Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Julio Alonso Ampuero - Meditaciones Bíblicas Sobre El Año Litúrgico
Julio Alonso Ampuero - Meditaciones Bíblicas Sobre El Año Litúrgico
tiano es estar empapado del Espíritu de esperar milagros: que el desierto de los
Cristo. No se puede ser verdaderamente hombres sin Dios florezca en una vida
cristiano sin estar lleno del Espíritu San- nueva, que el desierto de nuestra socie-
to. dad secularizada y materialista reverdez-
Este Cristo a quien esperamos se nos pre- ca con la presencia del Salvador.
senta también como «estandarte de los pue- Estos son los signos que Dios quiere
blos», como aquel «a quien busca el mun- darnos y que debemos esperar: que se
do entero». Cristo es «el Deseado de to- abran a la fe los ojos de los que por no
dos los pueblos». Aún sin saberlo, todos le tenerla son ciegos, que se abran a escu-
buscan, todos le necesitan, pues todos he- char la palabra de Dios los oídos endure-
mos sido creados para Él y solo en Él se cidos, que corra por la senda de la salva-
encuentra la salvación (He 4,12). Esta es la ción el que estaba paralizado por sus pe-
esperanza del Adviento: que todo hombre cados, que prorrumpa en cantos de ala-
encuentre a Cristo. Clamamos «Ven, Señor banza a Dios la lengua que blasfemaba...
Jesús» para que Él se manifieste a todo Si esperamos estos signos, ciertamente
hombre. Nuestra misión es levantar bien se producirán, y todo el mundo los verá,
alto este estandarte, esta en-seña: presen- y a través de ellos se manifestará la gloria
tar a Cristo a los hombres con nuestras pa- del Señor, y los hombres creerán en Cris-
labras y con nuestras obras. to, y no tendrán que preguntar más: «¿Eres
El profeta nos dibuja también como ob- tú el que ha de venir o tenemos que espe-
jeto de nuestra esperanza un auténtico pa- rar a otro?» (evangelio).
raíso, donde reine la paz y la armonía en- El que tiene esta esperanza se siente
tre todos los vivientes. Los frutos de la fuerte y sus rodillas dejan de temblar. Pero
venida de Cristo –si realmente le recibi- el secreto para tenerla es mirar al Señor.
mos– superan enormemente nuestras ex- La palabra de Dios quiere clavar nuestra
pectativas en todos los órdenes. Pero el mirada en el Señor que viene y dejarla fija
profeta nos recuerda que esta paz tan de- en su potencia salvadora: «¡Animo! No
seada será sólo una consecuencia de otro temáis. Mirad a vuestro Dios que viene...
hecho: que la tierra esté llena del conoci- Él vendrá y os salvará». Dejar la mirada
miento y del amor del Señor «como las fija en las dificultades arruina la esperan-
aguas colman el mar». za; fijarla en el Señor y desde Él ver las
dificultades acrecienta la esperanza.
Domingo III de Adviento
Domingo IV de Adviento
El desierto florecerá
La señal de Dios.
Is 35, 1-6a. 10
Con ella cambió la historia
«El desierto florecerá». He aquí la in-
tensidad de la esperanza que la Iglesia Is 7,10-14
quiere infundir en nosotros mediante las «El Señor por su cuenta os dará una
palabras del profeta. Nosotros solemos señal». En la inminencia ya de la Navi-
esperar aquello que nos parece al alcance dad, la Iglesia quiere centrar más y más
de nuestra mano. Sin embargo, la verda- nuestra mirada y nuestro deseo en Cristo
dera esperanza es la que espera aquello que viene. Con las palabras del profeta
que humanamente es imposible. Debemos nos recuerda que Cristo es el signo que
Ciclo A – Adviento-Navidad-Epifanía 3
Dios nos ha dado. Esperamos signos de que de Dios ha asumido la historia de Israel y,
el mundo cambia, de que las cosas mejo- en ella, la historia entera de la humanidad.
ran. Pero Dios nos da un único signo: Cris- En ella hay de todo, desde hombres pia-
to Salvador. Él es la respuesta a todos los dosos hasta grandes pecadores. Así, Cris-
interrogantes, la solución a todos los pro- to ha redimido esta historia desde dentro,
blemas. Cristo nos basta. Sólo hace falta haciéndola suya.
que le acojamos sin condiciones. Si cree- «La gran alegría». La misa de mediano-
mos firmemente en Él y le dejamos entrar che está marcada por ese estallido de jú-
en nuestra vida, Él hará lo demás, «Él sal- bilo: ha nacido el Salvador. Un año más la
vará a su pueblo de los pecados» (evange- Iglesia acoge con gozo esa «buena noti-
lio). cia» de labios de los ángeles, se deja sor-
«La Virgen está encinta y da a luz a un prender y entusiasmar por ella y, de ese
hijo». María está en el centro de la liturgia modo, se capacita para ser ella misma
de este domingo. Cristo nos es dado a mensajera de esa gran alegría para todos
través de ella. Gracias a ella tenemos al los hombres.
Emmanuel, al «Dios-con-nosotros». «Fueron corriendo». La misa de la au-
Para darlo al mundo, primero lo ha re- rora está marcada por las prisas de los
cibido. La vida de la Virgen no es llamati- pastores para ver lo que el ángel anunció.
va en actividades exteriores. Al contrario, Es la reacción ante la maravillosa noticia:
su vida fue totalmente sencilla. Y, sin em- nadie puede quedar indiferente. Menos aún
bargo, ella está en el centro de la historia. después de ver a Jesús: «Se volvieron
Con ella la historia ha cambiado de rum- dando gloria y alabanza a Dios».
bo. Al recibir a Cristo y darlo al mundo, «Hemos contemplado su gloria». Tras
todo ha cambiado. la reacción inicial, la actitud contemplativa
Nuestra vida está llamada a ser tan sen- del evangelista Juan. Se trata de acoger la
cilla y a la vez tan grande como la de Ma- luz que irradia de la carne del Verbo. Y de
ría. No hemos de discurrir grandes pla- acoger toda la abundancia de vida que de
nes complicados. Basta que recibamos del Él brota: «de su plenitud todos hemos re-
todo a Cristo y nos entreguemos plena- cibido», «da poder para ser hijos de
mente a Él. Entonces podremos dar a luz Dios»...
a Cristo para los demás y el mundo ten-
drá salvación.
La Sagrada Familia
(domingo después de Navidad)
Natividad del Señor
Iglesia doméstica
Hemos visto su gloria
Col 3,12-21
Mt 1,1-25; Lc 2,1-14.15-20; Jn 1,1-18
El Concilio Vaticano II presenta a la fa-
Grande es la riqueza de la liturgia de milia cristiana como «Iglesia doméstica»
Navidad, con cuatro misas diferentes. He (LG 11; GS 48; AA 11). La comunidad
aquí una pincelada de cada uno de los familiar formada por los padres y los hi-
cuatro evangelios. jos es una comunidad eclesial. Es una
«Jacob engendró a José, el esposo de comunidad de bautizados que viven con
María». La misa vespertina de la vigilia gozo su condición de hijos de Dios y su
recoge la larga genealogía de Jesús. El Hijo condición de miembros de la Iglesia, uni-
4 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
que después ocurrirá en su vida pública con- pero según unos criterios que no coinci-
tinuamente: «¿Quién es este?» (Mc 4,41). dían con los de Dios. Si hubiera logrado
«Nunca hemos visto cosa igual» (Mc 2,12). impedírselo, nos habríamos quedado sin
¿Me siento yo atraído por Cristo? ¿Me fas- esta grandiosa revelación que el evange-
cina su grandeza y su poder? ¿Me deslum- lio de hoy nos ofrece, no se habrían abierto
bra la hermosura de aquel que es «el más los cielos y en definitiva habría impedido
bello de los hombres» (Sal 45,3)? a Jesús manifestarse como Hijo del Padre
Además, toda la escena gira en torno a la y Ungido por el Espíritu Santo.
adoración. Los Magos se rinden ante Cris- Del mismo modo, también nosotros
to y le adoran, reconociéndole como Rey ¡cuántas veces entorpecemos los planes
–el oro– y como Dios –el incienso– y de Dios porque no se ajustan a nuestras
preanunciando el misterio de su muerte y ideas! Olvidamos que los pensamientos
resurrección –la mirra–. La adoración bro- de Dios no coinciden con los nuestros y
ta espontánea precisamente al reconocer la que sus planes superan infinitamente los
grandeza de Cristo y su soberanía, sobre nuestros (Is 55, 8-9). Deberíamos al me-
todo, al descubrir su misterio insondable. nos tener la humildad de Juan para ceder
En medio de un mundo que no sólo no ado- a los deseos de Cristo aunque no los en-
ra a Cristo, sino que es indiferente ante Él tendamos, pues ellos le llevan a manifes-
y le rechaza, los cristianos estamos llama- tar su gloria, mientras los nuestros la os-
dos más que nunca a vivir este sentido de curecen. Deberíamos hacer caso a la pa-
adoración, de reverencia y admiración, esta labra de Dios: «Confía en el Señor con
actitud profundamente religiosa de quien se toda el alma y no te fíes de tu propia inte-
rinde ante el misterio de Dios. ligencia» (Prov 3,5).
Y, finalmente, aparece el símbolo de la «Conviene que cumplamos todo lo que
luz. La estrella que conduce a los Magos Dios quiere». Son las primeras palabras
hasta Cristo expresa de una manera grá- de Jesús que el evangelio de san Mateo
fica lo que ha de ser la vida de todo cris- nos refiere. Ellas constituyen una consig-
tiano: una luz que brillando en medio de na, un programa de vida para el Hijo de
las tinieblas de nuestro mundo ilumine «a Dios. Toda su vida va a estar marcada
los que viven en tinieblas y en sombra de por esta decisión de «cumplir», de llevar
muerte» (Lc 1,79), les conduzca a Cristo hasta el final lo que es justo a los ojos de
para que experimenten su atractivo y le Dios, lo que es voluntad del Padre. Así
adoren, y les muestre «una razón para vi- comienza su vida pública junto al Jordán
vir» (Fil 2,15-16). y así terminará en Getsemaní.
También para nosotros, nuestra reali-
Bautismo del Señor dad de hijos de Dios debe manifestarse
(domingo después de Epifanía) en esta adhesión incondicional a la volun-
tad de Dios. No como una carga que uno
Ceder a Cristo arrastra pesadamente, con resignación,
sino como la expresión infinitamente amo-
Mt 3,13-17 rosa de lo que Dios quiera para nuestro
«Juan trataba de impedírselo». Con toda bien, que se abraza con gozo y se vive
su buena voluntad, Juan intenta evitar que con entrega y fidelidad.
el Hijo de Dios pase a los ojos de los hom-
bres como un pecador. Él tenía su lógica,
6 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
ne que significar para nosotros y para mu- vivirla con provecho si no estamos dispues-
cha gente una auténtica resurrección a una tos a subir con Cristo a la cruz.
vida nueva. Cristo es la resurrección, y lo El relato de la Pasión según san Mateo
típico de su acción es hacer surgir la vida subraya además cómo en ella se cumplen
donde sólo había muerte. Cristo puede y las Escrituras. Todo estaba predicho. Na-
quiere resucitar al que está muerto por el da ocurre por casualidad. El plan del Pa-
pecado o por la carencia de fe. Lo suyo es dre se cumple. Y Cristo vive la Pasión en
hacer cosas grandes, maravillas divinas. Y perfecta obediencia a la voluntad del Pa-
nosotros no podemos conformarnos con dre, «para mostrar al género humano el
menos. No tenemos derecho a dar a nadie ejemplo de una vida sumisa a su volun-
por perdido. tad» (oración colecta). Cristo puede de-
cir con las palabras del profeta: «El señor
Domingo de Ramos Dios me ha abierto el oído y yo no me he
rebelado ni me he echado atrás» (primera
La Pasión «por dentro» lectura). Adán desobedeció la voluntad de
Mt 27,11-54
Dios y nos trajo la ruina; Cristo obedece
«hasta la muerte y muerte de cruz» y nos
Al entrar en la Semana Santa la Iglesia salva (segunda lectura). En su obediencia
nos proclama la Pasión de Jesucristo. al Padre y en su amor a los hombres está
Pero al escucharla o al leerla por nuestra nuestra salvación. Y esta salvación segui-
cuenta hemos de evitar un peligro. Tene- rá haciéndose presente hoy si nosotros
mos el riesgo de asistir a ella como es- prolongamos la entrega de Cristo, su obe-
pectadores que contemplan unos hechos diencia al Padre y su amor a los hombres.
sólo desde fuera. Porque lo que el Espíri-
tu Santo pretende es hacernos conocer
cómo Cristo ha vivido la Pasión «por den- Jueves Santo
tro». Se trata de dejarnos iluminar esa in- Hasta el extremo
terioridad de Cristo. Lo que nos salva no
son los simples sufrimientos de Cristo, Ex 12,1-14; 1Cor 11,23-26; Jn 13,1-15
sino el amor con que los ha vivido, un «Los amó hasta el extremo». Estas pa-
amor que le ha llevado a dar la vida libre- labras son la clave para entender el triduo
mente por nosotros. pascual, la pasión y muerte de Jesús, la
De hecho, en la oración colecta del do- eucaristía... Todo ello es expresión y rea-
mingo pasado pedíamos a Dios Padre que lización de ese amor hasta el extremo que
«vivamos siempre de aquel mismo amor lo ha dado todo sin reservarse nada, que
que llevó al Hijo a entregarse a la muerte se ha hecho esclavo por nosotros. Es ese
por la salvación del mundo». La liturgia amor el que está presente en cada misa y
no es una representación teatral. Nos in- en cada sagrario: ¿cómo es posible la ru-
troduce en el misterio. Y al introducirnos tina o el aburrimiento?, ¿cómo permane-
en él no sólo nos hace capaces de con- cer indiferente ante ese amor que sobre-
templarlo en toda su riqueza, sino que el pasa toda medida?
contacto con el misterio de Cristo nos «Es la Pascua, el Paso del Señor». En
transforma, pues Cristo mismo nos conta- cada misa es Cristo mismo quien pasa jun-
gia su vida, sus actitudes y sentimientos. No to a nosotros, quien desea entrar –si le de-
podemos entrar en la Semana Santa ni jamos– para quedarse con nosotros. Pasa
10 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Cristo para hacernos pasar con Él de este do abierto. En Cristo estamos salvados.
mundo al Padre. Si la vivo bien, cada misa «Mirarán al que atravesaron». Si los que
me introduce más en Dios, en su seno y en miraban la serpiente de bronce en el de-
su corazón. La misa me introduce en el cie- sierto quedaban curados (Nm 21,4-9),
lo, aunque siga viviendo aún sobre la tierra. ¡cuánto más los que miran con fe al Hijo
«Haced esto en memoria». Estas palabras de Dios crucificado! (Jn 3,14-15). San
son el encargo de perpetuar la eucaristía en Juan nos invita a esa mirada contemplativa
el tiempo y el espacio. Pero no sólo. In- llena de fe. Esta mirada de fe permite que
cluyen el mandato de vivir la misa, de ha- se desencadene sobre nosotros el infinito
cer presente en nuestra vida todo lo que ella amor salvador que se encuentra encerra-
es y significa: «Os he dado ejemplo para do en el corazón del Redentor traspasado
que lo que yo he hecho con vosotros, vo- por nuestros pecados.
sotros también lo hagáis». La misa nos hace
esclavos de nuestros hermanos y nos im-
pulsa a amarlos hasta el extremo. «Él dio la Vigilia Pascual
vida por nosotros: también nosotros debe-
mos dar la vida por los hermanos» (1Jn Ha resucitado
3,16). Rm 6,3-11; Sal 117; Mt 28,1-10; Mc 16,1-8;
Lc 24,1-12
«HA RESUCITADO». Así, con mayús-
Viernes Santo culas, aparece en el Leccionario. Esta
Mirar al Crucificado palabra es común a los tres sinópticos y
aparece por tanto en los tres ciclos. Es la
Jn 18-19 noticia. La Iglesia vive de ella. Millones
«Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». de cristianos a lo largo de veinte siglos
Todo el relato de la pasión según san Juan han vivido de ella. Es la noticia que ha
–especialmente el prendimiento y el diá- cambiado la historia: el Crucificado vive,
logo con Pilatos– manifiesta la soberanía ha vencido la muerte y el mal. Es el grito
y majestad de este Jesús que había dicho: que inunda esta noche santa como una
«Nadie me quita la vida, yo la doy volunta- luz potente que rasga las tinieblas. ¿En
riamente» (Jn 10,18). Verdaderamente Je- qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En
sús reina desde la cruz. Ahora se cumple lo qué medida soy portavoz de esta noticia
que Él mismo había anunciado: «Yo cuan- para los que aún no la conocen?
do sea levantado de la tierra atraeré a todos «Consideraos muertos al pecado y vi-
hacia mí» (Jn 12,32). La multitud inmensa vos para Dios». La resurrección de Cris-
de los redimidos es fruto de esta eficaz to es también la nuestra. Él no sólo ha
atracción del Crucificado. destruido la muerte, sino también el pe-
«Está cumplido». Jesús ha llevado a cabo cado, que es la verdadera muerte y causa
perfectamente la obra que el Padre le en- de ella. La resurrección de Cristo es capaz
comendó (Jn 17,4). Ha realizado el plan del de levantarnos para hacernos llevar una vida
padre, ha cumplido las Escrituras, nada ha de resucitados. Ya no somos esclavos del
quedado a medias. La redención es un he- pecado. Podemos vivir desde ahora en la
cho consumado y sólo falta que cada hom- pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos
bre acepte dejarse bañar por su sangre y caminar en novedad de vida.
acuda a beber el agua que brota de su costa-
Ciclo A – Tiempo Pascual 11
«La piedra que desecharon los arquitec- el mismo que salió del sepulcro, a quien
tos es ahora la piedra angular». Las lectu- encuentras en la Eucaristía.
ras del A.T. son una síntesis de la historia «¡Ha resucitado!». La noticia que hemos
de la salvación, que culmina en Cristo. El recibido hemos de gritarla a otros. Si de
Resucitado es la clave de todo. Todo se ilu- verdad hemos tocado a Cristo, tampoco
mina desde Él. Sin Él, todo permanece con- nosotros podemos callar «lo que hemos
fuso y sin sentido. ¿Le permito yo que ilu- visto y oído» (He 4,20). No somos sólo
mine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la pre- receptores. Cristo resucitado nos consti-
sencia del Resucitado para entender toda tuye en heraldos, pregoneros de esta noti-
mi vida como historia de salvación? cia. Una noticia que es para todos. Una no-
ticia que afecta a todos. Una noticia que
Domingo de Resurrección puede cambiar cualquier vida: «Cristo ha
resucitado, está vivo, para ti, te busca, tú
¡Ha resucitado! eres importante para Él, ha muerto por ti,
ha destruido la muerte, te infunde su vida
Jn 20,1-9
divina, te abre las puertas del paraíso, tus
«¡Ha resucitado!»: Es la noticia que hoy problemas tienen solución, tu vida tiene
nos es gritada, proclamada. Esta es la sentido».
noticia. Es la certeza que se nos da a co-
nocer. La gran certeza, la que sostiene toda
nuestra vida, la que le da sentido y valor.
¡Ha resucitado! No podemos seguir vi- Tiempo Pascual
viendo como si Cristo no hubiese resuci-
tado, como si no estuviese vivo. No po-
demos seguir viviendo como si no le hu- Domingo II de Pascua
biera sido sometido todo. No podemos
seguir viviendo como si Cristo no fuera Continúa actuando
el Señor, mi Señor. No podemos seguir Hch 2,42-47; Sal 117; 1Pe 1,3-9
viviendo «como si». Sólo cabe buscar con
ansia al Resucitado, como María Magda- «Vivían todos unidos». En medio de la
lena o los apóstoles; o mejor, dejarse bus- alegría pascual la liturgia proyecta nues-
car y encontrar por Él. tra mirada a la primera comunidad cris-
tiana. «Todo el mundo estaba impresio-
«¡Ha resucitado!». También nosotros nado...» «Tenían todo en común». «Día
podemos ver, oír, tocar al Resucitado (1 Jn tras día el Señor iba agregando al grupo
1,1). No, no es un fantasma (cfr Lc 24, los que se iban salvando». La Iglesia es
37-43). Es real, muy real. Cristo vive, fruto de la Pascua. La comunidad cristia-
quiere entrar en tu vida. Quiere transfor- na es posible porque Cristo ha resucita-
marla. No, nuestra fe no se basa en sim- do. Toda esa belleza tan atrayente brota de
ples palabras o doctrinas, por hermosas que la victoria de Cristo sobre el pecado. La
sean. Se basa en un hecho, un acontecimien- Iglesia no es nada sin la presencia y la fuer-
to. Sí, verdaderamente ha resucitado el Se- za del Resucitado. Pero este tampoco se
ñor. Para ti, para mí, para cada uno de todos hace visible sin hombres y mujeres que se
los hombres. Hoy puede ser decisivo para dejen transformar por su poder.
ti. Él quiere irrumpir en tu vida con su pre-
sencia iluminadora y omnipotente. Es a Él, «Este es el día en que actuó el Señor».
No sólo actuó en el pasado. Este es el día
12 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
en que el Señor continúa actuando. Esta- los el sentido de las Escrituras, oculto a
mos en el día de la resurrección, en el sus mentes. También a nosotros nos quie-
tiempo en que Cristo, a quien «ha sido re explicar las Escrituras. Leer y entender
dado todo poder», desea seguir mostran- la Biblia no es sólo ni principalmente ta-
do sus maravillas. El tiempo de Pascua es rea y esfuerzo nuestro. Se trata de pedir a
el tiempo por excelencia de las obras gran- Cristo Resucitado, vivo y presente, que nos
des del Resucitado. Si lo creemos y lo ilumine para poder entender. ¡Cuánto más
deseamos, si nos ponemos a acogerlo, provecho sacaríamos de la lectura de la
seguiremos experimentando que «es el Palabra de Dios si nos pusiéramos a escu-
Señor quien lo ha hecho, ha sido un mila- char a Cristo y le dejásemos que nos ex-
gro patente». plicase las Escrituras!
«Nos ha hecho nacer de nuevo». Por la «Le reconocieron en la fracción del pan».
resurrección de Cristo somos ya criatu- Además de las Escrituras, Cristo Resuci-
ras nuevas. La vida del Resucitado nos tado se nos da a conocer en la Eucaristía.
inunda ya ahora. Hemos nacido de nue- El tiempo de Pascua es especialmente pro-
vo. Y, sin embargo, lo mejor está por lle- picio para una experiencia gozosa y abun-
gar. Hay «una herencia incorruptible, pura, dante, sosegada, de Cristo Resucitado, que
imperecedera, que os está reservada en el sale a nuestro encuentro principalmente en
cielo». ¿Hay acaso motivo para la triste- su presencia eucarística. Se ha quedado
za, la desilusión o el desencanto? para nosotros, para cada uno. Ahí nos es-
pera para una intimidad inimaginable. Para
contagiarnos su amor, para que también
Domingo III de Pascua nuestro corazón se caldee y arda, como el
Camina con nosotros de los de Emaús. Para que tengamos expe-
Lc 24,13-45 riencia viva de Él «en persona», de Cristo
vivo. Para que también nosotros podamos
«Jesús en persona se acercó y se puso
gritar con certeza : «¡Es verdad! ¡Ha resu-
a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
citado el Señor!».
capaces de reconocerlo...». Después del
grito exultante del día de Pascua, la Igle-
sia nos regala cincuenta días para «reco- Domingo IV de Pascua
nocer» serena y pausadamente al Resuci-
tado, que camina con nosotros. Esa es Mi buen Pastor
nuestra tarea de toda la vida. El Cristo en Hch 2,14.36-41; 1Pe 2,20-25; Jn 10,1-
quien creemos, el único que existe actual- 10
mente, es el Resucitado, el Viviente, el
Señor glorioso. Él está siempre con no- «El Señor es mi pastor». Cristo es el
sotros, camina con nosotros. Y nuestra Buen Pastor. Pero lo es de cada uno. La
tragedia consiste en no ser capaces de re- relación con Cristo es personalísima. Y el
conocerle. Pidamos ansiosamente que en tiempo pascual ha de afianzar esta relación.
este tiempo de Pascua aumente nuestra fe Ha de afianzar la certeza y la experiencia
para saber descubrir espontáneamente a de que «el Señor es mi pastor». Esta es la
Cristo siempre y en todo. única seguridad, incluso en medio de las
oscuridades: «Nada temo, porque tú vas
«Les explicó lo que había sobre Él en to- conmigo». ¿Cómo vivo mi relación con
das las Escrituras». Es lo primero que hace Cristo? ¿Mi fe se traduce en confianza?
Cristo Resucitado: iluminar a sus discípu-
Ciclo A – Tiempo Pascual 13
la única fuente real de unidad. Por eso, si (1ª lectura) y le ofrenda su propia vida en-
no comulgamos con la Iglesia y con los tregándose a amar a los demás con el mis-
hermanos estamos rechazando al Cristo de mo amor que él recibe gratuitamente de
la Eucaristía. Dios (2ª lectura).
suya, construcción suya (1 Cor 3,9). No gloria que sólo a Dios corresponde. Por
somos una simple asociación humana. eso San Pablo responde con absoluta con-
«A los santificados en Cristo Jesús, lla- tundencia: «¿Acaso fue Pablo crucifica-
mados a ser santos». Es casi una definición do por vosotros? ¿O habéis sido bautiza-
de lo que significa ser Iglesia de Dios: Los dos en el nombre de Pablo?» Es como
santificados llamados a ser santos. Por el decir: No hay más salvador que Cristo
bautismo hemos sido santificados, consa- Jesús. El instrumento debe permanecer
grados; pertenecemos a Dios, hemos entra- en su lugar. Lo demás es mentir y desfi-
do en el ámbito de lo divino, formamos parte gurar la realidad.
de la casa de Dios. Pero este don conlleva «¿Está dividido Cristo?» Puesto que la
el impulso, la llamada y la exigencia a Iglesia es el Cuerpo de Cristo (1 Cor
«completar nuestra consagración», a «ser 12,12), toda división en la Iglesia es en
santos en toda nuestra conducta». Esta es realidad desgarrar al mismo Cristo. La falta
la voluntad de Dios (1 Tes 4,3). La Iglesia de unidad en nuestros criterios, en nues-
es santa. La santidad es una nota esencial e tras actuaciones, en nuestras relaciones...
irrenunciable de la Iglesia. Si nosotros no tiene el efecto horrible de presentar un
somos santos, estamos destruyéndonos a Cristo en pedazos. En consecuencia, se
nosotros mismos... y estamos destruyendo hace imposible que la gente crea.
la Iglesia. Por eso San Pablo se muestra tan in-
transigente en este punto y apela a la ne-
Domingo III del Tiempo Ordinario cesidad absoluta de estar todos «unidos
en un mismo pensar y en un mismo sen-
Desgarrar a Cristo tir». Lo cual viene a significar no pensar
ni actuar desde un punto de vista huma-
1Cor 1,10-13.17
no, sino siempre y en todo desde la fe,
«Os conjuro por el nombre de nuestro que es la que da realmente consistencia y
Señor Jesucristo... que no haya entre vo- unidad: «poniendo empeño en conservar
sotros divisiones». San Pablo arremete con la unidad del Espíritu... Un sólo cuerpo y
todas sus energías contra las divisiones un sólo Espíritu... Un sólo Señor, una sola
en la Iglesia. El evitar las divisiones no es fe, un sólo bautismo, un sólo Dios y Pa-
algo simplemente «deseable». Si la Iglesia dre de todos» (Ef 4,3-6).
es una y la unidad es una nota tan esencial
como la santidad, cualquier división –por
pequeña que parezca– desfigura el rostro Domingo IV del Tiempo Ordinario
de la Iglesia, destruye la Iglesia. Gloriarse en el Señor
«Yo soy de Pablo, yo de Apolo...» To-
das las divisiones nacen de una conside- 1Cor 1,26-31
ración puramente humana. Mientras nos «Dios ha elegido lo necio del mundo, ...
quedemos en los hombres estaremos lo débil del mundo... lo plebeyo y despre-
echando todo a perder. Los hombres so- ciable del mundo, lo que no es». Cuando
mos sólo instrumentos, siervos inútiles: San Pablo escribe estas palabras a los
«yo planté, Apolo regó, pero es Dios quien corintios no sólo está poniendo de relieve
dio el crecimiento» (1 Cor 3,6). Quedar- una situación de hecho –la inmensa ma-
se en los hombres es una idolatría, y todo yoría de los cristianos eran gente pobre,
protagonismo es una forma de robar la sencilla, inculta, que no contaba a los ojos
Ciclo A – Tiempo Ordinario 19
del mundo, despreciable para los que se Domingo V del Tiempo Ordinario
creían algo–, sino que está enunciando un
principio, un criterio de la acción de Dios, Sólo Cristo
que elige con preferencia lo humanamen-
te inútil para manifestar que Él y sólo Él 1Cor 2,1-5
es el Salvador. «No fui con el prestigio de la palabra o
«Para que nadie pueda gloriarse en pre- de la sabiduría a anunciaros el misterio de
sencia de Dios». Tenemos que estar muy Dios». Los medios no deben entorpecer
atentos para ver si nuestros criterios y la acción de Dios. Dar demasiada impor-
modos de actuar son los del evangelio. El tancia a los medios es sustituir a Cristo.
mayor pecado es el gloriarnos en presen- Apoyarse en los medios es una idolatría,
cia de Dios, el enorgullecernos pensando además de una insensatez. Toda sabidu-
que somos algo o podemos algo por no- ría que no viene de Cristo y no conduce a
sotros mismos. El Señor nos dice tajan- Él es un estorbo. «¡Mire cada cuál cómo
temente: «Sin mí no podéis hacer nada». construye!» (1 Cor 3,10).
No dice que sin Él no podemos mucho o «No quise saber sino a Jesucristo, y éste
sólo una parte, sino «nada». Cuando nos crucificado». ¿Cuándo nos convencere-
apoyamos –en la vida personal o apostó- mos de que Cristo basta? No se trata de
lica– en la sabiduría humana, estamos per- tener a Cristo y «además» otras cosas,
didos. Cuando confiamos en el prestigio otros medios, etc. En Cristo tenemos todo.
humano o en el poder, el resultado es el Él es para nosotros «sabiduría, justicia,
fracaso total, la esterilidad más absoluta. santificación y redención» (1 Cor 1,30).
«El que se gloríe, que se gloríe en el La santidad viene sólo del costado abierto
Señor». En Él y sólo en Él vale la pena de Cristo crucificado. Sólo Él redime, sólo
apoyarse. «En cuanto a mí –dirá San Pa- Él convierte. Quedarnos en los medios es
blo– me glorío en mis debilidades» (2 Cor quedarnos sin la gracia que sólo de Él
12,9). Gozarnos en ser nada, en saber- procede.
nos inútiles e incapaces, para apoyarnos Más aún, es Cristo lo único que tene-
sólo en Él, que nos dice: «Te basta mi mos que dar al mundo. Como Iglesia,
gracia». Apoyarnos en los hombres no sólo hemos de sentirnos dichosos de no tener
conduce al fracaso, sino que es reprodu- otra cosa que ofrecer. ¡Ojalá nuestra Igle-
cir el primer pecado, el querer «ser como sia pudiera decir con toda verdad como
dioses», el prescindir de Dios. los apóstoles: «No tengo oro ni plata, te
Esto es tan serio, que San Pablo excla- doy lo que tengo: en nombre de Jesús Na-
mará con vehemencia: «Dios me libre de zareno echa a andar!» (He 3,6). No tengo
gloriarme si no es en la cruz de nuestro nada más que a Cristo –¡y nada menos!–
Señor Jesucristo» (Gal 6,14). Sólo Cris- Cuando la Iglesia es verdaderamente po-
to crucificado y humillado salva, pues Él bre, entonces es cuando brilla con fuerza
es «fuerza de Dios y sabiduría de Dios» su auténtica riqueza: Cristo, con todo su
(1 Cor 1,23-24). Él es para nosotros «sa- poder salvador.
biduría, justicia, santificación y reden- «Mi palabra... fue una demostración de
ción». Fuera de Él no hay santidad, no Espíritu y de poder». Desde la debilidad
hay salvación, no hay sabiduría. del apóstol y desde la pobreza de los me-
dios se manifiesta la potencia infinita de
20 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Y también tú como ellos has recibido los el testimonio de tantos mártires a lo largo
mismos poderes de Cristo para curar toda de la historia de la Iglesia, que han ido
enfermedad y dolencia, para arrojar demo- gozosos y contentos al martirio en medio
nios, para resucitar muertos... Ante un mun- de terribles tormentos.
do que agoniza porque no conoce a Cristo Este evangelio de hoy nos invita a mirar
o le ha rechazado, nosotros tenemos el re- al juicio –«nada hay escondido que no lle-
medio, porque tenemos las armas de Cris- gue a saberse»–. En ese momento se acla-
to. Y no podemos seguir lamentándonos rará todo. Y en esa perspectiva, ante lo
como si las cosas no tuvieran solución. único que tenemos que temblar es ante la
La pregunta, más bien, es la siguiente: posibilidad de avergonzarnos de Cristo,
¿Sientes compasión de la gente que está pues en tal caso también Él se avergon-
extenuada y abandonada como ovejas sin zará de nosotros ese día ante el Padre. El
pastor? Es decir, ¿te importa la gente que único mal real que el hombre debe temer
sufre porque le falta Cristo, aunque apa- es el pecado, que le llevaría a una conde-
rente ser feliz? ¿Te duele la situación de nación eterna –«temed al que puede des-
tanta gente hundida en su falta de fe, en- truir con el fuego alma y cuerpo»–. Ante
fangada en su pecado, destrozada por sus este evangelio, ¡cuántas maneras de pen-
propios egoísmos? La compasión de Cris- sar y de actuar tienen que cambiar en
to no es un sentimiento estéril. Tampoco nuestra vida!.
tú puedes quedar indiferente. La gracia ha desbordado
Rom 5,12-15
Domingo XII del Tiempo Ordinario A partir de hoy, durante los próximos
No temáis... domingos leeremos como segunda lectu-
ra la carta a los Romanos, tan rica en ali-
Mt 10,26-33 mento para nuestra vida cristiana.
