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En el Libro III, Capítulo I, pág. 608, del mismo Sr. Asencio, y en relación con los
acontecimientos ocurridos en el segundo viaje de Colón, se dice: "En la nao
Marigalante además de los pilotos y de los oficiales, muchos de los principales
empleados, y con ellos Alonso de Ojeda, Ginés de Garbalan y Mosen Pedro
Margarit. Los religiosos se habían dividido en varias embarcaciones pero el P. Boil y
dos o tres más acompañaban al Almarirante y también iba a su lado el Dr. Diego
Álvarez Chanca, que con sus cuentos y dichos agudos amenizaba los coloquios
cuando la animación iba decayendo y las ideas tristes y el recuerdo de la patria y
de la familia abandonada, daban tinte de melancolía a la conversación".
Por otras fuentes se sabe en 1495 salieron para La Española cuatro carabelas en la
que por Real Cédula de ocho de abril se dispuso que llevaran físico e cirujano e
boticario. Con seguridad se cumpliría la disposición real y por los menos, a lo
narrado por Asencio, tenemos que agregar un médico y un cirujano más.
Con todos estos antecedentes podemos sentar que fueron Maese Alonso, físico de
Moguer, y el cirujano Maese Juan, los primeros facultativos de medicina españoles,
que acompañando a Colón en su primer viaje, visitaron a Cuba. El primero, de más
representación y cultura, acompañó al Almirante en su viaje de regreso a España y
con seguridad que llevaría a ese país muestras de plantas, resinas y otras cosas de
las tierras descubiertas. En cuanto Maese Juan quedó atendiendo a los habitantes
del fuerte y poblado de La Navidad, Isla de Santo Domingo, donde murió víctima
del ataque indio o de alguna fiebre del país.
Fig. 4. Dr. Tomás Romay Chacón (1764-1849). Personalidad representativa de la
medicina europea en Cuba.
En su segundo viaje prestaron sus servicios a los navegantes el Dr. Diego Álvarez
de la Chanca y un Cirujano. Se ignora el número y los nombres de los que siguieron
al Almirante en el tercero y cuarto (último) viaje que por lo menos serían dos
médicos y dos cirujanos. Si a estos añadimos el físico y el cirujano de la expedición
de 1495, resulta que hasta 1502 habían visitado y observado el Nuevo Mundo por
lo menos diez facultativos conocedores de una medicina estudiada a fines de la
edad media.
Entre todos ellos el más destacado fue el Dr. Diego Álvarez de Chanca, que ejerció
en Sevilla y fue Médico de Cámara de los Reyes. Este hombre acompañó a Colón en
su segundo viaje, como antes se dijo, vio las ruinas de La Navidad, supo de la
muerte de su compañero Maese Juan, observó el efecto de algunas plantas
americanas, asistió al Almirante de una grave enfermedad -paludismo o tifoidea,
pues estuvo varios días sin conocimiento- y desde allí pidió al Cabildo de Sevilla que
le enviase medicinas y bastimentos por haber muchos enfermos con fiebre "por
mudamientos de aires y aguas". Sin duda, tal personaje acompañó al Almirante en
su regreso convaleciente a España.
Estos médicos habían estudiado con las obras de Galeno, Hosain, Hipócrates,
Avicena, Villanueba y Razhes y eran fieles a ellas con la fe del dogmatismo
religioso. Sus estudios anatómicos eran deficientes pues sólo habían practicado
contadas disecciones. Sus estudios teóricos en las cuatro cátedras de medicina y
dos de anatomía y cirugía le habían robado el tiempo para asistir a las clínicas que
aun se encontraban en pañales. La poca práctica que tenían al recibirse la habían
adquirido al lado de algún profesional de prestigio. Ya tenían en sus manos libros
impresos que sirvieron para darles a conocer los trabajos de los médicos
extranjeros. Casi todos los Doctores procedían de la Universidad de Salamanca y se
encontraban bajo la influencia de la teoría humoral e impresionados por las
disputas escolásticas de la época después de haber hecho el examen de la Cofradía
de San Cosme y San Damián que ya existía en aquellos tiempos.
Sus compañeros de más baja esfera, los cirujanos y romancistas, eran más
ignorantes y usaban una vestimenta parecida a la de los hombres del pueblo:
calzones cortos y ajustados, casaca, gran chaleco de color, camisa con cuello,
pecheras y puños bordados de encaje, peluca rizada y empolvada, trenza y
sombrero chambergo. Sólo sabían hacer alguna mala cura empleando la
interminable sarta de ungüentos recomendados por Galeno o efectuar alguna
operación menor. La operación de la piedra, de la catarata, de la hernia y
amputaciones, sólo se practicaban por los grandes cirujanos.