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PEC HISTORIA ANTIGUA

DE LA PENÍNSULA
IBÉRICA I

SILVIA BARRERO ZAFRA


DNI. 26.226.659-N
CENTRO ASOCIADO DE CÓRDOBA
sbarrero3@alumno.uned.es
BARRERO ZAFRA, SILVIA

NOVILLO LÓPEZ, Miguel Ángel


JULIO CÉSAR EN HISPANIA
Prologuista: Julio Mangas
N. º de páginas: 260
Madrid, 2018
Editorial: La Esfera de los Libros
ISBN: 978-84-9164-369-2

Miguel Ángel Novillo López (Madrid, 1981), es doctor en Historia Antigua por la
Universidad Complutense de Madrid. Sus estudios han sido orientados hacia la investigación
histórica de la presencia pompeyana y cesariana en Hispania. También ha realizado el estudio
de la romanización y la arqueología de la Península Ibérica. Es miembro de varios proyectos
de investigación, tanto nacionales como internacionales, vinculados con la Historia, su
didáctica y la innovación y mejora de la calidad docente. Ha publicado otras obras como son:
La Vida Cotidiana en Roma, abordando temas controvertidos y rechazando dogmas inválidos
en un estudio que nos permite conocer de cerca la obra política, social, económica, ideológica
y cultural de la civilización que sería clave en el devenir de la Historia ; Breve Historia de
Julio César, esta obra trata sobre la vida de este personaje tan poderoso, y abarca desde los
orígenes de su familia hasta los últimos días de su vida, pasando por su ascenso social, sus
conquistas, su capacidad como administrador, el complot que acaba con su asesinato, etc.; o
César y Pompeyo: territorio de ensayo jurídico-administrativo en la tardía República
romana, obra en la que habla de la presencia pompeyana y cesariana en la Península Ibérica
y en ella se centra en la composición de oligarquías locales de las provincias hispanas, en las
relaciones de amicitia-clientela y en los procesos de gestión política emprendidos por
Pompeyo y Julio César, analizando su repercusión y significado.

Este libro, Julio César en Hispania, recoge la vida de César en Hispania. Es un hombre
adelantado a su época, un hombre que forjaría los cimientos de su estela en territorio peninsular
debido a su relación con los cónsules Pompeyo y Craso, con quienes formaría el primer
Triunvirato. El libro recoge las peripecias de un hombre carismático que desarrollará la cuestura
en Hispania Ulterior en el 69 a.C, elegido “pontífice máximo” en el 63 a.C. y “pretor urbano” al
año siguiente, y que dirigirá en el 61 a.C. las campañas contra los lusitanos en calidad de propretor
de la Hispania Ulterior. En esta obra vemos que no sólo presenta la vida de Cayo Julio césar en
Hispania sino también la vida que desarrolló, fuera de esta, al servicio de Roma, algo que fue
posible debido a la importancia de Hispania en la carrera del mismo, y por consiguiente, en la
historia futura del Imperio Romano. También narra las consecuencias de la ambición de César
además de su enfrentamiento con sus iguales; la guerra civil entre pompeyanos y cesarianos,
quienes tendrían que enfrentarse a los hijos de Pompeyo en las batallas de Ilerda y Munda tras la
muerte de este, batallas decisivas en el futuro de la península; su marcha a la Galia donde libró
las batallas que conquistarían el territorio; el declive de la República; o la dictadura cesariana,
más concebida como una magistratura de larga duración en la que se concentraba el poder
decisorio y ejecutivo cuyo objetivo era devolver la paz a los territorios.
También es importante el asesinato de Julio César en los idus de marzo del año 44 a.C.,
a consecuencia del distanciamiento con sus hombres y como resultado de la creencia de que una
vez muerto se acabarían los males de la República y recuperarían los privilegios que se les habían
arrebatado. También se realiza el estudio del establecimiento de un ensayo de sistema jurídico y
administrativo que será modelo para el resto del imperio, la civitas romana, en la cual varios
núcleos urbanos se convertirán en cabeceras administrativas, disfrutado de autonomía para
solucionar asuntos internos gracias a unos magistrados y un senado local.

