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Durante las dos últimas décadas del pasado milenio, Buenos

Aires -de manera análoga a ciudades del norte avanzado- ha


sido testigo del simultáneo florecimiento de la opulencia y la
indigencia, la abundancia y la miseria. En la Argentina, así co--
mo en el resto de Latinoamérica, a estos crelf!""ntes extremos
de pobreza y riqueza se suman la mllIUplia;\cfón de las desl-
gualdades entre las cada vez más extensas rn~,trópolis, las pe-
queñas ciudades y los pueblos rurale~., .CS.
En Paríll$ ul'ii!anos, Loii: Wa.cquant examína l'l!> causas de es-
ta creciente desigualdad y marginación, y las'formas que és-
tas adquierenno sólo en el espacio urbano sino también en
las experiencias de los relegados, centrando su atención en
las sociedades de capitalismo avanzado, fundamentalmente
en Estados Unidos y Francia. El libro no sólo contíenenna
rada original sobre estos procesos sino que tambíén "V",!"'"
vee de un conjunto de claves analíticas para pe:n~!)'
sas, el funcionamiento y las consecuencias de la <l~!'i~I!~l<:ta<l
y la marginación social en nuestra sociedad.
(de la íntroduccíén)

Loii: Wacquant es Profesor de la Universidad de Calífornia-Ber-


keley e investigador del Centre de Soclologíe Européenne del
College de France. Es autor de numerosos trabajos sobre la
desigualdad urbana, la dominación racial, la violencia y el
cuerpo, y de teoría sociológica.
Miembro fundador del grupo "Raisons d'agtr", contribuye
LO! C
regularmente en Le Monde Díplomatique y ha sido Profesor In-
vitado en Río de Ianelro, París, Berlín, Los Ángeles y Nueva
York. Ha publicado: Introducción a la Sociolog(a Reflexiva (con
WACOUANT
Pierre Bourdíeu, Siglo XXI), Cuerpo y alma: cuadernos etnográ/ie
cos de un apr€lldiz de hoilndor (Agone, 2000) y Las cárceles de la
miseria (Manantial, 2000, traducido a trece idiomas).
PARIAS URBANOS
Marginalidad en la ciudad
a comienzos del milenio
Imagen de tapa:
Boy ",itrl Tire, 1952,
Hughle Lee-Smtth,
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r.orc WACQUANT

Parias urbanos
Marginalidad en la ciudad
a comienzos del milenio

MANANTIAL
Buenos Aires
Traducción: Horacio Pons
Artículo "Elias en el gueto": Javier Auyero

Diseño de tapa: Estudio R


Ilustración de tapa:
Boy with Tire, 1952
Iíughic Lee-Smíth
Gift uf Dr. S. B. Millon, Dr. James A. Owen,
Dr. B. F. Seahrooks and Dr. A. E. Tbomas, Jr.
© Estalc of Hugliie Lee-Srnith/Licensed by VAGA, New York, NY
Fotografía © 1988, Thc Detroit Instirute of Arts

-----_._------
Wacquant, Lote
Parias urbanos: marginufidad en la ciudad a comienzos cid milenio la ed.
A mi madre, a quien
2a reimp. Buenos Aires: Manantial, 2007. le debo mi sentido de la justicia social
204 p. : 20x14 cm.

Traducido por: Horacio Pons


ISBN 978-987-500-0582

l . Desigualdad Social. 2. Marginación. 1. Pons, Horacio, trad. II. Título


CDD 305.56

Hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en la Argentina
© 2001, de la edición en castellano, Ediciones Manantial SRL
Avda. de Mayo 1365,6' piso, (1085) Buenos Aires, Argentina
Telefax: 54 11 4383-7350/4383-6059
E-mail: info Ocmanantial.com.ar
\V VVW .cmanantial.com. al'

ISBN 978-987-500-058-2

Derechos reservados
Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la
°
transmisión la trausfonnación de este libro, en cualquier forma o por cualquier
medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros
métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Suinfracción está penada par
las leyes 1 L 723 Y 25.446.
Índice

Introducción. Claves para pensar la marginación,


Javier Auyero . . . . 9

l. La nueva liuea de color urbana. Estado


del gueto en la Nortcamérica posfordista .. 33

2. Elias en el gueto negro . lOS

3. Parias urbanos. Estigma y división en el gneto


norteamericano y la periferia urbana francesa. 121

4. Marginalidad urbana en el próximo milenio. 165

5. "Enemigos convenientes": extranjeros e inmigrantes


en las cárceles de Europa . 189
Introducción
Claves para pensar la marginación

JAViER AUYERO'

* Departamento de Sociología, State University of New York/Stony


Brook: Centro de Estudios en Cultura y Política, Fundación del Sur, Argen-
tina.
Retratos etnográficos de violencias urbanas

No se puede jugar con la ley de la conservación de


la violencia: toda la violencia se paga y, por ejemplo, la
violencia estructural ejercida por los mercados finan-
cieros, en la forma de despidos, pérdida de seguridad,
etc., se ve equiparada, más tarde o rnás temprano, en
forma de suicidios, crimen y delincuencia, adicción a
las drogas, alcoholismo, un sinnúmero de pequeños y
grandes actos de violencia cotidiana.
PIERRE BOURDlEU

Durante buena parte de la década del ochenta y del noventa,


la imaginación crítica y la literatura sociológica adoptaron, tan-
to en Estados Unidos (Wolfe, 1987; Castells y Mol1enkopf,
1991) como en la Argentina (S arlo, 1996; O'Donnel1, 1997), la
metáfora de la ciudad dual para describir los efectos qne la po-
larización económica ha tenido y tiene en la geografía y ecolo-
gía urbanas. A pesar de sus muchas limitaciones empíricas y
conceptuales, la imagen de una cindad dual y fracturada (o, co-
mo sugiere O'Donnel1, un "país dual") tiene la virtud de dirigir
nuestra atención hacía las nuevas desigualdades que, provoca-
12 PARIAS URBANOS INTRODUCCIÓN 13

das en parte por la eliminación de miles de puestos de trabajo y les. En la escenografía urbana se multiplican, para citar a Sas-
por la retirada del Estado en función de welfare, no sólo carac- kia Sassen (1991, pág. 9), "restaurantes caros, casas de lujo,
terizan a las ciudades postinclustriales como Nueva York o Chi- hoteles de lujo, tiendas gourmet, boutiques, lavadoras a seco
cago sino también a las ciudades del antes llamado "Tercer francesas," a lo que podriamos agregar los opulentos shoppings
Mundo," como Buenos Aires. y los suntuarios desarrollos de Puerto Madero. En esos shop-
Durante las dos últimas décadas del pasado milenio, Buenos pings, los consumidores porteños tienen acceso ilimitado a pro-
Aires -de manera análoga a ciudades del norte avanzado- ha ductos "globales," desde carteras Pierre Cardin a zapatillas Ni-
sido testigo del simultáneo florecimiento de la opnlencia y la ke, presumiblemente fabricados en el norte (Made in Paris o
indigencia, la abundancia y la miseria. En la Argentina, así co- Made in USA).
mo en el resto de Latinoamérica, a estos crecientes extremos de Desde el shopping Alto Palermo, lleva una hora y media y
pobreza y riqueza se Suman la multiplicación de las desigualda- dos colectivos repletos para llegar a Villa Paraíso, localizada a
des entre las cada vez más extensas metrópolis, las pequeñas orillas del Riachuelo, en el Gran Buenos Aires.' Paraíso (como
ciudades y los pueblos rurales. la llaman sus habitantes, evitando el prefijo estigmatizante de
En Furias urbanos, Lote \Vacquant examina las causas de "villa") es una de las villas más viejas y más pobladas de la zo-
esta creciente desigualdad y marginación, y las formas que éstas na metropolitana. Más de la mitad de sus habitantes tienen "ne-
adquieren no sólo en el espacio urbano sino también en las ex- cesidades básicas instatisfechas" (son lo que los estudiosos ele la
periencias de los relegados, centrando su atención en las socie- pobreza llaman "pobres estructurales"), y aproximadamente el
dades del capitalismo avanzado, fundamentalmente en Estados 75 por ciento tiene ingresos por debajo de la línea oficial de po-
Unidos y Francia. El libro no sólo es una mirada original a estos breza. El desempleo es su caracteristica definitoria más impor-
procesos sino que también nos provee de un conjunto de claves tante. En la actualidad, el 62 por ciento de la población de entre
analíticas para pensar las causas, el funcionamiento Ji las conse- dieciocho y sesenta años está desempleada o subempleada. El
cuencias de la desigualdad y la marginación social en nuestra desempleo permanente es generalizado: más de la mitad de los
sociedad. En la primera parte de esta introducción presentaré un desempleados no han tenido trabajo durante doce meses cense-
conjunto de retratos etnográficos que condensan parte de la pro- cutivos.? Algunos de esos desempleados recurren a empleos
blemática que este libro nos ayuda a repensar. La scgunda parte temporarios y/o varias actividades del "sector informal" como
expone algunas de las claves analíticas que Parias urbanos nos fuente del siempre escaso ingreso. Otros, dependen de su traba-
permite construir para reflexionar sobre las villas miseria y otros jo en talleres familiares, talleres que, junto a las llamadas "in"
enclaves de pobreza que continúan expandiéndose y deteriorán-
dose en la Argentina.
1. Los nombres de lugares y personas han sido modificados para
2 preservar el anonimato de los entrevistados.
2. Los datos de desempleo y pobreza provienen del procesamien-
La lujosa riqueza de una burguesía presuntamente COSl!10PO- to especial facilitado por el INDEC y de una encuesta de 300 casos
lita le da a Buenos Aires la apariencia de otras ciudades globa- que realicé en los meses de octubre y noviembre de 1996.
INTRODUCCiÓN 15
14 PARIAS URBANOS

dustrias de enclave", han florecido y se han dispersado por todo Gracias a sus contactos con "punteros" del Partido Justicia-
el mundo subdesarrollado (Sassen, 1998). Rosa y sus dos her- lista, Lucía y Nelly fueron invitadas a formar parte dc un mi-
manos trabajan en uno de esos talleres fabricando carteras Pierre cro-emprendimiento productivo del Plan País, programa finan-
Cardin. Trabajan para una fábrica que los provee de materiales, ciado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Con la
de los moldes y de las etiquetas que dicen "Made in Paris." intención originaria de "fortalecer la organización comunita-
"Pierre Cardin hecho en Paraíso", me euentan con cierto humor ria", este plan distribuyó pequeños subsidios monetarios a los
cuando les pregunto si en realidad colocan esas etiquetas en las efectos de asistir a grupos locales en el desarrollo de cierta 1í-
carteras. "¿Ves, acá? 'Made in Paris. La gente las compra y nea de producción. Lucía y Nelly comenzaron a producir ITIU-
cree que vienen de París." En el shopping Alto Palcnno, esas ñecos para ser vendidos en Paraíso. Luego de un breve período
carteras valían, cuando entrevisté a Rosa y a sus hermanos, alre- de inicial entusiasmo, se dieron cuenta de que su modo de pro-
dedor de 150 dólares. Ellos, a quienes ocasionalmente se les su- ducción artesanal no iba a poder competir contra los mucho
ma su madre durante la jornada laboral de catorce horas, reciben más baratos muñecos importados. Recordando los efectos de la
aproximadamente diez dólares por cada cartera, dependiendo "apertura modernizadora" de la economía argentina, v de los
del tamaño y del tiempo requerido para armarla. Hace dos años, bien intencionados-pero, en última instancia, flllstra:los-- es-
solían obtener 700 dólares cada dos semanas; por razones que fuerzos de la (disminuida y crecienterncnte torpe) "mano iz-
ellos no pueden explicar pero que tienen que ver con la crecien- quierda del Estado",3 Lucia me comentó resignada: "Las cosas
te cantidad de productores "en negro" dispuestos a trabajar por importadas nos jodieron". Hoy, Lucía depende de los favores
salarios ínfimos, ahora logran acumular 800 dólares al mes. Es- discrecionales de una dirigente política local, quien consiguió
tos ingresos ubican a su familia de ocho miembros por debajo un puesto público en la municipalidad local para su marido v
ele la línea de pobreza y del valor oficial de la canasta familiar. que, ocasionalmente, la provee dc comida y medicamentos. ~
No reciben seguro médico ni tienen obra social de su emplea-
dor, a quien constantemente solicitan más trabajo o más pago
por pieza, y con quien frecuentemente están en serias disputas 3. La "mano izquierda del Estado" es una expresión utilizada por
el sociólogo francés Pierre Bourdieu para referirse al grupo de agcn-
por pagos fuera ele término. La última vez que conversé con
tes estatales de los "así llamados ministerios del g<lsto que son la hue-
ellos, acababan de recibir de su empleador un billete de cien dó-
lla, dentro del Estado, de las luchas sociales del pasado. Se oponen a
lares falso. En la situación extremadamente precaria en la que se
la mano derecha del Estado, a los tecnócratas del Ministerio ele Eco-
encuentran, 10 más que pueden hacer es estar alerta a este tipo nomía, los bancos privados}' públicos y los gabinetes ministeriales"
de "avivarlas." "Hay quc estar despierto, todo el mundo te quie- (Bourdieu 1998, pág. 3). En otras palabras, la mano izquierda es la
re joder", dijeron cuando nos despedíamos. encargada de amortiguar los "costos sociales" de los programas eco-
Aun en su extrema vulnerabilidad, Rosa y sus hermanos nómicos. Así como en Francia, en nuestro país Jos programas socia-
pueden considerarse personas con suerte. Otros talleres que de- les de la mano izquierda no J1egan a compensar las Ilagrantes desi-
penden de la demanda de la población villera han desaparecido gualdades generadas por la lógica del mercado. Para un análisis de
tan rápido como surgieron, muchos de ellos con la asistencia fi- los programas específicos de esta mano social, ver Lumi y otros
(1992).
nanciera del Estado.
16 PARIAS URBANOS INTRODUCCIÓN 17

"Jodidos" como están por la dinámica de la reestructuración estamos desamparados," cuenta Ilugo, antiguo habitante de Pa-
capitalista y conscientes de la falta de perspectivas ciertas, los raíso.
habitantes de I'araíso, como Lucía o Rosa (o los miles que ha- Tanto en Las Ranas como en Paraíso, la violencia y el aisla-
hitan en las villas de la zona metropolitana de Buenos Aires), miento vienen de la mano: "El hombre vende leche, Coca Cola
eslán aún nuis preocupados (o, mejor dicho, abrumados) por la y pan pero no entra más en esta zona, porque lo pueden robar
generalización de la violencia en su barrio. [...] Me robaron la bicicleta, los que vienen a comprar droga
::¿Ves esos muchachos ahí'!", preguntó Eloísa, una antigua me la robaron", me comenta Ilugo. Y otro residente de La Ca-
habitante de Villa Paraíso, "siempre están robando autos". Esta- va, en San Isidro, cuenta: "Ni los remisos ni las ambulancias
ban estacionando un nuevo auto en el frente de la sociedad de quieren meterse. Y si se meten tardan un moutón"." Un habi-
tomento del barrio. Elo isa los mira y luego dice, "no sé, acá, tante ele Las Rallas ilustra esta sensación de absoluto abandono:
cada día que pasa, estamos más aislados [...] los taxistas no "iQué se va a acordar Dios ele nosotros!".
quieren currar en la villa, dicen que no quieren que los roben". La "invasión de las drogas" es, junto COII la falta de empleo,
N ilda, de la villa Las Ranas en el Partido de San Martín, tam- la preocupación dominante en las villas de la Capital Federal y
bién expresa su preocupación al relatar la manera en que dos del Gran Buenos Aires. La diseminación de drogas y alcohol
adolescentes intentaron robarla: "Eran dos mocosos de catorce alimentan un ciclo de desconfianza y violencia interpersonal;
oOos, con navajas. Por suerte pasó un primo mio en bicicleta y cielo que, sin orígenes ni propósitos claros, perinea toda la at-
los sacó corriendo. Al otro día le dije a la madre de uno, porque niósfcra de la vida villera e impacta en las rutinas básicas como
la conozco: esto no puede ser, ya ni nos respetamos entre noso- tomar el colectivo para ir a trabajar. La descripción de Juan en-
tros" . ! Durante la última década, el robo annado y los asaltos capsula este sentimiento que es a la vez terror y humillación:
v iolcntos sc han convertido en parle de la vida cotidiana en las "Yo mc voy al trabajo muy temprano, a eso de las tres de la
villas. l loy, en democracia, los habitantes de las villas no tienen mañana. A esa hora es medio peligroso acá. Ya cambié la para-
miedo de los militares· como solían tener durante la última da tres veces porque los chicos de la esquina [...] siempre están
dictadura cuando las villas eran objeto de constantes razzia, y con drogas [...] y me empezaron a cobrar peaje, una moneda o
sitios- sino de sus propios vecinos, sobre todo de los más jóve- un cigarrillo [...[, si no tengo, no me dejan pasar [... ]. El otro
nes. Víctimas de la marginación económica, social y cultural, día me robaron los dos pesos que tenía para el colectivo, y en-
estos jóvenes encuentran una manera de contrarrestar, aunque cima se calentaron conmigo porque eso era todo lo que tenía.
sea simbólicamente, su real vulnerabilidad y redundancia, irn- 'No te da vergüenza tan grande y con dos pesos', me dijeron".
poniendo el tono de la vida pública en la villa. "El muchacho O como dice una mujer de La Cava: "Apenas te das vuelta te
de acá al lado vende drogas. No lo podés denunciar a ninguna afanaron la garrafa o la ropa tendida. Antes no había robos den-
parte porqlle te puede robar, o peor, lastimar. Todas las noches tro de la villa. Antes no había droga". El aislamiento (tanto del
fuman marihuana o tiran tiros justo afuera de mi ventana [... ] resto de la sociedad como de sus propios vecinos) y la violen-

4. Clarin, 10 de enero de 1999. s. Clarin, 10 de enero de J 999.


18 PARIAS URBANOS lNTRODUCC1ÓN 19

cia vienen a intensificar un estigma con el que los villeros se (no en puestos de trabajo). Algunos meses antes, el mismo Mi-
han visto forzados a vivir: "Cada vez que llenás una solicitud y nistro anunciaba que 3.700 nuevos presos serian ubicados tcrn-
ponés La Cava [...] ya sabés que no te van a llamar"." Y María, porariamente en los galpones de fábricas inactivas. "No hay
de Villa Paraíso, agrega: "A mi hijo le da vergüenza decir que más lugar para los nuevos presos. Las cárceles están llenas, y
vive acá. No puede invitar a sus amigos porque no se meterían las comisarías también," dijo el Ministro al anunciar la crea-
en el pasillo". ción de "galpones penitenciarios".
Quizá sea Alejandra, de Paraíso, quien mejor sintetice el pa-
decimiento de buena parte de la vida en las villas: el de estar Estos retratos etnográficos son suficientes para demostrar
socialmente aislados, alienados de las instituciones y servicios que la violencia interpcrsonal cotidiana, la violencia represiva
que las clases medias y altas aun toman por descontados, aban- estatal intermitente, y la violencia estructural del desempleo
donados por el Estado y a disposición de adictos y dealers que dictan el ritmo de la vida diaria en Villa Paraíso, en La Cava y
los aterrorizan: "Duraute los fines de semana esto es como el en tantos otros enclaves de pobreza cn la Argentina contempo-
viejo oeste". ránea. Parias urbanos nos provee de herrarn icntas para pensar
'A pesar de que la violencia que domina la experiencia diaria las raíces, los mecanismos, y las consecuencias de estas distin-
y las rutinas de la mayoria de los habitantes de Villa Para iso y tas violencias. En los primeros cuatro artículos, Lote Wacquant
de otras villas proviene de otros habitantes (no sólo jóvenes), la describe dos realidades sociocspaciales diferentes (el gucto ne-
violencia estatal aún está presente en las razzias esporádicas y gro norteamericano y las bonlicues Francesas). examinando las
brutales dirigidas a los jóvenes. Junto con cada ola de histeria (distintas) maneras en que la desigualdad, la segregación, el de-
colectiva por la (in)seguridad pública, las villas son "invadi- sempleo y el abandono estatal se inscriben en el espacio urha-
das" por la policía. El día que cuatrocientos policías con perros no, y las (disimiles) experiencias de sus habitantes. En los últi-
y el apoyo de helicopteros "entraron" en La Cava en busca de mos dos trabajoso productos de investigaciones en curso, el
dos sospechosos de asesinato (dos jóvenes de catorce años que autor alerta frente a una reacción común que están adoptando
luego fueron declarados inocentes), el Ministro de Justicia de la los Estados en ambos lados del Atlántico y que también parece
provincia de Buenos Aires, León Arslanián, sostuvo: "Se ter- dominar la discusión en nuestro país: la crim inalizac ión de la
minó el mito de que la policía no entra en las villas"7 Dias des- pobreza.
pués, politieos de la oposición y funcionarios del gobierno
acordaron instalar un destacamento policial en La Cava." Para
el gobierno y la oposición "progresista", el problema de la in~e­ ¿ Un Bronx global?
guridad en las villas cs la falta de iuversión en control social
Cincuenta años después del surgimiento de las villas en el
paisaje urbano como un fenómeno transitorio típico de una
6. Cl arin. 10 de enero de 1999. "etapa de desarrollo" (Gilbert, 1994; Peattie y Aldretc-Haas,
7. Clarln, 20 de enero de 1999. 1981), se han convertido en una parte permanente de la geogra,·
8. Clarin, 20 de enero de 1999. fía de la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Durante es-
20 PARIAS URBANOS INTlrODUCC¡ÓN 21

tos cincuenta años, las villas capturaron la imaginación de ci- Desafortunadamente, es escasa la investigación empírica
ncastas como Lucas Dcmare (1957), novelistas como Bernardo que se concentra en la suerte que han corrido las villas en la dé-
Vcrbitskv (1957) ~a quienes algunos le acreditan la invención cada del ajuste, y cspccíficamcutc en el impacto que la retirada
del nombre, villa miseria, e intelectuales como J-lugo Raticr combinada del Estado y del mercado han tenido en estos ere
(1971). Las villas también han sido sitios de intensa m ilitancia cientemente poblados enclaves!" yen la vida de sus habitantes.
política, social y religiosa. Si bien los estudios sobre pobreza se multiplican, la atención
Difícilmculc uno pueda dar con una configuración urbana ha sido puesta en el drama de los "nuevos pobres," siendo la
'I!!C haya sido (y aún sea) la depositaria de tantas (la mayoría abundancia de estudios estadísticos solo equiparada por la casi
de las leces malas) representaciones, de tantas esperanzas en el total ausencia de estudios etnográficos prolongados sobre los
pasado y tantos miedos eu el presente. La villas fueron retrata- "pobres estructurales." La mirada que construye Parias urbo-
[h, corno el ejemplo acabado del fracaso del populismo pero- nos constituye una invitación al trabajo etnográfico en "el olro
!lista durante los años cincuenta, como suerte de laboratorios lado" de las metrópolis; etuografias que registren respetuosa-
para los slleílos modcrn izadorcs de los años sesenta, corno cu- mente las voces de la villa y se preocupen por representarlas
uns de la revolución en los setenta, como obstáculos para el --parcialmente, en sus propios térm inos- lo más adecuadamen-
prngreso y como gcrminauorcs de subversión durante la última te posible. Respetuosas etnografias que nos ayudarán a contes-
dict.idura. corno lugares de inmoralidad, crimen y ausencia de tar el sinnúmero de estereotipos racistas y estigmas clasistas
ley CII la Algcnlilw contemporánea. En la actualidad, la discu- que dominan las representaciones -vsean estas oficiales o "pro-
sión pública sobre la inseguridad rccurrcutemcntc menciona a gresistas"- de la villa.
la villa" y "los villeros" (un mote que se aplica a toda la geute Empleadas con cautela, las herramientas y la perspectiva
que vive eH zonas pobres, sean éstas villas o [lo) como una explicitadas en los distintos ensayos de este libro pueden rcsul-
amcuaza. En la i\rgcntina Jragurcntada y polarizada, las villas tamos de una extrema utilidad por otras dos razones fundamen-
SOII /011"5 que lwy quc eludir, "zonas de crimen" a ser temidas tales. La primera, porque ubican al Estado como elemento cen-
y el itadas. Los informes de los medios de comunicación perió-
.licruncnrc se refieren al miedo que estos "aguantaderas de cri-
miualcs' generan en la gente que no vive allí. En un clima en el año 1991 Y el año 1996, ha habido un aumento del 68 por cienlo en la
cual la SCglll idad urbana se ha convertido en el lema principal cantidad de hechos dclictuosos con intervención policial. En esos
de la preusa y una de las preocupaciones más irnportautcs de la mismos años, la tasa de delincuencia cada [O.OOU habitantes aumentó
población dada la explosión en las lasas de criminalidad, la vi- de 77 a 11!.
10. De acuerdo con el boletín publicado por la Defensoría dcl
lla aparece como el origen desconocido e impenetrable de la
Pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Ciudad Abierta. la población
actividad criminal.? villera de la Capital Federal creció 300% entre 1983 y t991 (de
12.500 a 50.900 habitantes). Desde el año 1991 creció un 65% y en la
actualidad son casi 90.000 personas sólo en la ciudad, Clarin, 1 de
9. Ver las encuestas del Centro para la Nueva Mayoría. De acuer- enero de 1999. En la provincia, los últimos dalos registran más de
do con la Secretaría de Seguridad de la Jefatura de Policía, entre el 300.000 villeros (Stillwaggon, 1998).
22 PARIAS URBANOS
INTRODUCCiÓN 23

tral en la cadena causal que explica la perpetuación y la aundi- autoritarios y democráticos. I1 En este sentido. llevar a Wac-
zación de la privación material y de la marginación económica quant a la villa sugiere entenderla como una relación entre la
y cultural. La segunda porque nos exhorta a tomar seriamente economía, el descuido estatal y la acción de los actores políti-
el espacio como elemento eentral en los procesos de destitu- cos dentro y fuera de la villa.
ción social. Esto es, nos convoca a mirar cuidadosamente la
concentración geográfica de la pobreza, la acumulación de dis- En segundo lugar, debemos tener en cuenta una diferencia
tintos tipos de privación en otros "territorios de relegación". Es mny importante entre las distintas realidades socioespaciales
cierto, la villa, la brmlicnc francesa, y el "gueto negro" nortea- del sur y del norte. A diferencia del gueto, y aun cuando los
mericano son espacios analíticamente distintos. Sin embargo, "villeros" sigan tomando agua contaminada, se sigan inundan-
trasladar la mirada de Wacquant y adaptar sus herramientas do, sigan hacinados y estigmatizados, muchas de las villas han
conceptuales a la villa nos puede ayudar a comprender mejor sido testigos de mejoras significativas en sn infraestructura ur-
los cambios qnc se han producido en éste yen otros enclaves bana (pavimento, iluminación, desagüe). Estos servicios de
de pobreza en las últimas dos décadas, .-V los "altamente maliu- consumo colectivo, productos de la intensa acción colectiva de
. . b
nos ctrcuitos de maruinnción social" (Miugione 19961'~0 los villeros, marcan una diferencia significativa no sólo con los
~ b .. . . , "o,...,. 9)

en los que sus habitantes se encuentran atrapados. ,. enclaves de destitución del norte, sino también con las villas de
En lo que resta de esta introducción, me voy a concentrar en los años cincuenta. Sin embargo, pensar C017 Wacquant y desde
cuatro dimeusiones en las que la perspectiva relacional de Wac- el gueto, esto es, pensar relacionalmente, puede hacernos ver
quant nos ayuda a diagnosticar el surgimiento de esta llueva que muchas de estas "mejoras" se parecen demasiado para
marginación en estos viejos territorios; y a trascender ciertas li- usar una imagen conocida- al embellecimiento de los caruaic-
mitaciones en los abordajes al tema de la marginación y la de- tes del Titanio antes de su único viaje. Hacen la vida en la villa
sigualdad. más llevadera; sin embargo, así como el empleo se desconectó
En primer lugnr, llevar la perspectiva relacional dc Wac- del crecimiento económico (Monza, 1996; Lozano y Feletti,
quant a la villa nos hará ver que la historia de esta confiaura- 1996; Rofman, 1996), los vínculos funcionales que solian unir
ción socioespacial es el producto de una particular intcra~ción a la población de estos enclaves con el resto de la sociedad via
entre fuerzas macroestructuralcs, políticas estatales, y el com- su participación intermitente en el mercado de trabajo yen el
promiso activo de los "villeros" -tanto en cuanto individuos sistema escolar están severamente dañados. Como lo expresa
como a través de sus organizaciones colectivJs- con esas "pre- Rolo, quien llegó a Para iso a los cinco años, "Si, claro, la villa
siones externas." IJ(l perspectiva institucional expuesta en estos está mejor ahora (...] pero, ¿sabés qué hermano", vivimos muy
ensayos arroja luz sobre un malentendido bastante común acer- mal, estamos muy mal [...]".
ca de la historia de estos enclaves de pobreza urbana. Estos no En este sentido, uno podría decir que la historia de los en-
son .el !1r?ducto d~ la acción de una sola fnerza o actor (hiperur- claves de pobreza en la Argentina tiene elementos de eontinui-
bauizacióu, políticas habitacionales. peronismo, ctc.) sino de:
a) la interrelación de actores en disputa, y b) los constantes
cambios en la estructura de oportnnidades políticas -regímencs I !. Ver Yujnovsky (1986) y Oszlak (199 t).
24 PAiUAS URBANOS INTROOUCCIl)N 25

dad y discontinuidad. Hay continuidad en el sentido que estos su población, la "despacificac ión" de la vida cotidiana, la "de-
enclaves han expcrimcntado los efectos acumulativos de las sertificación organizativa", la creciente relevancia del comercio
desventajas económicas desde su origen. Durante los alío s ilegal de drogas, sobre las que el autor nos advierte en los cua-
treinta y cuarenta, al acelerarse el proceso de industrialización tro primeros ensayos, y la guerra que la "mano represiva" del
en Buenos Aires, Villa Paraíso, corno tantas otras villas y ba- Estado tácitarncnte ha declaraclo contra los pobres, sobre la que
rrios, comenzó a recibir masivos contingentes migratorios des- abunda en los dos últimos, señalan procesos a ser explorados.
de las provincias. La vivienda era escasa y extremadamente ca- En otras palabras, Waeqnant nos inv ita a analizar los proce-
ra para estos m igrautes devenidos en proletarios. Zonas cuasi sos por los cnales las villas y otros enclaves de pobreza urbana
desiertas y no aptas para el poblamiento urbano se transforma- están dejando de ser los lugares en los que los segmentos infe-
roo en Jos lugares donde los ruigrantes construyeron sus mora- riorcs del mercado de trabajo se reproducen, lugares transito-
das. Desde entonces, la villa ha sido un área de pobreza con- rios en el (más o menos real, más o 1118n05 generalizado) proce-
centrada y crónica. "¿Qué es lo primero que le llamó la so de movilidad ascendente de las clases trabajadoras.'? De
atención de Paraíso?", le pregunté a Victoria, quien llegó a igual manera que el gueto negro norteamericano analizado en
principios de los sesenta. "Era horrible [...] era espantoso. Yo le el primer capitulo, estos enclaves están dejando de ser lugares
preguntaba a mi marido: '¿Y esto es Buenos Aires'?'. Porque para convertirse en espacios de supervivencia de aquellos rele-
cuando llllO vive en la provincia, pensús que Buenos Aires es lo gados.
mejor, pCl1SÚS que es lindo. Cuando él me trajo, yo pensé:
': Voy a vivir aea'r Pero, viste, la necesidad [...] Y me tuve que En tercer lugar, tornar seriamente la "raza, el espacio y el Es-
quedar. La calle era un basural [... ] Yo ni siquiera quería salir tado" en el estudio de la marginación urbana, corno Waequant
de mi casa, estaba muy shoqucada [... ] pisar el barro y ver toda recomienda, nos hará ver las maneras diferentes en las que el
esa mugre." discurso dominante racinliza a la población villero. Basta sino
La historia de los enclaves de pobreza contiene tambicn ele- mirar los operativos de "limpieza y moralización" llevados a ca-
memos de discontinnidad, porque estas zonas sufrieron el efcc- bo por la última dictadura militar!", y los operativos de erradica-
lo devastador del masivo crecimiento del desempleo y del su- ción de las villas qne -en nombre del "progreso de la ciudad"
bcmpleo (y del consecuente crecimiento en la vulnerabilidad de (eufemismo para el trazado de una autopista) llevó a cabo el go-
sus habitautcs) durante los ochenta y los noventa. Hay, enton- bierno municipal de la Ciudad de Buenos Aires entre los años
ces, una llueva forma de destitución social en este ya antiguo 1994 y 1996···, para ver cómo los elementos centrales del discur-
enclave; nueva forma ele relegaeióu social que--eentrada en la so racial se ponen en juego cada vez que se habla de la "pobla-
desaparición del empleo y en la desatención ele la "mano so- ción villera". Esta racialización (discursiva y práctica) de la po-
cial" del Estado- reconoce ciertas similitudes con aquella que
afeela a las sociedades avanzadas.
Los paralelos entre el gneto negro, la banlieue francesa y la 12. Ver Rubinich (1991).
villa no se detienen allí. El "encogimiento ele las redes socia- 13. Ver, por ejemplo, Oszlak (1991). Para las políticas de limpie-
les", la "desprolctarización" y la creciente "inforrnalización" de za hacia I"sfin'clas cn Brasil, ver Perlman (1976) y Gay (1994).
26 PARIAS URBANOS INTRODUCCIÓN 27

blación villera se conjuga y refuerza con su extranjerización. táforas geométricas (la caída, la rodada, la cuesta abojoí; La
AsÍ, el villero, sea boliviano, paraguayo o provinciano (pero doxa académica queda así atrapada en una suerte de aritmética
siempre, "no de aquí") termina siendo (construido como) el otro de la miseria en el sentido que la discusión siempre gira alrede-
repugnante y nocivo. Esta racialización. es importante destacar, dor de los mismos temas: cuánta gente cayó "por debajo" o tre-
no se restringe al punto de vista oficial. Las reacciones de los pó "por arriba" de la línea de pobreza, cuántos hogares tienen
vecinos de clase media frente al traslado de los "negros villeros" "necesidades básicas insatisfechas." La idea misma de "linea
-acusación que combina el estigma de clase, lugar y color- a de pobreza" contiene en sí misma varias limitaciones, inconve-
zonas cercanas a sus hogares durante los meses de enero Ji fe- nientes que una mirada relacional nos permitiría salvar. "La lí~
brero del año 1994 ("No los quercmos aqui", decian los veci- nea" nada nos dice, como sost iene l'v1 ingione (1996, pág. 5), so-
nos) nos permitirá ver CÓmO este discurso dominante se filtra en bre "la duración en el tiempo, la suficiencia de los recursos en
el entramado simbólico de la sociedad y se transforma en un términos de satisfacer necesidades básicas, la variedad de los
sentido común (las más de las veces racista). recursos [...] y su efectiva utilización, la variedad de proceden-
Esto no quiere decir que el elemento racial tenga en la villa, eras sociales y demográficas y otros aspectos que son conside-
la brtnlicuc y el gueto, la misma relevancia ni génesis. como rados necesarios a los efectos de identi ficar y entender la pO-
bien advierte Wacquant en relación con las dos últimas confi- breza." La linea de pobreza, continúa este autor, subestima "el
guraciones socioespaciales.!" La pobreza del gueto tiene, en impacto negativo de la gran inestabilidad social y del aisla-
Estados Unidos, una dimensión distintivamente racial de la qne miento". Al equiparar la pobreza con los bajos ingr(,sos la linea
carece en la villa. Sin embargo, en un pais en el que "la enes- de pobreza termina oscureciendo las características específicas
tion racial no es un tema (problema)", el análisis que propone de los procesos de marginación "y la cadena de eventos v con-
el autor nos da claves para pensar sobre las formas en que la diciones que han llevado a la exclusión social" (1996, pá~. 1).
perversa combinación de abandono y represión construye (bajo Los parias urbanos nos invita a construir una nueva mirada
regímenes autoritarios o democráticos) a la villa como un espa- sobre la desigualdad y la rclcgac.ión, evitando el "fracciona-
cio ele contaminación, como una otredad radical. En este senti- miento analítico" que el análisis social centrado en las varia-
do, mirar con Wacquant las representaciones oficiales sobre la bles estimula, combinando diversos niveles de amílisis (porque
villa nos puede ayudar a ver los elementos raciales de este dis- la sociogénesis y la psicogénesis de los fenómenos sociales
curso. son "dos caras de la misma moneda"), concentrando nuestra
atención en procesos y relaciones (en "formas y conexiones"
Por último, Parias urbanos ofrece claves para construir nue- no en "porcentajes y condiciones"). La perspectiva relacional
vas maneras de estudiar la desigualdad y la pobreza. Dado Sil que este libro articula nos ofrece herramientas conceptuales
énfasis en el surgimiento de "los nuevos pobres", los estudios para contestar semejantes metáforas geométricas alentadas. en
sobre pobreza en la Argentina aparecen dominados por las me- buena medida, por el positivismo y el individualismo metodo-
lógico.
. Pensar con Wacquant cn la pobreza argentina no implica, de
14. Al respecto, ver Bourdieu y Wacquant (1999). nmguna manera, proyectar sus hallazgos empiricos dcsde el
28 PARIAS URBANOS INTRODUCCiÓN 29

gueto negro norteamericano o de la banlieue francesa a la villa Bcccaria, L,. Y N. López: "Notas sobre el comportamiento del merca-
o a otros enclaves de pobreza urbana (sean estos asentamientos, do de trabajo urbano", en Luis Beccaria y Néstor López (comps.):
barrios obreros, etc.). Significa tomar sus advertencias episte- Sin trabajo. Las características del desempleo J' sus efectos en la
mológicus y traducir críticamente sus principios metodológicos sociedad argentina, Buenos Aires. Losada, 1996, págs. 17-46.
para ser utilizados en otros contextos socioculturales. Mirar la Bourdieu, 1'.: Acts ofResisiance. New York, Thc Ncw Press, 1998.
nl<lrginaciól1 urbana del nuevo milenio a la luz de esta perspec- Bourdieu, P. y Wacquant, L.: "La astucia de la razón imperialista", en
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tiva relacional nos invita a hacer de las políticas públicas y los
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violencia y re lcgac ión}, sintetizó muchas de las expresiones, Buenos Aires, 1995.
de Jos telllorcs, que durante casi un afio recogí en Paraíso: sen- Cetrángolo, O. y L. Golbcrt: "Desempleo en Argentina: magnitud del
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enclave., de destitución social en sociedacles avanzadas. Parias
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las csperlcncias de sus habitantes, Ji las consecuencias que so- Golbert, L.: "Viejos y nuevos prublemas de las políticas asistencia-
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1. La nueva línea de color urbana
Estado del gueto en la
Norteamérica posfordista*

Tratando ele sobrevivir, tratando de mantenerse vivo


El gueto, ya que hablamos del gueto
Aunque las calles tengan baches, las luces estén apagadas
Los amigos de la droga mueran con una pipa en su boca
Los viejos compañeros de la escuela no hagan nada bien
Todos los días es lo mismo y lo mismo todas las noches
No te dispararía, hermano, pero sí a ese imbécil
Que no se acerque a probar si estoy calmo
Todos los días me pregunto cómo voy a morir
Lo único que sé es cómo sobrevivir.
Too SHORT, The Ghetto"

* "Thc Ncw Urban Color Line. The State and Fate ofthe Ghetto in Pos-
fordist América", págs. 231-276, en Craig J. Calhoun (comp.), Social Theory
and lile Polities ofldentity: Oxtord (Reino Unido) y Cambridge (Estados
Unidos), Basil Blackwcll, 1994.
Este artículo es una versión revisada Y' aumentada de "Rcdrawing the Ur-
han Color Linc: Thc Srntc 01' the Ghetto in the 1980s", originalmente publica-
do en Craig Calhouu y Gcorge Ritzer (comps.], Socia! Probietns (Nueva
York, McGraw-Hill, 1992).
** Tryin" to survive, tryin' to stay alive / The ghetto, talkin 'bout the
ghetto / Evcn though Ihc strects are bumpy, lights burnt out I Dope friends
die with a pipe in their mouth ¡ Old schoo! buddics not doin it right ¡ Every
day ir's the same and it's the sanie evcry night /1 wouldn 'r shoot you bro' but
I'd shoot that fool! lf he played me clase and tried lo test InY cool / Every
day 1 wondcrjust how l"1I die / Thc only thing 1 know is how to survive. TIJe
ghetto, de Leroy l Iutson, D0I111a Hatliaway, Al Eaton y Fodd Shaw, copy-
right :f) 1990, Don Pow Music; administrado por Pcer lntcrnationa! Music
Corporation, todos los derechos reservados; utilizado con autorización (del
álbulll5"!wrt Dcg 's in tbe House, 1990; Zomba Rccording Corp.).
De los disturbios raciales a los disturbios silenciosos
visiones cambiantes del gueto

Veinte años después de los levantamientos que encendieron


hogueras ele frustración en los barrios bajos negros de las me-
trópolis norteamericanas, el gneto ha vuelto al primer plano de
los problemas nacionales. Con la diferencia de que esta vez,
los levantamientos raciales abiertos qLle desg,lrraron las comu-
nidades afroarnericanas de las ciudades del norte en desafiante
rebelión contra la antoridad blanca dieron paso al "disturbio
lento" (Curtis, 1985) del cielito dc negros contra negros, el re-
chazo masivo de la escuela, el tráfico de drogas y la dccadcn-
cia social intcrna.? En los noticieros de la noche, las escenas de

