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APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUEOLOGIA Y LA ANTROPOLOGIA AL CEMENTERIO MUNICIPAL DE LEGAÑO (BERRIZ, BIZKAIA),

CONSTRUIDO Y ACTIVO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 81

Kobie Serie Paleoantropología, nº 34: 81-110


Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
Bilbao - 2015
ISSN 0214-7971
Web http://www.bizkaia.eus/kobie

APROXIMACIÓN DESDE LA ARQUEOLOGIA Y LA


ANTROPOLOGIA AL CEMENTERIO MUNICIPAL DE
LEGAÑO (BERRIZ, BIZKAIA), CONSTRUIDO Y
ACTIVO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.

Archaeological and anthropological approach into the


local cemetery of Legaño (Berriz, Bizkaia), built and
active during the second half of the XIX century.
José Luis Ibarra Álvarez1
Román Rodríguez Calleja2
Ángel Fuentes Domínguez3
Ángel Mora Urda4
Filippo Scalisi Motta5

Recibido: 15-X-2015
Aceptado: 30-XII-2015

Palabras clave: Antropología física, Berriz, Bizkaia, Cementerios, Inhumaciones, Sepulturas, Siglo XIX
Key words: Berriz, Bizkaia, Burials, Cemeteries, Graves, Physical Anthropology, XIX century
Hitz gakoak: Antropologia Fisikoa, Berriz, Bizkaia, Ehorzketak, Hilerriak, Hilobiak, XIX. mendea

RESUMEN

En el año 2010, con motivo de una actuación en la zona de presunción arqueológica de la ermita de San Pedro Apóstol de Berriz, en el
paraje de Legaño, se localizaron los restos de un cementerio utilizado durante la segunda mitad del siglo XIX. Documentar esos restos ha
permitido reunir y conocer nuevos datos sobre la historia cementerial de Berriz, en una de las fases más desconocidas tanto para el propio
municipio como para Bizkaia. Una etapa que se encuentra además poco informada desde las fuentes documentales. Con este texto preten-
demos ofrecer un primer avance a los resultados obtenidos hasta el momento en la evaluación del cementerio decimonónico, tanto desde
el punto de vista arqueológico como antropológico.
1 joseluis.ibarra@hotmail.es. Investigador principal del proyecto arqueológico
2 roman_rodrical@hotmail.com. Arqueólogo. Director del proyecto arqueológico.
3 angel.fuentes@uam.es. Laboratorio de Arqueología Forense. Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.
4 angel.morau@estudiante.uam.es. Laboratorio de Arqueología Forense. Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.
5 filipposcalisi@hotmail.com. Laboratorio de Arqueología Forense. Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.
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82 J. L. IBARRA ÁLVAREZ, R. RODRÍGUEZ CALLEJA, Á. FUENTES DOMÍNGUEZ, Á. MORA URDA Y F. SCALISI MOTTA

SUMMARY

In the year 2010, on the occasion of an intervention in the hermitage San Pedro Apóstol of Berriz, in Legaño, thought to be of archaeo-
logical interest, the remains of a cemetery active during the last half of the XIX century were found. The documenting of these remains has
permitted to collect data relating to the cemeterial history of Berriz, in one of its most unknown periods both for the municipality and Bizkaia.
A period that is moreover undocumented from the documenting sources. With this text we try to provide a preview of the obtained results
up to now in the evaluation of the XIX century cemetery, both from an archaeological and anthropological point of view.

LABURPENA

Arkeologia zona ustezkoa den Berrizko San Pedro apostoluaren baselizan (Legaño), 2010 urtean egindako lanetan, XIX. mendearen
bigarren erdian erabilitako hilerri baten aztarnak topatu ziren. Berrizko hilerrien historiaz datu berriak biltzeko eta ezagutzeko aukera eman
digu aztarna horiek aztertzeak, batez ere, bai Berrizko udalerrian bai Bizkaian ezezagunena den garaikoak baitira. Areago, garai horretan
oso informazio gutxi eskaintzen digute iturri idatziek. XIX. mendeko hilerria aztertzean, Arkeologiaren nahiz Antropologiaren ikuspegitik,
orain arte lortutako emaitzen aurrerapena da testu hau.
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Figura 1. Vista general de las ruinas al pie del monte Legaño, en fase previa a la actuación arqueológica de 2011 y a la retirada de la maleza que las cubría

1. E L PARAJE DE LEGAÑO COMO HITO tocolos se aplicaron principalmente por el celo del Ayuntamiento
RELEVANTE EN LA HISTORIA CEMENTERIAL de Berriz en cuestiones de patrimonio cultural, puesto que era
DE BERRIZ mínima la afección que los itinerarios iban a provocar en el paraje,
ya que la obra apenas contemplaba la sustitución del firme del
En el año 2010, el Ayuntamiento de Berriz promovió el acon- camino que transitaba por el lugar.
dicionamiento de itinerarios ecológicos en el municipio. Uno de Se programaron entonces seis sondeos para evaluar arqueoló-
ellos, el de Errotatxo-Elizondo, discurría en proximidad al lugar en gicamente el enclave, con unos objetivos centrados en determinar,
el que se alzaban unas ruinas relacionadas con la antigua ermita primero, si se conservaban evidencias de interés, y, segundo, de
de San Pedro Apóstol, localizadas al pie del monte arbolar de existir tales evidencias, evaluar su calidad para incluirlas en las
Legaño, y que la tradición oral vinculaba además con un lugar labores de reconstrucción histórica. Cinco de los sondeos dieron
utilizado como cementerio municipal (fig. 1). Como dichas ruinas, resultados positivos (Ibarra y Rodriguez Calleja 2011). El sexto,
y el terreno circundante en una anchura de quince metros, se localizado al norte de las ruinas, no aportó ninguna evidencia
encontraban incluidas en la declaración de zonas de presunción arqueológica, si bien tal resultado, a la luz de las actuaciones pos-
arqueológica de Berriz6, hubo que activar los protocolos de protec- teriores, tiene indudable significado en la interpretación general del
ción en fase previa a la ejecución del proyecto de obra. Tales pro- yacimiento.
Los restantes sondeos atestiguaban la presencia en Legaño de
dos ocupaciones cementeriales distintas, separadas entre sí por al
6 La declaración de zona de presunción arqueológica de la ermita de San menos setecientos años. Una de ellas quedaba ligada por las carac-
Pedro de Berriz se sustenta, básicamente, en la antigüedad que atribuye a terísticas de sus enterramientos a la Edad Media, y se relacionaba
dicha construcción el historiador Juan Ramón de Iturriza y Zabala, quien
anota lo siguiente en su “Historia de Vizcaya”, publicada a finales del siglo con las denominadas necrópolis del Oiz, caracterizadas, entre otros
XVIII: “las ermitas de la feligresía de Berriz son quince; la de San Pedro rasgos, y a partir del paradigma de Momoitio (Garai, Bizkaia), por
Apóstol con tradición de haber sido parroquial en la antigüedad, en cuya cubiertas monolíticas horadadas en su cabecera (García Camino
proximidad existen dos sepulcros de piedra...” (ITURRIZA Y ZABALA 1967,
355) 2002). El segundo cementerio refería una ocupación del lugar en
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una fase intermedia entre la construcción del actual camposanto La única pista a ese respecto procede de una anotación de
municipal, lograda para el año 1890, y el momento en el que se 1866 en el libro de cuentas de la Anteiglesia8, que registra un pago
hicieron efectivos en el municipio los enterramientos en el exterior de ciento treinta y ocho reales a Juan Domingo de Amezua por la
de la iglesia parroquial, a principios del siglo XIX. reparación del camposanto, el puente y camino. Esas reparaciones
La presencia de tales evidencias permitió elaborar y promover, hacen sospechar que, para tales fechas, el cementerio de Legaño
gracias al decidido apoyo económico y logístico del Ayuntamiento, estaba en uso en el paraje que ocupaba desde antiguo la ermita de
un programa arqueológico para ese emplazamiento de Legaño. San Pedro Apóstol. La cita al puente, elemento que permite vadear
Dicho programa centró sus objetivos en la recuperación de datos las aguas del Oka, obstáculo físico que se interpone en el camino
arqueológicos que posibilitaran informar históricamente de los tres que conduce desde la iglesia parroquial al lugar de Legaño, parecía
elementos concurrentes en el enclave: la necrópolis medieval, la un dato esclarecedor, puesto que en la documentación de los siglos
ermita bajo la advocación del apóstol San Pedro, de la que tenemos XVII y XVIII relativa a la ermita de San Pedro Apóstol son habituales
noticias documentales para el periodo barroco, y el cementerio las referencias al puente que permitía acceder al edificio. Esas
municipal del siglo XIX, al que se refería la tradición oral de la sospechas de que el paraje de Lagaño actuó como cementerio a
localidad. La primera fase del programa se ejecutó en el año 2011 mediados del siglo XIX, quedaron plenamente confirmadas desde
y centró sus objetivos en explorar el área del yacimiento relaciona- la arqueología, cuando los sondeos practicados en el enclave reve-
do con el camposanto decimonónico y las ruinas asociadas con él. laron que el solar y los elementos constructivos de la ermita fueron
Las fases posteriores han ido cumpliendo sus previsiones, hasta el aplicados íntegramente para la obra de ese camposanto.
momento presente, sobre la necrópolis medieval. Si bien, como exponemos arriba, la información textual sobre
Al elaborar el proyecto arqueológico no se primó un elemento este cementerio de Legaño es escasa, también se valoró en el
o periodo cronológico sobre los restantes. Se partía en tal sentido momento de promover o no actuaciones arqueológicas en el
de una premisa básica para nosotros en cuestiones arqueológicas: mismo, la pertinencia de conocer sus características con el fin de
la suma de informaciones referidas a cualquiera de esos tres ele- sumar nuevas informaciones al proceso de recuperar poco a poco
mentos permitiría obtener la mejor biografía del yacimiento. Por la biografía del cementerio cristiano tanto en Berriz, como, por
tanto, el cementerio decimonónico contaba con similar grado de extensión, en Bizkaia. Las manifestaciones funerarias del medievo
interés que la necrópolis medieval o la ermita, con independencia han sido trabajadas arqueológicamente en nuestro territorio desde
del momento cronológico al que aquél representa, tan próximo a la década de los ochenta del siglo XX por Iñaki García Camino,
nuestros días. Entendíamos que las informaciones que cabía recu- principal investigador en tal terreno, quien ha plasmado su visión
perar en él permitirían iluminar, sin duda alguna, una parcela de de esos procesos en la obra que publicó en 2002 bajo el título de
nuestro pasado escasamente conocida hasta el momento, al Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII. Más allá de la
menos en lo que se refiere a sus componentes materiales. El interés cronología medieval, y utilizando los recursos que proporciona la
por actuar arqueológicamente en el cementerio decimonónico de metodología arqueológica, no ha habido intentos serios por cono-
Legaño se vio acrecentado tras el proceso de vaciado de la docu- cer la expresión material de lo funerario en la sociedad vizcaína de
mentación existente sobre él en los archivos municipal y eclesiásti- los siglos renacientes, barrocos o contemporáneos. Evidentemente,
co, puesto que la búsqueda informativa ofreció escasos datos de se han realizado exploraciones arqueológicas en el interior de
valor para reconstruir su biografía y características físicas. algunos recintos parroquiales de Bizkaia, pero todas ellas han
La existencia de un cementerio municipal en tal localización venido de la mano de sucesos puntuales motivados por obras en el
viene recogida en un inventario del año 1913, confeccionado por subsuelo de tales edificios, sin apoyaturas en un programa de
don Francisco de Aldecoa y Narvaiza, secretario del Ayuntamiento investigación sólido y coherente, similar al que ha dado sus frutos
de la Anteiglesia de Berriz, que certifica en tal fecha la propiedad para el periodo alto y plenomedieval. No nos consta tampoco que
municipal de un “terreno destinado a cementerio viejo situado en se haya producido ninguna actuación sobre los primeros recintos
el barrio de la Parroquia y Olacueta, al pie del monte arbolar de que se crearon para acoger los sepelios, cuando hubo que cumplir
Legaño, en jurisdicción de Berriz, que compone con las cuatro las disposiciones de finales del siglo XVIII que prohibían enterrar en
paredes y una capilla pequeña, confina con los cuatro vientos con el interior de las iglesias.
los terrenos de don Juan Ugarte, que antes fueron del Patrón de A pesar, como comentábamos, de que la biografía del cemen-
Berriz; mide ciento sesenta y cuatro metros cuadrados y sesenta y terio cristiano ha sido evaluada de manera muy desigual en nuestro
cinco centímetros. Valuada en cincuenta pesetas”7. Hasta ese año territorio, podemos resumir esa historia a día de hoy en tres gran-
las fuentes textuales consultadas dejan entrever que Berriz dispuso des fases. La primera etapa se ligaría con unos orígenes mal defi-
de un cementerio municipal durante la segunda mitad del siglo nidos aún en el ámbito vizcaíno, y quedaría plasmada para buena
XIX, pero no ofrecían precisión alguna respecto a su emplazamien- parte del periodo en pequeñas necrópolis apud ecclesiam, unidas
to. De igual manera, tampoco era posible recuperar en esas fuentes a aldeas campesinas diseminadas por el territorio. Esta etapa se
de archivo la fecha de inauguración del camposanto, las caracterís- reconocería en el término municipal de Berriz a través de los restos
ticas del mismo, las razones que impulsaron a buscar esa localiza- materiales asociados a la localización de Santa María de Andikona,
ción o su régimen de funcionamiento. representados por una estela discoidea y por varias cubiertas de
sepulturas monolíticas horadadas en la cabecera, y a las evidencias