Es un libro de buena presentación y organización, permitiendo compartimentar tanto


la vida de César como los acontecimientos que tuvieron lugar y que estuvieron relacionados con
él directa e indirectamente. Al comienzo del libro aparece un esquema cronológico donde se nos
muestra la progresión desde su nacimiento hasta el nombramiento de Octavio como Augusto,
pasando por la propia muerte de César. Es un elemento importante en la obra ya que sirve de
índice de la vida de César pudiendo consultar datos concretos. La obra está dividida en una
introducción donde se narra el comienzo de la vida de este; prosiguen siete capítulos donde se
expone la progresión de la vida de César; un epílogo donde se lanzan las conclusiones del libro y
se expone la importancia de su vida y cómo afecta a la historia posterior. Todo esto viene
acompañado de mapas y textos para comprender y visualizar mejor lo narrado por el autor.
Al final del libro encontramos un anexo con información complementaria: se trata de un
glosario de términos; una lista de los magistrados monetales que se sucedieron durante la guerra
civil; escritos que datan de esa época y corroboran la presencia romana en la península; un
comentario sobre las mujeres que influyeron en la vida de César; y una genealogía. Finalmente,
Miguel Ángel Novillo, el autor, expone una extensa bibliografía que da muestra de la intensa y
exhaustiva investigación realizada para llevar a cabo un libro tan completo.

El libro se contextualiza entre el año 100 a.C. y el 27 a.C., atendiendo a un número


importante de cuestiones acontecidas en la historia tanto en el marco de la Península Ibérica, la
mayor protagonista, como en la zona de la Galia y Roma. Esta obra orbita alrededor de la
República Romana Tardía, época que sufriría las consecuencias de la política de continua
expansión que estaba desarrollando Roma a lo largo de las décadas, lo que estaba ocasionando
inestabilidad social y política, fuertes episodios de corrupción y un desbarajuste de la economía
que lastraría los territorios.

El libro es un texto divulgativo y cercano, con un valor literario que reside en que es
cercano y ameno de leer para cualquier tipo de público. El autor bucea en el tiempo ofreciendo
una detallada balsa de datos bien narrados y explicados. El libro se puede concebir como un
estupendo manual acerca de la vida de César que sirve perfectamente para realizar un
acercamiento al personaje o usarlo como bibliografía complementaria. El autor ha elaborado una
obra versátil que puede servir tanto de novela como de texto de estudios. Además al final nos
plantea una cuestión que nos obliga a plantearnos una realidad alternativa que, por suerte o
desgracia nunca ocurrirá pero que nos hace reflexionar sobre la importancia del personaje que
estamos estudiando: “¿Qué habría sido de Roma y de la cultura occidental si César no hubiera
sido asesinado en los fatídicos idus de marzo del 44 a.C. y hubiera tenido tiempo suficiente como
para llevar a la práctica la totalidad de su programa y sus proyectos?”. La historia actual sería
muy distinta ya que César asentó muchos patrones a nivel social, militar, político y urbanístico,
que bien desarrollados, podrían haber conducido al devenir por una ruta diferente.

En cuanto a las partes que componen el libro son las siguientes:

PRÓLOGO.
Respecto al prólogo, realizado por Julio Mangas, presenta la idea de que la Historia
Antigua refleja comportamientos y situaciones muy semejantes a los actuales. Hace un pequeño
acercamiento al siglo I a.C. y la división de optimates y populares. Hace un seguimiento
esquemático de la época. Y termina indicando que la obra recoge los aspectos más relevantes y
significativos de César felicitando al autor por salvar las dificultades a las que se enfrentó para
la realización de la buena exposición del tema del libro.
La introducción, titulada “Un Hombre Adelantado a su Tiempo”, recoge a César como
personaje que identifica a la antigua Roma, con sus logros, su codicia y su presunción; su nombre
es sinónimo de poder y majestad. Presenta no sólo a un César sino a varios ya que pocos
personajes han desatado tantas y diversas opiniones. Era un hombre poderoso y persuasivo,
maestro de la autopromoción y de la propaganda; utilizó la política para conseguir el poder
personal que deseaba para él y para su familia, ya que nació en una familia venida a menos. Los
últimos años de César apenas consiguió cambiar el mundo de su época y provocó la desconfianza
del Senado al acumular tanto poder pero una vez muerto fue considerado como un dios.

