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Atención psicosocial en desastres

Temas para entrenamiento


Atención psicosocial en desastres
Temas para entrenamiento
DrC. René E. Ventura Velázquez

Especialista de II Grado en Psiquiatría


Doctor en Ciencias Médicas
Investigador auxiliar
Profesor titular

La Habana, 2011
Catalogación Editorial Ciencias Médicas

Ventura Velázquez, René E.


Atención psicosocial en desastres. Temas para
entrenamiento. La Habana: Editorial Ciencias Médicas, 2011.
151 p.: tab.
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WM34

Medicina de Desastres
Desastres / prevención & control
Efectos de Desastres en la Salud
Emergencias en Desastres
Asistencia Internacional en Desastres
Rescate, Asistencia y Protección en Desastres

Editor: Lic. Caridad B. López Jiménez


Diseño: DI. José Manuel Oubiña González

© René E. Ventura Velázquez, 2011


© Sobre la presente edición:
Editorial Ciencias Médicas, 2011

ISBN 978 - 959 - 212 - 654 - 1

Editorial Ciencias Médicas


Calle 23, No. 202 entre N y O, edificio Soto
El Vedado, La Habana
CP- 10400, Cuba
Teléfono: 832 5338, 838 3375
E-mail: ecimed@infomed.sld.cu
http://www.sld.cu/sitios/ecimed/
A mis hijos y esposa
A mis padres y hermano
Agradecimientos

Es difícil escribir los sentimientos de gratitud en pocas palabras, tratando ade-


más de no repetir caminos trillados. Al revisar algunos libros, escritos por perso-
nas conocidas, en o que no aparecen agradecimientos, comprendo su temor de
dejar de mencionar a quienes tuvieron una participación significativa en la obra
que realizaron. Sin lugar a dudas, no hay posibilidad de mencionarlos a todos.

Mirar las cuartillas que durante años escribí, convertidas en un material presen-
table, reviste para mí un alto significado en lo profesional, por lo que la lista de
personas a quienes debo agradecer, incluye a los que me formaron, primero
como médico y después como especialista, a los que me motivaron por la inves-
tigación y la docencia. También a los que me exigieron en la labor asistencial, a
mis pacientes, a las compañeras y compañeros de trabajo y a la familia que ha
garantizado siempre la retaguardia.

Tres nombres serán mencionados en representación de todos. Los doctores y


profesores: Ricardo González Menéndez, ejemplo para todos los profesionales
de la salud mental, que por su constancia como docente e investigador y su
legado de publicaciones, representa un gran reto para quienes tenemos el com-
promiso de continuar su labor; José R. Menéndez López, tutor de muchos doc-
tores en ciencias médicas, entre los que me incluyo, que ha sido también mi
tutor para la vida, además de promotor intelectual de este libro, y Antonio de
Jesús Caballero Moreno, mi profesor y amigo desde hace 20 años, cuando
comencé como residente de psiquiatría, con quien comparto inquietudes, dudas
y motivaciones profesionales.

Este libro no habría visto la luz, sin la meticulosa revisión de los profesores,
Carlos R. Quevedo Fonseca y Alberto Clavijo Portieles. Vaya ellos mi más alta
valoración por la gentileza de haber dedicado tiempo y esfuerzo, sus
señalamientos motivaron cambios significativos al manuscrito que revisaron. Mi
agradecimiento al profesor Guillermo Mesa Ridel, director del Centro Latino-
americano de Medicina de Desastres “Dr. Abelardo Ramírez ”, por sus genero-
sas consideraciones expuestas en el prólogo.

Mi reconocimiento a la Editorial de Ciencias Médicas, con la que todos los


profesionales cubanos de la salud debemos estar comprometidos para divulgar
la experiencia de las ciencias médicas cubanas, especialmente el trabajo reali-
zado por la Lic. Caridad B. López Jiménez con quien mucho aprendí durante las
sesiones de trabajo.

Personas significativas en el proceso de escribir y publicar este libro no verán


su nombre reflejado aquí, pero doy fe a todos de que mi agradecimiento perdu-
rará en mí corazón.
Prólogo

A lo largo de la historia de la humanidad, la naturaleza ha demostrado el


poder de los fenómenos naturales. El mundo antiguo fue testigo de catastróficos
sismos que demolieron valiosos tesoros de la cultura universal. Hoy día
devastadores peligros hidrometeorológicos han venido impactando a países, cuyas
poblaciones nunca antes habían visto tan impresionantes fuerzas. La escalada
de desastres a nivel mundial sugiere hoy día fortalecer las capacidades de la
reducción del riesgo de desastres para abatir la sinergia reinante entre los peli-
gros y las vulnerabilidades, de conjunto con las dinámicas de la naturaleza y de
las sociedades.
En la interrelación del hombre con su medio, el factor psicológico desempeña
un papel fundamental. En las situaciones de desastres esa relación comúnmen-
te se altera, los factores del medio se vuelven agresivos al individuo y a la
comunidad. Ante tal situación, la mayoría de las personas tienen un comporta-
miento “normal”, en otras se pueden desencadenar manifestaciones que varían
desde simplemente estresogénicas, hasta psicotraumatizantes, con permanen-
tes alteraciones y enfermedades mentales. Por eso el cuidado de la salud men-
tal en situaciones de desastres se ha convertido en un acicate para que
profesionales y especialistas en la materia, orienten sobre la mejor manera de
abordar las reacciones de los individuos y de los grupos humanos, en el antes,
durante y después de un evento de ese tipo.
Los directivos plantean la necesidad de fundamentar cuáles son las mejores
estrategias para elevar la capacidad de enfrentamiento de sus poblaciones, con
un óptimo nivel de protección de la salud mental, prevenir trastornos mentales y
encontrar las mejores fórmulas para el tratamiento y la rehabilitación en tales
circunstancias.
En los últimos años se ha comenzado a incorporar a los programas de salud,
el componente psicosocial para el enfrentamiento a las emergencias y los de-
sastres a nivel internacional. En Cuba se implementan lineamientos para la sa-
lud mental en situaciones de emergencias y desastres, los que se dirigen no solo
a tratar la enfermedad psíquica, sino también a toda una gama de problemas
como la aflicción, el duelo, las conductas violentas y el consumo excesivo de
sustancias adictivas, que pueden estar presentes en tales situaciones. De hecho
se enfatiza en la importancia de los primeros auxilios psicológicos, la terapia del
juego para niños en albergues, el manejo psicológico del duelo, el uso apropiado
de técnicas de ayuda psicológica en incidentes críticos y afrontamiento del estrés,
entre otros aspectos.
La obra “Atención psicosocial en desastres. Temas para entrenamiento”,
del autor René Esteban Ventura Velázquez, es la respuesta a una necesidad
sentida por nuestros profesionales y técnicos. Su actualidad es indiscutible y
resulta aplicable para cualquier situación y tipo de desastres, no solo en Cuba
sino también para otros países donde se presta nuestra ayuda solidaria e inter-
nacionalista.
Se trata de una obra novedosa, contentiva de temas que abarcan la perspec-
tiva psicosocial de los desastres y el cambio de paradigma que se produce con
el desarrollo de la especialidad de psiquiatría hasta los aspectos concernientes a
la repercusión psicosocial de los desastres, los principales trastornos psiquiátri-
cos que provocan, las acciones de los equipos de salud y las diferencias de los
efectos con respecto a la guerra. Se establecen modelos para la autoevaluación
de cada tema, que recogen la experiencia de alumnos anteriores y relaciona
suficientes referencias bibliográficas que potencian los criterios aportados.
El texto representa una importante guía conductora sobre la manera de ac-
tuar en cada caso, ante los efectos devastadores que sobre la mente de las
personas involucradas (afectados, rescatistas y personal de salud) provocan los
desastres de todo tipo. Tiene una acertada y variada inclusión de definiciones e
incluye los conceptos que necesitan conocer los lectores.
A lo largo de la obra se puede comprender, de manera clara, el trabajo a
desarrollar por los equipos de salud mental en condiciones de desastres, en
cualquier tipo de instalación y atendiendo además a su propia supervivencia. Se
señalan y explican con objetividad las técnicas que deben dominar los psiquiátras
y psicólogos que intervienen en emergencias y desastres, y las acciones a desa-
rrollar con apoyo de facilitadores; en particular brinda ejemplos del trabajo de la
brigada “Henry Reeve” en Haití, apoyada por líderes comunitarios.
El autor hace además un adecuado análisis sobre el papel del personal médi-
co en la protección y asistencia a las víctimas de los conflictos armados y su
importancia; en el caso particular del personal de salud cubano, a partir del
cumplimiento del deber internacionalista que caracteriza la política solidaria de
nuestro país y la posibilidad del surgimiento de tales conflictos, en lugares donde
estos puedan estar desempeñándose.
La manera fácil y comprensible que utiliza el autor, sin perder un ápice de su
calificación científica, la consecuente revisión bibliográfica realizada, las impor-
tantes referencias señaladas, el modelaje de autoevaluación, unido a la expe-
riencia personal práctica y docente, y la congruencia de lo expuesto, que toma
en consideración variados enfoques, hacen del presente texto un elemento de
estudio y referencia obligado, que debe engrosar la bibliografía de cualquier
centro especializado y de docencia médica del país. Las necesidades educati-
vas existentes sobre el tema en estudiantes de pregrado y de postgrado, de las
ciencias médicas y de otras disciplinas, tanto del ámbito nacional como interna-
cional, corroboran esta afirmación.
El libro trata de forma convenientemente explícita 3 temas de marcada im-
portancia para el desempeño del personal de Atención Primaria de Salud (APS)
en situaciones de desastres: el papel del equipo de salud mental en todas las
etapas del ciclo de reducción de los desastres, el diagnóstico de salud mental en
estas situaciones y la elaboración del plan de salud mental en desastres. Es
precisamente el personal de la APS quien tiene mayor oportunidad de promover
en la comunidad una cultura de prevención de los desastres.
Un valor agregado de esta obra, es sin dudas la inclusión de la autoevaluación
del contenido en cada capítulo, y favorece que el libro pueda ser utilizado en
intervenciones educativas que resulten en el fortalecimiento de la capacidad de
los recursos humanos del sector salud para una adecuada respuesta en todas
las etapas del ciclo de reducción de desastres. Se trata de una valiosa, necesa-
ria y actualizada obra en cuanto a su contenido, que además resulta interesante
y fácil de leer.
Es un libro que coadyuva al buen desempeño profesional en el campo de la
salud mental y representa una oportunidad que se abre, en especial para psicó-
logos, psiquiátras, sociólogos, epidemiólogos, profesionales del nivel de APS y
de atención hospitalaria; personal de enfermería y trabajadores sociales; así
como equipos de primera respuesta, profesionales que participan en programas
de capacitación y de contención psicológica; emergencistas que operan en ac-
tividades como el triage, la recepción y manejo masivo de victimas en observa-
ción, cuidados intensivos, cuidados intermedios, aplicando técnicas de intervención
en crisis o en los primeros auxilios psicológicos, en los pacientes y en la atención
a sus familiares.
También es útil para especialistas del área de la prevención de accidentes,
profesionales que desarrollan programas de sensibilización y motivación desti-
nados al cambio cognitivo, al sector educación que organiza la capacitación de
docentes y alumnos, y asesora la implementación de estrategias psicoeducativas,
así como la atención a los niños y adolescentes víctimas de emergencias y
desastres. A los docentes especialistas en cursos de formación de paramédicos,
bomberos, fuerzas armadas, orden interior, voluntarios de la Cruz Roja y funcio-
narios de la Defensa Civil, y el personal que trabaja en diversos programas de
capacitación a entidades gubernamentales y no gubernamentales, vinculados
con las emergencias y los desastres.
Considero que este libro puede convertirse en un importante texto de con-
sulta y constituir una valiosa herramienta en manos de profesores e investigado-
res que tengan especial interés en los estudios de la atención psicosocial en
desastres, desde lo histórico y social, hasta la particularidad del abordaje
individualizado, y en un sentido amplio con las modalidades más novedosas de la
actuación especializada de la salud mental en desastres.
Representa un privilegio poder contar con este libro que aborda contenidos
desde la perspectiva de nuestra realidad nacional, nuestro marco legal sobre
reducción de desastres y nuestras experiencias, sin dejar de recoger los resulta-
dos de la investigación y de la práctica universal sobre el tema.
Sírvase Usted, amigo lector, utilizar este libro como un referente para profun-
dizar en el conocimiento, para elevar su preparación y promover la necesaria
cultura de prevención de desastres. Para todos aquellos que deberán ser capa-
ces de comunicarse en un lenguaje común, trabajar en equipos multidisciplinarios
e intersectoriales, y compartir escenarios que tienen como elemento común la
emergencia y el desastre, esta obra será un tesoro de incalculable valor.

Dr. Guillermo Mesa Ridel


Director
Centro Latinoamericano de Medicina de Desastres
Prefacio
El presente libro pretende ser útil para psiquiátras, psicólogos, enfermeras y
demás miembros del equipo de salud mental, así como para médicos generales,
miembros de equipos de primera respuesta, trabajadores sociales, rehabilitadores
y otros especialistas interesados y relacionados con el tema.
Durante la preparación de los miembros de la Brigada Médica Internaciona-
lista “Henry Reeve”, ha sido necesario, hasta el momento, apoyarse en las
escasas publicaciones nacionales existentes, las publicaciones generadas por la
Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud,
que no siempre se adecuan a las normativas y políticas del Ministerio de Salud
Pública de Cuba, aspecto que este manual supera.
Pretende resolver una necesidad del país y la región, con el objetivo de
facilitar al sector de la salud, un texto que posibilite entrenar en la atención a los
problemas psicosociales en los desastres, desde un enfoque científico que se
ajuste a la política nacional, sobre la base de las experiencias cubanas en la
salud mental, al sustentarse en investigaciones de campo realizadas y contras-
tadas en desastres, no contenidas en textos anteriores. Apoya las indicaciones
realizadas por la dirección del país, especialmente por el Ministerio de Salud
Pública, en la atención de la salud en situaciones de desastres.
El libro está estructurado en 6 capítulos, al final de cada uno están incluidas
las referencias bibliográficas citadas, lo que facilita al lector ampliar sus conoci-
mientos y localizar las fuentes, en su gran mayoría disponibles mediante la red
de salud de Infomed.
Cada capítulo incluye una guía de autoevaluación, que puede ser empleada
para medir los conocimientos, utilizada en los cursos impartidos y modificada
atendiendo a los resultados alcanzados y las opiniones de los alumnos. Se hace
referencia a recientes eventos como el caso del terremoto en Haití, y otros
publicados en el año 2010.
Si la información contenida en este texto resultara útil en la formación de
quienes tienen la misión de atender el sufrimiento humano a consecuencia de
los desastres, solo entonces nos sentiremos recompensados.

El autor
Contenido
CAPÍTULO 1
EL DESASTRE DESDE LA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL/ 1
La sección de intervención en desastres/ 1
Breve historia del abordaje de las situaciones de desastre/ 3
Concepto de desastre/ 5
Clasificación de los desastres/ 11
Etapas del ciclo de reducción de desastres/ 14
Amenaza, riesgo y vulnerabilidad/ 15
Amenaza/ 17
Vulnerabilidad / 18
Riesgo/ 21
Autoevaluación/ 23
Referencias bibliográficas/ 25

CAPÍTULO 2
CAMBIO DE PARADIGMA DE ACUERDO CON EL DESARROLLO
DE LA PSIQUIATRÍA/ 27
Enfoques en al abordaje de la enfermedad mental/ 27
Obstáculos al desarrollo/ 31
El paradigma de la atención primaria/ 40
El equipo de salud mental en situaciones de desastres/ 41
Autoevaluación/ 51
Referencias bibliográficas/ 53

CAPÍTULO 3
REPERCUSIÓN PSICOSOCIAL Y GRUPOS ESPECIALES/ 55
Consideraciones de la repercusión psicosocial de los desastres/ 56
Clasificación de los afectados en desastres/ 56
Grupos vulnerables/ 58
Mujeres/ 58
Niños y adolescentes/ 58
Ancianos con problemas de salud/ 62
Albergados/ 62
Equipos de socorristas/ 64
Discapacitados/ 69
Refugiados y desplazados/ 75
Autoevaluación / 77
Referencias bibliográficas/ 79
CAPÍTULO 4
PRINCIPALES TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS EN DESASTRES/ 82
Factores que determinan las manifestaciones clínicas en víctimas de desastre/ 82
Manifestaciones que dependen de las etapas del impacto/ 82
Principales trastornos psicológicos/ 86
Trastornos psiquiátricos más frecuentes/ 86
Trastorno por estrés agudo/ 87
Trastorno por estrés postraumático/ 90
Otros trastornos/ 96
Conducta suicida/ 96
Trastornos disociativos o de conversión/ 97
Trastorno psicótico breve/ 97
Estados de pánico/ 98
Otros síndromes/ 99
Síndrome de aflicción por catástrofe, también conocido como síndrome
de desastre/ 99
Síndrome del superviviente/ 99
Autoevaluación/ 100
Referencias bibliográficas/ 101

CAPÍTULO 5
ACCIONES DEL EQUIPO DE SALUD ANTE SITUACIONES DE
DESASTRES/ 104
Psiquiatría y psicología de emergencias y desastre / 104
Técnicas psicológicas específicas en desastres/ 105
Triage o selección/ 106
Defusing o desactivación/ 106
Debriefing o desmovilización/ 106
Apoyo psicológico/ 108
Intervención en crisis/ 109
Primera ayuda psicológica/ 111
Terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimientos ocula-
res/ 112
Afrontamiento del estrés y prevención del síndrome de Burnout/ 114
Trabajos con grupos psicoeducativos y de apoyo emocional/ 116
Área de control del estrés/ 121
Entrenamiento autógeno/ 121
Automasaje/ 122
Técnicas de respiración/ 122
Aromoterapia/ 123
Musicoterapia/ 123
Hidroterapia/ 125
Dietoterapia/ 125
Elaboración del plan de acción en desastres/ 126
Diagnóstico de la situación de salud mental/ 129
Presentación de datos de la situación de salud/ 129
Dispensarización de la población / 129
Análisis de la situación de salud/ 130
Acciones a desarrollar con la ayuda de facilitadores/ 131
Autoevaluación/ 132
Referencias bibliográficas/ 134

CAPÍTULO 6
LOS DESASTRES COMO FENÓMENOS DIFERENTES
A LA GUERRA/ 136
Diferenciación entre la guerra y los desastres/ 136
El Derecho Internacional Humanitario/ 139
Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja/ 143
Autoevaluación/ 147
Referencias bibliográficas/ 150
Capítulo 1

El desastre desde la perspectiva


psicosocial

La sección de intervención en desastres


A partir de la década del 70 del pasado siglo se comienza a prestar especial
atención a los problemas de salud mental de los desastres, al abordarse
integralmente sus consecuencias, por lo que su atención ha dejado de ser una
quimera gracias al despertar de la conciencia de su necesidad, tanto en las
personas que lo sufren, como en las autoridades a los distintos niveles encarga-
dos de la atención y solución de estos problemas.
En este esfuerzo se inserta el trabajo de la Asociación Mundial de Psiquiatría
(WPA) a la que pertenecen 124 sociedades nacionales, agrupadas en 4 regio-
nes y 18 zonas con cerca de 200 000 psiquiatras, funcionan además 64 seccio-
nes científicas (Mezzich, 2006). La WPA desde inicio de este siglo, ha
estructurado un grupo de acciones a tenor de las posibilidades con que cuenta,
de manera que pueda ayudar tanto a las sociedades miembros de la WPA,
como a otros, en la dirección de superar las consecuencias psicosociales de sus
comunidades.
Según Mezzich (2006), la WPA ha cumplido los esfuerzos en salud mental en
desastres a través de:
− El Comité Ejecutivo: fórmulas políticas y tareas de vigilancia y seguimiento.
− El Programa Institucional de Desastre y Salud Mental: responsable de la
coordinación operativa.
− La Sección Científica de Desastres: coordina el desarrollo de los recursos de
carácter académico. Esta sección científica surge a partir de Desastres y
Psiquiatría Militar, que existía anteriormente.
− Los equipos de trabajo locales: responsables de la valoración de la situación
básica y de la elaboración de protocolos sólidos.
− WPA South Asian. Tsunami Task Forces.
− WPA Inter-Sectional Task Forces on Katrina.
− WPA Task Forces on the Kashimir Earthquake.

1
El 3 de diciembre de 2005, durante la Conferencia Internacional del Sur de
Asia de la Asociación Regional de Cooperación Internacional (SAARC), en
Agra, India, se propuso la constitución de secciones nacionales sobre desastres,
que estarían relacionadas con la Sección de Desastres de la WPA,Ventura
(2009).
El 27 de octubre de 2006, atendiendo a las proyecciones de la WPA y de la
intención de la Sociedad Cubana de Psiquiatría (SCP), de potenciar el desarro-
llo de su membresía, se decide la creación de la Sección de Intervención en
Desastres, subordinada a la SCP, que entre sus objetivos de desarrollo, tiene
dentro de sus objetivos de desarrollo, (Ventura, 2009):
− Agrupar a los interesados en el tema.
− Impulsar la capacitación.
− Potenciar un espacio dentro de los distintos eventos que se desarrollen.

Durante el tiempo transcurrido, las principales direcciones de trabajo se han


proyectado hacia el desarrollo de cursos y talleres de capacitación, así como
otras actividades científicas junto a la estimulación y divulgación de investiga-
ciones sobre el tema.
Existe la intención de continuar el desarrollo de estas actividades, tanto por
organizaciones internacionales como nacionales, debido a que Cuba se encuen-
tra en una zona de riesgo, azotada por diferentes eventos naturales, y con posi-
bilidad de sser afectada por otros eventos producidos por el hombre, con su
costo en recursos materiales y psicológicos para la población.
La WPA, como organización médica internacional, ha avanzado en este tema,
de igual modo la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado dispo-
siciones y desarrollado procedimientos para la atención y educación de los im-
plicados en la atención a la salud mental en desastres (Mezzich y Sarraceno,
2007).
Durante la Conferencia Regional de la WPA, realizada el 30 de noviembre
de 2006, en Lima, Perú, se elaboró una Declaración Conjunta OMS-WPA so-
bre la función de los psiquiatras en respuesta ante los desastres, que reconoce
lo siguiente:
− Que los desastres producen efectos devastadores sobre las personas, las
familias, las comunidades y los grupos sociales con aumento de los trastornos
mentales.
− La atención a los aspectos de salud mental se realizan en condiciones espe-
ciales de ausencia o escasez de recursos materiales y humanos, por lo que
resulta necesario.
− El establecimiento de prioridades y la coordinación de todas las respuestas de
ayuda en salud mental.
2
La WPA está interesada en promover la salud mental en los lugares afecta-
dos por desastres, teniendo en cuenta los valores culturales, religiosos y sociales
de las personas (Okasha, 2005). Se conoce que los efectos negativos sobre la
salud mental tienen lugar no solo entre aquellos que sufrieron las pérdidas de
manera directa, sino que también afectan a otras personas, entre los que se
encuentran incluso quienes participan en las labores de auxilio. Estos esfuerzos
han propiciado que un número cada vez mayor de psiquiatras se interesen en
investigar las consecuencias psicosociales de los desastres y la manera en que
deben intervenir los equipos de salud mental (Okasha, 2005; Summerfield, 2005).
La experiencia acumulada en estos años en Cuba permite disminuir las víc-
timas mortales, aunque en lo que se refiere a impacto económico, vulnerabilidad
y atención a las consecuencias emocionales en las víctimas, queda mucho ca-
mino por recorrer.
En Cuba, la atención a la salud y la salud mental de la población, se ha visto
favorecida por el hecho de asentarse la salud pública cubana en la atención prima-
ria y comunitaria, porque es la propia comunidad, con sus estructuras y recursos,
quien lleva la mayor parte del peso en el enfrentamiento a estos fenómenos.
El Ministerio de Salud Pública de la República de Cuba (MINSAP) reconoce
la importancia de la atención a los problemas psicosociales vinculados a los
desastres y lo ha refrendado en la Instrucción Ministerial No. 20 del 30 de
septiembre de 2008 para la implementación de los “Lineamientos para la salud
mental en desastres en Cuba”, (Cuba. Ministerio de Salud Pública, 2008), con el
objetivo de perfeccionar los planes de reducción de desastres en el sector salud
de cada territorio del país, basados tanto en el contexto de los riesgos y vulnera-
bilidades, como en las fortalezas y la resiliencia presentes en el territorio.
La sección de intervención en desastres de la SCP ha desarrollado la mayor
parte de su labor vinculada al Centro Latinoamericano de Medicina de Desas-
tres (CLAMED) “Dr. Abelardo Ramírez”, mediante la participación en congre-
sos nacionales e internacionales, impartiendo cursos en las distintas provincias
del país y desarrollando un módulo con este tema en la Maestría de Salud en
Desastre impartido en este Centro. Esta sección tiene la intención de crecer en
el número de miembros a partir de un grupo mayor de interesados en el tema
(Ventura, 2009).

Breve historia del abordaje de las situaciones de


desastre
Los desastres han acompañado a la humanidad desde su surgimiento, ha-
ciéndose más complejos con el desarrollo social y apareciendo nuevas causas.
Las consecuencias para la salud física de las personas resultan evidentes por lo
que han sido objeto de atención por la medicina desde su surgimiento como
ciencia.
3
El estudio de sus consecuencias en el plano psicológico es relativamente
reciente. La mayor parte de las veces, los esfuerzos se han dirigido a reparar
los daños físicos en las personas, la restauración de la vitalidad de las
infraestructuras viales, y el suministro de electricidad, agua, entre otras priori-
dades, mientras que se han descuidado los aspectos psicológicos.
Desde la antigüedad han sido diversas las explicaciones a los distintos de-
sastres. Aristóteles y Séneca afirmaron que los temblores eran provocados cuan-
do la presión del aire que circula por debajo de la superficie terrestre, busca una
salida.
En 1640, Juan Requejo Salcedo, aseveraba que Ciudad Panamá no sufría
temblores en virtud de su suelo arenoso, que disipaba las exhalaciones y los
vapores aéreos responsables de los movimientos de la corteza terrestre. En
1651 las autoridades de Guatemala pidieron a sus habitantes cavar hoyos en los
jardines, de manera que permitiera ofrecer una salida a los vientos que sacudían
el suelo, con lo que pretendían evitar futuros temblores de tierra. Es erróneo
considerar que estas explicaciones son solo cosas del pasado. Aún existe misti-
cismo alrededor de la explicación de variados desastres, principalmente los mal
llamados desastres naturales, cuando los pronósticos no se cumplen, o cuando
se anuncia que no van a seguir sucediendo réplicas de temblores y continúan.
Las descripciones de las consecuencias de los desastres en el comporta-
miento de las personas y en la aparición de síntomas psicológicos, aparecen en
el año 1666 y fueron realizadas por Samuel Pepys a raíz del gran incendio de
Londres, que describió un cuadro semejante a lo que hoy se conoce como lla-
mamos trastorno de estrés postraumático.
En 1866 Erichsen describió un síndrome con síntomas psicosomáticos y
cognitivos en víctimas de desastres ferroviarios. En 1889 Herman Oppenheim,
introdujo el término de neurosis traumática, concepto que mantiene su vigen-
cia. El suizo Edouar Stierlin publicó dos investigaciones, una referida a un grave
accidente minero en 1906 y otra sobre el terremoto de Messina (1908) en el que
estudió a 135 personas dos meses después de ocurrido.
A los psicotraumas se les ha asignado un papel relevante como generadores
de psicopatologías. Sigmund Freud modificó sus ideas respecto a la relación
trauma-psicopatología con el paso de los años, para finalmente ignorar el efecto
de los traumas reales, los que sustituyó por los traumas fantaseados.
Es la experiencia bélica la que ofrece descripciones más completas y abun-
dantes, con características clínicas similares a la que ofrecen los desastres civi-
les. En la guerra, las personas están expuestas a gran cantidad de agentes
psicotraumatizantes, que se salen del rango de la experiencia humana habitual.
En la Primera Guerra Mundial, fue de mucho interés la neurosis traumática,
y se debatió profundamente el llamado shock de las trincheras, que también

4
se relacionó con causas físicas, esta vez por lesiones cerebrales. Por esa época,
los síntomas residuales asociados al estrés del combate fueron clasificados como
neurosis de guerra, pero aunque los acontecimientos bélicos fueron conside-
rados como factores precipitantes, se pensó que las causas fundamentales es-
taban en predisposiciones, como alteraciones de la personalidad y así
subestimaban el efecto traumático de la batalla.
En la Segunda Guerra Mundial aumentaron las investigaciones sobre las con-
secuencias psíquicas de la guerra, durante su curso se reportó un incremento de
la incidencia de la neurosis traumática, sobre todo entre las tropas dislocadas
en el Pacífico, donde existían las peores condiciones y mayor aislamiento, a
pesar de que había sido mayor el número de reclutas rechazados por causas
psíquicas, comparado con la anterior contienda mundial.
A esa condición clínica se le llamó agotamiento del combate, en la que
diferentes psiquiatras demostraron que numerosos soldados sin antecedentes
de enfermedad mental, habían sido afectados por la exposición al estrés propio
de la guerra. Estos según Menninger, sí se trataban cerca de la línea de comba-
te, se recuperaban mejor que los tratados en hospitales de retaguardia.
Algunos autores han publicado sobre los diversos desastres ocurridos en la
región de América Latina y el Caribe, sacudida por desastres de gran magnitud
en países como Nicaragua, El Salvador, México, Guatemala, Perú, Colombia y
Haití, los que han ocasionado cuantiosas pérdidas de vidas humanas, Pacheco
y otros (1987). Dichas experiencias han proporcionado una mayor toma de
conciencia sobre la importancia del enfrentamiento a los desastres, por lo que
en 1990 la OPS/OMS creó el “Centro Regional de Información sobre Desas-
tres” (CRID), encargado de recolectar, organizar y distribuir documentación en
los aspectos de la reducción de desastres, con programas especiales como el de
Mitigación de desastres en hospitales y sistemas de agua potable, el Siste-
ma de manejo de suministros humanitarios y el Uso de Internet para de-
sastres y emergencias.

Concepto de desastre
Etimológicamente la palabra desastre está compuesta por los vocablos lati-
nos des: que significa negación, contrario o inversión del significado y astre:
astro o estrella, es decir un evento adverso producido por las estrellas o en su
extensión más amplia por los dioses.
Catástrofes. Utilizado la mayor parte de las veces como sinónimo de desas-
tre, incluso en muchos artículos un mismo autor suele utilizar ambos términos de
manera indistinta. En otros lo distinguen adjudicándole niveles superiores de
devastación.

5
Emergencias. Son situaciones inesperadas que comprometen la vida y la
integridad física de una o de varias personas y que demandan una intervención
especializada, supone una ruptura de la normalidad de un sistema. La respuesta
de la comunidad por intermedio de sus propios equipos de primera respuesta es
suficiente.
Emergencias complejas. Las emergencias complejas usualmente involucran
situaciones en las que la población civil sufre accidentes y pérdidas de propie-
dad, servicios básicos y medios de subsistencia como resultado de guerras,
contiendas civiles u otros conflictos políticos (Noji, 1992).
Crisis. Estado temporal de trastorno psicológico caracterizado por ansiedad,
confusión y desorganización, causado por un suceso inesperado que es vivido
como una amenaza o pérdida y que resulta insuperable con los mecanismos
habituales de la persona para enfrentar problemas (Dúrate, 2008).
En una revisión realizada por Sauchay Romero, se encontraron 68 definicio-
nes de desastre hechas por investigadores, expertos, organizaciones humanita-
rias, oficinas gubernamentales, organismos mundiales y documentos jurídicos y
oficiales. Los diferentes autores hacen hincapié en distintos aspectos, e incluso
dependiendo de las concepciones y culturas utilizan sinónimos como catástrofe
en lugar de desastres, llegando a alternar en un mismo documento ambos voca-
blos (Sauchay, 2009).
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), define el desastre como
una desgracia grande, suceso infeliz o lamentable (RAE, 1992).
Benyakar (2002), considera que los desastres y las catástrofes son la máxi-
ma expresión de la implosión de un evento fático en el psiquismo del individuo.
De Lisi (2006), expresa que los desastres son acontecimientos inesperados
que dan lugar a una crisis de gran envergadura en las sociedades organizadas, a
pesar de los protocolos de intervención preparados con antelación. La naturale-
za de los desastres genera diversas disfunciones nuevas y pone de manifiesto
otras situaciones de disfunción que ya existían previamente, lo que significa que
se circunscribe al marco del impacto causado por un evento.
Según Crocq Doutheau y Salham, (1987), la catástrofe es evento nefasto,
súbito y brutal, que causa destrucción material importante o de la geografía
humana, gran número de damnificados y una desorganización social notable o
las tres cosas a la vez.
Algunos autores, además de hacer referencia al impacto de estos fenómenos
sobre la comunidad, tratan sobre la repercusión sobre la salud:
Gómez Jacinto explica que el desastre es un evento que ocurre de repente,
inesperada e incontroladamente, de naturaleza catastrófica, que implica la pér-
dida o la amenaza de la vida o de la propiedad, perturba el sentido de la comu-
nidad y a menudo, provoca consecuencias psicológicas adversas para los
supervivientes.
Para Cohen y Ahearn (1989): los desastres son eventos extraordinarios que
originan destrucción importante de bienes materiales y pueden dar como resul-
tado la muerte, lesiones físicas y sufrimiento humano.
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Oliver-Smith comenta que "Un desastre se presenta cuando un fenómeno
natural o tecnológico, ocasiona daños y pérdidas a las principales instalaciones
sociales, organizacionales y físicas de una comunidad, hasta el grado de que las
funciones esenciales de la sociedad se interrumpen o destruyen, lo cual da como
resultado estrés individual y trastorno social de diversa severidad".
Lorenzo Ruiz (2005), considera que el desastre constituye un hecho inespe-
rado y de por sí catastrófico, provocando grandes pérdidas humanas y materia-
les. Los individuos y sus comunidades en mayor o menor medida relacionados
con el desastre lo perciben como un evento vital estresante, una especie de
situación amenazante y de conflictos, la cual conlleva a una ruptura y modifica-
ción del ciclo vital de los damnificados y del equilibrio hombre entorno en un
sociedad concreta.
Estos autores se refieren además al carácter repentino e inesperado, que
excluye a los desastres de inicio lento y a veces crónico. Otros, además de
considerar las causas y las consecuencias para la salud y la comunidad, mani-
fiestan la necesidad de ayuda externa, entre los que se encuentran:
Poncelet y Caldós de Almeida (2002) consideran los desastres como el resul-
tado de un evento natural, accidente tecnológico o directamente provocado por
el hombre, en el que se ve amenazada la vida de las personas o su integridad
física, que producen muertes, lesiones, destrucción, pérdidas materiales, así como
sufrimiento humano en general. Se sobrecargan los recursos locales, que se
tornan insuficientes y quedan amenazadas la seguridad y funcionamiento nor-
mal de la comunidad, planteando entonces como una característica de los de-
sastres, la necesidad de ayuda exterior.
Para Charles Fritz (1961), el desastre es desde un punto de vista sociológico,
una ocasión de crisis o estrés social, observable en el tiempo y en el espacio, en
que sociedades o sus componentes (comunidades, regiones, etc.) sufren daños
o pérdidas físicas y alteraciones en su funcionamiento rutinario, a tal grado que
exceden su capacidad de autorrecuperación, por lo que requieren la interven-
ción o cooperación externa.
La OMS define a un desastre natural como: un acto de la naturaleza, de tal
magnitud que da origen a una situación catastrófica en la que súbitamente se
alteran los patrones cotidianos de vida, y la gente se ve hundida en el desamparo
y el sufrimiento; como resultado de ello, las víctimas necesitan víveres, ropa,
viviendas, asistencia médica y de enfermería, así como otros elementos funda-
mentales de la vida y protección contra factores y condiciones ambientales
desfavorables, los cuales, en la mayor parte de los casos, deberán provenir de
áreas que están fuera de la zona de desastre. Esta definición tiene en cuenta los
tres aspectos que han conformando las definiciones anteriores: impacto, conse-
cuencias para la salud y necesidad de ayuda.
Se entiende la intervención externa, no necesariamente como ayuda interna-
cional sino a la participación de disímiles estructuras que no son suficientes en la
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comunidad, y por lo tanto, son brindadas por comunidades vecinas o por los
niveles centrales. Además en un desastre, las consecuencias no se resuelven
socialmente solo mediante acciones de respuesta específica sino que demandan
también de procesos de recuperación material y social que generen transforma-
ciones perdurables en la comunidad.
Otros autores se refieren a diversos problemas como:
Caputo y Herzer (1996), explican que un desastre es una relación extrema
entre un fenómeno físico y la estructura y organización de una sociedad, de
manera que se crean coyunturas en las que se supera la capacidad material de
la población para absorber, amortiguar o evitar los efectos negativos del evento.
Estos autores destacan otra dimensión del asunto, la vulnerabilidad.
Jorge Rodríguez (2006), explica que desde el punto de vista de la salud
mental, las emergencias y los desastres implican una perturbación psicosocial
que sobrepasa la capacidad de manejo o afrontamiento de la población afectada.
Harshbarger (1973) define los desastres como eventos rápidos y dramáticos
que dan por resultado grandes daños materiales y humanos. Subraya la impor-
tancia de la vida comunitaria y plantea que los desastres deben considerarse de
acuerdo a su potencial de perturbar las actividades de una comunidad y causar
daños a los miembros de esta. Al igual que otros, deja fuera del concepto
algunos tipos de desastres como las hambrunas y epidemias que no pueden ser
considerados eventos extraordinarios, rápidos ni dramáticos.
Anderson (1968) plantea que los desastres son la base de la reacción de la
población afectada a la amenaza que representa el desastre mismo, antes de
que ocurra. Expone que desde el punto de vista conceptual es conveniente
diferenciar al desastre como un evento de crisis aguda que perturba físicamente
la vida cotidiana, por demás normal, que origina pérdidas palpables, respecto de
la amenaza que significa una situación de crisis crónica, en que se anticipa la
alteración de la rutina esperada. De alguna manera se refiere al afrontamiento
de la situación muy ligada a la vulnerabilidad.
Barton (1981) clasifica a los desastres como parte de un grupo más amplio
de situaciones de estrés colectivo que surge cuando muchos miembros de un
sistema social no reciben las condiciones de vida que esperan de dicho sistema.
Agrega que tal estrés colectivo puede provenir de fuentes externas al sistema o
de este mismo. Refiriéndose de soslayo la vulnerabilidad.
Según los criterios comunes de los diferentes autores, es posible decir que,
para conformar un concepto de desastre, de manera didácticamente compren-
sible, sea preciso tener en cuenta los aspectos siguientes.
− Impacto.
− Vulnerabilidad-Afrontamiento.
− Consecuencias para la salud.
− Necesidad de ayuda exterior.

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De esta forma queda claro que, desde el ángulo de la salud mental, un desastre
es un acontecimiento extraordinario, provocado por un fenómeno, con capacidad
potencial para producirlo, que por su origen puede ser: natural (meteorológico,
hidrológico, geodinámico, geotectónico), por la acción del hombre (de manera
deliberada o no deliberada) o mixta (daño ecológico); propiciado por la conjuga-
ción de factores que hacen vulnerable a una comunidad, resultando amenazada la
vida de las personas, se producen muertes, lesiones, destrucción, pérdidas mate-
riales, sufrimiento humano y que para su afrontamiento se requiere de la interven-
ción o cooperación externa (Ventura y otros, 2009).
Otro modo de conceptuar la problemática del desastre se encuentra en las
culturas orientales, que consideran al desastre como un desafío, como la tensión
que promueve el aprendizaje, como la encrucijada, en la que se dan
dialécticamente, la oportunidad y peligro al desastre, que hay que enfrentar
con decisión, a partir de un amplio contacto con la realidad, con las experien-
cias previas y con los recursos propios. Así el desastre es un desafío que implica
movimiento. El símbolo chino que representa la crisis está conformado de dos
partes: peligro y oportunidad.
El peligro está representado por la figura de un hombre al borde de un preci-
picio y la oportunidad está graficada por una aparentemente pequeña pero im-
portante oportunidad, que los puede sacar del peligro.
Visto de esta forma, los desastres se pueden diferenciar de eventos como las
emergencias, que se dan en la vida cotidiana de una comunidad, y que no resul-
tan ser acontecimientos extraordinarios ni se requiere intervención externa.
En toda comunidad, en tiempos normales, ocurren innumerables eventos cotidia-
nos negativos, como son las emergencias y crisis, que por su magnitud no llegan a
constituir un desastre pero rompen con la idílica tranquilidad. También suceden
eventos positivos en días festivos y otros, que hacen que la vida de la comunidad no
sea lineal y monótona como se trata de reflejar en la siguiente figura.

Fig. Evolución hipotética de eventos positivos y negativos en una comunidad.

