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El mandato es un contrato donde una persona se encarga de desempeñar o realizar

determinados actos, negocios en nombre de la otra, en el cual responde por su actuación


como consecuencia necesaria del acto objeto de su encargo.
El contrato de mandato en Venezuela consiste en una gestión que realiza un mandatario en
nombre del mandante, mediante la cual se obliga a responder por su actuación frente a él y
el mandante frente a terceros, pues se tienen como si la hubiese realizado el mismo.
Para Milani (2004, p. 73), “el mandato es un contrato por el cual el mandatario se obliga a
ejecutar, por cuenta del mandante, los actos jurídicos que éste le encarga”.
Según el Código Civil Venezolano, en su artículo 1.684, “el mandato es un contrato por el
cual una persona se obliga gratuitamente, o mediante salario, a ejecutar uno o más negocios
por cuenta de otra, que la ha encargado de ello…”
A este respecto, Aguilar (2012, p. 519), está de acuerdo con dicha definición prevista en el
Código Civil Venezolano, expresa que es esencial para el mandato:
a) Que sea un contrato.
b) Que exista encargo de una de las partes a la otra.
c) Que el encargo tenga por objeto la ejecución de uno o más actos jurídicos.
d) Que los actos en cuestión vayan a ser ejecutados por cuenta del mandante (sin que sea
esencial que lo sea en nombre de éste).
e) Que el mandatario se obligue a ejecutar el encargo.
Por su parte, continúa el autor expresando que desde la concepción civilista el mandato es
un contrato mediante el cual una persona (mandante) encarga a otra (mandatario) el
desempeño o realización de determinados negocios o actos jurídicos, en su representación.
Las características del mandato en la legislación venezolana
Constituyen el elemento fundamental donde se enmarca la configuración del contrato, es
decir, son los elementos que determinan si existe o no, o los que señalan los elementos
distintivos de esta figura con otras.
El mandato se caracteriza por ser:
- Unilateral: porque una sola de las partes (mandatario) se obliga, aunque hechos
posteriores pueden originar también obligaciones para el mandante. Sin embargo, cuando el
mandante ha prometido una remuneración al mandatario, el contrato es bilateral. En efecto,
el Código Civil Venezolano (1982), en su artículo 1.134, expresa: “el contrato es unilateral,
cuando una sola de las partes se obliga; y bilateral, cuando se obligan recíprocamente”.
Con respecto a la capacidad que debe contener todas las partes en el contrato de mandato,
que se requiere la misma capacidad que se requiere para realizar el acto objeto del mandato,
es decir según la gestión o negocio a realizar se determina que facultades debe poseer el
individuo.
Asimismo expresa que es un contrato consensual, aunque existen algunas excepciones:
a) El mandato judicial (mandato para comparecer en juicio) está sometido a reglas
formales, según lo establece el Código de Procedimiento
Civil.
b) El mandato para contraer matrimonio es solemne; requiere para su existencia que sea
otorgado ante un Registrador Público o ante el funcionario competente, si se confiere en el
extranjero (articulo 85 Código Civil Venezolano de 1982)
c) El mandato para realizar un acto solemne debe cumplir las mismas formalidades que el
acto en cuestión, siempre que las solemnidades de éste hayan sido establecidas en
protección de las partes, o por lo menos de la parte que confiere el mandato. Una aplicación
expresa del principio se encuentra en materia de donaciones cuando se dispone que el
mandato para donar debe otorgarse en forma autentica si se trata de cosas o derechos cuya
donación debe hacerse en dicha forma (articulo 1.438 Código Civil Venezolano de 1982).