CAPÍTULO 1: OPTIMATES VS. POPULARES.


Los Optimates era un grupo heterogéneo formado por la oligarquía senatorial defensora
de una política conservadora. Los Populares eran un grupo integrado por los reformistas
defensores de un programa que estaba en contra de la intransigencia de la oligarquía senatorial.
Ambos eran grupos con intereses opuestos.
En este capítulo se narra el problema de la población latina de Italia, que quería aspirar a
la ciudadanía romana, impidiendo que las oligarquías pudiesen controlar efectivamente sus
asambleas y acentuando la rivalidad con el Senado. También recoge cómo las extensas redes
clientelares copaban la vida política y bloqueaban el correcto funcionamiento de la política. El
problema radicaba en que las élites romanas se negaban a compartir sus privilegios con los cada
vez más numerosos habitantes de la Republica. Debido a esto, a la negligencia de los
gobernadores por buscar su propio bien, el problema agrario se agravó, dejando en situaciones
muy vulnerables a ciertos colectivos y provocando movimientos sociales que derivarán en
verdaderas luchas armadas desembocando en guerras civiles. La iniciativa cesariana contra el
orden establecido y el derrumbe de la economía fueron algunas consecuencias de esta crisis.

CAPÍTULO 2: DEFINIENDO AL LÍDER.


Primero recoge desde su nacimiento en el seno de una familia patricia en un barrio
popular, lo que le permitió estar en contacto con la plebe y ser más consciente de sus necesidades.
En el 84 a.C. contrajo matrimonio con Cornelia, hija de Lucio Cornelio Cinna, quien había
compartido consulado con Mario. Esto marcaría de manera más crucial su hacer como político.
Durante la dictadura de Sila, Mario, Cinna y sus familiares fueron declarados proscritos y Sila
ordenó a César que se divorciase de Cornelia. Este se negó, y aunque en un principio le costó la
ciudadanía romana, todos sus bienes y la calidad de proscrito, su familia medió por él, obtuvo el
perdón y se marchó de Roma, para retornar a la muerte de Sila.
Cuando regresó, para ganar experiencia y prestigios, se embarcó en labores de legislación,
administración y propaganda donde, gracias a su excelente retórica, se elevó a altos niveles,
confirmando su éxito al ser elegido tribuno militar y convirtiéndose en referente de las
popularidades. Fue elegido “edil curul”, encargado de los siete días de juegos y espectáculos en
honor a Cibeles, y de que templos y caminos estuviesen al máximo potencial para ese evento. El
éxito le conllevó una enorme popularidad dándole valor para presentar su candidatura para el
cargo de pontifex maximus, ganando gracias a las clases populares. Durante su pontificado se
produce la conjuración de Catilina, que intentaba derrocar a los magistrados electos para
nombrarse cónsul. Tras esto, teóricamente César sería nombrado dictador, pero se alejó de
Catilina antes de ser apresado y ejecutado.
Como pretor urbano atacó a los optimates con su oratoria, acusándoles de corrupción y
mala praxis, lo que le provocó la destitución temporal de la pretura. Contrajo matrimonio en
segundas nupcias con Pompeya, nieta de Sila, pero tuvo que divorciarse debido a las infidelidades
descubiertas de ella.
En la Hispania Ulterior adoptaría la cuestura y trataría de contrarrestar la influencia
pompeyana conseguida en los territorios años atrás, creando relaciones clientelares a través de la
protección de los intereses comerciales y propiedades de la población romano-itálica establecida
en los territorios. Pero, sus ambiciones le impidieron disfrutar del éxito, y antes de terminar su
cuestura, pidió volver a Roma. En el 61 a.C. tuvo que volver a la península a asumir la propretura
de la Hispania Ulterior, algo que hizo gustoso debido a las numerosas deudas contraídas en Roma.
Allí, para saldar sus deudas, se dedicó a saquear a los pueblos nativos, lo que desembocaría en la
II Guerra Lusitana, aprovechando el pretexto de que los lusitanos llevaban a cabo incursiones de
saqueo a poblaciones ocupadas por los romanos. Tanto Lusitanos como vetones se unirían contra
los romanos, provocando que la zona galaica cayese en sus manos. César creó un ejército
permanente y, además, consiguió regenerar la economía y establecer las relaciones de amicitia.
Mientras, Pompeyo y Craso, cuyas ambiciones estaban siendo coartadas por el Senado,
entendieron que debían colaborar entre ambos para alcanzar sus objetivos recurriendo a la
mediación de Cesar. Los tres llegaron a un acuerdo secreto comprometiéndose a actuar en
conjunto para aislar a los senadores más conservadores y conseguir sus objetivos una vez elegido
Cesar como cónsul. De esta forma nace el Primer Triunvirato. El hecho de que César llegara al
consulado es un punto decisivo en la evolución de la política de la República. Cargó contra los
conservadores, dio importancia a la propaganda de su persona y trató de perfeccionar los procesos
judiciales y acabar con la manipulación. Presentó un proyecto de ley agraria que pretendía
contentar al precario proletariado urbano, la cual intentaron tirar por tierra sin éxito los
conservadores. Con el beneplácito de Pompeyo y Craso, César se hizo con una fuerte clientela,
haciéndose con el proconsulado de la Galia e Ilírico, a donde marchó tras concluir el ejercicio de
su consulado debido a la actitud rebelde de los galos.

