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Llegados al siglo XXI, debemos recibir las manifestaciones culturales como una
oportunidad. La cultura no es gasto, es inversión. Una inversión que además de los valores
inmateriales que aporta, ya se constituye en un “nicho económico”, en un yacimiento de
empleo, en el que los emprendedores y los creadores siguen dando lo mejor de sí mismos.
Los efectos de la industria cultural, además de los porcentajes productivos, revierten en la
sociedad, en los ciudadanos; los efectos “culturalizadores”, a veces no visibles en su
producción directa, contribuyen a dar visibilidad y “pluses” a otros sectores porque allí
donde se crea un centro cultural (museo, biblioteca, teatro, cine, auditorio...) el impacto
sobre las actividades económicas próximas es directo e impresionante.
Desde hace años se reconoce a Madrid, capital, como espacio creativo singular, tanto
por la cuantía del riquísimo patrimonio histórico que atesora, como por la actividad cultural
que desarrolla.
Así, desde la Plaza de Colón a la Plaza de Atocha, se alberga una de las mayores
concentraciones artísticas del mundo. Si España es el 4º productor mundial de libros, Madrid
acoge un tercio de ese potencial. Si a España se la considera la potencia documental, en
Madrid se halla una de las mayores áreas archivísticas del mundo.
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Desde esta perspectiva no se entiende que no se publiciten con más fuerza los
recursos museísticos, artísticos, documentales, las propuestas creativas, o que siendo la
Comunidad de Madrid una potencia editorial, en las bibliotecas públicas no se cumpla la
ratio que fija la UNESCO de 1,5 documentos/habitante. Pero no sólo no se invierte en libros
para las bibliotecas, esto ocurre también en otros sectores culturales, y así lo perciben
cineastas, músicos, bailarines, actores, artistas plásticos...
Madrid no puede dejar de ser el motor cultural de España para convertirse en cultura
de escaparate, intrascendente y vacía.
Los nuevos retos del libro y la lectura, de la producción y difusión de la música, del
cine sólo pueden encontrar una adecuada respuesta en un gobierno sensible a los derechos
de los creadores y comprometido con las demandas del público.
Queremos que los madrileños sientan el orgullo de vivir en una Comunidad culta,
activa, creadora y dinámica, queremos que se sientan partícipes de un proyecto ambicioso y
vanguardista de las artes visuales y escénicas y del panorama literario, musical y
cinematográfico, queremos devolver Madrid a los madrileños. Queremos recuperar Madrid
para la cultura.