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Tipos de Saberes

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Filosofía I, Editorial Santillana, Et al, 2006. Págs. 61-63.

Formas del saber:

El filósofo Aristóteles nos ha legado una clasificación de los saberes que refleja la
forma de pensar sobre el saber en la Grecia antigua. En primer lugar, es
necesario acordar que se entiende por saberes al conjunto de ciencias
relacionadas al conocimiento.

Entre los saberes más conocidos, se relacionan muchos componentes que


concluyen en estudiar a fondo un tema en particular y este tema o tópico del
cual se ocupan en tratar es lo que los diferencia de otros saberes y mediante lo
cual podemos dividirlos o clasificarlos, entre los modos de conocer aún
conservan vigencia.

Saberes Filosóficos

Ya que el concepto de saberes deriva de la filosofía, una de las clasificaciones en


las que podemos encontrar el concepto de saber es, precisamente, en los
saberes filosóficos. En ellos radica el interés por conocer la compleja realidad en
la que vivimos y realiza sus procesos de conocimiento a través de respuestas,
muchas respuestas, a una sola pregunta. De esa manera intenta llegar a la base
de los fundamentos.

El método de conocimiento o de saberes que concierne a la filosofía


es concentrarse en un determinado tema y exponerlo incontables veces
hasta encontrar una refutación a la hipótesis planteada -la pregunta
inicial-. Los temas a tratar por este tipo de saber son innumerables y,
generalmente, concentra su atención a las causas de la realidad y a intentar su
explicación.

La palabra theorien, por ejemplo era entendida por los griegos como levantarse
del suelo y contemplar desde lo alto. Ver desde arriba permite tener una visión
completa de las cosas y de sus relaciones entre sí, tal como sucede al
contemplar los elementos de un paisaje desde la cima de una montaña.

Hacer una teoría es “elevarse” desde lo diverso de la experiencia particular hasta


lograr una unidad abstracta. El teórico es un saber que se fundamenta en la
visión inteligible o racional de la realidad.

Saber Vivir:

Este saber tiene que ver con las actitudes de la vida propia del hombre: la
prudencia. Esta persona parece que hace las cosas bien en general; es alguien
que sabe estar bien en su vida. La prudencia alude al obrar mismo del hombre,
no es un conocimiento dirigido a producir una obra particular o a conseguir un
fin. La prudencia implica tener buen juicio, y obrar oportunamente Esto es algo
que todos los hombres buscamos, y con lo cual casi siempre estamos
insatisfechos, ya que nuestra naturaleza parece ser impredecible y difícil de
comprender.

Esta incertidumbre puede llevarnos a creer que un saber de tal tipo no es


posible. He aquí entonces una dificultad filosófica, pues, por un lado, ningún
saber parece más necesario que este, pero, por el otro lado, ¿de qué modo es
posible establecer un criterio con el cual decidir acerca de lo apropiado y
oportuno de nuestros actos? A la rama de la filosofía que se preocupa de estos
actos le llamamos filosofía práctica.

Saberes Científicos

Al hablar de saberes científicos, nos referimos a aquellos que critican a la


realidad basándose en la investigación de la misma mediante el
método científico, es decir a aquellos que intentan percibir y explicar desde lo
más simple hasta lo más complejo, atravesando las explicaciones acerca del por
qué de las cosas y en lo que se transforman.

Conocer es tener noción, saber es tener noción. El saber científico conoce la


acción y el efecto de conocer, busca encontrar el sentido de cada una de las
impresiones de los objetos, así como todo lo que adquirimos en el subconsciente
todos los seres humanos.

El saber científico requiere de una gran dedicación, mucha profundidad y horas


de estudio acerca del tema a indagar. Mediante el método científico, la persona
encargada de realizar el conocimiento científico se plantea una hipótesis sobre la
realidad e intenta conseguir una respuesta lógica para esta pregunta. A partir de
esto, se pueden encontrar muchas respuestas o ninguna, teniéndose que volver
a empezar o a refutar otras hipótesis para encontrar la verdad. El método
científico requiere ser objetivo, centrado y muy cuidadoso. Para describirlo
es necesario utilizar un lenguaje técnico y correcto.

Los saberes científicos pueden clasificarse en empíricos, que son aquellos que
están relacionados con la realidad, como las ciencias naturales, sociales,
física y biología; así también como los formales, entre los cuales están la
matemática y la lógica.

El conocimiento empírico está basado en la experiencia, y los procedimientos


se realizan a prueba y error para lograr descartar qué es lo que existe y cuáles
son las características que los hacen ser. El saber empírico consiste en todo lo
que se sabe y todo lo que es repetido, sin la necesidad de tener un conocimiento
científico anterior.

Saberes Ordinarios

Los saberes ordinarios -o vulgares- están presentes en cada uno y en todos los
seres humanos a la vez, y reciben el nombre de sentido común. Este tipo de
saber se alcanza realizando un juicio hacia la realidad, que está impregnado
necesariamente por la experiencia. El saber ordinario se hace presente sin
intencionalidad y, por lo general, de manera espontánea.