7 Archivo Municipal de Berriz/Berrizko Udal Artxiboa. Expediente formado


por el Ayuntamiento de Berriz con inventarios de propiedades de los años 8 Archivo Municipal de Berriz/Berrizko Udal Artxiboa. Libro de Cuentas de la
1858, 1881, 1907 y 1913. Signatura 049/02 Anteiglesia de Berriz. 1841-1874. Signatura 130/01
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exhumadas recientemente en el enclave de Legaño (Rodríguez nos la proporciona el propio Ayuntamiento en el año 1863, cuando
Calleja e Ibarra 2014), que presentan caracteres formales similares, insta a la construcción de un nuevo camposanto, ante la incapaci-
como queda anotado más arriba, a las necrópolis medievales del dad y malas condiciones que mostraba el que venían utilizando
Oiz. Poco conocido resulta el final del periodo, cuando la organiza- hasta la fecha:: “[…] hay también otra (necesidad) que la decen-
ción eclesiástica y territorial lograda durante el bajo medievo cia, salubridad pública y religiosidad del vecindario reclaman de
constata el “triunfo” de determinados templos que reúnen las consuno, tal es la formación de un Campo Santo, del que rigurosa-
funciones sacramentales y aglutinan en su derredor los enterra- mente hablando carece esta feligresía, pues no merece nombre de
mientos efectuados en el territorio de la anteiglesia. tal la cerradura que provisionalmente se hizo antes en un extremo
En ese bajo medievo, con muchas fechas aún por definir para del pórtico de la Parroquia. Un local que no tiene diez y ocho pies
distintas localidades de Bizkaia, entre las que se encuentra Berriz, cuadrados, y esta dentro del cimenterio, ni es capaz, ni decente,
comienza para los cementerios una segunda etapa que supone la para una feligresía de 300 vecinos,[…]”9
inversión del uso tradicional de los lugares de inhumación. A partir Esa fecha de 1863 nos sirve como referente cronológico para
de entonces y durante casi trescientos años, los sepelios se realiza- situar el momento a partir del cual el lugar de Legaño asume el
rán en el suelo interior de los templos parroquiales (intra eccle- testigo de las funciones sepulcrales, al organizar el Ayuntamiento
siam). En esa larga etapa, que concluye en las primeras décadas del en ese enclave el segundo cementerio extraeclesiástico de Berriz,
siglo XIX, se señala un suceso relevante durante el siglo XVIII: la con el que esperaban superar los inconvenientes de la instalación
renovación física de los espacios cementeriales intraeclesiásticos precedente. Sin embargo, el emplazamiento de Legaño tampoco
con el objetivo de introducir mejoras higienistas. El momento con- satisface finalmente las expectativas, razón por la que promueven
creto en el que se asiste a esa renovación es diferente para cada en 1890 la construcción de un tercer camposanto en una nueva
parroquia vizcaína, y cada una de ellas optará por alguno de los localización; allí se levantara el núcleo original del cementerio que
dos modelos que protagonizan el proceso: encajonados o entari- sigue utilizándose en la actualidad en el municipio.
mados (Ibarra 2004). En esa secuencia biográfica, tal y como comentábamos más
En el caso de Berriz, y en comparación con lo que se constata arriba, hay todavía muchas zonas oscuras que conviene iluminar,
para otras iglesias vizcaínas, la renovación de las sepulturas de la no sólo por lo que atañe al caso particular de Berriz, sino también
parroquial se acomete en una fecha tan tardía como el año 1798. al conjunto del territorio vizcaíno, cuya historia cementerial no
Las condiciones de la obra las firmó Francisco Javier de Capelastegui, difiere, en sus hitos fundamentales, del esquema narrado. Actuar
proponiendo un modelo de encajonado que ya había sido ensaya- arqueológicamente en el enclave de Legaño permitía sumar nuevas
do con anterioridad en las dos parroquiales de Elorrio (Purísima y valiosas informaciones al proceso de reconstrucción histórica de
Concepción y San Agustín de Etxebarria) o en la de Abadiño. Dicho esa particular parcela de nuestro pasado, y no podíamos permitir-
modelo incorporaba la novedad de cubiertas de madera para cerrar nos perder esa valiosa oportunidad.
los cajones sepulcrales. Desconocemos si la obra llegó finalmente Nuestro texto, tal y como queda avanzado ya en las líneas
a ejecutarse, puesto que la iglesia de San Juan Evangelista de anteriores, se centrará en la etapa final de ese largo proceso de
Berriz no ha sido objeto de evaluación arqueológica hasta el localizaciones cementeriales que tuvo Berriz a lo largo de sus his-
momento presente, con lo que no es posible corroborar tal extre- toria, aquella que tiene lugar durante el siglo XIX y uno de cuyos
mo, pero las fuentes escritas refieren algunos problemas surgidos actos se desarrolla en los terrenos al pie del monte Legaño.
con el rematante sobre la ejecución de la obra, situación que sus- Expondremos en tal sentido las evidencias que fueron documenta-
cita dudas a ese respecto. das durante la campaña arqueológica del año 2011, organizadas
La primera década del siglo XIX supone para Berriz, como para casi en dos grandes bloques temáticos. Por una parte, los restos
todos los restantes municipios de la provincia, una nueva etapa cemen- arqueológicos, que nos permitirán definir las características básicas
terial, la tercera y última en la secuencia conocida hasta el momento del espacio sepulcral construido en el emplazamiento, las modali-
respecto a los lugares de inhumación. En el año 1811 se inaugura un dades funerarias adoptadas en el mismo y las nuevas actitudes
camposanto externo, como materialización de las disposiciones oficia- ante lo funerario que se desprenden de la organización y localiza-
les que, desde finales del siglo XVIII, prohibían los enterramientos en el ción de esa instalación cementerial. Ofreceremos además una
interior de los templos y obligaban a inhumar en cementerios construi- interpretación posible para esos restos, de conservación parcial en
dos en lugares bien ventilados y alejados de las casas de los vecinos. A muchos casos, que habrá de entenderse a modo de avance reflexi-
partir de ese momento, y tras un corto periodo de alternancia en los vo, porque estamos muy alejados todavía de haber obtenido una
enterramientos entre dicho camposanto y el interior de la iglesia, comprensión cabal de la biografía del cementerio de Legaño.
motivada por cuestiones de tradición y arraigo de la feligresía a lo que Los restos antropológicos, por su parte, compondrán el segundo
había sido la práctica inhumatoria imperante hasta la fecha, los sepe- bloque de nuestro relato. Si bien las características del subsuelo no son
lios dejan de practicarse definitivamente en el suelo del templo y pasan favorables a la conservación de las evidencias óseas, los pocos indivi-
a realizarse en el exterior del mismo. duos que han sido recuperados y estudiados ofrecen informaciones de
En esta etapa de enterramientos extraeclesiásticos, que se interés a nivel histórico, circunstancia que obligará sin duda a proyectar
prolonga aún en la actualidad, podemos señalar una primera fase una nueva mirada sobre las posibilidades que aún quedan por explorar
de inhumaciones en el camposanto habilitado para 1811 en un y conocer en el camposanto municipal de Legaño.
extremo del pórtico de la iglesia parroquial de San Juan Evangelista,
que estuvo en uso hasta la década de los sesenta del siglo XIX. La
9 Archivo Foral de Bizkaia. Sección Administración de Bizkaia. Fondo:
escasa información referida a esta primera instalación cementerial Régimen municipal y urbanismo. Signatura AR-00083/017
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2. BASES ARQUEOLÓGICAS Y DOCUMENTALES


PARA CARACTERIZAR EL ESPACIO
CEMENTERIAL DE LEGAÑO

2.1. L a construcción del segundo camposanto


extraeclesiástico de Berriz: el exilio de los
muertos

Las fuentes textuales municipales no aclaran las razones que


justificaron la elección del paraje de Legaño, en la segunda mitad
del siglo XIX, para instalar un nuevo cementerio extraeclesiástico
para Berriz. Sin embargo, es posible adivinar algunas de ellas.
Resulta sin duda importante el hecho de que allí existiera una
ermita bajo la advocación de San Pedro Apóstol, porque esa elec-
ción viene a materializar de algún modo lo dispuesto en el aparta-
do tercero de la Real Cédula de Carlos III de 3 de abril de 1787,
relativa al restablecimiento de la disciplina de la Iglesia en el uso y
construcción de cementerios:”se harán los cimenterios fuera de las
poblaciones, siempre que no hubiere dificultad invencible ó gran-
des anchuras dentro de ellas, en sitios ventilados e inmediatos á las
Parroquias, y distantes de las casas de los vecinos; y se aprovecha-
rán para capillas de los mismos cimenterios las ermitas que existan
fuera de los pueblos, como se ha empezado á practicar en algunos
con buen suceso” (Novísima Recopilación 1805, 18).
El emplazamiento de Legaño reunía, sin duda, todas esas
Figura 2. Ortofoto de Berriz indicando el emplazamiento del cementerio de Legaño
condiciones (fig. 2). Aún hoy en día, a pesar del importante creci-
miento urbanístico registrado por el municipio entre la parroquia y
el barrio de Olakueta, el paraje situado al pie del monte Legaño se
mantiene relativamente aislado, separado por la corriente del arro- documentalmente la presencia de un edificio bajo tal advocación al
yo Oka de las zonas residenciales más inmediatas, e inmerso en menos desde principios del siglo XVII y hasta el año 1793. Durante
una zona boscosa. Por otra parte, se situaba en relativa proximidad la Visita pastoral de julio de este último año, se deja constancia de
a la iglesia parroquial de San Juan, donde se continuaba realizando que la ermita fue inspeccionada y su fábrica se encontró decente10.
una parte muy importante del rito funerario, si bien la topografía No se hallaba por tanto en la situación ruinosa de las ermitas de
en pendiente que separa ambos emplazamientos podía imponer San Jorge de Amezua, San Fausto de Aranguren y San Martín de
algunas dificultades al traslado del cadáver y a la cómoda itinera- Lasuen, cuya demolición fue decretada en esa misma Visita. Sin
ción de la comitiva fúnebre. embargo, teniendo en cuenta tal circunstancia, resulta curioso que
La presencia de la ermita de San Pedro en el paraje podía a partir de esa fecha no vuelve a recogerse ninguna mención a la
resultar de interés desde un punto de vista simbólico. Si bien el ermita tanto en la documentación eclesiástica (Visitas de los años
posible estado ruinoso de la construcción, como señalaremos a 1829 y 1847), como en la municipal. Ese silencio de las fuentes
continuación, no parece que le permitiese desempeñar esa función creemos que debe interpretarse como el abandono del edificio, por
de capilla que reservaban para estos edificios en el Real Cédula de causas que nos resultan del todo desconocidas, y como una etapa
1787, ofrecía para los sepelios un lugar con una vinculación clara- en la que su fábrica, a consecuencia de dicho abandono, tuvo que
mente religiosa. Esa característica podía ser interpretada por la sufrir un deterioro progresivo y notable.
mentalidad popular de la época como un enterramiento casi en Este conjunto de circunstancias: lugar retirado y aislado, dedi-
sagrado. cación religiosa, titularidad municipal del edificio y estado ruinoso
Aparte de su alejamiento de poblado, la dedicación de la ermi- de la construcción, posibilitaron seguramente su elección en la
ta de San Pedro a usos sepulcrales tuvo que verse propiciada, tanto segunda década del siglo XIX como lugar apropiado para instalar
por la titularidad municipal del solar donde se levantaba el edificio, el nuevo cementerio municipal de Berriz. Además, las ruinas exis-
acreditada en el inventario de 1913, que permitía al Ayuntamiento tentes podían ser libremente remodeladas para adecuarlas a su
aprovechar el uso del mismo, como por el estado ruinoso en el que futura función sepulcral, y utilizadas como cantera de aprovisiona-
suponemos se encontraba por entonces dicha ermita. Y decimos miento del aparejo necesario para la nueva obra.
que suponemos, porque a este respecto las informaciones textuales
disponibles no aclaran esta particular cuestión.
A través de la consulta de los libros de cuentas e inventario de 10 Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia/Bizkaiko Elizaren Histori Artxiboa.
la ermita de San Pedro Apóstol, y de los libros de fábrica de la Cuentas, visitas y asuntos relacionados con aportaciones económicas de
los patronos para la fábrica de la parroquia de San Juan Evangelista de
parroquia de San Juan Evangelista de Berriz, es posible constatar Berriz, 1700-1882. Folio 57v. Signatura 0576/001-00
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Ese estado ruinoso del edificio explicaría sin duda la profunda cuyas jambas se organizaban con material arenisco de labra sillar
transformación que parece haber sufrido la fábrica de la ermita (fig. 4). En el tramo oriental del muro sur se localiza un vano de
para transformarla en cementerio. Hemos intentado realizar una iluminación también con labra sillar, que presenta derrame al inte-
lectura estratigráfica de los alzados de los paramentos interiores de rior y exterior (fig. 5). El material de ambos vanos podemos inter-
los muros actualmente conservados en el enclave, con el fin de pretarlo como reutilizado de la antigua ermita, en especial el de
reconocer en ellos restos originales de la ermita de San Pedro. iluminación, puesto que no cumple función alguna en la construc-
Aprovechamos para ello la oportunidad que brindaba la actuación
arqueológica acometida en las ruinas en 2011, puesto que los
muros fueron despejados en casi todos los casos hasta el nivel de
cimentación, salvo en lo que se refiere al cierre occidental, sólo
liberado en su base de manera parcial. El resultado, sin embargo,
resultó infructuoso del todo11.
No nos fue posible localizar tramos de muro, con cierto desa-
rrollo longitudinal o vertical, en los que pudieran identificarse ras-
gos constructivos comunes o parecidos, con la excepción de zonas
muy puntuales, como por ejemplo en el ángulo suroeste de la base
de la edificación. Había piezas del aparejo -sillarejos en arenisca
principalmente-, que presentaban características de labra muy
similares, un rasgo distintivo que hubiera permitido poner a tales
piezas en relación constructiva, si no se diera el caso de que dichos
sillarejos se encuentran distribuidos de manera aleatoria por distin-
tos puntos de los alzados conservados.
Solamente en la base del cierre occidental se localizó un resto Figura 3. Fábrica “atrapada” en la base del cierre oeste de la tapia del
constructivo que parecía fosilizar una obra antigua, que se encontra- cementerio de Legaño, que fosiliza la localización del límite
septentrional de la ermita de San Pedro Apóstol
ba “atrapada” entre un aparejo de mampostería muy modificado
(fig. 3). Dicha fábrica se proyectaba perpendicular con orientación
este-oeste, y podía interpretarse como el límite máximo de extensión
septentrional de la construcción que sirvió de ermita los siglos XVII y
XVIII. De resultar esa interpretación viable, y corresponder también la
obra del ángulo suroeste de las actuales ruinas con la ermita, ese
edificio hubiera tenido una anchura de 7 metros aproximadamente.
Carecemos de datos por el momento para aproximar su longitud.
Los vestigios documentados nos permiten suponer que los
operarios del siglo XIX demolieron al menos el muro norte, vacia-
ron su cimentación, y buscaron un emplazamiento algo más sep-
tentrional para levantar el nuevo cerramiento de sustitución.
Ganaron con el traslado tres metros de anchura, obteniendo un
recinto con una planta ligeramente cuadrangular de 11,50 x 10,50
metros. Dicho recinto se complementaba e intercomunicaba, al
norte, con una estancia rectangular de menor dimensión (3,70 x
2,80 metros, con eje mayor este-oeste). Esta estancia menor cum-
plió funciones de capilla, de acuerdo con la identificación que hace Figura 4. Obra de sillería en la jamba norte del ingreso al cementerio de
de ella el inventario municipal de 1913. Legaño
Si exceptuamos los sillarejos antes mencionados, posiblemente
reaprovechados de la fábrica de la ermita, y las piezas con labra
sillar parcial que están incluidas en las esquinas exteriores de la
construcción, ordenadas a soga y tizón, todo el aparejo se compo-
ne con mampostería ordinaria, en la que se incluye mucho material
rodado, que pudo haber sido tomado de las riberas de la inmedia-
ta corriente del río Oka.
El ingreso al espacio así construido se lograba a través del
hueco abierto en el cierre oeste del pequeño recinto de la capilla,

