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Ciclo A – Adviento-Navidad-Epifanía 1

tiene y lo mejor que los hombres pueden


recibir: da la Palabra de Dios, la voluntad
Julio Alonso Ampuero de su Señor. Más aún, da a Cristo mismo,
Meditaciones bíblicas que es la Palabra personal del Padre. Y con
sobre el Año litúrgico Cristo da la paz y la hermandad entre todos
los que le aceptan como Señor de sus vi-
Fundación Gratis Date das.
Pamplona 2004 Frente a todo planteamiento individualis-
ta, esta visión debe dilatar nuestra mirada.
Frente a toda desesperanza porque no ve-
mos aún que de hecho esto sea así, Dios
quiere infundir en nosotros la certeza de
que será realidad porque Él lo promete. Más
aún, a ello se compromete. Por eso la se-
Año litúrgico gunda lectura y el evangelio nos sacuden
Ciclo A para que reaccionemos: «Daos cuenta del
momento en que vivís». En esta etapa de la
historia de la salvación estamos llamados a
experimentar las maravillas de Dios, la con-
versión de multitudes al Dios vivo. Más aún,
Adviento y Navidad se nos llama a ser colaboradores activos y
protagonistas de esta historia. Pero ello
requiere antes nuestra propia conversión:
«Es hora de espabilarse... dejemos las acti-
Domingo I de Adviento vidades de las tinieblas y pertrechémonos
con las armas de la luz, caminemos a la luz
El monte santo del Señor».
Is 2,1-5
En el pórtico del Adviento nos encontra- Domingo II de Adviento
mos con el texto de Isaías. Es la primera
lectura que la Iglesia nos proclama en este El deseado de los pueblos
Adviento. Más aún, es el primer texto que
escuchamos en el nuevo año litúrgico que Is 11,1-10
hoy empezamos. Y ello nos indica el cali- Isaías es el profeta del Adviento. Él nos
bre de la esperanza con que hemos de vivir conduce de la mano hacia el Mesías que
esta nueva etapa. La visión no puede ser más esperamos. Hoy nos lo presenta como
grandiosa: pueblos innumerables que con- Ungido por el Espíritu. «Sobre Él reposa-
fluyen hacia la casa de Dios. rá el Espíritu del Señor». El mismo nom-
La Iglesia es el monte santo, la casa del bre de Mesías o Cristo significa precisa-
Señor, la ciudad puesta en lo alto de un mente ungido, aquel que está totalmente
monte, la lámpara colocada en el cande- impregnado del Espíritu de Dios y lo de-
lero para que ilumine a todos los que es- rrama en los demás. El Cristo que espe-
tán en este mundo (Mt 5,14-16). De esta ramos en este Adviento viene a inundar-
nueva Jerusalén sale la Palabra del Señor. nos con su Espíritu, a bautizar «con Es-
Ella da a los hombres lo más grande que píritu Santo y fuego» (evangelio). Ser cris-
2 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

tiano es estar empapado del Espíritu de esperar milagros: que el desierto de los
Cristo. No se puede ser verdaderamente hombres sin Dios florezca en una vida
cristiano sin estar lleno del Espíritu San- nueva, que el desierto de nuestra socie-
to. dad secularizada y materialista reverdez-
Este Cristo a quien esperamos se nos pre- ca con la presencia del Salvador.
senta también como «estandarte de los pue- Estos son los signos que Dios quiere
blos», como aquel «a quien busca el mun- darnos y que debemos esperar: que se
do entero». Cristo es «el Deseado de to- abran a la fe los ojos de los que por no
dos los pueblos». Aún sin saberlo, todos le tenerla son ciegos, que se abran a escu-
buscan, todos le necesitan, pues todos he- char la palabra de Dios los oídos endure-
mos sido creados para Él y solo en Él se cidos, que corra por la senda de la salva-
encuentra la salvación (He 4,12). Esta es la ción el que estaba paralizado por sus pe-
esperanza del Adviento: que todo hombre cados, que prorrumpa en cantos de ala-
encuentre a Cristo. Clamamos «Ven, Señor banza a Dios la lengua que blasfemaba...
Jesús» para que Él se manifieste a todo Si esperamos estos signos, ciertamente
hombre. Nuestra misión es levantar bien se producirán, y todo el mundo los verá,
alto este estandarte, esta en-seña: presen- y a través de ellos se manifestará la gloria
tar a Cristo a los hombres con nuestras pa- del Señor, y los hombres creerán en Cris-
labras y con nuestras obras. to, y no tendrán que preguntar más: «¿Eres
El profeta nos dibuja también como ob- tú el que ha de venir o tenemos que espe-
jeto de nuestra esperanza un auténtico pa- rar a otro?» (evangelio).
raíso, donde reine la paz y la armonía en- El que tiene esta esperanza se siente
tre todos los vivientes. Los frutos de la fuerte y sus rodillas dejan de temblar. Pero
venida de Cristo –si realmente le recibi- el secreto para tenerla es mirar al Señor.
mos– superan enormemente nuestras ex- La palabra de Dios quiere clavar nuestra
pectativas en todos los órdenes. Pero el mirada en el Señor que viene y dejarla fija
profeta nos recuerda que esta paz tan de- en su potencia salvadora: «¡Animo! No
seada será sólo una consecuencia de otro temáis. Mirad a vuestro Dios que viene...
hecho: que la tierra esté llena del conoci- Él vendrá y os salvará». Dejar la mirada
miento y del amor del Señor «como las fija en las dificultades arruina la esperan-
aguas colman el mar». za; fijarla en el Señor y desde Él ver las
dificultades acrecienta la esperanza.
Domingo III de Adviento
Domingo IV de Adviento
El desierto florecerá
La señal de Dios.
Is 35, 1-6a. 10
Con ella cambió la historia
«El desierto florecerá». He aquí la in-
tensidad de la esperanza que la Iglesia Is 7,10-14
quiere infundir en nosotros mediante las «El Señor por su cuenta os dará una
palabras del profeta. Nosotros solemos señal». En la inminencia ya de la Navi-
esperar aquello que nos parece al alcance dad, la Iglesia quiere centrar más y más
de nuestra mano. Sin embargo, la verda- nuestra mirada y nuestro deseo en Cristo
dera esperanza es la que espera aquello que viene. Con las palabras del profeta
que humanamente es imposible. Debemos nos recuerda que Cristo es el signo que
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Dios nos ha dado. Esperamos signos de que de Dios ha asumido la historia de Israel y,
el mundo cambia, de que las cosas mejo- en ella, la historia entera de la humanidad.
ran. Pero Dios nos da un único signo: Cris- En ella hay de todo, desde hombres pia-
to Salvador. Él es la respuesta a todos los dosos hasta grandes pecadores. Así, Cris-
interrogantes, la solución a todos los pro- to ha redimido esta historia desde dentro,
blemas. Cristo nos basta. Sólo hace falta haciéndola suya.
que le acojamos sin condiciones. Si cree- «La gran alegría». La misa de mediano-
mos firmemente en Él y le dejamos entrar che está marcada por ese estallido de jú-
en nuestra vida, Él hará lo demás, «Él sal- bilo: ha nacido el Salvador. Un año más la
vará a su pueblo de los pecados» (evange- Iglesia acoge con gozo esa «buena noti-
lio). cia» de labios de los ángeles, se deja sor-
«La Virgen está encinta y da a luz a un prender y entusiasmar por ella y, de ese
hijo». María está en el centro de la liturgia modo, se capacita para ser ella misma
de este domingo. Cristo nos es dado a mensajera de esa gran alegría para todos
través de ella. Gracias a ella tenemos al los hombres.
Emmanuel, al «Dios-con-nosotros». «Fueron corriendo». La misa de la au-
Para darlo al mundo, primero lo ha re- rora está marcada por las prisas de los
cibido. La vida de la Virgen no es llamati- pastores para ver lo que el ángel anunció.
va en actividades exteriores. Al contrario, Es la reacción ante la maravillosa noticia:
su vida fue totalmente sencilla. Y, sin em- nadie puede quedar indiferente. Menos aún
bargo, ella está en el centro de la historia. después de ver a Jesús: «Se volvieron
Con ella la historia ha cambiado de rum- dando gloria y alabanza a Dios».
bo. Al recibir a Cristo y darlo al mundo, «Hemos contemplado su gloria». Tras
todo ha cambiado. la reacción inicial, la actitud contemplativa
Nuestra vida está llamada a ser tan sen- del evangelista Juan. Se trata de acoger la
cilla y a la vez tan grande como la de Ma- luz que irradia de la carne del Verbo. Y de
ría. No hemos de discurrir grandes pla- acoger toda la abundancia de vida que de
nes complicados. Basta que recibamos del Él brota: «de su plenitud todos hemos re-
todo a Cristo y nos entreguemos plena- cibido», «da poder para ser hijos de
mente a Él. Entonces podremos dar a luz Dios»...
a Cristo para los demás y el mundo ten-
drá salvación.
La Sagrada Familia
(domingo después de Navidad)
Natividad del Señor
Iglesia doméstica
Hemos visto su gloria
Col 3,12-21
Mt 1,1-25; Lc 2,1-14.15-20; Jn 1,1-18
El Concilio Vaticano II presenta a la fa-
Grande es la riqueza de la liturgia de milia cristiana como «Iglesia doméstica»
Navidad, con cuatro misas diferentes. He (LG 11; GS 48; AA 11). La comunidad
aquí una pincelada de cada uno de los familiar formada por los padres y los hi-
cuatro evangelios. jos es una comunidad eclesial. Es una
«Jacob engendró a José, el esposo de comunidad de bautizados que viven con
María». La misa vespertina de la vigilia gozo su condición de hijos de Dios y su
recoge la larga genealogía de Jesús. El Hijo condición de miembros de la Iglesia, uni-
4 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

dos en la misma fe y en el mismo Espíritu cargarán de indicarnos que Jesús se cansa,


(Ef 4,4-6). La segunda lectura de hoy nos siente hambre, es vencido por el sueño...
presenta algunos rasgos que definen esta ¡Hombre verdadero! En todo igual a noso-
iglesia doméstica: tros menos en el pecado y sus consecuen-
«Cantad a Dios, dadle gracias de cora- cias (Hb 2,15). Y sin dejar de ser Dios,
zón, con salmos, himnos y cánticos ins- omnipotente, infinito... No podríamos pen-
pirados». La familia es el lugar natural don- sar un Dios más cercano. ¿Cómo sentir-
de se ora, donde se alaba a Dios. Con la nos solos, incomprendidos o abandonados?
misma naturalidad con que se enseña al niño «A cuantos le recibieron les da poder par
a leer o se le da de comer, se le debe ense- ser hijos de Dios». Cristo viene para reali-
ñar a orar orando con él. La familia es una zar este «maravilloso intercambio». Así es
comunidad orante. Es necesario recuperar el amor de Cristo: se abaja Él para levan-
la alegría de la oración en familia, dejando tarnos a nosotros. Este es el gran regalo de
de lado timideces y falsos pudores. Cristo en su nacimiento, que no sólo nos
«Enseñaos unos a otros con toda sabidu- llamamos hijos de Dios, sino que realmente
ría, exhortaos mutuamente». Cada uno debe lo somos (1 Jn 3,1). ¿Cabía regalo mayor?
ayudar al otro con el testimonio, pero tam- No sólo se hace hombre para ser nuestro
bién con la palabra. Cada uno ha recibido el compañero de camino, sino que nos eleva
don de la palabra para ponerlo al servicio a su misma dignidad, nos infunde su mis-
de los demás; una palabra que ilumina, que ma vida. ¡Somos partícipes de la naturale-
alienta, que estimula, que consuela, que za divina! (2 Pe 1,4).
corrige, que abre los ojos, que da vida... «De su plenitud todos hemos recibido».
«El Señor os ha perdonado, haced voso- Si contemplamos la grandeza de Cristo,
tros lo mismo». La convivencia de cada día entenderemos que en Él lo tenemos todo.
requiere mucha paciencia, mucha capaci- Él mismo nos dice: «El que tenga sed,
dad de perdón, mucha capacidad de ceder... que venga a mí y beba» (Jn 7,37). Es
Cristo nos ofrece no sólo el modelo, sino inútil, absurdo y nocivo pretender saciar
la fuerza para perdonar una y otra vez. Apo- nuestra sed en otras personas, cosas o
yados en el perdón que de Él hemos recibi- medios que antes o después se revelan
do, también nosotros somos capaces de cisternas agrietadas que no pueden sa-
perdonar siempre. ciar (Jer 2,13). «Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Sólo tú tienes palabras de vida
eterna» (Jn 6,68).
Domingo II después de Navidad
El mayor regalo Epifanía del Señor
Jn 1,1-18 Rendirse ante Dios
«Se hizo carne». Estos días son para de- Mt 2,1-12
jarnos saturar por el realismo de este acon-
tecimiento. El Hijo de Dios, eterno, infi- El primer detalle que el evangelio de hoy
nito, se hizo hombre de verdad. «Se hizo sugiere es el enorme atractivo de Jesu-
carne» significa «se hizo hombre», pero cristo. Apenas ha nacido y unos magos
resaltando la dimensión corporal y, sobre de países lejanos vienen a adorarlo. Ya
todo, las limitaciones propias de todo ser desde el principio, sin haber hecho nada,
humano. De hecho, los evangelios se en- Jesús comienza a brillar y a atraer. Es lo
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que después ocurrirá en su vida pública con- pero según unos criterios que no coinci-
tinuamente: «¿Quién es este?» (Mc 4,41). dían con los de Dios. Si hubiera logrado
«Nunca hemos visto cosa igual» (Mc 2,12). impedírselo, nos habríamos quedado sin
¿Me siento yo atraído por Cristo? ¿Me fas- esta grandiosa revelación que el evange-
cina su grandeza y su poder? ¿Me deslum- lio de hoy nos ofrece, no se habrían abierto
bra la hermosura de aquel que es «el más los cielos y en definitiva habría impedido
bello de los hombres» (Sal 45,3)? a Jesús manifestarse como Hijo del Padre
Además, toda la escena gira en torno a la y Ungido por el Espíritu Santo.
adoración. Los Magos se rinden ante Cris- Del mismo modo, también nosotros
to y le adoran, reconociéndole como Rey ¡cuántas veces entorpecemos los planes
–el oro– y como Dios –el incienso– y de Dios porque no se ajustan a nuestras
preanunciando el misterio de su muerte y ideas! Olvidamos que los pensamientos
resurrección –la mirra–. La adoración bro- de Dios no coinciden con los nuestros y
ta espontánea precisamente al reconocer la que sus planes superan infinitamente los
grandeza de Cristo y su soberanía, sobre nuestros (Is 55, 8-9). Deberíamos al me-
todo, al descubrir su misterio insondable. nos tener la humildad de Juan para ceder
En medio de un mundo que no sólo no ado- a los deseos de Cristo aunque no los en-
ra a Cristo, sino que es indiferente ante Él tendamos, pues ellos le llevan a manifes-
y le rechaza, los cristianos estamos llama- tar su gloria, mientras los nuestros la os-
dos más que nunca a vivir este sentido de curecen. Deberíamos hacer caso a la pa-
adoración, de reverencia y admiración, esta labra de Dios: «Confía en el Señor con
actitud profundamente religiosa de quien se toda el alma y no te fíes de tu propia inte-
rinde ante el misterio de Dios. ligencia» (Prov 3,5).
Y, finalmente, aparece el símbolo de la «Conviene que cumplamos todo lo que
luz. La estrella que conduce a los Magos Dios quiere». Son las primeras palabras
hasta Cristo expresa de una manera grá- de Jesús que el evangelio de san Mateo
fica lo que ha de ser la vida de todo cris- nos refiere. Ellas constituyen una consig-
tiano: una luz que brillando en medio de na, un programa de vida para el Hijo de
las tinieblas de nuestro mundo ilumine «a Dios. Toda su vida va a estar marcada
los que viven en tinieblas y en sombra de por esta decisión de «cumplir», de llevar
muerte» (Lc 1,79), les conduzca a Cristo hasta el final lo que es justo a los ojos de
para que experimenten su atractivo y le Dios, lo que es voluntad del Padre. Así
adoren, y les muestre «una razón para vi- comienza su vida pública junto al Jordán
vir» (Fil 2,15-16). y así terminará en Getsemaní.
También para nosotros, nuestra reali-
Bautismo del Señor dad de hijos de Dios debe manifestarse
(domingo después de Epifanía) en esta adhesión incondicional a la volun-
tad de Dios. No como una carga que uno
Ceder a Cristo arrastra pesadamente, con resignación,
sino como la expresión infinitamente amo-
Mt 3,13-17 rosa de lo que Dios quiera para nuestro
«Juan trataba de impedírselo». Con toda bien, que se abraza con gozo y se vive
su buena voluntad, Juan intenta evitar que con entrega y fidelidad.
el Hijo de Dios pase a los ojos de los hom-
bres como un pecador. Él tenía su lógica,
6 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

es también la nuestra (segunda lectura). La


conversión es posible. El pecado ya no es
irremediable. No podemos seguir excusán-
Cuaresma donos diciendo que somos débiles y peca-
dores. La gracia de Cristo es más fuerte
que el pecado. El pecado ya no debe domi-
Domingo I de Cuaresma nar en nosotros. Entramos en la Cuaresma
para luchar y para vencer; y no sólo nues-
Conversión posible y necesaria tro pecado, sino también el de los demás;
Rom 5,12-19 pero no con nuestras solas fuerzas, sino
con la fuerza y las armas de Cristo.
«Todos pecaron». Al inicio mismo de la
Cuaresma la Iglesia pone ante nuestros
ojos este hecho triste y desgraciado. La Domingo II de Cuaresma
historia de Adán y Eva es nuestra propia
historia: la historia de un fracaso y de una Sal de tu tierra
frustración como consecuencia del peca- Gén 12,1-4a; 2Tim 1,8b-10; Mt 17,1-9
do. Por el pecado entró en el mundo la La llamada a la conversión que la Iglesia
muerte. En el fondo, todos los males pro- nos ha dirigido en el primer domingo, aho-
vienen del pecado, del querer ser como ra se precisa más. La conversión sólo es
dioses, del deseo de construir un mundo posible mirando a Cristo, dejándonos cau-
sin Dios, al margen de Dios. tivar por su infinito atractivo: «Señor, ¡qué
Por eso la conversión es necesaria. Es- hermoso es estar aquí!». Contemplando a
tamos tocados por el pecado, mancha- Cristo también nosotros vamos siendo
dos, contaminados... No podemos seguir transfigurados; recibiendo su luz vamos
viviendo como hasta ahora. Se hace ne- siendo transformados en una imagen cada
cesario un cambio radical de mente, de vez más perfecta del Señor (2 Cor 3,18).
corazón y de obras. La conversión es ne- «Nos salvó y nos llamó a una vida santa»
cesaria. O convertirse o morir. Y eso no (segunda lectura). La conversión no es po-
sólo cada uno como individuo; también ner algún parche o remiendo a los defec-
nuestras comunidades, nuestras parro- tos más gruesos. Cristo quiere hacernos
quias, nuestras instituciones, la diócesis, santos. Y la conversión está en función de
la Iglesia entera... que han de ser conti- esta vida santa a la que nos llama. Él no se
nuamente reformadas para adaptarse al conforma con menos. La conversión es
plan de Dios, para ser fieles al evangelio. continua, hasta que quede perfectamente
«Si no os convertís, todos pereceréis de restaurada en nosotros la imagen de Dios,
la misma manera». (Lc 13,5). hasta que Cristo sea plenamente formado
La conversión es necesaria. Esta es la en nosotros (Gal 4,19). Dejar de lado la
buena noticia que nos da la Iglesia, que conversión es olvidar que hemos sido lla-
quiere sacarnos de nuestros pecados, de mados a una vida santa y es despreciar a
la mentira, de la muerte. Pero además nos Cristo que nos llama a ella.
anuncia que donde Adán fracasó Cristo «Sal de la tierra» (primera lectura). Tam-
ha vencido (evangelio). También Él ha bién a nosotros se nos dirige esta llamada,
sido tentado, pero el pecado no ha podido como a Abraham. Conversión significa sa-
con Él: Satanás y el pecado han sido de- lir de nosotros mismos, romper con nues-
rrotados. Más aún, la victoria de Cristo tra instalación y nuestras seguridades, de-
Ciclo A – Cuaresma-Semana Santa 7

jar nuestros egoísmos y comodidades... mirable como Jesús va conduciendo el diá-


Llamada a la santidad significa ponernos en logo con esta mujer pecadora, suscitando
camino hacia la tierra que el Señor nos en ella el atractivo por lo bello, por lo gran-
mostrará, con entera disponibilidad a su de, por lo eterno. El que ha empezado pi-
voluntad, a los planes que nos irá manifes- diendo se revela en seguida como el que
tando, para que nos lleve a donde Él quiera, ofrece y es capaz de dar lo infinito, lo divi-
cuando y como Él quiera. no. Poco a poco se va dando a conocer a
«Sal de tu tierra» significa también «to- ella, para que al final termine aceptándole
ma parte en los duros trabajos del evan- como «el Salvador del mundo». El diálogo
gelio según las fuerzas que Dios te dé» con Cristo –también para nosotros– es siem-
(segunda lectura), es decir, colabora con pre un diálogo de salvación, un diálogo que
todas tus energías para que muchos otros nos dignifica y nos hace descubrir el senti-
reciban la buena noticia de que pueden do de nuestra vida, los horizontes sin fin de
convertirse y ser santos. He ahí el pro- una vocación eterna.
fundo sentido apostólico, evangelizador y «En aquel pueblo, muchos creyeron en
misionero de la Cuaresma. El Señor nos Él por el testimonio que había dado la
ofrece, como a Abraham: «De ti haré un mujer». El que nota que Cristo ha entrado
gran pueblo». El Señor desea que demos en su vida y experimenta el gozo de su
fruto abundante (Jn 15,16). Pero una vida salvación, él mismo hace que continúe
mediocre es una vida estéril. De nuestra para otros este diálogo de salvación. Es
conversión y santidad depende que nues- lo que hace la samaritana: «Venid a ver...
tra vida sea fecunda. me ha dicho todo lo que he hecho...» Su
testimonio suscita en otros el atractivo por
Cristo y hace que entren en la órbita de
Domingo III de Cuaresma Cristo. De esa manera acaban también
Diálogo de salvación ellos experimentando la salvación: «Ya no
creemos por lo que tú dices, pues noso-
Jn 4,5-42 tros mismos hemos oído y sabemos...»
¿Será tan difícil que cada uno de noso-
«Dame de beber». Con sorpresa de los
tros dé testimonio de lo que Cristo ha he-
discípulos y de ella misma, Cristo inicia
cho en su vida?
el diálogo con la samaritana. Él toma la
iniciativa. No tiene inconveniente en men-
digar de ella un poco de agua para entrar Domingo IV de Cuaresma
en diálogo. Cristo desea ardientemente es-
tablecer este diálogo con cada uno de no- Era ciego y ahora veo
sotros. El pecado rompe este diálogo. El Jn 9,1-41
pecado no consiste ante todo en hacer el
mal, sino en romper este diálogo, dejar En nuestro camino cuaresmal la pala-
que se enfríe esta amistad. Por eso, el bra de Dios nos hace entender hoy que
primer fruto de la Cuaresma debe ser un ese ciego del evangelio somos cada uno
diálogo renovado con Cristo, una oración de nosotros. Ciegos de nacimiento. E in-
más viva, más consciente y personal, más capaces de curarnos nuestra propia ce-
abundante; un diálogo que impregne toda guera. Hemos entrado en la Cuaresma para
nuestra vida. ser iluminados por Cristo, para que Él sane
nuestra ceguera. ¡Qué poquito conoce-
«Si conocieras el don de Dios...» Es ad-
8 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

mos a Dios! ¡Qué poco entendemos sus Domingo V de Cuaresma


planes! De Dios es más lo que no sabe-
mos que lo que sabemos. Somos incapa- Ver la gloria de Dios
ces de reconocer a Cristo, que se acerca Jn 11,1-45
a nosotros bajo tantos disfraces. Nuestra
fe es demasiado corta. Pero Cristo quiere «Señor, si hubieras estado aquí, no ha-
iluminarnos. El mejor fruto de Cuaresma bría muerto mi hermano». Idénticas pa-
es que salgamos de ella con una fe acre- labras repiten las dos hermanas, cada una
centada, más lúcida, más potente, más en por su cuenta. Palabras que son expre-
sintonía con el misterio de Dios y con sus sión de fe en Jesús, pero una fe muy li-
planes, más capaz de discernir la volun- mitada, muy condicionada, muy a la me-
tad de Dios. Dios quiere «arrancarnos del dida humana. Creen que Jesús puede cu-
dominio de las tinieblas» (Col 1,13) para rar un enfermo, pero no creen que puede
que vivamos en la luz de Cristo, ilumina- resucitar un muerto. ¿No es así también
dos por su presencia. nuestra fe? Creemos «hasta cierto pun-
to». Y esta poca fe se manifiesta en ex-
Para ello, la primera condición es reco- presiones de este tipo: «si las circunstan-
nocer que somos ciegos y dejar entrar cias fueran favorables», «si el ambiente
plenamente en nuestra vida a Cristo, que fuera mejor», «si hubiese aprovechado
es «la luz del mundo». El hombre ciego aquella oportunidad». Ponemos condicio-
reconoce su ceguera y además de la vista nes al poder del Señor. Y sin embargo su
física recibe la fe. Los fariseos, en cam- poder es incondicionado. «Para Dios nada
bio, se creen lúcidos «nosotros sabemos» hay imposible» (Lc 1,37).
y rechazan a Jesús, se cierran a la luz de
la fe y quedan ciegos. La soberbia es el «Si crees verás la gloria de Dios».
mayor obstáculo para acoger a Cristo y Frente a esta fe tan recortada, el evange-
ser iluminados. Por eso insiste la Escritu- lio de hoy nos impulsa a una fe «a la me-
ra: «Hijo mío, no te fíes de tu propia inte- dida de Dios». Él quiere manifestar su
ligencia... no te tengas por sabio» (Prov grandeza divina, su poder infinito, su glo-
3, 5-7). ria. Deliberadamente, Jesús tarda en acu-
dir a la llamada de Marta y Maria. Permi-
Esta sanación es un testimonio potente te que Lázaro muera para resucitarle y
del paso de Cristo por la vida de este cie- manifestar de manera más potente su glo-
go. Él no sabe dar explicaciones de quién ria: «Esta enfermedad... servirá para la
es Jesús cuando le preguntan los fariseos. gloria de Dios, para que el Hijo de Dios
Simplemente confiesa: «sólo sé que era sea glorificado por ella». No hay situa-
ciego y ahora veo». Pero con ello está ción que no tenga remedio. Más aún,
proclamando que Cristo es la luz del mun- cuanto más difícil, más facilita que Cris-
do. No se trata de ideas, sino de un acon- to «se luzca».
tecimiento: estaba muerto y he vuelto a la
«Yo soy la resurrección y la vida». No
vida, era esclavo del pecado y he sido li-
sólo «da» la resurrección, sino que Él
berado. Esto ha de ser nuestra Cuaresma
mismo es la resurrección. Incluso si per-
y nuestra Pascua: el acontecimiento de
mite el mal es para que más se manifieste
Cristo que pasa por nuestra vida sanan-
lo que Él es y lo que es capaz de realizar:
do, iluminando, resucitando, comunicando
«Lázaro ha muerto, y me alegro por voso-
vida nueva.
tros... para que creáis». Esta cuaresma tie-
Ciclo A – Cuaresma-Semana Santa 9

ne que significar para nosotros y para mu- vivirla con provecho si no estamos dispues-
cha gente una auténtica resurrección a una tos a subir con Cristo a la cruz.
vida nueva. Cristo es la resurrección, y lo El relato de la Pasión según san Mateo
típico de su acción es hacer surgir la vida subraya además cómo en ella se cumplen
donde sólo había muerte. Cristo puede y las Escrituras. Todo estaba predicho. Na-
quiere resucitar al que está muerto por el da ocurre por casualidad. El plan del Pa-
pecado o por la carencia de fe. Lo suyo es dre se cumple. Y Cristo vive la Pasión en
hacer cosas grandes, maravillas divinas. Y perfecta obediencia a la voluntad del Pa-
nosotros no podemos conformarnos con dre, «para mostrar al género humano el
menos. No tenemos derecho a dar a nadie ejemplo de una vida sumisa a su volun-
por perdido. tad» (oración colecta). Cristo puede de-
cir con las palabras del profeta: «El señor
Domingo de Ramos Dios me ha abierto el oído y yo no me he
rebelado ni me he echado atrás» (primera
La Pasión «por dentro» lectura). Adán desobedeció la voluntad de
Mt 27,11-54
Dios y nos trajo la ruina; Cristo obedece
«hasta la muerte y muerte de cruz» y nos
Al entrar en la Semana Santa la Iglesia salva (segunda lectura). En su obediencia
nos proclama la Pasión de Jesucristo. al Padre y en su amor a los hombres está
Pero al escucharla o al leerla por nuestra nuestra salvación. Y esta salvación segui-
cuenta hemos de evitar un peligro. Tene- rá haciéndose presente hoy si nosotros
mos el riesgo de asistir a ella como es- prolongamos la entrega de Cristo, su obe-
pectadores que contemplan unos hechos diencia al Padre y su amor a los hombres.
sólo desde fuera. Porque lo que el Espíri-
tu Santo pretende es hacernos conocer
cómo Cristo ha vivido la Pasión «por den- Jueves Santo
tro». Se trata de dejarnos iluminar esa in- Hasta el extremo
terioridad de Cristo. Lo que nos salva no
son los simples sufrimientos de Cristo, Ex 12,1-14; 1Cor 11,23-26; Jn 13,1-15
sino el amor con que los ha vivido, un «Los amó hasta el extremo». Estas pa-
amor que le ha llevado a dar la vida libre- labras son la clave para entender el triduo
mente por nosotros. pascual, la pasión y muerte de Jesús, la
De hecho, en la oración colecta del do- eucaristía... Todo ello es expresión y rea-
mingo pasado pedíamos a Dios Padre que lización de ese amor hasta el extremo que
«vivamos siempre de aquel mismo amor lo ha dado todo sin reservarse nada, que
que llevó al Hijo a entregarse a la muerte se ha hecho esclavo por nosotros. Es ese
por la salvación del mundo». La liturgia amor el que está presente en cada misa y
no es una representación teatral. Nos in- en cada sagrario: ¿cómo es posible la ru-
troduce en el misterio. Y al introducirnos tina o el aburrimiento?, ¿cómo permane-
en él no sólo nos hace capaces de con- cer indiferente ante ese amor que sobre-
templarlo en toda su riqueza, sino que el pasa toda medida?
contacto con el misterio de Cristo nos «Es la Pascua, el Paso del Señor». En
transforma, pues Cristo mismo nos conta- cada misa es Cristo mismo quien pasa jun-
gia su vida, sus actitudes y sentimientos. No to a nosotros, quien desea entrar –si le de-
podemos entrar en la Semana Santa ni jamos– para quedarse con nosotros. Pasa
10 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Cristo para hacernos pasar con Él de este do abierto. En Cristo estamos salvados.
mundo al Padre. Si la vivo bien, cada misa «Mirarán al que atravesaron». Si los que
me introduce más en Dios, en su seno y en miraban la serpiente de bronce en el de-
su corazón. La misa me introduce en el cie- sierto quedaban curados (Nm 21,4-9),
lo, aunque siga viviendo aún sobre la tierra. ¡cuánto más los que miran con fe al Hijo
«Haced esto en memoria». Estas palabras de Dios crucificado! (Jn 3,14-15). San
son el encargo de perpetuar la eucaristía en Juan nos invita a esa mirada contemplativa
el tiempo y el espacio. Pero no sólo. In- llena de fe. Esta mirada de fe permite que
cluyen el mandato de vivir la misa, de ha- se desencadene sobre nosotros el infinito
cer presente en nuestra vida todo lo que ella amor salvador que se encuentra encerra-
es y significa: «Os he dado ejemplo para do en el corazón del Redentor traspasado
que lo que yo he hecho con vosotros, vo- por nuestros pecados.
sotros también lo hagáis». La misa nos hace
esclavos de nuestros hermanos y nos im-
pulsa a amarlos hasta el extremo. «Él dio la Vigilia Pascual
vida por nosotros: también nosotros debe-
mos dar la vida por los hermanos» (1Jn Ha resucitado
3,16). Rm 6,3-11; Sal 117; Mt 28,1-10; Mc 16,1-8;
Lc 24,1-12
«HA RESUCITADO». Así, con mayús-
Viernes Santo culas, aparece en el Leccionario. Esta
Mirar al Crucificado palabra es común a los tres sinópticos y
aparece por tanto en los tres ciclos. Es la
Jn 18-19 noticia. La Iglesia vive de ella. Millones
«Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». de cristianos a lo largo de veinte siglos
Todo el relato de la pasión según san Juan han vivido de ella. Es la noticia que ha
–especialmente el prendimiento y el diá- cambiado la historia: el Crucificado vive,
logo con Pilatos– manifiesta la soberanía ha vencido la muerte y el mal. Es el grito
y majestad de este Jesús que había dicho: que inunda esta noche santa como una
«Nadie me quita la vida, yo la doy volunta- luz potente que rasga las tinieblas. ¿En
riamente» (Jn 10,18). Verdaderamente Je- qué medida vivo yo de este anuncio? ¿En
sús reina desde la cruz. Ahora se cumple lo qué medida soy portavoz de esta noticia
que Él mismo había anunciado: «Yo cuan- para los que aún no la conocen?
do sea levantado de la tierra atraeré a todos «Consideraos muertos al pecado y vi-
hacia mí» (Jn 12,32). La multitud inmensa vos para Dios». La resurrección de Cris-
de los redimidos es fruto de esta eficaz to es también la nuestra. Él no sólo ha
atracción del Crucificado. destruido la muerte, sino también el pe-
«Está cumplido». Jesús ha llevado a cabo cado, que es la verdadera muerte y causa
perfectamente la obra que el Padre le en- de ella. La resurrección de Cristo es capaz
comendó (Jn 17,4). Ha realizado el plan del de levantarnos para hacernos llevar una vida
padre, ha cumplido las Escrituras, nada ha de resucitados. Ya no somos esclavos del
quedado a medias. La redención es un he- pecado. Podemos vivir desde ahora en la
cho consumado y sólo falta que cada hom- pertenencia a Dios, como Cristo. Podemos
bre acepte dejarse bañar por su sangre y caminar en novedad de vida.
acuda a beber el agua que brota de su costa-
Ciclo A – Tiempo Pascual 11

«La piedra que desecharon los arquitec- el mismo que salió del sepulcro, a quien
tos es ahora la piedra angular». Las lectu- encuentras en la Eucaristía.
ras del A.T. son una síntesis de la historia «¡Ha resucitado!». La noticia que hemos
de la salvación, que culmina en Cristo. El recibido hemos de gritarla a otros. Si de
Resucitado es la clave de todo. Todo se ilu- verdad hemos tocado a Cristo, tampoco
mina desde Él. Sin Él, todo permanece con- nosotros podemos callar «lo que hemos
fuso y sin sentido. ¿Le permito yo que ilu- visto y oído» (He 4,20). No somos sólo
mine mi vida? ¿Soy capaz de acoger la pre- receptores. Cristo resucitado nos consti-
sencia del Resucitado para entender toda tuye en heraldos, pregoneros de esta noti-
mi vida como historia de salvación? cia. Una noticia que es para todos. Una no-
ticia que afecta a todos. Una noticia que
Domingo de Resurrección puede cambiar cualquier vida: «Cristo ha
resucitado, está vivo, para ti, te busca, tú
¡Ha resucitado! eres importante para Él, ha muerto por ti,
ha destruido la muerte, te infunde su vida
Jn 20,1-9
divina, te abre las puertas del paraíso, tus
«¡Ha resucitado!»: Es la noticia que hoy problemas tienen solución, tu vida tiene
nos es gritada, proclamada. Esta es la sentido».
noticia. Es la certeza que se nos da a co-
nocer. La gran certeza, la que sostiene toda
nuestra vida, la que le da sentido y valor.
¡Ha resucitado! No podemos seguir vi- Tiempo Pascual
viendo como si Cristo no hubiese resuci-
tado, como si no estuviese vivo. No po-
demos seguir viviendo como si no le hu- Domingo II de Pascua
biera sido sometido todo. No podemos
seguir viviendo como si Cristo no fuera Continúa actuando
el Señor, mi Señor. No podemos seguir Hch 2,42-47; Sal 117; 1Pe 1,3-9
viviendo «como si». Sólo cabe buscar con
ansia al Resucitado, como María Magda- «Vivían todos unidos». En medio de la
lena o los apóstoles; o mejor, dejarse bus- alegría pascual la liturgia proyecta nues-
car y encontrar por Él. tra mirada a la primera comunidad cris-
tiana. «Todo el mundo estaba impresio-
«¡Ha resucitado!». También nosotros nado...» «Tenían todo en común». «Día
podemos ver, oír, tocar al Resucitado (1 Jn tras día el Señor iba agregando al grupo
1,1). No, no es un fantasma (cfr Lc 24, los que se iban salvando». La Iglesia es
37-43). Es real, muy real. Cristo vive, fruto de la Pascua. La comunidad cristia-
quiere entrar en tu vida. Quiere transfor- na es posible porque Cristo ha resucita-
marla. No, nuestra fe no se basa en sim- do. Toda esa belleza tan atrayente brota de
ples palabras o doctrinas, por hermosas que la victoria de Cristo sobre el pecado. La
sean. Se basa en un hecho, un acontecimien- Iglesia no es nada sin la presencia y la fuer-
to. Sí, verdaderamente ha resucitado el Se- za del Resucitado. Pero este tampoco se
ñor. Para ti, para mí, para cada uno de todos hace visible sin hombres y mujeres que se
los hombres. Hoy puede ser decisivo para dejen transformar por su poder.
ti. Él quiere irrumpir en tu vida con su pre-
sencia iluminadora y omnipotente. Es a Él, «Este es el día en que actuó el Señor».
No sólo actuó en el pasado. Este es el día
12 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

en que el Señor continúa actuando. Esta- los el sentido de las Escrituras, oculto a
mos en el día de la resurrección, en el sus mentes. También a nosotros nos quie-
tiempo en que Cristo, a quien «ha sido re explicar las Escrituras. Leer y entender
dado todo poder», desea seguir mostran- la Biblia no es sólo ni principalmente ta-
do sus maravillas. El tiempo de Pascua es rea y esfuerzo nuestro. Se trata de pedir a
el tiempo por excelencia de las obras gran- Cristo Resucitado, vivo y presente, que nos
des del Resucitado. Si lo creemos y lo ilumine para poder entender. ¡Cuánto más
deseamos, si nos ponemos a acogerlo, provecho sacaríamos de la lectura de la
seguiremos experimentando que «es el Palabra de Dios si nos pusiéramos a escu-
Señor quien lo ha hecho, ha sido un mila- char a Cristo y le dejásemos que nos ex-
gro patente». plicase las Escrituras!
«Nos ha hecho nacer de nuevo». Por la «Le reconocieron en la fracción del pan».
resurrección de Cristo somos ya criatu- Además de las Escrituras, Cristo Resuci-
ras nuevas. La vida del Resucitado nos tado se nos da a conocer en la Eucaristía.
inunda ya ahora. Hemos nacido de nue- El tiempo de Pascua es especialmente pro-
vo. Y, sin embargo, lo mejor está por lle- picio para una experiencia gozosa y abun-
gar. Hay «una herencia incorruptible, pura, dante, sosegada, de Cristo Resucitado, que
imperecedera, que os está reservada en el sale a nuestro encuentro principalmente en
cielo». ¿Hay acaso motivo para la triste- su presencia eucarística. Se ha quedado
za, la desilusión o el desencanto? para nosotros, para cada uno. Ahí nos es-
pera para una intimidad inimaginable. Para
contagiarnos su amor, para que también
Domingo III de Pascua nuestro corazón se caldee y arda, como el
Camina con nosotros de los de Emaús. Para que tengamos expe-
Lc 24,13-45 riencia viva de Él «en persona», de Cristo
vivo. Para que también nosotros podamos
«Jesús en persona se acercó y se puso
gritar con certeza : «¡Es verdad! ¡Ha resu-
a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran
citado el Señor!».
capaces de reconocerlo...». Después del
grito exultante del día de Pascua, la Igle-
sia nos regala cincuenta días para «reco- Domingo IV de Pascua
nocer» serena y pausadamente al Resuci-
tado, que camina con nosotros. Esa es Mi buen Pastor
nuestra tarea de toda la vida. El Cristo en Hch 2,14.36-41; 1Pe 2,20-25; Jn 10,1-
quien creemos, el único que existe actual- 10
mente, es el Resucitado, el Viviente, el
Señor glorioso. Él está siempre con no- «El Señor es mi pastor». Cristo es el
sotros, camina con nosotros. Y nuestra Buen Pastor. Pero lo es de cada uno. La
tragedia consiste en no ser capaces de re- relación con Cristo es personalísima. Y el
conocerle. Pidamos ansiosamente que en tiempo pascual ha de afianzar esta relación.
este tiempo de Pascua aumente nuestra fe Ha de afianzar la certeza y la experiencia
para saber descubrir espontáneamente a de que «el Señor es mi pastor». Esta es la
Cristo siempre y en todo. única seguridad, incluso en medio de las
oscuridades: «Nada temo, porque tú vas
«Les explicó lo que había sobre Él en to- conmigo». ¿Cómo vivo mi relación con
das las Escrituras». Es lo primero que hace Cristo? ¿Mi fe se traduce en confianza?
Cristo Resucitado: iluminar a sus discípu-
Ciclo A – Tiempo Pascual 13

¿Experimento el gozo de saberme cuida- No se trata de recuerdos pasados, sino


do? de realidad presente. Lo mismo que los
«Andabais descarriados... pero ahora ha- israelitas experimentaron «en propia car-
béis vuelto al pastor y guardián de vuestras ne» la liberación de la esclavitud de Egip-
vidas». La Pascua es la celebración gozosa to, lo mismo que los apóstoles «comie-
de haber sido encontrados por Cristo. Per- ron y bebieron» con el Resucitado, así
didos como estábamos, Cristo ha salido a nosotros conocemos a Cristo por esas ha-
buscarnos por los caminos del mundo y en zañas que realiza al sacarnos de las tinie-
esa búsqueda se ha dejado la piel: «Sus he- blas de la muerte y del pecado. Cristiano
ridas os han curado». En su búsqueda de es el que conoce a Cristo por experien-
nosotros nos ha amado «hasta el extremo» cia, porque experimenta «la fuerza de su
(Jn 13,1). De ahí que también nosotros de- resurrección y la comunión en sus pade-
bamos imitar su ejemplo y seguir sus hue- cimientos» (Fil 3,10), porque es tocado
llas, estando dispuestos a dejar nuestra piel por la eficacia de la fuerza poderosa que
por buscar a los hombres que permanecen Dios despliega en Cristo Resucitado (Ef
descarriados y perdidos. 1,19-20).
«Yo soy la puerta: quien entre por mí se El que realmente experimenta en su vida
salvará». Cristo es la puerta. Él es el úni- esta acción del Resucitado necesita pro-
co mediador. «No se nos ha dado otro clamar las hazañas que el Señor ha reali-
nombre en quien podamos salvarnos» (He zado en él. El verdadero cristiano es ne-
4, 12). Es a través de esta humanidad de cesariamente testigo, y por eso «no pue-
Cristo como llegamos al Padre y recibi- de callar lo que ha visto y oído» (He 4,
mos el Espíritu. La humanidad que fue 20).
traspasada en la cruz y que ahora perma- Desde ahí se entiende el Evangelio: «El
nece eternamente glorificada como la úni- que cree en mí hará las obras que yo hago y
ca puerta de salvación. Sólo a través de aún mayores». Lo mismo que Cristo hace
ella recibimos vida, y vida abundante. De cosas grandes porque está unido al Padre,
ahí la llamada a convertirnos y a acoger porque el Padre y Él son una sola cosa, por-
plenamente a Cristo en nuestra vida. que el Padre permaneciendo en Él hace las
obras, así también ocurre entre el cristiano
Domingo V de Pascua y Cristo. Cristo Resucitado se une a noso-
tros, vive en nosotros. El que está unido a
Experiencia del Resucitado
Cristo, el que deja que Cristo viva en él,
Hch 6,1-7; 1Pe 2,4-9; Jn 14,1-12 realiza las obras de Cristo. La condición es
La segunda lectura nos recuerda que los estar unido a Él por la fe: «el que crea en
cristianos somos un pueblo que Dios ha mí». Si no suceden «obras mayores» es
elegido «para proclamar las hazañas del que porque nos falta fe. «Si tuvierais fe como
nos llamó a salir de la tiniebla y a entrar en un granito de mostaza...».
su luz maravillosa». La Iglesia no vive de
recuerdos. A Cristo no le conocemos sólo
por lo que hizo, sino sobre todo por lo que
hace. Cada generación cristiana y cada cris-
tiano están llamados a experimentar en pri-
mera persona la presencia, la vida y la fuer-
za del Resucitado.
14 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Domingo VI de Pascua cierto que Cristo se da más plenamente al


que va respondiendo a su amor, es decir, al
Nos da el Espíritu que le busca intensamente, al que desea
Jn 14,15-21 agradarle en todo, al que cumple su volun-
«Pediré al Padre que os dé otro Defen- tad, al que se entrega sin reservas. A éste,
sor que esté siempre con vosotros». El Cristo se le da a conocer, le abre su intimi-
tiempo pascual está flechado hacia Pente- dad, le comunica sus secretos, acrecienta
costés. Cristo glorificado ha sido consti- la comunión con él de manera insospecha-
tuido «Espíritu vivificante» (1 Cor 15, 45), da.
donador permanente del Espíritu que da la
vida. Por eso hemos de desear cre-
cientemente el gran Don de Cristo Resu-
Ascensión del Señor
citado, acercándonos a Él sedientos (Jn (suele celebrarse en VII dom. Pascua)
7,37). El Señorío de Cristo
«Vosotros lo conocéis, porque vive con Hch 1,1-11; Ef 1,17-23; Mt 28,16-20
vosotros y está con vosotros». Espera-
mos una acción más abundante del Espí- «Se me ha dado pleno poder en el cielo y
ritu Santo en nosotros, pero ya está en en la tierra». El misterio de la Ascensión
nosotros; más aún, está «siempre». Por celebra el triunfo total, perfecto y defini-
ello podemos tener experiencia de su ac- tivo de Cristo. No sólo ha resucitado, sino
ción en nosotros. ¿Quién dijo que es difí- que es el Señor. En Él Dios Padre ha des-
cil la relación con el Espíritu Santo? Po- plegado su poder infinito. A san Pablo le
demos relacionarnos con Él y experimen- faltan palabras para describir «la eficacia
tar su acción. Es Defensor. Nos defiende de la fuerza poderosa de Dios» por la que
del pecado y del Maligno. Por eso no tie- el crucificado, el despreciado de todos los
ne sentido «estar a la defensiva». Se trata pueblos, ha sido glorificado en su humani-
más bien de abandonarse a su acción, de dad y en su cuerpo y ha sido constituido
entregarse dócilmente al impulso omni- Señor absoluto de todo lo que existe. Todo
potente del Espíritu: «Si vivimos por el ha sido puesto bajo sus pies, bajo su domi-
Espíritu, marchemos tras el Espíritu» (Gal nio soberano. La Ascensión es la fiesta de
5,25), pues «si vivís según el Espíritu no Cristo glorificado, exaltado sobre todo, en-
daréis satisfacción a las apetencias de la tronizado a la derecha del Padre. Por tan-
carne» (Gal 5,16). to, fiesta de adoración de esta majestad in-
finita de Cristo.
Es también Espíritu de la verdad, por-
que nos revela a Cristo, que es la Verdad, Pero la Ascensión es también la fiesta
nos ilumina para conocerle, nos mueve a de la Iglesia. Aparentemente su Esposo le
amarle, a seguirle, a cumplir sus manda- ha sido arrebatado. Y sin embargo la se-
tos, a dar la vida por Él. Nos libra del gunda lectura nos dice que precisamente
error de nuestra ceguera natural y de nues- por su Ascensión Cristo ha sido dado a la
tro pecado y nos conduce a la verdad ple- Iglesia. Libre ya de los condicio-
na, no fragmentaria y parcial, sino total. namientos de tiempo y espacio, Cristo es
Cabeza de la Iglesia, la llena con su pre-
«Al que me ama... yo también lo amaré y sencia totalizante, la vivifica, la plenifica.
me revelaré a él». Es cierto que Cristo es La Iglesia vive de Cristo. Más aún, es ple-
el primero en amarnos y que nos ama de nitud de Cristo, es Cuerpo de Cristo, es
manera incondicional. Pero también es Cristo mismo. La Iglesia no está añadida o
Ciclo A – Tiempo Pascual 15

sobrepuesta a Cristo. Es una sola cosa con téril.


Él, es Cristo mismo viviendo en ella. Ahí Este es el pecado de la Iglesia de nues-
está la grandeza y la belleza de la Iglesia: tros días, nuestro pecado: intentar com-
«Yo estaré con vosotros todos los días». batir con las armas de este mundo, con
«Id y haced discípulos de todos los pue- armas humanas, que son impotentes e in-
blos». La Ascensión es también fiesta y útiles, dejando de lado la fuerza infinita y
compromiso de evangelización. Pero en- omnipotente del Espíritu Santo. Una Igle-
tendiendo este mandato de Jesús desde sia o un cristiano que olvidan al Espíritu
las otras dos frases que Él mismo dice – Santo son una Iglesia o un cristiano que re-
«se me ha dado pleno poder» – «yo esta- niegan de su identidad, de lo que les cons-
ré con vosotros». Evangelizar, hacer apos- tituye como tales. Una Iglesia o un cristia-
tolado no es tampoco añadir algo a Cris- no que olvidan al Espíritu Santo son como
to, sino sencillamente ser instrumento de un cuerpo sin alma: está muerto, no tiene
un Cristo presente y todopoderoso que vida, no da fruto ni puede darlo.
quiere servirse de nosotros para extender «Recibid el Espíritu Santo». Cristo da a
su señorío en el mundo. El que actúa es su Esposa la Iglesia el don del Espíritu, el
Él y la eficacia es suya (Mc 16,20); de lo único que la hace fecunda. Pentecostés
contrario, no hay eficacia alguna. funda y edifica la Iglesia. Para esto ha
muerto Cristo, para darnos el Espíritu que
Domingo de Pentecostés brota de su costado abierto. Cristo quiere
a su Esposa, en este final del segundo
Llenos del Espíritu milenio, llena de hermosura, santa, fecun-
da. Para eso le da su Espíritu, el Espíritu
Hch 2,1-11; 1Cor 12,3-7.12-13; Jn 20,19-23
que viene no sólo a santificar a cada uno,
«Se llenaron todos de Espíritu Santo». sino a santificar y a acrecentar la Iglesia,
He aquí la característica principal de la y, a través de ella, a renovar la faz de la
Iglesia primitiva tal como los Hechos de tierra.
los Apóstoles nos la presentan. Es el Es-
píritu Santo quien pone en marcha a la
Iglesia. Es su alma y su motor. Sin Él, la Domingo de la Santísima Trinidad
Iglesia es un grupo de hombres más, sin
(Domingo después de Pentecostés)
fuerza, sin entusiasmo, sin vida. He aquí
el secreto de la Iglesia: no con «algo» de Intimidad con Dios
Espíritu Santo, sino «llenos» de Él; y lle-
nos no alguno, sino «todos». Ex 34, 4-6.89; 2Cor 13,11-13; Jn 3,16-18
Aquí radican también todos los males La fiesta de hoy nos sitúa ante el miste-
de la Iglesia: En la falta de Espíritu. Por rio fontal de nuestra fe. Pero misterio no
eso, la solución a los problemas y dificul- significa algo oscuro e inaccesible. Dios
tades de la Iglesia no consisten en una nos ha revelado su misterio para sumer-
mejor organización o en un cambio de mé- girnos en él y vivir en él y desde él. Una
todos, sino en volver a sus orígenes, a su cosa es que no podamos comprender a Dios
identidad más profunda: Que cada uno de y otra muy distinta que no podamos vivir
sus miembros acepte dejarse llenar de en íntima comunión con Él. Si se nos ha
Espíritu Santo. Sin esta vida en el Espíri- dado a conocer es para que disfrutemos de
tu todo lo demás será completamente es- Él a pleno pulmón. En Él vivimos, nos mo-
16 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

vemos y existimos. No debemos retraer- Corpus Christi


nos de Él, que interiormente nos ilumina (Jueves después de Domingo de la Sma. Trinidad)
para conocerle y nos atrae para unirnos
consigo. El pan de vida
Hemos de pedir mucha luz al Espíritu Deut 8,2-3.14-16; Cor 10,16-17; Jn
Santo para que podamos conocer –no con 6,51-59
muchas ideas, sino de modo íntimo y ex-
perimental– el misterio de Dios Trinidad. «El pan que yo daré es mi carne para la
Así lo han conocido los santos y muchos vida del mundo». La Eucaristía es Cristo
cristianos a través de los siglos mediante vivo entregándose, Cristo que se da, que
ese contacto directo y ese trato que da la se ofrece del todo, voluntariamente, libre-
oración iluminada por la fe y el amor. mente, por amor... ¡si descubriéramos
Un Padre que es Fuente absoluta, Prin- cuánto amor hay en cada misa y en cada
cipio sin principio, Origen eterno, que en- Sagrario no podríamos permanecer indi-
gendra eternamente un Hijo igual a Él: Dios ferentes!
como Él, infinito, eterno, omnipotente. Un «Si no coméis la carne del Hijo del Hom-
Hijo cuyo ser consiste en recibir; se reci- bre, no tenéis vida en vosotros». Cristo
be a sí mismo eternamente, proviniendo en la Eucaristía es la fuente de toda vida
del Padre, en dependencia total y absolu- cristiana. De Él se nos comunica la gra-
ta de Él y volviendo a Él eternamente en cia, la santidad, la caridad y todas las vir-
un retorno de donación amorosa y com- tudes. De Él brota para nosotros la vida
pleta. Y un Espíritu Santo que procede de eterna y la resurrección corporal. Si nos
ambos como vínculo perfecto, infinito y falta vida es porque no comulgamos o
eterno de amor. porque comulgamos poco, o porque co-
Esta es la fe cristiana que profesamos mulgamos mal.
en el credo, y no podemos vivir al mar- «El que come mi carne habita en mí y
gen de ella, relacionándonos con Dios de yo en él». Este es el fruto principal de la
manera genérica e impersonal. Hemos comunión. Si Cristo nos da vida no es
sido bautizados «en el nombre del Padre, fuera de Él. Nos da vida uniéndonos con-
del Hijo y del Espíritu Santo». El bautis- sigo mismo. Al comer su carne permane-
mo nos ha puesto en una relación perso- cemos unidos a Él y al permanecer en Él
nal con cada una de las Personas Divi- tenemos la vida eterna, es decir, su mis-
nas, nos ha configurado con Cristo como ma vida, la que Él recibe a su vez del Pa-
hijos del Padre y templos del Espíritu, y dre. Si comulgamos bien seremos cada
vivir de otra manera nos desnaturaliza y vez más cristianos y más hijos de Dios,
nos despersonaliza. Sólo podemos vivir viviremos más en la Trinidad.
auténticamente si mantenemos y acrecen- «Formamos un sólo cuerpo porque co-
tamos nuestra unión con Cristo por la fe, memos todos del mismo pan». Otra ma-
si vivimos «instalados» en Él como hijos ravilla de la Eucaristía: al unirnos a Cristo
en el Hijo, recibiéndolo todo del Padre en nos une también entre nosotros. Al tener
obediencia absoluta a su voluntad, dóciles todos la vida de Cristo somos hermanos
al impulso del Espíritu Santo. «de carne y sangre», con una unión in-
comparablemente más fuerte y profunda
que los lazos naturales. La Eucaristía es
Ciclo A – Tiempo Ordinario 17

la única fuente real de unidad. Por eso, si (1ª lectura) y le ofrenda su propia vida en-
no comulgamos con la Iglesia y con los tregándose a amar a los demás con el mis-
hermanos estamos rechazando al Cristo de mo amor que él recibe gratuitamente de
la Eucaristía. Dios (2ª lectura).