El saber ordinario es bastante subjetivo, ya que está, como dijimos


anteriormente, impregnado por la experiencia, es decir, por emociones, hábitos
y costumbres de cada persona en particular, a partir de saberes cotidianos. Un
ejemplo de este tipo de saber sería aquel que se conoce a través de experiencias
pasadas, como por ejemplo: “Me duelen las articulaciones, va a cambiar el
tiempo”.

Si observamos lo que hacemos a lo largo del día podemos ver cuánto hemos
aprendido desde pequeños, como aquellas cosas que quedaron registradas
desde entonces y que ahora nos parecen “normales”. No hay nada que nos
debamos cuestionar antes de ejecutarlas porque las hacemos todos los días, y
parecen estar bien hechas. Aún ahora aprendemos cosas nuevas que pronto
convertimos en un hábito automático. Por ejemplo, cuando encendemos el
televisor no es necesario revisar el manual de instrucciones antes de hacerlo.
Pero no sólo podemos hacer cosas, también sobre muchos temas que no
implican acción alguna: sabemos si hace frío o calor, que somos estudiantes, o
que nos gusta alguien. Todo eso que conocemos lo consideramos como
verdadero y seguro. Esto es una saber cotidiano.

Hay saberes que dirigen a la producción de una obra específica. Por ejemplo, el
conocimiento de un chef de cocina cuya obra puede ser un delicioso postre. Este
tipo de saberes tiene también su origen en la experiencia, pero implican un
grado mayor de complejidad en la observación y elaboración respecto a lo que
sabemos de ella.

En ese ámbito productivo hay quienes conocen su oficio por experiencia y hay
otros que estudian los principios generales que llevan a la producción. Por
ejemplo, sabemos que, en algunos caso, un curandero puede tener éxito en
hacer que una persona sane. Es alguien que puede, eventualmente, producir
una obra, en este caso, la salud.

Saberes Técnicos

Los saberes técnicos están ligados de cierta manera a los saberes científicos,
sólo que en lugar de ampliar los objetivos y conocer todo lo que puede ser
conocido, los saberes técnicos se especializan en una actividad en particular e
impulsa a aquellos especialistas a realizar nuevos descubrimientos e
innumerables avances tecnológicos.

Muchas veces se liga al saber científico, sobre todo por el método, ya que sin el
saber técnico, no le sería posible al saber científico refutar las hipótesis
planteadas al comienzo de las investigaciones. Dentro de los saberes técnicos
encontramos la tecnología.

Saberes Artísticos

Los saberes artísticos son aquellos en que se realiza una narración de la realidad
más que explicarla con fundamentos. Por lo general, los saberes artísticos toman
forma de cuento, película, poesía, novela, etcétera; y cada una de estas formas
denotan la manera de ver la realidad sin explicarla, dejando al lector o
espectador la posibilidad de observarla sin que se la expliquen, tiñéndola de
apreciaciones personales y, por lo tanto, de su propia subjetividad.

Saberes Religiosos

Los tipos de saberes religiosos no tratan de explicar la realidad, sino más bien de
basar sus saberes en materiales divinos, haciendo uso de la fe, para crear una
realidad y explicar hechos. Los fenómenos se explican de manera indiscutible y
así se clasifican las respuestas de los saberes religiosos. Dentro de las
respuestas irracionales, encontramos aquellas respuestas que se basan en la Fe
como respuesta válida única.

 Las respuestas dogmáticas son aquellas en las cuales es obligatorio


creer, no son discutibles, y “son así porque sí”.
 Las respuestas trascendentes son aquellas verdades reveladas que
son traídas por un ser trascendental, valga la redundancia, que, por
ejemplo, pueden ser los profetas, y que ha presentado esa verdad a un
grupo de individuos específico.
 Las respuestas elitistas son aquellas en las que se interpreta lo que los
dioses dictaron. Esta tarea es llevada a cabo por un grupo selecto de
individuos dedicados a esto, como lo son los sacerdotes, obispos y
teólogos.

Situación de Aprendizaje:

A continuación se le ofrece una serie de interrogantes con el fin de facilitar la


puntualización de aspectos esenciales de la temática en estudio. . La resolución de
dichas interrogantes requiere de una lectura analítica, crítica e interpretativa del
contenido, de tu atención y participación activa que se desarrollen en plenario.

La resolución de estas actividades no sólo requerirá el manejo de información


básica, sino que exige además niveles de razonamiento personal que te lleve a la
búsqueda de palabras claves que no comprendas y en ningún caso debes limitarte a
un nivel reproductivo memorístico.

Es recomendable que las respuestas sean parte componente de tus conclusiones


de forma individual y cooperativa, anotando en tu cuaderno las debidas anotaciones
al respecto.

Preguntas de Atención:

1. Caracterice brevemente los distintos tipos de saberes o formas de


conocimiento que ha construido el ser humano a lo largo de su historia. De
ejemplos de sus manifestaciones en la actualidad.

