Mutaciones colaterales tras la edición del genoma mediante CRISPR
Publicado el 6 de junio del 2017
La edición del genoma mediante el sistema CRISPR puede causar cientos de mutaciones no deseadas en el ADN, concluye un reciente estudio de la Universidad de Columbia, publicado recientemente en Nature Methods, que no ha tardado en ser cuestionado por la comunidad científica. La tecnología CRISPR se ha revelado en los últimos años como un prometedor método para editar el genoma de forma específica. La sencillez del sistema, constituido por dos componentes, una enzima que corta el ADN y una molécula de ARN que guía a la enzima hacia la región del ADN a modificar, es parte de su versatilidad y potencial. No obstante, como en otros métodos para editar el ADN, una de las mayores preocupaciones acerca de CRISPR es la posibilidad de que además del cambio deseado se produzcan otros no intencionados, que puedan tener consecuencias sobre la célula u organismo modificado. Este aspecto es especialmente relevante si se plantea utilizar CRISPR con fines terapéuticos, para corregir mutaciones responsables de enfermedades. Hasta el momento diferentes estudios habían analizado mediante secuenciación del genoma completo la introducción de cambios no deseados en el ADN por parte de CRISPR en diferentes sistemas. Sin embargo, en el caso de organismos completos no se había evaluado todavía la introducción de cambios que afectaran a un único nucleótido. En el nuevo trabajo, los investigadores secuencian al completo los genomas de dos ratones modificados mediante el sistema CRISPR para reparar una enfermedad genética. Al analizar las secuencias y compararlas con un ratón control el equipo encontró que la tasa de mutaciones de los ratones modificados era mayor que la esperada por mutaciones espontáneas. Los dos ratones modificados presentaban más de 1.700 mutaciones, principalmente cambios en un único nucleótido, aunque también inserciones y deleciones. De ellas, cerca de 1.400 eran compartidas entre ambos animales modificados, lo que apunta a que no se produjeron de forma aleatoria. Además, las regiones donde ocurrieron los cambios no presentaban similitud con los ARN guía utilizado. Sorprendentemente, ninguna de las mutaciones identificadas se encontraba entre las 50 con mayor probabilidad de ocurrir según los algoritmos de predicción habituales. Estos algoritmos evalúan si el ARN que actúa como guía puede unirse a regiones no deseadas del genoma y provocar mutaciones no deseadas. Sin embargo su capacidad es limitada, como demuestra el nuevo trabajo.
A la luz de los resultados, y teniendo en cuenta que los primeros ensayos de
CRISPR en humanos ya están en marcha, los investigadores concluyen que antes de que CRISPR pueda ser utilizado sin riesgo en un escenario clínico es necesario aumentar más la fidelidad de CRISPR para reducir la generación de mutaciones colaterales. Además, recomiendan utilizar secuenciación del genoma completo para determinar la presencia de mutaciones no deseadas cuando se utilice CRISPR. “Sentimos que es crítico que la comunidad científica considere los peligros potenciales de todas las mutaciones colaterales causadas por CRISPR, incluyendo las mutaciones en un único nucleótido y las mutaciones en las regiones no codificantes del genoma,” apunta Stephen Tsang, profesor en el Instituto de Medicina Genómica en la Universidad de Columbia y uno de los autores del trabajo. “Los investigadores que no utilizan secuenciación del genoma completo para descubrir los efectos colaterales podrían estar perdiendo mutaciones potencialmente importantes. Incluso un cambio en un único nucleótido puede tener un gran impacto.” El trabajo ha recibido muchas críticas por parte de la comunidad científica especializada en la utilización de CRISPR como método para modificar el genoma y la credibilidad de los resultados ha sido cuestionada al presentarse otras posibles causas independientes de CRISPR que podrían haber llevado a la aparición de los cambios modificados. El método CRISPR utilizado no es el habitual y algunos de los componentes podrían haber generado el elevado número de mutaciones, no observadas previamente por otros equipos que llevan utilizando CRISPR desde hace años. No obstante el daño mediático está hecho: algunas empresas relacionadas con la tecnología CRISPR han perdido parte de su valor al cuestionarse el potencial de la tecnología como aproximación terapéutica.