CAPÍTULO 3: LA AGONÍA DE LA REPÚBLICA”.


Se narra la radicalización del enfrentamiento entre optimates, dirigidos por Pompeyo, y
populares, dirigidos por César. Una vez que César venció a Vercingétorix en las Galias, los
optimates exigían el fin de su cargo pero César se negó a menos que Pompeyo renunciase también
a sus poderes extraordinarios. El Senado, como respuesta, entregó a Pompeyo la dirección de una
guerra abierta contra César, que había sido declarado enemigo público de Roma. Ambos deseaban
hacerse con el control de Roma pero entendían que por separado no lo conseguirían, por lo que el
triunvirato se revivió en la Conferencia de Lucca, llevando a cabo acuerdos más sólidos y la
delimitación de las funciones de cada uno. El plan era que Pompeyo y Craso accediesen juntos a
la candidatura, y César les apoyaría económicamente.
Aun así la relación entre Pompeyo y César empezó a quebrarse tras la muerte de la hija
de César, esposa de Pompeyo, quien decidió tomar como segunda esposa a la hija de Escipión,
enemigo de Cesar. La situación se agravaría más con la muerte de Craso, que había sido mediador
entre los dos. También hay que sumar la corrupción, el clientelismo y desorden social y político
que vivía la República. No es extraño entonces que los senadores decidieran declarar un estado
de excepción nombrando a Pompeyo árbitro de la política romana, algo inconstitucional ya que
violaba el principio de colegialidad. Todo llevó a la ruptura de las relaciones con César, a quien
intentaron relevar de su cargo en las Galias un año antes de lo acordado. Este se negó y el senado
le otorgó a Pompeyo el mando militar de Roma, concediéndole carta blanca para actuar contra
César si este no se doblegaba. César tuvo que elegir entre guerra civil y muerte política eligiendo
lo primero.
CAPÍTULO 4: LAS UNIDADES LEGIONARIAS DE CAYO JULIO CÉSAR.
César aplicó novedades a su ejército mejorando sus resultados: caballería permanente,
homogeneización de los efectivos auxiliares, ingresos de provinciales en las legiones, hizo que el
reclutamiento voluntario fuese sustituyendo a la leva, y la especialización y profesionalización de
sus hombres. Al inicio de la guerra civil, César contaba con diez legiones, además de veintidós
cohortes independientes de las Galias y Germania y soldados auxiliares de Hispania y África. A
medida que avanzaba la guerra, las legiones fueron incrementándose. Podríamos distinguir dos
grupos dentro de sus legiones: aquellas que intervinieron en el territorio hispano bajo las órdenes
de César y las que, constituidas o puestas al servicio de César, no actuaron directamente en la
Península Ibérica durante la guerra civil, sino en otras provincias.

