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Las cinco historias de fantasmas más aterradoras de Rosario

1- Villa Hortensia: los vecinos de la actual sede del Centro Municipal de Distrito

Norte, la señorial casona ubicada en Warnes 1917, aseguran que cuando el edificio

estaba abandonado y sin energía eléctrica, por las noches las luces se encendían y se

apagaban repetidas veces. Aseguran que era un llamado de alerta de María Hortensia de

Echesortu, antigua dueña de la propiedad, que temía que la mansión cayera bajo el peso

de la piqueta. Hoy, la guardia nocturna del lugar, sostiene que cuando oscurece, una

figura femenina se pasea por los jardines.

2- El Salvador: la historia se incluye en el documental "Rosario misteriosa". Cuenta

que años atrás el conductor de un colectivo de la línea 114 pasó, en horas de la

madrugada, frente al cementerio ubicado en Ovidio Lagos entre Pellegrini y Perón

cuando una joven imprudentemente se le cruzó en el camino. El hombre, que iba medio

dormido, clavó los frenos para evitar atropellarla. Asustado se bajó a ver si había la

había lastimado y no la encontró. Al reanudar la marcha, escuchó un ruido a sus

espaldas y al mirar por el espejo retrovisor vio a la chica, sentada en el últitmo asiento y

llorando.

3- Hospital de Emergencias: fue el primer hospital de la ciudad, inaugurado en 1898, y

funcionó hasta mediados de 2007, cuando sus instalaciones quedaron vacías. Cuentan

los guardias a los que se les encomendó que hicieran las guardias nocturnas que por las

noches, en los laberínticos pasillos del viejo nosocomio, se escuchan quejidos, llantos y

gritos de dolor. Y los vecinos, al caer la tarde, han visto y hasta han fotografiado, en una
de las ventanas de uno de los pisos superiores, la figura de una mujer que mira

lánguidamente a la calle, vestida con una bata blanca. Nadie sabe quién es, porque el

edificio hace años está abandonado.

4- La Ocho: la voz de alerta la dio hace ya varios años atrás la locutora que cubría el

turno de madrugada en la emisora de calle Córdoba 1843. Por las noches, cuando se

quedaba sola en el estudio, veía pasearse por los pasillos la figura de un hombre. Nunca

se cruzó con él, hasta una noche que fue al baño ubicado en la planta superior del

edificio y vio una cabeza que apenas asomaba por la puerta. Salió rápidamente para

sorprenderlo, pero no había nada, sólo escuchó pasos que bajaban las escaleras. Al

preguntarle al guardia de seguridad si había visto a alguien, le respodió que no, que

estaba solo.

5- Museo Castagnino: emplazado en el corazón del Parque de la Independencia, el

museo se fundó a partir de una donación de Rosa Tiscornia de Castagnino "in

memoriam" de su hijo Juan Bautista, quien fuera pintor, crítico y coleccionista de arte.

Cuentan los empleados más antiguos que ellos han percibido una presencia fantasmal

que recorre los pasillos en las horas que el museo permanece cerrado. Aseguran que se

trata de un pintor al que las duras críticas de Juan Bautista le cercenaron la carrera y que

juró venganza. Lo cierto es que, por las noches, los guardias de seguridad le escapan al

horario nocturno. Por las dudas.


LA LAGUNA DEL DIABLO

"Laguna de Mandinga”, la leyenda urbana hacia 1910, contaba que era un ojo de agua

de 15 x 6 m, en el cual, durante las crudas noches de invierno, aparecía Mandinga, con

joroba, renguera y gritos inarmónicos se metía en el agua. Al contacto con el calor del

Maligno el agua hervía. Los escalofriantes gritos causaban temor entre los que llegaban

a oírlos. Alejado el diablo, las aguas se tranquilizaban paulatinamente. Dicha laguna se

ubicaba en el extremo de la quinta Sanguinetti, 400 m detrás de la Escuela de

Aprendices del Ferrocarril Central Argentino. La laguna o baño de Mandinga llegó a ser

famosa con una fotografía en la revista rosarina Monos y Monadas, de 1910. Al parecer

estaba ubicada en la zona del shopping de calle Junín.

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