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Título original: Public Opill;OIl . . •
Publicado en inglé.~ por Sage Publicationli. Newbury ~ark, C¡¡Ii[omHl Sumario
Traducción de Pilar VáZqUC1. Mota

Cubierta de Mario Eskenazi

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J.~ ediciólI, /994


Prefacio .,.,........ 9
Quedan rjgllro~:tmcme prohibidas. ~in la aUlori7.l1.ci~n c~cri!a de In~ liILl'are.~ del HCop)'righl~: h~jo ElIell Warlella y Sleve H, Chafee .1
las sanciones cslablcch.las en las leyes. la rcproduccu~n lnl"l o parcIal de esta ob,ra por cua.h¡II.lcr '.
método o procedimiento, comprendidos la rcprogl1lrr~ y.cllral3micnlo il![ormáUco, y la ulstnbuClon Agradecimientos 11
de ejemplares de dla mediante alquiler o pré.<13mo publlcus.
1. Introducción 13
Esquema del libro 14
© 1992 by Sage Publications. lnc. 2. Problemas respecto a la opinión pública 17
© -de todas las ediciones en castellano, Origenes de la idea ,',',',', 18
Ediciones Paitlós Ibérica. S.A., El-nacimien to -de-la -opinión_pública _
Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona
22
y Editorial Paidós, SAlep,
La opinión pública como objeto de estudio 29
Defensa, 599 - Buenos Aires Principales problemas relativos a la opinión pública 30
3. El concepto de «púbHco» 39
ISBN: 84-493,0067,3 Multitud, público y masas 42
Depósito legal: B-25.121/1994 Las cuestiones y los públicos 48
Impreso en Huropc, S. L..
La observación del público 52
Recareúo. 2 - 0"8005 Barcelona 4. Conceptualización de opiniones 65
Opiniones y actitudes 67
Impreso en España - Printed in Spain La inferencia de bases psicológicas para las opiniones 71
~
"
8 LA OPINIÓN rÚULlCA

Observación de opiniones .......... 83 Prefacio


5. Conceptualización del proceso de la opinión pública 97
Aspectos colectivo e individual . . . . . . . . . 98
La noción de debate público . . . . . . . . . . 100
Actores de la política, periodistas y público atento lOS
Observación de la opinión pública ....... 110
Observación del proceso de debale público 117
Conclusión: la opinión pública como concepto comuni-
cativo 120

Bibliografía . 123
Índice amilítico 139

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A través del análisis y la interpretación de las publicaciones


universitarias, especialistas de cada área investi~an hasta dónde
se ha llegado en el uso de un determinado concepto y señalan
prometedoras direcciones para trabajos posteriores.
En este volumen dedicado a la opinión pública, Vincent Pri-
ce analiza uno de los temas principales de nuestro campo. La
comunicación, en muchos aspectos, ha estado inextricablemen-
te unida al análisis de la opinión pública durante generaciones,
pero gran parte de los vínculos no se han explicado hasta ahora.
Price aclara las muchas formas en que la opinión pública es, en
10 esencial, un concepto relacionado con el proceso y los efectos
de la comunicación. Para los "estudiantes de la comunicación,
esto realza la relevancia del libro; para los que se acercan al
tema procedentes de otros campos, esla característica les pro-
porciona un fácil acceso a las publicaciones sobre comunica-
ción. El análisis de Price ocupa una posición destacada entre los
tratamientos típicos de la opinión pública por parte de los es-
·10 LA OPINiÓN PÚBLICA

pccialistas en ciencias políticas. sociólogos y socio-psicólogos. Agradecimientos


El texto empieza con una visión histórica del conceplo de
opinión pública tal como surgió en la filosoffa de la Ilustración.
Esto implica tener en consideración las variadas concepciones
de lo que significaba público en "la teoría democrática clásica.
Este primer estudio va seguido de una cuidada explicación de
los diversos usos, en el siglo XX, de opinión y olros conceplos
relacionados. Queda claro qUe la aparición de la induslria de
encuestas de opinión y la conexión, investigada por los psicólo-
gos, entre opinión y actitud han removido la opinión pública de
sus raíces intelectuales al tiempo que han abierto nuevas y fasci-
nantes líneas de investigación.
El libro in legra estas nociones divergentes en un modelo dis-
cursivo de opinión pública, enfocándolo a las interacciones en-
lre (y denlro de) las agrupaciones sociales, lo que anticipa la
discusión sobre cuestiones públicas. Price presenta una inter-
prelación convincenle de modelos reunidos basados en datos de
nivel individual y modela «un públicO» que se define rcspeclo a
' ..; una situación. Su modelo revisa lo publicado actualmente y se-
ñala el camino a futuras investigaciones que quisieran incorpo-
-,1 rar el papel de periodistas, políticos y encuestadores en el mode-
. lado del discurso público.
El libro yuxtapone el trabajo de hisloriadores, filósofos, psi-
cólogos, especialistas en ciencias políticas y sociólogos de varias
tendencias y ofrece a los estudiosos en tales disciplinas una vi-
sión de la opinión pública lal y como se ulÍliza en los eSludios He disfrutado de la ayuda de varios colegas y amigos durante
sobre comunicación. Para el estudiante que aún desconoce la la preparación de este libro. Las sugerencias editoriales de Steven
materia, proporciona una concisa introducción a un vasto tema Chaffce y Ellen Warlella han sido de gran ayuda: como también
y, además, también considera intrincados problemas concep- 10 fueron los comentarios sobre borradores previos hechos por
tuales que continúan ocupando las mejores mentes de este cam- Jan Cowan, Su san Herbst, Hayg Oshagan, Diana Owen, John
po. Pelers, David Rilchie, Caroline Schooler, Howard Schuman,
Eleanor Singer, Michael Traugoll y John Zaller. A lravés de su
ELLEN WARTELLA, edilor~asociado·· participaci.á_l1__CD. )}l~S publicaciones previas sobre el concepto de
STEVEN H. CHAFFEE, direclor de la serie opinión pública, Richard Ca-rt¿r y DOl1ald Roberts han realizado
igualmente valiosas contribuciones. Éstas y otras personas, espe-
cialmenle Annelle Price, merecen gran parte del crédito del libro;
yo únicamente soy responsable de su contenido. El trabajo sobre
el manuscrilo contó con el apoyo parcial del Marsh Center para
el Sludy of Journalislic Performance del Departamenlo de Co-
municación y del Media and Politics Program del Center for
Political Studies de la Universidad de Michigan.
VINCENT PRICE
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1. Introducción

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El concepto de opinión pública es uno de los más importan-


tes y vitales de las ciencias sociales. Se aplica ¡xtensamente en
psicología. sociología, historia, ciencias polítIcas y comunica-
ción, tanto en investigaciones universitarias como en el entorno
de su aplicación. Pocos conceptos han creado un interés social y
político y un debate intelectual tan extensos. Pocos tienen, cier-
tamente, unas raíces tan profundas en el pensamiento occiden-
tal. Pueden encontrarse ideas respecto a la opinión pública en la
filosoBa del siglo XVIII, en la literatura del Renacimiento, e
incluso en trabajos de Platón y Aristóteles. Las publicaciones
sobre opinión pública abarcan el paisaje completo de la infor-
mación social, desde los argumentos de influyentes teóricos de
la democracia y críticos sociales (por ejemplo, Rous~eau, 1762l
1968; Bentham, 1838l1962; Bryce, 1888; LoweU, 1913; Lipp-
mann, 1922) hasta destacados trabajos de sociología y psicolo-
gía social (por ejemplo, Tarde, 18901l903; McDougall, 1920;
AUport, 1924) y los estudios empíricos seminales sobre los efec-
14 LA OPINiÓN PÚBLICA INTRODUCCiÓN 15

tos de los medios de comunicación de masas (Lazarsfeld, Berel- les. No es extraño, pues, que los esfuerzos para definir el con-
son y Oaudct, 1944; Hovland, Lumsdainc y Shcmcld, 1949). cepto vacilen entre puntos de vista opuestos que localizan la
A pesar de su uso) el concepto de opinión plÍblica continúa opinión pública en el reino de la colectividad, y definiciones
siendo controvertido. Desde el advenimiento de las técnicas de reduccionistas que la encuentran en los individuos.
encuestas y su aplicación a la opinión pública, a principios del En vista de su compleja, incluso paradójica naturaleza, la
siglo XX, los analistas se han visto continuamente forzados a opinión pública se analiza en este libro mayoritariamente en
refinar, adaptar y ampliar viejos conceptos y nociones teóricas a forma dialéctica. Este método es evidente en el esquema general
la luz de esfuerzos empíricos de investigación. A lo largo del del libro, que primero trata separadamente y después intenta
camino, los investigadores se han enfrentado frecuentemente unir los aspectos colectivo e individual del concepto. La discu-
por sus aproximaciones conceptuales. e incluso en sus propias sión intenta asimismo aclarar otras dialécticas importantes
definiciones de opinión pública. ¿Es la simple suma de puntos -entre estabilidad social y cambio social, entre pensamiento y
de vista individuales (Childs, 1939)? ¿O es, por el contrario, un acción, entre elite y masa- que encuentran su expresión, si no su
nivel colectivo, produclo emergente del debate y la discusión resolución, en el.concepto de opinión pública. Se previene a los
que no puede «reducirse» a individualidades (Cooley, 1902; lectores que el libro no propone una sencilla y comprensible
Blumer, 1948)? La dificultad de definir la opinión pública como definición de opinión pública. Se propone,.en cambio, identifi-
..,. un objeto empírico de estudio quedó mejor expresada, tal vez, car los temas principales que circulan a través de las diversas
por Key, en 1961. «Hablar con precisión de opinión pública», publicaciones que invocan el concepto.
escribió, «es un empeño no muy diferente de vérselas con el El libro sigue asimism)) una trayectoria cronológica. Empie-
Espíritu Santo» (pág.8). za presentando algunos de los conceptos más afianzados, cues-
Las publicaciones sobre investigación en torno a la opinión tiones filosóficas y problemas políticos que han modelado el
_.pública son ya muchas, van en continuo aumento, y dependen pensamiento sobr,~ la opinión pública. El capítulo segundo in-
, del debate teórico. Incluso para los investigadores activos de vestiga la historia que hay tras el desarrollo del concepto, espe-
este campo, el trabajo de clasificación de los escritos dedicados cialmente sus orígenes en la filosofía político·democrática de
a la opinión pública puede 'ser bastante desalentador. Por tal los siglos XVII\ Y XIX, e ídentifica algunas de las p<!ncipales
razón, el presente libro está pensado como un plano para este cuestiones e intereses normativos sobre la opinión pública que
extenso terreno de investigación, diseñado para servir como in- han motivado la investigación científica soc~al.
troducción a los principales caminos conceptuales y los puentes El capítulo tercero trata aproximaciones conceptuales para
que unen la investigación sobrc opinión pública a través de di- el entendimiento de público como una entidad· colectiva. En él
versas disciplinas. se investigan concepciones sociológicas -desarrolladas princi-
palmente en la primera parte del siglo XX- que definen al pú-
blico como un grupo social transitorio e imprecisamente orga-
Esquema del libro nizado que emerge de la discusión y debate sobre un asunto.
Esta formulación de público, considerándolo esencialmente
Baker (1990) sugirió que la idea de opinión pública, como se como Un ejemplo de conducta colectiva, quedó eclipsadap.orla
concebía durante el siglo XVIII, era implícitamente paradójica. investigación de la opinió!1 en el nivel individual tras el adveni-
Al otorgar el título de «pública» a la opinión, los pensadores de miento de las técnicas de encuesta y los avances en la medición
la Ilustración implicaban universalidad, objetividad y raciona- de la actitud. Sin embargo, una revisión de los agrupamientos
lidad. Por otra parte, el propio concepto de opinión sugiere u na colectivos, que se invocan de forma diversa en la investigación
considerable fluctuación y u"a gran incertidumbre (Baker, 1990, contemporánea sobre opinión pública, sugiere que los modelos
pág. 168). Unir los conceptos de pública y de opinión representó sociológicos tradicionales, al menos implícitamente, aún no nos
un intento filosófico-liberal de unir el «uno» y los «muchos», han abandonado.
unir el bienestar colectivo a las ideas y preferencias individua- El capítulo cuarto trata sobre aproximaciones conceptuales
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. ¡ 16 LA OPINIÓN PÚDLICA
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para el entendimiento de opiniones. El refinamiento de las téc- 2. Problemas respecto a la opinión pública
-.- ,",:
nicas de investigación y medición de la actitud llevó la investi-
gación sobre opinión pública a la vanguardia de las ciencias
sociales, en América, en los años treinta y cuarenta, y, con este
florecer de la investigación llcgó un aumento dc la atención
conceptual y teórica hacia la opinión de los individuos y sus
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,o:,. ",\ determinantes. Los temas tratados en el capitulo cuarto inclu-
yen las principales propiedades de las opiniones tal como se
conceplualizan y miden en la mayoría de las investigaciones; el
origen y desarrollo de las opiniones a través de la comunicación;
y las relaciones entre opiniones y otros conceptos íntimamente
relacionados tales como actitudes, creencias y valores.
Las principales secciones del libro abordan la opinión públi-
ca·en términos de conducta colcctiva (capítulo 3) o como un
fenómeno individual (capítulo 4). El capItulo final se dirige ha-
cia un punto de vista integrador de la opinión pública que im-
',.'. plique los dos aspectos, colectivo e individual. Se atiende, espe-
cíficamente, a los procesos comunicativos que permiten a las
personas organizarse como público y ejercer su influencia. El
capítulo 5 sc enfoca hacia una explicación del conccpto de deba-
.' --:..Je,..acabando con una revisión sobre las formas en que los inves~
. tigadores de la opinión pública intentan observar este proceso
tal como se despliega en el tiempo.

Muchos escritores sobre el tema de la opinión pública co-


mienzan, con bastante razón, por hacerse la pregunta básica:
¿qué entendemos exactamente por opinión pública? Cualquier
búsqueda de una definición clara y simple del concepto se de-
mostrará, sin embargo, infructuosa. En un artículo sobre inves~
tigación de la opinión pública preparado para la Intemalional
ElIcyc/opedia oJ the Social Sciences, Davison (1968) anotaba
qUe no hay «una definición generalmente aceptada» del térmi-
no (pág. 188). La ausencia no se debe, ciertamente, a una falta
de interés. Noelle-Neumann (1984) señala que «generaciones
de filósofos, juristas, historiadores, teóricos de la política, y pe-
riodistas universitarios se han estrujado el cerebro en un intento
de proporcionar una definición clara» (pág. 58). Childs (1965)
consiguió reunir cuatro docenas de definiciones diferentes del
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, significado de opinión pública, y observó que lo publicado en
este campo está «plagado de intentos entusiastas» (pág. 14).
Admitir que una definición general aceptable dél concepto
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18 LA OPINIÓN PÚBLICA PRODLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 19


queda fuera de nuestro alcance, no significa, sin embargo, que mente, menos aú·n revisar la evolución de la filosofía política-
«opinión pública» sea algo, en ningún sentido, carente de signi- es, sin embargo, útil revisar las formas originarias de uso de este
ficado. El concepto continúa utilizándose en investigación, en término. 1
artículos sobre el gobierno, y en explicaciones de la conducta Anticipaciones y aproximaciones. Aunque el concepto no se
social humana, tanto desde el punto de vista científico como propuso explícitamente hasta el siglo XVIII, muchos escritores
.. '. \ desde cualquier otro. Y el propio hecho de su uso continuado anteriores incluyeron <canticipaciones y aproximaciones a la
I puede considerarse como !irme testimonio de la existencia del teoría moderna sobre la opinión pública» (Palmer, 1936, pág.
significado. Más que llegar a una definición simple de la opi- 231). La filosofía polflica de la antigua Grecia, por ejemplo,
nión pública, nuestro objetivo es entender sus diferentes usos. tralaha de los peligros y beneficios potenciales del gobierno po-
Como indicó Kaplan (1964); «El significado de un término es pular. Platón menospreció pronto a los políticos democráticos,
un asunto de familia entre sus varios sentidos» (pág. 48). . considerando la filosofía como la legítima rectora de los asuntos
Los problemas que originariamente dieron vida al concepto humanos, y poniendo en cuestión la competencia de cualquier
de opinión pública no son necesariamente los mismos proble- grupo numeroso de personas para deliberar asuntos filosóficos.
mas que afectan a su uso hoy en día. Aun así hay muchos temas Aristóteles, por otra parte, creía que los sentimientos colecti vos
comunes que aparecen en artículos sobre la opinión pública,' de la demos podían contribuir, con una especie de sentido co-
-.,. extendiéndose a lo largo de varios siglos. El propósito de este mún, a los asuntos políticos (Minar, 1960, págs. 38-39). A pesar
'. capítulo es, en consecuencia, doble. Primero, se revisan los orí- de las referencias, en las obras clásicas, a fenómenos que se
genes históricos de la opinión pública como concepto, obser- asemejan a la opinión pública, sin embargo, la dislinción mo-
. ~:
vando las varias formas en que se aplicó tal idea al formularse aerna entre Estado y sociedad en general y entre funcionarios
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modelos democráticos de sociedad en los siglos XVlll y XIX. A
continuación, avanzando en el tiempo, se comenta la intensa
especializados y el público común, no formaban parte, cierta-
mente, de la filosofía política de Alenas (Held, 1987, págs. 17-
. relación entre el interés por la nueva fuerza de la opinión públi- 1S). La combinación de los términos opinión y pública en un
ca en la sociedad, y el crecimiento expansivo de los medios de concepto compuesto, con s'ignificado político, aparece mucho
comunicación de masas a finales del siglo XIX y principios del después, en las filosofías democráticas y liberales· de¡ siglo
XX, prestando especial atención a algunas preocupaciones y XVII. .,
miedos recurrentes sobre el status de la opinión pública moder- Concepciones primitivas sobre la opinión. Bastante antes de
na. Como veremos en los capítulos subsiguientes, muchas apli- su definición en términos liberales y democráticos'; existían, en
caciones de la investigación contemporánea no sólo comparten general, dos sentidos discernibles de la palabra opinión, que aún
el legado conceptual de la opinión pública en su evolución his- persisten (Habermas, 196211989, págs. 89-90)."El primer senti-
tórica, sino que continúan reflejando las mismas preocupacio- do es esencialmente epistemológico y proviene de su uso para
nes fundamentales sobre su solidez. distinguir una cuestión de juicio de un asunto de hecho, O algo
incierto de algo que se sabe ser cierto, sea por demostración o fe .
.. ¡;:sta noción -tomada de la expresión latina opinio y tal vez el
Orígenes de la idea
l. La disertación doctoral de Palmerde 1934 (resumida por Palmer, 1936) es
El concepto de opinión pública es claramente un producto de la un análisis muy citado de la historia del interés por la opinión pública. Otros
Ilustración. La idea esta íntimamente ligada a las filosofías polí- tratamientos históricos de utilidad incluyen Speier(1950), Minar(1960). Gunn
ticas de fínales del siglo XVIl y del siglo XVI1l (por ejemplo, (1983), Ozour(1988) y Baker (1990). Tratamientos de la longitud de un libro
Locke, 1690/1963; Rouss~au, 176211968) y especialmente a la aparecen en NoeHe-Neumann (1984) Y Habermas (1962/1989). Aunque menos
directamente interesados por la propia opinión pública, trabajos sobre la teoría
teoría democrática del siglo XIX (por ejemplo, Bentham, 1838/ democrática, tales como los de Sehumpeler (1943), Paternan (1970), Dahl
1962). Aunque no es mi intención realizar una revisión del de- (1956.1971,1985) Y Held (1987, especialmente págs. 13-143), son también
sarrollo histórico del concepto de opinión pública -y, cierta- valiosos para entender el desarrollo del concepto.
20 LII. OPINiÓN PÚDLlCA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 21
sentido primitivo del término- se refleja aún hoy en su uso ban públicos porque se proporcionaba acceso abierto a la fuente
general, cuando alguien se refiere a una aserción en particular y a la plaza del mercado. El concepto fundamental es de apertu,
como «una cuestión de opinión>} más que a un hecho (véase ra o accesibilidad. En su gran mayoría esta noción continúa en
Hume, 1777/1975, para la distinción entre relaciones de ideas y uso en la actualidad, cuando por ejemplo empleamos la expre-
i asuntos de hecho). Cuando se une a la sociedad en general, el
término toma a veces un sentido peyorativo que se refleja en
sión hacer público para referirnos al proceso de hacer algo am-
pliamente acc,csiblc.
I, expresiones tales como «opinión común», «opinión general» y Tal vez tuvo mayor predominio el uso del término «públi-
«opinión vulgar» (incorporando este último el latín VII/gIIS, con co» en referencia a cuestiones de interés general y, más especlft-
el significado de «gente corriente, la multitud»). A pcsar dc sus camente, a asuntos relacionados con la administración y el Es-
connotaciones, a veces negativas, opinión, usado en esta forma tado (Speier, 1950). Este segundo sentido del térmíno tiene
epistemológica, se relaciona esencialmente con un estado cog- poco que ver con acceso común, refiriéndose sin embargo a
noscitivo, una forma menor de conocimiento. interés común o bien común. Tal como señala Ozouf (1988,
Un segundo sentido de opinión, que aparece en algunas con- pág. S2), antes de 1830 los diccionarios franceses oponlan públi-
sideraciones contemporáneas más estrechamente relacionadas co no a privé (<<pri vado»), sino a parliculier (<<particular, indi vi-
con sus connotaciones modernas, la considera equivalente a dual»). La misma idea persiste hoy día en referencia a «trabajos
maneras, morales y costumbres (Noelle-Neumann, 1979,1984). públicos» y «leyes públicas». Un edíficio gubernamental puede
En estos casos se destaca el papel de la opinión popular como considerarse público, incluso si no está permitido el acceso a
una clase informal de presión y control social. Opinión es equi- nadie. Antes de la evolución del concepto contemporáneo de
valente a reputación, a consideración y a visión general de los gobierno, los equipos personales y actividades d~ los mandata-
demás, de interés principalmente porque restringe la conducta rios se consideraban públicos. En los escritos medievales, /ord/y
humana.(Speier, 1950, pág. 378). Esta forma de entender la (<<señoriab» y público se utilizaban como sinónímos y publicare
opinión quedó cristalizada en los escritos de Locke (1690/ significaba pedir al señor (Habermas, 1962/1989). Según la teo-
1975), que identifica tres leyes generales que gobiernan la con- ría del absolutismo real, predominante en Europa antes del si-
ducta humana: la ley divina, la ley civil y la «ley de opinión o glo XVIlI, el monarca era considerado la única pérsona pública:
reputación» (que él denomina «ley del uso» y «ley de la censura «origen y principio de unidad en una sociedad particularista»
privada»). Más que considerar la opinión como una forma de (Baker, 1990). El término público pasó a refe,irse'más tarde al
conocimiento, este sentido del término se enfoca hacia una Estado, al evolucionar hacia <<una entidad que,trene existencia
aprobación o censura social: opinión como una manera infor~ objetiva sobre y contra la persona que gObierha» (Habermas,
mal de condonar o condenar. La opinión, bajo esta luz, es gene- 1962/1989, pág. 11). Hoy día, inspirándose ~n gran manera en
ralmente perjudicial y no racional, relacionada con el senti- estas conexiones primitivas entre el término. público y el bi.enes-
miento como opuesto a la razón (Ozouf, 1988, págs. SI-S2). tar colectivo, apenas se puede evitar la asociación de asuntos
Concepciones primitivas de público. El término público tuvo públicos con asuntos gubernamentales.
muchas acepciones difereI).tcs en su uso primitivo, pero, de nue- Aunque la noción de opinión pública no emerge hasta la
vo aquí, podemos señalar dos, en particular, que merecen desta- Ilustración, los términos opinión y público \Ievabari consigo, an-
carse. La palabra latina publicus fuc, con mucha probabilidad, (es de dicho tiempo, múltiples usos que continúan relacionados
un derivado de poplicus o pOP/l/us, que quería decir «el pueblo». a nuestro entendimiento contemporáneo de tales conceptos.
Pero había al menos dos sentidos diferentes de «el pueblo» pre- Principalmente! opInión se utilizaba para referirse a racional!
sentes en l~s primer~s usos de la palabra público. En un sentido, cognitivo yana racional/proceso social, dualidad que ha pasa-
el término hacía referen.-:::ja al acceso común, como en «lugar do virtualmente a todos los escritos subsiguientes sobre la opi-
i, públicQ». Según Habermas (1962/1989, pág. 6), la res p/lblica nión pública. El término público comparte una dualidad de uso
era cualquier propiedad generalmente abierta a la población, y similar. Siguiendo las famosas palabras de Abraham Lincoln, la '
en los tiempos feudales ciertos espacios comunes se considera- palabra «público» significaba originalmente dos cosas: «del
22 LA OPINIÓN PÚBLICA PRODLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 23

pueblo» (al referirse a acceso común) y «[lara el pueblo» (al des de lectores y librerías de segunda mano empezaron a flore-
referirse al bien común). Sólo llegó a significar «[lar el pueblo» cer, y hacia finales del siglo XVII la literatura moral y política
(es decir, realizado por la gente corriente, en el sentido en que, a era bastante popular entre las clases cultas (Speier, 1950; Ha-
menudo, pensamos en el término hoy día) mucho más tarde .. bermas, 1962/1989; Darnton, 1982).
La Reforma fue importante por varias razones, más allá de
sus efectos en la circulación de la literatura. Las enseñanzas de
El nacimiento de In opinión pIiblicn Calvino y Lutero cuestionaron el orden sociopolítico de la auto-
. , ••••• > ridad y la juriSdicción papal, de tan larga permanencia. 'Tal vez
La ~ombinación de pIiblicu y upinión en una expresión única, de forma más crítica, las cltseñanzas protestantes contenían' en
utilizada para referirse ajuicios colectivos fucra de la esfera del su esencia una nueva concepción individualista de la 'persona.
gobierno que afecten a la toma de decisiones políticas, apareció Sancionaron la autoridad seglar en todo, excepto en los domi-
siguiendo varias tendencias políticas, económicas y sociales nios directamente morales o religiosos de la vida, y apoyaron la
europeas (Speier, 1950; Lazarsfeld, 1957; Ginsberg, 1986). idea de que los individuos son «dueños de sus propios destinos»
Aunque al menos un historiador acredita que los ingleses usa- (He1d, 1987, pág. 40). A finales del siglo XVII, las ideas desen-
ban frases tales como «opinión del pueblo» y (<opinión del pú- cadenadas por la Reforma habían evolucionado hacia filosofías
blico», en época tan temprana como 1741 (Gunn, 1983), se con- liberales más profundas (por ejemplo, Locke, 169011963), que
sidera a los franceses, la mayoría de las veces, co mo in ventares afirm~lban,que los individuos deberían ser libres de seguir' sus
. :'. ,.'
y popularizado res del concepto (Habermas, 1962/1989; NocHe- propias preferencias en todos los aspectos de la vida: religiosos,
Neumann, 1984; Ozouf, 1988). Noelle-Neumann (1984) acredi- económicos y políticos (Held, 1987, págs. 51-54).
ta a Rousseau como primer usuario de la frase /'Opillioll pl/bli- Emergellcia de !lila es/era pública. Habermas (1962/1989)
,- ...,.,1 que, hacia 1744, utilizándola en el segundo sentido de opinión indicaba que estas:tendencias históricas, Íntimamente unidas al
, anteriormente definido, como referencia a las costumbres y mo- crecimiento del capitalismo y el dominio de una burguesía
dos de la sociedad (véase también Baker, 1990). Dc cualquier europea, con el tiempo dieron como resultado una esfera públi-
forma, hacia 1780 los escritores franceses hacían uso extensivo ca de razonamiento crítico. A lo largo de finales del siglo XVII y
de la opinión pública para referirse a un fenómeno más político principios del XVIII, una diversidad de nuevas instituciones
que social, a menudo en unión con «bien público» (biell [llIblic), sociales empezaron a destacar: los cafés de Inglaterra (se decía
«espíritu público» (esprit public), «conciencia pública» (cons- que había más de 2000 en Londres a principios del siglo XVIlI),
ciellce publique), y otros términos relacionados (Ozouf, 1988, los salones de París, y las sociedades de tertulÍas de Alemania
pág. S3). (Tistchgesellschaflen) (Speier, 1950). Estos sitios de reunión, en
Los hechos históricos involucrados comienzan en época los que la devoción a la literatura y el arte de la conversación se
temprana, en el siglo XV, con el advenimiento de la imprenta tenían en gran estima, llegaron a convertirse -especialmente los
de tipos móviles (Childs, 1965). Este desarrollo tecnológico per- salones franceses-; en lugares donde la autoridad de la argumen-
-mitió-una amplia-difusión de las publicaciones,quesereforza- tación suplantó a la autoridad de un tftulo:Según Habermas, el
ron en el siglo XVI con el incremento de comerciantes y clases ..... ---pii6li¿oifLisliidbael siglóXVIllganó fuerza pública al consoli-
dirigentes y una expansión de la alfabetización. La última ten- darse la burguesía y empezar a articularse una crítica liberal del
dencia fue impulsada por la Reforma protestante, que creó un Estado absolutista existente, al principio, a través de la circula-
amplio público lector, sin. mediación formal de la iglesia, con ción de publicaciones políticas y su amplia discusión en salones
i.. _ .-'
respecto a la literatura religiosa escrita en lenguas vernáculas y cafés. El libre intercambio de información y crítica, y el razo-
(Speier, 1950, pág. 381). Lo profesionalización de las artes, es- namiento abierto se convirtieron en los instrumentos de la
pecialmente la literatura, reemplazó el primitivo sistema de mew «afirmación pública» en cuestiones políticas (Nathans, 1990,
cenazgo por otro en el cual autores y artistas dependían, para su pág. 625). Con el incremento de una esfera pública política acti-
sustentQ, del apoyo popular (Habermas, 1962/1989). Socieda- va, la opinión pública emergió como una nueva forma de auto-
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I 24 LA OPINIÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINIÓN PÚBLICA 25

