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Doctrina de Jezabel📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖📖

“La doctrina de Jezabel”. Jezabel sin duda ha representado el símbolo perfecto del adulterio
espiritual y la apostasía. ¿Quién es Jezabel? Hija de Et-baal rey de los sidonios, sacerdotisa de
Astarté y ferviente adoradora de Baal. Dotada de un enérgico carácter con el cual gobernaba a
través de su marido el rey Acab, quien terminaba haciendo la voluntad de su mujer; llegando a
construir para ella un templo y un altar en Samaria consagrados a Baal y una estatua para
Astarté.

Fue Jezabel quien dio muerte a todos los profetas de Jehová, y quien también se propuso dar
muerte al profeta Elías. Su nombre ha sido símbolo de la falsa doctrina y apostasía.

El Nuevo Testamento nos hace referencia también a una profetisa de nombre Jezabel (Quizás
esta Jezabel es alegórica ó quizás fue real): “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras
que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a
comer cosas sacrificadas a los ídolos”. (Ap. 2:20).

Uno se asombra al ver como una mujer pudo tener tanta astucia y atractivo como para
extraviar a los siervos de Dios en aquella iglesia. La iglesia toleraba a los nicolaítas y a esta líder
cuyo objetivo prioritario era la inmoralidad sexual, y aquellos, se vieron demasiado
involucrados con ella como para poder enfrentarse a la herejía.

En la asamblea se había tolerado doctrinas impuras. ¿El resultado? La práctica de la fornicación


y la idolatría. Lo más alarmante es que esto se hizo ante los ojos del liderazgo de aquella
época. “Si la luz que había en ellos era tinieblas, ¡cuántas no serían las mismas tinieblas!”

Así como la Jezabel del Antiguo Testamento había corrompido al pueblo de Dios con su
perfidia así esta mujer enseñaba que los cristianos podían darse a estas prácticas sin pecar por
ello. Quizás animaban a los creyentes a unirse a los gremios profesionales de Tiatira, aunque
esto involucraba honrar al dios o la diosa del gremio y a participar en fiestas en las que se
promovía el culto y el sacrificio a los ídolos. Indudablemente justificaba esta contemporización
con el mundo sobre la base de que esto supuestamente impulsaría la causa de la iglesia.

¿No es esta la manera de pensar de muchos cristianos y ministros en la iglesia actual? Que en
nombre del avance del reino de Dios fomentan toda clase de prácticas inmorales, mezclándose
y haciéndose uno con el mundo. Diciendo que no hay pecado en dichas prácticas, mientras los
fines sean que la “Iglesia crezca”.

Veamos una solemne advertencia en la Escritura: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la
sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (1 Ti. 4:3-
4).

Se profetiza un abandono general de la sana doctrina. El apóstol Pablo prevé un tiempo


cuando la gente manifestará una repugnancia clara y evidente hacia la enseñanza saludable.
Esta sana doctrina a través de la historia cristiana, siempre ha tenido que ver con tomar la cruz,
la negación, la santidad y la separación con las cosas mundanas. Sin embargo, la Escritura nos
advierte: “Se apartarán”. Un apartarse voluntario de aquellos que enseñan la verdad de la
palabra de Dios. Tendrán comezón de oír doctrinas placenteras y cómodas. Acumularán para sí
maestros que para satisfacer su concupiscencia, sustituirán la verdad por doctrinas
“novedosas” y “gratificantes”, una doctrina llena de sensualidad y comodidad. Maestros que
les dirán lo que ellos quieren oír.Doctrina de la prosperidad,confesion positiva,etc

¡Jezabel no ha muerto! Su espíritu sigue recorriendo iglesias y púlpitos, su doctrina sigue


siendo seductora y agradable a los oídos. ¡Necesitamos discernimiento en las iglesias!
¡Necesitamos discernimiento en nuestros ministros! ¡Necesitamos aprender a discernir entre
lo santo y lo profano, entre lo limpio y lo inmundo! ¡Necesitamos que Dios unja con colirio
nuestros ojos para ver!