2. Estas líneas fueron escritas antes de los acontecimientos en el centro


sur de Los Angeles en abril de 1992, pero la caxi complcr« desaparición de
éstos del debate público apenas unas semanas después de su inicio no me iJ1~
cita a revisar esta exposición introductor¡a. En rigor de verdad, 10 !l),ís nota-
ble en este estallido de violencia urbana parcialmente basado en la r;178 es la
manera tan exhaustiva en que se lo asimiló a imágenes y discursos preexis-
tentes sobre el gueto (al extremo de desfigurarlo, dado que con ello se horró
su composición rnultiétnica, 10 mismo que su dimensión de clase) y el poco
impacto que tuvo en la discusión política y académica sobre e111c.\0 de la ra-
za, la clase y el Estado en la ciudad: corno si no hubiera sido otra cosa que un
36 PARIAS URBANUS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 37

policías blancos que desatan la violencia del Estado contra ma- dad en el lenguaje cambiante de los debates públicos sobre el
nifestantcs negros pacíficos qne demandan el mero reconoci- gueto. Cuando la "guerra a la pobreza" de Lyndon B. Johnson
miento de sus derechos constitucionales elementales han sido fue reemplazada por la "guerra a la seguridad social" de Ro-
reemplazadas por informes sobre disparos desde autos en mar- na Id Reagan (Katz, 1989), la cuestión de la conexión social
ella, personas sin techo y embarazos adolescentes. Los pastores entre raza, clase y pobreza se reformuló en términos de las mo-
negros, los politices locales y las madres preocupadas todavía tivaciones personales, las normas familiares y los valores gru-
organizan actos de agitación y manifestaciones, pero sus peti- pales de los residentes de las zonas céntricas ruinosas de las
torios y sus marchas se dirigen menos al gobierno que a los ciudades, y se adjudicó a la seguridad social el rol del villano.
narcotraficantes y las bandas que convirtieron tantos barrios de De manera correspondiente, también se redujeron las metas de
las úreas céntricas deprimidas [iIlIlCl' city] en teatros de pavor y la política gubernamental: en vez de perseguir la erradicación
muerte. 1---,(\ visión de los saqueadores "negros" y los activistas de la pobreza . el objetivo optimista que, de acuerdo con el
del poder negro tlUC reclamaban un vigoroso control de! desti- programa de la Gran Sociedad, debía alcanzarse hacia 1976
no de sus comunidades (Bosk in, 1970) y se subiau a la cresta como un homenaje al bicentenario de la nación- y la dismiuu-
de la ola del orgullo y de la autoafirmucióu raciales dio paso a ción de las disparidades raciales, el Estado se conforma hoy
la detestable imagiuería de la "intraclase" [lIlIderdussJ, un tér- con supervisar la contención de la primera en ruinosos encla-
mino que pretende señalar un nuevo segmento de los pobres de ves para minorías (yen las cárceles que se construyeron a rit-
lns minorías, presuntamente caracterizados por las deficiencias lllO asombroso en la década pasada para absorber a sus ocu-
comport.uncutales y la desviación cultural (Aulctta, 1982; pantes más disociadores) y con la "ignorancia benigna" de las
Sa"llilL 1989), una .uucnazante hidra urbana personificada por segundas. Consecuentemente, el punto central de la investiga-
cl p.uulilh-ro desafiante y agresivo y la "madre adolescente de ción social se trasladó de la línea de color urbana a los defectos
la seguridad social", disoluta aunque pasiva, dos figLllas em- individuales de los negros pobres, del gueto como mecanismo
blemáticas cuyo comporuuuicnto (auto)destructívo representa, de dominación racial y opresión económica (Clark, 1965; Lie-
SCL',Úll se dice, e11 un caso una amenaza física y' en el otro un bovv, 1967; Rainwatcr, 1970), y los impedimentos políticos y
ataque moral a la illteg,idad de los valores estadounidenses y la económicos estructurales que obstruyen la participación plena
vida nacional. ele esos negros pobres en la colectividad nacional, a las "pato-
La olcad.; de movimientos sociales que vigorizaron a la co- logías" de la así llamada iufraclase que presuntamente habita
munidad negra y contribuyeron a elevar las esperanzas colecti.. en ese gueto y a las medidas punitivas que pueden tomarse pa-
vas 11 lo Illrgo de la década de 1960 (Morris, 1984; McAdam, ra minimizar su demanda de recursos colectivos y confinarlos
1981) ÍJa amaiuado y, con ella, el compromiso del país de com- en los segmentos periféricos de un mercado laboral expansivo
batir la desigualdad racial. Esta situación se refleja con clari- de bajos salarios (véanse, por ejemplo, Ricketls y Savvhill,
1988; Mead, 1989)3

"rculity SJ¡Oll' ", si bien particularmente espeluznante y espantoso (Wacquant,


1993b) 3. ASÍ, las investigaciones sobre la "pobreza urbana" de la década pe.sada
LA NUEVA LÍNEA DE COLOR IlRB,\NA 39
38 PARIAS URBANOS
No es el mismo gueto de antes
Sin embargo, estos cambios en la rcprescntación simbólica
y el tratamiento político del gueto dificilmente puedan borrar ¿Quiere decir que, según las palabras del historiador Gilbert
el hecho de que se hizo realidad la orn mosa adv,ertencla de la Osofsky (1971, pág. 189), hay una "intcrm inable y trágica se-
Comisión Asesora Nacional sobre Desórdenes Civiles de 1968 mejanza en la vida de los negros en las metrópolis", la del
(Kerner Commission, 1989, págs, 396, 389): "El país [se ha "gueto persistente", que se perpetúa a lo largo del tiempo sin
movido] hacia [la creación de] dos sociedades, separadas y de- ser afectado por tendencias sociales y fuerzas políticas tan tras-
siguales", como consecuencia de "la acelerada segregaclOn de cendentales como el inicio de una economía posindustrial, la
los negros desaventajados Y con bajos u~gresos en l~s guetos promulgación de derechos civiles generales y las leyes de la ac-
de las mayores ciudades nOlieamencanas ' SI bien la clase me- ción afirmativa y la reorganización del cspacio urbano bajo las
dia negra experimentó un progreso y nna expanslOn reales, presiones paralelas de la dcsconccntración suburbana y la jerar-
aunque tenues, en gran medida gracias a los eSnlel7.0S guberna- quización edilicia del centro de las ciudades? Todo lo contrario,
mentales y (secundariamente) a la mayor presion legal sobre la En efecto, por debajo de la persistencia de la subordinación
patronal de las corporaciones (Collins, 1983; Landry, 1987; económica y el encierro racial, el gueto de la década del ochen-
l 1989)
Son e t Q". .. .'
la pobreza negra urbana es hoy mas intensa, ta es muy diferente del gueto de la década del cincuenta, El
tenaz y ¿oncentrada que en la década del sesenta (Wi lsor~, gueto comunitario de la inmediata posguerra, compacto, mar-
1987). y la distancia económica, social y cultural entre las mi- cadamente delim itado y con todo un complemento de clases
norías de los centros ruinosos de las ciudades y el resto de la negras enlazadas por una conciencia colectiva unitaria, una di-
sociedad alcanzó niveles que no tienen precedentes en la histo- visión social del trabajo casi completa y organismos comunales
ria moderna norteamericana Y son desconocidos en otras socie- de movilización y representación de amplia base, Ira sido reem-
dades avanzadas, plazado por lo que podemos llamar hipergueto de las décadas
del ochenta y del noventa (Wacquant, 1989,1991), cuya confi-
guración espacial, composición institucional y demográfica,
posición estructural y función en la sociedad urbana son abso-
se concentraron en cuestiones de familia, segurid<ld social Y'. dcsv~(jción (C~ lutamente novedosas. Por otra parte, la separación del gueto del
los ámbitos de la sexualidad y el delito en particular), (JI precio de ¡gnora~,:1 resto de la sociedad estadounidense sólo es aparente: es una se-
no oscurecer, tanto la profundización de las disp<1rldades de clase y la dl~_~­
sión racial de la sociedad norteameric:ma corno los cambios del P?der ~O,llt1­ paración de "mundos vividos", no de "sistemas", para usar una
co que posibilitaron que una serie de políticas públicas (en edu~aclóo, VJV1~n­ distinción conceptual elaborada por Habcrmas (1984), Esa dis-
da. salud, desarrollo urbano, justicia, etc.) cercenaran oportunl?(}d.e~ de vida tinción se refiere a las experiencias y relaciones concretas de
en-las áreas céntricas ruinosas. Los problemas de la estructura familiar. la ra- sus ocupantes, no a los lazos subyacentes que los anclan con
za y la pobreza llegaron virtualmente a confundirs: (7.inn, ~989). como SI
firmeza al conjunto metropolitano, si bien en la modalidad de
existiera entre ellos alguna relación causal necesarta. Del mismo modo, se
mezclaron por completo las cuestiones de la decadencia urbana y la r<\7í:l: a tal la exclusión, En efecto, como argumentaré en cste articulo, hay
punto que el término "urbano" se convirtió ~n un eufe.misDlo para r~fenrse a nexos causales y funcionales profundamente arraigados entre la
los negros pobres y otras categorías etnorraciales dominadas (Franklin, 1991, transformación del gueto y los cambios en la estructura de la
capitulo 4).
40 PARIAS URBANOS
LA NUEVA LÍNEA DE COLO\( URBANA 41
economía. la sociedad y el gobierno norteamericanos de las tres
últimas décadas. sistema de fuerzas -económicas, raciales y politicas .. que expli-
can la configuración particular de casta y clase que el gueto
El análisis de los factores económicos y políticos que se
materializa. Por consiguiente, el punto principal de este análisis
combinaron para transformarlos ell verc1aderos "'B antustanes ",
será el de los factores externos que reconfiguraron el territorio
domésticos revela que los guetos no son entidades sociales autó-
social y simbólico dentro del cual los residentes del gueto se
nomas que contengan en si mismas el principio de su reproduc-
(rcjdefinen y hacen lo propio con la colectividad que forman, y
ción y cambio. También demuestra que el riesgoso Estado de los
la discusión sólo abordará indirectamente la producción interna
"cinturones negros" nortcumcricanos históricos no es el mero
de su orden y conciencia sociales específicos. Este énfasis no
resultado mecánico de la dcsindustrialización, los movimientos
se origina en la creencia de que la determinación estructural
demográficos o un "desajuste" espacial o de aptitudes enraizado
constituye el al]: y el omega de la formación de la identidad;
en procesos ccológicos~y
menos aún el producto del ascenso de
lejos de ello. Se apoya, en dos premisas, Una teórica y la otra
una "llueva" intracfuse, in stctu nascendi O ya "cristalizada" co-
empírica.
elemento "permanente' del paisaje urbano estadounidense
1110
La primera es que la dilucidación de las condiciones objeti-
(Locweustciu, 1985; Cllicago Tribune, I'J8G; Nathan, 1987), ya
vas en quc la identidad llega a construirse, afirmarse y discutir-
se defina por su comportamiento, ingreso, cultura o aislamiento.
se en las zonas céntricas deprimidas, constituye un prcrrequisi-
Se trata, más bien, del producto de una transfonnación de la ar-
to sociológico para el análisis del Lcbenswelt experiencia! del
ticulac ióu politica de la raza, la clase y el espacio urbano tanto
en cI discnrso como en la realidad objetiva. gueto y su~ Iouuas incorporadas de práctica Y' significación. En
El gueto todavía 1105 acompaña, pero es un "tipo" diferente este espacio objetivo de posiciones y recursos materiales y sim-
de gueto: su composic ióu interna ha cambiado junto COIl su me- bólicos. tienen sus raíces las estrategias desplegadas por los re-
diocambicnte y los procesos institucionales que simultáneamen- sidentes del gueto para imaginarse quiénes son y quiénes pue-
den ser. Si bien no tengo dudas de que un análisis semejante
te lo encadenan al resto de la sociedad norteamericana y asegll-
quedará inconcluso mientras falte el complemento de una
ran su ubicación dependiente y marginal dentro de ella. Para
"perspectiva nativa" (a la manera de Aldon Morris) qnc arrojc
entender estas diferencias, qué es y qué significa el gueto tanto
luz sobre las complejidades de la fonnacion de la identidad
para los de adentro como para los de afuera, hay que barrer con
"desde abajo" (o, para ser más preciso, desde adentro), también
el discurso dc la "in lraclase" que llenó el escenario del debate
creo que I~ celebración populista de "los valores de la ncgri-
renaciente sobre la raza y la pobreza en la ciudad (Faiustciu.
tud" y de la riqueza de "la cultura negra de oposición" (Hooks.
199J) y reconstruir, en cambio, las relaciones conexas entre la
1992, pág. 17) no propone ni un sustituto ni un punto de parti-
trausfcnuucióu de la vida cotidiana y las relaciones sociales
da adecuado para una evaluación rigurosa del estado y el desti-
dentro del núcleo urbano, por un lado, y la reestructuración del
no del gueto en el final de la era fordista.
La segunda premisa de esta investigación es que, nos guste
o no, la realidad del gueto como un lugar físico, social y simbó-
l' Se trata de territorios creados por Sudatrica en 1959, que funcionaban
COlJ\O reservaciones de la población negra sometida al apartbeid In. del ej.
lico en la sociedad norteamericana se decide en gran medida
-se impone, en rigor- desde afuera, dado que sus residentes es-
42 PARIAS URI3ANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 41

tán cada vez más desposeídos de los medios de producir sus duos pobres sino unajórl71a institucional, es decir, una concate-
propias identidades colectivas e individuales. En este aspecto, n~ción particular y basada en el espacio de mecanismos de 1'11,
es instructivo un breve contraste de la procedencia, los nsos y Cierro y control etnorraciales. Expresado sintéticamente en
la carga semántica opuestos de los vocabularios de "alma" e cuanto tipo ideal el gueto puede caracterizarse corno una for-
"infraclase". La noción de alma, que despertó mucha atracción mación socioespacial restringida, racial y/o culturahnente uni
durante la agitación racial de la década de 1960, era nna "con- forme, fundada en la relegación forzada de una población ueaa-
cepción folclórica del 'carácter nacional' de los negros de la tivamente tipificada -como los judíos en la Europa medieval v
clase baja urbana" (IIannerz, 1968, pág. 54). Producida desde Jos afroamericanos en la Norteaméricn moderlla·~ en un territo-
adentro para consumo en el grupo, sirvió como simbo!o de so- río reservado en el cual esa población desarrolla un conjunto de
lidaridad y enseña de orgullo personal y grupal. En contraste, el instttucione; específicas que actúan como sustituto fun-cional \
"status de infraclase" se establece por completo desde afuera (y escudo protector de las instituciones dominantes de la sociedad
desde arriba) y los especialistas en producción simbólica -pe- general (Wacquant, 1991). El hecho dc que la mayoría de los
riodistas, políticos, académicos y expertos gubernamentales-lo guetos hayan sido históricamente lugares de !1l iseria materia!
asignan a la fuerza a sus "miembros" putativos, con finalidades difundida ~ a veces aguda 110 significa que un gueto tcngn que
de control y diseiplinamiento (en el sentido que Foucault atri- ser necesarramente pobre -sin duda, el "Bronzevillc' de la dé-
buye al término) y sin la menor preocupación por la idea que cada de 1940 era más próspero que la mayor parte de las comu
tienen de sí mismos quienes son arbitrariamente amontonados nidades negras del sur-- y tampoco que tenga que estar uni for-
en esta ficción analítica. En tanto qne el concepto popular de memento privado de recursos,'! Esto implica que el "ueto no es
. • b

alma, como parte de un "diálogo interno del gueto" en pro de un conjunto SOCIal monolítico. Pese a su ruina extrema, muchos
una recvaluación autóctona de la identidad negra (Keil, 1966), bar~·ios de las ár.eas céntricas todavía contienen una pizca de
tuvo una valoración positiva, el lenguaje de la infraclasc es una variedad ocupacional, cultural y familiar. El gueto tampoco es
etiqueta despectiva, una identidad que nadie reivindica excepto completamente infecundo: en medio de su desolación persisten
para adjudicarla a Otro. El hecho de que aun intelectuales ne-
gros "insurgentes" como Carnel West adopten el lenguaje de la
infraclase revela hasta qué punto el gueto se ha convertido en :8S
4. A la invc:"sa,. no t(~d8S áreas ele ingresos bajos son guetos, por extre-
ma que sea su indigencia: piénsese en las declinantes ciudades iJldu:;¡riilk'~
un objeto extraño en el paisaje de la sociedad norteamericana. bla~lca.s del medio oeste en proceso de dcsindustrialización como Pontl;':~
(M~chlgan). los u:ncbdos rurales del delta del l'vlississippi, las rcscrvacionc-
Tres advertencias preliminares nallv¡:¡~ norteamericanas o grandes sectores de Estados Unidos en la década
del tremta. Llamar gueto a cualquier zona que muestre una elevada tnsu [1
concentración de pobreza no sólo es arbitrario (¿cuál es el punto de cor:
Corresponde hacer tres advertencias antes ele elaborar un re-
a?ccuado,. y :~ra qué unidad de medida"]: también sustrae 81 término S\I sig-
trato de las condiciones sociales y la vida en la zonas céntricas lllr: cacl o ~ISÜ~)~1CO y' jo vacía de sus contenidos sociológicos, Con 10 que coarta
ruinosas contemporáneas, con el de Chicago corno caso ilnstra- la mvesttgacion sobre los mecanismos y criterios precisos mediante los cua-
tivo. Primero, hay que destacar que el gueto no es simplemente les actúa la exclusión (las discusiones con Martin Sanchc7.-Jankowski me
ayudaron a aclarar este aspecto).
una entidad topográfica o una agregación de familias e indivi-
44 PARLAS URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 45

isloles dispersos de (relativa) estabilidad económica y social raza distinta de hombres y mujeres necesitados de una denomi-
que ofrecen plataformas de lanzamiento frágiles pero cruciale~ nación especial; son personas comunes y corrientes que tratan
para las estrategias de enfrentamiento y escape de sus residen- de ganarse la vida y mejorar su suerte lo mejor que pueden en
les, y nuevas formas de sociabilidad se desarrollan continua- las circunstancias desusadaniente oprimentes y deprimidas que
mente en las grietas de un sistema que se desmorona, se les han impuesto. Aunque desde el punto de vista de un ob-
Segundo, es preciso resistirse a la tendencia a considerar el servador exterior de posición segura sus códigos culturales y
gueto como un espacio ajeno, a ver sólo lo que es diferente en patrones de conducta puedan parecer peculiares, quijotescos e
él: CI1 síntesis, a exotizarlo, cómo acostumbraron hacerlo los incluso "aberrantes" (una palabra tantas veces reiterada al ha-
partidarios del m ito académico de la "inlraclase" en sus espe- blar del gueto que unida a él se ha convertido virtualmente en
lu¡nantes cuentos sobre el comportamiento "antisocial" que ar- un oxímoron), un examen más detenido demuestra que obede-
m(~nizan tau bien con los informes periodísticos (de los cuales, cen a una racionalidad social que hace un balance de experien-
a fin de cuentas, se extraen a menudo) y con los prejuicios cla- cias pasadas y está bien ajustada a su contexto y sus posibilida-
sistns y rncinles corrientes contra los negros pobres. rigor de En des sociocconómicas inmediatas (Wacquant, l 992a).
verdad, una superficial sociología de la sociología mostraría La tercera advertencia subraya, con Ira la premisa central de
que la mayor parte de las dcscripciones de la "inti~~clase" reve- la investigación norteamericana sobre la pobreza, que el gueto
l.in mús sobre la relució" del anal isla con el objeto y sus pre- no padece una "desorganización social", otro concepto morali-
cOllceplos, temores y rantasías raciales}' clasistas que sobre su zador que hoy por hoy seria mejor desterrar de las ciencias so-
objeto putati vo; y que las representaciones de las "áreas de in- ciales. I'vlús bien, está organizado de difen-ntc manero, en res-
haclase" llevan la marca distintiva de la mirada ostensiblemen- puesta a la implacable presión de la necesidad soeial, la
te "neutra!" (es decir, dominante) que, desde lejos, lanzan algu- hostilidad racial y la estigmatización política. El gueto engloba
nos analistas que, con demasiada frecuencia, rara vez pusíeron un tipo particular de orden social, basado en la marcación y
el pie en alguna de ell.is." Los moradores del gueto no son una dualización racial del espacio, "organizado en torno de una
competencia y un conflicto intensos por los recursos escasos"
que impregnan un medio ambiente repleto de "depredadores
), P;tr:1 producir esta extraña formación discursiva, compuesta en gran sociales" (Sanchcz-Jankowski, 1991, págs. 22,183-192), Y po-
parte por moralizacioncs e iuvocacioncs políticas empíricamente sazonadas. líticamente constituido como inferior. Por últiuio, y de manera
cuya función primordial (;5 aislar y proteger él la sociedad "dominante" de l~
conexa, hay que tener presente que los moradores del gueto no
amenaza y la mancha de Jos negros pobres desplazándolos simbólicamente de
el::L t;ll 'TI fue necesario, eu primer lugar, que los mismos proponentes de la forman parte de un grupo separado y de algún modo amputado
mirologia de la iníruclase se alejaran cstudiadamentc del aueto a fin de "reo- del resto de la sociedad, corno querrían hacernos creer' muchos
rivarlo de-de lejos y desde arriba. y sólo a través del escudo tranquilizador de los defensores de la tesis de la "infraclase". Pertenecen, más
de su ,!p,lr(J[o burocrático de investigación. Un ejemplo: es notable (v por des- bien, a fracciones no calificadas y socialmente descalificadas
dicha bastante típico) que, de los 27 autores que contribuyeron a la -oencrosa-
de la clase obrera negra, aunque sólo sea en virtud de los múl-
mente financiada y publicitada antología de conferencias titulada /he Urb'an
tiples vínculos conyugales y de parentesco, lazos sociales, co-
Underclass (Jencks y l'etersoll, 1991), sólo 1lI1O haya realizado observaciones
extensivas de primera mano dentro del gueto. nexiones culturales y procesos institucionales que atraviesan la
46 PARIAS URBANOS
LA NUEV A LÍNEA DE COLOR URBANA 47

presunta divisoria entre ellos y el resto de la comunidad afroa-


los negros son el único grupo de la sociedad estadounidense
mericana (Aschcnbrenner, 1975; Collins, 1983, pág. 370; Pé-
que experimentó la guetificación. Los inmigrantes blancos de
tonnet, 1985)6
diversas procedencias periféricas (italianos, irlandeses, polacos,
judíos, etc.) vivieron inicialmente en vecindarios étnicos hete-
rogéneos que, aunque fueran barrios bajos, fueron etapas mter-
Del gueto "comunitario" de la década del cincuenta medias temporarias y, en su mayor parte, voluntarias en el ca-
al "hipergueto" de la década del ochenta
mino a la integración en nna sociedad blanca compleja; con
perdón de Wirth (1927), no se trató de guetos en ningún senti-
El proceso de guetificación negra ~·desde la acumulación y
do, salvo desde un punto de vista impresionista y periodístíco.
expansión iniciales hasta la huida y desinversión súbitas de los
En ellos, la segregación sólo era parcial y se fundaba en una
blancos, seguidas por aumentos abruptos de la desocupación, cl
mezcla de clase, nacionalidad y ciudadanía. Por su lado, el con-
delito, los retrasos educativos y otras dislocaciones sociales- es
finamiento residencial de los negros era (y todavía es) único,
antiguo y bien conocido: se remonta a la formación inicial del
en la medida en que sólo ellos tuvieron que vivir en áreas don-
gueto como una institución de exclusión racial en las primeras
de "la segregación era casi total, esencialmente involuntaria y
décadas del siglo xx 7 Para comenzar, es preciso destacar que
también perpetua" (Philpott, 1978, pág. xvi)8 Por otra parte, la
separación forzada de los negros fue más allá de la vivienda,
hasta englobar otros ámbitos institucionales básicos, desde la
6, En un estudio analítico de redes, original (l\mq\lc muchas veces lamen- eseolari;ación y el empleo hasta los servicios públicos y la re-
tablemente ignorado, Melviu Oliver (1988) ofrece un sugestivo retrato de la
comunidad afroamencana urbana como racimos de lazos intcrpcrsonaícs. que
presentación política, lo que condujo al desarrollo de una es-
desmiente directamente su representación corriente como un semillero de cle- tructura social paralela sin contrapartida entre los blancos.
safiliación y patologías SOCi'l1eS. En particular, Olivo- comprueba que los re- En nuestros dias, lo que distingue la guetificación negra es,
sidentes del zueto histórico de Watts, en Los Angeles, y los de la más reciente en primer lugar, que está tanto espacial corno institucionalmen-
área seí!:re2.(l~la de clase media de Crenshaw-Baldw¡n HiJls tienen redes muy
te diferenciada y deseen/rada, escindida, por decirlo así, entre
similar;s (en 10 que se refiere a tamaño, contexto relacional, distribución es-
un núcleo urbano decadente aunque en expansión, por una par-
pacial, densidad, falta de recursos y reciprocidad) y que los lazos extralccales
con los parientes son igualmente preponderantes en ambos lugares. te, y por la otra, barrios satélite de clase obrera y de clase media
7. Véanse Spear (1967), I'hüpott (197B) Y Drakc y Cavton (1962, vol. 1) situados en la periferia de las CIudades y, cada vez mas, en su-
para el caso del gueto de Chicago, y Kusmer (1986) y Franklin (1980) P,W3 un burbios segregados a menudo adyacentes al cinturón negro his-
panorama histórico más amplio de la urbanización negra. No es posible dar
aquí un tratamiento adecuado a las raíces históricas de la trayectoria del gueto
negro en la /Ol1g1f1? durée de su recorrido de vida. Bástenos con señalar que,
8. Por ejemplo, en 1930, en un momento en que el gueto totalmente ne-
aun cuando sus causas motrices se sitúen fuera de él, la transformación dcl
gro del South Side ya agrupaba a más del 90 por ciento de la población afroa-
gueto como en el caso de cualquier formación social, está mediada en parte
por su estructura interna, de manera que para alcanzar el pleno esclarecimien-
mericana de la ciudad, la "Pequeña Irlanda" de Chicago era una mescolanza
de veinticinco "nacionalidades" en la que sólo un tercio eran irlandeses y que
to de su evolución reciente hay que remontarse un siglo atrás, a las décadas de
contenía apenas un 3 por ciento de todos los residentes de esa descendencia
su incubación.
de la ciudad (Philpott, 1978, págs. 141-142).
48 PARíAS URBANOS LA NUEVA LiNEA DE COLOR URBANA 49

tórico. El segundo rasgo novedoso dc la guetificación negra en cios y ni un solo baldío en una superficie de dieciocho manza-
la Nortcamériea posíordista es su escala total y "la intensidad nas por cuatro. El barrio era muy animado, ya que la gente
del derrumbe en el centro del gueto", asi como el hecho de que afluía a él desde otras zonas de la ciudad y formaba una mu-
"el ciclo todavía actúa, dos décadas después de haber entrado en chedumbre tan densa en las horas pico qnc uno avanzaba lite-
vigor las leyes en pro de la equidad habitac ional" (Orfield, talmente en el aire al salir de la estación del tren elevado.
1985, pág. 163). A decir verdad, en el periodo mismo en que se Grandes restaurantes estaban abiertos las veinticuatro horas del
presumía que los cambios legales provocarían su mejoramiento, dia; había no menos de cinco bancos y seis hoteles; y parecía
las zonas céntricas ruinosas se vieron infestadas por una degra- que los cines, las tabernas y los salones de baile no se vaciaban
dución Ilsica acelerada, una inseguridad y una violencia galo- nunca. l~sta es la descripción de la calle que hace el único co·-
pantes y grados de exclusión económica y penuria social sólo merciante blanco que quedó de csa época:
comparables a los de los peores alíos de la Gran Depresión.
Parece Berlín después de la guerra, y es triste. La calle está
bombardeada, en decadencia. El 75 por ciento de los lotes está va-
Dccadcnclafisica y peligro en el núcleo urbano
cío. Es muy desafortunado, pero parece que lo único que realmen-
te prospera aquí son las tiendas de bebidas alcohólicas. Y no apor-
Camine a lo largo de la calle 63, en el South Side de Chica- tan nada a la comunidad: todo es "[tome, tome, tome!" Muy
go, a UIl tiro de piedra del campus de la Universidad de Chica- deprimente. [Suspira ruidosarnente.] Es una zona sin esperanzas,
go, en lo que era una de las franjas comerciales más activas de sin inversiones. La gente no viene a Woodlawn.
la ciudad, y presenciará Ull sombrío espectáculo repetido una y
otra vez en los guetos negros de Estados Unidos: en Harlern o El apodo de la calle asumió hoy un matiz irónico: es un mi-
en el distrito de Brownsville en Brooklyn (Nueva York), en lagro que queden negocios en ella. Ni un solo cinc, banco, club
Camden (Nueva Jersey), en el East Side de Cleveland o en de jau o taller de reparaciones sobrevivió a la década del sc-
Roxbury ([30slon)9 Edilicios abaudonados. baldios salpicados tenta. 'También desaparecieron las madereras, las imprentas, los
de escombros y basura, veredas rotas, iglesias con frentes tapia- garajes y los talleres de industria liviana. Quedan menos de 1l0-
dos y restos ch.uuuscados de tiendas se alinean a lo largo ele ki- venta establecimientos comerciales, en su mayor parte diminu-
lóuictros y kilometros de barrios decadentes y que se pudren tos comedores, salones de belleza y peluquerías, y negocios de
desde la década de 1960. venta de ropa, comida y bebidas alcohólicas que emplean a lo
Cuarenta alías atrás, la calle 63 era llamada la "Milla del sumo un puñado de trabajadores.
milagro" por los comerciantes locales que rivalizaban por el es- Sin embargo, el hecho más significativo de la vida cotidiana
pacio y una porción de la torta. Habla casi ochocientos nego- en el gueto de nuestros días tal vez sca la extraordinaria pre-
ponderancia del peligro físico y la aguda sensación de insegu-
ridad que llena sus calles. 10 Sólo entre 1980 y 1984, los delitos
9. A menos que se indique lo contrario, las citas de entrevistas y observa-
eiones de primera mano proceden del U-abajo de campo que realicé en el
South Side de Cbicago entre 1988 y 1991, en el transcurso de un estudio ct-
nográfico de la cultura y la cconom¡n de! boxeo profesional en el gueto. 10. La violencia es un aspecto de la vida del gueto que es difícil de discu-
so PARIAS URBANOS LA NUEVA LiNEA DE COLOR URBANA
51
tarnente de los 1 b .,
graves se multiplicaron por cuatro en Chicago, para llegar al el' ,,-. .. , 10m resJovenes negros corno "una especie en
asombroso índice de 1.254 cada mil residentes. La mayoría de PI ¡g;o (Gibhs, 1989). La combinación existcnte de armas
e usion persIstente d l t bai , I . ' " ex,
ellos fueron cometidos por y contra habitantes del gueto. Una fi' d d ' . e rar aJo asa ariado y penetración del Il'<í-
gran parte de las 849 víctimas de homicidio oficialmente regis- leo el rogas modificó las reglas de la conli'ontación masculi-
na en as calles de . e
tradas en la ciudad en 1990 eran hombres jóvenes afroamerica- , e una manera que ahmenta la escalad d
ataques mortales U 1 l id d. " ., a e
nos, la mayoría muertos a tiros en barrios pobres totalmente ne- . fl . .... ¡ ex I er e los Disc ipulo-, del Gángster
Ne gro le exiona: .
gros. Con la amplia difusión de las drogas y las armas de
fuego, la marta lidad en las grandes zonas céntricas deprimidas
alcanzó "índices que justifican una consideración especial, aná- Mira, antes, si dos pandilleros qnerían pelear de'¡a'¡
los dos ti . . ' . ( )amos que
. rpos se agarraran ttno contra uno. Pero ahora no es '. .
loga a la que se presta a las 'áreas de desastres natura les"; en quieres pelearme yo I ! b " as¡; SI
.. t j , . \0) a uscar un revólver para reuarte un ti-
la actualidad, los varones de Bangladesh tienen una mayor pro'
babilidad de sobrevivir después de los treinta y cinco años que
sus pares de l-larlem (McCord y Freernan, 1990). No es de sor- (m t:
ro, 6 e (as cuenta de lo que die ? e d '
IUa, eStO
.

e es os os tipOS'Se-
ros ¡10m¡Jres Grande" '-1! ..
."
' 1;.:,0. .a a vez que consrnues un 'Ir-
p!~1I11erO que piensas: nada de Irolados de ;0::" v de:¡'11'
peleenn)v arreg ]en su asunto C01110 verdade
.
,
. . ( -
'
prender que algunos analistas de la escena urbana hablen abier-
tiei [ 1 b l( '" " 101 a e.:'toy asustado, porque estos tipos no
l~n ... a za a voz, comnoYJ(ioJ quiero decir'nn 1,¡ ' 1 .
1a vida, ningún valor.' . '1 . e e an 10 ot a
tir sin suscitar de inmediato las imágenes intencionalmente sangncmas -y a
menudo groseramente crróncas.. de 18s descripciones estereotipadas de los
Las viviendas son apenas '
medios sobre el delito y la iiegatidao. que se convirtieron en el tema central ·
11 es. L o 1la b itual UI.l poco mas seguras que las Ca-
es q l' '--- c.t, (
del discurso político e intelectual aceres de la "infractasc". No obstante, y . cu x : ue as ventcl11as 'y' las puertas de los ele 'H
lundad» en mi trabn¡o de campo etnográfico en el South Side de Chicago. me tamentos y las casas estén . t id ' '. p:
metal v b rror '.. pro egl as con pcsada , mamparas de
parece que cualquier descripción del gueto debe comenzar con esta violencia, , a r,otes antirroho Las mstalacioncs pLlblicas no son
debido a su agudeza vivencia! y sus ramificaciones enormemente disociado-
una excepclOn. Los habitantes ancíanos del gueto evocan con
ras para las vidas de quienes están atrapados en aquél. Al mismo tiempo quie-
ro insistir, ante todo y aunque sólo sea por medio de una prolepsis, en que la
nostalgia una época en que solían dormir en las plazas u .".
pales en el ' '. , . munleI-
violencia de las áreas céntricas deprimidas es, en sus formas y su organiza- verano, envueltos en mosquiteros, o en los techos v
ción, muy diferente de lo que muestran los informes periodísticos, en algunos ~~:Ic~:~:, a fin de mItIgar los efectos del calor. En la actualidal1.
aspectos no tan horrenda y en otros mucho peor, en particular debido a su ca- P S son eonslderadas lugares a los que "no hay que ir"
el; esp~~tal cuando cae la noche; algunas incluso estáI~ vedada;
rácter rutinario y socialmente enrrópicc. Segundo, esta violencia destructiva
"desde abajo' no debe analizarse como la expresión de una "patología" sino
como una función del grado de penetración y modo ele regulación de este te- a os Jo\'en~s..qu: vrven en las zonas contiguas, porque Iorman
rritorio por el Est;Ic10: una respuesta a diversos tipos de- violencia "desde arri- parte deltetrIíono de una banda rival. Los ómnibus de la Ofi .:,
ba" y un subproducto del abandono político de las instituciones públicas en el
na de TranSIt de el . . , lel
. . o e . ucago [OTCJ cuyas rutas desde el Loop del
núcleo urbano {Wacquant, 1993\1). En otro lugar {Wacquant, 1992a) traté de ce~1tro ntravl~san el South Sidc son escoltados por autos de una
brindar una descripción más matizada, desde adentro, del impacto de la inse-
brigada policial especial para. disuadir a los posibles atacantes,
guridad sistémica en la textura de la vida diaria del gueto, tal como se ve a
través de los ojos y' 1<15 estrategias de supervivencia de un buscavidas [hustfer] pese a lo e~al se.reglstran vanos cientos de incidentes violentos
profesional que trabaja en las calles del South Side de Chicago. por mes. En vanas estaciones de la enc de la línea de Jackson
52 PARIAS U RUANOS LA NUEV A LÍNEA DE COLOR URBANA 53

Park se clausuraron las entradas, en un intento por limitar el de- 1991). Los jóvenes criados en este medio ambiente de violen-
lito al costo de negar a los residentes locales el acceso al trans- cia endémica experimentan un enorme deterioro emocional y
porte público. La ~lscgnridad es tan profunda que el mero he- manifiestan trastornos de estrés postraumático similares a los
cho de atravesar el espacio público se ha convertido en un gran sufridos por veteranos. Un inquilino de un complejo de torres
dilema en la vida cotidiana de Jos residentes de las áreas céntri- del South Side (citado en Brune y Carnacho, 1983, pág. 13)
cas deprimidas, tal corno se comprueba en el comentario de un coincide en que Chicago "no es un lugar para formar una fami-
anciano del South Side en un dia soleado de fines de junio: lia. Cuando hace calor, esto es corno un circo de tres pistas. Es-
"Ah, odio que vuelva a hacer calor. Quiero decir, me gusta el tán peleando constantemente. Hay veces que los tiroteos son
clima cálido: lo qlle no tnc gusta es la gente que trae: punks y tan fuertes que tenemos que agarrar a todos los chicos y llevar-
drogoncs, ya se los empieza a ver salir de los edificios y por las los a los pasillos del piso". A los cinco años de edad, virtual-
calles. Eso no es nada bueno". mente todos los n iiios que viven en grandes complejos de vi-
[as escuelas no son una e xcepción a este patrón. Muchos viendas públ icas ya han conocido por cxpericncia propia
establecimientos públicos de las zonas céntricas deprimidas de tiroleos o muertes. Muchas madres deciden mandar a sus hijos
Chicauo oraanizau milicias de padres que patrullan los patios a los suburbios o con sus frunilias en el sur, para protegcrlos de
escolares al~nlados con bates de béisbol mientras se desarrollan la ferocidad del barrio.
las clases. Ütros contratan a policías fuera de servieio para me- La incidencia del delito en el gueto se ve exacerbada por el
jorar la segmidad y usan detectores de metales para tratar de li- encierro racial del espacio en las eiudades norteamericanas. Si
mitar la cantidad de pistolas y otras armas que circulan en su una proporción tan grande de la violencia es del tipo de "negro
ámhito. Una escuela primaria de la calle 55, en el South Side, contra negro", no sólo es porque los afroamcricnnos de las
estuvo brevemente en las primeras planas luego de que cinco áreas céntricas padecen una superfluidad económica y una alie-
jÓVCI1CS fueran asesinados ti tiros ti pocas cuadras de distancia a nación social extremas. También se debe a que los varones ne-
lo lamo ele un solo año. Se comprobó que sus alumnos vivían gros anónimos se han convertido en símbolos ampliamente re-
en un~"'micdo paralizante" por la violencia pandillera que los conocidos de peligro (Anderson, 1991, capitulo 6), de modo
esperaba fuera de la escuela. Los niños "dicen que temen por que, a menos que exhiban la parafernalia de la cultura de clase
sus vidas si van al colegio", confesó un maestro. "Es como si media, se los excluye regulanucnte de las zonas blancas limí-
todos los años muriera el hijo de alguien y no pudiera pasar de trofes donde el color de su piel hace que se los vea de inmedia-
octavo grado", agregó una madre. Y el director no podía sino lo como delincuentes o perturbadores potenciales: "No puedes
lamentar que los guardias de seguridad de la escuela no pudie- ir a una comunidad blanca a hacer nada, porque apenas te ven
ran brindar protección una vez que los alumnos dejaban las ins- por all te paran como sospechoso. Asi que tienes que rapiñar
í

talaciones (Clricago Tribune, 1990). en tu propia guarida, porque ahi eres menos reconocible. Tie-
En verdad, el gueto de hoy "no es un lugar para ser un ni- nes que ser ladrón de tu propia gente" (citado en Blauuer, 1989,
iio", como reza el titulo de un libro reciente que compara las pág. 223).
zonas cénuicas de Chicago con los campos de refugiados de
una Camboya desgarrada por la guerra (Garbarino el al.,
54 PARI1\S URBANOS LA NUEVA LiNEA DE COLOR URBANA 55