d) El mandato para celebrar en nombre de otro un acto para el cual la ley exija instrumento
otorgado ante un Registrador Público debe ser otorgado en la misma forma; pero si el poder
se refiere a actos para los cuales es necesaria y suficiente la escritura privada, puede ser
otorgada en la misma forma, aunque el acto se otorgue ante un Registrador (artículo 1.169,
aparte único, del Código Civil Venezolano de 1982). El alcance de tales preceptos es
dudoso por las siguientes razones:
· En cuanto al supuesto de hecho, puede discutirse el alcance de las expresiones “un acto
para el cual exija la ley instrumento otorgado ante un Registrador Subalterno” y “actos para
los cuales es necesaria y suficiente la escritura privada”. En efecto, podría sostenerse que la
ley se refiere a actos en que dichos instrumentos se exijan “ab solemnitatem”, o que se
refiere a actos en que dichos instrumentos se exijan “ab solemnitatem”, “ad probationem” o
para ser oponibles a terceros.
Si se adopta la primera interpretación, el alcance de la norma se reduce prácticamente a
exigir para el mandato la misma solemnidad que se requiere para el acto en orden al cual se
confiere. En el segundo caso, habría que concluir que la ley también exige para el mandato
la forma “ab probationem”, predomina la segunda interpretación.
En cuanto a la consecuencia jurídica, se puede discutir a su vez si la forma requerida para el
mandato se exige “ab solemnitatem” o “ab probationem”. Debe sostenerse que la forma
requerida para el mandato sea de la misma naturaleza que la requerida para el acto en orden
al cual se confiere.
Por su naturaleza, el mandato es gratuito, pero nada obsta para que se convenga lo contrario
(articulo 1686 Código Civil Venezolano de 1982).
- Es “intuito personae” respecto de ambas partes, lo que tiene consecuencias especialmente
en cuanto a la relevancia del error en la persona y en cuanto a la existencia del contrato.
- Puede ser de ejecución instantánea, donde se realiza la gestión inmediatamente o de tracto
sucesivo por realizarse en partes y en un período de tiempo.
- El mandato engendra obligaciones principales, porque responde por sus actuaciones como
si las hubiese hecho para sí mismo.
En relación al objeto de todo mandato, por antonomasia es el acto jurídico, que el
mandante encarga al mandatario y que éste se obliga a ejecutar por cuenta de aquél. Así
pues, se puede conferir mandato para realizar toda clases de actos jurídicos, salvo para
aquéllos respecto de los cuales no cabe representación.
Para los investigadores, el contrato de mandato se caracteriza por ser un contrato unilateral
cuando no exista remuneración y bilateral en caso contrario; consensual porque en él se
expresan la voluntad de las partes de obligarse; puede ser ejecutado inmediatamente o en
partes y en principio es gratuito aunque las partes puedan decidir lo contrario.
OBLIGACIONES DEL MANDANTE SEGÚN LA LEGISLACIÓN
VENEZOLANA
Las obligaciones son determinadas actitudes que están obligado a cumplir para consolidar
el mandato, porque tienen que ver con lograr formas más equilibradas en donde todos
acceden del mismo modo a sus derechos. Las principales obligaciones que puede tener el
mandante frente al mandatario son:
a) Obligación de reembolsar al mandatario avances y gastos: El mandante está obligado a
reembolsar al mandatario los avances y gastos que éste haya hecho para la ejecución del
mandato (articulo 1.699 Código Civil Venezolano de 1982).
La obligación se extiende a la totalidad de los avances y gastos de referencias, ya que si no
media culpa del mandatario, el mandante no puede excusarse de hacer el reembolso por el
hecho de que “el negocio no haya salido bien”, ni puede hacer reducir el monto del
reembolso bajo pretexto de que los avances y gastos hubiera podido ser menores (artículo
1.699, aparte único, Código Civil Venezolano de 1982).
