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APOLOGIA DE SOCRATES SEGÚN PLATON

Inicia la obra, escrita por Platón, entre el 393 y 389 a.C con la autodefensa que Sócrates se hace ante
el pueblo de Atenas, diciendo: “ Yo no sé, atenienses, la impresión que habrá hecho en vosotros el
discurso de mis acusadores. Con respecto á mí, confieso que me he desconocido á mí mismo; tan
persuasiva ha sido su manera de decir. Sin embargo, puedo asegurarlo, no han dicho una sola palabra
que sea verdad. Pero de todas sus calumnias, la que más me ha sorprendido es la prevención que os
han hecho de que estéis muy en guardia para no ser seducidos por mi elocuencia”
Sócrates comienza diciendo que no sabe si los atenienses (asamblea general) han sido ya persuadidos
por los que lo acusan. Este comienzo es crucial para establecer el tema de todo el discurso, pues es
frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. En este
caso, el diálogo se abre con "¡Ciudadanos atenienses!, Ignoro qué impresión habrán despertado en
vosotros las palabras de mis acusadores". Este ignoro sugiere que la filosofía expuesta en
la Apología va a consistir enteramente en una sincera admisión de ignorancia, pues todo su
conocimiento procede de su no saber nada: "Sólo sé que no sé nada".
Sócrates pide al jurado que no le juzgue por sus habilidades oratorias, sino por la verdad que estas
convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente
preparadas, sino que va a decir en voz alta lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que
utilizaría en el ágora y en las reuniones, pero a pesar de esto demuestra ser un maestro en retórica, y
que no es solo elocuente y persuasivo, sino que sabe jugar con el jurado. El discurso, que ha puesto a
los lectores de su lado durante más de dos milenios, no consigue ganarle el juicio. Sócrates fue
condenado a muerte, y ha sido admirado por su calma aceptación de ello.
I)PRIMERA PARTE:
b) LA ACUSACIÓN
Los tres hombres en presentar cargos contra Sócrates son:

 Anito, hijo de un ateniense prominente, Antemión. Anito aparece (Menón 90f) inesperadamente


mientras Sócrates y Menón (que está visitando Atenas) discuten si la virtud puede ser enseñada.
Sócrates argumenta que no, y ofrece como evidencia que muchos buenos atenienses han tenido
hijos inferiores a sus padres, tras lo cual procede a dar nombres, entre ellos Pericles y Tucídides.
Anito se ofende, y avisa a Sócrates que menospreciar ("kakòs légein") a esas personas le traerá
problemas algún día. (Menón 94e-95a).

 Meleto, de los tres el único en hablar durante la defensa de Sócrates. También se lo menciona
en otro diálogo, Eutifrón, aunque no aparece. En él Sócrates dice que Meleto es un joven
desconocido de gran nariz aquilina. En la Apología, Meleto presenta sus acusaciones, lo que
permite a Sócrates rebatirlas. Sin prestar mucha atención a los cargos que está afirmando, acusa a
Sócrates de ateísmo, y de corromper a la juventud mediante sus enseñanzas.

 Licón, del cual poco se sabe; de acuerdo con Sócrates era representante de los oradores.

La obra se puede dividir en las siguientes partes:


  I. PRIMERA PARTE
  a. La introducción
  b. La acusación
  c. La explicación del porqué se le acusa
  d. Su interpretación del Oráculo de Delfos
  e. La refutación de los cargos
  f. La autoaniquilación: decir la verdad

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  II. Segunda parte
  a. La aceptación
  b. El señalamiento de la pena

