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Proyecto Final

Eutanasia

Objetivo

Elaborar una propuesta con la finalidad de influir en la opinión pública para


comprender que la vida es un derecho del ser humano.

Introducción

Este trabajo se llevó a cabo con la intención de fungir como plataforma


informativa para la opinión pública a efecto de motivarla a tomar una postura afirmativa
en pro de la defensa de la vida. La información presentada incluye los preceptos
morales, éticos y legales que respaldan la postura de abogar por la vida y oponerse a la
eutanasia.

La organización del proyecto está conformada por varias secciones. La primera


corresponde al Desarrollo del proyecto. En esta sección se definieron los objetivos
secundarios, que vienen a reforzar el objetivo principal de investigación. Se incluyó
posteriormente el Marco de Referencia, que es donde está insertada la información de
las fuentes investigadas. Posteriormente, se inserta la pregunta de investigación, que
dice: ¿Qué argumentos pueden influir en la opinión pública con la finalidad de que ésta
comprenda que la vida es un derecho del ser humano? A continuación se plasma la
hipótesis correspondiente, que se lee: “Al ofrecer información jurídica, ética y moral, real
y comprobable, a la opinión pública, es posible influir en su punto de vista en cuanto al
tema de la eutanasia, para abogar en favor de la vida”. La segunda sección
corresponde a los Resultados. Aquí se dieron respuesta, con fundamento en el Marco
de Referencia, a las siguientes ocho preguntas: sustento moral y ético en el que se
fundamenta la propuesta; beneficios para la sociedad al aceptar la propuesta; lo que
puede hacer el gobierno para erradicar el problema de raíz; lo que puede hacer la
sociedad en el mismo sentido; el fundamento legal y político de la presente propuesta;
¿puede el derecho garantizar su efectividad?; según los fines del derecho, ¿es correcto
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regular la eutanasia?; y por último, lo que aporta el proyecto al entorno profesional.


Dentro de las respuestas a las anteriores preguntas, están implícitas las respuestas
tanto de la pregunta de investigación como de la hipótesis. La tercera sección
corresponde a la Conclusión. En esta última parte del trabajo se hace referencia al
cumplimiento de objetivos, argumentando la finalidad del mismo y cómo se llevó a cabo;
se menciona que sus beneficios pueden ser generar cambios en la consciencia y el
actuar de las personas; sus limitaciones: que no se puede incidir sobre la opinión de
todos, aun exponiendo razones de peso; su utilidad: servir como medio de información
veraz a fin de que convenza con razonamientos válidos a la opinión pública y ésta se
incline por una postura hacia la defensa de la vida; y por último, la reflexión personal,
que en pocas palabras, se encamina a valorar lo bella que es la vida y lo ilustrativa que
ha resultado la realización de este Proyecto.

Desarrollo de proyecto

Del objetivo general, se desprenden los siguientes objetivos secundarios:

- Definir los conceptos legales que sirven como argumentos en defensa de la


vida
- Establecer los preceptos morales a favor de la vida y en contra de la
eutanasia
- Plantear los fundamentos éticos que defienden la vida y se oponen a la
eutanasia

Marco de referencia

De acuerdo a Vargas (n.d.), el vocablo "eutanasia", etimológicamente proviene


de dos voces griegas: "eu", que significa "bueno" y "thánatos", que significa "muerte".
Ambos vocablos, en sentido literal, nos llevan al concepto de "buena muerte".
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Marciano Vidal (citado en Vargas, n.d.), analiza un conjunto de aspectos que


deben ser coordinados para poder comprender correctamente este fenómeno: una
base: la muerte clínica (se debe brindar una definición precisa); las técnicas biomédicas
de prolongación de la vida; medios proporcionados y desproporcionados; humanización
del morir; aspectos asistenciales, y derecho a morir dignamente.

Problema ético que supone la eutanasia

De acuerdo a Vargas (n.d.), al momento de decidir si un paciente debe ser o no


sometido a una "muerte por piedad" (eutanasia, ya sea activa o pasiva), se presenta un
conflicto de valores. Por un lado, el respeto por la inviolabilidad de la vida humana, y
por otro, una exigencia ética de morir con dignidad, encarnizado, éste último, al igual
que el primero, en la totalidad axiológica o valorativa de la persona.

Eutanasia: un derecho a morir con dignidad

Al hablar de "derecho a morir dignamente", no se puede entender el vocablo


"derecho" dentro del ámbito jurídico-legal sino más bien, dentro del espectro de la ética
y la moral y, por otro lado, la expresión "morir" se refiere más bien a la forma de morir y
no al hecho de la muerte en sí.

Marciano Vidal (citado en Vargas, n.d.), establece que el derecho del hombre a
morir dignamente tiene un contenido real que presupone una serie de exigencias que
han de ser realizadas mayormente por parte de la Sociedad:

1. Atención al enfermo en estado terminal (con todos los medios e instrumentos


que en la actualidad posee la ciencia médica con el fin de aliviar el dolor),
aunque estas terapias sirvan para acortarle la vida y suman al paciente en un
estado de inconsciencia. Sin embargo, no puede negársele al moribundo el
asumir su propia muerte en un estado de consciencia tal que impida que le
suministren tales medicamentos aunque tenga dolores;
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2. No privar al moribundo del morir en cuanto "acción personal"; pues el morir es la


suprema acción del hombre;
3. Liberar a la muerte del "ocultamiento" a que es sometida en la sociedad actual
encerrándola en la clandestinidad;
4. Organizar un servicio hospitalario adecuado con la finalidad de que la muerte sea
un acontecimiento asumido de forma consciente por el hombre y vivido en
comunidad y;
5. Favorecer la vivencia del misterio humano-religioso de la muerte. La asistencia
religiosa cobra en tales circunstancias una importancia especial.

Cuestiones éticas de situaciones de eutanasia

Dichas situaciones se relacionan por lo general, con la posición del paciente que
considera preferible acortar su vida, adelantando la muerte por diversos motivos, tales
como: evitar una agonía prolongada, liberación de grandes sufrimientos, deshacerse de
"vidas inútiles", hacer del morir una "elección libre", etc.