Por lo demás, sin necesidad de pacto expreso, el mandante debe al mandatario los intereses
de las cantidades que éste ha avanzado, a contar del día en que hayan hecho los avances
(artículo 1.701, Código Civil Venezolano de 1982).
b) Obligación de pagar al mandatario su salario, si se ha prometido: siendo el mandato de
naturaleza gratuito, el mandante no debe ninguna remuneración al mandatario, salvo pacto
en contrario. Este pacto puede ser tácito, se considera oneroso el mandato cuando su
ejecución constituye parte del ejercicio de la profesión que ejerce normalmente el
mandatario a titulo lucrativo, salvo que medien circunstancias especiales. La carga de la
prueba de que el mandato es remunerado, corresponde al mandatario.
Continua el autor expresando que la remuneración debida, es la fijada en el contrato, si éste
no determina su monto, se aplica por analogía lo dispuesto para el contrato de obras
(artículo 1.632, Código Civil Venezolano de 1982). Es decir, pagarán lo que se pague
normalmente por una gestión como la encomendada y a falta de ese monto el que un
experto o perito establezca considerando los elementos concretos del caso.
En el caso particular, del mandato judicial, rigen las normas especiales sobre la
remuneración prevista en el Código de Procedimiento Civil (1987) y en la Ley de
Abogados (1985).
c) Obligación de indemnizar al mandatario por las pérdidas sufridas sin su culpa en la
ejecución del mandato: El mandante debe indemnizar al mandatario de las pérdidas que
éste haya sufrido en la ejecución del mandato, si no se le puede imputar culpa alguna
(artículo 1.700, Código Civil Venezolano de 1982). En ese sentido, si bien el mandato es
por naturaleza gratuito no debe ser fuente de empobrecimiento para el mandatario a quien
no pueda imputarse culpa en su ejecución.
d) Obligación de cumplir todas las obligaciones contraídas por el mandatario dentro de los
límites del mandato o ratificados por el mandante (artículo 1.698, Código Civil Venezolano
de 1982). En principio, el mandante sólo queda obligado a cumplir las obligaciones
contraídas por el mandatario dentro de los límites de su mandato; pero dicha obligación se
extiende también a las obligaciones derivadas de actos cumplidos por el mandatario fuera
de los límites de su mandato si el mandante lo ratifica.
Cuando se trata de un mandato sin representación, la obligación de referencias es del
mandante, frente al mandatario (no frente al tercero) y por ende constituye un efecto interno
del mandato; pero cuando se trata de mandato con representación, la obligación del
mandante es frente al tercero (no frente al mandatario) y por lo tanto constituye un efecto
externo del contrato.
A criterio de los investigadores, las obligaciones del mandante, garantizan los derechos del
mandatario a recibir una remuneración si así se ha pactado, a recibir el reembolso de los
gastos de su gestión, además del derecho de recibir indicaciones claras de la gestión para la
cual fue contratado, destacando cada una de las etapas de esa gestión para no incurrir en
ambigüedades que puedan entorpecer la ejecución del mandato.
OBLIGACIONES DEL MANDATARIO SEGÚN LA LEGISLACION
VENEZOLANA
Los deberes u obligaciones, están orientados a lograr la autogestión del mandatario, en
busca de enfatizar el carácter fundamentalmente participativo de la gestión. En base a ello
se determinan las siguientes obligaciones:
A) Obligación de ejecutar el mandato: El mandatario está obligado a ejecutar el mandato
con la diligencia de un buen padre de familia (artículo 1.692, Código Civil Venezolano de
1982). El alcance de esa obligación queda limitado por la facultad que tiene el mandatario
de renunciar al mandato y de sustituirlo convendrá distinguir diversos casos:
Cuando se trate de un mandato único que no ha renunciado ni sustituido el mandato, el
mandatario responde no sólo del dolo, sino también de la culpa en la ejecución del
mandato; pero su responsabilidad en caso de culpa es menor cuando el mandato es gratuito
que en caso contrario (articulo 1.693 Código Civil Venezolano de 1982). De acuerdo, con
esta norma la gratuidad del mandato no excusa el dolo del mandatario, ni implica tampoco
que el mandatario sólo responda por dolo o culpa grave.