ridad política, con la cual la burguesía podía desafiar al gobier- Otros historiadores han sugerido que los intelectuales de la
no absoluto. Ilustración distaban de ser igualitarios incondicionales (Nat-
Habermas (1962/1 989) destaca las características de iguali- hans,1990). Muchos eran, de hecho, profundamente ambiva-
tarismo y raciocinio de la opinión pública durante la Ilustración lentes respecto al individualismo y el valor de la contestación
(págs. 36-37). Primero, se la considera como procedente del dis- abierta cn polltica. ilaker (1990) indica que los pensadores poll-
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curso razonado, la conversación activa y el debale. El debate es ticos franceses de mediados del siglo XVlll se mostraban caute-
«público» en el sentido de inlentar determinar la voJuntad Co- losos de la libertad extrema que disfrutaban los ingleses, que
mún, el bien común, no es un simple encuentro de intereses parecía invitar a la divisióll, confrontación sin fm e inestabili-
individuales. El debate es, asimismo, abierlo; el proceso es «pú- dad política. Había, pues, una considerable renuencia a Ja hora
blicO» en el sentido de que la participación abierta, si no total- de aceptar la emancipación completa del individuo (Ozouf,
mente asegurada, es lo que se desea. Es soberano e igualitario;
1988). Rousseau (1762/1968), aunque decía que el bien común,
opera independientemente del status económico y social, abrien-
do camino al mérito de las ideas más que al poder político. o «voluntad generah>, sólo es discernible por medio de la parti-
Fi.nalmente, el debate, si persigue opiniones correctas, debe cipación continua y directa de individuos libres que debaten
ilustrarse a través de una publicidad de los asunlos políticos y eleCciones colectivas, no abogó por la unión de los intereses
sus consecuencias. Como veremos, estas nociones 1cndrán mu- i·ndividuales. Sin embargo, creía que los miembros del pueblo,
cho que ver con los últimos intentos sistemáticos de los sociólo- decidiendo juntos lo que es mejor para su comunidad, sometían
gos (por ejemplo, Park, 1904/1972; Blumer, 1946; Milis, 1956) sus intereses privados y sus asuntos al bienestar común (véase
por definir de forma más precisa la naturaleza del público como Pateman, 1970, pág. 25; Held, 1987). El problema de cómo
.': un colectivo social (capítulo 4). Estas características proporcio- adivinar la opinión pública a partir de una masa contradictoria
...
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naron el esquema de lo que se llamarla más tarde el modelo de opiniones indiyiduales era el dilema central de la filo.s~fía
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;-C.I «c1ásicm> ·de opinión pública (Berelson, 1950; Lazarsfeld, 1957), política liberal. I..li razón innata de la autonomía de la Opll1lÓn
así como un conjunto de estándares con los cuales, incluso en pública fue una solución. Aunque imprecisos para indicar exac-
las sociedades modernas, se juzga a veces a la opinión pública tamente qué era la opinión pública, una gran m~yoria de escri-
(véase Carey, 1978; Peters, 1989). tores indicaba claramente que no era la opinión· de la multitud.
Ambigiiedades en cllanto 01 significado de opinión pública. El Era, en cambio, un «tribunal anónimo e impersonal», una nue-
~ estudio de Habermas (1962/1989) ha tenido mucha influencia, va corte que tenía muchos de los mismos atributos -«infalibili-
aunque los historiadores se han preguntado respecto a la exacti- dad, externalización, y unidad»- que caracterjzaban a la anti-
tud de su interpretación, especialmente su lectura marxista de gua autoridad absolutista (Ozouf, 1988, págs/Sll-SI2; Baker,
la esfera pública como un aspecto del dominio burgués- 1990). Esta noción -que la opinión pública:trasciende la opi-
capitalista (Nathans, 1990, pág. 626). Es igualmente debatible si nión indiv'idual y refleja un bien común abstracto, más que un
las características de igualitarismo, crítica y racionalidad, ads- mero compromiso de intereses individuales- continuaría influ-
critas ala opinión pública del siglo XVIII, casan bien con los yendo en el pensamiento sobre la opinión pública hasta bien
puntos de vista sobre la opinión pública que prevalecían (espe- entrado elsigloXX (por ejemplo, Lowell, 1913, págs. 8-10; Be-
cialmente en Francia) en aquel momento. Por ejemplo, el análi- relson, 1950).
sis de Darnton sobre el periodismo francés del siglo XVIII cues- Los que escribieron al principio sobre opinión pública, rara-
tiona la imagen racional del discurso público. Darnlon indica mente fueron explicitas en relación a lo que se referían. Ozouf
que gran parte de las publicaciones politicas que circulaban cn (1988, pág. S6) sugiere que la opinión pública fue, con frecuen-
..... la Francia prerrevolucionaria no eran de una filosofía liberal cia, implícitamente equiparada por los franceses con la opinión
imparcial, sino bastante st.:llsaciohalistas y de un criticismo mo- de <dos hombres de letras», refiriéndose a su papel (en gran
ral orientado hacia las celebridades (<<polílic6'pornograffa» en parte autoconcedido) de árbitros de los asuntos sociales y políti-
términos de Darnton) que abordaba temas de depravación se- cos. Un segundo «grupo sociológicamente calificado de porta-
xual y corrupción (págs. 34-38). . dores de opinión eranJos parlements, que se tomaron la licencia
26 LA OPINiÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA: OPINIÓN PUBL1CA 27

de ~acer ci.rcular.sus protestas contra el rey en un esfuerzo por la discusión y al libre flujo de información, se suponía que refle-
ganarse el «entusIaSmO» público en su favor (pág. S7). Tal como jaba el bien común, y se modeló como un nuevo y poderoso
O~o~f (1988) y Baker (1990) señalan, sin embargo, la opinión tribunal para revisar las acciones del Estado. Pero otros aspec-
publica no se invocó únicamente en el contexto de la crítica a la tos clave de nuestra concepción contemporánea sobre la opi-
monarquía. Baker indica que el concepto arraigó como conse- nión pública tienen sus origenes en escritos posteriores de la
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", '1 cuencia de una disipación grad'ual de la autoridad absoluta. En democracia representativa, tales como los de Madison (17881
. i, medio de una crisis del absolutislllo, la corona francesa as! 1966) Y'especialmenlc los del (eórico «utilitarista» inglés Bent-
coI?? s~s opo~cntc~1 «inycntaron y apelaron a un principio de hum (183811962) y Mili (1824/1937).
leglllmldad mas alla del SIstema (existente) para presionar sobre Escritos del siglo XVIll, que emplean generalmente el térmi-
la~ demandas ?e ~us competidoreS» (llaker, 1990, pág. 171). El no opinión pública referido a la conduela social, generalmente.
p.ubltco era pnncIpalmente una creación política o ideológica o cuando se refieren a su impacto político. no son claros respec-
sm un referente sociol6gico claro; proporcionó un nuevo sistc- lo al mecanismo preciso por medio del cual habría de influir en
~a implícito de autoridad en el que el gobierno y sus críticos los asuntos del gobierno. A lo largo de finales del siglo XVIII y
tenían que pedir el juicio de la opinión pública para asegurarse principios del XIX, sin embargo, los trabajos de Mill y Bentham
sus respectivos objetivos. «Ciertamente uno puede entender los atribuyeron un papel político mucho más formal a la opinión
conflictos de la prerrevoll,.;.CÍón como una serie de luchas para pública en el gobierno, basado en términos legislativos y electo-
fijar el referente sociológico del concepto en favor de uno u otro rales. En contraste con Rousseau, estos escritores opinan que la
grupo competidor» (Baker, 1990, pág. 186). A pcsar de Haber- gente actúa primariamente para satisfacer sus deseos individua.
mas, la opinión pública era más que un simple instrumento de ~ ¡i les y para evitar el dolor (Schumpeter, 1943; Held, 1987). La
la naciente burguesía. sociedad consiste, pues, en una serie de individuos que intentan
;"-.1 .,' N~ck~r, la persona a la que normalmente se atribuye la po- satisfacer al'Dláxirt1o sus propios intereses y servicios. Se necesi-
pulanzaClón de la frase /'opinion publique durante la década de taba un mecanismo que armonizase estos intereses dispares. La
1780/1790, sirvió a la corona francesa como Ministro de Ha- rcspucsta aLproblema de resolver intereses distintos y opuestos
ci~nda (Palmer, 1936, Baker, 1990). De alguna forma, la aplica- fue el gobierno de la mayoría, establecido por medio de eleccio-
Clon que Necker hace de la frase es bastante moderna en su nes regulares y plebiscito. La opinión pública, en,esta visión
espíritu. Utilizaba el término para referirse a una creciente de- mayoritaria. quedó mejor expresada como «la r~unión de inte-
pe~d."ncia del status financiero del gobierno con respecto a la . ,
reses de los hombres de una comunidad» (Minar, 1960, pág.
OpInIÓn de sus acreedores. Necker reconocía que era necesario 36). El Estado había de desempeñar esencialmente el papel de
el apoyo de la elite francesa para el éxito de la política del go- árbitro sobre individuos y grupos que rivalizan en conseguir el
bIerno. Con este fin, abogaba por la publicidad total de las acti- máximo de sus intereses por medio de la competencia económi-
vidades estatales. Publicó un informe de las cuentas del gobier- ca y el libre intercambio. De ahí que «el voto libre y el mercado
- _no (Compte Rendu deJ 781) principalmente para calmar a los libre fueran el si/le qua 11011» (Held, 1987, pág. 67).
acreedores públicos y reafirrn!lfles~e-ii lit segtiridaddenesoro -~MinaL(I960) inciica que el modelo democrático utilitarista
nacional (Speier, 1950; Baker, 1990). Necker puede en conse- es la visión moderna más caiactedstica~de la opinión pública,~ y.
cuencia, haber sido de los primeros en proponer rel~ciones sis- básicamente subyace en los esfuerzos del siglo XX por medirla
temáticas entre público y gobierno. «Sólo los locos, los teóricos y cuantificarla regularmente a través de la institución del son-
puros, o los aprendices», observó en 1792, «dejan de tener en deo de opinión. Los puntos de di vergencia entre la concepción
.-'~ ... cuenta a la opinión pública» (citado en Palmer, 1936). utilitaria de la opinión pública y las primeras nociones de la
Opinión pública y donúl1io mayoritario. Aunque los cafés y Ilustración residen principalmente en las diferentes propuestas
s~loncs de la Ilustración dieron lugar a la idea original de opí- para determinar el bien común. El primitivo pensamiento libe-
~Ión p~blica, los escritos del siglo XVIll dejaron el concepto ral (por ejemplo Rousseau) vio la opinión pública como una
mdefimdo en muchos aspectos. La opinión pública iba unida a forma de realizar la voluntad común, bien discernida por medio
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28 LA OPINiÓN PÚBLICA PROfiLEMAS RE..c;;rECTO A LA OPINiÓN rúnUCA 29


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de la implicación popular continua en forma de debate igualita- política. Estos teóricos estaban más preocupados, insiste Pate-
rio y razonado. En la nueva formulación, la opinión pública se man (1970), por la habilidad pública para seleccionar o. r~ch.-
resuelve, en cambio, extremando la función de las voluntades 7.(\r reprcsenlantcfi quc por su capacidad de sostener opiniones
de individuos diversos, esto es, a través del gohierno de la ma~ polítiens inlilrlnauas en cuanto tales (pags. 18-19). '
yoría. La idea más fiel a la voluntad general deja paso en la
estructura utilitaria a la idea más comúnmente sostenida. Esto
no quiere decir, ni mucho menos, que el debate Pllblico activo La opinión pública como objeto de estudio
no forme ya parle del conjunto. La libcrtad de prensa fue vigo~
rosamente apoyada por Bentham y Mili. Siguiendo el Rl!rlto_de '. Hacia mediados del siglo XIX, la mayor parte de las publica-
'vista de Necker, Bell~F!lnñTG0"ñslde'to<a'l"'pfiiFsaiofuo'únórgino .• ciones que trataban sobre opinión pública eran normativas y
~"p~<ii.alme,nle,i.rnp9rtantede)p_g!le,élllamó-«eltri bunal, de'la- ' filosóficas en su naturaleza, al ser estudios de política teórica
op[riióri -pública»" Vófviendo a las nociones de¡0¡:Jinión",;común::?ilfZ. más que estudios de la propia opinión pública. (Los escritos de
c'd'ikaf,preSiÓí).··s'ocial,p,idió la publicidad regular de todas las Necker son una notable excepción.) Aunque la teoría democrá-
activriladesdel gobierno, éomaun. salvaguarda contraJ.o.s,a.b,u~­ tica representativa ganó apoyo creciente a lo largo del siglo
,,,"'del poder ,(Palmer, 1936, pág. 245). Tal visión 'de'¡a'f'lrernm XIX, las publicaciones de esta época no eran, en absoluto, fir-
aJJk~~jI'ló~enT;lfof;ma~siggificati va nuestra noción' coilte.IJ1Podn~.a­ mes, resueltas, al evaluar la competencia de la opinión pública.
", ci¿Jibertad-ile informacíOriy la moderna congició,¡¡ ,de,los.me.", Los partidarios de las refOl;mas liberales democráticas la veían
dios,de comunicación como vigilantes públicos (Comisión para «como la voz de la clase media ilustrada, como una salvaguarda
...•••. - ¡
la Libertad de Prensa, 1947; véase tambié~ Macaulay, 1898, contra el desgobierno, y como un agente de progreso», mientras
sobre la prensa como cuarto poder). Pero la implicación popu- que críticos más conservadores, la entendían antitéticamente,
. -.1 lar continua en el debate de las cuestiones públicas no fue, en sí como potencialmc'nte peligrosa, superficial y transitoria; en
misma, propuesta como el mejor o el más práctico mecanismo gran medida desinformada, y necesitada de limitaciones prácti-
. para determinar el bien común; es más, la resolución de los cas como fuerza política (Palmer, 1936, pág. 247) .
deseos populares estriba en la elección de la mayoría,. expresada Hacia el final del siglo XIX, la opinión pública se encontró
a través de elecciones regulares. enfrentada a crecientes análisis sistemáticos a la manera empí-
Un segundo cambio en la conceptualización acompañó tam- rica característica dc las ciencias sociales en desarrollo (Lazars-
bién a la filosofía democrática mayoritaria. El propio público, feld, 1957). Los escritores estaban intrigados/por la ,mueva
definido vagamente en las primeras publicaciones como aque- fuerza» de la opinión pública en la socieda~; que parecía ir
llos miembros de las clases ilustradas que frecuentaban los cafés ganando poder y expandiéndose hacia prácti.camente todas l~s
y salones, se identifica en las nuevas estructuras con el electora- clases sociales, con muchos logros en educaclón y con la apan-
do deseable. Bentham abogaba en sus últimos escritos por el ción de medios de comunicación de masas más eficientes
sufragio universal y las .elecciones parlamentarias anuales. para (Bryce, 1888; Tarde, 1890/1903; Cooley, 1902; LoweJl; 1913).
mantener una vigilancia pública cercana sobre los representan- Al aproximarse 1900, hubo un cambio de enfoque y método en
tes, los «diputados» del pueblo (Pateman, 1970). El resultado el análisis de la opinión pública. A consecuencia del crecimien-
fue una considerable expansión en el tamaño y heterogeneidad to de las ciencias sociales en la universidad, los trabajos del siglo
del «público». Algunos sugieren que el modelo de democracia XX sobre opinión pública reflejan con más claridad preocupa·
de Bentham -como el de Rousseau- asume que todo ciudadano ciones sociológicas y psicológicas, más que políticas o filosófi-
debería ser competente para formarse opiniones políticas en los cas. Mientras que muchas de las primeras disquisiciones sobre
asuntos urgentes de cada d;a (por ejemplo, Schumpeter, 1943). opinión pública habían tratado principalmente sobre el proble-
Sin embargo, Pateman (1970) concluye que ni Mili ni Bentham ma filosófico de transmutar deseos individuales e independien-
abrigaban expectativas especialmente elevadas respecto a la ha- i
'1 tes en la voluntad del Estado, ahora los analistas vuelven, con
bilidad de este amplio electorado para deliberar activamente en mayor frecuencia, su atención al problemade comprensión ~e
30 LA OPINiÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 31

aspectos sociales y de conducta de la opinión pública. El interés Aunque, en cierta medida,la investigación científica social y
se ha vuelto hacia <da cuestión de la función y los poderes de la el análisis filosófico normativo de la opinión pública han segui-
opinión pública en la sociedad, los medios con los que puede do caminos separados desde principios del siglo XX, aún' hay
modificarse o controlarse, y la relativa importancia de los facto- una importante y animada conexión entre ambos. Los descubri-
res emocional e intelectual en su formulació!l» (13inkley, 1928, micntos cmpiricos que tratan sobre cómo se desarrolla y opera
pág. 393). Esta linea de investigación llevó al estudio de la opi- la opinión pública en la sociedad no pueden por menoS que
nión pública en nuevos campos académicos: conclucta colectiva interpretarse a la luz de cómo consideramos que debería funcio-
y psicología 'social, investigación sobre la actitud y la opinión, nar la opinión pública (Bcrelsoll, 1950). Serias consideraciones
análisis de la propaganda, conducla política e investigación so- de las cucstiones normativas subyacentes que conciernen a la
bre los medios de comunicación de masas. opinión pública, han continuado apareciendo a lo largo del siglo
XX: Lowell (1913), Lippmann (1922), Dewey (1927), LassweIl
(1941), MilIs (1956), Schattschneider (1960) y Ginsberg (1986),
Principales problemas relativos a la opinión pública son sólo unos pocos ejemplos de tales pensadores.
Para cerrar cste capítulo -y fijar una cstructura alrededor de
A comienzos del siglo XX, muchos de los conceptos subya- los conceptos científico-sociales Y las investigaciones aplicadas
centes y distinciones conceptuales que aparecerían en las últi~ de los próximos capítulos- consideraremos brevemente algu-
mas publicaciones teóricas e investigaciones cmplricas sobre la nos de los principales miedos y preocupaciones que han moti-
opinión pública habían, de una u otra forma, salido ya a la luz vado y sostenido la investigáción sobre la opinión pública. Por
.'.' (Lasswell, 1957). Aunque basada principalmente en términos mor de la simplicidad, podemos organizar esta discusión alre-
":",,' - ",v:
de debate informado y gobierno mayoritario (como un legado dedor de cinco problemas básicos que acosan al público moder-
.--:-.1 de la Ilustración y de la teoríá democrática representativa, res- no: dos relativos a su potencial superficialidad -falta de compe-
... pectivamente), la expresión «opinión pública» llevaba consigo tencia y falla de recursos- y tres relativos a su potencial
también, otros sentidos importantes. Los escritores de la Ilus~ susceptibilidad, hacia la tiranía de la mayoría, hacia la propa-
tración. a pesar de su énfasis en la razón humana y el progreso ganda o la persuasión de masas, y hacia una su~il dominación
de la sociedad a través de la educación, no dejaron de compren- por parte de elites minoritarias. .
der los aspectos no racionales y emocionales de la opinión pú- Falta de competencia. Las reservas respecto a la: capacidad
blica. Por ejemplo, Speier (1950) refiere el esfuerzo de algunos del público en general para dirigir los asuntos púl¡licos datan de
pensadores de la Ilustración para establecer espectáculos públi- antiguo como hemos visto, al menos desde ~)atón, y fueron
cos y celebraciones nacionales deliberadamente dirigidos a con- import~ntes durante la Ilustración. Pero tal vez las críticas más
seguir sentimientos patrióticos más que apoyo razonado. A lo fuertes al gobierno de la opinión popular sean producto del siglo
largo del siglo XVIII y XIX, el papel de la opinión gencral como XX: PubUc Opinioll, de Lippmann (1922), Y su secuela The
valedora de tradiciones y costumbres sociales, cumpliendo con PhanlOm Pl/bUc (1925). El principal argumento de Lippmann es
.. la ideYdeltiso>, -de Lock";¡¡o-,,scapóa laatoncian crítica (Noe-- .. .... .._q ue la ·teoría democrática pide· demasiado a los ciudadanos _or-
lle-Neumann, 1984). Ciertamente, las huelgas generales y los dinarios. No puede esperarse de ellos que actúen como legisla-
motines del siglo XIX dieron a los estudiosos de la opinión qué dores, que scan activos y se impliquen en todos los .asun.t?s
pensar sobre el asunto de la supuesta naturaleza racional de la importantes del moment9. Parte del problema, en la estlmaClOn
opinión pública. Los aspectos no racionales de la conducla pú- de Í-ippmann, es la desatención general del público y su faIta de
- .~. blica fueron cuidadosamente estudiados en la última parte del interés por las cuestiones políticas. Tal como Bryce (1888) ha-
siglo XIX por escritores <iue dedicaron especial atención a la bía observado, «las cuestiones públicas ocupan el tercer o cuar-
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conduela imitativa y al «co-ntagio» emocional clllas multitudes to lugur entre los intercses de la vida}) (pág. 8). Las perso~as
(por ejemplo, Tarde, 1890/1903; LeBon, 1895/1960; véase tam- invierten poco tiempo y poca energía en aprenderlos necesariOS
bién Mackay, 1841/1956;'capitulo 3). «hechos no visibles» del mundo político. Complicando el pro-
32 LA OPINiÓN PÚBLICA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN rÚULlCA 33

blcma aparece la rorma en que las opiniones -basadas en las lección de información (una para cada gabinete federal) con
«imágenes que tenemos en la cabeza», como dijo Lippmann ruentcs de landas indcJlendicntes, ocupación garantizada, y un
(1922, pág. 3)- se desarrollan. El conocimiento exacto de los «acceso a los hechos» sin restricciones, para cumplir tales tareas
asuntos públicos, en los que deben basarse las opiniones sólidas, (I922, pág 386). . ...
es sencillamente inalcanzable para el ciudadano ordinario. El Falla de recursos. Críticos posteriores, aunque no ·en desa-
·.... mundo político queda «fuera de su alcance, de su vista y de su cucrdo con el rctrato general dc Lippmann sobre la opinión
mente» (Lippmann, 1922, pág. 29). Los ciudadanos forman sus pública moderna, sin embargo; consideran una excepción su
ideas a partir de informaciones gravemente incompletas, man- valoración de la capacidad del público para el gobierno demo,
teniendo poco o ningún contacto con los hechos reales; filtran lo crático. Con mayor insistencia, Dewey (I 927) consideraba que
que ven y oyen a través de sus propios prejuiCios y temores. el problema no era la incompetencia por parte del público, sino
Aunque en sociedades más simples el gobierno dirigido por la más bien una falla de métodos suficientes para la comunicación
opinión pública pueda tcncr éxito, el mundo industrial moder- pública. «Los mcdios físicos y externos de recoger informa-
no se ha convertido en demasiado grande y complicado. «El ción», observó, «han sobrepasado con mucho la fase intelectual
'ciudadano privado de hoy día», observó irónicamente Lipp- de investigación y organización de los resullados» (pág. 180). Al
mann, «llega a sentirse como un espectador sordo de la última contrario que Lippmann, que consideraba que la «Gran Socie-
fila, que debiera mantener su atención fija en la traIlla general, dad» nunca podría convertirse en la «Gran Comunidad» que se
pero apenas puede conseguir mantenerse despierto» (1925, pág. requeria para una auténtica democracia nacional, Dewey
13). (I 927) creía que cllo era réalmente concebible, aunque nunca
La prensa, considerada por los demócratas progresistas un pudicra posecr todas las cualidades de una comunidad loca¡'
instrumento para educar y formar al público (por ejemplo, Coo- (p\Íg. 211). La respucsta, cn parte, cs la educación. No es necesa-
:;..1 .~, ley, 1909), sólo contribuye a los males de la opinión p~bli~a: rio que la gente tenga el conocimiento y la habilidad necesarios
según el punto de vista de Lippmann. «No es facllble», IlldlCO para llevar a cabo investigaciones sistemáticas para cada asunto
terminantemente, «y cuando consideras la naturaleza de las no- general, sugería Dewey, únicamente debían tener . la habilidad
ticias, no es ni siquiera pensable ... Si se ha de confiar a los dcjuzgar el conocimiento proporcionado por expertos en tales
periódicos el deber de interpretar toda la vida pública de la asuntos (pág. 209). Estaba de acuerdo con Lippmann sobre que
humanidad, seguro que fracasarán, pues están condenados al las ciencias sociales desempeñarían un papel central en la co-
fracaso, y en cualquier futuro continuarán fracasando» (1922, rrección del Estado democrático, pero Dewey p.énsaba en un
pág. 362). tipo de papel muy diferente. No proponía un sistema de infor-
Lippmann no fue el primero en señalar la discrepancia entre' mación de alto nivel sino, en su lugar, un tipo de ciencia social
la imagen de la participación pública en la democracia -hereda- basada en la comunidad que difundiera sus interpretaciones al
da de los salones y cafés de la época anterior- y los trabajos público por medio de ingeniosas presentaciones en la prensa
sobre la· opinión pública en una nación legislativa moderna popular. «La necesidad esencial, en otras palabras, es la mejora
(véase TocqueviJle 1835/1945; Bryce, 1888), pero sus escritos ~e los métodos y condiciones de debate, discusión y persuasión.
fueron notables por su vigor y penetración y, especialmente, por Este es el problema del públicQ» (Dewey, 1927, pág. 208). En
su recomendación de una radical remodelación de la gobernabi- una línea similar,. el título de un capítulo del libro de Lasswell
lidad democrática. Abandonando la esperanza de una opinión (1941) Democracy Throllgh Pllblic Opillioll presenta el asunto
popular competente, Lip¡imann cree que la opinión pública mo- de forma sucinta: «La democracia necesita una nueva forma de
derna no puede mejoIpr a menos que una organización inde- hablan).
pendiente y experta, con personal de «ciencias políticas», pueda Otros han considerado también un objetivo principal el pro-
. hacer «inteligibles los hechos invisibles» para quieJ.1cs hubieren porcionarrecursos adecuados al público. Schattschneider
de tomar decislones, Y «organizar la opinión pública» para la (1960), por ejemplo, proclamaba que si en realidad hay un pro-
prensa (I 922, pág. 32). Soñaba con una red de agcncias de reco- blema con la opinión pública, resid.e en las asunciones pretendi-
34 LA OPINiÓN PÚBLICA PROIJLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLiCA
35
das por la teoría democrática clásica (por ejemplo, la necesidad ción (véase Lowell, 1913). Una democracia debe cultivar una
de ciudadanos omnicompelenles), no en el propio público. «La individuaiidad vigorosa en sus ciudadanos para asegurar que
gente es capaz de sobrevivir en ellllundo moderno aprendiendo los asuntos minoritarios sean apoyados adccuadamente.2
¡ lo que necesita saber y lo que no necesita sabcr», indicaba (pág. Slfs(.'e!)tibjli~h[(1 ala !)(!/:WllSióll. U na cuarta preocupación se
. ..1
.. ",/,'! 137). Los ciudadanos no necesitan implicarse en lodos los dcta- cent~a en la suscePt.ibilidad del público a la persuasión y, en
I Iles diarios de gobierno, C\lundo es necesario, quedan envueltos particular, a l1amanllentos altamente emocionales y no raciona-
de forma natural en el conmelo, ni correr riesgo SllS aSlIntos e les. Esta preocuPHcióli parece justificada, Hasta qué punto las
intereses. Lo que los ciudadanos lIecesilllll, sugiere Schallsch- apelaciones emocionales forman parte de la pol!tica es algo que
'." ";
neider, es un sistema político competitivo con un liderazgo puede observarse bastante comúnmente (Kornhauser 1959'
fuerte, controversia y alternativas claras (pág. 129). Otros críti- Edelman, 1964). Lippmann (1925), para hablar de un :nodel~
cos han establecido argumentos similares, culpando, de una u temprano, observó que «la consecución de una voluntad gene-
otra forma, no al público sino a la cámara de representantes o a ral de entre una multitud de deseos diferentes no es un misterio
.la oficina del editor (por ejemplo, Entman, 1989). La solución, hegeliano, como muchos filósofos políticos han imaginado sino
se ha sugerido, radica en ofrecer mejores recursos -especial- un arte bien conocido por los líderes, políticos y comités' diri-
mente a través de los medios de comunicación- para que los gentes. Consiste esencialmente en el uso de símbolos que unan
utilice el público (Commission, 1947). emociones tras haber sido separados de sus ideas" (pág. 47).
Tiranía de la mayor/a. Un tercer problema de importancia El éxito de los regímenes fascistas en Europa entre las dos
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que concierne a los analistas de la opinión pública es el peligto guerras, a la par que su intenso uso de los medios de comunica-
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de que prevalezca una mediocridad en la opinión -el menor r ción, alentó un tremendo interés entre los científicos sociales de
" denominador común- creada y mantenida por la presión de la
mayoría. Desde otro punto de vista, el peligro es que frente a r América por el anáJisis de la propaganda y la persuasión. El
pánico causado por~la transmisión de Orson Welles de La glW.
amplias mayorías, los puntos de vista de minorías importantes,
aun siendo válidos, no puedan hacerse valer con fuerza. Este
i rra de lo;' mUlldos, de H.G. Wells, en 1938 (Cantri!, Gaudet y
Herzog, 1940) sugirió que la capacidad de los me<)ios de comu-
temor lo expresó pronto, en el siglo XIX, Tocqueville (1835/ nicación para precipitar la conducta irracional de'las masas era
1945), quien advirtió que en una sociedad de iguales, los indivi- ~onsi~erable. No es de extrañar que, a lo largo de este siglo, la
duos de una minoría quedarían «solos y desprotegidos» frente a mvcslIgación sobre opinión pública y el interés sobre la persua-
la mayoría dominante (pág. 138). A lo largo del siglo XX, el sión de masas hayan ido de la mano. Desde 1927, en que Lass-
problema de la conforma,ción respecto a la opinión mayoritaria well publicó su influyente Propaganda Tec/lI1iqúe in Ihe World
ha sido un terna persistente, en la crítica social y en las ciencias }Var, hasta bien entrados los años cincuenta lel estudio de la
sociales (White, 1961; AlIen, 1975). Noellc-Neumann (1984) opinión pública y la propaganda estuvieron m~y estrechamente
reafirmó estas preocupaciones en la investigación sobre la opi- cone~tados. Muchas de las primeras obras sobre este campo,
_ni6n púplica,_ ~~flriéndose al retraimiento de la minoría frente a por ejemplo, llevan la palabra «propaganda" en sus títulos (por
la presi6-n -de Ül- rrúiyorú:Cco-ñ10 «üIía -espiral -de silencio». _ ejeltlpl(),_SIllith , Lasswell y Casey, 1946; Doob, 1948' Katz
Muchos analistas han advertido que el poder de la mayoría Cartwright, EldúsveldYLee, 1954). --- ..... ' - '
podría resultar crecientemente problemático con el tiempo. Dominio de las elites. Aunque algunos habían temido una
{(Cuanto más tiempo haya gobernado la opinión pública», suge-
._.
~. ," ría Bryce (1888), «más absoluta será la autoridad de la mayoría, 2. El culti',-o de la individualidad puede presentar sus propias dificultades.
":-
menos probabilidades\tendrán las minorías activas de rebela'r- Ulla de ellas, comentada por Lowell (1913), sucede cuando, tras un debate
se, y más dispuestos estarán los políticos a preocuparse, no de razonable, una irreconciliable minarla rechaza totalmente la opinión de la ma-
yoría, LJ.na democracia requiere, según estima Lowell, un equilibrio elltre la
formar la opinión, sino de descubrirla y apresurarse a obedecer- toleranCIa para los puntos de vista de las minorías y la aceptación de la voluntad
1m, (pág. 23). La respuesta al problema, proponen Bryce y otros de la mayoría (véase Su discusión de la doctrina de la armonía de intereses págs.
críticos, es la apropiada socialización democrática y la educa- 28-29): '
36 LA OPINiÓN PÚBLiCA PROBLEMAS RESPECTO A LA OPINiÓN PÚBLICA 37
sobreabundancia de poder en manos del público, a muchos incluso suprimir, la argumen,tación racional o la discusión po-
otros les preocupa que sea demasiado poco. Una quinta causa pular de amplia extensión, característica de una verdadera esfe-
de interés respecto a la opinión pública se enfoca hacia lo que ra ptíblica (págs. 211-222; pero véase también Crespi, 1989,
Ginsberg (1986) ha llamado <da domeslicación de las crecncias págs. 93-130).
de la masa». Se considera el problelim desde el punlo de visla de Hay otros asuntos importantes, pero estos cinco han atraído
la crecienle pasividad por parle del público, que lo conduce, de forma más continuada la atención. En un nivel general, la
de varias numeras, a su dominio por parte del gobicl'l1o y las cuestión clnve cs si los procesos de la opinión pública cn su
elites agrupadas. Milis (1956), por ejemplo, vio la sociedad actuación natural son, 'de hecho, realmente democráticos en el
americana compuesta de tres estratos jerárquicos: el primero, sentido implícito en las primeras nociones de la Ilustración; en
una fina capa de elites poderosas; el segundo, un grupo estanca- otras palabras, si la «verdadera» opini"Ón pública, o la que influ-
do de fuerzas políticas contrapuestas; y el tercero, una amplia, y ye en la elccción política (Kcy, 1961), está en realidad formada
cada vez con menos poder, masa de ciudadanos, Lejos de dis- por una comunicación igualitaria, de arriba abajo, de los intere-
frutar de la idealizada y libre discusión del debate democrático, ses públicos y las ideas a los políticos. Cuando volvamos i nues-
MilIs indicaba que la población americana había sido transfor- tra discusión sobre el tratamiento científico social de la opinión
mada por los medios de comunicación en un mercado que con- pública, veremos no sólo cómo los investigadores en opinión pú-
sume, más que en un público que produce, ideas y opiniones blica han aproximado sus trabajos conceptualmente sino tam-
(véase también Habermas, 1962/1989; Gitlin, 1978). . bién cómo han derramado, de distintas formas, nueva luz sobre
Otros críticos contemporáneos, que ven mecanismos dife- estas importantes cuestiones.
'~,
;:',. rentes de control de la elite (por ejemplo, Herman y Chomsky,
1988), han descrito más formas de dominio. Gi.nsberg (1986)
... indica'que con el advenimiento de la democraCIa electoral, la
relación tradicionalmente adversa entre el pueblo y el gobierno
se ha suplantado por una relación de dependencia. Ahora las
personas apoyan voluntariamente al Estado, pues se han con-
vertido en creciente mente dependientes de sus servicios, Tal
como lo indica él, «con el desarrollo de las instituciones electo-
rales, la expresión de la opinión de la masa se ha hecho ~enos
subversiva; cuando los ciudadanos empczaron a ver al gobIerno
como una fuente de beneficios, la opinión se hizo fundamental-
mente menos hostil hacia la autoridad central.., En resumen, los
regímenes occidentales convirtieron la opini6n de la masa, de
una fuerza hostil, impredecible y, con frecuencia, destructiv~ en
un fenómeno menos peligroso y más tratable» (pág. 58). Gms-
berg ve la propia industria de sondeos de opinión, a pesar de sus
intenciones establecidas de aumentar la voz democrática del
pueblo (Gallup y Rae, 1940), como parte central de este proceso
de domesticación. En líneas similares, Habermas (196211989)
indica que los mecani§ffios de formación del consenso político
en las naci0nes democráticas, tales como las elecciones regula-·
, res y las campañas electorales populares -aunque ciertamente
aseguren una presión periódica sobre el gobierno para satisfacer
las necesidades básicas de la población- no fomentan, y pueden
3. El concepto de «público»

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-t·' ","
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Tal vez la concepción más común de «opinión pública) hoy en


día la equipare a una unión más o menos sencilla.'de opiniones
ind~viduales, o <do que intentan medir los sond~os de opinión»
(P. Converse, 1987, pág. S13; Childs, 1939;' Minar, 1960).
Cuando comparamos esta noción con las que prevalecían a
principios del siglo XX, el contniste es impresionante. Los pri-
meros analistas estaban mucho más predispuestos a formular la
. ó¡jinión:pública como un fenómeno supraindividualinherente-
mente colectivo o, como señaló Cooley ([909), como {(Un pro-
ducto cooperativo de comunicación e influencia racional» (pág.
121). Aunque la existencia de los sondeos de opinión tenderá
. i_ '.-':.' más tarde a individualizar el concepto -poniéndolo estrecha-
l" mente en línea con la visión mayoritaria discutida anteriormen-
..'·.i te- la opinión pública era considerada,.por lo general, en los
I primeros años del siglo, como una clase especial de producto
. ~ social, no como una colección de opiniones públicas diversas,
1I si no como la opinión de un público.
1
.j, .
--:1 1- ~.