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Otro aspecto vinculado con los desastres, que se debe tener en considera-
ción, es la necesidad de contrastar un fenómeno nuevo con uno preexistente, lo
que requiere de criterios de comparación, o conceptos nuevos, como el de de-
sastre sobreañadido, dado por el hecho de que las consecuencias de los desas-
tres son peores en las poblaciones más pobres, es decir un desastre se inserta
en otro que ya existía, la pobreza, tema al que se le puede dedicar todo un
capítulo, al formar parte de las causas del aumento de la vulnerabilidad, así
como de las dificultades posteriores para reconstruir las estructuras con miras
al desarrollo, tanto por las limitaciones financieras, la preparación técnica, como
propiamente culturales.
Determinar la causa primaria resulta ser menos problemático cuando se hace
con eventos que ocurrieron de manera súbita e intensa, es decir los cambios
resultaron ser violentos y dramáticos, que minimizan el teatro en el que se pro-
ducen abonado con la pobreza, la degradación ambiental y riesgo urbano entre
otros aspectos que aumentan el peligro de desastre y que nos hace dudar de las
causas naturales de algunos de los mal llamados desastres por causas naturales,
como se prefiere llamar, provocados por fenómenos naturales, aunque se cono-
ce que están influidos por la intervención del hombre.
Algunos desastres son lentos o dan posibilidad de advertencia, mientras que
otros son repentinos y sorprendentes. Pueden afectar grandes áreas o un lugar
específico y durar horas o solo segundos Perú. Ministerio de Salud/OPS (2005).
En múltiples ocasiones la génesis de los desastres es mixta, se da una rela-
ción dialéctica entre las acciones del hombre en la naturaleza, los factores so-
ciales y los fenómenos naturales que se entrelazan de manera compleja en
muchos desastres provocados por fenómenos naturales, los que frecuentemen-
te se relaciona con factores de orden económico y ambiental. Ejemplo, las
hambrunas masivas constituyen desastres frecuentes y se originan por las se-
quías, las cuales se relacionan con fenómenos, como el mal manejo de los terre-
nos, la deforestación, desajustes económicos, políticos y sociales, es decir la
mano del hombre propició las condiciones para la aparición de estos desastres.
Lo mismo puede decirse cuando una comunidad se asienta en las laderas de un
volcán o en las márgenes de un río que se desborda con frecuencia, en desobe-
diencia a la memoria histórica, que hacía que las comunidades respetaran esos
lugares como sitios de asentamiento.
En los países pobres las consecuencias de los desastres son mayores que en
los ricos, atendiendo a la frecuencia de ocurrencia de estos fenómenos, el nú-
mero de personas afectadas o fallecidas, la pérdida de recursos disponibles, y
de las posibilidades de rehabilitación y reconstrucción, sufren las consecuencias
por largos periodos, lo que no significa que los desastres no pueden generar
problemas sanitarios graves en todos los países, y así se ha manifestado incluso
en los Estados Unidos a pesar de todos los recursos financieros, humanos y de
organización con los que cuenta.
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La marcada diferencia del impacto de los desastres entre países desarrolla-
dos y subdesarrollados, está en la capacidad de los primeros para pronosticar
con antelación la ocurrencia de los eventos, exigir el cumplimiento de normas
estrictas para construcciones resistentes a los vientos huracanados, a los tem-
blores de tierras y a prueba de incendios; preparar a la comunidad y a las
instituciones en las medidas a tomar ante las emergencias y desastres; emplear
redes de comunicación efectivas para divulgar los estados de alerta; contar y
emplear los servicios médicos de urgencia entrenados y equipados. Mientras
que los segundos no disponen de estas posibilidades o de algunas de ellas.
Esto ocurre no solo entre países sino también en su interior, donde las perso-
nas con menores recursos socioeconómicos viven en forma precaria, en zonas
peligrosas, en viviendas construidas sin las condiciones técnicas necesarias.
En cuanto a la salud mental los desastres incrementan la morbilidad que
puede llegar al 50 % de las víctimas si se utilizan como criterio, síntomas aisla-
dos y problemas psicosociales que deben ser atendidos, aunque no se califiquen
como enfermedades al ser reacciones normales.
Hay que reconocer que la salud mental ha sido relegada en los planes de
atención en desastres del sector salud, en la mayor parte de los países, a un
segundo plano, y apenas hace unos años principalmente en los países desarro-
llados se le ha comenzado a dar la importancia que tiene.

Clasificación de los desastres


La mayor parte de los autores al clasificar a los desastres incluyen a la gue-
rra dentro de aquellos causados por el hombre. En Cuba los desastres se clasi-
fican por su origen y por la posibilidad de ser pronosticados en: naturales,
tecnológicos y sanitarios Castro, (2010).
Naturales. Ciclones tropicales, intensas lluvias, tormentas locales severas,
penetraciones del mar, deslizamientos de tierra, sismos, intensas sequías e in-
cendios en áreas rurales.
Tecnológicos. Accidentes catastróficos del transporte (marítimos, aéreos y
terrestres), accidentes con sustancias peligrosas, explosiones de gran magnitud,
derrames de hidrocarburos, incendios de grandes proporciones en instalaciones
industriales y edificaciones sociales, derrumbes de edificaciones, ruptura de
obras hidráulicas.
Sanitarios. Enfermedades que pueden originar epidemias, epizootias, epifitias
y plagas cuarentenarias.
Esta clasificación, permite la organización del país para dirigir las acciones
en todas las etapas del ciclo de reducción de desastres, con un probado empleo
práctico.

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Por interés didáctico se expone una manera de clasificar los desastres, en la
que se vincula la causa y la duración, considerando su origen en: causados por
fenómenos naturales, por el hombre o mixtos, con subtipos agrupados de acuer-
do con el inicio de estoss, que pueden ser súbitos o lentos.
Esta clasificación facilita entender la relación dialéctica que se produce en-
tre el fenómeno natural y las acciones del hombre como causa de desastre.
La distinción entre los desastres causados por fenómenos absolutamente
naturales y los causados por el hombre, la mayoría de las veces resulta inexacta
y poco práctica, lo que permite plantear que existe una tercera causa llamada
mixta (Tabla 1).

Tabla 1. Clasificación de los desastres

Inicio Lento
Provocado por: Desastres súbito o crónico

Fenómeno Meteorológico Huracanes y nevadas


naturales Hidrológicos Inundaciones Sequías inundaciones
Geodinámicos Terremotos, maremotos,
Geotectónicos tsunamis
Erupción volcánica Avalanchas
Ecológicos
Degradación ambiental
Deforestación
Epidemias
Mixta Epizootias
Epifitias

Deliberados Terrorismo Delincuencia


Violencia social
Por el Incendio intencionado
hombre No deliberados Incendio Desastre financiero
Contaminación, intoxicación
Explosión
Accidente masivo

Los desastres quedan clasificados en 3 grupos, los provocados por fenóme-


nos naturales, donde está reflejada la intervención del hombre, los provocados
por el hombre y los mixtos, en los que evidentemente la interrelación de estos
dos aspectos es muy estrecha. Por otra parte se clasifican atendiendo a la
velocidad con la que se presentan, en los de inicio súbito o lento y crónico.
- Los provocados por fenómenos naturales a su vez se dividen en:
• Meteorológicos (huracanes y nevadas).

• Hidrológicos (inundaciones y sequías).

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• Geodinámicos (terremotos, maremotos y tsunamis).
• Geotectónicos (avalanchas, deslizamientos y erupción volcánica).
-Los provocados por el hombre se dividen en causados por actos:
• Deliberados (terrorismo, violencia social, delincuencia e incendio inten

cionado).
• No deliberado (incendio no intencionado, desastre financiero, contami

nación, intoxicación, explosión, accidente masivo).


-Los evidentemente mixtos de tipo ecológico, que incluye la degradación
ambiental, la deforestación y las epidemias, todas estas estrechamente r
lacionadas.

Otros desastres son:


• Tormentas locales severas.
• Derrame de hidrocarburos y otras sustancias especificas.
• Intensas lluvias.
• Inundaciones (fluviales y costeras).
• Escape de gases tóxicos.
• Inundaciones (fluviales, costeras).
• Accidentes radiológicos.

Se consideran actos no deliberados aquellos desastres provocados por el


hombre que son determinados por la inexperiencia en el uso de nuevos materia-
les o procedimientos, los que a veces se describen como errores, y se pueden
dividir en:
− Errores activos. Cuando es cometido por personas que trabajan en puestos
ejecutivos como los pilotos y los controladores de vuelos, donde las conse-
cuencias de sus errores se evidencian inmediatamente.
− Errores latentes. Generados por diseñadores, personas de mantenimiento,
donde las consecuencias del error pueden no manifestarse por largo tiempo,
y luego se expresa por la presencia de determinadas circunstancias y condi-
ciones.

La complejidad de los términos utilizados en estos aspectos llega al punto de


tener que distinguir entre error y violación, ya que el primero está en relación
con los procesos cognitivos de la persona, su capacidad de innovación y res-
puesta, su conocimiento sobre el tema, y en el caso de la violación no está
determinado primariamente por los procesos cognitivos individuales, sino por el
contexto social que impone determinadas prácticas, procedimientos, reglas y
códigos que deben ser cumplidos, al ejecutarse determinadas tareas.
Teóricamente las infracciones intencionadas son fáciles de diferenciar de las
no intencionadas, pero en la práctica entre estos dos extremos queda un amplio

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conjunto de infracciones, en las que puede haber cierto grado de intencionalidad,
ya que se conoce que se está violando pero sin una intención clara de producir
daño: es decir, el solo hecho de estar conciente de qué es lo normado. Esto no
significa que se busca producir un daño.

Las infracciones pueden ser clasificadas también en:


− Rutinarias. Mediadas por la falta de motivación y lcontrol laboral para obli-
gar a cumplir adecuadamente con el trabajo. Significa la incorporación habi-
tual de la realización de una actividad de la manera más fácil de realizar a
pesar de que conlleve a la transgresión de una norma de seguridad.
− Excepcional. Dependiente de un variado conjunto de circunstancias en oca-
siones facilitadas por inexactitudes en las regulaciones de las acciones a
realizar.

Hay un grupo de condiciones que pueden propiciar la ocurrencia de un de-


sastre, no deliberado o accidental, entre las que se encuentran las deficiencias
organizativas institucionalizadas, la mala formación técnico profesional o insufi-
ciente para los requisitos de la tarea, el mantenimiento deficiente o no ejecuta-
do, los defectos en los equipos, el empleo de equipos obsoletos y la realización
de procedimientos inadecuados durante la ejecución de las tareas.

Etapas del ciclo de reducción de desastres


Para la planificación de las medidas de protección de la población y los re-
cursos económicos ante situaciones de desastres, se prevén las actividades
relacionadas con la prevención, los preparativos, la respuesta y la recuperación,
para cada uno de los peligros apreciados Castro (2010).
En el próximo capítulo se describen las acciones del equipo de salud mental
junto a las demás estructuras del Sistema Nacional de Salud y de la comunidad
atendiendo a las distintas etapas del ciclo de reducción de desastres.
Se presenta un modo de considerar el ciclo de reducción de desastres en tres
fases, que con frecuencia se puede encontrar en la literatura y que no logra
cerrar adecuadamente las acciones a desarrollar en un ciclo de actividades,
pero sirve de introducción al tema.

Fases de los desastres


Fase de preimpacto. Se refiere a las etapas que preceden al desastre. En
esta fase se elaboran los planes operativos, basados en los estudios de vulnera-
bilidad y en las experiencias anteriores. Se incluye la capacitación del personal
previsto a participar en las labores de auxilio.
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Fase de impacto. Es el periodo en que la comunidad se ve afectada por un
evento (embate de ciclón, terremoto etc.). Se encaminan al rescate de los so-
brevivientes y el suministro de atención médicoquirúrgica y psicológica inme-
diata. Durante esta fase, en los centros de clasificación de heridos, en los
albergues u otros lugares, se debe brindar apoyo psicológico, se debe coordinar
el trabajo con todos los organismos de ayuda, de tal manera que no se dupliquen
las acciones y se obtenga el mayor beneficio para lo que se debe tener en
cuenta la opinión de los afectados, hay que mantener el apoyo y asistencia a las
personas que trabajan en otros sectores de ayuda.
Fase postimpacto después de ocurrido el suceso. Durante este período se
realizan acciones para aliviar la situación de la comunidad y facilitar la recupe-
ración individual, familiar y social. Se sobrecargan los recursos locales y resul-
tan insuficientes. Se requiere de la intervención o ayuda externa para aliviar o
resolver los efectos producidos y posibilitar el regreso a la normalidad. Durante
esta etapa, debido a la pérdida de seres queridos y propiedades, se deben tener
en cuenta los aspectos relacionados con la atención a la salud, tanto física como
psicosocial, así como la restauración de las propiedades individuales y de la
comunidad. También es importante intentar el mejoramiento de las comunida-
des para futuros enfrentamientos a desastres. En relación con la salud mental,
es la fase de mayor carga asistencial, debido a que las víctimas presentan una
gran cantidad de signos y síntomas psicosomáticos, cuya atención requiere del
equipo de salud. La complejidad de este trabajo depende de la magnitud de los
daños en la infraestructura, la economía de la zona y los recursos disponibles
para una rápida recuperación, además del estado físico y psíquico del personal
que se encargue de esa labor.

Amenaza, riesgo y vulnerabilidad


La distinción de los desastres en provocados por fenómenos naturales y por
el hombre no deja ver la interrelación que se produce entre estos dos factores,
los cuales hay que interpretarlos en equilibrio porque no se puede atribuir toda la
culpa a la intervención humana.
Se considerara al evento agresor potencial como amenaza (A), mientras que
la susceptibilidad de una comunidad a sufrir el impacto del evento es denomina-
do vulnerabilidad (V).
Por tanto, para pronosticar el riesgo (R) de una comunidad, el cálculo se
hace a partir de la multiplicación de la amenaza y la vulnerabilidad (R = A × V).
Esta manera permite valorar tanto los aspectos vinculados con los fenómenos
externos a la comunidad como los relacionados con su nivel de desarrollo y
organización, en lo referente a evitar las condiciones que maximizan los desas-

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tres y en lo relativo a la preparación para enfrentar las contingencias propiciadoras
de estos.

Relación entre amenaza y vulnerabilidad


El cálculo del riesgo realizado bajo esa fórmula permite determinar la rela-
ción dialéctica que existe entre estos elementos. Si una zona tiene amenaza de
inundaciones y no se construye nada, la vulnerabilidad es cero, entonces no hay
riesgo de desastres. Se tiene el mismo resultado si las construcciones son sufi-
cientemente sólidas en el sentido de resistencia y no de rigidez y son poco
vulnerables a los huracanes, o cuando se realizan construcciones altas poco
vulnerables a las inundaciones, etc. Dicho de otra manera, cuando no hay posi-
bilidades de enfrentarse a ningún evento capaz de provocar desastre o cuando
la vulnerabilidad es 0, no hay riesgo de desastre.
Estas reflexiones se complican con las distintas combinaciones que comien-
zan a darse, cuando se clasifica entonces a la vulnerabilidad en alta, media y
baja y a la amenaza en grande y pequeña.
De la propia clasificación de los desastres en provocados por fenómenos
naturales o producidos por el hombre y mixto, resulta obvio que la intervención
humana abarca no solo a la vulnerabilidad sino también a la amenaza, y en esta
no sslo a los desastres producidos inobjetablemente por el hombre, sino también
a los mal llamados naturales. Debe tenerse en cuenta que actualmente resulta
difícil encontrar un ambiente estrictamente natural, o un fenómeno natural que
no esté influenciado por la actividad humana. Además las amenazas naturales
actúan sinérgicamente con otras que no son naturales, y la posibilidad de darse
múltiples combinaciones, por ejemplo, durante un huracán se pueden producir
inundaciones debido al rompimiento de los muros de contención de una presa
mal diseñada o mal mantenida, y entonces será la inundación la causa del de-
sastre mayor.
Por ello algunos plantean que los eventos iniciales pueden ser naturales (hu-
racanes, terremotos) pero en su expresión como desastres, siempre se asocian
con las acciones del hombre, por exceso u omisión.
Entre los factores en los que interviene el hombre incluye las viviendas (ubi-
cación, técnica de construcción y materiales utilizados), el uso del suelo, mane-
jo de los bosques y cuencas hidrográficas, etc. De hecho es el hombre el que en
muchas ocasiones convierte un recurso natural en una amenaza, cuando cons-
truye sus asentamientos en lugares periódicamente inundables, o en las laderas
de los volcanes, en primer lugar por la necesidad, además los costos bajos, la
fertilidad de los terrenos, cercanía a las fuentes de trabajo y la pasividad de los
gobiernos, al no dictar medidas prohibitivas y regulatorias.
En todos estos aspectos hay un factor que se va a repetir y es la pobreza.
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La diferencia fundamental entre la amenaza y el riesgo está en que la ame-
naza se relaciona con la probabilidad de que se manifieste un desastre provoca-
do por un fenómeno natural o por el hombre, mientras que el riesgo esta
relacionado con la probabilidad que se manifiesten ciertas consecuencias, las
cuales están íntimamente relacionadas no solo con el grado de exposición de los
elementos sometidos sino con la vulnerabilidad que tienen estos elementos a
ser afectados por el evento.
El controlar o encausar el curso físico de un evento, reducir su magnitud o
frecuencia son medidas relacionadas con la intervención para disminuir la ame-
naza. Disminuir al mínimo los daños humanos y materiales mediante el aumento
de la resistencia de los elementos expuestos son medidas relacionadas con la
intervención en la vulnerabilidad.
En este último aspecto son muchas las acciones que pueden ser desarrolla-
das, desde medidas legislativas en las que junto con las autorizaciones por el
impacto en el medio ambiente, se tengan en cuenta, cuestiones como la planeación
física de las construcciones en lo referente a los drenajes, el acceso a fuentes
de agua, la reglamentación de usos de suelos seguros, así como los materiales
de la construcción utilizados y las técnicas constructivas. Se conoce, por ejem-
plo, de la vulnerabilidad de los techos ligeros, y mal construidos frente a los
vientos de los ciclones.
Otro aspecto está relacionado con la preparación para el enfrentamiento a
las situaciones de emergencias. Las medidas educativas realizadas en la co-
munidad tienen efectos a corto y largo plazo cuando se sistematizan.

Amenaza
Se refiere a la existencia de un peligro real a largo o a corto plazo provocado
por fenómenos naturales, por el hombre o mixtos, lo que hace que un área y sus
habitantes estén en un mayor riesgo de sufrir las consecuencias, por la situación
geográfica que ocupan, lo que ha sido corroborado por la experiencia histórica y
la investigación. Por ejemplo, el Caribe es un área bajo la amenaza de huraca-
nes desde junio a noviembre y de terremotos por las grandes placas del Caribe
y de Norteamérica.
Se refiere a la probabilidad de exceder un nivel de ocurrencia de un evento
con un nivel de severidad, en un sitio específico y durante un periodo. Su eva-
luación se realiza, en la mayoría de los casos, combinando el análisis probabilístico
con el análisis del comportamiento físico de la fuente generadora, utilizando
información de eventos que han ocurrido en el pasado y modelando con algún
grado de aproximación los sistemas físicos involucrados.
Las amenazas no siempre son consideradas por las comunidades, si no han
sido afectadas desde hace mucho tiempo o no se han afectado nunca con un
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evento específico. Recordar que al ser las amenazas eventos potenciales, resul-
tan ser anticipaciones abstractas, lo que ha dado lugar sobre todo en las causa-
das por fenómenos naturales a las más diversas explicaciones mágico religiosas.
El ejemplo siguiente facilita la comprensión.
La amenaza de impacto de huracán, en un sector de una ciudad, podría ex-
presarse en términos del valor de la probabilidad que durante un lapso de
tiempo convenido, por ejemplo de 100 años, se pueda presentar un huracán que
genere una velocidad del viento igual o mayor, se puede suponer, en 20 veces
superior a la velocidad media anual.
El valor de la amenaza, en este caso, sería el valor de la probabilidad, es
decir, un valor que puede estar entre cero y uno. En términos probabilísticos un
valor cercano a uno significaría que existe casi la certeza o una alta posibilidad
de que durante el tiempo de exposición definido, 100 años, se presente un even-
to que genere una velocidad del viento en ese sector de la ciudad igual o supe-
rior a la velocidad del tiempo de referencia; por el contrario, si el valor se acerca
a cero, su interpretación sería que es muy poco posible que se presente un
huracán que genere en ese sector de la ciudad una velocidad del viento de esa
intensidad durante el periodo de exposición antes mencionado
El valor de la amenaza obtenido de esta manera permite tomar decisiones en
términos, por ejemplo, de las especificaciones constructivas que deben cumplir
las edificaciones en los diferentes sectores de la ciudad, las cuales deben cons-
truirse de acuerdo con las velocidades del viento potenciales que probablemen-
te tendrán que soportar durante su vida útil.
Es importante diferenciar la amenaza del evento que la caracteriza, puesto
que la amenaza significa la potencial ocurrencia de un evento con cierto grado
de severidad, mientras que el evento en sí mismo representa al fenómeno en
términos de sus características, su dimensión y ubicación geográfica.

Vulnerabilidad
La vulnerabilidad se refiere a la debilidad de las comunidades para defender-
se, la incapacidad para predecir, sobrevivir, resistir, recuperarse y desarrollarse
después del impacto de un evento provocador de desastre. Es el conjunto de
condiciones objetivas y subjetivas de una comunidad, relacionadas ante deter-
minadas amenazas, conteniéndolas o potenciándolas. La vulnerabilidad se defi-
ne como la predisposición o susceptibilidad que tiene un elemento a ser afectado
o sufrir una pérdida.
La diferencia de vulnerabilidad de los elementos determina el carácter selec-
tivo de la severidad de los efectos de un evento externo sobre los mismos.

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Puede clasificarse como de carácter técnico y de carácter social, siendo la
primera más factible de cuantificar en términos físicos y funcionales, como por
ejemplo, en pérdidas potenciales referidas a los daños o la interrupción de los
servicios, a diferencia de la segunda que prácticamente sólo puede valorarse
cualitativamente y en forma relativa, debido a que está relacionada con aspec-
tos económicos, educativos, culturales, ideológicos, etc.
En consecuencia, el análisis de vulnerabilidad es un proceso mediante el cual
se determina el nivel de exposición y la predisposición a la pérdida de un ele-
mento o grupo de elementos ante una amenaza específica, contribuyendo al
conocimiento del riesgo a través de interacciones de estos elementos con el
ambiente peligroso.
Los elementos potencialmente vulnerables incluyen tanto a las personas como
a los recursos y servicios, es decir, las actividades humanas, los recursos como
las edificaciones, la infraestructura, los centros de producción y servicios y las
personas que los utilizan. Estos aspectos se pueden clasificar en:
Vulnerabilidad estructural. Asociada con los elementos que mantienen en pie
a las edificaciones como los cimientos, las columnas, vigas, paredes de cargas y
deben ser tenidas en cuenta tanto en la etapa constructiva como en los mante-
nimientos y las reconstrucciones.
Vulnerabilidad no estructural. Son los componentes que se apoyan en los
estructurales, incluyendo el equipamiento, sistemas eléctricos, de refrigeración
y calefacción, mecánicos y protectores.
Vulnerabilidad funcional. Referida a los aspectos externos, vías adyacentes,
aspectos organizativos, preparación del personal, sistemas y vías de evacua-
ción.
Las evaluaciones de la vulnerabilidad deben ser realizadas por entidades o
profesionales de diversas disciplinas. Los estudios de vulnerabilidad física y
funcional deben ser realizados por ingenieros, arquitectos y planificadores. Se
recomienda que las evaluaciones de vulnerabilidad social sean desarrolladas
por equipos multidisciplinarios, en los que participen: economistas, sociólogos,
médicos, socorristas y planificadores, entre otros.
La evaluación de la capacidad sismorresistente de edificaciones o construc-
ciones civiles, es un ejemplo de análisis de vulnerabilidad física antisísmica; la
determinación del nivel de exposición de viviendas y de infraestructuras, y su
capacidad para soportar una inundación, es un ejemplo de un análisis de vulne-
rabilidad ante inundaciones, la evaluación del conocimiento y de la capacidad de
una comunidad para actuar correctamente ante la ocurrencia de una erupción
volcánica, huracán, etc. Se corresponde a un análisis de vulnerabilidad educa-
tiva; igualmente, el estudio de la capacidad de reacción del personal de socorro,
y de la capacidad hospitalaria ante una demanda masiva de servicios médicos,
19
corresponde a un análisis de vulnerabilidad institucional y funcional para aten-
der un desastre.
Cuando se estudia la vulnerabilidad se pueden ampliar o profundizar en as-
pectos como las posibilidades en la prevención, los niveles de resistencia, la
capacidad de resiliencia y las potencialidades de recuperación.
Dentro de los múltiples factores que inciden en la vulnerabilidad es importan-
te profundizar en la relacionada con la pobreza. La mayor parte de las veces los
más afectados como consecuencia de los desastres son los pobres, al no contar
con los recursos para construir viviendas adecuadas, en lugares seguros, ni
tampoco con los medios de comunicación para acceder a las informaciones que
alertan del peligro, ni los medios de transporte para alejarse de este ni la prepa-
ración de cómo actuar; por lo que, además, su capacidad de recuperación en
ocasiones es nula.
Las causas de la pobreza no solo se van a mantener en esas comunidades,
sino que además se van a agravar, o dicho de otra manera, el desastre no
modificará las condiciones que originaron y mantuvieron la pobreza sino que la
agravará agudizando la exclusión.
Esta situación lleva de la mano a una única conclusión: para disminuir la
vulnerabilidad, relacionada con la pobreza hay que empezar eliminándola. Re-
sulta claro una conclusión así conduciría al nihilismo, en la búsqueda de caminos
secundarios para disminuir la vulnerabilidad en estas comunidades, dando al
menos soluciones paliativas. Se debe trabajar en las fortalezas que persisten en
las comunidades, vinculadas a las tradiciones, el liderazgo de determinadas figu-
ras, y los sentimientos de solidaridad.
Además, luego de ocurrir un desastre se debe evitar lo que se ha llamado
cultura del desastre, a la que se puede llegar por la victimización secundaria. En
el plano individual se le ha llamado “neurosis de renta”, en el que la comunidad
o el damnificado deja de hacer esfuerzos para satisfacer las necesidades de
alimentación, refugio y recuperación dejándolo en manos de otros.
Como norma los gastos generados por los desastres casi nunca provienen de
un presupuesto especial, sino de de los programas de desarrollo, lo que significa
que se atenúa una miseria coyuntural incrementando la miseria crónica de la
comunidad. Por eso los desastre constituyen un freno al desarrollo, ya que
después de ellos los indicadores económicos de estos países bajan, creándose
un círculo vicioso en el que la pobreza incrementa la vulnerabilidad a los riesgos
y los desastres incrementan la pobreza.
Los factores que explican la vulnerabilidad pueden ser divididos y explicados
por razones didácticas, pero deben ser valorados de una manera integral y dia-
léctica. Estos factores incluyen a los ambientales (biológicos y del medio am-
biente), físicos (estructurales) económicos (laborales, económicos y organizativos),
sociales (social, religiosos y culturales).

20
Para hacer más fácil la comprensión de la complejidad de la relación amena-
za-vulnerabilidad, se puede mencionar a la comunidad costera el Cajío1 , afecta-
da en más de una ocasión por penetraciones del mar, lo que constituye
evidentemente una amenaza que no puede ser separada de las causas
socioeconómicas y culturales que determinaron el asentamiento en ese lugar e
incluso el reasentamiento posterior al momento en que fuera prácticamente
arrasada. De no ser así se estaría cayendo en el reduccionismo de considerar
como estrictamente libre la decisión individual y colectiva de establecer un
lugar de residencia. Las personas después de haber sobrevivido a un desastre
cuentan con el pedacito de tierra para levantar su casa en el lugar que ocupaba
la que fue arrasada, además de que en este caso al ser pescadores se van a
ubicar cerca del mar y con su comunidad que es donde se quieren establecer.
Además, si todo el problema se reduce al lugar de residencia, sería a la
comunidad amenazada que le correspondería la solución de traslado a otro lu-
gar, obviándose así las razones históricas por las que se habían establecido allí
como anteriormente se hizo referencia. Si ello fuera tan simple, la causa princi-
pal de vulnerabilidad, la pobreza, estaría resuelta con el solo hecho de que la
comunidad la eliminara, como si esta persistiera porque la comunidad estuviera
interesada en perpetuarla.
La degradación ambiental, la deforestación y las epidemias llegan a constituir
desastres, que están relacionados con el deterioro tanto de los espacios natura-
les, como del espacio habitado, repercutiendo en la calidad de la vida y la segu-
ridad de las comunidades.
Un término vinculado con estos aspectos es el de riesgo ambiental urbano, ya
que la degradación ambiental desequilibra los subsistemas que conforman a las
ciudades (redes eléctricas, servicios de distribución de agua, viales). Este des-
equilibrio se produce generalmente de manera lenta y constante y de pequeña
magnitud, por lo que tienen lugar a largo plazo, mientras las ciudades logran
mantener su funcionamiento utilizando los mecanismos reguladores que poseen,
hasta que el equilibrio es roto. De no revertirse la situación actual, la magnitud
de los desastres va a ser cada vez mayor, aunque no aumente la agresividad de
los fenómenos naturales que amenazan.

Riesgo
Las bases para el cálculo del riesgo son:
- Económicas. Se basa en el riesgo a la propiedad. Su cálculo significa canti-
dad de riesgo, considerando este como propiedad de un evento y por lo tanto
1
Playa el Cajío situada al extremo Sur de Güira de Melena provincia Mayabeque, conocida por la
frecuencia con la que es azotada por huracanes y penetraciones del mar. La comunidad tiene la
leyenda de ser protegidos por el indio Cajío que debe situarse de frente al mar; de lo contrario, el
poblado es destruido por las aguas y sufre gravísimos daños.

21
un atributo externo a los individuos. Este modelo ha servido de base para
determinar pólizas de seguro para el riesgo de una propiedad ante un desas-
tre. En este caso la determinación de los niveles de riesgo son calculados por
expertos, sin tener en cuenta la opinión de las comunidades, las que pueden
ser discrepantes. Esa discrepancia entre la percepción del riesgo de los espe-
cialistas y de los ciudadanos es una de las razones que pueden explicar, el por
qué en ocasiones las personas se niegan a abandonar los lugares donde resi-
den cuando las autoridades determinan evacuar, e incluso en los casos en los
que hay posibilidad de adquirir pólizas de seguro, estas no se compran. Como
no se ha logrado una explicación adecuada a esta discrepancia, entonces se
utilizan los términos de riesgo real y riesgo percibido.
- Sociológicas. Este cálculo se centra en la amenaza a la vida. Parte de la base
de que el riesgo es un estado de percepción mental del sujeto ante un peligro,
por lo que lo más importante no se refiere a la probabilidad de que un evento
determinado ocurra, sino de la percepción individual de las consecuencias
que determinado fenómeno pueda tener en el curso de sus vidas, que incluye
la relación con sus familiares, amigos y otros miembros de la comunidad y no
por los daños a sus propiedades o a la comunidad.

Cuando las autoridades indican la evacuación ante una situación de riesgo, se


establecen estas dos visiones del riesgo, las que ayudan o dificultan la evacua-
ción, pero hay que tener en cuenta que estas van a depender, además, de un
conjunto de otras variables entre las que se incluye en primer lugar la confianza
en las predicciones de los científicos de que el evento va a ocurrir, el vínculo con
el daño a la propiedad, la confianza de que el estado o las compañías de seguro
resarcirán las pérdidas, la certeza de que no van a quedar desamparados, el
vínculo de la amenaza real a la vida, la educación y preparación para compren-
der el alcance de las consecuencias del desastre, el conocimiento de lo que se
debe y lo que no se debe hacer, desde antes de que ocurra el evento, las creen-
cias y mitos de que “a mí no me va a pasar nada”.
En Cuba se ha ganado en la concientización de la población de estos
elementos, para lo que se emplean diversos recursos informativos como la tele-
visión, los ejercicios de preparación “Meteoros” y otros medios. Anteriormente
fallecía un número significativo de personas porque durante el paso de un ciclón
pescaban en presas, tocaban cables eléctricos caídos, atravesaban ríos creci-
dos y otras imprudencias que la educación y la preparación de la población han
propiciado su disminución.
En los EE.UU. es frecuente que la población se rehúse a acatar las adver-
tencias de evacuación ante huracanes. Sin embargo, cuando ocurrió el acciden-
te de la planta nuclear de Three Mile Island, no solo fue evacuada la población
del área afectada, sino también las de áreas aledañas que no lo necesitaban y
que incluso su evacuación supuso dificultades para ayudar a las que realmente
lo necesitaban.
22
Autoevaluación
1. Los desastres han acompañado a la humanidad desde su surgimiento. Se-
leccione la respuesta correcta.
a) La medicina como ciencia siempre le ha prestado atención.
b) Los gobiernos desde hace varias décadas han creado instituciones para
afrontarlas.
c) La atención a los problemas psicosociales es relativamente reciente.
d) El desastre no es tratado como problema en ningún lugar.
1. Todos los anteriores.
2. a, b y c.
3. b y c
2. Es el concepto de desastre equivalente al de:
a) Catástrofe Sí No
b) Emergencias Sí No
c) Crisis Sí No
d) Situación traumática Sí No
3. Dentro de las causas conocidas de desastres se encuentran los producidos por:
a) Huracanes
b) Terremotos
c) Maremotos
d) Volcanes
e) Guerras
f)
g)
h)
i)
j)
Enumere otros 5 completando los espacios de la f a la j.
4. Marque verdadero o falso según considere. Los desastres pueden ser clasi-
ficados en las fases siguientes:
a) ___ Preimpacto
b) ___ Catástrofe
c) ___ Impacto
d) ___ Postimpacto
e) ___ Emergencias
5. Marque con una X según considere. El riesgo de una comunidad de sufrir
un desastre va a depender:
a) ( ) De la amenaza que significa determinado fenómeno natural, provoca-
do por el hombre o mixto.
b) ( ) La vulnerabilidad determinada por la debilidad de la comunidad para
defenderse.
23
c) ( ) Por la relación dialéctica entre estos factores.
d) ( ) Otros factores distintos a estos.
6. Responda verdadero o falso según corresponda:
___ Para hacer frente a los problemas de salud en los desastres, no es
necesaria la ayuda del exterior.
___ Las emergencias son eventos que se producen con relativa frecuencia
en la vida cotidiana de una comunidad, y son resueltos sin requerir
ayuda exterior.
___ Todos los desastres tienen un carácter repentino y sorpresivo.
___ La diferencia entre impacto de los desastres sobre los países desarro-
llados y los subdesarrollados radica en que los primeros cuentan con
mayores posibilidades para predecirlos y recursos para enfrentarlos.
___ Los desastres provocan trastornos psicológicos a un pequeño número
de individuos.
___ Los desastres pueden agravar los problemas psicosociales previos de
las comunidades.
___ La vulnerabilidad es la debilidad de las comunidades para enfrentar
determinadas amenazas.
___ Los desastres en casos excepcionales agravan la situación socioeco-
nómica existente.
7. Ponga la letra de la fase de desastre según corresponda:
a) Fase preimpacto.
b) Fase de impacto.
c) Fase postimpacto.
___ Periodo en que la comunidad se encuentra bajo la influencia del evento.
___ Etapa que precede el desastre, se elaboran planes y preparativos para
el enfrentamiento de la contingencia.
___ Durante este periodo se realizan acciones para aliviar la situación de
la comunidad.
___ Se encamina al rescate de sobrevivientes y a la administración de
medicamentos a los heridos y lesionados.
___ Es el periodo donde actúa el evento y se encamina al rescate de so-
brevivientes y al suministro de atención médico sanitaria inmediata.
___ Etapa donde se capacita al personal que en el futuro va a participar en
las labores de auxilio.
___ Se recibe la ayuda exterior.
8. Responda verdadero o falso según corresponda:
a) ___ La vulnerabilidad se clasifica según criterios técnicos y sociales.
b) ___ Cuando la vulnerabilidad es baja y la amenaza pequeña el riesgo
de desastre es escaso o nulo.
c) ___ Los desastres nunca son provocados por la acción directa del
hombre.

24
d). ___ La amenaza es la existencia de un peligro real a largo o a corto
plazos.
e) ___ La vulnerabilidad manifiesta las dificultades de defenderse ante
cualquier amenaza.

Clave
1. 3
2. a
3. nevadas, maremotos, avalanchas, deslizamientos, sequías, epidemias,
otros.
4. V (a, c, d); F (b, e)
5. c
6. V (b, d, f, g); F (a, c, e, h)
7. (2, 1, 3, 3, 2, 1, 3)
8. V (a, b, d, e); F (c)

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26
Cambio de paradigma de acuerdo
con el desarrollo de la psiquiatría

Enfoques en el abordaje de la enfermedad mental


Para comprender las ventajas de tratar las situaciones de desastres con los
equipos de salud mental de la atención primaria de salud, resulta imprescindible
abordar brevemente el desarrollo histórico de la psiquiatría como especialidad,
(Ventura y otros, 2003).
Su nacimiento se puede enmarcar a partir del trabajo realizado por Pinel en
Francia, Tuke en Inglaterra y Chiarugui en Italia, sobre todo la obra del primero
en la Salpetrierre, que en la versión francesa dió paso al término de enfermedad
mental (la alienación), al médico que la trata el alienista y al tratamiento que la
mejora, el tratamiento moral. Desde esa época han sucedido múltiples esfuer-
zos destinados a superar el tratamiento en el manicomio, debido a motivaciones
éticas, morales, políticas, y económicas, sin tener en cuenta las posibilidades de
la implementación por razones de limitaciones y las posibilidades terapéuti-
cas.
A comienzos del siglo XX la psiquiatría, como rama de las ciencias médicas,
se diferencia de otras especialidades y adquiere estructura propia, desde enton-
ces han prevalecido tendencias biologistas, psicologistas y sociologistas, que
han intentado explicar la conducta humana e intervenir en ella hasta llegar a un
punto en el que para continuar su desarrollo se hace necesario un cambio cua-
litativo en la estructura organizativa de la atención psiquiátrica. Este cambio
tuvo que esperar la consolidación de los avances en la psicofarmacología, de
modo que permitiera lograr una ostensible mejoría en los pacientes psicóticos,
básicamente en los que predominaban los síntomas negativos.

27
Enfoque biologista
Considera que la inmensa mayoría de las enfermedades mentales tienen un
origen somático, a partir de lo cual asumen la enfermedad mental como sínto-
ma de trastorno orgánico (lesión cerebral o disfunción), basa su atención en
tratamientos con medicamentos.
Este enfoque incluye desde los aportes de Pavlov hasta la bioquímica cere-
bral, contiene los avances en el conocimiento de la sinapsis a la membrana
neuronal, la genética llega al genoma y da origen a las Neurociencias como área
de integración con otras ciencias afines.
Se conoce que el uso de estupefacientes es tan antiguo como la humanidad,
inicialmente como parte de rituales religiosos y después también para el trata-
miento de enfermedades, hasta que en 1883 Kraepelin realiza un estudio cientí-
fico sistematizado en sujetos sanos, que le valió para ganar el reconocimiento
como padre de la farmacología (Caballero: 2011).
Antes de los años 30 del pasado siglo, los primeros medicamentos utilizados
por la especialidad se restringían prácticamente al paraldehído, sulfonal y
fenobarbital, con efectos hipnóticos, el bromuro de hioscina en la psicosis, la
morfina en la manía y la picrotoxina utilizada para tratar la depresión.
Después se comienza a aplicar el coma insulínico ideado por Sakel en 1933 la
tonoclonoterapia con cardiazol, de Von Meduna, en el año 1935; la psicocirugía
de Monisen en 1936 y el tratamiento electroconvulsivo de Cerletti y Bini en
1938.
Con el desarrollo científico-técnico alcanzado por la farmacología general y
la psicofarmacología en particular, en los primeros años de la década de los 50
aparecen nuevos medicamentos, primeramente del grupo de los neurolépticos o
antipsicóticos (clorpromacina y reserpina, 1952), las benzodiacepinas
(clorodiazepóxido y diazepam, 1955-1960) y más tarde, aunque en la misma
década, los antidepresivos, con la imipramina como su primer representante en
1957 (Schatzberg, 2004).
En su conjunto, estas sustancias, que influyen en la conducta humana, reci-
ben el nombre de psicofármacos y han proporcionado un importante desarrollo
en el método de tratamiento psiquiátrico. Este cambio permite que, a partir de
esa década, se pueda decir que en la psiquiatría hay un antes y un después, pero
este avance no ha quedado ahí, sino que ha continuado su impulso con el desa-
rrollo de nuevas moléculas con acciones más específicas y menos efectos se-
cundarios, aunque también resultan ser, como regla, mucho más costosas, por lo
que menos accesibles para la mayor parte de los pacientes.

28
Enfoque psicologista
Este enfoque tiene a su precursor en Freud, que en 1895 comienza el desa-
rrollo de la teoría psicoanalista con su obra Studien ver Hysterie, que provoca
un vuelco en el tratamiento a los pacientes con trastornos mentales, con un
desarrollo continuo hasta la actualidad. (Freud y Breuer, 1895).
Sus principales aportes pueden resumirse en:
− La creación de una terapia psicológica.
− Fue el pionero del estudio de los factores que influyen en la relación médico-
paciente.
− Permitió el estudio psicológico de las enfermedades orgánicas.

Posteriormente, y a la par del desarrollo del psicoanálisis, fueron tomando


auge otras técnicas de corte psicológico , entre las que se encuentran las técni-
cas conductivas, las cognoscitivas y las reflexológicas, que amplían el marco de
posibilidades terapéuticas de la psicoterapia. Surge el concepto de comunidad
terapéutica, que permite involucrar a los propios pacientes en el tratamiento.
Esta idea revoluciona la psiquiatría como especialidad, que batalla contra la
exclusión de sus pacientes y comienzan a desarrollarse tratamientos participativos
como el Token Economy1 , las técnicas basadas en el aprendizaje y otros.

Enfoque sociológico
Inicialmente consideraba que la locura era una tara hereditaria que formaba
parte de la selección natural, apartando a los débiles y defectuosos de los demás
y que el ambiente influía en esta degeneración. Se podía proteger a la raza
mediante la eugenesia (investigación de los estigmas hereditarios trasmisibles,
con la puesta en marcha de dispositivos que aseguren la procreación de indivi-
duos sanos y normales, con mejora constante de la especie).
Después de la Segunda Guerra Mundial toma auge, y se puede considerar
que comienza la historia de la psiquiatría social al determinar sus límites y
conceptualizaciones. En los Estados Unidos significó la concreción de progra-
mas preventivos en la comunidad, el surgimiento y desarrollo de la psiquiatría
forense y la psicología industrial, así como la descripción y difusión de terapias
de grupo, la participación en la administración médica, y el empleo del medio
social en el tratamiento y el estudio de factores sociales en la etiología de los
trastornos mentales. En Inglaterra se pone énfasis en el mejoramiento social
dado por el desarrollo de servicios asistenciales.
La psiquiatría social desarrolla tratamientos de grupo, familia y comunidad
terapéutica. Dirige el tratamiento a las consecuencias para el sujeto, de sus

1
Término en ingles referido a una técnica con la que se premia determinadas conductas en los
pacientes.

29
relaciones con el medio, sin tratar de modificar las causas en lo social, poco o
nada se hace a la promoción y protección de la salud.
Rudolph Virchow se había percatado de la importancia y génesis de los
problemas sociales en las enfermedades y sentenció: “Los médicos son los
abogados naturales de los pobres, y los problemas sociales caen en gran medi-
da, dentro de su jurisdicción” (Sarria, 2007).
Respecto a la significación social de la actividad médica, en la medicina so-
cial y la sociología médica se destacan las condicionantes sociales del proceso
salud-enfermedad y la importancia de la prevención, desvinculando en ocasio-
nes, los factores sociales de otros de carácter científico o metodológico. El
examen del valor social de la medicina resulta insuficiente desde el ámbito de la
medicina social tradicional, que se centra en cómo la sociedad determina la
actividad médica, pero no investiga como la medicina sustenta el organismo
social. (Prieto, 2001). El análisis de las cuestiones esenciales del proceso salud-
enfermedad en psiquiatría es un continuum que abarca al ser humano en toda su
dimensión y concepción y al medio social y ambiental en que se desarrolla en una
interrelación dialéctica que nos lleva a un pensamiento holístico e integrador.
Otro concepto (Carrazana, 2002), expresa que la salud mental es la capaci-
dad del individuo de adaptarse al ambiente en que vive, así como la capacidad
de participar y contribuir en forma constructiva a las modificaciones al ambien-
te físico y social, y conseguir una expresión armoniosa en la realización de sus
potencialidades susceptibles de encontrarse en conflicto.
En cuanto al ámbito social se habla de salud mental comunitaria que implica
el desarrollo general de los aspectos psicosociales y conductuales, la percep-
ción de la salud y la calidad de vida por parte de la población, la forma con que
se cubren las necesidades básicas y se aseguran los derechos humanos y la
atención de trastornos mentales.

