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Gardenia:

La gardenia es un arbusto de hojas siempre verdes, originaria del sur de china. Quedará
contenida si la cultivas en maceta, alcanzando únicamente el metro o metro y medio de
altura, pero si la plantas en el suelo alcanzará mayor talla.
La gardenia puede ser cultivada tanto en el interior de una vivienda como en la terraza o
el jardín. Tan solo has de procurarle la intensidad de luz adecuada.
Si decides tenerla dentro de casa, debes ubicarla cerca de una ventana. Si no recibiera
suficiente luz se le caerían las hojas y la planta podría morir.
Por el contrario prefieres tenerla en el exterior, has de aproximarte a lo contrario. Búscale
un lugar más resguardado (a media sombra), donde además esté protegida tanto del frío
como del calor sofocante.
La gardenia no tolera las heladas; es una planta de origen tropical. Si donde vives los
inviernos son duros, mejor plantéate su cultivo en interior o por lo menos trasládala.
mo ya se ha comentado antes, la gardenia es una planta acidófila, por lo tanto requiere de
un sustrato ácido. Un pH entorno a 5 puede ser suficiente para que la planta absorba los
nutrientes con normalidad, de lo contrario sus hojas acabarán virando del verde al
amarillo.

Existen en los comercios preparados especiales para plantas de esta índole. Los más
habituales son la tierra de brezo o de castaño -la turba rubia también puede ayudar a
bajar el pH si se diera la necesidad-. Sea como sea el sustrato ácido es la condición “sine
qua non” y además se aconseja que éste sea suelto y rico en materia orgánica; así
aguantará la humedad, manteniendo a la vez la correcta aireación de las raíces.

En Amazon encontrarás sustrato especial para plantas acidófilas.

Riego de la gardenia
Las gardenias necesitan un riego relativamente frecuente. No les gusta que la tierra se les
seque por completo, por lo que interesa aguantar ese puntito de humedad. Pero solo un
poco y no más -ya sabes que todo en exceso es malo-. No te conviene que hagan
aparición los hongos.
Una solución, para este tipo de plantas complicadas, es que ellas mismas se dosifiquen.
-Sí, como lo oyes- Yo utilizo en estos casos “macetas autoriego” como la de la imagen.
Llenas el recipiente de agua y el ejemplar se administra por si mismo mediante
capilaridad; sin carencias, sin excesos y sin volverte loco regando.
Aquí tienes una maceta para interior con sistema autoriego y muy decorativa. Si la
prefieres para el exterior, tienes en cambio esta práctica jardinera para la terraza.
Otro dato importante es conocer el agua del que dispones para regar. No olvides nunca
-grábatelo a fuego- su condición de planta acidófila. Si el agua fuera pesada (con altos
índices de cal), su pH subiría en poco tiempo el del sustrato y estaríamos como al
principio: la gardenia sufriría carencias por el bloqueo de ciertos nutrientes.

Para evitarlo utiliza mejor aguas blandas (pobres en cal) o en su defecto agua mineral
embotellada o mejor aún destilada. Te vale por ejemplo la del aire acondicionado. Pero si
ninguna de estas opciones fuera posible, puedes añadir un par de gotitas de zumo de
limón o de vinagre para bajar el pH.
Cómo y cuándo abonar
Los nutrientes del sustrato no son ilimitados y más pronto que tarde se acabarán. Por lo
tanto, hay que buscar cómo alimentar a tu gardenia. Abonar es aún más necesario
cuando tu planta se encuentra en una maceta.

Por suerte, entre tanta variedad, dispones de abonos específicos para acidófilas, que no
alteran el pH en absoluto. Están preparados en formato líquido y listo para mezclar con el
agua. Son muy recomendables durante la época de crecimiento y floración, que es
cuando la planta requiere más minerales. Añádelos al agua de riego, cada tres semanas
(desde principios de primavera hasta llegar el otoño).

Si, a pesar de todos las precauciones, notaras que las hojas amarillean, fíjate si sus
nervios aún continúan verdes. Sería una evidencia de la carencia de hierro (clorosis
férrica), que hay que tratar con quelatos. Los abonos en forma de quelato están pensados
para solucionar la falta puntual de algunos nutrientes, como por ejemplo el hierro.
Problemas, plagas y enfermedades
La clorosis de las hojas por la falta de hierro se debe básicamente al pH incorrecto de la
tierra. Con un pH neutro (cercano a 7) -que es el recomendable para la mayoría de
plantas- la gardenia no es capaz de asimilar el nutriente que queda bloqueado en el suelo.
Por eso es tan importante mantener el pH ácido inicial que conseguiste con el sustrato
para acidófilas. Procura no modificarlo incorporando agua calcárea o abonos alcalinos.
Si ya fuera demasiado tarde, puedes aplicar -como medida urgente- el mencionado abono
en forma de quelato. Actuará con diligencia sobre tu gardenia y notarás pronto su mejoría.
A pesar de todo, debes plantearte la corrección del suelo como solución definitiva. La
turba rubia, de naturaleza ácida, puede ayudarte en esta tarea. Solo has de mezclarla con
el sustrato existente, hasta volver a equilibrar el pH.
El déficit de luz, la temperatura demasiado alta o la falta de agua, podrían hacer que las
flores cayeran, antes incluso de llegar a abrirse. Tales dificultades llevadas al extremo
también afectarían a las hojas, por lo que sería fácil confundir los síntomas con los del
exceso de riego. En este caso las hojas también se caen, pero hay daños más graves de
fondo. Las raíces se asfixian y mueren al no poder respirar. El agua ha desplazado al aire
en el sustrato. Evita por todos los medios el exceso de agua.

El pulgón, la cochinilla o la araña roja no son nada raros en las gardenias y por supuesto
podrían aparecer en cualquier momento. Si es así, elimínalos con jabón potásico,
pulverizando toda la mata. Empléate a fondo, sobre todo en las partes más jóvenes y en
el envés de las hojas.

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