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religión y la espiritualidad1. Así, tal como señala en su Diario Íntimo respecto a sus años de
estudio, intentó erróneamente colocar a la religión “como curiosa materia de estudio” (341),
siendo que dicho camino antes de aliviarlo, le generó mayores pesares por la imposibilidad de
validar racionalmente su fe. Esta dificultad se irá acrecentando con el paso del tiempo hasta
desembocar en una crisis de angustia durante la primavera de 1897, periodo en el cual sufrirá
noches de insomnio y ataques de llanto, que lo llevarán a recluirse (por un día) en un convento,
maneras, habiendo múltiples ensayos, poemas, escritos filosóficos y correspondencia, que darán
cuenta de los límites de la razón para aproximarse a lo divino, así como la imposibilidad de
retomar la vida religiosa tal como la vivió en su infancia. De esta manera, ni la razón ni el dogma
católico podrán constituirse como vías de solución al conflicto, surgiendo más bien un nuevo
1
Baker, Armand. Unamuno and the Religion of Uncertainty, Hispanic Review, 1990, 58 (1), p.37-56.
2
Carta a Clarín del 5 de mayo de 1900, en Sánchez, Antonio. La formación del pensamiento de Unamuno. Una
experiencia decisiva: la crisis de 1987, Hispanic Review, 1950, 18 (3), p. 218-243.
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tipo de fe, difícil de clasificar por su permanente tensión subjetiva. Al respecto dirá Unamuno en
religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen
que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello del Inconocible —o
Incognoscible, como escriben los pedantes— ni con aquello otro de "de aquí no pasarás".
Lo primero a resaltar de este fragmento es el papel que se otorga a la vida como espacio
de búsqueda de una verdad, es decir, dejando de lado el plano metafísico como solución a dicha
indagación, lo cual podríamos asociar también con el dogma católico y la confianza ciega en una
esfera sagrada más allá de lo terrenal. Del mismo modo, se desafían los límites establecidos por
la razón, no dándose por satisfecho con las fórmulas racionales que establecen un cierre al
conocimiento de lo divino, sino más bien estableciendo una lucha por tratar de alcanzarlo. Así, la
religión que Unamuno plantea, parece orientarse por un enfrentamiento con lo imposible, ante lo
cual no se amilana, sino que más bien persiste en su día a día, como si se tratase de un combate
agónico.
De la mano con esta concepción de religión, irá su noción de fe, la cual tendrá un carácter
creativo asociado a la vitalidad, es decir, una reinvención constante del “crear lo que no se ve,
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del tormento porque no se presenta como solución apaciguante, sino más bien como lucha
encarnizada y trágica (pero no por eso derrotista), que será “el alimento y el consuelo” para sacar
alejada de cualquier dogmatismo, asumiendo más bien una posición escéptica, pero en el
“sentido etimológico y filosófico”, del que “investiga o rebusca, por oposición al que afirma y
La fe será entonces una búsqueda por querer creer, enlazada a una incertidumbre
productiva, es decir, planteada como impulso de vida que motiva la imaginación y la invención;
por eso mismo, tendrá un carácter fluctuante no delimitado por el dogma. Al respecto, Unamuno
asociará el concepto de fe con la pistis, la fe o confianza de inicios del cristianismo, donde cada
uno daba “a su esperanza la forma imaginativa o intelectiva que mejor le cuadrara”, formando así
gnosis, entendida como el conocimiento o creencia que solidifica o cristaliza la fe, volviéndola
una doctrina alejada de la vida común: “a medida que el calor de la fe iba menguando y
de costra”7.
también puede vincularse con la juventud, en tanto época de la indecisión y el entusiasmo, que
cual una nebulosa, aún no ha tomado una forma específica y, por ende, está abierta a
interpretaciones variadas y heterodoxas. La creencia religiosa será entendida así, como una
4
Unamuno, Miguel de. Mi religión, 1910, p.4.
5
Ibíd., p.2.
6
La fe, p.337.
7
Ibíd., p. 337.
8
Harkema, Leslie. Youth as ideoclasm: Miguel de Unamuno and “La joven literatura”, 2013.
