempo que ofrezco también el dinero de mi bolsillo para un objeto tan
importante, que lo es en verdad, aunque V.E. crea que la flota de Cádiz sea suficiente para impedir el socorro, que, como casi todo el mundo sabe, por si solos pueden frustrar la toma
de una plaza251.
V.E. no puede llegar a darse toda la cuenta, sr. conde, de la cantidad de posibilidades de resistencia que se permite al enemigo, cada vez que se le deja la menor puerta abierta
para la más ligera embarcación, que le aporta insensiblemente lo necesario para subsistir y recuperar el ánimo de defenderse, que es muy poco para mantener fresca a una guarnición
tan pequeña y que sin embargo a nosotros nos hace perder tiempo, hombres y ciertamente más dinero que el que nos costará esta cadena que pude decidir la toma de la plaza un mes
antes, lo que supondría, a lo menos, el ahorro de un millón de libras252 con el gasto de veinte mil.
Recuerde también, sr conde, que el mismo cálculo debe aplicarse al objeto del que voy a tratar en París, si ellos lo juzgan posible (que yo así lo creo por su aspecto, aun sin cono-
cerlo del todo) y con los que después lo voy a negociar con vuestras propuestas.
Resumiendo: primero: he enviado a Marsella la letra de cambio de veinte mil libras que el señor de Varages me ha remitido con un convoy francés, que se hace a la vela ahora
mismo. Con ella va también la carta para nuestro cónsul, otra para el señor Eyries y otra más para el señor Payen, al que había enviado a París, pero vientos contrarios lo han retenido
varios días en ese maldito puerto y del que parece no salir nunca. En esta última carta mando al señor Payen que se reúna con el cónsul y al señor Eyries y que pierda veinticuatro
horas para tratar sobre la cadena, empleando su actividad, su elocuencia y todo mi crédito en Marsella.
En su carta del 27, V.E. me habla de la destitución del intendente Montenegro, que le tengo que agradecer a Su Majestad, sin menoscabo de su celo ni su probidad. La elección
de su sucesor el Señor de Lerena* me produce gran satisfacción. Vuestra recomendación por él y el retrato que me habéis hecho, son un completo elogio para mi. Además le conocía
ya suficientemente para estar dispuesto a creer que nos entenderemos. Le espero con tanta impaciencia que he hecho de intermediario al enviar a Montenegro, con algunas cartas que
he recibido para él, la que el Secretario de Guerra me ha enviado a mi comunicándome su destitución. Ya solo falta que reciba la suya de Don Miguel de Muzquiz y obre en conse-
cuencia.

Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor Conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. el duque de Crillon

Postdata: Me remitiré a vuestros consejos que son siempre órdenes para mi, sobre todo en lo relativo a mis relaciones con la Marina (aunque no pueda enmendar mi opinión basada
en una creencia bien fundada) y estoy convencido de la sabiduría de vuestras máximas, en las que reconozco de vuestra parte una amistad, que me llega al fondo del alma y sobre la
que siento el mas tierno reconocimiento. Obedezco pues, sin menoscabo de la admiración y adhesión que os profeso desde largo tiempo.

B.B. de C.

34. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 1 de Diciembre de 1781.253

251
Crillon se refiere aquí a la escuadra de Córdova y Gichen, que había partido de Cádiz hacia el canal de la Mancha al mismo tiempo que la expedición a Menorca, para impedir el socorro de
la flota británica a Mahón y Gibraltar.
252
Un millón de libras tornesas, es decir cien mil escudos de oro o dos millones de reales de plata, moneda de Castilla.
253
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra. de su secretario.
Señor conde:

No os extrañéis de ver esta carta escrita por otra mano que no es la mía (aunque contenga especies que no deben salir de entre nosotros) pero he tomado el partido de hacerla
copiar de mi borrador y a la vista por un secretario, en la seguridad de su adhesión a mi persona que carece de toda duda después de treinta años a mi servicio y que está copiando en
mi despacho ante mi.
No me es posible haceros una bella estampa de mi situación, teniendo el disgusto de ver entrar cada día un buque enemigo diferente en el fuerte, sin que uno de los nuestros
aparezca jamás para interceptarlo. Y lo que me disgusta más aun, es ver que no se trata más que de pequeños convoys de víveres poco capaces de aprovisionar la guarnición si ésta no
lo hubiese hecho antes de nuestra invasión y sus recursos en hombres se reducen a algunos centenares de marineros que enrolan de los buques, dejándolos sólo con los absolutamente
necesarios para regresar.
Tienen también un refuerzo de cuarenta y cinco corsos o griegos enrolados en Liorna,254 así y todo esto no afecta a lo principal y prueba por el contrario que Su Majestad, no
habiendo enviado aquí un ejército para dar simplemente un paseo, no le ha quedado otro remedio que realizar un sitio para hacerse dueño del fuerte de San Felipe, porque el bloqueo
parecía imposible de ejecutar con la especie de Marina Real que aquí tenemos y la manera como ella se comporta desde el día de nuestra llegada.
Y al ida os diré que ya después de la salida de Cádiz, por mil sospechas que me he formado durante un mes de travesía (y que desechaba al mismo tiempo por parecerme de mala
conciencia y por mi ignorancia de la Marina) pero que se reafirmaron a medida que pasaba tiempo, que estoy convencido que nuestro viaje de un mes e incluso nuestro desembarco,
no habiendo podido hacerse conjunto, pudiera haber acabado mal, si no hubiera tomado la disposición de un desembarco en dos partes opuestas, y la rapidez de mi marcha sobre el
enemigo, no hubiesen confundido al general Murray hasta el punto de aturdirle y hacerse encerrar en el fuerte.
Sí, señor conde, yo ya os lo he dado a entender (y me descargo) solamente entre vos y yo; si los intereses del Rey no están vendidos a los ingleses (como lo cree toda Europa
por las maniobras de nuestra Marina, desde el mismo momento de la declaración de la guerra) al menos el escaso celo produce los mismos efectos, al querer hacer fracasar
cualquier proyecto combinado cuyo éxito horroriza a la infame y negra ambición de los monstruos políticos, que lejos de ver que la gloria del Rey, el honor de nuestras armas y
el de la nación están por encima de sus estrechas miras y del interés particular, que tienen o presumen tener, de perturbar el éxito, para disminuir, o al menos no aumentar la
confianza del Rey en los que son sus fautores o responsables.
He aquí, señor conde, vuestra posición en la Corte y la mía en la guerra. Los Amos como los nuestros no deberían consentir tales monstruosidades, pero las historias antiguas o
modernas están llenas de estos ejemplos, que se han dado en todos los tiempos y que se darán mientras haya hombres malvados, porque, desgraciadamente, ello concierne a la condi-
ción humana.
En todo caso, si nosotros podemos devolver bien por mal (si me lo permitís os hago partícipe), poniendo nuestra confianza en Dios (único dispensador de los acontecimientos) y
nuestras únicas luces para servir bien al Rey, siguiendo nuestra caza con botas de cuero por entre las zarzas y las espinas sin ser heridos y sin ocuparnos de estas pequeñas ingratitu-
des, salvo para aplicar un emplasto, yo os garantizo aquí la parte que me toca si vos avaláis la mía en la Corte.
Como ya os he dicho ( y os repito ahora), los refuerzos que los enemigos reciben y pueden recibir no nos impedirán tomar el fuerte de San Felipe, no hay duda de que si reciben
un refuerzo de mil cuatrocientos o mil quinientos hombres (como lo anuncia la Gaceta de Londres) ello me producirá algún embarazo y fatiga si vos no me aumentáis los medios en
proporción, así que no dudo (como lo que he pensado siempre desde el primer momento), que lo esencial es impedir la introducción de recursos cerrando el puerto. A este efecto es
necesario reunir tres medios; helos aquí por orden: Primero: Fuerzas marítimas superiores que crucen sin descanso la entrada del puerto, lo cual es inútil pensarlo hasta que haya
formado una Marina de corsarios embarcados en fragatas u otros buques en estado de sostenerse en el mar en todo tiempo y armados de veintidós, veinticuatro y hasta treinta cañones
de doce pulgadas y enteramente a mis órdenes. Segundo: todas mis baterías en disposición de tiro y tercero la cadena exterior.

