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ESTUDIOS

SOBRE LA HISTORIA DE AMÉRICA ,

sus RUINAS y ANTIGÜEDADES.


ESTUDIOS
SOBRE LA

HISTORIA DE AMERICA,
SUS RUINAS

y ANTIGÜEDADES,

comparadas con lo mús notable


que se conoce del otro Continente en los 'iempos más remotos,
y sobre el orígen de sus habitantes,

POR

MANUEL lARRAINZAR.

TOMO IV.

lV[~XIO O.
IMP. DE M. VILLANUEVA FRANCESCONI É HIJOS ,
Calle del Cinco de Mayo, núm. 4.

1876.
El autor de la obra se reserva todo derecho sobre su publicacion,
reimpresioJ1l y traduccion, dentro y fuera de la República Mexicana.

M. VILLANUEVA FRANCESCONI E HIJos.-EDITORES.


IN-TRODUCCION.

"¿Ad quid loqueris, cnm" tot


scripserunt et mundum iIlus!ra-
verint? Adhuc mulltum re~tat
opel'ibus, multumque restabit,
quia inveniendis im-enta non
obstant. "
BALulJS, in Proem J)6cre~al.

DESPUES de haber tratado en la primera par-


te de esta obra de 10 más notable, que en punto
á ruina~ y antIgüedades se registra en la historia
de este Continente, y de compararlas con las del
mundo antiguo en sus Dlás remotos tierupos; resta
solo ocuparme, para cumplir con el plan que me
propuse en suredaccion, de la célebre question de
orígen, en que se ha ejercitado el ingenio de los
sábios, desde que Golon anunció que existía en es-
ta pdrte de la tierra un Nuevo Mundo, rico, exten-
so, y lleno de encantos y bellezas.
VI
En efecto, durante los siglos XVI y XVII, los
autores mas notables, filósofos, viajeros, historia..
dores, y teólogos, trataron de ese grande aconte-
cimiento', con todas las cues tiones ti que daba lu-
gar, muy especialmente la del origen de sus ha-
bitantes.
Por algun tiempo quedó ahandonada, teniéndo-
la por un enigma; pero se ha reproducido de tarde
en tarde, siempre que algunos descubrilnientos
excitaban de nuevo la atencion, sin peraf'r nunca
su importancia y celebridad.
Nótase en los autores, que ,~ e han ocupado de
ella, gran variedad de opiniones, y puede decirtie
que casi se han aguLado las conjeturas qu sobre
esto puJieran formarse; el buen criterio, sin em-
bargo, encuentra en ellas un material inrnenso
para hacer justas y fuudadas apreciacioneo, para
sacar, comparándolas entre sÍ, y examinando sus
fundamentos, destellos de luz, que nos aproximen
á la verdad.
No AS de extrañarse esa variedad y aun contra-

riedad de opiniones, propia de la condicion huma ..
na. En materia tan oscura como esta . todo es va-
guedad é incertid umbre; den~as tinieblas cubren
de ordinario el orígen de las naciones, y se con-
densan rnás, á medida que se interna uno en la
antjgüedad, especialmente cuando se toca en los
tiempos pre-históricos: en su estado primitivo
falta por lo regular toda luz, presentándose sobre
su orígen relaciones diversas, y á veces contradic-
torias y absurdas; se camina á tientas, se tropieza
VII
con el caos. Esto se nota aún en las naciones más
célebres. Creian los Romanos que despues del
diluvio .de lJeucaUon, las piedras habian sido con-
vertidas en hombres. (1)
Los Eginetas pensaban que Jove habia creado
ho~nbres de las hormigas que vagaban en una
añosa encina. (2) Los Atenienses estaban imbui·
dos en la creencia de que habian sido procreados
y nutridos de la tierra. (3)
Esto mismo creían los Arcades y los Tl¿eba-
nos; (4) los Parnesos (o), y los Egipcios, los
Etiopes y los de la India Oriental. (6)
Incierto era, segun Tácito, el orígen de los
l/ritanos, (7) iY podrá. tenerse por bastante conoci-
do el de los Franceses, los Españoles, y los Ale-
manes?
Al tratarse de los primeros habitantes de Eu..
ropa, tambien se presentan densas sombras á pesar
de los muchos datos y medios investigatorios que
han estado al alcance de los escritores que han

(1) Ovidio. libro 1, Mptamorphos.


(2) OVldio. libro 7 . Met-:¡m0rphos.
(3) I-h'rort, ,tI!, libro 7.
Btrabou. libl'(o} 8.
Apulf'yo. libro 11.
Lucrt'cio, dp vit·" Phi1o~oph., libro $, cap. 1.
M Tull, ill OI'at, pro Lucio Fla\'o.
(4) Ap011on, libro 4, Ar~onaut.
(5) Sl¡'(l bon, lIbro 9 de Germanis.
Corll. Tac. de. mOfo germ.
(6) Diod. Sicull. lib. 1. cap. 1., lib. 2. cap. 10 y lib.
3. cap. 1.
(7) Tácito, de vita AgricoL
VIII
tratado esta materia. iQué podrá decirse, en vista
de esto, de América, en donde el incendio y la des-
truccion fomentaJas por la ignorancia, el fanatis-
mo, el desprecio de la raza que ocupaba el país
conquistado, y las preocupaciones que en aquella
época dominaban, acabaron con todo, y cegaron
las fuentes que podian habernos ministrado .tantos
datos~ Mil dificultades han embarazado los traba-
jos que con tanto fruto podian. haberse emprendi-
do, y por eso caian en desaliento muchos sabios,
que querian llevar á ese terreno su examen y sus
investigaciones.
Ya en otra parte (1) he expuesto como califica-
ban esta empresa. La-Pereyre tenia por vana é
inútil loda tentativa para dar solucion á este pro-
blélua (2}. El P. Duran, que con tanto esfuerzo
y diligencia se empeñaba en descubrir y conocer
todo 10 relativo á los -ind1~os en sus más remotos
tiempos, creia que era necesaria la revelacion, pa-
ra establecer la v'!rdad sobre su orl,r¡en y principi'o ,
6 el espíritrr de Dios que lo enunciara, y diera á
entender. (3)
El P. Acosta la reputaba por temeraria (4). ,,({o-
lórzano de difícil, y que nada cierto puede afir

(1) M. LarraillZar. Diclámell pr~spntad() á la Socie-


dad de Geug-r¡.¡fía y E~l;HlÍ.-;tica de M''>xico, ~obre la obra
del S. Abate Cárlos Bl'as~eur de B'ml'bour'~ con el tí-
tulo de «Si exi~le el odgpn de la hbtoria pl'imitiva de
Ml~xico en los monumentos egipcios,,) 1860 pág. 21.
(2) Relacion de Islandia, arto 30, fol. 43.
(3) Historia de las Indias, tomo 1, cap. 1, pág. 1.
(4) Hist. nato y mor. de las In<L lib. 1, cap. 19 al 25.
IX
marse sobre el orígen de los indbs (1); Roc7tefort,
de grande (2); Pineda. mas fácil refutar lo que
otros dicen, que establecer algo cierto (3); ellla-
¡ron de Humboldt, la tenia por imposible (4);
Wasltt'ngton Irvill,,q, como un punto henchido de
increibles embarazos y dificultades (o); el autor
de un artículo del North american reviem, la creia
un problema que jamas podría resolverse (6); Mu-
ñoz dice que ninguna de las muchas ideas y cos-
tumbres, que á fuerza de ingenio y erudicion, se
han acumulado para encontrar el orígen de la po-
blacion americana, satisface ni aquieta la ra-
zon (7); Mr. 8 choolcraft, conociendo la falta de
datos seguros, dice tambien, que en vano se in-
quiere en la historia el orígen de la raza arJterica~
na; Herodoto calla, nada se encuentra en Sancho-
nz'aton, ni en los fragmentos antiguos que pudie . .
ran instruirnos sobre esto; las inscripciones cunei-
formes y egipcias, las más antiguas del mundo,
permanecen mudas; y parece que el tronco de don..
de proceden los indios, es todavía más antiguo que
ellos (8). Fei/ó la llama arduísima; (9) á Laet

(1) De jUl'e Ind. tomo 1, lib. 1, cap. 9, D. 15 Y J9:


(2) Hist. nat. et mor. de las Antillas. cap. 7.
(3) Libro 4, de reb. Salomo cap. 16, § 4.
(4) Vues des cordilleras, tomo 1, introd., pago 20.
(5) Hístory of New York,Book. 1, chapo 4.
(6j ReTiew britanique, etc, 1827 tomo 2, pago 38.
(7) Historia del Nuevo Mundo, lib. 1, n. 7, pago 12.
(8) Historical and staListlCal information respecting
the history condition ann prospectei of the indian tri-
bes, tomo 1, § 1, B. n. 5, pago 16.
(9) Teatro crítico, tomo 5. discurso 1 q, pago 221.
ESTUDIOS-T.()MO Iv-2
x
le aterraba, para tratarla, la dificultad que presen-
taba ('1), y Grocio} que la acometió, solo se pro-
puso manifestar lo más probable en la materia (2);
Jforelet, en fin, que es de los que últimamente se
han ocupado de ella, cree que se mantendrá sient-
pre '/nsoluble (3).
Y no faltan fundamentos para opinar de esta
manera; pues al recorrer los anales del mundo,
nos encontramos con tal oscuridad, no solo ya res-
pecto de los tiempos próximos á la creacion, sino
desdé Noe hasta poco ántes de la venida de Jesu-
cristo; pocos hechos pueden establecerse con enle-
ra seguridad, y aun despues de este período lu-
chan los historiadores con sérias dificultades.
Censo'/'ino, que tanto se aprovechó de los escri ·
tos de Var'ton, divide el tiempo trascurrido desde
la creacion en tres diferentes períodos: el Hamado
adelon por la ignorancia é incertidumbre que en
él reina, y comprende desde el principio del hOlll-
bre hasta el primer diluvio: el segundo llamado
miticon, desde el diluvio hasta la primera olim-
piada, lleno de muchas fábulas: el tercero ldstó-
I)'ico hasta nuestros dias (4), Varron da á este úl-
timo período ocho siglos ánteg de la era cristiana,

(1) Nolre ad H. Grolii Dise['l. de orig. gent. Americ.


el observ. aliquat etc. Prefatio, pago 4.
(2) Ibid. H. Grotii. Disert. de orig. gent. Americ pa-
gina 8.
(3) Voyage dans l'Amerique central, l'isle de Cuba, et
le Yucatan, tomo 1, chapo 8, pago 177.
(4) Censorino. De die natali, cap. 21.
XI
por comprender la prÍ1nera oli1npiada el año 776,
ántes de ésta.
La incerlidumbre ,y oscuridad, que presentan
sobre todo los tiempos pre-ltistóricos, hacen difí-
cil penetrar en ellos, y de,s cubrir algo que nos dé
luz sobre la cuestion de orígen, y hay por tanto
que atenerse á indicaciones conjeturales siempre
que se presentan datos en que apoyarlas, deduci-
das de lo que exponen los escritores, desde que
existe ]a historia, respecto de la nlás remota anti-
güedad.
Estas calificaciones de los autores ántes expre-
sados, me habrian hecho desistir de mi intento, si
en el curso de mis lecturas no hubiera encontrado
que la materia no estaba agotada, y que con 01
auxilio de lá crítica, un estudio comparado] y un
exámen más prolijo y detenido, podría adelantarse
hasta aproximarse á la verdad, empleando al efec-
to los medios indagatorios más adecuados de que
aun no se había hecho uso, ó por haberse tratado
á la ligera, ó sin la suficiente instruccion para lle-
gar á un buen resultado.
Sabido es, como manifesté en 61 dictámen ántes
citado (1), y acabo ahora de indicar, queel orígen
de los pueblos es casi siempre oscuro, aun el de
aquellos más célebres y conocidos (2); el de mu-

(1) Pagina 23.


(2) «11 n'est histoire des natiolls considerables, dont
«les commencements ne soiL obscure, fabuleux, et voi-
(de, par les tenebres que l'orgueil nalional el la supersLi
XII

chos de época no muy remota ha ocupado las in-


vestigaciones de los sábios por falta de escritos
antiguos dignos de todo crédito, de monumentos,
inscripciones, medallas, y otros dalos en que po-
der descansar: las tradiciones, euando no están
s»ficienteulente apoyadas, no son siempre medio
seguro de juzgar, por la facilidad con que pueden
alterarse al pasar de boca en boca, hasta llegar á
sustituirse la fábula, en vez de la historia primi-
tiva de las naciones, y d~rse por ciertas las conje-
turas que se han formado sobre su orígen y anti-
güedad.
En prueba de esto bastara recordar, que los Cal-
deas pretendian haber tenido antes del diluvio
una existencia, que pasaba de cuatrocientos treinta
y dos mil años: los Egipcios se creian el pueblo
mas antiguo del mundo; leiase en sus crónicas,
que por espacio de treinta mil años fueron gober-
nados por los dioses, antes de serlo por sus reyes;
los Fenicios del tiempo de Alejandro aseguraban
hallarse establecidos en su pais treinta mil años:
los Griegos presentaban á los dioses, ó á sus hijos,
como sus primeros reyes; los Romanos creian,
segun Tito Livio (1), que un hijo ele :Mart~ habia

«tilJn ont repandues sur son origine, el sur ses premie-


«res siecles.»
La Guide d~ l'historie Lom. 1, pago 276. D~ l'elude de
l'historie, extrait du chapo 5, de Reflexions sommaires
sur l'esprit par M:. De FresaD.
(1) Hist. liv. 1, Prefal.
XIII

sido su fundador: los Españoles se tenian por des-


cendientes de TubaZ: los Portugueses de lllises,
los Ingleses de los gigantes de la raza de ekam:
los Irlandeses de Cesara, nieta de Noé: los Cld-
nos daban á su imperio más de cien mil años de
existencia: los del Indostan contaban cuatro eda-
des de muchos centenares de miles de años cada
una. Los adelantos que se hacian~ los escritos que
se encontraban y consullaban con buena crítica y
discernimiento, los descubrimientos y viajes, y el
conocimiento más profundo de la antigüedad por
el estudio de la arqueolo.qía, han ido desvanecien-
do muchos errores, y fijando la verdad de los
hechos.
¡Cuánto han servido, cómo se ha insinuado en
otra parte, los mármoles de Pa1·os, traidos de
Grecia á Inglaterra en 1628 por el cond.e Arondel,
y estudiados allí con mucho empeño y constancia,
para rectificar la historia, separándola de la fábu-
la y errores que habia mezclados en ella!
Tambien han sido de mucha utilidad, en las
cuestiones históricas, las crónicas grabadas en
mármol, encontradas en'las excavaciones hechas
en Ron~a en tiempo de PauIo III, que contenian
la série de cónsules, dictadores, tribunos milita-
res y censores, los triunfos de los generales ro-
manos.
Ya se ha visto la importancia inmensa para la
historia de Egipto, del hallazgo de Ch.ampolian
respecto de las inscripciones de ese gran pueblo t
XIV
que por tanto tiempo habian permanecido cubiertas
con un velo, y resistídose á toda interpretacion; ha-
llazgo á que contribuyeron no poco, como se ha
visto, los estudios, esfuerzos, y tentativas de Kir-
cJ¿er, de De-Lacy, y del lJr. Joung.
Largos años se pasaron tambien para aclarar
algunos puntos dudosos de la geografía antigua,
de la lli .) ~oria, y cronología; y los desvelos y tra-
bajos de Anville, de .De Tlwu, de .Bossuet, de Pe-
tavio y Scaligero, de Usserius y lIfarini, lograron
rectificar muchos hechos, y restituir á la verdad el
lugar que la ignorancia y el error le habian usur-
pado. ¿Quién puede poner en duda lo que debe la
ciencia á estas tareas honrosas de la inteligencia,
aun cuando aparezcan rodeadas de inmensas difi-
cultades, y se conciba al principio una muy débil
esperanza de su éxito? ¿Se tendrian hoy de los
pueblos antiguos las nociones que poseemos, si no
se hubiera hecho un esfuerzo para superar esas di-
ficultades y vencerlas con la perseverancia?
lJavison y JJelzoni, con sus estudios y observa-
ciones sobre las pirámides de MenpJ¿is, los sepul-
cros de Tébas. y los templos de Nubia) han con-
lribuido á adolantar los conocimientos que ya se
tenian sobre las antigüedades de Egipto, á ilustrar
su historia, á conocer su grandeza y esplendor, y
á facilitar las últimas investigaciones, comuni-
cando aliento y esperanza á los que despues de
ellos se han aplicado á esta clase de trabajos.
Dionisia de Halicarnaso registrando los monumen-
tos italianos da á conocer los primeros habitantes
xv
de Italia, Saluslio los de Africa , y Tácito, los de
Bretaña (1).
En esta cuestion de orígeu hay la ' ventaja de
que, ademas de haberse' ocupado de ella cuantos
han escrito sobre América, despues de haberla da-
do á conocer Colon al mundo entero I la han tra-
tado tIe intento escritores muy notables, y se tiene
sobre ella un acopio de luces de que puede sacar-
se gran provecho. Figuran enlre estos, el erudito
Fr. Gregario García en su obra notable ' «Orígen
de los indios del Nuev'o Mundo, é Indias Occiden-
tales»: el ilustrado historiador Jorge Hornío, en
la que escribió con el título «De Originibus Ame-
ricanis», el distinguido publicista Hugo Grocio,
en sus disertaciones «De origine gentiun ame rica-
narum:» el sábio Laet, tan versado en las cosas
de América como lo acredita su obra «N ovus or-
bis,» que la ilustró tambien anotando y res-
pondiendo á Grocio en sus «Notro ad disert. H.
Grotii de orig. gent. americe et observationes ali-
quot ad meliorem indaginem difficillimro illius
questionis» .
El instruido y sagaz 'escritor E. B. d'E., en
la obra de bastante extension que tituló «llssai
«sur cette question. iQuand et comement l'Ame-
«rique a Celle eté peupleé d'hommes et d'ani-
maux~» el laborioso é infatigable investigado r
.Boturini Benaduci, en el § '16 de su «Idea de una

(1) Rug. Grocii Disert. de orjg. Americ.


XVI
nueva historia general de la América Septentrio-
nal;» el conocido historiador Wz'llia1Jt Robertson,
en el libro .4 ele su «Historia de América;» el e5-
tudioso americano Ja?nes B. llfc • Cullolt, en sus
«Recherches on America;» el sábio mexicano
Francisco Xavz'er ClaviJero, en el tomo 2 Di-
sertacion 6 de sa «Historia antigua de ~Iéxico;»
Tvíllia'Jn Prescott, ilustre historiador de lvIéxico,
en el que como Apéndice aparece en el tomo 2 de
su «Historia de la conquista de México con una
ojeada preliminar sobre la antigua civilizacion de
los Mexicanos;» entre nosotros el entendido é in-
genioso P. Francisco Xavier Alejo de Orrio, en el
0púscülo titulado «Solucion del gran problema
acerca de la poblacion de la América, etc.,» y lo ,
que ha compilado D, Francisco Carvajal en los
caps. 4. y ti, tomo 1, de su «Historia de :México.»
Un nuevo trabajo sobre esta materia 1 despues
de tanto como se ha escrito podrá quizá tenerse
1

por jactancia¡ y calificarse por los que no han


fijado mucho su consideracion en ella" de pu-
ra curiosidad, inútil, y poco fructuosa en f;US
resultados; pero no habrá razon en juzgarlo as],
atendiendo á la manera como se trata la cuestion,
.y al empeño con que todos los historiadores han
procurado investigar el orígen de las naciones;
por la relacion íntima que tiene con todo lo demas
que cae bajo el dominio de la historia: el sábio
FeiJó se ha hecho cargo de la observacion de pu--
ra curiosidad é inutilidad, y ha manifestado que
XVII

«esta question es de mucha mayor importancia


«que la que á primera vista ocurre. Parece, dice,
«una mera curiosidad histórica; y es punto er1 que
«se interesa infinito la religion.. . . . . .. por que
lo~ que niegan que los primeros pobladores de
América proceden del otro Continente, niegan lo
que está recibido como dogma de fé, á sabee, que
todos los hombres son descendientes de Adam (1).
En cuanto á la pretension jactanciosa, y al fru~
to que pueda sacarse tratándola de nuevo, milita
la consideracion de la luz baj o que pueden pre-
sentarse muchos he.chos que ántes no se hubieren
tocado, ó verificádose de una manera imperfecta,
de los descubrimientos que se hacen en las explo-
raciones de regiones y países poco-conocidos; en
el hallazgo de nuevos manuscritos y objetos en
los sepulcros y excavaciones que se practican, en
la visita y exámen de los antiguos monumentos
y ruinas notables que aUI?- se presen tan á la vista,
en la lectura de caractéres é inscripciones que án-
tes se hallaban ocultas á la inteligencia de los sá-
bios, en la copia de datos y noticias recogidas por
viajeros instruidos, en la riqueza de conocimien-
tos con que cuenta la arqueología, merced á los
incesantes esfuerzos que han continuaao hacién-
dose desde que se ha conocido mejor toda su im-
portancia, y en el estudio comparado de las len-

(1) Feij6, Teatro critico, tomo 5, Disc. 15, § 2, pagi-


In 322.
ESTUDIOS-TOMO Iv-3
XVIII
guas, y de los restos de tradiciones, que aun se
encuentran en muchas parles.
11as aun cuando no existiera ninguna de estas
ventajas, no puede ponerse en duJa que del exámen
de las di versas opiniones emitidas sobre un mismo
asunto, pesando las razones, analizando sus fun-
damentos, y penetrándose de su espíritu y de su
fuerza, para formar despues un concepto sólido y
exacto, resulta la verdad; pues como dice un es~
critor, a las tinieblas sucede la claridad, la verdad
viene a ocupar el lugar del error, y la demostra-
cion el de las conjeturas.
Preciso es, ademas, tener presente, que al ,hacer
uso de los mAdios indagatorios, tienen que tocarse
en ese examen comparado, los puntos más promi-
nentes de la historia antigua de América, y de las
naciones más célebres en la antigüedad; lo cual da
á ésta clase de investigaciones un alto grado de
importancia, por no haber sido este el terreno en
que por lo con1un se ha' colocado la cuestion~ si-
no que se han contentado los escritores con toques
ligeros, con indicaciones superficiales y aprecia-
ciones poco fundadas, sin detenerse en algunos
puntos que bien merecian más prolijo examen.
Con este nuevo trabajo se logrará otra ventaja,
y es la de que, al recorrer ese campo vasto de in-
vestigaciones que son necesarias para dilucidar la
cuestion, se llenarán muchos vacíos, y se rectifica-
rán v'arios puntos históricos, geográficos y cronoló-
gicos, disipando los errores que se hubiesen come-
tido) valiéndose para esto de lo que sobre unos
XIX

mismos hechos exponen varios autores, y de los


cambios, alteraciones y revoluciones que se han
operado en varias partes del mundo, especialmen-
te en nuestro continente; de las tradiciones que
acerca de estos cambios y revoluciones cosmogoni-
cas se hayan recogido; de la parte rnitol6g~'ca que se
presta á tantas consideraciones, del exámen de los
monumentos y construcciones que se han ido des-
cubriendo, de las prácticas, usos y costumbres en
los tiempos en que estas poblaciones tenian ya
una vida social bastante adelantada, 6 en su esta-
do de nómadas y salvajes, comparadas con lal:; de
otros pueblos, y en los idiomas, en fin, que se ha-
blaban, y han ido desapareciendo, ó modificándo-
se y corrompiéndose hasta perder quizá su índole
primitiva. •
Si, como ha dicho un escritor notable, ('1) cuan-
do una nacÍon en cuerpo, Ó sola1nente por colonias
ha cambiado de habitacion, todo lo trasporta con-
sigo, sus instituciones, sus conocimientos, el re-
cuerdo de los grandes hechos pasados, y la memo-
ria de sus antepasados, porque el hombre lleva
siempre en sí sus ideas, las fábulas de su infancia,
y lo que conoce de sus padres, y los puntos de
contacto que tengan entre sí; la investigacion
que se haga para descubrir todo esto, será muy
fructuosa y de la más alta importancia; veu-

(1) Mr. BailIy. Lettres sur l'Atlantide. Lettl'e deu-


xieme, pago ~1 o
xx
drá despues la crítica, y el buen juicio, y califican-
do esos datos, pesando las opiniones equilibradas,
y las probabilidades apoyadas, en las fábulas que
más se aproximen, y se ilustren las unas por las
otras, se llegará á resultados fundados sobre la
naturaleza de las cosas y de los hombres, habrá
razones de creer y no de dudar; porque todo esto
reunido atrojará una fuerte luz que puede condu-
cir á la evidencia; y la verdad, como ha dicho ese
mismo escritor, se hace conocer por el concursO
de las pruebas (1).
Mucho se hubiera simplificado este tra oajo, si
desde los primeros tiempos de la creacion, ó al
ménos desde los que se siguieron al cataclismo
que sufrió el mundo con el diluvio universal, nos
fuera posible observar los trazos, hueLlas, y ves·
tigios que fué dejando el hombre sobre la tierra,
siguiéndole ya en los actos más simples de la vida,
en su estado de -familia, y ya más tarde en los
cuerpos y asociaciones que iban formándose, en sus
viajes, y en las varias emigraciones del género
humano: fácil nos seria entónces conocer y califi-
car las mutaciones y cambios que ha ido experi-
mentando, los diversos países que iban poblándo-
se, su desarrolio sucesivo, los a vanees de todos
géneros que han ido efectuándose; yacompañán-
dole en esa marcha, encontrar los vestigios ciertos
de su primera aparicion en este continente. ¡Cua-

(1) Mr. Bailly. Letlres sur l'Atlalltide, onzieme leUre


á M. Voltaire, pago 25.
XXI
dro magnífico y espléndido seria el que se presen-
~aria á nuestra vista! Disiparíanse las 80mbras y
dudas que á cada paso nos asalLan, y se derrama-
ria mucha luz sobre la marcha de la humanidad,
y de las d.iversas circunstancias porque ha pasa-
do, en vez de las densas tinieblas, y de la incerti-
dumbre y el caos, en que se encuentra la inleli-
gencia humana, cuando quiere juzgar sobre lodo
esto.
Con ese cúmulo de datos, Ó no habria existido
la duda de, cómo, cuándo, y por quiénes fué habi-
tado este continente en los tiempos primitivos, ó
tendriamos tanta luz sobre estas cuestiones, que
podría resolverse sin mucho trabajo en un genti-
do que tuviera tal grado do probabilidad, que de-
jara el ánimo tranquilo, y casi del todo averigua~
da la verdad; pero por desgracia no es así, y esa
parte de la historia la más preciosa, y la más útil
é interesante, está cubierta con una densa oscuri-
dad, al través de la cual no es posible penetrar;
. no tenemos más que los deslellos que arrojan los
libros sagrados, fuera de los cuales todo es incier-
to y dudoso; y ~n ellos no se ·encuentran los de-
talles que eran de desearse para poder juzgar so-
bre lo ocurrido en los tiempos lJrehist6ricos, te-
niendo por tanto, que contentarse en muchos ca-
sos, con datos y noticias vagas, y juicios pura-
mente conjeturales. Un denso velo cubre la infan-
cia del mundo, que no han podido descorrer los
ingenios más sublimes, que se han sucedido en la
série de generaciones que nos han precedido.
XXII
Grande es, en la cuestion de origen de los habi-
tantes de América, el espacio que tiene que recor-
rerse, y considerable el número de materias que
deben tocarse: este trabajo está ya en parle ade-
lantado, con lo que en el curso de esta obra se ha
expuesto: en lo que aun resta que hacer, se pro-
curará la mayor concision posible, encerrando lo
más esencial y necesario en reducidos términos;
pues aunque como dice Séneca, las grandes mate-
rias requieren grandes tratados. «Laxum spatium
«res magna deciderat,» (1) el mismo tambien ma-
nifiesta que «Magna artificia sunt, totius compre-
hendere sub exiguo,» proceder que es igualmen,.
te conforme á lo que Quintiliano ponia en práo-
tica cuando decia «Nosbrebitatem in eo ponimus,
«non ut minus, sed ne plus dicatur quam opor-
tel» (2).
Hay, es verdad, que luchar con mil dificulta -
des, y entrar en investigaciones profundas, y en
un exámen prolijo de todos los medios indagato -
rios que conduzcan á ese resultado, examinando
la historia de lodos los pueblos en su vida íntima,
en sus manifestaciones públicas, y en sus rasgos
característicos, para. hacer, como se ha dicho, por
medio de un juicio comparativo, las deduciones
correspondientes, y conocer sus puntos de contac-
to, sus analogías, y semejanzas; porque este es el
medio más seguro de llegar á un buen resul lado.

(1 ~ Séneca, Episl. 88
(2; Quintil. lib. 4. Institut. c. 2
XXIII
«Nulla est mortalibus, ha dicho Polibio, ad pro-
diciendum via expeditior, quan1 nose res ante-
factas» (1).
Tarea es esta inmensa, que abruma el entendi-
miento y la memoria, agota las fueJ'zas, y deja la
conviccion profunda de su magnitud, y de la pe-
queñez de los esfuerzos aislados para darle cima,
y llevarla á buen término, para lo cual se necesi-
ta el trabajo continuado, y el concurso de inteli-
gencias superiores; el «vehemens applicatio animi
«cum magna voluntate ad aliquid agendum,» de
que nos habla Ciceron (2) Recorreré, sin embar-
go, este cuadro hasta donde me sea posible, hasta
donde me alcancen la.s fuerzas; la vía queda abier-
ta á todos los demas.
En el Prólogo de esta obra he dicho lo bastante,
sobre la manera con que me propongo tratar lo
que va á ser objeto de esta segunda parte (3); no
será, sin embargo, fuera de próposito advertir, que
en las investigaciones que deben presentarse, fi-
gurarán los medios más adecuados para poner en
claro esta cuestion; di ya alguna idea de lo que
aun hay que considerar (4); TIlás como en todo eso
aparecerán rasgos que son con1unes á todas, 6
a muchas de las naciones conocidas en la anti-
güedad, difícil será clasificarlos y distinguirlos

('1) Polibio.
(2) Ciceron. 1, RheLor.
(3) Estudios sebre la Historia de América, etc., to-
mo 1. Prólogo, pág .. 23, 24, 25, 26.
(4) Ibid. págs. 36, 37, 38, 39 Y 40.
XXIV
por solo la afinidad, ó diversidad que se advierta
en ellos, por que esto puede provenir de varias
causas; sera, sin embargo, necesario á falta de
otros datos, y cuando la historia enmudezca, re-
currir á este arbitrio, guiándose al hacer uso de él
por un criterio ilustrado, prefiriendo en esos ras-
gos de analogía 6 divergencia, los que presentan
un carácter más decisivo.
De ese juicio comparalivo se desprenderán, no
hay duda, de vez en cuando rasgos de luz que
servirán de lllucho al hombre investigador en su
marcha, hasta llegar á descubrir la verdad: verá
la suc~sion no interrumpida de cierta!:; genera-
ciones abrirse paso al través de los siglos, y dar
orígen á varias familias, que despues se convierten
en naciones, formando grupos que llevaban en sí
algunos signos distintivos, que les impidiera per-
derse en ese océano inmenso de la humanidad, y
que dan á conocer su origen.
Ardua y difícil es una lnvestigacion de e~te gé-
nero, aun limitada á una nacíon determinada; in·
teresante, por los detalles en que es preciso en-
trar; vasta por la mullitud de PU~ltos que es forzo-
so tocar, y altamente útil y provechoso por las no-
ticias y descubrimientos que dará á conocer, reu~
nienclo, como en un foco, lo más interesante; los
esfuerzos de la inteligencia, del trabaj o, y de la
civilizacion.
Pues para esto, es preciso valerse de los medios
que la literatura ha puesto en práctica, al escribir
sobre la genealogía de los pueblos] recurriendo á
xxv
la historia antigua, á las tradiciones, á la mitolo-
gía, á los monumentos, á los nuevos escritos que
pueden haberse encontrado, y á las revelaciones
hechas por la geología y la panteología, la cosmo·
logía, cosmogonía, la filología, y la arqueología
comparadas.
La antropología, la fisiología, y la etnografía,
han hecho tambien en esto un papel principal;
los rasgos físicos, la estatura, la configuracion de
los ojos, el color, el cabello, la barba, el cráneo, y
el tamaño y figura de las narices, la boca y los
lábios, y ciertas facciones muy pronunciadas de
la cara, han servido mucho, no solo para distin-
guir la raza, sino tambien para fijar la proce ~
dencia.
Verdad es que el cruzamiento de razas ha pro c

uucido cambios y alteraciones notables; pero en


esa mezcla siempre quedan rastros, en que resaltan
el carácter y distintivo nacional, especialmente
en las poblaciones pequeñas que se hallan en las
asperezas y montañas, en las cuales no abunda
ni predomina el elemento extranjero.
lVlucho contribuirá á dilucidar la presente cues-
tion el exámen detenido de la situacion geográfica
de América, respecto de las otras partes del mun-
Jo, ántes y despues uel diluvio universal, y de las
poblacione~ más contiguas, teniendo en cuenta los
grandes sucesos, trastornos y cambios que hayan
ocurrido en el globo terraqueo en el tiempo que
ha trascurrido.
ESTUDIOS-TOMO Iv-4
XXVI

La proximidad, no hay duda, que produce una


grande probalidad en cuanto á procedencia, y en
este sentido han surgido muchas opiniones; ya
respecto del estrecho:"de Anian, ya del número de
islas en el Océano, y distancia á que se encuentran
colocadas unas de otras.
Los trastornos que ha sufrido el globo terra-
queo son bien conocidos, y se hallan confirmaaos
por los adelantos y descubrimientos de la ciencia
moderna. Las guerras y conquistas, no hay du-
da, tambien, que han influido en la formacion de
las naciones y su establecimiento en países distan-
tes. Los isrraelitas, por ejemplo, con sus guerras
echaron de la Palestina á los cananeos óJenicios,
que se establecieron en Africa, el comercio los lle-
vó hasta las Canarias; y las conquistas impelieron
á los Caldeos, á los Egipcios, á los Griegos y á los
Romanos, á países muy distantes de Asia, Africa,
y Europa.
Estas y otras muchas consideraciones son las
que me han guiado en el exámen de la presente
cuestion, fija siempre mi atencion en los rasgos
de semejanza que pudieran encontrarse en todo lo
q"lle forma el carácter y fisonomía particular, tan-
to en lo físico, como en lo moral, de las naciones
más notables que han existido, y que nos descu ..
bren sus tradiciones é historia respectiva, siguién-
dolas en su desarrollo sucesivo hasta tocar con los
tiempos más próximos al conocimiento notorio
que se tuvo del Nuevo :Mundo.
XXVII
Los pueblos han dejado rastros y señales de su
existencia sobre la tierra; es preciso reconocerlos.
Los instrumentos de caza, los útiles de que se ser-
vian para prepar.:lr sus alimentos, los medios de
que usaron para cubrir su desnudez, y ponerse á
cubierto de la intemperie, los vestigios de la in-
dustria' y utensilios domésticos, que la arqueolo-
gía nos dá á conocer, son objetos preciosos de que
se ha sacado y se puede todavía sacar gran prove-
cho _para la genealogía y orígen de las naciones, y
el progreso sucesivo de la humanidad.
Cerca de seis mil años es el espacio de tiempo
que se asigna á la aparicion del hombre sobre la
tierra; mil seiscientos des pues de la creacion acae-
ció el diluvio; dentro de ese tiempo debemos bus-
car la solucion del IRohlema que nos ocupa, y que
comprende dospuntog cardinales, á saber, ?quié~
nes fueron los primeros pobladores de América, y
en qué tiempo vinieron á ella? Para lo cual es
preciso romper el secreto de los siglos que nos han
precedido. Los estudios de Monseñor lIIeignan,
obispo de Chalons sur-Marne, han derramado
mucha luz sobre el hombre pre-histórico ('l), y los
del Abate Lambert (2).
Deplorable es, como he inidicado ya, la falta de
muchos datos importantes para desempeñar esta
empresa. Los pueblos del antiguo mundoextin-

(1) «El hombre y el mundo primitivo segun la Bi-


blia. Paris, 1869.»
(2) «El hombre primitivo y la Biblia.»
XXVIII
guido legaron á sus sucesores una herencia de
conocimientos útiles, y datos por los cuales podia
conocerse esa historia, y descubrirse ó sospechar-
se su origen; pero la de los antiguos habitantes de
América, se perdió en el incendio y arrebatos del
fanatismo; tesoro que podia haberse utilizado, y
del cual solo nos queda lo que el celo de los misio-
neros pudo recojer, de lo poco que salvó de esa
destruccion, acerca del extenso y amirable país
en que vivieron, con sus sabanas incultas, sus bos-
ques vírgenes y seculares, sus altas y ásperas
montañas, sus rios caudalosos, sus hermosos la-
gos, sus escarpadas cordilleras, y algunas ruinas
esparcidas en los bosques con que tropieza el via-
jero por casualidad, y otras poco conocidas, ó que .
todavía permanecen ocultas.
El conocimiento de la procedencia de los héroes
de la antigüedad, y de sus hombres célebres por
su ciencia, sus invenciones y sus hechos, ha sido
objeto de muchas investigaciones, y del más solí-
cito interes, cuanto más debe serlo el de un pne-
blo numeroso que habitó vastas regiones, y vivió
largos siglos ignorado, que ha dejado notables
vestigios de su existencia; y que al descubrirse de
nuevo, pasmó al mundo entero, de asombro y ad-
illuaClOn.
En este trabajo he procurado reunir lo más no-
table que se halla esparcido en muchos volúmenes,
utilizando la extensa lectura que he hecho de
nuestra historia y de la antigüedad. No me ater-
raban ni la oscuridad é incertidumbre que nolaba
XXIX
en varios puntos, ni las lagunas que encontraba
en varios escritos que consideraba, ni la contrarie-
dad y variedad de opiniones, especialmente en la
cuestion principal, porque me empeñaba en no
separarme de las reglas del buen criterio, tenien-
do solo por fundado y averiguado lo que encontra-
ba apoyado en el aserLo de escritores ó testigos
respetables. «Quod omnes aut complures sentinnt
«aut dicunt, dice Aristóteles, id falsum non est
«putandum (1): concepto que tiene en su apoyo
otro pasaje de Plin1.:o el jóven, que reputaba por
absoluto en la diversidad de opiniones, aquello en
que convienen los iuicios discretos de los hom-
bres (2).
Seguia, ademas, otras reglas de buen criterio,
y tenia, sobre todo, muy presente lo que dice Pli-
nz'o en su panegírico de Trajano: «Lucero verita-
«tis acquiritur, et cum posteris administrat, dis-
« tinguit meliara, puriora recipit, et alia prooter-
mitit» (3).
Cuando muchos escritores antiguos y modernos
trazaron con mano diestra lo que sabemos sobre
la antigüedad, entre otros .Bartlielemy, ya no se
veia el humo sobre los altares de los dioses de la
Grecia y de Roma, ni se oia el quejido de las vÍc-
timas inmoladas en las aras del sacrificio, y no
por eso dejaron de decir la verdad, y trasmitirla á

(1) Aristóteles, lib. 4 .de divino persono


(2) Plinio Jun., lib. 9, Epist. 12.
(3) Plinio Paneg. Traj.
xxx
la posteridad; otro ta.nto puede decirse ' de Améri-
ca, á pesar de los muchos años que han trascurri-
do desde que hubo habitantes en ella . .
Los últimos escritores tienen la ventaja sobre
los que les han precedido, de la mayor luz ,que
resulta de un exámen repetido, y estimulado siem-
pre por el deseo de encontrar algo nuevo, 6 de dar
adelante un paso más.
¡ Quién habia de decir despues de tanto co-
mo se ha escrito, que Niébukr esparciera nueva
luz sobre la historia de Roma, y sobre lós prime-
ros dias de Grecia! Tan cierto es que el exámen
extenso y bien dirigido, y las chispas que se es-
capan del génio, abren é iluminan nuevos hori-
zontes, y lo que estaba oculto ó envuelto entre ti·
nieblas, al fin llega á descubrirse.
Un pueblo, sobre todo, que como el de América,
deja sobre la tierra, por lo poco que se vé, tan no-
tables trazas de su ' existencia, de las artes que
cultivó, y de la lengua que hablaba y escribia,
que tenia una historia propia, y una série de
grandes acontecimientos enlazados con'la vida de
otros pueblos, digno es de que no se deje la pluma
de la mano, hasta darlo á conocer en todos sus de-
talles, como se ha logrado respecto de los más cé-
lebres que registra la historia.
El pueblo asirio, que vivió cerca de 2,000 años
ántes de Jesucristo, sobre las márgen~s del Tígris l

del Eufrates, y sobre las llanuras inmediatas, cu-


ya existencia atestiguan las ruinas de Babilonia y
de NíniveJ y lo que la. historia ha conservado, to-
XXXI

do lo cual pone de manifi€sto lo que fué su cultu-


ra, su grandeza, su pujanza y su poder, ha sido
objeto de grandes investigaciones, y todavía 10 es
de las meditaciones de los sábios, y aun se ponen
e _1 práctica nuevos arbitrios para descubrir, si e~
posible, más de lo que se sabe.
i Cuánta luz ha derramado sobre su existen-
cia y la historia del género humano, ese tra-
bajo de los sábios! ¿Por qué no ha de hacerse
lo mismo respecto del pueblo americano? ¡Quién
sabe cuantos millares de años habrá vivido aban-
donado, ~gnorado, ó desconocido sobre sus altas
montañas, á las orillas de sus herp:losos lagos y
caudalosos rios, esparcido en sus extensas llanu-
ras, y cuáles habrán sido en esos remotos tiempos
las transformaciones y peripecias porque ha pasa-
do, y la série de acontecimientos de su vida, has-
ta dejar esas ruinas pasmosas que contemplamos,
y las demas poco exploradas y ocultas en la espe·
sura de los bosques, que, como se ha dicho, se
hallan diseminadas en la extension de su territo-
rio! Todo esto, tan enlazado con la cuestion de orÍ-
gen, es todavía desconocido, y el esfuerzo que se
haga para ilustrarla es 4e la más alta impor-
tancia.
Los puntos luminosos, que al recorrer los escri-
tores del nuevo y antiguo mundo, se presentaban
á mi vista, me han alentado á dar á conocer mis
propias observaciones sobre los rasgos de analogía
que aparecen, y que si no constituyen una per-
XXXII
fecta identidad, se aproximan á ella; considerable
es el acopio de materiales que he reunido, y en
medio de tanta erudicion, del cúm ulo inmenso
que presenta la combinacion de tantos hechos, de
tantas ideas, y de noticias tan interesantes para
el desarrollo de lo que sobre esta cuestion puede
exponerse, he tenido que encerrarme dentro de
los más estrechos límites, para no dar á esta obra
demasiada extension; sin embargo, las deduccio-
nes que contiene, son de tal naturaleza, que en si
mismas y en su conjunto, casi nos dan la certeza
del hecho: ex fumo luxo
wléxico, ~Marzo de 1877.
MANUEL LARRAINZAR .
SEGUNDA PARTE.
--

OAPITULO l.

1. La cuestion sobre el orígen de los habitantes de


América.-2. Su ímportancia.-3. Esfuerzos que se
han hecho para resolverla.-4. Si los antigues tu-
vieron noticia de la exislenci&. del Nuevo Mundo.
Objeto del viaje de Colon. Dicho notable de Chateau-
briand.-5. La Atlantida de J>lalon. Lo que sobre
ella piensan Paw. Mac Culloc. Mr. Farcy, Bcunsen y
otros autores.-6. Isla. de que habla Diódoro de Si-
cilia, y deducciones que de lo expuesto por otros au-
tores pueden hacel'se.-7. La que designa Aristóte-
les.-S. Opinion de Eliano sobre la existencia de otro
Continente más allá ¿el Océano, apoyada por Plutar-
co, S. Clemente y Orígenes.-9. Pasajes de Plutarco,
Perisonio y Pomponio Mela.-l0. Apreciaciones del
n. de Humboldt.-ll. Parecer de Budbeck. Teoría
de Mr. Bailly. Juicio de Mr. Bory de Sto Vieent., y
opinion de Buffon sobre la Atlantida.-12. Peso de
e~tas opiniones y las demas que s~ refieren á la cues-
tion que se debate, y luz que vino á derramar so-
bre ella el descubrimiento del Nuevo Mundo, disi-
pando muchos errores, y poniendo la verdad de mani-
fiesta, y la injusticia con que se habia condenado
á B. Virgilio, y á Galileo por sus opiniones sobre la
existencia de los antípodas y un Nuevo Mundo.

§ 1.

EL orígen de los haoitantes del Nuevo Mundo,


comenzó á ser objeto de la meditacion de todos)
desde la época de su descubrimiento. Cerca de
cuatro siglos van trascurridos, y todavía no se ha
-4-

resuelto esta cuestion célebre) de la cual se han ocu-


pad0 sábios ilustres de todas las naciones cultas.
Imposible ha sido rasgar el velo que oculta la
cuna de su poblacion. Densas tinieblas circundan
los primeros tiempos de su existencia, que ni la
investigacíon, ni el exámen han podido disipar .
Vanos han sido hasta ahora los esfuerzos de la
más esqaisita erudicion con tal intento. Se han
inventado innumerables sistemas, se ha agotado
el campo de las conjeturas, se ha apurado el dis-
curso, llevando la discusion sobre cuanto pudiera
dar alguna luz para descubrir la verdad; el juicio
analítico y observador, ha -recorrido la inmensa
escala de analogías y comparaciones entre los di-
versos pueblos conocidos; pero á pesar de tanto es-
fuerzo, y de tan multiplicados afanes, no se ha
logrado fijar una opinion que quite toda incerti-
dumbre, que aquiete la razon, y que no deje nin-
gun género de duda. Una sombra densa, proba-
bilidades que se desvacen ante el juicio severo de
la crítica, es lo que á cada paso se presenta, dej an-
do burladas las más sérias investigaciones. No
hay sistema de todos los que se han ensayado, que
no ofrezca dificultades despues de profundas me-
ditaciones. Solo ha quedado la conviccion de la
debilidad é insuficiencia de las propias fuerzas, pa-
ra depurar un hecho en vuelto en la oscuridad de
los tiempos, que parece sustraido del conocimiento
humano, como otras muchas cosas ocultas á la
razono
-5-
Diversos autores reputan como irresoluble tal
cuestion, y aun temerario el intentarlo. De esta
opinion es, como se ha.indicado, el P. Acosta (1),
que tanto hubo de meditar sobre las cosas de Amé-
rica, y el Barron de Hun¿boldt, que con su vasto
saber ha derramado tanta luz sobre nuestro conti-
nente, creyéndola fuera del dominio y alcance de
la historia. «El problema, dice, (2) de la primiti-
va poblacion de América está tan fuera del resor-
te de la historia, como las cuestiones sobre el orÍ-
gen de las plantas y de los animales, lo mismo
que la disiribucion de los gérmenes orgánicos ::,e ;
hallan fuera del resprte de las ciencias natura-
les. . . . . .. En medio de una muchedumbre de
pueblos que se han sucedido y rpezclado unos con
otros, imposible es reconocer exactamente la pri-
mera base de la poblacion, esta capa primitiva,
donde principia el dominio de las tradicciones cos-
mogónicas. »

§ 2.

La importancia de la cuestion es grande sin


embargo, porque el esclarecimiento Je ese punto
importa la de otros muchos que, como dependien-

(1) Hist. naL. et mor. de las Ind. lib. 1, caps. del 19


al 25.
(2) Vues des cordílleres, tomo 1. Introdution, pag 20.
-6-
tes de él, están todavía bajo el imperio de la duda,
de la oscuridad é incertidumbre. No creo despues
de lo que con tanta crítica '3 erudicion se ha escri-
to sobre semejante materia, que puede fijarse el
juicio sin nuevos datos, ni quitar todo motivo de
controversia. Pero como al ocuparse de las cosas
de América, nadie puede dejar de tocarla, tambien
yo me he dedicado á estudiarla, á cuyo efecto pre-
sen~aré aquí, con laconismo y claridad, las opi-
niones que se han emitido, procurando con mis pro-
pias observaciones arrojar algunos átomos de luz,
para que comparándose los grados de probabilidad
que cada una tenga, se califique cuál de ellas se
acerca más á la verdad, buscando al propio tiem..
po nuevos hechos que la confirmen, á fin de que
tan importante problema histórico deje de ser pu-
ramente conj etura!. «Apénas se hallará en la
historia, dice OZavijero J un problema de más di-
fícil resolucion, que el del orígen de la poblacion
del Nuevo Mundo, ni sobre el cual reine mayor
variedad de opiniones») (1).
El orígen de las naciones está por lo comUFl en-
vuelto en las tinieblas de las primeras edades, en
que la fábula y las ficciones ocupan el lugar de la
verdad, y en que la cilrencia de datos hace dificil
sobre manera toda investigacion. Cuando quiere
buscarse su orígen en la más remota antigüedad,

(1) Clavijero. Historia antigua de México, tomo 1,


Disert 1.
-7-
tiene que apelarse, á falta de monumentos, si la
historia calla, 6 es oscura é incompleta, á conje-
turas más ó ménos fundadas, á analogías y alucio-
nes, á etimoJ ogía de nombres y palabras, y á otros
rasgos de semejanza. Rara vez se encuentran en
los anales de los pueblos noticias claras y seguras,
que alejen todo error. Las tradiciones y leyen-
das, cuando no son ciertas, vienen á aumentar la
confusion, por las fábulas con que se hallan mez-
cladas, por las alteracioneg á que están sujetas, y
por su base viciosa.
La historia antigua, luego que falta la guía de
la relacion mosaica, es un caos donde apénas pe-
netran débiles rayos de luz, no bastantes para es-
clarecer todos los hechos, especialmente el relati-
vo al origen de las naciones. «Imposible es, dice
un escritor ilustrado, conocer exactamente el orí-
gen de los pueblos profanos, aun de aquellos que
han gozado de mayor celebridad.» Los libros sa-
grados son los únicos en que sobre este punto pue-
de tenerse gran confianza, por su orígen, por el
tiempo en que fueron escritos, y por las demás cir-
cunstancias que tan elevada é irrefragable hacen
su autoridad.

§ 3.

No es, por tanto, de extrañarse, que en el tras-


curso de tantos años no haya podido averiguarse
la verdad en esta cuestiono Si muchos de los paí--
-8-
ses del antiguo continente, que han sido constan-
te objeto del estudio de sábios y viajeros ilustres,
son todavía poco conocidos; si se ignoran muchas
cosas Je los primeros tiempos de los griegos y la~
tinos, á pesar de lo que sobre ellos se ha escrito
desde la más remo ta an tigüedad hasta nuestros
dias, no obstante los monumentos que se tenian
á la vista, la multitud de datos que se habian
conservado, y las prolijas investigaciones que se
han hecho; si el orígen de los primeros habitan tes
de España es un problema, acerca del cual se han
formado tantas conjeturas; si 8oemund, Worin,
Zbre y otros escritores, han dedicado largos años
en buscar el orígen €le los pueblos germanos, sin
acertar á encontrarlo de una manera enteramente
satisfactoria; iqué deberá. decirse respecto del nue-
vo continente, sobre el que se_carece de datos abun-
dantes, ó de ellos solo quedan restos mutilados, tan
poco explorados aun~ Desgracia fué para la ciencia,
que se viera entregado desde su descubrimiento á
manos. de hombres en gran parte rudos, supers-
ticiosos, é ignorantes, quienes, con raras exeepcio-
nes, no supieron aprovechar, ni conservar los mo~
numentos y ricos tesoros de saber, que encontra-
ron en las naciones por sus armas subyugadas,
procurando, al contrario, borrar los vestigios de
su existencia, con destruir lo que pudiera recor-
darles su autonomía, su religion, sus prácticas,
sus costumbres y su vida antigua; é incendiando
j

mapas, manuscritos y todo cuanto no fuese plata


ú oro, única cosa que satisfacía su codicia. ¡Esce-
-9-
nas deplorables que no pueden disculparse con el ce-
lo religioso llevado á ese exceso, 'que es el que se
designa como causa matriz de estas acciones!

El Egipto, sin esta carencia de datos, ha sido es-


tudiado con ahinco, y todavía no se sabe con certeza
el orígen de sus habitantes, y el Nilo, que ha sido
objeto de varias investigaciones, y en cuyo reconoci-
miento comenzó á trabajarse de tiempo muy atrás,
aun no ha podido descubrirse todo su curso, ni se ha
averiguado bien el lugar de su nacimiento á pesar de
los recientes descubrimientos que se han hecho. Sin
embargo, no puede negarse, que si respecto de Amé..
rica existieran todos los datos destruidos, se sabria
muchísimo, y no tendriamos que atenernos en muchas
cosas á solo puras conjeturas. Pérdida es esa in'epa-
rabIe para la inteligencia, y deplorada por ella de
contínuo, como resultado de inexcus~ble c~gue¿¡ad. '

§ 4.

El exámen del orígen de los pobladores de Amé-


rica ha debido naturalmente suscitar la cuestion, de
si antes del descubrimiento de Colon se tenia ya no-
ticia del Nuevo-Mundo. Si no fuera conocido el ob-
jeto que este se propuso en su viaje, así como las ra-
zones que lo movieron á emprenderlo, podia creerse
ESTUDIO S.-TOMO Iv.-6
-10-

que no se habría aventurado á empresa tan arriesga..


da. En los conocimientos geográficos que poseía,y la
instruccion que le ministraban las obras de los anti..
guos, encontró sin duda fuertísima presuncion de que
\

existian hácia el Occidente tierras lejanas desconoci-


das; pero se sabe que el encontrar un paso hácia las
Indias, cuyo comercio prOlnetia tantas riquezas, fué
la idea que preponderó en su ánimo casi exclusiva-
mente, y sobre la cual tanto habia meditado. Elo-
giando Ohateaubriand esta empresa de un génio supe-
rior, dice que Crist6bal Colon, descubriendo la Amé-
rica « criaba un mundo.») (1) Esta sola frase encierra
una grande idea y el encomio mayor que pudiera ha-
cerse, pero no decide la cuestiono Ella no escluye las
sospechas fundadas en conocimientos científicos, his-
t6ricos y tradicionales, que pudieran tenerse sobre la
existencia de un gran continente al otro lado del
Atlántico, puesto que el mismo Ohateaubriand habla
de varios pasages de las obras de los autores antiguos~
de los viajes que antes de Oolon se habian emprendi-
do á varias partes, y de la luz que derramaban sobre
la exten~ion del globo, su figura, situacion de diver-
sos países y ('t,ros muchos conocimientos geográficos
y corográficos.

(1) Ohateaubriand, Voyage en Amérique, pág. 8.


-11-

§ 5.

Platon nos habla de la Atlánfida, isla muy grande


situada mas allá de las columnas de Hércules, (1) ha-
bitada por un pueblo numeroso, regida por reyes, cu-
ya dominacion se extendia á otras islas y porciones
del continente, tan poderosos, que habiendo reunido
fuerzas' bastantes, llevaron la guerra á países remo-
tos, atravesando el Atlántico é invadiendo la Europa
y el Asia. Pero su audacia y su peder se estrellaron
en la resistencia esforzada, que les opusieron los pue-
blos invadidos, no pudiendo someterlos, ni reducirlos
á la esclavitud y yugo ominoso que querian impo-
nerles. Tuvieron en consecuencia que concentrar Ó
limitar su autoridad al país de donde habian salido,
que bien pronto quedó sepultado bajo las aguas del
mar, pues sobrevinieron grandes temblores de tierra
é inundaciones, que en un solo dia y en una noche
fatal hicieron desaparecer aquella famosa isla. Des-
de entonces hiz6se inaccesible el mar por aquel pun..
to, cubriéndose todo el espacio que ocupaba la Atlán-
tida de limo oculto bajo las aguas. Sucedió todo esto,

(1) Esto es, estrecho de Cádiz ó estrecho de Gibraltar,


en que ve Leonardo Cacciatore "la verdadera posicion
de la América. " Nuevo - Atlante histórico, tomo 3, ar..
tículo 36, págs. 277 y siguientes.
-12 --

segun Plafon, hacia nueve nlil años conforme á las


tradiciones d~ los eglpcios.-Nicolás Gurtler, hace
lnencion de la relacion de Plato n sin contradecirla. (1}

El texto de Platon es como sigue: .c( Traditur ves-


« tra civitas restitisse olim innumeris hostium copiis,
« quoo, Atlantico mari profectoo propi jam cunctam
« Europam, Asiamque obsederunt. Tune enim erat
« fretum iHud columnarum Herculis nabigabile, ha-
« bens in ore, et quasi vestibulo eju.s insulam Lybia
« simul et Asia lnajorem, per quam ad alias proximás
C( in~u1as patebat aditus, atque ab illis ad omnem

« continenteme conspectu jacentem vero mad vicinam.


« Pelagus iHud verum mare, terra quoque iHa veré
« erat continens. Verum post hooc ingenti terroomotu,
c( jugique unius diei noctisq ue alluvione factum est

c( ut terra debiscens, omnes iHos vestros bellicosos

« homines absorveret et Atlanti& insula sub vasto


« gurgite mergeretur. Quapropter navigabile pe1a-
« gus illud propter absorptoo insuloo limun relictum
c( fuit. » (2)

Describiendo esa isla, dice el mismo Platon, como


se ha visto, que era mayor que el Asia y el Afri-

(1) Nicolás Gurtler.-Origines mundí, sive, Hist. univ.


lib. 1, cap. 21, pág. 312.
(2) Citado por Solórzano.-De Ind., juro lib. 1, cap. 4,
n.14.
-13-

ca; (1) que de ella podia pasarse fácilmente á otras is-


las, y de estas á un continente que tenia por límite
el mar. (2) Producia todo lo necesario para la vida.
Habia en ¡nuchos lugares de ella minas de metales
s6lidos, y fusibles, entre otros el orichalque, que des-
pues del oro era el mas precioso. Abundaban raíces,
yerbas, plantas aromáticas, jugos deliciosos, bellas flo-
res, y excelentes frutas, tales como la vid, (3) el co~
co y otras. Existian tambien en abundancia el tri-
go, (4) Y varias de las .legumbres que sirven de ali-
mento sabroso, sano y nutritivo. Encontrábase gran
número de animales domésticos y salvajes. Era hermo-
so su suelo: veíanse bosques espesos, mont.añas eleva-
das, colinas, lagos y rios que corrian en. varias direccio-
nes, manantiales, praderas, y estensas llanuras, que lo
embellecian, dándole risueño aspecto. En su seno se le-
vantaban ciudades populosas. Poseedores sus habitan-
tes de tantas riquezas construyeron templos, palacios
espaciosos, jardines, baños, canales, fuentes, diques,
murallas, puertos, cami120s y calzadas. Tenian esta-
tuas, con que decoraban sus edificios y otros lugares
..
(1) En el primer diá1ogo dice la Libia.
(2) Segun Plinio (Hist. nato lib. 6, cap. 30) la Etiopía
tuvohntiguamente el nombre de Atlanzia. ¡Quien sabe
si cerca de ella estaba la Atlántida de que habla Platon,
cuyo nombre es casi el mismo, ó que formase parte de
aquella, y sus restos sean esas islas que aun se ven y se
hallan entre la Africa y la América!
(3) Notes sur les critsas par MI'. COillin, tomo 12)
pág .376.
(4) Idem, ,idem, idem.
-14-

públicos. Su sistema militar estaba bien organizado,


y sus leyes arreglaban con acierto los ramos adminis-
trativos. Habian sus reyes amontonado tesoros tan
grandes, que no existian otros 'que los igualaran. Ex-
tendíase su autoridad absoluta á las otras islas, al con-
tinente, y aun á este lado de las columnas de lIércul~s,
sobre una porcion del Africa hasta el Egipto, y par-
te de Europa hasta Tirenia. El primer rey de e5te
imperio Be llamó Atlas, y de él tomó su nombre toda
la isla. (1)

Ha sido consignado este relato por Platon en dos


diálogo~, titulado el uno Timeo 6 la naturaleza, y el
otro Oritias 6 la Atlántida, diciendo haberlo oido So-
lon á uno de los sacerdotes de mas edad de la ciudad
de Sais en ElJipto, á quien consultó sobre la historia
de los tiempos pasados. Ha sido reputado como fa-
buloso por Numenio, Jamólico, Siriano, Orígenes lJ
Porfirio, á pesar de asegurar el mismo Platon en el
Timeo, que no era cuento inventado al a.ntojo, 6 ,para
entretener, sino historia muy verdadera, y á pesar de
ser tambien los tres últimos autores discípulos de

(1) Ouvres de Platon trad. par Víctor Cousin, tomo 12,


Timeo, pág. 212 Y sigo Critias, pág. 260 Y sigo
Nota. El mar en esa parte toma el nombre de Atlán-
tico, segun Solórzano. (De Ind. juro tomo 1, lib. 1, C. 8,
n. 25), por llamarse Atlante un antiguo rey de Africa, y
por el monte é isla del mismo nombre, no muy distante
de Cádiz, en los términos de la última Mauritania.
-- 15-
-

Platon. Pinedre (1) lo anuncia como dudoso, lo mis-


mo hace Aco"ta (2), Gregorio L6pez (3), Ponce (4 )
YFreit (5), y Sol6rzano como fabuloso (6).
No ha sido este el juicio, sin embargo, que han
formado otros escritores respetables. Fr. Bartolomé
de Las CaRas In, tiene por cierta, y despues de refe-
rir lo que el mismo Platon expone acerca de ella, ci- -
ta en su apoyo y confirmacion á Marcilio Fieino
(comp. sobre el Timeo, cap 6, y á PUniD, (lib. 2,
cap. 92 á Séneca (lib. 6 de sus Morales) y á San An-
selmo. (De imagine mJ.ndi, lib. 1, cap. 20 ); sigue
comentando el relato que hace, y para comprobar
sus asertos, refiriéndose á Plinio en su Hist. Nat.
lib. 2, cap. 87 hasta el 97, y lib. 4, cap. 12 y 22,
hace mencion de las mudanzas habidas e_ID el mar y
en la tierra (7).

Antes de Platon ya habia hablado de la Atlántida


Marcelo, historiador etiope, citado J>or Proclo. Segun
este historiador, habia en el mar Atlántico siete islas
consagrad~s á Proserpina, y adema~ otras tres de in-
mensa magnitud, consagradas á Pluton, á Ammon,
(Júpiter) y á Neptuno, situada. ésta en medio de mil

(1) De rebus Salom, lib. 4, cap. 14, pág. 201.


(2) Lib. 1, De nostro Nob. Orbe cap. 22.
(3) De excellentis monarch, hispam, cap. 9.
(4) 1 Parto Varias disp. 48, expat. cap. 1, pago 467. -
(5) De justo imperio Atlántico e 5, n. 20.
(6) De juro Ind., tomo 1, lib. I, cap. 9, n. 56, pago 68.
(7) Las Casas, Historia de las Indias, lib. 1, cap. 8.
-16-

estadios de extension. Los habitantes de ella .conser-


vaban memoria de la isla A tlán tida , refiriéndose á
sus antepasados, así como del gobierno que ejerci6
el poder en el curso de muchos períodos sobre todas
las islas del mar Atlántico. De allí podia pasarse á
otras mas distantes, Rituadas no léjos de tierra firme,
cerca de la cual está la verdadera mar · (1).

Sttabon (2), PUnio (3), Eliano (4) Y Tertulia-


no (5), lej9s de reputar la relacion de Plafon como
hecho fabuloso, han repetido en sus escritos lo que
dice de la Atlántida, manifestando así su ascenso, y
confirmando la existencia de tan famosa isla. Algu-
nos, como ~fr. Paw (6) y Mac-Oulloc, han visto en
ella descrita la América, y creido que despues de su-
mergida por las aguas volvi6 á aparecer; otros solo
una porcion del resto qu.e aun permanece sumergido,
reputando puntos prominentes las islas de que está
sembrado el Atlántico; y otros, en fin, ·como lJfr.
Farcy, (7) suponen que la. Atlántida fué lo que se
conoce con el nombre .de las Indias Occidentales, el

(1) Asiatic ressearches e. vol 11, § 2.


(2) Strabon lib. 2, cap. 3.
(3) Plinio lib. 2, cap. 3.
(4) Eliano lib. 3, cap. 18.
(5) Tertuliano en su tratado de Pollio bajo el nombre
de Actu.
~6) Paw Recherches philosophiques sur les ameri-
calns.
(7) Farcy.
-17-

conti~ente opuesto, al cual i e pasaba de ella Y ,las


demas islas á la América.

Beunsen considera tambien la relacíon de Platon


como un hecho enteramente histórico. (1) Baillylo
encuentra con todos los caractéres de la verdad. (2)
Homero, seis siglos antes de Plcdon, habia hablado
de los Atlantes en su Odisea, (3) Humooldt recuerda
con tal moti:vo la profecía de Séneca, el gran conti·
nente Saturnino; (4) la isla encantada en que Eríar-
ca vela cerca de Saturno dormido, y la ...~Ieropi8 de
Tkeopompo; (5) el mito de la Lyctonia, que indica el
peligro que amenazaba al continente y á las islas de
Grecia, que los atlantes querían conquistar. Hace
notar que la Lycfonia y la AUántida son los .únicos
países que han desaparecido por grandes catástrofes,
lo cual le hace sospechar que el mito de l!t Atlántida,
á pesar de su orígen egipcio, sea un reflejo de] de la
Lyctonia.

Bocck hace l'mniniscencia de la. guerra de los atlan-


tes, diciendo que en las grandes Panathels se lle-
vaba en procesion un peplun de Minerva, re-presen-
tando el combate de los gigantes y la victoria de las

(1) Egypt's place univ. history wl. 4, pago 421.


(2) Leltre sur l' Allantide pago 43.
(3) Trad. de MI;. Ducis, tomo 1, pago 5. tomo 2; pago 1
Remarques tomo 1. pago 65. tomo 2. pago 41 y 47.
(4) Plutarco-De facie orbi lunre pago 941.
(5) Apollod-Bibl. 111. 10. 1. pag, 33.
ESTUDIOS.-TOMO IV.-7
-18-

divinidades del Olimp ~ En las pequeñas Panatlteas


se llevaba otro peplun que mostraba c6mo los atenien~
ses habian tenido la ventaja en la guerra de los
atlantes. (1)

§ 6.

En corroboracion de lo expuesto puede citarse tam~


bien el pasaje de Di6doro de Sieilia sobre la guerra
de los atlantes con los habitantes de Oerné y las Ama~
zonas, verificada en todo el nordoe$te de Africa, mas
allá del rio y lago Triton, situacion que da á este,
no sobre las costas del Mediterráneo, sino 300re las
del Océano; la desaparicion de dicho lago por efecto
de un temblor de tierra, y el rompimiento del suelo
que lo separaba del Océano, cuyo litoral estaba ocu-
pado por los Atlantes. (2)

Estas guerras, junto con las dem'ls indicaciones


que sobre los atlantes se encuentran diseminadas en
los escritores antiguos, revelan la existencia de un
pueblo con este nombre, cuyos restos, sin embargo, en
vano háse procurado despues descubrir. Esto entra-
ña la doble idea de existencia y ~esaparicion, com-

(1) Comment in Plat., tomo 2, pág. 395.- Seh01 in


Remp. 1, 3, 1.
(2) Diódoro-Bibliot, hist. lib. 3, §§ 52 Y 56 . .
-19-

prendidas en el relato de Platon, circunstancia que á


falta de olros datos y razones le dan un grado res-
petable de verisimilitud.
Los egipcios y los hebreos tenia n á los atlantes
como una reunion de pueblos del Africa boreal y oc-
cidental: Ilerodoto los coloca á veinte jornadas de
los garmmatas, y su nombre ligado con el del monte
Atlas.

Los pasages de algunos de los autores . antes cita-


dos son tan claros, que, admitiendo su autoridad, no
puede ponerse en duda la existencia de la Atlántida.
Uno de ellos es el de Proclo, que es un fragmento
I
de
J,farcelo, y dice así: « Los historiadores 'que hablan
de las islas del mar exterior, dicen que en su tiempo
habia siete t:slás consagradas á Proserpil'lta, otras tres
de inmensa extension, de las cuales l?, primera esta-
ba consagrada á Pluton, la segunda á Ammon, y la
tercera de mil estadios de extension á ]{eptuno. Los
habitantes de esta última isla han conservado de sus
ante'cesores la memoria de la Atlántida, isla extrema-
damente flrande, que eferdó durante lmyo espacio de
tiempo la dominacion soore todas las islas del Océano
Atlántico, JI estaba igualmente consagrada á Neptun,.
Todo esto ha sido escrito por Mm·celo.» (1)

Se ha creido yer en las islas Azores restos de la

(1) Bocck.-Commen. in Plat, tomo 7, pág. 427.


-20-

AtlántiJa. (1) ]vIl'. Buache ha dado á conocer en


1737 una cadena de tierras submarinas, bastante
elevadas desde el Cabo de Buena Esperanza hasta el
Brasil; el Dr. Mac-Oulloa encuentra identidad en-
tre la Atlántida y las Antillas, y las Hespérides, cre-
yendo probable que las primeras, situadas entre la
América y el antiguo Continente, sean restos de las
que antes existian. (2) Por último, congetúrase
tambien, para salvar algunas de las objeciones hechas
contra la relacion de Platoll, que tal vez seria un pro-
montorio del continente de América. la grande isla
de que él habla, avanzado hácin. el estrecho de Gi-
braltar, pues solo así puede combinarse con la.·distan-
cia á que aquella isla se colocaba. Aunque, respecto
al tamaño que se le da, se oponen fuertes ,razones,
preciso es considerar que, en el tiempo á que esto se
refiere, aun no se conocía toda el AHia y el Africa,
sino parte de 'ellas, y bien puede ser que, co~parán­
dos e la Atlántida con esta parte, resultase mayor.
En lo de mas habrá quizá algo de fábula, pues sabi-
da es la inclinacion á lo grande y maravilloso que
distingue á muchos de los escritores antiguos, espe-
cialmente al ocuparse de los tiempos primitivos de
los pueblos.

Esta opinion es tanto mas fundada, cuanto que los

(1) Kircherus.-Munc1us subterraneus, lib. 2, cap. 12.


(2) Mac-Culloc.-Researches philosophical anc1 anti-
quariam.-Baltimore, 1838. .
-21-
.
archipiélagos son considerados como la parte mas ele-
vada de un continente sumergido en el agua, atendi·
dos los trastornos y catástrofes que ha sufrido el
globo desde la creacion. El de las Filipinas, las
islas de Sandwich, todas las del mar del Sur, las de
Grecia, las de Canarias, las Antillas y las Azores,
presentan pruebas inequívocas de su formacion ígnea
y de fuegos subterráneos. El aspe0to general de es-
tas últimas especialmente, indica un orígen volcáni-
co, rocas calcinadas, lavas, escorias, piedras pómez,
cráteres de volcanes apagados, cavernas llenas de
azufre y de estalacticas vitrificad~~. Hay en su sue-
lo grandes aberturas; las costas son generalmente es-
carpadas; y por todas partes se ven erizadas de mon-
tañas.
Es, sin embargo, de notar que Ptolomeo, célebre
geógrafo antiguo, no haya hecho mQncion expresa de
la Atlántida. Su silencio solo podia ministrar un fuer-
te argumento en contra de su existencia, si el mismo
no indicara una tier1~a desconocida contigua á la ex-
tremidad del Asia, y que venia de Occidente á unir-
se con el Africa (1 ),y si .en otros autores respetables
de la antigüedad no se encontrasen e~pecies en qué
apoyarla.-Así, por ejemplo, Di6doro de Sicilia nos
habla de una isla muy distante y fértil, descubierta
por los fenicios, situada á muchas jornadas de la

(l)Cacciatore. -Atlante histórico, tomo 3, arto 36,


pág. 277 Y sig.-Diod. de Sicilia, lib. 6, cap. 7.
-22-

Li'bia hácia el Occidente, cubierta de montañas y re-


gada por rios navegables: en la regio n montañosa
veiánse espesos bosques y árboles frutales de todas
clases; la caza proporcionaba á sus habitant~, diver-
sas especies de animales para su sustento, y el mar
multitud de pescados. « El aire,dice, es allí tan tem-
plado, que los frutos de los árboles y otros productos
crecen en abundancia la nlayor parte del año. En
una palabra, es tan bella esta isla que parece mas
bien mansion féliz de los dioses que de los hombres.»
Estaba muy lejana del continente, y loe fenicios la
descubrieron al explorar el litoral situado mas allá
de las columnas de Hércules, arrojados á larga distan-
cia del Oceano, desde las costas de la Libia, por vien-
tos impetuosos que duraron muchos dias. Fué tanto
el elogio que los fenicios hicieron á su vuelta de la
riqueza y hermosura de la isla, que los tirrenos in-
tentaron apoderarse de ella y enviar una colonia;
pero los cartagineses lo estorbaron, temerosos de que
la mayor parte de sus súbditos, atraídos por la bon-
dad del pais, abandonaran Cartago para ir á avecin-
dárse en él; conservándola, sin darla á conocer al res-
to del mundo, como lugar de refugio en caso ·de una
desgracia imprevista, 6 de que su república se arrui-
nara en Africa.» (1)

(1) Diodoro Biblioth. hist. trad, de M. Hoeler lib. V


19.20.
-23-

§ 7.

Habla tambien A1 istóteles de una isla desierta, que


4

los cartagineses encontraron lnas allá de las ,columnas


de Hércules, de una extension .considerable, cubierta
de espesos bosques, regada por riof; caudalosos, abun-
dante en frutos de todas clases, y distante muchos
dias de navegacion ne Oádiz. Habia ido gran núme-
ro de ellos y aun establecid6se muchos en ella. Ase-
gura que, temerosos los principales magistrados de
Cartago, de que prevaleciera en aquellos lugares la
riqueza 6 que divulgándose el hecho, lo supieran
otras naciones, y se fundara allí una potencia que
perjudicase á Ca r~ago, se public6 un edicto prohi-
biendo bajo pena capital lanavegacion á ellos. (1)
Eliarw, que escribió el año 138I de la era cristiana,
afirma la existencia de un gran continente del otro la-
do del Océano. Refiriéndose á Theopompo, habla del
coloquio entre Midas y Sileno enque éste manifiesta,

(1) In maori extra Herculis columnas insulam desser-


tan Iuüsse, silvan nemoros am, fluviis navigabilem, fruc-.
tihus ruberem, multorum dierum navigatione distantem,
in quam crebro carthaginenses commearint et multis se-
des etiam fixerint; sed veritas primores na nimia loci
illius opes convalesserent et carthaginis laberentur
edicto cavisse · et pena capitis sanxise, ne quio navigas-
se deinceps vellet, (Arist. in lib. De mirab. audit.)
-24-

que la Europa, el Asia y la Libia, eran islas circunda- _


das por el Océano; que más allá de este existia otro
mundo de inmen~a extension, habitado por hombres
dos veces mayores y mas viejos que los demás, po-
seedores de tanto oro y plata, que se estimaba ménos
que el fierro en otras naciones; que quisieron pasar
al antiguo mundo, pero arrojados millares de ellos
por el Océano, llegaron hasta los montes Hiperboreos
é impuestos de que las gentes que allí habitaban pa-
saban mala vida, humilde, y nada gloriosa, determi..
naron no seguir adelante. So16rzano reputa como rí-
dicula y fabulosa esta narracion, si bien no se extien-
de en demostrarlo. (1)

Plutarco coloca dicho continente distante de las

(1) Solórzano.-De Indiarum cure si ve de justitia., t.


1, lib. 1, cap. 12, pág. 89.
El pasaje de Eliano es como sigue: "Nimirum secun~
dum Theopompum grandem familiarituten quondam
fuisse inter Midam Pryga et Silenum. Ric Silenus erat
filius cuyusdam Nymphoo. Postquam multa inter ~e~dis­
servessent adjecit Silenus, Europam, Asiam, et Lybiam
esse ínsulas Oceano circunfussas, sed ease continentem que-
dam extra hune orbem infinítm magnitudinis, qui nutriat
grandia animalia et homines duplo majores et longevio-
res quem nostri sint: ibidem esse magnas eivitates diver-
sa vitrn instituta, et leges nostris contrarias. Adjeeit hane
terram possident grandem vim auri et argenti; ita. ut
inter illos popullos minores pretii sit quam apud nos
ferrum." *
* Elian. lib. 111, histor.
-25-

islas Atlántidas. (1) San Olemente, que vivi6 el úl-


timo año del primer siglo de la Iglesia, tambien ase-
gura, en su célebre carta á los corintios, que mas allá
del Océano habia otros mundos. (2) Orígenes era de
la misma opinion. (3)

§ 9.

Encuéntrase en Plutarco una alusion al nuevo


mundo, al hablar de algunas islas del Océano, des-
pues de las cuales « qucedam magna continens repe-
riatur.» (4) Segun dice, la isla Ogigia' distaba de
Britania hácia el Oeste cinco jornadas de na vegacion,
y de esta isla distaba el gran continente, que parece
encerraba el mar por todas portes, cinco mil estadios.
Habla de otras tres islas, en una de las cuales estaba
preso Saturno. Ortelio, que ha examinado y medita-
do sobre este pasage, vé en él ,no las islas Antillas,
sino todo el continente americano, (5) lo cual parece
confirmado con otro pasage igualmente remarcable en
que Plutarco habla de los rios que bajan de ese gran

(1) Plutarco. lib. de facie in orbe luma.


(2) Lib. 2, cap. 3.
(3) Origenes, lib. 2, Periarch, cap. 3.
(4) In lib. de Socratet facies in orbe lunoo et 8, Synop-
hssia 9, in lib de defectu oracul.
(5) Ortelius.-Orbe terrar 1,570, arto Nov. orb.
ESTUDIOS.-TOllO IV.-8
-26-

continente, que hacian lento el curso del Océano ero-


niano y la mar terrosa. (1)

No es ménos notable la alusion que se saca de 1ft.


J1feropis de Theopompo, en la cual Sileno revela á
los frigios que los Meropes habitan un gran conti·
nmte lefano, mientras que nuestras tierras, dice, no
son sino una isla muy pequeña. Ese continente, se-
gun Plutarco, fué visitado por Hércules en una ex-
pedicion que hizo al Oeste y al Norte. (2) La tierra
de los Meropes, segun el mismo Theopompo, estaba
ma~ allá del Océano, y creian ellos mismos que su
país era un vasto continente, y la Europa una isla
poco considerable.

En todas esas revelacione! de Sileno, referidas por


Phttarco, encuentra Perisonio trazas de la América.
Hé aquí sus propias palabras: «Non dubito quem
veteres aliquid sciverint quasi per nebulam et cali-
ginem de America partem ab antiqua traditione ab
E9IJpUs vel Oartha9inensibus acepta, partim ex ra-
tiocinatione de forma et situ orbis terrarum. » (3)

Pomponio Mela nos dá tambien luz sobre esta llla-


teria. Hablando de la estacion de las lluvias en los
tr6picos se expresa así: Quod si est alter orbis sunt-

(1) Plutarco De defectu oraculornm. cap. 18.
(2) Ellano Var., hist. 3, 18.
(3) Elian., Hist. Ed., Lugd. 1,701, pág. 117.
-27-

que oppositi nobis á meridie Antiehthones, ne il-


lud quidem á vero niminm obseesserint, in illis terris
ortum amnem (Nilum) u~i subter maria ereeo alveo
penetraverit, in nostris rursusemergere et haere aolti-
tío aereseere quod tnue hiems sit unde oritur.» (1)
Estos Antichthontes de que habla Mela estaban en el
hemisferio austrial, separados por el Océano. « An-
tiehthones dice, alteram (terrre partem) nos alteram
incolimus. (2)

§ 10.

Esto es lo mas notable que se encuentra en la an-


tigüedad sobre esta materia. El Baron de Humboldt
con tales noti~ias á la vista, presenta con admirable
laconismo y precision los puntos mas culminantes de
ella. « La gran tierra, dice, situada ltácia el Nordes-
te, indicada como Meropis en los fragmentos de Theo-
pompo, y como continente cronian{) en dos pasages de
Plutarco, que examinaremos mas tarde, se relacionan
á un circulo de mitos, que á pesar de los sarcasmos
poco espirituales de los padres de la Iglesia, (3) re-
-
(1) Mela J, 9, 4.-Tzchucke Ad Mel, vol. 2 Parto 1,
pág. 226 Y 334.
(2) Mela. 1, pág. 1, 2. Boeckh Dimp. de Plato Syst
crel glov. 1810 pág. 19.
(3) Tertuliano de Pallio, cap. 2.
-28-

monta á una alta antigüedad en la esfera de las opi-


niones helénicas, como todo lo que tiene relacion, ya
sea á Sileno, (1) adivino y personage cosmogónico,
ya sea á -este imperio de los Titanes y de Saturno,
rechazado progresivamente hácia el Oeste y al N or-
deste. (2) El mito de la Atlántida, ó de un gran con-
tinente occidental, aun cuando no se le creyera im-
portado del Egipto, y debido únicamente ál genio
práctico de Solon, data por lo ménos del siglo VI an-
tes de nuestra era.»
c(Cuando la hipotesis de la esfericidad de la tierra
salida de la escuela de los Pitagóricos, lleg6 á espar-
cirse, y á penetrar en los espíritus, las discusiones so-
bre las zonas habitables, y la probabilidad de la exis-
tencia de otras tierras, cuyo clima era igual al nues-
tro bajo paralelos heterosianos y en las estaciones
opuestas, llegaron á ser la materia de lin capitulo,
que no podia faltar en ningun tratado de la esfera 6
de cosmografía. · Los que 110 habian entrevisto como
Polibio 6 Eratosthemes, que la elevacion de las tier-
ras, el aflojamiento de la marcha aparente del sol al
acercarse á los tr6picQs, y el alejamiento de los pa-
sos del sol por el zenit del lugar, hacían en la zona
equatorial al mismo ecuador ménos caliente, . (3) que
(1) Creuzer Symbol, tomo 2, págs. 213, 215, 225.
(2) Voss. Krit. Blater, tomo 2, págs. 364, 26.6.
(3) Strab. Geog. 11 pago 153, y 184.-Alm. 97 y 98.-
Clomad 1. 6. Gemin. Elem. Astron, cap. 13.-Petau Ura·
ri pág. '54.
-29-

las regiones mas cercanas á los trópicos, sumergian


por efecto de una corriente equatorial esta parte ~e
la superficie del globo, que quemada por el sol, no les
parecia en manera alguna propia para ser habitada.
Esta era la opinion esparcida especialmente por Ole-
antho el critico y por Orates el grámatico. (1) Fué
re fu tada por Geminio; pero reapareció en toda su
fuerza á principios del siglo V. en la teoría de las
impulsiones oceánicas, que Macrobio emiti6 como
una teoria del flujo y reflujo del mar. (2) Mas allá
de este brazo equatorial que atraviesa la zona tór-
rida, mas allá de nuestra masa de tierras continen-
tales, que estan extendidas en forma de Ohlamu-
de (3), y aisladas en una parte del hemisferio boreal,
se suponian otras masas de tierras, en las cuales se
repiten los mismos fenómenos climatéricos que ob-
servamos entre nosotros. No parecia probable, que la
gran porcion de la superficie del globo, no ocupa.da
por nue3tra oizovuevy estuviera cubierta solo de agua;
parecian oponerse á esto ideas de equilibrio y de si-
metría, cuya falsa aplicacion ha conducido hasta . en
los tiempos mod~rnos á numerosos sueños geográ-
ficos~ »

« Bajo el imperio de estas ideas nacieron los gru-


pos aislados del continente en el hemisferio· opuesto,

(1) Strab. Geog. pago 56.-Macrob. Srtur. cap. 23.


(2) lVlacrob In Somn. Scip, n, 9. .
(3) Strabon Geogr 11 pago 173 y 17R
-30-

indicados por Ar'istó!eles y su escuela (2), los dobles


Etiopes de Orater, de los cuales unos habitaban al
Sur del brazo de mar equatorial, (3) el otro mundo
de Sirabon; (4) el alter orbis de Mela, (5) una
verdadera tierra austrial; las dos zonas (cinguli)
habitables de Oiceron, de las cuales la una es de
nuestros antípodas insulares, en fin, la terree quadri-
fida, 6 los qnatuor habitaviles insulla;, (c~atro manos
de tierras separadas las unas de las otras) de Ma-
m'obio.» (6 )

Continúa haciendo el Baron de Humboldt algunas


otras observaciones; y despues de manifestar, que no
se necesitaba un grande esfuerzo de espíritu para en-
treveer la posibilidad de una navegacion de la Euro-
pa y del Africa · á las partes occidentales del Asia,
dice lo siguiente, al hablar de lo que Áriit6teles y
Strabon expO:len: c( Ambos autores hablan de un so-·
lo mar que baña lados opuestos. Arist6teles no con-
sidera la distancia como muy grande, y saca ingenio-
samente de la geograña de los animales argumentos
en favor de su opinion. Reconoce como muy proba-
ble que además de las grandes islas que forman ·la

(2) Metereología II, 5. De Mundo, cap. 3.


(3) Strabon, Geogr. I, pág. 55.
(4) .Tzschuck, Ad. Mel., voI. 2, Part, 3, págs. 226
y 234.
(5) Somn. Scip., cap. 6.
(t» Comment in Somn. Scip. TI, 9.
-31-

Europa, el Asia y el Africa, existen otra.s masas me-


nos grandes en el hemisferio opuesto. (1) Straoon
no encuentra otro obstáculo, para pasar de la Iberia
á las Indias, que la anchura desmedida del Océano
Atlántico, pero lo que hace su texto mas remarcable
es e~ta ase re ion: « que en la misma zona templada que
« habitamo~, l/Ioore todo en las inmediaeionei del para-
ce lelo quo pasa por Thince !I atravie~a el mar Atlántico
ce pueden existir dos tierras habitadas, 11 pueden 8~r ma,
« de dos.» (2) E~to es una profesía de la América y
de las islas del mar del Sur, mas razonada, al me-
nos, que la vaga. profecía de la lJfedea de Séneca. En
el libro segundo hace alusion Straoon á esta posibili-
dad de l~ existencia de tierras desconocidas, coloca-
das entre la Europa occidental y el Asia central, y lo
tenia por bastante probable.» (3)

§ 1l.

Diversos autores modernos tienen por cierta la


existencia de la Atlántida, apesar del empeño con
que otros han querido presentar como fabuloso el re-
(1) Aristot. De :rtIundo., cap. 3, et Mateor., lib. 11,
cap. 5. ,
(2) Strabon. Geog., lib. 11, págs. 113, 114:.
(2) Baron de Humboldt. Essai sur l'histoire de la
geographie du Nouveau Continent, tomo 1, pág. 112 Y
siguien tes.
-32-

lato de Plcdon y sus comentadores.. Rudheck es de


aquel número, bien que la coloca en Suec~a su pa-
tria. (1) El célebre F. Bailly, adherido á la opinion
de que los pobladores de Europa y Asia vinieron del
Norte, cree que la Ogigia de Plutarco es la Allánti-
da de Platon 6 la isla HiperlJoreo8 situada en el nor-
te de Europa. (2)Mr. Bory de Saint-Vicent no duda
que la isla de que habla Plutarco s~a la misma que
la de Platon; pero en época posterior, res.tos de la
verdadera Atlántida, cuyos últimos fragmentos son
las Canarias. (3) Por último, Mr. Bufon, cuyas apre-
ciaciones son de tanto peso en estas materias, tiene
por cierta la historia de la Atlántida referida por
Platon y por Diodoro; y cree que por medio de es-
tas tiérras Atlántidas, situadas eutre los dos conti-
nentes existia una comunicacion entre la Europa y la
América, hallándose ésta muy cerca de aquellas. (4)

§ 12.

Bastarian estas autoridades para dar peso y vigor

(1) Atlantican isulam neque Platone conjectam, ne-


que Americam, neque Africam, neque insulas Canarias,
se ipsam esse Sueouiam.-Rudheck, tomo 2, cap. 1.
(2) Bailly. L~ttres sur l' Atlantide, lettre XXIII.
(3) Bory de Saint-Vicent. Essai sur les lIes fortunés.
-Paris, 1803.
(4) Bufon.-Epoques de la nature.
-33-

al aserto de Platon sobre la existencia de la Atlánti.


da, que el descubrimiento del Nuevo Mundo vino á
sacar del olvido, disipando muchos errores con que
hubiera podido combatirse y hacerla improbable, ta-
les como el creerse que la tierra solo se componia de
la Europa, Asia y Africa (1), que 10 último habita-
ble era la isla de Oerné (2), que lo demas estaba cu-
bierto por las aguas del Océano (3), que solo dos zo-
nas eran habitables (4), Y que no habia'antípodas (5).
l1.ristóteles creia que la zona tórrida era una tier-
ra seca, desierta, é inhabitada, á causa del calor ex-

(1) Lucano Pharsal, 1. 9, v. 481.-Silicio Itálico, 1. 9,


v. 95.-Isócrates, Pomponio Mela, y otros.
(2) Bach, .Phaleg., c. 37, Rufo Test.
(3) Tácito. De mor. germanor. § 45: "Trans suionas
aliud mare pigrum ac prope inmotum, qui cingi eludique
terrarum orbem hinc fides .... illuc inque (et fama vera)
tantum natura."
(4) Virgilio. Georg., lib. 1, v. 423. "Quinque tenet cee-
lum zonro, decia, quorum uno corusco.-Semper sole ru..
bens et torrida semper ab igne."-Claudiano, lib. 2, in
Ruff."-Instar anhelantes Libia qua torrida semper.-
Solibus humano nescit mancicere cultm." - Cicer, lib,
Tuscul.-Plin., lib. 2, c. 6.-Macrobio, lib. 1. Saturnal,
c. 19 y lib. 2, de Somno Scipion, cap. 5.-Pomp. Mela,
lib.1,c.1
(5) Augustinus. De civ. Dei, lib. 16, cap. 9. "Quod
vero et antipodes fabulentur. . .. nulla ratione creden-
dum est .... inanisque absurdum est, ut dicatur aliquqs
homines ex hac in iUam partem occeani innusitata tra-
jecta navigare ac pervenire potuisse ih."-Lactancio, Dio
Inst., lib. 3, cap. 24 y lib. 7, cap. 23.-Luc;recio, lib. 1.-
S. Isidro, lib. 14.-Etenuel, cap. 5.-Procopio Gazoous,
In Comment., c~ l.-S. Gregorio Nacianc., epist. 17.
E8TUDIOS.-'rOMO IV.-9
-34-

cesívo uel sol (1). Plinio decía, que las zonas tem-
pladas no tenían entre sí comunicacion alguna, á cau-
sa del calor que las dividia; y aunque creia como Oi-
ceron y Macrobio , que mas allá del Océano habia otro
continente~ 10 tenian de tal modo separado por el
mar, que era imposible llegará él (2). Oiceron no
tenia por inhabitable la zona meridional; pero creia
que los hombres eran de una especie, que nada tenia
de comun con lo conocido. De las cinco zonas que ro-
dean la tierra, dice, «Dure sunt habitabiles quo~um
australes iste ne quoque insistunt. Adversus vobis
urgent yestigia nihil ad vestrum genus» (3)

Pico de 1lfirandola defendió públicamente en Ro-


ma, delante de Alejandro VI, que la,zona t6rrida era
inhabitab.le. Se creia tambien que el mar en esta par-
te dellllundo era innavegable (4), Y que las colum-
nas de Hércules eran el tfrmino del mundo (5), sin

(1) Aristóteles. De meteoris, l. 2, c. 5.


(2) Hist. 2. 68. .
(3) In Somo Seip.
(4) Div. Aug. de eiv. Dei, y Lact., loco citato.-Na-
cianceno Epist. 17 ad Portumia.-Plinio, Hist. 2, 68.-
4

Cieeron, lib. 6, de Rep.-Píndaro, in Olymp., ode 3, in


fin.
(5) Píndaro in Nemias.-Strabon, lib. 3.-Pomp. Me..
la, lib. 2, cap. 6.-D. Isidor, lib. 13. Etimolog., cap. 15.
-Fest. Avien., verso 10, dice:
((Ultima proeeras subdueit ad astra columnas,
Rie modus est orbis Gadir locus: hie tumet Atlas
Arduusj hic duor torquetur carmine coolum
Ric .circllmfllsis vestitllr medibus axis.
-35--

que fuera posible pasar mas allá, porque se conside.:.


raba peligroso lanzarse en un mar inmenso y proce-
loso, donde solo habia de encontrarse una muerte se-
gura.

Por último, San Gregorio Nacianceno no solo creia


que nadie habia explorado los límites del Océano, si...
no que 10 creia intransitable. « Occeanum intransita·
({ bile, dice, ulteriores fines non 801un non describere
ce quis agresus est, verum etiam nec cuiquam limite
« tran;jmeare .... ~. quia resistunt alva ventorum epi-
«( ramide impermeabile esc sentientur.» (1).

La empresa atrevida de Colon puso de manifiesto


cuán imperfect~s eran los conocimientos que acerca
de esto se tenian. Lo que ántes se creyó un error,
quedó convertido en verdad evidente. Sus naves sur-
caron las aguas de ese Océano tan temido. Aquellos
que iban en su compañía vieron una tierra deliciosa,
en que la naturaleza se presentaba con toda su her-
mosura, donde aparecian grandes ciudades, cuyo sue-
lo estaba cubierto de habitantes, y en la cual la zo-
na tórrida que S. Agustín suponía inhabitable, dis-
frutaba en muchas partes de dulcísimo clima; y las
templadas, que creia incomunicables, no 10 eran, mul-
tiplicándoRe por doquiera prodigiosamente el género
humano. Cayó la venda de los ojos, y no fué ya lí-

(1) Epist. 17 ad Partemisanum.


-36-

cito considerar como sueños los discursos de los sá-


bios antiguos sobre la existencia de estas lejanas tier-
ras. Ent6nces, se conoci6 la injusticia con que B.
Virgilio, obispo de Strasburgo, que vivi6 hácia el
año de 745, rué condenado como hereje, por haber .
anunciado que habia antípodas y un nuevo mundo,
lo
.asÍ como rué Galileo por haber fijado el sistema del
universo. Los hechos vinieron á evidenciar la atroci-
dad de tan inÍcuas sentencias",
CAPITULO 11.

1. Continuacion de la misma materia. Prediccione~ de


Séneca. y de Vil'gilio. 2.-Las regiones hiperbóreas.-
S. Los antípodas.-.4. Opiniones ele varios filósofos
sobre la existencia de muchos mundos, y las de Orí-
genes, San Gregorio y Tertuliano.-5. Apoyo que to-
do esto, y los descubrimientos posteriores presentaJ;l
en favor del relato '<té Platon.-6. Observacienes he·
chas contra la existencia de la Atlántida, y su res-
puesta con hechos y acontecimientos, que la ciencia y
una exploracion atenta han l'ecogido.-7. Indicacio-
nes de Clavijero, Humbeldt y Pluche.-8. Trazas y
vestigios que se encuentran 'por todas partes de las al-
teraciones y trastornos que ha sufrido la tierra.-9.
Deducciones fundadas en favor de la existencia de la
Atlántida, confirmadas por los descubrimientos y lo
que exponen Barton, Viera .y Clavijo, Tournefort y
Hornio.

§ 1.

, De 10 expuesto en el capítulo anterior dedúcese,


que si los antiguos no tenian un conocimiento cierto
~QP1'e la eAistencia del Nuevo Mundo, porque en su
-38-

tiempo estaban del todo interrumpidas las' comunica-


ciones, y la falta de medios para conservar la meD;lo-
ria de lo~ sucesos notables hubo de extinguir cuanto
pudo haberse sabido con r~lacioIi á él, indudable es
que se sospechaba su existencia, y esto bien puede
haber provenido de los conocimientos geográficos que
ya desde ent6nces se tenian, 6 de las ideas confusas
que sobre el particular se hubieron sal vado de 'un
completo olvido. Así vemos, mas de 1,500 años an-
tes de Oolon, predicho por Séneca el descubrimiento
de nuevas tierras mas allá del Océano, y que Thule
no seria ya ent6nces considerada como la extremidad
del mundo, en el siguiente pasaje:
"..... . V ' t a.nn13
enIen " .
Secula seris quibus Oceanus
Vin~ula rerum laxet, et ingens
Pateat tellus Thetysque novos
Detegat orbes nec sit tenis
Ultima Thu]e." (1).

(1) Séneca, in Medea, acto 3 in fine.


La. traduccion que se ha hecho de este paRaje, es co..
IDO slgue:
«Tras lüengos año~ verán
Un siglo nuevo y dichoso
Que al Océano anchuroso
Sus lfmites pasará.»
«Descubrirán grande tierra,
Verán otro nuevo mundo.
Navegando el mar profundo
Que ahora el paso nos cierra. JI
((La Thule tan afamada,
Como del mundo postrera,
-39-

Esto no podía referirse al N nevo Mundo, sino ála


isla de Thule, que se halla en el Septentrion, y no
en el Occidente, reputándose, segun Virgilio (1), co-
mo la última de las tierras de aquel clima en el « ti·
~i serviat ~,ltima Thule,» con 'que parece claramente
que se referia á la misma isla.

La Thule antigua, segun varios autores, es lo que


se llama la Islal'tdia. donde despues se descubrió la
Groelandict.-Pr6spero da este nombre á la Scandi-
.
nama.

Sin embargo, 'aun cuando así fuera, y no tuviera


otro carácter que el de simple vaticinio, hecho, como
se pretende, al acaso, es preciso confesar que si lo
fué,-tuvo su mas exacto y entero cumplimiento al ca-
bo de mas ele mil quinientos años, con el descubri-
miento de la América,

No es del todo inútil advertir, que segun Sol6rza-


no (2), Sénecc6 en otra parta nlenciona á Avitus, que

Quedará en esta carrera


Por muy cercana contada,»)
Se cree que Séneca no dijo esto, porque tuviera -noti-
cia del Nuevo Mundo, sino al acaso, y en tono de vatici-
nio, lo cual se confirma con otro pasaje suyo, en que ex-
presa que no era navegable el Océano, ni habia mas allá
tierra alguna.-Solórzano, De Ind. jure, toro. 11 lib. 1,
cap. 12, n. 78.
(1) Lib. 1, Georg.
(2) De Ind. jur., lib. 1, cap, 12, n. 64.
-40-

decia lo siguiente: «Fertile~ in Occeano jacere ten'a8


ultraque Occeanulll rursus aUa litora alium nasci or..
oem.» Aquí parece indicado el ,continente america..
no, aunque por otra parte, segun el mislllo! autor,
Avito, al exhoi·tar á Aléjandro para. que no buscara
nuevas tierras mas allá del Océano, concluia dicien-
do: « Ita est, Alexander, rerum natura post omnia
Oceanus post Oceanum nihil» (1).

Tambien en Virgilio se encuentra lo siguiente:


" .... Super Garamentas et Indos
Proferet imperium jacet extra sidera telIus
Extra anni solisque vias, ubi ccelifer Atlas
Axem humoro torquet, steblis ardentibus aptum" (2)
con lo cual, prediciendo la grandeza de los Césares,
designa un paso mas allá del Indo, que Justo Livsio
aplica al Nuevo Mundo (3), aunque su opinion se
halla contradicha por varios autores.

§ 2.

Plinio (4), PO?nponio Jlfel(6 y Amiano JJfarceli.

(1) Ibic1, n. 73.


(2) Cap. 18.
(3) "Extra anni solisque vias, id esto ultra torrida zo-
nam, et quod de Atlante subjecitur exponit, non de iHo
Africffi, sed de alio qui regnavit in insulla Atlantida á
Platone descripta," cap. 19.
(4) Plinio, lib. 4, cap. 12.
-41-

no (1), hablan de las regiones hiperbóreas, y no ha


faltado quien aplique lo que exponen, al Nuevo Mun-
do, á pesar de las explicaciones que se han hecho de
sus conceptos.

§ 3.

P-itágoras (2), el mismo Pomponio . 7Jfela


. (3), Orí-
genes (4), Sérvio, (5) y Ciceron (6), hablan de la exis-
tencia de los antípodas, y tal opinion habria sido del
toclo inadmisible, si no se hubiera siquiera sospecha-
do, que habia regiones apartadas mas allá del Océa-
no, que diesen por resultado la existencia de mora-
dores situados en puntos del globo terrestre, diame-
tralmente opuestos tÍ. los ent6nces conocidos.

§ 4.

Anaximandro, Leusipo, Dem6crifo, Anc6xcwcO y otros


.
(1) Amiano l\farcelino, lib. 16, hist.
(2) Pitágoras. Apud Laert. in ejus vita.-Plínio, lib. 2,
cap. 65, y lib. 6, cap. 22. .
(3) Pomponio Mela, lib. 1, cap. 5.
(4) Orígenes, lib. 2.-Periares, cap. 3.
(5) Sérvio in 6. Eneidro.
(6) Ciceron. lib. 4.-Academiro quesito
ESTUDIOS.-TOMO !V.-lO
-42~

filósofos, opinaban por la existencia de muchos mun-


dos. Aunque este juicio ha sido combatido por aut~­
res respetables, prueba, sin-embargo, que por lo mé ..
nos se sospechaba, que no solo existian las partes del
mundo entónces conocidas. De no haberse visto otras,
por no poder penetrar en la inmensidad del Océano,
no se deducia de un modo seguro é incuestionable,
que no existieran otros moradores en la tierra.

El pasaje de Orígene~, en que se descubre alguna


noticia del Nuevo Mundo, es como sigue (1): « Ole-
« mente, discípulo de los Apóstoles, hace men.cion
« tambien de aquellos, á quienes los griegos llamaban
ce antípodas, y de aquellas partes del orbe á do ni nin-
« gtmo de nosotros puede ir, ni de los que allí están pue-
« den pasar acá. A los cuales llamó l11,undos cuando di-
« jo: El Océano nadie lo puede pasar, ni navegar, ni
« los mundos que están de la otra parte de él, los cua-
« les se gobiernan con las mismas disposiciones de
« Dios, que es el Señor de todo. » I

No es ménos explícito San Gerónimo, que se ex-


presa en estos términos (2): « Preguntamos tambien,
« qué quiere decir el A:póstol en aquellas palabras?
« En las cuales cosas anduvistes un tiempo segun el
« siglQ de este Mundo. Si quiere dar á entender que
e( al otro siglo que no pertenezca á este l\fundo, sino

(1) Lib. 2, Peride, cap. 3.


(2) Lib. super, cap. 2, ad Ephes.
-43-

« á otros J1fundos, de los cuales escribe Clemente en


« su Epístola, el Océano!J los Mundos que están allen-
({ de del Océano. »

Tambien en Tertuliano encuéntranse estas palabras,


que créese pueden referirse al Nuevo Mundo (1):
« Si no es que se ha de dar crédito á Sileno, que en
« presencia del rey Midas afirmaba con porfia, haber
« otro orbe, segun que es antor Theopampo.»

§ 5.

Todo esto quita al relato de Platon, el aire fabu-


loso con que se ha combatido. No repugna á la razon
la existencia de esa grande Jsla q ne describe, de las
demas que se hallaban á poca distancia de ella, y
del continente al cual se llegaba pasando de unos pun-
tos á otros. Los descubrimientos posteriores han ve· .
nido á corroborar la posibilidad, y á suministrar fuer-
tes presunciones de que realmente existi6. No se du-
da ya de la existencia de montañas y bancos subma-
rinos: se ha demostrado la teoría de su formacioD; se
ha reconocido la direccion de las corrientes de las
aguas del mar; se ha examinado la posicion que guar-
dan las varias islas de que está sembrado el Atlán-
tico, ántes de llegar á este continente.

(1) Theopamp. apud ¿~lian, lib. 3, cap. 18.


-44-

Háse fijado especialmente la consideracion en la


multitud de yerbas marinas sobre la superficie de las
aguas, que segun Gomara (1), Oviedo (2), Ulloa (3)
y Herrera (4), estuvo muchos dias observando Co-
lon, alentándose á continuar su viaje, con la esperan-
za de descubrir pronto tierra; y se ha observado des-
pues que entre el 11 o y 25° latitud Norte, y desde
el 30° al 31° longitud, se ha encontrado una ca.pa de
estas yerbas marinas, de bastante espesor, que se ex-
tiende á mucha distancia, las cuales no pueden tener
otro orígen que el de las rocas submarinas, 6 una
tierra cubierta por las aguas, que alguna vez estuvo
descubierta y elevada sobre su superficie; pues aun-
que se ha creido que proviniesen de las rocas del gol-
fo de México, éstas no se hallan tan pr6ximas, y las
yerbas se encontraban frescas y sin deterioro alguno.