Ante evangelios como este uno se asusta «Todos pecaron». Debemos prestar una
viendo lo poco cristianos que somos los atención mucho mayor al realismo de la
cristianos. Jesús nos dice que no tenga- palabra de Dios, que no anda con eufe-
mos miedo a los que matan el cuerpo, y mismos ni disimulos. Todos somos pe-
sin embargo todo son temores ante la cadores, sometidos a la ley inexorable del
muerte, ante el sufrimiento, ante lo que pecado que nos encadena (Rom 3,10ss.
los hombres puedan hacernos, ante lo que 23). ¿Por qué seguir pensando y actuan-
puedan decir de nosotros... do como si la gente no fuera pecadora?
Todo hombre es irremediablemente peca-
El verdadero cristiano –es decir, el hom- dor; no puede salvarse por sí mismo ni pue-
bre que tiene una fe viva– encuentra su se- de ser bueno por sus solas fuerzas; necesi-
guridad en el Padre. Si Dios cuida de ta de Cristo, el único que se nos ha dado
los gorriones ¿cómo no va a cuidar de capaz de salvarnos (He 4,12; Rom 3,24ss).
sus hijos? Sabe que nada malo puede pa-
sarle. Lo que ocurre es que a veces lla- «Por el pecado entró la muerte». Desde
mamos malo a lo que en realidad no es el pecado de Adán, la tragedia del hombre
malo. ¿Qué de malo puede tener que nos consiste no sólo en pecar de hecho, sino
quiten la vida o nos arranquen la piel a en dejarse engañar por Satanás tomando
tiras si eso nos da la vida eterna? Ahí está lo malo por bueno y lo bueno por malo.
24 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Por eso, Dios que nos ama insiste en re- Dios nos ve. Por el bautismo hemos muerto
cordarnos que «el salario del pecado es la al pecado, a quedado destruida «nuestra
muerte» (Rom 6,23). El pecado es siem- personalidad pecadora» y hemos cesado de
pre muerte y sólo muerte; es causa de ser esclavos del pecado (Rom 6,6). Se tra-
muerte y destrucción; es fuente de todos ta de tomar conciencia de este don recibi-
los males en este mundo y para la eterni- do. ¿Por qué seguir pensando y actuando
dad. El pecado es el único mal real. como si el pecado fuera insuperable? El
«Gracias a un solo hombre, Jesucristo, pecado no tiene por qué esclavizarnos, pues
la benevolencia y el don de Dios desbor- Cristo nos ha liberado y la fuerza del peca-
daron». La situación de pecado, humana- do ha quedado radicalmente neutralizada.
mente irremediable, ha sido transforma- Hemos muerto al pecado: vivamos como
da por Dios. La ley inexorable del pecado tales muertos. «Los que hemos muerto al
ha sido destruida por un amor más gran- pecado, ¿cómo seguir viviendo en él?
de que el pecado. He aquí la grandeza de (Rom 6,2).
Jesucristo, que hace que «no haya pro- «...Y vivos para Dios en Cristo Jesús».
porción entre la culpa y el don». Si Dios La muerte al pecado es sólo la cara nega-
ha permitido el pecado ha sido en vista de tiva. Lo más importante es la vida nueva
Cristo. Y también nosotros hemos de que ha sido depositada en nuestra alma.
aprender a ver el mundo y cada persona Y esta vida nueva es esencialmente posi-
desde Cristo: no disimular o disculpar su tiva: consiste en vivir –lo mismo que Cris-
pecado, pero sí tener la certeza de que su to– para Dios, en la pertenencia total y
pecado tiene remedio, porque la gracia de exclusiva a Dios, dedicados a Él en alma
Cristo «ha desbordado». y cuerpo. Esta es la riqueza y la eficacia
de nuestro bautismo. Se trata sencillamen-
te de cobrar conciencia de ello y dejar
Domingo XIII del Tiempo Ordinario que aflore en nuestra vida lo que ya so-
Injertados en Cristo mos. ¡Reconoce, cristiano tu dignidad!
¡Sé lo que eres!
Rom 6,3-4,8-11
Un gran negocio
«Así como Cristo ... también nosotros».
He aquí la base de la novedad cristiana. Mt 10,37-42
Lo que Cristo es y vive estamos llamados Ante evangelios como este, hemos ad-
a serlo y vivirlo también nosotros. Pero quirido el hábito de no darnos por aludi-
no como una imitación «desde fuera». Por dos, como si fueran dirigidos sólo a las
el bautismo hemos sigo injertados a Cris- monjas de clausura. Y, sin embargo, es-
to y Él vive en nosotros (Gal 2,20). Todo tas palabras de Jesús van dirigidas a todos
lo suyo es nuestro: sus virtudes, sus senti- (cfr. Lc 14,25-26), para indicar que nin-
mientos, sus actitudes... Por eso, para un gún lazo familiar, incluso bueno y legíti-
cristiano lo más natural es vivir como Cris- mo, debe ser estorbo para seguirle a Él; y
to. No se nos pide nada extraño o imposi- en el caso de que se plantease conflicto
ble: se trata sencillamente de dejar que se entre un lazo familiar y el seguir a Jesús,
desarrolle plenamente esa vida que ya está habría que elegir seguir a Jesús. Lo contra-
en nosotros. rio significa no ser dignos de Él.
«Consideraos muertos al pecado...» La fe Se necesita la lógica de la fe y la luz del
nos hace vernos a nosotros mismos como Espíritu para entender que lo que parece
Ciclo A – Tiempo Ordinario 25
perder la vida es ganarla y lo que parece consagrados. Somos lugar donde Dios mora
muerte es en realidad vida. Porque se tra- y donde ha de ser glorificado. Pero el Es-
ta de preferir a Cristo no solo por encima píritu Santo no está en nosotros inmóvil.
de los cariños familiares, sino incluso an- Permanece en nosotros como Ley nueva,
tes que la propia vida, antes que la propia como impulso de vida. Su acción omnipo-
comodidad, antes que la propia fama... tente se vuelca sobre nosotros para hacer-
estando dispuestos a ser despreciados y nos santos, para vivir según Cristo. Ser santo
perseguidos por Cristo, a perderlo todo ni es imposible ni es difícil. Se trata de aco-
por Él, a sacrificarlo todo por Él. Perder- ger dócilmente la acción del Espíritu, se-
lo todo por Cristo: en realidad este evan- cundando su impulso poderoso, dando
gelio nos está proponiendo un gran nego- muerte con la fuerza del Espíritu a las obras
cio, pues se trata de ganar a Cristo, cuyo de la carne para que se manifieste en noso-
amor vale infinitamente más que todo lo tros el fruto del Espíritu (Gal 5,22-23).
demás. Deberíamos mirar más a Cristo «Vivificará también vuestros cuerpos
para dejarnos embelesar por Él. Es infini- mortales por el mismo Espíritu». Hay una
tamente más lo que recibimos que lo que «primera resurrección»: cuando el hom-
damos. bre es arrancado del dominio del pecado
Además, el evangelio de hoy nos pro- y comienza a caminar en novedad de vida
pone otro «negocio» continuo. Un simple por la acción del Espíritu. Pero habrá una
vaso de agua dado a un pobrecillo cual- «segunda resurrección»: también nuestro
quiera, sólo porque es discípulo de Je- cuerpo mortal se beneficiará de esta vida
sús, no perderá su paga. ¿Cuántas pagas nueva suscitada por Dios en nosotros. El
perdemos cada día? Espíritu Santo tiene por característica
propia el ser Creador y desea vivificar
nuestra persona entera, alma y cuerpo.
Domingo XIV del Tiempo Ordinario
Cristo, nuestro descanso
Dóciles al Espíritu
Mt 11,25-30
Rom 8,9.11-13 Ante la humildad de Cristo, el cristiano
«Vosotros no estáis en la carne, sino en aprende también a ser humilde. El Hijo de
el Espíritu». San Pablo quiere inculcar- Dios no ha venido con triunfalismos, sino
nos la certeza de esta nueva vida que ha sumamente humilde y modesto, montado
sido depositada en nuestra alma por el bau- en un asno. A Jesús le gusta la humildad.
tismo. No estamos en la carne, es decir, Es el estilo de Dios. Y el cristiano no tiene
no estamos abandonados a nuestras fuer- otro camino. Dios no se da a conocer a los
zas naturales y a nuestra debilidad pecami- que se creen sabios y entendidos, a los arro-
nosa. Por tanto, no tiene sentido seguir la- gantes y autosufi-cientes, a los que creen
mentándonos y apelando a nuestra debili- saberlo todo, sino al que humildemente se
dad cuando estamos en el Espíritu, cuando pone ante Dios reconociendo su pequeñez
tenemos en nosotros la fuerza del Espíritu y su ceguera.
que nos hace capaces de una vida santa. Al que es humilde de veras, Dios le con-
«Estamos en deuda, pero no con la carne cede entrar en su intimidad y conocer los
para vivir carnalmente». misterios de su vida trinitaria, la relación
«El Espíritu de Dios habita en vosotros». entre el Padre y el Hijo en el Espíritu San-
Somos templo del Espíritu Santo. Estamos to. Esto no es sólo para algunos pocos
26 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
privilegiados, sino para todo bautizado, para ve lo que ese tal ha recibido. Y este no te-
todo el que es «sencillo» y se deja condu- ner raíces hondas hace también que cual-
cir por Dios. Pues precisamente «esta es quier dificultad acabe con todo.
la vida eterna: que te conozcan a ti, el úni- Otra causa de no dar fruto es el tener
co Dios verdadero, y al que tú has enviado, miedo a los desprecios y burlas; el que
Jesucristo» (Jn 17,3). Y conocer no es sólo busca quedar bien ante todos y ser acep-
saber con la cabeza, sino tratar con Dios tado por todos y no está dispuesto a ser
con familiaridad. ¿Mi vida como cristiano despreciado por causa de Cristo y de su
va dirigida a crecer en este trato familiar Evangelio, ese tal no puede agradar a Cris-
con el Dios que vive en mí o me quedo en to ni acoger su Palabra.
unas simples formas de comportamiento?
Y la otra causa son las preocupaciones
Cristo se nos presenta como nuestro des- y afanes de la vida y el apego a las cosas
canso. Frente a los cansancios y ago-bios de este mundo; sin un mínimo de sosie-
que nos procuramos a nosotros mismos y go para escuchar a Cristo y sin un míni-
frente a las cargas inútiles e insoportables mo de desprendimiento, de austeridad y
que ponemos en nuestros hombros, Cristo de pobreza, la palabra sembrada se aho-
es el verdadero descanso y su ley un alivio. ga y queda estéril. El que no da fruto es
El pecado cansa y agobia. El trato y la fa- el único culpable de su propia esterilidad.
miliaridad con Cristo descansan. ¿Me de- Al que no quiere escuchar porque endu-
cido a fiarme de Cristo y de su palabra? rece su corazón, Jesús no se molesta en
explicarle. Es inútil intentar aclarar al que
no es dócil, pues oye sin entender: «El
Domingo XV del Tiempo Ordinario que tenga oídos que oiga».
¿Por qué no hay fruto? Una tierra nueva
Mt 13, 1-23 Rom 8,1-23
Cristo es el sembrador que siembra su «Los sufrimientos del tiempo presente
palabra en nosotros. Y la semilla tiene fuer- no pesan lo que la gloria que un día se
za para dar fruto abundante –¡el ciento nos descubrirá». El creyente lo ve todo a
por uno! Por malo que venga el año, la la luz de la eternidad. De manera particu-
semilla da fruto..., a no ser que algo lo lar las tribulaciones y sufrimientos de esta
impida. vida, sobre todo los padecidos a causa de
Si nosotros estamos recibiendo continua- Cristo y del Evangelio. Si a nivel humano
mente la semilla de la palabra de Cristo, ¿a vale la pena el esfuerzo para conseguir algo
qué se debe que no demos fruto o que no que nos importa, ¡cuánto más el sufrimien-
demos todo lo que teníamos que dar? La to pasajero que nos reporta un caudal in-
culpa no es del sembrador –Cristo no pue- menso de gloria eterna! (2 Cor 4,17). El
de fallar al sembrar–, ni de la semilla –que secreto está en una fe firme y robusta que
tiene poder de germinar–, sino de la tierra traspasa las apariencias para quedar fija en
en que cae esa semilla. ¿Qué hay en noso- lo definitivo. «Nosotros no nos fijamos en
tros que nos impide dar fruto? Jesús mis- lo que se ve, sino en lo que no se ve; pues
mo lo explica claramente. Es, en primer lo que se ve es pasajero, pero lo que no se
lugar, el no entender la Palabra, el no pa- ve es eterno» (2 Cor 4,18).
rarnos a asimilarla, a meditarla, a orarla; la «La creación, expectante, está aguar-dan-
superficialidad hace que el Maligno se lle- do la plena manifestación de los hijos de
Ciclo A – Tiempo Ordinario 27
Dios». En su plan creador, Dios somete al «El Espíritu viene en ayuda de nuestra
hombre toda la creación –Gén 1,28–, le cons- debilidad». El Espíritu vive en nosotros y
tituye dueño y señor de ella –Sal 8– para que está pronto para actuar en nuestro favor.
a través del hombre –como criatura inteli- Pero hace falta que le invoquemos. Sin
gente y libre– la creación pueda cumplir su una invocación consciente e intensa del
finalidad de glorificar a Dios. Pero el hom- Espíritu Santo no hay verdadera oración
bre, al pecar, frustra la creación, la esclavi- cristiana, pues sólo Él nos da el verdade-
za, le impide realizar aquello para lo que ro conocimiento de Cristo y del Padre.
fue creada; por culpa del hombre el suelo Sólo Él puede levantarnos de nuestra de-
queda maldito (Gén 3,17). bilidad natural, de la oscuridad de nuestro
Por eso la creación está expectante juicio, del egoísmo de nuestros deseos,
aguardando la plena manifestación de los de lo rastrero de nuestros planes...
hijos de Dios. Sólo el hombre nuevo, re- «Su intercesión por los santos es según
dimido del pecado por Cristo, puede lo- Dios». Puesto que «nadie conoce lo ínti-
grar que la creación alcance su meta. Sólo mo de Dios sino el Espíritu de Dios» (1
el que es hijo de Dios y vive como hijo Cor 2,11), sólo su influjo en nosotros nos
sabe recibir toda la creación como don hace capaces de pedir «según Dios», se-
amoroso del Padre, la emplea según el plan gún sus planes, según su sabiduría. Y lo
de Dios y la hace volver a Él en un himno hace «con gemidos inefables», pues la
de gratitud y alabanza. En las manos del voluntad de Dios es misteriosa y a noso-
hombre nuevo comienzan los cielos nue- tros se nos escapa. Por eso, nuestra ora-
vos y la tierra nueva. Entre las manos del ción muchísimas veces consistirá en ad-
hombre nuevo la creación glorifica por herirnos a la voluntad de Dios, sea cual
fin a su Creador. sea, y en desearla, aún sin conocerla en
sus detalles particulares.
Domingo XVI del Tiempo Ordinario ¿Soy cizaña?
El maestro interior Mt 13,24-43
Rom 8,26-27 ¡En la Iglesia hay cizaña! En el campo
«Nosotros no sabemos pedir lo que nos de Cristo también brota el mal. Sin em-
conviene». No podemos presentarnos bargo, eso no es para rasgarnos las vesti-
delante de Dios a darle lecciones, a ense- duras. El amo del sembrado lo sabe, pero
ñarle lo que nos tiene que conceder. Es al quiere dejarlo. No hemos de escandalizar-
revés: no sabemos lo que realmente nos nos por los males que vemos en la Igle-
conviene y, en cambio, Dios sí lo sabe. sia. Eso no es obra de Cristo, sino del
Por tanto, no cabe otra postura que la de Maligno y de los que pertenecen al Malig-
una profunda humildad de quien no se fía no aunque parezcan pertenecer a Cristo.
de sí mismo ni de su propia inteligencia Si Cristo lo permite es para que ante el
(Prov 3,5). Es absurdo «pedir cuentas a mal reaccionemos con el bien con mu-
Dios» (Job 42,1-6). El verdadero creyente cho mayor entusiasmo. Lo que tendre-
se abandona confiadamente a Dios, a su mos que preguntarnos y examinar es si
bondad, a su poder, a su sabiduría, aun- no estaremos siendo nosotros cizaña den-
que no entienda... convencido de que no tro de la Iglesia en lugar de semilla buena
sabe lo que le conviene pero Dios sí lo que da fruto.
sabe. Porque la semilla buena tiene fuerza para
28 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Aquel que nos ha amado». A veces quisié- gros. Los milagros los hace Él. Pero sí
ramos que el Señor eliminase las dificulta- nos pide una cosa: que pongamos a su
des. Sin embargo, no suele actuar así. Más disposición todo lo que tenemos; poco o
bien nos da la fuerza para vencerlas y supe- mucho, da igual, pero que sea todo lo que
rarlas apoyados en su amor. Cristo lo había tienes. Ante el hambre de pan material y
dicho bien claro: «En el mundo tendréis el hambre de la verdad de Cristo que tan-
luchas, pero tened valor: Yo he vencido al ta gente padece, ¿vas a negarle a Cristo
mundo» (Jn 16,33). Y san Pablo lo sabía por tus cinco panes y tus dos peces?
experiencia. De ahí su confianza desbor- Si los discípulos no hubieran entregado
dante y su gozo en medio de las pruebas y a Jesús lo poco que tenían alegando que
tribulaciones (2 Cor 7,4). «Esta es la vic- lo necesitaban para ellos, varios miles se
toria que vence al mundo: nuestra fe» (1 Jn hubieran quedado sin comer y, sobre todo,
5,4). se hubieran quedado sin conocer el poder
«Estoy convencido...» No se trata de una de Cristo realizando tal milagro. Si tú le
opinión, sino de una certeza absoluta. La niegas tus panes y tus peces, eres res-
certeza de estar afianzados en un amor más ponsable de que Cristo hoy no siga ali-
fuerte que el mal, más fuerte que la muer- mentando a la gente y de que muchos no
te. Un amor que nos precede y nos acom- le conozcan al no darle la posibilidad de
paña, que nunca nos abandona, que nos con- hacer milagros multiplicando tus pocos
duce con su sabiduría y su poder infinitos. panes y peces.
No queda lugar para la duda o para el te-
mor, no tienen razón de ser la cobardía ni Domingo XIX del Tiempo Ordinario
el desaliento. «Aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tú vas conmi- Echar raíces en Dios
go» (Sal 23,4). «Si un ejército acampa con-
tra mí, mi corazón no tiembla, si me decla- Mt 14,22-33
ran la guerra me siento tranquilo» (Sal 27,3). Son numerosas las ocasiones en que los
«Sólo en Dios descansa mi alma..., sólo Él evangelistas nos repiten que Jesús se re-
es mi roca y mi salvación, mi alcázar, no tiraba a solas a orar. Un gesto vale más
vacilaré (Sal 62,2-3). que mil palabras. Con ello nos enseña tam-
bién a nosotros la necesidad que tenemos
de esa oración silenciosa, de ese estar con
Dadles vosotros de comer el Padre a solas, sabiendo que nos ama y
Mt 14,13-21 nos cuida. Sin una vida profunda de ora-
ción, nuestra existencia será como esa
También a nosotros nos dice hoy Jesús: barca zarandeada por las olas, alborotada
«Dadles vosotros de comer». Con cinco por cualquier dificultad, sin raíces, sin
panes y dos peces dio de comer a la multi- estabilidad.
tud. Pero ¿qué hubiera ocurrido si los dis-
cípulos se hubieran guardado los cinco pa- El que ora de verdad va alimentando su
nes y los dos peces? Probablemente, Jesús vida de fe, va echando raíces en Dios. La
no hubiera hecho el milagro y la multitud oración le da ojos para conocer a Jesús y
se hubiera quedado sin comer. descubrirle en todo, incluso en medio de
las dificultades, del sufrimiento y de las
Lo mismo que a los discípulos, ni a ti ni pruebas: «Verdaderamente eres Hijo de
a mí nos pide Jesús que solucionemos to- Dios». La falta de oración, en cambio,
dos los problemas ni que hagamos mila-
30 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
gría de creer ¿me lleva a dar testimonio ante la toma con decisión, la abraza y la lleva
los demás, a manifestarme como creyen- con alegría. El que se ha dejado seducir
te? ¿ O en cambio me avergüenzo de Cris- por el Señor y en su corazón lleva sem-
to? brado el amor de Dios no ve la cruz como
Pedro sigue estando presente hoy en el una maldición. La cruz nos hace ganar la
Papa, que ha recibido la autoridad de Cris- vida, no sólo la futura, sino también la
to para atar o desatar. Debe escucharle presente, en la medida en que la llevamos
como padre y pastor, seguir sus enseñan- con fe y amor.
zas. ¿Me apoyo en la firmeza de la roca Ofrenda permanente
de Pedro? ¿Estoy contento de ser hijo de
la Iglesia?
Rom 12,1-2
«Os exhorto... a presentar vuestros cuer-
Domingo XXII del Tiempo Ordinario pos como hostia viva». La vida del cristia-
Piensas como los hombres no es una ofrenda permanente de la pro-
pia existencia a Dios. «Este es vuestro
Mt 16,21-27 culto razonable». Sin esta ofrenda de la
Cuando Jesús presenta el plan del Pa- propia vida el culto sería vacío, caería-
dre sobre su propia vida –muchos pade- mos en un mero ritualismo como el que
cimientos y muerte en cruz–, Pedro se tantas veces atacan los profetas. Cristo
rebela y se pone a increpar a Jesús; se se ha ofrecido de verdad. Su ofrenda al
escandaliza de la manera como Dios ac- Padre ha sido tan real que ha quedado
túa, y se pone a decir que eso no puede sellada por el sacrificio del Calvario. Vivir
ser. ¿Acaso no es también esta nuestra la misa, participar en ella, es ofrecerse con
postura muchas veces cuando la cruz se Cristo al Padre; realmente, con toda nues-
presenta en nuestra vida? tra vida, con todo lo que somos y tene-
mos. Y hacer que esta ofrenda se man-
Pero fijémonos en la respuesta de Je- tenga durante todo el día, durante toda la
sús a Pedro: «¡Apártate de mi vista, Sata- vida.
nás!». La expresión es tremendamente
dura, pues Jesús le llama a Pedro «Sata- «No os ajustéis a este mundo». Toda
nás». Y ¿por qué? Porque piensa como nuestra vida y nuestra conducta ha de
los hombres y no como Dios. Pues bien, estar inspirada por la fe. Pero en el am-
también nosotros tenemos que aprender biente de la sociedad que nos rodea mu-
a ver la cruz –nuestras cruces de cada chos criterios y muchas conductas no es-
día: dolores, enfermedades, problemas, di- tán inspiradas en el evangelio o son posi-
ficultades...– como Dios, es decir, con los tivamente contrarias a él. Por eso no po-
ojos de la fe. De esa manera no nos rebe- demos pensar, vivir y actuar «como todo
laremos contra Dios ni contra sus planes. el mundo». El criterio que nos guía no
puede ser ni lo que dice la televisión, ni lo
Vista la cruz con ojos de fe no es terri- que la gente opina, sino siempre y sólo el
ble. Primero, porque cruz tiene todo hom- evangelio.
bre, lo quiera o no, sea cristiano o no.
Pero el cristiano la ve de manera distinta, «Transformáos por la renovación de la
la lleva con paz y serenidad. El cristiano mente para que sepáis discernir la volun-
no se «resigna» ante la cruz; al contrario, tad de Dios». Hemos de vivir en conver-
32 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
sión continua. Pero no sólo de nuestras del amor. Lo cual no significa que todo lo
obras, sino sobre todo de nuestros crite- demás no importe, sino que tenemos que
rios. No basta actuar «con buena volun- prestar atención a esta fuente de la que
tad». Si nuestra mentalidad y nuestros todo brota. Por eso san Agustín pudo pro-
criterios no son según el evangelio, cier- clamar: «Ama y haz lo que quieras». El
tamente no haremos lo que Dios quiere. que de verdad ama no hace mal a su pró-
Por eso hemos de leer mucho la Palabra jimo. El que de verdad ama hace el bien
de Dios, para impregnarnos de ella. He- siempre y a todos. El que de verdad ama,
mos de leer a los santos, que son los que supera la estricta justicia, cumple los man-
mejor han entendido y vivido el evange- damientos y los rebasa. Se trata de culti-
lio. Hemos de ayudarnos unos a otros a var las actitudes profundas del corazón,
«respirar» según los criterios evangélicos. pues «el árbol bueno da frutos buenos»
Y hemos de procurar ser coherentes al (Mt 7,17). Si uno está lleno por dentro
ponerlos en practica, sin engañarnos a de caridad, no hay que preocuparse de
nosotros mismos (St 1,22). más: se trata sencillamente de dejar que
la caridad rebose hacia fuera. Por el con-
trario, el que no ama, inútilmente se es-
Domingo XXIII forzará en cumplir los mandamientos,
del Tiempo Ordinario pues «el árbol malo da frutos malos» (Mt
Deuda de amor 7,17).
mano. ¿Me duele cuando alguien peca? arranca ante todo de la cárcel de nuestro
egocentrismo, nos despoja de la esclavi-
La lectura de Ezequiel es incluso más
tud del culto al propio yo. Debemos pre-
fuerte en esto : «Si tú no hablas poniendo
guntarnos: de hecho ¿es así en mi caso?
en guardia al malvado para que cambie de
conducta, a ti te pediré cuenta de su san- «Si vivimos, vivimos para el Señor». El
gre». Somos responsables de los herma- egocentrismo sólo se rompe en la medida
nos. Si viéramos a alguien que va a caer en que vivimos para Cristo. Si la vida vale
en un precipicio, le gritaríamos una y mil la pena vivirse es perteneciendo al Señor.
veces. Pues bien, da escalofrío la indife- Si no vivimos para nosotros mismos es
rencia con que vemos alejarse personas porque «no nos pertenecemos» (1 Cor
de Cristo y de la Iglesia y vivir en el peca- 6,19). Pertenecemos a Cristo y esta es
do y no les decimos ni palabra. «Si tu her- nuestra identidad. Pertenecer a Cristo es
mano peca, repréndelo». «Si no le pones en realidad la única manera de ser verda-
en guardia, te pediré cuenta de su san- deramente libres.
gre». ¿Me siento responsable? Recorde- «Si morimos, morimos para el Señor».
mos que fue Caín el que dijo: «¿Acaso Cristo ha venido a «liberar a los que por
soy yo guardián de mi hermano?» miedo a la muerte pasaban la vida como
Por lo demás, está claro que se trata de esclavos» (Hb 2,15). Para un cristiano la
reprender por amor y con amor. No con muerte no es motivo de temor. Cristo es
fastidio y rabia o porque a uno le moleste. también señor de la muerte, que será el
Es una necesidad del amor. El amor a los último enemigo aniquilado (1 Cor 15,26).
hermanos lleva a luchar para que no se Para un cristiano la muerte es un acto de
destruyan a sí mismos. Tenemos con ellos entrega al Señor, el acto de la entrega de-
una deuda de amor que nos impide callar, finitiva y total a Cristo. El cristiano muere
precisamente para su bien. Todo menos para Cristo.
la indiferencia. «Somos del Señor». Esta es nuestra cer-
teza, nuestra seguridad, nuestro gozo. Este
es nuestro punto de referencia. Pertenece-
mos a Cristo. Esta es nuestra identidad. El
que vive como posesión de Cristo tampo-
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario co tiene miedo a los hombres, ni al mundo.
La pertenencia a Cristo nos libera del ser-
Somos del Señor vilismo. Es a Él a quien hemos de dar cuen-
Rom 14,7-9 tas de nuestra vida.
«Ninguno de nosotros vive para sí mis- Contradicción brutal
mo». Uno de los males más tristes de nues-
tro mundo es esa situación de egocen- Mt 18,21-36
trismo absoluto en que cada uno sólo vive
para sí mismo, sólo piensa en sí mismo, Nuestro Dios es el Dios del perdón y la
está centrado exclusivamente en sus pro- misericordia. Perdona siempre a aquel que
pios intereses. Frente a esto, san Pablo se arrepiente de verdad. Y nosotros, como
puede gritar con fuerza que entre noso- hijos suyos, nos parecemos a Él. «Sed
tros los cristianos «ninguno vive para sí misericordiosos como vuestro Padre es
mismo». Puesto a liberarnos, Cristo nos misericordioso». No puede ser de otra
34 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
manera. Por eso Jesús dice que hemos de nera que se dice de una persona que su vida
perdonar «hasta setenta veces siete», es son sus negocios o que su vida es el depor-
decir, siempre. te? ¿Realmente mi vida es Cristo?; ¿en-
cuentro en Él mi fuerza, mi alegría, mi des-
La parábola expresa la contradicción bru-
canso...? ¿Soy incapaz de vivir sin Él? ¿O,
tal en ese hombre a quien le ha sido perdo-
por el contrario, Él ocupa sólo una partecita
nada una deuda inmensa, pero que no per-
de mi vida? ¿Me acuerdo de Él con frecuen-
dona a su compañero una cantidad insigni-
cia? ¿Todos mis pensamientos, palabras y
ficante, llegando incluso a meterle en la
obras brotan de Él? ¿Los que me conocen
cárcel. Ahí estamos dibujados todos noso-
barruntan que mi vida es Cristo?
tros cada vez que nos negamos a perdonar.
En el fondo, las dificultades para perdonar «Deseo partir para estar con Cristo, que
a los demás vienen de no ser conscientes es con mucho lo mejor». Así han encara-
de lo que se nos ha dado y de lo que se nos do todos los santos la muerte, deseándo-
ha perdonado. El que sabe que le ha sido la. No porque deseasen morir, sino por-
perdonada la vida es más propenso a per- que deseaban estar con Cristo, para lo
donar a los demás. cual es necesario pasar por la muerte.
Para el verdadero creyente la muerte no
El perdón de Dios es gratuito: basta que es algo temido, sino algo deseado, por-
uno se arrepienta de verdad. También el que «es una ganancia el morir». Aunque
nuestro ha de ser gratuito. Pero prestemos no sepamos con detalle cómo será la vida
atención a la parábola: ¿con qué derecho eterna, sí tenemos una certeza: «Estare-
puede acercarse a solicitar el perdón de mos siempre con el Señor» (1 Tes 4,17),
Dios quien no está dispuesto a perdonar a con aquel que ya ahora es nuestra vida y
su hermano? El que no quiere perdonar al lo será plenamente por toda la eternidad.
hermano ha dejado de vivir como hijo; el
que no está dispuesto a perdonar al otro está «Cristo será glorificado en mi cuerpo,
cerrado y es incapaz de recibir el perdón sea por mi vida o por mi muerte». Otro
de Dios. precioso rasgo del alma del apóstol. Aquí
se ve que su deseo de morir no es una eva-
sión egoísta ni una huída de este mundo.
Domingo XXV del Tiempo Ordinario Está dispuesto a quedarse todo el tiempo
que haga falta si el Señor quiere servirse
La vida es Cristo de él para bien de los fieles. Completamen-
Fil 1,20.24-27 te olvidado de sí mismo, Pablo sólo desea
Seguimos de la mano de san Pablo. De- una cosa: que Cristo sea glorificado. Ar-
jada la carta a los Romanos, la liturgia nos diendo de amor a Cristo y a los cristianos,
presentará durante varios domingos textos le da igual luchar y sufrir que ir a descan-
de la carta a los Filipenses. sar y a gozar de Cristo; sólo desea servir al
Señor y a los hermanos.