Sagrado Corazón de Jesús


Hemos conocido el amor Tiempo Ordinario
Deut 7,6-11; Sal. 102; 1Jn 4,7-16;
Mt 11,25-30 Domingo II del Tiempo Ordinario
Después de recorrer todos los misterios Iglesia de Dios
del año litúrgico, de Navidad a Pentecos- 1Cor 1,1-3
tés, la solemnidad del Corazón de Jesús nos
hace contemplarlos en conjunto desde su A partir de hoy, durante los próximos do-
clave profunda: el amor de Dios. mingos, leeremos la primera carta a los
corintios. Intentaremos recoger algunas
«Por puro amor vuestro». La primera lec- de las indicaciones que San Pablo hace a
tura destaca que Dios no eligió a Israel por esta joven comunidad, llena de vitalidad,
sus méritos y cualidades –era el pueblo más pero también con problemas y dificulta-
pequeño e insignificante–, sino por puro des de crecimiento. Esas indicaciones, el
amor. Dios no nos ama por lo que somos o Espíritu Santo nos las hace también a no-
tenemos, sino que al amarnos nos regala y sotros hoy.
nos bendice. Es un amor gratuito y miseri-
cordioso, que toma la iniciativa constante- «Llamado a ser apóstol de Cristo Jesús
mente. por voluntad de Dios». Llama la atención
la profunda conciencia que San Pablo tie-
«Venid a mí los que estáis cansados». ne de haber sido llamado personalmente
Frente a los fariseos, que cargaban fardos al apostolado. Si ha recibido esta misión
pesados e insoportables sobre la gente, no es por iniciativa suya, sino por volun-
obligándoles a cumplir meticulosamente la tad de Dios. Por eso la realiza en nombre
Ley, Jesús afirma que su yugo es llevadero de Cristo, con la autoridad del mismo
y ligero. Acoger a Cristo es recibir su amor, Cristo, como embajador suyo (2 Cor 5,
que lo hace todo fácil. Por eso seguir a Je- 20). También nosotros hemos de consi-
sús no es una carga pesada, sino encontrar derarnos así. Cada uno ha recibido una
en Él nuestro descanso. Él toma nuestro llamada de Cristo y una misión dentro de
cansancio y alivia nuestros agobios porque la Iglesia para contribuir al crecimiento
en la cruz ha tomado el peso del pecado que de la Iglesia. Debe sentirse apóstol de
nos destruía. Cristo Jesús, colaborador suyo, instru-
«Hemos conocido el amor». Esto es lo mento suyo (1 Cor 3,9).
que define al cristiano: alguien que se ex- «A la Iglesia de Dios». Cualquier co-
perimenta amado por Dios de manera ab- munidad, por pequeña que sea, es Iglesia
soluta e incondicional y decide construir de Dios. Así debe considerarse a sí misma.
toda su vida sobre ese amor. El que ha pal- Esta es nuestra identidad y a la vez la fuen-
pado ese amor en su propia carne, libre y te única de nuestra seguridad: somos Igle-
gozosamente acepta ser propiedad de Dios sia de Dios, a Él pertenecemos, somos obra
18 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

suya, construcción suya (1 Cor 3,9). No gloria que sólo a Dios corresponde. Por
somos una simple asociación humana. eso San Pablo responde con absoluta con-
«A los santificados en Cristo Jesús, lla- tundencia: «¿Acaso fue Pablo crucifica-
mados a ser santos». Es casi una definición do por vosotros? ¿O habéis sido bautiza-
de lo que significa ser Iglesia de Dios: Los dos en el nombre de Pablo?» Es como
santificados llamados a ser santos. Por el decir: No hay más salvador que Cristo
bautismo hemos sido santificados, consa- Jesús. El instrumento debe permanecer
grados; pertenecemos a Dios, hemos entra- en su lugar. Lo demás es mentir y desfi-
do en el ámbito de lo divino, formamos parte gurar la realidad.
de la casa de Dios. Pero este don conlleva «¿Está dividido Cristo?» Puesto que la
el impulso, la llamada y la exigencia a Iglesia es el Cuerpo de Cristo (1 Cor
«completar nuestra consagración», a «ser 12,12), toda división en la Iglesia es en
santos en toda nuestra conducta». Esta es realidad desgarrar al mismo Cristo. La falta
la voluntad de Dios (1 Tes 4,3). La Iglesia de unidad en nuestros criterios, en nues-
es santa. La santidad es una nota esencial e tras actuaciones, en nuestras relaciones...
irrenunciable de la Iglesia. Si nosotros no tiene el efecto horrible de presentar un
somos santos, estamos destruyéndonos a Cristo en pedazos. En consecuencia, se
nosotros mismos... y estamos destruyendo hace imposible que la gente crea.
la Iglesia. Por eso San Pablo se muestra tan in-
transigente en este punto y apela a la ne-
Domingo III del Tiempo Ordinario cesidad absoluta de estar todos «unidos
en un mismo pensar y en un mismo sen-
Desgarrar a Cristo tir». Lo cual viene a significar no pensar
ni actuar desde un punto de vista huma-
1Cor 1,10-13.17
no, sino siempre y en todo desde la fe,
«Os conjuro por el nombre de nuestro que es la que da realmente consistencia y
Señor Jesucristo... que no haya entre vo- unidad: «poniendo empeño en conservar
sotros divisiones». San Pablo arremete con la unidad del Espíritu... Un sólo cuerpo y
todas sus energías contra las divisiones un sólo Espíritu... Un sólo Señor, una sola
en la Iglesia. El evitar las divisiones no es fe, un sólo bautismo, un sólo Dios y Pa-
algo simplemente «deseable». Si la Iglesia dre de todos» (Ef 4,3-6).
es una y la unidad es una nota tan esencial
como la santidad, cualquier división –por
pequeña que parezca– desfigura el rostro Domingo IV del Tiempo Ordinario
de la Iglesia, destruye la Iglesia. Gloriarse en el Señor
«Yo soy de Pablo, yo de Apolo...» To-
das las divisiones nacen de una conside- 1Cor 1,26-31
ración puramente humana. Mientras nos «Dios ha elegido lo necio del mundo, ...
quedemos en los hombres estaremos lo débil del mundo... lo plebeyo y despre-
echando todo a perder. Los hombres so- ciable del mundo, lo que no es». Cuando
mos sólo instrumentos, siervos inútiles: San Pablo escribe estas palabras a los
«yo planté, Apolo regó, pero es Dios quien corintios no sólo está poniendo de relieve
dio el crecimiento» (1 Cor 3,6). Quedar- una situación de hecho –la inmensa ma-
se en los hombres es una idolatría, y todo yoría de los cristianos eran gente pobre,
protagonismo es una forma de robar la sencilla, inculta, que no contaba a los ojos
Ciclo A – Tiempo Ordinario 19

del mundo, despreciable para los que se Domingo V del Tiempo Ordinario
creían algo–, sino que está enunciando un
principio, un criterio de la acción de Dios, Sólo Cristo
que elige con preferencia lo humanamen-
te inútil para manifestar que Él y sólo Él 1Cor 2,1-5
es el Salvador. «No fui con el prestigio de la palabra o
«Para que nadie pueda gloriarse en pre- de la sabiduría a anunciaros el misterio de
sencia de Dios». Tenemos que estar muy Dios». Los medios no deben entorpecer
atentos para ver si nuestros criterios y la acción de Dios. Dar demasiada impor-
modos de actuar son los del evangelio. El tancia a los medios es sustituir a Cristo.
mayor pecado es el gloriarnos en presen- Apoyarse en los medios es una idolatría,
cia de Dios, el enorgullecernos pensando además de una insensatez. Toda sabidu-
que somos algo o podemos algo por no- ría que no viene de Cristo y no conduce a
sotros mismos. El Señor nos dice tajan- Él es un estorbo. «¡Mire cada cuál cómo
temente: «Sin mí no podéis hacer nada». construye!» (1 Cor 3,10).
No dice que sin Él no podemos mucho o «No quise saber sino a Jesucristo, y éste
sólo una parte, sino «nada». Cuando nos crucificado». ¿Cuándo nos convencere-
apoyamos –en la vida personal o apostó- mos de que Cristo basta? No se trata de
lica– en la sabiduría humana, estamos per- tener a Cristo y «además» otras cosas,
didos. Cuando confiamos en el prestigio otros medios, etc. En Cristo tenemos todo.
humano o en el poder, el resultado es el Él es para nosotros «sabiduría, justicia,
fracaso total, la esterilidad más absoluta. santificación y redención» (1 Cor 1,30).
«El que se gloríe, que se gloríe en el La santidad viene sólo del costado abierto
Señor». En Él y sólo en Él vale la pena de Cristo crucificado. Sólo Él redime, sólo
apoyarse. «En cuanto a mí –dirá San Pa- Él convierte. Quedarnos en los medios es
blo– me glorío en mis debilidades» (2 Cor quedarnos sin la gracia que sólo de Él
12,9). Gozarnos en ser nada, en saber- procede.
nos inútiles e incapaces, para apoyarnos Más aún, es Cristo lo único que tene-
sólo en Él, que nos dice: «Te basta mi mos que dar al mundo. Como Iglesia,
gracia». Apoyarnos en los hombres no sólo hemos de sentirnos dichosos de no tener
conduce al fracaso, sino que es reprodu- otra cosa que ofrecer. ¡Ojalá nuestra Igle-
cir el primer pecado, el querer «ser como sia pudiera decir con toda verdad como
dioses», el prescindir de Dios. los apóstoles: «No tengo oro ni plata, te
Esto es tan serio, que San Pablo excla- doy lo que tengo: en nombre de Jesús Na-
mará con vehemencia: «Dios me libre de zareno echa a andar!» (He 3,6). No tengo
gloriarme si no es en la cruz de nuestro nada más que a Cristo –¡y nada menos!–
Señor Jesucristo» (Gal 6,14). Sólo Cris- Cuando la Iglesia es verdaderamente po-
to crucificado y humillado salva, pues Él bre, entonces es cuando brilla con fuerza
es «fuerza de Dios y sabiduría de Dios» su auténtica riqueza: Cristo, con todo su
(1 Cor 1,23-24). Él es para nosotros «sa- poder salvador.
biduría, justicia, santificación y reden- «Mi palabra... fue una demostración de
ción». Fuera de Él no hay santidad, no Espíritu y de poder». Desde la debilidad
hay salvación, no hay sabiduría. del apóstol y desde la pobreza de los me-
dios se manifiesta la potencia infinita de
20 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Dios. Desde la carencia se pone de relieve puede dárnoslo a conocer, y de manera


que el milagro de la conversión, el cambio atractiva, de modo que ese conocimiento
de los corazones, es absolutamente despro- nos haga amarle hasta dar la vida por Él.
porcionado a los medios humanos y por «Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó ...»
tanto es obra de la acción omnipotente del Nos equivocamos continuamente al va-
Espíritu Santo. De esta manera se constru- lorar las cosas de Dios con nuestras ca-
ye con solidez para la vida eterna, pues la pacidades naturales. Lo que Él tiene pre-
fe se apoya no en razones o convicciones parado para nosotros es infinitamente más
humanas, sino en el poder de Dios. grande, más bello, más rico de lo que ima-
ginamos y pensamos. Y no sólo en el cie-
Domingo VI del Tiempo Ordinario lo; ya en este mundo Dios quiere colmar-
nos de manera insospechada, quiere ha-
Sabiduría divina cer cosas grandes en nosotros. Por eso
necesitamos dejar que el Espíritu Santo
1Cor 2,6-10
nos dilate la capacidad y el deseo de reci-
«Hablamos...una sabiduría divina, miste- bir estos dones.
riosa...» Uno de los grandes dones que Cris-
to nos ha traído es esta sabiduría, este co-
nocimiento de Dios y de sus planes. Es el Domingo VII del Tiempo Ordinario
misterio de Cristo, mantenido en secreto Sois el templo de Dios
durante siglos, que ahora, en esta etapa fi-
nal de la historia, nos ha sido dado a cono- 1Cor 3,16-23
cer por beneplácito de Dios para nuestra «Vosotros sois el templo de Dios». He
salvación (Ef 3,4-6; Rom 16,25-26). ¡Cuán- aquí una realidad fundamental de nuestro
ta gratitud debería desbordar nuestro cora- ser de cristianos que por si sola es capaz
zón! ¡Cómo deberíamos vivir a tono con de transformar una vida. Somos lugar
este misterio y con esta sabiduría revela- santo donde Dios habita. Somos templo
da! Por fin conocemos el sentido de la vida de la gloria de Dios. Somos buscados,
y de la muerte, del sufrimiento y del traba- deseados, amados por las Personas Divi-
jo... Por fin sabemos el por qué y el para nas, que hacen de nosotros su morada
qué... «¡Cuántos desearon ver lo que voso- (Jn 14,23). Todo hombre en gracia es tem-
tros veis y no lo vieron y oír lo que voso- plo de Dios. Saber esto y vivirlo es una
tros oís y no lo oyeron!» (Mt 13,17). inagotable fuente de alegría, pues tene-
«Dios nos lo ha revelado por su Espíri- mos el cielo en la tierra. Somos algo sa-
tu». Necesitamos invocar continuamente grado: ¡Cuánta gratitud, cuánto sentido
el Espíritu para que nos dé a conocer a de recogimiento y adoración, cuánto res-
Cristo y al Padre. Sin Él somos ciegos, peto de nosotros mismos y de los demás
incapaces de ver y de entender (Mc 8,17- debe brotar de esta realidad!
21). Sin Él no entendemos los planes de «Ese templo sois vosotros». Antes que
Dios, sin Él no comprendemos las Escri- cada individuo, el templo es la Iglesia, la
turas. Necesitamos pedir la acción de este comunidad cristiana en su conjunto. La
Maestro interior para que nos invada con Iglesia, la comunidad eclesial, es sagrada,
su luz y Cristo no nos parezca un fantasma, es santuario que contiene la realidad más
un extraño. Sólo Él, que sondea lo profun- preciosa: Dios mismo. Desde aquí se en-
do de Dios, que conoce lo íntimo de Dios,
Ciclo A – Tiempo Ordinario 21

tiende lo que sigue: « Si alguno destruye el opuesta a la codicia es la confianza. Jesús


templo de Dios, Dios le destruirá a él». No exhorta una y otra vez a no preocuparnos.
estamos para destruir, sino para construir. Lo mismo que el niño no se preocupa por-
También nosotros hemos de escuchar que cuenta con sus padres, el verdadero cre-
como San Francisco la llamada de Cristo: yente no se deja dominar por las preocupa-
«Reedifica mi Iglesia». Eso es lo que sig- ciones: es real que Dios es Padre, que sabe
nifica la llamada insistente del Papa a cola- lo que necesitamos, que se ocupa de noso-
borar todos en la nueva evangelización. tros, que nos ama... Si de verdad creemos,
Debemos preguntarnos: ¿Construyo o des- contaremos con Dios para todo. Ni un solo
truyo? ¿Embellezco la Iglesia con mi vida cabello de nuestra cabeza cae sin su permi-
o la afeo? ¿Contribuyo a su crecimiento en so. Si cuida de las flores y de los pajarillos,
número y en santidad o la profano? No cabe ¡cuánto más de sus hijos queridos! En la
término medio, pues « el templo de Dios medida en que uno no confía, inevitable-
es santo», y las manos profanas, carentes mente se afana y se preocupa.
de santidad, en vez de construir destruyen. «Sobre todo buscad el Reino de Dios».
«Todo es vuestro y vosotros de Cristo». Lo principal es lo que dejamos en segun-
Dios ha puesto todo en nuestras manos, la do plano para preocuparnos de lo secun-
creación entera nos pertenece, somos due- dario. Pero Jesús insiste: si buscamos a
ños y señores de ella. Pero para dominarla Dios por encima de todo, también lo se-
de verdad es preciso que nosotros vivamos cundario nos será dado. Lo único absolu-
perteneciendo a Cristo. Cuando nos olvi- to y necesario es dejar a Dios reinar en
damos de que Cristo es el Señor, de que nuestra vida. Lo demás –que tanto nos
todo le pertenece y de que nosotros mis- preocupa– nos será regalado cuando y
mos somos de Cristo, entonces en reali- como Dios quiera, del modo mejor para
dad esclavizamos y frustramos la creación nosotros. La experiencia de los santos y
(Rom 8,20) a la vez que nosotros nos ha- de multitud de cristianos durante XX si-
cemos esclavos de las cosas. glos lo atestigua sobradamente...
Domingo VIII del Tiempo Ordinario
Domingo IX del Tiempo Ordinario
Dios o el dinero
Construir sobre roca
Mt 6,24-34 Mt 7,21-27
«No podéis servir a Dios y al dinero». Ha
«No todo el que me dice ‘Señor, Se-
llegado a convertirse en un lugar común el
ñor’». Es uno de los textos más duros
hablar del dinero como ídolo. Sin embar-
del evangelio. Nos advierte que puede
go, es una trágica realidad. Se sirve al dine-
haber una oración falsa e inauténtica («Se-
ro, se vive para él, se piensa constantemen-
ñor, Señor»). Pero sorprende más que
te en él, en él se busca la seguridad... No es
puede haber personas que han profetiza-
casual que la Sagrada Escritura hable tantas
do y hecho milagros en nombre de Jesús
veces del peligro de las riquezas. El apego
y sin embargo son definitivamente recha-
al dinero, el deseo de tener, enfría y debili-
zados («nunca os he conocido; alejaos de
ta la fe y acaba por destruirla. «La raíz de
mí, malvados»). No nos salvan las accio-
todos los males es el afán de dinero» (1Tim
nes y prácticas externas, aun buenas y
6,10).
santas, sino la adhesión a la voluntad de
«Ya sabe vuestro Padre...» La actitud
22 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Dios. ción de su pecado no es menor milagro que


«El que escucha... y pone en práctica...» hacer salir a Lázaro de la tumba cuando ya
Lo único firme y estable, lo único que olía mal.
perdura es lo que se construye sobre roca. «Muchos pecadores... se sentaron con
Lo que da firmeza a nuestra vida es escu- Jesús». El Hijo de Dios se ha hecho hom-
char la palabra de Cristo, hacerla propia, bre para eso, para compartir la mesa de
ponerla en práctica y adherirse a lo que los pecadores. No rechaza a nadie, no se
Dios quiere. escandaliza de nada. Sabe que todo hom-
«Se hundió totalmente». Las dos casas bre está enfermo, y ha venido precisa-
son igualmente embestidas por los vien- mente como médico, para buscar a los
tos y tempestades. En la vida de toda per- pecadores, para sanar la enfermedad peor
sona aparecen tormentas, antes o después. y más terrible: el pecado que gangrena y
Y lo que se hunde demuestra que no esta- destruye en su raíz la vida y la felicidad
ba afianzado sobre roca. «¡Mire cada cual de los hombres.
cómo construye!» (1Cor 3,10). Los za- «Misericordia quiero». Una vez más,
randeos de la vida, las crisis diversas ayu- Jesús tiene que enfrentarse con la dureza
dan a comprobar lo que en nosotros no de corazón de los fariseos. En cambio
tenía firmeza ni consistencia. La mayor Mateo, pecador público, ha experimen-
necedad sería seguir construyendo en fal- tado la misericordia de Jesús, su amor
so y no aprender cuando experimentamos gratuito; y por eso se convierte en ins-
un derrumbe. Cristo nos deja claro cómo trumento de ese amor y de esa miseri-
construir con firmeza: tomar en serio su cordia para muchos otros. Lo que él ha
palabra, actuar según ella, plasmar nues- recibido gratis lo ofrece –también gratui-
tra vida según la voluntad de Dios. Pero tamente– a los demás. La conversión de
si persistimos en la ceguera nos amenaza Mateo es ocasión de conversión para
la ruina total y definitiva. Y esto vale tanto muchos otros...
para los individuos como para las comu-
nidades, parroquias, diócesis...
Domingo XI del Tiempo Ordinario
Domingo X del Tiempo Ordinario Con el poder de Jesús
Mt 9,35-10,8
Misericordia quiero
Pedro, Andrés, Santiago... Esa lista abre
Mt 9,9-13 la inmensa hilera de los seguidores de
«Sígueme». Una vez más la voz de Je- Cristo, pero no acaba ahí. En esa lista
sús resuena nítida y poderosa. Una vez estás tú también, llamado por Cristo; con
más Él se adelanta, toma la iniciativa. Y una tu nombre y apellidos. ¡Tú junto a los após-
vez más levanta al hombre de su postración. toles de Cristo, junto a los mártires y a los
Mateo estaba «sentado al mostrador de sus santos de todas las épocas! ¿ De veras al
impuestos»; pero estaba sobre todo hundi- escuchar este evangelio sientes la alegría
do en su codicia, en su afán de poseer. «Él de ser cristiano? Tú has sido elegido per-
se levantó y lo siguió». Remite a otras es- sonalmente por Cristo, y no por tus méri-
cenas evangélicas; por ejemplo, la resurrec- tos o cualidades, sino pura y simplemente
ción de Lázaro: «Lázaro, sal fuera». Levan- porque Él lo ha querido.
tar a Mateo de la postración y de la corrup-
Ciclo A – Tiempo Ordinario 23

Y también tú como ellos has recibido los el testimonio de tantos mártires a lo largo
mismos poderes de Cristo para curar toda de la historia de la Iglesia, que han ido
enfermedad y dolencia, para arrojar demo- gozosos y contentos al martirio en medio
nios, para resucitar muertos... Ante un mun- de terribles tormentos.
do que agoniza porque no conoce a Cristo Este evangelio de hoy nos invita a mirar
o le ha rechazado, nosotros tenemos el re- al juicio –«nada hay escondido que no lle-
medio, porque tenemos las armas de Cris- gue a saberse»–. En ese momento se acla-
to. Y no podemos seguir lamentándonos rará todo. Y en esa perspectiva, ante lo
como si las cosas no tuvieran solución. único que tenemos que temblar es ante la
La pregunta, más bien, es la siguiente: posibilidad de avergonzarnos de Cristo,
¿Sientes compasión de la gente que está pues en tal caso también Él se avergon-
extenuada y abandonada como ovejas sin zará de nosotros ese día ante el Padre. El
pastor? Es decir, ¿te importa la gente que único mal real que el hombre debe temer
sufre porque le falta Cristo, aunque apa- es el pecado, que le llevaría a una conde-
rente ser feliz? ¿Te duele la situación de nación eterna –«temed al que puede des-
tanta gente hundida en su falta de fe, en- truir con el fuego alma y cuerpo»–. Ante
fangada en su pecado, destrozada por sus este evangelio, ¡cuántas maneras de pen-
propios egoísmos? La compasión de Cris- sar y de actuar tienen que cambiar en
to no es un sentimiento estéril. Tampoco nuestra vida!.
tú puedes quedar indiferente. La gracia ha desbordado
Rom 5,12-15
Domingo XII del Tiempo Ordinario A partir de hoy, durante los próximos
No temáis... domingos leeremos como segunda lectu-
ra la carta a los Romanos, tan rica en ali-
Mt 10,26-33 mento para nuestra vida cristiana.
Ante evangelios como este uno se asusta «Todos pecaron». Debemos prestar una
viendo lo poco cristianos que somos los atención mucho mayor al realismo de la
cristianos. Jesús nos dice que no tenga- palabra de Dios, que no anda con eufe-
mos miedo a los que matan el cuerpo, y mismos ni disimulos. Todos somos pe-
sin embargo todo son temores ante la cadores, sometidos a la ley inexorable del
muerte, ante el sufrimiento, ante lo que pecado que nos encadena (Rom 3,10ss.
los hombres puedan hacernos, ante lo que 23). ¿Por qué seguir pensando y actuan-
puedan decir de nosotros... do como si la gente no fuera pecadora?
Todo hombre es irremediablemente peca-
El verdadero cristiano –es decir, el hom- dor; no puede salvarse por sí mismo ni pue-
bre que tiene una fe viva– encuentra su se- de ser bueno por sus solas fuerzas; necesi-
guridad en el Padre. Si Dios cuida de ta de Cristo, el único que se nos ha dado
los gorriones ¿cómo no va a cuidar de capaz de salvarnos (He 4,12; Rom 3,24ss).
sus hijos? Sabe que nada malo puede pa-
sarle. Lo que ocurre es que a veces lla- «Por el pecado entró la muerte». Desde
mamos malo a lo que en realidad no es el pecado de Adán, la tragedia del hombre
malo. ¿Qué de malo puede tener que nos consiste no sólo en pecar de hecho, sino
quiten la vida o nos arranquen la piel a en dejarse engañar por Satanás tomando
tiras si eso nos da la vida eterna? Ahí está lo malo por bueno y lo bueno por malo.
24 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Por eso, Dios que nos ama insiste en re- Dios nos ve. Por el bautismo hemos muerto
cordarnos que «el salario del pecado es la al pecado, a quedado destruida «nuestra
muerte» (Rom 6,23). El pecado es siem- personalidad pecadora» y hemos cesado de
pre muerte y sólo muerte; es causa de ser esclavos del pecado (Rom 6,6). Se tra-
muerte y destrucción; es fuente de todos ta de tomar conciencia de este don recibi-
los males en este mundo y para la eterni- do. ¿Por qué seguir pensando y actuando
dad. El pecado es el único mal real. como si el pecado fuera insuperable? El
«Gracias a un solo hombre, Jesucristo, pecado no tiene por qué esclavizarnos, pues
la benevolencia y el don de Dios desbor- Cristo nos ha liberado y la fuerza del peca-
daron». La situación de pecado, humana- do ha quedado radicalmente neutralizada.
mente irremediable, ha sido transforma- Hemos muerto al pecado: vivamos como
da por Dios. La ley inexorable del pecado tales muertos. «Los que hemos muerto al
ha sido destruida por un amor más gran- pecado, ¿cómo seguir viviendo en él?
de que el pecado. He aquí la grandeza de (Rom 6,2).
Jesucristo, que hace que «no haya pro- «...Y vivos para Dios en Cristo Jesús».
porción entre la culpa y el don». Si Dios La muerte al pecado es sólo la cara nega-
ha permitido el pecado ha sido en vista de tiva. Lo más importante es la vida nueva
Cristo. Y también nosotros hemos de que ha sido depositada en nuestra alma.
aprender a ver el mundo y cada persona Y esta vida nueva es esencialmente posi-
desde Cristo: no disimular o disculpar su tiva: consiste en vivir –lo mismo que Cris-
pecado, pero sí tener la certeza de que su to– para Dios, en la pertenencia total y
pecado tiene remedio, porque la gracia de exclusiva a Dios, dedicados a Él en alma
Cristo «ha desbordado». y cuerpo. Esta es la riqueza y la eficacia
de nuestro bautismo. Se trata sencillamen-
te de cobrar conciencia de ello y dejar
Domingo XIII del Tiempo Ordinario que aflore en nuestra vida lo que ya so-
Injertados en Cristo mos. ¡Reconoce, cristiano tu dignidad!
¡Sé lo que eres!
Rom 6,3-4,8-11
Un gran negocio
«Así como Cristo ... también nosotros».
He aquí la base de la novedad cristiana. Mt 10,37-42
Lo que Cristo es y vive estamos llamados Ante evangelios como este, hemos ad-
a serlo y vivirlo también nosotros. Pero quirido el hábito de no darnos por aludi-
no como una imitación «desde fuera». Por dos, como si fueran dirigidos sólo a las
el bautismo hemos sigo injertados a Cris- monjas de clausura. Y, sin embargo, es-
to y Él vive en nosotros (Gal 2,20). Todo tas palabras de Jesús van dirigidas a todos
lo suyo es nuestro: sus virtudes, sus senti- (cfr. Lc 14,25-26), para indicar que nin-
mientos, sus actitudes... Por eso, para un gún lazo familiar, incluso bueno y legíti-
cristiano lo más natural es vivir como Cris- mo, debe ser estorbo para seguirle a Él; y
to. No se nos pide nada extraño o imposi- en el caso de que se plantease conflicto
ble: se trata sencillamente de dejar que se entre un lazo familiar y el seguir a Jesús,
desarrolle plenamente esa vida que ya está habría que elegir seguir a Jesús. Lo contra-
en nosotros. rio significa no ser dignos de Él.
«Consideraos muertos al pecado...» La fe Se necesita la lógica de la fe y la luz del
nos hace vernos a nosotros mismos como Espíritu para entender que lo que parece
Ciclo A – Tiempo Ordinario 25

perder la vida es ganarla y lo que parece consagrados. Somos lugar donde Dios mora
muerte es en realidad vida. Porque se tra- y donde ha de ser glorificado. Pero el Es-
ta de preferir a Cristo no solo por encima píritu Santo no está en nosotros inmóvil.
de los cariños familiares, sino incluso an- Permanece en nosotros como Ley nueva,
tes que la propia vida, antes que la propia como impulso de vida. Su acción omnipo-
comodidad, antes que la propia fama... tente se vuelca sobre nosotros para hacer-
estando dispuestos a ser despreciados y nos santos, para vivir según Cristo. Ser santo
perseguidos por Cristo, a perderlo todo ni es imposible ni es difícil. Se trata de aco-
por Él, a sacrificarlo todo por Él. Perder- ger dócilmente la acción del Espíritu, se-
lo todo por Cristo: en realidad este evan- cundando su impulso poderoso, dando
gelio nos está proponiendo un gran nego- muerte con la fuerza del Espíritu a las obras
cio, pues se trata de ganar a Cristo, cuyo de la carne para que se manifieste en noso-
amor vale infinitamente más que todo lo tros el fruto del Espíritu (Gal 5,22-23).
demás. Deberíamos mirar más a Cristo «Vivificará también vuestros cuerpos
para dejarnos embelesar por Él. Es infini- mortales por el mismo Espíritu». Hay una
tamente más lo que recibimos que lo que «primera resurrección»: cuando el hom-
damos. bre es arrancado del dominio del pecado
Además, el evangelio de hoy nos pro- y comienza a caminar en novedad de vida
pone otro «negocio» continuo. Un simple por la acción del Espíritu. Pero habrá una
vaso de agua dado a un pobrecillo cual- «segunda resurrección»: también nuestro
quiera, sólo porque es discípulo de Je- cuerpo mortal se beneficiará de esta vida
sús, no perderá su paga. ¿Cuántas pagas nueva suscitada por Dios en nosotros. El
perdemos cada día? Espíritu Santo tiene por característica
propia el ser Creador y desea vivificar
nuestra persona entera, alma y cuerpo.
Domingo XIV del Tiempo Ordinario
Cristo, nuestro descanso
Dóciles al Espíritu
Mt 11,25-30
Rom 8,9.11-13 Ante la humildad de Cristo, el cristiano
«Vosotros no estáis en la carne, sino en aprende también a ser humilde. El Hijo de
el Espíritu». San Pablo quiere inculcar- Dios no ha venido con triunfalismos, sino
nos la certeza de esta nueva vida que ha sumamente humilde y modesto, montado
sido depositada en nuestra alma por el bau- en un asno. A Jesús le gusta la humildad.
tismo. No estamos en la carne, es decir, Es el estilo de Dios. Y el cristiano no tiene
no estamos abandonados a nuestras fuer- otro camino. Dios no se da a conocer a los
zas naturales y a nuestra debilidad pecami- que se creen sabios y entendidos, a los arro-
nosa. Por tanto, no tiene sentido seguir la- gantes y autosufi-cientes, a los que creen
mentándonos y apelando a nuestra debili- saberlo todo, sino al que humildemente se
dad cuando estamos en el Espíritu, cuando pone ante Dios reconociendo su pequeñez
tenemos en nosotros la fuerza del Espíritu y su ceguera.
que nos hace capaces de una vida santa. Al que es humilde de veras, Dios le con-
«Estamos en deuda, pero no con la carne cede entrar en su intimidad y conocer los
para vivir carnalmente». misterios de su vida trinitaria, la relación
«El Espíritu de Dios habita en vosotros». entre el Padre y el Hijo en el Espíritu San-
Somos templo del Espíritu Santo. Estamos to. Esto no es sólo para algunos pocos
26 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

privilegiados, sino para todo bautizado, para ve lo que ese tal ha recibido. Y este no te-
todo el que es «sencillo» y se deja condu- ner raíces hondas hace también que cual-
cir por Dios. Pues precisamente «esta es quier dificultad acabe con todo.
la vida eterna: que te conozcan a ti, el úni- Otra causa de no dar fruto es el tener
co Dios verdadero, y al que tú has enviado, miedo a los desprecios y burlas; el que
Jesucristo» (Jn 17,3). Y conocer no es sólo busca quedar bien ante todos y ser acep-
saber con la cabeza, sino tratar con Dios tado por todos y no está dispuesto a ser
con familiaridad. ¿Mi vida como cristiano despreciado por causa de Cristo y de su
va dirigida a crecer en este trato familiar Evangelio, ese tal no puede agradar a Cris-
con el Dios que vive en mí o me quedo en to ni acoger su Palabra.
unas simples formas de comportamiento?
Y la otra causa son las preocupaciones
Cristo se nos presenta como nuestro des- y afanes de la vida y el apego a las cosas
canso. Frente a los cansancios y ago-bios de este mundo; sin un mínimo de sosie-
que nos procuramos a nosotros mismos y go para escuchar a Cristo y sin un míni-
frente a las cargas inútiles e insoportables mo de desprendimiento, de austeridad y
que ponemos en nuestros hombros, Cristo de pobreza, la palabra sembrada se aho-
es el verdadero descanso y su ley un alivio. ga y queda estéril. El que no da fruto es
El pecado cansa y agobia. El trato y la fa- el único culpable de su propia esterilidad.
miliaridad con Cristo descansan. ¿Me de- Al que no quiere escuchar porque endu-
cido a fiarme de Cristo y de su palabra? rece su corazón, Jesús no se molesta en
explicarle. Es inútil intentar aclarar al que
no es dócil, pues oye sin entender: «El
Domingo XV del Tiempo Ordinario que tenga oídos que oiga».
¿Por qué no hay fruto? Una tierra nueva
Mt 13, 1-23 Rom 8,1-23
Cristo es el sembrador que siembra su «Los sufrimientos del tiempo presente
palabra en nosotros. Y la semilla tiene fuer- no pesan lo que la gloria que un día se
za para dar fruto abundante –¡el ciento nos descubrirá». El creyente lo ve todo a
por uno! Por malo que venga el año, la la luz de la eternidad. De manera particu-
semilla da fruto..., a no ser que algo lo lar las tribulaciones y sufrimientos de esta
impida. vida, sobre todo los padecidos a causa de
Si nosotros estamos recibiendo continua- Cristo y del Evangelio. Si a nivel humano
mente la semilla de la palabra de Cristo, ¿a vale la pena el esfuerzo para conseguir algo
qué se debe que no demos fruto o que no que nos importa, ¡cuánto más el sufrimien-
demos todo lo que teníamos que dar? La to pasajero que nos reporta un caudal in-
culpa no es del sembrador –Cristo no pue- menso de gloria eterna! (2 Cor 4,17). El
de fallar al sembrar–, ni de la semilla –que secreto está en una fe firme y robusta que
tiene poder de germinar–, sino de la tierra traspasa las apariencias para quedar fija en
en que cae esa semilla. ¿Qué hay en noso- lo definitivo. «Nosotros no nos fijamos en
tros que nos impide dar fruto? Jesús mis- lo que se ve, sino en lo que no se ve; pues
mo lo explica claramente. Es, en primer lo que se ve es pasajero, pero lo que no se
lugar, el no entender la Palabra, el no pa- ve es eterno» (2 Cor 4,18).
rarnos a asimilarla, a meditarla, a orarla; la «La creación, expectante, está aguar-dan-
superficialidad hace que el Maligno se lle- do la plena manifestación de los hijos de
Ciclo A – Tiempo Ordinario 27

Dios». En su plan creador, Dios somete al «El Espíritu viene en ayuda de nuestra
hombre toda la creación –Gén 1,28–, le cons- debilidad». El Espíritu vive en nosotros y
tituye dueño y señor de ella –Sal 8– para que está pronto para actuar en nuestro favor.
a través del hombre –como criatura inteli- Pero hace falta que le invoquemos. Sin
gente y libre– la creación pueda cumplir su una invocación consciente e intensa del
finalidad de glorificar a Dios. Pero el hom- Espíritu Santo no hay verdadera oración
bre, al pecar, frustra la creación, la esclavi- cristiana, pues sólo Él nos da el verdade-
za, le impide realizar aquello para lo que ro conocimiento de Cristo y del Padre.
fue creada; por culpa del hombre el suelo Sólo Él puede levantarnos de nuestra de-
queda maldito (Gén 3,17). bilidad natural, de la oscuridad de nuestro
Por eso la creación está expectante juicio, del egoísmo de nuestros deseos,
aguardando la plena manifestación de los de lo rastrero de nuestros planes...
hijos de Dios. Sólo el hombre nuevo, re- «Su intercesión por los santos es según
dimido del pecado por Cristo, puede lo- Dios». Puesto que «nadie conoce lo ínti-
grar que la creación alcance su meta. Sólo mo de Dios sino el Espíritu de Dios» (1
el que es hijo de Dios y vive como hijo Cor 2,11), sólo su influjo en nosotros nos
sabe recibir toda la creación como don hace capaces de pedir «según Dios», se-
amoroso del Padre, la emplea según el plan gún sus planes, según su sabiduría. Y lo
de Dios y la hace volver a Él en un himno hace «con gemidos inefables», pues la
de gratitud y alabanza. En las manos del voluntad de Dios es misteriosa y a noso-
hombre nuevo comienzan los cielos nue- tros se nos escapa. Por eso, nuestra ora-
vos y la tierra nueva. Entre las manos del ción muchísimas veces consistirá en ad-
hombre nuevo la creación glorifica por herirnos a la voluntad de Dios, sea cual
fin a su Creador. sea, y en desearla, aún sin conocerla en
sus detalles particulares.
Domingo XVI del Tiempo Ordinario ¿Soy cizaña?
El maestro interior Mt 13,24-43
Rom 8,26-27 ¡En la Iglesia hay cizaña! En el campo
«Nosotros no sabemos pedir lo que nos de Cristo también brota el mal. Sin em-
conviene». No podemos presentarnos bargo, eso no es para rasgarnos las vesti-
delante de Dios a darle lecciones, a ense- duras. El amo del sembrado lo sabe, pero
ñarle lo que nos tiene que conceder. Es al quiere dejarlo. No hemos de escandalizar-
revés: no sabemos lo que realmente nos nos por los males que vemos en la Igle-
conviene y, en cambio, Dios sí lo sabe. sia. Eso no es obra de Cristo, sino del
Por tanto, no cabe otra postura que la de Maligno y de los que pertenecen al Malig-
una profunda humildad de quien no se fía no aunque parezcan pertenecer a Cristo.
de sí mismo ni de su propia inteligencia Si Cristo lo permite es para que ante el
(Prov 3,5). Es absurdo «pedir cuentas a mal reaccionemos con el bien con mu-
Dios» (Job 42,1-6). El verdadero creyente cho mayor entusiasmo. Lo que tendre-
se abandona confiadamente a Dios, a su mos que preguntarnos y examinar es si
bondad, a su poder, a su sabiduría, aun- no estaremos siendo nosotros cizaña den-
que no entienda... convencido de que no tro de la Iglesia en lugar de semilla buena
sabe lo que le conviene pero Dios sí lo que da fruto.
sabe. Porque la semilla buena tiene fuerza para
28 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

crecer y desarrollarse ilimitadamente nocemos poco, que le tratamos poco? ¿No


como el grano de mostaza o la masa que será que no oramos bastante? El que ama
fermenta. ¿Creemos de verdad en la fuer- la salud hace cualquier sacrificio por cui-
za de la Palabra de Dios y en la eficacia darla y el que ama a Cristo está dispuesto a
de la gracia de Cristo? Entonces, ¿por qué cualquier sacrificio por Él. Cristo de suyo
nuestras comunidades no tienen esta vi- es infinitamente atractivo, como para lle-
talidad que indica la parábola?, ¿por qué nar nuestro corazón y hacernos fácil toda
no crecen continuamente?, ¿acaso Cristo renuncia.
no es el mismo ayer, hoy y siempre? En- El mejor comentario a este evangelio son
tonces, ¿qué es lo que esteriliza la palabra las palabras de san Pablo: «Todo eso que
de Cristo? para mí era ganancia, lo consideré pérdida
La parábola de la cizaña nos sitúa tam- comparado con Cristo; más aún, todo lo
bién ante el juicio. Es absurdo engañar- estimo pérdida comparado con la excelen-
nos a nosotros mismos y pretender enga- cia del conocimiento de Cristo Jesús mi
ñar a los demás, porque a Dios no se le Señor. Por Él lo perdí todo, y todo lo esti-
engaña. Al final todo se pondrá en claro y mo basura con tal de ganar a Cristo» (Fil
la cizaña será arrancada y echada al fue- 3,7-8). El que de verdad ha encontrado a
go. ¡Cuántas cosas serían muy distintas Cristo está dispuesto a perderlo todo por
en nuestra vida si viviésemos y actuáse- Él, pues todo lo estima basura comparado
mos como si hubiéramos de ser juzgados con la alegría de haber encontrado el ver-
esta misma noche! dadero Tesoro.

Domingo XVII del Tiempo Ordinario Domingo XVIII


del Tiempo Ordinario
El verdadero tesoro
Mt 13,44-52 Creer en el Amor
Con el evangelio en la mano, no entien- Rom 8,35.37-39
do cómo se puede hablar de que ser cris-
tiano es difícil y costoso. Es verdad que «¿Quién podrá apartarnos del amor de
hay que dejar cosas –muchas más de las Cristo?». San Pablo lanza este grito de-
que dejamos–, es verdad que hay que safiante desde la atalaya de quien se sabe
morir al pecado que todavía reside en no- amado incondicionalmente por Cristo.
sotros, pero todo esto se hace con facili- Nuestra fe es un confianza total y absoluta
dad, porque hemos encontrado un Tesoro en el amor de Dios. «Nosotros hemos co-
que vale mucho más sin comparación. Más nocido y creído el amor que Dios nos tie-
aún, las renuncias se realizan «con alegría», ne» (1 Jn 4,16). San Pablo habla por expe-
como el hombre de la parábola, con la ale- riencia. Sabe que este amor nunca falla,
gría de haber encontrado el tesoro, es de- nunca defrauda. El amor de Cristo es la
cir, sin costar, sin esfuerzo, de buen humor única seguridad estable y definitiva aunque
y con entusiasmo. todo se hunda. Al que ha construido su vida
sobre la roca del amor de Cristo ninguna
Si todavía vemos el cristianismo como tempestad puede tamba-learle (Cfr. Mt
una carga, ¿no será que no hemos encon- 7,25).
trado aún el Tesoro? ¿No será que no nos
hemos dejado deslumbrar lo suficiente por «En todo esto vencemos fácilmente por
la Persona de Cristo? ¿No será que le co-
Ciclo A – Tiempo Ordinario 29

Aquel que nos ha amado». A veces quisié- gros. Los milagros los hace Él. Pero sí
ramos que el Señor eliminase las dificulta- nos pide una cosa: que pongamos a su
des. Sin embargo, no suele actuar así. Más disposición todo lo que tenemos; poco o
bien nos da la fuerza para vencerlas y supe- mucho, da igual, pero que sea todo lo que
rarlas apoyados en su amor. Cristo lo había tienes. Ante el hambre de pan material y
dicho bien claro: «En el mundo tendréis el hambre de la verdad de Cristo que tan-
luchas, pero tened valor: Yo he vencido al ta gente padece, ¿vas a negarle a Cristo
mundo» (Jn 16,33). Y san Pablo lo sabía por tus cinco panes y tus dos peces?
experiencia. De ahí su confianza desbor- Si los discípulos no hubieran entregado
dante y su gozo en medio de las pruebas y a Jesús lo poco que tenían alegando que
tribulaciones (2 Cor 7,4). «Esta es la vic- lo necesitaban para ellos, varios miles se
toria que vence al mundo: nuestra fe» (1 Jn hubieran quedado sin comer y, sobre todo,
5,4). se hubieran quedado sin conocer el poder
«Estoy convencido...» No se trata de una de Cristo realizando tal milagro. Si tú le
opinión, sino de una certeza absoluta. La niegas tus panes y tus peces, eres res-
certeza de estar afianzados en un amor más ponsable de que Cristo hoy no siga ali-
fuerte que el mal, más fuerte que la muer- mentando a la gente y de que muchos no
te. Un amor que nos precede y nos acom- le conozcan al no darle la posibilidad de
paña, que nunca nos abandona, que nos con- hacer milagros multiplicando tus pocos
duce con su sabiduría y su poder infinitos. panes y peces.
No queda lugar para la duda o para el te-
mor, no tienen razón de ser la cobardía ni Domingo XIX del Tiempo Ordinario
el desaliento. «Aunque camine por cañadas
oscuras, nada temo, porque tú vas conmi- Echar raíces en Dios
go» (Sal 23,4). «Si un ejército acampa con-
tra mí, mi corazón no tiembla, si me decla- Mt 14,22-33
ran la guerra me siento tranquilo» (Sal 27,3). Son numerosas las ocasiones en que los
«Sólo en Dios descansa mi alma..., sólo Él evangelistas nos repiten que Jesús se re-
es mi roca y mi salvación, mi alcázar, no tiraba a solas a orar. Un gesto vale más
vacilaré (Sal 62,2-3). que mil palabras. Con ello nos enseña tam-
bién a nosotros la necesidad que tenemos
de esa oración silenciosa, de ese estar con
Dadles vosotros de comer el Padre a solas, sabiendo que nos ama y
Mt 14,13-21 nos cuida. Sin una vida profunda de ora-
ción, nuestra existencia será como esa
También a nosotros nos dice hoy Jesús: barca zarandeada por las olas, alborotada
«Dadles vosotros de comer». Con cinco por cualquier dificultad, sin raíces, sin
panes y dos peces dio de comer a la multi- estabilidad.
tud. Pero ¿qué hubiera ocurrido si los dis-
cípulos se hubieran guardado los cinco pa- El que ora de verdad va alimentando su
nes y los dos peces? Probablemente, Jesús vida de fe, va echando raíces en Dios. La
no hubiera hecho el milagro y la multitud oración le da ojos para conocer a Jesús y
se hubiera quedado sin comer. descubrirle en todo, incluso en medio de
las dificultades, del sufrimiento y de las
Lo mismo que a los discípulos, ni a ti ni pruebas: «Verdaderamente eres Hijo de
a mí nos pide Jesús que solucionemos to- Dios». La falta de oración, en cambio,
dos los problemas ni que hagamos mila-
30 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

hace que se sienta a Jesús como un «fan- Y, finalmente, impresiona el amor a su


tasma», como algo irreal; el que no ora es hija. Conoce la necesidad de su hija –«mi
un hombre de poca fe, duda y hasta aca- hija tiene un demonio muy malo»– y está
ba perdiendo la fe. dispuesta a no marcharse hasta que con-
El que trata de manera íntima y familiar siga el milagro. Insiste sin cansarse. Con-
con Dios experimenta la seguridad de sa- trasta con la postura de los discípulos que
berse acompañado, de saberse protegido le piden a Jesús que se lo conceda para
por un amor que es más fuerte que el dolor quitársela de encima y para que deje de
y que la muerte. El que no ora se siente molestar. ¿Cómo es mi amor a los de-
solo. El que ora convive con Cristo y ex- más? ¿Me importan? ¿Voy hasta el final
perimenta la fuerza de sus palabras: en la ayuda que puedo darles, incansa-
«¡Ánimo! Soy yo, no temáis». Es nece- blemente, a pesar de las dificultades? ¿O
sario volver a descubrir entre los cristia- cuando los ayudo es para conseguir que
nos la dicha de la oración. Cristo no quie- me dejen en paz?
re siervos, sino amigos que vivan en ínti-
ma familiaridad con Él. Domingo XXI del Tiempo Ordinario
El regalo más grande
Domingo XX del Tiempo Ordinario
Mt 16,13-20
Todo es gracia El evangelio de hoy tiene que hacernos
Mt 15,21-28 experimentar la maravilla de la fe. Con
frecuencia, estamos demasiado «acos-
Impresiona ante todo de esta mujer tumbrados» a creer; hemos nacido en una
cananea su profunda humildad. Pide ayu- familia cristiana y nos parece lo más na-
da a Jesús, pero reconoce que no tiene tural del mundo. Sin embargo, hemos de
ningún derecho a esta ayuda. Lo espera admirarnos del regalo de la fe, de que tam-
todo y sólo de la benevolencia y de la mi- bién nosotros podamos decir a Jesús: «Tú
sericordia de Jesús. Todo es gracia. Y eres el Hijo de Dios», pues eso no nos vie-
no hay otra manera válida de acercarnos ne de la carne ni de la sangre, sino que nos
a Dios –en la oración, en los sacramentos ha sido revelado por el Padre que está en
...– más que en la disposición del pobre que los cielos. La fe es el regalo más grande
mendiga esta gracia. No podemos exigir ni que hemos recibido; más grande incluso que
reclamar nada de Dios. «Como están los la vida, pues la vida sin fe sería absurda y
ojos de los esclavos fijos en las manos de vacía.
sus señores, así están nuestros ojos en el
Señor esperando su misericordia». Por ello hemos de agradecer al Señor el
don de la fe y hemos de sentirnos felices
Impresiona también su fe, que produce de creer. ¿Siento la dicha de ser creyente,
admiración al mismo Jesús. A pesar de las cristiano, católico? ¿O vivo mi fe como un
dificultades que Jesús le pone, con unas peso, una rutina, una costumbre? ¿Me pre-
palabras muy duras, ella sigue esperando el ocupo de cultivar mi fe y hacerla crecer,
milagro, sin desanimarse. ¿Tiene mi fe esa de formarme bien como cristiano? Lo mis-
misma vitalidad y energía? ¿Tiene esa ca- mo que la gente se equivocaba al decir
pacidad de esperar contra toda esperanza? quién era Jesús, también en nuestra mente
Las dificultades, ¿derrumban mi fe o, por hay errores, opiniones o ideas equivoca-
el contrario, la hacen crecer? das. ¿Procuro irlas desechando? Y la ale-
Ciclo A – Tiempo Ordinario 31

gría de creer ¿me lleva a dar testimonio ante la toma con decisión, la abraza y la lleva
los demás, a manifestarme como creyen- con alegría. El que se ha dejado seducir
te? ¿ O en cambio me avergüenzo de Cris- por el Señor y en su corazón lleva sem-
to? brado el amor de Dios no ve la cruz como
Pedro sigue estando presente hoy en el una maldición. La cruz nos hace ganar la
Papa, que ha recibido la autoridad de Cris- vida, no sólo la futura, sino también la
to para atar o desatar. Debe escucharle presente, en la medida en que la llevamos
como padre y pastor, seguir sus enseñan- con fe y amor.
zas. ¿Me apoyo en la firmeza de la roca Ofrenda permanente
de Pedro? ¿Estoy contento de ser hijo de
la Iglesia?
Rom 12,1-2
«Os exhorto... a presentar vuestros cuer-
Domingo XXII del Tiempo Ordinario pos como hostia viva». La vida del cristia-
Piensas como los hombres no es una ofrenda permanente de la pro-
pia existencia a Dios. «Este es vuestro
Mt 16,21-27 culto razonable». Sin esta ofrenda de la
Cuando Jesús presenta el plan del Pa- propia vida el culto sería vacío, caería-
dre sobre su propia vida –muchos pade- mos en un mero ritualismo como el que
cimientos y muerte en cruz–, Pedro se tantas veces atacan los profetas. Cristo
rebela y se pone a increpar a Jesús; se se ha ofrecido de verdad. Su ofrenda al
escandaliza de la manera como Dios ac- Padre ha sido tan real que ha quedado
túa, y se pone a decir que eso no puede sellada por el sacrificio del Calvario. Vivir
ser. ¿Acaso no es también esta nuestra la misa, participar en ella, es ofrecerse con
postura muchas veces cuando la cruz se Cristo al Padre; realmente, con toda nues-
presenta en nuestra vida? tra vida, con todo lo que somos y tene-
mos. Y hacer que esta ofrenda se man-
Pero fijémonos en la respuesta de Je- tenga durante todo el día, durante toda la
sús a Pedro: «¡Apártate de mi vista, Sata- vida.
nás!». La expresión es tremendamente
dura, pues Jesús le llama a Pedro «Sata- «No os ajustéis a este mundo». Toda
nás». Y ¿por qué? Porque piensa como nuestra vida y nuestra conducta ha de
los hombres y no como Dios. Pues bien, estar inspirada por la fe. Pero en el am-
también nosotros tenemos que aprender biente de la sociedad que nos rodea mu-
a ver la cruz –nuestras cruces de cada chos criterios y muchas conductas no es-
día: dolores, enfermedades, problemas, di- tán inspiradas en el evangelio o son posi-
ficultades...– como Dios, es decir, con los tivamente contrarias a él. Por eso no po-
ojos de la fe. De esa manera no nos rebe- demos pensar, vivir y actuar «como todo
laremos contra Dios ni contra sus planes. el mundo». El criterio que nos guía no
puede ser ni lo que dice la televisión, ni lo
Vista la cruz con ojos de fe no es terri- que la gente opina, sino siempre y sólo el
ble. Primero, porque cruz tiene todo hom- evangelio.
bre, lo quiera o no, sea cristiano o no.
Pero el cristiano la ve de manera distinta, «Transformáos por la renovación de la
la lleva con paz y serenidad. El cristiano mente para que sepáis discernir la volun-
no se «resigna» ante la cruz; al contrario, tad de Dios». Hemos de vivir en conver-
32 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

sión continua. Pero no sólo de nuestras del amor. Lo cual no significa que todo lo
obras, sino sobre todo de nuestros crite- demás no importe, sino que tenemos que
rios. No basta actuar «con buena volun- prestar atención a esta fuente de la que
tad». Si nuestra mentalidad y nuestros todo brota. Por eso san Agustín pudo pro-
criterios no son según el evangelio, cier- clamar: «Ama y haz lo que quieras». El
tamente no haremos lo que Dios quiere. que de verdad ama no hace mal a su pró-
Por eso hemos de leer mucho la Palabra jimo. El que de verdad ama hace el bien
de Dios, para impregnarnos de ella. He- siempre y a todos. El que de verdad ama,
mos de leer a los santos, que son los que supera la estricta justicia, cumple los man-
mejor han entendido y vivido el evange- damientos y los rebasa. Se trata de culti-
lio. Hemos de ayudarnos unos a otros a var las actitudes profundas del corazón,
«respirar» según los criterios evangélicos. pues «el árbol bueno da frutos buenos»
Y hemos de procurar ser coherentes al (Mt 7,17). Si uno está lleno por dentro
ponerlos en practica, sin engañarnos a de caridad, no hay que preocuparse de
nosotros mismos (St 1,22). más: se trata sencillamente de dejar que
la caridad rebose hacia fuera. Por el con-
trario, el que no ama, inútilmente se es-
Domingo XXIII forzará en cumplir los mandamientos,
del Tiempo Ordinario pues «el árbol malo da frutos malos» (Mt
Deuda de amor 7,17).