1er punto:

254
Los corsos eran algunos partidarios de Pascuale Paoli, el rebelde que luchaba en Córcega a favor de los ingleses. Un hermano suyo, era capitán corsario en Mahón y estaba casado con Ana
Chiesa, la hija del pintor.
DUQUE DE CRILLON

He escrito sobre este asunto a Barcelona donde me han dicho que hay dos o tres de esta especie y con excelentes capitanes. En este sentido me he puesto en contacto con el conde
del Asalto. También he escrito al comandante general de Mallorca, donde se me ha dicho que también hay uno; en fin cuento además con uno mahonés de esta especie que está en
Niza a donde he enviado a buscarlo y otro en Marsella de donde espero hacerle venir armado y seguramente conducido bajo mi nombre, sin que Francia pueda verlo mal, siendo los
corsarios libres de hacer lo que les plazca con tal que sea contra los enemigos.
Este artículo supone un aumento en los gastos, pero bien lejos de superar el que se ha hecho hasta aquí de más de ochenta buques fletados en Cádiz a un precio exorbitante por
tonelada, el término de su contrato ha expirado y no necesitamos más de doce en el momento presente, a los que he reducido a un flete ordinario y en compensación de los cinco o
seis corsarios grandes que trato de procurarme, estando totalmente armados y tripulados por buenos marineros y soldados. Cada uno no supondrá más que un precio mayor que el que
Su Majestad paga por cada buque de transporte, de manera que un buque armado de veintidós a veinticuatro cañones de doce pulgadas y una dotación a proporción, no costará nada
al Rey y por el precio por que S.M. paga un buque de transporte de trescientas toneladas, yo tendré seis corsarios y el Rey se ahorrará una cantidad de dinero importante cada mes.255
El segundo punto es la Artillería. la construcción de mis baterías avanza y creo poder tenerlas en situación de tiro lo más pronto posible. Puedo asegurar que en esta diligencia he
encontrado un medio de economía para el Rey, colmando de alegría al soldado, que gana tiempo en un trabajo que hace voluntariamente y cantando.256
El tercer punto es el más esencial de todos, y los dos primeros son necesarios para apoyarlo. Se trata de cerrar el puerto desde fuera y eliminar toda posibilidad para que los ase-
diados reciban cualquier tipo de recursos; de desesperarlos viéndose aislados del resto del Universo y reducidos a sus propias fuerzas. Este artículo pide un gran debate y puedo deci-
ros al respecto que no solo la Marina Real no nos ha servido en nada y para nada aquí por si sola, sino que por el contrario es ella únicamente la que me ha impedido cualquier
acción por sus perniciosos consejos dados bajo la máscara de la buena voluntad, por las memorias capciosas y, en fin, por las maniobras sordas ante los obreros 1º apoderándose
de la construcción de la obra que les he ofrecido por complacerles, no dejando a los autores de la cadena dirigir su construcción,257 en tanto que querían colocarla fuera del puerto
para asegurarse de que tuviera el efecto completo que querían darle, es decir, para cerrar herméticamente y de manera segura la entrada del mismo. 2º maquinando y haciendo perder
a los obreros dos meses para construirla, 3º habiendo escamoteado más de la mitad de la longitud necesaria para cerrar el puerto fuera, 4º en fin, cuando les puse entre la espada y la
pared y les dije que quería que se aumentara su largura, me dijeron que era imposible de emplazar y que desde luego ello no se harían cargo de ello, después de haberme dicho prime-
ro que la cosa era de lo más fácil.
En fin, como consecuencia de todo ello, al menos decidí intentar servirme de la cadena tal y como había sido hecha, primero: para, al menos, cerrar el puerto entre él y la derecha
de mi ejército, que nosotros debíamos asegurar contra los navíos enemigos más grandes que quisiesen entrar. Esta operación se ha hecho y aunque los enemigos han intentado por
todos los medios romperla a tiro de cañón y aunque es imperfecta, no lo han conseguido, prueba fehaciente de que su cañón aun causaría mucho menos efecto sobre ella fuera del
puerto, tal como debíamos —y queríamos— haberla puesto.
No obstante, al fin la pondremos con algunos valientes corsarios españoles, guiados por los autores mismos del proyecto que son los señores Eyries y Varages y como conse-
cuencia de ello no entrará ni un gato en la plaza.
Es pues necesario hacer esta nueva cadena, pero es imposible construirla aquí por las mismas razones que ya he referido y como me jacto de ser tan buen español como vos mis-
mo, no debo ocultaros que así como nuestra nación tiene grandes ventajas para la guerra sobre todas las demás, debemos convenir, por otra parte, que el espíritu patriótico y nacional
está muy debilitado en lo que se denomina cuerpo facultativo en todos nuestros arsenales. La envidia, los celos bajos y el interés personal nos siguen a todas partes y veo en todos los
puertos un espíritu de despilfarro, de latrocinio y de negligencia que he temido tanto por el gasto como por el retraso258.

