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Santiago, once de mayo de dos mil diecisiete.

Vistos:

En estos autos rol Nº 47.936-2016 sobre juicio

ordinario de indemnización de perjuicios, caratulados

"Corvalan Castillo Patricia Navidad con Servicio de Salud

Metropolitano Occidente”, la parte demandante interpone

recurso de casación en el fondo en contra de la sentencia

de la Corte de Apelaciones de Santiago que confirmó el

fallo de primer grado que rechazó la demanda.

Se trajeron los autos en relación.

Considerando:

Primero: Que en virtud de la facultad contemplada en

el artículo 775 del Código de Procedimiento Civil, esta

Corte estima del caso examinar si la sentencia en estudio

se encuentra extendida legalmente.

Segundo: Que el legislador se ha preocupado de

establecer las formalidades a que deben sujetarse las

sentencias definitivas de primera o única instancia y las

de segunda que modifiquen o revoquen en su parte

dispositiva las de otros tribunales –categoría esta última

a la que pertenece aquella objeto de la impugnación en

análisis-; las que, además de satisfacer los requisitos

exigibles a toda resolución judicial, conforme a lo

prescrito en los artículos 61 y 169 del Código de

Procedimiento Civil, deben contener las enunciaciones

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contempladas en el artículo 170 del mismo cuerpo normativo,

entre las que figuran –en lo que atañe al presente recurso-

en su numeral 4, las consideraciones de hecho o de derecho

que sirven de fundamento a la sentencia.

Tercero: Que esta Corte, dando cumplimiento a lo

dispuesto por la Ley N° 3.390 de 1918, en su artículo 5°

transitorio, dictó con fecha 30 de septiembre de 1920 un

Auto Acordado en que regula pormenorizada y minuciosamente

los requisitos formales que, para las sentencias

definitivas a que se ha hecho mención, dispone el precitado

artículo 170 del Código de Procedimiento Civil.

Refiriéndose al enunciado exigido en el N° 4 de este

precepto, el Auto Acordado dispone que las sentencias de

que se trata deben expresar las consideraciones de hecho

que les sirven de fundamento, estableciendo con precisión

aquéllos sobre que versa la cuestión que haya de fallarse,

con distinción entre los que han sido aceptados o

reconocidos por las partes y los que han sido objeto de

discusión.

Agrega que si no hubiera discusión acerca de la

procedencia legal de la prueba, deben esas sentencias

determinar los hechos que se encuentran justificados con

arreglo a la ley y los fundamentos que sirven para estimar

los comprobados, haciéndose, en caso necesario, la

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apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme

a las reglas legales.

Si se suscitare cuestión acerca de la procedencia de

la prueba rendida –prosigue el Auto Acordado- deben las

sentencias contener los fundamentos que han de servir para

aceptarla o rechazarla, sin perjuicio del establecimiento

de los hechos en la forma expuesta anteriormente.

Prescribe, enseguida: establecidos los hechos, se

enunciarán las consideraciones de derecho aplicables al

caso y, luego, las leyes o, en su defecto, los principios

de equidad con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo;

agregando que, tanto respecto de las consideraciones de

hecho como las de derecho, debe el tribunal observar, al

consignarlos, el orden lógico que el encadenamiento de las

proposiciones requiera.

Cuarto: Que la importancia de cumplir con tal

disposición la ha acentuado esta Corte Suprema por la

claridad, congruencia, armonía y lógica en los

razonamientos que deben observar los fallos. La exigencia

de motivar o fundamentar las sentencias no sólo dice

relación con un asunto exclusivamente procesal referido a

la posibilidad de recurrir, sino que también se enmarca en

la necesidad de someter al examen que puede hacer cualquier

ciudadano de lo manifestado por el juez y hace posible,

asimismo, el convencimiento de las partes en el pleito,

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evitando la impresión de arbitrariedad al tomar éstas

conocimiento del porqué de una decisión judicial.

Quinto: Que los jueces, para dar estricto cumplimiento

a lo dispuesto por el legislador, deben ponderar toda la

prueba rendida en autos, tanto aquella en que se sustenta

la decisión como la descartada o aquella que no logra

producir la convicción del sentenciador en el

establecimiento de los hechos, lo cual no se logra con la

simple enunciación de tales elementos, sino que con una

valoración racional y pormenorizada de los mismos.