CAPÍTULO 5: DEL RUBICÓN A MUNDA. LA GUERRA CIVIL ENTRE


POMPEYANOS Y CESARIANOS.
Al ser declarado César fuera de la ley, cruzó el Rubicón con la Legión XIII para poner
fin al conflicto. Con esto podría ser considerado traidor a la República. Ante esto, Pompeyo retiró
sus tropas a Grecia donde pretendía que se resolviese la batalla, para reforzar sus tropas y
proveerse de recursos. César fue conquistando los territorios que habían sido fieles de Pompeyo
a medida que avanzaba hacia su enemigo, llegando hasta Roma, donde asentaría su ejército. Desde
allí, aplastaría al ejército de Pompeyo en Hispania en la batalla de Ilerda en el 49 a.C., ya que
controlar la península era fundamental para obtener todo el dominio del Imperio. En todo
momento César se decantó más por la diplomacia y la clemencia que por la ira y la ambición,
tanto que incluso trató de llevar a cabo negociaciones de paz con Pompeyo, pero este siempre se
negó. En la batalla de Farsalia (48 a.C) César asestaría el golpe definitivo a Pompeyo quien huyó
haciendo que César volviese a la península.
Quinto Cassio Longino fue nombrado legado cesariano de la Hispania Ulterior llevando
a cabo una política basada en su avaricia y con tintes bastantes corruptos, provocando la enemistad
de los provinciales, quienes comenzaron a conspirar contra él. Fue sustituido por Cayo Trebonio
quien sería derrotado por los pompeyanos, recuperando así la mayor parte de la Hispania Ulterior.
Esta zona se consideraría el último foco de resistencia del enemigo, haciendo que César volviese
a la península.
Los pompeyanos trataron de evitar combates directos o en campo abierto, reconociendo
la superioridad militar de César. Los sucesivos enfrentamientos, en los que los cesarianos fueron
tomando terreno, llevaron la contienda hasta la batalla de Munda que fue la más crítica para los
cesarianos, temiendo Julio César incluso por su vida, pero lograron sobreponerse a las argucias
del enemigo y terminaron venciendo a los pompeyanos. En esta ocasión César no uso la vía de la
clemencia ya que el rencor existente era demasiado grande. Después de esto el resto de la
península fue sometido con rapidez.
Durante la bellum hispaniense, los desertores de cada bando informaban de los planes al
contrario, siendo más numerosos entre las filas pompeyanas debido a la política de clemencia
ejercida por César con los desertores pompeyanos. Cada bando se sirvió, además, de sus
poderosas redes clientelares para tratar de sacar ventaja al contrario, pero fueron cambiando de
bando a medida que los pompeyanos o los cesarianos les aseguraban las vías de comunicación y
el aprovisionamiento.