255
La situación era grave: tener que utilizar corsarios por la inoperancia de la Marina Real que además presuntamente boicoteaba las operaciones por órdenes del ministro Castejón.
256
Todas las crónicas de la época, tanto las que se refieren a la toma de Menorca como las del sitio de Gibraltar y también muchas cartas particulares coinciden en señalar la capacidad de
Crillon de levantar la moral de la tropa con su presencia y energía. Y ello a la provecta edad (para la época) de sesenta y cuatro años.
257
la cadena la proyectó el señor Eyries.
258
Cuando dice “construirla” quiere decir “construirla en España.” Por lo que luego argumenta, Crillon pretendía mandar hacer esta cadena (que debía cerrar el puerto desde Cala Rafalet hasta
la Mola) en Francia como veremos en sucesivas cartas.
Añado a estos motivos, el temor bien fundado de la falta de los materiales necesarios en nuestros arsenales de Barcelona, Cartagena independientemente de que en otra parte los
podemos encontrar más baratos.
He decidido por tanto, pedir la construcción de esta cadena en Marsella o en Génova, puesto que es necesaria de todo punto, sin que nadie, salvo los que la trabajen, pueda dudar
de su objeto. Y en consecuencia me he servido del señor Eyries, que es el inventor, en unión de su compañero el señor de Varages, que he reservado para las ocasiones como esta,
pues es un sujeto del primer mérito en todos los géneros. He dado a Eyries una carta de crédito hasta la suma de veinticuatro mil piastras259 para Don Juan de la Rosa, nuestro cónsul
en Marsella y una pequeña parte para Don Juan Cornejo, nuestro ministro en Génova, recomendándoles a los dos elegir un hombre de toda confianza, inteligencia y discreción para
pagar en su presencia los materiales y los obreros como si fuera por propia cuenta de Eyries, aunque no sea más que el director.
He escrito a estos dos señores a la vez, que os informen inmediatamente, de manera que V.E. verosimilmente no recibirá más que una carta: la del que sea encargado, bien en
Marsella o en Génova, o puede que dos, por diferentes partes, si como he previsto para ir más rápido no se encuentren más que la mitad de los materiales en cada uno de los dos
grandes puertos de comercio, sobre los que intentará gestionar la cuestión el señor Eyries, según su economía y su honestidad. El tiene la esperanza de encontrar en estos dos puertos
partes de cadena ya hecha, como la queremos y a los cuales se les puede añadir lo que falta y así ahorrar tiempo y dinero, sobre el monto total que sube a veinticuatro mil piastras,
suponiendo que sea la más fuerte. No pide más que veintiún días para construirla y es verdad que no puede calcular con el mar el tiempo de su viaje, pero ello no me impedirá seguir
con mis otras operaciones.
Se sabe que el trayecto de aquí a Barcelona o a Marsella es de veinticuatro horas de diferencia, y que de Marsella a Génova es de dos a tres días, por lo que pienso que esta ope-
ración, que tanto importa a nuestros aliados como a toda Europa, es necesaria en todos los casos para cumplir nuestra misión asegurada y sin remedio a los ojos de todos.
Desde el instante que la cadena sea remitida y que hará honor a nuestra sabiduría y a la nación al conseguir la toma del fuerte por los medios de fuerza que parecían no servir
más que con la condición de seguir las reglas del oficio sin comprometernos. En consecuencia, creyendo esta acción de necesidad, sin esperar vuestra respuesta la he puesto en ejecu-
ción, habiendo hecho partir al señor Eyries hace ya algunos días.
He aquí, pues, un gasto extraordinario de veinticuatro mil piastras fuertes al cual Su Majestad debe atender en provecho del Real Erario (a pesar del gasto que supondrán mis seis
corsarios) comparándolo al ahorro de la cantidad de buques que he licenciado y que el Rey había dejado conservar, o no, a mi discreción.
Me queda hablaros de otro gasto de treinta mil piastras, pero reservo este punto decisivo para otra carta, tanto más larga que esta, porque tengo impaciencia de que llegue el mo-
mento de aseguraros la tierna, respetuosa e inviolable adhesión, con la cual tengo el honor de ser, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: Señor Conde: faltaría a la justicia que debo a Don Miguel Arnaud, mi primer secretario, si olvidara deciros en una carta de confianza que he hecho escribir por otra mano
que no es la suya (como posiblemente os hayáis dado cuenta), cuya única preocupación que me da es ver la fatiga que le supone tener que descifrar a cada palabra mi borrador y la
que además le supone a el mismo escribir en francés.
Tengo en él toda la confianza que merece y he creído en esta ocasión en el deber de leerle yo mismo esta carta y quiero aprovechar con placer esta ocasión de decir a V.E. que no
puedo sentirme más contento de lo que estoy con su conducta a todos los efectos, también de su inteligencia y de su adhesión personal que me testimonia.

B.B. duque de Crillon.

259
Veinticuatro mil pesos o ciento noventa y dos mil reales de plata, moneda de Castilla.
DUQUE DE CRILLON

35. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón s/f (Probablemente el 2/12/1781)260

Señor conde:

