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DEFINICIÓN DE

EUTANASIA
Lo primero que tenemos que hacer antes de entrar de lleno en el análisis del término que ahora nos ocupa es
establecer su origen etimológico. En este sentido, nos encontramos que aquel procede del griego y
concretamente de la suma de dos vocablos: eu, que puede traducirse como “bien”, y tanathos, que es
equivalente a “muerte”.
Eutanasia
La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la intención de
evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento físico.
Concretamente podemos establecer que existen dos tipos de eutanasia. Así, por un lado, estaría la llamada
eutanasia directa que es aquella que viene a definir al proceso de adelantar la muerte de una persona que
tiene una enfermedad incurable. En este caso, a su vez, aquella se puede dividir en dos clases: la activa, que
básicamente consigue la muerte del citado enfermo mediante el uso de fármacos que resultan letales; y la
pasiva, que es la que consiste en la consecución de la muerte de aquel mediante la suspensión tanto del
tratamiento médico que tenía como de su alimentación por cualquier vía.
Por otro lado, el segundo gran tipo de eutanasia es la llamada indirecta. Bajo dicha terminología se encuentra
aquella que lo hace es intentar paliar el dolor y sufrimiento de la persona en cuestión y para ello se le
suministran una serie de medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir la muerte
de la citada persona.
Los médicos son los responsables de ejecutar la eutanasia, por lo general con el apoyo de los familiares del
enfermo en cuestión. Hay casos, sin embargo, donde el enfermo se encuentra en condiciones de elegir sobre
su propio cuerpo y solicita la aplicación de la eutanasia. Esta práctica, sin embargo, está prohibida en la
mayoría de los países.
La eutanasia despierta todo tipo de debates éticos. Sus defensores aseguran que evita el sufrimiento de la
persona y que rechaza la prolongación artificial de la vida que lleva a situaciones que son indignas. Los
detractores, en cambio, consideran que nadie tiene derecho a decidir cuándo termina la vida del prójimo.
Uno de los casos internacionales más conocidos sobre la eutanasia fue la del español Ramón Sampedro que a
los 25 años quedó tetrapléjico por culpa de una mala caída desde una roca al mar. En una cama vivió desde
entonces y siempre pidió morir dignamente. Él necesitaba ayuda para conseguir dicha muerte e ideó un plan
que le llevó a conseguir su objetivo sin que ninguna de las personas que le habían ayudado incurriera en delito.
Cabe destacar que, a lo largo de la historia, la eutanasia ha sido utilizada como excusa para concretar la
eliminación de grupos sociales. El nazismo promovía la eutanasia de los minusválidos o discapacitados por
considerarlos inferiores y con el argumento de ser un acto compasivo.
Esta situación hace que haya sujetos que apoyan la eutanasia, pero siempre que sea consentida por el
enfermo. De esta manera se evita la aplicación en contra de la voluntad. No es el caso, sin embargo, de
pacientes en coma que no pueden pronunciarse de ninguna manera, ni a favor ni en contra de la eutanasia. Lo
mismo ocurre en el caso de los recién nacidos.