N6tese, además, que estas yerbas comienzan des-


de el 30° á 32° long., y calculando la distancia has-
ta el estrecho de Gibraltar, que se halla en el 8°,
resultan cuatrocientas leguas, lo cual conviene con la
situacion en que Plato n y'los que le han seguido co-
locaban á la Atlántida.- Por otra parte, si las nl0di-
ficaciones que sufren las corrientes dependen de la
presencia de bancos submarinos, al observar que las

(1) Hist. Ind., tomo 1.


(2) Hist. Ind., lib. 2, cap. 5.
(3) Apud Rarnuelan in naveg., tomo 3.
(4) Hist. gen. de las Indias. Déc. 1, lib. 1, cap. 9 y 10.
-45-

aguas del Atlántico, comprendidas entre el ecuador


y el trópico, toman la direccion gelieral del Este al
Oeste, hasta las costas de Guiana, de aquí al golfo
de México, de donde . salen por el .~ana.l de B"ahama.
á las costas de los Estado~- U uidos del Norte, á las
Azores, y luego al Sur, para seguir el luismo nlovi-
miento, no podrá. menos de presumirse una especie
de revolucion al rededor de una tierra sumergida que
les hace tomar este curso. Así opina llIr. Monglove,
y otros que han examinado detenidanlente este fe-
nómeno. (1)

§ 6.

Se ha atacado, sin embargo, la existencia de la


Atlántida, creyendo inlprobable su desaparicion tal
como Platon la refiere, sin tener presente los cam-
bios que ha sufrido y diariamente sufre el globo por
el co~curso de varias causas naturales, de las cuales
si bien conocemos algunas, no pueden alcanzarse to-
das, ni calcularse la extension de sus efectos, que á
veces son pasmosos y sorprendentes por las trasfor-
maciones que producen, no menos que por el modo
como se efectúan.

(1) Mr. Eugene Monglove. Discour~ sur les deux


questiones proposées au Congrés historique european.
-46-

Un terremoto puede fácilmente destruir una par·


te del globo, y sepultar en su seno las aguas del Océa-

no lo que antes le servia de metct, presentándose ele~
vado sobre su superficie. Los que niegan la su·
mersion de la Atlántida olvidan que, segun Baro-
nía, (1) el año 358 del ,Señor hubo en el Oriente un
terremoto tan fuerte, que asoló muchas ciudades: que
el año 358 hubo otro, segun refiere Amiano Maree·
lino, (2) que causó grandisimos estragos; destruyendo
muchas pobl~ciones, y derriba.ndo algunas en Mace-
donia, Asia y el Panto, y que el verificado en tiem-
po del emperador Valentiniano el año 365, acabó con
muchos pueblos de Sicilia y muchas islas. Se olvidan
del gran terremoto durante la época de Tiberio, que
arruinó doce ciudades en el Asia; que la opulenta
Laodieea fué destruida por el que hubo el año de 62
segun Táeito; (3) que Nieea experimentó la misma
suerte en 368; Y por último, los considerables estta-
gos que hizo el de 446 en AleJandría, Bitinia, Fri-
[/z'a, el Helespant?, Antioquía y otros puntos. (4)

Sí[/onio refiere (5) uno muy grande que hubo, cu·


yos estremecimientos se sintieron tres dias en Roma,
y doce ciudades de Campania sufrieron mucho. En

(1) Baronio, tom, 3, Amn. 340, pág. 381.


(2) Amiano Marcelino, hist., lib. 17, n. 7, fol. 116.
(3) Annal., lib. 2, cap. 47, y lib. 14, cap. 27.
(4) Baronio Ann., 394 y 446, nn. 22 y 23, foI. 510 y
n.50. .
(5) Lib. 5J Imp. Occid.
-47--

el que se verificó 'en tiempo de Galiano, año del Se-


ñor 262, se hundieron muchos edificios, y se abrió la
tierra, saliendo agua. salada. Paulo Diácono (1) Si-
gibe1'to (2) y Zuinger (3) hablan del de ~iria, en que
se arruinaron y fueron lanzadas varias ciudades á
algull'Rs millas de distancia, abriéndose la tierra y
ocasionando grandes trastornos.

La historia moderna nos refiere sucesos de esta


naturaleza en épocas menos remotas, ac~ecidos en.
varias partes del mundo: todavía se estremece el co-
razon al leer la destruccion de Lisboa pintada por la
pluma de Voltaire j é igualmente siniestras fueron las
catástrofes verificada3 en el Perú por los años de
1582, 1586 Y 1609, en Quito en 1587, en Arequipa
en 1582, en Panamá en 1621, y en Ohile en 1562,
llenando de horror á todos aquellos habitantes .

Hablando un autor moderno del de Lisboa, dice lo
Biguiente: (4) «Los efectos del temblor de Lisboa en
1755, se manife~taron, segun las noticias facilitadas
por Kant, el célebre filósofo, en toda la Europa, en
el norte de Africa y hasta en el otro lado del Océa-
no Atlántico. El terreno experimentó una sacudida,
no solo en Portugal y en España, sino tambien en

(1) Ber. Bom., lib. 22.


(2) Ad Annal. 735, tomo 5.
(3) Fluatr., vitm hum., lib. 2, fol. 6.
(4) M. Figuier y W. F. A. Zimmermon. El mundo an-
tes de la creacion del hombre, tomo 1, cap. 14, pág. 285.
-48-
Francia, Italia, Suiza, toda la Alemania, y sobre to-
do en Baviera, Bohemia y Turingia. La ciudad de
Setebal, situada á veinte leguas al Sur de Lisboa,
desapareció en un abismo; en la corte de España, en
Cádiz, el mar 3e elevó á treinta metros; en Irlanda, en
el puerto de Kinsale, varios buques fueron lanzados
á la plaza del mercado; en Inglaterra y en Escocia, los
lagos, los rios y las corrientes se agitaron de un mo-
do extraordinario; en Suecia, en Noruega, Holanda y
otros puntos se sintieron ligeras oscilaciones, y las
corrientes termales de TrfEplita se retiraron, y volvie-
ron despues coloreadas por sales ferrugi~osas, y tan
' crecidas que inundaron la ciudad. La sacudida fué
aun mas violenta en el Norte de Africa; en Argel 11
en Fez se contaron hasta diez 1nil víctimas humanas;
en Tánger se agitó el mar tan extraordinariamente, qu~
franque6 diez.veces sus límites ordinarios; en la isla de
Madera se elev6 á diez y ocho metros ~obre su acos-
tumbrado nivel; Fez y Mequinez, ciudades de Mar-
ruecos, quedaron destruidas completamente; y por
último, en las pequefías Antillas, donde la marea no
pasa de setenta y cinco centímetros, las olas, despues
de tomar el color de la tinta, se elevaron siete 'metros de
altura. Así, pues, el temblor de tierra de Lisboa se
sinti6 desde Portugal hasta la Laponia por una parte,
lJ hasta las 'Antillas por la otra, !J á i1~avé8 de este6 lí-
nea deBde Groenlandia hasta el Africa. »

Los temblores de Oalabl'ia de 1783 y 1784 se pro-


-49-

pagaron en todas direcciones á la distancia. de seten-


ta leguas á la redonda. Los habitantes de Mesina
vieron hundirse las villas construidas á orillas del mar,
ante~ que las oscilaciones alcanzasen á las casas de
la ciudad, las cuales no cayeron sino algunos segun-
dos despues.

«Durante el temblor de tierra de Lima, ocurrido


en 28 de Octubre" de 1746, elev6se el mar á la altura
de ochenta piés, !J precipitándo8~ las aguas sobre la des- .
graciada ciudad del Oallao, la sepultaron completamen-
te, habiendo desaparecido todo el terreno sobre que se
llalla construida aquella, al hacer una segunda el fu-
rioso elemento.» (1)

En el terremoto de Ohile de 1822, la costa se ele-


vaba, durante él, en una extension de trescientas le-
guas.

«De aquí resulta que á veces puedan surgir nue-


vas montañas, 6 bien hundirse algunas de las que exis-
ten, llenando completamente los valles, y en ciertas
reacciones se da el caso de abrirse el terreno, dejan-
do despues de la catástrofe grietas 6 hendidu,.as de
varias leguas de longitud. (2)

(1) Mr. Figuier y Zimmermon, obra citada, tomo 1,


cap. 14, pág. 288.
(2) Mr. Figuier y Zimmerman, obra y lugares citados,
pág. 290.
BSTUDIOS.~Ol{Q IV.-II
-50-

Las sacudidas del terremoto de la lIfartinica en


1839, se sintieron en todas las Antillas, en la Flori-
da, en las costas del nlar de México, y en una parte
del mar del Sur; es decir, en una extension de 375
leguas cuadradas. (1)
lVluchos hechos podian citarse tambien de grandes
inundaciones, de países sumergidos enteramente ba-
jo las aguas: la del Asia, mil años antes de la fun-
dacion d~ Roma, segun 'refiere Bero8o; el diluvio de
Deucalion en Thesalia, de que nos habla Xenofonte;
la de la provincia de Sct'nci en Ohina el añQ de 1556,
que acab6 con siete grandes ciudades y diversas. vi-
llas, pereciendo casi toda la poblacion; la de Trino
en 1573; Y otras varias de que hacen mencion Séne-
ca, Plinio, Oiceron, Sol6rzano, Pellicer, etc.
Es, pues, innegable, que diferentes partes del glo-
bo han sido destruidas por temblores ,de tierra; otras
por erupciones volcánicas, sepultándolas bajo sus
lavas, como sucedió con Pompeya y Iferculano; y
otras por la irrllpcion de las aguas, convirtiendo la
tierra en golfos, 6 estrechos, separando unos países
de otros, y descubriendo varias veces terrenos ocul-
tos por las aguas, conforme lo refieren Plinio, (2)
Strabon, (3) Séneca, (4) Tito Livio, (5) Pomponio
(1) Ibid. cap. 14, pág. 285.
(2) Plinio, lib. 2, cap. 85 á 90 Y 91.
(3) Strabon, lib. 1, ad medo
(4) Séneca, lib. 6, natur. quest. cap. 31.
~5) Tito Livio, lib. 39.
- '5 1-

Melc~, (1) Florian ele Ocampo, (2) Justo Lipsio, (3)


Lucrecio (4) Y Diódoro Sículo. (5) Las siete islas
del mar Egeo se dejaron ver á un tiempo sobre las
aguas: lC6 ele Ifierro fué lanzada del fondo del mar
por una erupcion volcánica; la de Santorino se pre-
sentó súbitamente á la vista de los navegantes. El
golfo de Dollent formaba parte de la provincia de
Referia, sumergida en 25 de Diciembre de 1227.
El Baio Egipto, hasta Menjis, estuvo cubierto por las
aguas, lo mismo q~e los campos de Ilion, Te'lttrano,
Efeso y los llanos que riega el Meandro. (6) La isla
de Phm'o quedó descubiert.a por el mar. (7) La Syr-
tes de la Libia era antes un piélago, y ahora está.
convertida en tierra. (8)

Philon habla de la sumersiol1 de las islas de Rlwo


y Delo. [9J Los golfos de Arabia, Oambaya y Ben-
!lcda, el Meditr.1rráneo y los estrechos entre Sicilia é
Italia, entre Grecia y Eubea, así como el de JJfagalla-
nes, fueron formados, en opinion de Varenio, por el
choque repentino je las aguas. Una irrupcion de mar

(1) Justo Lipsio, lib. 4, de COllstansia, cap. 16.


(2) Pomponio Mela, lib. 1, cap. 5, y lib. 2, cap. 7.
(3) FIorian Ocampo, lib. 1, hist. hispan, caps. 4, 35
Y 40.
(4) Lucrecio, lib. 6, de natur. tel'.
(5) Diódoro Sículo, lib. 16, Biblioth.
(6) Herodoto lib. 2, 5, 13.
(7) Lucano. Pharsat, lib. 10.
(8) Idem, idem, lib. 9.
(9) In lib quod Mundo s est incol'ruptibile.
-52-

separó á España de Africa, segun Justo Lipsio, [1]


Y otra á Ceilan de las costas de Ooromandel. Las islas
Maldivias formaban antiguamente parte del continen-
te de Asia.

En 1628 apareció cerca de la is1a de San 1lfigueZ


una tierra sólida, salida del Océano; de legua y nle-
dia de largo y ciento cuarenta varas de ancho, tes-
pues del terremoto que hubo en ella. En 1726 otro
terremoto hundió una montaña elevadísima, que que-
d6 convertida en un lago, naciendo á legua y media
un montecillo. [2] El15 de O.ctubre de 1773 se abri6
una cÍJrue en la aldea de Indano en Madera, cuya ca-
vidad tiene doscientas varas de ancho y cuatrocien-
tas de profundidad. En Julio de 1831 reventó un
volean en el mar de Sicilia, á cincuenta y cuatro le-
guas de Marzala, cuyo cráter tiene diez millas de cir-
cunferencia. Se sabe que una cadena de montañas
de piedra arenisca en el Oanada, de mas de trescien-
tas millas de longitud, quedó cornvertida en llanura
por un temblor de tierra. [3]

En el exámen que 'ha hecho Codazzi (4) de la con-


figuraciol1 de los grupos de montañas, -que forman la

[lJ Justo Lipsio, lib. 1, de Const, cap, 16.


[2J Mr. Chousin. Reflexiones sobre la naturaleza,
lib. 1, pág. 99.
[3J Warden. Recherches sur les populations pri-
mitives de l' Amerique, etc.
(4) Resúmen de la Geografía de Venezuela.
-53-

isla Margarita, la de Ooche, la de Oabagua y otras va-


rias en Venezuela, descubre que en tiempos antiguos
formaban parte de la tierra firme, siendo restos de ter-
renos sumergidos; algunos aparecen como la cima de
una misma cadena de montañas, que revela la posi-
cion que ocupaban ántes de ser cubiertos por el mar.
Los golfos de Par,ia y Oar;ioco fueron formados por
una irrupcion de las aguas, rompiendo las tierras; ca-
tástrofe que se encuentra a.poyada en la tradicion de
los habitantes de aquella parte de América, como un
acontecimiento muy antiguo. La: naturaleza del ter-
reno de las islas pr6ximas á la costa, las aguas terma-
les, la presencia de petr6leo, las aguas sulfurosas del
golfo de Marctcaibo, indican sumersiones y trastornos,
apoyados tambien en la tradicion.

Los llanos del Perú eran ántes mar~ segun Bal-


boa (1). Las islas casi innumerables, situadas desde
la embocadura del Orinoco hasta el Oanal de Bahama,
debian ser consideradas, dice Moreau de Saint Me-
rlJ (2), «como la cima de vastas montañas, cuyo pié
y raíz están cubiertos por el elemento líquido, pero
que lo han sido, hasta suponer que estas islas eran
las cimas mas elevadas de una cadena de montañas,
que coronaban una tierra cuya sumersion ha produ-
cido el golfo de México,» lo cual supone la desapari-

(1) Miscelánea, 2. a parte, cap. 15.


(2) Description topographique et poli tique de la par-
tie espagnole de Saint Dominique, tomo 1, pág. 6.
-54-

cion de otras partes. Esto se encuentra apoyado por


la tradicion.

En las islas del golfo, se creia que las Antillas, gran-


des y pequeñas, habian formado en muy remotos
tiempos parte del continente americano, del cual fue-
ron separadas por tempesta~es y temblores de tierra.
Leheman habla de una tradicion de los caribes, sobre
trastornos causados por inundaciones en las Anti-
llas (1). Un libro antiguo de Yucatan, llamado Hun-
Yeeil, habla de tierras que desaparecieron bajo las
aguas entre Yucatan y la isla de Cuba (2). Stephens
cree que aquella Península, en un tiempo no muy
remoto, estuvo cubierta por ,el mar, por hallarse su
suelo lleno de cavernas, y compuesto de petrificacio-
nes y de acumulaciones de conchas (3), La hidrogra-
fía, la geología y la historia se conciertan, dice Mr.
Oharles Martins, para enseñarnos que las Azores,
Madera y las Canarias, ~O:l resto! de un gran conti-
nente que en otros tiempos unia la Europa á la Amé-
rica del Norte (4).

En el suelo mismo de este continente, examinando

(1) Lehem~n. 2Euvres phisiques, tomo 3, PreÍ.-De la


Borde. Voyages, p. 6 et 7. .
(2) Brasseur de Bourbourg. Relation des choses de
Yucatan, § 5, pág. 26.
(3) Stephens. Incidents oí travel in Yucatan, vol. 1,
cap. 6.
(4) Mr. Charles l\Iartins. Les glaivers palaires. Arti . .
ele dans la Revue de8 de1lx JJfondes, du 1.er Mars, 1867.
·55-

con detenimiento el aspecto de sus montañas, con sus


abras, roturas y profundidades inmensas, la forma de
muchos de sus valles, el aplanamiento de sus anti-
guas alturas, la elevacion de otras nuevas, y la apa-
ricion de volcanes donde ni indicios habia de ellos,
así como el depósito de arenas ú otras sustancias en
lugares en que no pocHa haberse verificado todo esto,
revela los grandes trastornos acaecidos en la natura-
leza en el trascurso de los siglos.

En exploraciones recientemente ejecutadas ~e han


hecho algunos descubrimientos de otra especie. So-
bre el declive occidental de la Sierra NeTa da en Oa-
lifornia, en los valles de las Calaveras, se han descu-
bierto cráneos!J esqueleto] humanos á grandes profun·
didades en los aluviones auríferos, con objetos de la
industria primitiva. En un valle antiguo cerca de
Oolombia se han encontrado sobre tablas basálticas,
en medio de antiguos aluviones, o!amentas de espe-
cies extinguidas y obras trabajadas por la mano del
hombre. En Sonora, en el terreno gredoso de Sahua-
ripa, sobre el flanco de la Sierra 1Jfadre, h~y grutas
numerosas que sirvieron de sepulturas á los antiguos
indios, y en los alrededores osamenta~ fósiles perte-
necientes á animales, en las cuales se advierte la exis-
tencia de una raza de gigantes. En los aluviones de
los alrededores de Ckihuahua se han recogido dientes
de elefante, y algunos indicios de la presencia del
hombre. Al sudoeste de dicha ciudad, antes de He-
-66-

gar al Bolson de Mapimí, se ve en un aluvion osa-


mentas gigantescas, lo cual ha hecho llamar á ese
territorio el nano de los gigantes. Pero sobre lo lar-
go de la gran cadena de montañas es donde se en-
cuentran agrupados los restos mas notables de fósiles,
y las caverna~ de osamentas, así como varios objeto~
humanos. El autor de las anteriores noticias llama
por último la atencion sobre las cavernas de Seltin,
las de Zapa, ylos aluviones del oro con los restos de
grandes elefantes. (1)

Concluiremos citando á Ovidio sobre estos cambios


y mutaciones, el cual hace hablar á Pitágora3 en es-
tos términos: « Yo he visto lo que antes era tierra
muy firme convertida en mar; he visto por el con-
trario tierras salidas del fondo del Océano, con su su-
perficie cubierta de conchas nacidas del seno de las
aguas, etc.» (2) Apuleyo (3) hablando de estas mu-

(1) Mision scientifique au Mexique. Rapport a S. E,.


1\11'. le Ministre d'Instruction Publique, par MM. Adol-
fus et E. Mont-Ferrat.-1688, § 9, pág. 409.
(2) "Vide ego quod fuera.t quondam sollidísima tellus
Esse fretum : vide factas ex CBquore terras
Et procul a pelago conchoo jacuere marinoo
Et vertus inventa est in montibus anchora summis:
Quodque fuit campus vallem decursus aquaram.
Fecit; et eluvie mons est deductus in ooquos,
Si quoorat Relisen et Burim Acheidos orbes,
Invenies sub aquis et adhue oetendere nautCB.
Inclinata soIent cum moouibus oppida mercis."
OVIDIO META1!-r, lib. 15.
(3) Apuleyo. De l\:fundo.
-57-

taciones, dice igualmente, que los que eran continen-


tes han quedado convertidos en islas, y las que antes
eran islas, unidas á los continentes, por haberse re-
tirado las aguas del mar que las rodeaban.

Plinio entra en algunos detalles, y dice que por


efecto de terremotos y súbita invasion del mar, la
Sicilia qued6 separada de la Italia, Chipre de Siria,
la Eubea de la Beocia, la Atlante y Moerin de Eubea,
Lesbos de Bitinia, y Leucades del promontorio ti ..
reno.

§ 7.

Clavijero, despues de hablar de las grandísimas


vicisitudes que ha sufrido nuestro planeta con poste-
rioridad al diluvio, dice: « Si se huniiera el itsmo de
Suez por efecto de algun gran trastorno físico, y
ocurriese esto en una época, en que hubiera tanta es-
casez de historiadores, como en los primeros eiglos ·
despues del diluvio, al cabo .de trescientos siglgs se
dudaria, si el Asia estuvo unida por aquella parte con
el Africa, y no faltarían personas que 10 negasen re-
dondamente.» (1) El mismo autor cree que el ter-
reno de Yueatan ha sido lecho de mar en otro tiem-
po, y que la isla de Ouóa estuvo unida á la Flori-

(1) Historia antigua de México, tomo 2, diserto 1, pág.


n~ . .
ESTUDIO S.-TOMO IV.-12
-58 -

da. (1) Dupaix considera el seno mexicano como un


inmenso cráter, (2) y I-Iumboldt opina que . el archi-
piélago de las Oanarias y las islas adyacentes son los
restos de una cadena de montañas despedaz,adas y
sumergidas en una de las gr:1ndes catástrofes que ha
experimentado :luestro globo. (3)

Las Oúnas de Puerto Santo dice tambien el mismo


Humboldt, de Madera y de las islas Fortunadas, pue-
den haber formado en otros tieillpos un sistema par-
ticular de montañas primitivas 6 en la extremidad
occidental de la cadena. » (4)

El a.utor del Espectáculo de lc6 Natu r c6leza, discur-


riendo sobre los cambios 6 grandes alteraciones sufri-
das por la tierra con lnotivo del Diluvio Universal,
dice: «Las .l~. ntillas y las islas de los Caribes son
restos de las tierras que antiguamente unian las dos
Américas, así como se nota al momento que las islas
del Archipiélago son visiblemente restos del terreno
que juntaba la Grecia con la T~6rquía Asiática .
.
§ 8.

Recorriendo y examinando 01 mundo físico con la

(1) ldem, idem, idem.


[2] L. Exp. n. 77.
(3) Viaje á las regiones equinocciales, tomo 1, lib. 1,
cap. 2, pág. 142.
(4) ldem, idem, ídem.
-59-

luz de la ciencia, encuéntr~se por todas partes, ade-


más de lo expuesto, trazas y vestigios de esas alte-
ciones, cambios y trastornos que ha sufrido la tierra
en diversas épocas: vénse un gran número de ma8a~
erráticas, algunas de un volúmen considerable, como
la que sirve de pedestal á la ,estátua de Pedro el
Grande en San Petersburgo, que he tenido el gusto
de contemplar, y exanlÍnar muy detenidamente, du-
rante ~i permanencia allí; pedazos de roca cuya Ion·
gitud llega, segun ]JIr. Martin, á veinte metros, y
no es extraordinario encontrar muchos que miden
diez: n6tase el levantamiento de los Alpes, y la are-
na arcillosa de que están rodeados, y las tierras mo-
vibles ele'los valles de Francia, Alemania é Italia, en
una circunferencia que tiene por centro esos mismos
Alpes (1) : preséntanse á la vista los magníficos ven-
tisqueros Je Suiza y de Sahoya: el del Rhin, que
existia en la vertiente de los Alpes, y ocupaba toda
la curva del lago de Constanza, extendiéndose hasta
las partes limítrofes de Alemania; el de Lintlt que
terminaba en el extremo del lago de Zurich; el de
Reu,s8, que ha cubierto el lago de los Cuatro Canto-
nes con los peñascos desprendidos de la cima del San
Gotardo; el de Aar, cuyos últimos canchales coro-
nan las colinas de los alrededores de Berna; el del
Arve y el de Ysere, que desemboca por los lagos de

(1) M. M. Figuiel' y ",V. F. A. Zimmerman. El mundo


antes de la creacion del hombre, tomo 1, cap. 11, p. 175.
-60-

Anncy y de Bouxguet, y últimamente el del R6da..


no, que es el mas importante de todo~, y que tras ..
portó hasta los flancos del Jura, á la altura de 1,040
metros sobre el nivel del mar, masas 6 peñascos errá-
tioos: (1) descúbrense, en fin, en muchas partes, de-
p6sitos diluvianos de conchas terretres, lacustres ó flu-
viales, cavernas de osamentas de animales, que huian
del ímpetu de las aguas, y grietas 6 fracturas del
globo.

Si se pasa la vista por la historia, se verán ya


anunciados y descritos, como se ha hecho, los efectos
terribles de esos trastornos: aun en tiempos recientes
se Hene noticia de grietas que se han abierto,de co-
linas que se han elevado, de cadenas de montañas
levantadas, y de la formacion de abismos en los cua-
les han desaparecido provincias enteras; y en el cen-
tro del mar mismo han surgido, como se ha dicho
antes, islas 6 bancos de arena. El terreno en que es-
tá Baies, en los alrededores de Nápoles se levantó en
1538 como una inmensa ampolla; así apareció Monte
Nuovo elevándose 300 piés sobre 8,000 de circunfe-
.
renCla.

Las cenizas y lavas arrojadas por el Vesubio han


sepultado, á.principios de nuestra era, toda una pro-
vincia, bajo una capa de 70 piés de espesor, « y esa

(1) M. !vI. Figuier y W. F. A. Zimmerman. El mun-


do antes, etc., tomo 1, cap. 11 pág. 182.
-61-

« erupcion fué acompañada de un temblor de tierra


« que trastorn6 de un extremo á otro toda una super-
« flcie de 40,000 leguas cuadradas.» (1) Vitrubio y
Di6doro de Sicilia dicen que el Somma fué en otro
tiempo un volean; su basta cayidad formaba una es-
pecie de valle, lleno de pequeños lagos, de espesura
y bosquecillos, en cuyo centro no habia señales del
Vesubio.

En el exámen de las diversas capas de que está


formada la tierra á grandes profundidades, encuéntran-
se tambien muchos datos, para juzgar de los cambios
y trastornos que ha sufrido desde el tiempo de lawrea-
cion, y esto aun sin necesidad de entrar en el análi-
sis de los sistemas neptuniano y plutoniano, y se ha-
ce mas palpable, cuando examinando la teoría de la
formacion de las montañas, comprobada por la expe-
riencia, vemos con asombro esos gigantes de la ,crea-
don, y oontemplamos con Píndaro, que habiendo vi-
vido 449 años antes de Jesucristo, nos habla del Et- ,
na, y con Tucidides al e!l!cribir un informe detallado .
de la grande eru pcion del año 479, de ese monte de
fuego, cuya cima se halla hoy á mas de 10,000 piés
de altura; se presenta el Hecla en Islandia con una
altura de 5,010 piés, cuya erupcion de 1831 destru-
• •
y6 una gran parte de la costa occidental; el Wester Jo-
kull con 5,680 pi~~ tambien de altura; el O~aefJo Jo-

(1) M. Figuier y W. F. A. Zimmerman, obra citada,


tomo 1, cap. 13, pág. 234.
-62-

kull de la propia Islandia constantemente en activi-


dad; el Ketolunga 6 Katologia JokuZl, que en 1823 hi-
zo tres erupciones; el Krablá y el Scapta Jokull, que
lanz'i\ndo sin interrupcion ceniza muy fina, desde 1783,
produjeron una, coloracion anormal de la atm6sfera y
el oscurecimiento momentáneo del sol.

y qué diremos si nos detenemos en el pico de Te!!-


de en la isla de Tenerife, que parece apagado desde
1798, cuyo cono de erupcion se divisa en el mar ·6,
una distancia de 50 leguas, ro'deado de un circo de
7,000 piés de -altura, y en cuyo cráter, en su centro
de leva. amiento, tiene varias leguas de diámetro. '

Si se pasea la vista en el continente americano, se


encuentra el P~chincha explorado por La-Oondamine
y por Humboldt, cuya altura es 14,000 piés, y su
cráter en· el fondo tiene 2,154 piés de diánletro; el
Ootopazi de 17,712 piés de altura, cuya cima es la
más hermosa de la cordillera de los Andes, y lanza- ,
ha una columna de-fuego de 5,000 piés de altura; y
el Ohimborazo de 20,100 piés de altura, cuya cima se
hundi6 la noche df-}! 19 de Julio de 1698 á conse-
cuencia de un temblor de tierra, que aso16 el país de
Llactacunga. •

Muy prolijo seria hacer mencion circunstanciada


de todos los volcanes de América. En la del Sur, ade . .
más de los ya expresados, existen como notables el de
-63-

Sotarct en N neva Granada, el de CUlnoat en Pastos;


el R'ltenpicha en Quito, que estuvo en actividad en
1660; el de Arequiprt en el Perú; y el de Oopiaco y
Ooq'uimóo en Chile.

En la Américct central existen entre otros el de


Atitlan con un hermoso y pintoresco lago de cerca de
6 leguas de lárgo, más de tres de ancho y , una pro-
fundidad de 300 brazadas; el llamado de Fuego, cerca
de la Antigua Guatemala; el de Tacaná; el de Tajo-
mulco; el de San Vicente en el Salvador, el de Gra-
nada en Nicaragua; el de Cociguina, en cuya erupcion
de ' 20 Enero de 1835 se vi6 levantar, á las seis y
me'dia de la mañana, del cratér una columna notable
por su figura y variedad de colores, cuya densidad
dejaba distinguir sus movimientos, sus perfiles y re·
mates espirales, iluminados con frecuentes meteoros,
que cubri6 á pocas horas la atmósfera de sombras,
interceptando los rayos del sol, hasta el grado de te ..
ner á las nueve de la mañana que andarse por las ca-
lles con faroles; todo acompañado de trueno~ y re-
lámpagos, seguido de una lluvia._de arena pura, y de
polvos blanquecino y grasoso, acompañado de tem-
blores de tierra: estos efectos duraron hasta el 24,
alternaban en intervalos los truenos, la luz, el polvo,
el ruido subterráneo, y las tinieblas, la naturaleza pa-
recia toda conturbada; los campos quedaron cubiertos
de polvo en una extension de ses~nta leguas de cir-
cunfe¡'encia del Oociguina.
-64-

En esta parte de la América septentrional, en Mé-


xico tenemos el de Colima, que ha tenido varias erup-
ciones y ocasionado fuertes -temblores; el de 25 de
Marzo de 1806 se extendi6 á grandes distancias, y
desplomó el templo parroquial de Zapotlan, sepultan-
do bajo sus escombros multitud de personas; el de
31 de Mayo Je 1818 derribó la cúpula y las torres
de la catedral de Guadalajara, y arruinó la villa de
Colima; el Popocatepetl, 17,716 piés ingleses de al-
tura, ó sean 6,487 varas .lnexicanas, que en -1530
tuvo una violenta erupcion; el Jorullo, situado á 36
leguas del Océaao, de 1,578 piés de elevacion sobre
los planes que lo rodean, apareci6, reproduciéndose
en 29 de Setiembre de 1759 el fen6meno del Monte '
Nuovo de N ápoles, levantándose, el suelo en forma de
vegiga en un espacio de cuatro leguas cuadradas:
cuando este volean hizo su primera erupcion, viéron-
se salir llamas en mas de media legua cuadrada; y
pedazos de peñas candentcs lanzadas á una altura
prodigiosa, y rodar en las grietas inflamadas los ríos
de Cuitimba y San Pedro; la lava escoriosa y basál-
tica que arroja contiene fragmentos de rocas primiti-
vas: sus cenizas llegaron á Querétaro, que está á 48
leguas en línea recta del lugar de la explosion, cu-
bri~ndose Je ella los techos de las casas: el de Tux-
tla, del Estado de Veracruz, á CUfl.tro leguas de la
costa, hi~o su última erupcion e12 de ~IarzO de 1793.
Las cenizas que arroj6 cubrieron los techos de las ca-
sas de Oaxaca, Veracruz y Orizavu; hay ulcmoria de
-65-

otra erupeion acaecida en 1664. Adeulás de estos,


hay otros volcanes, tales com.o el Pico de Orizava, el
Socnusco y otros.

No solo los temblores,


.\
y volcanes, con sus sacudl-
das yespantoRaserupciones han causado esos trastornos
y cambios en la tierra, de que habla la historia, y lo
confirman las señales que por todas partes se presen-
tan; sino los ciclones, los cataclilmos, las trombas tam-
bien y otras causas que obran insensatamente en la
naturaleza en el curso del tiempo.

De los prÍlneros «el Ulas terrible de los tiempos


modernos es sin duda el del 10 de Obtubre de 1780,
llamado por antonomasia el gran huracan, por haber
reasumido todos Jos horrores de estos tremendos tras-
tornos de la naturaleza. Sali6 de las Barbadas, don-
de no quedaron en pié ni árboles ni casas; echó á pi-
que una escuadra inglesa anclada en el puerto de
Santa Lucía, y asol6 despues completamente esta isla,
donde perecieron 6,000 perse>nas aplastadas bajo las
ruinas y escombros. El torbellino pas6 de~pues á la
Martinica, arrolló un convoy de trasportes france~es,
y ~epult6 mas de 40 buques que conducían 4.,000
soldados. »

En tierra perecieron 9,000 personas en la Marti-


nicce, y 1,000 en San Pedro: el mar se elev6 á la al-
tura de 7m 5, y deEaparecieron instantáneamente 150
ESTUDIOS.-TOMO IV.-13
-G6-

casas á lo largo de la playa. En Puerto Real derribó


la catedral, 7 iglesias y 1,000 casas.

De GOO casas que había en ](ing$town, en la isla


de San Vl:cente, solo quedaron en pié 14. (1) Estos
combates atmosféricos, que á veces toman proporcio-
nes gigantescas, trastornan, como dice un escritor, la
naturaleza de arriba abaJo. ;
Acaba,n de anunciar los periódicos (1) un ciclon
en la India, que inundó las islas de Bengala: el tor-
rente, de 15 á 20 piés de altura, pasó del mar á la
embocadura del rio .11agna en el golfo: 45,000 perso-
nas quedaron ahogadas en el espacio de dos horas, en
que la sumersíon fué completa.

Esos países sufren de tiempo en tiempo catástro-


fes de este género.

El efecto de los cataclismos, sin necesidad deentrar -


en largos detalles, se ven anunciados, á grandes ras-
gos en algunos escritores. « El mar Mediterráneo, ' di-
e: ce uno de ellos, era antes del diluvio un extenso
« valle, muy poblado y muy fértil, segun todo indu-
«'ce á suponer, y hallábase ostensiblemente separa-
« do del Océano Atlántico por un gigantesco dique
« de rocas, cuyos restos vemos toda vía en Gibraltar

(1) C. Flammarion. La atmósfera. Descripcion de los


grandes fenómenos de la naturaleza, lib. 4, cap. 5, pág.
565.
(1) Trait el' Union, Febrero de 1877.
-67-
« y en Ceuta. Estos dos peñascos inmensos ........ no
« puede duclarse que estuvie"on enlazados anteJ'io1'Jnen·
« te. (1)

« En el extremo oriental, á las puerta~ del ]H al"


« Negro, encontramos la misma cosa, una cadena de
« montañas recorre desde la Europa en direccion del
{( Asia, y se interrumpe precisamertte allí donde co-
« miensa el B6sforo ...... »

El Mar Negro ha debido tener\~na extensio~ mu-


cho mayor que hoy.... {( El espa:clO que se extiende
{( desde los Dcwdan'elo8 a tra vesando por el mar Adriá-
« tico y la otra mitad del Mediterráneo, mayor que la
({ primera, estaba mas baja que In. sábana del agua
« actual; el P6 y los pequefi.os rios que nacen en los
« Alpes; así como los que corren de la Iliria y la
({ Grecia, se reunian para formar un solo lecho en
« medio del Mar Adriático; y en el lado opuesto des-
{( líbase el Nilo, de modo que podia haber entre el
« Asia Menor, Maltct y Sieilia un gran lago de agua
« dulce» (2)

España, Portugal, Italia y el Asia ~Ienor expe-


rimentaron los efectos de terribles fen6menos VQ lcá-

(1) C~milo Flamarion. La atmósfera etc., cap. 14,


pág. 491.
[2J M. Figuier y W. T. A. Zimmerman.. El mundo
antes de lacreacion del hombre, etc., tomo 2, lib. 3, cap. 14,
pag.491.
-68-

nicos y terremotos, que produjeron espantosas des-


trucciones y trastornos: uno de ellos fué, como se ha
visto, romper los dos diques de rocas de Gióraltar
y los Dardanelos. El Mediterráneo está 6,000 piés
mas bajo que la superficie del OCéCtllO Atlántico. Se
produjo un diluvio que todo lo cubrió.

«( Por una revolueion del todo análoga, continúa


el mismo autor antes citado, ha debido formarse el
Golfo de México, que present'a una extension mucho
mayor que la del Mediterráneo. En su parte occiden-
tal está rodeado de elevadas cadenas de montañas,
que forman la prolongacion de las .éordilleras; esas
son las. tierras altas de México, cuyas costas están
batidas por las aguas bajas del Golfo; por la parte
oriental se extiende desde la península de la Florida
á las montañas de la. Guyana una cadena de islas
montafiosas, las gra.ndes y pequeñas Antillas, y estas
islas formaban en otro tiempo, en el lado oriental,
una tierra firme sin solucion de continuidad, como Méxi-
co al Oeste; pero mas pequeñas que este país. »

« Estasérie de islas es volcánica, como el territo-


rio de que acabamos de hablar; la Áméricct Oentral
cuenta. tambien con una línea casi continuada de vol-
canes, entre los cuales ee encuentran los mas notables
de la tierra. »

Ese gran valle, dice, debe haberse formado poco


-69-

mas 6 menos como el ~Iedi¡erráneo. El Missisipí y


sus afluentes por una parte yel Orinoco por otra. (1)

A estas indicaciones habian precedido otras, que


acaban de poner de manifiesto la materia de que viene
tratándose; pues dice que « cuando surgieron las
« montañas, abriéronse los valles como inmmeneos
« abismos, y así se formaron indudablemente el lecho
« del Mediterráneo y el del Golfo de México; diques
« inmensos, cuyas ruinas encontramos todavía á un
«( lado de los Dardanelos y del B6sforo, y mas allá.

« del Océano en las Antillas, separaban los valles de


« los mares que las rodeaban; . un temolor de tierra
« rompi6 esos diques, y las aguas elevadas de las este-
«( pas del Don y del Volga, á la vez que las olas del

« Océano Atlántico se precipitaron por la abertura.


« Acaso existiera en aquellos valles una poblacion rica
« y poderosa; pero la inundacion lo destruJj6 todo, !J
« los restos q'll:edaron sepultados oalo un nuevo mar, 6
« fueron presa de los monstruos que vivían en las pro-
• «( fundidades del, Océano.» (2)

«¡ Qué espectáculo ofreceria el Mediterráneo preci-


pitándose por los JJardanelos y el B6sforo en la in-
mensa cuenca que sirve de lecho al mar Negro y al

[lJ Las misma obra·antes citada, tomo 2, lib. 4, cap. 5,


pág. 492.
(2) M. Figuier y W. F. A. Zimmerman obra citáda
tomo 2, cap. 6, pág. 89.
-70-
Océano, llenando el espacio que se extiende desde la
s
Gtt!Jana á la Florida, sin dejar tras sí mas que las
Antillas, como zm frágil resto del antiguo ten'itorio!» (1)

§ 9.

Si pues el efecto de esos trastornos, que ha sufrido


la tierra por la accion volcánica, los temblores, los ca-
taclismos, inundaciones y demas causas que se han
enunciado, ha sido levantarse ' y hundirse terrenos,
fracturarse la tierra y las montañas; abrirse grietas
y abismos, sepultarse edificios y poblaciones enteras,
cambiarse el curso de las aguas, brotar de la tierra
vapores, llamas, y diversas materias; si en unas par-
tes 'se han visto levantarse colinas en medio de llanu-
ras, en otras hundirse montañas, formarse mares y
lagos en terrenos montuosos, y no p.ocas desaparecer '
los rios en conductos fmbterráneos, 6 secarse entera-
mente, romperse montañas á impulso de las aguas,
brotar manantiales y corrientes abundantes en los -ter-
renos mas secos; si, como dice Fei.fó (2), Y hemos vis-
to comprobado, « mucho de lo que hoyes tierra fué
( mar, y lo que hoyes mar fué tiérra; ya q uc la vio-

[1] Ibid, pág. 93.


[2J Teatro crítico, tomo 5, Disc. 15, § 19, n. 60, pág.
340.
-71--

« lencia ue los terremotos y fuegos subterráneos le-


« vant6 grandes masas de islas, de montes en unas
« partes, y los demoli6 en otras; ya porque el ímpe-
« tu de las olas del mar, rompiendo algunas tierras,
« q uit6 la comunicacion que por aquella parte tenian
« á. pié junto las naciones; ya porque muchos monto-
« nes de arena acumula40s por el mar en unos sitios,
« hicieron extender las agul1s por otros; ya porque el
« espíritu lapidifico, que está extendido por toda la
« tierra, pero con mas predominio reina en algunt\s
c( porciones de ella, levant6 extendidos espacios de

« suelo, hasta superar con muchas ventajas el nivel


c( del mar; ya, en fin, porque otras muchas caúsas le-

« vantan el suelo en unas partes y lo rebajan en otras;»


¿por qué no ha de tenerse por cierta la relacion de
Plafan, y conceptuarse como plenamente averiguada
la exisfencict de la Atlántida? ¿Choca, por ventura, á
la razon? ¿La rechaza la historia? ¿No está por cier-
to, comprobada por la ciencia, por los reconocimien-
tos y descubrimientos que se han hecho, y por la no-
ticia de los trastorno~ que en diferentes partes del
globo han ocurrido? Si las isla8 Oct1~arias, segun las
exploraciones minuciosas de M. L.de Buch, son el
producto de una accion volcánica en gran escala, si
los demas grupos ele islas situadas al Oeste de Africa,
como las Azores, las de Cabo Verde, y otras son vol-
cánicas, y se hallan situadas donde, Plafan colocaba
la Atlánficla, ¿por qué no ha de presumirse con fun-
damento, que haya vuelto á aparecer, 6 lo que es
-72-

mas creible, que los terremotos é inundacion que su..


fri6, no la hubiesen destruido enteramente, ~ino que
salvara una parte de esta catástrofe, dejándola desde
ent6nces aislada del mundo, sin que podamos saber
las trasformaciones. sucesivas que hubo de experi-
mentar en los siglos trascurridos desde aquel extraor-
dinario acontecimiento? Tal opinion encuéntrase con-
. firmada con la presencia de f6siles marinos en varias
partes de América. .
En las montañas Bleus de los Estados Unidos del
Norte, á 300 milla.s del Océano, se han recogido con-
chas de ostras y otros mariscos, algunas de ellas pe-
trificadas (1).
En Long-Island se ha visto, á 30 6 40 piés de pro-
fundidad, una capa de arena marina y de cascajo, y
en muchos lugares restos de 'ostr~s y otras conchas
del mar (2). ¿No prueba esto que hubo tiempo en
que los lugares, donde se hallaron semejantes obje-
tos, estuvieron cubiertos por las aguas?
El Dr. Barlon dice: « Considero las petrificaciones
é impresiones de f6siles que se encuentran en medio
de algunas de nuestras montañas, como interesantísi-
mas medallas, que atestiguan las revoluciones que
nuestro país ha experimentado ' (3).

[1] Warden. Recherches, etc., cap. 8.


[2] Dr. Mitchill. Lecture in sorne parts of natural
history ol New Jersey and New York. 1828.
[3] Warden. Recherches, etc., cap. 8.
D. José de Viera y Clavifo considera las islas Ca-
narias como cimas de las montañas mas altas de la
Atlánticla, y cree que antiguamente fueron una pe..
llÍnsula de Africa, que el diluvio de lYo¿ convirti6 en
la Atlántida, tomando su nombre del monte Atlas de
la Afcmritania, así como el de Atlánticas las islas
afortunadas (1). TOltrnef01"t participa igualmente de
ese parecer, y apoyándose en el ,testimonio de Diódo-
ro de Sicilia y otros autore~, dice: « El Ponto-Ett~d­
no 6 el ~Iar Negro era primitivamente un lago sin
comunicacion con el mar de Grecia, pero habiendo re-
cibido en el curso de largos años las aguas de los rios
mas grandes de Europa y Asia, se aumentó de tal
modo, que se abri6 paso por el Bósforo, y se precipi-
t6 con impetuosidad en el Jlf¿dite'rráneo, que no era
a.ntiguamente mas que un lago, convirtiéndose en un
gran mar. Este conjunto inmenso de agua, rompi6
con violencia el estrecho de Ifércules, y sumergi6 á la
desgraciada isla Atlántida, que estaba 'mas baja, de-
jando como monumento de este rompimiento algunas
de las partes mas elevadas de sus montañas» (2).

IIornio cree que el gran diluvio, cuya tradicion han


conservado los americanos, es el mismo que sumergió
á la Atlántidct (3).

[lJ Viera y Clavija. Noticia general de las islas Ca-


narias. Madrid. 1772.
[2J Tournefort. Voyage du Lev·ant, lettre XIV.
[3J Hornío. De orjg. americ., lib. 2, cap. 6!
E8TuIHOS.-TOMO IV.-14
-74-

Este conjunto de datos, aun cuando por sí solos no


fuesen bastantes para establecer como verdad demos-
trada la existencia de la Atlánticla, son por lo ménos
de tal naturaleza, y es su fuerza tan grande, que in-
clinan el juicio á adoptarla, teniendo como ~e ha vis-
to, en su apoyo, tantas razones y autoridades tan res-
petables.

,~p
CAPITULO 111.

1. Continuacion de la misma materia. Datos sacados de


las empresas marítimas, y del estado que tenia la na-
vegacion ántes del descubrimiento de la brújula,-2.
Viajes de los fenicios y de los cartagineses. Expedi-
ciones á Ophir y á Tarsis.-3. Flota despachada por
N echos.--4.Viaje de los cartagineses de que habla Aris-
tóteles, y el de los fenicios segun Hornio, con la des-
cripcion de la isla que descubrieron.-5. Opinion de
Bougainville.-6. Deducciones que se han hecho de
varios pasajes de Plutarco, Hesiodo, Strabon, Pínda-
ro y otros autores sobre estas islas, y de Horacio in-
terpretado por Campos.-7. Observaciones sobre la
opinion de que los antiguos tuvieron noticia del conti-
nente de América.

§ 1.

Lo contenido en el.capítulo anterior no constituye


el fundamento único; en que se apoya la presuncion
sobre el conocimiento que pudo tenerse de nuestro
-76-

continente en tiempos remotos. En las empresas ma-


rítimas y progresos de la. navegacion se encuentran
otros muchos datos, que reunidos tienen gran fuerza
y respetabilidad. Es un error creer que solo despues
de la invencion de la brújula fué cuando se hicieron
na vegaciones largas y en alta mar, pues conocidos
eran otros medios que sirvier<\n de guía, supliendo.en
alguna manera la falta de la aguja y del astrolabio.

« Las naves de Oartago y de Fenicia, dice Bou-


gainville, recorrian todos los mares. En tiempo en que
los griegos no conocian nada mas allá de las Oolum-
11a$ de Hércules y del Ponio-Euxino, los cartagineses
y los fenicios, intr9ducidos por el comer0io en Egip-
to, en la corte de Persia, en todos los países del Asia
y ha~ta en las India~, podian tener sobre estas vastas
regiones y sus habitantes, noticias curiosas y cierta~,
prefetibles por consiguiente á las ideas vagas y con-
.
fusas, que estos griegos desdeñosos se formaban de
,

ellas por relaciones in.formes, desfiguradas por las fic-


ciones de sus poetas y 105 romances de sus filóso-
fos» (1).

§ 2.

Sin entrar en un exámen det~llado do las prime-

(1) Memoire sur les decouvertes et les stablisements


le long des cotes d'Afrique.
-77-
ras empresas marítimas; y de los progresos sucesivos
que fueron haciéndose en la navegacion. basta decir
que es cosa averiguada, que los fenicios surcaron. va-
rias veces el Atlántico hasta las islas Canarias, repu-
tadas por mucho tiempo como las últimas tierras ha-
bitables á que podian llegar todos los buques, concep-
tuándose sumamente arriesgado é incierto traspasar
esta línea (1), pues creÍase que el Océano era el tér-
mino del mundo (2). que mas allá no existia habi~
tante alguno (3), y que la parte que caia al Septcn-
trion era regíon de tinieblas (4).

Los fenicios eran los mas afamados comerciantes


del mundo, y penetraron en el vasto Océano que ro-
dea toda la tierra (5). Son considerados como los in-
ventores del comercio del mar, y sobre todo, de los
viajes largos (6). Siendo señores del mar y del co-
mercio, no se limitaron á navegar á los puertos del
~Iediterráneo, sino que entraron al Océano por el es-

(1) Strabon, 1. l.-Ptolomeo, 1. 1, cap. l2.-Plinio, l.


2, de navego mares et fluminum.-Bochart, de Phenisium
colonis, 1. 1, cap. 36.
(2) Ab-dias Babilonio, 1. 8, cap. 2.-Paulo Osorio, 1.
l.-Strabon, lib. l5.-Pomponio Mela, lib. 1, cap. 2.
(3) Strabon, lib. 1 Y lO.-Marc. Paul. In suis relatio-
nibus, lib. 3, cap. 49.
(4) Martinetti. Collezione classica, tomo 2, § 15, pág.
26 Y 27.
(5) Fenelon. Telémaco.
(6) EoUin. Hist. ant., lib. 2, chapo 2, arto 2.
-78-

trecho de Cádiz 6 de Gibraltar, y se extendieron tÍ


derecha é izquierda.

La famosa colonia de Cartllago era fenicia, y con-


servó respecto del comercio su mismo espíritu, exce-
diendo á Tiro en la extension de su dominio y en la
glori~ de sus expediciones guerreras. La existencia
de colonias fenicias se remonta á la mas alta antigüe-
dad: mil quinientos años antes de la era cristiana, sus
colonos habian ya pasado el mar (1). La~ islas Ea-
learesfueron primitivamente ocupadas por los fenicios,
segun un pasaje de Diódoro, ciento sesenta años des-
pues de la fundacion de Cartago (2).
"
.A..lgunos avanzan hasta designar tres viajes hechos
por los fenicios á la Alnérica: el primero conducidos
por Atlas, hijo de Neptunoj el segundo, alejados por
una tempestad de las costas de Africa, arribaron á
una grande isla situada al Oeste de la Libia, de la
cual hace relacion Diódoro de Sicilia (3), y de que se
ha hecho ya mérito; y el tercero en tiempo de Salo-
man (4). Se sabe que éste é [tiran, rey de los Ti-
rios, mil años antes de la era cristiana, los empleó en
las flotas que despachaba á Ophir y á Tharsis, con-
duciendo á su vuelta oro, plata, piedras preciosas,

(1) Herren. De la politiqueo lib. ~, chapo 2, seco 1.


(2) RaH:y. Lectures historiques.-Hist. anc., chapo 7,
§ 4, pág. 28.
(3) Diódoro de Sicilia, lib. 6.
(4) Hornio. Deorig. Americ, lib. 2, cap. 6, 7 Y 8.
-79-

marfil, cedro, monos y pavos reales. En esta na vcga~


cÍon emp1eaban tres años, lo cual indica que era muy
larga, pues aunque la flota que iba á Tharsis salia
dellJfeditel'ráneo, navegaba á lo largo de las costas de
Asia y Europa, y. tocaba ~n el estrecho de Oádiz, es
preciso que penetr~se mucho mas allá para gastar to·
do ese tiempo en el viaje.
No ha podido averiguarse hasta ahora. á punto fi·
jo d6nde se hallaban Ophir y Tlzarsis. Aria, Monta·
no, Postel y otros, dicen que Ophir era el Perú (1);
Bocharto, Ceilan (2); Oalmet la coloca .en Arme·
nia (3), el P. Acosta en la India oriental (4), y el P.
Oolín tambien (5); Josefo en la India (6), Eupoleo en
el ~Iar Rojo (7), 08s~lio dice que es Zephala, y al·
gunos que eran las Filipinas. Respecto de Tharais,
quieren unos que sea Tario, ciudad de Sicilia; otros
el puerto de Cádi7í; otros, Cartago; otros, Tarifa, cer·
ca del est,recho de Gibraltar; y otros, como Grocio y
el P. Acosta, creen designado en la Escritura el Océa-
no bajo ese nombre (8), y el P. 00 lin , que son las
islas de la India oriental (9). •
(1) Arias Montano, tomo 6, lib. Phaleg., cap. 9.-Bo-
zio. De sigo eccles, lib. 2, cap. 3. .
(2) Bocharto. Geogr. Sacr., lib. 1, cap. 45.
(3) Calmet. In Disert. hist. verb Ophir, fol. 115.
(4) Acosta. Hist. Ind., lib. 1, cap. 14.
(5) India Sacra, lib. 2, cap. 3, pág. 201.
(6) Josefa. Antig., lib. 8, c. 30.
(7) Apud Euseb. Prep., 1. 9, c. 30.
(8) De orig. Americ., lib. 2, cap. 8, fol. 177.
(9) India Sacra, lib. 2, cap. 7, pág. 215--222.
-80-

Huet dice que Oplzir era el nombre general ae toda


la costa oriental de Africa, y en particular del país
de Sofala, así como Tharsi~ el de tocla la costa occi-
dental de AfricC6 y E$paña, y en particular de Be-
tic a (1).
Martineiti dice que Tlzarsis puede entenderse por
el mar, 6 por las regiones ultramarinas situadas al
Occidente. Ir á Tharsis era partir del Mediterráneo,
entrar en el mar Gaditano y navegar en el Océano, 6
/ .
finalmente, la América, con especialidad el reino del
Pent, abundante en oro y plata, como resulta de Je-
remías, c. 10, v. 9, creyéndose adernas que David ha-
blaba en el Salmo 47, v. 8, de naveR y vientos de
América. Oplzir, en opinion de este autor, era la In-
dia: los setenta la llaman Sophir; S. ·Agustin Ophir,
que es lo mismo que Ophac, nombrada así por Jere-
míC6S junto con Taris. Mr. d'Anville creia qu~ estaba
en la extremidad del país de Zudge 6 Zunguebar.-
C~iemoires sur le pays d'Ophir.)

Por último, Oabasio, uno de los mejores bíblicos,


dice en su Concord. sacro Bibl., tomo 4, in interp no-
minum post finem pág. 7, 10 siguiente: « Ophac au-
rum abrezum vel aUrum solidissimuIn, aut soliditas
nomen loci, ubi aUl'Um optimum ac solidissimum nos-
citul'» (Jerem.10, 9). «Ophir ciIiio vel incineratio
aut fructificati» (Qén., 10, 19). «Ab hoc denomina-

(1) Hist. de la ua.~egacion, cap. 8, § 1 Y cap. 14.


-81-

ta ut regio Ophir Indire q ure et :turea terne auri pre-


tioti ditissimi, quam ob id obrizum, quam ophisicum
vocant (1 Reg., 9, 28). Quidam arbitrantur esse re-
gionem iHam qure vulgo Perú dicitur consentiente
nomine. Lejimus enim 11 Paralip., 3, 6. Salomonem
attulisse aurum ex duabus regionibus hujusce nomi-
nis forsetam ex Aseaticrt et Americana.» Esto es el
Pegú y el Perú.

§ 3.

La historia nos refiere que, seiscientos años ántes


de la era cristiana, fué despachada por N~c7ws, rey
de Egipto, una flota. para reconocer las co~tas de Afri-
ca, la cual tocó en las Columnas de Hércules. Asegu-
ra Champolion que este viaje se hizo al rededor del
mundo, saliendo los navío~ del Mar Rojo hasta seguir
las costas que quedaban á la derecha, y despue~ de
rodeada la Libia surgieron en el Mediterráneo, tar-
dando tres años en esta na vegacion (1).

En una nota que se halla en la página 110 de las


«Lecturas de Historia Antigua de ~fr. C. Raffy,» se
dice que Herodoto habla de esa expedicion de los fe-
nicios que Nechos, rey de Egipto, hizo partir del mar

(1) Champolion. Hist. descrip. y pint.de Egipto, tomo


2, pág. 316.
ESTVDIOiI.-TOMO IV.-15
-,-,82 -

Erytheo por el mar austral, con 6rden de entrar á su


vuelta por las Oolumnas de Hércules al nW.r septen-
trional, y regresar de est:l manera á Egipto. En est:L
expedicion descubrieron la Libia, y desembarcaron en
ella. Viajaron dos años. El tercero doblaron las Co-
lumnas de Hércules, volvieron á Egipto, y contaron
que al hacerse á la vela al rededor de la Libia, tenían
. el sol á la derecha.
Volney hace tambien meneion de este pasaje de [le-
rodoto, que trascribe así: «Les phenien~ raeonterent
a son retour, qu'en faisant Toile autoul' de la Libye
ils avaient eu le soleil (levant) a leur droit. Ce fait
me parait nullement eroyable, mais peut etre le pa-
raitra-t'-il croyable á quelque autre.»-(Herodoto,
lib. IV, § 42.)

¡Quién sabe si desde ent6nces se adquiri6 noticia,


y fueron descubiertas alguna~ de las islas inmediatas
al contInente de América! Tal vez alguna expedicioD
egipcia, guiada despues por espíritu de conquista, de
comercio, 6 de colonizacion, haya vuelto á esos pun-
tos, 90n la. seguridad de que el viaje no era tan dificil
ni peligroso, como ent.6nces se creia generalm\mte.

§ 4.

AJ'istátelts, que naci6 el año 3,670 del mundo, tres-


-83--

cientos ochenta y cuatro años ántes de Jesucristo,


nos habla de una expedicion de los cartagineses mas
allá de la.s Columnas de I-Iércules. Combatida la na-
ve que los conduch por el viento del Este, fueron ar-
rojados á una hermo~a isla, en la cual se quedaron
algunos de ellos, corriendo riesgo los que volvieron á
Cartago, de ser condenados á muerte, pues como án-
tes insinué, teniendo noticia el Gobierno de aquel des·
cubrimiento, temi6 que turbara la prosperidad de la
patria (1). Suponen algunos que esta isla fué la
Espm1ola, y otros la de Santo Domingo, Cuba, ó el
Bl·asil.

Al ocuparse Hornio (2) de la cuestion sobre el orÍ-


gen de los habitantes de América, habla igualmente
de tres diferentes via.jes hechos por los fenicios á es-
te continente. El primero en tielllpo de los atlántides,
de donde viene el nombre de mar Atlá,Jtico. Nave-
gando por él dieron al ·fin con las islas que llamaron
Atlántidas, las cuales son las mi~mas de que Platon
hace mérito. El segundo es el que refieren Áristóteles
y Di6doro de Sidlia, ántes citados, sobre el cual dice
lo siguiente: «Habiendo emprendido los fenicios na-

(1) G~mara.in fin 1, part.-O!iedo, 1 part., lib. 21 cap.


3.-Marlana, lIb. 2. De reb. HIsp., cap. i.-Flores de'
Ocampo. Chron. hisp., cap. 20.-Genebrand, lib.2. Chro-
nograph., pág. 258.-GarcÍa. orig. de los Ind.lib. 1, cap.
3, § 2, pág. 48.
(2) Hornio. De orig. gente americ., lib. 2, cap, 6.
-84-

« vegar en tiempo, muy remotos, mas allá de las Co-


« lumnas de IIércules, fueron arrebatados por la vio-
« lencia de los vient0s y llevados á re!lione& muy re-
c{ motas del Océano, y despues de haber sido el jugue-

« te de la tempestad durante muchos dias, arribaron


« por último á una isla del Océano Atlántico, que día-
ce taba de la Libia hácia el Occidente, muchos dias de
« ,navegacion, donde encontraron tierras fértiles yedi-
« ficios magnificos. Con este motivo tuvieron conocí-
« miento de estos países los cartagineseslJ tirrenos, y co-
e: roo lo~ primeros se veian á cada paso atl\cados por
c( los segundos, y tambien por los pueblos de lVIauri-

« tania, hubieron de equipar una flota, en la cual des-


e: pues de pasado el estrecho de .Gade8, condujeron una
« colonia á otras tierras recientemente descubierta., y
« conservaron muy oculto el secreto de este suceso,
e: con la mira de retirarse alli, si algun dia se veian
« obligados á dejar la ciudad en que estaban estable-
« cidos. Refieren otros que A8.biendo descubierto los
c{ cartagineses aquella isla (1), se radicaron en ella

« muchos de éstos, sin esperar las 6rdenes de sus je-


ce fes, lo cual se ptohibi6 en lo sucesivo con pena de
ce muerte, para que el pueblo no abandonara poco á
. c( poco la ciudad en busca de nuevos eetablecimien-

« tos.» El tercer viaje de los fenicios es conocido con


el nombre de flota de Salomon.

(1) Creen algunos que son las Cana.rias.


-85--

§ 5.

Encuentra ..~fr. de Bougainville muy natural y pro-


pio del eistema de los cartaginese~ y fenicios, en su
modo de conducirse respecto á los pueblos rivales de
su comercio, tanto el decreto del Senado prohibiendo
ir á la isla descubierta, como el cuidado de parte de
ellos en conservar el secreto, creyéndolos capaces de
echar mas bien á pique sus buques, ántes de dejar
adivinar la ruta que llevaban; 6 arrojar al mar, cuan·
do se encontrasen lnas fuertes, á todo navegante ex-
tranjero que vieran en los parajes de la Cerdeña, ó
hácia el estrecho de Gibraltar, que pudiesen descu-
brir la posesion de e~a is~a (1).
No es extraño, por tanto, que siendo los fenicios
los primeros, y durante largo tiempo los únicos na-
vegantes de la antigüedad, y teniendo interés en ocul-
tar sus descubrimientos, no haya noticias fija~, m~s
claras y detalladas, de todos los que hubiesen hecho.

§ 6.

De algunos pasajes de Plutarco se deduce que te-

(1) BougaiuTille. Memoire sur les decouvertes, etc.,


pág. 14:6.
-86-

nía noticia, ó por lo ménos sospecha, sobre la. exis-


tencia del Nuevo l\Iundo, especialmente de las dos is-
las que describe, las cuales se cree eran Ouba y La
Española: otros, calculando, Hin embargo, la distan-
cia 6. que las coloca, juzgan poderse mejor aplicar á
San Miguel y Santa .llfaría de los Azm'es (1); y otros,
en fin, á la de Madera Puerto Santo. Tambien Apu.
leila habla de dos grarides islas (2), y se supone, por
último, que las mencionadas por Hesiodo en su Poe·
ma de los días, y que llama isla, de los óienaventura-
d08, donde la tierra fecunda da tres veces al año fru-
tos brillantes y deliciosos (3), son las Oanm'ias y las
islas Afortunadai, " Hesiodo tomó la idea de esta isla
de un pasaje de la Odisea de Homero (4). De aquí
deducen algunos, que en tiempo de IIomero se tenia
ya noticia de la existencia del Nuevo ~rundo. Stra-
bon coloca estas islas hácia el Occidente, en, el extre-
mo occidental de la Ibéria (5), diciendo que tenian ,
el nombre de bienaventuradas por la cercanía en que
3e hallaban de los O(erJzpos Elíseos descritos en la Odi-
8ea.
Di6doro de Sicilia, como se ha visto, habla de un con-
tinent~ situado mas a.llá de estas islas, (5) Píndaro,

(1) García, Orig. de los ind., lib. 1, cap. 3 y ~,
(2) Apuleyo, lib. 1.
(3) Resiodo, Poema de los dias, versos 169 á 172.
(4) Romero. Odisea, canto 1, ver. 561.
(5) Strabon, lib. 1, c.!. ' .
(5) Diódoro de Sicilia, lib. 5, c. 82.
-87-

II01'acio y Silio Itálico, hablan tambien de esta man-


sion de los bienaventurados. La descripcion que hace
!Ioracio en la oda XVI del Epodon de las islas del
Océano, exhortando á los romanos á que se retirasen
allí, para gozar de la felicidad q ne en su patria no en-
contraban, hizo creer {¡ algunos que era aplica.ble á
las isla!5 Afortunctdas, ó á las Canarias, segun opina
Campos, anotador de Horacio, Alderde y otro~ suponen
que se referia á las Espérides, quienes creian forma-
ban parte del Nuevo J\tlundo.

§ 7.

Uno de los mas fuertes argumentos, que se oponen


ú que los antiguos tuviesen noticia de este continen-
te, es la distancia. á que se halla situado respecto de
las dcma~ partes del mundo entonces conocido. Re-
fuérzase, recordando lo imperfecta que la navegacion
era en aquellos tiempos, sin brújula, sin astrolabio,
sin conocimientos bastantes de los rumbos y vientos,
y en fin, sin los otros medios que uespues hubieron
de facilitar tanto los largos viajes marítimos. Añá-
dese que por tal causa las empresas de ese género se
limitaban por lo comun á cortas distancias de la cos-
ta, sin desviars~ mucho de ella, pues se creia seguro
el peligro é indefectible casi el naufragio, si una nave
-88-

3e engolraba en plena mar; temor que se vigorizaba


con la. idea que generalmente se tenia de que una
gran parte de este era inavegable. Preciso es, sin
embargo, convenir en q uo se han exagerado mucho
~emejantes dificultades, y que bien analizadas no
destruyen la probabilidad ele que por medio de algu-
nas expediciones marítimas haya.n podido adquirirse
noticias sobre la existencia de algunas islas cercanas
tÍ. la América, y quizá de este mismo continente, co-
mo se 'e xpondrá en el capítulo siguiente .


CAPITULO IV.

1. Continúa el mismo asunto. Comercio que haeian los


egipcios y los fenicios, así como las colonias y ciuda.-
des fundadas por e11os.-2. Poder marítimo de la. In-
dia y de la China en aquellos tiempos. Escuadras de
Darío, Xerxes, Alejandro y Demetrio Poliocestes. Flo-
ta de Sesostris. Resistencia marítima opuesta por Mi-
tridates á Roma. Expedicion de los griegos contra
Troya, y de los argonautas contra Colchos.-3. Poder
marítimo de Cartago y Roma. Empresas de Ammon
y de Himilcon. Viajes de los marselleses. N avega-
cion de Euthimenes y Phiteas.-4. Dificultad de los
viajes largos. :Medios que se ponian en práctica para
ejecutarlos. U so del astrolabio.-5. Influencia del des-
cubrimiento de la aguja de marear en los progresos
de la navegacion, y desde cuándo fué conocida.-6.
Epoca de su invencion y opiniones diversas sobre su
orígen.-7. Conclusiones que se deducen de todo lo
expuesto.

§ l.

Si hemos de dar crédito á los escritores antiguos,


debemos convenir en que -la navegacion no estaba en
un grado tal de atrago, que no fuera posible llevar á
ESTUDIOS.-TOMO IV.-16
-90-

cabo vIaJes dilatados distantes de las costas; Los


egipcios no solo hacian el comercio de Oriente por el
mar Rojo, y los fenicios el de Occidente por el Me~
diterráneo, sino que en sus empresas se salieron re-
petidas veces de la ruta ordinaria, proyiniendo de
aquí los descubrimientos que á unos y á otros se ,
atribuye'n, así como l~, colonia's que fundaron en paI-
ses lejanos. ,Tebas, en 'Beocia, rué fundad:! por los fe-
nicios cincuenta años antes de la ruina de Troya. Lo
fué tambien Oártago, famosa 'rival de Roma, á la
cual por mucho tiempo disputó el imperio del mun-
do, hasta que al fin ~ucumhi6 bajo el poder de Sci-
pion (1) Tiro y Sidon alcanzaron por la navegacion ex-
traordinaria prosperidad y riqueza. La primera hízo-

(1) Ca'dago fué la mas célebre colonia de Tiro, fun-


dada primero el décimo tercio siglo, y despues por Dido.
Dueña del mar por mas de 600 años, cubri6lo con sus
naves, á ,la vez que conquistó la España, y dominó en
mas de tres mil millas, desde la gran Sirte 'hasta las co-
lumnas de Hércules. El comercio fué, como se ha dicho,
el móvil principal de su política, el objeto preferente de
su ocupacion, y el fin de todas sus empresas marítimas,
alcanzando altísimo grado de grandeza y opulencia. No
ha mucho tiempo qne se veian á dos leguas de Túnez,
peda~os de columnas, de murallas, y algunas cisternas
destruidas, tristes restos de aquella Cartago que con sus
elevadas torres, sus suntuosos edificios, sus templos cu-
biertos de láminas de oro, y sus grandes plazas, donde
se reunian habitantes de diferentes p~íses, ostentaba
el brillo de una existencia afortunada. El dia que pre-
cedió á su destruccion contaba todavía setecientas mil al-
m,as, apesar de esa lucha secular, y sangrientas guerras
que hubo de sostener con tanto esfuerzo y valor.
-91-

se formidable por su poder, excitando.la envidia de


los asirios y caldeos: fiada en sus propios recursos,
rechazó con gloria al ejército de Salmanazar, y aun-
que por espacio de trece años resistió con denuedo al
poder de NlJ,oucodonosor, hubo al fin de sucumbir y
desaparecer, como se ha visto, bajo las huellas san-
grientas de su vencedor, quedando reducida á una
simple aldea con el nombre de Palm Tiros; la misma
suerte corrió dispues la nueva Tiro, reducida á ce-
nizas por AleJandro. La segunda, célebre tambien,
era mas antigua que Tiro: Ilomero habla de ella en
varias de sus obras; fué fundada por Sidon; primo-
génito de Oanaan. Distinguióse igualmente Oorinto,
convertida por sus puertos en el mercado general de
toda la Grecia, Europa, y Asia, que tanto brilló á cau-
sa de su situacion bonancible, llegando á ser tan flo-
reciente, que esto le atrajo la indignacion de Roma,
hasta scr saqueada y dcstruida por sus legiones bajo
el mando de Mumnnio.

§ 2.

Si la navegacion no hubiera llegado á tomar con-


siderable incremento en aquellos tiempos, Sesostris no
hubiera hecho construir una flota de cuatrocientas
velas, con las cuales llevó sus conquistas hasta las
Indias, ni efectuado los egipcios en ellas, así como en
-92-

la costa meridional de Af1'ica, reconocimientos de im-


portancia. (1) Tampoco los indios Aubieran podido
oponer contra Semíramis cuatro mil bajeles sobre el
rio Indo, (2) ni los Chinos extendido su imperio has- ';
ta el cabo de Buena Esperanza, y puesto en el Gol-
fo Pérsico cuatrocientos bajeles destinados al comer-
cio. (3) Imposible fuera tambien, sin tales progresos
marítimos, que Darío, Xerxes, Aleiandro, (4) Deme-
tr~o Poliosestes, hijo de Antigono, y otros monarcas,

(1) Champolion, Historia descriptiva y pintoresca de


Egipte. tomo 1, pago 315.
(2) Daniel Ruet. Historia de la navegacion.
(3) ldem, iclem, idem.
[4J. Es\e jóven héroe no resp~tó otros límite~ para
BUS vICtonas, que los mares y desIertos. Atraveso toda
el Asia, y penetró en la India. Destruyó el imperio de
las persas y lo heredó. El Egipto fué para él conquista
fácil, porque sometido bajo un cetro de hierro al despo-
tismo intolerable del Asia, l'ecibió como libertador á
Al~jandro, quien estableció en él su autoridad trescien-
tos treinta y dos años de la era cristiana. Ocho años
despues murió en Babilonia en medio de gUS conquisias.
Los Dioses, como dice un historiador, [*] que lo habian '
colmado con todos los bienes y glorias humanas, no pu-
dieron privarlo del veneno de los hombres, ó de la in-
temperancia. La batalla de Isus, fatal para Daría, dió
á Alejandro el imperio de Persia, designándolo así la
P ')'ovidencia como vengador de los pueblos subyugados
por Giro. Pasó despues á Fenicia y tomó á Tiro y á Ga-
za. Sorprendióle la muerte, cuando el A8ia sometida le
admiraba como hombre, y le adoraba como un Dios.
N,ació Alejandro el mismo dia que Erastotenes puso fue-
go al célebre templo de Diana en Efeso.

(*) Champolion. Historia descriptiva y pintoresca de Egip-


to, pág. G03.
-93-

hubieran formado e~as escuadras respetables con que


hacian ostentacion de su poder, ni el valeroso Mitrí-
dafJts hubiera contenido la ambicion de Roma, con
cuatrocientos navíos que lo habian enseñoreado del
mar; ni los griegos habrian conducido sus huestes á
Trolla, llevándole la desolacion y la muerte; ni los
argonautas hubieran pasado á Colchos, á la. conquista
del Vellocino de Oro; ni los bajeles cartagineses y ro-
manos habrian disputádose en el mar el dominio del
mundo; ni Oésar hubiera dirigido contra Inglaterra
su formidable expedicion, para vengar la parte que
contra él habian tomado sus habitantes, auxiliando
á sus enemigos; ni, por último, los godos, los vánda-
los, y demas bárbaros del Norte, hubieran embestido
con sus iruponentes armadas á la bella Italia, que
tembló á su presencia, y sobre la cual descargaron su
fiereza y rapacidad.

Con6cese la extension que tenia el comercio hecho


por los cartagineses en aquel tiempo, lo mismo que
algunas empresas atrevidas é importantes realizadas
entonces, tales como la de Hallnon, de sesenta baje-
les á lo largo de la. costa occidental de Africa, fun-
dando varias colonias y erigiendo mucha8 ciudades,
así como la de Himileon en la costa occidental de Eu-
-94-

ropa, ejecutada por 6raen del Senado, para dar ma-


yor pujanza y extension á su imperio, llegando á ser
tan importante, que solo en Áfrie(4 tenia bajo su .le-
pendencia trescienta~ ~iudades. I.Jos marselle~es na-
vegaron tambien el Océano, é hicieron largos viajes
hácia el Sur y el Norte. (1) Eutkimenes se adelant6
mas allá de la tierra, y Pitheas llegó hasta la Islan-
dia, al grado 76 de la latitud septentrional. Asegura
PUnio que en su tiempo los romanos navegaban la
alta , mar, apartándose de las costas, (2) y que Eu-
doxo, al huir de la PQrsecucion de Ptolomeo Lathuro,
rey de Egipto, se embarcó en el golfo arábigo, y vi-
no á parar á Cádiz, desde cuyo punto hizo despues

§ 4.

Parecerá dudoso para muchos cuanto ~e refiere so-


bre estas grandes empresas maritimas en aquellos
tiempos, 6 por lo menos las limitarán á viajes hechos
por las costas, 6 muy cerca de ellas. Concíbese, en
efecto, difícilmente, como pudieran acometer viajes
rlilatados y distantes, sin el conocimiento y uso de la
orúiu!a, único medio seguro de guiar~e en alta mar, y

(1) Huet. Historia de la navegacion, cap. 39.


(2) Plinio, lib. 9, cap. 23.
-95-

de que un bajel, embestido por las olas, los vientos, y


las tempe~tades, pudiera tomar despue~ rumbo certe-
ro en ese vasto Océano, que no conserva ve~tigio ni
señal alguna de los que rozan su superficie. Pero' por
grande que tal dificultad se presente, no pueden ne-
garse los hechos que los historiadores nos refieren, sin
desconocer este medio de averiguar la verdad, dudan-
do del testimonio de los hombres. IIuet, por ejemplo,
en su historia. de la na vegacion, ha reunido muchos
datos, que prueban el desarrollo é il'wremento que en-
tre los antiguos hubieron de adquirir las expedicio-
nes marítimas, algunas bastante largas y arriesgadas.
El P. CarC'Ía asegura tambien que antes de la inven-
cion de la aguja de marear, se navegaba por alta mar
con arte ¡>articu1ar. (1)

Lo que no tiene duda es que al principio nose


desviaban los buques de la costa, y cuando esto era
necesario, guiábanse por el curso de los astros. (2)
Practicábanlo así los fenícios, quienes fueron de los
que mas se dedicaron á la navegacion. (3) Ni ellos,
ni los griegos, ni los demas pueblos de la antigüedad
conocieron la aguja de marear: tenian noticia de al-
gunas de las propiedades del im¿tn, sobre las cuales
hablaron con encomio, pero no de su aplicacion al arte

(1) GarcÍa. Orig. de los Ind. lib. 1, cap. 2. §. 1.


(2) Sillo Itálico, lib. 3. Virgo Eneid., lib. 3, V. 200. Ovi·
dio MeMm, lib. 3.
(3) Plinio, lib. 7.
-96-

de navegar. Antes de la aguja, creese que en Europa


ee hizo uso del astrolabio, conocido de tiempo atras
por los sarracenos, (1) lo cual era ya un auxilio im-
portante, aunque no tan ventajoso ni seguro como la
aguia di marear.

§ 5.

Este descubrimiento que ha hecho á los hombres


desafiar las tempestades, lanzándose en medio de las
embravecidas olas del Océano, y engolfarse en toda
su inmensidad sin temor de perecer ni de extraviarse,
fué orígen de las investigaciones de los sábios. Si
bien .suponen algunos, como Fuller, que era 'la aguja
conoCida por Salomon, y por él comunicada á los fe-
nícios y tl. los tirios bajo el nombre de Nrcflovxr¡r
duz vice, (2) ú otros, como Albedo Magno (3) y
Vicente Belloveanse, (4) que dicen haber hablado de
(1) Platon. In.. Timeo. Gassendi Opera, pág. 108. Ga-
len de nato faculto lib. 1, cap. 14.
(2) FuIler Mescell.lib. 4, cap. 19. Bochart Georg. saer.
Ch~nan,lib.1,c.38. .
. (3) Alberto Magno. De Miner, lib. 1, trato 3, cap. 4.
(4) Belloveance Specnlum natar, lib. 8. cap. 19.
Las palabras que sobre esto se atribuyen á Aristóte-
les son las siguientes: "Angulua magnetis cnjusdam
est, cuyus virtns aprehendendi ferrum est ad zoron, hoc
est septentrionalem; et hoc utuntur nau. AnguIns vero
a,1iuá magnetis illi oppositus trahit ad aphron, id' est po..
-97-

ella Arist6teles en su libro De lClpidibus, es cosa a ve-


riguada que en aquellos tiempos no se conocia, 6 por
10 ménos no se empleaba para lanavegacion. Ad-
quiere tal idea una fuerza inquebrantabl~, si se con-
sidera cuán difícil habria sido, que una noticia de tal
magnitud se hubiera e~capado del conocimiento de
los pueblos, con quienes tenian relaciones los tirios y
los fenicios, especialmente los romanos cuando llega-
ron á avasallarlos. Respecto de Arist6teles, se sabe
la alteracion que sufrieron sus obras entre los árabes,
presumiéndo~e con fundamento no ser suyo el pasaje
que se le atribuye, sino adicion hecha por lo~ que se
ocuparon en traducirlo al arabigo. (1)

§ 6.

No se sabe á punto fijo en qué tiempo se inventó


la brújula, ni en qué nacÍon se yerific6 tan importan-
te descubrimiento. Entre los chinos se le dá una an-
tigüedad de 4.400 años. Atribúyese allí su invencion
al Empera.dor Hangtí, que reinaba 2,699 años antes
de la era cristiana. (2) Ohingú .mostró á los embaja-

luro meridionalem; et si aprO'Ximes ferrum versus angu-


lum zoron, convertit se ferrum ad zoron ; et si ad oppo-
situm angulum aproximes convertit se d~ecte ad aphron."
(1) Juan Andrés. Orígen y progresos de la literatura,
tomo 1, cap. 10. Falconet. Au Ins. tomo 6.
[2J Bailly. HistoÍre de l'AstronomÍa ancÍenua págs.
122 y 123.
BSTUDIOB.--TOKO Iv.-17
-98-

dores de Cochinchina, mil cuatrocientos años despues,


un instrumento que siempre se volvía al mediodia. (1)
Le Roux y de Guignes en su extracto de los anales
de China, fijan su descubrimiento 1,115 añes antes
de la. e~a cristiana. Klaproth atribuye á enos tambien
tal descubrimiento. Esta opinion no es, ein embargo,
Regura. Los que la combaten afirman que la aguja
inventada 6 conocida por los chino~, no es la brújula
6 aguja magnética, sino otra distinta tocada con una
composicion de cinabrio, oropimenti, scandaraca y
limaduras de agujas, reducido todo á polvo muy
fino, y haciendo una pasta con sangre de cresta de
gallo. Kireher, que tan instruido se muestra en las
co~as de la China, dice que no se conocia la brújula
en aquellas regione!. (2)

Buscando, pues, eu orígen en otra parte, lo atribu-


yen algunos á los árabes, apoyándose en lo que se
encuentra sobre esto en las obras de Aristóteles. Cree ..
se que fué añadido por ellos, fundándose en que las
palabras zoron y aphron, empleadas para designar el
Septentrion y el Mediodia no son latinas ni griegas,
sino mas bien de orígen arábigo, en las largas nave-
gaciones que emprendieron yen otras razones de con-
gruencia. (3) Faleourt escribi6 una disertacion sobre
lo que los antirs.uos opinaron acerca de la piedra iman,

[lJ P. Martini, hist. simio lib. 6, pág. 6.


[2] Kircher Magnet J lib. 1, cap. 6.
[3] Tiraboschi. Hist. de la lit. italiana.
-99-

Y dice que traduciendo los árabes las obras de


Arist6teles despues del descubrimiento de la brújula,
en/las adiciones que in~ertaron, hicieron mencion de
esta materia bajo el nombre de AriRt6teles. (1)

Tambien los alema.nes, franceses é ingle~ef', han


tenido sus pretensiones de gloria respecto de la Dt·Ú-
Jula, aunque los más atribuyen su invencion á Flavio
Gioja en el afio 'de 1302. Hase, sin embargo, averi-
guado, que en un manuscrito árabe redactado en 1282,
de que habla Klaproth, se hace ya mencion de la brú-
jula. En Francia asegúrnse que se conocia á princi.·
pios del siglo XII bajo el nombre de marineite ó ca-
lamite, segun se deduce de un pasaje de Gupot de
Provins. La creencia mas generalizada es, que el co-
nocimiento de la brújula lo recibieron los europeos de
los árabes, y que su introduccion fué debida á Mar-
co Polo en 1260. Muñoz afirma que desde principio~
del siglo XIII su uso era ya corriente entre los pilo-
tos. (2) En 1497 la empleó Vasco de Gama en su
célebre viaje al rededor del cabo de BUeAia E3p~­
'panza.

Despues de lo expuesto, parece hay fundamento


para creer que la órújula, que, facilitando la navega-
(}ion, y multiplicando los viajes, tanto ha contribuido

[1] Ac. Ins. tome 6.


(2) Muñoz. Historia del N nevo Mundo, lib. 1, n. 10,
pág. 18.
-100--

al progreso y adelanto de todos los pueblos, no era


conocida de los antiguos. Al ver, empero, consignada
en su historia la relacion de largos viajes marítimos
y empresas atrevidas, preciso es persuadirse que te-
nian otros medios . de guiarse en medio de las aguas
del Océano, aunque ménos expeditos y seguros. Este
no es, de eonsiguiente, un obstáculo para que los pue-
blos antiguos pudieran haberse procurado noticias de
tierras lejanas, los cuales tenian por barrera, para
unacomunicacion frecuente y fácil, el mar~ que en
aquellos tiempos infundía tanto temor, y sobre el que
se formaron tantas congeturas. De aquí pudo haber
provenido ta~bien que, cuando Oolon nnunci6 su exis-
tencia, se tuviera por un descubrimiento nuevo, pues
la noticia, que antiguamente haya podido tenerse, se
habia perdido del todo, 6 por lo ménos estarian ,en
posesion de ella muy pocos, que no conocian la-altísi-
ma importancia de propagarla, 6 hacerla patente al
mundo entero.

.....
CAPITULO V.

1. Los pl'imeros de~cubridores de América. Documen-


tos publicados por la sociedad de anticuarios de 00-
penhague, y lo que de ellos resulta.-2. Lo que sobre
esto piensan Ohateaubriand, Kalm, Westman y Schre-
der.-3. Los hermanos Zeni y lo que se les atribuye.
Juicio de Caciatore.-4. Opinion de Mallet.-5. Lo
que aparece en un portulano 8spañoqJuicio de Schroel-
craft. Opinion de Remalde, Postel y Fournier. Reco-
nocimiento del Cabo Verde. Juicio de Oviedo, García
y otros autores.-6. Memoria no'able de Mr. Guignes.
Juicio de Belleforut. Opinion de Otto y Foster.-7.
Arribo de una carabela e~pañola á Cana.rias en 149i.
El piloto Alonso Sanchez.-8. Opinion de Mariana,-
9. Punto que resulta confirmado.-lO. Opinion de los
modernos.-l1. Consecuencias que se deducen de to-
do lo expu~sto. Opinion de Moffras.-12. La expedi-
cfon de Colon.

§ 1.

La conjetura consignada en el capítulo anterior,


que tiene para todos los visos de una opinion cierta,
ha dado ocasion á ulteriores investigaciones, de las
-102-

cuales hubo de resultar, que no fué Oolon quien de!!-


cubri6 el Nuevo Mundo, sino que antes de él era ya
con~cido por navegantes, que ora de casualidad, 6 de
intento arribaron á él años atrás, cultivando con sus
habitantes relaciones de cQmercio.

Los documentos publicados por la Sociedad Real


de anticuarios de Cop~lzague han esparcido mucha
luz sobre esta materia. Segun ellos, la América fué
visitada en el siglo X. A¡gunos marineros atrevidos
de Scandinavia cruzaroti en buques de pocas tonela-
das los canales, golfos, y mares del Atlántico Septen-
trion"l, conociendo las islas, y extendiéndose desde
Island á las partes septentrionales del continente.
Otros creen que esto no se verific6, sinó hasta el si-
glo XI, por audace~ é intrépidos exploradore3 sali-
dos de la Noruega y del Báltico, que descubrieron la
isla Ferroet· hácia el año 860, la Islandia del 860 al
862, y la Gl'oelandia en 982, Ó quizá 50 años antes .

Atribúyese la gloria de haber sido el prime-ro á
Iíerfulf 6 Biorn noruego, que navegando en 1001 con
direccion á la Groelandia, é impelido por una tempes-
tad hácia el Sud-Oeste, lleg6 á una tierra baja cu-
bierta de bosques. Cont6 á su regreso ]0 que le habia
sucedido ·á Leífe, hijo de Enrique Ronda, fundador de
la colonia noruega, quien se embarc6 con Biorn en
busca de la costa que este habia visto. Dieron á 3U
pa~o el nombre de Hell~land á una isla llena de esco-
-103-

1105, Y el de Mm'iland á una playa ú orilla arenosa.


Trasportados á otra costa, subieron un rio, invernaron
á las márgenes de un lago, en cuyo lugar el dia mas
corto del año permanecia el sol ocho hora.s sobre el
horizonte. Un aleman que los acompañaba encontró
allí uvas silv~stres, por lo c,ual Biorn y Leife lleuna.
ron á esta tierra Villand, país de la vid. Desde en·
tonces fué aquello muy frecuentado por los groelan-
deses, ocupándose en el comercio de pieles con los
salvajes que habitaban esos lugares. El obispo Euri-
co se traslad6 de Groelandia, á Vitland, donde predi.
c6 el evangelio á sus moradores. (1)
Tales datos parecen indicar claramente que V'¡Uand
era alguna tierra de la América del Norte, situada ha-
cia el grado 49 de latitud, donde el sol en el primer
dia mas corto del año permanece ocho horas sobre el
horizonte. Encuentrase allí el río San Lorenzo, y en
el mismo grado tambien la isla de Terra-Nova en el
interior de la isla. N ada mas volvió á saber~e de
Biorn, de Leife y del obispo Eurico. Con:!ltan estos
hechos en los anales de I3landia escritos por Hank el
año de 1300.

§ 2.

Clzaieuóriand, como se verá mas adelante, acoj.

(1) Cacciatore. Nuevo Atlante hisótrico, tomo 3, arto 36,


pág. 277.
-1U4-

esta opinion, y Kalm, cree igualmente con Jorge West-


mata, que los escandinavos hicieron viajes á Am~ri­
ca mucho antes que Oolon, así como que la antigua
Vitland, tan conocida de los noruegos, era la isla de
Terra-N ová, 6 por 10 ménos las costas que se extien-
den hasta llegar á ella. Sclzoede1' opina que era la
América Septentrional.

§ 3.

Existe una narraClOn y un mapa en que aparece,


que los hermanos Zeni venecianos, que se hallaban
la servicio de un gefe de la isla Ferroer, visitaron de
nue'Vo á Vitland el año de 1380. La carta ó mapa re- .
presenta al Sur de la Islandia, entre los grados 61 y
65 de latitud septentrional, una isla llamada Fries-
lctndia al Occidente. A cuarenta leguas de distancia,
aparecen dos costas, llamada la una Estotiland, y la
otra Droces. Segun la n~rracion, unos pescadores de
Frilctndia, arrojados sobre las costa de Estotiland, en-
contraron una ciudad populosa bien fabricada, en la
cual habia un rey, y un intérprete que hablaba la-
tino Fueron los náufragos enviados por el rey á un
país situado al mediodía, llamado Droces, donde los
devoraron salvajes antropófagos, excepto uno que es-
capó, y despues de haber sido esclavo largo tiempo
volvi6 á Estotitland. Se pinta á Droces como país de
-105-

inmensa extension. Casi un Nuevo Mundo, supo-


niéndose ser la Nueva Inglaterra. Estotiland se cree
que es la antigua Vitlcm de los 1l0ruegos; hoy Tev,,.a
Nova.

No encuentra improbable el erudito Oacciatore la


reacio n anterior, por cuanto parece cierto que la
Groelandia faé descubierta á mitad del siglo X, que
la punta meridional de ella está muy cerca <le la cos-
ta americana del Laórador, y que los esquimales, co-
locados entre los pueblos de Europa y de América,
parece que pertenecen mas bien á los primeros, ha-
biendo podido enseñar á los navegantes de la Nonte-
!la el camino del Nuevo Continente; pero advierte,
por otra parte, tantas fábulas é incertidumbre en la
relacion de las aventuras de los noruegos y de los
hermanos Zeni, que dice no puede arrebatarse á Co-
lon la gloria de ser el primero, que llegó y puso el
:pié en el suelo americano.

§ 4.

« El descubrimiento de un país remoto que se llam6


Vinland, dice Mallet, (1) Y la existencia de una co-
]@nia de noruegos en este país, me parecen hechos

(1) Mallet. Introduccion á la historia de Dinamarc a.


ESTUDIOS,-TOMO IV.-18
--106 -

muy bien confirmados por todos lo~ testimonios, y re-


feridos con circunstancias probables, para que pueda
dudarse de ellos. Pero no es tan fácil saber cuál es
el país que descubrieron estos noruegos de Groelan·
día. Sin embargo, podemos á lo menos suponer, que
esta colonia pudo haberse establecido en las costas
del Labrador, 6 en la isla de ·Terra Nova que á EAas
está cercana. El Estrecho de Davis, que separa la
Groelm¡clict occidental del continente de América, en
muchos lugares tiene muy poca anchura. La distan-
cia del cc,bo Farewel 6 punta meridional de la Groe-
landía á la parte mas cercana del Labrador, no puede
ser de doscientas leguas,lo que apenas forma una trave-
síadesieteáochodias,aunsuponiendo que los antiguos
navegasen mas lentamente que hoy. Se sabe que los
noruegos emprendieron viajes de trescientas y cua-
trocientas leguas. Habian descubierto la Islandia las
islas de Fers, de Schetland y de Groelandia; habian
asolado las CORtas de Inglaterra, de Francia, de Espa-
ña, é Italia. Lo que me parece que regul ta de todo
esto es, que no podrá dudarse que los noruegos de
Groelandia hayan descubierto la América, que no sea
la tierra de1 LClbrador 6 Terra- Novct, el país donde
se establecieron, y que su colonia no haya. subsistido
mucho tiempo. »
-107-

§ 5.

En un portula.no español de 1384 se ve indicada


la isla de Afadera bajo el nombre de isla del Polo.
Las Azore, aparecen ya mencionadas en 1330. An ..
dres Bianco, veneciano, descubri6 al Occidente de las
Canarias unas tierras, que se suponen pertenecientes
á las Antillas. (1) Schoolcraft, (2) al hacer mencion
de algunos de estos datos en gUS investigaciones sobre
si los escandina vios habian puesto el pié en América
antes de 1492, en que fué conocida, agrega que en
el mapa de Andrés Bianco, de 1436, que existe en la
librería de Venecia, se encuentran los nombres del
Bra$il y de las Antilla8. Preten~en los bardos Wel..
ches, aunque no sin contradicion, que la Florida se
descubri6 algunos centenares de años antes del viaje
de Colon; pues en 1170 vino á ella una colonia de
galos conducida por Madawe, hijo de Owen Gwunedh,
princípe de Gales. (3) Odoric Rainalde, continuador
de los anales de Baronio, dice que la América fué

(1) Cacciatore. Atlante storico pág. 279.


(2) Historical and statiscal informaíion respecting the
history, condition, and prospects of the indian tribes of
the United States. tomo 1, § 1, pág. 14. .
(3) Warden. · Recherches etc., cap. 7.-The history oí
Wales. W riten originally in brithish by Carodoe of Llan-
carvan englished by Dr. Powel-Harcourt Viaje á la
Guyana. Prefacio~
-108-

descubierta por franceses de la Baja Bretaña. Po&-


tel asegura que una parte de sus costas fué frecuen-
tada por los antiguos galos. El P. FOUr1¡ier atribuye
á los normandos y bretones, el descubrimiento del
Brasil. (1) Gonzalo Fernandez de Oviedo afirma que
IIesperus, duodécimo rey de España, descubrió las In-
dias Occidentales, á las cuales llamó Hespé¡ides (2),
el año 1658 antes de Jesucristo, esto es 171 años an-
tes de la fundacion de Troya (3), y 603 antes de la
de Roma, en cuyo tiempo explor6 tambien el Cabo
Verde é isla de Santo Tomás, de que fué sobera-
no. (4) Fray Gregorio Gareía (5), y .Alderete (6)
le ' atribuyen el principio de su colonizacion. Alega
Sol6rzano (7) en su apoyo, que las islas de Barloven-
to, conocidas con el nombre de E8pañola, Ouba y otras,
son las que los antiguos llaman Hespérides) distantes
cuarenta dias de la. G01-godas 6 Gorgones. (8)

.
(1) Fournier. Hidrogaphie lib. 6, cap. 12.
(2) García dice que las Hespérides eran las islas de
Barlovento.
(3) Baronio lib. 5.
(4) Oviedo, Hist. de las Ind. lib. 2. cap. 3.
(5) Orig. de los ind., lib. 4, cap. 17 y 18.
(6) De antig. hispo lib. 4 cap. 17.
(7) De Ind. jure etc., lib. 1, cap. 9, n. n. 59 y 62.
(8) Plinio lib. 6, cap. 31.-Plutarco De vita Sertori-
Solin In Polyctor cap. últ.-Pomponio Mela lib 3. cap.
ll.-Ptolomeo lib. 4, cap. 7.-0rtelio In Thesaur Geog.
In verbis Atlantes insula Fortunatre Gorgones Hespe-
rides.
-109-

§ 6.
Mr. Guigne6, en una. memoria que present6 á la
Academia real de inscripciones y bellas letras (1) so-
bre los viajes de los chinos á Jeso, Kamckatlca, y la
parte de la América situada frente tÍ. frente de la cos-
ta mas oriental de Asia, dice que buques chinos ha-
cian el viaje de la América muchos siglos antes que
Oolon, mas de mil doscientos años ha, época anterior
al esta.blecimiento del imperio de los mexi.anos. En
apoyo de esta asercion dice que L~~-yen, historiador
chino que vivia al principio del siglo VII, habla de
un país llamado Fou-sang, di~tante de la China mas
de cuarenta mil tí hacia el Oriente; que para llegar
allá se partia de las costas de la provincia de Leac-
tong, situada al norte de Pelcing; que despues de ha-
ber hecho mil doscientos tí, se llegaba al Japon; fiue
de allí despues de una ruta hácia el Norte de siete
millí, se encontraba el país de Venchin; que tÍ. cinco
mil tí, de este último hácia el oriente~ se hallaba el
pais de Fa-han, de donde se llegaba al de Fou-Sang,
distante de Fa-kan veinte mil lío De todos estos paí-

ses solo ~on conocidos Leac-tong, provincia septentrio-
nal de la Ohina, donde se embarcaban, y el J apon,

(1) El título de la Memoria es el siguiente: "Recher-


ches sur la navigation des chinois du coté de I'Ameri-
que, et sur quelques peuples situés á l' extremité orienta-
le de l'Asia, par Mr. Guignes." Está inserta en el tomo
49 de las Memorias de la Real Academia de Inscripcio e

nes y bellas letras de Paris. '


-110-

estacÍon principal de los buques chinos: los otros tres


términos donde abordaban sucesivamente son Vin~
chin, Fa-han, y Fou-sang. El autor se propone en
seguida demostrar que el primero es Jeso, el segun-
do Kamchatka, y el tercero un lugar situado hácia la
Oalifornia. Dedúcelo de la manera con que los chi-
nos y navegantes han hecho posteriormente esta tra.-
Tesía, pasando por varios pueblos del Asia y de la
Tartaria, que designa con sus propios nombres.
El país· de los In-tcke, que forma parte de la Si-
beria, tstá situado hacia el rio Ouda, el cual desem-
boca e'n el mar de Kam-ehatka, y el de Fal-han, que
se halla al norte de In-tehe, es la parte mas oriental
de la misma Siberia. La porcion de ella llamada Kam-
chatka, es la comarca que los japoneses nombran Okes-
ie30 6 Jeso superior, y la meridional de Kamchatka
es conocida de los chinos bajo la denominacion de
Lieon-Kusi.
Un bonzo, historiador chino, que estuvo en el ce-
leste imperio el año 499 de J e~ucristo, durante el
reinado de los Fey, dice que el reino de Fau-sang s e
halla situado á veinte mil tí al Oriente de Fa-han.
Está tambien al Este de la China, y produce gran
cantidad del árbol llamado Fau-sang, de que trae su
orígen el nombre con que se le designa.
Tal relacion, segun Mr. Guignes, nos instruye de'
que Fau-sang encuéntrase á veinte mil tí de Fa-kan
6 Kamehatka, distancia casi tan considerable como la.
-111--

que hay entre las costa~ de Leac-tong y Kamchatlca.


Así e~ que partiendo de uno de lo~ puertos de este
último, de Avatcha por ejemplo, y navegando al Orien-
te en un espacio de veinte millí, lo cual nos presen-
ta una grande extension de mar, la ruta terminaria
precisamente en las costas mas occidentales de la
América, hácia el lugar en que abordaron los rusos
en 174:1.

El afio de 1458 ántes de la era. cristiana, ya ha-


cian los chinos, en opinion del mismo autor, un co-
mercio muy extenso con la América, remontándose
hasta la costa de Kamchat7ca (1), y aunque Oarver
lo contradice (2), Kampher y Oharlevoix lo apo-
yan (3). El a.rribo al país de las especierías de mer-
caderes sin barba en grandes lugares de que habla
Honzio (4), así como los restos de embarcaciones chi-
nas encontradas en las costas de Quiver indican, se-
gun algunos, las relaciones que habia entre los chinos
y el Norte de California hácia Quiver.

Belleforest atribuye el descubrimiento de América


al polonés Juan Escolam, el año de 1L176, y M. Otto
intenta probar que lo fué en 148± por ,1.t[m-tin Belw-

(1) J ournal des savans, pág. 612.


(2) Cáver's iravels, Parto 2.
(3) Kampher. Hist. japonesa, pág. 1 Y 67.-Chal'le-
voix. Nouvele France, tomo 2.
(4) Hornio, lib. 4, cap. 5.-Luct., lib. 6.
-112-
.in, (1), tocando en el Brasil. Fo~ter apoya -esta es-
pecie (2).

§ 7.

Por último, refieren varios autores que en 1484


fué embestida por fuerte viento del Este una carave-
la española, que navegaba á Canarias, arribando á
tierras de América, la cual qued6 desde ent6nces des-
cubierta. Se cree por :\lgunos, que el piloto Alon,o
Sanchee fué quien dió á Colon noticia de su existen-
cia. I-Iornio dice que el nombre del piloto era Sancho
JeUlloí66 de I-Iztelva,' (3) y Alderete, Alonso Sanclzez
de Hu,elva. (4) Agrega Gomara que dicho piloto so-
brevivi6 algun tiempo despues del enunciado viaje,
concordando todos en que falleci6 en casa ele Oristóbal
Colon, en cuyo poder quedaron las escrituras de la ca-
ravela, y la relacion de aquel luengo viaje con la mar-
ca y altura de las tierras nuevamente vistas y halla-

(1) Memoria de lYI. Otto. inserta en las Transacciones


Filosóficas.
(2) Historry of the voyages and discoveries in the
N ord from the german of J ohn Beonhold Foster.
(3) :S;ornio. De orig. Améric., lib. 1, cap. 2, págs. 12
y 13.
(4) Alderete. Ant. de Esp. y Afri., lib. 4, cap. 17,
fol. 517.
-113-

das. ~ (1) Encuéntran~e en este hecho referido por


Gomara muchas inverosimilitudes; Oviedo y Belzoni lo
tienen por falso. (2)

§ 8.

Hay, sin embargo, un historiador español, respeta-


ble, que opina haber sido descubierta la América an-
tes de Colon, siendo de presumirse hallarse tal creen-
cia muy arraigada en su ánimo, hasta arrancarle una
confesion que arrebataba á su patria uno de los he-
chos que mayor gloria y lustre le han dado, borrando
de su historia esa brillantísima página entre todos · lo~
grandes acontecimientos que en ella se han consigna-
do. Este autor es llfariana, que escribi6 con tanta
madure~, y que tiene un lugar tan distinguitio entre
los sábios. (3)

§ 9.

Tal variedad <le p receres da á conocer el desacuer-


do que en los autores existe en lo relativo á la pobla-

(1) Gomara. Historia de las Indias, fol. 10.


(2) Oviedo. Hist. Ind., lib. 2, cap. 2.-Belzoni, lib. 1,
cap ..5.
(3) l\Iariana.De rebus hispan, lib. 16, cap. 3, lib. ~~7.
ESTUDIOS .-TOMO Iv.-19
-114-

cion de América. Ella., empero, confirma hasta cierto


punto una cuestion importante, á saber, que antes de
Oolon ya se tenia noticia del continente americano.
Esto indujo al P. García, que con tanta erudicion ha
examinádo el orígen' de los americanos, á sentar co-
mo cierto, 'que á muchas de las naciones antiguas les
era conocido Bste paí~, manteniendo relaciones con
sus habitantes. Esa opinion que desenvuelve en su
obra, (1) Y que sirve de fundamento á cuanto ella
comprende, ha sido tambien el de otros escritores dis-
tinguidos, á ello inducidos sin duda por graves razo-
nes. Cuéntense en este número á Arias Montano, (2)
Vanegas, (3) Pamelio, (4) Esteban Salazar, (5) Pi-
neclct, (6) Genebrando, (7) Lucio .LWarineo, (8) Luis
Vives, (9) Goropio Bec(mo, (10) y otros.

§ 10.

No es esta una opinion exclusiva de los autores an-

(1) Orig de los indo lib. 4, cap. 25.