EL CAPÍTULO 6: LA DICTADURA DE CAYO JULIO CÉSAR. EL PROGRAMA


CESARIANO Y LA BÚSQUEDA DE CONSENSO.
Al regresar a Roma, tras su triunfo en Hispania, se le concedió la dictadura vitalicia,
concebida como una magistratura de larga duración paralela al funcionamiento del Estado bajo el
pretexto de resolver las revueltas y las guerras, y el título de imperator, que sería hereditario. Las
primeras medidas como dictador estuvieron orientadas a paliar la crisis económica y satisfacer las
reivindicaciones populares. La suma de estos cambios llevados a cabo sólo por César colmó el
vaso de la República.
El programa de César buscaba evolucionar la relación entre Roma y el resto de Italia, y
de ambas con las provincias. Fundó colonias a modo de ciudad-cabecera como estrategia para
asegurar la defensa del territorio y los recursos naturales. Eran denominadas civitas y suponían el
ordenamiento de una comunidad en torno a una realidad socio-jurídica y político-institucional
delimitada. Se puede distinguir entre colonias romanas o latinas, municipios romanos o latinos y
ciudades libres/federadas o estipendiarías.
En Hispania logró que se abandonaran las modalidades de asentamiento prerromano y
que se evolucionase a modelos urbanísticos de corte romano organizando ciudades en el área
carpetana, como es el caso de Toletum, que pasarían a convertirse en centros directores de los
territorios circundantes. Es importante señalar el poderoso flujo migratorio en la península gracias
a los abundantes recursos que poseía, es decir, en Hispania había mucho ciudadano romano y
latino. La civitas romana permitió la cohesión del territorio conquistado y desarrolló clientelas
provinciales que aseguraron la posterior fidelidad a Roma, asentando unos cimientos tan fuertes
que no se tambalearon tras la muerte de César.
Los principales mecanismo para llevar a cabo la fundación de colonias y municipios fue
la creación de una colonia como base de un asentamiento de los veteranos del ejército o la
promoción de una ciudad preexistente a la categoría de municipio, otorgando la ciudadanía
romana a su población. Así, los factores que propiciaban esto podrían ser económicos, militares,
para otorgar privilegios a los indígenas o para explotar los recursos naturales. Y así la
organización territorial hispana se fue transformando y con ella las vías de comunicación.
Hispania fue un ensayo jurídico-administrativo que tuvo éxito y terminó siendo exportado al resto
del Imperio.

CAPÍTULO 7: LOS IDUS DE MARZO. EL FIN DE UN HOMBRE


ADELANTADO A SU ÉPOCA.
En los idus de marzo del 44 a.C., más de sesenta senadores se conjuraron para acabar con
la vida de César y así recuperar los privilegios de los que les había privado. Cayo Cassio Longino
y Marco Junio Bruto fueron los mayores protagonistas del suceso. Entre los conjurados había
pompeyanos pero también partidarios de césar que habían quedado poco a poco desilusionados
al contemplar cómo la República quedaba desmantelada en favor de un régimen monárquico que
concentraba el poder en una sola persona.
En su testamento, leído por Marco Antonio, dejó claro que sólo Octavio (adoptado y
pasado a denominarse Cayo Julio César Octavio) podría convertirse en su sucesor. Tras esto se
iniciaría una guerra poscesariana entre Marco Antonio y cicerón. Octavio llegó a Roma y dio un
golpe de Estado con el pretexto de restaurar el orden público, siendo apoyado por Cicerón- Viendo
el aumento del desorden se concluyó que la única solución era un acuerdo con Marco Antonio
que desembocaría en la creación de un triunvirato entre Octavio, Marco Antonio y Lépido que
conllevaría el asesinato de Cicerón entre otras cosas. Bruto y Cassio hicieron oposición a los
triunviros pero serían derrotados.
Esto no pondría fin a los levantamientos y, más adelante, Sexto Pompeyo se enfrentaría
al poder de Octavio. El comienzo fue algo tortuoso pero Octavio consiguió la victoria tras ser
asesinado Sexto por un legado de Marco Antonio. Lépido se creyó con poder para retar a Octavio
pero su ejército de veintidós legiones acabó abandonándolo. Al tener que marchar al exilio, el
triunvirato se redujo a un duunvirato. Octavio se haría con todo el poder al morir Marco Antonio
en Egipto junto a su amada Cleopatras. Al ser proclamado “Augusto” comenzaba la etapa del
Imperio.
EPÍLOGO.
En el epílogo encontramos que la figura de Julio César destaca en la Historia hasta el
punto de que muchos protagonistas históricos de otras épocas han tratado de comparar o
identificarse con él. A pesar de ser un personaje histórico sumamente estudiados, aun hoy existen
cuestiones sin responder. Como militar fue victorioso gracias a su estrategia y uso de la guerra
como parte de su política, logrando el título de imperator o el de dictador perpetuos ya que sus
éxitos militares y la conquista de más territorios para Roma lo justificaba además de centralizar
el gobierno de ellos con mayor eficacia. Las tácticas militares empleadas han sido estudiadas por
conocidos militares a lo largo de la historia. Fue clemente con sus rivales ya que en caso contrario
sólo obtendría odios; pero esto no lo hizo con los extranjeros, con los que empleó devastaciones
y saqueos. Tras las Galias y la guerra civil volvió a actuar con prudencia y magnanimidad
obteniendo la fidelidad de sus rivales.
La guerra civil no fue planeada sino que fue la única salida al ver que el Senado no quería
cambiar la situación política y militar. César no fundó la monarquía como institución de Roma ni
fue un monarca helenístico ni un rey-dios, pero gracias a su influencia sobre el Estado, transformó
el régimen republicano en régimen imperial.
Uno de sus mayores logros fue haber salvado lo básico de las viejas instituciones
dirigiéndolas a un control unipersonal y sólo su asesinato pudo impedirlo. Usó la civitas romana
en los territorios conquistados con centros de administración y formas de integración social, creó
colonias y municipios con el estatuto jurídico de ciudadano y propiciando la civilización latina
entre los sometidos. El nivel de romanización de Hispania la hacía imprescindible para conseguir
todo el dominio del Imperio. La convirtió en un centro de abastecimiento de recursos
agropecuarios y mineros al implantar su programa administrativo. Su planteamiento organizativo
fue respetado y continuado después de su asesinato, en contraposición de una República de
oligarcas que derivó en la autoridad de un único individuo.
César también fue escritor y cronista, autor de varias obras de temática variada, aunque
casi ninguna de ellas ha llegado a la actualidad. Conocemos su estilo gracias a los Comentarios a
la Guerra de las Galias y los Comentarios a la Guerra Civil. César era amigo del pueblo y su
asesinato lo convirtió en mito de la Edad Antigua por lo adelantado que estaba a su tiempo.