La ética en situaciones distanásicas

La palabra "distanasia" se relaciona con el término de la "reanimación". Mediante


distanasia se pretende poner "distancia" entre la vida y la muerte a través no sólo de
medios ordinarios, sino también de extraordinarios altamente costosos. La realidad que
se contrapone con la distanasia es la adistanasia o antidistanasia, también entendida
como la "muerte en paz", es decir, el no proporcionarle al enfermo los medios
necesarios para alejar o prolongar su muerte. También se le conoce como "eutanasia
pasiva".

Se aplica fundamentalmente, porque se cuenta con una esperanza cierta o


incierta de que el paciente, llegue a recuperarse. Es así, como comprendería tanto el
paciente en estado vegetativo como al que goza de una vida plenamente humana pero
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necesita, para conservarla aunque sea en forma precaria o por corto tiempo, de
tratamientos por encima de lo normal.

El problema ético planteado es: ¿el respeto por la vida humana supone aceptar
una terapia distanásica o el derecho a morir dignamente apoya la tesis de la
antidistanasia?

Consideramos que el derecho a morir con dignidad va de la mano con las


técnicas antidistanásicas, pues no podemos alargar "artificialmente" la vida de un ser
humano cuyo final, por su propia naturaleza, ya ha llegado. Existe además otra
situación en la que debe dejarse morir al paciente, y es el caso en que el aplicar
tratamientos u operaciones quirúrgicas servirán únicamente para "alargar cortamente"
la vida del mismo pero provista de trastornos físicos o psicológicos. En tal caso, sería
éticamente válido no aplicar estos instrumentos extraordinarios y dejar morir al
paciente. Así por ejemplo, ante casos como el del enfermo inmerso en estado de coma
irreversible o de los enfermos en uso de razón pero en etapa terminal, mantenidos en
vida a través de máquinas artificiales, sin esperanza alguna de poderse recuperar, no
existirá obligación moral de recurrir a medios extraordinarios, o en caso que se vengan
utilizando, mantenerlos y no decidir suspenderlos.

Se debe considerar entonces ante estas situaciones que la diferencia entre "dejar
morir" y "hacer morir" marca una clara línea entre lo moral y lo inmoral.

La eutanasia que no admite discusión

Sobre el tema de la eutanasia ha existido y existe actualmente una discusión


interminable; no obstante ello, se pueden señalar tres puntos en los cuales por lo
menos, no se admite controversia alguna:
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Rechazo ante toda forma de eutanasia que resulte impuesta, esto es,
contra la voluntad del enfermo terminal. Por ejemplo, en la actualidad consideramos un
asesinato la matanza de supuestas "vidas sin valor", como la de los enfermos mentales.
Estos son actos crueles e inaceptables desde cualquier punto de vista.

Aceptación de una eutanasia sin acortamiento de la vida. Esto es, el suministro


de medicamentos que mitigan el intenso dolor que un paciente pueda sufrir. Compone
pues un ingrediente significativo a la "muerte digna", ayudar a que los dolores del
enfermo se minimicen en una medida tolerable.

Aceptación ética responsable de la eutanasia con acortamiento de la vida como


efecto secundario. Esto se traduce en el hecho de que ningún paciente está obligado a
aceptar una medida de tipo extraordinaria que prolongue su vida, es decir, que se le
practique cualquier operación o tratamiento que pueda extender su vida.

Corresponderá entonces al paciente, después de ser debidamente informado,


decidir sobre sí mismo, en virtud del principio de autonomía que posee todo
ser humano, adoptando criterios y posturas sin imposición de terceras
personas. Este es un derecho del enfermo ya que ningún médico tiene el deber de
prolongar indefinidamente un tratamiento, sino por el contrario, podrá permitir que el
paciente muera en forma natural.

La eutanasia que sí admite discusión

Lo que sí es claramente discutido, es la llamada "eutanasia activa", aquélla cuya


finalidad directa es la de acortar la vida, conocida comúnmente como la "muerte
misericordiosa".
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Ciertamente, en una primera etapa, existía un gran rechazo frente a la eutanasia


activa; sin embargo, al paso de los años, este rechazo se ha debilitado, habiendo
inclusive surgido variadas organizaciones y movimientos a favor de la eutanasia activa
y, asimismo, de la despenalización de la "muerte misericordiosa". Así, en el mes de
agosto de 1976, se llevó a cabo la primera conferencia mundial que agrupó a estos
movimientos "pro-eutanasia", proclamándose la "Declaración de Tokio" incluyendo los
siguientes preceptos: Cada persona debe decidir por sí misma sobre su vida y su
muerte; las estipulaciones de los enfermos sobre su proceso a morir o "testamentos
vitales", deberán reconocerse como derechos humanos y, deberá reconocérseles (a los
testamentos vitales) validez legal.

Resulta entonces una cuestión fundamental esclarecer si corresponde también


dentro del concepto de "muerte digna", el hecho de que la persona (hablando
exclusivamente de aquel enfermo en situación muy grave que ha manifestado su deseo
de morir) pueda disponer, en uso de sus facultades mentales, sobre el momento, modo
y manera en que desea morir.

Argumentos en contra de la eutanasia

Los argumentos religiosos en contra de la eutanasia son muchos, de entre ellos,


la Iglesia católica hace la siguiente aseveración:

"Aquéllos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tienen derecho a un


respeto esencial: las personas enfermas o disminuidas deben recibir atención para
llevar una vida lo más normal posible. Cualesquiera que sean los motivos y los medios,
la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o
moribundas. Ello resulta moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión
que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un
homicidio gravemente opuesto a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios
vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe, no
cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre”.
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Argumentos a favor de la eutanasia

Cada vez es son más extensos los movimientos que defienden la eutanasia. En
los últimos siglos, especialmente en los Estados Unidos, ha existido una fuerte
tendencia hacia ello, donde se busca brindar la máxima libertad al individuo. Algunos de
esos argumentos son:

1. El hombre tiene su derecho fundado en el principio de la Autonomía, es decir,


en el dominio de sí mismo, siempre que pueda manifestar su voluntad en uso
de razón; debiendo el Estado permitir el ejercicio de su derecho con la
regulación respectiva. El médico no debe convertirse en dueño de la vida o la
muerte, sólo la persona afectada. El ser humano no puede tener sólo el
derecho a la vida sino también el derecho a la muerte, derecho que deriva de
la autonomía de la voluntad de todo ser humano.
2. El hecho de que la Iglesia se mantenga firme en su postura contra la
eutanasia, no significa que el resto del mundo debe sujetarse a dicho punto
de vista.
3. Las estipulaciones establecidas en el "testamento vital" deben ser
jurídicamente vinculantes u obligatorias para los profesionales de la salud,
salvo que existan pruebas de que tales manifestaciones no deriven de la
voluntad actual del paciente.
4. Un hecho subjetivo: "quienes no han visto nunca a un ser querido en el dolor,
no podrán nunca comprender que se pueda bendecir al médico que tiene la
humanidad de poner fin a semejante sufrimiento.
5. La muerte del doliente incurable atormentado por intolerables sufrimientos no
puede considerarse un bárbaro hecho de crueldad, ni un hecho inmoral, sino
un acto humanitario.