«Para mí la vida es Cristo». Hermosa con-
fidencia de san Pablo, que saca a la luz el Otra lógica
secreto de su existencia. Su vida es Cristo, Mt 20,1-16
de tal manera que sin Él la vida ya no es
vida, y más parece muerte que vida. ¿Puedo Lo primero que subraya el evangelio de
decir yo lo mismo? ¿Puedo decir de ver- hoy es que Dios rompe nuestros esquemas.
dad que mi vida es Cristo, de la misma ma- Con cuánta frecuencia queremos meter a
Ciclo A – Tiempo Ordinario 35
fariseo que hay dentro de cada uno de no- produce –como consecuencia del pecado–
sotros, para quienes se proclama el evan- un distanciamiento y una imposibilidad de
gelio: «Los publicanos y las prostitutas os diálogo con Dios (Gén 3,23-24). Por el
llevan la delantera en el camino del Reino contrario, en la medida en que somos arran-
de Dios». cados del dominio del pecado, surge de
Los fariseos no se convirtieron ante la nuevo la posibilidad y el deseo del diálogo
predicación de Jesús porque se creían con Dios en la oración. Una oración de
buenos, porque «cumplían» con la Ley; súplica y petición, porque somos criaturas
por eso no necesitaban de Jesucristo. indigentes y necesitadas. Una oración de
También es ese nuestro peligro: creernos acción de gracias, porque «todo don per-
buenos, sentirnos satisfechos de nosotros fecto viene de arriba» (St 1,17). Una ora-
mismos, cuando la realidad es que esta- ción «en toda ocasión», pues no debe re-
mos muy lejos de ser lo que Dios quiere ducirse a algunos tiempos y lugares, sino
que seamos. Hemos de huir como de la que el diálogo con Dios tiende a impreg-
peste de pensar que ya hemos hecho bas- narlo todo.
tante. El amor de Dios y de los hermanos «Todo lo que es verdadero, noble, justo,
no conoce límites y el que ha entrado por puro, amable... tenedlo en cuenta». El cris-
los caminos del Reino reconoce que tiene tiano no es alguien retraído frente a los
un horizonte inmenso por recorrer, tan valores que descubre en el mundo. Por el
amplio como la inmensidad de Dios. contrario, si alguien sabe apreciarlos de
Lo que Jesús alaba en los publicanos y verdad es él, pues reconoce que todo lo
prostitutas no es su pecado, sino que han bueno, todo lo verdadero, todo lo bello,
sabido reconocer su pecado y cambiar todo lo realmente valioso, procede del
para entregarse del todo a Dios. En cam- Creador. Es cierto que no debe ser inge-
bio, el fariseo al creerse bueno, se queda nuo, sino practicar un sano discernimien-
encerrado en su mezquindad sin recibir a to: «Examinadlo todo y quedáos con lo
Cristo. Todos tenemos el peligro de que- bueno» (1 Tes 5,21). Pero tampoco debe
darnos en las buenas palabras –como el se- cerrarse por principio, despreciando la
gundo hijo de la parábola–, sin entregarnos creación buena de Dios. Debe «tener en
en realidad al amor del Padre y a su volun- cuenta» todo lo bueno para juzgar con sa-
tad y rechazando en el fondo a Cristo. biduría sobrenatural y elegir lo que es vo-
luntad de Dios.
«Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis
Domingo XXVII y visteis en mí, ponedlo por obra». A pri-
del Tiempo Ordinario mera vista parecería arrogante esta indica-
Imitadores de Cristo ción de san Pablo. Sin embargo, él es per-
fecto maestro y perfecto modelo, porque
Fil 4,6-9
es perfecto discípulo y perfecto aprendiz:
«En toda ocasión, en la oración y súplica «Sed imitadores míos como yo lo soy de
con acción de gracias, vuestras peticiones Cristo» (1 Cor 11,1). Su autoridad le viene
sean presentadas a Dios». El pecado rom- de su sumisión a Cristo.
pe la relación y el diálogo familiar con
Dios. Adán y Eva, creados para este trato y
para esta intimidad con Dios, huyen de Él
cuando han pecado (Gén 3,8); más aún, se
Ciclo A – Tiempo Ordinario 37
Además de acoger la Palabra de Dios esta- hombres! Incluso las mejores obras pue-
mos llamados también –todos– a transmi- den quedar totalmente contaminadas por
tirla a otros. Este es el mayor acto de cari- este deseo egoísta que lo estropea todo.
dad que podemos realizar pues lo más gran- Por eso san Pablo exclamará: «Si todavía
de que podemos dar es el evangelio de Je- tratara de agradar a los hombres, ya no
sucristo, la Buena Noticia de que todo hom- sería siervo de Cristo» (Gal 1,10). El cris-
bre es infinitamente amado por Dios y de tiano solo busca «agradar a Dios» (1 Tes
que este amor lo ha manifestado entregan- 4,1) en toda su conducta; le basta saber
do a su Hijo por él y por la salvación del que «el Padre que ve lo secreto le recom-
mundo entero (Jn 3,16). pensará» (Mt 6,4).
Pero es preciso subrayar que esta increí- Y, finalmente, Jesús les echa en cara
ble noticia del amor personal de Dios a cada que buscan los honores humanos, las re-
uno, sólo puede ser hecha creíble si el que verencias de los hombres, la gloria mun-
transmite el evangelio está lleno de amor dana. También a nosotros fácilmente se
hacia aquel a quien se lo transmite. El evan- nos cuela esa búsqueda de gloria que en
gelio no se comunica a base de argumen- realidad es sólo vanagloria, es decir, glo-
tos. Para que cada hombre pueda entender ria vana, vacía. Los honores que los hom-
que «Cristo me amó y se entregó por mí» bres consideran valiosos el cristiano los
(Gal 2,20), es necesario que el que le ha- estima como basura (Fil 3,8), pues espe-
ble de Cristo le ame de tal modo que esté ra la verdadera gloria, la que viene de Dios,
dispuesto a dar la vida por él. Y con un amor «que nos ha llamada a su Reino y gloria»
concreto y personal, lleno de ternura y de- (1 Tes 2,12). En cambio, buscar la gloria
licadeza, «como una madre cuida de sus que viene de los hombres es un grave es-
hijos»; un amor que a san Pablo le llevó a torbo para la fe (Jn 6,44).
«esfuerzos y fatigas», incluso a trabajar
«día y noche para no ser gravoso a nadie»...
Domingo XXXII
Vivir en la mentira del Tiempo Ordinario
Mt 23, 1-12
Morir en el Señor
Las palabras de Jesús nos dan pie para
examinar qué hay de fariseo dentro de 1Tes 4,12-17
nosotros mismos. En primer lugar, el Se- «No os aflijáis como los hombres sin
ñor condena a los fariseos porque «no esperanza». Hay un dolor por la muerte
hacen lo que dicen». También nosotros de los seres queridos que es natural y to-
podemos caer en el engaño de hablar muy talmente normal. Pero hay una tristeza que
bien, de tener muy buenas palabras, pero no tiene nada de cristiana y que sólo re-
no buscar y desear vivir aquello que deci- fleja una falta de fe y de esperanza. El
mos. Sin embargo, sólo agrada a Dios «el verdadero cristiano puede sentir pena en
que hace la voluntad del Padre celestial», su sensibilidad, pero en el fondo de su
pues sólo ese tal «entrará en el Reino de alma está lleno de confianza, porque Cristo
los cielos» (Mt 7,21). ha resucitado y los muertos resucitarán
En segundo lugar, Jesús les reprocha (1 Cor 15,20-21). Más aún, puede sentir
que «todo lo que hacen es para que los una profunda alegría, porque sabe que el
vea la gente». ¡Qué demoledor es este «muerto» no está en realidad muerto, sino
deseo de quedar bien a los ojos de los «dormido» (Lc 8,52), esperando ser des-
42 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
pertado por Cristo, y que mientras tanto ya El título de Esposo, que se aplica a
«está con el Señor», gozando de su presen- Yahveh en el Antiguo Testamento (por
cia, de su vida y de su felicidad. ejemplo Os 2,18), Jesús lo toma para sí
«A los que han muerto en Jesús, Dios los (por ejemplo Mt 9,15; Jn 3,29). Sin en-
llevará con Él». En esto se juega todo: en trar en mayores explicaciones, este título
«morir en Jesús». La verdadera tristeza no subraya sobre todo la relación de profunda
consiste en el hecho de morir, sino en mo- intimidad que Cristo establece con la Igle-
rir fuera de Jesús, porque esa sí que es ver- sia, su Esposa, y en ella con cada hom-
dadera muerte, la «muerte segunda» (Ap bre.
20,6), la muerte definitiva en los horrores El cristiano –según esta parábola– es el
del infierno por toda la eternidad. En cam- que está esperando a Cristo Esposo con
bio, el que muere en Jesús no puede per- un gran deseo que brota del amor. Por
derse, pues Jesús no abandona a los suyos, tanto, es una espera amorosa. Y no es
sino que como Buen Pastor los conduce a una espera de estar con los brazos cru-
«verdes praderas» para hacerlos descansar zados: el que espera de verdad prepara la
(Sal 23,2). El que muere en Jesús no pier- lámpara, sale al encuentro... Precisamente,
de ni siquiera su cuerpo. El que no muere la parábola pone el acento en esta aten-
en Jesús lo pierde todo, «se pierde a sí mis- ción vigilante a Cristo que viene, para es-
mo» (Lc 9,25). tar preparado, con vestido de bodas (Mt
«Y así estaremos siempre con el Señor». 22,11-14). Lejos de temer esta venida, el
Eso es el cielo: no un lugar, sino una per- cristiano la desea, como la esposa desea
sona. Es estar por toda la eternidad en la vuelta del marido que marchó de viaje.
compañía de Aquel «que nos ama y nos ha El cristiano no se entristece por la muerte
lavado con su sangre de nuestros pecados» «como los hombres sin esperanza» (1 Tes
(Ap 1,5), «que nos ha amado y nos ha dado 4,13). La muerte es sólo un «dormir» y el
gratuitamente una consolación eterna y una cristiano tiene la certeza de que será des-
esperanza dichosa» (2 Tes 2,16). Empeza- pertado y experimentará la dicha de «estar
remos a entender –y a desear– el cielo en siempre con el Señor» (1 Tes 4,17). Por
la medida en que ya en este mundo vaya- eso, en lugar de vivir de espaldas a la muer-
mos conociendo y tratando a Cristo, en la te, el verdadero creyente vive «aguardando
medida en que vayamos calando «la anchu- la vuelta de Jesús desde el cielo» (1Tes
ra y la longitud, la altura y la profundidad» 1,10).
del «amor de Cristo, que excede a todo co-
nocimiento» (Ef 3,18-19).
tos, robos..., sino omisiones: no me distéis tra nuestra atención en la segunda venida
de comer, no me vestisteis... Se les conde- de Cristo. La perícopa de Marcos subraya
na porque han «dejado de hacer». No se trata la incertidumbre del cuándo –«no sabéis
sólo de no matar al hermano, sino de ayu- cuándo es el momento»–, ex-plicitada por
darle a vivir dando la vida por él (1 Jn 3,16). la parábola del hombre que se ausenta. La
El que no da a su hermano lo que necesita, consecuencia es la insistencia en la vigi-
en realidad le mata (1 Jn 3,15-17). El texto lancia –dos veces el imperativo «vigilad»
nos hace entender la enorme gravedad de «velad», al principio y al final del texto–,
todo pecado de omisión, que realmente pues el Señor puede venir inesperadamen-
mata, pues deja de producir la vida que de- te y encontrarnos dormidos. Finalmente, se
bía producir y que el hermano necesitaba subraya el carácter universal de esta llama-
para vivir. da a la vigilancia: «lo digo a todos».
De mil maneras
Llama la atención en estos breves
versículos el número de veces que se re-
pite la palabra «velar», «vigilar». Esta vi-
gilancia es base en que el Dueño de la casa
va a venir y no sabemos cuándo.
Cristo viene a nosotros continuamente,
de mil maneras, «en cada hombre y en
Año litúrgico cada acontecimiento» (Prefacio III de Ad-
viento). El evangelio del domingo pasado
Ciclo B nos subrayaba esta venida de Cristo en
cada hombre necesitado; Cristo mismo
suplica que le demos de beber, le visite-
Adviento y Navidad mos... Estar vigilante significa tener la fe
despierta para saber reconocer a este Cris-
to que mendiga nuestra ayuda y tener la
Sólo los dos primeros domingos de Ad- caridad solícita y disponible para salir a
viento están tomados de Marcos. El ter- su encuentro y atenderle en la persona de
cero es de Juan (1,6-8.19-28: el Bautista los pobres.
como testigo de la luz) y el cuarto de Lu-
cas (1,26-38: anunciación a María). Además, Cristo viene en cada aconte-
cimiento. Todo lo que nos sucede, agra-
dable o desagradable, es una venida de
Domingo I de Adviento Cristo, pues «en todas las cosas intervie-
ne Dios para bien de los que le aman»
Mc 13,33-37 (Rom 8,28). Un rato agradable y un rega-
El primer domingo está tomado del fi- lo recibido, pero también una enferme-
nal del discurso escatológico. En conso- dad y un desprecio, son venida de Cristo.
nancia con la orientación que tiene este En todo lo que nos sucede Cristo nos visi-
domingo en los demás ciclos, el texto cen- ta. ¿Sabemos reconocerle con fe y recibir-
le con amor?
46 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
mera venida de Cristo. Ante todo, nos pide sino a llevarla con nosotros, a sostenernos
conversión. No podemos recibir a Cristo en el camino del Calvario, a infundirnos la
si no estamos dispuestos a que su venida alegría en medio del sufrimiento. ¡Y todo
cambie muchas cosas en nuestra vida. Es el mundo tiene tanta necesidad de este con-
la única manera de recibir a Cristo. Si esta suelo! Este mundo que Dios tanto ama y
Navidad pasa por mí sin pena ni gloria, si que sufre sin sentido.
no se nota una transformación en mi vida, «En el desierto preparadle un camino al
es que habré rechazado a Cristo. Pero Señor». Es preciso en este Adviento re-
para ponerme en disposición de cambiar conocer nuestro desierto, nuestra sequía,
he de darme cuenta de que necesito a Cris- nuestra pobreza radical. Y ahí preparar
to. En este nuevo Adviento, ¿siento necesi- camino al Señor. No disimular nuestra
dad de Cristo? miseria. No consolarnos haciéndonos
Juan Bautista se nos presenta como mo- creer a nosotros mismos que no vamos
delo de nuestro Adviento por su austeri- mal del todo. Es preciso entrar en este
dad –vestido con piel de camello, alimen- nuevo año litúrgico sintiendo necesidad
tado de saltamontes...– Pues bien, para de Dios, con hambre y sed de justicia.
recibir a Cristo es necesaria una buena Sólo el que así desea al Salvador verá la
dosis de austeridad (Rom 13, 13-14). gloria de Dios, la salvación del Señor. Por
Mientras uno esté ahogado por el con- eso dijo Jesús: «Los publicanos y las pros-
sumismo no puede experimentar la dicha titutas os llevan la delantera en el camino
de acoger a Cristo y su salvación. Es im- del Reino de Dios» (Mt 21,31).
posible ser cristiano sin ser austero. La «...Alza con fuerza la voz, álzala, no te-
abundancia y el lujo asfixian y matan toda mas, di a las ciudades de Judá: aquí está
vida cristiana. vuestro Dios». La mejor señal de que re-
Cristo viene para bautizar con Espíritu cibimos al Salvador, es el deseo de gritar
Santo. Esto quiere decir que el esperar a a todos que «¡hemos encontrado al Me-
Cristo nos lleva a esperar al Espíritu San- sías!» (Jn 1,41). Si de veras acogemos a
to que él viene a comunicarnos, pues «da Cristo y experimentamos la salvación que
el Espíritu sin medida» (Jn 3,34). Con el Él trae, no podemos permanecer callados.
Adviento hemos inaugurado un camino Nos convertimos en heraldos, en mensa-
que sólo culmina en Pentecostés. ¿Tengo jeros, en profetas, en apóstoles. Y no por
ya desde ahora hambre y sed del Espíritu una obligación exterior, sino por necesi-
Santo? dad interior: «No podemos dejar de ha-
blar lo que hemos visto y oído» (He 4,20).
Aquí está vuestro Dios
Is 40, 1-5. 9-11 Domingo III de Adviento
«Consolad, consolad a mi pueblo...» La La Buena Noticia
Iglesia nos anuncia la venida de Cristo. Y
Él viene para traer el consuelo, la paz, el Is 61,1-2.10-11
gozo. Ese consuelo íntimo y profundo que
sólo Él puede dar y que nada ni nadie pue- «Como el suelo echa sus brotes... así el
de quitar. El consuelo en medio del dolor Señor hará brotar la justicia y los himnos
y del sufrimiento. Porque Jesús, el Hijo ante todos los pueblos». La palabra de
de Dios, no ha venido a quitarnos la cruz, Dios escuchada como es y como se nos
48 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
da, saca del individualismo y de las expec- ayuda a prepararnos a recibir a Cristo que
tativas reducidas. La acción de Dios se ase- viene como «luz del mundo» (Jn 9,5).
meja a una tierra fértil que hace germinar Para acoger a Cristo hace falta mucha
con vigor plantas de todo tipo. Así Dios humildad, porque su luz va a hacernos
suscita la santidad –«justicia»– y, en con- descubrir que en nuestra vida hay mu-
secuencia, provoca la alabanza gozosa y chas tinieblas; más aún, Él viene como
exultante –«los himnos»–. Y eso no para luz para expulsar nuestras tinieblas. Si nos
unos pocos, sino para «todos los pueblos». sentimos indigentes y necesitados, Cris-
Éstos son los horizontes en que nos intro- to nos sana. Pero el que se cree ya bastante
duce la esperanza del Adviento. Pues la ac- bueno y se encierra en su autosuficiencia
ción de Dios es fecunda e inagotable, ge- y en su pretendida bondad, no puede aco-
nera vida. ger a Cristo: «Para un juicio he venido a
«Me ha enviado para dar la buena noticia este mundo: para que los que no ven, vean;
a los que sufren». Si prestamos atención a y los que ven se vuelvan ciegos» (Jn 9,39).
los textos, ellos nos dirán quiénes somos Juan Bautista es testigo de la luz. Y bien
o cómo estamos y a la vez qué estamos lla- sabemos lo que le costó a él ser testigo de
mados a ser. Nos encontramos desgarrados, la luz y de la verdad. Pues bien, no pode-
cautivos, prisioneros... Nos encontramos mos recibir a Cristo si no estamos dispues-
llenos de sufrimientos porque todavía no tos a jugarnos todo por Él. Poner condi-
conocemos ni vivimos lo suficiente la bue- ciones y cláusulas es en realidad rechazar
na noticia, el Evangelio... Pero es a los que a Cristo, pues las condiciones las pone sólo
así se encuentran a los que se les proclama Él. Si queremos recibir a Cristo que viene
la amnistía y la liberación de la esclavitud; como luz, hemos de estar dispuestos a con-
se les anuncia la buena nueva y se les invita vertirnos en testigos de la luz, hasta llegar
a dejarse vendar los corazones desgarra- al derramamiento de nuestra propia sangre,
dos... ¿Lo creo de veras? ¿Lo espero? si es preciso, lo mismo que Juan. «Por todo
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por- aquel que se declare por mí ante los hom-
que el Señor me ha ungido». Para todo esto bres, yo también me declararé por él ante
viene Cristo, el Mesías, el Ungido. Noso- mi Padre que está en los cielos; pero a
tros también hemos sido ungidos. Somos quien me niegue ante los hombres, le ne-
cristianos. Hemos recibido el mismo Es- garé yo también ante mi Padre que está en
píritu de Cristo. Y también somos enviados los cielos» (Mt10, 32-33).
a dar la buena noticia a los que sufren, a Juan Bautista es testigo de la luz. Pero
vendar los corazones desgarrados... además confiesa abiertamente que él no es la luz,
de acoger la acción de Cristo en nosotros, que no es el Mesías. Él es pura referencia
a favor nuestro –o mejor, en la medida en a Cristo; no se queda en sí mismo ni per-
que la acojamos–, prolongamos a Cristo y mite que los demás se queden en él. ¡Qué
su acción en el mundo y a favor del mundo, falta nos hace esta humildad de Juan, este
dejándole que tome nuestra mente, nues- desaparecer delante de Cristo, para que
tro corazón, nuestros labios, nuestras ma- sólo Cristo se manifieste! Ojalá podamos
nos..., y los use a su gusto. decir con toda verdad, como Juan: «Es pre-
ciso que Él crezca y que yo disminuya» (Jn
Testigo de la Luz
3,30).
Jn 1,6-8.19-2
Juan Bautista es testigo de la luz. Nos
Ciclo B – Adviento-Navidad-Epifanía 49
tros, si recibimos a Cristo, estamos llama- cidan con los nuestros, cuando sus exigen-
dos a experimentar esta alegría: una alegría cias nos parezcan excesivas, cuando la cruz
que no tiene nada que ver con la que ofrece se presente en nuestra vida... Para que no
el consumismo de estos días, pues es in- rechacemos a Cristo necesitamos la acti-
comparablemente más profunda, más dura- tud de Simón y de Ana, los pobres de Yahveh
dera y más intensa. que lo esperan todo de Dios y que no le
ponen condiciones. «¡Dichoso aquel que no
se sienta escandalizado por mí!» (Mt 11,6).
Por otra parte, si Cristo se presenta ya
Natividad del Señor desde el principio como signo de contra-
(pág. 5) dicción –que llegará a su culmen en la
cruz–, esto nos debe hacer examinar cómo
le manifestamos. No debe extrañarnos que
Domingo de la Sagrada Familia el mundo nos odie por ser cristianos (Jn
Pertenencia exclusiva de Dios 15,19-20). Más bien debería sorprender-
nos que nuestra vida no choque ni provo-
Lc 2,22-40 que reacciones en un mundo totalmente
«Llevaron a Jesús a Jerusalén para pre- pagano. ¿No será que hemos dejado de ser
sentarlo al Señor». Jesús es ofrecido, con- luz del mundo y sal de la tierra?
sagrado a Dios. María y José saben que Je-
sús es santo (Lc 1,35), que ha sido consa-
Modelo de toda familia
grado por el Espíritu Santo. No necesita ser En estos versículos del evangelio de la
consagrado, pues ya está consagrado desde infancia se nos presenta la familia de Na-
el momento mismo de su concepción. Sin zaret como modelo de toda familia cris-
embargo, realizan este pacto para ratificar tiana. En primer lugar, todo el episodio está
públicamente que Jesús pertenece a Dios, marcado por el hecho de cumplir la ley del
que es pertenencia exclusiva del Padre y por Señor –cinco veces aparece la expresión
consiguiente sólo a sus cosas se va a dedi- en estos pocos versículos–. San Lucas su-
car (Lc 2,49). braya cómo María y José cumplen con todo
También nosotros estamos consagrados detalle lo que manda la ley santa; lejos de
a Él por el bautismo. No es cuestión de que sentirse dispensados, se someten dócil-
nos consagremos a Dios, sino de tomar mente a ella. De igual modo, no puede ha-
conciencia de que ya lo estamos y que cuan- ber familia auténticamente cristiana si no
do no vivimos así, estamos profanando y está modelada toda ella, en todos sus
degradando nuestra condición y nuestra dig- planeamientos y detalles, según la ley de
nidad de hijos de Dios. Dios, según sus mandamientos y su volun-
tad.
«Éste está puesto para que muchos en Is-
rael caigan y se levanten». Ya desde el ini- Por otra parte, para los israelitas, presen-
cio Jesús es signo de contradicción. Lo fue tar el hijo primogénito en el santuario era
durante toda su vida terrena y lo seguirá reconocer que pertenecía a Dios (Ex 13,2).
siendo hasta el fin de los tiempos. También Más que nadie, Jesús pertenece a Dios,
durante este año litúrgico. El Señor se nos pues es el Hijo del Altísimo (Lc 1,32). Este
irá revelando y conviene tener presente que gesto es muy iluminador para toda familia,
existe el peligro de que le rechacemos que ha de recibir cada nuevo hijo como un
cuando sus planes y sus caminos no coin- don precioso de Dios, que es el verdadero
Ciclo B – Adviento-Navidad-Epifanía 51
Padre (Mt 23,9), y ha de saber ofrecerle de ta la luz de Cristo y nos necesita a nosotros
nuevo a Dios, sabiendo para toda la vida que como testigos de la luz. Necesita nuestra
en realidad ese hijo no les pertenece a vida transfigurada por la luz de Cristo, lu-
ellos, sino a Dios; por lo cual han de edu- minosa con la luz que proviene de Él, re-
carle según la voluntad del Señor, no la suya flejándole a Él en cada palabra, en cada ges-
propia, de manera que crezca en gracia y to.
sabiduría. «Vino a su casa y los suyos no le recibie-
En la vida de la familia de Nazaret tam- ron». Ésta es la tragedia, la única tragedia:
bién está presente la cruz. Jesús es signo no recibir a Cristo, sofocar la luz. Una Na-
de contradicción y a María una espada le vidad más los hombres pueden rechazar a
traspasa el alma. ¡Qué consolador para Cristo. También nosotros podemos recha-
una familia cristiana saber que José, Ma- zarle. Si permanecemos en nuestra como-
ría y Jesús han sufrido antes que ellos y didad, si no nos arranca de nuestros esque-
más que ellos! También en esas situacio- mas, habremos rechazado a Cristo. «Los
nes de dificultad, de enfermedad, de per- suyos no le recibieron». No le recibieron
secución por sus convicciones y conducta los que oficialmente pertenecían al pueblo
cristiana, lo decisivo es saber que «la gra- de Dios, al Pueblo santo, al Pueblo de las
cia de Dios les acompaña». promesas. Y podemos no recibirle nosotros
que pertenecemos al nuevo pueblo de Dios,
oficialmente cristianos. Es preciso reno-
Domingo II después de Navidad var ahora, más que nunca, la actitud de con-
La luz verdadera versión para que esta Navidad no pase ni
pena ni gloria, para que Cristo venga a su
Jn 1,1-18 Casa y pueda disponerlo todo a su gusto
«La Palabra era la luz verdadera que
alumbra a todo hombre». Cristo, el Hijo Epifanía del Señor
de Dios hecho hombre, es la Luz. «En
realidad, el misterio del hombre sólo se (pág. 6)
esclarece en el misterio del Verbo encar-
nado» (GS 22). Sólo en Cristo cobra sen-
tido la vida de todo hombre. Pues bien, Bautismo del Señor
cuando vemos a nuestro alrededor tantos
hombres y mujeres destruidos, ¿cómo Mc 1,6b-11
permanecer tranquilos habiendo venido el En el tiempo de Navidad y Epifanía Mar-
Redentor? ¿Qué estamos haciendo con la cos está casi totalmente ausente. Sabido
luz de Cristo, la que el mundo necesita, la es cómo –a diferencia de los otros evan-
única que redime? gelios – no contiene nada referente a los
Juan «venía como testigo para dar tes- evangelios de la infancia. Sólo al final del
timonio de la luz». ¡Qué hermosa expre- Ciclo de Navidad –fiesta del Bautismo del
sión del ser cristiano! «No era él la luz, Señor– volvemos a encontrar el evange-
sino testigo de la luz». La Luz es Cristo y lio de Marcos.
sólo Él. Pero el mundo necesita testigos El bautismo de Jesús (Mc 1,6b-11) pone
de la Luz para creer en la Luz. Y a noso- de relieve que Él es efectivamente el Me-
tros se nos ha dicho: «vosotros sois la luz sías, el Ungido de Dios (cfr. Is 11,2; 42,1;
del mundo» (Mt 5,14). El mundo necesi- 63,11-19), como ya se indicaba en el tí-
52 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
tulo del Evangelio (Mc 1,1). Los cielos – Espíritu que mora en mí? ¿Experimento
tanto tiempo cerrados– ahora se rasgan: como Jesús «la alegría del Espíritu Santo»?
en Jesús se ha restablecido la comunica- (Lc 10,21). ¿Dejo que Él produzca en mí
ción de Dios con los hombres y de los hom- sus frutos? (Gal 5,22-23).
bres con Dios; con Jesús, siervo de Yahveh
Siendo inocente y santo, al bautizarse Je-
e Hijo muy amado de Dios comienza una
sús pasa por un pecador; por eso Juan quiere
etapa nueva. Por lo demás, la perícopa in-
impedírselo (Mt 3,14). Jesús inicia su vida
cluye, además del relato del bautismo en sí
pública con la humillación, lo mismo que
–muy breve en Marcos–, el anuncio del
había sido su infancia y seguirá siendo toda
Bautista de que Él bautizará con Espíritu
su vida hasta acabar en la suprema humilla-
Santo; con ello se pone de relieve que pre-
ción de la cruz. Jesús vive en la humilla-
cisamente por ser el Mesías y estar lleno
ción permanente; no sólo acepta la humi-
del Espíritu, Jesús puede bautizar –es de-
llación, sino que Él mismo la elige. ¿Y yo?
cir, sumergir– en Espíritu a todos los le que
aceptan.
En la benevolencia del Padre
Cuaresma
En el relato del bautismo, Jesús aparece
como el «Hijo amado» del Padre. Esta es
su identidad y su misterio a la vez: este Domingo I de Cuaresma
hombre es el Hijo único del Padre, Dios
igual que Él. Toda la vida humana de Jesús Gen 9,8-15; 1Pe 3,18-22; Mc 1,12-15
es una vida filial; vive como Hijo y se sien- En el tiempo de Cuaresma se toman de
te amado por el Padre: «El Padre ama al Marcos los textos clásicos de los dos pri-
Hijo y lo ha puesto todo en sus manos» (Jn meros domingos tentaciones y transfigu-
3,35). También nosotros somos hijos de ración. Los tres restantes son del Evange-
Dios por el bautismo. Pero nuestra vida lio de san Juan: Jesús como nuevo templo
cristiana no tendrá base sólida ni cobrará (2,13-25), el amor de Dios al darnos a su
altura si no vivimos en la benevolencia del Hijo (3,14-21) y Jesús como grano de tri-
Padre y no experimentamos la alegría de go que muriendo es glorificado y da mu-
ser hijos amados de Dios. cho fruto (12,20-33).
Jesús se manifiesta igualmente al inicio El primer domingo de Cuaresma (Mc
de su vida pública como ungido por el Es- 1,12-15) nos lleva a contemplar a Jesús
píritu Santo. Toda su existencia va a ser tentado. En el lugar típico de la prueba –el
conducida por este Espíritu (Lc 4,1.4). Je- desierto–, donde Israel había acabado re-
sús es totalmente dócil a la acción del Es- negando de Dios, Jesús acepta el combate
píritu Santo en Él y nos da su mismo Espí- contra Satanás, empujado por el Espíritu.
ritu a nosotros. ¿Tengo conciencia de ser El relato de Marcos –singularmente bre-
«templo del Espíritu Santo»? (1Cor 6,19) ve– presenta a Jesús como nuevo Adán que
¿Conozco al Espíritu Santo o soy como vence a aquel que venció al primero –es lo
aquellos discípulos de Juan que ni siquiera que evocan las imágenes de los animales
sabían que existía el Espíritu Santo? (He salvajes y los ángeles a su servicio: cfr.
