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R0904BS e
R0904BS e
ayudar al CEO?
por Phil Terry
Comentarios de Jaithirth Rao, Susan J. Ashford y Stephen J. Socolof
Abril 2009
Reimpresión R0904B-E
Con una creciente presión por mejores resultados, el CEO
de TrakVue necesita ayuda. Pero todos los caminos que
prueba terminan siendo un callejón sin salida.
E
liot Robbens estaba parado frente a la ventana de su Estaba claro que Jayson no quería sostener esta conversa-
sala de estar. A pesar de que aún estaba oscuro, presen- ción, especialmente debido a que acababa de despertar. Habló
tía que amanecía un hermoso sábado de abril. Miró ha- en forma ambigua y con eufemismos antes de confesar final-
cia las estrellas que lentamente perdían su brillo y hacia abajo mente que había recibido una oferta irresistible de un compe-
vio Manhattan iluminado, y decidió –¿por qué no?– mimarse y tidor en el mundo endogámico del software para la gestión de
hacer algo verdaderamente divertido: ir a la oficina. proyectos basados en la web.
Sí, era verdad. Era un trabajólico. Eliot, el CEO de TrakVue, “Yo la igualo”, dijo Eliot. “La supero”.
una start-up con ciertas dificultades pero de todos modos via- Pero la ubicación era un punto clave. El rival estaba ubicado
ble, sentía que ninguno de los placeres de un cálido fin de en el estado de Washington, el lugar de origen de Jayson.
semana de primavera en Nueva York podía compararse con “Has estado acá sólo seis meses”, dijo Eliot. “Cuando te
el trabajo. Así fue que bajó 22 pisos en el ascensor, salió a la contraté pensé, por fin, tengo la persona perfecta para este
calle e hizo parar un taxi levantando su BlackBerry en la mano, puesto”.
usando su pantalla encendida como una señal. “Gracias, pero…”.
Antes de que el taxi hubiera avanzado una cuadra, ya estaba “Y el atraso de un año de nuestros resultados fue culpa de tu
abriendo su e-mail. Ahí estaban los detalles de su viaje a la predecesor, no tuya. Eso ya te lo he dicho. Lo estabas haciendo
próxima reunión del consejo de administración en la Costa verdaderamente bien”.
Oeste; su asistente trabajaba jornadas tan disparatadamente Pero era demasiado evidente que Jayson estaba decidido.
largas como él. También había un mensaje que decía “Te amo” Tras la conversación, Eliot comenzó a pasearse entre los
que su esposa, Kate, había enviado furtivamente el segundo cubículos vacíos. Quería hablar con alguien. Deseaba que Kate
día de un retiro de meditación de una semana en Lake Tahoe, no estuviera tan inalcanzable.
durante el cual no había acceso a teléfonos ni a internet, y al Se acordó de Amory Essler, un viejo amigo y capitalista de
que había concurrido con dos amigas de la universidad. Luego riesgo que formaba parte del consejo de TrakVue. Estaría en
miró extrañado. En el asunto de un e-mail de Jayson Frantz, su Londres ahora mismo.
vicepresidente de ventas, aparecía una sola palabra: “Perdón”. “Amory”, dijo Eliot. “Qué bueno que te encontré”. Escuchaba
¿Perdón? un anuncio por altavoces en el fondo. Amory le explicó que
Lo abrió. Le bastó con una mirada rápida: “Difícil decisión… estaba en el aeropuerto a punto de tomar un vuelo a Estados
me siento muy mal al dejar la empresa en este momento Unidos. Eliot se desanimó. Su amigo no tenía tiempo para una
clave…”. Eliot quedó impactado. Esto sí que era un desastre. llamada de este tipo.
Leyó el mensaje unas cuantas veces, pero no contenía una “¿Qué hay?”, preguntó Amory.
explicación.
Entró en la oficina y llamó a Jayson a pesar de la hora. “¿Qué Los casos HBR, aunque ficticios, presentan dilemas habituales en
está pasando?”, preguntó. la gestión de empresas y ofrecen soluciones de expertos.
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El caso HBR ¿Quién puede ayudar al CEO?
“Acabo de perder a mi vicepresidente a cargo de un proyecto interno y, tras “Regla 23: no abuse del equipo”, dijo
de ventas... ¡de nuevo!”, dijo Eliot. un año, propuso que fuera escindido y Gellingham amistosamente.