Eutanasia, una realidad vigente


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Sobre este tema, hay un hecho muy claro: no existe unanimidad de criterios al
respecto; las posiciones son totalmente adversas; por un lado, los que se pronuncian a
favor de la misma, aduciendo básicamente el principio de autonomía sobre la propia
persona y de derecho a "morir con dignidad" y por otro lado, los que la rechazan de
manera tajante, dentro de los cuales se encuentra fundamentalmente, la Iglesia
Católica, en base a que la vida es un don divino y debe ser Dios el único que podrá
determinar el momento de la muerte.

De acuerdo a las distintas opiniones, la eutanasia plantea un problema de tipo


ético del morir humano al plantearse la existencia de un conflicto de dos valores: el
valor de la vida humana y el valor de morir dignamente.

Vargas (n.d.) condena la eutanasia activa, en todas sus manifestaciones,


aun cuando medie la voluntad expresa del paciente. Considera, desde una óptica
personal católica, que Dios da la vida y es Él el único que puede disponer de ella. Los
sufrimientos, tanto físicos como espirituales, que pueden aquejar a un paciente en
etapa terminal, deben considerarse como pruebas; sacrificios frente a los designios de
Dios.

Salinas (2006) a su vez, señala algunos argumentos a favor de la eutanasia,


de entre los cuales podemos señalar los siguientes:

- Existen vidas humanas que han perdido la calidad del bien jurídico, por
quedar desprovistas de valor, la continuidad de su existencia, tanto para la
misma persona como para la comunidad en que se encuentran.
- El dolor que sufre una persona es tan intolerable que sólo lo puede acabar la
muerte, y es tan espantosa su agonía, que se impone su aceleramiento. El
móvil es exclusivamente de carácter piadoso.
- El mal que está aquejando al paciente es incurable, el diagnóstico médico
indica que actualmente se desconoce el método para curar al enfermo.
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Por su parte, Rodríguez (2006), señala que en los últimos años ha habido un
considerable debate ético acerca de permitir la eutanasia activa voluntaria y el
suicidio asistido para enfermos terminales. Existe una tendencia a escribir en las
revistas científicas en favor de aceptar la moralidad de la eutanasia en un esfuerzo de
conquistar el consenso público para su legalización. De hecho, en países como
Holanda la eutanasia ha sido despenalizada desde hace tiempo; se han presentado
leyes para su despenalización en Australia y en los Estados Unidos, en el estado de
Oregon, y es motivo de debate en varios parlamentos a nivel mundial. El suicidio
asistido significa que el médico provee los medios necesarios para que el paciente de
fin a su vida. La eutanasia activa significa que el médico, de manera personal,
administra una droga letal. La muerte se busca para finalizar una vida que ha llegado a
ser intolerable por el sufrimiento causado al paciente o porque la vida ha adquirido tal
condición que no merece ser considerada digna.

El considerable avance de la Medicina en los últimos años ha llevado a evaluar si


es obligatorio usar todos los medios posibles para mantener a una persona viva o si se
ha de usar toda la terapia disponible, aun cuando hay pocas posibilidades de obtener
algún progreso. Se discute la cuestión del derecho a morir con dignidad. Para algunos,
morir con dignidad significa morir sin dolor por intervención médica directa o suicidio
asistido. Cualquier muerte que sea acompañada por el sufrimiento es considerada
como indigna en la mentalidad de la sociedad actual. En este contexto, la muerte sin
dolor puede ser provocada por la administración de una droga con la intención de
finalizar la vida y al mismo tiempo el sufrimiento. Esta intervención activa se selecciona
porque acaba rápidamente con la vida del enfermo y se propone hacerlo cuando no hay
posibilidad de curación y el enfermo ha manifestado su deseo de no continuar viviendo.
Para muchos otros, el derecho a la muerte con dignidad implica la no aplicación o la
interrupción de terapias de soporte vital para enfermos terminales, para permitir que el
enfermo sucumba por la enfermedad, y de esta forma, liberarse de la esclavitud del
llamado "encarnizamiento terapéutico", que consiste en tratar al enfermo con terapias
excesivas por no tener ya ninguna efectividad y someterlo a un prolongado sufrimiento.
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Aun considerando que la vida pueda llegar a ser irresistible, la tesis final es que
la vida no puede ser tomada y el suicidio no es ético. La cuestión que surge es si
los creyentes tienen el derecho de extender sus propias creencias personales a toda la
población, incluyendo ateos, agnósticos y aquellos que se rigen por lo secular. En este
caso los creyentes sí tienen este derecho porque se trata de algo que compete a la vida
misma, independientemente de la religión y, por tanto, es posible encontrar una
solución racional. Tanto los creyentes como los que no lo son, han de estar de acuerdo
en que la vida y la muerte no les pertenecen por completo, les han sido dadas. No todo
es autónomo en el ser humano. El ser humano no se da la vida a sí mismo, la recibe de
sus padres y se debe a ellos y a la sociedad a la que pertenece. Por lo tanto, no se
tiene un dominio absoluto sobre la vida y no se puede tomar. Este argumento refuerza
todos los argumentos críticos en contra de la eutanasia, ya que la calidad de la vida no
puede tener mayor valor que la vida misma, la autonomía del enfermo no puede ser
absoluta en cuanto se refiere a su vida misma, la verdadera compasión no puede
consistir en eliminar al que sufre, el sufrir no puede ser razón suficiente para aceptar el
suicidio, el dejar morir está en el contexto de aceptar la muerte como un proceso de la
vida misma, y aliviar el dolor y el sufrimiento es ayudar a la vida. Tratar el cuerpo
como si fuera un objeto que puede ser destruido, viola la dignidad intrínseca de la
persona. El ser humano tiene la responsabilidad y el deber de cuidarse los unos a los
otros hasta el final de la vida. Debe distinguir entre poseer algo como la vida y el hecho
de poder asumirla. La vida la ha recibido, no es un objeto que pueda poseer, más bien
es responsable de lo que hace con su vida, es capaz de tomar opciones y esta
posibilidad lo hace capaz de asumir su vida. Es un ser personal viviente pero no posee
su vida como si fuera un objeto.