11 Esta labor de lectura e interpretación de las arquitecturas cementeriales


que se conservan alzadas en el lugar de Legaño, y a pesar de los pobres
resultados obtenidos hasta la fecha con el primer acercamiento, está lejos Figura 5. Ventana, aparejada en sillería, en el cierre meridional de la tapia del
de haberse completado. cementerio de Legaño, vista desde el exterior
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ción en la que se integra. Desconocemos cuál pudo ser la ubicación también que la comunión entre vivos y muertos debió de ser total,
antigua de estos elementos, puesto que la fábrica conservada no con memoria y recuerdo constantes de los fallecidos.
aporta pistas a ese respecto. Por ello, como dejamos ya anotado, sacar los muertos al exte-
El actual estado de ruina de la construcción, y el hecho de que rior de la iglesia en 1811 no fue un suceso que se lograra sin
el solar se dedicó posteriormente a usos hortelanos, con lo que tuvo oposición por parte de la feligresía, lo que se manifestó durante los
que ser liberado de escombros, tampoco nos permite conocer si este primeros años en una alternancia de las inhumaciones entre las
recinto cementerial estuvo dotado de algún tipo de cubrición, bien viejas sepulturas del interior de la parroquia y el nuevo cementerio
total, bien parcial. Los muros conservados no ofrecen evidencias a habilitado al exterior, dispuesto en el pórtico del edifico parroquial
este respecto, si bien algunos de ellos apenas conservan la mitad de San Juan Evangelista. Esta localización del primer cementerio
inferior de su alzado. En ellos, el mampuesto aparece colocado siem- extraeclesiástico, permitió que lo funerario continuara siendo un
pre a hueso, lo que fragiliza los muros si quiere techarse un recinto aspecto presente para los habitantes de Berriz, puesto que el recin-
de esas dimensiones, sin recurrir a soportes distribuidos sobre la to estaba directamente vinculado a uno de los edificios protagonis-
planta. En este sentido, en el tercio oeste del recinto principal del tas de la vida municipal y resultaba visible para todo aquél que
cementerio, en una posición media, se documentó la presencia de un acudiera a los oficios religiosos o frecuentara los espacios comunes
corte en el subsuelo de forma cuadrangular (0,50 metros de lado), de ocio y esparcimiento asociados al entorno de la parroquia.
con los ángulos redondeados y de 0,70 metros de profundidad. Estas Elegir el paraje de Legaño para instalar el segundo cementerio
características formales permiten asimilar dicho corte con un agujero extraeclesiástico de Berriz supuso desterrar a los muertos lejos del
de poste. No se han detectado evidencias similares en otros puntos contacto diario con los vivos. La localización no queda a mucha
del cementerio, con lo que no podemos concluir nada sobre el posi- distancia de la parroquial, pero se instala en una zona alejada de
ble techado del camposanto. los lugares poblados y de los centros de reunión y actividad social.
A este respecto, plantearíamos ciertas dudas para la estancia El lugar donde descansan los muertos ya no puede ser contempla-
menor. Adosada a la zona media del paramento interior de su cierre do cuando se acude a la iglesia o se hace uso de los espacios
norte se documentó una estrecha base de cimentación de forma rec- asociados a ella. Por el contrario, la ubicación del cementerio en
tangular (1,70 x 0,50 metros), que pudo servir de apoyo a algún tipo Legaño obliga a un desplazamiento expreso hasta el nuevo lugar
de altar (Figura 6). En ese caso, una pequeña cubrición hubiera preser- que se ha reservado para los sepelios. Por otra parte, el carácter
vado esa zona del cementerio de las inclemencias meteorológicas. boscoso del nuevo emplazamiento tampoco permite tener el
El recinto que logran en la segunda mitad del XIX para este cementerio como referencia visual directa en el paisaje municipal.
cementerio de Legaño y el emplazamiento que eligen para el Sin embargo, esta nueva actitud ante lo funerario no se limita
mismo, está sin duda evidenciando cambios importantes en los sólo al exilio de los muertos. La instalación que se habilita al efec-
comportamientos funerarios de los habitantes de Berriz. Cuando se to, los aísla en un recinto cerrado por altas tapias12. Y esta situación
construye el cementerio, apenas han pasado cincuenta años desde se produce, como decimos, en un periodo de menos de cincuenta
el momento en el que los enterramientos dejaron de practicarse en años y sin que se registre en los documentos signo alguno de
el interior del recinto parroquial, donde habían convivido vivos y oposición al suceso, reproduciendo las protestas que se sucedieron
muertos al menos durante trescientos años. Una convivencia que, al tiempo del traslado de los enterramientos del interior al exterior
sin duda, y vista con los ojos actuales, debió resultar incómoda y de la iglesia parroquial. Quizá las medidas higienistas que se bus-
plagada de inconvenientes para la feligresía. Durante muchos años caban con el alejamiento de los cementerios respecto a los lugares
los suelos de las iglesias fueron irregulares, al verse socavados poblados, en un siglo especialmente presidido por las altas tasas
continuamente por los sepelios, mostrando además a los fieles de mortalidad, calaron finalmente en una población que, tradicio-
algunos de los restos óseos que se contenían en los rellenos sepul- nalmente, había hecho del proceso inhumatorio algo habitual en
turales recién henchidos. Sumemos a ello el hedor provocado por sus vidas.
los cuerpos en putrefacción en el interior de las tumbas. Cierto
2.2. O
 rganización cementerial y tipologías
funerarias: la descripción de las evidencias

Los enterramientos se efectuaron en toda la superficie de


terreno acotada como cementerio por el muro perimetral, sin
embargo, no adoptaron formas similares en los dos recintos en los
que quedó organizado el camposanto, ni todo el espacio inicial-
mente disponible para usos funerarios parece haberse utilizado de
forma simultánea.
Si centramos inicialmente nuestro análisis y descripción en el
recinto más amplio de los dos que conforman el cementerio de

12 “En el artículo 3º de la circular de junio de 1804, se previno que los


cementerios deben estar cercados de tapias en la altura suficiente para
impedir que puedan entrar en ellos personas o animales capaces de causar
Figura 6. Base de cimentación para un posible altar, construida contra el muro alguna profanación opuesta al honro con que deben ser tratados los
que cierra por el norte la capilla, en su zona media cadáveres” (Molins 1885 , 28)
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CONSTRUIDO Y ACTIVO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 89

Legaño, podemos distinguir dos sectores claramente


diferenciados, tanto por el tipo de sepultura que acogía
a los difuntos, como por la orientación en la que se
dispusieron los cuerpos (fig. 7).
Un primer sector de inhumación en este recinto
principal quedó organizado al norte, sobre la franja de
superficie que ganó el cementerio respecto a la planta
original de la ermita. En esa zona, las sepulturas se
encajonaron en piedra, según un modelo heredado del
programa de renovación de los cementerios parroquia-
les intraeclesiásticos vizcaínos del siglo XVIII.
La excavación arqueológica documentó, en des-
igual estado de conservación, cuatro sepulturas cons-
truidas en obra, que ocupaban la zona media de ese
sector norte del cementerio, limítrofes por tanto con el
recinto más pequeño de la capilla (figs. 7 y 8). Estaban
orientadas en sentido norte-sur, y definían huecos rec-
tangulares de 2 metros de longitud, 0,65 metros de
anchura y 0,95 metros de profundidad, aproximada-
mente. Dos muros paralelos en sentido este-oeste, de
0,40 metros de anchura, formaban los límites frontales
de los cajones, mientras que la definición del hueco y
ancho de cada tumba quedaba reservado a muros
norte-sur, de 0,30 metros de anchura, organizados de
manera paralela entre sí.
Constructivamente, estos muros componían su
Figura 7. Plano con la organización general del cementerio de Legaño y distribución de las
alzado con dos fábricas diferenciadas. La inferior, que sepulturas en fosa correspondientes al nivel superior de enterramientos
comprendía la mayor parte de la altura total, se apare-
jaba en mampostería ordinaria de material arenisco, con inclusión
de algunas piezas rodadas, trabando toda la obra con sedimento
arcilloso (fig. 9). Si bien la estructura pudo levantarse de manera
unitaria, los muros resultan independientes entre sí, quedando los
que se orientan norte-sur apoyados en el volumen de los que se
disponen este-oeste.
La parte superior del alzado, por el contrario, se realiza a partir
de piezas areniscas de variable longitud, con labra sillar en alguna
de sus caras (fig. 9). Los remates de los muros este-oeste presentan
dicho tipo de talla en la cara superior, en la frontal que mira al
interior de las sepulturas y en las laterales que contactan con los
otros bloques que construyen el remate del muro. Las restantes
caras, incluida la inferior, que asienta sobre el muro de mamposte-
ría subyacente, se muestran irregulares.
Figura 8. Vista general de las sepultura encajonadas en piedra que ocupaban
En los muros norte-sur, por su parte, esas piezas del remate el tramo central del sector norte del cementerio de Legaño
exhiben labra sillar en la cara superior y en todas las laterales. En sus
bordes longitudinales superiores presentan rebajes en ángulo recto
entrante de 90 milímetros de lado y 50/60 milímetros de base. Esto
es así en los dos muros norte-sur que ocupan el centro de la estruc-
tura, mientras que, en los muros extremos, al este y oeste, dicho
rebaje sólo se aprecia en el lateral que mira al interior de las sepul-
turas. Los rebajes cumplen la función de recibir las cubiertas y man-
tenerlas enrasadas con la cota superior de la obra que define la
estructura encajonada, actuando el conjunto sepultural como un
pavimento firme y nivelado para este sector del cementerio.
A esa descripción general tenemos que añadir algunas matiza-
ciones puntuales. De las cuatro sepulturas conservadas, la que
ocupa la posición más oriental carece del cierre que definía por el
Figura 9. Organización constructiva de los muros de la estructura encajonada,
este el hueco de la tumba. Por otra parte, para ese límite ausente, con una base de mampostería rematada por piezas con labra silla
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no se ha constatado una obra de mampostería en el subsuelo que


le sirviese de apoyo, si bien la exploración no ha alcanzado en ese
punto cotas muy profundas, donde pudiera quedar algún resto de
tal obra (fig. 10).
Una situación parecida se constata también en el límite occiden-
tal de la sepultura que queda al oeste. En esta zona, el remate de
sillería asienta sólo de manera parcial sobre una obra de mamposte-
ría en el subsuelo, visible en el interior del hueco sepultural que
ayuda a definir. Al exterior, por el contrario, faltan los mampuestos
que hubieran asentado el peso de la pieza de sillería cimera en ese
punto de la construcción, con lo que parte de su volumen descansa
sobre el sedimento arcilloso acumulado en el ángulo noroeste de la
estancia principal del cementerio (fig. 11). Señalemos además que,
formalmente, la pieza que compone con su longitud casi todo el
desarrollo de la parte sillar de ese cierre occidental, adopta un dibu-
jo marcadamente trapezoidal en planta, con valores que alcanzan los
0,40 metros de anchura en su extremo norte.
Dos de las sepulturas estaban cerradas por sus cubiertas (fig. 12).
Se componía cada una de ellas con tres losas areniscas. Dos losas
en los extremos, con similar dimensión (0,75 x 0,69/0,70 metros).
La tercera losa ocupaba la posición central, registraba el menor
tamaño del conjunto (0,75 x 0,50 metros) y estaba provista, en su
zona media, de una perforación de forma rectangular (75 x 23
milímetros) con su eje longitudinal en sentido este-oeste. Su fun-
Figura 10. Vista en planta del cajón o sepultura encajonada más oriental, con ción, permitir mediante el uso de una llave o palanca tanto la
ausencia de su límite estructural al este apertura de la sepultura, al facilitar la retirada de la pieza media y
proporcionar un amplio hueco desde el que manipular las dos losas
restantes de la cubierta, como su cierre, una vez posicionadas en
su lugar las losas de los extremos.
En dos de las losas de estas cubiertas, así como en una de las
piezas sillares del muro que define por el sur la estructura funeraria, se
documentó la presencia de perforaciones circulares, de unos 60 milí-
metros de diámetro, que atravesaban el espesor de la piedra (fig. 13).
La posición de las perforaciones, que no parecían cumplir utilidad
alguna en el lugar en el que se encontraban, y la forma de las mismas,
con sección bitroncocónica, parecen indicar la reutilización en la estruc-
tura funeraria de piedras que portaban ya tales agujeros.
Su procedencia podemos situarla en el propio yacimiento. La
Figura 11. Alzado de la cara exterior del cierre oeste de la sepultura más construcción de los cajones sepulcrales obligó a excavar el subsue-
occidental de la estructura funeraria lo del emplazamiento hasta alcanzar la profundidad deseada para
la obra. Dicha excavación localizó accidentalmente los elementos
pétreos con los que estaban construidas las sepulturas de un
cementerio medieval que había ocupado este mismo enclave de
Legaño, y que habían permanecido ocultos durante siglos bajo
gruesas capas de sedimento. Entre las piezas desenterradas desta-
carían sin duda las cubiertas de ese cementerio medieval, algunas
de ellas correspondientes a grandes losas monolíticas de arenisca,
que estaban caracterizadas por la perforación circular que tenían
en la zona central de la cabecera, tal y como ha puesto al descu-
bierto en los sectores oriental y meridional del yacimiento, donde
la necrópolis medieval conservaba intactos sus referentes formales.
Esas cubiertas, por su tamaño y grosor, fueron contempladas
seguramente como un material adecuado para tallar la parte sillar
de la estructura encajonada del cementerio decimonónico, logran-
do así un ahorro en los costes económicos de ejecución, a pesar de
que en alguna de las piezas resultantes debería conservar el orificio
Figura 12. Sistema de triple losa de arenisca, con perforación en la central,
para cierre de los cajones funerarios de las cubiertas medievales. De ese reaprovechamiento de material
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pétreo de la necrópolis medieval en la construcción del siglo XIX,