La despoblación, la exclusión económica South Side tenian empleos rentables, una tasa igual a la de la
y el derrumbe organizacionol del gueto ciudad en su conjunto. Por entonces, Chicago todavía era uno
de los principales centros industriales de la nación y la mitad
No obstante, la continua declinación material y comercial, de los negros empleados tenían trabajos fabriles. Para 1980, la
la creciente violencia callejera y la ubicua inseguridad del gue- cantidad de residentes que trabajaban había caído un asombro-
to no son en si mismas más que manifestaciones superficiales so 77 por ciento, de modo que casi tres de cada cuatro personas
de una transformación más profunda de su tejido socioeconó- de más de dieciséis años estaban desocupadas. En treinta años,
mico e institucionaL En primer lugar, mientras que el gueto de el número de operarios y trabajadores se derrumbó de 35.808 a
la década de 1950 estaba superpoblado como resultado de la 4.963; el de artesanos se desplomó de 6.564 a 1.338, en tanto
crecida afluencia de inmigrantes negros del sur, suscitada por el que la cifra correspondiente a los trabajadores domésticos y de
auge de tiempos de guerra y la mecanización de la agricultura servicios cayó de 25.181 a 5.203. Y micntras que la clase me-
sureña, el gueto contemporáneo sufrió una despoblación cons- dia negra se multiplicó por cinco en toda la ciudad entre 1950 y
tante, ya que las familias de mejor posición se mudaron en bus- 1980, elnúmcro dc empleados administrativos, gerentcs y pro-
ca de entornos más agradables. El núcleo del Soutb Side de Iesionales con residencia en el núcleo urbano se redujo la mi-
Chicago, por ejemplo, perdió casi la mitad de sus habitantes, tad, de 15.341 a 7.394. Un antiguo residente de Woodlawn
dado que los residentes de Oak land, Grand Boulevard y Was- (quien, irónicamente, hace poco se mudó al North Side para
bington Park disminuyeron de unos doscientos mil en 1950 a preservar a sus hijos de la violcncia de las calles) se queja por
102.000 en 1980, para caer aún más y llegar a una estimación la desaparición de las familias acomodadas de su viejo harria
de 63.500 en 1990, de acuerdo con los primeros datos del cen- del South Side:
so. Durante esos años, por otra palie, y a pesar de la construc-
ción de masivas torres de viviendas públicas, la cantidad de [Salín] haber miles de profesores que vivían en el barrio, pero
unidades habitacionales se redujo en un tercio debido a los in- ahora se mudan, todo el mundo se 1'0. [ ... ] Si miras la comunidad,
Louie, está en decadencia: no queda nadie aquí. No hay profeso-
cendios intencionales (a menudo provocados por propietarios
res en la calle 63, por aquí, en Marylaud, no hay ninguno, ¿ves 10
absentistas qne buscaban cobrar el seguro) y el abandono y la
que te digo? Todos los que saben un poco se van, Si esta gente se
destrucción generados por los programas de renovación urbana quedara y ayudara a reformarlo, pueden hacerlo. Como profeso-
que demolieron más edificios que los que construyeron, de mo- res, policías, bomberos, líderes comerciales, todos ellos son res-
do que el hacinamiento y las viviendas inadecuadas todavía son ponsables: todo el mundo se manda a mudar, Y se llevan la plata.
habituales en el núcleo urbano.
Pero el cambio más dramático en la demografía del gueto ha ¿Cómo sucedió esto? Al final de la guerra, todos los negros,
sido la declinación abrupta de la población empleada, causada independientemente de su status social, quedaron relegados a la
por dos factores mutuamente realimentadores: el éxodo conti- fuerza en el mismo enclave espacial comprimido, y no tuvieron
nuo de familias negras de movilidad ascendente y la desocupa- otra opción que coexistir en él. Cuando los blancos escaparon
ción creciente de quienes se quedan. En 1950, más de la mitad en masa hacia los suburbios con la bendición y la ayuda del go-
de los adultos que vivían en el corazón del cinturón negro del bierno federal, quedaron libres úreas adyacentes a las que las
L,A NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 57
56 PAPlAS URBANOS
gueto del mercado del trabajo asalariado- ha sido la pobreza
familias neuras de la clase media y de las ti-acciones superiores desmesurada y endémica. En Grand Boulevard, un sector del
de la claseobrera podian mudarse para crear nuevos barrios South Side donde residían unas cincuenta mil personas, la mi-
que pronto serían sólidamcnte de color. La desconcentración de tad de la población vivía por debajo de la Iíuea de pobreza en
la comunidad afroamericana, a su turno, dispersó las insutucro- 1980 -cuando diez años antes la proporción era del 37 por
ncs del gueto y aumentó su diferenciación de clase." Simultá- ciento- y tres de cada cuatro hogares estaban encabezados por
ncameutc. en ljll es f ut'rZiJ SIS
. tcilla't'le'o .Jv deliberado
e
por• ruante- una madre soltera. Con un ingreso familiar promedio de menos
uer el patrón prevaleciente de scgregación racial, la ciudad se ele siete mil dólares por año (menos de un tereio de la cifra de
aseguró de quc todas las nuevas viviendas públicas se constru- la ciudad en su conjunto), muchas familias ni siquiera alcanza-
veran cxclusivmncutc eu áreas de gnelos existentes (Hirsch, han, de hecho, la mitad de la linea de pobreza. Seis residentes
'1983), donde pronto sólo los más pobres tolerarían vivir. Hacia de cada diez dependían de una u otra forma de asistencia públi-
la década de 1970, entonces, la línea de color urbano habia SI- ca para subsistir.
du ej¿'cfiromclIte retrauu!« según lineas de clase a instal1ci,;s Los habitantes del gneto de hoy advierten con claridad su
del Qobicrno: el núcleo histórico del cinturón negro contenta desolación social y económica. como lo muestran los datos de
COl\~~Jltracinnes excesivas de personas desocupadas Y' dopen- la Encuesta sobre la Vida Familiar Urbana.!? Cuando se les
dientes, mientras que el grueso de la clase media y los sectores preguntó cuántos hombres tenían un trabajo permanente en su
lllÚS estat:J1cs de la clase obrera negra residían en barrios segre- barrio, el 55 por ciento de los residentes del cinturón negro tra-
lI,ados periféricos de la ciudad. . .. dicional de Chicago (el South Sidc y el \Vest Side) rcspondie-
~ La consecuencia de este triple movimiento -Ta Cll11graclon ron "muy pocos o ninguno", en comparación con el 21 por
de las familias afroamericanas con empleos estables, posible
II,racias al auspicio estatal del traslado de los blancos ,a los su-
llllrbios, el ""cinamicnto de viviendas públicas en zonas de ba-
12. Esta encuesta fue realizada como parle de! Urbau I'ovcny uud Furuily
nios bajos negros, y la expulsión de los restantes residentes del
Strucrure I'rojcct [Proyecto de Pobreza Urbana y Estructura Familiar] (dirigi-
do por William Julius Wilson] eh: In Universidad de Chicago. Consiste en un
muestreo probabilístico aleatorio de varios niveles de residentes de los ba-
11_ Sin lugar a dudas, esta dilercnciac.ión de clase había existido,con for- rrios pobres de Cbiccgo (dcüuidos COI110 zonas de! padrón que en 198ü con-
utas más o menos atenuadas desde los orígenes del cinturón negro: ,es~e IlUIl- tenían al menos el 20 por ciento de personas pobres), efectuado en 1986-
el fue el compacto f.'J'lJIClilSc!IO!ihclic que invocan los analistas !lostllgICO~ d.c 1987. La encuesta abarcó a 1.184 negros, con una tasa de cumplimiento de
una "celad de oro" del gueto que jamás existió. Por brutal que fu~ra,.la divi- alrededor del SO por ciento, de los cuales un tercio vivia en el Soutt¡ Sidc y el
sión en cast;]s impucst<l por los bluncos nunca suprimió los cljv~t~es lll~cmos \Vest Sidc de la ciudad. Se señala con agradecimiento el apoyo económico
:X~~Úll líneas de clase (en parte convergentes con persistentes d:krcnclas de brindado a esta ill\'cstig:¡cióll por la fundación Ford, la Corporación Carne-
color de piel) entre los aüonmcricanos. como puede verse, por ejemplo: en la gie, el Departamento de Salud y Servicios I lumunos de Estados Unídos, el
difusjóu de "ic lcsias instaladas en negocios" frente él los templos bautistas y Instituto de Investigación de la Pobreza, la Fundación Joycc, la Fundación
t 9)
b , -
metodistas tradicionales en la década de 1920 (Spcar, 196 t . caplt~ o

o e:l Lluyd A. Fry, la Fundación Rockcfclter, la fundación Spenccr, la Fundación
In bifurcación del "continuum de restaurantes con música" l. "[ook contt- Willium T. Grant, el Fondo de Beneficencia \Voods y cl fideicomiso Cornu-
milI/JI '"-1 y el "cornple]o comercial urbano" en el ámbito del baile y el cntrctc- nuario de Chicago.
nimicnto (¡ l<t77:1rd-Gordon, 1~)c)0).
58 PARIAS URBANOS .\ NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 59

ciento en las áreas periféricas negras quc albergan una mezcla del ingreso familiar promedio de la nación en 1960 pero sólo nn
de familias pobres, de clase obrera y de clase media. Una mitad tercio en 1980 (Beeghley, 1984, pág. 355). También son consi-
holeada
lo
de los entrevistados también declaró que la proporción derablemente más pobres e11 el 1'10110 colectivo en diversos as-
de varones empleados en su zona había disminuido con respec- pectos. En primer término, residen en medio de una población
to a los años anteriores. Un adulto de cada cuatro pertenecía a abrumadoramente carenciada y con movilidad descendente o sin
un hogar sin un teléfono en funcionamiento (sólo uno de cada movilidad y por lo tanto tienden a aislarse de otros componentes
diez en las áreas negras de las afueras) y el 86 por ciento inte- de la comunidad afroamerieana: COIllO vimos antes. la clase me-
graba una fam ilia que a Iqu ilaba sn vivienda (en comparación dia negra se marchó del núcleo urbano y creció fuera dc él I3
con cerca de la mitad entre los negros de las zonas de escasa Segundo. y como consecuencia, ya no pueden contar con cl ne-
pobreza): casi un tercio residía en edificios administrados por xo de instituciones quc daban al gueto su coherencia y sn cohe-
la Oficina de la Vivienda de Chicago [Chicago Housing Autho- sión internas. La "Metrópolis Negra" de mediados de siglo, tan
rity, CIJA]. aunque ésta sólo controla el 4 por ciento de la oferta admirable diseccionada por Drake y Cayton (1962, pág. 17), era
habitacional de la cindad. "una ciudad distintiva dentro de una ciudad", con una división
Resulta notoriamente claro que el núcleo urbano contiene hoy del trabajo extendida y toda la gama de clases sociales de color.
principalmente los sectores desposeídos del (sub)proletariado ne- La "proliferación de instituciones" que hicieron de "Bronzevi-
gro que no pueden escapar a sus condiciones ruinosas. Si tuv ie- lle", como la llamaban sus residentes. la capital de la Nortcamé-
ran una oportunidad, menos de uno de cada cuatro residentes del rica negra, le permitía duplicar (aunque en un nivel notoriamen-
gueto de Chicago pcrmaneceria en su barrio, en oposición a cua- te inferior) la estructura organizacional de la sociedad blanca
tro de cada diez en las zonas negras de escasa pobreza. Sólo el más general y proporcionar marcos limitados pero reales de mo-
18 por ciento califica su vecindario como un lugar "bueno o muy vilidad dentro de su propio orden interno.
bneno" para vivir, en contraste con el 42 en las áreas periféricas En contraste, el hipergueto de fines de siglo ha generado
de color, y casi la mitad informa que el estado dc su entorno cm- una decadencia organizacional tan grande que 110 contiene ni
peoró en los (¡ltimos años, No es una sorpresa que la actividad de una división del trabajo extendida ni una sección transversal rc-
las pandillas prevalezca más en el corazón del gueto: la mitad de
sus habitantes consideran que las bandas son un "gran problema"
en su zona, en comparación con menos de un tercio en los distri- 13. El hecho de que UIl8 cantidad creciente de negros de clase medía urba-
na nunca hayan experimentado en su propio pellejo la vida en el gueto (aun-
tos negros de escasa pobreza. En cuanto al futuro, casi un tercio
que, por haber vivido en general en zonas totnlmcute negras y prouunciudn-
no prevé ninguna mejora en su barrio, mientras otro 30 por cien- mente segregadas, están muy al tanto de la discriminación y otras pr~cl¡cas
to supone que éste va a seguir deteriorándose. racistas) afecta de numera inevitable los procesos de formación de In idenri-
Los moradores del gueto de nuestros días no sólo son indivi- dad negra, tanto individual como colectiva. Es probable que el significtlc10
dualmcntc más pobres que sus pares de hace tres décadas, en el que los negros de clase media atribuyen él una gama de modismos y Sill¡]lp]ns
expresivos del gueto (por ejemplo, géneros musicales, peinados J' códigos
sentido de que han sufrido una reducción absoluta de sus niveles
vesrimenrarios. conductas lingüísticas) cambie según estén expuestos a ellos a
de vida y que la distancia entre ellos y el resto de la sociedad se través de! saber familiar o de fuentes secundarias como la educación formal y
ha ampliado: la línea de pobreza federal representaba la mitad los medios populares, y no debido a la inmersión en él.
60 PARIAS URBANOS LA NUEVA LiNEA DE COLOR URBANA 6t

presentativa de las clases negras, y tampoco duplicados opera- pública aun para la mera supervivencia los empuja a buscar ac-
tivos de las instituciones centrales de la sociedad urbana más tividades adicionales no denunciadas o indenunciables que ge-
general. La infraestructura orgauizacional ··Ia prensa y la Igle- neren dinero (Scharf, 1987, pág. 20). La mayoría de los habi-
sia negras, las logias y los clubes sociales, los grupos políticos, tantes del gueto tienen pocas opciones salvo trabajar "de sol a
los servicios comerciales y profesionales, y la lotería clandesti- sol" en varios empleos, "rebuscarse" dinero mediante una serie
na (o "quiniela") que dio al gueto clásico de la década del cin- de procedimientos o dedicarse a tráficos ilegales de diversos ti-
cuenta su carácter y fortaleza comunitaria y sirvió como un ius- pos (incluyendo el más peligroso y potencialmente lucrativo de
trumcnto dc solidaridad y movilización colectivas, se ha todos, la venta de drogas), a fin de "ganarse el dólar". El creci-
marchitado en términos generales, lo que debilita las redes de miento de la economía informal observado en el corazón de las
solidaridad y cooperación típicas del gueto comunal, que abar- ciudades más grandes de Estados Unidos puede rastrearse di-
cabau toda la ciudad (Mithun, 1973). Y mientras que en el con- rectamente hasta encontrar su origen en la debilidad combinada
texto del pleno empleo y la prosperidad industrial generada por de la demanda laboral no cal ificada, el abandono económ ico y
la guerra de Corea "toda la estructura institucional de Brouze- organizacional del núcleo urbano y las deficiencias de la cober-
ville brindaba satisfacciones básicas a las 'expectativas razona- tura de la seguridad social.
bles' compartidas por personas de diversos niveles de clase" Las estrategias de supervivencia varían COrno una función
(Drake y Cayton, 1962, vol. 2, púg. xi), en nuestros días la pre- de Jos recursos sociales, económicos y culturales, así como de
dominancia de la desocupación y el vac ío organizaeional del la composición de los hogares pobres. Cuando se ven sin fon-
hipergucto coutemporáueo impiden que éste satisfaga siquiera dos, COmO sucede con frecuencia entre los beneficiarios de la
las necesidades básicas de sus residentes. seguridad social que por lo común gastan el monto total de su
Por opresivo que fuera, el gueto tradicional constituía "un cheque de ayuda mensual una o dos semanas después de reci-
medio para los norteamericanos negros en el cual éstos [po- birlo, una de las estrategias predilectas de las mujeres solas que
diau] dar sentido a sus vidas" (Drake y Caytou, 1962, vol. 2, son jefes de familia es pedir prestadas pequeñas sumas de dine-
pág. xiv) y que generaba apego y orgullo. En contraste, el gueto ro (ele cinco a cuarenta dólares en la mayoría de los casos) a los
ele hoyes un .uubito despreciado y estigmatizado del que casi padres, amantes o amigos cercanos. Para muchas; las redes de
todo el inundo trata de escapar desesperadamente, "un lugar de parentesco femeninas son la Cuente más confiable, si no la úni-
espcrallZ<IS malogradas y aspiraciones frustradas, Una ciudad de ca, de apoyo económico en caso de emergencia (Staek, 1970).
li,nites eu la que la meta ele la ambición realista es sobrevivir" En palabras de una madre desocupada que subsiste con sus
(Ivlonroc y Cioldman, 1988, pág. 251). cuatro hijos gracias a la Aid to Families with Dependeut Chil-
dren (AFOe) [Ayuda a Familias con Hijos a Cargo]!"
"RC!JllSLjl.lC "J' supervivencia en la cconoinia informal

La preponderancia de la desocupación y subocupación cró- 14, Los fragmentos de entrevistas de esta sección se extraen de Jatos re-
nicas entre los residentes del gueto los fuerza a buscar la asis- cogidos como parle del Urban Poverty and Family Structure Project (véase la
tencia pública. ¡\ su ver, la inadecuación insigne de la ayuda nota 12),
LA NUEVA LÍNEA DE COLOR UHBAN/\ 63
PARIAS URBANOS
62
ro y cuando junto algo de dinero vuelvo y retiro los anillos. Aho-
Si me desanimo mucho, entonces puedo ir a ver.a mamá, y mi ra no los tengo. Podría haber vuelto y retirarlos, pero me olvidé:
mamá me avuda un poquito. No puede hacer demas13do, pero ella [los empeño tanto' Los empeño todos los meses. El hombre de la
dice que evita que los chicos pasen hambre, me ayuda un po,co. casa de empeños me ve llegar, me ve)' me conoce. Sí, va hace co-
Así que de vez en cuando [".1 me. da ayuda p~ra algunos d.l{~S . mo un par de años, sabe lo que le llevo y empieza a escribir la bo-
Bueno, si la cosa se pone espesa I..·J yo le digo [... ] le (11,,0. leta antes de que yo llegue. Y los retiro todos los meses y los vuel-
"Bueno, por aquí no tenemos nada". Y entonces ella trata de con- vo a empeñar todos los meses. Es terrible. Veinticinco dólares no
seguirme algo. es tanto. Puedo comprarme algunos paquetes de cigarrillos cuan-
do los necesito y allí eso es un vicio, decididamente. Avuda mu-
Otra opción predominante es buscar comida gratis en un al- cho, ayuda un montón. "
macén de provisiones, una iglesia o un organismo gubernamen-
. 1 E~ 1987 , más del 70 loor ciento de los adultos. de entre die- Sin embargo, el pilar de la subsistencia lo proporcionan los
ta. JI1 ,
extr3110S trabajos y tráficos marginales que florecieron en la dé-
ciocho y r.uarenla y ocho años residentes en el cinturon negro
' tóri de Cl,l'ca oo habían solicitado esa aSistenCIa exterior cada pasada en las áreas céntricas deprimidas. Algunos residen-
lllS onca 'b' e . '
para alimentarse ellos mismos y a sus familias. Los comed~)res tes del gueto cuidan a los hijos de sus vecinos, hacen diligen-
de beneficencia manejados por las Iglesias del South Slde no cias por ellos, cortan el pelo o el césped, reparan aparatos
pueden s"tisfacer toda 1" demanda y habitualmente rechazan a eléctricos, palean la nieve en invierno, recogen latas de gaseo-
familias bml1brientas. La desnutrición crónica en el gueto es un sas por pequeñas sumas ele dinero o "levantan chatarra del ca-
hecho de la vida muy visible para quienes quierau verlo: pese a llejón" para revenderla a quienes son menos afortunados que
programas gubern"mentales como los cupones de e01ll1~a y la ellos. Otros se convierten en mercachifles o vendedores callcje,
distribución gr"tuita irregul"r de excedentes de productos de ros ocasionales (Jones, 1988), venden su sanare o acuden a lu-
granja y productos lácteos no aptos para la comercIahzaelon. gares de contratación de jornaleros con la esperanza de obtener
Muchos residentes del gueto empeñan de vez cn cuando algu- algún lipa de empleo momentáneo. "Van a I1andy Andy. Es co-
110S bienes a fin de elevar los ingresos necesarios para pasar un mo un empleo, puedes ir al norte y conseguir veinte dólares al
período de carcstia, aceptan pensi0111stas, v~nden. sus cupo~les día por trabajar ocho horas o algo así. Es 10 que yo hacía antes,
de comida o recurren a sus magros ahorros sr los tienen. Pero a pero no vale la pena, sólo es algo ternporario", señala una ma-
mediados de la década de 1980 el 82 por ciento de los adultos dre soltera del \Vest Side, desocupada crónica.
del gueto de Chicago no tenían cuenta de ah~rros y solo UIlO de También se puede encontrar un trabajo irregular en un club
cada diez podía exhibir los medios necesariOS para tener una ilegal "fuera de hora", manejar un "taxi 1:1150", convertirse en
cuenta corriente (Waequanl y Wilson, 1989", pág. 22). Las ~fi­ mecánico "improvisado" o en uno de esos "artistas de los sean-
cinas de cambio ~/ las casas de empeño funcionan como sustItu- ros" que tratan (especialmente cuando las condiciones del tic~11'
tos de alto costo de los bancos que no existen (o que, cuando po son malas) de provocar accidentes de auto o de ómnibus en
los hay, rechazan a los residentes del gueto), como lo indica es- los cuales se hacen herir deliberadamente con el objetivo de in-
tentar cobrar una indernnización por daños. Individuos más en-
ta madre de tres hijos que vive en el South Sidc:
durecidos pueden cometer pequeños delitos con la expresa Ii-
Empeño los anillos de compromiso y consigo un poco de dine-
64 PAKlAS URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 65

nulidad de ir a parar a la cárcel: ésta es muy violenta y punitiva, di marihuana. No soy una narco, pero sólo trato de poder vivir.
pero ofrece una cama segura, tres comidas por día, algo de [... ] Trato de llevar pan a la mesa: tengo dos criaturas".
atención médica y a veces incluso trabajo, cosas que al mundo Para los individuos que son rechazados reiteradas veces del
exterior le cuesta mucho brindar a los más pobres de las áreas mercado laboral o que se resisten a rebajarse a aceptar "traba-
céntricas deprimidas. En este ámbito sumamente precario y re- jos esclavos" sin salida que los despojan de su dignidad, ya que
gido por una incertidumbre económ ica incesante, los nií\~S re- implican tareas serviles con salarios de miseria y sin beneficios
presentan importantes recursos Y se los somete a presiones incluidos, las actividades subterráneas pueden convertirse con
constantes para que generen ingresos desde temprano. Así, en facilidad en empleos de tiempo completo. En su caso, el delito
pleno invierno puede verse a todas horas del dia y de la noche a rapaz constituye una forma de pequeña empresa en la que pue-
chicos de ocho a diez años en las estaciones de servrcto del den hacer valer sus únicos bienes valiosos, el coraje físico y nn
Soutb Side de Chicago, en las que se ofrecen a cargar nafta o conocimiento activo del mundo de la calle (Wacquant, 1992'1).
limpiar los purabrisas por unas monedas, o bien en las salidas Gran parte de la atracción que las bandas suscitan en los jóve-
de los supermercados, donde se encargan de las bolsas de la nes negros de las úreas céntricas ruinosas tiene que ver con el
compra a cambio de unos centavos o algo de comida. hecho de que, entre otras cosas, son actividades comerciales
La estrategia de supervivencia de último recurso involucra que incrementan las posibilidades de obtener dinero y brindan
una amplia gama de actividades ilegales, que van desde las un m ínimo de seguridad económica (Sanchcz-Jnnkow-ki. 1991,
apuestas y los "asaltos", eltrúlico callejero y la venta de mer- págs. ftO-41). En el vacío creado por la ausencia de empresas
cudcria robada ("caliente"), hasta los atracos, el robo a mano legítimas, las lineas ilegales de trabajo como el rubo y el "de-
armada. In prostitnción y el tráfico de drogas. Cuando se le pre- sanue" de autos, los hurtos y particularmente el tráfico de dro-
gunta qué hace la gente para subrcvivir cn su barrio dcl Granel gas pueden desarrollar complejas estructuras organizacionales
Boule,ard, una empacadora de una empresa de correo, de cua- que son prácticamente un reflejo ele las existentes cn las corn-
renta Y' siete años, contesta: pañias de la economía oficial. Además, el comercio de drogas
es a menudo la única forma de negocio conocido por los ado-
Robar ~ulpear a ancianas y' sacarles el cheque de la jubilación. lescentes del gueto, un negocio que, por otra parte, tiene la vir-
Como en '¡; eslación de! "TT' [trcu elevado] de allí. Especialmen-
tud de ser un empleador que ofrece una auténtica "igualdad de
te cuando cobrau los cheques de la seguridad social, están ahí
oportunidades" (Williams, 1989; Sullivan, 1989, capítulo 7).
afÍlao. CSPCl'úl1c!c)!as para (lt',anarles las carteras y todo eso. Por
Por añadidura, y a diferencia de tantos establecimientos de ser-
ZlCjU¡ P;lS;\ll un montón de cosas así. [ ... ] Cuando me mudé aquí
t'ntnHoll en mi casa. así que plise rejas. Se llevaron el estéreo. Pe- vicios donde se trabaja penosamente por salarios de hambre y
ro desde que puse las rejas no tuve ningún problema. con pocas posibilidades de ascender, el empleo en el comercio
de drogas promete una recompensa inmediata a quienes exhi-
Una madre soltera desocupada, de veintiocho años, agrega ben una buena ética laboral. Ésa es la razón por la que una mu-
cáudidamcntc: "i l'v1 ierda I Trampear, vender drogas, cualquier jer de treinta y cuatro años que comparte un decrépito departa-
cosa r... ] cualquier cosa y de todo. lmagínese: no todos son mento del South Side con su hermano, un portero, contempla la
asaltantes, sabe, pero cualquier cosa y de todo. Yo misma ven- posibilidad de aceptar ese trabajo: "El tipo me dijo: puedes ga-
66 PARIAS URBANOS
LA NUEVA LÍNEA DE COLOH UHB,\NA
67
nar doscientos cincuenta dólares por semana; en este barrio tie- antropólogo
, PI '1' B .
11 Ippe. ourgois demostró'
ne mucha gente que trabaja para él por doscientos cincuenta mra, las exhibiciones' ti " j .' que, en esta econn,
~ I ti marra , (e violcncin« .
dólares a la semana, y si eres bastante bueno puedes llegar a de los ne oci . . , . a son una exrgencia
. id gas. sirv en para mantener la credibilidad co . . . 1
ganar cuatrocientos". e nTIpr en el preelominio ele l o s ' rncrcm
competIdores v I l .
No hace falta decir que el impacto global de la economia de trusas y clientes (o el I li . . ~ os renos de m-
e a po reta alounos d .
la droga en las comunidades del gueto es terriblemente destruc- no son los últimos en parti . 'o.' e cuyos miembros
. . IClpar en el trafico) P . .t "
tivo. No sólo contribuyc a minar la disposición de los jóvenes a un unJverso despo'¡ad ·1 1 . . or ex enston. en
. ,,o e e os Iecursos más 1:' , .'
trabajar por salarios escasos, ya que les brinda oportunidades zaelo por una elevad d id 1 I . . )asleo.s) caractel'l-
e a ensi ae e e deprc l. I .
económicas alternativas aparentemente atractivas, aunque ries- confianza no es una opción .: bl I (de ore:;. SOCIales, la
\ la e (e mod ) . d .
gosas: en Harlem este, un distribuidor barrial hábil puede gene- que proteoerse de 1'1 .: l . ' . o que 1() os tren en
o , v 10 cncia y estar li t .
rar semanalmente ventas por cien mil dólares; en el South Side las calles de la zona céntri ..' S os a esgl"lmirla: "En
e Ilca11l1110S(l lJVlOJ~', .
de Chicago, un "mensajero" rinde por lo común varios miles de exclusivamente a los \'('11d' l. . 1 ' " encia no se limita
. e()JeseC'drog'Js 1 11'
dólares por semana.'> Esta actividad crea un ambiente de mala callejeros' hasta ciert . " . o os e e Incuentes
. ,'" el O punto todos los ., '1,
salud y alto riesgo de muerte a nna edad temprana, tensa las re- que quieren conscrva,· 1111" . ' " d· ICSllentes dcl barrio
. e "sensaclOn e a t . [
laciones familiares y debilita gravemente la cohesión social 10- deran útil tomar parte 'JI . . . au onomra .... ] consi.
" menos paSIV3mel1t" l' .
cal. Y provoca una violencia galopante y una declinación pro- ele la cultura del terror" (B . '1" e, en a gun l'lncón
OlllgOLS, 989, pág. 647).
nunciada de la seguridad del barrio (.Iohnson el al., 1990), lo
cnal acelera a sn turno la retirada del mercado laboral asalaria-
do y distancia aún más a los residentes del gucto de la econo- Las raíces económicas y politicas
mía y la sociedad convencionales. del proceso de construcción del hipe/gueto
El crecimiento explosivo de esta economía subterránea do-
minada por el tráfico callejero de drogas contribuye de ese mo- ¿Por qué la decadencia material 1 " 1 ' .
elo a explicar el ascenso ele la "cultura del terror" que hoy cam- alcanzaron niveles tale 1 y ~ v 10 encra mterpersol1al
pea en muchas calles de las áreas céntricas deprimidas. El marchitó e ' . ' s que e espacio público del gucto se
' a s l por completo? . Por 't. ~
áreas céntricas el . .imid . ¿ que autos adultos de las
epl11111 as carecen de 1I11(j '. r r'

economía recular v s . 1 J'. e posicron solida en la


15. Pero la') mi" de las veces esos empleos de bajos 5a1(1r105 ni siquiera se e» .. ,C 'en O) ]nados. en Cal l' , ,
una mezcla dc activid l. . b e- .' . n 110, a "po) arse en
consiguen: otro contraste entre la economía monetaria y la economía callejera
sostén estiomatizante ac cs su ten aneas y depredadoras, y en el
informal o ilegal es que esta última ofrece constantemente alguna oportuni-
rielad SOCI' 0 ' 1 ) flagra.nlel11Cnte insuficiente de la sccu-
dad de entrar en "acción" y obtener ingresos (en c,"Jxcirll desde la expansión . a 1 para su »ststir? . p . '1 . o
de la distrihuci()11 masiva de drogas), mientras que la primera se angosta pe- cas y privadas elec . .' '1 ¿ 01 que as organIzaciones públi-
riódicamente, As i, la relación convencional entre estos dos sectores de activi- ay el 011 ( e manera tan ',. ~ . 1 •
de las metró 1" . _. . ( llIdlUh n en el núcleo
dad puede invertirse: el empleo oficial es visto como irregular y poco confia- po 151101 tea¡nenC311as() : y f,. r
namiento ele ne<rros pobres e ' , .. 6 que exp ICa el Jl110nto-
ble, en tanto que las actividades subterráneas, tomadas en conjunto, parecen tan te? , . , . le, en estos enclaves en deterioro cons-
regulares }" seguras: "Siempre puedes sacar algo de un callejón trasero y re-
buscarte algo de plata en la calle, Lonie, siempre". Las causas de la "hiperguetificaeión" 1 I . c.. "
<..- -. (e as Alcas cenfncas
PARIAS URBANOS LA NUEVA LíNEA DE COLOR URBANA 69
68
implican una compleja y dinámica concatcnación de fa~tore~ la década de 1980 y sus sombrías perspectivas en lo que queda
económicos y políticos desarrollados en toda la era de la pos ele este siglo no es tanto el funcionamiento impersonal de fuer,
' l' .ta v de corto plazo zas macroecouómicas y demográficas generales como la volun-
ucrra, quc desmiente el argumeu t o suup IS J
~cl cuento de la "infraclase", La más evidente pero n~ ;leed'esal~ tad de las elites urbanas, es decir, su decisión de abandonarlo a
.:. . te la lnas es: e,ati..sas• es la mutuc ron . e a"
. I)oderosa <-Ice esas esas fuerzas tal como se (pre)estructuraron políticamente.
riamen r , . ' .t a "foreltsta
econoln ía nortearnericana, que paso de un SlS eln.~
cerrado inteorado Y ceutrado en la fábrica, qu~ alnnentaba un La desinversion corporativa. el crecimiento polarizado y la
Illcrcad~ masivo uniforme, a un sistellla más abierto, desccntra- segmcntacion rocía! de! mercado laboral de bajos salarios
, ' u t: 1 'ly\trones dc consumo
do v de scrvicios intcustvos, a ap aloa , ,
cau'a vez más uiferenciauos, Un seglllluo factor" qu~ se p~sa,::~r A mediados de la década del sesenta, acosada por la satura,
alto con dcmasiada frecuencia, es la perslstcncla de la segleba ción de los mercados internos, la intensificación ele la compe-
.. idenci: I ... 't()I',1 el"
(Ion resl CUela CdSl..
los negros
'" -, '-/
y~ e! haclllannento
' - . ~ de
dcli- tencia internacional y sus propias contradicciones, la economía
. do de viviendas IJúblieas en las zonas negras mas polJles e norteamericana ingresó en una fase de transición a una nueva
Irct auo " I .' artheid
las orandcs ciudades, lo tille equivale a un sistema (, e a p(, . forma de organización capital isla caracterizada por la "especia-
b l ' [a 'I() 'lercero el achicamiento ue un Estado de bie- lización flexible", una mayor movilidad de los capitales y una
\JI' L
);]nü (. e L e . , __ __ _ _._. _ ,- -
nestar ya ;lvaro desde mediados de la década de! s,etenta, com- menor protección de los asalariados (Scot\ y Storpcr, 1986;
biuauo con las depresioues ciclicas de la econonna estadl;unl' Piore y Sabel, 1984; Lash y Urry, 1988), Mientras el antiguo
dense, conlribuyó a garantizar una mayor pobr~za en las meas sistema económico anclado en la producción industrial cstauda-
. .: .. ' e 't' e! vuelco de las pollllcas
urbanas ccnu lC,-IS. .uat Ü,
In banas fe,
. ' ",
rizada, el consumo masivo, la fortaleza de los sindicatos y el
derales y locales en las dos últimas décadas condujo ~ la con, "contrato social" correspondiente entre grandes empresas y su
traccióu planificada" de los servicios e institUCIones publicas en fuerza de trabajo estable cedía progresivamente el paso a un
nuevo régimen basado en e! predominio de las ocupaciones de
el guelo. fac .
~Fn bien de la clariuael, analizo cada uno de estos actoles ;c'
>
servicios, la bifurcación de! capital financiero e industrial y la
" , , ' u su oleno IInl,aclo solo erosión de las economías regionales integradas, se produjo una
< "lela Y' suceslvamente, aun cuan o r
pare , , ' iad: "'c toman en euellta los reorganización generalizada de los mercados laborales y las es-
lucJ e evaluarse de manera npropia a Si s , '1"
l '1 .. .an: hiante arlieu acion tructuras salariales.
efectos inlcraccionalcs motlV~l(. os pOI su ~,< . . ., . . el
. .' iica v ll'la"I'o'nica \(' COlllO concluSlon so~tengo que, en Durante este período, uua demanda laboral polarizada, ea,
SlllC10l\lc j v ' ' . 1,,1 'r t n
...

balallce, lo que mejor explica el virtual UCJl umbe e e gue o e ractcrizada por un abismo creciente entre los puestos califica-
dos y con altos salarios y los empleos de horarios variables y
escasa paga, que brindaban pocos beneficios y ninguna seguri-
' '\ '1', '1"1 eJ' cmplo, la segregación racial, ,aunljue nominalmente COlldS- dad, se convirtió en un rasgo estructural de la nueva economía
l o. t ;, , ~ -- . ~. . ' bl . t la m'mera e
tunte H lo largo de la en~ de la posg\lCr.r~l'"aclua \~nadec~~~~:I'n~i~)S e~ollóHli­ estadounidense de servicios (Thurow, 1987; Sassen, 1991). De
un "'l(c1crador" kevnCSlano que alllpllilcd el efecto " f T I · ' . del re-
cos ~xtcrnos y, al; ver; como una prcconJieión pohtlca acr ¡talOld e tal 1II0do, de los 23 millones de puestos creados entre 1970 y
corte de scrvic'loS públicos en el núcleo urbano. 1984, LlIlOS holgados 22 millones correspondieron al sector de
1~ A Nt rpv '
,.c i\ UNF/\ DE COI ~ 01' 1'RR ANA
,,-'
PARlAS URBANOS
70
les, así como al resurgimiento del trabai 0
servicios, y en la actualidad más de las tres cuartas partes de to- lleres negreros. Quienes r _ _ ),1.1 en el hogar y los ta-
_ _ nas se vleron afcct 1
dos los empleos están en esa industria- pero casi un tercio de lución fueron los trab - d ar os por esta evo-
aja ores de las mino - b
todos los empleos generados en \a década del ochenta eran beneficios provinieron I - t , - _ rf a S ur anas, cuyos
lIS oncamente mas d 1- 1- -
pucstos de tiempo parcial y el 75 por ciento de ellos estahan bernamentales que del fu ,_ _ c.r, e as po incas gu
E _ _,_ 1 nciouanucnto del mercado.
ocupados por personas que habrían preferido trabajar durante nn e estas muchas fuerzas cnrrccr '1 ' - -
toda la jornada- Por otra partc, en muchos de estos empleos de ron el rostro de los mercados 1_ b _ 1 uzac as que reconfigura-
• e . _, d _01 a es urban 1 --
servicios se pagan entre cuatro y seis dólares la hora, a gran treinta años hav tres que . ' .. . c. OS en, os últimos
, ~ , son particularme te -
distancia de la tarifa de 12 a 15 dólares común en las manufac- el gueto porque su convcrg _ li _ en e unporrantcs para
· ' ~ _ - .' - ~ enc](l e 11l111lÚ 1 r ., -
turas de bienes durables, con personal sindicalizado- En rigor no ele mano de obra indi tri. 1 t _ .i ia uncion de reservo
<. ISJld »nam v uo ,¡OC d
de verdad, la mitad de los puestos de trabajo agregados entre asumió en la situació 11 ant .: 1 1 -__ ' ca I rca a que aquél
_. ,(. _ (. ellorce a divisir . '-'1- .
1970 y 1983 redituaban menos de ocho mil dólares por año Primero, cl cnmbio scctori ! 1 1 sron racia (,Iel trabajo
a (11!2;1(0 '11 cm le 1 -:
1_ "~-- ~_ (
• • __ " _.' (1

(Bureau ofthc Census, 1985, cuadro 40)_ significó recortes masivos • p eo en os Ser\'lC10S
_'. en as catcuorias 1-1 1
Este cambio en la estructura de los mercados laborales no nalmente más accesibl '" 1 b - e a )Ora es tradicio-
. _ es a os Ilerrros y los )00 - ' .
fue motorizado por ningnna modificación inevitable Y tecnoló- muchas otras bcrandcs el-ti 1- de ~d
(d _es _e norr - - -
1 - 1 ' ..res. Al igual que
eo~no
{. - ¡

gicamente predetermiuada, sino que resultó de las decisiones Detroit


_ filadelfia v_ Baltimore'_ C'I llCd"O _'" e,
sufri« 1- Nueva - I-d York,I
ele las empresas norteamericanas de favorecer las estrategias de mitad de su base manuf et _ _ r- - ,1 pere I 3 (e 1"
_ _, a urera cntre la 1-'- 1 11 -
rentabilidad Y acumulación de corto plazo por medio de una re- principios de la décacl 1'1 1 r. ucear a ce cmcucnta \
_ e are ochenta I-nl947 I - "
ducción de sus erogaciones salariales Y costos operativos- Un cas: 670 mil empleos __ ._ ( 111311llfa (. e Uf eros ) -- -',' .a ciudad
t _ ,- l' - - tenia
estudio mencionado por Squires el ol. (1987, p:íg_ 28) calcula por ciento del total (le 1_ _ __ 1 _' ( qllc representaba el 70
, a Icglon- 1-lCI- 19R" --
que dos tercios de los 203.700 empleos manufactureros perdi- reducido a 277 mil '1\ e _ -1:" el _' ¿- esa cifra se habia
, 1 SIQ,lll icaban solo 1- .
dos en el Gran Chicago entre 1977 Y 1981 a causa de cicrres o metropolitano (Wacquant v' ~
\\7"1,l son 19.R9h . )lIU I '1erero 1 del -total --
"achicamientos" empresarios se debieron en realidad a la desin- c trabajo fabril se a ,1, __ , , - " (esaparlCIO!1
d 1 _ . ace ero con el paso 1 1- -1' - _.
versión societaria orientada a tran.~ferir las actividades a luga-
el
elevarse de '=;'1 _' 1 - - (e a S décadas IJ'lr
_ mi puestos d tral -
h - - 7",
res de terrenos mcnns costosos~ personal más barato y menores 19'4 a )69 _1
__ ,_) mi para el período 1967-19WJ -.
- e raoa¡o perdidos entre 194 -,
' - ' )
índices de sindicalización, especialmente en los Estados del sur plOS de la década de 19"'0 I ' -- Como aun 3 pnuci-
'I~
• • " f. os nei!ros de 1'1s z " ' .
y paises del Tercer Mundo como México- Las políticas federa- primidas de la ciudad, .t: 1 as zonas ccntncas de-
, es ana so ncrrcpre s t 1
les de desregulaeión gubernamental (en sectores como el trans- fabril, y además tendía¡ 1_ e. en ac os en el trabajo
_ ' an a ubicarse cn las o " .
porte y las comunicaciones) Y las tasas de interés más e\evadas, trialcs de menor catcuor ( '<-,
ia '1
a V as emprCS'lS n .~
,. cupacioues indus-
...
junto con la postura de laissczfoire de la Junta Nacional de Re- sectores declinantes (Stc .. . C
_ '_ earns \ olernan 199(J)
.. ' - lenas protegidas cl<-
1-
laciones Laborales en la última década, contrihuyeron a esta manera dcsproporcio d - ' " , pnc ccteron de
reorganización de la fuerza de trabajo al promover la declina- guen siendo los pril11~~_~Sae~s:I~~~llt~I,nz~eión scctorial. Y si-
ción de los sindicatos Y socavar la protección de los trabajado- dustrialización en Chicazo: 1.1 C\ dIOS costos de la desin-
• .J. { b . un 10 erado 4" ... ,', .
res periféricos (Rosenberg, 1983)- Esto a1lanó el cmnino a la sidentes del gueto inte _ O' d b' .J pOI ciento de los re-
en- c rroga .0S por el Provecto de Pobreza
proliferación de mano de obra y subcontrataciones cont;ng
n PARIAS URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 73

Urbana en 1987 informaron que varios o la mayoría de sus trieas deprimidas, de modo que, "en la práctica, desde el área
amigos babian quedado desocupados debido al cierre de alguna de alta desocupación no se puede llegar con el transporte públi-
planta en los últimos años (en comparación con el JI por ciento co a los empleos en las zonas suburbanas exteriores" (Orfield
en los barrios negros periféricos). U na madre de tres hijos, de 1985, pág. 179). '
treinta y dos 'lIJO s, despedida diez años atrás de su puesto como Tercero, el cambio ocupacional favorable a los puestos de
trabajadora en una linea de montaje, que hoy vive enferma en trabajo que requieren educación superior restringió las posibi-
un complejo de viviendas públicas, señala: "Sencillamente no lidades de empleo de los residentes del gueto debido a la inca-
hay suficientes [curpicos]. Antes estaba [... J antes teníamos la pacid~d de las instituciones públicas~escuelasoficiales, pero
industria siderúrgica y todo eso. Pero la cerraron. Reagan la ce- también programas de capacitación y programas federales y lo-
rró y la mandó a otros Estados". cales de cmpleo- para prepararlos para ese cambio. En Grand
Segundo. la redistribución espacial de los empleos, correla- Boulevnrd, el 65 por ciento de los adultos de más de veinticin-
tiva al descongcsrionamieuu. de la economía urbana, también co aí1o~ ticner, menos de cuatro años de secundaria y menos del
redujo 1"S opciones de las miuortas de las áreas céntricas depri- 3 por CIento asistió a un curso universitario de esa misma dura-
midas en el mercado laboral, ya que las empresas se marcharon ción. Sólo el 16 por ciento de una promoción que ingresa a las
de las ciudades centrales en busca de rebajas impositivas y ma- esencias secundarins públicas de la ciudad se gradúa cuatro
llO de obra más barata. Sólo en la década del setenta. mientras anos después con el promedio de lectura nacional o por encima
sus suburbios ganaban puestos de trabajo en todas las catego- de él. No obstante, desde 1970 hasta 1980, la cantidad de em-
rias ocupacionales, incorporando medio millón de empleos a pleos ocupados por trabajadores de la ciudad sin educación se-
sus nóminas. la ciudad de Chicago exhibió una pérdida neta de cundaria completa cayó un 42 por ciento, y la correspondiente
90 mil empleos administrativos y de ventas y 119 mil puestos a los graduados secunelarios disminuyó casi una quinta parte.
fabriles. Las únicas catcgorías en que mostró aumentos fueron El: contraste, el volumen de empleos que exigían alguna educa.
hs de gerentes, profesionales y personal de asistencia técnico y cion ,nnLversilariaaumcntó un 44 por ciento, y el de los que re-
administrativo, es decir, empleos que requieren al menos cierta querum obltgatorramcnte un titulo de ese nivel se incrementó
educación universitaria (Kasarda. 1989, pág. 29) Y por lo tanto un 56 por ciento (Kasarda, 1989).
muy lejos del alcance de los residentes de las áreas céntricas Un cuarto factor crítico en la marginación económica de los
ruinosas. pobremente capacitados por el vaeilante sistema esco- negros del gueto es la constante segmentación racial de la nia-
lar público. El traslado geográfico del empleo al primero y se- 110 de obra COI1 bajos salarios (Fainstein, 1986-1987; Bailey y
gundo cordón suburbanos también afectó con mayor fuerza a Waldmgcr, 1991; Waldinger y Bailey, 1991). En los sectores
los negros del gueto, debido a las grandes deficiencias elel manufacturero y de servicios, la mayoría de los negros están
transporte público. En Chicago, la probabilidad de que los ne- empleados en "nichos ocupacionales" específicos CO~l grandes
gros usen ese transporte duplica la de los blancos, porque el concentraciones de afroamerieanos, y se los excluye rutinaria-
costo de poseer y mantener un automóvil está más allá de sus mente de otros reservados a los blancos e incluso a otras mino-
medios. Pero la deficitaria red pública de trenes y ómnibus está rías (en especial los hispanos). En muchas industrias de serví-
diseñada de tal manera que aísla los suburbios de las úreas céu- CIOS que experimentaron un rápido crecimiento del empleo,
74 PARIAS URBANOS l.A NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA
75

como los restaurantes y los lugares de provisión de comidas, , El estigma asociado a 10 residencia en el gueto es un obs-
los negros tienden a quedar segmentados en los peores puestos taculo más que los negros de las áreas céntricas tienen que
va apiñarse en las posiciones de nivel inicial, marginadas de ve,neer en su búsqueda de trabajo: "Creo que tener una direc
los escalafones profesionales. Por otra parte, los residentes de c10,n decente ayuda mucho", dice una madre desocupada de
las áreas céntricas deprimidas que tienen poca educación, esca- treinta y siete años que vive en el South Side: "Como cuando
sa calificación y una experiencia laboral dispersa, descendieron uno se postula para un empleo, y ven que no es del corazón
aún más en la escala de empleos debido a la mayor competen- del gueto"."?
cia de las mujeres y los " nuevos " . "1
umugranres , ega Ies e 1'1"
ee a- En conjunto, la polarización de la estructura ocupacional y
les, que inundaron las grandes ciudades norteamericanas con salarial, la degradación de los empleos y el endurecimiento de
mano de obra barata. dócil y no calificada como resultado de la segmentación racial en la base del mercado labora! achicaron
los cambios en la legislación inmigratoria dc mediados de la eficazmente las opciones ele trabajo de los negros del gueto, v
década de 1960 (Sassen, 1989). Una madre divorciada de trein- empujaron a más de ellos hacia el (mico sector dc empleo ,;1
ta y ocho años con dos hijos, que trabaja como cajera en un bo· que tienen fácil acceso: la economía informal irreuular de las
tel del Sontb Side, se queja: "Demasiada gente y demasiado po- úreas céntricas deprimidas. '
co trabajo. Hay cien puestos y V3n y se presentan mil personas.
Las máquinas y las computadoras están eliminando un montón
de empleos".
Asi, en la base del nuevo orden posindustrial. el crecimien- 17. Desde luego, los dos cslign18S con que cargan los residentes del cuelo
to de los empleos no calificados en los servicios y la industria en el, mercado laboral (yen cualquier otra parte). el del color de la piel y el
manufacturera disminuida eludió en gran medida a los negros asociado al hecho de vivir en una localidad vilipendiada, públicamcure c(1!]si-
de las áreas céntricas deprimidas, ya que los empleadores acu- dorada como el caldo de cultivo y el epítome de la "patología social", no son
independientes uno del otro. Pero 1<1111POCO se confunden en su naturaleza I)i
dieron a otras fuentes de mano de obra dócil, menos susceptible
50:1 i.déJlficos en sus efectos. Los marcadores raciales son imposibles de su-
de resistir o protestar contra la snperexplotación y la inestabili- rnr~lr r(jr~ casi todos los afroamericano-; pero su signiñcacion puede al me.
dad de las condiciones laborales. Y como la imaginación del nos tnvcrtrrse y re,valorizarse desde adentro (de acuerdo con el paradigma "lo
público asoció cada vez más estrechamente esas áreas céntricas fl~gro es hermoso"), En muchas situaciones, 18 mancha residencial puede eli-
con el delito. la depravación y la ilegalidad, el mero hecho de rrunarse mediante técnicas idóneas de manejo de la impresión. Pero el hecho
de tener que ocultar el propio lugar de residencia ante Jos de afuera (incluidos
residir en el gueto se convirtió en una desventaja adicional, una
otros negros), en especial cuando eslos son agentes oficiales de instituciones
señal que algunos emplcndorcs utilizan para separar a los ne- dominan les como las empresas, las CSCUC]¡lS () las burocracias Rubcruamcnta-
gros "buenos" (educados y de clase media) de los "malos", y les, que a menudo tienen los medios de descubrirlo en algún 111;)[11CI110. reacti-
excluir a los habitantes de aquél de su grupo de postulantes. va constantemente la sensación de indignidad social. y no hav forma de efcc-
Una enfermera de cuarenta y un años del South Side se queja: tuar una inversión de la valencia simbólica de la residencia en el gueto (hoy
son pocos 105 que podrían aducir concretamente que "vivir en el gueto es her-
"Me presenté en lugares, y tengo amigas que fueron a lugares
moso"). En Wacquant, 1993a. págs. 369-375, se encontrará un ;m{disís má-,
donde les preguntaron de qué barrio [eran]. Y apenas se fijan detallado de la lógica de la cstigrnatización territorial y su impacto dcsintc-
en la dirección, dicen '{Uh, vive en esa zonal', se da cuenta". grador sobre 1<'1 estructura de las relaciones sociales en el gueto.
76 PARIAS URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE LOLOR URBANA 77

