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EMANCIPACIÓN
Carlos Eduardo Moreira
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personas y de las clases oprimidas. De esta manera, el educador comprometido
con la construcción de un proyecto político transformador, construye su
docencia dirigida a la autonomía de la educación, valorizando y respetando
su cultura y su acervo de conocimientos empíricos junto a su individualidad
(FREIRE, 1997a).
Sola, la educación no tiene condiciones de construir una sociedad emancipada.
La exclusión social, la globalización económica y las políticas neoliberales
excluyentes, consolidan a nivel nacional y mundial, un capitalismo que “amplía
su capacidad de producción de mercaderías, acumulación de capital y generación
de riquezas” (ZIKOTZKI, 2007). En este sentido, el trabajo de formación de la
educación popular también debe ejercitar procesos de emancipación individual
y colectiva, estimulando y posibilitando la intervención en el mundo, a partir de
un sueño ético-político de superación de la realidad injusta. Esa intervención se
da en una práctica cotidiana y también histórica, atravesada por desafíos, utopías,
sueños, resistencias y posibilidades.
Según Freire (2000), la lucha por la transformación social, para aquellos que
se posicionan como progresistas, puede suceder en diferentes lugares y momentos:
“Se verifica tanto en las casas, en las relaciones entre padres, madres e hijos,
como en la escuela (…) o en las relaciones en el trabajo. Si soy coherentemente
progresista, lo fundamental es dar testimonio (…) de mi respeto por la dignidad
del otro o de la otra” (p. 55).
El proyecto de emancipación defendido por Paulo Freire contempla también
el llamado multiculturalismo, en el cual el derecho de ser diferente en una
sociedad dicha democrática, como una libertad conquistada por cada cultura,
debe también proporcionar un diálogo crítico entre las diversas culturas, con el
objetivo de ampliar y consolidar los procesos de emancipación.
Incluso con las diversas luchas y “marchas” organizadas en las últimas décadas,
contrarias a las diferentes formas de opresión y de dominación social, Paulo Freire
defiende que el proyecto de una sociedad emancipada será efectivizado realmente
solo en la sociedad socialista, a pesar de las dificultades de concretizarlo al final de los
años 1990, lo que a su modo de ver, no deja de ser “visible” y “palpable”. Según él,
el desaparecimiento del mundo socialista autoritario dejó muchas “mentes, antes
bien comportadas, estupefactas, atónitas, desconcertadas” (FREIRE, 1997a, p.
96), debido a las distorsiones autoritarias, disgustos totalitarios y ceguera sectaria.
Sin embargo, aún hay una posibilidad extraordinaria de continuar soñando y
luchando por el sueño socialista.
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