  III TERCERA PARTE 


  
  a. La profecía

PRIMERA PARTE 
a- La introducción:
Sócrates empieza por dejar en claro que es mentira lo que sus acusadores han dicho de él y que en su
defensa, él si se ajustará, como siempre, a la verdad. Lanza además, una daga con la punta
anestesiada a algunos de los atenienses que lo juzgarán, pues cuando les solicita que lo disculpen, por
no defenderse con el lenguaje de los tribunales, pues sólo conoce el lenguaje que acostumbra a usar
en las plazas públicas, donde “muchos de vosotros me habéis oído les está diciendo que de
condenarlo, deberían de condenarse ellos también, por haberlo seguido en sus discursos. Deja la
impresión que Sócrates ya intuye el desenlace de este juicio.
Acto seguido, describe cómo será el desarrollo de su defensa:
- Responder a las primeras acusaciones falsas.
- Responder a sus primeros acusadores
- Responder a las acusaciones más recientes.
Hace esta diferencia, porque indica que sus detractores lo acusan desde hace mucho tiempo atrás (él
tiene 70 años para ese momento y que estas acusaciones han calado hondo en las mentes de otros,
de tal forma, que tiene en su contra, no solo a quienes lo calumnian desde siempre, sino además a los
que han sido persuadidos y a su vez han persuadido a otros de que Sócrates no cree que haya dioses.
b- La acusación
Menciona a sus acusadores: Melito, Anito y Licón, que representan a los poetas, artífices y políticos y a
los oradores, respectivamente. Luego, lee su acusación: “Sócrates es culpable de tratar de penetrar,
con curiosidad impía, los secretos de la tierra y del cielo, de hacer de una mala una buena causa y de
enseñar a otros cosas semejantes.” Más adelante leerá: “Sócrates es culpable de corromper a los
jóvenes, de no reconocer a los dioses del Estado y de introducir nuevas divinidades.”
c- La explicación del porqué se le acusa
Sócrates, dialogando con sus juzgadores, en un franco monólogo, les dice, como hablando en voz alta:
¿De donde vienen esas calumnias que se han difundido contra ti? Y responde: viene de cierta
sabiduría que hay en mí, aunque mas adelante dice que no la tiene. Explica que Cherefón, su amigo de
la infancia, un día fue a Delfos, preguntó al oráculo si había en el mundo un hombre más sabio que
Sócrates y la Pita respondió que no.
Sócrates intenta comprender el significado del oráculo y busca a hombres sabios: poetas, políticos,
oradores y artífices para corroborar que si existen hombres más sabios que él, sin embargo, se percata
que, a los ojos de casi todos, estos pasaban por sabios sin serlo. Intentó convencerlos de tal error y
esto le generó el odio de muchos. Es evidente que hace 2300 años, así como hoy, conducirse de esta
forma, es asegurarse el desprecio de los otros y una forma de suicidarse.
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Esto, que ha sido el origen del odio que le tienen, y que, pienso, le valió una fama de arrogante,
aunque él se perciba muy humilde, será lo que a la postre, posiblemente, termine siendo la causa de su
condena, pues está confirmando con sus propias palabras, lo que de boca en boca se transmitido y
entre los 500 que lo juzgan, sin lugar a dudas, habrán habido: poetas, políticos y artífices.
Termina reafirmando: “Por esto es por lo que se me odia, por decir la verdad”
d- Su interpretación del Oráculo de Delfos
Termina entonces por decir lo que quiso decir el Oráculo: “Mortales, el más sabio de vosotros es aquél
que, a ejemplo de Sócrates, reconoce que nada es su sabiduría.” Sin embargo su humildad de
reconocer que nada sabe, pienso, es, precisamente, la leña que hace encienda la hoguera del odio
hacia él.
e- La refutación de los cargos
Ante las acusaciones, ya transcritas arriba, Sócrates se defiende atacando a sus difamadores. Acusa a
Melito de mentiroso de petulante y de insolente Y lo confronta. Le refuta sus alegatos y los aniquila con
sus preguntas. Primeramente le cuestiona ¿quién es la persona capaz de hacer mejores a los jóvenes?
A lo que Melito contesta, las leyes. Le vuelve a plantear la pregunta y contesta Los Jueces (Jueces y
Leyes están en absoluta concordancia).
En mi criterio, la respuesta de Melito es muy efectiva para acorralar a Sócrates, pues si este niega lo
que dice Melito, estará diciendo que los 500 jueces (que lo están juzgando) y las leyes creadas por los
mismos atenienses, son incapaces de hacer más virtuosos a los jóvenes, ergo, serán sus corruptores.
Si por el contrario, acepta, como cierto, que esos 500 jueces son todos capaces de hacer mejor a los
jóvenes, estaría aceptando que, por su envestidura de jueces, son hombres sabios y virtuosos, lo cual,
a todas luces no es así. Sócrates sabía que Melito nunca contestaría la respuesta que él quería: el
filósofo. Al final, la pregunta de Sócrates termina interpretándose como: ¿Quién es la única persona
capaz de hacer peor a los jóvenes? Y para Melito sólo tiene una respuesta: Sócrates.
Así las cosas, Sócrates descalifica la respuesta de Melito, pero por su puesto, termina con ello de
echar unas gotas más de cicuta a la copa que tendrá que beber.
En vista que está siendo acusado de corromper a los jóvenes, pregunta: ¿Qué cosa es mejor para ti,
vivir entre gentes de bien o entre malvados? ¿No es verdad que los malos hacen siempre mal a los que
están cerca de ellos y los buenos hacen siempre algún bien a los que con ellos viven? ¿Habrá, pues
alguien que quiera recibir algún daño de aquellos con quienes trata, más bien que ser favorecido?
¿Cuándo me acusas de corromper a la juventud y de volverla peor, dices que la corrompo
intencionalmente o sin quererlo? Melito responde: intencionalmente.
Ahora Sócrates, descarga su furia contra Melito, haciendo ver que si él corrompiera a la juventud, de
manera intencional, se estaría exponiendo a que ellos mismos lo dañaran luego y por lo tanto, se
estaría dañando a sí mismo. Algo así como el refrán que dice: Cría cuervos y te sacarán los ojos. En mi
criterio, pareciera que Sócrates, sí crió cuervos. Los mismos cuervos que lo escuchaban en sus
disertaciones, fueron quienes le llenaron la copa de cicuta.
Por último Sócrates demuestra que la acusación de que no cree en los dioses es falsa, pues hace que
Melito acepte que Sócrates sí cree en los Demones, como hijos de los dioses, y si cree en estos, no
puede ser que no crea en los dioses. 
 