Concepciones biopsicosociales
A partir de estos tres enfoques se produce un intento de síntesis en las actua-
les concepciones biopsicosociales, lo que favorece la modificación de los mode-
los asistenciales centrados en el hospital psiquiátrico y proporciona la
rehabilitación mental del paciente.
La misión de la rehabilitación psiquiátrica es la de ayudar a los discapacitados
por afecciones psiquiátricas a funcionar de manera efectiva en los roles que
ellos desean en su vida, con un mínimo de intervención profesional.
Para lograr este objetivo, que al mismo tiempo tendrá efectos preventivos, no
se debe limitar la labor a intervenciones individuales, sino que se debe dotar al
sujeto de un papel activo y actuar también sobre el ambiente en el que vive y
con el que coevoluciona (Aparicio,1993).

30
La intervención ambiental tiene máximo interés, si se acepta que los estereo-
tipos que conducen a la enfermedad mental influyen no sólo en las actitudes del
entorno, sino también en la imagen interiorizada por el sujeto afectado, que crea
así una seudoidentidad.
Para modificar este aspecto de gran poder cronificador, se hace necesario
potenciar que el paciente viva en un espacio normal, desarrolle actividades de la
vida diaria, genere un reconocimiento, que cambiará de forma sustancial la
imagen interiorizada del sujeto y modifique las barreras mentales en lo concreto
y lo cotidiano. Al paciente no se le trata pues como un objeto de la curación, sino
de desarrollo y crecimiento personal (García, 1990).
Los términos de psiquiatría biológica, clínica, social, comunitaria, psicosomática,
forense, no deben verse como estancos o subespecialidades independientes,
sino como áreas de dedicación práctica que deben favorecer el desarrollo inte-
gral de la especialidad y no llevar a su fraccionamiento.
Al profundizar en el campo de la salud y la enfermedad mental estos concep-
tos adquieren características particulares que los distinguen.
Es aquí donde se dan con mayor énfasis las contradicciones biopsicosociales
en la adaptación del hombre a su medio, donde más integralmente se manifies-
tan los factores biológicos, psicológicos y sociales que conforman al hombre
sano o enfermo. La salud y enfermedad mental están en gran medida, social-
mente definidas, por cuanto es en el medio social donde se manifiestan. Esto no
niega, por el contrario, refuerza, el papel de la interacción hombre-medio en el
proceso salud enfermedad mental. (Peña y otros, 2007). En ambas definiciones
existen diversos aspectos a destacar (Palao, 2003).
− Toda manifestación de salud o enfermedad mental se muestra en el modo
de comportarse el individuo en su medio social. Ello es expresión de la
condición social del hombre y de que en la interacción hombre-medio es
que se forma su psiquismo.
− Aun cuando la enfermedad mental está socialmente condicionada (al igual
que la salud mental) no es posible olvidar el papel de los factores biológicos
y psicológicos que están implícitos en todo ser humano.
− Tampoco toda alteración de la conducta del individuo es producto de enfer-
medad mental.

Obstáculos al desarrollo
Existe preocupación de la sociedad sobre los beneficios que pueda tener el
desarrollo científicotécnico en la psiquiatría, por lo que la aceptación de la
reinserción de los pacientes con trastornos mentales no ha sido adecuada, así
como la existencia de una desigual apreciación de estos problemas en distintos
grupos sociales.
31
Esta mentalidad está relacionada con ideas y preocupaciones sobre aspectos
que vinculan a los enfermos con la violencia, la conducta impredecible, lo polimorfo
de las manifestaciones psicopatológicas y conductuales, posibles problemas a
enfrentar en los centros de trabajo, así como la posibilidad de que tengan des-
cendencia con alteraciones.
El origen de estas ideas se debe a estereotipos mal divulgados por medios de
comunicación durante muchos años, los cuales son difíciles de modificar, y para
eso se requiere de tiempo y trabajo educativo. El público general y parte de los
profesionales de la salud desconocen los avances logrados en la evolución de
los pacientes gracias al desarrollo de la psicofarmacología y otros recursos
terapéuticos lo que ha permitido un mejor pronóstico de los pacientes con enfer-
medades psiquiátricas.
Algunas consideraciones aumentan la intolerancia y la estigmatización, entre
las que se incluyen: la urbanización, el aumento de la complejidad de las labores,
la mentalidad de que la enfermedad es extraña, la educación y lo antes referido
a los medios de divulgación.
A lo largo de la historia, las actitudes sociales hacia el paciente mental y la
teoría científica imperante sobre la patogenia de la enfermedad, ha determinado
el tipo de tratamiento recibido. Desde la Edad Media toda Europa contaba con
numerosos lugares de reclusión, donde se encerraba a pacientes psiquiátricos,
que provocaban problemas de desorden social, en los mismos lugares donde se
encerraban mendigos y delincuentes.
Es preciso recordar que no fue hasta finales del siglo XVIII, que a estos pa-
cientes se les comienzan a ver como enfermos y a la locura como una entidad
clínica. Por primera vez son descritos los síntomas y los tratamientos conside-
rando que la enfermedad es el resultado de un desorden moral adquirido, que
puede curarse ordenando dicho hábito moral, aislando en los llamados asilos y
luchando contra la inactividad mediante prácticas que ocupen su cuerpo. Este
movimiento dignifica la vida del paciente, pero no cuestiona la existencia de
estas instituciones.
Las modificaciones posteriores a las concepciones terapéuticas se vieron
limitadas por aspectos como el hecho de que el espectro de las enfermedades
psiquiátricas van desde aquellas en las que hay consenso de que son curables,
como los trastornos por estrés, donde se incluye el estrés agudo y el estrés
postraumático, trastornos tempranamente descritos en la psiquiatría pero tar-
díamente incluidos en las clasificaciones psiquiátricas, hasta las enfermedades
en la que la curación está mal definida, como es el caso de la esquizofrenia.
Existen criterios como que las enfermedades psiquiátricas, por ejemplo la
esquizofrenia, son trastornos irreversibles con incremento de la discapacidad, lo
que lleva a convertirlos en intratables. Este criterio tiene su origen en el plantea-
miento de un grupo de autores (Kraepelin,1902) que la denominaron demencia
precoz, recalcando, en el propio nombre, la tendencia al deterioro cognitivo y de
32
la personalidad, aunque otro grupo (Seva, 1983; Harding y otros, 1998), refiere
que las personas con esquizofrenia pueden recuperarse total o parcialmente de
la enfermedad en algún punto de su curso.
En la actualidad se conoce que el proceso de desarrollo de la enfermedad
mental es complejo y heterogéneo, no lineal, y su evolución depende en gran
medida de la interacción del paciente con el medio, su familia, comunidad y
acceso a programas adecuados de rehabilitación.
El paciente tiene que recuperarse de la enfermedad además del daño que le
produce el propio tratamiento, la actitud negativa de los profesionales, del estig-
ma y la discriminación de la sociedad y la falta de destreza en algunos profesio-
nales en rehabilitación psicosocial.
La enfermedad y el tratamiento pueden llegar a una reducción de la autoestima
del paciente que repercute en su integración social y lo torna aislado de los
otros, lo que propicia actitudes estigmatizadoras y nihilistas en algunos profesio-
nales y familiares.
De acuerdo con lo expuesto hasta aquí es preciso señalar que, gracias a la
Revolución Científicotécnica, el paciente psiquiátrico pueda llegar a curarse y
rehabilitarse, por lo que su atención puede pasar del anterior método custodial al
de participación mutua, basada en la psiquiatría comunitaria.
Este proceso en la segunda mitad del siglo XX se hizo más evidente, forzando
el cambio de la atención psiquiátrica del manicomio al comunitario, con la com-
prensión de que, el internamiento y el aislamiento, a largo plazo, no cumplen una
función terapéutica y sí una función social de segregación.
Este cambio en la perspectiva de atención psiquiátrica comenzó en Europa
con los conceptos de comunidad terapéutica desarrollados por Maxwell-Jones,
cuyo principio teórico-básico es el tratamiento del paciente mediante la relación
con otros pacientes, con sus familiares y con el personal que se ocupa de su
tratamiento.
El punto culminante se logra con la Reforma Italiana, facilitada por voluntad
política del Estado, lo que posibilita la desinstitucionalización. Paralelamente en
los Estados Unidos se produce la deshospitalización, centrada en concepciones
psicosomáticas y su institucionalización mediante la creación de las primeras
unidades psiquiátricas en hospitales generales.
Ambas políticas presentan puntos débiles en su implementación: la variante
europea no produjo alternativas asistenciales al hospital psiquiátrico, y la
norteamericana convirtió al paciente psiquiátrico en homeless2 ; razón por la
cual, la Asociación Americana de Psiquiatría ha llegado a calificar de tragedia
social a las consecuencias de la política de deshospitalización psiquiátrica llevada
a cabo en los Estados Unidos (Guimon, 1989). Los hospitales psiquiátricos de

2
Personas sin hogar.

33
ese país vieron decrecer su población de internos a base de limitar el número de
nuevas admisiones e incrementar el de las altas que fueron a parar a la
comunidad. Muchos fueron a las calles de los grandes núcleos urbanos, otros
engrosaron los asilos y residencias que no estaban preparados para acoger
pacientes psicogeriátricos, no teniendo otro resultado que la
transinstitucionalización de esos pacientes, fenómeno similar al de
desinstitucionalización que tuvo lugar en otras regiones y países como España
(González:, 1992).
A ello se deben las más severas críticas que han sufrido estas políticas, al
reprochársele que antes de plantearse una restructuración de la asistencia psi-
quiátrica, se requiere cautela en la previsión de los recursos con los cuales se
pretende atender a esta nueva población, y pensar si, con ello, sería suficiente
para proporcionar una calidad de vida mejor que la que llevaba antes dentro de
las paredes del manicomio.
Principalmente la razón estaría en que, los recursos creados en un principio,
para que estos pacientes estuvieran atendidos, han tenido que ser compartidos
con nuevos pacientes que antes no demandaban atención psiquiátrica. Otra
cuestión es que existe una tendencia a disminuir la relación con pacientes
desinstitucionalizados en el momento en que los problemas económico-sociales
no están resueltos.
En este contexto, América Latina basa su acción en la declaración de Cara-
cas, con la intención de velar por un mejor y más justo trato a los pacientes, por
la calidad de la atención y la garantía del respeto a los derechos humanos bási-
cos, esforzándose por incorporar a la praxis psiquiátrica los avances de la cien-
cia y la técnica, tanto en su vertiente biológica como social, así como centrar su
atención en la comunidad con la participación de esta. (Donald y Langsley,
1989).
Pero el desarrollo de la desinstitucionalización en América Latina no ha sido
homogéneo. En Brasil este cambio se inició con la inserción de unidades psi-
quiátricas en hospitales generales en la década de los 50, proceso que se detuvo
a consecuencia del modelo de asistencia psiquiátrica fuertemente centrado en
el hospital psiquiátrico tradicional, y no fue hasta finales de la década del 70,
cuando algunos documentos oficiales preconizaron la necesidad de disminuir los
ingresos y de que se organizaran tratamientos ambulatorios. A pesar de los
esfuerzos, aún existe en Brasil una distribución desigual del número de camas
psiquiátricas en los servicios de salud mental en las diferentes regiones del país,
con concentración en las capitales de los estados y en las regiones más desarro-
lladas (Alves, 1996).
La comunidad internacional presta especial atención a la situación en que
viven los pacientes mentales en todo el mundo, por lo que la Asamblea Parla-
mentaria del Consejo de Europa, en la 29 Sesión Ordinaria, refiere estar cons-
ciente de la carencia de personal para enfrentar las necesidades, el que existe
34
no cuenta con la preparación suficiente, lo que resulta perjudicial para un co-
rrecto tratamiento de los enfermos mentales, en particular, de las condiciones
que rigen el ingreso de los pacientes, su alta, y que los errores y abusos que
ocurren en este aspecto, causan tragedias humanas, por lo que se hace necesa-
rio redefinir normas legales o médicas con estos fines (Convenios europeos
sobre los derechos humanos y la biomedicina: 1977).
Estos planteamientos, por una parte, muestran la situación desventajosas en
la que se encuentra un grupo importante de pacientes psiquiátricos, principal-
mente en los países en desarrollo, y por otra parte, muestra la desconfianza que
aún persiste en la capacidad de la psiquiatría para resolverlos, alegando aspec-
tos relacionados con empleos negativos de los conocimientos psiquiátricos en
casos de actividades criminales y legales de los pacientes, la amenaza a los
derechos de la integridad física y psíquica estos y la utilización de la psiquiatría
con fines políticos. Aspectos que deben enfrentar los profesionales vinculados a
la atención de pacientes psiquiátricos, con un mayor cuidado de los aspectos
éticos y humanísticos, al tener en cuenta que se ha producido un proceso de
deshumanización de la práctica de la medicina, en perjuicio de los sectores
sociales menos favorecidos, para los cuales el acceso a los servicios de salud a
menudo es inalcanzable. Pero aún, más dramático para la medicina actual, es la
nueva epidemia surgida en los países desarrollados, y que amenaza con exten-
derse paulatinamente al resto de los países, el llamado síndrome de Burnout,
síndrome de agotamiento, o enfermedad de Tomás, que lleva implícito un con-
flicto de identidad profesional.
Esta condición clínico-sociológica es la expresión actual de la repercusión del
neoliberalismo sobre la praxis médica y de la consecuente tendencia de los
profesionales y técnicos a subvalorar el significado del humanismo, la espiritua-
lidad y la ética en la gestión de salud” (González, 2006).

Principios de la ética médica que deben cumplir los miembros


de los equipos de salud mental
− Autonomía. Pauta el respeto por las decisiones del paciente, familiares o
representantes legales y protege sus derechos como tales. Su expresión clíni-
ca más acabada es el consentimiento informado o el consentimiento substitu-
to y su única limitante de peso sería la franca evidencia de que la decisión del
paciente o sus representantes determinara perjuicios muy objetivos. Protege
también a personas sanas, compañeros de trabajo, comunidades o institucio-
nes relacionadas con decisiones en el campo de la salud.
− Beneficencia. Enfatiza el propósito permanente de hacer el bien a los pa-
cientes, familiares, usuarios sanos, compañeros de trabajo o instituciones. Se

35
expresa como prototipo, en la valoración de decisiones que implican benefi-
cios o riesgos. Pauta también la actitud solidaria, afable y bondadosa de los
miembros del equipo. La beneficencia propende la prevención y curación del
paciente, pero cuando ello no es factible, garantiza el consuelo y el apoyo que
él y su familia requieren.
− No maleficencia. Clásicamente refrendado por el non nocere, norma la
actitud médica de no hacer daño y se expresa en la constante preocupación
por valorar las potencialidades de los diferentes recursos médicos que gene-
rar iatrogenia, sean Estos biológicos, psicológicos o sociales. Abarca también
las decisiones de otro tipo que pudieran afectar a pacientes, usuarios sanos,
compañeros de trabajo, comunidad o instituciones.
− Justicia: pauta las decisiones no discriminatorias para evitar la afectación de
pacientes, familiares, usuarios sanos, compañeros de trabajo, comunidades e
instituciones. Su violación se expresaría en la práctica, mediante decisiones
incorrectas, al distribuir recursos o establecer diferencia entre unos usuarios
y otros sobre la base del sexo, raza, procedencia sociocultural, ideología,
religión, preferencia sexual o cualquier otro parámetro utilizado con fines
discriminatorios.

En la praxis de la psiquiatría comunitaria y la salud mental, la más humana de


todas las especialidades médicas, se observan, desarrollan y cumplimentan to-
dos los aspectos humanos y científicos en que está basada la verdadera relación
médicopaciente-familiacomunidad (González, 2006).
Se proponen los siguientes principios de ética médica para la psiquiatría co-
munitaria y la salud mental cubana (Peña y otros).
−Principio de la espiritualidad (González, 2006). En el campo de la
salud, está centrada por altos valores vocacionales y morales, se expre-
san tanto en conocimientos adquiridos, valores, actitudes, habilidades y
relaciones profesionales, como por rasgos de la personalidad del profe-
sional y técnico de la salud; debe sobresalir el amor al prójimo, la sensibi-
lidad humana, la bondad, la solidaridad, la honestidad, el desinterés material,
el trato afectuoso indiscriminado, la lealtad y la disposición al esfuerzo y
sacrificio, cimentados sobre ese darse al otro implícito en la vocación
médica, muy cercana a la vocación de servicio, hace a la práctica de la
medicina un verdadero sacerdocio pautado por el “haz bien y no mires a
quien”.
La consideración de que lo biológico, psicológico, social, cultural y espiri-
tual representan un continuum de niveles relacionados en igual orden con
las necesidades corpóreas o biológicas, y con otras muchas necesidades
personales hasta el nivel cultural, pero alcanza su polo espiritual cuando
se sienten como propias las necesidades de otros mediante la empatía, la
compasión y la solidaridad, cuyos paradigmas extremos son los héroes,
36
las monjas cuya dedicación a los enfermos y ancianos ha sido destacada
por nuestro Comandante en Jefe (González, 2005).
− Principio de la solidaridad humana. Aqiel que se ejerce hacia una
comunidad, un pueblo, una causa o un colectivo, y la que se ejerce direc-
tamente al semejante, de forma personal, en ocasiones íntima y más cer-
ca de la espiritualidad propia del ser humano, entrega generosa al prójimo.
Expresión de una concepción de la solidaridad, que es dar lo que se tiene
y no lo que sobra.
− Principio de la integralidad (González, 2006).Se refiere a la capacidad
para cubrir todo el espectro de la gestión de salud: promocional, protecto-
ra, preventiva, epidemiológica, diagnóstica, terapéutica, rehabilitadora,
pericial, docente, investigativa, administrativa y editorial. Valoración de
los aspectos biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales de
los usuarios, al programar las acciones médicas y saber utilizar, con fines
terapéuticos, recursos biológicos, psicológicos, sociales, culturales y espi-
rituales. Capacidad de integrar el pensamiento filosófico, ético,
deontológico, estético, psicológico y sociológico en el desarrollo de la prác-
tica médica, con un sentido de colectivismo, de organización social y de
justicia.

El Código de Ética de la Psiquiatría Cubana (Balseiro, 2000), deja bien


definida y clara la conducta médica y las relaciones con el paciente y sus fami-
liares, con otros trabajadores del sector y con la sociedad,. Fundamenta los
principios éticos relacionados con las características personales del profesional,
especialmente las motivaciones, actitudes y conocimientos obligatorias para poder
realizar una praxis humanística, científica y dignificante, orientada a los pacien-
tes, familiares y comunidad; marca pautas respecto al ejercicio del profesional
de la salud mental por las particularidades de esta área de la salud, a la vez que
se pronuncia de forma tácita sobre los derechos del paciente y sus familiares,
las relaciones con otros profesionales y con la sociedad , por lo que pude decirse
que caracteriza la concepción y conducta del profesional de salud.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima un au-
mento considerable de las enfermedades mentales, tanto en los países de bajos
ingresos como en Europa Occidental y América del Norte, debido al envejeci-
miento de la población, al estilo de vida y a la proporción cada vez mayor de
personas que se hallan expuestas a situaciones psicosociales adversas, formas
de vida que debilitan los lazos familiares y sociales, la movilidad social y geográ-
fica, situaciones de exclusión social (inmigrantes, marginados), la adopción por
jóvenes de patrones de conducta lesivos para la salud, especialmente el abuso
de drogas y el alcohol, aumentan la vulnerabilidad a la enfermedad mental.
Los problemas mentales, sociales y de conducta, provocan una crisis sin
precedentes que amenaza la estabilidad política y económica, y conspiran con-
37
tra decenas de millones de personas (Desjarlais1997). En un estudio realizado
para Naciones Unidas, por un equipo de profesionales de la Universidad de
Harvard3, los autores consideran que la situación presente empeorará en los
próximos años como resultado de la desmedida ola de violencia que afecta
África, Asia y América Latina y el crecimiento de la población, especialmente
en los países en desarrollo.
Tampoco parece que la perspectiva sea mucho mejor en el llamado Primer
Mundo, donde estudios epidemiológicos muestran que cerca del 30 % de sus
habitantes han padecido algún episodio de enfermedad mental a lo largo de su
vida. Hasta el 50 % de estos trastornos pasan inadvertidos en la atención primaria.
La prevalencia de trastornos mentales tiene importantes repercusiones so-
ciales y económicas, tanto por los años de vida perdidos por discapacidad, como
por el costo que representan. El Banco Mundial sitúa en primer lugar la enfer-
medad mental en este indicador, antes que el cáncer y las enfermedades
cardiovasculares (Desviat, 1999; Rodríguez, 2003).
En el año 2000, la OMS inició el Proyecto Atlas con objeto de compilar la
información sobre los servicios de salud mental de los diferentes países del
mundo. Cuba se encuentra entre los países que dedican grandes esfuerzos
mediante sus instituciones y ministerios para promover estilos de vida saluda-
bles y prevenir los trastornos que afecten la salud mental del ciudadano. En este
sentido las estrategias de salud abarcan no solo a ministerios como Salud Públi-
ca, Educación, e instituciones estatales, también incluye a organizaciones políti-
cas y de masas.
La Atención Primaria en Salud (APS) se orienta hacia los principales proble-
mas de salud de la comunidad y presta los servicios de promoción, prevención,
tratamiento y rehabilitación (OMS/Unicef, 1978).
Como resultado de la cooperación internacional en centroamérica y el Cari-
be, auspiciado por la OPS, en el año 2005 concluyó el Proyecto Fortalecimien-
to del Componente Salud Mental en la Atención Primaria, con el propósito
de afianzar la cooperación técnica en el campo de la salud mental entre Cuba,
Dominicana y Panamá, facilitar la transferencia de experiencias y tecnología,
contribuir a reorganizar las redes de servicios en salud mental y hacerlas más
eficientes mediante la estrategia de APS. El proyecto resultó altamente exito-
so, se cumplieron los objetivos previstos y se desarrollaron productos concretos
de gran utilidad. En este contexto se puede decir que los retos de la salud
mental en el presente siglo estarían dados por:
− La profilaxis como esencia de la salud mental en el logro de la eficiencia
práctica para alcanzar resultados superiores en la lucha por la salud y contra
las enfermedades.

3
Programa Salud Mental en el Mundo: Problemas y Prioridades en los Países de Baja Renta

38
− La búsqueda de nuevos indicadores de calidad en salud mental que serán el
resultado de la aplicación eficiente de los programas de prevención y educa-
ción para la salud.
− El desarrollo continuo o perfeccionamiento de formas de atención y aplica-
ción de los programas de prevención y acciones de salud.
− Potenciar a través de la transdisciplinariedad la base científica del enfoque o
nuevo paradigma biopsicosocial y espiritual.
− La formación de profesionales de la salud mental más cultos e instruidos.
− El redimensionamiento del sistema de valores humanos, basados en los prin-
cipios de la ética médica y formulación del concepto de humanismo en salud
mental en la comunidad en que desarrolla sus acciones el Equipo de Salud
Mental.
− La cuantificación adecuada, oportuna y eficaz sobre bases científicas utili-
zando programas estadísticos automatizados de los estudios poblacionales
que abarcan las comunidades.
− La rehabilitación psicoeducativa, el entrenamiento en habilidades sociales
y la rehabilitación neurocognitiva, a partir de programas estructurados, basa-
dos en una red social apoyo (Martínez y otros, 2010).
− El cambio de mentalidad en la solución de los problemas que lleva a una
colaboración e intercambio permanente de experiencias incluso a escala in-
ternacional.
− La articulación de un nuevo paradigma del proceso salud-enfermedad, con
énfasis en la salud, pretende también ser una nueva cultura humanista y,
hasta un nuevo modelo social para la protección de la salud de las personas.

Los Centros Comunitarios de Salud Mental son los centros rectores para la
atención de todos los problemas de salud mental, incluyen desde la prevención
de los problemas relacionados con la pérdida del bienestar, la promoción de
estilos de vida saludables, y el mejoramiento de la calidad de vida de la pobla-
ción en la propia comunidad donde reside hasta la completa rehabilitación.
Los Centros Comunitarios de Salud Mental deben contribuir, de manera sig-
nificativa a:
− Incrementar el nivel de satisfacción de la población.
− Aumentar la calidad de la atención médica en psiquiatría.
− Mejorar los indicadores de salud mental.
− Disminuir los ingresos hospitalarios.
− Reducir los costos hospitalarios, mediante la resolución de problemas en la
comunidad y que no necesitan de la atención hospitalaria.
− Disminuir la larga estadía hospitalaria de los pacientes, al ser reinsertados en
la comunidad, según los programas de rehabilitación psicosocial que se desa-
rrollen a nivel comunitario.
− Mantener la atención continuada al paciente en el entorno sociocultural en
que se desarrolla.
39
− Mejorar la atención integral al hombre.
− Fomentar una cultura ambientalista y ecológica, que permita la protección del
entorno físico y a la vez la supervivencia de la especie humana.

El paradigma de la atención primaria


La psiquiatría comunitaria está dada a convertirse en la mejor alternativa a
seguir en el tratamiento de los enfermos psiquiátricos, por lo que su
implementación práctica debe constituir una meta de la psiquiatría actual (Peña
y otros, 2010). A este esfuerzo se deben sumar tanto los gestores de salud,
como las comunidades a las que está dirigida, las que aprecian su conveniencia
gracias a la actuación profesional de los equipos de salud mental y la divulga-
ción de sus ventajas sobre otras orientaciones de atención (Kaplan y Sadock,
1989). La atención en salud mental no puede garantizarse sin la participación
comunitaria, tanto en situaciones normales, como después de un desastre, para
lograr el tratamiento adecuado, la rehabilitación y la plena reincorporación a la
sociedad (Ransom, 1993).
La psiquiatría comunitaria es una manera de organizar la asistencia psiquiá-
trica, incluye una serie de conocimientos necesarios para el psiquiatra, y le
permite participar en programas enfocados hacia la promoción de la salud men-
tal, prevención y tratamiento de los trastornos mentales, así como la rehabilita-
ción e incorporación de los pacientes a la comunidad. Está basado en la utilización
de técnicas, métodos, teorías de la psiquiatría social y otras ciencias sociales
para la investigación y satisfacción de necesidades de salud mental de una
comunidad (Arrollo, 1986).
Para estos propósitos, en 1995 se efectuó un evento denominado La
reorientación de la Psiquiatría hacia la Atención Primaria de Salud, orga-
nizado por el Ministerio de Salud Pública de Cuba con el apoyo de la OPS, que
concluyó con un documento conocido como La Carta de La Habana que
plantea la proyección de desarrollo basada en la atención comunitaria para las
actividades en salud mental en el tratamiento, la rehabilitación del enfermo en
su propio medio, la prevención y la promoción de salud (Cuba. Ministerio de
Salud Pública/OPS, 1995).
Este propósito significó la transformación de los dispensarios de salud mental
existentes y la creación de los Centros Comunitarios de Salud Mental, que tie-
nen la posibilidad real de conocer la situación de salud de la comunidad, y los
recursos con los que cuenta para afrontar la solución de los problemas mediante
la participación de todas las estructuras comunitarias (Cuba. Ministerio de Sa-
lud Pública/Cooperación Italiana en Salud,1989).
Se considera una alternativa a la institucionalización, modelo de atención psi-
quiátrica clásico, con base en el manicomio, cuya idea fundamental del trastor-
40
no era la de una enfermedad crónica que exigía el aislamiento del paciente de su
medio habitual, con todo tipo de cuidados que incluían su atención, protección y
custodia (Baca, 1992).

Limitaciones para la atención psicosocial en desastres


A pesar de lo avanzado, aún persisten los modelos asistenciales centrados en
el manicomio, que resultan menos prácticos en situaciones de desastres, y a su
vez pueden resultar afectados, parcial o totalmente, luego de un desastre, como
lo ocurrido en varias provincias después del impacto de los 3 huracanes que
afectaron a Cuba en el 2008 con la destrucción del Hospital Psiquiátrico de
Gibara4 y la afectación parcial de otros, lo que provocó que los pacientes fueran
trasladados a otras instalaciones del país. En otros países, ante similares situa-
ciones, los pacientes pueden quedar desatendidos.
Otros problemas en los países en desarrollo incluyen la ausencia de progra-
mas de salud mental, incluso en situaciones normales, mucho menos para situa-
ciones de desastres debido a la escasez de recursos humanos calificados y la
concentración existentes en las grandes ciudades y pocos hospitales.
No se tiene previsto el asesoramiento de un equipo especializado en el nivel
central capaz de coordinar adecuadamente las acciones. Existen, entre otros
problemas, dificultades con el transporte que impiden llegar de inmediato a las
zonas afectadas y lograr la coordinación entre las instituciones, agencias, Orga-
nizaciones No Gubernamentales, etc., que posibiliten organizar y dirigir las ac-
ciones y ayudas, por lo que, en ocasiones, se duplican las ayudas a una comunidad,
mientras que otras quedan desprovistas de atención.
Otra limitación es la ausencia de equipos de salud y salud mental en las zonas
de desastre, capaces de comenzar las acciones de inmediato y sin dependencia
inicial de los niveles centrales. Se brinda atención solo a grupos específicos de
personas, como es el caso de los que han perdido sus hogares, pero la atención
debe ser a toda la comunidad, porque todos, de una u otra forma, están
traumatizados (Sánchez y otros, 2010).

El equipo de salud mental en situaciones de desastres


El equipo de salud mental tanto en situaciones normales como en desastres lo
integran psiquiatras, psicólogos, enfermeras, trabajadores sociales y terapistas
ocupacionales y tienen como función, participar en el proceso de diagnóstico
4
Gibara es una ciudad y a la vez un municipio al norte de la provincia de Holguín. Posee una
rica historia, cultura y un hermoso paisaje, con bellos sitios arquitectónicos

41
comunitario, desarrollar un plan de acción e implementar el programa, con la
participación activa de miembros de la comunidad.
Su acción comprende distintos momentos, en dependencia del tiempo trans-
currido después del desastre. Inicialmente se debe:
− Identificar a los supervivientes y proveerles intervención en crisis a quienes
lo necesitan.
− Identificar quiénes deben ser remitidos, en caso de existir posibilidad.
− Proveer asistencia directa en los propios lugares donde se encuentren los
damnificados.
− Intentar proporcionar ayuda inmediata a los afectados, para aumentar la se-
guridad de los damnificados, la convicción de superar lo ocurrido y sobrevivir.

El objetivo general de la intervención del equipo de salud mental es propor-


cionar a los sobrevivientes de un desastre, el apoyo emocional y el soporte
psicológico necesario, de manera que puedan superar las dificultades que les
afectan, tanto en el orden individual, familiar y comunitario, contribuyendo a su
reinserción social.
Los objetivos específicos son:
1. Aliviar la aflicción y modificar la conducta, fomentando los mecanismos
adaptativos a través de la terapia psicológica.
2. Manejar los sentimientos de culpa relacionados con la causa del desastre.
3. Restaurar las posibilidades individuales para sobreponerse a los eventos
adversos a través de la autoestima.
4. Reconstruir mecanismos de interacción social, identificando los recursos
necesarios.
5. Colaborar de manera continua con otros grupos de profesionales que brin-
den apoyo.
6. Crear equipos de soporte dentro de los damnificados y establecer equipos
de intervención interdisciplinarios integrados por personal del lugar familia-
rizados con la cultura local.
7. Manejar los resentimientos contra personas o instituciones.
8. Aprovechar los valores éticoreligiosos de la comunidad para favorecer la
cooperación y evitar eventos como el saqueo, violaciones, etc.
9. Trabajar en equipos interdisciplinarios y multidisciplinarios, que permitan
atender a pacientes con adicciones, enfermedades crónicas no trasmisibles,
discapacidades y otros.
10. Identificar los líderes naturales de la comunidad y en caso necesario fomen-
tarlos.
11. Usar reforzadores positivos, restar importancia a las limitaciones y debilida-
des.
12. Transmitir seguridad a quienes presentan manifestaciones adaptativas, con-
venciéndoles de que sus manifestaciones son transitorias.
42
13. Promover el regreso a la normalidad lo antes posible, con el fin de evitar la
revictimización.
14. Atender el duelo en los damnificados que perdieron familiares.

Después de transcurridos los primeros momentos, y cuando se cuente con


mayores recursos humanos y de tiempo, en la atención a las víctimas se deben
obtener algunos datos, entre los que se encuentran:
1. Datos familiares y personales: problemas médicos y quirúrgicos, historia
familiar, problemas significativos de desarrollo en la infancia, escolaridad,
adolescencia, empleo actual y anteriores, estado civil, número de hijos, reli-
gión, abuso de alcohol y drogas.
2. Enfermedad mental antes del desastre: síntomas, tratamientos, hospitaliza-
ciones y medicamentos.
3. Psicotrauma: vivencias del peligro, pérdidas (muerte de familiares y amigos,
pérdida de bienes, empleo y lesiones físicas.
4. Intereses y necesidades: sueño, apetito, abuso de alcohol y drogas, cambios
en la vida sexual, en los intereses, motivaciones y actividades.
5. Sistema de apoyo: familiares, amigos, vecinos, instituciones de apoyo (igle-
sia, asociaciones comunitarias).

En Cuba, la salud pública y especialmente la salud mental, dirigen su atención


como un todo, hacia la APS y la comunidad, lo que constituye una fortaleza, y
permite brindar una asistencia eficaz, tanto en tiempos normales como en situa-
ciones de desastres. Los aspectos sociales resultan ser elementos inseparables
de la proyección humanista desarrollada a partir del proyecto social que se ha
edificado. La labor de todas las estructuras de salud incluye acciones de promo-
ción y protección de la salud, la prevención de enfermedades, el tratamiento y
rehabilitación del paciente con secuelas como parte de su quehacer diario.
El equipo de salud mental debe realizar acciones sistemáticas junto a las
demás estructuras del sistema nacional de salud y la comunidad, atendiendo a
las distintas etapas del ciclo de reducción de desastres. Las acciones específi-
cas a desarrollar dependen de la etapa de dicho ciclo en que se encuentren en
un momento dado.
Las etapas del ciclo de reducción de desastres son las siguientes:
Prevención. Se realiza permanentemente y constituye la etapa más eficaz
de la reducción de los desastres, el trabajo se debe encaminar a la reducción de
la vulnerabilidad de las comunidades y el fortalecimiento de los sistemas de
vigilancia, pronósticos, incremento de las medidas de seguridad y bioseguridad.
Preparativos. Medidas y acciones que aseguran una respuesta óptima, se
elaboran las decisiones y los planes de reducción de desastres y su actualiza-
ción, así como la preparación de todas las categorías de personal. Incluye las
actividades que se desarrollan antes del impacto de un peligro, con el objetivo de
reducir sus daños.
43
Respuesta. Medidas y acciones que comienzan cuando se produce el impac-
to de un peligro potencialmente destructivo el que pudo o no ser pronosticado.
Se define como el ejercicio de la dirección y el mando para la conducción de las
acciones, sobre la base de las decisiones y los planes de reducción de desastres
aprobados en cada instancia. Se planifica teniendo en cuenta el establecimiento
de las fases previstas para cada peligro de desastre.
Recuperación. Medidas y acciones que comienzan cuando se aprecia que el
peligro ha dejado de afectar a la comunidad o esté controlada la situación que
originó la respuesta. Incluye las etapas de rehabilitación (dirigida al restableci-
miento de los servicios más importantes) y la reconstrucción (encaminada a la
construcción y recuperación de edificaciones, instalaciones de todo tipo y de la
infraestructura).

Acciones a desarrollar en lo referente a la salud mental


Las acciones a desarrollar, en lo referido a la salud mental, están recogidas
en las Indicaciones 20 de 2008, del Ministerio de Salud Pública de la República
de Cuba (Lorenzo, 2008).
− Acciones de prevención. La prevención a realizar por el equipo de salud
mental, en situaciones de desastresn se deben dirigir a lograr una adecuada
preparación psicológica de los miembros de la comunidad ante el riesgo, co-
menzando por los conocimientos y habilidades prácticas de cómo actuar de-
pendiendo de la etapa del ciclo en la que se encuentre. Para esto es necesario
la realización de cursos, talleres y simulacros de actuación, donde se incluyan
las labores de preparación ante la inminencia de un evento, la evacuación del
personal o la activación de grupos de mando a distintos niveles, territoriales,
provinciales, etc. Estas acciones se realizan en todo el país en las jornadas de
los ejercicios “Meteoro”. Desde el punto de vista psicológico, las actividades
de prevención deben tener en cuenta los aspectos cognitivos, emocionales, y
conductuales en los que se pretende incidir. Tiene dentro de sus objetivos,
que la comunidad interiorice la existencia de riesgos y se trabaje en función
de atenuar las consecuencias.
− Acciones de promoción de salud. Se realizan de manera cotidiana en fun-
ción de mejorar la salud física y mental de la población, adquieren una signi-
ficación especial en situaciones de desastres, ya que disminuye la posibilidad
de estrés en las personas, esto incluye:
· Alimentación sana: la calidad de la alimentación y el equilibrio entre el
consumo y el gasto energético poseen una importancia fundamental para
tener un estilo de vida sano, posibilita mejorar la salud en general, mejo-
rando las condiciones para controlar los desequilibrios que produce el
estrés.
· Actividad física sistemática: mejora el funcionamiento, la capacidad, el
rendimiento físico general, la respiración, el sueño, etc. Se debe incre-
44
mentar la carga de ejercicios gradualmente y sin que tracen metas que se
constituyan en un factor generador de estrés. El ejercicio físico debe
realizarse de forma regular y dosificada para constituir una medida
profiláctica contra el estrés.
· Respiración adecuada: respirar de forma regular y reposada favorece la
relajación, mejora las funciones cardiovasculares y la oxigenación. Apren-
der a respirar es bastante fácil, consume poco tiempo y puede utilizarse
en cualquier situación que provoque estrés.

En la etapa de “Prevención” corresponde determinar:


− Los diferentes componentes de la memoria histórica referente a las emer-
gencias y desastres desde lo local, nacional e internacional.
− Caracterización biológica-psicológica-social y medioambiental de todos los
componentes e integrantes de cada comunidad y territorio, de forma tal que
quede esclarecida la situación de salud, diagnóstico de salud mental comuni-
tario y las implicaciones de los diferentes tipos de consecuencias e impactos
de los desastres.
− El rol específico de los diferentes aspectos de la salud mental. De igual ma-
nera prestar atención a los factores de riesgo y vulnerabilidades, como a los
factores protectores y la resiliencia en cada uno de los tipos de emergencias
y desastres que han acontecido. Estos factores se deben analizar desde lo
individual, grupal, familiar y comunitario.
− Los niveles de conocimientos, hábitos y habilidades psicosociales aplicables
al adecuado y efectivo manejo de todo lo inherente (directa e indirectamente)
a la salud mental en desastres, desde el punto de vista de los profesionales y
trabajadores de los equipos e instituciones de la salud mental, hasta lo indivi-
dual, grupal, familiar y comunitario.
− Los métodos, técnicas instrumentos, medios, actividades y el proceso de eva-
luación de la adecuación-validez-confiabilidad y pertinencia de todo el trabajo
de la prevención y preparación en desastres a nivel de los profesionales de la
salud mental, así como a nivel de lo individual, grupal, familiar y comunitario.
Con vistas a realizar el diseño y la planificación de todas las actividades de
capacitación, prevención y preparación en desastres.
− Las posibilidades de atención psicológica especializada al personal socorris-
ta, voluntarios, personal directivo, decisores y a los propios integrantes de los
equipos de salud mental.
− Los aspectos específicos y generales relativos a la salud mental en emergen-
cias y desastres como un todo, en cada familia, grupo, institución, comunidad
y territorio. Deben quedar adecuadamente reflejados en los planes de reduc-
ción de desastres.
− Las tendencias favorecedoras del incremento y perfeccionamiento dentro
del Sistema Nacional de Salud de Cuba (SNS) y de la sociedad cubana, que
permitan conformar una verdadera cultura general integral y una cultura

45
psicosocial en desastres, con el propósito de afrontar las crecientes conse-
cuencias de las emergencias y los desastres.
− Las actividades preventivas, las que tendrán en cuenta las orientaciones de la
defensa civil a nivel nacional, provincial o local, y recibirán el apoyo de las
sociedades científicas y grupos nacionales y provinciales de psiquiatría y psi-
cología.

En la etapa de “Preparativos” corresponde determinar:


− Los recursos humanos y materiales que se necesitarán en las etapas subsi-
guientes con el fin de contar con la máxima capacidad de comprensión y
respuesta desde lo individual, grupal, familiar y comunitario.
− La mayor especificidad posible, la aplicabilidad y pertinencia de las diferen-
tes experiencias de trabajo existentes dentro del campo de la salud mental
entre trabajadores y profesionales de la salud, a nivel de cada institución y
comunidad como un todo. Esto puede ser expresado a manera de lecciones
aprendidas y guías de buenas prácticas.
− El rol del SNS para desempeñar, en cada una de sus estructuras, profesiones
y disciplinas, con un énfasis en la APS, los policlínicos universitarios y los
centros comunitarios de salud mental, como la vanguardia en este trabajo, de
imprescindible importancia para toda la sociedad cubana, y requisito de ga-
rantía de la seguridad e integridad nacional, en el complejo momento histórico
que se vive, asediados por el imperialismo yanqui y paralelamente los desas-
tres agravados por los impactos negativos del cambio climático.
- Las futuras necesidades de hospitalización, parcial o total, en cada una de las
instituciones del SNS, por los diferentes grupos de mayor vulnerabilidad y su
etapa del ciclo vital (niños, adolescentes, jóvenes, tercera edad), problemas
de salud, bajo nivel cultural y económico, antecedentes de pérdidas a conse-
cuencia de desastres anteriores y recientes o ante otros eventos vitales
estresantes.
− Las necesidades de productos farmacéuticos, sustancias psicotrópicas u otros
que pueden ser utilizadas en la atención médica especializada en personas
con alteraciones biopsicosociales de mayor envergadura a consecuencia (di-
recta e indirecta) del desastre, en casos de las complicaciones propias de los
trastornos mentales, que generalmente se desarrollan en grupos poblacionales
y comunidades.
− Establecer de antemano los asuntos relacionados con la mejor forma de desa-
rrollo del proceso de evacuación, tanto en albergues temporales, como a las
casas de las familias o vecinos; para evitar la separación familiar, principal-
mente de madres e hijos (niñas, niños y adolescentes) con el propósito de
preservar los factores protectores y minimizar o neutralizar factores de ries-
go-vulnerabilidad.