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40 LA. OPINiÓN rUl1LlCA ,
¡.
EL CONCEPTO DE «PÚBLICO)) 41
!
Esta tendcncia ~ concebir la opinión pública en términos ¡: descendiente directa de las ideas de la Ilustración del' siglo
supraindividuales era parte integrante de la época. Los estudio- l·; XVIlI, previamente comentadas. Pero la estructura analitica
sos de la vida psicológica y social humana a comienzos del siglo i; propuesta porPark (l904/1972)y reelaborada porBlumer(l946)
XX, tanto en Europa como en Amcrica (por ejemplo, Tarde, ¡!! representó un avance en varios aspectos importantes. Se dcsa-
1890/1903; James, 1890; Baldwin, 1893; LcBon, 1895/1960; l' ..rollaba a partir dc un intercs cientlfico general por comprender
Coa ley, 1902/1909), estaban claramente intrigados por las im- 1':,' las relaciones sociales humanas, tratando de entender la opi-
portantes manifestaciones de conducta colcctivll tipificadas en nión pública a la luz de su significado sociológico m~s amplio,'
csc pcríodo: multitudcs espontáneas, huclgas, manifestaciones l.. Más importante aun, fusionó ideas filosófico-polllioas previas
masivas y disturbios. Los analistas estaban igualmcnte fascina- sobre la opinión pública (por ejemplo, la noción de que la opi-
-dos-por el-papel que-los-modernos medioLdc_c_o.!!lunicaci6n 1 nión pública expresa la «voluntad general») con modernas
la
-especialmente la prensa- parecían desempenar a hora de-- --;-------preocupaciones-psico16gico::s_o_ciJ11~,lorI1!?_ndo, en consecuen-
configurar y guiar la «psicología de las masas». Los primeros . da, un puente de unión con los últimos estuaios'científicó-=--------
intentos de proporcionar un tralamiento científico social a la sociales de las actitudes y las opiniones (capítulo 4), El modelo
'opinión pública se presentaron sobre un telón de interés intelcc- discursivo de orientación sociológica continúa vertiendo luz
tu al general en fenómenos tales como la conducta de las masas y conceptual sobre las formas en que la opinión pública es funda-
las multitudes. mentalmente comunicativa por naturaleza (Price, 1988) y nos
El objetivo de este capítulo es revisar estos primeros e innu- proporciona una posición ventajosa para supervisar las diferen-
ycntes tratamientos del¡Jliblico: concepciones que identificaban tes entidades que, en la investigación contemporánea sobre la
la opinión pública como bastante próxima a la conducta colecti- opinión pública, se equipafan de formas distintas con el públi-
. "
va, y la enfocaban básicamente cxplicando la naturaleza socio- ca. El objetivo de l~ última parte de este capítulo es revisar, a la
lógica oel público como un grupo estructurado imprecisa y tran- . luz de estas concepciones sociológicas del público, el amplio
sitariamente (véase Park, 190411972; Blumer, 1946; Davison, campo de agrupaciones colectivas -tales como elites, publico
1958; Foote y Hart, 1953). Es esencial en estos tratamientos la hostil, público atento y público general-que se in,vocan general-
noción de que la opinión pública podía observarse como parte mente en la investigación empírica de la opinión, La intención
de un proceso sociológico más amplio, como un mecanismo a no es argumentar a favor o en contra de ninguna concepciÓn
través del cual las sociedades estables se adaptan a las circuns-. concreta del público (véase Key, 1961), sino simplemente seña-
tancias cambiantes por medio de la discusión y el debate. Se lar las formas en que investigadores y analistas/continúan em-
presta igualmente una especial atención al concepto de asunto pleando una variedad de conceptos de nivel colectivo y defini-
público, singularmente a la forma en que «el público», 'como ciones operacionales al describir y analizar ai' público.!
una entidad social en desarrollo, s~ forma, teóricamente, a tra-
l. Esfuerzos analiticos como los de Park y B1umer figuran de una manera
vés del tiempo, por medio de argumentos espontáneos, la discu- destacada en el establecimiento de la conducta colectiva como un subcampo
sión· y la oposición colectiva respecto a un asunto. Por estas vital en la sociologla americana, campo que se ha desarrollado independiente-
razones, escritos posteriores se han referido a veces a esta con~ mente.de la investigación sobre la opinión pública (véase Tumer y Kl1lian,
ceptualización del público como un modelo discursivo (Young, 1957; El,ner, 1972). .
2. Key (1961), de forma similar, resiste la tentación de argumentar sobre una
1948; Bogardus, 1951; Price y Roberts, 1987; Price, 1988). definición deoonjunto de el público, contentándose con decir que, «en una cues-
Aunque la estructura conceptual tiene ya casi un año, continúa tión dada, el público operativo puede consistir en una asociación altamente
conformando, a veces de forma indirecla, el pensamiento actual . estructurada, mientras en otro asunto las opiniones pueden difundirse a través
so bre la opinión públic, en.una variedad de disciplinas (en cien- de un amplio público sin una organización cspeciah) (pág. 11). Pero esta valora-
cias políticas, por ejemplo, véase Nimmo, 1978, págs. 238-240; ción de las primeras concepciones sociológicas del público es mucho menos
optimista QUC la ofrecida aqul. Key rechazó algunas de las principales nociones
Cobb y Elder, 1983, caps. 5 y 6). del modelo discursivo (por ejemplo, Que el público se forma y organiza por
Con su fuerte énfasis en la opinión pública como procedente medio de la discusión que rodea a un asunto concreto, citando a Davison
del debate, esta formulación sociológica es, en muchos aspectos, (1958}) como orgánico por naturaleza y de «utilidad más poética que práctica»
j;
l'

42 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE ({PÚBLICO)) 43


"~,o

Multitud, público y masas multitud. Primera, e't anonimato consistente en formar parte de
una multitud relaja las limitaciones civilizadas sobre los ~nstin­
Es útil tener en mente que las concepciones sociológicas de tos básicos de las personas. Segunda, las emociones y las accio-
«público», originalmente, se desarrollaron junto con la nueva nes se extienden rápidamente por imitación espontánea y
ciencia psicológica dc la multitud, a finales del siglo XIX y prin- .-,. «contagio» (véase también Tarde, 1890/1903). Tercera, y más
cipios del XX. Moscovici (1985) indica que la totalidad de la ;. importante, la «personalidad consciente se desvanece» bajo la
psicología social moderna puede seguirse a través de los intere- influencia de una multitud, y el individuo queda sujeto a la
ses surgidos en es le perfodo sobre la «masificación» de la socie- ";1 pcrsUnSiÓl'l y In sugestión inconsciente, es decir, queda esencial-
dad y sus males concomitantes: estallidos violentos, pánico ma- mente hipnotizado por la voluntad colectiva de la multitud (Le-
sivo y otras vívidas indicaciones de las «transformaciones Bon, 189511960, pág. 27; Park, 1904/1972, pág. 50). Es este
radicales» que las personas pueden experimentar en entornos estado hipnótico el que permite'a la multitud actuar al unisono,
colectivos (pág. 347). El rompecabezas que había de resolverse a menudo con efectos terroríficos.
consistía en el hecho de cómo individuos por lo demás civiliza- Los análisis posteriores de la conducta colectiva no compar-
áos podían transformarse en multitudes coléricas o manifestan- tieron necesariamente las terribles caracterizaciones de la vida
tes entusiastas. Esta cuestión fue analizada por LeBon (1895/ en la «era de las multitudes», y la mayoría abandonó su marco
1960) en su influyente libro La PsycllO/ogie des Fou/es, en el conceptual hipnótico. Sin embargo, continuaron no menos inte-
cual buscaba sentar las bases para una ciencia de la psicología resados por las asociaciones multitudinarias, imprecisamente
de la multitud. Aunque el concepto de multitud se invoca rara: estructuradas, y las diversas funciones sociales a las que servían
mente hoy en día, aclara y refleja algunas de las características (por ejemplo Blumer, 1946). Al desarrollarse el campo de estu-
esenciales de uos conccplos colccli vos C01~lCll1p()n'lncos: las lIut- ¡Jio de la conducla colectiva, se tomó en consideración, no sólo
.. -.·,1 "sas y e¡'público.
La ml//allld. Al argumentar sobre el estudio científico de las
a las multitudes sido también muchas formas semejantes, tales
como las modas, las manías y los movimientos sociales. Foo.tey
multitudes, LeBon (1895/1960) observó que el ascenso de las «cia- Hart (1953) indicaron que diversos tipos de cond~cta colectlva,
ses populares» en la vida política era, tal vez, el desarrollo más incluyendo fenómenos multitudinarios, podían;estar implica-
significativo de la sociedad moderna (pág. 9). Vio a la multitud dos en la formación de la opinión pública, especialmente en sus
como uno de los principales mecanismos con los que estas cla- primeros estadios. Sugirieron que los analistas sacarían prove-
ses, de forma creciente, presionaban para conseguir sus deman- ,
cho de la atención a estos procesos colectivos relativamente in-
das, con intensificación de la destrucción y la violencia. «El definidos, preparatorios o provisionales, de los·cuales emergen,
derecho divino de las masas», observó, «está a punto de reem- finalmente, los modos de acción social más organizados y racio-
plazar al derecho divino de los reyes» (pág. 10). Una compren- nales, tales como el debate público (pág. 309). Sin embargo,
sión científica de estas multitudes, y su forma de conducta, ha- muchos conceptos del campo de la conducta colectiva, tal como
bría de ocupar, por esta razón, un lugar primordial en el estudio la propia idea de multitud, na se han utilizado nunca demasia-
ddasociedad moderna. ___ _____ __ _ ___ _ _do en estudios de laopinión pública. Al contrario, «multitud»
«La ley de la unidad mental de las multitudes» de LeBoIl, se ha-servido pilncípalmente -como concepto- contrario al que se
basaba ampliamente en los descubrimientos psicológicos del define como «el público».
momento, especialmente en las ideas de hipnosis y sugestión E/ público. El logro conceptual de Park (190411972) es que
inconsciente. Identificó tres causas básicas de la conducta de la consideró a la multitud y al público como fundamentalmente
..-;~ :....:-::: . similares en un aspecto clave: ambos son mecanismos de adap~
>,
tación sodal y cambio, formas sociales transitorias utilizadas
(págs. 8-9). Generalmente, menosprecia los esfuerzos para conccptualizar al por grupos s.ociales para «transformarse» en nuevas organiza-
público como «una especie de asociación imprecisamente organizada u otra ciones. Por otra parte, el público y la multitud pueden servir,
~_. _ _ fantasmal entidad so~iológica)) (pag. t 5). ambos, como caminos iniciales para la cr~ación de entidades
_
~
~t

r
44 LA OPINIÓN PÚllLlCA EL CONCEPTO DE ((PÚBLICO» 45

sociales totalmente nuevas; en otras palabras, métodos por los


t,. una actividad prescrita, se empeña en un esfuerzo para llegar
que personas de diferentes grupos establecidos puedcn organi- rj. a una acción, y en consecuencia se ve forzado a crear su acción»
zarse en grupos nuevos (pág. 79). Tanto la multitud como el ¡ (pág. 190).
grupo son dominados por una especie de ruerza colectiva, o i En consecuencia, según Blumcr, argumentación y contra-
voluntad general, propuso Park, pero se trata de un'a fuerza que }' argumentación se convierten en los. medios por los cuales se
;.
........;.: .. / .... aún no ha asumido el status de norma social clara. No pueden, 1110dela la opinión pública (pág. 191). Para que esta discusión
en consecuencia, considerarse una sociedad. La multitud y el
público no son grupos formalmente organizados, sino un «esta- .
ro
se realice, es necesario un lenguaje común de términos funda-
mentales, un «universo de discurso». Lus personas y grupos in·
do preliminar empírico» en el proceso de formación de un gru- r volucrados necesitan ser capaces de tener en cuenta las posicio-
po (pág. 80). nes de los otros y deben tener la voluntad de comprometerse
Por otro lado, hay difercncias conceptuales importantes en- para determinar un transcurso de la acción colectiva aceptable
tre la multitud y el público. Park (1904/1972) sugirió que la (pág. 191). Sin embargo, Blumer se dio cuenta enseguida de que
multitud está marcada por la unidad de experiencia emocional el debate público podía darse en un marco desde «altamente
(según L.eBon), mientras que el público está marcado por la emocional y lleno de prejuicios» hasta «altamente inteligente y
oposición y el discurso racional. La multitud se desarrolla como serio» (pág. 192). Siguiendo a Lippmann (1925), sugirió que el
respuesta a emociones compartidas; el público se organiza público se forma generalmente, por una parte, a través de gru-
en respuesta a un asunto. Entrar en la multitud requiere única- pos de interés que tienen un interés inmediato por la forma en
mente «la capacidad de sentir y empatizao), mientras que unir- que se resuelve un asunto y que garticipan bastante activamen-
.. ,~..;'"
... '.~ se al público requiere también <da capacidad de pensar y razo- te para conseguir sus peticiones, y por otra parte, «un grupo más
nar con otros». La conducta del público puede, (.11 menos independiente y con actitud de especladom. La alineación final
..
.-,,; "'parcialmente, guiarse por una campaña emocional compartida,
pero «cuando el público deja .de ser crítico, se disuelve o se
de los miembros dé'l público menos interesados (que no desinte-
resados) determina, finalmente, cuál de los puntos de vista que
transforma en multitud» (pág. 80). compiten será el que predomine. En sus esfuerzos por conseguir
El concepto de público como una entidad colectiva elemen- apoyo, los grupos interesados pueden subvertir parcialmente el
tal recibió, tal vez, el tratamiento conceptual más completo por discurso racional intentando despertar emociones y proporcio-
parte de Blumer (1946), quien amplió y aclaró los primitivos nando mala información. A pesar de ello, en la visión de Blumer
análisis de Park. Blumer propuso que «el término público se (1946), «el auténtico proceso de discusión fue,za a una cierta
utilice para referirse a un grupo de gente que a) están enfrenta- cantidad de consideración racional» que ayudá a asegurar una
dos por un asunto, b) se encuerrtran divididos en su idea de conclusión más o menos racional. Así pues, «la opinión pública
cómo enfocar el asunto, y c) abordan la discusión del asunto» es racional, pero no necesariamente inteligente» (pág. 192).
(pág 189; véase también Mills, 1956, págs . .303-304, para una La masa. Tal como Park anteriormente, Blumer (1946) ob-
definición similar). El desacuerdo y la discusión alrededor de servó que bajo condiciones de excitación emocional común, el
un asunto concreto hacen existir a un público.· Un problema público podría transformarse en una multitud, dando lugar, en
fuerza a la gente a actuar colectivamente para dar una respues- consecuencia, a «un sentimil~nto público» más que a una opi-
ta, pero les faltan tradiciones, normas o reglas que indiquen nión pública .. Sin embargo, indica que en los tiempos moder-
claramente qué tipo de acción ha de llevarse a cabo; Como la nos, el peligro de que el público se convierta en multitud es
multitud, el público «carece de los rasgos característicos de una menos inquietante que el peligro de que pueda verse «despla-
sociedacb, (Blumer, 1946, pág. 189) Y sus miembros no tienen zado por las masas» (Blumer, 1946, pág. 196). Un tercer agru-
papeles de status fijos (rccuérdense las nociones igualitarias pre- pamiento coleclivo clcmelltal, la masa, se distingue en varias'
dominantes en el pensamiento del siglo XVIII). Como indicó formas importantes de la multitud y el público. La masa se com-
Blumer, «el público es una especie de grupo amorfo cuyo tama- pone de individuos anónimos y se distingue por tener una inte-
ño y número de miembros varía según el asunlo; en vez de tener racción y comunicación entre sus miembros realmente muy pe-

--~.- -... ~_ ..... ·.-.... _---.¡..


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I
I
46 LA OPINIÓN PÚBLICA ¡ EL CONCEPTO DE «(PÚBLICO)) 47

queña. Es extremadamente heterogénea, e incluye personas de f La preocupación de Blumer fue elaborada por Milis (1956),
todos los estratos de la sociedad y «de todas las profesiones» que indicó que la masa habia suplantado al público en la vida
(Blumer, 1946, pág. 185). La masa es muy dispersa geográfica-
r política americana. Haciéndose eco de la visión «discursiva»
í.
mente. Está más imprecisamcnte organizada que la multitud o del público, Milis observó queJos canales de comunicación en-
~,
el público, y sus miembros son incapac.es de·actuar concertada- tre un verdadero público eran abiertos y estaban dispuestos a
mente. responder, permitiendo a muchas personas tanto expresar opi-
Lo que une n las masns no es In emoción compartida (como niones como recibirlas. Basándose en la noción de soberanía en
en la m~ltitud) ni el desacuerdo o la discusióli (COIllO en el pú- In formación del p\\blíco) propia de la Iluslruoión (caplt\llo 2),
blico), sUla un foco de interés común o atención, algo que atrae indicó que las inslitucíol\es autorilarias de la sociedad 1\0 pene,
a l~ gente fuera de los límites de su experiencia restringida, «El
I-
tran en el público, que es «en consecuencia, más o mcnos autó-
objeto del interés de las masas», sugierc Blume (1946), «consis-
r
I
nomo en su funcionamiento» (pág. 304). Lamentablemente, en
¡' la estimación de MJlls, las condiciones modernas aparecen mu-
te en atraer la atención de la gente fuera de su cultura local y su
cho más favorables a la masa que a la opinión pública, por
esfera vital, dirigiéndola hacia un universo más amplio, hacia
cuatro razones básicas:
áreas que ~o están definidas o cubiertas por reglas, regulaciones
i o expectalIvas» (pág. 186). La atención compartida cs un vinculo
.'", En una masa, a) son muchas menos las personas que expre-
'. ú~ic~ e~tre los mieinbr~s de la masa; no actúan bajo la guía de

.' ."
I
..·-1
~mgun. tIpO de voluntad colectiva. Dado que son incapaces (o no
tIenen mtenclón) de comunicarse entre ellos, excepto en la forma
san opinioncs que las que las reciben, pues el conjunto de públi~
cos se convierte en \lna colección abstracta de individuos que
recibe impresiones de los medios de comunicación, b) Las co-
más limitada, se ven conducidos a actuar separadamente. La municaciones que prevalecen están tan organizadas que es difi-
.~asa «cons,iste meramente cn un conjunto dc individuos queson cH o il11posibl9 para un individuo responder dc forma inmediata
dIferentes, l11depcndientes, anónimos» y que actúan Cn respuesta o con algún erecto. c) La realización. de la opinión en acción está
:, controlada por las autoridades, que organizan y controlan los
a. sus propias necesidades (págs. 186-187). Blumer presentó·va- canales de tal acción. d) La masa no tiene autorización de las
nos eJ.emplos de masas en la vida contemporánea: aqucllos «que instituciones; por el contrario, agentes de las in'stitucionés auto-
se excitan ante cualquier acontecimiento nacional, los que se in- rizadas se incorporan a esta masa, reduciendo cualquier autono-
tere~a~ por un juicio criminal que aparece en la prensa, o los que mía que pudiera haber en la rormación de opinión por medio de
partIcIpan en grandes migraciones» (pág. 185). la discusión (pág. 304).
Blumer sugiere también que la conducta de las masas devie-
ne crecientementc significativa en la vida industrial y moderna En consecuencia, según los cálculos de Milis, hay pocas dis-
urbana al «haber impulsado a los individuos a alejarse de las cusiones públicas auténticas en la vida política moderna, y cual-
rafces ~ostumbrlstas y haberlos empujado a un mundo más am- quier discusión que tenga lugar no puede considerarse propia-
pho», Junto con la creciente movilidad los medios de comuni- mente soberana, en el senÜdo de que su «universo de discurso»,
cación~de masas-y la'educación (pág,i87;Kornhauser,-1959;. ___ para usar la expresión de Blumer, se ha visto en gran medida
EscarpI!, 1977). Peor aún, consideró al público como gradual- drclinsc-rriop-or-Ios--riiedios 'de comunicación; -Otros -investiga- _-.:
mente sobrepasado por la masa: «El creciente desarraigo de la dores han adoptado un punto de vista mucho más optimista con
gente can respecto a la vida local, la multiplicidad de asuntos respecto a la comunicacion pública (Katz y Lazarsfeld, 1955),
públicos, la expansión de las agencias de comunicación junto pero· la distinción básica cmiceptual entre masa y público sigue
.. ~."'" Con otros factores, ha conducido a las personas a actuar cada siendo muy compartida (véase Graber, 1982) .
vez más por selección iniJividual, más que participando en una
discusió~ p~blica» (pág. 196). Como resultado, sospecha BIu-
me~, el p,ubh.c~ ':( la masa. estarán cada vez más entremezclados y
., seran mas dlftclles de dIferenciar.
.,
1-

48
' .. '
LA OPINiÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBUCO)) 49
Las cuestiones y los públicos punto, porque <da gente a menudo no sabe lo que quiere en una
situaciófi» (pág. 317). Hacia el final de la primera fase, sin em-
La concepción sociológica del público contempla a éste bargo, el problema ha cristalizado en un asunto reconocido y la
como una colectividad imprecisamente organizada que surge gente implicada, el público de este asunto, tiene alguna idea de
del transcurso de la discusión en torno a una cuestión. En con- lo que quiere. Pero pueden no saber aún suficientemente bien
traste con la masa, que se basa únicamente en una atención cuál es la mejor forma de conseguirlo. Entonces tenemos el se-
común hacia algún asunlo y que esln formada por respuestas gundo eSladio, fa Jasa da propuesta, en el que se formulan una o
."..-
idiosincrúticas fomladas lejos de cualquier debate o discusión, mús Hncas pOlenciales dc ncción como respuesta al probl.ema.
el público se distingue por una resolución colectiva de algún De nuevo, una considerable ambigüedad rod.ea el procesó, pues'
problema por medio de argumentos y réplicas. Una inferencia surgen y se descartan .~~~~~as.ideas. Aunque más 'claramente
mayor de esta concepCión, ya evidente en las observaciones de discursiva que el primer estadio, Ül fase de propuesta aún impli-
Blumer (1946) y Milis (1956), es que el público discursivo repre- ca «algunas de las características de la conducta colectiva: mo-
senta sólo una pequeña porción del electorado moderno (AI- vimientos a tientas, emociones efímeras, ondas esporádicas 'de
.mond, 1950; Berelson, Lazarsfeld y McPhee, 1954; Rasenau, ;'
rumores y presiones, clamor desorganizado» (pág. 313). En este
,, 1961; Key, 1961; Devine, 1970; Neuman, 1986). Otra impor-
tante inferencia es que un público no es una entidad fija. Cam-
punto del proceso, según Foote y Hart, los miembros del públi-
co tantean colectivamente las dimensiones del problema y de-
i: bia en cuanto a su tamaño y su composición al tie~po que terminan una o varias formas de resolverlo'.
l. primero se identifica un asunto, se varía con la discusión, y A continuación viene lafase política, estadio durante el cual
finalmente se resuelve (B1umer, 1946,1948; Priee y Roberts, los méritos y debilidades de las propuestas alternativas, que ya
1987). han sido determinadas, se debaten activamente: Es la fase más
~,.1
, . '. Fase, del desarrollo. El modelo discursivo formulado por
Park y Blumer es esencialmenle desarrollista por naturaleza, y
claramente identifiCable como discurso público, en la que los
miembros más activos del público buscan el apoyo de aquellos
mantiene que la opinión pública se forma a través de una se- menos involucrados, intentando conseguir un consenso para
cuencia de estadios (Bryce, 1888, Foate y Hart, 1953; Davison sus propuestas. Los encuestadores controlan activamente las
1958)' Según estas líneas, Foate y Hart (1953) identifican cinco opiniones sobre el asunto durante esta fase, y en los medios de
fases colectivas en la formación de la opinión pública. La pri- comunicación aparecen editoriales y cartas de apoyo o de oposi-
mera es lajelse del problema, en la que alguna situación es consi- ción a propuestas especIficas. La fase política, ~nalmente, cul-
derada problemática por una persona o grupo determinado y mina con una decisión para acometer un plan eSpecífico de ac-
con el tiempo se considera generalmente como tal. En este pri- ción, iniciando, en consecuencia, lafase progr~lnálica, durante
mer estadio, una falta de definición rodea tanto al problema cuyo transcurso se realiza la acción aprobada. Finalmente, hay,
como a sus consecuencias, y por esta razón el público pertinente un quinto estadio, la fase de valoracióll, en el ql.le se realizan
es indeterminado. Tal como sugieren Foote y Hart, «público y evaluaciones periódicas de la efectividad de la política llevada a
problcnia surgen juntos en el transcurso de una intcracción-» cabo, especialmente por parte de las minorías de no convenci-
(pág. 312). Tal interacción es rudimentaria y provisional en este dos que se formaron durante el debate público. Incluso si la
política es generalmente un éxito, sugieren Foote y Harl (1953),
3. Incluso antes de comienzos de siglo, Bryce (1888" págs. 2-5) describió la «la gente puede encontrar que lo que buscaba no era lo que se
formación de la opinión pública como procedente de una secuencia de etapas queria, después de todo, o que el éxito a la hora de satisfacer
_...... notablemente similar a aquellas más larde identificadas por sociólogos tales
como Foote y Harl (1953) y Dnison (l958). Más recientemente, analistas de
deseos previos ha dado lugar a problemas imprevistos» (pág.
318).
una gran variedad de campos han propuesto ctapas de desarrollo de la opinión
y
pública que son aproximadamcnte comparables con las de Foote Har! (1953)
Actores y espectadores. A lo largo de estas fases de desarrollo,
descritas anteriormente. Véase. por ejcmplo, Downs (1972), Nimmo (1978, el público cambia de tamaño, aumentando desde.1os pocos que
págs. 238-240) y VanLeuvcn y Slater (1991). primero se dieron cuenta del problema hasta los muchos que
,i
.! ., ,.
<,
50 LA OPINIÓN PÚBLiCA :!
••0;.