19,2). «Los que se dejan llevar por el Espí- Gen 2 y 3; Is 11,6-9). Por fin entra en la
ritu, esos son los hijos de Dios» (Rom historia humana la victoria sobre el mal y
8,14): ¿me dejo guiar dócilmente por este
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 53
el pecado, sobre Satanás en persona: el lectura nos habla del pacto sellado por Dios
«fuerte» va a ser vencido por el «más fuer- con toda la creación después del diluvio.
te» (Mc 3,22-30). Al añadir al relato de la Lo mismo que Noé y los suyos, también
tentación propiamente dicho el inicio de la nosotros hemos sido salvados de la muerte
predicación de Jesús, el evangelio de este a través de las aguas. Por medio del agua
domingo nos invita a entrar en la Cuaresma bautismal, en el arca que es la Iglesia, he-
con decisión y firmeza: puesto que se ha mos pasado de la muerte a la vida. Y en el
cumplido el tiempo y ha llegado el Reino bautismo Dios ha sellado con cada uno ese
de Dios, es urgente y necesario convertir- pacto imborrable, esa alianza de amor por
se y creer, es decir, acoger plenamente la la cual se compromete a librarnos del Ma-
soberanía de Dios en nuestra vida. Este será ligno. La salvación no está lejos de noso-
nuestro particular combate cuaresmal. tros: por el bautismo tenemos ya en noso-
tros su germen. La Cuaresma es un tiempo
Fuerza para vencer para luchar contra el pecado, pero sabien-
Hace todavía poco tiempo hemos cele- do que por el bautismo tenemos dentro de
brado la Navidad: el Hijo de Dios que se nosotros la fuerza para vencer. «El que está
hace hombre, verdadero hombre. El evan- en vosotros es mayor que el que está en
gelio de hoy le presenta «dejándose tentar el mundo» (1Jn 4,4).
por Satanás». Ciertamente «no tenemos
un Sumo Sacerdote que no pueda com- Venció y cambió la historia
padecerse de nuestras flaquezas, sino pro- Mc 1,12-15
bado en todo igual que nosotros, excepto Este texto de las tentaciones de Jesús nos
en el pecado» (Heb 4,15). Hombre de ver- habla en primer lugar del realismo de la
dad, hasta el fondo, sin pecado. Al inicio encarnación. El Hijo de Dios no se ha he-
de la Cuaresma (y siempre) necesitamos cho hombre «a medias», sino que ha asu-
mirar a Cristo con este realismo. Uno mido la existencia humana en toda su pro-
como nosotros, uno de los nuestros, ha fundidad y con todas sus consecuencias, «en
sido acosado por Satanás, pero ha salido todo igual que nosotros, excepto en el pe-
victorioso. Cristo tentado y vencedor es cado» (Heb 4,15). El cristiano que se sien-
luz, es ánimo, es fortaleza para nosotros. te acosado por la prueba y la tentación se
Si Cristo no ha sido vencido, nosotros sabe comprendido por Jesucristo, que –an-
sí. Somos pecadores. Pero esta situación tes que él y de manera más intensa– ha pa-
no es irremediable. La segunda lectura sado por esas situaciones.
afirma: «Cristo murió por los pecados..., Sin embargo, la novedad más gozosa de
el inocente por los culpables». Ello signi- este hecho de las tentaciones de Jesús es
fica que su combate ha sido en favor que Él ha vencido. En todo semejante a no-
nuestro. Cristo sí que ha llegado hasta la sotros, «excepto en el pecado». Todo se-
sangre en su pelea contra el pecado (cfr. guiría igual si Cristo hubiera sido tentado
Heb 12,4). Y con su fuerza podemos ven- como nosotros, pero hubiera sido derrota-
cer también nosotros. Apoyados en Él, do. Lo grandioso consiste en que Cristo,
unidos a Él, la Cuaresma nos invita a lu- hombre como nosotros, ha vencido la ten-
char decididamente contra el pecado que tación, el pecado y a Satanás. Y a partir de
hay en nosotros y en el mundo. Él la historia ha cambiado de signo. En
En este contexto conviene hacer me- Cristo y con Cristo también nosotros ven-
moria de nuestro bautismo. La primera
54 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
cemos la tentación y el pecado, pues Él «nos no cuaresmal de esfuerzo y sacrificio, tam-
asocia siempre a su triunfo» (2Cor 2,14). bién a nosotros –igual de torpes que los
Si por un hombre entró el pecado en el discípulos– se dirige la voz del Padre con
mundo, por otro hombre –Jesucristo– ha un mandato único y preciso: «Escuchadle»,
entrado la gracia y, con ella, la victoria so- es decir, fiaos de Él –de este Cristo que se
bre el pecado (cfr. Rom 5,12-21). ha transfigurado a vuestros ojos–, aunque
Por otra parte, las tentaciones hacen pen- os introduzca por caminos de cruz.
sar en un Cristo que combate. San Marcos
da mucha importancia al relato poniéndolo Gloria en la humillación
al inicio de la vida pública de Jesús, des-
pués del bautismo y antes de empezar a pre- El relato de la transfiguración quiere
dicar y a hacer milagros, como para indicar mostrarnos la gloria oculta de Cristo. No
que toda su vida va a ser un combate contra es sólo que Cristo haya sufrido humilla-
el mal y contra Satanás. Va «empujado por ciones ocasionales, sino que ha vivido hu-
el Espíritu» a buscar a Satanás en su propio millado, pues «tomó la condición de es-
terreno para vencerle. Asimismo, la vida clavo pasando por uno de tantos» y «actuan-
del cristiano no tiene nada de lánguida, ano- do como un hombre cualquiera» cuando en
dina y superficial; tiene toda la seriedad de realidad era igual a Dios (Fil 2,6-8). El res-
una lucha contra las fuerzas del mal, para la plandor que aparece en la transfiguración
cual ha recibido armas más que suficientes debía ser normal en Jesús, pero se despoja
(Ef 6,10-20). voluntariamente de él. ¿No es este un as-
pecto de Cristo que debemos contemplar
mucho nosotros, tan propensos a exaltar-
Domingo II de Cuaresma nos a nosotros mismos y buscar la gloria
humana?
Mc 9,1-9
Más aún si consideramos que Jesús sal-
El segundo domingo nos lleva a contem- va precisamente por la humillación. Este
plar a Jesús transfigurado (Mc 9,2-9). Tras relato de la transfiguración está situado en
el doloroso y desconcertante primer anun- el camino hacia la cruz, entre los dos pri-
cio de la pasión y la llamada de Jesús a se- meros anuncios de la pasión (Mc 8,31 y
guirle por el camino de la cruz (8,31-38), 9,31). Jesús podía haber pedido al Padre
se hace necesario alentar a los discípulos doce legiones de ángeles (Mt 26,53), pero
abatidos. Además de que la ley y los profe- es en el colmo de la humillación –ser re-
tas –personificados en Moisés y Elías– probado por las mismas autoridades reli-
manifiestan a Jesús como aquel en quien giosas de Israel, sufrir mucho, recibir des-
hallan su cumplimiento, es Dios mismo – precios y torturas, ser matado– donde va a
simbolizado en la nube– quien le proclama llevar a cabo la redención. «Si el grano de
su Hijo amado. trigo no cae en tierra y muere, no da fruto;
Por un instante se desvela el misterio de pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24).
la cruz para volver a ocultarse de nuevo; Tampoco para nosotros hay otro camino si
más aún, para esconderse todavía más en el queremos ser fecundos y dar fruto.
camino de la progresiva humillación hasta En el camino hacia la pasión, Jesús nos
la muerte de cruz. Sólo entonces –«cuando es presentado como el Hijo amado del Pa-
resucite de entre los muertos»– será posi- dre, objeto de su amor y sus complacen-
ble entender todo lo que encerraba el mis- cias. La cruz y el sufrimiento no están en
terio de la transfiguración. En pleno cami- contradicción con ese amor del Padre. Al
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 55
contrario, es en la cruz donde más se mani- darlo parece que lo pierde. Sin embargo,
fiesta ese amor; precisamente porque mue- realizado el sacrificio de su corazón, Dios
re confiando en el Padre y en su amor, Je- le devuelve a su hijo, y precisamente en vir-
sús se revela en la cruz como el Hijo de tud de ese sacrificio –«por haber hecho eso,
Dios (Mc 15,39). De igual modo nosotros, por no haberte reservado a tu hijo, tu hijo
al sufrir la cruz, no debemos sentirnos re- único»– Dios le bendice abundantemente
chazados por Dios, sino –al contrario– es- dándole una descendencia «como las estre-
pecialmente amados. llas del cielo y como la arena de la playa».
Los sacrificios que nos pide la cuaresma –
El Hijo amado y en general nuestra fidelidad al evangelio–
En el relato de la transfiguración escu- no son muerte, son vida. Todo sacrificio
chamos la voz del Padre que nos dice: realizado con verdadero espíritu cristiano
«Éste es mi Hijo amado». No es sólo un nos eleva, nos santifica. Cada sacrificio es
gesto de presentación, de manifestación una puerta abierta por donde la gracia pe-
de Cristo. Es el gesto del Padre que nos netra de manera torrencial.
entrega a su Hijo, nos lo da para nuestra
salvación: «Tanto amó Dios al mundo que Domingo III de Cuaresma
entregó a su Hijo único...» (Jn 3,16). Este
gesto de Dios Padre aparece simbolizado Ex 20,1-17; 1Cor 1,22-25; Jn 2,13-25
y prefigurado en el de Abraham, que toma
a «su hijo único, al que quiere» y lo ofre- El signo del templo
ce en sacrificio sobre un monte... La El evangelio nos presenta a Jesús como
muerte de Cristo en el Calvario, que la el nuevo templo, destruido en la cruz y
Cuaresma nos prepara a celebrar, es la reconstruido a los tres días. De este tem-
mayor manifestación del amor de Dios. plo manará para nosotros el agua
El conocimiento y la experiencia de este vivificante del Espíritu (cfr. Jn 19,34). En
amor de Dios es el fundamento de nues- este templo estamos llamados a morar, a
tro camino cuaresmal. San Pablo pro- permanecer (Jn 15,4), lo mismo que Él
rrumpe lleno de admiración, de gozo y de mora en el seno del Padre (Jn 1,18). De
confianza: «El que no escatimó ni a su este templo formamos parte como pie-
propio Hijo, sino que lo entregó a la muer- dras vivas (lPe 2,5) por el bautismo. Este
te por nosotros, ¿cómo no nos dará todo templo destruido y reconstruido es el sig-
con Él?» Al darnos a su Hijo, Dios ha de- no que Dios nos da en esta cuaresma para
mostrado que está «por nosotros», a fa- que creamos en Él.
vor nuestro. Pues «si Dios está por noso- Jesús aparece también empleando la vio-
tros, ¿quién estará contra nosotros?» No lencia. Este texto nos presenta un Jesús
podemos encontrar fundamento más só- intransigente contra el mal. El mismo Je-
lido para nuestra confianza en la lucha sús que vemos lleno de ternura y amor
contra el pecado y en el camino hacia hacia los pecadores (cfr. Jn 8,1-11) hasta
nuestra propia transfiguración pascual. dar la vida por ellos (Jn 15,13) es el que
Pero el gesto de Abraham no sólo sim- aquí contemplamos actuando enérgica-
boliza el de Dios. Resume también nues- mente contra el mal. El mismo y único
tra actitud ante Dios. Abraham lo da todo, Cristo. Nos corrobora así la postura que ya
lo más querido, su hijo único, en quien tie- manifestaba en el primer domingo luchan-
ne todas sus esperanzas. Lo da a Dios. Y al do contra Satanás. Jesús no pacta con el mal.
56 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Lo vemos devorado por el celo de la casa de que ama el Padre con todas sus fuerzas, se
Dios, del templo. El mismo celo que debe enciende de celo ante la profanación del
encendernos a nosotros en la lucha contra Templo, el lugar santo, la morada de Dios.
el mal. El mismo celo que debe devorarnos En medio de un mundo que desprecia a
por la santidad de la casa de Dios que es la Dios, también el cristiano debe vivir la ac-
Iglesia. El mismo celo que debe hacernos titud de Jesús: «El celo de tu casa me de-
arder en esta Cuaresma por la purificación vora».
del templo que somos nosotros mismos. La fortaleza de Cristo, por lo demás, no
Pero la lucha contra el mal es sobre todo se ejerce contra los hombres, sino en fa-
una opción positiva, una adhesión al bien, vor de ellos, dejando que destruyan el tem-
al Bien que es Dios mismo. La cuaresma plo de su cuerpo y reconstruyéndolo en tres
es una oportunidad de gracia para renovar días. «Tengo poder para entregar mi vida y
nuestra vivencia de los mandamientos. Para poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10,18).
renovar, mediante el cumplimiento fiel de De igual modo, el cristiano unido a Cristo
los mandamientos, nuestra pertenencia al es invencible, aunque deje su piel y su vida
Señor que nos ha sacado de la esclavitud y en la lucha contra el mal: «No temáis a los
nos ha hecho libres. Cumpliendo los manda- que matan el cuerpo, pero no pueden matar
mientos decimos «sí» a Dios. Cumpliendo el alma... Hasta los cabellos de vuestra ca-
los mandamientos reafirmamos la alianza, beza están contados» (Mt 10,28-30).
el pacto de amor que Dios hizo con noso-
tros en el bautismo. Cumpliendo los man-
damientos nos lanzamos por el camino que Domingo IV de Cuaresma
nos hace verdaderamente libres.
2Cron 36,14-16.19-23; Ef 2,4-10; Jn
El celo de tu casa me devora 3,14-21
Jn 2,13-25 Mirar al Crucificado
Nos encontramos en este texto de san Toda Cuaresma converge hacia el Cruci-
Juan con un rasgo de Jesús en el que sole- ficado. Él es el signo que el Padre levanta
mos reparar poco: la dureza de Jesús fren- en medio del desierto de este mundo. Y se
te al mal y la hipocresía, que aparece otras trata de mirarle a Él. Pero de mirarle con
muchas veces en sus invectivas contra los fe, con una mirada contem-plativa y con un
fariseos. ¿La razón? «El celo de tu casa me corazón contrito y humillado. Es el Cruci-
devora». A veces casi se llega a identificar ficado quien salva. El que cree en Él tiene
el amor con la melosidad inofensiva. Y, sin vida eterna. En Él se nos descubre el infi-
embargo, la postura aparentemente violen- nito amor de Dios, ese amor increíble, des-
ta de Jesús es fruto del amor, de un amor concertante.
apasionado, porque el celo es el amor lle-
vado al extremo (cfr. Dt 4,24 y 2Cor 11,2). Este amor es el que hace enloquecer a
¿No deberemos también nosotros ganar san Pablo. Estando muertos por los peca-
mucho en fortaleza en la lucha contra el mal dos, Dios nos ha hecho vivir, nos ha salva-
en todas sus manifestaciones? Porque «el do por pura gracia. Es este amor gratuito,
amor es fuerte como la muerte» (Ct. 8,6). inmerecido, el que explica todo. Es este
amor el que nos ha salvado, sacándonos li-
Jesús es fuerte para defender los dere- teralmente de la muerte. Nos ha resucita-
chos de su Padre. Su corazón humano, do. Ha hecho de nosotros criaturas nuevas.
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 57
Este es el amor que se vuelca sobre noso- nos a su Hijo y del amor de Cristo entre-
tros en esta Cuaresma. Esta es la gracia que gándose por nosotros hasta el extremo (Jn
se nos regala. 13,1), por cada uno (Gal 2,20). La con-
A la luz de tanto amor y tanta misericor- templación de la cruz tiene que llevar a
dia entendemos mejor la gravedad enorme contemplar el amor que está escondido
de nuestros pecados, que nos han llevado a tras ella e infunde la seguridad de saberse
la muerte y al pueblo de Israel le llevaron amados: «Si Dios está por nosotros,
al destierro. Entendemos que las expresio- ¿quién contra nosotros?» (Rom 8,31-35).
nes de la primera lectura no son exagera- «Tanto amó al mundo». Junto con la
das y se aplican a nosotros en toda su cruda contemplación de este amor personal he-
y dolorosa realidad: hemos multiplicado las mos de contemplar que Dios ama al mun-
infidelidades, hemos imitado las costum- do, el único que existe, tal como es, con
bres abominables de los gentiles, hemos todos sus males y pecados. Gracias a este
manchado la casa del Señor, nos hemos amor más fuerte que el pecado y que la
burlado de los mensajeros de Dios, hemos muerte, el mundo tiene remedio, todo
despreciado sus palabras... hombre puede tener esperanza, en cual-
Que Dios es rico en misericordia no sig- quier situación en que se encuentre. Por
nifica que nuestros pecados no tengan el contrario –según las expresiones de san
importancia. Significa que su amor es tan Juan–, el que no quiere creer en el cruci-
potente que es capaz de rehacer lo des- ficado ni en el amor del Padre que nos le
truido, de crear de nuevo lo que estaba entrega, ese ya está condenado, en la me-
muerto. La conversión a la que la cuares- dida en que da la espalda al único que sal-
ma nos invita es una llamada a asomar- va (cfr. He 4,12).
nos al abismo infernal de nuestro pecado
y al abismo divino del amor misericordio- Domingo V de Cuaresma
so de Cristo y del Padre.
Amor sin medida Jer 31,31-34; Heb 5,7-9; Jn 12,20-33
Jn 3,14-21 Cristo fue escuchado
Lo mismo que los israelitas al mirar la La segunda lectura, aludiendo a la ora-
serpiente de bronce quedaban curados de ción del huerto, afirma que Cristo «fue
las consecuencias de su pecado (Núm escuchado» por su Padre. Expresión pa-
21,4-9), así también nosotros hemos de radójica, porque el Padre no le ahorró pasar
mirar a Cristo levantado en la cruz. Estas por la muerte. Y, sin embargo, fue escu-
últimas semanas de cuaresma son ante chado. La resurrección revelará hasta qué
todo para mirar abundantemente al cruci- punto el Hijo ha sido escuchado. A este
ficado con actitud de fe contemplativa: Cristo que había pedido: «Padre, glorifica
«Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37). a tu Hijo» (Jn 17,1), lo vemos ahora co-
Sólo salva la cruz de Cristo (Gál 6,14) y ronado de honor y gloria precisamente en
sólo mirándola con fe podremos quedar virtud de su pasión y su cruz (Heb 2,9).
limpios de nuestros pecados. Más aún, una vez resucitado, llevado a la
«Tanto amó...» Si algo debe calarnos perfección, «se ha convertido para todos los
profundamente es ese «tanto», esa medi- que le obedecen en autor de salvación eter-
da sin media, del amor del Padre dándo- na». A la luz de la Resurrección entende-
58 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
mos en toda su verdad que es el grano de un derrotado y por un maldito (Gal 3,13),
trigo que cae en tierra y muere para dar es en realidad cuando Jesús está vencien-
mucho fruto. Sí, efectivamente, en lo más do. «Ahora el Príncipe de este mundo –
hondo de su agonía el Hijo ha sido escu- Satanás– es arrojado fuera». En la cruz Je-
chado por el Padre. sús es Rey (Jn 19,19). Cuando Dios nos da
Esto es iluminador también para noso- la cruz es para glori-ficarnos.
tros. Mucha gente se queja de que Dios no «Si muere da mucho fruto». El cuerpo
le escucha porque no le libera de los males destruido de Jesús es fuente de vida. De su
que está sufriendo. Pero a su Hijo tampo- pasión somos fruto nosotros. Millones y
co le liberó de ni le ahorró la muerte. Y, sin millones de hombres han recibido y reci-
embargo, le escuchó. Dios escucha siem- birán vida eterna por esta entrega de Cris-
pre. Lo que ocurre es que nosotros «no sa- to. El sufrimiento con amor y por amor es
bemos pedir lo que conviene» (Rom 8,26). fecundo. La contemplación de Cristo cru-
Dios puede escucharnos permitiendo que cificado debe encender en nosotros el de-
permanezcamos en la prueba y no evitán- seo de sufrir con Cristo para dar vida al
donos la muerte. Nos escucha dándonos mundo. «Os he destinado para que vayáis y
fuerza para resistir en la prueba. Nos escu- deis fruto y vuestro fruto dure» (Jn 15,16).
cha dándonos gracia para ser aquilatados y «Atraeré a todos hacia mí». Cristo cru-
purificados. Nos escucha glorificándonos cificado atrae irresistiblemente las mira-
a través del sufrimiento. Nos escucha ha- das y los corazones. Mediante la cruz ha
ciéndonos grano de trigo que muere para sido colmado de gloria y felicidad. Me-
dar fruto abundante... diante la cruz ha sido constituida fuente de
Todos los cristianos y santos de todas las vida para toda la humanidad. La cruz es ex-
épocas somos fruto de la pasión de Cristo. presión del amor del Padre a su Hijo: «Por
Gracias a ella el príncipe de este mundo ha esto me ama el Padre, porque doy mi vida
sido echado fuera. Gracias a ella hemos sido para recobrarla de nuevo» (Jn 10,17). Por
arrancados del poder del demonio y atraí- eso, Jesús no rehuye la cruz: «Para esto he
dos hacia Cristo. Gracias a ella Dios ha se- venido».
llado con nosotros una alianza nueva. Gra-
cias a ella nuestros pecados han sido per-
donados. Gracias a ella Dios ha creado en Domingo de Ramos
nosotros un corazón puro y nos ha devuel- Se despojó
to la alegría de la salvación. Gracias a ella
Fil 2,6-11
ha sido inscrita en nuestro corazón la nue-
va ley, la ley del Espíritu Santo... El himno de la carta a los filipenses (se-
gunda lectura de la misa del domingo de
La gloria de la Cruz hoy) resume todo el misterio de Cristo que
Jn 12,20-33 vamos a celebrar estos días de la Semana
«Ahora es glorificado el Hijo del hom- Santa.
bre». Jesús es «elevado sobre la tierra»: con «Se despojó de su rango y tomó la con-
esta expresión san Juan se refiere a la cruz dición de esclavo». Estas son las disposi-
y a la gloria al mismo tiempo. Con ello ex- ciones más profundas del Hijo de Dios
presa una realidad muy profunda y miste- hecho hombre. Justamente lo contrario de
riosa a la vez: en el patíbulo de la cruz, cuan- Adán, que siendo una simple creatura qui-
do Jesús pasa a los ojos de los hombres por so hacerse igual a Dios (Gén 3,5). Justa-
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 59
al misterio: frente a la reacción de los dis- gloria (Rom 8,17; 2Cor 4,10s; Fil 3,10s;
cípulos, que huyen abandonando a Jesús 1Pe 4,13). Por eso, el cristiano no rehuye
(14,50), la única actitud válida ante lo cho- el sufrimiento ni se evade de él, sino que
cante y desconcertante de la Pasión es el lo asume con fe; la prueba no destruye su
acto de fe del centurión (15,39). confianza y su ánimo, sino las proporciona
un fundamento más firme (Rom 5,3; St 1,2-
Misterio desconcertante 4; Heb 12,7; He 5,41). Para quien ve la pa-
sión con fe, la cruz deja de ser locura y
Frente al relato de la pasión, hemos de escándalo y se convierte en sabiduría y
evitar ante todo la impresión de algo «sabi- fuerza (1Cor 1,22-25).
do». Es preciso considerar, uno por uno, los
indecibles sufrimientos de Cristo. En pri- La Pasión según San Marcos
mer lugar, los sufrimientos físicos: latiga-
zos, corona de espinas, crucifixión, desan- El relato de la Pasión ocupa en cada evan-
gramiento, sed, descoyuntamiento... Pero gelio un lugar importante y extenso. Des-
más todavía los interiores: humillación, de el principio, la Iglesia ha considerado la
burlas y desprecios, abandono de los discí- Pasión como una luz y un tesoro y ha pro-
pulos y amigos, contradicciones, injusticia clamado estos hechos (Jn 21,24) como
clamorosa... Basta pensar en nuestro pro- fuente y fundamento de su fe. Por un lado,
pio sufrimiento ante cualquiera de estas la Pasión da a conocer quién es Cristo y
situaciones. Pero lo más duro de todo, la atestigua su autenticidad divina; por otro,
sensación de abandono por parte del Padre; la Pasión ilumina la existencia de los hom-
aunque Jesús sabía que el Padre estaba con bres, llena de sufrimientos y dolores.
Él, quiso experimentar en su alma ese aban-
dono de Dios que siente el hombre peca- Desconcierto y fe
dor. Al relatarnos la Pasión de Jesús, cada
San Marcos nos sitúa ante la pasión como evangelista lo hace desde una perspectiva
un misterio desconcertante. El que así su- propia e insistiendo en determinados as-
fre y es humillado es el mismo Hijo de Dios. pectos. San Marcos proclama la realización
Esto es algo que sobrepasa nuestra mente desconcertante del designio de Dios. Ex-
y choca contra nuestra lógica humana. Al pone los hechos en su cruda realidad, con
considerar los sufrimientos de Cristo, he- la vivacidad de un testigo. No disimula
mos de evitar quedarnos en la mera con- nada, más bien relata los contrastes: la cruz
moción sensible, contemplando en este es escandalosa, al tiempo que revela al Hijo
hombre al Hijo eterno de Dios. Para ello de Dios.
es necesaria la fe del centurión (Mc 15,39), De hecho, ante una situación que es «es-
que nos hace entrar en el misterio, oscuro cándalo» y «locura» (1Cor 1,23), la reac-
y luminoso a la vez. ción de los discípulos es de desconcierto:
La meditación de la pasión desde la fe «abandonándole huyeron todos» (14,50),
arroja luz sobre nuestra vida de cada día. según había predicho el mismo Jesús: «to-
El sufrimiento no es una muralla, sino una dos os vais a escandalizar» (14,27). Ante
puerta. Cristo no ha venido a eliminar lo chocante de la Pasión, la única actitud
nuestros sufrimientos, lo mismo que Él válida es la del centurión (15,39): un acto
no ha bajado de la cruz cuando se lo pe- de fe que se somete al misterio.
dían; ha venido a darles sentido, transfi-
gurándolos en fuente de fecundidad y de
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 61
vacío, que la muerte ha sido vencida y no «Señor mío y Dios mío». La actitud final
tiene la última palabra. Es el entusiasmo de de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra
quien sabe que la historia ha cambiado, que relación con el Resucitado: una relación de
la vida tiene sentido. Es la alegría de quien fe y adoración. Fe, porque no le vemos con
tiene algo que decir, de quien quiere trans- los ojos: «Dichosos los que crean sin ha-
mitir una gran noticia a los demás. La resu- ber visto»; fe a pesar de que a veces parez-
rrección de Cristo no nos deja adormeci- ca ausente, como a los discípulos de Emaús,
dos. Es la noticia que nos sacude y nos pone que no eran capaces de reconocerle aun-
en movimiento. Nos hace testigos y men- que caminaba con ellos (Lc 24,13ss). Y
sajeros del acontecimiento central de toda adoración, porque Cristo es en cuanto hom-
la historia de la humanidad. bre «el Señor», lleno de la vida, de la gloria
y de la felicidad de Dios.
«Se llenaron de alegría al ver al Señor».
La resurrección de Cristo es fuente de
Tiempo Pascual alegría. El encuentro con el Señor resuci-
tado produce gozo. Su presencia lo ilu-
Domingo II de Pascua mina todo, porque Él es el Señor de la
historia. En cambio, su ausencia es causa
Jn 20,19-31 de tristeza, de angustia y de temor. Tam-
Durante el tiempo pascual desaparece el bién en esto Cristo cumple su promesa:
evangelio de Marcos y sólo volvemos a «Volveré a veros y se alegrará vuestro
encontrarlo en la solemnidad de la Ascen- corazón y vuestra alegría nadie os la po-
sión del Señor (Mc 16,15-20). En reali- drá quitar» (Jn 16,22). ¿Vivo mi relación
dad la ascensión-entronización queda na- con Cristo como la única fuente del gozo
rrada en un breve versículo (el 19). Sin autentico y duradero?
embargo, es significativo que este hecho
quede enmarcado entre el mandato mi-
sionero universal (vv. 15-18) y la consta- Domingo III de Pascua
tación de su cumplimiento (v. 20): Cris- Presencia de Dios que lo llena todo
to, el Señor glorificado, ejerce su señorío
invisible en la acción visible de su Iglesia Lc 24,35-48
que evangeliza –«actuaba con ellos y con- «Se presentó Jesús en medio de sus dis-
firmaba la palabra con los signos»–. cípulos». Jesús resucitado está presente
¡Señor mío y Dios mío! en medio de los suyos, en medio de su
Iglesia. Está presente en los sacramentos:
«Recibid el Espíritu Santo». He aquí el
es Él quien bautiza, es Él quien perdona los
regalo pascual de Cristo. El que había pro-
pecados... Está presente de manera espe-
metido. «No os dejaré huérfanos» (Jn
cial en la Eucaristía, entregándose por amor
14,18), ahora cumple su promesa. Jesús,
a cada uno con su poder infinito. Está pre-
que había gritado «el que tenga sed que
sente en los hermanos, sobre todo en los
venga a mí y beba» (Jn 7,37), se nos pre-
más pobres y necesitados. Está presente en
senta ahora en su resurrección como
la autoridad de la Iglesia... La vida cristiana
fuente perenne del Espíritu. A Cristo re-
no consiste en vivir unas ideas, por bonitas
sucitado hemos de acercarnos con sed a
que fueran. El cristiano vive de una presen-
beber el Espíritu que mana de Él, pues el
cia que lo llena todo: la presencia viva de
Espíritu es el don pascual de Cristo.
64 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Cristo resucitado. Y el tiempo de Pascua una idea, un fantasma, algo irreal. Pero Él
nos ofrece la gracia para captar más inten- nos asegura: «Soy yo mismo». No hay
samente esta presencia, para acogerla sin motivo para la duda o la turbación. Como
condiciones, para vivir de ella. entonces, también hoy Cristo se pone en
«Creían ver un fantasma...» Aun creyen- medio de nosotros para infundirnos la cer-
do en la Resurrección del Señor, pueden teza de su presencia. Más aún, quiere ha-
asaltarnos las mismas dudas que a los dis- cernos tener experiencia de ella al comer
cípulos. Como a Jesús resucitado no le ve- con nosotros. La eucaristía es contacto real
mos, podemos tener la impresión de algo con el Resucitado.
poco real, algo ilusorio, como si fuera un Las Escrituras iluminan el sentido de la
fantasma, una sombra. Pero también a no- pasión y muerte de Cristo. También a no-
sotros nos repite: «Mirad mis manos y mis sotros Cristo Resucitado nos remite y nos
pies: soy yo en persona». Nos remite a las lleva a las Escrituras; ellas dan testimonio
huellas de su pasión. Verdaderamente pa- de Él, pues ellas contienen el plan eterno
deció, verdaderamente murió, verdadera- de Dios. Y lo mismo que ilumina los sufri-
mente ha resucitado. Es Él en persona. El mientos de Cristo, la Palabra de Dios nos
mismo que recorrió los caminos de Pales- da el sentido de todos los acontecimien-
tina, que predicó, que curó a los enfermos... tos dolorosos y a primera vista negativos
El Resucitado es real. Vive de veras. Y man- de nuestra existencia. Es necesario acudir
tiene su realidad humana. El tiempo de Pas- a ella en busca de luz. Pero también pedir a
cua conlleva la gracia para conocer con más Cristo que –como a los apóstoles– abra
hondura la belleza de la realidad humana del nuestra mente para comprender las Escri-
Señor a la vez que su grandeza divina. turas.
«Les abrió el entendimiento para com- «Vosotros sois testigos». El encuentro
prender las Escrituras». Sin Cristo la Bi- con el Resucitado nos hace testigos, capa-
blia es un libro sellado, imposible de en- ces de dar a conocer lo que hemos experi-
tender. Como a los primeros discípulos, mentado. Si de verdad nos hemos encon-
también a nosotros Jesús resucitado nos trado con el Resucitado, tendremos que
abre el entendimiento para comprender. Él repetir lo que los apóstoles: «Nosotros no
es el Maestro que sigue explicándonos las podemos dejar de contar lo que hemos visto
Escrituras. Pero lo hace como Maestro in- y oído» (He 4,20). En cambio, si no tene-
terior, porque nos enseña e ilumina por den- mos experiencia de Cristo, nuestra palabra
tro. Sólo podemos entender la Escritura si será trompeta que hace ruido pero es in-
la leemos en presencia del Resucitado y a útil; sonará a hueco.
su luz. Sólo escuchándole a Él en la ora-
ción, sólo invocando su Espíritu, la Biblia
deja de ser letra muerta y se nos ilumina
Domingo IV de Pascua
como palabra de vida y salvación. Hch 4,8-12; 1Jn 3,1-2; Jn 10,11-18
Soy yo en persona Amor que da la vida
Lc 24,35-48 «El Buen Pastor da la vida por las ove-
«Soy yo en persona». También a nosotros, jas». Da la vida. No sólo la dio. La da con-
como a los discípulos del evangelio, pue- tinuamente. Jesús Resucitado permanece
den surgirnos dudas y pensar que Cristo es eternamente en la actitud que le llevó a la
Ciclo B – Tiempo Pascual 65
muerte. Ahora ya no muere. No puede mo- el fin del mundo» (Mt 28,20). Y como Buen
rir. Pero el amor que le llevó a dar la vida Pastor es el Señor de la historia, que domi-
es el mismo. Y eso continuamente. Instan- na y dirige todos los acontecimientos: «Se
te tras instante Cristo es el Buen Pastor que me ha dado todo poder en el cielo y en la
da la vida por sus ovejas, que da su vida por tierra» (Mt 28,18). Nuestra reacción no
mí. Su amor «hasta el extremo», el que le puede ser otra que la confianza plena: «El
llevó hasta la cruz, ha quedado eternizado Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque
mediante la resurrección. Su vida de resu- camine por cañadas oscuras, nada temo,
citado es un acto continuo, perfecto y efi- porque tú vas conmigo» (Sal 23).
caz de amor a su Padre y de amor a los hom- Y es el Buen Pastor que da la vida por las
bres, a cada uno de todos los hombres. Él ovejas. La resurrección nos grita el valor y
mismo es el Amor que da la vida. la eficacia de la sangre de Cristo que nos
«Por su nombre se presenta éste sano ha redimido. Nosotros somos fruto de la
ante vosotros». Su entrega es eficaz. Su entrega de Cristo. A diferencia del asala-
amor es capaz de transformar. Al morir riado, a Cristo le importan las ovejas, por-
por nosotros nos sana. Al entregar su vida que son suyas; por eso da la vida por ellas.
engendra vida. Es el nombre de Jesucris- Y ahora, ya resucitado y glorioso, sin de-
to nazareno el único capaz de salvar to- rramamiento de sangre, Cristo vive en la
talmente, definitivamente. La acción del misma actitud de entrega. Ahora le impor-
Buen Pastor una vez resucitado se carac- tamos todavía más, porque nos ha compra-
teriza por la fuerza, por la energía sal- do con su sangre (Ap 5,9).
vadora. La Resurrección pone de relieve Más aún, Cristo Buen Pastor no sólo da
que el amor del Buen Pastor no era inútil la vida por nosotros, sino que nos enseña
o estéril, sino muy eficaz. Las conversio- y nos impulsa también a nosotros a dar la
nes y sanaciones realizadas por medio de vida. La resurrección nos habla con fuer-
los Apóstoles lo atestiguan. za de que la vida se nos ha concedido para
«¡Somos hijos de Dios!» También en darla, de que vale la pena gastar la vida
esto se manifiesta la fuerza de la Resu- para que los demás tengan vida eterna, de
rrección. En su victoria, Cristo nos arras- que el que pierde su vida ese es el que de
tra a vivir su misma vida de Hijo, su mis- verdad la gana. Dando la vida colabora-
ma relación con el Padre. Somos hijos en mos a que las ovejas que son de Cristo
el Hijo. En Cristo somos hijos de Dios. pero no están en su redil escuchen su voz
En la Vigilia Pascual hemos renovado las de Buen Pastor, entren en su redil, se sien-
promesas de nuestro bautismo y el mejor tan amados por Él y experimenten que Él
fruto de la Pascua es un acrecentamiento repara sus fuerzas y sacia su sed.
de la vivencia de nuestro ser hijos de Dios.
