Está en la página 1de 3

CARÁCTER CIVICO

La personalidad, el carácter moral madurado por nuestro hábitat es el objeto de la


ética y el mundo que habitamos marca la pauta a nuestro comportamiento. Sin
embargo, en la sociedad actual que parece muy diferente del mundo antiguo, vale
la pena estudiar la virtud clásica a partir del realismo. “…Aristóteles no habla
nunca de ‘ética’ como una ciencia independiente, sino solamente del ‘estudio del
carácter’…” (Ross, 1957, p. 268). El estagirita aborda directamente la ciencia
política cuando se refiere a la ética; “Esto viene confirmado por lo que ocurre en
las ciudades: los legisladores hacen buenos a los ciudadanos haciéndoles adquirir
ciertos hábitos, y ésta es la voluntad de todo legislador; pero los legisladores que
no lo hacen bien yerran, y con esto se distingue el buen régimen del malo.”
(Aristóteles, 1962 p. 38). Más la ciudad como entorno público, es responsabilidad
no sólo del gobernante, también del ciudadano que tiene voluntad, entendimiento
e intención, ayer, hoy y siempre.

Aristóteles, “Al comienzo de la Ética describe el bien del Estado como ‘mayor y
más perfecto’ que el bien del individuo, y a éste último como algo con que es
preciso contentarse si no se puede alcanzar el primero.” (Ross,1957, p.269).
Teleológicamente la satisfacción individual debe conducir al fin de la ciudad, “…de
allí que el bien haya sido justamente definido: aquello a que tienden todas las
cosas.” (Ross, 1957, p. 269). Entendiendo que el ciudadano no será solamente un
medio, pero si necesariamente el medio conductor al fin.

Veamos ahora que Aristóteles diferencia (según las tendencias vitales que
corresponden a cada especialidad del alma) la virtud dianoética de la virtud ética,
respectivamente “…intelectual y moral. La virtud intelectual se genera y se
acrecienta en mayor medida por la enseñanza. La razón es porque la virtud
intelectual se ordena al conocimiento, que adquirimos por la enseñanza más que
por el descubrimiento.” (Tomas, 2001, p. 128). En cuanto a las virtudes de la
concupiscencia e irascibilidad se dirá que dependen más del modo de ser, aunque
también se pueden enseñar “Aristóteles, como Platón, insiste varias veces en la
importancia de la educación para la adquisición de las buenas costumbres.”
(Aristóteles, 1962, p. 38). Ascendiendo del control corporal al del alma, más
complejo que el primero que tampoco es fácil pues básicamente es una labor
interminable en el ejercicio de la vida humana. “Pero la concupiscencia del deleite
no sólo es más común y más natural, sino que dura más. Ahora bien, el arte y la
virtud se dan en torno a lo más difícil.” (Tomás, 2001, p. 136). Pero la racionalidad,
el entendimiento y conocimiento de los fines no basta para ser buenos, pues
también quien es ignorante puede mostrar buenas intenciones y el conocedor las
malas. “Por ello, debemos haber sido educados en cierto modo desde jóvenes,
como dice Platón, para podernos alegrar y dolernos como es debido, pues en esto
radica la buena educación.” (Aristóteles, 1962, p. 40).

El término medio entre la abundancia y la ausencia es la meta hacia la cual dirigir


los actos para acercarnos a la virtud. “Así pues, la moderación y la virilidad se
destruyen por el exceso y por el defecto, pero se conservan por el término medio.”
(Aristóteles, 1962, p. 39). Claro está que en la personalidad se evidencia el
ejercicio de los buenos o malos hábitos, pues “… si las virtudes no son ni pasiones
ni facultades, solo resta que sean modos de ser. (Aristóteles, 1962, p. 43). Aunque
debemos tener en cuenta varios factores para juzgar el comportamiento como
bueno o malo. “Los elementos de la situación, que constituyen la circunstancia,
son siete: la persona, la cosa, el instrumento, el lugar, el tiempo, la manera y la
causa.” (Aristóteles, 1962, p. 57). De todas maneras, la Republica será construida
con nuestros actos, voluntarios o no.

En definitiva, debemos relevar la virtud clásica en nuestro tiempo pues no pasa de


moda, a pesar del nuevo entorno, la naturaleza tiende al bien que sigue siendo el
justo medio y no la desproporción; la opulencia conduce a la miseria como
evidenciamos en nuestro país, triste ejemplo de desigualdad. Educar en valores
no debe ser un lema publicitario para atraer clientela, la formación en todos sus
niveles requiere un enfoque humanístico que como decíamos no será suficiente,
faltará que cada una de las partes de la República actúe bien, sin excusas para
nuestros actos que pueden ser o no intencionales, “Sin embargo, ya que está en
nuestro poder comportarnos de una manera u otra, son, por ello, voluntarios.”
(Aristóteles, 1962, p. 66).

REFERENCIAS

Aquino, T. (2001). Comentario a la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Navarra:


Eunsa.

Aristóteles II (1962). Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos.

Ross, W.D. (1957). Aristóteles. Buenos Aires: Editorial Sudamericana

También podría gustarte