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disrupción a nivel social, caracterizada por su estilo apasionado y visceral, que se diferenciará de
Ahora bien, Unamuno no sólo hará uso de esta concepción de fe en términos exclusivos
de la religión, sino que la aplicará, sobretodo, al ámbito de la poética, siendo ése el espacio de
creación espiritual mediante el cual buscará una conexión con lo divino. Así, la palabra poética
tendrá una concepción mítica de fuerza creadora, al igual que la palabra del Evangelio, es decir,
utópica o dotada de un hálito divino que implique un intento de comunión con Dios.
Tal como él mismo señala en su ensayo Poesía y Oratoria de 1905, la poesía que puede
encontrarse en el discurso del orador es la dotada de un tipo de imaginación que brota del alma,
que no se encasilla en fórmulas huecas o predicas anticipadas; sino que más bien, apela a las
metáforas, parábolas y paradojas que se asemejan a las enseñanzas morales de Jesucristo. Sin
embargo, también pondrá el énfasis en que la originalidad del orador poeta no consiste solamente
en inventar metáforas o conceptos, sino más bien en emplearlos de un modo particular, es decir,
entramando unas con otras para establecer un vínculo espiritual con el oyente:
…Y así un orador, un verdadero orador, es aquel que con expresarse en la lengua misma
en que hablan todos sus vecinos, sirviéndose de las mismas palabras de que ellos se
sirven y construidas según la misma sintaxis con que ellos las construyen, parece, sin
embargo, que va creando su lengua según habla, que las palabras florecen virginales en
De aquí podemos deducir que la palabra poética a la que refiere Unamuno es una que se
expresa en el mismo acto creativo, en conexión con su imaginación espiritual y sin el peso del
“papel sellado” (823), tan propio del discurso de la abogacía, el cual, justamente, se caracteriza
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por carecer de imaginación y mostrar un apego ridículo a las reglas discursivas. En ese sentido,
motor de la palabra poética; vista como hecho del lenguaje que establece un antes y un después
en su discurrir creativo.
En esta misma línea, Unamuno dará un mayor peso a la tradición oral del evangelio, en
tanto es “el Verbo, la palabra, y no la Ley, la escritura, quien encarnó entre los hombres”, siendo
que “el espíritu vivifica y la letra mata”9. Así, para el escritor, la palabra oral será “más perfecta
que la escritura”10, en tanto su carácter fugitivo e inasible se asemeja más al discurrir del
pensamiento apoyado en el alma, mientras que lo escrito, “como todo lo que cuaja, queda
escueto”11. Esta aproximación a la oralidad guarda relación con la fe en tanto pistis, ya que
implica mayor fluidez y conexión con la imaginación, poniendo el énfasis en el acto creativo
Hasta aquí, podemos plantear como hipótesis que el acto de fe y el acto poético parecen
también en la posición que asume el sujeto que enuncia, ya que su producción poética da cuenta
de una lucha vital en permanente desafío con la divinidad. Para poder aproximarnos de mejor
manera a esta cuestión, analizaremos algunos de los poemas de Poesías (1907), que, por su fecha
relación con Dios que allí se establece, en términos del acto de fe.
9
Unamuno, Miguel de. Diario íntimo, 1897, p. 294.
10
Unamuno, Miguel de. Intelectualidad y espiritualidad, 1904, p. 611.
11
Ibíd., p.611.
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“¡Id con Dios!” es el poema que abre la introducción a Poesías12, siendo su título desde
ya, una forma de emparentar lo poético con lo divino, en tanto la creación poética se entrega a
Dios cual, si fuese una ofrenda, poniéndose el énfasis en el acto de envío antes que en su
recepción. De esta manera, la entrega no está garantizada y el poeta solo puede dar cuenta del
la voz poética, en el que algunos cantos mueren prematuramente y otros logran vivir; siendo que
los cantos vivos emprenden una lucha incierta que podría llevarlos tanto a la gloria como al
olvido, ya que no dependen más de su creador. Así, el poeta, ubicado en el lugar del padre, se
12
Unamuno, Miguel de. Poesías, 1907. Edición de Manuel Alvar, Cátedra, 2020 (sexta edición). Todos los poemas
citados en adelante, aludirán a esta edición.
