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I NOTAS DE INVESTIGAClON

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El debate sobre las propiedades de la opinión
I, pública en Estados Unidos'~
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Gerardo Adrogué"

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I. INTRODUCCION. LOS ORIGENES DEL DEBATE.

El estudio de la opinión pública es hoy en día una de las áreas de mayor


crecimiento y dinamismo dentro de las ciencias sociales en nuestro país y ell
loua América latinn. No obsumte, uno de los rasgos distintivos de este proceso
es la ausencia casi absoluta de conceptos precisos que den cuenta del
fenómeno a estudiar. Por tal motivo, resulta imperioso iniciar un debate
conceptual que,' en forma rigurosa y sistemática. brinde respuestas a
interrogantes tales.como: ¿Qué 'es la opinión pública? ¿Cuáles son sus
propiedades! ¿Cuál es su impacto en la-vida política,·social y cultural de
lIuestras sociedades?
Con el objetivo de iniciar y estimular esta reflexión, las líneas que siguen
a continuación presentan una organizada y comentada reseña bibliográfica
sobre la extensa y rica literatura que sobre el estudio de las propiedades de la
opinión pública existe en el mundo académico de Estados Unidos.
Establecer límites siempre es arbitrario y, por cierto, el debate sobre las
propiedades de la opinión pública en Estados Unidos puede remontarse a los
Federalisf Papers y las disputas que ellos sintetizaron entre los llamados
"padres fundadores" en el siglo XVIII. Porejemplo,JamesMadisony Alcxander
Humilton vieron con preocupación y temor a la entonces emergente opinión
pública. Según su entender. la opinión de los ciudadanos, sin constricción
institucional alguna, podía fácilmente ser víctima de ¡as pasiones y de esta
. manera errar en la búsqueda del "bien común" i al cual sólo podía accederse
mediante el gobiemo de la razón (Federalist Papers, N° 40, 62, 63 Y 71) .

• Et :lUlor :lgradcce a Evcreu C. Lndd por brindar -a través ue sus cursos- muchas tic las
clavcs ín1crprclalivas aquí cxpucstas y a Ricartlo Sidicaro por sus comenlarios y sugerencias que
p':fmilicron mcjor.Jr en concisión la vcrsión finat tleI Ir:lbajo•
.. Facullatl de Ckncias Sociales. UOA. Instituto Univ~r.iitario P:llricios.

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NOTAS DE: INYEST/~CU)}{"

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Incluso, Madison sostuvo que, en dcle~inadas ocasiones, el "bien común" es • r
, de la guerra en Vietnam y se fundó en Lres argumentos principales: a) laopinión
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más ,fácilmente conocible por los representantes del pueblo que por eI-puebJo pública es volátil, inestable e impredecible, b) la opinión pública es irracional
en sI (Federa/ist Paper, N" 1O). Frutode esta percepción, el diseiio institucional o, menos drásticamente, carece de coherencia en el sentido de qlle no está
norteamericano puede entenderse.como uno serie de mecanismos (como el estructurada sobre un sistema de valores y creencias comunes, y c) la opinión
Senado o Un poderoso Ejecutivo) destinados a reducir los posibles riesgos de pública tiene escaso o nulo impacto sobre el proceso polClico d~ toma de
una opinión ciudadana volátil e impredecible y a merced de quienes quisieran decisiones (Hols¡i; 1992). .
o supieran alenwr las "pasiones" del pueblo. Thon.ns Jeffersoll y los llamados Quien mejor expresó este primer IIconsenso", aun cuando sus conclusiones
populistas defendieron una visi6n distinta sobre las potenciales capacidades no se funden en estudios empíricos, es el escritor y periodista Walter Lippman.
el
de la opinión pública, Reconocicnd\' que "público" podía no contar con los Según Lippman el "hombre de la calle", aquel que constituye la opini6n pública
recursos necesarios ~materiD.lcs o intelectuales4 para ejercer el control directo o, mejoraun, su "elemento primordial", carece del tiempoodel interés necesario
sobre las decisiones polfticas, Jefferson sostuvo que la unica solución al paradesempeñur el rol que le asigna la teoría democrática clásica (Lippman, 1922,
respecto no era limitar institucionalmente el poder de. la ciudadanía sino 1925, 1955). En sus. distintos escritos Lippman argumenta que. no puede
informarla y educarla (Page & Shapiro, 1992). En esta segunda visión, el esperarse del ciudadano común que aclue como legislador. o, siquiera, que
modelo de democracia ·directa ~admitjendo la necesidad de instruir a los demuestre la inclinaci6n por estar infonnado de los multiples y diversos temns
ciudadanos- buscaba imponerse al modelo de democracia representativa de que componen la agenda política en una sociedad moderna y abierta. El
Madison y Hamil ton. No obstante la importancia de estas miradas iniciales, "ciudadano común" sólo dispone de percepciones difusas, "imágenes en su
que se repiten como claves de interpretación a través del tiempo y de los cabeza", las que muchas veces distan de la realidad y la distorsionan. Y en el
hombres; el debate sobre J~s "propiedades" de la opinión pública sólo adquiere supuesto caso de que el apoIflico ciudadano desee infonnarse, la informJci6~
rasgos propios y distintivos en Estados Unidos a prjncipios del siglo xx. requerida esen general inaccesible. Paren de, laopini6n del "ciudadano comun"
Siguiendo,ln tendencia general en el desarrollo de las ciencias sociales, el care!=e de valor para quienes deben tomar las decisiones de gobierno. Lippman
estudio de !a opinión públicíl legitimó su espacio inquiriendo sobre las expresamente sostuvo que la opi ni6n-pública, pordesin fonnada y desinteresada,
principales caracterfsticas y propiedades de su objeto de estudio nl/iempo que no constituye ulla gura que los gobernantes deban seguir. Para este autor, los
val idaba el análisis cm p{rico como método de investigaci 6n. La dis ponib iI ¡dad ciudadanos tienen el poder de elegir a sus gobcrnantcs, de aprobar o desaprobar
dt! dalas confiables y sistemáticos de opini6n publica (encuestas dirigidas por . su acción de gobierno, pero no están en condiciones de administrar el gobierno
,. Gcorge Gallup yElmo Roper) desde mediados de la década. del 30 fue clave por sí mismos o, al m~nos, de emitir una opini6 n ajustaday meditada al respecto.
( en la orienta.ción que siguió el campo. Años más tarde, el acopio de datos provenientes de encuestas de opini6n
Un reducido conjunto de preguntas sintetizaron, y aun sintetizan, las pública permitió probar cmpídcamenle las principales hipótesis de Lippman.
\ principales preocupaciones en torno de las propiedades de la opini6n pública: Pam regocijo de los pesimistas, Gabriel Almond, en su estudio sobre las
¿Cuáles son los patrones comunes, empíricamente observables, en las prefe- prderencias y actitudes de la opini6n pública americana en temas de política
rencias _p.olíticas, sociales y/o culturales de los s·ujetos? ¿Refieren estos exterior, arribó a conclusiones similares queLippmnn (Almond, 1950). Almond
patrones comunes a las propiedades estructurales de la opin~6n públic.a? En acuiló el término mood '''eor)', o teoría sobre el estado de ánimo. pilIa describir
caso de respuesta positiva, ¿cuáles son las causas que explican su existencia? el cariÍcter vol~til y fluctuante de la opinión pública. Segun sus investigaciones,
Estas pregunta.s obtuvieron en Estaaos Unidos respuesta.s antagónicas, da.ndo el ciucJadano común norteamericano posee poco o ningun interés en temas de
origen a Un debate que se extiende, tanto en elliempo como c!1 el espacio. política exterior y aun menos información al respecto. "Sólo en situaciones
extremas, de peligro inminente, tiende a prestarles atención y-en tales casos las
11. EL CONSENSO PESIMISTA: "[IT'S A PREHISTORIC opiniones que se [amIa carecen de estructura intelectual o contenido, al tiempo
MONSTER] ... WITH A BODY AS LONG AS TIlIS ROOM AND A que son inestables y dependien tc.!! de los distintos "estados de ánimo" imperantes.
BRAIN THE SIZE OF A PIN" En un artículo posterior, y en ténninos similares a los dé Lippman, Almond
destacó el peligro que representa unaopini6n pública volátil e impredecible para
El llamado "consenso pesimista" sobre las propiedades de la. o.pinión aquellos encargados de tomar decisiones políticas (Almond, J956). Con cierta
1)lica..se extendi6 desde mediados de la década del 30 hasta la intensificación anterioridad, 1llOmns Bailey se interrogó sobre In necesidad y conveniencia de

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SOCIeDAD NOTAS DE. /NYESfIG.K/Ó.v
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manipular o guiar a la opinión pública en lemas 'de política exterior (Bailey, . ':~:;~. I~ denQminarse la "elite", el ~'público atenlo" o el "público acli~o" en contrapo·
1948). Según Baile}', una opinión pública fluctuante e impredecible, ala vez que sición a la gran masa del.'.~público inaelivo~'.="no aten la" y desinfonnado.
desinronnada, sólo podía afe·ctar los requenmi"entos de eficacia y eficiencia que . ': : Estudios sobre las percepciones polfticas y la conducla electoral de los
t.odo proceso de toma de decisiones necesita. En tal caso, "guiar a la opinión úorteamc"ricanos, realizados sobre la base de encuestas de 'opinión pública,
. pública" podría interpretarse como una opción racional, y hasta deseable, por brindaron aun más argumentos en favor del·'·'consenso pesimista". Por una
parte ~e las elites gobernantes. En Jos años 70, los trabajos de Cohen demostra- parle, la Escuela de Columbia, cuyo principal exponente fue Paul Lazerficld,
ron la preminencia de una visión negativa sobre la opinión pública entre circunscribió su investigación al estudio de variables sociológicas como el
burócratas de mediano y alto rango en el Departamento de Estado. No sólo los 'sta/us, la raza y la religión para explicar por qué la gente vota, y lo hace de
citados oficiales demostraron escaso o nulo interés en conocer las preferencias I
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detcnninada mancra (Lazarsfeld, !944). Según Lazarsfeld,· el impacto del
generales de la gente en lemas de política exterior, sino que al mismo tiempo í'lmbiente social sobre los individuos C'presiones cruzadas entre grupos") es el
percibían a la opini6n pública como una entidad que debe ser "educada" (Cohen, ¡ factor que mejor explica las creencias polílicas y J¡:¡ condUcla electoral de l¡,
1973).·. '., '"oc.:· . gente. Quienes optan po.r v'ttar, como quienes 9Pl:an por no hacerlo. no haCM
No obstante, quien mayorcs'argumentos prestó al "consenso pesimista"
sobre los propiedades de la opinión pública: y de alguna manera se tmnsfonnó
en un símbolo de él mismo, fue Philip Converse en su artículo "The Nature of
I sino seguir patrones comunes compartidos por la familia, los amigos u otros
determinantes grupos de pares. En lénninos similares, un individuo actuará
conforme al grupo social con el cual se sicnta inás identificado.
Belicf Syslems ~n Mass Public" (Converse, 1964). Analizando "panel dnta", Por su parle, la llamada Escuela de Miehigan se concentró en explicar el
encucslas que se repiten a los mismos individuos en distintas oponunidades, mismo fenómeno pcro cambiando su hipótesis explicativa: centró sus esfuer-
Converse analhólos efectos de la desinformación sobre la estructura intelec- zos en determinar cuán ideológicamente estructuradas eran las actitudes y
lual, la coherencia y la estabilidad de la opinión pública. Según sus resultados, opiniones polflicas del electorado norteamericano. Tal vez, el trabajo más
los mismos individuos cambiaron de opinión de una encuesta a In otra sin inOuyente al respecto haya sidq The Americall VOler, escrito por August
ningún patrón aparente o predecible: por azar. En concreto, las respuestas de CampbcJl, Philip Converse, WarrenMillery Donalú Stokes (1964). Según los
. 1956 apenas servían para predecir las respuestas -a las mismas preguntas- en autores, por ideologfa debe 'entenderse "el conjunto de principios' y valores
1958, y mucho menos las de dos años más larde, en 1960. Los resultados de polí¡·icos, cuidadosamente pensad.os y balnnceados, capaces de brindar cohe-
la investigación demuestran que conocer la opinión de alguien en el pasado de 'renci3 y consistencia inlema a las opiniones o actitudes políticas que la IJcnte
poco sirve para predecir su opinión en el futuro. Converse argumenta que los adopta o defiende". Al analizar los resultados, los autores dcscubriefC111 que
efectos de la desinformaci6n sobre la capacidad qe 105 individuos por brindar apenas 2,5 por ciento dcl electorado norteamericano podía consillerarse
respuestas coherentes y estables son simplemente devastadores: la gente portador oe "un pensamienw ideoI6gico'~ y un adicional 9 por Ciento podía
contesta las encuestas "como si estuviera tirando una moneda al aire" y, por considerarse "cercano a tal pcnsamiento"; en definitiva, poco más de 10 por
ende, sus respuestas son "estadísticamente aznrosas". Fruto de csta inestabi· ciento del electorado norteamericano demostraba sofisticadas y meditadas
lidad, Converse concluy6 que la opinión pública es básicamente irracional por opinioncs políticas. Las creencias polí~icas y la conducta electoral del J;esto
carecer de un sistema estructurndo de creencias comunes que le pennitan podía explicarse mejor gracias a la identificación partidaria, primero, y a las
evaluar en forma coherente y predecible distintos tcmas de actualidad. Años prererencias personales sobre los distintos candidatos, después. Si la Escuela
más tarde, analizando los mismos resultados, Converse calificó a las opiniones de Columbia había pueslO el acento en variables sociológica:;, los resultados
recogidas por las encuestas como lIolluttiwdes o door·s/ep·opilliolls (actitu· de las investigaciones realiza<.las en el ámbito de la escuela <.le Michigan
des u opiniones no reales). Ante la experiencia de ser interrogada, la gente se terminaron enfatizando variables de lipa psicológicas. Si bien el votante
siente "obliga<.la".a dar una respuesta aun cu~ndo no la tenga, yeso es Jo que promedio adquiere la identificaci6n partidaria de los padres, éstase manifiesta
recogen las encuestas, malerial de esca51)"valor (Converse: 1970). Los mismos en la orientación afectiva y activa hacia el partido político y hacia los
resultados de inestabilidad e imprevisibilidad en la formación de opiniones candidatos de turno. Tal orientación no requiere información ni conocimientos
arrojó el análisis de encuestas en panel durante los años 1972, 1974 Y 1976 profundos, ni siquiera un coherentc y estruclurado pensamiento ideológico, se
(Converse y Markus, 1979). Apenas 20 por ciento de los encuestados demos· limita a la autoi<.lenlificación personal, cualesquiera sean los motivos que se
traba coherencia y predictibiJidad en sus opiniones, por lo que' pasó a esgriman al respecto.

