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Introducción
Tomando como guiá el texto de la transculturación de Ángel Rama, tratamos de ubicar
el aporte de la cultura wayuu en el texto la Tercera Resignación de Gabriel García
Márquez, con el objetivo de marcar la influencia que dejo en el escritor, la cercanía con
personas nativas de la Guajira.
Biografía
Su abuela, Tranquilina Iguarán Cotes, hija de una wayuu, a quien García Márquez llama la
abuela Mina y describe como "una mujer imaginativa y supersticiosa" que llenaba la casa con
historias de fantasmas, premoniciones, augurios y signos, fue de tanta influencia en García
Márquez como su marido e incluso es señalada por el escritor como su primera y principal
influencia literaria, pues le inspiró la original forma en que ella trataba lo extraordinario como
algo perfectamente natural cuando contaba historias y sin importar cuán fantásticos o
improbables fueran sus relatos, siempre los refería como si fueran una verdad irrefutable.
Además del estilo, la abuela Mina inspiró también el personaje de Ursula Iguarán que, unos
treinta años más tarde, su nieto usaría en Cien años de soledad, su novela más popular.
La otra influencia wayuu es la de los criados de su abuelo, el coronel Márquez, en especial la
de las indígenas Remedios, Visitación y Lucía.
Su abuelo murió en 1936, cuando Gabriel tenía ocho años. Debido a la ceguera de su abuela,
él se fue a vivir con sus padres en Sucre, donde su padre trabajaba como farmacéutico; sus
padres, decidieron matricularlo como interno en el Colegio San José, de Barranquilla. Allí, a
la edad de 10 años ya escribía versos humorísticos, actividad que continuó luego en el colegio
de los jesuitas de la misma ciudad. En 1940, gracias a una beca, ingresó al internado del Liceo
Nacional de Zipaquirá. La lectura de los clásicos de la literatura lo consolaba, en su soledad,
de un cambio de clima y entorno que le resultó traumático. Obtuvo el grado de bachiller en
1946 y regresó a Sucre, donde sus padres lo persuadieron para seguir la carrera de Derecho.
Su niñez estaba relatada en sus memorias Vivir para contarla. Después de 24 años de
ausencia, en 2007 regresó a Aracataca para un homenaje que le rindió el gobierno colombiano
al cumplir sus 80 años de vida y los 40 desde la primera publicación de Cien años de soledad.
El jueves 17 de abril de 2014, Gabriel García Márquez muere en México, dejando una obra
renovadora para la tradición literaria latinoamericana.
La Tercera Resignación
“–Señora, su niño tiene una enfermedad grave: está muerto. Sin embargo –prosiguió–, haremos todo
lo posible por conservarle la vida más allá de su muerte. Lograremos que continúen sus funciones
orgánicas por un complejo sistema de auto-nutrición. Sólo variarán las funciones motrices, los
movimientos espontáneos. Sabremos de su vida por el crecimiento que continuará también
normalmente. Es simplemente “una muerte viva”. Una real y verdadera muerte...”
al transcurrir la lectura podemos encontrar que el protagonista pasa por 3 “muertes”, las
cuales tienen diferentes características:
• Primera muerte; cuando el niño queda vegetal experimentando una “muerte viva”,
sucede a los siete años.
“Desde entonces –en el tiempo de su muerte tenía siete años– su madre le mandó hacer un ataúd
pequeño, de madera verde; un ataúd para un niño. Pero el médico ordenó que le hicieran una caja más
grande, una caja para un adulto normal, pues aquella, podría atrofiar el crecimiento y llegaría a ser un
muerto deforme o un vivo anormal. O la detención del crecimiento impediría darse cuenta de la
mejoría. En vista de aquella advertencia, su madre le hizo construir un ataúd grande, para un cadáver
adulto, y le colocó tres almohadas a los pies, con el fin de ajustarlo.”
“Pero al nuevo día, al penetrar los primeros rayos del sol tibio por la ventana, abierta, sintió que su
piel se había reblandecido. Observó un momento. Quieto, rígido. Dejó que el aire corriera sobre su
cuerpo. No pudo dudarlo: allí estaba el “olor” . Durante la noche la cadaverina había empezado a
hacer sus efectos. Su organismo había empezado a descomponerse, a pudrirse, como el cuerpo de
todos los muertos. El ”olor” era, indudablemente, un olor inconfundible a carne manida, que
desaparecía y reaparecía después más penetrante. Su cuerpo se había descompuesto con el calor de la
noche anterior. Sí. Se estaba pudriendo. Dentro de pocas horas vendría su madre a cambiar las flores y
desde el umbral la azotaría el tufo de la carne descompuesta. Entonces sí lo llevarían a dormir su
segunda muerte entre los otros muertos.”