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desprende penosamente de su creación, sin saber cuál ha de ser su destino, esperando como
Esto guarda estrecha relación con la encarnación de Dios en su hijo Jesucristo, él cual,
como bien sabemos, vino al mundo a salvar a la humanidad de sus pecados, siendo ese el gesto
de amor y entrega del Dios padre. En ese sentido, el poeta, pareciera devolver el gesto bajo los
mismos términos, ya que sus cantos son parte de la encarnación divina: “Íos con Dios, pues con
Él vinisteis/ en mí a tomar, cual carne viva, verbo” (31-32), constituyéndose como actos de fe
tangibles, que dan cuenta de su conexión espiritual y su lucha por aproximarse a Dios.
Así mismo, los cantos, en tanto mensajes a Dios, plantean un deseo de comunión con la
eternidad, que siempre se formula como anhelo o búsqueda, y no como hecho constituido o
logrado, posiblemente por eso, los versos: “a perderme por fin, en aquel seno” (52) o “a tomar en
lo eterno, por fin, puerto” (64) ponen en evidencia la agonía con que la voz poética busca
Respecto a dicha agonía, entendida como modo vital de creación, otro poema que da
luces para pensar al respecto es “Credo poético”, ya que, en el mismo, no se deja de señalar la
confluencia del mundo terrenal con el espiritual, ambos en permanente tensión sin resolver. Por
esa razón, la creación poética no se supedita a una esfera metafísica, pero tampoco permanece
anclado a la realidad concreta: “Que tus cantos sean esculpidos, /ancla en tierra mientras tanto
que se elevan, /el lenguaje es ante todo pensamiento, / y es pensada su belleza” (29-32). En esa
misma línea, el pensamiento asociado al sentir, pone en evidencia, la confluencia entre razón y
espiritualidad, aunque dicha unión no es armoniosa sino más bien conflictiva, transita por la
contradicción para establecer una estética/ética del poema: “No te cuides en exceso del ropaje, /
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de escultor, no de sastre, es tu tarea, /no te olvides de que nunca más hermosa / que desnuda está
la idea” (13-16).
adornos, apuesta más bien por la desnudez, entendiendo dicha metáfora como la precisión del
lenguaje, un modo de conjugar la forma con la idea para lograr una experiencia más profunda
asociada a las entrañas o a “la viva y honda vena” (12). Esta propuesta, se muestra a contraparte
del modernismo imperante de esa época, ya que antes de apelar a cultismos o fórmulas poéticas
elaboradas con fineza; busca trabajar más bien con el material mismo del lenguaje, cual si usará
un martillo y un cincel para conseguir su propósito. En esta línea, cada operación realizada por el
escultor/poeta tendrá consecuencias, por lo que el acto creativo tendrá un carácter de lucha con y
desde el lenguaje.
Algo importante a señalar sobre el trabajo escultórico es que también implica un modo de
expresión poética más dura o llena de asperezas, que como bien ha señalado Harkema 13, dota al
poema de una mayor autenticidad, pudiendo observarse dos aspectos en su construcción: Por un
lado, el uso de los ritmos y cadencias del habla cotidiana y por otro, el uso del hipérbaton para
romper los patrones típicos de la oración o el fluir del pensamiento. Así, Harkema 14 resaltará la
confusión en el orden de las palabras y el uso incómodo de los adjetivos como medios de dotar al
poema de cierta torpeza y, por ende, de mayor naturalidad. Lo cual también ha de permitir un
alto nivel de coherencia entre su argumento poético y su trabajo formal, esto tomando en cuenta
que Unamuno buscó renovar la poesía española, ya que la consideraba en estado de modorra.
13
Youth as ideoclasm: Miguel de Unamuno and “La joven literatura”, p.248-249.
14
Ibíd., p.249.
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En consonancia con lo anterior, el poema “Denso, denso” planteará una propuesta similar
al poner de relieve la apuesta poética por un decir condensando, “sin grasa, con carne prieta”
(23), que en un tiempo delimitado pueda sintetizar lo más que se pueda “sin dejar el sendero”
(18). En otras palabras, el acto poético ha de prescindir del lenguaje en su vertiente superficial y
estetizante, centrándose más bien en pescar lo esencial, siendo necesario para este propósito,
Ahora bien, una de las secciones de Poesías que quizás expresa con mayor claridad el
vínculo entre la fe y la palabra poética son los Salmos, ya que, a decir de Unamuno15, allí están
las composiciones que mejor expresan su religión, siendo los poemas que la conforman, no más
que:
…gritos del corazón, con los cuales he buscado hacer vibrar las cuerdas dolorosas de los
corazones de los demás. Si no tienen esas cuerdas, o si las tienen tan rígidas que no
De esta manera, y como hemos señalado antes, la palabra poética no está orientada por
una expresión lógica, racional o puramente estética, sino más bien por una manifestación visceral
que da cuenta de la lucha del poeta por sostener su fe. En ese sentido, el salmo, entendido como
cántico de alabanza o invocación a Dios, cobra una significación singular, a la luz de la religión
15
Mi religión, p.5.