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NOTAS DE I,\'I·ESTIG;.C/Uh~---

Ambas escuelas comparten la percepci6n pesimisla del volanle, quien públj¡:n fue tomandocuerpoy desafiando, uno a uno,los supuestos pel "consenso
ca~ece de la informaci6n, e! liempo o el interés para oplar racionalmenle a pesimista". El nuevo modelo de interpretaci6n se a!1rupó en torno de ]ns
qUién votar.Ambos modelos reconocen la ausencia de un sistema estructurado siguiemes ideas: a) la opinión pública eS estable y real, y si cambia o fluctúa lo
de creencias y valores polfticos que organice las preferencias del elcclorado hace en forma predecible; b) por lo tanto, la opini6n pública es raelonal; sus
norteamericano. Pero al mismo tiempo reconocen la necesidad de explicar la prererencias responden a un sistema eslructufíldo y coherente de valores y
pcrsisten~ia de ciertas regularidades emp(ricns, como la pemlancncia de creencias, y en particular responde a lo que dio en llamarse la ideologfa
demócratas y republicanos, Y para ello recurren a rflzonrlmientos delcnninfs~ u!ncricuna o American Creed y, finalmente, c) la opinión pública influye en
ticos, sean sociológicos o psicológicos. Si bien el "hombre de la calle" carece fonlln notable sobre el proceso polltico de toma decisiones. Como puede
de los elementos necesarios para tomar !Jnadecisión racional, al menos cuenta apreciarse, argumentos nntag6nicos a los del predecesor "consenso pesimista".
con los elementos para actuar "como si fuera" racional: haciendo lo que hacen Si bien I<lS causas que explican el surgimiento del nuevo consenso y la
sus pares (Columbia) o, simplemente, reproduciendo la mismn conducta erosión del pesimismo son múltiples y complejas, algunos argumentos conci~
electoral en función de un apego psicológico (Michigan). tan cierto acuerdo en la literatura. Por ejemplo, Holsti desraca los efectos
., El corolario del "consenso pesimista" es el siguiente: la opinión publica
tiene escaso o nulo impacto sobre los gobernantes, quienes no le prestnn
posilivos que la guerra de Vietnam tuvo en el "renacimiento del int~rés por In
opini6n pública" (Holsli; 1992). Durante décadas, académicos y poHticos
alención al momento de tomardccisiones, bien porque hacerlo es en dcfiniljvn bregaron por una mayor nutonomrade decisi6n de los gobernantes respecto de
d~ escasa utilidad, bien porque puede ser ins~nsalo y hasta peligroso. Como laopinión pública. Sin embargo, la política del presidenteJ ohnson en Vietnam
vimos ésta fue la 'eonel usión a la que arribaron Lippmnn, Almond, Brailey y dist6 de encarnar la racÍonalid<ld de las eliles por sobre la irracionalidad de las
eohen en sus distintos trabajos. Hacia mediados dejos años 60esla percepci6n masas. Incluso Lippman llegó a calificar al "publico" como más "iluminado"
se hallaba consolidada y dirundida. Por ejemplo, en un estudio -también qu'~ el gobierno, a medida que aquél se oponía crecientemente !tI esfuerzo
clásico- sobre la relaci6n enlre el público y los legisladores, Miller y Stokes bélico en el sudeste asiático. En t?do caso, un nuevo clima de época fue
demostraron que las opiniones y preferencias del electorado tienen muy débil gestándose en ambientes académicos y poHticos norteamericanos tendiente a
impacto sobre las decisiones que toman los miembros del Congreso (Millcr y rev'llorar las capacidades y el rol de la opini6n pública. La disponibilidad de
Stokes, 1963). En los años 80, ecos de estos argumentos pueden encontrarse recursos humanos y materiales para investigaci6n, el diseño de nuevos y más
en los trabajos de Levering (197B), Paterson (1979), Graebner (I9B3) y sofisticados métodos cuantÍlativos de análisis y el creciente acopio de dalos de
Benjamin .Ginsberg, para quien la opinión púbJica no sólo tiene un impacto opini6n publica (en especial el establecimiento de archivos o bibliotecp.s
nulo sobre quienes gobiernan, sino que además éstos se han transfoImado en públicas donde se preservan las bases de datos) también fueron elementos
verdaderos "managers" de lo que la gente piensa u opina en temas de políticas decisivos en la confonnación del nuevo consenso. .
públicas (Ginsberg, 1986). '. Uno de los "problemas" que debi6 enfrentar el alternativo "consenso
De esta manera fue lomando forma el consenso pesimista sobre las optimista" es la uesinronnnci6ñ general del público nortcnmericano, dato
propiedades de ht' opini6n pública. Volátil, impredecible e irracional, la corroborado por innumerables encuestas. En general, los autores que se
opinión publica puede entonces representarse como uno de aquellos mons~ embnrcaron en la corriente optimista critican a sus adversarios por reducir "la
(ruos prehistóricos "con el cuerpo tan Illfgo como esta habitaci6n, pero con el infonnaci6n" a un conjunto de dalas enciclopédicos (fechas, nombres y
cerebro del tamaño de un alfiler" (GeorgC! Kennan; en su clásico AmericQll lugares) de escaso valor en el análisis de la opinión pública (Zaller, 1995; Page
Diplomoc)'. 195 J), y Shapiro, 1983, 1992; Ladd, 1977,1979; Yankelovich, 1991; Lane, 1962;
Key, 1961). La pregunta inicial del nuevo consenso es: qué debe entenderse
111. EL CONSENSO OPTIMISTA: "PEOPLE [oo.] ARE NOT FOOLS" por infomlaci6n útil y necesaria.
Daniel Yankelo\'ich ofrece uno de los argumentos más sugerentes al
El llamado "consenso optimista" cont6 Con voces disonantes en pleno respecto (Yankelovich, 1991). Pará este autor, el problema reside en los
apogeo del pesimismo, tales los casos de George GalJup yElmo Roper, padres parámetros (stwulards) con los cuales sejuzga la calidad de la opini6n pública,
rundadores de la industria de las ,encuestas. No obstante, s610 en los años 70 la cual no puede equipararse con estar "bien in~onnado". La informaci6n
pU,ede afinnarse que una nueva visi6n sobre las propiedades de la opini6n ráctica es en general poco relevante en términos de "calidad", En la tradici6n

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NorAS DE: /N\'ESrJGAC/()N

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weberiana, Yankeloyjch distingue entre la'''opjni6~ del experto", l~ c~nl es un decisiones metodo lógicas fundadas en in vestigaciones prc vías. Estas merecen
substituto de informaciÓn fáctica, y la "opinión pública" que concierne a ucstilcílrse pues resumen algunos de los criterios más importantes, y sobre los
juicios de valor. Esta dislinción es decisiva. Porun lado, la opinión del experto cuales existe común acuqrdo, en el análisis de opini6n pública (acuerdo no
es una proposición que puede, o no,sercorroboradaempfricamente. De hecho, siempre ·conocido o respetado en estas latitudes). ,-;: .... '- ".¡¡'.!: ....
la opinión del experto debe conslatarse frent~ a los hechos si ha de servir como . Primero, la única manera de identificar un cambio real en la opinión
guía para la acción humana. Por el contrario, los juicios de valor ·C0I110 la pública es comparar respuestas obtenidas pqr preguntas que fueron realizadas
"opinión pública". no asumen la forma de proposiciones empfricas y por lo . con las mismas palabras (idclltical questioll wordillg) en distintas oportunitla-
tanto no tiene sentido contrastarla frente a los hechos. Para Yankelovich, "Las des. Inferir un cambio en la opinión pública sobre la base de preguntas
expresiones de valor [... ] son como los problemas ue gusto: hay cánones de "fraseauas" en forma distinta es un grave error metodológico, aun cuando
buen gusto y cánones de mal gusto. y, en tal caso, hay buenos valores y malos refieran al mismo lema. Simplemente, las palabras que se utilizan en In
valores. Pero cualquiera sea el método para diferenci~rlos no puede ser el confección de las preguntas tienen una incidencia decisiva en las respuestas
mismo que el método de validación 'que se aplica para el conocimiento que se obtienen. De las diezmil preguntas iniciales, poco más demil responden
empírico y la opinión del experto". Si Yankelovich está en lo correclo, la a cste requisito. El segundo criterio o decisión metodológica detcnnina que es
opinión pública, como fenómeno social-y objeto de estudio- posee "integri- un "cambio estadrsticamente significativo" en la <?pinión pública. En general,
dad" propia y merece parámetros especiales para ser juz.gada, y quienes los resulwdos de encuestas deben analizarsealendiendoal margen de error con
centran sus crflicas en la desinformación de la opinión pública no alcanzan a el cual ellas se realizaron. El margen de error no es fijo y depelldede cada caso;
comprender el fenómeno que intentan estudiar. Para Yankclovich, la no obstante almenas en Estados Unidos. la gran mayoría de las encuestas se
desinformaci6n arecta a la opinión pública, pero de manera tangencial. Olras realizan co~ un margen de ~rror cercano a 6 por ciento; el cual se ha
dimensiones deben considerarse para evaluar la "calidad" de la opinión transformado en unasuertcdestalldard del mercado. Parapage y Shapiro,sólo
pública, en particular "la capacidad de ser respons.able por las consecuencias aqucllas nuctuacioncs que superan el 6 por ciento pueden calificarse como
de las propias opiniones o actitudes". cambios reales. Por ejemplo, un cambio de 50 a 57 por ciento en el Índice de
Por el contrario olras autores de la corriente optimista, fundaron la gente que apoya un incremento· en los gastos de Defensa 'será considerado
racionalidad de la opinión pública en la disponibilidad de infomlación que como un cambio significa.tivo, mientras que un cambio de 50% a 54% no lo
efectivamente gozan los ciudadanos, en una ecuación que puede sintctizarse será. Finalmente, el tercer y úllimo criterio se refiere a las clases de cmnbio&
de la siguiente manera: a más información. más raci.onalidad (Zaller, 1995; que pueden obscrvarscal amilizarla opinión pública. Según los autores pueden
Page y Shapiro, 1983). John Zaller dedica su mayor .esfuerz.o analítico a identificarse tres tipos de cambios.Primero, el cambio abrupto,definido como
demostrarc6mo elites dirigentes y medios masivos de comunicación tienen la aquel que ocurre a un ritmo de 10% omús en un año. Segundo,las nuclUaciones
capacidad de afectar la pretendida racionalidad del publico v(a el control de propiamente dichas, cambios significativos en la dirección de la opinión
'Ia cantidad y la calidad de información· a disposici6n del público (1995). pública. Y linalmente, el cambio gradual, definido por oposición a los dos
El "consenso pesimista" -como se pudo apreciar- negó la existencia de i.I~tcriores; es decir, un cambio gradual es LOdo aquel cambio significativo en
patrones comunes en las preferencias y opiniones de la gente. Según sus la opinión púo!ica que no es abrupto ni es ny.ctuaciól1.
postulados, éstas nuctúan en forma impredecible y azarosa. Por tal motivo, dc Los resultados de Page y Shapiro demuestran que las preferencias de la
entre los hallazgos empíricos más a"lcnladores para quienes se en~olaron en el opinión pública norteamericana son estables y predecibles a lo largo de casi
consenso optimista se destaca haber corroborado la existencia de estabilidad sesenta años, tanto en temas de política nacional como de política internacio-
y predictibilidad en la opinión pública. Tales son los resultados de las "~1J1. De hecho, poco mús de la mitad de las mil pr'eguntas analizadas evidencian
investigaciones realiz~das, e.ntre otrt?s, por ~age.'i ~_h~piro,_c9mpUa9as. bajo .: la inexistencia de cambios significativos en las preferencias de los norteame·
el [Ílulo Tlie Ratioúal Pub/ic -(Pagc y Shapiro, 1992). Por su magnitucJ., los ricanos (variación inferior a 6 por ciento). Estabilidad es la nomla. Asimismo,
datos utilizados en este trabajo son impresionantes: datos agregados (frecuen- cuando hay caJ~bio, éste es predominantemente gradual (v.g. tolerancia racial
cias marginales) de todas las encuestas disponibles realizadas por consultoras y apoyo a los llamados derechos civiles, percepción del rol de la mujer,
privadas o por institutos académicos desde 1935 hasta 1990. etcétera) ,11 tiempo que cambios abruptos o fluctuaciones ocurren muy rara·
Ante semejante masa de infonnación, los autores tomaron una serie de mente y respondcn asituaciones históricas especiales (Walergate, el comienzo