Rom 13,8-10 «Amar es cumplir la Ley entera». Por


si quedaba alguna duda, esta frase final
«A nadie le debáis nada, mas que amor». subraya que el amor no es un puro senti-
Tenemos para con los demás la «deuda» miento. El amor a Dios consiste en cum-
del amor. Cuando hemos realizado un acto plir su mandamientos (1 Jn 5,3). El amor
de caridad para con el prójimo, cuando es delicado, cuidadoso, exigente, hasta en
hemos hecho el bien a alguien, quisiéra- los más mínimos detalles. En cambio, el
mos que nos lo agradeciera, que todo el que no cumple la Ley entera tendrá que re-
mundo nos lo reconociera y que Dios mis- conocer que su amor todavía deja mucho
mo nos lo pagase. Sin embargo, somos deu- que desear.
dores de los demás. Les debemos amor. No
sólo les debemos lo que cae en el campo Te pediré cuentas
de la estricta justicia. Si Cristo nos hubiera
tratado en estricta justicia, estaríamos con- Mt 18,15-20
denados. Sin embargo, nos amó, y no en
cualquier grado, sino «hasta el extremo» (Jn El evangelio de hoy nos presenta un as-
13,1). Igualmente nosotros: cuando nos ha- pecto que en la mayoría de las comunida-
yamos entregado hasta el extremo, habre- des cristianas está sin estrenar. Jesús dice: «Si
mos de exclamar: «somos unos pobres sier- tu hermano peca, repréndelo». La lógica es
vos, hemos hecho lo que teníamos que ha- muy sencilla: si a cualquier madre le im-
cer» (Lc. 17,10). porta su hijo y le duele lo que es malo para
su hijo y le reprende porque le quiere y
«El que ama tiene cumplido el resto de desea que no tenga defectos, con mayor
la Ley». San Pablo, siguiendo al propio razón al cristiano le debe importar todo
Cristo (Mt 22,34-40), nos recuerda que hombre, sencillamente por que es su her-
toda la Ley se resume en el mandamiento
Ciclo A – Tiempo Ordinario 33

mano. ¿Me duele cuando alguien peca? arranca ante todo de la cárcel de nuestro
egocentrismo, nos despoja de la esclavi-
La lectura de Ezequiel es incluso más
tud del culto al propio yo. Debemos pre-
fuerte en esto : «Si tú no hablas poniendo
guntarnos: de hecho ¿es así en mi caso?
en guardia al malvado para que cambie de
conducta, a ti te pediré cuenta de su san- «Si vivimos, vivimos para el Señor». El
gre». Somos responsables de los herma- egocentrismo sólo se rompe en la medida
nos. Si viéramos a alguien que va a caer en que vivimos para Cristo. Si la vida vale
en un precipicio, le gritaríamos una y mil la pena vivirse es perteneciendo al Señor.
veces. Pues bien, da escalofrío la indife- Si no vivimos para nosotros mismos es
rencia con que vemos alejarse personas porque «no nos pertenecemos» (1 Cor
de Cristo y de la Iglesia y vivir en el peca- 6,19). Pertenecemos a Cristo y esta es
do y no les decimos ni palabra. «Si tu her- nuestra identidad. Pertenecer a Cristo es
mano peca, repréndelo». «Si no le pones en realidad la única manera de ser verda-
en guardia, te pediré cuenta de su san- deramente libres.
gre». ¿Me siento responsable? Recorde- «Si morimos, morimos para el Señor».
mos que fue Caín el que dijo: «¿Acaso Cristo ha venido a «liberar a los que por
soy yo guardián de mi hermano?» miedo a la muerte pasaban la vida como
Por lo demás, está claro que se trata de esclavos» (Hb 2,15). Para un cristiano la
reprender por amor y con amor. No con muerte no es motivo de temor. Cristo es
fastidio y rabia o porque a uno le moleste. también señor de la muerte, que será el
Es una necesidad del amor. El amor a los último enemigo aniquilado (1 Cor 15,26).
hermanos lleva a luchar para que no se Para un cristiano la muerte es un acto de
destruyan a sí mismos. Tenemos con ellos entrega al Señor, el acto de la entrega de-
una deuda de amor que nos impide callar, finitiva y total a Cristo. El cristiano muere
precisamente para su bien. Todo menos para Cristo.
la indiferencia. «Somos del Señor». Esta es nuestra cer-
teza, nuestra seguridad, nuestro gozo. Este
es nuestro punto de referencia. Pertenece-
mos a Cristo. Esta es nuestra identidad. El
que vive como posesión de Cristo tampo-
Domingo XXIV del Tiempo Ordinario co tiene miedo a los hombres, ni al mundo.
La pertenencia a Cristo nos libera del ser-
Somos del Señor vilismo. Es a Él a quien hemos de dar cuen-
Rom 14,7-9 tas de nuestra vida.
«Ninguno de nosotros vive para sí mis- Contradicción brutal
mo». Uno de los males más tristes de nues-
tro mundo es esa situación de egocen- Mt 18,21-36
trismo absoluto en que cada uno sólo vive
para sí mismo, sólo piensa en sí mismo, Nuestro Dios es el Dios del perdón y la
está centrado exclusivamente en sus pro- misericordia. Perdona siempre a aquel que
pios intereses. Frente a esto, san Pablo se arrepiente de verdad. Y nosotros, como
puede gritar con fuerza que entre noso- hijos suyos, nos parecemos a Él. «Sed
tros los cristianos «ninguno vive para sí misericordiosos como vuestro Padre es
mismo». Puesto a liberarnos, Cristo nos misericordioso». No puede ser de otra
34 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

manera. Por eso Jesús dice que hemos de nera que se dice de una persona que su vida
perdonar «hasta setenta veces siete», es son sus negocios o que su vida es el depor-
decir, siempre. te? ¿Realmente mi vida es Cristo?; ¿en-
cuentro en Él mi fuerza, mi alegría, mi des-
La parábola expresa la contradicción bru-
canso...? ¿Soy incapaz de vivir sin Él? ¿O,
tal en ese hombre a quien le ha sido perdo-
por el contrario, Él ocupa sólo una partecita
nada una deuda inmensa, pero que no per-
de mi vida? ¿Me acuerdo de Él con frecuen-
dona a su compañero una cantidad insigni-
cia? ¿Todos mis pensamientos, palabras y
ficante, llegando incluso a meterle en la
obras brotan de Él? ¿Los que me conocen
cárcel. Ahí estamos dibujados todos noso-
barruntan que mi vida es Cristo?
tros cada vez que nos negamos a perdonar.
En el fondo, las dificultades para perdonar «Deseo partir para estar con Cristo, que
a los demás vienen de no ser conscientes es con mucho lo mejor». Así han encara-
de lo que se nos ha dado y de lo que se nos do todos los santos la muerte, deseándo-
ha perdonado. El que sabe que le ha sido la. No porque deseasen morir, sino por-
perdonada la vida es más propenso a per- que deseaban estar con Cristo, para lo
donar a los demás. cual es necesario pasar por la muerte.
Para el verdadero creyente la muerte no
El perdón de Dios es gratuito: basta que es algo temido, sino algo deseado, por-
uno se arrepienta de verdad. También el que «es una ganancia el morir». Aunque
nuestro ha de ser gratuito. Pero prestemos no sepamos con detalle cómo será la vida
atención a la parábola: ¿con qué derecho eterna, sí tenemos una certeza: «Estare-
puede acercarse a solicitar el perdón de mos siempre con el Señor» (1 Tes 4,17),
Dios quien no está dispuesto a perdonar a con aquel que ya ahora es nuestra vida y
su hermano? El que no quiere perdonar al lo será plenamente por toda la eternidad.
hermano ha dejado de vivir como hijo; el
que no está dispuesto a perdonar al otro está «Cristo será glorificado en mi cuerpo,
cerrado y es incapaz de recibir el perdón sea por mi vida o por mi muerte». Otro
de Dios. precioso rasgo del alma del apóstol. Aquí
se ve que su deseo de morir no es una eva-
sión egoísta ni una huída de este mundo.
Domingo XXV del Tiempo Ordinario Está dispuesto a quedarse todo el tiempo
que haga falta si el Señor quiere servirse
La vida es Cristo de él para bien de los fieles. Completamen-
Fil 1,20.24-27 te olvidado de sí mismo, Pablo sólo desea
Seguimos de la mano de san Pablo. De- una cosa: que Cristo sea glorificado. Ar-
jada la carta a los Romanos, la liturgia nos diendo de amor a Cristo y a los cristianos,
presentará durante varios domingos textos le da igual luchar y sufrir que ir a descan-
de la carta a los Filipenses. sar y a gozar de Cristo; sólo desea servir al
Señor y a los hermanos.
«Para mí la vida es Cristo». Hermosa con-
fidencia de san Pablo, que saca a la luz el Otra lógica
secreto de su existencia. Su vida es Cristo, Mt 20,1-16
de tal manera que sin Él la vida ya no es
vida, y más parece muerte que vida. ¿Puedo Lo primero que subraya el evangelio de
decir yo lo mismo? ¿Puedo decir de ver- hoy es que Dios rompe nuestros esquemas.
dad que mi vida es Cristo, de la misma ma- Con cuánta frecuencia queremos meter a
Ciclo A – Tiempo Ordinario 35

Dios en nuestra lógica, pero la «lógica» de el bautismo hemos sido «injertados» en


Dios es distinta. Como dice Isaías: «Mis Cristo, hemos sido hechos «una misma
planes no son vuestros planes, vuestros ca- cosa» con Él (Rom 6,5) y tenemos en no-
minos no son mis caminos». Hace falta sotros la misma vida de Cristo. Por tanto,
mucha humildad para intentar sintonizar con ya no se trata de imitar o copiar a Cristo
Dios en lugar de pretender que Dios sinto- por fuera, sino de dejar que esa vida que
nice con nuestra mente tan estrecha. El llevamos dentro aflore a toda nuestra con-
Reino de Dios trastoca muchos valores de ducta, de modo que nuestros pensamientos
los hombres: los que los hombres consi- y deseos, sentimientos, palabras y accio-
deran primeros serán últimos y los que los nes, sean los de Cristo. Se trata de que en
hombres consideran últimos serán prime- nosotros llegue a cumplirse con toda ver-
ros. Sin duda, en el cielo nos llevaremos dad lo que san Pablo dice de sí mismo:
muchas sorpresas. «Vivo, pero ya no soy yo, es Cristo quien
Además, Jesús nos enseña la gratuidad: vive en mí» (Gál 2,20).
Dios nos lo ha dado todo gratuitamente. «Se despojó de su rango y tomó la con-
¿Qué tenemos que no hayamos recibido? dición de esclavo». Está claro que para
Pretendemos –como los jornaleros de la vivir las actitudes de Cristo hace falta so-
parábola– negociar con Dios, con una bre todo mirarle a Él. Para un cristiano el
mentalidad de justicia que no es la del punto de referencia continuo es Cristo;
Reino, sino la de este mundo. El que ha no el ambiente, ni las modas, ni los líde-
sido llamado antes ha de sentirse dichoso res humanos, sino Cristo; siempre Cristo
por ello y el que ha trabajado más debe y, en la medida en que corresponde, los
dar más gracias, porque el trabajar por que siguen e imitan de cerca a Cristo. Por
Dios y su Reino es ya una gracia inmen- eso, hay que mirar mucho a Cristo en la
sa: es Dios mismo el que nos concede oración, en la lectura de la Biblia, en los
poder trabajar. santos... para aprender de Él.
Nos avisa el evangelio que no hemos de Para aprender sobre todo estas actitu-
mirar lo que trabajan los demás o lo que des fundamentales de obediencia, humil-
reciben, sino trabajar con todo entusias- dad y abajamiento. Por la desobediencia,
mo lo que se nos confía en la viña. No soberbia y orgullo de Adán nos vinieron
trabajamos para nosotros, sino para el todos los males; por la obediencia y hu-
Señor y para su Reino. La paga será la millación de Cristo, todos los bienes (Rom
gloria, una felicidad inmensa y eterna, to- 5,19). ¿De qué lado nos ponemos? Pode-
talmente desproporcionada y sobreabun- mos seguir propagando males en la Igle-
dante. sia y en el mundo. O podemos prolongar
la acción redentora y salvífica de Cristo:
la condición es que nos revistamos de los
Domingo XXVI del Tiempo Ordinario sentimientos de Cristo, despojándonos,
Se humilló tomando actitud de esclavo, humillándo-
nos, obedeciendo hasta la muerte...
Fil 2,1-11
El peligro de creerse bueno
«Tened entre vosotros los sentimientos
propios de una vida en Cristo Jesús». San Mt 21,28-32
Pablo va siempre a la raíz de las cosas. No Como tantas veces, también hoy Jesús
se trata de imitar a Cristo «por fuera». Por arremete contra los fariseos, contra ese
36 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

fariseo que hay dentro de cada uno de no- produce –como consecuencia del pecado–
sotros, para quienes se proclama el evan- un distanciamiento y una imposibilidad de
gelio: «Los publicanos y las prostitutas os diálogo con Dios (Gén 3,23-24). Por el
llevan la delantera en el camino del Reino contrario, en la medida en que somos arran-
de Dios». cados del dominio del pecado, surge de
Los fariseos no se convirtieron ante la nuevo la posibilidad y el deseo del diálogo
predicación de Jesús porque se creían con Dios en la oración. Una oración de
buenos, porque «cumplían» con la Ley; súplica y petición, porque somos criaturas
por eso no necesitaban de Jesucristo. indigentes y necesitadas. Una oración de
También es ese nuestro peligro: creernos acción de gracias, porque «todo don per-
buenos, sentirnos satisfechos de nosotros fecto viene de arriba» (St 1,17). Una ora-
mismos, cuando la realidad es que esta- ción «en toda ocasión», pues no debe re-
mos muy lejos de ser lo que Dios quiere ducirse a algunos tiempos y lugares, sino
que seamos. Hemos de huir como de la que el diálogo con Dios tiende a impreg-
peste de pensar que ya hemos hecho bas- narlo todo.
tante. El amor de Dios y de los hermanos «Todo lo que es verdadero, noble, justo,
no conoce límites y el que ha entrado por puro, amable... tenedlo en cuenta». El cris-
los caminos del Reino reconoce que tiene tiano no es alguien retraído frente a los
un horizonte inmenso por recorrer, tan valores que descubre en el mundo. Por el
amplio como la inmensidad de Dios. contrario, si alguien sabe apreciarlos de
Lo que Jesús alaba en los publicanos y verdad es él, pues reconoce que todo lo
prostitutas no es su pecado, sino que han bueno, todo lo verdadero, todo lo bello,
sabido reconocer su pecado y cambiar todo lo realmente valioso, procede del
para entregarse del todo a Dios. En cam- Creador. Es cierto que no debe ser inge-
bio, el fariseo al creerse bueno, se queda nuo, sino practicar un sano discernimien-
encerrado en su mezquindad sin recibir a to: «Examinadlo todo y quedáos con lo
Cristo. Todos tenemos el peligro de que- bueno» (1 Tes 5,21). Pero tampoco debe
darnos en las buenas palabras –como el se- cerrarse por principio, despreciando la
gundo hijo de la parábola–, sin entregarnos creación buena de Dios. Debe «tener en
en realidad al amor del Padre y a su volun- cuenta» todo lo bueno para juzgar con sa-
tad y rechazando en el fondo a Cristo. biduría sobrenatural y elegir lo que es vo-
luntad de Dios.
«Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis
Domingo XXVII y visteis en mí, ponedlo por obra». A pri-
del Tiempo Ordinario mera vista parecería arrogante esta indica-
Imitadores de Cristo ción de san Pablo. Sin embargo, él es per-
fecto maestro y perfecto modelo, porque
Fil 4,6-9
es perfecto discípulo y perfecto aprendiz:
«En toda ocasión, en la oración y súplica «Sed imitadores míos como yo lo soy de
con acción de gracias, vuestras peticiones Cristo» (1 Cor 11,1). Su autoridad le viene
sean presentadas a Dios». El pecado rom- de su sumisión a Cristo.
pe la relación y el diálogo familiar con
Dios. Adán y Eva, creados para este trato y
para esta intimidad con Dios, huyen de Él
cuando han pecado (Gén 3,8); más aún, se
Ciclo A – Tiempo Ordinario 37

¿Qué más pude hacer por ti? Domingo XXVIII


Mt 21,33-42
del Tiempo Ordinario
El acento de la parábola –sobre todo a la Dar con generosidad
luz de la canción de la viña que leemos en Fil 4,12-14.19-20
la primera lectura– está puesto en el amor
de Dios por su viña: la cavó, le quitó las «Todo lo puedo en Aquel que me confor-
piedras, la planta de cepa exquisita, la ro- ta». Admirable grito de confianza de Pablo.
deo de una cerca... Todas ellas son expre- Y tanto más admirable en cuanto que no tie-
siones que indican el cuidado delicado y ne nada de ingenuidad infantil. El contexto
amoroso que Dios ha tenido para con su nos lo dice: es una confianza en medio de
pueblo y para con cada uno de nosotros. la pobreza, del hambre y de la privación.
Para darnos cuenta de ello hace falta parar- Porque es ahí sobre todo donde se mani-
nos a contemplar la historia de la salvación fiesta la confianza. Mientras todo va bien y
entera y la historia de la vida de cada uno: hay abundancia de medios y de ayudas, es
cómo Dios se ha volcado incluso con mimo fácil confiar en Dios. La confianza se prue-
de manera sobreabun-dante. De ahí el grito ba sobre todo en medio de las dificultades,
dolido del corazón de Dios: «¿Qué más de las carencias y de todo tipo de proble-
pude hacer por mi viña que no haya hecho?» mas. Es entonces, cuando no hay ningún
otro apoyo o agarradero, cuando se puede
Ante tanto cuidado y tanto amor se en- decir con plena verdad: «Todo lo puedo en
tiende mejor la gravedad de esa falta de Aquel que me conforta», «sé de quién me
respuesta. Dios ha «arrendado» la viña, he fiado» (2 Tim 1,12).
la ha puesto en nuestras manos haciendo
alianza con nosotros. Y he aquí lo absur- «En todo caso, hicísteis bien en compar-
do del pecado: esa viña tan cuidada por tir mi tribulación». San Pablo agradece los
parte de Dios no da el fruto que le corres- donativos recibidos. Pero no tanto por el
pondía. favor que le hacen a él –que ha aprendido a
Pero lo peor, lo que es realmente mons- vivir en pobreza y está preparado para todo–
truoso, es que los viñadores se toman la viña , sino por el favor que se hacen a sí mis-
por suya, despreciando al dueño. Esto es lo mos. En efecto dice en el versículo 17: «No
que ocurre en todo pecado: en vez de vivir es que yo busque el don; lo que busco es
como hijo, recibiendo todo de Dios, en que los intereses se acumulen en vuestra
dependencia de Él, el que peca se siente cuenta». San Pablo no instrumentaliza a
dueño, disponiendo de los dones de Dios a nadie. En su caridad y desinterés, se alegra,
su antojo, hasta el punto de ponerse a sí más que por la ayuda recibida, porque des-
mismo en lugar de Dios. He aquí la atroci- cubre el amor y la generosidad que hay en
dad de todo pecado. Por eso también a no- el corazón de los filipenses. Efectivamen-
sotros se dirige la amenaza de Jesús de qui- te, el dar a los demás es una inmensa gracia
tarnos la viña y entregarla a otros que den que Dios concede (2 Cor 8,1-5).
fruto. «Mi Dios proveerá a todas vuestras ne-
cesidades con magnificencia». Desde lue-
go que Dios no es tacaño. El que hace el
bien y da a los demás es porque confía en
Dios. Y Dios no permitirá que falte lo ne-
cesario al que da con generosidad y con-
38 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

fianza, pues proveerá a sus necesidades ma- tanás.


teriales y aumentará en él los frutos espiri-
tuales de una vida santa (2 Cor 9,8-10); por
el contrario, «el que siembra tacañamente, Domingo XXIX
tacañamente cosechará» (2 Cor 9,6). del Tiempo Ordinario
La gravedad de la repulsa El milagro de la Gracia
Mt 22, 1-14 1Tes 1,1-5
La parábola de hoy –lo mismo que las de Después de la carta a los filipenses, la
los dos domingos anteriores– subraya la Iglesia nos presenta durante los próximos
gravedad de la repulsa de Jesús. Más aún domingos la primera carta a los tesalo-
que en la parábola de los viñadores homi- nicenses, que es el primer escrito de san
cidas, se subraya la ternura de Dios. Él es Pablo y de todo el Nuevo Testamento.
el Rey que invita a los hombres a las bodas Asistimos en ella a los primeros pasos de
de su Hijo. Jesús aparece como el Esposo la comunidad cristiana de Tesalónica.
que va a desposarse con la humanidad y todo «Siempre damos gracias a Dios por to-
hombre –se llama a todos los que se en- dos vosotros y os tenemos presentes en
cuentren en los cruces de los caminos– es nuestras oraciones». Como en las demás
invitado a este festín nupcial, a esta intimi- cartas, la oración empapa las palabras de
dad gozosa. san Pablo. Ha asistido al milagro de la gra-
Las fuertes expresiones de la parábola – cia que supone la conversión de un buen
el rey que monta en cólera, manda sus tro- número de paganos. La Iglesia ha echa-
pas y destruye la ciudad– indican las tre- do raíces en Tesalónica. Más aún, se man-
mendas consecuencias del rechazo de Cris- tienen fieles en medio de dificultades y
to. Nosotros, que somos tan sensibles a las persecuciones. Y el alma de Pablo des-
relaciones sociales humanas, ¿nos damos borda de gratitud a Dios. Sabe que es un
cuenta de verdad de lo que significa recha- milagro de la gracia. Pero un milagro que
zar las invitaciones de Dios? El hecho de ha de mantenerse cada día. Y por eso sigue
que a Dios no le veamos con los ojos o de pidiendo, en la certeza de que Dios quiere
que Él no «proteste» cuando le decimos continuar el milagro de la gracia. ¿Cómo
«no», no quiere decir que el rechazo de sus no vivir nosotros la misma admiración y la
invitaciones no sea un desprecio bochor- misma gratitud por la acción de Dios?
noso. Las excusas –el campo, los nego- ¿Cómo no implorar cada día humilde y con-
cios...– no son más que excusas y en reali- fiadamente, el milagro de la gracia, la úni-
dad significan no querer responder. ca que puede mover y cambiar los corazo-
También puede parecernos dura la última nes?
parte de la parábola –el invitado que es arro- «Recordamos sin cesar la actividad de
jado fuera porque no lleva vestido de bo- vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y
das–. Dios invita a todos, no hace distin- el aguante de vuestra esperanza». Motivo
ciones, la entrada en la Iglesia es gratuita, especial de gratitud es que el don de Dios
pero no hemos de olvidar que se trata de la no ha quedado vacío. La fe recibida por los
Iglesia del Rey. El vestido de bodas, es de- tesalonicenses se ha traducido en obras, su
cir, una vida según el evangelio, es necesa- amor se ha prolongado en entrega esfor-
rio. La gracia es exigente. Con Dios no se zada por el Señor y por los hermanos, su
juega y no podemos juntar a Cristo y a Sa- esperanza se ha manifestado en la tenaci-
Ciclo A – Tiempo Ordinario 39

dad y el aguante. ¿Y en nosotros? trumento de Dios, pero si desobedece a


«Cuando se proclamó el evangelio entre Dios y pretende ponerse en el lugar de
vosotros no hubo sólo palabras, sino ade- Dios, entonces hay que obedecer a Dios
más fuerza del Espíritu Santo y convicción antes que a los hombres.
profunda». Aquí está el secreto: no son las
simples palabras las que convierten, por Domingo XXX del Tiempo Ordinario
bien dichas que estén, sino la acción po-
tente del Espíritu Santo en el interior de Entusiasmados por Cristo
cada hombre. Y esta acción ha de ser supli-
1Tes 1,5-10
cada en la oración y testimoniada con fuer-
za mediante la convicción y el entusiasmo. El texto de la segunda lectura de hoy es
continuación del proclamado el domingo
A Dios lo que es de Dios pasado.
Mt 22, 15-21 «Acogisteis la Palabra entre tanta lucha
Este episodio del evangelio nos pone de con la alegría del Espíritu Santo». He aquí
relieve en primer lugar la admirable sabi- el milagro de la gracia que subrayábamos
duría de Jesús. Como en otras ocasio- el día anterior. La fuerza del Espíritu San-
nes, intentan meterle en un callejón sin to se manifestó en que acogieron la Pala-
salida: o dice que hay que pagar y enton- bra llenos de alegría a pesar de las con-
ces se gana la antipatía de los judíos que tradicciones y persecuciones. Algo huma-
no podían soportar la opresión de los ro- namente inexplicable y que testimonia la
manos; o dice que no hay que pagar y acción de Dios: sin ventajas humanas, dis-
entonces se gana las iras de los romanos puestos a perderlo todo, aceptan a Cristo
que le verán como un revolucionario. Pero sin condiciones. Y es que nuestra fe no es
Jesús sale de este dilema remontándose a firme mientras no ha sido probada, mien-
un nivel superior. tras no hemos sufrido por Cristo y por el
evangelio (cfr. Mt 13,20-21).
No sólo escapa de la trampa, sino que
además les hace ver a sus interlocutores «Así llegasteis a ser un modelo para to-
su mala voluntad. «Dad al César lo que es dos los creyentes...» Una comunidad no
del César y a Dios lo que es de Dios»; la es ejemplo por lo que dice, ni siquiera por
moneda lleva la imagen del emperador y lo que hace, sino por lo que es y por lo
por eso le pertenece a él; pues bien, el que vive. La conversión de los tesaloni-
hombre es imagen de Dios y por eso le censes –todavía unos pocos centenares
pertenece a Dios, que es su Creador, su cuando escribe san Pablo– ha sido tan sig-
Dueño y Señor. Es como decir: vosotros nificativa que ha hecho que el evangelio
pertenecéis a Dios; obedecedle, someteos se extienda por los alrededores: «Vuestra
a Él y a su voluntad. fe en Dios había corrido de boca en boca,
de modo que nosotros no teníamos nece-
Este evangelio no lleva a posturas revo-
sidad de explicar nada». Es el milagro de
lucionarias. Jesús afirma claramente:
la gracia, no el esfuerzo o los medios hu-
«Dad al César lo que es del César», pues
manos. Un puñado de hombres transfor-
toda autoridad humana viene de Dios.
mados por Cristo, entusiasmados y locos
Pero a la vez relativiza los poderes huma-
por Él, gozosos de sufrir por Él: ese es el
nos: «Dad a Dios lo que es de Dios». Si la
signo necesario para que el evangelio
autoridad humana obedece a Dios es ins-
prenda en muchos corazones y se propa-
40 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

gue por todas partes. El evangelio es una su voluntad en cada instante.


vida y sólo se difunde viviéndolo. Y el segundo es «semejante» a este. El
«Abandonando los ídolos, os volvisteis punto de referencia es «como a mí mis-
a Dios...» Los últimos versículos resu- mo» ¿Cómo me amo a mí mismo? Por
men el milagro realizado en esta comuni- des-gracia, el contraste entre las atencio-
dad: Dar la espalda a los ídolos y volverse nes para con el prójimo y para con uno
a Dios para dedicarse a servirle. La vida mismo suele ser brutal. Porque amar al
de unos cristianos que viven entregados prójimo no es sólo no hacerle mal, sino
al Señor, con gozo y sin complejos, es hacerle todo el bien posible, como el buen
atrayente y contagiosa frente a un mundo samaritano (Lc 10,29-37). Y amar al pró-
que apenas ofrece valores que valgan la jimo como a uno mismo es todavía un
pena. Servir a Dios... y «vivir aguardan- mandamiento del Antiguo Testamento
do la vuelta de su Hijo Jesús»: también la (Lev 19,18); Cristo va más allá: «Amaos
«dichosa esperanza» del encuentro pleno unos a otros como yo os he amado» (Jn
con Cristo es en el fondo atractiva para 13,34), es decir, «hasta el extremo» (Jn
un mundo que no espera nada. 13,1).
Amar con totalidad
Domingo XXXI
Mt 22, 34-40
del Tiempo Ordinario
Hermosa ocasión para ver si realmente
estamos en el buen camino. Porque este Recibir y dar la Palabra
doble mandamiento es el principal: no sólo 1Tes 2,7-9.13
el más importante, sino el que está en la
base de todo lo demás. El que lo cumple, «Al recibir la Palabra de Dios que os
también cumple –o acaba cumpliendo– el predicamos la acogisteis no como pala-
resto, pues todo brota del amor a Dios y bra de hombre...» El que acoge la Pala-
del amor al prójimo como de su fuente bra de Dios con fe es transformado por ella.
(Rom 13,8-10). Pero el que no vive esto, Pues esta Palabra «permanece operante»,
no ha hecho nada, aunque sea perfectamen- es enérgica y activa, es «viva y eficaz» (Hb
te cumplidor de los detalles –es el drama 4,12). Pero sólo si se recibe con fe. La ra-
de los fariseos, «sepulcros blanqueados»– zón del poco fruto que esta palabra –tantas
. veces escuchada– produce de hecho es la
falta de fe, que se refleja en falta de inte-
El amor a Dios está marcado por la tota- rés, en rutina, en falta de docilidad, en que-
lidad. Siendo Dios el Único y el Absoluto, darse en los hombres, en no recibirla con
no se le puede amar más que con toda la actitud de conversión, con auténtico deseo
persona. El hombre entero, con todas sus de dejarse cambiar por ella... Si la predica-
capacidades, con todo su tiempo, con to- ción del evangelio produjo tales maravillas
dos sus bienes... ha de emplearse en este entre los tesalonicenses, ¿por qué no pue-
amor a Dios. No se trata de darle a Dios de producirlas en nosotros? Basta que la
algo de lo nuestro de vez en cuando. Como recibamos con las mismas disposiciones
todo es suyo, hay que darle todo y siempre. que ellos.
Pero ¡atención! El amor a Dios no es un
simple sentimiento: «En esto consiste el «Os teníamos tanto cariño que deseába-
amor a Dios, en que guardemos sus manda- mos entregaros no sólo el evangelio de
mientos» (1 Jn 5,3). Amar a Dios es hacer Dios, sino hasta nuestras propias personas».
Ciclo A – Tiempo Ordinario 41

Además de acoger la Palabra de Dios esta- hombres! Incluso las mejores obras pue-
mos llamados también –todos– a transmi- den quedar totalmente contaminadas por
tirla a otros. Este es el mayor acto de cari- este deseo egoísta que lo estropea todo.
dad que podemos realizar pues lo más gran- Por eso san Pablo exclamará: «Si todavía
de que podemos dar es el evangelio de Je- tratara de agradar a los hombres, ya no
sucristo, la Buena Noticia de que todo hom- sería siervo de Cristo» (Gal 1,10). El cris-
bre es infinitamente amado por Dios y de tiano solo busca «agradar a Dios» (1 Tes
que este amor lo ha manifestado entregan- 4,1) en toda su conducta; le basta saber
do a su Hijo por él y por la salvación del que «el Padre que ve lo secreto le recom-
mundo entero (Jn 3,16). pensará» (Mt 6,4).
Pero es preciso subrayar que esta increí- Y, finalmente, Jesús les echa en cara
ble noticia del amor personal de Dios a cada que buscan los honores humanos, las re-
uno, sólo puede ser hecha creíble si el que verencias de los hombres, la gloria mun-
transmite el evangelio está lleno de amor dana. También a nosotros fácilmente se
hacia aquel a quien se lo transmite. El evan- nos cuela esa búsqueda de gloria que en
gelio no se comunica a base de argumen- realidad es sólo vanagloria, es decir, glo-
tos. Para que cada hombre pueda entender ria vana, vacía. Los honores que los hom-
que «Cristo me amó y se entregó por mí» bres consideran valiosos el cristiano los
(Gal 2,20), es necesario que el que le ha- estima como basura (Fil 3,8), pues espe-
ble de Cristo le ame de tal modo que esté ra la verdadera gloria, la que viene de Dios,
dispuesto a dar la vida por él. Y con un amor «que nos ha llamada a su Reino y gloria»
concreto y personal, lleno de ternura y de- (1 Tes 2,12). En cambio, buscar la gloria
licadeza, «como una madre cuida de sus que viene de los hombres es un grave es-
hijos»; un amor que a san Pablo le llevó a torbo para la fe (Jn 6,44).
«esfuerzos y fatigas», incluso a trabajar
«día y noche para no ser gravoso a nadie»...
Domingo XXXII
Vivir en la mentira del Tiempo Ordinario
Mt 23, 1-12
Morir en el Señor
Las palabras de Jesús nos dan pie para
examinar qué hay de fariseo dentro de 1Tes 4,12-17
nosotros mismos. En primer lugar, el Se- «No os aflijáis como los hombres sin
ñor condena a los fariseos porque «no esperanza». Hay un dolor por la muerte
hacen lo que dicen». También nosotros de los seres queridos que es natural y to-
podemos caer en el engaño de hablar muy talmente normal. Pero hay una tristeza que
bien, de tener muy buenas palabras, pero no tiene nada de cristiana y que sólo re-
no buscar y desear vivir aquello que deci- fleja una falta de fe y de esperanza. El
mos. Sin embargo, sólo agrada a Dios «el verdadero cristiano puede sentir pena en
que hace la voluntad del Padre celestial», su sensibilidad, pero en el fondo de su
pues sólo ese tal «entrará en el Reino de alma está lleno de confianza, porque Cristo
los cielos» (Mt 7,21). ha resucitado y los muertos resucitarán
En segundo lugar, Jesús les reprocha (1 Cor 15,20-21). Más aún, puede sentir
que «todo lo que hacen es para que los una profunda alegría, porque sabe que el
vea la gente». ¡Qué demoledor es este «muerto» no está en realidad muerto, sino
deseo de quedar bien a los ojos de los «dormido» (Lc 8,52), esperando ser des-
42 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

pertado por Cristo, y que mientras tanto ya El título de Esposo, que se aplica a
«está con el Señor», gozando de su presen- Yahveh en el Antiguo Testamento (por
cia, de su vida y de su felicidad. ejemplo Os 2,18), Jesús lo toma para sí
«A los que han muerto en Jesús, Dios los (por ejemplo Mt 9,15; Jn 3,29). Sin en-
llevará con Él». En esto se juega todo: en trar en mayores explicaciones, este título
«morir en Jesús». La verdadera tristeza no subraya sobre todo la relación de profunda
consiste en el hecho de morir, sino en mo- intimidad que Cristo establece con la Igle-
rir fuera de Jesús, porque esa sí que es ver- sia, su Esposa, y en ella con cada hom-
dadera muerte, la «muerte segunda» (Ap bre.
20,6), la muerte definitiva en los horrores El cristiano –según esta parábola– es el
del infierno por toda la eternidad. En cam- que está esperando a Cristo Esposo con
bio, el que muere en Jesús no puede per- un gran deseo que brota del amor. Por
derse, pues Jesús no abandona a los suyos, tanto, es una espera amorosa. Y no es
sino que como Buen Pastor los conduce a una espera de estar con los brazos cru-
«verdes praderas» para hacerlos descansar zados: el que espera de verdad prepara la
(Sal 23,2). El que muere en Jesús no pier- lámpara, sale al encuentro... Precisamente,
de ni siquiera su cuerpo. El que no muere la parábola pone el acento en esta aten-
en Jesús lo pierde todo, «se pierde a sí mis- ción vigilante a Cristo que viene, para es-
mo» (Lc 9,25). tar preparado, con vestido de bodas (Mt
«Y así estaremos siempre con el Señor». 22,11-14). Lejos de temer esta venida, el
Eso es el cielo: no un lugar, sino una per- cristiano la desea, como la esposa desea
sona. Es estar por toda la eternidad en la vuelta del marido que marchó de viaje.
compañía de Aquel «que nos ama y nos ha El cristiano no se entristece por la muerte
lavado con su sangre de nuestros pecados» «como los hombres sin esperanza» (1 Tes
(Ap 1,5), «que nos ha amado y nos ha dado 4,13). La muerte es sólo un «dormir» y el
gratuitamente una consolación eterna y una cristiano tiene la certeza de que será des-
esperanza dichosa» (2 Tes 2,16). Empeza- pertado y experimentará la dicha de «estar
remos a entender –y a desear– el cielo en siempre con el Señor» (1 Tes 4,17). Por
la medida en que ya en este mundo vaya- eso, en lugar de vivir de espaldas a la muer-
mos conociendo y tratando a Cristo, en la te, el verdadero creyente vive «aguardando
medida en que vayamos calando «la anchu- la vuelta de Jesús desde el cielo» (1Tes
ra y la longitud, la altura y la profundidad» 1,10).
del «amor de Cristo, que excede a todo co-
nocimiento» (Ef 3,18-19).

Esperando al Esposo Domingo XXXIII


del Tiempo Ordinario
Mt 25,1-13
En estas últimas semanas del año litúrgi- Vivir en la Luz
co la Iglesia quiere fijar nuestra mirada en 1Tes 5,1-6
la venida de Cristo al final de los tiempos.
En esta venida aparecerá como Rey y como «Sabéis perfectamente que el Día del Se-
Juez (evangelio de los dos próximos do- ñor llegará como un ladrón en la noche».
mingos); pero hoy se nos presenta como Si el Señor nos avisa que en cualquier mo-
venida del Esposo. mento puede venir a buscarnos, cuando de
Ciclo A – Tiempo Ordinario 43

hecho venga no podemos decir que nos Mt 25,14-30


coge por sorpresa. En realidad no existe Si ya la parábola de las diez vírgenes su-
muerte repentina o inesperada. Si realmente brayaba la necesidad de estar preparados
«vivimos aguardando la vuelta de su Hijo para el encuentro con el Señor, con las lám-
Jesús desde el cielo» (1 Tes 1,10), ese Día para a punto, la parábola de los talentos
no nos sorprende «como un ladrón». Al acentúa el hecho de que a su vuelta el Se-
contrario, le recibiremos como recibi- ñor «ajustará cuentas» con cada uno de sus
mos a alguien largamente esperado y siervos.
amorosamente deseado.
Lo que menos importa en la parábola es
«Así pues, no durmamos..., sino estemos que uno haya recibido más o menos ta-
vigilantes y vivamos sobriamente». Es la lentos: Dios da a cada uno según quiere y
postura de una sana vigilancia, tantas veces al fin y al cabo todo lo que tenemos es
recomendada por el Nuevo Testamento y recibido de Él (1 Cor 4,7). De lo que se
tan practicada por los cristianos de todas trata es de que hagamos fructificar los
las épocas. Los santos, por ejemplo, han talentos recibidos, pues de eso hemos de
meditado con mucha frecuencia en la muer- dar cuentas a Dios. Lo que en todo caso
te. No se trata de una postura macabra, sino es rechazable es el limitarse a guardar el
profundamente realista. En efecto, el que talento. El que esconde su talento en tie-
sabe que su vida es como hierba «que flo- rra es condenado porque no ha produci-
rece y se renueva por la mañana, y por la do el fruto que tenía que producir. El que
tarde la siegan y se seca» (Sal 89,6), y que se limita a no hacer mal, en realidad está
ha de rendir cuentas a Dios por lo que rea- haciendo mal, pues no realiza el bien que
lice en este mundo (2 Cor 5,10), ese es ver- tenía que realizar.
daderamente sensato, se da cuenta, es cons-
ciente del momento que vive (1 Cor 7,29). Es posible que en otras épocas se haya
En cambio, el que se olvida de la muerte y insistido desproporcionadamente o desen-
vive de espaldas a ella es absolutamente in- focadamente en el juicio de Dios; en la
sensato: «cuando están diciendo: Paz y se- nuestra me parece que lo tenemos dema-
guridad´, entonces, de improviso, les so- siado olvidado. El Dios Juez no se con-
brevendrá la ruina... y no podrán escapar». trapone al Dios Amor: son dos aspectos
del misterio de Dios que debemos acep-
«Pero vosotros, hermanos... sois hijos de tar como es, sin reducirlo a nuestros es-
la luz e hijos del día». Ahí está el secreto y quemas seleccionando los textos evangé-
la forma de esta vigilancia. No se trata de licos a nuestro capricho. Dios no es un
estar esperando con miedo, como quien se Dios bonachón que pasa de todo; Dios
teme algo horrible. Se trata de vivir en luz, toma en serio al hombre y por eso le pide
es decir, unido al Señor, en su presencia, cuentas de su vida. Somos responsables
sometido a su influjo, en la obediencia a su ante Dios de todo lo que hagamos y diga-
voluntad. El que así vive en la luz pasará con mos y de todo lo que dejemos de hacer y
gozo y sin sobresalto a la luz en plenitud. de decir. No se trata de tener miedo a Dios,
Sólo el que vive en tinieblas es sorprendi- pero sí de «trabajar con temor y temblor
do, denunciado y desbaratado completa- por nuestra salvación» (Fil 2,12). El pen-
mente por la luz. sar en el juicio de Dios da seriedad a nues-
tra vida.
Ajustar cuentas con Dios
44 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Jesucristo Rey del universo pecto de esta realeza de Cristo: Si ahora


ejercita su señorío salvando, al final lo ejer-
Rey, pastor y juez citará juzgando. Y juzgando acerca de la
Ez 34,11-12.15-17; 1Cor 14,20-26a.28; caridad. Por tanto, si no queremos al final
Mt 25, 31-46 ser rechazados «al castigo eterno», es pre-
ciso acoger ahora sin límites ni condicio-
«Cristo tiene que reinar hasta que Dios
nes este señorío y esta realeza de Cristo.
haga de sus enemigos estrado de sus
Si nos sometemos ahora a Él y le dejamos
pies». Esta fiesta de hoy nos sitúa ante un
infundir en nosotros su amor a todos los
aspecto central de nuestra fe: Cristo es
necesitados, tendremos garantía de estar
Rey del universo, es Señor de todo. Este
también al final bajo su dominio e ir con
es el plan de Dios: someter todo bajo sus
Él «a la vida eterna».
pies, bajo su dominio. Así lo confesaron
y proclamaron los apóstoles desde el día Juzgados en el amor
mismo de Pentecostés: «Sepa, pues, con
certeza toda la casa de Israel que Dios ha Mt 25,31-46
constituido Señor y Cristo a este Jesús a En continuidad con el evangelio del do-
quien vosotros habéis crucificado» (He mingo pasado, Jesucristo es presentado
2,36). Toda la realidad ha de ser sometida hoy como Rey que viene a juzgar a «to-
a este poder salvífico de Cristo el Señor. das las naciones». En esta venida de Cristo
Su influjo poderoso va destruyendo el al final de la historia habrá un «discerni-
mal, el pecado, la muerte... hasta que sean miento» –separará a los unos de los otros–
sometidos todos sus enemigos... que son Ese será un juicio perfectamente justo y
también del hombre. definitivo. Ese juicio de Dios quita impor-
«Yo mismo apacentaré mis ovejas». To- tancia a los juicios que los hombres hagan
das las imágenes humanas aplicadas a Cris- de nosotros. El verdadero creyente sabe
to se quedan cortas. Por eso, la imagen del que no es mejor ni peor porque los hom-
Rey es matizada en la primera lectura con bres le tengan por tal; lo que de verdad so-
la del pastor. Cristo reina pastoreando a mos es lo que somos a los ojos de Dios.
todos y cada uno, cuidando con delicadeza En un mundo en que tantas veces triunfa la
y amor de cada hombre, más aún, buscando injusticia y la incomprensión, consuela sa-
al perdido, sanando al pecador, haciendo ber que todo se pondrá en claro y para siem-
volver al descarriado... Su dominio, su rea- pre y cada uno recibirá su me-recido.
leza, su señorío van dirigidos exclusivamen- Pero Cristo no es sólo el Juez; es tam-
te a la salvación y al bien del hombre. Y ade- bién el centro y el punto de referencia por
más este dominio y señorío no son al modo el que se juzga: «a mí me lo hicisteis»;
de los reyes humanos: es un influjo en el «conmigo dejasteis de hacerlo». Él ha de
corazón del hombre, que ha de ser acepta- ser siempre el fin de todas nuestras accio-
do libremente. Él es Señor, pero cada uno nes. Por lo demás, ¡qué fácil amar a cada
debe reconocerle como Señor, como su Se- persona cuando en ella se ve a Cristo!
ñor (Rom 10,9; 1 Cor 12,3; Fil 2,10-11),
dejándose gobernar por Él. Él apacienta, Este evangelio insiste en otro aspecto
pero cada uno debe dejarse guiar y apacen- que ya aparecía en la parábola de los talen-
tar: «El Señor es mi pastor» (Salmo tos. El siervo era condenado por guardar
responsorial). su talento sin hacerlo fructificar. A los que
son condenados no se les imputan asesina-
Finalmente, el evangelio subraya otro as-
Ciclo B – Adviento- Navidad-Epifanía 45

tos, robos..., sino omisiones: no me distéis tra nuestra atención en la segunda venida
de comer, no me vestisteis... Se les conde- de Cristo. La perícopa de Marcos subraya
na porque han «dejado de hacer». No se trata la incertidumbre del cuándo –«no sabéis
sólo de no matar al hermano, sino de ayu- cuándo es el momento»–, ex-plicitada por
darle a vivir dando la vida por él (1 Jn 3,16). la parábola del hombre que se ausenta. La
El que no da a su hermano lo que necesita, consecuencia es la insistencia en la vigi-
en realidad le mata (1 Jn 3,15-17). El texto lancia –dos veces el imperativo «vigilad»
nos hace entender la enorme gravedad de «velad», al principio y al final del texto–,
todo pecado de omisión, que realmente pues el Señor puede venir inesperadamen-
mata, pues deja de producir la vida que de- te y encontrarnos dormidos. Finalmente, se
bía producir y que el hermano necesitaba subraya el carácter universal de esta llama-
para vivir. da a la vigilancia: «lo digo a todos».

De mil maneras
Llama la atención en estos breves
versículos el número de veces que se re-
pite la palabra «velar», «vigilar». Esta vi-
gilancia es base en que el Dueño de la casa
va a venir y no sabemos cuándo.
Cristo viene a nosotros continuamente,
de mil maneras, «en cada hombre y en
Año litúrgico cada acontecimiento» (Prefacio III de Ad-
viento). El evangelio del domingo pasado
Ciclo B nos subrayaba esta venida de Cristo en
cada hombre necesitado; Cristo mismo
suplica que le demos de beber, le visite-
Adviento y Navidad mos... Estar vigilante significa tener la fe
despierta para saber reconocer a este Cris-
to que mendiga nuestra ayuda y tener la
Sólo los dos primeros domingos de Ad- caridad solícita y disponible para salir a
viento están tomados de Marcos. El ter- su encuentro y atenderle en la persona de
cero es de Juan (1,6-8.19-28: el Bautista los pobres.
como testigo de la luz) y el cuarto de Lu-
cas (1,26-38: anunciación a María). Además, Cristo viene en cada aconte-
cimiento. Todo lo que nos sucede, agra-
dable o desagradable, es una venida de
Domingo I de Adviento Cristo, pues «en todas las cosas intervie-
ne Dios para bien de los que le aman»
Mc 13,33-37 (Rom 8,28). Un rato agradable y un rega-
El primer domingo está tomado del fi- lo recibido, pero también una enferme-
nal del discurso escatológico. En conso- dad y un desprecio, son venida de Cristo.
nancia con la orientación que tiene este En todo lo que nos sucede Cristo nos visi-
domingo en los demás ciclos, el texto cen- ta. ¿Sabemos reconocerle con fe y recibir-
le con amor?
46 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Pero la insistencia de Cristo en la vigi- rero.


lancia se refiere sobre todo a su última
«Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fue-
venida al final de los tiempos. Según el
ra de ti, que hiciera tanto por el que espera
texto evangélico, lo contrario de vigilar
en él». El mayor pecado es no confiar y no
es «estar dormido». El que espera a Cris-
esperar bastante del amor de Dios. Y el
to y está pendiente de su venida, ese está
mayor reproche que Dios nos puede hacer
despierto, está en la realidad. En cambio,
es el mismo que a Moisés por dudar del
el que está de espaldas a esa última veni-
poder y del amor de Dios: «¿Tan mezquina
da o vive olvidado de ella, ese está dormi-
es la mano de Yahveh?» (Núm 11,23). Ante
do, fuera de la realidad. Nadie más realis-
el nuevo año litúrgico el mayor pecado es
ta que el verdadero creyente. ¿Vivo espe-
no esperar nada o muy poco de un Dios in-
rando a Jesucristo?
finitamente poderoso y amoroso que nos
promete realizar maravillas. «Si tuvierais
fe como un granito de mostaza...»
¡Ojalá bajases!
Is 63, 16-17; 64,1.3-8 Domingo II de Adviento
Isaías es el profeta del Adviento. En todo Mc 1,1-8
este tiempo santo somos conducidos de su
mano. Él es el profeta de la es-peranza. El segundo domingo –también en con-
sonancia con los otros ciclos– se centra
«¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!» No en la figura de Juan el Bautista (Mc 1,1-8).
se trata de un deseo utópico nuestro. El Marcos subraya fuertemente su carácter de
Señor quiere bajar. Ha bajado ya y quiere mensajero y precursor: es como una es-
seguir bajando. Quiere entrar en nuestra trella fugaz que desaparece rápidamente,
vida. Él mismo pone en nuestros labios esta pues está en función de otro –como subra-
súplica. La única condición es que este de- ya el inicio de la perícopa: «Evangelio de
seo nuestro sea real e intenso, un deseo tan Jesucristo»–. Su estilo recuerda al gran
ardoroso que apague los demás deseos. Que profeta Elías, que según la tradición judía
el anhelo de la venida del Señor vuelva cre- debía preceder inmediatamente al Mesías
pusculares todos los demás pensamientos. (cfr. Mc 9,11-13). En el contexto del ad-
«Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros viento, este texto orienta enérgicamente
la arcilla y tú el alfarero». Al inicio del Ad- hacia Cristo, hacia el Mesías que viene
viento, que es también el inicio de un nue- como el «más fuerte» y como el que «bau-
vo año litúrgico, no se nos podía dar una tiza con Espíritu Santo». La respuesta
palabra más vigorosa ni espe-ranzadora. El multitudinaria con que es acogida la llama-
Señor puede y quiere rehacernos por com- da de Juan a la conversión es signo de cómo
pleto. A cada uno y a la Iglesia entera. Como también nosotros hemos de ponernos de-
un alfarero rehace un cacharro estropeado cididamente en camino para acoger a Cris-
y lo convierte en uno totalmente nuevo, así to con humildad y sin condiciones.
el Señor con nosotros (Jer 12,1-6). Pero Conversión y austeridad
hacen falta dos condiciones por nuestra
parte: que creamos sin límite en el poder Juan Bautista nos es presentado como
de Dios y que nos dejemos hacer con abso- modelo de nuestro Adviento. Hoy sigue
luta docilidad como barro en manos del alfa- haciendo lo que hizo para preparar la pri-
Ciclo B – Adviento-Navidad-Epifanía 47

mera venida de Cristo. Ante todo, nos pide sino a llevarla con nosotros, a sostenernos
conversión. No podemos recibir a Cristo en el camino del Calvario, a infundirnos la
si no estamos dispuestos a que su venida alegría en medio del sufrimiento. ¡Y todo
cambie muchas cosas en nuestra vida. Es el mundo tiene tanta necesidad de este con-
la única manera de recibir a Cristo. Si esta suelo! Este mundo que Dios tanto ama y
Navidad pasa por mí sin pena ni gloria, si que sufre sin sentido.
no se nota una transformación en mi vida, «En el desierto preparadle un camino al
es que habré rechazado a Cristo. Pero Señor». Es preciso en este Adviento re-
para ponerme en disposición de cambiar conocer nuestro desierto, nuestra sequía,
he de darme cuenta de que necesito a Cris- nuestra pobreza radical. Y ahí preparar
to. En este nuevo Adviento, ¿siento necesi- camino al Señor. No disimular nuestra
dad de Cristo? miseria. No consolarnos haciéndonos
Juan Bautista se nos presenta como mo- creer a nosotros mismos que no vamos
delo de nuestro Adviento por su austeri- mal del todo. Es preciso entrar en este
dad –vestido con piel de camello, alimen- nuevo año litúrgico sintiendo necesidad
tado de saltamontes...– Pues bien, para de Dios, con hambre y sed de justicia.
recibir a Cristo es necesaria una buena Sólo el que así desea al Salvador verá la
dosis de austeridad (Rom 13, 13-14). gloria de Dios, la salvación del Señor. Por
Mientras uno esté ahogado por el con- eso dijo Jesús: «Los publicanos y las pros-
sumismo no puede experimentar la dicha titutas os llevan la delantera en el camino
de acoger a Cristo y su salvación. Es im- del Reino de Dios» (Mt 21,31).
posible ser cristiano sin ser austero. La «...Alza con fuerza la voz, álzala, no te-
abundancia y el lujo asfixian y matan toda mas, di a las ciudades de Judá: aquí está
vida cristiana. vuestro Dios». La mejor señal de que re-
Cristo viene para bautizar con Espíritu cibimos al Salvador, es el deseo de gritar
Santo. Esto quiere decir que el esperar a a todos que «¡hemos encontrado al Me-
Cristo nos lleva a esperar al Espíritu San- sías!» (Jn 1,41). Si de veras acogemos a
to que él viene a comunicarnos, pues «da Cristo y experimentamos la salvación que
el Espíritu sin medida» (Jn 3,34). Con el Él trae, no podemos permanecer callados.
Adviento hemos inaugurado un camino Nos convertimos en heraldos, en mensa-
que sólo culmina en Pentecostés. ¿Tengo jeros, en profetas, en apóstoles. Y no por
ya desde ahora hambre y sed del Espíritu una obligación exterior, sino por necesi-
Santo? dad interior: «No podemos dejar de ha-
blar lo que hemos visto y oído» (He 4,20).
Aquí está vuestro Dios
Is 40, 1-5. 9-11 Domingo III de Adviento
«Consolad, consolad a mi pueblo...» La La Buena Noticia
Iglesia nos anuncia la venida de Cristo. Y
Él viene para traer el consuelo, la paz, el Is 61,1-2.10-11
gozo. Ese consuelo íntimo y profundo que
sólo Él puede dar y que nada ni nadie pue- «Como el suelo echa sus brotes... así el
de quitar. El consuelo en medio del dolor Señor hará brotar la justicia y los himnos
y del sufrimiento. Porque Jesús, el Hijo ante todos los pueblos». La palabra de
de Dios, no ha venido a quitarnos la cruz, Dios escuchada como es y como se nos
48 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

da, saca del individualismo y de las expec- ayuda a prepararnos a recibir a Cristo que
tativas reducidas. La acción de Dios se ase- viene como «luz del mundo» (Jn 9,5).
meja a una tierra fértil que hace germinar Para acoger a Cristo hace falta mucha
con vigor plantas de todo tipo. Así Dios humildad, porque su luz va a hacernos
suscita la santidad –«justicia»– y, en con- descubrir que en nuestra vida hay mu-
secuencia, provoca la alabanza gozosa y chas tinieblas; más aún, Él viene como
exultante –«los himnos»–. Y eso no para luz para expulsar nuestras tinieblas. Si nos
unos pocos, sino para «todos los pueblos». sentimos indigentes y necesitados, Cris-
Éstos son los horizontes en que nos intro- to nos sana. Pero el que se cree ya bastante
duce la esperanza del Adviento. Pues la ac- bueno y se encierra en su autosuficiencia
ción de Dios es fecunda e inagotable, ge- y en su pretendida bondad, no puede aco-
nera vida. ger a Cristo: «Para un juicio he venido a
«Me ha enviado para dar la buena noticia este mundo: para que los que no ven, vean;
a los que sufren». Si prestamos atención a y los que ven se vuelvan ciegos» (Jn 9,39).
los textos, ellos nos dirán quiénes somos Juan Bautista es testigo de la luz. Y bien
o cómo estamos y a la vez qué estamos lla- sabemos lo que le costó a él ser testigo de
mados a ser. Nos encontramos desgarrados, la luz y de la verdad. Pues bien, no pode-
cautivos, prisioneros... Nos encontramos mos recibir a Cristo si no estamos dispues-
llenos de sufrimientos porque todavía no tos a jugarnos todo por Él. Poner condi-
conocemos ni vivimos lo suficiente la bue- ciones y cláusulas es en realidad rechazar
na noticia, el Evangelio... Pero es a los que a Cristo, pues las condiciones las pone sólo
así se encuentran a los que se les proclama Él. Si queremos recibir a Cristo que viene
la amnistía y la liberación de la esclavitud; como luz, hemos de estar dispuestos a con-
se les anuncia la buena nueva y se les invita vertirnos en testigos de la luz, hasta llegar
a dejarse vendar los corazones desgarra- al derramamiento de nuestra propia sangre,
dos... ¿Lo creo de veras? ¿Lo espero? si es preciso, lo mismo que Juan. «Por todo
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por- aquel que se declare por mí ante los hom-
que el Señor me ha ungido». Para todo esto bres, yo también me declararé por él ante
viene Cristo, el Mesías, el Ungido. Noso- mi Padre que está en los cielos; pero a
tros también hemos sido ungidos. Somos quien me niegue ante los hombres, le ne-
cristianos. Hemos recibido el mismo Es- garé yo también ante mi Padre que está en
píritu de Cristo. Y también somos enviados los cielos» (Mt10, 32-33).
a dar la buena noticia a los que sufren, a Juan Bautista es testigo de la luz. Pero
vendar los corazones desgarrados... además confiesa abiertamente que él no es la luz,
de acoger la acción de Cristo en nosotros, que no es el Mesías. Él es pura referencia
a favor nuestro –o mejor, en la medida en a Cristo; no se queda en sí mismo ni per-
que la acojamos–, prolongamos a Cristo y mite que los demás se queden en él. ¡Qué
su acción en el mundo y a favor del mundo, falta nos hace esta humildad de Juan, este
dejándole que tome nuestra mente, nues- desaparecer delante de Cristo, para que
tro corazón, nuestros labios, nuestras ma- sólo Cristo se manifieste! Ojalá podamos
nos..., y los use a su gusto. decir con toda verdad, como Juan: «Es pre-
ciso que Él crezca y que yo disminuya» (Jn
Testigo de la Luz
3,30).
Jn 1,6-8.19-2
Juan Bautista es testigo de la luz. Nos
Ciclo B – Adviento-Navidad-Epifanía 49