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que el poeta propugna, siendo la fe expresada en él, una apuesta viva “de continua creación y
consunción”16.
Uno de los poemas que ilustra de mejor manera esta cuestión es el “Salmo II”:
Fe soberbia, impía,
la que no duda,
dicen, impíos,
y sienten en su pecho:
Aquí podemos observar que el acto de fe no da por sentado el conocimiento de Dios, sino
que más bien lo plantea como un imposible, en tanto, la sustancia que conforma lo divino es
distinta y ajena a lo humano, siendo un acto de pretensión el querer aprehenderlo. Así, el poeta
ha de resaltar una fe marcada por las dudas, las preguntas y una serie de esfuerzos que busquen
conectar con lo divino sin poder lograrlo nunca. Los esfuerzos del poeta serán así, testimonio de
su lucha o evidencias de su fe, la cual está conectada con una vitalidad, entendida como acción
16
La fe, p.335.
10
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Por otro lado, la palabra poética también ha de plantearse como una imposibilidad, ya
que, a través de ella, no será posible alcanzar alguna verdad vinculada a lo sagrado. En esta línea,
el acto de creación poética también ha de permanecer en tensión y lucha, con una verdad que no
cabe, que excede las posibilidades del raciocinio y el lenguaje humano. Así, tal como la fe no se
sustenta en la razón para aproximarse a lo divino, el poema tampoco hace uso exclusivo del
Si seguimos esta lógica, podemos plantear entonces, que efectivamente el poema es una
invocación de Dios, que se formula en reiteradas ocasiones como parte de una lucha agónica
desde el acto creativo. Las garantías de obtener una respuesta están negadas y esa es la razón por
poema que resulta particularmente ilustrativo para explorar esta noción es el poema “Vencido”
si no tiene remedio…?”
Y yo entonces le dije,
11
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- “Abrámosle el oído
a fuerza de lamentos,
sujeto más escéptico y otro beligerante, entre aquel que ha depuesto las armas antes de luchar y
aquel que lucha a pesar de su inminente derrota. Así, el poema es como un campo de batalla,
ilustra el anhelo y sufrimiento de la voz poética desdoblada por la razón y el deseo, elementos
Las voces del poema se enfrentan desde sus respectivas trincheras, claramente
distinguidas por los guiones como un modo de acentuar el conflicto entre dos vertientes que no
logran un consenso ni un cierre. En ese sentido, el verso final del poema: “¡Ni siquiera estás
muerto!” pone en evidencia que la vida es una lucha sin tregua (al igual que el poema), un
constante apostar por el deseo hasta llegar a la muerte, en medio de un contexto lleno de
incertidumbre.
17
Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida, VII: Amor, dolor, compasión y personalidad, P.179.
12
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Por otro lado, la figura de Dios es aquella que vence indefectiblemente, en tanto es lo
divino e incognoscible, así, ser vencido por Dios es señal de gloria y de victoria, por lo que no se
trata de renunciar a esa lucha, sino más bien de embarcarse en la misma, pidiendo ayuda al
mismo Dios: “Él te dará las armas/del combate supremo, /pues para conquistarnos/quiere que le
también al lenguaje poético en sí, ya que el poema, a través de la palabra, busca situar un
misterio, establecer una aproximación a lo divino, como si se tratará del testimonio de dicha
lucha.
Desde ese punto de vista, podríamos pensar que las “armas” que Dios entrega son las
palabras, intentos por asaltar lo divino en cada ocasión, de jugársela en el ruedo del lenguaje para
generar un efecto de sentido al mismo tiempo que se produce una fuga. El esfuerzo poético sería
entonces esa lucha por aprehender lo incognoscible, la creación como modo de vincularse con lo
sagrado ad infinitum.
