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LA HISTORIA DE PAPÁ NOEL

La historia comenzó en el año 280, en un lejano pueblito de Turquía, donde nació un

niño llamado Nikelaus, pero sus amigos lo llamaban Claus. Él procedía de una familia

muy adinerada y generosa, por eso desde chico decidió ayudar a los más necesitados,

haciendo el bien a todos, especialmente a los niños. Atacados por la peste, sus padres

murieron cuando él era muy joven y le dejaron una gran fortuna, la cual usó

para seguir haciendo obras de caridad.

La leyenda comenzó cuando un amigo de Claus, padre de tres hijas, quedó en la ruina

y la estaban pasando muy mal. Fue entonces cuando Claus decidió ayudarlos en

forma anónima. Sin pensarlo dos veces, esperó la oscuridad de la noche para trepar

al tejado y arrojar monedas de oro por la chimenea. Como era invierno, las niñas

ponían a secar las medias al calor del hogar; así que por la mañana las chicas

encontraban sus medias llenas de las monedas que caían allí.

Poco después, el obispo de la localidad buscaba un sustituto para poder jubilarse.

Tras investigar quién era la persona más bondadosa del pueblo, el prelado optó por

cederle su cargo a Claus y lo convirtió en obispo de Myra. Claus se encargó de que la

gente de su iglesia siguiera las enseñanzas de Jesús, amando al prójimo, dándole

de comer al hambriento y llenando de bendiciones a sus vecinos. Una vez hubo

tal escasez de alimentos que Claus le pidió al capitán de un barco que dejara allí todas

sus provisiones; el marinero accedió y ocurrió el primer milagro de este santo, pues

cuando el barco zarpó sus bodegas de repente se llenaron de nuevo.

Como Claus era muy devoto de Jesús, siempre celebraba la fecha de su nacimiento

dando regalos a los niños y era muy conocido en su aldea porque se reía de manera

muy particular, que contagiaba alegría a quienes lo rodeaban. Un 5 de diciembre,

Dios lo llamó al cielo para que le gestionara las festividades navideñas y ayudara a los

padres a obtener el dinero para comprar los regalos de los niños en nombre de él y del

niño Jesús. Su fama fue tal que muchas iglesias de Grecia, Rusia e Italia se

consagraron a su nombre. Fue así como se convirtió en el patrón y protector de los

niños, los marineros y las fiestas navideñas.


LA HISTORIA DEL ÁRBOL DE NAVIDAD
En los Estados Unidos se remonta al tiempo de George Washington y su derrota de
los alemanes hessianos en el año 1776. Los hessianos se comportaban de una
manera exuberante porque sentían que estaban ganando la guerra contra George
Washington y sus tropas. La guerra tuvo lugar durante la estación navideña, la cual
para los alemanes era un tiempo de comida, canciones, y árboles decorados. En sus
diligentes esfuerzos para celebrar la estación prestaron poca atención a sus
obligaciones militares. Por lo tanto, los alemanes hessianos se volvieron presa fácil
para el Señor Washington. Sus tropas fueron capaces de moverse sigilosamente y
derrotar al enemigo quien estaba mal preparado para el ataque.

Después de la guerra en 1776, muchos alemanes permanecieron en los Estados


Unidos, introduciendo el árbol de navidad, y compartiendo sus tradiciones. El tamaño
del árbol estaba limitado a 2,4 metros, y la decoración consistía de muñecos, como
también de confecciones de azúcar.

Al paso de los años, Estados Unidos se percató de la necesidad de un mercado de


árboles de navidad. El primer suplidor, de nombre Mark Carr, proveniente de las
Montañas Catskill en Nueva York, se dio a la tarea de cortar árboles de abeto y pícea
que crecían en abundancia. Luego los transportó a la ciudad de Nueva York donde
rentó un espacio por un dólar y vendió árboles pequeños por 5 y 10 centavos, y
árboles de 2,4 a 3 metros por 25 centavos. Continuó su negocio hasta el año 1898.
En esos primeros años, muchos americanos consideraban al árbol una rareza que no
debía ser desplegada en navidad, debido a que había sido declarado como un símbolo
pagano. Los "puritanos" de Nueva Inglaterra consideraban sagrada la navidad, así que
su gobernador, William Bradford, trabajó para poner fin a la "tradición pagana" de
árboles decorados. Él trató de penalizar tales despliegues.

Para comienzos del siglo XX, ¡los americanos desplegaban orgullosamente sus
árboles de navidad! Los decoraban con ornamentos caseros, y palomitas de maíz de
brillantes colores añadían belleza y color a sus ramas. El árbol se ha convertido ahora
en una tradición popular americana.

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