(2) In apparatu ad Patheg. cap. 9.
(3) Vanegas lib. 2, nato quest c, 22.
(4) Pamelio In notes ad Tertuain Apolog.
(5) Simbol Apostol, disc 16, c. '!r.
(6) Pineda lib. 4. De reb. Salomo C. 16.
(7) Genebrando lib. 2, of cronogr. pág. 158.
(8) Lucio Marineo. De reb. hispo lib. 19, C. 16.
(9) Luis Vive~ supra D. August lib. 16. De civit Deo
cap. 9.
(10) Gorop. Becano lib. 7, orig. hispo et in ol'ig auterp,
li'h ~ v q
-115-

tiguos. Entre los modernos, que se lutll dedicado con


empeño á examinar científicamente las dosas del N ue-
vo Mundo, encuentrase tambien establecida por las
semejanzas, noticias tradicionales, ú otras razones en
que se apoyan. Bastará citar en comprobacion la del
celébre vizconde ele Ohateattbriand, que dice: « Está
casi demostrado, que mucho a.ntes del descubrimien-
to de Colon, la India, la China, la Corea, y la Tarta-
ria, tenian relaciones con la América.» (1) Parécele
fuera. de toda duda,q ue la América septentrional ha-
bia sido reencontrada por rudos exploradores de la
Noruega y del Báltico el primer año del siglo XI.
Re~re al efecto el descubrimiento, de que :ntes se
ha hecho mencion, respecto al viaje que hizo Biorn,
á la tierra, á que le puso el nombre de Vitland, su-
poniendo ser la parte de la América, que toca en el
grado 49 de latitud, esto es cerca de la desembocadu-
ra del río de S. Lorenzo en el lado septentrional de
la isla de Terra-Nova. (2) Hace igualmente mérito de
que en un mapa trazado en 1436 por el veneciano An-
drés Bianco, de que se ha hablado, señala al Occiden-
te de las islas Canarias, una tierra de las Antillas, y
al Norte de esta otra isla. llamada Sola de la Man Sa-
tanagio. (3) Finalmente Mr. Charles Farcy opina que
antes del siglo XV, habian venido sucesivamete á

(1) Chateaubriand. Lettre aux auteurs de l'ouvrage


des antiquités mexicaines. 10 Sep. ele 1836.
(2) Chateaubriand. Viage en América, Prefase, pago 7.
(3) Idem, ídem, ídem, ídem, pago 8.
-116-

América, diversos pueblo~,con el objeto de colonizar


6 de invadir estas regiones. (1) ·

§ 11.

Lo expuesto adquiere mayor grado de probabili..


- dad, cual!do se examina la geografía física del globo,
y se fija la consideracion en la distancia á. que por
varios puntos se encuentran ambós continentes. So-
bre est~ se han hecho estudios muy importantes, que
han ido rectificándose y perfeccionándose con los via-
jes modernos.

Por tres puntos se acerca la América al antiguo


continente, á menos de seiscientas leguas marítimas:
entre la Escocia 6 la Noruega y la Groelandia orien ..
tal; entre el cabo nordeste de Islandia y las costas
del Labrador; y entre el Africa y el Brasil.

De las varias autoridades que sobre esta materia


podrian citarse, haré solo mencion del Baron de [fum-
Doldt, que dice lo siguiente:

« La primera de estas distancias no es casi sino la


mitad de las otras dos. El canal del Atlántico entre
el Cabo vVoot de Escocia y Kinghc;on-Bay (lat.69°

(3) Charles Farey. Diseurs etc.


-117-

15'), al Sur de Scoruby-Sound de la Groelandia


oriental, no tiene sino doscientas setenta leguas de an-
cho, y la Islandia se encuentra en la direccion de es-
ta travesía. El espacio longitudinal del Atlántico que
separa las dos grandes masas continentales, presen-
tando ángulos salientes y entrantes que se correspon-
den, (al menos del 75° N. al 30° S.), se ala.rga hácia
el paralelo de España, del Cabo Finisterre á Terra
Nova, hay ~eiscientas diez y siete leguas marinas.
Ella se estrecha segunda vez cerca del ecuador, entro
el Africa (costa del Cabo Rojo, cerca del Banco de
los Binagos y Sierra Leona) y el Cabo San Roque.
La distancia de continente á continente en una direc-
cion N. E. S. O., sobre la cual se encuentran los islo-
tes y escollos de Rocas de N oronhu de Pinedo, de S .
Pedro y de French-Shool, es de quinientas diez le-
guas, suponiendo el cabo de Sierra Leona, segun las
observaciones del capitan §.abine, 19. 159 39' 24', Y
el cabo de S. Roque, segu~os observaciones del al-
mirante Rousin de Givry, long. 37° 37' 26". El pun-
to mas cercano de Africa es probablemente la punta
Toho, cerca de Buen .Jesus, (lat. 5° 7' austral), al
paso que la salida mas oriental de la América eg de
2° 6 4° mas al Sur.» (1)

De varios cálculo~ y reconocimiento~, resulta que

(1) Humboldt. Essai sur l'histoire de la Geographie,


tomo 2, pág. 52.
-118-

la menor dist~ncia de la Islandia al Labrador, es de


quinientas cuarenta y dos leguas marinas, casi trein~
ta leguas mas que la distancia da Africa al Brasil.

De la extremidad septentrional de la Escocia á la


Islanuia hay ciento sesenta y dos leguas marinas;
de Islandia á la Qxtremidad Sudoeste de Groelandia,
doscientas cuarenta leguas; de ésta lt las costas del
Labrador, ciento cuarenta leguas; á la embocadura
de San Lorenzo, doscientas sesenta leguas; de la Is~
landia directamente al Labrador, trescientas ochenta
leguas. Hay del Portugal, (8mbocadura del Tajo) á
las Azores (San Miguel) doscientas cuarenta y siete
leguas; de las Azores (Corvo) á la Nueva Escocia,
cuatrocientas doce leguas; de laR Canari~s (Tenerife)
al continente de la América 1\leridional (embocadura
del Oyapok en la Guyana francesa), suponiendo con
~Ir. Givry el fuerte de Cayena á 3° 38' 35" ocho-
cientas veinte leguas mil. as. (1)

Hay un punto en que la anchura del continente


americano es de 154°i 6 148° 20', en cuya altura
están los dos continentes hácia el Este del Asia, tan
cerca uno del otro que solo los separa un estrecho de
diez y siete y media leguas marinas de ancho. Los
Teclwukcltes del Asia, apesar de su odio· inveterado

[lJ Brasseur de Bourdourg. Disertation sur les mites


de l'histoire ancienDe §. 2, pág. 37, nota ci~ando al B. de
Humboldt.
-ll~-

contra los esquimales del golfo de ](otzebZle, pasan al-


gunas veces á las costas americanas.

La cadena de islas que casi sin interrupcion se pro-


longan desde Kamkchatka por las Kouriles, J eso, el
Japon, las Licon-kicou, (Loo-Cuoo) las FormolSas, las
J3achis, y las Babuganas á las Filipinas del 20° al
52° de latitud; como se ha visto, hacen probables
antiguas relaciones de comercio, de civilizacion, y de
propaganda religiosa con los habitantQs de las islas
opuestas.

El carácter peculiar del litoral continental, y esa


cadena de islas, hacen creer q uo las naciones comer-
ciales pudieron llegar á América por el estrecho de
Behring, 6 por las islas Aleontinas, que casi unen la
península de Alaska y de Kmntchatka por el grado 60
de latitud.

Es necesario, además, tener en consideracion las


islas que se extienden hácia el Asia de Este á Oeste
por Juan Fernandez, Salas y G6mez, la de Pasquas,
la metrópoli de Taiti, las Fidji, y las Hébridas hácia
la Nueva Caledonia.

En apoyo de esto puede citarse la opinion de Duf-


foi de Mofral, segun el cual, el desoubrimiento de
América por los daneses, y el viaje de Eurico hasta
la costa oriental, se halla confirmado con los monu-
mentos escandinavos encontrados en Rhocle Irlancl y
-120-

Y en Massacku8ets cerca de Boston. « La simple vista


sobre el mapa, dice este autor, basta para demostrar
la facilidad de que las poblaciones asiáticas viniesen
á poblar la costa Nord-Oeste. En efecto, la proxi-
midad de las islas Kouriles y de las Aleontinas, la
corta anchura del estrecho de Behring, y la direccion
casi constante de los vientos del Este al Oeste, permi- .
tía en poco tienlpo, aun con débiles embarcaciones,
pasar de las costas de Asia á la América. Muy recien-
temente, en Enero de 1833 un fauque de Jedo, lleno
de japoneses, vino á pasar ce~ca de Honoloulon en las
islas de Sandwich. Al año siguiente otro buque arro-
jado por los vientos sobre la costa de América, ha
. naufragado · á la entrada del eltrec7w ele Pucea, cerca
del puente Martín. Heehos prisioneros los japoneses
por los indios, fueron recogidos por los ajentes de la
compañía de Rudson, y luego enviados á L6ndres, y
vueltos des pues á la India.» (1)

§.12.

Quién podrá en vista de todas estas observ!Lciones,


y de autoridades tan respetables tener por enteramen-
te seguro, como se ha creido, que Oolon fué el primero

[lJ Duffot de Mofras. Exploracion del Oregon y ele


la California.
-121-

que descubri6 el Nuevo Continente? ¿ Quién podrá


colocar sobre su frente un laurel que quizá antes de
él otros habian luerecido con justicia? Su ilustre
nombre asociado está, sin embargo, á este gran des-
cubrimiento. Aun cuando á él no se le debiera exclu-
sivamente, nadie 8e atreverá á negarle la gloria de
haberse arrojado á una empresa como la suya, atre-
vida á la par que peligrosa, mostrando de un modo
práctico que no eran inaccesibles los mares remotos,
apenas conocidos por los navegantes de su tiempo;
dando á conocer, y facilitando á todas las naciones el
camino que á estas regiones conduce, el cual si algu-
na vez fué conocido, hallábase ya ignorada la noticia
de su existencia; y por último, convirtiendo en rea-
lidad lo que se crey6 un sueño, 6 el deljrio de un
hombre iluso. Buscaba un paso á las Indias pero en-
contró un mundo nuevo. Una sospecha envuelta en
la duda é incertidumbre produjo una verdad brillante
y asombrosa. Ent6nces se vió patente la obra prodi-
giosa del génio. Na-iie arrebatará á Oolon la gloria
que lo ha inmortalizado. La Isla d~ S. Salvador fué
la que primero se presentó ante sus ojos. El hombre
que pocos dias antes viera su vida en inminente ries-
go, amenazado su pecho por el puñal de descontenta
y amotinada tripulacion, prorrumpiendo en medio del
Oceano enérgicas increpaciones, vióla despues á sus
piés prosternada, tributándole mil demostraciones de
cariño y de respeto, al descubrirse con la luz del día
la tierra que se levantaba del seno de las aguas. Ya
ESTUDIOS.-TOMO Iv.-20
-122-

en la noche del 11 de Octubre de 1492 habíala en·


trevisto á. la vacilante luz de una cabaña indiana
desde el buque en que se hallaba.

Cuando Colon volTi6 á España á confundir, con el


resultado de su magnífica expedicion, á los que, susci·
tándole todo género de dificultades, calificaban su em..
presa parto de enfermisa y delirante imaginacion, su..
pieron at6nitos la noticia de su llegada, y el triunfo
de su pensamiento sublime. Aquellos que le vieron
partir del puerto de Palos el dia 3 de Agosto de 1492
en tres mezquinas embarcaciones, tripuladas por ciento
veinte personas, vaticinando con burlas y sarcasmos
el mal éxito de su viaje, obligados se vieron á su re ..
greso á rendirle el tributo de admiracion profunda á
que tan acreedor se habia hecho. Comenzó ent6nces á
saborear los goces que siente uná alma noble, grande
y elevada, al contemplar realizado su ideal, pero fue- .
ron ¡ay! poco duraderos, que tras de ellos vinieron la
ingratitud, los desengafios y los sufrimientos. Hoy "
la posteridad lo venga, proclanlándolo uno de los hom ..
bres mas grandes que brillan en las páginas de la his·
toria.

Así quedaron disipadas las duda~, descubiertos muO'


chos errores, y confirmada la verdad d~ los que, guia.
dos por una razon ilustrada, creían en la existencia
de tierras lejana~ mas allá del Océano. Encontrá ..
ronse en ellas altas montañas coronadas de nieve en
--123-

la zona tórrida; habitante~ numerosos donde se figu-


raban no podia. vivir la raza humana por el excesivo
frio ó .calor; se admiró un cielo 'purísimo, sobre una
atmósfera de embalsamados olores; se fijó 'la vista en
las bellas producciones de rica y exhuberante natu-
raleza; y nuevos cuadros y perspectivas vinieron á
producir "el embeleso y arrobamiento de una' fantasía
oriental.

Ese suceso ocupó el mundo entero, Los sábios le


consagraron t.oda. su consideracion, y desde entónces
comenzaron á agitarse multitud de cuestiones á que
daba lugar un portento semejante. Una de ellas fué
el orígen de los habitantes de este mundo nueva-
mente descubierto, formándose multitud de congetu-
ras y apreciaciones. La cuestion, sin embargo, está
todavía en pié. En medio de la variedad de opiniones
que se advierte entre los escritores que la han tratado,
lo mas que puede deducirse es que la América fué
conocida allá en remotos tiempos, y poblada por al-
gunas naciones antiguas. Esto)Jo resuelve, empero,
la cuestion de quiénes fueron los que primero arriba-
ron á ella, y cuáles sus primitivos moradores. Vamos
á nuestro turno á ocuparnos de ella con cuantos da-
tos nos ha sido posible reunir, ilustrados con nuestras
propias observaciones.
CAPITULO VI.

1. De donde procede la poblacion .de América. Escasez


de datos para dar á la cuestion una solucion fija y se-
gura.-2. Esperanza fundada de nuevos adelantos, y
lo que para lograrlo debe practicarse.-3. Dudas é in-
certidumbres que reinan tambien en este punto res-
pecto de las demas naciones.-4. Dificultad de la cues-
tion, y como la califican algunos autores.-5. Se exa-
mina relativamente á los primeros descéndientes de
Noe. Diluvio·universal.- · 6. Hijos de Noe que reunen
mas probabilidades de haber dado orígen á la pobla-
cion de América. Opinion del Dr. Sigüenza~ de Clavi-
gero, Huet, y Boturini acerca d~ esto.-7. Los que la
hacen descender de Ophir.-8. Eartes de la tierra que
para poblar se designan á los hijos de Noe. Monar-
quías que primero se formaron.-9. OpinioD de Tor-
nielo.y las que hacen descender á los americanos de
los hiJOS de Sem y Jafet.-IO. Rasgos que presentan
las emigraciones de las razas principales en que se
cqnsidera dividido el género humano, y marcha que
siguió en su desarrollo y extensioD.,

§ l.

Examinando cuidadosa y atentamente los datos,


. que hubieron · de escapar de la destruccion y del in-
-126-

cendio en los primeros tiempos de la 'conquista, y que


con tanta diligencia recojieron los historiadores de
América, en ninguno se encuentra luz suficiente para
fijar sin vacilacion el orígen de sus habitantes. Tra-
diciones absurdas Ú oseuras, manuscritos din' f1utos,
pinturas imperfectas, y opiniones contradictorias, ta-
les son los escasos medios que se nos·~resentan; pues
aunque se cuenta con los Illonumentos antiguos que
aun quedan en pié, y con otros que han ido descu-
briéndose, llenos de figuras é inscripciones, y muchos
que no son conocido~ todavía y se hallan en las rui-
llas diseminadas y ocultas en las entrañas de bosques
seculares; ad viértese en todo la falta de trabajos de
una comision científica, pro .... ista de elementos nece-
1

sarios, que explorando nuestra rica arqueología, ha-


ciendo escavaciones y nuevos descubrimientos, nos
proporcionara abundantes materiales para dilucidar
esa importantísima cuestion histórica. i Cuán inmen-
sos resultados recojieron la ciencia y la historia con
el proyecto realizado por la Francia en 1798, nom-
brando una comision exploradora del Egipto, la cual
reveló al mundo un tesoro de saber,_ al publicar el
fruto de 'sus investigaciones sobre los grandiosos mo-
numentos de que está cubierto aquel p:1.Ís, testigos
de su antigua grandeza y civilizacion 1 Lo que sobre
la AnléricR:, se sabe, dé bese casi exclusivainente á es-
fuerzos particulares, los cuales tienen que ser siempre
. . diminutos é incompletos, sin que hallan alcanzado la
magnitud que fuera de desearse. Preciso ha sido, por
-1~7-

tanto, hasta ahora, que las congeturas ocupen el lu-


gar de hechos ciertos y positivos, y que las reglas de
la crítica vengan en apoyo de la opinion que mas se
acerque á la verdad. No es poco, sin embargo, lo que
se ha hecho, examinando todos los sistemas que pue-
den formarse acerca de un punto, que ha ocupado
hace siglos la atencion de los sábios.

§ 2.

I Pero mucho queda todavía que hacer, abriéndose


un campo es tenso donde el entendi~iento puede ejer-
citarse. Se adelantará considerablemente en esta ta-
rea, con el exámen detenido de los restos de edificios
y demas obras de los antiguos moradores de este con-
tinente que aun existen, precedido de los indispen-
sables conocimiento~ arqueo16~icos para hacer útiles
comparaciones; con el estudio de 'sus lenguas y dia-
lectos comparados con el de los idiomas antiguos, es-
pecialmente de naciones que han desaparecido, 6 se
han trasfundido en otras; con el análisis de los varios
objetos que se encuentran en los mu~eos, y de los que
t!e extraigan en las escavaciones que se ejecuten; con
el estudio de códices y mapas, y conocimiento mas
y
detallado de las obras de artes oficios, adquirido en
los tiempos pr6ximos á la conquista, 1tsí como de la
mitología y creencias religiosas, respecto de los pun-
-128-

tos. que aun permanecen oscuros, 6 en los cuales se


nota variedad en los autores que de ellos hablan; con
investigaciones fisiológicas, y datos mas preciosos y
mejor escojidos de -las razas primitivas, observando
con detenida. atencion lo que presentan mas notable
las tríbus, y se ve en las poblacione~ donde han po·
dido conservarse mas puras 6 sin mezcla alguna; con
el conocimiento minucioso de las institucione3, prác-
ticas, p.sos y costumbres antiguas, y de las tradiciones
que puedan recojerse, y manuscritos inéditos que una
prolija exploracion haga descubrir, y con la aclara-
cion, en fin, de muchos pasajes de los historiadores,
ampliacion y complemento de 101!! puntos que tocan,
y rectificacion de los errores en que hayan incurrido,
valiéndose al efecto del juicio comparativo de las
obras de unos y otros. No olvidemos lo que Séneca
d~cia con el peso de autoridad de un hombre estudioso
y de privilegiada inteligencia, aplicable á todo lo que
está al alcance del saber humano: « Multun multum
adhuc restat operibus, multum que restabit, nec ulli
nato post millia soocula precluditur oc casio aliquid
adhuc adjiciendi.» (1) .

No es, pues, extraño que con solo los datos que se


han tenido, con las imperfecciones que se notan, y
con lo que falta aun que hacer, la cuestion haya per-
manecido tanto tiempo en el estado congetural, y la.

(1) Séneca. Epist. 64.


-129-

razon no se dé todavía por satisfecha, y se vea asal-


~'1.da por la duda é incertitumbre que nacen de la
naturaleza de la misma cuestiono

§ 3.

Grandes son las dificul tades que se presentan pa-


ra esclarecer los tiempos primitivos de todos los pue-
blos, y absurdas muchas de las tradiciones con que
se ha intent'8do e:x:plicar su orígen. Los naturales de
la Indi(t se creian, como se ha dicho, despues del di-
lu vio nacidos de las piedras; (1) los eginetes 6 mÍ1'-
midones de las hormigas; (2) los corióanies y curete$
del monte Ida; (3) Y los atenienles, arcadio, y teóa-
nos, de la tierra. (4) Se ignora todavía el orígen de
Egipto, apesar de haber sido tanto tiempo ha objeto
del estudio é investigacion de muchos hombres ilus-
tres: su antigüedad se pierde en épocas á que no ha
podido llegar la historia.; en el tiempo en que estaba
mas floreciente se veian ya ruin~s que indicaban una
existencia muy remota.

(1) Ovidio. Metamórfosis, lib. 1.


(2) Idem, idem, lib. 7.
(3) Rhodig. lib. 17, bet. antiq. cap. 12.
(4) Alciat. Emblem. 36. Herod. lib. 7. Strab. lib. 8.
Tac. De morob. germ. Diod. Secul., lib. 1, cap. 1. lib. 2,
cap. 10, y lib. 3, cap. 1.
ESTUDIOS.-TOlIO 11.-21
-130-

Tod~Yía es un problema hist6rico, apesar de las .


muchas investigacioneR que se han hecho, cuálel'3 fue-
ron en realidad, y de d6nde procedian los antiguos
habitantes de España, porque al tocar la noche de
los tiempos se extravía uno en congeturas é hipóte-
~is. S03emund, Worm, Zbre y otros filósofos y escri-
tores alemane~, han hecho profunda~ indagaciones
sobre el orígen de los pueblos germanos, inquiriendo
de qué lugar vinieron las primeras emigraciones, que
partieron de las regiones centrales del Asia. Tucidi-
de3 confiesa que ni los mas cultos de su nacion y
tiempo, hasta la edad de sus padres, supieron cosa
alguna de sus antigüedades: ]\Iisterio~ son en reali-
dad los primeros tiempos de algunas naCIOnes que
hace treinta siglos son ya conocidas.

Si hay puntos oscuros en que la ciencia se ha es-


trellado, rectificándose otros á medida que han ido
adelantando los estudios hist6ricos sobre cada pueblo,
natural es que la América, que permaneci6 sustraida
del conocimiento del resto del mundo, cuya existen-
cia apenas ha sido conocida, y de la cual con tanta
posterioridad comenzaron á ocuparse los sábios, se
presente en muchas cosas cubierta con densísimo ve-
lo, que el esfuerzo de laerudicion y del ingenio no
han logrado levantar todavía.
-131--

§ 4.

El orígen de sus habit[tntes es sin duda el punto


que lllas dificultad ha presentado, hasta el grado, co-
mo se ha expuesto, de tenerse como Tana é in(üil to-
da tenta.tiva para resolver este problema, y por I-Ium-
ooldt calificado de impo~;ible solucion, (1) acerca del
cual C!cwi/ero dice tambien que es « casi imposible el
descubrimiento de la yerdad,» (2) asegurando á la
vez lJ-Ir. de Fal'cy, que (e la"historia primitiva de la
América permaneceria. siempre ignorada,» (3) cali-
ficándola La-Peyrere ademó,s ele « vana é inútil cu-
riosidad.» (4)

Apesar de esta.s opiniones, no creo que pueda te-


nerse como in(ltil é infructuoso cuanto se haga para
llegar á un resultado satisfactorio. El pasado del con-
tinente americano entraña, como confiesa Saint Afa'J'-
tin, (5) problemas de etnología, arqueología é histo-
ria, y objetos de importantes y curiosas investigacio-

(1) Vues des cordilleres tomo 1, Introcl pág. 29.


(2) Hist. ant. de México lib. 2, pág. 77.
(3) Discours surles deux questions proposes au'Con-
gres historique european reuni aunom del Instit. hist.
a l'Hotel de Ville de Paris en November et December
1835.
(4) Relation de Islandia arto 39, fol. 43.
(5) Anne geographique pág. 37.
-132-

nes: nunca se haria lo bast.ante para "aclarar lo que


tan sombrío y oscuro se presenta. Cualquier hallaz-
go 6 revelacion en esta materia es de grande entidad,
por lo mismo que en ella ~e han estrellado los esfuer"·
zos de todos los sábios. Ni se tache de vefeces, para
disminuir el interés que pudiera excitar 10 que sobre
esta materia se exponga, pues como dice Gustavo
d' Elclifchal, cuando las vefeces son buenas y descu-
bren alguna verdad, contribuyen á dar nueva vida y
presentar puntos luminosos que disipan las tinieblas
y destruyen el caos.

Tropieza uno n. cada paso con luil dificultades en


este asunto, pero mucho se ganará con examinarlo.
« En medio de pueblos, dice el Baron de Hum-
boldt, (1) que se han sucedido y mezclado los unos
con los otros, es imposible reconocer la primera base
de la poblacion, esta capa primitiva, mas allá de la
cual comienza el dominio de las tradiciones cosmogó-
nicas. Las naciones de la América, con excepcion de
las que se acercan al círculo polar, forman una ~ola
"aza, caracterizada por la conformacion de la cabez~,
por el color de la piel, y por los ca bellos llanos y li-
sos. La razct americana, tiene relaciones muy patentes
con la de los pueblos mongoles, que comprende los des-
cendientes de Hioug-nu, conocidos antiguamente con

(1) Humboldt. Vues des cordilleres et monuments des


peuples indigenes d' Amérique. Introduction, tomo 1,
pago 20.
-133-

el nombre de Hunos, Kalkas, Kalmuco8 y BU'ra-


tes. Observaciones recientes han probado tambien,
que no solo los habitantes de Unalasket, sino t-am-
lfIen muchas poblaciones de la América meridional,
indlican por caracteres osteo16gicos de la cabeza, un
paso de la raza americana á la raza mongola. Cuan-
do se hallan estudiado mejor lo~ hombres oscuros
del Africa, y ese enjambre de poblaciones que ha-
bitan el interior y el nordeste del Asia, y que los
Tiajeros sistemáticos designan vagamente con el nom-
bre de tártaros y tschoudes, las razas cáucasa, mon-
gola, americana y negra, parecerán ménos aisladas,
y se reconorerá en esta familia del género humano un
solo tipo orgánico, modificado por circustancias que
permanecerán para nosotros desconocidas quizá para
SIempre. )

No cabe duda alguna, que los primeros tiempos de


todos los pueblos están cubiertos con densa oscuridad,
que el esfuerzo unido de grandes ingenios no ha po-
dido penetrar. En pruebR. de ello vemos cuánto han
dicho los cscritore~ sobre el orígen de las naciones,
sobre las edades del mundo, sobre su historia y cro-
nología, tropezando á cada paso con dificultades á
veces insuperables para establecer algunos hecho~ 6
fijarse en uno de tantos sistemas como se han inven-
tado para esplicarlos. Nada estraño es, pues, que res-
pecto de la América. haya tanta confusion é incerti-
dumbre, cuando vemos lo poco que en la antigüedad
-134-

~e encuentra, que 110S haga entreveer su existencia,


y cuando los conquistadores hicieron perecer, como se
ha dicho, los monumentos que pudieran esparcir luz y
claridad sobre su orígen, sue tradiciones é historia. Lo
que hubo de escapar de esta obra de destruccion y de
la injuria de los tiempos, 110 ha servido hasta ahora mas
que para fijar vagas congeturas sobre muchas de las
cuestiones que aun permanecen indecisas, hasta que
multiplicándose los esfuerzos venga a1gun monumento
ignorado, 6 hallazgo arqueo16gico á descubrir lo que
no ha estado todavía al alca:lCe de los que se han ocu..
pado de esa clase de investigacione¡.

§ 5.

Una de estas cuestiones, como se ha insinuado, es


la relativa á la precedencia de los habitantes de Amé-
rica, acerca de la cual n6tase una asombrosa variedad
de opiniones. Casi no hay nacion de las conocidas de
que no se haya pretendido darle orígen, especialmente
de entre aquellas que /mas celebridad tuvieron en la
antigüedad. En medio de esta diversidad de opiniones,
las que tienen fundamentos mas s61idos, son: las que
se lo dan de los primeros descendientes de Noé, poco
tiempo despues de la confusion de las lenguas; de los
judíos; de los fenicios, cartagineses y cananeos; de
los scita~, y de los egipcios.
-135-

Todo el género humano, segun el Génesi~, procede


de un mismo orígen. Destruido por el diluvio univer-
sal, á causa de sus abominaciones é iniquidhdes, que
atrajeron sobre él la indigna0ion divina, no escap6
mas que la familic, de Noe. Este es el tronco comun
de los que se encuentran diseminados en la tierra. El
orígen ue los habitante~ de América debe por consi-
guiente buscarse en los tiempos posteriores á esa gran
catástrofe. Ap6yase la. certeza de tal acontecimiento
en los libros santos, (1) viéndose, ademá.s confirmada
por la tradicion co"stante de los pueblos, por la his-
toria (2), y por las señales que dejó impresa~ en va-
rios puntos, las cuales han sido reveladas por el cui-
dado~o exámen é investigacion de los naturalistas.

Segun lo que exponen los autore!5 profanos a.nti-


guos, el mundo despues del diluvio fué dividido en tres
partes. Toc6la.Europaá Jafet, el Asia á Sem,yelAfri-
ca á Olzam,. hijos todos de No~, á quienes se hacen figu-
rar bajo 105 nombres de Jove, Neptuno y Pluton, como lo
demuestra Bianehini (3) ap~yándosc en la autoridad
de los escritores de la antigüedad, en medallas é ins-

(1) Geneso 7. "Operti sunt omnes montes exce1ci sub


" unIverso coolo Quiudecim cubitis altior fuit aqua su-
" per montes quos operuerat. .
(2) Beroso·lib. 1. antiq. Philo Jud de vita Mois. lib. 2.
Josefo lib. 1, antiq. judaico c. 3.
(3) Bianchini. Storia universale,probata con monumenti
é figurata. con simboli degli antichi, tomo 2, dic. 2, cap. 18,
seco10 18.
-136-

cripciones sometidas al erudito y escrupuloso exámen


de hombres instruidos, que lograron desentrañar la
verdad de entre las fábulas, en que está envuelta
la historia de los primeros tiempos del mundo, de esa~
edades remota~, en que el ingenio tiene que hacer
grande esfuerzo para descubrirla.

§ 6.

Difícil es determinar de cuál de las ramas que se


formaron de los tres hijos de Noe descienden los ha-
bitantes de Américct.

Designan unos como progenitores suyos á los des-


cendientes de Oham, que poblaron el Egipto y el
Africa. (2) El Dr. Sigüenza avanza hasta. señalar á
Nephtuim, hijo de Mesraim. y nieto de Oham, como
su
el progenitor de los que poblaron en orígen el país
de Anahuac, saliendo de Egipto poco tiempo despues
de la confusion de las lenguas. Esta opinion que á
Olavigero le parece la mas s6lida l/ racional, fué adop-
tada por el sábio Huet, y es seguida por varios auto-

(2) N úñez de la Vega. Contit. dio ces. Preambulo § 27,


n. 31 y § 28 n. 32.-Boturini. Idea de una nueva historia
de la América sept. § l8 n. 3.-Torquemada. Monarquía
indiana, lib. 1, cap. 10, y lib. 14, caps. 10 y 19.-Gomara.
Hist. gen. de las Ind. Dec. 1, lib. 9, cap. 4. pág. 296.
--137-

res. Una de las razones en que el Dr. Sigüenza Se


apoya, es la conformidad que se advierte entre los
egipcios y americano~ en el u~o de pirámides y gero-
glíficos, modo de computar el tiempo, trages y algunas
costumbres. No es seguro, sin embargo, ni está bas-
tante averiguado, si poco tiempo de~pues de la. con-
fusion de las lenguas, . que acaeció ciento catorce
años despues del diluvio, el Egipto tenia ya ese tipo
particular conservado en sus ruinas y costumbres, de
la época de su grande.za y esplendor. Tampoco puede
afirmarse, que lo que en América se ha encontrado
parecido á los egipcios no haya sido adquirido en tiem·
pos posteriores. Bot'Urini cree que los descendientes
de Oham tomaron su derrota por Fenicia, Egipto y
Africa y algunos de ellos por la América, «siendo 10s
primeros habitadores del reino de la Nueva-España,
porque debieron venir todo derecho sin hacer larga
morada en lugar alguno de su peregrinacion» (1)
Al mencionar la opinión de Sigüenza ~obre Nephtuim,
se inclina á creer que descendian de los demás herma-
nos Landin, Amanim, Pheturim, y Oapthorin, apoyán-
dose en que segun Nicolás de Lyra no se sabe el pa-
rad ero de ellos.

§ 7.
Otros pretenden que los americanos traen su orí..

(1) Boturini. Idea de una hist. gen. de la América sep.


§ 18, n. 3.
ESTUDIOS.---TOMO Iv.-22
-138-

gen de Opltir, cuarto nieto de Sem é hijo de Jedam,


cuya próle pobló las India.s orientales, y de allí pas6
las Occidentales. Arias Montano (2) ha hecho va-
ler esta opinion, que igualmente han encontrado pro·
bable varios escritores. (3) Se fundan en que, segun
sus mapas, comenzaron su marcha pocos años des-
pues de la confusion de las lenguas, pasando por Ru-
sia, la. Sióeria, y la Tartaria, como lo daban á cono-
cer sus usos y modales; en la comunicacion que su-
ponen tenian ambos continentes hácia la parte sep-
tentrional; en el estado en que se encontraria enton-
ces el mar Pacífico, que debe haber sufrido algunas
alteraciones á causa de terremotos y erupciones vol-
cánicas, y en el mayor número de islas de que esta-
ría sembrado, 10 cual proporcionaria. hacer escalas,
facilitando el tránsito á Oalifornia, cuyo golfo pin"
taron como un ea trecho corto entre la costa, de tierra
firme y una isla grande, que si ya no existe, ha de
provenir de los trastornos que ha sufrido el globo; y
en que Opltir es lo mismo que Perú por una trasmu-
tacion de letras que lo convierte en Phiro. (1)
Algunos avanzan hasta decir que el h\jo de Yec-

-(2) Arias Montano. Phaleg. tomo 7, pág. 7.


(3) Genebrando. Chronogr., lib. 2, pago 45.
(1) Entre los hebreos la Ph suena como P, y la o se
convierte en 'u. En el Paralipomtnon se dice que Salo-
?non hizo cubrir el templo con láminas de oro de la tier-
l'a llamada Perú que es lo que quiere decir aurum pa-
ruaún, segun la interpretacion de los autores. (García,
oríg. de las Ind., lib. 4, cap. 6, § 3.)
-139-

tan arribó á América procedente de la India Oriental,


y que comenzó á poblarse 1745 años despues del
diluvio, Ó 2088 antes de la en, cristiana. (1) A
Tornielo, (2) sin embargo, no le parece veroshnil que
el mismo Yectan ó alguno de sus hij08, Oplzir ó Ja-
hal, viniesen á regiones remotas, tendiendo otras mas
cercanas y cómodas. Estos habitaban las partes Ol'ien-
tales del Asia..

Finalmente, hay quienes hagan descender tÍ los


americanoR de Japlzet, cuya raza se extendió por la
Grecia, la Italia y las Galias.

Tuoal, hijo suyo, vino á España, y despues de


poblada, Inandó varias colonias á los países situados
hácia el Occidente, mas allá del Océano, cuya noti-
cia adquirió de sus antecesores. Son de esta opinion
jJfaluenda y algunos otros autores. (3)

§ 8.

Tales juicios ó apreciaciones son meras conjeturas.

(1) Torquemada. 1\fon. Ind., lib. 1, cap. 13 y 14.-


Garcilaso, comento real, lib. 9, cap. 2.-Herrera, Dic. 4,
lib. 2, cap. 6.
(2) Solórzano. De Ind. juro tomo 1, lib. 1, cap. 13,
D. 55. .
(3) l\Ialuenda, lib. 3. De Antichrist, cap. 18 1 in fin,.
-140-

La historia calla. Lo único que aparece averiguado,


e~ que Noé, como se ha dicho, tuvo tres hijos, Sem,
(Jam y Jafet. entre quienes dividi6 toda la tierra,
dando el Oriente á Sem, el Africa á Cam, y la Euro-
pa con las i~la! y las partes septentrionales del Asia
á Jafet. (1) El no hacerse mencion de la América
indica que entonces no formaba, como ahora, una
parte separada de las tres en que se dividi6 toda la
tierra, debiendo estar unida 6 comunicada., 6 hacer
un todo con alguna de ellas. D~ lo contrario resulta-
ria inexacto lo que exponen los autores conforme á
la relacion ~Iogaica; á menos que aquella parte estu-
viera entonces cubierta por el mar, lo cual no es ~os­
tenible; 6 que de ella no se tuviese noticia en los
tiempos mas remotos de la aIitigüedad.

Trescientos veintiRiete años despues del diluvio, 6


dos mil ciento ochenta y uno antes de la era cristia-
na, verific6se la confusion de las lenguas en tiempo
de Faleg, bisnieto de Cainan, dividiéndose los hom-
bres y dispersándose sobre la tierra. (2)

Con la descendencia de Sem, á quien toc6 el orien-

(1) Eusebio. In thesauro temporum, pág. 10.


(2) Biblia de Vencé, tomo 12.-Compendio de la his-
toria profana desde el diluvio hasta la ruina del imperio
romano en Occidente, parto 1&, § 1, pág. 313 Y arto 6, § 1,
pág. 350. En el tomo 24, pág. 293. En la cronología sa~
grada de la misma Biblia se fija este acontecimiento en
el año 2157 antes de la era cristiana, citando el Géne-
sis XI, 5 Y sigo
-141-

te desde el Eufrates hasta el Océano de la India, (1)


formáronse loe primeros imperios, . apareciendo allí
las célebres monarquías de los babilonios y los asi-
·rios. (2) Fué Babilonia capital de la primera, fun-
dada por Nem"od hijo de Ous, y Nínive de la segun-
da, tambien fundada por el mi~mo, (3) manteniendo
á ambas b~jo su poder. Dividiéronse despues de su
muerte, formando las capitales de dos diferentes mo-
narquías, las cuales volvieron á estar reunida~ bajo
el cetro de Belo, y de nuevo separadas en tiempo de
Sardanápalo. (4)

Oam, gefe de una de las familias que se formaron


y estuvieron viviendo en Senaar antes de la disper-
eion, dirigi6se á Egipto (5) con la colonia á cuya ca-
beza se hallaba, constituy~ndose con ella la célebre
monarquía, que tan notable papel hace en los anales
del mundo, en tiempo de Mesrain, hijo suyo, quien pa-
rece haber sido su fundador. Con este motivo los li-
bros santos, en el texto hebreo, llaman al Egipto
Mésraim, y algunas veces tierra de Oam. (6) Calcú.
(1) Flavio Josefo. Antiq. lib. 1, cap. 7. , .
(2) Bianchini. La Storia Universale probata con mo-
numenti, etc., tomo 2. Dec. 2, cap. 18, § 4, pág. 100, § 1.
(3) Génesis X, 11.
(4) Biblia de Vencé, tomo 12. Compendio de la histo-
ria profana desde el diluvio hasta la ruina del imp-erio
romano en Occidente, parte la, pág. 312.
(5) Breton dice que á Africa. Mon. piu ragguard.
tomo 1, pág. 438.
(6) Biblia de Vencé, lugar citado, arto 6, §. 1.
-142-

la~e su fundacion el año 2189 antes de la era cris~


tiana, 319 despue~ del diluvio. (1)
Oham y ~me descendientes fueron ocupando suce·
sivamente el Asia, la Arabia, el Egipto y el Africa,
segun Bianchini. ~Iuerto Cham, recibió honores di·
vinos bajo el nombre de Júpiter Ammon. ~fe3rairJ es
lo mismo que J.Wenes, á quien los historiadores nom-
bran primer rey de Egipto.

§ 9.

La variedad de opiniones sobre la cuestion delorí-


gen de los americanos, comienza, como se ha visto,
desde los primeros descendientes de Noé. Tornielo,
sin decidirse por ninguna de preferencia, creo que el
N uevo Mundo fué poblado por los hijos de Sem, por
las partes de la India Oriental, la China y pl'ovin.
cias del Japon mas cercanas ála América septentrio-
nal, habitadas ahora por los tártaros, y hácia los
términos orientales de la misma Asia, llegaron al es·..
treclto de Anian, que en un corto intervalo separa el
Asia de América. Tambien supone, que los deseen·
dientes de OllCtln pudieron haber penetrado en las
provincias australes que están frente a.l Cabo de Eue-

(1) Breton la fija el año 2188 antes de J esucl'isto


Loco citato.
-·143 -

na. Esperanza, el cual se dice fué por ellos poblado,


lo mismo que las demas partes de Africa., por cuyas
regiones austr~les pudieron haber pasado.

§ 10.

lIay un hecho que en el exámen de la marcha del


género humano llama mucho la atencion, y ha sido
objeto de varias observaciones. Este hecho es la ten-
dencia de las dos razas principales de e.xtenderse en
sentido opuesto, á saber, la raza blanca al Oriente, y
la amarilla, que comprende la oscura, hácia el Oc-
cidente. La raza amarilla y oscura la vemos en Asia,
y todavía 'no se conocen sus relaciones con la de la
misma clase que cubre el continente americano.

Por lo que en el curso de esta obra irá exponién-


dose, podrá calificarse el grado de mayor Ó menor
probabilid~d que tenga cada una de las opiniones, que
sobre tan célebre cue<stion se han vertido, así como
las demas que se han formado deducidas de varios
pasages hist6ricos, de las tradiciones que se han re-
cogido, de los monumentos que se han encontrado,
de los viajes hechos ú regiones antes desconocidas, de
las comparaciones, analogías y semejanzas con las
naciones de la antigüedad, y por último, de la auto-
ridad de sábios escritores, que es de tanto peso, es-
-144-

pecialmente la de aquellos que han estudiado ex-


profeso esta materia, é instruidos en la historia de
América y en varios ramos del saber humano, su vo~
to es harto respetable, como resultado de una crítica
bien empleada, y de una razon esclarecida, excenta de
..
preocupacIOnes.

Lo que no tiene duda es, que, despues de la dis-


persion de las familias que en Senaar se hallaban reu-
nidas cuando se efectuó la confusion de las lengua~,
fueron formá.ndose en el curso de los tiempos gran-
des asociaciones con la multiplicacion dellinage hu-
mano, en cuyo seno iba naciendo al propio tiempo el
deseo de estenderse, y formar .colonias en paises dis-
tantes. De las montañas de Armenia, segun Chateau-
briand, parti6 la segunda familia de los hombres, pun-
to central de las tres grandes razas, negra, amarilla y
blanca: los indus, los negros, y los celtas ú otros pue-
blos del norte. (1) « Los libro~ de Moi$es, dice, el
mismo autor, nos descubren las primeras emigracio-
nes de los hombres, y en ellos vemos al patriarca
conduciendo sus ganados á las llanuras de Oanaan, al
arabe andar errante por las arenas del desierto, y al
fenicio explorar los mares.»

Vinieron en seguida las grande~ emigraciones con


objeto de colonizar y estenderse por todas partes:

(1) Historia de los viajes.


-145-

uno13 tras ele otros se sucedian los emigrantes con áni-


mo pacífico, ó haciendo uso de la fuerza. A los pri-
meros,movíalos el deseo de mejorar de sitll:acion, guia-
dos por ese movimiento espansivo, que se apoderó de
los que formando grupos divergos, á causa de la identi-
dad de costumbres é idioma, relaciones de familia, ú
otras circunstrncias, se dirigian por diferentes rum-
bo~, para formar esos establecimientos, que despues
habian de ser el asombro del mundo por su prosperi-
da, riqueza, y poder. A los segundos impelialos la
necesidad, abriéndose paso entre otras poblaciones ya
formadas, venciendo cuantos obstáculos se les presen-
taban, llevados muchas veces del espíritu de ambi-
cian y de conquista, 6 huyendo de la persecucion que
se les hacia sufrir arrojandolos de sus hogares.

En esa agit~cion continua de los tiempos antiguos,


en e~as luchas en que vivian vencedores y vencidos,
en esas mudanzas que producia la traslacíon de un
sitio á otro de ma~as, que de tal modo iban mezclán-
dose, y confundiéndose entre sí, tenian que resultar
los tipos· primitivos, y la farmacia n de las razas mes-
tizas. Es preciso tener lnuy presente estas circuns-
tancias, para esplicar las diferencias que se notan en
la raza de los habitantes de América, comparada con
la de las otras naciones tanto antiguas como moder-
nas, y que servirá de nlucho en la investigacion' de
la cuestion de origen que nos ocupa.

:r.BTUDIOS.-TOMO IV.-23
CAPITULO VII.

1. Se expone la opinion de los que creen que los indios


proceden de los judíos. Juicio de Lord Kingsborough
y sus fundamentos.-2. Semejanza de la peregrinacion
de los israelitas y la de los mexicanos.-3. Juicio del
P. García acerca de esto, é idea que surge en vista
de todo lo expuesto.-4. Observaciones tomadas de la
conformidad de sus leyes, usos, prácticas y costum-
bres' y de su condicion moral.-5. Otras semejanzas,
especialmente las de los nombres de los personajes
del calendario chiapaneco con el hebreo.-6. Opinion
de Las Gasas y otros autores.-7. Términos en que
Lord Kingsborough reasume su juicio respecto de lá
poblacion del Nuevo Mundo.-S. Observaciones que
deben tenerse presentes.

§ 1.

El virtuoso y respetable Fray Bartolomé de las Ca-


sas, fué uno de los primeros historiadores q ne anunci6
en sus escritos la idea de que los indios descienden
de los judíos. Tal opinion tuvo algunos secuace~; pero
-148-

ha sido combatida por Acosta, (1) Solórzc/,J1o (2) y


otros autores. El P. Careía la tr:\tó con bastante
estension, exponiendo todos los fundamentos en que
se apoya. (3) Despues de haberee ocupado de ella
algunos otros e~critores, Lord King$borough hubo de
reproducirla en su célebre obra sobre antigüedades
mexicanas, reuniendo allí, con esquisito trabajo y eru-
dicion, cuanto puede hacerla probable, é inducir el
ánimo á crerla.

Entre las razones que se emhen para persuadir,


que la poblacion de América trae su orígen de las diez
tribus de los Judios, que en tiem po del rey Oseas se
perdieron en el cautiverio á que fueron reducidas por
Salmanasar, rey de Asiria, se cita el lib. 4 de los
Reyes, caps. 17 y 18, á Josefo, y mas particularmen ..
te el pasaje de Esdras, en el cual hablando de este su-
CeSo se dice, que aq uello~ que á estae tribus pertene-
cian «tuvieron entre sí acuerdo, y determinaron dejar
la multitud de los gentiles, y pasarse á otra region
mas apartada donde nunca habitó el género humano,
y que al cabo de año y medio de camino llegaron á
Arsareth, donde fijaron su residencia.» (4) Esta re-
gion, dice Cenebrando, es la Tartaria (5) y se cree

(1) Acosta. Hist. nato y mor. de las ludo lib. 1, cap. 23.
(2) Solórzano. De lnd. Jure lib. cap. H núms. 70 y 71.
(3) García. Orígen de los índios, lib. 3.
(4) Esdras, lib. 4, cap. 13.
(5) Genebrando, lib. 1, Chron. pág. 162.
-149-

que de ella pasaron á Am¿riea por el estrecho de


Anian. Tal suceso puede haberse verificado 1724 años
antes de la era cristiana. Para dar á esa opinion ma- .
yol' probabilidad, citan algunos el Deuteronomio (1)
Y el Eclesia~te8, (2) que hablando del pueblo de IS1'ael;
dice: « Ejecti sunt de terra I!lua et dispersi in omnem
terram, » para cuya completa realizacion consideraron
necesaria la venida á América de los israelitas; pues
solo así resultan derramados por todos los pueblos de
un extremo á otro del mundo: in omnen terram.

§ 2.

Entre los varios fundamentos que se han alegado pa-


ra dar á la poblacion de Améri~a un orígen hebreo, I!lC
hace mérito dela semejanza que se advierte, como se in-
sinu6 ya, entre la peregrinacion de los israelitas desde
su salida de Egipto para la tierra de Oanaan, y la emi-
gracion de los mexicanos de Aztlán, punto de su parti-
da, hasta su llegada al país de Anáhuac, término de
su viaje. :rorquemada, (3) Acosta, (4) Herrera, (5)

(1) Deuteronomio, 28.


(2) Cap. 48, §. 16.
(3) Torquemada. Monarquía indiana, lib. 1, cap, 9.
(4) Acosta. Hist, nato y mor. de las Indias, lib. 7. c.4.
(5) Herrera. Hist. de las Indias occid. Dec. 3, lib. 2,
cap. 10.
-150 --

Gareía, (1) Betaneourt, (2) Clat'i.fe1·o, (3) y otros au-


tores hablan de este viaje de los aztecas. Aunque en
su relacíon se notan algunas diferencias, convienen
en sustancia, en que se decidieron á dejar el país
que habitaban por inspiracion y mandato de sus dio-
ses, para ir á tierras lejanas, donde disfrutarian de
abundancia y riquezas. Llevaron consigo á su nú-
men protector, llamado Huitzilopochtli, .á quien con-
s~ltaban en todo lo relativo á su peregrinacion, y
obedecian cuanto ordenaba, así respecto al camino
que debian llevar, sitiof3 donde paraban, poblaciones
que fundaban, y sementeras con que se proveian pa-
ra el sustento necesario, como reepecto de los ritos
y ceremonias que debian practical', y demas leyes á
que todos se sujetaban. Era conducido este ídolo en
hombros por cuatro sacerdotes llamados teotlamaea,z-
ques, en un , teoiepalli 6 silla formada de juncos y
cañas.

Lo primero que hacian cuando llegaban á algun


parage, era levantar un altar donde colocaban el teoic-
pallí, para tributar al ídolo veneracion y respeto, y
consultarle en todo. Movíanse 6 se paraban los azte-
cas en su camino segun Huitzilopochtli lo ordenaba.
En esta pel'egrinncion, en que fueron guiados por

(1) García. Orígen de los Indios" lib. 3, cap. 3, § 5.


(2) Betancourt. Teatro mexicano. -
(3) Clavijero. Historia antigua de México, tomo 1, 1. 2.
-151-

Huitziton (1) Y Tecpaltzin, tardaron mucho~ años,


hasta que se fijaron en el sitio donde se fundó "léxico,
por haber allí encontrado las señales que al efecto
les habia dado el mismo Ifuiteilopochtli. Estas seña-
les eran un nopal que nacia de una piedra, y sobre
él asentada una hermo~a águila. Hay además una
circunstancia que conviene tener presente, y es que,
segun Torqu~mada, los primeros pobladores vinieron
á este continente, « Oruzando un gran rio 6 pequeño
brazo de mar.:'

Comparando la relacion anterior con lo que por la


Sagrada Escritura sabemos de la peregrinacion de los
isra.elitas, se deduce lo siguiente:

19 Que los mexicanos partieron de la isla de Aztlan,


que simbolizaban en una caña rodeada de agua, donde
habia ?-demás una pirámide. Los úraeUtas salieron de
Egipto, y se sabe que la parte de él llamada el Delta,
comprendida entre los dos principales ramales del Nilo,
nombrados Peluciaco y Oanopico, la cual con su figura
triangular tiene el aspecto y situacion de una i~la; pues
está rodeada de agua, sufre las inundaciones periódi-
ca!5 del Nilo, y su suelo se ve cubierto de flores, pal-
mas, dátiles, naranjos, y otros árboles que tanto de-
leitan con su vista pintoresca, y que solo ee desnudan

(1) Herrera. Hist. de las Indias Occidentales. Dec.3,


lib. 2) cap. 11, dice que se llamaba Mexi el caudillo que
llevaba este linage en la peregrinacion.
-152-

do sus hojas para revestirse de otras nuevas, sin sus·


pender su vegetacion. Este cuadro se presentaespe.
cialmente . en invierno, ea que despues de retiradas
las aguas, y fecundizado el terreno, la vegetacion es
vigorosa, convirtiéndose de un extremo á otro, como
dice Mr. Roziere, « en un prado magnífico, en campo
f( de flores, 6 en Océano de espigas.» El Egipto 3e
designa tambien en la Sagrada Escritura, por el país
del rio . .

29 Los aztecas salen de Aztlan por lllandato é ins·


pil'ucion del dios' que adoraban. Los hi.fos de Israel
salieron de Egipto despues que flIoisés por mandato
de Dios, que :!le le apareció en una zarza ardiendo en
el monte Oreo, fué á suplicar á ,Faraon les permitiera
la salida. N6tes/e que segun la pintura, de que hace
mérito Boturini, Huitzitopochti tambien se aparece á
lo~ aztecas en una zarza ardiendo .

39 Los mexicanos emprendieron su peregrinacion


para ir á tierras lejanas, donde disfrutarian de abun . .
dancia y bienestar. Dios hizo salir de Egipto á los
hi.fos de Israel, para librarlos de la opresora tribulacion
en que vivian, prometiéndoles la tierrn. de lJanacm,
tierra espaciosa, fecunda y feliz, que debía colmar19s
de muchos bienes.

49 Los mexicanos en su vía llevaban consigo al


ídolo que representaba á I-Iuitzilopochtli, cuya volun-
tad lo~ guiaba en todo. El Señor acompañaba á los
--153 -

israelitas, quienes llevaban consigo el tabernáculo, que'


por 6rden suya construy6 Moisés para el divino culto,
y el arca del testamento, donde se guardaban las ta-
blas-Ue la ley. Seguian sus preceptos y l~s leyes que
les daba, obedecian sus 6rdenes, y de él recibian su
alimento, proteccion y defensa. Al alejarse de las
orillas del mar Rofo, atravesaron muchos desiertos, y
estuvieron vagando largo tiempo antes de entrar á la
tierra de promisiol1.

5? Los israelitas fueron conducidos por Moisés y


Aaraon, y en compañía de ellos su hermana jJ;Iiriaen,
la cual caus6 una querella entre los israelitas, (1) y
se la llamó profetiza. (2) Los mexicanos reconocian
por gefes de su peregrinacion á Huitziloton (3) y
Tecpaltzin, acompañados de su hermana Quilaxtli ó
MaUnalla, que era grande hechicerct, y causó disturbios
y disgustos entre ellos. (4)

6? La peregrinacion de los israelitas duró mucho


tiempo, pues solo en el desierto anduvieron vagando
cuarenta años sin poder entrar á Oanaan. La de los
aztecc,s tardó tambien un número de años bastante
considerable por las mansiones y paradas q ne hacian,

(1) Capítulo 12 de los números.


(2) Exodo, cap. 75.
(3) Herrera. Hist. de las lnds. occid. dec. 3, lib. 2,
ca.p. 10 le llamaba lJfexi, como se ha dicho.
(4) Herrera. Hist.. de las lnc1. occid. Dee. 3, lib. 2,
cap. 11.
Et5TUDIOS.-TOMO IV.-24
-154-

dando muchos rodeos, y salvando grandes distancias,


hasta que llegaron á. AnakuC6c, término de su viaje.

79 Los israelitas, al emprender el suyo, desp~ron


á los egipcios de sus joyas; pues se sabe que entre
ellos, los judíos y los sam~ritanos existían odios, 6
enemistades. Cuando los mexicanos llegaron á Mi-
choaum, los que deseaban quedarse allí robaron su
ropa á los demás, mientras se bañaban; lo cual pro-
dujo entre ellos odios inextinguibles.

89 Al llegar los mexicanos á la provincia de Apan-


co, intentaron oponerse á su paso los habitantes; pero
protegidos por su ídolo I-Iztitzilopochtli, sali6 un rio de
madre, y se interpuso entre unos y otros. Esto re-
cuerda el paso del Mar R%. Al llegar los israelitas á
la orilla, pers~guidos por los egipcios, vieron que las
aguas se dividian, dejando un paso por donde lo atra-
vesaron á pié enjuto, mas luego volviendo á unirse
las aguas, sepultaron en su seno á sus perseguidores,
librando así al pueblo de Israel.

99 Dice Torq~&emada que durante el tiempo que


en su peregrinacion e~tuvieron los mexicanos en Tu-
la, llegaron á aficionarse tanto de aquel lugar á cau-
sa de su belleza y de los goces que allí di.sfrutaban, .
que muchos quisieron quedarse en él, lo cual ofendi6
á tal punto á Huitzilopochtli, que á los que abriga"
ron semejante proyecto hubo de castigarlos terrible-
-155-

mente, encontrándose muertos con los pechos abier-


tos y sacado el corazon. (1) Durante tl viaje de los
israelitas se sabe que Ooré, Dathan y Avil'on suscita-
ron una rebelion contra :ftIoisés y Aaraon, y que en
castigo de su delito fueron tragados por el fúego que
salió de sus entrañas. En ambos casos se ve una re-
helion tramada, y ejercido un gran castigo con un gé-
nero de muerte espantoso.
109 Dijo Ht,itzilopochtli á los mexicanos que la
montaña de Ooatepec era una montaña de la tierra
Frometida. No permití6 Dios á Moisés entrar en la
t.ierra de Ocmaan: cuando ya sus dias declinaban y
tocaba el fin de su vida, le mandó que subiese al
monte Nevo, para que desde allí contemplara la tier-
ra donde corria miel y leche, la cual estaban á pun-
to de poseer los israelitas, y en la que al fin entra-
ren conducidos por Josué.
119 :3foisés y Aaraon murieron en el desierto an-
tes que terminase la peregrinacion de los israelitas.
Huitzinfon 6 Mezi y Tepatlzin, que guiaban á los
mexicanos en su viaJe: perecieron tambien antes de
llegar al término de él.
129 Por último, comenzaron los mexicanos su via-
je, segun Torquenzada, cruzando un brazo de mar" é
igual cosa hicieron los israelitas.

(1) Herrera. Historia de las Indias Occidentales{


Dec. 3, lib. 2, cap. 11.
-156-

§ 3.

Estas analogías ó semejanzas han hecho sospechar


al P. Garda, (1) que la historia primitiva de los iu-
dios fuese fingida é inventada despucs que tuvieron
noticia de la de los judíos. Corrobórase esto con otras
especies que en su. historia se encuentran. Figuran
entre ellas el haber comenzado la peregrinacion de
los mexicanos el año ce-Tecpatl, que significa un pe-
dernal, año en que llegaron tambien á Hueguelhua-
can; siendo de notarse la analogía que hay entre es-
te signo y la circuncision de los judíos, que Dios
mandó practicase l\Ioisés con su hijo antes de la par-
tida, tomando al efecto una piedr~ zipporah. E~to
precedió á la conferencia que Moisés tuvo con Aaraon
en el monie-de-Dios, palabra que tiene una corres-
pondencia exacta con la de Teocolhuacan 6 Hueguel-
huacan, compuesta de Teo, Dios, y Culhuacan, mon-
taña corna. Fíjase igualmente la consideracion en
haberse aparecido á los mexicanos su Dios Tezcatli-
poca entre fuego, humo y tinieblas, como lo indica su
nombre, compuesto de Tezcatl, espejo, tlil, tinieblas,
y poca, fuego. Refiere la sagrada escritura que llega..
dos los israelitas , al desierto de Sinaí, al tercer mes
de haber salido de Egipto, descendi6 el Señor al mon-
te de ese nombre, sobre llamas, entre truenos y re-

(1) García, Oríg. de los Ind. lib. 3, cap. 3, § 5.


--157 -

lámpagos; dej6se ver á ilfoisés, y le entreg6 la ley


escrita en unas tablas de piedra. De ia explicacion
que hace Sahagzm (1) de Mexitl, director de la emi-
gracion azteca, se deducen tambien algunas semejan-
zas con Moisés, así como la encuentra con la palabra
amextli, que significa juncos, con JlIoisés salvado del
agua.
En vista d~ todo esto ocurre la idea de que tales
semejanzas, ú otras que se advierten con las nacio-
nes antiguas, p'ueden provenir de la interpretacion
que los historiadores daban á los signos, caracteres y
pituras de los indios, quizá sin la suficiente instruc-
cion para asegurarse de la verdad 6 exactitud. Aho-
ra bien, como los historiadores se copiaban ilnos á
otros, no es estraño que subsi6tiera el error una vez
cometido, y que la falta de otras fuentes y datos ha-
ya hecho perseverar en él. Sin embargo tendria ulgun
peso en la pre~ente cuestion, si no obrase en contra
la consideracion de que esas semejanzas se han encon-
trado en los mexicanos, que como se sabe fueron los
últimos pobladores que vinieron 'á fijarse en el valle
de ~léxico, habi.éndolos precedido otras razas, ya que
el país se encontraba muy poblado cuando verificaron
su marcha.

§. 4.

Agrégase, empero, que la procedencia de los judíos

(1) Sahagun Hist. de la Nueva España, lib. 10 cap: 29.


-158-

se apoya no solo en esas analogías, sino tambien en


la conformidad que hay entre las leyes de los indios
y las de los judíos. Así, pues, en ambos se prescribe
la ci,rcunsicion, (1) la de conservar siempre fuego en
el altar, (2) la celebracion de una fiesta cada cincuen-
ta años, (3) el casamiento de los que no hubieran te-
nido hijos, (4) la que prohibia á la muger andat con
traje de varon y yice-versa, (5) la entrada. al templo
á las paridas hasta pasado cierto tiempo, (6) la de
apartarse de sus maridos cuando estaban con el mes,
(7) la prohibicion de dormir con su madre, hija 6 her-
mana, (8) la que prescribia el libelo del repudio, (9)
y en fin laR leyes que designaban las penas en que
incurrian los que cometian pecado nefando, adulterio,

(1) Torquemada. Monarquía Indiana, lib. 6, cap. 48.


-Bernal Diaz del Castillo. Historia de Nueva España,
pág. 207. García.-Oríg, de los indios, lib. 3, cap. 8, tec 1.
(2) Levítico 6.-Tol'quemada Monarq. Ind. tomo 2, lib.
6, cap. 11. .
(3) Levítico 25, V. 8.-Torquemada Monarq. Ind. tomo
1, lib. 2, cap. 17.
(4) Deuterono~io 25.-Torquemada, Monarq. Ind.
tomo 2, lib. 12, cap. 4.
(5) Deuteronomio 22.-Torquemada. Monarq. Ind.,
tomo 2. lib. 12, cap. 4.
(6) Levítico 2.-Torquemada, Monarq. Ind. tomo 2,
lib . .6, cap. 11.
(7) Levítico 18, V. 16. cap. 15. V. 19.-Torquemada,
Monarq. Ind. tomo 2. lib. 6, cap. 4.
(8) Levítico 18 y 20.-Torquemada, Monarq. Ind. tomo
2, lib. 16, caps. 4 y 13.
(9) Deuteronomio 24.-Torquemac1a, Monarq. Ind.,
tomo 2, lib. 13. cap. 13.
-159-

ú otros delitos. (1) N 6tanse igualmente semejanzas


en las leyes relativas á la propiedad, herencias, escla-
vitud, ceremonias y ritos.

De la comparacion de los usos, prácticas, y costum-


bres, lo mismo que del estado moral de los hebreos y
de los indios, dedúcense tn.mbien analogías mas ó mé-
nos marcadas. Unos y otros eran inclinados á la ido-
latría; no á una idolatría como la egipcia, que tan
notable se hacia, por sus misterio~; ni á la de la India,
que inclina á una vida contemplativa; ni á la de Gre-
cia, sublime por las inspiraciones del génio; ni á la de
los romcmos, no~e é ilustrada; sino á la idolatría en
~u estado rudo y salvage, acompañada de sacrificios
humanos, de altares donde humea la sangre, y las víc-
timas se agitan en la agonía con movimien'tos convul-
sivos, de tormentos 6 crueles doloreR que exitan el
horroi', ú otras prácticas que degrada.n á la especie
humana, poniéndola al nivel de las fieras que habitan
en los bosques. Veemos, pues, que tambien adoraba.n
el sol, la luna y los planetas; (2) que tenian muchos
ídolos; (3) que ejecutaban sacrificios humanos inmo-

(1) Levítico 18 y 20.-Torquemada, Monar. Ind. toro


2, lib. 12 Y tomo 1. lib. 2) cap. 32.-Herrera, Dec. 4, lib. 9,
cap.8.-Cogollado. Historia de Yucatan, lib. 4, caps. 6 y
12. cap. 7.
(2) La tríbu de Juda ofreció incienso á la se1'piente de
bronce. Lib. 2' de los Reyes, cap. 18, v. 4.
(3) Lib. 2 de los Reyes, cap. 2~, verso 4, 5 y 11 Y cap.
18 v. 4.-GarcÍa,. Orígen de los indios, lib. 3, cap. 2. § 6.
-160-

lando los prisioneros de guerra y aun los niños co-


mo los peruanos; (1) práctica que arranca hondo
sentimiento de indignacion. Los sacerdotes desollaban
las víctimas y les quitaban las pieles; los mexicanos
se vestian ademas con ellas, colgándose las cabezas 6
cráneos de sus enemigos, (2) y con la sangre de las
víctimas untaban á sus ídolos, y salpicaban las pare-
des de sus templos. En la consagracion de los minis-
tros y de los reyes usaban de uncíon, (3) que entre
los m~xicanos era uili.

Si se examina la condicion moral de los judíos y


la de los indios, se hallará que eran medrosos, tími-
dos, incrédulos, de poca caridad con'1os pobres y en-
fern~os, agoreros y supersticiosos, dados á la mentira,
ligeros é incostantes, vengativos y crueles con los ven-
cidos, holgazanes, perezosos, sucios, revoltosos é in-
corregibles. (4)

Habia entre ellos ademas, usos y prácticas pareci-


das, tale~ como tener ciudades señaladas que servían
de asilo; la esclavitud; la frecuencia de las abluciones
6 baños, especialmente entre los sacerdotes, dejándo-

(1) García. Orígen de los indios, lib. 3.-Rosales, Hist.


de Chile, lib. 2, cap. 3.-Libro de los Reyes, cap. 17 y
cap. 8. ver: 63.
(2) Gomara.-Lord Kinsborough.
(3) Respecto de los del Ol'inoco lo asegura tambien.
Gumilla.
(4) García. Orígen de los indios, lib. 3. cap. 3, § 4.
-161-

se crecer el cabello sin cortarlo jamas; la de colocar


:'3UR altares en altura~, collados, y montes; (1) la. de
rasgar sus vestidos en señal de dolor; la de entrar
descalzos al templo, y solo los sacerdotes al lugar se~
creto del santuario; la de enterrar en los montes; la
de llamar hermanos á los parientes; la de celebrar las
neomenias y la pascua; el usar en los vestidos, que
consistian en una túnica 6 camiseta, franjas y borda~
dos a.l rededor, llevando sandalias y pelo largo, y pa~
ra la guerra pieles de animales; (2) y por último los
indios ponian tortas de pan delante de sus ídolos, lo
cual recuerda los panes de propiciacion de log judíos,
y ~obre la urna de Tezcatlipoca un velo, como los ju-
díos con el tabernáculo. (3) Sus ofrendas consistian
en incienso, flores, los primeros frutos del campo, y
v.timas. El tecutli mexicano 6 corona, era parecida
al adorno de cabeza que usaba Aaraon, y las sanda-
lias de los indios de Nueva España eran de estilo
hebreo. El P. García (4) hace la observacion de que
en muchas provincins guardaban los indios los precep~
tos del Decálogo, especificando por menor esta obser~

(1) Historia domino cap. 90.-Ezequiel, cap. 16, verso


24.-Libro de los Reyes. lib. 2, cap. 23.
(2) En el pueblo de Tamazulapa de la Misteca, encon-
trábanse unas vestiduras sagradas; segun refiere Fray
Agustin Dávila, de uno de sus sumos sacerdotes seme-
jantes á la de los pontífices máximos de la ley de Moisés.
(3) Cap. 26 verso 25 del Exodo.
(4) Orígen de los indios, lib. ,3. cap. 6. § 5. pago 113.
ESTUDIOS.-TOMO Iv.-25
-162-

vancin, y las pepas con que la transgre~ion . se casti-


gaba.

§. 5.

Alguno~, comparando la arquitectura de los indios


con la de los hebreos, han encontrado semejanza~, es-
pecialmente en los teocallis, donde como en el templo
de Jerusctlenl, habia muchos vasos de oro y plata, no
obstante que el mayor de ellos en México, segun apa-
rece de la descripcion de Torquemada (1) es muy pa-
recido, como se ha insinuado, al de Babilonia conforme
á lo que sobre él refieren Her6doto, (2) y Dí6do1'O
Siculo. (3)

En los prodigios que precedieron á la destruccion


de México, narr:\dos por GomU1'U y otros autores, así
como los que segun Josefo acontecieron poco antes en
la. destruccion de Je1'usalem, se ha fijado tambien la
atencion de Lord Kin3óorough, encontrando entre ellos
cierta. similitud,

Otra de las cosas que se ha hecho notar es la ~e­


mejanza de los nombres de los personajes del calen..

(1) Torquemada Monarq, Ind, lib. 8, cap. 11.


(~) Heródoto lib. 1.
(3) Diódoro Sieulo, lib. 2,
-163-

darío chiapaneco con el h~brco. Así por ejempo, Mox


es igual á Moises; Igh, acaso pronunciado por los chia-
panecos Ish se asemeja á Isaac; Ghanan, es lo mismo
que Oanaan; Abagh, nos recuerda á AbeZ. Hay otros
nombres, mencionados en la Escritura, tambien bas-
tante parecidos, como Ohinax, escrito igualmente Ohin,
parece referirse á Shem, Ohavin y Enob á Japhet y
Enoch. Adviértese ademas, que al principio del ca-
lendario tenian escrito en latin J.linus, el cual es sa-
bido que fué hijo de Belo, nieto de Nemrod, viznieto
de Ohus, y cuarto nieto ~e Oham. VeÍasele simboliza-
do en la Oeiba, árbol que tenian en mucha veneracion
los chiapaneses: sembraeánlo en todas las plazas de
sus pueblos, 10 sahumaban, y bajo su sombra hacian
las elecciones de algunas de sus autoridades. (1)

§. 6.

Todas estas semejanzas, así como algunas de las


razones expuestas, hicieron, concebir al virtuoso obis-
po Fray Bartolomé de Las Casas, como se dij o segun
se ha visto, la idea de que los indios descendian de los
judíos. Esta opinion cuenta con el apoyo de varios
historiadores, que dieron á conocer los rasgos de se-
mejanza que se advertian entre unos y otro~, tales

(1) N úñez de la Vega. Consto diose. Preámb. n. 3, § 29.


-164-

como Gomm'a, (1) Gumilla, (2) Torquemada, (3) Ra-


bi Salomon, (4) el P. García, (5) Guillermo P erm, (6)
algunos de los cuales hicieron observar igualmente,
que debiendo los hebreos ir á una tierra desconocida
é inculta, no podia ser ni el Asitl, ni el Africa, ni la
Europa, y el que les di6 la 6rden, bien pudo indicar-
les un paso de la parte oriental del Asia á la oceiden-
tal de América. Tanlbien la adoptan el P. Hennequin,
(7) tan estimado por su criterio, Brudinet, (8) y el
citado Lord Kingsborough que acopi6 en su obra mu-
chas y buenas razones para inculcarla despues de un
maduro exámen.

§. 7.

Este autor, al hablar de los Tultecas, dice que pro-


bablemente fueron judíos los que colonizaron la Amé-
rica en los tiempos primitivos, trayendo consigo el
conocimiento de varias artes mecánicas, é instruyen-
do á los indios en ellas; pero especialmente propagando

(1) Gomara. Hist. de las Inds. fol. 11.


(2) Gumilla. Orinoco ilustrado, pago 59.
(3) Torquemada. Monarq. Ind. lib 3.
(4) Rabi Salomon. In cantu Salomon 2.
(5) García. Oríg. de los indios, lib. 3.
(6) Guillermo Penn. Descripcion de la Pensilvania.
(7) Hennequin. Descripcion de la Luisiana.
(8) Brudinet. History of American Indias.
-165-

en su seno sus doctrinas religiosas, sus ritos, cere-


mo:lias, y supersticiones, las cuales parece han atra-
vesado de un cabo al otro este vasto continente» (1)
Aventúrase á decir, que el período en que los judíos
colonizaron la América fué muy posterior al del cau-
tiverio ya asirio, ya. babilónico, despues de la destruc-
cion de J erusalem por los romanos, y que algun
tiempo despues otras colonias formadas de judíos y
cristianos visitaron este continente. Respecto de los
mexicanos se espresa en estos términos: «Pero ~i los
mexicanos en su vestido, en la economía doméstica
de sus casas, (tenian los aztecas terrados planos como
los judíos) en su modo de recibir los huéspedes y sa-
ludar á los extranjeros, en su respecto á los ancia.nos
(levantándose cuando aq uello~ se acercaban), y en
las penas que se tomaban por la educacion de sus hi-
jos, mandándolos á los templos para que fuesen ins-
truidos, nos recuerdan fuertemente á los judíos, á
los cuales se les asemejan mucho mas en sus ritos y
ceremonias religio~as, en sus supersticiones, en su pro-
pension á la idolatría, en» su crueldad y en sus leyes.,
(2) A los Miges, tríbu que habitaba las montañas de
los Zapotecas, que eran barbados, y tenian odio á las
demas tribus, les dá por esta circunstancia un orígen
judío, lo mismo que á sus antecesores, á quienes atri-
buye la construccion del palacio de Mitla. Cree tani-

(1) Lord Kingsborough. AniiJ. Mex.


(2) Lord Kingsborough. Antig. Mex.
-166-

bien que los zapotecas, con quienes confinaban los 1'lU-


gcs, tambien fueron una colonia judía.

Finalmente, contrayéndose á la poblacion del N ue-


va Mundo dice: ,La opinion, que nos tomamos la li-
bertad de anunciar aquí, es que los indios colonizaron
en los primeros tiempos. de América; establecieron en
dicho continente un imperio, que dur6 mas de mil
a~o~; revivieroll sus antiguas leyes en todo su vigor;
y para manifestar su odio y menosprecio por la cris-
tiandad, introdujeron en sus ritos y ceremonias religio-
sas, prácticas calculadas para ridiculizar los misterios
sagrados.) (1)

§. 8.

Para formar sobre esta opinion el juicio debido,


preciso es tener presente que, de un pasage del lib,
44 de Jeremíal, parece dedll.irse que el Egipto fué
el país donde tuvieron asilo los judíos que escaparon
del cautiverio de Babilonia; que las diez tríbus de 11-
rael fueron trasladadas á la Media; y que consta por
la historia de Tooíal, (2) que habia israelitas en la

(4) Obra antes citad[¡.


(2) l. 16 Y lIT v. 8.
-167-

Asiria, en la Persia, y la Sutiana, en Níniv~, en Ro-


ges de Media, en Lu~an y en Ecbatana. (1)

En los dias de Jesucristo (2) habia israelitas es-


parcidos en Oriente, en la Persia, en la ~Iedia: en el-
país de Elim, en la ~Iesupotamia, en la Capadocia, el
Ponto, el Asia, la Frigia, la Panfilia, el Egipto, Ci-
rene, la isla de Creta, y la Arabia. (3)

De la Mediá pasaron á la Tariaria, y de allí sc es-


parcieron por Rusia, la .POl07~i(, y la · Litumzia. (4)
"No subsistieron enteras y juntas en ningun lugar co-
nocido del mundo, sino . fJ. ue se derramaron por todas
partes. (5) Los Judí08 pretenden que el país á don-
de se retiraron es hasta el Jia de~conocido, é inacce-
sible, 6 que se han perdido y dispersado enteramente.
(6) Otros aseguran que volvieron á su país. (7)

Hay quien de entre la.s tres tríbus designe la de


I3aclw.r como el tronco de que proceden los habitan-
tes de América, fundándose en flue despues de echar

(1) Biblia de Vencé, tomo 6, Disertacíon sobre el país


á donde fueron trasladadas las doce tríbus de israe!. § 2
pago 341:
(2) Act. 11. 9, 10, 1l.
(3) Biblia de Vencé. Lugar citado §3.
(4) Biblia de VetJcé. Lugar citado § 4.
(5) Jdem, idem, idem, §§ 8 Y 9.
(6) ldem, idem, idem. § 3.
(7) ldem, idem, ídem, §§ 8 Y 9,
-168-

Jacob la bendicion á sus hijos, al llegar. á Isachar le


dijo: »Isachar asinus fortis accub~ns inter terminos,
vidit re quien quod esset bona, et terram, quod optima:
et suppusuit humerum suum ad portandum factus-
que est tributis serviens ... (1)

El P. Fray Pedro Simon, al traducir y cometar es-


te pasage, manifiesta que vé en los indios cumplida
la profecía, (2) y aunque Car/"asco di~iente d~ esta
opinion, (3) el P. García la apoya. (4) «Parece cier-
tísimo, dice otro escritor, que los indios proceden de
los israelitas, y en particular de la tríbu de Isachar.»
Rabi Salomon atribuye la poblacion de América á la
tríbu de Neptali que junto con otras desapareció del
Oriente. (5) Por último el anticuario Waldeck, ' (6)
al hacer mencion de las apreciaciones de Juarro8 que
hace descender ú los ta.,ltecas de las tríbus de Israel
que, con la mira de sustraerse ú la c61era de Moisés,
por haber caido en la idolatría despues del paso del
mar Rojo, lo abandonaron y fueron á establecerse al
país de las Siete Cueva" Ohicomostoc, donde fundaron
la famosa ciudad de Tula, dice'lo siguiente: «No en-
cuentro trazas de hebreos sino en el Palenque. Allí

(1) Génesis, cap. 49, verso 14.


(2) Not. de tierra firme, noto 1, cap. 12, n. 2.
(3) Ad. La Recop., cap. 6, § 3, n. 4, foI. 65.
(4) Orígen de los indios, lib. 4, cap. 24. § 3.
1

(5) In canto salmo 2.


(6) Voyage pintoresque et archeologique dans la pro-
vince de Yucatan. pago 46.
-169-

al ménos son manifiestas. Encúentrase la raza blan~


ca con nariz aguileña; el ornamento ele la nariz, y el
calzon ajustadós abajo de la pierna. IIay allí datos
monumentales, insuficientes, es verdad; pero mas pro~
pios para servir de fundamento á un sistema, .que las
vagas tradiciones de que acabo ele hablar.~

El P. Vazquez, que escribió sobre la historia anti-


gua de Guatemala, hace proceder tambien la pobla~
cion de América de los israelitas, que librados por
Moisés de la tiranía de Fat~aon despue5 de cruzar el
Mar Roio, cayeron en la idolatría, y temerosos de los
reproches de Jlfoi8és, se separaron de él y sus herma-
nos, bajo la direccion de Tannb, pasand() del uno al
otro continente hasta llegar al lugar llamado las Siete
Oueva~, parte del reino de l\féxico, donde fundaron la
célebre ciudad de Tlt!C¿. De Tanub hace descender á
los reyes de Tula y del Quiché. Supone que de l\lé~
xico pasaron aquellos á Guatemala, y estableciéndo~
se despues de algun tiempo cerca del lago de Atitlan
dieron al paí~ el nombre de Quiché.

Refiriéndo~e Fuentes, otro historiador guatemalte~


co, á un manuscrito de los nobles indígenas D. Juan
Torres, D. Juan Macario y D. Francisco Gómez, lo~
cuales escribieron poco tiempo despues de la conquis-
ta la historia de sus antepasados, pretendian, aunque
sin espresar el fundam8nto, que eran de la casa de Is-
rael. Coincide su relacion con la del P. Vazqnez, ex-
ESTUDIOS.-TOMO rv.-26
-·170 -

presando que Tanub fué su primer rey, bajo cuyas


órdenes p~saron del uno al otro continente: el se~
gundo fué Capichoch; el tercero Oaiel-Ahusj el cuar-
to Ahpopj y el quinto el gran Iíichá, que fué quien
los sacó de Tula por órden de su oráculo, para con~
ducirlos al país donde se establecieron.

Grocio, que se ocupó de la. cuestion sobre el ori-


gen de los americanos, no está conforme con la opi-
nion de haber sido poblada la América por los
hebreos. Refuta algunas de las razones con que la
apoy~n varios escritores. Cree que los peruanos
procedian de los chinos, y que lJfanco Oapac era de
dicha nacion. Laet lo contradice. (1)
Finalmente, el P. Acosia refuta tambien la opi-
nion de los que dan á la poblacion de América un
orígen judío.

(1) J oannis de Laet. Antuerpiane nota ad dissert.


Rug. Grotii de oríg. gent american re, págs. 45 y 46.
CAPITULO VIII.

1. Opinion de los que hacen venir de los fenicioH y car-


tagineses la poblacion de América.-2. Rasgos de ana...
logía que se descubren entre los fenicios y americanos.
-3. Juicio de Huet, Hornio y otros autores.-4. Pie-
dra monumental recientemente encontrada, que se .
atribuye á los fenicios.-5. Los que creen proceden de
los cartagineses.-6. Analogías que se han encontra-
do.-7. Opinion de los que los hacen venir de los ca-
naneos. Lo que acerca de esto expresa Calmet.-8.
Pasaje de Procopio.-9. Lo que otros han escrito so-
bre esto. Opiniones de Grocio, de Hornio y de Laet.

§ 1.

Uno de los pueblos que,como antes se ha dicho, se


dedicó mas al comercio, que hizo mayores progrel!os
en la navegacion, y que mas celebridad adquirió por
eus empresas marítimas, fué el de los fenicios. (1)

(1) Los fenicios son los cananeos del Antiguo Testa-


-172-

Fundadores de la famosa Tiro, de la no menos c~le­


bre Sidon, de Oartago, que tanto engrandeció Dido, y
de Cádiz y otras muchas colonias; (1) á ellos se atri-
buye el descubrimiento de las Azores. De aquí se ha
deducido la facilidad con q ue pudiel~on cruzar el Ocea-
DO, y pasar á las islas de Barlovento y á Tierra Firme,
10 cual no es difícil, atendiendo á las atrevidas expe-
diciones marttimas que practicaron, y á su propen-
sÍon de buscar tierras desconocidas donde ex.tenJer su
comercio. Trasladáronse á -algunas bastante lejanas,
fundando establecimientos útilef5, ensanchando así su
dominacion, y afirmando la importancia que por ta.les
medios iban adquiriendo. Oadmo trasport6 á la Gre~
da una colonia fenicia, que extendió en aquella co·
marca. los conocimientos que poseían. Antes de él ha-
bia ya Hércules Tirio penetrado hasta la parte mas
occidental del Africa. Se sabe que doscientos siete
años antes de que Oartago comenzara á existir, los
fenicios habian ya pobhdo en Africa la Utica, que en

mento. Su orígen lo deben á Cana(m, hijo de Noé, que


nació el año siguiente del diluvio ó muy poco despues.
Fué el que con sus hijos pobló la Palestina, extendién-
dose de allí su descendencia por las islas del Mr,diterrá-
neo y costas de Africa y España. El primero entre los
fenicios, segun Sanchoniaton, que se atrevió á meterse en
el mar rué Usoo, valiéndose al efecto de un árbol quema-
do en las selvas de Tiro, al que quitó las ramas.
(1) Segun Strabon, lib. 2, desde antes de Homero eran
ya dueños de los mejores lugares de Africa y España,
hasta que fueron echados por los romanos.
-173-

tiempos posteriores recogi6 los restos de Oaton, y que


cuenta. en sus fastos algunos suceso~ memorables.

§ 2.

l-Iay que considerar, entre los rasgos que indican


el orígen fenicio de los americanos, los q\Ie á conti-
.
nuaClOn se-expresan:

1 ~ El uso de geroglíficos y figuras, para . fijar los


conceptos de un modo permanente. Es género de cs-
critura, cuya invencion se atribuye á los fenicios.
Aunque los caractéres que estos usaban difieren en la.
forma de los que se han encontrado en el Nuevo Mun-
do, pueden haber tomado los americanos su ucso de los
fenicios, y con el tiempo haber alterado 6 corrompido
su figura. No obstante que estos conocieron el alfa-
beto y lo introdujeron en Grecia, lo mas que de ello
pu~de deducirse es que, cuando vinieron á América,
aun no eran por ellos conocidas las letras con que
mas tarde sustituyeron á la escritura simb6lica.

29 La semejanza que se advierte entre la lengua


fenicia, hija de la hebrea y las que hablaban los in-
dios, con las alteraciones que el tiempo hubo de pro-
y
ducir; pero cuyo tipo se descubre en el soniqo sig-
nificacion de las palabras, como lo prueban entre
otras el nombre lfabana, fenicio, derivado de los !te-
oeos, 6 de la ciudad de lfaóa, poco distante del rio
Aóana en Da~asco, y ccwioe, cOlTupcion de. cariplte,
en fenicio careo que significa vasallo. (1)

39 El haberse encontrado entre ellos un género de


sacrificio parecido al que los cananeos hacian al ídolo
Moloc, encerrando la víctima en un instrumento de
bronce ó de metal, de que antes se ha hablado, el
cual calent~ban despues con fuego, hasta que se con·
sumia el desgraciado que era destinado á este bárba-
ro suplicio. Entre 103 americanos, los itzaesos, y los
lacandone~ son los que Ulas lo usaban. (2)

49 Era Queizalcocdl venerado por los mexicanos


como dios del aire. Ulsau entre los fenicios dedicó á
los vientos la.s aras, por ellos muy veneradas. (3) Los
habitantes del Perú reverenciaba.n al ídolo Reimon,
-los fenicios en Damasco á ReimnoJ1,. Dos fenicios dei-
ficaban á sus héroes, esto mismo hicieron los mexica·
nos con Quetzalcoc&tl, y los peruanos con Viracocha.

59 Los fenicios se herian y sacaban sangre para


rociar los ídolos, (4) los indios se extraian sangre qe
las orejas, espinillas Ú ot:ras partes con el mismo ob . .
jeto. (5)

(1) García. Orfgen de los indios lib. 4, cap. 22, pár. 7·


-Hornio. De oríg. americe lib. 2, cap. 10.-Pedro Mar-
tino De orbe nouvo.-Alderete.-Bochal·do.
(2) Cogoyudo. Historia de Yucatan. lib. 9, cap. 14.
(3) Sanchoniaton, citado por Eusebio, lib. 1, cap. 10.
(4) Hornio. De oríg. americe lib. 2. cap. 13.
(5) Torquemada. Monarq. ind., lib. 6, cap. 16, n. 3.
-175-

6° Los indios formaban montones de piedra en los


caminos para que ~u viaje fuera feliz. Otro tanto ha-
cian los fenicios. Esta costumbre la conservan hasta
el dia los indios de Ohiclpas, con otras muchas prác~
ticas de igual género, como la de poner yerbas deba-
jo de piedras, para asegurarse, durante la ausencIa,
de la fidelidad de sus mujeres.

79 Unos y otros acostumbraban cortarse los ca be-


llos de la frente y de los httl9s dejándose los de atrás.
Estaban entregados á agoreros, superticiosos y he-
chiceros. Cuidaban de los cadáverefl, y eran obedien-
tes á sus superiores. l\Ianejaban con destreza el arco
y la flecha, y eran inclinados á la crueldad.
'89 Los fenicios se adornaban con plumas, mostran-
do grande habilidad en el trabajo del m()~aico de plu-
mas, de que haclan varias figuras é imágenes. (1) Los
indios tenian la misma costumbre, que desempeñaban
con gusto exquisito. Se sabe cuantos encomios hacen
OorUs, Gomara, Torquemada, Acosta y demás hi:sto-
riadores, de las obras de mosaico de los mexicanos,
en las cuales, como dice OlaviJero, no se sabe qué ad-
mirar mas, si la viveza del colorido, la destreza del
artífice, 6 la ingeniosa disposicion del arte con que
imitaba.n toda clase de objetos. (2)

(1) Bochardo. In Chanaan, lib. 1, cap. 3S.-Fulero Mi-


co, lib. 4, cap. 19.-García. Orlg. de los indios, lib. 4, cap.
22, pár. 7.-Hornio. Orig. americ., lib. 2, cap. 3. .
(2) Clavijero. Hist. ante de ~Iéxico, lib. 7, pág. 374.
-176-

9° Muchos de lo~ indios adoraban el sol y la lu-


na, como los antiguos fenicio~.
lO? Levantaban unos y otros montones de piedras
en honor de sus dioses.

119 Algunos encuentran semejanza entre el Dios


de los mexicanos, el Saturno de los fenicios y el Mo .
loe de los ammonitas.
12? Tenian la costumbr~ conocida en las Escritu-
ras con las palabras «lustrare perigisem.»

139 Se marcaban el cuerpo con señaleRo

149 Se rasgaban los vestidos al oír alguna mala


noticia.

159 N o permitian á las recien paridas entrar en el


templo.

16° Se casaban con su cuñada,cuando moria el


hermano sin dejar hijos.

Estos y otros puntos de comparacion, observados


por los autores, persuadieron á Hornío (1) que los
fenicios eran los mas antiguos, y quizá los primeros
pobladores de las Indias, expresando tambien la idea
de que fueron varios los viajes que emprendieron des-
de Africa y España ha.sta la América.

(1) Hornio. Orlg. americ., lib. 2, cap. 3, y lib. 2, cap. 5.


-177-

§ 3.

Cree Hu.et, antiguo obispo de Abrantes, que ha-


biendo los fenicios pasado el estrecllO de Oádi.~, hoy
de Gibraltar, para entrar en el Oceano sobre las cos- .
tas de Africa 6 de Europa, se adelantaron hasta po- .
nerse bajo la línea, y arrebatados por los vientos que
constantemente soplan de Oriente á Poniente, fueron
llevados hasta la América. (1)

Varios autores afirman que los fenicios recorrieron


con su' flota todos los mares, y que la vuelta que dió
Hannon al Africa, es mas embara~8sa 6 átdua que el
viaje de Africa á' ....t1mérica. Acosta asegura que bien
podia entonces hacerse la trav~sía de las Isla~ Afor-
tunadas á América, en quince di~s con viento favora.-
ble. Es cosa sabida que los fenicios frecuentaron mu-
cho las Illas Afortunadas, pudiendo en consecuencia
haber pasado de allí á la América de intento 6 por
acaso. Laecio (2) hace con corta diferencia las mis-
mas reflexiones, suponiendo que los fenicios fueron
de Africa á las Canarias, de estas á las Azores, y
luego á América.

(1) Demont Evangel., proposit.4, arto 7, pág. 83.


(2) Observo 1, pág. 106, in sententiam.
UTUDIOS- TOllO Iv.-27.
-178-

§. 4.

Se ha publicado recientemente (1) la curiosa noti-


cia. que sigue: «Aseguran varios diarios que el Sr. D.
Juan de Acosta, caballero de Bogotá en la Nueva
Granada, ha encontrado en una de BUS fincas una pie-
dra monumental labrada por una colonia de fenicio~
de Sidonia, en el año IX 6 X del reinado de Hiram,
contemporáneo de Salomon, cosa de diez yocho siglos
antes de la era cristiana. Tiene la lápida escrita una
inscripcion de diez renglones con caracteres bellos,
sin scparacion de palabras, ni puntuacion.» Si tal no-
ticia. se confirmara de una manera indudable, ó ~e lo-
graran datos pd~itivos sobre el contenido de dicha lá-
pida, se conseguiria tal vez la complata solucion de
Ia cuestion de orígen, ó por lo menos un gran golpe
de luz sobre la historia y relaciones de este continen-
te con el antiguo mundo.»

§. 5.

A pesar de lo expuesto, muchos creen que los in-


dios traen su orígen, no directaménte de los fenicios,
sino de los cartagineses, descendientes de éstos, los
cuales emprendieron largos viajes por mar. Cítase, al

(1) Voz d~ J,Jéxico (periódico), tomo 5, n.O 3, año 1874.


-179-

efecto, el pasaje de D'i6doro (1) Y el de Arist6teles (2)


sobre aquella grande isla decubierta por los cartagi-
neses, de que se ha hablado, á la cual el Senado de
Cartago prohibi6 ir, con pena de muerte, temeroso de
que sus súditos atraidos por su belleza, la dulzura de
su clima y sus riquezas, emigraran á olla, quedando
desierto el país que habitaban.

Opina el Dr. Sieher, que conociendo lós cartagine.


ses la isla del Oabo Verde, debian conocer tambien las
costas del Africc¿ Oeeid-ental hasta la Oosta de Oro, si-
guiendo desde allí las corrientes del Oceano. Laet ex-
pone las ideas de Moruis en su obra inédita sobre la
historia del Brc,sil, reducidas á lo siguiente: (3) «Ego
vero libenter credo americanos oriundos non ab uno
popu10, nec in una parte, sed á carthaginensibus et
ah Indiis idq ue temporis longo tractu diversis in 10-
..
cis.» Ap6yase en las regiones remontisimas visitadas
.

por los cartagineses, y en las costumbres descubier-


tas entre los brasileños.

§. o.
El mismo Laet y Alejo Venegas (4) dan, entre otros,

(1) Diódoro. Lib. 6.


(2) Aristóteles. De Mundo, cap. 3.
(3) loan dé Laetó Antuerpiane noto et diserto Rug.
Grotú, etc. Observo 12, pág. 216.
e4) Alejo T enegas. Lib, 2, cap. 22.
-180-

á los indios orígen cartagines, apoyándose en estos da-


tos:
19 En el uso que tanto los indios como los carta-
gineses hacian de pinturas en lugar de letra~, para
conservar la memoria de los sucesos.

29 En los edificios antiguos encontr·ados en Yuca-


tan, los cuales Carda creé eran obra de cartagineses,
lo mismo que los de Guamanga en el Perú y los de
Tiaguanaco, (1) donde, como se ha visto, hay pie-
q.ras de 30 piés de largo, mas de 15 de ancho, y 6 de
frente. (2) Hay igualmente que notar la tradicion
que entre los indios se conservaba, de que eranblan-
cos y barbudos los que fabricaron aquellos edificios,
y lo inclinados que eran los cartagineses á esas gran-
des obras, segun lo da á conocer la ciudad de Car-
tago.

39 Los cartagineses, lo mismo que los indios, sacri-

(1) García. Oríg. de los indios, lib. 2, cap. 1, pár. 4.


(2) Cie~a. Crónica del Perú, 1.a Parte, capítulos 87 y
105.·-Acosta dice que midió una de estas piedras y halló
que tenian 38 piés de largo, "18 de ancho y 6 de grueso.
- Garcilaso de la Vegct asegura que en la fortaleza de
Cuzco hay piedras que para traerlas eran necesarios
4,000 indios, y una que está fuera del edificio 10,000.-
Josifo indica que .las piedras de que estaban hechas las
torres de Jerusalen teuian 30 codos de largo, 10 de ancho
y 5 de alto: si los codos son de los usuales, resulta cada
piedra de 45 piés de largo, 15 de anC'hO y 7~ de alto; y
si geométricos. de 280 piés de largo, 90 de ancho y 45 de
alto.
-181-

ficaban desapiadados muchas víctimas humanas. (1)


Con 101!! vencidos eran aquellos inhumanos, pue8 los
descuartizaban, desollaban, y quemaban poco á poco,
adornándose con los restos de los cadáveres, y lle-
vando sus cabezas en las puntas d~ las lanzas. Los
indios tambien los despedazaban, les quitaban la piel,
vistiéndose con ella, asaban y comian su carne, y col-
gaban las cabezas como trofeos 6 signos de valor.

49 Unos y otros requerian con la paz antes de


romper las hostilidades, usaban de espías en la guer-
ra, y para ir á ella se adornaban con sus mejores al-
hajas, (2) envenenaban las puntas de las flechas (3)
y durante el combate hacian ruido con tímpanos, y
daban gritos y ahullidoe espantosos (4).

59 Los capit~nescartagineses vestíanse con pieles


de leon, hienas, lobos ú otras fieras; los indios, ade-
más de hacerlo aSÍ, tomaban sus nombres.

6 9 Horadábanse ámbos las orejas.

(1) Sil vio Italico, como se ha visto, (lib. 3, verso 793)


pone en boca de Himilce, mujer de Aníbal, lo siguiente:
"Que porro hcec pietas délubra aspergere Taleo?
Huc primro sceleruni causro mortulibus Ogris .... etc.
¿Qué piedad es manchar con sangre humana el tem-
plo? jO causa infiel de las maldades!
(2) Plutarco. In paraleIl.-Apiano. In bello puno
(3) Silio Italico, lib. 1.
)4) Polivio, lib. 15, cap. 12.
-182-

79 Los cartngineses eran dados á la bebida, aun-


que estaba prohibida á los soldados (1). Beber y
emborracharse era comun ent.re los indios, menos en-
tre los soldados, á quienes estaba prohibido (2),
Usaban los cartagine8es una bebida llamada pulz, y
los indios de N neva España el p'ttlque (3).

89 Unos y otros tenian en gran veneracion el fue-


go. Adorábanle los libios como Dios. Para dar avisos
á puntos distantes encendían hogueras. Tambien ve-
neraban el agua, las fuentes y los rios.

Los autores notan algunas otras analogías ménos


importantes que esta~, que son comunes á muchas na-
ciones, y no constituyen por tanto un tipo particular
que pueda dar certeza á alguna identidad de orígen.

§. 7.

Varios eseritores hacen descender á los americanos


de los cananeos, alegando entre otras semejanzas la de
la circunsicion, que se encontró establecida en los
pueblos de Yucatán, así como los incestos, la sodo-

(1) Platoll. De legib.-Eusebio. De prep. evang.


(2) Solórzano. De juro indo lib. 2, cap. 12, n. 23.-Gar-
cilaso, lib. 1, cap. 35, toma 1.-Torquemada. Monarq.
lnd., tomo l. lib. 3, cap. 41.
(3) García. Oríg. de los indios, lib. 2, cap. 1, § 7.
-183-

mía, la poligamia, el divorcio é impúdicia, que á unos


y otros se imputan. Fijan principalmente la conside-
racion en el grande acontecimiento que dió por resul-
tado la. ruina y dispersion de una parte de los habi-
tantes de Canaan, contra quienes Josué movió un ejér_
cito de seiscientos mil hombres. Un historiador nos
dice acerca de este suceso, que mientras una porcion
del pueblo se ponia sobre las armas para defender su
tierra, pereciendo muchos á los filos de la espada del
pueblo de Israel, otra parte, sobrecogida de espanto,
3e puso en fuga, condenándose expontáneamente á to-
dos los peligros del nlar, Ó de la cautividad. Calmet
dice que los que han escrito sobre esto no andan acor-
des entre sí: algunos creen que los fugitivos se reti-
raron á Egipto, otros á las costas de Africa q~e mi-
ran al Occidente ó al Norte; unos los colocan en Eu-
rop(~ y no pocos en América. (1)

§. 8.

Al hablar Procopio' (2) de este acontecimiento, se


expresa así: «Temeresos á las armas de J o~ué se re-

(1) Il tesoro deIle autichita sacre é profane tratto da


Agustin Calmet etc., tomo 1. Disert intorno al paese OVQ
salvaron o i cananei.
(2) De bello vanc1alic 1. 1. c. x.
--184 -

tiraron al principio les cananeos á Egipto, donde vi-


vieron algun tiempo; pero al fin, habiéndose multipli-
cado, y no cabiendo en el distrito que se les cedió,
viéronse precisados á mudar de morada é irse al cen.
tro del Africa, donde edificaron muchas ciudades, es-
parciéndose en las vastas regiones que hay desde
Egipto ha~ta las columnas de Hércules. Conservaron
su antiguo lenguaje, aunque con algunas alteraciones,
que indicaban sin ,embargo su orígen fenicio. En la an-
tigua ciudad de Tingis, por ellos edificada en la pro-
vincia de Tengitane, se ven dos grandes column,as de
píedra blanca, erigidas cerca de la fuente grande, con
una iuscripcion en caractéres fenicios que dice: «Nos-
otros huimos á presencia del ladron Josu¿, hifo de Na-
ve.:' En Africa se cree que lo!!! habitantes de Tíngis
nacieron en el mismo país y no vinieron de afuera, pe-
ro no se conocen otros mas antiguos. Su primer rey
Anteo, se asegura fué hijo de la tierra y combati6
contra Hércules.) (1)

Cree Mr. Galli que Hércules Mogusam era el cau-


dillo de los cananeos cuando huyeron de la Palestina

(1) Cesar Cantú al referir el pasaje de Procopio en la


Historia de los vándalos, lib. 2, dice: "Existia entre ellos
cierta. inscripcion del tenor siguiente: HuimolJ de lafaz de
Iosué, hiJo dl!, Nave. Se detuvieron en Asoolon y el puerto
de Garza, y desde allí, costeando el Mediterráneo llega-
ron á. Gibraltar, país fertilísimo que denominaron Jardi-
nes d~ la He~r1ria, donde edificaron á Tigis, que siguifica
negoC'LOS en SlrIaco.
-185·

al pre~entarse á J08ué. Es el mismo que erigi6las co ..


lumnas de Cádiz, adelante del estrecho de Gibraltar, y
de quien se cuenta que recorri6 por mar toda la tierra.

Otros autores dán distinto orígen á la procedencia


de los cananeos. Creen algunos que, habiéndose em..
barcado en buques sid6nios fueron lanzados del Me·
di¡errú,neo por una tempestad al Océano y de allí á la
América. (1) Otros, como Grocio, IIornio, y Laet, su·
ponen que desembarcaron primero en Africa, despues
en las Canarias, y últimamente en América. (2) Las
Canarias en opinion del 3egundo de estO!1 autores eran
tambienllamadas Islas Afortzmc¿dCls, yderiban su nom·
bre de los cananeos. (3)

El P. Gumil1a (4) se expresa en estos términos


«De Canaan naci6 Sydon, de este los sidonios; despues
naci6 Heteo y de este los heteos; en seguida naci6 el
padre de los tibuceos y otros hijos que poblaron 1ft,
Palestina, extendiéndose mas tarde hácia el Africa,
y de la.s costas de ésta á la América, todo en fuerza
de tiempo y de muchas generaciones.)

Finalmente, varios rabinos dicen, (5) que algunos

(1) L'Escarbot. Hist. nov. Franc. 1. 1. c. 3.


(2) Grocio. In Deuter XVIIII 10.-J. Lact. Disert in
Rug. Grot.-Hornio. De orig. gent. americe 1. 2, c, 5.
(3) Hornio. De oríg. gent, americ. 1. 2 c. 9.
(4) Gumilla. Hist. nato civ, y geogr. de las naciones si-
tuadas en las riberas del rio Orinoco. tomo 1. pág. 78.
(5) Targ in c. 3. V. 5, cantic. canticorum.
BSTUDIOS,-'l'O)[O Iv,-28
-186-

cananeos, sabedores de que los israelitas habian de


apoderarse de su tierra, tomaron la resolucion ele huir,
despues de haber cortado de antemano lqs árboles de
sus campos, cegado los manantiales de las aguas, y
destruido sus ciudades, siendo estos los pueblos de los
cuales una parte se salvó en Egipto, (1) Y en Afri.
CC6, y otra en Alemanict y Esclavonict.

(1) Vide in sedero Olam et Genebr. Chronic ad ann,


mundi 2709.
CAPITULO IX.

1. La Scitia, y los que hacen proceder de ella la pobla-


cion americana. Pasaje de PEnio. Opinion del P. La-
fiteau. Analogía que encuentra Buxton entre el dialec-
to de los mokowks y el tártaro. Juicio del Baron de
Humboldt.-2. Relaciones que existian entre los ame-
ricanos y los pueblos del J apon. Analogías entre los
chinos y los peruanos. Afinidad entre la lengua china
y la otomÍ.-3. Expedicion de mogoles al continente
de América de que habla Mr. Ranking.-4. Rastros
de la raza tártara encontrados en América en tiempo
de la conquista. Opinion de Robertson y de Dupratz,
-5. Analogías y semejanzas entre los tártaros y los
indios.-6. Calificacion del P. García.-7. Analogías
entre los chinos y los indios.

§ 1.

La Scitia comprendia una parte considerable del


Asia, habitada por pueblos numerosos, terribles por
su audacia é indomable valor. Salieron de ella los
hunos, quienes desparramándose sobre los pueblos ve-
-188-

cinos, cometieron tantas devastaciones, llevando la


guerra á largas distancias conducidos pon., Tam,erlan.
Infundia ~u presencia espanto y pavor; humilló su
Talor á muchas naciones cargándolas de cadena~; des-
truyó su ferocidad ciudades magníficas, abatiendo
imperios poderosos y florecientes. No es, pues, ex-
traño, en opinion de algunos, que pueblos tan arroja-
dos, avezados á contínuas correría~, y largas ex-
pediciones, que han sido considerados siempre por
muy antiguos, hasta suponerlos anteriores ó coetáneos
de los egipcios, que se esparcieron por todas partes,
penetrando en Europa, donde dejaron impresas ~an­
grientas huellas, hubiesen pasado á América, y po-
bládola desde los tiempos mas remotos. Hay autores
que ven indicada esta emigracion en un pasaje de
PUnio, quien afirma que, temiendo caer los scitas en
manos de los antropófagos, con quienes confinaban,
abandonaron su patria, dejándola desierta, y se fue-
fon á habitar á tierras lejanas. (1)

El P. Lafiteau dá á los indios un orígen tártaro. (2)


Aunque Grocio ha combatido esta opinion, (3) sostié-
nela el P. García, contestando las observaciones que
en contra habia opuesto. (4) La vemos reproducida
por Brerewoocl, apoyándose en ser mas poblada la

(1) Plinio, lib. 6, cap. 13.-Solino. cap. 58.