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SOCIECJ..tD Nor",s DE JNVESTJG.'.r:róN

de la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, etcétera). El análisis de los cambios sentido, situaciones de cambio o estabilidad en la opinión pública se explican
abruptos y fluc(Uociones es cl que lleva a Page y Shapiro a sostcner que la en función de tales valores estructuranles, en lo social un expamivo individua-
racionalidad es una de las propiedades distintivas de la opinión pública. Según lismo y uní! equidad moral: en lo econ6mico un énfasis en la propiedad privlJ.da,
los autores,los cambios en las orientaciones de la opini6n pllblica responden }' en la igualdad de oponunidades -pero no de resultados- y en 10 polftico un
al devenir de los acontecimientos y a la disponibilidad de infonnaci6n, hecho ¡¡pego a los principios de la democracia representativa sobre el entendido de
que demuestra su capacidad para establecer juicio.i coherentes y con sentido ,un gobierno limitado ycontrolado. Tal es el impacto de estos valores sobre las
a lo Inrgo del tiempo. . opiniones y preferencias del públ ico, que Ladd deposita en ellos la capacidad
Sin embargo, page y Shapiro optan'por no confrontar con la tcsis de de diluir las fuerzas ccntrlpetas (violencia, marginalización, fragmentación
Converse. quien ~como vimos· sostenía que los individuos carecen de Un eulturnl) que hoy en día amenazan a la socied¡¡d norteamericana (Ladd,
r, sistema de valores que brinde coherencia y estabilidad a 'sus opiniones. Para 1992b). .
ello recurren a un desafOrlunado argumento eSladíSlico Rlhe sfaris/;cal Finalmente, quienes se enrolaron en el 'consenso optimista corroboraron
aggrega/ion process según el cual los individuos pueden scr "irracionales"'y
R empíricamente que la opini6n pública -en alguna medida· influye y condiciona
brincJar opiniones ¡nmeditadas e incoherentes ("consenso pesimista") pero, al a quienes gobiernan (Fiorina, 1981~ Aldrich, SuJlívan, y Borgida, 1989;
mismo tiempo, "la opini6n pública colectiva", esas mismas opiniones indivi- llartels. 1991; Page y Shapiro, 1983; Ladd. 1993; Sobel, 1993; Harlley y
duales analizadas en forma agregarla, es coherente, meditnda y racional Rosenau. 1993).Los eSlUdios que intentan corroborar la relación entre opini6n
("consenso optimista"). pública y decisiones políticas pueden dividirse en dos clases, análisis cuanti-
Por el contrario, 01 ros llulores optaron porconfronlar en forma directa con Ii.\livos de orientación macrO y estudios de casos de orientaci6n micro. Entre
la tesis de volatilidad de Converse utilizando el mismo tipo de enCUestas los primeros, Altln Monroe anaHz6 los resultados de encuestas de opini6n
"panel" para analizar la distribuci6n de las opiniones 11 nivel individual entre los tlños 60 y 74 sobre diversos temas de palCtica nacional (impuestos,
(Achen, 1975; Sullivan, Piereson y Marcus, 1978; Pemcy y Hurwitz, 1985; integración racial. gastos de defensa, etcétera) y los comparó con las decisio-
Jentleson, 1992). Utilizando métodos de análisis cuantitativo para corregir nes polÍlicíls finalmente adoptadas. Ante una congruencia entrc !lmbos cercana
"errores de medición", estas investigaciones demostraron que. COntra la tesis u 64 por ciento de los casos, Monroe concluye que la opinión pública es un
de Converse. existe un elevado nivel de estabilidad en las opiniones vertidas importante factor explicativo de las decisiones políticas que se adoptan en los
:', por Jos mismos individuos en distintas oportunidades, estabilidad que se Estados Unidos (Monroc. 1979). En un arlfculo publicado en 1983, Pagc y
observa indistintamente en temas de poHlica nacional y política internacional. Shapiro encontraron un nivel de congruencia similar (670/0) entre las prefercn-
Más evidencia sobre la estabilidad de las opiniones a nivel individual puede c.iOlS de la gente y las decisiones políticas que se adoptaron al respecto. Por su

encontrarse en los trabajos de Free y Waus (1980), Grnham (1988), Witkopf pílrte, Hartley y Russet, en un estudio detallado de la evolución de los gastos
(1990) y Russet (1990). . en Defensa, encontraron que, en términos explicativos, la opinión pública es
Tal vez alentados por estos resultados, autores como Samuel Huntington menos importante que el nivel de gastasen Defensa de la ex Uni6n Soviética
y Everc(( Ladd argumentan quela racionalidad de la opinión pública norteame- pero más imporlante que el déficit general de Estados Unidos (Hartley y
ricana no se sustenta tanto en su capacidad para evaluar la información Roscnau, 1993). Estudios de caso, como el de Richard Sobel sobre lapublic
disponible (la tesis de Page y Shapiro) como en Un sistema común, eslructurado diplomQc)' de Ronald Reagan en los anOs 80, demuestran que /a opinión
y coherente de' valores y creencias (Hulltington, 198 J; Ladd, 19920., 1992b, pública puede, en determinadas oponunidades, constituirse en un impedimen·
1993, 1994~ Fe/timan. 1988). Según Ladd, el más prominente defcnsordé esta 10 para la voluntad de los gobernantes (Sobel, 1993). Sobel compila unaseric

lesis, autor que en alguna medida retoma los trabajos de Roben Lane (1962), de anfculos que analizan el fracaso de Reagan por convencer al público
s6/0 es posible comprender los patrones comunes en las preferencias y norteamericano de la neccsidad y conveniencia tle apoyar a los "contras" t
opiniones de Jos norteamericanos a la luz de.la particular ideolog(a norteame- fracaso que en definitiva limit6 el margen de acción desu administraci6n sobre
ricana, más conocida como el A merica" Crúd. A pesardesus doscienlos años Nicaragua. También analizando la polftica norteamericana hacia América
de historia, Jos valores centrales de la ideoIogfa norteamericana se mantienen Central durante los afias BO,Ladd llega ~laconclusi6n de que si bien la opini6n
esrable~ y predominantes a lo largo de los distintos grupos sociales, al tiempo pública no prcscribe cursos de acción, al menos provee a los gobernantes con
que brindan sentido a sus preferencias y opiniones (Ladd. I992a). En tal cierms pautas o líncas generales de orientación que deben considerarse al
· SOCIEDAD NOTA.S D~ INVESTIGACI6N

momento de"[~mar decisiones (Ladd, 1993). AÚlOl'ID, G. (1956). "Publie Opinion nnd Nalion31 Seeuñly". PubUc Opinion Quartuly.
20:37t-378.
En definitiva, si el "consenso pesimista" cqncibc una opinión' pública
ACIIEN, C.H. (1975), "Mass Polilicnl Allil~des amI Survcy Response", Amuican Po/ilical
volátil, i~predecible e irracional, con escasa o nula capacidad de influir sobre '.: Sci~IIC~ R~\'i~w, 69:1218-1231.
los gobernanle~, -el "consenso optimista". -por el conlrario- describe una ALDRICII. J.H .. SULUVAN. J.L. y DOII.G/DA, E. (1989), "Foreign Affairs and Issue Voting: Do
opinión pública estable, predecible· y racio'nal, coherente en la fonnación de Pre~idenlial Cnndid:lleS ·W:lltz. before a Blind Audienee? .. •• Allluican Polirical Sci~lIa
sus preferencias y ~con cap~cidad de inlluir sobre quienes loman las decisiones Rtl"i~w, 83: 123-141.

de gobierno. Si para el "consenso pesimista" la opinión pública se asemeja a ALTSCIIULER, B. (1982), Kaping afingu on Ihel'ublic pulu, Greenwood Prcss.
un monstruo prehist6rico de cuerpo irpllcnso y cerebro minúsculo, para el BAILEY. T. (1948). T/1~ Mml in "I~ S/rUr! T"~ l/IIpacl oi AmuiCCln Publk OpilJion (}/I
FOl"ti¡:1J Po!ie)', Ncw York: Melllilllln.
"consenso optimista", "'n. gente [simplemente] 110 es estúpida" (Kcy, 1961).
BARTELS, L.M. (1991). "Consti!uency Opinion and CongressioMI Poliey Mnking: The
RC;¡g3n Dcfense Buildup". Amuicall P~litical Sci~net R~\'i~\II. 85:457·474,
IV. A MODO DE CONCLUSI0N CAMPIlELL, A.. CONVERSE, P.E.• MIl.J..ER, W.E, y STOKES. D.E. (1964), Tht AmuicOll YOla.
New York: Wiky. .
Hoy en día, una apelación a "la opinión pública", por vaga e inconsistente CANTRIL, A. (1991), Tlu OJlinioll Crlllnt:ctirm. Polling Polities alU! JIu Pass, Congresional
que ésta sea, parece insoslayable. Y es de esperar que muchas de las Qunnerly Ine. Washington OC,
CANTRIL. A. (1994), FaiJlJ. liope Q/ld H~rtsr)'. Princcton NJ. Prineeton University Prcss.
imprecisiones qu~ en la actualidad sufrimos vayan desapareciendo a medida
CARTER. R.G. (1990). "Public Opinion and Senate Defense Spcnding: The Reagnn Yea~",
que se estimule el debate teórico y la precisión conceptual. p:lpcr presentado a The 34th Annual Meelingoflhc lntemational StudiesAssociation, Ihe Or.l!li
Si estas notas han de tener alguna utilidad entre nosotros, los temas y Shoreham Hotel,·Washington. OC, 10·14 de I1bril.
argumentos defendidos por "pesimistas" u "optimistas" deben ser interpreta- CltlTIlCl:, W.O.:DILLlNGSLEY. K.R. yTRAVIS, R, (1993), "Pcrsistcnee nnd Changc in Foreign
dos en forma crílica y contrastados con la: incipiente masa de infonnaci6n que Potiey Altitudes", paper present300 a The 34th Annull.1 Meeting of lhe Intemation31 Studies
en forma progresiva se genera en la región, abriendo de esta manera un Associll.tion. en Aeapulco, Méxieo.
COHEN. U.C, (1973), Tlu Public's lmpacl (In FII1:dg/l Polic)'. Bos[on: Lillte, Drown.
novedoso y amplio campo de investigación.
Por cieno, las p~eguntas e inquietudes aquí reseñadas no son los únicas que
'·-"·1, CONVERSE, P. (1964). "The N3ture of Belief Sys[em in Mass Publie", en Id~ol(Jgy and
Di.renllltn/. D. Aplcr (ed.). New York.: Free Press.
pueden estimular una renexi6n productiva en tomo de la opinión pública. 1 DONSIlACII. \Y. (1995). Tlu Ro/~ (JI PoJls in a D~m()cr/lc)'. WAPOR, New~eastle, 2: 1 y 14.
Como el título sugiere, el área de interés ha sido circunscripta al mundo FAN. DAVID P. (1988), PrtdicJinns 01 PubUc Opininll From Mal.! M~di(l.: CrJ/lrpurtr
académico en Estados Unidos. No obstante, enfoques te6ricos muy distintos Cnll/elll AI/alysi.r lrIrd Mol!J~II/(J/jC{[1 Modding. New York: Grecnwood PrcsS.
fueron acuñados en otras latitudes para comp'render los mismos fen6menos Ftdtrtlli.({ PIII'US. W40. 62, 63 Y 71.
aquí analizados. enfoques que -en algunos casos- han negad~ hasta la posibi- FELOMAN. S. (1988). "Structure nnd Consisteney in Public Opinion: The Role oC Core
lidad leórica de pensar a la opinión pública en las sociedades modernas. Es Oclicis and Vatues", Amtricnn Juunlal nI PnUtiC{lI Sci~na. mayo.
claro que estos enfoques no pueden estar ausentes en un dcbate sistemático y F10II.INA, M, (1981), R~lrrHI'~crh·t Voring in Amtric(lII NClliona/ E/~cliOlu. New Huven. er.
Yale Universily Prcss.
riguroso, y su na inclusión y tratamiento en estas not<1;5 obedcc'c a problemas
FREE, L. Y WATIS. W. (1980). "lntemationalism Comes of Age ... Agnin". Public Opinitm,
de espacio y sistematicidad. ):016·50.
Sin embargo, quicnes trabajen apelando a la opinión pública como .fuente GINSDERO. D. (J 986). rile C(lplh'~ Public: }fOil' Mass Opinioll Pronw/u Su/u p(JII·tr, Ne~
de datos o quien.espre.tendanadentrarsc en su estudio.comoJenÓrneno propio YOi"k:1Jasic Dook-s. "1986, -
de la modernidad deberán enfrentarse, de un modo u otro, con iguales o GRABAM. T.W. (1988). "The Pallem and Imponanee of Public Knowledgc in Ihe Nuclear
similares lénninos, a los interrogantes y respuestas quc :-como pudimos Agc", Jartrlwl 01 COllflicl R~wlUlinll, J2:319-334.
aprcdar- han contrapuesto y contraponen a "pesimistas" y "optimistas", IlART1.EY. T. y RUSSETT, D. (1992), "Public Opinion and the Common Ocfcnse: \Vho
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,
DESARROLLO ECONOMICO. vol. 38. N" 149 (abril,junio de 1998)