Confianza plena Domingo V de Pascua
Jn 10,11-18 Permaneced en Mí
A la luz de la Pascua, el evangelio de Jn 15,1-8
hoy nos invita a contemplar al Resucita-
do como Buen Pastor. Cristo Resucitado «Permaneced en mí». Este mandamiento
continúa presente en su Iglesia, camina de algún modo resume toda la vida y activi-
con nosotros. Conduce a su Pueblo: «Yo dad del cristiano. Por el Bautismo hemos
estaré con vosotros todos los días hasta sido injertados en Cristo (Rom 6,5). Como
66 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
fecho como si ya hubiera hecho bastante. suyos y tengan un valor inmenso: «El que
«El amor de Cristo nos apremia» (2Cor cree en mí hará las obras que yo hago y aún
5,14). Y lo maravilloso es que realmente mayores» (Jn 14,22).
podemos amar como Él porque este amor De ahí la importancia de los signos, que
«ha sido derramado en nuestros corazones indica el evangelio. Los signos manifies-
con el Espíritu Santo que se nos ha dado» tan que la Iglesia es más que palabras, es
(Rom 5,5). Cristo resucitado, viviendo en hechos. Mediante ellos se ve la acción del
nosotros nos capacita y nos impulsa a amar Señor. Ya no se tratará de coger serpientes
«como Él». en las manos, pero hay que preguntarnos
cómo hoy nosotros podemos ser «milagro»
Ascensión del Señor –es decir, signo que se ve– para aquellos
con los que vivimos.
Actuaba con ellos
Mc 16,15-20
Domingo de Pentecostés
El breve texto de san Marcos nos presenta
de Jesús como un ser llevado «al cielo», es Sed del Espíritu
decir, al lugar propio de Dios, y un «sentar- Jn 20,19-23
se» a la derecha de Dios. Efectivamente, el «Recibid el Espíritu Santo». El gran don
misterio de la ascensión significa que el que pascual de Cristo es el Espíritu Santo. Para
por nosotros tomó la condición de siervo, esto ha venido Cristo al mundo, para esto
pasó por uno de tantos y se humilló hasta la ha muerto y ha resucitado, para darnos su
muerte de cruz (Fil 2,6-10), ahora ha sido Espíritu. De esta manera Dios colma
exaltado, enaltecido, constituido «Señor». insospechadamente sus promesas: «Os
Cristo en cuanto hombre se ha sentado en daré un corazón nuevo, infundiré en voso-
el trono de su Padre (Ap 3,21), ha recibido tros un Espíritu nuevo» (Ez 36,26). Nece-
todo poder en el cielo y en la tierra (Mt sitamos del Espíritu Santo, pues «el Espí-
28,18) y ha sido constituido Señor del Uni- ritu es el que da la vida, la carne no sirve
verso ante el que toda rodilla se dobla. para nada» (Jn 6,63). El Espíritu Santo no
Sin embargo, ascensión no significa au- sólo nos da a conocer la voluntad de Dios,
sencia de Cristo. A renglón seguido de na- sino que nos hace capaces de cumplirla
rrar la ascensión de Jesús, san Marcos su- dándonos fuerzas y gracia: «Os infundiré
braya que «El Señor actuaba con ellos». mi Espíritu y haré que caminéis según mis
Ciertamente Cristo ha dejado su presen- preceptos y que guardéis y cumpláis mis
cia visible, sensible. Pero sigue presente. mandatos» (Ez 36,27).
Y lo manifiesta «cooperando» con la ac- «Sopló sobre ellos». Para recibir el Es-
ción de los discípulos. En estas breves píritu hemos de acercarnos a Cristo, pues
palabras queda resumido todo misterio de es Él –y sólo Él– quien lo comunica. Él
la Iglesia. Toda acción de la Iglesia –y de mismo había dicho: «El que tenga sed que
cada cristiano en ella– no es algo simple- venga a mí y beba» (Jn 7,37). Es preciso
mente humano, sino acción de Cristo a acercarnos a Cristo en la oración, en los
través de ella. Cuando alguien bautiza, es sacramentos, sobre todo en la Eucaristía,
Cristo quien bautiza... Por tanto, todo para beber el Espíritu que mana de su cos-
nuestro empeño ha de ser buscar la sin- tado abierto. Y es preciso acercarnos con
tonía con Cristo para que realice esa co- sed, con deseo intenso e insaciable. De esta
operación y nuestros actos sean también manera, Cristo no nos deja huérfanos (Jn
Ciclo B – Tiempo Pascual 69
14,18), pues nos da el Espíritu que es maes- fuente última y absoluta de la vida, no de-
tro interior (Jn 14,26; 16,13), que consue- pendiendo de nadie. El Hijo es engen-
la y alienta (Jn 14,16; 16,22). drado por el Padre, recibe de Él todo su
«Como el Padre me envió, así os envío ser: por eso es Hijo; pero el Padre se da
yo». Jesús afirma al inicio de su ministe- totalmente: por eso el hijo es Dios, igual
rio que ha sido «ungido por el Espíritu del al Padre. Nada tiene el Hijo que no reciba
Señor para anunciar la Buena Noticia a del Padre; nada tiene el Padre que no co-
los pobres» (Lc 4,18). Y a los apóstoles munique al Hijo. El ser del Hijo consiste
les promete: «Recibiréis la fuerza del Es- en recibir todo del Padre y el Hijo vuelve
píritu y seréis mis testigos» (He 1,8). Je- al Padre en un movimiento eterno de
sús nos hace partícipes de la misma mi- amor, gratitud y donación. Y ese abrazo
sión de anunciar el evangelio que él ha de amor entre el Padre y el Hijo es el Es-
recibido del Padre y lo hace comunicán- píritu Santo.
donos la fuerza del Espíritu Santo. El Es- «El Espíritu todo lo sondea, incluso lo
píritu nada tiene que ver con la lentitud, la profundo de Dios» (1Cor 2,10). El Espí-
falta de energías, la pasividad; es impulso ritu nos da a conocer a Cristo y al Padre
que nos hace testigos enviados, apóstoles. y nos pone en relación con ellos. Las Per-
sonas divinas viven como en un templo
Domingo de la Santísima Trinidad en el hombre que está en gracia. Estamos
habitados por Dios. Somos templo suyo.
Familiaridad con Dios Vivimos en el seno de la Trinidad. ¿Se
puede imaginar mayor familiaridad? Todo
Mt 18,16-20 nuestro cuidado consiste en permanecer
A muchos cristianos el misterio de la en esta unión.
Trinidad les echa para atrás. Les parece
demasiado complicado y prefieren dejar-
lo de lado. Y sin embargo las páginas del
Nuevo Testamento nos hablan a cada pa-so Corpus Christi
de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo.
Ellos son el fundamento de toda nuestra Mc 14,12-16.22-26
vida cristiana.
El texto seleccionado incluye los pre-
Explicar el misterio de la Trinidad no es parativos para la cena, en que Jesús apare-
difícil, es imposible, precisamente porque ce –como en la entrada en Jerusalén– go-
es misterio. Pero lo mismo que un niño bernando y dirigiendo los acontecimientos,
puede tener gran familiaridad con su pa- y el relato de la institución de la Eucaris-
dre aunque no sepa decir muchas cosas tía, en el que Jesús realiza anticipadamente
de él, nosotros podemos vivir también en el gesto de donación de su propia vida que
una profunda familiaridad con el Padre, llevará a cabo al día siguiente en la cruz. La
con Cristo, con el Espíritu y tener expe- mención en el último versículo del camino
riencia de estas Personas divinas. No sólo hacia el monte de los Olivos apunta hacia
podemos: estamos llamados a ello en vir- lo trágicamente real de ese gesto.
tud de nuestro bautismo. No es un privi-
legio de algunos místicos. Comer nuestra redención
Podemos conocer al Padre como Fuente «Esto es mi cuerpo...» Ante todo, la fies-
y Origen de todo, Principio sin principio, ta de hoy nos debe hacer cobrar una con-
70 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
ciencia más intensa de la presencia real de apóstoles, todas las generaciones cristia-
Jesucristo en la Eucaristía. El cuerpo sig- nas han descubierto el amor de Dios con-
nifica la persona entera. Cristo está presen- templando a Cristo crucificado. La cruz es
te con su cuerpo glorioso, con su alma hu- la expresión mayor de este amor. Por eso
mana, con su personalidad divina. ¿Somos también nosotros somos invitados antes
de veras conscientes de que en cada sagra- que nada a mirar a Jesús. El apóstol Juan
rio hay un hombre viviente, infinitamente nos enseña este secreto y desea contagiar-
más real que todos nosotros? ¿Qué me es nos esta mirada contemplativa: para que
más real, la presencia de las demás perso- entendamos hasta qué punto somos ama-
nas humanas o la presencia de Cristo en la dos y aprendamos a amar de una manera
Eucaristía? ¿Soy consciente de tener en el semejante.
Sagrario a Dios con nosotros, a mi dispo- «Sacaréis aguas con gozo». La tradición
sición, esperándome eternamente? cristiana ha entendido que la antigua pro-
«...que se entrega por vosotros». Sin em- fecía de Isaías se ha cumplido en Jesús. Al
bargo, la presencia de Cristo en la Eucaris- ser traspasado su costado, «salió sangre y
tía no es inerte ni pasiva. Cristo vive apa- agua». Jesús muerto y resucitado se con-
sionadamente en la Eucaristía su amor in- vierte en manantial de vida y salvación.
finito por nosotros, su entrega sin límites Derrama su Espíritu, su amor, su misma
por cada uno. El amor manifestado en la cruz vida. Por eso, el creyente es invitado cons-
perdura eternamente; no ha menguado; por tantemente a acudir a Él para beber esa agua
el contrario, es ahora más intenso. Y se hace que sacia su sed y le purifica y para recibir
especialmente presente y eficaz en cada la aspersión de su sangre que le regenera y
celebración de la Eucaristía. Y eso «por le embriaga.
vosotros y por todos los hombres», por cada «Lo que trasciende toda filosofía». El
uno de todos los hombres, por los que fue- cristianismo no es una ideología, un sim-
ron, son y serán. ple sistema de verdades y normas. Es una
«...para perdón de los pecados». Cristo experiencia; consiste en haber encontrado
sabe muy bien por quién y a quién se en- el amor de Cristo y seguir ahondando cons-
trega; por hombres que son pecadores. tantemente en ese mar sin fondo ni ribe-
Pero para esto ha venido precisamente, ras. La verdadera sabiduría del cristiano es
para quitar el pecado del mundo. Cristo ese conocimiento experiencial y crecien-
en la Eucaristía anhela borrar nuestro pe- te del amor de Jesús. A él acude sin cesar
cado y hacernos santos. Para eso se ha para beber y saciarse y poder volcarlo en
entregado. Y para eso se queda en la eu- abundancia sobre los demás hombres.
caristía, para ser alimento de pecadores.
Y nosotros necesitamos acudir con ansia
y comer y beber nuestra redención.
Tiempo Ordinario
Sagrado Corazón de Jesús
II Domingo del Tiempo Ordinario
Lo que trasciende toda filosofía
Oseas 11,16.3-4.8c-9; Is 12,2-6; Ef 3,8- Después de leer el domingo segundo Jn
12.14-19; Jn 19,31-37 1,35-42, que prolonga la manifestación de
Jesús en la Epifanía y en la Fiesta del Bau-
«Mirarán al que atravesaron». Desde los tismo, los domingos 3º al 9º presentan a
Ciclo B – Tiempo Ordinario 71
un Jesús que comienza a reve-larse median- gia, vamos siendo transfigurados, vamos
te diversos signos pero encuentra inmedia- siendo convertidos en teofanía también
tamente la obstinación y el rechazo de las nosotros...
autoridades judías.
Manifestación de Dios Una experiencia contagiosa
Todo el tiempo de Navidad, la liturgia Jn 1,35-42
subrayaba el aspecto de manifestación de «Este es el Cordero de Dios». Todo em-
Jesucristo. Pero en el tiempo de Epifanía pieza con un testimonio. La fe de los dis-
se ha intensificado. El Hijo de Dios se ha cípulos y el hecho de que sigan a Jesús
manifestado al mundo y al mismo tiempo es consecuencia del testimonio de Juan.
nos manifiesta al Padre. Y es esto lo que Así de sencillo. ¡Cuántas veces a lo largo
subraya la liturgia: una verdadera teofanía de nuestra vida tenemos oportunidad de
de la Trinidad. El cielo rasgado pone al dar testimonio de Cristo! En cualquier cir-
descubierto el misterio de Dios. Jesús se cunstancia podemos indicar como Juan,
revela como Hijo del Padre y Ungido del con un gesto o una palabra, que Cristo es
Espíritu. El Padre manifiesta su compla- el Cordero de Dios, es decir, el que salva
cencia en el Hijo muy amado. al hombre y da sentido a su vida. El que
Más significativo todavía es que toda muchos crean en Cristo y le sigan depen-
esta grandeza de Cristo se manifiesta en de de nuestro testimonio, mediante la pa-
su humillación. A Jesús el bautismo no le labra y sobre todo con la vida.
hace Hijo de Dios, porque lo es desde toda «Venid y lo veréis». El testimonio de Juan
la eternidad como Verbo, y como hombre despierta en sus acompañantes el interés
desde el instante de su concepción. Al bau- por Jesús; sienten un fuerte atractivo por
tizarse se pone en situación de profunda Él. Por eso le siguen. Jesús no les da razo-
humillación: pasa por un pecador más que nes ni argumentos. Simplemente les invita
busca purificación. Pero es precisamente a estar con Él, a hacer la experiencia de su
en esa situación objetiva de humillación intimidad. Y esta fue tan intensa que se que-
donde se revela lo más alto de su divinidad: daron el día entero y san Juan, muchos años
un aspecto que no deberíamos olvidar del más tarde recuerda incluso la hora –«hacia
misterio de Navidad, que tiene consecuen- las cuatro de la tarde»–. También nosotros
cias incalculables para nuestra vida. No bri- somos invitados a hacer esta experiencia
llamos más por el brillo humano o por el de amistad con Cristo, de intimidad con Él.
aplauso de los hombres, sino por partici- Venid y lo veréis. «Gustad y ved qué bueno
par del camino de humillación de Cristo. es el Señor» (Sal 34,9).
En la celebración eucarística se hace pre- «Lo llevó a Jesús». La experiencia de
sente para nosotros el misterio que cele- Cristo es contagiosa. El que ha experimen-
bramos. Tocamos el misterio y el misterio tado la bondad de Cristo no tiene más re-
nos transforma. Si vivimos la liturgia, si la medio que darla a conocer. El que ha esta-
celebramos con fe profunda, va creciendo do con Cristo se convierte también él en
en nosotros el conocimiento de Dios, Él testigo. Pero no pretende que los demás se
va irradiando en nosotros la luz de su glo- queden en él o en su grupo, sino que los
ria (2Co 4,6) y vamos siendo transforma- lleva a Cristo. La actitud de Andrés nos en-
dos en su imagen, vamos reflejando su glo- seña la manera de actuar todo auténtico
ria (2Co 3,18). Si de veras vivimos la litur-
72 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
nía, su poder, son una buena noticia. La lle- la impresión de que san Pablo no valorase
gada del Reino de Dios es una buena noti- el matrimonio. Sin embargo no hay tal, por-
cia. Cada una de las palabras y frases del que en el mismo capítulo indica que «cada
evangelio son una noticia gozosa. ¿Recibo cual tiene de Dios su gracia particular»
así el evangelio, como Buena nueva y anun- (7,7), unos el celibato y otros el matrimo-
cio gozoso, o lo veo como una carga y una nio, e insiste en que cada uno debe
exigencia? Cada vez que lo escucho, lo leo santificarse en el estado al que Dios le ha
o medito, ¿lo veo como promesa de salva- llamado (7,17), casado o célibe.
ción? ¿Creo de verdad en el evangelio? ¿Me Supuesto eso, hace una llamada especial
fío de lo que Cristo en él me manda, me al celibato como un estado de especial con-
advierte o me aconseja? sagración. Y da las razones: el célibe se pre-
«Venid conmigo». Ser cristiano es ante ocupa exclusivamente de los asuntos del
todo irse con Jesús, caminar tras Él, se- Señor, busca únicamente contentar el Se-
guirle. San Marcos nos presenta al prin- ñor, vive consagrado a Él en cuerpo y alma,
cipio del todo, la llamada de Jesús a los se dedica al trato con Él con corazón indi-
discípulos, cuando aún Jesús no ha pre- viso.
dicado ni hecho milagros; sin embargo, Con ello traza las líneas maestras de esta
ellos le siguen «inmediatamente», dejan- preciosa vocación dentro de la Iglesia.
do todo, incluso el trabajo y el propio pa- Resaltar el celibato no quiere decir despre-
dre. La conversión que pide Jesús al prin- ciar el matrimonio. Pero la Iglesia siem-
cipio del evangelio de hoy es ante todo pre ha apreciado como un don singular de
dejarnos fascinar por su persona. Cuan- Cristo la virginidad consagrada a Él. La vir-
do se experimenta el atractivo de Cristo, ginidad testimonia belleza de un corazón
¡qué fácil es dejarlo todo! poseído sólo por Cristo Esposo. Manifiesta
al mundo el infinito atractivo de Cristo, el
Domingo IV del Tiempo Ordinrio más hermoso de los hijos de los hombres
(Sal 45,3), y la inmensa dicha de pertene-
El cuarto domingo nos sitúa ante la fas- cer sólo a Él. Grita el que quiera entender
cinación irresistible de la palabra de Jesús que Cristo basta, que Cristo sacia plenamente
(1,21-28). Es una palabra como la de los más profundos anhelos del corazón hu-
Yahveh: eficaz, que «dice y hace»; tiene, mano.
sobre todo, poder y autoridad, que se
manifiesta expulsando a los demonios con Por lo demás, la vocación a la virginidad
la sola palabra. Por eso no es sólo un pro- o al celibato no es una cuestión privada.
feta, sino el profeta que habla en nombre Existe en la Iglesia y para la Iglesia. Es un
de Dios hasta el punto de que Dios pide don de Cristo a su Esposa la Iglesia. El tes-
cuentas al que no le escucha (1ª lectura: timonio de los célibes debe recordar a los
Dt 18,15-20). Demuestra así con los he- que tienen mujer que vivan como si no la
chos que es real su proclamación de que tuvieran (7,29), que la apariencia de este
ha llegado el Reino de Dios (1,15). mundo pasa (7,31) y que en el mundo futu-
ro ni ellos ni ellas se casarán (Lc 20,34-
Un corazón poseído por Cristo 35). El celibato debe testimoniar palpable-
1Cor 7,32-35 mente que Cristo se quiere dar del todo a
El texto de la primera carta a los corin- todos. Por ello el Papa puede afirmar que
tios en la segunda lectura de hoy es uno de los esposos «tienen de-recho» a esperar de
esos que choca a primera vista, porque da
74 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
las personas vírgenes el testimonio de la bra de Cristo con fe, esa palabra nos trans-
fidelidad plena a su vocación (FC 16). forma, nos purifica, crea vida en nosotros,
porque «es viva y eficaz, más tajante que
Asombro y admiración espada de doble filo» (Heb 4,12).
Mc 1,21-28
Domingo V del Tiempo Ordinario
«Cállate y sal de él». Los evangelistas tie-
nen mucho interés en presentar a Jesús cu- El domingo quinto nos lleva a contem-
rando endemoniados y expulsando demo- plar a un Jesús que salva a todo el hombre
nios. Quieren resaltar el dominio de Jesús –curación de enfermos en su cuerpo y
sobre el mal, sobre el pecado y sobre la sanación de endemoniados en su espíritu–
muerte; pero sobre todo ponen de relieve y a todos los hombres –las multitudes que
que Jesús ha vencido a Satanás, que –direc- acuden a Él–. De ese modo levanta de su
ta o indirectamente– es la causa de todo postración y abatimiento –a la suegra de
mal. Ningún mal tiene poder sobre el cris- Pedro «la cogió de la mano y la levantó»–
tiano adherido a Cristo, pues todo está so- a los hombres que bajo el peso del mal ven
metido a Cristo: «¡Veía a Satanás caer como pasar sus días como un soplo y consumir-
un rayo!» (Lc 10,18). Frente al mal en to- se sin dicha y sin esperanza –personifica-
das sus manifestaciones, Dios es el Dios dos en Job 7,1-4.6-7–.
de la vida. «Si echo los demonios con el ¡Ay de mí si no evangelizo!
dedo de Dios es que el Reino de Dios ha
llegado a vosotros» (Lc 11,20). Y también 1Cor 9,16-19.22-23
al discípulo de Cristo se someten incluso «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!».
los demonios (Mc 16,17). Estas palabras de san Pablo son para todos.
«Quedaban asombrados». Con breves pin- Anunciar el evangelio es un deber, una obli-
celadas, san Marcos nos pinta el poder de gación que incumbe a todo cristiano. Todo
Jesús. Desde el principio de su evangelio bautizado es hecho profeta para proclamar
pretende presentarnos la grandeza de Cris- ante el mundo las hazañas maravillosas del
to, que produce asombro a su paso en todo que nos llamó a salir de las tinieblas y a
lo que hace y dice. Y la Iglesia nos presenta entrar en su luz admirable. Todo cristiano
a Cristo para que también nosotros quede- es un apóstol, un enviado de Cristo en el
mos admirados. Pero para admirar a Cris- mundo. Para anunciar el evangelio no hace
to, hace falta antes que nada mirarle y tra- falta subir a un púlpito. Podemos hablar de
tarle. Y es sobre todo en la oración y en la Cristo en casa y por la calle, a los vecinos
meditación del evangelio donde vamos co- y a los compañeros de trabajo, con nuestra
nociendo a Jesús. Por lo demás, también la palabra y con nuestra vida. ¡Pero es nece-
vida del cristiano de-be producir asombro y sario que lo hagamos! No podemos seguir
admiración. Mi vi-da, ¿produce asombro pensando que es tarea sólo de los sacerdo-
con la novedad del evangelio o pasa sin pena tes. ¿Cómo puede creer la gente sin que
ni gloria? alguien les hable de Cristo? (Rom 10,14).
Esta es la maravillosa y sublime misión que
«Enseñaba con autoridad». Jesús no da
nos encarga el Señor.
opiniones. Enseña la verdad eterna de
Dios. Por eso habla con seguridad. Y, so- «Me he hecho todo a todos para ganar,
bre todo, su palabra tiene poder para rea- como sea, a algunos». ¡Admirable testimo-
lizar lo que dice. Si escuchamos la pala- nio de san Pablo! Hacerse todo a todos sig-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 75
nifica renunciar a sus costumbres, a sus puede colmar todos los anhelos del cora-
gustos, a sus formas... Y todo para que se zón humano. Y el cristiano debe estar cier-
salven, para llevarles al evangelio. Exacta- to de ello para presentar sin temor Cristo
mente lo que hizo el mismo Cristo, que se a los hombres con obras y palabras.
despojó de su rango y se hizo uno de noso- Es enormemente bello en los evangelios
tros para hablarnos al modo humano, con el misterio de la oración de Jesús. El Hijo
palabras y gestos que pudiéramos entender. de Dios hecho hombre vive una continua y
A la luz de esto, nunca podemos decir que profunda intimidad con el Padre. A través
hemos hecho bastante para llevar a los de- de su conciencia humana Jesús se sabe in-
más a Cristo. Un rasgo esencial del evan- tensamente amado por el Padre. Y su ora-
gelizador es este amor ardiente a los hom- ción es una de las expresiones más hermo-
bres que le lleva a despojarse de sí mismo sas de su conciencia filial. Se sabe recibién-
para darles a Cristo. dolo todo del Padre y a Él lo devuelve todo
«...Sin usar el derecho que me da la pre- en una entrega perfecta de amor agradeci-
dicación de esta Buena Noticia». San Pa- do.
blo reconoce que el que predica tiene de- San Marcos nos presenta a Jesús reali-
recho a vivir el evangelio (v. 14). Sin zando curaciones. De esta manera se ex-
embargo, gustosamente ha renunciado a presa mejor que con palabras su poder de
este derecho, no recibiendo nada de los salvar del pecado (Mc 2,9-11). Con este
corintios y trabajando con sus propias evangelio la Iglesia quiere afianzar nuestra
manos, «para no crear obstáculo alguno fe en este Jesús que es capaz de sanar a un
al evangelio» (v. 12). El que anuncia el mundo –el nuestro– y a unos hombres –
evangelio debe dar testimonio de absolu- nuestros hermanos y nosotros mismos–
to desinterés, renunciando incluso a lo profundamente enfermos. Cristo puede ha-
justo y a lo necesario. Sólo así podrá ser cerlo; la única condición para hacer el mi-
testigo creíble de una palabra que anun- lagro es nuestra fe: «¿Crees que puedo ha-
cia el amor gratuito de Dios. Sin ello el cerlo?» (Mt 9,28).
anuncio del evangelio no puede dar fruto.
«Lo que habéis recibido gratis, dadlo gra-
tis» (Mt 10,8-10). Domingo VI del Tiempo Ordinario
Todos te buscan El domingo sexto nos encara con otro
acto sumamente revelador de Jesús (1,40-
Mc 1,29-39 45). Al leproso, que estaba totalmente mar-
«Todos te buscan». Estas palabras de ginado de la sociedad humana y de la co-
los discípulos centran la atención en la munidad religiosa (1ª lectura: Lev 13,1-
persona de Jesús. «¿Quién es éste?» (Mc 2.44-46), Jesús no sólo no le rechaza, sino
4,41). Jesús es la «luz que ilumina a todo que se acerca a él y le toca: de ese modo el
hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). que era impuro queda purificado, sanado y
«En Él quiso Dios que residiera toda la reintegrado a la normalidad al ser tocado
plenitud» (Col 1,19). Todo hombre ha sido por el Santo de Dios. Aunque Jesús le im-
creado para Cristo y todo hombre –aun pone silencio, el gozo de la salvación es
sin saberlo– busca a Cristo; incluso el que demasiado grande como para seguir calla-
le rechaza, en el fondo necesita a Cristo. do.
Su búsqueda de alegría, de bien, de justi-
cia, es búsqueda de Cristo, el único que
76 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Todo para gloria de Dios za. En cambio, decir una cosa y hacer otra
es escandaloso, porque es dar a entender
1Cor 10,31-11,1 con nuestras obras que el evangelio no se
«Cuando comáis o bebáis o hagáis cual- puede cumplir o que estas cosas están bien
quier cosa, hacedlo todo para gloria de para decirlas pero no para vivirlas...
Dios». El cristiano, consagrado por el bau-
tismo, puede y debe ver todo santamente.
El valor de lo que hacemos no está en lo Domingo VII del Tiempo Ordinario
externo, sino en cómo lo hacemos. Cristo Sin igual
en los treinta años de su vida oculta no hizo
cosas grandes o vistosas; vivió con un co- Mc 2,1-12
razón lleno de amor a su Padre y a los hom- «Llegaron cuatro llevando un paralítico».
bres las cosas pequeñas e insignificantes. El gesto de estos cuatro personajes anóni-
Y esos actos tenían un valor infinito y esta- mos resulta precioso e iluminador para
ban redimiendo al mundo. Lo mismo no- nosotros. El paralítico –por definición– no
sotros: la vida cotidiana, sencilla y corrien- se puede mover por sí mismo. Pero estos
te, puede tener un inmenso valor. No espe- hombres le colocan ante Jesús. Y «viendo
remos a hacer cosas grandes. Hagamos Jesús la fe que tenían» realiza el milagro.
grande lo pequeño. To-do puede ser orien- Hay en nuestro mundo y a nuestro alrede-
tado a la gloria de Dios. Todo: la comida, la dor muchos paralíticos por la incredulidad
bebida, cualquier cosa que hagamos... Cris- o por el pecado. A nosotros nos toca po-
to ha asumido todo lo humano y nada debe nerlos a los pies de Jesús con una fe in-
quedar fuera de la órbita del Señor. mensa. Lo demás es cosa de Jesús. El evan-
«No deis motivo de escándalo...» Esta gelio no dice si ese hombre tenía fe en Je-
advertencia de san Pablo es también para sús o sólo se dejó llevar. Lo que sí afirma
nosotros. Incluso sin quererlo positiva- es la fe de aquellos cuatro que arranca el
mente, sin darnos cuenta, podemos estar milagro a Jesús. ¿Presentamos a las per-
poniendo estorbos para que otros se acer- sonas al Señor? ¿Con qué fe lo hacemos?
quen a Cristo. Escándalo es todo lo que «Para que veáis...» Jesús realiza la cura-
sirve de tropiezo al hermano o le frena en ción, pero deja claro que lo que le interesa
su entrega al Señor. Nuestra palabra poco es sobre todo la sanación interior. Dios
evangélica, nuestra conducta mediocre o quiere el bien entero del hombre, cuerpo y
incoherente, son escándalo para el her- alma. Nosotros, en cambio, con demasia-
mano por el que Cristo murió. Y las pala- da frecuencia sólo buscamos el bien cor-
bras de Cristo sobre el escándalo son te- poral. Sin embargo, hay enfermedades fí-
rribles: «¡Ay del que escandaliza! Más le sicas que son ocasión de un bien espiritual
valdría que le encajasen en el cuello una enorme y de la santificación de muchas
piedra de molino y lo arrojasen al mar» personas; mientras la enfermedad espiri-
(Mt 18,6). tual puede llevar –aun con perfecta salud
«Seguid mi ejemplo, como yo sigo el física– a la condenación eterna...
de Cristo». Sólo la imitación de Cristo no «Nunca hemos visto una cosa igual». Las
escandaliza. Al contrario, estimula en el acciones de Jesús producen asombro y ad-
camino del evangelio. Cuando vemos a miración. Los que contemplaron este pro-
alguien seguir el ejemplo de Cristo, com- digio «daban gloria a Dios». ¿Sé descrubir
probamos que su palabra se puede cum- las acciones de Cristo? ¿Me alegro de
plir y ese ejemplo aviva nuestra esperan-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 77
ellas? ¿Me admiro? Más aún, ¿tengo fe para suyos, corremos la misma suerte: padece-
esperar cosas grandes, como aquellos cua- mos con Él para ser también glorificados
tro del evangelio de hoy? con Él (Rom 8,17).
Domingo X del Tiempo Ordinario Dios, en el Dios que perdona y rescata del
pecado. Él es capaz de limpiar lo que pare-
El domingo décimo da un nuevo paso en cía imborrable, de sanar lo que parecía in-
la autorrevelación de Jesús (3,20-35). A curable y de saldar lo que parecía
pesar de que es rechazado por sus parien- impagable.
tes, que consideran que no está en sus ca-
bales, y por los escribas, que le consideran Este salmo nos enseña a orar en la ver-
poseído por Beelzebú, Jesús se proclama dad. No disimula ni justifica la propia cul-
como el «más fuerte» que vence y expulsa pa. Pero desde lo trágico e irremediable
al «fuerte»; con él cambia de signo la his- del pecado nos traslada a la plena confian-
toria de los hombres, que había estado mar- za en el Dios misericordioso que infunde
cada por la victoria primitiva del Maligno paz y sosiego porque incluso el pecado tiene
(1ª lectura: Gen 3,9-15); al cumplirse en remedio. Y por otra parte nos saca de nues-
él el primer anuncio de salvación, estable- tro individualismo para reconocer que to-
ce en su persona el Reino de Dios. Pero es dos los hombres son pecadores y necesi-
necesario aceptarle por la fe: frente a los tan también del perdón de Dios; dejándo-
que se obstinan en rechazarle, que acaban nos arrastrar en nuestra oración por su
pecando contra el Espíritu Santo, la actitud movimiento, el salmo nos ensancha, ha-
correcta es la de los que cumpliendo la vo- ciéndonos pedir perdón para todos –«Él
luntad de Dios forman en torno a Él la nue- redimirá a Israel [es decir, al pueblo ente-
va familia de los hijos de Dios. ro] de todos sus delitos»–, con una espe-
ranza, con un deseo confiado tal que se
El Señor sana lo incurable convierte en impaciencia –«mi alma aguar-
da al Señor más que el centinela la auro-
Sal 129 ra»–.
El Salmo 129 es un salmo penitencial.
