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La pregunta de Tilly por la formación del Estado moderno da a lugar a: ‘coerción, capital y los
Estados europeos’, en donde, el estadounidense propone un modelo explicativo en donde se
entrelazan los factores: coerción y capital. Desde esta relación coerción-capital, es donde se
rastrea la emergencia del Estado-nación europeo, su evolución y las transformaciones más
contemporáneas de este sistema de dominación, ya no solo en Europa sino también en el resto
del mundo.
Según Tilly, de los distintos grados de concentración en la relación coerción y capital, se puede
distinguir tres vías para la formación del ‘Estado moderno’: intensiva en coerción, intensiva en
capital y de coerción capitalizada. De la fricción entre las actividades de comercio y la
violencia, se hace visible la guerra como motor de la historia que configura los Estados. La
guerra interna, en donde se dio una transición paulatina a la monopolización de la violencia por
parte de un aparato estatal, dejando atrás el mundo de los ejércitos privados y guerras entre
distintos señoríos dentro de una misma comunidad política; y la guerra externa, forjando limites
que diferenciaban a las distintas comunidades políticas, dando lugar a fronteras y al respeto de
estas, entendiendo como hito de este fenómeno el tratado de Westfalia, donde se pretendía el
reconocimiento de distintas entidades soberanas. La formación de fuerzas armadas nacionales
(ejército para defensa de la soberanía en el exterior; policía para protegerla en el interior),
representa como con el fin de lograr una monopolización de la violencia, se debió crear a la par
un aparato tributario que recogiera el capital necesario para mantener esta centralización del
poder.