El sitio Catholic.net (2013) plantea una pregunta sumamente interesante: ¿Se


pueden prever los efectos sociales de aceptar la eutanasia? Para dar respuesta a la
misma, comenta que en épocas recientes la eutanasia no ha sido legal en ningún país
(salvo la experiencia nazi), pero se puede fácilmente prever lo que pasaría si se
contrastan los datos que aportan la legalización del aborto en este siglo y el conocido
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como "caso holandés", experiencia social de admisión práctica de la eutanasia que


recientemente ha recibido una cierta cobertura legal.

La experiencia del aborto acredita que las leyes permisivas se aprueban


presuntamente para solucionar determinados casos extremos especialmente
dramáticos para la sensibilidad común, pero acaban creando una mentalidad que
trivializa el aborto provocado hasta convertirlo en un hecho socialmente admisible que
se realiza por motivos cada vez más nimios. Con la eutanasia ocurre algo muy similar:
la legislación permisiva se presentaría como una solución para "casos límite" de "vida
vegetativa", "encarnizamiento terapéutico", etc. y acabaría siendo una opción normal
ante casos de enfermedad o declive biológico más o menos irreversible.

El proceso descrito responde a la más elemental psicología humana: cuando


algo prohibido se permite y empieza a practicarse, se va considerando cada vez más
como normal, máxime si resulta un buen negocio para algunos, ayuda a eliminar
situaciones engorrosas para otros y además es defendido por algunas corrientes
ideológicas.

La aceptación de la eutanasia activa "voluntaria" crece entre los


holandeses. Según dos encuestas realizadas en años consecutivos, en 1985 un 70%
de los holandeses aceptaba la eutanasia activa, mientras que en 1986 lo hacía un 76%
(...) Mucha gente acepta que se deba negar el tratamiento a personas con minusvalías
serias, a personas mayores e incluso a individuos sin familia. Es más, las encuestas
demuestran que la mayoría de las personas que defienden la eutanasia voluntaria, la
libertad de elección y el derecho a morir, también aceptan la eutanasia activa
involuntario, es decir, la negación de la libertad de elección y del derecho a la vida" (...)

Los médicos holandeses dejan morir por lo menos a 300 bebés minusválidos
recién nacidos; deniegan operaciones de enfermedades congénitas de corazón a niños
con síndrome de Down, negándose a anestesiarlos; y se niegan también a Implantar
marcapasos a pacientes mayores de 75 años o a tratar de edema pulmonar a pacientes
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ancianos que carezcan de familiares cercanos. Algunos médicos justifican estas


acciones diciendo que es interés de los pacientes el morir cuanto antes, pero con
frecuencia la explicación es que no se debe imponer a la sociedad la carga que
suponga mantener vivos a estos pacientes. Tales decisiones se toman sin el
conocimiento de los pacientes y en contra de su voluntad".

Legalizada la eutanasia, se abrirían las puertas a prácticas siniestras, pues la


compasión podría ser utilizada como disculpa para justificar la eliminación de los
débiles, los deficientes, los terminales. Se hablan "comprensibles" presuntos intereses
públicos en la eliminación de los que representan una carga para la sociedad sin
aportar utilidad material alguna; hasta llegar a crear la presión psicológica suficiente
para que se sientan casi obligados a pedir su eliminación quienes, por su edad o
estado, se sientan carga "insoportable" para los demás. No se trata de un puro ejercicio
de imaginación, y el testimonio citado así lo indica.

La asociación Redes Vida.org (n.d.) opina que las consecuencias sociales de


la aceptación de la eutanasia tendrían efectos muy impactantes para el paciente
terminal, puesto que nacería el miedo a que los que le rodean puedan diagnosticar que
es acreedor a la eutanasia, miedo a los profesionales de la sanidad, miedo a los
familiares y miedo a las instituciones asistenciales.

Una sociedad en la cual la eutanasia es delito, transmite el mensaje de que toda


vida tiene valor, que el enfermo terminal puede tener la tranquilidad de que los médicos
y sus familiares se empeñarán en apoyar su vida y muerte dignas, y bajo las mejores
condiciones. Caso contrario, una sociedad en la cual la eutanasia no se persigue ni se
castiga por los poderes públicos, está diciendo a sus miembros que no importa que
éstos sean eliminados si ya no se les ve futuro o utilidad. En una sociedad donde la
eutanasia está legalizada, el anciano o el enfermo grave tendrían un muy justificado
miedo a que el profesional de la sanidad o cualquier persona de la que dependieran por
una u otra razón, no fueran una ayuda para su vida, sino ejecutores de su muerte.
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La familia, que es la célula fundamental de la sociedad, se vería afectada,


ya que todos los ordenamientos jurídicos reconocen el derecho de los familiares
más cercanos a decidir por el enfermo o incapaz no posibilitado de expresar por sí
mismo su voluntad, la posibilidad teórica de que los familiares decidan que procede la
eutanasia introduce en las relaciones familiares un sentimiento de inseguridad,
confrontación y miedo, ya que se abriría la puerta para que motivos egoístas como
herencia, supresión de cargas e incomodidades, ahorros en gastos, etc., se acepte, o
solicite la eutanasia, para el familiar enfermo. También podría ocurrir que la tensión
psicológica y afectiva que tiene lugar en una familia donde se toma la decisión de la
eutanasia sea fuente de problemas e inestabilidades emocionales.

Aguilar (n.d.) comenta que actualmente, en México la eutanasia es considerada


como un delito y en el artículo 312 del Código Penal se traduce como prestar auxilio o
inducir a otro para que se suicide, por lo que se sanciona con 5 años de cárcel;
mientras que la persona que apoya a morir a otro, matándolo, tiene de 4 a 12 años de
prisión.