La plasticidad de los macrófagos repara tejidos del pulmón e hígado
26 de junio 2017 La plasticidad de los macrófagos –células del sistema inmunitario localizadas en los tejidos– permite a estos desempeñar un papel central en la amortiguación de la inflamación y reparación de tejidos, según una investigación internacional encabezada por la Universidad Complutense de Madrid (España) y las Universidades de Manchester y Edimburgo, y que se acaba de publicar en un número especial de Science dedicado al estudio de reparación y remodelación de tejidos. El trabajo muestra cómo los amplificadores locales de la activación de macrófagos, mediada por el receptor IL-4Rα, promueven la reparación de tejidos del pulmón, de la cavidad peritoneal y del hígado tras la infección por parásitos o bacterias patógenas. “Estos resultados amplían nuestra comprensión sobre la plasticidad de los macrófagos, demostrando que estas células integran señales específicas de tejido necesarias para activar el programa de reparación”, explica Cristina Casals, investigadora del departamento de Bioquímica y Biología Molecular I de la UCM y miembro del CIBER de Enfermedades Respiratorias. En el pulmón, la señal local es una molécula llamada proteína del surfactante A (SP-A), componente importante de una sustancia lipoproteica, presente en los alvéolos, que evita que el pulmón colapse cuando exhalamos. En otros lugares, como la cavidad peritoneal y el hígado, el amplificador local es una proteína llamada C1q, que es estructuralmente similar a la SP-A y forma parte de nuestro sistema inmunitario innato. Las citoquinas implicadas en el proceso de reparación (IL-4/IL-13), a través de su receptor IL-4Rα, incrementan la producción de estos amplificadores locales (SP-A y C1q) por las células del tejido correspondiente y la expresión del receptor de SP-A y C1q (myosin 18A) en macrófagos. Este sistema de amplificación permite la activación efectiva de los macrófagos para frenar la lesión y favorecer la reparación del tejido después de la infección con parásitos o bacterias patógenas. El estudio también indica que la desregulación del programa de reparación puede contribuir al desarrollo de enfermedades, como la fibrosis, que consiste en una acumulación aberrante de tejido fibroso que deforma la arquitectura normal del tejido y, por tanto, su función. “Para trasladar estos conocimientos a aplicaciones terapéuticas, es necesario investigar cómo se podría controlar localmente las funciones reparativas de los macrófagos para evitar el desarrollo de fibrosis”, añade Casals. Estos hallazgos también abren vías de conocimiento que podrían utilizarse para regular la plasticidad de los macrófagos y la regeneración de algunos tejidos que, a diferencia del hígado, intestino, epitelio, o la médula ósea, tienen poca capacidad regenerativa. (Fuente: Universidad Complutense de Madrid).
Un nuevo bisturí molecular actúa como un GPS para mejorar la edición
genética 4 de julio 2017 Un equipo científico de Novo Nordisk Foundation Center for Protein Research (NNF-CPR), de la Universidad de Copenhague, ha conseguido visualizar y describir cómo funciona una herramienta para editar genomas, llamada Cpf1. Esta proteína de la familia Cas permite desenrollar el ADN para poder cortarlo e iniciar el proceso de modificación con la tecnología CRISPR. Los resultados del trabajo se han publicado en la revista Nature. Según explica a Sinc Guillermo Montoya, investigador en química y biología molecular y líder del estudio, el nuevo bisturí molecular “permitirá hacer modificaciones y editar las instrucciones contenidas en el genoma de manera más segura, debido a que reconoce la secuencia apropiada del ADN con mayor precisión”. La herramienta de corta-pega genético CRISPR Cas9 ya está siendo usada para modificar genes de animales y plantas. También en terapias humanas como el cáncer, las enfermedades de retina y sus aplicaciones no paran de crecer. Por ello, investigadores de todo el mundo están tratando de perfeccionar esta técnica de edición genética con el fin de hacerla más precisa y eficaz. Para conseguirlo, han puesto el foco en las proteínas que cortan de forma específica al ADN, cuya manipulación puede dirigirlas hacia puntos concretos del genoma. El equipo de Montoya ha logrado este objetivo aplicando una técnica de cristalografía de rayos X. “Hemos irradiado la proteína cristalizada Cpf1 con rayos-X para poder observar su estructura a resolución atómica, de manera que podemos ver todos sus componentes”, señala el coautor del trabajo. “La difracción de rayos-X es una de las principales técnicas biofísicas para elucidar las estructuras de las biomoléculas”, subraya. En su opinión, “la principal