En mi carta anterior, anuncié a V.E. un nuevo gasto de diez mil piastras fuertes para algo decisivo, que no obstante es conveniente mantener en secreto.
Tengo tantos recelos a mi alrededor, que me veo obligado a hablarle aun a V.E. con reserva de un asunto que requiere un discurso demasiado largo para enviarlo cifrado y que
sin embargo tampoco puedo explicárselo con claridad en una carta normal, ni confiárselo a alguien capaz de ser enviado a Madrid con este propósito, porque cualquier indiscreción
podría desvelar el secreto al enemigo, que así podría utilizarlo para desbaratar un medio que me permitiría ser dueño de la plaza y de la guarnición en veinticuatro horas, ahorrando
sangre humana por ambos bandos.
Tengo en París un número de amigos que me son adictos en varios campos y profesiones; y algunos reconocidos como de primer orden en las suyas. En cuanto se enteraron de
mi venida aquí y preocupados por mi prestigio, comenzaron a entretener sus ocios especulando sobre Mahón y, aprovechando la vía que les ha ofrecido la llegada de las tropas fran-
cesas, varios me han enviado algunos proyectos por Marsella, sobre la base de la idea que se tiene en Francia del fuerte de San Felipe: al que se considera inexpugnable por los me-
dios ordinarios.
Por esta razón, estos amigos han buscado medios inéditos hasta hoy, y entre ellos algunas ideas que me han propuesto y que he rechazado. Unas porque hay medios más seguros
y menos crueles que esas;261 otras porque, tras examinarlas, las he juzgado imposibles de realizar, aunque no creo que deba emplearse nunca la palabra imposible en la Guerra.
Sin embargo, uno de estos amigos me ha hecho llegar una idea suya adaptada a esta plaza, con el deseo de servirme y el cual, en efecto, me parece que se le puede sacar partido a
medida que lo voy examinando, pero para el que, no obstante, me guardaré bien de entregar las treinta mil piastras fuertes que exige, sin antes un detenido examen, aunque este amigo
que aun siendo él mismo ingeniero y experto, pero no fiándose de sus propias luces, ha consultado a dos compañeros suyos que me ha citado. Uno de ellos es uno de los primeros de
Europa en su oficio y el otro uno de los más honestos y cuya adhesión a mi persona está garantizada.
El autor del proyecto me ha propuesto partir de inmediato para venir aquí a la primera palabra que le diga, pero como creo que no adelantaremos nada con que venga, le he co-
municado lo que debería hacer necesariamente: Primero: partir inmediatamente a París, después de haberme convencido de su utilidad. segundo: que su venida aquí produciría sospe-
chas que es necesario evitar por lo menos hasta el momento de la ejecución, y, tercero que, en fin, de esta manera perderíamos un mes precioso; y que no quiero suspender el curso de
las operaciones de un sitio empezado delante de los ojos de toda Europa (lo que no haría por ningún proyecto del mundo) y en el cual el éxito es seguro en más o menos tiempo,
como reconocen las reglas referidas al ataque y defensa de las plazas. Me sentiría culpable a los ojos de Dios si hiciera perder la vida a un sólo hombre como consecuencia del más
pequeño retraso.
El que ha sido testigo de esta conversación entre el autor del proyecto y el más importante personaje en este género de cosas que le ha consultado, de quien por otra parte ya os he
hablado, me ha hecho saber que éste quedó encantado y propuso inmediatamente dar cuenta del mismo a nuestro embajador; y si este lo quería, hacerle una demostración a la que
asistiría en persona delante de todo el ministerio de Francia y todos los ingenieros que quisieran verlo. El que me ha escrito puede ser menos emprendedor, pero es más prudente y les
ha propuesto de hacerme a mi primero la proposición antes de ir más lejos y que lo pueda examinar por mi mismo y luego tomar una decisión.
He recogido esta proposición y he instruido como si fuera a mi mismo a un individuo llamado Payen, que es el que está a cargo de todos mis asuntos en Avignon y que he hecho
venir aquí para ponerse al frente de mi casa ( en la que, entre paréntesis, soy y he sido robado vilmente), para que me represente. Le he hecho partir inmediatamente, so pretexto de ir
a Avignon para solucionar un asunto que, finjo suponer que me ha venido de golpe; pero en realidad irá él solo directamente a París, cogiendo el camino más corto en una diligencia
para evitar ser seguido.
260
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
261
En aquella época se debatía, y la prensa se hacía eco de ello, dos opciones relativas a la táctica a emplear en las operaciones de sitio. Una la de Vauban, basada en el ahorro de sangre a
cambio de sudor; otra la de Coethorn (estratega holandés) que propiciaba una táctica en la que se empleara, como se decía en términos de la época más vigor, es decir el ataque sangriento y
temerario que obtenía el éxito —si lo lograba— a costa de una carnicería (lgo así como lo que ocurrió en la toma de San Felipe en 1756 con el Mariscal de Richelieu). Precisamente Crillon fue
criticado desde varios medios por blando,
Puedo garantizar que este sr. Payen sabe guardar un secreto. No es ingeniero militar pero es un hombre de carácter que conoce y digiere todo en todos los géneros y que posee
una actividad superior a la que se me pudiera a mi atribuir; un hombre perfectamente honorable y ciertamente el más capaz de ejecutar la comisión más delicada y más secreta. La
orden que le he dado es (al margen de que el deberá interpretar la cosa por el mismo) encontrarse con la persona a la que V.E. haya dado su confianza, que debe ser cualquiera me-
nos el conde de Aranda o cualquier otro de su secta.262 No me fío de su orgullo ni de su carácter envidioso, que, después de haber examinado los pros y los contras de un plan, le
impide considerar nada bueno de él excepto aquello que provenga de su propia cosecha.
Entonces, el señor Payen hará lo que V.E. le indique respecto al proyecto, en el caso de que V.E. juzgue a esta persona como bastante segura para el secreto del mismo y sufi-
ciente hábil para merecer ser consultado. En el primer caso, daréis a esta persona facultad para aceptar o rechazar la ejecución del proyecto, que aparentemente no correrá a cargo (en
cuanto al gasto) del Real Erario. Si por el contrario, Su Majestad no quiere hacerse cargo en relación con lo ya confeccionado o respecto a las indagaciones del señor Payen antes de
que este se comprometa, las propuestas de V.E. servirán exclusivamente para dirigir los diferentes gastos que se harán en su presencia, los cuales tendrá orden de pagar a discreción
sin más y sin que se sienta objeto de representación.
He sacrificado (sin consultar a nadie excepto a mi bolsa) veinte mil reales para el viaje de mi enviado y los gastos que pueda tener en París y como he tomado esta decisión por
mi cuenta, no pretendo ninguna restitución por parte de Su Majestad en ningún caso, pero no os puedo ocultar que aunque él Rey rechazara vuestra propuesta sobre el proyecto, estoy
persuadido de su bondad y de su seguridad después de las diligencias que haga mi hombre antes de que sea ejecutado y al que he dado orden (si su propio examen confirma lo que
hemos podido comprobar aquí) de que en este caso haga lo imposible para encontrar por mi cuenta en París el dinero o el crédito necesario para esta operación, la cual me costará
cara más por los altos intereses que me supondrán el no disponer de dinero contante.
Como digo, esta empresa me arruinará si no resulta, porque me he propuesto no pedir un solo real a Su Majestad, pero si por el contrario obtenemos (gracias a esta nueva inven-
ción que asombrará seguramente a todo el Universo) un éxito brillante, pienso que Su Majestad se avendrá a pagar mis deudas.
Tengo el honor de escribiros esta carta por duplicado para asegurarme que os llegue mejor y he enviado una por Barcelona y la otra por Marsella, donde el mismo señor Payen la
echará al correo al embarcar. La otra la envío por medio de un oficial que lleva a Barcelona el correo ordinario y es portador, además de esta, de otras cartas que os envío.
Me siento obligado a deciros aquí que el objeto del reconocimiento que hice anteayer no tuvo nada que ver con el asentamiento de una nueva batería tal como he descrito en el
parte y dicho a todo el Ejército, a quien es esencial mantener en la creencia y probar que efectivamente se va a instalar una batería en las alturas del barranco donde yo me encontraba.
Pero en realidad el objeto de mi reconocimiento no era otro que el de explorarlo bien (a la luz de la luna) y tocar con el dedo, por así decirlo, un punto que está contenido en el pro-
yecto en cuestión que he tenido tiempo de examinar bien, antes de que el accidente inesperado de la pequeña salida de los enemigos, me obligara a rechazar su vanguardia con mi
pequeña escolta; Este reconocimiento que hice yo mismo fue el que me decidió a hacer partir a mi hombre a París.263
Debo preveniros que nadie en el ejército, que el Rey me ha hecho el honor de mandar, ni aún el propio señor Lemaur, aunque jefe de ingenieros y amigo mío, conoce una palabra
de todo esto. Lemaur es muy inteligente, me lo demuestra a menudo y yo le consulto siempre con agrado, pero a él le gusta imponer su criterio y debo sufrir algunas veces su carácter
dominante y su amor propio. Por eso creo necesario ocultarle la operación hasta el mismo momento de su ejecución, y cuya clave es mantenerla en secreto por ahora, para que no se
oponga ningún partido, poniendo trabas por mala voluntad o prejuicio.
Es necesario pues, que sin perder un instante al recibo de esta, V.E. envíe a mi mujer una carta en la cual le diréis que habiendo sido informado por mi de que mi administrador el
señor Payen ha ido a París para volver rápidamente, le rogáis que pase a casa de la persona que V.E. le indicará, con el pretexto de recoger un paquete para mi que debe entregarme a
su vuelta, o si V.E. lo prefiere, podéis escribir a vuestro hombre, para que busque inmediatamente a Madame la duquesa de Crillon, y decirle que cuando llegue el señor Payen vaya a
verle a su dirección. La de mi mujer en París puede encontrarla en el palacio de Luxemburgo.

262
Le comte de Aranda et tout autre de sa secte ¿A que se refiere Crillon con eso de sa secte. ¿A la Masonería quizás?, grupo con el que siempre se vinculó a Aranda, aunque no haya pruebas
fehacientes.
263
Todo esto es muy misterioso y si el proyecto existió, quedó en agua de borrajas. ¿No sería un nuevo intento de obtener dinero con excusas para comprar a Murray?
DUQUE DE CRILLON

Estoy entretanto muy contento de mi reconocimiento del 30, al que he añadido a su objeto principal el placer de ser el único oficial del Ejército al que se le ha hecho un disparo
de fusil a diez pasos después de nuestra llegada; de haber hecho el primer prisionero en una salida y, sobre todo, haber salvado la vida de varios hombres de una y otra parte,264 en una
acción para la que estamos perfectamente preparados a recibir, pero que según mi parecer deseo que no se repita, porque la pérdida de algunos hombres de una parte o de otra, aunque
suponga ventaja por nuestra parte por la diferencia numérica con el enemigo, no afecta al objeto principal y es por tanto inútil y es esencial que nuestros trabajos se vean lo menos
molestados posibles.
Tengo el honor de ser con tanta adhesión como respeto a V.E., sr. Conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon

Posdata: He reflexionado que ante la posibilidad que alguien abra las cartas en correos, y enviando por duplicado éstas y una de ellas por la vía de Francia, el posible espía no conoce-
rá la respuesta que deberíais serviros enviar a París por un correo extraordinario, para evitar que sea interceptada.
Una de las principales razones que me han movido a enviar a París al señor Payen es porque estoy seguro que impedirá a los autores del proyecto que consulten a embajadores,
ministros o a cualquier otro antes de la ejecución del mismo.