Domingo IV de Adviento ce? ¿Se trata de que Cristo sea de nuevo


engendrado y dado a luz en este mundo
Todo sucede en María tan necesitado por Él? Por gracia del Es-
2Sam 7,1-5.8-11.16; Lc1,26-38 píritu Santo a través de María Virgen. Es
el camino que Él mismo ha querido y no
«¿Eres tú quien me va a construir una hay otro.
casa...?» Por medio del profeta Natán,
Dios rechaza el deseo de David de cons-
truirle una casa... Dios mismo se va a cons- Enteramente disponibles
truir su propia casa: «El Espíritu Santo ven- Lc 1,26-38
drá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cu-
A las puertas mismas de la Navidad y des-
brirá con su sombra». Jesús será la verda-
pués de habérsenos presentado Juan Bau-
dera Casa de Dios, el Templo de Dios (Jn
tista, se nos propone a María como mode-
2,21), la Tienda del Encuentro de Dios con
lo para recibir a Cristo. Sobre todo, por su
los hombres. En la carne del Verbo los hom-
disponibilidad. Ante el anuncio del ángel,
bres podrán contemplar definitivamente la
María manifiesta la disponibilidad de la
gloria de Dios (Jn 1,14) que los salva y
esclava, de quien se ofrece a Dios totalmen-
diviniza.
te, sin poner condiciones, sometiéndose
«Te daré una dinastía». A este David que perfectamente a sus planes. Si nosotros
quería construir una casa a Dios, Dios le queremos recibir de veras a Cristo, no po-
anuncia que será Él más bien quien dé a demos tener otra actitud distinta de la suya.
David una casa, una dinastía. A este Da- Cristo viene como «el Señor» y hemos de
vid que aspiraba a que un hijo suyo le su- recibirle en completa sumisión, aceptando
cediera en el trono, Dios le promete que incondicionalmente su señorío sobre no-
de su descendencia nacerá el Mesías: a sotros mismos, sino que «somos del Se-
Jesús «Dios le dará el trono de David su ñor» (Rom 14,8).
padre, reinará... para siempre, y su reino
Además, María acoge a Cristo por la fe.
no tendrá fin».
Frente a lo sorprendente de lo que se le
La iniciativa de Dios triunfa siempre. anuncia, ella no duda; se fía de la palabra
Dios desbarata los planes de los hombres. que se le dirige de parte de Dios: «para Dios
Y colma unas veces, desbarata otras y nada hay imposible». Cree sin vacilar y en
desborda siempre las expectativas de los esto consiste su felicidad: «Dichosa tú que
hombres. ¿Qué maravillas no podremos has creído, porque lo que se te ha dicho de
esperar ante la inaudita noticia de la en- parte del Señor se cumplirá» (Lc 1,45). Para
carnación del Hijo de Dios? recibir a Cristo hace falta una fe viva que
«Hágase en mí según tu palabra». Todo nos haga creer que es capaz de sacarnos de
sucede en María. En ella se realiza la en- nuestras debilidades y que puede y quiere
carnación. Por ella nos viene Cristo. Y esto transformar un mundo corrompido, ya que
es y será siempre así: por la acción del «ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
Espíritu Santo a través de la receptividad perdido» (Lc 19,10). No hay motivo para
y absoluta docilidad de María Virgen. la duda, pues lo que está en juego es «el
¿Se trata de que Cristo nazca, viva y poder del Altísimo».
crezca en mí? Por obra del Espíritu en el Finalmente, lo primero que experimenta
seno de María. ¿Se trata de que Cristo María es la alegría: «¡Alégrate!». Es la ale-
nazca en quien no le posee o no le cono- gría de recibir al Salvador. También noso-
50 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

tros, si recibimos a Cristo, estamos llama- cidan con los nuestros, cuando sus exigen-
dos a experimentar esta alegría: una alegría cias nos parezcan excesivas, cuando la cruz
que no tiene nada que ver con la que ofrece se presente en nuestra vida... Para que no
el consumismo de estos días, pues es in- rechacemos a Cristo necesitamos la acti-
comparablemente más profunda, más dura- tud de Simón y de Ana, los pobres de Yahveh
dera y más intensa. que lo esperan todo de Dios y que no le
ponen condiciones. «¡Dichoso aquel que no
se sienta escandalizado por mí!» (Mt 11,6).
Por otra parte, si Cristo se presenta ya
Natividad del Señor desde el principio como signo de contra-
(pág. 5) dicción –que llegará a su culmen en la
cruz–, esto nos debe hacer examinar cómo
le manifestamos. No debe extrañarnos que
Domingo de la Sagrada Familia el mundo nos odie por ser cristianos (Jn
Pertenencia exclusiva de Dios 15,19-20). Más bien debería sorprender-
nos que nuestra vida no choque ni provo-
Lc 2,22-40 que reacciones en un mundo totalmente
«Llevaron a Jesús a Jerusalén para pre- pagano. ¿No será que hemos dejado de ser
sentarlo al Señor». Jesús es ofrecido, con- luz del mundo y sal de la tierra?
sagrado a Dios. María y José saben que Je-
sús es santo (Lc 1,35), que ha sido consa-
Modelo de toda familia
grado por el Espíritu Santo. No necesita ser En estos versículos del evangelio de la
consagrado, pues ya está consagrado desde infancia se nos presenta la familia de Na-
el momento mismo de su concepción. Sin zaret como modelo de toda familia cris-
embargo, realizan este pacto para ratificar tiana. En primer lugar, todo el episodio está
públicamente que Jesús pertenece a Dios, marcado por el hecho de cumplir la ley del
que es pertenencia exclusiva del Padre y por Señor –cinco veces aparece la expresión
consiguiente sólo a sus cosas se va a dedi- en estos pocos versículos–. San Lucas su-
car (Lc 2,49). braya cómo María y José cumplen con todo
También nosotros estamos consagrados detalle lo que manda la ley santa; lejos de
a Él por el bautismo. No es cuestión de que sentirse dispensados, se someten dócil-
nos consagremos a Dios, sino de tomar mente a ella. De igual modo, no puede ha-
conciencia de que ya lo estamos y que cuan- ber familia auténticamente cristiana si no
do no vivimos así, estamos profanando y está modelada toda ella, en todos sus
degradando nuestra condición y nuestra dig- planeamientos y detalles, según la ley de
nidad de hijos de Dios. Dios, según sus mandamientos y su volun-
tad.
«Éste está puesto para que muchos en Is-
rael caigan y se levanten». Ya desde el ini- Por otra parte, para los israelitas, presen-
cio Jesús es signo de contradicción. Lo fue tar el hijo primogénito en el santuario era
durante toda su vida terrena y lo seguirá reconocer que pertenecía a Dios (Ex 13,2).
siendo hasta el fin de los tiempos. También Más que nadie, Jesús pertenece a Dios,
durante este año litúrgico. El Señor se nos pues es el Hijo del Altísimo (Lc 1,32). Este
irá revelando y conviene tener presente que gesto es muy iluminador para toda familia,
existe el peligro de que le rechacemos que ha de recibir cada nuevo hijo como un
cuando sus planes y sus caminos no coin- don precioso de Dios, que es el verdadero
Ciclo B – Adviento-Navidad-Epifanía 51

Padre (Mt 23,9), y ha de saber ofrecerle de ta la luz de Cristo y nos necesita a nosotros
nuevo a Dios, sabiendo para toda la vida que como testigos de la luz. Necesita nuestra
en realidad ese hijo no les pertenece a vida transfigurada por la luz de Cristo, lu-
ellos, sino a Dios; por lo cual han de edu- minosa con la luz que proviene de Él, re-
carle según la voluntad del Señor, no la suya flejándole a Él en cada palabra, en cada ges-
propia, de manera que crezca en gracia y to.
sabiduría. «Vino a su casa y los suyos no le recibie-
En la vida de la familia de Nazaret tam- ron». Ésta es la tragedia, la única tragedia:
bién está presente la cruz. Jesús es signo no recibir a Cristo, sofocar la luz. Una Na-
de contradicción y a María una espada le vidad más los hombres pueden rechazar a
traspasa el alma. ¡Qué consolador para Cristo. También nosotros podemos recha-
una familia cristiana saber que José, Ma- zarle. Si permanecemos en nuestra como-
ría y Jesús han sufrido antes que ellos y didad, si no nos arranca de nuestros esque-
más que ellos! También en esas situacio- mas, habremos rechazado a Cristo. «Los
nes de dificultad, de enfermedad, de per- suyos no le recibieron». No le recibieron
secución por sus convicciones y conducta los que oficialmente pertenecían al pueblo
cristiana, lo decisivo es saber que «la gra- de Dios, al Pueblo santo, al Pueblo de las
cia de Dios les acompaña». promesas. Y podemos no recibirle nosotros
que pertenecemos al nuevo pueblo de Dios,
oficialmente cristianos. Es preciso reno-
Domingo II después de Navidad var ahora, más que nunca, la actitud de con-
La luz verdadera versión para que esta Navidad no pase ni
pena ni gloria, para que Cristo venga a su
Jn 1,1-18 Casa y pueda disponerlo todo a su gusto
«La Palabra era la luz verdadera que
alumbra a todo hombre». Cristo, el Hijo Epifanía del Señor
de Dios hecho hombre, es la Luz. «En
realidad, el misterio del hombre sólo se (pág. 6)
esclarece en el misterio del Verbo encar-
nado» (GS 22). Sólo en Cristo cobra sen-
tido la vida de todo hombre. Pues bien, Bautismo del Señor
cuando vemos a nuestro alrededor tantos
hombres y mujeres destruidos, ¿cómo Mc 1,6b-11
permanecer tranquilos habiendo venido el En el tiempo de Navidad y Epifanía Mar-
Redentor? ¿Qué estamos haciendo con la cos está casi totalmente ausente. Sabido
luz de Cristo, la que el mundo necesita, la es cómo –a diferencia de los otros evan-
única que redime? gelios – no contiene nada referente a los
Juan «venía como testigo para dar tes- evangelios de la infancia. Sólo al final del
timonio de la luz». ¡Qué hermosa expre- Ciclo de Navidad –fiesta del Bautismo del
sión del ser cristiano! «No era él la luz, Señor– volvemos a encontrar el evange-
sino testigo de la luz». La Luz es Cristo y lio de Marcos.
sólo Él. Pero el mundo necesita testigos El bautismo de Jesús (Mc 1,6b-11) pone
de la Luz para creer en la Luz. Y a noso- de relieve que Él es efectivamente el Me-
tros se nos ha dicho: «vosotros sois la luz sías, el Ungido de Dios (cfr. Is 11,2; 42,1;
del mundo» (Mt 5,14). El mundo necesi- 63,11-19), como ya se indicaba en el tí-
52 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

tulo del Evangelio (Mc 1,1). Los cielos – Espíritu que mora en mí? ¿Experimento
tanto tiempo cerrados– ahora se rasgan: como Jesús «la alegría del Espíritu Santo»?
en Jesús se ha restablecido la comunica- (Lc 10,21). ¿Dejo que Él produzca en mí
ción de Dios con los hombres y de los hom- sus frutos? (Gal 5,22-23).
bres con Dios; con Jesús, siervo de Yahveh
Siendo inocente y santo, al bautizarse Je-
e Hijo muy amado de Dios comienza una
sús pasa por un pecador; por eso Juan quiere
etapa nueva. Por lo demás, la perícopa in-
impedírselo (Mt 3,14). Jesús inicia su vida
cluye, además del relato del bautismo en sí
pública con la humillación, lo mismo que
–muy breve en Marcos–, el anuncio del
había sido su infancia y seguirá siendo toda
Bautista de que Él bautizará con Espíritu
su vida hasta acabar en la suprema humilla-
Santo; con ello se pone de relieve que pre-
ción de la cruz. Jesús vive en la humilla-
cisamente por ser el Mesías y estar lleno
ción permanente; no sólo acepta la humi-
del Espíritu, Jesús puede bautizar –es de-
llación, sino que Él mismo la elige. ¿Y yo?
cir, sumergir– en Espíritu a todos los le que
aceptan.
En la benevolencia del Padre
Cuaresma
En el relato del bautismo, Jesús aparece
como el «Hijo amado» del Padre. Esta es
su identidad y su misterio a la vez: este Domingo I de Cuaresma
hombre es el Hijo único del Padre, Dios
igual que Él. Toda la vida humana de Jesús Gen 9,8-15; 1Pe 3,18-22; Mc 1,12-15
es una vida filial; vive como Hijo y se sien- En el tiempo de Cuaresma se toman de
te amado por el Padre: «El Padre ama al Marcos los textos clásicos de los dos pri-
Hijo y lo ha puesto todo en sus manos» (Jn meros domingos tentaciones y transfigu-
3,35). También nosotros somos hijos de ración. Los tres restantes son del Evange-
Dios por el bautismo. Pero nuestra vida lio de san Juan: Jesús como nuevo templo
cristiana no tendrá base sólida ni cobrará (2,13-25), el amor de Dios al darnos a su
altura si no vivimos en la benevolencia del Hijo (3,14-21) y Jesús como grano de tri-
Padre y no experimentamos la alegría de go que muriendo es glorificado y da mu-
ser hijos amados de Dios. cho fruto (12,20-33).
Jesús se manifiesta igualmente al inicio El primer domingo de Cuaresma (Mc
de su vida pública como ungido por el Es- 1,12-15) nos lleva a contemplar a Jesús
píritu Santo. Toda su existencia va a ser tentado. En el lugar típico de la prueba –el
conducida por este Espíritu (Lc 4,1.4). Je- desierto–, donde Israel había acabado re-
sús es totalmente dócil a la acción del Es- negando de Dios, Jesús acepta el combate
píritu Santo en Él y nos da su mismo Espí- contra Satanás, empujado por el Espíritu.
ritu a nosotros. ¿Tengo conciencia de ser El relato de Marcos –singularmente bre-
«templo del Espíritu Santo»? (1Cor 6,19) ve– presenta a Jesús como nuevo Adán que
¿Conozco al Espíritu Santo o soy como vence a aquel que venció al primero –es lo
aquellos discípulos de Juan que ni siquiera que evocan las imágenes de los animales
sabían que existía el Espíritu Santo? (He salvajes y los ángeles a su servicio: cfr.
19,2). «Los que se dejan llevar por el Espí- Gen 2 y 3; Is 11,6-9). Por fin entra en la
ritu, esos son los hijos de Dios» (Rom historia humana la victoria sobre el mal y
8,14): ¿me dejo guiar dócilmente por este
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 53

el pecado, sobre Satanás en persona: el lectura nos habla del pacto sellado por Dios
«fuerte» va a ser vencido por el «más fuer- con toda la creación después del diluvio.
te» (Mc 3,22-30). Al añadir al relato de la Lo mismo que Noé y los suyos, también
tentación propiamente dicho el inicio de la nosotros hemos sido salvados de la muerte
predicación de Jesús, el evangelio de este a través de las aguas. Por medio del agua
domingo nos invita a entrar en la Cuaresma bautismal, en el arca que es la Iglesia, he-
con decisión y firmeza: puesto que se ha mos pasado de la muerte a la vida. Y en el
cumplido el tiempo y ha llegado el Reino bautismo Dios ha sellado con cada uno ese
de Dios, es urgente y necesario convertir- pacto imborrable, esa alianza de amor por
se y creer, es decir, acoger plenamente la la cual se compromete a librarnos del Ma-
soberanía de Dios en nuestra vida. Este será ligno. La salvación no está lejos de noso-
nuestro particular combate cuaresmal. tros: por el bautismo tenemos ya en noso-
tros su germen. La Cuaresma es un tiempo
Fuerza para vencer para luchar contra el pecado, pero sabien-
Hace todavía poco tiempo hemos cele- do que por el bautismo tenemos dentro de
brado la Navidad: el Hijo de Dios que se nosotros la fuerza para vencer. «El que está
hace hombre, verdadero hombre. El evan- en vosotros es mayor que el que está en
gelio de hoy le presenta «dejándose tentar el mundo» (1Jn 4,4).
por Satanás». Ciertamente «no tenemos
un Sumo Sacerdote que no pueda com- Venció y cambió la historia
padecerse de nuestras flaquezas, sino pro- Mc 1,12-15
bado en todo igual que nosotros, excepto Este texto de las tentaciones de Jesús nos
en el pecado» (Heb 4,15). Hombre de ver- habla en primer lugar del realismo de la
dad, hasta el fondo, sin pecado. Al inicio encarnación. El Hijo de Dios no se ha he-
de la Cuaresma (y siempre) necesitamos cho hombre «a medias», sino que ha asu-
mirar a Cristo con este realismo. Uno mido la existencia humana en toda su pro-
como nosotros, uno de los nuestros, ha fundidad y con todas sus consecuencias, «en
sido acosado por Satanás, pero ha salido todo igual que nosotros, excepto en el pe-
victorioso. Cristo tentado y vencedor es cado» (Heb 4,15). El cristiano que se sien-
luz, es ánimo, es fortaleza para nosotros. te acosado por la prueba y la tentación se
Si Cristo no ha sido vencido, nosotros sabe comprendido por Jesucristo, que –an-
sí. Somos pecadores. Pero esta situación tes que él y de manera más intensa– ha pa-
no es irremediable. La segunda lectura sado por esas situaciones.
afirma: «Cristo murió por los pecados..., Sin embargo, la novedad más gozosa de
el inocente por los culpables». Ello signi- este hecho de las tentaciones de Jesús es
fica que su combate ha sido en favor que Él ha vencido. En todo semejante a no-
nuestro. Cristo sí que ha llegado hasta la sotros, «excepto en el pecado». Todo se-
sangre en su pelea contra el pecado (cfr. guiría igual si Cristo hubiera sido tentado
Heb 12,4). Y con su fuerza podemos ven- como nosotros, pero hubiera sido derrota-
cer también nosotros. Apoyados en Él, do. Lo grandioso consiste en que Cristo,
unidos a Él, la Cuaresma nos invita a lu- hombre como nosotros, ha vencido la ten-
char decididamente contra el pecado que tación, el pecado y a Satanás. Y a partir de
hay en nosotros y en el mundo. Él la historia ha cambiado de signo. En
En este contexto conviene hacer me- Cristo y con Cristo también nosotros ven-
moria de nuestro bautismo. La primera
54 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico
cemos la tentación y el pecado, pues Él «nos no cuaresmal de esfuerzo y sacrificio, tam-
asocia siempre a su triunfo» (2Cor 2,14). bién a nosotros –igual de torpes que los
Si por un hombre entró el pecado en el discípulos– se dirige la voz del Padre con
mundo, por otro hombre –Jesucristo– ha un mandato único y preciso: «Escuchadle»,
entrado la gracia y, con ella, la victoria so- es decir, fiaos de Él –de este Cristo que se
bre el pecado (cfr. Rom 5,12-21). ha transfigurado a vuestros ojos–, aunque
Por otra parte, las tentaciones hacen pen- os introduzca por caminos de cruz.
sar en un Cristo que combate. San Marcos
da mucha importancia al relato poniéndolo Gloria en la humillación
al inicio de la vida pública de Jesús, des-
pués del bautismo y antes de empezar a pre- El relato de la transfiguración quiere
dicar y a hacer milagros, como para indicar mostrarnos la gloria oculta de Cristo. No
que toda su vida va a ser un combate contra es sólo que Cristo haya sufrido humilla-
el mal y contra Satanás. Va «empujado por ciones ocasionales, sino que ha vivido hu-
el Espíritu» a buscar a Satanás en su propio millado, pues «tomó la condición de es-
terreno para vencerle. Asimismo, la vida clavo pasando por uno de tantos» y «actuan-
del cristiano no tiene nada de lánguida, ano- do como un hombre cualquiera» cuando en
dina y superficial; tiene toda la seriedad de realidad era igual a Dios (Fil 2,6-8). El res-
una lucha contra las fuerzas del mal, para la plandor que aparece en la transfiguración
cual ha recibido armas más que suficientes debía ser normal en Jesús, pero se despoja
(Ef 6,10-20). voluntariamente de él. ¿No es este un as-
pecto de Cristo que debemos contemplar
mucho nosotros, tan propensos a exaltar-
Domingo II de Cuaresma nos a nosotros mismos y buscar la gloria
humana?
Mc 9,1-9
Más aún si consideramos que Jesús sal-
El segundo domingo nos lleva a contem- va precisamente por la humillación. Este
plar a Jesús transfigurado (Mc 9,2-9). Tras relato de la transfiguración está situado en
el doloroso y desconcertante primer anun- el camino hacia la cruz, entre los dos pri-
cio de la pasión y la llamada de Jesús a se- meros anuncios de la pasión (Mc 8,31 y
guirle por el camino de la cruz (8,31-38), 9,31). Jesús podía haber pedido al Padre
se hace necesario alentar a los discípulos doce legiones de ángeles (Mt 26,53), pero
abatidos. Además de que la ley y los profe- es en el colmo de la humillación –ser re-
tas –personificados en Moisés y Elías– probado por las mismas autoridades reli-
manifiestan a Jesús como aquel en quien giosas de Israel, sufrir mucho, recibir des-
hallan su cumplimiento, es Dios mismo – precios y torturas, ser matado– donde va a
simbolizado en la nube– quien le proclama llevar a cabo la redención. «Si el grano de
su Hijo amado. trigo no cae en tierra y muere, no da fruto;
Por un instante se desvela el misterio de pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24).
la cruz para volver a ocultarse de nuevo; Tampoco para nosotros hay otro camino si
más aún, para esconderse todavía más en el queremos ser fecundos y dar fruto.
camino de la progresiva humillación hasta En el camino hacia la pasión, Jesús nos
la muerte de cruz. Sólo entonces –«cuando es presentado como el Hijo amado del Pa-
resucite de entre los muertos»– será posi- dre, objeto de su amor y sus complacen-
ble entender todo lo que encerraba el mis- cias. La cruz y el sufrimiento no están en
terio de la transfiguración. En pleno cami- contradicción con ese amor del Padre. Al
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 55

contrario, es en la cruz donde más se mani- darlo parece que lo pierde. Sin embargo,
fiesta ese amor; precisamente porque mue- realizado el sacrificio de su corazón, Dios
re confiando en el Padre y en su amor, Je- le devuelve a su hijo, y precisamente en vir-
sús se revela en la cruz como el Hijo de tud de ese sacrificio –«por haber hecho eso,
Dios (Mc 15,39). De igual modo nosotros, por no haberte reservado a tu hijo, tu hijo
al sufrir la cruz, no debemos sentirnos re- único»– Dios le bendice abundantemente
chazados por Dios, sino –al contrario– es- dándole una descendencia «como las estre-
pecialmente amados. llas del cielo y como la arena de la playa».
Los sacrificios que nos pide la cuaresma –
El Hijo amado y en general nuestra fidelidad al evangelio–
En el relato de la transfiguración escu- no son muerte, son vida. Todo sacrificio
chamos la voz del Padre que nos dice: realizado con verdadero espíritu cristiano
«Éste es mi Hijo amado». No es sólo un nos eleva, nos santifica. Cada sacrificio es
gesto de presentación, de manifestación una puerta abierta por donde la gracia pe-
de Cristo. Es el gesto del Padre que nos netra de manera torrencial.
entrega a su Hijo, nos lo da para nuestra
salvación: «Tanto amó Dios al mundo que Domingo III de Cuaresma
entregó a su Hijo único...» (Jn 3,16). Este
gesto de Dios Padre aparece simbolizado Ex 20,1-17; 1Cor 1,22-25; Jn 2,13-25
y prefigurado en el de Abraham, que toma
a «su hijo único, al que quiere» y lo ofre- El signo del templo
ce en sacrificio sobre un monte... La El evangelio nos presenta a Jesús como
muerte de Cristo en el Calvario, que la el nuevo templo, destruido en la cruz y
Cuaresma nos prepara a celebrar, es la reconstruido a los tres días. De este tem-
mayor manifestación del amor de Dios. plo manará para nosotros el agua
El conocimiento y la experiencia de este vivificante del Espíritu (cfr. Jn 19,34). En
amor de Dios es el fundamento de nues- este templo estamos llamados a morar, a
tro camino cuaresmal. San Pablo pro- permanecer (Jn 15,4), lo mismo que Él
rrumpe lleno de admiración, de gozo y de mora en el seno del Padre (Jn 1,18). De
confianza: «El que no escatimó ni a su este templo formamos parte como pie-
propio Hijo, sino que lo entregó a la muer- dras vivas (lPe 2,5) por el bautismo. Este
te por nosotros, ¿cómo no nos dará todo templo destruido y reconstruido es el sig-
con Él?» Al darnos a su Hijo, Dios ha de- no que Dios nos da en esta cuaresma para
mostrado que está «por nosotros», a fa- que creamos en Él.
vor nuestro. Pues «si Dios está por noso- Jesús aparece también empleando la vio-
tros, ¿quién estará contra nosotros?» No lencia. Este texto nos presenta un Jesús
podemos encontrar fundamento más só- intransigente contra el mal. El mismo Je-
lido para nuestra confianza en la lucha sús que vemos lleno de ternura y amor
contra el pecado y en el camino hacia hacia los pecadores (cfr. Jn 8,1-11) hasta
nuestra propia transfiguración pascual. dar la vida por ellos (Jn 15,13) es el que
Pero el gesto de Abraham no sólo sim- aquí contemplamos actuando enérgica-
boliza el de Dios. Resume también nues- mente contra el mal. El mismo y único
tra actitud ante Dios. Abraham lo da todo, Cristo. Nos corrobora así la postura que ya
lo más querido, su hijo único, en quien tie- manifestaba en el primer domingo luchan-
ne todas sus esperanzas. Lo da a Dios. Y al do contra Satanás. Jesús no pacta con el mal.
56 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Lo vemos devorado por el celo de la casa de que ama el Padre con todas sus fuerzas, se
Dios, del templo. El mismo celo que debe enciende de celo ante la profanación del
encendernos a nosotros en la lucha contra Templo, el lugar santo, la morada de Dios.
el mal. El mismo celo que debe devorarnos En medio de un mundo que desprecia a
por la santidad de la casa de Dios que es la Dios, también el cristiano debe vivir la ac-
Iglesia. El mismo celo que debe hacernos titud de Jesús: «El celo de tu casa me de-
arder en esta Cuaresma por la purificación vora».
del templo que somos nosotros mismos. La fortaleza de Cristo, por lo demás, no
Pero la lucha contra el mal es sobre todo se ejerce contra los hombres, sino en fa-
una opción positiva, una adhesión al bien, vor de ellos, dejando que destruyan el tem-
al Bien que es Dios mismo. La cuaresma plo de su cuerpo y reconstruyéndolo en tres
es una oportunidad de gracia para renovar días. «Tengo poder para entregar mi vida y
nuestra vivencia de los mandamientos. Para poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10,18).
renovar, mediante el cumplimiento fiel de De igual modo, el cristiano unido a Cristo
los mandamientos, nuestra pertenencia al es invencible, aunque deje su piel y su vida
Señor que nos ha sacado de la esclavitud y en la lucha contra el mal: «No temáis a los
nos ha hecho libres. Cumpliendo los manda- que matan el cuerpo, pero no pueden matar
mientos decimos «sí» a Dios. Cumpliendo el alma... Hasta los cabellos de vuestra ca-
los mandamientos reafirmamos la alianza, beza están contados» (Mt 10,28-30).
el pacto de amor que Dios hizo con noso-
tros en el bautismo. Cumpliendo los man-
damientos nos lanzamos por el camino que Domingo IV de Cuaresma
nos hace verdaderamente libres.
2Cron 36,14-16.19-23; Ef 2,4-10; Jn
El celo de tu casa me devora 3,14-21
Jn 2,13-25 Mirar al Crucificado
Nos encontramos en este texto de san Toda Cuaresma converge hacia el Cruci-
Juan con un rasgo de Jesús en el que sole- ficado. Él es el signo que el Padre levanta
mos reparar poco: la dureza de Jesús fren- en medio del desierto de este mundo. Y se
te al mal y la hipocresía, que aparece otras trata de mirarle a Él. Pero de mirarle con
muchas veces en sus invectivas contra los fe, con una mirada contem-plativa y con un
fariseos. ¿La razón? «El celo de tu casa me corazón contrito y humillado. Es el Cruci-
devora». A veces casi se llega a identificar ficado quien salva. El que cree en Él tiene
el amor con la melosidad inofensiva. Y, sin vida eterna. En Él se nos descubre el infi-
embargo, la postura aparentemente violen- nito amor de Dios, ese amor increíble, des-
ta de Jesús es fruto del amor, de un amor concertante.
apasionado, porque el celo es el amor lle-
vado al extremo (cfr. Dt 4,24 y 2Cor 11,2). Este amor es el que hace enloquecer a
¿No deberemos también nosotros ganar san Pablo. Estando muertos por los peca-
mucho en fortaleza en la lucha contra el mal dos, Dios nos ha hecho vivir, nos ha salva-
en todas sus manifestaciones? Porque «el do por pura gracia. Es este amor gratuito,
amor es fuerte como la muerte» (Ct. 8,6). inmerecido, el que explica todo. Es este
amor el que nos ha salvado, sacándonos li-
Jesús es fuerte para defender los dere- teralmente de la muerte. Nos ha resucita-
chos de su Padre. Su corazón humano, do. Ha hecho de nosotros criaturas nuevas.
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 57

Este es el amor que se vuelca sobre noso- nos a su Hijo y del amor de Cristo entre-
tros en esta Cuaresma. Esta es la gracia que gándose por nosotros hasta el extremo (Jn
se nos regala. 13,1), por cada uno (Gal 2,20). La con-
A la luz de tanto amor y tanta misericor- templación de la cruz tiene que llevar a
dia entendemos mejor la gravedad enorme contemplar el amor que está escondido
de nuestros pecados, que nos han llevado a tras ella e infunde la seguridad de saberse
la muerte y al pueblo de Israel le llevaron amados: «Si Dios está por nosotros,
al destierro. Entendemos que las expresio- ¿quién contra nosotros?» (Rom 8,31-35).
nes de la primera lectura no son exagera- «Tanto amó al mundo». Junto con la
das y se aplican a nosotros en toda su cruda contemplación de este amor personal he-
y dolorosa realidad: hemos multiplicado las mos de contemplar que Dios ama al mun-
infidelidades, hemos imitado las costum- do, el único que existe, tal como es, con
bres abominables de los gentiles, hemos todos sus males y pecados. Gracias a este
manchado la casa del Señor, nos hemos amor más fuerte que el pecado y que la
burlado de los mensajeros de Dios, hemos muerte, el mundo tiene remedio, todo
despreciado sus palabras... hombre puede tener esperanza, en cual-
Que Dios es rico en misericordia no sig- quier situación en que se encuentre. Por
nifica que nuestros pecados no tengan el contrario –según las expresiones de san
importancia. Significa que su amor es tan Juan–, el que no quiere creer en el cruci-
potente que es capaz de rehacer lo des- ficado ni en el amor del Padre que nos le
truido, de crear de nuevo lo que estaba entrega, ese ya está condenado, en la me-
muerto. La conversión a la que la cuares- dida en que da la espalda al único que sal-
ma nos invita es una llamada a asomar- va (cfr. He 4,12).
nos al abismo infernal de nuestro pecado
y al abismo divino del amor misericordio- Domingo V de Cuaresma
so de Cristo y del Padre.
Amor sin medida Jer 31,31-34; Heb 5,7-9; Jn 12,20-33
Jn 3,14-21 Cristo fue escuchado
Lo mismo que los israelitas al mirar la La segunda lectura, aludiendo a la ora-
serpiente de bronce quedaban curados de ción del huerto, afirma que Cristo «fue
las consecuencias de su pecado (Núm escuchado» por su Padre. Expresión pa-
21,4-9), así también nosotros hemos de radójica, porque el Padre no le ahorró pasar
mirar a Cristo levantado en la cruz. Estas por la muerte. Y, sin embargo, fue escu-
últimas semanas de cuaresma son ante chado. La resurrección revelará hasta qué
todo para mirar abundantemente al cruci- punto el Hijo ha sido escuchado. A este
ficado con actitud de fe contemplativa: Cristo que había pedido: «Padre, glorifica
«Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37). a tu Hijo» (Jn 17,1), lo vemos ahora co-
Sólo salva la cruz de Cristo (Gál 6,14) y ronado de honor y gloria precisamente en
sólo mirándola con fe podremos quedar virtud de su pasión y su cruz (Heb 2,9).
limpios de nuestros pecados. Más aún, una vez resucitado, llevado a la
«Tanto amó...» Si algo debe calarnos perfección, «se ha convertido para todos los
profundamente es ese «tanto», esa medi- que le obedecen en autor de salvación eter-
da sin media, del amor del Padre dándo- na». A la luz de la Resurrección entende-
58 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

mos en toda su verdad que es el grano de un derrotado y por un maldito (Gal 3,13),
trigo que cae en tierra y muere para dar es en realidad cuando Jesús está vencien-
mucho fruto. Sí, efectivamente, en lo más do. «Ahora el Príncipe de este mundo –
hondo de su agonía el Hijo ha sido escu- Satanás– es arrojado fuera». En la cruz Je-
chado por el Padre. sús es Rey (Jn 19,19). Cuando Dios nos da
Esto es iluminador también para noso- la cruz es para glori-ficarnos.
tros. Mucha gente se queja de que Dios no «Si muere da mucho fruto». El cuerpo
le escucha porque no le libera de los males destruido de Jesús es fuente de vida. De su
que está sufriendo. Pero a su Hijo tampo- pasión somos fruto nosotros. Millones y
co le liberó de ni le ahorró la muerte. Y, sin millones de hombres han recibido y reci-
embargo, le escuchó. Dios escucha siem- birán vida eterna por esta entrega de Cris-
pre. Lo que ocurre es que nosotros «no sa- to. El sufrimiento con amor y por amor es
bemos pedir lo que conviene» (Rom 8,26). fecundo. La contemplación de Cristo cru-
Dios puede escucharnos permitiendo que cificado debe encender en nosotros el de-
permanezcamos en la prueba y no evitán- seo de sufrir con Cristo para dar vida al
donos la muerte. Nos escucha dándonos mundo. «Os he destinado para que vayáis y
fuerza para resistir en la prueba. Nos escu- deis fruto y vuestro fruto dure» (Jn 15,16).
cha dándonos gracia para ser aquilatados y «Atraeré a todos hacia mí». Cristo cru-
purificados. Nos escucha glorificándonos cificado atrae irresistiblemente las mira-
a través del sufrimiento. Nos escucha ha- das y los corazones. Mediante la cruz ha
ciéndonos grano de trigo que muere para sido colmado de gloria y felicidad. Me-
dar fruto abundante... diante la cruz ha sido constituida fuente de
Todos los cristianos y santos de todas las vida para toda la humanidad. La cruz es ex-
épocas somos fruto de la pasión de Cristo. presión del amor del Padre a su Hijo: «Por
Gracias a ella el príncipe de este mundo ha esto me ama el Padre, porque doy mi vida
sido echado fuera. Gracias a ella hemos sido para recobrarla de nuevo» (Jn 10,17). Por
arrancados del poder del demonio y atraí- eso, Jesús no rehuye la cruz: «Para esto he
dos hacia Cristo. Gracias a ella Dios ha se- venido».
llado con nosotros una alianza nueva. Gra-
cias a ella nuestros pecados han sido per-
donados. Gracias a ella Dios ha creado en Domingo de Ramos
nosotros un corazón puro y nos ha devuel- Se despojó
to la alegría de la salvación. Gracias a ella
Fil 2,6-11
ha sido inscrita en nuestro corazón la nue-
va ley, la ley del Espíritu Santo... El himno de la carta a los filipenses (se-
gunda lectura de la misa del domingo de
La gloria de la Cruz hoy) resume todo el misterio de Cristo que
Jn 12,20-33 vamos a celebrar estos días de la Semana
«Ahora es glorificado el Hijo del hom- Santa.
bre». Jesús es «elevado sobre la tierra»: con «Se despojó de su rango y tomó la con-
esta expresión san Juan se refiere a la cruz dición de esclavo». Estas son las disposi-
y a la gloria al mismo tiempo. Con ello ex- ciones más profundas del Hijo de Dios
presa una realidad muy profunda y miste- hecho hombre. Justamente lo contrario de
riosa a la vez: en el patíbulo de la cruz, cuan- Adán, que siendo una simple creatura qui-
do Jesús pasa a los ojos de los hombres por so hacerse igual a Dios (Gén 3,5). Justa-
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 59

mente lo contrario de nuestras tendencias mesiánica de Jesús en Jerusalén (Mc 11,1-


egoístas, que nos llevan a enalte-cernos a 11). El texto muestra a un Jesús que pre-
nosotros mismos y a dominar a los demás vé y domina los acontecimientos totalmen-
(Mc 10,42). Pero Jesús se despojó. Prefi- te, precisamente cuando encara directa-
rió recibir como don la gloria a la que tenía mente el camino de la pasión. Marcos,
derecho por ser el Hijo. Prefirió hacerse que había custodiado cuidadosamente en
esclavo de todos siendo el Señor de todos silencio la identidad de Jesús para evitar
(Jn 13,12-14). confusiones, manifiesta ahora a Jesús
«Se rebajó hasta someterse incluso a la aclamado abiertamente como Mesías –
muerte, y una muerte de cruz». Es preci- «bendito el reino que llega, el de nuestro
so contemplar detenidamente esta tenden- padre David»–. Sin embargo, no es un
cia de Cristo a la humillación. Lo de me- Mesías guerrero que aplasta a sus enemi-
nos es el sufrimiento físico –aun siendo gos por la fuerza de las armas, sino el
atroz–. Lo más impresionante es el sufri- Mesías humilde que trae el gozo de la sal-
miento moral, la humillación: Jesús es ajus- vación el la debilidad –montado en un bo-
ticiado como culpable, pasa a los ojos de rrico: ver Zac 9,9–.
la gente como un malhechor. Más aún,
pasa a los ojos de la gente piadosa como La Pasión
un maldito, uno que ha sido rechazado Mc 14-15
por Dios, pues dice la Escritura: «Mal- También en el domingo de Ramos de
dito todo el que cuelga de un madero» este ciclo B se proclama el relato de la
(Gal 3,13). Pasión según san Marcos (Mc 14-15). El
«Por eso Dios lo levantó sobre todo y evangelista no disimula los contrastes de
le concedió el Nombre-sobre-todo-nom- un acontecimiento que resulta desconcer-
bre». Precisamente «por eso», por humi- tante: la cruz es escándalo (14,27) al tiem-
llarse. Jesús no busca su gloria (Jn 8,50). po que revela perfectamente al Hijo de
No trataba de defenderse ni de justificar- Dios (15,39). Jesús ha aceptado plena-
se. Lo deja todo en manos del Padre. El mente el plan del Padre (14,21-41) en una
Padre se encargará de demostrar su ino- obediencia absolutamente dócil y filial
cencia. El Padre mismo le glorificará. He («Abba»: 14,36). En la escena central del
aquí el resultado de su humillación: el uni- relato –al ser interrogado por el Sumo
verso entero se le somete, toda la huma- Sacerdote– Jesús confiesa su verdadera
nidad le reconoce como Señor. La sober- identidad (14,61-62): es el Mesías, el Hijo
bia de Adán –y la nuestra–, el querer ser de Dios y el Hijo del Hombre –es decir, el
como Dios, acaba en el absoluto fracaso. Juez escatológico–. A diferencia de Pe-
La humillación de Cristo acaba en su exal- dro, que reniega de Jesús para salvar su
tación gloriosa. En Él, antes que en nin- piel (14,66-72), Jesús confiesa en abso-
gún otro, se cumplen sus propias pala- luta fidelidad, sabiendo que esta confe-
bras: «El que se enaltece será humillado, y sión le va a llevar a la cruz (14,63-64). Pa-
el que se humilla será enaltecido» (Mt radójicamente, en el momento de mayor
23,12). humillación –cuando agoniza y expira– es
cuando manifiesta plenamente quién es
Mc 11,1-10 (15,39). Pero para conocerle y aceptarle
En el pórtico de la Semana Santa el Do- como Hijo de Dios en el colmo de su hu-
mingo de Ramos presenta la entrada millación es necesaria la fe que se somete
60 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

al misterio: frente a la reacción de los dis- gloria (Rom 8,17; 2Cor 4,10s; Fil 3,10s;
cípulos, que huyen abandonando a Jesús 1Pe 4,13). Por eso, el cristiano no rehuye
(14,50), la única actitud válida ante lo cho- el sufrimiento ni se evade de él, sino que
cante y desconcertante de la Pasión es el lo asume con fe; la prueba no destruye su
acto de fe del centurión (15,39). confianza y su ánimo, sino las proporciona
un fundamento más firme (Rom 5,3; St 1,2-
Misterio desconcertante 4; Heb 12,7; He 5,41). Para quien ve la pa-
sión con fe, la cruz deja de ser locura y
Frente al relato de la pasión, hemos de escándalo y se convierte en sabiduría y
evitar ante todo la impresión de algo «sabi- fuerza (1Cor 1,22-25).
do». Es preciso considerar, uno por uno, los
indecibles sufrimientos de Cristo. En pri- La Pasión según San Marcos
mer lugar, los sufrimientos físicos: latiga-
zos, corona de espinas, crucifixión, desan- El relato de la Pasión ocupa en cada evan-
gramiento, sed, descoyuntamiento... Pero gelio un lugar importante y extenso. Des-
más todavía los interiores: humillación, de el principio, la Iglesia ha considerado la
burlas y desprecios, abandono de los discí- Pasión como una luz y un tesoro y ha pro-
pulos y amigos, contradicciones, injusticia clamado estos hechos (Jn 21,24) como
clamorosa... Basta pensar en nuestro pro- fuente y fundamento de su fe. Por un lado,
pio sufrimiento ante cualquiera de estas la Pasión da a conocer quién es Cristo y
situaciones. Pero lo más duro de todo, la atestigua su autenticidad divina; por otro,
sensación de abandono por parte del Padre; la Pasión ilumina la existencia de los hom-
aunque Jesús sabía que el Padre estaba con bres, llena de sufrimientos y dolores.
Él, quiso experimentar en su alma ese aban-
dono de Dios que siente el hombre peca- Desconcierto y fe
dor. Al relatarnos la Pasión de Jesús, cada
San Marcos nos sitúa ante la pasión como evangelista lo hace desde una perspectiva
un misterio desconcertante. El que así su- propia e insistiendo en determinados as-
fre y es humillado es el mismo Hijo de Dios. pectos. San Marcos proclama la realización
Esto es algo que sobrepasa nuestra mente desconcertante del designio de Dios. Ex-
y choca contra nuestra lógica humana. Al pone los hechos en su cruda realidad, con
considerar los sufrimientos de Cristo, he- la vivacidad de un testigo. No disimula
mos de evitar quedarnos en la mera con- nada, más bien relata los contrastes: la cruz
moción sensible, contemplando en este es escandalosa, al tiempo que revela al Hijo
hombre al Hijo eterno de Dios. Para ello de Dios.
es necesaria la fe del centurión (Mc 15,39), De hecho, ante una situación que es «es-
que nos hace entrar en el misterio, oscuro cándalo» y «locura» (1Cor 1,23), la reac-
y luminoso a la vez. ción de los discípulos es de desconcierto:
La meditación de la pasión desde la fe «abandonándole huyeron todos» (14,50),
arroja luz sobre nuestra vida de cada día. según había predicho el mismo Jesús: «to-
El sufrimiento no es una muralla, sino una dos os vais a escandalizar» (14,27). Ante
puerta. Cristo no ha venido a eliminar lo chocante de la Pasión, la única actitud
nuestros sufrimientos, lo mismo que Él válida es la del centurión (15,39): un acto
no ha bajado de la cruz cuando se lo pe- de fe que se somete al misterio.
dían; ha venido a darles sentido, transfi-
gurándolos en fuente de fecundidad y de
Ciclo B – Cuaresma-Semana Santa 61

El prendimiento de Jesús cual deforma burdamente la declaración de


San Marcos narra los hechos con un es- Jesús (es Rey en otro sentido: Jn 18,33-
tilo directo y brusco: «se presenta Judas, 38).
uno de los Doce, acompañado de un grupo Ante Pilato, san Marcos sigue resaltan-
con espadas y palos» (14,43). Jesús es apre- do lo chocante: son los judíos quienes se
sado. Una palabra suya subraya la anomalía encarnizan contra el Rey de los judíos
de la situación: «como contra un salteador (15,3-5), mientras que Él calla y no res-
habéis venido a prenderme con espadas y ponde; por otro lado, es puesto en compa-
palos» (14,48). Todos le abandonan y hu- ración con un sedicioso homicida (15,7)
yen. El evangelista subraya lo que la esce- y condenado no habiendo cometido nin-
na tiene de sorprendente. Sólo de paso se gún crimen (15,14).
indica la clave que explica esta situación
desconcertante: «es para que se cumplan las El Calvario:
Escrituras» (14, 49). de las tinieblas brota la luz
El «Rey de los judíos» recibe un manto
Proceso judío de púrpura, una corona y homenajes; pero
Después del prendimiento, Jesús es re- la corona es de espinas y los homenajes
mitido a las autoridades de su pueblo. El son burlas y golpes (15,17-20). En la cruz
evangelista indica cómo la orientación del es reconocido como «Rey de los judíos»,
interrogatorio está fijada desde el princi- pero los hechos contradicen esta digni-
pio: buscan «dar muerte a Jesús» (14,55). dad: desnudez completa (15,24), humi-
Pero esta intención es contraria con los llación suprema –dos bandidos como ase-
hechos: no encuentran ningún cargo ver- sores–, impotencia del ajusticiado que
dadero contra Jesús. Finalmente, cuando debe morir.
el sumo sacerdote la pregunta si es el Todo son burlas, pues los hechos no
Mesías, el Hijo del Bendito, Jesús declara cuadran con las pretensiones atribuidas a
solemnemente que sí: el interrogatorio, en Jesús. Desde el punto de vista humano
vez de establecer la culpabilidad de Je- debería bajar de la cruz (15,30.32), esca-
sús, revela su suprema dignidad. pando de la muerte y destruyendo a sus
Sin embargo, esta revelación de su ver- adversarios; de esa manera se podría creer
dadera personalidad no encuentra eco en Él (15,32). El evangelista sabe que esta
positivo; en vez de rendirle homenaje, le manera de ver las cosas es falsa, pero la
llaman blasfemo y reo de muerte (14,64), deja expresar con toda su crudeza cho-
se burlan de Él (14,65), el más ardiente cante sumergiéndonos así en la oscuri-
de sus discípulos le niega (14, 66-72), le dad del misterio.
atan como un malhechor para entregarlo
a Pilato (15,1). Vistos desde el exterior,
los hechos parecen contradecir la decla- Jueves Santo
ración solemne de Jesús. (pág.11)
Proceso romano
Al llamar a Jesús «rey de los judíos» Viernes Santo
(15,2.9.12), sus enemigos traspasan al (pág. 12)
plano político la dignidad del Mesías, lo
62 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Vigilia Pascual cimentado en Cristo (Col 2,7), apoyado


totalmente y exclusivamente en Él.
(pág. 12)
«Este es el día en que actuó el Señor».
La resurrección de Cristo es la gran obra
Domingo de Resurrección de Dios, la maravilla por excelencia. Ma-
yor que la creación y que todos los prodi-
Las hazañas del Señor gios realizados en la antigüedad. Hemos de
Sal 117 aprender a admirarnos de ella. Hemos de
«No he de morir, viviré para contar las aprender a gozarnos en ella: «sea nuestra
alegría y nuestro gozo». La resurrección
hazañas del Señor». Podemos escuchar en
de Cristo es el fundamento de nuestra ale-
labios de Jesús resucitado estas palabras del
salmo responsorial. El Padre ha querido que gría. «Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido
un milagro patente», pues es un aconteci-
pasase por la muerte. Pero ahora ya vive.
miento humanamente inexplicable. Pero un
Vive para siempre. Cristo resucitado es «el
que vive» (Ap 1,18), el viviente por exce- acontecimiento que sigue presente y acti-
vo en la Iglesia, pues la resurrección de
lencia, el que posee la vida y la comunica a
Cristo no ha cesado de dar fruto. Hoy sigue
su alrededor.
siendo el día en que el Señor actúa...
Vive en su Iglesia. Y vive «para contar las
hazañas del Señor». Desde el día de su re- La gran noticia
surrección proclama a los hombres, a sus Jn 20,1-9
discípulos, las maravillas que el Padre ha
realizado con Él resucitándole. Cristo re- Lo mismo que a las mujeres la mañana
sucitado testimonia en su Iglesia la gloria de Pascua, la Iglesia nos sorprende hoy con
que el Padre le ha dado, el gozo infinito que la gran noticia: el sepulcro está vacío. Cris-
le inunda, el poder que ha recibido de su to ha resucitado. El Señor está vivo. El mis-
Padre constituyéndole Señor de todo y de mo que colgó de la cruz el viernes santo.
todos. Para toda la eternidad Cristo es el El mismo que fue encerrado en el sepul-
Testigo más perfecto de las hazañas del cro. ¿Soy capaz de dejarme entusiasmar con
Señor, del poder y del amor que el Padre ha esta noticia?
derrochado en Él resucitándole de entre los «Vio y creyó». La resurrección de Cris-
muertos y sentándole a su derecha (Ef 1,19- to es el centro de nuestra fe. Nosotros no
21). creemos en ideas, por bonitas que sean.
«La piedra que desecharon los arquitec- Nuestra fe se basa en un acontecimiento:
tos es ahora la piedra angular». El despre- Cristo ha resucitado. Nuestra fe es adhe-
ciado, el humillado, el crucificado es aho- sión a una persona viva, real, concreta: Cris-
ra fundamento de todo. Cristo resucitado to el Señor. Y la Pascua nos ofrece la posi-
es y será para siempre el que da sentido a bilidad de un encuentro real con el Resu-
cada hombre, a cada sufrimiento, a cada citado y de la experiencia de su presencia
esfuerzo, a la Historia entera. Sólo en Él la en nuestra vida.
vida cobra consistencia y valor, pues «no Los discípulos corrían. Este apresura-
se nos ha dado otro Nombre en el que po- miento significa mucho. Es, ante todo, el
damos salvarnos» (He 4,12). Todo lo cons- deseo de ver al Señor, a quien tanto aman.
truido al margen de esta piedra angular se Es el deseo de comprobar con sus propios
desmorona, se hunde. Ser cristiano es vivir ojos que, efectivamente, el sepulcro está
Ciclo B – Tiempo Pascual 63

vacío, que la muerte ha sido vencida y no «Señor mío y Dios mío». La actitud final
tiene la última palabra. Es el entusiasmo de de Tomás nos enseña cuál ha de ser nuestra
quien sabe que la historia ha cambiado, que relación con el Resucitado: una relación de
la vida tiene sentido. Es la alegría de quien fe y adoración. Fe, porque no le vemos con
tiene algo que decir, de quien quiere trans- los ojos: «Dichosos los que crean sin ha-
mitir una gran noticia a los demás. La resu- ber visto»; fe a pesar de que a veces parez-
rrección de Cristo no nos deja adormeci- ca ausente, como a los discípulos de Emaús,
dos. Es la noticia que nos sacude y nos pone que no eran capaces de reconocerle aun-
en movimiento. Nos hace testigos y men- que caminaba con ellos (Lc 24,13ss). Y
sajeros del acontecimiento central de toda adoración, porque Cristo es en cuanto hom-
la historia de la humanidad. bre «el Señor», lleno de la vida, de la gloria
y de la felicidad de Dios.
«Se llenaron de alegría al ver al Señor».
La resurrección de Cristo es fuente de
Tiempo Pascual alegría. El encuentro con el Señor resuci-
tado produce gozo. Su presencia lo ilu-
Domingo II de Pascua mina todo, porque Él es el Señor de la
historia. En cambio, su ausencia es causa
Jn 20,19-31 de tristeza, de angustia y de temor. Tam-
Durante el tiempo pascual desaparece el bién en esto Cristo cumple su promesa:
evangelio de Marcos y sólo volvemos a «Volveré a veros y se alegrará vuestro
encontrarlo en la solemnidad de la Ascen- corazón y vuestra alegría nadie os la po-
sión del Señor (Mc 16,15-20). En reali- drá quitar» (Jn 16,22). ¿Vivo mi relación
dad la ascensión-entronización queda na- con Cristo como la única fuente del gozo
rrada en un breve versículo (el 19). Sin autentico y duradero?
embargo, es significativo que este hecho
quede enmarcado entre el mandato mi-
sionero universal (vv. 15-18) y la consta- Domingo III de Pascua
tación de su cumplimiento (v. 20): Cris- Presencia de Dios que lo llena todo
to, el Señor glorificado, ejerce su señorío
invisible en la acción visible de su Iglesia Lc 24,35-48
que evangeliza –«actuaba con ellos y con- «Se presentó Jesús en medio de sus dis-
firmaba la palabra con los signos»–. cípulos». Jesús resucitado está presente
¡Señor mío y Dios mío! en medio de los suyos, en medio de su
Iglesia. Está presente en los sacramentos:
«Recibid el Espíritu Santo». He aquí el
es Él quien bautiza, es Él quien perdona los
regalo pascual de Cristo. El que había pro-
pecados... Está presente de manera espe-
metido. «No os dejaré huérfanos» (Jn
cial en la Eucaristía, entregándose por amor
14,18), ahora cumple su promesa. Jesús,
a cada uno con su poder infinito. Está pre-
que había gritado «el que tenga sed que
sente en los hermanos, sobre todo en los
venga a mí y beba» (Jn 7,37), se nos pre-
más pobres y necesitados. Está presente en
senta ahora en su resurrección como
la autoridad de la Iglesia... La vida cristiana
fuente perenne del Espíritu. A Cristo re-
no consiste en vivir unas ideas, por bonitas
sucitado hemos de acercarnos con sed a
que fueran. El cristiano vive de una presen-
beber el Espíritu que mana de Él, pues el
cia que lo llena todo: la presencia viva de
Espíritu es el don pascual de Cristo.
64 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Cristo resucitado. Y el tiempo de Pascua una idea, un fantasma, algo irreal. Pero Él
nos ofrece la gracia para captar más inten- nos asegura: «Soy yo mismo». No hay
samente esta presencia, para acogerla sin motivo para la duda o la turbación. Como
condiciones, para vivir de ella. entonces, también hoy Cristo se pone en
«Creían ver un fantasma...» Aun creyen- medio de nosotros para infundirnos la cer-
do en la Resurrección del Señor, pueden teza de su presencia. Más aún, quiere ha-
asaltarnos las mismas dudas que a los dis- cernos tener experiencia de ella al comer
cípulos. Como a Jesús resucitado no le ve- con nosotros. La eucaristía es contacto real
mos, podemos tener la impresión de algo con el Resucitado.
poco real, algo ilusorio, como si fuera un Las Escrituras iluminan el sentido de la
fantasma, una sombra. Pero también a no- pasión y muerte de Cristo. También a no-
sotros nos repite: «Mirad mis manos y mis sotros Cristo Resucitado nos remite y nos
pies: soy yo en persona». Nos remite a las lleva a las Escrituras; ellas dan testimonio
huellas de su pasión. Verdaderamente pa- de Él, pues ellas contienen el plan eterno
deció, verdaderamente murió, verdadera- de Dios. Y lo mismo que ilumina los sufri-
mente ha resucitado. Es Él en persona. El mientos de Cristo, la Palabra de Dios nos
mismo que recorrió los caminos de Pales- da el sentido de todos los acontecimien-
tina, que predicó, que curó a los enfermos... tos dolorosos y a primera vista negativos
El Resucitado es real. Vive de veras. Y man- de nuestra existencia. Es necesario acudir
tiene su realidad humana. El tiempo de Pas- a ella en busca de luz. Pero también pedir a
cua conlleva la gracia para conocer con más Cristo que –como a los apóstoles– abra
hondura la belleza de la realidad humana del nuestra mente para comprender las Escri-
Señor a la vez que su grandeza divina. turas.
«Les abrió el entendimiento para com- «Vosotros sois testigos». El encuentro
prender las Escrituras». Sin Cristo la Bi- con el Resucitado nos hace testigos, capa-
blia es un libro sellado, imposible de en- ces de dar a conocer lo que hemos experi-
tender. Como a los primeros discípulos, mentado. Si de verdad nos hemos encon-
también a nosotros Jesús resucitado nos trado con el Resucitado, tendremos que
abre el entendimiento para comprender. Él repetir lo que los apóstoles: «Nosotros no
es el Maestro que sigue explicándonos las podemos dejar de contar lo que hemos visto
Escrituras. Pero lo hace como Maestro in- y oído» (He 4,20). En cambio, si no tene-
terior, porque nos enseña e ilumina por den- mos experiencia de Cristo, nuestra palabra
tro. Sólo podemos entender la Escritura si será trompeta que hace ruido pero es in-
la leemos en presencia del Resucitado y a útil; sonará a hueco.
su luz. Sólo escuchándole a Él en la ora-
ción, sólo invocando su Espíritu, la Biblia
deja de ser letra muerta y se nos ilumina
Domingo IV de Pascua
como palabra de vida y salvación. Hch 4,8-12; 1Jn 3,1-2; Jn 10,11-18
Soy yo en persona Amor que da la vida
Lc 24,35-48 «El Buen Pastor da la vida por las ove-
«Soy yo en persona». También a nosotros, jas». Da la vida. No sólo la dio. La da con-
como a los discípulos del evangelio, pue- tinuamente. Jesús Resucitado permanece
den surgirnos dudas y pensar que Cristo es eternamente en la actitud que le llevó a la
Ciclo B – Tiempo Pascual 65

muerte. Ahora ya no muere. No puede mo- el fin del mundo» (Mt 28,20). Y como Buen
rir. Pero el amor que le llevó a dar la vida Pastor es el Señor de la historia, que domi-
es el mismo. Y eso continuamente. Instan- na y dirige todos los acontecimientos: «Se
te tras instante Cristo es el Buen Pastor que me ha dado todo poder en el cielo y en la
da la vida por sus ovejas, que da su vida por tierra» (Mt 28,18). Nuestra reacción no
mí. Su amor «hasta el extremo», el que le puede ser otra que la confianza plena: «El
llevó hasta la cruz, ha quedado eternizado Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque
mediante la resurrección. Su vida de resu- camine por cañadas oscuras, nada temo,
citado es un acto continuo, perfecto y efi- porque tú vas conmigo» (Sal 23).
caz de amor a su Padre y de amor a los hom- Y es el Buen Pastor que da la vida por las
bres, a cada uno de todos los hombres. Él ovejas. La resurrección nos grita el valor y
mismo es el Amor que da la vida. la eficacia de la sangre de Cristo que nos
«Por su nombre se presenta éste sano ha redimido. Nosotros somos fruto de la
ante vosotros». Su entrega es eficaz. Su entrega de Cristo. A diferencia del asala-
amor es capaz de transformar. Al morir riado, a Cristo le importan las ovejas, por-
por nosotros nos sana. Al entregar su vida que son suyas; por eso da la vida por ellas.
engendra vida. Es el nombre de Jesucris- Y ahora, ya resucitado y glorioso, sin de-
to nazareno el único capaz de salvar to- rramamiento de sangre, Cristo vive en la
talmente, definitivamente. La acción del misma actitud de entrega. Ahora le impor-
Buen Pastor una vez resucitado se carac- tamos todavía más, porque nos ha compra-
teriza por la fuerza, por la energía sal- do con su sangre (Ap 5,9).
vadora. La Resurrección pone de relieve Más aún, Cristo Buen Pastor no sólo da
que el amor del Buen Pastor no era inútil la vida por nosotros, sino que nos enseña
o estéril, sino muy eficaz. Las conversio- y nos impulsa también a nosotros a dar la
nes y sanaciones realizadas por medio de vida. La resurrección nos habla con fuer-
los Apóstoles lo atestiguan. za de que la vida se nos ha concedido para
«¡Somos hijos de Dios!» También en darla, de que vale la pena gastar la vida
esto se manifiesta la fuerza de la Resu- para que los demás tengan vida eterna, de
rrección. En su victoria, Cristo nos arras- que el que pierde su vida ese es el que de
tra a vivir su misma vida de Hijo, su mis- verdad la gana. Dando la vida colabora-
ma relación con el Padre. Somos hijos en mos a que las ovejas que son de Cristo
el Hijo. En Cristo somos hijos de Dios. pero no están en su redil escuchen su voz
En la Vigilia Pascual hemos renovado las de Buen Pastor, entren en su redil, se sien-
promesas de nuestro bautismo y el mejor tan amados por Él y experimenten que Él
fruto de la Pascua es un acrecentamiento repara sus fuerzas y sacia su sed.
de la vivencia de nuestro ser hijos de Dios.
Confianza plena Domingo V de Pascua
Jn 10,11-18 Permaneced en Mí
A la luz de la Pascua, el evangelio de Jn 15,1-8
hoy nos invita a contemplar al Resucita-
do como Buen Pastor. Cristo Resucitado «Permaneced en mí». Este mandamiento
continúa presente en su Iglesia, camina de algún modo resume toda la vida y activi-
con nosotros. Conduce a su Pueblo: «Yo dad del cristiano. Por el Bautismo hemos
estaré con vosotros todos los días hasta sido injertados en Cristo (Rom 6,5). Como
66 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

la vida del sarmiento depende de su unión a autores sagrados no encuentran palabras ni


la vid, la vida del cristiano depende de su imágenes para expresarlo. No hemos de
unión a Cristo. Nuestra relación con Cris- imaginar a Cristo fuera de nosotros. Gra-
to no es a distancia. Vivimos en Él. Y Él cias a su glorificación Él vive en nosotros
vive en nosotros. Por eso Él mismo insis- y nosotros vivimos su misma vida. Por el
te: «Permaneced en mí». Esta unión conti- Bautismo hemos sido injertados en Cristo
nua con Cristo es la clave del crecimiento y vivimos su misma vida, lo mismo que los
del cristiano y del fruto que pueda dar. Toda sarmientos tienen la misma vida que reci-
la vida viene de la vid y nada más que de la ben de la vid.
vid. Por eso, el mandato de Cristo es muy
«Sin mí no podéis hacer nada». El que sencillo: «Permaneced en mí». La vida
comprende de verdad estas palabras cam- cristiana, aunque parezca compleja, es en
bia por completo su modo de plantear las realidad muy simple: se trata de permane-
cosas. Cada acción realizada al margen de cer unidos a Cristo continuamente. En san
Cristo, cada momento vivido fuera de Él, Juan, permanecer en Cristo supone vivir en
cada palabra no inspirada por Él... están gracia, pero no sólo; implica además una
condenados a la esterilidad más absoluta. relación personal y una intimidad amorosa
No sólo se pierde el cuándo se hacen co- con Él cada vez más consciente y más con-
sas que no viniendo de Cristo no dan nin- tinua.
gún fruto. Deberíamos tener horror a no dar Esto es de una importancia enorme. Y san
fruto, a malgastar nuestra vida, a perder el Juan lo subraya con una lógica y una cohe-
tiempo. rencia implacables: «Lo mismo que el sar-
«... Lo poda para que dé más fruto». Dios miento separado de la vid se seca y no tie-
desea que demos fruto, y fruto abundante – ne vida ni da fruto, vosotros separados de
Jn 15,16–. Para ello es necesario «perma- mí no podéis hacer nada». Es preciso apren-
necer en Cristo» mediante la fe viva, la ca- der esta lección de una vez por todas. Nues-
ridad ardiente, la esperanza invencible, tro fruto no depende de las cualidades hu-
mediante los sacramentos y la oración con- manas, sino de la unión con Cristo. Dios
tinua, mediante la atención a Cristo y la desea que demos fruto abundante –y en ello
docilidad a sus impulsos... Pero hay más. es glorificado, y para eso nos poda, para
Como Dios nos ama y desea que demos que llevemos más fruto–, pero nuestra fe-
mucho fruto, nos poda. Gracias a esta poda cundidad, nuestro dar fruto en la vida per-
cae mucho ramaje inútil que estorba para sonal, en la Iglesia y en el mundo, está en
dar fruto. El sufrimiento, las humillacio- proporción a nuestra santidad, a nuestra
nes, el fracaso, las dificultades, los desen- unión con el Señor Resucitado. Sin ella no
gaños... son muchas veces los instrumen- haremos nada, ni daremos fruto abundante
tos de que Dios se sirve para podarnos. ni duradero; y si los hay, serán frutos apa-
Gracias a esta poda caen muchas aparien- rentes, que se evaporan como la niebla ma-
cias, nos enraizamos más en Cristo y po- ñanera.
demos dar más fruto.
Su misma vida Domingo VI de Pascua
Jn 15,1-9 Permaneced en mi amor
El misterio de Cristo y de su Resurrec-
ción es de una fecundidad inagotable. Los Jn 15,9-17
Ciclo B – Tiempo Pascual 67