La scgregacion racial y la COllcentrclL'¡ón de la pobreza negra proporción de ncgros residentes en las zonas totalmente negras
por medio de las políticas habitacionales creció ligeramente.' R El "índice de exposición", otra medida de
la segregación ele uso corriente, revela que la persona negra ti-
Pero por si solos los cambios económicos estructurales difí- po de la ciudad vive en una manzana en que hay un 4,5 por
cilmente puedan expliear la aeumulación de dislo.caciones so- ciento de blancos (aunque éstos constituyen casi la mitad de la
ciales en el gneto. La segregación racial es la variable uuervi- población de la ciudad), mientras quc la manzana del residente
niente crucial que dilucida la forma en que los negros pobres blanco tipo apenas contiene un mezquino 2,6 por ciento de ne-
quedaron apartados de las nuevas oportunidades de trabajo de gros, Desde el punto de vista residencial, los afronmcricanos
la econom ia descentralizada de servicios e impedidos de buscar están virtualmente tan separados de otros grupos, incluidos los
la movilidad social a través de la movilidad espacia!. La conti- hispanos -x.uyos asentamientos tienden a funcionar como "zo-
nua segregación residencial de los negros pobres en las áreas nas tapón" entre los barrios blancos y negros (Squires el al.,
céntricas deprimidas de la ciudad es un factor central en la de- 1987, pág. 111)-, como si vivieran bajo un régimen ele apart-
clinación del gneto porqne.jnnto con la suburbanización de los heid legal. Más aún: los negros son el único grupo que sufre
blancos (yen años recientes, cada vez más la de los negros de una separación racial tan intensa, ya quc las familias de origcn
clase media), subyace a una distribución de las oportunIdades hispano y oriental exhiben comparativamente un nivel de se-
laborales, las posibilidadcs escolares, la riqueza imponible y la gregación entre moderado y bajo. Así, en las trcinta áreas me-
influencia política que los priva de todo sostén para el progreso tropolilanas más grandes de Estados Unidos, es más probable
económico (Orfield, 1985). De ese modo, actúa como un "efec- que los latinos y los asiáticos compartan la residencia con los
to mnltiplieador" qne concentra las carencias en cl núcleo urba- blancos que con sus propios grupos, mientras que la probabili-
110. Si tenemos en cuenta que análisis recientes de las áreas dad de un contacto entre negros y blancos basada en la vivien-
céntricas tendieron a sosla)!;¡r la cuestión de la raza, a veces al da rara vez supera el cinco por ciento (Massey y Deuton,
extremo de ec lipsar!a por completo, como cuando el "gneto" se 1(87).'9
equipara desenfadadarucnte a cualquier área de alta pobreza, al
mareen de la composición demográfica e mstttuclüllal (por
ejen~plo, Jargo"sky y Baile. 1(91), 110 es superfluo reafirmar ! 8. El índice de segregación llega a 100 cuando los grupos raciales están
totalmente separados (es decir, cuando todas las manzanas de la ciudad son
que la l'elpetl/ilciún del gueto es ante todo y principalmente
racialmcute homogéneas, ciento por ciento negras o ciento por ciento blau-
1Il}{I expresión de la persistencia de la línea de color urbana.
cas) y a cero cuando cada manzana tiene la misma composición ncgro-blan-
Aunque eligió a un alcalde negro en 1982, Chicago disfruta co que la ciudad en su conjunto. Otras medidas de la segregación exhiben el
dcl dudoso privilegio de scr la metrópoli con mayor segrega- mismo patrón y revelan que los aíroamcricanos son únicos en la Nortcamér i..
ción racial de Estados Unidos. En 1980, más de dos tercios del ca urbana, en el sentido de que padecen simulráucamcutc una segregación
extrema en todas las dimensiones posibles: desigualdad, aislamiento, apiña-
millón doscientos mil negros de la ciudad vivían en zonas con
miento, centralización y concentración (Masscy y Dentan, 1989).
m{ls de IIn 95 por ciento de personas de color. El índice de se- 19. Estas mismas poblaciones no SOB, desde luego, homogéneas en ese
gregación cambió poco desde la década ele 1950; incluso subió aspecto. La categoría "latinos", por ejemplo, está compuesta por diferentes
de 89 en 1970 a 92 en 1980 (para un máximo de 100), ya que la corrientes ctncnacícnalcs e inmigratorias que enfrentan condiciones amplia-
LA Nl.JEVA LÍNEA DE COI.OR URBANA 79
PARIAS URBANOS
78
dequidad
. d en
d materia habitaeional-- ' tod
'. ;)v.r.Id prevalecen
. en ur 1
Es importante destacar qne el singular aislamiento residen- es "cm a es como Chicago (Schlav 1987'
.," r mger 1987)e LQ! -
V'

cial de los afroamericanos no es una expresión de afinidad étni- negros que intentan mudarse del rerritori ¡", d ' . . os
ca y elección, porque tanto en principio como en su conducta topan con renuencia .. ' 10 '.Id o para ellos se
los negros prefieren de manera abrumadora vivir en barrios ra- lidad y resistencia v:o~ell~ltqUI~tl:d,cu~ndo no eon abierta hosri-
Il »en considerables mavorias 1
. ~
3. el
cialmente mixtos (Streitweiser y (]oodm'111, 1983: Farley el nl., 1 aneos concuerdan en principio" , ' 1 , cr, (e

1978). Tampoco se debe a di ferencias de ingresos entre las fa- a residir donde le dé 1 o ' ,en que a gente tiene derecho
servando para sí 1 • a ",Q!l a, este es un derecho que siguen re-
milias negras Y blancas. Si asi fuera, la expansión de la clase . ' ,. nJsmos. la mayor parte de ellos .
media negra desde la década del sesenta habria estado acompa- vivir en un barrio en que hlJbien~ '110- - ~ ~. e e os se neganan a
ñada por una disminnción reconocible de la separación racial. centaje de neuros v e go mas que un pequeño por-

En realidad, si la población afroamericana se distribuyera en un mnlgadas PQ!~ ~~e~,~o~ols apoyan las ordenanzas locales pro-
e a pi acnca ese 1)1'1' ~"
(t ('1
mercado babitacional ignorante del color y cstrictamente moto- Gross, 1991 ).20 • nctpro IV asscy y
rizado por los ingresos, el porcentaje de ncgros por zona del
padrón oscilaría desde un minimo de diez por ciento hasta un
son Una l' .
la segunda gran
1. 1 Ia continua
ansa (e ('1 " '

as po ureas ( e renovación habit .. . ,


segreaación racial
b. ,{ {

máximo de 27 por ciento (Berry, 1979, pág. 9). A diferencia de mentadas por los I" .
o r .1 acionol J urbana imple-
íé • ",o .nernos federales y munici " l . d
otros grupos de lasociedad norteamericana, los afroall1cric(1110S C écada del curcuenra cjue j '1'1 .> .• j - l· a e,s esde la
, ( e Ile! de amente ence ".
que suben en lajermquia de clases "O experimcntannna reduc- tonaron a los eafroamcrircnnos ',1 "aJ,·O/l. Ji arnon-
po xes en las : .
ción de su ostracismo. gras más pobres del centro d i ' . l . dIeas totalmente ne-
' e a CIudad. La . p,Id .. 1 .. ' .
La línea de color es el resultado, en primer lugar, de la per- .obr I ..
d cbate conremporán eo so I 11 e a "infracl ."
n1l0
1
usronca del
.
sistente d1lalización del mercado habitucional de aCllcrdo con cer el hecho ele quc el 1 . ' : ase 110 ( eberia oscure-
lineas raciales (Foley, 1973; Berry, 1979). El rumbo racial for- hoy la cola de una eSl)~I~l~l1dlOrOl1anlllentodel gueto representa
. {. esccru cure cuvo '"
Ul0l1 ,
zado por los agentes ele locaciones Y ventas, as! como el sesgo l'ue o I11'3, hace unas cinco 1. d .. " e111p inicial
(.~ <.ccaac;dehspol'r· 11'
en la lInanciación de las hipotecas y la obstrucción informal 1es de Washintrtor, 21 C 1" e 1 leas li1 .iiraciona-
e» . 01110 o c1cmncstra . 1-~el1net I1 Jackson
que los hlanco : ejercen sobre el proceso de búsqueda de vi-
vienda ~todo ello condonado por la reticencia del Congreso Y
el gobierno federal a hacer cumplir las leyes vigentes sobre la
20. Una encuesta realizada en Derruir .'
comprobó que e142 1)01' ciento le 1 11 a mediados de la década de 1970
, . . e (e os ) ,l/le0S <;c <;:, tir . .
rno en que hubiera iJj)CW1<:; una' '. 1 ' . , . ' sen .JI 1,1 IllCOl110do en un ba-
'~.
os entrevistados no estaba 1'. ~_,
, . . qUI11 a parte de ncg1r " '1 .
mente \,í}ri~lh\e5 de entrada e incorpof;1ción al esp3cio social y físico de Esta- 1• C\,.\ una iolgada mitad de
. « e rspuesta a mudarse '
dos Unidos. La integración de cubanos, mexicanos y portorriqucf'inS difiere ttcas (Farley el al., 1978) N da indic , : a una zona de esas carac1t'rís-
. a a I!H lea qllt cifrax n» .
nol<lb1emcll(C; la situación de estos últimos es más semejante a 18 de los afro a- nr. en gran medida,_' . la."; 1));15 recientes puedan difc-
meric8J10S debido al pronunciado antagonismo con que se topan por su color 21. La mayoría de las teorías oc la "infra 1 ,-
de piet. aunque tampoco en este C3S0 la comunidad portorriqueña urbana está se concentran en esa década ,,(),: .: I (C ase no van m,ís allá de I (,l70 "
., ( . COIlSl( eraria la d ,. " ., '-
cortada de una pieza, r-omo-lo muestran la descripción del "Chicago portorri- en gran parte porque ]05 daros de 1 " , ( e su presunto surgumcnro",
. b - . t. OS censos 1011<1 les < I . ' ,.
queño" de Padilla (1987) Y el retrato del "pueblo del arco iris" trazado por y vana les asociadas de 3110 t ..' "" '" ( "O)fe lile Ices de pobreza
t, (. s au errores no son fáciles de conseguir. '
Rodríguez (1989, en \.~spec¡a\ el capitulo 3).
80 PARlAS UIU3ANUS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 81

(1985, pág, 219) en su autorizada historia de la suburbaniza- las viviendas para negros y pobres fue notablemente mezquina:
ción norteamericana, desde la ley Wagner-Steagall de 1937 desde 1937 hasta 1968, se hicieron diez millones de unidades
-qne fijó legalmente la responsabilidad gubernamental de apo- privadas para personas de ingresos medios y altos, con el res"
yar la construcción de viviendas de bajo costo- hasta la actuali- paldo de la Agencia Federal de la Vivienda, mientras qne sólo
dad, "el resultado, si no la intención del programa de viviendas ochocientas mil unidades públicas de construcción apresurada y
públicas en Estados Unidos [ha sido] segregar a las razas, con- barata se erigieron con subsidios federales (Kernel' Commis-
centrar a los desfavorecidos en las úreas céntricas deprimidas siou, 1989, pág, 474), Segundo, como se otorgó discreciona-
de las ciudades y reforzar la imagen de los suburbios COIllO un lidad a los municipios para decidir si construir o no viviendas
lugar de refugio y evasión de los problemas de la raza, la dclin- públicas y dónde ubicarlas, los proyectos federales invariable-
cucnc ia Y' la pobreza". mente reforzaron la segregación, dado que las localidades blan-
El método estatal para resolver las tensiones raciales y de cas periféricas se negaron a crear organismos públicos de la vi-
clase en la lucha por los recursos y el espacio urbano escasos vieuda y los barrios urbanos blancos resistieron con ferocidad
Gil la posguerra apuntaba, en electo, en dos direcciones. Por un la penetración de negros en su territorio, En Chicago, la violen-
la.lo. el gohierno federal avaló la subvención masiva de las vi- cia racial blanca desde abajo y la manipulación politica blanca
viendas de clase media en los suburbios mediante una combi- desde arriba coincidieron en restringir el emplazamiento de los
nación de deducciones impositivas, garantías hipotecarias fede- complejos de la eHA exclusivamente a los límites existentes del
rales )' construcción de autopistas, en tanto que las ordenanzas gueto, "con lo que fijaron e institucionalizaron sus fronteras co-
de zonificación local )' las restricciones raciales impuestas o mo nunca antes" (Hirsch, 1983, pág. 409), Casi todas las vi-
"pasadas por alto" por la Fcdcral Housing Ageney [iu», Agen- viendas públicas construidas en las décadas de 1950 y 1960 se
cia Federal de la Vivienda] hicieron posible que sólo los blan- emplnzaron francamente dentro de los cinturones negros tradi-
e(Js se mudaran de la ciudad. 1lasta 1949, la política oficial de cionales del South Sidc y el West Side, o illlnediatamente conti-
la r I I!\ luc negarse a asegurar cualquier complejo habitacional guas a ellos, En 1981, el 95 por ciento de toclas las unidades fa-
no segregado, }' esta agencia no exigió declaraciones juradas no miliares de alquiler de la Chicago Housing Authority estaban
discriminatorias a los solicitantes de préstamos hasta 1962, ocupadas por negros, En vez cle construir complejos hahitacio-
Hasta el dia dc hoy, la legislación sobre la equidad hahitacioual nales de baja densidad en tierras más baratas y menos conges-
aprobada por el Congreso en 1968 no fue acompañada por un tionadas fuera de las ciudades centrales, como lo hieieron01os
aparato para su imposición. El Departamento de Justicia apenas paises de Europa occidental, el gobierno de Estados Unidos to-
litigó anuahuente en un puñado de casos en toda la nación, e mentó el amontonamiento de torres de mala calidad en los ve-
inclu«. red lijo las solicitudes de indemnización durante la ad- cindarios más afectados por la pobreza, lo que transformó las
ministración Rengan. viviendas públicas en barrios bajos construidos y apoyados por
Por otro lado, el Estado también se embarcó en un plan de el gobierno nacional.
asistencia pública a las viviendas económicas, pero con dos Ya en 1968, la Comisión Kernel' (Kernel' Commission,
grandes diferencias. Primero, en agudo contraste con las cons- 1989, pág. 474) señalaba que "los programas hahitacionales fe-
trucciones suburbanas blancas de clase media, la ayuda estatal a derales concentran los segmentos más empobrecidos y depen-
82 PARIAS lJRRANOS
LA NUEVA UNEA DE COLOR URBANA 83

I
dientes de la población en los guetos del centro de las ciudades, Si los negros pobres están tan concentrados en el hipergueto
donde ya hay una brecha crítica entre las necesidades de los po- de la década de 1980, entonces, se debe en primer lugar a que
bladores y los recursos públicos para satisfacerlas". Esta brecha la tolerancia del gobierno ante la constante y flagrante segmen-
no hizo más que ensancharse en las dos décadas siguientes. da- tación del mercado hahitacional hace que les sea más difícil
do que los fondos para viviendas públicas se agotaron y la ciu- mudarse del núcleo urbano, ya que eleva artificialmente el cos-
dad interrumpió la construcción y basta el mantenimiento de to de la propiedad y los alquileres en los barrios afroarnerica-
las unidades de la CI1;\ tras ser declarada culpable de discrimi- nos periféricos; y segundo, porque todas las viviendas endebles
nación racial y sometida a la orden judicial de diseminar esas e inferiores para personas con bajos ingresos que construyó el
viviendas en barrios racialmcnte mixtos. Hasta el dia de hoy, Estado se emplazaron deliberadamente en él.
Estados Unidos sigue siendo el único país industrializado del
mundo sin un apoyo público importante a las viviendas econó- La contracción de/mezquino Estado de Bienestar
micas, pese al hceho obvio de que las empresas constructoras norteamericrmo
no construirán para los pobres: en 1980, las viviendas de pro-
piedad pública representaban alrededor del 1 por ciento del La retirada del Estado de Bienestar durante las décadas del
mercado habitac ional norteamericano, en comparación COIl un setenta v del ochenta es otra causa política fundamental del prc-
;16 por ciento en Inglaterra y 37 por ciento en Francia. También sente d~terioro de las oportunidades de vida de los residentes
es la única nación avanzada que ha generado un "gueto verti- del gueto. En contra de lo que sostiene la popular retórica neo-
cal" impuesto por el Estado, doblemente segregado sobre la ba- conservadora (Murray, 1984), las dos últimas décadas no fue-
se de la raza y la clase 22 ron un periodo de expansión y generosidad de la seguridad so-
cial sino de retracción generalizada, La i\FDC ha sido cada vez.
menos útil para las familias pobres desde 1970, ya que no inde-
22. Debido a 13 rápida mengua de los fondos federales. para no mcncio- xó las asignaciones de acuerdo con la inflación y. enreció de
llar el desvergonzado saqueo de las arcas públicas por funcionarios federales fondos suficientes: los desembolsos del programa llegaron él un
y Inca les de (lita jerarquía. la mayorin ele las grandes ciudades no sólo son fi- pico de 1,6 por ciento del presupuesto federal en 197., y desde
nancieramente incapaces de asegurar el mantenimiento de su ya insuficiente
entonces declinaron constantemente. La ayuda pública no sólo
stock de viviendas p<lr,l personas de ingresos baios. En muchos casos, sus ()l~
se racionó a través de restricciones legales)' burocráticas a la
vid,Hlizas burocracias perdieron lodo control sobre la administración diaria de
sus propiedades. La hipocrcsla última y el acto que corona el abandono COI1- elegibilidad (Susscr y Krensike, 1987; Axinn y Stern, 1988). El
visten entonces en prnponer (como 10 hizo .lack Kcmp, secretario de vivienda poder adquisitivo de la asignación promedio de bienestar ~oc'al
V dc sanol!o urbano de Bush) que los inquilinos de viviendas publicas fueran también se recortó de 1ll<1I1Cra sustancial. Según un estucho del
"promovidos" a 1<1 propiedad de unidades que esrán tan deterioradas y son tan Center on Budget and Policv Priorities de Washington D(
inseguras que ni siquiera la autoridad pública puede constituirse en ellas, co-
(mencionado en el Chicago Iribune del 16 de agosto de 1990.
mo no sea por medio de una ocupación cuasi ntilitar que atropella sin mira-
mientos los derechos civiles básicos de los locadorcs, como sucedió en una pág. 20), el valor real del dólar de la asignación promedio en
reacción de estilo mediático a una serie de asesinatos en el infame complejo efectivo a las familias beneficiarias de la ayuda pública en el
de Cabrini Green, en Chicago, en el invierno de 1992. estado de 1I1inois disminuyó más del 50 por ciento desde 1970.
84 PARIAS URBANOS LA NUEVA LÍNLA DE COLOR URBANA 8s

Eu fa actualidad, una familia de tres miembros inscripta en fa cial. Las economistas Rebecca Blank y Maria Hanrally (1991)
,\FDC recibe, en el mejor de los casos, un máximo de 645 dóla- demostraron que si Estados Unidos adoptara el sistema cana-
res por mes, incluidos los cupones de comida, una suma que dicnse de transferencias contra la pobreza, el indico de ésta en
apenas alcanza para alquilar un departamento estándar de un las familias monoparentalc-, disminuiría del 43 por ciento a
dorm itorio en Chicago. una cifra situada entre el 2 y el 16 por ciento, según cuáles
Como consecuencia de los cambios de programa y las re- fueran los supuestos sobre tasas de participación y oferta labo-
ducciones de las erogaciones desde mediados de la década del ral. En sustancia, una auténtica política de seguridad social es-
sctell ta, las tronsfcrencia.: gubernamentales en efectivo deja- taría cerca de erradicar la pobreza en los hogares encabez.ados
FU!! de cumplir el papel compensador que desempeñaban en la por mujeres, que boy representan una abrumadora mayoría de
década precedente, cuando la pobreza entre los negros del los pobres del gueto.
gueto descendía lentamente. Fundados en un análisis detallado Los expulsados del mercado laboral también fueron adver-
dc los índices de "eficacia" de los programas de bienestar so- samente afectados por las crecientes insuficiencias de la segu-
cial del gobierno, es decir, la aptitud para elevar a sus benefi- ridad social. En teoría, el programa estándar para el seguio de
ciarios por encima de la línea de pobreza, Axinn y Stern desempleo está diseñado para enfrentar necesidades cíclicas y
(1988, púg. 1(2) sostienen que "la explosión de la pobreza en proporciona 26 semanas de cobertura con alrededor del 40 por
las ciudades ccutralcs se debió mucho más a la eficacia decli- ciento de los salarios previos. Sin embargo, frente a la persis-
llallte de los programas que a le] depresión económica". En tente desocupación masiva vigente desde mediados de la déca-
e tecto. el índice de eficacia de los urouramas oficiales lleca da de 1970, las costuras del sistema han empezado a romperse.
t b e- a
SllS niveles mús bajos en las ciudades centrales, donde también El lobby empresario y la preocupación política por la reducción
.Iisminuvó sustancialmente con el paso del tiempo: en 1983, el de costos conspiraron para producir un importante achicainien-
29,9 por ciento de las familias cubiertas por ellos en toda la to de la elegibilidad y multiplicaron los obstáculos administra-
nacion eran pobres antes de las transferencias y el 18,'1 por tivos a la entrega del beneficio. Como consecuencia de ello, el
e ienlo dcspués de ellas, para una tasa de eficacia del 38 por porcentaje de desocupados cubiertos en toda la nación deseen-
ciento. en comparación con un índice del cincuenta por ciento dio del 50 al 30 por ciento entre 1975 y 1985. También en este
en 1973, cuando las cifras correspondientes de la pobreza eran caso la declinación fue especialmente pronunciada en las gran-
27,) por ciento y 14 por ciento. Si los programas hubiesen des ciudades y actuó, en particular, en detrimento de las mino-
conservado su limitada eficacia de la década del setenta, ha- rías de las úreas céntricas deprimidas, que por estar confinadas
briun amortiguado los efectos de fa desiudusuialización y el en los segmentos más bajos del mercado laboral secundario,
crccunicnto económico polarizado. de modo que los índices de son más susceptibles de ocupar puestos de corta duración V su-
pobreza en las ciudades habrian aumeutado sólo un punto, de frir frecuentes cambios de empleador. De hecho, los resid~nles
14 a 15 por cielito. Eas deficiencias de las políticas sociales del gueto que trabajan con más intermitencias raramente cum-
nortc.uncricanas se hacen aún más evidentes cuando las con- plen los requisitos para recibir el subsidio por desocupación
trastamos con las de un país vecino, Canadá, que no es ningún cuando pierden sus empleos.
lidcr mundial en materia de generosidad de la seguridad 50- Las politicasfiscales de los gobiernos estuduales y federa-
86 PARIAS URBANOS LA NUEVA LiNEA DE COLOR URBANA 87

les también contribuyeron a aumentar la penuria del gueto. contra los esfuerzos públicos por la mejora de las áreas céntri-
Las repercusiones adversas que las políticas impositivas federa- cas." .
les de Reagan tuvieron en los pobres están ampliamente docu- En el nivel federal, a partir de la aplastante reelección de
mentadas; menos conocido es el hecho dc quc muchos Estados Nixon en 1973, el gobierno produjo un súbito vuelco de los po-
desarrollaron programas impositivos que empeoran aún más la líticas urbanas que prácticamente anuló y hasta invirtió las mo-
situación ya precaria de las familias con bajos ingresos. De destas ganancias de la guerra contra la pobreza. Los fondos pa-
acuerdo con cifras compiladas por el grupo de apoyo Voices for ra viviendas públicas se congelaron y más adelante fueron
lI1inois Children [Voces para los Niños de Illinois], en ese Esta- reemplazados por subsidios federales coparticipados. controla-
do cientos de miles de estas familias devuelven una porción dos por las elites locales, que los reorientaron en beneficio de
sustancial de sus magros ingresos en impuestos estaduales. En la industria inmobiliaria y los propietarios. Toda una serie de
programas compensatorios que apuntaban a mantener la viabi-
materia de carga impositiva combinada -estadual y loea\- so-
bre los pobres, !lIinois sólo es superado por Kcntucky. Como
resultado, el 20 por ciento de los hogares más pobres del estado
I lidad de las instituciones de las áreas céntricas oriainalmcnte
establecidos bajo el paraguas de la Gran Sociedad. f~eron suce-
f
pagan casi un 11 por ciento de sus ingresos anuales en impues-
tos estaduales y locales, lo que duplica el porcentaje aplicado al
¡ sivamente congelados, recortados y abandonados. En la década
de 1980, los recursos federales dirigidos a las ciudades siguie-
I por ciento más rico. Pruebas abundantes sugieren entonces
que \0 que explica la elevación de la pobreza y la exclusión en
!
[:
ron mermando con la finalización de! programa de capacit;ción
laboral CFTA (Cornprehensive Employment and Training Act)
t
el núcleo urbano no es el surgimiento de una "infraclase", sino I [Ley General de Empleo y Capacitación], la Coparticipación de
la negligencia pública. ! Rentas Generales y los Subsidios de Desarrollo Urbano. Cuan-
I do las maquinarias urbanas y los partidos locales quedaron al
1
El sacrificio de las árerts céntricas deprimidas: f margen de la política nacional y se volvieron electoralmente
el "achicamiento planificado" y lo marginalidad descartables, el sistema de subsidios intergubernamentales que
política del gueto

La negligencia pública no se detiene en la política de bie-


l
,
rr
había amortiguado las penurias de los pobres urbanos a través
de las fronteras políticas se desarticuló. A su turno, el aisla-
miento político de las ciudades fortaleció su papel empresarial,
nestar social, sino que se extiende a toda la gama de servicios
urbanos. En las décadas del cincuenta y el sesenta, la firme ex-
¡ en detrimento de su función de proveedoras de servicios socia,

pansión de la economía creó un contexto favorable para los f


movimientos de oposición, y las demandas ncgras en pro de 23. Es necesario aquí un 3nálisis completo de esa reacción, sus ratees so-
un reparto menos desigual de los recursos urbanos se satisfi-
cieron en parte gracias a una ampliación de los programas fe-
derales y locales. La contracción económica de la década de
I ciales e imaginería racial, sus mediaciones políticas y su impacto dilcrcnc¡al
en los diversos programas y burocracias estatales que atienden (o conrrolnn:
varios componentes de la población del gueto. El lector encontrará en el estu-

I
dio de caso de George l.ipsitz (1989, capítulo 8) un fascinante relato sobre su
1970 y el crecimiento polarizado de la de 1980, en contraste, inicio en la ciudad de Sí. Louis. y en Edsall y Edsal1 (1991) una sugerente
alimentaron una reacción política y empresaria generalizada discusión sobre el nexo entre "raza, derechos e impuestos",

\
88 PARIAS URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR URBANA 89

les, lo que fragmentó aún más la base de ingresos en que se gaeión racial no ha sufrido modificaciones y la segregación de
apoya el financiamiento de las institucioues públicas (Weir, clase crece desde la década del sesenta. Los niños de las áreas
1991 ). céntricas deprimidas de nuestros días concurren a clase en esta-
En el plano local, una coalición de intereses empresarios, blecimientos cuyo cuerpo estudiantil está en general íntegra-
bancarios}' comerciales utilizó la crisis fiscal de las ciudades mente compuesto por miuorías, y el ochenta por ciento provie-
para presionar en favor del desmantelamiento de los programas nen de familias quc viven debajo de la línea de pobreza. Se los
sucia les que sostenian a los residentes del gneto y sus barrios. educa en las instalaciones más antiguas y supcrpobladas, en
,\ cllos se unió la actuación de plauificadores urbanos que vie- clases más grandes conducidas por maestros formados en las
ron en el retroceso de los servicios provistos por las ciudades universidades menos selectivas y tienen menos consejeros que
un medio cficnz de empujar a los pobres fuera de las áreas des- las escuelas suburbanas o privadas de la ciudad. Por ejemplo,
lin"das a la renovación. El resultado fue lo que el historiador de los 601 alumnos que asistían en 19R5 a la escuela Julia
Robert Fishcr (19R4) llamó achicinnivnto plaJlificado o "selec- Lathrop en el West Side, todos ellos negros, 592 cubrian los re-
cióu de barrios de las áreas céntricas deprimidas: el cercena- quisitos para recibir desayuno y almuerzo gratis. Para esa épo-
miento selectivo de servicios públicos como escuelas, bibliote- ca hacía ya dos décadas que la escuela carecía de biblioteca
cas clínicas.
" -
,-
comisarías v estaciones de bomberos, concebido
. ,;
(los libros juntaban moho en el comedor) y no había una aso-
para inc itar a los pobres a dejar el núcleo urbano y liberar re- ciación cooperadora. Muchas de sus ventanas estaban tapiadas
cursos para la reurbanización societaria y de clase media de o rotas y los graffiti cubrían las paredes; la cancha de básquet
otros vcc indario«. i\sL en Chicuuo, desde mediados de la déca- no tenía aros y el patio de juegos estaba lleno de vidrios rotos.
da del setenta, la asignación de servicios públicos y erogacio- Sus maestros provenían de afuera y contadas veces se aventura-
nes en infraestructura, las medidas de limpieza de terrenos y las ban en la comunidad por temor a la delincuencia. A decir ver-
reducciones impositivas sirvieron cada vez más para atraer y dad, cra difícil conseguir siquiera que los maestros suplentes se
fomentar los capitales privados y expandir un lluevo centro de- presentaran una vez que conocian la ubicación y la condición
dicado a las fiuauzus. la administrac ion y los servicios para la de la escuela: "Cuando ven el edificio y el barrio", se lamenta
clase media. Este desvio de recursos sólo permitió que los ba- el director, "simplemente no paran. Uno no puede conseguir ni
ITios del gueto del 'Vest Side y el Sonth Side recibieran un te- siquiera Ull taxi que lo traiga" (Cliicago Tribunc, 1986, págs.
nue Dujo de inversiones públicas, que los dejaron en el estanca- 151-152).
miento y la decrepitud (Squires el al., 1987). Los colegios secundarios públicos segregados de la ciudad
Pocas organizaciones son más reveladoras del grado de introducen a un sistema ele colegios universitarios municipales
abandono institucional sufrido por el gueto de Chicago que las también definidos por la raza y la pobreza. Y cou tasas de de-
escllelas publicas. En efecto, éstas quedaron reducidas, en sus- serción que se elevan bien por encima del 50 por ciento (en
tuncia, a ser establecimientos de custodia y no de educación, comparación con el 2,5 por ciento en los suburbios) y tres de
que sirven mús para atrapar a los pobres que para abrir una cada cuatro escuelas no preparadas para capacitar a sus alum-
compuerta de escape del gueto. Las escuelas públicas están rí- nos para ingresar a una universidad que exija un nivel acadcmi.
gidamente estratificadas por raza e ingresos; en ellas, la segre- co razonable, la educación superior está fuera dcl reino de lo
90 PARIAS URD1\NOS LA NUEVA LiNFA DE COLOR URBANA 9t

posible para el grueso de los adolescentes del gueto. Lo cual gro más antiguo de la nación, fundado casi un siglo atrás, lo que
lleva a Gary Orfield (1985, pág< 176) a insistir en que éstos en- dejó al South Side virtualmente sin establecimientos hospitala-
frentan "una serie independiente y desigual de oportunidades rios accesibles para los pobres. Cuatro años después, el gobier-
educativas que persiste a lo largo de toda su escolarización. Po- no local no babia cumplido aún su promesa de reabrirlo.
dría argumentarsc con facilidad que sus experiencias educacio- , Al margen del hospital de! condado de Cook , excesivamente
nales no pretenden ni pueden preparar [losJ para actuar en la ~ recargado, ningún prestador privado de atención médica del
misma sociedad y la misma economía". área de Cbicago brinda una atención prenatal accesible a las
Como atienden una población que los funcionarios públicos f mujeres que carecen de obra social. La "descarga pcrinatal" de
consideran descartahle, las escuelas del gucto también están en pacientes del gueto también es una práctiea de rutina: las muje-
la primera línea de los recortes presupuestarios periódieamente
Impuestos por nna Junta de Educación constantemente necesi-
tada de fondos. En el verano de 1991, el superintendente esco-
lar de Chieago anunció planes para cerrar 16 escuelas, a fin de
I!
¡
res pobres sin seguro de salud y susceptibles de tener embara-
zos de alto riesgo son habitualmente rechazadas por los hospi-
tales privados, que no vacilan en violar la ley y trasladarlas al
hospital del condado de Cook, incluso durante el trabajo cle
tratar de reducir un inesperado déficit de doscientos m iliones F parto (Chicag» THb1l17c, 1989)< Los residentes de las áreas cén-
de dól~rcs: 14 de ellas estaban situadas en barrios negros po~
bres ((/7lcago Tribunc, 5 dejulio de 1991)< Y las escuelas pa-
rroqnialcs ya no pueden licuar el vacío generado por el colapso
d<e la educación pública: jnsto un año antes, la arquidiócesis de
l! tricas deprimidas no claman por tratamientos médicos de alta
tecnología sino por la atención más hasica, como la vacunación
de los niños, el Papauicolaou para las mujeres, el control de la
presión sanguínea y' el colesterol y enfermeras que visiten 8.1os
( hicag» había revelado planes para cerrar 17 establecimientos pacientes pobres. Como consecuencia de este "emhotellamlen-
debido a dificultades económicas, 11 de ellos en vecindarios to médico", mientras que en el Estaclo de IIlinois el índice de
negros pobres. mortalidad infantil de los blancos se elevaba en 1985 a 9,3 ca
El deterioro de las escuelas públicas sólo se compara, qnizá, da mil nacimientos, la c iíra correspondiente a los negros era
con el de los establecimientos ele salud pública. En 1990, el co- 21,4 tStatístical Abstract ofthe United Stotes, cuadro 116)< Y
rnl5JOnJ:io interino de salud de Chicago reconoció oficia'lmente en muchas zonas del gueto, este índice subió por encima del 3
que el s_lstema de salud pública de la ciudad "es un no-sistema por ciento y supera el de paises del Tercer Mundo como Costa
[<<<J defICIente y a punto de caerse a pedazos" (Ch/cago Tribu- Rica v Malí. Todos los años mueren más de mil recten nacidos
ne, 16 de enero de 1990)< Debido a los lentos y tardíos reembol- en e1o-'aueto de Chicaao, v otros tres mil nacen con daño ccre-
D ~ "
sos de Medicaid," en las dos últimas décadas quebraron una do- bral v otros graves trastornos neurológicos.
c,ella de clíni~(ls y hospitales de las áreas céntricas deprimidas. Investigaciones ecológicas y médicas detalladas realizadas
En 1987 cerro sus puertas el Provideut Hospital, el hospital ne- en la ciudad de Nueva York sobre el patrón sinérgico de la ma
yor desigualdad en la atención de la salud, la muerte violenta y
la carencia de techo, la difusión del StD,\ y el abuso de drogas,
* Programa gubernamental uortcamericano de atención médica para las establecieron una relación causal directa entre el abandono ur-
personas de escasos recursos [no del el bano y la desintegración social de los harrios de los guetos por
92 PARLAS UI(BANOS LA NueVA LÍNEA De COLOR URBANA
93

un lado, 'i las reducciones en servicios municipales como el un~ "demolicióu dejirelo" del lugar: casi la mitad de sus 1.760
control de incendios, la protección policial 'i la sanidad a nive- I~nldades estaban vacías por falta de fondos para renovarlas o
les muy por debajo de los necesarios para mantener las densi- limpiarlas cou el objeto de ponerlas en alquiler.
dades de población urbana, por el otro (Wallace y Wallace, El colapso de las institnciones públicas en el núcleo urbano
1990). Cada vez que los servicios urbanos fueron recortados o y la sostenida marginalidad de la población del gueto son en-
supruuidos. los índices de morbilidad y desamparo social se tO~Ices el :'es~ltado de una política que fragmentó la esfera pú-
dispararon, poniendo de relieve un ciclo autoalimcntador de de- blrca: debtllto las capacidades políticas de los negros (Fainstein
cadencia urbana :y violencia morta] que somete a barrios ente- y Famstem, 1989) y estimuló la salida hacia el sector privado
ros a una espira I de deterioro. de todos a;luellos que podían solventarla, para dejar que los
El sistema de bienestar social tambicn interactúa con los sectores mas pobres de la clase obrera afroamericana se pudrie-
propiotarios inmobiliarios para agravar las condiciones de vida ran en el purgatorio social dellripergueto.
dc los residentes del gueto, y contribuye de manera indirecta a
la profusión dc viviendas de calidad inferior a la normal. Sabe-
dores de que sus inquilinos son una clientela rehén, los propie- CONCLUSIÓN
tarios de los barrios bajos incluidas las autoridades de los 01'-
ganisnws públicos de vivienda- cobran elevados alquileres y ~n, un famoso artiCLrlo sobre las villas de emergencia de
descuidnu las reparaciones)" servicios necesarios, a la vez que América
ee ".
latinn,
."
Alejandro .Portes (197~ ¡J/lo"
.,....., (b" ~86)
L
. ~ 1a que
sella
reciben una renta completa por departamentos que sólo los re- el grave error de las Icoríos sobre los barrios bajos urbanos
ceptores de la seguridad social estarían dispuestos a ocupar Iza .)/.do transfornm¡ las condiciones sociolóaicas en rasvos
. 1" . e» "b"
(Susser y Krcnsike, I9R7, pego 57). De tal modo, en Chicago j)SICO UgiCOS e Imputar a las VÍCtimas las características distor
muchos edilicios de viviendas públicas se están derrumbando siouadas de sus victimarios" (las itálicas me pertenecen). l~sta
literalmente y casi todos ellos violan muchas de las disposicio- es un,a caracterización idónea de los recientes debates políticos
nes de los códigos municipales. 1'01' lo común están infestados acadénucos y públicos sobre el gueto en Estados Unidos. Al
de cucarnchas. ratas y gusanos. Complejos de torres como el de concentrarse con estrechez de miras en las presuntas delicien-
llemy llorner Ilomes en el West Side de la ciudad o Cabrini eras de conducta y culturales de los residentes dc las áreas cén-
Grcen. en el Ncar North Side. no tienen vestíbulos de entrada tricas urbanas o el impacto agregado de la consolidación de un
ni guardias de seguridacL los ascensores no funcionan, las pare- orden económico postincllIstrial y no prestar debida atención a
des est:'ln cubiertas de gralliti y las cajas de las escaleras, sin lu- las estru~turas históricas de la desigualdad racial y de clase, la
ces, apestan a orina. En general, los departamentos de la planta separa~I~Jll espacial y la (in)acción gubernamental que la filtra
baja esten abandonados y tapiados por falta de seguridad. La o amplifica, las discusiones recientes acerca de la así llamada
mayoría de las unidades de las torres Ilcnry Horner no vieron infraclase han ocultado las raíces políticas de las penurias del
una mano de pintura desde 1970 y están en tal estado de dete- gueto y contribuido a una mayor estigmatización y aislamiento
rioro que en junio de 1991 la asociación de madres del comple- político de sus residentes.
jo demandó a la Oficina de la Vivienda de Chicago por ignorar No hay espacio aqu¡ para abordar las numerosas iuconsis-
94 PAR1¡\S URBANOS LA NUEVA LÍNEA DE COLOR UHI1,VN,V 9S

tencias analiticas, graves defectos empíricos y peligros políti- biernos federales y locales, tanto demócratas como rcpuhlica
cos del concepto demi-savant de "infraclase"." incluidas su nos, desde mcd lados de la década del setenta.
inestabilidad interna y su heterogeneidad, que hicieron posible , No obstante, es esta política de abandono y conlención P"_
volver a trazar sus limites a voluntad para adaptarse a los inte- mtiva de los negros pobres la que explica que, a un siglo de su
reses ídeológicos del momento; su escncialismo, que permite creación y dos décadas después de la abortada y malllamada
un deslizamiento del sustantivo a la sustancia y de la medición "Guerra contra la pobreza" del pais, el gueto n~)t'teall1cricano
a la realidad, lo que lleva a tomar erróneamente un artificio es- siga siendo, para citar unas líneas del prefacio del informe de la
tndistico por un grupo social real: sus vastas connotaciones mo- Comisión Kernel' (Kerner Conunission, 1989, pág. xx ) de
rales neuativa» v su tono falsamente ":desraclalizado~; que auto- 1968, "la personificación de la vergüenza de la nación, de su
riza a q\~ienes lo usan a hablar de la raza sin que parezca que lo fracaso más profundo y su mayor desafío".
hauan. Baste destacar, a modo de conclusión, su propensión in-
herente a separar cl gueto de las estructuras sociopolíticas más
generales de la dominación de casta y de clase, de la que aquél REFERENCTAS BTBLJOGl\;\FlCAS
es a la vez un producto y un mecanismo central.
Al revilalizar y modernizar la idea secular de que la pobreza Anderson, Elijah: Strccnvisc. Roce, Closs. and Chonge in an Urbon
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l
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* "Elias in thc Dark Ghetto", en Amsterdarns Sociologiscb Fid.jschr{ft 24,


3/4 (diciembre de 1997), págs. 340-348.
Este trabajo está basado en una conferencia del mismo titulo realizada en
la Amsterdan School íor Socia! Science Rcsearch, el 26 de noviembre de
1996. Quiero agradecer a los participantes por su cálida recepción y por sus
precisos comentarios y críticas.
Traducción Javier Auyero.
La te aria del "proceso civilizatorio" de Norbert Elias junto
con sus comentarios sobre el proceso anverso . los arrebatos de
"desciviliz3ción"---- ofrecen una poderosa herramienta para cons-
truir un diagnóstico sobre la mutación en el gueto negro nortea-
mericano que tiene lugar a partir de los años sesenta. Una adap-
tacióu de su marco nos puede ayudar a superar algunas de las
perennes limitaciones que tienen los análisis convencionales de
la intrincada cuestión dc la raza y la clase en las metrópolis de
los Estados Unidos (sobre esto, véase Wacquant. 1997a).

