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Aristóteles, “Al comienzo de la Ética describe el bien del Estado como ‘mayor y
más perfecto’ que el bien del individuo, y a éste último como algo con que es
preciso contentarse si no se puede alcanzar el primero.” (Ross,1957, p.269).
Teleológicamente la satisfacción individual debe conducir al fin de la ciudad, “…de
allí que el bien haya sido justamente definido: aquello a que tienden todas las
cosas.” (Ross, 1957, p. 269). Entendiendo que el ciudadano no será solamente un
medio, pero si necesariamente el medio conductor al fin.
Veamos ahora que Aristóteles diferencia (según las tendencias vitales que
corresponden a cada especialidad del alma) la virtud dianoética de la virtud ética,
respectivamente “…intelectual y moral. La virtud intelectual se genera y se
acrecienta en mayor medida por la enseñanza. La razón es porque la virtud
intelectual se ordena al conocimiento, que adquirimos por la enseñanza más que
por el descubrimiento.” (Tomas, 2001, p. 128). En cuanto a las virtudes de la
concupiscencia e irascibilidad se dirá que dependen más del modo de ser, aunque
también se pueden enseñar “Aristóteles, como Platón, insiste varias veces en la
importancia de la educación para la adquisición de las buenas costumbres.”
(Aristóteles, 1962, p. 38). Ascendiendo del control corporal al del alma, más
complejo que el primero que tampoco es fácil pues básicamente es una labor
interminable en el ejercicio de la vida humana. “Pero la concupiscencia del deleite
no sólo es más común y más natural, sino que dura más. Ahora bien, el arte y la
virtud se dan en torno a lo más difícil.” (Tomás, 2001, p. 136). Pero la racionalidad,
el entendimiento y conocimiento de los fines no basta para ser buenos, pues
también quien es ignorante puede mostrar buenas intenciones y el conocedor las
malas. “Por ello, debemos haber sido educados en cierto modo desde jóvenes,
como dice Platón, para podernos alegrar y dolernos como es debido, pues en esto
radica la buena educación.” (Aristóteles, 1962, p. 40).
REFERENCIAS