,
ESTUDIAR LA OPINION PUBLICA.
TEORIA y DATOS
SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA*

GERARDO ADROGUE**

1. Introducción

E,I estudio de la opinión pública es hoy 011 dla una ele la áreas do mayor crecimiento y
dinamismo dentro de las ciencias sociales en casi todd América Latina. En el plano polltico
institucional. el auge y fortalecimiento de este campo de estudio son paralelos a la consolidación
de la democracia. La rutinización de los actos electorales ha contribuido -entre otras cosas- a
extender la valoración positiva y la necesidad de saber qué perciben y opinan los ciudadanos
sobre los diversos temas que componen la agenda pública. Pero también las reformas en el
sistema económico y la reestructuración del estado han ido ampliando y transformando los
espacios del mercado y de la sociedad civil, abriendo nuevas instancias en las que se expresa
la opinión pública.
De esta manera se abre un amplio campo de investigación. No obstante. uno de los ras-gos
distinti~os de este proceso es la ausencia de conceptos precisos que den cuenta del fenómeno
a estudiar. Con el propósito de estimular a nuevos y viejos investigadores del área. en el presente
trabajo se resume. primero. el debate sobre las propiedades de la opinión pública en los Estados
Unidos y. luego. se analizan las caracterlsticas distintivas de la opinión pública en la Argentina a
la luz d,e los criterios y argumentos antes definidos. .

2. Un punto de partida 1

El debate sobre las propiedades de la opinión pública en los Estados Unidos puede
remontarse a los Federalist Papers y a las disputas que ellos sintetizaron entre los llamados
"padres fundadores" en el siglo XVIII. AsI. James Madison y Alexander Hamilton vieron con
preocupación y temor a la entonces emergente opinión pública norteamericana y sostuvieron que

• Trabajo presentado en la Conferencia 50" Aniversario de la WAPOR (Edimburgo. setiembre 10-12 de 1997).
en la que obtuvo el premio "Nilson Award",
.~ Facultad de Ciencias Socia'les. USA. Direclor de Proyectos de MORI Argentina. [18I MORI Argentina I
Paraguay 1270, PB. "1"/1057 Buenos Aires I Argentina I "1i" 816·21701 Correo electrónico: mori@datamarket.com.ar].
, Puede encontrarse un tratafTIiento més extenso del tema en Adrogué (1996).
,

388 GERARDO ADROGUE

-sin constricción institucional alguna- podra fácilmente ser víctima de las pasiones y errar en la
búsqueda del "bien común", al cual sólo podla accederse mediante el gobierno de la razón
(Federalist Papers, N° 40, 62, 63 Y 71), Fruto de eSta percepción, el diseño institucional
norteamericano puede entenderse como una serie de mecanismos (como el Senado o un
poderoso ~ecutivo) destinados a reducir los posibles riesgos de una opinión pública volátil.
impredecible y a merced de quienes quisieran o supieran alentar las "pasiones" del pueblo. Por
el contrario, Tl10mas Jefferson y los llamados populistas sostuvieron que la única solución al
problema de la manipulación de la opinión pública no era limitar institucionalmente el poder de la
ciudadanla sino informarla y educarla (page y Shapiro, 1992).
Estas miradas iniciales se repiten como claves de interpretación a través del tiempo, de los
hombres y de las sociedades. No obstante, interesa detenernos aqul en el debate sobre las
"propiedades" de la opinión pública que se inicia en los Estados Unidos a principios del siglo XX.
Un reducido conjunto de preguntas resumen sus principales preocupaciones: ¿cuáles 'son los
patrones comunes .. emplricamente obseNables, en las preferencias pollticas, sociales y/o
culturales de los sujetos? ¿Refieren estos patrones comunes a las propiedades estructurales de
la opinión pública? En caso de respuesta positiva, ¿cuáles son las causas que explican su
existencia? Eslas preguntas obtuvieron en los Estados Unidos respuestas antagónicas, dando
origen a un debate que se extiende tanto en el tiempo como en el esp~cio.
El llamado consenso pesimista sobre las propiedades de la opinión pública se fundó
básicamente en tres argumentos: a) la opinión pública es volátil, inestable e impredecible; b) la
opinión pública es irracional; o menos drásticamente, carece de coherencia en el sentido de que
no está estructurada sobre un sistema de valores y creencias comunes, y e) la opinión pública
tiene escaso o nulo impacto sobre el proceso politico de toma de decisiones (Holsti, 1992).
Walter Lippman, escritor y periodista, es el autor que mejor expresó esta forma de ver a la
opinión pública. Su argumento es simple pero contundente: el "hombre de la calle" carece del
tiempo o del interés necesarios para actuar como legislador, o siquiera, para estar informado de
los múltiples y diversos temas que componen la agenda en una sociedad moderna (Lippman,
1922. 1925, 1955). Más aun, el "ciudadano común" sólo dispone de percepciones difusas,
"imágenes en su cabeza", las que muchas veces distan de la realidad y la distorsionan.
En la interpretación de la opinión pública el desinterés y la desinformación derivaron en
volatilidad, impredecibilidad e irracionalidad. Los trabajos de Grabiel Almond (1950, 1956) Y de
Philip Converse (1 964,1970,1979) brindaron vigorosos argumentos en favor de estas hipótesis,
convirtiéndose -de alguna manera- en slmbolos del consenso pesimista. Almond acuñó el término
mood theory para describir la inestabilidad en las opiniones del ciudadano norteamericano en
temas de polltica exterior. Converse calificó a las opiniones recogidas por las encuestas como
nonattitudes o door-step-opinions (actitudes u opiniones no reales) a la vez que parodió la
inestabilidad obseNada en los resultados afirmando que la gente contesta las encuestas "como
si estuviera tirando una moneda al aire", de manera "estadisticamente azarosa". Como es sabido,
Converse concluyó que la opinión pública es irracional por carecer de un sistema de creencias
comunes que le permitan evaluar en forma coherente y predecible los distintos temas de
actualidad.
Esta falta de un sistema de"valores y creencias comunes encontraba evidencia empfrica en
estudios sobre las percepciones pollticas y la conducta electoral de los norteamericanos. Asl, para
,

TEORI/\ y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA


389

explicar porqué vota la gente de una u otra manera, Paul Lazarsfeld circunscribió su in;vestigación
al estudio de variables sociológicas como el status, la raza y la religión (Lazarsfeld, 1944),
inaug~rando una corriente de pensamiento conocida como la Escuela de Columbia.. Por otra parte,
la llamada Escuela de Michigan acudió a una perspectiva bilsicamente psicológica centrada en
la identificación partidaria y en las orientaciones afectivas hacia partidos y qindidatos. The
American Voter (A. Campbell et al., 1964), un verdadero clásico en la literatura s'opre conducta
electoral, es un esfuerzo por comprender la estabilidad en el voto a pesar de la esCasa presencia
-en el electorado norteamerica no- de un "conjunto de principios yvalores pollticos, cuidadosamente
pensados y balanceados, capaces de brindar coherencia y consistencia interna á las opiniones
o actitudes pollticas" (ideologlas). Ambas escuelas comparten la percepción pes,imista del
votante, quien carece de la información, el tiempo o el inten:-s para optar racionalmente a quién votar.
En este contexto no es de extrañar que el corolario del consenso pesimista nos remita
nuevamente a Lippman, quien sostuvo que la opinión publica tiene escaso o nulo impacto sobre
los gobernantes. La opinión del ciudadano comun, volátil e impredecible, no constituye ni debe
constituir una guia para los gobernantes: desoir a la opinión publica seria entonces una muestra
de sensatez. Diferentes autores arribaron a esta conclu,:ión: Bailey (1948), Cohen (1973), Miller
y Stokes (1963), Levering (1978), Paterson (1979), Gcoebner (1983) y Ginsberg (1986).
Holsti resume el espiritu del consenso pesimista en (Ina frase de George Kennan, para quien
la opinión publica podia representarse como un monstruo prehistóric,? "con el cuerpo tan largo
como esta 11abitación, pero con el cerebro del tamaño de un alfiler" (Holsti, 1992).
El consenso optimista, por el contrario, se agrupó en torno de las siguientes ideas: a) la
opinión publica es estable y real. y si cambia o fluctua lo hace en forma predecible; b) por lo tanto
la opinión pública es racional; sus preferencias responden a un sistema estructurado y coherente
de valqres y creencias, y en particular responde 8 lo que ~:lio en llamarse la "ideologla arnericann"
o "American Creed" y, finalmente, c) la opinión publica in'fluye en forma notable sobre el proceso
politico de toma de decisiones.
Entre los primeros y solitarios defensores de estas ideas debe incluirse a George Gallup
y ElmoRoper, verdaderos padres fundadores de la industria de las encuestas. No obstante, es
sólo hacia mediados de los '70 que un nuevo clima de época fue gestilndose en ambientes
académicos y pollticos norteamericanos tendiente a revalorizar las capacidades y el rol de la
opinión publica (Holsti, 1992). La disponibilidad de recursos humanos y materiales para la
investigación, el diseño de nuevos y mils sofisticados métodos cuantitativos de análisis y el
creciente acopio de datos de opinión publica fueron algunos de los elementos que ayudaron a
la conformación de este nuevo consenso.
Uno de los principales problemas que debió enfrentar el consenso optimista es la
desinformación del publico. En efecto, la evidencia demuestra que el público no dispone -porque
no puede o no quiere- de la información (en cantidad y calidad) para emitir un 'Juicio racional" sin
mayores consideraciones. En este contexto es filcil entender por qué los optimistas cuestionan
que se pretenda equiparar público "bien informado" con publico "racional". Para ello, los autores
que se 'embarcaron en esta corriente critican a sus adversarios por reducir "la información" a un
conjunto de datos enciclopédicos (fechas, nombres y lugares) de escaso valor en el anillisis de
la opinión publica (Zaller, 1995; Pagey Shapiro, 1983, 1992; Ladd, 1977, 1979; Yankelovich, 1991;

