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El primer viaje de Cristobal Colón

El 3 de agosto de 1492 se suscitó el primer viaje de Cristóbal Colón, también conocido como el
“Viaje del Descubrimiento”; una expedición marítima capitaneada por Colón al servicio de los
Reyes Católicos, Isabel y Fernando de Castilla y Aragón, con la finalidad de encontrar una nueva
ruta de comercio hacia la India.

El 12 de octubre de 1492, tras 36 días de viaje, el marinero Rodrigo de Triana canta desde lo alto
de La Pinta el esperado “tierra a la vista”. Pero no fue el continente asiático el que pisaron, sino un
nuevo mundo. Cristóbal Colón había cambiado el curso de la historia.

La expedición emprendió el regreso el 16 de enero de 1493 y unos días más tarde una tormenta
separó las dos naves. La Pinta, al mando de Pinzón, llegó a Bayona (Galicia) a finales de febrero y
anunció a los Reyes Católicos el descubrimiento.

Para este trascendental viaje, Colón contaría con tres embarcaciones: La Niña, La Pinta y la Santa
María en cuál iría el mismo Cristóbal Colón a bordo. Las tres naves zapatón del puerto de Palos, en
Huelva, el 3 de agosto de 1492, rumbo a las Islas Canarias en donde haría escala para recopilar
provisiones.

El regreso de la expedición sucedió el 16 de enero de 1493, unos días más tarde una tormenta
separó las dos naves, pues para ese entonces la nao Santa María había encallado.

Fue la reina Isabel quien concedió apoyo a Colón para su expedición que, aunque existen varias
teorías sobre la financiación, en todo caso necesitaba su beneplácito. El resto de la historia ya lo
conocemos.

“Tienes el millón de maravedís”, le dijo Isabel la Católica a Cristóbal Colón. A toda prisa, el
almirante había sido convocado para recibir esta feliz noticia; podía financiar su viaje. ¿Cómo?
Porque la reina había empeñado sus joyas personales al judío Luis de Santángel, un protegido de la
corte.

Si en algo coinciden nuestros asesores históricos es en que, antes de comenzar su viaje, Colón no
pidió dinero, sino barcos, tripulación y víveres suficientes para poder llegar hasta las Indias: “Colón
no pidió dinero de entrada, si bien solicitó a los Reyes el flete de los barcos, cuantas más naves y
más tripulaciones mejor, pues había de recorrer la mar ignota, aquella mar, a saber si interminable,
llamada Mar Tenebrosa durante miles de años”, explica Ángeles Irisarri, autora de Isabel, la Reina.
Colón, cuando llega a América en su primer viaje ya tiene contacto con los pimientos, pero los
llama pimienta. Creyó que los ajís eran una variedad de la pimienta. Había similitudes físicas que le
llevaron a hablar de una especia que ayudaba a soportar el frío por su condición de condimento
picante.

Colón trajo consigo algunos ‘indios’ cautivos, loros y plantas desconocidas en Europa. Nada que
mereciera otra expedición a ojos de los monarcas si no fuera porque también presentó el poco oro
encontrado.

A lo largo de sus años en América, Colón obligó a los nativos a trabajar para tener ganancias. Más
tarde, envió a miles de “indios” taínos a España para venderlos, y muchos de ellos murieron
durante el viaje.

Así fue el triste final de la nao Santa María, el frágil barco que Colón naufragó en su primer viaje a
América.

De esta manera, el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón llegó a lo que hoy conocemos como
América al encontrarse con las Antillas y desembarcar en la isla de Guanahaní, misma que bautizó
con el nombre de San Salvador (posteriormente arribó a los actuales territorios de Santo Domingo
y Cuba).

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