Cabe, en este mismo sentido, tener presente que

"considerar" implica la idea de reflexionar detenidamente

sobre algo determinado y concreto. En consecuencia, es

nula, por no cumplir con el precepto del Nº 4 del artículo

170 del Código de Procedimiento Civil, la sentencia que

hace una estimación de la prueba y deduce una conclusión

referente a la materia debatida sin analizarla en su

totalidad, aquella que realiza tal labor en términos

generales.

Sexto: Que asentadas las ideas anteriores cabe

precisar que en estos autos Patricia Corvalan Castillo

demanda la responsabilidad contractual, en subsidio por

falta de servicio, señalando que en el mes de agosto del

año 2007 comenzó a evidenciar claros síntomas de una

depresión por lo que acudió a un médico psiquiatra que le

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diagnosticó depresión reactiva derivándola al consultorio

Los Andes, en atención a que se trataba de una enfermedad

GES. En este establecimiento la enviaron con interconsulta

al Hospital San Juan de Dios, desde donde fue derivada al

Hospital Félix Bulnes puesto que el primer nosocomio no

contaba con especialidad psiquiátrica.

Añade que en el Hospital Félix Bulnes, en agosto del

año 2007, se le diagnosticó un trastorno depresivo bipolar

prescribiéndole como tratamiento Clorpromasina y

Metoclopramidam, neurolépticos que, según se pudo enterar

con posterioridad, tienen una alta incidencia en la

generación de distonías, sin que estuvieran incluidos en el

protocolo médico de la Guía Clínica para el tratamiento de

la depresión del año 2006. Refiere que en un comienzo pudo

reintegrarse a su trabajo; sin embargo, con posterioridad

comenzó a presentar problemas en la marcha, que se fueron

agudizando, evidenciando claros síntomas de distonía que

fueron desatendidos por los doctores, aduciendo que su

problema era de origen psicológico. Así, sólo en el año

2009 se le diagnostica la distonía, cuando la enfermedad

estaba muy avanzada, por lo que era irreversible. Explica

que esta patología, de carácter degenerativa progresiva, la

tiene postrada, razón por la que demanda la responsabilidad

del Hospital Félix Bulnes y del Servicio de Salud

Metropolitano Occidente.

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Séptimo: Que al contestar los demandados, en lo que

interesa al recurso, solicitaron el rechazo de la acción

señalando que según sus registros la actora se atendió en

el Cesfam Andes el 26 de junio de 2007, diagnosticándole

depresión severa, dejando constancia que la paciente

presentaba ideación suicida y que se encontraba en

tratamiento con un médico particular. En esta ocasión se le

indican neurolépticos y se le reiteran los medicamentos.

Luego en el mes de agosto 2007 la paciente registra

atenciones en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz

del Servicios Salud Norte.

Añade que la primera atención en el Hospital Félix

Bulnes es del 12 de marzo del año 2008, con diagnóstico de

ingreso: depresión en estudio. Refiere que la actora fue

atendida los días 29 de agosto de 2007 y 12 de marzo de

2009, no obstante, los registros no fueron habidos.

Señalando que el médico Gustavo Vásquez dejó de pertenecer

al Hospital por renuncia voluntaria el 10 de agosto de

2010.

Octavo: Que planteada así la controversia, se

determina por los sentenciadores que las circunstancias a

dilucidar corresponden a establecer si la enfermedad de la

actora fue provocada por la acción de los medicamentos

prescritos por el doctor Vásquez, los que le produjeron un

daño neurológico, incurriendo en una negligencia médica los

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profesionales del servicio que la atendieron al ignorar la

sintomatología que presentaba y no considerar que aquella

se relacionaba con los medicamentos recetados.

La sentencia de primer grado, confirmada por el fallo

impugnado, establece que la demandante a contar del año

2007 se atiende en diversos servicios de la red contemplada

por el Servicio Salud Metropolitano Occidente con motivo de

una patología GES, en específico en el Cesfan Andes,

Hospital Félix Bulnes y Hospital San Juan de Dios.

Puntualiza que en dependencias del Hospital Félix

Bulnes, en el año 2007, fue atendida por el doctor Gustavo

Vásquez, quien le recetó medicamentos y extendió licencias

médicas. Asimismo, refiere que a partir del referido año la

demandante presentó una distonía que empezó en su pierna,

extendiéndose luego a su torso y cabeza. Encontrándose

actualmente jubilada por incapacidad, dado que su

limitación le impide llevar una vida laboral.

