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Esa depresión tan terrible

por Yehuda Ribco06/08/2021

Existe una depresión que


se origina en un desbalance de elementos químicos en el cerebro y que
puede ser paliada, habitualmente, con el tratamiento farmacológico
ofrecido por los médicos siquiatras.

Hay otra depresión que es frecuente ante una circunstancia dura que haya
afectado la vida, como por ejemplo la muerte de un familiar cercano, un
accidente grave, el despido laboral o por el estilo. En este caso las
medidas farmacológicas no son la principal necesidad, sino el aprender a
procesar el duelo, a recomponer el esquema de creencias y vínculos,
además de encontrar nuevamente el balance en la existencia.

Probablemente hay otros tipos, pero no es mi intención extenderme en


ello, sino enfocarme muy brevemente en este tipo: la depresión que se
apoya en el atroz egocentrismo de aquel que lo padece. Persona que ve
el mundo solamente como un instrumento para satisfacerle sus caprichos.
Que manipula a quien tiene a mano, conocido o no, para sentir poder en
el hecho de la manipulación. Que emplea la victimización, la queja, la
amenaza de infligirse daño, el sentimiento de culpa, el reproche y algunas
que otras herramientas clásicas del EGO, para alcanzar esa sensación de
poder, que de otra forma pareciera no sentir. Está hundida en ideas de
destrucción, de negatividad, de insatisfacción y no aplica instrumentos
racionales y posibles para sentirse mejor, para llevar una existencia de
plenitud; porque si resuelven los conflictos con los que manipulan,
entonces sienten que se quedan sin armas para satisfacer sus deseos
infantiles, primitivos, irracionales.
Es frecuente que por su comportamiento la gente les evite, o aquellos que
siguen en su órbita estén padeciendo y tengan sus propias dificultades
emocionales y que por ello acepten seguir en esa relación tóxica.
Estas personas no padecen su depresión, sino que la provocan y pareciera
incongruente pero hasta como si la disfrutaran.
Pero, evidentemente no lo declararán ni lo admitirán, lo cual hace que
resolver su caótica vivencia sea virtualmente imposible.
Precisan ayuda, pero ellos no la quieren, ya que la perciben más como
una amenaza a su (inexistente) poder que como una verdadera salvación.

Si tienes un amigo o familiar que padece depresión, lo mejor es que le


acompañes en su camino hacia el especialista en salud mental y
emocional. Para que sean expertos, y no magos, charlatanes o filósofos de
cabaret, quienes le puedan dar una mano, o al menos hacer el
diagnóstico apropiado.
Los chistes, la mentalidad positiva tóxica, las plegarias, y el que les pidan
que estén felices no dan respuesta a lo que los que padecen de alguna
depresión.

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