«Permaneced en mi amor». En esta Pas- re hacer también en nosotros: «Nadie tie-


cua Cristo nos ha manifestado más clara ne amor más grande que el que da la vida
e intensamente su amor. Y ahora nos invi- por sus amigos». El amor de Cristo es de
ta a permanecer bajo el influjo de este este calibre. Y el amor a los demás que
amor. En realidad podemos decir que toda quiere producir en nosotros, también.
la vida del cristiano se resume en dejarse
amar por Dios. Dios nos amó primero. Como yo os he amado
Nos entregó a su Hijo como víctima por Jn 15,9-17
nuestros pecados. Y el secreto del cristia- «Yo os he elegido». Nuestra fe, nuestro
no es descubrir este amor y permanecer ser cristiano, no depende primera ni prin-
en él, vivir de él. Sólo la certeza de ser cipalmente de una opción que nosotros
amados por Dios puede sostener una vida. hayamos hecho. Ante todo, hemos sido
No sólo hemos sido amados, sino que so- elegidos, personalmente, con nombre y
mos amados continuamente, en toda cir- apellidos. Cristo se ha adelantado a lo que
cunstancia y situación. Y se trata de per- yo pudiera pensar o hacer, ha tomado la
manecer en su amor, de no salirnos de la iniciativa, me ha elegido. Ahí está la clave
órbita de ese amor que permanece amán- de todo, ahí esta la raíz de nuestra identi-
donos siempre, que nos rodea, que nos dad. Y es preciso dejarnos sorprender
acosa, que está siempre volcado sobre continuamente por esta elección de Dios,
nosotros. «Él nos amó primero» (1Jn 4,19).
«Amaos unos a otros como yo». Sólo «Os llamo amigos». Cristo resucitado,
el que permanece en su amor puede amar vivo y presente, nos llama y nos atrae a
a los demás como Él. El amor de Cristo su amistad. Ante todo, busca una intimi-
transforma al que lo recibe. El que de ve- dad mayor con cada uno de nosotros. Nos
ras acoge el amor de Cristo se hace ca- ha contado todos sus secretos, nos ha in-
paz de amar a los demás. Pues el amor de troducido en la intimidad del Padre. Y es
Cristo es eficaz. Lo mismo que Él nos una amistad que va en serio: la ha demos-
ama con el amor que recibe de su Padre, trado dando la vida por los que eran ene-
nosotros amamos a los demás con el amor migos (Col 1,21-22) y convirtiéndolos en
que recibimos de Él. La caridad para con amigos. A la luz de la Pascua hemos de
el prójimo es el signo más claro de la pre- examinar si nuestra vida discurre por los
sencia de Cristo en nosotros y la demos- cauces de la verdadera amistad e intimidad
tración más palpable del poder del Resu- con Cristo o –por el contrario– todavía le
citado. vemos distante, lejano. Y si corresponde-
«El que ama ha nacido de Dios». Dios mos a esta amistad con la fidelidad a sus
infunde en nosotros su misma caridad. mandamientos.
Por eso nuestro amor, si es auténtico, debe «Como yo os he amado». Quizá muchas
ser semejante al de Dios. Pero Dios ama veces meditamos en el amor al prójimo.
dando la vida: el Padre nos da a su Hijo; Pero tal vez no meditamos tanto en la me-
Cristo se entrega a sí mismo, ambos nos dida de ese amor, en ese «como yo». La
comunican el Espíritu. La caridad no con- medida del amor al hermano es dar la vida
siste tanto en dar cuanto en darse, en dar por él como Cristo la ha dado, gastar la vida
la propia vida por aquellos a quienes se por los demás día tras día. Mientras no lle-
ama; y eso hasta el final, hasta el extre- guemos a eso hemos de considerarnos en
mo, como ha hecho Cristo y como quie- déficit. El cristiano nunca se siente satis-
68 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

fecho como si ya hubiera hecho bastante. suyos y tengan un valor inmenso: «El que
«El amor de Cristo nos apremia» (2Cor cree en mí hará las obras que yo hago y aún
5,14). Y lo maravilloso es que realmente mayores» (Jn 14,22).
podemos amar como Él porque este amor De ahí la importancia de los signos, que
«ha sido derramado en nuestros corazones indica el evangelio. Los signos manifies-
con el Espíritu Santo que se nos ha dado» tan que la Iglesia es más que palabras, es
(Rom 5,5). Cristo resucitado, viviendo en hechos. Mediante ellos se ve la acción del
nosotros nos capacita y nos impulsa a amar Señor. Ya no se tratará de coger serpientes
«como Él». en las manos, pero hay que preguntarnos
cómo hoy nosotros podemos ser «milagro»
Ascensión del Señor –es decir, signo que se ve– para aquellos
con los que vivimos.
Actuaba con ellos
Mc 16,15-20
Domingo de Pentecostés
El breve texto de san Marcos nos presenta
de Jesús como un ser llevado «al cielo», es Sed del Espíritu
decir, al lugar propio de Dios, y un «sentar- Jn 20,19-23
se» a la derecha de Dios. Efectivamente, el «Recibid el Espíritu Santo». El gran don
misterio de la ascensión significa que el que pascual de Cristo es el Espíritu Santo. Para
por nosotros tomó la condición de siervo, esto ha venido Cristo al mundo, para esto
pasó por uno de tantos y se humilló hasta la ha muerto y ha resucitado, para darnos su
muerte de cruz (Fil 2,6-10), ahora ha sido Espíritu. De esta manera Dios colma
exaltado, enaltecido, constituido «Señor». insospechadamente sus promesas: «Os
Cristo en cuanto hombre se ha sentado en daré un corazón nuevo, infundiré en voso-
el trono de su Padre (Ap 3,21), ha recibido tros un Espíritu nuevo» (Ez 36,26). Nece-
todo poder en el cielo y en la tierra (Mt sitamos del Espíritu Santo, pues «el Espí-
28,18) y ha sido constituido Señor del Uni- ritu es el que da la vida, la carne no sirve
verso ante el que toda rodilla se dobla. para nada» (Jn 6,63). El Espíritu Santo no
Sin embargo, ascensión no significa au- sólo nos da a conocer la voluntad de Dios,
sencia de Cristo. A renglón seguido de na- sino que nos hace capaces de cumplirla
rrar la ascensión de Jesús, san Marcos su- dándonos fuerzas y gracia: «Os infundiré
braya que «El Señor actuaba con ellos». mi Espíritu y haré que caminéis según mis
Ciertamente Cristo ha dejado su presen- preceptos y que guardéis y cumpláis mis
cia visible, sensible. Pero sigue presente. mandatos» (Ez 36,27).
Y lo manifiesta «cooperando» con la ac- «Sopló sobre ellos». Para recibir el Es-
ción de los discípulos. En estas breves píritu hemos de acercarnos a Cristo, pues
palabras queda resumido todo misterio de es Él –y sólo Él– quien lo comunica. Él
la Iglesia. Toda acción de la Iglesia –y de mismo había dicho: «El que tenga sed que
cada cristiano en ella– no es algo simple- venga a mí y beba» (Jn 7,37). Es preciso
mente humano, sino acción de Cristo a acercarnos a Cristo en la oración, en los
través de ella. Cuando alguien bautiza, es sacramentos, sobre todo en la Eucaristía,
Cristo quien bautiza... Por tanto, todo para beber el Espíritu que mana de su cos-
nuestro empeño ha de ser buscar la sin- tado abierto. Y es preciso acercarnos con
tonía con Cristo para que realice esa co- sed, con deseo intenso e insaciable. De esta
operación y nuestros actos sean también manera, Cristo no nos deja huérfanos (Jn
Ciclo B – Tiempo Pascual 69

14,18), pues nos da el Espíritu que es maes- fuente última y absoluta de la vida, no de-
tro interior (Jn 14,26; 16,13), que consue- pendiendo de nadie. El Hijo es engen-
la y alienta (Jn 14,16; 16,22). drado por el Padre, recibe de Él todo su
«Como el Padre me envió, así os envío ser: por eso es Hijo; pero el Padre se da
yo». Jesús afirma al inicio de su ministe- totalmente: por eso el hijo es Dios, igual
rio que ha sido «ungido por el Espíritu del al Padre. Nada tiene el Hijo que no reciba
Señor para anunciar la Buena Noticia a del Padre; nada tiene el Padre que no co-
los pobres» (Lc 4,18). Y a los apóstoles munique al Hijo. El ser del Hijo consiste
les promete: «Recibiréis la fuerza del Es- en recibir todo del Padre y el Hijo vuelve
píritu y seréis mis testigos» (He 1,8). Je- al Padre en un movimiento eterno de
sús nos hace partícipes de la misma mi- amor, gratitud y donación. Y ese abrazo
sión de anunciar el evangelio que él ha de amor entre el Padre y el Hijo es el Es-
recibido del Padre y lo hace comunicán- píritu Santo.
donos la fuerza del Espíritu Santo. El Es- «El Espíritu todo lo sondea, incluso lo
píritu nada tiene que ver con la lentitud, la profundo de Dios» (1Cor 2,10). El Espí-
falta de energías, la pasividad; es impulso ritu nos da a conocer a Cristo y al Padre
que nos hace testigos enviados, apóstoles. y nos pone en relación con ellos. Las Per-
sonas divinas viven como en un templo
Domingo de la Santísima Trinidad en el hombre que está en gracia. Estamos
habitados por Dios. Somos templo suyo.
Familiaridad con Dios Vivimos en el seno de la Trinidad. ¿Se
puede imaginar mayor familiaridad? Todo
Mt 18,16-20 nuestro cuidado consiste en permanecer
A muchos cristianos el misterio de la en esta unión.
Trinidad les echa para atrás. Les parece
demasiado complicado y prefieren dejar-
lo de lado. Y sin embargo las páginas del
Nuevo Testamento nos hablan a cada pa-so Corpus Christi
de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo.
Ellos son el fundamento de toda nuestra Mc 14,12-16.22-26
vida cristiana.
El texto seleccionado incluye los pre-
Explicar el misterio de la Trinidad no es parativos para la cena, en que Jesús apare-
difícil, es imposible, precisamente porque ce –como en la entrada en Jerusalén– go-
es misterio. Pero lo mismo que un niño bernando y dirigiendo los acontecimientos,
puede tener gran familiaridad con su pa- y el relato de la institución de la Eucaris-
dre aunque no sepa decir muchas cosas tía, en el que Jesús realiza anticipadamente
de él, nosotros podemos vivir también en el gesto de donación de su propia vida que
una profunda familiaridad con el Padre, llevará a cabo al día siguiente en la cruz. La
con Cristo, con el Espíritu y tener expe- mención en el último versículo del camino
riencia de estas Personas divinas. No sólo hacia el monte de los Olivos apunta hacia
podemos: estamos llamados a ello en vir- lo trágicamente real de ese gesto.
tud de nuestro bautismo. No es un privi-
legio de algunos místicos. Comer nuestra redención
Podemos conocer al Padre como Fuente «Esto es mi cuerpo...» Ante todo, la fies-
y Origen de todo, Principio sin principio, ta de hoy nos debe hacer cobrar una con-
70 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

ciencia más intensa de la presencia real de apóstoles, todas las generaciones cristia-
Jesucristo en la Eucaristía. El cuerpo sig- nas han descubierto el amor de Dios con-
nifica la persona entera. Cristo está presen- templando a Cristo crucificado. La cruz es
te con su cuerpo glorioso, con su alma hu- la expresión mayor de este amor. Por eso
mana, con su personalidad divina. ¿Somos también nosotros somos invitados antes
de veras conscientes de que en cada sagra- que nada a mirar a Jesús. El apóstol Juan
rio hay un hombre viviente, infinitamente nos enseña este secreto y desea contagiar-
más real que todos nosotros? ¿Qué me es nos esta mirada contemplativa: para que
más real, la presencia de las demás perso- entendamos hasta qué punto somos ama-
nas humanas o la presencia de Cristo en la dos y aprendamos a amar de una manera
Eucaristía? ¿Soy consciente de tener en el semejante.
Sagrario a Dios con nosotros, a mi dispo- «Sacaréis aguas con gozo». La tradición
sición, esperándome eternamente? cristiana ha entendido que la antigua pro-
«...que se entrega por vosotros». Sin em- fecía de Isaías se ha cumplido en Jesús. Al
bargo, la presencia de Cristo en la Eucaris- ser traspasado su costado, «salió sangre y
tía no es inerte ni pasiva. Cristo vive apa- agua». Jesús muerto y resucitado se con-
sionadamente en la Eucaristía su amor in- vierte en manantial de vida y salvación.
finito por nosotros, su entrega sin límites Derrama su Espíritu, su amor, su misma
por cada uno. El amor manifestado en la cruz vida. Por eso, el creyente es invitado cons-
perdura eternamente; no ha menguado; por tantemente a acudir a Él para beber esa agua
el contrario, es ahora más intenso. Y se hace que sacia su sed y le purifica y para recibir
especialmente presente y eficaz en cada la aspersión de su sangre que le regenera y
celebración de la Eucaristía. Y eso «por le embriaga.
vosotros y por todos los hombres», por cada «Lo que trasciende toda filosofía». El
uno de todos los hombres, por los que fue- cristianismo no es una ideología, un sim-
ron, son y serán. ple sistema de verdades y normas. Es una
«...para perdón de los pecados». Cristo experiencia; consiste en haber encontrado
sabe muy bien por quién y a quién se en- el amor de Cristo y seguir ahondando cons-
trega; por hombres que son pecadores. tantemente en ese mar sin fondo ni ribe-
Pero para esto ha venido precisamente, ras. La verdadera sabiduría del cristiano es
para quitar el pecado del mundo. Cristo ese conocimiento experiencial y crecien-
en la Eucaristía anhela borrar nuestro pe- te del amor de Jesús. A él acude sin cesar
cado y hacernos santos. Para eso se ha para beber y saciarse y poder volcarlo en
entregado. Y para eso se queda en la eu- abundancia sobre los demás hombres.
caristía, para ser alimento de pecadores.
Y nosotros necesitamos acudir con ansia
y comer y beber nuestra redención.
Tiempo Ordinario
Sagrado Corazón de Jesús
II Domingo del Tiempo Ordinario
Lo que trasciende toda filosofía
Oseas 11,16.3-4.8c-9; Is 12,2-6; Ef 3,8- Después de leer el domingo segundo Jn
12.14-19; Jn 19,31-37 1,35-42, que prolonga la manifestación de
Jesús en la Epifanía y en la Fiesta del Bau-
«Mirarán al que atravesaron». Desde los tismo, los domingos 3º al 9º presentan a
Ciclo B – Tiempo Ordinario 71

un Jesús que comienza a reve-larse median- gia, vamos siendo transfigurados, vamos
te diversos signos pero encuentra inmedia- siendo convertidos en teofanía también
tamente la obstinación y el rechazo de las nosotros...
autoridades judías.
Manifestación de Dios Una experiencia contagiosa
Todo el tiempo de Navidad, la liturgia Jn 1,35-42
subrayaba el aspecto de manifestación de «Este es el Cordero de Dios». Todo em-
Jesucristo. Pero en el tiempo de Epifanía pieza con un testimonio. La fe de los dis-
se ha intensificado. El Hijo de Dios se ha cípulos y el hecho de que sigan a Jesús
manifestado al mundo y al mismo tiempo es consecuencia del testimonio de Juan.
nos manifiesta al Padre. Y es esto lo que Así de sencillo. ¡Cuántas veces a lo largo
subraya la liturgia: una verdadera teofanía de nuestra vida tenemos oportunidad de
de la Trinidad. El cielo rasgado pone al dar testimonio de Cristo! En cualquier cir-
descubierto el misterio de Dios. Jesús se cunstancia podemos indicar como Juan,
revela como Hijo del Padre y Ungido del con un gesto o una palabra, que Cristo es
Espíritu. El Padre manifiesta su compla- el Cordero de Dios, es decir, el que salva
cencia en el Hijo muy amado. al hombre y da sentido a su vida. El que
Más significativo todavía es que toda muchos crean en Cristo y le sigan depen-
esta grandeza de Cristo se manifiesta en de de nuestro testimonio, mediante la pa-
su humillación. A Jesús el bautismo no le labra y sobre todo con la vida.
hace Hijo de Dios, porque lo es desde toda «Venid y lo veréis». El testimonio de Juan
la eternidad como Verbo, y como hombre despierta en sus acompañantes el interés
desde el instante de su concepción. Al bau- por Jesús; sienten un fuerte atractivo por
tizarse se pone en situación de profunda Él. Por eso le siguen. Jesús no les da razo-
humillación: pasa por un pecador más que nes ni argumentos. Simplemente les invita
busca purificación. Pero es precisamente a estar con Él, a hacer la experiencia de su
en esa situación objetiva de humillación intimidad. Y esta fue tan intensa que se que-
donde se revela lo más alto de su divinidad: daron el día entero y san Juan, muchos años
un aspecto que no deberíamos olvidar del más tarde recuerda incluso la hora –«hacia
misterio de Navidad, que tiene consecuen- las cuatro de la tarde»–. También nosotros
cias incalculables para nuestra vida. No bri- somos invitados a hacer esta experiencia
llamos más por el brillo humano o por el de amistad con Cristo, de intimidad con Él.
aplauso de los hombres, sino por partici- Venid y lo veréis. «Gustad y ved qué bueno
par del camino de humillación de Cristo. es el Señor» (Sal 34,9).
En la celebración eucarística se hace pre- «Lo llevó a Jesús». La experiencia de
sente para nosotros el misterio que cele- Cristo es contagiosa. El que ha experimen-
bramos. Tocamos el misterio y el misterio tado la bondad de Cristo no tiene más re-
nos transforma. Si vivimos la liturgia, si la medio que darla a conocer. El que ha esta-
celebramos con fe profunda, va creciendo do con Cristo se convierte también él en
en nosotros el conocimiento de Dios, Él testigo. Pero no pretende que los demás se
va irradiando en nosotros la luz de su glo- queden en él o en su grupo, sino que los
ria (2Co 4,6) y vamos siendo transforma- lleva a Cristo. La actitud de Andrés nos en-
dos en su imagen, vamos reflejando su glo- seña la manera de actuar todo auténtico
ria (2Co 3,18). Si de veras vivimos la litur-
72 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

apóstol: «Hemos encontrado al Mesías». Y viendo de apariencias, de mentiras... La


lo llevó a Jesús. Navidad debe haber dejado en nosotros una
sed incontenible de realidad, de vivir en la
verdad. No sigamos engañándonos a noso-
Domingo III del Tiempo Ordinario tros mismos. Llamemos las cosas por su
nombre. No sigamos viviendo como si lo
El domingo tercero (1,14-20) presenta real fuera lo de aquí abajo. Al contrario, lo
la predicación inicial de Jesús y la llamada de aquí es pasajero, muy pasajero.
de los primeros discípulos. Tanto el carác- Lo real es eterno, lo definitivo. Cristo
ter urgente de la llamada de Jesús –«se ha ha venido para que nuestra vida tenga un
cumplido el plazo»– como lo inmediato e valor y un peso de eternidad. Hemos de te-
incondicional del seguimiento por parte de ner hambre de eternidad. Hemos de saber
los discípulos manifiesta la grandiosidad y vivir de lo eterno. «Somos ciudadanos del
el atractivo de la persona de Jesús. Esta ur- cielo» (Fil 3,20), «aspiremos a los bienes
gencia se manifiesta también en el carác- del Cielo (Col 3,1-2). Este es también el
ter de «pescadores de hombres» que tie- sentido de la llamada del Señor en el evan-
nen los discípulos: lo mismo que Jonás (1ª gelio: «Convertios, creed la Buena Nueva,
lectura: Jon 3,1-5.10) son enviados a con- está cerca el Reino de Dios.
vertir a los hombres a Cristo: «convertios
y creed».
Hambre de eternidad Venid conmigo
1Cor 7,29-31 Mc 1,14-20
«El momento es apremiante». Después «Se ha cumplido el tiempo». Hemos ce-
de haber celebrado la venida del Hijo de lebrado a Cristo en el Adviento como «el
Dios a este mundo, esta frase se entiende deseado de las naciones», el esperado de
mejor. Después del nacimiento de Cristo todos los pueblos. «Todo el mundo te bus-
nada puede ser igual. Él lo ha transforma- ca» (Mc 1,37). Con la venida de Cristo es-
do todo, la razón de ser de todo, el único tamos en la plenitud de los tiempos. El
punto de referencia válido para todo. Reino de Dios está aquí, la salvación se nos
La frase de san Pablo «el momento es ofrece para disfrutarla. Tenemos, sobre
apremiante» está en dependencia de la del todo, a Cristo en persona. «Cuántos desea-
mismo Jesús en el evangelio: «se ha cum- ron ver lo que vosotros veis y no lo vieron,
plido el tiempo, se ha acercado el Reino y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron».
de Dios». No podemos seguir viviendo Pero la presencia de Cristo hace que las
como si Él no hubiera venido. Su presen- cosas no puedan seguir igual. Por eso, Je-
cia debe determinar toda nuestra vida. Su sús añade a continuación: «Convertios». La
venida da a nuestra existencia un todo de presencia de Cristo exige una actitud radi-
seriedad y urgencia. No podemos seguir cal de atención y entrega a Él, cambiando
malgastando nuestra vida viviéndola al todo lo necesario para que Él sea el centro
margen de Él. Con Él tiene un valor in- de todo, para que su Reino se establezca
mensamente mayor de lo que imagina- en nosotros.
mos... «Creed la Buena nueva». Evangelio sig-
«La apariencia de este mundo se termi- nifica «buena noticia», «anuncio alegre y
na». Sería lamentable que siguiéramos vi- gozoso». La presencia de Cristo, su cerca-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 73

nía, su poder, son una buena noticia. La lle- la impresión de que san Pablo no valorase
gada del Reino de Dios es una buena noti- el matrimonio. Sin embargo no hay tal, por-
cia. Cada una de las palabras y frases del que en el mismo capítulo indica que «cada
evangelio son una noticia gozosa. ¿Recibo cual tiene de Dios su gracia particular»
así el evangelio, como Buena nueva y anun- (7,7), unos el celibato y otros el matrimo-
cio gozoso, o lo veo como una carga y una nio, e insiste en que cada uno debe
exigencia? Cada vez que lo escucho, lo leo santificarse en el estado al que Dios le ha
o medito, ¿lo veo como promesa de salva- llamado (7,17), casado o célibe.
ción? ¿Creo de verdad en el evangelio? ¿Me Supuesto eso, hace una llamada especial
fío de lo que Cristo en él me manda, me al celibato como un estado de especial con-
advierte o me aconseja? sagración. Y da las razones: el célibe se pre-
«Venid conmigo». Ser cristiano es ante ocupa exclusivamente de los asuntos del
todo irse con Jesús, caminar tras Él, se- Señor, busca únicamente contentar el Se-
guirle. San Marcos nos presenta al prin- ñor, vive consagrado a Él en cuerpo y alma,
cipio del todo, la llamada de Jesús a los se dedica al trato con Él con corazón indi-
discípulos, cuando aún Jesús no ha pre- viso.
dicado ni hecho milagros; sin embargo, Con ello traza las líneas maestras de esta
ellos le siguen «inmediatamente», dejan- preciosa vocación dentro de la Iglesia.
do todo, incluso el trabajo y el propio pa- Resaltar el celibato no quiere decir despre-
dre. La conversión que pide Jesús al prin- ciar el matrimonio. Pero la Iglesia siem-
cipio del evangelio de hoy es ante todo pre ha apreciado como un don singular de
dejarnos fascinar por su persona. Cuan- Cristo la virginidad consagrada a Él. La vir-
do se experimenta el atractivo de Cristo, ginidad testimonia belleza de un corazón
¡qué fácil es dejarlo todo! poseído sólo por Cristo Esposo. Manifiesta
al mundo el infinito atractivo de Cristo, el
Domingo IV del Tiempo Ordinrio más hermoso de los hijos de los hombres
(Sal 45,3), y la inmensa dicha de pertene-
El cuarto domingo nos sitúa ante la fas- cer sólo a Él. Grita el que quiera entender
cinación irresistible de la palabra de Jesús que Cristo basta, que Cristo sacia plenamente
(1,21-28). Es una palabra como la de los más profundos anhelos del corazón hu-
Yahveh: eficaz, que «dice y hace»; tiene, mano.
sobre todo, poder y autoridad, que se
manifiesta expulsando a los demonios con Por lo demás, la vocación a la virginidad
la sola palabra. Por eso no es sólo un pro- o al celibato no es una cuestión privada.
feta, sino el profeta que habla en nombre Existe en la Iglesia y para la Iglesia. Es un
de Dios hasta el punto de que Dios pide don de Cristo a su Esposa la Iglesia. El tes-
cuentas al que no le escucha (1ª lectura: timonio de los célibes debe recordar a los
Dt 18,15-20). Demuestra así con los he- que tienen mujer que vivan como si no la
chos que es real su proclamación de que tuvieran (7,29), que la apariencia de este
ha llegado el Reino de Dios (1,15). mundo pasa (7,31) y que en el mundo futu-
ro ni ellos ni ellas se casarán (Lc 20,34-
Un corazón poseído por Cristo 35). El celibato debe testimoniar palpable-
1Cor 7,32-35 mente que Cristo se quiere dar del todo a
El texto de la primera carta a los corin- todos. Por ello el Papa puede afirmar que
tios en la segunda lectura de hoy es uno de los esposos «tienen de-recho» a esperar de
esos que choca a primera vista, porque da
74 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

las personas vírgenes el testimonio de la bra de Cristo con fe, esa palabra nos trans-
fidelidad plena a su vocación (FC 16). forma, nos purifica, crea vida en nosotros,
porque «es viva y eficaz, más tajante que
Asombro y admiración espada de doble filo» (Heb 4,12).

Mc 1,21-28
Domingo V del Tiempo Ordinario
«Cállate y sal de él». Los evangelistas tie-
nen mucho interés en presentar a Jesús cu- El domingo quinto nos lleva a contem-
rando endemoniados y expulsando demo- plar a un Jesús que salva a todo el hombre
nios. Quieren resaltar el dominio de Jesús –curación de enfermos en su cuerpo y
sobre el mal, sobre el pecado y sobre la sanación de endemoniados en su espíritu–
muerte; pero sobre todo ponen de relieve y a todos los hombres –las multitudes que
que Jesús ha vencido a Satanás, que –direc- acuden a Él–. De ese modo levanta de su
ta o indirectamente– es la causa de todo postración y abatimiento –a la suegra de
mal. Ningún mal tiene poder sobre el cris- Pedro «la cogió de la mano y la levantó»–
tiano adherido a Cristo, pues todo está so- a los hombres que bajo el peso del mal ven
metido a Cristo: «¡Veía a Satanás caer como pasar sus días como un soplo y consumir-
un rayo!» (Lc 10,18). Frente al mal en to- se sin dicha y sin esperanza –personifica-
das sus manifestaciones, Dios es el Dios dos en Job 7,1-4.6-7–.
de la vida. «Si echo los demonios con el ¡Ay de mí si no evangelizo!
dedo de Dios es que el Reino de Dios ha
llegado a vosotros» (Lc 11,20). Y también 1Cor 9,16-19.22-23
al discípulo de Cristo se someten incluso «¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!».
los demonios (Mc 16,17). Estas palabras de san Pablo son para todos.
«Quedaban asombrados». Con breves pin- Anunciar el evangelio es un deber, una obli-
celadas, san Marcos nos pinta el poder de gación que incumbe a todo cristiano. Todo
Jesús. Desde el principio de su evangelio bautizado es hecho profeta para proclamar
pretende presentarnos la grandeza de Cris- ante el mundo las hazañas maravillosas del
to, que produce asombro a su paso en todo que nos llamó a salir de las tinieblas y a
lo que hace y dice. Y la Iglesia nos presenta entrar en su luz admirable. Todo cristiano
a Cristo para que también nosotros quede- es un apóstol, un enviado de Cristo en el
mos admirados. Pero para admirar a Cris- mundo. Para anunciar el evangelio no hace
to, hace falta antes que nada mirarle y tra- falta subir a un púlpito. Podemos hablar de
tarle. Y es sobre todo en la oración y en la Cristo en casa y por la calle, a los vecinos
meditación del evangelio donde vamos co- y a los compañeros de trabajo, con nuestra
nociendo a Jesús. Por lo demás, también la palabra y con nuestra vida. ¡Pero es nece-
vida del cristiano de-be producir asombro y sario que lo hagamos! No podemos seguir
admiración. Mi vi-da, ¿produce asombro pensando que es tarea sólo de los sacerdo-
con la novedad del evangelio o pasa sin pena tes. ¿Cómo puede creer la gente sin que
ni gloria? alguien les hable de Cristo? (Rom 10,14).
Esta es la maravillosa y sublime misión que
«Enseñaba con autoridad». Jesús no da
nos encarga el Señor.
opiniones. Enseña la verdad eterna de
Dios. Por eso habla con seguridad. Y, so- «Me he hecho todo a todos para ganar,
bre todo, su palabra tiene poder para rea- como sea, a algunos». ¡Admirable testimo-
lizar lo que dice. Si escuchamos la pala- nio de san Pablo! Hacerse todo a todos sig-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 75

nifica renunciar a sus costumbres, a sus puede colmar todos los anhelos del cora-
gustos, a sus formas... Y todo para que se zón humano. Y el cristiano debe estar cier-
salven, para llevarles al evangelio. Exacta- to de ello para presentar sin temor Cristo
mente lo que hizo el mismo Cristo, que se a los hombres con obras y palabras.
despojó de su rango y se hizo uno de noso- Es enormemente bello en los evangelios
tros para hablarnos al modo humano, con el misterio de la oración de Jesús. El Hijo
palabras y gestos que pudiéramos entender. de Dios hecho hombre vive una continua y
A la luz de esto, nunca podemos decir que profunda intimidad con el Padre. A través
hemos hecho bastante para llevar a los de- de su conciencia humana Jesús se sabe in-
más a Cristo. Un rasgo esencial del evan- tensamente amado por el Padre. Y su ora-
gelizador es este amor ardiente a los hom- ción es una de las expresiones más hermo-
bres que le lleva a despojarse de sí mismo sas de su conciencia filial. Se sabe recibién-
para darles a Cristo. dolo todo del Padre y a Él lo devuelve todo
«...Sin usar el derecho que me da la pre- en una entrega perfecta de amor agradeci-
dicación de esta Buena Noticia». San Pa- do.
blo reconoce que el que predica tiene de- San Marcos nos presenta a Jesús reali-
recho a vivir el evangelio (v. 14). Sin zando curaciones. De esta manera se ex-
embargo, gustosamente ha renunciado a presa mejor que con palabras su poder de
este derecho, no recibiendo nada de los salvar del pecado (Mc 2,9-11). Con este
corintios y trabajando con sus propias evangelio la Iglesia quiere afianzar nuestra
manos, «para no crear obstáculo alguno fe en este Jesús que es capaz de sanar a un
al evangelio» (v. 12). El que anuncia el mundo –el nuestro– y a unos hombres –
evangelio debe dar testimonio de absolu- nuestros hermanos y nosotros mismos–
to desinterés, renunciando incluso a lo profundamente enfermos. Cristo puede ha-
justo y a lo necesario. Sólo así podrá ser cerlo; la única condición para hacer el mi-
testigo creíble de una palabra que anun- lagro es nuestra fe: «¿Crees que puedo ha-
cia el amor gratuito de Dios. Sin ello el cerlo?» (Mt 9,28).
anuncio del evangelio no puede dar fruto.
«Lo que habéis recibido gratis, dadlo gra-
tis» (Mt 10,8-10). Domingo VI del Tiempo Ordinario
Todos te buscan El domingo sexto nos encara con otro
acto sumamente revelador de Jesús (1,40-
Mc 1,29-39 45). Al leproso, que estaba totalmente mar-
«Todos te buscan». Estas palabras de ginado de la sociedad humana y de la co-
los discípulos centran la atención en la munidad religiosa (1ª lectura: Lev 13,1-
persona de Jesús. «¿Quién es éste?» (Mc 2.44-46), Jesús no sólo no le rechaza, sino
4,41). Jesús es la «luz que ilumina a todo que se acerca a él y le toca: de ese modo el
hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). que era impuro queda purificado, sanado y
«En Él quiso Dios que residiera toda la reintegrado a la normalidad al ser tocado
plenitud» (Col 1,19). Todo hombre ha sido por el Santo de Dios. Aunque Jesús le im-
creado para Cristo y todo hombre –aun pone silencio, el gozo de la salvación es
sin saberlo– busca a Cristo; incluso el que demasiado grande como para seguir calla-
le rechaza, en el fondo necesita a Cristo. do.
Su búsqueda de alegría, de bien, de justi-
cia, es búsqueda de Cristo, el único que
76 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Todo para gloria de Dios za. En cambio, decir una cosa y hacer otra
es escandaloso, porque es dar a entender
1Cor 10,31-11,1 con nuestras obras que el evangelio no se
«Cuando comáis o bebáis o hagáis cual- puede cumplir o que estas cosas están bien
quier cosa, hacedlo todo para gloria de para decirlas pero no para vivirlas...
Dios». El cristiano, consagrado por el bau-
tismo, puede y debe ver todo santamente.
El valor de lo que hacemos no está en lo Domingo VII del Tiempo Ordinario
externo, sino en cómo lo hacemos. Cristo Sin igual
en los treinta años de su vida oculta no hizo
cosas grandes o vistosas; vivió con un co- Mc 2,1-12
razón lleno de amor a su Padre y a los hom- «Llegaron cuatro llevando un paralítico».
bres las cosas pequeñas e insignificantes. El gesto de estos cuatro personajes anóni-
Y esos actos tenían un valor infinito y esta- mos resulta precioso e iluminador para
ban redimiendo al mundo. Lo mismo no- nosotros. El paralítico –por definición– no
sotros: la vida cotidiana, sencilla y corrien- se puede mover por sí mismo. Pero estos
te, puede tener un inmenso valor. No espe- hombres le colocan ante Jesús. Y «viendo
remos a hacer cosas grandes. Hagamos Jesús la fe que tenían» realiza el milagro.
grande lo pequeño. To-do puede ser orien- Hay en nuestro mundo y a nuestro alrede-
tado a la gloria de Dios. Todo: la comida, la dor muchos paralíticos por la incredulidad
bebida, cualquier cosa que hagamos... Cris- o por el pecado. A nosotros nos toca po-
to ha asumido todo lo humano y nada debe nerlos a los pies de Jesús con una fe in-
quedar fuera de la órbita del Señor. mensa. Lo demás es cosa de Jesús. El evan-
«No deis motivo de escándalo...» Esta gelio no dice si ese hombre tenía fe en Je-
advertencia de san Pablo es también para sús o sólo se dejó llevar. Lo que sí afirma
nosotros. Incluso sin quererlo positiva- es la fe de aquellos cuatro que arranca el
mente, sin darnos cuenta, podemos estar milagro a Jesús. ¿Presentamos a las per-
poniendo estorbos para que otros se acer- sonas al Señor? ¿Con qué fe lo hacemos?
quen a Cristo. Escándalo es todo lo que «Para que veáis...» Jesús realiza la cura-
sirve de tropiezo al hermano o le frena en ción, pero deja claro que lo que le interesa
su entrega al Señor. Nuestra palabra poco es sobre todo la sanación interior. Dios
evangélica, nuestra conducta mediocre o quiere el bien entero del hombre, cuerpo y
incoherente, son escándalo para el her- alma. Nosotros, en cambio, con demasia-
mano por el que Cristo murió. Y las pala- da frecuencia sólo buscamos el bien cor-
bras de Cristo sobre el escándalo son te- poral. Sin embargo, hay enfermedades fí-
rribles: «¡Ay del que escandaliza! Más le sicas que son ocasión de un bien espiritual
valdría que le encajasen en el cuello una enorme y de la santificación de muchas
piedra de molino y lo arrojasen al mar» personas; mientras la enfermedad espiri-
(Mt 18,6). tual puede llevar –aun con perfecta salud
«Seguid mi ejemplo, como yo sigo el física– a la condenación eterna...
de Cristo». Sólo la imitación de Cristo no «Nunca hemos visto una cosa igual». Las
escandaliza. Al contrario, estimula en el acciones de Jesús producen asombro y ad-
camino del evangelio. Cuando vemos a miración. Los que contemplaron este pro-
alguien seguir el ejemplo de Cristo, com- digio «daban gloria a Dios». ¿Sé descrubir
probamos que su palabra se puede cum- las acciones de Cristo? ¿Me alegro de
plir y ese ejemplo aviva nuestra esperan-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 77

ellas? ¿Me admiro? Más aún, ¿tengo fe para suyos, corremos la misma suerte: padece-
esperar cosas grandes, como aquellos cua- mos con Él para ser también glorificados
tro del evangelio de hoy? con Él (Rom 8,17).

Domingo VIII del Tiempo Ordinario Domingo IX del Tiempo Ordinario


Te desposaré El Señor del sábado
Mc 2,18-22 Mc 2,23-3,6
«Te desposaré». A la pregunta de los dis- «El sábado se hizo para el hombre y no el
cípulos de Juan de por qué los discípulos hombre para el sábado». En el relato de la
de Jesús no ayunan, este responde que ello creación vemos que Dios crea todo y lo pone
no es posible mientras el novio está con al servicio del hombre (Gén 1,26-30). En
ellos. Palabras aparentemente misteriosas, efecto, «el hombre es la única criatura que
pero que muestran con claridad que Jesús Dios ha amado por sí misma» (Gaudium et
se revela como el Esposo. Él ha venido a Spes, 24). Por eso no puede ser
desposar consigo a cada hombre y a cada instrumentalizado para ningún fin. Las nor-
mujer, a unirse a ellos de una manera in- mas, los planes, las tareas... todo, absoluta-
sospechada, con una intimidad inimagina- mente todo, debe estar al servicio del hom-
ble. Las palabras del profeta Oseas –1ª lec- bre, y no al revés. Utilizar a las personas es
tura– no eran pura metáfora. Tú existes para degradarlas, es rebajarlas de la dignidad en
ser desposado por Cristo. Y ahí reside la que Dios los ha constituido.
plenitud de tu vida. «El Hijo del hombre es Señor también
«A vino nuevo, odres nuevos». La pregun- del sábado». Cristo es el centro de todo.
ta de los fariseos muestra que están ancla- Todo tiene sentido y valor en función de
dos en el orden antiguo de las cosas. Les Él. «Todo fue creado por Él y para Él y todo
preocupaba si ayuno sí o ayuno no. Pero se mantiene en Él» (Col 1,16-17). Cada
Jesús ha inaugurado una época nueva. Aho- cosa, cada práctica, cada tarea... vale en tan-
ra todo está en función de Él. El ayuno tie- to en cuanto nos lleva a Cristo; y si nos
ne sentido no por sí mismo, sino en fun- aparta de Él, ha de ser eliminada. Esto vale
ción de Cristo; y lo mismo todas las demás para todo, incluidas las prácticas religio-
tareas, relaciones, cosas, etc. La novedad sas, que sólo tienen valor en función de
es Cristo, el único absoluto es Cristo. Y hay Cristo. Él es el único Absoluto.
que cambiar la mentalidad y los esquemas, «Dolido de su obstinación». A Jesús le
y las mismas estructuras, para acoger este importa el bien del hombre. Por eso le due-
vino nuevo. Nada tiene sentido o valor fue- le la cerrazón de los fariseos. Por eso pro-
ra o al margen de Cristo. «Todo ha sido clama la verdad y actúa en consecuencia,
creado por Él y para Él y todo se mantiene aunque ello conduzca a que decidan matar-
en Él» (Col 1,16-17). lo. Jesús explica sus razones, pero no se
«Cuando sea arrebatado el Esposo, enton- empeña en convencer. Al que está cerrado
ces ayunarán». El verdadero ayuno cristia- a la verdad de nada le sirven los argumen-
no es participación en la pasión y en los tos más claros y contundentes...
sufrimientos de Cristo. Es hacerse uno con
Jesús crucificado, compartir su suerte.
Desposados con Cristo, hechos consortes
78 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Domingo X del Tiempo Ordinario Dios, en el Dios que perdona y rescata del
pecado. Él es capaz de limpiar lo que pare-
El domingo décimo da un nuevo paso en cía imborrable, de sanar lo que parecía in-
la autorrevelación de Jesús (3,20-35). A curable y de saldar lo que parecía
pesar de que es rechazado por sus parien- impagable.
tes, que consideran que no está en sus ca-
bales, y por los escribas, que le consideran Este salmo nos enseña a orar en la ver-
poseído por Beelzebú, Jesús se proclama dad. No disimula ni justifica la propia cul-
como el «más fuerte» que vence y expulsa pa. Pero desde lo trágico e irremediable
al «fuerte»; con él cambia de signo la his- del pecado nos traslada a la plena confian-
toria de los hombres, que había estado mar- za en el Dios misericordioso que infunde
cada por la victoria primitiva del Maligno paz y sosiego porque incluso el pecado tiene
(1ª lectura: Gen 3,9-15); al cumplirse en remedio. Y por otra parte nos saca de nues-
él el primer anuncio de salvación, estable- tro individualismo para reconocer que to-
ce en su persona el Reino de Dios. Pero es dos los hombres son pecadores y necesi-
necesario aceptarle por la fe: frente a los tan también del perdón de Dios; dejándo-
que se obstinan en rechazarle, que acaban nos arrastrar en nuestra oración por su
pecando contra el Espíritu Santo, la actitud movimiento, el salmo nos ensancha, ha-
correcta es la de los que cumpliendo la vo- ciéndonos pedir perdón para todos –«Él
luntad de Dios forman en torno a Él la nue- redimirá a Israel [es decir, al pueblo ente-
va familia de los hijos de Dios. ro] de todos sus delitos»–, con una espe-
ranza, con un deseo confiado tal que se
El Señor sana lo incurable convierte en impaciencia –«mi alma aguar-
da al Señor más que el centinela la auro-
Sal 129 ra»–.
El Salmo 129 es un salmo penitencial.
Como respuesta a la lectura de Gen 3,9- XI Domingo del Tiempo Ordinario
15 expresa ante todo el desastre que el
pecado ha producido en el corazón del Dadas las dificultades con que tropieza
hombre y en todas las realidades huma- su palabra y su actuación, Jesús se ve obli-
nas. El pecado ha dejado al hombre hun- gado a explicar que la fuerza del Reino de
dido –«desde lo hondo a ti grito»–. El pe- Dios es imparable. El domingo undécimo
cado abruma al hombre como una man- nos presenta las parábolas de la semilla que
cha imborrable, como una herida incura- crece por sí sola y del grano de mostaza
ble, como una deuda impagable. Es que (4,26-34). La primera insiste en el dina-
todo pecado es una victoria de la serpien- mismo del Reino de Dios: la semilla de-
te, de Satanás, padre de la mentira y ho- positada en tierra tiene vigor para crecer; a
micida (Jn 8,44). De ahí el grito angus- pesar de las dificultades, Dios mismo está
tiado del salmista: «si llevas cuenta de las actuando y su acción es invencible. La se-
culpas, ¿quién podrá resistir?» gunda pone más de relieve el resultado
impresionante a que ha dado lugar una se-
Sin embargo, desde la experiencia de milla insignificante. Una vez más queda de
culpa, el salmo se abre a la esperanza, a la relieve que en la persona de Jesús se cum-
confianza ilimitada. Pero una confianza plen las profecías (1ª lectura: Ez 17,22-24).
que no se apoya en absoluto sobre los
propios méritos, sino exclusivamente en
Ciclo B – Tiempo Ordinario 79