36. A Juan de la Rosa, cónsul español en Marsella escrita en Fornells a 6 de diciembre de 1781.265

He recibido, señor, una carta del señor Eyries por la que con gran sorpresa y pesar por mi parte, observo que me negáis vuestro crédito, o por mejor decir, el del Rey nuestro amo
para un asunto tan importante y que no sube de seiscientos mil reales, correspondientes a treinta mil piastras fuertes, aun habiendo yo pedido autorización al Ministerio para daros la
orden de suministrar esta suma.
Si después de los gastos considerables que el Rey ha hecho para la expedición, que el considera como la más importante para decidir la paz y una forma gloriosa para el honor de
sus armas (si vos fueseis el mejor amigo y aliado de los ingleses no podríais haberos conducido mejor), pienso que quizás no hayáis entendido bien la carta que os ha entregado el
señor Eyries de mi parte, en cuyo caso la culpa es mía por haberme explicado mal, pero si vos no cumplís en el acto lo que en ella se os dice, os declararé responsable de todas las
desgracias que pudiesen resultar para el Estado y para el honor de las Armas del Rey nuestro amo y de la nación.266
No sería extraño que fueseis acusado de lesa majestad en el más alto grado, si me negáis el socorro que se os pide, bajo pretexto que no habéis tenido más órdenes que las mías,
puesto que os lo ordena un general que ha tomado esta iniciativa, en tanto que el Rey ha tenido el honor de confiarle el mando de su Ejército y la suerte de sus tropas, y que os lo pide
en su nombre y en el de Su Majestad.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: He escrito de nuevo para que seáis autorizado y como no quiero comprometer vuestra reputación ante el conde de Floridablanca y de Su Majestad, que consideran esta
expedición como lo más importante del mundo, les he ocultado las dificultades que me habéis puesto y el rechazo que me habéis hecho; pero no debo ocultaros que si en respuesta a
esta carta que os será entregada por el señor Eyries, mi ayudante de campo, y por el señor Payen, mi hombre de negocios y de toda mi confianza, no vacilaré en haceros perder todas

264
Una vez más la sarta de puerilidades a las que ya nos tiene acostumbrados el duque
265
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
266
Aquí se ve como, en aquella época, un general podía permitirse reprender a un diplomático
las influencias que pudierais tener para vuestra defensa en la Corte y os probaré que soy un peligroso enemigo para los sujetos que sirven a Su Majestad con tibieza, a quienes he
declarado la guerra, como por el contrario que soy el mejor amigo de los que le sirven bien, no deseando nada tanto en el mundo como concederos a vos ese título.

Segunda postdata: No creo necesario haceros reflexión de que lo que os digo en esta carta, (que os permito enviar a la Corte si queréis) no os dispensa (a menos de exponeros a los
más grandes reproches) de ofrecer toda vuestra fortuna (para la que seguramente treinta mil piastras es bien poco) y (es un consejo que os recomiendo más como amigo que como
enemigo) no deseando más que el bien del servicio del Rey y el honor de la nación, el cual represento.
Debo haceros aun una reflexión más; recomendaros mantener la cosa en el más absoluto secreto y que —os lo reitero— será lo mejor para vos.267
Si hicieseis saber a algunos ricos negociantes de Marsella y si es necesario a la Cámara de Comercio, que el éxito de la toma de Mahón está vinculado a esta operación y que yo
respondo de las sumas en nombre del Rey de España, esto aliviará las dificultades.
Os invito a vos, señor, a que hagáis vuestras estas reflexiones a las que os someto y a las que no tengo nada más que añadir.

B.B. duque de Crillon.

37. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 24 de diciembre de 1781.268

Señor conde:

Para presentar el plan de mi ataque en extenso y detallado que el señor de Muzquiz me ha pedido para Su Majestad y la descripción de los puntos de defensa que he situado co-
ntra las tentativas del enemigo, he decidido enviaros al señor Arnaud que es el secretario de confianza que me habéis dado y del cual no puedo haceros más que elogios que he tarda-
do en hacerle, pero que el mismo silencio es una prueba suficiente de mi satisfacción con su persona, en la cual encuentro reunidas todas las calidades que adornan un excelente suje-
to, discreto, desinteresado y honrado desde cualquier punto de vista, así como trabajador y con gran sentido común.
Después de este retrato, no pudiendo hacer nada mejor que enviároslo para explicaros en varias conversaciones y en detalle el cuadro de la posición del ejército y la mía, tanto
desde el punto de vista militar como político, a fin de que os responda de mi parte a las preguntas que le hagáis sobre todos los puntos de los diferentes fines sobre los cuales Su
Majestad desea ser instruido en punto a la expedición.
Arnaud me ha inspirado la mayor confianza por su conducta ecuánime y regular y le he contado lo mismo que os he contado a V.E. y que no he podido confiar al papel, inde-
pendientemente del tiempo enorme que os haría perder para leer los voluminosos papeles que vos llamáis procesos269 y a mi para escribirlos, en tanto que debemos dedicar nuestro
tiempo mejor a servir a los reyes y al Estado y yo al reconocimiento de justificar las bondades de Su Majestad y vuestra amistad por mi.
Adjunto aquí los puntos principales sobre los cuales podréis preguntarle y todo lo que pueda añadir aquí sería inútil. No me reservo hoy pues más que el placer de repetiros la
seguridad de la inviolable y respetuosa adhesión con el cual tengo el honor de ser, de V.E. el más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

267
Secreto respecto a Aranda. Obsérvese la viveza de las expresiones, cuando el duque se veía respaldado.
268
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
269
En una de sus cartas, Floridablanca reprochaba a Crillon lo dilatado de las suyas llamándolas irónicamente procesos
DUQUE DE CRILLON

Postdata: No recuerdo si he dicho a V.E. el estado horroroso en que se ha encontrado el Ejército durante largo tiempo hasta que llegó el convoy de Barcelona antes de ayer por la
tarde. Sin pólvora, sin dinero y sin víveres en la isla por la mala administración. Los dos primeros asuntos están ya solucionados y los demás lo serán en pocos días cuando llegue
(Dios sabe cuando) el convoy de Cartagena.
Con este convoy espero arribe también el nuevo intendente (del cual se me han hecho los mas grandes elogios por todas partes) que traerá el remedio al último asunto. A propósi-
to del dinero, Arnaud os instruirá de todo lo que ha pasado en este sentido y la manera honesta como el intendente francés, a la primera palabra que me ha oído pronunciar respecto al
embarazo en que me encontraba por culpa de medio millón de reales de vellón, me los ha ofrecido inmediatamente, con la complacencia de su general el barón de Falkenhayn*, que
vino tres días después por la mañana a ofrecerme este socorro, que ha sido aceptado por nuestro intendente. Esta pequeña suma será devuelta hoy como una deuda de honor y porque
es necesario tener crédito abierto para nuestras necesidades más urgentes por si acaso270 pues, señor conde, imaginaréis que para el entretenimiento del Ejército, el pago de las deudas
y las cosas que pueden venir de un momento a otro, después de más de dos meses, nuestro convoy nos ha traído dos millones trescientos mil reales de vellón, de los cuales se debe al
Ejército y a los franceses un millón y medio .
He entrado en este detalle sin querer, mi intención al hablaros de dinero no ha sido para deciros que estaría bien que me escribieseis una palabra de parte del Rey que pueda leer a
los franceses para agradecerles su buen proceder como buenos parientes y aliados.
Estoy obligado a deciros, que reina la mayor armonía entre las dos naciones; que sus opiniones sobre la posibilidad del sitio han cambiado completamente y el barón de Falken-
hayn no ha podido evitar decirme que ha escrito al Ministro de la Guerra francés diciéndole que le habían engañado y que se encuentra tierra por todas partes.271
Os prevengo que la llegada del señor Arnaud debe ser un secreto entre vos y yo, al menos hasta que él haya tenido una entrevista con vos, después de la cual el no verá más que a
los que vos decidáis.