390 GERARDO ADROGUE

Lane, 1962; Key, 1961), Un optimista se pregunta: ¿qué debe entenderse por información útil y
necesaria?
Entre los defensores más paradigmáticos de esta tesis se encuentra Daniel Yankelovich,
para.quien la opinión pública como fenómeno social y objeto de estudio posee "integridad" propia
y merece parámetros especiales para ser juzgada: asf, quienes centran su,s criticas en la
desinformación no alcanzan a comprender el fenómeno que intentan estudiar. La. escasa o mala
información, según Yankelovich, afecta a' la opinión pública de manera tangencial; para evaluar
su "calidad" (racionalidad) es preciso utilizar otras dimensiones, a saber: "la capacidad de ser
responsable por las consecuencias de las propias opiniones o actitudes": Otros autores
prefirieron fundar la racionalidad de la opinión pública en la cantidad y calidad' de información de
la que efectivamente gozan los ciudadanos, en una relación simple y directa: a más información,
más racionalidad (Zaller; 1995; page y Shapiro, 1983). .
Tal vez el argumento más contundente que hallaron los optimistas fue corroborar la
existencia de estabilidad y predictibilidaci en la opinión pública. Las investigaciones realizadas
por page y Shapiro, compiladas bajo el titulo "The Rational Public" (page y Shapiro, 1992),
demuestran que las preferencias de la opinión pública norteamericana son estables y predecibles
a lo largo de casi sesenta alÍos en temas de politica nacional o internacional. El máterial analizado
demuestra que la estabilidad de las opiniones es la norma y no la excepción, y que cuando hay
cambios, éstos son predominantemente graduales (tolerancia racial, apoyo a los derechos civiles,
percepción del rol de la mujer) al tiempo que cambios abruptos o fluctuaciones ocurren muy
raramente y responden a situaciones históricas especiales (Watergate, el comienzo de la Segunda
Guerra Mundial, Vietnam, etCétera). El análisis de estos últimos casos lleva a los autores a sostener
que las orientaciones y preferencias de la opinión pública responden al devenir de los
acontecimientos y a la disponibilidad de información, hecho que demuestra su capacidad para
establecer juicios coherentes a lo largo del tii')mpo. Sin embargo, Page y Shapiro optan por no
confrontar con la tesis de volatilidad de Converse y recurren a un ciesafortunado argumento
estadlstico -the statistical aggregation process- según el cual los individuos pueden ser
"irracionales" ybrindaropiniones incoherentes pero, al misrnotiempo, "la opinión pública colectiva"
(las opiniones individuales analizadas en forma agregada) puede ser coherente, meditada y
racional.
Por su parte, en abierta oposición a las tesis de Converse, autores como Samuel Huntington
y Everett Ladd argumentan que la racionalidad de la opinión pública norteamericana se sustenta
en un sistema común, estructurado y coherente, de valores y creencias (Huntington, 1981; Ladd
1992a,'1992b, 1993, 1994). Según Ladd, autor que en alguna medida retoma los trabajos de Robert
Lane (1962), sólo es posible comprender los patrones comunes en las preferencias y opiniones
de los norteamericanos a la luz de la particular "ideología americana", más conocida como el
"American Creed" (en losocial, un expansivo individualismo y una equidad moral; en lo económico,
un énfasis en la propiedad privada y en la igualdad de oportunidades -pero no de resultados-
; y en lo politico, un apego a los principios de la democracia representativa sobre el entendido de
un gobierno limitado y controlado). A pesar de sus doscientos años de historia, los valores
centrales de la "ideo logia americana" se mantienen estables y predominantes a lo largo de los
distintos grupos sociales, al tielJ1po que brindan' sentido a sus preferencias y opiniones (Ladd,
1992a). Tal es el impacto de estos valores. que Ladd deposita en ellos la capacidad de diluir las

TEORIA,Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA


391

fuerzas centrlpetas (violencia, marginalización, fragmentación cultural) que hoy en dla amenazan
a la so~iedad norteamericana (Ladd, 1992b).
Quienes se enrolan en el consenso optimista sostienen que la opinión p8blica, si bien no
prescribe cursos de acción, al menos provee ciertas pautas o Hneas generales que sirven de
orientación o que deben considerar los gobernantes al momento de tomar sus decisiones (~onroe,
1979; Fiorina, 1 9S1; Aldrich, Sullivan y Borgida, 19S9; Bartels, 1991; page y Shapiro, 1983; Ladd,
1993; Sobel, 1993; Hartley y Rosenau, 1993).
Si para el consenso pesimista la opinión p8blica se asemeja a un monstruo prehistórico de
cuerpo inmenso y cerebro min8sculo, para el consenso optimista, "la gente [simplemente] no es
esWpida" (Key, 1961).
¿Cuál de las dos visiones describe mejor a la opinión p8blica argentina? La respuesta a este
interrogante requiere contestar. uno por uno. los tres argumentos que enfre'ntaron y enfrentan a
pesimi~tas y optimistas. ;

3. ¿ Es la opinión pública argentina estable y predecible o inestable y volátil?

En la Argentina (como en toda América Latina) el auge de los estudios de opinión p8blica
85 paralelo a la restauración de la democracia a principios de los alias '80 2; por ende. nos
encontramos ,::lI1tc un campo de investigación relativamente recionte, poco cSlructurndo. No es
de extrañar -entonces- que el escaso material emplrico disponible sea el principal obstáculo para
contestar este primer interrogante 3,
En efecto, existe una escasa cantidad de estudios sistemáticos de opinión p8blica en el pais.
Para peor, la cantidad de material se reduce aun más si -como en nuestro caSQ- se desea cumplir
con uno de los principales requisitos metodológicos para identificar un cambio real en la opinión
pública': comparar respuestas a preguntas realizadas con las mismas palabras -identical
question wording (page y Shapiro, 1992)-. Inferir un cambio en la opinión p8blica a través del
tiempo sobre la base de preguntas "fraseadas" de distinta manera es un error, aun cuando traten
un mismo tema. Simplemente. las pnlabras que se utilizan importuno
Aun asL la información obtenida. combinada con las impresiones de los principales
encues~adores del pars durante la última década y media 4, permiten llegar a algunas conclusiones
interesantes. En primer lugar, ·Ia estabilidad y el cambio gradual 5 parecen ser los patrones
domina'ntes en!a evolución de la opinión pública. En consonancia con los resultados observados
en los Estados Unidos, la opinión pLlblica argentina es estable, y cuando cambia, lO hace
generalmente ele manera gradual y en forma predecible.

2 Para mayor información sobre el tema ver Murara (1991).


3 Por ejemplo, no existen en la Argentina institucion~s que se encarguen de reunir, verificar la calidad del
material y facilitar el acceso a las encuestas de opinión pública existentes. al estilo por ejemplo del Raper Canter
tor Public Opinian Rcsearch (Universidad de Conneclicut), NORC (Univcrsity 01 Chicago) o Lauis Harris DElta Center
(Universipad de North Carolina).
4 Se entrevistó a Julio Aurelia. MarIa Braun. Manuel Mora y Arauja, Heriberto Murara. Carmen Zayuelas y
Enrique Zuleta Puceiro,
5 Los conceptos de cambio gradual. camb.io abrupto y fluctuzción en la opinión pública se utilizan aqur con
el sentido aplicado por page y Shapiro en The Rational PubHc (ver especialmente p~g. 53).

,

392 GERARDO ADROGUE

Algunos datos obtenidos ejemplifican esta primera aserción. Asl, se observa una remarcable
estabilidad en la opinión pública: a) en favor de respetar el derecho de las minorras -inCluso antes
del regreso de la democracia en octubre del '83 (grafico 1)-, b) ya en esta década, en el
desacuerdo con una supuesta mayor eficiencia de los gobiernos militares sobre 10$ gobiernos
civiles (grafico 2), y c) en la opción por la libertad y la democracia coIT)o forma de asegurar ~ue
el pars crezca y funcione mejor (grafico 3). Es esta misma estabilidad en torno de tenias politicos
la que llevó a Edgardo Catterberg a reconocer que existen "continuidades signi(icativas en el

GRAFICO 1
Desacuerdo con el control gubernamental de la prensa
y acuerdo con que se respete el derecho de las minorías
100 Acuerdo con respetar el
----.1.-

90 derecho de las minorías


..•.. Desacuerdo con el control
80 gubernamental de la
70 prensa
60~__~__--~--~----~--~~..~.··~·4···
.......... ....... . ... ~ .......... .
50 ........... ~ ........•.
. -" .... -'-.' ....
40
30
20
10
o
1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987
Fuente: Encuestas de IPSA·RISC (Reserach International of Social Change).

GRAFICO 2
Acuerdo/desacuerdo con la siguiente frase: "Los gobiernos militares
han sido en la Argentina más eficientes que los gobiernos civiles"
100
90 --r- Acuerdo •.•.. Desacuerdo

80
70
-_.........
.•..
- -
. •....••.•.... __ ... ___ ...................... _.u ...••... ,'
...... ~

60
50
40
30
20t------~·---- __~
..____ ..
. .~------~----~----~~
.
10
O+-----r-----r-----r-----r-----r---~
Jun. 92Nov. 92 Set.93 Nov. 93 Jun. 95 Ago.95 Dic. 95

Fuente: Encuestas de Graciela l~olTler y Asociados.lnlormación disponible en el Roper Center tor


Public Opinion Research.
TEORIA Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA 393

GRAFIC03
Un país crece y funciona mejor cuando se privilegia",
100
90 :-*'""" la libertad y la· democracia
80 . '.". el orden y la segurida'd
70
60
50
40
. ' p' .~.' . . . . '_. __ •• ' . p" p" ,.' • • -.-- • • • • • ~--" . ' - - . ' --_." ....... -o ." ......... " . __ ..
30
20
10
O+---~----~--------~----~--~----~--~
Jun. 92 Seto 93 Nov. 93 Jun. 94 Dic. 94 Jun. 9S Ago. 95 Del. 95 Dic. ~5
,

Fuente: Encuestas de Graciela Romery Asociados. Información disponible en el Roper Center for
Public Opinion Rcscarch.

análisis de las orientaciones de la opinion pública" y que es en base a "esas lineas actitudinales
estables que se pueden identificar aquellos atributos y pautas culturales referidas a lo polltico con
más arraigo en la sociedad argentina y que permanecen difundidas entre las cree9cias de la
población El pesar de los cambios pollticos muy importElntGs capaces de irnpactrlr 0n formo
significativa en la gente" (Catterberg, 1989). '
La opinión pública no sólo se muestra estable en temas pollticos: Asl, por ejemplo, la
propensión a ahorrar en pesos o en dólares no varia significativamente en los últimos dos años
(cuadro 1) ni tampoco varia -entre 1985 y 1990-la pro pare iOn de gente que prefiere una cconomla

GRAFICO 4
Actitudes económicas
100 -..-. Actitudes productivistas:
90 Actitudes privatistas
.0 • • •

80
.. '.' - ...•... -.- .... '

70
........ ----.- ......... .
60 .--_ ... - ,,'
50
40
30
20
10
O+--r--r-.--.__'-~--~-r--r-.--.--'-~--~-'
<o <o <o o o
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" «e ~'"" «'"e ~'":< '"~" '"~ «'"e ~ a'"" .<:i~'" «'"" 2::<o :!!l" «"
'" '" ..., '" ~
'" '" ~
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~ ~
'" '" '"
Fuente: Encuestas de Mora y Arauja. Noguera y AsaciaLias. SOCMER. Ver Mora y Arauja (1991).
394 GERARDO ADROGUE

GRAFICO 5
Opinión sobre la tecnología
100 --..- La tecnología contribuye al progreso económico y social
90 _.• - - Rechazo a la incorporación de tecnología en /a vida
80 cotidiana .

70
60
....•...............•- .... _- ........ ..
50 .-_ ... ' ....... --.-_ .. ' --- ...... _..... ---_ .. , .-
40
30
20
10
O
1985 1986 1987 1988 1989 1990
Fuente: Encuestas de IPSA·RISC (Reserach International af Social Change). Ver Catalana y
Markwald (1991). pp. 14·21.

que produzca más antes que una economla que distribuya mejor ("'actitudes productivistas" [Mora
y Arauja, 1991J, gráfico 4). O bien, nos encontramos ante la opinión favorable hacia la tecnologla
como factor de progreso económico (gráfico 5). Más aun,los datos del Latinobarómetro '95 y '96
muestran que incluso en temas de polltica exterior, la opinién pública argentina es bastante estable
en su posición respecto de un tema tan complejo como la integración con otros paIses de la región
(7 de cada 10 argentinos se mantienen en los últimos dos años en favor de la integración) o en
su evaluación de la Comunidad Económica Europea (cuadros 2 y 3).
Pero también es cierto que el cambio es una característica distintiva de los fenómenos
sociales y la opinión pública está lejos de ser inmutable, Sin embargo, como ya adelantáramos,
el patrón de cambio dominante es el cambio gradual y predecible.

GRAFICO 6
Temor a un golpe militar ya perder la democracia.
100·
90· ........... Temor a un golpe militar
80 "
..• o. Temor a perder la democracia
70 "
60 "
50' ." ... '." ..
40 ..
'~ ..........
30 ~
20 -
10
o+------.------,------.r------r----~
1984 1985 1986 198;' 1988 1989
Fuente: Encuestas de IPSA·RISC (Reserach International of Social Change).
.'

TEORIA Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA 395

CUADRO 1
Cuál de las siguientes dos alternativas elegiría usted:
¿ahorrar en dólares o ahorrar en pesos?
1996 1997
Dólares 50 51
Pesos 39 37
Ns/Nc 11 12
Fuente: MORI Argentina.

CUADRO 2
En general, ¿está usted a favor o en contra de la integración, '
de los países de América Latina, aun cuando esto implique algunos costos o
sacrificios para los argentinos?
1995 1996
A favor 71 70
En contra 11 10
Ns/Nc 18 20
Fuente: Latinobarómetro, 1995-1996.

CUADRO 3
Como usted tal vez haya oído, 15 países de Europa forman la Comunidad o Unión
Europea. Me gustaría conocer su opinión sobre ella. Diría uster¡J que es...
1995 1996
Muy buena + buena 35 35
Regular 11 1,8
Mala + muy mala ' 2 3
Ns I Nc 57
Fuente: Latinobarómetro, 1995-1996.

