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El Anaco, no solo cubre la esbeltez de la belleza andina, sino, y acaso lo más importante, se

acompasa holísticamente con la trama, textura, íconos, colores, encapsulado por años, desde
tiempos de allende los mares; empero, se mantiene incólume. No ha perdido su estructura
natural, tampoco su material, ni la magia de su fibra de alpaca o vicuña, que, en el incásico,
escondían los suaves cabellos de bellas acllahuasis que, en natural proceso, ha hecho suya, con
honor, la lana de oveja ibérica, imprimiéndole su propia identidad.

El Anacu al lado del Unco, expresan la dualidad opuesta y complementaria andina. Dos piezas de
tejido prehispánico, como la alta cultura Inca. Panandino, expandidos hasta más allá de los Pastos,
en los Andes colombianos por el Norte y, cerca al río Maule, entre los araucanos, al sur de Chile.
Por el oriente, entre los quechuas del Pastaza y los guerreros Marañones, hasta donde entraron
los Incas. Presente en de toda Bolivia y en Jujuy, parte norte de Argentina.

Olga Zaferson Aranzaens, tejedora del tiempo, con sabio tesón, urdió en sus manos el secreto de
esta pieza milenaria, rastreó sus colores y huellas, encontró a sus hacedores y, no se quedó en el
pasado, sino que la remontó dialécticamente. La rescató actualizándola, modernizándola,
convirtiéndola en moda étnica, sin que pierda su intrínseca fuerza. Moda que implica vigencia
popular, empero elevándola a planos estéticamente logrados, para que se mantenga vital en estos
tiempos de vorágine virtual. He ahí la virtud del esfuerzo de Olga, a quien le quedaremos
agradecidos, todos, sobre todo, los tejedores de los Andes, depositarios de cientos de años de
sabiduría de manos, colores, urdimbres y urdiembres, colores y grabados, que muchas veces son
expresiones mágica-religiosas.

José Carlos Vilcapoma.

(complemento, si acaso sirve)

Anaco, que probablemente viene su nombre de Yanaco, por su originario color negro, antaño
color de prestigio; de una sola pieza, integral, salvo los maquitos, de pieza suelta, que dice de la
visión holística, integral, unida a una sola vertiente, como la imponente cadena de los Andes.

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