Temas a tratar por el señor Arnaud

-Dinero para el Ejército


-Víveres y carne
-Antiguo intendente
-Marina
-Cábalas y cabalistas
-Cuartel-Maestre
-Gracias para la Artillería
-Cadena hecha y por hacer
-Proyecto
-Situación en Liorna y proyecto.272

270
En castellano en el original
271
Esto guarda relación con un informe que se envió al ministerio de Francia, en el que se decía que los alrededores de San Felipe eran de pura roca y el sitio era imposible por no poder exca-
varse trinchera alguna.
272
Etablissement à Livourne et projet. ¿Acaso aun se negociaba con Anne Witham, la esposa de Murray?
38. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 2 de enero de 1782273

Señor conde:

Escribo a V.E. esta carta sobre papel grande y sin embargo contiene cosas pequeñas, no habiendo nada que añadir a las que mi secretario os haya contado de mi parte.
Vuestros consejos son y serán siempre órdenes para mi. Don Ventura Moreno ha vuelto y ha cenado en mi casa al tercer día de su llegada. No me ha dicho una sola palabra de las
irregularidades de su conducta conmigo y de las que mi secretario os habrá rendido cuenta, ni de todos los pasaportes que dejó firmados en blanco y yo tampoco le he mencionado
nada de ello y la conversación no ha girado sobre otra cosa que sobre el servicio del Rey y en el futuro me conduciré con él siempre de forma que no tenga queja de mi, aunque no
pueda estar de buen humor viendo salir del puerto, es decir de la cala de San Esteban, dos pequeños buques que han permanecido allí largo tiempo y que hasta ahora no habían osado
salir gracias a mis corsarios y que la otra noche han salido ante sus barbas y a pesar del fuego de nuestras baterías.
A pesar de ello, como ya he dicho, le he rogado que viniera a cenar y no le hecho ningún reproche en este sentido. Sería inútil y además vos no queréis que se lo haga.274
He aquí mi regla a la cual mi corazón obedecerá siempre con placer. Dejémoslo y todo irá bien. Por lo demás estoy contento de él, respecto a que me ha prometido ayudarnos con
sus cañoneras, porque es necesario echar mano de todo, con la poca gente que tenemos.
He visto llegar con el mayor placer a Don Pedro López de Lerena,275 nuestro nuevo intendente. Es un sujeto enteramente a mi gusto, desde todos los puntos de vista y creo que
nos vamos a llevar bien siempre, porque coincidimos en los mismos objetivos, que corresponden al buen servicio del Rey.
Veréis por el boletín de hoy, que las salidas de los ingleses no tienen éxito y observaréis, por el siguiente que sigue a este, que hemos logrado un tono de superioridad sobre ellos
que conviene a las armas del Rey.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: En el momento que iba a enviar este correo he recibido otro de España en el que la fecha más reciente es de 24 de diciembre y he vuelto a abrir esta carta, no para responder
a las vuestras, que no son más que de oficio sobre diferentes detalles a los que me conformo exactamente, sino para deciros solamente que habiendo recibido con el paquete un aviso
del conde del Asalto por el cual me dice que en sus costas hay un corsario inglés llamado Parker, armado con veintidós cañones y que no pudo entrar en el puerto de San Felipe sea
por vientos contrarios o porque estaba informado del crucero que hacían los míos.
El mismo conde del Asalto me dice que en consecuencia sería necesario que le enviara algunos buques de guerra, para escoltar un pequeño resto de mi convoy que no ha podido
venir con los demás y al mismo tiempo para traer dinero.

273
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
274
Como vemos, y por razones políticas dictadas por Floridablanca, Crillon se plegó ante Moreno y no se habló más de la mala actuación de la Marina, que sin embargo y como el mismo
duque asegura, continuó produciéndose.
275
Pedro López de Lerena, luego conde de Lerena, era un protegido de Floridablanca y en 1785, a la muerte de Muzquiz le sustituirá en el Ministerio de Hacienda
DUQUE DE CRILLON

Nuestro nuevo intendente está horrorizado con razón, del estado en que ha encontrado a nuestro Ejército desde el punto de vista de las finanzas y de las necesidades, tanto para
los de Tierra como para la Marina que está hambrienta. Así que (para complacer al señor Moreno) hemos decidido, de acuerdo con Don Pedro López de Lerena, tomar para nosotros
lo más necesario y darle un anticipo a la Marina a costa de nuestras fuerzas.
El mismo recelo que me ha producido la noticia del conde del Asalto, me ha determinado en consecuencia a retirar la valija del correo ordinario para meterla en uno de los bu-
ques de guerra que el señor Moreno me ha prometido que saldrá mañana, prefiriendo el riesgo de que se retrase veinticuatro horas al de ser apresado por el enemigo.
Por este motivo, guardo aquí este correo de más, para hacerle partir cuanto antes con la novedad de nuestra salva a San Felipe con toda la artillería. que es la más formidable (y
debo añadirlo) la mejor emplazada que disparará toda a la vez sin permitir ser reconocida previamente.
He imaginado varias cosas para obtener más rendimiento de este golpe de efecto, cuyo éxito debe ser decisivo para llevar el terror a la plaza.
Primero: Llevar la víspera con apariencia de misterio escalas a la trinchera en el caso de que los enemigos pongan espías que les den el aviso ( lo cual es casi imposible de evitar
por más que haya tomado todas las precauciones) porque, si están advertidos, colocarán más gente que de costumbre y puede que toda la guarnición salga al descubierto en vez de
permanecer en sus casamatas donde viven ordinariamente, a la hora en punto en que comencemos nuestro fuego.
Segundo: Para engañarles aun más y excitar su curiosidad de subirse a las murallas como a veces lo hacen para echar un vistazo, dado que no les disparamos, he preparado un
espectáculo de diversión. He hecho anunciar públicamente desde hace unos días de que he recibido órdenes del Rey de poner al ejército en armas para celebrar con tres descargas de
mosquetería el nacimiento del Delfín de Francia, que es uso que se practica en los ejércitos aliados combinados y que será un acontecimiento agradable276.
Esta salva comenzará un cuarto de hora antes de la salida del sol y la primera descarga se realizará en el campamento principal; la segunda cerca del mar por nuestra derecha a la
altura de Binisaida.
Los ingleses, sin duda, creerán que es simplemente una celebración que pueden ver impunemente, porque se dispara con fogueo y se subirán a las murallas. Entonces se realizará
la tercera descarga desde la ribera de enfrente del puerto por la izquierda de los franceses, que coincidirá con la salida del sol. Ésta será la señal de fuego de toda nuestra artillería.
Esta fiesta militar servirá al mismo tiempo para celebrar la de los Reyes277 y estoy seguro que no ha habido nunca en el Universo dos sujetos con tanta adhesión como vos y yo
sobre el que tenemos la suerte de servir.
No puedo expresaros adecuadamente los esfuerzos que nuestros trabajadores han hecho para poner a punto las obras. Los franceses la consideran un milagro del que solo la
nación española es capaz.
Su Majestad, tiene entre otros, tres sujetos que no podrá evitar recompensar inmediatamente si (como no lo creo) ellos en los tres días siguientes a éste no desdicen la conducta
que han tenido hasta hoy y al servicio peligroso que han estado siempre expuestos.
Uno es Tortosa, el comandante de la Artillería, que actúa con un coraje y una distinción singular, igual que su hermano y todo el cuerpo de artillería; el otro es Don Ventura Ca-
ro*, que está encargado del puesto de nuestra izquierda, el más expuesto y el mejor guardado de todo el Ejército. Con ello rinde justicia a su talento militar y es verdaderamente un
gran oficial que el Rey tiene a su servicio; el tercero es Don Pablo Sangro, que añade a un juicio sano, mucha sangre fría y el valor más brillante y que junto a la tropa que he puesto
bajo sus órdenes, compuesta por los voluntarios de mi nombre y de los granaderos, está siempre en los lugares de mayor peligro. Hace tres días cayó un granadero muerto a su lado
sin que se inmutara.
Sería conveniente que a las gracias que se concedan por petición mía, después de que rinda cuenta de este primer acto que debe decidir naturalmente la suerte del sitio, debería
enviarse una carta ministerial en la que se diga que el Rey hará una promoción especial más numerosa, lo que producirá una emulación y una confianza general que servirá a las mil
maravillas a todos los efectos.
Es necesario, señor conde, admitir que ha sido una muy larga apostilla para un ministro tan seriamente ocupado como vos pero os ruego que me la aceptéis en favor del placer
que encuentro en charlar con vos y de la libertad que tenéis de no contestarme.