da cuenta también una estela discoidea en arenisca, decorada con
un relieve de dientes de sierra, dos de cuyos fragmentos fueron
utilizados como mampuestos en los muros de la estructura funera-
ria decimonónica (fig. 14).
Las sepulturas de la estructura encajonada son tumbas anóni-
mas, al menos en su aspecto actual y para quienes visualizamos
hoy sus restos. Sobre las losas de las cubiertas no se registra signo
distintivo alguno que las singularice entre sus iguales. En este
sentido, resultan herederas de las sepulturas del cementerio enca-
jonado que se promueve en el interior de la parroquia de San Juan
Evangelista a fines del siglo XVIII, al tiempo que transmiten ese
mismo carácter a sus sucesoras en el camposanto construido en la
localidad a fines del siglo XIX.
También son anónimos los enterramientos que utilizaron la Figura 13. Perforaciones circulares en distintas piezas de la estructura sepulcral
encajonada, cuya forma y posición delatan su presencia en el
restante superficie del recinto principal del cementerio de Legaño, material utilizado para labrar aquellas
esto es, entre las sepulturas encajonadas y el muro meridional de
la tapia de cerramiento. Dicha superficie aparece ocupada por
inhumaciones que han sido realizadas directamente en la tierra,
excavando una fosa al efecto y colocando en su interior el difunto.
Esta parte del cementerio registra aún una evaluación arqueo-
lógica parcial, puesto que sólo se han retirado las cotas más super-
ficiales de la estratigrafía, salvo en algún sector concreto del
recinto donde se alcanzó mayor profundidad para resolver algunas
cuestiones puntuales relacionadas con la comprensión del recinto
cementerial. Sin embargo, las evidencias documentadas apuntan a
la presencia de dos niveles de enterramientos, diferenciándose
cada uno de ellos, principalmente, por la orientación en la que se
disponen los cuerpos.
El nivel inferior de enterramientos, al menos en los dos puntos
donde ha sido evaluado, situados ambos en la zona occidental del
cementerio, muestra los cuerpos ordenados en un eje norte-sur,
similar por tanto al que se sigue en las sepulturas encajonadas.
En el nivel superior, los enterramientos adoptan mayoritariamen-
te una orientación que podemos definir como este-oeste (fig. 7).
Figura 14. Fragmento de una estela discoidea con decoración de dientes,
No se constata una ocupación organizada del amplio espacio dis- reutilizada como material constructivo en los muros de los cajones
ponible para las inhumaciones. Al contrario, comprobamos una sepulcrales
densificación de los sepelios hacia la mitad oeste del recinto, con
amplios claros entre sepulturas en la mitad oriental y sectores
donde la ocupación es mínima o inexistente. Destaca, en este
sentido, el conjunto de enterramientos que se suceden casi sin
solución de continuidad junto al muro oeste del cementerio, en una
apretada concentración que no se reconoce en otros puntos del
recinto. Una acumulación tan puntual quizá esté revelando un pico
de mortalidad relacionado con algunos de los sucesos epidémicos
que asolaron el territorio municipal a lo largo del siglo XIX, situa-
ción que pudo obligar a adoptar medidas excepcionales en el uso
del espacio cementerial en las etapas finales del mismo.
Lo que resulta general para todas las tumbas de este cemente-
rio, con independencia de si están encajonadas en piedra o se trata
de simples fosas abiertas en la tierra, es la preferencia por los
enterramientos en ataúd de madera. Salvo esta anotación, es poco
lo que se puede aportar sobre las características físicas de tales
contenedores, puesto que el estado de conservación en el que
aparecen apenas garantiza el hecho de reconocer su presencia. La
alta acidez del suelo arcilloso y la elevada humedad de un terreno
Figura 15. Restos lignarios de un ataúd, con evidencias de un forro exterior
inmediato a un curso fluvial, no son condiciones favorables para decorado con pasamanerías de hilo de cobre y sujeto con tachuelas
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una buena conservación de los restos lignarios. Aun así se ha cons- Similar suerte han corrido otras evidencias, cuya conservación no
tatado la presencia de ataúdes forrados externamente con tela, se ve favorecida por las condiciones del medio en el que se encuen-
que se embellecen con pasamanerías sujetas a las tablas mediante tran enterradas. Tal es el caso de todos los componentes referidos a
tachuelas de cobre (fig. 15). ajuares funerarios y mortajas, de los que apenas se conservan mues-
tras residuales, que resultan poco significativas e informativas respec-
to a las características de los elementos originales.
El recinto principal del cementerio de Legaño no es el único
espacio con funciones inhumatorias, puesto que éstas también se
han reconocido en el recinto menor, el que suponemos fue cons-
truido como capilla. Y al igual que sucede en el recinto principal,
también aquí se contemplan dos realidades funerarias distintas en
cuanto al tipo de sepultura utilizada para los sepelios.
El lugar central de ese espacio está ocupado por una tumba
aparejada en piedra caliza, que se instala en el eje central del
recinto, tendida norte-sur entre el banco de cimentación que sopor-
tó un posible altar adosado al muro norte de la estancia, y la
estructura que cierra por el norte la obra de sepulturas encajonadas
(figs. 7, 8 y 16). Constructivamente no tiene nada que ver con las
otras sepulturas de obra del cementerio, puesto que cada uno de
los laterales de esta sepultura se componen a partir de una única
Figura 16. Sepultura construida con placas calizas que se instala en el eje pieza rectangular, de igual manera que el fondo y la cubierta. Las
central de la capilla del cementerio de Legaño piezas de los lados cortos apoyan sobre los bordes de las longitu-
dinales, y todas ellas abrazan lateralmente la losa del fondo, defi-
niendo un hueco de 1,82 x 0,51 x 0,80 metros. Las líneas de unión
interiores están selladas con mortero de cal, con el objetivo de
conseguir una caja lo más estanca posible. Las placas de caliza
tienen un espesor desigual, con valores que oscilan entre los 45 y
los 70 milímetros. La caja estaba ocupada por un único individuo,
depositado directamente sobre la placa caliza del fondo.
Instalar esta nueva sepultura en un espacio de cabida limitada,
como es el de la capilla, puesto que un tramo del mismo estaba ya
ocupado por el altar, obligó a romper puntualmente la estructura
que cerraba por el norte las sepulturas encajonadas (fig. 17). La
cubierta no mostraba identificación alguna, con lo que resulta
también una sepultura anónima a nuestros ojos.
En los dos sectores de la capilla que quedan entre los muros
laterales y la sepultura que ocupa su eje central, se han documen-
tado inhumaciones en fosas abiertas directamente en la tierra, sin
Figura 17. 
Rotura en el borde exterior del límite norte de las sepulturas
encajonadas del cementerio de Legaño, para encajar en el eje central estructura asociada, ya sea en los laterales, ya en la cubrición (fig.
de la capilla una sepultura construida con placas de piedra caliza 18). Dichos enterramientos no revelan ninguna particularidad res-
pecto a los que también se practicaron en tierra en el recinto
principal del cementerio, con lo que no es posible determinar si
ocupan ese lugar en función de su grado de significación dentro de
la comunidad, o son otras las razones que permiten el uso de dicho
espacio para tales entierros.
No se han documentado vestigios de que tal recinto dispusiera
de algún tipo de pavimento.

2.3. Interpretar el cementerio de Legaño: discusión


de las evidencias arqueológicas y
documentales

Comprender e interpretar las evidencias estratigráficas que


fueron documentadas durante los trabajos de excavación del
cementerio de Legaño no resultan ser tareas fáciles. La arqueología
ha aportado distintos datos sobre sucesos y actividades, pero no
Figura 18. Inhumación practicada en el espacio de la capilla, correspondiente
a una tumba abierta directamente en la tierra ofrece pistas suficientes sobre las relaciones que existieron entre
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todos ellos. La consulta de las fuentes textuales, por su parte, Personalmente, nos inclinamos por la primera de las posibilida-
aporta una débil estructura informativa, en la que los datos des, esto es, las cuatro sepulturas encajonadas sólo representan
arqueológicos no pueden enraizar y afianzarse suficientemente una parte mínima de un conjunto de mayores dimensiones, puesto
para proponer una reconstrucción solvente de la historia del que, a nuestro entender, las evidencias adquieren una mejor com-
cementerio durante sus escasos treinta de años de actividad. prensión si son interpretadas en ese sentido.
La imagen final que obtenemos del cementerio de Legaño nos Basaríamos nuestra interpretación, primeramente, en la anchura
muestra un espacio acotado por un alto muro de mampostería, que del recinto cementerial, que permitiría acoger cuatro sepulturas
engloba dos recintos de distinta dimensión intercomunicados entre encajonadas en el ángulo noroeste de la instalación y otras cuatro en
sí, ambos con dedicación sepultural. Sin embargo, carecemos de el noreste, flanqueando a las cuatro centrales conservadas, con lo
datos para conocer si todo el conjunto funcionó como lugar de que la dotación total de unidades funerarias alcanzaría la cifra de 12.
inhumación de manera unitaria y sincrónica, o si, por el contrario, Añadamos a eso, un rasgo particular que se documenta en la
esa imagen final es el resultado de una ocupación progresiva de la fábrica de los dos tramos de muro que componen el cierre norte del
superficie inicial en etapas diferentes. recinto. Esos tramos presentan una base ligeramente más gruesa
Podemos suponer, aunque sin disponer de argumentos estrati- que el restante alzado superpuesto, de manera tal que se genera
gráficos sólidos que nos sirvan de aval para la hipótesis, que el uso un corto saliente en esas fábricas –entre 90 y 130 milímetros-
funerario de la capilla no formaba parte del plan original del cam- (fig. 19). Su exclusiva presencia en ese sector de la tapia del
posanto. Basaríamos nuestra opinión únicamente en la tipología cementerio y el hecho de que la cota del saliente se enrase aproxi-
tan distinta que se elige para la sepultura que ocupa el lugar cen- madamente con la obra de sillería que compone el encajonado, tal
tral de ese espacio. De haber formado parte del programa inicial, vez encuentre alguna explicación si lo relacionamos con el apoyo
cabría esperar que hubiera sido realizada según el modelo de las de la parte sillar de la estructura funeraria hoy desaparecida, tal vez
sepulturas encajonadas, sirviéndose además del volumen construc- como refuerzo para las losas de la cubierta.
tivo que éstas le ofrecían para conformar su límite meridional, y Sumemos ahora otro argumento de mayor peso si cabe. En los
aprovechando quizá ese suceso para enlosar el suelo de la capilla, ángulos noroeste y noreste de la planta, se constata la presencia
enrasando el conjunto. El hecho de que para instalar la sepultura enterrada de restos discontinuos de una fábrica de mampostería
de caliza rompieran puntualmente la fábrica encajonada, nos pare- que se organizan en sentido este-oeste, y que prolongan hacia los
ce una evidencia circunstancial y menor, puesto que lo que denota límites perimetrales del cementerio el eje del muro que cierra por
dicha rotura, básicamente, es una falta de cálculo respecto del el sur la estructura encajonada, si bien no se establece ningún tipo
espacio disponible. Esa misma rotura se podría haber producido en de contacto físico entre todos ellos. Los restos de dicha fábrica son
el caso de que la sepultura de caliza y el encajonado compartieran muy claros en el sector noroeste, tanto por el número de mampues-
la misma cronología de construcción. tos conservados en dicha posición, como por la altura que alcanzan
La ocupación del restante espacio de la capilla para enterra- los ejemplares que todavía se mantienen superpuestos, que igua-
mientos en fosa simple, suponemos que tuvo que conseguirse en lan en cota al muro que limita al sur la estructura encajonada
un momento posterior. Al estar desprovistas éstas de cualquier conservada (fig. 20). Hacia el este, los mampuestos presentes tie-
elemento rígido que actuara de cubierta, la excavación del suelo nen un carácter puramente testimonial, porque el número de
para los sepelios en la zona inmediata al ingreso provocaría segu- ejemplares es muy escaso. Sin embargo, resaltamos positivamente
ramente serios problemas para el tránsito. Por otra parte, instalar su disposición alineada en sentido este-oeste, así como la superpo-
la sepultura de caliza en el centro de la capilla supuso, probable- sición que mantienen algunos de ellos (fig. 21).
mente, abrir un hueco importante, lo que hubiera provocado la Parece difícil asociar estas fábricas enterradas en los ángulos
alteración de los enterramientos allí instalados, una circunstancia noreste y noroeste del cementerio con una obra correspondiente a
que no se ha constatado. un programa constructivo inacabado, puesto que ni siquiera que-
En lo que respecta a la estancia principal del cementerio, nues- dan trabadas al tramo de muro que limita por el sur la estructura
tra situación es similar, al carecer también de argumentos estrati- encajonada. Por el contrario, su imagen nos sugiere más bien la de
gráficos y documentales que nos apoyen en la tarea de ordenar una estructura que ha sido desmontada en desigual medida.
coherentemente la serie de sucesos constatados. Una circunstancia Frente a estos vestigios, que pudieran reclamar un límite meri-
que se manifiesta de manera acusada en la interpretación de la dional para la parte del encajonado no conservado, hay que señalar
estructura encajonada que ocupa actualmente la zona media del que no se han recuperado en el subsuelo evidencias estratigráficas
sector norte del cementerio. o restos materiales de muros perpendiculares (norte-sur) que deli-
Las evidencias asociadas a ella parecen indicar que dicha mitasen diferentes unidades funerarias en aquellos sectores sobre
estructura pudo tener una mayor extensión que la actual, que los que suponemos quedó extendida la estructura encajonada y
prolongaría ese tipo de sepulturas construidas en piedra hasta para la que no disponemos actualmente de referentes en superfi-
alcanzar los muros laterales este y oeste del camposanto. Los pro- cie.
blemas surgen al determinar si esa hipótesis llegó a materializarse Tal ausencia resulta cuando menos curiosa, si tenemos en
en algún momento de manera completa, y todo el sector norte del cuenta que, en los citados sectores, y en especial en el del noroes-
cementerio dispuso de tumbas encajonadas, o, por el contrario, la te, que es el único completamente evaluado a día de hoy, se docu-
idea pudo formar parte del proyecto constructivo inicial, pero no mentaron enterramientos dispuestos en sentido norte-sur. El inte-
alcanzó a completarse por razones desconocidas, siendo las sepul- rés de tales enterramientos radica en el hecho de mostrar una
turas del tramo central las únicas que pudieron realizarse. ocupación regular del espacio, una perfecta disposición paralela
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entre ellos, y estar acostados en cotas similares a la profundidad