finalmente participaron de alguna forma en su resolución (Da-


¡, EL CONCEPTO DE «PÚBLICO» 51

," Extellsióll del debate público. El éxito a la hora de conseguir


visan, 1958). El público cambia también en su composición, una audiencia mayor se da en parte, y quizá principalmente,
ampliándose desde aquellos más directamente implicados en la debido a los esfuerzos concertados de los actores para hacer
definición del asunto, los que formulan propuestas y debaten públicas sus pugnas y desacuerdos. Numerosos analistas han
sus méritos, hasta otros muchos que simplemente siguen la es-
observado que la política consiste, en gran manera)· en la crea-
cena según se desarrolla. Lippmann (1925) Y Blumer (1946) ción y supresión de asuntos: la consecución de público para
. . ~
consideran al público, por naturaleza, formado esenciahnente
problemas específicos, o la definición de prOblemas de tal for-
por dos niveles: los demenlos activos y los elemelltos relativa-
ma que el publico no se forme en su entorna (Cobb y Eldcr,
mente más pasivos. Lippmanll habla generalmente de actores y
espectadores. Los actores son aquellos que -tanto si son funcio- 1983, cap. 5; Taylor, 1986). Tal como indica SChaltschneider,
,do que sucede en política depende de la forma en que la gente
I
1
narios como si son ciudadanos interesados- intentan influir di-
rectamente en el curso de los asuntos políticos. Se dan cuenta de se divida en facciones, partidos, grupos, clases, etc.» (pág. 62).
Siguiendo estas líneas, las recientes investigaciones experimen-
los problemas, proponen soluciones, e inten.tan persuadir a los
demás de su punto de vista. Los espectadores, por otra parte, tales sugieren que alterar las imágenes de los medios de comuni-
. componen la audiencia de los actores, siguiendo sus acciones cación sobre los grupos sociales que componen las partes opues-
con diversos grados de interés y actividad (Dewey, t927; AI- tas de un determinado asunto, puede producir diferencias en la
mond, 1950; Schattschneider, 1960). Pero la distinción entre forma de responder de la audiencia (Price, 1989). Los actores
actores y espectadores en el público no es definitiva, y «hay, con gastan considerable energía intentando presentar el conflicto en
frecuencia, una mezcla de los dos tipos de conducta» (Lipp- la forma que mejor convenga a ~us intereses.
mann, 1925, pág. 110).' Además, los miembros de estos dos Por otro lado, los asuntos no surgen únicamente debido al
estratos, no claramente delimitados, cambian con cada asun too esfuerzo de los aclares. «Se hacen millones de intentos», obser-
-,.1 "Tal como indica Lippmann, ,dos· actores de un determinado va SchaUschneidd (1960), «pero un asunto tiene lugar única-
:~ asunto son espectadores en olro, y los hombres pasan continua- mente cuando se produce la batalla» (pág. 74). ¿Por qué unos
mente de uno a otro lado» (pág. 110). asuntos tienen éxito en conseguir una audiencia amplia y otros
Aunque difícil de definir con límites precisos, la distinción no? Las posibles líneas de escisión política entré el electonido
entre actores y espectadores es, sin embargo, importante para son numerosas, y según Schattschneider, la constelación de po-
los analistas de la opinión pública. Los asuntos públicos surgen, sibles escisiones ayuda a determinar si un proble¡:na especifico
en gran parte, de las acciones recíprocas de estos dos elementos. despierta finalmente mucho interés y divide alelectorado.-Mu-
Cuando hablamos de asuntos públicos, nos referimos general- chos conflictos potenciales de la comunidad no' consiguen con-
mente a cuestiones en pugna entre los actores (grupos o indivi- vertirse en asuntos porque se ven desacreditados por fuertes
duos, dentro o fuera del gobierno) que han conseguido obtener antagonismos (pág. 68), pero otros asuntos son «fácilmente re-
una audiencia ·más amplia entre los espectadores. Los asuntos lacionables con grupos de adhesiones semejantes en la misma
pueden originarse en pequeños grupos de personas que están en dimensión general» (pág. 74). Las propias características de un
... - .. _.- -- ·-··desacuerdo·sobre alguna· cuestión-o· que· presionan. para .conse::._ " ___ asunto,lalescomo su complejidad, importancia social o impli-
guir un cambio; pero un problema o un desacuerdo no se con- caciones a largo tér·iilTno~ ·pueden tainbiéñ inflUir-en la-probabi;.··
vierte en una preocupación extendida -un asunto público- has- lidad de que se extienda desde el círculo de los inmediatamente
ta que no consigue el interés y la atención de un grupo más interesados hacia un público más amplio (Cobb y Eldel, 1983).
amplio (Davison, 1958; Lang y Lang, 1983; Taylor, 1986). Hasta cierto punto, estas características de un asunto pueden
manipularse en el transcurso de un debate público. La clave del
""",:"~ . .., 4. Siguiendo la terminolo@'adeBlumer.podríamosdecirQuelaconduetadel
" . éxito político, arguye Schattschneider, reside en las formas en
público es, en el extremo más activo del espectro, verdaderamente pública (en el
sentido discursivo) y, en el otro extremo dcl espectro, mas compurable cDnla que los actores dcfmcn el problema y las acciones altemati vas
conducta de masas (véase la discusión de la relación elite-masa, a continua- (1960, págs 67-70). Los primeros estadios de la formación de la
ción). opinión pública -la fase del problema y la fase de la propuesta-
52 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE ((PÚIJUCOn 53

determinan principalmente qué facciones del electorado se acti- modo cn un desafío de vital importancia para la investigación
varán y en consecuencia hasta qué punto y con qué profundidad sobre 'la opinión pública.
, i''-' se dividirá el público durante la fase política. ' Al intentar responder a este desafía, los primeros investiga-
Tras la resoluciólI de l/II asullto. En la conclusión de la fase dores que abordaron el estudio empírico sistemático de la opi-
política, una vez que el asunto está debatido y decidido, su pú- nión pública (por ejemplo, Allpor!, 1937) acabaron por descar-
blico, teóricamente, retrocede debido al agotamiento y la reduc- tar muchas de las nociones principales del modelo discursivo.'
ción de la comunicación. Pero las asociaciones, alineaciones y Relacionado como está con el concepto del público como una
escisiones formadas a través de la respuesta pública al problema entidad cambiante y amorfa, el modelo sociológico se demostró
especifico persisten; los elementos del público más altamente ,i mal pertrechado para cualquier modo de descripción empírica
activos y organizados, una vez formados, pueden funcionar por I,. (P. Converse, 1987). Cuando se emprendieron la investigación
largos períodos de tiempo, consiguiendo, finalmente, un status
, de sondeo y las encuestas de opinión, en los años- treinta, la
casi institucional (por ejemplo, grupos de interés, tales como la tarea desalentadora de observar empíricamente al, público
American Association of Retired Pea pIe, o la National Rifle como un grupo fluido y complejamente estructurado, de forma
. Association). El público remanente de un asunto forma, de este i consecuente con el modelo sociológico, llevó a su sustitución
i '
I
modo, la materia prima para nuevos asuntos y nuevos públicos.
Del proceso de tratar públicamente una sucesión de asuntos, se
deduce la existencia de los partidos políticos y otros grupos de
I por una aproxi¡nación mucho más manejable, esencialmente
una acepción global, «una persana, un votO», una formulación
consecuente con las nocianes mayoritarias de la apinión públi-
interés altamente organizados, con las doctrinas e ideologías ca (capítulo 2) y con los ideales democráticos populistas (véase
que representan. Estos grupos relativamente estables y las orga- Gallup y Rae, 1940). .
..,:. '
,;." ,
nizaciones forman un trasfondo lentamente cambiante sobre el El modelo global más simple era ciertamente más prácllco .

'.
~.l tl que se suceden los ascensos o caídas de los asuntos especificas y

sus públicos. Tal como sugiere Park (1904/1972), los públicos


permiten a estos grupos estables adaptarse y cambiar, igual que
Aunque los investiÁadores, periódicamente, presentan objecio-
nes y se resisten a este avance en la conceptualización (princi-
palmen te el propio Blumer en 1948), hay pocas dudas de que
favorecen la formación de nuevas asociaciones colectivas. pc~mite a los investigadores realizar análisis empíricos sistemá-
,
,i'
! 5. Allport (1937) rechazó, en gcneral,la concepción discu~si~a de la opinión
La observación ~el público publica, no como una ficción absoluta, sino como un cami90 sin salida para la
",

investigación. Bajo tal modelo, indicó,la opinión publi~ ·«se considera como .
El público es una entidad difícil de identificar de forma pre- un nuevo producto que emerge de u!1a discusión integr:ada en un grupo, ~n
cisa. Está imprecisamente organizado a través de la comunica- producto del pensamiento individual concertado que es, diferente del promediO
o consenso de puntos de vista 'j de la opinión de cualquier individuO) (pág. 10).
c~ón que rodea a un asunto, incluye un estrato activo y uno El rechazo de AUport del modelo discursivo proviene de varias cuestiones: Pri-
pasivo, cambia en tamaño y fo.rma según se desarrolla, y tiene a mero el enroque en productos que emergen de la interacción de grupos parece
deja de tener existencia al mismo tiempo. que un asunto.. ·No. es invit~r al sofisma de separar el pensamiento de las mentes de los individuos.
extraño. ,que las declaracio.nes generales respecto. a la naturaleza Segundo, y quizá más importantc, estos productos emergentes no son fáeilmen:
del público sean problemáticas. Como indica Key (1961), «en te identificados por medio del análisis empírico. «Simplemente decimos que, SI
existe tal producto emergente, no sabemos dónde está, cómo puede descubrirse,
un determinado asunto, el público puede ser un sector de la identificarse o comprobarse, o con qué valores ha de juzgarse» (pág. 11). Pero
población; en otro, un sector bastante diferente. No puede espe- expresa cierta ambivalencia. Más tarde, por ejemplo, AUport habla de 105 aspec-
- ....
,
: .. rarse muchas coincidencias entre los profundamente interesa- tos transitorios de la opinión pública en términos bastante similares a los pro-
puestos en el modelo discursivo (págs. 16-18). Y en una extensa nota a pie de
"
dos por la política refer~nte a la caza en las tierras altas y aque-
llos interesados por las prácticas de despido de los fontaneros}) página, discute posiblcs alineaciones colectivas c~mo ruerzas dentro del públi-
co, reconoCicndo que si estas fuerzas realmente eXisten, entonces «Una formula-
(pág 15). Cómo identificar públicos tan absolutamente diferen- ción que hemos recbazado por estéril deviene válida, e incluso necesaria, como
tes a través de asuntos de amplia extensión se conviertc, de este un prim:ipio de trabajo para la investigación¡) (págs. 21-22).
• "
,

,,
54 LA OPINiÓN PÚDLlCA EL CONCEPTO DE ({PÚBLICO)) 55
" ';!
ticos de opiniones y acliludes en la población en general (capí- de observación, sólo dice algo sobre la forma típica de interpre-
":"":j tulo 4). Pero el cambio de perspectiva tuvo consecuencias. El
nacimiento de las encuestas de opinión y la investigación de
tar tales observaciones. Como veremos más tarde, no todos los
investigadores -ni siquiera encuestadores- son partidarios es-
sondeo redirigió la atención hacia intereses psicológico-sociales trictos del modelo de una persona, un voto.
,: por oposición a intereses ampliamente sociológicos, y colocó los La realidad del asunlo es que los analistas de «el público»,
. '"·i problemas de medición de. la opinión a escala individual en el hoy día, podrían equipararlo, a través de diferentes situaciones
I
cenlro del campo. Tal C01110 observó Bogurt (1972), «el mundo de investigación, can colectividades muy diferentes. Algunos lo
J de la opinión pública en el sentido actual, empezó con las en- equiparall COIl aquellas personas y grupos que participan activa-
I cuestas Gallup de mediados de los años treinta, y es imposible mente en el debate público de una cuestión concreta; otros con-
j para nosotros retrotraernos al significado de opinión pública tal sideran al público más generalmente como aquel sector de la
como lo entendian Thomas Jefferson en el siglo XV\II, Alexis población que aparece informada o atento sobre las cuestiones
II de Tocquevilte y Lord Bryce en el siglo XIX, o incluso Walter públicas en general; otros aún pueden equiparar ampliamente al
I .Lippmann en 1922» (pág. 14). público con el electorado o más ampliamente aún, con la pobla-
¿Es, sin embargo, «imposible retrotraernos», como dice Bo- ción como conjunto. 6
l' gart? De muchas maneras; el modelo sociológico de público, El público el! general. U na concepción extendida de público
l'
,
1,
,
'~ aunque eclipsado por nociones globales con el advenimiento del es la de que corresponde a una población dada en su totalidad.
sondeo, nunca se ha abandonado totalmente. Si bien es cierto En el número inaugural de la revista insignia de la materia,
.- 1 que estamos predispuestos a entender la opinión pública como PI/blic Opiniol! Quarterly, AUport (1937) presentó un resumen
~.v
i
"
.!. lo que «los sondeos intentan medir», investigadores rigurosos que influyó mucho sobre la investigación futura sobre la opi-
"y' del fenómeno (incluyendo aquellos que contribuyeron matcrial- nión pública. Decía que cualquier conccplo de público que no
( -,.1 "mente al avance de las técnicas de sondeo) han continuado es- sea totalmeúte incfusivo -que no incluya a cada individuo de
r forzándose por resolver los tipos de procesos colectivos analiza- una población dada- es demasiado ambiguo. Allport concep-
\
dos por Park, Blumer y otros (véase, por ejemplo, Bcrelson, tualizó el público como una población definida por la jurisdic-
~,
1950; Stouffer, 1955). Los estudiosos contcmporáneos dc la ción geográfica, comunitaria y polftica, o por' otros límites.
,, opinión pública no están necesariamente forzados, sólo por Como indicó «las opiniones son reacciones de individuos; no
adoptar el método de sondeo, a considerar la opinión pública pueden asignarse al público sin convertirse en ambiguas e inin-
como una reunión de «opiniones de igual valor de individuos teligibles para los invesligadores» (pág.9). La id~ntificación del
dispares» (véase Blumcr, 1948). La tecnología de las encuestas público que hace Allport con la totalidad de la población, arrai-
de opinión ha contribuido, sin embargo, a tal concepción, pero gó con fuerza en los círculos de investigaci9h y pudo pronto
no requiere forzosamente que los analistas apliquen un modelo considerarse como la noción subyacente de la mayoría de las
conceptual concreto a los dalos recogidos por medio de cncues-, prácticas actuales de encuesta (véase también Childs, 1939,
- . taso Existda opción de obteneLotrasmedicioI1esde la opinión I 1965).' Philip Converse (1987) observa que la adopción volun-
pública, por ejemplo, entresacando grupos selcctosa;,¡ mlles::- I
i .. taria-deestaconcepcióndeLpúbticonosolalIlentese debió a su
treo total o ponderando diferencialmente según la importancia practicabilidad. Los pioneros de las encuestas de opiniori-e in'-
la implicación o la participación activa (véase Schuman y Pres: vestigación de sondeos, que comenzaron a trabajar en los años
ser, 1981, cap. 9). O si sccree que ciertos aspectos colectivos de treinta -George Gallup, Elmo Roper y Archibald Crossley, en-
la opinión pública no pueden observarse en absoluto a través
:"' ..".... de mediciones de los in~ividuos integrantes, pueden emplearse 6. La organización de esta discusión se debe en parte a las útiles ideas pro~
otras técnicas tales como los análisis de contenidos (capítulo 5). porcionadas por Slevcn Charfee.
7. En la practica, raramente se muestrea a toda la población, Siempre se la
Decir que el dominio del sondeo ayuda a establecer concepcio- delimita de alguna forma, por ejemplo, utilizando sólo a las personas de 18 años
nes globales de la opinión pública no es decir nada respecto a la o más, excluyendo a los que no tienen casa o los que residen en instituciones, o
adecuación inherente de las técnicas de sondeo como un modo incluyendo s610 a las personas con teléfono.
-~ ...
lI •
56 LA OPINiÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE. ((PÚBLICO)) 57

tre otros- «eran de sólidos principios democráticos y estaban Esto no quiere decir que las opiniones recogidas del público
encantados de proporcionar un medio para que la voz del pue- en general sean, en ningún sentido, carentes de significado o de
blo pudiera oírse claramente» (P. Converse, 1987, pág. S 15). El importancia para la resolución de las cuestiones públicas.lnclu-
compromiso Ol.! considerar al pt'lblico como un conjunto oc lo- so las pscudo~opjnioncs irrcl1cxivas, aunque evidentemente no
dos los miembros de la sociedad fue una decisión democrática reflejan las opiniones públicas que disfrutan de una amplia con-
."'. .. ;.' populista. sideración o debate, pueden ser esfuerzos significativos para
Pero el «público en general», cuando se le equipara con la responder (1 las prcgllnt"s de la cncuesta (Bishop y otros, 1980;
población general, no es clal'amonlC un püblicu Cl\ el sentido Schuman y Presser, 1981). Más aún, el mel'O hecho de que los
más tradicional del término. Cincuenta años de investigación sondeos de opinión tengan un papel institucionalizado en' la
de sondeos han confirmado abrumadoramente las primeras sos-
esfera política (Sabato, 1981) ha dado probablemente a la opi-
pechas de Bryce (1888) y Lippmann (1922) acerca de que el
grueso de la población general es desinteresada y está desinfor- nión de masas un impulso creciente en la configuración de la
mada sobre la mayoría de las materias que podrían considerarse politica. Aunque se reconoce que la opinión de masas es superfl-
asuntos públicos (véase, por ejemplo, Erksine, 1962, 1963; Ti- cial, y se ha observado que en algunos casos se separa considera-
mes Mirror Center for the People and the Press [Times Mirror], blemente de la opinión pública efectiva (por ejemplo, el asunto
1990). Key descubrió en 1961 que casi el 10 % no presta aten- del control de armas; véase Schuman y Presser, 1981), la pobla-
ción en absoluto ni siquiera a la5 más evidentemente visibles ción en su totalidad continúa equiparándose con el público· en
campañas presidenciales. La concurrencia de votantes en elec- muchos estudios.
ciones presidenciales es actualmente cercana al 50 'lo. Neuman El público que vota. Otra entiaad comúnmente identificada
(1986) llegó a la conclusión de que aproximadamente cI 66 'lo de con el público es el elec/Orado, un colectivo masivo e indiferen-
la población americana tiene poco o ningún interés en la políti- ciado que reprcse"ta como máximo el 70 % de la población
"ca (pág.' 10; Kindery Scars, 1985). Según algunas estimaciones, occidental y en algunos casos (por ejemplo en las elecciones
una cantidad tan alta como el 33 'lo de las opiniones recogidas municipales) una parte aún menor. Directamente alineado con
en los sondeos de población general son simplemente las res- la teoría democrática representativa (capítulo 2), el electorado
puestas que se les pasa por la cabeza, ofrecidas sin dedicarles es una de las definiciones operacionales más comunes del públi-
ninguna reflexión o discusión previa (Bishop, Oldendick, Tuch- co, y los resultados electorales son, tal vez, el ejemplo más visi-
farber y Bennett, 1980; Graber, 1982; Neuman, 198'6). Es, en ble de la opinión pública en la sociedad occidental.
consecuencia, difícil aceptar que toda la población sea un grupo Dada la variabilidad en la afluencia de v9tantes a las di-
comprometido en una consideración o discusión seria de la ma- versas elecciones, el problema de identificar aquel sector de la
yoría de los asuntos. Los puntos de vista dados a los encuestado- población general más dispuesta a votar en un caso específico
res son, a menudo, desorganizados, desconectados, respuestas presenta dificultades para los encuestadores: un ejemplo simpli-
individuales, formadas fuera del foro del debate público. En ficado del problema más amplio inherente al hecho de situar
otras palabras, son opiniones de la masa. Tal como señaló Cres- empíricamente públicos variables, como se concebía en el mo-
pi (1989), «entendiendo la opinión pública como la suma de las delo sociológico, a lo largo de asuntos diferentes. Aún más, la
opiniones de los indü'iduos que componen el electorado, más capacidad de las encuestas de opinión para predecir los resulta-
que como una fuerza que emerge de una sociedad organizada, dos de las elecciones ha sido durante mucho tiempo considera-
los encuestadores, implícita, si no explícitamente, definen su da como una indicación de su validez general. Si la afluencia
trabajo como la medición de la opinión pública en la sociedad fuera uni.formemente alta, las muestras de la población general
.--: ...... de masa,,) (pág. 11).' ,. podrían funcionar baslante bien. Pero una fuente de error reco-
rtocida para predecir los resultados de las elecciones es la baja
8. Por otro lado, los sondeos permiten estimar cuánta gente no tiene ninguna afluencia de votantes (Crespi, 1989; Can tri!, 1991). Puesto que
opinión respecto a ·un asunto, lo que no es, en ningún caso, una información muchos de los que responden a los sondeos masivos no están
trivial (capItulo 4). predispuestos a votar, los encuestadores, a veces, intentan iden-.
58 LA OPINiÓN rÚIlLlCA EL CONCEPTO DE (~rÚBLlCO)) 59
'1
., tificar a los no votantes cuando realizan sus proyecclones. Se pañas c incluso a mantener un interés continuado por el flujo de
han desarrollado técnicas estadísticas para ajustar los sondeos acción entre campañas>} (pág. 544). Como resume Devine
e~t.irnativos prcelector~les con el fin de tener en cuenta la proba- (1970, pág. 34), «el ptíblico atento se concibe como un público
bIlidad de voto (por ejemplo, TraugoU y Tueker, 1984), pero importante para el sistema político americano». Es éste el grupo
hasta ahora pocas organizaciones de sondeo las han adoptado que presta una ateilción continuada a los asuntos políticos, se
(Crespi, 1989). implica seriamente en asuntos públicos, y habla ocasiorialmente
,
"
No hay duda de que el'nclo de Valar es una 0111111 expresi6n can los demás sobre estas cuestiones. Éstos son los espectadores
I conduetisla de la opinión y puede incluso considerarse como sobre los que escribió Lippmunn (1925).
.,," . .! una forma de participación en un debate público (si bien limita- La investigación sobre la atención a las noticias políticas
do por las alternativas electorales específicas ofrecidas). Sin em- confirma la idea de que hay un estrato razonablemente estable
bargo, el hecho de que una persona haya votado en una elección de la población que presta alención a los asuntos públicos. Es
no debe, en ningún caso, considerarse como una indicación de cierto que para distintos tipos de historias la medida de la
que se haya ocupado activamenle de considerar las posibilida-, audiencia atenta varía, pero para las noticias políticas más típi-
'des en Juego. Las investigaciones indican que muchos votantes cas, los grupos atentos son baslante pequeños (Robinson y
;an a votar sin mucha información que guíe su elección. «La Levy, 1986; Times Mirror, 1990). Price y Zaller (1990) analiza-
Imagen de votantes desinformados ante la cabina, mirando fija- ron modelos sobre conocimiento de las noticias a través de 16
me~t~ hacia sus pies en busca de claves que les ayuden en su noticias referentes a tipos muy variados (desde asuntos sobre
deCISIón de voto no es, según todas las probabilidades, una hipér- política internacional hasta noticias sobre el juicio al telepredi-
...... '." .-,' . . bolc» (Neum~n. 1986, pág. 173). O cama dice Kcy (1961) «una cador Jim Bakker y la actriz Zsa Zsa Gabor). La mejor y más
-'.•1 p.~rte sus,tanclal de la ciu?adal~ía ... "puede preocuparsc" por consecuente predicción de conocimiento, incluso para las histo-
'. C?ffiO se d¡::senvuelven las eleCCIOnes, y puede tener un cierto rias no políticas, r¿sulló ser una medición global de conoci-
"lllt~rés" en la~ campañas. Esta'implicación suele llevar implícito miento político de fondo. El conocimiento y la atención de los
un .CI?0-0 sentld~ de compartir el proceso político ... aunque las asuntos públicos parecen ir de la mano, y la población parece
a.ctlvl~adcs asoc13das con 'este sentido dc la implicación son de estar bien estratificada respecto a ese cOlltillllllin informaciónl
l!~o dIferente de aquéllas de los públicos altamente atentos cuyos atención (Neuman, 1986; Price y Zaller, 1990):
mIembros .están especialmente bien informados y en contaclo ¿De qué modo identifican los investigadores como grupo a
bastante dIrecto con los procesos políticos» (pág. 547). un público alento'! Devine (1970) utiliza cinco medidas de reco-
EIgÚblicv atellto. Del 70 % aproximado de la población ge- nocimiento: interés general en política, interés eh campañas de
neral que vota, al menos ocasionalmente, sólo el 50 %está gene- elecciones nacionales, hablar sobre política, exp'osición a las no~.
ralment~ atento a los asuntos públicos (véas,e Devine,'1970). En ticias de los periódicos sobre política, y lectura sobre política en
reconOCInllento al hecho de que el electorado incluye a muchas las revistas. Sobre esta base, clasificó aproximadamente un ter-
.. p.~~~SJ!l~~.. g.~~.. &.eI1eralmcnte no están implicadas ni son activa- cio del total de la población C0l110 generalmente atento (pág. 55,
mente políticas, Almo-nd (1950Y¡ndica'que-eSnecesari6 boser---- véase también Kingdon,J~70).Devine encontró que el grupo es
var un grupo mucho más' pequeño de ciudadanos para obtener bastante heterogéneo, aunque, ccúno podú. ·es[ierarse;·las·varia.:.···
re.sp~estas realislas a preguntas sobre el modo en que la opinión bIes socio económicas están claramente correlacionadas con la
pubhca configura la política actual. En su análisis sobre forma- pertenencia al público atento. Los miembros de este grupo son
ción política exterior, identifica un grupo que llama p¡íblico mucho más activos que los otros en los debates públicos, se
.-:, .....:.,..: . unen con mayor probabilidad a las manifestaciones o llevan
atellto, «que está informado,e interesado por los problemas de
política exterior, y que ~onstituye la audiencia para las eli- emblemas de las campañas, y tienen diez veces más probabili-
tes de la politica exterioo) (pág. 138). Más generalmente, Key dades que los demás de escribir sobre temas de interés público
(1961) postula que un pequeño número de ciudadanos de entre . (Devine 1970, pág. 119). Dado esto, podriamos esperar que un
la población tenderá a «manifestar un gran interés po.r las cam- examen de cartas al director daría un número desproporciona-
" ..

60 LA OPINIÓN PÚBLICA EL CONCEPTO DE «PÚBLlCÚu_ 61

do de miembros del público atento. Con todo, este grupo se opillióll (es decir, entre el público atento) en busca de seguidores
distingue principalmente por su atención a los asuntos públicos y conversos para sus causas. :" ,
más que por su actividad. Analistas como Almond y Key, generalmente, equiparan la
El público aClivo. Un escalón más arriba en la escala del opinión de elite con la opinión efectiva. El público activo es más
intérés y acllvldad pública, hay un grupo mucho más pequeño directamcnte responsable de configurar la acción gubernamen-
quc podríamos llamar el pJiblico aclivo, que pucdc llegar hasta el tal. Como dice Almond, «casi podría decirse "Quien moviliza a
15 % del público atento (véase Neuman, 1986). Aquí tenemos a las cliles moviliza al público". Tal formulación estaría al menos
los actores del esquema conceptual de Lippmann (1925). Como más cerca de la verdad que algunas de las ardientes proclamas
de los ideólogos de la democracia» (1950, pág. 138). Por su gran
en la distinción previa entre el público general y el público aten-
innuencia en muchas decisiones políticas, la división interna y
to, sin embargo, la demarcación entre los activistas políticos y el la competición entre las elites es importante para el funciona-
público tipo espectador «debe considerarse más una zona gris micnto de un gobierno dcmocrático (Dahl, 1961). Se discute,
que una línea definid.,) (Key, 1961, pág. 543). El compromiso sin embargo, la interpretación de descubrimientos empíricos
de este grupo en asuntos políticos incluye tanto medios forma- quc apoyen este asunto (véase Dahl, 1985). Aunque las clases
les de participación política -contribución monetaria, perte- altas contribuyen, de hecho, desproporcionadamente al público
nencia organizativa y asistencia a mítines- como una participa- activo, puedcn encontrarse activistas procedentes de todas las
ción informal muy activa" lal como discusiones públicas y clases (Key, 1961; Boynton, Patlerson y Hedlund, 1969; Neu-
debates con los más. mall, 1986). La heterogencidad dc la elite es crucial, porque si
El términ elite e utiliza bastante frecuentemente para refe- las elites se convierten en 'grupos demasiado cohesivos, esto
rirse a estos 1111e1)] ros más activos de la población (Campbell, realmentc anulará cualquicr oportunidad para la elección públi-
. Converse, MJilcr y Stokes, 1960). I'or cJcmplo, Key (1961) C11- ca. En otras palabrasr debe haber pluralismo entrc las elites: una
:'"-.Iliende la elite política «cn un sentido amplio que incluye los nlultiplicidad de centros de poder, con cierta autonomía e inde-
~ líderes políticos, funcionarios gubernamentales, activistas de pendencia económica (Key, 1961, pág. 540; pero véase también
partido, creadores de opinión, y otros de este estrato vagamente Milis, 1956 . . ..
definido de la sociedad que habla y aetúa en roles políticos» Asuntos públicos. L s caracterizaciones del públieo atento y
(pág. 259). Esta concepción encaja bastante bien COIl la visión del pU5l1co actlvo suglcren -y varios descubrimientos empíri-
de Lippmann de los actores. Como indica Key, «la elite política cos parecen confirmarlo-la ex.istencia de estratos generales en-
-los que hablan, los que persuaden, los que defienden, los que se tre la población, mas o menos delimitados por c~ecientes nive-
oponen- media entre el mundo de acontecimientos remolas y les de interés, atención y participación en los asuntos públicos a
complejos y la masa del públicO» (pág. 261). De forma similar, través deuna variedad de asunlos (Neuman, 1986). Pero el mo-
cuando Almond (I 950) usa el término elile, se refiere al «cstrato delo sociológico de público, recordaremos, postula una fluctua-
de población relacionado con la politica que da estructura al ción bastante considerable en el tamaño y composición de los
públicO» (pág. 138). Dentro de este estrato, Almond distingue diferentes públicos para los problemas variados. Ciertamente,
varias clases diferentes de eliles: los lideres políticos del gobier-
no (las elites políticas), miembros de los cuerpos profesionales
I la variabilidad de la afluencia de votantes en las elecciones pres-
ta alguna credibilidad a la idea de que la acti vidad y el interés
que disfrutan de poderes especiales por su familiaridad y con- público crecen y decrecen con los diferentes asuntos, y estas
tacto con el gobierno (elitE!s"burocráticas), los representantes de ¡ fluctuaciones en el lamaño del público pueden ir de la mano
grupos privados de orientación política (grupos de interés), y las de fluctuaciones en su organización. Las nociones de asuntos
- ..,. ... elites de las comunicacion"es, que incluyen no sólo a los medios
de comunicación de masa~, sino también a los líderes de opi- I públicos y públicos especiales se refieren a este fenómeno (Al-
mond, 1950). Las diferencias en los distintos asuntos pueden
nión erectivos, que utilizan canales interpersonales, clérigos, lí-
deres de las órdenes fraternales y clubs, etc. (pág. 139-140). Es-
tos miembros del público activo compiten en el mercado de
I extenderse a espectadores y actores; si así fuere, podríamos ha-
blar separadamente de públicos activos respecto a un asunto y
públicos atentos respecto a un asunto.