46
− La utilización e implementación efectiva de los primeros auxilios, la primera
ayuda e intervención psicológica y social en cada tipo de situación de desas-
tres, desde lo individual, grupal, familiar y comunitario.
− Los conocimientos, habilidades, instrumentos y diferentes técnicas especiali-
zadas para la actuación desde la óptica profesional de la salud mental en
desastres.
− Previo establecimiento de convenios de cooperación e intercambio con orga-
nismos y organizaciones, estatales y no gubernamentales, en cada territorio
que propicie la realización de actividades, mediante la promoción del conoci-
miento con el fin de disminuir las afectaciones psicológicas causadas por el
desastre. Esta tarea corresponde a los trabajadores de la salud mental del
SNS.

En la etapa de “Respuesta” al desastre se debe establecer:


− Los diferentes tipos y modalidades de impactos y consecuencias de cada tipo
de emergencia y desastre, desde lo individual, grupal, familiar y comunitario,
en cada uno de los territorios, con la mayor precisión posibles.
− Las metodologías de apoyo desde la salud mental a las actividades de salva-
mento y rescate, de conjunto los profesionales, decisores, directivos,
socorristas, voluntarios y hasta lo individual, grupal, familiar y comunitario en
cada territorio.
− La ubicación de todos los recursos humanos disponibles y previamente iden-
tificados, capacitados y preparados para todos los lugares e instituciones acorde
con las prioridades que impongan los desastres.
- La inclusión de profesionales y trabajadores de la salud mental en todas las
unidades de SNS destinadas a prestar servicios de cualquier tipo de ayuda y
asistenta sanitaria. Igualmente, entre los equipos de salvamento y rescate, los
de evaluación de los daños y necesidades de ayuda, en las morgues y otros
lugares destinados a la atención a los cadáveres, los servicios de atención a
los familiares de los fallecidos, desaparecidos y damnificados, en los equipos
de dirección y de mando, apoyo e interacción con los medios masivos de
difusión, estructuras encargadas de organizar y desarrollar las actividades de
comunicación social.
− La atención a las necesidades sentidas y de primer orden, con la debida
inclusión de las de carácter psicosocial, en todas las estructuras y lugares de
las instituciones del SNS y comunidades. Están inncluidos los albergues tem-
porales, centros de evacuación, casas de familias y vecinos, donde se eva-
cuan a los damnificados y se hace necesaria la presencia y actuación de la
salud mental en desastres.
− Las vías, formas y técnicas favorecedoras de una adecuada implementación
de la primera ayuda y de los primeros auxilios psicológicos, así como de las
diferentes técnicas de intervención en crisis, las antiestrés, ludoterapia, tera-
47
pia familiar, técnicas narrativas, técnicas cognitivas-conductuales, hipnosis,
relajación, procederes de medicina física y rehabilitación y de medicina natu-
ral y tradicional, u otras más afines de la psicotraumatología contemporánea
(briefing, defusing, debriefing, EMDR)5 , tanto para los equipos de trabajo
de la salud mental, como a nivel institucional, al igual que a nivel individual,
grupal, familiar y comunitario in situ.
− Las normas y procedimientos para cumplimentar con el triage6 dirigido a la
determinación de los problemas referentes a la salud mental fundamental-
mente, sin minimizar ni obviar muchas otras cuestiones, las que pueden des-
encadenarse en el momento del desastre.
− Las pautas para la clasificación de los posibles niveles de impacto y conse-
cuencias tanto directas como indirectas del desastre entre los propios profe-
sionales de la salud mental y entre otros de las diferentes especialidades y
disciplinas implicadas en cada tipo de evento, decisores, directivos, socorristas,
voluntarios y hasta lo individual, grupal, familiar y comunitario en cada
territorio.
− La delimitación del impacto, directo e indirecto, del desastre, entre todos los
grupos poblacionales y entre el personal que se encuentra trabajando en cada
una de las actividades, así como determinar cuáles de ellos son tributarios de
ser considerados como damnificados a consecuencia del desastre y a quié-
nes considerar como afectados por presentar síntomas.
− Los individuos y grupos de individuos con mayor riesgo de desarrollar altera-
ciones psicológicas o entidades psicopatológicas diagnosticables
(estresogénicas y psicotraumáticas) mucho más graves, que pudiesen supe-
rar el comportamiento humano normal ante situaciones de desastres, tales
como el síndrome del estrés postraumático, las crisis generalizadas de ansie-
dad, el pánico, los trastornos de la adaptación y otros descritos con anteriori-
dad en cada uno de los sistemas de taxonomía nacionales (Tercer glosario
cubano de trastornos mentales) e internacionales (CIE-10, DSM-IV,
GLADP); (Asociación Psiquiátrica de América Latina,2003); (Otero y otros,
2004).
− Derivar y remitir siempre a todos los damnificados y personal con mayores
niveles de impacto biopsicosocial a las instituciones de salud donde se en-
cuentren los recursos humanos y materiales con la capacidad de cumplimen-
tar las indicaciones y procederes especiales, tomando en cuenta para ello
siempre el resultado de un exhaustivo proceso de evaluación integral clínico-
psicológico y social de cada caso en cuestión desde lo individual, grupal,
familiar y comunitario.
5
Técnicas que se explican en el capítulo 5.
6
Galicismo que significa: método para la selección y clasificación de los pacientes basándose
en las prioridades de atención.

48
− Valorar, siempre que sea necesario, el criterio de otros grupos de especialis-
tas y otras disciplinas necesarias, debido a las implicaciones éticas, humanita-
rias y medicolegales.
− Evaluar objetiva y científicamente la efectividad de la actividad de preven-
ción y preparación realizadas, señalar las dificultades detectadas y el impacto
concreto de cada situación de desastre, desde lo individual, grupal, familiar y
comunitario.
− Prestar especial atención a los medios de difusión masiva y a todos los siste-
mas de la comunicación social en cada territorio.
− Realizar los ajustes necesarios del diagnóstico de salud y de la salud mental,
en lo particular desde lo individual, grupal, familiar y comunitario in situ.
− Mantener la atención a evacuados y albergados, tanto en los centros de eva-
cuación creados ad hoc como en casas de familiares y vecinos; siempre
evitando la separación de familias, con el objetivo de preservar los factores
protectores que implica, fundamentalmente a la población infanto-juvenil, mu-
jeres embarazadas, personas con enfermedades mentales y crónicas no
trasmisibles, ancianos, personas con algún tipo de discapacidad y necesida-
des especiales antes del desastre que tienden a agravarse en la etapa durante
y posterior al desastre.
− En todo tipo de instalación de vida temporal, centros de evacuación y otros
en cada una de las comunidades se debe establecer un programa de activida-
des escolares y sociales lo más expedito posible, así como crear facilidades
para el juego de toda la población infantojuvenil.
− Satisfacer las necesidades sentidas de otros grupos de riesgo y de todos los
grupos poblacionales implicados.
− Pronosticar el proceso de rehabilitación y recuperación paulatina de las acti-
vidades de la vida diaria, entre los equipos de trabajo de salud mental, decisores,
directivos, socorristas, voluntarios y hasta lo individual, familiar, grupal, co-
munitario en cada territorio.

Después de ocurrido el desastre, se deben realizar intervenciones dirigidas a


garantizar las necesidades según prioridades. Inicialmente serán físicas, de se-
guridad y vinculadas a las necesidades psicosociales. Su realización es necesa-
ria tanto en los niveles individuales, grupales, como comunitarios. El acto de
brindar una frazada para cubrirse o un poco de agua para beber, entre otras
acciones, implica un apoyo psicológico a la persona que sufrió un desastre, si se
une la posibilidad de crear un ambiente tranquilo y seguro, informar sobre la
normalidad de las reacciones que está manifestando, completa la intervención
psicológica que se realiza desde los primeros momentos posteriores al desastre,
y se puede estructurar el proceso del duelo en un marco de apoyo de la comu-
nidad, siempre teniendo en cuenta los factores culturales que intervienen en
este proceso.
49
La intervención psicológica debe propiciar, tanto en los sujetos como en la
comunidad, la modificación de una conducta pasiva y de desamparo en una
conducta activa de control y modificación de la situación.
La intervención psicológica se realiza no solo por el equipo de salud mental,
también se requiere del apoyo de autoridades competentes, incluso de adminis-
tradores de salud, con el fin de lograr articular la tarea dentro del sistema inte-
gral de intervención. Lograr que la ayuda a los afectados se ofrezca lo más
rápido posible, se garantice en contextos seguros y mediante proyectos de afronta-
miento a las consecuencias, dirigidos al retorno a la normalidad lo antes posible.
El rechazo velado o la resistencia manifiesta para implementar la interven-
ción psicológica incluye a los decisores en la tarea de organizar la asistencia, ya
que consideran otras prioridades, incluso, no se prevé la atención psicológica al
personal de asistencia el que a pesar de afrontar situaciones traumáticas, se les
considera como invulnerables y se resisten a reconocer los síntomas de estrés y
la condición de afectado, sobre este particular se ampliará en el capítulo 4.
La etapa de “Recuperación” se divide en dos momentos:
1. Rehabilitación.
2. Reconstrucción.

En la etapa de “Rehabilitación” debe contribuir a:


- Continuar con la mayor adecuación y efectividad posible todas las activida-
des inconclusas de ayuda médica, salud mental u otras actividades iniciadas
en las etapas precedentes.
- Organizar y adecuar el proceso de regreso paulatino de familias y grupos
poblacionales damnificados, a sus lugares de origen, de modo que se incorpo-
ren a la normalidad y cotidianidad, mientras se mantiene la atención a eva-
cuados y albergados.
- Apoyar el sistema de medidas de defensa civil que labora de conjunto con las
estructuras e instituciones del SNS para lograr cuanto antes la recuperación
de la cotidianidad y la normalidad de la vida y el funcionamiento de los equi-
pos de salud mental, decisores, directivos, socorristas, voluntarios y hasta lo
individual, grupal, familiar y comunitario en cada territorio.
En la etapa de “Reconstrucción” se debe contribuir a:
- El desarrollo de actividades de prevención, promoción y de educación para la
salud entre todos los grupos poblacionales, instituciones y a nivel de cada
localidad con un enfoque comunitario e integrador de la situación creada en
el proceso posterior al desastre.
- La actualización del diagnóstico de la situación de salud y del propio diagnós-
tico de salud mental comunitario, según las especificidades de cada desastre
y de cada localidad en cumplimiento a los preceptos establecidos en el SNS.
- Trabajar todos los factores del SNS y las comunidades de manera conjunta,
50
para evitar la separación de familias y potenciar actividades escolares, como
puede ser el juego u otras, socialmente reconocidas como capaces de favo-
recer el descanso, la restauración espiritual, el incremento de las capacida-
des humanas de comprensión efectiva y adecuada, que permiten alcanzar, en
la mayoría de los grupos poblacionales, un afrontamiento activo y realista de
las consecuencias directas e indirectas de los desastres.
- Diseñar todos los programas de rehabilitación y ayuda psicosocial, según las
necesidades y las prioridades establecidas por los factores e instituciones que
intervienen en el proceso posterior al desastre en cada una de las comunidades.
- Establecer las lecciones aprendidas desde la perspectiva que ofrece la salud
mental en desastres para todos los equipos en cada territorio, como son:
decisores, directivos, socorristas, voluntarios y en el orden individual, grupal,
familiar y comunitario.

Autoevaluación
1. Mencione los tres enfoques que marcan la evolución de la psiquiatría como
ciencia.
________________, ______________, ______________

2. Marque V o F (verdadero o falso) según corresponda atendiendo al siguien-


te enunciado. Limitaciones para la atención psicosocial en desastres.
a) ___ Inexistencia de programas de salud mental en desastres.
b) ___ Los equipos de salud mental rechazan participar en estas tareas.
c) ___ Escasos recursos humanos calificados.
d) ___ Problemas logísticos.
e) ___ No existe conciencia en los decisores de la necesidad de atención
en salud mental.

3. Enumere tres medicamentos sintetizados en la década del 50 del pasado


siglo que representó un importante avance en el tratamiento de las personas
con trastornos psiquiátricos.
________________, ______________, ______________

4. Enumere las etapas del ciclo de reducción de desastres.


a) _____________
b) _____________
c) _____________
d) _____________

51
5. La aceptación de la reinserción de los pacientes con trastornos mentales se
ha visto limitada por ideas y preocupaciones en la población sobre aspectos
que vinculan a estos enfermos con:
Marque la combinación correcta de los aspectos que a continuación se men-
cionan.
a) violencia.
b) conducta impredecible.
c) manifestaciones psicopatológicas y conductuales inusuales y polimorfas.
d) todas las anteriores.
ab ___ ac ___ bc ___ d ___

6. La acción del equipo de salud va a tener distintos momentos dependientes


del tiempo transcurrido luego del desastre. De las acciones que se realizan
circule con una X la combinación correcta correspondiente a los siguientes
enunciados.
a) Identificar a los supervivientes y proveerles intervención en crisis a quie-
nes lo necesitan.
b) Identificar a aquellos que deben ser remitidos, si eso fuera posible.
c) Proveer asistencia directa en los propios lugares donde se encuentren los
damnificados.
d) Todos los anteriores.
– ayb
– byc
– 3-a y c
– 4-d

7. Dentro del papel del equipo de salud mental en situaciones de desastres


existen acciones de prevención. Responda V o F según corresponda a cada
enunciado.
___ No es necesario lograr una preparación psicológica de los miembros
de la comunidad ante riesgos de sufrir un desastre.
___ Un ejemplo en Cuba de las acciones de preparación en caso de sufrir
un desastre es el Ejercicio “Meteoro”.
___ Es importante hacerle conocer a los miembros de una comunidad en
peligro de sufrir un desastre las habilidades prácticas y teóricas de cómo
actuar, dependiendo de la etapa del ciclo en la que se encuentre dicho
desastre.
___ No es tan importante la realización de cursos, talleres y simulacros de
actuación donde se incluya las labores de preparación ante la inminencia
de un evento catastrófico.

52
___ Desde el punto de vista psicológico las actividades de prevención
deben tener en cuenta los aspectos cognitivos, emocionales y conductuales.

Clave
1. Biologista, psicologista, sociológico.
2. V (a, c, d); F (b, e)
3. cloropomazina, reserpina, clorodiazepóxido, imipramina.
4. Prevención; Preparativos; Respuesta; Recuperación.
5. d
6. 4
7. V (b, c, e) F (a, d)

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54
Repercusión psicosocial y grupos
especiales

Consideraciones de la repercusión psicosocial de


los desastres
El estudio objetivo y sistemático de los efectos psicológicos y sociales de los
desastres, tanto los provocados por fenómenos naturales como los inducidos
por el hombre, en la salud de las comunidades es relativamente reciente.
Anteriormente se intentaba dar un enfoque teórico a lo que se apreciaba, y
las investigaciones quedaban en la descripción de las observaciones de hechos
aislados recogidos de manera anecdótica.
Partir de la década de 1980 esta situación cambió, entre otras razones, gra-
cias al mejoramiento del nivel técnico de los profesionales dedicados al tema, el
progreso tecnológico en materia de medición de los fenómenos y la prioridad
que tiene el tema, que posibilitan la toma de decisiones institucionales y estatales.
De acuerdo a la complejidad de las alteraciones a la salud, como consecuen-
cia de los desastres, es posible y necesario diferenciar las contingencias de
salud que necesitan atención quirúrgica de las no quirúrgicas, según las necesi-
dades de calificación científica y técnica del personal médico y paramédico
actuante, Menéndez y otros (2008).
La atención en salud mental se inserta en los equipos de trabajo de ambos
perfiles, lo que también ha permitido el aumento del número de investigaciones,
la creación de centros especiales para el estudio de estos temas en universida-
des, organismos estatales de investigación, agencias internacionales y la crea-
ción de secciones de atención en desastres dentro de organizaciones
internacionales como la Asociación Psiquiátrica Mundial y sus equivalentes en
distintos países.
También los costos producidos por los desastres en diferentes países han
acentuado el interés, solo en los EE.U., los daños causados en propiedades

55
debido a inundaciones o desbordamientos superan los mil millones de dólares
anuales. El promedio de muertes, como resultado de desastres naturales, tam-
bién ha ido en aumento. Queda claro que la inmensa mayoría de las víctimas perte-
necen a los países en desarrollo, donde ocurre más del 80 % de las muertes.
Durante el desastre, los receptores de servicios de salud mental, en su in-
mensa mayoría, son personas normales, que se encuentran respondiendo a un
evento anormal, que puede ser incluso supramaximal, por lo tanto son temporal-
mente incapaces de resolver, con su experiencia, las manifestaciones que pre-
sentan. Pero pronto la mayoría retorna a su comportamiento habitual previo al
desastre, por lo que se considera que estas personas frecuentemente no tienen
necesidad de recibir atención psicológica, y mucho menos ser sometidos a tra-
tamientos psicoterapéuticos o de otro tipo.
Estas razones sugieren la importancia de evitar el diagnóstico clínico injusti-
ficado, tendencia que puede observarse entre los que prestan servicios de salud
mental sin el entrenamiento adecuado para situaciones de desastres, y al diag-
nosticar los síntomas que aprecian en los sujetos, pudieran considerar
inadecuadamente la presencia de enfermedad.
Los damnificados deben ser ayudados a superar el impacto psicológico cau-
sado por el desastre y practicar estrategias de desarrollo personal. También se
presta asistencia a personas con trastornos psiquiátricos previos como conse-
cuencia del desastre y los sobreañadidos por situaciones nuevas (D’Souzar
2005) quienes dependerán de la escuela a la que se adscriba el psiquiatra e
incluirá tratamiento psicoterapéutico y terapias con psicofármacos.
Después de ocurrido el desastre, las personas con síntomas psicológicos acu-
den en primer lugar a las redes de apoyo natural. Es decir, con quienes han
contado durante toda su vida, familiares, comunidad religiosa, la escuela, grupos
sociales o comunitarios, y los médicos de atención primaria. Por tanto, los miem-
bros de esa red deben recibir entrenamiento adecuado para facilitar la recupe-
ración de las víctimas y en los casos que lo necesiten, orientar la asistencia por
los equipos de salud mental.

Clasificación de los afectados en desastres


Las personas que resultan afectadas por un desastre se clasifican en:
− Víctimas de primer grado: las que sufren el impacto directo de un desastre,
sufriendo daños materiales, físicos o psíquicos.
− Víctimas de segundo grado: los familiares o amigos de las anteriores.
− Víctimas de tercer grado: constituidas por los integrantes de los equipos de
primera respuesta y el personal sanitario en general.
− Víctimas de cuarto grado: la comunidad que se ve afectada en su conjunto.

56
− Víctimas de quinto grado: las personas que se enteran de los sucesos por
los medios de comunicación masiva.
− Víctimas de sexto grado: las que no se encontraban en el lugar de los
acontecimientos por diferentes motivos.

Mitos
Es importante destacar un grupo de mitos relacionados con los desastres. A
continuación se exponen algunos de ellos y la aclaración de cómo realmente se
expresan en estos eventos.
Las víctimas durante los desastres entran en pánico. Habitualmente no
se produce pánico, y las personas se dirigen a los sitios seguros e intentan hacer
lo que está indicado en esas situaciones. Se ha descrito pánico en situaciones en
las que se ven imposibilitadas de escapar por encontrarse en lugares del que es
difícil salir.
Las víctimas de desastres adquieren enfermedades mentales graves. Las
personas pueden asustarse pero actúan de manera racional y madura, intentan-
do ayudar o al menos no obstruir el trabajo de los que están afrontado las con-
secuencias del desastre.
Siempre se necesita ropa y alimentos para las víctimas de los desastres.
Casi nunca se necesita ropa usada y las pérdidas en la agricultura pocas veces
justifican la necesidad de ayuda alimentaria. Puede ocurrir que las necesidades
de agua y alimentos se deban a dificultades para transportarlas al obstruirse las
vías de acceso o a problemas crónicos de alimentación como en el terremoto de
Haití del 12 de enero de 2010.
Después del desastre las personas tienden a tener un comportamiento
antisocial. Lo usual es que se estimule el altruismo, el compañerismo, las per-
sonas tienden a compartir lo que tienen, actuando así de manera espontánea.
Se necesita cualquier tipo de ayuda internacional. La ayuda desmedida,
no basada en las necesidades, se puede convertir en un elemento negativo más.
Los damnificados se mantienen pasivos y dependientes.Como norma son
las propias víctimas de desastre las que inician la labor de búsqueda y rescate,
incluso durante la fase de impacto, manifestándose la autoasistencia, la coope-
ración y la ayuda mutua.
Las epidemias y las plagas son inevitables. Las epidemias no ocurren
espontáneamente después de los desastres y los cadáveres no conllevan epide-
mias per se. Esto no significa que, si se deteriora la higiene del entorno, no
ocurran, sobre todo si por muchos días permanecen cadáveres insepultos de
personas con enfermedades infecciosas previas.

57
Grupos vulnerables
De acuerdo con los grupos de riesgo más importantes, su vulnerabilidad de-
pende de factores de orden cultural, religioso, nivel socioeconómico, tipo de
desastre, entre otros. Los grupos más vulnerables son los que tienen mayores
dificultades para reconstruir, después del desastre, sus medios de subsistencia y
recuperar los niveles presentados antes del evento.

Mujeres
Son más propensas al daño físico y emocional, y generalmente tienen menos
recursos materiales, así como nivel de escolaridad y sistemas de apoyo para la
reinserción social. Después de un desastre, casi siempre son ellas las encarga-
das de resolver los problemas económicos de la familia, lo que representa un
mayor desgaste físico y psicológico al asumir el rol de cabeza de familia. Es
frecuente que después del evento traumático, experimenten la violencia por
primera vez o soporten niveles superiores de violencia por parte de esposo,
padre u otro familiar, situación que se hizo evidente en Haití después del terre-
moto del 12 de enero de 2010.
Aunque antes del terremoto las tasas de violencia contra las mujeres y las
niñas eran elevadas, un estudio realizado allí por el Banco Interamericano de
Desarrollo en el año 2006, demostró que un tercio de las mujeres y las niñas
manifestaron haber sufrido violencia física o sexual, y más del 50 % de esas
víctimas de violencia, tenían menos de 18 años.
Posterior al desastre, las desigualdades existentes empeoran, los que son
más fuertes y poderosos, desde el punto de vista físico o psicosocial, tienen
mejor acceso a los escasos recursos que quedan o llegan de las ayudas. Cuando
las mujeres son privadas de esos recursos como son: agua, alimentos, etc. tam-
bién con frecuencia son privadas las familias que de ellas dependen,. Por ello,
en dichas circunstancias se hace necesario tener en cuenta las diferencias en-
tre los sexos, aspecto fundamental para organizar los servicios y la asistencia
según necesidades.
También si las mujeres deben cuidar a niños pequeños, están embarazadas o
amamantando, se encuentran más limitadas y aumentan las posibilidades de
sufrir desnutrición aguda, moderada o grave.

Niños y adolescentes
Su vulnerabilidad aumentada se debe a una capacidad de adaptación más

58
dependiente del ambiente y de las personas conocidas y las menores posibilida-
des en relación con la población adulta, para comprender lo sucedido. Constitu-
ye un error considerar que estos no perciben como psicotraumáticas las vivencias
aterradoras de los desastres, debido al mito de que no puedan comprender el
alcance de lo sucedido.
La realidad demuestra que las secuelas psicológicas suelen ser frecuentes y
potencialmente perdurables Santacruz y Ardila (2003). Particularmente resulta
importante en la adolescencia, etapa en la que se consolida la personalidad, y
periodo en el que cualquier crisis o conflicto puede cristalizar hacia procesos
psicopatológicos o, por el contrario, resolverse quedando la personalidad
sanamente constituida o, al menos, establemente compensada, permitiendo el
desarrollo personal Toledo(2007).
La identificación de los problemas emocionales en los niños y las niñas puede
ser realizada por los maestros, trabajadores de atención primaria en salud, y las
familias cuando, capacitadas para estos fines, pueden diferenciar las reaccio-
nes normales de las patológicas.
Los niños y las niñas son afectados por todas las limitaciones que le imponen
los desastres a su desenvolvimiento cotidiano, lo que incluye, no asistir a la
escuela porque fueron destruidas por el desastre, o por la ausencia de maestros,
limitaciones para participar en juegos, tener poco tiempo y condiciones limitadas
para su realización, además del error de no considerar el juego una necesidad
psicológica primaria de los niños y las niñas.
La estrategia de abordaje de las manifestaciones psicopatológicas debe con-
formarse desde una perspectiva social, aprovechando las tareas cotidianas de
los niños y las niñas. En el caso de los menores se busca el modo de facilitar la
expresión de los sentimientos, la redefinición de hechos traumáticos y la elabo-
ración de duelos, de manera que les permitan construir nuevas posturas frente a
la realidad.
El equipo de salud mental debe considerar la edad y las diferencias de sexo.
La escuela ha demostrado ser un excelente escenario para el desarrollo de
acciones de salud mental con los menores y sus familias, gracias a las estructu-
ras creadas y las potencialidades para diseminar las actitudes y conductas den-
tro de la comunidad.
La experiencia evidencia que con voluntad política, a pesar de las difíciles
circunstancias, es posible dar continuidad a las actividades escolares, con el
apoyo de familiares y voluntarios de la comunidad, mediante la creación de
aulas provisionales.
Después de reiniciadas las actividades docentes, y permitiendo que los niños
y las niñas se incorporen a las actividades lúdicas, asumen que todo está regre-
sando a la normalidad, lo que actúa como factor protector psicológico.

59
Las técnicas de proyección mediante el juego y otras tareas como son el
dibujo, el canto, la escritura, la narración de cuentos, y escenificaciones, permi-
ten que se reestructuren las secuelas psicológicas producidas por los aconte-
cimientos psicotraumáticos. Es posible que se considere que en condiciones
adversas no existen los recursos suficientes, pero por el contrario, como norma
pueden ser realizadas, se puede dibujar en la arena, en la tierra, utilizando piedra
caliza y otras variantes, sin recurrir a materiales costosos. La práctica ha de-
mostrado su beneficio y factibilidad.
Ha quedado demostrado que el juego es un recurso importante en los niños y
las niñas para entender el mundo que les rodea y lo que sucede, les permite
elaborar conflictos, frustraciones y traumas Azevedo et al (2007). Según el
profesor Cristóbal Martínez, el juego en los niños y las niñas es una necesidad
psicológica primaria, por lo que en salud mental se debe defender como práctica
cotidiana (Martínez: 2009).
Los jóvenes pueden ayudar a la recuperación tanto de otros niños y niñas,
como a la familia y la comunidad. Se les debe permitir participar en los trabajos
de reconstrucción de las viviendas y otras tareas. Las responsabilidades que
asumen en el cuidado de hermanos menores y de otros niños les generan con-
fianza y seguridad, lo que aumenta su autoestima.
También los jóvenes pueden, a su vez, servir de agente de cambio en la
familia y la comunidad, mediante la divulgación y el cuidado de aspectos como
la higiene comunitaria, las necesidad de hervir el agua, el espíritu de recupera-
ción, entre otras labores.Ha quedado demostrada la capacidad de resiliencia
que a estas edades cuenta, facilitadas por la flexibilidad para adaptarse a los
cambios.
El maestro puede constituir un agente cambio con la ventaja de su prepara-
ción psicopedagógica, debido a su influencia al menos en una parte de la comu-
nidad y formar parte de una institución, la escuela, que puede promover las
acciones que requiere la comunidad para su recuperación.
A los niños y las niñas se les debe explicar lo ocurrido, no se les debe mentir
ni minimizar o exagerar la situación, es preciso mantenerlos informados, espe-
cialmente en los aspectos que pueda verse modificada su vida. Es necesario
estimularlos para que expresen sus sentimientos, miedos y preocupaciones, y
poder brindarles el afecto y seguridad que necesiten.
En estas circunstancias el adulto recibe, además, la recompensa del afecto
del niño. Hay que ofrecerle seguridad en que las conductas superadas, como
son: orinarse en la cama, querer dormir con los adultos, o con la luz encendida,
van a ser transitorias, y pueden durar hasta 6 semanas. Se deben normalizar las
anteriores rutinas de la familia, como son los horarios de alimentación y el orden

60
de las pertenencias, entre otras. La tabla 2 presenta los más importantes proble-
mas psicosociales.

Tabla 3.1. Problemas psicosociales según la edad Edad (años)

Problemas psicosociales más frecuentemente en los niños 1-7 8-11 12-18


Ansiedad, miedo, fobias X X X
Tristeza o nostalgia o negativa a participar en actividades con
coetáneos X X X
Pesadillas e insomnio X X X
Agresividad, problemas disciplinarios y de desempeño en la escuela X X
Falta de concentración, hiperactividad X
Exagerado apego a los adultos X
Comportamientos regresivos, pérdida de habilidades (enuresis,
chuparse el dedo) X X
Sentimientos de culpa por lo sucedido o haber sobrevivido X X
Fantasías con el regreso de personas muertas X
Negarse a hablar del suceso psicotraumático X
Juegos repetitivos con el suceso psicotraumático X
Comportamiento de apego, inclusive actuar como la sombra de su
mamá o papá por toda la casa X X X
Jugar y hablar con exceso de detalles del evento traumático X X X
Cambios en la conducta X
Síntomas físicos. X
Preocupación excesiva por la salud de padres, parientes y otras
víctimas. X
Negarse a volver a la escuela X X X
Problemas del comportamiento, como portarse mal en la escuela o
en la casa de manera que no es típica para el niño X X
Incorporación de conductas antisociales, uso de drogas, conductas
sexuales inapropiadas, etc. X
Conductas autolesivas, tendencia a tener o provocar accidentes y
suicidios, elaborar planes de venganza X
Sentirse y comportarse como adulto con abandono de la escuela,
comenzar a trabajar X

El manejo del duelo en niños, niñas y adolescentes:


Los niños elaboran el duelo de una forma distinta a los adultos. Su llanto suele
ser intenso inicialmente para luego ser más suave, y se acompaña de acciones
más o menos agresivas. Al no tener clara la irreversibilidad de la muerte, expre-
san la esperanza de que el fallecido regrese de nuevo con vida, y con frecuencia
se culpan de la muerte al atribuir pensamientos o acciones realizadas en el
pasado como la causa de la muerte. La creencia de la reversibilidad de la muer-
te es más marcada en las edades preescolares al asumir como ciertos los pasa-
61
jes de los dibujos animados en la que los personajes reviven continuamente. A
los un poco mayores le resulta difícil asumir la muerte de seres queridos signifi-
cativos, especialmente la muerte de los padres.
Criterios que se deben atender en la elaboración del duelo, según García
Manejo (2005):
− La edad del niño o niña.
− Vínculo con el objeto de pérdida.
− Tiempo transcurrido desde el acontecimiento.
− Vivencias asociadas.
− Manejo de los padres o tutores y explicaciones recibidas.

La readaptación y reincorporación a las actividades cotidianas van a depen-


der de la manera que estos sean capaces de elaborar el duelo, en especial en el
duelo patológico. En ningún caso se le debe obligar a un niño o adolescente no
preparado a participar en el velorio o el entierro.

Ancianos con problemas de salud


Las personas de mayor edad han tenido a lo largo de su vida la vivencia de
diferentes desastres, por lo que se supone que estén mejor preparados para
afrontarlo, si no fuese por los problemas de salud que les acompañan, y en
muchos casos, la reducción de los sistemas de apoyo familiares y sociales, que
sumado a la edad, acentúan los lazos emocionales que vinculan a las personas
con sus bienes personales, que a consecuencia del evento pueden dañarse e
perderse.

Albergados
La atención a albergados resulta una de las principales tareas en los planes
de atención en salud mental en situaciones de desastres, aunque se recomienda
evitar que las personas permanezcan mucho tiempo en instituciones, en favor
de ser alojadas en casas de vecinos, amigos o familiares. Cuba ha logrado llegar
a autoalbergar hasta el 80 % de las personas que lo requieren. En todo caso se
debe insistir en su carácter temporal y el regreso a los lugares de origen en el
más breve plazo posible, para lo que se tienen experiencias en crear “facilida-
des temporales” en el lugar que ocupaban las casas, de tal manera que poste-
riormente puedan volver a levantarlas.
Los equipos de salud mental, deben identificar en los albergues quiénes su-
frieron la pérdida de seres queridos o sus pertenencias, y prestar especial aten-
ción a los grupos más vulnerables (mujeres, niños, discapacitados, personas con
62
enfermedades crónicas y ancianos) con el fin de ofrecer el necesario apoyo
psicológico, confianza, seguridad, además del esfuerzo para la solución de sus
problemas, mediante la cooperación de la comunidad y la concientización de
todos acerca de la necesidad de priorizar a dichas personas.
En los albergues se pueden presentar situaciones positivas y negativas, como son:
− Proliferación de conductas altruistas o egoístas.
− Aparición de líderes positivos o negativos.
− Desacato a la autoridad y demandas exageradas.
− Promiscuidad y violencia sexual.
− Consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas.

Resulta importante ayudar a encauzar las acciones de los líderes positivos,


para facilitar el buen funcionamiento de los albergues, dirigir las actividades de
recuperación y regreso de la comunidad a la normalidad. Se deben hacer es-
fuerzos por atenuar la influencia de los líderes negativos, que resultan ser los
responsables de las conductas de desobediencia y exigencias de demandas in-
justificadas y desproporcionadas, algunas como: exigencias de ambulancia para
los albergados (60 personas) a pesar de no existir peligros que lo justifiquen,
aumento de la cantidad de televisores para ver al mismo tiempo diferentes ca-
nales, entre otras exigencias que no se consideran prioridades comparadas con
la magnitud de la situación en que se encuentra la comunidad, en muchos casos
imprescindibles para la recuperación.
En Cuba, la experiencia de las comunidades en la preparación de albergues,
ha propiciado brindar condiciones de vida adecuadas en cuanto a hospedaje,
alimentación, servicios médicos y recreativos, entre otros.
Se recomienda evitar romper la unidad familiar; Cuba ha establecido entre
las prácticas de evacuación, salvar un grupo importante de recursos de las
familias como son: los equipos electrodomésticos, pertenencias valiosas y ani-
males afectivos.
Los equipos de salud mental deben capacitar en las técnicas de resolución de
conflictos al personal de salud, trabajadores sociales y otros a favor de atender
los casos con problemática psicosocial compleja, especialmente los grupos de
riesgo, y promover actividades recreativas, deportivas y culturales, en especial
para y con los niños, las niñas y jóvenes, así como su incorporación a las aulas.
La inmensa mayoría de los padres cooperan en la reincorporación de sus
hijos a las aulas, solo contados casos ponen objeción, alegando que necesitan
que estos cuiden las pertenencias familiares (en los albergues o en las casas
que fueron destruidas), refieren que no pueden lavar el uniforme, u otros argu-
mentos, aunque de igual modo, los líderes positivos apoyan a los equipos de
salud, las instituciones educacionales y otros actores comunitarios en la solución
de los casos que se presentan.
63
Equipos de socorristas
El personal de primera respuesta (médicos, psicólogos, rescatistas, bombe-
ros, paramédicos, policías, personal de defensa civil, voluntarios y otros) tam-
bién se afecta ante una situación de emergencia o desastre. Pueden experimentar
síntomas que incidan de manera negativa en el trabajo con sus compañeros y
con las víctimas, a esto se le llama estrés del personal de primera respuesta.
El equipo de socorristas puede presentar manifestaciones físicas, emociona-
les, cognitivas y conductuales, así como la sensación de que su vida ha cambia-
do después de su intervención en un desastre Ventura y Reyes (2010).
Las sensaciones físicas incluyen náuseas al ver u oler carne u olores fuertes,
trastornos digestivos, falta de apetito y alteraciones en el sueño. Las emociona-
les, como tristeza, llanto, sentimientos de minusvalía, temores al peligro y la
soledad, labilidad afectiva, irritabilidad e intranquilidad. Los trastornos de la cog-
nición incluyen: pesadillas, ideas fijas y sobrevaloradas de peligro, recuerdo de
olores desagradables. Las afectaciones del comportamiento están relacionadas
con acciones como evitar lugares congestionados y otros que le recuerde el
desastre, menor participación social, irritabilidad con su familia y aumento del
consumo de tabaco y alcohol y otras sustancias psicoactivas Ventura y otros
(2010).
En general, aunque los hombres son menos afectados, su recuperación de-
mora más que en las mujeres. Estas reacciones pueden interferir con posterio-
ridad en la reincorporación adecuada a la vida familiar, laboral y social.
No existe ningún tipo de entrenamiento o preparación que pueda garantizar
una “inmunidad” total ante la posibilidad de que una persona que trabaja con
víctimas primarias sea afectada. La exposición a emociones intensas reforza-
das por las condiciones especiales de trabajo, las imágenes de muertes masivas
o personas que sufren, sensibilizan a los rescatistas, y la posibilidad de trabajar
bajo amenaza física real para ellos mismos, implica grandes demandas físicas y
psicológicas que ponen a prueba la resistencia, el coraje y las capacidades téc-
nicas de estas personas Ammartyothin y otros (2005). Estas características tan
especiales, han motivado la discusión en torno a la existencia o no de una perso-
nalidad que distingue a quienes trabajan en estos grupos y ha sido denominada
“personalidad del rescatista” Shannon (2005).

Factores de los que dependen las manifestaciones clínicas


Existen una serie de factores de los que dependen las manifestaciones clíni-
cas que a continuación se relacionan:
1. Con el sujeto: estos incluyen: experiencias previas antecedentes de enfer-
medades mentales, disponibilidad de sistemas de apoyo social y psicológico,
y crisis vital reciente.
64
2. Con el evento: incluyen tipo, intensidad y dimensión del desastre, duración
de los hechos y conocimiento previo de lo que ocurrirá.
3. Con la preparación comunitaria, familiar e individual: incluyen problemas de
comunicación y cooperación de los implicados y preparación del personal
de rescate y atención prehospitalaria Chan y otros (2006).

Algunos factores de riesgo identificados en estudios anteriores que demues-


tran la predisposición de los rescatistas a trastornos psíquicos:
− Mala preparación técnica Ventura y otros (2006).
− Ausencia de red de apoyo social.
− Alta vulnerabilidad previa al estrés.
− Problemas psicosociales (pobreza, desempleo).
− Exposición prolongada al desastre o sus consecuencias.
− Problemas de organización del trabajo (no disponer de equipos necesarios,
demandas excesivas, etcétera).
− Mala selección del personal, por lo que pueden incluirse personas sin la apti-
tud necesaria para desarrollar este tipo de trabajo Ventura y otros (2005).

En ocasiones, se descuida la atención a la salud mental del personal que ha


trabajado en las labores de rescate y otras emergencias y se considera que se
trata de un personal preparado para estas actividades. Aunque no abundan los
planes institucionales para su atención, se debe reconocer que se ha avanzado
en la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales en algunas institu-
ciones vinculadas a la actuación en emergencias, que prestan seria atención a la
preparación psicológica del personal de rescate y la rehabilitación de estos. Una
de las consecuencias de estos trastornos puede ser la dificultad para la readap-
tación del individuo tras un evento traumático Galea y otros (2002), situación
que puede afectar tanto el desempeño laboral, como en el ámbito social Zlotnick
et al (2002).
Por tales razones es necesario planificar la preparación sistemática y aten-
ción de los rescatistas. El equipo de salud mental debe observar las reacciones
y el comportamiento de los miembros del equipo durante su intervención, y
después durante su reincorporación a las actividades cotidianas, se debe garan-
tizar también la asistencia especializada a los casos que lo necesiten.
Antes de la actuación de los equipos de primera respuesta se recomienda
realizar una adecuada selección y capacitación de sus integrantes. Durante la
actuación se deben realizar un grupo de acciones como medidas de prevención
a la aparición de manifestaciones psicológicas, que incluyen:
− Rotación de roles y funciones.
− Información sistemática y veraz a los miembros del equipo.

65
− Valoración y manejo de los estados emocionales.
− Organización de los tiempos de trabajo y el equipamiento necesario.
− Cuidado físico.
− Realizar comidas frecuentes, en cantidades pequeñas y descanso cuando la
disminución de las fuerzas lo requieran, no sobreestimarse.
− Posibilidad de mantener contacto sistemático con familiares y amigos.
− Propiciar la reflexión, la catarsis y la sistematización de la experiencia.