Como respuesta a la lectura de Gen 3,9- XI Domingo del Tiempo Ordinario
15 expresa ante todo el desastre que el
pecado ha producido en el corazón del Dadas las dificultades con que tropieza
hombre y en todas las realidades huma- su palabra y su actuación, Jesús se ve obli-
nas. El pecado ha dejado al hombre hun- gado a explicar que la fuerza del Reino de
dido –«desde lo hondo a ti grito»–. El pe- Dios es imparable. El domingo undécimo
cado abruma al hombre como una man- nos presenta las parábolas de la semilla que
cha imborrable, como una herida incura- crece por sí sola y del grano de mostaza
ble, como una deuda impagable. Es que (4,26-34). La primera insiste en el dina-
todo pecado es una victoria de la serpien- mismo del Reino de Dios: la semilla de-
te, de Satanás, padre de la mentira y ho- positada en tierra tiene vigor para crecer; a
micida (Jn 8,44). De ahí el grito angus- pesar de las dificultades, Dios mismo está
tiado del salmista: «si llevas cuenta de las actuando y su acción es invencible. La se-
culpas, ¿quién podrá resistir?» gunda pone más de relieve el resultado
impresionante a que ha dado lugar una se-
Sin embargo, desde la experiencia de milla insignificante. Una vez más queda de
culpa, el salmo se abre a la esperanza, a la relieve que en la persona de Jesús se cum-
confianza ilimitada. Pero una confianza plen las profecías (1ª lectura: Ez 17,22-24).
que no se apoya en absoluto sobre los
propios méritos, sino exclusivamente en
Ciclo B – Tiempo Ordinario 79
está en ella y la conduce –aunque a veces evangelio de hoy, este salmo es un canto a
parezca dormir– le da la seguridad de salir Jesucristo, el Dios de la vida, el Dios que
triunfante de las olas amenazantes y de toda nos resucitará. Si es verdad que Dios no
tempestad, y de poder llegar al puerto defi- nos ahorra la muerte –como no se la aho-
nitivo. Ante las dificultades que parecen rró al propio Cristo–, nuestro destino es la
insalvables, se trata de mantener la confian- vida eterna, incluida la resurrección de
za en el Cristo invisible, que domina la si- nuestro cuerpo, en una dicha que nos sa-
tuación porque es el Señor de lo imposi- ciará por toda la eternidad.
ble. Hemos de dejarnos invadir por los sen-
timientos de este salmo. ¿Hasta qué punto
XIII Domingo del Tiempo Ordinario exulto de júbilo por haber sido librado de
la muerte por Cristo? ¿En qué medida des-
El domingo decimotercero nos encara a bordo de gratitud porque mi destino no es
un doble signo de Jesús que le revela como la fosa? ¿Experimento el reconocimiento
el Dios de la vida (1ª lectura: Sab 1,13-15; agradecido porque mi Señor no ha permi-
2,23-25); al vencer el poder del diablo, Je- tido que mi enemigo –Satanás– se ría de
sús vence el poder de la muerte, que se debe mí? La fe en la resurrección es algo esen-
a su influjo. La curación de la hemorroisa, cial en la vida del cristiano. Pero es sobre
considerada legalmente impura (Lev 15,19- todo en un mundo asediado por el tedio y
30) y debilitada en la raíz de su ser –pues la tristeza de la muerte cuando se hace más
«la sangre es la vida»: Dt 12,23–, revela a necesario nuestro testimonio gozoso y es-
Jesús como el que devuelve la salud plena peranzado de una fe inconmovible en Cris-
y la vida digna. Más aún, resucitando a la to resucitado y en nuestra propia resurrec-
hija de Jairo testimonia que ni siquiera la ción. Si todo aca-base con la muerte, la vida
frontera de la muerte es inaccesible a su sería una aventura inútil.
poder. La hemorroisa y Jairo resaltan una
vez más la importancia de la fe, capaz de
obrar milagros –«tu fe te ha curado»; «bas- XIV Domingo del Tiempo Ordinario
ta que tengas fe»–. El Evangelio del domingo decimocuarto
El Dios de la vida (6,1-6) está en contraste brutal con los
domingos anteriores. Después de los im-
Sal 29 presionantes signos realizados por Jesús
vemos que Él es claramente rechazado. La
El Salmo 29 es la acción de gracias de un rebeldía y la dureza de corazón (1ª lectura:
hombre que ha sido librado de una enfer- Ez 2,2-5), la falta de fe de quien se queda a
medad muy grave. Es todo él un canto exul- ras de tierra (Evangelio), impiden recono-
tante al Dios de la vida, con tanta mayor ale- cer y aceptar los signos más evidentes. La
gría cuanto que el salmista ha tocado la reacción de los parientes y paisanos de Je-
muerte y ha sido literalmente sacado de la sús es una advertencia del peligro que tam-
fosa y del abismo. bién nosotros corremos si no damos con-
Sin embargo, somos nosotros, cristianos, tinuamente el salto de la fe.
los que podemos rezar este salmo con ple-
no sentido. Un israelita sabía que si era li- Confianza total en Dios
brado de la muerte ello sucedía sólo de for-
ma momentánea, porque al final sucumbía Sal 122
inexorablemente en sus garras. A la luz del El Salmo 122 es la súplica confiada de
Ciclo B – Tiempo Ordinario 81
necesaria y urgente. Para eso hemos naci- cunstancia. Finalmente, la plenitud –«nada
do. Sólo si somos santos nuestra vida val- me falta»–, que se traduce en paz y dicha
drá la pena. Y sólo si somos santos echare- sosegadas. Pero todo ello brota de la cer-
mos los demonios y el mal de nosotros teza de que el Señor está presente –«Tú vas
mismos y del mundo. conmigo»– y nos cuida directamente. El
que pierde esta conciencia de la presencia
protectora del Señor es presa de todo tipo
XVI Domingo del Tiempo Ordinario de temores y angustias.
El domingo decimosexto nos presenta el El Buen Pastor es Jesucristo. En Él se
encuentro de los apóstoles con Jesús al realiza plenamente el salmo y la primera
regreso de su misión (6,30-34). El des- lectura. Él reúne a sus ovejas, las alimenta,
canso de las tareas apostólicas consiste las protege de todo mal; más aún, conoce y
en estar con Él disfrutando de su intimi- ama a cada una y da su vida por ellas. El
dad. Sin embargo, la caridad del Buen evangelio de hoy nos le presenta sintiendo
Pastor es la norma decisiva del actuar de lástima por las multitudes que están como
Jesús; ante la presencia de una multitud ovejas sin pastor; también a nosotros debe
«como ovejas sin pastor» Jesús se com- dolernos que, teniendo un pastor así, haya
padece e interrumpe el descanso antes tanta gente que se siente perdida y abando-
incluso de comenzarlo. Frente a los ma- nada porque no le conocen.
los pastores que dispersan a las ovejas
porque buscan sin interés (1ª lectura: Jer
23,1-6), los discípulos de Jesús deben XVII Domingo del Tiempo Ordinario
compartir la misma compasión y la mis- Los cinco domingos siguientes (17º-21º)
ma solicitud del Maestro por la multitu- abandonamos de nuevo a Marcos para leer
des que están como ovejas sin pastor. el capítulo 6 de san Juan. No obstante, el
Tú vas conmigo enlace se produce de manera fácil, pues el
texto de Juan narra el mismo hecho que
Sal 22 venía inmediatamente a continuación en
Marcos –la multiplicación de los panes–,
El Salmo 22 expresa con una fuerza aunque desarrollándolo en una amplia ca-
poco común la sensación de paz y de di- tequesis eucarística.
cha de quien se sabe cuidado por el Se-
ñor. El salmista hace alusión a los peli- Todos te están aguardando
gros, pero no como amenazas que ace- Sal 144
chan, sino como quien se siente libre de
ellos en la presencia protectora de Dios. El Salmo 144 es un himno que canta a
Dios como Señor del universo alabando su
También nosotros podemos dejarnos señorío y su poder, su bondad y providen-
empapar por los sentimientos que este sal- cia, su misericordia y amor con todos. Aun-
mo manifiesta. Ante todo, la seguridad – que se recuerdan sus obras, es a Él mismo
«nada temo»– al saberse guiado por el a quien se canta, como autor de todas ellas.
Señor incluso en los momentos y situa-
ciones en que no se ve la salida –las «ca- Los versículos elegidos para salmo
ñadas oscuras»–. Junto a ella, el abando- responsorial en la liturgia de hoy se fijan
no de quien se sabe defendido con mano sobre todo en el cuidado providente de
firme y con acierto, de quien se sabe cui- Dios, que da el alimento necesario y sacia
dado con ternura en toda ocasión y cir- de favores a todas sus criaturas. Es un as-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 83
pecto del pastoreo de Dios que contemplá- mente. Al fin y al cabo, las necesidades del
bamos el domingo pasado. El salmo insis- cuerpo son pocas y fácilmente aten-dibles.
te en la totalidad –repite varias veces el Pero el verdadero hambre de todo hombre
adjetivo «todo»–: todas las acciones de que viene a este mundo es más profunda.
Dios en todas las épocas están marcadas Es hambre de eternidad, hambre de santi-
por este amor providente; y no sólo los dad, hambre de Dios. Y esta hambre sólo la
hombres, sino todas las criaturas: nada ni Eucaristía puede saciarla. Cristo se ha que-
nadie queda excluido. Por eso, «los ojos dado en ella para darnos vida, de modo que
de todos te están aguardando». ¿También nunca más sintamos hambre o sed.
los nuestros? Y su providencia nunca se A la luz de esto, hemos de examinar nues-
equivoca –«les das la comida a su tiem- tra relación con Cristo Eucaristía. ¿Agra-
po»–, ya que «el Señor es bondadoso en dezco este alimento que el Padre me da?
todas sus acciones». También cuando en ¿Soy bastante consciente de mi indigencia,
nuestra vida aparece el dolor. de mi pobreza? ¿Voy a la Eucaristía con
Jesús se manifiesta en el evangelio de hambre de Cristo? ¿Me acerco a Él como
hoy alimentando a la multitud. Pero al pro- el único que puede saciar mi hambre? ¿Le
nunciar la acción de gracias y repartir el busco como el pan bajado del cielo que
alimento perecedero, Jesús está ya apun- contiene en sí todo deleite? ¿O busco sa-
tando al «alimento que permanece para ciarme y deleitarme en algo que no sea Él?
vida eterna» (Jn 6,27). También este nos
viene de su providencia amorosa, que,
más que la salud del cuerpo, quiere la san- Domingo XIX del Tiempo Ordinario
tidad de los que el Padre le han confiado. El don de la fe
Por lo demás, nosotros estamos llama-
dos a ser instrumentos de la providencia Jn 6,41-52
para nuestros hermanos los hombres, tan- «¿No es este el hijo de José?» Los ju-
to en el alimento corporal como en el es- díos murmuraban de Jesús que se presen-
piritual. taba como «pan bajado del cielo». Se nega-
ban a creer su palabra. No se fiaban de Él.
XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Preferían permanecer encerrados en su ra-
zón, en su «experiencia», en sus sentidos...
Un pan que sacia y en sus intereses. La fe exige de nosotros
un salto, un abandono, una expropiación. La
Jn 6,24-35 fe nos invita a ir siempre «más allá». La fe
Como los judíos, también nosotros nos es «prueba de las realidades que no se ven»
quedamos con demasiada frecuencia en (Hb 11,1).
el alimento material. Pero Dios nos ofre- «Nadie puede venir a mí si el Padre no lo
ce otro alimento. El pan que el Padre nos atrae». La fe es respuesta a esa atracción
da es su propio Hijo; un pan bajado del del Padre, a esa acción suya íntima y se-
cielo, pues es Dios como el Padre; un pan creta en lo hondo de nuestra alma. La adhe-
que perdura y comunica vida eterna, es sión a Cristo es siempre respuesta a una
decir, vida divina; un pan que es la carne de acción previa de Dios en nosotros. Pero es
Jesucristo. necesario acogerla, secundarla. Por eso la
Y precisamente porque es divino es el fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, su-
único alimento capaz de saciarnos plena-
84 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
ta ritual con los escribas y fariseos. Esto divina. El amor y el poder de Cristo se ma-
da pie a Jesús para afirmar una de sus ense- nifiestan en que no se conforma con un bar-
ñanzas morales más importantes: frente al niz superficial. Somos una «nueva creación»
legalismo puramente externo, lo que im- (2Cor 5,17), hemos sido hechos «hombres
porta es la interioridad del hombre. Una vez nuevos» (Ef 4,24) y por eso estamos lla-
más la enseñanza de Jesús se presenta como mados a vivir una «vida nueva» (Rom 6,4).
noticia gozosa (evangelio) y profundamente
liberadora. Más allá de la mera observan-
cia casuística, es en el corazón del hombre XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
–de donde brota lo bueno y lo malo– don- Otra sordera y otra mudez
de se da la verdadera batalla; es ahí, en el
corazón, donde se realiza la auténtica ad- Mc 7,31-37
hesión a la voluntad santa y sabia de Dios He aquí un milagro que necesitamos que
(1ª lectura: Dt 4,1-2.6-8). se repita abundantemente en nuestras co-
Cambiar el interior del hombre munidades cristianas y en cada uno de no-
sotros. En el ritual del bautismo se repite
El reproche de Jesús a los fariseos tam- este gesto de Jesús para significar que al
bién nos afecta a nosotros. Los manda- recién bautizado se le abre el oído para en-
mientos de Dios son portadores de sabi- tender la Palabra de Dios y se le suelta la
duría y vida. Pero muchas veces hace- lengua para poder proclamarla.
mos más caso a otros criterios distintos
de la Palabra de Dios. Incluso muchos Los ya bautizados necesitamos que Cris-
refranes y dichos de la llamada «sabidu- to quebrante nuestra «sordera» para que su
ría popular» chocan con el evangelio. De palabra cale de verdad en nosotros y nos
esa manera despreciamos el evangelio y transforme, y para que no seleccionemos
nos quedamos con unas palabras que sólo unas palabras y dejemos otras según nues-
llevan muerte y mentira. Es necesario es- tro gusto o convivencia. Cada vez que es-
tar atentos para no aferrarnos a precep- cuchamos el evangelio deberíamos darnos
tos y tradiciones humanas contrarias a cuenta de que somos «sordos», y pedir a
veces a la Palabra. Cristo que nos espabile el oído, para po-
nernos ante Él en actitud incondicional.
Uno de los aspectos más importantes
de la Buena Nueva que Jesús ha traído es Si es intolerable que seamos sordos al
la interioridad. No basta la limpieza exte- evangelio –o por lo menos a muchas de sus
rior, que puede ir unida a la suciedad inte- palabras–igualmente lo es que seamos «mu-
rior. Cristo ha venido a cambiar el interior dos» para proclamarlo. Y está bien de una
del hombre, a darnos un corazón nuevo. Iglesia de «mudos», es decir, de bautizados
Cuando el corazón ha sido transformado que no sienten el deseo y el entusiasmo de
por Cristo, también lo exterior es limpio y anunciar gozosamente a su alrededor la
bueno. De lo contrario, todo esfuerzo por Buena Noticia del amor de Dios a los hom-
alcanzar obras buenas será inútil. ¿Hasta qué bres con obras y palabras. Los no creyen-
punto me creo esta capacidad de Cristo para tes tienen derecho a escuchar de nosotros
renovar mi vida y deseo intensamente esta la Palabra de salvación y a recibir el testi-
renovación? monio que la confirme.
Ser cristiano no consiste en «hacer» co- Este doble milagro Cristo quiere, cierta-
sas distintas o mejores, sino en «ser» dis- mente, realizarlo en nosotros. Si curó al
tinto y mejor, es decir, de otra calidad: la
86 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
cima de las riquezas, de la fama, del poder cosa te falta». Ahora bien, Cristo no exige
y de la salud (1ª lectura: Sab 7,7-11). En por exigir o por poner las cosas difíciles.
esto consiste la verdadera sabiduría: al que Al contrario, movido de su inmenso amor
renuncia a todo por Cristo, en realidad con quiere desengañar al hombre, abrirle los
Él le vienen todos los bienes juntos; todo ojos, hacerle que viva en la verdad. Quiere
lo renunciado por Él se encuentra en Él que se apoye totalmente en Dios y no en
centuplicado –con persecuciones– y ade- riquezas pasajeras y engañosas. Quiere que
más vida eterna. Pero es preciso tener sen- su corazón se llene de la alegría de poseer
satez para discernir y decisión para optar a Dios. El joven rico se marchó «muy tris-
abiertamente por Él y para estar dispuesto te» al rechazar la invitación de Jesús a des-
a perder lo demás. Porque el que se aferra prenderse. Por el contrario, el que, como
a sus miserables bienes y riquezas se cie- Zaqueo, da la mitad de sus bienes a los po-
rra a sí mismo la entrada en el Reino de bres (Lc 19,1-10), experimenta la alegría
Dios. de la salvación.
¡Ay de vosotros los ricos!
Sin duda, una de las advertencias que más XXIX Domingo
reiterada e insistentemente aparecen en la del Tiempo Ordinario
predicación de Jesús es la que encontramos
en el evangelio de hoy: las riquezas consti- Mc 10,35-45
tuyen un peligro. En pocos versículos has- El texto del domingo vigésimo noveno
ta tres veces insiste Jesús en lo muy difícil (10,35-45) es un ejemplo más del contras-
que es que un rico se salve. Dios, en su in- te entre la actitud de Jesús y la de los discí-
finito amor, llama al hombre entero a que pulos. Frente a la búsqueda de gloria huma-
le sirva y a que le pertenezca de manera to- na por parte de los discípulos, Jesús apare-
tal e indivisa. Ahora bien, las riquezas indu- ce una vez más como el Siervo que da su
cen a confiar en los bienes conseguidos y a vida en rescate por todos. Y su gloria con-
olvidarse de Dios (Lc 12,16-20) y llevan a siste precisamente en justificar a una mul-
despreciar a los pobres que nos rodean (Lc titud inmensa «cargando con los crímenes
16,19ss). Las riquezas hacen a los hombres de ellos» (1ª lectura: Is 53,10-11). Para
codiciosos, orgullosos y duros (Lc 16,14), moderar las ansias de grandeza de los dis-
«la seducción de las riquezas ahoga la pala- cípulos Jesús ante todo exhibe su conducta
bra» de Dios (Mt 13,22); en conclusión, y su estilo; más que muchas explicaciones,
que el rico «atesora riquezas para sí, pero les pone ante los ojos el camino que él
no es rico ante Dios» (Lc 12,21). La con- mismo sigue: del mismo modo, el que quie-
clusión es clara: No podéis servir a Dios y ra ser realmente grande y primero no tiene
al Dinero» (Mt 6,24). De ahí la advertencia otro camino que hacerse siervo y esclavo
de Jesús: «Ay de vosotros los ricos, por- de todos. La actitud de Jesús es normativa
que ya habéis recibido vuestro consuelo» para la comunidad cristiana. Ejercer la au-
(Lc 6,24). toridad no es tiranizar, sino servir y dar la
Conviene revisar hasta qué punto en este vida.
aspecto pensamos y actuamos según el
evangelio. Pues no basta cumplir los man- Servir y dar la vida
damientos; al joven rico, que los ha cum- Como en tantos otros pasajes, Jesús co-
plido desde pequeño, Jesús le dice: «Una rrige a sus discípulos sus ideas excesiva-
90 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
mente terrenas, sobre todo en su afán de evangelio del domingo trigésimo (10,46-
poder y dominio. Apuntados al seguimien- 52). Bartimeo se convierte en modelo del
to de Jesús, el Maestro, también noso- verdadero discípulo que, reconociendo su
tros hemos de dejarnos corregir en nues- ceguera, apela con una fe firme y perseve-
tra mentalidad no evangélica. La Iglesia, rante a la misericordia de Jesús y, una vez
comunidad de los seguidores de Jesús, curado, le sigue por el camino. Sólo cura-
no es una sociedad o institución cualquie- do de la ceguera e iluminado por Cristo se
ra: el estilo de Jesús es radicalmente dis- le puede seguir hasta Jerusalén y adentrarse
tinto al del mundo. con Él por la senda oscura de la luz. Así
Frente a las pretensiones de grandeza, Bartimeo se convierte en signo de la mul-
de superioridad e incluso de dominio so- titud doliente de desterrados que por el
bre los demás, Jesús propone el modelo camino de Jerusalén –por el camino de la
de su propia vida: la única grandeza es la cruz– es reconducida por Cristo a la casa
de servir. Esto es lo que Él ha hecho: El del Padre (1ª lectura: Jer 31,7-9).
eterno e infinito Hijo de Dios se ha con- Tu fe te ha curado
vertido voluntariamente en esclavo andra-
joso –y hace falta entender todo el realis- Es de resaltar la insistencia de la súplica
mo de la palabra, lo que era un esclavo en del ciego –repetida dos veces– y su inten-
tiempos de Jesús: alguien que no conta- sidad –a voz en grito, y cuando intentan
ba, que no tenía ningún derecho, que vi- callarle grita aún más–, una súplica que nace
vía degradado y humillado–, en esclavo de la conciencia de su indigencia –la ce-
de todos, y ha ocupado en último lugar. guera– y sobre todo de la confianza cierta
y segura en que Jesús puede curarle –de
Pero Jesús no es sólo un esclavo, con ahí la respuesta sorprendente de Jesús: «Tu
todo lo que tiene de humillante; es el Sier- fe te ha curado»–
vo de Yahveh que ha cargado con todos
los crímenes y pecados de la humanidad, En la manera de escribir, el evangelista
que se ha hecho esclavo para liberar a los está sugiriendo con fuerza que la falta de
que eran esclavos del pecado. Su servi- fe se identifica con la ceguera, lo mismo
cio no es insignificante. Su servicio con- que la fe se identifica con recobrar la vis-
siste en dar la vida en rescate por todos. ta. El que creé en Cristo es el que ve las
Y nosotros, apuntados a la escuela de Je- cosas como son en realidad, aunque sea
sús, somos llamados a seguirle por el mis- ciego de nacimiento –o aunque sea inculto
mo camino: hacernos esclavos de todos o torpe humanamente hablando–; en cam-
y dar la vida en expiación por todos, para bio, el que no cree está rematadamente cie-
que todo hombre oprimido por el pecado go, aunque tenga la pretensión de ver e in-
llegue a ser realmente libre. cluso alardee de ello (Jn 9,39).
Es significativa también la petición –
«Ten piedad de mí»–, que tiene que resul-
XXX Domingo tarnos muy familiar, porque todos necesi-
del Tiempo Ordinario tamos de la misericordia de Cristo. Pero
no menos significativo es el hecho de que
Mc 10,46-52
esta compasión de Cristo no deja al hom-
La ceguera de los discípulos –es decir, bre en su egoísmo, viviendo para sí. Se le
su incapacidad de entender y seguir a Je- devuelve la vista para seguir a Cristo. El que
sús– requiere una intervención sanadora ha sido librado de su ceguera no puede con-
del propio Jesús. Es lo que aparece en el
Ciclo B – Tiempo Ordinario 91
Este breve episodio de una pobre e in- del discurso escatológico (13,24-32). Lo
significante viuda nos conduce de lleno al mismo que la primera lectura (Dan 12,1-
corazón del evangelio. En efecto, lo que 3), el evangelio nos invita a fijar nuestra
Jesús alaba en ella no es la cantidad –tan mirada en las realidades últimas, en la in-
exigua que no saca de ningún apuro), sino tervención decisiva de Dios en la historia
de su actitud: «Ha dado todo lo que tenía de la humanidad. Lo que se afirma es la
para vivir». certeza de la venida gloriosa de Cristo para
Nosotros la hubiéramos tachado de im- reunir a los elegidos que le han permane-
prudente –se queda sin lo necesario para cido fieles en medio de las tribulaciones.
vivir–, pero Jesús la alaba. Lo cual quiere Acerca del cuándo sucederá, Jesús subra-
decir que nuestra prudencia suele ser ya la ignorancia, pero garantiza el cumpli-
poco sobrenatural. Tendemos a poseer miento infalible de su palabra e invita a la
porque en el fondo no contamos con Dios. vigilancia con la atención puesta en los sig-
Tenemos miedo de quedarnos sin nada, nos que irán sucediendo. Este aconteci-
olvidando que en realidad Dios nos basta. miento final y definitivo dará sentido a todo
Preferimos confiar en nuestras previsio- el caminar humano y a todas sus vicisitu-
nes más que en el hecho de que Dios es des.
providente (1ª lectura). Desatendemos la Está cerca
palabra de Jesús: el que quiera guardar su
vida, la pierde; el que la pierde por Él es «Sabed que Él está cerca». El texto de
quién de verdad la gana (Mc 8,35). Y ade- hoy nos habla de la venida de Cristo al fi-
más, lo que tenemos no es nuestro: «¿Qué nal de los tiempos. Las últimas semanas del
tienes que no hayas recibido?» (1Cor 4,7). año litúrgico nos encaran a ella. Nosotros
tendemos a olvidarnos de ella, como si es-
En el fondo, el mejor comentario a este tuviéramos muy lejos, como si no fuera con
evangelio que nos habla de totalidad son nosotros. Sin embargo, la palabra de Dios
las conocidas palabras de San Juan de la considera las cosas de otra manera: «El
Cruz: «Para venir a saberlo todo, no quie- tiempo es corto» y «la apariencia de este
ras saber algo en nada. Para venir a gus- mundo pasa» (1Cor 7,29.31). El Señor está
tarlo todo, no quieras gustar algo en nada. cerca y no podemos hacernos los desen-
Para venir a poseerlo todo, no quieras po- tendidos. El que se olvida de esta venida
seer algo en nada». Sólo posee a Dios el decisiva de Cristo para pedirnos cuentas es
que lo da todo, el que se da del todo, pues un necio (Lc 12,16-21).
Dios no se entrega al que se reserva algo.
El que no está dispuesto a darlo todo aún «El día y la hora nadie lo sabe». Dios ha
no ha dado el primer paso en la vida cristia- ocultado el momento y también este he-
na. cho forma parte de su plan infinitamente
sabio y amoroso. No es para sorprender-
nos, como si buscase nuestra condenación.
XXXIII Domingo Lo que busca es que estemos vigilantes,
del Tiempo Ordinario atentos, «para que ese día no nos sorpren-
da como un ladrón» (1Tes 5,4). No se trata
Mc 13,24-32 de temor, sino de amor. Es una espera he-
Finalmente, el domingo trigésimo ter- cha de deseo, incluso impaciente. El ver-
cero, ya al final del tiempo Ordinario y del dadero cristiano es el que «anhela su veni-
año litúrgico, nos propone un fragmento da» (2Tim 4,8).
Ciclo B – Tiempo Ordinario 93
que hice a la casa de Israel». Hemos de en- nuestra historia. Dios interviene en mo-
sanchar nuestro corazón y dejar que se di- mentos concretos y en lugares determina-
late nuestra esperanza al empezar el Advien- dos de la historia de los hombres. También
to. Debemos evitar reducir o empequeñe- de la tuya. Quizá ahora mismo, en este pre-
cer la acción de Dios: nuestra mirada debe ciso instante...
abarcar a la Iglesia entera, que se extiende «Un bautismo de conversión». La misión
por todo el mundo. No podemos confor- de Juan ha estado marcada por esta llama-
marnos con menos de lo que Dios quiere da incesante a la conversión. También la
darnos. Iglesia ha recibido este encargo. Y esta in-
«Santos e irreprensibles». Lo mismo he- vitación no siempre nos resulta grata; nos
mos de tener presente en cuanto a la in- escuece, nos molesta... Y sin embargo, la
tensidad de la esperanza. Si Cristo viene llamada a la conversión es llamada a la vida:
no es sólo para mejorarnos un poco, sino sólo mediante la conversión será realidad
para hacernos partícipes de la santidad que «todos verán la salvación de Dios».
misma de Dios. Y esta obra suya de sal- Convertirnos es en realidad despojarnos
vación quiere ser tan poderosa que se ma- del vestido de luto y aflicción y vestirnos
nifestará ante todo el mundo que él es nues- las galas perpetuas de la gloria que Dios
tra santidad, que no somos santos por nues- nos da (1ª lectura: Bar 5,1).
tras fuerzas, sino por la gracia suya, hasta «Elévense los valles, desciendan los
el punto de que a la Iglesia se le pueda dar montes y colinas». La esperanza del advien-
el nombre de «Señor-nuestra-justicia». to quiere levantarnos de los valles de nues-
«Se acerca vuestra liberación». Toda ve- tros d esánimos y cobardías, y aba-jarnos
nida de Cristo es siempre liberadora, re- de los montes de nuestros orgullos y
dentora. Viene para arrancamos de la es- autosuficiencias. Quiere ponernos en la
clavitud de nuestros pecados. Por eso, verdad de Dios y en la verdad de nosotros
nuestra esperanza se convierte en deseo mismos. Quiere conducirnos a no esperar
apremiante, en anhelo incontenible, exac- nada de nosotros mismos, y al mismo tiem-
tamente igual que el prisionero que con- po a esperarlo todo de Dios, a esperar co-
templa cercano el día de su liberación. La sas grandes y maravillosas porque Dios es
auténtica esperanza nos pone en marcha grande y maravilloso.
y desata todas nuestras energías.
Domingo III de Adviento
en júbilo porque ya viene, está a la puerta. todos serán constituidos justos» (Rom
He ahí la gran certeza de la esperanza cris- 5,19).
tiana. Y, además de la obediencia, Cristo vive
Y con la presencia de Cristo, la salvación desde el primer instante de su existencia
que trae: «El Señor ha cancelado tu conde- humana en actitud de ofrenda: «No quieres
na, ha expulsado a tus enemigos». No sólo sacrificios... Pero me has preparado un
es la alegría por la presencia del Amado, cuerpo... Aquí estoy». La entrega de Cristo
sino también el entusiasmo por la victoria: en la cruz no es cosa de un momento. Es
«El Señor tu Dios, en medio de ti, es un que ha vivido así toda su vida humana, en
guerrero que salva». Los males que nos ro- oblación continua, como ofrenda permanen-
dean tienen, por fin, remedio, porque llega te. Su ser de Hijo ha de expresarse necesa-
Cristo, Salvador del mundo. riamente en esta manera de vivir dándonos
Se nos regala un nuevo Adviento para que al Padre.
aprendamos a vivir esta realidad: «¡Gritad Y en el misterio de la encarnación está
jubilosos...! ¡Qué grande es en medio de ti María. Más aún, la misma encarnación es
el santo de Israel!» Y eso que la salvación posible gracias a la fe de María que se fía
que experimentamos ya es sólo el comien- de Dios y acepta totalmente su plan. Por
zo, pues es Jesús viene a bautizarnos con eso se le felicita: «¡Dichosa tú que has creí-
Espíritu Santo y fuego. Este es su don, el do, porque lo que te ha dicho el Señor se
don mesiánico por excelencia. Jesús anhe- cumplirá!» Este acto de fe tan sencillo y
la sumergirnos en su Espíritu. El Adviento aparentemente insignificante ha sido la
nos abre no sólo a Navidad, sino también a puerta por la que ha entrado toda la gracia
Pentecostés. en el mundo.
Espíritu cobarde, sino un Espíritu de ener- También se nos indican las armas para
gía (2 Tim 1,7) que nos impulsa sin cesar, vencer a Satanás. A cada tentación Jesús
como a Cristo. Pues también nosotros he- responde con un texto de la Escritura. En
mos sido «ungidos con la fuerza del Espí- estos días Cuaresmales se nos invita a ali-
ritu para pasar haciendo el bien y curando a mentarnos con más abundancia de la Pala-
los oprimidos por el diablo». bra de Dios, para que esta sea como un es-
La fiesta de hoy debe hacernos recono- cudo que nos haga inmunes a las asechan-
cer nuestra dignidad de bautizados. En el zas del enemigo. El salmo respon-sorial nos
bautismo radica nuestra identidad. En él recuerda la confianza que, ante la prueba,
hemos recibido la vida misma de Dios y Cristo tiene en el Padre y que nosotros ne-
la capacidad de vivir en intimidad con el cesitamos para no sucumbir a la tentación:
Padre, con Cristo, en el Espíritu Santo. «Me invocará y lo escucharé». Necesita-
Dejemos que la gracia del bautismo fructi- mos vivir la fe (segunda lectura), una fe
fique en nosotros para la vida eterna. hecha plegaria –«no nos dejes caer en la
tentación»–, que es la que nos libra de la
esclavitud del pecado y de Satanás, pues
sólo la fe da la victoria (1 Jn 5,4).
Vigilia Pascual
(pág. 12) Tiempo Pascual
Domingo de Resurrección Domingo II de Pascua
¡Un acontecimiento! El cielo en la tierra
Hch 10,37-43; Col 3,1-4; Jn 20,1-9
Ap 1,9-19
Este día tiene un colorido especial. Todo
«Un domingo caí en éxtasis...» Ya desde
él está teñido por un hecho que transfor-
los primeros tiempos del cristianismo el
ma la historia entera. Un hecho esperado,
día del Señor es momento privilegiado para
intensamente deseado. Este es el anuncio
hacer experiencia de Cristo Resucitado.
que la Iglesia grita con gozo, con sorpre-
También hoy el domingo es el día por ex-
sa, pero con total seguridad: ¡Ha resuci-
celencia en que Cristo se comunica y ac-
tado! Verdaderamente el Señor ha resuci-
túa. Estamos llamados, sobre todo en este
tado. No, nuestra fe se apoya en fábulas
tiempo de Pascua, a vivir el día del Señor
o ideas: se trata de un hecho, de un acon-
como día de gracia, a experimentar la pre-
tecimiento.
sencia y la potencia del Resucitado. Nos
Y un hecho que nos toca de lleno: «Ha- hemos dejado robar el domingo por la so-
béis resucitado con Cristo». La vida del ciedad secularizada y consumista, y hay que
cristiano es una vida de resucitado. He- recuperarlo. El domingo es sacramento del
mos de volver a estrenar el gozo de sa- Resucitado. El domingo marca la identidad
bernos salvados, la dicha de nuestra vic- del cristiano.
toria sobre el pecado gracias a Cristo.