Trejo (2007), presentó ante la Cámara de Diputados una Legislación


internacional y estudio de derecho comparado de la eutanasia, el cual puede servir
como soporte para el gobierno para reforzar sus campañas de apoyo a la vida, ya
que incluye importantes postulados como: El Código internacional de ética médica,
celebrado en 1949 (deberes de los médicos hacia los enfermos); La Declaración de
Sidney, llevada a cabo en la 35ª Asamblea médica mundial de 1983 (postulado sobre la
muerte); La Declaración de Venecia sobre la enfermedad terminal, en la misma 35ª
Asamblea médica mundial de 1983; Organización Mundial de la Salud, en Ginebra,
1990; Declaración de la Asociación Médica Mundial sobre la atención de pacientes con
fuertes dolores crónicos en las enfermedades terminales, llevada a cabo en la 42ª
Asamblea médica mundial, en 1990; Recomendación 1418 de la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa, en 1999, en cuanto a la protección de los
enfermos en la etapa terminal de su vida; la Declaración de la Asociación Médica
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Mundial sobre la Eutanasia, en 1987; La Declaración de la Asociación Médica Mundial


sobre el suicidio con ayuda médica, en 2005.

Todos los preceptos anteriores sirven de marco teórico para que el gobierno
pueda fundamentar y defender la vida ante los detractores de la misma. La eutanasia
es contraria a la ética y debe ser condenada por la profesión médica. Cuando el médico
ayuda intencional y deliberadamente a la persona a poner fin a su vida, entonces el
médico actúa contra la ética. Sin embargo, el derecho de rechazar tratamiento médico
es un derecho básico del paciente y el médico actúa de forma ética, incluso si al
respetar ese deseo, el paciente muere.

En cuanto al marco jurídico nacional, Trejo (2007) señala que en México no


existe una regulación específica con respecto a la eutanasia. Citando el artículo 4
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se lee: “Toda persona
tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para
el acceso a los servicios de salud…”

Por otra parte, en el Código Penal Federal, en cuanto a ese mismo respecto, se
observan los siguientes artículos:

Artículo 312: El que prestare auxilio o indujere a otro para que se suicide, será
castigado con la pena de uno a cinco años de prisión; si se lo prestare hasta el punto de
ejecutar el mismo la muerte, la prisión será de cuatro a doce años.

Artículo 313: Si el occiso o suicida fuere menor de edad o padeciere alguna de


las formas de enajenación mental, se aplicarán al homicida o instigador, las sanciones
señaladas al homicidio calificado o a las lesiones calificadas.

En las reformas de 1994 a la legislación penal mexicana se introdujo la fracción


III al Artículo 15 del Código Penal, en la que se incluyó el consentimiento del ofendido
como causa excluyente de delito:
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Artículo 15: El delito se excluye cuando:



III.- Se actué con el consentimiento del titular del bien jurídico afectado, siempre
que se llenen los siguientes requisitos:
a) Que el bien jurídico sea disponible;
b) Que el titular del bien tenga la capacidad jurídica para disponer libremente del
mismo; y
c) Que el consentimiento sea expreso o tácito y sin que medie algún vicio; o bien,
que el hecho se realice en circunstancias tales que permitan fundadamente
presumir que, de haberse consultado al titular, éste hubiese otorgado el mismo.
…”

En cuanto al Código Penal del Distrito Federal, se puede observar el siguiente


ordenamiento:

Artículo 127: Al que prive de la vida a otro, por la petición expresa, libre,
reiterada, seria e inequívoca de éste, siempre que medien razones humanitarias y la
víctima padeciera una enfermedad incurable en fase terminal, se le impondrá prisión de
dos a cinco años.

En el Código Penal del Estado de México, la normatividad jurídica se expresa


de la siguiente forma:

Artículo 249: Se impondrá de seis meses a diez años de prisión y cincuenta a


setecientos días de multa al inculpado de homicidio cometido:

III. Por móviles de piedad, mediante súplicas notorias y reiteradas de la víctima,


ante la inutilidad de todo auxilio para el homicidio cometido para salvar su vida.
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Y por último, también en el Código Penal de Morelos, existe un artículo relativo


al respecto:

Artículo 310: El que prestare auxilio o indujera a otro para que se suicide, será
sancionado con prisión de uno a cinco años, si se lo prestare hasta el punto de ejecutar
él mismo el homicidio, la prisión será de cuatro a doce años.

De acuerdo a García (2011), los fines del derecho son claros y directos y se
sintetizan en los ideales de justicia, seguridad y el bien común. Por ello, las
prescripciones del derecho a través de los tiempos, se han caracterizado por tender
hacia la realización de un conjunto de fines o valores ético-sociales, de interés general
para la comunidad.

Pregunta de investigación

¿Qué argumentos pueden influir en la opinión pública con la finalidad de que ésta
comprenda que la vida es un derecho del ser humano?

Hipótesis

Al ofrecer información jurídica, ética y moral, real y comprobable, a la opinión


pública, es posible influir en su punto de vista en cuanto al tema de la eutanasia, para
abogar en favor de la vida.

Resultados

Sustento moral y ético


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La eutanasia no puede ser apoyada por la moral o la ética, puesto que se


contrapone a sus principios, como podemos observar en los pensamientos de los
siguientes autores:

De acuerdo a Vargas (n.d.), la eutanasia representa per sé un conflicto de


valores. Por un lado, se encuentra el respeto de la vida humana, y por otro, el deseo de
morir con dignidad, reñido, éste último, al igual que el primero, en la totalidad axiológica
o valorativa de la persona. La eutanasia contrasta el conflicto ético de dos valores: el
valor de la vida humana y el valor de morir dignamente. De ninguna manera aprueba la
eutanasia activa, en ninguna de sus manifestaciones, ni siquiera en aquellos casos
donde así lo manifieste el paciente. Considera, desde su particular punto de vista, que
solo Dios puede dar y quitar la vida.

Queda de manifiesto en su opinión que no puede haber consenso moral o ético


en la aplicación de la eutanasia, puesto que entran en juego tanto el valor de la vida
humana como el valor de morir con dignidad. Sin embargo para la autora, desde el
punto de vista religioso, es inaceptable disponer de la vida de un ser humano.

Por su parte, Rodríguez (2006), señala que aun considerando que la vida sea
insoportable, no se puede disponer de ella y el suicidio no tiene cabida dentro de los
parámetros éticos. De manera muy interesante, señala que sin importar las creencias
religiosas (o la falta de ellas) pueden razonablemente estar de acuerdo en que la vida y
la muerte no son de su pertenencia, sino que les ha sido concedida. No necesariamente
la vida del ser humano gira en torno al principio de Autonomía.