El gueto a la luz de la sociologia figumcionol

En primer lugar, Elias nos alerta contra la Zustondrcduktion,


la "reducción del proceso al Estado", reducción que está incor-
porada en el idioma dc la investigación sobre la pobreza, la
cual fija su atención en las propiedades descriptivas de los indi-
viduos y poblaciones desaventajadas, inducida por la filosofía
de la ciencia positivista que la anima. En lugar de pensar al
gueto en términos estáticos y rnorfológ icos, él sugiere que lo
concibamos C01110 un sistema de fuerzas dinámicas que entrela-
zan a agentes situados en el interior y en el exterior del períme-
tro. Nuestros focos empíricos deben ser las formas, no los por-
108 PARIAS URBANOS ELlAS EN EL GUETO NEGRO lU9

ccntajes (de segregación, destitución, desempleo, etcétera), las camino para la regularización del intercambio social, la rituaii-
conexiones, no las condiciones. zación de la vida cotidiana, y la psicologización del impulse y
En segundo lugar, la noción de Elias de figurocion como la emoción, conduciendo al intercambio "cortesano", y por tan-
una trama extendida de personas e instituciones iuterdepcn- to cortés. En lo que hace al miedo, proporciona el mecanismo
dientes, vinculadas simultáneamente en varias dimensiones, central para la introyección de los controles sociales y la "regu-
nos invita a eludir el fraccionamiento analítico favorecido por lación [autoadministrada] de toda la vida instintiva y afectiva'
el análisis social centrado en las variables [mriable-oriented]. (Elias, 1994, pág. 443).
Sostener que, a los efectos de investigar procesos interdepen- Ahora bien, el miedo, la violencia, y el Estado son parles in-
dientes, uno debe necesariamente seccionarlos en sus compo- tegrales de la formación y transformación del gueto negro nor-
nentes es una superstición científica" (Elias, 1978, pág. 98). teamcricano. Miedo a la contaminación y a la degradación vía
rZala o espacio, clase o raza, Estado o economía: estas oposi- la asociación con seres inferiores ·-~esclavos africanos- están en
ciones .utificiulcs quc fragmentan la ciencia normal de la po- la raíz del generalizado y penetrante prejuicio, y ele la institu-
breza urbana en Estados Unidos no son aptas para capturar los cionalización de la rígida división de castas, la cual, combinada
ensambles causales y los procesos que están implicados en la con la urbanización, dieron nacimiento al gueto a principios de
construcción y reconstrucción del gueto C01110 un sistema social siglo (Jordan, 1974; Meier y Rudwick, 1976). Violencia, tanto
y como una experiencia vivida. desele abajo, en la forma de agresión interpersonal y terror, asi
En tercer lugar, Elias ofrece un modelo de transformación corno desde arriba, enJa forma de discriminación v seareaa-
~' b e:
social quc abarca y une FUrias niveles de análisis que van des- cióu promovidas por el Estado, que ha sido el instrumento pre
de organizaciones de gran escala del poder politico Y' cconómi- ponderante en el trazado y la imposición de la "línea de color".
CO, pasando por las relaciones sociales institucioualizadas, has- Esta violencia juega un rol crítico en el retrazado de los límites
ta los patrones de interacción de los tipos ele personalidad. Este sociales y simbólicos de los cuales el gueto contemporáneo es
modelo nos exhorta a mantener conceptualmente juntos la más la expresión material.
"macro" de las ruacroestrucuuus y la más "micro" de las 111i~
crorrausfonuacioues -Ilcgando hasta la constitución "biopsico-
social" del individuo, para hablar como Marcel Mauss (1968). Des-pacificacion, dcsertificacion e informulizacion
Porque la sociogénesis y la psieogéncsis son dos lados de la
niism» moneda de la existencia humana, y cambios en la una En otro lugar be caracterizado la transformación en el South
no pueden sino repercutir en la otra. Sidc de Chicago, el Black Belt histórico más importante de la
En cuarto lugar, siendo más importante para nuestro propó- ciudad, como un cambio del "gueto comunal" de mediados de
sito, Elias ubica la violencia y el miedo en el epicentro de la ex- siglo aljin-de-siécle "hiperguero" (Wacquant, 1994), una nueva
periencia de la modernidad: juntos forman el nudo gordiano formación sociocspacial que conjuga la exclusión racial y la
qLle vincula las operaciones del Estado con la más Íntima con- exclusión de clase bajo la presión de la retirada del mercado y
formación de la persona. La expurgación de la vio leucia de la el abandono del Estado, dando lugar a la "desurbanización" ele
vida social vía su reubicación bajo la égida del Estado abre el grandes porciones del espacio dc la inner-city.
ELlAS EN EL GUETO NEGRO 11 !
110 PARIAS URBA NOS

manera, mientras que en su forma clásica el gueto actuaba, en


El bzueto comunal de los años que siguieron inmediatamente . parte, como un escudo protector contra la bruta I exclusión ra-
a la posguerra era el producto de una división de casta omnI~-
cial, el hipergueto ha perdido su rol positivo como un cobijo
bareadora que obligaba a los negros a desarrollar su propio
colectivo, transformándose en una maquinaria mortífera de una
mundo social a la luz -o entre las grietas- de las hostiles insti-
relegación social descarnada.
tneiones blancas. El resultado era nna formación socioespacial
El cambio del gueto comunal al hiperguero puede ser grati-
compacta, claramente delimitada, que comprendía un conjunto
ficado de manera dinámica en términos de la interacción es-
completo de clases negras ligadas entre si por una conciencia
tructurada de tres procesos dom inantcs. El primero es la despa-
racial unificada, una extensiva división social del trabajo, J' am-
cificacum de la vida cotidiana, esto es, se filtra la violencia en
plias y extendidas agencias comunitarias de movilización y de
eÍ entramado del sistema social local. El creciente deterioro J
formulación de reclamos. formaba una "ciudad dentro de la
peligro físico en el centro urbano racializado de Estados Uni-
ciudad", lrguiéndosc en una relación de oposición con la socie-
dos, discernible en el abandono de la infraestructura barrial y
dad blanca más amplia, cuya infraestructura institucional bási-
en las astronómicas cifras de crímenes contra las personas (ho-
ca luchaba por duplicar.
micidio, violaciones, asaltos y apaleos), han forzado una com-
Esta "metrópolis negra", para usar el elocuente título del
pleta transformación en las rutinas diarias J' han creado una at-
clásico estudio del "Bronzcville" de Chicago realizado por SI.
mósfera sofocante de desconfianza y temor.
Clair Drake v Horaco Caylon (19!15), ha sido reemplazada por
Un segundo proceso implica dcsdifercnciacion saciar COI1-
una forma urbana diferente. El hipcrgueto de los a¡jos ochenta
dnciendo al deterioro del entramado organizacional de los gue-
y noventa expresa una exocerbocion de la historico exclusión
tos. La desaparición gradual de los hogares estables de las cla-
racial tamizada por 1111 prisma de clase y exhibe una configura-
ses trabajadoras y de las clases medias afroamericanas: el
ción espacial y oruanizacional novedosa. Dado que enlaza a la
amontonamiento de las viviendas públicas en las barriadas po-
searecación de color con la bifurcación de clase, ya no coruie-
bres negras, y la dcsproletarianización de los residentes que aun
ueuna extensa división del trabajo ni un conjunto completo de
quedan allí, han socavado las instituciones locales, Sean éstas
clases sociales. Sus límites físicos son más borrosos y sus insti-
comerciales, civiles o religiosas. El persistente desempleo y la
tuciones dominantes ya no son organizaciones que alcanzan a
aguda privación material han puesto en marcha el cncogimien-
toda la comunidad (como las iglesias, hospedajes, y la prensa
to de las redes sociales, mientras que la futilidad política Ipoli-
negra) sino burocracias estatales (wclfare, la educación pública
tical expendabilitvi de los negros pobres ha permitido el drásti
y la policía) cuyo objetivo son las "poblaciones problema"
ea deterioro de las instituciones públicas. Desde las escuelas,
marginal izadas. Porque el hipergueto ya no es un rescrvorio de
las viviendas, y la salud, hasta la policía, las cortes, y el ,relj<"
los trabajadores industriales disponibles, sino un mero lugar de
re, estos últimos operan de tal manera que acentúan la estigma-
desecho 'para las numerosas categorías de las cuales la sociedad
tización y el aislamiento de los residentes del gueto (Wacquant,
circundante no hace uso político o económico alguno. Y está
1997b).
saturado de una sistemática inseguridad económica, social y fí-
Un tercer proceso es la informalizacion económica: las insu-
sica, debido a la erosión del mercado de trabajo asalariado y
ficiencias combinadas ele la demanda de trabajo, la desertifica-
del apoyo estatal; erosión que se refuerza mutuamente. De esta
112 PARLAS URBANOS ELlAS EN EL GUETO NEGRO t 13

cióu organizacional de los barrios, y los fracasos de la ayuda distintiva de la arraigada marginalidad en la metrópolis nortea
del welfare han promovido el crecimiento de una economía no mericann. Despojado de sus especificidades, el modelo teórico
regulada, liderada por la venta masiva de drogas y de varias ac- del rol del Estado en la hiperguetización que Elias nos ayuda a
tividades ilegales. Hoy, la mayoria de los habitantes del South precisar puede ser bosquejado de la siguiente manera. La ero,
Side de Chicago encuentra su principal base de sustento en el sión de la presencia, el alcance y la eficacia de las instituciones
comercio callejero y en el sector de asistencia social: el trabajo públicas y de los programas encargados de proveer los bienes
asalariado es muy escaso y muy poco confiable para ser el an- sociales esenciales al centro urbano racialízado envía una serie
claje principal de sus estrategias de vida (Wilson, 1996). de ondas de shock que desestabilizan la ya debilitada matríz or-
ganizacional del gueto. Estas ondas de shock (si bien correla-
cionadas con y amplificadas por) son independientes de las on-
Retirada del Estado e hiperguetización das que emanan de la reestructuración posfordista de la
cconom ia y que producen la dualización de las ciudades (Sas-
El nexo causal que propulsa la hiperguctizucion del centro sen, 1990; Mollenkopfy Castells, 1991).
urbano engloba una compleja y dinámica constelación de facto- La masiva des inversión social que sigue de la reducción del
res políticos y económicos quc se desarrollan durante toda la gasto estatal: 1) acelera la descomposición de la infraestructura
época de la posguerra --y antes de ésta, dado que muchos de institucional autóctoua riel gueto; 2) facilita la generalización
ellos pueden ser ubicados cn la era dc la consolidación inicial de la violeucia pandcmica y alimenta el euvolvente e lima de te-
del uueto al comenzar la "Gran Mig.ración" de 1916-1930-" lo
L L. mor; y 3) da lugar e ímpetu al florecimiento de la economía in..
cual desmiente el argumento de corto plazo de la narrativa que formal dominada por el comercio de drogas, Estos tres procc-
hahla de la infruclase IlIlIderelossJ como un producto de los sos se retroalimeutan ')' quedan encerrados en una constelación
años setenta. En contra de las teorías monocausales, argumento que pareciera reproducirse por sí sola. Todos los signos exter-
que la liipcrguetizaciou no tiene lino S;'10 dos raicesfundamen- nos rle esta constelación iudicarían que ella es promovida des-
tales. la una en los cambios de la economía urbana, y la otra en de el interior (o "específica del gueto"), cuando en realidad es-
las estructuras y políticas del Estado norteamericano federal y tá (sobre)detenninada y sostenida desde afuera por el brutal y
local. Y que la rígida segregación espacial perpetuada por la desparejo movimiento de retirada del Estado de semibicncstar.
inacción politica y la fragmentación administrativa (Massey y
Dentou. 1993; Weiher, 19(1) suministra la pieza clave para
vincular ambos conjuntos de fuerzas en una constelación que se
autopcrpctua. altamente resistente a los abordajes convenciona-
les, estén éstos centrados en la movilización social o en las po-
líticas soc ia les.
Dicho esto, el colapso de las instituciones públicas -resul-
tante de la politica estatal de abandono y de la contención puui-
tiva de la minoria pobre- emerge COmO la raíz más potente y
114 PARIAS URBANOS
EL!AS EN EL CnJFTO NEGRO 115

Figura 1. .Modelo simplificado de las relaciones menta el crimen, dado que la violencia es el medio principal de
entre la retirada del Estado ,- fa hipcrguctizoc;ón regulación de las transacciones en la economía callejera) cuya
violencia alimenta el debilitamiento organizativo y promueve, a
Des-pacificación de la
su vez, la informalización econórn ica.
vida cotidiana
(violencia}
Retirada de] Estado
Dcscrtificación
(desinvcrsión social, ------.- De la red de protección a la red barredera"
organizativa
contención punitiva}
Infonnalización de la El repliegue del Estado no significa que el Estado se retira
economía in tato o que desaparece de los barrios de relegación norteame-
(e dcspro letarización} ricanos. A los efectos de reprimir los "desórdenes" públicos
asociados con la marginaIidad aguda causada por la reducción
El hecho de que la trayectoria involutiva del gueto parece -o terminación- de sus políticas (federales) económicas, de vi-
ser promovida por procesos endógenos y autocontenidos es vienda, y de bienestar social, el Estado (local) debe incremen-
central para la redefinición política e ideológica de la cuestión tar la vigilancia y la presencia represiva en el gueto (Davis,
de la raza y de la pobreza en la década del ochenta. Porque da 1990, capítulo 5).
vía libre para culpar a las víctimas, como en el discurso estig- En realidad, las últimas dos décadas han sido lestigos de un
matizador de la "infraclase behaviorista" [behavioral under- crecimiento explosivo de las funciones penales del Estado nor-
das,,] (Gans, 1995), que justifica un retiro aún mayor del Esta- teamericano, las prisiones y los dispositivos carcelarios (liber-
do. Luego, este último discurso "verifica" la visión de que el tad vigilada. libertad a prueba, monitoreo electrónico, clcétera)
gueto está fuera del alcance de cualquier política de remedio, fuer01~-- desplegados para reprimir las consecuencias de la cre-
dado que las condiciones dentro de él siguen deteriorándose. ciente destitución causada por la contracción del apoyo del \l'el-
De esta manera. el deterioro de la ecología organizacional fare. Hoy, las Estados 'Unidos están ga:tanuo ,más de dosc icu-
del gueto debilita su capacidad colectiva para controlar formal e tos mil millones de dólares al año en la industria del control del
informalmente la violencia interpersonal, lo cual, cn cl contexto crimen, y el "rostro" del Estado más familiar para losjóvcnes
de una generalizada privación material, conduce a un aumento del gueto es el del policia. el del agente judiCIal que vigila la 11-
en el crimen y en la violencia (Bursick y Grasmick, 1993). Más bert~d condicionada y el del guardia de la prisión (Mi llcr,
allá de cierto umbral, la ola de crimen violento imposibilita la 1996). Porque la triplicación de la población carcelaria en los
operación del comercio en el gueto y, por ende, contribuye a la últimos quince años -de 494.000 en 1980 a más de 1.500000
extenuación de la economía asalariada. A su \'CZ, la informal i-
zación y lit clesproletarización disminuyen el poder de compra y
"El termino utilizado por el autor es "dragnet": éste hace referencia a un.a
la estabilidad de la vida de los residentes en el gueto, lo cual so- red utilizad» para atrapar cosas. Es una imagen que dcsign,: ~a serie de mcdi-
cava lo viabilidad de sus instituciones -y por tanto de las posi- das y prognnnas que la policía y las autoridades penales utilizan para uuapat
bilidades vitales de quienes dependen de ellas-: También incre- (1 la mayor cantidad de gente posible [n. del 1.1.
116 PARIAS URBANOS ELlAS EN EL GUETO NEGRO 117

en 1994~ 11a golpeado con especial brutalidad a los pobres ur- no sólo porque reduce los flujos de inversión e ingresos, sino
banos de origen afroamericnno: considerando a la población de también, y de manera más significativa, porqne desteje toda la
entre dieciocho y treinta y cuatro años, un hombre negro de ca- red de "relaciones sociales indirectas" (Calhoun, 1991) sosteni-
da dicz esr.i actualmente en [a prisión (comparado con un adul- da por las instituciones públicas y por [as organizaciones priva-
lo de cada cienlo veintiocho para el país en su conjunto), y uno das que éstas apoyan. El reemplazo del Estado de semibienestar
de cada lres esrú bajo la supervisión de [a justicia criminal o de- por el Estado penal no puede sino reforzar la misma inestabili-
tenido en algún momento en el transcurso de un ano. dad económica y la violencia interpersonal que se supone debe
Sin embargo. el reemplazo de [as funciones dc provisión so- apaciguar (Waequant, ] 996).
cial por las funciones disciplinarias, llevadas a cabo por la poli- Entonces Elias nos ayuda a "volver a poner al Estado en el
c ia, la justicia cruninal. y el sistema carcelario, ha sido parcial, centro" ["brillg thc state bock. ill".1 del análisis del nexo entre
de tal manera que e l resultado neto de este "simultáneo refuer- casta, clase y espacio en el hipergueto norteamericano. El estu-
zo y dcbi Iitan: icnro de I Estado" (Poulantzas, [978, pág. 226) es dio del rol del Estado deberá incluir: 1) todos los niveles del
una urarcadu disminución de la profundidad y el alcance de [a aparato de gobierno (federal, estadual, municipal), así como [as
rcgulacióu estatal el! el centro urbano. Esto es evidente incluso estrategias y las prácticas que hacia él llevan a cabo los resi-
en el úrea del orden púhl ico, a pesar de [a guerra de guerrillas dentes del gueto; 2) no sólo las politicas de bienestar (welfare)
quc la policía y las cortes libran contra los pobres urbanos bajo o las politicas "antipobrcza" sino toda la gama de actividades
la cubierta de 1" "guerra contra las drogas". lucluso en aquellas estatales que afectan [a estructuración socioespacial de la desi-
partes del gueto en donde las fuerzas policiales son más visi- gualdad, incluyendo las politicas criminales y penales; 3) lo
bles. la "red barredera" ["dl'agllcl".1 no puede compensar el que la autoridad pública hace y lo que deja de hacer, porque el
.lcsmcnibramicuto de la "red de seguridad socia!". Por ejemplo, Estado moldea [a m.ugiualidad urbana no sólo por comisión si-
a peS~lr de la presencia de una estación de policía dentro de los no también --y de manera quizá decisiva en el caso de Jos ESt3-
Robcrt Tavl.»: Honres, la más infame concentración de vivienda dos Unidos- por omisión (social y racialmente selectiva).
10ci,,1 y de miseria social, el Departamento de Vivienda de la Llevar a Llias al gueto negro norteamericano sugiere que
ciudad de Chic"go (Housim; Authoritv) consideró necesario los modelos teóricos ele la transformac ion de este último (y de
crear su propia fuerza policial privada suplemcnrnria, a los la reconfiguración del orden metropolitano) que omiten al Esta-
electos de patrullar el territorio en donde se encuentran las vi- do, sus capacidades organizativas. sus políticas y sus discursos,
viendas. lncluso <lSí. no pueden garantizar una mínima seguri- y sus modalidades reales de intervención en el terreno, no I(~­
dad rísica a sus habitantes (a principios de los noventa, el por- gran sacar a la luz las raíces poli/feos paniculares de la c~/?f¡~
centaje de homicidios en esa sección del South Side excedía los guracion de la excl usion racial y de clase,. de la c~al e} hiper
100 sobre 100.000. la mús alta en la ciudad), para no hablar de gne[o contemporáneo es su concreta materialización. '\ corren
ulr conrrol más especifico: los llamados "comportamientos de el grave riesgo de ser invocadas para formular preS~rIpClOneS
los infruclasc" que tanto preocupan a las elites politicas ya los que pueden hacer poco más que dar una legltInJacror~ ex pO,11
expertos del diseño de políticas. Jacto a las políticas de abandono urbano y de cuntenclon repre-
Esto se debe a que la retirada del Estado impacta en el gueto siva del (sub)pro1etariado negro, causas principales del agrava-
ELlAS EN EL GUETO NEGRO 119
118 PARIAS URBANOS

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de California en Los Angeles, así como a quienes intervinieron en el coloquio
departamental del Departamento de Sociología y en el Taller sobre Ciudada-
nía y Política Social de! Centro de Estudios Europeos de la Universidad de
Harvard, por sus estimulantes criticas y reacciones a versiones previas y' frag-
mentos de este trabajo. El financiamiento }' el apoyo del Urban I'overty and
Fumily Strucrurc Projcct dc la Universidad de Chicago, el Joint Ceuter for
Political and Ecouomic Studies y la Russell Sagc Foundation contribuyeron a
hacer posible esta investigación. De todas ruancras, los puntos de vista aquí
expresados son exclusivamente los del autor.
¿La "norfeamcricanización" de la pobreza
en la ciudad europea?

Dos tendencias interconectadas han reconfigurado el rostro


de las ciudades de Europa occidental eu la década pasada. La
primera es el pronunciado ascenso de variadas desigualdades
urbanas y la cristalización de nuevas formas de marginalidad
sociccouómica, algunas de las cuajes parecen tener un compo-
nente "étnico" distintivo y alimentar (y alimentarse de) proce-
sos de segregación espacial y agitación pública (Wacquant,
1993a). La segunda es la irrupción y discminación de ideolo-
gías y tensiones etnorraciaIes o xenófobas como consecuencia
del aumento simultáneo de la desocupacióu persistente y el
asentamiento de poblaciones inmigrantes antes consideradas
COmo trabajadores de residencia temporaria.
Las estructuras de esta "nueva pobreza" (Marklund, 1990)
distan de estar plenamente dilucidadas, pero sus manifcstacio
nes empíricas exhiben una serie de notorios factores comunes
que superan las fronteras nacionales. El desempleo dc larga da
ta O la actividad ocupacional precaria, la acumulación de múlti-
ples privaciones en los mismos hogares y barrios, el achica-
miento de las redes sociales y el aflojamiento de los lazos
sociales, y la dificultad de las formas tradicionales de seguro

1
124 PARIAS URBANOS

social y asistencia pública para remediar o poner un freno a las de viviendas para personas de bajos ingresos, conocidas COlT!O
penurias y el aislamiento: todas estas situaciones pueden obser- cites, También puede constatarse en la difusión de la noción de
varse, en grados diversos, en todas las sociedades avanzadas.' infraclase [undercluss] en Gran Bretaña y su ingreso de contra-
De manera similar, a lo ancho y lo largo del continente existe bando en Holanda para abordar las tensiones suscitadas en la
hoy una preocupación creciente por el desarrollo del "raCiSI110 ciudadanía por la concatenación emergente de desempleo, dis-
europeo" y se renuevan las teorías sobre sus vinculaciones his- criminación étnica y decadencia barrial.' Sin embargo, esos
lóricas o funcionales con la inmigración, la crisis del orden na- préstamos conceptuales se levantan en terrenos analíticos mo-
cional y diversas facetas de la actual transición económica pos- vedizos, en la medida en que suponen exactamcnrc lo que es
Iordista (por ejemplo, Balibar, 1991; Miles, 1992; Wieviorka, necesario establecer: a saber, que el lenguaje conceptual nor-
1992) teamericano de las "relaciones de razas" tiene respaldo en las
La coincidencia de nuevas formas de exclusión urbana con realidades urbanas de Europa; dejamos a un lado la cuestión de
la rivalidad y la segregación emorraciales dio credibilidad,pri- si las categorías convencionales estadounidenses (o conceptos
mufac)«. a la idea de que la pobreza europea se está "nortea- más novedosos como la noción de infraclase, en gran medida
mcricanizando". De allí que muchos análisis europeos (aunque mítica) tienen, para empezar, alguna capacidad analítica en su
de uingún modo lodos) recurrieran a los Estados Unidos en propio terreno.
buscn de ayuda analítica, eu uu esfuerzo por descifrar la degra- La mejor manera de contestar esta pregunta, o al menos de
dación actual de las condiciones y las relaciones urbanas en sus rcíonnularla productivamente, es hacer una comparación trans-
n:spcclivos países. Se ha producido así la difusión transatlánti- nacional sistemática y empiricamcnte fundada de las formas
ca de conceptos, modelos y a veces teorías listas para usar de contemporáneas de desigualdad urbana y exclusión etnorraeial
las ciencias sociales norteamericanas recientes (y no tan rccien- y de clase que: a) no presuponga que el aparato analítico elabo-
les)) Lsto es visible en la preocupada y confusa discusión pú- rado en un continente debe imponerse en su totalidad al otro y
blica en Francia -~Y en otros países, como Bélgica, Alemania e sea sensible al hecho de que todas las herramientas conceptua-
Italia sobre la preslIlllaCormaciófl de "guetos" de inmigrantes les "nacionales" incorporan supuestos sociales, políticos y mo-
eu barriadas ubreras deterioradas que albergan grandes zonas rales específicos que reflejan la historia particular de la socie-
dad y el Estado en cada país; b) preste una atención coherente a
los significados y las experiencias vividas de inmovilidad)
L Para una muestra de las discusiones sobre la "nueva pobreza" en Ing!a-
tena, Francia, Italia y Holanda respectivamente, vcansc Towusend et al.
n,
( 198 Pnugam ( 1991 ), [vIi IlgiollC ([991) Y Engbcrscn (1989). 3. Con respecto al turbulento debate sobre los "guetos" en Francia, con-
2. PUl' ejemplo. en Fraucia se puso lllUY de moda en algunos sectores la súlrense, por ejemplo, Vicillard-Baron (1987), Touraiue (1991) Y Désir
prilllcl'¡j escuela de Clucago (como lo testimonia la traducción de Tñe Ghetto, (1992), y véase Wacquant (1992c) para una sinopsis; en Wacquant (1992a y
de Wirth. y de una selección de escritos de los padres de la ecología urbana}, 1992b) se encontrará una crílica detallada de este "pánico mora]". Pueden ha-
él pesar del hecho de que su paradigma es considerado casi unánimemente co- llarse discusiones sobre la infraclase en Gran Bretaña y Holanda (un país en
rno obsoleto luego de las críticas teóricas devastadoras que se le hicieron en que el término significa a veces algo muy distinto de lo que implica en Esta-
las dos últimas décadas (Gottdiencr y Fcag¡n, 1988). dos Unidos) en Duhrcndorf (1989) y Engbersen el al. (en prensa).
PARIAS URBANOS PARlAS UHBANOS
126

marg:inalidad . (, y c) se ernpeiie
( ,social ~
firmemente
. en
. insertar las El análisis que sigue utiliza datos de una diversidad de íuen-
estrategias individuales Y las trayectOrIas colectivas en la e:- tes primarias y secundarias, y combina observaciones extra idas
tructura social local. asi como dentro del marco nacional mas de censos, encuestas y estudios de campo del gueto norteameri-
general del mereado y del Estado. . cano y la banlieue francesa. Por el lado francés. me concentro
Este trabajo es parte de un intento más amplio de h~cer ese en la urbanización de La Courneuve, perteneciente al cinturón
aporte a una sociología comparativa a través d.~ un análisis d~ rojo, y su mal afamada concentración de viviendas públicas co-
las estructuras sociales y mentales de la exclusión urb~na en el nocida como las Qua/re Afilie (por las casi cuatro mil unidades
"cinturón nczro" Ilorteamericano Y el ';'cinturón rojo: francés que la componían originalmente). La Courneuve es un antiguo
(Wacquant, 1992a, 1992b, 1993b). La expresión "cinturón ne.~ suburbio del nordeste ele París gobernado por los comunistas .v
~-.

gro" se usa aqui para referirse a los resto: del "gueto negro. con una población de 36.000 habitantes, situado a mitad de ca-
histórico (Clark, 1965) de las grandes metrópolis del nordeste y mino entre la capital de la nación y el aeropuerto Roissy-Char-
el medio oeste de Estados Unidos, es decir, los rumosos encla- les de Gaulle, en medio de un declinante paisaje industrial den-
ves raciales del núcleo metropolitano que dominaron las recien- samente urbanizado. Por el lado norteamericano, el plinto
tes discusiones públicas y académicas sobre la raza y la pobre- central de mi estudio es el uueto del South Side de Chicaco
0.--. . -c·- 0·-

za en Nortcamérica,4 La expresión "cinturón rojo" no remite donde realicé UII trabajo. ele cam po etnográfico entre
~
1988 .\
simplemente a los municipios del anillo exterior de Paris que 1991. El South Side es una zona irregular v totalmente ncura
L . - e
constituycn (o constituyeron) el bastión histórico del Partido con alrededor de 100.000 habitantes, la mayoria de los cuales
Comunista Francés sino, en términos más generales, al modo son desocupados que viven por debajo de la "linea de pobreza"
tradicional de organización de las "ciudades obreras" en Fr:::n- nacional oficial. En otro trabajo presenté una sociograf!a deta-
cia (Magri y Topalov, 1989), arraigadas gracias al empleo. m- llada de ambos lugares, que ponia de relieve una serie de rasgos
dustrialmasculino, una fuerte cultura obrerista y una concien- y tendencias morfológicas paralelas." En síntesis, comprobé en
cia de clase solidaria, y la incorporación civica de la población ella que ambas localidades tenían una población declinante con
a través de una densa red de organizacioues gremiales y 1l1U111-
cipales que generaban una integración cstrecha del tr~bajo, el
hogar y la vida pLlblica. En esas barriadas obreras pcrrfcrrcas se sobre su crisis y descomposición, Duber y Lapr.yrunnie (1992). Jazouli
(1992) relata el ascenso de la banheue a la categoría de problema publico
han aliado las desigualdades y la agitación urbanas, p8ra Il(lc~r
Bretón (1983) propone una descripción desde adentro de! clima caractcnsti-
de la cuestión de la banlteue el problema público tal vez mas carnente obr eri sta de la vida y la cultura en el municipio (1<: 1..;1 Courncuvc.
5
acuciante en la Francia de la década de 1980 muestra típica del cinturón rojo.
6. Véase Wacquant (1993b), donde se encontrará una discusión 111{15 del?
llada de los datos, el carácter comparable de las fuentes y una serie de impor-
4. Dejo dclibcnlchmcnte a un lado la espinosa cuestión de si 0, mejor, ,en tantes advertencias metodológicas )' teóricas. Para un <lnúlisis de las raíces.
qué sentido puede decirse que los barrios segregados negros, ~!e:dc los V~~I.J~­ significados y usos sociopoltucos de los nuevos discursos que se desarrolla-
danos obreros hasta los de clase alta, son parte de un gueto o hipergueto re- ron en torno de la así llamada iufraclase por el lado norteamericano y la ban-
configurarlo, descentrado y esp;lcialmcntc diferenciado. lieue por el lado francés, véanse Wacquant (1992c, págs. 115-122) y Wnc-
5. Sobre la formación histórica del cinturón rojo, véase Stovall (1990); quant (1992b, págs. 82-87. y 1992<1, p<lgs. 28-30). respectivamente.

\
128 1',\ RIAS URBANOS PARIAS URBANOS 129

una estructura etaria y de clase asimétrica. caracterizada por ra parte del trabajo aborda los poderosos estigmas territoriales
una preponderancia de los jóvenes, los trabajadores manuales y que se asocian a la residencia en nn Mea públicamente rccouo-
el personal de servicio no calificado, y que albergaban grandes cida como un "vaciadero" para pobres. bogares obreros de mo-
concentraciones de "minorías" (inmigrantes norafricanos por un vilidad descendente y grupos e individuos marginales. Con de-
1;:1(10, negros por el otro) que mostraban niveles inusua1rnente masiada frecuencia. la pobreza se asimila (erróneamente) a la
elevados de desocupación, causada por la desindustrialización y falta de bienes materiales o los ingresos insuficientes. Pero,
los cambios del mercado laboral. Esta comparación también sa- además de cstar privado de condiciones y medios de vida ade-
có a la luz diferencias estructurales y ecológicas que sugieren cuados, ser pobre en una sociedad rica entraña tener el status de
que la declinante baulieue obrera francesa y el gueto negro nor- una anomalía social y carecer de control sobre la representa-
teamericano constituyen dos formaciones socioespacialcs di- ción e idcntidad colectivas propias: el análisi» de la mancha pú-
/áCI1I('S. producidas por distintas lógicas institucionales de blica en el gneto norteamericano y la periferia urbana francesa
segregación Y' agregación, y resultantes en niveles significativa- sirve para destacar la dcsposcsion siinbotic« que transforma él
mcnle mús altos dc infortunio. pobreza y penurias e~l el gneto. sus habitantes en verdaderos parias sociales. La segunda parte
Si simplificamos mucho las cosas, podemos decir que la exclu- del trabajo aborda la cuestión de las divisiones y las bases so-
si(JIl actúa sobre la base del color y es reforzada por la clase y el ciales de conflicto que actúan en los barrios estigmatizados de
Estado en el cinturón negro, pero principalmente sobre la base pobreza concentrada en Francia y Estados Unidos, y señala al-
de la clase v mitigada por la acción estatal en el cinturón rojo gunos de los factores que explican la falta de potencia social de
(Wacquant. 1992b. púgs. 98-99). con el resultado de que el pri- las divisiones etuorrac iales en el cinturón rojo, él pesar de su
mero es un universo racial J' culturalmcnte homogéneo caracte- proliferación discursiva en la esfera pública.
rizado por una densidad organizacional y pcnetrarión estatal ba-
.j"s. mientras que el segundo es fundamentalmente beterogéneo
en términos tanto tic clase como dc reclutamiento ctuonacioual, Es/ígmntízacÍ!)17 territorial: su expcriencia y sus efectos
con una fuerte presencia de las instituciones públicas.
El objctivo de este articulo es dar carnadura a algunas de las Cualquier sociología comparativa de la "nueva" pobreza ur-
invariantes y variacioue-, de las estructuras sociorganizaciona. bana en las sociedades avanzadas debe comenzar con la men-
les .v coguitivas de la exclusión II rban a, mediante el contraste ción del poderoso eSfig!llo asociado a la residencia en los es-
de dos dimcnsiones de la vida diaria, preponderantes tanto en la pacios restringidos )' segregados, los "barrios de exilio"8 en
banlicr« 'francesa como en el gueto negro estadounidense, aun-
que. corno veremos, con inflexiones, grados de urgencia y diná-
micas sociopoliticas siguificativamenn. divergentes." La prime- rón rojo y el cinturón negro, y la observación del impacto diferencial de la
delincuencia y la violencia callejera en el espacio público y las relaciones ur-
banas en estos dos marcos urbanos.
8. Tomamos en préstamo el titulo de un estudio reciente de las bonlicues
7 Un trabaio asociado de próxima aparición, complementa este análisis francesas hecho por Francois Dubet y Didicr Lape}TOI11Iie (1992, pág. 114).
con 1:\ comparación de la densidad y la diversidad organizaciona!cs de! cintu- quienes escriben; "El mundo oc las cites está dominado por un sentimiento de
PJ\RJAS URBANOS
PARIAS URBANOS Ld
130
personas de bajos ingresos significa estar confinado en un espa-
ue uedan cada vez más relegadas las pohlacioues marginada~
~ co~denadas a la supernuidad por la reorganlzacron poslordls
cio marcado a fuego, un ámbito mancillado que se experimenra
como una "trampa" (Pialoux, 1979, págs. 19-20; l3achmann y
ta de la economía y del Estado. No sólo porque es poslblel~cn­
Basier, 1989). Así, los medios y los propios residentes se refie-
te la característica más saliente de la expencncra de VIda de
ren rutinariamente a las Quatre Mille COmo un "vaciadero", "el
quienes son instalados o quedan atrapados en esas .areas, sln.o
basurero de París" y hasta una "reservnc ión' (Avery, 1987. pirg.
t: . I ién porque este estigma contribuye a explicar Ciertas SIIBI-
dHl) .. '. a Je v con 13), muy lejos de la designación burocrática oficial de "barrio
1I'1UCles en .sus estratcgias de enfrentamIento o ese, I . ~, .
. . 1 s de SU1Jel- sensible" usada por los funcionarios públicos a cargo ele! pro-
11 h05 de los factores comunes transnacJOna e. . .
e o, mue . . , 1 ' de: de una eonver- grama estatal de renovación urbana. En años recienles, fa mala
ficie que dieron una validez aparente a a! ea " 1
prensa de la estigmatización aumentó de manera pronunciada
geucia transatlánlica cutre los "regimenes de la pobreza ce
con la irrupción de discursos sobre la presunta formación de las
Europa y Estados Unidos,
llamadas cites guetos, ampliamente (mal) representadas como
bolsones crecientes de pobreza y desorden "árabes", sinlomáti"
"Esto es como una peste" cos de la incipiente "etnicización" del espacio urbano dc Fran
CIa,
Por constituir el sector más bajo de los complejos de vivien-
Habría que señalar, sin embargo, que las Quatre Mille no
das púhlicas de la nación, haber sufrido una constante d~caden-
existen como tales en las percepciones de sus residentes. Las
, , I . 1 !!e,or:¡jíne desde
c¡a materiat y (el . L:o <
su constnleClon a mechados
-l. .
• .• ',.
taxonomías autóctonas que éstos usan para organizar su rutina
'1 I 1;· la de I '!60. Y' haber recibido una vlgOlosa ,,1 ucncia
(e a e ccac , . .' dé j l. 1970 en diaria distinguen numerosas subuuidadcs dentro de la gran ur-
de familias exlranjeras desde mediados de la ecalalL. "
banización, que en esencia sólo tiene una existencia administra-
I . (D'" 199-') las cires de la periferia urbana Irance-
acle ante " dll011, - - ..... /' . _ _ , ",',' .t _ tiva y simbólica, aunque con consecuencias reales. Lo que des..
ladeccn una imagen pública negativa que las ds~cla llls.an
~~ le~mente con la delincuencia, la inmigración y la I11segurldad de afuera parece un conjunto monolítico es visto por sus

,~n ¡reno Tanto es así qllC sus residentes, así como q~U¡ellCS~IlO miembros como uu cúmulo sutilmente diferenciado de "micro
localidades": las del sector norte del complejo, en particular, 11"
Sfrl
, .
"11' las llaman caSI, unlversa
. I men l'e. "1,eclucn3s
.
VIven en e as, - _ _. _ _' _io )(\1'(1 quieren tener nada que ver con sus contrapartes de la sección
Chicagos"." Vivir en una nrbanización del cinturon rojc l' e
sur, a las que consideran "maleantes" (mcai!!e o caillera en cl

~~clusió'n que se manifiesta, ante todo, en 'os temas de larcru\aCiÓl;~ll~~ (~~:~ ve". En él mencionan quc.x-a en 1971. el ex dueño del por entonces único ci-
recio I as diversas cites están jerarquizadas en una esca a (c. m - ._. in ne de la ciudad suscitó las iras de muchos al comparar puhlicarncntc ,1 11
P, - '.'
afecta '. S\l~,., nspcc t o:; f ... ] v~ a cada uno de sus residentes. Existe uu ver ( ,-
todos Courneuvc con Chicago. En 1983. los policías de la comuna consideraron ne-
de-ro estigma de las (.,¡tés",' 1) bct (1 C)}P pá fr 7)) Lae v Murard (1985, págs. cesario recordar explícitamente ajos periodistas que "La Coumcu vc no es
9. Véansc.pore¡cmpo,_.u. - - (', ·'c· , . , ~ '1~""~'(19(>9 Chicago. no exageremos". Otras dos etiquetas comúnmente usadas para seña-
.
- 8) ; D be! v Lape\'fOnnle _ '¡l)'
. (1 - .L, p,',o
-'f;;,
11 .-"') - -Bachtuann y sasic:
.
_ (),
,> '
lar la degradación y 13 presunta peligrosidad de las cites francesas son "llar-
': ) U e i;lici'm ;u estudio de la imagen de La Courncuvc a ojos del pu- lem'' y "el Bronx",
pags. 86, 97) ,_' . lad "Chicago Varsovia. Nueva Dcthi. La Coumcu-
blico con un capitule titu <1( o ~ «xv, -
132 PARIAS URBANOS PARIAS URBANOS

argot de la juventud del lugar), y a la inversa. "Para los residen- zan a darles patadas ele karate a los buzones y revientan todo.
tes de las Ouatre Mille, cambiar de edificio significa a veces Es muy fácil de entender" t ibid., pág. 9; véase también Bour-
cambiar de vida" (Bachmann y Basier. 1989, pág. 46; véase dieu, 1991, págs. 12·13). La violencia verbal de estos jóvenes,
también Dulong y Papennan, 1992). No obstante, lo cierto es así C0l110 el vandalismo al que aluden, deben entenderse COlllO
que los moradores de las cités tienen una vivida conciencia de una respuesta a la violencia socioeconómica y simbólica a la
estar "exiliados" en nn espacio degradado que los descalifica qne se sienten sometidos por estar relegados de ese modo en un
colectivarueute (Pétounet, 1979, pág. 211). Rachid, un ex resi- lugar den igrado. No es sorprendente que entre ellos haya una
dente del complejo, da una virulenta expresión a esa sensación gran desconfianza y amargura con respecto a la capacidad de
de indignidad cuando se le pregunta sobre la eventualidad de las instituciones políticas y la disposición de los dirigentes lo-
volver allngar: "Para nosotros, regresar allí sería COlllO volver cales a solucionar el problema (Aichoune, 1991; Jazouli, 19(2).
a ser insultados. Las Qualre Mílle son un insulto. [... ] Mucha Para los residentes de la cité resulta muy poco probable pa-
gente siente las Quatre Mille como una vergüenza". Cuando el sal' por alto el desprecio de que son objeto, dado que la mancha
entrevístador inquiere sobre la posibilidad de salvar el proyecto social de vivir en un complejo habitacional para personas ele
hnhitacionnl mediante una renovación, su respuesta IlO es me- bajos ingresos, que ha llegado a asociarse estrcchamcnre con la
nos contundente: pobreza, el delito y la degradación moral, afecta todos los ám-
bitos de la existencia, ya se trate de la búsqueda de trabajo o de
Renovarlo es participar en la vergüenza. Si usted acepta inter- aventuras románticas, el trato con organismos de control social
venir en ese juego, en cierto modo está respaldando la vergüenza. como la policía o los servicios ele bienestar social, o simple-
f-lemos llegado a un punto sin retorno en el que 110 hay otra solu- mente la charla con conocidos. Los residentes ele las Quattc
ción que arrasar con todo. Además, la gente de aquí coincide en IVlille se apresuran a atribuir los males de su vida al hecho de
que hay una sola solución: "Hacerlo volar". Vaya y prcgúntelcs.
haberse quedado "pegados" a un complejo habitacional "podri-
l ... ] Cuando uno 110 se siente bien adentro, cuando no se siente do" que llegan a percibir a través de una serie de oposiciones
bien afuera, cuando 110 consigue trabajo y nada le funciona, en-
llOulOlúgicas (cité/ciudad, nosotros/ellos, adentro/afuera, bao
onccs empieza a romper cosas, así es la situación. Esa mierda
que hacen tratando de arreglar los incineradores de basura }' los jo/alto, salvaje/civilizado) que reproducen y respaldan el juicio
vestíbulos de entrada, la pintura, todo es inútil: 10 van a romper en dcroaatorio dc los ele a fuera. lO Cuando se les pregunta su direc-
~ ~

dos minutos. Ls estúpido. El problema es todo el asunto. [... ] Hay ción, muchos de "los que trabajan en París dicen vagameul<'
que arrasar con todo. (Citado en Luvrcmcr y Euvremer, 1985, que viven en los suburbios del norte" (Avery, 1987, pág. 22),
págs. 8·9.)