En algunos países estos trastornos no son tomados en cuenta por las autori-
dades encargadas de los seguros de salud Fabra (2002) y en ocasiones los
aquejados de enfermedad son considerados como simuladores que buscan apo-
yo económico, lo que profundiza su estigmatización Elhai (2001). Esto se refuerza
por la visión subvalorada del propio individuo que también contribuye a que no
se le diagnostique y no reciba tratamiento adecuadoMoreno y otros (2006).
Para superar la enfermedad, un elemento importante es la manera en que el
individuo aprecia o valora su calidad de vida. (Dárdene: 2005).
La presencia de brigadas médicas cubanas en desastres naturales acaecidos
en tiempos recientes, como los terremotos de Pakistán y Haití, la ayuda brinda-
da en otros sitios del planeta con servicios de salud deficientes, plantean la
necesidad de tener en cuenta la preparación psicológica de quienes participan
como socorristas en las condiciones críticas iniciales de estas contingencias.
A pesar de las características del trabajo de los rescatistas, sometidos a cons-
tante estrés, expuestos a situaciones peligrosas, no siempre tienen vivencia de
experiencias que les impresionen de manera particular. Como resultado de es-
tudios realizados, los socorristas con vivencias psicotraumáticas coinciden con
los de mayor tiempo de servicio, generadoras de síntomas; por haber estado
expuestos a una mayor cantidad de experiencias, a lo que se añade que el hecho
de llevar más tiempo asimilando nuevas responsabilidades, que asumen en fun-
ción de la promoción a cargos, condición que los hace más vulnerables al estrés.
Los eventos de mayor impacto y potencialmente psicotraumáticos, recogidos
en estudios realizados en Cuba se comportaron de manera decreciente en el
orden siguiente: rescatar cuerpos de personas ahogadas, muerte de niños, acci-
dentes de tránsito, múltiples personas mutiladas y vivencias de peligro.
Deben tenerse en cuenta las características especiales de la actividad que
desarrollan los socorristas estudiados (bomberos y paramédicos) y su experien-
cia que se vincula a la gama de situaciones traumatizantes a la que se exponen.
Por ello, al comparar estos resultados con estudios en población general, se
observan diferencias en relación con los psicotraumas presentados Ventura y
otros (2008).
La diferencia entre las respuestas y la percepción de mayor o menor peligro
ante el hecho en sí, depende, en gran medida, de la percepción del sujeto, pero
66
en estos casos particulares de situaciones excepcionales, capaces de provocar
malestar a casi todas las personas, debe otorgarse especial importancia a las
particularidades del suceso traumático en sí, en especial, la duración y magnitud
de este Cabrera (2000).
Por otra parte, se refiere a situaciones poco observables en la vida cotidiana,
aspecto que predispone de forma singular, si se tienen en cuenta las teorías que
postulan una disminución del estrés cuando existe experiencia anterior, entrena-
miento e información preliminar.
Otros estudios muestran diferente prevalencia en cada uno de los aconteci-
mientos traumáticos, lo que se justifica si se tiene en cuenta la gran variabilidad
que existe según la procedencia y fecha del estudio.
Según datos del National Comorbidity Survey1 en un estudio realizado en la
población general en 1995, los primeros lugares los ocupan: la violación, comba-
tir en una guerra y presenciar agresión o asesinato Kessler (1995), mientras que
los accidentes de tránsito, que ocupan los primeros lugares en nuestro medio,
quedan relegados al sexto lugar.
Los antecedentes de trastornos psiquiátricos personales constituyen factores
de riesgo y hacen especialmente vulnerables a individuos sometidos a condicio-
nes hostiles y los expuestos a constante estrés físico y psíquico. El estado de
salud previa, así como las características de la personalidad, se reconocen entre
los factores que condicionan y modifican la respuesta psíquicaZaldívar (1996).
En situaciones previas a los desastres se debe garantizar que existan ade-
cuadas condiciones de trabajo que posibiliten el bienestar individual y del grupo
de trabajo, además de promover en el trabajador un sentimiento de satisfacción
hacia la labor que realiza Sánchez (2003), lo que hace que el socorrista se sienta
recompensado, aspecto que contribuye a su bienestar personal, y al aumento de
su productividad Desoille (1986); Sánchez (2003).

Factores que inciden negativamente sobre las actividades,


el rendimiento y la satisfacción laboral del socorrista
− El temor a la autoridad, en general lo hace trabajar en estado de tensión, y
limita la eficiencia.
− Los períodos prolongados de adaptación, debidos a características individua-
les de los trabajadores.
− La falta de atención al personal. El socorrista siente que es privado de su
individualidad y considerado un objeto o elemento de la técnica del lugar.
− La deficiente formación o perfeccionamiento del personal.
− La falta de estimulación a las iniciativas del trabajador. Esto evita que sus
ideas se transformen en acciones y dejan de exponerlas.
1
Encuesta Nacional de Comorbilidad de los EE.UU.
67
− Las responsabilidades laborales y la complejidad de la vida cotidiana propi-
cian estados de ánimo que dificultan el desempeño y la satisfacción por el
trabajo, y atentan contra la permanencia.
− Los problemas personales relacionados con el hogar o el trabajo, susceptibles
de crear alteraciones psíquicas que disminuyen la capacidad del trabajador
para concentrarse en la labor que realiza.

Se han realizado evaluaciones de los factores estresantes a nivel individual y


con más frecuencia en colectivo, tanto en poblaciones bajo situaciones extre-
mas, como en condiciones normales Simoni (1959).
A partir de 1967, cuando Holmes y Rahe elaboraron y publicaron los resulta-
dos de la aplicacion de una escala de acontecimientos estresantes en función
del impacto y la readaptación, la cantidad de estudios aumentó considerable-
mente.

− En lo individual.
· Síntomas como: hiperactividad, aislamiento, dificultades en la concen-
tración, fatiga e irritabilidad, insomnio, dificultades para resolver el estrés
y otros.
· Presencia de trastornos psicosomáticos de diversos tipos.
· Dificultades en la comunicación con los demás.
· Pérdida de la confianza en sí mismo y autoestima.
· Identificación con la experiencia traumática del otro.
· Cambios en el estilo de vida.
· Consumo de alcohol u otras sustancias psicoactivas.

− En el equipo.
· Dificultades en las dinámicas internas del equipo, en aspectos como: la
comunicación, solución de problemas y conflictos interpersonales.
· Formación de subgrupos por alianzas contradictorias y subvaloración
de los roles y funciones de los otros.

− En la familia.
·Alteraciones del desempeño de roles en la dinámica familiar
·Subvaloración de las dificultades de la familia al ser comparadas con la
situación de las víctimas del desastre.
·Surgimiento de dificultades en el funcionamiento familiar y social, como
pueden ser: chantajes afectivos, creación de problemas y situaciones
desagradables

68
Recomendaciones dirigidas al personal que labora
en las emergencias para su reincorporación la vida cotidiana
− Retornar lo antes posible a la rutina previa.
− Realizar actividades que le satisfagan.
− Realizar con regularidad ejercicios físicos y de relajación.
− Descansar y dormir adecuadamente.
− Organizar el tiempo de manera que le garantice estar ocupado.
− Buscar ayuda profesional en caso necesario.
− Mantener una alimentación balanceada.
− Evitar el consumo de alcohol o drogas.
− Compartir con otras personas las experiencias vividas durante el desastre,
así como los sentimientos y pensamientos.
− Participar en actividades familiares y sociales.

Discapacitados
Los desastres producen un legado de lesiones y deficiencias, que dependen
del tipo de evento que las generó y de la preparación de sus comunidades para
evitarlas o al menos atenuarlas. Se estima que por cada fallecido, otros tres
resultan lesionados y con deficiencias permanentes, aunque resulta difícil obte-
ner los datos exactos. Por otra parte, en las comunidades conviven personas
con discapacidades previas a los desastres y sus limitaciones harán más com-
plejos sus esfuerzos de reintegración y participación en las labores de recons-
trucción. La integración del discapacitado en su comunidad, previo a un desastre,
es una premisa fundamental para la garantía de su inclusión en las labores de
protección por su condición de damnificadoVentura (2010).
La atención especial a los discapacitados es relativamente reciente, se puede
considerar que se inician los trabajos de manera organizada en función de este
objetivo a partir del año 1981 con la declaración del “Año Internacional de las
Personas con Discapacidad” y su aprobación por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, un año después del Programa de Acción Mundial para Perso-
nas con Discapacidad. En 1994 la misma Asamblea aprueba la resolución “Nor-
mas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para Personas con
Discapacidad” con el objetivo de garantizar las bases jurídicas en los países
miembros, con el fin de lograr que las personas con discapacidades asuman las
mismas obligaciones y derechos de los demás.
En diciembre de 2005, la Asamblea General de la ONU aprobó la Conven-
ción sobre los derechos de las Personas con Discapacidades, que incluye 2
artículos específicamente dedicados a los desastres United Nations General
Assembly (2006).
69
Artículo 11. Situaciones de riesgo y emergencia humanitaria.
Artículo 32. Cooperación internacional.

Estos derechos no pueden ser cumplidos, en situaciones normales, en un


número importante de países subdesarrollados, por lo que mucho menos en
situaciones de desastres. Se debe tener en cuenta que en el África Subsahariana
se reporta la existencia de menos de 10 especialistas en medicina física y reha-
bilitación para dar cobertura a 750 millones de personas Haig y otros (2009).
Esto también se ha evidenciado en desastres recientes como el Maremoto de
Indonesia, Priestley y Hemingway (2006); Guha-Sapir, Van Panhuis y Lagoutte:
(2007), y en la Guerra de Afganistán, donde la población no ha recibido la aten-
ción adecuada Cardozo (2004); Armstrong y Ager (2005).
Resulta imposible avanzar en la atención al discapacitado en situaciones de
desastre sin que existan avances en la atención a la discapacidad en la vida
cotidiana. Es inapropiado pensar en la preparación solo para la persona que usa
un andador o un sillón de ruedas, hay que tener en cuenta la diversidad y tipos
de discapacidades existentes en una comunidad. Los discapacitados, si sus con-
diciones lo permiten, deben ser responsables de su propia seguridad y preparar-
se activamente para los desastres.
Las personas con discapacidad, u otras necesidades especiales, a menudo
presentan requerimientos particulares, que exigen una planificación más deta-
llada en caso de desastre:
− El entorno físico constituye un aspecto básico, de manera que se garantice la
accesibilidad para una fácil circulación, sin barreras arquitectónicas, tanto en
condiciones normales, como en una evacuación.
− El acceso a información. Se debe implementar un sistema de información
específico, con diferentes modalidades, que garanticen a los discapacitados
recibir mediante medios visuales, auditivos y otros la información necesaria.
Este aspecto en Cuba se minimiza debido a la solidaridad de los vecinos que
desempeñan un papel activo en dichas circunstancias.
− Creación de una cultura de acciones a desarrollar por el discapacitado en
situaciones de desastres.

El discapacitado, al igual que toda la población, debe conocer qué hacer an-
tes, durante y después de un desastre
Antes:
− Cómo prepararse.
− Si está previsto evacuarse y a dónde.
− Tener identificado a quién lo va a asistir.
− Tener actualizada la identificación.

70
Durante:
− Mantener la calma
− Buscar la zona de m.enor riesgo y permanecer en ella.
− Identificarse con quienes están organizando la evacuación.
− Cooperar activamente según se requiera.
Después:
− Participar activamente en la etapa de recuperación.

Recomendaciones a quienes asisten a los discapacitados


Permanecer disponible permanentemente (si se desempeña como traba-
jador social
− Presentarse.
− Preguntar cómo se le puede ayudar.
− Ofrecer ayuda.
− Tener paciencia y lograr la comunicación.
− Ofrecerle su brazo, no tomar sin consentimiento el del discapacitado.
− En caso de déficit auditivo colocarse delante y hablar claro.

Aspectos que requieren un trabajo permanente:


−Informar y entrenar a los discapacitados (Ejercicios “Meteoro”) que hacer
en desastres, atendiendo a las diferentes discapacidades.
− Concientizar a los discapacitados con relación a su participación activa.
− Eliminar las barreras arquitectónicas.

Dificultades en la atención a las necesidades específicas


de las personas con discapacidad
Inmediatamente después de ocurrido un desastre, se realiza la evaluación de
las necesidades y se activan los planes por las distintas instituciones, pero estas
no siempre tienen en cuenta ni sus planes, ni las respuestas a las necesidades
específicas de las personas con discapacidad.
En un estudio realizado en Bangladesh, país frecuentemente afectado por
inundaciones, con un estimado de 1,2 millones de discapacitados, luego de un
desastre, solo el 3 % había recibido el apoyo concreto a sus necesidades, en
muchas ocasiones son ignorados completamente en los programas de ayuda.
En el año 2006, en una encuesta mundial de Naciones Unidas, realizada por
un relator especial sobre discapacidad, se planteó que las personas discapacitadas
siguen siendo objeto de discriminación en muchas esferas de la vida. En ocasio-
nes, la exclusión radica en no estar identificados, por lo que se presupone que no
están, no existen y, por tanto, no se les busca.
71
Se han realizado múltiples estudios en personas con discapacidades motoras
que fueron evacuadas, pero pocos a las personas con graves discapacidades de
aprendizaje, que suelen presentar problemas con el comportamiento, deficiencias
en la adaptación, debido sus pocas habilidades sociales y para la vida diaria, así
como las dificultades en la comunicación y dependencia personal que se agravan
en situaciones que cambian sus rutinas habituales, a los que se suman las inco-
modidades propias de los albergues, Shields (1999).
La atención específica a las personas con discapacidad debe formar parte de
los planes de las instituciones que participan en la respuesta a los desastres.
Incluso se sugiere que las personas con discapacidad participen activamente en
el proceso de planificación, precisamente por su conocimiento en materia de
posibles obstáculos o barreras.
Sin la participacion de los grupos vulnerables las actividades de preparación
resultan menos eficaces, Newport y Jawahar (2003). Durante el desarrollo del
plan de emergencia pueden resultar excelentes consultores o asesores. Con sus
experiencias personales añaden valor a los planes de medidas preventivas, Loy
y Batiste (2004); Wisner (2002).
Es importante que participen activamente en la preparación, realización y
supervisión de los ejercicios de entrenamiento. Su inclusión directa en dichos
planes debe aumentar la eficacia de estos cuando se trata de abordar adecua-
damente sus necesidades. Su experiencia en adecuadas técnicas de traslado de
personas con necesidades específicas, con los medios de comunicación, y ma-
nejo de barreras que en ocasiones se les resta importancia. Esta perspectiva y
una visión de las necesidades únicas de las personas con discapacidad, mejoran
la eficacia de los ejercicios de preparación e identifican áreas vulnerables. Per-
miten conocer mejor sus propias fortalezas y debilidades y construir un plan
propio acorde con sus necesidades específicas.
Temas que se deben tratar en el entrenamiento a los discapacitados:
− Identificación de las redes de apoyo. Tener un listado con al menos 3
personas que lo puedan auxiliar en cada uno de los lugares donde permane-
ce el mayor tiempo: casa, escuela o centro de trabajo.
− Autoevaluación personal de la preparación en desastres. Relacionado
con lo que debe hacer antes, durante y después, además de una lista de
necesidades y los recursos con los que cuenta.
− Conocimiento de los peligros para la comunidad donde vive y experiencias
en la autoevacuación, evacuación, etc.

Para la realización de un plan de atención a personas discapacitadas, se


deben tener en cuenta elementos medulares basados en sus necesidades adi-

72
cionales, el escenario del que se trate y las diferentes etapas del ciclo de reduc-
ción de desastres, National Council on Disability (2009).
Escenarios. Se toman en consideración a los riesgos específicos que pue-
dan tener consecuencias para las personas con discapacidad, tales como even-
tos de aparición súbita (incendios, terremotos) o prolongado, el aislamiento de
los acontecimientos (una pandemia de gripe). Se tienen en consideración las
posibilidades de ser independientes, la función y contribuir a la sociedad.
Preparativos. En este punto existe poca evidencia científica para proporcio-
nar la orientación necesaria. Los informes técnicos ofrecen evidencias
anecdóticas de lo que puede suceder en un desastre específico, pero resulta
difícil de transpolar a escenarios diferentes. Deben formularse recomendacio-
nes para transformar la investigación, prácticas y políticas para impulsar un plan
para las personas con discapacidad que puedan estar en peligro.
Respuesta. Exige la acción inmediata. Durante el impacto las personas ex-
perimentan el peor día de su vida. Los mejores planes pueden verse superados
en un instante por la imprevisibilidad y la variación de un desastre en particular.

Lo que no implica que la planificación sea inútil. La planificación de una res-


puesta eficaz es muy valiosa. Las personas con discapacidad a menudo son
olvidadas durante la fase de respuesta de un desastre. En Cuba se ha desarro-
llado un serio trabajo en la atención y protección de las personas con discapacidad,
lo que implica la necesidad de ser consecuente con ese esfuerzo en situaciones
de desastre.
Recuperación. Incluye la rehabilitación y reconstrucción que debe dar la
posibilidad de soluciones a largo plazo, Godschalk y Brower (1985). Son pocas
las investigaciones en relación con los discapacitados, y las que se proyecten
deben tener en cuenta las necesidades de accesibilidad en el entorno construi-
do, incluidas las estrategias que disminuyan los riesgos por desastres entre las
personas con discapacidad. Un estudio de manejo de emergencias en ciudades,
reflejó que las necesidades de las personas con discapacidad se han incorpora-
do en el 69 % de los planes de emergencia, y en un 22 % adicional de los planes
en desarrollo.
En cambio, en el año 2005, durante una sesión informativa del Congreso, el
director de la Organización Nacional de Discapacidad de los EE.UU., se indicó
que casi el 86 % de las organizaciones de base comunitaria que sirven a perso-
nas con discapacidad en la región de la Costa del Golfo, desconocen las accio-
nes en favor de los discapacitados en la reconstrucción después del Katrina,
Styron (2005).
Los tipos de discapacidades más preocupantes en caso de emergencias y
desastres son descritas en la tabla 3:

73
Tabla 3.3. Ejemplo de discapacidad en relación con las necesidades especial

Discapacidad Necesidad especial

Visual Reticencia para evacuarse con extraños


Depende de terceros para que lo guíe
Auditiva Dificultades para recibir la alerta
Movilidad Dificultades para el traslado
Mental Dificultades para comprender y colaborar

Las personas con discapacidad constituyen un grupo cada vez más amplio y
diverso, y las necesidades de comunicación varían en función de las circunstan-
cias individuales. Las personas que pueden tener necesidades especiales de
comunicación para mensajes de alerta de desastres incluyen las personas sor-
das, sordociegos, ciegos o con deficiencias visuales; los ancianos frágiles y las
personas con discapacidades cognitivas.
1. Discapacidad en términos de movilidad. Se refiere principalmente a las
personas que tienen poco o ningún uso los miembros superiores e inferiores
u otra condición que no le permita su traslado de forma autónoma. Por lo
general, usan sillas de ruedas, andadores, bastones y otros dispositivos como
ayudas externas para su traslado. En este grupo de personas existen limita-
ciones como:
a) Para trasladarse de forma rápida hacia un albergue de evacuación pro-
ducto de un evento de comienzo súbito, por ejemplo, un accidente quími-
co, terremotos, maremotos.
b) La necesidad de un transporte para su traslado en caso de un evento
meteorológico.
c) Una vez que ha pasado el evento puede encontrarse con barreras pro-
pias producto del desastre como pueden ser: carreteras cubiertas de es-
combros, zonas con inundaciones. Esto lo obligaría a permanecer más
tiempo en el centro de evacuación aumentando aún más su dependencia.
d) Las discapacidades de movilidad pueden ocultar la demencia, la enfer-
medad de Parkinson, miastenia gravis entre otras enfermedades que cur-
san con alteraciones de la movilidad, requiriendo ayuda para sus actividades
de la vida diaria. Durante el huracán Katrina, los ancianos frágiles se
vieron especialmente afectados. Muchos se negaron o no pudieron ser
evacuados oportunamente, y como resultados muchos murieron por aho-
gamiento debido a las inundaciones, Dyer (2008); Department of
Education (2005).
2. Discapacidades sensoriales. El término se refiere a las personas con
limitaciones auditivas o visuales, incluye la ceguera o la sordera total. Este
grupo puede encontrar limitaciones a la hora de:
a) Recibir la preparación para emergencias que se han desarrollado en un
formato que no es accesible y lectura de materiales educativos. Durante

74
los partes meteorológicos televisados, el discapacitado puede estar impo-
sibilitado de entender lo que el meteorólogo está diciendo si no se ofrecen
subtítulos y pierden la información de emergencia.
b) Ausencia de subtitulaje en tiempo real (por ejemplo, noticias, informes
del tiempo en la televisión).
c) Los individuos hipoacúsicos o con sordera total no pueden escuchar la
sirena de alarma.En un estudio en personas con discapacidad sensorial
de tipo auditiva, el 81 % de los encuestados indicó haber experimentado
miedo de no estar preparados para emergencias climáticas. En dicha
investigación se corroboró que estas personas prefirieron obtener infor-
mación sobre el clima por la televisión, seguido de la notificación por un
familiar, en tercer lugar amigos o compañeros de trabajo respectivamente
Bourque, Siegel y Wood (2006).
Las personas débiles visuales o con pérdida de visión recurren en gran
medida a la radio y la televisión para satisfacer sus necesidades de comu-
nicación. El formato televisivo, crea dificultades a causa de su dependen-
cia de los gráficos para comunicar las advertencias de desastres, por lo
que resulta imprescindible la descripción exhaustiva del meteorólogo du-
rante el parte informativo.
3. Discapacidad de desarrollocognitiva. Son condiciones que pueden
afectar la capacidad de una persona para escuchar, pensar, hablar, leer y
escribir. Las dificultades de estas personas se relacionan con:
a) Dificultad para entender las instrucciones.
b) El aislamiento cuando se encuentran albergados, en caso de separarse
de un familiar, amigo o cuidador.
c) La confusión de cómo actuar ante una situación determinada.

Refugiados y desplazados
Cada año más de 5 millones de personas emigran a otros países y un número
mucho mayor se traslada dentro del propio país, PNUD (2009). La manera en
que ocurren los desplazamientos depende del tipo de desastre, cuando estos se
producen de manera abrupta obliga a las personas a desplazarse en poco tiem-
po a lugares más seguros. Cuando ocurre de manera más lenta, las comunida-
des suelen adaptarse y los desplazamientos se dan en pequeños grupos,
frecuentemente con la migración de algunos miembros de las familias, Ezra y
Kiros (2001). Generalmente las personas pobres permanecen en el lugar al no
contar con los recursos suficientes para desplazarse, Black (2008).
Las personas se han desplazado de un lugar a otro a lo largo de la historia por
muchas razones. Incluso en quienes lo deciden voluntariamente se someten a
75
un gran estrés cuando buscan la reunificación familiar, una mejor educación o
ambiente económico, más favorable aún cuando buscan escapar de persecu-
ciones de orden político o religioso World Health Organization (2000). De ma-
nera similar le ocurre a los que se tienen que desplazar como consecuencia de
un desastre.
Al emigrar se limitan o rompen las relaciones con la familia, amigos y redes
sociales establecidas, se modifican las rutinas tradicionales, y hay que aceptar
nuevos modelos de comportamiento y ambientes sociales. El desplazado suele
sufrir sentimientos de pérdida: del hogar, carrera, posición en la sociedad, de la
identidad, las redes de apoyo, la cultura, religión, idioma, etc. Richard (1998);
Bhugra y Jones (2001); Menéndez (2008). El desconocimiento de las leyes
propicia que lleguen a violarlas o no puedan utilizarlas a su favor para hacer
cumplir sus derechos.
Las diferencias con el idioma pueden aumentar la sensación de aislamiento y
las dificultades para la integración a las nuevas condiciones y cultura, lo que
propicia, además, dificultades para acceder a trabajos mejor remunerados y
limitadas perspectivas de progreso en el futuro.
Las mujeres tienen más dificultades que los hombres y los individuos mayo-
res tienen más que los jóvenes.
En enero de 1999 la OMS estimó que había unos 50 millones de refugiados y
personas desplazadas en el mundo. En 2006 la Organización Mundial de Migra-
ción consideró que había 200 millones de migrantes en el mundo. Las mujeres y
los niños y niñas representan más del 50 % del número total, los niños y niñas
incluye a menores no acompañados, huérfanos, niños soldados, detenidos, niños
cabeza de familia, mujeres y niñas sobrevivientes de torturas y violencia sexual.
Además, los migrantes incluyen viudas, discapacitados, enfermos mentales y
ancianos que viven solos.

Los desplazados
Ya sea por un desastre o por la guerra, en ocasiones las personas se ven
obligadas a desplazarse de sus lugares de residencia habitual y enfrentan un
grupo considerable de dificultades que van, desde el deterioro medioambiental
de los espacios en se ven obligados a residir, la hostilidad de las comunidades
receptoras y la pérdida de las estructuras formales e informales de apoyo social.
Un aspecto muy particular lo constituye el fenómeno denominado “morbilidad
flotante” dentro del cual , además de referirse a la migración de personas de las
zonas de peligro, migran conjuntamente con ellos sus respectivas enfermeda-
des, de todo tipo, que en condiciones de deterioro o inexistencia de infraestruc-
tura sanitaria, predicen un bajo control de afecciones y se puede comprometer
el status higiénico-epidemiológico de zonas y regiones enteras Alejo (2005).

76
Autoevaluación
1. Relacione la columna A con la B según corresponda:
A B
a) Víctimas de 4to grado ___ Familiares o amigos de las personas que
sufren el impacto directo de un desastre.
b) Víctimas de 2do grado ___ Personas que no se encontraban en el
lugar de los acontecimientos por diferentes
motivos.
c) Víctimas de 6to grado ___ Personas de la comunidad que se ven
afectadas en su conjunto.
d) Víctimas de 1er grado ___ Personas que se enteran de los sucesos
por los medios de comunicación masiva.
e) Víctimas de 5to grado ___ Personas que sufren el impacto directo
de un desastre, sufriendo daños materiales,
físicos o psíquicos.
f) Víctimas de 3er grado ___ Personas que integran los equipos de
primera respuesta.
2. Mencione 5 factores de riesgo que predisponen la aparición de trastornos psiquiá-
tricos en las personas que integran los equipos de primera respuesta.
3. De los problemas psicosociales más frecuentes causados por los desastres y fenó-
menos naturales en los niños. Señale con una X la que corresponde al grupo seña-
lado.
Entre 1 y 7 años aparecen los síntomas siguientes:
a) ____ Falta de concentración, hiperactividad.
b) ____ Exagerado apego a los adultos.
c) ____ Sentimiento de culpa por lo sucedido.
d) ____ Fantasía con el regreso de personas muertas.
e) ____ Juegos repetidos con el suceso psicotraumático.
f) ____ Uso de drogas y alcohol.

4. Mencione 4 grupos vulnerables en desastres.


a) _______________
b) _______________
c) _______________
d) _______________
5. Se relaciona un grupo de medidas que deben ser tenidas en cuenta por quienes
trabajan en desastre. Marque verdadero o falso según considere.
a) ____ Rotación de roles y funciones.
b) ____ En todo momento abstenerse de expresar emociones para no afectar al
resto del equipo.
c) ____ Trabajar intensamente y sólo descansar cuando todo esté resuelto.
d) ____ Mantener de ser posible contacto con familiares y amigos.
e) ____ Información sistemática y veraz a todos los miembros del equipo.

77
6. Señale verdadero o falso, con respecto a las acciones a desarrollar para evitar
enfermedades:
a) ____ Hablar con la familia y amigos sobre sus experiencias, favorece la no apa
rición de enfermedades psiquiátricas.
b) ____ Consumir alcohol para olvidar los momentos vencidos.
c) ____ Postergar las actividades cotidianas a la espera de mejoras económicas y
ambientales.
d) ____ Mantener buena alimentación y realizar ejercicios físicos
e) ____ Evitar contacto con otras víctimas que le hagan recordar los momentos
desagradables vividos.
f) ____ Promover una vida normal pese a las dificultades.
7. De las recomendaciones que deben seguir los que asisten a las personas con
discapacidades, señale cuál de las que se listan a continuación no corresponde.
a) Estar disponibles permanentemente.
b) Presentarse.
c) Como norma ayudar sin solicitar el consentimiento.
d) Ofrecer ayuda.
e) Tener paciencia y lograr la comunicación.
f) Ofrecerle su brazo, no tomar sin consentimiento el del discapacitado.
g) En caso de déficit auditivo colocarse delante y hablar claro.
8. Relacione la columna A con la B. Discapacidad y necesidades especiales en desas-
tres.
A B
Discapacidad Necesidad especial.
a) Visual ___ Dificultades para el traslado.
b) Auditiva. ___ Dificultades para comprender y colaborar.
c) Movilidad ___ Dificultades para recibir la alerta.
d) Mental ___ Depende de terceros para que lo guíe.
Clave.
1. b, c, a, e, d, f
2. Mala preparación técnica, ausencia de red de apoyo social, alta vulnerabilidad al
estrés, problemas psicosociales, exposición prolongada al desastre o sus conse-
cuencias, problemas de organización del trabajo, mala selección del personal.
3. V (a, b, d, e); F (c, f).
4. Las mujeres, niños y adolescentes, ancianos con problemas de salud, albergados,
equipos de socorristas, discapacitados, refugiados y desplazados.
5. V (a, d, e); F (b, c,).
6. V (a, d, f); F (b, c, e)
7. c
8. c, d, b, a

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81
Principales trastornos psiquiátricos
en desastres

Factores que determinan las manifestaciones clíni-


cas en víctimas de desastre
Entre los factores que modifican las reacciones de los individuos ante los
desastres y sus consecuencias se encuentran:
1. Los relacionados con el evento, que incluyen: el tipo e intensidad del desas-
tre, la dimensión de la destrucción, el número de muertos, la duración y
rapidez del impacto y el conocimiento previo de que ocurriría.
2. Los que se relacionan con el sujeto, que incluyen: las experiencias previas,
los antecedentes de enfermedades mentales y enfermedades crónicas, la
falta de un sistema de apoyo social (familia, vecinos, iglesia, grupos sociales
o comunitarios) y psicológico (viudez, desamparo filial), crisis vital reciente
(divorcio, duelo), extremos de la vida (niños y ancianos). Las característi-
cas sociodemográficas (edad, sexo, nivel de instrucción escolar), la salud y
la capacidad de afrontamiento.
3. Los relacionados con la comunidad, que incluyen: la pobre exigencia de
normas constructivas y del cuidado del medio ambiente, la falta de prepara-
ción social, comunitaria, familiar o individual con respecto al enfrentamiento
a las crisis.

Manifestaciones que dependen de las etapas del


impacto
Las manifestaciones psicológicas dependen de las diferentes etapas del ciclo
de reducción de desastres.

82
Preimpacto
− Sin aviso previo. Escasa preparación, es posible que las personas mejor
informadas tengan conciencia del peligro.
− Con conocimiento desde horas y días antes. La población es alertada:
se prepara la evacuación pero algunos se niegan a aceptar que pueda
ocurrir algo. Las manifestaciones más frecuentes se relacionan con la
preocupación y la ansiedad.

Impacto
Horas o días después. Las personas pueden experimentar angustia, miedo,
preocupación, lentitud del pensamiento, confusión, desorientación, desorganiza-
ción de la conducta, falta de decisiones, dificultades en la percepción del tiempo,
cambios en los ritmos de sueño, problemas con el apetito y falta de energía.
También miedo por la seguridad física propia y de sus seres queridos. La mayo-
ría de los casos no solicitan los servicios, a pesar de necesitarlos. La conducta
más frecuente es la de mantener una actitud responsable, activa y ajustada a las
necesidades, con actos de solidaridad con otras personas. El resentimiento y la
hostilidad son poco frecuentes a menos que preexistieran al desastre.

Postimpacto
Semanas y meses después. Pueden presentar, tristeza, irritabilidad, ansiedad,
frustración, rabia. Duelo individual y en proceso de duelo masivo, ansiedad
anticipatoria. Comienzan a manifestarse los sentimientos de culpa y conductas
disociales, con aumento de la indisciplina social, en a búsqueda de medios de
subsistencia, fenómeno infrecuente en los países de cultura musulmana y en
otros los que la población respetaba las leyes antes del desastre.
Conductas dirigidas a garantizar la integridad familiar. Alternativas de las
necesidades de sueño y alimentación. Sentimientos altruistas de solidaridad.
Percepción de incapacidad ante el peligro. Desamparo en eventos como los
terremotos.
Impacto a largo plazo. Meses y años después. La mayor parte de las perso-
nas retornan a su nivel de funcionamiento previo, incluso sin intervención psico-
lógica alguna, otros presentan síntomas de trastorno de estrés postraumático, en
por cientos que dependen entre otros factores del evento al que se expusieron.
Indignación hacia las autoridades, más frecuente en los accidentes industriales.
Se debe tener en cuenta que, no todos los problemas que se presentan des-
pués del desastre se pueden calificar como enfermedades, muchas de las reac-
ciones de los sujetos son adaptativas.
Criterios que permiten determinar una expresión emocional como sintomática:
83
− Prolongación en el tiempo
− Sufrimiento intenso
− Complicaciones asociadas, como pudiera ser una conducta suicida
− Afectación del funcionamiento social y cotidiano de la persona

Prejuicios relacionados con los afectados


Con el paso de los días, por diversas razones, las conductas de las personas
pueden modificarse, uno de los factores más importantes es el comportamiento
previo de la comunidad y la manera que en ella se organice la asistencia. La
organización previa de la comunidad en lo referente al funcionamiento de sus
instituciones, el respeto de las leyes y a los lideres formales e informales, su
preparación para enfrentar situaciones de desastres y por tanto la manera en
que se organice y efectúe la asistencia a los afectados, puede favorecer que se
perpetúen las conductas adaptativas o propiciar la proliferación de conductas
desadaptativas, que generan desorden, abusos y violaciones de todo tipo.
Se conoce que después de un desastre, los problemas de salud mental reque-
rirán de atención en los sobrevivientes durante un periodo prolongado, tan pron-
to se enfrenten a la readaptación a su nueva situación de pérdidas de seres
queridos, pérdidas materiales, de propiedades, y formas de sustento, entre otras.
Los síntomas más frecuentes son:
− Depresión.
− Ansiedad.
− Apatía
− Pesadillas
− Fobias
− Sentimiento de culpa
− Trastornos psicosomáticos.
− Confusión
− Consumo de sustancias
− Ideas y actos suicidas
− Irritabilidad y hostilidad
− Insomnio
− Astenia
− Dificultades en la concentración
− Enuresis
− Manifestaciones gastrointestinales (gastritis, náuseas y vómitos, diarrea o
estreñimiento)
− Cardíacas como la hipertensión arterial

Cuando las manifestaciones psicológicas son exploradas con preguntas abiertas,

84
las personas refieren entre otras quejas; preocupaciones, nerviosismo, tristeza,
insomnio y terror. (Ventura y Bravo, 2009)
Estas manifestaciones se relacionan con los factores de riesgo y protectores
presentes. Según Sánchez y otros (2010) en un estudio realizado por un equipo
de salud mental, en la población del municipio San Cristóbal, afectada por los
huracanes Gustav y Ike, detecton, factores de riesgo y protectores como fueron:

Individuales
− Afectación total y parcial de la vivienda
− Pérdida de bienes materiales
− Embarazadas que perdieron totalmente sus viviendas
− Ancianos solos que perdieron sus viviendas y están albergados (Sánchez:
2009)
− Ingestión de bebidas alcohólicas

Familiares
− Separación familiar por desplazamiento a casa de familiares o vecinos
− Hacinamiento en las viviendas con derrumbe parcial o en las casas de
familiares o vecinos donde se habían refugiado
− Condiciones precarias de alojamiento en las facilidades temporales

Comunitarios
− Afectación de la infraestructura de los servicios, destrucción total o parcial de
las principales fuentes de empleo: fábricas, escogidas de tabaco y granjas
avícolas
− Afectación en las condiciones de vida, electricidad y agua
− Afectación del medio ambiente, devastación de árboles y sembrados.
− Necesidades sentidas: reparación de viviendas, falta del fluido eléctrico,
condición de albergados (ausencia de privacidad, ingestión de bebidas al-
cohólicas y riñas, escasez de iluminación, calor e insectos, entre otros)

Educacionales
− Afectaciones estructurales en más del 80 % de las escuelas.
− Afectación de las viviendas del personal docente, trabajadores y estudiantes.
− Existe un número reducido de padres que se han demorado en enviar a
sus hijos a las escuelas.
− Las soluciones provisionales no reúnan las condiciones óptimas para la
realización del proceso docente educativo.

Factores protectores
85
− Reanudación del curso escolar en casas de profesores, familias de estu-
diantes, ofrecidas voluntariamente y en escuelas menos afectadas.
− Elevada proporción de estudiantes incorporados a las escuelas.
− Atención continua y esmerada de los servicios de la salud a pesar del
daño a la infraestructura y en especial en los puntos de evacuación.
− Entre huracanes el Equipo de Atención Primaria de Salud, realizó audien-
cias sanitarias con la población con el fin de prevenir: leptospirosis, enfer-
medades diarreicas, parasitismo y accidentes.
− Suspención de la venta de bebidas alcohólicas desde el día anterior a los
huracanes.
− Identificación, en la fase de preimpacto, de las familias y personas con
trastornos psiquiátrico, los que fueron controlados y evacuados con sus
tratamientos de base, evitar las descompensaciones.

Principales trastornos psicológicos

Trastornos psiquiátricos más frecuentes


Los trastornos del humor suelen ser los problemas psiquiátricos más fre-
cuentes después de un desastre. También el aumento del consumo de sustan-
cias, tanto de alcohol como drogas ilegales, y los trastornos de ansiedad,
especialmente el trastorno por estrés agudo y el trastorno de estrés
postraumático, son señalados por la literatura internacional, así como la con-
ducta o ideación suicida, los trastornos disociativos o de conversión, el trastorno
psicótico agudo y los estados de pánico.
El Departamento de Salud Mental y Abuso de Drogas de la OMS, clasifica
Tabla 4.1. Clasificación e incidencia de trastornos psiquiatríaco después del desastre
según la OMS

Descripción Antes del Después del El tipo de la ayuda


desastre: desastre: recomendada en el
incidencia de incidencia de cuidado de la salud
12 meses 12 meses mental

Trastorno grave 2-3 % 3-4 % A través de los servicios


psicosis, depresión médicos generales y en
grave servicios de salud mental
de la comunidad

86
Continuación Tabla 4.1.
Descripción Antes del Después del El tipo de la ayuda
desastre: desastre: recomendada en el
incidencia de incidencia de cuidado de la salud
12 meses 12 meses mental

Trastorno mental leve 10 % 20 % (con el paso 1. A través de los servi-


o moderado de los años va a cios médicos generales
(formas leves y disminuir al 15 % y en servicios de salud
moderadas de la depre- a través de la recu- mental de comunidad.
sión y los trastornos de peración natural 2. Las intervenciones
ansiedad, incluir al TEPT) sin la intervención) sociales y las interven-
ciones de soporte psico-
lógicas básicas disponi
bles en la comunidad.
Distrés psicológico Ningún cálculo 30-50 % (con el Haga las intervenciones
moderado o grave que no aproximado paso de los años sociables y las interven-
cumplen los criterios de tiende a disminuir ciones de soporte psico-
un trastorno especifico, a través de la recu- lógicas básicas disponi-
que resuelve con el tiempo peración natural bles en la comunidad.
o la angustia leve que no sin la intervención)
resuelve con el tiempo

El estrés psicológico Ningún cálculo 20-40 % (con el Ninguna ayuda


leve, que resuelve con el aproximado paso de los años específica
tiempo aumenta cuando
las personas con los
problemas graves se
recuperan)

los trastornos psiquiátricos que se presentan, de acuerdo a las modificaciones


en su incidencia antes y después del desastre (Sarraceno: 2006). (tabla 5)

Trastorno por estrés agudo


El trastorno de estrés agudo (TEA) es una de las enfermedades más fre-
cuentes como consecuencia de eventos traumáticos. La población infantil y
juvenil resulta vulnerable a múltiples situaciones traumáticas que tienen como
resultado final la presencia de TEA (Sánchez: 2009; WHO: 2005).
El TEA está incluido en la clasificación diagnóstica de la American
Psichological Association, en su cuarta versión (DSM- IV), entre los trastornos
de adaptación y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) de
la Organización Mundial de la Salud, dentro de las reacciones a estrés grave y
trastornos de adaptación. (Kassam-Adams, 2005)
El trauma producido por un accidente o en un desastre, desde el punto de

87
vista psicológico, puede abarcar una gama de síntomas que van desde cuadros
clínicos ligeros (angustia, insomnio, labilidad emotiva, expectación ansiosa) has-
ta reacciones más severas como la depresión, con una prevalencia similar entre
mujeres y hombres.
Existe una relación temporal, clara e inmediata, entre el impacto de un desas-
tre y la aparición de síntomas de TEA, los que desaparecen después de las 48 a
72 horas. (Schreie et al, 2005). Los TEA pueden evolucionar favorablemente y
los síntomas revertir y no necesariamente consolidar un Trastorno de Estrés
Postraumático. El tratamiento adecuado permite evitar complicaciones psicoló-
gicas posteriores, lo que puede lograrse con cualquier intervención que conlleve
a mitigar la angustia, siempre y cuando sea brindada de forma segura y oportu-
na. (Davidson, 2000).
El TEA es un cuadro de carácter agudo, que aparece como consecuencia de
la exposición a un evento traumático. De acuerdo al nivel de intensidad y la
presencia de síntomas, se clasifica en ligero, moderado o grave. Las manifesta-
ciones clínicas aparecen dentro del plazo de breves minutos a una hora poste-
rior al psicotrauma, los síntomas tienen una gran variabilidad, caracterizados por
un estado inicial de embotamiento, con reducción del nivel de conciencia, la
atención, desorientación y reducción de la respuesta a estímulos. El riesgo que
se presenta aumenta cuando existe agotamiento físico o factores orgánicos,
vulnerabilidad individual, para adaptarse a circunstancias estresantes.

Manifestaciones clínicas
Los síntomas suelen mezclarse y modificarse pasando de estados pasivos a
exaltados y viceversa, sumándose al estado inicial de «embotamiento», depre-
sión, ansiedad, ira, desesperación, hiperactividad o aislamiento, aunque ninguno
ellos predomina sobre los otros durante mucho tiempo (Gilabarte y Boca, 2000).
La resolución suele ser rápida y dependerá del mantenimiento de la situación
estresante. De este estado se puede pasar a un mayor grado de estupor
disociativo, agitación e hiperactividad. Lo más frecuente es la producción de
signos vegetativos como taquicardia, sudoración o rubor.

El paciente expresa lo siguiente:


• Manifestaciones de ansiedad que incluyen: tensión, angustia, intranquilidad y
algunos síntomas físicos o manifestaciones objetivas de la ansiedad
• Tristeza o manifestación de duelo excesivo e incontrolable

1
Los atentados del 11 de marzo de 2004, conocidos como 11-M, fueron una serie de ataques
terroristas en 4 trenes de la red de “Cercanías de Madrid”, en el que fallecieron 191 personas,
y 1 858 resultaron heridas. Consistió en 10 explosiones casi simultáneas a la hora de la mañana
de mayor concurrencia.

88
• Aislamiento social
• Irritabilidad
• Desorientación, estrechamiento de la conciencia
• Amnesia posterior parcial o total.