que se constata para los enterramientos de las sepulturas encajo-
nadas (fig. 20). Esa cuidada y ordenada distribución de los cuerpos,
a nuestro entender, parecía reclamar algún tipo de dispositivo
funerario que la hubiera favorecido, ya fuera sólo a nivel superficial,
ya se prolongara mediante alguna obra en el subsuelo.
Explicar esa falta de tabiques divisorios norte-sur en los ángu-
los noroeste y noreste del recinto principal del cementerio, es la
parte en la que nuestra hipótesis resulta más comprometida.
Parece difícil argumentar un proceso de desmantelamiento de la
estructura funeraria que incida de tal manera en el subsuelo que
Figura 19. Engrosamiento de la fábrica en la base del cierre norte del recinto logre retirar todos los mampuestos de los medianiles, hasta elimi-
principal del cementerio de Legaño
nar cualquier vestigio de su anterior presencia, en un suceso que
no encuentra su reproducción en el cierre este-oeste, cuyo desmon-
te resultó parcial finalmente. El hecho de no constatar otro tipo de
evidencias, como aquellas que pudieran haberse originado con
ocasión de la retirada de las fábricas medianeras y su posterior
relleno con sedimento para estabilizar la zona, no supone dificulta-
des interpretativas añadidas. Durante todo el proceso de excava-
ción del enclave de Legaño, tanto en lo que respecta al cementerio
del siglo XIX, como en lo que atañe a la necrópolis medieval, ha
quedado patente la extrema dificultad (imposibilidad en la mayor
parte de las ocasiones) de detectar evidencias de corte y relleno,
allí donde los sedimentos que han sido utilizados para anular tales
evidencias presentaban similares características compositivas al
terreno en el que fueron abiertas.
Figura 20. Restos de una estructura constructiva este-oeste que se localiza Para solventar esta dificultad, cabría plantear la posibilidad de
enterrada en el subsuelo, en el ángulo noroeste (NO) del recinto que las cajas sepulcrales carecieran de cierres medianeros de obra
principal del cementerio de Legaño.
en el subsuelo, siendo responsabilidad de las piezas sillares y de las
cubiertas encajadas en ellas, el dibujar cada uno de espacios fune-
rarios individuales. Esta estructura superficial pudo quedar apoyada
directamente en la arcilla del lugar. Quizá ese fue el caso de la
pieza sillar que se encuentra actualmente ausente en la sepultura
oriental de la estructura conservada, para la que no se ha consta-
tado una obra de mampuesto subyacente que sustentase su peso.
La presencia de muros en el subsuelo en las sepulturas centra-
les conservadas, podría justificarse por su propia localización, al
mostrar una acusada exposición al tránsito de cuantos acceden al
cementerio, puesto que se sitúan inmediatas al ingreso y a la capi-
lla, constituidas en sector de paso obligado hacia cualquier punto
del cementerio. Quizá los muros en el subsuelo busquen dar esta-
bilidad a la estructura en el punto en el que ésta pudiera resultar
más frágil. Sin embargo, no disponemos de evidencias suficientes
que permitan argumentar tal posibilidad, puesto que en los secto-
res noroeste y noreste de la estancia principal no ha quedado
ningún resto de una hipotética obra de sillería asociada a ellos.
A partir de los argumentos expuestos, y a pesar de las muchas
zonas oscuras que quedan sin despejar en la interpretación de los
restos y evidencias que se conservan del cementerio de Legaño,
nuestra hipótesis explicativa nos permite suponer la existencia de
una estructura encajonada extendida a todo el sector norte, que
debió ser objeto de un proceso de desmantelamiento parcial en los
momentos finales de su vida activa. Interpretar las evidencias en tal
sentido, nos lleva a proponer la existencia de al menos dos fases
distintas en la biografía de este camposanto, aún cuando falten por
Figura 21. Restos discontinuos de una posible estructura constructiva este- descifrar muchos aspectos concretos respecto a las motivaciones y
oeste, enterrada en el subsuelo, en el ángulo noreste (NE) del
recinto principal del cementerio de Legaño. los tiempos que presidieron ese proceso.
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CONSTRUIDO Y ACTIVO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 95

Una primera etapa encontraría al cementerio con la configura- cementerio”14. El coste de esa obra fue abonado a Mariano de
ción propia del momento fundacional, organizado en dos áreas Gastelurrutia, quien se encargó de conducir tierra hasta Legaño
diferencias. Una con funciones de capilla y recepción de cuerpos en para rellenar el cementerio. Similar disposición se propone desde el
el espacio de menor dimensión del recinto. Otra, concentrada en la Ayuntamiento un año después, pero no hemos encontrado cons-
estancia principal del camposanto, reservada para el sepelio de los tancia de que se realizara un pago por este trabajo de acarreo de
cadáveres. Unos serían inhumados en la estructura encajonada, tierra, con lo que no podemos conocer si se realizó finalmente.
cuya extensión suponemos alcanzó todo el tramo norte del campo- Los dos niveles de inhumaciones que se constatan arqueológi-
santo, con doce unidades funerarias. Otros difuntos serían enterra- camente en el camposanto de Legaño, pueden explicarse segura-
dos en fosas simples en la restante superficie del recinto, con la mente desde esta acción de aporte de tierra, que generó la posibi-
misma orientación norte-sur que impone el encajonado para sus lidad de seguir enterrando en un espacio que se dice saturado para
enterramientos, y que toma como referente la posición de la capilla 1886. Lo que no explica dicha acción, sin embargo, es la falta de
al norte. Esa orientación norte-sur de los cuerpos es la que se organización que apreciamos en el cementerio en la etapa que se
constata en las inhumaciones en tierra que se asocian con las cotas prolonga desde esa fecha hasta su cierre cuatro años después,
inferiores del registro estratigráfico. Durante esta primera etapa, cuando se inaugura la instalación largamente demandada desde el
aunque en un momento posterior del todo impreciso, la capilla Ayuntamiento. Tampoco explica la modificación constatada en la
asumiría también funciones sepulcrales, al instalarse en el centro disposición de los cuerpos, que adoptan ahora un sentido este-oes-
de ella una sepultura construida con lajas de caliza. te frente al norte-sur que suponemos vinculado a los primeros
Una segunda etapa vendría marcada por dos sucesos distintos: momentos de vida del cementerio, y que estaría dictado tanto por
el desmontaje de una parte importante del encajonado, que es el eje de tránsito en el cementerio, de norte a sur, esto es, de la
suprimido en los sectores noroeste y noreste, manteniendo sólo capilla al recinto propiamente funerario, como por el eje de los
activa la parte central de la estructura, y la modificación de la cajones sepulcrales.
orientación de los sepelios que se practican directamente en tierra Disponiendo tras el aporte de nueva tierra de un espacio reno-
en el recinto principal del cementerio, que quedarán ajustados vado para los sepelios, hubiéramos esperado bien una reproduc-
ahora a un sentido este-oeste. A esta etapa vincularíamos también ción de la antigua disposición cementerial, bien algún tipo de
los enterramientos en fosa que se documentan en el espacio de la organización que regularizase el proceso inhumatorio. Esa carencia
capilla. La explicación de esta segunda etapa y de las evidencias a organizativa quizá pueda explicarse desde el carácter de provisio-
ella asociadas, pueden encontrar su justificación en la serie de nalidad que pudo tener a partir de entonces el cementerio de
acontecimientos que se sucedieron a finales del siglo XIX en Berriz Legaño. Hoy sabemos que tuvieron que transcurrir todavía cuatro
para conseguir la construcción de un nuevo cementerio años hasta conseguir la nueva instalación funeraria, pero quizá en
A partir de 1879, el Ayuntamiento inicia gestiones para conse- la época, ante la aparente inminencia de ese hecho, optaron por no
guir un nuevo emplazamiento en el que “construir un nuevo actuar en la organización del cementerio, dando sepultura a los
cementerio capaz para el enterramiento de los que por término muertos de acuerdo a las necesidades de cada momento.
medio fallecen en esta jurisdicción en épocas normales y a mas en Es posible que ese carácter transitorio del camposanto de
las extraordinarias de epidemias, porque el actual Campo Santo es Legaño a fines del XIX, pudiera servir también para explicar el
reducidísimo y de fatales consecuencias para la salubridad”13. El proceso de desmonte parcial que suponemos sufrió la estructura
retraso que se produjo en todo este proceso agravó las pésimas encajonada. Los retrasos y demoras en conseguir la nueva dotación
condiciones de inhumación en el cementerio de Legaño. El Pleno cementerial del municipio pudieron imponer una paralización a ese
del Ayuntamiento del 27 de abril de 1884 se inicia con “[…] la desmantelamiento, obligando a mantener un número mínimo de
comunicación que con fecha dos de los corrientes dirige el sr. Cura sepulturas encajonadas para que pudieran seguir sirviendo al tipo
don José Mansa de Basterra encareciendo la necesidad de habilitar de inhumaciones al que estaban reservadas. Los cajones centrales
con urgencia local para el enterramiento de cadáveres, significando no sólo resultan ser los más relevantes o preminentes en la “topo-
que se ha dado el caso de que para enterrar un cadáver se haya grafía social” del cementerio, sino aquellos que tienen mayor utili-
tenido que lastimar el inmediato cuerpo, todavía en putrefacción dad al situarse en la zona de paso entre el ingreso y el interior del
[…]” recinto funerario.
Dos años tardaron sin embargo en tomar las primeras medidas Una hipótesis como la que planteamos nos permite interpretar,
efectivas para tratar de paliar las malas condiciones del cementerio. tal y como hemos anotado ya más arriba, una buena parte de los
En 1886, el alcalde ordena que “por carencia de tierra para ente- rasgos identificados durante el proceso de excavación y explicar la
rramiento de cadáveres en el cementerio de esta anteiglesia, no imagen que nos ofrecen las sepulturas encajonadas de este cemen-
había más sitio que para un cadáver y era preciso adoptar alguna terio de Legaño a día de hoy. Los muros de mampuesto enterrados
disposición si se ha de cubrir esa necesidad y puesto que la solici- en el subsuelo que prolongan el eje del muro sur de la estructura
tud relativa al nuevo camposanto se halla pendiente en el encajonada, podrían apuntar en el sentido de un desmantelamien-
Diputación para poder sacar a subasta pública las obras de él, to de la estructura funeraria en sus tramos este y oeste. Lo mismo
acordó que se rellene el actual cementerio con una capa de tierra cabe decir del aspecto que presenta actualmente la sepultura de
de un metro de altura aproximadamente en toda la extensión del localización más oriental, que se encuentra privada no sólo de la
cubierta, sino también de su límite este. La propia ausencia de
13 Archivo Municipal de Berriz/Berrizko Udal Artxiboa. Libro de Actas del
Ayuntamiento de Berriz, 1875-1893. Signatura 003/01 14 Ibidem
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restos de sillería en el enclave, incluso a nivel de escombros, que Encajarían también en nuestra interpretación, los rellenos de
pudieran asociarse con la parte de la estructura no conservada, arcilla que enrasan los ángulos noreste y noroeste del cementerio
puede interpretarse en idéntico sentido. Conservar únicamente en con la cota superior de las cubiertas de piedra de los cajones fune-
su lugar la fábrica de las tres sepulturas centrales, permitiría no rarios conservados, ocultando en el subsuelo la fábrica parcialmen-
sólo prolongar el uso de algunas sepulturas encajonadas, sino te desmontada. En el ángulo noroeste, el aporte de arcillas resulta-
también disponer de una zona pavimentada en la zona de tránsito ba evidente, porque sus características compositivas permitieron
del cementerio. distinguirlas del sedimento presente en el resto de la instalación
cementerial. Por otra parte, la retirada de la parte más visible de la
estructura funeraria en los ángulos noreste y noroeste favoreció,
sin duda, en un cementerio que continua en uso, que algunos de
los enterramientos que se practicaron directamente en tierra en las
zonas próximas a ella, invadieran un espacio que antaño les estuvo
vedado y que ahora no ofrece una barrera física que impida la
extensión de los enterramientos hacia la zona norte del cementerio.
Además, dicha invasión puede realizarse con orientaciones contra-
rias a aquellas norte-sur que imponía obligatoriamente la estructu-
ra encajonada cuanto estaba presente (fig. 7. Angulo noreste de la
imagen).
La paralización del proceso de desmonte y la readecuación del
espacio para adecentarlo mínimamente mientras tuviera que seguir
cumpliendo funciones sepulcrales, serían sucesos que cabría ras-
trear no sólo en la propia presencia de las tres sepulturas que
quedan aún intactas en el enclave, sino también en los trabajos de
Figura 22. Muro norte-sur que define el cajón más oriental de la estructura
sepulcral del cementerio, con la pieza sillar cimera desprovista del retalla que se constatan en algunas piezas sillares de la estructura,
rebaje que permite sujetar las losas de la cubierta. que han eliminado sus rebajes para asiento de las cubiertas, adel-
gazando en consecuencia la anchura original de tales piezas. En
concreto, tal hecho lo constamos en dos de los cierres laterales de
las sepulturas, en el que limita por el este a la sepultura más orien-
tal del conjunto conservado, y el que organiza el límite oeste de la
sepultura de posición más occidental. En el primero de los casos,
interpretamos que existió esa modificación de la forma de dicha
pieza a posteriori, no sólo por la irregular superficie que muestra el
elemento en dicha cara, sino porque el muro de mampuesto en el
que asienta presenta una anchura similar a la que se estima para
dicha pieza en el caso de que tuviera el rebaje del que actualmen-
te carece, esto es, 0,30 metros. Eliminar el rebaje, evidentemente,
impide colocar la cubierta en esa sepultura (fig. 22).
En el segundo de los casos citados, es posible reconocer aún el
Figura 23. Tipo, tamaño y organización de los mampuestos incluidos en el punto donde estuvo localizada la base de la entalladura en ángulo
alzado medio e inferior de los muros de la estructura sepulcral
encajonada del cementerio de Legaño (cierre norte y uno de los
recto para asiento de la cubierta, puesto que esa cara de la pieza
tabiques norte-sur) aparece recorrida longitudinalmente por un fino “nervio”, a una
cota que viene a coincidir con la altura que correspondería al reba-
je original. La pieza, por otra parte, pudo haber sufrido una modi-
ficación más acusada en su alzado inferior, salpicada como está por
continuas irregularidades que estrechan su anchura en ese punto
(fig. 11).
Este cierre oeste de la sepultura más occidental del conjunto
conservado resulta sin duda de gran interés, y es posible que en él
se encierren claves de la biografía del cementerio que no somos
capaces de interpretar por el momento. Ya hemos comentado más
arriba cómo la pieza sillar que corona dicho cierre sólo encuentra
apoyo en el subsuelo en el lado que mira al interior de la sepultura
encajonada, donde se constata una fábrica de mampostería, que-
dando la parte oeste privada de ese asiento estructural. Dicha obra,
Figura 24. Tipo, tamaño y organización de la mampostería que compone el por otra parte, resulta ser la mejor organizada de todo el conjunto,
alzado inferior y medio de la cara oriental del tabique norte-sur que erigida con criterios que contrastan con los otros muros de los
cierra por el oeste la estructura encajonada del cementerio de
Legaño cierres sepulturales. Allí donde los otros muros recurren a una
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mampostería de bloques areniscos de desigual tamaño con uso de En Legaño, casi sesenta años después del proyecto de encajo-
piezas de notable envergadura en ocasiones (fig. 23), el cierre nado para la iglesia parroquial, asistimos a la construcción de un
oeste mezcla casi en igual proporción mampuestos con cantos de tipo de sepultura similar para un sector concreto del cementerio.
río, todos ellos de similar calibre, organizados de manera más Ahora, evidentemente, no se recurre a las cubiertas de madera,
ordenada (fig. 24). puesto que su continuada exposición a la intemperie desaconseja
Interpretar la actividad del cementerio de Legaño en dos fases ese material, sobre todo cuando el proyecto instala esas sepulturas
diferenciadas, la segunda de ellas vinculada a un uso del cemente- en una zona de paso, sino que se retoma el modelo en su forma
rio con carácter transitorio, que detiene el desmonte de las estruc- original, esto es, con cierre de triple losa.
turas funerarias, nos permite ordenar el conjunto de evidencias A este respecto, interesaría conocer las características físicas
arqueológicas y proponer una explicación de la biografía del del cementerio extraeclesiástico que ocupó un extremo del pórtico
monumento que entendemos posible. Evidentemente, en nuestra parroquial durante la primera mitad del siglo XIX, por si estuvo
hipótesis quedan demasiadas cuestiones en sombra, con bastantes dotado de similares estructuras funerarias y, en consecuencia, sirvió
interrogantes que habría que aclarar, como las razones para proce- de puente al modelo entre las tumbas encajonadas del interior de
der del modo que hemos descrito, el destino que pudo darse a los la iglesia parroquial de Berriz y las del cementerio de Legaño. Este
sillares y cubiertas desmontadas, el tipo de obra en el que fueron tipo de sepultura en obra, al menos en su concepto constructivo
reaprovechados, la falta de conclusión del proceso una vez lograda básico, es también asumido como herencia por la instalación fune-
la nueva dotación cementerial a fines del siglo XIX, etc., etc., etc. raria de la que se sirve actualmente el municipio para enterramien-
Obtener explicaciones válidas para resolver este tipo de inte- tos. La imagen superficial es hoy algo distinta, toda vez que el
rrogantes pasaría por conocer la manera en la que se produce el material ahora empleado para cerrar las unidades funerarias no es
cierre del cementerio de Legaño y la entrada en servicio del cam- la arenisca, y que las cubiertas de sepulturas contiguas no quedan
posanto municipal que se construye en 1890. Sin embargo, no diferenciadas por el “nervio” de la pieza sillar intermedia que
parece que vayamos a ver estas dudas despejadas a corto plazo. La permitía su asiento en la obra encajonada subyacente. Pero el uso
evaluación arqueológica del sector norte del cementerio práctica- de tumbas de obra se perpetua en el cementerio, cubiertas además
mente está agotada, con lo que no cabe esperar nuevas evidencias por una triple losa, si bien para la apertura se ha dispuesto una
que arrojen algo de luz para los puntos más oscuros de la interpre- argolla metálica en la pieza central (fig. 26).
tación que manejamos. Por otra parte, tampoco parece que se
puedan sumar nuevos datos desde el capítulo de la documentación
escrita, puesto que sus aportes informativos son muy limitados en
todo lo referente a las motivaciones y procesos constructivos de los
tres cementerios municipales conocidos para Berriz en el siglo XIX.