CUADRO 4
¿Con cuál de las siguientes frases está usted más de acuerdo?
1995 1996
La democracia es preferible a cualquier otra forma de ~Iobierno 75 71
En algunas circunstancias. un gobierno autoritario puede ser 11 15
preferible a uno democréticQ
A [a geme como uno. nos da lo mismo un régimen democrático 6 6
que otfO autoritario
Ns I Nc 8 8
Fuente: Latinobarómetro. 1995-1996.

CUADRO 5
¿Con cuál de las siguientes frases está usted más de acuerdo?
1995 1996
Se debería dar prioridad a la protección del medio ambiente, 60 66
aunque signifique que el desarrollo de la economra sea más lento
Se deberra dar prioridad al desarrollo de la economfa. 28 26
aunque signifique dañar el medio ambiente
Ns/Nc 12 8
Fuente: Latinobarómetro. 1995-1996.
396 GERARDO ADROGU E

Asl, por ejemplo, durante los primeros años de la transición, apreciamos la reducción leve
pero constante en el temor a un golpe militar o en el temor a perder la democracia (gráfico 6). El
sentido de este cambio es congruente con el descrédito creciente de las FF.AA. y con el devenir
de la historia institucional argentina en los 'SO. La lectura atenta del material presentado por Mora
y Arauja, quien utiliza encuestas sistemáticas de opinión pública para comprender la evolución
en las expectativas y los valores de los arQenti.nos desde E:-I inicio de la democracia. fortalece aun
más la tesis del cambio gradual (Mora y Arauja, 1991). Asl, por ejemplo, se observa el cambio lento
pero constante de los argentinos en favor de una economra con mayor inversión privada y menor
presencia y regulación del estado ("actitudes privatistas", gráfico 4). El sentido y la magnitud de
los cambios en la opinión pública argentina en un lapso dc seis ai'lOs. "del estatismo al privEltismo.
del nacionalismo al universalismo. o del.'distribucionismo al productivismo", muestran una lenta
acumulación de cambios graduales.
También en el terreno económico cabe destacar que durante los años 'SO la opinión pÚblica
señaló en forma estable a la infiación y a los bajos salarios como los principales problemas del pals.
Luego. a principios de los '90, comenzó un cambio que culminó a mediados de la década cuando
se consolida la opinión dominante que señala a la desccupación y a la corrupción como los
principales problemas del país.
Pero el cambio gradual no se limita a las percepciones sobre la economía y la politica. Asl.
por ejemplo. durante la segunda mitad de esta década se consolida una actitud crecientemente
favorable hacia un mayor igualitarismo entre los sexos -en términos de una mayor igualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres para el ejercicio de roles laborales. escolares y
domésticos (gráfico 7)-. Es lógico hipotetizar que la vida en democracia fue generando las
condiciones hacia una percepción más equitativa de la relación entre hombres y mujeres. Otro
ejemplo lo encontramos en el creciente rechazo a la incorporación de la tecnologla en la vida
cotidiana (gráfico 5).
Lo expresado hasta aqul no significa desconocer la existencia de cambios abruptos en la
opinión pública. los cuales probablemente existen en mayor medida de lo que podamos dejar aqul

GRAFICO 7
Opinión sobre la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres
100 .
90
80
70
60
50 - .....- Se debe ofrecer iguales opor-
40· tunidades a los hombres y a las
mujeres para el ejercicio de roles
30·
laborales, escolares y domésticos
20
10
0+------.------,------.------,------.------,
1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990
Fuente: Encuestas de IPSA·RISC (Rese'rach International of Social Change). Ver Catalana y
Markwald (1991). PI;' 14-21.
,

!
TEORIA Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA
!
397
.

. ! GRAFICO 8
Opinión sobre la distribución del ingreso en la Argentina, .
¿Con cuál de I~s
,
siguientes frases está usted más de acuerdo?
--- La Argentina va en camino de convertirse en un país en el que
, 100 los ricos serán cada vez más ricos y los pobres cada vez más
90 ..•.. po,bres
La: Argentina va en camino de convertirse en un país en el qUf]
80 la !mayoría de la gente mejorará su nivel de vida .
,
70
60
50
.....
40 -......... ~ . __ ..... _-_ .... -- ....•.......
o ••••

u._ .
30 .............. - ....
... -..... _. o,.
20
10
O +-,--------+---------,---------~--------~
199'/ 1993 1994 1995
Fuente: Encuestas de GraC~ieta Romer y Asociados. Información disponible en el Rop~r Center for
Public Opinian Research, :
,

constancia, Sólo que estos c~mbios distan mucho de ser caprichosos o inexplicables, Por el !,
contrario, su análisis demuest~a la existencia de una opinión pública coherente .. prede:cibJe y con .,l¡
capacidad de respuesta a la fealidad que la circunda, .
Un ejemplo de cambio a*rupto es el incremento del desélcucrdo con el control gUbcrn~mentéll
de la prensa y los medios de comunicación durante los primero, anos de democracia (gráfico 1),
Como es sabido, la dictadurk militar ejerció un férreo 'control sobre los medios masivos de
comunicación. Durante años l<~S argentinos vivimos con la imagen -alimentada desde: el estado-
de que los medios de comunic?ción "eran subversivos del orden social". El inicio de la d,emocracia
implicó un rápido y necesarioiaprendizaje donde primó -entre otros-la revalorización del lugar
que le cabe a la prensa libre e:n un sistema democrático, La pronun<,iada curva asce~dente que
se aprecia en el gráfico 1 no ~ace sino reflejar este rápido aprendizaje, J.
Un segundo ejemplo -esta vez durante la primera mitad de los anos '90- es la opinión sobre e':
la distribución del ingreso en la!Argentina. En forma llamativa. cada vez mjs argentinos consideran :'6';"'
que "La Argentina va en camiro de convertirse en un pals donde los ricos serán cada vez más :u.
ricos y donde los pobres serárl cada vez más pobres" (gráfico 8), Lamentablemente hay aqul una· .
buena explicación, La crisis y ~I estancamiento económico de los años '80 -con el corolario de la '
hiperinflación- condicionó laj adopción de drásticas medidas económicas tendientes a la
racionalización del gasto público y a la reforma del estado, La ley de convertibilidad, la privatización
de empresas públicas, la dekregulación de amplios sectores de la actividad económica, 1"
descentralización y la reducci9n administrativa fueron -entre otras-las principales medidas que
caracterizaron el plan económico implementado por el gobierno nacional. Si bien es cierto que la
estabilidad y el crecimiento rracroeconómico son hoy en dla positivamente valorados por el
conjunto de la sociedad, tamb'én es cierto que el principal aspecto negativo es la gen~ración de
398 GERAR~O ADROGUE

GRAFICO 9 i,
Aprobación de la gestión de gobierno del presidente Menem
y de la marcha de la economía
100
90 --.......- Aprueba marcha de la economía