En todo caso, para apreciar la culpabilidad del mandatario debe tomarse en cuenta sus
condiciones personales (por ejemplo: su calidad de especialista, profesional) si el
mandatario debe responder conforme a lo expuesto, se aplica el derecho común en cuanto a
todos los demás aspectos de la obligación, salvo que el contrato dispusiere otra cosa. En
efecto, son válidos los pactos en los cuales se exonere, atenué o agrave la responsabilidad
del mandatario, con la salvedad de que, conforme al derecho común, la exoneración o
limitación de responsabilidad no surten efectos cuando media dolo o culpa grave del
mandatario.
Si el mandatario ha sustituido el mandato, debe distinguirse dos hipótesis:
Si no tenia facultad para sustituir, el mandatario responde de la gestión del sustituto
(artículo 1.695, ordinal 1°, del Código Civil Venezolano de 1982), en todo caso, Si el
mandatario tenía la facultad para sustituir hay que distinguir nuevamente:
¸ Cuando la facultad de sustituir le fue conferida sin designación de persona, el mandatario
responde solamente de la culpa cometida en la elección del sustituto y en las instrucciones
que necesariamente debió comunicarle (artículo 1.695, ordinal 2° del Código Civil
Venezolano de 1982).
¸ Cuando la facultad de sustituir le fue conferida con designación de la persona en quien
sustituir y el mandatario ha sustituido en ella, el mandatario no responde de la gestión del
sustituto (artículo 1.695, “a contrario sensu”,
Código Civil Venezolano de 1982).
¸ Cuando el mandatario renuncia al mandato, debe indemnizar al mandante si la renuncia lo
perjudica, a menos que dicho mandatario no pueda continuar en ejercicio del mandato sin
sufrir un perjuicio grave (artículo 1.709, ap. único, Código Civil Venezolano de 1982).
¸ Cuando el mandato ha sido conferido a dos o más personas, a falta de pacto expreso, no
existe entre ellas solidaridad salvo que el mandato sea mercantil.
B) Obligación de mantener informado al mandante:
Esta obligación está comprendida dentro de la anterior, ya que es parte de la ejecución
diligente del encargo. En realidad el mandante tiene el interés especial de estar informado
(p.ej.: para no cobrar nuevamente un crédito pagado al mandatario).
C) Obligación de no hacer de contraparte De acuerdo al artículo 1.171 del Código Civil
Venezolano (1982), ninguna persona puede, salvo disposición contraria de la ley, contratar
consigo mismo en nombre de su representado, ni por cuenta propia ni por cuenta de otro,
sin la autorización del representado.
D) Obligación de rendir cuentas: En principio, todo mandatario está obligado a dar cuenta
al mandante de sus operaciones, así lo establece el artículo 1.694 del Código Civil
Venezolano (1982). Sin embargo el Código Civil Venezolano no regula la forma de
rendición de cuentas; pero el Código de Procedimiento Civil (1990), dispone para el caso
de rendición judicial de cuentas, que ésta deben presentarse en términos claros y precisos,
año por año, con cargos y abonos en orden cronológico de modo que puedan ser
examinadas fácilmente, y con todos los libros, instrumentos, comprobantes y papeles que
pertenezcan a la cuenta (artículo 676, Código de Procedimiento Civil de 1990).
Debe advertirse que el mandato puede ser dispensado de la obligación de rendir cuentas,
incluso anticipadamente y que dicha dispensa puede ser expresa o tácita.
La exoneración del deber de rendir cuentas o la aprobación de las mismas, libera al
mandatario de todas sus obligaciones (dentro de los límites de la dispensa o de la
aprobación); pero siempre pueden rectificarse las cuentas por errores, omisiones, falsedades
o duplicaciones, incluso cuando la aprobación haya sido judicial (artículo 689, Código de
Procedimiento Civil de 1990) salvo que, expresamente se renuncie al derecho de
rectificarlas.