3. E L ENCAJONADO SEPULCRAL DEL


CEMENTERIO DE LEGAÑO: MODELOS
CONSTRUCTIVOS TRADICIONALES PARA
NUEVAS EXPRESIONES DEL HECHO
FUNERARIO

La presencia de la estructura encajonada en el cementerio de


Legaño plantea sin duda interrogantes de interés, porque evidencia
Figura 25. Iglesia de la Purísima Concepción de Elorrio. Vista de las cubiertas
la perpetuación de una de las tipologías sepulturales que fueron de madera de las sepulturas encajonadas del cementerio construido
ensayadas durante el siglo XVIII en los cementerios interiores de las en el interior de la iglesia en 1752. Similar modelo se contrató para
parroquiales vizcaínas, precisamente aquél modelo que ofrecía la parroquia de San Juan Evangelista de Berriz en 1798
mejores condiciones higienistas para un espacio que compartían
vivos y muertos. Ese modelo, que implica la construcción de cajones
de obra en el subsuelo cubiertos por losas que sellan el habitáculo
funerario, creando un compartimento hermético y estanco, había
sido proyectado para la parroquia de San Juan Evangelista de
Berriz en 1798, con la introducción de algunas particularidades ya
probadas anteriormente en otras localidades vizcaínas como
Elorrio y Abadiño: la sustitución de las losas de cubierta por plan-
chas de madera y la eliminación de algunas partes de la obra de
mampostería en el subsuelo, todo ello probablemente para econo-
mizar costes (fig. 25). La sustitución de las cubiertas pétreas por
unas lignarias, por otra parte, pudo conferir a la necrópolis un
aspecto más “tradicional” a ojos de sus contemporáneos (Ibarra
Figura 26. Vista general de la sepulturas encajonadas en el actual cementerio
2006/7, 252-253) municipal de Berriz, alojadas bajo la zona porticada del camposanto
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Explorar el primer cementerio extraeclesiástico de la localidad que insisten en desembarazar los suelos de todas las instalaciones
también se revela importante, porque pudiera ocultar algunas de funerarias con las que la feligresía trataba de singularizarse y dis-
las claves de la organización que adopta el camposanto de Legaño, tinguirse respecto al resto de los parroquianos.
en el que se manifiestan ya algunas de las nuevas actitudes fune- Pero cuando contemplamos con ojos actuales los espacios
rarias de la sociedad contemporánea. cementeriales que se construyeron en Bizkaia durante el siglo XVIII,
Aún siendo plenamente conscientes de los peligros que entra- no hallamos diferencias sustanciales entre unas sepulturas y otras,
ña toda simplificación, podemos decir que el cementerio intraecle- salvo en el hecho de que unas estén más adelantadas que otras en
siástico de la parroquia de San Juan Evangelista, que se había los suelos de las naves, que tengan localizaciones centrales o late-
formado probablemente en el tránsito hacia el siglo XVI, y estuvo rales en la organización cementerial o que la visibilidad del altar
activo hasta las primeras décadas del siglo XIX, podría ser califica- quede más o menos comprometida por los obstáculos que se
do de algún modo como igualitario, al menos en aquello que pueden interponer en las naves entre las sepulturas y el presbiterio.
afecta a la manifestación física y externa de las sepulturas. Todas las tumbas de estos cementerios están construidas de igual
Evidentemente, no parece necesario insistir, porque ya lo ha hecho modo y con idénticos materiales, miden lo mismo, el suelo que
de manera suficiente la historiografía sobre el tema, en el juego de conforman se encuentra perfectamente llano y todas nos resultan
intereses que se movían por esos espacios cementeriales para anónimas, puesto que las cubiertas son iguales para todo el con-
alcanzar y reservarse algunas de las zonas que eran consideradas junto y carecen de indicaciones particulares respecto a los allí
de mayor prestigio y privilegio funerario, especialmente en aquellas enterrados (fig. 27). Por otra parte, no hay para los sepelios suelo
iglesias donde toda posibilidad de destacar respecto a sus contem- eclesiástico distinto del que ofrecen las estructuras funerarias que
poráneos quedaba reducida a lograr un buen posicionamiento en pavimentan las naves del templo, siendo tales tumbas el destino de
el suelo de las naves respecto a los puntos focales de mayor interés cualquier difunto de la comunidad,
(altar, capillas de particular devoción, etc.) (Madariaga 2007, 251- La organización que adopta el cementerio de Legaño evidencia
271). Tampoco son desconocidas las disposiciones eclesiásticas por el contrario una realidad completamente distinta, desde el
momento en el que establece dos zonas claramente diferenciadas
en función del tipo de sepultura que resulta característica en cada
una de ellas. En el tercio norte del recinto cementerial se disponen
sepulturas realizadas en obra, cuyo coste de construcción tuvo que
ser mayor que el gasto que pudo representar la excavación de una
fosa en la tierra para enterrar el cadáver. Las sepulturas encajona-
das, por otra parte, resultan muy limitadas en su oferta de espacio
funerario si las comparamos con la amplia superficie que queda
disponible para las inhumaciones a realizar directamente en la
tierra. Se sitúan además las sepulturas encajonadas en la parte
delantera del cementerio, instaladas junto al espacio de la capilla.
Los restantes enterramientos quedan segregados hacia posiciones
medias y traseras en el recinto sepulcral. Este conjunto de diferen-
ciaciones materiales sobre la realidad física del cementerio tuvieron
Figura 27. 
Vista superficial de las sepulturas encajonadas en piedra que que resultar claras y evidentes a los contemporáneos, comunicando
formaban el cementerio intraeclesiástico de la parroquial de San
Pedro de Loiu (Bizkaia) en la segunda mitad del siglo XVIII, la desigual consideración económica y social de quienes se enterra-
extendidas por los dos tercios inferiores de la única nave del templo ban en uno u otro lugar.
La sepultura que se construye en el eje medio de la capilla viene
a reafirmar esta idea de que en el cementerio de Legaño se comien-
za a expresar abiertamente que pueden trasladarse a la muerte las
distinciones existentes en la vida, especialmente a través del aparato
funerario externo. No en vano, dicha sepultura, aparte de construirse
en piedra, según modelos que le resultan propios, se instala en la
zona más adelantada de todo el camposanto.
Esta diferenciación básica en dos sectores de inhumación será
heredada también, de algún modo, por la nueva construcción cemen-
terial que se culmina en 1890. La nueva necrópolis adoptará una
forma en U, de tres tramos rectilíneos. En cada una de esas crujías,
instaladas junto a la tapia que define el perímetro del recinto, y bajo
una tejavana sostenida por pies derechos, se construirán sepulturas
encajonadas. En el centro del recinto quedará un amplio espacio a
cielo abierto, destinado a las inhumaciones que se realizarán direc-
Figura 28. Vista general del cementerio actual de Berriz, construido en 1890, tamente en tierra, privadas de cualquier referente encajonado y
que permite apreciar la estructura básica del camposanto, con mostrando una imagen totalmente distinta de la uniforme sucesión
crujías perimetrales bajo tejavana, que delimitan un amplio espacio
central para realizar inhumaciones directamente en la tierra de cubiertas de piedra que tapizan el suelo de las crujías (fig. 28).
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4. Y EL CUERPO A LA TIERRA DE LA QUE FUE minuciosamente descritos en el compendio de métodos antropoló-