ventaja de Cpf1 proviene de su alta especificidad y el corte sobre el ADN, ya que con las nuevas tijeras moleculares se logra generar extremos complementarios en vez de romos, como sucede en el caso de Cas9, lo cual facilita la inserción de una secuencia de ADN". “Esta alta precisión de reconocimiento de la secuencia de ADN sobre la que se va actuar funciona como un GPS que dirige la herramienta dentro del intrincado mapa del genoma para que encuentre su destino. Además, es muy versátil y fácil de reprogramar, en comparación con otras proteínas utilizadas para esta finalidad”, dice Montoya. Estas propiedades hacen que esta herramienta “sea especialmente idónea para su uso en el tratamiento de enfermedades genéticas y tumores”, destaca. El equipo ha trabajado previamente con la empresa de biotecnología francesa Celletics en uso de meganucleasas –otras proteínas que se pueden rediseñar para cortar el genoma en un sitio deseado– para tratar cierto tipo de leucemias. La nueva tecnología “también se podrá emplear para la modificación de microorganismos, con destino a la síntesis de metabolitos necesarios en la producción de fármacos y biocombustibles”, agrega Montoya. Este investigador, originario de Getxo (Vizcaya), asegura que ya hay varias empresas están interesadas en esta nueva tecnología. Son sobre todo del sector biotecnológico para manipulación de microorganismos, pero aún no puede dar nombres por acuerdos de confidencialidad. (Fuente: SINC/Ana Hernando) Desarrollan un innovador sistema que permite detectar células senescentes in vivo 5 julio 2017 Investigadores de la Universitat Politècnica de València, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el Centro de Investigación Biomédica en Red Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BBN) (España) y la Universidad de Cambridge han desarrollado un nuevo sistema que permite la detección de células senescentes in vivo y sin dañar el tejido. Su trabajo ha sido publicado en el Jornal of the American Chemical Society. El objetivo principal de la senescencia celular es evitar la proliferación de células dañadas y, al mismo tiempo, desencadenar la reparación de tejidos. Sin embargo, cuando el daño persiste, o durante el envejecimiento, el proceso de reparación de tejidos es ineficiente y las células senescentes tienden a acumularse. Esta acumulación de células senescentes en los tejidos afecta las funciones tisulares y acelera el envejecimiento. “Se ha demostrado que la eliminación de las células senescentes mejora una variedad de enfermedades asociadas con el envejecimiento, revierte los procesos degenerativos y extiende la longevidad. Por todo ello, las estrategias para detectar y eliminar células senescentes han ganado gran interés en los últimos años”, explica Manuel Serrano, investigador principal del Grupo de Supresión Tumoral del CNIO. En su trabajo, los investigadores de la UPV, CNIO, CIBER-BBN y Universidad de Cambridge han desarrollado una nueva sonda que es capaz de detectar células senescentes en un modelo in vivo, algo que no se había logrado hasta ahora. “La sonda aumenta significativamente la fluorescencia de manera selectiva en el interior de las células senescentes”, comenta Beatriz Lozano, investigadora del Instituto Interuniversitario de Investigación de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM) en la Universidad Politécnica de Valencia. “Químicamente hablando, el sensor está compuesto por un fluoróforo unido a una galactosa. Las células senescentes tienen la propiedad diferencial de que rompen enlaces con galactosa muy eficientemente. Cuando el sensor se internaliza en una célula senescente se rompe este enlace y esto da lugar a un gran aumento en la fluorescencia del sensor, que es la señal que detectamos excitando con un láser. Sin embargo, cuando el sensor se internaliza en una célula normal (no senescente) no se observa señal”, apunta Ramón Martínez Máñez, director del Instituto IDM-UPV y director científico del CIBER-BBN. El sensor tiene unas propiedades que hacen que se pueda excitar absorbiendo dos fotones, lo que provoca que la energía del láser utilizado para visualizar los tejidos sea mucho menor que los sensores convencionales. Además, las técnicas de dos-fotones disminuyen el daño en el tejido y tienen una mayor penetrabilidad. “El sensor se inyectó de forma intravenosa en animales que habían sido tratados con quimioterapia (que produce daños celulares y senescencia), observándose señal de manera muy selectiva en las regiones que respondieron a la quimioterapia (y que por lo tanto tenían muchas células senescentes). Los animales no tratados con quimioterapia no mostraron ninguna señal”, destaca Beatriz Lozano. La sonda es potencialmente aplicable a otros modelos de senescencia; distintos grupos de investigación han comenzado ya a poner a prueba la sonda con sus modelos biológicos. Este trabajo se presentará en el marco del XI International Workshop on Sensors and Molecular Recognition, que se celebra este jueves y viernes en el campus de la UPV. (Fuente: UPV)