Para Snli, otro [oven norafricano de [as Quatrc Mille, el 10. "¿Por qué 110S mandan a la cárcel? Por la cité, uno se siente inferior a
los demás, no es como los otros: ellos tienen amigos en la ciudad, fiestas, una
complejo es "un monstruoso universo" que sus habitantes ven
casa limpia en la que si hacen algo el agua no entra, las paredes no se vienen
corno 1In instrumento de confinamiento social: "Es una cárcel. nba]o. Cuando uno viene de la cité, enseguida tiene UBa reputación. Mientras
Ellos [los residentes de segunda generación] están cn la cárcel, la gente no sepa de dónde vienes está todo bien, pero cuando se enteran, te
lus cnguñaron realmente bien, así que cuando se juntan cmpie- sientes avergonzado, no te animas a hablar" (citado en Pialoux, 1979, pág. 23).
]34 PI\RIAS URBANOS
PARIA'; URBANOS LL,
en vez de revelar su domicilio en La Courncnve. Cuando piden
afecta las interacciones no sólo con los em ' . .
un taxi, algunos suelen caminar hasta la comisaría cercana p(lra bién con h policía I ( .:[ I . pleadores srno ti"']·
, , os I I lima es v las b .,. .
evitar la humillación de que los recojan en las puertas de su social de contael . . " .. UroCI aClas de b,enesw¡
edificio. Los padres advierten a sus hijas que no salgan con "ti·
pos de las Quatre Millc"II
m~n(e susceptibl~sn~:~~~~I~~~~IIO~::):~(:;:I~~;~e~~~:: e;~:~I~:.
mrentos cuando están ante un r . I ,1
La discriminación residencial obstaculiza la búsqueda de "T dos Ios i . . es« ente de una cité dearadada
o os os jovenes hablan del cambio de actitur] d I~' 1'· ':
trabajo y contribuye a afianzar la desocupación local, dado que do ésta nveri e a po 'en
id~I:~i(~a~~,t~I;,~~~~gl;I:);~Sdo:"~cilíos durante los conlroles eI~
CUi] . .
los habitantes dc las Quatrc Mille se topan con mayor deseen-
fianza y reticencia entre los empleadores tan pronto corno mcn- a ,. d ' ' ,pag. 5), porque ser de una cité trae
f parej» a una sospecha
' '. automútica de (es\'
I .:laCIOIl
" '
51 no J,
cionan su domicilio. Un portero de la cité relata un incidente ti· <r rrv c

pico en el quc ayudó a nuevos inquilinos a ponerse en contacto ~anca culpabilidad. Un estudiante seclIndario cuenta'lo IIC ,(."
telefónico con cm presas, sólo para que Ic dijeran que no había so cuando lo pararon linos guardas del subte de París. "~1 .;.:'
mos los documentos de identídad C d ,. ,. . . . os 1a-
ningún puesto vacante cada vez que revelaba desde dónde ha- de las Quatre '1·11 .1 . . . uan.o ,101on que eramos
IV 1 C,' e juro' '.. .~,. .,'
blaba: "Esto es corno una peste", dice disgustado (en Bach· B I , «
. l. ., se pusrcron [ ... ] pálidos" (en
ae imann y Basier, 1989, púg. 65). .
mann y Basier, 1989, pág. 54).12 La estigmatización terrirorial

"La gente realmente fe mira C()J1 desprecio

11. En loC!<1S 1:]5 t-antícvcs existe una fina gradación jcnírquica de despres-
tigio entre Jos diversos complejos, cuya manipulación exige un diestro 111<111C- , En T~stados Uni,dos, el gueto negro tiene una posición sim: '1'
jo de la esliglllatizDción. Un joven de una cite' del norte de Francia relata In si-
como símbolo nacional de la "pa: I w·'" .1. . . Id
J d " .. ' o C,,:,ld U1 J<-1l1:1, }' su deterioro

da ~e edradO desde los levantamicntns raciales de mediados (le' 1·,


gl1iente (en Boutdieu, 1091, pág. 11): ''[s gracioso cuando hablas con chicas
que, supongamos. viven en una cité que es un poco más limpia. más \ ... j. Les eca a e 1960 " ,. el ., . ,.,
dices 'yo vivo en la Rosetaie' ¡ ,J y se V811, es así. Por eso no es bueno. Des-
puéc:(ienes que hablarles fuerte". Su amigo agrega: "Piensan que eres un cri-
incontTov~rtible ~eCI~:'~~;'S(~tl;~~:)~vl~~:~;~1 ,c::lc~~:~~a~::~i~~I~acl']"I:~~,b,":
y las deficiencias de conducta de SIlS" habitantes
( <
1; l ,os .III j.onncs
...• '
'
minal".
12. Este criterio de discriminaciou no es un fenómeno de la década del
ochenta; es virtml.1mcllte cocxtcnso con la existencia de las cités. corno lo no-
13. Característicamente, las personas . I
'J',.,
t6 Colerte Pétonnct (108:, pilg. 147) en un trabaje de campo realizado a prin- gar misterioso e insondable ni') . '" < • ~.Ic,nds
,1 gueto lo vcn"C01110 un ¡u··
cipios de los ;1110S sdenta: "Tenderos y j-arrones demuestran renuencia ante as dr(IO'ls'JII·
(PiCIO pella .
. ~ ,,~,., l ce Ho. la prostllU
'; , ... '1'
eren, las madres solteras. la ianorancí. "
una población CUY(I rcpl1tnción se difunde y se carga de un contenido misera- 1991 1 o- 1f7) p. "1 I1 ~ .'JI>I:J _\ LJ cufertncdnd mental" (Anderson.
ble y vil. Los jovenes se quejan: 'Nn poclemos cuconlrar ningún trabajo. Ape- , 1áb' ) '. ,lld os ) ancos ct11ICOS de Brooklv "1
una realidad opacn v malvad: Ir l' . > , • n. t gueto ccrC(J1](l C~
• )

nas decirnos que vivimos allí, [se acabó! El patrón contesta: le escribiremos • .. a ce ,1 quc ha- nuc huir ti· " I . r
'animales' d icl , _ . . . , '1 . . . na se va intcstnd,
e pIe OSCU!8 cuya sexualidad '" J' '" f '., _ ,
das. las ideas de conduela civilizada 1 J ;,'~ \',~¡,t) nll1,llldS 101,1S dcsafian tn-
más adclaute". Pialoux (1979, pág. 22) hizo observaciones similares en otra e

comuna del cinturón rojo a fines de la década del setenta: "Los chicos de la 1 f ' < . . . . 1\0)<111, no ucncn Vl]OI"" ¡ ¡ r-
cité CS!;;ln10S aparte !.{¡ part]. es 10 mismo para el trabajo: en T., si les hablas .~ arma en que viven. Viven corno animalcx" (Rieder. 19'R";' " ~s
l,: ;.. _'
En Banfie1d (1970), Jencf.:s v Pelcrson (1()91 _,.' '., p<Jg" __.1.
de la cité, te dan Ul1(1 palada y te pnnen en IR odIe. Yo )'a no digo cité de e, J 156) v Mead (199 1)' cnl' 'l.'.' -,. ." ,pOI ejemplo púgs. J. 96 0 155-
~.' I e o 10.<;, se encontr,wín"
digo avenidR S., número 70. Hastn en P,lrís conocen la cité de C".
t menos eufemísticas de este punl~ de \isla. "
o-' ' o'. .'. - '

\ crSlones acnCknllC1S Iwis o

j
PARIAS URBANOS 137
136 PARIAS URBANOS

ros, taxis, camiones de reparto Y' otros servicios comerciales evi-


periodísticos y las teorías (pseudo)académicas que han prolife- tan el cinturón negro o sólo se aventuran en él con mucha caute-
rado en procura de explicar el presunto surgimiento de una así la; parientes y amigos son reacios a hacer visitas. "La verdad es
llamada inlraclase en medio del gueto no hicieron más que ace- que [os amigos de otros lugares no quieren venir aquí. Y uno
lerar la demonizncion del (subtproletariado negro urbano, al mismo no invitaría a venir a gente inteligente: hay pintadas y
apartarlo simbólicamente de la clase obrera "meritoria" y oscu- escritos en las paredes, porquerías, de todo", dice una madre de-
recer y cou ello legitimar retrospectivameute-- las políticas es- socupada con Ires hijos quc vive en un complejo del West Side.
tata!cs de abandouo urbano y contención punitiva responsables Los niños v las mujeres que residen en viviendas públicas de las
de su desliznnucuto descendente (WacquauI, 1992d, págs. 115- áreas eént;icas dCJ;rimidas (i/lllel' Gily] tienen dificultades para
I Y 1992e; véanse tamhiéu Katz, 1989; Gans, 1(92). establecer lazos personales con la gente de afuera, una vez que
eu uuestros días, el hecho de vivir eu el cinturón negro his- ésta se entera de su Ingar de residencia (Kotlowitz, 1(91).
tórico de Cllicago implica una presunción automática de iudig- Desnwnd Avery (1987, pág. 29), que vivió tanto en el corn-
uidad social e inferioridad moral qne se traduce cn una aguda plejo Cabrini Green de Chicago como en las Quatre Mi lle, se-
conc icncin de la degradación simbólica asociada al confina- ñala que la discriminación residencial es al menos tan prepon-
miento en un universo aborrecido Y' meuospreciado.!" Un estu- derante en la Ciudad Ventosa' como en la periferia parisina.
diante de un colegio secuudario profesional del Sonlh Side Los moradores del gueto son bien conscientes de que el hecho
proclama de este modo la sensación de estar cercenado y ex- ele vivir en un sector estigmatizado de la ciudad significa una
pulsado de la sociedad en general: "La gente realmente te mira penalización en el mercado laboral: "Tu dirección es una mar-
C01\ despn.'cio por ser de donde eres y quién eres. No quieren
ca para los empleos". Residir en el South Side, y más aún en
tener liada que ver contigo. 1... 1 Puedes asegurar que cuando un complejo de viviendas públicas cuyo nombre se ha couver-
V(¡S (1 aluún IUf.!..aL la gente te mira corno si estuvieras loco o al-
'- '-_. '- tido virtualmente en epónimo de "violencia y depravación", es
g(l así" (en Duncau, 19R7, p{¡g. (3). otro obstáculo más eu la ardua búsqueda de trabajo. Una mujer
l." difamnciou del gueIo se inscribe en priucipio en los datos desocupada que vive en la desacreditada urbanización Cabrini
en hr\llo de su ruina física y de la separación e inferioridad ma- Grecn señala: "Se supone que es discriminacióu, pero ellos se
c.;j\:1 de las instiruciones residentes, ya se uate de escuelas públi-
las arrcalan para hacerlo, sabe. Sí, es importante dónde vives.
CLlc.;, org,lllismos sociales, servicios municipales, asociaciones
Los patrones se dan cuenta, se dan cuenta de las direcciones:
vcciunlcs o establecimientos financieros y comerciales (Wac- cuando la solicitud pasa a personal, ven el dom icilio y dicen
quuni. 1992,L Orficld, 1985: Monroe y Go ldmau. 1(88). Se ve [tono preocupado]: 'iAh, usted es de allí! "'.
COllst,nllctnentc reufinnada por las actitudes desconfiadas Y' des- Más allá de la mirada desdeñosa de los de afuera y ele la rea-
preciativas de los Llge!ltes externos: bancos, compaüins de segu- lidad de una participación vedada en las instituciones normales
de la sociedad, la situación cabalmente deprimida de la ecouo-
1·1 ('(l1110 prueba de que esta situación no es exclusiva del gueto de Chi-
cago. \'l'ase Wilkiuson ( 1992, en especial págs. 78-88), un perccpü YO informe
c(nop.r:íficn ele la estig111atizacióll territorial en un complejo de viviendas pú- * Denominación popular con la que se conoce a Chicago [11. del t.].
hlie:1C; para llcgrnC;)' portorriqueños en Roxbury. Boston.
139
138 PARIAS 'URBANOS PAP1AS URB/\NOS

mía y la ecología locales ejerce un efecto de desmoralización


t. . pares del zucto estadounidense, a
licue francesa que so 01 e sus , - . e .. ' msiderable-
penetrante en los residentes del gueto. A decir verdad, las pala- : t constltuve un medio ambiente ce .
pesar'1e que es e . - 99 7 ' ) Tres facto-
bras "deprimente" y "desalentador" aparecen una y otra vez en , d alado y opresivo (Wacquant, 1 ,,<1. .
mente rn~s ~:n (a e~ ilicar esta aparente disyunción e~1tre las
las descripciones que ellos hacen de su entorno. Por otra parte,
res ~ontrlbU)objetiva:yla (in)tolerancia subjetiva de quienes se
dos tercios de los habitantes del South Side y el West Side de
con IClones. ' . lugar 1'1 idea misma de relegaelon
Chieago suponen que en el futuro cercano sus barrios van a se- Has En primer , e .
mneven en e . - .1 de '·"('''ior¡dad e ii/II/ovilidad soc/IIies
guir en el mismo estado ruinoso o van a deteriorarse aún más; el en un esp(acio.'seloarae o .l' . ' . l. ., n'lorantc e1e 1a
único camino al progreso es mudarse de ellos, cosa a la cual ca- . '. . liz f representa una VIO 3CI011 .. (b .'
mS!l!UCIOl1(1 L:-G{ as . 1 l' '3 \' p.articipación unitarias
si todos aspiran. La posibilidad de acumular recursos para pre- . 1 ' francesa de una eme ae ant. --'
Ideo ogra .. 1 . j, loe ia plenamente abrazada
parar una movilidad ascendente se ve aún más erosionada por la .dad nac iona , una IC ea t. z- 1, •

en 1a comuni "". d . I . ·venes del cinturóu rojo, en


naturaleza depredadora de las relaciones entre los residentes y la , aieamenle invoca a por os JO '. , .'
y ene~b ' . ' ro' . ,s de seounda generaClon de ongencs no-
presión en favor de la uniformidad social que se ejerce sobre espectallO s Inmlg l<1nte. . b . 'I'os c,tllc·leras de la década

quienes tratan de elevarse por encima del nivel de pobreza co- . protestas v maJe 1(l~( , '

rafrlcanos en sus ." p._ . l. stc, 1'1 línea de color de la


mún a la mayoría de los habitantes del área: "No van a dejar que '1' 19(/)') "11 con ¡ ( L , ( . {
pasada (Jazou 1, - la expresión institucional más visíble eS·
y
uno salga adelante. Le roban, lo desvalijan toda esa clase de que el gueto negro es .,
cosas", se lamenta un operador de máquinas que vive en un ex-
tremo del South Side. Dada la incidencia excesiva de los delitos
" ",\emcnlc, la tendencia socio IlgJ
·1' 1 I
.
de las csuatcaias
".
violentos (Waeqnant, 1992e, págs. 106-109), vivir en un barrio reten de ll1(hcar aqur. Slll1¡. . ' . , _ ''1-'/(;(,0\' ,1.f(H;¡J la idea de qUl
P , de J''1o/idOo::o.CIOII. J flL" 'Ó'ÓÓ'Ó'Ó: . '.-
del gueto también entraña un riesgo físico significativo y, como "ocia1es v sUS efectos ((/c. .e adcccn uua ··dcsoTQ.,anlzncl,m
. . - ,.1 '1 norteamcncdno p,l '--' " . ~. .
corolario, altos niveles de estrés psíquico que tienden a "arras- la ívantieue Iranccsa y egue e . . plo \Virlh 19hJ. pags. 4,1-
'..' . .1' i ~ el ¡caoo {por CICll1 . . .' .
social" tal corno la cscuc a (e . . 1 c- ". , . ' . ., desde entonces adopt¡lrUI1
trar hacia abajo" y "agotar". No es de sorprender que en el cin- vanl
'.,
U1
> le) esta 1l0Cl01L que . "
49) interpretó (nor matl '. "mi"'\ incuestionada de sus invcsu-
turón negro la existencia esté imbuida de una sensación de aba- , '.--l • le la ¡"lObreZ<l como prt- ,< _ • '. "l' " >]
loo; illvcstH!allo res ( , ( .' .' . t·,.. te un denso análi srs (e 111\C
timiento y fatalidad, vav fcttum social que obstruye la visión del , ~ e 1l(1 lo dcmosuc mee ldl1 e . .'. .
l·d·'.¡I1'IS de t:.lll'wrvivcnCl<l de \111
ga ci on es de campo. • " 01 . "
, \' e; esuatc.mas co 1 , ' , ' '1
futuro y parece condenar a una vida de fracaso y rechazo cons- cero" de la C ..O<::.TnOV1SlOn) (L.., .... , ~'j"" 1 .-.1,] South Sidc de ChlC.;¡gO.".,.
. ,," 1 ""'1 ca\lclero pro CSiOl¡;) (le ' . . "
tantes (Monroe y Goldrnan, 1988, págs. 158-159, 273; Kotlo- "huscavldas f !JusI el ' -ci1- . , 1'-1..1 en recursos, 1111.1\ cln ,.l'
. " 1 '<:;\,cel leo -I1IU'< 0.. .'.. .
l
g~ ueto contiene un ore. en,', SOCld e,. . . ~ .. Ir) v mantenido inS1ÜuciOl'.',i.l
witz, 1991; Waequant, 1992f, en especial págs. 56-58). l. -, Tllmcnlc scpalde... ,.
do en depredadores SOC1<1 es, rae ". . l' -utina del Estado v el merca-
l' ., 1 fmcl0na1111Cll{O cc 1 . ( , .
mente al margen mee iantc e . ti l.."'" hle tiene como base patrones q.ne 50!1
De la estigmatizacion socia! a la "desorganización" social'> t opla socia o );;Cl\,\'
do . - en el que t (1 en T, . ( .. .
. . ' I 1,·
te .·11""- , I,C';{H de su lrregulanL ;1(,,1,]-
. . ' ., . le; V muv pree tU) C~ ,\ ...
distmtwamcnte Slstcllllce .•' .' . . '\7- -(»
7 t 1°9-")[ en cc;peCla! pags.· .) " " \'l
perficial (W »cquaru, ~ a ta sociedad Irance-u v',
De manera paradójica, la carga de la experiencia de estig- , .: . i " "11111'1 aclon
e , . etl 11\1[·,1
"". e
( { '- .. '
-

matización territorial pesa más sobre los residentes de la hall- 16. Esto se debe a su rapte a d.". 1 .11""11 el repertorio discursivo del
. lr te aie dc ctTlICldae cTC1"1",C . " , . , . , ) J'
ausencIa de toco cngu'J, . t ) <) ) ) ' utima ironia (o \'cngdl17.d le
. II)S"'" \\"ICqH::Hlt l.' _C V, l. . . l·
país (Lape-yronnle, . . 1, < • • , :. l' ,\ "civilizadora'" univcrsn lsta
• ' 1 .ersic;tente creencia en la capan( d(
la [ustona, 5t P " , I la de 1'1 era colonial.
15. Usarnos J8S comillRs para indicar que el término "desorganización" del sistema escolar francCS, heTel al d le < ,
1·10 PARIAS URBANOS PARIAS URBANOS 141

lú tan arraigada en la configuración del paisaje urbano nortea- el cinturón negro radica en la naturaleza de los estigmas que
mericano que se ha convertido en parte del orden de las cosas: traen aparejados: en el primero son sólo residenciales, pero
la división racial es un componente de la organización de la conjunta e inseparablemente espaciales y raciales en el segun-
economía, la sociedad y el gobierno metropolitanos que se da do. La banlicue francesa no es más que una entidad territorial
completamente por sentado."? Segundo, los residentes del gue- que además contiene una población mixta y multiétuica; a los
to estadounidense son más propensos que sus pares de las cites habitantes de las Quatre Mille o cualquier otra cité les basta
francesas a abrazar una ideología muy individualista de logros con ocultar su domicilio para "pasar" a la sociedad más gene-
personales. Muchos -si no 10dos- adhieren a una visión darwi- ral. Ningún marcador físico o cultural de lúeil percepción los
nista social que sostiene que la posición social refleja en última señala corno miembros del cinturón rojo, y el uso de sencillas
instancia la valía moral y los esfuerzos personales de cada uno, técnicas de "manejo de la impresión" (Goffman, 1963) les po-
de modo que, a largo plazo, nadie puede ser coherentemente sibilita quitarse el estigma, aunque sólo sea temporariamcntc.
impedido por su lugar de residencia. lB Así, los adolescentes de las bonlicues parisinas pobres van ha-
Una tercera y más crucial diferencia entre el cinturón rojo y bitualmente a "vagar" por los distritos distinguidos de la capital
para escapar de sus barrios y excitar sus sentidos. Al atravesar
espacios que simbolizan y contienen la vida de clases más al-
17 ,~<u.rllCr(l_C;¡I.s teorías [lendélllicas (empezando con el paradigmn ecclógt-
'" (Iv loa pnlll.c,ra escuela de Chicngo ) han apoyado esta perspectiva presentan-
tas, pueden vivir durante algunas horas una fantasía de inclu-
dl~ h ¡O~-lll;1CI()11 y pcr,;istcllcia de harrios étnico-raciales segregados y Con lí- sión social y participar, aunque por poder, en la sociedad más
I11lte::: blCl1 marcados COInO prot!Uclos"naturalcs" dcl Yciclo de relaciones amplia (Calogirou, 1989, págs. 64-69). Este "cambio de con-
l'~lCialt'<' y ou as dinúlnicas urbanas prcsuntnmente uni\'l:rsa!es que SOIl, de he- ciencia" hace mús intolerable la idea de exclusión pcrmauente
cho. 11lU:' cspecificns de In suciedad norlcHlllcrícalla. La demanda de "rccons-
y el status de paria asociado al establecimiento en una cité de-
trulr las úreas céntricas deprimidas de la ciudad" (en vez de disolverlas),
planteada por políticos progresistas y dirigentes de minorías después de cada IIradada.
gran disturbio urbano (como el levrnuamicnto cu el centro-sur de Los Ange- ~ Los residentes del cinturón negro norteamericano no pueden
k':' en fl)¡l}() (ic' 19t¡2). revela hasta qu\.; punto la segmcntaciólll'acial de la ciu- darse el lujo de este "contexto de conciencia" dual, En efecto, el
d:HI se conxideta un d:110 inexorable. gueto no es simplemente una entidad espacial o una mera agre-
I~. Este punto de vista estú en armonía C011 la creencia norteamericana gación de familias pobres enviadas al fondo de la estructura de
dominante sobre la desigualdad y la oportunidad en general (Kluegel y Smith.
ItJSh. capitulo 3). DUl1C<1Il (19B7, pág. 89) muesun que los residentes del gue-
clases: es unafo7711ación exclusivamente racial que produce una
lO de KCll\\oo.L en el South Síde, evalúan sus éxitos y fálcasos casi cxclusi- red, vasta como la sociedad, de asociaciones materiales y sim-
vamcnte en térmillos personales. Uno de mis iulormantc-; de Woodlawn da bólicas entre color, lugar y una multitud de propiedades sociales
una j()~'n:lIl;¡ci("¡!1 hiperbóliC:l de esta concepción: "Bueno, en este país puede de valoración negativa (Pettigrew, 1971, págs. 91-92,179-182).
sobrevivir todo ti inundo Hay mucha comida por todos lados. Uno puede sa- El hecho de que el color sea un marcador ele identidad y un
cnr la<; l<Jlns de conserva de 1:1 basura () ir a un restaurante a pedir las sobras.
\1 en es/e ¡vlÍs alguien se !lIIU'I"e de hambre, quiere decir que oIgo le falla, A
principio de visión y división de acceso inmediato para la inter-
Jo mejor C',\ débil Y no merece sobrevivir". Las investigaciones mostraron una pretación y el uso en el espacio y la interacción públicos (Fea-
y otra VC7 que "los ITlismo;; pobres sostienen a menudo las concepciones erró- gin, 1991) hace casi imposible que los moradores ele las áreas
llene; de clase media sobre su motivación" (Wiili.uuson !974, pág. 634). céntricas deprimidas de las ciudades se liberen del estigma aso-
PARrAS URB,\NOS
142 PARIAS URBANOS

discurso dominante de denuncia de quienes "se benefician" sin


ciado a la residencia en el gueto.!? Por ejemplo, no pueden cru-
merecerlo con los programas de asistencia social, "faux pauv-
zar casualmente a los barrios blancos adyacentes porque en ellos
res" y "tramposos de la seguridad social". Es como si sólo pu-
"la vista de un joven negro evoca la imagen de alguien peligro-
dieran ganar en valor devaluando su barrio y a sus vecinos.
so, destructivo o desviado" (Monroc y Goldman, ] 989, pág. 27;
También adoptan una diversidad de estrategias de distinción y
Andcrson, 199], en especial págs. 163-167), de modo que muy
retraimiento sociales quc coinciden en socavar la cohesión ve-
pronto la policía los seguirá y parará, e incluso los acosará siste-
cinal. Dichas estrategias asumen tres formas principales: la evi-
máticamente. Los negros de los guetos de Estados Unidos pade-
tación mutua, la reconstitución y la elaboración de "in Iradi fe-
cen una estig1l70li::ach5n conjugada: acumulan el capital simbo-
rencias" o mierojerarquías y cl desvío del oprobio público
lico negativo asociado al color y a su confinamiento en un
hacia chivos expiatorios tan notorios como las "familias pro-
territorio específico, reservado e inferior, en sí mismo devalua-
blemáticas" y los extranjeros o los vendedores de drogas y las
do por ser tanto el depósito de los elementos de la clase más ba-
madres solteras.:'" En la cité francesa, los residentes suelen ín-
ja de la sociedad como una reservación social. En una sociedad
sistir en que sólo están allí "por accidente" y se quejan del dis-
de divisiones raciales como Estados Unidos, donde todas las es-
pendio de recursos públicos asignados a quienes. "al contrario
feras de la vida cstán complctamente codificadas por el color, y
de ellos", no necesitan una genuina asistencia. De manera sim i-
dadas las escasas posibilidades de escapar del gueto, lo mejor es
lar en el gueto de Chicago sus residentes rechazan pertenecer
a] barrio ~omo una red de conocimientos e intercambios mu-
hacer de necesidad virtud y aprender a vivir con un estigma que
es a la vez i1egít imo e inaceptable para los jóvenes trabajadores
tuos y se empeñan por marcharse de lo que saben un lugar y
franceses de las cites del cinturón rojo.
una población de mala fama. Esta enfermera de cuarenta y un
No obstante, el principal efecto de la cstigmativac ión es si-
anos del vecindario de North I.awndalc, uno de los más abane
milar en ambos paises: consiste en estimular prácticas de dife-
rencinción v distanciamiento SOCiíl1cS internos que contribuyeu
a reducir la" confianza intcrpersonal y socavar la solidaridad so-
20. En Paugarn (1991, pí'igs. 193<2(5) se encontrara una convincente dis~
cial local. Para recuperar algo de dignidad y reafirmar la legiti- cusión de estas 'estrategias, Aquí podrían traerse a colación muchas citas. Un(J
midad de su status a los ojos de la sociedad, los residentes de la bastará: "1:0 este mundo de homogeneidad social negativa. la manipulación
cité y el gueto suelen destacar en exceso su valor moral C01110 de chismes apunta a "supcrcategorizarsc ' y (1 'subcaregorizar a los otros. l ..]
individuos (o como iutegran1es de una familia) y adhieren al De acuerdo con el discurso dominante. los extranjeros son responsables de ln
degradación del barrio, del delito y de la ralla de traba¡o r...
l )' de la desvaro-
rización y estigrnatización de la cite. [.. J La negación imaginari» de 1<lS re.la.
eiones de vecindad se convierte en U!1<1 necesidad", lo mismo que "la esllg-
19. En términos nl8S generales, a menos que compensen su bajo status de matización de los otros por su escasa educación y la cxagcracion de he:
C3St2 enn una muestra exterior competente de Jos símbolos de 1<1 cultura de propias aptitudes educativas. Es crucial demostrar que uno adhiere a las nor-
cl;'lc:e media (blanca), se presume por definición que los negros son siempre mas dominantes", lo cual conduce a establecer la "máxima distancia posible
moradores de In.') guetos y de cl<-15C baja. Como escribe Le-vis Killian (1990, entre uno mismo y otras familias" (Calogirou, 1989, pflgs. 17,21 ..22,4!), So-
pág. 10): "I'ara Id tnavor la de los blancos, aceptar realmente a los negros C() .. bre este punto, vcansc también Pétnnnet (1979. págs. 220-234), Gwaltncy
1110 residentes de sus barrios p8rece significar que mañana estarán ante sus (1980, págs. 121- t 26), Kotlowitz (t 991) Y Wilkiuson (t 092).
puertas los drogadictos del gl1ctO beneficiarios de la seguridad social",
144 PARIAS URBANOS PARIAS URBANOS 145

donados de la ciudad, ubicado en el West Side, habla por mu- Apartheid norteamericano y conciencia racial escindida
chos dc sus pares, tanto del cinturón negro como del cinturón
rojo, cuando dice: "Diablos, no sé qué hace la gente [de por Como resultado de la experiencia histórica de dos siglos de
aquí], snpongo que en gran parle me las arreglo sola, No me re- esclavitud, seguidos por un siglo de separación racial casi total
laciono con la gente del barrio; quiero decir, les hablo, pero en y múltiples formas de discriminación, muchas de las cuales per-
cuanto a saber en qué andan, no lo sé". sisten en el presente, los afronmericauos han forjado una rica
En siutesis, los residentes de la cité francesa y cl gueto nor- cultura expresiva que les proporciona un conjunto distintivo de
teamcricauo forman una comunidad imposible, perpetuamente prácticas, modismos y signos mediante los que se construyen a
divididos cutre si: no pueden si no negarse a reconocer la natu- si mismos y dan sentido al mundo que los rodea (Levine, ] 977;
raleza colectiva de sus aprietos y, en consecuencia, se inclinan Jones, ] 985; Abrahams, 1970)21 Estados Unidos también goza
a desplegar estrategias de distanciamiento y "salida" que tien- de singularidad por tener lo que Orlando Pattcrson (1972, pág.
den a confirmar las percepciones exteriores negativas y' alimen- 28) llama un "sistema racial clasificatorio" en el que "cualquie-
tan una morta l profecía autocumplida gracias a la cual la man- ra que no sea completamente blanco y tenga la más ruinima
cilla pública y el oprobio colectivo producen, en definitiva, lo huella de ascendencia negra es considerado negro". La aplica-
que afirman siurplcmcnte registrar: at0111is1110 social, "desorga- ción estricta de esta regla de "hipodescendencia" bloqueó el
nización" comunitaria y anoinia cultural. surgimiento de una categoría mixta o mulata socialmente reco-
nocida, a pesar de la difundida mezcla genética de las poblacio-
nes blanca y negra, lo que resulta en una división infranqueable
IIsirJ!l y division socialc» el/ 1'[ gueto y [o cité entre ellas, Como cabria esperar, la raza constituye el eje en tor-
no del cual gira la matriz cultural afroamericana. El limite ra-
Hcmos visto que el nexo entre estigma territorial, inseguri- cial inflexible y dicotómico que los blancos impusieron a los
ciad y abandono público es muy característico del cinturón ne- negros en toda la sociedad, muy visible en la persistente segre-
glO en virtud del aislamiento racial padecido por los negros gacióu espacial entre las "razas" y los índices extraordinaria-
u.urcaruericuuos. Lsta situación se refleja en la conciencia de
casta y los cortes quc estructuran la vida en el gueto, donde la
21. El hecho de que la cultura ufroamcricuna, que mezcla elementos del
división entre negros y blancos es omuiubarcativa. En el cintu- viejo y de! lluevo mundo, haya permanecido durante mucho tiempo "hisrori-
ron rojo pruisino. en contraste, la oposición dominante no en- camcnte sin expresión por parle de los eruditos" (Levine, 1977, pág. ix) y siga
Ircnta a residentes franceses nativos e inmigrantes sino a los jó- siendo groseramente malentendida (si no negada por completo) porlos analis-
venes contra todos los demás. Aunque los extranjeros y en tas contemporáneos que adhieren a anticuadas concepciones funcionalistas de
la cultura como un conjunto unitario de "normas y valores compartidos' o
especial las familias de origen norafricano se han concentrado
"adaptaciones" mecánicas a fas condiciones objetivas, e incluso a modos po-
m{¡s en las cites dcl cinturón rojo periférico desde el cierre de la sitivistas de razonamiento que la reducen a una "variable" (CU}O "efecto"
inmigraciór: legal en 1974, la banlieue francesa sigue siendo un consiste en cierto modo en ser "parcial izada" y ponderada -prcfercntcmcnre
universo cxrrcmadameute heterogéneo en el que las categorías de manera estadística- con respecto a las de "raza" y "espacio"), no obvia su
raciales ü étnicas tienen poco vigor social. existencia y capacidad de esüucturución.
146 PARIAS URBANOS
PARIAS URBANOS ¡ji

mente bajos de matrimonios interraciales, encuentra su expre-


blanco que tuvieron en su vida los jóvenes negros que conocí
sión en formas de conciencia ancladas en una rígida oposición
durante mi trabajo de campo de tres años en un gimnasio f!f~
"nosotros/ellos" entre negros y blancos, que refleja las relacio-
box de Woodlawn. No es sorprendente que los residentes del
nes objetivas de casta que prevalecieron históricamente entre
cinturón negro den como un hecho cierto la linea de color, habi-
ellos.
da cuenta de que su vida está casi íntegramente autocontenida
En el gueto, la raza está inscripta en todas partes: en la obje-
dentro del mundo racialmentc uniforme del gueto y, para 11111·
tividad del espacio y de las instituciones separadas e inferiores
chos de ellos, en un pequeño sector de éste: su calle, su l11a117a-
que entrampan a su población, y en la subjetividad de las cate-
na o el "área de reunión" de la vecindad inmediata. El inundo
gorías de percepción y juicio que sus residentes ponen en juego
blanco de "allá afuera" sigue siendo desconocido en gran mcdi
en sus conductas más rutinarias. En rigor de verdad, la concien-
da, porque es virtualmente inaccesible, salvo a través de los me-
cia del color es tan ubicua y difundida cn el cinturón negro que
ni siquiera hace falla mencionarla; a tal punto, que puede pasar
dios masivos."
inadvertida incluso a los observadores cuidadosos, justamente
El Hombre, se decía, poseía todo lo que valía la pena tener v
porque está incorporada a lo más hondo de lo que Alfred
no dejaría que los negros se metieran en su casa. Pero ellos prácti
Schutz (1970) llama la "actitud natural" de la vida cotidiana." camente nunca veían una cara blanca salvo en televisión, V las
En el cinturón negro, las categorías raciales tienen una inmedia- inocentes vidas suburbanas mostradas en ella 1... 1 estaban «;11 le-
tez y una generalidad que las erige en hcrram ientas cognitivas jos de las sUYJS como Marte de la Tierra. Su paisaje urbano era
decisivas. Por ejemplo, la primera característica de nna persona casi todo negro, excepto alguno» burócratas, maestros y policía«,
que se transmite, aunque sea implícitarnenre, en las conversa- y contadas veces se alejaban de él: para la mayoría, un viaje al
ciones mundanas es si se trata o no de un "hermano" O una Loop [centro de Chicago ] era una gran expedición. La cal1~ 39:
"hermana". El hecho de que la mayoría de los residentes del ése era tu mundo. [ ... 1 El resto era el mundo de ellos, un mundo
gueto tengan pocas oportunidades de interactuar en un plano iu- blanco con códigos diferentes de habla, vestimenta y conducta.
(Momoe y Gokhnan. 1988, pág. 100.)
dividua! con los blancos (y de manera creciente con los negros
de clase media) aumenta aún más la omnipresencia perceptiva
El prisma racial a través del cual los residentes del í2:ueto
del colo!'. Kot lowitz (199 L pág. I (i 1) cuenta la historia de un
ven el mundo es tan poderoso, que quienes se las ingenianpura
niño que vivía en un complejo habitacional de Chicazo b ov que , a
trepar en la estructura de clases y' dejar el cinturón negro son
los diez años, "empezó a preguntarse en voz alta qué era ser ne-
ampliamente percibidos como si trataran de "volverse blancos"
gro. '¿Todos los negros viven en complejos?', preguntaba a su
y se los considera "traidores" 11 su comunidad, independiente-
madre. '¿Todos los negros son pobres":" Yo soy el único amigo
mente del hecho de que casí todos ellos terminan por mudarse

22. La ubicuidad de la conciencia racial entre los afroamericanos está am-


pliamente documentada en el "autorretrato de la Norteamérica negra" aunado 23. "Para muchos jóvenes de Horncr un complejo bahiracional CI1 el
por John Langston Gwaltney (19&0), gueto del Wcst Sirle de la ciudad-. su único contacto con el mundo al rnaruen
de su entorno inmediato son los juzgados' (Kotlowitz, 199 L p;íg. 226), ,
148 PARJ/\S URBANOS PARIAS URBANOS 149

a barrios totalmente negros de otras zonas de la ciudad o a su- peu las bombillas eléctricas para que no podamos ver qué hacen",
burbios segregados. De tal modo, las m ismas diferencias de dice llllO. "Se inyectan drogas a plena luz del día", "se sientan allí
clase entre los negros se expresan en el idioma de la raza. Un y se pasan toda la noche fumando porros", "rucan en las cajas de
las escaleras", "no es agradable encontrarse con ellos a la noche;
joven desocupado de Woodlawn lanza una diatriba en estos tér-
estamos presos en nuestros departamentos".
~llillOS contra los maestros, comerciantes y policías que escapa-
ron de la zona desde sus años de adolescencia: "Todo el inundo
Mezcla de hechos y ficciones, estas acusaciones se basan en
trata de ser blanco. de ir atrás de un blanco, se muda a un ba-
la realidad de que los jóvenes predominan dcmográficamente
rrio blanco: \'0 sov el único negro que riFe en mí barrio; [incré-
cn complejos como las Quatre Mille, y que suelen apoderarse
dulo] LmLn;',mea;l con eso, ¡en setio ' [risitas]: 'iSoy el primer
de las calles y los pocos espacios públicos disponibles, inclui-
negro 'lile va oll i" Yo le dije, ¡hombre, estás enfermo aqui! Se
dos los vestíbulos y las entradas de los edificios, por lo que los
blanqucan l« pie}, digo ~/O, .vamos: u.
nornnil busca lo LlllO/.'-
demás sienten que se están adueñando de un bien colectivo pa-
IiIU!, eso es 10 que es". Mientras persistan las estructuras resr-
ra sus propios fines." Fundadas o no, estas quejas retratan inva-
deuciales e inrcracciouales del "uparthcid norteamericano"
riablemente a los jóvenes como trnstornados o bien como gene-
(!vlasscv, 1990), no habrá razón alguna para que la oposición
radores ele trastornos. En el caso de La Courneuvc, Bacluuann y
dicolón'lica existente entre blancos y negros en la realidad obje-
Basier (1989, pág. 100) señalan que "en todos los incidentes los
fivn 11\) se reproduzca en la conciencia.
jóvenes son a la vez la cansa y las víctimas ele la violencia en la
cité: están constantemente en el primer plano",
.Icunc-, des cités con/ro el res/o del nmndo
Por su parte, los jóvenes de los barrios estigmatizados del
cinturón rojo se sienten sometidos a un patrón generalizado de
Si 11a\" un alllav,.ollislllO dominante que atraviesa la cité del
discriminación anrijuvcnil que prevalece tanto dentro como !ÍJe-
cinrurónroio v se ¡-mprimc en la coucicnc ia colectiva de sus ha-
ra de su ámbito. Se quejan de que los programas gubernamenta-
bitantes. no s~ uata. en contra de las difundidas representacio-
les y las autoridades públicas los ignoran, rechazan sus dudas y
nes de los medios, del que opoue a los inmigrantes (en especial
sus aportes, y les prometen mucho pero les dan poco o casi na-
los "árabes") v las familias Irnncesas nativas, sino del clivaje
da dc valor; que la policía los hostiga o los hace objeto de una
que divide a l(~sjóvelles tlesjcunesv; nativos y extraujcros jun-
los, de lodas las demás categorias sociales. Los residentes de
Ill{¡S edad los señalan ampliamente como la principal fuente de 24. ¿Qué es !o que la gente reprocha a los jóvenes? Que ocupen las pla-
vandalismo, delincuencia e inseguridad, y públicamente se los zas, que se sienten en los haucos o en los escalones de entrada a los negocios
considera responsables del agravamiento de las condiciones y [.,. [. que se queden ahí charlando, riéndose, alborotando." Por su parte, los
1" reputación de la banl ieue degradada, Avery (! 987, pág. 1(2) jóvenes ven "la calle como un simple lugar para pasarla bien, un terreno neu-
tral" (Calogirou, 1989, págs. J6~37; véase también Bourdieu, 1991, pág. 12).
infonna que En Pincou \ 1(82) se encontrará un excelente análisis de la forma en que la
mezcla de diversos grupos con diferentes perspectivas culturales y sociales
las bandas de jóvenes que se reúnen en las escaleras [de las Qua- alimenta el conflicto por el uso de recursos públicos en las viviendas france-
tre (\"lillel sonuno de los temas Iavoritos de conversación: "Rorn- sas para personas de bajos ingresos.
PARIAS {lHSANOS J.5 \
ISO PARlAS UHJ3ANOS

nonacional de sus inquilinos más notorios. No obstante, "la 'le


sospecha y una vigilancia injustificadas; y, en términos más ge- titud más difundida es la tolerancia", y "quienes establecen res-
nerales, que los adultos 110 reconocen su difícil situación y sus
tricciones nacionales o religiosas en su red de amistades son
inquietudes. Pero, sobre todo, sienten que nadie les otorga el re- pocos y están separados entre sí" (Calogirou, 1989, pág. 144)25
conocimiento y el respeto a los que creen tener derecho: "'No Para los jóvenes de estos complejos de viviendas, las caracte-
existimos, nadie nos ve.' 'Nos tratan como ratas" (Lapeyron- rísticas personales están por encima de la pertenencia "étnica",
nie, 1992, pág. 11). La furia ardiente que muchos experimentan ya menudo utilizan cl humor para desviar la connotación des-
por verse persistentemcnte marginados de los empleos y sentir pectiva de los insultos racistas: por ejemplo. cuando convierten
que se les niega la dignidad individual quc acompaña la autono- expresiones como "negro sucio" ("sa!e negrc ") en formas chis-
mía económica, encuentra una salida en un discurso nihilista tosas de trato.
que glorifica la depredación y la violencia como medios de ac-
ceso a la esfera del consumo y que, como no pueden cambiar Mezcla grupal, trayectoria colectiva ¡: tension "racial ,.
los mecanismos que los excluyen, se centra en la policía como
blanco de su hostilidad (Dubet. 1987, págs. 80-89; Jazouli, 'Qué explica el carácter silencioso de la conciencia racial o
1992, págs. H8-149). étnica en las urbanizaciones obreras del cinturón rojo a pesar de
Como los descubrimientos de los investigadores que estu- la creciente concentración de familias inmigrantes en los com-
diaron hasta aquí las tensiones en los proyectos habitaciouales plejos habitacionales más deteriorados de la periferia urbana
de la bonlicue degradada discrepan de manera llamativa con la -sr; representación en La Courneuve se duplicó entre 1968 Y
visión que llegó a dominar los medios y el debate público, vale 1982 hasta llegar al 22 por ciento y la expansión del lugar
la pena que los citemos más o menos extensamente. Avery otor:ado al tem'a del racismo en la esfera pública a medida que
b
(1987, pág. 21), por ejemplo, "nunca observó durante [sus] se prolongaba la década del ochen,ta? Tres son las razones qll~
años en 1,8 Courneuve [ ... ] situaciones de intolerancia racial pueden mencionarse brevcmcute.I'' En pr uner lugar, como le,
abierta o desprecio colectivo flagrante" similares a las que pre-
senció en el West Side de Chicago o en una ciudad obrera bri-
tánica donde vivió anteriormente. Aunque el 14,5 por ciento 25. En rigor, Calogirou (19B9, púgs. 93, 96, 98. !OJ~ 115,.13,1) _sigue
del electorado de La Courneuve votó por cl xenófobo Frente mostrando que eslas redes atraviesan sistemáticamClllc las fronteras e.ll.l!Cí15 \
los agruparnientos por nacionalidad. Pétonnct (1979, .pág. 2~'1) :ilmblcll des-
Nacional en las elecciones legislativas de 198tí, Avery insiste
taca que "en la cité no hay jerarquía ~llli.ca. :ólo ha,:\' J~r~r~ll,lils .11~lcr,~l~!:S.(:I~i_l-­
en que "por lo común no hay aquí nn clima racista. Al contra- les". Sobre el rechazo de la dicotomia "mrmgrnntc/nauvo en L1S pl<1~t1CJ~)
rio , en la vida cotidiana de la cité encuentro mucho respeto mu- representaciones mundanas de los jóvenes de una cite del norte de h,1l1CI,L
tuo y solidaridad" (ihid., págs. 21-22). En UI1 complejo habita- véase Bourdieu (1991). . '.
cional aislado para trabajadores, en los suburbios del oeste de 26. No pretendo decir que estos tres factores brinden uno e:xp!Jc~cIOH c:\.
IlaU.stiva de la baja potencia social (diferenciada de la preponderancia) de. las
París, Calogirou sacó a la luz formas ligeramente más "etnici- . - I . 1 t -u ~
divisiones etnorraciales en el c~nt.ufón rojo francés; se,fl<-J _~),~!Inp, c~1C,nc ~l el
zadas" de percepción del espacio: sectores separados de la ur-
son e n 11l1e.slTO
-,S días-, los- que dlS{1I1gucn
- de manera mas visible. a.este
. U1t111HJ
banización y edificios específicos tienden a identificarse, y se del 'gueto norteamericano. Un análisis más completo (que las lirnitactones (e
hace referencia a ellos, por In presunta pertenencia racial o et-
152 l'i\RIAS URBANOS
PARIAS URBANOS 153