Aquí es preciso resaltar, la admiración e interés que Unamuno tenía por los poetas
místicos españoles, siendo que mucho de su poesía parece nutrirse de ese carácter anhelante del
encuentro con Dios, del acto introspectivo y de renuncia al mundo tangible, que busca hallar lo
divino dentro de las profundidades del alma. Tal como el mismo señala en su ensayo “De mística
y Humanismo”18:
Esta sed de supremo goce de posesión, sabiduría y ser por conquista amorosa, les llevó
(a los místicos) en aquella edad al anhelo del martirio, a la voluptuosidad tremenda del
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espíritu y cuerpo y corriendo por las venas espirituales mares de fuego, y por fin
Como podemos observar, la cuestión del combate espiritual o la sed de Dios, son
elementos que Unamuno también ha de resaltar como parte de su fe, emparentándose con los
las reglas propias del dogma católico. Como bien señala en su ensayo “La fe”, dichas normas
Así, el ejercicio de la fe en libertad, tendrá que ver con una práctica individual, interior,
divinidad:
de los abismos,
los temporales,
ni llegan cataclismos,
Tal cual muestra este fragmento del poema “No busques luz, mi corazón, sino agua”,
hay una inversión de la búsqueda de lo divino, que antes de centrarse en el cielo o la esfera
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superior, torna hacia las profundidades, donde además se busca el agua, como elemento fluido e
inasible que conecta con la eternidad. De esta manera, la luz es una especie de enemiga de la
conexión espiritual, en tanto quiere esclarecer o iluminar, una relación que justamente se
Aquí, en estrecha relación con el “Credo poético”, el poeta busca esculpir un elemento
parecido a la niebla, trabajar con un material imposible, que se le escapa de las manos, pero que
aún así “tiene líneas y se esculpe” (27). Así, su escritura es testimonio de su aproximación al
misterio, de su lucha por aprehenderlo en el ejercicio de creación poética; estando dicho ejercicio
caracterizado por el anhelo, pero también por las dudas, en permanente tensión creativa o en
Para concluir, podemos señalar, que efectivamente, hay una correspondencia entre el
acto de fe y el acto poético, en tanto ambos sostienen una lucha vital que no se encasilla en las
formulas del dogma o el decir anquilosado y esteticista. En ambos casos, el acto se trata de una
apuesta única y sin garantías, conectada con un trabajo constante, de prácticamente toda la vida;
quizás por esa razón, los poemas que Unamuno escribió poco antes de su muerte 19, conservan ese
De esta manera, Unamuno nunca dejó de ser fiel a su deseo, instaurando un quehacer
poético en estrecha relación con su vida espiritual, una vida que nunca busco reconfortarse en los
19
Últimas canciones en Poesías Sueltas, 1936.
20
La fe, 1900, p.336.
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abandono de su búsqueda. Podríamos decir entonces que, ante la fatalidad del destino, supo
prevalecer su valentía.
Referencias:
Baker, Armand. “Unamuno and the religion of uncertainty” en Hispanic Review, Winter,
Baker, Armand. “The God of Miguel de Unamuno” en Hispania, Dec., 1991, Vol. 74,
Nº 4, pp. 824-833.
Harkema, Leslie. Youth as ideoclasm: Miguel de Unamuno and “La joven literatura”.
com.ezproxy.bu.edu/pqdtglobal/docview/1179154556/3D23D7F6801B431APQ/1?
accountid=9676.
Unamuno, Miguel de. “Diario íntimo” (1897) en Ensayos, Obras Completas, Tomo VII.
Unamuno, Miguel de. “La fe” (1900) en Ensayos, Obras Completas, Tomo VIII.
Unamuno, Miguel de. “En torno al Casticismo. 5 ensayos” (1902) en Ensayos, Obras
Completas, Tomo VIII. Edición de Ricardo Senabre, Madrid, Biblioteca Castro, 2007, p. 59-177.
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Completas, Tomo VIII. Edición de Ricardo Senabre, Madrid, Biblioteca Castro, 2007, p. 605-
620.
Unamuno, Miguel de. Del sentimiento trágico de la vida, Project Gutenberg, 2019.
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