:" ......
,
I

í
62 LA OPINIÓN PÚBLICA
I EL CONCEPTO DE (!PÚBLlCO» 63

O'".
Parece, así, haber variabilidad a través de los asuntos, por claramente la variable importancia de los diferentes asuntos
ejemplo, en la composición del componente activo o de elite del \ públicos para diferentes grupos dentro de la población gen.eral.
público. Referencias al «estrato de elite de la sociedad" pueden Krosnick descubre que, aunque sólo un pequeño porcentaje .de
frecuentemente oscurecer el lleello de que muy diferentes secto- ciudadanos concede un alto nivel de importancia a cualqUier
res de la población pueden devenir activamente comprometi- asunto específico, cerca de la mitad de la población americana
dos en intentar resolver diferentes problemas. Los grupos orga- concede gran importancia al al menos, un problema .. Además,
nizados se unen c1uramente pura usuntos concrelos. Opcralion encuontra s610 débiles interrelaciones entre las medtdas de la
Rescue, por ejemplo, existe como respuesta al debate del abOl'- imporlnncin de diferentes asuntos, sugiriendo que hay. públicas
to, y Mothcrs Against Drunk Drivillg se formó para tratar sobre discretamente atentos estimulados por problemas diferentes.
otro problema bastante distinto. No hay duda de que hay ten- Por otra parte, hay también evidencias que apoyan la perspecti-
dencias globales.para que Jos individuos particulares se convier- va de que el público atento es relativamen:e estable a tra~é~ de
tan en generalmente activos, o no, en política. Pero no pueden los asuntos. Recientes investigaciones en liderazgo de OpllllÓn,
olvidarse las sustanciales diferencias en la composición de la por ejemplo, han descubierto que ser un líder de opinión en un
elite para cada asunto específico (Key, 1961). campo está relacionado con ser líder también en otro campo
Está menos claro si el público atento es, en forma similar, (Katz y Lazarsfeld, 1955; Marcus y ~a~er, 1964).La ~uestión ~e
específico respecto a los asuntos. Parece haber variabilidad de la estabilidad generala de la especificidad dlStnbullva del ~u­
un asunto a OLro en la composición y tamaño de las audiencias blico atento es conceptualmente importante, aunque esté leJOS
interesadas. Como indica Key (1961), más allá del público ge- de una respuesta empírica. Ciertamente, influiría en la.fo.rma e,n
neralmente atento, con interés en un conjunto de aconteci- que uno trata de vérselas pragmá:ica.mente con h: Op1l11Ó,n. pu-
mientos políticos, «cxiste una población compleja,de públicos blica, como, por ejel)lplo, en el diseno de ·campanas ?O~lltCas.
~- / especiales cuyas atenciones se centran más o menos continua- Una campaña puede concebir su audiencia como el publtco ge-
• mente en agencias específicas gubernamentales o campos polí- neralmente atento (como posiblemente hacen muchas campa-
tiCOS» (pág. 544). Ser miembro de un público atento respecto a ñas), o intentar una aproximación más especIficí:\ apelando.a
un asunto puede basarse parcialmente en estar, por lo general, aquellas personas que están especialmente atenta,s a un proble-
bien informado, pero también en un interés especial sobre un ma dado. .
problema en particular o un conjunto de asuntos. Problemas Nuestro breve resumen en consecuencia, señala varias ob-
diferentes tienen consecuencias para diferentes personas; así servaciones interesantes. P~imera, hay un grado .felat,ivamente
pues, los públicos pueden formarse de forma natural a partir alto de coherencia entre el modelo sociológico dí? púbhco, como
de aquellos grupos más directamente afectados (Dewey, 1927). se formulaba en la primera parte del siglo XX, y el esquema
Un curioso ejemplo de este fenómeno lo proporcionó el debate conceptual que emerge de las recientes investigaciones empíri-
del congreso norteamericano en 1989 sobre el posible rechazo cas. Los cuatro principales conceptos colectivos comúnme?te
del catastrófico programa de salud del gobierno. Las personas invocados en la investigación de la opinión pública -el púbhco
'aftas
,-", (i~-m'ás--de- 64 -estuvieron' irlterésád~fs~'proDable-m-ente-; ~geiicral,~~"l ele-elorado, el público aten to y laeli tea pú blicoacti,
unas dos veces más que el resto de la población. A pesar de vo- corresponden aproximadamente a un collliJlllUm de masa a
ello, entre los mayores había también una fuerte relación entre público. Dentro del tercer público -el público atento- es donde
el conocimiento general dc las cuestiones públicas y·el conoci-' encontramos entremezclados la masa y el público que Blumer
miento del debate de la seguridad social. Aproximadamente el
-. ..,.:., 75 % de las personas mayores mejor informadas tenían con-
ciencia del asunto, miel1tr~s que sólo el 20 % de los que esta-
(1946) predijo. Aunque pudiéramos concebirlos útilmente
como cuatro estratos generales de la población hay también
l

ciertas evidencias de que estos grupos -especialmente el públi-


ban peor inrormados generalmente estaban al corriente de ello co activo- están, a menudo, compuestos de modo disti~t.o para
(Price y Zaller, 1990). diferentes problemas, tal como sugiere el modelo tradIClOnal.
La reciente investigación de Krosniek (1990) indica también Una segunda observación es que cada una de estas cuatro

J
64 LA OPINiÓN PÚBLICA

colectividades -tanto si se consideran rormalmente como públi-


co como si no- p'uede desempeñar un, paiJcl significativo en la
rormación de la opinión pública (véase Lang y Lang, 19R)). En
este sentido, la búsqueda de el público tiene probabilidades de
resultar vana. Equiparar al público CDIl lino tI,e estos grupos
puede oscurecer la contribución de los otros en el proceso. Cier-
tamente, miembros del público activo (grupos dc interés y elites
organizadas) disfrutan de una innucncia dCliproporcionada CIl
la política y merecen una atención I11<iS sistemática por parle dc
la investigación de la opinión pllblica (como indica \(cy, 1<J(¡ 1; Y
Graber, 1982). Pero al prestar atención a los actores, no debe-
mos olvidar el papel de los espectadores, o eomo Uryee (1888)
indicó hace mús de un siglo, (da acción relleja de la clase pasiva
sobre la clase activa» (púg. 11). Es CIl la in{ewcciúlI entre estos
grupos -cómo se forman y cambian con el ticmpo- donde de-
ben, posiblemente, buscarse las respuestas concernientes a la
rormaeión colectiva y el impacto en la opinión pública (Lang y
Lang, 1983). El capítulo cinco cOllsiderurit esta posibilidad con
mayor deta\1e.
4. Conceptualización de opiniones

Los años treinta representaron un importante giro en el pen-


;amiento respecto a la opinión pública, marcado por un aleja-
niento general del punto de vista que lo consideraba como un
'enómeno colectivo, supraindividual (Cooley, 1909), hacia una
Jerspectiva más individualista que lo considera como un con-
unto de opiniones dentro de una población designada (Childs,
1939). Esta variación de enfoque fue propiciada, principalmen-
:e, por dos importantes avances metodológicos interrelaciona-
jos, que configuraron no sólo la investigación sobre la opinión
lública sirlO la totalidad de la ciencia social americana. El pri-
nero fue el desarrollo de la medición psicológica, especialmen-
:e el desarrollo de las técnicas cuantitativas para medición de
as actitudes (Thurstone, 1928; Thurstone y Chave, 1929; Li-
cert, 1931). La disponibilidad de tales técnicas permitió a los
nvestigadores interesados en opiniones y actitudes (a menudo
:onsideradas como esencialmente la misma cosa) realizar in-
¡estigaciones empíricas sistemáticas de sus propiedades. deter-
ninantes y relaciones con la conducta.
66 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 67
Un segundo avance clave fue la aplicación de la teoría del Opiniones y actitudes
muestreo científico a la investigación social, tanto en la teoría
como en ]a práctica. El sondeo social se había ya usado antes de La historia de la investigación de la opinión pública es pro-
este momento principalmente para obtener datos objetivos ta- bablemente inseparable de la historia de la investigación sobre
les como info;mación relativa a las condiciones económicas de
la actitud. De hecho, los dos términos se utilizan, a menudo, de
diferentes localidades (F1eming, 1967, pág. 344; J. Converse,
1987). A finales de los años veinte y los años treinta, los investi- -forma intercambiable (véanse Berelson y Steiner, 1964, pág.
gadores, equipados con nuevos dispo?itivos para medir actitu- 557; McGuire, 1985). Doob (1948) equiparó directamente opi-
des y opiniones, se embarcaron tambIén en el muest;eo.del fe- niones y actitudes en su definición de opinión pública: «Se re-
nómeno subjetivo (Lynd y Lynd, 1929). El uso de tecmcas de fiere a las actitudes de las personas sobre un determinado asun-
muestreo científicamente diseñadas -aunque bastante toscas to cuando son miembros de un mismo grupo sociab) (pág 35).
para los niveles de hoy en día- permitió a Gallup, Crossley y Childs (1965) describió una opinión como <<una expresión de la
Roper predecir con cierta exactitud el resultado de las eleccio- actitud por medio de palabras» (pág. 13).1
nes presidenciales de 1936,.basándose en relativamente pocas Aunque se tiende a usar los dos términos de forma intercam-
entrevistas mientras descomunales pero fortuitas «encuestas biable, ocupan posiciones conceptuales de alguna forma dife-
de votO», Ilevadas a cabo por muchos periódicos y revistas del rentes. Las opiniones y las actitudes, con frecuenc.ia,.S:,I!_con-
momento, sobre todo el prestigioso Literary Digest, erraron el trastan . e~·U~s public;,Cl_¡;:Lones,.y seha.dicho que dHieren.concep~
resultado (Crossley, 1937). tuahnente en, al m'enos, tres formas. Primera, a las opiniones se
La combinación del avance en las mediciones y los mues- las ha éansiderado habitualmente como observables, respuestas
treos colocó a los investigadores en posición de estudiar opinio- verbales ante un asunto o cuestión, mientras que una actitud es
nes y actitudes, en grandes poblaciones, y también de recoger lo una predisposición secreta o una tendencia psicológica. Segun-
que se consideraba, cada vez más, como una lectura muy exacta do, aunque ambas, actitud y opinión, implican aprobación o
de la opinión pública en asuntos de importancia política y so- desacuerdo, el término acti/lId se dirige más hacia el afecto (es
cial. A principios de los años cuarenta, grandes centros de inves- decir, gustos o fobias fundamentales), y la opinión, más intensa-
tigación de sondeos se establecieron en las universidades, des- mente, hacia el conocimiento (por ejemplo, una decisión cons-
pachos gubernamentale's e industrias privadas (J. Converse, ciente de apoyar u oponerse a alguna política, político o grupo
1987· Sudman y Bradburn, 1987). La revista PI/blic Opinion político). Tercero, y tal vez más importante, una actitud se con-
Quarterly se publicó por primera vez en 1937, y la American ceptualiza tradicionalmente como una orientación global, per-
Association for Public Opinion Research (AAPOR) se estable- durable, hacia una clase general de estímulos, mientras que una
ció diez años después. Ambas se convirtieron en claves para el opinión se considera más situacionalmente, perteneciendo a un
intercambio de descubrimientos cuantitativos de estudios de asunto concreto en un entorno conductista específico.
opinión y actitud, así como de investigación sobre sondeos.
(Davison, 1987). l. Podrían citarse otros numerosos ejemplos de actitud y opinión usados de
Desde los comienzos, la investigación"sobre la opinión pú- foona intercambiablé. Por ejemplo, Berelson y Steiner (1964, pág. 557) obser-
blica había puesto gran énfasis en cuestiones concernientes a van que los. términos opinjº~,. aclitud y.creencia. «no.tienen significado fijo en
cómo conceptual izar las'npiniones'in'dividifales' (AllpóM:;"1937; eñ
_.- . hiTpuolicaciones; pero general se refieren a las preferencias de una persona
Riesman y Glazer, 1948; Wiebe, 1953) y cómo medirlas adecua- por una u otra postura de un asunto controvertido de competencia pública: un
asunto político, una idea religiosa, una posición moral, un gusto estético, una
damente (Cantril, 1944; Lazarsfeld, 1944; Payne, 1951; Sudman cierta práctica (del tipo de cómo educar a los niños). Las opiniones, actitudes y
y Bradburn, 1974; Schuman y Presser, 1981). En este capítulo, creencias... son juicios racionales y/o emocionales sobre tales cuestiones». In-
discutiré cada una de estas dos amplias cuestiones por orden, tentaremos aquí distinguir entre opiniones, actitudes y creencias de forma con-
empezando con una revisión de la primera adaptación del con- secuente con las tendencias de uso mayoritario y lo suficientemente precisa
como para evitar confusiones conceptuales. Debe reconocerse, sin embargo,
cepto a la investigación. En especial, me centraré en el estrecho Que el perfil presentado aquí está lejos del convencionalmente establecido en las
parentesco conceptual que une a la opinión con la actitud. investigaciones diañas.

·1
- ",-

68 LA OPII\1ÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 69


Lds opinione~áj1jijJ- expresiones. Fleming (1967) acreditó a nes que pueden expresarse si se propone o se sigue una determi-
ThurstorieTJ928) como uno de los primeros que diseñó una nada direccióm> (pág. 17; véase también Allport, 1937, pág. 15).
distinción conceptual precisa entre actitud y opinión. Al tratar Aunque las publicaciones sobre definición de la opinión públi-
el problema de medir actitudes, Thurstone observó que éstas no ca, con frecuencia, se comprometen formalmente con una defi-
son nunca directamente accesibles para el investigador. Deben nición de las opiniones como expresiones verbalizadas, debe-
inferirse de las «opiniones» verbalizadas, o de otra conducta mas admitir que en la práctica los investigadores operan
pública. Thurstone concebía una actitud como una disposición generalmente con una visión mucho menos restrictiva.
latente a responder ante una situación de una forma dada, y una . -Las ojJiiiioiies(omo·algo.meditado. La distinción inicial de
opinión como la respuesta en sí. Las opiniones eran, en resu.- Thtirstoriiff9-28) respecto a la indicación manifiesto-latente no
men, indicadores manifiestos de las actitudes no observadas. sólo fue responsable de la división eventual en dos posturas
------------------------ ----------La-forma-de-Thurstone-de distinguir-las oPiniones-de-laS---¡--?onceptuales diferenciadas para opinión y actitudo-'Fambién fue----- - - -
actitudes era más metodológica que sustancial y, como observó lmportante el hecho de que la opinión se considerara como un
Fleming (1967), «el propio Thurstone ignoraba repetidamente juicio consciente, generalmente visto como más «racional» y
la distinción que el había trazado entre ellas, e instintivamente I menos afectivo en su construcción que una actitud (Fleming,
hablaba de "actitud" cuando sus propios preceptos requerian I 1967, pág. 361). Uno decide una opinión, ,mientras una actitud
"opinión"» (pág. 348). Sin embargo, pronto aparecieron en las no se entiende generalmente comoTormada conscientemente o
publicaciones manifestaciones explícitas que delimitaban la de- decidida casi de la misma forma. Por el contrario, unaáctitud .'
finición de opinión según estas líneas: las opiniones tenían que sesiéítTe com.Olln i¡nj:>1!\soafectivo,_ una inclinación a responder
verbalizarse o expresarse mediante cualquier otra forma de ma- positiva,'?_!1_eg~fiyamente a algo. . ... - - .. .
nifestación de apoyo u oposición hacia alguna acción (Allpart, Aqiií muestra su persistencia la conexión entre opinión y
1937; Childs,1939). . debate razonado que se estableció durante la llustración.lncIu-
A pesar de este refinamiento en su significado, el concepto so aunque no se mantenga que las opiniones necesitan forjarse a
de opinión continúa aplicándose de forma más O menos cohe- través de la discusión (lo que las convertiría en opiniones públi-
rente con la actitud, refiriéndose tanto a estados psicológicos cas en el sentido tradicional) permanece una tendencia a consi-
internos como a conductas. Por ejemplo, aunque AUpar! (1937) derarlas como más pensadas que las actitudes. Establecido en
insiste en que las opiniones han ,de expresarse, sugiere que el ~ los términos más simples, las opiniones son juicios y las actítu-
análisis de la ópiriióri-pública no debe descuidarlas "opiniones' des son el puro «agrado y desagrado» (Bem, 1970) que alimenta
que las personas .pueden terier.peró no_expresar (pág. 15). Esto aquellos juicios.
implica claramente que las o¡}íniones puede ser tanto juicios Una vez más, ha de admitirse que la distinción no es espe-
mentales secretos como conductas abiertas. Más aún, a pesar de cialmente firme. Los analistas se muestran, a veces, remisos a
un compromiso definicional de las opiniones como expresiones concederle demasiado cálculo o. reflexión a las opiniones, que
abiertas, los analistas de la opinión pública continúan hablando a veces parecen reflejar sentimientos intensos más que fría deli-
también de opiniones no expresadas, privadas, internas y laten- beración. Como observamos en el capítulo 2, el término «opi-
tes (Doob, 1948; Lane y Sears, 1964; véase -Hennessey, 1985, . nión» lIeva consigo; incluso en sus usos más tempranos, colino-
págs. 11-12). La distinción tiene un cierto significado teórico, taciones tanto no racionales y afectivas como racionales, de
-pues se argun::e~~_a..J" co.ºJ~ecuencia, que _ J.Í.!ljcatii~nfé-lás-.Qprr1iO"" manera especial cuando se aplica a colectividades como «la gen-
nesexpresadas o «públicas» pueden tener fuerza·política (All- te comúll». Más aún, los psicólogos han conceptualizado tradi-
port, 1937, pág. 20). Para- sér-eféctivas,-las- _op~n~ones han de _ cionalmente las actitudes como ambas·cosas, cognitivas y afec-
expre$arse. Pero también aquí los límites pueden a---veces- ser tivas en su composición; con el reciente modelo de la
borrosos. Como indicó Key (1961), ,dos gobiernos pueden (y a perspectiva cognitiva en la psicología social, esta tendencia, si
veces lo hacen) conceder peso a la opinión latente; al anticipar cabe, es cada vez más pronunciada (Markus y Zajonc, 1985).
una acción, necesitan hacer una estimación del tipo de opinio- Así pues, aunque se considera que actitud y opinión difieren en

••

70 LA. OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 71

términos de su relativo "equilibrio de afecto versus cognición, vio la relación, una actitud es una orientación intuitiva inme-
ninguno de los términos se identifica enteramente con un extre- diata y una opinión es una elección meditada entre alternativas
mo O el otro. específicas dadas en un entorno social específico (véase tam-
Las-opin.~ones como adaptaciones-de las actitudes ante asun- bién Hovland, Janis y Kelley, 1953).
íQs.:;'.i.iie.C(j¡ciÚ.tJn~"tercera·distinción general entre acti~desy
opiniones -que resume las anteriores- considera las actltudes
·1
como parte de la materia prima, los bloques de construcción La inferencia de bases psicológicas para las opiniones
1
que forman las opiniones. Fleming (1967) sostiene qLie la elec-
ción realizada por encuestadores como Gallup y Roper de utili- Tal coma sugiere todo lo anterior, el uso del término «opi-
zar el término «opinión pública» con referencia a sus resultados nión» es variable. Unas veces se refiere a fenómenos conductis-
de encuesía (más que a las actitudes públicas o políticas) ayudó tas, y otras veces a fenómenos psicológicos. En lo inmediato, en
a marcar una cierta distancia conceptual entre actitud y opi- un nivel superficial, podemos hablar de opiniones abiertas, pú-
nión. Aquí encontró su expresión natural (capítulo 2) la tradi- blicas, que son juicios expresos sobre acciones específicas o ac-
cional asociación entre opinión pública y gobierno. El resultado
fue que la distinción inicial de Thurstone, manifiesto-latente,
dio un importante paso másalló. Una vez adoptada por los
encuestadores,.opinión se convirtió en el término generalmente
I ciones propuestas de interés colectivo, realizados en un entorno
conductista específico.' Éstos son los datos principales recogi-
dos en la in vestigación de la opinión pública, cuyo entorno con-
ductista es una entrevista de sondeo. Claramente, sin embargo,
aceptado para una posición expresa en favor o en contra de una las opiniones pueden expresarse en discusiones informales, car-
cuestión política. Las opiniones fueron, en consecuencia, el fe- tas escritas a funcionarios o -a directores de periódicos, la deci-
nómeno conductista inmediato que había de explicarse (posi- sión de voto, participación en manifestaciones, huelgas labora-
ciones respecto a una cuestión), mientras que el término actitud les, etc. Podemos hablar en forma separada de opiniones
se reservó para referirse a los motivos más profundos subyacen- secretas que son juicios fonnados en la mente sobre acciones
tes a tales conductas (Fleming, 1967, pág. 349). Las opiniones concretas o acciones propuestas de interés colectivo. Aunque
ya no fueron los suplentes para medir las actitudes; fueron pro- este tipo de opinión se infiere, a menudo, de las respuestas a·
ductos conceptualmente diferentes de las actitudes. encuestas, discutiremos brevemente unas cuantas razones por
Se hicieron muy pocos esfuerzos para distinguir de forma las que tal interpretación no es tan poco complicada como al
precisa los dos conceptos según estas líneas, sin embargo, hasta principio pudiera p~recer. Como las opiniones expresadas, los·
que Wiebe (1953) intentó explicar su relación en detalle. En su
formulación, una actitud representa una predisposición estruc-
tural: una orientación permanente para responder a algo de for- Wiebe (1953). Thurstone, poniendo su principal interés en la medición de la
actitud, opinaba de la distinción opinión·actitud principalmente en términos de
ma favorable o desfavorable. Una opinión, por otra parte, se la relación epistémica entre una observación empírica (opinión) y su referente
desarrolla como respu~sta a una cuestión concreta en una situa- conceptual no observado (actitud). El análisis de Wiebe proponía una relación
ción específica, es_ «una decisión que adapta las actitudes rela- teórica más sustantiva entre los dos como conceptos únicos.
cionadas con un asuntO' a la percepción que tiene el individuo 3. Lás personas, natuntlmente, pueden tener opiniones sobre__ más 0_ menOL __ _
-cu-alquiercc'-sa~iiero-ñuestra- difinlciÓi1,-de -acuerdo con la práctica general, se
"" de larealidifderflll cuarIa-condlictadebe teneflilgiic» -(¡)ág:
limita a los juicios sobre «acciones o propuestas de acción de interés general».
333). En consecuencia, opiniones y actitudes pueden muy bien Éstas pueden distinguirse de las opiniones privadas (Key, 1961, pág. 11), que no
diverger, especialmente cuando un problema pone enjuego dos se relacionan en forma'alguna con los intereses públicos. Esta definición de
o más actitudes potencialmente conflictivas. 2 Tal como Wiebe ninguna forma implica que las opiniones públicas se interesen necesariamente
por cuestiones de política gubernamental. En tanto que los juicios traten sobre
2. Thurstone (l928) reconoció que las opiniones podrían ser imperfectps alguna forma de preocupación colectiva pueden considerarse. según esta defini-
indicadores de la actitud, porque las personas podrían, en algunas ocasiones, . ción, una opinión pública. La naturaleza de la expresión no ha de ser necesaria-
ocultar sus verdaderos sentimientos. Esto sugería un abismo conceptual entre mente verbal, mientras sea «posible traducirla fácilmente en palabras» (AUport,
opiniones y actitudes, bastante parecido al identificado posterionnente por 1937. pág. 14).
72 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 73

juicios secretos se conceptualizan como respuestas a asuntos expresada o abstenerse totalmente de dar opiniones, en lugar de
específicos, es decir, pertenecen a políticas específicas que se tener puntos de vista claramente formados o actitudes fuertes
refieren a algún problema compartido. Más globales que las opi- (Noelle-Neumann, 1979, 1984).
niones expresadas y que las opiniones secretas, ,son las actitudes Más allá del problema de potenciales desemparejamientos
que, segtu).Iá conceptualización de Wiebe (1958), se infieren entre las opiniones expresadas y los puntos de vista encubiertos,
como predisposiciones permanentes que responden positiva o hayun problema aún más fundamental. Una persona no necesi-
negativamente a una clase general de estímulos:' ta haber desarrollado ningún juicio subyacente o preferencia
Las opiniones expresadas, los juicios secretos y las actitudes -menos aún mantener una perdurable predisposición para con-
pueden estar relacionados, pero hay razones importantes por ducirse hacia una clase de objetivos- para expresar una opi-
las que merecen distinguirse conceptualmente. Primero, las nión. Las investigaciones han ilustrado claramente que la gente
personas pueden expresar opiniones que difieran notablemente se muestra deseosa de ofrecer sus opiniones sobre los asuntos
de los puntos de vista'que mantienen de forma privada, espe- incluso cuanqo no parezcan existir juicios internos o actitudes
cialmente si están expuestos a presión social (Asch,1951). Por respecto a ellos. Es decir, como se indicó en el capítulo 3, los que
ejemplo, en las recientes elecciones americanas, en las que can- responden a encuestas, a veces, proporcionan a los entrevista-
dores juicios repentinos o pseudo-opiniones.
didatos negros se habían presentado a las elecciones contra opo-
Converse (1964,1970) encontró que la mayoría de las opi-
nentes blancos, los sondeos de opinión exhibieron considera- niones de las personas que responden a las encuestas son extre-
bles cambios en el recuento del apoyo expresado a los madamente inestables. En lugar de dar las mismas respuestas a
candidatos, dependiendo de la raza del entrevistador del son- las mismas preguntas de opinión en 1956, 1958 Y 1960, muchas
deo (Edelman y Mitofsky, 1990). Los blancos entrevistados por personas cambiaron de idea cón una pauta bastante aleatoria.
negros estaban más predispuestos a decir que apoyaban al can- Los entrevistados eran también notablemente inconsecuentes
didato negro que los blancos. entrevistados por otros blancos en sus puntos de vista políticos: muchas personas podían tomar
(Keeter, 1990; Finkel,·Guterbock y Borg, 1991). Cuando se una posición decididamente liberal respecto a un asunto, y des-
espera oposición, algunas personas pueden alterar su posición pués expresar un punto de vista conservador en el siguiente
(Converse, 1964, págs. 227-231). Converse concluyó que las
4. Como se ha observado anteriormente, esta reciente distinción no es am- mediciones sobre opiniones políticas, en muchos sondeos, lejos
pliamente compartida por los investigadores de la opinión, o al menos no se
refleja claramente en el uso diario. Una defensa de la práctica de usar opinión y de reflejar puntos de vista políticos cristalizados, pueden fácil-
acliwd de forma intercambiable es el argumento de que para propósitos prácti- mente reflejar elecciones mentales a cara o cruz. Otros investi-
cos no son empíricamente distinguibles (McGuire, 1985, pág. 241). En otras gadores atacaron la interpretación de Converse, atribuyendo la
palabras, puesto que generalmente dependemos en la medición de opiniones. de inestabilidad de las respuestas de sondeo a errores de medición
la valoración de las actitudes, ¿cómo podemos separarlas? ¿Cómo puede dIfe-
rir la medida de una actitud de la de una opinión? Ciertamente, las medidas
más que a una falta de opiniones bien formadas (Achen, 1975),
fisiol6gicas, tales como la respuesta galvánica de la piel, la contracción de las o argumentando que la intensidad de la política durante los
pupilas, o la tensión facial muscular, no deben confundirse con opiniones, aun- años sesenta había producido muchos más pensamientos «ideo-
que todas ellas se hayan empleado para medir actitudes. Concedemos, sin difi- lógicoS» y opiniones en el electorado (Nie, Verba y Petrocik,
cultad, que las distinciones conceptuales trazadas aquí entre opiniones y actitu- 1976). Déacuerdo con la tesis de Converse, los estudios experi-
des han de traducirse aún a distinciones operacionales precisas. Por otro lado,
pueden surgir algunas confusiones importantes del hecho de interpretar opinio- mentales indican que una considerable proporción de personas
nes coma actitudes, principalmente por la posterior historia moderna del con- que responden a las encuestas expresan puntos de vista en asun-
cepto en sociopsicología. Uno se pregunta, por ejemplo, que si las expectativas tos sobre los cuales no tienen información o sobre los que no
de estabilidad general en las opiniones individuales no hubieran sido tan difíci- han meditado (Bishop y otros, 1980). Incluso estas opiniones,
les de desvanecer, quizá los investigadores no hubieran equiparado directamen-
te opiniones con actitudes. Hay pocas cosas en la historia del propio concepto
con mala información y sobre la marcha, pueden, sin embargo,
de opinión -enraizado como está en intercambio, debate y argumentación- que ser conjeturas instruidas que se forman sobre disposiciones sub-
apoyen tal expectativa, y aun así se ha vislumbrado como uno de los principales yacentes y, en consecuencia, no ser totalmente al azar (Schuman
asuntos de la investigación. y Presser, 1981, pág. 159).
74 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 75
Tal investigación ha inducido al escepticismo sobre la inter- Neuman, 1986; Luskin, 1987).' Si los puntos de vista políticos
pretación de una opinión expresada como un referente empíri- no -están generalmente organizados en un sistema o ideología
co directo de una actitud no observada (siguiendo a Thurstone) principal, entonces, ¿cómo están organizados? Una respuesta
o incluso como.una adaptación meditada de varias actitudes en común a esta pregunta implica otro concepto, popular hoy en
un entorno conductista específico (siguiendo a Wiebe): Sé su- día en psicología social y cognitiva, llamado esquema. Un es-
giere, en cambio, que las· opiniones -exp"resadas deben tomarse quema es «una estructura cognitiva que representa el conoci-
únicamelltepói16 Cjúemanifiestameriteson:-concluctas superfi-' miento general de uno sobre un concepto dado o un campo de
ciales que none~~sariamenie implican unadecisi,6n subyacente, estímulo» y queinc\uye «tanto los atributos de un concepto
o una aC@ld. Esta' hasidó;en efecto, la teIidenCiagenen,1 al i como las relaciones entre los atributos» (Fiske y Taylor, 1984,
conceptualizar opiniones, al menos aquéllas -iecoifdai-eil--en-' pág 13). En otras palabras, un esquema puede relacionarse con
cuestas típicas sobre asuntos públicos (Zaller)' Feldman, 1987). cualquier estructura informativa. Puede considerarse como un
Losjnvestigadores han abandonado la noción ,de que ,reflejan / sistema inferido de ideas relacionadas sobre cualquier concepto
una estructura,psicológica preexistente (es decir, ,Una actitud);' en concreto, sea este concepto una persona (por ejemplo,
aceptando la idea de que son, con frecuencia, creaciones más <duam», un grupo (por ejemplo, <dos abogados»), un aconteci-
transitorias.Í.aso¡Jiniillrés"puedeniet1ejar SólÓ]'espuesfas dí-' miento (por ejemplo, «ir a clase»), o incluso alguna noción abs-
·ITlfmis,.ensatnbladas al. -momehto. ; " .... " ,. - tracta (por ejemplo, «libertad»). Los investigadores han forma-
do hipótesis sobre una variedad de formas estructurales para los
Aunq~~ ~~~os 'inclín'ados 'que los investigadores primiti-
esquemas. Algunos proponen sistemas jerárquicos de proposi-
vos a ver las opiniones. sobre asuntos públicos Como una co-
ciones interconectadas (equivalentes a teorías), mientras otros
rrespondencia exacta con las actitudes fijadas respecto a ellas, proponen estructuras asociativas más simples como secuencias
los estudiosos contemporáneos de la opinión pública no han de sucesos (o guiones, Abelson, 1981).
perdido, en ningún caso, el interés por los apuíHahirilientos La investigación psicológica ilustra que un esquema, una
psicológicos 'de las 'opiniones 'expresadas. Canes!" -irIl'-' una ' vez activado, proporciona una especie de taquigrafía mental del
gran vati'e-dád -de 'conceptó!f teóricos- ~e'ntre' ellos, eséiu~mas, pensamiento y la percepción. Presta atención a ciertas caracte-
val()res:eidentifi~~_~i~QJ:i.kSj:legrupo:'" se ,invocan en los informes rísticas del entorno, forma una base con inferencias sobre acon-
sobrefcirmaci6nycambio de opiniones. Como la actitud, com- tecimientos y personas, y también facilita un catálogo informa-
parten las cánlcterística~sgenerales de'a) set inferidos,.llo 'diree- tivo de personas en la memoria (Fiske y Taylor, 1984; Markus y
tamenteobservables; b) interpretados COIUO más básicos y, fun-- Zajonc, 1985). Teóricamente, la esquematización influye en la
. dalT!emaleJL 'qu.e "las.,:,-opiniones, que soil:',":'situadonales _Y' formación de la opinión de varias maneras. Primero, los esque-
superfiCiales; Y- __e) -~,s~9,<?~' _ _e~Ii19 ___~~plicapión -_teórica pará las mas constituyen filtros perceptuales a través de los cuales ha de
expresion~s públicas' de opinión. Aun-que los significados de pasar la información relevante respecto a una cuestión pública.
estos términos son tan -variables como el de la propia opinión Graber (1984) aplica esta noción a una serie de entrevistas en
(los artículos psicosociológicos sobre cada uno de ellos po- profundidad con un grupo de residentes del área de Chicago,
drían fácilmente llenar un volumen por sí mismos), son útiles concentrándose en cómo procesan las noticias. Sus entrevista-
para considerar~e-comnindieativb-s- del pehsámient6"aCtual sCi- 'dos'--pareCÍarl' emple-a[üha--esquematización simple sobre -los-'
bre la naturaleza de las opiniones. asuntos públicos -pequeños pero organizados conjuntos de
Esquema, La declaración de Converse (1964) acerca de que creencias respecto a las personas y los políticos- para recoger
la mayoría de los americanos no posee ningún sistema bien inte- detalles específicos del caudal de información facilitada por los
grado de actitudes respecto a la política -es decir, ninguna ideo-
logía política liberal o conservadora que encuadre sus puntos de
5. Aunc¡ue Converse utiliza el término creencia, analiza (como hacen otr~s
vista- ha contado, principalmente, Con apoyo empírico, y ha científicos-politicos que estudian los sistemas de creencias de la masa) la orgam-
llegado a aceptarse de forma general (Kinder y Sears, 1985; zación de opiniones, como se describe aquí.