Otro punto que conmina a la reflexión, es aquel donde señala que el ser humano
no se otorga la vida a sí mismo, la recibe a través de sus padres, por lo que tiene una
obligación de vida recíproca hacia sus padres y, por ende, hacia la sociedad, ya que en
ella convivirá el resto de su vida con sus congéneres. De lo anterior se desprende que
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no se tiene un dominio absoluto sobre la vida y no puede decidirse sobre el futuro de


ésta.

Por otra parte, también debe considerarse que dentro del actuar moral, la
verdadera compasión no consiste en la eliminación de aquellos que sufren. El
sufrimiento no es una razón de peso para aceptar el suicidio. El hecho de tratar el
cuerpo como si fuera un objeto que puede ser desechado, viola la dignidad intrínseca
del ser humano.

La argumentación de Rodríguez es acertada, puesto que se despoja de todo


vestigio religioso para aportar fundamentos éticos y morales ineludibles e inalienables a
todo ser humano. La vida no puede ser degradada a condición de objeto por ningún
motivo, ni puede tampoco el ser humano asumir el papel de Dios para jugar con la vida
y la muerte. Es difícil refutar tales aseveraciones porque no se puede estar en contra de
la razón. No puede considerarse un acto ético o moral decidir acabar con la vida de una
persona en pro de aliviar su sufrimiento porque la propia conciencia nos indica que
estamos actuando contra las leyes naturales: las de supervivencia.

Beneficios y perjuicios para la sociedad

En cuanto a este respecto, las opiniones sobre la eutanasia están divididas, sin
embargo, existen antecedentes de que su despenalización resultaría seriamente nociva
para la sociedad y derivaría en detrimento de la defensa de los más desprotegidos, lo
cual, atenta contra los principios éticos y morales a que se han venido haciendo
referencia. Por lo tanto, resultará muy elocuente poner en antecedentes al lector sobre
los resultados que arroja la investigación en este rubro, de tal forma, que al conocer los
daños que puede causar inclinarse a favor de esta postura.

De acuerdo al sitio Catholic.net (2013), se planteó la pregunta ¿Se pueden


prever los efectos sociales de aceptar la eutanasia? Mi respuesta es sí. En el siglo
pasado los únicos que habían llevado a cabo esta práctica fueron los nazis, hecho que
Proyecto Final

ha sido repudiado por toda la humanidad. Actualmente, se puede hacer referencia al


conocido “Caso Holandés”, experiencia social de admisión práctica de la eutanasia que
recientemente ha recibido una cierta cobertura legal.

El sitio Catholic.net plantea también una analogía, donde se compara la


eutanasia con la experiencia del aborto, puesto que cuando éste acredita que las leyes
permisivas se aprueban presuntamente para solucionar ciertos casos extremos, acaban
creando una mentalidad que trivializa el aborto provocado hasta convertirlo en un hecho
socialmente admisible. Con la eutanasia sucede algo muy parecido: la legislación
permisiva se presentaría como una solución para "casos límite" de "vida vegetativa",
"encarnizamiento terapéutico", etc. y terminaría por aceptarse como una opción normal
ante casos de enfermedad terminal o declive biológico.

Lo anterior describe la más elemental psicología humana: cuando algo prohibido


se permite y se pone en práctica, cada vez se acepta más como algo normal, y con
mayor razón si resulta un buen negocio para algunos, quita un peso de encima a otros y
además lo defienden algunas corrientes ideológicas.

Entre los holandeses crece cada vez más la aceptación de la eutanasia activa
"voluntaria". Ha pasado de un 70% a un 76% en tan sólo un año. Lo realmente
alarmante es que cada vez más gente acepta que se debe negar el tratamiento a
personas minusválidas, adultos mayores e incluso a individuos que no tengan familia.
Incluso, según encuestas realizadas en ese país, la mayoría de las personas que
defienden la eutanasia voluntaria, la libertad de elección y el derecho a morir, también
aceptan la eutanasia activa involuntaria, es decir, que se niegue la libertad de elección y
del derecho a la vida" (...)

Médicos en Holanda dejan morir alrededor de 300 bebés minusválidos recién


nacidos; se niegan a operar del corazón a niños con síndrome de Down; no implantan
marcapasos a adultos mayores de 75 años ni tratan de edema pulmonar a pacientes
Proyecto Final

ancianos que no tengan de familiares cercanos. El paciente desconoce de estas


decisiones médicas y, por supuesto, se toman en contra de su voluntad.

Si se legaliza la eutanasia, se abre un parte-aguas a prácticas siniestras, pues la


compasión puede utilizarse como excusa para justificar la eliminación de los débiles, los
deficientes, los terminales; todos aquellos que representen una carga para la sociedad.
A los enfermos se les puede infligir una presión psicológica tal para que se les puede
orillar a pedir su eliminación, para no convertirse en una carga para los demás, por su
edad o estado.

El ser humano en general o no merece un final de esa magnitud ni para sí mismo


ni para sus seres queridos. Si a cada cual nos estuviera permitido tomar la vida de otro
en nuestras manos, no podríamos llamarnos seres humanos, seríamos simplemente
animales actuando por instinto. Precisamente la razón, la moral, la ética, son el
conjunto de atributos que nos ponen en la cima de la cadena alimenticia, por sobre
todas las demás especies. Resulta de llamar la atención que hayan sido precisamente
los nazis los únicos que han impuesto la eutanasia como “éticamente aceptable”
durante la trágica época del Holocausto. Ante estos hechos, ¿algún país podría
argumentar que la eutanasia es socialmente benéfica y aceptable para la sociedad?

La opinión de la Asociación Redes Vida.org (n.d.) es que la familia se vería


seriamente comprometida, puesto que las leyes reconocen su derecho a decidir por el
enfermo en caso de que éste no pueda hacerlo por sí mismo. El hecho de que los
familiares tengan que decidir sobre autorizar o no la eutanasia introduce en el núcleo
familiar sentimientos de inseguridad, confrontación y miedo, puesto que se abriría
también una puerta para que por motivos egoístas como herencias, librarse de cargas e
incomodidades, ahorrar gastos, etc., hagan que se acepte o solicite la eutanasia,
estando de por medio la vida del familiar enfermo.