f- La autoaniquilación
Siendo que Sócrates sabe las razones del odio que se le profesa y que intuye cuál será el desenlace
de ese juicio, le vuelve a abrir la llave al dispensador de cicuta, cuando luego de terminar el
interrogatorio, en su discurso le dice a los 500 jueces: “De todas maneras, hagáis caso de Anito o no

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hagáis, me absolváis o me condenéis, nunca jamás obraré de otro modo, así tenga que sufrir mil
muertes.”
Para concluir, Sócrates recuerda al jurado que no va a recurrir a trucos de llantos, ni traerá a sus hijos
a provocar compasión. Afirma no temer a la muerte y asegura que no actuará de manera contraria a su
deber religioso, por lo que confiará plenamente en su sólida argumentación y en la verdad para
ganarse el veredicto. El jurado, sin embargo, lo encuentra culpable por 281 votos a 220. 
  
SEGUNDA PARTE
a) La aceptación
Sin extrañarse, Sócrates acepta la condena, sin embargo, dice que esperaba ser condenado por más
votos en su contra y no por una diferencia de tan solo 30.
En la época, nos dicen Meabe y Ascárate : “Cuando un acusado era declarado culpable y el acusador
pedía contra él la pena de muerte, la ley permitía al acusado condenarse a sí mismo a una de estas
tres penas: prisión perpetua, multa o destierro. La ley había establecido esta disposición para que los
jueces no tuvieran ningún escrúpulo de condenar a un hombre que, condenándose a sí mismo, se
declarara culpable por confesión propia. No cayó Sócrates en el lazo; no se condenó en manera
ninguna, por lo que dice Jenofonte, ni permitió a sus amigos que lo hiciera: que esto era reconocer la
culpa. De manera que Sócrates reclama su inocencia, y por obedecer a la ley, se señala a sí mismo
una recompensa en lugar de un castigo.” 
b) El señalamiento de la pena
Sócrates, tenía derecho a formular una contrapropuesta a la pena que se le impuso (la pena de
muerte), por lo que propone lo siguiente:
Ofrece comida gratuita en el Pritaneo, lo que “era un honor reservado a atletas y otros ciudadanos
importantes.” Descarta el destierro y considera una multa de 30 minas, que es lo que sus amigos
pueden pagar, pero el jurado no aceptará por considerarlo una suma muy pequeña comparada con el
castigo impuesto. La pena de muerte es impuesta. 
 