Asentado lo anterior sostiene que en estos autos no se

acreditó la causa directa e inmediata de la enfermedad que

aqueja a la demandante, toda vez que si bien los médicos

tratantes de la demandante señalan como causa de la

distonía el uso de clorpromazina, éstos sólo la atienden

desde el año 2009, cuando ya se encontraba comprometida la

salud de la señora Corvalan, conociendo de los tratamientos

indicados sólo por información entregada por la paciente.

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Por otro lado refiere que existen antecedentes que

acreditan que la actora, a partir del año 2007, fue

atendida por diversos profesionales de la salud para

intentar paliar la depresión que le afectaba como también

su trastorno físico.

En este orden de consideraciones refiere que no

existen antecedentes que permitan establecer que el

tratamiento indicado por el doctor Vásquez no era el

indicado, necesario e indispensable para la atención de la

patología, pues para arribar a tal conclusión era

indispensable la opinión de un tercero profesional

imparcial que evaluara la abundante prueba documental

acompañada por la demandante que pudiera ilustrar al

tribunal sobre dicha materia en el juicio.

Así, señala que al no acreditarse la inobservancia de

la lex artis médica en la especie no se puede dar por

configurada la falta de servicio como presupuesto de

atribución de responsabilidad.

En tanto la sentencia de segundo grado agrega que la

regla general es que las obligaciones profesionales sean de

medios, esto es, que den lugar a deberes de prudencia y

diligencia, pues lo que usualmente se exige del experto es

el empleo del cuidado debido para procurar el interés que

se persigue. Sostiene que la infracción de los deberes de

diligencia debe demostrarla el demandante, pues de lo

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contrario, la conducta del médico no podría calificarse

como incumplimiento contractual ni se podría dar por

incumplidos los deberes extracontractuales de cuidado.

Por otro lado, refiere que la responsabilidad por

falta de servicio exige calificar de defectuoso el

funcionamiento del servicio público, lo que exige comparar

el servicio efectivamente prestado con el que se debió

ejecutar.

Asentado lo anterior, concluye que los elementos de

juicio allegados al proceso no permiten a estos

sentenciadores llegar a la conclusión que el tratamiento

indicado por el doctor Vásquez no era el indicado para la

atención de su patología, concluyendo que al no haberse

acreditado la concurrencia copulativa de los elementos de

la responsabilidad por negligencia médica y de la

responsabilidad del Estado por falta de servicio, no es

posible acoger la acción impetrada.

Noveno: Que, en primer lugar se debe consignar que de

la lectura de ambas sentencias se constata que existe una

clara contradicción en relación al estatuto jurídico

aplicable en la especie, toda vez que según se lee en los

fundamentos décimo cuarto y décimo quinto del fallo de

primer grado, se establece que el estatuto jurídico

aplicable es el esgrimido en forma subsidiaria en la

acción, esto es, la responsabilidad por falta de servicio,

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descartando la aplicación de la responsabilidad

contractual; sin embargo, la sentencia de segundo grado

hace expresa referencia a este último estatuto y al de

falta de servicio y si bien descarta la acción, subyace en

el razonamiento la premisa respecto que ambos estatutos son

aplicables en la especie, colisionando con los fundamentos

de primer grado que fueron expresamente reproducidos,

cuestión que produce la incertidumbre de establecer bajo

qué régimen de responsabilidad se falló la controversia

puesta en conocimiento de los sentenciadores.

Décimo: Que, a la ausencia en la determinación del

régimen aplicable a la litis, se adiciona la circunstancia

que los sentenciadores concluyen que la parte demandante no

acreditó la existencia de la falta de servicio, reprochando

la falta de informe pericial que analizara la extensa

prueba documental rendida en autos y que ilustrara acerca

que el tratamiento indicado por el doctor Vásquez no era el

indicado, necesario e indispensable. Así, bajo tal

supuesto, los sentenciadores, omiten el análisis íntegro de

toda la prueba rendida en autos, en especial la prueba

documental que resultaba trascendental para resolver la

controversia.