276
El Delfín había nacido en octubre de 1781. El conde de Aranda comunicó el acontecimiento a la Corte de Madrid el 22 de dicho mes. Vid. Aranda a Floridablanca París, 22/09/1781, A.H.N.
Estado, leg. nº 6629.
277
Es decir, el 6 de enero.
B.B. de C.

Segunda postdata: El marqués de Crillon, mi hijo mayor, me pide aun escribiros una apostilla más para él.
Él había pedido conmigo al señor conde de Manrepas ser empleado en el ejército que tengo el honor de mandar en grado de brigadier como lo está su hermano. Este ministro ha
muerto sin haber podido respondernos y mi hijo sabe por uno de sus amigos de la Corte que a menos que el Rey no tenga la bondad de reclamarlo, no obtendrá la gracia que pide.
Es, convendréis conmigo señor conde, bien extraordinario que mi hijo sea el único del ejército a mis órdenes (puesto que los franceses lo están igualmente) que no está empleado
según su grado. Estaré agradecido si no encontráis inconveniente en conseguirlo, que me parece que no hay ninguno.
Espero que Su Majestad y vos mismo señor conde, me perdonaréis haber tomado la palabra del Amo al respecto de hacer una cortesía al Rey su sobrino y a la nación francesa. Y
como en todo caso es bueno que no transcienda que yo me he inventado esta orden, os ruego que me escribáis al respecto o hagáis escribir al Rey una carta al respecto y que tenga
fecha del 15 de diciembre último.278

39. Al conde de Floridablanca. (Reservada) Escrita desde Mahón a 4 de febrero de 1782279

Señor conde:

Os hago mi cumplimiento porque es mil veces más a vos a quien debe el Rey la conquista que estamos en el momento de asegurarle. He querido llevar el honor de sus armas, de
la nación y el de mi nombre, hasta el punto en que debe estar, al rechazar las condiciones que me indican, siempre que en pocos días las conseguiremos como yo crea conveniente, si
no es hoy, en cuanto tenga ocasión de convencer al gobernador Murray.
Vos sabéis que hablo de una plaza y de otras cosas y que la capitulación propuesta indica seguro una pronta rendición, pero lo que no sabréis nunca bastante es el alcance de
adhesión por vos.

B.B. de Crillon.

Postdata: Pienso señor conde, que conviene para el adelanto de mi hijo, como para mi mismo, porque mando las dos naciones en este momento, que tuvieseis a bien hacer pasar sin
retraso (a dos ministros de Francia a quien escribo por duplicado la carta que adjunto aquí).
Pienso como vos no dudo del gran placer que la toma de esta plaza va a ocasionar a esta Corte.

40. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 8 de febrero de 1782280

278
Se refiere a la iniciativa sobre la salva que Crillon ordenó disparar para celebrar el nacimiento del delfín de Francia.
279
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
280
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra
DUQUE DE CRILLON

Sr. conde:

El señor Eymar os presentará esta carta. No puedo hablaros más que bien de él. Vos sabéis mejor que nadie cuan útil nos ha sido y debo añadiros que siempre le he encontrado
el mismo celo por el servicio del Rey y la misma inteligencia. He consentido, sin embargo, dejarle ir a Madrid, primero: porque en este momento aquí su ausencia no puede perjudicar
en nada sobre los asuntos actuales en la isla y, segundo, porque he pensado que le podría ser útil para asegurarle algún empleo que podría ser a su conveniencia en la isla de Mallorca
que es donde dice que quiere irse.
Debe saber V.E. que le he pagado cuatro meses de atrasos sobre el pie de dos piezas de cuatro pistolas por mes desde septiembre a diciembre por medio de los fondos para gas-
tos secretos.281
Independientemente de todos los motivos que me han determinado a consentir el viaje del señor Eymar, me he sentido obligado con el marqués de Solleric*, haciendo que aquel
acompañe a Madrid a su sobrino282 donde jamás ha estado, para solicitar una plaza a su conveniencia y para la cual cuenta con vuestras bondades cerca del Rey. Este sobrino es un
buen sujeto del que he estado contento en todo el tiempo que ha estado aquí. Su tío le quiere mucho y vos conocéis mejor que yo los servicios que este tío ha rendido al Rey al efecto
de esta isla antes de nuestra llegada. Habiendo constatado también que después de nuestra llegada ha testimoniado la misma adhesión para todas las cosas en las cuales me he
dirigido a él para el servicio del Rey.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde de V.E. el más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

Postdata: No dejaré pasar nunca la ocasión de asegurar de mi mano a V.E. de mi inviolable y respetuosa adhesión y aprovecho con placer para recomendaros al valiente Eymar y al
sobrino de Solleric, siendo necesario para el servicio del Rey animar a todos los sujetos que sirven al Rey tan lealmente como lo ha hecho el marqués.

41. Al conde de Floridablanca. Escrita desde Mahón a 12 de febrero de 1782283


Señor conde:

Envío, con las banderas,284 el estado de las gracias que suplico con instancia a Su Majestad de conceder al ejército del que me ha confiado el mando, añado aquí la copia de este
estado que he enviado al ministro de la guerra a fin de que V.E. pueda (al confiárselo a Su Majestad) que este ministro no quite ni añada nada, como ya ha hecho respecto a las gra-