ANEXOS.
En los anexos, tras una tabla en la que se detallan los magistrados monetales en Hispania
durante la guerra civil, encontramos la documentación epigráfica de Cayo Julio César en
Hispania. Seguidamente, su faceta de escritor lo presenta como intelectual ya que desarrolló todos
los campos del saber; nos presenta el motivo por el cual las obras de César no han llegado hasta
nosotros: Octavio vetó su publicación argumentando que eran obras sin transcendencia alguna y
poco valor de un César inmaduro que no añaden nada a engrandecer la memoria de César. Se
conservan las cartas que dirigió al Senado y a otros coetáneos. En el siguiente punto de los anexos
trata sobre las mujeres en la vida de Cayo Julio César y los beneficios que pudo obtener a través
de ellas indicando que no seguía los patrones de la época. Estuvo casado en tres ocasiones, más
por motivos políticos, además de otras numerosas relaciones, que le trajeron consecuencias tanto
buenas como malas.
BARRERO ZAFRA, SILVIA

SALINAS DE FRÍAS, Manuel


EL GOBIERNO DE LAS PROVINCIAS HISPANAS DURANTE LA REPÚBLICA (218-27 A.C.)
113 páginas.
Salamanca – 1995 – 1ª Edición
Ediciones Universidad de Salamanca
ISBN: 84-7481-804-4