Tratamiento
El tratamiento farmacológico del TEA no presenta ni la eficacia ni la especi-
ficidad deseada, por lo que se realizan intentos constantes de añadir nuevos
fármacos al arsenal terapéutico. (Moreno y otros, 2005) Una de las variantes
terapéuticas es el empleo de propanolol e hipnóticos, utilizado en las víctimas del
atentado del 11 de marzo de 20041 que recibieron tratamiento por manifestacio-
nes psicológicas una semana después y que cumplieron criterios de trastorno de
estrés agudo y que no presentaron contraindicaciones para el empleo de estos
medicamentos. Los pacientes tratados con propanolol presentaron remisión de
los síntomas diana en el 63,6 % de los casos. Por su parte, el tratamiento con
hipnóticos presentó una remisión de los síntomas en el 61,5 % de los casos lo
que permitió afirmar que estos medicamentos resultan útiles en la disminución
de la sintomatología del TEA.
Tratamiento combinado (Davidson, 2000). El abordaje terapéutico combina-
do se diseña desde la perspectiva del uso de psicofármacos como la imipramina
(50 mg/ día) y una intervención psicoterapéutica como puede ser la modifica-
ción de la técnica del desactivado para la desmovilización psicológica, que le
permite al paciente expresar emociones, sentimientos, ser comprendidos y apren-
der a reconocer los síntomas como reacciones expresadas en circunstancias
traumáticas lo que permite una adecuada exploración emocional. (OMS, 2000;
Pastrana, 2007).
Esta técnica se utilizó en 15 lesionados que habían participado en un aconte-
cimiento traumático (accidente ferroviario) en el año 2004. La muestra presen-
tó una media de edad de 15 años. Todos los lesionados fueron entrevistados,
valorados e intervenidos por los autores de la investigación. Las víctimas de
este acontecimiento, suficientemente severo como para ser denominado
traumático, cumplían con los criterios diagnósticos de TEA (Gutiérrez, 1998) y
los datos fueron obtenidos mediante una entrevista semiestructurada.
Antes de efectuarse la valoración se informaba a los lesionados sobre el
objetivo de la intervención que serían objeto. El tratamiento psicoterapéutico se
realizó con 5 sesiones, con una frecuencia semanal de 3 horas de tratamiento en
cada sesión y para ello se siguió un programa terapéutico que contemplaba
técnicas específicas de control de estrés.
Al finalizar la intervención, durante la tercera semana, se realizaron 3 eva-
luaciones, y en la última se tomaron como patrones de comparación, estudios
similares en el abordaje del estrés acumulativo (OMS, 1992; Jeffrey, 1995). El
trabajo permitió concluir que la psicoterapia combinada con la farmacoterapia
es efectiva para evitar complicaciones psicológicas posteriores.
89
Es importante explicar a los familiares de las víctimas, la transitoriedad de los
síntomas que se han producido debido al evento traumático vivido y sugerir
reposo y tranquilidad en el contexto familiar durante un breve tiempo.

Trastorno por estrés postraumático


El trastorno por estrés postraumático (TPET) es una enfermedad vinculada
desde sus orígenes a sucesos psicotraumáticos como la guerra, aunque no ex-
clusivo de estas situaciones. El TEPT fue clasificado en el “Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders” (DSM-IV) como un trastorno de
ansiedad, con una prevalencia de por vida relativamente frecuente, representa
la respuesta tardía, a un evento de carácter extremo o catastrófico que produce
alteraciones psicológicas de tal magnitud, que la angustia deja de ser una señal
de peligro, para convertirse en fuente del mismo (Labrador, 1999).
El TPET ofrece un cuadro clínico articulado por tres grupos de síntomas
básicos:
− Evocación reiterada e involuntaria del acontecimiento traumático.
− Reducción del nivel general de respuesta a estímulos cotidianos.
− Aumento del estado de vigilia.

Los síntomas comienzan después de un período de latencia, que varía desde


una semana hasta meses (raramente más de 6). El curso es fluctuante, pero se
puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos. Con frecuencia se
advierte que los veteranos de guerra y supervivientes de desastres civiles, que
aparentemente durante muchos años no tenían síntomas, pueden desarrollar
ulteriormente, un síndrome postraumático florido, tras la incidencia de sucesos
estresantes.
Se ha descrito, además, en los veteranos con TEPT una mayor frecuencia de
otros trastornos, como el consumo de sustancias psicoactivas, los trastornos de
ansiedad, de somatización y depresiones al compararlos con la población gene-
ral (Cuba. Ministerio de Salud Pública, 2005:155).
Un grupo de síntomas de este síndrome, están presente en un significativo
por ciento de los veteranos de la Operación Escudo del Desierto, los que han
padecido de una condición denominada Síndrome del Golfo.
Se ha reportado una prevalencia de por vida entre el 20 y el 30 % de los
veteranos de Vietnam, cifra semejante a la encontrada en otras contiendas
bélicas y otros ejércitos, así como en víctimas civiles de ataques, amenazas y
abusos la que se encuentra entre el 10 y el 30 %. En los accidentes y desastres
naturales también se presenta aunque con cifras menores. (Pichot et al: 1995).
Las violaciones representan los sucesos de la vida civil donde se reportan
mayores tasas de TEPT, algunos autores plantean que más del 50 % de las
mujeres violadas presentan TEPT. La prevalencia estimada en la población
90
general es del 3-6 %, lo que se sustenta por los hallazgos de un grupo de estu-
dios.
Según se ha descrito, en situaciones de guerra los individuos evacuados tien-
den a presentar mayor persistencia de síntomas postraumáticos que los tratados
en hospitales, cerca de la línea de fuego, los que con mayor frecuencia se
recuperan y no causan baja sanitaria.
Se señala que un grupo de sujetos, después de tener la vivencia de situacio-
nes límites, presentan formas frustres o incompletas del TEPT. Después del
ataque terrorista del 11 de Septiembre del 2001 en Nueva York, se estima que
más del 50 % de las personas que se vieron involucradas directamente, presen-
taban síntomas postraumáticos aunque no tuvieran el síndrome completo. Se ha
planteado que la presencia de TEPT parcial podría interferir en la readaptación
del individuo tras un evento traumático, tanto como el trastorno completo (Eisen
et al, 2004).
Los altos niveles de combate se asociaron a la presencia del trastorno en los
veteranos de la operación “Tormenta del Desierto”, y en los veteranos de Viet-
nam.
Respecto a la relación causal entre los factores premórbidos y el desarrollo
de TEPT, no existe acuerdo en la literatura (Mc Farlane: 1989) planteó que la
gravedad de la exposición a un desastre era el determinante principal de morbilidad
precoz, mientras que los trastornos psicológicos previos eran los que mejor pre-
decían la evolución crónica del TEPT. En un estudio de veteranos de Vietnam,
se observó que el buen ajuste social premórbido era predictor de TEPT. Otras
investigaciones apoyan el hecho de que la presencia de trastornos de ansiedad
y algunos rasgos de personalidad, aumentan el riesgo de padecer TEPT des-
pués de un evento traumático. (Galea: 2002; Gutiérrez: 1998)
La participación en acciones bélicas se relaciona con la presencia de TEPT
y con otros trastornos psiquiátricos a largo plazo. Con mayor frecuencia se han
asociado trastornos de estado de ánimo, trastorno obsesivo compulsivo, trastor-
nos de ansiedad, y toxicomanías entre los veteranos. Los individuos que han
sufrido TEPT tienen además un riesgo mayor de padecer otros trastornos psi-
quiátricos. (Breslau, 2002; Freedman, 2002)
El TEPT aún no ha sido aceptado como una clasificación con basamento
etiopatogénico, a pesar de que se reconoce que el trauma es un componente
esencial de la definición del trastorno. Para relacionar un factor etiológico con
una enfermedad se requiere que se cumplan dos factores esenciales.
El primer factor involucra al concepto validez o la habilidad para reconocer el
trastorno como una entidad diagnóstica discreta. Esto significa que la enferme-
dad aparezca después de la exposición al factor etiológico propuesto al tiempo
que pueda diferenciarse de otras entidades nosológicas. Las investigaciones
prospectivas reflejan un aumento en TEPT comparados con otros diagnósticos

91
que también aparecen en respuesta a un evento traumático.
El segundo factor consiste en la posibilidad de aislar y replicar el agente
causal propuesto, ejemplo, la escarlatina es reconocida como una entidad
diagnóstica discreta con una asociación con un agente reconocido, el Estafilo-
coco Áureo. La pregunta obligada aquí sería ¿Qué tipo de trauma se puede
considerar suficiente para incurrir en una designación etiológica?
El desacuerdo está basado en la opinión de algunos investigadores que plan-
tean que el trauma representa un factor o elemento desencadenante no especí-
fico de diversos síndromes, tales como la depresión mayor, el trastorno de pánico,
los problemas somáticos, y la adicción. Estos trastornos también aumentan su
incidencia después del trauma.
Las reacciones psicopatológicas generales y las reacciones traumáticas es-
pecíficas están igualmente asociadas a la exposición al trauma, lo que sugiere
que la psicopatología general está vinculada a la vivencia de un evento traumático.
Sin embargo, los resultados no apoyan la asociación de alguno de los grupos
específicos de psicotraumas, con un trastorno. Por ello es más razonable suge-
rir que las víctimas de estos traumas desarrollan una variedad de síntomas y de
trastornos, además de los del TEPT. (Kang y Hyams, 2005).
Cuestiones tales como intensidad del estresor, factores de riesgo en el even-
to, vulnerabilidad del individuo y evaluación subjetiva del evento, son aún consi-
derados como factores mediadores en el desarrollo del trastorno. Además de
que otros factores etiológicos han sido propuestos como los factores genéticos.
(Black et al, 2004).
La co morbilidad con problemas relacionados con el consumo de alcohol
resulta variable en la bibliografía consultada. (Kaspersen: 2003; Oruc et al:
2004). Algunos estudios reportan entre el 25 y 75 % una prevalencia de toxico-
manías de por vida en excombatientes con TEPT.
Un solo episodio traumático puede tener influencia para toda la vida, a pesar
de que el sujeto no llegue a enfermar con un TEPT completo, es decir con todos
los criterios necesarios para ser diagnosticado. (North et al: 2004). Algunos
trabajos plantean que la afectación en las áreas laborales y sociales es similar
en los pacientes con TEPT total y en los que presentan TEPT incompleto. Esta
situación en muchas veces es incomprendida por las autoridades encargadas de
los seguros de salud (Coffey: 2005) y reforzada por la visión que en ocasiones
se tiene de estos pacientes. Algunos piensan que se trata de personas que bus-
can apoyo económico y social por todas las vías, y se les estigmatiza con el
planteamiento de que simulan la enfermedad y los tests que se les aplica (Chara:
2001) lo que influye de manera negativa en el desarrollo de planes para atender
a los afectados por la enfermedad.
Esta visión implica de hecho desconfianza en la labor pericial de los psiquia-
tras (Fabra: 2002) que suelen ser blanco de la crítica, desde el ámbito jurídico y
profesional. La falta de precisión diagnóstica y terapéutica (Burges y
92
TM.McMillan, 2001) la extralimitación del psiquíatra en sus competencias como
perito (Ventura y otros: 2002), la propia problemática que existe en la psiquiatría
relacionada con las diferencias entre distintas escuelas a las que se adscribe el
psiquíatra, o las dudas referidas a la calificación del psiquíatra como experto,
constituyen los temas más debatidos. Lo que está favorecido por el hecho de
que los psiquíatras, en función de peritos, en ocasiones realizan dictámenes que
no se ajustan a las exigencias, por falta de conocimientos mínimos sobre la
legislación existente, lo que demuestra la importancia de capacitar al psiquíatra
en materia de psiquíatría legal.
Por otra parte, el peritaje se observa en el marco de la relación médico-
paciente, pero con características especiales, que favorecen el empleo de re-
cursos fraudulentos, por parte del paciente, con el objetivo de lograr que se le
considere enfermo cuando lo desea y viceversa. Es sabido por la población que
una enfermedad mental puede modificar la sanción en un delito común, igual
que invalidar el ingreso o la continuación en el cumplimiento del servicio.
La desaparición de los síntomas de TEPT se pueden facilitar gracias a lo que
se denomina “Variables de contención social”, entre los que se incluye: la
reinserción en la vida social y laboral, la comprensión de lo sucedido por parte
de la sociedad, la imagen del excombatiente ante la comunidad, entre otros
factores.
Es importante señalar que en Cuba el diagnóstico del TEPT resulta poco
frecuente y estadísticamente insignificante, lo que probablemente sea debido,
tanto a una incidencia realmente baja, como al hecho de no tenerse en cuenta
dentro de las posibilidades diagnóstica de los casos. En investigaciones realiza-
das en nuestro país, en personas que han sufrido la vivencia de eventos límites,
o personal que labora en los equipos de primera respuesta, se ha diagnosticado
el trastorno de estrés postraumático, lo que demuestra que ser un trastorno con
una morbilidad oculta, una parte de estos pacientes son tratados por sus trastor-
nos co mórbidos. (Ventura: 2009; Diamond: 1969).

Tratamiento
Las técnicas terapéuticas propuestas en el TEPT son múltiples. Con relación
al tratamiento farmacológico, la mayor parte de la literatura expone reportes de
casos, ensayos retrospectivos y ensayos abiertos, con un número menor de
estudios controlados con placebo.
Los estudios con antidepresivos tricíclicos (Imipramina, Desipramina, y
Amitriptilina) reportan mejoría general, especialmente en los síntomas de de-
presión. Los síntomas intrusivos y de evitación no fueron reducidos de manera
importante en pacientes.

2
Referencia en idioma inglés a la activación en este caso autonómica.

93
La eficacia de la Fenelzina fue demostrada a dosis de 75 mg/día, incluso
sobre síntomas intrusivos. Con fluoxetina se han realizado reportes de casos y
un ensayo abierto que involucró a 19 veteranos de combate. La efectividad fue
demostrada en las tres subescalas de TEPT.
En un estudio controlado con Alprazolam, a una dosis de 0.5 a 6 mg/día, 16 de
20 pacientes experimentaron mejoría, especialmente en síntomas asociados con
el arousal2 autonómico, tales como somnolencia, irritabilidad y ansiedad. Se
reportó buenos resultados en un estudio con Clonazepam en pacientes que pre-
sentaban insomnio marcado y TEPT (Bazelon 1974). El uso de benzodiazepinas
debe ser limitado a un máximo de 4 a 6 semanas.
El propanolol han sido efectivo en controlar los síntomas residuales del
hiperarosual autonómico a dosis de 120 a 160 mg/ día. El beneficio potencial ha
sido demostrado en combinación con antidepresivos tricíclicos. Los pacientes
deben ser controlados hemodinámicamente con determinaciones de los signos
vitales, incluyendo evaluación para cambios hipotensivos ortostáticos, al menos
diariamente durante el período inicial de dosificación.
La carbamazepina ha mostrado beneficios favorables en revisiones y ensa-
yos clínicos prospectivos en pacientes con TEPT. Esta puede ser especialmen-
te útil en tratar los síntomas intrusivos. Dado que en un subgrupo de pacientes
con TEPT se aprecian trazados anormales en el electroencefalograma y expe-
rimentan descontrol episódico, las guías para el uso de carbamazepina en pa-
cientes con EEG subictales anormales deben ser aplicadas a la población con
TEPT. El ácido valproico, que tiene su locus de acción sobre el sistema gamma
amino butírico, ha mostrado posibilidades en pacientes con TPET.
La risperidona a bajas dosis ha sido efectiva sobre todo en los síntomas
intrusivos y en la hiperactivación que se observa en mujeres con TEPT víctimas
de abuso en la infancia, y abuso sexual Sánchez (2009).

Tratamiento psicoterapéutico
Las técnicas más utilizadas en el TEPT han sido la terapia de exposición a
las situaciones que al paciente le resulta difícil enfrentar, técnica se complemen-
ta con el aprendizaje y entrenamiento en técnicas de control de la ansiedad;
también se han empleado técnicas cognitivo conductuales como las
autoinstrucciones-autosugestiones y el control de la ira, más recientemente se
ha propuesto la Desensibilización por Movimientos Oculares Rápidos conocida
como EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) en sus si-

94
glas en ingles. El psicoanálisis ha sido contraindicado, no así otras terapias diná-
micas que construyen una buena alianza terapéutica a través del cuidado del
encuadre y la interpretación de las resistencias derivadas de la transferencia
negativa, Cates et al.(2004).

Terapia de exposición
Las más disímiles situaciones pueden generar repuestas de re experimenta-
ción y defensa en los pacientes. La técnica de exposición trata de desactivar el
procesamiento anómalo de la información a través de la experiencia terapéutica
correctora que le permite al paciente vivenciar de manera simbólica o real la
situación en ausencia de ansiedad lograda como resultado de la aplicación de
las técnicas de control de la ansiedad. (Reich et al: 2004).

EMDR y el reprocesamiento
La técnica consiste en hacerle al paciente rememorar los pensamientos
traumáticos al tiempo que realiza movimientos laterales de los ojos en repeticio-
nes de 20 a 25 veces, en algunos casos el terapeuta realiza la técnica tocando a
la derecha y a la izquierda del paciente en sus piernas o brazos. En cada parada
el paciente expone lo que le viene a la mente y progresivamente se va atenuan-
do la carga emocional acompañante del suceso traumático que se está abordan-
do. (Mingote y otros; Shapiro 2001). Esta técnica se explica detalladamente en
el Capítulo 5.
La psicoterapia psico dinámica puede ser una técnica efectiva de tratamien-
to en los pacientes con TEPT. A continuación se destacan algunos aspectos
esenciales:
− Establecer una sólida alianza terapéutica.
− Dosificar la transferencia y contra transferencia.
− Restablecer la conexión entre las funciones psíquicas disociadas.
− Facilitar el desarrollo de la capacidad analítica.
− Apoyar la autonomía y asertividad del paciente.
− Manejar el conflicto sobre la agresividad y la culpa.
− Evitar la compulsión a la repetición.
− Lograr que las instituciones sociales, de justicia, sanidad y asistencia social apo-
yen al paciente.

Estas técnicas son mucho más complejas y para su dominio y empleo requie-
ren de entrenamiento por parte del terapeuta por lo que solo se expusieron sus
características más generales.

95
Acciones por el médico general
El TEPT generalmente requiere de tratamiento especializado, por lo que el
paciente debe ser referido a un servicio de salud mental.

Otros trastornos

Conducta suicida
En la fase inicial de los desastres, la conducta suicida es poco frecuente; en
etapas posteriores se observa un incremento de la ideación suicida, relacionada
con la presencia de sentimientos de culpa por haber sobrevivido y en casos de
experiencias traumáticas extremas, sobre todo cuando el evento se produjo con
la participación directa del factor humano como ocurre en las violaciones o los
actos terroristas.
Entre los factores de riesgo suicida se encuentran:
− La naturaleza de las contingencias psicosociales vividas.
− Ideas suicidas estructuradas, con un plan suicida desarrollado y disponibili-
dad de medios para ejecutarlo.
− Existencia de trastornos psíquicos, en especial depresión grave.
− Intentos suicidas previos.
− Extremos de la vida.
− Alto grado de exposición al evento traumático o haber sufrido pérdidas de
gran magnitud.
− Falta de apoyo social y familiar.
− Consumo de alcohol u otras sustancias que limitan la capacidad de
autocontrol.
− Cambios bruscos en los hábitos, valores y comportamiento.
− Dificultades socioeconómicas.
− Padecimiento de enfermedades crónicas e invalidantes.

Acciones por el médico general


El papel clave en la identificación del riesgo suicida está en la atención pri-
maria de salud. La literatura plantea que hasta el 40 % de los pacientes visitaron
a su médico en la semana previa a realizar un intento suicida, por lo que es
preciso identificar los factores de riesgo enumerados y con la entrevista lograr:
1. Identificar los factores de riesgo, los síntomas y los signos que aumentan el
riesgo.
2. Garantizar la seguridad del paciente y decidir el seguimiento adecuado.
3. Realizar el diagnóstico y decidir su remisión al equipo de salud mental.
96
El intento suicida es una urgencia psiquiátrica y requiere de su valoración por
el psiquiatra. Se debe hacer partícipede la situación al familiar, porque al pacien-
te requiere de vigilancia y todos los que hayan realizado al menos un intento
suicida se deben mantener bajo seguimiento del equipo de salud mental.

Trastornos disociativos o de conversión


Manifestaciones clínicas. Se presenta de manera súbita en el momento en
el que se tiene la vivencia de una situación psicotraumática. Se caracterizan por
una alteración de las funciones integradoras de la identidad, la memoria o la
conciencia. Es frecuente que se presente como estupor, que se diagnostique por
la disminución profunda o ausencia de motilidad voluntaria y la respuesta a
estímulos externos, lo que puede hacer peligrosa la permanencia del paciente en
lugares de riesgo en un desastre. La conciencia es la que ejerce un considerable
grado de control sobre los recuerdos, las sensaciones y los movimientos. El
paciente presenta síntomas físicos poco frecuentes que no tienen causa biológi-
ca aparente, tales como ataques epileptiformes, crisis de excitación que puede
llegar a la agitación, amnesia, estado de trance o pérdida de conciencia, aneste-
sia, trastornos visuales, parálisis, afonía, confusión de identidad, estados de po-
sesión, entre otros. Estos síntomas pueden ser dramáticos, y desaparecer tan
rápido como comenzaron sin dejar secuela o persistir más tiempo, en particular las
parálisis y anestesias de una parte del cuerpo, las que a la exploración clínica y los
complementarios no demuestran la presencia de trastorno somático.

Acciones por el médico general


Proteger al paciente, y demás personas, de golpes o daño físico como conse-
cuencia de la crisis. Si aparece excitación, administrar clorpromacina 25 mg,
i.m. con 1 ámpula de difenhidramina 20 mg; se puede repetir a las 6 h. Restrin-
gir al paciente y mantenerlo bajo vigilancia extrema y remitir para su valoración
por el psiquiatra.

Trastorno psicótico breve


No se ha demostrado que en los desastres exista un aumento en la incidencia
de psicosis, aunque como consecuencia de experiencias traumáticas intensas,
pueden presentarse ocasionalmente cuadros agudos de corta evolución o
descompensaciones de enfermedades preexistentes.
Los pacientes con psicosis de larga evolución, como es la esquizofrenia, pue-
97
den descompensarse, pero no se observa un aumento de la incidencia de esta
enfermedad después del desastre. El trastorno se caracteriza por síntomas
psicóticos que duran entre un día y un mes; para su diagnóstico es preciso que
el paciente recupere su nivel de funcionamiento premórbido.
Se debe descartar una causa orgánica, en esas circunstancias la persona
puede haber recibido un trauma craneal o padecer una enfermedad infecciosa o
tóxica.

Acciones por el médico general


Las acciones por el médico general básico dependerán de la duración de los
síntomas, por lo regular deberá atenderse por el equipo de salud mental y por lo
tanto debe ser remitido ya que en estos casos hay que:
− Cuidar la seguridad e integridad del paciente y de quienes lo rodean.
− Emplear psicofármacos antipsicóticos.
− Hacer partícipe a la familia de la situación, ya que se requiere de vigilan-
cia al paciente.
− Reducir al mínimo la ansiedad, la inquietud y la excitación.

Estados de pánico
Este es un fenómeno poco frecuente y solo se observa en circunstancias
muy específicas, como ataques terroristas o situaciones en que las personas se
ven imposibilitadas de huir, al estar en lugares cerrados como ha ocurrido en los
terrenos deportivos, discotecas y otros. También se ha observado en personas
que durante una peregrinación se encontraban en un puente, que se derrumbó
como consecuencia de la estampida producida por el pánico.
Se instaura de manera brusca o progresiva y se caracteriza por un alto nivel
de tensión y angustia que se torna intensa e incontrolable, con desorganización
de la conducta, que puede resultar violenta e incluso temeraria. El pánico es una
respuesta desproporcionada que tiende a propagarse y llegar a ser colectiva. La
falta de control y la incertidumbre en eventos propiciados directamente por
humanos aumentan el riesgo de pánico y las personas corren el riesgo de ser
atropellados por otros, pero lo más frecuente es que las personas presenten
ansiedad, temor, intranquilidad o inseguridad sin llegar a un estado de pánico.

Acciones por el médico general


Debido al corto tiempo de duración es poco frecuente que la persona pueda
recibir atención especializada.
− Convencer al sujeto de que lo que le sucedió es transitorio, manejable y rela-
cionado con la situación que ha estado experimentando.
− Tratar de controlar la ansiedad, con ejercicios de relajación o de respiración.
98
− Acompañar al que sufre de ataque de pánico.
− Emplear ansiolíticos en los casos que sea necesario.

Otros síndromes
De acuerdo con la literatura sobre el tema, resultan ser variantes particulares
de los TEPT y trastornos por estrés agudo.

Síndrome de aflicción por catástrofe, también conocido


como síndrome de desastre
Para las personas que han sufrido pérdidas considerables las reacciones
emocionales más probables son dolor por las pérdidas (seres queridos, hogar,
posesiones, de sustento) que manifiestan con tristeza, ira, ansiedad, nostalgia,
preocupación, sentimiento de desgracia con intensidad y duración mantenida en
el tiempo, se puede acompañar de dependencia, aislamiento o incremento de la
apatía.
A veces el dolor se cronifica y puede aparecer en forma de profunda depre-
sión. Hay factores que incrementan las manifestaciones como la falta de ayu-
das sociales y la pérdida de un hijo.

Fases del síndrome


El síndrome contas de 3 fases:
La primera consiste en un estado de choque que puede durar minutos u
horas, con aturdimiento, estupor, apatía, pasmo e insensibilidad, es decir la pre-
sencia de manifestaciones de disociación.
En la segunda fase hay un estado de “dualidad” que dura horas o días. Los
damnificados con lesiones o sin ellas son relativamente obedientes y agradecen
los cuidados que se les ofrecen.
En la tercera fase se presenta euforia, por el hecho de haber sobrevivido; un
intenso espíritu comunitario y colaborador con los demás, aunque también se
producen actos delictivos.

Síndrome del superviviente


La irritabilidad, la ira y la agresión aumentan en los años siguientes al desas-
tre; también los trastornos físicos (hipertensión, cefaleas por tensión, trastornos
gastrointestinales) y los porcentajes de mortalidad aumentan entre los supervi-
vientes, siendo particularmente notable en el año siguiente al desastre entre los
familiares de víctimas que no sobrevivieron. El sentimiento de culpa es muy
frecuente.

99
Autoevaluación
1. Señale con una X los factores que modifican la reacción psicológica ante los desas-
tres.
a) _____ No contar con apoyo social, principalmente por la familia y amigos.
b) _____ La gran capacidad destructiva de los desastres
c) _____ El elevado cuidado del medio ambiente, así como la existencia de obras
constructivas de calidad.
d) _____ Adecuada evaluación internacional de los daños.
e) _____ La existencia de un bajo nivel de instrucción en la población afectada.
2. Complete los espacios con la letra que corresponda dependiendo de las etapas de
los desastres:
a) _____ Comienza a manifestarse sentimientos de culpabilidad.
b) _____ Preocupación de los que pueda ocurrir y ansiedad.
c) _____ Miedo por la seguridad física propia y de sus seres queridos.
d) _____ Las víctimas experimentan conductas solidarias dirigidas a garantizar la
integridad de la familia y otras personas.
e) _____ Retorno en la mayor parte de las personas de su nivel psíquico de funcio-
namiento previo.
f ) _____ Aumento de la indisciplina social, produciéndose un aumento de las
conductas delictivas.
a) Preimpacto.
b)Impacto.
c) Postimpacto.
d)Postimpacto a largo plazo.
3. Correlacione los trastornos psiquiátricos que se observan en los afectados de los
desastres con las ideas siguientes:
A B
a) Trastorno por estrés agudo ___ Se presenta: evocación reiterada e
b) Trastorno por estrés postrau- involuntaria del acontecimiento traumático,
mático reducción del nivel general de respuesta a es-
c) Conductas o ideas suicidas tímulos cotidianos y aumento del estado de
d) Trastorno disociativo vigilia.
e) Estados de pánico __ Considere siempre esta situación como una
urgencia psiquiátrica.
___ Existe una relación temporal, clara e inme-
diata entre el impacto de un desastre y la apa-
rición de síntomas.
__ Solo se observa en circunstancias muy
específicas.
__ Se presenta de manera súbita en el momen-

100
to en que se vivencia una situación
psicotraumática.
4. Del siguiente listado seleccione los que considere factores de riesgo suicida:
a) La naturaleza de las contingencias psicosociales vividas.
b) Ideas suicidas estructuradas, con un plan suicida desarrollado y disponibilidad
de medios para ejecutarlo.
c. Existencia de trastornos psíquicos, en especial depresión grave.
d. Padecer de demencia.
e) Extremos de la vida.
f) Alto grado de exposición al evento traumático o haber sufrido pérdidas de gran
magnitud.
g) Estrechamiento de conciencia situacional.
h) Consumo de alcohol u otras sustancias que limitan la capacidad de autocontrol.
i) Cambios bruscos en los hábitos, valores y comportamiento.
j) Dificultades socioeconómicas.
k) Padecer de enfermedades crónicas e invalidantes.
5. Correlacione la columna A y B según corresponda.
A B
a) TEPT ____ Puede persistir las manifestaciones con
parálisis o anestesia de una parte del cuerpo.
b) Trastorno disociativo. ____ Respuesta desproporcionada que tien-
de a propagarse y llegar a ser colectiva.
c) Trastorno psicótico breve. ____ Evocación reiterada del acontecimiento
traumático.
d) Estado de pánico ____ Síntomas psicóticos que resuelven en
menos de un mes.
____ Respuesta tardía a un acontecimiento
estresante.

Clave.
1. b, c, c, b, a.
2. X (a, b, e).
3. c, a, b, b, d.
4. b, c, a, e, d.
5. a, b, c, e, f, h, i, j k.
6. c, e, b, d, b.

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103
Acciones del equipo de salud
ante situaciones de desastres

Después de un desastre la atención en salud mental se realiza bajo condicio-


nes no convencionales, y aprovechando las estructuras con las que cuenta pre-
viamente la comunidad, en los distintos niveles de atención Hall y Norwood
(2004), y con la participación de todos los miembros del equipo (psiquiatras,
psicólogos, trabajadoras sociales, enfermeras especializadas), de manera coor-
dinada e integrada con el dispositivo de respuesta del sector salud.
El equipo puede trabajar en una tienda de campaña, al aire libre o en una
institución que no sea de salud. En muchas ocasiones debe preocuparse por los
problemas de su propia sobrevivencia. Se debe disponer además de un equipo
especializado a nivel central, con posibilidad de ser consultado, de coordinar las
acciones y de ser movilizado a cualquier lugar que se requiera.

Consideraciones generales para la atención a los trastornos


psíquicos en desastres
− Utilizar los medicamentos solo en los casos estrictamente necesarios.
− Propiciar, a la brevedad posible, la normalización de las actividades de la
comunidad, tanto en el medio laboral, como escolar y rutinas de las fami-
lias y personas Weiss et al (2003).
− Mantener a las personas con trastornos psiquiátricos en su comunidad,
con ingresos domiciliarios. Remitir al hospital como último recurso.
− Evitar diagnosticar como condición clínica las conductas adaptativas pro-
pias de la situación vivida por las personas.

Psiquiatría y psicología de emergencias y desastres


La psiquiatría y psicología de emergencias y desastres es la rama de la psi-
quiatría y la psicología que estudia las reacciones de los individuos y de los
grupos humanos antes, durante y después de una situación de emergencia o
104
desastre. Propone y ejecuta estrategias de intervención psicosocial orientadas a
la preparación de la comunidad. Los psiquiatras y psicólogos dedicados a este
perfil están entrenados en técnicas que permiten el abordaje de conductas
inadaptativas y la prevención de trastornos a largo plazo. Se apoya en conoci-
mientos de gestión de riesgos. Lla administración de los servicios de salud en
emergencias y desastres, evaluación de daños, análisis de las necesidades pos-
teriores al desastre, y confección y actualización del registro de la situación en
salud mental de la comunidad. Realiza programas de capacitación sectorial e
intersectorial y programas específicos de contención psicológica (al regreso del
personal socorrista a sus actividades familiares, laborales y sociales habituales).
Participa además en las emergencias hospitalarias en todas las etapas de trata-
miento Santini y López (1997); Pacheco y otros (1987); Beristain (1999);
Barrientos (2003).
Los miembros de los equipos de salud mental que se dedican a las emergen-
cias y los desastres, requieren de un entrenamiento que les permita la adecuada
interrelación y comunicación con otros profesionales que también se han espe-
cializado en emergencias y desastres como médicos, enfermeras, maestros,
sociólogos, periodistas, ingenieros, meteorólogos e integrantes de los equipos de
primera respuesta.
Los psiquiatras y psicólogos que intervienen en emergencias y desastres de-
ben dominar un grupo de técnicas que incluye:
− Triage o selección.
− Defusing o desactivación.
− Debriefing o desmovilización.
− Apoyo psicológico.
− Intervención en crisis.
− Primera ayuda psicológica.
− Terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimientos oculares.
− Afrontamiento del estrés y prevención del síndrome de Bournut.
− Área de control del estrés.

Técnicas psicológicas específicas en desastres


El equipo de salud mental debe cumplir un grupo de principios generales en
su actuación en desastres, independientemente de las técnicas específicas que
emplee. Estos principios incluyen:
− Escuchar a las personas con interés, atención y no obligarlas a hablar si no lo
desean.
− Hacer preguntas sinceras, de acuerdo con los intereses y necesidades de las
personas y no sobre la base de un plan.
− Comprobar que son comprendidos, teniendo en cuenta la cultura, principios y
creencias de las personas a las que asiste.
105
− Actuar con realismo y objetividad. No intentar resolver las crisis de las
personas y su readaptación demasiado rápido.
− Realzar de forma honesta las cualidades reales de las personas.
− Evitar la frustración que se produce por no poder cumplir con sus propias
expectativas.

Triage o selección
Tiene como objetivo la atención, en el más breve tiempo posible, para impedir
la consolidación de los trastornos cognoscitivos, afectivos y conductuales. Este
procedimiento de selección está vinculado al encauzamiento de los primeros
auxilios emocionales Ramos (2006); Blanco et al (2005).

Defusing o desactivación
Se emplea dentro de las primeras 12 horas a partir del evento potencialmente
traumático. Está diseñado para víctimas primarias, secundarias o terciarias, or-
ganizadas en pequeños grupos. Se enfatiza en las distorsiones cognitivas que se
producen ante un psicotrauma. Su objetivo es dirigir al paciente hacia una re-
presentación mental adaptada a los riesgos traumáticos y una disminución de
los síntomas invalidantes. Se recomienda la aproximación psicoterapéutica tem-
prana con el fin promover la relación afectiva en el marco de la regulación
psicoterapéutica, mediante las experiencias de la víctima, enfrentadas a expe-
riencias individualizadas como son: de desamparo, colapso psíquico o angustias
primitivas.

Debriefing o desmovilización
Técnica a desarrollar después de las primeras 12 horas de ocurrido el evento
traumático, el cual se basa en el principio de compartir con otros las experien-
cias traumáticas recientemente vividas.
Es un tratamiento psicológico que tiene como objetivo reducir la morbilidad
psicológica como consecuencia de un evento psicotraumático, tiene sus oríge-
nes en los esfuerzos para mantener la moral del grupo y disminuir los trastornos
psiquiátricos en los soldados inmediatamente después del combate. Consiste en
estimular en el grupo la catarsis emocional o la discusión mediante estimulación
del recuerdo del evento traumático. Esta técnica breve les permite continuar
con las tareas que venían realizando y que pueden propiciar nuevas vivencias
potencialmente psicotraumáticas. Debe realizarse como antes se anunció, en

106
las primeras 48-72 horas después del evento, y estar dirigida por un personal
con previa capacitación.
Se debe propiciar un espacio para la realización del encuentro, que permita
expresar los sentimientos y pensamientos relacionados con lo vivido, mante-
niendo la confidencialidad de lo que se exponga allí. Es importante favorecer el
apoyo intragrupal entre los individuos que han vivido situaciones similares. Tie-
ne como objetivo prevenir trastornos psiquiátricos posteriores y detectar a los
más afectados, facilitándoles la ayuda.
Esta técnica se utiliza en múltiples personas como son: en rescatistas, oficia-
les policiales, personal de la Cruz Roja, víctimas de accidentes de tránsito, de
violación y otros. De hecho el debriefing se emplea ampliamente en muchos
lugares y llega incluso a ser obligatorio en algunas instituciones como la atencion
a agentes policiales del Reino Unido, víctimas de trauma, con el fin de evitar
demandas por trastorno de estrés postraumático. Sus objetivos son, disminuir
los síntomas y evitar dicho trastorno.
Existen discrepancias entre diversos autores en relación con la efectividad
del método; principalmente cuando la técnica se emplea de manera individual,
en una sola sesión, o con un breve seguimiento, donde los efectos deseables se
observarán a más largo plazo. Esto se ve favorecido por falta de pruebas cien-
tíficas sobre su eficacia, debido a que la mayor parte de los estudios son no
controlados. Se recomienda tener en cuenta las condiciones en que se realizan
estos estudios y el hecho de que las personas que reciben este tratamiento se
mantienen trabajando.
La OPS/OMS mantienen una actitud crítica ante este tema OMS (2004),
apoyados en investigaciones que plantean que el debriefing tiene efectos ne-
gativos a largo plazo, o al menos, no tiene los efectos positivos que inicialmente
le fueron atribuidos Rose, Bisson yWessely(2006).

Breve descripción de la técnica. Características del grupo


− Entre 5 y 20 personas.
− Participación voluntaria.
− Homogéneo con relación al desastre.

Fases
1. Introducción. Presentación inicial de los participantes, incluidos los tera-
peutas. Breve explicación del objetivo de la reunión y énfasis en los benefi-
cios de la técnica, procedimientos y las reglas que incluyen:
a) No es necesario hablar de lo que no se desee y por lo tanto no se forzará
las personas a hacerlo.

107
b) No se emitirán juicios ni críticas, cada individuo expondrá su propia expe-
riencia.
c) Si alguna persona se siente muy mal, puede abandonar temporalmente y
regresar cuando se encuentre mejor.
d) Toda información será confidencial.
2. Relato de los hechos. Cada participante relatará sus experiencias y las
emociones a ellas asociadas, generalmente se expresan las vivencias más
fuertes y difíciles del día, es importante que entre todos se consiga una
descripción detallada de lo que pasó ese día.
3. Reacciones. Los pensamientos y emociones que exprese el grupo se reco-
gerán en un listado, lo que permitirá determinar las personas con mayores
problemas.
4. Normalización y educación. Incluye el resumen de lo acontecido en la
reunión, se debe exponer las características esperadas de las manifestacio-
nes que se están presentando, atendiendo a la situación vivida. Se expondrá
qué aspectos se deben tener en cuenta con el fin de valorar la necesidad de
ayuda profesional por comenzar a presentarse un verdadero trastorno.
5. Finalización. Antes de concluir se da la posibilidad de esclarecer dudas y
convenir la próxima sesión.

Apoyo psicológico
Se refiere al cuidado de una persona a otra que se encuentra en situación
crítica por haber vivenciado una experiencia psicotraumática y está presentan-
do manifestaciones psicológicas como expresión de la reacción normal al even-
to extraordinario que experimentó.
Cumple con el objetivo de facilitar la expresión de las vivencias y emociones
asociadas, con lo cual puede disminuir el estrés proveniente de las amenazas
psicológicas y las distorsiones cognoscitivas,. Esto permite que se activen las
capacidades de afrontamiento y reacción adecuadas ante las situaciones
generadoras Lorenzo (2003).
Para lograr un adecuado apoyo psicológico en situaciones de desastres se
debe:
− Saber establecer contacto con todos los participantes, sobrevivientes y dam-
nificados (independientemente de sus niveles de afectación asociados al de-
sastre).
− Lograr contacto físico, empatía, y transmitir esperanzas y optimismo en todo
momento.
− Propiciar espacios para la ventilación emocional, expresión de sentimientos y
relato de los sucesos.

108
− Facilitar la comunicación integral con familiares y seres afectivamente im-
portantes.
− Orientar sobre las actividades futuras.
− Informar sobre las posibilidades de solicitar ayuda.

Intervención en crisis
Se le denomina intervención en crisis al proceso que sirve para ayudar a una
persona, familia o grupo, a aceptar un hecho traumático, de modo tal que la
probabilidad de efectos secundarios, daño físico o emocional se minimice y la
probabilidad de crecimiento personal se maximice (nuevas perspectivas y op-
ciones en la vida).
Se trata de una técnica con metodología propia, que puede ser empleada en
sujetos sometidos a estrés agudo, con el objetivo de que pueda restablecer sus
capacidades para afrontar las situaciones de conflicto, reordenar y reorganizar
su vida atendiendo a su nueva realidad y considerando que el sujeto tiene poten-
cialidades para regresar a un nivel de equilibrio, que en muchas ocasiones signi-
fica un crecimiento personal.
Como antes se ha comentado, después de un desastre los sujetos van expe-
rimentando diferentes reacciones en dependencia de la fase en la que se en-
cuentren, cada una con específicos cambios biológicos, psicológicos y
conductuales. Factores como la edad, el sexo, la personalidad y estado de salud
psicológica previa, además de la disponibilidad de redes de apoyo social, los
mecanismos de defensa, el nivel socioeconómico, la intensidad de los estresores
que inciden después del impacto y el significado de las pérdidas personales
experimentadas, modifican la respuesta individual.
Se recomienda tener en cuenta los cinco componentes de los primeros auxi-
lios psicológicos enunciados por Slaikeu (1988).
− Realizar el contacto psicológico. Se trata de invitar al paciente a hablar y
expresar sus emociones respecto a la situación crítica, mostrar empatía y
comunicar interés, incluso, en los casos que sea posible, contactar físicamen-
te. Todo ello sirve para que la persona se sienta escuchada, comprendida y
apoyada, así como reducir el malestar de encontrarse solo y legitimar sus
sentimientos, por lo general contradictorios y ambivalentes.
− Examinar las dimensiones del problema. Se intenta examinar tanto el pa-
sado, presente y futuro inmediato de la persona, así como discriminar los
problemas que deben tratarse de inmediato de los que se pueden posponer.
Se debe valorar el riesgo autolítico en el momento de la petición de ayuda.
− Analizar posibles soluciones. Se exploran las medidas tomadas hasta el
momento, se ayuda al paciente en la producción de alternativas, sus ventajas

109
e inconvenientes, e identifican las soluciones a necesidades inmediatas y pos-
teriores.
− Asistir en la ejecución de la acción concreta. Consiste fundamentalmente
en acompañar a la persona a tomar alguna acción concreta para enfrentar la
crisis. La actitud de quien interviene será facilitadora o directiva, en función
del riesgo para el paciente.
− Realizar seguimiento. Concretar actividades para planificar el seguimiento
del paciente por parte del propio equipo que está interviniendo o por los dispo-
sitivos habituales de salud mental.

Características de la intervención en crisis en situación


de duelo
Es necesario tener en cuenta que se va a intervenir en personas normales
que están atravesando una situación particularmente dolorosa y estresante, por
lo que mostrará su dolor en correspondencia a sus patrones culturales y de
personalidad. La intervención debe ser profesional y sincera para que sea acep-
tada por quienes se encuentran en duelo. Resulta útil cumplir los principios
siguientes:
− Escuchar le permite a la persona expresarse. Se debe evitar hacer preguntas
innecesarias, interrumpir, dar explicaciones precipitadas y que no han sido
solicitadas porque interfieren en la comunicación.
− Evocar lo sucedido. Tiene como objetivo estimular la comunicación y obtener
información de un tema determinado. La evocación se puede lograr de ma-
nera directa (cuando se pregunta lo que se quiere conocer sin que se sugiera
una respuesta), o indirecta (cuando se invita o estimula a abordar un tema sin
especificar lo que se quiere).

