Está en la página 1de 2

1. Directivos y lideres con miedo a correr riesgos.

Debido a que muchas organizaciones no crean entornos de trabajo específicos


para la innovación, lo que obliga a que esta debe desarrollarse en un entorno
diseñado para la eficiencia, en el que hay poco espacio para la incertidumbre y
para el riesgo, muchos empleados consideran un suicidio profesional dedicar su
tiempo y talento a innovar, ya que la cultura empresarial dominante muestra
aversión al riesgo, castiga los fracasos y no protege a aquellos que estén
dispuestos a ir más allá de su zona de confort. Receta perfecta para bloquear
cualquier iniciativa intraemprendedora.

2. No considerar las necesidades y expectativas de los clientes y mercados

La mayoría de empresas no dedican esfuerzos a comprender de manera profunda


sus mercados, sus clientes, o segmentos de clientes emergentes a los que
podrían también dirigirse. Se centran en desarrollar productos, a veces sin ningún
tipo de interacción con los clientes hasta que los productos están siendo
comercializados. El foco debería situarse en las necesidades y problemas de los
diferentes segmentos de clientes, y en base a ese nuevo conocimiento desarrollar
nuevos productos. En este sentido, técnicas como la etnografía, la cocreación, el
"crowdsourcing" o trabajar con "lead users", pueden ser de gran ayuda.

3. esperar la gran innovación y dejar que el mercado los supere.

Creer que innovar es sólo lograr grandes avances tecnológicos, o crear nuevas
industrias. Si bien la ambición es indispensable para innovar, la innovación puede
tomar muchas formas y niveles, buscar siempre grandes innovaciones, generará
frustraciones y grandes pérdidas financieras. Hay que disponer de una cartera de
proyectos de innovación equilibrada, que incluya diferentes niveles de novedad y
por lo tanto de riesgo. Es fundamental desmitificar la innovación para lograr que
esta sea real. Si es nuevo y crea valor, es innovación (Ver post: Desmitificar la
innovación)

4. No dedicar tiempo a identificar oportunidades

Es necesario utilizar herramientas que ayuden a identificar oportunidades, y


enfocar la generación de ideas entorno a esas oportunidades. Demasiado a
menudo los procesos de innovación se inician con ideas, en lugar de hacerlo con
oportunidades. Al hacerlo así, se corre el riesgo de enamorarse de la idea, o de
comprometer inversiones demasiado pronto, con lo que el proceso de innovación
se transforma en un proceso de implementación de una idea, en lugar de generar
conocimiento y alternativas para aprovechar la oportunidad identificada. ( ver
posts: Herramientas para identificar oportunidades de innovación y "Oportunizar"
antes de idear

5. No motivar e incentivar el proceso de innovación.


En la mayoría de organizaciones no se crea el clima de motivación propicio para la
innovación, ni se dispone de un sistema de incentivos pensado exclusivamente
para la innovación. Lo que es incluso peor, en algunas ocasiones existen
desincentivos a la innovación, al implicar esta más trabajo además de asumir
riesgos, sin ningún tipo de compensación. Los incentivos no deben ser
necesariamente financieros, existen otras posibilidades que en este ámbito
concreto pueden incluso ser más eficaces.

6. Procesos inexistentes o demasiado burocráticos

En lo que se refiere a los procesos de innovación, es habitual encontrarse con dos


situaciones distintas, en algunos casos las empresas no disponen de ningún
proceso para desarrollar las ideas, mientras que otras empresas poseen procesos
tan rígidos que terminan limitando las innovaciones más atrevidas. En el primer
caso, una vez se han tenido ideas nadie es responsable de su desarrollo ni existe
un proceso que marque los pasos a seguir, lo cual provoca que las personas
decidan no aportar más ideas. En el segundo caso, la burocracia, las plantillas, y
los criterios financieros terminan ahogando la creatividad.

También podría gustarte