80 . o.,. Aprueba la gestión presidencial


70
60
50
40
30
•... ..... '.,..............
~

20 , .. -
10
o~-r'-~-r'-~-r~~~~~r,~,~,~,-r,~,-r'-r,~,
m~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~'
~~~~~~~~~~~ci~~~~~~cit~~~~~~~
a~~i~~~8a~l~wall~~~oa~lwa~~
Fuente: Enc:uestas de Graciela Romer y Asociados. La Nación, agosto de 1997.

GRAFICO 10
Imagen del presidente, del gobierno en general, del plan económico
y de las relaciones exteriores '
100
90 -
_ - Presidente
80 - ---Gobierno
70 -' - - ..... - ·Plan económico
...•.... Relaciones exteriores
60 -.
50 -./\
.'
40
30
20
10 -
O
'"
-
O)
<;¡

Fuente: Encuestas de Mora y Arauja, Noguera y Asociados, Análisis Polltico de la Coyuntura


Argentina, mayo 1997,

una "sociedad dual", una sociedad dividida en dos: las p">rsonas con capacidad de acceder a
los distintos bienes y servicios que se ofrecen en el mercado -incluyendo salud, educación y
segurid,ad- y los excluidos, es decir aquellas personas sin capacidad ni recursos de acceder
al mercado, Ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, En' este contexto, la
evolución de la opinión pública refleja nuevamente los cambios abruptos en su entorno,
TEOR[A y DATOS SOBRE LA OP[N[ON PUBLICA ARGENT[NA 399

Finalmente, cabe destacar que los términos volatilidad e inestabilidad son frecuentemente
utilizados por algunos de los encuestadores entrevistaclos para describir a la opinión pública
argentina. No obstante, su utilización se reduce a lo que Worcesterdenomina el "superficial mundo
de las opiniones" (Worcester, 1997). En efecto, una primera il)1presión de lós gráficos 9 y 1 O-donde
se presenta información sobre evaluación de la gestión del presidente, imagen del gobierno en
general. evaluación del plan económico y del manejo de'la polltica exterior- invitarla? sostener
la existencia de una opinión pública por momentos impredecible, que cambia sus preferencias
de manera significativa en una u otra dirección. Dos comentarios al respecto. '
Primero, ycomo concluyen Pagey Shapirotras su análisis de la opinión pública norteamericana,
las fluctuaciones que se observan en algunos temas de particular exposición pública no 'siempre
reflejan cambios estables de preferencias: "".la imagen.de una opinión pública vol1ltil muchas
veces proveniente de unos pocos gr1lficos sobre la popularidad del presidente. La popularidad
presidencial sube y baja considerablemente en respueeta a nuevos eventos y a los informes y
noticias sobre la performance del gobierno." Pero las opiniones aqul consideradas refieren a un.
objeto en s[ mismo muy variable como es el desempeño del presidente en sus funciones (the
president's handling of hisjob), el cual puede ser muy bueno una semana y francamente malo a
la siguiente" (page y Shapiro, 1992, p. 40).
Segundo, ya mijuicio éste es un argumento m1ls poderoso: aun en estos casos es preciso
reconocer que el cambio abrupto y las fluctua'ciones que se observan en los gráficos 9 y 1, Oparecen
responder a un patrón determinado y no al capricho o al fluctuante estado de <lnimo (moodtlleory).
Los indicadores varlan deforma sorprendente por momentos. pero lo hacen generalmente en una
misma dirección y con una intensidad similar. De hecho, se mueven como si estuviesen' siguiendo
un patrón coherente de apoyo o rechazo general al gobierno. hipótesis que habr1l que ~orroborar
emp[ricamente pero que parece bastante plausible. '

4. ¿ Es la opinión pública argentina racional o irracional?

El debate respecto de la racionalidad de la opinión pública es un debate complejo y a veces


los distintos sentidos que suele atribuirse a la palabra racionalidad pueden oscurecer la reflexión.
Sin eml)argo. lO[ uso que se le 11a dado en la literatura nqu[ considerada es simple y directo:
racionalidad es la capacidad de los individuos de emitir opiniones coherentes SObre ,la base de
la información clisponible. Converse negaba esta capacidad cuando llamaba "door-step-opinions"
a las respuesws que se obtenlan mediante encuestas de opinión.
Como 11cmos visto, los optimistas cucstion8n que so equipare "c;:ondicíoncs de mciomilidad"
con conocimiento enciclopédico o con "bookknowlegde". Al respecto, Yankelovich está en lo cierto
cuando reclama que. para evaluar a la opinión pública, se utilicen parámetros distintos de los
utilizados parajuzgar a la opinión de [os expertos (Yanke[ovich, 1991: 40-410). Sin embargo, la
pretensión de Ilvaluar la "calidad" (racionalidad) de [a opinión pública en términos de la falta de
ambigüedad y la capacidad de ser responsable por [as consecuencias de las propias opiniones
es poco realista. La opinión pública ha demostrado ser ambigua y. además, sólo es posible hablar
de responsabilidad cuando existe poder de por medio6 . Estas consideraciones llevan por cierto
a un profundo cuestiona miento d.e los argumentos de Yankelovich. Trabajos como los de
Huntington y Ladd resuelven el problema de una opinión pública "mal informada" sin necesidad
de incurrir en nuevos y m1ls complejos problemas. Como ya se indicó, estos autores argumentan
400 GERARDO ADROGUE

que la racionalidad de la opinión pública norteamericana se sustenta en un sistema común,


estructurado y coherente de valores y creencias (Huntington, 1981; Ladd, 1992a, 1992b, 1993,
1994). La fuerza de este argumento radica en que esos valoles, creencias y principios.
compartidos son en la préctica eficaces sustitutos de la información féctica. Ellos ayudan a
describir ya prescribir la realidad; nos dicen cómo fueron, son y deben ser las cosas allf donde
la información es escasa'.
A mi entender, la racionalidad de ,la opinión pública se sustenta tanto en la información
efectivamente disponible como en la existencia de un sistema compartido de creencias, principios
y valores. Bajo esta hipótesis de trabajo, existe evidencia para afirmar que la opinión pública
argentina es racional. En primer lugar, ella es sensible a la información disponible, como lo
demuestra el análisisde los cambios abruptos antes mencionados. Pero más interesante aun es
señalar que ésta es una de las presunciones implícitas sobre el comportamiento de la opinión
pública que manejan, por ejemplo, Osear Landi e Inés Gonzélez Bombal en su trabajo sobre la
constitución de la noción de derecho en la c'ultura politica argentina (Landi y Gonzélez Bombal,
1995)"'
Sucintamente, los autores describen el siguiente escenario. Eh 1983, después de asumir
el gobierno, el presidente Alfons!n dictó dos decretos por los cuales se ordenaba el arresto y el
enjuiciamiento de las tres primeras Juntas Militares yde losjefes de las organizaciones armadas
Montoneros y ERP. Esta medida contó con el apoyo decidido de la opinión pública que reclamaba
por los desaparecidos y consideraba negativa una posible ley de amnistla. Este clima y la voluntad
politica del presidente Alfonsln despertó asimismo gran confianza en los procedimientos
institucionales para impartirjusticia. Eljuicio a las ex Juntas Militares se realizó en 1985 y concluyó
con la condena y reclusión carcelaria de sus integrantes". Con la sentencia aumentó aun més la
credibilidad en lajusticia. Pero luego seguía eljuicio a los militares de inferiorjerarqula acusados
en violaciones a los derechos humanos. La resistencia de éstos a ser juzgados por sus delitos
derivó en un movimiento interno en las Fuerzas Armadas ("los cara pintada"), cuya mayor
demostración de fuerza fue la rebelión de Semana Santa cuando se autoacuartelaron en reclamo
de una "solución polltica al problema". Y la obtuvieron con la sanción de la Ley de Obediencia
Debida, por la cual de desprocesó a centenares de militares acusados de violaciones a los
derechos humanos. La nueva información disponible al público fue que la justicia tenia limites en
la Argentina. Es aquí donde interesa detenernos en una de las conclusiones del trabajo ..... Ia opinión
pública mayoritaria comenzaba a manejarse con dos evidencias contradictorias: todos los
militares que hablan violado los derechos humanos eran responsables de sus actos, pero el
entusiasmo por la justicia de comienzos de los '80 iba siEndo reemplazado por cierta cuota de

6 Tomo esta última reflexión de Heriberto Murara.


7 Es en este sentido que Lane se refiere a la nexperiencia individual" como la principal fuerza organizadora
de la opinión púllea en su libro political Man. Why the American Common Man Believes as He Does. Este enfoque
tiene una ventaja adicional: admite la ambivalencia como parte de la condición humana desde el momento en que
no es requisito una completa armonfa de va!ores, creencias y principios.
e Los autores analizan en repetidas oportunidades resultado5 de encuestas de opinión pública, como las
realizadas por Burke Argentina bajo la dirección de Heriberto Murara o como la investigación sobre culturas polfticas
en Argentina, ChilE~. Uruguay y España; que fue dirigida por Osear Landi y contó con la colaboración de Heriberto
Murara (1.200 casos a nivel nacional).
9 A fines de 1990, el actual presiqente Carlos Menem indultó y dejó en libertad a Jos ex integrantes de las
Juntas Militares y al dirigente montonera Mario Firmenich.
TEORIA Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA 401

'rea[ismo' y apreciación táctica respecto de [a amenaza [atente de conflictos entre e[ poder civil
y [as Fuerzas Armadas" (Landi y Gonzá[ez Bombal. 1995). A los autores no [es interesa discutir
[a capacidad de la opinión pública de reaccionar coherentemente ante un contexto de información
cambiante porque -de hecho- es una presunción impllcita de su análisis que se funda en [a
evidencia emplrica a su alcance.
Estas breves consideraciones nos colocan ahora ante la necesidad de describke[ conjunto
de valores. creencias y principios que caracterizan hoy en d[a a la sociedad argentina.
Lamentab[emente no es mucho [o que podemos decir.a[ respecto. Aún es preciso encarar una
amplia y profunda investigación sobre el tema para determinar si existe algo similar a[ American
Creed, y en tal caso cuáles son sus rasgos fundamentales. .
No obstante, [os ya citados trabajos de Catterberg y de Mora y Arauja, el acopió reciente
de nuevas bases de datos e información y [as investigaciones realizadas por IPSA durante casi
una década constituyen una primera mirada sobre el terna. En lineas generales. estos estudios
describen las siguientes tendencias de cambio en la sociedad argentina:

a) en términos pO[iticos, hacia un mayor apego y respeto de los principios de [a democracia


representativa y del p[uralismo partidario e ideológico; la tolerancia po[ltica surge asl como
dato novedoso en e[ contexto de una tradición cultural "popu[ista" más asociada a [a
necesidad de diluir -por eliminación u absorción- a[ adversario; .
b) en el terreno de los valores económicos, se abandona un fuerte estatismo y se valora
positivamente e[ rol del mercado como principal mecanismo de asignación y distribución de
recursos, e[ [ogro personal, [a apertura y [a competencia económica. aunque a[ mismo tiempo
se demanda a[ estado que garanticee[ acceso a [a salud, [a educación y [aseguri~ad y ejerza
control sobre [os principales agentes econó-micos, y
c) finalmente. respecto de [os valores sociales. se ap.ecian tendencias de cambio hacia una
sociedad mlls abierta, dispuesta a reconocer [a igualdad de oportunidades, avalorar [as
diferencias entre sus miembros y a rechazar la violencia -pero al mismo tiempo una sociedad
aún conservadora, que aprecia [os liderazgos fuertes y se muestra poco ansiosa de
absorber demasiadas innovaciones.
Sin ser más que un esbozo. estas lineas dejan una primera' impresión respecto de [os
valores. [as creencias y [os principios que brindan coherencia y racionalidad a [a opinión pública
argentina. Corno hipótesis de trabajo aventuramos que estos valores definen -en conjunto- una
trama cultural mlls abierta, moderna y democrlltica que [a que caracterizó a [a sociedad argentina.
hace dos o tres décadas.

5. ¿Cuál es el impacto de la opinión pública sobre quienes toman decisiones de gobierno?

No existe una única manera de contestar este interrogante. Podrla pensarse, por ejemplo,.
en trabajos cuantitativos como el realizado por A[an Monroe. quien comparó resultados de
encuestas de opinión pública sobre distintos temas (impuestos, integración racia[ .• gastos de
defensa. etcé18ra) con [as decisiones de gobierno finalmente adoptadas. Para un perlado de
catorce años en los Estados Unidos. Monroe encontró que habla correspondencia entre unos y
otros en el 64 % de los casos estudiados (Monme, 1979). page y Shapiro encontraron, en un
estudio similar. un nivel de congru<,mcia del67 % (page y Shapiro. 1983). Estos trabajo~ coinciden
402 GERARDO ADROGUE

en señalar que la opinión pública es un importante factor explicativo de las decisiones pollticas
que adopta el gobierno de los Estados Unidos.
Un segundo enfoque consistirla en obtener informaciÓn de las personas que efectivamente
toman decisiones de gobierno. Por ejemplo. en un estudio -también clésico-sobre la relación entre
el público y los legisladores. Mil/er y Stokes concluyeron que las opiniones y las preferencias del
público norteamericano tienen un impacto muy débil sobre las decisiones que toman los miembros
.
del Congreso en temas de polltica exterior (Mil/er y Stokes; 1963). Estudios cualitativos. como los
.

trabajos compilados por Richard Sobel sobre la "public diplomacy" de Ronald Reagan en 10saMs
,
'80, demuestran que -por el contrario-la opinión pública puede, en determinadas oportunidades,
representar un v",dadero obstáculo para la voluntad de los gobernantes (Sobel, 1993)10
Estas estrategias de investigación abren un rico y extenso campo de estudios sobre el tema
en la Argentina. No obstante, hemos ensayado aqul una estrategia alternativa: recurrir a las
experiencias de los principales encuestadores del pafs desde el inicio de la democracia 11,
y de estas experiencias, nuestra primera conclusión es que efectivamente la opinión pública
tiene en la Argentina un impacto significativo y real sobre qui03nes toman decisiones de gobierno.
Es interesante seflalar, sin embargo, que existe un amplio consenso en afirmar que este fenómeno
no siempre ha tenido la misma intensidad. En realidad, el interés y la preocupación por la opinión
pública son el fruto de un proceso que comienza con el inicio de la democracia y se extiende hasta
entrados los años '90.
Asl, en 1983, bajo el gobierno militar y en plena campaña electoral con vistas a los comicios
de octubre que otorgaron el triunfo a la Unión Clvica Radical (UCR), los principales dirigentes del
PartidoJusticialista (PJ) desoyeron repetidos l/amados de atención provenientes de estudios de
opinión pública que mostraban una situación y un clima desfavorable al partido y a sus candidatos.
Por aquel entonces, un futuro secretario de Estado le replicó a un conocido analista: "lo que pasa
... es que las encuestas son instrumentos inventados por los yanquis que arrojan resultados
favorables a los yanquis"; o bien el candidato presidencial Italo Luder (PJ) le respondla a
empresarios que le acercaban resultados de investigaciones de opinión pública: "No, eso pasa
en los Estados Unidos. Acá es distinto, la gente no contesta. No se hace de esa manera. No se
puede saber cómo va a salir una elección o cómo piensa la gente". Estos ejemplos describen un
clima de época donde reinaba una interpretación pesimistó respecto de las propiedades de la
opinión pública en buena parte de la elite dirigente argentina. Es probable que Raúl Alfonsln y su
equipo de campaña se hayan mostrado más preocupados por saber -a través de estudios

10 Los trabajos compilados por Sobel analizan el fracaso de Reagan por convencer al público norteamericano
de la necesidad y conveniencia de apoyar a los ~contras nicaragüenses". fracaso que en definitiva limitó el margen
de acción de su administración sobre este pals y toda la región.
11 Podría argumentarse que -en la medida que se asimile opinión pública a encuestas- estos observadores
brindarran una visión sesgada. En tal sentido, es cierto que la opinión pública argentina se expresa de múltiples
y diversas maneras: cuando vota cada dos años. cuando no paga los impuestos. cuando un pa[s se para por un
partido de fútbol, cuando sale a las calles a festejara a protestar, o cuando responde a una encuesta. Nadie sostiene