Echar raices en Dios XII Domingo del Tiempo Ordinario


Sal 91 En el evangelio de Marcos todo habla de
Jesús. El domingo duodécimo nos lleva a
El Salmo 91 es un canto de acción de gra- presenciar un nuevo signo, la tempestad
cias al Altísimo por su providencia, por sus calmada (4,35-40), en el que Jesús mani-
obras magnificas y sus profundos desig- fiesta su soberanía absoluta ante los ele-
nios, por su misericordia y fidelidad. Por mentos naturales, poniéndose así al nivel
tanto, quiere ante todo estimular en noso- del Creador (1ª lectura: Job 38,1.8-11).
tros la gratitud –«es bueno dar gracias a Ante esta grandeza soberana, no basta la
Señor»–. Muchos salmos insisten en dar admiración; es necesaria la fe viva en Él que
gracias a Dios, pero para agradecer es pre- ahuyenta el temor ante las dificultades.
ciso descubrir que recibamos, reconocer
que todo nos viene de Dios, que todo es El Señor de lo imposible
gracia.
En el contexto de la liturgia de este do- Sal 106
mingo, el salmo –del que sólo se incluyen El Salmo 106 es un himno de acción de
unos pocos versículos– agradece sobre gracias del pueblo entero a su Dios, que con
todo la vitalidad y la pujanza que Dios su amor y su poder les ha redimido de to-
comunica al justo. ¿La razón? Está «plan- das sus angustias cuando han clamado a Él.
tado en la casa del Señor». Muchas ve- Al experimentar su salvación y su ayuda, el
ces la Biblia utiliza esta imagen para indi- pueblo desborda en alabanza.
car lo que supone vivir en Dios. El hom- El trozo que se lee en la liturgia de hoy
bre que confía en el Señor es como un expresa un peligro particularmente grave:
árbol plantado junto al agua, que está siem- en medio de unas aguas tormentosas, los
pre frondoso y no deja de dar fruto; en navegantes han sentido al vivo su impoten-
cambio, el que confía en sí mismo es co- cia para escapar; en esta situación humana-
mo un cardo en el desierto, totalmente mente angustiosa y desesperada –«de nada
seco y estéril (Jer 17,5-8). les valía su pericia»–, han gritado a Dios,
Las imágenes hablan por sí solas. Dios que ha transformado el viento tormentoso
es la fuente de la vida y sólo el que vive en suave brisa y así, de forma inesperada,
en Dios tiene vida. Toda la vitalidad per- les ha conducido al ansiado puerto, mani-
sonal –el estar «lozano y frondoso»– y festando su misericordia y su acción mara-
toda la fecundidad –el dar fruto– depen- villosa. Imágenes éstas que reflejan toda
den de estar o no «plantados en la Casa situación límite del que se encuentra en una
del Señor». Y ello, a pesar de las dificulta- dificultad que le supera totalmente.
des, a pesar de la sequía del entorno, a En el contexto de las lecturas de hoy, el
pesar de la vejez... A la luz del evangelio salmo está cantando la grandeza y el poder
de hoy, este salmo ha de acrecentar en de Cristo, Señor de la Creación, que calma
nosotros el deseo de echar raíces en Dios la tempestad. Muchos Santos Padres han
para germinar, ir creciendo, dar fruto visto en la barca una imagen de la Iglesia,
abundante... Por los demás, así testimo- que avanza en medio de las dificultades y
niaremos que «el Señor es justo», que en tempestades del mundo; a veces puede dar
Él no hay maldad y hace florecer incluso la impresión de que va a naufragar, y se hun-
los árboles secos (1ª Lectura). dirá totalmente si contase con su sola peri-
cia humana. Sólo la certeza de que Cristo
80 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

está en ella y la conduce –aunque a veces evangelio de hoy, este salmo es un canto a
parezca dormir– le da la seguridad de salir Jesucristo, el Dios de la vida, el Dios que
triunfante de las olas amenazantes y de toda nos resucitará. Si es verdad que Dios no
tempestad, y de poder llegar al puerto defi- nos ahorra la muerte –como no se la aho-
nitivo. Ante las dificultades que parecen rró al propio Cristo–, nuestro destino es la
insalvables, se trata de mantener la confian- vida eterna, incluida la resurrección de
za en el Cristo invisible, que domina la si- nuestro cuerpo, en una dicha que nos sa-
tuación porque es el Señor de lo imposi- ciará por toda la eternidad.
ble. Hemos de dejarnos invadir por los sen-
timientos de este salmo. ¿Hasta qué punto
XIII Domingo del Tiempo Ordinario exulto de júbilo por haber sido librado de
la muerte por Cristo? ¿En qué medida des-
El domingo decimotercero nos encara a bordo de gratitud porque mi destino no es
un doble signo de Jesús que le revela como la fosa? ¿Experimento el reconocimiento
el Dios de la vida (1ª lectura: Sab 1,13-15; agradecido porque mi Señor no ha permi-
2,23-25); al vencer el poder del diablo, Je- tido que mi enemigo –Satanás– se ría de
sús vence el poder de la muerte, que se debe mí? La fe en la resurrección es algo esen-
a su influjo. La curación de la hemorroisa, cial en la vida del cristiano. Pero es sobre
considerada legalmente impura (Lev 15,19- todo en un mundo asediado por el tedio y
30) y debilitada en la raíz de su ser –pues la tristeza de la muerte cuando se hace más
«la sangre es la vida»: Dt 12,23–, revela a necesario nuestro testimonio gozoso y es-
Jesús como el que devuelve la salud plena peranzado de una fe inconmovible en Cris-
y la vida digna. Más aún, resucitando a la to resucitado y en nuestra propia resurrec-
hija de Jairo testimonia que ni siquiera la ción. Si todo aca-base con la muerte, la vida
frontera de la muerte es inaccesible a su sería una aventura inútil.
poder. La hemorroisa y Jairo resaltan una
vez más la importancia de la fe, capaz de
obrar milagros –«tu fe te ha curado»; «bas- XIV Domingo del Tiempo Ordinario
ta que tengas fe»–. El Evangelio del domingo decimocuarto
El Dios de la vida (6,1-6) está en contraste brutal con los
domingos anteriores. Después de los im-
Sal 29 presionantes signos realizados por Jesús
vemos que Él es claramente rechazado. La
El Salmo 29 es la acción de gracias de un rebeldía y la dureza de corazón (1ª lectura:
hombre que ha sido librado de una enfer- Ez 2,2-5), la falta de fe de quien se queda a
medad muy grave. Es todo él un canto exul- ras de tierra (Evangelio), impiden recono-
tante al Dios de la vida, con tanta mayor ale- cer y aceptar los signos más evidentes. La
gría cuanto que el salmista ha tocado la reacción de los parientes y paisanos de Je-
muerte y ha sido literalmente sacado de la sús es una advertencia del peligro que tam-
fosa y del abismo. bién nosotros corremos si no damos con-
Sin embargo, somos nosotros, cristianos, tinuamente el salto de la fe.
los que podemos rezar este salmo con ple-
no sentido. Un israelita sabía que si era li- Confianza total en Dios
brado de la muerte ello sucedía sólo de for-
ma momentánea, porque al final sucumbía Sal 122
inexorablemente en sus garras. A la luz del El Salmo 122 es la súplica confiada de
Ciclo B – Tiempo Ordinario 81

los pobres de Yahveh que experimentan el En el Evangelio del domingo decimo-


desprecio a su alrededor. Y manifiesta de quinto (6,7-13) se nos presenta la misión
manera muy elocuente la postura del que de los Doce. Jesús los envía con su misma
ora a Dios: una confianza total en su amor autoridad, de modo que, al igual que Él, pre-
y en su poder y, a la vez, un absoluto respe- dican la conversión, curan enfermos y echan
to y reverencia ante la majestad de Dios. demonios. El texto insiste en la necesidad
En el contexto de la liturgia de hoy, el de ir desprovistos de medios y segurida-
salmo se pone en labios de Cristo, que des; su única seguridad reside –lo mismo
ante el desprecio de su propio pueblo, ante que la del profeta: (1ª lectura de Amós 7,12-
el rechazo de una gente rebelde y obsti- 15)– en el hecho de ir en nombre de Jesús.
nada, se dirige a su Padre abandonándose Esta es también una ley esencial para la efi-
a Él y dejando en sus manos todos sus cacia de la misión de la Iglesia en todas las
cuidados. Muchas veces a lo largo de su épocas y lugares.
vida terrena Jesús experimentó las burlas Echad Demonios
y sarcasmos, la oposición de los pecado-
res, y con mucha frecuencia debió levan- Mc 6,7-13
tar sus ojos y su corazón al Padre que
está en los cielos. Lo mismo que los Doce, todo cristiano
es enviado a echar demonios. Cristo mis-
También nosotros podemos hacer nues- mo nos capacita para ello, dándonos parte
tro este salmo. Ante todo, nos enseña a en su mismo poder. Y así toda la vida del
orar con humildad, no exigiendo a Dios, cristiano, lo mismo que la de Cristo, es una
sino acudiendo a Él cómo el esclavo que lucha contra el mal en todas sus manifesta-
sabe que no tiene ningún derecho y que ciones, no sólo en sí mismo, sino también
lo espera todo de la bondad de su Señor y en los demás y en el ambiente que le rodea.
le deja las manos libres para que actúe Precisamente para esto se ha manifestado
como quiera y cuando quiera. Por otra Cristo, para deshacer las obras del Diablo
parte, frente a las dificultades, nos ense- (1Jn 3,8).
ña a levantar los ojos a nuestro Padre es-
perando su socorro y su misericordia, de Y todo ello se realiza en pobreza. La efi-
manera que podamos experimentar como cacia del cristiano en el mundo no depende
san Pablo la certeza de su protección: «Te de los medios que posee. Todo lo contra-
basta mi gracia», pues la fuerza de Dios rio. Cuantos menos medios, más se mani-
se manifiesta en la debilidad del hombre. fiesta la fuerza de Dios, que es quien salva
del mal. Cuanto más medios, tanto mayor
es el peligro de apoyarse en ellos y no dar
XV Domingo del Tiempo Ordinario frutos de vida eterna. La historia de la Igle-
sia lo demuestra. Cuando la Iglesia ha ca-
En los domingos siguientes (15º-24º) la recido de todo ha sido fecunda. Cuando se
revelación que Jesús hace de sí mismo ha apoyado en los medios materiales, en el
tropieza también con la ceguera y la in- prestigio humano, en las cualidades huma-
comprensión de sus mismos discípulos. nas, etc., ha dejado de serlo.
Sólo al final, Pedro en nombre de ellos
acaba reconociendo a Jesús como Me- Finalmente, el texto de la carta a los
sías. A pesar de lo cual, aún quedará un Efesios nos sitúa en la razón de ser de nues-
largo recorrido en la maduración de la fe tra vida en este mundo. Hemos sido crea-
de ellos. dos para ser santos. Esa es la única tarea
82 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

necesaria y urgente. Para eso hemos naci- cunstancia. Finalmente, la plenitud –«nada
do. Sólo si somos santos nuestra vida val- me falta»–, que se traduce en paz y dicha
drá la pena. Y sólo si somos santos echare- sosegadas. Pero todo ello brota de la cer-
mos los demonios y el mal de nosotros teza de que el Señor está presente –«Tú vas
mismos y del mundo. conmigo»– y nos cuida directamente. El
que pierde esta conciencia de la presencia
protectora del Señor es presa de todo tipo
XVI Domingo del Tiempo Ordinario de temores y angustias.
El domingo decimosexto nos presenta el El Buen Pastor es Jesucristo. En Él se
encuentro de los apóstoles con Jesús al realiza plenamente el salmo y la primera
regreso de su misión (6,30-34). El des- lectura. Él reúne a sus ovejas, las alimenta,
canso de las tareas apostólicas consiste las protege de todo mal; más aún, conoce y
en estar con Él disfrutando de su intimi- ama a cada una y da su vida por ellas. El
dad. Sin embargo, la caridad del Buen evangelio de hoy nos le presenta sintiendo
Pastor es la norma decisiva del actuar de lástima por las multitudes que están como
Jesús; ante la presencia de una multitud ovejas sin pastor; también a nosotros debe
«como ovejas sin pastor» Jesús se com- dolernos que, teniendo un pastor así, haya
padece e interrumpe el descanso antes tanta gente que se siente perdida y abando-
incluso de comenzarlo. Frente a los ma- nada porque no le conocen.
los pastores que dispersan a las ovejas
porque buscan sin interés (1ª lectura: Jer
23,1-6), los discípulos de Jesús deben XVII Domingo del Tiempo Ordinario
compartir la misma compasión y la mis- Los cinco domingos siguientes (17º-21º)
ma solicitud del Maestro por la multitu- abandonamos de nuevo a Marcos para leer
des que están como ovejas sin pastor. el capítulo 6 de san Juan. No obstante, el
Tú vas conmigo enlace se produce de manera fácil, pues el
texto de Juan narra el mismo hecho que
Sal 22 venía inmediatamente a continuación en
Marcos –la multiplicación de los panes–,
El Salmo 22 expresa con una fuerza aunque desarrollándolo en una amplia ca-
poco común la sensación de paz y de di- tequesis eucarística.
cha de quien se sabe cuidado por el Se-
ñor. El salmista hace alusión a los peli- Todos te están aguardando
gros, pero no como amenazas que ace- Sal 144
chan, sino como quien se siente libre de
ellos en la presencia protectora de Dios. El Salmo 144 es un himno que canta a
Dios como Señor del universo alabando su
También nosotros podemos dejarnos señorío y su poder, su bondad y providen-
empapar por los sentimientos que este sal- cia, su misericordia y amor con todos. Aun-
mo manifiesta. Ante todo, la seguridad – que se recuerdan sus obras, es a Él mismo
«nada temo»– al saberse guiado por el a quien se canta, como autor de todas ellas.
Señor incluso en los momentos y situa-
ciones en que no se ve la salida –las «ca- Los versículos elegidos para salmo
ñadas oscuras»–. Junto a ella, el abando- responsorial en la liturgia de hoy se fijan
no de quien se sabe defendido con mano sobre todo en el cuidado providente de
firme y con acierto, de quien se sabe cui- Dios, que da el alimento necesario y sacia
dado con ternura en toda ocasión y cir- de favores a todas sus criaturas. Es un as-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 83

pecto del pastoreo de Dios que contemplá- mente. Al fin y al cabo, las necesidades del
bamos el domingo pasado. El salmo insis- cuerpo son pocas y fácilmente aten-dibles.
te en la totalidad –repite varias veces el Pero el verdadero hambre de todo hombre
adjetivo «todo»–: todas las acciones de que viene a este mundo es más profunda.
Dios en todas las épocas están marcadas Es hambre de eternidad, hambre de santi-
por este amor providente; y no sólo los dad, hambre de Dios. Y esta hambre sólo la
hombres, sino todas las criaturas: nada ni Eucaristía puede saciarla. Cristo se ha que-
nadie queda excluido. Por eso, «los ojos dado en ella para darnos vida, de modo que
de todos te están aguardando». ¿También nunca más sintamos hambre o sed.
los nuestros? Y su providencia nunca se A la luz de esto, hemos de examinar nues-
equivoca –«les das la comida a su tiem- tra relación con Cristo Eucaristía. ¿Agra-
po»–, ya que «el Señor es bondadoso en dezco este alimento que el Padre me da?
todas sus acciones». También cuando en ¿Soy bastante consciente de mi indigencia,
nuestra vida aparece el dolor. de mi pobreza? ¿Voy a la Eucaristía con
Jesús se manifiesta en el evangelio de hambre de Cristo? ¿Me acerco a Él como
hoy alimentando a la multitud. Pero al pro- el único que puede saciar mi hambre? ¿Le
nunciar la acción de gracias y repartir el busco como el pan bajado del cielo que
alimento perecedero, Jesús está ya apun- contiene en sí todo deleite? ¿O busco sa-
tando al «alimento que permanece para ciarme y deleitarme en algo que no sea Él?
vida eterna» (Jn 6,27). También este nos
viene de su providencia amorosa, que,
más que la salud del cuerpo, quiere la san- Domingo XIX del Tiempo Ordinario
tidad de los que el Padre le han confiado. El don de la fe
Por lo demás, nosotros estamos llama-
dos a ser instrumentos de la providencia Jn 6,41-52
para nuestros hermanos los hombres, tan- «¿No es este el hijo de José?» Los ju-
to en el alimento corporal como en el es- díos murmuraban de Jesús que se presen-
piritual. taba como «pan bajado del cielo». Se nega-
ban a creer su palabra. No se fiaban de Él.
XVIII Domingo del Tiempo Ordinario Preferían permanecer encerrados en su ra-
zón, en su «experiencia», en sus sentidos...
Un pan que sacia y en sus intereses. La fe exige de nosotros
un salto, un abandono, una expropiación. La
Jn 6,24-35 fe nos invita a ir siempre «más allá». La fe
Como los judíos, también nosotros nos es «prueba de las realidades que no se ven»
quedamos con demasiada frecuencia en (Hb 11,1).
el alimento material. Pero Dios nos ofre- «Nadie puede venir a mí si el Padre no lo
ce otro alimento. El pan que el Padre nos atrae». La fe es respuesta a esa atracción
da es su propio Hijo; un pan bajado del del Padre, a esa acción suya íntima y se-
cielo, pues es Dios como el Padre; un pan creta en lo hondo de nuestra alma. La adhe-
que perdura y comunica vida eterna, es sión a Cristo es siempre respuesta a una
decir, vida divina; un pan que es la carne de acción previa de Dios en nosotros. Pero es
Jesucristo. necesario acogerla, secundarla. Por eso la
Y precisamente porque es divino es el fe es obediencia (Rom 1,5), es decir, su-
único alimento capaz de saciarnos plena-
84 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

misión a Dios, rendimiento, acatamiento. hambre de Dios, llorando de amor.


Y por eso la fe remata en adoración.
«Yo soy el pan de la vida». Cristo es siem- Domingo XXI del Tiempo Ordinario
pre el pan que alimenta y da vida; no sólo
en la eucaristía, sino en todo momento. Y Optar por Cristo
la fe nos permite «comulgar» –es decir,
Jn 6,61-70
entrar en comunión con Cristo– en cual-
quier instante. La fe nos une a Cristo, que «¿También vosotros queréis marcha-
es la fuente de la vida. Por eso asevera Je- ros?» La fe es una opción libre, una deci-
sús: «Os lo aseguro, el que cree tiene vida sión de seguir a Cristo y de entregarse a
eterna». Todo acto de fe acrecienta nuestra Él. Nada tiene que ver con la inercia o la
unión con Cristo y, por tanto, la vida. rutina. Por eso, ante las críticas de «mu-
chos discípulos», Jesús no rebaja el listón,
XX Domingo del Tiempo Ordinario sino que se reafirma en lo dicho y hasta
parece extremar su postura. De este modo,
Hambre de Dios empuja a realizar una elección: «O conmi-
Jn 6,51-59 go o contra mí» (Mt 12,30).
Dios Padre, que nos ha preparado el ali- «Nosotros creemos». Las palabras de
mento, nos invita con insistencia a su ban- Pedro indican precisamente esa elección.
quete: «Venid a comer de mi pan» Dios Una decisión que implica toda la vida.
desea colmarnos de Vida. Las fuerzas del Como en la primera lectura: «Serviremos
cuerpo se agotan, la vida física decae, al Señor» (Jos 24,15.18). Como en las pro-
pero Cristo nos quiere dar otra vida: «el mesas bautismales: «Renuncio a Satanás.
que come este pan vivirá para siempre». Creo en Jesucristo». Es necesario optar. Y,
Sólo en la Eucaristía se contiene la vida después, mantener esa decisión, renovan-
verdadera y plena, la vida definitiva. do la opción por Cristo cada día, y aun va-
rias veces al día: en la oración, ante las di-
Además, sólo alimentándonos de la Eu- ficultades, frente a las tentaciones...
caristía podemos tener experiencia de la
bondad y ternura de Dios «Gustad y ved «Creemos y sabemos». Creemos y por
qué bueno es el Señor». Pero, ¿cómo sa- eso sabemos. La fe nos introduce en el ver-
borear esta bondad sin masticar la carne dadero conocimiento. No se trata de en-
de Dios? Es increíble hasta dónde llega la tender para luego creer, sino de creer para
intimidad que Cristo nos ofrece: hacerse poder entender (San Agustín). La fe nos
uno con nosotros en la comunión, inun- abre a la verdad de Dios, a la luz de Dios.
dándonos con la dulzura y el fuego de su La fe es fuente de certeza: «sabemos que
sangre vestida en la cruz. tú eres el Santo, consagrado por Dios».
Comer a Cristo es sembrar en nosotros
la resurrección de nuestro propio cuer-
po. Por eso, en la Eucaristía está todo:
mientras «los ricos empobrecen y pasan XXII Domingo del Tiempo Ordinario
hambre, los que buscan al Señor no care-
cen de nada». En comer a Cristo consiste Mc 7,1-8. 14-15. 21-23
la máxima sabiduría. Pero no comerle de En el domingo vigésimo segundo encon-
cualquier forma, no con rutina o indife- tramos una nueva polémica de tipo legalis-
rencia, sino con ansia insaciables, con
Ciclo B – Tiempo Ordinario 85

ta ritual con los escribas y fariseos. Esto divina. El amor y el poder de Cristo se ma-
da pie a Jesús para afirmar una de sus ense- nifiestan en que no se conforma con un bar-
ñanzas morales más importantes: frente al niz superficial. Somos una «nueva creación»
legalismo puramente externo, lo que im- (2Cor 5,17), hemos sido hechos «hombres
porta es la interioridad del hombre. Una vez nuevos» (Ef 4,24) y por eso estamos lla-
más la enseñanza de Jesús se presenta como mados a vivir una «vida nueva» (Rom 6,4).
noticia gozosa (evangelio) y profundamente
liberadora. Más allá de la mera observan-
cia casuística, es en el corazón del hombre XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
–de donde brota lo bueno y lo malo– don- Otra sordera y otra mudez
de se da la verdadera batalla; es ahí, en el
corazón, donde se realiza la auténtica ad- Mc 7,31-37
hesión a la voluntad santa y sabia de Dios He aquí un milagro que necesitamos que
(1ª lectura: Dt 4,1-2.6-8). se repita abundantemente en nuestras co-
Cambiar el interior del hombre munidades cristianas y en cada uno de no-
sotros. En el ritual del bautismo se repite
El reproche de Jesús a los fariseos tam- este gesto de Jesús para significar que al
bién nos afecta a nosotros. Los manda- recién bautizado se le abre el oído para en-
mientos de Dios son portadores de sabi- tender la Palabra de Dios y se le suelta la
duría y vida. Pero muchas veces hace- lengua para poder proclamarla.
mos más caso a otros criterios distintos
de la Palabra de Dios. Incluso muchos Los ya bautizados necesitamos que Cris-
refranes y dichos de la llamada «sabidu- to quebrante nuestra «sordera» para que su
ría popular» chocan con el evangelio. De palabra cale de verdad en nosotros y nos
esa manera despreciamos el evangelio y transforme, y para que no seleccionemos
nos quedamos con unas palabras que sólo unas palabras y dejemos otras según nues-
llevan muerte y mentira. Es necesario es- tro gusto o convivencia. Cada vez que es-
tar atentos para no aferrarnos a precep- cuchamos el evangelio deberíamos darnos
tos y tradiciones humanas contrarias a cuenta de que somos «sordos», y pedir a
veces a la Palabra. Cristo que nos espabile el oído, para po-
nernos ante Él en actitud incondicional.
Uno de los aspectos más importantes
de la Buena Nueva que Jesús ha traído es Si es intolerable que seamos sordos al
la interioridad. No basta la limpieza exte- evangelio –o por lo menos a muchas de sus
rior, que puede ir unida a la suciedad inte- palabras–igualmente lo es que seamos «mu-
rior. Cristo ha venido a cambiar el interior dos» para proclamarlo. Y está bien de una
del hombre, a darnos un corazón nuevo. Iglesia de «mudos», es decir, de bautizados
Cuando el corazón ha sido transformado que no sienten el deseo y el entusiasmo de
por Cristo, también lo exterior es limpio y anunciar gozosamente a su alrededor la
bueno. De lo contrario, todo esfuerzo por Buena Noticia del amor de Dios a los hom-
alcanzar obras buenas será inútil. ¿Hasta qué bres con obras y palabras. Los no creyen-
punto me creo esta capacidad de Cristo para tes tienen derecho a escuchar de nosotros
renovar mi vida y deseo intensamente esta la Palabra de salvación y a recibir el testi-
renovación? monio que la confirme.
Ser cristiano no consiste en «hacer» co- Este doble milagro Cristo quiere, cierta-
sas distintas o mejores, sino en «ser» dis- mente, realizarlo en nosotros. Si curó al
tinto y mejor, es decir, de otra calidad: la
86 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

sordomudo es para hacernos creer que voluntariamente, se adelanta ofrece la es-


quiere curar otra «sordera» y otra «mudez» palda a los que le golpean. En el evangelio
más profunda. La única condición es que nos de hoy aparece el primero de los tres anun-
reconozcamos «sordos» y «mudos», nece- cios de la pasión: Jesús sabe perfectamen-
sitados de curación, y que lo pidamos con te a qué ha venido y no se resiste. ¿Acepto
fe. En el relato de hoy, Jesús hace el mila- yo de buena gana la cruz que aparece en mi
gro porque se lo piden. Si pedimos de ver- vida? ¿O me rebelo frente a ella?
dad, también nosotros veremos cosas gran-
La raíz de esta actitud de firmeza y segu-
des.
ridad de Jesús es su plena y absoluta con-
fianza en el Padre. «Mi Señor me ayudaba,
Domingo XXIV Tiempo Ordinario por eso no quedaba confundido». Si tene-
mos que reconocer que todavía la cruz nos
Mc 8,27-35 echa para atrás es porque no hemos descu-
bierto en ella la sabiduría y el amor del
Con el domingo vigésimo cuarto (8,27- Padre. Jesús veía en ella la mano del Padre
35) llegamos al final de la primera parte y por eso puede exclamar: «Sé que no que-
del evangelio de Marcos. Una vez reco- daré avergonzado». Y esta confianza le lle-
nocido como Mesías por Pedro, Jesús va a clamar y a invocar al Padre en su auxi-
precisa de qué tipo de Mesías se trata: es lio.
el Siervo de Yahveh que se entrega en
obediencia a los planes del Padre confian- Al fin y al cabo, nuestra cruz es más fá-
do totalmente en su protección (1ª lectu- cil: se trata de seguir la senda de Jesús, el
ra: Is 50,5-10). El discípulo no sólo debe camino que Él ya ha recorrido antes que
confesar rectamente su fe a un Mesías nosotros y que ahora recorre con nosotros.
crucificado y humillado, sino que debe Pero es necesario cargarla con firmeza. La
seguirle fielmente por su mismo camino cruz de Jesús supuso humillación y des-
de donación, de entrega y de renuncia. prestigio público, y es imposible ser cris-
Todo lo que sea salirse de la lógica de la tiano sin estar dispuesto a aceptar el des-
cruz es deslizarse por los senderos de la precio de los hombres por causa de Cris-
lógica satánica. to, por el hecho de ser cristiano. «El que
quiera salvar su vida, la perderá; pero el que
Una vez desvelado el destino de sufri- la pierda por el evangelio, la salvará».
miento y muerte que le corresponde como
Hijo del Hombre, Jesús emprende su ca-
mino hacia Jerusalén, lugar donde han de
verificarse los hechos por Él mismo pro-
fetizados. A lo largo de este camino Jesús Domingo XXV del Tiempo Ordinario
va manifestando más abierta y detallada-
mente su destino doloroso y el estilo que Mc 9,30-37
deben vivir sus seguidores. Los evange- El domingo vigésimo quinto presenta el
lios de los domingos 25º-30º se sitúan en segundo anuncio de la pasión (9,29-36).
este contexto. Víctima de sus adversarios, que le acosan
Toma tu cruz porque se sienten denunciados con su sola
presencia (1ª lectura: Sab 2,17-20), Jesús
Ante el misterio de la cruz, Jesús no se camina sin embargo consciente y libremen-
echa atrás. Al contrario, se ofrece libre y
Ciclo B – Tiempo Ordinario 87

te hacia el destino que el Padre le ha prepa- sólo contribuye a hundirla.


rado. Frente a esta actitud suya, es brutal el
contraste de los discípulos: no sólo siguen
sin entender y les asusta este lenguaje, sino XXVI Domingo
que andan preocupados de quién es el más del Tiempo Ordinario
importante. Jesús aprovecha para recalcar
que la verdadera grandeza es la de quien, Mc 9,38-43.45.47-48
poniéndose en el último puesto, se hace En el evangelio del domingo vigésimo
siervo de los demás y acoge a los más débi- sexto (9,37-42.44.46-47) encontramos
les y pequeños. recogidas varias sentencias sobre el segui-
Esclavo de todos miento de Jesús. Hay que evitar la envidia
y la actitud sectaria y monopolizadora (1ª
Segundo anuncio de la pasión. Dios en- lectura: Núm 11,25-29), dejando campo
trega a su Hijo para que el mundo no pe- libre a la intervención gratuita y sorpren-
rezca y a su vez el Hijo se entregue libre- dente de Dios. Particularmente tremenda
mente. Gracias a este acto de entrega todo es la amenaza para los que escandalizan, es
hombre puede tener esperanza. El Reden- decir, para los que son estorbo o tropiezo
tor ha dado su vida para que tengamos para los demás en su adhesión a Cristo y a
vida eterna. Su humillación nos levanta, su palabra. Finalmente, el seguimiento de
nos dignifica. El Siervo de Yahveh ha ex- Cristo debe ser incondicional: estando en
piado nuestros pecados. Y camina con- juego el destino definitivo del hombre, es
fiado hacia la muerte porque sabe que hay preciso estar dispuesto a tomar cualquier
quien se ocupa de Él: el desenlace de su decisión que sea necesaria por dolorosa que
vida lo comprueba, porque Dios Padre le resulte.
ha resucitado.
Y al mismo tiempo es entregado por los
Ser tajantes
hombres. Jesús ha sido condenado por- «Si tu mano te hace caer, córtatela». El
que es la luz y las tinieblas rechazan la evangelio es tajante. Y no porque sea duro.
luz. El Justo es rechazado porque lleva Nadie considera duro al médico que extir-
una vida distinta de los demás, resulta in- pa el cáncer. Más bien resultaría ridículo
cómodo y su sola conducta es un repro- extirparlo sólo a medias. Lo que está en
che. También el cristiano en la medida en juego es si apreciamos la vida. El evange-
que es luz resulta molesto. Y por eso for- lio es tajante porque ama la vida, la vida eter-
ma parte de la herencia del cristiano el ser na que Dios ha sembrado en nosotros, y por
perseguido. «Ay si todo el mundo habla bien eso plantea guerra a muerte contra todo lo
de vosotros» (Lc 6,26). que mata o entorpece esa vida: «más te vale
Resulta bochornoso que cuando Jesús entrar manco en la vida que ir con las dos
está hablando de su pasión los discípulos manos al abismo». La cuestión decisiva es
estén buscando el primer puesto. La mayor esta: ¿Amamos de verdad la Vida?
contradicción con el evangelio es la bús- «Al que escandalice a uno de estos
queda de poder, honores y privilegios. Sólo pequeñuelos que creen, más le valdría que
el que como Cristo se hace Siervo y escla- la encaja en el cuello una piedra de molino
vo de todos construye la Iglesia. Pero el y lo echasen al mar». Tampoco aquí Je-
que se deja llevar por la arrogancia, el or- sús exagera. También aquí es el amor a la
gullo, el afán de dominio o la prepotencia vida lo que está en juego, el bien de los
88 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

hermanos. Sólo que escándalo no es sólo secuencias.


una acción especialmente llamativa. Todo Cristo manifiesta que los matrimonios
lo que resulte un estorbo por la fe del pueden vivir el plan de Dios porque viene a
hermano es escándalo. Toda mediocridad sanar al ser humano en su interior, viene a
consentida y justificada es un escándalo, dar un corazón nuevo. Cristo viene a ha-
un tropiezo. Toda actitud de no hacer ca- cerlo nuevo. Al renovar el corazón del hom-
so a la palabra de Dios es escándalo. Todo bre, renueva también el matrimonio y la
pecado, aún oculto, es escándalo. familia, lo mismo que la sociedad, el tra-
«El que no está contra nosotros, está a bajo, la amistad... todo. En cambio, al mar-
favor nuestro». Otra tentación es la de gen de Cristo sólo queda la perspectiva del
creerse los únicos, los mejores. Sin em- corazón duro, irremediablemente abocado
bargo, todo el que se deje mover por Cris- al fracaso. Sólo unidos a Cristo y apoya-
to, es de Cristo. Con cuanta facilidad se dos en su gracia los matrimonios pueden
absolutizan métodos, medios, maneras de ser fieles al plan de Dios y vivir a la verdad
hacer las cosas, carismas particulares, del matrimonio: ser uno en Cristo Jesús.
grupos... Pero toda intransigencia es una «Carne» en sentido bíblico no se refiere
forma de soberbia, aparte de una ceguera. sólo al cuerpo, sino a la persona entera bajo
el aspecto corporal. Por tanto, «ser una sola
carne» indica que los matrimonios han de
XXVII Domingo vivir una unión total: unión de cuerpos y
del Tiempo Ordinario voluntades, de mente y corazón, de vida y
de afectos, de proyectos y actuaciones...
Mc 10,2-16 Jesús insiste: «ya no son dos». La unión es
Todo aquello que configura la vida de tan grande que forman como una sola per-
cada persona no es ajeno al seguimiento sona. Por eso el divorcio es un desgarrón
de Cristo. Es lo que sucede con la reali- de uno mismo y necesariamente es fuente
dad del matrimonio que encontramos en de sufrimiento. Pero, por lo dicho, se ve
el evangelio del domingo vigésimo sépti- también que un matrimonio vive como di-
mo (10,2-16). En realidad, al rechazar el vorciado, aunque no haya llegado al divor-
divorcio lo que hace Jesús es remitir al cio de hecho, si no existe una profunda
proyecto originario de Dios (1ª lectura: unión de mente y corazón entre los espo-
Gen 2,18-24). Él viene a hacer posible la sos.
vivencia del matrimonio tal como el Crea-
dor lo había pensado y querido «al princi-
pio».
XXVIII Domingo
Una sola carne del Tiempo Ordinario
La Buena Noticia que es el evangelio Mc 10,17-30
abarca a toda la existencia humana. Tam-
bién el matrimonio. Pero, como siempre, El evangelio del domingo vigésimo oc-
Cristo va a la raíz. No se trata de que el tavo (10,17-30) nos presenta a un hombre
evangelio sea más estricto o exigente. Si honrado y piadoso pero cuyo amor a las
Moisés permitió el divorcio, fue «por la riquezas le lleva a rechazar a Cristo. La
dureza de vuestros corazones», es decir, persona de Jesús es el bien absoluto que
como mal menor por el pecado y sus con- hay que estar dispuesto a preferir por en-
Ciclo B – Tiempo Ordinario 89

cima de las riquezas, de la fama, del poder cosa te falta». Ahora bien, Cristo no exige
y de la salud (1ª lectura: Sab 7,7-11). En por exigir o por poner las cosas difíciles.
esto consiste la verdadera sabiduría: al que Al contrario, movido de su inmenso amor
renuncia a todo por Cristo, en realidad con quiere desengañar al hombre, abrirle los
Él le vienen todos los bienes juntos; todo ojos, hacerle que viva en la verdad. Quiere
lo renunciado por Él se encuentra en Él que se apoye totalmente en Dios y no en
centuplicado –con persecuciones– y ade- riquezas pasajeras y engañosas. Quiere que
más vida eterna. Pero es preciso tener sen- su corazón se llene de la alegría de poseer
satez para discernir y decisión para optar a Dios. El joven rico se marchó «muy tris-
abiertamente por Él y para estar dispuesto te» al rechazar la invitación de Jesús a des-
a perder lo demás. Porque el que se aferra prenderse. Por el contrario, el que, como
a sus miserables bienes y riquezas se cie- Zaqueo, da la mitad de sus bienes a los po-
rra a sí mismo la entrada en el Reino de bres (Lc 19,1-10), experimenta la alegría
Dios. de la salvación.
¡Ay de vosotros los ricos!
Sin duda, una de las advertencias que más XXIX Domingo
reiterada e insistentemente aparecen en la del Tiempo Ordinario
predicación de Jesús es la que encontramos
en el evangelio de hoy: las riquezas consti- Mc 10,35-45
tuyen un peligro. En pocos versículos has- El texto del domingo vigésimo noveno
ta tres veces insiste Jesús en lo muy difícil (10,35-45) es un ejemplo más del contras-
que es que un rico se salve. Dios, en su in- te entre la actitud de Jesús y la de los discí-
finito amor, llama al hombre entero a que pulos. Frente a la búsqueda de gloria huma-
le sirva y a que le pertenezca de manera to- na por parte de los discípulos, Jesús apare-
tal e indivisa. Ahora bien, las riquezas indu- ce una vez más como el Siervo que da su
cen a confiar en los bienes conseguidos y a vida en rescate por todos. Y su gloria con-
olvidarse de Dios (Lc 12,16-20) y llevan a siste precisamente en justificar a una mul-
despreciar a los pobres que nos rodean (Lc titud inmensa «cargando con los crímenes
16,19ss). Las riquezas hacen a los hombres de ellos» (1ª lectura: Is 53,10-11). Para
codiciosos, orgullosos y duros (Lc 16,14), moderar las ansias de grandeza de los dis-
«la seducción de las riquezas ahoga la pala- cípulos Jesús ante todo exhibe su conducta
bra» de Dios (Mt 13,22); en conclusión, y su estilo; más que muchas explicaciones,
que el rico «atesora riquezas para sí, pero les pone ante los ojos el camino que él
no es rico ante Dios» (Lc 12,21). La con- mismo sigue: del mismo modo, el que quie-
clusión es clara: No podéis servir a Dios y ra ser realmente grande y primero no tiene
al Dinero» (Mt 6,24). De ahí la advertencia otro camino que hacerse siervo y esclavo
de Jesús: «Ay de vosotros los ricos, por- de todos. La actitud de Jesús es normativa
que ya habéis recibido vuestro consuelo» para la comunidad cristiana. Ejercer la au-
(Lc 6,24). toridad no es tiranizar, sino servir y dar la
Conviene revisar hasta qué punto en este vida.
aspecto pensamos y actuamos según el
evangelio. Pues no basta cumplir los man- Servir y dar la vida
damientos; al joven rico, que los ha cum- Como en tantos otros pasajes, Jesús co-
plido desde pequeño, Jesús le dice: «Una rrige a sus discípulos sus ideas excesiva-
90 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

mente terrenas, sobre todo en su afán de evangelio del domingo trigésimo (10,46-
poder y dominio. Apuntados al seguimien- 52). Bartimeo se convierte en modelo del
to de Jesús, el Maestro, también noso- verdadero discípulo que, reconociendo su
tros hemos de dejarnos corregir en nues- ceguera, apela con una fe firme y perseve-
tra mentalidad no evangélica. La Iglesia, rante a la misericordia de Jesús y, una vez
comunidad de los seguidores de Jesús, curado, le sigue por el camino. Sólo cura-
no es una sociedad o institución cualquie- do de la ceguera e iluminado por Cristo se
ra: el estilo de Jesús es radicalmente dis- le puede seguir hasta Jerusalén y adentrarse
tinto al del mundo. con Él por la senda oscura de la luz. Así
Frente a las pretensiones de grandeza, Bartimeo se convierte en signo de la mul-
de superioridad e incluso de dominio so- titud doliente de desterrados que por el
bre los demás, Jesús propone el modelo camino de Jerusalén –por el camino de la
de su propia vida: la única grandeza es la cruz– es reconducida por Cristo a la casa
de servir. Esto es lo que Él ha hecho: El del Padre (1ª lectura: Jer 31,7-9).
eterno e infinito Hijo de Dios se ha con- Tu fe te ha curado
vertido voluntariamente en esclavo andra-
joso –y hace falta entender todo el realis- Es de resaltar la insistencia de la súplica
mo de la palabra, lo que era un esclavo en del ciego –repetida dos veces– y su inten-
tiempos de Jesús: alguien que no conta- sidad –a voz en grito, y cuando intentan
ba, que no tenía ningún derecho, que vi- callarle grita aún más–, una súplica que nace
vía degradado y humillado–, en esclavo de la conciencia de su indigencia –la ce-
de todos, y ha ocupado en último lugar. guera– y sobre todo de la confianza cierta
y segura en que Jesús puede curarle –de
Pero Jesús no es sólo un esclavo, con ahí la respuesta sorprendente de Jesús: «Tu
todo lo que tiene de humillante; es el Sier- fe te ha curado»–
vo de Yahveh que ha cargado con todos
los crímenes y pecados de la humanidad, En la manera de escribir, el evangelista
que se ha hecho esclavo para liberar a los está sugiriendo con fuerza que la falta de
que eran esclavos del pecado. Su servi- fe se identifica con la ceguera, lo mismo
cio no es insignificante. Su servicio con- que la fe se identifica con recobrar la vis-
siste en dar la vida en rescate por todos. ta. El que creé en Cristo es el que ve las
Y nosotros, apuntados a la escuela de Je- cosas como son en realidad, aunque sea
sús, somos llamados a seguirle por el mis- ciego de nacimiento –o aunque sea inculto
mo camino: hacernos esclavos de todos o torpe humanamente hablando–; en cam-
y dar la vida en expiación por todos, para bio, el que no cree está rematadamente cie-
que todo hombre oprimido por el pecado go, aunque tenga la pretensión de ver e in-
llegue a ser realmente libre. cluso alardee de ello (Jn 9,39).
Es significativa también la petición –
«Ten piedad de mí»–, que tiene que resul-
XXX Domingo tarnos muy familiar, porque todos necesi-
del Tiempo Ordinario tamos de la misericordia de Cristo. Pero
no menos significativo es el hecho de que
Mc 10,46-52
esta compasión de Cristo no deja al hom-
La ceguera de los discípulos –es decir, bre en su egoísmo, viviendo para sí. Se le
su incapacidad de entender y seguir a Je- devuelve la vista para seguir a Cristo. El que
sús– requiere una intervención sanadora ha sido librado de su ceguera no puede con-
del propio Jesús. Es lo que aparece en el
Ciclo B – Tiempo Ordinario 91

tinuar mirándose a sí mismo. Si de verdad el amor de Dios a nosotros ha sido y es sin


se le han abierto los ojos, no puede por medida (cfr. Ef 3,19), el nuestro para con
menos de quedar deslumbrado por Cristo, él no puede ser a ratos o en parte. No im-
sólo puede tener ojos para Él y para seguirle porta que seamos poca cosa y limitados;
por el camino con la mirada fija en Él. la autenticidad de nuestro amor se mani-
fiesta en que es total, en que no se reserve
nada: todo nuestro tiempo, todas nuestras
XXXI Domingo energías y capacidades, todos nuestro bie-
del Tiempo Ordinario nes... Al Dios que es único le corresponde
la totalidad de nuestro ser.
Mc 12,28-34
«Como a ti mismo». No es difícil enten-
Los evangelios de los domingos 31º-33º der cómo ha de ser nuestro amor al próji-
nos presentan a Jesús ya en Jerusalén, mo. Basta observar cómo nos amamos a
donde se va a revelar como Juez y Señor nosotros mismos... y comparar. Podemos
del templo. Sin embargo, de esos capítu- y debemos amar al prójimo como a noso-
los llenos de polémicas sólo se toman dos tros mismos porque forma parte de noso-
textos con actitudes positivas, y por tan- tros mismos, porque no nos es ajeno. «No
to modélicas para el discípulo. hay judío o griego, esclavo o libre, hombre
El primero de ellos (domingo trigésimo o mujer, porque todos sois uno en Cristo
primero) nos presenta a un escriba a quien Jesús» (Gál 3,28). Gracias a Cristo, el pró-
Jesús declara que no está lejos del Reino jimo ha dejado de ser un extraño.
de Dios (12,28-34). Obedeciendo a la
voluntad de Dios revelada por Moisés (1ª
lectura: Dt 6,2-6) sintoniza con lo nuclear XXXII Domingo
del mensaje de Jesús. La esencia de éste del Tiempo Ordinario
une inseparablemente el amor a Dios y el
amor al prójimo. Y este doble amor cons- Mc 12,38-44
tituye la base del culto verdadero y per- El otro gesto lo encontramos el domin-
fecto. go trigésimo segundo (12,38-44). Una po-
bre viuda ha echado en el cepillo del tem-
Con todo el corazón
plo «todo los que tenía para vivir», de ma-
«Amarás al Señor». Este es el manda- nera semejante a lo que ya hiciera aquella
miento primero y principal. De nada ser- viuda de Sarepta con el hombre de Dios (1ª
virá cumplir todos los demás mandamien- lectura: 1Re 17,10-16). Al darlo todo se
tos sin cumplir este. El amor al Señor da convierte en ejemplo concreto de cumpli-
sentido y valor a cada mandamiento, a cada miento del primer mandamiento, justamen-
acto de fidelidad. Para esto hemos sido te en las antípodas del hombre rico, que
creados, para amar a Dios. Y sólo este amor permaneció aferrado a sus seguridades, y
da sentido a nuestra vida, sólo Él nos puede de los escribas, llenos de codicia y vani-
hacer felices, sólo Él hace que nos vaya dad. Este gesto silencioso, realizado a la
bien. Pues el amor a Dios no es una simple entrada del templo, pone de relieve cuál es
obligación, sino una necesidad, una tenden- la correcta disposición en el culto y en toda
cia espontánea al experimentar que «Él nos relación con Dios: en el Reino de Dios sólo
amó primero» (1Jn 4,16). cabe la lógica del don total.
«Con todo el ser». Precisamente porque Darlo todo
92 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Este breve episodio de una pobre e in- del discurso escatológico (13,24-32). Lo
significante viuda nos conduce de lleno al mismo que la primera lectura (Dan 12,1-
corazón del evangelio. En efecto, lo que 3), el evangelio nos invita a fijar nuestra
Jesús alaba en ella no es la cantidad –tan mirada en las realidades últimas, en la in-
exigua que no saca de ningún apuro), sino tervención decisiva de Dios en la historia
de su actitud: «Ha dado todo lo que tenía de la humanidad. Lo que se afirma es la
para vivir». certeza de la venida gloriosa de Cristo para
Nosotros la hubiéramos tachado de im- reunir a los elegidos que le han permane-
prudente –se queda sin lo necesario para cido fieles en medio de las tribulaciones.
vivir–, pero Jesús la alaba. Lo cual quiere Acerca del cuándo sucederá, Jesús subra-
decir que nuestra prudencia suele ser ya la ignorancia, pero garantiza el cumpli-
poco sobrenatural. Tendemos a poseer miento infalible de su palabra e invita a la
porque en el fondo no contamos con Dios. vigilancia con la atención puesta en los sig-
Tenemos miedo de quedarnos sin nada, nos que irán sucediendo. Este aconteci-
olvidando que en realidad Dios nos basta. miento final y definitivo dará sentido a todo
Preferimos confiar en nuestras previsio- el caminar humano y a todas sus vicisitu-
nes más que en el hecho de que Dios es des.
providente (1ª lectura). Desatendemos la Está cerca
palabra de Jesús: el que quiera guardar su
vida, la pierde; el que la pierde por Él es «Sabed que Él está cerca». El texto de
quién de verdad la gana (Mc 8,35). Y ade- hoy nos habla de la venida de Cristo al fi-
más, lo que tenemos no es nuestro: «¿Qué nal de los tiempos. Las últimas semanas del
tienes que no hayas recibido?» (1Cor 4,7). año litúrgico nos encaran a ella. Nosotros
tendemos a olvidarnos de ella, como si es-
En el fondo, el mejor comentario a este tuviéramos muy lejos, como si no fuera con
evangelio que nos habla de totalidad son nosotros. Sin embargo, la palabra de Dios
las conocidas palabras de San Juan de la considera las cosas de otra manera: «El
Cruz: «Para venir a saberlo todo, no quie- tiempo es corto» y «la apariencia de este
ras saber algo en nada. Para venir a gus- mundo pasa» (1Cor 7,29.31). El Señor está
tarlo todo, no quieras gustar algo en nada. cerca y no podemos hacernos los desen-
Para venir a poseerlo todo, no quieras po- tendidos. El que se olvida de esta venida
seer algo en nada». Sólo posee a Dios el decisiva de Cristo para pedirnos cuentas es
que lo da todo, el que se da del todo, pues un necio (Lc 12,16-21).
Dios no se entrega al que se reserva algo.
El que no está dispuesto a darlo todo aún «El día y la hora nadie lo sabe». Dios ha
no ha dado el primer paso en la vida cristia- ocultado el momento y también este he-
na. cho forma parte de su plan infinitamente
sabio y amoroso. No es para sorprender-
nos, como si buscase nuestra condenación.
XXXIII Domingo Lo que busca es que estemos vigilantes,
del Tiempo Ordinario atentos, «para que ese día no nos sorpren-
da como un ladrón» (1Tes 5,4). No se trata
Mc 13,24-32 de temor, sino de amor. Es una espera he-
Finalmente, el domingo trigésimo ter- cha de deseo, incluso impaciente. El ver-
cero, ya al final del tiempo Ordinario y del dadero cristiano es el que «anhela su veni-
año litúrgico, nos propone un fragmento da» (2Tim 4,8).
Ciclo B – Tiempo Ordinario 93

El hecho de que Cristo va a venir y de contrario, al que acoge su reinado le con-


que «es necesario que nosotros seamos vierte en rey, le hace partícipe de su reina-
puestos al descubierto ante el tribunal de do. «Nos ha convertido en un reino». El que
Cristo» (2Cor 5,10), nos ha de llevar a no deja que Cristo reina en su vida es él mis-
vivir en las tinieblas, sino en la luz, a ac- mo enaltecido, constituido señor sobre el
tuar de cara a Dios, en referencia al juicio mal y el pecado, sobre la muerte. El que
de Dios, un juicio que es presente, pues acoge con fe a Cristo Rey no es dominado
«ante Dios estamos al descubierto» (2Cor ni vencido por nada ni por nadie; aunque le
5,11); podremos engañar a los hombres, quiten la vida del cuerpo, será siempre un
pero no a Dios, ya que Él «escruta los vencedor (Ap 2,7).
corazones» (Rom 8,27). El reino de Cristo no es de este mundo,
sigue otra lógica. A ningún rey de este mun-
Jesucristo, Rey del universo do se le ocurriría dejarse matar para reinar
o para vencer. Pero Cristo reina en la cruz
En el último domingo del tiempo Ordi- y precisamente en cuanto crucificado. Todo
nario, solemnidad de Jesucristo Rey del su influjo como Señor de la historia y Rey
universo, el evangelio de Marcos es sus- del Universo viene de la cruz. Es su sangre
tituido una vez más por el de san Jn vertida por amor la que ha vencido el mal
(18,33-37). en todas sus manifestaciones.
El Señor reina

Dan 7,13-14; Sal 92; Ap 1,5-8; Jn 18,33-37


Es aleccionador que todo el año litúrgi-
co desemboque en esta fiesta: al final Cris-
to lo será todo en todos. Cristo, a quien
hemos contemplado humillado, desprecia-
do, sufriente, lo vemos ahora vencedor;
el sufrimiento fue pasajero, pero el triun- Año litúrgico
fo y la gloria son definitivos: «Su poder es Ciclo C
eterno, su reino no acabará». El mal, la
muerte, el pecado han sido destruido por
Él de una vez por todas y ya permanece para
toda la eternidad no sólo glorificado, sino
Dueño y Señor de todo. Nada escapa a su Adviento y Navidad
dominio absoluto de Rey del Universo. Y
aunque el presente parezca tener fuerza aún
el mal, es sólo en la medida en que Él lo Domingo I de Adviento
permite, pues está bajo su control. «El Se-
ñor reina... así está firme el orbe y no vaci- «Se acerca vuestra liberación»
la». Esta fe inconmovible en el señorío de Lc 21,25-28.34-36
Cristo es condición necesaria para una vida
auténticamente cristiana. «Se salvará Judá». Es notable que la ma-
yor parte de los textos bíblicos de la litur-
Pero Cristo tiene una manera de reinar gia de Adviento nos hablan de la salvación
muy peculiar. No humilla, no pisotea. Al del pueblo entero. «Cumpliré mi promesa
94 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

que hice a la casa de Israel». Hemos de en- nuestra historia. Dios interviene en mo-
sanchar nuestro corazón y dejar que se di- mentos concretos y en lugares determina-
late nuestra esperanza al empezar el Advien- dos de la historia de los hombres. También
to. Debemos evitar reducir o empequeñe- de la tuya. Quizá ahora mismo, en este pre-
cer la acción de Dios: nuestra mirada debe ciso instante...
abarcar a la Iglesia entera, que se extiende «Un bautismo de conversión». La misión
por todo el mundo. No podemos confor- de Juan ha estado marcada por esta llama-
marnos con menos de lo que Dios quiere da incesante a la conversión. También la
darnos. Iglesia ha recibido este encargo. Y esta in-
«Santos e irreprensibles». Lo mismo he- vitación no siempre nos resulta grata; nos
mos de tener presente en cuanto a la in- escuece, nos molesta... Y sin embargo, la
tensidad de la esperanza. Si Cristo viene llamada a la conversión es llamada a la vida:
no es sólo para mejorarnos un poco, sino sólo mediante la conversión será realidad
para hacernos partícipes de la santidad que «todos verán la salvación de Dios».
misma de Dios. Y esta obra suya de sal- Convertirnos es en realidad despojarnos
vación quiere ser tan poderosa que se ma- del vestido de luto y aflicción y vestirnos
nifestará ante todo el mundo que él es nues- las galas perpetuas de la gloria que Dios
tra santidad, que no somos santos por nues- nos da (1ª lectura: Bar 5,1).
tras fuerzas, sino por la gracia suya, hasta «Elévense los valles, desciendan los
el punto de que a la Iglesia se le pueda dar montes y colinas». La esperanza del advien-
el nombre de «Señor-nuestra-justicia». to quiere levantarnos de los valles de nues-
«Se acerca vuestra liberación». Toda ve- tros d esánimos y cobardías, y aba-jarnos
nida de Cristo es siempre liberadora, re- de los montes de nuestros orgullos y
dentora. Viene para arrancamos de la es- autosuficiencias. Quiere ponernos en la
clavitud de nuestros pecados. Por eso, verdad de Dios y en la verdad de nosotros
nuestra esperanza se convierte en deseo mismos. Quiere conducirnos a no esperar
apremiante, en anhelo incontenible, exac- nada de nosotros mismos, y al mismo tiem-
tamente igual que el prisionero que con- po a esperarlo todo de Dios, a esperar co-
templa cercano el día de su liberación. La sas grandes y maravillosas porque Dios es
auténtica esperanza nos pone en marcha grande y maravilloso.
y desata todas nuestras energías.
Domingo III de Adviento

Domingo II de Adviento ¡Alégrate!


Sof 3, 14
Acontece Dios
La liturgia de este domingo quiere infun-
Lc 3,1-6 dirnos una alegría desbordante:
«Vino la palabra de Dios sobre Juan». «Regocíjate... Grita de júbilo... Alégrate y
Lucas, con su mentalidad de historiador, gózate de todo corazón...» ¿La razón? La
tiene mucho interés en precisar los datos Iglesia presiente la inminencia de Cristo –
históricos de la predicación del Bautista. «el Señor será el rey de Israel en medio de
La palabra de Dios acontece. No se nos ti»– y no puede contener su gozo; la espe-
habla de algo irreal, abstracto o ajeno a ranza,, el deseo de Cristo, se transforma
Ciclo C – Adviento-Navidad-Epifanía 95

en júbilo porque ya viene, está a la puerta. todos serán constituidos justos» (Rom
He ahí la gran certeza de la esperanza cris- 5,19).
tiana. Y, además de la obediencia, Cristo vive
Y con la presencia de Cristo, la salvación desde el primer instante de su existencia
que trae: «El Señor ha cancelado tu conde- humana en actitud de ofrenda: «No quieres
na, ha expulsado a tus enemigos». No sólo sacrificios... Pero me has preparado un
es la alegría por la presencia del Amado, cuerpo... Aquí estoy». La entrega de Cristo
sino también el entusiasmo por la victoria: en la cruz no es cosa de un momento. Es
«El Señor tu Dios, en medio de ti, es un que ha vivido así toda su vida humana, en
guerrero que salva». Los males que nos ro- oblación continua, como ofrenda permanen-
dean tienen, por fin, remedio, porque llega te. Su ser de Hijo ha de expresarse necesa-
Cristo, Salvador del mundo. riamente en esta manera de vivir dándonos
Se nos regala un nuevo Adviento para que al Padre.
aprendamos a vivir esta realidad: «¡Gritad Y en el misterio de la encarnación está
jubilosos...! ¡Qué grande es en medio de ti María. Más aún, la misma encarnación es
el santo de Israel!» Y eso que la salvación posible gracias a la fe de María que se fía
que experimentamos ya es sólo el comien- de Dios y acepta totalmente su plan. Por
zo, pues es Jesús viene a bautizarnos con eso se le felicita: «¡Dichosa tú que has creí-
Espíritu Santo y fuego. Este es su don, el do, porque lo que te ha dicho el Señor se
don mesiánico por excelencia. Jesús anhe- cumplirá!» Este acto de fe tan sencillo y
la sumergirnos en su Espíritu. El Adviento aparentemente insignificante ha sido la
nos abre no sólo a Navidad, sino también a puerta por la que ha entrado toda la gracia
Pentecostés. en el mundo.

Domingo IV de Adviento Natividad del Señor


Heme aquí (pág. 5)
Lc 1,39-45
Cerca ya de la Navidad, la liturgia de este La Sagrada Familia
domingo nos invita a clavar nuestros ojos
en el misterio de la encarnación: Cristo Una Familia nueva
entrando en el mundo. Y en este aconteci- Lc 2,22-40
miento central de la historia, la obedien-
cia. Desde el primer instante de su exis- Nada más celebrar la Navidad, la liturgia
tencia humana, Cristo ha vivido en absoluta nos introduce en esta fiesta de la Sagrada
docilidad al plan del Padre: «Aquí estoy Familia. Tiene un profundo significado: Al
para hacer tu voluntad». Y así hasta el últi- entrar en este mundo, el Verbo lo renueva
mo momento, cuando en Getsemaní excla- todo; al hacerse hombre, sana y regenera
me: «No se haga lo que yo quiero, sino lo todo lo humano. También la familia. Al sa-
que quieres tú». Y gracias a esta voluntad nar el corazón humano, herido por el peca-
todos quedamos santificados, pues «así do, Cristo hace posible una familia nueva.
como por la desobediencia de un solo hom- Los valores naturales de la familia no son
bre todos fueron constituidos pecadores, anulados. Todo lo contrario. La gracia de
así también por la obediencia de uno solo, Cristo los purifica, los potencia, los eleva.
Las virtudes que el Espíritu de Cristo siem-
96 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

bra en el corazón humano hacen posible estrechar lazos de familiaridad y de inti-


vivir de una manera nueva el misterio de la midad. Desea que le veamos, que le escu-
familia. La misericordia, la bondad, la dul- chemos, que le palpemos (1 Jn 1,1).
zura, la humildad, el perdón, el amor, la uni- «Hemos visto su gloria». La Iglesia sabe
dad, la paz son fruto del Espíritu Santo. Vi- que todo lo tiene en su Esposo y por eso
vidas a semejanza de Cristo, hacen que la se dedica a contemplar su gloria. Nada hay
familia cristiana sea reflejo de la familia comparable a este conocimiento de Cris-
de Nazaret y –más aún– de la Trinidad mis- to: «Juzgo que todo es pérdida ante la su-
ma. blimidad del conocimiento de Cristo Je-
En el mundo actual, cuando la familia se sús, mi Señor» (Fil 3,8). Hemos nacido para
deteriora por momentos, es más necesario contemplar al Verbo hecho carne y la Igle-
que nunca contemplar a la Sagrada Familia sia, como Esposa enamorada, sabe que
para comprender que la familia sólo en todo le viene de este conocimiento amo-
Cristo puede realizar su ideal, pues sólo él roso: «Esta es la vida eterna: que te conoz-
une, da cohesión y hace a cada uno capaz can a ti, el único Dios verdadero, y al que
de amar generosamente, de perdonar, de tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
darse sin medida, de comprender. Sin Cris-
to, el hombre y la familia, dejados a su de-
bilidad, sucumben. «El que escucha la pa-
labra de Dios y la cumple, ese es mi her- Epifanía del Señor
mano y mi hermana y mi madre» (Lc 8,21).
(pág. 6)

Domingo II después de Navidad Bautismo del Señor


Hemos visto su gloria Hijos de Dios
Jn 1,1-18 Is 42,1-7; Hch 10,34-38; Lc 3,15-22
La Iglesia permanece absorta en el mis- Siendo Hijo, Jesús pasa por el Bautismo
terio de la Navidad. Es tan grande lo que para que los que éramos «hijos de ira» (Ef
ha ocurrido que no tiene ojos más para 2,3) llegásemos a ser hijos de Dios. Gra-
mirar a su esposo. Y los textos de este cias a Cristo se han abierto para nosotros
domingo son simplemente eso: como los cielos, cerrados desde que Adán y Eva
cuando uno ha vivido un acontecimiento fueron expulsados del paraíso (Gén 3,23-
sumamente importante y vuelve una y otra 24). Gracias a Cristo somos «miembros de
vez sobre lo que le ha sucedido, recor- la familia de Dios» (Ef 2,19). No debería-
dándolo, saboreándolo, considerándolo, mos olvidar nunca la gratitud ni apartar de
dejándose empapar por ello. nuestro corazón el gozo ante esta realidad:
Y es que el Misterio de la Navidad no es «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre
algo pasajero. El Hijo de Dios ha plantado para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo so-
su tienda entre nosotros y ya para siem- mos!» (1 Jn 3,1).
pre se queda con nosotros. Se ha hecho Hemos sido bautizados «con Espíritu
«conciudadano» nuestro, de nuestra tie- Santo y fuego». El Espíritu es fuego que,
rra, de nuestro mundo, para hacerse a derramado en nuestros corazones por el
nosotros «ciudadanos del cielo» (Fil 3, bautismo, nos incendia en el amor a Cristo
20). Quiere convivir con nosotros, busca y a los hombres. No hemos recibido un
Ciclo C – Adviento-Navidad-Epifanía 97

Espíritu cobarde, sino un Espíritu de ener- También se nos indican las armas para
gía (2 Tim 1,7) que nos impulsa sin cesar, vencer a Satanás. A cada tentación Jesús
como a Cristo. Pues también nosotros he- responde con un texto de la Escritura. En
mos sido «ungidos con la fuerza del Espí- estos días Cuaresmales se nos invita a ali-
ritu para pasar haciendo el bien y curando a mentarnos con más abundancia de la Pala-
los oprimidos por el diablo». bra de Dios, para que esta sea como un es-
La fiesta de hoy debe hacernos recono- cudo que nos haga inmunes a las asechan-
cer nuestra dignidad de bautizados. En el zas del enemigo. El salmo respon-sorial nos
bautismo radica nuestra identidad. En él recuerda la confianza que, ante la prueba,
hemos recibido la vida misma de Dios y Cristo tiene en el Padre y que nosotros ne-
la capacidad de vivir en intimidad con el cesitamos para no sucumbir a la tentación:
Padre, con Cristo, en el Espíritu Santo. «Me invocará y lo escucharé». Necesita-
Dejemos que la gracia del bautismo fructi- mos vivir la fe (segunda lectura), una fe
fique en nosotros para la vida eterna. hecha plegaria –«no nos dejes caer en la
tentación»–, que es la que nos libra de la
esclavitud del pecado y de Satanás, pues
sólo la fe da la victoria (1 Jn 5,4).