En efecto, los sentenciadores únicamente realizan un

análisis de la prueba testimonial rendida por la actora,

desestimando su valor, por cuanto señalan que los doctores

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que deponen comenzaron a atenderla en una fecha posterior

al diagnóstico de distonía generalizada en el año 2009, sin

que conste que aquellos hayan estudiado la ficha clínica de

la paciente para afirmar que la clorpromazina le causó la

patología neurológica, soslayando que los médicos señalan

que la clorpromazina es un neuroléptico asociado como

agente de distonía, por lo que era imprescindible examinar

la ficha clínica para ver si tal medicamento efectivamente

le fue recetado, desde cuándo, como asimismo determinar si

aquél se mantuvo a pesar de la aparición de los síntomas de

distonía y posterior diagnóstico, cuestión que en la

especie no se realizó.

Cabe destacar que los hechos constitutivos de la

responsabilidad demandada, no sólo se relacionan con la

denuncia vinculada con la prescripción de fármacos

neurolépticos contraviniendo la lex artis aplicable al caso

concreto, sino que además con la circunstancia de no haber

enlazado la prescripción de los medicamentos con la

distonía, cuestión que claramente se relaciona con no haber

retirado tales fármacos ante la sospecha de la enfermedad.

En razón de lo anterior, resultaba trascendental analizar

la ficha clínica y demás antecedentes médicos acompañados

en autos, cuestión que en la especie no se realizó.

Undécimo: Que, en este orden de consideraciones,

soslayando aún la falta de análisis de la prueba documental

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rendida, resulta que además los sentenciadores omiten

cualquier análisis relacionado con la circunstancia de no

haber relacionado los doctores los medicamentos

neurolépticos con la enfermedad neurológica que afectó a la

actora. En efecto, la sola lectura del fallo, deja al

descubierto que los sentenciadores centran sus esfuerzos en

determinar si la prescripción de los referidos medicamentos

se realizó por el doctor Vásquez y si esto constituyó una

actuación contraria a la lex artis, pero ningún

razonamiento hay respecto de si, ante la sospecha de la

existencia de la distonía, se retiraron los medicamentos

que están dentro de una de las posibles causas de la

patología. Esto resultaba esencial y, sin embargo, la

sentencia omite toda consideración refiriendo escuetamente

que recibió la atención de doctores que dispusieron

tratamientos para paliar la distonía de la paciente, sin

analizar la prueba, siendo del caso señalar que la

responsabilidad demandada no se relaciona, en este punto,

con la omisión del tratamiento de la distonía sino que el

no haberla vinculado al tratamiento con fármacos

neurolépticos prescritos a la demandante.

Duodécimo: Que en estas condiciones la sentencia

recurrida no se ha pronunciado en forma legal, incurriendo

en la causal de casación del artículo 768 N°5 del Código de

Procedimiento Civil en relación con el artículo 170 números

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4 y 5 del mismo cuerpo de leyes, pues carece de

consideraciones de hecho y de derecho, según se razonó en

los fundamentos precedentes.

Décimo tercero: Que esta Corte, al conocer de los

recursos de casación en la forma o en el fondo, puede

invalidar de oficio las sentencias impugnadas cuando los

antecedentes dejen de manifiesto que ellas adolecen de

vicios que dan lugar a la nulidad por razones de forma,

facultad que en la especie debe ejercerse por concurrir la

ilegalidad ya destacada.

Por estos fundamentos y de conformidad además con lo

dispuesto en los artículos 764, 765 y 775 del Código de

Procedimiento Civil, se invalida de oficio la sentencia de

ocho de junio de dos mil dieciséis, escrita a fojas 377 y

se la reemplaza por la que se dicta a continuación y en

forma separada, sin nueva vista.

Téngase por no interpuesto el recurso de casación en

el fondo deducido en lo principal de fojas 381.

Regístrese.

Redacción a cargo de la Ministra señora Sandoval.

Rol N° 47.936-2016.

Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema


integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sra. Rosa
Egnem S., Sra. María Eugenia Sandoval G., y Sr. Carlos
Aránguiz Z., y el Abogado Integrante Sr. Jorge Lagos G. No
firman, no obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo

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de la causa, el Ministro señor Muñoz por estar en comisión
de servicios y el Abogado Integrante señor Lagos por estar
ausente. Santiago, 11 de mayo de 2017.

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

En Santiago, a once de mayo de dos mil diecisiete, notifiqué en Secretaría


por el Estado Diario la resolución precedente.

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la
causa.
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