281
El papel de Jean Eymar, comerciante francés afincado en Menorca y agente de Solleric, siempre fue muy oscuro en todo este proceso.
282
Este, el sobrino de Solleric, se llamaba Pedro Juan Morell de Pastorix de Vallés-Rius y heredó el título de su tío por muerte sin hijos del mismo.
283
A.H.N. Estado, leg. nº 4230. Original en francés, de puño y letra.
284
Sobre el paradero de estas banderas vid. TERRÓN PONCE, José Luis. Sobre el paradero de las banderas británicas capturadas en Menorca por el duque de Crillon (1782), Mahón, Museo
Militar de Menorca, 1997.
cias que se han concedido hasta ahora. En ello va comprometido mi honor y el bien del servicio del Rey (si Su Majestad quiere servirse de él en cualquier otra ocasión) que mi ejérci-
to debe ser tan bien tratado como los otros que lo han sido en ocasiones menos brillantes y menos útiles al Estado y al honor de las armas del Rey.
Reclamo a este efecto, todas vuestras bondades para mi, es decir en favor de los valientes que han trabajado bien.
El Rey podrá ver (al examinar con atención las notas que he escrito en conciencia sobre los oficiales principales) mi forma de pensar sobre algunos, y como creo que Su Majestad
las debe juzgar y servirse de ellas, esta nota (en cuanto a los principales) no está en el estado que he enviado al señor de Muzquiz, puesto que solo quiero que la vea Su Majestad y
vos.
No he querido perjudicar a nadie, excepto al cuartel-maestre285 porque es una justicia que debo al clamor del ejército, a vos y a mi mismo, estando absolutamente engañado sobre
su eficacia por la idea que tenía de él después de haberlo conocido como un buen subalterno en los sitios de Flandes el año de 45. No ha sido capaz de desempeñar el cometido que le
había confiado y pienso que él ha sido bastante recompensado si lo comparamos con la utilidad que ha dado y por la opinión que se ha formado sobre él.
Sin embargo, este oficial es hábil geómetra, buen proyectista y buen ingeniero de caminos y no dudo, que instruyendo al respecto a Su Majestad, puede emplearle muy útilmente,
pero sólo en proyectos de obras de ejecución en el interior y siempre como jefe, porque su amor propio y su carácter le hacen incompatible con todo superior. Del lado del inte-
rés le creo incapaz de malversar.
No he querido quitar el grado a los que lo han merecido por su conducta en mi opinión, tales como Borghese*, Casas*, el marqués de Peñafiel, Requesens, Ovando* y Crespo*,
porque sería deshonrarlos y no lo merecen, no teniendo que hacerles más agravio que el de cabalistas contra el general que Su Majestad les había dado y que, al margen de ello, han
cumplido con su deber como todo el mundo. Pero pienso que, en bien del servicio del Rey, que Su Majestad les debería dar a conocer su disgusto con dulzura y bondad, sin que les
imponga castigo alguno, pero, de una manera que no deje lugar a dudas. Yo indicaré los medios dulces y fáciles para ello. Así que por el bien del servicio del Rey y la decencia, es
esencial que no sea concedido ninguna licencia a quien sea (y bajo los pretextos que sean) que yo haya pedido y además por escrito o cuando podamos hablar juntos..
Por ejemplo, no dudo que el señor de Peñafiel habrá enviado un correo para pedir una, [licencia] y en consecuencia no hay un momento que perder para evitar su expedi-
ción en el Ministerio de la Guerra puesto que, de todo el mundo, es precisamente el hombre que más conviene alejar de Madrid en este momento.
No es menos esencial, que Su Majestad me ordene inmediatamente ir a ponerme a sus pies y me encargue antes de partir (sin que el Ministro de la Guerra se mezcle en nada)
decidir y nombrar la calidad de las tropas que deben quedar de guarnición en la isla dejando a mi disposición la elección de los regimientos y de los oficiales generales y el estado
mayor que deben quedarse.
Este punto es importante. Ya os explicaré los motivos que tengo de insistir a este efecto por el bien del servicio del Rey.
El conde de Cifuentes insiste para que le pida a Su Majestad dejarle de comandante de esta isla. Es muy capaz de desempeñarlo porque tiene la dulzura de la representación
y está verdaderamente comprometido al servicio del Rey y particularmente a su Augusta Persona y estoy persuadido que lo desempeñará perfectamente, dejando con él algunos
oficiales generales de los que (espero) serán nombrados, porque es necesario para distribuir en la isla y establecer los principios de un gobierno nuevo, ahorrando sin embargo el
número de tropas que pueden servir más útilmente en otra parte.
No ceso, después desde la rendición de la plaza, de ocuparme de los medios de poner todo en regla en la isla, de manera que sea enteramente libre de los ingleses en pocos días y
que el fuerte esté en estado de recibir la guarnición que hasta aquí hago relevar cada veinticuatro horas como si fuera una guardia ordinaria, para no causar enfermedades a nuestros
soldados y no hacerles dormir allí antes de que todo sea bien limpiado.
He nombrado como gobernador interino al valiente Don Ventura Caro, como el más capaz de desempeñarlo por su firmeza, su inteligencia y el buen orden en el de más alto
grado de todo el Ejército, pero le he prometido al nombrarlo, que Su Majestad no le dejará allí porque no conviene ni a él ni al servicio del Rey, al cual este oficial puede ser más útil
en otra parte.
Os envío conjuntamente a vos y al señor de Muzquiz, como Ministro de la Guerra, el estado levantado y firmado por el comandante de Artillería, de las piezas de este género que
hemos capturado en el fuerte y del que no tengo tiempo de haceros una copia, para no retardar la partida del conde de Tendilla, encargado de llevar los artículos de la capitulación

285
Carlos Lemaur con el que Crillon se enemistó durante el sitio, por diferencias de criterio de carácter técnico peor que encerraban diferencias personales.
DUQUE DE CRILLON

y el duque de Montellano, encargado de las banderas, a fin de aprovechar el viento favorable. Pero el total de la artillería encontrada en el castillo sube a trescientos seis cañones,
(de los cuales el fuego de los nuestros ha dejado ciento cuatro inútiles) y cuarenta y tres morteros de los que mis baterías han dejado veintitrés fuera de servicio.
El número de los prisioneros, comprendiendo los criados y las mujeres, suben a dos mil cuatrocientos, como me ha dicho el gobernador por el estado nominativo que me ha dado
y que será comprobado. Como se puede contar por este número, hay mil ochocientos hombres de armas comprendidos los corsos, los griegos, los marineros y los heridos o enfermos
en número de unos ochocientos, que es más o menos la cuenta que siempre habíamos hecho de esta guarnición comprendiendo los corsos y los marineros que habían entrado después
de nuestro desembarco. Ha habido unos mil muertos por enfermedad o heridas.
Veréis el estado de nuestras perdidas, que no es tan fuerte como el de ellos, porque la pérdida de un solo de nuestros soldados me es más sensible de la de mil de los otros, pero
esta tabla comparativa con la de los ingleses no tiene parangón y parecerá increíble a los ojos de todo militar, después del fuego continuado y los trabajos que nuestras valientes tropas
han sufrido.
Los enemigos tenían en la plaza en el momento en que comenzamos nuestros aproches veinte mil quintales de pólvora y no les quedaban al rendirse más que tres mil ochocien-
tos. No debo ocultar a Su Majestad, que en los primeros momentos de nuestra toma de posesión del fuerte, hubo algunos desórdenes por parte de nuestros soldados, que veían con
dolor a los ingleses y a los hannoverianos llevarse (según la capitulación) sus equipajes y muebles que ellos pensaban obtener como recompensa a su valor. El general Murray se me
quejó de parte de su guarnición y, encontrando justificada su queja, pensé que sería poco conveniente a nuestro honor dejarla sin respuesta en tanto que faltaríamos a las leyes de la
caballería y de la humanidad y nos veríamos en el caso, ante las gentes de toda Europa, de ver todos los artículos de la capitulación anulados por la falta de cumplimiento por nuestra
parte en uno de los principales. En consecuencia, escribí en el acto (conociendo la generosidad del alma de nuestro buen y Augusto Soberano) al señor Murray, la carta de la que os
adjunto copia con la de su respuesta de este general inglés, que os ruego sometáis a la consideración de Su Majestad, atendiendo que este general quiere hacerla pública, como un
testimonio de su reconocimiento hacia nosotros, he pensado que Su Majestad la conozca en nombre de que, señor conde, os ruego asegurar a S.M. que este pequeño pillaje no ha sido
considerable y ha sido arreglado inmediatamente por los oficiales, de los cuales he arrestado a algunos por no haber tomado las precauciones necesarias en semejante caso para pre-
venir el mal.
He resistido veinticuatro horas a los ruegos que me ha hecho el señor Murray de levantarles el arresto. He accedido hoy y por este medio todo está en paz.
Tengo el honor de ser, con tanta adhesión como respeto, señor conde, vuestro más humilde y obediente servidor.

B.B. duque de Crillon.

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