TERCERA PARTE
a- La profecía
Profetiza a los que lo condenaron que serán castigados, que tendrán un gran número de censores a
quienes él (Sócrates) contenía, quienes serán tanto más severos cuanto que son más jóvenes. Les
dice que matando gente para que no les censuren sus malas vidas, no es una forma honesta de
desembarazarse de los censores. Es mejor esforzarse en ser más virtuoso.
Se dirige luego a los que lo absolvieron y los llama: Jueces, y les dice que no deben temer a la muerte,
que la muerte no es un mal, sino un bien. Luego se despide para siempre de ellos.

APOLOGÍA DE SÓCRATES (JENOFONTE)


La Apología de Jenofonte (cuyo nombre completo es Apología de Sócrates al jurado) es una obra
escrita por el historiador griego Jenofonte. En ella se trata de aclarar algunos aspectos sobre el juicio y
muerte de Sócrates, maestro de Platón y considerado por algunos como el más grande filósofo de la
historia de la filosofía universal y por otros como uno de los más grandes. En ella, el propio Jenofonte
explica qué contenido se propuso abarcar a la hora de escribirla de forma muy exacta y precisa:
«Pero yo no me he esforzado en contar todo lo que se dijo en el proceso, sino que me ha bastado con
mostrar que Sócrates estimaba por encima de todo dejar claro que, con relación a los dioses no había
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sido impío ni, con relación a los hombres, injusto. No creía, además, que debiera suplicar el no morir,
sino que incluso consideraba que era el momento oportuno para concluir su vida». 1
Esta aclaración, que hace, viene a ser un resumen de todo el contenido de la apología.
Los especialistas creen que la interpretación del juicio efectuada por Jenofonte fue escrita como
respuesta a la reacción literaria en general que siguió al hecho, cuando las figuras públicas y los
artistas utilizaron el tema del juicio de Sócrates para exponer sus puntos de vista respecto a su
culpabilidad.
La parte principal del texto es un rechazo directo, golpe tras golpe, al ataque sobre la persona de
Sócrates realizado por uno de sus opositores. El documento indica claramente los cargos
que Anito presentó contra Sócrates y debido a ello suele compararse con la versión de Platón. Al
momento de producirse el juicio, Jenofonte se encontraba acompañando a la expedición de los Diez
Mil, así que no presencio el Juicio. Por lo que recaba la mayoría de la información en la que se basa
esta obra; de Hermógenes, que fue uno de los más fieles discípulos de Sócrates, testigo de lo
sucedido, y según el testimonio de Platón en el Fedón (52b), uno de los pocos discípulos que
presenciaron la muerte de Sócrates.
Tanto la obra de Platón como la Apología de Sócrates de Jenofonte (pese a ser referida por una
segunda persona) son los únicos relatos supervivientes de "testigos" del juicio de Sócrates. Su valor
histórico, incluso aceptando cierta parcialidad en el texto, puede hallarse en esta escasez de
documentación.
En cuanto a la defensa que da Sócrates ante el jurado, como se le está juzgando por corromper a los
jóvenes, por introducir otras divinidades nuevas y por no reconocer las de la ciudad, Sócrates trata de
demostrar que todo esto es mentira. A aquello de que está corrompiendo a los jóvenes, responde que
es falso, porque en realidad lo que hace es enseñarles cuantas cosas buenas pueda, aunque esto vaya
en contra de lo que dicen sus padres, porque deben escuchar al sabio para estos asuntos (ya que
Sócrates está reconocido por muchos como el mejor para la educación), como se escucha al estratega
para la guerra, antes que al padre. Y recalca también, que le resulta extraño que juzguen y quieran
castigar al educador, por hacer su función, educar. En cuanto a que no reconoce las divinidades de la
ciudad responde que todo el que quiso, pudo verle en los altares públicos y en las fiestas de la ciudad
haciendo sacrificios. Y, finalmente, responde a la acusación de que introduce divinidades nuevas:
«¿Cómo podría yo introducirlas por decir que una voz divina se me manifiesta para indicarme lo que