(2) Lafiteau. Disc, de oríg. indor.lib. 4, cap. 22, fol. 240.
(3) Grocio. Disert. 2 de orig. americ. fol. 101.
(4) GarcÍa. Oríg. de los indo lib. 4, cap. 24, § 14.
-189-

costa occidental de América que mira al Asia, que


aquella que mira á Europa, aduciendo además en su
apoyo que la parte mas próxima á la América es la
habitada por los tártaros, que entre estos y los ame-
ricanos se nota una misma conformacion física, así co-
mo otras notables semejanzas, y que en ambos países
se encuentran unos mismos animales feroces. (1) Bur-
ton es igualmente de esta opinion, asegurando que los
indios 1110hawks tienen un dialecto enteramente tárta-
ro. (2) Este es tambien el orígen que Hot'nio dá á
los sou?'oquies é iJ'ocois ó iroq'tteses. El BaJ'on de llum-
bolelf, por último, que tan extensos conocimientos po-
seía de la historia de América, y tanta luz ha espar-
cido ensusescritos ~obreel1a, inc1ínase á creer que su
poblacion desciende de alguna raza tárbra, que pasó
á habitar este continente, ac1vi~,tiendo marcadas ana-
logías entre la raza americana y los mongoles descen-
dientes de lIíog-nct, conocidos con el nombre de hu-
nos, kalkas, kalmucos y barattes.
Todos los indios forman una sola raza, en opinion
de este distinguido escritor, segun se ha visto ya en
uno de los pasajes citado de sus obras, á excepcion de
los que habitan cerca del círculo polar; todos se pa-
recen en la conformacion del cráneo, el color, la es-
casez de barba y el pelo lasio. (3) En otra parte di-

(1) Brerewod. Inquiries thouching the c1iversities of


language anc1 religion through the chiefs parts of world.
(2) Burton. The English empire in America. cap. 4.
(3) Humboldt. Vue des cordilliel's. tomo 1., 21.
-190-

ce, que si es cierto que algunas tríbus bárbaras pa-


saron á la costa Nordeste de América, y de allí al Sur
y al Este, hácia las orillas del rio Gila y del l\fissou-
ri, como las investigaciones etimológicas parecen in ..
dicarlo, no debe sorprender tanto encontrar entre sus
habitantes ídolos, monumentos de arquitectura, cono-
cimiento exacto de la duracion del año, de las tradi-
ciones sobre el estado primitivo del mundo, y sobre
las arte~ y opiniones religiosas de los pueblos asiáti-
cos. (1) En confirmacion de esto llama la atencion
sobre la época en que los toltecas fueron arrojados de
Huelzuetlapallan, su patria, situada al N ordoeste del
rio Gita, allá por el año de 544, que es el mismo en
que la ruina de la dinastía de Tsin hubo de ocasionar
grandes movimientos entre los pueblos del Asia orien-
tal. (2)

§ 2.

Apoya M,.. de Paravey la opinion de las relacio-


nes entre los americanos y los pueblos del Japon, de-
ducidas de algunas semejanzas en punto á cronolo-
gía, idioma, y otras cosas, (3) Garcila80 de la Vega
ha hecho fijar la atencion en las que existen entre los

(1) Humboldt. Vue des corc1illiers. tom.1.-174.


(2) Id., id., id., tomo 1.1.-20
(3) Paravey. L' origine unique des chiffres et des let-
tres de toutes les peuples.
-191-

chinos y los peruanos en el uso de algunos nombres,


en la acloracion tributada al sol en los eclipses, deco-
raciones en los palacios de los Incas y del gran I(han,
uso de tambores, trompetas y atabales, especialmen-
te durante los eclipses, en las armas; en algunas de
sus costumbres, y en tener poca 6 ninguna barba. (1)
De estas ú otras semejanzas se han ocupado varios
autores, entre otros Boss'tt (2) y Oarver. (3)

Citaremos tambien á F. Manuel J.Ve,xera que en su


notable disertacion sobre la lengua de los otomies,
ha probado con cuarenta y tres ejemplos de los ele- o
mentos de la gramática china de gIro Remusat, que
la construc~ion gramatical de las dos lenguas es ab-
solutamente la misma bajo muchas relaciones que
puntualiza. (4) Mr. Va,.den ha adoptado esta opinion,

(1) Garcilaso de la Vega, Hist. del Perú, vol. 1., cap.


347.-lib. 2., cap. 23.-voL 2., pág. 39.-lib. 5., caps. 2 y
7.-lib. 6., cap. 3. 6 Y 7.
(2) Bossu. Nouveaux voyage aux Indes Occid. vol. 1,
lettre 18.
(3) Carver.-Obra citada.
(4) Como muestra solamente del estudio comparativo
entre ambos idiomas, haremos observar:
¡o Que en uno y otro las palabras tomadas separada-
mente son invariables, sin admitir cambio alguno en la
pronunciacion, ni en la escritura.
2° En ambos son las mismas las relaciones de los nom-
bres, las modificaciones ele los tiempos y personas de los
verbos, y la relacion de los tiempos y lugares. La natu-
raleza ele las preposiciones condicionales, optativas y
positivas, se deducen de la posicion de las palabras, ó
se marcan con algun~s separadas.
-192-

reputando remarcable la afinidad que hay entre una


y otra lengua. (1)

§ 3.

Al hablar Mr. Ranking de una expedicion de mo~


gole3 al continente de América en el siglo XIII, con~
3° Tanto en la lengua china como en la otomí se pue-
den tomar sucesivamente muchas palabras como sustan-
tivos, adjetivos, verbos, y aun como partículas; pero hay
otros que siempre son sustantivos, ó adjetivos, nombres
ó verbos.
4° El sustantivo sujeto del verbo, ó complemento de
uno activo, no lleva señal alguna: el primel-o se coloca
antes, y el segundo despues del verbo.
5° El término de una oracion se marca con preposi~
ciones diferentes, segun las ideas que expresa de obla~
cion, adicion, separacion ó union.
6° Hay palabras que por sí mismas tienen significa-
cion objetiva, y otros que siendo sustativos, juntas con
otro sustantivo expresan un atributo.
7° Los adjetivos casi siempre se ponen antes que el
sustantivo. En el otomí siempre.
8° Algunos adjetivos pueden tomarse como -.;-erbos.
9° Todos los verbos en la lengua china toman adjeti-
vos por la adicion teché y otomité.
10° Pueden los adjetivos ser empleados como nombres
abstractos. .
Las lenguas china y otomí solo difieren en ocho for~
mas distintas de construccion. N o se parece esta última
á ninguna de las otras que se hablaban en esta parte
del continente. Con la mexicana no tiene la menor afi-
nidad.
(1) Recherches sur les antiquités de l'Amerique du
Nord.
-193-

firma que vino una colonia china, y dice 103iguiente:


. «Algunos descubrimientos permiten felizmente fijar
sin ninguna duda el orígen de los misteriosos toltecaa
y guatemaltecos. (1) La dinastía tártara occidental co-
menzó veinte y tres siglos antes que Jesucristo, y
acabó el año del Señor 557. Durante los últimos vein-
te y tres arios hUbO cuatro emperadores, de los cuales
uno fué emponzoñ'ado, y dos asesinados. (2) roJa di-
na~tía tártara oriental no cuenta mas que un solo mo ..
narca, que reino desde el año de gracia 534 á 550,
esto es diez y siete añós bajo cuatro títulos diferentes,
de los cuales Voutim 6 Voutin fué el último, empon-
zoñado por !{aoyam. Estas diversas revoluceÍones es.
plican bien las emigraciones que se verifican en esta
época, siendo el gefe de los tultecas un hijo Ó parien-
te de este Voleen oriental. » (3)

§ 4.

Descubriéronse, entre los pueblos que existian en


tiempo de la conquista, algunos rastros de la venida
dela raza tártara á América,no~olo en laíndole de los
idiomas que hablaban, y en sus usos y constumbres,

(1) Querrá decir palencano8.


(2) D' Hervelot. vol. 4-71.
(3) Ranking Investigaciones históricas sobre la con-
quista del PeriÍ.
BSTUDIOS- TOllO IT.-29.
~194-

sino tambieu en los nombres de varias poblaciones.


Entre ellos puede enumerarse los f}acatecas, que pa-
rece derivado de los sacas vecinos de los sOl/dianos (1)
a~í como los zoques indios de Chiapas, los m,a9atecc~8
que formaban una de las naciones de la Nueva Espa-
ña, parecidos á los massagetas, nombre 'que comun·
mente se daba á los alanos y á los hunos. A los ma-
chet~ga, los coloca Ptolomeo en el monte Imaus. (2)
Los huyrones eran una nacÍon scita y los hurones for-
maban una de las cinco naciones del Oanadá. Oumaná,
nombre de 'uu rio de una provincia y de una ciudad
de Oaracas, es el mismo que tenia una parte de la
Oalchida, l/ Oomaná, era una ciudad de Oapadocia. A
Turcoman nombre de un pueblo de la Tartaría, qui-
tándole la r q aeda Tucoman, provincia del Río drJ la
Plata, Quito es el nombre de una ciudad de Oata!!,
Kita, el de una provin0ia cerca de la.gran muralla de
Ohina, y el mismo tiene una que fué provincia en la
América del Sur, hoy I(epública del Ecuador. Se
cree que Cuzco, capital del imperio de las incas, fué
llamado así por haber sido ' sus fundadores una raza
de turcos conocida bajo el nombre de Suizi. (3) 00
tren y Tangu,r eran provincias del Asia: en Chile exis-
te Ooton~ (4) Y en ef Perú Tangora~ (5) A este tenor

(1) Plinio. lib. 5, cap. 17.


(2) Ptolomeo, lib. 6., cap. 14.
(3) GarcÍa. Orig de los ind., lib. 4 cap. 24.
1

(4) Ooton se llamaba tambien el puerto de Oa¡<fr((Jf),


(5) García. Oríg. de los Ind., lib. 4, cap. 24, § 12.
-195-

podria.n citarse otros nombres de poblaciones, que aun


se conservan en varias partes de América, muy pare-
cidos á los del continente antigu/)o
Rooertson confiesa que hay buenar ,razones para su-
poner, que los antepasados de las naciones americanas
desde el cabo de Hornos hasta las extremidades me-
ridional~s del Labrador vinieron del Asia, mas bien
que de Europa, y de igual modo o·pina Dupralz apo-
yado en algunas tradiciones de los mismos indios y
en datos que ministra una atenta observacion.

§ 5.

Pasemos á otro de los fundamentos en que !e apo-


yan los autores de esta opinion, sacados de las analo-
gías y semejanzas que se descubren entre los tártaros
y los indios. Hélas aquÍ:

19 ·Aunque segun el sistema de Ml'. Blumenoack,


es muy marcada la diferencia entre la raza mongol~
y la americana, pues la primera tiene color de espiga
de trigo, cabellos poco. espesos, negros, y ásperos, pár-
pados hundidos, y como hinchados, la figura chata y
salidos los huesos de los carrillos, mientras en la ame-
ricana su color es de canela, con cabellos negros, lisos
.y ásperos, y ~la cara ancha, pero no aplastada, se pa-
recen ambas, sin embargo, en la estatura mediana, ca-
-196-

bello negro, lásio, y, áspero, modo de cortarlo y com-


ponerlo, y en la poca 6 ninguna barba.

29 . U nos y otros andaban desnudos hasta la cintu-


l'a, se vestiaR de pieles, y muchos entre ellos se pin-
taban, 6 rayaban la cara para hacerse formidables á.
.
sus enemIgos.

3? Adornábanse los indios con grandes penachos,


COlno los tártaros y los turcos; los persas se horada-
ban las narices, especialmente las mujeres, para col-
garse anillos, y los indios, las narices, labios y orejas'

49 Los fenos comian yerbas, los hunos raíces y car- _


ne nledio asada, los getas se contentaban con legum-
bres. Los indios comian hasta arañas, y á veces la
carne de los cadáveres, como lo~ scitas.

59 Usaban los tártaros de la yerba hipicej los in-


dios de la coca: .tenian aquellos maiz, careciendo de'

trigo, vino, sal y caballos; lo mismo los indios excep_
to la sal con que contaban en abundancia.

6 9 Su modo de curar las enfermedades era muy pa-


recido: cuando un paciente estaba de mucha grave-
dad, próximo ó. morir, lo mataban, 6 sacaban al cam_
po, para. que fuese pasto de las aves y animales .

. 79 En sus entierros colocaban en las sepulturas


viandas, armas y riquezas. Si eran reyes 6 caciques
-197-

mataban criados y mujeres, para que los acompaña-


ran, vistiendo los cadáveres con los mas ricos trages.
El sepulcro de los incas y el de los chanes de Tartaria
eran muy parecidos.

8~ Sangrábanse los scital de las orejas, y los per-


sas de los bra-zos, cara, y cabeza en señal de dolor y
devocion; ejecutaban igual cosa los indios, haciéndo-
lo tambien de la lengua y espinilla.

99 Los hunos eran melancólicos, inconstantes, li-


geros, vengativos, furiosos, é infi~les, y creían en sue-
ños; los z'ndio$ lo mismo que ellos. Eran los scitas da-
dos á la mágia; los indios eran hechiceros. Los sucie~
de los lapones fueron su.stancialmente como los nahua-
les de los indios; unos y otros idólatras, y sus minis-
tros traian el cabello largo.

10° Entre los tártaros orientales era electivo el rey


como en l\Iéxico. No se atrevian á mirarle, ni á ha-
blarle, sin llevarle algun regalo. Había. indios que no
tenían ni rey, ni ley, y solo seguian el consejo de los
viejos; lo mismo dice Ovidio de las getas, (1) Amiano
de los hunos (2) y ,Veneto de los tártaros. (3)

11 0 Tenían entre sí unos y otros guerras contínuas:


empezaban el combate lanzando grandes gritos; uSa-

(1) Oviclio, Tristium, lib. 5., Eleg.


(2) Amiano Marcelino lib. 31 cap. 1.
(3) Marco Paulo Veneto. cap. 41.
-198-

ban algunos flechas con punta de hueso, 6 espinas de


pescado que solian envenar; cortaban las cabezas de
los vencidos, se las c01gaban como trofeos, los despo-
jaban del pellejo, y se servían del cráneo como de va-
so para beber.

12 0 Los comulenses lo mismo que los indios, eran


muy inclinados á la danza, al juego, y á las bebidas
embriagantes.

13° El año de los tártaros, como el de los indios,


comenzaba en Febrero.

14° Unos y otros usaban muchas lenguas. De sie-


te hace mencion Heródoto entre los tártaros. Expli-
cábanse con figuras como lo hizo Indunfino 6 In-
duntura al enviar un mensaje á Darío. (1)

15° Los tibar~no$ y los cinguis que habitan lo últi-


mo de la Tartaria, se metian en la cama cuando parian
sus mujeres; lo mismo hacían los caribes, los brasile-
ños, y los de otras naciones americanas.

169 El inca reinante en el Perú, sentado en una si-


lla de oro macis o, era conducido á espaldas de hom-
·bres. (2) De la misma manera se hacia conducir el
virey de una provincia de China. (3) Mostrábase el

(1) Heródoto. lib. 4., cap .. 24.


(2) Garcilaso de la. Vega, lib. 6. cap. 3.
(3) Duhalde.-Historia de la China, vol: 2, pág. 252.
-199-

granlt"hansiempre en público sentado en una silla de


plata, haciéndole sombra con un quitasol. (1)

171? Cuando murió Ifuayna-Capac se sacrificaron


mil víctimas; (2) cuando fueron trasladados al monte
Altoi los restos mortales del gran [(Izan flI(mgu se in-
molaron m~s de diez mil individuos. (3) En los sepul-
cros peruanos y en~los de los mogoles se lum encon-
trado considerables riquezas. (4)

181? :Hay otras sernejanzas como los caracteres tra-


zadossobre las rocas, y hospederías en lo~ caminos, (5)
así COTI10 en las representaciones dramáticas, y el uso
de abonos para labrar la tierra. (6)

199 Desde ante~ del emperador J1Iauricio, que vi-


vía el año 580, -venerábase y~ entre los turcos y tár-
taros el signo d~ la ~ru.~, conservándose entre ellos la
tradicion de que Santo Tomás predicó allí el e vange-
lio. En América, como se ha visto, pretenden algunos
que existia igual tradicion y re~pecto á cruces, ~e en-

(1) ~:farco Polo. lib. 2, cap. 3.


(2) Garcilaso de la Vega, lib. 6 caps. 4 y 5.
(3) 1'rlarco Polo. lib. 1, cap. 44.
(4) Ulloa. vol. 1, págs. 368 y 369.-Humboldt. Vue des
cordilliers vol 1, pág. 92.-Torke, vol. 2, pá~ 48.-Coxee
travels vol a, pág. 17.
(8) Garcilaso de la Vega, lib. 2, cap. 10.-Duhalde. vol.
2, pág. 343. .
(6) Garcilaso de la Vega, lib. 5, cap. 3.-Kampfer, pá-
gina 119.
- 200--

contraron algunas en varias partes. La de nlármol 6


jaspe de una sola pieza, perfectamente pulida y tra-
bajada, que se hallaba en un lugar sagrado del pala-
cio de los Incas, como objeto de gran veneracion, se-
gun se ha dicho, cree Mr. Ranlcin que hubiese sido lle-
vada allí por llfanco capac; pues en el siglo XIII ha-
bia muchos cristianes al servicio de los mogoles.

209 Encuéntranse, segun se ha hecho ya notar, mu-


chas palab:pas idénticas, no solo en la forma, sino en
la significacion.

Entre cerca de cien palabras americanas, tomadas


de diferentes provincias, dice Mr. Farclj, reconocidas
idénticas, 6 casi idénticas á palabras chinas ó tárta-
ras, una ciucuentena parte de nombres de pueblos,
poblaciones, Ó, ciudades, diez 6 doce títulos dados á
la divinidad, potestades de la tierra, y algunos nom-
bres propios. A~ vemos que Tzintonza era villa de
N uevo México y Trinzon se llamaba el rey que hizo
construir la gran muralla de China; Montenzuma nom-
bre japones. Monfezuma 6 Mocte,2Juma emperador de
México; Tatarkebn, nombre de jefe en Tartaria, Ta-
larán, nombre de un cacique mexicano; Jfanco, nom-
bre del primer inca del Perú, igual al que llevaba el

nieto de Gengis-kan; Mamanchik se llamaba la espo-
sa de ese inca, y Manchika era el nombre de la reina
Mogol que reinaba en 1619. Al criador de todas 1&11
cosas le decian los peruanos Pacha Camac, nombres
-201-

de orígen asiático. Oing'llí, es palabra tártara, con la


cual se conoce igualmente un inca del Perú. Tepe en
lengua turca quiere decir montc6ña, é igual significa..
cion tiene en la mexicana; fórmase con ella la pala-
bra Chapultepec 6 Chapultepeqzte, montaña de los co-
nejos 6 liebre:w-Benegtepe, Maltepe, monte de rique·
zas. N 6mbrase Teu el dios de los turcos, parecido al
Theo8 de los griegos, y al Teutl de los mexicanos ' con
el mismo significado. La terminacion en an de muchas
palabras de Nueva España, como J1Iiclzoacan, Ooatlan,
indican un orígen tártaro ó turco; pues muchas de es·
tas terminan así, como .21ferglan, Tarcan, Agrian, etc.
Aztlan, que en luexicano significa region de garzas,
es palabra turca.

Todos estos datos tienen una fuerza tal, que aun-


que no produzcan U:la conviccion completa, dan lu ..
gar á grandes vacilaciones. Inclinan á veces el áni·
mo á darles ascenso, y han tenido tanta influencia en
algunos autore~, que los vemos decididos á asignar á
la poblacion de América un orígen tártaro 6 scita.
El P. Carcía, que hubo de examinarlos detenidamen-
te, se expresa así: « Las costumbres de los indios,
cotejadas con las de los tártaros, y otras naciones sci-
tas, parecen las mismas, y tantas, q ne nadie puede
imitarlas sino heredarlas. Aun las que son deseme.
jantes se conocen hijas de las que usaron primitiv~
mente; pues fuera de ser curiosos de oro, de usar de
espaelas, aunque pocas veces los tártaros, los scitas
ESTUDIOS,-TOMO Iv.-30
-202-

de caballos siempre, y los samoyedos de rengíferos;


es cierto que, lo demas concuerdan con los indios las
naciones referiqas.» (1)

§. 7.

Como la Ohina compr~nde una gran parte del A8ia,


y confina con la Tarlaría, de donde se cree sali6 la
raza que vino á poblar la.América, la designan algu-
nos comprendida entre las que la colonizaron.

Apoyánse para esto, no solo en sus tradiciones; si-


no tambien en el considerable número de palabras
chinas que 'contienen las lenguas de los indios, desig-
nando provincias, pueblos, ú otras varias cosas, tales
como Popayan, Xcendava, Xanundi, etc. 'En Pasto,
Cumba; en Chile, Coquímbo; en Perú, Oumbinama,
Carrapa, Pucara; en Nicaragua, Managua; en Yuca-
tan, Champolon, Poloncham; y en Nueva España,
Campal, Tamazulapa; nombres todos de orígen chino.
Ohines y cltinamitas se llamaban igualmente unos in-
dios en Yucatan.

Se parecen tambien en la idolatría; adoracion al


sol; contar entre sus dioses uno mejor que los otros,

[1] García, Orígen de los indios. lib. 4, cap. 24 12.


-203-'

como sucedia con Viracocha entre los peruanos y


Huitzilopochtli en Nueva España; en los lavatorios,
en la grandeza de sus monarcas, en la manera de dar
audiencia, veneracion con que los veian, multitud de
mujeres que tenian para su uso; en el arreglo de los
ejércitos, y deificacion de sus héroe~; en la costumbre
de matar mujeres y criados cuando uno moria para
acompañarlos en la sepultura; en la creencia sobre la
trasmigracion de las almas; en la magnificencia de 108
edificios y destreza en las artes; y por último, en el
empleo de cordel~s y ramales en lugar de letras, á se-
mejanza de los quipos, de los peruanos, medio que pu-
sieron en práctica antes de valerse de figuras, y des-
pues de cifras en la escritura.

, Tambien ha fijado la atencion llamarse entre los


chinos Azalan el primogénito de Lotzitzan, que dicen
rué el tercer hombre criado, y ser Aztlan el punto de
donde salieron los mexicanos, de lo cual deduce el P.
Lafiteau que los pobladores de América pasaron por ,
la. China.

Con objeto de corroborar esta opinion, cítaee así


mismo el hecho de haberse visto en los mares de N ue-
vo México, cuando la expedicion de Vazqtuz de Co-
ronado en 1539, cuatro navíos con la proa de oro y
plata, como los chinos los usaban. Segun Pedro Men .. '
,dez de Avilés encontrar6nse tambien cascos de navíos
chinos en las oril1as del mar del Norte, y E>n Guatulco
-204-

aportaron mercaderes vestidos de seda, que se presu-


me serian chinos. (1)

Opina Mr. Bradford, que la raza roja am,ericana,


es de orígen mong6lico, la cual vino á este continen-
/

te por las islas del mar Pacífico. (2) Mr. Ranning,


en sus investigaciones hist6ricas sobre la conquista
del Perú por los mongoles, sostiene que Mctnco Kapac,
rundador de la dinastía y religion de los incas, habia
nacido de un nieto de Gengis-Kan, aunque otros con
mas razon lo hacen proceder del TibT3t y de la Tarta-
ria. (3) Presta bastante apoyo á esta opinion la cir-
cunstancia de que los tlaxcaltecas creían en la me-
tempsicosis, y la rlivision del tiempo era idéntica entre
mexicanos y japoneses, y estos, los thibetianos y mon-
goles, tenian un zodiaco con los mismos nombres que
aquellos daban á los dias del mes. (4)

Finalmente, Mackensie habla en sus viajes de una


tradicion de los cheperveyanos, por la cual consta que
habian venido de otro país habitado por un pueblo
malvado. Al efectuar el viaje hubieron de atravesar
un gran lago estrecho, de poco fondo, lleno de islas,

(1) GarcÍa. Orígen de los indios, lib. 4, cap. 23.


(2) Historical and statiscal information respecting the
history, condition &.nd prospects of the indian tribes of
the. U. S. tomo 2, parte 11, n. 8. Phigurat types by Mr.
Morton, pág. 348.
(3) César Cantú. Historia Universal, lib. 1, cap. 3.
(4) Idem, idem, idem, refiriéndose á Humboldt, vue
des Cordillers, tomo 2.
-205-

donde habian sufrido gran miseria, reinando un in-


vierno perpetuo con hielo y nieves. Mas adelante di·
ce el mismo autor que la gran familia At7lapace~ vino
de Siberia, y que en su vestido y maneras se parecia
al pueblo que habitaba las costas de Asia. (1)

(1) Historical and statiscal information respecting the


history, condition and prospects of the indian tribes of
the. U. S. by Mr. Schrolcraft. Tom. 1, n. pág. 19.

.-
CAPITULO x~

1. Opinion que da orígen egipcio á la poblacion de Amé-


rica. Razones que para esto se exponen, y semejanzas
que se descubren entre los americanos y los antiguos
egipcios.-2. Juicio de Grocio. Opinion de Mr. Le-
noir.-3. Razones de los que dan á la América orígen
griego.-4. Fundamentos alegados por los que lo creen
romano.-5. Algunos lo atribuyen á los troyanos, y
otros á los franceses, é ingleses, y españoles.-6. Exá..
men detenido de la opinion de los que suponen que la
poblacion americana proviene de los noruegos, islan..
deses, y dinamarqueses. Opini~ de Charlevoix. Jui-
cio de Ma-llet sobre la colonia de noruegos de Vitland.
Vestigios de las colonias islandesas encontradas por
el capitan Graah. Opinion de Humboldt.-7. Seme-
mejanzas con los alemanes.-8. Pasaje de Séneca so-
bre la antigua Thule, y lo que piensa Grocio. Inscrip ..
ciones rúnicas encontradas en 1824 en la isla de Rin-
giktorsoak, y otros descubrimientos hechos' última-
mente.

§ 1.

Piérdese la existencia de Egipto en la oscuridad


de los tiempos. Florecia ya cuando comenzaban tÍ vi-
vir otros pueblos que despues adquirieron gran cele-
-208--

bridad. Opinaba el conde de Caylu8 que los egipcios


sirvieron de modelo á los persas, encontrando entre
las ruinas de Persépolis una relacion muy marcada
entre ambos pueblos. (1) Aunque la cuna de las cien-
cias la ponen unos en Egipto, otros en Asiria, y va-
rios en la India, cref? Huet que en el primero debe
buscarse el orígen de la erudicion india y chinesca. (2)
Es por lo menos indudable, que fué una de las na-
ciones que mayores progresos hizo primitivamente en
su poblacion, en las artes, y en las ci0ncias. (3) Esa
antigua importancia que todos le reconocen, así como
la multitud de colonias que de allí ·salieron para tier-
ras y puntos distantes, ha hecho ~uponer que á ellos
debe su orígen la poblacion de América.

Se ha considerado al efecto, no solo las empresas


y largas .navegaciones ejecutadas por los egipcios, á
pesar de no ser gente de mar, á causa de la superti-
ciosa antipatía inspirada por su religion hácia este
género de vida; sino la vasta extension de su comer-
.cio~ sus conquistas, su poderío, la expedicion de Se-

(1) De l'architecture ancienne, par le comte de Cay-


luso Memoires de literature, tomo 38, pág. 487.
(2) Huet. Hist. de la navegacion, cap. 53, pág. 269.
(3) "Fueron los egipcios los que primero pusieron
nombres á los dioses, habiéndolos tomado de ellos los
griegos, é igualmente fueron los primeros en erigirles al-
tares, simulacros y templos, en grabar sobre piedra figu-
ras de animales, y en ejecutar varias obras admirables
de que existen tantos testimonios." Heródoto, lib. 2
-209-

lOltris en la India de que habla Lucano, (1) y la que


se ejecut6 en tiempo del rey Nechos, de que antes se
ha hecho menciono

Llaman especialmente la atencion las semejanzas


que entre los egipcios y americanos se descubren de,s-
pues de un at~to exámen. De algunas hubo ya de
hacerse particur~r nlencion. Admira mucho por cier-
to la conformidad que entre unos y otros existe res-
pecto de su sistema cronol6gico, aun en los dias epa-
gomenos; (2) en su mitología, c.ulto, y ceremonias re-
ligiosas;en su escritura .compuesta de geroglíficos, y
signos fonéticos y dem.6ticos; en la figura piramidal
usada en sus construcciones, en la distribucion, ador-
no, y pinturas de los edificiofl y paseos, como el La-
oerinto de Texcoco descrito por Torquemada, tan pare-
cido al de los egipcios en la ciudad de IIeracre6polis
de que nos habla Straoon. Adviértense tambien mar-

(1) Lucano, lib. 10.


(2) Hervas dirigió desde Siena una carta á Clavijero
en 31 de J ulío de 1780, con motivo de la publicacion de
la Historia'antigua de México, en la cual le dice: "El
arreglo del año y del siglo, como lo hacian los mexica-
nos, denota una inteligencia superior á la que correspon-
dia al estado de sus ciencias y de sus artes. Fueron sin
duda en este punto inferiores á los griegos y á los roma-
nos, pero el ingenio que se descubre en su calendario no
cede al de las naciones mas ilustradas. Debemos, pues,
conjeturar que no fué obra de los mexicanos, sino de
una nacion mas adelantada en civilizacion, y puesto que
esta no se halla en América, será preciso buscarla en
Alia ó en Egipto."
. tBSTUDloS- TOMO 1v.-31.
- 210-

cadas analogías en la multitu!1 de mujeres que tenian


sus reyes; en el género de penitencias á que volun-
tariamente se entregaban sus sacerdotes; en la parte
que estos tomaban en los negocios públicos, dando su
dictámen y consejos; en el cuidado de escribir la his-
toria, para conservar la memoria de los sucesos nota-
bles, con otras funciones importantes q1J,: ejercian; en
deificar á sus héroes; en el uso frecuente de baños; y
en varias prácticas peculiares, como el ~rbitrio que
empleaban para cojer los cocodrilos, y era el mismo
de que se valian los egipcios, s-egun OlaviJero, contra
los célebres cocodrilos del Nilo. (1) Creian, ademá
en la trasmigracion de las almas; depositaban riq ue-
zas en los sepulcros; llamaban los egipcios Teuil¿ á la
divinidad, así como los mexicanos Teoth, y eran, por
último, superticiosos é idólatras, mentirosos yencan-
tadores, é interpretaban los sueños.

Sorprendido el P. García de tan singulares rasgos


desemejanza, no vacila en asegurarse, que ninguna ·
nacion se parecia tanto á los indios como la de los
egipcios, no solo en las costumbres ritos, idolatrías y
otras cosas, sino aun en la .eonstituccion de los euer-

(1) Consistia este arbitrio en un baston con dos pun-


tas agudísimas, que metian en la boca al cocodrilo cuan-
do la abria para devorar al pescador: al cerrarla queda-
ba clavado en él; entonces éste esperaba que el animal
se debilitara con la pérdida de sangre para acabar de
darle muerte,.
-211-

pos, y sus accidentes, como el color, la forma del pe·


lo, la debilida<i física. etc. (1)

§ 2.

Hugo Grocio los reputa descendientes de los etiopes,


por el comercio que tenian con las islas y tierras del
Atlántico. (2) · N ótanse, en efecto, entre unos y otros
algunas analogías, como el haber usado figuras antes
que letras, en el número de dias de que hacian constar
el año, en · el lavatorio 6 bautismo que ejecutaban
con los niños, y en ungirse la frente y el cuerpo. Es
preciso ademas, tener presente que la Etiopía corn-
prendiia toda la zona tórrida. desde el Africa hasta.
Oochinchina. (3) Diod6ro creia que los egipcios fueron
colonos de los etiopes, entre quienes se encontraban
la misma religion, el honrar y reverenciar á los dio-
ses, los sacrificios, las pompas, y las fiestas; y que
de ellos tomaron el respecto á los sepulcros, el levan-
tar grandes estatuas, las letras, y el uso de las figu-
ras. Otros opinan con Her6doto, que todo esto tuvo su
orígen en Egipto, y que el esculpir en piedra para

[1] GarcÍa. Orígen de los indios, lib. 4, cap. 24, § 95.


[2] Rugo Grocio, Disc. 1 de Oríg de:americ. fo1.1.
ad. 75.
[3J Bianchini. La historia univ. provata coi monumen-
ti, tomo4., cap. 30, § 10 pago 15.
-212-
conservar la memoria de las cosas es invencion suya.
(1) Biancltini cre que pueden concordarse facilmente
estas opiniones, atribuyéndolo á padres é hijos. .

En el sabio y escrupuloso exámen, que hizo Mr.


Lenoir de las obras de los antiguos habitantes de Mé-
xico, hubo de encontrar mucha semejanza con las de
los egipcios. Hablando de la religion, dice: « Imposi-
ble es dejar de notar en ela ntiguo culto de México, lo
mismo que el de Perú, hoy lleno con las ceremonias
del cristianismo, grandes analogías con los cultos de
los antiguos pueblos de Oriente. La religi~n egipcia
y la de la India hubieron de echar profundas raíces,
cuyos retoños parecen haber penetracIo hondamente
en el antiguo suelo americano.» (2)

§ 3.

No me detendré en examinar la opinion de los que


dan á la América un orígen griego, por crerla poco
fundada. El apoyo, que han encontrado para emitirla
descansa en decir que se han hallado esculpidos algu-
nos caracteres parecidos á los caracteres griegos so-
bre una roca cerca de la ciudad de Zamora en el Pe-

(1) Heródoto. lib. 2, n. 4.


(2) }tIro Lenoir. Introdution au paralelle.
-213-

rú, (1) sobre una loza de bs ruinas de Guamanga


CeJ.'Ca. del río Vinaque, (2), y en los edificios arruina-
nados de la provincia de Tzendales de Chiapas. No
puede esto afirmarse, porque tales caracteres son des-
conocidos, é indescifrables hasta ahora. Tampoco pue-
de servir de fundameto á esa opinion, la guerra que
segun Platon sostuvieron los atenienses contra los
atlántides, pues solo prueba que en aquel tiempo la
isla seria una nacion antigua y pujante; ni el estado
de adelanto de la navegacion entre los grie gos, como
10 testifica la expedicion de Jason con la armada de
.A.r90s, pue~ que antes de ellos otros pueblos habian
emprendido con buen éxito.empresas marítimas de im-
portancia; ni el tener los muchachos la costumbre de
cantar las historias de los antiguos, traer las orejas
horádadas, y las mujeres colgando pendientes de ellas,
porque esto no era exclusivamente cos tumbre de los
griegos, sino tambien de otros pueblos; ni la existen ..
cia de algunas palabras parecidas á las griegas como
mama, mamcuma, para · designar la madre y las ma-
tronas, mamacacha, la madre de fas aguas, 6 el mar,
y mama Jj tata en michoacano para llamar la madre y
el padre, lo mismo que I.a voz Theos, Dios que entra
en la composicion de varios voca.b10s en la lengua
mexicana, porque eso no basta para constituir identi-
dad; no, en fin, el hallarse descritas por Plutarco las

(1) GarcÍa. Orfg. de los indo lib. 4. cap. 21.


(2) Cie<ta Chroon. Perú, cap. 87, pago 160.
-214-

Islas Afortunadas, porque antes de. él ya habian


otros hablado de ellas. (1)

§. 4.

Fúndase la opinionde los que hacen descender de


los romanos los pobladores de América en la medalla,
que con la imágen y nombre de Oé3ar Augusto se en-
contr6, segun Marineo, al cavarse 'una mina de oro
en Tierra firm~; (2) sobre cuya certeza hay muchas
razones para dudar; en algunas costumbres de los in-
dios parecidas á las de los romanos; tales como la de
consulta.r las entrañas de los animale3 para adivinar
los sucesos, cantar en sus convites las hazañas de sus
mayores; cortarse el pelo, y echarlo en la hoguera, 6
en el ~epulcro de los difuntos, sacrificar hombres, (3)
colocar en los portales de sus casas estátuas 6 imá-
genes de 3US antepasados, ~uidar y conservar el fue-
go en los templos, ocuparse los sacerdotes de escribir,
guardar, y enseñar la historia al pueblo, (4) y tener

[1] En el descubrimiento 'que segun Pausanias hizo


Euphemo de algunas islas en el Océano, no las encontró
desiertas; sino al contrario con habitantes color de co-
bre y con colas, segun dice, como cabellos. El P. Lafi-
teau cree esto aplicable á los caribes de las Antillas.
(2) Marineo. Bv. hispo lib. 19, cap. 16. .
(3) Séneca. De benef. lib. 1 cap. 28.-Polibio hist.
lib. 6.
(4) Torquemada. Monarq. ind., tomo 2, lib: 2, cap. 10.
-215-

conventos á manera de las vestales; (1) en los cami-


nos y calzadas del Perú, y otras partes, tan pareci-
dos á los construidos por los romanos en España y
finalmente en las palabras latinas encontradas en las
lenguas de los indios, como el ad ver vi, inde que se
usa en la de Chiapas. (2) Tales costumbres no son
exclusivas de los romanos y es, por tanto, fundamen-
to muy débil para re~olver la cuestiono

§ 5.

~Iucho menos me detendré en examinar la opinion


de los que aseguran, que la. América se pobló con los
troyanos que acompañaron á Eneasjespues de la des-
truccion de Troya, apoyándose en aquel pasaje de la
Eneida que dice: iet diversas quoorere terras.» (3)
Igualmente ,es infundada la idea de los que hacen
descender 10's americanos de los franceses, é ingleses, .
haciendo valer los viajes 6 colonias en que, segun los

(1) Alexandel' abo Alexandro lib, 5, cap. 12.-Betan-


zos. Hist. Ind, Parto 1, caps. 11 y 22, .
(2) Llámase en el Brasil anga el alma, ara el aire, po-
tio el pecho, piol al pié. En Virginia llaman panne al pan.
Los indios de Cumana nombran puera á lo interior del
cogollo, y los caribes nunum á la luna, urca al cofre, ca-
nique á la caña de azúcar y arba á la floresta.
(3) Virgilio. Eneida, lib. 2.-Yasconcelos. Noticias del
Brasil, lib. 1, n. 90.-García. Oríg. de los indios, lib. 4,
cap. 24, § 8.
-216-

historiadores, aportaron al continente de América an-


tes de Colon (1) Y en algunos rasgos que indican ha-
ber estado aquÍ; pues esto lo mas que probaria es que
les fué conocido este país; pero no que fueran ellos
sus primeros ha.bitantes.

Tampoco es de creerse lo fueran los españoles, ape-


sar de lo que se ha dicho respecto de Hespero XII,
rey de España, el cual pob161as isl~s Hespérides, (2)
que de él tomaron el nombre, y que no son ni las
Afortunadas, ni las Canarias, ni las Azores, ni las de
Barlovlnto (3); porque no está averiguada csuficiente-
mante la exactitud de tal asercion, no obstante que
se han buscado semejanzas en el idioma, (4) y en la!
costumbres de los indio~ con las rudas de los españo-
les de aquel tiempo.

§ 6.
Otro tanto podría decirse de los noruegos, islande-
ses, y dinamarqueses. Hay, sin embargo, acerca de

(1) Warden.-Recherches etc., cap. 7.-Stewart.-


Jhon Filson y otros.
(2) Gonzalez Oviedo.-Hist. Ind. lib. 2, cap. 3.-Pli-
nio. lib. 6, cap. 31.
(3). GarcÍa. Oríg. de los Ind. lib. 4, cap. 18, §§ 2 Y 3.
(4) Es notable la semejanza que se ha encontrado en
algunas palabras españolas con otras de las lenguas de
los indios, tales como mesa, macho, manca, mocho, mar-
co, moco, mula, mulo, huante, manta, para, pata, papa,
peca, piña, ,pinta, pinto, tanto, tinta, tintin, tio., En Ve-
-217-

ellos la circunstancia de su proximidad al continente


americano hácia las regiones polares,.que ha sido uno
de los puntos, en que mas ' se han fijado los escritores,
para descubrir la union de ambos continentes. 1Iere-
ce por tanto c9flsiderarse este punto con algun dete-
nimiento. Oharlevoix no halla obstáculo en suponer,
que las naciones Tecinas á la bahía de Hudlon traen
su orígen de los noruegos y groelandeses. (1) Mallet
cree un hecho bien confirmado el descubrimiento y
existencia de una colonia de noruegos en Vinlancl. Si
bien se han suscitado dudas sobre cual sea este país,
sup6nese que podria estar P!lituado en las costas del
Labrador, 6 en la isla de Perra-Nova, por la poca an-
chura que tiene en muchos lugares el estrecho de Da-
vis, que separa la Groelandia Occidental del conti-
nente de América, y por lo mucho que avanza en el
Océano Atlántico el cabo Ferawell, 6 punta meridio-
nal de la Groelandia. Es, por otra parte, indudable que
los noruegos emprendieron viajes marítimos de tres-
cientas á cuatrocientas leguas, que descubrieron la
I8landict (2), las islas de Fer6, de Schetland, y la Groe-

raguas llaman hom~ al hombre; en otras partes á la ni-


gua ó pulga piquí de picar, pulla al pelo, llavin cerrar,
cuí á una. especie de conejo y mizO al gato. [García. Orí-
gen de los indios lib. 4, cap. 20.]
(1) Charlevoix.' Discurso sobre elorígen de los ame-
ricanos, pág. 30.
(2) La Islandia. fué descubierta en 861 por el pirata
Nadadd, y la llamó Ins~land, tierra de nieve, nombre que
el pirata Hoke cambió en el que aun conserva, el cual
ETl1DIOS- TOllO 1T.-32.
-218-

landia, y que bubo tiempo en que asolaron las costas


de Inglaterra, Francia, España é Italia. (1)

En las costas del Labrador ha descubierto reciente-


mente el capitan Grctah vestigios de.colonias islande-
sas y noruegas, las cuales se cree fueron poco á poco
desapareciendo por las guerras entre Suecia y Dina·
marca, otras por los esquimales, y las de la parte occi-
dental por los hielos, cuyos enormes bancos impiden
la navegacion.

El baron de Humboldt se inclina á esta opinion.


Uno de sus fundamentos lo toma del jefe que tuvie-
ron los chiapanecos llanlado Votan ó Vodan, que, se-
gun la historia de los scandinavos, ese mismo, 6 el de
Odin, era el nombre del monarca que reinó entre los
$citas, cuya raza, segun afirma Beda, dió reyes á mu-
chos pueblos. Se ~mean tambien argumentos de la
comparacion entre la lengua de los groelandeses y
Norte de Europa con la de los esquimales y Norte de
América, así como de las costumbres que tenían los
islandeses de habitar en cuevas, conservar siempre
fuego en los altares, presentar sus hijos á los foras-
teros, cantar en sus banquetes las hazañas de sus hé-
roes, tener na.huales, y ser hechiaeros, é igualmente
en ]a manera como se gobernaban.

quiere decir tiern, de hielo. Sus primeros habitantes fue-


ron noruegos.
(l) Mallet. Introduccion á la Historia ele Dinamarca,
cap.!I.
-219-

Respecto de los alemanes encuéntranse algunas se-


mejanzas con los americanos~ no solo en la termina-
cion en lant y peque de muchas palabras, sino tambien
en casarse con una sola mujer, castigar el adulterio
como se hacia en Nueva España, lavar en el río á los
recien nacidos, tener por armas arcos y flechas, q ue-
brárselasá. los sóldados cobardes, entregarse al juego
y á la bebida con exceso, y q nedar en calidad de es-
clavo el que tenia comercio carnal con esclavaagena. (1)

§ 8.

Adúcese en apoyo de esta opinion, que Islandia es


la antigua Thule de que habla Sénecc6. Otros, sin em-
bargo, h~ toman por Schetlandia, y algunos para de-
signar lo último de la tierra hácia el Norte, como se
hacia al Oriente con el Ganges, y al Occidente con las
columnas de Hércules. Dícese que de Islandia pasa-
ron los noruegos á Groelandia, y de allí á. América.
Gro.cio dá este orígen á los indio~. (2)

Por último, se añade, COIr.O confirmando todo esto, .


la inscripcion en caractéres rúnicos encontrada enci-
ma de una piedra en 1824 en la isla de Kin.9iktorseak,

(1) GarcÍa. Orígen de los indo lib. 4, cap. 24, § 9.


(2) Grocio. De oríg. americ. 1 y 2 Disert.
-220-

,sobre la costa occidental de Croelandia, en la latitud


de 73 grados, y el hab~rse reconocido últimamente,
que la travesía entre la parte occidental de la Groe-
landia á,la costa del Labrador, 6 isla de Terra-No-
va, se ha hecho en cuatro dias. (1)

(1) Mr. Waorden. Recherches, cap. 7.


CAPITULO XI.

1. Tradiciones sobre el orígen de la poblacion de Amé-


rica que se recogieron en los primeros tiempos de la
conquista.-2. Tradicion mexicana.-3. Tradicion yu-
cateca.-4. Tradicion chiapaneca ..-5. Tradicion- pe-
ruana.-6. Tradicion de Nueva Granada y otras.-7.
Tradicion sobre el diluvio universal; su comprobacion
histórica; grandes diluvios é inundaciones que ha ha-
bido; confusion de las lenguas y dispersion de las gen-
tes.-S. Noticia que se tenia en América de estos su-
cesos; manuscrito azteca sobre esto, publicado por Ge-
melli Carreri, y reproducido por el B. de Humboldt y
Gondra.-9. Lo que sobre esto exponen César Cantú y
Boturini.-lO. Opinion de varios autores, especial-
mente de Cuvier y Serrano.

§ 1.

En • curso de esta obra se han dado á conocer al-


gunas de las tradiciones, que sobre el orígen de la
poblacion de A~érica pudieron recogerse en los pri-
meros tiempos del descubrimiento de este continente.
Voy ahora á hacer mencion de algunas de las mas
notables.
-222-

§. 2.

Empezaré por la consignada en la. primera carta


que Cortés escribi6 á Cárlos V, de la cual hacen es.-
pecial m~ncion Herrera, (1) ClaviJero, (2) y otros his-
toriadores, quienes todos se muestran acordes en ase-
gurar, que los progenitores de 108 mexicanos habían
venido de otros países. En efecto, Mocfezuma, en la
primera entrevista que tuvo con I-Iernan Oortés, le di-
jo: ~'N osotros sabemo~ por nuestros libros, que los
"habitantes de este país y yo no somos indígenas;
, , sino que venimos de muy lejos. Sabemos, además,
" que el gefe que trajo á nuestros abuelos, v·olvi6 á
"su país natal por algun tiempo y vino en seguida á
"llevarse á los que habia dejado. Pero los encontró
" casados con mujeres de aquÍ, padres de .numerosos
"hijos, y moradores de ciudades que habian edifica-
"do, y ~ambien que no querian obedecer á su anti-
" guo caudillo, el cual ~e fué solo. Siempre hemos
"creido que sus descendientes vendrían á tomar po-
"sesion de este país a]gun dia; ahora puesto que ve-
"nís del lado de donde sale el sol, y que decís nos
"conoceis hace tiempo, no tengo duda de-.¡ue sea
" nuestro señor natural el rey por quíen sois envía-
"do. " (3) Si la tradicion se re feria solo á los mexi..

(1) Herrera. Deo. 2, lib~ 7, cap. 6.


(2) Clavijero. Hist. ant. de Méxioo.-Disert. 1.
(3) Primera carta de Hernan Cortés á Cárlos V.
- 223·-

canos, conlO parece indicarlo el texto mismo, poco in-



fluye en la so]ucion de la cuestion de orígen; pues se-
gun hubo ya de indicarse, á los mexicanos habían
precedido otras razas, siendo ellos los últimos que ar-
ribaron al país de Anáhuac, donde se hallaba esta-
blecida la corte é imperio de nloctezuma.

§ 3.

Conservábase en Yucatan la tradicÍon de que los


pobladores vinieron por mar de hácia Oriente, 6 ce-
nial, como llamaban los indios, y creian que de la is.
la de Cuba. «Despues llegó ZUJJma por el Occiden-
te; ó Nohnial, y puso nombre á todos los puertos, ca-
bos, rios, y costas de Yuca tan, los cuales no· eran del
idioma de Cuba, ni del mexicano, sino totalmente dis-
tintos de la antigua lengua de los de Yucatan, que se
hablaba cuando llegaron los españoles. Sabiendo "1-
gunos la lengua de Cuba no los entendían, ni los in-
dios la mexicaY1a, argumento que prueba vinieron los
pobladores de mas remotas tierras. Habíanse aumen-
tado mucho, porque cuando los teochichimecas, des-
pues de la gran batana que refiere Torquenzadu,(Mo-
narq. Ind., tomo 1, lib. 3, cap. 15) fueron buscando
tierras donde poblar, los qu~ 'se quedaron en Yuca-
tan dejaron la propia lengua, y recibieron la de la
·- 224-

provincia que habitaron. Esto acredita la presuncion



de ser mas los que estaban en Yucatan poblados que
los que entraron de nuevo.» (1)

Esta relacion de Oogolludo destruye la opinion de


los que creen, que los pobla'dores primitivos de Yuca-
tan, y los que fabricaron las obras admirables que
hoy se encuentran en ruina~ en esa península, fueron
los toltecas, corroborando la opinion de lJfr. Waldeck
en contrario sentido, har3ta creer que estos y los az-
tecas recibieron de los mayas, antiguos habitantes de
Yucatan, su civilizacion y sus artes, á las cuales su
autor daba un orígen asiático. (2)

§. 4.

Cuentan 105 chíapml.ecos que VInIerOn sus progeni-


tores de hácia Nuevo México, trayendo consigo dos
.tres dioses que adoraban. Dividiéronse en la pro-
vincia de Soconusco en do~ partes: rué una á poblar
la provincia de Nicaragua, poblando lá otra la de
Glliapa3. «Para poblar esta tierra conquistaron á los
que en ella estaban, llamados zoques, y los obligaron

(1) Cogolludo. Historia de Yucatan, lib. 4, cap. 3, fó-


lío 178.
(2) Waldeck. Voyage pittoresque et archeologique
daus la pl'ovince de Yucatan. lnt. pág. 44 Y 101.
-226-

á ir á don-de ahora vive gente de esa nacion. Habien-


do, pues, poblado aquella tierra tuvieron siempre
guerra los chiapanecos con los indios zochiles, tzen-
dale¡¡. y cabile~ que eran sus vecinos y comarcanos
por ra .parte de la sierra. Fuero;n amigos del rey <te
Tehuantepeque, á quien ayudaban con gente de guer-
ra y armas contra el rey de Mexico. N 'll;nca tuvieron
rey sino solo elegian los sacerdotes cada año, dos
capitanes, que eran COlll0 gobernadores, á quienes to-
dos obedecian, aunque era lnayor el respeto y vene-
racion que tenían :1 lo~ sacerdotes.» (Ir

Esta tradicion, referida por el P. García, no resuel-
ve la cuestion, deduciéndose de ella por el contrario,
(].ue los que llegaron de Nuevo lrféxico no fueron ]os
primitivos pobladores, puesto QUf3 ya encontraron en
Chiapas considerable número de
habitantes.

§. 5.

No se encuentra nlejor luz en las tradiciones del


Perú, plagadas de fábulas inverosímiles, referidas por
Betanz03 y otros historiadores. Hacen ellos proceder
á los habitantes de un Cutice Virococha, salido de una
laguna, 6 de un hombre llamado 00lt, sin huesos, ner-

(1) GarcÍa. Orígen de los indios, lib. 5, cap. 5.


lJ,STUDIOS.-TOMO !"V.-33
- '226-

vios, ni miembros, venido del Septentrion, y que por


el medio dia apareci6. otro mejor Hamado Pachaca-
mac: desapareci6 Oon, y los hombres que habia cria-
do fueron convertidos en animales, engendrando ~tros
Pachacamá, de donde procede la poblacion del' Pe-
rú. (1)

Dicen algunos autores que Manco Oapac, su primer


rey, era hijo del sol. Fué quien los civiliz6, inclinán-
dolos al culto de este astro, enseñando á los hombres
.
á cultivar la tierra, y nutrirse con sus frutos, y á las
.

mujeres á hilar lana, acostumbrándolos á vivir en so-


ciedad. Fund6 su imperio cuatrocientos años antes
del arribo de los españoles, y construy6 muchas ciu-
dades. Los peruanos, conservaban, además, la tradi-
cion de que ante~ de los españoles habian llegado al
cabo de Santa Helená hombres de estatura gigantes-
ca, de los cuales uno solo comia mas que veinte de
ellos.

Imagínase Ordoñez que el Perú fué pobln.do por


los culhuas y tulhuas, antiguos habitantes del Palen-
que, que fueron allá por el istmo de Panamá, con-
forme lo indica la provincia de Tumbalá, allí funda-
da segun FruJJ Bartolomé de las Oasas, é igualmen-
te nombre ,de un pueblo de la provincia de tzendales
en Chiapas, distante treinta leguas del Palenque.

(1) García. Orígen de los indios.


- 227--

§ 6.

Los habitantes de la Nueva Granada creian descen-


der de una mujer blanca, llamada Comícalmal, que al
morir se fué al cielo tomando la forma de un hermo-
so pájaro. Los de la California aseguraban que sus
antepasados vinieron del Norte. Los de Nueva Ingla-
terra suponian traer su orígen de la Tartaria, y los
chickasaws del lugar donde se mete el sol.-Los co-
llas decian unos que sus antepasados habian salido de
una cueva, otros ue una fuente, otros de una peña,
y otrós de las lagunas. (1)

§ 7.

Además de estas tradiciones habia otras muy ge-


neralizadas en América sobre el diluvio universal, de
la cua.lpu~den sacarse algunas consecuencias sobre
la cuestion de orígen.

El diluvio universal, la confusion de las lenguas, y


la dispersion de los hombres son tres hechos hist6ri·

(1) GarcÍa. Oríg. de los Ind., lib. 5, eap. último, pág.


335.
- , 22S-

cos, cuya existencia ge encuentra compróbada en In.


hi~toria. tradicional de casi todas las naciones.

§ 8.

Además de lo que la Escritura (1) nos hfL trasmi-


tido sobre este grande acontecimiento, en que la tier-
ra sufrió tantos trastornos con las aguas del mar, que
saliendo del abislno, que le servia de límite, se preci-
pitaban por todas partes, se choeaban con fuerza, yen ..
volvían al mundo en la destruccion, se encuentra com..
probado con las tradiciones orientales; y por autores
de alta importancia y autoridad. Beroso habla de él, y
de la detencion del arca sobre una montaña de Arme-
nia; lo mismo se lee en Nicolá8 ele Damas. Abideno en-
tra en detalles semejantes á los del libro de }rloisés.
Luciano presenta un cuadro animado de este terrible
acontecimiento, de que habla tambien Ovidio en su
primer libro de sus Metam6rfosis: los anales de los chi·
nos, que se precían tanto de antigüedad, y de abrazar
en ellos todos los sucesos notables del mundo, presentan
una prueba irrefragable de su autenticidad. Los medos,
los asirios, y otras naciones, conservaban en sus tra-
diciones la memoria de este suceso. Bianclzini (2) ha-

(1) Gén.,8.
(2) La Storia Universale provata coi monumenti.-
J)ix.-2-cap. 17, § 1, pág. 50.
-229-

bIa de tres grandes inundaciones, el diluvio uni ver-


sal, el particular de Egipto, y el de DeucnJion, al
cual se atribuye, dice, 10 que fué propio del diluvio
universal y del patriarca No~.

Entre el primero y el segundo luedian 600 años.


Los poetas griegos y latinos ha.blan de él como si hu-
biera sido general; así aparece en OlJidio (1) yen Plu-
tarqo. - (2) -Pausa.nías nos ha hablado del diluvio de
Olimpict en Atenas. (3) El de Ogiges queacaeci6 en la
época de su reinado, cubri6la Atica y toda la Acaya,
248 años antes del de De'ltcalion: este acaeci6, segun
se cree, 1620 años antes de Jesucristo, inundándo~c
toda la Thesalia; pero á esta inundacion particular
se revistió de tales caractéres y circunstancias, que
desde luego se vé que·está calcada sobre lo que la
Historia Santa dico del diluvio universal, alterado
por la fábula: varios autores, Walch,entre otros, en
una disertacion que escribi6 sobre eqta materia, así lo
ha puesto de manifiesto.

De los otros dos hechos remarcables, que están


igualmente en el Texto Sagrado (4), hablan tambien
autores muy respetables, y fijan la- época en q~c'su­
cedieron en el año de 1978, esto es, 2157 antes de la

(1) Metam. lib. 1.


(2) De solel'tia. animi.
(3) Lib. 1, cap. 18.
(4) Génesis XI, 5. Y sigo
-230 -

era cristiana (1), y entran en varios c1etalÍes que dan


una idea completa de ellos, y comprueban su exis-
tencia.

§ 9.

En las naciones de América tenian tambien noti-


cia de estos acontecimientos, que representaban en sus
pinturas, de las cuales, y de la tradicion que acerca
de esto existe hablan Gomara, Acosta, IIen'era, Bo-
turini, Laet, (2) Robertson, Piedrahita (3) y Clavi-
jero. (4)

Gemelli Carreri fué el primero que public6 una co-


pia del manuscrito geroglífico actual en papel de ma-
guey, en que están representados el diluvio y la divi-
sion de los idioma.s, en su «Viaje al rededor del mun-
do:» el B. de Humboldt lo reprodujo en l~ lámina 32
de su obra titulada «Vista de las Cordilleras;» y por
último, D. Isidro R. Gondra, hizo en 1846, siendo
director del museo do ~féxico, una publicación im-

(1) Biblia ge Vencé. tomo 24, Cronología Sagrada.-
Tabla cronológica, pág. 293.
(2) J oan de Laet. not ad Dicert. Rug. Grotti de Ol'íg.
Améric., pág. 105. :
(3) Hist. de la conq. del Nuevo reino de Francia. cap.' 3.
(4) Clavijero. Hist. ant. de México, tomo 1, lib. 6, pág.
225 Y tabla 2.-Disert. sobre el oríg. dé la poblacion de
América, pág. 199.
-231-

portante de varios monumentos, que se conservaban


en el museo para dar mas perfeccion á la Historia de
la Conquista de México de Mr. Prescott, y entre esos
documentos figura en primer lugar el manuscrito re-
ferido, cuya explicacion ha sido tomada de la que di6
Si[/uenza y de la del Baron de Humóoldt, y se encuen-
tra en· el tomo 3 9 , que forma el compleill00.to de la
citada obra de 11r. Prescott.
/

§ 10.

Oé3ar Oantú, al hablar del diluvio universal, cuya


noticia dice que se encuentra en todos ·los pueblos,
pues el Fo-hi de los chinos es el Noe de los hebreos,
lo mismo que el Xisuthrct de los caldeos, y el Satria-
vatí de los hindus; hace mencion de la pin tura de los
aztecas, mistecas, y tlascaltecas sobre el diluvio y la
dispersion de los hombres; y refiere c6mo se verific6
ese acontecimiento y el de la confusion de las len-
guas, valiéndose al efecto de un manuscl'ito existen-
te en la Biblioteca del Vaticano copiado por Pedro
de los Rios en 1566. (1)

Boturini (2) avanza hasta asegurar que los indios

(1) César Cantú. Hist. Univ., lib. 1°, cap. 3, cita la


Vista de las Cordilleras de Humboldt, tomo 2.
(2) Idea de una Nueva Historia de la América, cap. 8;
1. n. 5. .
-232-

daban razon no solo de la creacion, del diluvio, de la


confusion de las lenguas en la torre de Babel, y de
los demas período~ y edades del mundo, sino tambien
de las largas peregrinaciones que tuvieron 8WJ gent~,
en el Asict, con años específicos en sus carácteres; y
aunque solo nos di6 el bosquejo de lo que intentaba
demostra~ el aserto de todos e~tós autores, aunque
no nos dé bastante luz para juzg"a r sopre el orígen de
Jos primeros pobladores de América; sí puede dedu-
cirse de todos estos datos con toda seguridad, que Ti-
nieron á este continente des pues de estos aconteci-
mientos, quedando así destruidas las conjetura~, que
en sentido contrario han formado algunos escritores,
cumpliéndose de esa manera lo ordenado por el Señor,
pues el Texto Sagrado dice, que dispersó por toda la
haz de la tierra á los que se habian reunido en los
campos de Senc6ar y ocupábanse en la construccÍon
de la Torre de Babel.

§ 10.

Podría agregarse á 10 expuesto la autoridad de


• • •
otros vanos autores sobre esta luatena, tales como la
de Bochart, (1) Luciano, (2) W. Whi6ton, (3) T7w·

(1) Paley. Lib. 1, .cap 1.


(2) PIut. De Dea Syr.
(3) A new teory of the ca:rth.-London, 1708.
-233·-

mas Burnet, (1) fVordwm"cl (2); estos tres últimos que


consideraban posible el diluvio por solo la accion de
las causas naturales; pero me contentaré con citar á
la letra un pasaje de euvier, y otro de un escritor
moderno muy respetable.

El primero dice lo siguiente:

ti:Yo pienso con M1I. Deluc y Dolomien, que si


«hay alguna éosa perfectaluente deslindada en la geo-
«1ogía, esta cosa es, que la superficie del globo ha. si-
(edo víctima de una grande y súbita revolucion, cuya
«fecha no puede remontarse mucho mas allá de cinco
«6 seis mil años; que esta revolucion ha desplomado
«6 hecho desaparecer los países que habitaban antes
dos hombres, y las especies de animales mas conoci-
«das. . . . . .. que desde esa revolucion el pequeño
«número de individuos salvados de ella se ha re-
'partido, y propagado sobre los terrenos puestos en
«uso.» (3)

El segundo se expresa en estos téminos : «No sola-


«mente todo el g~nero h umano ~e. levanta para ates-

(1) TelIuris theoreica sacra orbis nostri ol'ig. et muto


generalis quos aut jam subcit aut olim subiturus est com-
plectens.-Londini, 1681.
(2) An essai towards the natural history of the carlb,
etc.
(3) euvier. Discursos sobre las revoluciones de la su-
perficie del i1obo.
BSTUDIOS- TOllO IT.-34.
-234-

«tiguarnos con todo el conjunto de sus historias, que


«Dios ha castigado por un diluvio hace unos cuatro 6
«cinco mil años, y que somos una generacion renova-
«da por el agua; sino que las piedras, la~plantas, los
«animales, las montañas, los abismos, los continentes
«y los mares nos revelan e5te mismo cataclismo.

- "La tierra fracturada por algunos pasajes hasta en


, «sus entrañas; sus diversos lechos, arrojados los unos
«sobre los otros" como las olas de un oceano furioso;
das montañas, las plantas, los valles, ocultando enol'-
«mes montones de conchas, de peces, de plantas mari-
«nas petrificadas; elefantes del Asia y del Africa se-
«pultados en la Gra.n Bretaña; cocodrilos de Egipto
«hundidos en las tierras de Al~mania; huesos de pe-
«ces de América, y esqueletos de ballenas sumergi-
«dos en las arenas de nuestro continente; por todas
«partes se hallan incrustados en las piedras hojas,
«plantas, frutas, cuyas especies nos son desconocidas,
«6 que no se encuentran sino en climas mas remotos
«que el nuestro.

«Hé.aquí bien irrecusables testimonios de un di-


«Juvio univer~al, y del horrible trastorno que ha
«producido en nuestro globo. Los antiguos no ha-
«bian notado e~tos hechos. Su observacion ha ve·
«nido á producir en nuestros dias una ciencia nue-
«va, conocida bajo el nombre de Geología 6 ciencia de
«la tierra. Cuanto mayores son los progresos que ha-
-235-

«ce e::;ta ciencia, mas se convence ésta de que la tier ..


«ra misma es el primer monumento hist6rico de las
«revoluciones que ha exp~rimentado.» (1)

(1) Nicolás María Serrano. Hist. univ. D. pág. 626.


Uno de los sabios naturalistas que recorrió la Asia y
una parte de las dos grandes cordilleras, y que nos da
un monumento notable de su saber en sus "Observacio..
nes sobre la formacion de las montañas." M. Pallas se
muestra convencido por sus propias observaciones de la
realidad del diluvio.

.~ .
CAPITULO XII.

1. Gran variedad y número de opiniones sobre elorígen


de los primeros habitantes de América: exposicion de
las de algunos autores.-2. Opiniones de Maluenda,
Bejarano, Oviedo, García, Alderete, Hornio t Gemelli
Cal'reri, Robert~on y Chateaubriand.-3. Se hace men·
cÍon de las de Kircher, Lafiteau, Schoolcraft, Beau·
foi, Warden, Dupaix, J uarros. Dumont D'Urbille, y
Duflot de Maufras.-4. Conjetura~ que pueden for-
marse.-5 . .Suposicion de Mr. Link. Hipótesis de Mal·
tebrnn.-6. Exámen del juicio emitido por otros in·
vestigadores.

§ 1.

N otable es, como se ha visto, la variedad de opi.


niones que existe sobre el origen de los habitantes de
América: puede tenerse como agotado el campo de
las conjeturas; y por eso decia MeCulloe, que sobre
e~ta materia no podía emitirse opinion ~Iguna, que no
coincidiera con alguna hipótesis precedente. Mas pa-
ra que pueda conocerse mejor la exactitud de esta
observacion despues de lo que sobre esto se ha ex ..
-238-

puesto en general, haré mencion de las OpInIOneS so~


10 de algunos autores en particular, porque el núme~
ro, es tan grande, que «podrian, como dice Rooertson,
dlenarse muchos volúmenes de las teorías, y de las
«especulaciones que se han inventado sobre este asun ..
«to;» pues luego que los europeos verificaron el ines ..
perado descubrimiento de un N uevo Mundo, la cu-
riosidad y atencion de los hombres instruidos debia
conducirlo~ naturalmente á indagar el orígen de estos
pueblos. (1)

Maluenda hace venir á los indios de Tubal hijo de


Jafet y nieto de Noé. (2) Pedro Ruiz Befarcmo, apo~
yándose en las Iauaconas manuscritas de los perua-
nos, los hace venir de la tribu de Isachar, quinto hi-
jo de Jacob, y se apoya para esto en e.1 pasaje del
Génesis, lib. 9 Y 15, por convenir á los indios todo 10
que en él se dice. (3)

Oviedo'de Respero, d~odécimo rey de España, fun-


dándose en el nombre de Hespét',de8, que los antiguos
dieron á las islas de Barlovento (4), opinion que apo-

(1) Robertson Historia de la América, tomo 2, lib. 4,


pág. 25.
(2) Maluenda. Lib. 3, de Antichrist.
(3) Léese en su pasaje lo siguiente: "Isachar. asinus
fortis accubans inter termino s vidit requiem, quod esset
bona ét terram quod optima, suposui humerum suum
nd portandum factusque tributis serviens."
(4) Hist. de las Ind.lib.1°, parte 2 cap. 3.
8
,
·-239-

yan Fr. Gregorio Gm"cía (1), Alde1'ete (2); Iíornio los


hace descender no de uno ó pocos hombres, sino de gran
número de emigrantes venidos por varias partes; (3)
no cree que procedan de los etiopes, ni de los celtas,
especialmente noruegos, daneses y suecos (4); no de
los griegos, latinos y turcos, á todos estos los excluye
de América, y presume que la poblacion la recibi6
por tres vías. Los phenicios por el Occidente. Los
scitas por el Septentrion, y los sineses por el Orien-
te (5); á los primeros los hace pasar la primera vez
por Africa, y tragero n consigo á los Atlantes: (6); en-
tre los segundos comprende á los hunos, los tártaros,
los tirios, y otros pueblos (7); y los chateos y 8inen-
ses los hace entrar por el Pacífico. (8) Gemelli Oar-
reri cree que traen su orígen de los Atlantes. (9)
Rooertson, de~pues de refutar muchas de la~ opiniones
emitidas sobre el orígen de la poblacion de América,
dice que hay podero~a8 razones para euponer, que los
antepasados de todas lag naciones americanas Tinie-

(1) .Oríg. de los lnd., lib. 4, c.ap. 17 y 18.


(2) De Antq. Hispan. lib. 4, cap. 17 al fin.
(3) Hornio. De oríg. americe lib. 1, cap. 3, p. 42.
(4) ldero lib. 1, cap. 4.
l

(5) Id~ro, lib. 1, cap. 4, p. 59, 60, 67 Y 68, cap. 5, pág.


mym. .
(6) Hornio. De oríg. american., lib. 2, cap. 3, pág. 130.
(7) ldero, lib. 3, cap. 3, p. 257, cap. 4, pág. 258, cap.
15, p. 356 Y 257.
(8) Idem, lib. 4, cap. 1. p. 403. '
(9) Il Giro del Mondo, lib. 5, cap. 5 y lib, 6, cap. 6,
pág. 6.
'-240-

ron del Asia lilas bien que de la Europa. (1) Ohateau~


oriand compara los árabe5 con los pueblos del Nuevo
l\Iundo, y cree ver en sus costumbres que han veni-
do de Oriente, «de ese pueblo de donde salienm todag
« la~ creencias, todas las artes, todas lU8 religiones.'»

§ 3.

Entre'~otras varias opiniones se encuentra la de Kir-


cher que dice que los egipcios mandaron numerosas
colonias 6. poblar la. China, el Japon, y las India:
Occidenü¿les. IIuet indica que los peruanos descien-
den de negros de Guinea y~ Angola. Lafiteau arranca
el origen de 108 americanos de los salvajes .q ue ocupan
la Grecia y sus islas.
Aunque en las tríbus de indios de 105 Estados-
Unidos de América no se descubre esa avanzada cul-
tura, que revelan las ruinas del Palenque, Yucatan,
Mitla, el Copan, Quiri~ua, y otro~ lugares, ha-sta el
grado de confesar uno de los escritores q uo mf\S han
estudiado aquellas tríbus q ne «las antigüedades de
los Estados-Unidos son antigüedades de la barbarie,

(1) Robertson. Hist. de la Améric'a, tomo 2, lib. 4,


pág. 43.
(2) Chateaubriand apuc1 l\.iM::. Figuier et Zimerman.
El Mundo antes de la creacion del hombre, tomo 2, lib.
3, cap; 5, p. 397.
-241-

y no de. una antigua civilizacion,Jt asegura que su


orígen es oriental. (1)

Al dar á conocer Mr. Beafoi la semejanza que se


advierte en las artes, u~os, costumbres, estilo de lo!
edificios, y religion de los mexicairo~ con-los asirios,
egipcios, y fenicios, manifiesta que ella revela ínti-
mas relaciones entre estos pueblos, sea por alianztl,
por conquista, 6 por c.omercio anterior á Colon. (2)

Mr. Warden, citando al Baron de Humboldt, llama


la atencion sobre las grandes analogías que existen
entre llaciones apartadas unas de otras, como los etrus-
cos, egipcios, thíbetanos, y aztecas en sus edificios,
instituciones religiosas, division del tiempo, etc. «El
uso de \as séries peri6dicas, dice, y de los geroglífi-
cos de los dias, ofrecen analogías sorprendentes entre
los pueblos del Asia y 10~ de América.» A~de que
el Thibet y México presentan notables relaciones en
su gerarquía eclesiástica, en el número de las congre- .
gaciones religiosa~, en la extrema austeridad de pe-
nitencias, y en el 6rden de las procesiones. - En otra
obra del mismo autor (4) se hace mencion de varias

(1) The antiquities ol the United Sta tes are tbe anti-
quities and uot ancient civilisation by Henry R. School-
craft. tom.2, parto 3. pág. 6.
(2) Mexican illustrations. cap. 12.
(3) Warden. Rechercbes sur les antiquités de l' Ame-
tique du Nord et de 1'Amerique du Sud. cap. 11.
(4) Warden. Rapport sur la colleccion de dessins d'an-
tiqnités mexicaines, executés por Mr. Franck.
JlSTUDIOS.--TOXO Iv.-S5
-242-

figuras, que tienen ra~gos de semejanzas con las de


los egipcios, fenicios, chinos, tártaros, y mogoles, no ..
tando en los vasos forma~ griegas, y etruscas, y dis ..
tinguiendo bien dos escuelas diversas, la de México y
la del Palenque, que difieren en su opinion sensible ..
mente en la época, las proporciones; los carácteres, y
los accesorios.

Dupaiz juzga que este hemisferio se pobló con va..


rias naciones, por varios rumbos y en diferentes tiem..
pos. Fúndase en la variedad que se advierte en las
castas de indios, su estatura, las facciones del rostro,
y el color, así como en las lenguas, trages, y mas ó
menos civilizacion. Respecto de los palencanos, dice:
que no repugna á la razon que vinieran de la parte
occidental del globo y que procediesen de 1.. grande
isla Atlántida. J.Jas Canaria~ é islas adyacentes, su..
pone que pueden ser realmente eminencias de esa
gran porcion de tierra sumergida por algun aconteci..
miento, de los que suelen presentarse en e16rden na..
tural, verificándose la trasmigracion antes ó en el
mismo acto de semejante trastorno, impelidos los emi..
grantes por la fuerza. de los vientos, y trayendo consi..
go las semillas de las ciencias; pues el estado en que
se encontraban indican su antigüedad~ atendida la
lentitud con que van progresa.ndo.

Esta opinion de Dupaix habia sido ya expresada


por el P. Garc!a. Reprodújola ta-mbien Olavi/er{), al
-243-

indicar que ios americanos ' procedían de diferente!


naciones, 6 familias dispersas despues de la confusion
de las lengua~. Apóyase tambien en la variedad que
ere ellas se encontró en América, y' en que si descen-
dieran solo de un pueblo, habrian conservado alguna
noticia ó rastro de él. Ignoraban alguno,s descubri. .
miento s útiles, como el de la.' cera y el aceite para
alumbrar, conservando, empero, en sus tradiciones y
pinturas,ideas sobre lacreacion del mundo, el diluvio,
confusion de las lenguas, y dispersion de los pueblos;
pero sin figurar en ellas ninguno de los acontecimien~
tos del Asia, del Africa, 6 de la Europa. (1)

Hace Dotar Juarros la falta de acuerdo que hay


entre los historiadores sobre el orígen de la poblacion
de la provincia de Ohiapas. 'Segun Remesal, (2) era
originaria de l-ficaragua; segun un maftuscrito quiché,
de los toltecas; segun el Sr. N úñez de la Vega, (3)
decendia de veinte señores, y segun ciertos calenda-
rios descubiertos en Huehuetan, pueblo de Soconusco
depositados allí por Votan, este caudillo fué enviado
á poblar estas tierras, cuando en la torre de Babel ~e
dió á cada pueblo su lengua. (4) «Mas lo que no

(1) Clavijero. HiHtOlia. antigua. de México, tomo 2,


pág. 200.
(2) Remesal. Historia. de la provincia de S. Vicente
de Chiapas y Guatemala.. lib. 6, cap. 13~
(3) N úñez de la. Vega.' Constituciones diocesanas.
(4) Juarros. Compendio de la historia de la ciudad de
Guatemala. tomo 2, trato 4, cap. 1, pág. 54. '
-244-

tiene duda, dice el mismo Juarros, es que esta pro-


vincia fué habitada por gente muy poderosa y culta,
y que tuvo comercio con los egipcios, como lo com-
prueban las suntuosas ciudades de Oallzuacan y TulluJ,
cuyos vestigios se ven cerca. del Palenque y OcocinfJo.
En la primera se admiran especialmente algunos edi-
ficios, que nos persuaden que dicha ciudad de OuZ-
huacan competía en magnificencia con las primeras
cortes de Europa. Llama la atencion la suntuosida.d
de sus templos, en los cuales se observan muchos ves-
tigios de la fábula: se ven en ellos geroglíficos sim-
b6licos, y empresas de la mitología: se encuentran
tambien rastros de soberbios palacios: se halla casi
entero un famoso acueducto de tanta capacidad que
puede un hombre pasearse por él. Pero cuando lle-
garon los e~pañoles, ya habia decaido esta provincia
de su antiguo eiplendor, pues no encontraron ciudad
alguna, ni edificio que llamase la atencion, ni civili-
dad y policía en sus habitadores.» (1 )

Dumont d' Urbille cree, que los paleJ~C(m08 proceden


del Occidente, y aun de la Asia, pero no de los hin-
dou~, conjeturando que los habitantes de las Islas Fi-
lipinas son el tipo de los micronocianos, y Luzon y
Mindonao su patria primitiva. «En la Oceanía, dice,
no se encuentran mas que tres razas verdaderamente
distintas. La p~imerar, es la blanca, mas 6 menos en n

(1) Juarros. Obra citada., tomo 2, trato 4, cap. 1 pági-


na 55.
-245-

carnada, que se supone originaria de las cercanías del


Cáucaso, y que se derramó muy luego por Europa y
por otras partes del mundo. La segunda es la ama-
rilla, suceptible de toma.r varios tintes cobrizos, pro-
cedente al parecer del centro del Asia, desde donde
fué extendiéndose gradualmente por el continente
asiático, las islas vecinas de la Oceanía, y aun el
continente de América, salvando el estrecho de Beh-
ringo La tercera es la negra, originaria, segun se cree,
del Africa, de donde pasó á las, costas meridion~les
del Asia, á las islas del mar de las Indias, á las de
Malesia y aun mas allá.» (1)

Asienta JIr. Duflot de Maufras, que las curiosas


investigaciones de los anticuarios del Norte prueban,
que hubieron de arribar al Nuevo Continente pobla-
ciones europeas, pasando por la Groelandia. (2)

§ 4.

Pueden formarse, por último, varias conjeturas.


Se sabe que los árabes emprendieron descubrir tier-
ras, que conquistaron una parte del Afríca, que pa-
saron á España bajo el mando de Tlwric; algunos de

(1) El Orbe pintoresco. tomo 2, pág. 103.


(2) Duflot de Mofras. Exploration du terri toir de
l'OregoH, de la California, etc., tomo 4, cap. 11.
-246-

sus marineros partieron de Lisboa, navegaron en mar


tempestuosa, descubrieron las Canarias, y conocieron
tambien las islas de' Cabo Verde, lo cual era acercar-
se bastante á tierras de América: arrojados por al-
guna tempestad á las Azores, quizá tocaron ent6nces
con algun punto del oontinent~ americano. N o es
tampoco extraño que habitantes de Siria y Arabia,
6 de los reinos de Babilonia y de Nínive, 6 bien del
Aeia Menor, de la Persia y de la India, sobrecogidos
de terror por lo's triu,nfos de las armas de Sesostris,
cuyo poder á .nadie le era dado resistir, y temerosos
de la esclavitud y la muerte reservadas en aquellos
á loe pueblos conquistados, huyeron á países remot.os,
para escapar de tan infausta &uer~e, y que-algunos de
ellos, impelidos por los vientos, apa.rtasen á algun
punto del continente americano.

§ 5.

Supone Mr. Linck que la América rué poblada por


naciones del norte del Asia, pasando al Nuevo conti·
nente por el estrecho de Behering.

Malteorun ha formado sobre esto las hipótesis si·


guientes. Tríbus asiáticas, unidas por consanguinidad
á las naciones finesas, ostiacas,pernisenses, y cáuca·
sas, emigraron á América á lo largo de los bordes del
-247-

mar glacial, atravesando el estrecho de Behering. Es-


ta emigracion se extendió á la Groelandia y á Chile.
Otras tríbus asiáticas, aliada~ igualmente con los chi-
nos, japoneses, ainus, y kouraliers, pasaron á Améri-
ca siguiendo los bordes del grande Oceano, y acaba-
ron por penetrar hasta México. Pueblos originarios
tambien del Asia, y que por alianzas é idioma perte-
ne"Cian á los tougoeieses, mont-aroux, / mongoles y
tártatos, atravesando las partes mas elevadas de los
dos continentes, llegaron hasta M~xico y los Apala-
ches. Ninguna de esta~ emigraciones en el sentir de
Maltebrun fué bastante numerosa para borrar el ca-
rácter original de las naciones indigenas: el lenguaj~
con!ervó allí su construccion gram~tical, y su desar-
rollo,. independiente de toda influencia. extranjera.

§ 6.

Resta ahora examinar el juicio que sobre la pobla-


cion de América han emitido algunos otros eminen-
tes investigadores. Hablaremos en primer lugar del
Dr. D. P(iblo Félix Oahre,·a en su c<Solucion del gran
problema hist6rico sobre el orígen de la poblacion de
América.» N os ocuparemos en seguida de un manus-
crito que no es conocido del P. D. Ramon Ordoñez
de Chiapas, del cual Cabrera tom6 mucha parte de lo
que hubo de dar como suyo; allí ee verá deearrollado
-248-

el juicio que un largo estudio de treinta años le ha-


bia hecho formar sobre tan importante asunto. Dare-
mos despues á conocer la opinion de Mr. Lan!!, con-
signada en su disertacion sobre el Orígen y emigra-
cion de la Polinesia, (1) la de Mr. Rafinisque, al
ocuparse de los anales de Kentucky, (2) la de Mr.
William Jones, presidente de la Sociedad de Bengala,
estflblecida para ocupa4'se de interesantes investiga-
ciones arqueológicas, históricas, y científicas. (3) la
del erudito abate Bra$seur de Bouroourg, quien hubo
de consagrar al estudio d,e las cosas de América una
gran parte de su vida, y que á fuerza de infatigables
afanes, de un celo constante, y .de sacrifici03 de todo
género, logró derramar en sus obras mucha luz sobre
la historia de este continente;Uamando la atencion del
mundo científico acerca de varios puntos que apenas
habian sido indicados, con la circunstancia. de haber
tenido á la vista no solo los trabajos conocidos de los
escritores de América, sino de haber registrado en
sus numerosos viajes otros varios inéditos, que 3e ha..
Han e~ las bibliotecas y archivos públicos, al gunos
de los cuales son de inapreciable valor y extraordi-
nario mérito, y por último, la de E. B. d'E. que pa-
ra exponerlo con todos sus fundament'os, hubo de es-

(1) View of the origin and emigration of the Polyne-


sian nation.
(2) Ancient history or annals of Kentucky.
(3) Asi~tick researches or trancsations of the society
instituted in BengaI.--,London 1798,
acribir una obra en 4 9, mayor d~ 610 página~, y la. de
Mr . James H. McCulloc.
Como 108 diversos sistemas expuestos por estos es-
critores merecen examinarse separadamente, por sus
peculiares circunstancias, y el mas 6 menos grado de
exactitud que ofrezcan, atendiendo á los diferentes
datos que para formarlos tuvieron á la vista, será su
análi~is el objeto especial de los capítulos siguientes .

. _.

:lSTUDIOS.-TOllO IT.-S6
CAPITULO XIII.

l. Opinion del Dr. Cabrera.-2. Fundacion del reino de


Amaquemecan y reyes que gobernaron en él. Distur· ·
bios y otras causas que ocasionaron su destruccion.-
3. Medalla de cobre en que el Dr. Cabrera apoya su
relato.-4. Düerencia entre lo que él expone y lo que
afirma el Sr. N úñez de la Vega.

§ 1.

El1Jr. Caorera funda su sistema en la narracion


de Votan, contenida en un manuscrito en lengua india
encontradó en Chiapas; en lo que acerca de él escri-
bi6 el Sr. Núñez de la Ve9a en sus constituciones
diocesanaR, en una medalla de cobre ~ue poseia y
consideraba como el compendio histórico de esa parte
de la América septentrional; en el contenido del in-
forme del eapitan del Río sobre las ruinas del Palen-
que, y en algunas de las observaciones hechas por
varios escritores respecto del antiguo y nuevo conti-
nente.
-252·-

La poblacion de América, segun él, trae su orígen


de los hibitas 6 nebilas, descendiente~ de Heldn, hijo
de Oanaan. Establecidos sobre las márgenes del Me-
diterráneo, fueron de allí expulsos algunos años antes
que los hebreos salieran de Egipto. Resolvieron fijar-
ee en la F{l!nicia, donde fundaron las ciudades de As-
calon, Gaza., y otras notables entre los antiguos. Des-
de ellas hacian frecuentes salidas, sosteniendo varias
guerras con sus vecinos. Los que habitaban desde
Azzot y Gaza fueron arrojados de aquellos lugares
por los capthoren3 6 jilisteos._Algunos de ~llos, ú otros
de los que se dispersaron por varias partes, vinieron
á América, conducidos por Hércule3 Tirio, que supo-
ne Oabrera fué uno de los antepasados de Votan.
Fundaron la ciudad de Aleda, capital de la Isla E,·
pañol", situando la Septaniania en que se hallaba si·
tuada.

El mismo autor dice que el abuelo de Votan era


originario de Trípoli en Si1~ia, siendo el 'Primero que
pobl6 el Nuevo Mundo. Votan su nieto, partiendo ~e
Vahtm- Votan, donde se hallaba establecido, embarcó
la primera colonia compuesta de siete. familias,_con
la cual vino á poblar el continente, distribuyéndole
tierras. En uno de los viajes que hizo al Antiguo
Mundo, di6 noticia á los romanos y cartagine~es . de
estas regiones, á las cuales enviaron los últimos una
colonia, antes que empezaran las guerras púnicas.
Cuando regresó de uno de esos viajes, encontró ya en
-253-

Am~rjca siete familias izequiles, que se habian unido


con las siete que -él mismo hubo de traer de Volum-
Votan. _E n los cuatro viajes que emprendi6 á Ohivin,
~u patria, que era Tr-ípoli en Siria., pas6 por España
y Roma, dond'e vió la gran casa fabricada y habita-
da por Dios. -Noticiosos los cartagineses de la. exis-
tencia de estos países por la relacion de Votan, tal vez
confirmada por los marineros del liajel de qua habla
Diódoro, emigraron mucho~á ellos, atraidos por su
belleza y abundancia, 6 huyendo de las guerras y
desgracias de su patria.

§ 2.

Eran al principio gobernados por dos jefes, nom-


brados por 103 sacerdoteB, escogido _el uno de entre
las 8iete familias traidas por Votan, y el otro de en~­
tre los izequiles. Sin embargo, luego que el número
de cartagineses lleg6 á aumentarse y hubieron de ad-
quirir preponderancia, enseñoreáronse del país, fun-
dando ent6nces el reino de AmaquerJJecan, situ~do en
la proyincia de Ohiapas, de que era capital la célebre
ciudad del Palenque, cuyas ruinas excitan tanto In. ad-
miracion de todos. Hubo allí, segun Torquemada,
tres reyes. El último de ellos llamábase Hamacaizin,
dando lugar su muerte á una terrible disputa de su-
-25~- .
cesion entre sus dos hijos, que produjo grandes di-
senciones y calamidades. Esto, unido á la. consterna-
cion que produjo el decreto del Senado de Cartago, que
prohibia emigrac,ione~, segun refiere Diódoro; el te-
mor eil que á causa de él ent1:aron los habitantes; el
castigo severísimo á que su conñucta los habia ex-
puesto, y los disturbios que surgieron entre los pri-
meros pobladores, subyugados por los que sucesiva-
mente fueron llegando, di6 por resultado 1& caida y
ruina de Amctquemecan, verificada ciento ochenta y
un años alltes de Jesucristo. Sup6nesele una dura-
cion de 190 años.

§ 3.

Cita el Dr. Cahrera, en comprobacion de lo ex-


puesto, la medalla de cobre que poseía, la cual con
dos ejemplares de su obra hizo presentar al rey de
España, en 2 de Junio de 1794, reputándola como
prueba auténtica de la narracion de Votan. Dice. que
que los siete árboles representados en uno de sus la-
do~, son el símbolo de las siete primeras familias, que
Votan condujo á e!te continente. El mas grande co-
locado en el centrQ, es una ceiba, 6 algodonero sil-
vestre, cuyas ramas hacen sombra á los demás. En
su trono está enroscada una culebra, para designar
la procedencia de toda. las familias del Hibite. N6-
-255-

tase que uno de los árboles yace marchito, saliendo


de su raíz un tallo de diferente espec!e, lo cual indi-
ca la extincion de una famUia, y la aparicion de otra
que ocupa su lugar. En el reverso de la medalla se
encuentran cuatro árboles y un indio arrodillado en
actitud suplicante, con las manos juntas, y los ojos
bajos; á sus dos lados se ven dos cocodrilos con la bo·
ca abierta, que parece quieren devorarlo. Es una alu-
sion de los tzequ'iles que encontr6 Votan á su regre80
de Trípoli.
.
. Esta explicacion, y la que hace de las dos figuras
esculpidas en piedra encontradas por el capitan del
Río en las ruinas del Palenque, que representan á Vo- .
tan, simbolizándose en Qllas los viajes que emprendi6,
su regreso, BU estableaimiento eJf América, y sus as-
cendientes y descendientes; y lo que asegura Clavi-
jero sobre el arribo de los chichimecas 6. Anáhuac, y
Torquemada sobre Amaquemecan, así como los dis-
Cursos de Moctezuma sobre la venida do los mexica-
, nos del Oriente; y las opinione.s de Huei, Alelo Veno-
ga, y otros sobre el orígen de la poblacion de' Amé-
rica, persuadieron al mismo Oabrera, que habia ave-
riguado con seguridad, si no el origen de todos los
americ~nost por lo menos de todos los que se hallaban
en los países que tienen por límite el golfo de Méxi..
co é islas adyacentes.
.:-. 256-

§ 4.

Com.parando, sin embargo, la relacion de Oabrera


con las noticias, que acerca de Votan nos ha dejado el
Sr. Núñez de la Vega en sus «Constituciones dioce-
sanas» se advierte que aquel da á Votan una existen..
cia muy posterior á la que éste le supone . . Dice Ca-
brera que Votan vió la gran casa fabricada y ha1>ita-
da por Dios, que segun él fué el magnifico templo
que los roma.nos consagraron -á Rómulo y Remo, fun-
dadores de aquella nacion, para perpetuar la memo-
ria de la paz y alianza celebrada conlos samnitas,
despues de una guerra ·sangrienta que duró ocho año~,
y el tratado que se ajustó 464 años despues de la
fundacion de Roma, 291 antes de Jesucristo, como él
mismo asegura. El Sr. Núflez de la Vega,refiriéndo-
ee á un cuaderno histórico escrito en idioma indio,
dice que «Votan vió la pared grande (torre de Babel)
«que por mandato de Noé su abuelo, se hizo de~de la
«tierra hasta el cielo, y que es el primer hombre que
«envió Dios á dividir y repartir la tierra de las In-
edias, y que allí donde vió la pared grande se le di6
«6. cada pueblo su diferente idioma.» E~te suce~o, se-
gun todos saben, toca con los primitivos tiempos del
mundo: verificóse 2224: años antes de Jesucristo, es-
to es, 1471 antes de la fundacion de Roma, 753 años
-257 -

antes de la venida de Jesucristo, y de consiguiente


antes de la época en que supone ex.istente á Votan.
Da á entender Cabrera que Hércules Tirio fué abue-
lo de Votan, 6 por lo menos uno de sus antepaeados;
el Sr. Núñez de la Vega amma que fué nieto de
Noé. (1) Diferencias tan mar~adas hacen sobrado in-
cierta la opinion del Dr. Cabrera, quien para formar-
la hubo de apoyarse principalmente en -los datos que
le ministró este mismo autor, á quien otros han se-
guido y de quien tanto discrepa en puntos tan cardi-
nales. Aunque ha procurado fundarse igualmente en
pasajes"de escritores traidos ásu intent~, preciso ee
convenir que no podia hacerlo con acierto, cuando re-
sultan contradicciones palpables, que debilitan el jui-
cio, é introducen la duda y la incertidumbre.

(1) N úñez de la Vega.-Constituciones diocesanas.-


Preámbulo D. 34, § 30.

.. . ..

UTUDIOS- TOllO 1T.-37.


CAPITULO XIV.

1 Opinion de D. Ramon Ordoñez: se da idea de la ~bra


que escribió; lo que comprende, y cómo está dividida.
-2 Llegada de los primeros pobladores de las Anti-
llas. Votan. Fundacion de la famosa ciudad de Na-
chan.-3. Arribo de diez y nueve colonias mas. Veni-
da de muchos cartagineses, y fundacion de varios ~ue­
blos y.ciudades. Llegada al Palel!que de si~te trIbus.
cartagmesas y dos españolas. Orlgen del remo tulte-
co. Establecimiento de los reinos de Yucatan, Calhua-
can, Tulha, y Chiquimula.-4. Emigracion hasta Ca-
lifornia. . Situacion de J ovel 6 el primer México.-5.
Tie~po en que vinier0!ll?s primitivos pobladores á las
Antillas, y su estableclJlll.ento en el Palenque.-6. Ca.-
rácter y circunstancias del sistema de Ordoñez.-7.
Coincidencia de los datos reunidos por Boturini con
la opinion de Ordoñez. Análisis de la opinion de uno
y otro. Los fundadores de Tula, Culhuacan, Ococingo,
I el Palenque.-S. Respuesta á una objecion deduci-
aa de los mapas antiguos, que fijan por California la
entrada de los culhuas y tulhuas.-9. Manuscrito ti-
tulado "Probanza de Votan."

§l.
Menos sujeta á inconvenientes es la opinion del
P. D. Ramon Ordoñez, verdadero autor del sistema,
que, alterado y con algunas diferencias, presentó
-260-

como propio el Dr. Cabreraj pero cuya idea princi-


pal no es suya sino del mismo Ordoñez. (1) Comu-
nic6sela á fines del afio de 1788, cuando se Ti6 pre-
cisado á ir á Guatemala EL defenderse ante el Metro-
politano D. Gayetano Francos lrIonro!l de la causa que
en Chiapas se le habia formado por su constancia,
energía, y decision como promotor fiscal en algunos
negocios en que intervino, logrando á su favor una
resolucion honrosa.

Ent6nces rué cuando hab16 al Dr. Oabrera del plan


de una obra en que se ocupaba, dividida en dos libros.
Debia comprender el primero la trasmigracion de los
in,jios del Asia á América, arrancando la historia des-
de la creacion del mundo; los períodos de su peregri-
nacion; el orígen de su idolatría, y sacrificio~ devíc-
-timas humanas; y el establecimiento d.e su primer im-
perio, con lo demás digno de saberse.
En el segundo se proponia hacer una exacta des-
cripcion de la ciudad arruinada del Palenque,quiéne~
la fundaron, y en qu.é tiempo, cuándo, y por qué

(1) El Padre D. Ramon Ordoñez era muy versado en


las antigüedades y lenguas indias. Conocia perfectamen-
te los usos y costumbres de los de Chiapas. Desempeñó
allí varios cargos honrosos en la carrera eclesiástica, ta·
les como secretario y procurador del dean y cabildo ecle-
siástico, promotor fiscal del obispado, maestro de cere-
monias, examinador sinodal, defensor de matrimonios,
revisor y expurgador de la Inquisicion, y provisor y ca-
nónigo de la. Iglesia Catedral.
-261--

causa fué abandonada por sus moradores" con qué


nombre es conocida esta. region en :la Sagrada Escri-
tura, y los res1\ltados á que podk'l. conducir el descu-
brimiento de la.s ruinas de esta populosa ciudad.

Para escribir tan importante obra tenia -ya hechos


muchos apuntamientos, y aun extendida ·una parte de
ella. Todo l0. confi6 al Dr. Oahrera, mostrándole sus
manuscritos, y dándole de palabra ámplias explica-
ciones, para hacerle conocer su prop6sito. Supo aquel
aprovecharse perfectamente de tal confianza, lamen-
tándose despues Ordoñez de la conducta que con él
habia observado, hasta sacar cuanto provecho 6 uti-
lidad quiso del fruto de tanto trabajo, y del estudio
no interrumpido de muchos años.

El P. D. Ramon Ordoñez nunca lleg6,.. sin embar-


_go, á concluir su obra. De e'la he visto algunos frag-
mentos, que tratan de la teología de los antiguos ha-
bitantes de América, única parte que tenia termina-
da. Proporcion6me su lectura mi bondadoso é ilustra-
do amigo el Sr. D. Isidro R(l>fael Gandra, conserva-
dor que fué del ~fuseo N.acional, á quien tanto de-
ben las letras, y especialmente la historia, po r el celo
con que promovia cuanto á ella se referia. :ta con-
servacion de este manm~crito se debe al general D.
Juan Pahlo Ana?Ja, el cual lo encontr6 entre los pa-
-peles del Sr. Ordoñez cuando estuvo ,en Chiapas el
·año de 1825, recogiéndolo, y enviándolo al Supremo
-262-

Gobierno, que mand6 depositarlo en el ~Iuseo Na-


cional.

Por algunas especies que en ese m\nuscrito se en-


cuentran e::lparcidas, viénese en conocimiento del jui..
ciO' formado por Ordoñez respecto de los primitivos
habitantes de América. En el campo de Sennaar fué,
segun él, donde despuesdel diluvio hubo de fijarse la
familia de Noé, multiplicándose tanto el género hu ..
mano, que lleg6 á ser necesaria su separacion. Edifi.-
cóse la torre de B,abel, verificándose la confusion de
las lenguas, y dividiéndose las familias que allí esta_
ban reunidas. Este es precisamente el punto de donde
partieron los primeros pobladores de Aruérica, condu-
cidos por cuatro capitanes, · los cuales, despues de una
larga peregrinacion, llegaron á las islas Afortunadas
6 Can~rias, y de allí pasaron á las Antillas, donde
comenz6 la poblacion, qtlC despues hubo de cubrir de
gente á la América. Traian consigo cuatro ídolos,
llamados Toil, Abiliz, Acabitz, y Nichaiucac, á los
cuales ofrecieron sacrificios luego que llegaron, cele-
brando su arribo con bailes y fiestas.

§ 2.

Entre los que vinieron á poblar esta parte del Nue ..


vo Mundo, se nombra un tal Votan, natural de T,.í-
-2~3-

poli, á quien se atribuye la fundacion de la l[abana.


En línea recta desciende de él otro llamado tambien
Votan, de dicha ciudad originario, que era el· tercero
de los de su linaje, siendo noveno nieto del Tripolitano,
el cual era ya. el sexto de la familia de este nombre.
Ese último form6 el proyecto de trasladarse con una
pequeña. colonia á otras regiones, constituyéndose el
jefe principal de ella. Así lo verific6 partiendo de la
Habana. El primer punto donde hubo de tocar fué la
costa oriental de la bahía de Oampeche; de esta pasó
á la Laguna de Términos; y de aquÍ, siguiendo su
derrota por el rio Usumacinta, penetr6 hasta el Pa-
lenque. En ese lugar fUlid6se la ciudad de Nachan,
corte de una gran nacíon.

§ 3.

Despues de eRtos primeros moradores vinieron diez


y nueve colonias mas, guiadas por sus respectivos ca-
pitanes, á saber Mox, (álias Nino) , Igh, Chanaan,
Abagh, Fox, Mexic, Lambai, Molo, Elab, Batz, ~bob,
Been, Hix, Tziquin, Chavin, Chic, Ohinax, Cahogh y
Aghual. En seguida fueron aportando sucesivamente
muchos cartagineses atraidos por la fama, enlazándo-
se con las familias de los que originariamente habian
venido de la Habana.

Fundadas ya la antigua Cullmacan, que fué la ciu-


-264-

dad de Nachan, la primera Tulha, y .varios de los


pueblos de sus confines, arribaron al Palenque siete
tríbus eartaginese!; acompañadas de dos españolas,
guiadas las últimas por ~us capitanes Maniorado y
Oazquite, todas las cualescontrageron tambien enla-
ces con las hijas de 10's antiguos moradores. Andan-
do el tiempo negaron á unir sus intereses, ee hicieron
poderosos, y s~ enseñorearon 'del paíe, sometiendo ba-
jo su poder á los primitivos habitantes. Aument6se
la poblacion prodigiosamente, y de allí proceden las
innumerables familias, que dilatadas por nuestro con~
tinente, fundaron el reino tulteco, cuya corte fué
Tulha antigua eiudad del Palenque. Extendieron su
dominacion por toda la América, y establecieron· los
cuatro reinos principales de Yucatan, Culhuacan, Tu-
lha, y Chiquimula. Reconocíanse siempre como vasa~
llos de CariaDO, eu patria primitiva, de donde habian
venido, sin haber obtenido permiso de los magistra-
dos ·que allí gobernaban ent6nces. Vivian por tal mo-
tivo temerosos de su indignacion, y de que prepara..
sen algun severo castigo, mandando una armada. con-
tra ellos, especialmente despues del llamamiento que
se les habia hecho, al cual resueltamente se nega-
rOD.

§ 4.
Con objeto de evitar el peligro de ser ~orprendidos,
y arrancados quizá del país donde se . hallaban tan
-265-

contentos, resolvieron revelarse contra Cm-tago, é in lo

ternarse á ' inc6gnitas comarcas, donde su poder no


pudiera alcfinzarlos. Dirigiéronse, en efecto, hasta la
península (le California . En su larga peregrínacion
se fLleron quedando en Jovel, y toda la parte del So ..
conuseo, algunos pueblos de su nacion, los cuales mé-
nos tímidos que los otros, no querían alejarse d~ su
, antigua residencia para ellos llena de tantos encantos
y ventajas, habiendo muy á su pesar decidídose á
abandanarla. Este Jovel, en lengua mexicana Zaca-
tlan, 'e~ el nombre del prÍ1ner ,México, y estaba situa..
do donde hoy existe el barrio elel Cerrillo de la ca pi..
tal ,de Chiapas.'

Al llegar á California, fundaron la nueva Cjulhua-


can, 'en memoria de la ciúda.d del mismo nombre, que
habian dejado en el Palenque, y de donde eran oriun-
dos lo~ culhuas, quienes fueron SU8 fundadores. Lo
mismo hicieron 'les toltecas, otra de las cuatro nacio ..
nes 6 cortes en que ent6nces estaba dividida l~ po ..
-blacion, la cual emigr6 tambien, fundando al regresar
de California por el mismo camino que habian pasa..
do, In. ciudad de ' Tulha, nombre que tenia la de OC9-
cingo en Chiapas, su patria primitiva. Désparramá-
ronse unos y otros por las tierras de Nueva España.
donde fundaron varias ciudades, en memoria de las
del Palenque, diéronles el mismo nombre que aque-
llas en que sus promogenitores estuvieron radicados.
Es memorable entre ellos la Tecpaneca, la cual no
ESTUDIOS- TOllO !T.-3S.
-266-

obstánte haber sido corte del reino de Atzcaputzalco,


conserv6 el nombre de Tecpatan, que tiene ahora uno
de los pueblos de Chiapas. .

§ 5.

No se contenta el .P. OrdoPiez con indicar así su


opinion sobre el orígen de los habitantes de América,
SIno que calcula el tiempo en que aportaron á las
Antillas, cerca del año 3,000 de' la Creacion, donde
fundaron la ciudad de la II(eóancc, de la cual sacó Vo-
tan la colonia con que vino 6. establecerse en el Pa·
lenque. Esto, atendiendo 6. los datos anteriores, debe
haberse realizado algunos años lnas tarde, y de con·
siguiente quinientos años dcspues de la dispersion de
las gentes, la cual, ~egun la cronología de los antiguos
habitantes del Palenque, se efectuó el año 2.497 de
la Creacion. (1)

. (1) El Padre García, oríg. de los Ind. lib. 4., cap. 18,
citando á S. Isidoro, lib. 7, Etimolog. cap. 2), hace notar
que las naciones, los reinos, y provincias, tomaban anti·
guamente el nombre de sus fundadores, reyes, ó capita-
nes: los de Asiria lo tomaron de Asur; los de Lidia de
Lido; los Hebreos de Heber; los Israelitas ele Israel; los
Moabitas de Moab; los Amonitas de Amon)' los cananeos
de Oaanan/ los Sidonios de Sidon; los Sabeos de Sabaá/
los Gebuseos de Gébus/ los Persas de Perseo)' los Caldeos
de Oaseth, hijo de Nacos, hermano de Abraham; los }~e·
nicios de Fém'x, hermano de Cadmo; los Egipcios de
-267-

§ D.

Sensible es que, en los fragmentos que ql.ledan del


manuscrito del P. Ordoñez, no se encuentren sino li-
geras indicaciones sobre lo que se ha expuesto acer-
ca de la poblacion de América. No pueden por lillas
alcanzarse todas las razones en que las apoyaba, ni
seguir p~so á paso su desarrollo, para juzgar de su
sistema en ,todos sus detalles, y poder ca1cular el gra-
do de probabilidad que tenga. Sin embargo, lo que
se ha expuesto basta para convencer, que no.es una
extravagancia, ni un delirio, ni una de esas 'opinio-
nes que se forman al antojo, creando los sucesos y
las circunstancias mas á pro~6sito para hacer creible
un sistema. Este es, por el contrario, tan completo,
que todo se explica y satisface, á diferencia de la va-
guedad conjetural, que se advierte en aquellos pura-
mente ideales.