señalamos antes. las cites del cinturón rojo son conjuntos muy
tés que exhiben las mayores proporciones de extranjeros, como
heterogéneos en términos de su reclutamiento ctnorracial. Nin-
lo querría ciar a entender la tesis de la "guetificación".
guna bonlieu« es el "territorio" exclusivo y ni siquiera predomi-
Esta mezcla de poblaciones es decisiva cuando se trata de
nante de un grupo específico. dado que en Francia no hay una
explicar la abrumadora semejanza de las experiencias y estrate-
"segmcnlación ordenada" (Suttles, 1969) del espacio y las fami-
gias de los jóvenes de antecedentes franceses nativos y norafri-
lias imnigranres están distribuidas con bastante amplitud cn los
canos del cinturón rojo, un aspecto que Dubet (1987, pág. 326;
barrios. con la excepción de localidades selectas monopolizadas
véase también Bourdieu, 1991, pág. 8) planteó de la manera
por los nativos (de clase alta). Las eilés francesas no son guetos
más eficaz:
si con ello !lOS referimos a una formación sociocspacial racial
culturalmcntc uniforme basada en la relegación forzosa de Los jóvenes no introdujeron en ningún grupo la ium igración
'lila población Ilegativamcnle tipificad» a un territorio espccifi- como un clivaje fundamental de las relaciones entre ellos en un
eo (Wacqunnt. 1992a. 1992b, 1993b). Su composición reúne tí- barrio dado. En las cites que visitamos [tres de ellas en el cinturón
picamente a una mayoría de familias Ilativas francesas y un rojo parisino y una cuarta en los suburbios de Lyon] nunca habla-
ron en términos de "nosotros", jóvenes inmigrantes, y "ellos", jó-
agrupamiento mixto de hogares de quince a cuarenta o más na-
veucs franceses, ni a la inversa. Las relaciones y los lazos de
cionalidades diferentes. Es cierto que los residentes dc origen
amistad son multiétnicos. Esto no se debe necesariamente a creen-
extranjero estar: dcsproporciouadamente reprcsentados en las cias antirracistas ; surge, más bien, del dato básico de que, desde
(Juatre lvlil le en comparación con su peso nacional o regional su infaucin, los jóvenes han tenido las mismas experiencia» en ci-
(alrededor del 30 por ciento conlra un II por ciento en toda la tés que no son guetos raciales. Estos jóvenes concurren a las mis-
nación. y hasta cl "O por cienlo en el sector sur del complejo). mas escuelas, dedican su tiempo libre a las mismas actividades y
Pero esta situación es la resultante de su composición de clase cometen las m ismas "payasadas" y fechorías. No hay bandas o
deseqnilibrada y no de la segmentación ctnorracial del mercado pandillas formadas de acuerdo con la división inmigrantes contra
de la vivienda. Como en Gran Bretaña, cualquier concentración franceses, nada comparable a los "skinheads " ingleses o a los
étn ica que exista en las bonlicues francesas es "en esencia una "cobras hispanos" de Chicago.??
luucióu de la posición social cle las poblaciones en cuestión"
(Iapeyrounic y lrvbes, 1990, pitg. 154). esto es, un subproduc-
lo de 1" ubicación mucho más baja de las familias inmigrantes 27. Tras recapitular una década de investigaciones sobre el tópico, Dubct
en la estructura de clases. Los barrios más pobres y ruinosos del y Lupcvronnie (1992, pág. i28) concluyen: "Los jóvcucs franceses e inmi-

cinturón rojo tampoco se superponen estrechamente con las ci- grantes que experimentan la !llismaga/(~re [situación sin rumbo} están igual-
mente desarraigados y no se oponen unos a otros en términos de cultura y di-
ferencias. Su experiencia común es la de un universo inestable compuesto y
mestizo [lIIétisJ en el que los lazos locales tienen mas peso que las raíces na-
cspnc¡o impiden hacer aquí) tendría que incluir una sociología histórica de las
cionales o étnicas". "Cuando estarnos en la callee-dice une de ellos- todos
hases y los efectos del trabajo de construcción de clase encarado por el movi-
somos hermanos: es el espíritu de familia." Es revelador que, a diferencia de
miento sindical y otras organizaciones de izquierda que tradicionalmente
sus pares norteamericanas, las bandas de rap de la banlieue popular francesa
"fundieron" ,1 los inmigrantes en la sociedad francesa al incorporados a una
sean típicamente multiétnicas o "black-blunc-beur ", como les gusta decir
c1,lSC obrera unificada y desentendida de las divisiones étnicas.
(esto es, una mezcla de negros, blancos y norafricanos).
PARIAS URBANOS 155
154 PARIAS URBANOS
quintaesencialmente [de naturaleza] francesa y social" (Dubet y
En segundo lugar, y pese al reciente ascenso electoral de Le Lapeyronnie, 1992, pág. 143).29 Los "árabes" de segundagene-
Pen, las diferencias raciales o étnicas no constituyen principios ración no sólo se asimilan aceleradamente; diversos indicado-
legítimos de construcción de la realidad social en la tradición res empíricos también revelan una mejora global de su, po:ición
francesa de la nacionalidad. La institucionalización histórica de social v sus coudiciones de vida, a pesar de que su indicc de
la ciudadanía francesa como una comunidad territorial centrada desocupación es mucho más alto y sus ingresos má.s bajos que
en el Estado, en oposición a una comunidad de descendencia los correspondientes a los hogares franceses ll~trvos, I--last~
expresada en términos culturales, tal como prevalece en Ale- ahora no hay pruebas de que la separación espacial de los as'
mania, por ejemplo (Brubaker, 1990), ha impedido .. hasta aho- llamados ár;hes se haya increlnentado. AI contrarIO: la ~n,ayor
ra- que las categorías etnorraciales se convirtieran en la herra- presencia de norafricanos )' otros ínmigrantes en las c¡fes. de
mienta organizadora de las percepciones y relaciones sociales, lllMJO no representa una caida de status en el mercado habl.t:'-

grncia, al bloqueo de su utilización como fundamentos de la cional sino una mejora material con respecto ti u:la sltu~clon
movilización social y el planteo de demandas políticas cn la es- previa de auténtica segregación en desvencijadas "~obIacl~n~s
fera pública. El tímido intento de reclutar a los beurs (inmi- de vagones para trabajadores con residencia tcmpot arra 11\""C-
grantes "árabes" de segunda generación) C0l110 un "grupo de . d as por 1a ...
J8 \('(·)·I'P,.'\* --~tln org.3nislllo
S()'J ,.. , especl;:1! para la cons-
presión" distintivo de votantes durante la campaña legislativa
de 19RG zozobró en los bajíos de un sistema partidario y un ré-
gimen electoral estructuralmente concebidos paro horrar cual- 29 Como las poblaciones del !\laghrch SOI1 SOCialmente divcrsil!c(Hl,a.s,
quier afiliación intermedia. 28 · e·IJoo;;; 1(1 identidad (tnica es en gran medida defensiva y la (lJgan.J1.3C]Oll
en tre" " e ' . -te da con
Tercero, y más importante, los inmigrantes de segunda ge- comuntlt3r18 , "débi!".,'
v mu'" conflictiva". \' en buena parte esta sos etu ,( "
' , , " T ! ,"
t: 1 s del ["t'Hln "Colllpucstas por ¡óvenes extremadamente a<.;1I11 1 ,H os
neración del Maghreb, en quienes recayó el reciente "pánico 1 0 n ( 0 . , . ("" . . ' ".'. _'._ he o"t"svnosconDl11i7.(lIl"t>
las (lsociaciollcS nora(ncan(ls son rara \ el. l:)~ll(\:,el\n, . ,.' :-,_;, >.~
moral" por la inregrncion, a pesar de todo están asimilándose gún 1111il base étnica. Son ante todo la cxprcsJ(:ll de un ~,:r,11~: {1 Ull(l"U:.C d\t;~,_
rápidamente a la sociedad francesa. Han adoptado en gran parte minados" Y su actividad "no resulta e11 un aCCIOIHlr pO]¡t1CO (Dubct., La¡ ,
los patrones culturales y comportamentales de los franccses y ronnie, 1992, págs. 1011, 981. . . . . . , r• ..,. •
no lograron constituir una "comunidad distinta en torno de su 30'. En 1989, e174 por ciento de las ramillas nora!IICílll:JS Il.H,¡<l<lCCCSO'~
la vivienda pública, en comparación con un 45 por CIento u.Jl,<l d~~a(~a ;lllt~~
herencia cultural singular (Lnpcyronnic. 19R7; Jazouli, 1992).
Barrou. 1992, púg. 128). r:~s m<15 factible que la se?:'cgaclO.~l ~(:.~)~o~ U,Z~'l
En rigor de verdad, tanto ellos C01110 los líderes de sus asocia- ~" tro de la urhanización de IlUd. dado que las fn111dl<ls e\ll'-I11;ll.~dS su(.l~n
(,11 ¡ , . .: \' el c; decrépttos -cdifc-
riones "rechazan vigorosamente cualquier expresión de especi- ser dC5tinadas a los complejos suburbanos mas <lIS (1 O. : ',~ c . · , " "
ficidad [étnica] y afirman que los problemas que planteun son renriados de los mejor mantenidos del CC!llTO~, (~UC desocupan LIS r~lml11,(:S.
francesas con movt·J·I "~O, dente
te a d :aseen e . IHI."1\J es. la< SH2.1a
~'.
de Hnbimtíon (/ ••
l.olU
d
. . . 1 I -, () -srnta! de cons{ruc C1on e
,.\f diré. vivienda de alquiler moc crac o, programa tS, " . . _. _,

28. Así, si f-íen el Islam, que tal vez llegue a los tres millones de Deles,
- ,0. l· ara pcrxonns de CSC<:ISO" recursos. cuvo alquiler es sufragado (11
V1VlCJleaS p, " . .' [ . . ' '- , . " . ' . ; - ' del ']
sufrió una CXP,l1lSiÓIl y adaptación espectaculares a la sociedad francesa, su artc-v en nlgunos casos en su totalidad- por el Esl~ldo !ran~c.es tu.. e .!.l._,
expresión esta relegada a la esfera privada; en la que funciona como un mar- P * Sigla de la Socíété National pour 1.<: Con.slru~ll~)ll des, J nn<lll1eU1S, So-
co cultural para la protección o reconstrucción de la identidad personal en 1I!l<1 cicdad Nacional ele Construcción de los 1rabajadores In. del LI
fe-roa que es ampliamente compatible con 1<1 integración (Kepel, 1987).
15ü PARlAS URBANUS P,\R1AS URBANOS 157

rrucción de viviendas~ y "villas de emergencia" (bidonvitlesí letariado negro de las metrópolis norteamericanas, entonces, las
ilegales, mucho más aisladas y ruinosas que los actuales pro- familias norafricauas de la periferia urbana francesa no se mue-
yectos habitacionnlcs para personas de bajos ingresos (Sayad, ven de manera uniforme en un oscuro viaje hacia la región in-
1975; Barrou, 1992). l.a población inmigrante también empie- ferior del espacio social. En contra de las afirmaciones de Ho-
za a parecerse más a la nativa en términos de distribución ocu- Ilifield (1991, pág. 141),110 están en camino de formar una
pacional, tamaño de la familia :v otras características demográ- "infruclase islámica" de rasgos distintivos, cualquiera sea el
Ficas corno la fecundidad y la mortalidad. Los índices de significado de esa expresión. En vez de señalar la cristalización
matrimouios con los franceses nativos están en aumento, en es- de clivajcs propiamente étnicos en la ciudad francesa, la ani-
pecial entre las mujeres de descendencia norafricana que, gra- mosidad aparentemente "racial" y la fermentación de la tensión
cias a la escuela, disfrutan de tasas de movilidad ascendente en la banlicue en la década pasada son expresiones de la crisis
llIÚS elevadas que sus pares masculinos. Del mismo modo, des- social provocada por la desocupación (y suhocupación) persis-
de la década de 1970 ha disminuido en Francia la desigualdad tente y la conjunción espacial de la exclusión educativa, la pc-
escolar cutre grupos ctnonacionalcs. y los estudiantes de origen nuria habitacional y la pobreza en úreas donde las familias de
extranjero tienen una mayor representación en todos los niveles trabajadores nativos e inmigrantes compiten por recursos colee-
del sisrcma educativo. Mús aún: cuanto nl:1S suben en la escala tivos menguantes, en el contexto del derrumbe de los mecanis-
acndem icn, mejores son sus resultados en comparación con los mos permanentes que lraducían esos conflictos en demandas de
de los niijos ('r,,"ceses nativos. De hecho, las diferencias de lo- clase en el ámbito de la política, tanto en el nivel de la empresa
gros académicos entre ellos son desdeñables una \'CZ desconta- corno del Estado.
dos los origenes de clase (Bastidc, 1(82).
Esto no signillca negar la cruel realidad de la Ialtn de traba- ***
jo, la exclusión y la discriminacióu. que afecta de manera des-
proporcionada a una cantidad creciente de jóvenes inmigrantes El objetivo dc este trabajo ha sido poner de manifiesto algu-
urbanos. ni el indiscutible aumento de expresiones ponzoñosas nas de las similitudes y diferencias entre la "u neva pobreza ur-
de eucm ist.«! xcuofoba q lIC resuenan con estruendo en la esce- bana" en Francia y Estados Unidos, (al como se estructura lo-
na politica uuciouul. Se trata, antes bien, de sugerir que, a dile- calmente y es experimentada por quienes han llegado a ser
rencia de Eslados Unidos, donde la hostilidad v la violencia son designados con esa expresión (o su equivalente) en ambos paí-
alimeuradas por la proiundizacion del cisma espacial y social ses. En vez de comparar estadisticas agregadas nacionales sobre
entre los negros pobres (y otras minorias) y el resto de la socie- ingresos, niveles de vida o pautas de consumo, que a menudo
dad, en la periferia francesa la agitación urbana se nutre de la apenas miden otra cosa que las propiedades de las burocracias y
mezcla de cntcgorias etnonacionales-espccialmcnte en las vi- los procedimientos de encuesta que las generan, y no toman en
vieudas y las escnclas~ y el estrechanriento de la distancia eco- cuenta los ámbitos específicos socioespacíales y del Estado de
nómica. socia! y cultural entre los inmigrantes y las fracciones Bienestar en que los individuos y grupos se mueven realmente
estancadas o de movilidad descendente de la clase obrera nati- en cada sociedad, me consagré a un examen contextualizado de
va clavada en la banlicue. En agudo contraste eon el (subjpro- dos aspectos centrales de la vida en un barrio estigmatizado de
158 PARIAS lJRR!\N0S PAI\lAS URBANOS 15(;

pobreza concentrada: la indignidad territorial y sus consecuen- Avery, Dcsmond: Civilis ations de La Cournenve. lmages brísccs du-
cias debilitantes para el tejido y la forma de la estructura social ne cité, París, L' Harmattan, 1987.
local, y los principales clivajes que organizan la conciencia y Bachmann, Christian, y Luc Basier: Alise en iniages dnne b anli euc
las relaciones de sus habitantes. ordinaire, París, Syros, t989.
El hecho de mostrar la textura organizacional y cognitiva de Balibar, f:tienne: "Es Gibt Keinen Staat in Europa: Racism and Poli
la vida cotidiana en el cinturón rojo parisino y el cinturón negro tics in Europe Today", New Lef] Review n" 186 (marzo-abril de
de Chicago, y revelar de qué manera los residentes de estas 1991), págs 5-19
Banfield Edward C.: The Unheavcnlv Citv: The Nanne and Future nf
áreas ruinosas negocian y experimentan la inmovilidad Y' el os-
our ÚrballCr¡sis, Boston, Little: Bro'\vn, 1970 [traducción caste-
tracismo sociales en "el gueto" -corno mito social en un caso y
llana: La ciudad en discusion, Buenos Aires, Marymar, 1973j.
realidad histórica duradera en el otro-, pone en evidencia la Barrou, Jacques: La Place durauvre. Histoire et géogrophie socíolc
dimensión distintivamente racial de la pobreza de las áreas ur- de 1'habita: HL\f, París, L' Harmattan. 1992.
banas céntricas en Estados Unidos. También indica la incerti- Bastide: "Les enfants innnigrés ct lcnseignemcnr francais: cnquctc
dumhre existente en el proceso de formación de la identidad dan s les établisscmcnís du le! et 2 nd dcgré". Iravnns et docuinent:
colectiva en el cinturón rojo, causada por la desaparición de los n° 97. INEO/PUF, t982.
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lrnncia y Estados Unidos converjan o sigan diferenciándose en du N~rd de la France", ACfes dc lo rechcrche en sciences socia!es
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1964. cierto punto, la obra de la voluntad colectiva, y
ésta implica la elección entre diferentes opciones
posibles. [... ] El ámbito de lo social es el ámbito
de la modalidad.
MARca MAUSS
"Les civilisations. Élcments et formes"
( 1929)

* "Urbau Mnrglnalitv in rhc Coming Millenium", en Urbcn Sn.dies, 36-


10 (septiembre de 1999), págs. 1639-1647.
Texto revisado de la alocución ante el plenario de la Reunión de la Aso-
ciación Sociológica Nórdica, Copcnbaguc, Dinamarca, 15 de junio de 1997.
Querría agradecer a los muchos colegas (entre clloaMargarct Bcrtilsson, Pe-
ter Gundelach, Inge Pedcrsen, Troud Petcrscn y Annick Prieur) que, con sus
esfuerzos y entusiasmo, hicieron que mi primera visita a Escandinavia fuera
no sólo posible SiDO también enormemente agradable.
Este artículo analiza las modalidades con que han surgido y
se están difundiendo nuevas formas de desigualdad y margina-
Jidad urbanas en todas las sociedades avanzadas del occidente
capitalista. El argumento se desarrolla en dos etapas.
En primer lugar, es hozo una caracterización compacta de lo
que considero un nuevo réghncn de marg;;lIalidud urbana. Este
régimen se mantuvo en ascenso durante las últimas tres décadas,
desde el final de la era fordista, definida por la producción in-
dustrial estandariznda. el consumo masivo Y' un contrato social
keynesiano que vinculaba ambos aspectos bajo la tutela del Es-
tado de Bienestar Social. No obstante, aún no hemos presencia-
do todas las consecuencias de aquél, porque su advenimiento es-
tá ligado a los sectores más avanzados de nuestras economías.
razón por la cual me refiero a él como "marginalidad avanzada".
La identificación de las propiedades distintivas de este régimcn
de marginalidad urbana en proceso de consolidación nos ayuda-
rá a señalar con precisión qué tiene exactamente ele novedoso la
"nueva pobreza", cuyo ámbito y fuente es la ciudad.
En segundo lugar, abordo la cuestión que in forma implícita-
mente ti orienta explícitamente los debates europeos sobre el
resurgimiento de la indigencia, la división y la tensión en las
metrópolis: a saber, ¿estamos en presencia de una convergcnc¡«
epoca! de regímenes de pobreza urbana a ambos lados del
PARL\S UIUlANOS M/\RGINALlDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO t69

Atlántico? Sostengo <¡ue la respuesta es negativa: la relegación Mientras que antaño, en las metrópolis oceidentales, lo. po-
urbana tiene una dinámica social y espacial diferente en ambos breza era en gran medida residual o cíclica, estaba fijada en co-
continentes. No obstante. las sociedades europeas deben estar niunidades de elase obrera, era geográficamente difusa y se la
en guardia contra las políticas públicas que aislan distintas zo- consideraba remediable mediante una mayor expansión del
nas y poblaciones urbanas, lo <¡ne las alienta a adoptar estrate- mercado, hoy parece ser cada vez de más largo plazo si no per-
gias de vida divergentes y hasta opuestas que pueden inducir manente, y está desconectada de las tendene ias lllaeroeconómi-
ciclos autoalimentadores de involución social, no diferentes de cas y establecida en barrios relegados de mala farua en los que
los que subyaccn a la guetificación en Estados Unidos. el aislamiento y la alienación sociales se alimentan uno al otro
Pese a Sll titulo, entonces, este trabajo no es 1111 aporte a la a medida que se profundiza el abismo entre las personas allí
novelera cclebración rnilcnarista del "2000". Más bien, es un confinadas y el resto de la sociedad.
intento de dinguosiicar las fuerzas y las formas sociales de que La consolidación de este nuevo réuimcn de maraiuulidad ur-
b b
estú llena nuestra actual penuria urbana, y quc promereu mode- bana se mueve por diversos caminos y asume difercntes formas
lar las metrópolis del mañana, a menos <¡ue ejerzamos nuestra cn los distintos países del Primer Mundo. En Estados Unidos V
"voluntad colectiva" v actuemos para frenar mecanismos y en- el Reino Unido se ha visto enormemente facilitada por la polf-
cauzar tendencias en una dirección diferente. tica de achicamiento tolal del Estado llevada adelante tanto por
partidos conservadores como liberales [progrcsistas] en las úl-
timas décadas, y por la rígida o creciente separación espacial y
Sintonn,: de nunoinatí.l.u! OI'IIIEOdo social de personas blancas y de color en los grandes centros ur-
banos. En otras naciones con fuertes Estados benefactores cor-
ti filial dcl siglo xx presencia una trasccndentul trausfonua- poratistas o socialdemócratas y ciudades menos segregadas, co-
e ion de las raíccs. la composición y las consecuencias de la po- nio las del norte de Europa y Escandinavia, esa política ha sido
hreza urbana el) la sociedad occidental. Junto con la moderniza- atenuada en parle, pero no completamente descartada. y se
ción económica acelerada, provocada por lu reestrucuunciou complicó con el conflictivo tenia de la intcaración
D de los. inmi-
global del capitalismo. la cristalizució» de una llueva división in- granles y refugiados del Tercer Mundo, tal como se expresa en
tcruacioual del trabajo (fomentada por la velocidad frenética de la angustia por la cristalización de "uuetos"
<....- -- ..t:!. - , de inmiurantes
. b· , (IUf"
'"

los flujos financiero- y los trabajadores a través de fronteras na- cubren el continente, de Marsella a Munich y de Bruselas a
ciouales porosas) v el desarrollo de nuevas industrias de uso in- Brindisi.?
teusivo del conocimiento, basadas en revolucionarias tecnologías
de la información y generadoras de una estructura ocupacional
dual, se ha producido la modernización de la miseria: el ascenso Nature and Implications", Acta Sociologicu, n° 39-2, 1996, págs. 121-139, se
de un lluevo rcuimcn de desiuualdad v maminalidnd urbanas.' encontrará un desarrollo más completo del argumento.
~ ~ J •

2. \léanse, por ejemplo, Costis Hadjimichalis y David Sad!cr (comps.),


Europc at {he Margins; NewÓvíosoics 01 fnequality (Nueva York, Wiley.
1995), y E11Z0 Mingionc (comp.), Urbon Povcrty and the Undcrclass (Ox-
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170 PARLAS URBANOS ~lARCi!N¡\UD¡\DURBANA EN EL PROXl1'vl0 1\HT.FNIO 171

Cualquiera sea la etiqueta utilizada para designarla "infra- Cuatro lógicas estructurales
clase" ["zlI1derc1ass "] en Estados Unidos e Inglaterra, "nueva alimentan la nueva marginalidad
pobreza" en Holanda, Alemania y el norte de Italia, "exclusión"
en Francia, Bélgica y los países nórdicos-; los signos revelado- Pero las propiedades estructurales distintivas de la "miseria
res de la nueva marginalidad son inmediatamente reconocibles rnodernizada' son mucho menos evidentes que sus manifesta-
incluso para el observador casual de las metrópolis occidenta- ciones concretas. Esquemáticamente, el régimen de marginali-
les: hombres y familias sin hogar que bregan vanamente en bus- dad emergente puede caracterizarse C01l10 el producto de cuatro
ca de refugio: mendigos en los transportes públicos que narran lógicas que, en conjunto, reconfiguran los rasgos de la pobreza
extensos l' desconsoladores relatos de desgracias y desamparo urbana en las sociedades ricas. Estos rasgos marcan 1111 agudo
personales; comedores de beneficencia rebosantes no sólo de contraste con las características dominantes de la pobreza en la
vagabundos sino de desocupados y subocupados; la oleada de era de expansión fordistn, desde el final de la Segunda Guerra
delitos y rapiñas, y el auge de las economías callejeras informa- Mundial hasta mediados de la década del setenta.
les (y las más de las veces ilegales), cuya punta de lanza es el
comercio de la droga: el abatimiento y la furia de los jóvenes l. Dinámica macrosocial. el resuryhnicnto de la desigualdad
impedidos de obtener empleos rentables, y la amargura de los social
nntiguos trabajadores a los que la dcsindusüializaciún J' el
avance tecnológico condenan a la obsolescencia: la sensación La nueva marginalidad urbana no es la resultante del atraso,
de retroceso, desesperación e inseguridad que gana las barriadas la ociosidad o la declinación económica, sino de la desigualdad
pobres, encerradas en una espiral dcsccndcntede ruina aparen- creciente en el C017te.Yto de un avance J' una prosperidad econó-
temente imparablc, y el crecimiento de la violencia etnorracial, mica global.
la xenofobia y la hostilidad hacia los pobres y entre ellos. En to- El atributo más enigmático de la nueva marginalidad posi-
dos lados, las elites estatales y los expertos en politicas públicas blemente sea, en efecto, el hecho de que se difunde en una era
están marcadamente preocnpados por impedir O contener los de caprichoso pero resuelto crecimiento que provocó una espec-
"desórdenes" que se preparan dentro y en torno de los enclaves tacular mejora material para los miembros más privilegiados de
en expansión de declinación y abandono urbanos." las sociedades del Primer Mundo. No obstante las menciones ri-
tuales de la "crisis" entre los políticos, todos los grandes paises
capitalistas experimentaron una expansión de su PBl y un rápi-
do aumento de 18 riqueza colectiva en las últimas tres décadas.
La opulencia y la indigencia, el lujo Ji la penuria) la abundancia
y la miseria florecieron lado a lado. Así, la ciudad de llarnbur-
3. Así, e! florecimiento de investigaciones sobre declinación y mi-crin ur- go, que de acuerdo con algunas mediciones es la lllás rica de
banas promovidas por diversos organismos nacionales y Iransnacionales en-
Europa, exhibe tanto la proporción más alta ele millonnrios co-
tre ellos la Comisión Europea (COI1 su Programa SoCiOCC0J1Ó111ko Dirigido so-
bre Exclusión e Integración), la OCDE y hasta la OTAN por el lado europeo, y mo la incidencia más elevada de beneficiarios de la asistencia
grandes fundaciones Filantrópicas en 185 riberas norteamericanas. pública en Alemania, mientras que Nueva York es el hogar de
172 PAIUAS URBANOS MARGINALlDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILLNIO 173

la clase alta más grande del Planeta, pero también del mayor índice de pobreza norteamericano había sufrido en diez años un
ejército de personas sin techo e indigentes de todo el hcmisfe- alza del 15,1 por ciento (para llegar a un pasmoso total de cua-
rio occidental." renta millones de pobres), pese a dos años de sólida expansión
Aunque aparentemente contradictorios, ambos fenómenos económica. Entretanto, la Unión Europea registra oficialmente
están en realidad vinculados. En efecto, las nuevas formas ele un récord de cincuenta y dos millones de pobres, diecisiete mi-
búsqueda de productividad y rentabilidad en la "alta tecnolo- llones de desocupados y tres millones de personas sin techo -y
gía" de.l'..radaron
'-... ,-.
la industria manufacturera, y los sectores de la cuenta sigue- en e! marco de la reanudación del crecimiento
servicios empresarios y financieros que impulsan el capitalismo económico y la mejora de la competitividad global.
fin-de-siecl> dividen la fuerza de trabajo y polarizan el acceso En otras palabras, la marginalidad avanzada parece haberse
al empleo duradero y las retrihuciones procuradas por él. Por "desacoplado" de las fluctuaciones cíclicas de la economía na-
un lado, la modernización postindustrial se traduce en la multi- cioual. La consecuencia es que las alzas en la ocupación y el
plicación de puestos altamente calificados para el personal pro- ingreso agregados tienen pocos efectos benéficos sobre las po-
fesional v técnico C011 íormnción universitaria )', por el otro, en sibilidades de vida en los barrios relegados de Europa y Esta-
la descalificación y la eliminación lisa y llana de millones de clos Unidos, mientras que las bajas producen más deterioro y
empleos para los trabajadores sin preparación." Más aún, la aflicción en ellos. Si esta desconexión no se remedia ele aluún
b

producción y el crecimiento sin empleos en muchos sectores modo, un mayor crecimiento económico generará iuevirablc-
cconomicos no es en la actualidad una posibilidad utópica sino mente más dislocación urbana y depresión entre quienes han si-
una agridulce realidad. 1.0 testimonia el virtual vaciamiento del do empujados hacia el fondo de! orden urbano emergente y es-
puerto de Rorterdam. tal vez el más moderno de! mundo y uno tán atrapados en él.
de los grandes responsables del aumento de la desocupación
por encima del 20 por ciento en esa ciudad holandesa. 2. Dinámica económica: la mutación del trabajo asalariado
Cuanto más avanza la economía capitalista remodelada, más
amplio y profundo es el alcance de la nueva marginalidad y más La nueva margiualidad urbana es el subproducto ele una do-
concurridas las filas de las personas arrojadas ti la agonía de la ble transformación de la esfera del trabajo. Una es cuantitativa
miseria sin tregua ni remedio, aun cuando caiga el índice oficial y en tralla la climinaciou de millones de empleos sernicalifica-
de desocupación y aumente el ingreso en el pais. En septiembre dos bajo la presión combinada de la automatización y la com-
de 1994. la Oficina de Censos de Estados Unidos informó que e! petencia laboral extranjera. La otra es cualitativa e implica la
degradación y la dispersión de las condiciones básicas de em-
pleo, remuneración y seguridad social para todos los trabajado-
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1(93). del capitalismo curonorteaniericano un siglo y medio después,
174 PARIAS URBANOS l\fAR01NALlDAD URBANA EN r.r. PR6XI!\IO l'v!lí.ENIO 175

se suponía correctamente que la expansión del trabajo asalaria- les como la cobertura de salud, el mismo contrato salarial se
do representaba una solución eficaz y viable al problema de la ha convertido en unafuente deji-agmentación Ji precariedad. y
pobreza urbana. Bajo el nuevo régimen económ ico, ese supues- no de homogeneidad y seguridad socia les para quienes están
to es a lo sumo dudoso, y en el peor de los casos lisa y llana- confinados en los segmentos periféricos de la esfera del cm-
mente erróneo. pleo.? En síntesis, mientras que antaño el crecimiento económi-
Primero, una fraccion significativa de la clase obrera se ha co y la expansión correlativa del sector asalariado representa-
convertido en superflua y constituye una "población excedente ban la cura universal contra la pobreza, hoy son parte de la
absoluta" qne probablemente nunca vuelva a encontrar trabajo. enfermedad.
Sea como fuere, dado el aflojamieuto del vínculo funcional en-
tre la actividad macrocconómica y las condiciones sociales en 3. Dinámico politlca: la reconstrucción de los Estados
los enclaves pobres de les metrópolis del Primer Mundo, y con- de Bienestar
siderando los aumentos de productividad posibilitados por la
nutomatización )! la computación, ni siquiera índices milagro- La fragmentación y desocialización del movimiento obrero
sos de crecimiento podrían reintegrar a la fuerza de trabajo a no son los únicos factores que alimentan el ascenso de la llueva
quienes han sido dcsproletarizados, es decir, duradera y forzo- pobreza urbana En efecto, junto con 1"5 fuerzas del mercado,
samente expulsados dclmercado del trabajo asalariado para ser los Estados de Bienestar son grandes productores y modelado-
reemplazados por una comhinación de máquinas, mano de obra res de desigualdad y 111arglnalidad urbanas. Los Estados no
inmigrante ha rata y trabajadores extranjeros." lo despliegan programas y. políticas destinados a "enjugar" las
Segundo, y más importante, el carácter mismo de la relación consecuencias mús evidentes de la pobreza y' amortiguar (o no)
salarial cambió en las dos últimas décadas de una manera tal su impacto social y espacial. También contribuyen a determinar
que ya no otorga una protección a toda prueba contra la amena- quién queda relegado, cómo, dónde y durante cuánto lICl11pO.
za de pobreza, ni siquiera a quienes están incluidos en ella. Con Los Estados son grandes motores ele estratificación por pro-
la expansión del trabajo temporario, de tiempo parcial y"ncxi- pio derecho: )' en ningún lado lo son tanto como en la hase del
ble" ~que acarrea menores beneficios-. la erosión de la protec- orden sociocspacial:" proporcionan o impiden el acceso a una
ción sindical. la difusión de escalas remunerativas de dos nive- escolarización y una formación laboral adecuadas: fijan las
les, el resurgimiento de talleres negreros. trabajo a destajo y condiciones para ingresar en el mercado laboral )' salir de él, a
salarios de hambre, y la creciente privatización de bienes socia-

7. Véanse, 1101' ejemplo. Euiopcan Economic Comnumuv.


Eccnomy and Irregular Forras al Fmpí oyment. ,\'~\'II(!lC-SlS .ind (
6_ .lcrcmy Hifkin, The End 01 filork. Thc Decline 01 tlic Glocol fl'ork Honograp/¡ies (Bruselas, mimcocrañado. 19R9¡: Rene !\'lahit (c\)I11]'_). re
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176 PARIAS UIl".BANOS MARGINALIDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO 177

través de las normas administrativas atinentes a las contratacio- al bienestar y acelera la incipiente privatización de la política
nes, los despidos y lasjubilaciones; distribuyen (u omiten dis- social.
tribuir) bienes básicos de subsistencia, como la vivienda e in- Una lógica similar de recortes y traspasos presidió las modi-
gresos complementarios: apoyan 1I obstaculizan activamente ficaciones generales o graduales de los sistemas de transferen-
ciertos ordenamientos farniiiarcs y hogarefios, y codetertn ixan cias sociales en el Reino Unido, Alemania, Italia y Francia,
tanto la intensidad material como la exclusividad y densidad Aun Holanda y los paises escandinavos implementaron medi-
geogrúlicas de la miseria mediante una multitud de programas das destinadas a reducir el acceso al sostén público y contener
administrativos Y' fiscales. el crccimicntc de los gastos sociales. Ll mantra de la "globali-
F/ aehiemllicll/o)' Iu desnrticulacion del Es/ar/o r/e Bienes- zación" y las restricciones fiscales impuestas por el Tratado de
{UI' son dos de las grandes causas del deterioro y la indigencia Maastricht sirvió en todas partes para justificar esas medidas y
sociales visibles en las metrópolis de las sociedades avanzadas. disculpar la desinversión social en antiguas zonas obreras ex-
Ls!o es part icnlarmcnte notorio en Estados Unidos, donde la tremadamente dependientes de la provisión estatal de bienes
población cubierta por los planes de seguridad social se redujo públicos. [as crecientes deficiencias de los programas nacioua-
progresivamente durante dos décadas, en tanto que los progra- les de seguridad social indujeron a las autoridades regionales y
mas dirigidus a los pobres fueron recortados y convertidos cada locales a establecer, como meros parches, sus propios planes de
ve7 nlÚS en instrumentos de vigilancia y control. La reciente asistencia (especialmente cn respuesta a la falta de techo y la
"reforma del bienestar social" urdida por el congreso republica- desocupación de larga data).
IlO v traustonnada en ley por el presidente Clinton en el verano La irrelevancia del "Estado nacional" se ha convertido en
de -19%, cs emhlemúti~'a de esta lógic3." La ley reemplaza el un lugar común de la conversación intelectual en todo el mun-
derecho a la ayuda pública por la obligación de trabajar, si es do. Hoy está dc moda lamentar la incapacidad de las institucio-
necesario cn puestos inseguros y con salarios por debajo del nes politicas centrales para poner un freno a las cada vez mayo-
promedio. Y' es aplicable a todas las personas sanas, incluidas res dislocaciones sociales resultantes de la reestructuración
las madres jóvenes con hijos a su cargo. Disminuye de manera capitalista global. Pero grandes y duraderas discrepancias en la
drúslica los fondos de asistencia J' establece un tope para la co- incidencia y persistencia de la pobreza, así como en los niveles
hertura ele scu,uridad social que un Individuo puede recibir en de vida, la (in)movilidad y la distintividad espacial de los 1'0-
Sil vid». Por ultimo, transfiere la responsabilidad administrativa brcs urbanos en diferentes países, sugieren que las noticias so-
del Qobit'!110 Cederal a los cincuenta estados y sus condados, bre la defunción del Estado Nacional de Bienestar fueron su-
enn Jo que agrnva las desigualdades ya existentes en el acceso ruamcnte exageradas, Hacia fines de la década de 1980, los
programas impositivos y de transferencias elevaron a la mayo-
ria de los hogares pobres casi hasta el nivel del ingreso medio
nacional en Holanda (62 por ciento) y Francia (52 por ciento);
~_ Gosra Espiug-Auderscn (comp.}, ChOligillg Clusses. Stratificatíoll and
slobiiitv ¡JI Pon-lndusmo! Socicííes (Ncwburv Pnrk , Sage, 19(3).
en Alemania occidental, sólo un tercio de las familias pobres
9. 1~.oYC Wacquant, "Les pauvrcs en pfíturc: la nouvctlc pnlitique de la mi- salió de esa situación gracias al apoyo gubernamental, y en Es-
sére en Amétique". Hérodote ni' 85, primavera de 1997, págs. 21-33. tados Unidos virtualmente ninguna. [a indigencia extrema en-
178 PARIAS URBANOS MARGINAllDAD URBANA FN EL PRÓXIMOlvllLENIO 179

tre los niños fue eliminada en los países escandinavos, mientras monización

referidos a ellos, que han brotado como. houuos
. b"'

que azota a uno de cada seis (y a uno de cada dos en el caso de solo tengan tenues conexiones con la realidad de su vida coti-
los negros) en Estados Unidos. 10 diana. Un penetrante estigma territorial recae firmemente so-
Los Estados marcan efectivamente una diferencia; elaro es- bre los residentes de esos barrios de exilio sociocconómico v
tá, cuando se preocupan por hacerlo. Por lo tanto, es imperativo suma su peso a la mala fama de la pobreza y el prejuicio rena-
volver a ponerlos en el epicentro de la sociología comparativa ciente contra las minorías etnorraciales y los inm igrantes."
de la marginalidad como instituciones tanto generadoras como Acompaña a la estigmatización territorial una pronunciada
rcp arodoras . disminución del sentido de comunidad que solía caracterizar a
las antiguas localidades obreras. En la actualidad, el barrio va
4. Dinámica espacial: concentración y estigmatizacion no representa un escudo contra las inseguridades ;/ las prcsio-
nes del mundo exterior, un paisaje familiar v rcafirmante im-
Durante las décadas de expansión industrial de la posguerra, buido de significados y formas ;Ie
mutuali(lad colectivos. Se
por lo general la pobreza se distribuía en las metrópolis a través convierte en un espacio vacío de competencia)' conflicto, un
de los distritos obreros y tendía él afectar una sección transver- campo de batalla Ilcno de peligros para la lid diaria de la su-
snl de trabajadores manuales y 110 calificados. En contraste, la pervivcncia y la huida. Este debilitamiento de los lazos comu-
nueva marginalidad muestra tilla tendencia distinta a conglO1~le­ nitarios con base territorial alimenta a su vez una retirada a la
rarsc y acumularse en áreas "irrcductiulcs' y a las que "no se esfera del consumo privatizado y las estrategias de distancia-
puede ir", que son claramente identificadas -no menos por sus miento ("no soy uno de ellos") que socavan aún más las solida-
propios residentes quc por las personas ajenas a cllas- como ridades locales y confirman las percepciones despreciativas del
pozos urbanos infernales repletos de depr ivacion, inmoralidad barrio.
y violencia donde sólo los parias de la sociedad tolerarían vivir. Debemos estar en guardia ante la posibilidad de que éste sen
Nantua en f ilndelfia. Moss Side en Mancuester, Gutlcut- un fenómeno transicional (o cíclico) conducente en definitiva a
viertel en Hamburgo, Brixton en Londres . Niewe Westeu en la desconccntración o difusión espacial de la marginalidnd ur-
Rotterrlam, Les Minguettes en los suburbios de Lyon y Bo- bana. Pero para quienes est-án en estos momentos confinados en
higny en la periferia parisina: estos barrios en los que se atrin- el fondo del sistema jerárquico de lugares que componen el
chera la miseria se han "ganado un nombre" como depósitos de nuevo orden espacial de la ciudad, el futuro es hoy. De manera
todos los males urbanos de la época, lugares que hay que evi- conexa, debe destacarse que esos barrios de relegación son
tar, temer y desaprobar. Importa poco que los discursos de de- criaturas de las politicas estatales en materia de vivienda, urba-
nismo y planificación regional. En el fondo, entonces. su sllrgi-