hay que hacer? [...] Por otro lado, que la divinidad sabe de antemano lo que va a suceder y que lo
anuncia con señales a quien quiere, tal como yo lo lo digo, lo dicen también todos y lo creen. Pero
mientras estos llaman, augurios, voces, coincidencias y adivinos a los que les anuncian las señales, yo
lo llamo genio divino y pienso que al llamarlo así, me expreso de manera más veraz y piadosa que los
que atribuyen a las aves el poder de los dioses». 2
Por otro lado, lo que distingue versión sobre la muerte de Sócrates de Jenofonte de la de Platón, es
principalmente que la visión Platónica tiene más mensaje filosófico. En ella Platón, pone como causa
principal de que Sócrates se resigne a morir con total serenidad, su visión sobre la muerte, que según
él, es una especie de Paraíso, al que solo van las almas justas y buenas, y como Sócrates no ha
cometido injusticia, será mejor para él morir siendo justo que vivir siendo injusto, y en la obra platónica
se recalca especialmente, la famosa frase "es mejor ser víctima de injusticia, que injusto". Por lo
que Platón, trata de mandar un mensaje de raíz filosófica, con sus escritos sobre la muerte de
Sócrates.
Pero sin embargo, Jenofonte, como historiador, parece ser más objetivo y centrarse más en la historia.
En la apología de Jenofonte, se recorren una serie de diálogos breves entre Sócrates y Hermógenes,
en los que se detallan varios motivos que condujeron a Sócrates a no querer preparar su defensa ni a
esforzarse por convencer a los jueces de su inocencia. La divinidad tiene un papel muy importante en
esta decisión, Sócrates cree fervientemente en ella y según dice, ha anunciado a muchos amigos
suyos las advertencias de la divinidad y jamás se ha equivocado. Dice también, Sócrates, que se
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planteó preparar su defensa pero que la divinidad se le opuso, y como cree que la divinidad sabe de
antemano lo que va a suceder porque manda advertencias, lo mejor para él es que muera de esa
forma y la explicación que da a Hermógenes, cuando este se muestra confuso ante esto, es que de no
ser así moriría afligido por las enfermedades de la vejez y además que esa forma de morir, es la menos
embarazosa y la que crea mayor sentimiento de añoranza, en sus amigos. Y por último, también dice:
«Elegiré morir, antes que seguir viviendo sin libertad, suplicando ganar una vida mucho peor en vez de
la muerte».3
Conclusión
La conclusión que se saca de todo esto, es que, según esta apología de Jenofonte, Sócrates, debido a
las peticiones de la divinidad que interpreta racionalmente, decide que la mejor forma de morir es de
esa forma, condenado a muerte de forma injusta, porque de lo contrario viviría una vida sin libertad,
que sería peor que la propia muerte; acabaría muriendo entre los sufrimientos que causan las
enfermedades de la vejez y porque esa forma de morir, es la menos embarazosa y la que crea mayor
sentimiento de añoranza entre sus amigos.
Curiosidad
Sócrates había afirmado anteriormente ser capaz de percibir señales de los dioses y presagiar sucesos
futuros. Al final de la apología, se nos cuenta que hizo un presagio antes de morir. Dijo que el hijo de
Ánito, (Anito uno de sus acusadores) no ocuparía la profesión servil que su padre tenía preparada para
él, sino que caería en alguna pasión y llegaría lejos en la carrera del vicio, porque tenía un espíritu
fuerte. Y Jenofonte confirma posteriormente que la profecía se cumple, cuando dice que aquel no deja
de beber ni de noche ni de día y que ya no sirve a su ciudad ni se sirve a sí mismo. Lo que ha
provocado que Ánito, incluso después de muerto, sufriera todavía de mala reputación.
Apunte
Además de la apología de Jenofonte, se conocen otras escritas por Lisias, Platón, Teodectes de
Faselis, Demetrio de Falero, Plutarco y Libanio. Jenofonte debió componer la suya entre el 394 y 387
a.C, después de la de Lisias y probablemente antes que la de Platón.

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