La rectificación por parte del mandante no equivale a la aprobación de las cuentas. Dicha
rectificación sólo produce efectos frente al tercero que ha contratado por el mandatario sin
afectar en nada las relaciones entre mandante y mandatario.
E) Obligación de abonar al mandante lo recibido en virtud del mandato:
Al respecto, establece la norma que el mandatario está obligado a abonar al mandante
cuanto haya recibido en virtud del mandato, aun cuando lo recibido no se debiera al
mandante (artículo 1.694, Código Civil Venezolano de 1982). Así pues, no se deja al
mandatario la facultad de apreciar los derechos que tenía el mandante a recibir el pago.
La mencionada obligación se extiende no solo a lo que haya recibido el mandatario en
virtud del mandato, sino también a los bienes que se hayan subrogado a los bienes recibidos
por tal motivo.
En principio, el mandatario no debe intereses por el tiempo durante el cual retiene en su
poder lo recibido en virtud del mandato, salvo que esté en mora de restituir o cuando ha
aplicado tales bienes a usos propios, caso en el cual debe intereses desde el día en que lo
hizo (artículo 1.696, Código Civil Venezolano de 1982).
F) Obligación de restituir al mandante las cosas que son objeto del mandato: la obligación
de restituir al mandante las cosas que son objeto del mandato se extiende a los respectivos
bienes subrogados, pero tiene su límite en el derecho de retención que la ley acuerda al
mandatario. En tal sentido indica la norma que el derecho de retención que tiene el
mandatario frente al mandante (artículo 1.702, Código Civil Venezolano de 1982).Para los
investigadores, las obligaciones del mandatario no están limitadas al cumplimiento de su
gestión, si no que va más allá, pues debe rendir cuentas de ese mandato y devolver las cosas
objeto de la misma o que ha usado para ejecutar dicha gestión, en las condiciones más
propicias según el uso que se les ha dado.
DERECHOS DEL MANDATARIO SEGÚN LA LEGISLACIÓN
VENEZOLANA
Los derechos del mandatario, son las garantías que debe tener frente al mandante para que
este pueda obtener los resultados deseados, mediante la libertad y verdadera encomienda de
gestión que el mandante realiza, mediante as herramientas necesarias para el mandatario.
En sentencia del 12 de Febrero de 1970 la Sala de Casación Civil de la extinta Corte
Suprema de Justicia venezolana, expresó que el mandatario tiene derecho a que el
mandante:
a) Le realice el pago de la suma de que se considere acreedor en virtud de la gestión
realizada en su nombre. Pueden existir casos de gestión que por su complejidad y
naturaleza, ponen al mandante en la necesidad de ocurrir a la rendición de cuentas para
conocer el monto de su crédito.
b) Ser informado de las gestiones que debe hacer. El mandato puede conferir al mandatario
el poder de representar al mandante; pero también puede no conferírselo. De modo pues,
que el mandato civil puede ser fuente de representación; pero no lo es siempre. Por lo tanto,
la representación puede tener una fuente distinta del mandato: La ley, decisiones judiciales
e incluso actos jurídicos que no constituyen mandato.
Respecto al mandatario, la norma es que “si el mandato ha sido conferido a un incapaz, éste
debe representar válidamente al mandante, pero no queda obligado como incapaz” (artículo
1.690 Código Civil Venezolano de 1982).
Se suelen citar como los principales actos que no admiten representación: el testamento
(con la advertencia que la aparente excepción del artículo 966 del Código Civil Venezolano
no se relaciona con la materia); la firma con el nombre de otro (que en realidad no es un
acto jurídico); el juramento decisorio o deferido (1.406 Código Civil Venezolano de 1982);
y los hechos ilícitos.
Para los investigadores, el mandatario básicamente tiene el derecho de percibir a
remuneración si así se ha dispuesto, de obtener información detallada de lo que debe hacer
durante la gestión y a obtener el respeto del mandante

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