El P. Ordoñez habia meditado mucho sobre la ma-


teria, conociendo cuanto sobre ella se habia escrito .
.
Egipto, su rey, compañero de J ason; los Troyanos de
Proa, su rey; los Siciones de Sicion; los Arcadios de Ar..
cadio su rey; los .Arjivos de ArJo/ los Macedonios de Ema-
cion, su rey; los de Epiro de Pirro, su rey; los Lacede-
monios de Lacedemon, hijo de Júpiter; los Romanos de
RÓ1nUlo, que edificó tÍ Roma.
-268-
, .
Despues de largos años de estudio, de atenta obser-

vacion, de exquisitas comparaciones, y diligentes in-
vestigaciones, pudo entender un manuscrito antiquí-
simo que encontró entre los indios, titulado: «La pro_
lJanza de Votan.» De él tuvo conocimiento el Sr. Nú-
ríez de la Vega, y afanóse e)l vano Boturini por ad-
quirirlo, cuando estuvo en Chiapas. Contiene los da-
tos principales que sobre la poblacion de América se
han indicado ligeramente. Este manuscrito indio se
ha perdido. Yo lo he solicitado con empeño, pero mis
pesquisas y -las d~ mis amigos han sido hasta ahora
infructuosas.

§ 7.

Es sabido que Boturíni hubo de concebir la. idea


de una gra.nde obra Bobre América. Era vasto su pro-
yecto. Atendiendo á los nume~osos datos que se pro-
porcion6, á las pinturas y mapas que poseía, al cono-
cimiento de las lenguas del paí~, donde pasó ocho
años acopiando los materiales, que habian de servirle
para llevar á cabo su proyecto, y á las noticias que
nos dej6 en el ensayo de la hitoria que meditaba, que
fué lo único' que pudo escribir, debe calificarse por
»
uno de los autores mas respetables . . Aunque sobre el
origen de la poblacion de América difiere en puntos
muy cardinale~ del P. Ordoñez, su obra ministra da-
-269 --

tos que, bien analizados, confirman y apoyan el sis·


tema por éste formado.

Ocupnndose Boturini de inquirir el orígen de las


familias que poblaron este continente, el punto por
donde pasaron, y la parte e:l que fijaron sus prime-
ros establecimientos, se decide, apoyándose en un ma-
pa tulteco, en que siete familias de las que asistieron
á la fábrica de la torre de Baóel, verificada la confu-
sion de las lenguas, fi3e apartaron con sus mujeres é
hijos en los campos de Senaar, y desp ues de haber
peregrinado en Asia, llegaron á tierras de Nuevc~ Es-
paña internándose hasta Tula, que hicieron corte y
cabeza de su imperio. (1) Esta colonia fué acaudilla-
da. en su peregrin~cion por Huitziton, á. quien todos
respetaban, ejerciendo grande autoridad. Lleg6 por el
mar del Sur á Oalifornia, y de aquí fué extendién-
dose por el continente. Hubo de fundar la ciudad de
Oulhuacan, que, segun los mapas de los indios, esta-
ba situada enfrente de Oalifornia, casi á los últimos
extremos de la península, y dividida de ella solo por
un brazo de mar, el cual hubieron de atra.vesar en
una especie de embarcaciones llamadas acalles.

De todo esto se infiere, que Boiurini conviene con


Ordoñez en el primitivo Oiígen de las gentes que vi-
nie:ron á poblar el Nuevo Mundo. Ambos los hacen

(1) Boturini. Idea de una nueva historia general, etc.,


§ 16, n. 11.
-270-

partir de los campos de Senaar, de~pues de la confu-


sion de las lenguas, verificada con motivo de la cons-
truccion de la torre de Babel, en que se hallaron pre-
sentes. La primera ciudad que fundaron en el conti-
nente de América, segun su sentir, fué la de Culhua-
can, que quiere decir pueblo de culloras. Se le llama
así, porque sus fundadores pertenec~n á la estirpe de
Heveo, hijo de Olwnaa17" nieto de Cham, y biznieto de
Noe, siendo harto sabido, que en la lengua fenicia he-
beo, quiere decir cule1Jr(~, lo mismo que chivin en la
hebrea. (1) Con este nombre conocÍase á los tripoli-
tanos, por haber habitado largo tiempo en las caver-
nas, á manera de las culebras. (2) Se ha visto que
Trípoli en Siria era la patria de Votan, reputado co-
mo el fundador de la poblacion de América.

Constaba antiguamente TrípoH de tres ciudades,


una de los acadios, otra de los sirlonio8 y la otra de
los tiriol. (3) Los primeros consideraban á Arcadio
por padre comun, los segundos á Sidon, ambos hijos
de Chanacm, (4) Y los terceros procedian de este di-
rectamente. Hubo tiempo en que se llam6 Feni cia,
la tierra habitada por los cananeos, teniéndose por fe-
nicios las once familias descendientes de Clwnaan
Eran estos los sidonios, heteos, tibuceos, 'amorreo s

(1) Ca1met. In. Genes., cap. 10, v. 17, in dissert. verbo


Rebei. "
(2) Id., id., id., id., cap. 10., V. 17.
(3) Calmet. In Genes et diserto verbo Trípoli.
(4) Génesis, cap. 10, v. 15.
-271-

gergeseos, hebeos, araceos, simeos, arudios, samarios,


yamatheos. (1) Como llegaron á aumentarse tanto,
no cabiendo en la tierra que habitaban, se dilataron
por casi todas las islas y regiones del ~Iediterráneo.

Encl1éntra~le, además, en J.1faimoniJes (2) una es-


pecie que es de tenerse presente, y es que en las per M

secuciones sufridas por esos pueblos, los gergeseos se


sal varon en Africa, y los lzebeo8 negáronse á todas
las condiciones de paz que Josué hubo de proponer-
les antes de emprender la guerra.

Una vez establecidos los ltebeos en el continente


fundaron la ciudad de Tula, que en lengua tzendal
se pronuncia tul-lw, con que designaban un rio que
dividia á Oltlhuacan y Pula, cortes situáda~ en la pro-
vincia de Tzendales en Chiapas, conocidas ambas po-
blaciones con el nombre del Pc,lenque y Ococingo. La
de Tula está pintada en los mapas mas acá de la de
Culhztacan, posicion que aun conservan estas pobla-
ciones'. Viénese en conocimiento por lo expuesto que
se llaln6 la primera Tula ó Tulhá por el rio de ese
nombre que baña la region donde está situada.

Por lo que refiere Boturini, apoyándose en los ma-


pas que tuvo á la vista, ded úcese que la primera
tierra, que en este continente pisaron los mexicanos,

(1) Génesis, cap. 10, v. 15


(2) Maimonides Halac Mil c .. 6.
-272-

fué la oiudad de Oulhuaccm, y que de allí pasaron á


fundar á Tula. No debe entenderse empero, que sean
las ci udades que con tal nombre se conocieron des-
pues, sino las del Palenque y OcocÍ1¡go, porque como
so ha visto, tom6 la una su nombre de sus fundado -
res, y la otra del río que lleva esta denominacion. Lo~
mexicanos, segun Ordoñez, llegaron mucho despue~
de haberse establecido las colonias que poblaron el
continente. Estas fueron aquellas siete tríbus carta-
ginesas, enlazadas mas tarde con las familias de los
hebeos, dando lugar con su 2,rribo á que se trastor-
nase el reino, y los habitantes todos, y que pasado
algun tiempo, tomasen la determinacion de fugaree
hasta los confines de Oalifornia, nó sin dej al' en su
tránsito huellas indelebles de su emigracion.

§. 8.

Verdad es, que en los mapas antiguos se vé dibu-


ada la entrada de los culhuas y tulhas á la tierra de
México por la península de Oalifornia, y que antes
de fundar á Tulhá ya habian fundado en ella á Oul-
huacan; pero esto, segun el informe de Ordoñez, lo que
prueba es que á su regreso siguieron el mismo itine-
rario de su fuga. Corrob6rase con lo que el mismo Eo- ,
turini asienta de <eno . haberse comunicado las siete
principales naciones de la California con las de ade-
-273-

lante, esto es, con los japoneses y moscovitas.» Era


muy natural, que si hubiesen entrado por la penínsu.
la de California, hubieran conservado recuerdos y re ..
laciones de las gentes que dejaban atrás, especial-
mente de los habitantes de la larga península de Kamt-
chatka y demás regiones inmediatas . . Sin embargo,
ni entre estos ni entre los indios se ha conservado me-
moria, ni huella, ni indicio alguno, que dé á conocer
este tránsito. Añádase á lo expuesto cuanto Mocie-
zuma r~firi6 varias veces sobre BUS antepasados, en 10
cual no se encuentra una sola indicacion, en qué apo·
yar la venida de ellos por la península de Oalifornia;
sino ma 3 bien podria confirmarse haber traido los me ..
xican<?s su orígen de los cartagineses, por la predic-
cion de que, los que de Oriente habian de venir á so-
juzgarlos, eran descend~entes del Señor que hubo de
traerlos :i este continente.

Convienen por último, Boturini y Ordoñez, en que


IIuitziton fué el caudillo de una colonia que pob16
este país; pero con la notable diferencia, de que el
primero lo hace jefe de los que supone partieron de
los campos de Senaar, llegando por OC6lifornia, mien..
tras el segundo lo designa como caudillo de los cul..
huas, antiguos habitantes del Palenque, quienes sa..
cudiendo el yugo de los cartagineses, y temerosos de
los resultados, que la conducta de éstos podia atraer
sobre ellos, emigraron hasta California. Fué Huitzi·
ton décimo ·en número de los uescendientes de Votan
ETUDIOS,-TOllO Iv.-39
-274-

por la línea materna, y por la paterna de los carta..


gineses quo aporta:ron al Palenque, y se casaron con
las hijas de los hebeos allí establecidas. Esta genea-
logía se comprueba con una medalla en que se ha-
llan diez corazones, reputándose como simbolo hist6 ..
rico de este personaje.

§ 9.

El que investido con el carácter de jefe condujo á


las familias, que se apartaron de las demás de Se-
nctar para venir á poblar la América, no fué Huitzi-
ton, sino Votan. Opina Ordoñez, como se ha indicado,
que, segun el derrotero que traian, llegaron á las Is-
las' Afortunadas, las cuales poblaron y de ollas salió
Vot~n, sexto de este nombre, con una colenia que lle-
go á la Habana, siendo el primer punto del Nuevo-
~Iundo que comen~6 á poblarse. Esto importa una
diferencia ~ustancial de lo que expone Bottt;'i~i. Las
pruebas las tom6 Ordoñez del manuscrito de que se
ha hechomérito, titulado «Probanzct de Vofan.»Aña-
de que Havana es llOlubre compuesto de Iíava y na,
la primera diccion significa en la lengua de los anti·
..
guos palencanos la prioridad de lai cosas, y la segun-
da en su riguroso sentido casa, q ne en estilo familiar
se toma por el pueblo 6 lugar en que se vive. Así es
que bien analizada esta palabra, quiso con ella ex-
-275-

presarse la primera tierra que ~e pob16 con las gen-


tes que allí llegaron. Cuando algunas de estas emi-
graron al Palenque, conducidas por Votan, comenza-
ron á dar á la Havana el nombre de Valumvotan, pa-
labra compuesta de va, adverbio de lugar que sefiala
un paraje determinado, correspondiendo al illac de
los antiguos; lum, que significa tierra, y se toma á
veces por la patria 6 lugar donde uno nace; y Votan,
que quiere decir corazon, nombre propio del primero
y principal de los caudillos de las veinte tríbus, que
emigrando de la Havana, ~e establecieron en el Pa-
lenque. El símbolo, con que e~ la escritura se repr~­
sentaba el nombre de Valumvotan, era pintando mte-
ve corazones, que en sentido gramatical ·é ideal quiere
decir el noveno de 103 corazones. Valum,. síncope de
Valtmdo tambien significa nueve en su idioma. De
modo que juzgando por todos estos datos, Valumvo-
tan, leido como está e~crito, se interpreta: Votan, no ..
veno de este nombre. Pronunciado así: Va-Lum- VO-
tan, quiere decir, allá en la tierra patria de Votan,
noveno de este nomb,·e.
Está, pues, reconocido Votan, segun el referido
manuscrito, y la tradicion constante, que aun se con..
serva en algunos pueblos de Chiapas, y otros datos
recogido~ por el Sr. Ordoñez, como el tronco de que
procede la raza americana.
CAPITULO XV.

1. Calificacion del Sr. N úñez de la Vega sobre lo ex-


puesto acerca de Votan en el capítulo anterior.-2.
Depósito de una.s tinajas de barro hecho por Votan,
encontradas en 1691 cerca. de Huehuetlan.·-3. Otras
noticias sobre Votan.-4. Repertorios ó calendarios,
que sirven de apoyo al Sr. Núñez de la Vega, sobre el
orígen de la poblacion de América.-5. El nagualis-
mo, sus creencias y prácticas.-6. Importarcia que
dá Clavijero á la tradicion de los chiapanecos sobre
Votan.-Monumentos del Palenque, y lo que sobre
ellos dice Waldeck.-7. Observaciones con que se
combate el sistema de Ordoñez.-8. Respuesta á es-
tas observaciones.-9. Resúmen.

§ 1.

El Sr. Núñez de la Vega calificó justamente dig-


no de fijar la atencion lo que se ha expuesto sobre
Votan en el capítulo anterior, por descansar en datos,
-278-

que si no le dan un grado de interes indisputable,


por lo menos merece un paralelo con las opiniones
• •
mas probables, que en sus eSCrItos han expuesto los
sabios.-Refirienuo ]0 que consta en un cuaderno his-
t6rico, escrito en~idioina indio, tal vez el mismo que
tuvo en sus manos el S1~. Ordoñez, dice «que Votan
es el primer hombre que envi6 Dios á dividir y re-
partir esta tierra de las Indias,) (1) Todos lo~ in-
dios veneraban por tal motivo su memoria, algunos
le tenian por el corazan de l08 pueólos. En señal de
este resp·eto le daban. el tercer lugar en sus calenda-
rios, que, como se ha visto, contienen los nombres de
los célebres caudillos por ellos reputados sus promo-
genitotes. Nino, q.ue ocupa el primer lugar, fué hijo
de Belo, nieto de Nemrod, biznieto de O/tUS, y cuar-
to nieto de Ohet1n. De las cuarenta generadones que
á este se designan, se crée q ne descienden los indios.
Tal parece ser tf\mbien laopinion del ·Sr. Núñez de
la Vega. (2) No obstante, hien puede ser que Nino,
Iglt, Votan y Gltanan, hayan sido los cuatro capata-
ces que, segun Ordoñez, condujeron á algunas fami-
lias á las Islas Afortunadas, que fué el punto mas in-
mediato de dond~ partieron despues para América.
De esta manera se concilian esas opi~iones, á prime-
ra vista contradictorias.

(1) Núñez de la Vega. Consto dioc. Pream. n. 34, § 30


(2) Id., id., id., n .. 31, § 27.
-2'79-

§. 2.

No especifica el Sr. Nw"iez de lct Vega nada sobre


la emigracion de los primeros pobladores, ni sobre los
puntos por donde pasaron, ni ,las mansiones que hi-
cieron, ni la parte de este continente por donde en-
traron, pero sí dice que Votan vió la torre de Babel,
é hizo varios viajes. Tampoco expresa todos los pa-
rajes y pueblos donde estuvo, mas hace mencion del
de Huehuetan en Soconusco, donde refiere que Votan
puso dantas, y fabricó una casa lóbrega, en la cual
depositó un gran tesoro, que lo formaban unas tina-
jas de barro bien tapadas, ,1e una sola pieza, donde
estaban grabadas las figuras de los veinte indios gen-
tiles antiguos, cuyos nombres tenian inscriptos en
sus calendarios, con Chalchihuites, y otras figuras su-
persticiosas. Añade que la custodia de este tesoro la
confi6 á una señora, y :i varios tapianes, 6 guardas.
En la visita, que el mismo Sr. Núñez 'de la Vega hi-
zo de su obispado el año de 1691, encontr6 un teso-
ro en una cueva junto al pueblo de Tlacoaloia cerca
de I-Iuehuetan. (2) Lo mand6 extraer, y se quemó
públicamente en la misma plaza de I-Iuehueian. ¡In-
mensa é irreparable pérdida para la ciencia!
.
(1) Huehuetan significa pueblo de viejos.
(2) Núñez de la Vega. Consto dioc. pream. 34, § 30.
-280-

§ 3.

El Sr. Ordoñez dá mas noticias sobre Votan. Di·


ce que en su primer viaje al antiguo continente salió
de Valumvotan y sigui6 su camino por el paraje llama·
do Casa de trece culeóras, que parece ser Damasco. De
allí fué á Valumchivin, esto es Trípoli en Siria, de
donde pas6 á Jerusalen, y vi6 fabricar el templo de
Salomon. Dirigi6se en seguida á Baóilonia, y ent6n·
ces fué cuando vi6 la pared grande, 6 !!lea la torre de
Babel, que le aseguraron se construy6 por mandato de
Noé, con la mira de hacer un camino por donde pudiera
subirse de la tierra al cielo. Regres6 á Jerusalon, recor-
ri6 los parajes habitados por los heóeos, haciéndole en
esta ocasion capitan. En América fabric6 un camino
subterráneo desde la barranca Zuqui hasta Chiquil,
nombre con que se conocia la tierra habitada por los
mexicanos, la cual hasta ahora se llama Cldquila en
lengua tzendal.
Refiere el mlsmo OrdoPiez que estos fueron los pri-
meros que int.rodujeron el u~o de las enaguas, 6 bas-
quiñas, esparciendo además, algunos conocimientos,
como la creencia en Dios, y la obediencia al rey. Nar·
ra igualmente los enlaces de los clliquiles con los he-
óeos. El primero que se ca~6 fué el capitan Yawnar-
torc~clo y el segundo Yemcozquife. Fija la época de la.
-281-

tJ:asmigracion de los chiquiles ó mexicanos, aseguran..


do que el primer M~X1'CO, fundado por estos cartagi-
neses en su emigracion, estaba situado en el paraje
llamado Guey-Zazacatlan, que corrompido e~ Guey-
Zacatlan, y despues por e~ de Jovel, significando am-
bos, pueolol de los heoeos, el cual es e] mismo donde
los españoles fundaron despues á Villa-Real hoy S
Crist6oal, capital de Ohiapas.

§. 4.

Uno de los fundamentos, en que descansa la opi-


nion del Sr. Núñez de la Vega sobre el orígen de los
habitantes de América, lo deduce de los repertori1J3 ó
calendarios, que encontró en los pueblos de su obis-
pado. Conservaban en ellos los indios la memoria de
un negro, que fué de sus primitivos ascendientes,
cruelísimo de carácter y gran guerreador. Tal 'Vez
seria alguno de los descendientes de Oh2ts, que como
se sabe era de ese color, y á quien se atribuye ha-
ber sido el poblador de la Etiopía. En el pueblo de
Oschuc, y en otro del mismo obispado, venerábase
mucho á un ídolo llamado Yalahan, que quiere decir
negro principal, ó señor de negros. En algunos pue-
blos de Soconusco se usaban mucho los apellidos de
Cham y Canan, designando tambien con el primero
al indio que tenian por principal y guarda de él, que
ESTUDIOS- TOHO 1V.--40.
-2S2-
llamaban el Leon del pueblo. En sus calendarios pin-
taban siete negritos, entre los cuales figuraba uno lla-
mado Ooslcthuntox, sentado en una silla y con astas
en la cabeza, como carnel'O.

§ 5.

El uso que de estos calendarios hacian suministra


una prueba más sobre su orígen. ServÍanse de ello~
para hacer pronósticos, ó adivinaciones en los siete
dias de la semana, presumiendo leer en el porvenir
la suerte que tendrian cada uno de los que nacian,
á quien señalaban tambien el animal, astro, 6 elemen-
to bajo cuya influencia debia vivir, 3irviéndole de
custodio. Esto es el nahualismo, secta que tuvo su
orígen en Ohiapas, y que de5pues se extendió por
toda la Nueva-España. (1) No viene á ser en reali-
dad sino el arte rná9ico, cuyo orígen se atribuye á
Oaín, de cuyos descendientes lo aprendió Oham, re-
duciéndolo á arte, y de este pasó á su posteridad. (2)
,El nahualismo consistia en un conjunto de prácti-
cas supersticiosas, producidas por la creencia en que

(1) Núñez de la. Vega. Consto dioc. Pream. n. 36 § 32.


(2) Los antiguos astrólogos orientales sujetaban to-
das las producciones ~ la naturaleza á la influencia de
los signos celestes. (Dupuis.-Compendio del orígen de
los cultos. tomo 2, cap. 12, pág. 256.)
-283-

estaban sus adeptos, de que todos cuantos nacían


participaban de la condicion 6 influencia de los ani-
males, astros, plantas y elementos, ó tenian con ellos
cierta especie de relacion 6 dependencia. Tributá-
banles adoraciones, á cuyo efecto tenian sus nombres,
lo mismo que los gentiles primitivos, escritos en sus
calen da ~ os, y distribuidos por meses y dias, á fin de
designar 6. cada uno de los que nacian su nahual, ba-
jo. cuya guarda' y proteccion habian de vivir. Para
hacer pronósticos, los maestros de es ta secta tenian
en una rueda pintada con números, caracteres, y nom-
bres enigmáticos, los dias de la semana, anunciando
por ella los sucesos, y la suerte de los que les con-
sultaban.

Cualquiera que compare la creencia y prácticas


de los nahualislas con lo que Maimonides nos refiere
de la astrología judiciaria de los antiguos, (1) no de-
jará de Rorpl'enderse de las remarcables analogías que
hay entre ellos. Los antiguos astrólogos habian con-
sagrado á cada planeta un color, un animal, un . me-
tal, una planta, un fruto, un árbol, formando de to-
dos una figura 6 representacion de la estrella; á la
cual creian podían comunicar, por medio de cierta.s
ceremonias mágicas, la influencia del ser superior que
representaban. Estos son los ídolos que adoraron los
sabeos y caldeos. Los astr6logos se tenían por dis-

(1) Maimonides. Mon. Nebuchin. Parto 3, cap. 9.


-284-

pensad<>res de los favores y .gracias que emanaban de


tales influencias, á cuyo efecto habían introducido
varias prácticas.

En el nalzualismo, desde que uno nace se halla ba-


jo la guarda 6 influencia de) nahual respectivo, por
un pacto implícito que se supone entre él y~l niño.
Es precis9, sin embargo, que al llegar á la edad de
siete años, renueve 6 ratifique el pacto, prévio con-
sentimiento de sus padres. Esta es propiamente la
consagraeion en forma, para 10 cual concurre á la mil-
pa 6 lugar señalado donde debe verificarse. Allí le
hacen proferir la f6rmula correspondiente, enseñán-
dole que desde aquel momento debo invocar al na-
hual cuando necesite de su auxilio. Desde ent6nces
queda bajo· su cuidado.

Esta s~cta que, segun el P. Ordoñez, fué traída y


establecida en Chiapas por los cartagineses, de don ..
de hubo despues de extend~rse, es una prueba que
puede citarse en apoyo de lo que ha dicho sobre el
origen de la poblacion.

§ 6.

Lo expuesto dá á conocer los fundamentos de la


opinion de Ordoñez sobre Votan, á pesar de ho en-
-285-

contrarse desarrollada en la obra del Sr. Núñez ele


la Vepa, que fué el primero que la insinu6en parte;
esto bast6 sin embargo para fijar sériamente la aten-
cion de Botu'i'ini. Decidi6se tambien por ella el res-
petable OlaviJero, despues de un exámen detenido y
prolijo de tan célebre cuestiono

Hablando de ella en su historia a~tigua de Méxi-


co, se exp'resa así: «Si los americanos provienen, co-
mo ?JO creo, de diversas familias esparcidas despues
de la confusion de las lenguas, y separadas desde en-
t6nces de las otras que poblaron el antiguo continen-
te, en vano se fatigarán los escritores. en buscar su
orígen en la lengua y usos dé los pueblos asiáticos .....
Es verosímil que Noé, anciano respetable y reveren-
ciado por todos como padre, habiendo sobrevivido
trescientos cincuenta .años al diluvio, señalase á ca-
da familia su distrito,segun las instrucciones que ha-
bia recibido de Dios.... Esta opinion mia se apoya
en la tradicion de los .chiapaneses acerca de Votan l
primer poblador de América, de quien ya he hablado.
No se debe creer, sin embargo, que la primera pobla-
CiOll,.de América se .debe á las .primeras familias que
se separaron en BaoeZ, sino á ,sus descendientes, pues
ellas irian encamiriándosepoco á poco hácia. aquella
parte,ymultiplicándoseensularga peregrinacion., (1)

(1) Clavijero Hist. ant. de México, toro, 2, diserto 1.


~286-

Si pues los datos sobre votañ merecieron á Ola-


viiero tanta aceptacion, precis~ es concluir, que tuvo
su relato, si no como cierto, al menos como prollable.
Ahora bien, aceptado en una parte, no hay razon pa-
ra desecharlo en las demás. De consiguiente 'el si~te­
ma que se ha expuesto sobre la poblacion de Amé-
rica, el cual difiere tanto del de los historiadores, so-
bre los pun tos dO'nde primero comenz6, hasta €xten-
derse por todo el continente, debe tenerse por funda-
do, siendo quizá el que mas se acerca á la verdad.
Descansa, además, en los monumentos que han que-
dado de aquellos primeros pobladores en el Palenque,
Ococingo y Yucatan, monumentos sorprendentes que,
si fueran obrá de otras naciones, 6 razas establecidas
. I

en puntos diversos del continente, quedaria alguD re-


cuerdo, se adyertirian rasgos de semejanza, que in ..
dieasen un mismo orígen. Nada de esto hay. La his-
toria no nos ministra un vestigio siquiera que pudie-
ra guiarnos, la tradicio~ ni un solo dato, ni un canto
guerrero, 6 un himno de muerte, como dice Von-Ma ..
tius, en que pudiera apoyarse este juicio. Cuando
Waldeck exumin6 esos antiguos monumentos, form6
la opinion de que los habitantes de Yucatan .er~n an..
teriores con mucho á los de México, así como los:.del
Palenque primeros que aquellos. (1) Refiriéndose á
las tradiciones de los may'ap atecos. dice, . que creían
que del Oriente habia venido un hombre llamado Zuni~

(1) Waldeck. Voyage pittoresque, etc., pág. 23.


~287-

na á la cabeza de una tropa numerosa, quienes divi-


dieron las tierras y pusieron nombres á los cabos,
cos~as y principales puntos del interior; y finalmente
asienta que otros los hacen venir del Oeste, proceden-
tes de los pueblos que abandonaron á Tlapallan, emi·
grando para escapar de la tiranía de otra nacion mas
poder.osa que ellos. Cree este autor que la poblacion
de Yucatan trae su orígen de la de Ototuim 6 el Pa-
lenque, y cuando penetraron allí llevaron el estilo de
su arquitectura. (1)

§ 7.

Podrá alegarse que los mapas, las pinturas, los


itinerarios;t y las relaciones tradicionales, que se exa-
minaron desde los primeros tiempos de la conquista,
hacen venir la poblacion de los.países situados al
Norte y al Nordoeste, donde se han encontrado res-
tos de grandes edificios, y habitantes que hablaban
la. lengua mexicana. Los toltecas, que se suponen los
mas antiguos y civilizados de todas las naciones que
,habitaban este continente, salieron de Huehuetlapallan,
pueblo del reino de Tollan, situado al Norte de Nue-
vo-México, allá por el año 544 de la era vulgar.
Tardaron en su peregrinacion ciento cuatro años, di-

(1) Id., id., iel., iel., id.


-288-

rigiéndose siempre al Mediodía, hasta llegar á Tulee,


donde se establecieron, fundando la ciudad de es-te
nombre, que les recordaba el de' su antigua patria,
multiplicáronse mucho, du:rando su monarquía eua·
tro siglos.

Topilzin fué el último de sus monarcas. ~Iuri6 el


año 1052 de la era vulgar. SobreTino grande esca·
sez de frutos, a~í como una terrible peste que arrui-
naron á este pueblo. Los restos de él, para sustraer·
se de esta calamidad, se alejaron delos lugares que
habitaban, dirigiéndose hácia Onohualco 6 Yucatan y
otros á Guatemala, q ucdand o en el reino de Pula so
lo algunas familias esparcidas en el valle en que des·
pues se fund6 México. (1)

Despues de ellos vinieron los chichimecas de Ama·


quemecan, que Torquemada supone seiscientas leguas
mas allá de Guadalajara. Aunque no está realmente
averiguada la situacion de aquel reino, es indudable
que se hallaba hácia el Norte.
Los acolhuis, originarios de Teoacolhuac(~n, siguie-
ron despues. (2) Este país estaba cerca del reino de

(1) Clavijero. Hist. ant. de México. tomo 1, lib. 2, pá-


gina 83.
(2) El nombre de Teoacolhuacan es parecido al de Oul-
huacan, que tenia el antiguo reino del Paknque. Ácol-
huacan se llamó el reino de losalcohuis: Tenequea y des-
pues Tezcuco fueron la capital de este reino. Yacuncua
se llamó uno de los caudillos que vinieron con los suce-
-289-

Amaquemecan, se cree que era Aztlan, patria de los


mexicanos. Lo~ acolhuis llegaron al país de Anahuac
ya entrado el siglo XVIII. Los nahualtlaques, que
cómpusieron siete tríbu~ que sucesivamente fueron
llegando, tambien partieron de Aztlan, y otra provin-
cia contigua á. ella llamada Teocolhuaccm; en su via-
je á. México tardaron ochenta años. (1) Por último
los aztecas ó mexicanos vinieron hasta cerca del año
1160 de la era vulgar. Salieron de Aztlan, pa.ís sic
tuado al Norte de Oalifornia, conducidos é impulsa-
dos por Huitziton, personaje notable que para esto se
puso de acuerdo con Tecpaltzin. Encamináronse há-
cia el Sud-Este hasta el rio Cila, donde se detuvie-
ron algun tiempo, y en cuyas márgenes se ven toda ..
via restos de los edificioR que fabricaron. De allí pa-
saron á un sitio di~tante mas de doscientas cincuenta
millas de Chihuahua, hácia el Nordeste, donde se en-
cuentran las ruinas del vastísimo edifieio, conocido
con el nombre de Oasas grandes. Siguiendo su cami-
no hácia el mediodía, llegaron á Hueicolhuacan, hoy
Culiacan, l!!ituQdo sobre el golfo de la Oalifornia á los

sores de los chichimecas. Escuinila se llama una pobla-


cion de Soconu8co, y otra de Guatemala. Totolapa se lla-
maba una de las ciudades que se revelaron contra Qui-
matzin IV rey de los chichimecO-$ y Totolapa se llama
igualmente un pueblo de Chiapas.
(1) Acosta. Hist. ant., lib. 7, cap. 2.-Herrera lib. 2,
dec. 2, cap. 10.-Torquemada. Monar, Ind. lib. 2, capí-
tulos 1 y 2.
MTUDIOS,-TO){O 11'.-41
-290-

2419, donde permanecieron tres años, y fabricaron


la estú.tua de Huizilopochtli. Se dirigieron en segui-
da á Okicomoztoc, que se cree debia de estar á veinte
millas de Zacateeal, por lae ruinas que allí se han
descubierto, lugar en que permanecieron nueve años.
Así fueron penetrando hasta. llegar á la célebre ciu-
dad de Pula el año 1196, donde estuvieron otros
nueve años. De a.llí pasaron á otras partes, hasta lle-
gar al sitio en que se fundó México, llegando 4 ser
la capital de un gran imperio. De modo que, todos los
que habitaron los países de Anahuac, vinieron del
Norte, segun la relacion que da esas emigraciones nos
han hecho los historia.dores de América. En este
punto dice Clavi.iero, que están de acuerdo las tra-
dicciones respectivas de dichas naciones, cuyos abue-
los muchos siglos hacia se hallaban establecidos en
los países septentrionales de América. (1)

§ 8.

En vista de e5to ¿cómo podrá sostenerse la opi-


nion de Ordoñez, que afirma haber venido de Orien-
te las gentes con que despues se cubrió esta parte
del continente de América? La autoridad de tos his-
toriadores es de mucho peso, y la uniformidad con

(1) Clavijero. llist. ant. de México, tomo 1, lib 2, p. 71.


-291-

que deponen sobre ese punto, prueba que es un hecho


averiguado que descansa en datos ciertos y seguros.
Puede, además, aducirse que aun no se han borrado
enteramente las huellas de aquellas emigraciones;
el camino de los países hasta tocar con el centro de
la República se halla regado de ruinas, las cuales
aunq ue por sí solas no prueban mas que la exis-
tencia de habitantes, allí donde se encuentran, apo-
yadas por las tra~iciones y en las pinturas antiguas,
esparcen gran luz sobre la historia. Punto es este,
por tanto, que no puede ponerse en duda, como que
descansa
. en harto s6lidos fundamentos.
.
",
Sin embargo, bien examinada la opinion de Ordo-
ñez, ni la q,estruye ni la contradice, sino mas bien la
confirma; pues aunque á primera vistano va de acuer-
do con los historiadores, no existe en realidad tal op'o-
sicion. Asegura Ordoñez que la poblacion de esta par-
te de América comenz6 por el Palenque. En el curso
de los tiempos, varios sucesos que ocurrieron, y un
gran temor que se apoder6 de los ánimos de los habi-
tantes, oblig61os á huir á tierras lejanas. Fué tan lar-
ga su perigrin~~ion, que tocaron hasta Oalifornia, don-
de terlIl;ina la vasta extension .del territorio bañado
por las aguas del grande Océano. En el curso de su
emigracion, fueron dejando en varios puntos familias
fugitivas. Llegados á Oalifornia, y vueltos del temor
. que de ellos hubo de apoderarse, resolvieron regresar
por el mismo ca.mino, y establecerse en los hermosos
-...... 292-

lugares que ensu tránsito habian visto; así lo hicieron.


Ent6nces fué cuando se diseminaron en varias direc-
ciones, formándose sucesivamente las poblaciones, que
á la llegada de los españoles eran ya tan nUmerosas é
imponentes.

Es claro, por tanto, que esta relacion no excluye


la de los h lstoriadores. La emigracion de los varios
pueblos, que unos en po~ de otros fueron llegando al
país do Anahuac, puede haber sucedido á su regre-
so, despues que con el trascurso del tiempo hubieron
de persuadirse, que ningun riesgo los amenazaba ha-
bitando los lugarés de que antes se habían alejado. Lo
persuade así la semejanza de nombres de que ~e ha
hecho mérito. Esto adquiere aun mas fuerza, si se
atiende á que en su perigrinacion no encontraron esos
pueblos el país enteramente desierto, sino habitado
en varias partes, teniendo 'que sostener combates con
sus moradores ,que los hostilizaban, disputándoles el
paso. Tal hecho prueba la preexistencia de otros ha-
bitantes, que bien pueden haber sido las familias, que
en la primera peregrinacion supone el P. Ordoñez
iban quedándose en algunos puntos del tránsito. (1)

En apoyo de esta opinion de Ordoñez obra tambien


la consideracion de que, si de la parte eeptentrional

(1) Juarros, en su Compendio de la. historia de Guate-


mala, dice que cuando los toltecas llegaron á aquella re-
gion, ya la encontraron poblada por diversas naciones.
- 293--

, hubieran ve~ido los habitantes primitivos, allí habria


sido donde mas aglomerados, 6 extendidos debian ha-
berse encontrado. E~a precisamente lo contrario. Co-
mo observa muy bien Dupaiz, las costas oriental e!
fueron la parte mas poblada de esta region, propa-
gándose despues al Sudeste y al Nordeste, :segun lo
prueban las ruinas que se hallan sembradas entre es ..
tOF-3 puntos medios, 6 colaterales, lo que hace conje ..
turar fué lo primero que se pobl6. (1)

Algunos historiadores hacen mencion de los olme..


ques como anteriores á los tolteque8. (2) El Dr. Si ..
f/üenza, y los autores que hablan de ellos, dicen que
pasaron de la Atlántida, y llegaron á Anahuac por el
Oriente, lo cual coincide en parte con el orígen que
Ordoñez dá á la poblacion de este continente. Por ,
otra parte, al comparar su opinion con lo que ~e ha
escrito ~obre las varias razas que sucesivamente fue-
ron poblando el país, se advierte cierta semejanza con
]08 chichimecas, á quienes se atribuye haber dejado
su patria por divisiones ocurridas en ella, á causa de
la sucesion de los dos hijos del rey que tuvieron.
Este es uno de los motivos que désigna Ordoñez á la
ruina del reino de Culkuacan en el Palenque. Hay
igualmente alguna analogía. entre lo que ee dice de los
alcohui, y nahuatlaque~ de haber sido $iete tríbus re ..

(1) Dupaix.-Deuxieme expedition, n. 77.


(2) Clavijero. Hist. ant. de México. tom.1, lib. 2, p. 96.
-294-

gidas por otros tantos caudillos, 6 personajes que vi-


nieron á establecerse á Anahuae, con lo que se refiere
de las últimas siete tríóus cartagineses, que llegaron
al Palenque, é influyeron tanto en la destruccion de
aquel reino, siendo de notar ' que vinieron de~pues de
los chichimecas, y no se sabe que pasaran de Chía-
pan. (1)

En vista de tales 5emejanzas podria creerse, que la ,


opinion de OrdofLez fuese invencion propia, y que pa-
ra formarla se valió de algunas especies que hubo de
encontrar en las relaciones de los autores, si no des..:
cansara en datos irrefragables que él mismo designa,
y alejan esta superchería. ¿Quién podrá afirmar ser
cierto lo que acerca de los toltecas, chichimecas, acol-
o hüis, nahuatlaques y demás naciones no~ refieren los
historiadores, cuando ellos mismos confiesan la oscu-
ridad é incertidumbre que reina sobre el particular,
las escasísimas noticias con que pudieron contar, y
la contradiccÍon de muchas de ellas? ¿No habrán si-
do resultado de tradiciones mal conservada~, altera-
das en su orígen, ó mal interpretadas? Olavi,jero ase-
gura que respecto de los tolzques se conservaban muy
escasas noticias; (2) que se ignoraba la situacion del
país nativo de los chichimecas, .é incierto era el moti-

(1) Clavijero. Hist. ant. de México, tomo 1, lib. 2, pá..


gina 1ü1.
(2) Clavijero. Hist. ant. de México, tomo 1, lib. 2, pá-
Sina 78.
-295-

vo que tuvieron para dejar !u patria; y sobre los


acolhuis y demás naciones dice, que e:tistian varias
dudas, las cuales á pesar del mas diligente e xámen,
no habian podido aclararse.

§ 9.

El P. Ordoñeo~, resume, por último, su OplDlOD


manifestando, que lo~ sueños teológicos do los ameri-
canos son deriva,.dos de los' egipcios; que los naturales
de ambas Américas traen su origen de los keveos y de:'
más familias con quienes se enlazaron los cartagine-
ses; que dicha! familias penetraron á nuestro conti-
nente trayendo su derrota por la Isla E8pañola, Ha-
llana, Campeche!/ Presidio del Oármen, hasta situarse
en la antigua Palenque; que de los errores de los egip-
cios vienen los de los indios, divinizando á sus hé-
roes, y como de la efigie de cada uno de ellos, en q uie-
nes estaban representados los veinte dia~ de 'que se
componian sus meses, pendia el animal 6 elemento,
que es el nahual6 ángel tutelar" del cual nace, cuyo
nombre se le pone, lo tomaban como verdadero animal,
consultando á los pájaros, escuchando sus respuestas,
y atendiendo la mujer á su canto, cual anunció del
buen 6 mal suceso de su marido ausente, de su demo-
ra 6 vuelta, de salud 6 muerte; y en fin, que los car-
-296-

tagineses, que vinieron á América, son los fenicios


que la reina Dido llevó consigo á.Africa cuando fun ..
dó á Oartago, del linaje de lo~ cananeos, que de s·cen ..
dian de Gham, tan lleno de superti ciones, que enseñ6
á los suyos, y de las cuales procede el nahuali,mo.
Es de not.arse la coincidencia singular que se en..
cuentra entre la opinion de Ordoñez y la de Dupaix,
sin haber tenido noticia de sus reBpectivos escritosel
uno del otro. Llevado este último de su espíritu de
observacion, del análish; comparativo de lo que exis ..
tia respecto
.
á la his toria antigua de .este continente,
y meditando sobre el orígel}. de sus habitantes opina
que «la península de Yucatan, destinada por natura-
eza, y convidando por su situacion cómoda al recibi..
miento ú hospedaje de estos ilustres viajero~ [los fe-
nicios], no podia menos de ser un incentivo para fijar_
los en tan deliciosas costas. Con esta consideracion
puede decirse que la época de las obras arquitect6ni..
cas y de escultura, que toiavÍa. existen en parte 6 en
todo, rué muy anterior á la llegada de los mexicanos
állas orillas de las lagunas dulces y saladas, cuyas na..
ciones antigua~ y primitivas u~arian de los instrumen-
. tos ferruginosos para entallar la piedra etc. Por cier-
tas crÍsis periódicas de la naturaleza, erupciones vol.
cánicas, eumerciones repentina. ú otros accidentes, !le..
pultaron en el centro de la tierra al hombre, y los ins-
trumentos que usaba en las artes de su Diansion.» (1)

(1) Dupaix. Duxieme expeditioD D. 77.


-297-

La opinion del P. Ordoñez que ha formado la ma-


teria de este capítulo, ha sido antes muy poco, 6 en
manera alguna conocida en todo! sus detalles. Quizá
su exposicion dará materia á. prolijos exámenes de
lo! sabios. No será tampoco remoto que, con el tiem-
po y los trabajos, 6 escavaciones que ~e hagan en
las ruinas del Palenque, así como con la exploracion
de los lugares cerca de los cuales están situadas, ú
otro~ del Estado de Ohiapas, llegue á fijarse 1& ver-
dad sobre €ste punto tan importante en nuestra his-
toria antigua.

.. .•..

JIITUDI08- TOllO IT.-42.


CAPITULO XVI.

1. Los polinesios son en concepto de Mr. Lang lo! pro-


genitores de la raza americina. Semejanzas entre los
msulares del mar del Sur y os mexicanos y peruanos.
-2. Analogías en el idioma, en la escritura geroglífi-
ca, y en algunasprácticas,-3. Indicacion de Caccia-
tore.-4. Esqueletos encontrados en las rocas calcá-
reas de Kentucki.~5. Opinion de Mr. Guignes sobre
la. facilidad con que pudieron llegar á América pobla-
dores de las islas de Sumatra, Borneo, Molucas y Fi-
lipinas.

§ 1.

Los polinesios son en concepto de Mr. Lang 1'013


progenitores de la raza americana.

Forma parte la Poline!ia de la Oceanía. Compó.


nesa de muchas islas descubierta.~ en varios tiempos,
pobladas por asiáticos, que pasaron luego al conti.
-300-

nente de América, no lejos del Ecuador. llfr. Laug


ha examinado su origen y sus emigraciones. Funda-
do en las semejanzas que nota entre los insulares del
mar Sur, los malais del Archipiélago Indio, los mexi-
canos y peruanos, ha concluido que es uno mismo su
origen. Hay puntos de co~tacto muy marcados entre
el caníbal de la N u~va Zelandia y el ,indio nómade
de América.

§ 2.

Hácense mas notables las analogías, considerando


el carácter de su antigua civilizacion, los usos y C08-
tumbresde sus tríbus ·bárbaras, la construccion gene-
ral de su idioma, (1) Y el reunirse en gran consejo de
nacion para di~cutir los negocios de interés general.
Es igual en ambos la idea que tenian de la necesidad
de vengar una afrenta, el fabricar arma~, flechas, ha-
macas, instrumentos y otras cosas. Parecida es la es-
critura simbólica que usaban los mexicanos con la de
los polinesios, malayos, y chinos, así como el estilo
~n los monumentos de arquit~ctura. Hay, por últi-
mo, entre ellos cierta semejanza con la civilización
queexistia en las regiones de América desde los tiem-
pos mas remotos, cuando aun estaban sumergidas en
la oscuridad é ignora.ncia.

(1) Mr. D'Urbille asegura que no existe esta analogía.


-301-

Hasta qué grado constituyan probable la. opinion


de Mr. Lang estos rasgo! de sem~janza que -ha nota-
do, es asunto cuya resolucion necesita un exámen
particular muy detenido, y resultará de lo que sobre
la cuestion de orígen se expondrá.

§. 3.

Dice Oacciatore, que indicando todo, que el Asia


rué la cuna del linaje humano, así como que se po-
bl6 por el poniente de Europa y el Africa, es proba..
ble que debe haber ministrado al:gropio tiempo por
el Oriente habitantes á la Oceanía y á la América. (1)

§ 4.

En las rocas calcáreas de Kentucki se han encon-


trado e!queletos de cuerpos humanos, parecidos á la.
raza malesa que puebla la I~Ia del Océano Pacífico,
dieecados como una momia, no se halló en ellos eus-
tancias aromáticas 6 bituminosas. Tenian cuatro en..
volturas, dos de pieles, y las otras dos de tela. (1)
(1) Cacciatore. Nuovo Atlante historico, tomo 3, arto
36, p. 306.
(2) Idem, idem, idem, idem, idem, pág, 358.

-302-

§ 5.

Al examinar Mr. Gulgnes la navegacion de los


chinos hácia las costas de América y pueblos si-
tuados en la extremidad oriental del A~ia, asegura
que otro! pueblos menos civilizados que los chinos
han tenido tambien la facilidad de pasar á la Amé-
rica por el Sur. Los que poblaron las islas de Suma-
tra, de Borneo, las Molucasy las Filipinas, partieron
de la India y de la China, pasando de una isla á otra
por medio de su~ oanoas, y penetrando sucesivamente
en la Nueva Guinea, en la Nueva Holanda y en la
Nueva Zelandia,.países inmensos, cuya extension es
apenas conocida. De allí se calcula que pudiero~ acer-
carse al continente americano, lleg ando á las islas que
se encuentran entre los grados 10, y 20 de latitud
meridional; pues tan pr6x imas están unas de otras,
que forman como una cade na prolongada, la cual no
les era dificil haber seguido, hasta tocar con las mas
próximas á Arnérica, y de ellas pasar algunas colo-
nias á poblarla. (1)

(1) Mr. Guignes. Recherches sur la navegation des


chinois.
------------------------------------------

CAPITULO XVII.

1. Trabajos de Sir William J ones y otros orientalistas


sobre la India.-2 Su juicio sobre el orígen de la. po-
blacion. Exposicion de su teorÍa.-3. Fundamentos
especiales re~pecto . de la de América.-4. Pasaje de
Mr. Wilford. Palabras del sanscrito encontradas en
los dia.lectos del Brasil y de México.-5. Semejanzas
entre la. India "1 el Egipto, de que pueden hacerse 801-
guna.s deducciones res:pecto de América. Forma pira-
midal en las constrUCCIones. Pilares con caracteres.-:-
6. El nOJ;nbre de Batz con que se designa uno de los
caudillos de la poblacion de América. Nombre del pri-
mer hijo de Solivá'-hamo Maya, nombre del segundo
de sus hijos, así como de la lengua y nacion que po-
bló á Yucatan.-7. Analogía ó casi identidad entre
las palabras Votan y Boutan, y significacion que tie-
nen en arábigo y caldeo. Un personaje notable en la
India, Significado de las palabras Valumvotan y Da-
ru-Botam.-S. Opinion de Solórzano, Arias Monta-
no, Fray Gregorio García y otros, sobre el orígen de
los americanos.-9. Semejanzas fisiológicas.-IO. Los
sacrificios humanos.-II. La estátua de Boodhoo, y
la descubierta en las ruinas del Palenque. Algunas fi-
guras allí encontradas, y otras de las Pagodas.

§ 1.
Conocidos son los trabajos de Mr. William Jones
y otros orientalistas sobre la India, así como las cues-
-304-

tiones notables que se han sucitado, con motivo de


sus investigaciones sobre muchos puntos de historia
altamente interesantes. Sus estudios los han llevado
hasta descubrir, no solo las afinidades que. pudiera
haber entre los hindus y los antiguos griegos é ita-
lianos, sino tambien con los egipcios, los etiopes, los
persas, los frigios, los fenicios, ~os siriacos, los godos,
los celtas" los scitas, y lo que es mas sorprendente ,
au~, con algunos reinos del Sur, é islas de América, (1)
México, y el Perú. De las afinidades que han obser.
vado, deducen que todos proceden de un país cen-
tral, considerando á Iram 6Persitt, en su .mas am-
pliaacepcion, como un verdadero centro de pobla-
cion, de conocimiento de las lenguas, y de las artes. (2)

§ 2.

La familia humana, establecida en las partes sep-


tentrionales de Irarn, se dividi6 en tres ramas prin-
cipales, que conservaron al principio su idioma primi-
tivo, para ~rlo despues perdiendo por grados. La pri-

(1) Asiatick researches or transactions ·of the Society


instituted in Bengal. vol. 1, § 9, págs. 221 y 431.
(2) Idem, idem, idem, pág. 268, vol., 3, pág. ~34, vol.
4, págs~ 4 y 5.
(3) Asiatick researches or transactions oí the Society
institnted in Bengal. vol. 2, pág. 65.
-305·-

mera de Jafet, que tomó por el norte de Europa y


Aeia, no cultiT6 las bellas artes, ni us6 de.letras, for-
mando varios dialectos. La segunda, compuesta de los
hijos de Ham, que fund6 en Iram la monarquía de
los primeros caldeoe, in:ventó letras, observó y dió
nombre Ala! astros del firmamento, calculó el perío-
do indio compueeto de cuatrocientos treinta y dos mil
años, é inventó el antiguo sistema mitológico, parte
alegórico, y parte fundado en la idolatría.

, 3.

Estos últimos fueron dispersándose á intervalos, y


formando colonia.s sobre la tierra y sobre el inar. J.Jara
tribus de Mi88cuch y Rama se establecieron en Afri- -
ca y en la India. Algunas ~e ellas, habiendo adela.n-
tado en la navegacion, pasaron de ~9ipto, Fenicia, y
Frigia á Grecia, é Italia, que encontraron pobladaff
por anteriores emigrantes. S!1p]antaron á varias tri-
bue, y ee unieron con otras. Mientras tanto un enjam-
bre de la misma colmena, movíéndose por el N orro,
penetr6 en la. Scandinavia, y otro en Oa8hgar, ElJ9ur..
k.atá y Khoten, hasta los territorios de Ohin, y Fa·
nml, donde se habian cultivado las letras y las artes
desde tiempo inmemorial, entrando por la cima de
OZU8 y los pozos de Imau8. «No es infundado creer
que alguno de ello! pasaron de las islas orientales á
BSTUDI08.-TOKO I'f.-43~
-306-

Mexiqo y al Perú, donde se descubrieron l'astros de


ruda literatura y mitología, análogas á las de Egipto
y la India.» (1)

Hay un , pasaje en la obra que acaba de citarse, en


el cual se d.esarrolla este pensamiento de la manera
siguiente:

« Tres familia.s emigran en diferentes viajes de una


region, y en cerca de cuatro siglos establecen gobier-
nos muy distantes, y varias clases dé sociedades. Así
los egipcios, indios, godos, fenicios, celtas, griegos, la-
tinos, chinos, peruanos,' y mexicanos, proceden todos
de la misma inmediata estirpe. Parece que parten á un
milmo tiempo; y ocupan al fin aquellos países, á los
cuales h3¡n dado, 6 de los que han derivado, su nom-
bre. Despues de mil doscientos 6 mil trescientos altos,
los griegos recorren la tierra de sus progenitores, in-
vaden la India,. conquistan el Egipto, y aspiran al
dominio universal. Sin embargo, los romano! se apro- ,
pian todo el imperio de Grecia, y llevan sus armas á
Bretaña, de la que hablán con alto desprecio. Los
godos en la plenitud del tiemro hacen pedazos el pe-
sado colos.o del poder romano, y se apoderan de toda
la Bretaña; con ,excepcion de las montañas desiertas,
pero aun"estas fueron sometidas á otros invasores del

(1) Asiatick researches &c. Discours on the origen


and familis of nati9ns by Sir William Jones, vol 3, pá-
ginas 433 y 434.
-307-

mismo lináje godo. ' Durante estas transacciones, los


árabes se pQsesionan de ambas costas d.el mar Rojo,
subyugan la antigua residencia de sus primeros pro-
genitores, y ex~ienden sus conquistas por un lado
del Africa hasta la misma Europa, ypor el otro mas
allá de los límites de la India, que agregan á su flo-
reciente imperio. En el propio interv~lo los tártaros,
aeaz difundidos s~bre el resto del globlo, hervian en
la costa septentrional, desde donde se apresuran á
completar la reduccion de los hermosos dominios de
Constantino, á subyugar la China, á levantar en los
reinos de la India una dinastía espléndida y podero-
sa, y á azolar, como las otras dos familias, las regio-
nes de Iram. Por este tiempo los mexicanos y perua-
nos, con muchas razas:de aventureros variamente en-
tremezclados, habian poblado el continente é islas de
América, que los españoles, habiendo restau~ado su
antiguo gobierno en Europa, descubren y en parte
vencen.» (1)

§ 4.

Como fundamento de esta opinion se dice que Ra-


ma, dios encarnado deloshidous, lo creian descen-

(1) Asia.tick researches &c. The tenth aniverary dis-


cours -by the President. vol. 4: páginas 4 y 5.
-308-

diente de SurlJa 6 el sol, teniendo los peruanos á los,


incas como procedentes del mismo origen. De varias
leyendas de los hindu! se deduce, que eula India se
tenia desde los tiempos mas remotos idea del Nuevo
Mundo. (1) Hay, además en los dialectos del Brasil,
México, los caribes, y otras tríbus de las costas orien-
tales de América, muchas palabras derivadas de una
mane~a clara del sanscrito, segun en otro lugar ya se
ha demostrado.

§ 5.

A estas observaciones pueden agregarse otras, de-


ducidas de la. semejanza que se· encuentra. entre los
restos de arquitectura y escultura de la India, y sus
geroglíficos, con los de los egipcios, y la de estos en
muchos puntos con los descubiertos en América. Es
igualmente notable la afinidad que se advierte entre
la lengua, é instituciones civiles y políticas de los
nativos de la India. y los egipcios, y la que se nota
entre estos y los americanos •.

Dos dQ las pirámides de Sakkara, descritas por


Norden, se parecen á muchas construidas en varios
lugares de Bengala. Una de DasMures semejante á

(1) Soma confuced ideas aboutsuch land &8 América,


dice Wilford-Asiatick researches vol. 11, §-2, pág. J..05.
-309-

la de Rum Saín Dew1l/, y la mft.yor parte de los pa-


godas de (Jarnatic son pirámides completas 6 trunca-
das. Ya ~e ha visto la. preferencia que se daba á es . .
ta forma en las construcciones de los primitivos ha.-
bitantes de Am~rica.

Las columnas de Bettiah, Dehli y Allahahad tenian


inscripciones de caracteres desconocidos, encontrán-
dose algunas otras iguales en Benares, Vervol, Ellora,
á semejanza tambien de las que se ven ·en las ruinas
del Pal~nque. La segunda de estas columnas es mas
bien un pilar llamado Lat con una inscripcion en sans-
crito. Ha sido descrita por Mr. Henrl/ OoUhroocke en
1797. Está sobre un edificio de piedra conocido con el
nombre de Shikargah. Es de piedra colorada, de una
sola pieza, y tiene 81 zirras de longitud y 5 de circun-
ferencia, ePlto es 37 piés, y 10 piés 4 pulgadas. El
aspecto de la tercera columna 6 pilar es hermoso y
su altura considerable. (1)

§. 6.

Segun Ordoñez, Batz es uno de lós diez y nueve


capitanes, 6 caudillos de las colonias, que sucesiva.-

(1) Se halla en la plancha XIll, vol. 7, pág. 180 de la


obra citada "Asiatic reserches."
-310-

mente fueron llegando al Palenque despues de las pri-


meras. Por eso tiene el undécimo lugar en el calen-
dario chiapaneco. Bhatz es igualmente el nombre de
los que habitaban entre Dilli y el Pan/áó. Ptolomeo
hace mencion de dos ciudades co.nsiderables de ellos,
que ya existian á principios del siglo 111, Los óhatz
6 óattis eran pastore~, creyendo que descendían de un
oierto rey llamada Saliva' ham, el cual tuvo tres hijos:
Bkat, Ma!Ja y Taimaz 6 Thaimaz."Se estableci6 Ma-
!la en PaU!Ja'lch, .(1) Y ya. se ha hecho notar antes
que así se llama tambien la lengua que se hablaba en
Yucatan, y el de la nacion que hubo de poblarlo.

§ 7.

Hay igualmente otro nombre notable en los fastos


de la historia de este continente. Este nombre es el
de Votan, jefe principal de los primeros que vinieron
á poblarlo, segun Ordoñe# y Núñez de la Vega, y á
quien los chiapanecos dieron el tercer lugar en su ca-
lendario. Boutan es un país confinante con el Thióet,
donde domina el budhismo, 6 la religion de Yo, sien.
do su capital Pasisudon. [2] Llamábase Bootan el
reino 'de La8sa. [3] El autor de la filosoña de los in-
,
(1) Deguigner. History of the Huns. vol. 5 pág, 50.
(2) Breton. Monumenti &0. tomo 1, pIg. 194.
[3] Asiatic researches vol. 9, § 8, pág. 210.
-311-

dus ~e apellidaba Boutta ó Bula, segun S. Clemente


Alejandrino, [1] y Budda segun S. Ger6nimo [2]:
consagrábanle el cuarto dia de la semana. Botam en
arábigo, y Butan en caldeo, significa un terebinto en
general.

En la India existí6 un Terebinthus, en arábigo Da-


ru-Botam discípull) de ún cierto Seythianus de Egip-
to, que habia estudiado en Alej~ndría, y visitado los
anacoretas de la Tebaida; era autor de una nueva doc:-
trina que se introdujo en la India. Valum- Votan es
como se ha visto el nombr~, segun Ordo'ñez, que die-
ron á la Havana los primeros pobladores que de ella
se trasladaron al Palenque, y Daru-Botam, se llama
tambien en caldeo el mejor y mas grande' terebintllO.
Es posible que tenga alguna afinidad con el Buddham-
Teru de los ceilaneses y bauddhas en general, que sig-
nifica árbol de Buddha, nombre que TerebintllUs, to-
m6 cuando comenzó su misiono [3]

La sorprendente semejanza, que se nota en estas


palabras, combinada con los demás rasgos qua han
ido señalándose, sirven para juzgar de la opinion emi-
tida por Sir William Jones, cuya creencia es, que no
solo la mayor parte del Asia, sino casi toda la tierra

[1] Strem 1, p. 1.
[2] Adv. J ovo n 1, p.l.
[3] Asiatic ressearches, vol. 9.-Essaí, 4 pág. 216; ea-
cado de un manuscrito de la India.
-312-

hubo de ser poblada por una variedad de vástagos


de las ramas hindu!, árabes, y tártaras.

§ 8.

La. opinion qua dá á los habitantes de América su


origen en la India oriental, cuenta entre sus sostene-
dores otros varios escritores respetable!. Asegura So-
lÓt"zano que la poblacion pudo venir de varias partes, .
pero especialmente de la India oriental, la Ohina, y
la. Tartaria. [1] Arias Montano cree ,que procede de
los dos hijos de Yectan, Ophir y Heville, los cua.les
vinieron á la India Oriental, conforme aparece del
Géne!is (2) y de alli Ophir pasó á la India Occiden-
tal. Frag. Gregorio Garaía (3) encuentra que los in-
dios orienta.les y occidentales se parecen en sus há-
bito~, ritos, costumbres, y principalmente en el color.

§ 9.

Las semejanzas fisiológicas, que halló Colon e~tre


los habitantes del Indostan y los caribes, cuando des-

(1) Solórzano. De jure Ind. lib. 1, cap. 10, n. 30, p.74.


(2) Génesis 2. 1. Beg. 9. ,
(3) Gregorio GarcÍa. lib. 6, cap. 1. y 23.-Gregorio Ló-
pez Madera. De exeellent hispo c, 8, p. 70,
I
-313-

cubri6 el Nuevo Mundo, creen algun03 que lo indu-


jeron á dar á este el nombre de Indias Occidentales.

§ 10.

No debe pasar desapercibido, que en el Budhiradh-


Ya-Ya, 6 capitulo sanguinario del Oalica-Turan, se
hace mencion de los sacrifi~o~ humanos que se ofre-
cian á las deidades en la India. Harto conocido es lo
que sobre esto se encontr6 establecido entre los ha.·
. bitantes de este continente.

§ 11.

En las ruinas de un templo hindu, á una milla de


Mdtura, al Occidente de Ceylan, se vé una estátua de
Boodhoo, que por el collar, el vestido, algunos de sus
. adornos, y especialmente el que le baja por entre las
piernas, asi como el de la cabeza, y sobre todo por la
actitud, tiene un aire notable de semejanza con 1& está..
tua encontrada. en las ruinas del Palenque. Tambien
. la actitud y la manera como está sentada. la figu-
ra de esas ruinas, que tiene pendiente al C1l{}I1o Ja
efigie del sol, se asemeja bastante á algun&8 de las
que se vén en las Pagodas 6 templos orientales.
lISTUDIOS- TOJ(O IT.-4:4:.
-314-

Todas estas observaciones no tienen tal fuerza que


por ellas solas pueda creerse resuelta la. cuestion que
nos ocupa. Sirven, sin embargo, para esclarecerla, y
para ulteriores investigaciones, partiendo de los mis-
mos d~tos, 6 adoptando otros nuevos. Es de esperar-
se que de su combinacion con los demás llegue á dar-
se á este punto nueva luz, á través de la cual se vea
la verdad.

. .•. -
CAPITULO XVIII.

1. Teoría de Ml'. Rafinisque.-2. Izta Mixcoatl y sus


descendientes.-3. Cataclismo que cortó la comunica-
cion con América. Gentes que arribaron á ella des-
pues de algunos siglos.-4. Comercio con los fenicios,
los numidas, y celtas. Colonias etruscas que intenta-
ron venir. Comunicaciones que por intervalos tuvie-
ron con la América varias naciones antes de la era
cristiana.-5. Destruccion del imperio de Oghur en
Asis, é invasion por hordas salidas de la Tartaria y de
la Siberia. Pueblos que pasaron en diferentes épocas
por el estrecho de Behering.-6. Lo que Mr. Guignes
ha pensado sobre esta materia.-7. Apreciaciones del
Baron de Humboldt. -8. Suposicion de Linck. -9.
Opinion de Dumont .d'U rbille.-lO. Facilidad que te-
nian las poblaciones asiáticas para venir á poblar la
América. Analogías entre los esquimales y los techou-
tihis. Viajes frecuentes de estos á América.-ll. Tor-
quemada, Sigüenza y Clavijero apoyan el origen asiá-
~ico.-12. Juicio de Mr. Schoolcrat. Rasgos de seme-
Janza.

§ l.

Entre los que se han ocupado de tratar sobre el


ol'Ígen de la poblacion de América, aparece Mr. Ra-
-316-

fini,q'tU, que adoptando la mayor parte de las opi-


niones emitidas, ha procurado conciliarlas, formando
de todas la euya propia.

lledúcese á manifestar que la poblacion de Amé.


rica proviene del Asia.

Dice que poco tiempo despues de la formacion de


los grandes imperios de Iran (Persia) Ayodhia, Chi-
na, etc., se fund6 otro cerca del mar Caspio, sobre
las montafias de la Bactriana, llamado Aztula, que
quíere decir sierra fuerte. Este nombre se cambió
despues en Aztlan, Pula, Tollan~Turan.

§ 2.

Su primer monarca rué Istae-Mizcoatl [tierra fuer.;


te de culebra.] Tuvo seis hijos, ' padres -de muchas
naciones, á saber: Xelhua 6 Oolhua, padre de los col-
kuas; Tenock 6 Tenuch, de los tenucos; Omecutk 6 Ul..
mecath de los Olmecas; XicalametZ 6 Xicalhan de los
ziealanes; MizteeatZ 6 Mizteeatl de los. miztecos; y
Otomitl, de los otomíes. De estos traen su orígen las
naciones iztacanaa, que se derramaron sobre la super-
ficie de la América. del Norte y parte de la del Sur,
á donde vinieron hostilizados por 8US vecinos los mo-
goles, oghuceos, etc.
- 31'1-

§ 3.

Segun ese autor, poblada la América por los asiá-


ticos que vinieron del Africa, ocurri6, despues de mu-
chos siglos de estar allí establecidos y harro aumen-
tados ya en número, un cataclismo 6 trastorno, ca. u-
sado por la violenta erupcion de los volcanes, acom ..
pañado de fuertes temblores de tierra. El cataclismo
cree que fué el diluvio de Ogiges ú Ogug, que hubO
de sepultar bajo sus aguas todas las costas Atlánti..
das. Creyendo que igual suerte habia corrido la Amé-
rica, qued6 desde ent6nces cortada toda especie de
comunicacion entre ella y el antiguo continente.

§ 4.

Pasados algunos siglos, comenz6 á ser de nuevo


visitada por pueblos del Oeste de Europa y de Africa.
La poblacion fué extendiéndose de las costas occi-
dentales á lo interior. Por el Oeste del Asia sufri6
una grande invasion. Su existencia no era, pues, de&-
conocida. Los fenicios comerciaban qon ella, lo mismo
que las naciones marítimas del Oeste de América y
Nordeste de Arrica. Los numidas y celtas la frecuen-
-318-

taron, arribando por la primera vez hace mas de dos


mil años. Los etruscos la conocieron tambien mil
doscientos años antes de la era cristiana, queriendo
enviar algunas colonias; pero se los impidieron los
cartagineses. Estas comunicaciones no fueron frecuen-
tes, sino por intervalos. Las practicaron viniendo á
varias partes de la América, no solo los atalanes, cu-
tans, iztacanes y oghuziens; sino tambien los mayans
6 malais, los scandinavos, los chinos, los ainus, pue-
blos del Asia Oriental, los negros de Afdca, etc., y
despues los modernos europeos.

§ 5.

De los Oghuziens se cuenta, q ne cambiada la faz


del Asia por grandes revoluciones que ocurrieron en
ella hará como dos mil· años, y destruido el im-
perio de Oghuz, un enjambre de bárbaros, salidos de
la Tartaria y de la Siberia trageron la desolacion á
la Europa y á la América, destruyendo en la prime-
ra casi enteramente el imperio romano, y en la se-
gunda muchos Estados civilizados. Algunas de esas
naciones, refugiadas en la extremidad Nordeste del
Asia, pasaron á América en diferentes épocas por el
estrecho da Behering sobre los hielos. Con el trascur-
so del tiempo las comunicaciones fueron siendo mas
y mas raras, por los naufragios que tan frecuentes
_ 319-

serian en aq ueUos tiempos, y por el carácter guerre·


ro, y costumbres poco hospitalarias de las naciones,
hasta haberse olvidado casi enteramente la existen-
cia de este continente, quedando relegada su memo-
ria á leyendas y tradiciones.

Como este sistema de Rafinisque comprende, segun


3e ha dicho, muchas de las . opiniones emitidas sobre
esta materia, debe formarse de ella el mismo juicio
que de la del P. Careía, y otros de los que creen que
la América fué conocida, poblaua, y fre_cuentada por
varias naciones de la antigüedad, antes del descubri.
miento y arribo de los españoles en el siglo XV; y
que tÍ ella vinieron por varias partes, de diversas ma.
neras, en distintos tiempos, y por dif~entes motivo~;
esto es, por mar, y por tierra, atraidos por noticias que
debian servirles de estímulo para emprender el viaje;
ó bien compelidos, ora por la necesidad, la fuerza, y
el temor, ora por el interés del comercio, del lucro, y
la fortuna; ó tal vez arrojados por una' tempestad.,
como sucedió á Roberto llfakin que, impulsado por el
viento, aportó en 1344 á la isla de Madera y á Ca_
bral; pero fácilmente se advierte que quedan en
pié las dudas é incertidumbres, siendo preciso hacer
nuevos esfuerzos para aclarar tan o~curo misterio.

§ 6.
Ya otros autores antes de Rafinisque babian atri..
-320.:-

buido la poblacion de América al Asia, llamada el


país del sol, la cuna del género humano y de la civi..
lizacion. Mr. Guiflnes, de quien varias veces he he..
cho mérito, hubo de concebir la idea tras de profun..
das observaciones, que una parte da la América fué
poblada por los que habitaban el Norte del Aeia.
Una de las razones que tenia .para formar tal juicio
era que, aunque en el tiempo que escribió, no se ha..
bian explorado suficientemente las coetas occidenta-
les de América, creÍase que se acercaban tanto "á las
de Asia, que suponian divididos los dos continentes
solo por un estrecho, al que se dió el nombre de Anian.
En virtud de esto, pensaba que por ese estrecho debie ..
ron pasar mu~as colonias, aprovechándose de los
hielos, que en 'eeos mares duran algunas veces dos y
tres años, 6 de las embarcaciones usadas por los groe..
landeses, ú otros bárbaros del Norte, próximos á la
costa mas oriental de la Siberia. Era eso para él tan-
to mas creible, cuanto que le parecia demostrado, que
los chinos habian recorrido el mar del Sur; y llegado
hasta California el año 458 de la era cristiana.

§ 7.

El Baron de Humboldt insiste en las analogias que


tienen los american08 con los mogoles y otros pue-
blos del Asia central. Segun él, mientras mas se
-321-

estudian las ra.zas, las lenguas, y las costumbres, ma-


yores motivos hay para creer, que 103 habitantes del
Nue.vo Mundo proceden del A$ia. Oriental. Juzga que
Queizalc.oatl, Bochica, y Manco-Kapac, personajes q uo
civilizaron estas regiones, parti eron del Oriente, yes-
tuvieron en comunicacion con los thibetanos, los tár-
taros, los samaneos, y los ainos-barbos de las islas
de Jeso y Sachalin. (1) «El Thióet y México, tlice
pre~entan relaciones bastante notables en su gerar"
quía. ecle~iástica, en el número de las eongreg~ciones
religiosas, en la extrema austeridad de penitencias, y
en e16rden de las procesiones.» (2·) Encuentra tam.-
bien varias analogías ' en el uso de séries periódicas,
y en los geroglíficos.

§ 8.

Mr. Linck supone igualmente, como ya se ha in-


dicado, que la América fué poblada por naciones del
Norte del Asia, y que á ella pasaron por el estrecho
de Behering, lo mismo dice Malteórum.

§ 9.

La raza amarilla de la Oceanía proviene, en opi-

(1) Humboldt. Vista de las cordilleras y monumentos


de los j>ueblos antiguos de América. Introduccion.
(2) Idem, ídem, ídem, vol. 1, pág. 17, vol. 2, pág. 96.
BSTl7DIOS.-TOXO lT.-45
-322-

nion de Dumont d' Urbille, del centro del Asia, de don-


de se extendi6 hasta el continente de América, sal-
vando el estrecho de B~hering.

§ 10.

Mr. Duflot de lJfojras muestra la facilidad, con que


las poblaciones asiáticas pudieron venir ' á poblar la.
costa Nordeste americana, por la proximidad de las
islas Kouriles y Aleutinas, la poca longitud del estre-
cho de Behering, y la direccion ca~d constante de los
vientos del Este al Oeste. Hace al efeoto mencion del
pequeño barco de Jedo con japoneses á bordo que en-
ca1l6 el 19 de Enero de 1833 cerca de Honoloulou en
lae islas de Sandwich, y otro el año siguiente que,
arrojado por un golpe de viento sobre la costa de Amé-
rica, naufrag6 á la entrada del estrecho de Juan de
Fuca por la punta Martinez. (1) «Los esquimales de
América, dice, y los tehoutihis de la extremidad Nor-
te del Asia Oriental presentan entre si puntos tan
marcados de semeja~za en sus lenguas, sus usos~ la
construccion de sus cabañas, y la forma de sus im~tru..
mentos, que es fácil reconocer que pertenecen á una
misma familia. Estos últimos atraviesan con frecuen·

(1) Duflot de Mofras. Exploration du territoire de


l'Oregon et des californies. tomo 4, chapo 11.
-323-

cia el estrecho de Behering y vienen á América en


busca de pieles, q ue~vuelven á vender á los rusos en
.1a feria de Ostrovuagi.» [lJ

§ 11.

Torquemada dá á los califormos origen asiático, (2)


10 mismo que Sigüenza (3) y Clavijero. (4)

§ 12.

En las tríbus de los indios de los Estados-Unidos


de América encuentra Mr. Schoolcraft (5) rasgos de
un carácter oriental marcado. Cree que la raza ame ..
ricana es muy antigua, y proviene de uno de los tron..
cos 6 familias primitivas dél linaje humano anterior
á la hiRtoria, puesto que esta nada dice, ni se encuen..
tra. tampoco cosa alguna en las inscripciones cuneifor..
mes, y nilíticas, que son las mas antiguas del mundo.

(1) Duflot de Monfras. Obra citada. .tom. 4, cap. 11


(2) Monarquía Indiana. lib. 1, caps.14 y 15.
(3) Historia del Imperio Chichimeca. .
. (4) Historia antigua de México tomo 1. .
(5) Historial and statisca~~formation respecting the
history, condition and prospects of the indian tribes of
the United States. vol. 1, n. 3, pág. 14.
-324-

Asegura que cualquiera que sea el punto sobre que


se lleTe la investigacion, se advertirá en el hemisfe ..
rio oriental el prototipo físico y moral de la raza, len-
guaje, mitología, dogmas religiosos, estilo arquitect6-
nico, y sus calendas, tanto como ~e habian desarrollado.

Entre los rasgos da semeja.nza que llaman la aten-


cion, enuméranse algunos notables. Figura en primer
término la adoraciono del sol, que trae su origen de .
Persia, Mesopotamia, y la Caldea; encu~ntrase entre
los mexicanos y peruanos, aunque acompañada de sa-
crificios humanos; al par que las tribus de los Esta-
do~-Unidos no tenían templos, como lo~ discípulos de
Zoroastro, segun Herodoto, ni ofrecian sacrificios hu-
manos, y cantaban himnos al sol. Admitian los in-
dios el dualismo ó los dos principios del bien y del
mal; profesaban la doctrina de la metemp8ícosis, 6 tras ..
migracion de las almas; atendian al vuelo de los pá-
jaros, y á los fenómenos meteorolúgicos; y practica--
ban la doctrina de !os manitou3 ó riahuales. Veénse,
por último, signos de su orígen, ora del continente
asiático, ora de las islas de la Oceanía, en su sistema
de cielos solares;emanera de medir el tiempo, yarre-
glar los años, en sus creencias, y costumbres, y en la
~_práctica de eScarificarse los brazos.y las piernas,co-
mo signo de duelo~por"la muerte de alguno, pr~tioa
calificada. en las sagradas letras, y por los ' esoritores
·griégos y romanos, como,táracterística:del. -barbárismo.
~ .
CAPITULO XIX.

l. Versatilidad del abate Brasseur de Bourbourg sobre


la cuestion del orígen de los habitantes de América.-
2. Juicio q~e dió á conocer en la p~imera obra que pu..
blicó. Calificacion que hace de los manuscritos que
tuvo tÍ la vista.-3. Lo que expone l'especto de Votan
y los hechos principales tomando por guía á Ordoñez.
-4. Navegantes que arribaron áPanuco. Chichime..
ca.s, olmecas, xicalancos. Tradiciones de que hablan
Yxtlilxochitl y Sahagun y lo que con motivo de esto
expresa.-5. Obra que publico en 1857, y lo que en
ella expone.-6. Contradicciones que se notan compa-
rándola con la anterior. Calificaciones que hace en el
capítulo lIT, contradichas por lo que expone mas ade-
lante. Variaciones que hace al referir de nueV"o lo re..
lativo á Votan, á. las tradiciones tzendales, y á 10 ma ..
nifestadopor Ordoñez.-7. Cómo califica la opinion de
Morton, Nott, y Glidon sobre las razas americanás.
-8. Semejanzas que encuentra entre el tronco mas
antiguo de las provincias de Quiché y Yucatan, y las
razas de la Palestina y del Egipto, y formas ingerta"
das en épocas posteriores que recuerdan:las de los tár-
taros y mogoles. . '

§ 1:
Apesar de haber dado á CODocer el abate Bra.s-
seur de Bourbourg desde las primeras líneas que es-
-326-

cribió sobre las cosas de América, que tenia muy p're..


sente la cuestion de orígen, y que bajo su pluma que-
daria bastante adelantada, haciendo casi palpable la
realidad á falta de algunos de esos de! cubrimientos
sorprendentes, que la dieran á conoce"r en toda su ple-
nitud, se nota sin embargo mU9ha versatilidad en su
. ..
JUICIO.

Inclínase, en efecto, á creer unas veces, casi con


profunda conviccion, que la poblacion de este conti-
nente hul10 de comenzar en el Palenque, !egun lo com~
prueba cuanto expone al hablar del manuscrito de Or-
doñez y de los demá~ que tuvo á la vista, así como
de las tradiciones, que sobre esto traen los historiado-
res, con las ilustraciones á que la comparacion de los
hechos, la significacion de las palabras y otros medios
investigatorios daba lugar, como aparece en la primera,
obra que publicó en 1851 con el título de « Carta, para
servir de introduccion á la historia de las nacionel!! ci-
vilizadas de la América Septentrional, dirigida al Sr
duque de Valmy.» <

En ella califica de preciosos los manuscrito! que pu-


so á su disposicion D. I!idro R. Góndra, «ya que acla-
ran del modo mas satisfactorio una cuestion, que por
muchísimo tiempo ha permanecido en la oscuridad, y
que en el dia es todavía un enigma para los sabios, y
los arqueólogos, que en sus obras se han ocupado de
las antigüedades de América; pues nos revelan el orí·
-327-

gen y verdadero nombre de las ruinas llamadas del


Palenque.» [1]

Expone en seguida que Votan fué el primer legis-


lador del continente americano, «á quien envi6 Dios á
dividir e~ta tier:tt de las Indias,» y el primer señor de
los quiché~: que los antepasados de Votan eran des-
cendientes de Oam por la línea heveo-fenicia, quienes
emigraron del continente orienllal á las lejanas regio"
nes de Occidente: [2] que 101 chanes, cuyo 'p atriarca
era Votan, penetraron hasta el Palenque por el rio
, Uzumacinta, y fund6 la monarquía de los quichés,
siendo Nachan [3] SLl capital, en IC'Ilgua mexicana
Oulkuacan, y además otras tres grandes ciudade~ rea..
les llamadas Mayapan, Tulhá y Ohiquímula. [4]

§ 2.
·2

Los hechos f(~ferjdos por Ordoñez, á quien confiesa

(1) Carta primera.-Octubre 1,0 de 1850, pág. 4.


(2) Carta primera páginas 12 y 17.
(3) Nachan significa ciudad de las culebras.
(4) El nombre de Mayapan, formado de Ma-Ay-Há,
quiere decir no hay agua. Era la antigua capital de Yu·
catan, y ese nombre se lo puso Zamná-Tulhd, quiere de-
cir agua ú,e cont¡jos, Estaba situada en terrellOS bllñados
por el rio Tulija, cuyas ruinas están cerea de Ococingo.
El nombre de Ohiquimula que es mas bien Ohihuin-Mu-
Há, quiere decir fuente del túmulo de Ohiquin.
-328-

ha tomado por guia, ,sobi'e la emigracion de los chanes,


y fundacion de la monarquía quiché en la llanura del
Palenque, los encuentra corroborados con las tradicio-
nes que ofrecen los ap.ales mexicanos, los de los tara..
ceos y mistecos, así como con las crewpias de Yuca-
tan',y Guatemala.

Uno de esos hooh08 es, que los abuelos de Votan


habian pasado de las costas de Afdca. á las islas, Ca-
narias, y de estas á las de Haití y Cuba" donde habian
establecido ~u gobierno. Votan el viajero y el legisla..
dor era el sexto ,señor deeste'nombre, nacido en Cu.
bao Fué el mismo que entrando por la Laguna de Tér·
minos, con una flotilla al rio Uzumacinta, vino á fun_
dar la ciudad del Palenque, con el nombre de Nachan.
Hizo cuatro viajes á Valum-Ohivin que,segun Ordoñez,
era la Fenicia, especialmente Trípoli en Siria. Eran
sus abuelos 10$ cananeos, que vencidos por las armas
de los hebreos, se fueron á buscar á lo lejos regiones
mas felices. Encontraron estas regiones en la tierra
de Tlalocan. Llamaron así los mexicanos y toltecas
la que habitaron sus antecesores. [1] Hallábase si.
tuada entre Oaxaca, Ohiapas, y Tabasco, significando
tierra de la fundacion, porque las sierras de Chiapas
eran verdaderamente la cuna de los fundadores de la
raza, nahuatl. De allí se origina tambien el nombre

(1) Sahagun. tomo 3, lib. 11, cap. 12.


-329·-

de tlaloques [1] mirados como los dioses de los vien-


tos y de las aguas entre los mexicanos, por haber fun-
dado en esos cerros, receptáculos de aguas. Fué el
principio del poder nahuatlaco, de donde dimanaron
- tantos reinos. [2]

Tlalocan estaba. en TamoafJnan, de que formaba par.


te. Tamoachan, considerada por los nahuatlacos como
su patria, á donde los padres de su linaje habían ve-
nido de las regiones lejanas ne Oriente, era Ohiapas.
Allí se encontraba tambien .Tulhá 6 Tulapan, cuyas
ruinas, !!egun se ha dicho, se ven cerca de Ococingo.
Esto aparece comprobado por un manuscrito maya,
que Stephens tuvo á la vista, é igualmente por un pa..
saje de Herrera en la descripcion que hace de la tier-
ra en que habitaron los mexicanos y tulteca~.

§ 4.

Refiere, por último, el abate Brasseur de Bourbourg,


como para dar mayor fuerza á lo expuesto, y que no
es por el Norte donde debe buscarse el orígen de la
poblacion, que los antepasado~ de Votan aportaron á

(1) Sahagun. Hist. gen. tomo 1, lib. 1, cap. 21.-Tor-


quemada. l\Ion. Ind., tomo 2, lib. 4.-Boturini. Idea de una
hist. &c., cap. 1.
(2) Brasseur de Bourboug.-Carta tercera, pág. 41.
ESTUDIOS- TOMO IV.-46.
-330-

á Panuco, 6 Panutlz, á donde los olmecas y xicalan..


cas habian desembarcado, segun las tradiciones reco.
gidasporFray Andr-és de Olmos, [1] y que todos .
los habitantes de los territorios conquistados por Her.
nan Cortés habicm venido de las tierras de Oriente, de
la otra parte del mar, en doce ó trece escuadras, 6
compañías. Los primeros fueron los chichimecaa, que
llevaban vida sal.vaje, manteniéndose únicamente de
la caza. Despues llegaron los culhuaques, que ense·
ñaron á los chichimecas á sembrar las tierras, á co·
ser las carnes, y á usar de otras cosas de la vida ci..
vilizada, y pasado mucho tiempo los mexicanos, quie-
nes cambiaron la religion del país é introdujeron los
ídolos.
.
Esta tradicion se halla. conforme con la de Ixtlilxo-
chitl y la del P. Salzagun, quienes dicen vinieron en
navíos 6 barcos por la parte de Oriente. El primero
hace salir á los olmecas y :x.icalancos de la~ Antillas.
y el segundo asegura que llegaron por mar, partiendo
de siete cuevas, que eran los siete navios en que apor.
taron los primeros pobladores de esta tierra. [2]

. En seguida· el abate Brasseur de Bouoour9 expresa,


que trece jefes, cada uno á la cabeza de una tríbu mas
6 men05 numerosa, desembarcaron en diversas épocas

(1) Tractatus de antiquitatibus Novre Hispanioo aneto ..


re R. P. Fr. Andrés de Olmos.
(2) Sahagun. Hiat. gen. tomo 3, lib. 10, cap. 29, p. 121
-331-

á la extremidad del seno mexicano, en los lugares


mismos á donde los emigrantes españoles aportaron
en el trascurso de los siglos. La tradicion guatemaL
teca referida por Juan'os, [1 J la de los chichimecas
de Panuco, y la del ICiché, [2J concuerdan sobre el
número trece, que se ha hecho sagrado entre estos pue-
blos desde la mas remota antigüedad. ¿De d6nde se-
rian estas trece tríbus? . ¿qué region las habia visto
nacer? « Tal es el problema cuya ~olucion es imposible
en su acepcion absoluta, ma~ para explicarlo las tra-
diciones americanas ofrecen luc·e~ que el historiador
nuncn. debe despreciar. Si se les pregunta de d6nde
salieron esas trece tríbus, todas responden que fué de
Oriente.) [3J Las tradiciones de Yucatan conserva..
das por Li.zana añaden que esta tierra fué poblada
por hombres que vinieron de la isla de Cuba, y esta
por otros que allí pa·saron de Haití. [4]

Este cuadro viene á cerrarse con la indicacion que


hace, de estar averiguado, segun las tradiciones é his-
torias tzendales, que por el Asia habia sido directa-

(1) Historia de Guatemala.. tomo 1, trato 1, cap. 1.


(2) Trae. de antiq. americ. F. And de Olmos.-Tor-
quemada. ~fon Ind. tomo 1, lib. 1, cap. 11.-0rdoñez.
Manuscrito.
(3) Juarros. Hist. de Guatemala.-Tractat de antq.
americ. Olmos.-Torquemada. Mon. Ind.-:l\fanuserito
de Ordoñez.-Sahagun. Hist. de la Nueva España.-Co-
golludo. Hist. de Yueatan.
(4) Lizana. Hist. de N. S. de Izama!. Parto 1, cap. 3.
-332-

mente, y por el rumbo de Oriente, el lugar de donde


salieron los trece gefes que fundaron la civilizacion
americana, y aunque en la última carta [1] expresa,
que no pretendia. investigar el orígen de las poblacio-
nes que han cubierto, y cubren aun hoy dia el suelo
de ambas Américas, sino dar á conocer algunas noti-
cias históricas, poco estudiadas, 6 desconocidas, y qui-
zá hasta de aquellos que pudieron haberse valido de
ellas en sus trabajos sobre la historia primitiva de
estas regiones, DO omite dar su opinion en los térmi·
nos siguientes: «He procurado, con tanta conciencia,
como me ha sido posible, probar con las antiguas tra-
diciones americanas, que las naciones civilizadas de la
l\-Ieza de los aztecas, no pudieron venir de las regio-
nes septentrionales.» Fácilmente se percibe por todo
lo expuesto antes, y por los últimos conceptos que
acaban de trasladarse, á qu~ lado se inclina su juicio,
y la fuerza de conviccion que encontraba en el siste-
ma que hubo de servirle de tema principal en sus
cartas al duque de Valm!l.

§ 5.

Sin embargo, en la obra que public6 en 1857 con


el título de « Historia de las naciones , civilizadas de

(1) Carta cnarta, p~g. 46.


-333-

Mé~ico y de la .A. mérica Central, durante los siglos


anteriores á Cristóbal Colon,» dice que, resuelto á
no hacer prevalecer ningun sistema sobre el orígen
de los habitantes y de la civilizacion americana, se
habia abstenido en todo el curso de su obra de toda
comparacion entre los puebloB del antiguo y del nue-
vo mundo, reservándose el derecho de sacar partido
mas tarde de sus investigaciones, y e5tablecer en' di-
sertaciones especiales el sistema que le pareciera mas
razonable.

Anuncia, entretanto, que si hubo no ha mucho de


entreveer las trazas de los scandinabos en algunas
invasiones septentrionales, 'creía verlas todavía; en-
contrando igualmente recllerdos mas Ó menos borra-
dos de los árabes, y de las antiguas poblaciones de la
hoya del Mediterráneo en Yucatán y el Kiché, como
lo percibe del boudismo, del hindú 6 del chino, en la
mayor parte de las religiones de México y de la
América Central. (1)

§ 6.

Se ha visto de qué modo se expresaba en su pri-


mera obra respecto del sistema · de Ordoñez, encon-

(1) Histoire des nations civilizées du Mexique et d


l'Amérique Centrale, etc., tomo 1, Introd., pág. 92.
-334-

trándolo de acuerdo con las tradiciones é historiado-


res mas remarcables de América, y haciéndolo valer
con gran fuerza de cou'viccion. Pues bien, ahora di-
ce que no adopta ninguno de los sistema~ imagina-
dos sobre su orígen y civilizacion: rechaza cualquie-
ra de ellos que tenga por objeto hacer de la antigua
cultura americana atributo 6 patrimonio especial de
una nacion, sea africana, europea. 6 asiática; y ase-
gura que no entreyee en el sistema de Ordoñez y
Juan'os, que asignan ser los egipcios y fenicios ante-
cesores de los palencanos, toltecas y mexicanos, por
no apoyarse en dato alguno positivo. (1)

Manifiesta en seguida que la parte septentrional


de I-Ionduras, las regiones centrales del Peten y del
Lacandou al norte de Guatemala, y las provincias de
Chiapas y Tabasco, que eran las regiones mas férti-
les y ricas de la América septentrional, fueron pro-
bablemente las primeras en que apareció la civiliza-
cion. Que segun las tradiciones tzendales, las orillas
del Tabaf.:co y del U zumacinta habian sido testigos
muchos años antes de la era cristiana de las maravi-
llas operadas por Votan, el rnas antiguo de los legisla-
dores americanos. Finalmente, dice que vino éste
acompañado de los que la Providencia había desti-
nado á ser bajo su direccíon los fundadores do la ci-
vilizacion americana, y que era el primer hombre en-

(1) Idem, idem, ideIU, tomo 1, chapo 1, págs. 4 y 17.


-335-

viado por Dios para. dividir y repartir las tierras de


América. (1)

Despues de consignar tales especies, sin mostrar


razon ni fundamento bastante, suponiendo poblada
la América antes de Votan, expresa en el mismo to-
no afirmativo que « no puede decirse á qué grado de
barbárie habia descendido esta poblacion antes de su
llegada, y lo que parece mas cierto es que en una
parte considerable de los países que se extienden 'en-
tre el itsmo de Panamá y los territorios de Califor- .
nia, los hombres vivian en una. condicion análoga á
la de los salvajes del Norte, habitando en cavernas,
ó chozas formadas de ramas., vestidos con pieles que
se procuraban en la caza, y alimentándose de carne
cruda, de frutas producidas expotltáneamente por la
naturaleza, 6 de raíces arrancadas del suelo,» ha-
ciéndole, sin embargo, dudar, que todos hubieran ca1"
do en semejante degradacion, ~l ver en varias partes
los restos de construcciones colosales parecidas á los
edificios cíclopes.

Vuelve otra vez en el capítulo 111 de la misma


obra á calificar de preciosas las tradiciones de que
antes habia hablado, y á afirmar que « ellas presen-
tan !Juías mas seguras é indicaciones mas positivas, que
todos los 3istemas con c2tya ayuda se ha tratado de acla-

(1) Histoire des nations civilizées du Mexiquo et de


l'Amérique Contrale, tom.1, chapo 2, págs. 42 y 43. .
-336-

rar tan difícil cuestiono » Añade que, «de acuerdo


con las investigaciones modernas, y los estudios de
que esta cuestion ha sido objeto hace muchos años,
las tradiciones mas antiguas designan la inmediacion
de las bocas del Tabasco y del Uzumacinfa, así como
las costas septentrionales de la América Oentral, co-
mo la primGra cuna de la civilizacion.» (1) No obs-
tante esto, mas adelante dice que cuando los prime-
ros trabajadores de la civilizacion reeorrieron las cos-
tas de Yucatán « la Penlnsula, lo mismo que la ma-
yor parte de las regiones interiores, estaba ya habi-
tada, y aunque no puede decirse de que nacion pro-
vienen los pobladores, es de creerse que fuesen de
orígen diverso, distinguiéndose bastante 105 unoS de
los otros por sus hábitos y costumbres, y t50bre todo
por su estado social.» (2)
En la relacion que repite acerca de Votan sobre
las tradiciones y los tzenuales, se separa en parte de
lo que anteriormente habia expresado. Al reprodu-
cir lo que Ordoñez escribió respecto de dicho persona-
ge y de sus viajes, extractando las tradiciones tzen-
dales, dice que no comentará esa remarcable tradicion.
En otr::ts especies que vierte sobre esas mi~mas tra-
diciones, se nota variedad de juicios y calificaciones
diversas, especialmente cuando trata de dos manus-
critos quichés y cakchiquel qu~ tuvo á la vista.
(1) Histoire des nations civilizées de l\fexique et de
l'Amérique Centrale, tomo 1, chapo 3, pág. 65.
(2) Idem, idem, idem, tomo 1, chapo 3, pág. 65.
-337-

Al hablar de la tradicion consignada en un manus-


crito zutchil en la cr6nica de San Francisco de Gua-
temala, sobre elorígen de las diversas naciones que
poblaron aquella parte del continent.e, aunque esa
tradicion confirma en mucha parte el relato de Ordo-
ñez, haciéndolas Tenir por mar del Oriente de un pais
llamado ToZan, Be separa de lo q ne antes hubia re-
ferido sobre la poblacion del Palenque, y sin indicar
suficientemente los fundamentos en que ee apoya,
dice que el expresado país estaba hácia el Nocte de
México, encontrando entre lo!! apaches y comanches
y las tríbus quichés y cakchiqueles algunos rasgos
de semejanza. Refiere que de allí se desprendieron
en los siglos X y XI aquellas hordas de guerreros
n6mades, que invadieron una porcion coneiderable de
México, extendiéndose despues por la. América Cen-
tral, y que eran de una raza distinta, por las dife-
rentes lenguas que hablaban, y por el marcado c-on-
traste que se ad vertia en la9 facciones de la cara. (1)

§ 7.

No cree que la opinion de Morton, Nott y Gliddan,


quienes al ver el carácter uniforme que se nota en

(1) Histoire des nations civilizées de Mexique et de


l' Amérique Centrale, tomo 2, lib. 5, chapo 3.
BSTUDIOB.-JfOKO IT.-47
-338-

el conjunto de las razas americanas, hacen mdochtho-


nes, y producido en el suelo d'e América el tronco
primitivo de la poblacion de este continente, deba
de~echarse absolutamente, ni considerarse opuesta en
todo al sistema mosaico, que proclama la unidad del
linage humano. Ningun inconveniente encuentra, si
por esto solo qui-ere darse á entender la influencia
que el clima haya . tenido, y cuanto encerraba este
suelo virgen, en -los primeros moradores, así como el
aielamiento en que vivieron tantos ~iglos,hasta oca.-
sionar notables modificaciones en .eu constitucion' fí·
. sica y moral, y constituir una raza distinta de las
demas. Pero si destruyendo la unidad del g~nero hu·
m~no, se les supone nacidos 6 formados aqui, no ~a­
be duda que tal opinion resultaria opuesta á la rela-
cion mosaica, la cual se ha 'Visto confirmada, ora por
la ciencia, ora por admirables descubrimientos pos-
teriores. En tal caso asienta, despues de tanto empe-
ño por ilustrar la cuestion de orígen, y por reunir y
combinar cuantos datos se hacian oportunos, que era
superfluo querer buscar el tronco primitivo de la po-
blacion americana.

§ 8.

Manifiesta en seguida, que en eBta misma uni-


dad descúbreEe gran variedad, y que en esta de-
-339-

ben buscarse las emigraciones que han venido á in~


gertarse en el tronco primitivo. En el carácter gene-
ral del tronco mas antiguo de las provincias de Qui-
ché y Yucatán, y las razas de la Palestina y del
Egipto antiguo, encuentra numerosos rasgos de se-
mejanza. «El perfil judaico, dice, árabe 6 argelino, son
exactamente parecidos á los tipos que se ven graba-
dos en los monumentos de Nínive y de Tehas. Las
costumbres, una multitud de prácticas, y los vestidos
parecen idénticos. Estamos íntimamente persuadi-
dos, que cuando los orienta1i~tas eruditos hayan co-
menzado á estudiar las lenguas americanas, irán mas
léjo!!! que nosotros á e~te respecto.» Añade que en
este tronco oriental se han ingertad'o formas que re-
cuerdan las de los tártaros y mogoles, caracteres
análogos á los que se encuentran con frecuencia en
la Suecia -y la Curlandia, así' como en los diversos
cantones de Alemania y Hungría.» Venian del N or-
te, y en sus tradiciones dan á los países de donde ea-
lieron originariamente, los mismos nombres que se
encuentran en las historias mexicanas. Tambien nos
inclinamos á creer, que estas tríbus y las chichime-
cas que bajaron sobre México, tuvieron un punto de
partida comun en ,1 uno 6 el otro continente, sin que~
por esto sea necesario atribuirles un orígen del todo
comun.

• ••••
-------------------------------------------

CAPITULO XX.

, "

1. Sigue exponiéndose la opinion del abate Bra!*)ur: lo


que' expresa en la obra titulada "Popol Vub." De-
signa el Asia como punto en el cual deben estudiarse
la religion é instituciones sociales de los americanos;
reproduce las tradiciones y pasajes de los autores so- ,
bre el orígen de la poblacion de América: variaciones
que se desQubren, considerando lo que antes ha. ex-
puesto.-2. Nuevas ideasen la obra que publicó en
1864.. Analogías con el Egipto. Rela.cianes entre .el
antiguo y nuevo continente en los tiempos anti-histó-
ricos. Los Berberes."Los Car~s. Conclusion sacada.
de la comunidad de ideas, "de culto, y de cosmogonía
entre la América, el Egipto y la Fenicia.-3. Obser-
vaciones del mismo autor en otra ohra. publicada pos-
teriormente. Defectos que se descubren en 10 que allí
expone, y contra.dicciopes en que incurre. Semejanza
que encuentra entre 108 mitos de Egipto y los de Amé-
rica.-4.Nnevaobra que dió tÍ, luz en 1868. Origina-
lidad del plan que se propone en ella. Sus ideas so ..
"bre los toltecas y la monarquía dé" los chichimecas,
aztecas, y tríbus nahuatlaques. La.,Atlántida y sus
habitantes. Analogías y semejanzas mitológicas.-
5. Calificacion de lo contenido en esta última obra.

§ ~.

En la obra que el abata B-asseur de Bourbourg


-342-

public6 en lS()l titulada ( Popol Vuh, libro sagrado


y mitos de la antigüedad americana,» sin abordar la
cuestion de orígen, cree poder afirmar que la exis ..
tencia de habitantes en América debe remonta~se,
como en Europa y Asia, á los primeros tiempos de
la dispersion. (1) Al reasumir en pocas líneas, con
referencia á lo~ cronil3tas mexicanos, toda la historia
de las antiguas razas americanas, asienta que la de
los chichimecashabia venido de mas allá!de los mares,
directamente de Oriente. «Nueve 6 diez eigloe., dice,
antes de la era cristiana introdujeron la civilizacion,
cuyas trazas: tan remarcables presentan todavía el
Palenque y .ft[alJopan.» (2) Supone, de acuerdo con
la mayor parte. de los autores que hantratadó la ma-
teria, que el Asia fué l:;lo cuna de las instituciones
tolte~as y mexicanas; y·a·que ofrecen ~orprendentes
analogías. A~ ~jaT de ,nuevo ' la atencion sobre ' las
ideas de las amaricanos respecto deau orígen, dice:
« De cualq ni era ,manera que se interpreten las tradi-
ciones indígenas, en la América Central es donde
deben 'bus.carse los rastro~ del imperio primitivo, que
d i6 orígen, si no', á todas las naciones antigu~s, al
menos á lac~vilizacion de un gran número. de las
que ·floreciet.on en el continente occidental. J (3)

Encuentra que el libro sagrado dá algun peso á la

(1) Popol Vuh, § 1, pág. 18.


(2) Popol Vuh, § 2, pág. 31.
[3] Popol Vuh, § 4, Pág. 6~
-343-

opinion de Ordoñez. Luego añade que, apésar de la


distancia y del intervalo de los mares, involuntaria-
mente vuelvense hacia el Asia la.s mirada~, nI ver el
oriente tan claramente indicado e~ los recuerdo~ primi-
tivos de los americanos. « En el Alía, dice, es donqe
debe buscarse la cuna de su religion é institucione5 so-
ciales; de allí es tambien de donde la mayor parte de
los eSéritore8, que han tratado esta materia, hacen
venir, por rutas mas ó menos directas, á los primer9s
legisladores
.
de .la antigüedad americana. » .

Al trazar la historia de las emigraciones, y el es-


tablecimiento de lo~ pueblos indígenas en el hemisfe-
rio occidental, en las catorce ,disertaciones que prece-
den al Popol Vuh 6 libro sagrado, reproduce las tra-
diciones, y los pasajes de los autores sobre elorígen
de la poblacion, de que habia hecho mérito en sus
obras anteriores. De ellas resulta, que las razas, que
iban viniendo 6. este continente, encontraban ya po-
blacion en él, y no fueron por tantolas primeras que
la poblaron. Respecto á la'relacion de Votan, y lo
que sobre ella escribió Ordoñez, que tanta impresion
hizo en el ánimo del abate, dice ahora que la acoge
con extraordinaria desconfianza, y que aunque en el
fondo le parece verídica, los detalles los cree eviden-
temente alterados. (1)

Corrobora la emigracion á América de las razas del

(1) Popol Vuh § 5, pág. 89.


-344-

Norte con lo que expone Humboldt sobre la 1\lerope de


Teopompo, el continente croniano de Plutarco, la. re-
lacion de Sileno sobre el imperio de 105 tita.nes y de
Saturno, y lo mas notable que presenta la antigüedad
en esta linea. Manifiesta que, comparando esas tra..
diciones con las indígenas de América, se encuentra
grande analogía, y quizá el medio de explicar aque-
llas emigraciones del Norte que descendian á Améri-
ca, asignando por cuna de estos pueblos las vastas re-
giones septentrionales habitadas por los hiperboreos,
6 las naciones cimerianas, que en los tiempos antiguos
eran mas habitables que en los nuestros. Advierte
mas de un rasgo de semejanza entre el personaje mis-
terioso que apareci6 en Cm·tago y el Votan de los
tzendales. (1)

En una nota de la disertacion 7~ llama la atencion


sobre las analogías que presenta el imperio de Xihal.
ha, segun el Popol Vah con el de los Atlantes de que
se habla en el diálogo de Critia8 de Pln.ton.

Conforme se habrá notado, nada decisivo se encuen-


tra hasta aquí en las obras del abate Brasseur de Bour-
bourg, que tenga el carácter de un juicio seguro y fi-
jo sobre la cueetion de orígen.

. (1) Popol Vah § 6, pág. 107.


-345-

§ 2.

Despues del Popol Vuh 6 libro sagrado, con las


disertaciones que le preceden, publicó en 1864 el que
lleva por título: «Relacion de las cosas de Yucatan
por Diego de Landa, precedida de un ensayo sobre
lae fuentes de la historia primitiva de Egipto, y se..·
gun los monumentes americanos.» En esta obra en..
cuéntranse algunos conceptos, que dán á conocer la
nueva corriente de ideas, que pasaban por la. mente
de nuestro escritor.

Hace notar desde luego la analogía que advierte


entre lfIenés, fundador en Egipto y Men, que en el
calendario maya e~ el nombre del duodécimo signo,
urio de los veinte jefes primitivos segun Núñez de la
Vega, y que tanto en la lengua maya como en la egip_
cia significa fundador. Fijase igualmente en la pala-
bra Nilo, que no tiene etimología en ninguna lengua
del antiguo continente, y haya venido á encontrarse
que existe un río Nil, que desciende de la~ cordille-
ras de Soconusco al Oceáno Pacífico.