La votación del martes en las Cortes fue abrumadoramente contraria a la propuesta de Esquerra Republicana
de Catalunya de legalizar la eutanasia, pero el Partido Socialista se opuso sólo alegando una cuestión de
procedimiento, dejando el tema para futuras reformas. Puesto que los defensores de la eutanasia mantienen
agitado el debate social en todo el mundo occidental, es bueno tener claras diez ideas básicas de por qué no es
bueno legalizar la eutanasia.
Legalizar la eutanasia no es bueno porque:
1- La eutanasia legal favorece una "pendiente peligrosa" en contra del derecho a la vida en otros campos
En Holanda la eutanasia se aplica no ya a enfermos, sino simplemente a gente que no quiere vivir, como el
senador socialista octogenario Brongersma, que pidió y logró ser "finalizado" no porque estuviese enfermo o
deprimido, sino porque estaba cansado de vivir. Se calcula que en Holanda se dejan morir a unos 300 bebés al
año por nacer con minusvalías y hay casos (en este país rico) de negar la implantación de marcapasos a
mayores de 75 años; la eutanasia favorece otras actuaciones de "eliminación de los inútiles".
2- La eutanasia empeora la relación médico-paciente e incluso la relación paciente-familiares
¿Queda algún margen para que los enfermos, ancianos o incapacitados, sigan manteniendo aquella plena
confianza en quienes, hasta ahora, tenían por obligación —casi sagrada— procurar la sanación de sus
dolencias? ¿Quién impondrá a la víctima potencial el deber de confiar en su verdugo? ¿Quién podrá devolver a
los enfermos holandeses su sentimiento de fiducia en la clase médica? ¿Y cómo confiar en que el médico va a
esforzarse por mi vida si mis parientes presionan en un sentido contrario?
3- La eutanasia desincentiva la inversión en cuidados paliativos y en tratamientos para el dolor
De 1995 a 1998 Holanda apenas invirtió en cuidados paliativos; sólo a partir de 1998 ha invertido en cuidados
paliativos, pero presentados siempre como una alternativa más, siendo la eutanasia la más apoyada desde las
instituciones e incluso por parte de la sociedad. Se tiende a pensar que si tratar el dolor con cuidados
paliativos es caros, hay que fomentar la opción barata: matar el enfermo.
4- La eutanasia pervierte la ética médica que desde Hipócrates se ha centrado en eliminar el dolor, no en
eliminar el enfermo
Los médicos insisten en que la eutanasia, como el aborto, no son actos médicos, ya que el fin de la medicina es
curar, y si no se puede curar al menos mitigar el dolor, y en todo caso atender y acompañar. La eutanasia no
cura nada. Los médicos que entran en una mentalidad eutanásica la incorporan a toda su visión profesional y
olvidan a Hipócrates. Es significativo que el primer régimen que instaura la eutanasia desde del viejo
paganismo romano es la Alemania nazi... y sólo dos estados por ahora se han apuntado a la eutanasia.
5- La eutanasia no es solicitada por personas libres, sino casi siempre por personas deprimidas, mental o
emocionalmente transtornadas
Cuando uno está sólo, anciano, enfermo, paralítico tras un accidente... es fácil sufrir ansiedad y depresión que
llevan a querer morir. En un país sin eutanasia, los médicos y terapeutas se esfuerzan por curar esta depresión,
devolver las ganas de vivir y casi siempre tienen éxito si el entorno ayuda. Por el contrario, en un país con
eutanasia, en vez de esforzarse por eliminar la depresión se tiende a eliminar al deprimido "porque lo pide".
6- La eutanasia no es un derecho humano, no está recogido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos,
por ejemplo
Según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el caso de Dianne Pretty en el año 2002, no existe el
derecho a procurarse la muerte, ya sea de manos de un tercero o con asistencia de autoridades públicas. El
derecho a la autonomía personal no es superior al deber de los Estados de amparar la vida de los individuos
bajo su jurisdicción.
7- La eutanasia, como el suicidio, es contagiosa
Una vez una persona deprimida se suicida, otras personas deprimidas de su entorno pueden copiar su
comportamiento con más facilidad. Esto es así en suicidios con o sin asistencia, lo cual incluye la eutanasia.
8- La eutanasia dificulta el trabajo de los terapeutas que trabajan con minusválidos, deprimidos, enfermos...
Las personas que ayudan a otros a vivir con una grave minusvalía o en duras circunstancias ven su trabajo
saboteado por la otra opción, la eutanasia, que legalizada aparece con atractiva insistencia como una salida
fácil para el enfermo.
9- La eutanasia tenderá a eliminar a los más pobres y débiles
Como el aborto, la eutanasia tenderá a hacerse especialmente accesible y promocionada entre las clases
económicamente más débiles, los grupos étnicos desfavorecidos, etc... Al desatenderse la oferta en cuidados
paliativos, éstos serán un lujo sólo para gente con medios adquisitivos.
10- La eutanasia legal no impedirá las eutanasias ilegales, sino que las potenciará
Como en el caso del aborto, aprobar una ley que permite la eutanasia "con todos los controles que haga falta"
no impedirá que se extienda el fraude de ley, los permisos escritos sin examinar al paciente, la laxitud en la
aplicación de la ley y el fraude de ley generalizado.
Con todo, el mejor argumento contra la eutanasia siempre será el testimonio de miles de hombres y mujeres
en circunstancias dificilísimas que, apoyándose mutuamente, con la ayuda de sus valores, su familia, amigos o
profesionales demuestran día a día que la dignidad del hombre les lleva a vivir y enriquecer la vida de otros.