El trabajo en desastres de los psiquiatras y psicólogos, en múltiples ocasio-


nes, incluye la dura tarea de comunicar malas noticias. Por ejemplo cuando a un
familiar se le informa el fallecimiento de un ser querido. No existen buenas
maneras de dar malas noticias, pero es aconsejable seguir un grupo de reco-
mendaciones cuando se debe enfrentar esta tarea, las que incluyen:
1. Obtener la mayor cantidad de información posible del suceso (cómo ocu-
rrió, cuándo, dónde).
2. Dar la noticia en persona, buscando un ambiente lo más acogedor posible.
3. Identificarse y explicar brevemente nuestro papel en el caso, con el objetivo
de inspirar confianza en la persona a quien se le comunica el desenlace.
4. Mantener contacto visual directo, estar sereno y serio de tal manera que se
transmita seguridad y confianza, lo que posibilita captar las emociones del otro.
5. Mostrar interés, paciencia y seguridad. Evitar dar información de forma
110
abrupta y telegráfica. No utilizar términos no creíbles como “sé lo que está
sintiendo en estos momentos”.
6. Estar prevenido ante posibles reacciones nerviosas o neurofisiológicas.
7. Permanecer junto a la persona, interesándose por sus sentimientos, de for-
ma respetuosa y ofrecerse para acompañarla incluso más adelante. Nunca
se debe imponer una ayuda no consentida.
8. No intentar coartar las emociones y conductas asociadas como llorar, gritar
maldecir, entre otras. Es mala práctica posponer las reacciones que son
normales, esperables y frecuentemente beneficiosas.
9. Dejar por escrito los datos importantes como: el lugar donde se encuentra el
cadáver, fecha y causa presumible de muerte. Frecuentemente algunos de
estos aspectos no son recordados con posterioridad.

El miembro del equipo de salud mental que trabaje en la atención a familiares


en el manejo masivo de víctimas fatales, debe cumplir un grupo de funciones
específicas.Zulueta (2009).
1. Brindar apoyo humano y psicológico a los familiares de las víctimas o a las
personas entrevistadas.
2. Obtener información para identificar fallecidos a través de entrevistas con
los familiares.
3. Gestionar la prestación de la asistencia médica a los familiares que así lo
requieran.
4. Informar sobre los resultados de su trabajo.

Primera ayuda psicológica


La literatura recoge los términos, “primera ayuda psicológica y primeros auxilios
psicológicos” de manera equivalente, al tiempo que se hace la distinción con-
ceptual con el apoyo psicológico y los auxilios psicológicos que pueden ser ofre-
cidos con una preparación básica. Los primeros auxilios psicológicos son
realizados por familiares, maestros, policías, médicos, enfermeras, o quien se
encuentre más próximo al que lo necesita, lo que permite que la persona se
sienta acompañada y coopere con la asistencia que se le va proporcionar.
Tanto el apoyo psicológico como la primera ayuda psicológica se realiza en
un contexto peculiar, dependiente del lugar donde se produjo el desastre, sin las
condiciones normales de las consultas, puede ser al aire libre o donde exista la
posibilidad. En los servicios de urgencia de algunas instituciones se aplica con-
tando con mejores posibilidades pero en condiciones también complejas Lazarus
y Folkman (1984).
En todos los casos se debe garantizar la proximidad (lo más cerca posible del

111
lugar donde ocurrió el evento), la inmediatez (se interviene lo más pronto posi-
ble) cumplir con las expectativas positivas sobre la solución de la situación y la
recuperación, potenciando la autoestima y estrategias adecuadas de afronta-
miento.
Posteriormente psicoterapeutas entrenados brindan lo que se denomina tera-
pia para crisis, que suele durar de semanas a meses.
Los objetivos de la primera ayuda psicológica son:
− Ofrecer apoyo, seguridad, protección y perspectivas.
− Atenuar los síntomas agudos de estrés.
− Prevenir el estrés postraumático.

Para garantizar la proximidad, la inmediatez y el cumplimiento de los objeti-


vos, no se puede pretender que la primera ayuda psicológica sea realizada por
miembros de los equipos de salud mental, por lo que se debe entrenar a las
personas, como parte de la preparación en primeros auxilios.
Generalmente no se logra establecer privacidad porque el espacio suele ser
compartido o abierto, expuesto al escrutinio de las personas de la comunidad y
otros integrantes de organizaciones no gubernamentales, cadenas de televisión,
prensa escrita, entre otros.
La relación con las personas en las que se intervendrá también es peculiar,
ya que no se atienden por una decisión previamente elaborada, sino por las
circunstancias en las que se han visto involucradas, sin posibilidad de escoger al
profesional que trata ,y al que posiblemente le expresen experiencias íntimas.

Terapia de reprocesamiento y desensibilización por


movimientos oculares
La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares
rápidos o, EMDR en sus siglas en inglés, contiene elementos de diferentes
corrientes psicoterapéuticas centradas en la terapia cognitiva conductual, ade-
más de la terapia experimental y la centrada en el cliente, entre otras. El trata-
miento se centra en experiencias pasadas que resultan ser la base del trastorno
psicológico actual. Esa experiencia negativa puede haber tenido lugar reciente-
mente o en cualquier momento anterior, incluso hace años, al mismo tiempo se
promueve visualizar las experiencias positivas en función de lograr conductas
adaptativas y promover la salud mental.
El tratamiento emplea diversos protocolos y procedimientos, uno de estos
procedimientos consiste en la estimulación bilateral, para lo que se puede indi-
car los movimientos oculares rápidos, así como toques o sonidos que deben ser
realizados a ambos lados del paciente. Se le solicita al paciente que se enfoque

112
en los recuerdos perturbadores al tiempo que se le practica la estimulación
bilateral. Esta acción produce modificaciones en los recuerdos y nuevas asocia-
ciones con la atenuación y desaparición progresiva de estos recuerdos y los
síntomas por ellos generados. El tratamiento cuenta con 8 fases:
1ra. fase. Confección de la historia clínica: durante su elaboración se corro-
bora la conveniencia del empleo de EMDR y la disposición del paciente, lo
que permite elaborar un plan terapéutico, que tiene en cuenta las necesida-
des del paciente, que junto al terapeuta, identifica los objetivos del trata-
miento que se va a seguir.
2da.fase. Se requiere de habilidades de afrontamiento para manejar la ansie-
dad, por lo que si el paciente no posee estas habilidades es necesario empezar
por crearlas en función de alcanzar un estado emocional relativamente esta-
ble, sin pretender que logre reducir el estrés con dichas técnicas.
3ra.a 6ta.fase. Durante estas fases el objetivo es identificar y procesar
utilizando los procedimientos de EMDR. Esto significa que el paciente debe
visualizar las imágenes que con mayor intensidad relacione con las viven-
cias negativas y emociones asociadas, así como las cogniciones positivas y
negativas sobre sí mismo, además de las sensaciones corporales asociadas
a las distintas creencias.
En estas fases se utilizan las estimulaciones bilaterales, con los movimientos
oculares al indicar al paciente que siga la mano del terapeuta, que la mueve
delante de la cara del paciente, a una distancia de aproximadamente 30 cm
de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, para totalizar de 20 a 30
ciclos dependiendo de las necesidades del paciente.
Otras maneras de lograr la estimulación bilateral es utilizando tonos auditivos
que provengan de fuentes que se encuentren a la derecha y a la izquierda
del paciente los que emitirán el sonido indistintamente en ciclos similares a
los de la estimulación ocular.
También se puede emplear la estimulación táctil en diferentes partes del
cuerpo en el mismo principio, lo más frecuente es tocando ambas rodillas.
Después de cada estimulación el paciente solo tiene que referir lo que pien-
sa, siente o viene a su mente en ese momento, esa información es utilizada
como foco de atención durante la próxima estimulación. Este procedimiento
se repite durante varios momentos de la sesión hasta que deja de existir
asociación entre los recuerdos y las emociones negativas que previamente
tenía asociadoas. A partir de ese momento se realiza un procedimiento simi-
lar pero utilizando la creencia positiva que se acentúa en la medida en que
transcurre la sesión. Posteriormente se realiza el control corporal, si se pre-
sentan sensaciones negativas, serían las que se focalizarían en el
reprocesamiento.
113
7ma.fase. Se solicita al paciente que registre en un diario durante la semana
cualquier situación que pueda aparecer.
8va. fase. Es el inicio de la próxima sesión donde se reevalúa la sesión
anterior.

Este tratamiento se basa en la hipótesis de que las personas tienen un siste-


ma de procesamiento de la información que permite guardar en la memoria, a
manera de redes que vinculan acontecimientos relacionados y sus emociones
asociadas. En el caso de las experiencias desagradables, que constituyen
psicotraumas, no logran insertase en las redes adecuadas y convertirse en ex-
periencias pasadas manteniéndose en el presente del paciente, por lo que pue-
den ser evocadas por sucesos no relacionados con la experiencia psicotraumática
en cuestión, al mismo tiempo que se van distorsionando con el paso del tiempo.
El EMDR propicia el reprocesamiento de esta información perturbadora al
lograr que estos recuerdos pertenezcan al pasado convirtiéndose en una infor-
mación más adaptativa.

Afrontamiento del estrés y prevención del síndrome de


Burnout
Se considera estrategia de afrontamiento a cualquier esfuerzo saludable o
nocivo, consciente o inconsciente, utilizado para prevenir, eliminar o atenuar el
estrés e incluye:
− Estilo de afrontamiento. Determinado por los recursos previos de persona-
lidad, experiencias anteriores, valores, creencias, y el significado del evento
cuando se asume como desafío, enemigo o posibilidad de crecer como persona.
− Recursos interpersonales. La familia, los amigos, vecinos, compañeros y
grupos de personas y otros apoyos sociales que contribuyen al medio am-
biente o entorno del sujeto.

Se emplean técnicas participativas, usando métodos psicoterapéuticos


didácticos, terapia racional, estructurándose en dos áreas: el área de crecimien-
to personal y el área de control del estrés. En el área de crecimiento personal se
enfatiza que el correcto afrontamiento del estrés implica cambio de actitudes y
afrontamiento a problemas y dificultades sobre la modificación de percepcio-
nes, expectativas y respuestas. Al área de control del estrés se hará referencia
más adelante.
Existe una gran variabilidad en la vulnerabilidad de los sujetos ante el estrés
Lleó; Ferrer y Pérez (2009). Algunos entienden como vulnerabilidad a la rela-
ción existente entre la valoración y significación de las consecuencias que un
evento tiene para el individuo y la valoración que este hace de los recursos de

114
los cuales dispone para afrontarlos. Es decir, la relación existente entre las
demandas y exigencias que aparecen ante el sujeto y la valoración que este
hace de los recursos de afrontamiento con los que cuenta o cree contar. Las
dramáticas variaciones individuales en el grado o nivel de estrés ante una mis-
ma situación y la probabilidad de desencadenar problemas de adaptación o de
salud, vendrían dadas por la vulnerabilidad del individuo al momento de evaluar
las consecuencias y decidir de qué habilidades o herramientas se dispone para
afrontarlo.
Se describen factores moduladores como factores de riesgo y factores pro-
tectores y se definen esas categorías de la forma siguiente:
Factores de riesgo. Incluyen aspectos personales o situaciones en la vida
del individuo que están asociados con un aumento en la probabilidad de enfer-
mar. Se han expuesto factores de tipo hereditario del que no se conoce adecua-
damente el tipo de transmisión genética ni el carácter o cualidad a transmitir,
describen una predisposición familiar a la ansiedad (Goldberg; Huxley: 1992).
Factores protectores. Definen aquellas características personales y/o ele-
mentos del ambiente o la percepción que el individuo tiene de ellos, los cuales
disminuyen los efectos que el proceso de estrés pueda tener sobre la salud y el
bienestar.
Dentro de los factores de riesgo se incluyen:
− Fisiológicos: genéticos y reactividad emocional.
− Familiares: pérdidas o ausencia de cuidados.
− Relaciones sociales: Discordancia con la pareja, apoyo social débil.
− De personalidad: neuroticismo, escasa resistencia emocional, baja
autoestima.

Como factores protectores se incluyen:


− Buenas relaciones paterno filiales.
− Buenas relaciones de pareja.

Rahhe, citado por Stephens Henry, Stephens (1977) propone un modelo que
se estructura sobre los efectos de los acontecimientos vitales y su influencia
sobre otros factores. Postula que los acontecimientos vitales inciden en el sujeto
con una experiencia previa o no, estableciéndose defensas psicosociales y una
respuesta fisiológica que en dependencia de las estrategias de afrontamiento
darán lugar o no a una conducta patológica y en dependencia de esta a la
aparición del síntoma, disfunción o enfermedad.
Brown (1986), plantea que entre los factores claves en la vida adulta que
ocasionan estrés se incluye la tensión financiera percibida, inseguridad laboral,
que se expresan luego de un desastre y eventos de la vida cotidiana generado-
res de estrés y poca interrelación social.
115
Trabajos con grupos psicoeducativos y de apoyo
emocional
El trabajo con grupos en situaciones de desastres constituye una importante
tarea para el equipo de salud mental, atendiendo al volumen de personas que
requieren ayuda e intervención, que será mucho mayor que los recursos con
posibilidad de brindarla, por lo que resulta preferible priorizar el trabajo con
grupos a la intervención individual.
Desde el punto de vista de la salud mental, los objetivos del trabajo con gru-
pos son amplios y diversos. Es posible resumirlos en (Rodríguez; Barrientos y
Lomba, 2006):
− Informar y orientar verazmente.
− Mejorar y estabilizar las condiciones psíquicas de los integrantes del grupo.
− Aumentar las capacidades de las personas para afrontar y resolver las
más variadas situaciones en la etapa posterior al desastre.
− Favorecer el retorno a la normalidad.

De acuerdo con sus propósitos, los grupos se pueden clasificar en:


− Informativos y de orientación.
− Psicoeducativos y de apoyo emocional.
− Autoayuda y ayuda mutua.
− Terapéuticos.

Grupos psicoeducativos y de apoyo emocional


Las intervenciones educativas se utilizan con mucha fuerza a partir de las
últimas décadas con el fin de elevar y mejorar los conocimientos sobre diferen-
tes temáticas, lo que también ha sido utilizado en salud mental.
La intervención educativa se define como “una labor que contribuye a dar
soluciones a determinados problemas y a prevenir que aparezcan otros, al mis-
mo tiempo que supone colaborar con los centros o instituciones, con fines edu-
cativos, sociales, de manera que la enseñanza o las actuaciones que desde ellos
se generan estén cada vez más adaptadas a las necesidades reales de las per-
sonas y de la sociedad en general”. Alfonso E. y otros (2009).

Contenido de la intervención
Constituye la esencia de la intervención lo que está condicionado por los
objetivos, los que a su vez son el resultado del análisis de las necesidades.

116
Es importante partir de la necesidad de cambio, analizar la forma de actua-
ción y lograr que los implicados se conciencien de la posibilidad de mejorar. Está
demostrado que las personas no cambian sus pautas de actuación, y mucho
menos aceptan sugerencias sobre otras nuevas, si no son conscientes de la
inadecuación de estas.

Contexto de desarrollo
Se identifican dos tipos de escenarios:
− Contexto artificial. La intervención se realiza en lugares especiales prepara-
dos para tal fin.
− Contexto natural. La intervención se desarrolla en los espacios donde se
sitúan los individuos o los grupos a los que va destinada la intervención (es-
cuelas, locales comunitarios, albergues).

Es decir, en los espacios disponibles, accesibles y con condiciones mínimas


de privacidad y comodidad para efectuar las actividades de grupo. Estos locales
se suelen compartir con otros grupos de trabajo, por lo que es necesario coordi-
nar para evitar interferencias.

Destinatarios de la intervención psicoeducativa


Se promueve la intervención colectiva frente a tratamientos exclusivamente
individuales. La intervención, por tanto, ha de requerir un marco comunitario
amplio de acción, entendiendo que las acciones puntuales en situaciones artifi-
ciales no pueden formar parte del ámbito estricto de la intervención. Se consi-
dera intervención a los asesoramientos individuales, siempre que estén insertados
en un proyecto de intervención más amplio.
Los grupos psicoeducativos y de apoyo emocional son útiles con quienes
necesitan ayuda psicosocial, por presentar problemas o intereses similares, prin-
cipalmente hasta 3 meses después de ocurrido el evento. Resultan muy impor-
tantes en los primeros días y semanas después del desastre, cuando existen
altos niveles de afectación psicológica. En las semanas posteriores prevalecen
los grupos de ayuda mutua y los grupos terapéuticos.
Se pueden identificar los niveles de actuación siguientes :
− El nivel individual, entendido como tratamiento individualizado.
− El nivel de pequeño grupo, referido a la actuación en un conjunto de
individuos situados dentro o fuera de una organización.
− El nivel de la organización, asumiendo la complejidad de esta.
− El nivel de acción de amplio espectro, dirigido a instituciones, comunidad,
macrocontextos, cultura, etc.

117
Funciones de la intervención
Se pueden contemplar cuatro funciones:
− Preventiva: está dirigida a evitar la aparición de dificultades. Se trabaja, por
tanto, en la detección precoz de los problemas para diseñar la ayuda necesa-
ria. Este planteamiento se basa, entre otros aspectos, en el menor coste en
recursos humanos y económicos de los programas preventivos frente a los
programas de intervención en la crisis. Implica conocer los factores de ries-
go mediante análisis previos. Estos análisis pueden estar insertos también en
el diagnóstico de necesidades.
− Intervención social: desde esta perspectiva se toma el contexto, no solo como
posible causa o como fuente y origen de los hechos, sino, como medio en el
que el profesional promueve directa o indirectamente cambios, hasta el punto
de ser “instrumento-agente” de cambio social.
− Desarrollo: no pretende cubrir déficits ni evitar una previsible aparición de
estos. Se trata de una concepción de la intervención a la que subyace un
enfoque “no problemático”, que pretende promover el crecimiento y la ma-
durez individual y social.
− Terapéutica: desarrolla actividades de tipo correctivo, ya que pretende dar
soluciones a determinados problemas que ya se han manifestado.

En general, se suele defender el carácter preventivo frente al mero trata-


miento. La función preventiva es un concepto estrechamente relacionado con
la intervención, hasta tal punto que se puede decir que uno justifica al otro. No
obstante muchos autores identifican la intervención como única función de pre-
vención.
Actualmente se concibe y defiende que la intervención no solo debe dirigirse
a reducir el riesgo futuro sino también a optimizar o mejorar todos los ámbitos
personales susceptibles de mejora (función de desarrollo), y a no percibir solo
los déficits en los individuos que los padecen sino en los contextos que los pro-
vocan (intervención social).

Agentes de la intervención
Dependiendo de los distintos modelos de intervención adoptados, se pueden
encontrar dos tipos de agentes de la intervención:
− Profesionales.
− Colaboradores.

El modelo más defendido es el que plantea una acción mediadora y colaborativa


entre profesionales directos de la intervención y participantes colaboradores
que median en el proceso. La intervención llevada a cabo por un profesional,
118
que se desplaza al lugar de la intervención y desarrolla todo el proceso, posee un
corte clínico que debe modular en el contexto de la intervención social.
Desde los modelos mediadores, no es el profesional quien lleva el peso de la
intervención directa, sino otros miembros del equipo de salud mental o colabora-
dores externos o de la propia comunidad, insertados en los ambientes concretos,
quienes llevan a cabo el programa de intervención. Este tipo de intervención ha
resultado ser más efectiva a largo plazo.
A partir de este modelo podemos encontrar dos tipos de agentes:
− Internos. Forman parte de la institución desde donde se instaura el pro-
grama.
− Externos. Colaboran con el proyecto desde fuera.

Los grupos que pueden y deben ser facilitados por personal no especializado,
por ejemplo, trabajadores de la APS y personas con disposición de cooperar,
entre los que se encuentra, líderes no formales, voluntarios y otros que forman
parte de la comunidad afectada o estén ligados a ella por factores culturales. En
este proceso el grupo puede evolucionar hacia un grupo de autoayuda y ayuda
mutua. Con el tiempo los que no forman parte de la comunidad solo vienen a
ayudar, se retiran y quedan los miembros de la comunidad.
De manera que si estos colaboradores reciben un entrenamiento corto y bien
diseñado, pueden ser preparados como facilitadores para conducir a estos grupos.
Cuando profesionales y colaboradores trabajan en un mismo programa de
intervención, se configura una situación mixta. Estas modalidades de trabajo
están adquiriendo auge en los últimos años, no solo con fines propios de inter-
vención sino también de investigación, y constituyen toda una línea de trabajo
identificada con el término de investigación cooperativa.
Para garantizar un mayor éxito en la intervención es necesario la implicación
de las personas que van a formar parte del programa, tanto en la elección,
planificación, puesta en práctica y evaluación, para que sea concebido como
una tarea de equipo.
Las distintas personas implicadas en la tarea de intervención son las que
deben dar respuesta a las necesidades y, por tanto, las que deben tener la moti-
vación suficiente para llevar a cabo las acciones requeridas, lo que se logra con
mayor facilidad si estas personas participan en las decisiones que afectan a las
diferentes fases de desarrollo del programa. Si se les presenta como un progra-
ma concebido y planificado desde fuera, lo verán como algo ajeno a ellos, lo que
puede dar lugar a que no se involucren en el grado necesario.

Carácter científico de la intervención


La intervención debe relacionarse con la investigación, de modo que permita
guiar el proceso de intervención, observar la eficacia de la intervención, valorar
119
el cambio producido e, incluso, validar o falsear principios teóricos sobre los que
se sustentan los procesos de intervención. Para ello se requiere una sistemati-
zación de la intervención, tanto en el diseño como en el desarrollo de esta, a la
vez que una evaluación de los distintos momentos del proceso. Al inicio, como
diagnóstico; durante el desarrollo de lesta, para corregir y mejorar objetivos y
procedimientos; y tras su finalización, con el objetivo de valorar los cambios
Pérez: (2005); Remei y Contreras (2007).
Con el desarrollo de este trabajo, sobre la base de los objetivos propuestos, se
logrará que la capacidad de respuesta del personal médico y paramédico, así
como de la población ante los desastres, se comporte de forma mesurada y
efectiva.
Los objetivos son los siguientes:
1. Evaluar las necesidades psicosociales del grupo.
2. Ofrecer información sobre el desastre y los efectos psicosociales más co-
múnmente observados.
3. Contribuir a reducir o controlar la aflicción, el sufrimiento, la tristeza y la
ansiedad que aparecen como consecuencia del suceso traumático, fortale-
ciendo las capacidades y destrezas para el afrontamiento de los problemas.
4. Impulsar la integración a las actividades cotidianas en el seno de la familia y
su comunidad.
5. Identificar a las personas que necesitan intervención especializada y remi-
tirlos a los servicios correspondientes.

Los objetivos se adecuan a las condiciones y los avances del grupo. Estos
objetivos pueden acercarse frecuentemente a propósitos terapéuticos; existe
una línea divisoria que no siempre está completamente definida, por cuanto el
apoyo emocional es indudablemente una acción, en alguna medida, de tipo te-
rapéutica.

Objetivos terapéuticos específicos.


Según Sánchez y Barrientos (2000), se deben considerar:
1. Fomentar los mecanismos adaptativos.
2. Restaurar el funcionamiento del yo.
3. Crear la confianza en sí mismos y elevar la autoestima.
4. Propiciar el crecimiento en situaciones traumáticas, con la identificación de
los propios recursos para afrontar estas últimas.
5. Resolver los sentimientos de culpa.
6. Manejar los resentimientos contra otras personas o instituciones.
7. Reordenar la fe y los valores dentro del grupo.
8. Contrarrestar la propensión al saqueo, las violaciones, abusos y atracos.
9. Identificar los factores de riesgo o condiciones que podrían obstaculizar la
labor del profesional de la salud mental, que podrían ser:
120
− Inmadurez en la personalidad.
− Estrés relacionado con las expectativas.
− Manejo del entorno social en que se ubican los damnificados.
− Identificación y tratamiento a personas con adicciones.
− Identificación de líderes grupales.
− Trabajo con los líderes de grupo.
− Dar continuidad al proceso de apoyo a los damnificados después de su
reinserción en su comunidad o en su nueva localidad.
− Explicar que su respuesta de crisis es temporal y fruto de una experien-
cia traumática vivida, no que son conductas desadaptadas.
− Trabajo del duelo con los damnificados que perdieron familiares.

Integración del grupo, escenarios y factores socioculturales


Los grupos educativos y de apoyo emocional se integran por los miembros
que se considere necesitan intervención y como se ha expresado anteriormente
se deben priorizar los grupos vulnerables (niños, adolescentes, ancianos,
discapacitados, desplazados) que serán más receptivos al apoyo emocional y al
desarrollo de nuevos patrones de conducta.
Así las técnicas empleadas han de ser lo suficientemente flexibles para in-
corporar los patrones culturales prevalecientes en la comunidad o en el grupo
en particular. En cada contexto comunitario existen patrones históricos de afron-
tamiento a los eventos traumáticos y muchos de ellos han resultado exitosos en
situaciones de desastres. El empleo de personajes propios de la cultura, anima-
les simbólicos y antecedentes de solución de problemas similares son ejemplos
de cómo los factores culturales pueden facilitar la recuperación. En otras ocasio-
nes, los elementos mágicos religiosos y las creencias sobre las causas y consecuen-
cias del desastre pueden actuar como factores negativos e interferir en la
recuperación del grupo. En estos casos es necesario manejar con prudencia la
situación creada, negociando y buscando aliados entre los miembros de la comuni-
dad y sus líderes, para demostrar así la certeza de las apreciaciones del facilitador.

Área de control del estrés


Las técnicas que se pueden emplear con este propósito son disímiles. A con-
tinuación se citan algunas de manera sucinta.

Entrenamiento autógeno
Tiene como objetivo el logro de la relajación, proceso mediante el cual un
individuo es capaz de lograr determinado grado de distensión muscular y psíqui-
121
ca. La relajación actúa sobre el metabolismo, disminuye el consumo de oxígeno,
la producción de dióxido de carbono, la frecuencia cardiaca, la respiración y la
presión arterial. Puede ser considerado como un elemento protector que contri-
buye a disminuir los efectos negativos del estrés. Se pretende desarrollar en el
individuo la capacidad de focalizar tanto en estímulos internos como externos,
que aprenda a regular su respiración y emplear su imaginación de una manera
positiva.
Procedimiento. Puede estar acostado o en posición de cochero, con los ojos
cerrados y tranquilos, se van focalizando las distintas partes del cuerpo.

Automasaje
El masaje es un método para relajar el cuerpo y aliviar el estrés y tiene
efectos beneficiosos tanto físicos como emocionales. Estimula la presión arterial,
mejora el aporte de oxígeno y nutrientes a las células corporales y el drenaje de
la linfa; relaja los músculos y la mente. Es una técnica eficaz para aliviar la
tensión muscular. Puede realizarse a distintas partes del cuerpo.
Según la técnica, el automasaje mejora la circulación sanguínea, los propios
receptores, disminuye la tensión y los espasmos musculares, las cefaleas, la
fatiga y el dolor articular. El masaje obliga a dedicarse más tiempo y prestarse
más atención a uno mismo ayudando a aumentar las defensas psicológicas.

Técnicas de respiración
Consiste en la visualización mental del proceso respiratorio durante el ejerci-
cio y que los sujetos vivencien la sensación de relajación. Aunque la expiración
es habitualmente más larga que la inspiración, con el entrenamiento ambas se
hacen más lentas. Se sugiere contar mentalmente hasta 5 en ambos momentos.
Se toma como principio la necesidad que tienen los pulmones de la acción de los
músculos costales y del diafragma, al no tener una musculatura propia que
garantice su dilatación y contracción.
La mayor parte de las personas respiran de manera superficial al aumentar
el volumen pulmonar utilizando la musculatura costal y en menor medida la
diafragmática, con lo que solo se aprovechan dos tercios de la capacidad
pulmonar. De este modo, a las personas se les enseña a respirar beneficiándose
de las posibilidades del diafragma, en una respiración profunda, con lo que se
logra aprovechar toda la capacidad pulmonar, lo que permite una mayor oxige-
nación de la sangre con un menor esfuerzo.

122
Para lograr estos objetivos al paciente se indica :
1. Colocar la mano sobre el abdomen e inhalar aire lentamente sintiendo como
crece el abdomen.
2. Elevar el esternón utilizando los músculos intercostales con el objetivo de
llenar los pulmones de aire.
3. Elevar los brazos por encima de la cabeza para llenar las puntas superiores
de los pulmones.
4. Exhalar lentamente realizando el procedimiento a la inversa.

Aromoterapia
Los aceites esenciales se utilizan desde la antigüedad por casi todas las cul-
turas, incluida la precolombina, aunque el término fue acuñado por el francés
René-Maurice Gattefosse en 1937, cuando por un accidente en su laboratorio
de química pudo comprobar las posibilidades terapéuticas de los aceites esen-
ciales.
En la aromoterapia se utilizan las propiedades de los aceites esenciales de
diversas plantas. Las moléculas aromáticas interactúan con la parte superior de
la cavidad nasal y emiten señales que son modificadas por diversos procesos
biológicos antes de viajar al sistema límbico. Estas señales crean impresiones
que se asocian con experiencias y emociones previas, puesto que el sistema
límbico está conectado con las partes del cerebro que controlan la frecuencia
cardiaca, la tensión arterial, la respiración, la memoria y el equilibrio hormonal.
En el tratamiento del estrés los aceites se seleccionan de acuerdo con los sínto-
mas predominantes.

Musicoterapia
Ciertos sonidos pueden disminuir la frecuencia respiratoria y crear sen-
sación de bienestar general, otros pueden calmar la frecuencia cardiaca y pro-
ducir relajación. Definido como “ondas sonoras oscilantes dentro del rango
audible”, el sonido se origina desde una fuente y se transmite a otra a manera de
ondas. Se relaciona con el cuerpo mediante el octavo y décimo pares craneales.
Los impulsos motores y sensoriales son enviados a través del cuerpo por el
nervio vago y las respuestas sensoriales por medio del sistema límbico.
Según la Asociación Internacional de Musicoterapia, es definida como: la
utilización de la música y sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por
un músico terapeuta calificado, con un paciente o grupo, en un proceso destina-
do a facilitar y promover comunicación, aprendizaje, movilización, expresión,
123
organización u otros objetivos terapéuticos relevantes, a fin de asistir a las nece-
sidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas.
La musicoterapia busca descubrir potencialidades, restituir funciones del in-
dividuo, para alcanzar una mejor organización intra e interpersonal y, conse-
cuentemente, una mejor calidad de vida, a través de la prevención y la
rehabilitación en un tratamiento.
Los efectos curativos y preventivos de la música fueron enunciados por
Aristóteles y Platón. Emile Jacques Dalcrotze considera como precursor de la
musicoterapia.
Desde la Primera Guerra Mundial en los hospitales de veteranos en los EE.UU.
contrataban músicos como ayuda terapéutica. En 1950 se fundó la Asociación
Nacional de Terapia Musical, que editó una revista y actualmente realiza un
congreso anual e imparte, hasta nuestros días, la formación de terapeutas musi-
cales en varias universidades de ese país.
En 1958 se fundó en Inglaterra la Sociedad de Terapia Musical y Música
Remedial dirigida por Juliette Alvin, más adelante se llamó Sociedad Británica
de Musicoterapia.
En Cuba la musicoterapia ha sido utilizada en instituciones de salud y en otros
centros. También vincula al uso de técnicas de dibujo, a la danza y al ballet.

Efectos de la musicoterapia
− Fisiológicos. Según el ritmo, aumenta el metabolismo, puede aumentar o
disminuir la energía muscular, temperatura, la frecuencia respiratoria, el pul-
so, la presión arterial, aumenta la ejecución de actividades voluntarias como
el trabajo, la dactilografía (escritura a máquina), incrementa la extensión de
los reflejos musculares empleados al escribir y dibujar, y puede facilitar la
atención en los procesos intelectuales.
− Afectividad y emociones. Regula aspectos como la expresividad, ansiedad,
agresividad, depresión, motivación, participación, asociaciones libres, imáge-
nes mentales y símbolos.
− Social. Conciencia, sensibilidad, intimidad, tolerancia a los otros, destrezas
de interacción, roles de comportamiento, patrones de relación, estilos y pre-
ferencias.

Se emplea de tres formas:


− Activa: cantar, manipular instrumentos u otros objetos.
− Receptiva: escuchar pasivamente.
− Receptivo-activa interdisciplinaria: Como apoyo a otras actividades: dibujo,
expresión corporal.

124
Hidroterapia
El uso terapéutico del agua data desde principios de la civilización por asirios,
egipcios, babilonios, persas, griegos y otras culturas. El agua caliente o fría,
administrada externa o internamente, resulta eficaz en el tratamiento del estrés.
El agua fría tonifica los músculos debilitados. Las terapias de contraste que
alternan el agua fría con el agua caliente estimulan y activan la función orgáni-
ca.
Cuando se realiza una aplicación de agua fría, con suficiente intensidad, y la
persona posee una buena capacidad de reacción, se provocan además de diver-
sos efectos locales esencialmente térmicos y mecánicos, una reacción general
inespecífica, llamada así porque agentes estresantes muy diversos pueden
originarla, aunque no es específica de ninguno de ellos.
Desde que a mediados del pasado siglo, trabajos realizados por Selye, de-
mostraron la existencia de reacciones orgánicas no específicas, se conoce que
multitud de estímulos de alarma, entre ellos el agua fría, provocan una respuesta
del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, con aumento de la secreción de ACTH,
seguido de una elevación de la producción córtico suprarrenal de cortisol.
Hans Selye, cuando investigaba en la Universidad McGill de Montreal, ob-
servó que después de inyectar diariamente un producto químico a ratas , pre-
sentaban úlceras pépticas, atrofia de los tejidos del sistema inmunológico y
crecimiento de las glándulas suprarrenales. Curiosamente observó además que
las ratas control, que solo habían recibido inyecciones de solución salina, pre-
sentaban los mismos cambios, por lo que los efectos se debían a una respuesta
fisiológica generalizada ante la agresión de las inyecciones, y no a una acción
específica del producto químico inyectado. Había nacido la fisiología del estrés
Rodríguez e Iglesias (2002).

Dietoterapia
Si bien una mala alimentación no tiene por qué generar estrés, es probable
que favorezca su aparición. Se insiste en las necesidades de realizar una dieta lo
más equilibrada posible. Lo ideal es que esté compuesta por el 60 % de glúcidos,
20 % de lípidos y 20 % de proteínas.
Casi todas las vitaminas se agotan con el estrés. Por lo tanto se debe procu-
rar su recuperación con la ingestión natural a través de los alimentos que la
contienen.
− Vitamina B: levadura, hígado, melón, plátano, pollo, huevos.
− Vitamina C: cítricos, tomates, guayabas.
− Vitamina A: hígado, zanahorias y espinacas.
− Minerales: magnesio, potasio y calcio presentes en hortalizas verdes, cacao,
cereales, nueces, semillas, verduras, leche, yogur, queso.
125
Elaboración del plan de acción en desastres
Para elaborar un plan de acción se deben tener en cuenta las características
de la comunidad en la que se va a intervenir, su cultura, religión, las instituciones
que regulan su funcionamiento, el papel de las figuras claves y líderes, así como
las consecuencias del desastre y su causa.
El plan debe contener los elementos de intersectorialidad necesarios tanto
para su aseguramiento, como para lograr sus objetivos con la labor de los pro-
pios miembros de la comunidad, en especial, maestros y estudiantes.
La planificación debe incluir las acciones a desarrollar inmediatamente des-
pués del evento y las que se realizarán a mediano y largo plazo que van a
depender de las características de la comunidad y el tipo de desastre.
Secuencia en la elaboración de un plan de acción. VAL 4
Según Lorenzo (2009), para la elaboración de planes de acción
1. Diseño: la actividad central de preparación supone el análisis e interpreta-
ción de los datos disponibles e identificación de soluciones para satisfacer
las necesidades y expectativas de la comunidad.
2. Implementación: dirigida a la aplicación de actividades diseñadas por medio
de pilotajes y trabajos de campo para la validación inicial de sus impactos.
El empleo práctico determinará las modificaciones al programa.
3. Desarrollo: generalización de las diferentes actividades del programa.
4. Perfeccionamiento: se realiza sobre la base de las experiencias en su
implementación.
5. Evaluación: se toman en cuenta las modificaciones realizadas en su perfec-
cionamiento, mediante el análisis de cada una de las etapas, el trabajo de las
instituciones especializadas y el impacto en la comunidad.

Las etapas del plan de acción. Se corresponden con las del ciclo de reduc-
ción de desastres. En el capítulo 1 se hizo referencia a estas.
Organizar un plan de acción en salud mental en situaciones de desastres
tiene como objetivo principal: preparar a la comunidad en los aspectos funda-
mentales relacionados con su salud mental, y garantizar su atención. Como
objetivo específico: disminuir o evitar los síntomas o trastornos psiquiátricos a
consecuencia del desastre, además de brindar atención priorizada a los grupos
vulnerables.
Su propósito es contar con un instrumento práctico para el análisis de los
daños y determinar las necesidades psicológicas y sociales de la población afec-
tada, con el fin de ser utilizado por los equipos de intervención, que dirigirán las
acciones en los lugares más necesarios, con mayor rendimiento y aprovecha-
miento del tiempo.
El equipo de salud mental debe conocer previamente la situación de salud
mental de su comunidad, de no existir un plan, se hace necesaria su elaboración,
126
al menos de manera preliminar. Esta situación de salud se debe actualizar per-
manentemente.
Después del desastre el plan requiere contener consideraciones sobre las
consecuencias psicosociales de lo ocurrido, identificar necesidades y las priori-
dades, tener identificadas las posibilidades del sistema de salud, sus recursos,
desarrollo y las capacidades. El diagnóstico preliminar debe ser rápido, operati-
vo y dinámico.
El plan debe incluir además la capacitación de personal de salud (trabajado-
res y estudiantes) y de otras instituciones, especialmente de educación, las que
realizarán actividades de promoción e identificación de casos en la comunidad.

Plan de medidas contra desastres en instituciones del


sector de la salud mental
Las instituciones de salud mental (centros comunitarios de salud mental, hos-
pitales psiquiátricos, etc.) deben tener elaborados planes de medidas contra
desastres, de igual modo que el resto de las instituciones del sector salud del
país.

Metodología para elaborar planes de medidas contra desas-


tres en instituciones
La premisa para cumplir este objetivo es el estudio de riesgos del territorio y
de la unidad de salud en cuestión, por lo que hay que evaluar el riesgo a partir
del conocimiento de las amenazas y vulnerabilidades. La elaboración del plan
incluye la planificación, educación y capacitación.
Se debe precisar la situación de la comunidad a la que pertenece la institu-
ción e identificar los posibles peligros y vulnerabilidades con el fin de calcular el
riesgo que se asume. Esto permite formular un plan de acción que contemple
las distintas etapas del ciclo de reducción de desastres.
Cada plan se debe evaluar, tanto en simulacros como durante la puesta en
práctica, además de perfeccionarse y adecuarse en la medida que disminuyan
las vulnerabilidades.
- Identificación y evaluación de peligros:
. Conocer las características de la zona, la existencia de ríos, de indus-
trias peligrosas, vitalidad de los sistemas de abastecimiento de agua y
sistemas de disposición de residuales, etc.
. Tener en cuenta la memoria histórica de peligros que han causado
daños anteriormente y su frecuencia.
. Tomar oportunamente medidas de prevención y mitigación.
127
-Identificación y evaluación las vulnerabilidades:
. Determinar la vulnerabilidad física y funcional de la instalación.
. Identificar el nivel educacional y la preparación de los trabajadores de la
institución.
-Análisis y evaluación de riesgos:
. Estimar los recursos disponibles y los necesarios para disminuir la vuln
rabilidad.
. Posibles daños en los aseguramientos de agua, electricidad, alcantarilla-
do, etc.
. Conocer la posibilidad de efectos secundarios, producidos por incendios
en objetivos químicos.

La respuesta a las emergencias y desastres contempla un conjunto de activi-


dades que se deben realizar organizadamente para reducir o prevenir el riesgo
al que se está expuesto, evitando improvisaciones. Debe tener en cuenta la
fecha de cumplimiento de las medidas y el responsable.
Los planes contra desastres deben estar permanentemente actualizados y
listos para su aplicación. Es preciso que sean de conocimiento de todos los
trabajadores y realizar comprobaciones mediante ejercicios. En la etapa de pla-
nificación (antes del desastre) deben incluir las medidas siguientes :
− Identificar las amenazas o peligros del territorio y las vulnerabilidades
para priorizar la aplicación de medidas de prevención, mitigación y prepa
ración.
− Contar con un plan de aviso actualizado y listo para su aplicación.
− Preparar al personal en primeros auxilios, rescates, medidas antiepidémicas
y normas de conducta frente a los factores de destrucción.
− Estudiar la vulnerabilidad de las instalaciones, para conocer las que nece
sitan ser evacuadas por peligro de destrucción o necesitan reforzamiento
constructivo.

Principales medidas a cumplir:


− Mantener actualizadas las actas de cooperación con otros organismos en
cuanto a transportes, grupos electrógenos y otros recursos no disponibles.
− Disponer de los recursos materiales para la primera respuesta a la emer-
gencia.
− Preparar la evaluación de daños (inspección ocular e investigaciones de
terreno).
− Brindar apoyo psicólogico a los damnificados y al personal de rescate.
− Garantizar el aseguramiento material y humano del plan de acción de
respuesta.
128
Diagnóstico de la situación de salud mental
Comprende tres etapas:
1. Presentación de datos de la situación de salud.
2. Análisis de la situación de salud.
3. Plan de acción.

Las fuentes de información serán: censo (estadísticas continuas, historias


clínicas, encuestas, fichas epidemiológicas), investigación aplicada, opinión de
líderes formales y no formales.

Presentación de datos de la situación de salud


− Aspectos generales.
− Fecha (periodo).
− Área geográfica.
− Centros de salud interrelacionados.
− Centros educacionales, de producción, de servicios y de recreación.

Dispensarización de la población
Clasificación de la población según grupos:
− Sana.
− Sana con riesgo.
− Enferma.
− Enferma con secuelas.
− No evaluada.

Estado de salud de la población según sus componentes:


− Demográficos.
− Morbilidad.
− Invalidez.