En laR pinturas murales de los egipcios, llama la


atencion sobre las figuras con la cabeza de perfil y el
ojo de frente, distinguiéndose los hombres por un co..
lor que tira mas ó meno~ á rojo oscuro, y la falta de'
lISTUDIOB.--'rOllO lT.-48
-34i-

barba, así como la~ mujeres á causa de fiU color ama..


rillo, con una enagua estrechamente adherida al rede ..
dor del cuerpo. Nada análogo se encuentra, segun él,
en el Antiguo 1Iundo, mientras que aquí en América
se ven inmediatamente reunidas todas estas particula-
ridades, que no se encuentran ya en el Egipto actual,
excepto en las pinturas de sus necrópolis. Lo mismo
. que en Egipto se ven en América naciones rojas ó co ..
brizas, pirárriide5 en gran número, esculturas, libros,
sepulcros, y monumentos de todas clase~ que recuer-
dan aquel país, y en muchos lugares, al ver una in..
dígena vestida con su trage de fiesta, se figura. uno
ver á la diosa Isis. (1)

Asienta en seguida que, entre el antiguo y nuevo


continente, existian en los tiempos anti-históricos,
relaciones que se rompieron violentamente por gran-
des erupciones volcánica~, que parece se verificaron
simultáneamente en América, en Afríca, y en toda la
cadena de mont8.ñas del Asia Central, para cuya com..
probacion no faltan pruebas geológicas. Esto en su
opinion dá cierto grado de probabilidad á la existen-
cia de la Atlantida, y con ella la facilidad de la na ..
vegacion por la proximidad en que estaban unas islas
de otras, suponiéndola un gran poder marítimo que
la ponia en actitud de dominar en todas ellas, y en
algunas partes del continente. Llega hasta afirmar

[lJ Relation des choses de Yucatan. Preambule § 9,


pág. 49.
-347-

que sus reyes extendian su dominio ~obre la Libia


hasta el Egipto, y sobre la Europa hasta la TÚ'renia.

De aquí saca, entre las poblaciones de Africa, á


los herberos, en quienes, como en la mayor parte de
la~ naciones libias, no concurre .ningun vestigio de orí-
gen ariano, ni de razas semíticas, y en las cuales se
encuentran vínculos de parentesco con los egipcios,
que los descubridores modernos parecen hacer mas
estrechos.
Recuerda que BeZo, que condujo colonos á Babilo-
nia, é instituyó un sacerdocio modulado sobre el de
los egiptos,era, segun Diódoro, (1) hijo de LibVa y
de Neptuno, esto es, salido de la raza libia, y de los
pueblos atlltnticos del Oeste.
Siguiendo á BeZo en Oriente, y examinando las po-
blaciones viejas del Asia ~Ienor, las costas é islas de
Grecia é Italia, se encuentran costumbres, cultos, é
in~tituciones análogas á la antigua América. Los ma~
notables son los cares, que en la época del descubri-
miento del continente occidental, pasaban por los mas
belicosos y civilizados de la América Central. Repí-
tese eu nombre en centenares de nombres de pueblos
y lugares de un extremo al otro de la América tropi-
cal, con el mismo sentido que le dán en Asia los fi16-
logos antiguos y modernos. (2)

[lJ Diódoro Bibl. hist. lib. 1. 28.


(2) Relation des choses de Yucatan. § 10, pLlg.52.
-348-

« Los cares, dice 1lfr. d' Ecksiein, (1) eran ilu~tres


por su antigua dominacion de los mares. Existian an-
tes que los griegos. Habian sido dueños de una parte
de la~ islas de la Grecia, de una parte de las costas
del Peloponeso, y de la Iliria ante~ que hubiera pe-
lasgos en estos paíse~. Reinaba en el Aeia menor al
lado de los phrigios y los meonios. Hubieron de con-
traer íntima alianza con los meonios y los tracios, ve ..
cinos de los misios, que formaron originariamente par-
te de la nacion de los Cares.» 'Son por un lado los
pueblos de la Nubia, y por el otro de la~ regione~§' de
la LiDia.

Despues de exponer el abate Brasseur de Bour-


bourg lo que fueron, especialmente en el viejo mun·
do, fundándose para esto en los datos enc~ntrados en
la obra citada de Ecksiein sobre las fuentes de la CO!-
mogonia de Sanchoniaion, demuestra su presencia en
América con cuanto~ datos pudo Robre esto reunir. (2)

Encuentra en América todo el conjunto de las teo-


gonias y cosmogonias orphica3 del Asia menor, y las
tradiciones que reproduce Hesíodo, así como en Aeia
y en Egipto un fondo de idea~ co~mog6nicas ~emejan.
tes á las del libro sagrado de los quichés. (3)

[1] Les cares ou cariens de l'antiquité.-2& partie VI.


-Revue archeológique.
[2] Relation des choses de Yucatan. Preamb. §§ 10
Y 11.
(3) Id., id., id., f 12, págs. 67, 68, 70 Ysigo
-349-

Los cares en América son objeto preferente de sus


investigaciones. Descubre trazas de ellos en la Amé-
rica meridional en los nombres, tradiciones, y en las
artes, e~pecialmente en la metalurgia. V é en las cos-
ta~ de Darien la mansion de los verdaderos etiopes de
Occidente, j en las ruinas descubiertas en esos países,
los caminos abiartos en la roca, 6 construido! con pie-
dras enormes, los trabajos de plata, ú oro, ejecutados
con primoroso esmero, el cobre admirablemente tem-
plado, las piedras finas, y duras, el ja~pe, el porfid·o,
cincelados con tanta' habjlidad, recordando la civiliza-
cion de los cares, que habian extendido sus colonia~
por todo el mU:l.do. Advierte, además, otras varias
referencias y semejanzas.

De muchas analogías entre 105 orígenes, y los cul-


tos del antiguo y nuevo mundo deduce, que es impo-
sible dudar que estos dos continentes hayan dejado
de tener comunicaciones muy frecuentes, y que el
uno haya procedido del otro, avanzándose á decir, en
vista de tal .~; comunidad de culto, de cosmogonia, é
idea~ entre la América, el Egipto y la Fenicia, que
de este continente e~ de donde los cares hubieron de
esparcirse por todos los puntos del globo. (1)

En testimonio de su aserto asegura que los care~


eran los principale~ navegantes, y que de ellos pas6 la
ciencia de la navegacion á los fenicios y etruscos.

[lJ Relatian eles chases de Yucatan, pág. 102.


-350-

En todas esas consideraciones, 6 puntos de vista


que ofrece, y en las varias congeturas que insinúa,
deja entreveer la fuerza que hacían en su ánimo los
. datos que presentan, las observaciones que deduce, y
los razonamientos con que las apoya.

§ 3.

Aparecieron, despues de estas obras, dos nueva. s pu~


blicaciones <lel mismo abate Brasseur de Bourbourg.
Tituláse la una, « Investigaciones sobre la~ ruinas del
Palenque y sobre el orígen de la civilizacion de Mé-
xico.» La otra que apareci6 en 1868 lleva por títu-
lo: « Cuatro cartas sobre México, Exposicion absolu-
ta del sistema geroglífico mexicano, el fin de la edad
de fierro. Principio de la edad de bronce. Orígen de
la civilizacion, y religiones de la antigüedad, segun el
Teo-Amoxtli y otros ducumentos mexicanos.»

Hace notar en la primera, que las ciudades lUas flo-


recientes y pobladas, que encontraron los conquista-
dores, estaban esparcidas en los cabos, lugares, é is-
las inmediatas á la laguna de Término8, á poca dis-
tancia de los rios. Allí fué, dice, donde abordaron las
tríbus avetureras encargadas por la Providencia de
una nueva misiono En Xicll.lanco, Champoton, Iza-
mal, y Cozumel, encontraron santuariog, y á ellos se
-S51-

dirigian los pueblos en peregrinaje á tributar adora ..


cion y reconocimient~ á séres deificados, á quienes
creían deber el beneficio de su exi5tencia. A lo largo
del magnífico rio de Tabasco 6 Grijalva, del !vlacuspa~
no, y del Uzumacinta, así como á orillas de lo~ lagos
de Pochutla, Yaxlá, y de Chalturia, descubrieron los
españoles restos imponentes de la vida civilizada de
estas naciones. Sobre las cimas de promontorios atre-
vidos que dominan los.valles, formando la confluencia
de las aguas, encuéntranse todavía restos de fortalezas
y castillos, ruinas de mausoleos, y de algunos otros

hermos.os monumentos.

Al citar textualmente al P. Sahagun, sobre la ve·


nida de lo~ nahua8 por mar, y por la parte del Norte,
á quienes con~idera como los primeros que poblaron
estas tierras, caminando en. pos del paraíso terrestre,
cuyo nombre era Tamoanchan, esto e~ «bu8camos nue·
va mcmsion,'11 vuelve á nlostrarse inclinado á esta opi~
nion, dándole mucha fuerza con algunas obRervacio ..
nes. Procura demostrar que la provincia de Ohiapa8,
cuya extremidad septentrional encierra el territorio
ocupado por las ruinas del Palenque, era geográfica-
mente el único por donde los nahuas pudieron entrar,
descubriendó coincidencias entre la emigracion de los
apaches y cofachitas. Por lo regular mezcla, sin em-
bargo, en todo esto tantos conceptos oscuros y poco
averiguados, sacados de las tradiciones, de la signifi-
cacion de palabras, y de sentidos aleg6ricos" dándoles
-3~2-

tan arbitraria interpretacion, y aplicaciones tan exó-


ticas, que produce dudas é incertidumbre en aquello
mismo que intenta aclarar. Buscando sentido y ex-
plicacion probable á lo que está rodeado de una nube
densa é inpenetrable, se le agolpan mil congeturas, y
cree ver la luz donde no hay mas que tinieblas. Si
hubiera sido mas parco en esta clase de juego, podrían
sus investigaciones ser mas fructuosas. Por eso se no·
ta en lo que dice cierta versatilidad y falta de firme-
za, que aleja del ánimo todo asentimiento y conviccion.

Así vemos que, despuos de lo expuesto, asi~nta en


el capítulo IV, que los nahuas encontraron al llegará
Tamoanchem un país ya poblado y cultivado, lo cual
destruye en mucha parte lo que antes se propuso in-
culcar, apoyado en lo referido por Sanagun, Las Ca-
sas é Iztlixochitl, de haber sido aquellos los primeros
pobladores de este continente. Entra en el exámen
de donde se hallaba situada la ciudad de Tulla, muy
poderosa y opulenta, fundada por los nallual, segun
el P. Sahagun, y cree que no puede ser otra ~ino el
Palenque. (1) ~:Ias volviendo á tocar lo relativo á la
poblacion, dice, despues de cuanto anteriormente hu-
bo de exponer, que «se sabe de una manera inequí-
voca, que antes que los nahuas hubiesen aparecido so-
bre las costas de México, existian ya en estos países
poblaciones poderosas y civilizadas, con ciudades no-

(1) Recherches sur les ruines du Palenque chapo 5,


pág. 53.
-353-

tables por sus edificios, las cuales no llegaron á ar-


ruinar del todo esos invasores extranjeros.» Cree
qm~ aquellas poblaciones eran restos de las designadas
con el nombre de quinamés ó gigantes sobre las altas
mesetas, 6 bien de chichimecas Ú otomiés, y aun de
colhuas. Por último, en una nota que se encuentra en
el capítulo V, página 57, se expresa así: «Los mitos,
de Egipto y log .de la América tienen demasiada se-
mejanza, para poder decirse que tal semejanza sea
puramente accidental. Será preciso que se acabe por
comparar las dos historias, si se quiere llegar á una
solucion satisfactoria de los enigmas que presenta so-
bre todo la de Egipto. »

§. 4.

Resta únicamente examinar lo que puede encon-


trar~e sobre el orígen de la poblacion en la segun-
da de las dos obras antes citada~. Previénese desde
luego el ánimo en contra de lo que pueda contener,
cuando desde el principio a:sienta y pretende probar
que, ({ la civilizacion toda entera, á la cual se ha da-
do siempre por cuna el Oriente, viene de Occidente,
esto e~ de América.» (1) Mucho habria que observar,
si se hiciera el análisis de esa obra verdaderamente
original.

(1) Quatre lettres sur le Thlexique &c. pág. 8.


E5TUDIOS- TOKO IT.-49.
-354:-

En ella aparecen los toltecas convertidos en po-


tencias telurical, en agentes del fuego subterráneo,
en cabires que roas tarde se tornan en cíclopes, y en
herreros del Orco y del Lineo, euyo símbolo es el To-
llano (1) Los chichimecas y los aztecas son tambien
nombres simbolos tomados de las fuerzas de la natu-
raleza, de que se revistieron allá al principio, y se
decoraron las tribus del valle de ~féxico. (2) Las sie-
te tribug- nahutlaq ues fueron do las castas diferentes,
erigidas segun el número de los siete gefes toltecas,
y de los siete volcane~. (3) Los reyes toltecas no eran
en ~u opinion sino localidades, y la. mayor parte de
los nombres representan dinastías. (4)
En otro lugar dice que no ha existido monarquía
tolteca propiamente dicha, ni nacÍon alguna con este
nombre, sino una civilizacion tolteca que ha cubier-
. to la América entera con !Sus monumentos. t El impe-
rio tolteca es el símbolo de la edad de oro, y de una
prosperidad fabulosa atribuida ~ las regi0neg, de las
cuales Quetzalcoatl pasaba por haber sido el príncipe
y el pontífice: que el mismo Quetzalcoatl no era sino
la personificacion de la tierra tragada por el Océano,
miéntras Tollan su capital era el golfo dé ~léxieo, Ó
el mar de los caribes. (5)
[lJ Brasseur de Bourbourg. Quatre lettres sur le 1\le-
xique. Lettre 1, §, 6, pago 39.
[2J Id. id. id. Lettre 1, §, 7 pago 39.
[3J Id. id. id. Lettre 1, §, 7 pago 40.
f4J Id. id. id. Lettre 2, § 5, pago 77.
(5) Obra citada. Lettre 2, § 7, pago 87.
-355-

Tratn. de la Atlániida cuya existencia tiene por


cierta. En la carta 4~ habla de su destruccion. An-
tes hubo de expresar, que no existiendo ya nada, era
natural suponer, que lo que quedó de SUB habitantes
orientales se refugiara en Africa, y los occidentales
en América. De allí proviene esa semejanza tan sor-
predente de cierta¡j poblaciones africanas, sobre todo
de los de Fernando P6 con los aborigenes america-
no~. (1)

El nlito de Quetzatcoatl, dice que presenta rela-


cion~s sorprendentes con la de Baca y Hércules, y
analogías con el de Osiris. (2) Despues lo hace el
tipo de la tierra, y ~n época~ posteriores de la poten-
cia c6~mica, de la vida y de la fecundacion univer-
sal. (3) Cree que hay identidad entre los mitos de
las religiones antiguas y los que presentan la de los
mexicanos, lo cual les dá comunidad de orígen. En
cuanto á las atribuciones distintivas de las divinida-
de~ del antiguo mundo, del Egipto, Grecia, el Asia
nlenor, las descubre todas, unas despues de otras, en
las divinidades mexicanas. Asegura que las expre-
siones de la lengua sagrada de la India, existian idén-
ticas en México y en la América Central con su sig-
nificacion natural. (4) .

(1) Id. id. Lettre 2, § 9, pág. 106.


(2) Quatre lettres etc., Lettre 1, § 5, pago 26.
(3) Id. id. Lettre 3, § 5, pago 164.
(4) Id. id. Lettre 1, § 5, pago 28 y 30.
-355-

§ 5.

,Por poco que se reflexione sobre una gran parte


de lo que contienen e~tas carta~, .se advierte que hfl.Y
mucho de fantástico, de arbitrario, de incoherente, y
de absurdo, grande oscuridad y confusion, encontrán-
dose alusiones solamente en vez de explicaciones pre-
cisa~ y completas. Podrian citarse en comprobacion
varias especies, aun alguna:'! poco relacionadas con el
asunto principal, como la de decir que los héroes del
sitio de Troya no son hombres como nosotros, sino. per-
sonificacion de fenómenos ,naturales. (1) Cuando ta-
les co~as se afirman, preciso es desconfiar de todo. Ci-
taré; por último, para que acabe de formarse concep-
to de la opinion del abate Brasseur de Bourbourg so..
bre la cuestion de orígen, el párrafo siguiente: « Si
los ltiporboreos tomaron la vía del Norte, los egipcios
tom{Lron muy probablemente el camino del Sur, pa-
sando de las Antillas á las bocas del OJ'Ílwco, despues
de allí á las costas de la. Mauritania. No se puede
dudar que estaf5 emigraciones hayan continuado du-
rante.largos años, y los descendientes de los hombres
rojos del sur, bien pudieran encontrarse en Africa 6
en la península de Ibérica con las de los hombres co-
brizos del Norte, hechos padres é institutores de los
celtas y de los druidas.» (2)
(1) Quattre lettres etc. Lettre 4, § 11, pago 319.
(2) Id. id. Lettre 4, § 16, pago 332.
-357--

Todo lo mas notable de la mitología antigua y de


las leyendas de otros paise5 cree encontrarlo el abate
Bra~seur de Borubourg en las cosas de América. Es-
tuérzase en aplicn.rlo al cataclismo que cubri6 de agua
una parte de la tierra ent6nces habitada, dejando des-
cubiertas las Antillas. Considera á estas como elorí-
gen de la poblacion y de la civilizacion, por los que
escaparon en ellas de esa gran catástrofe, operaaa
segun él en cuatro dias. Hace uso, sin emb&.rgo, pa~
ra fundar su sistema, de interpretaciones tan violen-
tas, torturando las palabras, cuya significacion análo-
ga cree sacar de las lenguas americanas, de tal ma-
nera, que l~jos de producir la conviccion, causa el
efecto contrario. Sistema suyo es este que solo deja
en el ánimo la impresion de los errores en que se
apoya, y de In. inverosimilitud que le 8irve de base .

......
CAPITULO XXI.

1. Opinion de E. B. de E. y obra que publicó en 1767


sobre la cuestion de orígen.-2. Cómo juzgn.los siste-
mas de Grocio, Laet y Hornio, y lo que indican
l'Escarbot, Berewood y otros.-3. Razones que expo-
ne en su apoyo.-4. Puntos por donde aparece haber
estado unidos los dos continentes.-5. La existencia
de la Atlántidala tiene por averiguada: facilidades
que presentaba para trasladarse :1 América.-6. Los
antiguos habitantes de este continente y ruinas nota-
bles de Tiaguanaco.-7. Emigraciones; restos que se
han encontrado de antigua civilizacion, entre los que
figuran las pirámides de México, y consideraciones á
que esto da 1ugar.-8. Procedencia de los america-
nos: la cuestion con relacion á los chinos y japoneses,
á los del Oriente de Europa, de Africa ó de Pheni-
cia y á los Persas: consecuenciás que de este exámen
se desprenden.-9. Contignidad de la China, el J apon
y el Nuevo Mundo: conformidad entre los incas y los
chinos: país de donde vino Manco Capac.

§ l.

Ya se ha "isto cuáles son el juicio y opiniones mas


notables, que sobre el origen de la poblacion de Amé-
-360-

rica se han formado, réstame hacer mencion de la


obra en 49 mayor, de 616 páginas, que en 1767 se
publicó en Amsterdam con este título: « Essai sur
« cette que8tion.-Quand et comment l' Amérique
1
rl a-t-elle eté peuplée d'hommes et d animaux par
({ E. B. de E. J

El autor se propone demostrar en ella:

1. Que eran insostenibles las opiniones de Grocio,


Laet, Hornio y otros autores, sobre el orígen de los
.
amencanos.

2. Que la América ha debido · ser poblada antes


del' diluvio.

3. Que á la narracion de Moisés sobre este acon-


tecimiento puede dársele menos extension, y no .ha-
cer ·perecer á todo el género humano en esta catá~­
trofeo

4. Que la tierra, antes del diluvio, debe haber te-


nido un número de habitantes superior al de nuestros
dias.

5. Que las petrificaciones no vienen todas de] di-


luvz'o.

6. Que era insuficiente la cantidad de agua para


producir el ailuvio tal como se figura; y que la arca
no tenia bastante capacidad para contener todas las
-361-

especies de animales con las provisiones necesarias


para. su sustento, ni el número de ocho personas era
bastante para cuidarlas.

7. {( Que la mayor parte de los animales no ha-


« brian podido traf:iladarse á América por los países
« Tecinos que nos son conocidos. »

8. Que el. exámen de la cronología de los egipcios,


etiopes, asirios, phenisios, indios, árabes, chinos, 8ci-
tas, tracios, griegos, italianos, celtas, etc., y su his-
toria no permite creer que haya perecido todo el gé-
nero humano á excepcion de Noé y BUS tres hijos.

9. Que ningun pueblo' de los que han tenido algu..


na nocion del diluvio, ha creido jamás que por él
haya sufrido la tierra el gran cambio que se surone,
y que todo el género humano ha~a perecido.

10. · Concluye manifestando, que su sistema, q~e


Cree apoyado en el testimonio de todas las naciones,
y de c:1.si todos los autores antiguos, es preferible al
que hasta ahora se ha seguido, y permite explicar el
pasaje de la Escritura que habla del diluvio, como es
forzoso explicar otros mil, sobre todo en punt~ á his-
toria y á. cronología. (1) .' .

(1) E. B. de E ., obra citada, lib .. 9, Cáp. 16


J.!ITUDIOS.':"""TOMO IV.- 50
§ 2.

Refuta y conceptúa no fundados los sistemas pro-


puestos por Grocio, Lact y Hornía, sobre el orígen de
los americanos: haciendo el primero venir á los de la
.América Septentrional de los noruegos, y á las de la
Meridional de los chinos, etiopes y otros pueblos, y
el segundo y tercero de la Scita. (1)

Refiere que l'Eccarbot, Berewood, Moraes y otros


los hacen de~cender de los tártaros, cartaginese~, ju-
. días, etc., y despues de indicar ligeramente lo que ca-
lifica sutños de muchos escritores, que discutian si pro-
ceden de las diez tríbus de Israel, de los celtas, cofi-
tae, 6 egipcios, y de los que han hecho de América la
residencia de Noé, toca la cuestion del trasporte de
animales, y mostrando el embarazo que produce en
los autores, y 10 absurdo de muchas de las opinio-
nes emitidas, que reputa. por in~ostenibles, busca en
. otro sistema la resolucion del problema, y entra de
. lleno en la cuestion, precisando la. opinion de que la
America fué poblada desde ante3 del diluvio, lJ que esta
grande inundacion no destruy6 todo el género huma-
no.(2)

(1) La misma obra, lib. 1, chapo 2.


(2) Ibid. chapo 3 y lib. 2, chapo 1~
.
-3i3-

§ 3. '

Para lundarla supone q ue ~l Oceano antes del dilu-


vio no tenia una extension tan vasta como la que hoy
presenta'; que la multiplicacion de los hombres fué
muy grande, y el número de habitantes de la tierra
in:&nitamente superior al de nuestros dias; que el mun-
do, resintió mas 6 menos los efectos de esta inunda-
cion; que la-superficie de la. tierra era mas extensa~
y el Oce"aIl:o mas limitado de lo que son ahora; y que'
no es preciso hacer pasar los hombres "por los luga-'
res que ordinariamente se designan, á saber de la Asia
ma~ septentrion~al p'or uú lado, y de la Groelandia
por otro, sino que pudieron abordar á America poco
mas 6 m~nos de todas las partes del Norte.

§ 4.

Hay apariencia, dice el autor, de que la Noruega,


las Islas Británicas, las Oreadas, la Irlanda, la pre-
tendida Frislandia, y otras isla~, h~yan estado unÍ-
da~ á Terra Nova, y esta al Canadá.

Sábese, dice, que Kamt8chatka solo dista. dia y


-364-

medio de América, que las islas del Jupon han esta-


do contiguas á la Corea y á Jeso, y que segun las
apariencias las Filipinas, las l\lariamu~, las ~Iolucas,
y las islas de Sonda formaban un continente con el
A.~ia y la tierra delos Papoes, que componían enton-
ces parte del continente central.

,. Si ese continente ha e~tado unido por G/lile y la


Tierra Mafjallánica, vista la poca distancia de Quir
dela Nueva Holanda, y la posicion que guardan las is-
las de Salomon, Hernandez, Gallegos, y otras ca~i sin
interrupcion hasta Chile~y el extrecho, si se han des-
cubierto islas y costas poco distantes del cabo de Hor-
nos; si por los descubrimientos de Goneville, de Dam-
pier, y tantos otros, se encuentran tierras australe¡
por todas partes; y si todos estos paises no han sido
separados de los otros continentes, sino por el dilu-
vio, 1.0 cual es conforme á lo que Platon dice de la
Atlántida, fácilmente se concebirá que antes de él
era tan fácil ... trasladarse á América, como á Europa
y á Africa. (1)

§ 5.

. Habla en seguida de la isla Atlántida, que da á co-


nocer comentando los diálogos del Tillleo, (2) y de

. (1) E. B. d' E. obra citada, lib. 2, chapo 1.


(2) Platon tomo 3, Edit Scorani Jimenez.
-365-

Critíaa (1) en que se hace mencion de ella, de la cual


dice, ha.n hablado tambien Aristóteles, Strabon, Pli-
nio, Arnobio, Eliano, Proclo, Co~mo~, Incloplustes,
Plutarco, Onomacritias, y sobre todo Diódoro, y con-
cluye teniendo por averiguado que ha existido la
Atlántida, y que e~taba poco distante de la tierra
firme de los dos continentes de Europa y Arrica, y
muy poco tambien de las islas y del continente de
América, presentando un trayecto fácil á la.s nacio-
nes anti-diluviales, para trasladarae á este mundo per-
dido, y vuelto á encontrar hace dos 6 tres siglos (2);
cree por consiguiente que las Antillas, 10 mi~mo que
las Azoras y las Oanarias son restos de la Atlántida,
6 como ~e explica Platon, hueso. del cuerpo.

§. 6.

Despues de una mirada rápida sobre los antiguos


habitantes de América, reputando á los chichimeca8
como los primero~ habitantes de México, á los cuales
~!Ucediefon lo~ Nava tiacas, y' otras naciones, y .des-
pues de hacer alguna~ indicaciones sobre su estado y
modo de vivir y el de los Peruanos, pasa á hablar de
algunas antigüedades notable~, fijándose en las de Tia-

(1) Ibid. Critias pago 110, et sep.


(2) IbId. lib. 2, chapo 2.
-366-

lluanaco, de que hace una descripcion, apoyándose en


el te~timonio de Garcilazo de lct Vega, y las califica de
una época muy remot~; consid~ra en seguida las cau-
sas que influyen en la barbárie de log pueblos, y apli·
cando ~U5 observaciones á los Americanos, respecto
de lo~ cuales dice que la fuerza de la. verdad ha ar~
rancado tÍ, mucho~ la confesion de haberse separado
antes q ne el uso del fierro fuera conocido, saca la con-
secuencia de que si descendian de Noé, no debían de
haber caido en la barbárie; puesto que ni Noé ni su~
descendientes eran bárbaros ni ~alvajes.

La manera como se ltacen las imigraciones, le sugie-


re algunas observaciones sobre el tiempo que habría
sido preciso emplear para trasladarse y penetrar en
el Perú, y fundar allí reinos; pues considera que an·
tes de poder poblar las tres parte~ del antiguo mun-
do despues dol diluvio,desde el cabo de Fini~terre
hasta Tschucktschoinofs, y de~de la nueva Zembla
ha.sta el cabo de Buena Esperanza, han debido pasar-
se quizá. die~ siglos, y muchos eiglo~habrian sido
tambien necesarios, para hacer poblar la tierra ha~ta
el istmo de Daríen, vista la inmensa extension del
continente septentrional de América.-

§ 7.

La necesiJad, 6 la demasiada poblacion es lo único


-367-

que ha podido empeñar á los primeros hombres á ~e­


pararse, y á enviar colonias gradualmente, « siendo
«del todo contrario al buen sentido, hacer viajes de
«muchos cientos 6 miles de leguas al través de bos-
« ques y desiertos, para buscar un país, cuya exis-
(dencia se ignora, 6 al menos bastante desconocido,
el para que se ignorase, sí era mejor que ~l qua se en-

«contraba en la. vecindad.» De manera que si los que


allí hubieron llegado, suponiéndolos hijos de N oé,eran
bárbaros y salvaje~, ¿cuánto tiempo habrian necesi..
tado para llegar á ser una nacion civilizada, y cons-
truir edificios extraordinarios, y llevar el arte de la
escultura hasta producir figuras semejantes á las que
vivían, y despues de destruido el imperio que produ-
jo esas maravillas, y caído el pueblo en la barbárie,
cuántos siglos habrian sido bastantes, llegados, como
se supone, los Incas el siglo X ú XI de l~ era cris-
tiana, para operar el cambio de bárbaros en hombres
civilizados, é impulsar muchas artes á un grado su-
premo? Todas estas dificultades desaparecen, y todo
se explica fácilmente, en opinion del autor, suponien-
do que los pueblos mas antiguos de América se. en-
contraban en ella desde ante3 del diluvio; y que, con
los conocimientos que ya tenian, fueron poco á poco
civilizándose, hasta llegar los del Perú á la perfeccion
que indican los edificios y estátuas de que se ha-
blado.

Lo mismo dice de las Pirámides que se encontra-


-368-

ron en I\féxico, que considera tambien muy antiguas,


9
y las des cribe valiéndose de los datos con que las dá
á conocer Gemelli Oarreri; y deduce de todos estos
hecho~, que ~Iéxico y sus alrededore~ deben haber
sido poblados tambien antes del diluvio: que los mo-
numentos que aun subsisten, y ruinas tan considera ..
bIes, no pueden tener por autores á los mexicanos,
ni á sus último! predecesores; sino que su existencia
la deben á pueblos muy civilizados, entre los cuales
habian llegado .las artes á su última perfeccion: que
no siendo la adoracion del sol y de la luna conocida
entre los habitantes de la América Septentrional, no
puede ponerse en duda, que otro pueblo civilizado
habia ocupado el país antes de los mexicanos: conje-
tura que los Natche.~ hayan sido una colonia de los
antiguos mexicanos, lo mismo que los Incas y sus an-
tecesores, pasando el itsmo de Darien, y despues el
Amasonas, y pen8trando, en fin, Manco-Oapac en el
Perú: que las siete naciones venidas á México de fue-
ra, de las cuales la última fuó la de los mexicanos que
llegaron el año 1324: procedentes todfts de Nuevo-
~léxico, 6 de los países contiguos, todos de un mismo
orígen, 6 ,del ,mismo país, tuvieron necesidad de 500
años para trasladarse en siete diferentes ocasione~;
que es por tanto de suponer, que 103 antiguos perua-
nos, que construyeron y adornaron esos maravillosos
monumentos de que se ha hablado, no pudieron tr~er
su origen, sino de una nacíon establecida antes del
diluvio en esta parte del mundo; sin que obste la ob-
-369-

jecion de que si la parte meridional de América ha-


bia sido poblada antes del diluvio; lo mismo debia. ha..
ber sucedido respecto de 1\tléxico, que se halla mas
cerca del Norte; puesto que en veinte 6 treinta siglos
han podido ser destruidos los pueblos, como ha suce·
dido en el Canadá y la Luisiana desde ~u descubri ..
m!ento, por sus guerras, 6dios y venganzas, hastn. no
exietir ya los Rerries, reducidos á muy pequefio nú ..
mero y los Hurones; y llegar á ser los Iroqueses, an·
tes débiles, la nacíon mas fuerte y terrible por las
guerras que tuvo que sostener con las naciones veci·
nas. «Lo mismo. es probable que haya sucedido á
«México y al Perú;» y suponiendo que los primeros
habitantes antes del diluvio buscasen los climas dul..
ces, y los terrenos fértiles, es preciso creer que la ma·
yor parte de las colonias hayan venido á América, 6
por las tierras australes, 6 por la Atlántida, y la Amé-
rica por consiguiente ha podido ser poblada mas bien
en su parte meridional, que en la septentrional, y que
una parte de sus emigrantes haya venido á la. septen..
trional, tal vez á Nuevo-México.

§ 8.
I

Investigando en seguida de qué país puedan haber


venido al Perú, si de Oriente ú Occidente, y propo_
niéndose demostrar que « los americanos son de raza
RTUDIOS-TOHO !T.-5!.
-370-

«antidiluviantt, » (1) dice que DO encuentra en el


. Oriente mas que los chinos y japonese~, de quienes
pudieron procedel'los peruanos, vistos los conocimien-
tos, que en la arquitectura, escultura, y aparentemen-
te en todas las otras artes, se encuentran entre ellos;
yeso no es creíble que lo hayan efectuado por tierra,
porque el tiempo que necesitaban para verificarlo en
un camino tan largo, los habria hecho caer en la bar-
bárie, y no es presumible que no se hubieran deteni-
do en ~:Iéxico, sin ir á buscar un país tan distante,
y de que no tenian conocimiento; ni tampoco por mar,
no obst~nte asegurar :ftIr. Guignes, que los chinos ha- .
cian un comercio extenso con la América hácia el año
458 de Jesucristo, y que arriesgándose á viaje~ en
pleno mar, hubieran abordado á Jeso, de allí á Kamfs-
cllGika, .en seguida á la tierra de Gama, y en fin á
una parte del continente de la América Septentrio-
nal, situada al N ord-Oeste de hL California que lla-
maban Fousang j mas para llegar al ,Perú, donde se
encuentran esos monumento~, era necesario atravesar
de 60 á 70 grados 6 1,200 á 1,400 leguas, costear
toda la América, y es inconcebible que en ese largo
trayecto no hubieran dejado algun establecimiento.

Tampoco QS de creer5e que hubieran venido del


Oriente de Europa, 6 de la Alrica, 6 de la Phenicia.

En cuanto á .la arquitectura solo lo~ Phenicios, ha-

(1) Lib. 2, chapo 7, pág. 25.


-371-

jo cuyo nombre comprende á los cartagineses, como


descendientes suyos, y á los egipcios, podian ejecu-
tarla. Supone que los Phenicios tuvieron algun co-
no'Cimiento de América, y aunque hábiles marinos,
raras VQces se aventuraban á viajar en pleno mar, y
si hicieron algunos viajes á Aluérica, no ~erian fre-
cuentes, ¿y c6mo podrian penetrar hasta el Perú, atra-
vesando este inmenso continente bq,ñado por ej. Ama-
zonas, que los europeos no osaron descubrir por tier ..
ra? ¿ó por el itsmo de Darien, tomando el mismo cami-
no de Balboa, sin dejar en su ruta el menor vestigio
de sus conquistas y colonias sobre las regiones orie!}.-
tales del Nuevo Mundo? m~to no es presumible.

A juzgar por su arquitectura y sus estátuas, po"


dian creerse obra de los Persas, por su mucha seme-
janza con el Tchilminar 6 ruinas del Persépolis, que
creen algunos anteriores al diluvio, 6 que por 10 me-
nos son de mucha antigüedad: no cree que Persas ve-
nidos al Per·ú sean los autores de e~os monumentos;
pero sí que sean de la misma antigüedad que los de
Tchilminar, y no pareciéndose á los de Egipto, Chi-
na 6 el Japon, no puede suponerse que una colonia
del Antiguo Mundo haya penetrado ent6nces hasta
e~tos países; sino que es probable, que algunos siglos
despues de establecidos los antiguos en el Perú, el
reposo, la libertad, y la actividad del espíritu hayan
hecho nacer entre ellos la mayor parte de las arte~,
aun las que sirven para el lujo, como ha sucedido en
-372-

otros pueblos. En caso de atribuirse á extranjeros la.


construccion de estos edificios ¿~erá preciso suponer
que hayan sido de la misma raza, orígen, y nacion
que los Incas?

§ g.

Sobre esto manifiesta, que es probable que antes


del diluvio, la China y el Japon estuvieran contiguos
al Nuevo ~Iundo de una parte por el Norte, y parti-
cularmente ~l Kamischatka, y de la otra por los di-
versos Archipiélagos de las Indias, donde no deben
haber existido tantas islas aisladas desde la forma-
cion del globo.

Desde la China hasta Chile y la Patagonia hay un


espacio de muchos miles de legua~, que ha debido ser
un solo continente, 6 por lo menos no haber mas que
pequeños estrechos fáciles de pa.sar.

La conformidad, que encuentran muchos autores


entre los incas y los chinos, resulta aun mayor, si se
atiende á que la poblacion era antes del diluvio mas
numerosa, y que segun la cronología de los chinos
comparada con la del texto hebreo, Fohi reinó 600
años antes del diluvio: que era hombre de gran gé-
nio y se hallaba auxiliado de muchos colaboradores,
-373-

que no eran del todo salvajes: que desde la muerte


de Abel hasta &1 reinado de Fohi tra~currieron 900
años, y hubo tiempo, por consiguiente, para inven..
tar las artes mas necesarias : que Fohi no reuni6 eino
una parte de 5US tropas y colonias, yéndose otras ba..
jo el mando de gefes ingeni030s y hábiles á poblar
las tierras australes, las cuales separadas por el dilu-
vio llegaron á ser casi inaccesible,s en el curso de mu-
chos 5iglos, pero conservaron sus usos antiguos, é in- '
ventaron y perfeccionaron muchas artes: que los
quipos solo eran usados por los chinos y los perua-
nos, y de ellos no se encuentra vestigio alguno en
ningun otro pueblo del antiguo mundo, por último,
la adoracion de Tien entre los unos y la de Pacha ..
mac entre los otros, todo lo ctial prC8enta una confor-
midad ' sorprendente.

Los Incas por otra parte hasta Tupac Yupanqui,


no han querido que se construyera un templo á Pa-
chacamac, á fin de alejar toda. idea material, y lo mis-
mo sucedió entre los antiguos chinos; Iloam-ti fué
el primero ,que elevó un templo á Xam-ti: el adora~
á un sér soberano ,bajo los nombres de Xam-ti y Pa..
chamac confirman la conjetura que se ha formado so-
bre su orígen y el tiempo de su separacion; esto es
por 10 que respecta á la religion, en cuanto al idioma
encuentra analogía entre la lengua malaya y la pe ..
ruana.

Toca la cuestion de si el primer Inca Manco-Ca ..


-374-

pac, fundador del reino del Perú, vino directamente


de las tierras australes, 6 descendia @le los que antes
habian llegado de ella, recorre la historia y las tradi·
ciones, y por las razones que obran en pr6 y en con-
tra, la juzga de difícil resolucion, y S9 inclina á creer
que vino del interior del Perú, aunque originario de
una nacÍon salid:\ de las tierras australes.

Habla despues de los Natches que decian haber


venido de Oriente, y nacidos del sol, y manifiesta que
si la América se presenta mas poblada desde las tier-
ras australe~, que desde el Norte del Asia, y ya lo es-
taba antes del diluvio, una parte de estas primeras co ..
lonias ha podido penetrar por el itsmo de Darien
antee de esta época, tanto mas cuanto que habiendo
tambien el Nuevo Mundo debido sufrir alteraciones
con el diluvio de Noé; este itsmo ha podido estar
unido á las grandes islas, que no están muy di~tan­
tes, como Cuba, Santo Domingo, Jamaica, etc., y
por consiguiente poblada toda la Am8rica antes del
diluvio, habitando los pueblos casi las mismos países
en que ahora se encuentran, 6 una parte de la Atlán-
tida, y hallándose situados al Oriente de México, po-
dian de alli haber regresado al S. E. sobre las már-
genes del ~iis~issipí.

.......
--------------------------------------------

CAPITULO XXI.

1. Prosíguese exponiendo la opinion de E. B. de E.: orí-


gen de los Mexicanos; sus rasgos característicos, coro-
paracion con los Incas; congetura formada por el au-
tor en vista de todo lo eXTluesto, _y deducciones que
hace.-2. Procedencia de los animales en América.
-3. Base en que el autor apoya su opinion sobre la
poblacion da América: puntos que comprenden sus
observaciones: varios textos ele la Escritura.-4. Ob..
jecciones contra el diluvio tal como se describe.-5.
Lo que piensa el autor acerca de él; observaciones que
deben tenerse presentes.

§l.

Prop6nege de~pues tratar Mr. E. B. de E. en el lib.


2,cap.lO, del orígen de los Mexicanos, y asienta que no
tiene la menor conformidad con el de los Incas. Las siete
naciones que entraron á 11éxico, y son conocida5 bajo
el nombre de Navatl(~cas, vinieron todas de Nuevo Mé-
Jdco, 6 quizá de mas lejos: tenían sus dioses; y eran
-376-

mas civilizados que los chichimecas: su lengua no se .


parecia á la de los otros pueblos; su escritura era tam-
bien diferente; pues ni eran letras, corno la. de 105 Eu-
ropeos y Asiáticos, ni geroglíficos como la de los egip·
cio~, ni signos arbitrarios como la de los chinos, ni cor-
dones ó quipos como las de éstos y lo~ Peruanos;
eran «la representacion grosera de las cosas mismas»
su policía, su~ leyes, y su órden, en todo eran admira-
bles, aunque inferiores, dice, á las de las Incas: debian
por tanto, descender de un pueblo lI1Uy antiguo y ci-
vilizado; pues habian llevado las artes á una muy
gran perfeccion, hacian obras admirables y sorpreden-
tes, y sobre todo conocian el calendario, la division
del tiempo, y los cielos.

El año era entre ellos de 365 dias, ti saber 18 me-


ses de 20 dias cada uno, á los cuales añadian cinco
vacantes: cada uno tenia su nombre, su imágen y su
signo: gU semana era de 13 dias, el año lo dividian
en cuatro partes: su período tambien en cuatro partes
con los mismos ~ignog, y cada signo Ó período de 13
ai10s formaba un ciclo de 52 años; al fin de cada pe-
ríodo esperaban el fin del mundo, todo lo quebraban
la última noche, no preparaban vianda alguna, ni co-
mian, y e~peraban la venida del dia, que celebraban
con gUS instrumentos y con fiestas.

Véese por lo expuesto que, segun el autor, los In-


cas eran de orígen distinto; pues sus años eran lU1wres,
-377 --
y encontrándolos diferentes de los solares añadian 11
dias, viéndose obligados á recurrir á torres construidas
al efecto, pa.ra observar las solsticios y los equinoccios,
y el principio de cada mes solar, 6 la 12~ parte del
año. Los chinos tenian ciclos de sesenta años desde el
tiempo de Hoam-ti; esta invencion es muy antigua.

De la conformidad y diferencia á un mismo tiempo


de los ciclos chinos y mexicanos deduce el autor: «que
« la nacion de 11\ que estos han salido, y la que ha
e formado el pueblo chino han emprendido casi al mis-
e mo tiempo su viaje hácia el Oriente; una parte se
« e~tableció en la China bajo Fohi, y otra avanzó mas
« lejos, y fij6 su residencia en la parte septentrional
« de la América entre lo~ 30 0 y 60 0 grados de lati-
« tud, y desde cerca de la!5 200 0 á 270 0 de longitud;
« quizá antes de la separacion de estas dos colonias
« se comenzó á hablar de la .manera de fijar la du-
« racion del año, y establecer un ciclo para evitar to-
« do error, pero no habiendo ese proyecto llegado en-
e tonces á eu madurez, los chinos des pues de su esta.
C( blecimiento han hecho su ciclo de 60 años, y la na-

« cion de que proceden los mexicanos de 52 años. (1)

Esto lo presenta como una conjetura que basta pa-


ra demostrar , que esta nacion no tiene nada de los
Tartáros, ni de los chinos, ya se considere su lengua
6 sus costumbres, su religion ó el ciclo de los años &c.,
(1) E. B. d' E. obra citada lib. 2 cap. 10 pago 39 y 40,
U TUDIOS-TOtlO IT.-52.
-378-

y que debe ser jo una muy grande antigüedad anti ..


·diluviana.

Cree que estas emigraciones iban -verificAndo se im-


pelidas las unas por las otras, y respecto de los Me-
xicano8 6 lvavatlacas supone, que al Norte 6 Nord
Oeste de Nuevo 1vléxico ha existido un poderoso
imperio, cerrado para otros pueblos, y que ~emu1ti­
plic6 hasta el punto de tener que enviar colonias á
otras partes: que las siete naciones se hayan dirigido
á México en el curso he 6 á 7 sig~os una despues de
otra. (1)

De no encontrarse usado el fierro entre los amé-


ricanos, deduce tambien que se separaron de los otros
hombres antes de que el fierro fuese conocido, y por
consiguiente mucho antes del diluvio.

§ 2.

En cuanto á la procedencia 6 país de donde hayan


venido los animales, se vale para resolverla del tes.to
del Génesis, (2) en el que aparece que Dios dijo que
la tierra produjera animales vivientes segun. su espe•
.cie, y hallándose la tierra informe y desierta, con las

(1) Ibid. pag.40.


(2) l. v. 24.
-379-

tinieblas en el fondo nel abismo, y moviéndose el es-


piritu de Dios sobre las aguas (1) deduce que el es-
pirítu de Dios fecund6 la tierra, y puso su virtud
productiva en accion, dando por resultado la produc-
cion de animales en su~ diversas partes y diferentes
climas cada uno segun su especie, y considera opues-
ta al buen sentido, y destituida de toda verosimili-
tud la opinion de los que pretenden sostener que Dios
no cri6 mas que un par de cada especie; pues hace
notar que 1\foises, al hablar del hombre, dijo expresa-
mente, que Dios cri6 un macho y una hembra, (2) y
al habla.r de los animales simplemente dijo, que la tier-
ra produjeee animale~. (3)

La otra opinion de que puedan los animales haber


pasado por la Atlántida, por las tierras australes, por
el Norte, y quizá por el Africa, que habiendo estado
contigua al Brasil, bien pudieron pasar de ella ante!
del diluvio, no la cree inconciliable con lo que propo·
ne. La base en que apoya todo su sistema sobre la
poblacion de América la hace con~istir en que el di-
luvio no fué universal, ni destruy6 todo el género huma-
no; entra por tanto, de~pues de lo. expuesto, de .lle.
no en· la cuestion, examinando los testos de la Sagra-
da Escritura que de él hablan, lo que exponen las es-
critores sagrados, los diversos sistemas que sobre es-

(1) Ibid. v. 2,
(2) Ibid. v. 27.
(3) Ibid. T. 25,
-880-

to se han formado, las razones y fundamentos en que


cada uno de ellos se a.poya, yen la dilucidacion de los
puntos mas prominentes, con vi~ta de las opiniones
emitidas por 103 naturalistas, Íntimamente conexas
con la astronomía, cosmogonía, geología y antropolo·
gíll., presenta las pruebas que en su opinion pueden
alegarse contra la universalidad del diluvio; analiza la
cronologia del testo hebreo, del c6digo samaritano, y
de la version griega, tocando varios puntos de la his-
toria, y materia e conexas que puedan ilustrarla; y pa-
ra derramar cuanta luz sea poc:ible, penetra en la his-
toria antigua y cronología de los Egipcios, de los Etio-
pes, de los A~irios, y de otros pueblos orientales, en
la de los chinos, los Scitas, los Celtas, los Tracios; los
Griegos y los Italianos.

Ya se deja percibir por eeta simple insinuacion to-


da la exten~ion que tienen las observaciones del autor.
Las palabras, todo el mundo, toda la tierra de que usa
Moisés al hablar del diluvio, (1) dice que no deben
tomarse á la letra, sino en e~tilo hiporb6lico, y para
probar que este es el del Antiguo Testamento cita el
pasaje del Ex.odo (2), en que habla de la muerte de
todo el ganado de Egipto, y lo que aparece en otros
lugares, sobre el efecto del granizo en todas las !/ervas
de los campos, y en todas los árbolee~ (3) el relativo

[1] Deut. n. 25.


[2] Exodo IX. 6.
[3] Exodo. IX, 25. ch. XIII 15.
-881-

al ejército de los Idumeos, el del Deuteronomio, en que


Dios hace ver á Moises toda la tierra prometida (1):
el de Jeremías sobre la devastacion de la Palestina, en
que emplea varias hipérboles; pues dice: « Yo miré
« la tierra, y hela aquí 'sin forma, y vacía como en la
(e creacion y los cielos, y no habia en ellos claridad,

« he visto las montañas que bamboleaban, y deriba-


« das todas las colinas, etc. He mirado, y he aquí
« que no hay un solo hombre, y todos los pájaros
e de los cielos se han huido~ etc. Por ~ue así ha di-
" cho el Eterno; toda la tierra no será sino deso lacion
« pero sin embargo no la destruirá enteramente.» (2)

Lo mismo puede decirse de Ezequiel re~pecto de


Egipto, en que se lee que todo el pueblo y todp.s las
beetia~ seiian extremadas, (3) y contra Edom, anun-
ciando que se convertiria para siempre en un desier-
to, y nadíe pasaría ni ha,bitaria en ella. (4)

Tambien hace mencion de varios pasages de la


hi!toria profana, y de todo esto deduce, que los tér-
minos toda la tierra II toao el mundo son tomados en
la Escritura mas frecuentemente por una parte que
por el todo, y que en este sentido debe, por tanto,
tomarse 10 que se lee en el Génesis, en el cap. VI,

(1) Deut. XXXIV. 1. 23.


(2) Jeremías ch. IV 23.
(3) Ezequiel eh. XXIX. 8. 9. 12. XXX. 12. Y ch.
XXXII. .
(4) Ch. XXXV, 7,9.
-382-

V. 6, 7, 12, 13, 17, Y VII, v.19, 20, 21, 22 Y 23


en que se dice: «y las aguas se aumentaron prodigio-
« samente sobre la tierra, y fueron cubiertas todas las
« altas montañas que e!3taban bajo los cielos. Las
cc aguas se aumentaron quince codos ma~ alto. Así
« las montañas fueron cubiertas.

« Y tode6 carne que se movía sobre la tierra, espir6,


« tanto pájaros como ganado, béstias, y todos los rep!-
cc" tiles que se arrastran sobre la tierra, I y todos los
« hombres.

ce Todas las cosas que estaban E,oLre seco, y que


« tenian respiracion y vida en sus narices, murieron.

« Todo esto, .pues, que subsiste, fué exterminado desde


« los hombres hasta las bestias, hasta los reptiles !J has- ·
cefa los páJaros aves de los cielos, JI fueron extermina-
« dos de sobre la tierra. Noé permemeei6 fuera de esto,
« 11 lo que con él estaóa en el arca. »

§ 4.

Alega, además, que es imposible imaginar una


cantidad suficiente de agua para un diluvío univer$al;
pues para que las aguas hubieran subido 15 codos 80-
bre las mas altas montañaR, era preciso segun los cal-
-383-

culos que se han hecho, que diez ó veinte oceanos hu-


bieran suministrado una cantidad de agua, para que
aun pudiera elevarse sobre las mas altas montañas de
la tierra (1): que la arca no habria absolutamente po-
dido contener la familia de Noé, los animales, y todo
lo necesario para su alimentacion y conservacion (2):
que era imposible cuidar tantos millares de anima-
les (3): que éstas á su salida del arca no habrian po-
dido venir á América (4): que no hubo paíse~ des-
truidos mas que la~ que se mostraron insensibles á la
predicacion de Noé (5) : que la historia antigua de
diversos pueblos, y su cronología contradicen y refu...
tan la univerRalidad del diluvio, y de la destruccion
completa de todo ser viviente. (6)

En el desarrollo de estos conceptos hace mencion


de los sistemas de Woodward sobre la. condensacion
del aire; y de Whiston seguido por muchos ~obre la
tierra, su temp.eratura, y cambios que ha sufrido, y
sobre la creacion: habla de loe cometas, á uno de los
cuales lo supone causa del diluvio; de la órbita de los
planetas; de los mares antes del diluvio y su profun-
didad; de la poblacion primitiva del mundo, y de

(1) Obra citada del autor lib. 2 chapo 1 pago 87 y lib.


4, chapo 1 pago 265,
(2) Ibid.-ljJJ. 4. cap. 2. pág. 267.
(3) Ibid. ce.p. 3 pag. ·272.
(4) Ibid. cap. 4. pago 272.
(5) Ibiel cap. 5. pago 273.
(6) Ibid. lib. 4, cap. 5, pago 279.
-384-

otras varias materias, entre las cuales figuran las re-


lativas al diluvio y á la arca de Noé.

§ 5.

De aquí pasa al exámen del sistema de Mf. Ber-


trand, escritor que sostiene la universalidad del dilu..
vio conforme al testimonio de Moisés y al de todos
los pueblos; sobre lo cual repite, para contrariarlo,
algunas de las observaciones que ya habia hecho, y
entra á exponer su si!tema sobre el diluvio, produ-
cido segun él por la declinacion del centro de grave-
dad de nuestro globo; en lo cual emplea mas de la
mitad de su obra, desde el libro 3 hasta; el 9, tratan-
do las diversa~ m!tterias de que antes se ha hecho
mellcion, para venir á parar en las conclusiones in-
dicadas al principio de este capítulo.

N o intonto formular un juicio crítico sobre todo lo


expue~to por el autor, porque esto excederia los lí-
mites del plan que me he propuesto desarrollar en
esta obra; pero sí debe tenerse presente, que no son
nuevas las observaciones que contra la universalidad
del diluvio presenta; antes de él habían:yra apareci-
do en varías obras, y dado ámplia matetía á la dís-
cusíon; las palabras toda la tierra, todo el mundo, de la
relacíon mosaica, en que hace con!5istir gran parte de
-385-

ellas, por creerla~ hiperb6lioa~ que deben entenderse


en un. ~entido restrictivo, no son las únicas decisiTas
en esta materia: conceptos hay en e~a relacion tan cIa-
. ros, repetidos~ y terminantes que no dejan lugar á du-
da, ni á esa interpretacion que quiera dárseles; En el
cap. 0, v. 6 Y 7 del Génesis, despues de arrepentir-
se el Eterno de haber hecho al hombre, dice: exter-
minaré de sobre la tierra lo~ homb,"es que he criado~
hombre~ y ganado, todo lo que se mueve, hasta las
a ves de los cielos, porque me an"epiento de lwbel'lo8
hecho.4

De este exterminio no quiso librar ma'J que á Noé


Y á su familia, yá los que nland6 que con él se tn-
cerrasen en el arca; y por eso dispuso su construc-
cion, y orden6 lo que debia de hacerse.

Si las aguas no hubieran cubierto toda la tierra y


de~truídolo todo, habria sido innece!ario ese medio
de salvacion, porque siendo parcial la inundácion, y
limita.do el número de los que debian perecer, Noé,
su familia, y los anima les que entraron en el arca ha.-
brían podido salvarse de otra manera, con solo hacer-
los trasladar de un lugar á otro; y no ~e tiene noti-
cia:, atendidos otros pasage~ de la Escritnra, que el
mundo haya vuelto á poblarse despues de ese acon-
tecimiento, con otros que DO fuesen los hijos de ~oé,
entre quienes éste dividi6 la tierra. (1)

(1) Enseb. in Thesauro tempol'um, pág. 10.


UTUDI08.--TOllO IT.-53
--386-

El cap. 6 del mismo Génesis afirma aun mas este


concepto; pues en él se dice, que toda carne que se
movia sobre la tierra espir6, aves, ganado, héstias, rep-
tiles, II todos 108 hombres; que todo lo que estaba 'so~re
Beco,!J tenia vida !J respiracion muri6; JI que todo lo
que subsistia, rué exterminado de sobre la tierra, des-
de los hombres hasta las béstias, hasta los reptiles,
hasta 108 pájaros de 108 cielos. Solo Noé qued6, y lo
que con él estaba en el arca. ¿ Puede darse una ,ma-
nera mas absoluta mas expresiTa, clara, y terminante
de manifestar un concepto, que el que se usa en ese
pyage de la Escritura Santa ? Nada ·q ued6 de 109
aéres que se expresan fuera del arca; no salv6 uno
solo de los de su clase, todo pereci6, todo dejó de
existir.

Todavia en el cap. 8, v. 21, volviendo Moisé8 6.


hablar de ese grande acontecimiento, pone en boca
del Eterno estas palabras: « No destruiré lo que vive
como lo he hecho. »

Este es el sentido en que han hablado de este acon-


tecimiento los Santos Padres, y un número inmen-
so de autores sagrados y profanos, en· cuyo apoyo
vienen las tradiciones de los pueblos, que seria largo
enumerar, con circunstancias algunas de ellas muy
remarcables.

.. .•..
CAPITULO XXII.

l. Continuacion del mismo asunto. La verdad de la re-


lacion Mosaica confirmada por los descubrimientos
geo16gicos I los_ progresos de las ciencias físicas. Lo
que opinan Buckland, Cuvier ., KIee.-2. Pruebas sa-
cadas del cescubrimiento de fosilee, de la. cla.smca.cion
de los terrenos, y edad que se les asignan, pedruscos
erraticos, formaciones neptunianas, petrificaciones, ca-
Ternas diluviales, conchas marinas, bahias y brazos de
mar, hundimiento del suelo. y direccion de las mon-
tañas.-3. Refutacion de las demás observaciones de
E. B. de E. sobre el diluvio.-4. Paso de los animales
encontrados en América.-5. Observaciones del Aba-
te Du-clot sobre los argumentos sacados contra la re-
lacion Mosaica de la pretendida antigüedad de los
phenicios, caldeos, persas, egipcios, cilios y judíos.

§ 1.

Aun en los ~tiempo~ modernos, en que el espiritu


de impiedad y de duda se ha extendido tanto, se han
levantado esforzados apologistas, y los descubrimien-
-S88-

tos geológicos, y los progresos de las ciencias ñsica!l


han venido á confirmar la. Terdad del autor inspirado,
del autor ~agrado, se han encontrado en las divereas
capa3 de la tierra depósitos antidiluTianos: y en las
altas montañas resto~ y vestigios, que acreditan la
invasion de las .agua~ y altura á que llegaron. ~Iu­
ohos autores podian citarse en comprobacion de lo
expuesto; entre lo~ que últimam~nte han tratado de
esta materia figuran William Buckland, Jorge Cuvier
y Federico Klee: el primero habla de los terrenos di-
luvianos en los paíae~ de Europa y en otra~ partes
del mundo, y considera lo que en ello~ se ha descu-
bierto como prueba de la evidencia innegable del di-
luvio, de esa grande convulsion é inundacion que tan-
toafectó nue~tro planeta. (1) El segundo dice tam-
bien, hablando de lag varias capas de la tierra, aun
la.s mas superficiales, que «esas capas constituyen
« hoy, á los ojos de todos los geólogos, la prueba mas
« evidente de que esta inmensa inundacion ha sido la
« última de las catástrofes del globo; .. (2) Y el tercero,
entrando en extensas investigaciones, en que mas de
una .vez se separa en vario~ puntos de los geólogos
que le habian precedido, y en otros a.mplía,· ilustra y
confirma muchae de su~ ob~ervaciol1es, muestra en
toda su obra, que abarcó · la materia en toda su ex-

(1) Reliquiffi diluvian::e, or observations on the orga-


Dics remains, etc. London; 1824:.
[2] Discurso sobre las revoluciones de la. superficie
del globo, págs. 288 y 289, 5.· edicion.
--389-

tension, la conviccion profunda que tenia do que «( la


.« relacion del Génesis soore el diluvio encierra en todo
« lo esencial una gral'~ verdad, que descansa ~'oore ttn
« fonclo histórico.» (1) y aunque al enunciar la ter-
cera de las cuestiones que en el § 7 se propone tra-
tar, dice que la tierra estaba poblada de una raza hu-
mana, que no pereci6 enteramente en esa~ revolucio-
nes, añade « que lo que la sagrada Escritura nos en..
« seña acerca d·eI diluvio, se encuentra confirmado en
« lo esen,cial)} y .es conforme 6. la verdad, [2] y no re-
sultaria cierta tal asercion, si á mas de Noé Y ~u fa-
milIa ~e hubiesen salvado otros individuos de la raza
humana, que es lo esencial en esa narracion; pero
que el diluvio l5e verific6 para castigar al género hu-
mano exterminándolo, como aparece en los pasages
del Génesis, de que antes ~e ha hecho menciono

§. 2.

Lo~ fósiles descubiertos por eminentes naturalista~


en Francia, ·Alemania, Suecia y América, cQn una
precision evidente de la magnitud de esa catástrofe
y la destruccion de todos lo! sérei! vivientes.

[1] El diluvio. Consideraciones geológicas é históri-


cas sobre los últimos ca.taclismos del globo. Trad. al cap.
§ 1, pág. 11.
[2J F, RIee, obra citada, § 7, pág. 80 Y § 11, pág. 232.
-390-

Entre esos f6silcs figuran los animales no vertehra-


d08?J vertehrados, los zoofitos, los moluscos, lo~ crus-
táceos, los mamíferos; llamando entre los primeros
mucho la. atencion los pescados fósilel, y los reptiles,
por sus especies, y por los lugares en que ~e han en-
contrado, siendo el monte Bole.a, cerca de Verona,
uno de ellos.

La clasificacion de lo~ terrenos, y la edad que á


cada uno de eltas .se ha asignado, ql1:e es uno de los
adehmtos de la geología, constituyen otras de lasprue-
bas del diluvio: los pedruscos erráticos encontrados
sobres las montañas, 6 esparcidos en los plallos á gran-
des distancias de las rocas fijas, de las cuales parecen
haberse desprendido; lal formaciones neptunianas, en
.que se han enoontrado restos de plantas, y animales
de especies' extinguidas como el mammouth, el maa-
todonte el Dinotherium y el Sivatherium; las petrifi-
caciones halladas en el seno de la tierra, sobre los cua-
les se han hecho estudios muy importantes, hasta pro-
nosticarse que por medio de ella~ llegará á calcular-
se aproximadamente la edad de la tierra; las caverna,
diluviana, como la de Lunel-vicil en Francia, la de
Kirkdale cerca de York en Inglaterra, y la gruta
de Icalmhridege al sud-oeste de Portsmouth, en que
se han encontrado restos de animales extinguidos, '1
las de otros en climas en que no podian ViTir; las
concha8 marinas halladas en la cima de las montañas;
á donde 10 mas probable e~ que no han podido ser
-391-

llevadas,. sino por una fuerte erupcion de las aguas


del mar, las bahías en opinion de alguno~ géolo-
gos q ne en su forma indican la direccion que en
en su corriente tomaron las aguas del mar, al pene-
trar en los continentes; el hundimiento del suelo en al·
gunas partes de la tierra, como las partes septentrio-
nales de América y de Asia en opinion de los que
cren que el diluvio fué causado por un cambio del
eje del globo; lo mismo que la direccion de la monta-
ñas de Norte á Sur, 6 de Este á Oeste. M. Elie de
Beaumont, con!5idera que el levantamiento de la colo-
sal cadena de los Andes ocasionó el diluvio: Federico
Klee coincide con esta opinion, y cree que puede ha-
ber tenido alguna parte, aunque indirecta, en esta
catástrofe, causando la mudanza del eje del globo y el
diluviv (1) otros varios fen6menos geoI6gico~, que han
sido el objeto del estudio atento de los naturalistas
modernos, se presentan com) pl'uebas, y de ellas de-
duce Mr. Klee «un diluvio universal que debi6, inun-
« dar todas las tierras, y eJercer grande influencia sohre .
fela forma litoral de los continentes......... cuyo relul-
« tado fué un completo trastorno del 6rden de cosas ezis-
« tente. » . (2) Cítanse en apoyo y confirmacion de
esto las opiniones emitidas por Mr. Forchammer en el
informe que dirigi6 á la Academia: de Ciencias de
Copenhague, inserto en el diario Daush Ugesknift de

(1) Obra citada § 12 pago 169.


(2) Ibid. pago 186 y 190.
-392-

9 d~ Diciembre de 1842, la de Selfsrom que reasu-


ma en ocho proposiciones, (1) Y la del Dr. Hit·
chook. (2)

§ 3.

Las observaciones que ~Ir. E. B. de E. hace sobre


no poder imaginar una cantidad de 3gua bastante, pa-
ra elevarse quince codos Robre las mas altas monta-
ñas de la tierra; la de no haber podido contener el
arca ta.ntos millare3 de animales de todas especies,
y las provisiones necesarias para su alimentacion y
conservacion, y la de no poder ser cuidados por so-
lo ocho personas, ni pasar á América despues de su
salida dél arca.
Todas estas ob5ervaciones que ante/!! de este au-
tor habian hecho ya otros varios, han sido objeto de
un prolijo y detenido exámen. Isaac Vosio es uno de
lo~ e~critores, que reunieron casi todas las ob~ervacio­
nes indicadas contra el diluvio universal, que queria
reducir en ~us efectos á un diluvio 6 inundacion par-
cial como el Ogiges y Dettcalion. 1Iuchos escritores se
han ocupado en contestar y refutar á Vosio, entre

(1) Ibid. § 15 pág. 233.


(2) First aniversari addres befors the Asociation o f
American Gelogiost etc. 1841.
-393-

otros Calmet, cuyas principales observaciones se en-


cuentran en las Di~ertaciones sobre el arca de Noé y
la universali~ad del diluvio, que forman parte de la
Biblia de Vencé, cuya edicion en latin y en e~pañoI
se hizo el año de 1831 (1), y la primera de esa.s ob-
jeciones ha quedado desecha, al analizarse los sistemas
de B'Uret (2) y Whiston, ?J Cluver, (3) sobre el diluvio
contribuyendo á dilucidar mucl:lO esta materIa 10 e~­
puesto por el autor del ,¡Espectáculo de la natura-
raleza.»

La solucion de las demas objeciones ~e encuentra


en el « tratado del arca de Noé, de ~u forma?J de su
{( capacidad» del P. Buteo, y muy especialmente en
10 que, con vi3ta de esto, estribió M. ·Le Pelletier, en..
trando en muchos detalles y calcul03 muy prolijos,
entre los cuales figuran respecto de la capacidad del
arca los del vice-almirante Thevenard sacados de sus
{( ~iemorias relativas á la marina,» tomo 4, pág. 253.

§. 4.

De la cuestion de la~ animales encontrados en

(1) Tomo 1. pág. 297 Y 310.


(2) Archoolog. Philosoph. Loudini 1692 y Telluris
Theoria sacra. Loudini 1681.
(3) Theoria TelIJIr. Cluver. Geolog. cap. 12 apud.
Schreuzer Phycioo. Sacr.lib. 1. .
ESTUDIOS-TOllO. IV-5!.
-394-

América, se han ocupado varios autores, tales como


Acosta, (1), Hornio. (2), el P. García (3) y otros,
y aunque es de lag mas graves y dificiles que se pre-
sentan en la cuegtion de· orígen, hasta el grado de con-
fesar el últim.o de estos autores, «que le habian afligí-
« do 11 cansado el entendimiento muchos años para haber
« de re~ponder á ella;» (4) admitida la union de los
dos continentes, y que la separacion en que despues
quedaron haya sido producida por varias catástrofes
posteriores, . como hay tantas razones para crerlo, 6
teniéndoge por fundada algunas de las otras hipóte-
sis que se han formado, la dificultad pierde mucha
parte de su gravedad, como se verá en el cur!l\o de es-
ta obra, y mucho ma~ cuando despues de considerar
todas estas cuestiones en el 6rden natural, se entra
en consideraciones de un orden mas elevado.

§ 6.

Los observaciones, con que ha intentado atacarse


la rel8.cion mosaica, tanto por este escritor, como por
otras, macadas de las antigüedades de los fenicios, de los

(1) lIist. nato y mor. de las Ind., tomo 1, lib. 1, cap. 20


y ~~) De Oríg. de América, lib. 1 cap. 3.
(3) Oríg. de los Indios, lib. 2 cap. 4.
(4) Ibid. pago 54.
-395-

caldeos, de los persas, de los egipcios, de los chinos,


y de los indios, han si~o examinadas detenidamente
por muchG~ autores ilustrados y las han encontrado
infundadas.

Si no temiera dar á este escrito grande extensioll,


haria mencion detallada de ellas; citaré sin embargo
sólo al Abate Du-clot, que en su obra titulada «Vio-
dicias d,e la sagrada Biblia, co~tra los tiros de la in·
credulidad» etc., se ha hecho cargo de exponer con pre-
cision y claridad lo conveniente acerca de esto.

Respecto de los fenicios habla de Sauconiaton, que


compuso eu historia, y toca un pasaje (Cap. Eus. '
Proop. evang. lib. 1, cap. 10,) del cual deduce que
en el mencionó el di! uvi~ (1).

De los caldeos, juzgando por los fragmentos é in-


formes que han podido con~ervarse, y valiéndose de
Beroso, uno de sus historiadores notables, afirma, apo-
yándose en Josefo, que en lo que refiere del diluvio
del arca, y de la caida del hombre, está conforme con
Moisés, y que el Xisutro, salva~o del diluvio, era
Noé. (2) Para fundar lo que expone cita á Alex. Po-
lley:'ltor. ex Ber. ap. Sincell, et ap. Cyrill contr., Jul.

(1) Du-clot Vindicias de la Biblia tomo 1, § 22, pag·


2.
(2) Du-clot obra ci tada tomo 1, § 23, pág. 164 Y sig
-396-

lib. 1, Y á Abyden ex codo ap. Sincell et ap. Euseb.


de Prcep. evanj., lib. g, cap. 12.

Para calificar las antigüed);l.des de los Persas, entra


en el exámen de lo que ~o bre Zoroastro y el Zend-
Avesta han expuesto varios escritores notables, y po-
ne de manifiesto lo infundadas que son esas pretendi-
das antigüedades. (1)

La cronología de lo~ Egipcio~ ha eido, como dice


este a.utor, «la manzana de la discordia entre los sábios,»
dando lugar á diversas y encontradas opiniones. Bn-
trando en un análisis detenido, y ~in perder de vista
á Di6doro, Sículo, Heródoto, Plutarco, Tácito, Pom-
ponio, ~iela, Maneton, Suidas, Sincelo, Eratóstenes,
y lo que en la sagrada Escritura se encuentra consig-
. nado, descubre los errores en que se ha incidido, las
computacione~ falsas que se han hecho, y establece
la. verdad, apoyándose, en mucha parte para esto, en
los estudios y observaciones del Abate Guerin du Ro-
cker, que en su "Historia verdadera de lps tiempos
fabulosos" levant6 el velo con que estaban cubiertas
las antigüedades egipcias, y deduce con él la confor-
midad, hecha~ las retificaciones corre~pondientes, de
esas historias con la Sagrada, desde ,Noé ha~tael fin
del cautiverio de los judí03 en Babilonia. (2)

(1) El autor y obra. antes cita.da, § 26, pág. 177, Y sig


(2) Abate Du-clot obra citada tomo 7, §§ 27, 28,29
30,31, pág. 192 á 235.
-397-

La antigüedad de los chinos ha Rido tambien obje-


to de serias y detenidas investigaciones. Daban los
historiadores al reinado de Fo-hi, su primer empera-
dor, mas de 3.000 años ante~ de J. C.; pero bien ana·
lizado~ sus escritos, lnuestra el Abate Du-clot que la
antigüedad de eee imperio no sube .más allá de la dis-
persion del linaje humano, acaecida en tiempo de Fa- .
ley 2,181 años antes de J. C.: que la cronología é his·
toria. de la China es muy incierta en lo~ tiempo3 pri-
mitivo~, 6. lo mén()~ en lo que precedi6 al año 800
antes de J. C. y que reducida á su verdadero valor
se concilia muy bien con lo~ libros sagrados; y para
fundar sus observayiones cita á Menzel ap.Bayer com-
mento oríg. Sinens. Hist. Sinens ap. 1\lar. ~Iartin.
Hist. Sinica lib. 4, las notables disertacione~ de Mr. de
Guignes (1), 1\lr. Freret, y Mr. Fourmont (2), y lo·
que sobre esto exponen Mr. Goguet (3), el y P.
Ko (4); impugnando despues á Voltaire por lo que
acerca de esto expresa en los cap. 18, 24 y 52, 'le ~u
Filosofía de la Historia.

El Abate Du-clot avanza. aun máS; se muestra in-


clinado á admitir el sistema de Shuckford quien pre-
tende que el Fo-hi de los chino~, el fundador de su

(1) Mem. de la Academia de las Inscris. tomo 65. y 550.


(2) Id. Disert. sobre la antigüedad y certeza de la cro-
nología china 1. de dic. 1755.
(3) Orig. de las leyes tomo 3, diserto 3.
(4) Memoria tomo 1, pago 240.
-398-

monarquía, no es otro mas que Noé (1); da las razo·


nes que para esto tiene, entre las cuales se encuentran
varias muy atendibles, sirviéndose al efecto de algunos
pasajes de Martini (2), Le Comte (3), y del Géne·
sis (4) Y deduce de todo cómo puede conciliarse la
cronología de ~ioisés con la antigua de los chinos. (5)

En cuanto á la antigüedad de los Hindoos 6 In·


dios, ápoyada en lo que etesias dice acerca de ellos, y
en lo que contienen sus' libro8 sagrados, el Vedam y el
Shaster, e~pecialmente se vale de las apreciaciones
fundadas de ~Ir. de Sanit~Croi:x:, (6), de ~fr. de
Guignes (7); para demostrar cuán infundada es la
que ~e les atribuye; de~truyendo de esta manera
la~ con~ecuencias que se deducen de ella contra la
relacion mosaica.

(1) Hist. sagrada y prof. tomo 1, pág. 103 Y sigo


(2) Hist. Sinic. pág. 15 Y 22.
(3) Mem. de China.
(4) Genes. cap. 7. y 8,
(5) Dli-clot obra citada, § 34, p. 248 Y sigo
(6) Observo prelim. pago 152, y sigo tomo 2, pago 31
nota etc.
(7) Mem. de la Acad. de las Inscric. tomo 3, paga
312, en 4°.

• e.a ..
CAPITULO
, XXIII.

1. InTestigaciones de l\Ir. 1\o1c. CulIoh sobre la cues-


tion de orígen. Necesidad de buscar su solucion en
alguno de los grandes trastorn03 que ha sufrido la tier-
ra. La Atlántida; su existencja comprobada con lo que
exponen varios autores.-2. Tra!tornos que ha sufri-
do la tierra,-3. Su opinion sobre la existencia de un
terreno de grande extension en los oceanos Pacifico,
Indico, y Atlántico, que facilitaba el tránsito de hom-
bres y animales, y efecto que produjo su sumersion.-
4. Estátuas encontradas por el capitan Cook y La Pé~
lUce en Easter Islan.d.- 5. Cuándo y cómo se verifi-
có la desaparicion de la tierra que unia uno y otro
continente, y tiempo en que comenzó la poblacion en el
Nuevo Mundo.-6. Varios puntos concernientes á los
habitantes de América. Cita Ull pasaje notable del B.
de Humboldt. Religion de los Mexicanos, sus tem-
plos, y rasgos de semejanza que en todo esto se des-
cubren.-7. Los que !e deduce~ de su cronología
clases de la poblacion, matrimonios, entierros, y otras
materias.-8. Deduccione3 que hace de todo lo ex-
puesto.

§ l.

Digno es tambien de dar á conocer lo que Mr. Ja-


-400-

mes H. Me. Culloh consignó sobre esta materia en la


obra pequeña que publicó el año de 1817. (1)

Despues de referir lo que Robertson (2), Pen·


nant, (3), Y otros autores han pensado sobre la po.
blacion de América, dice que -habiéndose demostrado
que por las opiniones comunmente recibidae no pue-
de explicarse al establecimiento de hombres y anima·
les en América, « nos vemos forzados en c\ertama.
« nera á confegar, que nuestra tierra ha sufrido algu-
« na gran convulsion que de!lltruy6 las comunicacio-
« nes, que antes existian entre el nuevo y antiguo
« continente» (4); presenta la relacion hecha por los
sacerdote~ egipcios á Solol'~ sobre la existencia de la
Atlántida, defendida, y atacada 'por varios autores,
y hacQ valer lo que dice Marcelo, que escribi61a his-
toria de Etiopía segun Proclo, en la cual aparece que
está comprobada; pues dice que los que han compues-
to historias de cosas relativas al mar exterior, refieren
haber existido en el Atlántico una !/rande i,la y siéte
mas consagradas á Proserpina, y otras tres de inmen-
sa magnitud; á Pluton una, otra á Ammon, y la de
en medio de mil estadios á Neptuno, donde se conser-

(1) "Recherches on America. being an attempt to set-


tIa soma points relativa to tha aborigenes of America
etc. by James H. Me. Culloh" Ba,ltimora etc. 1817.
(2) Hist. de América tomo 2. lib. 4, pago 24 y siguien-
tes.
(3) Artie Zoology Introd. vol. 1, pago 164.
(4) Recherches on América etc. chapo 2, pago 25.
-401-

yaba la memoria entre ~us habitantes de la prodigio ..


sa magnitud de la isla Allántidc&, como referida por
sus autores, la cual gobernaba toda~ las isln.s del mar
Atlántico. (1 )
Dice tarnbien que los Hindoos tenian en BUS mapas
una regio n llamada Atala, que aseguraban habia sido
sumergida por temblores de tierra (2): que la apa-
riencia del mar, en la parte en que se supone se Teri-
fic6 la desaparicion de la Atlántida, confirma su exis-
tencia; pues en ella "aparecen las Canaria., las Azo-
res, y Tenerife. que son puntas de las montañ&s per-
tenecientes á la tierra hundida en el Atlántico. (3)

Bufan manifiesta que la tradicion de la i.la Atlan"!


tes no está privada de probabilidad, y que las tierras
trag8.dafr por las aguas eran quizá las que unian la
Irlanda con las Azores, y las Azores al eontinente de
América. La . presen{)ia de volcanes en las islas del
Atlántico confirman lo expuesto.

Whitchu88t opina que la Irlanda fo~maba parte


de la Atlánttda. (4)

Segun Vallancy, exi~tía entre lo~ irlanuesee la tra-

(1) Rees's cyclop. arto Atlantis. .


(2) Asi!).t. Recherches vol. 3, pág. 300 Y vol. 8, pág.
375. . .
(3) Recherche~ on América &c., chapo 2, pág. 23.
(4) Whitchurst' Works.
ESTUDIOS.--TOMO If.-55
-402-

dicion, de que « una gran parte de la Irlanda fué tra-


« gada por el mar.» En .el N ordoeste de la Irlanda
habia una ciudad llamada Fir Hud. El nombre de
esta isla era O Breacil ú O Brazil. [1]

Mr. Eay dice que las islas de la Gran Bretaña ee-


tuvieron unidas antiguamente con la Francia, y que
su separacion provino de un temblor 6 una irrupcion
del mar.

Pennant cree que la Inglatérra forma.ba parte de


la isla, Atlantis. [2]

§ 2.

Menciona varios trastornos que ha sufrido la tier-


ra, citando los autores que hablan de ellos. Las islas
de Scilly, segun algunos geologistas y anticuarios,
fueron eeparadas violentamente de Oornwall. [3]
Segun Di6doro Sículo y Strabon, citados por Bufon,
no existía antes el Mediterráneo; y afirma que en
su ·opinion no era golfo antiguo, sino formado por al-
gun terremoto 6 esfuerzo violento del Océano, impe-
lido por el viento, abriéndose camino y rompiendo los

[1] Notes to Southey's Madoe, vol. 1, 238.


[.2] lntrod. to Artic. zoology 1, 14.
[3] Hist. oí Scilly cites by Robt, Hcath. 234.
-403-

diques entre los promontorios de Gibraltar y Ceu-


tao [lJ

Existe una tradicion entre 108 habitantes de Oei-


lán de una irrupcion del mar que separ6 su isla 'de la
penin~ula de la India; lo mismo se refiere entre los
de jJfalabar respecto de Sumatra. [2J

Lo~ de Otaheiti tienen la tradicion de que los gran-


des Dioses en un rapto de cólera hicieron pedazos el
mundo, y que-aquellas islas son pequeñas partes de
esas grandes tierras. [3J

En la historia Hindoo hay un período caraoteriza-


do por grm¡des temblores de tierra verificados en aquel
tiempo, que formaron un yug 6 edad de los temblo-
res. [4]

Ouvier se muestra convencido de las ·convulsiones


le la naturaleza, y trastornos que ha sufrido la tier-
ra. (5)

§ 3.

Inducido por estas y otras consideraciones Mr.

(1) Bufon, Hist. nato &c., tomo 1, Discurso 2, pág. 98.


(2) Recherches on América &c. J chapo 2, pág. 32. '
(3) N ature and Art. vol. IX, 66.
(4) Hist. Hind., vol. 1, pág. 503.
(5) Cuvier's geology, 15.
-404-

Mc Cullok lleg6 á' tener la conviccion de que no era


un juicio precipitado, y temerario creer que atendido
el aspecto que pre~enta actualmente la tierra, sus is-
la8 y otras circunetancias relacionadas con ellos, hu·
lJo terreno de groode ezten,ion en los Océanos Pacífi-
co, Indico y Atlántico, en el cual transitaban hom·
"res y anímate" y que cuando este terreno se sumer-
gió y pereci6 la mayor parte de ellos, mucho. se 8al-
varo,. en la8 islas nuevamente formada., y permanecie·
ron uparad08 de la familia humana ha8ta que el espíri-
tu de navegacton lIlal empresas modernas unieron l08
eslavones entre ell08!1 8U8 hermanos. (1) Despues de
algunas indicacione~ en apoyo de esta idea, afirma
que donde ahora e~tá el gran mar Pacífico, existía en
otro,. tiempo un continente. « A continent then stood
« UJhere is the great Pacific Ocean.~) (2)
.
Mr. Took considera á los Tehutchi (i~las del Pací·
:6co) como colonia americana, y que una gran revolu-
cion·del globo y violenta irrupcion del mar dividi6 el
continente en dos partes, formándose un grupo de is-
lae entre ellae y la de lae Koriacks separadas de sus
hermanas americana~. (1)

(1) Recherches on América, chapo 2, pág. 35.


(2) !bid. chapo 8, pág. 39.
(3) Took' s Rusia IlI. 163.
, -405-

§,4.

En una de esas islas (Easter I81ands) p,ncontr6 el


capitan Oook estátuas eobre tosca~ plataformas; pero
no malas ni con las faccione~ de la cara mal formadas,
especialmente la. nariz y la barba, con las orejas y
bocasgrande~. Las plataformal eran de ma.mposteria,
algunas de 30 6 40 pié~ de largo, 12 6 14 de ancho,
y 3 á 12 de alto, formada~ con grandes piedra~ ex-
ttechamente unidas sin cemento. Admira como sin
instrumentos mecánicos hayan podido levantar tan
e~tupendas figurae, y colocar sobre sus cabezas pie-
dras cilíndricas. (1)

La Peruse midi6 una de eBa~ e!tátuas 6 bu~tos, y


encontr6 que tenian 14 piés 6 pulgadas de alto, y 7
piés 6 pulgadas de diámetro en las e~paldas, y dice
que habia otras mucho mayores.

§ 5.

Paea despues á tratar de cuando comenz6 la !u-


me,rsion y desaparicion de la tierra que unia uno y

(1) Cook' voyage 1,772, 3, 4:, 5, vol. 1, pág. 294: et seg.


- 406--

otro continente, y manifiesta que en ~u opi.ion esa


destruccion no se verificó de un golpe, sino sucesiva-
.mente, y entre ella y el diluvio universal medió un
espacio de ti"mpo considerable, en el cu~l se multi-
plicaron y vinieron á América hombres y animales. (1)

La division de la tierra la supone hecha en los días


de PhalelJ muchos años, despues de la confusion de
Babel; el cual naci6 2.638 año~ ant~! de Ohristo, y
vivió 399 años;. lo~ primeros pobladores vinieron á
América del antiguo mundo 250 ó 300 años despues
de la confusion de las lenguas en Babel. (2)

Se supone que el número de personas que perecie-


·ron en el diluvio, fué de 13.743,895,000,000 (3) Y
que los antidiluvianos eran no solo tan sábios é ins-
truidos como nosotros, ~ino que no~ excedian. (4)

§ 6.

Para ilustrar la cuestion de orígen y dar mas pe..


s~ á sus o~servaciones, toca varios puntos de los que
mas llamaban su atencion y concernientes á los habi..

(1) Recherches on América, chap, 5, pág. 76.


(2) Ibid. págs. 82, 83, 84.
(3) Art. Antidiluvian cyclopedia. •
(4) Recherches on América, chapo 5, pág. 96.
-407-

tantes de América, cita con tal motivo un pasage del


Baron de Humboldt, en que expresa ~u admiracion
de encO'ntrar, al fin del siglO' XV, en un mundO' que
llamamO's nuev?, « antiguas instituciO'nes, ideas reH-
« giO's:\e, y fO'rma~ de edificiO'~ semejantes á lO's del
« Aeia, que parece retrO'cceden al albO'r de la civili-
c( zaciO'n.» (1)

Ha bl3. de la religiO'n de lO's mexicanO's: dice que


creian en la metem.psícosis, que e~ de la mas alta an ..
tigüedad, pues se encuentra en lO's eeCl'itO's de los
Hindoo8.
LO's druidas de la Gran Bretaña. la 'enseñaban.
LO's persae y loe egipcios tambien. El paraíso de los
de Otaiti era parecido al Tlalocan de los mexicanos·

En la descripcion de los dioees Ometehuctli y Omeci-


huatl encuentra ~emejanza con lo que ~e refiere de
Deucalion, ealvado con su mujer del diluvio. Cree
que hay tambien algunos raRgoe de semejanza entre
Quefzalcoatl, Noé y XiStUr'lt3 de Beroso, lo mismo
que entre Tlaloc 6 Tlalocateutli y el Thiphon de los
egipcios, entre la diosa Cenfeotl y la hermana Chri 6
Lakshum de los Hindoos, segun Humboldt; y entre
Huitzilopochtli y algunas partes de la. historia del
Creeskua hindoo. (2)
(1) Introd. á la descrip. de los monum. de América,
pág. lo
(2) Recherches on América, chapo 8, pág. 114 á 128.
-408-

En cua.nto á lo~ templos, ve semejanza elel plan del


templo, mayor de México con el de lo~ mas antiguos, con
la torre de Babel, y el templo de Belo segun la descrip-
cion de Brochart, a~í como tambien cpn los babilóni-
coe, segun ClaviJero. (1)

Cita. en comprobacion lo que dice el' Baron de


, Humboldt, de ser impo~ible leer la de~cripcion que
Heródoto y Di6doro Sículo nos han dejado del tem-
plo de Júpiter Belo, sin sorprendere!e de la semejan-
za de ese monumento babilónico con los teocallis de
los mexicanos.

Es notable, dice tambien este mi~mo autor, espe-


cialmente si se traen á la memoria las asercione~ de
, Pocoke sobre la posicion simétrica de las pirámides
menores de Egipto, que al rededor de los templos
del Sol y de la Luna de Teotihuacan l5e encuentre un
grupo 6 sistema de pirámides, dispuesta~ en calles
muy anchas, que siguen exactamente la direccion de
las paralelas, y las meridianas en las cuatro caras de
las dos grandes pirámides, y que segun ~as tradicio-
nes fueron dedicadas á las estrellas; « aparece cierto,
« sin embargo, que sirvieron como lugare~ de entier-
« ro de los gefes de las tríbu~; toda la llanura lleva-
« ba anteriormente el nombre de Micoatl, ó camino
ce de los muertos. ¡ Qué analogías con lo~ monumen-

(1) Ibid. chapo 9, pág. 131 Y sigo


-409-

te tos del antiguo continente! y e8te pueblo, que al


«llegar al suelo mexicano el fliglo VII constru-
« y6 con un plan uniforme varios de estos monu.
« mentos colosales y pirámides truncada~, divididos
te por capa~ como el templo de Belo en Babilonia.
« ¿ D6nde tomaron el modelo de estos edificios? Eran
te de la raza mongola!!! Descendian de un tronco co-
«mun con los chinos, los hiong-nu y los japone-
« ~es!!!» . (1)

En la gran pirámide de Cholula se reconoce, ~egun


el propio autor, el mismo modelo que en las pirámi-
des de TeotihuQean: y su analogía con el templo ' de
Belo en Babilonia, y las pirámides de Men8enich Da,-
nous cerca de Sakara en Egipto. (2)

De aquí deduce Mc-Culloh que lo! mexicanos, así


como otras naciones, se dispersaron en Babel inm~­
diatamente despues de la confu~ion de las lenguas,
para establecerse en otros paise~, obran~o ~egun los
principios y conocimiento~ con que habían sido edu..
cados, y haciendo lo que estaban acostumbrados á ha..
cer, 'de manera que ei e~a era la forma de templos
que construian, e~ probable que ~e encontraran des-
pues templos construidos bajo el mismo plan y el
propio modelo.

(1) Ensayo político etc., tomo 11, 44.


(2) Humboldt, obra y lugar citado, pág. 120.
ESTUDIOS.-TOMO ¡y.-56
-410-

§ 7.

En cuanto á la Cruz, cronología, cla~es en que es-


ba dividiaa la pobla~ion, los matrimonios, entierros
y otras materias, encuentra varios ra~gos de seme-
janza. La cruz dice que fué venerada. entre los egip-
cies desde la mas remota antigüedad: que los templos
de Beneres y de Mattra en el Hindostan tenian la.
forma de cruz. (1) Que la. poblacion del imperio me-
xicano o!ltaba diTidida en cuatro clases, nobles, sa-
cerdotes, soldado~ y vulgo 6 pueblo comun, los pa-
dree im;truian á sus hijos en la profesion 6 arte que
ellos habian seguido 6 profesado. Los egipcios ha-
cian lo mismo, y estaban divididos en cinco clases, y
los hindoos en cuatro, como los mexicanos. En las
ceremonias del matrimonio se parecen á ios de Cey-
lan (2), los"casamientos entre loe hindoos y los mexi-
canos, dice mas adelante, son notablemente seIll:ejan-
tes, (3) tambien lo eran los entierros, pues entre unos
y otros se ponia con el cadáver una joya 6 piedra,
para que les sirviera de corazon en el otro mundo. (4)
En la cronologia, la division del tiempo en cuatro

(1) Am. Hist. Hind. vol. 1, 249.


(2) Recherches on América, chapo XI, pág. 157.
[3] Asiatic. recherches, vol. 7, pág. 427.
(4) Ibid., pág. 309.
--4:11-

edades 6 l'!oles de 105 mexicanos, era semejante á las


cuatro !/ug 6 edade~ de los Hindoos. (1) Del juego
de los voladores de aquellos ve algo parecido en al·
guno~ geroglíficos egipcios, y en los mosaicos de Mi-
tla con los dibujos de los vasos etruscos. (2)

Molina habla de un pil~r de piedra de 150 piés


de alto y doce de diámetro, con r.!eñas 6 inscripciones
parecidQ~ á la.~ china~. (3)

§ 8.

De lo expueeto deduce:

l. Que los mexicano~


no eran un pueblo rudo y
bárbaramente ignorante, puee poseian conocimientos
en las artes y en algunas ciencias; y aunque hace
tiempo que cayó en olvido la fuente de donde los to ..
maron, cree que es la misma que la literatura y co-
nocimien~e del antiguo Egipto, del Indostan, de la
Caldea, etc.; encuentra, ain embargo; el lenguaje y
carácter de los americanos totalmente desemejante de
todo otro pueblo ó nacion, de que la historia haya
conservado recuerdos, y que debe haber adquirido

(1) Recherches on América., chapo X, pág. 141 Y sigo


(2) Ibid.; chapo 15, págs .. 170 y sigo
(3) Hist. de Chile.
-~12-

sus conocimientos cuando la e~pecie humana hablaba


un solo idioma.

2. Que no. pueden proceder de alguna nacion 6


pueblo del antiguo conocido, pues de otra suerte so
en contrarian en ellos ' lo~ mismoe ciclos, afios, m~ses,
emblemas, d.idade~, tradiciones, idioma, costumbre!,
vestidos, etc., y n() existe uno ~olo que tenga tal se-
mejanza individual que pueda inducir á creer que son
colonias 6 emigrantes suyos.

3. Que se encuentran entre los americanos tradic-


ciones correcta.s del diluvio y confusion de la~ len-
gua.; pero que, de~pues de este último acontecimien-
to, se rompt6 la cadena que lo! unia con el antiguo
mundo.

4. Que ' en las mitologia~ de este se ven los nom-


bres de Cush, Belo, N embrod, y en la de 108 indios
nada hay que se refiera á e.o~ pereonajes, lo cual
prueba que se separaron del antiguo mundo antes
que la grandeza de eS03 hombres hubiera esparcido"
se en diferentes partes de la tierra.

5. Que 8US instituciones, ' sus ritos y todo 10 demas


revelan una grande antigüedad.

Cita en apoyo de estos conceptos la autoridad del


Baron de Humboldt y de Sir William Jones. El pri-
mero dice: ,Ha ~ido imposible, por tanto, marcar la
-413-

« época en cuyo tiempo hubo una comunicacion entre


« los habitantes del antiguo y nuevo mundo, y seria
« inútil intentar designar, qué pueblo particular del
« antiguo mundo ofrece el mayor número de analo·
« gias con los toltecae, los aztecas, los muyscas 6 108
(' peruanos; pueeto que e~tas semejanzas 6 conform;"
CI dades se han manifestado en tradicionee, monumen-

« tos, y usos, que quizá son anteriores á la actual di-


( vision de loe usiático!5 en mongoles, hindoos, toun-
« gues 6 chinos. J (1)

El segundo dice que los hindoos antiguos, per:'4as,


egipcioe, fenicios, griegos, toscanos, scitas 6 godos,
celtas, chinos, japonesee y p~ruanos, tienen los unos
con los otroe una conexion inverosím~l, y no hay por
consiguiente razon para creer, que fueron una colonia
de alguna de ceas naciones, 6 alguno . de elloe de
ellas; sino que proceden de un mismo país central .
comun. (2)

Lo expueeto presenta materia para muchas obser-


vaciones, que iran apareciendo en el curso de esta
obra.

(1) Humboldt. Introd. á los Mon. de América, apud.


Me Cullok, pág. 117.
(2) Asiatic. Recherches, vol. 1, pág. 540. Apud Me-eu-
lIoh.
.. .•..
CAPITULO XXIV.

1. ¿ Por dónde vinieron los primeros pobladores de Amé-


rica, cómo y en qué tiempo ?Enlace de esta cuestion
con la cuestion de orígen. Posibilidad de llegar por
mar á este centinente. Principio y progresos de la na-
vegacion.-2. Comercio de los fenicios, egipcios y he-
breos. Tiro y Sidonia. Flotas de Salomon. Em presas
de J osafat y OchosÍas. Extension del comercio de los
fenicios. Los scitas y los seres. Comercio de los chi..
nos, los árabes y los godos.-3. Considerable número
de galeras de que podía disponer la Persia. Poder ma-
rítimo de Cartago. Marina respetable y habilidad en
la ciencia naval de los corintios, los jonios, los phocen-
ces y otros pueblos.-4. Batalla de Isso y grandes
proyectos que concibió Alejandro.-5. Extension que
tomó el comercio de Egipto desde el tiempo de Ptolo-
meo Philadelfo.-6. Importancia que los rOII\.anos die-
ron á la marina, y sus combates navales. Esfuerzos
de Mitrídates. Destruccion de los piratas por Pompe-
yo. Impulso que dió César á la marina. Armada á las
órdenes de Agripa.Batalla de Actium.-7. Circuns-
tancias que hacen fundada la. presuncion, de que haya
sido descubierta en épocas remotas alguna de las is-
las próximas á América ó parte de ella. Opinion de
los autores sobre Ophir y Tharsis.-8. Embarcacio-
nes arrojadas por la tempestad que han salvado dis-
tancias considerables.-9. Opinion de Mr. Maury so-
bre la proximidad entre el antiguo y nuevo continente
en épocas remotas.-lO. Tra.diciones americanas. Ma-
pa hidrográfico de Boturini. Relacion tradicional de que
habla Solís.-ll. Venida de los aztecas de las islas
Ale utianas. Orígen de los chichimecos y de los aha-
wanoes.
§ 1.
Una de las cuestiones, que están Íntimamente enla-
-41~-

zados con la del orígen de la poblacion de América,


es .In de por d6nde l)asa.ron eus primero~ habitantes,
cómo, y en qué tiempo. Esta cuestion ha ocupado á
muchos escritore~. Aunque no h!l. podido fijarse como
una verdad his tórica averiguada, ~e ha demostrado la
po!ibilidad de haberse verificado el paso por varias
partes.

Atendiendo al estado que guardaba la na vegacion


de!de los tiempos ma~ remotos, las escuadras que sur-
caron las aguas del mar, y con la~ cuales los monar-
cas de aquellos tiempos hacian ostentacion de su po-
der, los viajes que se emprendieron, las colonias que
se fundaron en países distantes, y el comercio que
cultibavan entre sí los pueblos conocidos, no se ha ..
ce dificil creer que hayan podido llegar por mar lo~
primeros habitantes de América, partiendo de algun
punto del antiguo continente. Pudo traerlos un obje-
to de comercio, 6 el designio de establecerse en tier-
ras distantes, ó bien caminando á discrecion de las
olas y de los viento~, 6 ser arrojados á las playas
americanas. Así asegura Diódot·o que sucedió á los
cartagineses, cuando descubrieron las Islas Afortuna-
das.

Lo. progresos de la nayegacion fueron lentos al


principio. Comenzóse por construir balsas de junco.s
6 de madera para atravesar los rios y los lagos, é ir
nayegando en los pequeños golfos y riberas del mar.
-417-

Se L'lbricaron, en eeguida, canoas, perfecci~ándo!Se


sucesiTamente las embarcaciones hasta llegar á ser
un medio de fácil comunicacion.

§ 2.

Los egipcios hicieron dc!'!de los tiempos primitivos


el comercio de Oriente por el mar Rojo, y 10!IJ fenicios
el de Occiden.te por el ~editerráneo, llevando sus
empresas á puntos lejaIlos. Consagráronse á él tam-
bien los beoceos: la. tríbu de Zabulon habitaba á lo
largo de tierras cercanas al mar, llegaba. hasta las
puertas de Sidon, y e~ de creerse que se aprovechara
de las venta.jas que tal situacion la presentaba. Se
sabe 10 que llegaron á ser la~ ciudades de Tiro y Si-
don por el comercio. Con6cense igualmente las em-
pre~as lucrativas de Salomon, cuyas flotas partian
de Ailath y Asiongaber, para ir á buscar riquezas y
frutos preciosos á Ophir y Tharsis: empre!3a!5 que se
renovaron despues por Josaphat, rey de Judá, y
Ochosías, rey de Israel. Antes d~ Saloman, de Hi..
ram y de Homero, los fenicios hubieron de recorrer
UDn gran parte de las costas del ant.iguo mundo. (1)
Cuando Aleja.ndro movió guerra á Daría, ellos nave-
gaban ~in estorbo todos los mares, de!lldc las Indias

(1) Huet. Hist. de la navegacion cap. 8.


UTtTDIOI-TOllO. l'V-57.
-418-

orientales y la Etiopia hasta el Océano Occidental·

~a India era poco conocida de los antiguos antes


de las conquistas de Alejandro, que franque6 la en-
trada á ella. Apenas se tenia idea de los I'3citas orien-
tales 6 tártaro~, de los eeres y de los chino~, nacio ..
nes todas situadas en la extremidad del Oriente.
¿ Quién sabe hasta d6nde se extendian sus empresas
maritima,s? Lo que parece averiguado es que eran
grandes naTegantes, corriendo por el Oriente has-
ta el Cabo de Buena Esperanza. Se asegura que
opusieron á Semíramis cuatro mil bajeles sobre el río
Indo.

Al conqui5tar Josué el país de Chanaan ya exis-


tia Sidon, y los fenicios habian mandado al Afica al-
gunas colonias.

cananeos corrian todo el mundo con el objeto


J.40S
de comerciar. (1)

. Se dice tambien que los chinos eran dados á la na-


vegacion y al comercio: en todas hs costas del mar
de la India se encon.traban vestigios de esto; tenian
hasta cuatrocientos bajeles en 01 Golfo Pérsico.

Los árabes lo hacian muy extenso por mar con el


Egipto, la Etiopia, la India oriental y otros paises.

(1) Huet. Hist. de la navegacion, cap. 48, pág. 225.


-4:19-

§ 3.

La Persia, tan felizmente situada para empresas


marítimas, disponia de un número considerable de
galeras, y se habla de sus grandes ' c~cuadras lo mi~­
mo que de las <le los godos. Darío, Xerxes y Alejan-
dro tentaron su fortuna mas de úna vez eri empresae
atrevidas,

Cartago, hija de Tiro, la excedi6 en el dominio de


los ma¡es: las empresae d~ sus habitantes fueron atre-
vidas; la inmt nsida.d del Océano no loe detuvo; visi-
taron paises remotos, y fQ.ndaron colonias donde apee
nas se creia pudiese haber tierra habitable.

La España fué colonizada por tirios, y despues


por los cartagineses.

Los corintio~, los jonios, y los phocences, tuvieron


una marina respetable; los tyrhenos eran hábiles en
la ciencia naval, lo mismo que los pelaegos y rhodios.

§ 4.

La batalla de leso, que puso en poder de Alejan-


-420-

dro la Fenicia. y el Egipto, le hizo concebir ideas


grandiosas. Desde entonces comenzó á desarrollar sus
proyectos para. hacerse enteramente dueño del mal\
Si la muerte no le hu~iera sorprendido en su carre ..
ra brillante, habria lleTado á cabo las magníficas em-
pre!as marítimas que habia concebido. Ellas nos re-
velan, sin embargo, el estado de la navegacion en
aquel tiempo, el conocimiento que se tenia de los ma-
res, y la posibilidad de ejecutar lo que por algunos,
como Bochart, creian inconcebible, esto es, engolfar-
se en el Océano s.in brújula, y sin los otros medios
que tanto han facilitado despues la navegacion.

§ 5.

Mayor vida y ensanche dió Ptolomeo Philadelfo


al com~rcio de Egipto. Mantenia en él multitud de
navíos y escuadras. Salenco conoció la necesidad de
hacer~e respeta,r en el mar, y en las guerras que S05-
tuvo con .A.ntigono cubrieron ambos con sus armadas
el ?tlediterráneo.

§ 6.

Los romanos no conocieron al principio todas las


-421-

ventajas que proporcionaba el dominio del mar. Aun_


que antes de la primera guerra ,púnica ya hacían el
comercio con varios países, como lo prueban los tra-
tados celebrados con los cartag~neses; del año 493"
en adelante fué cuando comenzaron á. dar mas respe ..
tabilid~d é importancia á la marina, al ver las rique-
zas que proporcionaba á las dema~ naciones que sur-
caban las aguae con sus bajeles. Los combates nava-
les que sostuvieron con los cartagineses, como el que
les gan6 el c6nsul Atilio Régulo desbaratándoles tres-
cientos navíos armados, y el triunfo que logr6 Roma
el año 511, el cual dió por re~ultado la paz despues
de veinticuatro años de guerra, en qua los cartagine-
ses perdieron quinientas galeras y setecientas los ro-
manos, indican suficientemente el incremento que la
navegacion habia ya tomado.

Despuee de la. segunda guerra púnica, que terminó


con la viJtoria adquiri.da por Scipion sobre Aníbal en
Africa, quedaron ló~ romanos sin con tradiccion algu ..
na dueños del mar. Su comercio lleg6 entonces al es-
tado Ulas floreciente. Subsistia sin embargo la temible
rival de Roma, y aunque aquellos reveses~ así como
la no interrumpida série de adversidades la habian
debilitado, no estaba del todo " destr~ida, disputando
aún en el mar la~ ventajas que hubieron de tener en
otra époctl.

En la tercera guerra púnica hicieron los últimos


-422--

esfuerzos para resistir con éxito el ya inmenso poder


de los romanos. 'F ué necesario el triste desenlace que '
tuvo con el incendio de la armada cartaginesa, y la
toma y destruccion de la misma Cartago, que conta-
ba siete siglos de existencia, para que sin temor ni
zozobra gozara Roma de la preponderancia que tenia
en el mar. Todas las naciones enmudecieron: nadie
osó disputarlo un poder bajo el cual Cartago habia
~ucumbido, haciéndolo sentir tambien sobre Corinto,
que era la ciudad marítima mas floreciente que en p

tonces poseía la Grecia. Inútilmente Mitrídates se


opuso á los romanos, fué deshecha su escuadra en
varios encuentros; y Pompeyo, limpiando los mares
de piratas, hizo cesar el oprobio de ver insultado su
poderío por los que se atrevian á acercarse hasta la.
embocadura. del Tíber.

Pero dados los romanos á la guerra, no sacaban de


esta influencia marítima todas las ventajas que pro-
duce un comercio extenso ó esclusiyo. Cuando César
clavó sus miradas en la Inglaterra, llegó á reunir mil
bajeles. Voluscno recibi6' órdenes suyas para visitar
las costas del Levante y del Mediodía:. Bien sabido
e~ el número de que se componia la armada cuyo
mando obtuvo Agripa, á fin de comba~ir á la de Pom-
peyo en las costa~ de 'Sicilia,donde recibió la de és-
te un golpe mortal. La batalla de Actium le hizo
dueño del Asia. Finalmente, Dionisio de Halicarna-
so, refiriéndose á ~u tiempo, dice que Roma hubo de
-423-

enseñorea.r~e de todo el mar, no solo hasta la parte


ceñida por las columnas de Hércules, sino ma! allá
del Océa.no, en donde quiera que era navegable.