«...en medio de las siete lámparas de
Somos nuevos por la resurrección. He-
oro». Es en la celebración litúrgica, y es-
mos sido íntima y profundamente reno-
Ciclo C – Cuaresma-Semana Santa 101
pecialmente en la Eucaristía, donde Cristo sucitado quiere hacerse reconocer por unas
se manifiesta y actúa. La liturgia no son ri- obras que sólo Él es capaz de realizar. Su
tos vacíos, sino la presencia viva y eficaz presencia quiere obrar maravillas en noso-
del Resucitado. Si descubriéramos –y ex- tros. Su influjo quiere ser profundamente
perimentásemos– esta presencia y eficaz en nuestra vida. Como en primavera
esta acción, nos sería mucho más fácil vi- todo reverdece, la presencia del Resucita-
vir las celebraciones; y, sobre todo, recibi- do quiere renovar nuestra existencia y la vida
ríamos su gracia abundante transformando de la Iglesia entera.
nuestra vida. Pues la liturgia es el cielo en «Jesús se acerca, toma el pan y se lo da».
la tierra. En el relato evangélico, Cristo aparece ali-
«Soy el primero y el último». Cristo re- mentando a los suyos, cuidándolos con ex-
sucitado se nos manifiesta como Señor ab- quisita delicadeza. También ahora es sobre
soluto de la historia y de los acontecimien- todo en la eucaristía donde Cristo Resuci-
tos. Todo está bajo su control, de principio tado se nos aparece y se nos da, nos cuida y
a fin. Tiene las llaves de la muerte y del in- alimenta. Él mismo en persona. Y la fe tie-
fierno. Conoce lo que ha de suceder. Es el ne que estar viva y despierta para recono-
Señor, sin límites ni condicio-namientos. cer cuánta ternura hay en cada misa...
¿Cómo no vivir gozoso bajo su dominio?
¿Cómo ser pesimistas?
Domingo IV de Pascua
Domingo III de Pascua Atentos a Cristo
Jn 10,27-30
Él mismo en persona
«Conozco a mis ovejas». Cristo Buen
Jn 21,1-19 Pastor conoce a cada uno de los suyos.
El evangelio de hoy nos presenta una de Con un conocimiento que es amor y com-
las apariciones de Cristo Resucitado. El placencia. Cristo me conoce como soy
tiempo pascual nos ofrece la gracia para de verdad. No soy un extraño que cami-
vivir nuestra propia existencia de encuen- na perdido por el mundo. Cristo me co-
tro con el Resucitado. En este sentido, el noce. Conoce mi vida entera, toda mi his-
texto evangélico nos ilumina poderosamen- toria. Más aún, conoce lo que quiere ha-
te. cer en mí. Conoce también mi futuro.
«No sabían que era el Señor». Jesús está ¿Vivo apoyado en este conocimiento que
ahí, con ellos, pero no se han percatado de Cristo tiene de mí?
su presencia cercana y poderosa. ¿No es «Mis ovejas escuchan mi voz y me si-
esto lo que nos ocurre también a nosotros? guen». ¡Que bonita definición de lo que
Cristo camina con nosotros, sale a nuestro es el cristiano! Se trata de estar atento a
encuentro de múltiples maneras, pero nos Cristo, a su voz, a las llamadas que sin
pasa desapercibido. Ese es nuestro mal de cesar, a cada instante, nos dirige. No cree-
raíz: no descubrir esta presencia que ilu- mos en un muerto. Cristo está vivo, re-
mina todo, que da sentido a todo. sucitado; más aún, está presente, cerca-
«Es el Señor». Los discípulos reconocen no, camina con nosotros. Se trata de es-
a Jesús por el prodigio de la pesca mila- cuchar su voz y de seguirle, de caminar
grosa. Él mismo había dicho: «Por sus fru- detrás de Él siguiendo sus huellas. El cris-
tos los conoceréis». Pues bien, Cristo Re- tiano nunca está solo, porque no sigue una
102 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
idea, sino a una persona. Pero seguir a Cris- quier cosa, hacedlo todo para gloria de
to compromete la vida entera. Dios» (1 Cor 10,31). Sólo pretende que a
«Nadie las arrebatará de mi mano». Al que través de sus palabras y obras Dios sea glo-
se sabe conocido y amado por Cristo y pro- rificado en él, que Dios manifieste su amor,
cura con toda el alma escuchar su voz y se- su poder, su sabiduría, su gloria, que Dios
guirle, Cristo le hace esta promesa. Nues- sea conocido y amado.
tra seguridad sólo puede provenir de saber- «La señal por la que conocerán que sois
nos guiados por él. El Buen Pastor es el discípulos míos...» Dios es glorificado en
Resucitado a quien ha sido dado todo po- nosotros cuando nos dejamos inundar por
der en el cielo y en la tierra. Estamos en su amor y este amor revierte hacia los de-
buenas manos. Ningún verdadero mal pue- más. Esta es no «una» señal, sino «la» se-
de suceder al que de verdad confía en Cris- ñal, el signo inconfundible de los discípu-
to y se deja conducir por su mano podero- los de Cristo y participado de él. Sólo mi-
sa. rando a Cristo y bebiendo de Él somos ca-
paces de amar de verdad.
Domingo V de Pascua
Amor que glorifica Domingo VI de Pascua
Jn 13,31-35 Test de amor
«Ahora es glorificado el Hijo del Hom- Jn 14,23-29
bre». El tiempo pascual está todo él cen- «Haremos morada en él». He aquí el fru-
trado en Cristo Resucitado. Por su muer- to principal de la Pascua. La mayor reali-
te y resurrección, Cristo ha sido glorifi- zación del amor de Dios. El amor busca la
cado. No se trata sólo de volver a la vida. cercanía, la intimidad, la unión. Dios no nos
El crucificado, el «varón de dolores», ha ama a distancia. Su deseo es vivir en noso-
sido inundado de la vida de Dios, experi- tros, inundarnos con su presencia y con su
menta una felicidad sin fin, ha sido enal- amor. Esta es la alegría del cristiano en este
tecido como Señor. A la luz de la Resu- mundo y lo será en el cielo. Somos tem-
rrección entendemos el amor del Padre a plos, lugar donde Dios habita. Hemos sido
su Hijo, pues buscaba glorificarle de esa rescatados del pecado para vivir en su pre-
manera. Y también a nosotros Dios busca sencia. ¿Cómo seguir pensando en un Dios
glorificarnos: «Los sufrimientos de ahora lejano? Lo que deberemos preguntarnos es
no son comparables con la gloria que un cómo recibimos esta visita, cómo acoge-
día se manifestará en nosotros» (Rom mos esta presencia.
8,18).
«El que me ama guardará mi palabra».
«Dios es glorificado en él». A lo largo Esta es la condición para que las Personas
del evangelio, Jesús ha repetido que no divinas habiten en nosotros: amar a Cristo.
busca su gloria (Jn 8,50). Es admirable Lo cual no es un puro sentimiento, sino que
este absoluto desinterés de Jesús que sólo supone «guardar su palabra», la actitud de
desea que el Padre sea glorificado en él. fidelidad a Él y cada una de sus enseñan-
También esta es la postura del auténtico zas. Por el contrario, «el que no me ama
cristiano. Completamente olvidado de sí no guardará mis palabras». Encontramos
mismo, sólo pretende la gloria de Dios. aquí un test para comprobar la autenticidad
«Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cual- de nuestro amor a Cristo. Dios comprende
Ciclo C – Tiempo Pascual 103
y perdona los fallos, pero no puede aceptar reitera su promesa: plenamente glorifica-
al que reniega del evangelio. do, derrama en su Iglesia el Espíritu San-to.
«Él os lo enseñará todo». Estamos a la Esta semana es semana de cenáculo. Toda
espera de Pentecostés y es conveniente la Iglesia sólo tiene esta tarea que realizar:
conocer lo que el Espíritu Santo quiere ha- permanecer con María a la espera del Espí-
cer en nosotros. Él es el Maestro interior ritu, que viene con su fuerza poderosa para
y su acción es necesaria para entender las hacernos testigos de Cristo.
palabras de Cristo. Si él no ilumina, si no
hace atractiva la palabra de Cristo, si no da Domingo de Pentecostés
fuerzas para cumplirla, nunca llegaremos a
vivir el evangelio. Sin él, el evangelio que- El prodigio de Pentecostés
da en letra muerta; sólo el Espíritu da vida
Jn 20,19-23
(2 Cor 3,6).
Los textos de hoy subrayan de modo el
realismo y la eficacia de la liturgia. No se
La Ascensión del Señor trata de un mero recuerdo de lo que ocu-
Semana de cenáculo rrió. Dios quiere renovar entre nosotros
el prodigio de Pentecostés, realizando las
Lc 24,46-53 «mismas maravillas» de aquel día. Peca-
El texto de la carta de los Efesios nos da ríamos si esperásemos menos de lo que
la clave para entender el significado verda- Dios nos promete.
dero de la ascensión: en Cristo, Dios Pa- La maravilla primera y fundamental de
dre ha desplegado todo su poder, sentándo- Pentecostés es una Iglesia viva, llena de
lo a su derecha y sometiéndolo todo. La vitalidad y de empuje. Ya ese mismo día
ascensión pone de relieve que Cristo es se convierten tres mil personas con la pre-
«Señor», que todo –absolutamente todo– dicación y el testimonio de Pedro. Y todo
está bajo su dominio soberano. Y este do- el libro de los Hechos no es más que la
minio se traduce en influjo vital sobre la descripción de una explosión de vida pro-
Iglesia, hasta el punto de que toda la vida de ducida precisamente por el Espíritu San-
la Iglesia le viene de su Señor, de Cristo to. A lo largo de él encontramos una Igle-
glorioso, al cual debe permanecer fielmen- sia joven, entusiasmada y capaz de entu-
te unida. siasmar, llena del Espíritu Santo que im-
El evangelio nos subraya que, después de pulsa a la oración, al testimonio, al apos-
la ascensión, los discípulos se volvieron tolado, a darlo todo: una Iglesia llena de la
llenos de alegría. Es la alegría de contem- alegría del Espíritu, pobre y desprendida,
plar la victoria total y definitiva de Cristo; que anuncia con gozo y convicción a Cris-
la alegría de entender el plan de Dios com- to y que está dispuesta a perderlo todo y
pleto y de descubrir el sentido de la humi- dejarse matar por él ...
llación, de los padecimientos y de la muer- Esto nos debe llevar a hacer examen de
te de Cristo. Es la alegría de saber que Cris- conciencia a todos, pastores y fieles. ¿Tie-
to glorioso sigue misteriosamente presen- ne nuestra Iglesia de hoy esa vitalidad
te en su Iglesia, infundiéndole su propia entusiasmante? Y, sin embargo, el Espíri-
vida. tu Santo es el mismo, no ha perdido fuer-
En el momento de la ascensión, Cristo za desde entonces. Si hoy no se produ-
cen aquellas maravillas, ¿no será que es-
104 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
gloria de la Iglesia le viene de su Esposo. dulzura y su consuelo (Sal 19,11). Las ri-
«Cantad al Señor un cántico nuevo», pues quezas entorpecen el fruto de la palabra
la Iglesia que ha sido renovada por la gracia (Mt 13,22). Sólo el que se acerca a ella
de la Navidad es capaz de cantar de manera con hambre y sed experimenta la dicha de
nueva. ser saciado (Mt 5,6).
tancias externas ni los hombres quienes zar acciones que sobrepasan infinitamente
deciden acerca de su vida o de su muerte; las posibilidades humanas.
es su voluntad libre y soberana la que se
impone a todo. Domingo VI del Tiempo Ordinario
El peligro de las riquezas
Domingo V del Tiempo Ordinario
Lc 6,7.20-26
Perder pie
Jesús no sólo pone las bienaventuranzas
Lc, 5, 1-11 en positivo. El «¡ay de vosotros!» es un
La grandeza de Pedro en este pasaje evan- fuerte aldabonazo para que nadie se llame
gélico consiste en no fiarse de sí mismo, a engaño. Con ello está resaltando que no
de su propio juicio, de su «experiencia». se puede ser rico y cristiano al mismo
Humanamente hablando, como pescador tiempo. Nunca más necesarias estas pa-
experimentado, tenía razones de sobra para labras de Cristo que ahora. Vivimos en
oponerse a la orden de Jesús: «Nos hemos una sociedad opulenta y con frecuencia
pasado la noche bregando y no hemos pes- se intenta compaginar las riquezas y la fe
cado nada». Sin embargo, deja sus conoci- en Jesucristo.
mientos y su experiencia a un lado para apo- Sin embargo, el evangelio es bastante
yarse en la palabra de Jesús: «Por tu pala- explícito y Jesús no ahorra palabras para
bra, echaré las redes». Muchas dificultades poner en guardia frente al peligro de las
en nuestra vida de fe provienen de aquí: nos riquezas. Pocos males hay tan rechaza-
aferramos a nuestras «experiencias», mu- dos en los evangelios como este. Ante
chas veces mal hechas, en lugar de fiarnos todo, porque las riquezas embotan, ha-
pura y simplemente de la palabra de Cristo. cen al hombre necio e impiden escuchar
Es precisamente este salto de fe el que la palabra de la salvación (Mt 13,22). Las
capacita a Pedro para colaborar eficazmente riquezas llevan al hombre a hacerse auto-
con Cristo. Primero ha tenido que pasar por suficiente, endurecen su corazón y le im-
la experiencia de un fracaso: sus muchos piden acoger a Dios; en vez de recibir todo
esfuerzos no han conseguido nada. Y desde como hijo, lleno de gratitud, el rico se
esa experiencia de su pobreza puede abrir- afianza en sus posesiones y se olvida de
se a recibir una gran redada, una pesca abun- Dios (Lc 12,15-21).
dante, pero como don, como gracia. Sólo Por eso hemos escuchado en la prime-
así Jesús puede decirle: «Desde ahora se- ra lectura: «Maldito el hombre que confía
rás pescador de hombres». en el hombre». La Virgen sabía bien al
Y es que para colaborar con Cristo en su cantar el Magnificat: «A los ricos los des-
misión y en su tarea no bastan las cualida- pide vacíos» (Lc 1,53). Las riquezas em-
des humanas. Para ser instrumento de Cris- pobrecen al hombre. Le impiden experi-
to y de su obra hace falta «perder pie» y mentar la inmensa dicha de poseer sólo a
caminar en la fe, apoyado en la humildad. Dios.
Es también esta la experiencia de Pedro – A Cristo le duele que el rico se pierda al
«apártate de mí, Señor, que soy un peca- no haber encontrado el único tesoro ver-
dor»–, que va unida al asombro por la gran- dadero (Mt 13,44) y por eso grita y denun-
deza de Cristo y por su capacidad de reali- cia el daño de las riquezas, que además cie-
108 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
por el perdón. Todos los gestos de esta mirándole fijamente. Jesús te pregunta:
mujer muestran que a Jesús le debe todo: «¿Quién soy yo realmente para ti?». No
«sus muchos pecados están perdonados». bastan respuestas aprendidas, sabidas. Es
El gozo la inunda. Y la gratitud también. Sus necesaria una respuesta personal.
lágrimas no son de arrepentimiento, sino «El Hijo del hombre tiene que padecer...»
de alegría, de gozo agradecido. Su amor a Tras la respuesta de Pedro, es Jesús mis-
Jesús es respuesta de quien se sabe amada mo quien explica quién es Él. Sólo Él co-
generosamente, gratuitamente; es respuesta noce su propio misterio, su verdadera iden-
a aquel que la amó primero (cf. 1Jn 4,19). tidad. Debemos dejarnos enseñar e instruir
«Tu fe te ha salvado». Como buen discí- por Él. Ante Cristo somos siempre apren-
pulo de Pablo, Lucas sabe bien que sólo dices. Su misterio nos supera y nos des-
Jesús salva, y que esta salvación se aco- borda. No lo entendemos, y aun nos resis-
ge por la fe. Esta mujer se sabe sin méri- timos, sobre todo cuando se trata de la
tos propios. No se ha salvado ella: ha sido cruz...
salvada. Ella ha creído en Jesús, se ha «El que quiera seguirme, que se niegue a
fiado de él; y Jesús ha volcado sobre ella sí mismo...» Conocer a Jesús es seguirle.
todo su poder salvífico convirtiéndola en De nada sirve saber cosas sobre Él si eso
una mujer nueva. no nos conduce a seguirle más de cerca por
«Has juzgado rectamente». Todo esto su mismo camino. El verdadero conoci-
es lo que muestra claramente la parábola miento lleva al seguimiento. Y sólo si-
que Jesús propone a Simón el fariseo. La guiéndole de cerca podemos conocerle de
parábola es de una lógica aplastante. Sin veras.
embargo, Simón no es capaz de sacar sus
consecuencias en el plano religioso. El
fariseo que todos llevamos dentro se re- Domingo XIII del Tiempo Ordinario
bela ante el hecho de recibir la salvación No se negocia
como don gratuito. Quisiéramos poder
exhibir derechos ante Dios, quisiéramos Lc 9,51-62
no depender de Él totalmente. La gratitud Jesús llama a seguirle. Pero seguir a Cris-
y el gozo son los mejores signos de que to implica la vida entera, no sólo algunos
hemos sido salvados. momentos o algunas zonas de nuestra exis-
tencia. Lo que el profeta no podía exigir
Domingo XII del Tiempo Ordinario (primera lectura), por ser un hombre, Cris-
to sí puede por ser el Hijo de Dios. Más
Conocer a Jesús aún, no hay otra manera de seguir a Cristo:
«El que mira hacia atrás no es apto para el
Lc 9,18-24 Reino de Dios». El seguimiento de Cristo
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» sólo puede ser incondicional. No caben
Después de una pregunta general («¿quién rebajas ni descuentos. El seguimiento de
dice la gente que soy yo?»), Jesús encara Cristo no es una cuestión de negociacio-
directamente a los discípulos. Pedro así nes. Poner condiciones es estar diciendo
lo entiende, y responde personalmente a «no», es ya dejar de seguirle. Cristo lo ha
Jesús. También nosotros debemos dejar- dado todo y lo pide todo. Y esto es lo que
nos interpelar personalmente por Él, cara implica ser cristiano: un seguimiento in-
a cara, dejándonos mirar por Cristo y condicional. No hay dos tipos de cristia-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 111
Poneos en camino...
Domingo XV del Tiempo Ordinario
Lc 10,1-12.17-23
Entrañas de misericordia
«¡Poneos en camino!». Todo cristiano es
misionero. Bautizado y confirmado, es en- Lc 10,25-37
viado por Cristo al mundo para ser testigo «Dio un rodeo y pasó de largo». Hay
suyo. En cualquier situación o circunstan- tantas formas de pasar de largo... Y lo peor
cia, en cualquier época o ambiente, el cris- es cuando además las enmascaramos con
tiano es un enviado, va en nombre de Cris- justificaciones «razonables»: «No tengo
to, para hacerle presente, para ser sacramen- tiempo», «los pobres engañan», «ya he
to suyo. Y las palabras de Jesús revelan la hecho todo lo que podía...» O peor aún:
urgencia de esta misión ante las inmensas «hoy día ya no hay pobres». Es exacta-
necesidades del mundo y, sobre todo, por mente dar un rodeo –aunque sea muy ele-
el anhelo de su corazón. ¿Me veo a mí mis- gante– y pasar de largo. Lo que hicieron
mo como un enviado de Cristo en todo el sacerdote y el levita. Y, sin embargo, el
momento y lugar? pobre es Cristo, que nos espera ahí, que
«No llevéis talega, ni alforja, ni sanda- nos sale al encuentro bajo el ropaje del
lias». El que va en nombre de Cristo se apo- mendigo: «tuve hambre... Estuve enfer-
ya en el poder del Señor. Su autoridad no mo... Estuve en la cárcel».
viene de sus cualidades, ni su eficacia de «Se compadeció de él». Este es el secre-
los medios de que dispone. Al contrario, to. El verdadero cristiano tiene entrañas de
su ser enviado se pone de relieve en su po-
112 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
misericordia. No sólo ayuda: se compade- bras para todos, no sólo para las monjas de
ce, se duele del mal del otro, sufre con él, clausura. Si sólo una cosa es necesaria,
comparte su suerte... Y porque tiene entra- quiere decir que las demás no lo son. Pero,
ñas de misericordia llega hasta el final; no por desgracia, ¡nos enredamos en tantas
se conforma con los «primeros auxilios». cosas que nos hacen olvidarnos de la única
Y porque tiene entrañas de misericordia lo necesaria y nos tienen inquietos y nervio-
toma a su cargo, como cosa propia; y eso sos! Y lo peor es que, como en el caso de
que era un desconocido, un extranjero –in- Marta, muchas veces se trata de cosas bue-
cluso de un país enemigo, pues «los judíos nas. Las palabras de Jesús sugieren que nada
no se trataban con los samaritanos»–. «Se- debe inquietarnos ni distraernos de su pre-
ñor, danos entrañas de misericordia ante sencia y que en medio de las tareas que Dios
toda miseria humana». mismo nos encomienda hemos de perma-
El buen samaritano es Cristo. Es él quien necer a sus pies, atentos a él y pendientes
«siente compasión, pues andaban como de su palabra.
ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Es él quien Esta actitud de María, la hermana de Mar-
no sólo nos ha encontrado «medio muer- ta, se realiza admirablemente en la otra
tos», sino completamente «muertos por María, la Madre de Jesús. Ella es la per-
nuestros pecados» (Ef 2,1). Es él quien fecta discípula de Jesús, siempre pendien-
se nos ha acercado y nos ha vendado las te de los labios de su Maestro, totalmente
heridas derramando sobre nosotros el vino dócil a su palabra, flechada hacia lo único
de su sangre. Es él quien nos ha liberado necesario.
de las manos de los bandidos... ¿Cómo
pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho?» «Anda, haz tú lo mismo». Domingo XVII del Tiempo Ordinario
«Enséñanos a orar»
Domingo XVI del Tiempo Ordinario Lc 11,1-13
A los pies del Señor El evangelio de hoy nos recuerda algo
esencial en la vida del cristiano: el trato de
Lc 10,38-42 intimidad con nuestro Padre. Puesto que
«Sentada a los pies del Señor, escucha- somos hijos de Dios, la tendencia y el im-
ba su palabra». Esta actitud de María re- pulso es a tratar familiarmente con el Pa-
sume perfectamente la postura de todo dre. La oración, por tanto, no es un lujo,
discípulo de Jesús. «A los pies del Se- sino una necesidad; no es algo para privile-
ñor», es decir, humildemente, en obedien- giados, sino ofrecido por gracia a todos;
cia, en sometimiento a Cristo, consciente no es una carga, sino un gozo. Los discípu-
de que él es el Señor, no como quien dis- los se ven atraídos precisamente por esa
pone la Palabra, sino como quien se deja familiaridad que Jesús tiene con el Padre.
instruir dócilmente, más aún, se deja mo- Viendo a Jesús en oración, le dicen: «En-
delar por la palabra de Cristo. Y ello en séñanos a orar».
atención permanente al Maestro, en una Esta intimidad desemboca en confianza.
escucha amorosa y continua, pendiente de Jesús quiere despertar sobre todo esta con-
sus labios, como quien vive «de toda pa- fianza: «Si vosotros que sois malos sabéis
labra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto
«Sólo una cosa es necesaria». Son pala- más vuestro Padre celestial...!»
Ciclo C – Tiempo Ordinario 113
Si el amigo egoísta cede ante la petición cado como «necio». Su absurda insensatez
del inoportuno, ¡cuánto más él, que es el consiste en olvidarse de Dios buscando
gran Amigo que ha dado hasta su vida por apoyarse en lo que posee, creyendo encon-
nosotros! Pero esta confianza sólo crece trar seguridad fuera de Dios.
sobre la base del conocimiento de Dios. Lo En efecto, la autosuficiencia es el gran
mismo que un niño confía en sus padres en pecado y la raíz de todos los pecados,
la medida en que conoce y experimenta su desde Adán hasta nosotros. La autosufi-
amor, así también el cristiano delante de ciencia que nace de no querer depender
Dios. de Dios, sino de uno mismo, y lleva a
La certeza de «pedid y se os dará está acumular dinero, conocimientos, bienes-
apoyada en él «¡cuánto más vuestro Padre tar, ideas, amistades, poder, cariño e in-
celestial!» Por tanto, en el fondo, el evan- cluso virtudes o prácticas religiosas. Jus-
gelio nos está invitando a mirar a Dios, a tamente lo contrario del hacerse como ni-
tratarle de cerca para conocerle, a dejar- ño es el sensato; su humildad y confianza
nos sorprender por su grandeza, por su in- le abren a recibir todo como un don, in-
finita generosidad, por su poder irresisti- cluidas las inmensas riquezas de «los bie-
ble, por su sabiduría que nunca se equivo- nes de allá arriba». El que busca afianzar-
ca. Sólo así crecerá nuestra confianza y se en sí mismo en lugar de recibirlo todo
podremos pedir con verdadera audacia, con como don es necio y antes o después aca-
la certeza de ser escuchados y de recibir lo bará percibiendo que todo es «vaciedad
que pedimos. Sólo así nuestras oraciones sin sentido».
no serán palabras lanzadas al aire en un
monólogo solitario.
Domingo XIX del Tiempo Ordinario
Domingo XVIII La mejor inversión
del Tiempo Ordinario Lc 12,38-42
Necedad y sensatez «Un tesoro inagotable». Toda palabra de
la Escritura es expresión del amor de Dios
Lc 12,13-21
por nosotros. También cuando a primera
El evangelio nos presenta el reverso de vista no lo parece. La invitación de Jesús
lo que es el núcleo esencial del mensaje de es clara: «Vended vuestros bienes, y dad
Cristo. Jesús ha venido a comunicarnos que limosna». Pero ese imperativo no va con-
somos hijos de Dios, que nuestro Padre nos tra nosotros, sino a nuestro favor: nos
cuida y que, por consiguiente, es preciso invita a hacernos «talegas que no se echen
hacerse como niños, confiar en el Padre a perder», a depositar nuestros bienes allí
que sabe lo que necesitamos y dejarnos «donde no se acercan los ladrones ni roe
cuidar (Mt 6,25-34). la polilla». Con otras palabras: nos invita
El pecado del hombre del evangelio es a realizar la mejor inversión posible ha-
que no se ha hecho como un niño: ha ate- ciendo que nuestros bienes se transfor-
sorado, fiándose de sus propios bienes, en men en «un tesoro inagotable en el cielo».
vez de confiar en el Padre. La clave la dan «Estad preparados». La parábola siguien-
las palabras de Jesús al principio: «Aunque te nos recuerda una verdad esencial de la
uno ande sobrado, su vida no depende de enseñanza de Jesús: que Él va a volver y que
sus bienes». Por eso este hombre es califi- hay que permanecer vigilantes, a la espera.
114 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
Los bienes materiales pueden hacernos ol- rar el mal no es la paz de Cristo. Hay que
vidar lo único importante: ¡sería trágico! contar con que los que rechazan a Cristo,
Todo lo de aquí abajo es provisional, es re- aunque sean de la propia familia, siempre
lativo (cf. 1Cor 7,29-31). nos perseguirán, precisamente por seguir
«Administrador fiel y solícito». Mientras a Cristo ser fieles al evangelio. Una paz
estamos en este mundo somos nada más – cobarde, lograda a ba-se de traicionar a
¡y nada menos!– que administradores de los Cristo, no es paz. Él es el primero, el úni-
bienes que Dios nos confía. Unos bienes co, el absoluto. Cristo y su evangelio no
que –empezando por la misma vida– no nos son negociables. Poner como criterio
pertenecen en propiedad y hemos de saber máximo el no chocar, el estar a bien con
administrar con sensatez según el querer de todos a cualquier precio, el no crearse pro-
Dios. Sólo con sentido de eternidad pode- blemas, acaba llevando a renegar de Cris-
mos administrar rectamente. Sólo a la luz to. Y a veces se impone la opción: «O con-
de los bienes del cielo –los definitivos y migo o contra mí».
eternos– podemos valorar y usar justamente
los de la tierra. Domingo XXI del Tiempo Ordinario
Entrar por la puerta estrecha
Domingo XX del Tiempo Ordinario
Lc 13,22-30
Pura pasión
«¿Serán pocos los que se salven?» Jesús
Lc 12,49-53 no suele responder a las preguntas
«No he venido a traer paz, sino división». malintencionadas ni a las realizadas por
Misteriosa frase de Jesús que contrasta con simple curiosidad. Tampoco a las mal for-
otras salidas de sus mismos labios: «La paz muladas, como en este caso; o mejor di-
os dejo, mi paz os doy». Ello quiere decir cho, responde rectificando. Jesús no quie-
que no hemos de entender las palabras de re decir si serán pocos o muchos los que
Cristo según nuestros criterios puramente se salven, porque es una curiosidad inútil o
humanos: «No os la doy como la da el mun- una búsqueda de seguridad y tranquilidad o
do» (Jn 14,27). una excusa en la responsabilidad personal.
Responde invitando a entrar por la puerta
La paz de Cristo no consiste en la caren- estrecha. Es como decir: «Puedes salvarte
cia de lucha, no se identifica con una situa- o condenarte; en tu mano está acoger la
ción de indiferencia donde todo da igual,
salvación entrando por el camino marcado
ni proviene de la eliminación de las difi- por Dios».
cultades. Cristo es todo lo contrario a es
falsa paz, a esa actitud anodina que en el «No sé quienes sois». Las palabras si-
fondo delata que uno no tiene nada por lo guientes acentúan la llamada a la conver-
que valga la pena luchar, vivir y morir; él es sión y a la responsabilidad. Los judíos se
pura pasión, fuego devorador: «He venido creían posesores seguros de la salvación
a prender fuego en el mundo». porque tenían la Ley de Dios y su revela-
ción. Pero Jesús insiste en que el Reino
También el cristiano vive en una lucha a de Dios no hay privilegios. Sólo la obe-
muerte contra el mal: «Todavía no habéis
diencia a Dios y a su palabra nos abre a la
llegado a la sangre en vuestra pelea contra salvación. Jesús sólo reconoce y acepta
el pecado». El profeta es perseguido por a los que han aceptado ser suyos.
denunciar el mal. Una paz que nace de tole-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 115
«Hay últimos que serán primeros, y pri- La última parte del evangelio nos recuer-
meros que serán últimos». Ciertamente las da: ¡Cuántos actos inútiles y sin provecho
apariencias engañan. Pero a Dios, que «es- para la vida eterna porque buscamos de mil
cruta los corazones» (Hch 1,24), no es po- maneras recompensa y paga de los hom-
sible engañarle. Por eso, la única respuesta bres!
correcta a la pregunta inicial es: «Vive en
la verdad, de cara a Dios, procurando agra-
darle en todo... Lo demás se te dará por aña- Domingo XXIII del Tiempo Ordinario
didura». Sin condiciones
Lc 14,1.7-14
Domingo XXII del Tiempo Ordinario
En el transcurso de su larga subida a Je-
El único camino rusalén para sufrir la pasión y entrar así en
la gloria, quiere dejar muy claras las con-
Lc 10,1-12.17-20 diciones para ser discípulo suyo. ¡Que na-
Jesús siempre va a lo esencial. Él, que die se llame a engaño! Ya desde el primer
conoce el corazón del hombre» (Jn 2,25), paso hay que estar dispuesto a «renunciar a
sabe que, desde Adán, nuestro más grave mal todos los bienes» y a «posponer al padre y
es el deseo de sobresalir. Sin embargo, nun- a la madre, a la mujer y a los hijos, a los
ca es más grande el hombre que cuando se hermanos y así mismo». Sin estar dispues-
siente pequeño delante de Dios. La humil- to a jugárselo todo por Cristo, ni se cons-
dad es su lugar, pues no puede exhibir de- truirá ese edificio que es la Iglesia ni se
lante de Dios ningún derecho. Todo lo que vencerá la batalla contra las fuerzas del mal.
es y tiene lo ha recibido: ¿De qué enorgu- Lo que Cristo dice parece duro y exigen-
llecerse? (1 Cor 4,7). Y, por otra parte, ¿qué te. Por eso es necesario que Dios «nos dé
son todas las grandezas humanas al lado del sabiduría enviando su santo Espíritu desde
puesto en que hemos sido colocados por el cielo» (1ª lectura) para que estas pala-
gracia junto a los santos, los ángeles y el bras nos resulten atractivas y encontremos
mismo Dios? en ellas nuestro gozo. Esta sabiduría, que
«El que se humilla, será ensalzado». es don del Espíritu, no sólo nos hace en-
Como tantas otras palabras del evangelio, tender las palabras de Cristo, sino que sus-
esta frase nos da un verdadero retrato del cita en nosotros el deseo de cumplirlas en
propio Cristo. Él es el que verdaderamente totalidad y con perfección.
se ha humillado, despojándose totalmente, Es sólo el amor apasionado a Jesucristo
hasta el extremo de la muerte en cruz. Por el que nos hace estar dispuestos a perderlo
eso precisamente Dios Padre le ha exalta- todo por él, a no poner condiciones, a no
do sobremanera y le ha concedido una glo- anteponer a él absolutamente nada. Cuan-
ria impensable (Fil 2,6-11). Él nos enseña do no existe ese amor o se ha enfriado, todo
por dónde se alcanza ese oculto deseo de son «peros», se calcula cada renuncia, se
gloria que todos llevamos dentro. La hu- recorta la generosidad, se frena la entre-
millación es el único camino, no hay otro. ga....
Cristo quiere desengañarnos y lo hace con-
virtiéndose él en modelo y caminando por
delante.