“ Pero, no. No era un sueño. Estaba seguro de que de haber sido un sueño no habría fallado el último
intento de volver a la realidad. El no despertaría ya más. Sentía la blandura del ataúd y el “olor” había
vuelto ahora con mayor fuerza, con tanta fuerza, que ya dudaba de que era su propio olor. Hubiera
querido ver allí a sus parientes, antes que comenzara a deshacerse, y el espectáculo de la carne
¡putrefacta les produjera asco. Los vecinos huirían espantados del féretro con un pañuelo en la boca.
Escupirían. No. Eso no. Era mejor que lo enterraran. Era preferible salir de “eso” cuanto antes. El
mismo quería ahora deshacerse de su propio cadáver. Ahora sabía que estaba verdaderamente muer to,
o al menos inapreciablemente vivo. Daba lo mismo. De todos modos persistía el “olor”.”
1. Según la cultura wayuu, los muertos mueren, pero regresan, y por eso la presencia de los
muertos en el mundo de los vivos es una constante, hace parte de su vida cotidiana.
En el cuento la “Tercera Resignación” el protagonista muere a los 7 años, pero es solo hasta
los 25 que se acepta su muerte como real y toca el tema de un sepelio.
“Estaba en su ataúd, listo a ser enterrado, y sin embargo, él sabía que no estaba muerto. Que si
hubiera tratado de levantarse lo hubiera hecho con toda facilidad. Al menos “espiritualmente”. Pero
no valía la pena. Era mejor dejarse morir allí; morirse de “muerte”, que era su enfermedad.”
“ Desde entonces –en el tiempo de su muerte tenía siete años– su madre le mandó hacer un ataúd
pequeño, de madera verde; un ataúd para un niño. Pero el médico ordenó que le hicieran una caja más
grande, una caja para un adulto normal, pues aquella, podría atrofiar el crecimiento y llegaría a ser un
muerto deforme o un vivo anormal. O la detención del crecimiento impediría darse cuenta de la
mejoría. En vista de aquella advertencia, su madre le hizo construir un ataúd grande, para un cadáver
adulto, y le colocó tres almohadas a los pies, con el fin de ajustarlo.
“Cuando su madre lo advirtiera, no quedaría ya de él sino los escombros, los huesos duros y fríos. Lo
que más horror le producía no era exactamente que se lo comieran los ratones. Al fin y al cabo podría
seguir viviendo con su esqueleto.”
“Su madre sabía que iba a ser difícil ahora encontrar la manera de advertir la presencia de la vida en
su muerto querido. Tenía el temor de que una mañana amaneciera “realmente” muerto y tal vez por
eso aquel día él pudo observar que se acercaba a su caja, discretamente, y olfateaba su cuerpo. Había
caído en una crisis de pesimismo. “
Al realizar la comparación del cuento de Gabriel García Márquez con los mitos presentes en
El Camino de los indios muertos de Michel Perrin es posible encontrar algunas similitudes.
En “La muerte guajira” la enunciadora Mikaela Jinnu, afirma:
Jepira es el lugar al que van las almas luego de abandonar el cuerpo y es la tierra de los yolujas.
Cuando el narrador del cuento de García Marquez afirma: «Había sentido ese ruido “las otras veces”,
con la misma insistencia. Lo había sentido, por ejemplo, el día en que murió por primera vez». La
primera vez a la que se refiere el narrador fue la muerte en este mundo, aquella en la que su alma
abandonó su cuerpo y se fue para Jepira.
En Los practicantes del sueño se habla del primer entierro y del segundo:
Esta secuencia de muertes esta anteriormente cuando se habla de los tres muertes.
Bibliografía
http://antoniopereyra.blogspot.com.co/2008/02/la-tercera-resignacin-de-gabriel-garca.html
http://www.elpais.com.co/entretenimiento/cultura/garcia-marquez-en-clave-wayuu.html
https://pluralisrevista.com/2016/03/07/gabriel-garcia-marquez-en-clave-wayuu.
Diálogos Latinoamericanos
Migración y contacto transculturizador Wayúu en la Aracataca de Gabriel García Márquez
Juan Moreno Blanco.