Esta es la parte interna de los problemas sociales que puede acarrear fomentar
la aplicación de la eutanasia en un país. Pareciera que todo se reduce a autorizar o no
Proyecto Final

una ley, pero hay que detenerse a pensar en otro tipo de factores como la forma en que
puede afectar a las familias en cuanto tuvieran que afrontar de manera real este tipo de
situaciones.

Postura del gobierno para erradicar el problema

Aguilar (n.d.) señala que en México, actualmente la eutanasia se cataloga como


un delito y en el artículo 312 del Código Penal se interpreta como prestar auxilio o
inducir a otro para que se suicide, y por ende, se castiga con 5 años de cárcel; mientras
que la persona que ayuda a morir a otro, matándolo, se hace acreedor a una pena de 4
a 12 años de prisión.

El Estado debe ceñirse a su postura coercitiva, puesto que por medio de la


normatividad debe controlar las acciones de los individuos, incluso cuando no están de
acuerdo. Tal es el caso de la eutanasia. Existe controversia al respecto, hay seguidores
y detractores; por ello, para mantener la paz social, primordialmente debe hacer cumplir
la ley a través del derecho objetivo.

Ahora bien, por otra parte, también se debe tomar en cuenta el aspecto ético y
moral del derecho, por lo que el Estado puede apoyarse en la justicia, el bien común, la
paz y la seguridad para mantener el orden social. Los anteriores elementos, son
esencialmente los fines del derecho. Por ello, de acuerdo a Trejo (2007), el gobierno
puede poner en marcha iniciativas que promuevan campañas en favor de la defensa de
la vida. En dichas campañas se puede informar al público sobre importantes postulados
relativos a este respecto, tales como: Declaraciones de la Asociación Médica Mundial
sobre la Eutanasia, la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, o
la Recomendación 1418 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, en
cuanto a la protección de los enfermos en etapa terminal, por citar algunos ejemplos.
Se esperaría que con mayor información, cambie la perspectiva de las personas.

Qué puede hacer la sociedad


Proyecto Final

A título personal puede sin lugar a dudas recomendar informarse ampliamente


sobre el tema antes de tomar una postura, ya que para poder hacerlo, deben existir
bases firmes y sólidas. No se pueden emitir opiniones al aire, hay que fundamentarlas.
Es probable que muchas personas opinen lo que sienten, lo que les dicta su pensar,
pero también es muy probable que si esas mismas personas se sometieran sin
prejuicios a un razonamiento lógico, abiertas al diálogo, muchas de ellas cambiarían su
manera de pensar. A veces lo que ciega al ser humano es su obstinación, pero si nos
ceñimos a nuestros valores éticos y morales, finalmente terminamos por entender que
la vida no está en nuestras manos, al igual que tampoco lo está la muerte.

Sería realmente triste visualizar un futuro que funcionara de acuerdo al caso de


Holanda, donde ya no hay certeza jurídica, pero tampoco familiar o social. ¿Cómo
podría una sociedad funcionar correctamente si llegado el momento, ni siquiera existe
el aliciente de que al final del camino puede contar con el apoyo moral de sus seres
queridos o la protección de sus derechos humanos?

Como sociedad, debemos unirnos para encontrar soluciones que no resulten


degradantes para el ser humano. Un individuo no puede mandarse a sí mismo porque
el hombre es sociable por naturaleza, por ello formamos familias, y las familias
pertenecen a una sociedad. En cuanto a este razonamiento, debemos adherirnos a
nuestros principios y defender lo correcto, lo que es justo, lo que es ético, ya que en la
medida en demostremos que somos fieles a estos valores, tendremos un mejor futuro
que construir y heredar a las generaciones venideras.

Fundamento legal y político

Como se ha señalado anteriormente, Aguilar (n.d.) comenta que en México la


eutanasia es un delito, y ello está contenido en el artículo 312 del Código Penal: “se
Proyecto Final

traduce como prestar auxilio o inducir a otro para que se suicide, por lo que se castiga
con 5 años de cárcel; mientras que la persona que apoya a morir a otro, matándolo,
tiene de 4 a 12 años de prisión”.

Como se ha manifestado con anterioridad, la eutanasia se contrapone a los


valores éticos y morales, y de igual forma, es un precepto que también es opuesto a la
normatividad jurídica de nuestro país. De acuerdo a Trejo (2007), lo anterior se sustenta
también con otras regulaciones del marco jurídico nacional, como por ejemplo el
artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que dice que
toda persona tiene derecho a la protección de la salud; el artículo 312 del Código Penal
Federal, que señala que el que ayude o induzca a otro a suicidarse, se le darán de uno
a cinco años de prisión; o el artículo 127 del Código Penal del Distrito Federal,
establece que aquel que prive de la vida a otro, así sea por petición expresa, incluso
cuando existan razones humanitarias de por medio, se le impondrá prisión de dos a
cinco años.

¿Puede el derecho garantizar su efectividad?

La labor del Estado es mantener la paz social, incluso si para ello


circunstancialmente debe auxiliarse de su poder coercitivo. La sociedad le ha dado al
Estado el poder de regularlo cuando por sí mismo no es capaz de resolver sus propias
diferencias, tal es el caso que nos ocupa. La eutanasia es una cuestión por demás
controversial, por lo tanto, compete al Estado dirigir el actuar de sus ciudadanos por
medio del derecho objetivo. Las leyes son el punto de cohesión entre los individuos;
gracias a su cumplimiento es que el orden y la paz social pueden llevarse a cabo; por lo
tanto, el derecho es el único que puede garantizar que exista civilidad mientras estos
temas sigan en disputa.

Según los fines del derecho, ¿es correcta la eutanasia?


Proyecto Final

De acuerdo a García (2011), los fines del derecho son claros y directos y pueden
sintetizarse de acuerdo a los ideales de justicia, seguridad y el bien común. Es así que
las prescripciones del derecho con el paso del tiempo, se caracterizan porque tienden
hacia la realización de un conjunto de fines o valores ético-sociales, de interés general
para toda la comunidad.