116 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
son de verdad? ¿Realizamos nuestras op- ya que bastaría «un granito» para ver mara-
ciones según los valores eternos? ¿O nos villas. Es grande el poder de la fe, pues
dejamos seducir por apariencias pasajeras cuenta con el poder infinito de Dios. El
y efímeras? verdadero creyente no se apoya en sus li-
El texto sugiere que el rico es condena- mitadas capacidades humanas, sino en la
do precisamente por malgastar sus bie- ilimitada potencia de Dios, para el cual
nes y no atender al pobre que mendiga a «nada hay imposible» (Lc 1,37). La fe es
sus pies. ¡Terrible aviso para nosotros, que la única condición que Jesús pone a cada
tenemos algo –o mucho– del hombre rico paso para obrar milagros y es también la
de la parábola! Y es que el pobre es Cris- condición que espera encontrar hoy en no-
to. Por eso, rechazar al pobre es rechazar sotros para seguir realizando sus maravi-
a Cristo: «Apartaos de mí, malditos; id al llas y llevar adelante la historia de la salva-
fuego eterno preparado para el diablo y ción en nuestro mundo.
sus ángeles, porque tuve hambre y no me El texto evangélico quiere fijar nuestra
disteis de comer» (Mt 25, 42-42). atención en este poder de Dios. El ejem-
Por otra parte, la condenación del rico plo de la morera es una forma de ilustrar
esconde también otro rechazo: el despre- que Dios es capaz de realizar lo humana-
cio de la palabra de Dios. Lo que parece mente imposible. Por eso, lo decisivo no
una actitud dura de Abrahán, en realidad son las dificultades y los males que vemos
no lo es: los hermanos de rico podrán alrededor. Lo decisivo es la fe que espera
evitar la condenación si escuchan a Moi- todo de Dios, que no pone límites al poder
sés y los profetas. Para el que quiere oír de Dios. «Si crees verás la gloria de Dios»
y obedecer a Dios, la palabra de Dios bas- (Jn 11,40), es decir, a Dios mismo actuan-
ta. En cambio, para el que está cerrado a do y transformando la muerte en vida. A
Dios y a su palabra porque las riquezas nosotros, pobres siervos, nos correspon-
han endurecido su corazón, ni el mayor de avivar el fuego de esta gracia de la fe
prodigio puede abrir sus ojos que están que nos ha sido dada; esto es lo que «tene-
embotados para ver (Mt 13,15), no hará mos que hacer».
caso «ni aunque resucite un muerto».
Domingo XXVIII
del Tiempo Ordinario
Domingo XXVII
del Tiempo Ordinario Salvados por la fe
El poder de la fe Lc 17,11-19
Lc 17,5-10 «Tu fe te ha salvado». San Lucas subraya
el contraste entre los nueve leprosos que
El Nuevo Testamento nos recuerda de no regresan y el que sí vuelve sobre sus
múltiples manes que la fe es el único ca- pasos para dar gloria a Dios. Todos han que-
mino para nuestra relación con Dios: «sin dado limpios de su lepra, pero sólo este ha
fe es imposible agradar a Dios» (Heb sido «salvado», porque sólo él ha sabido
11,6). Por eso mismo es la raíz y funda- reconocer en Jesús al Salvador. Por eso se
mento de toda la vida del cristiano. le dice: «Tu fe te ha salvado». Y es que Je-
Las palabras «si tuvierais fe» que Jesús sús obra el milagro para provocar la fe y
dirige a los apóstoles y a nosotros sugie- realizar así la curación de otra enfermedad
ren que nuestra fe es prácticamente nula, más grave y profunda. Los beneficios que
118 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
recibimos de Dios son signos de su poder que le deje en paz, ¡cuánto más no atenderá
salvador y de su amor misericordioso. ¿Re- Dios las súplicas de los elegidos que cla-
cibo los dones de Dios como signos? ¿Me man a él día y noche!
llevan a creer más en Cristo y a abrirme a En consecuencia, la eficacia de la ora-
su poder salvador? ción garantizada por el lado de Dios, pues
Por otra parte, la auténtica fe lleva a ado- la súplica se encuentra con un Padre infi-
rar: «Se echó por tierra a los pies de Je- nitamente amoroso que siempre escucha
sús». Este leproso, al verse curado, reco- a sus hijos, atiende a sus necesidades y
noce la grandeza de Cristo y experimenta acude en su socorro. Pero del lado nues-
la necesidad de adorarle. Frente a la actitud tro requiere una fe firme y sencilla, que
de los otros nueve, que sólo buscan a Jesús suplica sin vacilar, convencida de que lo
para su propio interés y cuando han recibi- que pide ya está concedido (Mc 11,24).
do la curación se olvidan de él, este hom- Es esta fe la que hace orar con insistencia
bre entiende que Jesús es el Señor y que ha –clamando «día y noche»– y con perse-
de ser amado por sí mismo y servido con verancia –«siempre sin desanimarse»–,
absoluto desinterés. En él, la fe se convierte aunque a veces parezca que Dios no es-
en amor agradecido y adorante. ¿Cómo es cucha, con la certeza de que «el auxilio
mi relación con Dios? ¿Le sirvo con todas me viene del Señor».
mis fuerzas, o me sirvo de él para mis fi- Una ilustración de este poder de la ora-
nes? ción lo tenemos en la primera lectura:
Esta fe le ha hecho experimentar además «Mientras Moisés tenía en alto las manos
la compasión de Jesús. Los otros nueve, vencía Israel». La oración es el arma más
que también pedían «ten compasión de no- poderosa que nos ha sido dada. Ella es
sotros», han sentido su cuerpo sanado, pero capaz de transformar los corazones y
no han experimentado la compasión y la cambiar el curso de la historia. Una ora-
misericordia de Cristo que sólo la fe hace ción hecha con fe es invencible; ninguna
posible. dificultad se le resiste.
lante de Dios no es sólo algo que esté mo- do; si alguno me oye y abre, entraré en su
ralmente mal, sino que es vivir en la casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap
mentira radical: «¿Qué tienes que no lo 3,20). Jesús desea ante todo la intimidad
hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a contigo. Precisamente «hoy», ahora.
qué gloriarte como si no lo hubieras reci- «...en casa de un pecador». Y una vez más
bido? (1 Cor 4,7). Jesús rompe todas las barreras. Los fari-
Ello es válido sobre todo para el encuen- seos –los más cumplidores y los maestros
tro con Dios en la oración. Además de la espirituales del pueblo judío– no osaban
fe que nos recordaba el evangelio del do- juntarse con los publicanos, pecadores pú-
mingo pasado, es radicalmente necesaria blicos; cuánto menos entrar en sus casas:
la humildad que nos recuerda el de hoy. se contaminarían. Pero Jesús se acerca sin
La única actitud justa delante de Dios es prejuicios, a pesar de las murmuraciones.
la de acercarnos a Él mendigando su gra- «Hoy ha sido la salvación de esta casa».
cia, como el pobre que sabe que no tiene La entrada de Jesús no le contamina; por el
derecho a exigir nada y que pide confiado contrario, Jesús «contagia» a Zaqueo la
sólo en la bondad del que escucha. Por salvación, porque donde entra el Salvador
eso, nada hay más contrario a la verdade- entra la salvación. Por eso Zaqueo, sorpren-
ra oración que la actitud del fariseo, que dido por este amor gratuito e incondicio-
se presenta ante Dios exigiendo derechos, nal, le recibe «muy contento». Y cambia de
pasando la factura. vida. Sin que Jesús le exija nada, ni tan si-
Más aún: no sólo no tenemos derecho, quiera le insinúe. Ha sido vencido por la
sino que somos positivamente indignos de fuerza del amor. El que los fariseos daban
estar en presencia de Dios por haber re- por perdido –hasta el punto de no acercar-
chazado tantas invitaciones suyas a lo lar- se a él– ha sido salvado. Pues Jesús ha ve-
go de nuestra vida. Nuestra realidad de nido precisamente para eso: «a buscar y a
pecadores es un motivo más para la hu- salvar lo que estaba perdido». Su sola pre-
mildad, que, como al publicano, nos debe sencia transforma. En la medida en que les
hacer sentirnos avergonzados, sin atre- dejes entrar en tu vida irás viendo cómo toda
vernos a levantar los ojos: «Ten compa- ella se renueva.
sión de este pecador».
Domingo XXXII
Domingo XXXI del Tiempo Ordinario del Tiempo Ordinario
Una presencia que transforma El gozo de la esperanza
Lc 19,1-10 Lc 20,27-38
«Hoy tengo que alojarme en tu casa». El texto evangélico de hoy quiere recor-
Una vez más sorprende la actitud de Je- darnos algo tan central en nuestra fe como
sús que toma la iniciativa. Zaqueo no le es la resurrección de los muertos. Se trata
ha pedido, simplemente tenía curiosidad de algo tan fundamental, de una realidad tan
por conocer a ese Jesús de quien proba- conectada al misterio de Cristo, que san
blemente había oído hablar. Pero Jesús Pablo puede afirmar: «Si los muertos no
se adelanta, se autoinvita. Él quiere vivir resucitan, tampoco Cristo ha resucitado»
contigo, entrar en tu casa, permanecer en (1 Cor 15, 13.16). Y es que Dios es un Dios
ella. ¿Le dejas? «Estoy a la puerta llaman- de vivos, el Dios vivo y fuente de vida. El
120 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
que realmente está unido a él no permane- templo, también nosotros nos deslumbra-
ce en la muerte, ni en la muerte del pecado mos por cosas que son pura apariencia,
ni en la muerte corporal. que son efímeras y pasajeras. Frente a tan-
Esta esperanza en la resurrección nos li- ta falsedad que nos acecha en el mundo en
bra del miedo a la muerte. Cristo ha venido que vivimos, frente a tantas ofertas vanas e
a «liberar a los que por miedo a la muerte inconsistentes, sólo la Palabra de Dios es
pasaban la vida como esclavos» (Hb 2,15). la verdad, sólo ella «permanece para siem-
La muerte es como un paño oscuro que pre» (Is 40,8).
cubre la humanidad cerrando todo horizonte «Cuidado conque nadie os engañe». Son
(Is 25,7). Pero Cristo ha descorrido ese
muchas veces las que el Nuevo Testamen-
paño y ha abierto la puerta de la luz y la es-
peranza, de manera que la muerte ya no es to nos advierte que surgirán falsos maes-
un final. La primera lectura nos muestra tros y profetas (1 Tim 1,3-7; 6,3-5; 2 Tim
cómo el que cree en la resurrección no 4,3-4; 2 Pe 2,1-3...) y que hemos de es-
teme la muerte; al contrario, la encara con tar atentos para no dejarnos embaucar. En
valentía y la desafía con firmeza triunfal. estos tiempos de confusión es necesaria
«¿Dónde está, muerta, tu victoria?» (1 Cor más que nunca una fe firme y vigilante,
15,55). una fe consciente y bien formada que sea
Esta certeza de la resurrección es el capaz de discernir para detectar y denun-
«consuelo permanente» y la «gran esperan- ciar estos falsos mesías: muchos vendrán
za» que Dios ha regalado precisamente por- usando mi nombre, diciendo: «Yo soy».
que «nos ha amado tanto» (segunda lectu- Al final se pondrá de manifiesto su false-
ra). Frente a la pena y aflicción en que vi- dad, pues desaparecerán como la paja, «no
ven los que no tienen esperanza (1 Tes quedará en ellos ni rama ni raíz (primera
4,13), el verdadero creyente vive en el gozo lectura). Pero mientras tanto pueden cau-
de la esperanza (Rom 12,12). A la luz de sar estragos.
esto hemos de preguntarnos: ¿Cómo es mi «Todos os odiarán por causa de mi nom-
esperanza en la resurrección? ¿Qué grado bre». La persecución no debe sorprender
de convicción y certeza tiene? ¿En qué al cristiano. Está más que avisada por
medida ilumina y sostiene toda mi vida? Cristo. Más aún, está asegurada al que le
es fiel a Él y a su evangelio. Por lo de-
más, nada más falso que concebir la vida
en este mundo como un remanso de paz.
Domingo XXXIII La vida nos ha sido dada para combatir,
del Tiempo Ordinario para luchar por Cristo y por los herma-
Falsos profetas nos. El que renuncia a luchar ya está de-
rrotado. La seguridad nos viene de la pro-
Lc 21,5-19 tección fiel de Cristo, que ha luchado y
«No quedará piedra sobre piedra». Con- sufrido antes que nosotros y más que no-
tinuando con la mirada puesta en las cosas sotros.
últimas y definitivas, la Palabra de Dios
quiere liberarnos de falsas ilusiones y es-
pejismos. Lo mismo que aquellos judíos
deslumbrados por la belleza exterior del
Ciclo C – Tiempo Ordinario 121
hombres queramos pensar o imaginar, sino de ver, oír y tocar a Cristo (1 Jn 1,1) no es
de cómo Dios ha hecho las cosas en su plan exclusiva de los apóstoles. También a no-
de salvación. Nuestra espiritualidad perso- sotros se nos concede hoy. Dios Padre nos
nal subjetiva ha de adecuarse a la objetivi- presenta a su Hijo para que también nues-
dad del proyecto de Dios. tros ojos vean al Salvador. La única condi-
«El Señor te bendiga y te proteja». La ción es que salgamos decididos al encuen-
primera lectura hace alusión a la circuns- tro de Cristo.
tancia del inicio del año civil. Sólo pode- María ofrece a su Hijo a Dios para signi-
mos comenzar una nueva etapa de nuestra ficar que pertenece. Todo primogénito es
vida y de la historia del mundo implorando ofrecido a Dios porque la vida es de Dios y
la bendición de Dios. Sólo apoyados en esta viene de Él. Pero Jesús es el Primogénito
bendición podemos mirar el futuro con es- de toda criatura y pertenece a Dios más que
peranza. Sólo sostenidos por ella podremos nadie. Desde el principio de su vida humana,
afrontar luchas y dificultades. Acojamos Cristo se manifiesta con-sagrado, dedicado
hoy y siempre esta bendición y procuremos al Señor, y toda su existencia testimoniará
caminar en su presencia. de mil maneras –viviendo para el Padre,
agradándole en todo, dedicándose a sus
cosas...– esa total pertenencia al Padre.
2 de febrero
Presentación del Señor
19 de marzo
Nos presenta a su Hijo San José, esposo de la Virgen María
Lc 2, 22-40
Padre de todos nosotros
A los cuarenta días del nacimiento, Jesús
es presentado en el templo. El texto evan- 2Sam 7,4-16; Sal 88; Rm 4,13-22; Lc
gélico subraya que ello sucede para cum- 2,41-51
plir la Ley de Moisés, que es asimismo la «Un descendiente tuyo, un hijo de tus
Ley del Señor. Es un detalle que manifiesta entrañas». Para resaltar la concepción vir-
el realismo de la encarnación del Hijo de ginal de Jesús hay muchos reparos en lla-
Dios: hecho hombre, se hace en todo igual mar a san José padre de Jesús. Sin em-
a nosotros menos en el pecado, y actúa bargo, sin haberle engendrado físicamen-
como uno de tantos, como un hombre cual- te, es realmente padre. Paternidad espiri-
quiera, sometiéndose a las más mínimas tual no quiere decir ficticia o irreal. José
prescripciones de la Ley. Profunda obe- ha influido decisivamente en la educación
diencia y humildad del Hijo de Dios. humana del Hijo de Dios. Y su paternidad
La presentación significa también que se prolonga en la Iglesia y en cada miem-
Dios nos presenta a su Hijo, como lo re- bro del Cuerpo de Cristo alcanzando unas
flejan las palabras de Simeón: «Mis ojos dimensiones inimaginables.
han visto a tu Salvador, a quien has pre- «¿No sabíais que yo debía estar en las
sentado ante todos los pueblos». Dios cosas de mi Padre?» Y sin embargo la
Padre nos manifiesta y da a conocer a su paternidad de José no es determinante:
Hijo. Y nosotros, por la eficacia y la gra- remite a la paternidad de Dios, la única
cia de la liturgia, podemos conocer y te- fontal y fundante. Estas palabras se diri-
ner experiencia de Cristo. La experiencia gen también a María, que sí ha engendra-
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 123
do físicamente a Jesús. Y es que toda pa- «Aquí está la esclava del Señor». En este
ternidad y maternidad tiene carácter misterio tiene un papel central María. Hay
sacramental: tienen el sentido de ser sig- una maravillosa sintonía entre la obedien-
no e instrumento de la paternidad de Dios. cia del Hijo y la de la Madre. Gracias a esta
Por eso, han de ser vividas con absoluta doble obediencia se cumplen los planes del
desapropiación, intentando transparentar Padre y se realiza la salvación del mundo.
el amor de Dios y canalizar su acción. Porque el «aquí estoy» de Jesús y María
«Te hago padre de muchos pueblos». no es sólo obediencia: es disponibilidad,
Como Abraham y más que él, José ha sido ofrenda, donación libre y entera al amor del
el hombre de la fe. Ha vivido de la fe, Padre y a sus planes de salvación.
esperando contra toda esperanza, a ve-
ces en total oscuridad. Y esa fe ha sido 24 de junio
inmensamente fecunda. La fe ha ensan-
chado interiormente a José, le ha dilatado Natividad de San Juan Bautista
haciéndole capaz de una paternidad uni- El último de los profetas
versal en el tiempo y en el espacio.
El nacimiento de Juan fue motivo de ale-
25 de marzo gría para muchos, porque era el precursor
del Salvador. ¿Soy yo motivo de alegría para
Anunciación del Señor la gente que me ve o me conoce?. Viéndo-
La señal de Dios me vivir y actuar, ¿se sienten un poco más
cerca de Dios?. Ante mi manera de plan-
Is 7,10-14; Sal 39; Hb 10,4-10; Lc 1,26- tear las cosas, ¿experimentan el gozo de la
38 salvación, de Cristo Salvador que se acer-
«El Señor, por su cuenta, os dará una se- ca a ellos? ¿o, por el contrario paso sin
ñal». La encarnación del Hijo de Dios es pena ni gloria?
una iniciativa divina. Por ella, Dios –que
nunca ha dejado de ser «Emmanuel», o sea, Juan ha pasado toda su vida señalando al
Cordero que quita los pecados del mundo.
«Dios con nosotros»– se hace má-
ximamente presente y cercano. Sin dejar de Todo él es una pura referencia a Cristo:
ser Dios, se hace uno de nosotros y camina cada una de sus palabras, cada uno de
sus actos, su ser entero... Su vida no se
a nuestro lado. Esta es la señal que Dios
da: no una señal estruendosa, sino discreta explica ni se entiende sin Cristo. ¿Y no-
y sencilla, pues el Hijo de Dios entra en el sotros?. A veces pienso que si no fuéra-
mos cristianos seguiríamos pensando
mundo descendiendo sua-ve e impercepti-
blemente, como el rocío sobre el vellón. igual, haciendo las mismas cosas, plan-
teando todo de la misma manera, desean-
«Aquí estoy para hacer tu voluntad». Des- do las mismas cosas, temiendo las mis-
de el momento de la encarnación hay una mas cosas... ¿Qué influjo real tiene Cris-
voluntad humana –la del Hijo de Dios– en to en mi vida?
total sintonía y obediencia a la voluntad del
Padre. De ese modo redime la desobedien- Juan Bautista es el último de los profe-
cia de Adán y rescata a la humanidad entera tas. También él, como todos los profe-
que se encontraba a la deriva. Y así no sólo tas, ha sido perseguido por dar testimo-
facilita el acercamiento de Dios, sino que nio de la verdad, es decir, de Cristo. Esa
hace posible una humanidad nueva. es la marca de todos los profetas del An-
124 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
tiguo Testamento y, por supuesto, del gran Cristo la vida. Así plantaron la Iglesia. Y sólo
Profeta, Cristo, que murió por ser fiel a la así puede seguir siendo edificada...
Verdad del Padre. También nosotros somos
por el bautismo profetas: ¿por qué no nos
persiguen?
25 de julio
29 de junio Santiago Apóstol
San Pedro y San Pablo Creí, por eso hablé
En nombre de Jesucristo
Sal 125; 2Cor 4,7-15; Mt 20,20-28
Hch 3,1-10; Sal 18; Gál 1,11-20; Jn
21,15-19 «¡Oh Dios!, que todos los pueblos te ala-
ben». Esta respuesta al salmo responsorial
«No tengo plata ni oro». La fiesta de los describe sin duda un rasgo esencial del alma
apóstoles Pedro y Pablo nos trae a la me- del apóstol Santiago. Como los demás após-
moria los inicios de la Iglesia. Sin medios, toles, se ha sentido impulsado por el deseo
sin poder, en total debilidad, realizaron gran- de que todos los pueblos conozcan a Cris-
des cosas. ¿El secreto? Precisamente su to y le glorifiquen. Y nosotros somos fruto
pobreza y su inmensa fe en Dios: «Te doy de ese deseo. Gracias al celo misionero de
lo que tengo: en nombre de Jesucristo na- este apóstol, nosotros hemos recibido el
zareno echa a andar». Cristo, y sólo Él, es anuncio del evangelio ya desde el inicio
la riqueza de la Iglesia, la fuerza de la Igle- mismo del cristianismo. Gracias a él nues-
sia. Buscar apoyo, fuerza y seguridad fuera tro pueblo alaba a Dios.
de Él es condenarse al fracaso y a la esteri-
lidad. Hoy, sin embargo, muchos de nuestros
compatriotas no experimentan la alegría
«Se dignó revelar a su Hijo en mí». Lo de alabar a Dios, no conocen a Cristo ni
que constituye apóstoles a Pedro y a Pa- su evangelio. En nombre de Cristo, el Papa
blo es esta revelación, este «conocimien- nos llama a una nueva evangelización de
to interno», esta experiencia. No bastan los pueblos de España. Depende de noso-
los conocimientos externos, los datos, la tros el que nuestros contemporáneos co-
erudición. Sólo si Dios nos revela inte- nozcan a Cristo. Depende de nuestro fer-
riormente a su Hijo podemos ser testigos vor evangelizador el que las generaciones
convencidos y apóstoles audaces; de lo siguientes sean cristianas o no. Si tene-
contrario, nos limitaremos a repetir lo que mos verdadera fe, evangelizaremos: «Creí,
otros dicen y nuestro mensaje sonará a por eso hablé» (segunda lectura). Si te-
palabrería poco creíble... nemos verdadero amor a Cristo y a los
«¿Me amas?» Tanto Pedro como Pablo hermanos, evangelizaremos: «Cuantos
han vibrado con un amor tierno y apasio- más reciban la gracia, mayor será el agra-
nado a Cristo. Apóstol no es el que sabe decimiento para gloria de Dios».
muchas cosas, sino el que ama a Cristo «En toda ocasión y por todas partes lle-
apasionadamente, hasta el punto de estar vamos en el cuerpo la muerte de Jesús» (se-
dispuesto a perderlo todo por Él (cf. Fil gunda lectura). Ciertamente Santiago mu-
3,8). Pedro y Pablo se desgastaron predi- rió mártir. Pero su vida fue un martirio con-
cando el Evangelio, y al final perdieron por
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 125
tinuo. Si nos trajo el evangelio a España fue nos purifica y nos hace luminosos. En mu-
a costa de grandes sacrificios. Como los chos santos su vida transfigurada se trans-
demás apóstoles, había decidido, a imita- parentaba incluso en su rostro, lleno de
ción de Cristo, hacerse esclavo de todos y belleza sobrenatural. El que ora refleja el
dar su vida en rescate por muchos (evange- rostro de Cristo; quien no ora sólo se re-
lio). ¿Será mucho pedirnos nuestra entrega fleja a sí mismo.
generosa y sacrificada ante la necesidad de
tantos que a nuestro alrededor no conocen
a Cristo? ¿Será mucho pedirnos «gastarnos 15 de agosto
y desgastarnos» ante la urgencia de la nue- Asunción de Nuestra Señora
va evangelización?
María, victoria de Cristo
6 de agosto 1 Cor 15,54-57; Lc 11,27-28
Transfiguración del Señor «Ya llega la victoria, el poder y el reino
de nuestro Dios». La fiesta de hoy resal-
Contemplar la gloria de Cristo ta el triunfo de María. O mejor, el triunfo
Mt 17,1-9; Mc 9,1-9; Lc 9,28-36 de Dios en ella. Jesús había comenzado
su predicación diciendo: «El reino de Dios
La fiesta y el misterio de la transfigura- está aquí». Pues bien, en la Virgen de
ción son una llamada a la contemplación. Nazaret se cumplen las palabras del Apo-
Como el profeta, estamos llamados a calipsis : en ella Dios reina totalmente; el
«mirar y ver». Como Pedro, estamos in- influjo de Dios ha alcanzado incluso a su
vitados a ser «testigos oculares de su gran- cuerpo, que queda inundado por la gloria
deza». Como Pedro, Santiago y Juan, de Dios. En ella Dios ha vencido definiti-
somos atraídos a «ver la gloria» de Cris- vamente el mal, el pecado, la muerte. Por
to. La contemplación es esencial en la vida eso esta fiesta es también motivo de es-
del cristiano. Sin ella no hay verdadero peranza para nosotros: el triunfo de Ma-
conocimiento de Cristo. Sin ella no es po- ría es prenda de nuestro propio triunfo
sible ser testigo. total y definitivo.
Contemplar a Cristo es un don. No es «Por Cristo todos volverán a la vida».
fruto de nuestros esfuerzos y razonamien- Toda la acción vivificadora de Dios se
tos. Es Cristo mismo quien resplandece, realiza «por Cristo, con Él y en Él». El
quien hace brillar su gloria, quien se da a triunfo de María testimonia esta solidari-
conocer. Es Dios mismo quien irradia su dad con Cristo, esta unión profunda con
luz en nuestros corazones para Él. Unida a todo su misterio, unida a su
iluminarnos con el conocimiento de la glo- cruz y a su sufrimiento, partícipe de su
ria de Dios que está en el rostro de Cristo humillación, es también arrastrada por Él
(2Cor 4,6). A nosotros nos toca acoger en su victoria. Igual para nosotros: la ga-
esa luz en fe y oración. rantía de nuestro triunfo es la unión con
La versión de san Lucas indica que Je- Cristo, y sólo ella, pues no podemos ven-
sús se transfiguró «mientras oraba». Con cer el mal, el pecado y la muerte por nues-
ello sugiere que también nosotros somos tras propias fuerzas. «Si morimos con Él,
transfigurados mediante la oración. En ella viviremos con Él. Si sufrimos con Él, rei-
penetra en nosotros la gloria de Cristo que naremos con Él» (2 Tim 2,11-12).
126 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
«Dichosa tú que has creído». La asunción nados; acoger el torrente de salvación bro-
de María testimonia igualmente el alcance ta de su cruz.
de su fe. Testimonia que su fe no ha queda-
do sin fruto, que «los que confían en el Se-
ñor no quedan defraudados» (Dan 3,40). Un 1 de noviembre
día se confió al Señor; durante toda su vida Solemnidad de todos los Santos
mantuvo esta entrega en la oscuridad de la
fe; y ahora contemplamos el resultado de Santidad para todos
su confianza. El Señor no ha fallado nunca Ap 7,2-4.9-14; Sal 23; 1Jn 3,1-3; Mt 5,1-
ni fallará jamás. Sí, dichosa tú, porque te 12a
has fiado de Él.
Hoy es una fiesta de inmenso gozo, pues
celebramos a todos los santos, que no son
14 de septiembre pocos, sino «una muchedumbre inmen-
Exaltación de la Santa Cruz sa, que nadie podría contar, de toda na-
ción, razas, pueblos y lenguas». Hemos
La fuerza de la cruz de dejarnos arrebatar por este espectácu-
Nm 21,4-9; Fil 2,6-11; Jn 3,13-17 lo maravilloso que nos presenta el libro
del Apocalipsis: La multitud de santos, co-
Para los cristianos la cruz es un símbolo nocidos y desconocidos, de todas las épo-
frecuente. Más aún, es nuestro signo de cas, hermanos nuestros, que ya han al-
identidad. Sin embargo, esto es algo para- canzado la plenitud de hijos de Dios, que
dójico, Para los romanos era instrumento son semejantes a Dios porque le ven «tal
de suplicio; más aún, de humillación, pues cual es», que han recogido plenamente el
en ella morían los esclavos con-denados. Y fruto de haber vivido las bienaventuranzas
para los judíos era signo de maldición: en la tierra.
«Maldito todo el que sea colgado en un ma-
dero» (Gal 3,13; Dt 21,23). Como siempre, la liturgia centra nues-
tra atención en Cristo. Es a él a quien ce-
¿Qué ha ocurrido para que la maldición lebramos, pues toda esta multitud de san-
se trastoque en bendición? ¿A qué se debe tos son fruto de la redención de Cristo,
que la humillación sea lugar de exaltación? son los que «han lavado y blanqueado sus
El Hijo de Dios se ha dejado clavar en ella. mantos en la sangre del Cordero». Lejos
En el patíbulo de la cruz se ha volcado tal de distraer de Cristo, los santos nos ha-
torrente de amor («tanto amó Dios al mun- cen comprender mejor la grandeza del Re-
do…») que ella será hasta el fin de los dentor y la fecundidad de su sangre. Por
tiempos instrumento y causa de reden- eso es a él a quien cantamos: «¡La salva-
ción para todo hombre. ción es de nuestro Dios, que está sentado
En la cruz Jesús está venciendo al ma- en el trono, y del Cordero!»
ligno. En ella se destruye todo el pecado Por eso, esta fiesta llena de gozo lo es
del mundo. Desde ella el Hijo de Dios atrae también de esperanza. Lo que Cristo ha
a todo hombre con la fuerza de su amor hecho con ellos lo puede hacer y lo quie-
infinito. Por eso, lo que nos corresponde re hacer también en nosotros. La santi-
es mirar a Jesús crucificado y dejarnos dad se ofrece a todos, porque la misma
mirar por El; creer en El para tener vida sangre redentora que les ha lavado a ellos
eterna; dejarnos amar por El para ser sa- nos quiere lavar también a nosotros. Por
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 127
CICLO A
Adviento y Navidad
Domingo I de Adviento, 3. –Domingo II CICLO B
de Adviento, 3. –Domingo III de Adviento, Adviento y Navidad
4. –Domingo IV de Adviento, 4. –Nativi- Domingo I de Adviento, 47. –Domingo
dad del Señor, 5. –La Sagrada Familia, 5. – II de Adviento, 49. –Domingo III de Ad-
Domingo II después de Navidad, 6. –Epifa- viento, 50. –Domingo IV de Adviento, 51.
nía del Señor, 6. –Bautismo del Señor, 7. –Natividad del Señor, 5. –La Sagrada Fa-
Cuaresma milia, 52. –Domingo II después de Navi-
Domingo I de Cuaresma, 8. –Domingo II dad, 53. –Epifanía del Señor, 6. –Bautis-
de Cuaresma, 8. –Domingo III de Cuares- mo del Señor, 54.
ma, 9. –Domingo IV de Cuaresma, 9. – Cuaresma
DomingoV de Cuaresma, 10. –Domingo de Domingo I de Cuaresma, 55. –Domin-
Ramos, 11. –Jueves Santo, 11. –Viernes go II de Cuaresma, 56. –Domingo III de
Santo, 12. –Vigilia Pascual, 12. –Domingo Cuaresma, 58. –Domingo IV de Cuares-
de Resurrección, 13. ma, 59. –DomingoV de Cuaresma, 60. –
Tiempo Pascual Domingo de Ramos, 61. –Jueves Santo,
Domingo II de Pascua, 13. –Domingo III 11. –Viernes Santo, 12. –Vigilia Pascual,
de Pascua, 14. –Domingo IV de Pascua, 14. 12. –Domingo de Resurrección, 64.
–Domingo V de Pascua, 15. –DomingoVI Tiempo Pascual
de Pascua, 16. –Ascensión del Señor, 16. – Domingo II de Pascua, 65. –Domingo
Domingo de Pentecostés, 17. –Domingo III de Pascua, 66. –Domingo IV de Pas-
de la Santísima Trinidad, 17. –Corpus cua, 67. –Domingo V de Pascua, 68. –
Christi, 18. –Sagrado Corazón de Jesús, 19. DomingoVI de Pascua, 69. –Ascensión
Tiempo Ordinario del Señor, 70. –Domingo de Pentecostés,
Domingo II, 19. –Domingo III, 20. –Do- 71. –Domingo de la Santísima Trinidad,
mingo IV, 20. –Domingo V, 21. –Domingo 71. –Corpus Christi, 72. –Sagrado Cora-
VI, 22. –Domingo VII, 22. –Domingo VIII, zón de Jesús, 73.
23. –Domingo IX, 23. –Domingo X, 24. – Tiempo Ordinario
Domingo XI, 24. –Domingo XII, 25. –Do- Domingo II, 73. –Domingo III, 74. –
mingo XIII, 26. –Domingo XIV, 27. –Do- Domingo IV, 76. –Domingo V, 77. –Do-
mingo XV, 28. –Domingo XVI, 29. –Do- mingo VI, 78. –Domingo VII, 79. –Do-
mingo XVII, 30. –Domingo XVIII, 30. – mingo VIII, 79. –Domingo IX, 80. –Do-
Domingo XIX, 31. –Domingo XX, 32. – mingo X, 80. –Domingo XI, 81. –Domin-
Domingo XXI, 32. –Domingo XXII, 33. – go XII, 82. –Domingo XIII, 83. –Domingo
Domingo XXIII, 34. –Domingo XXIV, 35.
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 129