Determinantes del estado de salud de la población:


− Ambientales
− Estilo y condiciones de vida.
− Biogenéticas.
− Calidad de la atención.
− Factores de riesgo de la salud mental.

129
Factores de riesgo:
− Falta de higiene.
− Condiciones escolares inadecuadas.
− Carencia de recreación.
− Maltrato físico y emocional.
− Patrones de conducta inadecuados.
− Malas condiciones socioeconómicas.
− Inexistencia de áreas libres.
− Carencia de cines, ludotecas, parques y otros lugares de recreación.
− Empleo inadecuado del tiempo libre.
− Escasas actividades sociales.
− Inexistencia de campos deportivos.
− Pobre empleo de juegos tradicionales.
− Baja calidad de la atención de salud.
− Poca participación comunitaria.
− Enfermedades crónicas.
− Consumo de alcohol y drogas.
− Conducta suicida y accidentes.

Análisis de la situación de salud


− Identificación de los problemas de salud (con significación temporal).
− Se consideran las necesidades sentidas y no sentidas de la población, de
acuerdo con los objetivos establecidos.
− Se identifican los problemas de salud del equipo y la comunidad.
− Establecimiento de prioridades según problemas de salud identificados.

Debe realizarse con la participación del equipo y de la comunidad, con los


criterios siguientes:
− Trascendencia social: impacto en la población.
− Magnitud del daño: tasas e indicadores.
− Vulnerabilidad: posibilidad real de modificar.
− Costo-tiempo-recursos: para lograr efectos.

Etapas del plan de acción


1. Definición de objetivos: a mediano plazo a partir de las metas, a largo plazo
según prioridades.
2. Planificación de actividades y servicios: para cumplimentar los objetivos,
pueden ser: administrativas, de promoción, prevención, diagnóstico precoz,
tratamiento oportuno o rehabilitación.
3. Obtención de recursos: fundamentalmente humanos y materiales, necesa-
rios para cumplimentar las actividades.
130
4. Ejecución: se realizará en 3 períodos de 1 año cada uno, de acuerdo con los
objetivos a corto plazo y actividades según planificación y recursos disponi-
bles.
5. Evaluación: se realizará anualmente una actualización del diagnóstico y un
análisis de la solución de problemas y el cumplimiento de los objetivos, con
la participación de la comunidad en cuestión.

Acciones a desarrollar con la ayuda de facilitadores


Puede promoverse mediante los facilitadores un grupo de acciones con el fin
de evitar la presencia de enfermedad en los afectados y sus familiares. Existe
amplia experiencia internacional en el empleo de facilitadores. La mayor ayuda
se recibe generalmente de los profesionales de la educación porque tienen ex-
periencia en psicopedagogía y la propia estructura de la educación permite que
el trabajo tenga mayor impacto en la población.
Una experiencia a tener en cuenta fue la realizada por la Sección Internacio-
nal del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Dalhousie, en Halifax,
Canadá, llevado a cabo en la isla de Granada en septiembre de 2004, después
de que el huracán Iván azotara ese país. El programa desarrolló un entrena-
miento para facilitadores en la atención de la salud mental después de desastres
y utilizó un modelo integrado de salud comunitaria para ayudar a los proveedo-
res de los servicios sanitarios locales a desarrollar las habilidades necesarias
para identificar los trastornos mentales más frecuentes después de un desastre
natural y la aplicación de tratamientos. Este trabajo verificó además los costos
de su realización, evaluando su efectividad y factibilidad.
Tras el terremoto de Haití, la brigada cubana “Henry Reeve” seleccionó
facilitadores entre líderes comunitarios, maestros bibliotecarios y alumnos
haitianos además de estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina,
con el fin de dar continuidad al programa de mitigación del daño psicosocial en
los niños afectados ubicados en los asentamientos Con ello se logró la partici-
pación comunitaria y se potenció la resiliencia en la comunidad.
Los facilitadores pueden promover en los afectados la búsqueda de compa-
ñía, compartir sus sentimientos, pensamientos, y hablar libremente sobre sus
vivencias. Lograr que las personas compartan los sueños y pensamientos re-
currentes acerca del evento traumático, y se dispongan a escuchar y ayudar a
los demás, haciendo cosas que lo hagan sentir útil y no se reprochen por sentirse
mal o indiferente.
Deben promover además la realización de ejercicios físicos, el descanso ade-
cuado y retorno a la vida normal, lo más cercano posible a las rutinas previas al
desastre sin el consumo de alcohol o drogas ilegales.

131
Los facilitadores deben trabajar con los familiares y amigos de los damnifica-
dos, de tal manera que estos reciban el apoyo familiar y social que necesitan.
Deben informarl pacientes y familiares que las conductas actuales no son con-
secuencia de la falta de voluntad para enfrentar los problemas, sino que están
relacionadas con el evento vivido. Por tanto que hay que estimularlos a incorpo-
rarse a las tareas cotidianas y se debe ser tolerante con las manifestaciones
afectivas que estos expresen.

Autoevaluación
1. Marque con una X las respuestas correctas en relación con las características de
las acciones del equipo de salud en situaciones de desastres.
a) __ Se realiza en condiciones no convencionales.
b) __ Durante un desastre el equipo trabaja en un local previamente destinado
con este fin dentro de una institución de salud.
c) __ Se aprovechan las estructuras de salud mental con las que cuenta la comu
nidad previamente, en los distintos niveles de atención.
d) __ Se realiza de manera coordinada e integrada con el dispositivo de respues
ta del sector de salud.
e) __ Las acciones de los equipos de salud ante situaciones de desastres se
realizan por cada uno de ellos en su zona de trabajo sin necesidad de ser
movilizado a otro lugar.
2. De las consideraciones generales para la atención a los trastornos psíquicos en
desastre, responda V o F.
a) __ No se debe utilizar ningún tipo de psicofármaco.
b) __ Se debe propiciar el estado de normalizaciónlo antes posible de las activida
des de la comunidad en lo laboral, escolar y en las rutinas de la familia y perso
nas.
c) __ Mantener a las personas con trastornos psiquiátricos en su comunidad,
con ingresos domiciliarios.
d) __ Evitar diagnosticar como condición clínica las conductas adaptativas pro
pias de la situación vivida por las personas.
e) __No se debe permitir a las personas llorar o expresar sus emociones.
3. En los siguientes incisos se exponen las características esenciales de las diferen-
tes técnicas psicológicas específicas en desastre. Identifique completando el espa-
cio en blanco:
a) __ Se emplea dentro de las primeras 12 horas a partir del evento. Está diseñado
para rutinas primarias, secundarias o terciarias, organizadas en pequeños gru-
pos.
b) __ Es un procedimiento de selección que está vinculado al encabeza-
miento de los primeros auxilios emocionales. Tiene como objetivo la aten-
ción en el más breve tiempo posible impidiendo la consolidación de los
trastornos cognoscitivos y afectivos.
132
c) __ Técnica a desarrollar después de las primeras horas de ocurrido el
evento traumático. Se basa en el principio de compartir con otros las
experiencias traumáticas recientemente vividas.
4. Mencione tres objetivos terapéuticos del Debriefing.
5. En el área de control de estrés son disímiles las técnicas que se pueden
emplear. Enlace la columna A con la columna B según corresponda.
A B
a) Entrenamiento autógeno __ Es el empleo del agua con fines tera-
péuticos.
b) Automasaje __ Es una técnica eficaz para aliviar la
ensión muscular.
c) Respiración __ Se basa en la utilización de los aceites
esenciales de diversas plantas.
d) Aromoterapia __ Se logra la relajación, se aprende a re-
gular la respiración y se emplea la ima
ginación de una manera positiva.
e) Musicoterapia __ Visualización mental del proceso respi-
ratorio durante el ejercicio.
f) Hidroterapia __ Se basa en las cualidades de los sonidos
para lograr la relajación y la sensación
de bienestar.
6. En cuanto a las acciones del equipo de salud ante situaciones de desastre,
responda V o F en las siguientes afirmaciones:
a) ____ Durante un desastre el equipo puede trabajar en una tienda de
campaña, al aire libre o en una institución que no sea de salud.
b) ____ En la atención a los trastornos psiquiátricos en desastre se debe
diagnosticar las conductas adaptativas propias de las situaciones
vividas por las personas.
c) ____ La psicología y psiquiatría de emergencia y desastres estudia las
relaciones de los individuos y de los grupos humanos en el antes,
durante y después de situaciones de desastres.
d) ____ El equipo de salud mental debe hacer preguntas diversas y acordes
con los intereses y necesidades de las personas, todo sobre la base
de un plan propuesto.
e) ____ Se le denomina intervención en crisis al proceso que sirve para
ayudar a una persona, familia o grupo, a aceptar un hecho
traumático.
f) ____ El Debriefing es una técnica psicológica específica en desastre la
cual es muy eficaz cuando se realiza de forma individual.
7. En la elaboración de un plan de acción contra desastres se sigue una
secuencia. Enumere ordenadamente según corresponda:
__ Perfeccionamiento: realizada sobre la base de las experiencias en su
implementación.
__ Diseño: su actividad central de preparación supone el análisis e inter-
pretación de los datos disponibles y la identificación de las soluciones

133
para satisfacer las necesidades y expectativas de la comunidad.
__ Evaluación: toma en cuenta las modificaciones que se realizaron en
su perfeccionamiento, con el análisis de cada una de las etapas, el
trabajo de las instituciones especializadas y el impacto en la comunidad.
__ Desarrollo: la generalización de las diferentes actividades del programa.
__ Implementación: va dirigida a la aplicación de las actividades diseña
das a través de pilotajes y trabajos de campo para la validación inicial
de sus impactos. El empleo práctico determinará las modificaciones
al programa.

Clave
1. (a, c y d)
2. V (b, c, d); F (a, e)
3. a. (Defusing o desactivación); b. (Triage o Selección), c. (Debriefing o
desmovilización)
4. Disminuir el estrés; Propiciar espacio de expresión; Prevenir trastornos psi-
quiátricos; Detectar a los más afectados.
5. 6, 2, 4, 1, 3, 5.
6. V (a, c, e); F (b, d, f)
7. 4, 1, 5, 3, 2

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135
Los desastres como fenómenos
diferentes a la guerra

Diferenciación entre la guerra y los desastres


La guerra, como fenómeno social, ha sido ampliamente abordada en sus
diferentes aspectos. Uno de ellos es el aseguramiento médico, tanto de los
ejércitos contendientes, como de la población civil involucrada. En los últimos
años en este sentido se han producido notables avances.
La guerra, además de su contenido propiamente bélico y político, abarca un
amplio espectro de agresiones de toda índole, con el empleo de toda la tecnolo-
gía disponible, lo que provoca trastornos psicosociales de diversa magnitud (Peña,
2007).
Se ha teorizado mucho sobre estos temas, prevaleciendo la idea de, que en
términos de salud, se debe considerar a la guerra dentro de los desastres (Bello,
2004), pero esta concepción no tiene en cuenta las diferencias existentes entre
la guerra y los desastres.
En el primer capítulo se diferencian los desastres de las emergencias y las
crisis. En el presente se establecen las diferencias entre los desastres y las
guerras, por lo que es preciso retomar el concepto de desastre, al que conside-
ran como el acontecimiento extraordinario, provocado por un fenómeno, con
capacidad potencial, que por su origen puede ser: natural (meteorológico,
hidrológico, geodinámico, geotectónico), por la acción del hombre (de manera
deliberada o no deliberada), o mixta (como es el daño ecológico); propiciado por
la conjugación de factores que hacen vulnerable a una comunidad, donde se ve
amenazada la vida de las personas, se producen muertes, lesiones, destrucción,
pérdidas materiales, así como sufrimiento humano y para su afrontamiento se
requiere de la intervención o cooperación externa (Ventura, 2009).
Vistos de esta manera, los desastres se pueden diferenciar de eventos como
las emergencias, que se dan en la vida cotidiana de una comunidad, que no
resultan ser acontecimientos extraordinarios, ni requieren intervención externa.
136
Según Valero (2010), los eventos meteorológicos, hidrológicos, geodinámicos
y otros, ocurren con frecuencia, sin llegar a causar desastres. Tal como se
expresa en esta definición, tienen la capacidad potencial para causar daño, pero
también pueden tener lugar sin que este se produzca. La guerra ineludiblemente
produce muertes, lesiones, destrucción, pérdidas materiales y gran sufrimiento
humano. Es en este aspecto donde se acentúa la mayor diferencia.
Es indiscutible que las emergencias, los desastres y las guerras comparten
aspectos comunes, aun siendo fenómenos distintos.
Algunos autores se refieren a la guerra utilizando un término más general,
denominado Emergencias Humanitarias Complejas, con el objetivo de enfati-
zar más en las consecuencias que en la causa y así disminuir la culpabilidad de
los responsables.
La historia de la humanidad y sus comunidades han sido testigos de desas-
tres, guerras y lapsos de tiempo de paz. A continuación se exponen los aspectos
que hacen diferentes las guerras y los desastres.
La guerra tiene la finalidad de causar el mayor daño posible a una determina-
da población o comunidad, lo que no solo contempla los aspectos físicos sino
también los espirituales y culturales (Buznego, 1990), basadas en un sustento
político-ideológico. Con frecuencia, los fenómenos que generan desastres, tie-
nen lugar sin que se afecte población alguna, porque su origen no guarda rela-
ción con necesidad de destrucción o muerte. Los huracanes, cuando transitan
por zonas no habitadas por el hombre, no ocasionan desastre en lo que a la salud
se refiere. De manera similar ocurre con las otras causas de desastres y es esta
una diferencia sustancial entre la guerra y los desastres.
En la guerra:
− El impacto sobre la salud física y mental está agravado por los obstáculos
que las partes contendientes imponen para realizar las labores de aten-
ción a la salud.
− Se crean condiciones propicias para extender la violencia y perpetuarla
mediante acciones de resistencia armada de diferente nivel de organiza-
ción (Cardozo et al, 2005). donde la violencia es especialmente intensa
contra la población femenina y los niños (Mousa y Madi, 2003; Scholte et
al, 2004; Catani et el, 2008).
− Las experiencias tempranas de victimización, de no ser atendidas ade-
cuadamente, incrementan el riesgo de psicotrauma y re victimización en
el futuro (Widom, Czaja y Dutton: 2008).
− Las afectaciones a la salud mental ocurren tanto en quienes son objeto de
actos de violencia, como en quienes las realizan (Samper et a,: 2004;
Engel et al, 2004; Kang et al, 2003) y sus repercusiones pueden ser dura-
deras, al punto de transmitirse a otras generaciones sentimientos de ven-
137
ganza y odio, elementos que perpetúan la violencia (Srinivasa. y Rashari,
2006; Wido, 1989; Maxfield y Widom, 1996; Pears, 2001).
− Las comunidades llegan a convertirse en víctimas, lo que dificulta su mo-
vilización en las funciones de reconstrucción, a diferencia de los damnifi-
cados en los desastres, que como norma, de inmediato, asumen la tarea
de reconstrucción.
− Se crean condiciones propicias para que se violen los derechos humanos,
que se perpetúan durante el tiempo (United Nations, 2003; Amowitz el
tal., 2004).
− Para huir de la violencia, las comunidades se llegan a desplazar en masa,
a diferencia de los desastres naturales que con frecuencia se prefiere
permanecer en los propios lugares. El exilio suele ser prolongado e inclu-
so permanente, y la repatriación complicada y a su vez generadora de
nuevos conflictos y síntomas psicológicos (Noji:,2000; Palmer:, 2005).
− Se afecta o destruye la infraestructura productiva, las viviendas y las
edificaciones de todo tipo.
− En los desastres la comunidad internacional se apresta a brindar ayuda
desde los primeros momentos con medicinas, equipos, brigadas médicas
y otros recursos, lo que se convierte además en un factor protector tanto
para la supervivencia como para la recuperación psicosocial, a diferencia
de las situaciones de guerra que la ayuda ocurre generalmente después
de pasado un tiempo largo.

Todo esto permite decir que, ni las causas de la guerra, ni sus consecuencias
para la salud y la comunidad, son equivalentes a los desastres.
Respecto a la causa, la finalidad que tiene la guerra de producir daño marca
la diferencia con los desastres. En relación con las consecuencias para la salud,
en la guerra se hacen más difíciles las acciones de prevención y de mitigación al
tener que realizar estas acciones, en situaciones particularmente complejas, por
la falta de cooperación que puede llegar a la negativa absoluta por las diferentes
partes contendientes.
Resulta iluso considerar que la guerra se puede realizar de una manera cir-
cunscrita, en la que solo participen militares y los líderes políticos, sin afectar a
la población civil. Este mito intentan difundirlo las potencias guerreristas de hoy,
pero la práctica demuestra todo lo contrario, se ha confirmado que el despliegue
y uso de la fuerza militar causa daño físico y psicológico (Galea y Wortman,
2006). Mito además relacionado con conceptos como: guerra inteligente, golpe
preventivo, guerra limitada o conflictos de baja intensidad, entre otros.
Se calcula que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad,
se han producido más de 160 guerras, principalmente en países del tercer mun-
do y hacia el interior de los países, al exacerbarse las diferencias etnoculturales
138
entre grupos, generalmente promovidas de manera artificial por grupos de po-
der y con una amplia participación civil. (Fischer, Klarman y Oborocearu: 2007).
Indudablemente la guerra y los desastres comparten muchos puntos de con-
tacto, razón por la cual ambas condiciones se recogen de manera única o para-
lela en múltiples documentos oficiales y académicos de Cuba y otros países
como un solo fenómeno o incluyen a la guerra dentro de los desastres.
En otros documentos la diferencia es clara, como ocurre en la Ley de Defen-
sa Nacional, donde se regula en un texto legal único la forma en que se declara
el estado de guerra o la guerra y el estado de emergencia ante la inminencia de
desastres naturales, sus efectos y su terminación, así como la organización y
funciones de los Consejos de Defensa a todos los niveles. De manera similar
ocurre en los planes de preparación y actuación a distintos niveles, con planes
diferentes para ambas situaciones. Gaceta Oficial (1994).
En el campo de la salud mental muchas de las acciones a desarrollar en las
etapas del ciclo de reducción de desastres, son similares a las que hay que
emplear en la guerra, con las adecuaciones lógicas a los escenarios específicos
de los que se trate.
En resumen, las diferencias entre la guerra y los desastres con relación sus
causas y consecuencias para la salud resultan mayores que las similitudes entre
ambos fenómenos, por tanto son dos situaciones que se deben estudiar por
separado para no propiciar errores y confusión.

El Derecho Internacional Humanitario


Todo el personal vinculado a la atención sanitaria debe tener conocimientos
básicos sobre el Derecho Internacional Humanitario debido a la posibilidad real
de realizar su trabajo, en algún momento de su trayectoria profesional, en con-
diciones de conflicto armado, por lo que resulta beneficioso tener la suficiente
preparación jurídica necesaria con el fin de posibilitar el cumplimiento de las
disposiciones del Derecho Internacional Humanitario aquí recogidas.
El Derecho Internacional Humanitario, desde su origen, ha estado vinculado
con los médicos y todas las personas, cuya profesión es socorrer a los heridos y
enfermos, con la finalidad de mitigar los horrores causados por la guerra.
Nació para suplir las insuficiencias de los servicios de sanidad militar y prote-
ger a los heridos de guerra. Desde entonces ha ampliado su protección y asis-
tencia a las diversas víctimas de los conflictos armados, así como en tiempo de
paz a los enfermos. Se plantea que ha subsistido en una parte importante del
elemento esencialmente sanitario que había en su base, lo que al decir de Jean
Pictet, ha motivado que algunos lo denominen "derecho médico" (Novoa, 2007).
El Derecho Internacional Humanitario o Derecho de la Guerra también lla-
mado Derecho Internacional de los Conflictos Armados, resulta ser un instru-
139
mento internacional para la regulación de las conductas de los contendientes,
por lo que debe ser conocido por todos los que potencialmente pueden verse
involucrados en estas condiciones. Es de especial interés para quienes trabajan
en salvaguardar la vida de la población civil, médicos, paramédicos, bomberos y
por supuesto para los miembros de los servicios médicos de las fuerzas arma-
das.
La literatura muestra que con frecuencia se violan los principios recogidos en
este derecho y que no se exigen tanto por quienes deben cumplirlas como los
que deben ser protegidos, cuando éstos no conocen los derechos que en deter-
minadas condiciones tienen.

Antecedentes históricos
En la historia de la humanidad se han producido un total de más de 15 000
guerras las que han causado un número de víctimas equivalentes a toda la
población mundial actual.
Con el paso del tiempo la manera de hacer la guerra se ha modificado ha-
ciéndose más complejas, ya los rivales no se enfrentan en grandes agrupacio-
nes para combates cuerpo a cuerpo seccionándose miembros en una batalla
brutal, pero esto no significa que la guerra actualmente sea más humana, pues
el número de víctimas ha aumentado a expensas de la población civil. De hecho
resulta imposible humanizar algo que es de por sí es totalmente inhumano.
Las reglas para el desarrollo de las guerras se han establecido con el paso del
tiempo, desde las civilizaciones más antiguas, en las que se prohibieron conduc-
tas desleales o irrespetuosas como la violación de los rituales de sepultura de los
muertos, los lugares sagrados y otros. Estas reglas tuvieron su esplendor en
occidente en la Europa cristiana de las cruzadas, momento en el que se confor-
maron los diferentes estados, entre los que se llegaba a acuerdos sobre distintos
aspectos de la manera de hacer la guerra, por ejemplo, el trato a los heridos, a
los prisioneros y la aceptación de la rendición con el respeto a la vida de los
derrotados. Se destaca la actitud del sultán Saladino1 quien autorizó a los médi-
cos europeos a atender a sus compatriotas y regresar libremente a sus países
de origen.
La aceptación de estas maneras de comportarse se fueron imponiendo como
costumbre, su violación significaba el desprecio a los demás, o crearse más
enemigos. Esta ética del comportamiento, asumida por tradición, es conocida
como derecho consuetudinario, que es la base del derecho de la guerra actual.
Es en el siglo XIX, se comienza a redactar un grupo de documentos con la
intención de base jurídica, en este esfuerzo participó un grupo de intelectuales
con proyección humanista.
1
Al-Nâsir Salâh ad-Dîn su fama trascendió lo temporal y se convirtió en un símbolo de caballe-
rosidad medieval, incluso para sus enemigos (1138-1193)

140
Un punto culminante en esta tarea aparece como consecuencia de la guerra
librada entre austriacos y franco italianos en la región italiana de Solferino, que
tuvo lugar el 24 de junio de 1859, ocasionó poco menos de 6 000 muertos y 36
000 heridos de ambas partes y precisamente una parte de las víctimas murió a
consecuencia de no ser asistidos. El ejército austríaco contaba con unos
100 000 hombres y fue derrotado por el ejército de Napoleón III de Francia, y
del Reino de Cerdeña, dirigido por Víctor Manuel II, que contaba con más de
118 000 hombres. Está batalla duró más de 9 horas.

Fuerzas en combate

EJÉRCITO AUSTRÍACO EJÉRCITO NAPOLEÓNICO


118 600 soldados aprox. 100 000 soldados

Bajas

2 492 muertos 3 000 muertos


12 512 heridos 10 807 heridos
2 922 capturados o desaparecidos 8 638 capturados
o desaparecidos

Henry Dunant, comerciante suizo que se encontraba en la región, fue testigo


presencial de estos acontecimientos, que le produjeron un profundo impacto y
dio lugar a su libro Recuerdos de Solferino, donde expone la necesidad de
crear en cada país una sociedad voluntaria de socorro que contribuyera a resol-
ver los problemas de salud de las víctimas de la guerra, así como acuerdos para
proteger a los heridos, enfermos y a quienes los asisten. Dunant contó desde
muy pronto con el apoyo de otras cuatro personas consideradas los fundadores
del Comité Internacional de la Cruz Roja: el jurista Gustave Moynier , el general
del ejército suizo Henri Dufour, y los médicos Louis Appia y Théodore Maunoir.
La celebración de su primera reunión, el 17 de febrero de 1863, dio lugar a
que hoy día se considere como la fecha de fundación del Comité Internacional
de la Cruz Roja. El general Guillaume-Henri Dufour fue quien aportó su expe-
riencia en la guerra y presidió la Conferencia Diplomática de 1864 patrocinada
por el gobierno suizo en la que participaron representantes de 16 estados y
aprobaron el Convenio de Ginebra para el mejoramiento de la suerte que corren
los militares heridos en los ejércitos en campaña.
En 1901, Dunant recibió el primer Premio Nobel de la Paz por su papel al
fundar el Movimiento Internacional de la Cruz Roja e iniciar la Convención de
Ginebra, tarea a la que dedicó toda su vida y los recursos financieros con los
que contaba, llevando una vida azarosa y controvertida. Este premio lo recibió
compartido con el pacifista francés Frederick Passy, fundador de la Liga de la
Paz y activo con Dunant en la "Alianza por el Orden y la Civilización".
141
Otros documentos precursores del Derecho Internacional
Humanitario
Código de Lieber 1863. Se trata de una codificación de leyes y costumbres
de guerra impuesto por Abraham Lincoln, entonces presidente de los EE.UU. al
Ejército de Confederados durante la Guerra de Secesión.
Declaración de San Petersburgo 1868. El zar de Rusia convocó a una
conferencia en la que se prohibió el empleo de municiones menores que 400
gramos, explosivos con fulminantes inflamables y otros, basados en la conside-
ración de que ocasionaban daños superfluos. Esta declaración expone los prin-
cipios de distinción, necesidad militar y prohibición de males superfluos que
sustentan junto con el principio de humanidad los fundamentos del derecho in-
ternacional humanitario. Se propuso además la creación de una comisión inter-
nacional para el control de estos aspectos.
Principio de humanidad. Está basado en los aportes de Jean-Jacques
Rousseau y Frederick de Martens.
En el orden metodológico el DHI comprende dos ramas diferentes:
− El Derecho de Ginebra o derecho humanitario propiamente dicho: que
tiene como objetivo proteger a las personas que no participan o que ya no
participan en las hostilidades, e incluye a los militares puestos fuera de
combate, además de la población civil.
− El Derecho de La Haya o derecho de la guerra, que determina los dere-
chos y las obligaciones de los contendientes en la conducción de las ope-
raciones militares y limita además los medios a utilizar.

Con la aprobación de los protocolos adicionales quedó resuelta esta división


en dos ramas.
El DIH es por tanto la rama del derecho internacional público aplicable a los
conflictos armados. En él se incluye un grupo de normas internacionales esta-
blecidas mediante tratados y costumbres con la finalidad de solucionar un grupo
de problemas relacionados con los conflictos, para lo que es necesario limitar a
las partes involucradas en los métodos y medios a utilizar para hacer la guerra,
de tal manera que se logre proteger a las personas y a un grupo de bienes que
resultan importantes para las comunidades que se encuentran involucradas en
el conflicto.
El DIH se sustenta en los 10 artículos contenidos en el primer convenio, los
cuales, a pesar de los cambios posteriores y las modificaciones que han sido
necesarias para adecuarlo a las necesidades, no han modificado lo expuesto en
los 10 primeros artículos que recogen los principios éticos de este derecho.
Después de la conferencia del 12 de agosto de 1949, con la participación de
63 países, fueron firmados los siguientes 4 convenios, aún vigentes:
− I Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y
enfermos de las fuerzas armadas en campaña.
142
− II Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y
enfermos y náufragos de las fuerzas armadas en el mar.
− III Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra.
− IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a, o las, personas
civiles en tiempo de guerra.

Los 194 estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas fue-


ron los firmantes de estos convenios, que además de aceptarlos, están obligados
a cumplirlos.
Las modificaciones que ha sufrido en las últimas décadas, la manera de ha-
cer las guerras, el empleo de nuevos y más mortíferos armamentos, los daños
cada vez más grandes a la población civil, han hecho necesario la elaboración y
firma de protocolos adicionales:
− I Protocolo relativo a la protección de las víctimas de los conflictos arma
dos internacionales.
− II Protocolo relativo a la protección de las víctimas de los conflictos arma
dos sin carácter internacional.

Ambos protocolos han sido ratificados por 168 y 164 estados respectivamente.

Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la


Media Luna Roja
Resulta imposible referirse al DIH sin hacer referencia a su promotor el
Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Esta or-
ganización es la red humanitaria más grande del mundo. La creación de la Cruz
Roja Internacional permitió la estructuración práctica de lo adoptado en el DIH.
Comenzó con la participación de 5 personas a manera de organización privada
y actualmente cuenta con más de 100 millones de voluntarios en todo el mundo.
Es una organización independiente que trabaja en coordinación con los esta-
dos y se somete a las leyes de los países donde actúa. Desde el año 1906 utiliza
un distintivo que es reconocido en todo el mundo. Se caracteriza por su neutra-
lidad e imparcialidad, en las acciones de protección y asistencia a personas
afectadas por desastres y conflictos armados. El Movimiento, que cuenta con
unos 97 millones de voluntarios, colaboradores y personal empleado en 186
países, está compuesto por:
− El Comité Internacional de la Cruz Roja
− La Federación Internacional de la Sociedad de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja
− Las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja

143
Los componentes del movimiento en calidad de asociados, apoyan a las co-
munidades, a través de diversos proyectos de desarrollo y actividades humani-
tarias en función de disminuir las vulnerabilidades. A su vez, colaboran con
gobiernos, donantes y otras organizaciones de ayuda para prestar asistencia a
las personas vulnerables en todo el mundo.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) es una organización inde-
pendiente y neutral que brinda protección y asistencia humanitaria a las vícti-
mas de la guerra y de la violencia armada. En situaciones de conflicto armado,
el CICR se ocupa de dirigir y coordinar las actividades internacionales de soco-
rro del movimiento. Procura asimismo, prevenir el sufrimiento mediante la pro-
moción y la difusión del Derecho Internacional Humanitario y de los principios
humanitarios universales.
El Derecho Internacional Humanitario confiere al CICR el mandato perma-
nente de visitar prisiones, organizar operaciones de socorro, reunir a familias
separadas y emprender otras actividades humanitarias durante los conflictos
armados.
La sede central del CICR se encuentra en Ginebra, Suiza. La institución
tiene más de 12.000 personas que trabajan en 80 países y casi el 30 % de sus
actividades se llevan a cabo en cooperación con las Sociedades Nacionales.
La Federación Internacional de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de
la Media Luna Roja, promueve las actividades humanitarias de las Sociedades
Nacionales en favor de las personas vulnerables. Mediante la coordinación del
socorro internacional en casos de desastre y el fomento de la asistencia para el
desarrollo, se propone prevenir y aliviar el sufrimiento humano.
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja está
constituido por la Federación Internacional, las Sociedades Nacionales y el Co-
mité Internacional de la Cruz Roja.
La Federación Internacional es una organización humanitaria mundial que
coordina y dirige la asistencia internacional en casos de desastre de origen
natural o causado por la mano de hombre en situaciones distintas a los conflic-
tos armados. Su misión es mejorar la vida de las personas vulnerables con la
ayuda de todos los países.
La Federación Internacional colabora con las Sociedades Nacionales para
intervenir en caso de desastres en cualquier parte del mundo. Sus operaciones
de socorro se combinan con actividades de desarrollo que abarcan programas
de preparación para desastres, actividades de salud y asistencia, así como la
promoción de valores humanitarios. Presta especial atención a los programas
de reducción del riesgo y lucha contra la propagación de enfermedades como el
VIH/Sida, la tuberculosis, la gripe aviar y la malaria. Participa activamente en la
lucha contra la discriminación y la violencia. Promueve además la defensa de
los derechos humanos y la asistencia a los migrantes.
Objetivos de la Agenda Global de la Federación Internacional:
1. Reducir el número de muertes, heridas y daños causados por los desastres.
144
2. Reducir el número de muertes, dolencias y perjuicios relacionados con en-
fermedades y emergencias de salud pública.
3. Aumentar la capacidad de las comunidades locales, la sociedad civil y la
Cruz Roja y la Media Luna Roja para abordar las situaciones de vulnerabi-
lidad más urgentes.
4. Promover el respeto a la diversidad y la dignidad humana y reducir la into-
lerancia, la discriminación y la exclusión social.

En el mundo existen 186 Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la


Media Luna Roja, y se prevé la creación de otras nuevas. Las Sociedades
Nacionales se integran con voluntarios y personal que prestan socorro en casos
de desastre, asistencia a las víctimas de la guerra propiciar el restablecimiento
de lazos familiares y para otras tareas importantes.
Las Sociedades Nacionales conocen la cultura de sus comunidades, sus
infraestructuras y otros factores que facilitan que el movimiento preste rápida-
mente una ayuda apropiada allí donde hace falta.
Los voluntarios de las Sociedades Nacionales junto al resto de las estructu-
ras de las comunidades son los primeros en llegar luego de un desastre y con
frecuencia son los únicos que permanecen trabajando después que los demás
partieron. También realizan un trabajo sistemático en las comunidades asegu-
rando programas de asistencia y prevención para desastres y atendiendo pro-
gramas importantes como la atención a los pacientes con VIH/Sida.
Los diferentes componentes del movimiento se reúnen periódicamente para
tratar cuestiones comunes y compartir prácticas idóneas. En la Conferencia
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se reúne cada 4
años, los componentes del movimiento mantienen conversaciones con repre-
sentantes de los Estados Partes en los Convenios de Ginebra. La Conferencia
es la más alta autoridad deliberante del Movimiento y ofrece la oportunidad de
analizar prioridades y retos interrelacionados.
La Comisión Permanente es el órgano mandatario de la Conferencia y ofre-
ce orientación estratégica al movimiento en el lapso de tiempo entre Conferen-
cias. Asimismo, promueve la coordinación entre los componentes del movimiento,
favorece la aplicación de las resoluciones de la Conferencia y examina cuestio-
nes que competen al movimiento en su conjunto.
Además de la Conferencia Internacional, cada 2 años tienen lugar 2 reunio-
nes importantes: la Asamblea General de la Federación Internacional, en la que
participan delegados de todas las Sociedades Nacionales miembro, y el Consejo
de Delegados, que congrega a representantes de las Sociedades Nacionales, la
Federación Internacional y el CICR.
La Asamblea General determina la política general que rige a la Federación
Internacional y el Consejo de Delegados, adopta resoluciones relativas al que-
hacer del movimiento y sus actividades de sensibilización.

145
Emblemas del movimiento
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja usa 3
emblemas: la cruz roja, la media luna roja y el cristal rojo. Las Sociedades
Nacionales deben usar uno de esos emblemas para ser reconocidas como miem-
bros del movimiento.
La Cruz Roja y la Media Luna Roja se usaron durante décadas como símbo-
los universalmente reconocidos de asistencia a las víctimas de los conflictos
armados y de los desastres naturales.
En diciembre de 2005, en la conferencia diplomática celebrada en Ginebra,
los Estados aprobaron el tercer protocolo adicional a los Convenios de Ginebra
(Protocolo III).
Eso permitió adoptar el cristal rojo como emblema adicional de protección a
fin de que aquellas Sociedades Nacionales que no desean usar los emblemas de
la Cruz Roja y la Media Luna Roja puedan ser reconocidas como miembros del
movimiento.
En el plano internacional, los 3 emblemas tienen el mismo estatus y ofrecen
la misma protección a tenor del DIH. Todos estos emblemas tienen un color
rojo sobre fondo blanco.
La adopción del nuevo símbolo permitió que la Federación Internacional de la
Cruz Roja incluyera a Israel como nuevo miembro, lo que representó importan-
tes cambios para la organización humanitaria, hasta el punto de que fue necesa-
rio adoptar un nuevo símbolo neutral que puede ser utilizado por todo el personal
y los vehículos del CICR que trabajen en las zonas de conflicto. Este símbolo
está representado por un cuadrado rojo, apoyado en una de sus puntas, sobre un
fondo blanco, llamado genéricamente el cristal rojo debido a su semejanza a un
diamante,. Está, e intenta, estar libre de toda connotación nacional, política o
religiosa y disponer de un instrumento adicional para la protección de los servi-
cios de salud a civiles y militares en situaciones de conflicto.
La aprobación de este nuevo emblema terminó con décadas de discusiones
acerca de la posibilidad de que Israel se convirtiera en miembro del CICR. La
sociedad de socorro israelí Magem David Adom (MDA), desde su fundación
empleó la estrella roja de David para identificarse, símbolo no aceptado
internacionalmente. Con la paulatina agudización del conflicto árabe- palestino,
la estrella generó un rotundo rechazo de los países árabes miembros del CICR,
quienes habían logrado validar a la Media Luna Roja desde 1929.
La aprobación del "cristal rojo" permite a los servicios de emergencia he-
breos actuar en escenarios fuera de sus fronteras.
Un tercer emblema no implicará cambios para las Sociedades Nacionales de
socorro que hasta hoy tienen como símbolo distintivo la cruz roja o la media luna
roja. De esta manera, la cruz roja sigue vigente como símbolo humanitario, las
146
negociaciones en Ginebra para la adopción de un símbolo menos vinculado a las
3 religiones predominantes fueron difíciles y quedó al descubierto cuán fuertes
pueden ser los convencionalismos religiosos.

La Cruz Roja Cubana


Esta organización fue fundada en 1909, por el Dr. Diego Tamayo y Figueredo
quien fuera miembro del Ejército Mambí, bajo las órdenes del General Calixto
García.
Ese mismo año fue legalizada en el país mediante los decretos presidenciales
401 del 28 de abril de 1909 y 406 del 10 de marzo de 1909. En el primero se
aprueba su constitución y autoriza su funcionamiento. En el segundo se aprue-
ban los estatutos, reglamentos y símbolos. En septiembre del propio año es
reconocida por la CICR y la Federación de Sociedades Nacionales de la Cruz
Roja y de la Media Luna Roja en julio de 1919.
La Cruz Roja Cubana se adscribe a los Convenios de Ginebra de 1949 y los
protocolos adicionales de 1977, guiada por los principios del Derecho Interna-
cional Humanitario y en respeto a los Principios Fundamentales del Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Goza de autonomía propia, con el debido respeto a los poderes públicos para
actuar, de acuerdo a los principios fundamentales del Movimiento Internacional
de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Cumple con los requisitos estableci-
dos en el artículo 14 de los estatutos del movimiento y sus relaciones con los
demás componentes del movimiento según lo establecido en el artículo 3 de los
estatutos del propio movimiento. Como Sociedad Nacional está sujeta a las
obligaciones establecidas en el artículo 5 de los Estatutos de la Federación In-
ternacional de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Tiene personalidad jurídica propia, conforme a lo que se establece en la ley
para el trabajo de las organizaciones no gubernamentales, con una duración
ilimitada. Cuenta con una sede central en Ciudad de La Habana, filiales o dele-
gaciones provinciales y municipales en todo el país.

Autoevaluación
1. Referente a las diferencias entre la guerra y los desastres, marque con una
X según correspondan las ideas siguientes:
Guerra Desastre Ideas básicas
____ ____ a. Obstáculos por partes contendientes para realizar las
labores de atención a la salud.
____ ____ b. Condiciones propicias para extender la violencia.

147
____ ____ c. Sentimientos de venganza y odio constituyendo ele
mentos que perpetuán la violencia.
____ ____ d. Las comunidades llegan a convertirse en víctimas, lo
que dificulta su movilización en las funciones de re
construcción.
____ ____ e. Las comunidades se llegan a desplazar en masa hu
yendo de la violencia.

2. Responda verdadero (V) o falso (F) los siguientes planteamientos acerca


del Derecho Internacional Humanitario (DIH).
a) _____ El DIH es un instrumento internacional para la regulación de las
conductas de los participantes en los conflictos armados o la guerra.
b) _____ El DIH protege a las personas y bienes que resultan muy impor
tantes para las comunidades que están involucradas en un con
flicto; aunque no limita los métodos y medios a utilizar en éste.
c) _____ El Derecho de la Haya o Derecho de la Guerra, determina los
derechos y obligaciones de los contendientes en la conducción de
las operaciones militares y limita además los medios a utilizar.
d) _____ DIH y la Cruz Roja Internacional no comparten intereses.
e) _____ El DIH es la rama del derecho internacional público aplicable a
los conflictos armados.
f) _____ El DIH se encarga de apoyar a los damnificados en los fenóme
nos meteorológicos.

3. Relacione las columnas A y B.


A B
a) Primer Convenio de Ginebra. __ Trata lo concerniente a la
suerte que corren los heridos y
enfermos de las fuerzas armadas
en campaña
b) Segundo Convenio de Ginebra. __ Trata lo concerniente a la suer
te que corren los heridos y enfer-
mos de las fuerzas armadas en
campaña
c) Primer Protocolo de Ginebra __ Es la rama del Derecho Inter
nacional público aplicable a los con-
flictos armados internacionales.
d) Tercer Convenio de Ginebra __ Aclara la protección a las víc-
timas de los conflictos armados in-
ternacionales.
e) Segundo Protocolo Ginebra __ Concierne el trato debido a los
prisioneros de guerra.

148
f) Cuarto Convenio de Ginebra __ Es lo relativo a la protección
de las personas civiles en tiempo
de guerra.
__ Suerte que corren los heridos,
enfermos y náufragos de las fuer-
zas armadas en el mar.

4. Marque con una (X) la respuesta correcta.


a) ____ La guerra abarca un amplio espectro de agresiones de toda índole,
con el empleo de la tecnología disponible; lo que provoca trastor
nos psicosociales de diversa magnitud, por lo que en términos de
salud, se debe considerar a la guerra dentro de los desastres.
b) ____ Los desastres resultan ser acontecimientos extraordinarios y no
requieren de la intervención externa.
c) ____ Desastre, es un fenómeno que puede tener un origen natural, por la
acción del hombre o mixto en la que se ve afectada la vida de las
personas de una comunidad.

5. Responda verdadero (V) o falso (F) según corresponda.


a) ____ Los desastres tienen la finalidad de causar el mayor daño posible a
una determinada población contemplando aspectos físicos, espiri
tuales, etc.
b) ____Los fenómenos que generan desastres no guardan relación con
necesidad de destrucción o muerte.
c) ____ En la guerra se crean condiciones propicias para extender la vio
lencia y perpetuarlas; mientras que en los desastres se insiste en la
preparación para enfrentar los fenómenos y que los daños sean
menores.
d) ____ En los desastres, a diferencia de la guerra, se asume como norma
por los propios afectados la reconstrucción inmediata de los daños
causados.
e) ____ Las causas de la guerra, las consecuencias de esta para la salud y
la comunidad son equivalentes a los desastres.

Clave
1. Guerra (a, b, c, d, e)
Desastre (b)
2. V (a, c, e); F(b, d, f)
3. 1, 3, 5, 4, 6, 2
4. c
5. V (b, c, d); F(a, e)

149
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