“No lo puedo creer”. que él fuera su CEO. Su propuesta fue G tenía una personalidad acoge-
“Necesito algún consejo”, dijo Eliot. aprobada y logró constituir un exce- dora, al parecer era una persona re-
“¿Me puedes llamar más tarde cuando lente consejo de administración para lajada y objetiva. Mientras tomaban
puedas hablar?”. TrakVue; Amory había sido el primero un descanso para beber agua, Eliot
“Tengo una parada en Chicago, pero, en aceptar. no pudo resistirlo y comentó: “Acabo
Eliot...”. Amory parecía incómodo. “Si Eliot disfrutó de sus nuevos desafíos. de perder a un vicepresidente de ven-
quieres que te ayude a encontrar un Le encantaba tener que cazar sus propias tas por segunda vez”. Le explicó que
nuevo vicepresidente, no creo que haya presas, como decía él. En los primeros la decisión de Jayson de abandonar
otro ejecutivo de ventas realmente meses anunció, lleno de confianza, varias la empresa le había intensificado la
bueno en mi red. Por cierto no uno de la proyecciones ambiciosas de ingresos, las presión en un periodo especialmente
calidad de Jayson. Y no tomes esto per- cuales, dos años después le estaban gene- complicado: el consejo de administra-
sonalmente, pero tenemos un verdadero rando problemas. ción percibía que el atraso de un año
problema, ya que el consejo me percibe Frustrado e inquieto luego de su café, de Eliot respecto de los resultados se
como tu confidente”. decidió ir al gimnasio que quedaba a la debía principalmente a las dispara-
“Escucha”, continuó. “Creo que aquí vuelta de la esquina. Se cambió de ropa tadas proyecciones que había hecho
hay un tema más complicado que va y estaba listo para hacer sus ejercicios hace dos años.
más allá de la decisión de Jayson. Voy –las cintas para correr estaban ubicadas “Esas locas proyecciones; siempre te
a coordinar unas sesiones con un coach en un piso más alto que ofrecía una vista aplastarán”, dijo G.
ejecutivo”. maravillosa del centro de la ciudad y del Eliot repitió lo que varios miembros
Eliot se quejó silenciosamente. “No techo dorado del edificio de New York del consejo de administración le habían
creo que sea lo que necesito”. Life, brillando entre ladrillos y piedras– dicho: que no estaba logrando construir
“Yo te voy a entregar unos cuantos cuando alguien lo llamó por su nombre. el tipo de equipo que ellos habían espe-
contactos. Si el primero no funciona Era Bob Gellingham, un relacionador rado que él formara, que la empresa no
estaba creciendo tan rápido como debía
hacerlo. No pudo repetir una adverten-
cia proveniente de uno de los directores
“Creo que aquí hay un tema más –que estaba a “prueba”–, pero agregó
que la próxima reunión de directores
complicado. Voy a coordinar unas podría resultar ser el desenlace final.
“¡Ah!, el desenlace”, dijo Gellingham,
sesiones con un coach ejecutivo”. mientras servía.
Eliot trató de pegarle a la pelota, pero
no lo logró. “No debí haberte contado
puedes probar con el próximo. De ahí público que de vez en cuando jugaba todo esto”, dijo.
sigues hasta que encuentres uno que te squash con Eliot. “Las personas siempre me cuentan
guste”. “G”, como le gustaba que lo apodaran, sus problemas”, dijo G filosóficamente.
Eliot se arrepintió de haber hecho la lo invitó a jugar. “¿Qué tal tu rodilla?”, “No sé bien por qué. Debe ser porque
llamada. preguntó cuando estaban en la cancha me veo inteligente”. Era un tipo agra-
de squash. dable, pensó Eliot, aunque no parecía
Consultoría en la cancha de Eliot se la tocó, recordando el fuerte especialmente listo. “Esto es lo que de-
squash tiro que le permitió ganar la última vez berías hacer”, dijo Gellingham, seña-
Cuando Eliot salió a comprar un café, que jugaron. “Aún me duele”, dijo. lando con su raqueta hacia Eliot, quien
restos de papeles –impulsados por el “¡Qué bueno!”, dijo G, con un guiño. sintió una súbita oleada de esperanza.
viento– volaban por sobre las aceras. La “Ahora sí que podré ganar”. Gellingham Tal vez, G era listo. “Gánate la madre
cajera lo saludó como siempre: “Hola, había sido parte del equipo universita- de todas las cuentas. Eso es lo que de-
jefe”. rio, pero Eliot normalmente se las arre- bes hacer”.
Jefe. Era un puesto que había anhe- glaba para ganar. O tal vez no. Eliot cerró los ojos.
lado durante todos esos años que tan- Ya sea por su rodilla, o tal vez por su “Mejor aun”, dijo Gellingham, “¡gá-
tas veces había intentado trepar por la cabeza, Eliot pronto empezó a perder. nate dos! Dos madres de todas las
jerarquía corporativa. Siempre hubo Golpeó su raqueta contra el muro. El so- cuentas. Eso es todo lo que debes ha-
alguien antes que él. Luego lo pusieron nido llegó a retumbar. cer”. Recogió la pelota que había ro-