FORMADO: LAS EVIDENCIAS gicos forenses de Udo Krenzer (2006), o bien en otros manuales
ANTROPOLÓGICAS EN EL CEMENTERIO como Bass (1995), Reverte (1999) y White (2005).
DECIMONÓNICO DE LEGAÑO Las mediciones tomadas se apuntaron en fichas diseñadas ex
profeso, y para disminuir el error intraobservador, cada medida se
tomó dos veces. Junto a todas las mediciones, índices, apuntes y
4.1. Bases de investigación y técnicas aplicadas observaciones en las fichas, se recopila también todo el material
fotográfico perteneciente a cada individuo obtenido durante la
Durante la actuación arqueológica del año 2011 se identifica- inhumación y posterior estudio en el laboratorio.
ron un total de 53 enterramientos, correspondientes en su mayor Para la determinación del número mínimo de individuos (NMI),
parte a lo que interpretamos como el nivel superior de inhumacio- se registró la presencia de los elementos óseos, y dentro de ella la
nes del recinto principal (fig. 7), junto con los procedentes del existencia de estructuras óseas y/o fragmentos que se repiten,
vaciado de los cajones de la estructura funeraria, las sepulturas de considerando la lateralidad y el estado de desarrollo. La determina-
la capilla y aquellas inhumaciones que se localizaron durante la ción del sexo se realizó a través de métodos morfognósticos y
exploración de las cotas inferiores de la estratigrafía en distintos morfométricos siguiendo las recomendaciones de Krenzer (2006).
puntos del sector occidental del cementerio. La estimación de la edad a la muerte se obtuvo a partir del análisis
Tal y como hemos expuesto más arriba, al referirnos a la con- del estado de obliteración de las suturas craneales (Meindl y
servación de ajuares funerarios, ataúdes y mortajas, los cadáveres Lovejoy 1985), estado de obliteración de las suturas palatinas
fueron sepultados en el mismo sustrato arcilloso, cuya acidez (Mann et al. 1987) y a partir del desgaste y erupción dental
resulta tan poco propicia para preservar las evidencias orgánicas, (Lovejoy 1985; Ubelaker 1999). En el postcráneo se analizaron los
circunstancia que se suma a un paraje boscoso y umbrío inmediato fines esternales de clavículas y costillas (Szilvassy 1988; Iscan
al cauce del río Oka. El resultado de tales condiciones se evidencia- 1985; Byers 2001), las modificaciones en las vértebras (Albert &
ba en el mal estado de conservación de los restos esqueléticos, Maples 1995; Reverte 1999) y los cambios en la pelvis (Todd 1920;
general para todo el conjunto, con pérdidas importantes de algu- Lovejoy et al. 1985; Suchey & Brooks 1990). En el caso de los
nas zonas anatómicas, y un estado fragmentario y muy frágil del subadultos, para la determinación de la edad biológica nos basa-
material óseo conservado. Acometer la excavación a finales del mos en la aparición de los centros de osificación, en la morfometría
otoño no sumó condiciones favorables para el proceso de exhuma- y en la fusión de los centros óseos según los métodos y criterios
ción de los restos. descritos en el compendio de Scheuer & Black del año 2000
Las consecuencias de todo ello fue la imposibilidad de recupe- (Maresh 1970; Schutkowski 1993; Buikstra et al. 1994; Mays
rar gran parte de los restos esqueléticos identificados en el cemen- 2003). La reconstrucción de la talla basada en los huesos largos se
terio, al menos con garantías suficientes como para ser aplicados llevó a cabo utilizando las fórmulas de regresión de Trotter y Gleser
con cierta satisfacción a un estudio biodemográfico, con detalle de (1977). Para la estimación de la estatura en infantiles se aplicaron
la población representada, edades, sexos, características fisiológi- las fórmulas de Olivier & Pineau (1960) y Herrmann et al. (1990).
cas, estrés ocupacional, patologías, etc. Los restos que no supera- Por lo que respecta a la causa u origen de las alteraciones óseas y
ron la fase de exhumación con éxito fueron entregados al servicio patologías observadas se han utilizado los manuales de Brothwell
funerario del ayuntamiento de Berriz con el fin de depositarlos en (1987); Mann y Murphy (1990); Isidro y Malgosa (2003); White
el osario del camposanto o volverlos a inhumar en una fosa. El (2005) y Krenzer (2006).
registro documental de la estratigrafía del yacimiento guarda cons-
tancia suficiente de todos ellos. Sin embargo, el tipo de informacio- 4.2. L os individuos inhumados: sexo, edad, estatura
nes antropológicas que fueron recuperadas durante la excavación y patologías
de los enterramientos, no tendrán aplicación directa alguna en el
avance que aquí ofrecemos de los resultados de la actuación Una vez finalizadas las primeras tareas de laboratorio, se han
arqueológica, estudiado de manera completa un total de 12 individuos. Seis han
Los restos óseos humanos que superaron la fase de extracción, sido reconocidos como varones y dos como mujeres. En el caso de
y que ofrecían garantías suficientes para su estudio, fueron trasla- los cuatro individuos restantes, en tres de ellos ha sido imposible
dados al Laboratorio de Arqueología Forense, dependiente del determinar el sexo, debido al estado de conservación de sus esque-
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad letos, con ausencia de restos óseos determinantes para tal fin, y, en
Autónoma de Madrid. Una vez en el laboratorio, se limpiaron cui- el cuarto, debido a que se trata de un individuo infantil.
dadosamente los restos y se procedió a reconstruir adecuadamente El abanico de edades representadas abarca la práctica totali-
las piezas óseas en la medida de lo posible. Se identificó entonces dad, desde un individuo infantil de 6 – 7 años (UE 1103) hasta un
el tipo de elemento, lateralidad, patologías, lesiones y variables adulto senil de 60 años en adelante (UE 1079).
tafonómicas como pérdida ósea, grado de completitud y fragmen- En la figura 29 se muestra un cuadro resumido de los datos
tación, coloración, etc. Cada hueso se midió, y cuando esto era básicos de los individuos que han sido estudiados. Las casillas en
posible se determinó el sexo, la edad y la talla. Todas las medidas, blanco indican parámetros que no se han podido determinar debi-
métodos y materiales empleados en cada caso, se encuentran do a la falta de piezas óseas que aporten datos concluyentes.
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Figura 29. R esumen de los individuos estudiados

Individuo UE 1041 (Figura 30) En cuanto a procesos tafonómicos, añadir que, a pesar de ser
uno de los individuos con mayor representación de elementos
Se trata de uno de los más completos de los que componen óseos, se encuentra con un elevado grado de deshidratación (fig.
este estudio. Fue identificado como masculino con una edad en el 32). El cráneo se encuentra fragmentado tafonómicamente.
momento de la muerte estimada en torno a 25 – 30 años. El sexo En cuanto a patologías, no han sido detectados indicios de
no ofrece lugar a dudas, gracias a la conservación de elementos posibles afecciones que hayan dejado huella a nivel óseo, salvo en
claves tanto del cráneo como de la cintura pélvica. La estimación el caso de los dientes, donde se aprecian las denominadas líneas
de la edad fue posible a través del estudio de la obliteración de las de hipoplasia en el esmalte, y una carie en el 16 (único ejemplo, el
suturas craneales, el desgaste dental y el estado de la cintura pél- resto de las piezas se presentan enteras e indican una buena higie-
vica, faceta auricular y sínfisis púbica (fig. 31). ne bucal).
La estatura de este individuo está estimada entre 170 – 173
cm, con un alto grado de fiabilidad debido a la conservación ente-
ra de los huesos largos de las extremidades del individuo.

Figura 31. Individuo UE 1041. Detalle de la sínfisis púbica

Figura 30. Individuo UE 1041. Restos conservados Figura 32. Individuo UE 1041. Fémur derecho donde se observa la deshidratación
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Individuo UE 1045 (Figura 33) Las piezas dentales presentes en su mandíbula muestran un
desgaste asociado al Estado F de Lovejoy, con una edad estimada
Identificado como varón de entre 30 – 35 años. El estado de de 30 – 35 años (Lovejoy 1985). Cabe destacar la pérdida ante-
conservación (fragmentación, deshidratación y ausencia de ele- mortem, y consecuente reabsorción alveolar, de las piezas 36, 37 y
mentos óseos) hace que tanto la estimación del sexo como la de la 38.
edad haya sido determinada exclusivamente en base al cráneo y Debido al estado de conservación de los restos óseos, su estu-
mandíbula. Debido a esta escasa conservación del postcráneo, ha dio se ve limitado, no pudiéndose aportar más datos de los ya
sido imposible establecer una estimación de la talla para este expuestos. La figura 34 muestra un claro ejemplo de cómo los
individuo. procesos tafonómicos han afectado a la conservación de los restos,
en particular puede verse el fémur izquierdo de este individuo con
un elevado grado de deshidratación.

Individuo UE 1053 (Figura 35)

Al igual que en el caso anterior, el grado de conservación de


los elementos óseos es bajo. En base a los restos conservados se
ha podido identificar este individuo como masculino, con una edad
en el momento de la muerte en torno a los 40 – 45 años.
La estimación tanto del sexo como de la edad han sido obte-
nidas gracias a la conservación de un fragmento del coxal izquier-
do, en el que se puede apreciar la faceta auricular y la escotadura
ciática. El cráneo (observable a pesar de estar fragmentado) tam-
bién ha resultado útil a tales fines.
La conservación completa de ambas tibias ha permitido esta-
blecer su estatura, a partir de la medida de dichos elementos
óseos: 167 cm.

Figura 33. Individuo UE 1045. Imagen general de los restos conservados

Figura 34. Individuo UE 1045. Fémur izquierdo Figura 35. Individuo UE 1053. Imagen general de los restos conservados
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Individuo UE 1057 (Figura 36)

Identificado como femenino, con una edad que oscilaría entre


los 45 – 50 años. La conservación ha afectado a los elementos
óseos de menor tamaño, estando presentes en su mayoría los
huesos largos y el cráneo, aunque todos ellos con un alto grado de
fracturación y deshidratación. Debido a esto, ha sido imposible
realizar una estimación de la talla lo suficientemente fiable.
En el caso de la edad se han utilizado los parámetros de obli-
teración de las suturas craneales, así como el estado de desarrollo
de la faceta auricular del coxal izquierdo, único fragmento de cin-
tura pélvica conservado. En cuanto a la dentición, destaca la pérdi-
da antemortem, con la consecuente reabsorción alveolar, de todas
las piezas dentales, tanto de la mandíbula como del maxilar, menos
el primer molar superior izquierdo que se conserva in situ. Este dato
ofrece una estimación de edad coincidente con la indicada por la
faceta auricular.
La determinación del sexo ha sido posible gracias a la morfo-
logía craneal, así como a la presencia de la escotadura ciática,
rasgo suficientemente determinante para poder establecer como
femenino el sexo de este individuo.

Individuo UE 1062 (Figura 37)

Se trata de uno de los individuos con menor representación de


elementos óseos de los que conforman este estudio, conservándo-
se solamente el fémur izquierdo, la diáfisis de ambas tibias y la
diáfisis del cúbito izquierdo. Debido a esta deficiencia, ha sido
totalmente imposible determinar su edad y sexo.
Figura 36. Individuo UE 1057. Imagen general de los restos conservados Por otro lado, gracias a la presencia del fémur izquierdo com-
pleto, se puede proponer una altura de 172 – 173 cm, con la
consecuente prudencia al establecerla en función a un solo hueso
largo.

Individuo UE 1076 (Figura 38)

Este individuo se encuentra en un estado de conservación


favorable para abordar su estudio, teniendo mayor grado de repre-
sentación ósea que en casos anteriores, aunque están bastante
fragmentados y deshidratados. Se trata de un individuo varón, con
una edad que oscilaría entre los 35 – 40 años. Para la determina-
ción del sexo ha sido fundamental el ángulo formado por la esco-
tadura ciática, así como la ausencia de surco preauricular. En
cuanto a la edad, los parámetros utilizados en este caso han sido
el desgaste dental y, más discriminante, el estado de desarrollo de
la faceta auricular.
La estimación de la estatura no presenta dificultad alguna en
este caso: 173 – 175 cm, ya que se conservan completos la prácti-
ca totalidad de los huesos largos de las extremidades de este
individuo, pudiéndose así tomar los datos métricos necesarios.
En cuanto a posibles patologías sufridas y que han dejado
evidencia ósea, se ha podido detectar una fractura con remodela-
ción ósea en el coxal izquierdo (fig. 39) y en la epífisis distal del
peroné derecho osteofitos por calcificación de tendones y un callo
de fractura (fig. 40).
Cabe destacar en este individuo la presencia de varias man-
Figura 37. Individuo UE 1062. Restos conservados chas de coloración verdosa en distintos de los restos óseos. Estas
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manchas son la clara evidencia del contacto de metales sobre los


mismos. Esta coloración ha sido observada en la escápula izquier-
da, húmero derecho, coxal izquierdo y en la tibia y peroné dere-
chos.

Individuo UE 1079 (Figura 41)

Individuo identificado como femenino. La determinación del


sexo ha sido posible gracias a la conservación de elementos sufi-
cientemente discriminantes como la mandíbula y, sobre todo, la
morfología del coxal derecho, el cual conserva la escotadura ciáti-
ca. Con estos parámetros no cabe duda de la identificación de
estos restos como femeninos.
Murió a edad avanzada. El parámetro de las suturas craneales
no se ha tenido en cuenta debido a la fragmentación del cráneo,
aunque gracias a la presencia de la faceta auricular en el coxal
derecho se ha podido precisar que este individuo se encontraba en
una edad superior a los 60 años de vida. Esta estimación también
viene a ser corroborada por la pérdida antemortem, con la conse-
cuente reabsorción alveolar, de todas las piezas dentales de la
mandíbula.
La estatura de individuo ha sido determinada en base a ambos
fémures (únicos huesos largos conservados en su totalidad) dando
un resultado de 152 – 153 cm.
En cuanto a posibles patologías que hemos podido observar en
este individuo, cabe destacar en el cráneo la presencia de una zona
Figura 38. Individuo UE 1076. Imagen general de los restos conservados

Figura 39. Individuo UE 1076. Coxal izquierdo

Figura 40. Individuo UE 1076. Peroné derecho Figura 41. Individuo UE 1079. Imagen general de los restos conservados
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con porosidades asociadas normalmente a procesos infecciosos,


periodos de intenso stress nutricional, estados carenciales y otros
motivos (fig. 42). También muestra un engrosamiento bastante
notable de la tabla ósea, lo que lleva a pensar en una remodelación
y porosis asociada a un proceso infeccioso de larga evolución.
Por último, también destacar la presencia de osteofitos y los
llamados “picos de loro” en la totalidad de las vértebras de este
individuo (fig. 43). Aunque no siempre esta característica va asocia-
da con la edad (depende también de la actividad física) en este
caso sí que podemos hablar del desgaste típico de la columna
vertebral debido a la avanzada edad del individuo.

Individuo UE 1083 (Figura 44)


Figura 42. Individuo UE 1079. Porosidad presente en el cráneo
Se trata de uno de los individuos con menor grado de conser-
vación de los aquí presentados, estando fragmentados y deshidra-
tados tafonómicamente los pocos restos recuperados. La figura 45
muestra el estado de conservación del fémur derecho de este
individuo. Debido a esta escasa presencia de elementos óseos ha
sido imposible llegar a establecer su sexo, edad o estatura, así
como otros datos antropométricos y antropológicos determinantes
para su estudio.