aqul que ~opinión pública" es un sinónimo de "encuestas~. Pero. por otra parte, también es cierto que [as encuestas
-serias y rigurosamente implementadas-son uno de los caminos más seguros y confiables para descifrar qué piensa
la gente sobre los temas que involucran a toda la sociedad y. por lo tanto. el lugar del encuestador deviene en una
mirada privilegiada para evaluar la importancia que le brinda la elite dirigente a la opinión de sus conciudadanos.

TEORIA Y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA

sistemáticos y rigurosos- qué pensaba efectivamente la opinión pública a la hora de tomar ciertas
decisiones de campaña (Borrin;, 1984), pero es dificil pensar que en términos generales hayan
escapado a este clima de época.
Con los años, tras la realización de elecciones periódicas y la consolidación de la
democracia, el conjunto de la elite dirigente fue descubriendo la necesidad y la conv$niencia de
prestar mayor atención a la opinión pública y fue aceptando el rol que a aquélla le cabe en una'
sociedad abierta: marcar ciertas pautas que, si bien no pres-criben cursos de acción, al menos
orientan o ponen ciertos limites a la hora de tomar decisiones,
¿Cómojuega la opinión pública ese rol? En primer lugar, gracias a un fortisimo poder en la
capacidad de ¡¡¡ar la agenda. Se reconoce de esta manera que la opinión pública tiene un impaCto
significativo en el proceso de selección de los temas que ,jominan el debate público_ Por ejemplo,
un reconocido consultor politico sostiene que los resultados de encuestas de opiniór lograron
evitar que un candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires tratara durante la campaña
electoral el tema del divorcio. Asimismo, todos los encuestadores entrevistados coinciden .en
destacar la importancia de la opinión pública a la hora de diseñar estrategias comunicacionales
(esto es, al momento de decidir qué decir, cómo y cuándo hacerlo).
En segundo lugar, la opinión pública afecta decisiones de gobierno, bien orientando la
decisión, estat,leciendo los tiempos o ejerciendo un poder de veto o limite sobre los gobernantes.
Como bien se indica, "en todas partes del mundo existen funcionarios más sensibles que otros
a la opinión pública y no es posible generalizar"; no obstante, la necesidad de góbernarde manera
eficiente y atendiendo a las necesidades de la gente requiere contar con más y mejor información.
Como información útil. las principales tendencias de opinión pública han orientado decisiones de
gobierno:" ... pienso, por ejemplo, en decisiones de asignación de recursos entre distintas
comunas. Para decidir a cuál se le dará salud, o educación, o iluminación, o cloacas. Hay muchos
intendentes que se manejan de esta manera". El poder de veto es si se quiere menos visible pero
existe y se hace sentir: "en mi experiencia [la opinión pública] tiene un fuerte impacto en no hacer
ciertas cosas, en no llevarlas adelante porque se dan cuenta [quienes gobiernan] que 'el nivel de
resistencia que van a provocar es muy grande". Así, por ejemplo, "el tremendo rechazo que
provocó el programa de inmigración de gente proveniente de Europa del Este sirvió para que los
funcionarios del área metieran el plan 'bajo la alfombra'" o bien "el hecho de que la coristrucción
de la aerolsla 12 se haya transformado en una discusión ecológica, cuando originariamente se la
pretendió como una obra destinada a la generación de ,~mpleo, terminó por echar por tierra el
proyecto".
Finalmente, la opinión pública ha demostrado tener un creciente impacto en la organización t
de la oferta polltica que los partidos ofrecen a la sociedad. En efecto, los estudios de opini~n pública ,;~,
no sólo ayudan a disenar estrategias comunicacionales sino también a decidir quién es el mejor

12 Proyecto del Poder Ejecutivo Nucional piJra lo construcción de una aerolsla cnlrcnte de la ciudad de Bue-
nos Aires con el objeto de cerrar el actual aeropuerto.
t

404 GERARDO ADROGUE

candidato para las próximas elecciones o incluso la conveniencia de llevar adelante alianzas
electorales 13. Por cierto. varias de las decisiones politicas más significativas que se han tomado
en los últimos tiempos, y que probablemente afectarán la polltica argentina de manera significativa
en los próximos años, se han apoyado en análisis pollticos de la opinión pública 14.
Estos ejemplos muestran que efectivamente la opinión pública argentina tiene un impacto
sobre quienes toman decisiones de gobierno. No es nuestra preocupación, ni deberla serlo,
establecer el nivel de congruencia entre las preferencias de la gente y las decisiones finalmente
adoptadas, al estilo de Monroe o de page y Shapiro 15. Como es obvio, la relación entre opinión
pública y elite dirigente no es univoca ni tiene por qué serlo. A veces las decisiones de la elite son
totalmente independientes de la opinión pública: otras veces las decisiones adoptadas contradicen
las preferencias de la niayorla. Incluso la manipulación de la opinión pública es un fenómeno
teóricamente posible y lamentablemente conocido en nuestro pals.·Pero lo importante es que la
opinión pública pesa en la conciencia de los líderes en el momento de tomar decisiones. dato que
dice tanto sobre la consolidación de la democracia argentina como la estabilidad institucional y
la alternancia eje los partidos en el poder.

6. Conclusión

Existe evidencia para ser optimista respecto de las caracterfsticas de ta opinión pública.
Esta investigación demuestra queen la Argentina -como en los Estados Unidos-la opinión pública
es estable y si cambia o fluctúa lo hace en forma predecible: que también es racional, en el sentido
de que sus preferencias responden a un sistema de valores y creencias y a la evaluación de [a
información disponible; y finalmente, que la opinión pública argentina. si bien no dicta cursos de
acción, sr provee pautas o líneas generales que sirven de orientación a los gobernantes.

: 13 En otra oportunidad he sostenido que las encuestas no son un mecanismo apropiado para decidir entre
dos candidatos en pugna, En primer lugar, esté el problema de los mérgenes de error de cualquier muestra
probabilfstica, En una contienda muy reñida en que no hay més de dos o tres puntos porcentuales de diferencia
entre los candidatos ¿cómo se le explica al ~perdedor", y a sus seguidores, que perdió con un ~margen de error"?
En segundo lugar, y mucho más importante aún, las encuestas -a difemncia de las elecciones-no son un mecanismo
de generación de,consenso sobre el cual fundar la legitimidad de las decisiones que toman dirigentes y gobernantes
(Gerardo AOROGuE; ~Polrtica con tracción a encuestas", diario Clarfn 21/4/97).
14 Me refiero -entre otros- a las candidaturas de Graciela Fernández MeUide por el Frepaso primero y luego
por la Alianza UCR-Frepaso en la Provincia de Buenos Aires: también en el mismo distrito a la candidatura de Hilda
~Chiche Duhalde, esposa del gobernador Eduardo Duhalde, por el PJ, ya la alianza electoral entre el ex ministro
Cava!loy Nueva Dirigencia en la ciudad de Buenos Aires. Se podrra citar también como ejemplos el ingreso a la pallUca
del cantaautor Ramón ~Palito" Ortega, actual precandidato del PJ a la presidencia, y a los constantes y repetidos
intentos de incluir figuras extra partidarias de buena imagen pública en las listas a candidatos de los partidos.
15 ¿Por qué deberíamos preocuparnos por determinar este nivel de congruencia? ¿Cuál es el sentido de
preguntarse en qué "magnitud" la opinión pública condiciona las pol!Ucas públicas adoptadas (~how much public
opinlon shapes public policyT). ¿Tiene acaso algún sentido establecer -como lo hacen los autores citados- que
las políticas finalmente adoptadas están en correspondencia con la opinion pública en un 67 o en un 64 % de los
casos? ¿Por qué habrla de sentirme feliz con un nivel de congruencia del 65 % Y no con uno del 80 %? Más aun,
¿cómo deberramos interpretar el 35 o el 20 % restante de Hno congruencia" entre opinión pública y decisiones de
gobierno? ¿Es acaso el nivel tolerable de decisiones Hno democrétícas" en un régimen democrático? Y si eso es
así, ¿no deberfamos acaso bregar por un 100 % de congruencia cayendo fatalmente en la trama conceptual de
confundir democracia directa con democracia representativa?1
-rECRIA y DATOS SOBRE LA OPINION PUBLICA ARGENTINA
405

Con este trabajo se quiso avanzar un paso más en el conocimiento teórico d~ la opinión
pública. El del)ate en los Estados Unidos ha demostrad:) ser un estimulantey productivo punto
de partida para la refiexión. Pero estimo que hoy en dla un mejor conocimientorequierecle estudios
comparativos que permitan definir los rasgos distintivos de la opinión pública en sociedades con
idiomas. costumbres y culturas diferentes.
Para finalizar. y como he sostenido en otra oportunidad. no creo que la contraposición entre
"optimistas" y "pesimistas" agote los temas a discutir. Enfoques teóricos muy distintos buscan
comprender los mismos fenómenos aqui analizados. enfoques que -en algunos c'asos- han·
negado la posibilidad teórica de pensar a la opinión pública en las sociedades modeinas. Estos
enfoques deben formar parte del debate. Sin embargo. sigo creye~do que quienes quieran
comprender qué es la opinión pública deberán enfrentarse. de un modo u otro. con iguales o
similares términos. a los interrogantes y respuestas que han contrapuesto y contraponen a
pesimistas y optimistas. Estas lineas ofrecen una respuesta: ser (o adoptar una actitud) optimista
cuando se quiera comprender el fenómeno de la opinión pública.

Entrevistas: JULlOAuRELlO. MARfABRAUN. MANUELMORAYARAUJO. HERIBERTOMuRARO. CARMEN


ZAYUELAS Y ENRIQUEZULETA PUCEIRO.

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of Cambridge.

RESUMEN
El estudio de la opinión pública es hoy en te. el presente trabajo resume -primero- las
día una de las c:sreas de mayor crecimiento y controversias sobre las propiedades QE: la opi-
dinamismo dentro de las ciencias sociales en nión pública en los Estados Unidos y ¡Iuego-
casi toda América Latina. No obstante. uno de analiza las caracterfsticas distintivas de la opi-
los rasgos distintivos de este proceso es la nión pública en la Argentina a la luz.de los
ausencia de conceptos precisos que den cuen- criterios y argumentos antes detinidos. ¿Es la
ta del fenómeno a estudiar. Si bien es cierto opinión pública estable o inestable. racional o
que no existen respuestas definitivas a pregun- irracional? ¿Existe un sistema estructurado de
tas tales como: ¿qué es la opinión pública? valores y creencias que brinda coherencia a
¿cu~les son sus principales caracterlsticas? y las opiniones y actitudes de la opinión pública?
¿cu~1 es su impacto sobre la vida politica. so- ¿Cu~1 es el impacto de la opinión pública sobre
cial y económica de la sociedad? si es llamati- quienes tienen responsabilidades de :gobier-
vo en la Argentina y en toda América Latina la no? En respuesta a estos in-terroga~tes se
ausencia de un debate sobre estas cuestio- realizaron una serie de entrevistas en profundi-
nes. Con el propósito de estimular dicho deba- dad a los principales analistas de opinión públi-
ca en el pafs y se presentan resultados de
encuestas.
SUMMARY
The study of public opinion is currently one apinion which is found in the academic warld in
of the fastest growing and most dynamic areas .the United States. Tracking the contrasting
in the social sciences throughout almost all of responses that have divided the pessimistic
Latin America. Nevertheless. one of the consensus from the optimistic one. this work
distinctive features of this emerging field is the seeks to provide SOrne key interpretatians so as
absence af precise concepts which explain the to see which af these two vie\ypoints is most
phenomenon to be studied. Even ,though it is helpful while understanding public opinion in
truc that weak answers to such questions as: Argentina. Is public opinion stable or unstable.
·What is public apinion?", ·What are its predictable or unpredictable. rational or
characteristics?", and "What is its impact on the irrational? Does there exist a structured:system
political, social. and Cultural life of societyT, of values that offers sense and coherence to
are not unique to the region. it does seem to be opinions and attitudes? What is and has been
true that a debate about these queries and/or the impact of public opi-nion on the political
about the absence af reflection on the practices process of decision making among the: men in
which shape this new field of research certainly governmen~? In response to these ques:tions. a
¡s. By way of a contribution to the debate, this series of in·depth interviews have been he!d
wark i5 framed in the rieh and extensive literature with the leading market research-e~s (and
on the sludy of the characteristics af public founding fathers of the industry in the c;ountry)
and the results af opinion polls have been
analyzed. ¡

REGISTRO BIBLlOGRAFICO
ADROGUE. Gerardo
"Estudiar la opinión pública. Teorla y datos sobre la opinión pública argentina", DESARROLLO
ECONOMICO - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires). vol. 38. Na 149. abril-junio 1998 (pp.
387-407).
Descriptores: <Ciencia polftica> <Teorfa potrtica> <Opinión pública> <Estados Unidos> <Argentina>.

A: AlfTORESV Del: Comité Editorial de


Desarrollo Eco-
nómico
;
Revista de Ciencias Sociales
Los trabajos con pedido de publicación deben ser enviados a: Sr. Director/Desarrollo
Económico - Revista de Ciencias So"iales / Instituto de Desarrollo Económico y Social/
Aráoz 2838 /1425 Buenos Aires/Argentina. Para ello se sugiere observar las siguientes

recomendaciones: 6) Tod . " aclaración con respecto al traba-


jo (presentación previa, colaboradores,
1) Sólo serán considerados para su publi- agradecimientos, etcétera) se' indícará
cación trabajos inéditos_ con un asterisco en el título rerr{¡tiendo al
2) El manuscrito-condoscopias-doberá pie de página. Asimismo, la pertenencia
presentarse tipeado a doble espacio, en institucional se consignará en nota al pie
papel tamaño carta. escrito de un solo mediante doble asterisco remitido des(Je
lado y sin enmiendas_ [La página deberá el nom:)re del autor, íncluyéndose dir~c­
contener, aproximadamente, 70 caracte- ción, teléfono y fax.
res por IInoa, con no máS de 30 lineas]. En 7) Cita,,: al pie de página (numeradas co-
caso de utilizarse técnicas de composi- rrelativEmente). Procurando no omitir da-
ción por computadora deberán respetar- tos, se observará el siguiente orden: a)
se rigurosamente dichas especificacio- nombre y apellido del autor; b) titulo de la
nes. Se agradece el enviO del disquelte obra, subrayado; c) volumen, tomo, etc" si
con las especificaciones del programa lo hUbiera; d) editor, si se desea; e) lugar y
utilizado. fecha ele publicación; f) página número,
entre paréntesis. Si se trata de un articulo,
3) Extensión de los trabajos: En la sección
éste irá entre comillas, subrayándose la
Artículos se admiten 40 páginas como
obra o la revista en la que fue publicado.
máximo. En Crítica de Libros, 8 páginas
(respetando las características señaladas 8) Si se insertara bibliografía (citada en el
en el Item 2). texto), ésta se incluirá al final del trabajo,
ordenándola alfabéticam.ente por autor y
4) Los trabajos deberán ser acompaña-
colocando primero el apellido y luego el
dos de un resumen del contenido, en es- nombre, seguidos del año de publicación
pañol y en inglés, con una extensión máxi- (entre paréntesis).
ma de 20 líneas de texto.
9) No se admitirán agregados ni modifica-
5) Los cuadros y gráficos se íncluirán en ciones una vez iniciado el proceso de
hojas separadas del texto (numerados y composición gráfica del manuscrito.
titulados correctamente, con indicación
10) Los manuscritos de autores argenti-
de las unidades en que se expresan los
nos y latinoamericanos deberán estar es-
valores y con las fuentes correspondien- critos en español. La traducción de traba-
tes). Se sugiere evitar toda compl~idad
jos en otros idiomas se hará con cargo al
innecesaria en su elaboración. Los gráfi-
autor.
cos o mapas se presentarán confeccio-
nados para su reproducción directa. . 11) La Revista no se hace responsable
por originales no publicados ni por su de-
volución en caso de no ser solicitados.

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