"
76 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 77

medios de comunicación. Graber argumenta, de acuerdo con kanis y Greenwald, 1989). Las actitudes son, según esta concep-
sugerencias anteriores de Lane (1962), que las personas «frag- ción, «haces» de creencias interconectadas respecto a un objeto
mentan» sus pensamientos respecto a las cuestiones políticas: particular fusionado en un sentimiento global -bueno o malo-
realmente interpretan diferentes cuestiones públicas, pero en su respecto a él. Pratkanis y Greenwald (1989, pág. 249) proponen
mayoría interpretan cada cuestión de forma separada, ayuda- que una actitud está representada en la memoria por a) las ca-
dos por una variedad de esquematizaciones, sin inspirarse en racterísticas de un objeto y las reglas de aplicación (por ejemplo,
una ideología o filosofía global, política en su construcción. «Un abogado es alguien que estudió leyes»), b) un resumen eva-
Segundo, los esquemas pueden forman la base para las infe- luativo de tal objeto (por ejemplo, «No me gustan los aboga-
rencias hechas en respuesta a informaciones sobre cuestiones
públicas. Un esquema activado trae a la mente un conjunto de
I dos»), y c) una estructura de conocimiento que apoya la evalua-
ción (por ejemplo, un conjunto de creencias respecto a los
ideas interrelacionadas y así altera las asociaciones que las per- 1 abogados). Como todo esquema, las actitudes sirven cama ins-
sonas hacen al considerar información nueva. Gillovich (1981) trumentos perceptuales y cognitivos que ayudan a organizar los
proporciona un ejemplo especialmente claro. Las personas que
1 pensamientos sobre los objetos. Su función principal, sin em-
intervinieron en Su estudio leyeron varios guiones que descri- bargo, se considera que es heurística; simplifican la tarea de
bían una hipotética crisis militar que implicaba a una nación· evaluar objetos. Las actitudes. también teóricamente, realizan
extranjera y, además, estaban experimentalmente preparados de otras funciones respecto a la personalidad. Pueden ser defenso-
tal forma que pudieran desencadenar un «esquema Vietnam» ras del ego, por ejemplo, realizando su papel al establecer, man-
(por referencia a helicópteros Chinook, invasiones de ataque tener e intensificar el sentido de autovaloración de una persona
rápido, etc.) o un «esquema segunda guerra mundial» (refirién- (Pratkanis y Greenwald, 1989; v!,anse también Smitb, Bruner y
dose a transportes de tropas e invasiones relámpago). Gillovich White, 1956; Katz, 1960).
descubrió, como se había previsto, un mayor apoyo para la in- En caso de que tales estructuras de actitud existan realmen-
tervención militar de los Estados U nidos en la hipotética crisis te, su función heurística reducirá tremendamente la necesidad
entre aquellos que leyeron la versión tipo segunda guerra mun- constante y onerosa de evaluación de la nueva información.
dial, presumiblemente porque formaron asociaciones más favo- Como sugieren Smith, Bruner y Wbite (1956, pág. 41), las acti-
rables al conflicto e infirieron un resultado positivo. No es sor- tudes permiten a las personas medir una situación y hacer un
prendente que las formas en que las noticias formulan de juicio, bueno o malo. Cuando una actitud fuertemente sosteni-
manera esquemática las cuestiones públicas, estén ganando da respecto a un objeto concreto, se evoca, se puede formar un
considerable interés entre los investigadores de la opinión juicio rápidamente en la mente, de tal forma que la información
(Iyengar, 1987; lyengar y Kinder, 1987; Gamson y Modigliani, subsiguiente quedasujeta a una interpretación selectiva. Una
1989). Por ejemplo, descripciones televisivas de la pobreza, en demostración temprana de este fenómeno la proporcionaron
términos de víctimas individuales en vez de en términos de Cooper y laboda (1947), quienes descubrieron que las caricatu-
circunstancias y tendencias de ámbito nacional, pueden condu- ras diseñadas para ridiculizar el prejuicio racial fueron interpre-
cir a los espectadores a pensar en términos de causas de la po- tadas de formas muy poco intencionadas por personas con mu-
breza de nivel individual y no de nivel de sistema (por ejemplo, chos prejuicios. Quizás en defensa de sus egos, las propias
hábitos de trabajo en vez de fuerzas económicas). Esto puede. a personas representadas en los dibujos los interpretaron como
su vez, influir en sus evaluaciones expresadas respecto a la ac- un apoyo a sus propias actitudes de prejuicio. Pueden encon-
tuación del gobierno en este problema, tales como los índices de trarse ejemplos más recientes del posible papel de la actitud en
la buena actuación del presidente (Iyengar, 1987, 1990). la formación de la opinión. Por ejemplo. la evidencia concer-
Las teorías sobre procesamiento de información esquemáti- niente a la respuesta pública respecto a la crisis del SIDA -que
ca han tenido un profundo impacto en la investigación sobre la se identifica generalmente con la comunidad homosexual- in-
opinión pública. Incluso el concepto de actitud ha sido reciente- dica que aquellas personas con predisposición negativa hacia
mente recreado como una subclase especial de esquema (Prat- los homosexuales fueron menos receptivas que otras a la infor~

·1
78 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPlNIONES 79

mación científica sobre cómo se transmite la enfermedad. Estas nessobre la actuación de Ronald Reagan como presidente, in-
personas se muestran también dispuestas a apoyar severas polí- cluso después de controlar, por identificación con un partido,
ticas restrictivas respecto a los pacientes de SIDA (Stipp y Kerr, las tendencias liberales o conservadoras y los factores socioeco-
1989; Price y Hsu, 1992). nómicos. Tal como sugieren Kinder y Sears (1985), la investiga-
Valores. Como las actitudes, los valores se conceptualizan ción sobre el papel de los valores esenciales en la configuración
como creencias evaluadoras, pero tienen una cualidad prescrip- de]a opinión pública es muy tentadora. En principio, observan,
tiva especial (Rokeach, 1973). Los valores son creencias respec- los valores esenciales «mantienen una posición intermedia en-
to a lo que es deseable, sea como un fin o un estado (Rokeach los tre las amplias estructuras de referencia ideológica que los ro-
llama valores terminales, por ejemplo: «Todo el mundo debe
tener iguales oportunidades de prosperaD», o como un medio
dean, que han demostrado ser de poca utilidad para compren-
der el pensamiento político público de Estados Unidos, y las
.
I

hacia un fin (lo que Rokeach denomina valores instrumentales, opiniones específicas sobre temas concretos y sobre candidatos,
por ejemplo «Las personas deben prosperar según su propio que van y vienen como cambian las estaciones» (pág. 676). ,.'':
trabajo»). Los valores funcionan teóricamente como pautas Identificaciones de gmpo. Otra construcción teórica que se i ;
para la conducta personal o social y, en general, como planes
-considera,- a veces, -subyacente a la fo~ación de opinió.n es el
que guían la acción personal. Rokeach los distingue de las acti-
propio auloconcepto, que en gran medIda se basa en las dIversas
tuges en varias formas. Primero, mientras una actitud se refiere
identificaciones de grupo de la persona. Los psicosociólogos se .. :;.;
a una organización de varias creencias enfocadas a un solo obje-
to, un valor es una sola creencia que concierne a un fin o estado han interesado mucho por la forma en que la unión con los
deseado o forma de conducta preferida. En vez de estar unido a grupos puede influir en los pensamientos y conductas de las
un objeto, un valor se refiere a un objetivo. Según esta concep- personas (como testifica la cantidad de artículos sobre grupos
ción, los objetos específicos se evalúan en situaciones específi- de referencia; por ejemplo, Hyman, 1942; Hyman y Singer,
cas cuando influyen en la consecución de objetivos valorados. 1968). Shibutani (1955) expresó que tal vez el problema princi-
Los valores sirven como pautas explícitas para juzgar estados y pal de la psicosociología moderna sea descubrir qué perspectiva
conductas, según Rokeach, mientras que las actitudes simple- de grupo emplea una persona al definirse y reaccionar en situa~
mente implican agrados y desagrados. Puesto que las personas ciones diversas (pág. 569). Turner (1985,1987) define el auto-
tienen únicamente tantos valores como creencias respecto a fi- concepto como un sistema integrado cognitivo que incluye dos
nes o estados deseables o modos de conducta, es probable que subsistemas primarios: la identidad personal, o creencias sobre
éstos se cuenten «sólo por docenas, mientras las actitudes se la unicidad de las propias características, gustos personales y
cuentan por miles» (pág. 18). Los valores son también, según atributos (por ejemplo: «Soy honestm>, o «Soy perezoso»), y la
indica Rokeach, más importantes para la personalidad que la identidad social, compuesta de creencias sobre la propia perte-
mayoría de las actitudes. nencia a varios grupos o categorías sociales formales e informa-
Los valores han sido incorporados a la investigación sobre les (por ejemplo, «Soy católicm>, o «Soy padre»). En otras pala-
los efectos de los medios de comunicación (Ball-Rokeach, Ro- bras, el autoconcepto es el sistema de creencias organizado de
keach y Grube, 1984) y empleados, más generalmente, en estu- una persona sobre sus propias características sociales y persona-
.... dios sobre la opinión pública (Rokeach, 1960¡·1968¡ 1973; Feld-·· les;--- --- --- ------------
. man, 1983). Feldman (1988) descubrió que las mediciones del Aunque se conceptualiza como uria simple estructura cogni-
apoyo hacia- algunos valores políticos básicos podrían explicar tiva organizada, el autoconcepto, en su forma de operar, es
una cantidad sustancial de variaciones en las opiniones sobre adaptable y específico para una situación. Sólo unos elementos
políticas públicas específicas. Un compromiso con el valor de concretos se activan en un determinado momento (Tajfel yTur-
igualdad de oportunidades, por ejemplo, se relacionó amplia- ner, 1979; Turner, 1982). Un: entorno conductista, especial-
mente tanto con posiciones políticas sobre una variedad de mente uno que implique conflicto o competición dentro del
cuestiones internas, como con un amplio campo de evaluacio- grupo. puede provocar autoidentificación como miembro del gru-

.,
.~¡
....~ .

80 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPIWONES 81

po; esta perspectiva de grupo se adopta, entonces, percibiendo y


1J
Teóricamente, cuando se presenta cualquier asunto, única-
respondiendo al entorno. En la formulación de Turner, las iden- j mente se activan esquemas, o actitudes, o valores o adhesiones
j
tidades del grupo activado funcionan como esquema de grupo 1 de grupo, seleccionados. Una vez activados, sin embargo, estos
que puede dirigir tanto el proceso perceptual como el de infe- materiales base son el factor principal que configura los juicios
rencia. Los investigadores de la opinión pública han encontrado 11 internos y las opiniones expresadas. Sin embargo, ellos solos no
apoyo empirico para estas proposiciones. En casos de conflicto determinarían completamente la respuesta. Nuevas informa-
o comp'etición de grupo, los miembros que interactúan con los
i ciones asequibles sobre el problema (por ejemplo, creencias que
grupos contendientes desarrollan percepciones exageradas 6 i aún no se han integrado en estructuras existentes) y percepcio-
«extremas» percepciones de las normas de la opinión con la que
compiten (Mackie, 1986; Price 1989). La investigación indica
1 nes sobre cómo responderían al problema los amigos y los gru-
pos que se valoran, desempeñan también un papel importante
también que el aumento de la importancia de un grupo concreto
conduce a las personas a expresar opiniones de grupo más este-
j (Allport, 1937; Wiebe, 1953; Davison, 1958). Las opiniones se
ba~an pan;ialmente en.el propio sistema establecido de valores,
reotipadas (Charters y Newcomb, 1952; Kelley, 1955; Reid, y parcialmente en un esfuerzo por dar significado a una nueva
1983; Price, 1989). 1 situación, a un asunto público. En el transcurso de la medita-
Como sugiere Price (1988), la identificación social puede i ción sobre un problema concreto, las creencias y actitudes acu-
estar íntimamente implicada en la formación de opiniones so- den a la mente y se combinan con cualquier nueva información
bre asuntos públicos, dado que se pide.a los miembros del públi- I asequible. En el contexto de un entorno conductista especifico
co espectador que se alineen con uno u otro de los grupos acti-
vos, dentro del «sistema en conflicto», de la política de elite ¡ (por ejemplo, una encuesta, una fiesta, o una discusión durante
el desayuno), estas ideas se conforman en una opinión expresa-
(Schattschneider, 1960). En otras palabras, las identidades de 1- da. Esta combinación podría parecerse a lo que Abelson (1968)
grupo de las personas, con frecuencia, sobresalen en conexión ,; :
con los asuntos públicos por la naturaleza de base de grupo de I llama una opinión molécula compuesta de tres átomos: a) una
creencia (por ejemplO, «Esta proposición requerirá nuevos im- i i:.
1 ¡i-.·
muchos debates políticos. No es de extrañar que Converse puestos»), b) una actitud (por ejemplo, «Odio los impuestos»); y
(1964), al examinar las respuestas a preguntas abiertas en en- e) la percepción de algún tipo de apoyo social (por ejemplo, :, l':'
:'"
1 l.:'
cuestas sobre cuestiones políticas, descubriera que cerca del «Todo el mundo odia los impuestos»). '.
50 % de una muestra de alcance nacional se refería a sus propias ASÍ, una opinión expresada resulta, teóricamente, de una es-
afiliaciones de grupo o de intereses de otros grupos, mientras pecie de cálculo mental. Pero unos cuantos aspectos importantes
sólo el 3 % o 4 % de la'población utilizaba abstracciones ideoló- de este cálculo deberían tenerse en cuenta. Primero, no necesita,
gicas tales como «liberab> o ({conservador». Para grandes por- en absoluto, ser complicado. La investigación en torno a los tipos \ ,;
ciones del electorado, concluyó Converse, los lazos de grupo son de atajos o (~uicios heurísticos» que las personas emplean para ,,
importantes para sus pensamientos políticos. tomar decisiones en condiciones de incertidumbre, ha estableci-
Formación de opiniones. Hay, sin duda, un solapamiento do que los juicios, con frecuencia, se ven fuertemente determina- ! i
conceptual entre los términos esquema. actilUd. valor e identifi- dos por muy pocas -quizás una sola- informaciones realmente
: !
cación de grupo. Todos se refieren a estructuras de información sobresalientes (Tversky y Kahneman, 1982; Taylor, 1982). Dado
que reflejan diferentes aspectos del proceso de información que
pueden influir en el cálculo y expresión de opiniones. El grado
que una opinión calculada depende en gran medida de las creen-
cias específicas, las actitudes, los valores o las identificaciones de
.,
: ¡

en que estos diferentes conceptos y procesos puedan delimitarse grupo evocadas por la mente, las diferencias entre entornos con-
operacionalmente de forma precisa continúa siendo incierto ductistas específicos producen muy diferentes opiniones, incluso
(McGuire, 1985, pág. 241). Lo cierto es que el estudioso de la por parte de la misma persona.
opinión pública encontrará a todos y cada uno de ellos mencio- Segundo, las expresiones públicas de opiniones'deben tener
nados en los esfuerzos por explicar cómo y por qué las personas tanto que ver con la configuración de las estructuras cognitivas
expresan sus opiniones particulares. internas como a la inversa (Bem, 1970). Las personas pueden
82 LA OPINIÓN PÚBLlCA

hacer uso activo de diferentes oportunidades de expresar opi-


niones variadas, como una forma de tomar decisiones. Esto es
lo que el modelo discursivo de la opinión pública (capítulo 3)
II CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES

pre~ar una opinión s.obre el asunto puede ser un nuevo paso


hacIa un punto de vIsta más cristalizado o decidido (Price y
Roberts, 1987). Sólo cuando una opinión secreta ha cristalizado
83

implicaría en el nivel individual. Igual que el público necesita


tiempo para responder colectivamente a un problema, así tam- I podrán las opiniones expresadas mostrar altos niveles de cohe-
rencia en las distint~s ~ituaciones. La lección de la investigación
bién un juicio secreto de un indfviduo respecto a un asunto
puede también necesitar algún tiempo para desarrollarse, ga-
I sobr~ las pseudo-opmlOnes es que dichos juicios cristalizados se

nando coherencia y estabilidad en respuesta a meditaciones so- i dan con demasiada poca frecuencia entre la población general,
al menos sobre las cuestiones típicas de interés de los analistas
bre el problema, a la recogida de información, a la considera- políticos.
ción de los diversos aspectos del asunto y a su examen en
conversaciones con los demás (Price y Roberts, 1987; Hochs-
child, 1981). . Observación de opiniones
La sensibilidad ante este fenómeno conduce a los investiga-
dores a hablar de la opinión considerando que tiene varios esta-
i . Dadas tales complejidades, los intentos de observar las opi-
dos de «definición>' o «cristalización>' (Bryce, 1888, págs. 4-5; mones pueden comprensiblemente implicar mucho más que
Katz, 1940; Kelman, 1974; BerelsoÍl y otros, 1954, pág. 183; un.a grabación directa de nivel superficial de respuestas del tipo
Crespi, 1989, págs. 59-60). En el transcurso de la formación de <<SI/no». Aunque el dato fundamental para la investigación de la
un juicio interno coherente, una persona puede muy bien expre- opinión pública es)~stamente una expresión de apoyo u oposi-
sar un conjunto de diferentes opiniones en una variedad de
entornos conductistas (Atkin y Chaffee, 1972). Tal modelo pue-
de reflejar no tanto una serie de pseudo-opiniones, como la inte-
l. CIón a alguna polItIca o candida¡o, los investigadores tienen
buenas razones para comprobar estas preferencias establecidas
~ás cuidadosamente y aprender más sobre los juicios secretos,
racción natural de la cognición y la conducta a lo largo del tiem- SI los hay, que subyacen en dichas expresiones. Además de des-
po. Como sugería Kelman (1974), acción y reflexión meditada cubrir cuándo dice situarse una persona en pro o en contra de
se despliegan juntas, con frecuencia en una forma dialéctica. Al una propuesta, el analista riguroso de la opinión pública busca
discutir un asunto, las personas hacen, presumiblemente. una aprend~r.mucho más. ¿Cuánta y qué tipo de infonnación apoya
serie de intentos de expresar su punto de vista evolutivo. Al esta opmlón? ¿Hay .valores ~ actitudes subyacentes a ella? ¿Con
mismo tiempo, pueden inferir activamente sus ideas y juicios al qué firmeza se sostiene? ¿TIene sus raíces en alguna identifica-
observar su propia conducta (Bem, 1970). Las opiniones expre- ción concreta de grupo? ¿Qué probabilidad tiene de cambiar?
sadas pueden constituir, de esta forma, tests de conductas que Ya hemos observado anteriormente que la investigación so-
ayuden a una persona a encaminarse hacia un juicio definitivo, bre la medición de la opinión ha sido desde hace tiempo vital
bien formado, sobre la materia. El proceso discursivo de la for- para este campo.7 Esta línea de investigación puede verse, bajo
mación de la opinión no es sólo un fenómeno de nivel interper-
sonalo colectivo, sino que se da también en el nivel individual.
El primer encuentro de alguien con un problema nuevo produ- iniciale~ van marca?as p~r una cierta ambivalencia (Hochschild, 1981). Una
p~og~eslón desde la mc:ertldumbre hasta una opinión cristalizada puede descri-
cirá con--probabilidad-una opinión-relativamente impulsiva-e --- - ---j - blr bien el proceso típlco-de-formación--de-la -opirlión. - -----
irreflexiva.' Pero cada oportunidad de pensar sobre ello y ex- I 7. Schuma.n y Presser (1981) apuntan, sin embargo, que esta investigación se
ha da~o en Ciclos. Durante los años cuarenta, se realizaron muchos estudios
expenmentales sobre los términos utilizados en las preguntas y la forma de las
6. Esto no quiere decir que las respuestas iniciales a un asunto nuevo sean preguntas (~a~tril,.1944; Pay~e, 1951). Estos estud!os demostraron hasta qué
necesariamente provisionales. Si un problema concreto evoca actitudes espe- punto las dlstnbuclOnes margmales de las respuestas podían alterarse incluso
cialmente fuertes que se inclinan claramente hacia una respuesta concreta, en- por mínimos cambios en los términos. En parte debido a que estos efectos
tcinces la opinión inicial puede muy bien ser fuerte y determinada. Pero lo cierto llegaron a 5:r a~pliamente reconocidos-si bien no completamente comprendi-
es que para muchas personas, al tratar sobre muchas cuestiones, las respuestas dos-,Ios anos cincuenta y sesenta produjeron una investigación mucho menor
84 IA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 85
un cierto prisma, dedicada a fines puramente prácticos: obtener El objeto de enfoque específico seleccionado por un entrevista-
una indicación exacta de una opinión. Ciertamente, algunos do puede traer a la mente un conjunto diferente de ideas.
estudios metodológicos, especialmente en los años treinta y Las frases o palabras usadas en las cuestiones sobre opinión
cuarenta tenían este objetivo en mente. Desde finales de los alteran, aunque sea muy ligerarriente, el enfoque de la opi-
. ~
,i :.,"
setenta, ;in embargo, la investigación sobre medición de la opi- i nión dada en respuesta. Incluso pequeños cambios en el léxico
nión se ha orientado más hacia la opinión (Bishop, Oldendick y utili~ado en la pregunta pueden a veces producir variaciones
Tuchfarber, 1978, 1982; Schuman y Presser, 1981; Sudman con consecuencias en los resultados. Por ejemplo, unos cuantos
y Bradburn, 1982; Tourangeau y Rasinski, 1988; Sch,¿,arz, experimentos han mostrado de forma coherente que la propor-
1990). Al descubrir cómo influye en las personas el camblO de :i.
ción de personas que apoya la libertad de expresión es aproxi-
palabras, qué diferencia causa el orden de las preguntas, y c.ó~o madamente un 20 % más alta cuando responde a la pregunta :i;i·
influye la variación de las opciones de respuesta en las OpInIO- «¿Cree usted que los Estados Unidos deberían prohibir los dis-
nes dadas, los analistas se colocan en mejor posición para enten- cursos públicos contra la democracia?» que cuando se les pre-
der la naturaleza de las opiniones. Una revisión de algunas de gunta «¿Cree usted que los Estados Unidos deberían permitir
las cuestiones clave en la medición de la opinión es instructiva, discursos públicos contra la democracia?» (Rugg, 1941; Schu-
pues cada una tiene importantes implicaciones conceptuales. 8 man y Presser, 1981). Smith (1987) descubrió que el uso de la
. ¿De qué trata? Por definición, una opinión ~e?e ser sobre expresión personas a cargo de la asistencia social en oposición a
algo. Las preguntas diseñadas para obtener opllllOnes deben personas pobres en preguntas sobre el gasto federal tendía a pro-
centrar con éxito la atención de las personas en asuntos o pro- ducir respuestas notablemente menos generosas, aproximada-
blemas específicos. Converse y Presser (1986) acentúan la nece- mente un 40 % menos. El efecto se explica como un producto de
sidad de proporcionar una estructura común de referencia para las diferentes creencias y actitudes presumiblemente evocadas
las preguntas de encuesta, de tal forma que todos los entrevista- por las dos expresiones. Una referencia a la asistencia social
dos puedan reaccionar al mismo estímulo al formular su res- provoca nociones de despilfarro gubernamental y burocracia,
puesta. Puede presentarse una di versidad de dificultades. Algu- mientras el término «pobre» no las provoca. Las referencias a la
nas son obvias como en el comúnmente reconocido problema .,, asistencia social pueden evocar también actitudes raciales en
de los element~s de encuesta de doble fondo, que hacen más de , mayor cantidad que las referencias a la pobreza.
una simple pregunta (por ejemplo, «¿Debería permitirse a los Los efectos documentados del uso de un determinado léxico
espectadores de menos de 17 años ver películas violenta,s o e~­ son abundantes (Cantril, 1944; Payne, 1951; Schuman y Pres-
plícitamente sexuales?»). Pero otros casos pueden ser mas .sut~­ ser, 1981). Sin embargo, los efectos del léxico de la pregunta
les como cuando una política se asocia con un grupo o un mdI- son, con frecuencia, impredecibles, y en algunos casos pregun-
viduo por ejemplo «¿Apoya usted o se opone a la política del tas ostensiblemente predispuestas no consiguen producir los re-
presidente Clinton en Oriente Medio?». Est~.situación p~rmite sultados anticipados. Schuman y Presser (1981), por ejemplo,
respuestas selectivas a dos estímulos: la polIllca y el p:esldente presentaron experimentos donde frases aparentemente inten-
(a veces llamado problema de prestigio; Rugg y Cantnl, 1944). cionadas en preguntas sobre la libertad de expresión, tales como
_referencias a personas cuyas ideas se.consideran dañinas y peli-
grosas, no afectaron al modelo de respuesta. Tampoco la susti-
en preguntas y respuestas de sondeo. ~o f~e. h.asta la mit~d de ~o~ años se~enta tución de la aséptica frase ponerfin a un embarazo por tener un
cuando los investigadores, una vez mas, dmgleron una slstematlca atención a aborto en cuestiones sobre el derecho al aborto tuvo ningún
analizar el impacto de las variaciones en los términos de las preguntas, el orden, impacto apreciable.
las opciones de respuestas, etc. (véase Schuman y Presser, 1981, págs. 1-10).
8. Evidentemente, intento una revisión no exhaustiva de lo que es un corpus Algunas variaciones en el enfoque de la pregunta sí que pro-
de publicaciones amplio y en expansión. Sudman y Br~~burn (1974) y S:huma.n ducen resultados sistemáticos e interpretables. Por ejemplo, el
y Presser (1981) tocaron la mayoría de los asuntos baslcos. Una coleCCión mas apoyo entre los americanos a las libertades civiles en abstracto
reciente de ensayos es la de Hippler, Schwarz y Sudman (1987). es bastante alto, del mismo modo que el apoyo para las realiza-
:j;.
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86 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 87 .,
~

ciones políticas específicas de aquellos principios generales es 1 Por esta razón, los investigadores de la opinión, a menudo,
mucho más bajo (McClosky, 1964; Roll y Cantri!, 1972). Las ·1 intentan medir reacciones a una variedad de propuestas que se
personas están, con frecuencia, dispuestas a apoyar principios j basan en el mismo problema general, para conseguir una mejor
tales como libertad de expresión, incluso cuando prefieren no ! apreciación de las tendencias principales de la persona al res-
apoyar algunas aplicaciones aparentemente claras de tales prin-
cipios, tal como permitir la libre expresión de los comunistas
1, ponder ante un problema (construyendo, muchas veces, escalas
de opinión de múltiples ítems ·en vez de apoyarse en una sola
(Prothro y Origg, 1960). El cambio de pregunta varía el foco de pregunta). Las elecciones alternativas pueden captarse median-
atención y en consecuencia el asunto en cuestión también varía: j te diferentes formatos de pregunta. Las propuestas que compi-
en este caso desde la bastante agradable noción de <<libertad de
expresión» a la perspectiva menos atractiva de «propaganda co-
munista».
i ten pueden colocarse ordenadamente, evaluarse las alternativas
por medio de parejas de comparaciones, o utilizarse preguntas
¿Cuáles son las posibilidades de elección? Las preguntas no abiertas (Converse y Presser, 1986).
sólo se centran en un asunto o problema concreto, sino que son Las medidas utilizadas en la investigación sobre la opinión
también elecciones sobre lo que se debe hacer. Expresan una
preferencia sobre un curso de acción concreto. En la práctica,
los investigadores de la opinión no solicitan directamente las
Ii pública, generalmente tienen una doble calidad básica, favor u
oposición. Esto puede reflejar, tanto como cualquier otra cosa,
la controvertida naturaleza del debate público, que tiende a re-
preferencias populares, no al menos en el sentido de preguntarle ! solverse en campos opuestos (Noelle-Neumann, 1970).' Entre
a las personas sobre sus propias soluciones preferidas a los pro- los formatos más comúnmente empleados está la pregunta equi-
librada que opone dos alternativas. Por ejemplo, una pregunta
blemas públicos. En su lugar, a los encuestados se les ofrece
habitualmente una o dos propuestas que han surgido en debate II del National Election Studies utiliza este formato equilibrado:
público y que se consideran opciones políticas viables, y se pide ~.. «Algunas personas piensan que hombres y mujeres deberían
a los encuestados que indiquen su apoyo u oposición a aquellas desempeñar igual papel en la sociedad, mientras otras opinan
propuestas. En el caso de candidatos que se presentan para el que el lugar de la mujer es el hogar... ¿Usted qué opina?». En
gobierno, simplemente se les pregunta a cuál preferirían. tales casos, las alternativas contraequilibradas deben seleccio-
Qué tipo de elecciones y cuántas de ellas referentes a un narse con cuidado para asegurarse de que son propiamente
problema dado deben ofrecerse a los encuestados son preguntas opuestas e igualmente extremas; de otro modo, acabarán con-
de importancia metodológica y conceptual. Hay una tendencia, virtiéndose en dos preguntas diferentes o proporcionando una
al menos en encuestas comerciales, a confiar en respuestas del elección intermedia, inherentemente ambigua (Rosenstone y
tipo sí o no a preguntas sencillas como indicadores de la opinión Diamond, 1990).1°
pública sobre diferentes asuntos, una práctica que Crespi
(1989) sugiere que refleja un modelo implícito de voto de la 9. Se ha observado generalmente que el debate público consta de dos posi-
opinión pública. Pero como observa Crespi, «las opiniones que ciones yque la opinión pública, aunque inicialmente desorganizada. finalmente
se simplifica, en líneas bipolares, en dos alternativas que compiten (véase
subyacen a la conducta de voto no pueden descubrirse con una Bryce, 1888). Si las opiniones son, en cierto modo, naturalmente bipolares en la
simple pregunta» (pág. 77). Se necesitan, insiste, en cambio, naturaleza, es algo que aún no se ha investigado demasiado. Pero hayal menos
una variedad de preguntas que se enfoquen hacia diferentes una cierta evidencia de que las estructuras conocidas que subyacen en las actitu-
aspectos de un problema y que-abótderi puritos de vista-de las des-y opiniones son-generalmente-bipolares en su [onna (Judd -y Kulik, 1980;-
Hymes, 1986; véase Pratkanis y Greenwald, 1989, págs. 264-266).
personas sobre las formas alternativas de tratarlo. Riesman y 10. La alternativa más simple es utilizar cuestiones diferentes, sin equilibrar,
Olazer (1948) reaccionaron de forma similar a opciones de res- Que pregunten sobre el acuerdo respecto a una sola proposición (por ejemplo
puesta simplificadas. «Deberíamos, al menos, asumir que pue- «¿Cree usted que hombres y mujeres deben desempeñar el mismo papel?»),
de existir otra estructura de opinión», dicen, «en la que cada mejor que forzar una elección entre dos alternativas equilibradas. Pero estas
cuestión tenga muchos lados, y muchas perspectivas desde las preguntas no equilibradas están sujetas a un problema diferente, generalmente
conocido como decir sí, o respuestas de aquiescencia. Es decir, las personas
que observarse, cada una matizada con diversos grados de signi- tienden a estar de acuerdo con las proposiciones. Para estropear aún más las
ficado e influencia» (pág. 634). cosas, los entrevistados con menor nivel educacional son más proclives a la
88 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 89