Razones contra la eutanasia


La Vida no es un derecho, sino el sustrato de los derechos: ¡tenemos derechos porque estamos vivos! La Vida,
como la Libertad, son bienes de la humanidad, por eso no pueden eliminarse ni siquiera a petición del
individuo: nadie puede pedir la muerte, como nadie puede entregarse como esclavo voluntariamente. Son
derechos irrenunciables. Hemos retirado a los jueces el derecho a decidir sobre la vida de los asesinos y se lo
quieren arrogar ahora para decidir la vida de los inocentes.
La eutanasia activa -suicidio asistido- no es un respeto de la libertad de la persona, sino la decisión de un
tercero -legislador o juez- sobre qué vida merece la pena ser vivida (o le merece la pena a la sociedad que
continúe viva). Es la peor de las discriminaciones: clasificar las vidas según su utilidad o calidad. ¿Quién
decidirá qué sufrimiento puede acceder a la eutanasia?: el cáncer de próstata, la tetraplejia, la depresión o
incluso la quiebra financiera.
La eutanasia acaba extendiéndose. Siempre que se abre una fisura en el edificio jurídico de la defensa de la
vida, éste acaba derrumbándose. Tenemos el antecedente del aborto: de los tres supuestos restrictivos, se ha
pasado al aborto libre a la carta. Y, por supuesto, acaba apareciendo el negocio respectivo: ya existe en Zurich
el suicidio asistido... el llamado turismo fúnebre.
La eutanasia es el fracaso de la sociedad: cuando un enfermo pide la muerte (todos hemos gritado alguna vez:
¡tierra trágame!), lo que está pidiendo es ayuda y más cariño. Si se le da la razón y se le „concede“ la muerte,
se le está diciendo: es verdad, tu vida ya no merece la pena, nos estorbas, nada más podemos hacer por ti.
Nunca puede ser digna una muerte provocada -ni puede ser digno provocarla-: la muerte digna es aquella en
la que se trata al paciente como persona, al margen de sus condiciones vitales, rodeado del cariño de los
demás y poniendo a su disposición los cuidados paliativos pertinentes. La eutanasia nunca puede ser
considerado un acto médico, porque no persigue ni la curación ni la reducción del dolor; es un acto anti-
médico: persigue la muerte.
En occidente se está implantando la cultura de la muerte; la muerte como solución fácil ante problemas que
no tienen otra solución aparente: aborto, eutanasia, terrorismo, pena de muerte, utilización de embriones
para investigación... y siempre un componente económico detrás de todos ellos.
La eutanasia de los niños se presenta como una prolongación del aborto: si el niño escapó al diagnóstico de su
enfermedad durante el embarazo, existe otra oportunidad para suprimirle. El primer pueblo „progresista“ que
redescubrió este método -que ya se practicaba en la antigüedad- fue el Nazi: el primer caso se aplicó a un niño
con labio leporino cuyos padres consideraron que su vida no merecería la pena vivirse. Y es que la eutanasia
no es progresismo político, sino la regresión a tiempos de barbarie.

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