Cuaresma Domingo II de Cuaresma


Dejarnos seducir por Cristo
Domingo I de Cuaresma Lc 9,28-36
¿De qué parte? Introducidos en el camino cuaresmal, la
Iglesia nos presenta hoy a Cristo en su
Lc 4,1-13
transfiguración: Un acontecimiento indes-
Al inicio de la Cuaresma, este evangelio criptible, pero que pone de relieve la her-
pone delante de nuestros ojos toda la se- mosura de Cristo –«el aspecto de su ros-
riedad de la vida cristiana. «Nuestra lucha tro cambió sus vestidos brillaban de blan-
no es contra la carne y la sangre, sino... cos»– y el enorme atractivo de su perso-
contra los espíritus del mal que están en na, que hace exclamar a Pedro «¡Qué her-
las alturas» (Ef 6, 12). Desde el Paraíso moso es estar aquí!».
(Gén 3), toda la historia humana es una lu- Todo el esfuerzo de conversión en esta
cha entre el bien y el mal, entre Cristo y Cuaresma sólo tiene sentido si nace de
Satanás. La Cuaresma nos fuerza a una de- este encuentro con Cristo. Pablo se con-
cisión: ¿De qué parte nos ponemos? vierte porque se encuentra con Jesús en
Pero en esta lucha no estamos a la deri- el camino de Damasco (Hch 9,5). Pues,
va. Cristo ha luchado, para que nosotros lu- del mismo modo, nosotros no nos con-
chemos; Cristo ha vencido para que noso- vertiremos a unas normas éticas, sino a
tros venzamos. En este sentido, la liturgia una persona viviente. De ahí las palabras
de Cuaresma comienza haciéndonos elevar del salmo y de la antífona de entrada:
los ojos a Cristo, para seguirle como mo- «Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro.
delo y para dejarnos influir por el impulso Tu rostro buscaré, Señor, no me escon-
interior de combate victorioso que quiere das tu rostro». Se trata de mirar a Cristo
infundir en nosotros. y de dejarnos seducir por él. De esta ma-
98 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

nera experimentaremos, como Pablo, que «Si no os convertís, todos pereceréis de


lo que nos parecía ganancia nos parece la misma manera». Llama la atención que
pérdida (Fil 3, 7-8) y la conversión se precisamente san Lucas, el evangelista de
obrará con rapidez y facilidad. la misericordia y la bondad de Jesús, traiga
Y, por otra parte, la transfiguración nos estas amenazas. Pero si nos fijamos bien,
da la certeza de que nuestra conversión estas advertencias también provienen de la
es posible: «Él transformará nuestra con- misericordia. Advertirle a uno de un peli-
dición humilde según el modelo de su con- gro es una forma principal de misericor-
dición gloriosa, con esa energía que po- dia. Al enfrentarnos a la conversión, Cris-
see para sometérselo todo». Si la conver- to no sólo nos recuerda los bienes que nos
sión dependiera de nuestras débiles fuer- va a traer la conversión, sino que nos abre
zas, poco podríamos esperar de la Cuares- los ojos ante los males que nos sobreven-
ma. Pero el saber que depende de la ener- drán si no nos convertimos. El amor apa-
gía poderosa de Cristo nos da la confianza sionado que siente por nosotros le lleva a
y el deseo de lograrla, porque Cristo puede sacarnos de nuevo engaño.
y quiere cambiarnos.
Domingo IV de Cuaresma
Domingo III de Cuaresma El perdón del Padre
Nuestro engaño Lc 15,1-3.11-32

Lc 13,1-9 Esta parábola tan conocida quiere mover-


nos al arrepentimiento poniéndolo en su
Casi a la mitad de la Cuaresma, Cristo nos sitio, es decir, relación a Dios. El pecado
recuerda algo sumamente importante: te- no es solamente hacer cosas malas o faltar
nemos el peligro de no convertirnos. La a una ley. Es despreciar el amor infinito del
parábola de la higuera estéril lo pone de Padre, marcharse de su casa, vivir por cuen-
relieve con una fuerza sorprendente. Lo ta propia. Es, en definitiva, no vivir como
mismo que su amo a la higuera, Dios nos hijo del Padre y, por tanto mal-vivir. De ahí
ha cuidado con cariño y con mimo; más aún, que el muchacho de la parábola que se mar-
en esta Cuaresma está derramando abun- cha alegremente, pensando ser libre y fe-
dantemente su gracia, pero ésta puede es- liz, acabe pasando necesidad y muriendo de
tar cayendo en vano, puede estar siendo re- hambre. Ha perdido su dignidad de hijo y
chazada. ¿Encontrará Cristo frutos de con- experimenta un profundo vacío.
versión?
Lo mismo el arrepentimiento. Sólo es
«Déjala todavía este año». La parábola posible convertirse de verdad cuando uno
sugiera que este año puede ser el último. se siente desconcertado por el amor de
De hecho, será el último para mucha gen- Dios Padre, al que se ha despreciado: «Pa-
te. No se trata de ponernos tétricos, sino dre, he pecado contra el cielo y contra ti».
de una posibilidad real. Puede no haber Precisamente «contra ti»: la conciencia de
ya más oportunidades de gracia. La con- haber rechazado tanto amor y a pesar de
versión es urgente, de ahora mismo. Y todo seguir siendo amado por aquél a quien
retrasarla para otro año, para otra oca- hemos ofendido es lo único que puede
sión, es una manera de cerrarse a Cristo, movernos a contrición. Y junto a ello, la
de darle largas... Hay tantas maneras de experiencia del envilecimiento al que nos
decir «no»... ha conducido nuestro pecado, la situación
Ciclo C – Cuaresma-Semana Santa 99

calamitosa en que nos ha dejado. cado, sino en perdonarlo y en dar la capaci-


Igualmente, el perdón es fruto del amor dad de emprender un camino nuevo: «Vete,
del Padre, que se conmueve y sale al en- y en adelante no peques más». La grandeza
cuentro de su hijo, que se alegra de su del perdón de Cristo se manifiesta en el
vuelta y le abraza, que hace fiesta. Este impulso para vencer el pecado y vivir sin
perdón devuelve al hijo la dignidad perdi- pecar.
da, lo recibe de nuevo en la casa y en la
intimidad del Padre; es un amor potente y
eficaz que realiza una auténtica resurrec-
ción: «Este hijo mío estaba muerto y ha Domingo de Ramos
revivido».
La pasión del Señor
Lc 23,33-49
Domingo V de Cuaresma
El relato de la pasión según san Lucas –
Un camino nuevo que hemos de releer y meditar– quiere lle-
Jn 8,1-11 varnos a mirar a Jesús para aprender de
Él a ser verdaderos discípulos. La trai-
Si el evangelio del domingo pasado nos ción de Judas, uno de los Doce, nos pone
revelaba el pecado como ruptura con el en guardia frente a nosotros mismos, que
Padre, hoy nos lo presenta como infideli- también podemos traicionar al Señor. Y lo
dad al Esposo. Esa mujer adúltera somos mismo ocurre con la negación de Pedro,
cada uno de nosotros, que, en lugar de ser que desenmascara la tentación que apa-
fieles al amor de Cristo (2 Cor 11,2), le rece en cada corazón: no querer cuentas
hemos fallado en multitud de ocasiones. Ahí con el Maestro que se abaja hasta este
radica la gravedad de nuestros pecados: el punto. Sin embargo, la mirada de Jesús,
amor de Cristo despreciado. Lo mismo que que se vuelve hacia él, alcanza su con-
el pueblo de Israel (Os 1,2; Ez 16), también versión, y las lágrimas de Pedro, pecador
nosotros somos mere-cedores de reproche: arrepentido, indican la manera como el
«¡Adúlteros¡ ¿No sabéis que la amistad con discípulo debe participar en la pasión del
el mundo es enemistad con Dios? Cualquie- Salvador.
ra, pues, que desee ser amigo del mundo se
constituye en enemigo de Dios» (Sant 4,4). San Lucas insiste más que ningún otro
evangelista en la inocencia de Jesús, para
Por otra parte, el conocimiento del pro- sacar así la lección de que los discípulos
pio pecado es lo que nos hace radicalmen- no deben extrañarse de que sean arras-
te humildes. Los acusadores de esta mujer trados a los tribunales por su fidelidad a
desaparecen uno tras otro cuando Jesús les la voluntad de Dios. Más aún, siendo ino-
hace ver que son tan pecadores como ella. cente, Jesús muere perdonando a sus ase-
La presente Cuaresma quiere dejarnos más sinos y confiando en el Padre, en cuyas
instalados en la verdadera humildad, la que manos se abandona totalmente. También
brota de la conciencia de la propia miseria los cristianos deberán seguir este doble
y no juzga ni desprecia a los demás (cfr. Lc ejemplo, asociándose de cerca a la pasión
18, 9-14). de su Salvador.
Finalmente, este relato manifiesta toda Finalmente, san Lucas subraya la efi-
la fuerza y la profundidad del perdón de cacia del sacrificio de Cristo: la cruz de
Cristo, que no consiste en disimular el pe- Jesús transforma el mundo produciendo
100 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

la conversión de los corazones y abriendo vados. Hemos entrado en el mundo nuevo


a los hombres el Paraíso. Junto al buen la- de la resurrección. «El que está en Cristo
drón, cada uno de nosotros es invitado a es una nueva creación. Lo viejo ha pasado,
considerar los sufrimientos de Jesús y a ha comenzado lo nuevo» (2 Cor 5, 17).
hacer examen de conciencia –«lo nuestro «Buscad los bienes de allá arriba, donde
nos lo hemos merecido, pero éste nada está Cristo sentado a la derecha de Dios».
malo ha hecho»– para poder oír de labios Precisamente porque hemos resucitado
del mismo Jesús: «Hoy estarás conmigo en con Cristo también nosotros somos testi-
el Paraíso». gos. El Señor se ha hecho presente en nues-
tra vida y nos ha transformado con su po-
Jueves Santo der. «Sabemos por tu gracia que estás re-
sucitado». Un muerto no puede producir
(pág. 11) estas maravillas. Y nosotros no podemos
callar, no podemos menos de gritar a to-
dos esta alegría que nos inunda. Sí, verda-
Viernes Santo
deramente ha resucitado el Señor.
(pág. 12)

Vigilia Pascual
(pág. 12) Tiempo Pascual
Domingo de Resurrección Domingo II de Pascua
¡Un acontecimiento! El cielo en la tierra
Hch 10,37-43; Col 3,1-4; Jn 20,1-9
Ap 1,9-19
Este día tiene un colorido especial. Todo
«Un domingo caí en éxtasis...» Ya desde
él está teñido por un hecho que transfor-
los primeros tiempos del cristianismo el
ma la historia entera. Un hecho esperado,
día del Señor es momento privilegiado para
intensamente deseado. Este es el anuncio
hacer experiencia de Cristo Resucitado.
que la Iglesia grita con gozo, con sorpre-
También hoy el domingo es el día por ex-
sa, pero con total seguridad: ¡Ha resuci-
celencia en que Cristo se comunica y ac-
tado! Verdaderamente el Señor ha resuci-
túa. Estamos llamados, sobre todo en este
tado. No, nuestra fe se apoya en fábulas
tiempo de Pascua, a vivir el día del Señor
o ideas: se trata de un hecho, de un acon-
como día de gracia, a experimentar la pre-
tecimiento.
sencia y la potencia del Resucitado. Nos
Y un hecho que nos toca de lleno: «Ha- hemos dejado robar el domingo por la so-
béis resucitado con Cristo». La vida del ciedad secularizada y consumista, y hay que
cristiano es una vida de resucitado. He- recuperarlo. El domingo es sacramento del
mos de volver a estrenar el gozo de sa- Resucitado. El domingo marca la identidad
bernos salvados, la dicha de nuestra vic- del cristiano.
toria sobre el pecado gracias a Cristo.
«...en medio de las siete lámparas de
Somos nuevos por la resurrección. He-
oro». Es en la celebración litúrgica, y es-
mos sido íntima y profundamente reno-
Ciclo C – Cuaresma-Semana Santa 101

pecialmente en la Eucaristía, donde Cristo sucitado quiere hacerse reconocer por unas
se manifiesta y actúa. La liturgia no son ri- obras que sólo Él es capaz de realizar. Su
tos vacíos, sino la presencia viva y eficaz presencia quiere obrar maravillas en noso-
del Resucitado. Si descubriéramos –y ex- tros. Su influjo quiere ser profundamente
perimentásemos– esta presencia y eficaz en nuestra vida. Como en primavera
esta acción, nos sería mucho más fácil vi- todo reverdece, la presencia del Resucita-
vir las celebraciones; y, sobre todo, recibi- do quiere renovar nuestra existencia y la vida
ríamos su gracia abundante transformando de la Iglesia entera.
nuestra vida. Pues la liturgia es el cielo en «Jesús se acerca, toma el pan y se lo da».
la tierra. En el relato evangélico, Cristo aparece ali-
«Soy el primero y el último». Cristo re- mentando a los suyos, cuidándolos con ex-
sucitado se nos manifiesta como Señor ab- quisita delicadeza. También ahora es sobre
soluto de la historia y de los acontecimien- todo en la eucaristía donde Cristo Resuci-
tos. Todo está bajo su control, de principio tado se nos aparece y se nos da, nos cuida y
a fin. Tiene las llaves de la muerte y del in- alimenta. Él mismo en persona. Y la fe tie-
fierno. Conoce lo que ha de suceder. Es el ne que estar viva y despierta para recono-
Señor, sin límites ni condicio-namientos. cer cuánta ternura hay en cada misa...
¿Cómo no vivir gozoso bajo su dominio?
¿Cómo ser pesimistas?
Domingo IV de Pascua
Domingo III de Pascua Atentos a Cristo
Jn 10,27-30
Él mismo en persona
«Conozco a mis ovejas». Cristo Buen
Jn 21,1-19 Pastor conoce a cada uno de los suyos.
El evangelio de hoy nos presenta una de Con un conocimiento que es amor y com-
las apariciones de Cristo Resucitado. El placencia. Cristo me conoce como soy
tiempo pascual nos ofrece la gracia para de verdad. No soy un extraño que cami-
vivir nuestra propia existencia de encuen- na perdido por el mundo. Cristo me co-
tro con el Resucitado. En este sentido, el noce. Conoce mi vida entera, toda mi his-
texto evangélico nos ilumina poderosamen- toria. Más aún, conoce lo que quiere ha-
te. cer en mí. Conoce también mi futuro.
«No sabían que era el Señor». Jesús está ¿Vivo apoyado en este conocimiento que
ahí, con ellos, pero no se han percatado de Cristo tiene de mí?
su presencia cercana y poderosa. ¿No es «Mis ovejas escuchan mi voz y me si-
esto lo que nos ocurre también a nosotros? guen». ¡Que bonita definición de lo que
Cristo camina con nosotros, sale a nuestro es el cristiano! Se trata de estar atento a
encuentro de múltiples maneras, pero nos Cristo, a su voz, a las llamadas que sin
pasa desapercibido. Ese es nuestro mal de cesar, a cada instante, nos dirige. No cree-
raíz: no descubrir esta presencia que ilu- mos en un muerto. Cristo está vivo, re-
mina todo, que da sentido a todo. sucitado; más aún, está presente, cerca-
«Es el Señor». Los discípulos reconocen no, camina con nosotros. Se trata de es-
a Jesús por el prodigio de la pesca mila- cuchar su voz y de seguirle, de caminar
grosa. Él mismo había dicho: «Por sus fru- detrás de Él siguiendo sus huellas. El cris-
tos los conoceréis». Pues bien, Cristo Re- tiano nunca está solo, porque no sigue una
102 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

idea, sino a una persona. Pero seguir a Cris- quier cosa, hacedlo todo para gloria de
to compromete la vida entera. Dios» (1 Cor 10,31). Sólo pretende que a
«Nadie las arrebatará de mi mano». Al que través de sus palabras y obras Dios sea glo-
se sabe conocido y amado por Cristo y pro- rificado en él, que Dios manifieste su amor,
cura con toda el alma escuchar su voz y se- su poder, su sabiduría, su gloria, que Dios
guirle, Cristo le hace esta promesa. Nues- sea conocido y amado.
tra seguridad sólo puede provenir de saber- «La señal por la que conocerán que sois
nos guiados por él. El Buen Pastor es el discípulos míos...» Dios es glorificado en
Resucitado a quien ha sido dado todo po- nosotros cuando nos dejamos inundar por
der en el cielo y en la tierra. Estamos en su amor y este amor revierte hacia los de-
buenas manos. Ningún verdadero mal pue- más. Esta es no «una» señal, sino «la» se-
de suceder al que de verdad confía en Cris- ñal, el signo inconfundible de los discípu-
to y se deja conducir por su mano podero- los de Cristo y participado de él. Sólo mi-
sa. rando a Cristo y bebiendo de Él somos ca-
paces de amar de verdad.
Domingo V de Pascua
Amor que glorifica Domingo VI de Pascua
Jn 13,31-35 Test de amor
«Ahora es glorificado el Hijo del Hom- Jn 14,23-29
bre». El tiempo pascual está todo él cen- «Haremos morada en él». He aquí el fru-
trado en Cristo Resucitado. Por su muer- to principal de la Pascua. La mayor reali-
te y resurrección, Cristo ha sido glorifi- zación del amor de Dios. El amor busca la
cado. No se trata sólo de volver a la vida. cercanía, la intimidad, la unión. Dios no nos
El crucificado, el «varón de dolores», ha ama a distancia. Su deseo es vivir en noso-
sido inundado de la vida de Dios, experi- tros, inundarnos con su presencia y con su
menta una felicidad sin fin, ha sido enal- amor. Esta es la alegría del cristiano en este
tecido como Señor. A la luz de la Resu- mundo y lo será en el cielo. Somos tem-
rrección entendemos el amor del Padre a plos, lugar donde Dios habita. Hemos sido
su Hijo, pues buscaba glorificarle de esa rescatados del pecado para vivir en su pre-
manera. Y también a nosotros Dios busca sencia. ¿Cómo seguir pensando en un Dios
glorificarnos: «Los sufrimientos de ahora lejano? Lo que deberemos preguntarnos es
no son comparables con la gloria que un cómo recibimos esta visita, cómo acoge-
día se manifestará en nosotros» (Rom mos esta presencia.
8,18).
«El que me ama guardará mi palabra».
«Dios es glorificado en él». A lo largo Esta es la condición para que las Personas
del evangelio, Jesús ha repetido que no divinas habiten en nosotros: amar a Cristo.
busca su gloria (Jn 8,50). Es admirable Lo cual no es un puro sentimiento, sino que
este absoluto desinterés de Jesús que sólo supone «guardar su palabra», la actitud de
desea que el Padre sea glorificado en él. fidelidad a Él y cada una de sus enseñan-
También esta es la postura del auténtico zas. Por el contrario, «el que no me ama
cristiano. Completamente olvidado de sí no guardará mis palabras». Encontramos
mismo, sólo pretende la gloria de Dios. aquí un test para comprobar la autenticidad
«Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cual- de nuestro amor a Cristo. Dios comprende
Ciclo C – Tiempo Pascual 103

y perdona los fallos, pero no puede aceptar reitera su promesa: plenamente glorifica-
al que reniega del evangelio. do, derrama en su Iglesia el Espíritu San-to.
«Él os lo enseñará todo». Estamos a la Esta semana es semana de cenáculo. Toda
espera de Pentecostés y es conveniente la Iglesia sólo tiene esta tarea que realizar:
conocer lo que el Espíritu Santo quiere ha- permanecer con María a la espera del Espí-
cer en nosotros. Él es el Maestro interior ritu, que viene con su fuerza poderosa para
y su acción es necesaria para entender las hacernos testigos de Cristo.
palabras de Cristo. Si él no ilumina, si no
hace atractiva la palabra de Cristo, si no da Domingo de Pentecostés
fuerzas para cumplirla, nunca llegaremos a
vivir el evangelio. Sin él, el evangelio que- El prodigio de Pentecostés
da en letra muerta; sólo el Espíritu da vida
Jn 20,19-23
(2 Cor 3,6).
Los textos de hoy subrayan de modo el
realismo y la eficacia de la liturgia. No se
La Ascensión del Señor trata de un mero recuerdo de lo que ocu-
Semana de cenáculo rrió. Dios quiere renovar entre nosotros
el prodigio de Pentecostés, realizando las
Lc 24,46-53 «mismas maravillas» de aquel día. Peca-
El texto de la carta de los Efesios nos da ríamos si esperásemos menos de lo que
la clave para entender el significado verda- Dios nos promete.
dero de la ascensión: en Cristo, Dios Pa- La maravilla primera y fundamental de
dre ha desplegado todo su poder, sentándo- Pentecostés es una Iglesia viva, llena de
lo a su derecha y sometiéndolo todo. La vitalidad y de empuje. Ya ese mismo día
ascensión pone de relieve que Cristo es se convierten tres mil personas con la pre-
«Señor», que todo –absolutamente todo– dicación y el testimonio de Pedro. Y todo
está bajo su dominio soberano. Y este do- el libro de los Hechos no es más que la
minio se traduce en influjo vital sobre la descripción de una explosión de vida pro-
Iglesia, hasta el punto de que toda la vida de ducida precisamente por el Espíritu San-
la Iglesia le viene de su Señor, de Cristo to. A lo largo de él encontramos una Igle-
glorioso, al cual debe permanecer fielmen- sia joven, entusiasmada y capaz de entu-
te unida. siasmar, llena del Espíritu Santo que im-
El evangelio nos subraya que, después de pulsa a la oración, al testimonio, al apos-
la ascensión, los discípulos se volvieron tolado, a darlo todo: una Iglesia llena de la
llenos de alegría. Es la alegría de contem- alegría del Espíritu, pobre y desprendida,
plar la victoria total y definitiva de Cristo; que anuncia con gozo y convicción a Cris-
la alegría de entender el plan de Dios com- to y que está dispuesta a perderlo todo y
pleto y de descubrir el sentido de la humi- dejarse matar por él ...
llación, de los padecimientos y de la muer- Esto nos debe llevar a hacer examen de
te de Cristo. Es la alegría de saber que Cris- conciencia a todos, pastores y fieles. ¿Tie-
to glorioso sigue misteriosamente presen- ne nuestra Iglesia de hoy esa vitalidad
te en su Iglesia, infundiéndole su propia entusiasmante? Y, sin embargo, el Espíri-
vida. tu Santo es el mismo, no ha perdido fuer-
En el momento de la ascensión, Cristo za desde entonces. Si hoy no se produ-
cen aquellas maravillas, ¿no será que es-
104 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

tamos resistiendo al Espíritu Santo? de él. Y el misterio nos transforma.

Domingo de la Santísima Trinidad Corpus Christi


Familiares de Dios Dadles vosotros
Jn 16,12-15 Lc 9,11b-17
El misterio de la Santísima Trinidad no «Comieron todos y se saciaron». La eu-
consiste en números. Es el misterio de un caristía es el alimento que sacia totalmen-
Dios viviente y personal, cuya infinita ri- te los anhelos más profundos del ser hu-
queza se nos escapa, nos desborda por mano. Cristo no defrauda. Él es el pan de
completo. Por eso, el único guía que nos vida eterna: «El que venga a mí nunca más
introduce eficazmente en ese misterio y tendrá hambre» (Jn 6,35). Él –y sólo Él–
nos lo ilumina es el Espíritu Santo, que calma el ansia de felicidad, la necesidad de
«ha sido derramado en nuestros corazo- ser querido, la búsqueda de la felicidad...
nes». Él es quien nos conduce a la ver- ¿No es completamente insensato apagar
dad plena del conocimiento y trato fami- nuestra sed en cisternas agrietadas que de-
liar con Cristo y con el Padre. Él es el jan insatisfecho y que, al fin, sólo produ-
que, viniendo en ayuda de nuestra debili-
cen dolor?
dad, «intercede por nosotros con gemi-
dos inefables», pues «nosotros no sabe- «Dadles vosotros de comer». Cristo no
mos orar como conviene». se contenta con darnos su cuerpo en la eu-
Dios no nos puede resultar extraño. Por caristía. Lo pone en nuestras manos para
el bautismo estamos familiarizados y con- que llegue a todos. Es tarea de todos –no
naturalizados con el misterio de la Trini- sólo de los sacerdotes– el que la eucaris-
dad, pues hemos sido bautizados preci- tía llegue a todos los hombres. Todo apos-
samente «en el nombre del Padre, del Hijo tolado debe conducir a la eucaristía. Y que
y del Espíritu Santo». Tenemos la capa- Cristo tenga cada vez más personas en
cidad de relacionarnos con las Personas quienes vivir, según las palabras del
divinas. Más aún, tenemos el impulso y salmista: «No daré sueño a mis ojos ni re-
hasta la necesidad. Para eso hemos sido poso a mis párpados hasta que encuentre
creados. Vivimos en Cristo, hemos sido un lugar para el Señor».
hechos hijos del Padre, somos templo del
Pero las palabras «dadles de comer» su-
Espíritu. No, no somos extraños ni foras-
teros, sino «conciudadanos de los santos gieren también otra aplicación. El que ha
y miembros de la familia de Dios (Ef. 2,19). sido alimentado por Cristo no puede me-
nos de dar y darse a los demás. La eucaris-
Con este misterio de la Trinidad, entra- tía es semilla de caridad. El que los pobres
mos en comunión sobre todo por la Eu- tengan qué comer también brota de la eu-
caristía. En ella nos hacemos una sola cosa caristía. Por eso, el que frecuentando la
con Cristo. En ella Cristo derrama sobre
eucaristía no crece en la caridad, es que en
nosotros su Espíritu. En ella nos hace-
mos más hijos del Padre al recibir al Hijo realidad no recibe a Cristo y le está recha-
en la comunión y al acoger al Espíritu que zando.
nos hace clamar «Abba, Padre». En la Eu-
caristía tocamos el misterio y participamos
Ciclo C – Tiempo Pascual 105

Sagrado Corazón de Jesús


La alegría de Dios Tiempo Ordinario
Ez 34,11-16; Sal 22; Rom 5,5-11; Lc
15,3-7
«Buscaré las ovejas perdidas». Frente a
los malos pastores de Israel, que se apro-
Domingo II del Tiempo Ordinario
vechaban de las ovejas, Dios anuncia que Por amor de Sión
Él mismo en persona saldrá en busca de sus
ovejas. Es lo que ha hecho en la encarna- Is 62,1-5; Sal 95; Jn 2, 1-11
ción de su Hijo. No ha dado por perdidas a Fuera ya del tiempo de Navidad, la litur-
las ovejas obstinadas y rebeldes, sino que gia de hoy todavía se detienen a saborear
las ha buscado hasta las puertas mismas del algo de lo que en ese tiempo se nos ha dado.
infierno. El Evangelio nos habla de un misterio nup-
«Cuando todavía éramos pecadores». Lo cial: «había una boda». Cristo aparece como
que llena de asombro y gratitud el corazón el Esposo que celebra el fes-tín de las bodas
de Pablo es haber sido amado siendo peca- con la Esposa, la Iglesia, cuyo modelo es
dor, siendo incluso perseguidor de la Igle- María –«la mujer»–. En efecto, la liturgia
sia. Pero al mismo tiempo se da cuenta que de Navidad nos ha hecho contemplar el
esa es la situación de todos los hombres. misterio de la encarnación como los des-
Nadie hemos sido amados por Dios por- posorios del Verbo con la humanidad.
que éramos buenos, sino que siendo cul- A la luz del evangelio, la primera lectura
pables hemos sido amados de una manera expresa este amor apasionado de Cristo
misericordiosa e inmerecida. Y eso mismo por su Iglesia, a la que anhela embellecer
se convierte en fuente de esperanza: si fui- y adornar con su propia santidad: «por
mos amados así, ¡cuánto más ahora, ya re- amor de Jerusalén, no descansaré hasta
conciliados, tendremos motivos para alcan- que rompa la aurora de su justicia». La
zar la plenitud de la salvación! Iglesia, antes abandonada y devastada,
«Se la carga sobre los hombros, muy con- ahora es la «Desposada». El amor de Cris-
tento». Es sorprendente escuchar la alegría to, lavándola y uniéndola consigo, la ha
de Dios por la conversión del hombre. Je- hecho nueva: «Te pondrán un nombre
sús no acusa ni reprocha; al contrario, se nuevo pronunciado por la boca del Se-
alegra indeciblemente cuando alguien acep- ñor». Más aún, la ha engalanado, deposi-
ta dejarse encontrar y volver al redil. Dios tando en ella sus propias gracias y virtudes,
no quiere la muerte del pecador, sino que la ha colmado de una gloria que es visible
se convierta y viva. La gloria de Dios es que para todos los pueblos.
el hombre viva, que se deje vivificar en ple- El salmo 95 –típico del tiempo de Navi-
nitud, hasta la santidad. ¿Cuántas alegrías dad– canta estas maravillas obradas en la
estoy dispuesto a dar a Jesucristo que lo ha Iglesia Esposa, invitando a «toda la tierra»
entregado todo por mí? a unirse a su alabanza. Es un himno exul-
tante: «Contad a los pueblos su gloria, sus
maravillas a todas las naciones», pues la
106 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

gloria de la Iglesia le viene de su Esposo. dulzura y su consuelo (Sal 19,11). Las ri-
«Cantad al Señor un cántico nuevo», pues quezas entorpecen el fruto de la palabra
la Iglesia que ha sido renovada por la gracia (Mt 13,22). Sólo el que se acerca a ella
de la Navidad es capaz de cantar de manera con hambre y sed experimenta la dicha de
nueva. ser saciado (Mt 5,6).

Domingo III del Tiempo Ordinario Domingo IV del Tiempo Ordinario


Los ojos fijos en Él Te convierto en plaza fuerte
Lc 1,1-4; 4,14-21 Lc 4,21-30
El texto de hoy nos presenta a Jesús en la «¿No es este el hijo de José?» Los pai-
Sinagoga proclamando la palabra divina. sanos de Jesús encuentran dificultades para
«Todos tenían los ojos fijos en él». Esta dar el salto de la fe. Están demasiado acos-
actitud de los presentes ilumina de manera tumbrados a una mirada a ras de tierra y se
elocuente cuál ha de ser también nuestra aferran a ella. Y ello acabará llevándoles a
actitud. Puesto que Cristo «está presente rechazar a Jesús... También a nosotros nos
en su palabra» y «cuando se lee en la Igle- da vértigo la fe. Y preferimos seguir ancla-
sia la Sagrada Escritura es Él mismo quien dos en nuestras –falsas– seguridades. Man-
habla» (Sacrosanctum Con-cilium 7), no tenemos la mirada rastrera –que muchas
tiene sentido una postura impersonal. Sólo veces calificamos de «racional» y «razo-
cabe estar a la escucha de Cristo mismo, nable»– sobre las personas y acontecimien-
con toda la atención de la mente y del co- tos, sobre la Iglesia y sobre el misterio
razón, pendientes de cada una de sus pala- mismo de Dios...
bras, «con los ojos fijos en él».
«Ningún profeta es bien mirado en su tie-
«Hoy se cumple esta Escritura». La pala- rra». Llama la atención la actitud desafian-
bra que Cristo nos comunica de manera te, casi provocativa, de Jesús. Ante la re-
personal en ese diálogo «de tú a tú» es sistencia de sus paisanos no rebaja el lis-
además una palabra eficaz; o sea, que no tón, no se aviene a componendas, no entra
sólo nos comunica un mensaje, sino que en negociaciones. La verdad no se nego-
por su propio dinamismo «realiza aquello cia. La divinidad de Cristo podrá ser acep-
que significa o expresa» (Is 55,11). Si tada o rechazada, pero no depende de nin-
escuchamos con fe lo que Cristo nos dice, gún consenso. Cuando los corazones están
experimentaremos gozosamente que esa cerrados, Jesús no suaviza su postura; se
palabra se hace realidad en nuestra vida. diría que incluso la endurece, para que las
Hoy y aquí, en la proclamación eficaz de la personas tomen postura ante él. «O con-
liturgia, se cumple esta Escritura. migo o contra mí».
«Me ha enviado para dar la Buena Noti- «Se abrió paso entre ellos...» Destaca
cia a los pobres». Esta palabra de Cristo también la majestad soberana con que Je-
es siempre evangelio, buena noticia. Pero sús se libra de quienes pretendían elimi-
sólo puede ser reconocida y experimen- narlo. En Él se percibe esa fortaleza divina
tada como tal por un corazón pobre. El anunciada en la 1ª lectura (Jer 1,17-19):
que se siente satisfecho con las cosas de Jesús es «plaza fuerte», «columna de hierro»,
este mundo no capta la insondable riqueza «muralla de bronce»; aunque todos luchen
de la palabra de Cristo ni experimenta su contra él no pueden. No son las circuns-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 107

tancias externas ni los hombres quienes zar acciones que sobrepasan infinitamente
deciden acerca de su vida o de su muerte; las posibilidades humanas.
es su voluntad libre y soberana la que se
impone a todo. Domingo VI del Tiempo Ordinario
El peligro de las riquezas
Domingo V del Tiempo Ordinario
Lc 6,7.20-26
Perder pie
Jesús no sólo pone las bienaventuranzas
Lc, 5, 1-11 en positivo. El «¡ay de vosotros!» es un
La grandeza de Pedro en este pasaje evan- fuerte aldabonazo para que nadie se llame
gélico consiste en no fiarse de sí mismo, a engaño. Con ello está resaltando que no
de su propio juicio, de su «experiencia». se puede ser rico y cristiano al mismo
Humanamente hablando, como pescador tiempo. Nunca más necesarias estas pa-
experimentado, tenía razones de sobra para labras de Cristo que ahora. Vivimos en
oponerse a la orden de Jesús: «Nos hemos una sociedad opulenta y con frecuencia
pasado la noche bregando y no hemos pes- se intenta compaginar las riquezas y la fe
cado nada». Sin embargo, deja sus conoci- en Jesucristo.
mientos y su experiencia a un lado para apo- Sin embargo, el evangelio es bastante
yarse en la palabra de Jesús: «Por tu pala- explícito y Jesús no ahorra palabras para
bra, echaré las redes». Muchas dificultades poner en guardia frente al peligro de las
en nuestra vida de fe provienen de aquí: nos riquezas. Pocos males hay tan rechaza-
aferramos a nuestras «experiencias», mu- dos en los evangelios como este. Ante
chas veces mal hechas, en lugar de fiarnos todo, porque las riquezas embotan, ha-
pura y simplemente de la palabra de Cristo. cen al hombre necio e impiden escuchar
Es precisamente este salto de fe el que la palabra de la salvación (Mt 13,22). Las
capacita a Pedro para colaborar eficazmente riquezas llevan al hombre a hacerse auto-
con Cristo. Primero ha tenido que pasar por suficiente, endurecen su corazón y le im-
la experiencia de un fracaso: sus muchos piden acoger a Dios; en vez de recibir todo
esfuerzos no han conseguido nada. Y desde como hijo, lleno de gratitud, el rico se
esa experiencia de su pobreza puede abrir- afianza en sus posesiones y se olvida de
se a recibir una gran redada, una pesca abun- Dios (Lc 12,15-21).
dante, pero como don, como gracia. Sólo Por eso hemos escuchado en la prime-
así Jesús puede decirle: «Desde ahora se- ra lectura: «Maldito el hombre que confía
rás pescador de hombres». en el hombre». La Virgen sabía bien al
Y es que para colaborar con Cristo en su cantar el Magnificat: «A los ricos los des-
misión y en su tarea no bastan las cualida- pide vacíos» (Lc 1,53). Las riquezas em-
des humanas. Para ser instrumento de Cris- pobrecen al hombre. Le impiden experi-
to y de su obra hace falta «perder pie» y mentar la inmensa dicha de poseer sólo a
caminar en la fe, apoyado en la humildad. Dios.
Es también esta la experiencia de Pedro – A Cristo le duele que el rico se pierda al
«apártate de mí, Señor, que soy un peca- no haber encontrado el único tesoro ver-
dor»–, que va unida al asombro por la gran- dadero (Mt 13,44) y por eso grita y denun-
deza de Cristo y por su capacidad de reali- cia el daño de las riquezas, que además cie-
108 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

rran y endurecen el corazón frente al her-


mano necesitado. Epulón no ha hecho nada
malo a Lázaro; es condenado simplemente Domingo VIII del Tiempo Ordinario
porque no le ha atendido (Lc 16,19-31). Guías ciegos...
Lc 6,39-45
Domingo VII del Tiempo Ordinario
El texto evangélico de hoy es ante todo
La propia medida una llamada a no juzgar. Jesús no dice que
Lc 6,27-38 «estaría bien» no juzgar, sino que el que
juzga necesariamente se equivoca. En efec-
Es inconcebible la capacidad de los cris- to, sólo Cristo conoce lo que hay en el
tianos de reducir el evangelio a cuatro corazón del hombre (Jn 2, 24-25), pues
normas éticas razonables, es decir, a la «los hombres miran las apariencias, pero
propia medida. Sin embargo, Cristo quie- Dios ve el corazón» (1 Sam 16,7). Y ade-
re llevarnos a lo infinito: «Sed misericor- más el ojo del que juzga está incapacitado
diosos como vuestro Padre es misericor- para ver por la viga que le ciega.
dioso». Quizá el pecado radical es preci-
samente no contemplar al Padre. Jesús insiste en la absoluta necesidad de
la limpieza de corazón. Todos tenemos de
Porque sólo desde ahí es inteligible el algún modo la tarea de guiar a los demás:
mandato de Cristo de amar a los enemi- el padre o la madre de familia, el catequis-
gos. No sólo de perdonar –menos toda- ta, el maestro, el sacerdote...
vía el «perdono, pero no olvido», que no
es perdón ni es nada–, sino de amar posi- Pues bien, corremos el riesgo de ser
tivamente, hasta dar la vida por los mis- guías ciegos que conduzcan a los demás a
mos enemigos como ha hecho Cristo. la fosa. Sólo el que tiene el corazón purifi-
cado, el que ha quitado la viga del propio
Bien visto, muchos cristianos tienen de ojo, es capaz de ver claro y con acierto, es
tales sólo el nombre. Aman a los que los capaz de conducir a los demás hacia el bien,
aman a ellos, hacen el bien a quien se lo de orientarles con seguridad y evitarles los
hace a ellos, prestan cuando esperan sa- peligros. El que no ha quitado la viga del
car alguna ganancia. Y lo malo es que no propio ojo se equivoca continuamente y
sólo son fallos de hecho pero repudiados, rotundamente, aun sin saberlo; como no ve
sino que la misma mentalidad, la ma-nera y está ciego, hace más mal que bien, inclu-
de pensar, no es evangélica, no es la de so cuando cree hacer bien.
Cristo.
El evangelio siempre nos lleva a la inte-
Y no digamos nada de la sentencia evan-
rioridad, a lo profundo: no hay árbol bueno
gélica: «A quien te pide, dale». O del «no
que dé fruto malo ni árbol malo que dé fru-
juzguéis». Se hace urgente una conver-
to bueno. Frente a la tentación de vivir las
sión de los católicos en la mente y en co-
apariencias, de cara a la galería, Cristo nos
razón para acercarnos al evangelio del que
invita a ser hombres que echan raíces en él
hemos renegado.
(Col 2,7) para dar fruto bueno, nos impul-
sa a mirar el propio corazón para arrancar
toda hierba mala.
Ciclo C – Tiempo Ordinario 109

Domingo IX del Tiempo Ordinario Domingo X del Tiempo Ordinario


La fe del centurión La visita de Dios
Lc 7,1-10 Lc 7,11-17
«No soy quién...» Conmueve la humildad «Le dio lástima». Este relato –que sólo
de este centurión. Un hombre con poder, Lucas nos refiere– muestra la compasión
que tiene gente bajo sus órdenes, que quizá y la bondad de Cristo. El corazón se le va
humanamente tendría motivos para ser or- espontáneamente hacia los más pobres y
gulloso y altanero... Sin embargo, se con- más desprotegidos. El difunto es un jo-
sidera indigno incluso de que Jesús entre ven, la mujer –que además era viuda–
en su casa. No exige ni reclama; suplica con queda completamente desvalida, este hijo
humildad. era el único... Es un milagro que nadie
pide, sino que brota totalmente de las en-
La Iglesia pone en nuestros labios estas trañas misericordias de Cristo el Señor.
palabras como preparación inmediata a la «A tí te lo digo, levántate». Al mismo
comunión: «No soy digno...» ¡Si comulgá- tiempo, llama la atención en toda la esce-
ramos siempre con la misma conciencia de na la autoridad soberana de Jesús: Él toma
indignidad que este centurión...! absolutamente la iniciativa, manda a la
«Dilo de palabra». Junto a la conciencia mujer no llorar, manda al joven levantar-
de indignidad, la fe firme en el poder de se... Junto con la misericordia, irrumpe
Cristo. Más aún, en el poder de su palabra. en la historia el poder de Dios. Porque
Humildad no es apocamiento. El recono- todo sucede conforme a su palabra: lo
cimiento de nuestra indignidad puede y debe dice y lo hace.
ir unido al reconocimiento del poder de «Dios ha visitado a su pueblo». En efec-
Dios. Su sola palabra es capaz de obrar gran- to, la visita de Dios es salvífica. Todos
des cosas. En efecto, «Él lo dijo y existió, quedan sobrecogidos, pues los aconteci-
Él lo mandó y surgió» (Sal 33,9). mientos se han desarrollado de manera
«Ni en Israel he encontrado tanta fe». El contraria a las previsiones. La muerte ha
que hace este acto impresionante de fe es sido derrotada. Ningún mal puede resistir
precisamente un pagano, un extranjero. Él a la acción todopoderosa de Dios en su
sabe que su propia palabra surte efecto Hijo Jesucristo. Basta que nos dejemos
cuando manda algo a un subordinado, pues visitar por Él. ¿Cómo seguir diciendo que
¡cuánto más la palabra del Hijo de Dios! En «todo tiene remedio menos la muerte»?
él se realiza el universalismo de la salva- Es contradictorio ser cristiano y poner lí-
ción anunciado en el A.T. (1ª lectura: 1Re mites a la esperanza.
8,41-43; Salmo responsorial: Sal 116,1).
¿Por qué con tanta frecuencia «los de siem- Domingo XI del Tiempo Ordinario
pre» o «los cercanos» somos los más in-
crédulos? La gratitud del perdonado
Lc 7,36-8,3
«Tus pecados están perdonados». Des-
taca en este relato la gratitud y la alegría
110 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

por el perdón. Todos los gestos de esta mirándole fijamente. Jesús te pregunta:
mujer muestran que a Jesús le debe todo: «¿Quién soy yo realmente para ti?». No
«sus muchos pecados están perdonados». bastan respuestas aprendidas, sabidas. Es
El gozo la inunda. Y la gratitud también. Sus necesaria una respuesta personal.
lágrimas no son de arrepentimiento, sino «El Hijo del hombre tiene que padecer...»
de alegría, de gozo agradecido. Su amor a Tras la respuesta de Pedro, es Jesús mis-
Jesús es respuesta de quien se sabe amada mo quien explica quién es Él. Sólo Él co-
generosamente, gratuitamente; es respuesta noce su propio misterio, su verdadera iden-
a aquel que la amó primero (cf. 1Jn 4,19). tidad. Debemos dejarnos enseñar e instruir
«Tu fe te ha salvado». Como buen discí- por Él. Ante Cristo somos siempre apren-
pulo de Pablo, Lucas sabe bien que sólo dices. Su misterio nos supera y nos des-
Jesús salva, y que esta salvación se aco- borda. No lo entendemos, y aun nos resis-
ge por la fe. Esta mujer se sabe sin méri- timos, sobre todo cuando se trata de la
tos propios. No se ha salvado ella: ha sido cruz...
salvada. Ella ha creído en Jesús, se ha «El que quiera seguirme, que se niegue a
fiado de él; y Jesús ha volcado sobre ella sí mismo...» Conocer a Jesús es seguirle.
todo su poder salvífico convirtiéndola en De nada sirve saber cosas sobre Él si eso
una mujer nueva. no nos conduce a seguirle más de cerca por
«Has juzgado rectamente». Todo esto su mismo camino. El verdadero conoci-
es lo que muestra claramente la parábola miento lleva al seguimiento. Y sólo si-
que Jesús propone a Simón el fariseo. La guiéndole de cerca podemos conocerle de
parábola es de una lógica aplastante. Sin veras.
embargo, Simón no es capaz de sacar sus
consecuencias en el plano religioso. El
fariseo que todos llevamos dentro se re- Domingo XIII del Tiempo Ordinario
bela ante el hecho de recibir la salvación No se negocia
como don gratuito. Quisiéramos poder
exhibir derechos ante Dios, quisiéramos Lc 9,51-62
no depender de Él totalmente. La gratitud Jesús llama a seguirle. Pero seguir a Cris-
y el gozo son los mejores signos de que to implica la vida entera, no sólo algunos
hemos sido salvados. momentos o algunas zonas de nuestra exis-
tencia. Lo que el profeta no podía exigir
Domingo XII del Tiempo Ordinario (primera lectura), por ser un hombre, Cris-
to sí puede por ser el Hijo de Dios. Más
Conocer a Jesús aún, no hay otra manera de seguir a Cristo:
«El que mira hacia atrás no es apto para el
Lc 9,18-24 Reino de Dios». El seguimiento de Cristo
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» sólo puede ser incondicional. No caben
Después de una pregunta general («¿quién rebajas ni descuentos. El seguimiento de
dice la gente que soy yo?»), Jesús encara Cristo no es una cuestión de negociacio-
directamente a los discípulos. Pedro así nes. Poner condiciones es estar diciendo
lo entiende, y responde personalmente a «no», es ya dejar de seguirle. Cristo lo ha
Jesús. También nosotros debemos dejar- dado todo y lo pide todo. Y esto es lo que
nos interpelar personalmente por Él, cara implica ser cristiano: un seguimiento in-
a cara, dejándonos mirar por Cristo y condicional. No hay dos tipos de cristia-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 111

nos. Sólo es verdaderamente cristiano el breza, y el poder del Señor se manifiesta


que «va a por todas». Cristo comprende la en la desproporción de los medios: «No
debilidad humana y los fallos motivados por tengo oro ni plata, te doy lo que tengo: en
ella, pero no acepta la mediocridad por sis- nombre de Jesucristo, echa a andar» (Hch
tema, el «bajar el listón», los cálculos 3,6), Lo más contradictorio con el apóstol
egoístas. Los apóstoles fueron grandes pe- es la búsqueda de seguridades fuera de
cadores: san Pedro llegó a negar a Cristo, Cristo.
san Pablo persiguió a la Iglesia... Pero no En este contexto la expresión «el obre-
fueron mediocres: se dieron del todo, gas- ro merece su salario» significa «comed y
taron su vida por Cristo, sin reservarse nada. bebed de lo que tengan», es decir, vivid
El que no entiende en absoluto, será in- de limosna. Una Iglesia que no es pobre
capaz de seguir a Cristo. Porque él quiere no es ya la Iglesia de Jesucristo y, por
ser el absoluto de nuestra vida. El que se tanto, no puede producir frutos de vida
escandaliza porque Cristo pide la renuncia eterna.
incluso a cosas buenas es que no ha enten- «Os he dado potestad para pisotear todo
dido nada del evangelio. Ser cristiano no él ejercito del enemigo». Una Iglesia que
equivale a ser honrado y no hacer mal; eso va en nombre de Cristo, pobre apoyada
lo procuran también los ateos. Ser cristia- sólo en él, no tiene motivos para asustar-
no significa estar dispuesto a toda renun- se ni desanimarse ante el mal. Con las ar-
cia y a todo sacrificio por Cristo. mas de Cristo –no las de este mundo: 1
Cor 2,1-5; 2 Cor 10,4-5– ha recibido po-
Domingo XIV del Tiempo Ordinario der para combatir y vencer el mal.