La elección de un formato y la elección de alternativas de tentes, pues pesan directamente sobre la capacidad del público
respuesta influirán de alguna forma en el modelo consiguiente en general para sostener opiniones (capítulo 2). Hay también
de resultados. Schuman y Presser (1981) observan que las per- implicaciones prácticas para describir la opinión pública: ¿qué
sonas, una vez que aceptan ser entrevistadas, «aceptan también opiniones han de tenerse en cuenta? Dado que muchas personas
el sistema de las preguntas e intentan trabajar rigurosamente no parecen seguir en absoluto las controversias públicas, los ana-
dentro de ese sistema» (pág. 299). Estos analistas consideran el liSIas. intentan a veces discernir qué segmentos de la población
impacto causado por la forma de la pregunta principalmente en tienen base informativa para una opinión y cuáles no.
términos de limitación de pregunta. Es decir, las opciones pro- En algunas ocasiones, los investigadores intentan valorar la
porcionadas por el investigador son aquellas que la mayoría de provisión de información asequible a una persona para formar
los entrevistados seleccionarán, aunque hubieran podido selec- una opinión, haciendo preguntas erróneas sobre el problema.
cionar una fanna de respuesta diferente si se les hubiera ofreci- Pero la identificación del conocimiento relevante es complica-
do. Cualquier formato, proponen Schuman y Presser (1981), da. La información considerada relevante por el investigador
limitará, de algún modo, las respuestas.!1 puede no serlo para el entrevistado y viceversa. Generalmente,
¿Está bien meditada? Una dimensión clave de una opinión los analistas se basan en la propia estimación de las personas
es la cantidad d¡;: información que la apoya. Hemos observado respecto a su capacidad de proporcionar una opinión. Un méto-
10 notablemente bajos que son los fondos de información apa- do básico es mencionar un explícito «No lo sé» como opción de
rentemente al alcance de la mayoría de las personas como para respuesta. Una aproximación similar es la utilización de cues-
ser considerados al formar sus juicios sobre cuestiones públicas. tionesfiltra, preguntando si el entrevistado ha oído o meditado
Como señalan Lane and Sears (1964), (<uno de los más interesan- sobre el asunto antes de hacerle l~ pregunta. Estos procedimien-
tes aspectos de la opinión sobre cuestiones públicas es el grado tos reducen en gran medida, frecuentemente, la proporción de
con que las personas mantienen "firmes" puntos de vista sobre personas que ofrecen su punto de vista. La investigación de-
asuntos de los que apenas tienen información» (pág. 11). Las muestra que ofrecer «No lo sé» como una categoría de respuesta
preguntas alrededor del nivel de información de apoyo son insis- asequible, habitualmente produce un incremento de un 20 %
enlre los que no dan opinión (Schuman y Presser, 1981)."
Hay otras razones, quizá más importantes, para considerar
aquiescencia que los mejor educados, y en consecuencia, esto influye sistemáti- el marco de ideas que la gente es capaz de evocar al meditar
camente en la distribución de la opinión en tales cuestiones. La evidencia sugie-
re que las preguntas no equilibradas que utilizan respuestas del tipo si-a-no, o a sobre asuntos públicos. Las consideraciones concretas que una
favor/en contra, producen generalmente resultados bastante similares a las pre- pregunta trae a la mente determinan qué tipo de opinión se,
guntas equilibradas, aunque pueden evitarse las escalas de respuestas acuerdo! expresa. Zaller y Feldman (1987) pidieron a entrevistados
desacuerdo, dado que aparecen específicamente unidas a una propensión a la en un estudio que elaboraran sus respuestas a preguntas de opi-
aquiescencia (Schuman y Presser, 1981). Hay también una cierta evidencia de
nión describiendo, con sus propias palabras, «el tipo de cosas
que una serie de cuestiones equilibradas en ramificación y distribuidas en mu-
chas categorías (por ejemplo, siete) totalmente etiquetadas, aunque necesiten que les viene a la mente» cuando meditaban sobre los asuntos
más tiempo que otros fonnatos de pregunta, producirán los resultados más implicados; en un 50 % de los casos este procedimiento se llevó
fiables (Krosnick y Berent, 1990). a cab~ antes de que las persol].as respondieran, y en otro 50 % de
11." La" elección entre preguritas" abiertas o cerradas proporciona un caso los casos se hizo retrospectivamente, tras responder a la cues-
aparte. Hay pocas dudas acerca de que la selección concreta de respuestas en
una pregunta cerrada limita los resultados. Pero es también cierto que las pre- tión. El resultado sugiere que las personas -incluso relativa-
guntas abiertas pueden limitar a los entrevistados, bien sea por fracasar en el . mente desinformadas- no generan sus opiniones en un vacío
intento de recordar las respuestas que podrían haber seleccionado, o por no informativo. Hubo un promedio de cuatro comentarios sustan-
hacerles conscientes del amplio margen de respuestas posibles (véase Schuman
y Presser, 1981, cap. 3). Entrevistados con nivel educativo relativamente bajo,
por ejemplo, pueden no estructurar espontáneamente sus respuestas a pregun- 12. Es interesante que la creciente proporción de respuestas del tipo «No lo
tas abiertas en la misma forma o tan elaboradamente como los entrevistados sél} tienda a no influir en las proporciones relativas de personas que favorecen o
con mejor nivel educativo o los investigadores. se oponen a propuestas concretas (Schuman y Presser, 1981, caps. 4, 6).

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"

90 LA OPINIÓN PÚBLICA . CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 91

tivos por cuestión opinada, y virtualmente todos los entrevista- opinión se sostiene. Hay varias dimensiones relacionadas pero
dos dieron al menos una consideración inteligible. Alrededor conceptualmente distintas que debemos considerar a este res- ..." ,
del 30 % ofrecieron pensamientos que observaban ambas posi- pecto: inlensidad (la fuerza de los sentimientos de alguien res- i:.;'..
ciones frente al asunto. El proceso se repitió con las mismas pecto a un asunto concreto), deslacabilidad (lo mentalmente
personas un mes después, y ·cerca del 33 % expresaron pensa- accesible que es una opinión dada), importancia (cuán crítico se :'.'
mientos en pugna respecto al mismo asunto. Como afirman copsidera que es el asunto o la opinión), y certeza (qué seguri-
Zaller y Feldman, <da misma persona puede responder a la mis- dad se tiene de que la opinión es correcta).
ma pregunta, en dos ocasiones diferentes, como si fueran dos A la intensidad de opinión se le ha dedicado la mayoría de la
preguntas distintas ... Una pregunta sobre los servicios del go- atención empírica y puede enjuiciarse de distintas formas. Un
bierno puede evocar un espectro de intereses especiales y de procedimiento implica dos pasos. Primero, se requiere la opi-
exageradas burocracias en una entrevista, y una imagen de edu- nión de una persona (a favor o en contra), seguida de una segun-
cación, seguridad social y seguridad aérea en otra» (pág. 11). da pregunta sobre con qué fuerza cree en ella. Más común aún
Como vimos anteriormente, es posible que una sola persona es un procedimiento de un solo paso, que pide a los entrevista-
proporcione opiniones opuestas sin cambiar las actitudes o , dos que indiquen sus opiniones en escalas de cinco o siete pun-
creencias subyacentes, si el sistema de referencia para la cues- 1 tos que van desde «intensamente de acuerdo» a « intensamente
tión ha variado de alguna forma. Una mayor provisión de infor- en desacuerdo» (aunque, según Converse y Presser [1986], esta
mación asequible, dado que multiplica la gama de ideas que II práctica puede confundir la opinión extremada con la intensi-
puede convocar la mente, podría producir menos coherencia en ; dad del sentimiento). Las mediciones de intensidad son analíti-
diferentes ocasiones, al menos hasta que se determina un juicio camente bastante útiles para los investigadQres de la opinión,
1
cristalizado. pues les permiten la separación de los entrevistados en aquellos
¿Están bien organizadas? Una cuestión conexa concierne a I cuya opinión está profundamente enraizada y aquellos cuya res-
i
lo bien organizadas que pueden estar las opiniones de una per- puesta está ligeramente sostenida (Riesman y Glazer, 1948).
sona. Una vez formada en la mente, una opinión puede inte- Los estudios indican que las opiniones intensas son más esta-
grarse fuertemente con otras opiniones, conectarse imp~ecisa­ 1 bles a través del tiempo y también más altamente interrelacio-
mente o aislarse completamente (Lane y Sears, 1964). Una nadas (es decir, más altamente organizadas) que las opiniones
persona puede intentar conscientemente mantener un conjunto I débilmente sostenidas (Schuman y Presser, 1981).
coherente de puntos de vista interrelacionados sobre las cues-
tiones públicas, mientras otra puede abrigar una colección de
I La destacabilidad e importancia de una opinión se abordan,
frecuentemente, como intercambiables, aunque deben distin-
opiniones que han sido escasamente meditadas en relación unas guirse conceptualmente (Krosnick, 1988a pág. 196). Una opi-
con otras. Referencias a la organización de las opiniones en la nión es destacada cuando es el foco de atención y es importante
investigación se refieren no tanto a las estructuras subyacentes cuando es objeto de interés. Los dos atributos están, tal vez, ::!,.
de cualquier juicio dado como al contexto cognitivo de tal opi- causalmente relacionados; cuanto más tiempo se pasa conside-
nión: cómo se integra, si lo hace, con otras opiniones. Como rando algo, más importante parece. A la inversa, cosas consi-
observó Converse (1964), muchas personas no mantienen opi- ~eradas importantes pue~en_ acapari:lr una gran paxt~_4.e D.ll.est:ra
·hibifes· qtie- se-oi!.ftü1:iten de f6iriilfdjDsecuente-coIfiiáa- ioeolo:' --- --afeilción.KiosniCk \1988a) indica-que las personas están gene-
gía global liberal o conservadora. Las opiniones pueden, en ralmente enteradas de y son capaces de transmitir cuán impor-
cambio, organizarse en «conjuntos de opiniones» o grupos de tantes consideran que son los distintos asuntos. Ha descubierto
opiniones relacionadas, manteniéndose cada grupo en un aisla- que la estabilidad, a través del tiempo, de las opiniones sobre
miento relativo (Lane y Sears, 1964). O simplemente pueden programas de bienestar social, gastos de defensa, distensión y
desperdigarse. garantías de empleo, es claramente superior para aquellos entre-
¿Con qué fuerza se sostienen? Otro conjunto de característi- vistados que confiesan que tales asuntos son para ellos perso-
cas se relaciona de una u otra forma con la fuerza con que la nalmente importantes (Krosnick, 1988b). Además, las opinio-

.,
-~-!!;
92 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 93
nes sobre aquellos asuntos que las personas consideran impor- Schuman y Presser (1981) han investigado esta cuestión
tantes parecen desempeñar un rol más trascendental en su eva- considerando dos asuntos: el derecho al aborto y el control de
luación de las realizaciones del gobierno (Krosnick, 1988a, :'
armas, comparando diferentes medidas de intensidad de senti-
1990). miento, importancia (lo que denominan centrality) y compro-
Quizá no se haya explorado tanto empíricamente la certeza miso de acción (medido por el envío de cartas y donaciones
con que se sostiene una opinión, es decir, hasta qué punto con- monetarias). Los dos asuntos produjeron resultados diferentes.
fía una persona en que su opinión es correcta. Esta dimensión En el caso del derecho al aborto, la intensidad de la adhesión y
puede juzgarse de varias formas, tales como preguntarle hasta la importancia predijeron altos niveles de acción política, y de
qué punto está segura de su punto de vista o qué probabilidad forma uniforme para las personas a favor de las dos posibles
cree que tiene de cambiar de opinión. Riesman y Glazer propu- posturas respecto al asunto. Pero en el caso del control de armas ji'"
sieron incluso en 1944, que «puede experimentarse COn esto
:,:
hubo un desequilibrio interesante. Los entrevistados que se
haciendo recusar o argumentar al entrevistado con la respues- oponían a la existencia de licencias de armas -decididamente
ta» (pág. 635); sin embargo, esta técnica puede ser bastante in- una minoría- traducían sus sentimientos subjetivos de impor-
cómoda y los resultados potencialmente erróneos. Un tipo de tancia en acción política, mientras las personas del grupo mayo-
personalidad beligerante puede confundirse con una opinión ritario que estaban a favor del control de armas no lo hacían.
I
firmemente sostenida, y un introvertido puede ser una persona Schuman y Presser (1981) conjeturaron que la National Rifle
de principios estables. Probablemente la certidumbre será co- Association colaboró a movilizar a la oposición al control de
rrelativa a la cantidad de información (por ejemplo, el número
de creencias) que apoya una opinión, aunque la propia confian-
za en aquellas creencias subyacentes será de importáncia críti-
ca. Un hecho bien puede valer muchas informaciones de veraci-
I armas. Factores organizati vos nos recuerdan que no debemos
asumir que en el nivel individual la intensidad, importancia o
certeza conducirán necesariamente a una implicación activa.
La opinión pública efectiva que depende en gran medida de la
.:'

dad desconocida.
¿Conducirá a comprometerse en una acción? Una cuestión r actividad política puede muy bien diverger del conjunto total
de la opinión expresada.
muy relacionada con la fortaleza de la opinión es si una opinión, ¿Cómo se relaciona con otras personas? Las percepciones de
una vez forjada en la mente, encontrará una salida en una deter- apoyo u oposición social pueden ser críticas para la formación y
minada acción política. Las opiniones expresadas verbalmente expresión de opiniones. Como observó Allport (1937), «puede
-incluso cuando parecen firmemente sostenidas- pueden no es- suponer una _considerable diferencia en la propia conducta,
tar de acuerdo con las opiniones expresadas a través de acciones apoyando u oponiéndose a una medida concreta, si se es cons-
tales como unirse a grupos de protesta, escribir sobre asuntos ciente, o incluso se imagina, que otros reaccionan de igual ma-
públicos, o dar dinero para una causa. Can tri! (1948) observó nera» (pág. 18). Igualmente, puede tener consecuencias la im-
que las opiniones abstractas o intelectuales pueden no traducirse presión de que los otros reaccionan de forma diferente, en otras
en «opiniones sobre las que se basen juicios y acciones concre- palabras, que se es una minoría aislada (Noelle-Neumann,
tas» (Cantri!, 1948, pág. 41). Por ejemplo, hay más personas que 1984). Básica también para la opinión de una persona es la
aprueban la forma de actuar de un presidente que las que dicen comprensión de quién está de cada lado, qué tipo de personas
que le votarían en unas elecciones «si se realizasen hoy}) (Crespi, están a favor de la proposición y qué tipo de personas se oponen
1989). Se ha publicado mucho sobre las relaciones en general de a ella. Las percepciones de un individuo de las alineaciones
la actitud respecto a la conducta (Kelman, 1974; Schuman y sociales y las escisiones dentro del público constituirán el con-
Johnson, 1976; Liska, 1975; Cushman y McPhee, 1980; Cialdini, texto social dentro del cual se forman las opiniones (Price,
Petty y Caccioppo, 1981; J. Coaper y Croyle, 1984), pero la pre- 1988, 1989).
gunta actual es más específica en su naturaleza. ¿Se traducirá un Noelle-Neumann (1984) indica que no es posible una com-
juicio a favor de una determinada política en acciones políticas prensión total de la opinión pública a menos que se examinen
comprometidas a asegurar tal fin? también las estimaciones subjetivas del clima de opinión. Esto

.'
i
94 LA OPINIÓN PÚBLICA CONCEPTUALIZACIÓN DE OPINIONES 95

puede realizarse preguntando a las personas, además de sus pro- tamente al propio proceso de medición. Las opiniones tienen
pias opiniones, qué suponen que las otras personas o grupos variados términos de revelación. Pueden expresarse fácilmente
piensan sobre cuestiones específicas, cuál creen que será la ten- en un entorno y suprimirse totalmente en otro. Los investigado-
dencia futura de la opinión pública, o qué parte finalmente ga- res de la opinión, que se han sensibilizado mucho ante esta
nará (Noelle-Neumann, 1984; Glynn y McLeod, 1984; Glynn, cuestión, han adoptado la práctica común de intentar llevar al
1987; Glynn y Ostman, 1988). Estas estimaciones subjetivas máximo la relación entre entrevistador y entrevistado. Se inten-
son objeto de distorsiones perceptuales sistemáticas que pueden ta habitualmente, por ejemplo, mediante el uso de un lenguaje
provocar que la realidad percibida dive¡ja de la realidad objeti- Común y seleccionando entrevistadores que encajen tanto como
va del conjunto de opiniones (Fields y Schuman, 1976). Por sea posible en las características sociales del entrevistado. Algu-
ejemplo, cuando el enfrentamiento político entre los grupos de nos investigadores han sugerido, sin embargo, que-una relación
la comunidad es muy visible, las personas menos implicadas demasiado intensa entrevistador-entrevistado puede también
pero atentas pueden desarrollar una percepción exagerada de la producir respuestas menos válidas (Hyman Cobb Feldman
polarización de opinión entre el público (Pearce, Stamm y Hart y Stember, 1954; Dohrenwend, Colo~boto;y Dohren:
Strentz, 1971; Grunig y Stamm, 1973). Davison (1983) ha suge- wend, 1968; Weiss, 1968).
rido, y la evidencia parece confirmarlo. que las personas tien- Para resumir, los investigadores de la opinión tienen, al me~
den a sobreestimar el impacto que un acontecimiento concreto nos, siete preguntas conceptuales importantes de que ocuparse
o un mensaje puedan tener en la opinión pública en conjunto; al recoger e interpretar opiniones observadas:
este fenómeno se llama efecto de la tercera persona (Cohen, l. ¿De qué trata exactamente? ¿Cuál es el enfoque de la opi-
Mutz, Price y Gunther, 1988; Lasorsa, 1989; Mutz, 1989; Per- nión? .
loff, 1989). Las percepciones distorsionadas de la opinión pú- 2. ¿Qué elecciones alternativas han estructurado O limitado
blica pueden influir en la disposición de las personas a discutir la respuesta?
sus ideas, alterando, en consecuencia, la dinámica de la comu- 3. ¿Está bien considerada la respuesta?
nicación del público y de la formación de opinión (Noel1e- 4. ¿Cómo se relaciona esta opinión, si 10 hace, con otros
Neumann, 1979)-" puntos de vista?
Las circunstancias sociales y las expectativas no sólo confi- 5. ¿Con qué fuerza se mantiene? ¿Con qué grado de certe-
guran la formación de opinión sino que también afectan direc- za?
6. ¿Qué oportunidades hay de que resulte en una acción de
13. Hay evidencia de Que las personas, implícitamente, se comparan con los compromiso político?
demás cuando responden a encuestas, incluso con preguntas sobre conductas 7. ¿Cuál es el contexto social percibido dentro del cual se ha
relativamente inocuas, tales como la totalidad de horas que emplean viendo la formado y expresado esta opinión?
televisión. Schwarz (1990), tras extensos estudios sobre las alternativas de res-
puesta ofrecidas por las preguntas en las encuestas, concluyó que la gama de
Las respuestas a estas preguntas no son, en ningún caso, fáci-
alternativas de respuesta ofrecidas es interpretada generalmente por los entre- les de obtener, pero están esencialmente implicadas en los es-
vistados como un reflejo de la distribución de respuestas en la población en fuerzos por ensamblar las opiniones individuales, una vez ob-
general (véase también Schwarz, Strack, Muller y Chassein, 1988). Como dice __se!y_ª_º-ª~, _~,Q __UJ;la _imagen _compuesta _de la-opinión--pública.-
-- Schwarz-(l990),-<dos-extremos de la-escala -seO-asume -que-represerit:ü'i"ló-S- extú:---- Volveremos a esta tarea en el capítulo 5.
mas de la distribución y los valores del centro de la escala se considera Que
representan la conducta usual o media» (pág. 281). En consecuencia, los entre-
vistados utilizan la escala como su estructura social de referencia al estimar su
propia respuesta. Pueden, igualmente, realizar variadas inferencias respecto a
ellos mismos, comparando su propia respuesta con la distribución implicada
por la serie de la escala de respuestas (por ejemplo, si se consideran como televi-
dentes empedernidos, con referencia a la población en general, tienen mayor
tendencia o probabilidad de considerar la televisión como importante para
ellos) .

,
.
5. Conceptualización del proceso de la opinióñ pública

., .
Nuestro análisis sobre este Plinto ha separado los aspectos
colectivo e individual de la opinión pública, tcatándolos se-
cucnciahnente, y más o menos iIidepcndientemehte, en los dos
úllimos capítulos. Aunque este, orden de presentación sigue la
tendencia histódca de conceptualizar la opinión pública y los
servicios como una útil organización heurística, tiende a supo-
ner un cierto estado de la cuestión. De hecho,los aspectos colec-
tivo e individual de la opinión pública nunca se han separado
dicstra o fácilmente en la investigacÍón.
Ha habido, sin duda, un cambio general, de la postura colec-
tiva a la individual, en la conceptualización de la opinión públi-
ca (Carey, 1978; Price y Roberts, 1987; P. Converse, 1987). Esta
oscilación fue parcialmente un movimiento de alejamiento de
nociones abstractas, y difícile.s de investigar, de la opinión pú-
blica como un complejo orgánico total, hacia una aproximación
más manejable que comienza con una muestra representativa
de opiniones individuales «en toda SU estrechez y firmeza» (P.
98 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚDl:ICA 99
, '

Convcrse, 1987, págs. SI3-SI6). Lo que los teóricos dc la men- invcstigarlos y seguirlos indepcndientementc pucde limitar el
talidad colectiva intentaban crear conceptualmente de arriba análisis de la conducta política. Esta separación fomenta una
abajo, los investigadores empíricos intcntaron construirlo, tcndcncia. bicn sca a adoptar un modeloreduccionista, que in-
C0l110 si lucra ladrillo a ladrillo. de ¡¡bajo arriba. La tendencia tenta cxplicur el renómeno colcctivo cntcramcntc cn términos
refleja también los esfuerzos determinados de contrarrestar las de proccsós individuales, o a adoptar el punto dc vista de que
afirmaciones subjetivas y autoservidas sobre la opinión del pú- grupos y colectividades deben, de alguna forma, tratarse como
blico con sondeos más desapasion¡¡dos y represen tu ti vos de los lIIU\ totalidud Ycxplicurse únicnmentc en términos de sus cuali-
puntos de vista populares. dades integrales, supraindividualcs.
La mayoría de los investigadores actuales reconocen el valor Aceptar tal división es fracasar en cuanto a considerar seria-
de los datos de opinión de nivel individual conseguidos a través mentc la simultaneidad de la acción colectiva e individual. La
de inve,stigaciones de sondeo como un útil primario para estu- acción de grupo, sostiene Eulau, surge a la vez que las acciones
diar la 'opinión pública. Sin embargo, otros tantos reconocen de los miembros indi vi duales dentro del grupo. Por ejemplo,
que un teórico control de la opinión pública y la forma en que cuando un comité de admisión de una' facultad universitaria
funciona en la sociedad requiere también aten,ción al más am- debate los méritos de un aspirante, determina su «opinión» y
plio proceso colectivo dentro del cual las opiniones individuales «decide» admitir al estudiante, la decisión del grupo se desplie-
se forman y expresan. El analista de la opinión pública continúa ga simultáneamente al pensamiento individual, la formación de
enfrentándose al reto de intentar entender procesos políticos y opinión y la toma de decisión dentro del comité. A mayor esca-
sociales de gran escala: la con'stitución del público alrededor de la la decisión de una comunidad de recaudar un nuevo impues-
problen:\as compartidos, la negociación de propuestas políticas td, para edificar refugios para los desprotegidos, se despliega
enfrentadas, la aparición de asuntos y la formación de eoalicio- simultáneamente a muchas 'acciones individuales (prestar aten-
ción, pcnsar, habrar y decidir) quc llevan a cabo los cuerpos
'.
-'"Ji "nes entre clites políticas, ensombrecidas por coaliciones más
amplias cntre sus seguidorcs o detractores cntre el público es-
pectador. En el transcurso del intento de observar estos proce-
públicos dentro de la comunidad. Muchas unidades diferentes,
individuales Y colectivas, actúan juntas. En el transcurso de una
sos, sin embargo, el investigador inevitablemente se enfrenta a acción colectiva, hay una reciprocidad continuA,entre'las con-
la necesidad de entender fenómenos individuales: la atención ductas individuales y las estructuras sociales dentro de las cua-
prestada a asuntos públicos, la determinación de qué asuntos les se desamiUa. Como señala Chaffee (1975), «es la acción de
son personal o socialmente relcvantes, la adquisición dc, infor- los individuos lo que da vida a' las propied'aqcs estructurales
mación, la formación de opiniones en la mente de las personas, de los sistemas políticos, asl como estos últimds, a su vez, limi-
y la traducción de estas opiniones en acciones políticas. tan las conductas individuales» (pág. 86). ;'
Podemos muy bien conccptualizar la opinión pública como
surgiendll de un proceso colectivo, pero, si no reunimos infor-
Aspectos colectivo e individual, mación sobre los individuos dcl público y sobre cómo se com-
portan, nuestras ideas sobrc el proceso de surgimiento queda-
La investigación sobre la opinión pública debe, de alguna rán, en su mayor parte, cn mera especulación. Por otro lado,
forma, cubrir siempre los intereses colectivos e individuales. la investigación que se limita a las opiniones de los individuos
!al vez sea inev,itable un campo de investigación bifurcado, que investiga la conducta en cOlcctivos, pero descuida la conducta
mcluya unas personas que estudien el proceso sociológico y de los colectivos (véase Eulau, 1986, pág. 77). Se necesita alguna
otras de una inclinación más psicológica qlle estudien las opi- forma de hacer iilteligibles los procesos de formación de la opi-
niollos individuales. Es ... uís, la mayorla de las ~iellcias socialcs nión pública, por mcdio de observación, ,medición y anúlisis,
parecen haberse desarrollado en especialidades de nivel especi- sin descol1lponer~os en procesos de opinión de individuos dire"
fico (Paisley, 1984). Como señala Eulau (1986), sin embargo, la renciados. '
tendencia a separar la teoría en niveles individual y colectivo e Sin pretender una solución sencilla a este dilema, podemos
LA OPI!"ióN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINiÓN PÚBLICA 101
. . considerar de una forma más integradora los aspectos colectivo Dinámica de la lOma de decisión en un grupo. La dinámica
. e individual de la opinión pública. 1 Mejor que estudiar públicos colecti va de formación y cambio de opinión es más fácil de
u opiniones per se, conceptualizaremos los procesos de comuni- entcnder en el nivel interpcrsomil o de pequeño grupo, donde
cación por medio de los cuales se constituyen los públicos y los conccptos dc discusión y debate son directamente aplica-
dentro de los cuales se forman las opiniones sobre cuestiones blcs. Los psicosociólogos han ·estudiado durante mucho tiempo
públicas. El concepto de debate público, como observamos en el las formas en que las personas intcractúan al resolver los desa-
capítulo 2, está fuertemente entrelazado con cl concepto de opi- cuerdos en entornos comunicativos frente a frente, y especial-
nión pública. Con todo, las nociones dc discusióll y debate, aun- mente la influencia social en estas situacioneS (Lewin, 1948;
que no problemáticas como descripciones de comunicación in- Cartwright y Zander, 1953). Moscovici (1985) propone que la
terpersonal y formación de opinión en pequeños grupos cara a
cara, pueden requerir traducción cuando se aplican a procesos a inl1ucncia social se «fundamenta en la pugna y los esfuerzos por
gran escala de formación de la opinión pública. Examinamos conseguir un consenso» (pág. 353). Cuando se da un conflicto o
aqu! más cuidadosamente las formas dc discusión y debate que pugna dentro de un grupo, los miembros intentan mitigarlo y
caracterizan públicos amplios y hetcl'ogéneos (tales como «el controlarlo por 'mcdio de la discusión, rcstaurando así cl con-
público americano») y los diversos tipos de unidades cOmpo- senso del grupo o creando un nuevo consenso. El conflicto entre
nentes, colectivas e individuales, que entran en el proceso. Re- micmbros del grupo cstimula la diseusión y, a través de ella, la
visaremos también algunas de las formas en que los investiga- formación o cambio de opinión dentro del grupo. Los intentos
, dores de la opinión intentan observar cl debatc público. por rcsol vcr los desacuerdos son a la vez exploratorios y persua-
si vos, mientras las personas indagan sobre el asunto, reflexio-
nan sobre sus propias ideas al rcspecto, y consideran las ideas,
. La noció1n de dcb~te público opiniones y mOlivo~ de los demás. Estos procesos de comunica-
-.1 ~ ción y cambio dc opinión, proponc Moscovici (! 976), son nece-
".' Como observamos en elcapCtulo 3, los públicos se constitu- sarios para quc los grupos ·sobrevivan. Permiten a la colectivi-
yen por problemas compartidos (o podríamos dccir que las per- dad adaptarse a nuevas condiciones sociales (coo;¡párese con cl
sonas constituyen públicos cuando se uncn en consideración a modelo conceptual del público discutido en el capítulo 3).
las formas de responder ante un problema compartido). Puesto La in vestigación sobre la toma de decisiones de grupo ilustra
que el público es una colectividad dinámicu, quc se ol'ganiza en la dependencia mutua cntre los aspcctos colectivo e individual
lorno a un asunlo discutiendo· sobre él, las rclaeiolies entre de la formación de una opinión discursiva. Las ,elaciones den-
miembros activos dénti'o del público están eil continuo cámbio. tro del grupo -iales como el tipo de desacuerdo del IIIOlllento-
El término deba/e público intenta describir una nlasa de gente pucden ser críticas para determinar la forma ell que proceden la
que se organiza en público; en otras palabras, personas que re- influencia social y la toma de decisión individual. Cuando se
conocen un problema, que producen ideas en conflicto sobre lo cuestiona un punto dc vista de una mayoría firmemente atrin-
que hay que h.acer, considerando tales altcl1lativas, e intentan- cherada, por ejemplo, se presiona a los que se desvían para que
do resolver el asunto a través' de la creación de un consenso se conformen, dado que los miembros individuales de la mayo-
sobre una línea de acción. ¿Cómo podemosconceptualizar estas ría Se sienten fuertemente comprometidos a hacer cumplir la
actividades? norma (Allen, 1965). Por otro lado, cuando una minoría persis-
tente defiende una posición .que se desvía y la mayoría no está
l. Los problcm~ t.eóricos y metodológicos de tratar con niveles de análisis firmemente comprometida con su posición, puede crearse in-
''>, de investigación (frccl!cptcmcntc Uamados micro-macro~asuntos) son muchos y certidumbre sobre la corrección de la norma en las mentes de la
han atraído considerable atcnci ';n de las ciencias sociul\::s. ybs articulas recopi. mayoría de los miembros; la incertidumbre, a su vez, puede
'. : lados en Knorr-Cctina y Cícourcl (1981) y en Alex3nocr; Gicscn, Munch y
Smclscr (1987) exploran muchas de las cuestiones ruil(Jamcntalcs. Para discu-
conducir a la conversión de todo el grupo hacia el punto de vista
siones generales s'abre niveles de an'álisis en la investigación Oc la cOllújnic.l- dc la minoría (Moscovici, 1976, 1985). Otras características del
~i6n. véase Pan y McLeod (1991 l y Nass y Reeves (1991 l. grupo, tales como la disparidad cntre opiniones sostenidas por
102 LA ,OPINiÓN I'llnl.lCA llL I'ROCESO DE LA OPINiÓN I'OBLICA 103