Hay multitudes de pastores, maestros y evangelistas completamente seducidos bajo el


encanto de la doctrina de Jezabel. Una doctrina falsa puede condenarte más fácilmente que
todas las lujurias y pecados de la carne. Falsos predicadores y maestros están enviando más
gente al infierno que todos los vendedores de drogas, lo alcahuetes y prostitutas juntos. Esto
no es una exageración -yo lo creo-. Multitudes de ciegos y extraviados cristianos están
cantando y alabando al Señor en iglesias esclavizadas por doctrinas falsas, miles están
sentados bajo maestros que están enseñando la doctrina de demonios -y se apartan diciendo,
“No fue esto maravilloso”-.

El pueblo de Dios se está vendiendo a Satanás por todas partes entregándose ellos mismos en
manos de maestros falsos y promotores de falsas doctrinas. Cuando oímos hablar de venderse
a Satanás creemos que se refiere a los adictos y alcohólicos, prostitutas afligidas y de ateos que
odian a Dios. No es así. Esto está sucediendo en la iglesia, en las reuniones de evengelio, en
convenciones y en los grandes seminarios de enseñanza.

La marca de un cristiano seducido es que es “llevado de un lado para otro” buscando algo
nuevo, diferente, una enseñanza extraña. La biblia advierte, “No os dejeis llevar de doctrinas
diversas y extrañas” (Heb. 13:9). No sean llevados hacia allá y hacia acá, de un lado hacia otro.

Pero hay otros que Sus oídos siempre tienen comezón de oir algo nuevo, algo sensacional, algo
de entretenimiento, algo placentero a la carne. Los tenemos en nuestra iglesia en Times
Square -callejeros, plantas rodantes humanas que pasean los vientos de doctrinas-. Esta clase
de personas no regresan porque rehusamos rasguñar oídos que tienen comezón. Ellos quieren
ser acariciados, no reprobados. Así es que ellos regresan hacia sus maestros -los sosegadores,
los felices pensadores positivos-. Ellos se parecen a los atenienses que “pasaban su tiempo en
ninguna otra cosa sino en decir o en oir algo nuevo” (Hch. 17:21). Pablo advirtió a Timoteo,
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oir,
se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Tim. 4:3)

LA DOCTRINA DE CRISTO

La marca de un creyente maduro es un rechazo a ser “fluctuante, llevado por doquiera por
todo viento de doctrina…” (Ef. 4:14). Tales creyentes no pueden ser manipulados por ningún
maestro. Ellos no necesitan correr de un lado a otro porque están bebiendo de la Roca. Ellos
están creciendo en Cristo. Ellos se están danto un banquete en los verdes pastos. Ellos han
circuncidado sus oídos y miden a cada maestro, cada doctrina, en la medida de cuanto se
conforma a la santidad de Cristo. Ellos pueden discernir todas las doctrinas que son falsas, y
son rechazadas al ser enseñanzas extrañas y nuevas. Ellos han aprendido de Cristo. Ellos no
serán detenidos por la música, amistades, personalidades o milagros, sino por un hambre por
la Palabra pura.

Existen únicamente dos doctrinas. La doctrina de Cristo y la doctrina de Jezabel. Pablo dijo, “…
para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tit. 2:10). ¿Cuál es la doctrina
de Cristo? La gracia de Dios nos enseña que negando las perversas y mundanas lujurias,
vivamos sobria, justa y piadosamente, en este mundo presente. (Tit. 2:11-12). La doctrina de
Cristo te conformará a la imagen de Cristo. Ella expondrá cada pecado oculto y cada anhelo
malo.

¿Está tu maestro reprendiendo con autoridad, hablando y exhortándote a abandonar el


pecado y a quitar todos los ídolos como se instruye en Tito 2? ¿Estás aprendiendo a odiar el
pecado apasionadamente? ¿O sales de la iglesia, no convencido aún profundamente? ¿Puedes
dejar de adherirte a los pecados consentidos? El mensaje de la doctrina de Cristo es,
“Limpiémonos de toda contaminación de carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor de Dios” (II Cor. 7:1).

La doctrina de Cristo es una doctrina de piedad y santidad. “Si alguno enseña otra cosa, y no se
conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la
piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de
las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas” (I Tim. 6:3-4). Algunos nos
dicen “mi maestro habla de santidad”. Pero no me refiero exactamente a que use las palabras
“santo” y “piadoso”; me refiero a predicarlo con toda autoridad. La predicación de la doctrina
de Cristo te bendecirá, fortalecerá y te animará, pero también te convencerá tan
profundamente de tal manera que ya no podrás acomodarte en ella y al mismo tiempo estar
adherido a una lujuria secreta.

Teología y vida espiritual

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