Poneos en camino...
Domingo XV del Tiempo Ordinario
Lc 10,1-12.17-23
Entrañas de misericordia
«¡Poneos en camino!». Todo cristiano es
misionero. Bautizado y confirmado, es en- Lc 10,25-37
viado por Cristo al mundo para ser testigo «Dio un rodeo y pasó de largo». Hay
suyo. En cualquier situación o circunstan- tantas formas de pasar de largo... Y lo peor
cia, en cualquier época o ambiente, el cris- es cuando además las enmascaramos con
tiano es un enviado, va en nombre de Cris- justificaciones «razonables»: «No tengo
to, para hacerle presente, para ser sacramen- tiempo», «los pobres engañan», «ya he
to suyo. Y las palabras de Jesús revelan la hecho todo lo que podía...» O peor aún:
urgencia de esta misión ante las inmensas «hoy día ya no hay pobres». Es exacta-
necesidades del mundo y, sobre todo, por mente dar un rodeo –aunque sea muy ele-
el anhelo de su corazón. ¿Me veo a mí mis- gante– y pasar de largo. Lo que hicieron
mo como un enviado de Cristo en todo el sacerdote y el levita. Y, sin embargo, el
momento y lugar? pobre es Cristo, que nos espera ahí, que
«No llevéis talega, ni alforja, ni sanda- nos sale al encuentro bajo el ropaje del
lias». El que va en nombre de Cristo se apo- mendigo: «tuve hambre... Estuve enfer-
ya en el poder del Señor. Su autoridad no mo... Estuve en la cárcel».
viene de sus cualidades, ni su eficacia de «Se compadeció de él». Este es el secre-
los medios de que dispone. Al contrario, to. El verdadero cristiano tiene entrañas de
su ser enviado se pone de relieve en su po-
112 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

misericordia. No sólo ayuda: se compade- bras para todos, no sólo para las monjas de
ce, se duele del mal del otro, sufre con él, clausura. Si sólo una cosa es necesaria,
comparte su suerte... Y porque tiene entra- quiere decir que las demás no lo son. Pero,
ñas de misericordia llega hasta el final; no por desgracia, ¡nos enredamos en tantas
se conforma con los «primeros auxilios». cosas que nos hacen olvidarnos de la única
Y porque tiene entrañas de misericordia lo necesaria y nos tienen inquietos y nervio-
toma a su cargo, como cosa propia; y eso sos! Y lo peor es que, como en el caso de
que era un desconocido, un extranjero –in- Marta, muchas veces se trata de cosas bue-
cluso de un país enemigo, pues «los judíos nas. Las palabras de Jesús sugieren que nada
no se trataban con los samaritanos»–. «Se- debe inquietarnos ni distraernos de su pre-
ñor, danos entrañas de misericordia ante sencia y que en medio de las tareas que Dios
toda miseria humana». mismo nos encomienda hemos de perma-
El buen samaritano es Cristo. Es él quien necer a sus pies, atentos a él y pendientes
«siente compasión, pues andaban como de su palabra.
ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Es él quien Esta actitud de María, la hermana de Mar-
no sólo nos ha encontrado «medio muer- ta, se realiza admirablemente en la otra
tos», sino completamente «muertos por María, la Madre de Jesús. Ella es la per-
nuestros pecados» (Ef 2,1). Es él quien fecta discípula de Jesús, siempre pendien-
se nos ha acercado y nos ha vendado las te de los labios de su Maestro, totalmente
heridas derramando sobre nosotros el vino dócil a su palabra, flechada hacia lo único
de su sangre. Es él quien nos ha liberado necesario.
de las manos de los bandidos... ¿Cómo
pagaré al Señor todo el bien que me ha
hecho?» «Anda, haz tú lo mismo». Domingo XVII del Tiempo Ordinario
«Enséñanos a orar»
Domingo XVI del Tiempo Ordinario Lc 11,1-13
A los pies del Señor El evangelio de hoy nos recuerda algo
esencial en la vida del cristiano: el trato de
Lc 10,38-42 intimidad con nuestro Padre. Puesto que
«Sentada a los pies del Señor, escucha- somos hijos de Dios, la tendencia y el im-
ba su palabra». Esta actitud de María re- pulso es a tratar familiarmente con el Pa-
sume perfectamente la postura de todo dre. La oración, por tanto, no es un lujo,
discípulo de Jesús. «A los pies del Se- sino una necesidad; no es algo para privile-
ñor», es decir, humildemente, en obedien- giados, sino ofrecido por gracia a todos;
cia, en sometimiento a Cristo, consciente no es una carga, sino un gozo. Los discípu-
de que él es el Señor, no como quien dis- los se ven atraídos precisamente por esa
pone la Palabra, sino como quien se deja familiaridad que Jesús tiene con el Padre.
instruir dócilmente, más aún, se deja mo- Viendo a Jesús en oración, le dicen: «En-
delar por la palabra de Cristo. Y ello en séñanos a orar».
atención permanente al Maestro, en una Esta intimidad desemboca en confianza.
escucha amorosa y continua, pendiente de Jesús quiere despertar sobre todo esta con-
sus labios, como quien vive «de toda pa- fianza: «Si vosotros que sois malos sabéis
labra que sale de la boca de Dios» (Mt 4,4). dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto
«Sólo una cosa es necesaria». Son pala- más vuestro Padre celestial...!»
Ciclo C – Tiempo Ordinario 113

Si el amigo egoísta cede ante la petición cado como «necio». Su absurda insensatez
del inoportuno, ¡cuánto más él, que es el consiste en olvidarse de Dios buscando
gran Amigo que ha dado hasta su vida por apoyarse en lo que posee, creyendo encon-
nosotros! Pero esta confianza sólo crece trar seguridad fuera de Dios.
sobre la base del conocimiento de Dios. Lo En efecto, la autosuficiencia es el gran
mismo que un niño confía en sus padres en pecado y la raíz de todos los pecados,
la medida en que conoce y experimenta su desde Adán hasta nosotros. La autosufi-
amor, así también el cristiano delante de ciencia que nace de no querer depender
Dios. de Dios, sino de uno mismo, y lleva a
La certeza de «pedid y se os dará está acumular dinero, conocimientos, bienes-
apoyada en él «¡cuánto más vuestro Padre tar, ideas, amistades, poder, cariño e in-
celestial!» Por tanto, en el fondo, el evan- cluso virtudes o prácticas religiosas. Jus-
gelio nos está invitando a mirar a Dios, a tamente lo contrario del hacerse como ni-
tratarle de cerca para conocerle, a dejar- ño es el sensato; su humildad y confianza
nos sorprender por su grandeza, por su in- le abren a recibir todo como un don, in-
finita generosidad, por su poder irresisti- cluidas las inmensas riquezas de «los bie-
ble, por su sabiduría que nunca se equivo- nes de allá arriba». El que busca afianzar-
ca. Sólo así crecerá nuestra confianza y se en sí mismo en lugar de recibirlo todo
podremos pedir con verdadera audacia, con como don es necio y antes o después aca-
la certeza de ser escuchados y de recibir lo bará percibiendo que todo es «vaciedad
que pedimos. Sólo así nuestras oraciones sin sentido».
no serán palabras lanzadas al aire en un
monólogo solitario.
Domingo XIX del Tiempo Ordinario
Domingo XVIII La mejor inversión
del Tiempo Ordinario Lc 12,38-42
Necedad y sensatez «Un tesoro inagotable». Toda palabra de
la Escritura es expresión del amor de Dios
Lc 12,13-21
por nosotros. También cuando a primera
El evangelio nos presenta el reverso de vista no lo parece. La invitación de Jesús
lo que es el núcleo esencial del mensaje de es clara: «Vended vuestros bienes, y dad
Cristo. Jesús ha venido a comunicarnos que limosna». Pero ese imperativo no va con-
somos hijos de Dios, que nuestro Padre nos tra nosotros, sino a nuestro favor: nos
cuida y que, por consiguiente, es preciso invita a hacernos «talegas que no se echen
hacerse como niños, confiar en el Padre a perder», a depositar nuestros bienes allí
que sabe lo que necesitamos y dejarnos «donde no se acercan los ladrones ni roe
cuidar (Mt 6,25-34). la polilla». Con otras palabras: nos invita
El pecado del hombre del evangelio es a realizar la mejor inversión posible ha-
que no se ha hecho como un niño: ha ate- ciendo que nuestros bienes se transfor-
sorado, fiándose de sus propios bienes, en men en «un tesoro inagotable en el cielo».
vez de confiar en el Padre. La clave la dan «Estad preparados». La parábola siguien-
las palabras de Jesús al principio: «Aunque te nos recuerda una verdad esencial de la
uno ande sobrado, su vida no depende de enseñanza de Jesús: que Él va a volver y que
sus bienes». Por eso este hombre es califi- hay que permanecer vigilantes, a la espera.
114 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Los bienes materiales pueden hacernos ol- rar el mal no es la paz de Cristo. Hay que
vidar lo único importante: ¡sería trágico! contar con que los que rechazan a Cristo,
Todo lo de aquí abajo es provisional, es re- aunque sean de la propia familia, siempre
lativo (cf. 1Cor 7,29-31). nos perseguirán, precisamente por seguir
«Administrador fiel y solícito». Mientras a Cristo ser fieles al evangelio. Una paz
estamos en este mundo somos nada más – cobarde, lograda a ba-se de traicionar a
¡y nada menos!– que administradores de los Cristo, no es paz. Él es el primero, el úni-
bienes que Dios nos confía. Unos bienes co, el absoluto. Cristo y su evangelio no
que –empezando por la misma vida– no nos son negociables. Poner como criterio
pertenecen en propiedad y hemos de saber máximo el no chocar, el estar a bien con
administrar con sensatez según el querer de todos a cualquier precio, el no crearse pro-
Dios. Sólo con sentido de eternidad pode- blemas, acaba llevando a renegar de Cris-
mos administrar rectamente. Sólo a la luz to. Y a veces se impone la opción: «O con-
de los bienes del cielo –los definitivos y migo o contra mí».
eternos– podemos valorar y usar justamente
los de la tierra. Domingo XXI del Tiempo Ordinario
Entrar por la puerta estrecha
Domingo XX del Tiempo Ordinario
Lc 13,22-30
Pura pasión
«¿Serán pocos los que se salven?» Jesús
Lc 12,49-53 no suele responder a las preguntas
«No he venido a traer paz, sino división». malintencionadas ni a las realizadas por
Misteriosa frase de Jesús que contrasta con simple curiosidad. Tampoco a las mal for-
otras salidas de sus mismos labios: «La paz muladas, como en este caso; o mejor di-
os dejo, mi paz os doy». Ello quiere decir cho, responde rectificando. Jesús no quie-
que no hemos de entender las palabras de re decir si serán pocos o muchos los que
Cristo según nuestros criterios puramente se salven, porque es una curiosidad inútil o
humanos: «No os la doy como la da el mun- una búsqueda de seguridad y tranquilidad o
do» (Jn 14,27). una excusa en la responsabilidad personal.
Responde invitando a entrar por la puerta
La paz de Cristo no consiste en la caren- estrecha. Es como decir: «Puedes salvarte
cia de lucha, no se identifica con una situa- o condenarte; en tu mano está acoger la
ción de indiferencia donde todo da igual,
salvación entrando por el camino marcado
ni proviene de la eliminación de las difi- por Dios».
cultades. Cristo es todo lo contrario a es
falsa paz, a esa actitud anodina que en el «No sé quienes sois». Las palabras si-
fondo delata que uno no tiene nada por lo guientes acentúan la llamada a la conver-
que valga la pena luchar, vivir y morir; él es sión y a la responsabilidad. Los judíos se
pura pasión, fuego devorador: «He venido creían posesores seguros de la salvación
a prender fuego en el mundo». porque tenían la Ley de Dios y su revela-
ción. Pero Jesús insiste en que el Reino
También el cristiano vive en una lucha a de Dios no hay privilegios. Sólo la obe-
muerte contra el mal: «Todavía no habéis
diencia a Dios y a su palabra nos abre a la
llegado a la sangre en vuestra pelea contra salvación. Jesús sólo reconoce y acepta
el pecado». El profeta es perseguido por a los que han aceptado ser suyos.
denunciar el mal. Una paz que nace de tole-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 115

«Hay últimos que serán primeros, y pri- La última parte del evangelio nos recuer-
meros que serán últimos». Ciertamente las da: ¡Cuántos actos inútiles y sin provecho
apariencias engañan. Pero a Dios, que «es- para la vida eterna porque buscamos de mil
cruta los corazones» (Hch 1,24), no es po- maneras recompensa y paga de los hom-
sible engañarle. Por eso, la única respuesta bres!
correcta a la pregunta inicial es: «Vive en
la verdad, de cara a Dios, procurando agra-
darle en todo... Lo demás se te dará por aña- Domingo XXIII del Tiempo Ordinario
didura». Sin condiciones
Lc 14,1.7-14
Domingo XXII del Tiempo Ordinario
En el transcurso de su larga subida a Je-
El único camino rusalén para sufrir la pasión y entrar así en
la gloria, quiere dejar muy claras las con-
Lc 10,1-12.17-20 diciones para ser discípulo suyo. ¡Que na-
Jesús siempre va a lo esencial. Él, que die se llame a engaño! Ya desde el primer
conoce el corazón del hombre» (Jn 2,25), paso hay que estar dispuesto a «renunciar a
sabe que, desde Adán, nuestro más grave mal todos los bienes» y a «posponer al padre y
es el deseo de sobresalir. Sin embargo, nun- a la madre, a la mujer y a los hijos, a los
ca es más grande el hombre que cuando se hermanos y así mismo». Sin estar dispues-
siente pequeño delante de Dios. La humil- to a jugárselo todo por Cristo, ni se cons-
dad es su lugar, pues no puede exhibir de- truirá ese edificio que es la Iglesia ni se
lante de Dios ningún derecho. Todo lo que vencerá la batalla contra las fuerzas del mal.
es y tiene lo ha recibido: ¿De qué enorgu- Lo que Cristo dice parece duro y exigen-
llecerse? (1 Cor 4,7). Y, por otra parte, ¿qué te. Por eso es necesario que Dios «nos dé
son todas las grandezas humanas al lado del sabiduría enviando su santo Espíritu desde
puesto en que hemos sido colocados por el cielo» (1ª lectura) para que estas pala-
gracia junto a los santos, los ángeles y el bras nos resulten atractivas y encontremos
mismo Dios? en ellas nuestro gozo. Esta sabiduría, que
«El que se humilla, será ensalzado». es don del Espíritu, no sólo nos hace en-
Como tantas otras palabras del evangelio, tender las palabras de Cristo, sino que sus-
esta frase nos da un verdadero retrato del cita en nosotros el deseo de cumplirlas en
propio Cristo. Él es el que verdaderamente totalidad y con perfección.
se ha humillado, despojándose totalmente, Es sólo el amor apasionado a Jesucristo
hasta el extremo de la muerte en cruz. Por el que nos hace estar dispuestos a perderlo
eso precisamente Dios Padre le ha exalta- todo por él, a no poner condiciones, a no
do sobremanera y le ha concedido una glo- anteponer a él absolutamente nada. Cuan-
ria impensable (Fil 2,6-11). Él nos enseña do no existe ese amor o se ha enfriado, todo
por dónde se alcanza ese oculto deseo de son «peros», se calcula cada renuncia, se
gloria que todos llevamos dentro. La hu- recorta la generosidad, se frena la entre-
millación es el único camino, no hay otro. ga....
Cristo quiere desengañarnos y lo hace con-
virtiéndose él en modelo y caminando por
delante.
116 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

Domingo XXIV del préstamo, para ganarse amigos que le


del Tiempo Ordinario reciban en su casa cuando quede despedi-
do. Jesús alaba esta astucia y sugiere que
Estamos todos los hijos de la luz deberíamos ser más as-
Lc, 14,25-33 tutos cuando son los bienes espirituales los
La conducta de Jesús es desconcertante. que están en juego. ¡Qué distinto sería si
Para la lógica de los fariseos –y quizás tam- los cristianos pusiéramos en el negocio de
bién para la nuestra–, los pecadores han de la vida eterna por lo menos el mismo inte-
ser señalados con el dedo, han de ser pues- rés que en los negocios humanos! Debe-
tos aparte y despreciados. Sin embargo, él mos preguntarnos: ¿Qué estoy dispuesto a
«acoge a los pecadores y come con ellos» sacrificar por Cristo?
Jesús introduce en el mun-do otra lógica. Él «Ningún siervo puede servir a dos amos».
nunca considera bueno al pecador. Él nunca Esta es la explicación profunda de lo ante-
dice que la oveja descarriada no esté des- rior. El que tiene como rey y centro de su
carriada. Lo que hace es, en lugar de recha- corazón el dinero, discurre lo posible y lo
zarla, ir a buscarla, y cuando la encuentra imposible para tener más. Y lo mismo el
se llena de alegría, la carga sobre sus hom- que busca fama y honor, gloria humana,
bros, la venda las heridas, la cuida, la ali- poder, comodidad... El que de veras se ha
menta.... Así es el corazón de Cristo. Su decidido a servir al Señor, está atento a
amor vence el mal con el bien. Para hasta cómo agradarle en todo y se entrega a la
rehacer por completo al pecador, hasta sa- construcción del Reino de Dios, buscando
carle de su fango y devolverle la dignidad que todos le conozcan y le amen. Se nota
de hijo de Dios. si servimos al Señor en que cada vez más
Lo que ocurre es que en la categoría de nuestros pensamientos, anhelos y deseos
pecadores estamos todos. Frente al orgu- están centrados en Él y en sus cosas. «Don-
llo altanero y despreciativo de los fariseos, de está tu tesoro, allí está tu corazón» (Lc
san Pablo afirma categóricamente: «Jesús 12,34). ¿Dónde está puesto mi corazón?
vino al mundo a salvar a los pecadores, y ¿Cuál es mi tesoro? ¿A quién sirvo de ve-
yo soy el primero» (2ª lectura). Todos ne- ras?
cesitamos ser salvados. Y si no hemos caí-
do más bajo ha sido por pura gracia. Ello Domingo XXVI
no es motivo de orgullo y el desprecio de del Tiempo Ordinario
los demás, sino para la humildad y el agra-
decimiento. Basta la palabra
Lc 16,19-31
Domingo XXV del Tiempo Ordinario
He aquí uno de esos evangelios que no
¿Cuál es mi tesoro? necesitan comentario. Todo él está marca-
Lc 16,1-13 do por el contraste entre la situación de esta
«Los hijos de este mundo son más astu- vida y la después de la muerte. Mientras el
tos... que los hijos de la luz». He aquí la pobre Lázaro es llevado al seno de Abrahán,
enseñanza fundamental de esta parábola. del rico se dice simplemente que «lo ente-
Este administrador renuncia a su ganan- rraron» y ni se menciona su nombre; los
cia, a los intereses que le correspondían tormentos son su herencia definitiva. ¿Has-
ta qué punto valoramos las cosas tal como
Ciclo C – Tiempo Ordinario 117

son de verdad? ¿Realizamos nuestras op- ya que bastaría «un granito» para ver mara-
ciones según los valores eternos? ¿O nos villas. Es grande el poder de la fe, pues
dejamos seducir por apariencias pasajeras cuenta con el poder infinito de Dios. El
y efímeras? verdadero creyente no se apoya en sus li-
El texto sugiere que el rico es condena- mitadas capacidades humanas, sino en la
do precisamente por malgastar sus bie- ilimitada potencia de Dios, para el cual
nes y no atender al pobre que mendiga a «nada hay imposible» (Lc 1,37). La fe es
sus pies. ¡Terrible aviso para nosotros, que la única condición que Jesús pone a cada
tenemos algo –o mucho– del hombre rico paso para obrar milagros y es también la
de la parábola! Y es que el pobre es Cris- condición que espera encontrar hoy en no-
to. Por eso, rechazar al pobre es rechazar sotros para seguir realizando sus maravi-
a Cristo: «Apartaos de mí, malditos; id al llas y llevar adelante la historia de la salva-
fuego eterno preparado para el diablo y ción en nuestro mundo.
sus ángeles, porque tuve hambre y no me El texto evangélico quiere fijar nuestra
disteis de comer» (Mt 25, 42-42). atención en este poder de Dios. El ejem-
Por otra parte, la condenación del rico plo de la morera es una forma de ilustrar
esconde también otro rechazo: el despre- que Dios es capaz de realizar lo humana-
cio de la palabra de Dios. Lo que parece mente imposible. Por eso, lo decisivo no
una actitud dura de Abrahán, en realidad son las dificultades y los males que vemos
no lo es: los hermanos de rico podrán alrededor. Lo decisivo es la fe que espera
evitar la condenación si escuchan a Moi- todo de Dios, que no pone límites al poder
sés y los profetas. Para el que quiere oír de Dios. «Si crees verás la gloria de Dios»
y obedecer a Dios, la palabra de Dios bas- (Jn 11,40), es decir, a Dios mismo actuan-
ta. En cambio, para el que está cerrado a do y transformando la muerte en vida. A
Dios y a su palabra porque las riquezas nosotros, pobres siervos, nos correspon-
han endurecido su corazón, ni el mayor de avivar el fuego de esta gracia de la fe
prodigio puede abrir sus ojos que están que nos ha sido dada; esto es lo que «tene-
embotados para ver (Mt 13,15), no hará mos que hacer».
caso «ni aunque resucite un muerto».
Domingo XXVIII
del Tiempo Ordinario
Domingo XXVII
del Tiempo Ordinario Salvados por la fe
El poder de la fe Lc 17,11-19
Lc 17,5-10 «Tu fe te ha salvado». San Lucas subraya
el contraste entre los nueve leprosos que
El Nuevo Testamento nos recuerda de no regresan y el que sí vuelve sobre sus
múltiples manes que la fe es el único ca- pasos para dar gloria a Dios. Todos han que-
mino para nuestra relación con Dios: «sin dado limpios de su lepra, pero sólo este ha
fe es imposible agradar a Dios» (Heb sido «salvado», porque sólo él ha sabido
11,6). Por eso mismo es la raíz y funda- reconocer en Jesús al Salvador. Por eso se
mento de toda la vida del cristiano. le dice: «Tu fe te ha salvado». Y es que Je-
Las palabras «si tuvierais fe» que Jesús sús obra el milagro para provocar la fe y
dirige a los apóstoles y a nosotros sugie- realizar así la curación de otra enfermedad
ren que nuestra fe es prácticamente nula, más grave y profunda. Los beneficios que
118 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

recibimos de Dios son signos de su poder que le deje en paz, ¡cuánto más no atenderá
salvador y de su amor misericordioso. ¿Re- Dios las súplicas de los elegidos que cla-
cibo los dones de Dios como signos? ¿Me man a él día y noche!
llevan a creer más en Cristo y a abrirme a En consecuencia, la eficacia de la ora-
su poder salvador? ción garantizada por el lado de Dios, pues
Por otra parte, la auténtica fe lleva a ado- la súplica se encuentra con un Padre infi-
rar: «Se echó por tierra a los pies de Je- nitamente amoroso que siempre escucha
sús». Este leproso, al verse curado, reco- a sus hijos, atiende a sus necesidades y
noce la grandeza de Cristo y experimenta acude en su socorro. Pero del lado nues-
la necesidad de adorarle. Frente a la actitud tro requiere una fe firme y sencilla, que
de los otros nueve, que sólo buscan a Jesús suplica sin vacilar, convencida de que lo
para su propio interés y cuando han recibi- que pide ya está concedido (Mc 11,24).
do la curación se olvidan de él, este hom- Es esta fe la que hace orar con insistencia
bre entiende que Jesús es el Señor y que ha –clamando «día y noche»– y con perse-
de ser amado por sí mismo y servido con verancia –«siempre sin desanimarse»–,
absoluto desinterés. En él, la fe se convierte aunque a veces parezca que Dios no es-
en amor agradecido y adorante. ¿Cómo es cucha, con la certeza de que «el auxilio
mi relación con Dios? ¿Le sirvo con todas me viene del Señor».
mis fuerzas, o me sirvo de él para mis fi- Una ilustración de este poder de la ora-
nes? ción lo tenemos en la primera lectura:
Esta fe le ha hecho experimentar además «Mientras Moisés tenía en alto las manos
la compasión de Jesús. Los otros nueve, vencía Israel». La oración es el arma más
que también pedían «ten compasión de no- poderosa que nos ha sido dada. Ella es
sotros», han sentido su cuerpo sanado, pero capaz de transformar los corazones y
no han experimentado la compasión y la cambiar el curso de la historia. Una ora-
misericordia de Cristo que sólo la fe hace ción hecha con fe es invencible; ninguna
posible. dificultad se le resiste.

Domingo XXIX Domingo XXX del Tiempo Ordinario


del Tiempo Ordinario
Pasando factura
El poder de la oración Lc 18,9-14
Lc 18,1-8 He aquí uno de esos temas que apare-
Por tercer domingo consecutivo el evan- cen continuamente en el evangelio, de di-
gelio nos remite a la fe como realidad fun- versas formas. La actitud adecuada del
damental de nuestra vida cristina: «Cuando hombre en su relación con Dios sólo pue-
venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta de ser la de reconocer que Dios «es el
fe en la tierra?». En este caso, se trata de que es» y «el que hace ser» (Ex 3,14),
una fe que desemboca en oración, de una mientras que el hombre es el que no es
oración empapada de fe. Para inculcarnos nada por sí mismo, el que lo recibe todo
la necesidad de orar siempre sin desfalle- de Dios. La auténtica relación del hombre
cer, Jesús nos propone la parábola del juez con Dios sólo puede basarse en la verdad
inicuo: Si este hombre sin sentimientos de lo que es Dios y en la verdad de lo que
atiende a los ruegos de la viuda sólo para es el hombre. Por eso, enorgullecerse de-
Ciclo C – Tiempo Ordinario 119

lante de Dios no es sólo algo que esté mo- do; si alguno me oye y abre, entraré en su
ralmente mal, sino que es vivir en la casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap
mentira radical: «¿Qué tienes que no lo 3,20). Jesús desea ante todo la intimidad
hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a contigo. Precisamente «hoy», ahora.
qué gloriarte como si no lo hubieras reci- «...en casa de un pecador». Y una vez más
bido? (1 Cor 4,7). Jesús rompe todas las barreras. Los fari-
Ello es válido sobre todo para el encuen- seos –los más cumplidores y los maestros
tro con Dios en la oración. Además de la espirituales del pueblo judío– no osaban
fe que nos recordaba el evangelio del do- juntarse con los publicanos, pecadores pú-
mingo pasado, es radicalmente necesaria blicos; cuánto menos entrar en sus casas:
la humildad que nos recuerda el de hoy. se contaminarían. Pero Jesús se acerca sin
La única actitud justa delante de Dios es prejuicios, a pesar de las murmuraciones.
la de acercarnos a Él mendigando su gra- «Hoy ha sido la salvación de esta casa».
cia, como el pobre que sabe que no tiene La entrada de Jesús no le contamina; por el
derecho a exigir nada y que pide confiado contrario, Jesús «contagia» a Zaqueo la
sólo en la bondad del que escucha. Por salvación, porque donde entra el Salvador
eso, nada hay más contrario a la verdade- entra la salvación. Por eso Zaqueo, sorpren-
ra oración que la actitud del fariseo, que dido por este amor gratuito e incondicio-
se presenta ante Dios exigiendo derechos, nal, le recibe «muy contento». Y cambia de
pasando la factura. vida. Sin que Jesús le exija nada, ni tan si-
Más aún: no sólo no tenemos derecho, quiera le insinúe. Ha sido vencido por la
sino que somos positivamente indignos de fuerza del amor. El que los fariseos daban
estar en presencia de Dios por haber re- por perdido –hasta el punto de no acercar-
chazado tantas invitaciones suyas a lo lar- se a él– ha sido salvado. Pues Jesús ha ve-
go de nuestra vida. Nuestra realidad de nido precisamente para eso: «a buscar y a
pecadores es un motivo más para la hu- salvar lo que estaba perdido». Su sola pre-
mildad, que, como al publicano, nos debe sencia transforma. En la medida en que les
hacer sentirnos avergonzados, sin atre- dejes entrar en tu vida irás viendo cómo toda
vernos a levantar los ojos: «Ten compa- ella se renueva.
sión de este pecador».
Domingo XXXII
Domingo XXXI del Tiempo Ordinario del Tiempo Ordinario
Una presencia que transforma El gozo de la esperanza
Lc 19,1-10 Lc 20,27-38
«Hoy tengo que alojarme en tu casa». El texto evangélico de hoy quiere recor-
Una vez más sorprende la actitud de Je- darnos algo tan central en nuestra fe como
sús que toma la iniciativa. Zaqueo no le es la resurrección de los muertos. Se trata
ha pedido, simplemente tenía curiosidad de algo tan fundamental, de una realidad tan
por conocer a ese Jesús de quien proba- conectada al misterio de Cristo, que san
blemente había oído hablar. Pero Jesús Pablo puede afirmar: «Si los muertos no
se adelanta, se autoinvita. Él quiere vivir resucitan, tampoco Cristo ha resucitado»
contigo, entrar en tu casa, permanecer en (1 Cor 15, 13.16). Y es que Dios es un Dios
ella. ¿Le dejas? «Estoy a la puerta llaman- de vivos, el Dios vivo y fuente de vida. El
120 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

que realmente está unido a él no permane- templo, también nosotros nos deslumbra-
ce en la muerte, ni en la muerte del pecado mos por cosas que son pura apariencia,
ni en la muerte corporal. que son efímeras y pasajeras. Frente a tan-
Esta esperanza en la resurrección nos li- ta falsedad que nos acecha en el mundo en
bra del miedo a la muerte. Cristo ha venido que vivimos, frente a tantas ofertas vanas e
a «liberar a los que por miedo a la muerte inconsistentes, sólo la Palabra de Dios es
pasaban la vida como esclavos» (Hb 2,15). la verdad, sólo ella «permanece para siem-
La muerte es como un paño oscuro que pre» (Is 40,8).
cubre la humanidad cerrando todo horizonte «Cuidado conque nadie os engañe». Son
(Is 25,7). Pero Cristo ha descorrido ese
muchas veces las que el Nuevo Testamen-
paño y ha abierto la puerta de la luz y la es-
peranza, de manera que la muerte ya no es to nos advierte que surgirán falsos maes-
un final. La primera lectura nos muestra tros y profetas (1 Tim 1,3-7; 6,3-5; 2 Tim
cómo el que cree en la resurrección no 4,3-4; 2 Pe 2,1-3...) y que hemos de es-
teme la muerte; al contrario, la encara con tar atentos para no dejarnos embaucar. En
valentía y la desafía con firmeza triunfal. estos tiempos de confusión es necesaria
«¿Dónde está, muerta, tu victoria?» (1 Cor más que nunca una fe firme y vigilante,
15,55). una fe consciente y bien formada que sea
Esta certeza de la resurrección es el capaz de discernir para detectar y denun-
«consuelo permanente» y la «gran esperan- ciar estos falsos mesías: muchos vendrán
za» que Dios ha regalado precisamente por- usando mi nombre, diciendo: «Yo soy».
que «nos ha amado tanto» (segunda lectu- Al final se pondrá de manifiesto su false-
ra). Frente a la pena y aflicción en que vi- dad, pues desaparecerán como la paja, «no
ven los que no tienen esperanza (1 Tes quedará en ellos ni rama ni raíz (primera
4,13), el verdadero creyente vive en el gozo lectura). Pero mientras tanto pueden cau-
de la esperanza (Rom 12,12). A la luz de sar estragos.
esto hemos de preguntarnos: ¿Cómo es mi «Todos os odiarán por causa de mi nom-
esperanza en la resurrección? ¿Qué grado bre». La persecución no debe sorprender
de convicción y certeza tiene? ¿En qué al cristiano. Está más que avisada por
medida ilumina y sostiene toda mi vida? Cristo. Más aún, está asegurada al que le
es fiel a Él y a su evangelio. Por lo de-
más, nada más falso que concebir la vida
en este mundo como un remanso de paz.
Domingo XXXIII La vida nos ha sido dada para combatir,
del Tiempo Ordinario para luchar por Cristo y por los herma-
Falsos profetas nos. El que renuncia a luchar ya está de-
rrotado. La seguridad nos viene de la pro-
Lc 21,5-19 tección fiel de Cristo, que ha luchado y
«No quedará piedra sobre piedra». Con- sufrido antes que nosotros y más que no-
tinuando con la mirada puesta en las cosas sotros.
últimas y definitivas, la Palabra de Dios
quiere liberarnos de falsas ilusiones y es-
pejismos. Lo mismo que aquellos judíos
deslumbrados por la belleza exterior del
Ciclo C – Tiempo Ordinario 121

nuestra humillación victoria. Entendemos


que el sufrimiento por amor es fecundo,
Jesucristo, Rey del Universo
es fuente de una vida que brota para la vida
Un Rey crucificado eterna. Mirando a este Rey crucificado se
trastocan todos nuestros criterios de efi-
Lc 23,35-43 cacia, de deseo de influir, de dominio.
Jesús es proclamado Rey ante la cruz.
¡Qué paradoja! Cristo agonizante manifiesta
su realeza sobre la muerte y el pecado. A
un hombre agonizante como él, a un hom-
bre que es un hombre agonizante como él,
aun hombre que es un gran malhechor –re-
cibe en el suplicio el pago justo por lo que
ha hecho–, le dice con aplomo: «Te lo ase-
guro: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Así es como reina Cristo. Ejerce su sobe-
ranía salvando. Basta una súplica humilde y Celebraciones del Señor,
confiada para que desencadene todo su po- de la Virgen y de los Santos
der salvador.
La segunda lectura comenta este hecho.
Dios Padre nos ha introducido en el reino
de su Hijo gracias a que por la sangre de 1 de enero
Cristo hemos sido redimidos, hemos que-
dado libres de nuestros pecados. Santa María Madre de Dios
Esta sangre que fluye del costado de Nacido de mujer
Cristo inunda todo, lo purifica, lo regene-
Nm 6,22-27; Sal 66; Gal 4,4-7; Lc 2,16-
ra, lo fecunda, extiende por todas partes
21
su eficacia salvífica. El dominio de Cristo
«Nacido de una mujer». El Hijo de Dios
sobre nosotros es para ejercer su influjo
es verdaderamente hombre porque ha na-
vivificador. Como cabeza que es, toda la
cido de María. Por eso María es Madre de
vida de cada uno de los miembros del
Dios. Y por eso ocupa un lugar central en
Cuerpo depende de que acoja el señorío
la fe y en la espiritualidad cristianas. Para
de Cristo en sí mismo. Más aún, el uni-
toda la eternidad Jesús será el nacido de
verso entero sólo alcanzará su plenitud
mujer, el hijo de María. Este es el designio
cuando el reinado de Cristo sea total y
providencial de Dios. Ella es la colabora-
perfecto y Dios sea todo en todos.
dora de Dios para entregar a su Hijo al mun-
Nunca hemos de olvidar que nuestro do. Y esto que realizó una vez por todos lo
Rey es un rey crucificado. En vez de sal- sigue realizando en cada persona.
varse a sí mismo del suplicio, como le
«Encontraron a María y a José y al niño».
pide la gente, prefiere aceptarlo para sal-
No podemos separar lo que Dios ha unido.
var multitudes para toda la eternidad. Mi-
Ni María sin Jesús, ni Jesús sin María. Ni
rando a este Rey crucificado entendemos
ellos sin José. No se trata de lo que los
que también nuestra muerte es vida y
122 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

hombres queramos pensar o imaginar, sino de ver, oír y tocar a Cristo (1 Jn 1,1) no es
de cómo Dios ha hecho las cosas en su plan exclusiva de los apóstoles. También a no-
de salvación. Nuestra espiritualidad perso- sotros se nos concede hoy. Dios Padre nos
nal subjetiva ha de adecuarse a la objetivi- presenta a su Hijo para que también nues-
dad del proyecto de Dios. tros ojos vean al Salvador. La única condi-
«El Señor te bendiga y te proteja». La ción es que salgamos decididos al encuen-
primera lectura hace alusión a la circuns- tro de Cristo.
tancia del inicio del año civil. Sólo pode- María ofrece a su Hijo a Dios para signi-
mos comenzar una nueva etapa de nuestra ficar que pertenece. Todo primogénito es
vida y de la historia del mundo implorando ofrecido a Dios porque la vida es de Dios y
la bendición de Dios. Sólo apoyados en esta viene de Él. Pero Jesús es el Primogénito
bendición podemos mirar el futuro con es- de toda criatura y pertenece a Dios más que
peranza. Sólo sostenidos por ella podremos nadie. Desde el principio de su vida humana,
afrontar luchas y dificultades. Acojamos Cristo se manifiesta con-sagrado, dedicado
hoy y siempre esta bendición y procuremos al Señor, y toda su existencia testimoniará
caminar en su presencia. de mil maneras –viviendo para el Padre,
agradándole en todo, dedicándose a sus
cosas...– esa total pertenencia al Padre.
2 de febrero
Presentación del Señor
19 de marzo
Nos presenta a su Hijo San José, esposo de la Virgen María
Lc 2, 22-40
Padre de todos nosotros
A los cuarenta días del nacimiento, Jesús
es presentado en el templo. El texto evan- 2Sam 7,4-16; Sal 88; Rm 4,13-22; Lc
gélico subraya que ello sucede para cum- 2,41-51
plir la Ley de Moisés, que es asimismo la «Un descendiente tuyo, un hijo de tus
Ley del Señor. Es un detalle que manifiesta entrañas». Para resaltar la concepción vir-
el realismo de la encarnación del Hijo de ginal de Jesús hay muchos reparos en lla-
Dios: hecho hombre, se hace en todo igual mar a san José padre de Jesús. Sin em-
a nosotros menos en el pecado, y actúa bargo, sin haberle engendrado físicamen-
como uno de tantos, como un hombre cual- te, es realmente padre. Paternidad espiri-
quiera, sometiéndose a las más mínimas tual no quiere decir ficticia o irreal. José
prescripciones de la Ley. Profunda obe- ha influido decisivamente en la educación
diencia y humildad del Hijo de Dios. humana del Hijo de Dios. Y su paternidad
La presentación significa también que se prolonga en la Iglesia y en cada miem-
Dios nos presenta a su Hijo, como lo re- bro del Cuerpo de Cristo alcanzando unas
flejan las palabras de Simeón: «Mis ojos dimensiones inimaginables.
han visto a tu Salvador, a quien has pre- «¿No sabíais que yo debía estar en las
sentado ante todos los pueblos». Dios cosas de mi Padre?» Y sin embargo la
Padre nos manifiesta y da a conocer a su paternidad de José no es determinante:
Hijo. Y nosotros, por la eficacia y la gra- remite a la paternidad de Dios, la única
cia de la liturgia, podemos conocer y te- fontal y fundante. Estas palabras se diri-
ner experiencia de Cristo. La experiencia gen también a María, que sí ha engendra-
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 123

do físicamente a Jesús. Y es que toda pa- «Aquí está la esclava del Señor». En este
ternidad y maternidad tiene carácter misterio tiene un papel central María. Hay
sacramental: tienen el sentido de ser sig- una maravillosa sintonía entre la obedien-
no e instrumento de la paternidad de Dios. cia del Hijo y la de la Madre. Gracias a esta
Por eso, han de ser vividas con absoluta doble obediencia se cumplen los planes del
desapropiación, intentando transparentar Padre y se realiza la salvación del mundo.
el amor de Dios y canalizar su acción. Porque el «aquí estoy» de Jesús y María
«Te hago padre de muchos pueblos». no es sólo obediencia: es disponibilidad,
Como Abraham y más que él, José ha sido ofrenda, donación libre y entera al amor del
el hombre de la fe. Ha vivido de la fe, Padre y a sus planes de salvación.
esperando contra toda esperanza, a ve-
ces en total oscuridad. Y esa fe ha sido 24 de junio
inmensamente fecunda. La fe ha ensan-
chado interiormente a José, le ha dilatado Natividad de San Juan Bautista
haciéndole capaz de una paternidad uni- El último de los profetas
versal en el tiempo y en el espacio.
El nacimiento de Juan fue motivo de ale-
25 de marzo gría para muchos, porque era el precursor
del Salvador. ¿Soy yo motivo de alegría para
Anunciación del Señor la gente que me ve o me conoce?. Viéndo-
La señal de Dios me vivir y actuar, ¿se sienten un poco más
cerca de Dios?. Ante mi manera de plan-
Is 7,10-14; Sal 39; Hb 10,4-10; Lc 1,26- tear las cosas, ¿experimentan el gozo de la
38 salvación, de Cristo Salvador que se acer-
«El Señor, por su cuenta, os dará una se- ca a ellos? ¿o, por el contrario paso sin
ñal». La encarnación del Hijo de Dios es pena ni gloria?
una iniciativa divina. Por ella, Dios –que
nunca ha dejado de ser «Emmanuel», o sea, Juan ha pasado toda su vida señalando al
Cordero que quita los pecados del mundo.
«Dios con nosotros»– se hace má-
ximamente presente y cercano. Sin dejar de Todo él es una pura referencia a Cristo:
ser Dios, se hace uno de nosotros y camina cada una de sus palabras, cada uno de
sus actos, su ser entero... Su vida no se
a nuestro lado. Esta es la señal que Dios
da: no una señal estruendosa, sino discreta explica ni se entiende sin Cristo. ¿Y no-
y sencilla, pues el Hijo de Dios entra en el sotros?. A veces pienso que si no fuéra-
mos cristianos seguiríamos pensando
mundo descendiendo sua-ve e impercepti-
blemente, como el rocío sobre el vellón. igual, haciendo las mismas cosas, plan-
teando todo de la misma manera, desean-
«Aquí estoy para hacer tu voluntad». Des- do las mismas cosas, temiendo las mis-
de el momento de la encarnación hay una mas cosas... ¿Qué influjo real tiene Cris-
voluntad humana –la del Hijo de Dios– en to en mi vida?
total sintonía y obediencia a la voluntad del
Padre. De ese modo redime la desobedien- Juan Bautista es el último de los profe-
cia de Adán y rescata a la humanidad entera tas. También él, como todos los profe-
que se encontraba a la deriva. Y así no sólo tas, ha sido perseguido por dar testimo-
facilita el acercamiento de Dios, sino que nio de la verdad, es decir, de Cristo. Esa
hace posible una humanidad nueva. es la marca de todos los profetas del An-
124 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

tiguo Testamento y, por supuesto, del gran Cristo la vida. Así plantaron la Iglesia. Y sólo
Profeta, Cristo, que murió por ser fiel a la así puede seguir siendo edificada...
Verdad del Padre. También nosotros somos
por el bautismo profetas: ¿por qué no nos
persiguen?

25 de julio
29 de junio Santiago Apóstol
San Pedro y San Pablo Creí, por eso hablé
En nombre de Jesucristo
Sal 125; 2Cor 4,7-15; Mt 20,20-28
Hch 3,1-10; Sal 18; Gál 1,11-20; Jn
21,15-19 «¡Oh Dios!, que todos los pueblos te ala-
ben». Esta respuesta al salmo responsorial
«No tengo plata ni oro». La fiesta de los describe sin duda un rasgo esencial del alma
apóstoles Pedro y Pablo nos trae a la me- del apóstol Santiago. Como los demás após-
moria los inicios de la Iglesia. Sin medios, toles, se ha sentido impulsado por el deseo
sin poder, en total debilidad, realizaron gran- de que todos los pueblos conozcan a Cris-
des cosas. ¿El secreto? Precisamente su to y le glorifiquen. Y nosotros somos fruto
pobreza y su inmensa fe en Dios: «Te doy de ese deseo. Gracias al celo misionero de
lo que tengo: en nombre de Jesucristo na- este apóstol, nosotros hemos recibido el
zareno echa a andar». Cristo, y sólo Él, es anuncio del evangelio ya desde el inicio
la riqueza de la Iglesia, la fuerza de la Igle- mismo del cristianismo. Gracias a él nues-
sia. Buscar apoyo, fuerza y seguridad fuera tro pueblo alaba a Dios.
de Él es condenarse al fracaso y a la esteri-
lidad. Hoy, sin embargo, muchos de nuestros
compatriotas no experimentan la alegría
«Se dignó revelar a su Hijo en mí». Lo de alabar a Dios, no conocen a Cristo ni
que constituye apóstoles a Pedro y a Pa- su evangelio. En nombre de Cristo, el Papa
blo es esta revelación, este «conocimien- nos llama a una nueva evangelización de
to interno», esta experiencia. No bastan los pueblos de España. Depende de noso-
los conocimientos externos, los datos, la tros el que nuestros contemporáneos co-
erudición. Sólo si Dios nos revela inte- nozcan a Cristo. Depende de nuestro fer-
riormente a su Hijo podemos ser testigos vor evangelizador el que las generaciones
convencidos y apóstoles audaces; de lo siguientes sean cristianas o no. Si tene-
contrario, nos limitaremos a repetir lo que mos verdadera fe, evangelizaremos: «Creí,
otros dicen y nuestro mensaje sonará a por eso hablé» (segunda lectura). Si te-
palabrería poco creíble... nemos verdadero amor a Cristo y a los
«¿Me amas?» Tanto Pedro como Pablo hermanos, evangelizaremos: «Cuantos
han vibrado con un amor tierno y apasio- más reciban la gracia, mayor será el agra-
nado a Cristo. Apóstol no es el que sabe decimiento para gloria de Dios».
muchas cosas, sino el que ama a Cristo «En toda ocasión y por todas partes lle-
apasionadamente, hasta el punto de estar vamos en el cuerpo la muerte de Jesús» (se-
dispuesto a perderlo todo por Él (cf. Fil gunda lectura). Ciertamente Santiago mu-
3,8). Pedro y Pablo se desgastaron predi- rió mártir. Pero su vida fue un martirio con-
cando el Evangelio, y al final perdieron por
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 125

tinuo. Si nos trajo el evangelio a España fue nos purifica y nos hace luminosos. En mu-
a costa de grandes sacrificios. Como los chos santos su vida transfigurada se trans-
demás apóstoles, había decidido, a imita- parentaba incluso en su rostro, lleno de
ción de Cristo, hacerse esclavo de todos y belleza sobrenatural. El que ora refleja el
dar su vida en rescate por muchos (evange- rostro de Cristo; quien no ora sólo se re-
lio). ¿Será mucho pedirnos nuestra entrega fleja a sí mismo.
generosa y sacrificada ante la necesidad de
tantos que a nuestro alrededor no conocen
a Cristo? ¿Será mucho pedirnos «gastarnos 15 de agosto
y desgastarnos» ante la urgencia de la nue- Asunción de Nuestra Señora
va evangelización?
María, victoria de Cristo
6 de agosto 1 Cor 15,54-57; Lc 11,27-28
Transfiguración del Señor «Ya llega la victoria, el poder y el reino
de nuestro Dios». La fiesta de hoy resal-
Contemplar la gloria de Cristo ta el triunfo de María. O mejor, el triunfo
Mt 17,1-9; Mc 9,1-9; Lc 9,28-36 de Dios en ella. Jesús había comenzado
su predicación diciendo: «El reino de Dios
La fiesta y el misterio de la transfigura- está aquí». Pues bien, en la Virgen de
ción son una llamada a la contemplación. Nazaret se cumplen las palabras del Apo-
Como el profeta, estamos llamados a calipsis : en ella Dios reina totalmente; el
«mirar y ver». Como Pedro, estamos in- influjo de Dios ha alcanzado incluso a su
vitados a ser «testigos oculares de su gran- cuerpo, que queda inundado por la gloria
deza». Como Pedro, Santiago y Juan, de Dios. En ella Dios ha vencido definiti-
somos atraídos a «ver la gloria» de Cris- vamente el mal, el pecado, la muerte. Por
to. La contemplación es esencial en la vida eso esta fiesta es también motivo de es-
del cristiano. Sin ella no hay verdadero peranza para nosotros: el triunfo de Ma-
conocimiento de Cristo. Sin ella no es po- ría es prenda de nuestro propio triunfo
sible ser testigo. total y definitivo.
Contemplar a Cristo es un don. No es «Por Cristo todos volverán a la vida».
fruto de nuestros esfuerzos y razonamien- Toda la acción vivificadora de Dios se
tos. Es Cristo mismo quien resplandece, realiza «por Cristo, con Él y en Él». El
quien hace brillar su gloria, quien se da a triunfo de María testimonia esta solidari-
conocer. Es Dios mismo quien irradia su dad con Cristo, esta unión profunda con
luz en nuestros corazones para Él. Unida a todo su misterio, unida a su
iluminarnos con el conocimiento de la glo- cruz y a su sufrimiento, partícipe de su
ria de Dios que está en el rostro de Cristo humillación, es también arrastrada por Él
(2Cor 4,6). A nosotros nos toca acoger en su victoria. Igual para nosotros: la ga-
esa luz en fe y oración. rantía de nuestro triunfo es la unión con
La versión de san Lucas indica que Je- Cristo, y sólo ella, pues no podemos ven-
sús se transfiguró «mientras oraba». Con cer el mal, el pecado y la muerte por nues-
ello sugiere que también nosotros somos tras propias fuerzas. «Si morimos con Él,
transfigurados mediante la oración. En ella viviremos con Él. Si sufrimos con Él, rei-
penetra en nosotros la gloria de Cristo que naremos con Él» (2 Tim 2,11-12).
126 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

«Dichosa tú que has creído». La asunción nados; acoger el torrente de salvación bro-
de María testimonia igualmente el alcance ta de su cruz.
de su fe. Testimonia que su fe no ha queda-
do sin fruto, que «los que confían en el Se-
ñor no quedan defraudados» (Dan 3,40). Un 1 de noviembre
día se confió al Señor; durante toda su vida Solemnidad de todos los Santos
mantuvo esta entrega en la oscuridad de la
fe; y ahora contemplamos el resultado de Santidad para todos
su confianza. El Señor no ha fallado nunca Ap 7,2-4.9-14; Sal 23; 1Jn 3,1-3; Mt 5,1-
ni fallará jamás. Sí, dichosa tú, porque te 12a
has fiado de Él.
Hoy es una fiesta de inmenso gozo, pues
celebramos a todos los santos, que no son
14 de septiembre pocos, sino «una muchedumbre inmen-
Exaltación de la Santa Cruz sa, que nadie podría contar, de toda na-
ción, razas, pueblos y lenguas». Hemos
La fuerza de la cruz de dejarnos arrebatar por este espectácu-
Nm 21,4-9; Fil 2,6-11; Jn 3,13-17 lo maravilloso que nos presenta el libro
del Apocalipsis: La multitud de santos, co-
Para los cristianos la cruz es un símbolo nocidos y desconocidos, de todas las épo-
frecuente. Más aún, es nuestro signo de cas, hermanos nuestros, que ya han al-
identidad. Sin embargo, esto es algo para- canzado la plenitud de hijos de Dios, que
dójico, Para los romanos era instrumento son semejantes a Dios porque le ven «tal
de suplicio; más aún, de humillación, pues cual es», que han recogido plenamente el
en ella morían los esclavos con-denados. Y fruto de haber vivido las bienaventuranzas
para los judíos era signo de maldición: en la tierra.
«Maldito todo el que sea colgado en un ma-
dero» (Gal 3,13; Dt 21,23). Como siempre, la liturgia centra nues-
tra atención en Cristo. Es a él a quien ce-
¿Qué ha ocurrido para que la maldición lebramos, pues toda esta multitud de san-
se trastoque en bendición? ¿A qué se debe tos son fruto de la redención de Cristo,
que la humillación sea lugar de exaltación? son los que «han lavado y blanqueado sus
El Hijo de Dios se ha dejado clavar en ella. mantos en la sangre del Cordero». Lejos
En el patíbulo de la cruz se ha volcado tal de distraer de Cristo, los santos nos ha-
torrente de amor («tanto amó Dios al mun- cen comprender mejor la grandeza del Re-
do…») que ella será hasta el fin de los dentor y la fecundidad de su sangre. Por
tiempos instrumento y causa de reden- eso es a él a quien cantamos: «¡La salva-
ción para todo hombre. ción es de nuestro Dios, que está sentado
En la cruz Jesús está venciendo al ma- en el trono, y del Cordero!»
ligno. En ella se destruye todo el pecado Por eso, esta fiesta llena de gozo lo es
del mundo. Desde ella el Hijo de Dios atrae también de esperanza. Lo que Cristo ha
a todo hombre con la fuerza de su amor hecho con ellos lo puede hacer y lo quie-
infinito. Por eso, lo que nos corresponde re hacer también en nosotros. La santi-
es mirar a Jesús crucificado y dejarnos dad se ofrece a todos, porque la misma
mirar por El; creer en El para tener vida sangre redentora que les ha lavado a ellos
eterna; dejarnos amar por El para ser sa- nos quiere lavar también a nosotros. Por
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 127

eso, pedimos a Dios para nosotros la abun-


dancia de su misericordia y su perdón. Con-
tamos, además, con la intercesión y ayuda 8 de diciembre
de esta multitud de hermanos nuestros.
La Inmaculada concepción de María

2 de noviembre Llena de gracia


Conmemoración Lc 1,26-38
de todos los fieles difuntos Celebrar la Inmaculada Concepción es
celebrar el triunfo de la gracia. Eva fue
De ti procede el perdón derrotada por el tentador y, desde enton-
ces, el pecado llenó la historia humana.
La Iglesia dedica este día anual a orar Con María la gracia irrumpe de nuevo con
por todos los difuntos, del mismo modo toda su fuerza: «donde abundó el peca-
que lo hace diariamente en todas las mi- do, sobreabundó la gracia» (Rom 5,20).
sas y en la oración de vísperas. Con ello Inmaculada no significa sólo «sin peca-
expresa que no olvida a ninguno de sus do», sino «llena de gracia». Más aún, éste
hijos que ya han salido de este mundo. La es el nombre propio de María: «La-llena-
Iglesia madre abraza a todos. Y también de-gracia».
cada uno de nosotros debe interesarse por
todos los difuntos, pues son hermanos Por eso la liturgia de hoy tiene un tono
nuestros. Orar por los difuntos es un pre- exultante, como nos recuerda el salmo:
cioso acto de caridad. «Cantad al Señor un cántico nuevo, por-
que ha hecho maravillas». La plenitud de
Esta oración por los difuntos se apoya gracia que contemplamos en María es la
en nuestra fe en la vida eterna y –más gran maravilla que Dios ha realizado y te-
concretamente– en la Resurrección de nemos que admirarnos de esta obra maes-
Cristo. La muerte no es el final. La vida tra de Dios. Hoy debemos dejarnos inun-
perdura después de la muerte. Para Dios dar por el gozo, ya que con María a en-
todos están vivos y desea asociarlos a la trado en la historia la victoria de la gracia
resurrección de su Hijo en el último día. sobre el pecado: «los confines de la tierra
Oramos para que sean arrastrados y po- han contemplado la victoria de nuestro
seídos por la victoria del Señor sobre la Dios».
muerte y el pecado.
En el contexto del Adviento, la celebra-
Y se apoya esta oración en la miseri- ción de la Inmaculada nos centra más en
cordia de Dios. La Iglesia sabe que todos la verdadera esperanza. Lo que María es
somos pecadores y pecamos de hecho. –llena de gracia– está llamada a serlo toda
Por eso no esgrime ante Dios los méritos la Iglesia. Por ello, la Inmaculada es sig-
de sus hijos difuntos, sino los de Cristo. no de esperanza. La segunda lectura pro-
Por eso implora humildemente para los clama «el que ha inaugurado entre voso-
difuntos el perdón, apoyada en el amor tros una empresa buena, la llevará ade-
misericordioso de Dios que se ha manifes- lante». No esperamos algo utópico. Lo que
tado máximamente en la cruz de Cristo. esperamos es ya realidad en María. Con ella
se ha inaugurada la humanidad nueva.
128 Julio Alonso Ampuero – Año litúrgico

–Domingo XXV, 36. –Domingo XXVI, 37.


–Domingo XXVII, 38. –Domingo XXVIII,
39. –Domingo XXIX, 40. –Domingo XXX,
41. –Domingo XXXI, 42. –Domingo
Índice XXXII, 44. –Domingo XXXIII, 45. –Jesu-
cristo Rey del universo, 46.

CICLO A
Adviento y Navidad
Domingo I de Adviento, 3. –Domingo II CICLO B
de Adviento, 3. –Domingo III de Adviento, Adviento y Navidad
4. –Domingo IV de Adviento, 4. –Nativi- Domingo I de Adviento, 47. –Domingo
dad del Señor, 5. –La Sagrada Familia, 5. – II de Adviento, 49. –Domingo III de Ad-
Domingo II después de Navidad, 6. –Epifa- viento, 50. –Domingo IV de Adviento, 51.
nía del Señor, 6. –Bautismo del Señor, 7. –Natividad del Señor, 5. –La Sagrada Fa-
Cuaresma milia, 52. –Domingo II después de Navi-
Domingo I de Cuaresma, 8. –Domingo II dad, 53. –Epifanía del Señor, 6. –Bautis-
de Cuaresma, 8. –Domingo III de Cuares- mo del Señor, 54.
ma, 9. –Domingo IV de Cuaresma, 9. – Cuaresma
DomingoV de Cuaresma, 10. –Domingo de Domingo I de Cuaresma, 55. –Domin-
Ramos, 11. –Jueves Santo, 11. –Viernes go II de Cuaresma, 56. –Domingo III de
Santo, 12. –Vigilia Pascual, 12. –Domingo Cuaresma, 58. –Domingo IV de Cuares-
de Resurrección, 13. ma, 59. –DomingoV de Cuaresma, 60. –
Tiempo Pascual Domingo de Ramos, 61. –Jueves Santo,
Domingo II de Pascua, 13. –Domingo III 11. –Viernes Santo, 12. –Vigilia Pascual,
de Pascua, 14. –Domingo IV de Pascua, 14. 12. –Domingo de Resurrección, 64.
–Domingo V de Pascua, 15. –DomingoVI Tiempo Pascual
de Pascua, 16. –Ascensión del Señor, 16. – Domingo II de Pascua, 65. –Domingo
Domingo de Pentecostés, 17. –Domingo III de Pascua, 66. –Domingo IV de Pas-
de la Santísima Trinidad, 17. –Corpus cua, 67. –Domingo V de Pascua, 68. –
Christi, 18. –Sagrado Corazón de Jesús, 19. DomingoVI de Pascua, 69. –Ascensión
Tiempo Ordinario del Señor, 70. –Domingo de Pentecostés,
Domingo II, 19. –Domingo III, 20. –Do- 71. –Domingo de la Santísima Trinidad,
mingo IV, 20. –Domingo V, 21. –Domingo 71. –Corpus Christi, 72. –Sagrado Cora-
VI, 22. –Domingo VII, 22. –Domingo VIII, zón de Jesús, 73.
23. –Domingo IX, 23. –Domingo X, 24. – Tiempo Ordinario
Domingo XI, 24. –Domingo XII, 25. –Do- Domingo II, 73. –Domingo III, 74. –
mingo XIII, 26. –Domingo XIV, 27. –Do- Domingo IV, 76. –Domingo V, 77. –Do-
mingo XV, 28. –Domingo XVI, 29. –Do- mingo VI, 78. –Domingo VII, 79. –Do-
mingo XVII, 30. –Domingo XVIII, 30. – mingo VIII, 79. –Domingo IX, 80. –Do-
Domingo XIX, 31. –Domingo XX, 32. – mingo X, 80. –Domingo XI, 81. –Domin-
Domingo XXI, 32. –Domingo XXII, 33. – go XII, 82. –Domingo XIII, 83. –Domingo
Domingo XXIII, 34. –Domingo XXIV, 35.
Celebraciones del Señor, de la Virgen y de los Santos 129

XIV, 83. –Domingo XV, 84. –Domingo


XVI, 85. –Domingo XVII, 85. –Domingo Tiempo Ordinario
XVIII, 86. –Domingo XIX, 86. –Domingo
XX, 87. –Domingo XXI, 87. –Domingo Domingo II, 109. –Domingo III, 109. –
XXII, 88. –Domingo XXIII, 88. –Domin- Domingo IV, 110. –Domingo V, 110. –Do-
go XXIV, 89. –Domingo XXV, 90. –Do- mingo VI, 111. –Domingo VII, 111. –Do-
mingo XXVI, 90. –Domingo XXVII, 91. – mingo VIII, 112. –Domingo IX, 112. –Do-
Domingo XXVIII, 92. –Domingo XXIX, mingo X, 113. –Domingo XI, 113. –Do-
92. –Domingo XXX, 93. –Domingo XXXI, mingo XII, 113. –Domingo XIII, 114. –Do-
94. –Domingo XXXII, 94. –Domingo mingo XIV, 114. –Domingo XV, 115. –Do-
XXXIII, 95. –Jesucristo Rey del universo, mingo XVI, 115. –Domingo XVII, 116. –
96. Domingo XVIII, 116. –Domingo XIX, 117.
–Domingo XX, 117. –Domingo XXI, 118.
–Domingo XXII, 118. –Domingo XXIII,
119. –Domingo XXIV, 119. –Domingo
CICLO C XXV, 119. –Domingo XXVI, 120. –Do-
mingo XXVII, 120. –Domingo XXVIII,
Adviento y Navidad 121. –Domingo XXIX, 121. –Domingo
Domingo I de Adviento, 97. –Domingo XXX, 122. –Domingo XXXI, 122. –Do-
II de Adviento, 97. –Domingo III de Ad- mingo XXXII, 123. –Domingo XXXIII,
viento, 98. –Domingo IV de Adviento, 98. 123. –Jesucristo Rey del universo, 124.
–Natividad del Señor, 5. –La Sagrada Fa-
milia, 99. –Domingo II después de Navi-
dad, 99. –Epifanía del Señor, 6. –Bautis- Celebraciones del Señor,
mo del Señor, 100. de la Virgen y de los Santos
Cuaresma 1 de enero, Santa María Madre de Dios,
Domingo I de Cuaresma, 100. –Domin- 125. –2 de febrero, Presentación del Se-
go II de Cuaresma, 101. –Domingo III ñor, 126. –19 de marzo, San José, espo-
de Cuaresma, 101. –Domingo IV de Cua- so de la Virgen María, 126. –25 de mar-
resma, 102. –DomingoV de Cuaresma, zo, Anunciación del Señor, 127. –24 de
102. –Domingo de Ramos, 103. –Jueves junio, Natividad de San Juan Bautista, 127.
Santo, 11. –Viernes Santo, 12. –Vigilia –29 de junio, San Pedro y San Pablo, 128.
Pascual, 12. –Domingo de Resurrección, –25 de julio, Santiago Apóstol, 128. –6
103. de agosto, Transfiguración del Señor,
Tiempo Pascual 129. –15 de agosto, Asunción de Nues-
tra Señora, 129. –14 de septiembre, Exal-
Domingo II de Pascua, 104. –Domin- tación de la Santa Cruz, 130. –1 de no-
go III de Pascua, 104. –Domingo IV de viembre, Solemnidad de Todos los San-
Pascua, 105. –Domingo V de Pascua, tos, 130. –2 de noviembre, Conmemora-
105. –DomingoVI de Pascua, 106. –As- ción de todos los fieles difuntos, 131. –8
censión del Señor, 106. –Domingo de Pen- de diciembre, 131.
tecostés, 107. –Domingo de la Santísima
Trinidad, 107. –Corpus Christi, 108. –Sa-
grado Corazón de Jesús, 108.

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