§ 7.

Si ese era. el e~tado de la navegacion en varias épo-


cas, revelándono! la importancia que tenia, á la cual
no pueden haber llegado las naciones, sino ' despues
del tra!5curso de muchos años, y un ejercicio no in-
. terrumpido en que se realizaron grandes empresas
marítimas; si como hemos visto, hubo tiempo en que
los piratas ejecutaban sus correrías aun en los mares
menos frecuentados; no es infundada la presuncion
de q uc hubiese sido descubierta. alguna de las i~las
pr6ximas á América, 6 pa.rte de ella misma. No fal-
tan, segun se ha visto, autores· que apoyan esta pre-
'Suncio?, y que designan c6mo, y por quienes pudo
haberse verificado tal descubrimiento. Los viajes que
nos refieren con direccion al punto donde ~e halla si-
tuada, la exi!5tencia de ]a Atlántida, olvidada por las
revoluciones acaecidas en el globo, así como 108 de-
ma!5 cambios que en él pueden haberse verificado en
tiempos cubierto~ de densas tinieblas, dan fuerza y
vigor á la posibilidad de haber venido por mar los
primeros habitantes del Nuevo Mundo. Varios escri-
tores, conforme se ha indicado, pretenden que el
-42-4: -

Ophir y Tharsi~ de que habla la Escritura, correspon-


den al Perú, México, y el Brasil, (1) y estos eran los
puntos á donde venia la flota. de Salomon para· con-
ducir el oro, la plata y las piedras preciosas, que tan-
to enriquecieron su reino, sirviéndose de ellos corno
objetos de gran valor. En apoyo de esto, cÍta8e el
pasage del Paralipomenon, en el cual se dice que
Salomon cubrió el templo con láminas de ero de la
tierra, por dos veces llamada Perú, que segun in-
terpretacion de los autores quiere decir aurum pa-
7·ium. (2)

E!I3ta opinion ha sido, sin embargo, contradicha por


autores respetables, (3) fundándose, entre otras ra ..
zones, en que estando ,la Arabia y la India occiden~
tal mas cerca., era probable que allí se dirigieran en
vez de ir á regiones tan remotas, y que en el Peru
no habia elefante~, ni otros de los objetos que se n,e-
vaban de la expedicion de Ophir.

El P. Oolin es uno de los autores que se ha ocu-


pado del exámen de la~ opiniones emitidas sobre e~

(1) Fueron descubiertos estos países dos mil novecien-


tos treinta y tres años despues de la creacion, y mil
veintiocho antes de la era cristiana, segun Pineda (lib. 4,
cap. 16 de reb. Salomonis.)
(2) García.. Oríg. de los indios, lib. 4, cap. 5, § 3.
[3] Acosta, lib. 1 de nato nOl'i orbis, C. 13.-Barrer in
lib. de reg Ophir.-Herrera. Hist. gen. de las Indias,
dec. 1, c. 1, 'pág. 2.-Alderete. Dé oríg. ling. hisp., c. 13.
o -Antig~ hisp., lib. 3, c. 9, pág. 360.
-425-

ta materia, y despues de compararl:ts entre sÍ, y de


pesar las razones y fundamentos en que se apoyan,
opina que de los textos sagrados se infiere, que Ophir
estaba situado en la India orientál , (1) y que Thar.
sis eran l~s islas de esa misma parte del mundo, y
y lo prueba con gran copia de razones y autori.da..
dés. (2)

~Ias ~ea cual fuere el resuUado de e~tas opiniones


incontradas Ú opuestas, siempre resulta, que no vo"
viendo la expedicion á Tharsis sino cada tres años (S)
ya en aquellos tiempos ~e hacian Tiajes largos, que
los barcos eran grandes y fuertes, oapaces de resistir
la accion de las olas, y que no~e limitaban á atrave-
sar por una línea poco distante de las CO!5ta.!5, sino
q ue ~e lanzaban en alta mar.

§ 8.

,Respecto de aquellos que ,opinan, que los primeros


pobladores pudieron arribar á América, arrojados por
una tempestad ú otro accidente, podian citarse mu,
chos hochos en comprobacion. Se cuenta de dos pi.

[1] India sacra. Roc est suptioo su.croo etc., lib. 2,


. cap. 3, pág. 20l.
[2] Ibid. cap. 7, pág. 215 hasta' la 222.
[3] Lib. Regum, X, 22.-Paralip., IX, 21.
ESTUDIOS-TOllO. IV-58.
·~426-.

raguas de Ancorso que contenian treinta salvajes,


hombres y mujeres, que acometidos en 1696 por un
temporal, despues de haber vogado sin rumbo, llega-
ron á Samal, una de las Filipinas, distante trescien-
tas leguas del punto de partida. (1) Dícese tambien
que cuatro naturales de Ubea, embarcados en una ca-
noa, anduvieron errantes ocho me~es, al cabo de los
cuales llegaron 6. las islas Radack en la extremidad
oriental del archipiélago de las Carolinas, haciendo
involuntariamente una travesía de quinientas cin-
cuenta legua~. (2)

&9.
~

Tenemos, adem6.~, la resPEltable autoridad de Mr.


1t-'Iaury, director por nlucho5 años del Observatorio
de vVashington, cuyos conocimientos náuticos eran
muy n~tables, al grado de haber publicado , una obra
sobre las corrientes del mar, que llamó extraordina-
riamente la atencion de los sábios, mereciendo grande
aprecio. En una carta escrita á 1fr. Schoolcraft el
14 de En"ero de 1850~ consign6 detalles é importan-
tes observaciones, que dan á conocer la posibilidad de
una comunicacion entre el antiguo y el nuevo mundo

(1) Gobineau. Essai sur l'inegalité des races humanes,


tomo 1, chapo 13, pág. 241.
(2) Gobineau. Obra citada, tomo 1, chapo 13, pág. 241.
-427-

en épocas remotas, suponiendo los medios imperfectos


que pudieron haberse puesto en práctica para ejecu-
tarla. De~pues de entrar en varios pormenores, que
ponen de manifiesto los conocimientos que poseía de
los puntos por donde pudo haberse hecho esa comu-
nicacion, expresa que los viajes largos casuales ante~
de la invencion del compas de mar, no solo son posi-
bIes, sino mas que probables . ..

« Cuando se toma en consideracion, dice, In posi.


cion de Norte-América respecto Jel Asia y de Nue-
va I-Iolanda con relacion al Africa, seria mas repara-
ble que la América no. hubiera sido poblada por el
Asia, 6 la Nueva Holanda por el Africa, que el que
10 hubiesen sido. »

Habla de las causa~ físicas que ileben tener8e en


cuenta, de los vientos y corrientes de aquellos ma-
res, y de su accion combinada, y prosigue diciendo:
Con el conocimiento actual que se tiene de las cor-
rientes, difícilmente puede ju~tificarse la suposicioD;
de que la América +del Sur fué poblada por el Asia,
viniendo buques del Ecu~ulor á las costas america-
nas. La digtancia por esa vía, viento oeste, region
del Sur, comercio S. E., no es menos de diez mil mi-
llas, sin ninguna isla en el tránsito, excepto la N ue-
va Zelandia. La ruta por las islas Aleutianas a:l
Nord-Pacific Cul! Stream, es una ruta mas proba-
ble.. .... Al notarse en el Pacífico sus if31a8, los vien-
-428-

tos y corriente!3, ó al considerarse 1:\8 facilidades con


que la naturaleza ha provisto allí para impeler al
salvaje, rodeado de sUs rudos utensilio! de navega-
cion, vemos que han de ser poderosas las tentaciones
que han de apoderarse de él, á fin de hacer experi-
mentos en el mar. Con su árbol de pan y de coco,
bar~'icas naturales de carne y pan con que cuenta allí
el hombre; así como con la calabaza, su tonel natu-
ral de agu~, tiene á la mano todas las provisiones ne-
cesarias á una larga caminata, concibiéndose así las
raras facilidades de que gozan ItJ~ habitantes de esas
costas para emprender vi:ljes.)t (1)

§ 10.

Encontrában~e, por otra parte, entre los mismos


americanos, tradiciones de haber venido por mar los
primeros pobladores, segun ~e ha hecho ya constar.
Si se da, pue~~ entero crédito á los autores que de
ellas han hablado despues de la llegada. de los espa-
ñoles, y no se 150specha su jnvencion, figurando como
sucedido lo que acaba de suceder, pueqe contarse con
este precioso dato para juzgar. Los de Yucatan te-

(1) Carta de ~fr. ]'Ianry. Se halla inserta en el tomo 1


del" Historienl and statiscal information respecting tha
history, conditions and prospeets of the indihn tribes of
the United States, n e 10, pág. 24.
-429-

nian por cierto que sus antepasado~ negaron por agua


de las regiones del Este ó Cenial, como ellos las lla-
maban en su idioma, de la isla de Cuba; y que des-
pues arribó Zumna por el Occidente 6 no hedal, y
puso nombre á todos lbS puertos, ríos y costas de la
Península. (1) De algunas tradiciones del Brasil
puede deducirse lo mismo. (2)

Consignó Botul'íni en su~Iapa idrográfico In. tra-


dicíon general del' país, de que los habitantes traían
su orígen de otra tierra., de donde habian venido por
agua, segun las pinturas y geroglíficos antjguos.Su
venida se verificó de la isla de Aztlán. Se notan los
~itios donde iban pasando, se designan las jornadas y
número de años ~mpleados en el viaje. Se recuerdan
algunos sucesos, y se fija la. época del desembarco
en el año de 1038 ó 1064, considerando Oolhuacan,
como p~lnto de su primera residencia. Aunque aquí
se trata tie los aztecas, que no fueron los primeros en
venir, esto no desvirtúa del todo la tradicion. En otra
parte de la obra de Boiurini aparece generalizada su
opinion á todos los haLitantes de América, apoyán-
dose en el itinerario de l~ nacion tnlteca, en 108 ma-
pas de la nlexicana, en ~er Oullzuucc6n él primer pue-
blo ~ituado frente á California, del cual solo lo divi-
dia un brazo del mar del Sur, por el cual pasaron los
mexicanos con ocho naciones mas; en no haber ras-

(1) Ghrcía. 0t1gen de los indios, lib. 4, cap. 29, § 4.


(2) :Notes on Rio J aneiro, by J. Lencak, cap. 10.
-430-

lro de que hubieran venido por otra parte ; y en for-


mar la California una. península sin comunicacion con
las de adelante. (1)

Igualmente se han trascrito ya las pa1abra~ que


pone Solís (2) en boca de Moctezuma, confirmando
la tradicion que existia entre los aztecas de que
Quetzalcoatl, señor de las siete Cuevas de los naua-
tlaques, y fundador del imperio m~xicano, al partir
de estos países á conquistar nuevas regiones al Orien-
te, les prometió que en el cuno de los tiempos vol-
vedan sus descendiente~ á arreglar sus leyes y me-
jorar su gobiQrno.

Fijando la atencion en los códices Telluriano y


Vaticano publicados por Lord Kingsboroug, nótase
desde luego, que en ellos no aparece Quetza1coatl co-
lUO gefe de los aztecas, y que el discurso de Mocte-
zuma se refiere á los toltecas que les habian precedi-
do, á quienes encontraron dueños del país con una
fuerte monarquía establecida, sucesores á su vez de
los olmecas que antes habían existido. Estos yaque-
llos, en relaciones con el antiguo mundo, eran consi-
derados, segun la tradicion, como los primitivos ha-
bitante~ Je América..

(1) Boturini. Idea de una historia general de Améri-


ea, § 17, núms. del! al 9. •
(2) Solís. Hist. de la Conq. de México, lib. 3, p. 61.
-432-

§ 11.

Creen algunos que la llegada de los aztecas de las


siete cuevas se verific6 en 1519. Suponen que estas
se hallaban situadas en las islas Aleutiam~Cham, en-
tre la. Asia y la AUlérica, enfrente de las costas asiá-
ticas, al N ord-este de la China, arriba del grupo ja-
ponés. "Los dialectos de las tribus de la península de
Onalaco, se parecían á la lengua de los toltecas. (1)
Oharles Hamilton Smith cree que los chichimeca~ eran
origir1arios aleutianos. (2) Los s7tawanoes, tríbus de
las Algonquíneg, conservan viva la. tradicion de su
orígen extranjero, habiendo saltado en tierra despues
de un largo viaje de mar. (3)

[lJ HiRtorical and statiscal etc., toro, 1, § 1, n. 8, p. 22.


[2J Id. id. id. id. id., pág. 22.
[3J J ohuiton. Esq. Al'cheologia Americana, pág. 273 .

. .. - .. .
CAPITULO XXVI.

1 .. Paso por tierra del antiguo al nuevo continente. Con-


jeturas que se han formado.-2. La Atlántida. lndi...
cios de la union de los dos continentes. Trastornos
que pueden haber· hecho desaparecer esta vía de co-
mUllic&cion.-3. Pasage notable del Baron de Hum-
boldt.-4. Datos y consideraciones que hacen posible
el enlace de ambos continentes. La multitud de islas
de que está sembrado el Océano.-5. Extension de la.
Oceanía. La ~falesia. La Malanesi~. La ~Iicronesia
é islas que la forman. La Polinesia. Su proximidad al
continente de América é islas que comprende. Conje-
turas que resultan de la situacion de estas islas, natu-
raleza del terreno y tránsito fácil que por e11",s ha po-
dido hacerse.-6. Posibilidad de trastornos ocurridos.
-7. Conjeturas formadas por varios autores.-8. Con-
sideraciones de Gobineau sobre la inmediacion de la
costa de Asia y la de América, y hechos "á que esto da
lugar. Signos que ha dejado de Sl1 existencia la raza
amltrilJa en varias partes.-9. Construcciones arqui-
tectónicas que han llamado In, atencion de muchos es-
critores.-
. 10. Tríbud de los Estados-Unidos, Rela-
ciones de la ScandinfLvia con la Florida, y de la Groe-
landia con el Canadá.

§1.
Se ha combatido por algunos escritores la opinion
de que los primeros pobladores de América vinieron
ESTUDIO S.-TOMO n.-59
-43-4:-

por mar. Se ha aducido, al efecto, la idea de que la


empresa era infinitamante superior al estado de la
navegacion en aquel tiempo, ya por la. calidad y he-
chura de los buques, y los peligros de que se crei~
sembrado el ·Océano, como por la dificultad de segui.!
un rumbo cierto y seguro sin la brújula, 6 el u~o si..
quiera del astroLtbio, teniendo entonces los navegan-
.tes la costumbre de no alejarse mucho de la~ costas,
y la opinion de que pasados ciertos límites era el mar
inavegable, si bien- hay sobre esto excepciones. Que-
riendo, sin embargo, evadir los autores tales dificul-
tades, buscaron por tierra el paso del antiguo al nue-
YO continente. Fijándose unos en la Atlántida, de
cuya existencia no fué ya licito dudar para sostener
su sÜltema; oÜ'os en las islas numerosas que ocupan
el Océano, pasando de una á otra para llegar á la
América; y otros clavando sus miradas en los Polos,
como puntos de union entre ambos continentes.

§ 2.

Si sobre la existencia ele la Atlántida no se hubie-


ran suscitado tantas , dudas, hasta repnbr~e como
sueño de PIaton, no obstante bs fundada~ conjetu-
ras que, como se ha demostrado yn, hacen muy. pro-
bable el relato que ele ella nos hizo, confirmado por
Diódoro, ilustrado por Cranton, y no contradicho por
-4~5-

autores respetables" que lo han acogido como exacto,


se tendria resuelto el gran problema de la poblacion
de América.

Proclo alega, refiriéndose á ~{arcel0, ciertas histo·


rías de Etiopía, en que se diqe lo mismo que PIaton
relativamente á la Atlántida, haciendo mencion tam-
bien de ella Plinio y Arnobio. El mismo Proclo hace
notar las analogías, que resultan entre las costumbres
y leyes de algunos países de América, con las refe-
ridas por Platon respecto de los habitantes de la
Atlántida. Fíjase especialmante en las siguientes:
en ser el primogénito sucesor del trono, como en el
Perú; en el uso del cobre y unas piedras muy duras
con que se hacian instrumentos,; en tenerdep6sitos
con lo necesario para los moradores de la ciudad, cu-
yo depósito en el Perú consistia en ropa, maíz, y otras
varias cosas de comer; el hallarse el templo principal
cerca de la casa real; el hacer estátuas de oro á sus
dio!!e~, y aun á particulares; el estar la poblacion di-
vidida en centurias, y por ,último, el uso de los ba-
tios en los sacrificios.

Sin embargo, apesar de los e~fuerzos que se han


hecho por desvanecer las razones,con que se ha com-
batido la existencia de la Atlántida, preciso es con-
fesar, que el relato de Platon no puede elevarse á la
categoría de una verdad hist6rica incontrovertible.
~Iientras permanezca, pue~, siendo un problema, con-
-436 --

viene examinar los otros sistemas, para preferir el mas


probable. Todos ellos conspiran á inculcar este pen-
somiento, cuya exactitud no es permitido poner en
duda, á saber, la poblacion del Nuevo ~Iundo vino
del antiguo continente, el cual despues del diluvio
fué la cuna del género humano.

La cadena de tierras elevadas bajo las aguas, des-


de el Cabo de Buena Esperanza hasta el Brasil, des'-
cubiertas por J\fr. Buache; los bancos submarinos re-
conocidos en varios puntos del Océano; la direccioll
que tienen las corrientes del mar, especialmente al
acercarse al golfo de México, producida, como se sar-
be, por la mas 6 menos elevacion del terreno que cu-
bren las "aguas; las y~rbas marinas flotantes sobre su
superficie, encontradas á grandes distancias de 1~6
costas, que traen su orÍgen de altas montañas encer-
radas en su seno; todo esto da sobrada materia para
pensar, que el continente americano puede haber es ..
tado unido al antiguo por varios puntos, q ueen los
tiempos remotos proporcionaran un "paso fácil y ex-
pedito. Los trastornos y alteraciones que ha sufrido
el globo prueban, como se ha indicado, haber hecho
de'saparecer esta vía de comunicacion, cuya memoria
se ha perdido, como la de otras mucht\s cosas y suce-
sos que de .la antigüedad se ignoran. Muy poco se
sabe en efecto de ellos antes de . la invencion de las
letras, que es el medio mas segúro para perpetuar los
grandes acontecimientos, y darnos á conocer la hi~-
-437-

toda de las naciones, la sériede hechos que cons ..


tituyen, lo que ha sido el género humano, y c6mo
han venido eslabonándose las mudanzas y cambios
acaecidos, hasta ha~er llegado al punto en que se
hallan los diversos pueblos que cubren la superficie
de la tierra. Todo era difícil 6 precario antes de
las letras. No es por lo mismo de admirarse la ig-
norancia profunda que se tiene de lo que fué el li-
naje humano antes del diluvio, y en los tiempos próxi-
mos posterioreg á. él; aRÍ como de lo que entonces su-
cedi6, y si hubo 6 no cosas notables y extraordina-
rias. Así es que de aquellas remotÍsimaC) edades solo
encontramos los destellos de luz que esparcen los li-
bros sagrados, y á no ser por ellos todo seria oscuri-
dad é incertidumbr~.

§ 3.


Este és el punto de vista bajo el cual debe colo-
carse cuanto tiene relacion Íntima con los tiempof?
que tocan á la cuna de la humanidad. Séanos lícito,
pues, juzgar por conjeturas racionales, que si tienen ,
lugar respecto de las naciones antiguas, con mucha
mayor razon deben tenerlo' respecto de la América.
«No nos asombremos, dice el Baron de Humboldt,
que no comienC'c antes del siglo VII la historia de
ningun pueblo ameriGano, y que la de los toltecas sea
-438-

tan incierta como la de los pelasgos y de los ameri-


canos. Un sábio profundo, Mr. Schloezer, ha proba-
do ha~ta la evidencia, que la hi~toria del Norte de
Europa no se remonta mas allá del siglo X; época
en que el planO mexicano ofrecia ya una civilizacion
mucho mas avanzada que la de Dinamarca, la Sue-
cia y la Rusia.» (1)

§. 4.

La union posible de ambos continentes la hacen


mas probable el considerable número de volcanes que
se hallan en la península de Kamschatka, y la canti-
dad 6 muchedumbre de i~llas de que está sembrado
el Océano en variae partes, tales como las Canarias,
que en opinion de D. José de Viera y Clavijo, for-
maban una península del Afriea, las de Madera, las
Azores y Jas del Cabo Verde, todas en el Atlántico;
así como algunos volcanes que tal vez ocasionaron
variaciones 6 sucesos notables en eE\OS lugares, espe-
cialmente el pico de Teyde, con nieves eternas, y de
cuyas encendidas entrañas brotan de continuo humo
y cenizas.

En el Ínar de la. Baja California hay varias islas,

(1) Hmriboldt. Vues des cordiliieres, 1, 98.


-439-

algunas bastante grandes, como la de Santa. ~IargQ ..


rita, la de los Cerros 6 Cedros, de~cubiertn. por Ulloa
ea 1539, la cual tiene diez leguas de circunferencia,
y la de Guadalupe á ochenta leguas de la costa, cu-
ya mayor altura está á mil cuatrocientos metros so-
bre el nivel Jel mar. ~:Iuchas de las islas que se eu-
cuentran en aquella costa tienen un aspecto volcáni-
ca, como la de Cedro~, en que se ven rocas de esta
especie. (1)

Forman las Antillas un grande arehipiélflgo. JIa-


llánse no muy distantes unas de otras, pudiendo con-
siderarse como una cadena de puntos elevados que,
10 mismo que la.s Canarias respecto del Afríen, bien
pudieron estar unidas á América y constituir una
península. Eso es tanto mas probable, cuanto que la
extension de algunas es harto con~iderable. La de
Cuba por ejemplo, cuando en 1492 fué descubierta
por .Cristobal Colon, no atinaba á fijar si seria una
isla 6 un continente, hasta que D. Sebastian ele OcalU 4

po hubo de reconocerla y le di6 vuelta en 1508. Es


igualmente de bastante extension la de !Iaití, atra-
vesada por encumbradas montañas. Debe agregarse
á esto la. corta travesía que media entre el Cabo San
Antonio, donde termina hácia el Oeste la isla de Cu-
ba, y el Cabo Catoche, que es la extremidad N. E.
península de Yucatán.

(1) Duflot ele Monfras. Exploration c1u territoire ele


l'Oregon, des Californies, etc" tomo 1, chapo G.
-440-

Se hace mayor aún la. fuerza ue esta observacion,


si se fija la vista en laR Antillas mellares; esto es, en
las islas de Barlovento y Sotavento, que se hallan
situadas en una prolongacion considerablB, en forma
semicircular, volcánicas en su mayor parte; y final-
mente, las numerosas islas Lucayas, separadas de b
Florida por el canal de Bahama.

Todas estas islas pueden considerarse como otros


tantos puntos avanzados hácia el continente america-
no. ¡ Quién sabe qué extension tendrian en otro tiem-
po! ¡ Quién sabe cuántas mas existirian, y si gola
han quedado las puntas ó partes prominentes de un
terreno hundido, como es probable, cubierto ahora
por las aguas del mar!

§ 5.

Volvamos ahora la vista á la Oceanía, esa quinta


parte del mundo, mayor que toda la Europa, con una
extension territorial cuya superficie se calcula en
429,600 leguas cuadradas. Consta de una multitud
de islas situadas en el grande Océano al Sur del Asia.
Notaremos desde luego que forman un cordon, que
parece e~tar indicando el paso del unoo al otro conti-
nente por esta parte del globo. La Malesia es una de
las cuatro grandes divisiones que ~e han hecho de la
-441--

Oceanía, separada de la península oriental de la In-


dia por el estrecho de l\falaca y el mar de China.
Constituyen un vasto. archipiélago, compuesto.' de las
islas de la SQnda, de la de Borneo., la de Celebes, las
Mülucas y. Filipinas, sübre las cuales se han hecho.
tantas cünjeturas, especialmente al ücuparse lQS escri-
tQres de laexterisiQn del cQmerciQ entre lüs antiguo.s
y de sus viajes PQr mar. V ése cubierto. el suelo. de
muchas de ellas cün müntañas vo.lcánicas, que es pro.-
bable hayan causado en el trascur~ü del tiempo. gran..
des mudanzas y desastres.

La Malancaia cQmprende la Australia 6 Nueva HQ-


landa, que es PQr sí sQla igual en extensiün á las tres
cuartas partes de EurQpa; aun e~PQCÜ cünbcida; SQn
nQtables sús gülfos y müntañas azules. La Fanuania ·
6 tierra de Diemen, así cümü la Nueva Guinea, abun-
dante en pájarüs del paraíso., tan nütables pür su ber-o
llísitno plumaje. El archipiélago de la Luisiada ofre-
ce la particularidad dé sus cüstas peligrüsas, donde
encuentran la muerte lüs navegantes que á ellas se
acercan sin precauciQn, á causa de lüs escüllü3 y ar-
recifes que las rüdean. En el de la Nueva Bretaña
Ha.man la atenciQn lüs indigenas PQr su parecido. en
el colQr bronceado. á lQS ' de América. N ütánse allí
igualmente las islas de Salümü!l CQn sus bancos de
coral, las de la reina Carlüta dünde naufragó el infe-
liz La PerQuse, 1:is Nuevas Hébridas, la Nueva Ca-
ESTtT.DIOS.-TOKQ IT.-60
-442-

ledonia descubierta por Cook en 1774, Y las de Viti


~ituadag todas á distancias regulares unas de otras.

La Micronesü" llamada así por la multit':ld ,4e pe-


queñas isla~ diseminadas en el grande Ooéano,com-
prende la~ de Bonin, las de los Ladrones, las da Pe-
lew, las Carolina~, el archipiélago dl3 1farshall y el
de Gilbert.

Re~ta hablar de la Polinesia, que ábarca las demas


islas esparcidas en esta parte del Océano, las cuales
son las que mas se acercan al continente americano,
pues tocan con las que se hallan situadas en el Pací-
fico. Compren de la PolinlSia la ~ islas 'de Sandwich,
descubiertas por Cook en 1778; las de Tonga 6 de:
los Amigos, de~cubiertas por Tasman en 1643; las
de Hamoa ó los Na vegante~, descubiertas por Bou ..
gainville en 1768; · el 'archipiéhlgo de Taiti6 islas
de la Sociedad; las de Pomestu; Nouka....:hiva, 6.las
~Iarquesas, descubiertas por Mendapu en '1595;' la
de Páscua, situada á igual distancia de éstas y de las
co~tas de ' Chile; y por último, la Nueva Zelanda,
descubierta por Tasman en 1642, de ba!3t~nte exten-
sion.

Todas estas islas forman, . segu:p. ~e , ha indicad~,


una cadena cuyas extremidades toca.D la:costa Orie:n~
tal de Asia. y la Occidental de América. Están colo~
cadas á distancias proporcionadas unas de otras. Tal
circunstancia, su gran número, la extension de algu-
-. 443 .-

nas, la na turaleza volcánica de otras, y 108 arrectfes ó


escollos de que muchas de ellas están rodeadas, in-
dican que el globo sufrió allí cambios importantes,
qu~ hubo tal vez un hundimiento, y que la parte mas
alta de las montañas es la que ha quedado descu-
bierta, formando hoy la.s i~las que á 1a vista se pre-
sentan.

§ 6.

La posibilidad de estos trastornos hít sido antes


mencionada. Hace notar Césa,r Cantú, (1) que al pa-
fiO que los ~lontes Urales se alzaban quizá como una
_grande isla, los de la Oceanía. ¡;e en1~zarian con el
Asia 1feridional y con la América por la parte del
Norte. Segun el mismo.autor, conservábase entre los
griegos memoria de un continente llamado Lettonia,
que ocupaba gran parte del mar Egeo. (2)

Lo que entonces se verificó allí, pudo haberse efec-


tuado igualmente respecto de la Atlántida, quedan-
do sumergida entre las ~gU;\~.

La gcologí~, como se ha indicado, ha hecho con8-

(4) César Cantú. Historia Universal, parto 1, lib. 1,


lib. l.
(2) Idem, ídem.
tar~on sus descubrimientos Ú ob5eryacione3, los tra~­
tornos que -ha experimentado el globo terráqueo. -
«Las causas c6smicas, dice ~ir. Gobineau, á las cua-
les deben atribuirse los antiguos trastorno~, obraban
siempre, aunque debilitadas. Cataclismos parciales
desordenaban las posiciones relativas de las tierras y
de los mares. Tan luego elevábase el nivel de la~
agua~ tragándose vastas playas, como una terrible
erupcion volcánica levantaba del seno de las olas al.
gun pais montañoso, que venia á unirse con algun
continente. El mundo estaba toda\TÍa. en trabajo~ y
Jehová no lo habia calmado diciendo: Todo está
hien.» (1)

§ 7.

Esto sin duda hubo de influir en las diversas con-


jeturas que se han formado. Supone Feijoo unida la
América al antiguo continente por el Norte, opinion
que ~ntes habia emitido AcoPJta. Buffon creia t&UJ.I-
bien unidos ámbos continentes por la Tartaria. Mi..
guel Balb. Cabell, (2) dice que antiguamente esta-
ban enlazadas las dos India.s, hasta que fueron divi-

(1) Gobineau. Essai sur l'inegalité des rae es humai-


nes, toma 1, chapa 12.
_ (2) Mise. Aust. M. S. la Parte, cap. 12. 3" Parte, c.15
y 20, Y cap. 6, pág. 153.
- .f:4()-

didas por las olas del mar. Pero, (\un cuando nada
extraordinario hubiera acaecido, el paso pudo verifi-
carse navegando de una en otra i~la, sin que de este
modo tuvieran que salvarse largas d~tancia~, y sin
correr los peligros de engolfarse en un mar ilimitado,
6 absolutamente desconocido.

§ 8.

Para acabar de confirmar esapo~ibilidad, conviene


exroner a(luÍ las consideracione5 de uno de los auto-
res que últimamente ha tocado esta materia, con oca-
sion desup! investigacione~ ~obre la desigualdad de
las raza~ humana~. Dice así: «Entre Madagascar y
la primera isla ~Iale~a, que es Ceylan, hay 12° lo
menos: mient.ras que del Japoná Karntschatka, y de
la costa de Asia á la de América, la distancia e~ in-
eignificante ...... Por otra parte, puesto que ha ~ido
po~ible á los pueblos male1:,es pa,ar del Archipiélago
hasta la isla de Páscua, no hay ninguna dificultad
e'u que, llegado~ á este punto, hubie~en continuado
hasta la. oosta de Chile, situada enfrente de ellos,
de~pues de una travesía que las islas sembradas en
la ruta, Sala, San Ambrosio, y Juan Fernandez, ha-
cia fácil sobremanera; circunstancia que reduce á
doscientas leguas el trayecto mas corto de uno de 105
puntos intermedio~ al otro. Se ha. visto, que acciden-
-- 4:46-

te~ de mar han arrastrado frecuentemente embarca-


ciones indígena~ 6. mas del doble de e~ta distancia.
La América era, pue~, accesible por el lado del Oe~·
te por ~us do~ extremidades Norte y Sur. Hay, ade-
má~, otros moti'Vo~ para no dudar, que lo que mate-
rialmente era posible, se verific6 en efecto. Estando
las trÍbug de aborígene5
'-'
maB moreno~ situada~ sobre
la. co~taoccidental, se debe concluir que allí ~e hi-
cieron las principales ~lianzas del principio negro, ó
mas bien malés, con el elemento amarillo fnndamen-
ta1.» (1)

Esta~ y otras observacione!! indujeron 6. fiIt·, de


'Gobineau á formar el juicio, de que el conjunto de
grnpos aborígenes del continente americano era una
redecilla de naciones male~a8, que bajo tod~~ las la-
titudes tenían un fondo COlllun netamente mongol, y
que la extrema variedad de los tipos americanoe cor-
responde de una manera sorprendente á la diversidad
no menos grande, que e~ fúcil observar, entre IR"S na-
"cÍones polinesias y los pueblp~ mnlayos del Sureste
asiático, Al ver en el antiguo mundo tanto9 signos y
rasgos de la raza amarilla, procec1entes en ~u opinion
del continente americano, igualmento di8eminac1a en
In. China, la Siberia, y la Europa, avanza hasta creer
que,agrupada en los tiempos primitivos hácia las ex-

(1) Gobinean. E8sai sur l'inegalité c1eR raCCf4 hnmai-


nes, lib. 6, chapo 7.
-447-

tremidades de la Siberia y del Norte del Asía,:hubo


de desbordarse sobre toda la Europa, prQlongando sus
campamentos y sus hordas mas allá del mundo occi-
dental. A esto atribuye los monumentos groseros de
tierra ó de piedra bruta, que se encuentran en varias
partes.

Los arque610gosdesignan como restos propios de la


raza amarilla, que . indican . su existencia en varios
puntos, los siguientes:

19 El acumulámientó de conchas comestibles, de


huesos
. .
de cuadrúpedos, y séres humanos mezclados'
con cuchillos de piedra, de huoso y de ~ cuerilO.

29 Hachas y martillos de 3ilex (pedernal).

39 Canoas formadas de un solo tronco de árbol, y


vestigios de habitaciones sobre estacas, que se han
descubierto á la orilla de muchos lagos de Suiza .

•4 9 Las cabezas de lae flecha e de gllijarro 6 espi-


nas de pescado.

59 Puntas de lanza y an~uelos de la misma pla-


tería.

69 Botones destinados á sujetar vest~dos de pieles.

7~ Pedazos de ámbar agujerados óbrutós.


-448-

89 Bolas de arcilla. teñidas de rojo para ensartar-


las y que sir"viesen de collares.

99 Vasijas muy grandes, tanto, que algunas ser-


vian de ataudes á cadú,yeres enteros, á cuyos lados
parecia haberse dépositado alimentos .

. 10~ Obras arquitectónicas, en las cuaJes resalta la.


au:sencia completa de albañilería. (1) En esta clase
de construcciones no se hacia uso sino de blocos con-
siderables. Tales son los menhirs ó penlvens, llama-
dos hunestien, que quiere decir piedra de los antiguos,
de los qne duermen, 6 de 103 muertos: los obeliscos
de una altura mas ó menos grande, enterrados en "el
suelo ordinariamente hasta un cuarto de su elevacion
total; los cromlechs - H ernenbetts, círculos 6 cuadra"
dos formados por séries de blocos, colocados al lado
unos de ?tros, y abrazando un espacio á veces con-
siderable . .

119 Los dolmans, cajas pesadas construidas de tres


ó cuatro fragmentos de rocas recortadas en ángulo
recto, cubiertas de una quinta masa empedri\da de
guijarros lisos, y algunas veces precedidas de un cor-
redor del mi!mo e!tilo, abiertas por "un lado, y otras
sin salida, las cuales no pueden ser otra cosa que se-

(1) Sobre las construcciones ciclopeas hay un trabajo


remarcable pre~entado al Instituto de Francia por Mr.
Petit Radel. "
-449-

pulcros, como lo indican los esqueletos allí encon-


trados.

12° Los cairus, que eran un monton de piedras de


diferentes dimensiones, encerrando un cadáver no
quemado y objetos de hueso y pedernal. Algunas ve-
ces se ha encontra.do el cuerpo depositado en un pe-
queño Jalman construido en el centro del cairu. (1)

§ 9.

Es preciso advertir, como dato para juzgar acerca


de 10 expuesto, que esos monumentos de piedras bru-
tas en forma de obelisco, erigidos en medio de un are-
nal ó sobre la cOl!!ta; e~as cajas de granito compues-
tas de cuatro 6 cinco blocos, con una piedra, dos 6
mas de techo, proporciones gigantescas y casi en bru-
to; esos montone3 de guijarros á veces muy grandes,
6 de rocas en equilibrio que vibran al mas ligero im-
pulso, 30n monumentos que se han encontrado en mu ..
chas partes, en Italia, la Galia, España é Islas Bri-
tánicas, siendo objeto de detenidas investigaciones.
Unos los han atribuido á los fenicios, y otros á. los ro-

(1) Goqineau. Essaisur l'inegalité des races humai-


nes, lib. 5, chapo 1.
JlSTUDIOB.-TOllO IT.-61
-450-

manos ó griego~; pero principalmente á los celtas y


aun á los sl[\vo~. (1) Sin embargo, las creaciones
arquitectónicas de estos pueblos n~da tienen de co-
mun con esos monumentos: se cree que son de una "
raza que existió trescientos años antes de Jesucristo.

§ 10.

Las tríbu~ de los Estados U nidos son, segun pare-


ce, las que "mas en con~ideracion ha tenido Mr. Go ..
bineau para el juicio que ha emitido sobre la facili-
dad de las comunicaciones con este continente, y el
orígen de la raza amer!cana. Por eso reputa á los
chinook8, lumí-lenapés y sivoux, como el prototipo del
hombre americano. A una carnacion cobriza, con un
fondo amarillo, reune la falta absoluta de barba; el

(1) A la. orilla del pueblo llamado Tetlan en la Nue-


va Galicia (en nuestro territorio) en la parte oriental
existia, como se ha mencionado ya, un grande y grueso
pedrusco, de cerca de tres varas de elevacion y dos y
media de diámetro, sobre otro de menos mole, apoyado
sobre puntos diamantinos, y en tan fiel paralelo, y en
ta.l proporcion y equilibrio, que tocada la piedra con un
dedo se movia, y aplicada la potencia de tres caballos
permanecia inmoble. El cronista de Nueva Galicia. juz-
ga ser esta. una piedra célebre en América., y aun pere-
grina en todo el mundo, pues solo en el Asia habia una
semejante, segun refiere Plinio. Fué destruida en 1833.
(Acta de la Sociedad de Geografía y Estadística de Mé-
xico, de Agosto de 1862.)
-451-

color del pelo es negro, la constitucion linfática, y los


ojos pequeños, con tendencias á la obliquidad, sig-
nos que se van alteranuo á medida que se avanza y
acerca á M~xico. Cree que en épocas muy remotas .
debió existir an el país, que se extiende desde el la-
go Erie y golfo de 1Yléxico, y desde el ~Iissouri has-
ta las montañae Rocayo~as, una nacion que ha deja-
do trazas remarcabl~s de su presencia. «Los restos
de sus conetrucciones, dice, (1) las inscripciones gra-
badae sobre las rocas, los túmul08, las mómias, indi-
can una cultura intelectual avanzada.» Mueetra, por
último, que en el siglo X habian ya penetrado los
scandinavos en la Florida, y que en 1347 existian
frecuentes y fáciles comunicaciones entre la Groelnn-
día. y el Canadá. (2)
(1) Gobineau. Essaisur l'inegalité des races humaines,
tomo 1, chapo 6, pág. 90.
(2)- Gobineau. Obra citada, tomo 4, lib. 6, chapo 7.

- .....
CAPITULO XXVII.
1. Los Polos como punto de union y de tránsito de am-
bos continentes. Navegantes ilustres que han penetra-
do en las regiones polares.-2. E~pediciones de Dji-
neff, Behering, Ross, Parry y Franklin.-3. Descubri-
miento del capitan Otto. Parte que tUTO Becchey en
la expedicion de Franklin. Viajes de Cook, Spelberg,
Bougainville, y Dumont d'Urbille.-4. Configuracion
exterior · de América hácia el Polo.-5. Opinion de
Acosta y GarcÍa. Obsel'vaciones de Pennant so\>re
esas regiones.-6. Distancia entre la Groelandia y el
Labrador, y la que media hasta el extrecho de Davis.
Anchura corta del extrecho de Magallanes en algunos
puntos. Distancia desde tierra firme hasta el Cabo de
Buena Esperanza por una parte, y hasta J avar por
otra. Datos producig.os por los últimos descubrimien-
tos de los rusos. Corta distancia encontrada por Ste-
ler entre Jos dos continentes, y juicio que formó como
resultado de sus observaciones.-7. Opinion de 1\1:.
Vater, del Dr. Mitchill y Mr. Ellis. Tradicion de los
islandeses. Paso de las diez tríbus de Israel por la
Tartaria. Juicio de Schoolcraft y Cacciatore. Opinion
de 1\1onglave. Pruebas encontradas por 1\11'. 'Varden.
-8. Opinion de Bnfron. Sistema de Clavijero.-9. Opi.
nion de Mr. Farey. Coincidencia del juicio de Dupaix
con el de Ordoñez y Mr. Farcy.-lO. Tiempo en que
Tinieron los primeros pobladores de América. Opi-
niones de Betancourt y de Sigüenza. Nuevo cómputo
tomado de la invencion de las letras. Prueba sacada
del considerable número de habitantes hallado por los
españoles en este continente. Cálculos de Wallace y
otros autores sobre poblacion.

§ l.
La mayor parte de los historiadores de América
-454:-

han fijado su consideracion en los Polos, como puntos


donde podian estar unidos ambos continentes, y de
con5iguiente por donde pudo verificarse el tránl5ito 6
comunicacion de uno y otro.Retráido~ aun lo! mas
animosos navegante~ por los peligros de que las re-
giones polares están circuidas, las tempestades de un
mar bravío y horriblemente agitado, los bancos de
hielo y dificultades insuperables, que al aproximarse
á ellos se experimenta,ban, hicieron que en mucho
tiempo no se atrevieran á llevar sus empresas mas
allá de los límites que eran conocidos en la navega-
cion. Repitiéronse, sin embargo, las tentativas, y en
fuerza de reiterarlas fué disminuyendo el temor, que
infundia la aproximacion á esos mares cubiertos de
islas flotantes de hielo, y donde el frio es tan inten-
so, que se cree casi imposible que no lleguen á para-
lizarse las funciones vitales. No es ya, empero, tan
reducido el catálogo de los nombres· de navegantes
ilustres, que han llevado sus esfuerzos hasta un gra-
do qun apenas puede creerse, quienes, arrostrando
peligros y penalidades de todos géneros, han surca-
do con sus buques por entre montañas 6 banco~ de
. nieve,y penetrado en esas regiones que los antiguos
suponían envueltas en densos vapores, privadas de
luz de vegetacion y de vida.

§ 2.

Ya desde el siglo XVI comenzaron á hacerse ex...


-455-

ploraciones, para descubrir los confines de la tienfl. en


aquellas heladas regiones, donde una oscuridad casi
perpetua oculta los objetos alojo avisado y explora.
dor del navegante. No sa sabia si el continente mue-
ricano, extendiéndose hácia el Polo, llegaba á reu-
nirse con la Groelandia, 6 alguna tierra ártica, 6si
tenia por límites un mar contiguo á la bahía de Hud-
son 6 el extrecho de Behering. Los viajes y descu-
brimientos dieron despues á conocer, que terminaba
la América en el Cabo de Hornos, y el Africa en
el de Buena Esperanza hácia aquella, parte en que se
halla el mar austral sembrado de grandes islas. Di-
rigiéronse, pues, allí tod05 los esfuerzos. El primero
que penetr6 del mar glacial al . Océano Pacífico por
eJ extrecho de Behering, mucho antes que este lo ve-
rificara y le pusiera su IJombre, fué Din~ff en 1648.
La expedicion de Behering se efectu6 en 1728 bajo
los auspicios de Catalina de Rusia, viuda de Pedro
el Grande. (1)

En 1772 vi6 Hem'n el mar polar, y descubrió has-


. ta la embocadura del río de las minas de cobre . .JEa-
ckenzie lo percibió mas al Oeste en 1789, en la des-
embocadura del rio que lleva su nombre. El capitan
R08S, y despues el capitan Parry, exploraron en 1818
y 1819 aquellas regiones heladas. Este último pene-

(1) Maufras. Exploration du ter.ritoire de l'Oregon,


de la Californie, etc., toro! 4, chapo 10.
- -4:56-

tró en el extrecho de Lanca~ter, pasando por el polo


magnético, y reconoció en 1821 la bahía de Hudson,
volvió á encontrar Repulse-bay, y se presentó en la
garganta de un extrecho lleno de hielos, al cual dió
el nombre de «Las furia~» Ó del «I-Iocla.». Pero á
Behering ,es, á quien debe atribuirse la gloria de ha-
ber fijado hácia el Noroeste los límites de la Améri-
ca Septentrional, así como n. Lemaire los. de la ~Ieri­
dional hácia. el Sudeste. El capitan Franklin llevan-
do sus investigaciones por tierra, entrando en el mar
polar, avanzando hácia el Oriente hasta el golfo «La
coronacion de Jorge IV» á la latitud de Repulse-va.y,
y repitiendo 5U exploracion en 1825, despues de em-
plear a1gun tiempo, y de luchar con grandes dificul-
tades, hielos. que á cada paso detenian su marcha,. ó,
fuertes y contrarios vientos,. llegó al fin el 18 de
Agosto de 1826 al meridiano 180, y al 70° 50' de
latitud septentrional.

§ 3.

El capitan atto de Koizebue contribuyó á explorar


esas"regiones; en 1816 descubrió al Nordeste del ex-
trecho de Behering un pa~o que neva hoy su' nom-
bre. El 'capitan inglés Bocchey se dirigió al Oriente
de América para esperar allí al capitan Franklin.
La fragata en que iba hizo viaje feliz, los hielos no
-'457-

la detuvieron sino hasta el grado 72 y 30 minutos de


latitud Norte. Con esto se encontr6 el paso N ordoes-
te de la América. y q ued6 resuelto el problema geo-
gráfico.

Ya con los viaje~ de Ooolc se habian logrado resul-


tados importantes. En el primero hizo llluchos reco·
nocimientos; fueron sus noticias ú observaciones un
te~oro para la ciencia. En el fegundo emprendi6 ex-
plorar las mas altas latitudes, pero detúvo~e de re-
pente en el 71 grado 10 minutos de latitud Sur, á
causa de 105 hielos que se prolongaban tanto como la
vista podia alcanzar. Se convenci6 entonces de que
si hay tierra5 en el Polo Au~tral, e~tán cubiertas de
hielos perpetuos, y se hallan del todo faltas de vege ..
tacion y de séres vivientce. Su expedicion dur6 tres
añOR diez y ocho días, y en ella descubri6 la Thule
Austral. El tercero tuvo por objeto buscar un paso
al·N ordeste de América, resolviendo penetrar en las
regiones polares por el Océano Pacífico; descubrió
. l~s islas de Sandwich, y murió en el1a~ á manos de
los salvajes.

El viaje de Spilberg dur6 tres años: el de Roge-


wien dos años; el d9 Bougainrille dos años cuatro me ..
ses, y en él descubri6 las islas de Taití, encontr6 las
ciudade~ perdidas, y reconoci6 otros varios puntos;
pero el de Dumont d' Urbille fué para las, ciencia! y
la geografía el maS notable de cuantos se habían
1ISTVDIOS.-TOXO IT.-62
-458-

practIcado des(}e principios de este siglo, apesar de


que solo llegó hasta el grado 70.

Quedó con estos viajes no solo resuelto el proble-


ma geográfico del paso á Afi\érica por el Noroeste,
sino que de~pues de ellos puede delinearse con bue-
no~ datos su configurac.ion exterior por esa parte.

§ 4.

El continente americano remata al Noroeste en In.


bahía de Hudson con una península llamada Melvi-
lIe, cuyo último punto ó cabo está situado á lo'~ 96 o
48' latitud Norte, y á los 82° 50' de latitud Oeste
de Greenwich. Allí, entre este cabo y la tierra de
Corburn, se abre el extrecho de la Fury y del HecIa,
el cual no presentó al capitan Parry ma! que u.na
masa eólida de hielo. (1) Desde el postrer cabo No-
roeste de h. América Septentrional hasta el extrecho
del HecIa, y de la Fury hasta el cabo glacial del ex- ·
trecho de Behering, el mar forma un golfo ancho y
no muy profundo, que termina en la costa Noroeste
de la América. Este se prolonga del Este al .Oeste,
ofreciendo en el golfo general tres 6 cuatro bahías
principales, cuyas puntas 6 promontorios se aproxi..

(1) Historia de los viajes por Chateaubriand.-EI or-


be pintoresco.
-459-

mft.n á la latitud en que está situado el último cabo


N oroeste hasta el extrecho de Fury y del Recla,
mas arriba del extre~ho de Beheriug.

Segun Tissot, las costas de América solo son co·


nocidas hasta el grado 80 de latitud al Este, y hasta
el 70 latitud Oeste. De manera que explorando los
bordes de ese mar rodeado de hielos, que hasta ahora
habia rechazado todas las embarcaciones, puede de-
cirse que se ha completado el descubrimiento del
Nuevo Mundo, verificado por Colon la noche del 11
al 12 de Octubre de 1492.

§ 5. ·

Los descubrimientos indicados han confirmado las


sospechas de muchos escritores sobre la union de am-
bos continentes. Acosta dice: « El nuevo orbe que
llamamos Indias, no está del todo dividido y aparta-
do del otro orbe. Tengo para mí que la una tierra y
la otra en alguna parte se continúan 6 juntan, 6 lo
menos r5e avecinan y alleganmucho., (1) El P. Gar-
cía, refiriéndo~e á varios autores, creía en la proxi.
midad de uno y otro continente hácia el Norte. (2)
Ha venido esto á evidenciarse con las empresas de

(1) Acosta. Hist. nato y mor. de las Ind" lib. 1, c. 20.


(2) García. Oríg. de los Ind., lib. 1, cap. 4, § 4.
-~60-

que hereos hecho mérito, y las demas que han de~­


cubierto lugare~ en que casi se tocan ambos conti-
nentes. Unos creen que esta distancia no es mas que
de treinta y nueve millas, no de ochocienta~ como
pretende Paw. Observa Pennant, para quien esta
materia con6cege que fué objeto de sus meditacione~,
que el mediodía del extrecho de Behering, hasta el
nacimiento de la~ islas entre el Asi~ y la América,
es tan poco profundo, y tan notable su di~posicion
volcánica, que no puede menos de creerse, que en el
extrecho se hizo la ~eparacion de los continentes.
Juzga que el espacio entre las islas y el extrecho fué
tierra en otro tiempo, In. cual sufrió trastorno~, y ha
sido sum.ergida por la accion de las aguas y el fuego
de los volcanes, q\ledando las islas como monumento
de tan gran catástrofe, lo cual se hace mas probable
con la existencia de dos iela~ que hay enmedio del
extrecho', y que por sí solas hnn de facilitar mucho
el paso. Tal opinion que expone tambien Mr. War ..
den, la encuentro muy fundada. Es de gran pes~ por
sus conocimientos especiales, y la vasta instruccion
que da á conocer en varias materias, particularmen-
te en 10 relativo á América.

§ 6.
Antes de esos reconocimiento~ encontr6.banse ya
en varios autores datos para juzgar ~obre esta mate-
ria. Se decia que la Groelandia ~ol{) distaba del La_
-4:61-

brador cuarenta leguas; que entre una y otra se ha~


lIaba el extrecho de Davis, el cual tiene poco mas de
cuarenta leguas, afirmando algunos que de la tierra
del Labrador á la Islandia solo habia cuatro leguas;
que por el extrecho de Magallanes tiene menos de
una legua de ancho; que del promontorio de tierrR.
austral al Cabo de Buena Esperanza, solo hay cua-
trocientas cincuenta legua~; y que de otra punta de
tierra á Java, noventa. Sin necesidad de recurrir á
datos antiguos, hay 10~ reciente! que aclaran la cues ..
tion.

Entre esto~ llaman la atencion los últimos de~cu­


brimientos de los rusos; los cuales han hecho ver
cuan fácil es el paso entre el Asia y la América.
Observa Steler que la travesía entre los dos continen-
tes en el cabo rrschutski, no es sino de· siete á ocho
leguas, y que segun todas las apariencias los dos
continentes estaban antiguamente unidos. Los tem-
blores de tierra y la fuerza de la marea rompen la!
rocas escarpadas que caen en el mar. Las islas del
archipiélago disminuyen visiblemente, y el extrecho
se alarga poco á poco. La corta travesía hace fácil
la comunica\1ion. Segun Warden, es probable ql1e la
América haya sido poblada por elNorte del Asia,
notándose .gran semejanza entre los esquimales y hu-
rones, y los kamtschales y groelandeses. (1)

(1) Warden. Recherches, etc., cap. 11.


-462-

§ 7.

Esta opinion tiene muchos sectn.rio~. Los hechos


y descubrimientos en que ~e apoya, le dan mucho
peso. Segun ThL Valer, los tschutzki son de In raza
de los esquimales, indicándolo asi el idioma que ha~
blan. El Dr. Mitchill juzga que la América del Nor- .
te fué poblada por habitantes de la parte septentrio-
nal de Asia. Mr. Ellis tiene por uno~ .mismos á los
clquimales y groelandese::;. Consérva~e entre los ir~
landeses la tradicion de que el Norte de América fué
poblado. por los scandinavos. Aun los que pretenden,
apoyándose en pafiages del antiguo textamento, es- .
pecialmente en el lib. 4 de Esdras, que los ame rica-

nos proceden de la.s diez trÍbus de Israel, cautivas y
tl'asladada5 tÍ. la1Iedia, dicen que pasaron al Nuevo
1tIundo por. el Norte del Asia, esto es por el extrecho
de Anian, que es el que divide la China 6 Tar taria
de América.

Estas opinione~ han sido reforzadas por M,.. School-


craft y por Oacciatore.EI primero dice que lo~ es-
quimales constituyen el grupo extremo Nordeste y
Nordoeste de la América Británica, ofreciendo el sin·
guIar problema de la emigracion á través de la már,
gen ártica del continente, del Este ~l Oeste. «Se en
cuentran trazas de ellos desde la bahía de B afin, La-
-463-

brador y aun la Groelandia, hasta el extrecho de


Behering y el continente de Asia, donde los tchukt-
chi sedentarios hablan el dialecto de su lengua, pero
lengua de que no hay trazas mas all{t de laR tríbus
asiáticas de aquella:'} costas ......... Son, sin duda, los
skroillings ó enanos observados ,en la isla contigua de
New-Foudland, la antigua Heliveland por los scan-
dinavos. ~ (1) El segundo manifiesta, que los fiue
entraron por el extrecho de Behering, siguieron la
gran cadena Noroeste de 'log lagos y sus márgenes
hasta el mar, esparciendo á lo largo de esa extensa
línea vastos cementerios, montone~ de .conchas de os-
tras, cuchillos de piedra, utensilios con que fractura-
ban el grano, y dentro de los sepulcros los restos de
los salvajes con los objetos propios de cada difunto,
como el arco del cazador, ·la maza del guerrero, y al-
gun símbolo de los animaleB, como los dientes de un
oso, de un castor, egpinas de peces ú otros. (2)

El paso por la Groelandia hállase tambren apoya ..


do en las investigaciones de los anticuarios del Nor ..
te, fundados no solo en los escritos de RaIn sobre la
Islandia, sino en datos por ell()s recogidos. (3)

(1) Hidtorical and statiscaI information etc., tomo 2


Parto 2, A., § 1, pág. 28.
_ (2) Cacciatore. Atlante istorico, tomo 3, arto 36, pág,
358.
(3) Antiquitates americanm sive scritores septentrio..
nalesrerum anti-columbianarum in America 1, vol. 4.
Hofnie 1837.
Tambien Mr. Monglave cree que los do~ hemisfe-
rios estuvieron unidos por el Norte, 6 por lo menos
que hubo entre el Norte de Asia y la América rela-
ciones roa! 6 meno~ extensas en tiempos remotos. (1)
Mr. Warden indica que hay indicios y hechos que
parecen probar la cOlllunicacion que exi~ti6 entre el
nordeste del antiguo continente, y nordoeste del nue-
TO. (2) Fijan ambo~ la consideracion en el extrecho
de Davis, que sepa;ra la. Groelandia del continente de
América, y entre la distancia que hay entre el Cabo
Farewell y la costa del Labrador, 6 isla de Terrano-
va, travesía que últimamente ~e ha hecho en cuatro
dias.

Grocio opina que de la Noruega fueron sus habi-


tantes á poblar la América uel Norte.

§ 8.

Es respetable la oplDlOn de Buffon, no obstante


algunas contradiccione! en que ha incurrido. Segun
él, los dos continentes e~tuvieron unido~ por la Tar-
t8.ria oriental, y por allí p~~aron IOl5 primeros pobla..
doree de América.

(1) Monglave. Discours, etc.


(2) Warden. Recherches sur les antiquités de l' Ame-
rique, chapo 7.
-46~-

Se ha ocupado de esta opinion Olavifero, así como


de las demas que se han emitido ~obre tan célebre
cuestion hi~t6rica. Despues de un exámen ilustrado
que de ella hizo, fij6se en que los primero~ poblad()-
re,~ pa~aron de los paí~e~ septentrionale8 de Europa
á los septentrionflle~ de América, 6 mas bien de los
mas orientales del Asia á los mas occidentalc8 de
América. Ap6yase en la tradiccion constante de los
pueblos de Anáhuac, de haber 'venido su~ antepasa ..
dos 'de los paises situados al Norte, y en las ruina!
de edificios en ellos encon trado~, de modo q ne, si-
guiendo las huellas 6 trazos que fueron dejando en
su peregrinacion, ~e llega. hasta el extrecho de Anian.

Rc~pecto de las otras naciones de América, conje-


, tura que pasarian por otros puntos. P~ra salvar mu ...
chas de la8 objeciones que se han hecho sobre el
tránsito de lo! animale~, atendiendo !.I\us. especies di ..
versas, su naturaleza, hábitos, género de vida, etc.,
le pareció que los paí~es equinocciales de América se
comunicaban con el Africa, y 103 septentrionales con
los de Europa y Asia. Esta comunicacion pudo ha . .
ber existido en época,s remotas por medio de -una
grande extensiQn de tierra, que seria la. parte mas
oriental del Bra~il con la mas occidental de Africa, la.
cual pudo haber desaparecido de re~ultas de algun
gran terremoto, quedando solo restos en las i~las de
Cabo Verde, de Fernando de Noruiia, la Ascension,
San ;Mateo y otras. Así parecen persuadirlo los mu-
UTVDIO',-'l'O)(O 1T.-63
-466-

chos bancos reconocido~ por naTegante~, particular-


mente por ~Ir. Buac!te, que sondeó con la ma.yor di-
ligencia aq ueUos parajes, pregentando <le tales lllares
á la Academia real de ciencias de Paris, en 1737, un
mapa hidrográfico. «Estas i!llas y bancos habrán ~i ..
do'vero!5ímilmente la parte mas alta. de aquel conti-
nente hundido. J Por último" supone el autor que 'te-
nimoe citando, que el lado mas occidental de Améri-
ca e~tuvo unido con el mas oriental de Tartaria, no
siendo impoeible que exi~tiera otra union por la Groe-
landia entre América y el Norte de Europa. (1)

Este sistema de Olav'v'ero salva muchas de las di-


ficultade~, con que se han combatido las diver~a~ opi-
niones imaginadas sobre el tránsito -de los habitantes
del antiguo ~l nuevo continente, especialmente re!5-
pecto de los animales. Así tendremos que los cuadrú-
pedos, aves y reptiles de los paí!5c~ fríos, pudieron
pasar por la vía de comunicacion que existia hácia el
Norte, y los de climas calientes por la del Sur, ó lu-
gares equinocciales, como se ha dicho.

Es para mí tanto mas probable esta opinion, cuan-


to 'que la exi!5tencia de diversas especies de animales
en América, es una prueba de que Ai no todos sus
habitantes, por lo menos mucho~ de ellos vinieron
por tierra. Solo de ese modo podian haber pasado

(1) Clavijero. Historia antigua de México. Disert.l


tom.2.
-467 --

gran parte de los animales que hoy pueblan los bos-


ques, lo~ estanques, los campo~ y los aires. ¿ Será
presumible que el tígre, siempre sediento de sangre,
elleon feroz, y el atrevido oso, vinieran en aquellos
tiempos por mar en compañía de lo~ hombres? ¿ A
qué fin traer consigo animales tan perniciosos y te-
mibles, para aumentar los peligros é inseguridades?
¿ Con qué objeto decidirse á traer la culebra veneno-
sa, el horrible alacran, la mortífera casampulga, y
los reptiles dañosoa, y los insectos imperC'eptibles?
Nó es esto probable, no hay motivo en qué poder
apoyar tan extraña determinacion, no quedando otro
arbitrio, sino concluir que pasaron por Herta del uno
al otro hemisferio.

Las opiniones, que sobre esta cuestion se han emi-


tido, prueban la posibilidad de que el paso de los ha-
bitantes del uno al otro continente se haya vQrifica-
do por cualquiera de los medios indicado! ..A.unque
no cabe duda que el tránsito por tierra ofrece menos
dificultades que otros que se imaginen, esto no ex-
cluye el hecho de que tambien se haya efectuado por
los demas modos que quedan referido3; pues parece
bastante fundada la opinion de que la América tuvo
comunicaciones con el antiguo .continente antes del
siglo XV, en que fué descubierta por Colon.

§ 9.
El ilustrado Mr. Pare!!, que con tanta luz y acier-
-468-

to ha di~cutido sobre las antigüedades de América,


cree que los habitantes del Palenque y Yuoo.tán fue-
ron los primeros pobladores. Ap6yase para esto en las .
huellas que allí 6 en otros luga.res han dejado, en
que fueron entre todos los mas civilizados y diestros
en las artes, y por consiguiente digno! de admiracion,
ora provenga. esta cultura de sus propios e~fuerzo5,
ora de nociones adquiridas por relaciones directas con
el Asia 6 el Egipto. Supone que México en Améri-
ca seria tres mil años ha · un foco de luz, como lo fué
la Asiria en Asia, el Egipto en Africa y la Grecia
en Europa. Ima.gina que antes del siglo XV habian
venido varios pueblos sucesivamente con el objeto de
colonizar 6 invadir estos paí~es, unos por el mar del
Este y otros por el Norte, especialmente por este
último rumbo, por donde los tártaros y mogoles em-
pujaron las poblaciones del Norte hácia México. Por
último, abriga la certidumbre de que antes del si-
glo XV ya habia sido descubierta y visitada muchas
veces la América por los europeos.

Esta opinion de Mr. Fa¡cy, resultado de sus estu-


dioe y aeditacione~, encuentra apoyo suficiente en
cuanto se ha expueeto. Puede decirse que los puntos
que abraza están demostrados hasta donde e! posi"
ble, en una materia sobre la cual ha Bido preciso reu-
nir todas la8 conjeturas probables, comparar todas
las opiniones opuestas, y deducir consecuencias de los
pocos datos que existen para juzgar con acierto y 00-
-469-

guridad. Célebre sobremanera en e8ta cuestion, por


haber ocupado la pluma de tantos escritores ilu8tre~,
sin haberla ninguno .resuelto satisfactoriamente, has-
ta desvanecer en el espíritu todo género de dudas,
desconiianza, é incertidumbre.

El capitan Dnpaix, cuyo voto es tan respetable en


esta materia, por haber e4aminado detenidamente lo~
restos de loe antiguas habitante~ de América, se incli-
na á creer que vinieron por el rumbo oriental de este
continente. Opinion suya es esta en mucha parte con-
forme con la de Ordoñez~ la de :hIr. Farcy y otros
autores. Allí se figura que fué el sitio donde se fija ..
ron los primitivos moradores y el que mas se pobló,
extendiéndo~e despues hácia el Sudeste y Norde~te.
« La parte mas poblada, dice, de esta antigua regíon,
que seria la primera, parece lo fueron las costas orien-
••
tales, y des pues se propagaron al Sudeste y al N ordes-
te, lo cual puede verificarse por las numero~as ruinas
que 5e hallan l!lembrad~5 entre csto~ puntos medios 6
colaterales. » (1)

§ 10.

Respecto del tiempo en que pudieron haber venido

(1) Dupaix. Duxieme e:x:pedition, n. 77.


-·4,10-

los primeros habitantes, se han hecho ya antes algu-


nas indicaciones.

Opina Bdancourt que la América se pobl6 ante~


del diluvio, durante el tiempo que medi6 entre la
creacion del mundo y este acontecimiento, es decir,
en la primera edad, 1656 años, segun el texto ne-
breo. (1) Como el género humano 8010 se ~alv6 en la
persona de Noé Y su familia, conforme á las sagra-
das letras, aun cuando la opinion de Betancourt fue-
ra fundada, es preciso buscar en lo~ descenditntes de
Noé, y en los tiempos posteriores, los que vinieron á
e~te continen te.

El Dr. Sigüenza, á quien sigue Huet, cree encon-


trar esto~ primeros pobladores en la de~cendencia de
Nephtuin, la cual ~aliendo de Egipto despues de la
confu~ion de la! lenguas, pas6 á este continente.
Ap6ya~e para e~to en la~ pirámides, en los geroglífi-
C08, en el modo de computar el tiempo, en los trajes
y otro~ usos. Olavifero hace fuertes observaciones con-
tra esta opinion, pero suponiéndola con alguna fuer-
za. La confusion de las lenguas se verific6, eegun 10.
c6mputo~ que se han hecho, el año 2131 de la era
cristiana. (2)

(1) Biblia de Vencé, tomo 12. Disert. sobre la quinta


edad del mundo, § 14, pág. 375, 376.
(2) Biblia de VetlCé, tomo 12, comp. de la hist. prof.
Del diluvio, etc., Parto 1, § 1, pág. 313.
--4:71-

Pre~cindiendo por un mometo de estos ú otros da-


tos y C6Ulputos que pudieran hacerse, y tomando co-
mo punto de partida. la invencion de las letras, ten-
dremos, que conocidas en el Asia 3317 años antes
que el descubrimiento de América, y no habiéndo~e
encontrado en ella, e!l\ indudable que ~us primeros
habitantes vinieron antes de su invencion, de lo cual
resulta que hace mas de 4809 años q ue aquí eXIs-
ten. [1]

El considerable numero de habitantes de 4ue e~­


taba cubierto este continente, cuando llegaron los es-
pañoles, es una prueba irrecusable del largo tiempo
que llevaba de haber come,nzado ;., poblarse, con la
circunstancia de que, las razas que iban sucediéndose
unas en pos de otras en la ocupacion y dominio de su
inmenso territorio, encontraban monumentos y ruinas
de los que le~ habian precedido.

Sobre poblacion pueden presental'~ varios c6mpu-


tos. Wallace [2] calcula que una sola pareja produ..
ce en cuatrocientos treinta y tres año~, veinticuatro
mil quinientos ~etenta y seis individuos. Contrayen-
do el cálculo á las sesenta y siete personas que lle-
garon á Egipto con Jacob", y sup~miendo que hubie-

[1] Schoolcraft. Historical and statiscal information,
etc., tomo 1, § 2, pág. 343.
"[2] Disertacion sobre las poblaciones ele los primeros
tiempos. Amsterdam, 1759.
-472-

ran permanecido allí cuatrocientos treinta año~, da-


rÍt\n por producto un millon seiscientos cuarenta. y
seis mil, quinientos nOVQnta y do~ individuos. Noé
murió 340 años ueipues del diluvio . Diez año.s an-
tes de eu muerte, los gefes de las familias, entre quie-
nes se habia dividido el mundo, contaron el número
de que se componian, y encontraron ~er el de sete-
cientos treinta y do~ mil, setecientos do~. Esto no es
de admirarse, dice Sol6rzano, [1] porque ~egun Agus.
tin Tornielo, [2J de un hombre y una mujer, al cabo
de doscientos años, puede resultar una procreacion
de un millon,sei~ciento! cuarenta y siete mil, ochen-
ta y seis individ uos.

[1] De Ind. jure, etc., lib. 1, cap. 10, núms. 10 y 11,


pág. 72.
[2] In. Annal. sacro 1,.tomo ano 1329, núm. 19, p. 394.
C~PITULO XXVIII.

1. l\:Iedios de que se han valido los autores para inTes-


tigar el orígen de la poblacion de América.-2. Lo
que constituye la fisonomía peculiar de un pueblo. La
variedad de conformidad destruye la prueba..-3. Fol'-
macion de las lenguas y su procedencia. Efectos de la
mezcla de unas y otras . . Necesidad de comparar, no
palabras aisladas) sino la construccion gramatical del
idioma, para que pueda recojerse alguna luz sobre es-
ta materia. Procedimiento de N áxera respecto de la
lengua otomí, y resultado que obtuvo.-4. Fuerza que
da este trabajo á la opinion que asigna un orígen chi·
no ó tártaro á la poblacion de América. Dialecto de
los mohowks observado por BurtoD. Observaeiones de
Vater sobre la casi identidad de la lengua groelande-
sa y la. de los esquimales. Traba.jos de Mr. Farcy.
Analogía encontrada por William Dumbar. Importan-
cia del procedimiento de Náxera respecto de los otros
idiomas americanos, y efectos que producirÁ.

§ 1.

Entre los medio~ de investigaeion, que en la eues·


tion de orígen pueden conducir á los mejore~ re~ulta­
ESTUDIOS.-TOZ(O IT.-64
-474-

dos, enumeránse la comparacion de lo~ ~ímbolos reli-


giosos de los diferentes pueblos de la antigüedad, el
estudio de los geroglíficos de todas clases, el exámen
de las cifras misteriosas que han servido de base á
tantos sistemas politicos, astronómicos y religiosos,
la geografía, la correspondencia de ciertas palabras,
la descifracion de ciertos mitos, la investigacion a.ten-
ta de las tradiciones é instituciones <.le la vida reli-
giosa, política y doméstica, los rasgos de flemejanza
y analogías, los usos y costumbres, y el análisis de
las lenguas en su composiciou é Íntimas relaciones;
todo esto nos conduciria á la verdad, derramando
mueha luz sobre estos pueblos y la historia en gene-
ral, especialmente si respecto del último punto la
comparacion ~e hace entre las lenguas del Asia orien-
tal y la Anlérica occidental.

De muchos de estos mediof5 investiga torios comen-


cé á hacer uso al hablar de las ruinas del Palenque,
y compararlas c()u 10 mas notable que presenta la an-
tigüedad en el otro continente; (1) mas para, sa-
car de ellos todos los datos posibles sobre la cuestion
de origen, no debe limitarse á solo eso la investi-
gacion y comparacion, sino generalizarse á cuanto
sobre esto se ha encontrado en América, y se ha-
ce preciso por tanto volver á tocar varios de esos
punto~,]o que SQ advierte, par& que conocido el ob-

(1) Toro, 2 de esta. obra, cap. 21 y siguientes.


jeto no se tache de repeticion 10 que se exponga en
los capítulos subsecuentes.

Lo que se ha hecho hasta ahora sobre esto no ha


sido todavía bastante. Varios de los autores que de
tal medio se han valido; es decir, de la comparacion
del lenguaje, hubieron de limitarf:e á hL comparacion
de palabras aisladas de los idiomas que hablaban los
pueblos de América en tiempo de la conquista. Igual
cosa sucedi6 respecto de su religion, sus leyes, sus
usos, sus hábitos y costumbres, pudiendo asegurarse
que simples ,analogías nunca pueden constituir iden-
tidad, pero sí contribuyen á vigorizar las pruebas 6
conjeturas que de otras fuentes se tomen. ~Ienester
es tambien tener siempre en cuenta las variacionee
que pueden haberEe introducido. « No hay cosa mal
comun en la historia que ver á pueblos enteros mu..
dar de tal suerte de costumbrr.s, de idioma, de reli ..
gion y de patria, (lue muchas veces no se les recono ..
ce, y es menester buscarlos en medio de ellos mismo!,
sin poder descubrirlos. :J (1)

El argumento que re~ultade mera analogía e~ dé-


bil en este caeo, ~egun dice Boturini, (2) y por e~o
10 resiste como medio seguro de juzgar en la presen-
te cuestiono

(1) Biblia de Veneé, tomo 6. Disert. sobre el país á.


donde fueron trasladadas las doce tríbus dé Israel. § l.
(2) Idel'. de una. hist. gen., etc. § 16, n. 10.
-476-

§ 2.

La fisonomía peculiar de un pueblo la constituyen


no solo las cualidades y circunstancias físicas de cuan-
to le pertenece, sino tambien las propiedades mora-
les. Cuando muchos pueblos tienen unas mismas cua-
lidaáes físicas 6 morales, se miOmejan entre sí. Sin
embargo, esta semejanza comun impide que pueda
juzgarse por ella de su orígen, convirtiéndose en un
nIedio ineficaz, que de otra suerte habria servido de
mucho, como todo lo que constituye el tipo ó propie-
dad particular de alguna cosa.

El haber encontrado analogía 6 semejanza en la


terminacion de varias palabras de los idiomas, que ha-
blaban los habitantes del nuevo mundo, en la signifi-
encion de otras, y en la composicion 6 formacion de
algunas, comparándolas con los diferentes idiomas de
los pueblos del antiguo continente, ha hecho creer á
ciertos autores, que por allí podia sacarse el orígen
de lo~ habitantes. E~ta comparacion aislada es un
.medio falible para juzgar. Puede la analogía ó seme-
janza provenir, 6 de relaciones que hayan existido
alguna vez entre unos y otros, ó de mala traduccion
é inteligencia de los que sin un estudio profundo han
sustituido las palabras, les han dado una aplicacion
gratuita por ~emejanzas que han creido encontrar, ó
--4:77-

las han corrompido y alterado, como velllO~ suelen


hacerlo los extranjeros con nuestro propio idioma, por
no ponerse el debido cuidado y cxactitud~ ó ser el
medio mas fácil para ~alir del paso, cuando no puede
comprenderse bien la denominacion 6 a plicacion de
alguna co~a, ó en fin, porque r;olo se procura imitar
de la mejor manera posible los sonidos articulados
que Ee oyen, valiéndose de los que en otra~ lenguas
les son conocidos.

Sin reglas fijas de comparacion, 8in un análisis


exacto de las pa1abr~g, su orígen, composicion, y sig-
nificacion, preci~o es que se cometan muchos errores.
Algunos han creído que por terminar muchas paIR.-
bras de los indios en lant 6 tlan y en peque, es su orÍ-
gen aleman, porque la partícula lant entraba en la
composicion de muchas palabras alemanas, y peque
tambien, que significa entre ellos torrente. Otros por
la terminacion y significacion de tepe,que entre los
turcos e! monte, lee asignaban un orígen turco; y
tártaro por la terminacion en (m, pues hay inumera..
bIes voces tárt.aras que así terminan. Otros, en fin,
los reputan descendientes de los fenicios, porque di-
versos nombres de sus poblaciones comienzan con las
dicciones kar, kir, !carJa y karia, que significa ciudad,
tan usadas entre lo~ fcnicios.

Algunos mas escrupulosos qUIsleron deducir la


identidad de orígcn de la significacion y composicion
-478-

de algunas pala.bras, encontrándolas en voces chinas,


griegas, y l:1tina~, Ó en solo la compo~icion; de máne~
ra que si la articubeion de unos y otros es nluy pa~
recida, sin yucil¡¡r les han dado un mismo ol'Ígen. Esto
sucede en muclws p:lhbras hebreas, griegas, chinas, y
e~p}tñolns, en h s cU [11üs, Ó no h~y diferencia alguna,
6 es c?"~i imperceptible, Tales semejanzag quedan ya.
puntu?lizadas en el1ug~r correspondiente.

De este exámen resulta, que en Américtl. se han


cncontrndo pal;;brns p:trecidas á la mayor parte de los
ic1ioma.s Je 1:1:'1, nn,cioncs principales del antiguo mundo.
Esta misma v~l'icdac1 de conformidad prueba, que ese
Inedio de cOElparacion, aun cuando no fuese falible é
incierto, nunca podría conducirnos á encontrar segura.
y absolutt1.111cnte el orígen primitivo de la pobltl.cion
de América, pues se deduciría que fué poblada por
fenicios, cartaginese~, hebreos, griegos, roman~s, chi-
nos, tártaros, alemanes, galos, españoles, ú otros pue-
blos. Aun cuando así hubiere sucedido, segun opinion
del P. Gurcía, y demas autores de quienes he hecho
especial mencion, dejan siempre la cuestion en pié.

§ 3.

Se sabe cuanto se ha escrito sobre el idioma pri-


mitivo del génerQ humano, y cómo se fueron forman-
--479-

do las lcngua~ que usaron las naciones de la antigüe-


dad, lo mismo qUIJ las que actualmente 13e hablan.
Mt·. Bochad, entre otros sábios, emprendió probar
que la lengua fenicia, 1& hebrea, y la púnica, eran una
misma. Se considera, sin embargo, á la hebrpa como
la matriz de todas las demas. Esta er8. la única que
!e hablaba. antes de la confusion de las lenguas. Aun-
que despues de tal suceso se hablaron muchas, encon-
tramos por lo menos haber sido la hebrea el tipo que
dió lIer á. algunas de las mas notables de la antigüe-
dad. La lengua fenicia y la siriaca manifiestan ~
procedencia de la h~brea; la latina parti0ipa de éBta
y de la griega; y la española, francesa, inglesa, é ita-
liana de las tres. Así es que en todas se hallan mez-
cladas voces y modismos de otros idiomas, que han
ido produciendo sucesivamente diver8as alteraciones.
Esta mezcla impide tambien deducir de la compara-
cion de palabras un orígen cierto, pues confundidas
entre sí las lenguas, hubo por consiguiente de alterar-
se su naturaleza.
Para que pueda ésto guiar y servir de alguna luz,
e~ preciso adoptar otro camino. Este camino es com-
parar no palabras aisladas, sino la construccion gra-
matical de los idiomas entre sí en sus partes consti.
tutivas, analizar la etimología de las palabra~, su
formacion, y combinacion, las modificaciones que re-
sultan de la combinacion de las partes de la oracion,
su~ variaciones, su sintáxis, en una palabra, el exá ..
-"80-

men de la naturaleza misma del idioma. Esto rué lo


que hizo Fray Manuel Náxera en su obra titulada:
«De lingua otomitarum dilsertatio.» Ha deducido en
ella, despues de un exú,men muy prolijo: la grande
analogía que existe entre la~ lenguas chinas y otomí,
no eolo por la identidad de palabras, sino por seme-
janzas gramaticales, formas de construccion, etc. Ob-
serva ser unas mismas en ambas las relaciones de los
nombres, la modificacion de los tiempos, y person~s
de 10R verbos, la relacion de los ti~mpos y lugares, y la
naturaleza de las preposiciones condicionales y posi-
tivas. La invariabilidad de las palabras tomadas se-
paradamente, y su alteracion, ó modificacione~ combi-
nadas entre sí; ~Ug concordancias y lo~ diferentes sen-
tido~ en que se toman, esto puede descubrir exacta . .
mente la gencracion de las lenguas, y constituir la
identidad de orígen de la~ nacione~.

§ 4.

Así vemos la fuerza que eite descubrimiento de


Náxet'(J, ha comunicado á la opinion que asignaba un
orígen chino 6 tártaro á. la poblacion de América,
opinion que conviene con la de Burlon, el cual a!le-
gura que los indios mohowks tienen un dialecto casi
enteramente tártaro. Vater y otro~ autores han ob-
servado la semejanza y casi identidad de la lengua
-.81-
groelandel5a y la de lo! esquimales, y la del Norte de
Europa con la del Norte de América. Ha. hecho no-
tar Mr. Fare!! que entre cerca de cien palabra.s ame-
ricanas, tomadas indistintamente de diferentes pro-
vinciae, ~e han encontrado idénticas, 6 casi idénticas
á palabras chinas 6 tártaras; que una cincuentena
parte !on nombres de pueblos, poblaciones 6 ciuda-
des, una décima títulos dado~ á la divinidad, 6 po-
tentados de la tierra, y algunos nombres propios, y
lo! demas con que se designan TS\rios objeto!.

Por último, Mr. William Dumbar ha llamado la.


atencion acerca. de la analogía que cree existe entre
la lengua e8crita china y la lengua por signo! de mu-
chas tribus del Oeste de 1& América. del Norte. De-
bemos, pues, concluir de todo ésto, que siguiendo la.
conducta del Sr. Náxera con respecto á los demas
idiomas que se hablan en América, puede ilustrarse
mucho la historia de su poblacion, y llegar quizá á
fijarse con toda certeza 6 seguridad su verdadero
origen.

- . . . . . . .o _ _ _

ESTUDIOS.-TOMO IV.~65
CAPITULO XXIX.

1. Opinion de los naturalistas !obre la raza americana.


Cómo la considera Klaproth. Opinion de Salacrou:x.
Juicio de Virey. Caracteres físicos. Causas de que na-
cen las particularidades que en esa raza se notan.-
2. Influencia del temperamento. Pasage de Platon.
Diferencias que se advie¡,ten entre los pueblos anti-
guos y modernos, y hasta. en una misma nacion. Con-
sideraciones que deben tenerse presentes. Alteracio-
nes que sufrió el pueblo de Israel en su constitucion
primitiva durante su permanencia en Egipto, su pere-
grinacion en el desierto y su cautividad en Babilonia.
-3. Alteraciones notables en los animales, plantas, y
frutos trasladados del antiguo al nuevo continente.
Diversidad que se advierte entre los habitantes de
América.-4. Aspecto y estado de la raza americana
cuando fué descubie¡,to el continente por los españo-
les. Sus rasgos distintivos y característicos. Accion
sublime de Cuatimotzin. Entereza de Qualpopoca. Re-
signacion heróica de Atahualpa.- 5. Calificacion de
Herrera respecto de los miges y de los yucatecos. Cua-
lidades de los indios de Chiapas. Tríbus de lacando-
nes, yaquia, mayos, apaches y comanches. Pintura de
los abisinios hecha por Mr. Larrey.

§ l.

Aunque muchos de 10!ll naturalistas forman de los


-'84:-
americanos una raza distinta de las demas, designan-
do las caracteres que la distinguen de la cáucasa, mon-
gola, y eti6pica, otro" son de diferente parecer, no
considerándola como raza primitiva, sino mas bien co-
mo una mezcla, 6 el resultado de las demas, que par-
ticipa de sus propiedadQs, especialmente de la cáu-
casa, con las modificaciones que resultan de varia~
causas.

Klaproth no la reputa por raza primitiTa; (1) Sal-


crouz no la enumera entre las diver~as razas, que
componen la especie humana; (2) Y Vú'ey cree tras-
ladadas al nuevo continente las tres raEas eminente-
mente di~tintas, en que se distingue ellinage huma-
no. (3) Sea de esto 10 que fuere, no puede negarse
~ue los americanos tienen algunas circunstancias que
los distinguen, tales como el color de canela, segun
d~ce Blumem~acll, la figura de la cara ancha, pero no
aplastada, ni tampoco los carrillos salidos como los
mongole~, ni 108 lábio~ gruesos como lo~ negros, ni la
nariz aplastada. (4) El conjunto de sus facciones, sin

(1) Klaproth. ~Iemorias relatiTes á l' Asie, tom. 2.


(2) Salacroux. Histoire naturelle, pág. 35.
(3) Vi rey. Hist. y fisiología de la generacion, c. 5, § 2.
(4) Los rasgos de las cinco razas principales del géne-
ro humano, segun el sistema ele Blumenbach, son los si·
guientes:
La raza cáucasa de un color mas ó menos blanco, con
los c:l.rrillos colorados, los cabellos largos, lisos y more-
nos, la barba. y la frente mas salida que la boca.
La raza mongola de color de espiga de trigo, con los
-485-
!er .enteramente igual al de otras razas, no es tampo ..
co distinto . Esto 'sin duda ha hecho colocarlos en una
de las divisiones dél género humano. Esas particula .. .
ridades pueden, sin embargo, nacer de varia3 causas,
tales como la. mezcl~ de las razas entre sÍ, la influen-
cia del clima, los alimentos, y toc1~5 las que nacen de
causas físicas conocidas.

§ 2.

Es indudable que el temperamento influye en las


cualidades físicas y morales del hombre. E~ta teoría
examinada y reconocida por Hipócrates, Platon, (1)
Aristóteles (2) y Galeno, (3) ha ~ido reproducida y
fortificada por Montegquieu en su obra inmortal so-
bre el espíritu de las leye!S, .formando una parte muy

cabellos poco espesos, negros, J ásperos, los párpados


hundidos y como hinchados, la cara chata, y los huesos
de los carrillos realzados. .
La raza etiópica ó vegra, de color mas ó menos negro;
cabello negro, y lanudo, los carrillos prominentes, los lá..
bios gruesos y la nariz aplastada.
La raza americana de color de canela, con los cabellos
negros, lisos y espesos, la cara anchá, pero no aplastada.
La raza malesa de un moreno mas ó menos oscuro,
con c&.bello abundante, negro, y rizado, la nariz y la boca
grandes.
(1) Platon. Dialog. de natura.
(2) Aristóteles. Secc. 30, problema 1.
(3) Galeno. I.Jib. 2, de temp.
principal de su sistema, y demo~trándo cuánto influ-
ye el clima en los diferentes caracteres de las nacio-
nes, esto es en su constitucion física y moral, y la
nece~idad de que las leyes se modifiquen, acomodán-
dose á e5tn.~ variaciones indicadas por la misma na-
turaleza. Platon dice expresamente: fe Unos hombres
difieren de otros, 6 por ventilarse con aires contra-
rios, 6 por beber diferentes aguas, 6 por no usar to-
do! de uno! mismos alimentos. E~ta diferencia no ~o­
lo se halla en el rostro y compostura del cuerpo, sino
tambien en el ingenio del ánimo. :1

Bastará para convencerse de esta verdad, arrojar


una mirada sobre los pueblos antiguos y modernos.
Los griegos no se parecian á los 8citas; lo~ romano~
distaban mucho de los que habitaban bajo el cielo
abrasador de Africa y las arenas del deP3ierto; los in-
gleses distan mucho de lo~ chinos; 103 alemanee de
los etiopes, y 103 españole~ de los lapones y ~amoye­
dos. En una misma nacion se notan diferencias de
provincia á provincia, de modo que una línea del me-
ridianoee suficiente para producir muy marcada~ di-
ferencias.

De esto proviene la variedad que advirtieron los


españoles entre los habitantes de las diversas regio-
nes del Nuevo Mundo, afirmando á muchos autores
en la opinion de que descienden de divenme naciones-
La hermo!3a y bien formada raztt de ' Chiapas no era
la misma que la de los zapotecallJ, y otras que cubrian
este continente. El peruano distaba mucho del mige,
y el altivo iroquez se diferenciaba bastante del que
habitaba el ardiente clima. de las co~ta~ del Pacífico.
Hoy mismo vemos que aun subsisten estas diferen-
cias, no solo de unl\s provincia~ reepecto de otras, si-
no de ~us habitantes entre sí. En Chiapas, por ejem-
plo, son tan ma.rca.das, que los indios de atléticas muS-
culaciones y gallardas formas del N orte~ no se pare-
cen á los del Sur, ni á los que ocupan la parte éentral
del Estado; los de Occhuc y Cancuc no son lo mismo
que los de Chamula; los del Palenque y Tumbalá,
tampoco son iguales á los de Chiapa y San Bartolomé.
¿ En qué consiste, pues, esta diferencia ? No puede
provenir sino de la influencia de varias caUF.as, muy
particularmente la del temperamento. En consecuen-
cia, al tratarse del orígen de los habitantes, preci~o
es tener presentes las modificaciones que puede haber
sufrido la raza, y no desechar cualquiera conjetura,
fundándose únicamente ep. diferencias que se notan,
con tal que no sean ~\Ustanciales, de aquellas que tie-
nen caractéres fijos 6 permanentes, tales como la eti6-
pica y mongólica, que nunca pódrán confundirse con
la cáucasa.

Los que del centro del Asia 6 de los países del


Norte pueden haber emigrado á América, es proba-
ble que hayan sufrido en el tránsito por diversas co-
marcas, y su mansion en ella!3, notables alteraciones,
-488 -

así como que, despues del trascurso de tantos siglus


de habitar en este continente, se hayan borrado su
tipo primitivo, IOR rasgos movible~, ,que tanto contri-
buyen con los permanentes á diferenciar las razaS y
castas.

El pueblo de Israel estuvo en Egipto cuatrocientos


~incuenta años, en el desierto cuarenta, y en el cau-
tiverio de Babilonia sesenta. ¿Podrá asegurarse que
en todo este tiempo, apesar de nQ ~er muy lft.rgo, ba-
ya conservado su constitucion primitiv~ ~in alteracion
alguna? ¿lQué deberá decirse de lo~ primeros habi-
tantesZde América, quienes desde tiempos remotosl1e-
garon á ella, tal vez despues de larga y penosa pere-
grinacion 1

§ 3.

Los animales del antiguo mundo han sufrido, en


opinion ae va.rios naturalistas, alteraciones notable!,
y lo~mi8mo mucha~ plantas y frutos. Así es, en efeo-
to; pero no en el concepto en que lo afirman Bufon y
Paw, tan Tictoriosamente refutados por el sú,bio Cla..
vigero, [1] porque es natural que la diversidad de

(1) Buffon escribió en Francia, y Paw en Prusia, sin


haber visto jamas 10s países de América. Cla.vijero los
habia estudiado, y los conocia bien, como que México era
-489-

temperamento8 produzca e"tas alteraciones sensibles,


como ~e verifica en el iuelo de Europa 6 de una mi~­
ma nacion, cuando se trasportan á climas diverso~, 6
poco á propósito, ú opue~t{)~ á su naturalcza y á la
temperatura que neccl5itan para. su crecirniento y des-
:nrollo. Esta es la ·causa. tambien de h, variedad que
l5e nota en los habitantcs de América, á la cual ha
contribuido igun.lmente la mezcla de diver!llas raZrLS 6
casta~.

Tales modificacione~ no han produ~ido una. altera-


cion completa, como suponen aquellos que con tanta
ligereza 6 escaso discernimiento han creido que los
americanos forman una raza degrac1ada de la especie
humana, de e~tn.tura nlezquina., tle formas imperfec-
tas, débiles y enfermizos. Los que tales despropósi-
tos han escrito, lnanifiestrLll una ignorancia deemen.
tid~ por todo~ los que conocen la América desde el
tiempo de su deecubrimiento, y por los datos que mi-
nistran los escritores de aquella época.

El continente americano e~tnba poblado por inu"

su patria. Los que han visitado este continente le han


hecho justicia; entre otros Volney con su brillante pht-
ma, y Chateaubriand con sus bellísimas y poéticas des-
cripdones. La Amérioa ofrece todavía un campo va.sto
á los trabajos del naturalista. O.sténtase en ella esa ruer-
za de vegetacion, esa frescura eterna de la vida, yesos
climas variados por el declive de las cordilleras, que se
prestan á nuevas é importantes inve~tigaciones.
ESTUDIOS.-TOXO IT.-66
-490-

merables gentes cuando por los españoles fué descu-


bierto, que si bien presentaban á su vista una raza
distinta ele la europea por su color, su aspecto salva-
je, la desnudez en que algunos vivian, sus trajes,
usos y costumbres, no habia entre ellos cosa que lla-
mase notablemonte la atencion, ni diferencia~ tan
marcada~, que denotasen degradacion 6 debilidad en
la especie humana. Eran hombres de estatura regu-
lar, algunos corpulentos, de formas regulares y per-
fectas, ágile~, vigoro~os y robustos, e!forzados en el
combate, impasibles en la adversidad, valerosos a.l
par que sufridos en las penalidades y tormentos.
Entre ellos y los e5p&ñoles no habia mas superiori-
dad que la que da la civilizacion, el arte de la guer-
ra, y la diferencia de armas. Obtuvieron esto~ el triun-
fo y ostentaron dominio por tales causas y un con-
junto de circun~tancias, en que no poco figuraban la
credulidad y la supersticion.

Las dotes que ú. 105 indios distinguian las mostr&-


ron en todas las ocasiones en que de ellas fué nece-
3ario hacer prueba. Sostuvieron con valor mil com-
bates, en los cuales veían correr su sangre, caer tron ..
chados sus m.iembros por la espada del ' conquistador,
Y .privados de lavida por las balagq~eatr~v:e~aban
auc.uerpo, a.rrojadas por instrumentos que . confun-
dian 'con el rayo, y que vibraban en la: mano de hom-
bres que cr~iau hijos del sol, desceridid:os de las re-
giones .superiores. No obstante estas ventajas, esta
--491-

lucha ~í. muerte, este desengaño snngriento, jamás re-


husa.ron la lucha, oponiendo á ella sus denodados pe-
cho~. Disputaban la victoria y defendian sus ho-
gares con cuanto heroísmo es dable en un corazon,
que late con fuerza, y está nutrido de nobles senti-
lnientos.

}Io~tró Cuautimotz'Ín un e3fuerzo digno de un hé-


roe, cuando reunió los rel5toé de su guerrera nacion,
para ~cabar á todo trance con lo~ que crueles y des-
apiadados habian venido á imponerle tiránico yugo.
Hecho prisionero, manife!t6 delante de su soberbio
y altivo vencedor, el inmortal Cortés, la entereza de
un sér superior, l5iendo su conducta comparable en
ra~gos sublimes con aquellos, que nos presenta la his-
toria de 101 pueblos de la antigüedad. Tampoco Qual-
popoca se estremeci6 á la vista del horroroso suplicio
que se le aguardaba, ni dió el mas pequeño indicio
de degradacion, sino antos bien de elevada magnani-
midad. Atahualpa se sometió con rel5ignacion, pero
con fiereza, á los herribles tormentol5 con que se pro-
curaba arrancarle una confe~ion, que no podia librar-
lo de una muerte, que la sed de oro y la infamia ha-
bían re~uelto 6 decretado. En fin, ni lo! trabajos á
que desapiadadamente se sujeta ba á los indios, ni las
fatigas incesantes que sufria~, ni los castigo! atrooel'J
que l5e les impusieron, ni los dolores agudos é inau-
dito~ tormentos que se les hacian pa~ar, dieron á co-
nocer e lIie envilecimiento que se les supone. Sufrían
-~92-

sin quejarse, padecían mucho~ de ellos el martirio


sin exhalar un . ~u!piro,. ni el horror de la misma
muerte logró en alguno~ doblegar 11'\. entereza de su
, .
anImo.

De todo esto deponen lo~ historiadores de aquella


época. Sembradas están sus obras de esa clase de
prucba~, pudiendo asegurarse que á cada pa~o se en-
cuentr3n en ellas líneas que a!5í lo comprueban. ¿Po-
drá dudarse de la exactitud de la verdad de tales
l'elato~?

§ 5.

Innecesario juzgo hacer mancion específica de ellos.


'Ba!ta solo indicar, que hablando Herrera de la pro-
vincia. de los Miges, dice que era gente de buena el!-
tatura, que tenian barbas largas, y eran los ma! va·
lientes do Nueva Egpalia, pues nunca pudo Mocte-
zum~, ni los zapotecas sojuzgarlos. (1) Respecto de
los de Jucatán, dice tambien que era gente de hu~­
no, cue,.pos, bien hechos y '¡-écios. (2) Se sabo, por úl·

(1) Herrera. Hist. de las Indias Occidentales. Dec.4,


lib. 9, cap. 7.
(2) Herrera. Hist. de las Ind. Occid. Dec. 4, lib. 10,
cap. 3.
-"93-

timo, quo los indios de Chiapas eran notables por lo


bien formado~, robustos, y corpulentos, llenos de va-
lor y de lllucho ingenio, cualidades de que deponen
Herrera, (1) Torquemada, (2) García (3) y otros
hi~toriadores. Esto 80 YO confirmado en los restos
que quedan de esa raza, pudiendo a3egur~rse que
son algunos tan bien formados, que servirian bien de
modelo por las proForciones <le su cuerpo, sus lllUS-
culacione~ atléticas, y In. regularidad de sus faccio~
. nes. Igual co~a puedo decirse de los indios de Yuca-
tán y de Oaxaca, que son lo! Estados donde mas
abundan. Y si ~e quieren prueba3 mas concluyentee,
se hallarán entre las tribus de Lacandone& en Chia-
pa!, entre los indio~ que se hallan eeparcidol!l en los
limites de loe Estados de Oriente y Occidente, como
los Uaquú y mayas, los comanches, apacn.es y otras tri..
bus que se conocen ba.jo dietintoe nombre!, y que
tantos estrago~ c.ausan en nuestra! poblaciones, don-
de cuando aparecen e~parcen la consternacion y la
muerte. Estos indios no se parecen á los lapones y
samoyedof;.

Hace ~Ir. Larrey, citado por Champolion, (4) una


pintura de los abisinios, que en mucha parte pudie-
ra aplicarse á los americano8: « El abi!inio, dice, tie-

(1) 1dem, idem, idem.


(2) Torquemada. l\Ion. Ind., caps. 24 y 25, lib. 4.
(3) GarcÍa. Orígen de los indios, lib. 2, cap. 5, § 3.
(4) Hiat. descrip. y pinto de Egipto, tomo 1, § 6, p,43.
-494-

ne los ojos' grandes, el ángulo interno inclinado, los


juaneteR salientes, los carrillos forman con los ángu..
los botantes de las quijadas un triángulo regular, lo~
lábios son gordos sin vuelta, como los negros, los
diente~ hermosos y poco salieritcF', y el color cobri.'!o.»

-- .•..- -
"

CAPITULO XXX.

1. El color considerado como un carácter distintil'o de


la raza americana. Exámen de las causas de que pue·
den provenir las diferencias que se notan.-2. Inves·
tigaciones sobre el color negro. Descubrimientos he_
chos por medio de las disecciones anatómicas. Nece·
sidad de recurrir á los tiempos pl'imitivos de la.s razas
para. explicar las alteraciones y modificaciones que se
advierten.-3. El color de cobre de los indios. Modi-
ficaciones y variedad que eutre ellos existen.-4. In-
variabilidad del color entre los negros. Escala gradua-
da del color en los indios, Indicacion de Humboldt
sobre las tríbus del nuevo continente y el col01' de los
americanos. Prácticas á que algunos atribuyen el co-
lor negro y bronceado de los indios.-5. Causas do
que depende el color de la piel, y en cuál de las na-
ciones antiguas se descubre el color cobrizo.

§ 1.

Uno de los caractéres, con que loe naturalistas


han querid0constituir de los americanos u:Da raza
distinta de las demas, ha sido el color. Aunque este
-496 --

no e~ uno mismo en todas partes entre ellos, ~ino


que varía con las facciones de la cara, h~sta el gra-
do de no poderse fijar ra~gos permanentes que sirvie-
ran para clasificar ~u e~pecie, parece indudable que
la mayor parte de los que habitaban el Nuevo Mun-
do, cuando fué descubierto por los españoleg, tenía.n
un color de cobre. Esto ha llamado lnucho l~ aten-
cion de Raynctl, Paw y Robertson, al punto de deci-
dirse por la opinion de que los americanos forman
una raza por separado, como la cáucasa., mongola, y
negra.; no obstante que, ~egun Vire!} ha observado,
no pueden establecerse caracteres tan di~tintos res-
pecto de ella, como los que exi~ten respecto de la
blanca. y la mongola. El calor por sí solo no e~ bas-
tante, en opinion de algunos, para constituir una
raza distinta por h"1cer1a depender del clima. El
hombre, blanco en Europa, dice Buffon, negro en
Africa, amarillo en A~ia, y rojo en América, es el
mismo animal que recibe el tinte del clima en que se
encuentra. Lord Kames contradice, sin embargo, es-
ta opinion, alegando que hay razas diferentes apro-
piadas por la naturaleza á climas distintos, y que lo~
indios son cobrizos á pesar de la variedad de climas
en el vasto continente de América. (1)

En México el color de cobre ha desaparacido en

(1) Sketch es of the history oí mano Prelito. disco v.1,


12, v. 3.
-497-

lo~ re~to~ de la ra.za indígena, que aun permanece di-


~eminada en algunos Estado~, y viven en poblacio ..
nes arregladas desde el tiempo de la conquista. Ya
ca~i ~olo ge encuentra en las tríbus de indios bárba-
ro", que confina.n con los Estados de Oriente, Nuevo
México, y California. ¿ De qué provendrá esta dife-
rencia? Tal vez sea. porque ya existia deede aque-
llos tiempos, 6 porque los alimentos, el género de vi-
da, el clima., la mezcla de la familia ú otras cau~a3
naturn.les, hayan producido tales Yariacione~. Atri-
buyendo unos á la influencia del clima y ardores del
sol, entre otro~ Thadictes, (1) Y otros á la naturaleza
de los padres que ee propaga en los hijos.

Por ego se cree que lo~ etiopes provienen de la el-


tirpe y sangre de Cham, cuyos hijos fueron negros.
Chus rué el primogénito, y de él ee cree que aque ..
llos traen su orígcn; de Mi~raim, el segundo, provie-
nen los egipcio~; Plut fué el tercero, y de él des-
cÍenden los moros; y Chaam el cuarto, maldecido por
su padre, y sujeto á la serTidumbre, es el tronco de
los cananeos y once gentts mas. (2)

Todo e:5to digno es de examinarse, como he procu-


rado hacerlo en 6tra parte, puos contribuirá mucho
á ilustrar la cuestion del orígen de los americanos.

(1) Apud. Strabon, lib. 15, pág. 799.


(2) Solórzano. De Ind. jure, etc., lib. 4, cap. 10, n. 43
y siguientes.
ESTUDIOS.-TOJ(O lT.-67
-498-

§ 2.

El color negro de 105 etiopes, el ue lo::; habitan tes


de las costns Je Seneg~.l y de Bernin, el de los ca-
fres de Melindo, Monomotapa, y costas de ZanzÍbar
y Mozambiquc, y en general el de los q u. habitan
las regioneR ardientes del Africa, ha sido objeto de
curiosas inve8tigaciones. 1t-Iuchos hacíanlo consistir
en la influencia del clima, hasta afirmar, que á medi-
da que la e~pecie humana va aproximándose á la zo-
na t6rrida, toma gradualmente e!5e color moreno por
la fuerza de los rayos del sol, convirtiéndose en ne ..
gro, l!!egun se advierte en 10F; que habitan de~de la
extremidad de la Suecia hasta el extreJho de Gi-
braltar.

Strabon, Her6doto, Plinio y Tíbulo, atribuian al


calor intenso de la zona tórrida el color negro, y ca-
bellos rizos de algunas n~ciones africanas. Sin em-
bargo, una observacion atenta sobre la diversitlac1
de color que se advierte en los que viven bajo la
influencia de un mismo clima, ha dc~truido la fuer-
za de esta. teoría. Si fuera cierta, resultaria que el
samoyedo seria mas blanco que el france~, el camsts-
chadal que el aleman, el o~tiaco y tungu~o que el in-
glés. No veriamos cerca de los lapones de tez ateza-
da, pequeña estatura., cabello negro, y ancha boca, á
los fine~e~ é Íslandescs de color claro, alto~ y rubios;
ní al lado de las bellas georgianas los calmucos tan
feos, que hacen re~altar mas la hermosura de aque-
llas. Juzgando por este principio, deberían !er ne-
gros, y de pelo rizo todos lo~ habitante~ del Brasil,
quienes ~e hallan bajo los mismos paralelos que los
africanos; ni, en fin, existiria esa variedad que ~e
nota en provincias de una misma nacíon, bajo un mis ..
mo cielo, con hábito. y costumbres semejante., alíO'·
mentado~ de un mismo modo, y sujetas á unas mi~­
mas modificacione~.

Las Jisecciones aua tómicas hn.n dAdo á conocer va-


lias diferencias entre la raza negra y la blanca, que
Soemering y Meiners han explicado con atencion. Se
ha de~cubierto, entre otras, que el color negro reside
no solo en el flu~do que colora el tegido mucoso, co-
locado debajo de la epidermis, sino tambien en la
sangre, encontrándos<.', además, muchas partes inter-
nas del cuerpo, impregnadas de una tinta negra. (1)
Aunque no excluya esto del todo la impresion que
deja sobre la piel la accton de un sol ardiente, prue-
ba que el color no depende esclusivamente de él, y
que cualquiera que Eea la influencia 6 modificaciones
que produce el clima, preci!!!o e!!! recurrir al tipo pri-
mitivo de las diversas razas que habitan el globo.
Proviene sin duda tal diversidad de los principios

(1) Virey. Tratado de la generaeion, cap. 5, §6.


-600-

constitutivos de ~u organizacion, que se alteran ó mo-


difican por la accion de los elernen tos ú otras causas
ñsicns, pero que no se borran y destruyen entera~
mente.

l\-Iuy oportuno es tener presente 10 que ~obre e!ta.


ma teria expone p,·ichard. (1) Entre la epidermis y
. el epithelium, 6 la dermi, y tpidermil, hay otra capa
descubierta por el célebre anat6rnico Malpighi, y rec-
tificada por Alvinus, qUQ es el asiento del color, la
cual rué llamada rete mascosum. Ga·ultier (2) encon-
tró despues cuatro capas, y Mr. Flourens (3) un nú-
mero mayor, llamando á la que contiene la 8u!!tancia.
colorante pigmentum, 6 membrana pigmental. Henle
y Sch,waan han puesto de manifiesto la organizacion
cel ular de la piel.