10. Extraje estos datos de Kathetine Mcf'are, Roger Luwson y William


.lulius Wjlson (cornps.]. Povertv. lneqnnlity, and Future ot Social Palier
(Nueva York, Russct! Sage Poundation. 1995): en Olli Kangas, Tíie P(}¡ific~s 11. Séan Damer ofrece un excelente análisis de este proceso de cstigma-
of.<:.,'odd Rights (Estocolmo, lnstiuue Ior Social Research, 1991), se encontra- tización pública en From Moorcpork to "¡Ville .íllcv" rile I?ise nnd Foil {(
rá una perspectiva más analítica de esta cuestión. Glasgow Houstng Schcmc (Editnburao, Rdirnburgh llniversitv Prcss. 19W})
ISO {'ARIAS URBANOS l'v1A.RGlNALIDAU URBANA EN EL PRÓXII'vTO tvllLENIO 181

miento, consolidación y dispersión final son en esencia una ción socioespacial segmentada y paralela que cumple la doble
cuestión política. finalidad de la explotación y el ostracismo de una categoría et-
norracial limitada), entonces la respuesta es claramente negati-
va.l ' En contra de las primeras impresiones y los informes su-
El espectro de la convergencia transatlántica perficiales y motorizados por los medios, la alteración de las
metrópolis continentales no disparó un proceso de guetificación:
Todo el mundo tiene presente una cuestión cuando se trata no está produciendo conjuntos socioespaciales culturalmente
del deterioro de las condiciones sociales y las oportunidades de uniformes basados en la relegación forzada de poblaciones es-
vida en las metrópolis del Viejo Mundo: ¿se~ala el ascenso de tigmatizadas en enclaves donde éstas desarrollan organizaciones
esta llueva marginalic1ad un acercamiento estructural entre Euro- específicas del grupo y dcl lugar que sustituyen, y duplican el
pa y Estados Unidos según el modelo de este último pais?12 marco institucional de la sociedad más general, si bien en un ni-
Planteada en términos tan simplistas ,"o bien, o bien... di- vel inferior e incompleto.
fícilmente pueda darse una respuesta analiricatncntc rigurosa a No hay un gueto turco en Berlín ni un gueto árabe en Marse-
esta pregnnta. En efecto. los regímencs de marginalidnd urbana lla ni un gueto surinamés en Rotterdam ni un gueto caribeño en
son bestias complejas y caprichosas: están compuestos por con- LiverpooL Si existen en todas estas ciudades sectores residen-
juntos imperfectamente articulados de mecanismos instituciona- ciales o comerciales alimentados por la afinidad étnica. La dis-
Ics vinculantes de la cconomia, el Estado. el lugar y la sociedad crirninación y la violencia contra los inmigrantes (o presuntos
que no evolucionan al unisono y. por otra parte, difieren de ma- inmigrantes) también son datos concretos de la vida en todos
nera sigllificativa de país en país, según las concepciones e ins- los grandes centros urbanos de Europa.!! Combinado con su
titucioues nacionales de la ciudadanía. Por lo tanto, ante todo es distribución de clase típicamente más baja y los mayores índi-
necesario refonuular este interrogante. ces de desempleo, esto explica la representación desproporcio-
Si pOI" convergencia entendemos la completa "norteamerrca- nada de las poblaciones de origen extranjero en los territorios
nizacióu" dc los patrones urbanos de exclusión en la ciudad eu- urbanos de exilio. Pero la discriminación e incluso la segrega-
ropea, que nos adentran en el camino de una guetificacion del ti- ción no significan una guetificación. Tal como existen, esas
po impuesto a los afroamerieauos desde que se urbanizaron a concentraciones de inmigrantes no son el producto elel encierro
principios del siglo xx (es decir, la constitución de una forma- institucional del presunto grupo en un confinamiento espacial

! 2. \' 0:1115:C. por cjemp!o. Malcoltu Cross (comp.), Ethníc Minorities and 13. Loic Wacquaüt, "Red Belt, Black Belt: Racial División, Class lncqua-
lndnshiol C!ulIIge in LIIJ'opc ond Noríh .'Jmerica (Cambridge, Cambridge lity, and rhc Starc in the Frcnch Urban Periphcry aud thc American Ghetto", en
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182 PARIAS URBANOS
MARG1NAUDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MlIFNJO 183

rígido; así lo demuestran los índices crecientes de matrimonios respuesta es un "sí" limitado y provisorio, aunque con las si-
mixtos v la difusión espacial cuando mejoran la educación y la guientes y sólidas salvedades. Primero, esto no implica necesa-
posició¡; de clase." En rigor, si hay algo que caracteriza los ba- riamente que esté en marcha un proceso de "racialización" del
rrios de relegación que brotaron en todo el continente cuando espacio y que las sociedades del Viejo Mundo sean testigos de
los mecanismos de reproducción de la clase obrera empezaron a la formación de "minorías", en el sentido de comunidades étni-
sufrir tropiezos, es su extrema heterogeneidad étn ica, así como cas movilizadas v reconocidas como tales en la esfera pública.
su incapacidad de satisfacer las necesidades hásicas y englobar Segundo, el conflicto etnorracial no es un fenómeno novedoso
la rutina diaria dc sus habitantes, dos propiedades que los con- en la ciudad europea: irrumpió repelidas veces en el siglo pasa-
vierten en antigurtos. do durante períodos de rápida reestructuración social y econó-
Si la convergencia implica que los ciclos antoalimentadores mica, lo cual también significa que hay poco en él que sea dis-
de degradación ecológica, deprivacion social y violencia, que tintivamente "norteamericano". 17
terminan en el vaciamiento espacial y el abandono institucio- Para terminar, y en contra del patrón estadounidense, 13 COIl-
nal. están hoy vigentes en el continente, entonces la respuesta
tienda putativamente racial en las ciudades del Viejo Mundo no
vll~lve a ser negativa, porque las áreas europeas de exilio si- es alimentada por la brecha en aumento entre inmigrantes y na-
gucn estando, con pocas excepciones (como las ciudades del tivos sino por su mayor cercanía en el espacio social y' físico.
sur de Italia), profundamente penetradas por el Estado. El tipo
El exclusivismo etnonacional es una reacción autóctona a In
de "triage " [selección] y deserción deliberada de las áreas ur-
abrupta movilidad descendente de la clase obrera nativa, antes
banas para "economizar" en servicios públicos que ha afectado
que la expresión de un profundo cambio ideológico hacia un
las metrópolis estadounidenses, es inimaginable en el contexto
reaistro
b racista (o
. racialista). No obstante fantasiosos pronuu-
político europeo, con su denso monitorco burocrático del terri- ciamientos generales sobre la "globalización de la raza". la ere-
torio nacional. Al mismo tiempo. no puede haber dudas de qne ciente preponderancia de la etnicidad en el discurso público y
la capacidad de los Estados europeos de gobernar los territorios la vida cotidiana de Europa, corresponde tanto a una política de
de relegación está sometida a una severa prueba, y tal vez de-
clase como a una política de identidad.
muestre no estar a la altura de la misión si recientes tendencias
hacin la concentración espacial de 13 desocupación persistente
continúan intactas.!" Enfrentar la marginalidad avanzada,' el turno del
Por último, si la convergencia pretende, más humildemente,
Estado penal
destacar la prepondcnlncia creciente de las divisiones y las
tensiones etnorracinlcs en las metrópolis europeas, entonces la En su esfuerzo por abordar las formas emergentes de relega-
ción urbana, los Estados-nación enfrentan una triple alternativa.
15. Nico!c Ttibalat, Faire Fmnce. Une enquéte sur les ínnnigres el leurs
enfants (París, La Découverte, 1995),
17. Robert Moore, "Ethnic División and Class in Western Furope". en
16. Godfried Engberscn. In de schnduw van margen. Stedelijke margina-
Richard Scase (cornp.), Industria! Soricties: Crisis cmd Dívision in rVcstcI"I/
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MARGlNALIDAD URBANA EN EL PRÓXIMO MILENIO 185
184 PARIAS URBANOS

Si bien Estados Unidos es verdaderamente excepcional por


La primera opción. a media agua, consiste en emparchar los el celo con que adoptó esta "solución" de la polarización social
programas existentes del Estado de Bienestar. Es evidente que y la escala en quc la implementó, la tentación de apoyarse en la
esta alternativa es ineficaz; de lo contrario, los problemas plan- policia y las instituciones penitenciarias para restañar los efec-
teados por la marginalidad avanzada no serian hoy tan acucian- tos de la inseguridad social bzenerada por la difusión del trabajo
~
les. Podríamos incluso aducir que esas respuestas graduales y precario y la reducción de la cobertura de la seguridad social
cada vez más locales a las desorganizaciones causadas por la está presente en toda Europa. Esta situación puede advertirse
polarización urbana contribuyen a perpetuar ésta, en la medida en el espectacular aumento dc los indices de encarcelamiento
en que alimentan l<1 cncofouia e ineficiencia burocráticas. en la mavoria de los miembros de la Unión Europea durante las
La segunda solución. regresiva y represiva, es crinrinalizar dos (JltiI:13s décadas; la sobrcrrcpresentación masiva, dentro de
lo po!Jrezo a través de la contención punitiva de los pobres en las poblaciones encarceladas, de inmigrantes no europeos y
bnnio« cada vez más aislados y estigmatizados, por un lado, y personas de color, asi como de vendedores de drogas y droga-
en cárceles y prisiones, por el otro. Íóse es el camino tomado dictos rechazados del mercado laboral; el endurecimiento de
por Estados Unidos tras los disturbios en los guetos en la déca- las políticas penales, más francamente volcadas a la incapacita-
da de 1%0 (Rotluuau. 1995).18 No es fortuito que la formidable ción en desmedro de la rehabilitación, y guiadas de manera tá-
expansión del sector penitenciario del Estado norteamericano cita por cl principio de la "menor elegibilidad"; por último, en
--la población entre rejas se cuadruplicó en veinticinco años y la superpoblación de los estabiecimicntos carcelarios, que redu-
los departamentos penales ascendieron a la jerarquía de tercer ce la prisión a la función de depósito de indeseables. Cambios
enlple"dm del país, pese a que en ese mismo periodo los nive- recientes en los discursos públicos sobre el desorden urbano re-
les delictivos se mantuvieron. grosso modo, COllstalltes~ se ha- velan una deriva similar hacia un tratamiento penal de la pobre-
ya producido al m ismo tiempo que se difundía el (subjemplco za y las dislocaciones que, paradójicamente, surgen de haber
inlormal v la asistencia pública se marchitaba antes de su "re- truncado la capacidad de intervención social del Estado. Es li-
forma" y ~transformación en un sistema de empleo forzado. La cito, entonces, pronosticar que una convergencia "descendente"
atrofia del Estado social y la hipertrofia del Estado penal son, de Europa en el frente social, que entrañe una mayor desregula-
en efecto, dos rransformaciones corrclarivas y complementarias ción del mercado laboral y prosiga con el desmantelamiento de
que comparten el cstahlccimiento de un nuevo gobierno de la la red de seguridad colectiva, dará como resultado ineluctable
miseria cuya función es, precisamente, imponer el trabajo asa- una convergencia "ascendente" en el frente penal y un huevo
lariado desocializado como una uouua de ciudadanía, a la vez estallido de inflación carcelaria en todo el continente (Wac-
que proporcionan UII sustituto funcional del gueto corno rneca- quant, 1999).
uismo do control racial (Wacquant, 1998). Pese a los abrumadores costos sociales y fiscales del confi-
namiento masivo de las poblaciones pobres y desorganizadoras,
el encarcelamiento sigue siendo, aun en las sociedades más li-
ISo David Rotluuan. "American Criminal Justice I'ulicics in the 1990s", berales, una seductora solución temporal al crecimiento de las
en "lhoruas e;. Blol1lberg Y' Sranlcv Coucn tcomps.}, Puníslnnent and Social dislocaciones urbanas (Christie, 1997). Empero, al margen de
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J86 PARTAS URB/-\NOS
J\1i\RGlNAI."lD/\D URB/\NA EN EL PRÓXll\l() l\lJLFh'lO 1S7

los poderosos obstáculos politices y culturales que enfrenta la pe and North Ameríco, Cambridge. Cambridge University PI'CSS,
carcelarización al por mayor de la miseria, inherentes a la com- 1992
posición de los Estados socialdemócratas de Europa, la contén- Damer, S: From Moorepark lo "IVine Aller" ¡he Risc and Fall a
ción punitiva deja intactas las causas que son la raíz de la llue- G/asgoH' Housing Scheme. Edimburgh, Edimburgh Univcrvuv
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Di/lercllce in l-ate Modernítv, Londres, Sage, 1999, Punishment and Societv 1-2, fines de ¡ 999, págs. 215-223.
Este artículo abreva en uno conferencia pronunciada en diciembre de
1998, micnuns era profesor invitado de la Facultad de Derecho de la Uuivcr-
sité de París 1, Panthéon (agradezco a Rémi Leuoir y sus colaboradores del
Crcdhcss por su generosa hospitalidad). Se basa e11 el último capítulo dcl li-
bro Les I'rísons de la misére, París, f:ditiollS Libcr-Raisons dagir, 1999 [tra-
ducción castellana: Las cárceles de la nliscriu,Buenos Aires, Mauautinl,
20001
En 1989, por primera vez en la historia, la población consig-
nada en las prisiones de Estados Unidos pasó a ser mayoritaria-
mente negra. Como resultado de la "guerra contra las drogas')
librada a lo largo de una década por cl gobierno federal, como
parte de una política general de "ley y orden", el índice de en-
carcelamientos de los afroamericanos se duplicó en apenas diez
años,' pasando de 3.544 internos cada cien mil adultos en 1985
a 6.926 en J 995, cifras que son casi siete reces más altas que
las de Sl/S compatriotas blancos (919 cada cien mil) y multipli-
can por más de veinte los índices que exhiben Francia, Inglate-
rra o Italia. Si se toman en cuenta las personas sentenciadas a
proba/ion o liberadas bajo palabra, resulta qne más de uno de
cada tres varones negros jóvenes (y casi dos de tres en las gran-
des ciudades del Cinturón de Herrumbre)' está bajo la supcrvi-

l. Dos libros esenciales hacen un an;ílisis riguroso Y' profundo del prob!e-
ma: Tonry, Michael: Matígn Ncglect. Roce. Crime (I¡¡) T'unislnnent in Ameri-
ca, Nueva York, Oxford Univcrs.ity Prcss. I()95, )' Mil!cr. .lcrome: Seorch (1//(/
Destrov: Aj!-icall-AlIlcrico!l Males in the Criminal .lusticc .\vstcm, Cambridge,
Cambridge Universitv Prcss, 1997: en Bcckett. Karhcrinc: i\Ia/úng Crinie
Oxford. Oxford Univcrsuv l'ress. 1998, se hallará un análisis de los dctenui-
nantes políticos del ascenso de "la ley Y' el orden" durante este periodo
* Rnst Be!' en el original. Nombre aplicado a las ciudades dcsindustriali-
zadas del nordeste y el medio oeste norteamericanos In. del L l.
1\)2 I'Al::IAS URUAl<OS "ENE1\llUOS CONVENIEN·¡·ES'· 193

si'\11 de ln justicia penal Esto hace quc la prisión y sus exten- supernumeraria tanto por razones económicas como poliricas'
siones sean el servicio público al que ticuen más fácil acceso, Esto nos induce a pensar que, por extrema que parezca, la tra-
muy por delante de la educación superior o el seguro de desem- yectoria carcelaria de los negros en Estados Unidos podría ser
pleo, por ejemplo. De acuerdo COI1 las cifras de 1991, los esta- menos idiosincrásica de lo que nos hace creer la teoría couiodín
dísticos del Ucpartamcnto de Justicia calcularon que, a lo largo del "cxccpcionalismo norteamericano", Se puede plantear in-
de su vid,,, la probabilidad acumulaliva de que un estadouni- cluso la hipótesis ele que, si las mismas causas producen los
dense negro sea enviudo a la cárcel (esto es, sentenciado a más mismos efectos, existen enormes posibilidades de que las socie-
de UIl año de arresto) supera el 28 por ciento, en comparación dades ele Europa occidental genercn situaciones análogas, aun-
con el IG por ciento en el caso de un latino y el 4,4 por ciento que menos pronunciadas, en la medida en que también ellas se
en el de un blanco." internen en la gestión penal de la pobreza y la desigualdad y en-
Si los negms se convirtieron en los principales "clientes" del carguen a su sistema carcelario, no sólo doblegar el delito, sino
sistema penitenciario de Estados Unidos, no se debe a ninguna también regular los segmentos inferiores del mercado laboral y
propensión especial de esta comunidad al delito y la desviación. mantener a raya a poblaciones consideradas de mala fama, ne-
La causa es que se sitúan en el punto de intersección de los tres gligentes e indeseables. Desde este punto de vista, los extranje-
sistemas ele fuerzas que, en conjunto, determinan y alimentan el ros y cuasi extranjeros serian "los 'negros' de Europ.¡".
régimen sin prccedcntes de hipcrinflación carcelaria que Nor-
t(,;:!lllérica experimentó en los últimos veinticinco años, tras la ***
dcuuucia de la amalgama social Iordista keynesiana y la impug-
nación elel régimen de castas por el Movimiento de Derechos En realidad, la mayoría de los países de la Unión Europea
Civiles: en primer lugar, la dualización del mercado laboral y la presenciaron un crecimiento significativo de su población car-
generalización del empleo precario y la desocupación, y la su- celaria, coincidente con el inicio de la era de desocupación ma-
"ocupación en su extremo inferior; segundo, el desmantela- siva y flcxibilizacióu del trabajo: entre 1983 y 1995, la canti-
miento de los programas de asistencia pública para los miem- dad de encarcelados ascendió de 43 mil a 55 mil en Inglaterra;
bros más vulnerables ele la sociedad (requerido por la puesta en de 39 mil a 53 mil en Francia; ele 41 mil a cincuenta mil en Ita-
marcha del trabajo asalariado desocializado), y tercero, la crisis lia; de 14 mil a cuarenta mil en España; y de cuatro mil a casi
del gueto como instruuiento de control y confinamiento de una diez mil en Holanda y siete mil en Grecia." Pese al recurso pe-
población estigmatizada considerada ajena al cuerpo nacional y

3. Wacquuüt, Loic: "L 'ascensión de rl~:tat pénal en Amóriquc", en Actes


2. Bonczar. Thomas y Allen Beck: "Lifctimc Iikclibood of going lo state de la reclierche en sciences sOLJ(J!es 124, septiembre de 1998, págs. 7-26, y
01 federal prison". en Burcau oiJustíce Statistic:x Sjiccia! Repon, Washing- "Crimc el chátirucnt en Amériquc de Nixon a Clinton", en Archives de politi-
tou. Burcnu of Justicc Statislics. marzo de 1997. púg. 1; en Maurer, Marc: que crímínelle 20, primavera de 1998, págs. 123-138.
"Racial dispatitics 111 ptison gctlillg worse in thc 1990::;",en Overcrowded Ti- 4. Tournicr, Pierrc: Stcüístíonc penale annuellc du Conseíí de í 'Europe.
11I1'S X (1). febrero de 1997. p{tgs 9" 13. se encontrarán datos mús completos y Enquéic 1997, Estrasburgo, de próxima aparición (agradezco al autor que me
actualizados sobre este tema. haya transmitido anticipadamente estos datos). Se encontrarán análisis más
194 PAHL,;S liRT1ANOS
"ENEl\TJGOS CONVFNlf.:N'rES·' jfJ)
riódico a indultos masivos (en Francia, por ejemplo, concedi-
dos el Dia de la Bastilla todos los años desde 1(91) y oleadas de lito "callejero" tiende a confundirse, tauto en la percepción
de liberaciones anticipadas que se convirtieron en un lugar co- pública como en las prácticas de la policía, con la presencia vi-
mún (en Italia, España, Bélgica y Portugal), el caudal de presos s,bleJ ,las demandas de los súbditos del Imperio procedentes
del continente siguió ahultáudose, y en todas partes las peniten- del Caribe, los negros tienen siete veces más probabilidades de
ciarías están inundadas de reclusos. De lodos modos, lo nlás ser encarcelados que SllS pares hlancos o asiaíico-, (en el caso
importante que hay qne destacar es que en toda Europa son los de ~as mujeres antillanas la probabilidad se decuplica), En
cxuanjcros, los llamados inmigrantes de "segunda generación" 1(9), las personas de ascendencia antillana, guvanesa v africa-
quc, justamente, IH) son inmigrantes- de extracción no occi- na constituían el 11 por ciento de todos los r~clusos,~ cuando
dental y las personas de color, de los que se sabe que figuran apenas representan el 1,8 por ciento de la población del pais en
entre las ca lego rías más vulnerables, tanto en el mercado labo- la franja de edad de dicciocbo a treinta y nueve <111 os, Esta so-
ral como en lo que se refiere al sector asistencial público del ~relTeprcsentacióne:~ especialmente flagrante entre Jos presos
Estado, debido a su distribución en las clases bajas y las nume- puestos a la sombra por posesión o distribución de drogas, de
rosas discriminaciones que padecen, quienes están masivamen- qlllc',lCS más de la mitad SOIl negros, y entre Jos cllcerracJ(}s por
te sobrerrepresentados en la población carcelaria, y esto en un rate,~'las, en CUy/o caso la proporción se acerca a los dos tercios."
grado comparable-yen algunos casos supcrinr--~ a la "des pro- Fn Alemania puede observarse un fenómeno similar. En Re-
porcional idad rae ial" que afl ige a los negros en Estados Unidos nama del norte, por ejemplo, los gi1anos procedentes de Ruma-
(el el cuadro 1),' nia exhiben tasas de enc'lrcel3miento que SOn mas de veinte ve-
De tal modo, en Inglaterra, donde la cuestión dcl llamado ces 111ás altas que las de los ciudadanos nativos: en el caso de
los marroquíes, la cifra se multiplica por ocho, v en el dc los
turcos, entre tres y cuatro. Y la proporción de e~lranjeros a In
matizados y profundos en Kuhn, Anché: "Populations carcérales: combicn?
espera de un juicio subió de un tercio en 1989 a la mitad ciuco
Pourquoi? Que faite?", en Archives de J!01itiqllC críminclle 20, primavera de
1998, págs. 47-99, y Snackcn, S., K. Beycns y u. Tuhe.x: "C'hanging prison años después. En rigor de verdad, eu el Land de Hcssen. el nll-
populntionx in Wcstem couuuics: tate or poficy?", en Furopean JOl/I"I1al oI mero de extranjeros presos aumento COllstalltclnente desde
Críme. Crnninal Law (l/Id C'-iminal Jnsüce J (1), 1995, págs. 1 S-S3: así corno 1987, mientras que el de nativos descendía afio tras año. Esta
en la obra clásica de Christic. Nils: Crímc Crnnrol as lndustrv: Towards GII- expansión de la cantidad de no nativos entre rejas se debe casi
logs, WcstCI"Il Sivte. f .ondres. Routlcdgc, 1C}9 cl (segunda edición ampliada, de
la que el autor. de manera reveladora, eliminó el signo de interrogación del tí-
tulo original)
5. Se hallará un panorama general en Albrcchr, Hnns-Jorg: "Ethnic mino- 6. Smith, David .T.: "Ethuic origins, crimc. ano criminal iusfice in Fll-
riücs. ctimc <111d criminal justicc in Furopc", en lIcidcnsobu, Fruncís y :l\-li- ('nl~1f:', and lnum-
gjand and \V<11c<;", en Tonrv. Michacl (comp.}: Etllllicitl',
chael Fi1JTel1 (comp.}: Crime il1 Enropc, Londres, Routlcdae, 1993. En res Pri- grat~on- Comporative ond Cross-National Perspectíves, Chicileo, Thc Uni-
sons de {a misereo Par!s, Éditions Libcr-Raisons d'agiL 1999 [traducción ver suy of Chicazo Prcss, 1997, p{¡gs. 101 182: veanse lambi{~;-) Casluuorc
castellana: ros cárceles de lo miseria. Buenos Aires. Manantial. 20(0), vincu- [lJi:;)' Ed ward j\lcL8ughlin.(c:1111p.): Out cfOrder? Poiicing Bloc!< rc()/)!e~
lo el crecimiento de la cantidad de extranjeros encarcelados a la "tentación" de LOll:ircs, R0111lcdgc, 1991; Smith..'. H_: "R'lCC. crime ond criminal iustice.
la gestión penal de ](1 pobreza en Europa. en The Oxtord Hondbonk of Crillliflologl', Oxford. O'ctord líniver,¡iv P _,."
1993, '., rcss.
J96 PARIAS URBANOS [NEivflGOS CONVEN1EUI'ES" 197

en su totalidad a violaciones a las leyes contra las drogas." En En Francia, la proporción de extranjeros en la población pe-
Holanda, cuya población carcelaria se triplicó en quince años e nitenciaria pasó del 18 por ciento en 1975 al 29 por ciento vein-
ineluia UII /13 por ciento de extranjeros en 1993, la probabilidad te años después (cuando aquéllos sólo constituyen cl 6 por cien-
de ser sancionado COII una sentencia de prisión de cumplimiento to de la población del país). una cifra que no toma en cuenta el
efectivo es sistemáticamente 11lÚS alta, aun para el mismo primer marcado "hiperconsurno carcelario" de nativos percibidos y tra-
delito. cuando el culpahle es de origcn surinamós o marroqul." tados como extranjeros por la policía y el aparato judicial, co-
mo sucede con los jóvenes que son hijos de inmigrantes norafri-
ClJ!\DRO 1 canos o proceden de los dominios y territorios franceses de
EX"¡"R/\j<J[R()S l.: N 1 i\ P()BLA('I(')N el\ RCELARlA DE LA UNIÓN eUROPEA ultramar preponderantemente negros. Lo cual equivale a decir
EN t997 que las celdas de Francia se han "coloreado" de manera distin-
._---------- ..._ - - - - - -
tiva en los últimos años, dado que dos tercios de los más de 15
País Extranjeros presos Proporción mil presos extranjeros oficialmente registrados en 1995 proce-
del total, % dían de África del norte (53 por ciento) y el África subsaharia-
na (16 por ciento).
Alemania 25000 34
Francia 14200 26 La "desproporc ioualidad ctnonacional' que aflige a los resi-
Italia 10.900 22 dentes de las antignas colonias de Francia deriva del hecho de
Esnaña 7700 18 que, para el mismo delito, los tribunales recurren más pronta-
lnqlaterra 4.800 8' mente a la cárcel cuando el condenado no posee la ciudadanía
Bélqica 3.200 38 francesa; las sentencias en suspenso y las sanciones comunita-
Holanda 3.700 32 rias son prácticamente monopolizadas por los nacionales. El
Grecia 2.200 39 demógrafo Pierrc Touruier ha demostrado que, según las acusa-
Austria 1900 27 " ciones, la probabilidad de ser sentenciado a la cárcel es de 1,8 a
PO¡tur1 31 1.600 11
2,4 veees más alta para un extranjero que para un francés (to-
Suecia 1.100 26 '
das las personas juzgadas se toman en conjunto, sin considerar
Dinamarca 450 14
antecedentes). Además, el número de extranjeros implicados en
Estimado la inmigración ilegal se disparó de siete mil en 1976 a 44 mil
Fuente" T01ll11icL l'ierrc SfOlisfiqllC pcnaíe onnnelle du Conseíl de lEuropc. En- en 1993. En nuestros días, las tres cuartas partes de los sancio-
(flli)IC ¡ 99~', Lstrasburgo, 1999. nados por violar el "articulo 19", relacionado con la entrada y
la residencia ilegalcs en el país, son puestos entre rejas; de los
7. Alhrccht. Haus-Jorg: "Ethuic tuinoritv. crimc. and criminal justice in dieciséis delitos menores juzgados con más frecuencia por los
CierJl1,lil) ". ('11 Tonry M. (comp.}: Lthnícítv. Críme Óop. cit., págs. 101-182; tribunales, éste es el quc más a menudo recibe una sentencia de
la cita corresponde a la ]!,íg 87_ cárcel de cumplimiento efectivo: sustancialmente, se lo reprime
R. Junzci-Tns. Josiue: "Ethuic minoritics tille! criminal [uslicc in the tan severamente como un delito mayor. De tal 1IJ0do. resulta
l-ícrhcrhuid: '. C¡¡IOll1')'. 1\1 (comp.}: Eítuucity, Crime._., op. cit., págs. 257-
que, lejos ele ser la consecuencia ele un aumento hipotético de
1111
"ENEM!CJOS CONVENIENTES" 199
198
nacional), para distinguirlo del "confinamiento de autoridad" )
su delincuencia, como lo pretenden algunos discursos xenófo- " f¡ , . (
e 1 con lJ131111ento de seguridad". I I
bos." la proporción creciente de extranjeros en la población pe-
nitenciaria de Francia se debe exclusivamente a la triplicación, ***
en veinte años, de los encarcelamientos por infringir las leyes
de inmigración. En realidad, si los presos sentenciados por esta 1\ los extranjeros )' cuasi extranjeros cautivos en cárceles v
infracción administrativa se exclnyeran de las estadísticas car- penitenciarías; a menudo en sectores segregados según el ori-
celarias, la proporción de encarcelamiento excesivo de extran- gen etnonacional (como en La Santé, en el corazón de París.
jeros en comparación con los ciudadanos franceses caería de donde los internos están disrribuidos en cuatro pabellones sepa-
seis a tres. Como en el caso de los negros de Estados Unidos, al rados y hostiles, "blanco", "africano", "árabe" y "resto del
margen del becbo-una salvedad que nunca puede dejar de des- mundo"), hay que añadir los miles de inmigrantes' indocumen-
tacarse.- de que los afroamericanos han sido, al menos en los tados o a la espera de la deportación, especialmente en virtud
papeles, ciudadanos de la Unión desde hace corno mínimo un de la "doble pena": arbitrariamente detenidos en esos enclaves
siglo, la sobrerrepresentaeión de extranjeros en las prisiones estata lmente patrocinados de derechos,_ inex, i,stenres
-", i as" zonas
francesas expresa. no sólo su inferior composición de clase, si- de espera" y los "centros de retención" que proliferaron en LIS
no tam bien, por un lado, la mayor severidad de la institución últimas décadas en toda la Unión Europea. Como los campos
penal para con ellos y, por el otro, la "decisión deliberada de para "extranjeros indeseables", "refugiados españoles" v otros
reprimir la inmigración ilegal por medio de la cárcel'"!" En rea- "agitadores" creados por Daladier en 1938, los cerca de-treinta
lidad, nos vemos aqui ante lo que es, primero y fundamental- c:ntros 1,10 Y en funcionamiento en el territorio francés ---quince
mente, un cm~l¡17amicnto de d{fcrc11ciach5n o segregación, con anos atras eran menos de doce- son otras tantas cárceles que no
el objeto de mantener a un grupo separado y facilitar su sus- se llaman por su nombre. y por buenas razones: no pertenecen
tracción del cuerpo societal (Sl1 resultado es, cada vez con ma- a la administración penitenciaria, sus internos están retenido')
yor frecuencia, la deportación y la proscripción del territorio en violación del artículo 66 de la Constitución (que establece
que "nadie puede ser detenido arbitrariamente") y las condicio-

9. Entre ellos, los más insidiosos no son los delirios chillones y paranoi-
des de los reprcsenranres del Frente Nacional durante sus reuniones electora- 11. De acuerdo con la distinción de (ipos ideales introducida por Fauac-
les, cuyo tenor excesivo y cargado de odio los "republicanos" deploran en 10 ron, Claude: "La derive penal e". en Esprit 215. octubre de 199" 11{¡gs J ;-L
fundamental de manera unánime, sino los discursos afables que se pronuncian 1 4 4 . ' --
dentro de! aparato estatal, por ejemplo en la Asamblea Nacional. cortésmen- * La expresión dO.l/Ne peine se refiere al hecho de que los extranjeros
te, entre gente razonable y respetable, con todos los eufemismos jurídicos y pued~n ser y son saJ~Clonados frecuentemente dos veces por la ley francesa:
denegaciones oratorias que dan su encanto -y Sil f1.1c17a-- <:11 lenguaje oficial en p.nmer lugar mediante el encarcelamiento por el delito especifico que co-
(como lo muestra Charlott e Les-ana en "La loi Dehré: la fabrique de l'Irnrni- mC:leron, y en segundo lugar con la proscripción del territorio nacional des-
grC. en Cultures el conflíts 31-32, ntoñn-invicmo de 1998, p{¡gs_ 125-159), rl:C,~ de l:aber cumplido su sentencia de cárcel, por medio de un decreto ad-
10. Toumier. Pierre: "I.a délinquancc des étranccrs en Frunce: analysc mtmstrattvo o una sanción judicial (en 'violación de la Convención Europea
des sliltistiq\les penales". en Paliddn. Snlvatore (r-omp.]: Dél it d'immigration/ de los Derechos del Hombre) (nota del traductor al inglés).
lmtnigront Defillq1lCI7CY, Bnlse18s" Furopean Commission, 1996, pág. 1SR.
)00 I'ARL\S \JrU3,\NOS "ENLl\f1CüS LONVENIE:N'j'I.:::S·- 201

ncs de confinamiento CII ellos violan hahitua lmcntc la ley y los indican que la iumigración ilegal ha descendido y que la gran
criterios búsicos de la dignidad humana. Esto es lo que sucede, mavoria de los extranjeros que no tienen documentos adecua-
inte: dio, en el infame centro de I\renq, cerca de la estación do; entraron al pais legalmente para ocupar puestos del "mer-
portuaria de Marsel!«. donde UIl ruinoso hangar construido en cado negro" desdeñados por la población nativa." como lo re-
1917 v carente de las comodidades mínimn« necesarias para la conoció implicitamente el gobierno de Massimo dAlema
resid~ncia humana sirve de depósito de UllOS mil quinientos ex- cuando sextuplicó la cantidad de permisos de residencia y tra-
Iranjeros deportados anualmente a Á frica del norte.'? bajo inicialmente otorgados como parte del programa de "regu-
En Bélgica, donde la cantidad de individuos encarcelados larización" lanzado a principios del invierno de J 998.
bajo la custodia de la Oficina de Extranjeros aumentó nueve En términos más generales, está bien documentado que las
veces entre I(J74 y 1994, las personas consignadas en los cen- prácticas judiciales aparentemente más neutrales y rutinarias,
tros de detención para extranjeros "en situation irréguliere" es- comenzando por la detención preventiva (reiterada), apuntan
tan bajo la autoridad del Ministerio del Interior (a cargo del 01'- sistemáticamente a las personas desaventajadas de origen ex-
den publico) y no del Ministerio de Justicia, por lo que las tranjero o percibidas corno tales. y. "lajustice ¿, quarantc vites-
estadísticas del sistema penitenciario las pasan por alto. Cinco ses", para adoplar la reveladora expresión de la juventud de los
de csos llamados centros cerrados, rodeados por una doble cer- decadentes complejos habiracionnles de Lougwy,' sabe dema-
ca de alambre de púa Y' bajo una permanente vigilancia de vi- siado bien cómo hacer el cambio a una velocidad más alta
dcocámarus, sirven de plataforma de lanzam icnto para la de- cuando se trata de arrestar, procesar }' encarcelar a los residen-
porlación de quince mil extranjeros por año: éste es el número tes de zonas csugmntizadas con una densa concentración de de-
oficia] al que aspira el gobierno, COIllO prueba expresa de la po- socupados y familias originadas en las migraciones laborales
litica inmigratoria "realista" llevada adelante con el supuesto de los treinta años de auge de la posguerra, que se instalaron en
objetivo ele socavar la posición de la extrema derecha ... que los barrios hoy designados corno "sensibles" por la jerga estatal
entretanto prospera COIllO nunca antes. l ) En Italia, las órdenes oficial. En rigor de verdad, según las disposiciones de los trata-
de deportación se quintuplicarou en s610 cuatro años, para al- dos de Schengen y Maastricht, que apuntan a acelerar la inte-
canzar un pico de 57 mil en 1994, aun cuando todas las señales graeión jurídica con el fin de asegurar la "libre circulación"

¡ 2. l'cn i n-Mar! in, .k(111~ Picrrc: La Rétentian, Par¡s. L "Hannattan, 1996; se 14. Pal idda, Satvarorc: "La consuuction sociale de la déviunce et de la
eucontrarú una comparación cutre Francia. el Reino Unido y Alemania, así critninalité pan»¡ les unmigrcs: le cas ital icn", en Palídda (comp.}: Délit
coruo CUH [,,[,HIn'.' t Iní.Ios. en el número 23 de C'I1/fIll'C et confltts (1996), de- d 'illlllligratioll._., op. cit., págs. 231-266.
dicado id tellla "Circulcr. cuíermcr. cloigner: zoncs daneute et centres de ré- * Literalmente" "justicia de cuarenta velocidades", que da a entender un
tenuou des dcmocratics occidentales". tratamiento gro-crnmcnte desigual de la justicia pena! para diferentes catego-
! .;. Vanpncscbcu. Laercncc: Barbetes de la honte, Bruselas, Luc Pire, rías sociales e infracciones. Longwy es una ciudad antiguamente monoindus-
1998: Brion. Fabicunc: "Chiffrcr. dcchiffrcr: incarcérarion des étrangers et trial de la región nordeste de Lorena, afectada por un elevado desempleo tras
consuuction xocialc de la criminaliré des immigrcs en Itclgiquc", en Palidda el derrumbe de la industria siderúrgica en la década de 1970 (nota del traduc-
(Cf\fllp.): 1\:/i¡ d'immigrofio!l . o{l cit., págs. 163-223. (01' al inglés).
"'ENFi\f]GOS CONVENIENH:S'" 203
202 PARIAS URBANOS

***
efectiva de los ciudadanos europeos, los paises signatarios re-
definieron la inmigración como una cuestión continental y, en Este proceso es vigorosamente fortalecido y amplificado por
consecuencia, nacional de seguridad, en el mismo concepto los Inedias y políticos de todo pelaje, ávidos de navegar sobre
que el crimen organizado y el terrorismo, a los que se vincnló la ola xenófoba que barrió Europa desde el giro ncolibcral de la
en el plano tanto del discurso como de la regulación adminis- década de 1980, mediante una amalgamo, sincera o cínica. di-
trativa.!" De tal modo, en toda Europa, las prácticas policiales, recta o indirecta, pero cada vez más banal, de la inm igracióu, la
judiciales y penales convergen, al menos en la medida en que ilegalidad y la criminalidad. Incesantemente puesto en 1<1 lista
se aplican con particular diligencia y severidad a personas de negra, sospechado de antemano si no por principio, empujado a
fenotipo no europeo, que son fácilmente individualizadas y so- los márgenes de la sociedad y acosado por las autoridades con
metidas a la arbitrariedad de la policía y la justicia, al extremo un celo sin comparación, el extranjero (no europeo) muta para
de que podemos hablar de un verdadero proceso de crimmal i- transformarse en un "encmizo conveniente" --para usar la ex-
zacion de los inmigrantes que tiende, por sus efectos desestruc- presión del criminólogo noruego Nils Christíe-. ' s a la vez sím-
turantes y criminógenos, a (co)prodncir el mismo fenómeno bolo v blanco de todas las angustias sociales, como lo son los
~ , ',,~

que supuestamente combate, en concordancia con el bien cono- afroarnericanos pobres en I<)S grandes ciudades de su sociedad.
cido mecanismo de la "profecía aurocumplida". 16 Su principal Así, la prisión y la marca que impone participan activnmente
impacto, en efecto, consiste en empujar a las poblaciones que en la fabricación de una categoría europea ele "sub-blancos"."?
son su blanco hacia una clandestinidad y una ilegalidad más cortada a medida para legitimar una deriva hacia la gestión pe-
profundas y a alentar la estructuración duradera de redes espe- nal de la pobreza que, gracias a un efecto de halo, tiende a apli-
cíficas de sociabilidad y ayuda mutua, asi como de una econo- carse al conjunto de los estratos de clase obrera debilitados por
mía paralela que escapa a toda regulación estatal, un resultado
que, como es obvio, viene de perillas para justificar, a cambio,
la atención especial que les prestan los servicios policiales.!? bajos comparativos reunidos por Dal L8g0, Ale ssandro (cornp.]: ro straniero
e il ncmica. Génova, Costa e Notan, 1998: sobre el caso holandés, véase Eng-
bersen, Godfried: In de stiaduw ron mOl'gcn: Stediijke nutrginalneít in . Vc~
dcrland. Arnsterdam, Boom, 1997. y sobre el C?lSO alemán. Kub.nk. Michnc!
15. Bigo, Didier: L 'Europe des pollees el la secnrité intérieurc, Bruselas, í/erstándnís und Bedentnng \,'011 Auslanderkriminolitdí, Filie .AI/(r~l'sc del'
F.dilinlls Com plexe, 1992, y "Sécurité et immigvation: vers une gouvememen- Konstitntíon sozialer Problesne, I'faffcrrc cilcr, Ccntaurus. 199J,
talité de l'tcquiétudc?", en Cultures el conflíts 3 1-32, otoño-invierno de ]998, 18. Chrtstie, Nils: "Suitablc CI1CI1lY". en Bianchi, Hermau y Reué V<111
págs. 13~38, así COBlO los otros artículos de este número sobre el terna "S,écu- Swaaningcn (comps.): Abotniontsn TO\l'onl a Non-Rcpressívc Ipl'lroach lo
rité ct immigrction", en especial el de Mónica den Boer, "Crimc et immigra- Crime, Amsterdam, Free Univcrsuy I'rcss. 1986.
tion dans I'Union curopéenne", págs. 101-124. 19. Tornamos la noción de "sub-blanco" del sociólogo Andrca Réa
16. Merton, Robert K.: "The sclf-fulfilling prophccy", en Social Theory (quien por su parle la tomó de la banda francesa de rop L\\Il: "Le racismo
and Social Strncturc. tercera edición ampliada, Nueva York, The Free Press, européen et la fabrication du «sous-blanco", en Réa, Andrcu (comp.}: /mmi-
1968, págs. 475-490 [traducción castellana: Teoría y estructura sociales, Mé- graNon et rccísme en Europe, Bruselas, l~dilioJls Complcxe. 1998, págs. 167-
xico, Fondo de Cultura Económica, 1992]. 202.
17. Sobre el proceso de criminahzación de los inmigrantes, véanse los tra-
204

el desempleo masivo y la flexibilización laboral, independien- Del mismo autor


temente de la nacionalidad.
Por esa razón. el encarcelamiento y el tratamiento policial y
judicial de los extranjeros. inmigrantes ,y categorías asimiladas
(árabes y bcurs' en Francia, antillanos en Inglaterra, turcos y
gitanos en Alemania, tunecinos en Italia, africanos en Bélgica, Las cárceles de la miseria
surinameses y marroquíes en Holanda, ctc.) constituye una ver-
dadera piedra de toque, una prueba crucial [slzibbolctlz] para
Europa :20 suevolución nos permite eval uar hasta qné punto la
U JI ion Europea resiste o, a I contrario, hace suya la política nor-
teamericana de crim inalización de la pobreza como comple-
mento de la generalización de la inestabilidad salarial y la inse-
guridad social. Como el destino carcelario de los negros de
Estados Unidos. brinda una preciosa y prescicnte indicación del
tipo de sociedad y Estado que Europa está construyendo.

"' 13('111', UIl término de! ;¡rgot callejero para aludir al "árabe", designa la
ll.uuada segunda gC'llcracióll de norafricanos, descendientes franceses de in-
Jllígl'al1!Cs argctiuos. marroquicx .Y tunecinos que llegaron a Francia durante
lo') "trc.inta gtoriosos anos" de crecimiento económico de la posguerra (nota
del traductor al ing.li's).
20. Bourdieu. PiCIW" "Le sort des étrangers commc shibbolcth", en Con"
/leHII\, París. Éditions Libcr-Raisons dagir, 1998, págs" 21-24 [u-aducción
castcllana.: Controiucgos. reflexiones flora servir a la resistencia contra la
invosion 1/(01lbeI"0/, Barcelona, Anagrama, 199')J"
JAVIER AUYERO
La política de los pobres
Redes peronistas y cultura política
en Buenos Aires

"Otras personas escriben sobre la política clientelista como


una forma de organización, un flagelo que es preciso erradicar
o un mal necesario en el camino a una democracia plena. Javier
Auyero la describe como una forma estridente, improvisada y
crucial de sobrevivir a la pobreza y la desigualdad. Al transmi-
tir sus observaciones de primera mano con una prosa lúdica y
enérgica, Auycro arroja luz sobre la politica de los pobres en la
Argentina y otros lugares."
CHARLES TILLY,
Columbia University

"En cl plano de la mayor parte de la literatura de ciencias


políticas sobre la pobreza urbana y el clientclismo, esta obra es
auténticamente señera. En su combinación de 10 mejor de la et-
nografía de la 'descripción densa' con la percepción de proce-
sos más globales que actúan en la sociedad, Auyero emplea los
marcos analíticos más actualizados para examinar UD objeto de
estudio que rara vez -o nnnca se abordó de esta manera. f:ste
es un libro que habrá que tomar en cuenta en los próximos
(11105, y más a llá."
DANtEL JAMES,
autor de Doñ« Marias SIOlY: Life Historv,
Memorv, ami Political ldentíty Impresos 1000 ejemplares en marzo de 2007 en
Talleres Gráficos Lcograf SRL

¡ Rucci 408, Valcnun Alsiua. Argentina


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