Preguntas de Comprensión:

1. Establezca la diferencia entre la percepción de la realidad que se efectúa en


el saber vulgar de la que se efectúa en el saber científico.
2. En qué se diferencia el saber científico de la realidad respecto de los saberes
religiosos y filosófico?
3. Menciona y explica las formas que puede adoptar el saber filosófico.
4. ¿Qué defectos o limitaciones son inherentes al saber filosófico como forma
del conocimiento?

Preguntas de Análisis y Síntesis:

1. Efectúa un análisis de la siguiente frase: “La ciencia es para los seres


humanos y no los seres humanos para la ciencia”
2. El ser humano requiere de un sistema de creencias que le permita orientarse
en su relación con la realidad. Estos sistemas de creencias son los saberes o
formas de conocimientos. ¿sería suficiente por ella misma un saber
(cualquiera sea) para proporcionar en su totalidad la orientación de que se
halla requerido el ser humano en las diversas esferas y actividades que
constituyen su vida? ¡Qué limitaciones son inherentes a cada saber para
lograr cumplir con esta función?
3. Elabora un organigrama o mapa conceptual en el que sintetice las distintas
formas del conocimiento de la realidad (saberes) con sus características
respectivas.

Ejercicio de Aplicación:

1. Detalla en la siguiente lectura, las características y rasgos principales de cada


formas del conocimiento de la realidad (saberes), según los contenidos
desarrollados.

El Universo
Luis Alfonso Vélez Correa

La concepción del ser humano es incompleta si no se incluye a sus


semejantes, igual que el universo.

Para los antiguos, universo significaba aquello en donde todo converge a lo


uno, universo. Su concepción del universo era la de un organismo donde
cada parte está en función de la totalidad y en ésta halla su plenitud.

De este concepto surge la noción de interrelación tan importante en la física


moderna. Cada evento que se sucede en el universo repercute en el todo. La
ciencia moderna concibe el mundo como una telaraña infinita donde el
menor movimiento en una parte hace moverla toda.

La relación del yo con el universo no es sólo circunstancial, es algo más


complejo. El hombre influye en su contorno y éste influye en él. Con mucha
razón Ortega y Gasset decía: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Sin sus
circunstancias es imposible definir y menos conocer a un individuo; por esto
un costeño es diferente al habitante de la montaña, aquel tiene el alma como
la playa; éste la tiene ondulante como las montañas que recorre. Si el
hombre no está en armonía con el universo surge un desequilibrio
existencial. Los médicos conocen que esta desarmonía enferma al ser
humano y a veces lo hace morir.
Cuando se habla de estar en armonía con el universo nos estamos refiriendo
no sólo al entorno material sino al cultural. Todos sabemos el problema
sufrido por un emigrante, el cual es causado por el desajuste entre él y el
entorno cultural que le toca vivir.

Cuando se vive una identidad con el universo se vive un estado supra


humano alcanzado por muchos. Místicos, artistas, científicos, filósofos y a
veces seres simples, han logrado este sublime estado. Algunos han traducido
en palabras su experiencia, otros sólo han alcanzado a balbucir.

Cuando Walt Whitman salta de gozo en un día primaveral nos está dejando
entrever esta experiencia. Lo mismo san Francisco de Asís como el canto al
hermano sol y Fernando González en los soliloquios (Monólogo de una
persona consigo misma sin interlocutores presentes) del padre Elías.

Nuestra cultura occidental de raíces judeocristianos tiene una concepción


antropocéntrica funesta. Se concibe al universo como una gran pirámide en
cuyo vértice está el ser humano y todo lo demás, a sus pies. En la escuela
se enseña que el ser humano es el rey de la creación. Copérnico demostró
que la tierra no es el centro del mundo; la ciencia y la filosofía le han
demostrado al hombre que él no es el centro ni menos el rey del universo.

El ser humano debe ser profundamente respetuoso de cada ser de la


naturaleza. Todo ser tiene un valor único en el universo y su daño produce
un trastorno en el todo. Una sociedad empieza respetando al ser humano,
al avanzar en el proceso de culturización respeta los animales, luego las
plantas y por último los elementos minerales.

Cuando el Japón en el período Kamakura llegó a un alto desarrollo cultural


gracias desarrollo cultural gracias al Zen, surgieron el ritual de la ceremonia
del té y los jardines hechos sólo de piedras. En la Grecia de Pericles se
condenó a muerte a un niño porque había matado una tórtola; los señores
del senado dijeron que si eso hacía con los animales, que no haría con sus
semejantes el día de mañana.

Destruir los seres de la naturaleza sin necesidad es no-ético. Es inconcebible


que la caza o la pesca sean para alguien un deporte y es aún más
inconcebible si el cazador o pescador es un médico, llamado a ser guardián
de la vida.

Recapitulando, podemos decir: el ser humano es un yo en relación


existencial con un otro e inmerso en un mundo que hace parte de él. Es un
microcosmos, una síntesis del gran cosmos.

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