§ 3.

El color de cobre de los indi08 no ha sido todavía.


objeto de tan exten~as observaciones como el de los
negros, de manera que si la causa de este nO!IJ es des-

(1) Histoire naturelle de l'hornme, tomo 1, secc. lO,


pág. 112.
(2) Recherches sur l'organization de la peau. Palis,
1809.
(3) Recherches anatomiques, tomo 7, pág. 156.
-501-

conocida, aun mas lo e8 el de los indios. El color co·


brizo es una degeneracion de la raza cúucaga; no hay
una contraposicion tan marcada y absoluta entre el
indio y el blanco, como entre este y el negro. De he-
cho vemos diversos grauos de color entre la~ varias
estirpes, de que se compone la raza blanca. I.Jos ára-
bes no son del todo semejantes á los hindus; hayen-
tre los beduinos y los habitantes de esta parte del
Gánges diferencias perceptibles: los banianos no pue-
de decirse q ue ~ean lo mismo que los druso~; así co-
mo 105 scitas y lo~ cimbros no eran lo mismo que los
griego} y romanos, apesar de pertenecer todos á la
raza blanca.

Se ha observado tambien, que el color de cobre no


tenia entre los indios el mismo grado de intensidad.
En algunos se modificaba tanto, que ~e aproximaba
mucho al de la raza de los malayos. Antes que Bu,. ..
ton descubriera las analogía~, que existianentre va-
rias de las tríbus salvajes de la América del Norte y
los tártaros, ya se habia notado que el color de la
piel de aquellos era amarillento como la de estos.
Son mayores esas modificaciones en los restos, que
despues de la conquista, han quedado de la raza ame-
ricana, en la cual no se encuentra ya un tipo _origi-
nal, rasgos caracterí~ticos, ni siquiera apariencias en
el col01' de haber pertenecido á ella. Se nota una va-
riedad prodigiosa, que proviene de la mezcla . de las
razas distintas, y de la influencia de causas físicas
-502-

que varían tanto como el suelo que habitan. Esta


variedad la han observado los viajeros q ne han visi-
tado muchas de las regiones de América. Aunque el
Baron de Humboldt reconoce un nlismo tipo en las
dos Américas, y descubre aire de familia en esta ra-
za, confiesa que hay pueblos esencialmente distintos
en facciones, como se diferencian entre !Sí la!5 nume-
rosas variedades de la raza del Caucaso, por ejemplo
los circa€iano~, los moros y los persas. (1)

Tal Y~riedacl se percibe mas fácilmente en el color.


Aunque puede en parte atribuirse, como en la raza.
blanca, al influjo del clima, preciso es buscar otro orÍ-
gen, pue5to que los que habitan las altas llanuras de
la cordillera de los Andes, tienen el color tan bon-
ceado, como los que viven bajo el cielo abrasador de
los valles mas profundo!5 de la region ecuatorial; 108
que respiran el aire 5uave y benigno de las regiones
deliciosas de América, presentan muchas veces una
piel mas atezada, que aquellos en quien~s la accion
de los elementos es mas sensible.

§ 4.

Entre los negros no se advierte graduacion ni va-


riedad con!5iderable en su tez oscura. Lo mismo es el

(1) Humboldt. Ensayo sobre el reino de la Nueva


España, tomo 1, lib. 2, cap. 6.
-503-

negro de la alta Guinea, que el de las costas del Se-


negal. No sucede ignal cosa entre los indios. Hay
una escala graduada rlesde el color cobrizo, que se ha
tomado como uno de ~us carácteres distintivos, has-
ta un color claro, que se acerca mucho al de la raza
blanca. Los guainar05 y gnahiri~cs de la América
meridional no son lo mi~mo que los pimas y opatas,
que habitan las regiones del Estado de Sonora. El
Baron de Humboldt dice que hay trÍbus en el Nuevo
Continente de color tan claro, que 5e asemeja al de
los árabes 6 moros. (1) En medio de una tríbu de
indios de tez bronceada, ojos pequeños, y muy pro-
longados, se presentan otros de ojos grandes, faccio-
nes eur~peas, y piél meDOS lllorena que la gente de
campo de la misma. Europa, que acaso descienden de
los pueblos indo·germánicos, que J.lfr. Klaproth ha
dado á conocer en el centro y norte del Asia, casi
doscientos años antes de la er~ cristiana. (2) Se ha
observado por último, que el color de los americanos
depende muy poco de la posicion de los lugares que
habitan.

Algunos han creído que el color negro subido de


ciertos africanos, y el bronceado de los indios provie-
nen en parte, en aquellos de la costumbre de untar-

(1) Humholdt. Ensayo sobre el reino ele Nueva Es-


paña. tomo 1. lib. 2. cap. 6.
(2) Klaproth. Tableaux historiques de l'Asie. pajo
162 174.
se la piel con aceite de coco 6 gra~a, e~poniéndose de
continuo al sol abrasador de la zona en que habitan
y el de estos en frotarse tambien con grasae, achiote
y el jugo de algunas yerbas. Cítase en apoyo la prác-
tica de los papus de la Nueva Guinea, la de los sal.
yages de algunas· otras islas del archipiélago índico,
y la de varias tribus del Canadá; pero e'3to por sí so-
lo no es bast~nte, pues no todos tienen esta práctica.
Ademas uno y otro color lo vemos anunciar~e en los
hijos de los negros y de los indios desde que nacen,
lo cual prueba que es independiente de cual4}uiera
causa extern8..

§ 5.

Por último, si el color dependiera exclusivamente


de los ofectos del clima, de las localidades en que se
habita, de los alimentos y género de vida y hábitos
que se han adquirido; todos los que residen en las
co~tas, y los que en la zona t6rrida descansan bajo
las pttlmeras, y cultivan el plátano y la caña de azÍl-
cal' en los valles estrechos, deberían tener la piel ate-
zada como el negro de Arrica. N o .es aSÍ, porque ve-
mos propagarse la raza americana bajo el delicioso
cHnla del Perú, y no variar de forma 6 de color los
que en dichas regiones de5cienden de algunas de las
-505-

fa.milias de la raza cáuca¡:u,. Aun cuando por mucho


tiempo permanezcan en los ardientes desirrtos de Sa-
hara. y costas de ~Ialabar; bajo los mi:'3mos grados de
longitud y latitud, vemos hombres de diferentes co-
lores. El laponés, que vive en las regiones polares,
guarecido del hielo en las cavernas, l~jos de l3er mas
blanco, aparece con la tez mas morena que los que
mas felice~ que él habitan las regiones situadas al
mediodía. En el centro del Africa se encuentran
hombres de raza blanca, y en la tierra de Diemen,
con un clima como el de Francia, hay por el contra-
rio hombres de raza negrt\. ¿ Qué deberá cO:1cluirse
de todo esto? Que si bien el mayor ó menor grado
de calor, las aguas, los alimentos, la~ costumbres y
la influencia de otras causas físicas 6 morales modi-
fican la economía animal, lo cual se observa aun en
las plantas vegetales y animales, las variaciones no
dependen de ellas exclusivamente, ni su influencia. es
tal que altere el principio constitutivo de la ollgani..
zacion, el tipo permanente de cada especie.

Examinando ahora en cuál de las naciones anti·


gua~ ~e descubre el color cobrizo con aire de mas se-
mejanza al que tenian los habitantes de América.,
encontramos con Pritchard, (1) que en l08 homhrea
del antiguo Egipto haMa un color de piel dominante,
que tenia alguna cosa de muy notable. Por las nume-
(1) Histoire naturelIe de l'homme, tomo 1, sec.. 17,
págs. 209 y 210. .
ESTUDIO S.-TOMO IT.-68
- 506--

rosas pinturas encontradas en sus templos, 6 en sus


expléndidos sep ulcros, alguna8 de las cuales están
perfectalnente conservadas, n6tase que los egipcios
,t enian el color cobrizo, rojizo, 6 de chocolate cla.ro, y
que debian parecerse á los individuos mue rojos de
las tríbus faulales y cafres que existen actualmente
en Africa. Este color se advierte en las numerosas
láminas de In. « Descripcion de Egipto» por Ohampo-
leon, y en las figuras iluminadas que no~ ha dado
Belzoni. Se le encuentra tambien en las cabezas pin-
tadas sobre cofres de llladera de sicomoro, que servian
de sarcófagos, y en casi todas las figuras egipcias.
Evidentemente los artistas quisieron dar el tinte
egipcio, y no lo emplearon en defecto de un matiz
mas claro, tal como el color de c~trrie, como lo prueba,
que cuando hubieron de proponerse representar el
cuerpo visto á través de un velo fino y trasparente,
se sirvieron de un color casi semejante al que se em-
plea para dar el tinte de los europeos. Este habrian
empleado en todo caso, si no hubieran preferido un
colorido, que imitase el de la raza que les sumini"tra-
ban sus modelos.

El color de los brahamas era el de cobre amarillo,


~egun 1\1:1'. Dubois, 6 mas bien de una infusíon clara
de café, Clile. era el mas estimado. (1)

(1) Dubois. Moours, institutions et cel'emonies des


peuples de rInde.
CAPITULO XXXI.

1. Continuacion del exámen de las semejanzas físicas.


Las facciones de la clua. Rasgos característicos de
cada raza. Descripcion de las facciones de la raza in-
dígena.-2. Observaciones del Baron de Humboldt
sobre la constitucion física y facultades morales de
los indios. Lo que sobre esto dice el Abate Brasseur
de Bourbough.-3. El pelo y barba. Rareza de la cal-
vicie y de las canas entre ellos. Costumbre antigua
que tenian de dejarse crecer el cabello. Como se lo
cortaban. Sus costumbres actuales acerca de esto.-
4. Como usaban el pelo los romanos, griegos y judíos.
-5. Causas á que se atribuye la falta de barba y ve-
llo entre los indios. Los miges y zapotecos. Habitan-
tes de la zona tórrida en la América meridional. Los
patagones.-6. ObserTaciones de Mr. Gobineau sobre
la desigualdad de las razas humanas. .

,. l.

En la!5 facciones de la cara de 1011; indio3 no se en-


-508-

cuentran rasgos peculiaree, que los di~tingfin de las


demas razas, ni que los confundan enteramente con
ellas. No tienen ni el hocico prolongado de los papua
y hotentotes, ni los lábios grue~os y pelo rizado de
los etiopes, ni la boca tan ancha y la3 ventanas de la
nariz tan separadas de los malayos, ni los ojos oblÍ-
euos, megillas elevadas, y nariz aplastH.da de los mon-
goles y chinos, ni la buena proporcion, regularidad y
belleza de los blancos 6 raza cáucasa, con sus peque-
ños lábios y SUB hermo~os ojos, y su rostro ovalado.
Las facciones ue los indio~ participan de diver~os
ra~gos. Son una mezcla de lo que se encuentra en las
demas razaR, que produce una gran variedad, ein que
de ella resulte fealdad ni deformiuad alguna, antes
por el contrario, la fi~onomía de muchos es agrada-
ble, ~us facciones no carecen de regularidafl, y no es
estl'año encontrar entre ellos personas tan bellas y
bien formadas para su especie, como en la suya pue-
de serlo el europeo céltico. Así puede juzgarse por
los restos que de esta raza quedan; y aun remontán-
don03 á los tiempos pasados se notará. esto mismo
pOl' algunas de sus pinturas, apesar de que el dibujo
no habia llegado al grado de perfeccion que ha aJ-
quirido en el trascureo de los tiempos, ni la imitRcion
de los objetos producia copias tan exacta~, hasta lle-
gar á confundirse con el original.

No todos los americanos tenian el aspecto agreste


y l5alvaje que les atribuyen algunos e~critore~. En-
-509-

tre los vasallo~ de l\ioctezuma y de Atahualpa se


encontraban muchos, que llevaban el sello é influen~
cia de una cultura adelantada en sus modales, ata~
víos, costumbres y todo lo que constituye la vida
social, especialmente en aquellos, que dejando la vi~
da errante de los bosque~, hacin. tiempo que habita-
ban en grandes poblaciones, sometidos tÍ. leyes, y bao
jo un régimen análogo á sus circunstancias.

Difícil es, en medio de tanta variedad, designar 108


rar;gos que mas prevalecen entre los americanos. No
hay dos provincias, que pueda decirse con seguridad,
que sean idénticas, pues aun tn una misma encuén-
transe pueblos donde \3e diferencian notablemente sus
habitantes, como sucede notablemente en el Estado
de Chiapas, en el cual la raza indígena se ha conser-
vado mejor, y menos sujeta á modificaciones, segun
se conoce por el género de vida, usos, y cO's tumbres
que tienen en la actualidad, compv,rados con io que
nos han trasmitido los historiadores de esta parte de
América. Era preciso para eso abrazar en su conjun ..
to los pueblos de indios, haber hecho entre ellos de-
tenidas observaciones, atrav~san(~o en varias direccio~
nes el continente. El fijar únicamente la atencion en
algunas poblaciones, 6 examinar unos cuantos de los
que viven diseminados en una inmensa área, y siguen
la vida errante á orilIn.s de los rios, 6 en el cora,zon
de los bosques, puede ser origen de varios errores.
-510-

El Baron de I-Iumboldt, que recorrió una gran par-


te de la América ~Ieridional y Septentrional, que vi6
á muchos de los indios de Quito y Nueva Granada,
de México y del Perú, nos ha dado excelentes obser-
vaciones, no solo acerca de la constltucion física, sino
tambien de sus facultades morales. Llevado de esas
observaciones, ha visto confirmada la asercion de va-
rios viageros, sobre la analogía que han encontrado eu-
tre los alnericanos y la raza mongola, lo que le incli-
na á creer su aproximacion á ella mas que á ningu-
na de las otra~. Advierte, sin embargo, algunas dife-
rencias en los cráneos, en los huesos de los juaneté~,
menos abertura en la~ quijadas, el hueRO occipital
luenos convado, y algunas otras que menciona. Si hu-
biera tenido ocasion de ver los numerosos pueblos de
indios de Chiapas, Yucatan, y Oaxaca, que no visitó,
se habria confirmado en la idea de la gran variedad,
que entre ellos se nota, en las facciones 4e la cara,.y
de consiguiente la dificultad de sacar por ella Rola su
origen, 6 de cuál de las razas conocidas proceden.

Hablando el abate Brasseur de Bourbourg de las


facciones de los americanos, dice: « Son mas varoniles
que graciosas, y recuerdan algunas veces las de las
-511-

naciones mongolas, especialmente en la redondez de


la cara, salido de los juanetes, la tiesura de los cabe·
11os, y alguna vez la escasez de barba. Pero en la mn. ..
yor parte de las naciones indígenas el corte de cara
e~ casi europeo, y en gran número la nariz es aguile-
ña." (1)

§ 3.

Sobre el pelo y la barba solo pueden hacerse dos


observaciones de alguna importancia. La primera es,
que entre los indios era muy rara la calvicie, y tener
el pelo cano; y la segunda, la poca barba, y la falta
de vello en lo restante del cuerpo. Su pelo no es tan
fino y suelto, ni de color castaño y rubio como el de
la raza árabe-europea; pero ta.mpoco es lanudo y ri·
zo como el de la eti6pica, ni tan áspero y crespo co-
mo el de los malayos. Su color es negro, liso 8iempre,
y bastante grueso. No es fácil determinar, por qué en-
tre ellos no hay calvos ni canos. Podrll. atribuirse tal
vez á la frugalidad con que viven, á la sencillez con
que se alimentan, á los ejercicios saludables en que
se ocupan, y á la existencia met6dica 6 uniforme que
observan, exenta por lo regular de excesos y des61'"

(1) Popol- Vuh. Disert. sur les mites, de l'antiquité.


§ 1, pág. 20.
--512 -

denes perjudiciales. Por esto es muy frecuente verlos


llegar á una edad avanzada, y con~ervar largo tiem·
po su vigor, su fuerza y robustez. VeéReles con la
cabeza dc~cubiertn. conducir el arado bajo un sol
ardiente, cultivar la tierra., limpiar sus siembras, y
dedicarse á otras rudas labores del campo; 6 bien, con
el hacha en la. mano, derribar corpulentas encinas, al-
tos pinos, y robles envejecidos; 6 correr trae de la
caza por bosques y breñales, trepando los riscos, y
salvando alturas y precipicios; 6 en fin, atravesar lar-
gas distancias, por caminos ásperos y apenas practi-
cables, con algun peso enorme sobre la espalda, cu-
bierto el cuerpo de sudor, y expuesto á la intempé-
ríe, al helado frio del Norte, 6 al sol abrasador del
Mediodía. Este es el habitante de las selvas.

En los tiempos anteriores, y pr6ximos á la COI11-


quista, dejábanse los indios crecer mucho el cabello,
particularmente los sacerdotes, que á. veces les llega-
ba hasta los pié~, y lo trenzaban con gl'uesos cordones
de algodono (1) Sin embargo, en lo general se lo cor-
taban; unos, el de la frente y los lados, dejándose
solo el que cae á la espalda, á manera de los antiguos
fenicios; otros, conservando únicamente un' mechon,
como los tártaros. Reputaban una afrenta, lo mismo
que los judíos, el raparse la cabeza. Hoy dia no se de-

(1) Clavigero. Historia antigua de México, tomo 1, lib.


6, pág. 252.
-513-

jan creoor tanto el pelo, excepto entre las tríbusde


108 indios bárbaros. Se lo cortan de diversos lllOdoe, y
en los pueblos de Oehuc y Caneue de Chiapas, acos-
tumbran dejarse á los lados dos mechones de pelo, y
en el relito de la cabeza ba~tante corto, 6 enteramen-
te rapado. Los otomícs tenían la. costumbre de rasu-
rarse la cabeza, dejándose 801amente un mechonde
pelo en la parte del occiput, como lm~ chinoEt. (1)

§ 4.

Los romanos usaban por lo regular el pelo corto, y


si se lo dejaban crecer era en honor de alguna divini ..
dad. (2) Lo mismo hacian los griegos (3) y los naza ..
renos entre los judíos. (4) Re~pecto de la barba se la
dejaban .crecer, como 108 pueblos bárbaros. (5) En al-
gunos de los héroes antiguos como Aventinas y Eu.
ripeles se notan largas cabelleras, semejante~ á las
que usaban IOR indios. (6) Puede decirse que el usar
10<3 cabel1o~ largos era de la mas remota antigüedad.

(1) Brass8ur de Bourbourg. Histoil'e des natiolls civi-


liseAs du Mexique. Tom. 1, lib. 2, chapo 1, pág. 148.
(2) Sketches of the history of mano Adams ant. ron
tom.3.
(a) Virgilio. Eneida VII 391.
(4) Num.65.
(5) Tito Livio, 5 41.
(6) Gronovio. Tesaurus grcooarum antiqnitatum.
ESTUDIOS.-TOllO IT.-69
Los asirios, los persas, los etruscos, los samaritas, loS
iberos se dejaban crecer siempre el pelo; los judíos no
se lo cortaban sino en los lutos públicos 6 particula-
res. Los antiguos griegos usaban largas y rizadas ca-
belleras, y en los tiempos her6icos 6 semiher6ico!,
á excepcion de los lacedemonios, las llevaban corta!.
Los galos miraban los cabellos largos, como señal de
honor y de libertad. Tácito nos dice que los jefes de
~os antiguo!l] germanos llevaban luengas cabelleras. El
cabello largo se tenia entre los godos como ~eñal de
distincion. L03 profetas de Israel jamas se cortaban
los cabellos ni la barba.

§ 5.

La falta de barba y la de vello en el cuerpo que


en general se nd vierte en los indios, no proviene de
debilidad fisica, ni otra causa que indique degenera-
cion de la e~pecie humana, como muchos han preten-
dido, 8ino de una costumbre antiquísima en ellos de
arrancársela luego que comienza á salirle8, costumbre
que conSerV&ll hastá ahora. El P. García cree que
esta falta de barba proviene en parte de la inf! uencia
del aire, ·cielo, temperatura, etc., aRÍ como todo elllto
i~fluy6 en que los descendientes de Noé so volvieran
negros en Africa. (1) Tal creencia no es admisible,

(1) GarcÍa. Orígen de los indios. Lib. 2, cap. 5.


-515-

sin emb.argo, porque los europeos y sus descendien-


tes hasta las mas remotas generaciones, que han vi-
vido y nacido en América, tienen barbas, y algunos
tan bien pobladas, 6 mas que las de los europeo!. Esa
falta de barba, aun cuando no se originara de la ca u-
!a indicada, no puede tenerse como señal de debili-
dad y degeneracion, á no ~er qu.e igualmente se su-
ponga en los tártaros, lo! chinos, japoneses, y habi-
tantes de las Filipinas, donde se nota esa falta. Es
bien !abido lo escasa que es entre los ostiacos, tungu-
sos, tchutchis, y otros pueblos del circulo polar.

Para que de esta circunstancia pudiera deducir~e


alguna observacion notable respecto de los indios~ era
necesario que fuera un hecho probado, que la escasez
de barba provenia de tal causa. Pero no es aei, y
leyendo con alguna atencion cuanto se nos ha referido
sobre el estado que guardaba el nuevo mundo al tiem-
po de su descubrimiento, encontramos que muchos de
sus habitantes tenian barbas, y pueblos enteros, como
los miges, los zapotecas y otros. Veése esto confir ..
mado con algunas pinturas en que aparecen hombree
barbado!. En las ruina! del P~lenque ~e conservaron
esculpidas en piedra figuras, en las cuales se advierte
lo mismo. En los restos de esta raza, diseminados por
todo el continente, se nota igual cosa, aunque por 10
comun eSCa!3. Esto lo han observado muchos viage-
res, entre otros Humboldt, quien asegura tienen bar-
bas los indios que habitan la zona t6rrida deJa Amé·
-516-

rica ~Ieridiona1. (1) Galiano dice que en la Patagonia


existen muchOR viejos, que la usan, aunque corta y
poco poblada. Los indios que no se la arrancan, sino
que 5e afeitan, llegan á tenerla crecida, y ma~ abun-
dante que los demas, lo cual sucede en Chiapas, que
como se ha dicho, es uno de los paises donde la raza
indígena se conserva sin mezcla de otra alguna. Pre-
ciso es, no obstante, confesar, que en lo general 6 no
la tienen, 6 es ruuy escasa. Es su a~pecto el de una
cara lampiña, advirtiéndose cuando mas algunos pe-o
los sobre los lábios, y en la barbilla; q uc todo forma
un pequefio bigote lUuy ralo y poco visible. En las
piernas, muslos, y brazos, carecen tambien de vello,
aunque no faltan rrluchos, que en esto ~e diferencian
poco de los europeos. Pritcnard se ha hecho cargo de
la barba poco poblada, comunmente atribuida á las na-
ciones americanas, haciendo notar que loe mongoles,
y otros pueblos que !!le les parecen en el Norte del
Asia, la tenían, lo mismo que el ser lisa y tiesa. (2)

§ 6.

Terminaré este capítulo con algunas observaciones,

(1) Ensayo político sobre el reino de la Nueva E8pa-


Da. Tom. 1, lib. 2, cap. 6. .
(2) Histoirenaturale de l'homme, etc. · Tom, lO,sec.
11, pág. 133.
-517-

tomadas de la obra de Oobineau Robre la desigualdad


de las razas humanas. Dos gr!indes familias vé espar-
cidas en el continente: lauellitoral del Océano PacÍ-
fico comprendienuo el Golfo de ~Iéxico hasta el rio
de la Plata. Al hablar de ellas dice: «roJa nariz es lar-
ga, saliente, muy aguileña; la frente abultada, compri-
mida á los lado~, con tendencia á la forma piramidal,
y sin embargo, se vuelven á encontrar las señales mon-
golas en la disposicion y corte oblícuo de los ojos, en lo
~aliente de los huesos de los carrillos, y en la cabellera
negra, graso~a, y lisa. Los guaranis, 6 caribes 6 caraí-
bes, son generalmente amarillos, á tal pun to, que los
observadores mas competentes no han vacilado en
compararlos á los pueblo!ll de la costn. oriental del Asia.
Este es el parecer de Mr. Martin8 d' Orbigny y de
Prescott. ~Ias variados quizá en su conformacion fí-
sica, que los demas grupos americanoSl, tienen en co-
mun el color amarillo mezclado con un poco de rojo
muy bajo, prenda, sea dicho de paso, de su emigracion
del Nordeste, y de su parentesco con los indios caza-
dores de los Estados Unidos. Una fre.nte no salida,
cara llena, circular, nariz corta y estrecha, ojos por
10 regular oblícuos, siempre realzados en el ángulo ex-
terior, facciones afeminadas, hé aquí el tipo que pre-
sentan.» (1) A los mexicanos los considera como alia-
dos de la raza amarilla por medio de los chinook~, eon

(1) Gobineau. Essai sur l'inegalité des rac.s humai-


nes. Tom. ~, lib. 6, chapo 7.
-518-

mezcla de un elemento extranjero, que en opinion de


Mr. Peekering f,on los malayos. Los cherokeeB cree
Mr. GoMneau, que son los que mas se acercan, por
las facciones de la cara, al tipo europeo.

---1•. -
CAPITULO XXXII.

1. Particularidades que se han encontrado en el cráneo


de los negros. Observaciones sobre los cráneos ameri-
canos. Calificacion del Baron de Humboldt. El hueso
occipital. Obsel'vacion respecto de ló's aztecas. Prác ..
tica de apla.tar la cabeza á los re cien nacidos.-~. An-
gulo facial da las figuras del Palenque. Observhcion de
Lord Kingsborough. Macrocéfalos de Hipócrates. Cos-
tumbres de algunos pueblos inmediatos al Ponto Eu-
xino. Testimonio de Pallas en su viaje á la Táurida y
á la Crimes.

§ 7.

El Dr. Virey y otros naturalistas han encontrado


cosas dignas de notarse en el cr{tnco de los negros, no
eolo en cuanto á la capacidad, sino tambien en la for-
ma huesosa, color, etc. De e~tas ob~ervacione5 se han
de]ucido diferencias, que los constituyen una raza
primitiva. La configurucion de algunoe cráneos ame-
ricanos ha llamado fuertemente la atencion de vario e
-520-

viageros.· Aunque no se han sometido á un exámen


prolijo, excepto el estudio fOl'mal hecho por Mr. 1\ior-
ton se tienen, Rin embargo, datos bastantes para juz.
gar, que muchos eran en general distintos en su for~
ma de los dema~ .. El Baron de Humóoldt, que es uno
de los que han examinado ostiol6gicarncnte estos crá-
neos y que pudo ver In raza á que pertenecian, ase-
gura: « que no hay en todo el globo raza alguna, cu-
yo hueRO frontal sea mas dcpriluiJo hácia atraR, ó que
tenga la frente menos saliente.:+ (1 ) No por eso uebe
decirse, que los pueblos todos de América presenta-
ban esta particularidad en sus individuoR. En lo ge-
neral eran así las razas que se sucedieron en efit.a par-
te del continente, aRÍ como sus descendienteR, que
existian en tiempo de la conquista, eran bien forma-
dos, sin deformidad ó uefecto alguno que los hicieran
notables. Historiadores de aquella época hablan tam-
bien de esta particularidad, q ne despues se ha descu-
bierto mejor, en fuerza de estudiar bien la raza que
pobló eRte continente. Este apla~tamiento extraordi-
nario lo atribuye el Baron de Ilúmóoldt al uso bárba-
ro de aplastar entre dos tablas la cabeza de los re cien
nacidos, practicado por tríbus 6 aduares de palvajes
para marcar de tal modo su r~lza, así como los negros
prefieren los lábios gruesos 6 prominentes, y los cal-
mucos las narices remangadas. Por eso es, que el

(1) Humboldt. Ensayo sobre el reino de b Nueva Es·


paña. Tom. 1, lib. 2, cap. 6.
-521-

hueso occipital era menos combado, y las protuberan-


cias correspondientes al cerebelo poco perceptibles.
Sin embargo, los aztecas que no tenian la costumbre
de desfigurar de tal modo á los niños, representaban
sus .dioses C011 In. cabeza muy aplastada.

Si esta costumbre existi6 en la mayor parte de los


pueblos de América, como parece indicarlo los cráneos
de mexicanos, peruanos, y otros que se han examina·
do, el testimonio de O"dedo, (1) Torquemada, (2)
Ulloa, (3) y lo que refiere Lacondamine de los oma..
guas, (4) Chaballon de los negros delas Antillas, (5)
y por último, la prohibicion expresa que de ella se
hizo en toda la América española en uno de los con-
cilios que se celebraron, (6) preciso es convenir en
que con el tiempo fué desterrándose, especialmente
d~spues de la conquista. En el día no existe en parte
alguna de los pueblos de indios civilizados, aun en
aquellos que poco se hall separado de sns costumbres
primitivas. Sus crúncos son lo mismo que el resto de
los que componen el género humano, sin mas diferen-
cias que las naturales, y sin que en ellos se observe
-ricio, ni diferente cOllformacion.

(1) Oviedo, Historia general ele las Indias.


(2) Torquemada, Monarquía Indiana, lib. 3.
(3) Ulloa. Relacion de viage, etc. tomo 2, pág. 427.
(4) Lacondamiere. Mem. de l'Acad. de sciences,
(5) Chaballon. Voyages maritimes, pág. 39.
(6) Collecta máxima concilior. etc., José Saens ele
Aguirre, ornnium hispo et nov. orb., tomo 6, pág. 204.
ESTUDIOS.-TOMO IV.-70
-522-

§ 3.

Es de advertirse, como lo he hecho ya, (1) que una


de las co:-ms que mas llaman la atencion en las figu-
ras ele las rainas del Palenque, es el ángulo fá~ial
tan extraordinario que tienen, igual casi á un cuarto
de círculo perfecto, de manera que si son c6pias exac-
tas de los hombres que entónces vivian, menester es
suponer el ue formaban una raza peculiar. N o se pa-
recen, como se ha indicado, ni á la árabe-europea, ni
á la africana, ni á la mongola. No recuerdan, segun
observa Lord. Kingsborouh, las facciones de ninguna
nacion de la, antigüedad, cnyos ~ustos de mármol,
bronce, 6 pórfido, han conservado la fisonomía de sus
hahitantes. Inclínase á creer que hayan sido asiáti-
cos, pero no tártaros ó kamcltatkas, ni de otras regio-
lles del Norte, por la estatura vigorosa y grandes na-
. rices que tienen, lo cual los aleja tambien do los san-
golíens, de los de las islas del J apon, de los chinos
y de los indous. Imaginase que lnaS bien proceden
de los habitantes del Golfo de Pérsia, 6 quizá de la
Palestina, que fué "la colmcna de donde vino este
enjambre á inundar á la América con inauditas su-
persticiones) y tÍ. enlazar con las sencillas tradiciones
[eligio~ ~ q de los indios, la historia oscura de sus pro-
pios :,llales fabulosos.» (2)

(1) .Tom. 2, cap. 20 §. 1, de esta obra.


(2) Lord Kingborngh. Antig. l\:Iexicanus.
- " 523 ·-

Si 1ft opinion de lIipócrates sobre los macrocéfa-


los no hubiera sido combatida con la~ armas de la ra-
zon y de la esperiencia por algunos sábios observado-
res, podía creerse que los palencanos pertenecieron á
una razft, que por iguales causas lleg6 á formarse co-
mo la de aq uenos, á consecuencia de la costumbre
que ciertos pueblos inmediatos al Ponto-Euxino te-
nian de comprimir la cabeza de sus hijos, q ne con el
tiempo pas6 á ser naturaleza, segun el mismo Hip6."
crates, pues p JI' medio de la compresion podian ha ..
ber dado ú. su raza ese ángulo facial tan grande, y
esa expresion particular del rostro, que tan notable
es en las figuras palencanas que nos han quedado.
Esto no seria enteramente estraño. Refiere Pallas en
su yiage á la Táurida y á la Orimea, haber encontra-
<lo algunos tártaros montañeses de I{ikensis, Limena,
y Simoens de una fisonomía extraordinaria, y de una
cabeza singnlarmente prolongada. (1)

No h~,y, sin embargo, necesidad de recurrir á esta


opioion contradicha y poco segura. Bástenos atri-
buirlo á la causa mas natural, que es la poca exac-
titud y correspondencia que en lo general habia entre
las pinturas de los indios y la raza existente, eobre
todo, en los ídolos. Puede ser tambien copia fiel de
la costumbre de comprimir la cabeza de los recien

(1) Pallas, tomo 2, pág. 155, trad. franc., estampa 37"


Hg. 2, citado por Virey.
-524-

nacidos, como se ha insinuado, talLusada entre los


habitantes de este continente y oel antiguo. En Cons-
tantinopla" por ejemplo, luego despues del parto,
preguntaban la forma que se deseaba dar á la cabe·
za. lIé aquí, en tal caso, otra de las pruebas de orí-
gen asiático que pueden presentarse, en confirmacion
6 apoyo de las varias conjeturas que se han fornla~
do. Gobineau deduce de esta costumbre de apla~tal'
la frente á los niños, una prueba en favor de los que
dan orígen malés tÍ. las principales tríbus america-
nas. (1)

(1) Gobine&u, Essai sur rincgalité des races humai-


nes, tom, 4, lib 6. chapo 7.

- ... ---- -
CAPITULO XXXIII.

1. De 103 usos y costumbres como medio indagatorio.


Alteraciones que deben haber tenido entre los indios,
entre otros sus trajes y adornos.-2. Estado de sus
costumbres y de su cultura. Descripcion del traje de
la clase comun. El magtlatl y el timatli. Traje de los
nobles y sacerdotes. El copillí, el jiuhtitinatli y el ne·
qum del rey.-3. Comparacion con lo que ú. c.ste res-
pecto nos es conocido de los hebreos y de los egipcios
Albornoz usado por las altas clases de Cholula. Tra·
jes de las mujeres. El cueitl y el huepille. Calzado y
adornos que acostumbraban llevar.-4. Traje y calza·
do de los indios de Guatemala.-5. Comparaciones.
Uso de los aretes en hombres y mujeres entre varias
naciones. Anillos en las narices. Trajes militü.res.

§l.

Si los usos y costumbres de una. nacion permanecie.


ran inalterables, que no se mezclaran con Jos de otros
pueblos, con quienes entabla.n relacione~; si é~to nO
hiciera. que se fuesen trasmitiendo de unos á otros, y
--j2G -

el tiempo ó diversas circun13tancias no los alteraran 6


modificaran; podian darnos la. verdadera fisonomía
moral de sus habitantes, siendo un medio seguro pa-
ra llegar á conocer su orígen y proce<lencia. No es
eso, sin embargo, ascequib1e, y tenemos que conten-
tarnos con meras conjeturas, por la incertidumbre que
tales analogías producen, nacida de tantas cau!as
con cuyo orígen es difícil at.inar. Son todavía mas
remarcables, cuanto que las vemos establecidas en
varios países c·on caractéres tan idénticos, que hacen
oscura toda investigacion, é in fructuosos los mayores
esfuerzos. No obstante los datos que proporcionan,
unidos á los dernas que nos mini~tran la tradicion y
la historia, así como los qno se toman de otras fuen-
tes, pueden esparcir mucha luz, y aclarar hechos im'"
porta.nt.es. Por cuyo motivo nunca debe desecharse
este medio indagatorio en cuestiones como la que nos
ocupa. Un destello de luz suele conducirnos á un
descubrimiento útil y provechoso.

§ 2.

Aunque los usos y costumbres actuales de los in-


dios podrian todavía servir de medio supletorio en
tal investigacion, por los restos que se conservan de
los tiempos antiguos, el tra~curso de mas de tres si-
-- 527-

glos, el contacto con otras razas, y las alteraciones


que van operándose, aun sin el concurso de estas cau-
~as, ha hecho no fijar mucho en ellos la considera-
cion. Los mexicanos modernos, decia Clavijero, (1)
se diferencian bajo llluchos aspectos de los antiguos,
como los lllodernos griegos de los que florecían en
tiempo de Plato n y de Pel'icles.

Es creible que los trajes y adorno~. usados por los


indios hayan
... sufrido alteracione~ en el curso de los
tiempo~, segun ha ~ucedido en todas las naciones.
No es fácil seguir esas mutaciones. Nos contentare ..
mos con Jescribir lo q ne se encuentra en las pintu-
ras que salvaron del fanatismo de los conquistadores,
6 lo que, segun el tell5timonio de los historiadores, es-
taba en uso entre la mayor parte de los habitantes
del N nevo ~Iundo.

Obsérvase desde luego, que aunque la cultura ~e


hallaba bastante adelantada, y las costumbres care-
cian de esa tudeza, ó ferocidad que se advierten en-
tre los salvajes, los hOlnbres y mujeres no se presen-
taban con todas las partes del cuerpo cubiertas, sino
solo aquellas que la decencia yel pudor exigían que
se mantengan ocultas. Esto sucedia n.o solo en la
clase comun, sino tambien en los nobles y los fun-
cionarios públicos, aun de la mas alta categoría.

(1) Hist. auto de l\Iéxico, tomo 1, lib. 1, pág. 76.


-528-

Algo se ha indicado ya sobre el vestido que usa-


ban. (1) El traje de la cla~e comun era entre los
hombres una faja colocada en la cintura., que pasa..
ban por entre las piernas, y unidas las puntas colga-
ban hácia adelante, para conservar de este modo ocul-
tas las partes pudendas. Esta faja, que en algunos
era bastante ancha, formando una especie de delan-
tal corto, se llamaba maftlatl. Las piernas y resto del
cuerpo perma.necian descubiertas, excepto las partes
que alcanz~ba tÍ cubrir el timatli, capn. 6 especie de man-
to ma.s Ó menos largo, cuadrado por lo regular, que
llevaban atado sobre el hombro izquierdo, 6 sobre el
pecho, valiéndo!;e al efecto de dos de las puntas. Es-
te traje que usaban igualmente los nobles y sacerdo-
tes, sin mas diferencia fIue la de la tela, la cual era
C11 ellos mas fina, teñida, adornada con bordados, y'
111ezclada de plumas. Tenian además una gorra ne-
gra. El rey usaba una cf:pecic de mitra llamada copi ..
lli, (2) formada de hoja~ muy sutiles de 01'0, y embe-
llecida con hermosas plumas: mantenías e dentro de
palacio tapado con el jiuchtilmatli, q ne era un manto
tejido- de blanco y azul; variaba de traje segnn la~t
funciones que ejcrcía; nI templo iba siempre vestido
de blanco. (3)
(1) Tom. 2, cap. 21, § 2 de esta obra.
(2) En ninguna de las figuras del Palenque se vé el
copilli de los reyes mexicanos.
(3) El nequn era la capa de estofa grosera de hilo de
maguéy, con la cual se cubrian los que se presentaban
ante el rey en señr.l de respeto.
- 529-

§ 3.

ToJo esto, como se vé, no se pareco á la túnica de


lino, 6 de a\godoll de los hebreos, (lue son á quie.
nes han C!. ueri(lo ll\uchos asemeja.r la.s costumbres de
los indios, ni ú. los de otras naciones, excepto algun
tanto á los antiguos egipcios, quienes, segun Heró·
doto, llevaban un vestido que dejaba ver el seno, las
espaldas, y los brazos descubiertos, atado á la cintu-
ra con un delantal. Plutarco asegura que andaban
con los piés descalzos.

Dice Presco-tt que lo que mas sorprendió á los es-


pañoles al entrar en Cholula; fué la capa 6 albornoz
que llevaban las clases altas, lllUy parecido en la te·
la y hermosura á los albornoces de los moros. (1)

Tampoco el de los sacerdotes era ni el betel, ni la


iunicam stl'ictam, y capa con grande abertura en el
cuello de los hebreos; pero sí es de not~rse, que los
indios do ahora llevan el dinero en el ceñidor, como
acostumbraban hacerlo los hebreos.

El traje de las mujeres consistía en una manta, con

. (1) Prescott. Hist. ele la Conquista de México, tom.!,


hb. 3, cap. 6, pág. 360.
EiTUDIOS.-TOMO Iv.-71
- 530-

que se cllyolvi:m uesde b cil1tura. hasta medi:t pier-


na, llamndn. cue¡'tl. Lo d:am:1s quedaba descubierto,
excepto cuando algun:1s se ponían ellwcpilli, especie
de camisa. que les proporcionaba nbrigo, y les cubria
los pechos. L09 quc u~ab~n las señoras eran labra-
dos y teffidos de muchos C0101'e8, (1) Entre las da-
mas nobles acostumbraban ponerse sobre todo esto un
ropon con mangas, que nunca era ma~ largo que la
manta interior que les scrvia de entt,gllaf;, y usaban
cubierta de bordados ó adornada con varios colores
rnezclados, que las hacian muy vistosas,

Nada de semejante traje puede sacarse, para hacer


comparaciones con el de las naciones de la antigüe ..
dad. Las doncellas entre los hebreos tenían, sin em-
bargo, fajas ó ceñidores q ne les cubrían el seno y el
pecho, fascia pedo1·alis. La capa de las mujeres era
propiamente un velo, con que se cubrian cuando e!5ta~
han fuera de casa.

El calzado que usaban hombres y mujeres era una


.3uela de cuero para defender la planta de los piés,
atada con cordones, de 1l10do que quedaba bien ase-
gurada.. A los adornos con quo hacian mas vistosos
sus trajes, unian los pendiente:;, collares, y pulseras
de concha, cristal, oro, perlas y vari:ts pie(h~ts prc-
.
ClOsas.

(1) Sa.haguil. !Iist. gen. de la K ueva Espaüi:t, lib. 8,


caps. 22 y 23.
- ,;3] -

§ 4.

EsLe ora el traje y 3dorn03 de los meXICanos. Ej


de los demás pueblos era. del todo parecido, ó con al-
gunas variaciones, que los hacían distinguirse unos de
otros, aun cuando en el fondo fue~e uno mi~mo. En
Guatemala por ejemplo, los indios nobles vestían de
algodon blanco, matizado de colores, y usaban una
camisa, cuyas mangas arregasahan hasta el codo con
una acinta azul 6 enc~lrnada, enrollándola abajo en
las piernas á nUlnera de calzones, pues la falda de
adelante la entraban hacía atras, y la de la espaldú
hacía adelante. La~ mujeres usaban enaguas hasta.
el tobillo, y un huepiloncillla hasta la rodilla: se ce-
ñían la cintura con una toalla do colores, que ataban
por delante, dejando colgn.r las puntas; lleva.ban so~
bre los hombros una tilma blanca, bordn.da de colores
y adornada con flecos; el calzado era una sanclalia de
eabulla, asegurn.da con unas COITC'fH3 sobre el tobillo,
y otras en el tn,lon.

,;
§ v.

En cuanto al calzado ha,y qne notar, que se pare-


-532-

ce algo al CIUC usabfLll los primiti vos rOll1~nos de cue-


ro crudo, tal C01110 aparece en la lámina que se vé
en el tomo 59 de las antigüedades romanas de Gre-
vio, pág. 1,118, con la diferencia de que los romano!
tenia,n las correas enlazadas en el tobillo, y los inrlios
solo las que necesitaban para detener el calzado. Es-
ta semejanza aparece mas de bulto en la figura que
representa el mes de Abril, (1) calzado con cacles en-
teramente iguales á los que usan los indios. El cal-
zado de 1<-1,S mujeres fenicias dej.aba descubierto el pié,
como los cacles, atú,ndolo con una ~imple correa.
Respecto de "los adornos ya se han hecho antes
alt:)'unas indicaciones. Los aretes eran usados por las
mujeres de todos los pueblos de la antigüedad. Po-
cok ha publicado el diseño de una figura. egipcia que
los llevaba, la única. que JVinkelman habia visto con
tal adorno. En oriente los usaban tambien los hombres,
segun PUnía, sin que fuese mal recibido. Los de Ci..
ro eran do oro y piedra~ preciosas, eegun Arriano.
Pla'uta habla de un cartaginés que los llevaba. En-
tre los griegos y romanos eran raros.
El uso de los anillos no se limitaba ó. llevarlos en
lo~ dedo~, sino en las narices tambien. El Génesis, (2)
los Proverbio~ (3) Isaias (4) Y Ezequiel, (5) hablan

(1) Antigttedades romanas de Grovio, tomo 8, fol. 93.


(2) Génesis, XXIV, 22, 47.
(3) Prov8.rbios, XI, 22.
(4) 111. 21 . .
[5] Ezequiel, XIV, 12.
- 538--

de los anillos q ne se ponian en las narice::., sea tala-


drándolas entre las dos ventanas, 6 sea. una. sola, ó á
lo alto de ellas, donde se colODan los anteojos. Sa-
biendo Tesabel que Jehu iba á entrar en Te8rahe1 se
puso sus collares, y lo~ otros adornos de narices, do
orejas, y de la frente. (1) Los indios usaban anillos
en las narices.

§ 6.

Los trajes militares entre los indios se hacian nota.-


bIes por algunas particularidades. Los soldados 110
usaban vestido alguno. Solo llevaban una correa. ata-
da á la cintura, y el cuerpo pintado con los colores del
capitan, á cuya compañía pertenecian. El vestido
de los caciques y guerreros principales era una tú-
nica de algodon de dos pulgadas de grueso, que les
cubria no solo la caja del cuerpo, sino los hombros y
parte de los muslos. Sobre esa túnica usaban algu-
nas láminas delgadas de oro y pla.ta; tenian botas 6
sandalias de cuero bordadas de oro, algo parecida al
surtout segun Prescott, que sobre la armadura usaban
los caballeros europeos de la edad media. Un casco
de madera 0 de cuero, que representaba la cabeza de
algun animal, con una fila de dientes, cubria' St1 ca-

(1) 4, Rey, IX, SO.


-534-

beza;de la ciUl~ra pendia. un penacho Je pluma.~, que


indicaba en su forma y 00101' el rango y famili'1 del
que lo llevaba (1), En el ejército tlascalteca los je..
fes llevaban estraños yelmos, cubiertos de oro, y pie-
. dras preciosfl,s, siendo la.s armaduras de rico y varia-
do plumage. Era otra la forma del saIJo y chlamis de
los romanos, ele que nos habb Plauto (2) y distinto
del traje de los guerreros de las demas naciones.

Esto supue~to, fácil e~ advertir la poca ó ninguna


semejanza que existe entre los trfl,jes, que en lo gene-
ral usaban la lllayor parte de los habitantes de este
continente, y el de las naciones antiguas, aun en las
épocas lllas remotas de su historia. ~le he detenido
bastante-al hablar sobre esto con relucion á las ruinas
del Palenque. Así es que no puede sacarse por ellos
el orígcn la poblacion americana. El uso de pendien-
tes, collares, braceletes, ú otros adornos de varios me-
tales, de cristal, 6 de piedras preciosas, lo vemos adop-
tado por los egipcios, los asirios, los hebreos, los caI-
deos, los griegos, les romanos, y casi todos los pue-
blos de la antigüedad, que estaban en contacto, y se
comunicaban entre sí, pasando de unos á otros es-
tas usos, los cuales con el tiempo iban recibiendo di·
versas modificaciones.

(1) Pl'escott. Hist. de la conq. de ~Iéxico, tomo 1,


lib. 3, cap. 3.
(2) Plauto. Rud. 2, 29. Suet. Aug. 26.
. =- -- - - - - r - - - - - - - - -
-- -- -- - - --

CAPITULO XXXIV.

1. Continuacion elel mismo asunto; del ~l'aje ordinario de


los indios.-2. Trajes de ceremonia. El jiuhtilmatl y
el cozehnatl. Traje de los sacerdotes y sus insignias.
Traje de los embajadores y de los nobles. Traje del
cihuocotl y demas jueces. Traje de los tencntlis, de
los caciques, del huacalpigqui, de los recaudadores de
tributos y del tlachquauhjo. Orden de Quachictin.-
3. Variedad de la tela y adornos en los vestidos.-4.
Sencillez de los trajes en los tiempos primitivos. Ves-
tidos de los habitantes del Asia, de los egipcios, de
los griegos, de los babilonios, de los medos, y en ge-
neral de los habitantes de las demas naciones. En qué
se asemejan los vestidos de los indios á los de los an-
tiguos.-5. Semejanza del cacle á la sandalia de los
habitantes de la Pale~tina y pueblos del Asia. Ador-
nos de qne haciall 11S0.

§ 1.

El traje onlinario de los indios era muy sencillo.


Al auoptarlo parece CIue no se propl1~ieron otra mira,
que cubrir aquellas pr¡rtes del cuerpo que el pudor
-536-

.Y la decencia exigen tener siempre ocultas. El mal-


tlc~tl (1) entre lo! hombres, y el cucitl (2) entre las
mujeres, no podian tener otro objeto. Completaban
este vestido ordinario, en aquellos el tilmalli, y en
estas el lzuepilli, de lo cual se ha hecho mcncion en
otra parte. (3)

§ :3

En los traje.s de ceromonia de q tlC vamos á hablar


en este capítu10, . notábanso a1gunas diferencias, se·
gun el personaje y la categoría que tenia en la socie-
dau. Distinguíanse el rey, los sacerdotes, los emba-
jadores, los 11obles, ios que tenian el mando de algu-
na provincia, ejercian algun empleo 6 tenian en el
ejército. grados militares, por el traje, la materia de
que estaba hecho, y los bordauos, adornos, 6 colores
con q ne lo embellecian. Así vemos al rey en palacio
con el iu.htilrnatli, (4) cambiar de traje cuando iba al
templo, ó tenia que asistir al consejo, 6 ejercer a]gun
acto jurisdiccional, ó marchar á la guerra cubierto de

(1) Faja atada á la cintura, con las extremidades pen·


dientes hácin. adelante ó atrás.
(2) Especie de enagua desde la cintura hasta media
pierna con que se envolvian las mujeres.
(3) Véase el capítulo 23 de esta obra.
(4) l\Ianto tegido de blanco y azul.
-53'2'-

rica armadura y adornado con el cozchuatl, (1) bra-


zalete~, pulseras, pendientes, una cadena de oro y
piedras al cuello, y un hermoso penacho de plumas.
Los ~acerdotes, cuando en el templo ejercían sus fun-
ciones, coloc~ban sobre su cabeza una especie de gor-
ra negra; si era el sumo sacerdote, colgábase eobre
el pecho una borla, y adornaba su traje con variadas
insignias, y pasajes mitol6gicos; vestian todos de ne-
gro. Los embajadores, cuando desempeñaban su no-
ble mision, llevaban un traje verde, á guisa de esca-
pularios con flecos, sombreros adornados de plumas,
y tambien con flecos de varios colore~. Hacian los
nobles ostentacion en sus trajes de gran riqueza, 10
mismo que el cihuacoatl, (2) cuando revestido de su
dignidad y poder, sentenciaba ~in apelacion en las
causas civiles y criminales; los demas jueces senta.·
dos pro-t1'ibunali, Jos teuctlis (3) y empleados que
bajo su vigilancia desempeñaban varias funciones.
Los cacique" que sustituían con eu autoridad al rey
en las provincias, cuyo mando se les confiaba, indica-
ban en ~u exterior toda su elevacion y dignidad. El
hUtÍcalpi.iqui (4) Y recaudadores que bajo su vigilan-
cia recibian los tributos 6 impuestos, dejában~e ver

(1) Medias botas cubiertas de planchas de oro.


(2) Supremo magistrado que en la corte y ciudades
principales decidia los pleitos y causas cl'iminales, sin
apelacion, ni aun al mismo rey.
(3) Lugarteniente de diversos jueces: ejercian la pli-
mera instancia.
(3) Tesorero general.
ESTUDIOS.-TOMO Iv.-72
-538--

con su vara y su abanico, insignias de 3U autoridad.


Por último, lo~ oficiales del ejército distinguíanse por
aquel vestido llamado tlachquauhio, que venia á ser
en la c6rte el uniforme con que se daban á conocer,
y que cuando salian á la guerra lo usaban con las
armaduras, distintivos, é insignias de que hacían tan ..
to aprecio, particularmente los que pertenecian á la
6rden de quachictin, quienes llevaban atado el pelo
con una cuerda roja, de la cual pendian tantas borlas
de algodon, cuantas habian sido las acciones gloriosas,
que justamente les diera celebridad, prez y honor.
Todo esto prueba, cuán distantes se hallaban los in..
dios del atraso y grosería de los salvajes, 6 habitantes
primitivos, que se cubrian con hojas, yerbas, y pieles
sin adobar.

§ 3.

La tela que usaban para estos trajes variaba tam ..


bien segun las circunstancias. La fabricaban de pita,
de hilo, de palma, 6 de algodon, entretegian plumas
y pelo de conejo, que la hacian mas vistosa, propor..
cionando mayor abrigo. Los vestidos eran adornados
con varias figuras, piezas de oro trabajadas con eSme-
ro, y piedras preciosas.

Los vestidos de las mujeres de ~Iéxico consistian,


-539-

segun Prescott, (1) en lJasquiñas de diferentes tama ..


ños, con flecos, y muy ricamente adornadas, trayen..
do á veces encima una larga túnica, que les llegaba.
ha!ta los tobillos. En las cla~~s altas eran de algo-
don finamente tejidas y bordadas.

Los gefes aztecas que salieron al encuentro de Cor-


tés,al entrar éste á México,estaban vestidos con max-
tIa tl, 6 calzan dQ a1godon en torno de la cintura, ca-
pa de la misma tela, 6 de plumas, collares y brace-
letes de turquesas, mezcladas á veces con plumas, en
el cuello, y los brazos; de las oreja8, labio inferior,
y aun de las narices pendian piedras preciosas, 6 ca-
denas de oro fino (2) En esta ocasion Moctezuma
vestia el tilmatli, gallarda y ancha capa de algodon
fini~ímo, con puntas bordadas y atadas al cuello; unas
sandalias con suelas de oro, atadas á los tobillo! con
cordones hechos del mi~mo metal. La capa. y las san-
dalias estaban salpic8.das de pedas y piedras precio-
sas, entre las cuales h8.cíanse notables las esmeraldas
. y el chalchivitl. (3) _
El vestido de los indios de Yucatan era, segun Lan-
da, (4) un liston de una mano de anch~, que les ser-

(1) Prescott, HistOl'ia de la conquista de México1


tomo 1, lib. 4, cap. 2, pág. 447.
(2) Prescott. Historia de la conquista de Méxic.o
tomo l. lib' 4. cap. 9. págs. 402 y 403.
(3) Id., id., id., id., id.
(4) Landa. Relacion de las cosas de Yucatan, § 20
pág. 116.
-540-

vía de bragas, y calzas; traían mantas largas y cua.-


dradas atOadas en los hombros, y 5andalias de cáñamo
ó cuero de venado. "Tenían algunos señores y cap ita..
nes como morriones de pelo, y estos eran pocos y 'con
estas armás iban á la guerra, y con plumages y pe-
llejos de tígres y leones puestos, los que los tenian»
(1) Sus monumentos antiguos parecen denotar, sin
embargo, mayor lujo de adornos y vestidos.

§ 4.

En los tiempos primitivos la 8encillez era la base I

de todo. Los trajes de los que en aquellos ti~mpo~


vÍl'Íeron, estaban hechos para abrigar lo muy necesa-
rio, dejando el cuerpo libre en todos sus movimientos,
especialmente para la agricultura, que era el género
de trabajo á que mas se dedicaban. Así vemos á los
habitantes del Aeia, cubrirse el cuerpo con un ropOD,
6 túnica.. larga y angosta, con manga3, y una capa
encima, contenida por nledio de un broche; vestido
que usaban igualmente lo! patriarcas. El lujo con..
sistia en 10 mas 6 menos fino de la tela, 6 en la vive ..
za y variedad de los colores. Vemos á los egipcios
usar una túnica corta, que apenae les llegaba á las
rodilla3, con una franja bordada, y una 'esclavina blan-

(1) Landa. Relacion de las cosas de Yucatan § 29.


p~g. 172.
-541-

ca de lana encima. Vemos á los griegos en aquellas


remotas edades, vestirse como los asiáticos, ein ma s
diferencia que atarse á la cintura el saco 6 túnica con
una cinta, para expeditar todos sus movimiento~, Ú
obrar sin embarazo alguno. Vemos á los babilonios
con su túnica talar, y su manto blanco; pero cuando
querian ostentar lujo y magnificenica, cubrirse de ri-
cas estofas, bordadas de plata ú oro, y cargadas de
perlas y piedras precio~as. Vemos á los medos con
sus vestidos anchos, largo~ y flotantes, de diferentes
colores, bordados de oro y plata, que les daban un as-
pecto brillante. Vemos por último, á los habitantes
de los demas paíse~, vestir~e ordinariamente del modo
mas sencillo, sin los cortes, ni las diferentes forma!,
que fueron despues introduciéndose, á medida que el
lujo, la molicie, y lA corrupcion hacian progresos. De
manera que 103 indios se parecen á los' antiguos en
la simplicidad de los vestidos, y en cuanto á la forma
~e asemejan mas á los egipcios.

§ 5.

Respecto del calzado y adornos puede decir~e 10


mismo. El cacle de los indios es muy parecido á las
sandalias de los habitantes de la Palestina, y demás
pueblos del Asia, los cuales en nada se asemejan á
103 zapa.tos, 6 especie de botines de los griegos. Po-
-542-

níanse pendientes en las orejas y labios, collares, ca-


denas, braceletes, pulseras, etc., adornos usados por
casi todos los pueblos de la antigüedad. Los babilo-
nios, los egipcios, y los medos, eran particularmente
aficionados á ellos. Un UBO tan general no puede con-
ducir á ninguna investigacion im.portn.nte de orígen 6
semejanza.

FIN DEL TOMO IV.


FE DE ERRATAS Y OlIISIONES.
- .. -~

Página. Línea. Dice. Léase.

4 20 desvacen desvanecen
17 9 Briarca Briarea
23 14 § 8.
40 16 "
Livsio Lipcio
4:6 20 Helespanto Helesponto
99 22 § 7.
101 11 "
BellefOl'ut Billeforest
138 3 (2) (1)
Ibid. 5 (3) (2)
Ibid. 21 (1) (3)
Ibid. 23 (2) (1)
Ibid. 24 (3) (2)
Ibid. 25 (1) (3)
153 14 Huitziloton Huitziton
156 8 Hueguelhuacan Huegeulhuacan
Ibiel. 15 Hueguelhuacan Huegeulhuacan
184 20 § 9.
201 15 " § 6.
21! 21 cabellos" caballos
II

Páginas. Lfnea. DicE'. Léase.

219 1 § 7.
228 3 § 8."
230 3 § 9. § "8.
231 8 § 10. §~9.
238 10 § 2.
241 23 " of barbarism
252 16 "
Fundaron Fundó
Ibiel. 17 situado y cita
294 22 tolzques tolteques
307 8 globlo globo
315 1 Izta Iztac
324 22 cielos ciclos
326 4 taraceos tarascos
Ibid. 7 § 3.
335 20 "
cíclopes ciclopeos
342 13 1vlayopan Mayapan
355 11 la el
362 6 scita scitia
363 8 son es
376 14 cielos ciclos
379 19 § 3.
383 8 "
estas estos
Ibid. 10 las los
389 18 con son
Ibid. 19 ..
preClSlOll prueba
390 9 eltas estos
395 11 Sanconiatou Sanchoniatou
404 4 ellos ellas
Ibid. 22 (1) (3)
410 6 Beneres Benares
420 15 Salenco Saleuco
422 15 Johuiton Johston
ID
Páginas. Lfnea. Dice. Léase.

441 12 Malanesia Melanesia


Ibid. 15 Fanuania Tamania.
453 14 Javar Java
Ibid. 20 islandeses irlandeses
456 22 Boechey Bechey
457 22 Spilberg Spelberg
!bid. 23 Bougaimrille Bougainville
469 1 en es
480 3 en de
489 20 § 4.
496 14 "
calor color
497 11 atribuyendo atribuyénlC1
514 1 samaritas samnitas
515 22 conservaron conservan
531 8 acinta cinta
Ibid. 10 adelante delante

. ..

ESTUDIOS.-TOMO Iv.-73
INDICE.

Introduccion ................... ' ............ 0. v

SEGUNDA. P ARTE~ .

CAPITULO l.
Páginlls

§ 1. La cuestion sobre elorígen de los habitantes .


de América. . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
§ 2. Su importancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5:
§ 3. Esfuerzos que se han hecho para resolverla.. 7
§ 4. Si los antiguos tuvieron noticia de la existen..
cia del Nuevo Mundo. Objeto del viaje 'de Colon.
Dicho notable de Chatea bl'iand.... . . . . • .. . • . 9,
§ 5. La Atlántida de Platon. Lo que sobre ella pien-
san Paw. Mac eulloc. Mr. Farcy, Bcunsen y otros
autores. . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 11 .
II

P'slnal

§ 6, Isla de que habla Diódoro de Sicilia, y deduc-


ciones que de lo expuesto por otros autores pue-
den hacerse. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
i 1. La que designa Aristóteles. . . . . . . ... . . . . . . . .. 23
§ 8. Opinion de Eliano sobre la existencia de otro
Continente mas allá del Océano, apoyada por Plu-
tarco, S. Clemente y Orígenes.. . . . ... . . . . . ... . 23
§ 9. Pasajes de Plutarco, Perisonio y Pomponio
Mela .............. ~ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
§ 10. Apreciaciones del BI de Humbold,t.. . . . . . . .. 27
§ 11. Parecer de Budbeck. Teoría de Mr. BailIy.
Juicio de Mr. Bory de Sto Vicent., y opinion de
Buffon sobre la Atlántida................... , . 31
§ 12, Peso de estas opiniones y las demas que se re-
fieren á la cuestion que se debate, y luz que vino
á derramar sobre ella el descubrimiento del Nue- .
vo ·Mundo, disipando muchos enores, y poniendo
la verdad de manifiesto, y la injusticia con que se
habia condenado á B. Virgilio, y á Galileo por sus
opiniones sobre la existencia de los antípodas y
un Nuevo Mundo ............ , . . . •. . . . . . . . . .. 32

CAPITULO 11.

§ 1. ContiurLácionde la misma materia. predicoio~·


nes de Séne,oB..y deVirgilio .....' .•. ';' •.. ~ .. • .'. . S7
12. Lastegionea hiperbóreas.' . .; ......... .~ .... ;. ,' 40
§ 3. Los antípodas .. '••.•............:.'...... ~. ' 0' • • 41
§ 4. Opiniones de varios filósosofos sQóre la existen-~
ciada.muchos .mundos, y las de .o.rágenes; San Gre· o

gorio"y Tertuliano ........... :. . . . . .. . • . . . . .. 41


III

§ 5. Apoyo que todo esto, y los descubrimientos pos·


teriores presentan en favor del relato de Platon. 43
§ 6. Observaciones hechas contra la existencia. de la., "
Atlántida, y su respuesta con hechos y aconteci-
mientos, que la ciencia y una exploracion han re-
cogido. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
§ 7. Indicaciones de Clavijero, Humboldt y Pluche. 57
§ 8. Trazas y vestigios que se encuentran por todas
partes de las alteraciones y trastornos que ha su·
frido la tierra . . . . . . . . . . . ... ,. . . . . . ... . . ,. . .. .. 58
§ 9. Deducciones fundadas en favor de la existencia
de la Atlántida, confirmadas p()r los descubri.
mientos y lo que exponen Barton, Viera y Clavi-
jo, Tournefort y Hornio ...................... ' 70

CAPITULO 111.

§ 1. Continuacion de la misma'materia. 'Datos saca·


dos de las empresas marítimas, y del estado que': '
tenia la navegacion ántes del descubrimiento de
la brújula ..........................,.. , ,15o •• " o .' o '

§ 2. Viages de los fenicios y de los cartagineses. Ex~


pediciones á Ophir y á Tarsis ......... .-. ~ ..... •' 76
§ 3. Flota despachada por Nechoi ~ ..............: 81
§ 4. Viage de los cartagineses de que habla Al·istó;. ,
teles, y el de los fenicios segun Hornio, conl~ des..
cripcion de la isla que descubrieron ....... 82 o • • ••

§ 5. Opinion de Bougainville. ... . . .. . . . . . . . . . . .. S5


§ 6. Deducciones que se han hecho de varios pasa-
jes de Plntarco, Hesiodo, Strabon, Píndaro y otros
IV

Páginas

autm'es sobre estas islas, y de Horacio interpre-


tado por Campos. . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
§ 7. Observaciones sobre la opinion de que los anti-
guos tuvieron noticia del continente de América. 87

CAPITULO IV.

§ 1. Continúa el mismo asunto. Comercio que hacían


los egipcios y los fenicios, así como las colonias
y ciudades fundadas por ellos. . . . . . . . • • . . . • . . . 89
§ 2. Poder marítimo de la India y de la China en
aquellos tiempos. Escuadras de DarÍo, Xerxes,
Aleja.ndro, y Demetrio Poliocestes. Flota de Se-
sostris. Resistencia marítima opuesta por MitrÍ-
dates á Roma. Expedicion de los griegos contra
Troya, y de los argonautas contra Colchos... . . • 91
§ 3. Poder marítimo de Cartago y Roma. Empresas
de Am.mon y ~e Himilcon. Viajes de los marse-
lleses. Navegacion de Euthimenes y Phiteas .... 93
§ 4. Dificultad de los viajes largos. Medios que se
ponian en práctica para ejecutarlos. U so del as..
trolabio . .- . ."." p' • • • • • • • • • .. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 94
§ 5. Influencia del descubrimiento de la aguja. de
marear en los progresos de la navegacion, y desde
cuándo fué conocida. . .. . . . . . . . . .. . . . • • . • . . . . $)6
§ 6~ Epoca de sú invencion, y opiniones diversas so..
bre su orígen .............................. -. . 97
§ 7. Conclusiones que se deducen de todo lo ex-
pllesto-.". . • . . . . . . . . . . . . • . . • . . . . . . . . . . . . . . . .. 99
CAPITULO V.
Páginas

§ 1. Los primeros descubridores de América. Docu-


mentos publicados por la sociedad de anticuarios
de Copenhague, y lo que de ellos resulta. . . . . .. 101
§ 2. Lo'que sobre esto piensan Chateaubriand,Kalm,
Westman, y:Schooder ......................... 103
§ 3. Los hermanos Zeni, y lo que se les atribuye. Jui-
cio de Oaciato?'e .... ·...... . . . . . . . . ••• . . . . . . .• 104
§ 4. Opinion de Mallet .. .. .. . . .. .. .. . .. . . .. . . .. 105
§ 5. Lo que aparece en un portulano español. J ui-
cio de Schoelcraft. Opinion de Remalde, Postel y
Fournie. Reconocimiento del Cabo Vel'de. Jui-
cio de Oviedo, García y otros autores. . . . . . . . .. 107
§ 6. Memoria notable de Mr. Guignes. Juicio de Be-
lleforest. Opinion de Otto y Foster. . . .. ......• 109
§ 7. Al'ribo de una carabela española á Canarias en
1494. El piloto Alonso Sanchez ................ 112
§ 8. Opinion de Mariana. . . . . . . . ......... , . . . . •. 113
§ 9. Punto que resulta confirmado ............... '1 13
§ 10. Opinion de los modernos .................. 114
§ 11. Consecuencias que se deducen de todo lo ex-
puesto. Opinion de Moffras ................... 116
§ 12. La expedicion de Colon ... . . . . . . . . . . . . . . .. 120

CAPITULO VI.
§ 1. De donde procede la poblacion de América. Es-
casez de datos para dar á la cuestion una soIu-
cion fija y segura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... 125
VI
Páginas

§ 2. Espel'anza fundada de nuevos adelantos, y lo


que para lograrlo debe practicarse.... . . .. .... 127
§ 3. Dudas é incertidumbres que reinan tambien en
este punto respecto de las demas naciones, ....• 129
§ 4. Dificultad de la cuestion, y cómo la califican al
gunos autores ............ '........... , ...... 131
§ 5. Se examina relativamente á los primeros decen-
dientes de N oe. Diluvio universal. . . . .. '........ 134
§ 6. Hijos de Noe que reunen mas probabilidades de
haber dado orígen á la poblacion de América. Opi-
nion del Dr, Sigüenza. de Clavjero, Huet, y Botu-
rini acerca de es,t o... . . .... . .. . . . . . . . . . • . . . .. 136
§ 7. Los que la hacen decender de Ophir . . . . . . . . .. 137
§ 8. Partes de la Itierra que para poblar se designan
á los hijos de Noe. Monarquías que primero se for
maron . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . .. 139
§ 9. Opinion de Tornielo y las que hacen decender á
los americanos de los hijos de Sem y J afet .... '" 142
§lO. Rasgos que presentan las emigraciones de las
'r azas principales en que se considera dividido el
género humano, y marcha que siguió ep St;t desarro-
llo y extension.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 143

CAPITULO VII.

§ 1. Se expone la opinion de los que creen que los iu-


dios proceden de los judíos. Juicio de J..Jord Ringa-
borough y sus fundamentos ................. " 147
§ 2. Semejanza de la peregrinacion de los israelitas
y la de los mexicanos. . . . . . . . . . . . . . . . . . ••• • •. 149
§ 3. Juicio del P. García acerca de esto, é idea que
surge en vistad6 todo lo expuesto............. " 156
VII
Páglnu

§ 4. Observaciones tomadas de la conformidad de sus


leyes, usos, prácticas y costumbres, y de su con-
mcion moral. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. 157
§ 5. Otras semejanzas, especialmente las de los nom·
bres de los personajes del calendario chiapaneco
con el hebreo .......... : ..•....... . ....... '" 162
§ 6. Opinion de Las Casas y otros autores. . . . . • .. 163
§ 7. Términos en que Lord Kingaborough reasume
su juicio respecto de la poblacion del Nuevo Mun-
do . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 164
§ 8. Observaciones que deben tenerse presentes. .. 166

CAPITULO VIII.

§ 1. Opinion de ios que hacen venir de los fenicios


y cartagineses la poblacion de América. . . . . . . .. 171
§ 2. Rasgos de analogía que se descubren entre los
fenicios y americanos... . ... . . . . . . . . . . . . . . . .. 173
§ 3. Juicio de Huet, Hornio y otros autores. . . . . .. 177
§ 4. Piedra monumental recientemente encontrada,
que se atribuye tÍ los fenicios. . . . . . . . . . . . . . . . .. 178
§ 5. Los que creen proceden ele los cartagineses. .. 178
§ 6. Analogías que se han encontrado ............ 179
§ 7. Opinion de los que los hacen venir de los cana-
neos. Lo que acerca ele esto expresa Calmet ..... 182
§ 8. Pasaje de Procopio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 183
§ 9. Lo que otros han escrito sobre esto. Opiniones
de Gracio, de HornÍo y ele Laet ............... 104

ESTUDIOS,-TOMO 1v.-74
VIII

CAPITULO IX.
Piginas

§ 1. La Scitin, y los que hacen proceder de ella la


poblacion americana. Pasaje de Plinio. Opinion
del P. Lafiteal1. Analogía que encuentra Buxton
entre el dialecto de los mokwks y el tártaro. Jui-
cio del BLtron (la Humboldt. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 187
§ 2' Relaciones que existian entre los americanos y
los pueblos del J apon. Analogías entre los chinos
y los peruanos. Afinidad entre la lengua china y
la otOlllÍ. . . . . . . . . . . . .... . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 190
§ 3. Expec1icioIl de mogoles al continente de Amé-
rica de que habla l\ir. Ranking. . . . . . . . .. . . . . .. 192
§ 4. Rastros de la raza tártara encontrados en Amé-
. rica en tiempo de la conquista. Opinion de ~o­
bedson y de Dupratz... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 193
§ 5. Analogías y semejanzas entre los tLh-taros y los
IndIOS . . . . . . . .' . . . . . . . . . . . . . . • , . . . . . • t , • ' o • , •• 195
§ 6. Calificacion del P. Garc1a ........... , ... . . _. 201
§ 7. Analogías entre los chinos y los indios........ 202

CAPITULO X.

§ 1. Opillion que da origen egipcio á la poblacion de


América. Razones que para esto se exponen, y se- .
mejanzas que se descubren entre los americanos
y los antiguos egipcios ...... , . . . . . . . . . . . . . . .. 207
§ 2. J nicio de Grocio. Opinion de l\fr. Lenoir. . . . .. 211
§ 3. Razon e :.' de los que dan á la América orl'gen
griego. . . . . . . . . . . . . . . . . . , ....... " . ' ........ 212
§4. Fnndamentos alegados por los qUe lo creen ro-
man.o .............. " ......... ti ti ti f ••••••••••• "" 214
IX
Págiu:l.S

§ 5. Algullos 10 at,ribuyeD á los troyanos, y otros á


los franceses, é ingleses, y españoles. . . . . . . . . . .. 215
§ 6. Exámen detenido de la opinion de los que su-
ponen que la poblacioll americana proviene de los
noruegos, islandeses y dinamarqueses. Opinion de
Charlevoix. Juicio de ~lallet sobre la colonia de
noruegos de Vitland. Vestigios de las colonias is- .
lanc1esas encontradas por el capitan Graah. Opi-
nion de Humboldt ............................ 216
§ 7. Semejanzas con los alemanes ............. " 219
§ 8. Pasaje c1e Séneca sobre la antigua Thule, y lo
que piensa Grocio. Inscripciones rúnicas encon-
tradas en 1824 en la isla de IGngiktorsoak, y otros
descubrimientos hechos últimamente ......... ' . 219

CAPITULO XI.

§ 1. Tradiciones sobre el orígen de la poblacion de


América que se recogieron en los primeros tiem-
pos de la conquista. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. 221
§ 2. Trac1icion mexicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ... 222
§ 3. Trac1icion yucateca. . . . . . . . . . . . . . . .. . ...... 223
§ 4. Tradicion chiapaneca ...................... 224
§ 5. Tradicion peruana...... . . . . . . . . . . . . . .. ... 225
§ 6. Tradicion de Nueva Granada y otras ........ 227
§ 7. Tradicion sobre el diluivio univer~ml; su compro-
bacion histórca; grandes diluvios é inundaciones
que ha habido; confusion de las lenguas y clisper-
sion de las gentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. 227
§ 8. NoticÜl. que se tenia en América ele estos suce·
x
Páginu

SOS; manuscrito azteca sobre esto, publicado por


Gemelli Caned, y reproducido por el B. de Hum-
boldt y Gondra ......•....... ' .............. 228
§ 9. Lo que sobre esto exponen César Cantú y Bo-
tllrini. . . . . . . . . . . , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 231
§ 10. Opinion de varios autores, especialmene de Cu-
vier y Serrano ... '.' . . . . . . . . . . • • . .. . . . . . . . . . .. 232

CAPITULO XII.

§ 1. Gran Y~rieelad y número de opiniones s'Obre el


orígen de los primeros habitantes de América: ex-
posicion de las de algunos autores . . . • • . . . . . . •. 237
§ 2. Opiniones de lIaluenda, Bejarano, Oviedo, Gar-
cía, Alderete, Hornio, Gemelli Carreri, Robertson
y Chateaubriand . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . .. . .. 238
§ 3. Se hace mencion de las Rircher, Lafiteau, Scho-
olcraft, Beaufoi, Warden, Dupaix, Juarros, Du-
mont D'Urbile, y Dufiot de Maufra s ......... " 240
§ 4. Conjeturas que pueden formarse ........ ' .....• 245
§ 5. Suposicion de Mr. Link. Hipótesis de Maltebrun 246
§ 6. Exámen del juicio emitido por otros investiga-
dores. . . . . . .. ... . . .. .............. ....... 247

CAPITULO XIII.

§ 1. Opiuiou del Dr. Cabrera ..................... 251


§ 2. Fundacion del reino ele Amaquemecan y reyes
XI
Págiua.B

que gobernaron en él. Disturbios y otras causas


que ocasionaron su destruccion. . . . . . . . . . . . . . .. 253
§ 3. Medalla de cobre en que el Dr. Cabrera apo)a
Stl relato ....................... , ............ 254
§ 4. Diferencia entre lo que él expone y lo que afir-
má el Sr. N úñez de la Vega.. . .. . . . .. . . . . . . . ... 256

CAPITULO XIV.

§ 1. Opinion de D. Ramon Ordoñez: se da idea de la


obra que escribió; lo que comprende, y cómo esttí,
di vidida. . .. . . . . .. . . . . . . . . . .•. . . . . . . . . . . . . . .. 259
§ 2 Llegada de los primeros pobladores de las Anti-
llas. Votan. Fundacion de la famosa ciudad de N a-
chan ............................ " ......... . .. 262
§ 3. Arribo de diez y nueve coloni:\s mas. Venida de
muchos cartagineses, y fundacion de varios pue-
blos y ciudades. Llegada al Palanque de siete trí-
bus cartaginesas y dos españolas. Orlgen del rei-
no tulteco, Establecimiento de los reinos de Yu-
catan, Culhuacan, Tulha, y Chiquimula, . , ... , , .", 263
§ 4. Emigracion hasta California, Situacioll de J 0-
vel, ó el primer México ........... ', , ........ , .. 264:
§ 5. Tiempo en que vinieron los primitivos poblado-
res de las Antillas, y su establecimiento en el Pa-
len que .................. 4 • •• •••••••••••••••• 266
§ 6. Carácter y circunstancias del sistema de Ordo-
ñez ....... .' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ... 267
§ 7. Coincidencia de los datos reunidos por Botu-
riui con la opinion de Ol'doñez, Análisis de la opi-
XII
Páginas

nion de uno y otro. Los funch'"c1ores de Tula, Cul-


huacan. Ococingo, y el Palenque. . . . . . . . . . . . . .. 268
§ 8. Respuesta á una objecion deducida de los ma-
pas antiguos, que fijan por California la entrada
de los culhuas y tulhuas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 272
§ 9. Manuscrito titulado "Probal1za de Votan" .... .• 274

CAPITULO XV.
§ 1. Calificacion del Sr. Núlíez de la Vega sobre lo
expuesto acerca de Votan en el capítulo anterior 277
§ 2. Depósito de unas tinajas de barro hecho por
Votan, encontradas en 1691 cerca de Huehue·
tlan ........ , . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . .......• 279
§ 3. Otras noticias sobre Votan. . . . . . . . . . . . . . . . .. 280
§ 4. Repertorios ó calendarios, que sirven de apoyo
al Sr. N ññez de la Vega, sobro el ol'Jgen de la po·
blacion da América. . . . . . . .. ................ 281
§ 5. El nagualismo, sus creencias y prácticas. . . . .. 282
§ 6. Importancia que da Clavijero á la tradicion de
los chiapanecos sobrA Votan .................. 284
§ 7. Observaciones con que se combate el sistema
de Ordoñez. . . . .. ......................... . 287
§ 8. Respuesta á estas observaciones . ............. 290 ·
§"'9. Resúmen ............ , ..... ;.............. 295

CAPITULO XVI.
§ 1. Los polinesios son en concepto de l\:Ir. Langlos
progenitores de ia raza americana. Semejanzas
XIII
Página.

entre los insulares del mar del Sur y los mexica-


nos peruanos ..... . . . ..............•........ " 299
§ 2. Analogías en el idioron, en la escritura geroglí- .
fica, y en algunas prácticas.... . . . . . . . . . . . . . . .. 300
§ 3. Indicacion de Caciatore, . . ................. 301
§ 4. Esqueletos encontrados en las rocas calcáreas
de Kentucki ............ /. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 301
§ 5. Opinion de 1\fr. Guignes sobre la facilidad con
que pudieron llegar á América pobladores de las
islas de Sumatra, Borneo, 1Ylolucas y Filipinas.. 302

CAPITULO XVII.

§ 1, Trabajos de Sil' Wiliam J ones y otros orienta-


listas sobre la India. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 303
§ 2. Su juicio sobre el orlgen de la poblacion. Expo-
sicion de su teoría . . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .. 304
§ 3. Fundamentos especiales respecto de la Amé-
rica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... 305
§ 4. Pasaje de ]"ír. Wilforc1. Palabras del sanscrito
encontradas en los dialectos del Brasil yde Mé-
xico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... . . .. 307
§ 5. Semejanzas entre la India y el Egipto, de que
pueden hacerse algunas deducciones respecto de
América. Forma piramidal en las construcciones!
Pilares con caractéres . . . . . . . . . . . ... . ....... " 308
§ 6. El nombre de Batz con que se designa uno de
los caudillos de la poblaciol1 de América. Nombre
elel primer hijo de Solivá'-hamo :Maya, nombre del
segundo de sus hijos, así como c1e la lengua y na-
cion que pobló á Yucatan .................... 309
XIV
Página~

§ 7. Analogía ó casi identidad entre las palabras


Votan y Boutan, y significacion que tienen en
arábigo y caldeo. Un personaje notable en la In-
dia. Significado de las palabras Valumvotan y
Daru-Botam .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .• ........... 310
§ 8. Opinion de Solórzano, Arias Montano, Fray
Gregorio Gurda y otros, sobre el orl~en de los
americanos ........................ ~ . . . . . . .. 312
§ 9. Semejanzas fisiológicas. . . . .. . . . . • . . . . . . . . .. 312
§ 10. Los sacrificios humanos. . . . ... . . . . . . . . . . .. 313
§ 11. La astátua de Boodhoo, y la descubierta en
las ruinas del Palenque. Algunas figuras allí en-
contradas, y otras de las Pagodas............... 313

CAPITULO XVIII.

§ 1. Teoría de MI'. Rafinisque .................. " 315


§ 2. Izta Mixcoatl y sus descendientes. . . . . . . . . . . .. 316
§ 3. Cataclismo que cortó la comunicacion con Amé-
rica. Gentes que arribaron á ella despues de al-
gunos siglos. . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. .. 317
§ 4. Comercio con los fenicios, los numidas, y cel-
tas. Colonias etruscas que intentaron venir. Co-
municaciones que por intervalos tuvieron con la
América varias naciones antes de la era cristiana 317
§ 5. Destruccion del imperio de Oghur en Asia, é
invasion por hordas salidas de la Tartaria y de
la Siberia. Pueblos que pasaron en diferentes épo-
cas por el estrecho de Behering..... .. . . . . . . . .. 318
§ 6, Lo que ~1r. Guignes ha pensado sobre esta ma-
tel"ia . . . . . . . . . . . .. . ................ < •• • • • 319
• • ••
xv
Páginas

§ 7. Apreciaciones del Baron de Humboldt ....... 320


§ 8. Suposicion de Linck... . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 321
§ 9. Opinion de Dumont d'Urbille.......... ... .321
§ 10. Facilidad que tenían las poblaciones asiáticas
para venir á poblar la América. Analogías entre
los esquimales y los techoutihis. Viajes frecuen-
tes de estos á América, . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . .. 322
§ 11. TOl'quemac1a, Sigiienza, y Clavijero apoyan el
,
orIgen . 't'lCO ............................. . 323
aSla
§ 12. J nicio de JUl'. Schoolcraft. Rasgos de seme-
janza...................................... ; 323

GA. PITULO XIX.

§ 1. Versatilidad del abate Bl'asseur de Boul'bourg


sobre la cuestion del orígen de los habitantes
de América ............. '. . . . . . . . . . . . .. . . . . .. 325
§ 2. Juicio que dió á conocer en la primera obra que
publicó. Calificacion que hace ele los manuscritos
que tuvo á la vista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 327
§ 3. Lo que expone respecto de Votan y los hechos
principales tomanc1o por guía á Ordoñez........ 328
§ 4. Navegantes que arribaron á Pánuco. Chichime-
cas, olmecas, xicalancos. Tradiciones de qUi ha-
blan Ixtlilxochitl y Sahagun y lo que con motivo
de esto expresa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 329
§ 5. Obra que publicó en 1857, y lo que en ella ex-
pone. • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 332
6. Contradiciones que se notan, c0mparándola con
la anterior. Calificaciones que hace en el capítu-
ESTUDIOS.--TOMO IV.-7;;
XVI
Pág¡na,

lo 111, contradichas por lo que expone mas ade-


lante. Variaciones que hace al referir de nuevo lo
relativo á Votan, á las tradiciones tzendales, y á
lo manifestado por Ordoñez.... . . . . . . . . . . .. " .. 333
§ 7. Cómo califica la opinion de ~!orton, Nott, y Gli-
don sobre las razas americanas.. . . . .. .., .... 337
§ 8. Semejanzas que encuentra entre el trollCO mas
antiguo de las provincias de Quiché y Yucatun, y
las razas de Palestina y el,el Egipto, y formas in-
gertadas ~n épocas posteriores que recuerdan las
de los tártaros y mogoles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 338

CAPITULO XX.

§ 1. Sigue exponiéndose la opinion del abate Bras-


seur: lo que expresa en la obra titulada "Popol
Vuh." Designa el Asia como punto en el cual de-
ben estudiarse la religion é instituciones sociales
de los americanos; reproduce las tradiciones y pa-
sajes de los autores sobre el orígen ele la pobla-
cíon de América: variaciones que se descubren,
considerando lo que antes ha expuesto ......... 341
§ 2. Nuevas ideas en la obra que publicó en 1864.
Analogías con el Egipto. Relaciones entre el an-
tiguo y nuevo continente en los tiempos anti-his-
tóricos. Los Berbercs. Los Cares. ConcIusion sa-
cada de la comunidad de ideas, de culto y de cos-
mogonía entre la América, el Egipto y la Fenicia 345
§ 3. Observaciones del mismo autor en otra obra
publicada posteriormente. Defectos que se descu-
bren en lo que allí expone, y contradiciones en
XVII

que incurre. Semejanza que encuentra entre los


mitos de Egipto y los de América.. . . . . . . . . . . .. 350
§ 4. Nueva obra que dió á luz en 1868. Originalidad
del plan que se propone en ella. Sus ideas sobre
los toltecas y monarquía de los chichimecas, az-
tecas, y tTibus nahuatlaques. La Atlántida y sus
habitantes. Analogías y semejanzas mitológicas .. 353
§ 5. Calificacion de lo contenido en esta última
obra .............. , ..' ..................... , 356

CAPITULO XXI.

§ 1. Opinion de E. B. de E. y obra que publicó en


1767 sobre la cuestion de orígen ............... .359
§ 2. Cómo juzga los sistemas de Grocio, Laet y Hor-
nio, y lo que indican l'Escarbot, Berewood y otros 362
§ 3. Razones que expone en su apoyo. . . . . . . . • . .. 363
§ 4. Puntos por donde aparece haber estado unidos
.los dos continentes ......................... ~, 363
§ 5. La existencia de la Atlántida la tiene por aTe-
riguada: facilidades que presentaba para trasla·
darse á América. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 364
§ 6. Los antiguos habitantes de este continente y
ruinas notables de Tiaguanaco.. . . . . . . . . . . . • . .. 365
§ 7. Emigraciones; restos que se han encontrado de
antigua civilizacion, entre los que figuran las pirá-
mides de México, y consideraciones á que esto da
lugar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . .. 366
§ 8. Procedencia de los americanos: la cuestion con
relacion á los chinos y japoneses, á los del Orien..
te de Europa, de Africa, ó de Phenicia, y á los Per-
XVIII
P~ginu

sas: consecuencias que de este exámen se despren-


(len. . . . . . . ....... ; . . . . . . . . .. .............. 369
§ 9. Contignidad de la China, el Japon y el Nuevo
: l\func1o: conformidad entre los incas y los chinos:
. país de donde vino 1lfanco Capác ........ , ..... 372

CAPITULO XXII.

§ 1. Prosíguese exponiendo la opinion de E. B. de E.:


orlgen de los Mexicanos; sus rasgos característi-
cos, compal'acion con los Incas; congetura formada
por el autor en ,'ista de todo lo expuesto, y deduc-
ciones que hace ............. '. . . . . . . . . . . . . . .. 375
§ 2. Procedencia de los animales en América. . . . .. 378
§ 3. Base en que el autor apoya su opinion sobre la
poblacion de América: puntos que comprenden sus
observaciones: varios textos de l~ Escritura.... 379
§ 4. Objecciones contra el diluvio tal como se des-
cribe ...................................... 382
§ 5. Lo que piensa el autor acerca de él; observaciones
que deben tenerse presnetes. . . . . . . . . . . . . . . . .. 384

CAPITULO XXIII.

§ 1. Continuacion del mismo asunto. La verdad de


la relacion mosaica confirmada por los descubri-
mientos geológicos y los progresos de las cien-
cias físicas. Lo que opinan Buckland, Cnvier, y
Klea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 387
§ 2. Pruebas sacac1as del descubrimiento de fósiles,
XIX
Páginas

de la clasificacioll de los terrenos, y edad que se


les asignan, pedruscos erráticos, formaciones nep-
tunianas, petrificaciones, cavernas diluviales, con-
chas marinas, bahías, y brazos de mar, hundimien-
to del suelo, y direccion de las montañas...... . 389
§ 3. Refutacion de las demás observaciones de E. B.
ele E. sobre el diluvio ....................... 392
§ 4. Paso de los animales encontrados en América.. 393
§ 5. Observaciones del Abate Du-clot sobre los ar-
gumentos sacados contra la relacion l\1:osaica ele
la pretendida antigüedad ele los phenicios, cal-
deos, persas, egipcios) chinos, y judíos.. . . . . . . . .. 394

CAPITULO XXIV.

§ 1. Iuvestigaciones de JY11'. 1\1c. CuUoc sobre la cues-


tion de orígen. Necesidad de buscar su solucion
en alguno ele los grandes trastornos que ha sufri-
do la tierra. La AtIJntida; su existencia compro-
badflJ con lo que exponen varios autores. . . . . . .. 399
§ 2. Trastornos que ha sufrido la tierra.. . . . . . . . . •. 402
§ 3. Su opinion sobre la existencia de un terreno de
grande extension en los océanos Pacífico, Indico,
y Atlántico, que facilitaba el tránsito de hombres
. y animales, y efecto que produjo su sumersion .. 403
§ 4. Estátuas encontradas por el capitan Cook y La
Perueo en Easter Island . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .. 405
§ 5. Cuándo y cómo se verificó la clesaparicion de la
tierra que unia uno y otro c~ntinente, y tiempo
en que comenzó la poblacion en el Nuevo Mundo 405
§ 6. Varios puntos concernientes á los habitantes de
xx
Páginas

América. Cita un pasaje notable del B. de Hum-


boldt. ReHgion de los :l\fexicanos, sus templos, y
.rasgos de semejanza que en todo esto se descu-
bren. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. 406
§ 7. Los que se deducen de su cronología, clases de
la poblacion, matrimonios, entierros, y otras ma-
terias . . . . .. . . . . ... . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . .. 410'
§ 3. Ded uociones de todo lo expueEto ..... " .... '. 411

CAPITULO XXV.

§ 1. ¿Por dónde vinieron los primeros pobladores de


América, cómo y en qué tiempo? Enlace de esta
cuestion con la cuestion de orígen. Posibilidad de
llegar pOl' mar á este continente. Principio y pro-
gresos de la navegacion . .. . . . . . . . . . . . . . • . . . •• 415,
§ 2. Comercio de los fenicios, egipcios, y hebreos. Ti-
ro y Sidonia. Flotas de Salomon. Empresas de J 0-
safat y Ochosías. Extension del comercio de los
fenicios. Las scitas y los seres. Comercio de los
árabes, los chinos y los godos. . . . . . . . . . . . . .... 41 T
§ 3. Considerable número de galeras de que podia
disponer la Persia. Poder marítimo de Cartago.
Marina respetable y habilidad en la ciencia naval
de los corintios, los jonios, los phocences y otros
pueblos............•.. ~ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 419
§ 4. Batalla de Isso y grandes proyectos que conci-
bió Alejandro .................... , .......... 419
§ 5. E:dension que tomó el comercio de Egipto des-
de el tiempo Ptolomeo PhiladeIfo.••••.... , . . .. 420
XXI
Página.

§ 6. Importancia que los romanos dieron á la mari-


na, y sus combates navales. Esfnerzo~ de Mitríc1a-
tes. Destruccion de los piratas por Pompeyo. Im-
pulso que dió César á la marina. Armada á las ór-
denes de Agripa. Batalla de Actium ............ 420
§ 7. Circunstancias que hacen fundada la presun-
cion, de que haya sido de~cubierta en épocas re-
motas alguna de las islas próximas á América ó
parte de ella. Opinion de los autores sobre Ophir
y Tharsis ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .,..... 423
§ 8. Embarcaciones arrojadas por la tempestad que
han salvado distancias considerables ......... " 425
§ 9. Opinion de :Thlr. l\faury sobre la proximidad en-
tre el antiguo y nuevo continente en épocas remo-
tas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 226
§ 10. Tradiciones americanas. :l\1apa hidrográfico de
Boturini. Relacion tradicional de que habla Solís 428
§ 11. Venida ele los aztecas de las islas Aleutianas.
Orígen de los chichimecos y de los shawanoes ... 432

CAPITULO XXVI.

§ 1. Paso por tierra del antiguo al nueyo continente.


Conjeturas que se han :formado ............... 433
§ 2. La Atlántida. Indicios de la union de los dos
continentes. Trastornos que pueden haber hecho
. degaparecer esta vía de comunicacion. . . . . . . . .. 434:
~ 3. Pasage notable del Baron Humboldt ......... 437
§ 4. Datos y consideraciones que hacen posible el
enlace de ambos continentes. La multitud de islas
de qUG está sembrado el Océano.. . . . . . . . . . . . .. 438
XXII
P{¡ginas

5. Extension de la Oceanía. La 1vIalesüt. La 1\1alane-


sia. La Micronesia é islas que la forman La Poli-
nesia. Su proximidad al continente de América é
islas que comprende. Conjeturas que resultan de
la situaciotJ. de estas islas, naturaleza del terreno
y tránsito fácil que por ellas ha podido hacerse .. 440
§ 6. Posibilidad de trastornos ocurridos. . . . . . . . . .. 443
§j7. Conjeturas formadas por varios autores. . . . . .. 444
§ 8. Consideraciones de Gobineau sobre la inmedia-
cioll de la costa de Asia y la de América, y hechos
á que esto da lugar. Signos que ha dejado de su
existencia la rboza amarilla en todas partes. . . . .. 445
§ 9. Construcciones arquitectónicas que han llamado
la atencion de muchos escritores... . . . . . . . . . . .449
§ 10. Tríbus de los Estados-Unidos. Relaciones de
la Scandinavia con la Florida, y de la Gl'oelanc1ia
con el Canad~í....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 450

CAPITULO XXVII.

§ 1. Los Polos como punto de union y de tránsito de


ambos continentes. Navegante5 ilustres que han
penetrado e:n las regiones polares... . . . . . . . . . .. 453
§ 2. Expediciones de Djineff, Behering, Ross, Pan'y
y Franklin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ........ 454
§ 3. Descubrimiento del capitan Otto. Parte que tu-
vo Beccbey en la expedicion de Franklin. Viajes
de Cook, Spelberg, BongainTille, y Dumon d'Ul'-
,rille. ~ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . ... 456
§ 4. Conn.guracion exterior de América hácia el Polo 458
xxm
PágInas

§ 5. Opinion de Acosta y García. Observaciones de


Pennan sobre esas regiones... . . . .. . . . . . . . . . . .. 4:,59
§ 6. Distancia entre la Groelandia y el Labrador, y
la que media hasta el estrecho de Davis. Anchura
corta del estrecho de Magallanes en algunos pun·
.
tos. Distancia desde tierra' firme hasta el Cabo de .

Buena Esperanza por una parte, y hasta Java por


otra. Db.tos producidos por los últimos descubri-
mientos de los rusos. Corta distancia encontrada
por Steler entre los dos continentes, y juicio que
formó como resultado de sus observaciones. . . .. 460
§ 7. Opinion de M. Vater, del Dr. l\Iitchill y Mr.
Ellis. Tradicion de los islal!deses. Paso de la.s diez
tríbus de Israel pOI: la Tartaria. Juicio de Scho01-
'eraft y Cac'Ciatore. Opinion de Monglave. Pruebas
encontradas por Mr. Warden ............... '" 462
§ 8. Opinion de Buffon. Sistema de Clavijero. . . . .. 464
§ 9. Opinion de 1\1r. Farcy. Coincidencia del juieio
de Dupaix con el de Ordoñez y Mr. Farcy. . . . . . .. 467
§ 10. Tiempo en que vinieron los primeros poblado- .
res de América. Opiniones de Betancourt y de Si-
giienza. Nuevo cómputo tomado de la invencion
ele las letras. Prueba sacada del considerable nú-
mero de habitantes hallado por los españoles en
en este continente. Cálculos de WalIace y otros
autores sobre poblacion:. . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. 469

CAPITULO XXVIII.

§ l. 1\Iedios de que se han valido los autores para


investigar el orJgen fle la poblacion de América. 473
ESTUDIOS.-TOMO IV.-76
XXIV
Páginas

§ 2. Lo que constituye la fisonomía peculiar de un


pueblo. La variedad ele conformidad destruye la
prueba ...... : ... i . . . . . . . . • ' •.• , . . . .. , . . . , 476
§ 3. Formacion ele IELs lenguas y su procedencia.
Efectos de la mezcla de unas y otras. N ecesidac1
de comparar, no palabras aisladas} sino la cons-
truccion gramatical del idioma, para que pueda
recojerse alguna luz sobre esta materia. Procedi-
miento de N áxera respecto de la lengua otomÍ, y
resultado que obtuvo ...................... , .. 478
§ 4. Fuerza que da. este trabajo á la opinion, que
asigna un orígen chino ó tártaro 6. la poblacion de
América. Dialecto de los mohowks obs81'vado por
Burton. Observaciones de Va ter sobre la casi
identidad de la lengua groelandesa y la de los es-
quimales. Trabajos de MI'. Farcy. Analogía en-
contrada por William Dumbar. Importancia del
procedimiento de Náxera respecto de los otros
idiomas americanos, y efectos que producirá. . . 480

CAPITULO XXIX .
.'
§ 1. Opinion de los naturalistas sobre la, raza ame·
ricana. Cómo la considera IClaproth. Opinion de
Salacroux. Juicio de Virey. Caractéres físicos.
Causas de que nacen las particularidades que en
esa raza se notan ..... , . . ... ' . . . . . . . .. ... . ... 483
§ 2. Influencia del temperamento. Pasage de Piaton.
Diferencias que se advierten entre los pueblos
antiguos y modernos, y hasta en una misma na-
cion. Consideraciones que deben tenerse presen-
xxv
Página.

tes. Alteraciones que sufrió el pueblo de Israel en


su constitucion primitiva durante su permanencia
en Egipto, su peregrinacion en el desierto, y su
cautividad en Babilonia ...................... 485
§ 3. Alteraciones notables en los animales, plantas,
y frutos trasladados del antiguo al nuevo conti-
nente. Diversidad que se advierte entre los habi-
tantes de América ................ '.' .. '. . . . . .. 488
§ 4. Aspecto y esta.do de la raza americana cuando
fué descubierto el continente por los espafioles.
Sus rasgos distin ti vos y c{\racterísticos. Accion
sublime de Cuatimotzin. Entereza de Qualpopoca.
Resignacion her6ica de Atahualpa ............. 489
§ 5. Calificac.ion de Herrera respecto de los miges y
de los yucatecos. dualidades de los indios de Chia-
pas. Tríbus de lacandones, yaquis, mayos, apa-
ches y comanches. Pintura de los abisinios hecha
por Mr. Larrey... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 492

CAPITULO· XXX.

§ 1. El color considerado como un carácter distin-


tivo de la raza americana. Exámen de las causas
de que pueden provenir las diferencias que se no-
tan ................................. .'. . . . .. .. 495
§ 2. Investigaciones sobI1e el color negro. Descubri-
mientos hechos por medio de las disecciones ana-
tómicas. Necesidad de recurrir á los tiempos pri-
mitivos de las razas, para explicar las alteracio-
nes y modificaciones que se advierten. . . . . . . . .. 498
XXVI

§ 3. El color de cobre de lo~ indios. ]\{odificaciones


y variedad que entre ellos existen............ " 500
§ 4. Invariabilidad del color entre los negros. Escala
graduada del color en los indios. Indicacion de
Humboldt sobre las tríbus del nuevo continente
y el color de los americanos. Prácticas á que algu-
nos atribuyen el color negro y bronceado de los
indios . ... ~ . . . . .......... , . . . . . . . . . . . . . . . . .. 502
§ 5. Causas de "que depende el color de la piel, y en
cuál de las naciones antiguas se descubre el color
cobrizo. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .......... . '. 0. • .• 504

CAPITULO XXXI.

§ 1. Continuacion del exámen de las semejanzas fí-


sicas. Las facciones de la cara. Rasgos caracte-
rísticos de cada raza. Descripcion de las faccio- '
nesde la raza indígena... . • . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 507
§ 2. Observaciones del Baron ·deHumboldt sobre
la constitucion física y facultades morales de
los indios. Lo que sobre esto dice el Abate Bras-
seur .de Bourbough. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 510 ;
§ 3. El pelo y barba. Rareza de la calvicie y de las
canas entre ellos. Costumbre antigua. que tenian
de dejarse crecer el cabello. Cómo se 10 cortaban.
Sus costumbres actuales acerca. de esto.. . . . . . .. 511
§ 4. Cómo usaban el pelo los romanos, griegos y ju-
díos........ 0 •• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •_ • 513
• • • • • • • • • ••

§ 5. Cal,lsas á que se atribuye la falta de barba y ve-


llo .entre los indios. Los miges y zapotecos. Ha-
XXVII

bitantes de la zona tórrida en la Amédca mel"i-


dional. Los patagones~ . . . . . . .. . .. ........... 514
§ 6. Obseryaciones de 1\Ir. Gobineau sobre la desi-
gualdad ele las razas humanas ................ ' 516

CAPITULO XXXII.

§ 1. Particularidades que se han encontrado en el


cráneo de los negros. Observaciones sobre los crá-
neos americanos. Calificacion del Baron de Hum-
boldt. El hueso occipital. Observacion respecto de
los aztecas. Práctica de aplastar la cabeza á los
recien nacidos.. . . . . . • • • . . . • . . . . . . . • . . . . . . . .. 519
§ 2. Angulo facial de las figuras del Palenque. Ob-
t
servhcion de Lord Kingsborough. l'Iacrocéfalos
de Hipócrates. Costumbres de algunos pueblos
inmediatos al Ponto Euxino. Testimonio de Pa..
llas en su viaje á la Táurida y á la Crimea ....•. 522

CAPITULO XXXIII.

§ 1. De los usos y costumbres como medio inda-


gatorio. Alteraciones que deben haber tenido entre
los indios, entre otros, sus trajes y adornos. . . .. 525
§ 2. Estado de sus costumbres y de su cultura. Des- .
cripcion del traje de la clase comun. El magtlatl
y el timatli. Traje de los nobles y sacerdotes. El
copillí, el jiuhtitinatli y el nequm del rey.•..... .526
XXVIII

P:!¡;iuu'

§ 3. Comparacion con lo que tí este respecto nos es


conocido de los hebreos y de los egipcios Albornoz.
usado por las altas clases de Cholula. Tra jesde
las mujeres. El cneitl y el huepill Calzado y ador-
nos que acostumbraban llevar.. . . . . . . . . . . . . . .. 529
§ 4. Traje y calzado de los indios de Guatemala. 531
§ 5. Comparaciones. U so de los aretes en hombres
y mujeres entre varias acIones. Anillos en las
narices. Trajes militares .................... ' . 531

CAPITULO XXXIV

§ 1. Continuacion del mismo asunto; del traje ordina-


rio ele los indios. . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 535:
.§ 2. Trajes de ceremonia. El jiuhtilmatl y el coze-
huatl. Traje de los sacerdotes . y sus insignias.
Traje de los embajadores y de los nobles. Traje
del cihuoeotl y demasjuec~s . .Traje de los. teuc-
tlis, de los caciques, del huacalpigqui, de los re-
caudadores de tributos y del tlachquauhjo. Orden
de Quachictin............................... 536
§ 3. Variedad de la tela y adornos en los vestidos. . 538
§ 4. Sencillez de los trajes en los tiempos primiti-
vos. Vestidos de los habitantes del Asia, de los
egipcios, de los griegos, de los babilonios, de los
medos, yen general de los habitantes de las demas
naciones. En qué se asemejan los vestidos de los
indios á los ele los antiguos.. • • . .. ............ 54.0
§ 5. Semejanza del cacle á la sandalia de ~os habi-
tantes de la Palef-tina y pueblos del Asia. Ador-
nos de que hacian uso..... . • • • • . • . . .. . . . .. . .. 541
Lám~ 28.

FJsc~ .

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Lám~ 29.

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