distintas facciones, tienen también implicaciones conductistas nión (el} el caso de un comité de admisión, puede ser el director
en un nivel individual. Cuando hay muehos puntos de vista de admisiones), mientras rebajan otras opiniones (por ejemplo,
expuestos, ninguno de ellos fuertemente sostel1ido o que consti- la de los miembros más noveles y menos experimentados). Las
tuya una clara mayoría, los miembros tienden a converger pOI' característicus estructu"ulcs del grupo pueden producir diferen-
mcdio de un proceso de cálculo del término medio del grupo tes niveles de participación. Algunos (en el ejemplo, los miem-
(Moseovici, 1985) o un acuerdo (Riecken, 1952). Desavenen- bros más noveles) pueden seguir la discusión con atención e
cias m¡\s profundas cntrc mayorfas bien definidas y racciones interés, pero permunecer reticentes. Un,miembro puede prestar
minoritarias, sin embargo, conducen a intentos por parte de la gran atención a ciertos, asuntos ,(por ejemplo, la admisión de
mayoría de influir en la mino da, al menos hasta cierto punto solicitantes desventajosos) y, como consecuencia, enzarzarse
(Schachter, 1951). Cuando los desacuerdos devienen demasia- agresivamente en el debate sobre aquellas cuestiones. En otros
do grandes, los intentos de inflúcncia social pueden cesar totul- asuntos, sin embargo, la part\cipaeión de la misma persona pue-
mente, y los miembros desviados quedar condenados al ostra- de ser mellos intensa. En otras palabras; incluso en pequeños
cismo o abandonados (Fcstinger, 1950). ' grupos, la distincióÍl entre actores y espectadores (capítulo 3) es
En cada una de estas situaciones, diversas características del importante para compre'nder la dinámica de la formación y
colectivo (por ejemplo, la existencia previa de una norma de cambio de opinión.
grupo, hasta qué punto los micmbros de la mayoría se sienten Dabate público en entomos sociales mayores. Los analistas,
fuertes respecto a su punto de vista, o el grado de escisión mayo- con frecuencia, aplican también los términos discusión y debate
ría/minoría) se asocian con difcrentes modclos cnlas rcspuestas a la formación de la opinión pública a gran escala. Se debe ser
,conduct¡stas individuales (por ejemplo, aumento ó disminu- extremadamente cuidadoso, sin embargo, al hacer la analogía
ción de' comunicación o cambios en la certeza o intensidad). de grupos cara a cara con grandes públicos. El modelo concep-
,,,;,1 Estas respuestas conductistas contribuyen a la reestructuración tual del público COIt10 un grupo que ha establecido una,discu-
de las relaciones de grupo (por ejemplo, expulsión del grupo de sió'1 (capitulo 3) dirige nuestra atención, provechosamente, ha-
los miembros desviacionistas, realineaciones de la opinión, cia procesos interdependientes en la formación de la opinión
conversión a una nueva norma de grupo, etc.). En el transcurso pública que pueden ser simila~esen líneas genera:le~ a aquellos
de un debate de grupo, ocurren dos fenómenos interrelaciona- que encontramos en grupos' de 'comunicación 'más pequeños
dos: primero, se acumulan ideas en el dominio público dcl gru- (Price y Roberts. 1987; Price; 19,88; véase Blumer, '1948). Pero
po, que constituyen una reserva de sistemas compartidos de nuestra tarea al explicar este'Pl"oceso de comuni~aCión 'macros-
referencia sobre el problema y propuestas para resolverlo. Se- cópico es, al menos, doblemente complicada. ./ '
gundo, los miembros responden a estas ideas y propuestas de Primero, la gran variedad de individuos yigrupos que pue-
forma privada y/o pública. Puedenalincarsc con una de las p'ro- den deseinpeiíar un papel, y los papeles más diferenciados que
puestas, apostar por una postura a favor o en contra de otros descmpe.ian, hacen la descripción y el análisis mucho más difí-
miembros del 'grupo. El debate permite q uc ocurran tales' proce- cil. Los miembros dcl grupo 'inCluyen, por ejemplo, a políticos
sos. A través de la discusión se intercambian ideas e informa- individuales, comités gubernamentales, grupos organizados de
ción, que permiten al grupo establecer un entendimiento co- prcsión, miembros menos directamente implicados del público
mún, y si es necesario, puntos de referencia para construir el activo (por ejemplo, los que escriben cartas y los contribuyen-
asunto en cueS¡ión. La discusión sirve también como medio tes), e incluso miembros más ampliamente dispersos del públi-
para la expresión y negociación de corrientes de opinión dentro co atento que sigue el,proceso con il\terés pero que sólo actúa en
del grupo. ', ' I ' participación directa con su voto o en las encuestasde opinión.
Incluso en cl nivel de ún grupo pequeño,'la ~solución de los En muchos asuntos, una gran proporción de la población no se
desacuerdos por medio de debate no es Siempre (o tal vez ¡ji implica nunca, o si lo hace, es de forma mínima, de manera que
,;n"i~r" 1I<lIalmente) igualitaria. Las diferencias de poder y las no influye en el resultado.
"~",,,,iin ln< medios de comunica(:ión empleados en el de-
"
104 LA OPINIÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINIÓN PÚBLICA 105
.. bate público son casi inversos. Hay discusiones informales -dis- los intercambios culturales en los salones del siglo XVIII de
persas y no demasiado frecuentes- entre miembros individua- París, pero son, como mucho, metáforas imprecisas para descri-
les del púl:ilico. El gobierno e instituciones educativas propor- bir los medios de comunicación de masas altamente organiza-
cionan ocasionalmente escenarios más formalizados para CI de- dos de los públicos modcrnos. La maquinaria electoral de las
. bate. Los medios de comunicación de masas proporcionan pun- dcmocracias representativas y los partidos políticos constan en-
tos comunes y un cierto intercambio, si bien de una naturaleza tre las primeras disposiciones desarroHadas (capítulo 2). Estas
.mueho menos interactiva, entre los diferentes grupos. Los pú, institueioncs se han complementado con formas más interacti-
blicos a gran escala difieren tremendamente de las pequeños vas tales como campañas de cnrias escritas a las masas, encues-
grupos cara a cara en cuanto a las tecllologfas utilizadas por sus tas de voto y otros rápidos mccanismos de rcalimentación· o
. miembros para comunic.arse. Los públicos grandes, gcográfica- feedback (véase Bcnigcr, 1986, cap. 8). A pesar de estos sofisti-
mente dispersos, requieren formas más sistemáticas de partici- cados medios de comünicación, sin embargo, los vínculos lite-
pación colectiva, no simplemente débilcs coaliciones interpel'- . ralmente interactivos entre todos los miembros de un público
sonales, sino organizaciones poIlticas formales y partidos. Estas realmente grande no son posibles, sin lugar a dudas, de la mis-
organizaciones pueden comunicar las opiniones populares ha- ma forma en qUe se rcalizan en los grupos pequeños y localiza-
cia arriba, a las agencias encargadas de actuar en nombre del dos (Price y Roberts, 1987). Las modernas tecnologías de la
público; pueden también comunicar las opiniones de la elite comunicación pueden haber permitido la ampliación de la con-
hacia abajo, sirviendo como canales pata inforlilar, persuadir y ciencia del público (Cooley, 1909), pero 110 se han acercado a
activar a los miembrOS del público atento. Los gi'andcs públicos creái' ningúh tipo dc juicio glObal de ámbito urbano (vease Ar-
tequiere~ medios de intercambio de ideas más sistemáticos: no terton, 1987, sobre la «teledemocracia»).
simplemente dischsiones libres, sino intercambio de opinión a
,-:.r ·través de los medios de comunicación y recogida organizada de
• . opinión y distribución (por ejemplo, editoriales, cartas yen- Actores de la política, periodistas y público atento
cuestas de opinión), para establecer el fondo de considéraciones
compartidas en el campo público. . Aunque los modelos de liderazgo se muestran.'incluso en las
La dependencia de los medios de comunicación para el de- discusiones de pequeños grupos, la diferencia 'entre líderes y
bate público introduce comunicaciones prejuiciadas que no seguidores -entre actores de la política y espectadores de la polí-
aparecen en los pequeños grupos. Los participantes en un deba- tica- surge como una de las características pripcipales de un
te cara a cara no necesitan apoyarse en intermediarios para sa- debate público a gran escala (capítulo 3). Los actores de la polí-
ber qué está pasando, enviar mensajes o seguir las deliberacio- tica (o elites) son aqucllas personas que intentan hacer variar la
nes del grupo. Los canales de los medios de comunicación que conducta del colectivo. Los actores, dentro y fuera del sistema
sirven como medio para el debate público son, sin embargo, político establecido, y con frecuencia organizados en grupos de
muy diferentes. A pesar de los Í1)tentos de una transmisión objc- presión, crean asuntos públicos, en primer lugar, formulando·y
. tiva, los medios son selectivos al determinar qué tipos de men- después defendiendo políticas alteniativas. El debate público se
sajes se retransmiten. Más allá de su papel de facilitar la recogi- rellere principalmente a un debate entre actores de la política
da e intercambio de ideas, los comunicadores de masas asumen contendientes, que se retransmite por los medios de comunica-
también un papel mucho más dirigente al intentar configurar y ción para que las personas del público atento lo observen y me-
moldear la opinJÓn. Las elites de los medios de comunicación diten (y, mucho menos frecuentemente, participen). Aunque la
no son transportadores pasivos del debate y la información pú- implicación del público activo (miembros de la prensa inclui-
blica, sino también part;cipantes activos (véasb más abajo la dos) se dirigc a formular un plan cscógido para actuar y persua-
discusión sobre la función de «correlación» tle los medios de co- dir a los otros de sus méritos, la iniplicación de los espectadores
municación). del público activo consistc.principálmente tanto en meditar so-
Los términos debate y discusión podrían haberse aplicado a bre lo quc Icen o ven, como en formar y cxprcsar (a veces) opi-
106 LA OPINIÓN PÚDLlCA EL PROCESO DE LA OI'INIÓN PÚBLICA. 107

niones sobre la cuestión. Los espectadores se distinguen entre el lo que otros piensan, y formar ideas respecto a lo que se habría
público por varias razones: pueden estar especialmente intere- de hacer. Es el sostenimiento de las opiniones lo que caracteriza
sados sobre el asunto concreto. habitualmente siguen las not.i- a sus miembros (capítulo 4).
cias y les gusta hablar sobre asuntos públicos. o pueden verse El podcr político dc un público atento se ejerce directamente
cogidos por casualidad en una situación social (por ejemplo. cn un moillcnto dado (por ejcmplo. cn unas elecciones), pero
una conversación en el trabajo) en que sean sol'icitadas sus opi- también se ejerce indirectamente y de forma más continuada a
niones respecto al caso. través dc percepcioncs de los actOl'es políticos que representan
Público como espectador. Aunque el tamaño relativo del. pam la audicncia y que calibran su propia eficaCia en el. mundo
público activo y del público atento puede variar según los dife- polltico por los indicadores de la respuesta del público. Baker
rentes asuntos, en cualquier asunto dado los espectadores 50- (1990) indica que la idea de opinión pública surgió en el siglo
. brepasan ampliamente a los actores. La perspectiva de audien- XVlll.cn gran medida como una invención política, una especie
cia asumida por' la gran mayoría que toma parte en un debate de autoridad que podía utilizarse para legitimar una determina-
público es digna de atención. Carey (1978) ve el eclipse del pú- 9a polltica o propuesta. Las elites han usado la opinión pública.
blico como una competencia del discurso activo en la sociedad como un arma retórica en el debate polltico desde entonces. Los
moderna. Los medios de comunicación de masas, según Carey. actOl'CS se csfuer~an intensamente por interpretarla opinión del
han transformado al «publico lector -un grupo de personas que público atento (por ejemplo, a través de encuestas de segui-
" hablaban entre ellos de forma critica y racional- en una audien- miento), quizá tanto como lo hacen por intentar configurarla y
cia de lectores y oyentes» (pág. 854; véase también Mills, 1956). dil'igirla (vóase Sabato, 1981), Aunque las elites puedan no ne-
Pero esta caractt¡rlstica estructural de los públicos a gran escala, cesitar un amplio apoyo pura sus políticas, la mayoría quisiera,
para mejor o para peor, no es, ciertamente, nada nuevo. Bryce al menos, tener una)ndicación de que no hay una oposición
;,c.t ·ya lo observó en 1888. Las masas contribuyen al gobierno de- insuperable a su causa. Las propuestas de los actores adquieren
. mocrático, decía Bryce, no tanto con ideas en contienda o polí- un considerable peso cuando se asocial, con cierta evidencia.de
ticas (que los líderes políticos extraen entre ellos) sino con un que el público está de su lado (o de que un número ponsid9rable
«sentimiento» respecto a las acciones y propuestas de sus líde- de personas, i11cluso aunque no sea una mayoría, les apoya). Por
res, que, cuando se expresa públicamente -por medio de voto. ejemplo, la evaluación de la aprobación pública 'puede ser una
manifestaciones, cartas u otros medios de comunicación-, limi- fLiente importante de influencia presidencial en el congreso (Ri.
ta la conducta de los actores (Bryce. 1888, págs. 7-8). En el mismo vers y Rose, 1985). El poder político del público ~tento se basa,
sentido. Lang y Lang (1983) observan que las opiniones de los pues, «no tallto en lo que hace, sino en las perc~pciones de los.
que forman el público atento son básicamcnte «expresiones de actores políticos de lo que podrla hacel'» (Price y Roberts, 1987,
aprobación o censura» dirigidas hacia los individuos o grupos pág. 805; Key, 1961; Lang y.Lang, 1983, págs. 22-25).
activos en política (pág. 23). Sin embargo. un público atento.es El papel desempeliado por los periodistas. Los periodistas, al
algo más que una audiencia.2 Sus micmbros aportan no sólo cubrir los acontecimicntos políticos y siguiendo las actividades
atención sino también meditación respecto al asunto en cues- de los actores político~, permiten a los públicos atentos formar-
tión. Un público atento es una audiencia que se oCUP!! lo sufi- se alrededor de desacuerdos con lá elite. A este respecto, los
cientemente de un asunto como para pensar sobre él, descubrir medios de comunicación realizan una función de vigilancia
para sus audiencias (véase Lilsswell, 1948). Esta función vi~i­
2. El término1público se ha usado, ciertamente. de vez en cuando, en una lante de la prensa es, tal vez, el servicio público más importante
forma que lo considera como s'inóninlo de audiellcia p sepuimiclIlo. Los ejem- que se le atribuye y que reclaman los medios de comunicación.
plos incluirlan referencias al p(blico del golf, los afictona4os al cinc y'similarcs, Se refleja bastante comúnmcnte en los nombres de ciertos pe-
o referencias a los fans de una celebridad del mundq d,el espectáculo (<<el público
que la adora)~). A lo largo de nuestro estudio hemos usado el concepto de una riódicos: sentinel. monitor. c/arioll. observer e intel/igencer.
forma más distintiva, confinándolo a asuntos de desacuerdo generala interés Como agentes de vigilancia. los periodistas intentan alertar al
compar:tido, en otras palabras. a ,asuntos y cuestiones públicas. público de los problcmas. Prescntan noticias sobre la conducta
108 W\ OPINiÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINiÓN PÚBLICA 109..

de las elites políticas -sus acciones, presumibles intenciones y proceso. Las noticias sobre otros actores políticos ofrecen a las
desacu~rdos internos- ante la atención dc sus audiencias. Al elites un área para aprendcr, comprender y reaccionar respecto
hacer esto, los reporteros proporcionan el principal mecanismo a los demás. Las elites políticas usan los medios de comunica-
para permitir a un público atento seguir el entorno político, al ción no sólo para comunicarse con sus seguidores y opositores
menos el limitado por factores institucionales, profesionales y del público atento sino también para hablar entre ellas. Declara-
organizativos (Breed, 1955; Roshco, 1975; Etlcma, Whitney, ciones que pronuncian ostensiblemcnte para el público general
y Waekman, 1987). La prensa cs, después de todo, dependiente . (conferencias de prensa y apelaciones al pÚblico a través de los
en gran manera de los actores pollticos para obtener noticias, la medios de comunicación) son, con frecuencia, mensajes inten-
mayoría de las cuales se establecen en virtud de hábiles relacio- cionados para las otras e1itcs (véase Lang y Lang, 1983; Linsky,
nes públicas en forma de emisiones, entrevistas y conferencias 1986). .
de prensa. Los noticiarios proporcionan, en consecuencia, un impor-
El periodismo tiene también una función de correlación para tante medio por el que los miembros del público se comunican.
el público atento, ayudándole a coordinar sus propias respues- .Y tal vez más importante aún, el periodismo permite a los acto-
tas internas al entorno político (véase Lassw,eIl, 1948). Es decir, . res y espectadores políticos interactuar. Las noticias proporcio-
los noticiarios reúnen puntos de vista e ideas que contrastan nan una relación continua de'lo que se está desarrollando en el
,, dentro del público atento, comunican a sus miembros lo que plano de la elite política (vigilancia para el pÚblico atento, co-
rrelación para el público activo). El periodismo también regis-
piensan los demás, y en consecuencia ayudan a organizar su
reacción colectiva. Schramm (1964, pág. 38) asociaba esta f(¡n~ tni cómo reacciona la audiencia hacia el modo en que se realiza
. ción a Ips consejes tribales en sociedades menos desarrolladas, ·el juego (correlación pam el público atento, vigilancia para los
que solicitan los puntos de vista y debaten las altcrnativas intcn- adores). Como las clecciones, encuestas y fiestas políticas,
;,-:,/ tándo coordinar las acciones de un pueblo. Aunque Price y Ro- los mcdios de comunibción de masas son mecanismos -tal vez
berts (1987) llaman a esW la función encuesta de los medios de hoy día los mecanisrilOs dominantes- que permiten al público
comunicación, se ejerce no sólo (o incluso principalmeníe) por llevar a cabo su tarea. .
medio de encuestas de opinión, sino también a través· de cartas Como se ha observado, los m.edios de cpmunicadón son
al director, entrevistas hechas por reporteros en las calles, y algo más que los portadores deI debate público. Además de pro-
otras caracterizaciones informales de la opinión pública. En rc- porcionar los canales a través de los que los actores cruzan sus
sumen, los medios de comunicación permiten al público atento mensajes. los medios de elite promulgan sus propips puntos de
seguir la huella a los actores políticos (vigilancia) y organizar sus vista a través de análisis políticos partidistas y a ifavés de apo-
respuestas hacia ellos (correlación). . yos editoriales a políticas y candidatos. Este papel activista de
El periodismo realiza también estas dos mismas funciones los medios, especialmente periódicos, asegura el continuo inte-
para las elites respecto al pÚblico activo. La misma noticia o rés sobre posibles partidismos en las prácticas editoriales y en
, comentario puede realizar funciones opuestas, dependiendo de las noticias, debido a los conocimientos políticos de ejecutivos
una perspecti va concreta: como espectador o como actor en el de las cadenas, publicistas, productores y periodistas comunes.
proceso. Las caracterizaciones de los medios de comunicación Los c.Í"ílicos conservadores acusan, frecuenteinente, a los me-
de la opinión entre el público atento (que ayudan a correlacio- dios de comunicación de partidismo liberal, diseñando estudios
nar sus respue~tas internas) son simultáneamente un medio· de que sugieren que los periodistas, especialmente aquellos de los
vigilancia para: las elites (ayudándoles a seguir las reacciones del medios de elite, son desproporeionadamenteliberales (Lichter
público atento). Los actores prestan gran a~onción a las noticias y Rothman, 1981; véase también Noelle-Neumann, 1984). Pero
•.. . para ver cómo se considcra lo que están hacibndo. Hasta qué los cánones del periodismo ejercen una estricta limitación con-
punto los medios de comunicación de ml!sas ayudan a correla- tra el partidismo, y la inclinación liberal en la cobertura de noti-
cionar las respuestas de la~ elites hacia los asuntos es algo quc cias actual es mucho más difícil de establecer (Robinson, 1983;
puede ser mcnos aparente, pero no menos importante para el Merlen, 1985). Si hablalllos de editoriales, donde no existe tal
··110 LA OPINiÓN PÚBLICA EL PROCESO DE LA OPINiÓN PÚBLICA 111
censura contra el partidismo, se.puede presentar fácilmente el la opinión pública, en forma de encuestas de opinión comercial,
caso opuesto de partidismo conservador. Una revisión del apo- participa institucionalmente en el debate público. La preocupa-
yo periodístico en las elecciones presidenciales norteamerica- ción práctica por la invcstigación comercial se centra en propor-
nas desde 1972, por ejemplo, demuestra un modelo coherente cionara las audiencias medias o a los clientes de elites políticas
de apoyo más fuerte a los candidatos republicanos que el refleja- datos exactos y puestos al día de sondeos basados en los asuntos
do en la predilección por los partidos o los modelos de voto .de del momento. Aunq u<) hay también preocupaciones normati-
la pOblación en general (Stanley y Niemi, 1988, pág. 59). vas. Algunos encuestadores han ·presionado para educar a
Los críticos también están preocupados por la capacidad de los consumidores sobre la susceptibilidad de las encuestas a los
la prensa de llevar a cabo con éxito sus papeles de vigilante y errores, defendiendo al mismo tiempo el diseño de encuestas
correlacionador. A los ojos de algunos observadores, la prensa que contribuyan más útilmente al debate público (Crespi, 1989;
parece más interesada, y tiene más éxito, en llamar simplemen- Cantril, 1:991). Los investigadores universitarios añaden a estos
te la atención que en servir como vigilante efectivo de los asun- intereses varios Objetivos teóricos y metodológicos, tales como
tos públicos o como foro de debate libre (Lasswell, .[ 948; La- la comprensión de los matices de la medición de la opinión, de
zarsfeld y Merton, 1948; Carey, 1978; Bagdikian, 1985). la formación y el cambio de la opinión pública, de la influencia
Lasswell (1948) aducía que los medios de comunicación ensam' Oíl ésta del contenido de los medios de comunicación (incluyen-
blan más fácilmente conjuntos de atenci6n que públicos intere- do los resultados públicos de las encuestas), y del papel que
sados e implicados en los asuntos políticos. Lazarsfeld y Merton desempeña en la formación política. Sin tener en cuenta sus
(1948) especulaban sobre la posible disfunción narcotizadora de motivos, estos investigadores comparten i\ltereses básicos en la
la coml,lnicación de masas. Un caudal continuo de atractiva observación de la opinión pública, cómo toma forma y cambia
. informrlción sobrc asuntos públicos, teol'izan, puede permiti" n en el transcurso de un <lebate público. Aunque tanto los investi-
-,1 las personas quedarse demasiado asentadas cn su papel especta- gadores sobre la opitifón universitarios como los comerciales se
, doro e,.l destacar lo único, lo inusual, y lo recicnte, el periodismo apoyan enormemente en métodos de encuestas de muestreo,
puede ganar la atención de la audiencia, pero como efecto supri- utilizan también otras técnicas de observación, dependiendo de
me la implicación y actividad del público. Estar infornlado o los objetivos particulares en questión. ;'..
una ~<información hacia el interior» puede sustituir al hecho de Los indicadores de la opinión pública se obtien~n de muchas
estar interesado y activamente implicado (Riesman y Glazer, fuentes, generalmentc por medio de una de estas.tres técni-
1948).3 Como sugirió Dewey (1927) el reto más difícil pero vital cas: .1
del periodismo -Lippmann (1922) diría su reto imposible- es o Entrevistas estructuradas, reuniendo autoinforines de indi-
primero llamar la atención y despues activar al público. viduos,·grupos u organizaciones (usadas principaímente en son-
deos de muestras representativas, pero también en entornos ex-
perimentales). .
Observación de la opinión púb~ica oAnálisis de COl1le/lido de plataformas políticas, memoranda
organizativos, correspondencia privada, o noticias y editoria-
El interés por el proceso del debate público, la preocupación les.
sobre su calidad, y las preguntas sobre su papel en la realización oEntrevistas en profU/ldidado discusiones de grupo relativa-
política, alimentan una gran variación de aplicaciones específi- mente poco estructuradas con funcionarios, elites organizati-
cas de la invesiigación.
, La
.' investigación sobre la aplicaoión de vas, activistas o grupos interesados .
Aunque ninguna de estas observaciones es su·ficiente para
3. A pesar de la persistente c"pcculacióll sobre la pb~íblp intervención d'c los describir In opinión pública en su totalidad -objetivo que ex.ce-
medios de comunicación a la hora de cultivar la pasividad pública, los críticos
de los medios de comunicación no presentan evidencia clara de tal efecto. Es de con mucho Iluestro propósito':', cada una puede contribuir de
más, como se observaba en el capítulo 3.1aatenci6n alas nolici~s va de la mano forma diferente a conseguir Ulla visión de la opinión pública en
de má.r altus -no más bajos- niveles de pnrticipación poUtica. un momento determinado, así como a través del tiempo. Cada
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Paidós Comunicación/6J
Vincent Price
Úllimol'i tHulol'i publicaúos:

lO. r,1 1uvi!\ - DlcC:(Cl/wrio del ¡,'.I/m


11. L. Vikhcli - Ln It('J¡lfll df la ¡mI/NI')!
La opinión
\2. A. KOfllhlil ~ Semit1Jicn de 11u reItJdV1J(.'sflJl/ljJJare,~
13, G, Durand¡Il-1"fIIlle¡¡t¡ra Cilla pm(ml{(liIda (/(//{{ic.'({ y {'lIla (IU/¡lici,}íld
14. C. f...iurrís - Frwd'/IIU'/J/os ¡/¡, fa/c'Clda dt' [os .~iR'WS
pública
15. R.I'icr;mltmi - El ojo)' la ilh'lI ,
16. G. Dclcuzc - Lit imaJ:l!IJ'III01'illlie/!w. ¡';,f(IIIIiO,f .wb,'c' ch,,' I Esfera pública
. .,
¡ 7. J. Aumont y otros ~ Estérica dd dl/(,
18. D. McQuaíl- IlItroducción o (a tel/ría de fel ctmumiL'(/ciólI ,fe maStM
! 9. V. Mosco - Fallln.rías eleclrtjl/ica,r
y comUmCaClOl1
iD. P. Dubu¡!; - El acrofo(ográfica
21. R. Barthcs - Lo o!Jl'io }' lo obr¡¡:m
22. Q. Kan¡zs~ - Grwl/{ll¡~ de la vi.l"Mu
23. P.-O. Cosla - LtI cri.rú dI' fa ltdCI'í-"MII pública
24. '0. Duerot - El da'ir)' ftl didw. Poli/mll'er ¡le la ('/U/llcil/f'idlJ
'.,..... 25. L. Vikhc.~ - Trmr!1I ,Ir 1" j/lld}:rll pc";o,/(.I'/ic(/
26. G. Dc!em':c ~ u¡ iuwgcll-liclIIlW. lúl/IIlia,l" .mlln' ('il/l' 2
27. Grupo ll- Rel/Írka gellerar
28. R. Banhcs ~ El sl/surro del ICI/grmjc
':. 29. N. ChOOl!iky -lA /U/(,I'(/ Sill/(/xi,~ ~

3D. T. A. Scbcok )' J. Umikcr-Scru.:nk - SJ¡"d(/c},; IItJllI/l'.r y ClIrulr.l" S. Pl'ircl'


;-.-' 3'1. J. Mar(incl. Abal1ía ~ IlIfrodl/cddllll fa (('cJwlog(a f/JII!iOl'.\uIII
32. A. B. Sono, C. Ogan y J. Polieh - La llirecciríll de la I!wpre.w p('dmlíslit:¡/ "
33. J. L. Rodrfgucz lUcra - Edlfcac{(il/ j'alfl/¡{I/ir.xlciál/
34. M. Rodrigo Alsina ~ Ú' eOllslmecián de {¡¡ rw/ki"
35. L. Vilchcs - ¡\[onipu{ac¡"¡íll dI! la b,¡o/"llwcicíll (<'levi.~il'll
36. J, Tus6n - El lujo l/el lel/gl/lIje
37. D. Ca:;snllY - f}e.rcri/Jir el e.rcribir
38. N. Chomsky - Barreras
39. K. Krippendorff -MClodoJo8Ítl de (1nólisis de conJeJliJn
40. R. Bartocs - La m'l!-lflllra sewjológica
41. T. A. van D¡jk - lA f[Olida como di,rcur.fO
42. J. Aumont y M. Marie - Amílis.is del film
43. R. Bnrlhes - lA cámara Meido
44. L. Gomis - Teoría del periodislllo
45. A. Maudnrl- Lupllblicid"d
46;"" E .. Goffman.-_14,r mOlneJ//{)s_y sus I/OII/qre.r
47. J.-C.. Cllrriere y P. B-oniiút- Pr6cJÍco del guión r:i1uIIUJ/olfníflco
48. J. Aumont - La imagelf -
49. M. DíMaggio - Escribir flora lelevisiríl!
50. P. M. Lcwis y J. Booth - El medio il/visible
51. P. Wc¡[ - La comunicación global
52. J. M. Floch - Semiófica, marketillg)' CDlllllllicacití¡¡
53. M. Chion - Ln audjovisiólI
56. L. Vi!ches - La televisión
1"- 57: W. Líltlcwood - La eliJe/lauUl de lo comuI/icació" oral
;0
58-. R. Debrny - Vida y muer/c de iJJJtlgl'lJ "
59. C. Oaylon y P. Fabre - Lcr .trm(Íluic(/
60. T. H. Quallcr - PlIlJlicidad yd<:lIIoertlcla eulu.rO(,:iedad de ma.l"lIs
6 ¡. A, Pralk.ani~ y E. Aronson - La era de la projJCIgulldr¡
62. E. Noclh!-Nl!ulllllnn - Lo e,rpirnl drl sileJlcio ~ Ediciones P aidós
63. V. Pricc - La opinióN pliblica Barcelona-Buenos Aires-México
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