Elaboran un pienso que reduce el estrés en el bacalao y mejora su
crecimiento 4 julio 2017 Investigadores del Centro IFAPA ‘Agua del Pino’, ubicado en Cartaya (Huelva), en España, han comprobado que una dieta elaborada a partir de harinas de pescado y suplementos proteínicos contribuye a atenuar la respuesta al estrés que manifiesta el bacalao del Atlántico ante situaciones cotidianas en las plantas de cultivo como los muestreos, el transporte, el clasificado y, en general, cualquier manejo dentro o fuera del agua. En este sentido, la importancia de la atenuación al estrés radica en que los peces dedican parte de su energía a afrontar el estrés que les generan determinadas circunstancias al vivir en cautividad, mientras que si no tuvieran ese gasto la destinarían a potenciar su crecimiento y reproducción, así como a prevenir enfermedades. Así lo recoge este estudio, titulado ‘Effects of amino acid supplementations on metabolic and physiological parameters in Atlantic cod (Gadus morhua) under stress’ y publicado en la revista Fish Physiology and Biochemistry. Al mismo tiempo, los científicos han constatado que este pienso suplementado podría fortalecer el sistema inmunológico de esta especie y también disminuir la agresividad y depredación hacia otros peces, como se ha demostrado en truchas y salmones, entre otras especies. “En circunstancias que de antemano se sabe que puede estresarlos, como es el caso del traslado a otras plantas o el cambiar de tanques, la opción de alimentarlos a base de este sustento días previos mejoraría su manejo”, asegura a la Fundación Descubre el investigador del Centro IFAPA ‘Agua del Pino’ Marcelino Herrera, responsable de este trabajo. Para ello, los expertos han elaborado un pienso específico en el que han introducido altas concentraciones de dos aminoácidos esenciales que muchos animales no son capaces de sintetizar y deben obtenerlos a través de la dieta (principalmente de vegetales), como son el triptófano y la fenilalanina. El primero está presente en las pipas de calabaza y el cacao y tiene efectos relajantes y sedantes, ya probados en animales y en humanos. Además, es precursor de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. Por su parte, la fenilalanina se encuentra en alimentos como la soja, carne roja, el queso o las vísceras; y produce dopamina y adrenalina. Con este preparado, los investigadores realizaron un ensayo consistente en alimentar durante una semana a ejemplares de bacalao con esta dieta suplementada, mientras que a otro grupo de peces de esta misma especie le suministraron una dieta control. Transcurrido este tiempo, sometieron a todos los animales a situaciones de estrés agudo. En este caso concreto, trataron de sacarlos de los tanques de agua en los que se encontraban. Tras este simulacro, tomaron muestras de sangre y tejidos en todos los ejemplares que eran objeto de estudio para analizar el nivel estrés y los indicadores metabólicos. “Después de una exposición al aire, comprobamos que los niveles de glucosa en sangre y de una hormona llamada cortisol, que se libera con el estrés, así como la concentración de lactato que se produce cuando quemamos energía, eran mayores en los peces alimentados con la dieta control que aquellos a los que se les suministró el pienso elaborado”, explica Herrera. Estos resultados evidenciaron que una dieta rica en aminoácidos reduce los marcadores de estrés en el bacalao del Atlántico y por tanto, podrían ser utilizados como aditivos para la atenuación del estrés. Durante la investigación, los científicos han experimentado con ejemplares jóvenes de bacalao en cautividad que han sido criados en plantas experimentales de acuicultura del norte de Noruega, así como también en las instalaciones del Centro IFAPA ‘Agua del Pino’. Este trabajo forma parte del proyecto Aquaexcel, integrado en el 7º Programa Marco y financiado por Fondos Europeos. Por otra parte, estos investigadores están trabajando con otras especies andaluzas, como la dorada (Sparus aurata) y la corvina (Argyrosomus regius) dentro del proyecto nacional ‘Dietaplus’, financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y cuyo objetivo es demostrar también que una dieta suplementada mejora el bienestar de estos ejemplares, al mismo tiempo que les previene de padecer ciertas enfermedades. (Fuente. Fundación Descubre)