Individuo UE 1085 (Figura 46)

En este caso, se trata del individuo mejor conservado de todos


los estudiados. Identificado como varón, con una edad en torno a
45 años y una estatura de entre 160 – 164 cm. El estudio antro-
pométrico y antropológico se ve favorecido, lógicamente, por la
Figura 43. Individuo UE 1079. Vértebras
mayor y mejor representación de elementos óseos, ofreciendo más
y mejores datos para un estudio preciso y exhaustivo.
Para la determinación del sexo, se han tenido en cuenta carac-
terísticas dimórficas presentes en el cráneo y mandíbula, junto con
la cintura pélvica (escotadura ciática, ángulo subpúbico y ausencia
de surco preauricular). En base a estos elementos la atribución de
este individuo como varón no ofrece discusión posible.
Para la edad, se tuvo en cuenta el estado de obliteración de las
suturas craneales, así como el desgaste dental de las piezas del
maxilar y mandíbula. Junto a los datos aportados por el cráneo, se
han tenido en cuenta el estudio de la cintura pélvica, más determi-
nante si cabe para precisar la edad ósea de un individuo. Junto con
la faceta auricular, en este caso sí que se contaba con la presencia

Figura 44. Individuo UE 1083. Restos conservados Figura 45. Individuo UE 1083. Fémur derecho
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de la sínfisis púbica, siendo el único individuo de este estudio que temporal derechos (fig. 48). La misma mancha se encuentra rela-
conserva esta parte de la cintura pélvica (fig. 47). cionada con la escápula derecha (fig. 49). Esto parece indicar la
Se han observado manchas de coloración verdosa en diferen- presencia de algún tipo de boina con borla o adorno sobre la
tes puntos, aunque, si bien es cierto, siempre en el lado derecho. cabeza del individuo.
Estas manchas, debido al contacto con metal, aparecen en el En cuanto a los índices de robusticidad, calculados a través de
parietal, escápula, tercio distal de cúbito y radio, pala ilíaca y ace- las mediciones osteométricas y las evidencias de marcadores de
tábulo en el coxal y en la cabeza del fémur. actividad, se puede hablar de un individuo de una robustez media,
En las figuras 48 y 49 se puede observar como la mancha por con un mayor grado de desgaste articular en las extremidades
contacto con metal comienza en el frontal antes de llegar al derechas, por lo que posiblemente se tratase de una persona dies-
Bregma y aumenta de intensidad al descender entre el parietal y tra. También se ha observado un mayor grado de desgaste articular

Figura 46. Individuo UE 1085. Imagen general de los restos conservados Figura 48. Individuo UE 1085. Norma coronal del cráneo

Figura 47. Individuo UE 1085. Sínfisis púbica Figura 49. Individuo UE 1085. Escápula derecha
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en las extremidades superiores frente a las inferiores, lo cual es La mayoría de las características más dimórficas entre ambos
indicativo de un estrés ocupacional relacionado con actividades sexos comienzan a ser evidentes a partir de la pubertad, por lo
que conlleven una mayor implicación de los brazos. tanto, entre los individuos subadultos, cuyo desarrollo óseo aún no
es completo, es muy complicado y arriesgado establecer una dife-
Individuo UE 1103 (Figura 50) renciación entre sexos. Este es el caso del individuo U.E. 1103, que
queda por tanto como indeterminado.
Se trata del único subadulto presente en este estudio. A pesar Al contrario de lo que ocurre con el sexo, el cálculo de la edad
de los problemas que suelen ocasionar los restos arqueológicos de en subadultos es un tema mucho más estudiado y fiable gracias a
individuos subadultos debido a la fragilidad de los mismos, en este patrones y clasificaciones realizados en base a características como
caso la conservación no es tan deficiente como cabría esperar en la erupción dental, tanto de las piezas deciduas como de las defi-
comparación con alguno de los individuos adultos de este estudio. nitivas, y el estado de fusión de los distintos restos óseos. Gracias
a esto, se puede establecer una edad para este individuo compren-
dida entre los 6 – 7 años de edad.
En cuanto a la estatura, al igual que ocurre con los restos de
los individuos adultos, contamos con la existencia de tablas para la
estimación en base a la longitud de los huesos largos. En este caso,
solamente contamos con el fémur izquierdo conservado entera-
mente, por lo tanto, la estatura sería de 135 cm.
Una de las características más destacadas de este individuo es
la presencia de una mancha verdosa de gran intensidad en el
frontal, mancha por contacto con algún objeto metálico. Esta man-
cha recorre transversalmente el frontal del individuo con un ancho
aproximado de 3cm, cuya forma recuerda a una cinta o diadema.
En la Figura 51 se puede observar la forma y gran intensidad de
esta mancha sobre el frontal, justo encima de las órbitas.

Individuo UE 1176 (Figura 52)

Indentificado como masculino, con una edad estimada de entre


40-60 años. Este rango de edad tan amplio es conclusión de una
estimación basada en los parámetros de obliteración de suturas

Figura 50. Individuo UE 1103. Imagen general de los restos conservados

Figura 51. Individuo UE 1103. Cráneo Figura 52. Individuo UE 1176. Restos conservados
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craneales y del desgaste dental. Estos dos parámetros suelen ofre- 4.3. N
 otas finales: pensando antropológicamente a
cer datos menos precisos y con menor acotación que otros, como futuro en Legaño
pueden ser la faceta auricular o la sínfisis púbica dentro de la cin-
tura pélvica, no conservadas en este caso. A través de los resultados de este estudio se pone de manifiesto
La estatura determinada oscilaria entre los 174 – 178 cm la dificultad que supone definir y ubicar antropológicamente la
siendo, por tanto, el individuo con mayor talla de los aquí estudia- población exhumada del cementerio Legaño. Los 12 individuos estu-
dos. Calcular la estatura ha sido posible gracias a la conservación diados representan solo un fragmento de la población allí enterrada.
de elementos óseos completos, tanto en las extremidades superio- Son pocos, y no en perfecto estado de conservación, para poder
res como inferiores. representar significativamente el conjunto de la población, pero aun
La estimación del sexo está basada en el estudio de la morfo- así, nos aportan informaciones importantes sobre ésta.
logía craneal en base a las características del mastoides, cuencas Los datos sobre la estatura muestran como 3 de los 4 varones,
orbitarias y protuberancia occipital y por la mandíbula, con el más uno de los indeterminados, tienen una estatura superior a
mentón y ángulo gonial. 1,70 metros, dato que parece relevante comparado con los de otras
Al igual que ocurriera con el Individuo U.E. 1085, se ha detec- poblaciones peninsulares de la misma época e incluso más recien-
tado en este individuo un mayor grado de abrasión o desgaste tes. Estos valores son significativamente superiores a los esperados
óseo en los miembros superiores frente a los inferiores, sobre todo para poblaciones próximas geográfica y cronológicamente, incluso
en la articulación del codo. El mayor grado de desgaste se encuen- comparándolos con datos de la primera mitad del siglo XX (fuente:
tra en la tróclea del húmero izquierdo. Esto indica una actividad Instituto Nacional de Estadística).
física que implica más la utilización de los brazos frente a las Además, los análisis efectuados muestran a unos individuos de
piernas, así como una mayor implicación del miembro izquierdo. complexión notable, de alta superviviencia, con signos de estrés
ocupacional, que hablan de una población campesina, con mues-
Individuo UE 1177 (Figura 53) tras de evoluciones artrósicas diferentes a las de otros lugares de
la Península para la misma época, con menos cantidad de afección
Se trata de unos de los individuos con menor porcentaje de lumbar y más artrosis en codos y rodillas (siega con guadaña), así
restos óseos conservados, presentando únicamente ambos fémures como afección en vértebras dorsales por sobrecarga en espalda de
desde el trocánter mayor hasta el tercio distal y la diáfisis de la tibia pesos a lo largo del tiempo.
izquierda. Debido a esta baja representación ósea, no es posible Siendo las características compositivas del subsuelo tan poco
llegar a una determinación ni del sexo ni de la edad. En el caso de propicias para la conservación de vestigios materiales relativos a
la estatura, al no encontrarse los restos completos ni en condicio- mortajas, es interesante documentar en algunos restos esqueléti-
nes para ser debidamente medidos, tampoco se puede determinar cos, como es el caso del individuo UE 1076 o del UE 1085, un tinte
una estimación de ésta. verdoso asociado a determinados huesos. Esas manchas, y la
posición en la que se localizan, pueden ser indicio de borlones de
boinas y botonaduras de cobre de los uniformes militares con los
que fueron enterrados dichos individuos, uniformes que creemos
haber reconocido como tradicionalistas.
El interés al que apuntan las informaciones que se van recupe-
rando en los individuos exhumados del cementerio de San Pedro de
Berriz, se ve fuertemente lastrado por el estado de conservación en
el que se presentan los restos óseos. Sin embargo, a partir de una
revisión de las estrategias de recuperación utilizadas para exhumar
los esqueletos en el camposanto de Legaño, con el fin de que
resulten más operativas, y con una definición más precisa de obje-
tivos en lo que atañe a los restos humanos allí enterrados, es
posible poder incrementar el tamaño de la población a estudiar, y
así obtener datos más concluyentes para la caracterización antro-
pológica de ésta.
Desde hace años la arqueología, en relación con los restos
humanos, que apenas si se podía denominar “funeraria”, tenía
como único objetivo bien rescatar los objetos arqueológicos de las
tumbas para proseguir con la excavación, bien recuperar de mane-
ra exclusiva los ajuares y los datos sobre rituales de enterramientos.
Hace ya casi una veintena de años, las nuevas tendencias
interpretativas y metodológicas en arqueología pusieron el acento
específicamente en los restos humanos como objeto prioritario de
los trabajos de interpretación, acogiendo de manera calurosa los
estudios y métodos antropológicos como eje de la investigación. La
Figura 53. Individuo UE 1177. Restos conservados antropología física y enseguida la genética, con su capacidad de
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BASS, W. B.
identificación tan poderosa, han marcado el origen y evolución de
la Bioarqueología tal y como hoy la conocemos. 1995 Human osteology. A laboratory and field manual. Missouri
En los últimos tiempos asistimos a una redefinición del concepto Archaeological Society. Columbia.
de Bioarqueología o Arqueología Funeraria debida a dos factores. De BERMEJO LORENZO, C.
una parte, a la paulatina inclusión de un abanico de posibilidades 1998 Arte y arquitectura funeraria. Los cementerios de Asturias,
analíticas mucho más amplias y certeras que las simplemente gené- Cantabria y Vizcaya (1787-1936), Universidad de Oviedo,
ticas, como son los estudios bioquímicos y de isótopos estables, y que Oviedo
han dado lugar a la creación de distintas líneas de especialización
BROOKS, S. and SUCHEY, J.M.
como la Arqueología Física, la Arqueología Bioquímica y la
Paleogenética, con objetivos complementarios al simple estudio 1990 “Skeletal age determination based on the OS pubis: a
morfológico, pero realizado desde campos diferentes. comparison of the Acsádi Nemeskéri and Suchey-Brooks
La otra línea que actúa en la redefinición de la Bioarqueología method”. Human Evolution 5 (Nº 3), 227-238.
es el reforzamiento del carácter de Arqueología Funeraria, esto es, BROTHWELL, DR.
retornando la concepción histórica que había quedado, si no relega- 1987 Digging up bones. The excavation, treatment and study of
da, sí algo desvaída con los estudios exclusivamente fisiológicos. La human skeletal remains. 3rd Ed. Cornell University Press,
Demografía Histórica es un término que se emplea insistentemente Ithaca, New York.
en las publicaciones de los grupos de trabajo que reclaman esta
BUIKSTRA, J.E. and UBELAKER, D.H. (Eds.)
reinvención de lo histórico en conjunción con los análisis físicos,
bioquímicos y genéticos. Si bien el nombre no es muy afortunado, 1994 Standards for data collection from human skeletal remains.
pues ya estaba “reservado” para estudios de estadística paleodemo- Proceedings of a seminar at the Field Museum of Natural
gráfica desde los años 50, la realidad sí que merece la pena ser History. Organized by J. Haas. Arkansas Archaeological
atendida en los próximos tiempos. Survey Research Series No. 44.
Es siguiendo este paradigma de Demografía Histórica, o BYERS, Steven N.
Arqueodemografía, conjuntando preguntas y objetivos más pura- 2001 Introduction of forensic anthropology. A textbook. Allyn
mente arqueológicos con la potencialidad de los estudios bioar- and Bacon, Boston, Sydney, Tokyo
queológicos, como sería posible encarar en un futuro próximo
ELÍAS DE MOLINS, A.
nuevas exploraciones sobre el cementerio decimonónico de Legaño.
1885 Legislación canónica, civil y administrativa vigente en
España y en sus posesiones de Ultramar para Cementerios.:
AGRADECIMIENTOS Victoriano Suarez, Madrid- Librería de Juan Llordachs,
Barcelona
Nuestro primer agradecimiento ha de ser, sin duda, para el GARCÍA CAMINO, I.
Ayuntamiento de Berriz. Sin su apoyo, especialmente en el terreno 2002 Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII. La
económico y logístico, no hubiera sido posible nada de lo que hoy configuración de la sociedad feudal. Bilbao
es una realidad arqueológica en el yacimiento del enclave de GARCÍA ORODEA, F. A.
Legaño. Pero si alguien merece ocupar un puesto destacado en
nuestro reconocimiento, ese es sin duda el que fuera Secretario del 1997 Berriz. Estudio histórico-artístico, Bilbao
Ayuntamiento hasta 2015, don Lázaro Milikua, principal impulsor HERRMANN B. et al.
y valedor del proyecto arqueológico. 1990 Prähistorische Anthropologie. Leitfaden der Feld- und
Labormethoden. Springer Verlag, Berlin, Heidelberg, New
York
BIBLIOGRAFÍA HOYME, S.L.E. and ISCAN, M. Y.
1989 “Determination of sex and race: accuracy and assump-
ALBERT, A.M. and MAPLES, W. R. tions”. En MY Iscan & KAR Kennedy (eds): Reconstruction
1995 “Stages epiphyseal union for thoracic and lumbar vertebral of life from the skeleton. Alan R. Liss, Inc, New York,
center as a method of age determination for teenage and Singapore, 53-93
young adult skeletons”. Journal of Forensic Sciences 40, IBARRA ALVAREZ, J. L.
623-633.
2004 “Tipologías constructivas y usos funerarios en los cemen-
ARIÈS, P. terios parroquiales vizcaínos del siglo XVIII: apuntes inicia-
2000 Historia de la muerte en Occidente. Desde la Edad Media les para su caracterización y estudio”. Kobie (Serie Anejos),
hasta nuestros días, El Acantilado, Barcelona 6 (volumen 2), 693-706
BAKER, B. J.; DUPRAS T. and TOCHERI M. IBARRA ALVAREZ, J. L.
2005 The osteology of infants and children. A&M University 2006/7 “Semblanza histórica de los cementerios parroquiales de
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