La eutanasia se contrapone a los fines del derecho porque falta a los valores
más elementales que son la justicia y seguridad. No puede existir justicia cuando se
está despojando de la vida a un ser humano. La vida es un derecho inalienable de todo
ser humano, ésta no puede ser arrebatada por otra persona porque se consideraría
entonces homicidio; por lo tanto, se convertiría en un acto inmoral, y lo inmoral, no tiene
cabida en el derecho. Tampoco se cumple con el precepto de seguridad para los más
desprotegidos, los enfermos terminales, los ancianos, los minusválidos, aquellos que no
tienen familia, etc. Estos dejan de tener seguridad jurídica al conceder a otros derecho
sobre su vida; si se les otorga la calidad de objeto, ni siquiera son considerados ya
como personas, y, como sabemos, la persona es la figura jurídica más importante en el
derecho, Si un ser humano no es considerado siquiera como persona, entonces pierde
todo derecho a que pudiera ser acreedor, por lo tanto, no puede aspirar a seguridad
alguna, ni siquiera a la familiar, puesto que se supone que son sus parientes cercanos
quienes debieran velar por su bienestar y brindarle los cuidados necesarios hasta que
llegue el momento de su fallecimiento, en lugar de adelantar su muerte cuando ellos lo
determinen.

Aportación al entorno profesional

Con el presente trabajo se obtuvo una semblanza de lo que representa el tema


de la eutanasia, los argumentos a favor y los que están en contra, así como los
sustentos éticos y morales que apoyan la hipótesis que se defiende. Al haber
desarrollado este trabajo, se refuerzan las competencias de investigación, análisis y
construcción, que son elementales para la formación de un futuro abogado, por lo que
profesionalmente hablando, ello beneficiará en un futuro el ejercicio de sus funciones.
Proyecto Final

Conclusión

La propuesta de este trabajo es fungir como una herramienta informativa a fin de


incidir en la opinión pública para que incline su postura a favor de la vida. Después de
haber sustentado los principios legales, morales y éticos que defienden la vida, y de
haber dado un panorama completo de cómo afectaría tanto individual como socialmente
la puesta en práctica de la eutanasia, se considera que es factible provocar un cambio
en la consciencia de los individuos, ya que no es posible sustraerse de los
razonamientos morales y éticos inherentes a todo ser humano.

Adoptar una actitud positiva ante la vida resultaría más benéfico que ir en contra
de ella; no se puede nadar contra corriente. No se trata de hacer algo porque todos los
demás lo hagan, se trata de hacer lo que es correcto porque así lo dicta el deber moral
y, por supuesto, el derecho. Los beneficios de abogar por la vida son luchar por los
valores de igualdad, justicia, libertad; todo aquello que nos hace ser orgullosos de
nosotros mismos, por lo que nos hacemos llamar “seres humanos”.

Es probable también que a pesar de los argumentos emitidos, muchas personas


no hayan cambiado su postura, esa sería una limitante de este trabajo. Al haber
expuesto también los argumentos a favor de la eutanasia de alguna manera se
reforzaron las ideas de que también quienes están a favor de ella tienen razones
correctas y de peso para defender su posición; no obstante, es labor del investigador
presentar toda la información sobre el tema y que la audiencia decida por sí misma
hacia qué lado de la balanza se inclina, si a favor o en contra. Sin embargo, la utilidad
del mismo puede considerarse mayor, puesto que aludiendo a que el ser humano está
dotado de razón y, apelando a su buen juicio, se espera que después de que toda la
información se haya expuesto, ésta influya de manera positiva en las personas con la
finalidad de que se convenzan de que la vida es un valor inalienable e inherente a todo
ser humano, del cual no somos dueños sino sólo responsables.
Proyecto Final

El tema de la eutanasia no está siquiera cerca de concluir, por el contrario, cada


vez tiene mayor auge y se abren más temas de discusión en todas partes del mundo.
Algunos países están tratando de que se despenalice y ponerla en práctica, pero se
encuentran con mucha oposición, principalmente por parte del sector religioso.
Políticamente, ningún partido quiere apoyar directamente la causa porque les generaría
perder adeptos. Lo que es un hecho es que muchas personas están a favor y
seguramente la mayoría de ellas lo hacen porque tiene la mejor intención: no quieren
ver sufrir a sus seres queridos; es un sentimiento bastante comprensible, incluso puedo
compaginar con él, sin embargo, seguramente esas personas no saben lo que pasaría
si en verdad la eutanasia fuera legal. Aun con la mejor de las intenciones, al principio
puede que ocurriera que los casos en donde se aplicara fueran “correctos y
humanitarios”, pero indiscutiblemente al pasar del tiempo, se daría entrada a otro tipo
de situaciones no necesariamente piadosas. Comenzarían a tergiversarse las
situaciones y luego ya no sería sólo en casos extremos que se aplicara esta medida,
sino que se utilizaría también para deshacerse de la gente que estorba a la sociedad:
los minusválidos, ancianos, enfermos mentales, etc.; lo cual contraviene a los principios
del derecho, la moral y la ética.

Como principiante del estudio del derecho, este trabajo me ha servido para
darme cuenta que no se pueden emitir opiniones sin antes haber fundamentado
cualquier juicio, incluso cuando ya se ha formado alguno previo. Como futuros
abogados, los estudiantes debemos darnos a la tarea de informarnos para poder
realizar adecuadamente nuestros constructos; sería una total falta de ética establecer
puntos de vista a priori sin haber otorgado a estos la importancia debida a través de la
fundamentación legal, moral y ética que por la trascendencia del tema se requería.

La vida es un valor universal que no puede serle arrebatado al ser humano como
si fuera una cosa, un objeto; es lo más valioso que poseemos hasta el momento de
nuestra muerte y lo debemos cuidar con el mayor de los celos. El morir también es
parte de la vida al igual que el sufrimiento. Si bien es cierto que todo ser humano anhela
morir con dignidad, también lo es que la vida dura más que la muerte, por lo que
Proyecto Final

deberíamos considerar que es más importante entonces vivir con dignidad, puesto que
los actos que realizamos nos definen durante toda la vida y nos identifican después de
ella. ¿Cómo queremos ser recordados? Que el legado para nuestros hijos sea el valor
de haber vivido con dignidad y entereza ante las dificultades, puesto que eso será
precisamente lo que les infundirá la fortaleza que necesiten para salir adelante el día
que no estemos para darles nuestro apoyo. Defendamos la vida y sobre todo,
aquilatémosla como el más valioso tesoro, pues ya lo dijo Gandhi: “vive como si fueras
a morir mañana, aprende como si fueras a vivir siempre”.
Proyecto Final

Referencias

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