El autor, Manuel Salinas de Frías, es Profesor Titular de la Universidad de Salamanca


dentro del área de Historia Antigua, en el Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y
Arqueología. Licenciado en Filosofía y Letras por misma Universidad en 1977, obtuvo el título
de Doctor en Historia en 1981. Es autor de diversos artículos científicos además de haber
publicado cinco monografías. También, en su labor investigadora, ha formado parte de varios
proyectos de investigación financiados por la DGES. De sus obras podemos destacar Los pueblos
prerromanos de la Península Ibérica, Conquista y romanización de Celtiberia o, el que vamos a
analizar, El gobierno de las provincias hispanas durante la república romana.
En este libro nos encontramos un estudio minucioso acerca del gobierno en las provincias
de Hispania abarcando desde el comienzo de la Segunda Guerra Púnica (218 a.C.) hasta el año
27 a.C., momento en el que Augusto lleva a cabo la reorganización de las provincias al inicio del
Imperio, con la división de Hispania en tres provincias: Tarraconensis, Baetica y Lusitania. A lo
largo del libro realiza un exhaustivo estudio acerca de las provincias hispanas a lo largo del
periodo citado anteriormente prestando atención a la figura de los gobernadores provinciales, al
gobierno realizado por estos así como a la evolución cronológica del sistema provincial.
Esta publicación está estructurada en dos partes, que recogen cinco capítulos. En los
primeros cuatro capítulos nos encontramos el estudio, de forma diacrónica, de la evolución del
gobierno dentro de las dos provincias hispanas. Y el capítulo cinco recoge el modelo de actuación
de los gobernadores dentro de las provincias, en distintos momentos. La publicación recoge
también un apartado con las abreviaturas que se han usado de forma más frecuente, además de
una introducción, un apartado de conclusiones, apéndices I-V y, finalmente, la bibliografía,
aunque en este estudio sólo se ha trabajado hasta el capítulo IV. Se puede decir que nos
encontramos con una publicación de carácter científico que presenta, a lo largo del libro,
numerosos pies de página con un número importante de referencias. No presenta ilustraciones ni
erratas y la publicación muestra su intencionalidad pedagógica y divulgativa.

CAPÍTULO I: EL PERÍODO DE LOS PRIVATI CUM IMPERIO (218-198 A.C.)


Este primer capítulo aparece subdividido en dos puntos a lo largo de los cuales realiza
una relación de tanto de los Escipiones en Hispania como de sus sucesores en el período que
abarca desde el 218 al 198 a.C.
En el primer punto comienza relatando cómo, previendo la guerra contra Aníbal, el
Senado realiza un sorteo para la asignación de cónsules para Hispania, África y Sicilia, resultando
como pronvinciae de Hispania Publio Escipión, término que en un principio tenía el significado
de encargo o misión, asignándosele a un magistrado cum imperio. Pero Aníbal consiguió
sorprender al cruzar los Alpes en dirección a Italia, por lo que Escipión envió a Hispania a Cneo,
su hermano, con una gran parte de su ejército. En el otoño del 218 a.C. el ejército romano
consiguió desembarcar en Ampurias, estableciéndose en la zona, después de conseguir varias
victorias. El mandato de Escipión no presenta una naturaleza muy clara aunque hay que señalar
que ambos hermanos colaboraron estrechamente.
Posteriormente, cuando se produce el reparto de las provincias y la legiones, sobre el 212
a.C., es cuando, por Livio, se tiene conocimiento de la existencia de dos provinciae en la
Península Ibérica. De este modo ambos poseían el imperium pero llevando a cabo los combates
por separado. Pero esta forma de actuar los llevó a que en el 211 a.C. sufrieran una derrota que
acabó con la vida de ambos. De este modo es Marcio quien unifica ambos ejércitos ostentando el
imperium.
Es a partir de entonces cuando el Senado realiza una sucesión de legados entre los que
estarían: C. Claudio Nerón, M. Junio Silano o P. Cornelio Escipión. Este último, hijo del
procónsul Publio Escipión, fue considerado un privatus con sólo 25 años de edad. Con un gran
ejército, en el 209 a.C. se dirige a la conquista de Cartagena consiguiendo un éxito militar pero
también político. Tras la batalla de Baecula en el 208 a.C. llevará en control de la alta Andalucía
a los romanos, además de los recursos mineros del Saltus Castulonensis. Un año más tarde, se
produce para los cartagineses el fin de su dominio en un contrataque en la batalla de Ilipa.
Escipión volvió a Roma solicitando el triunfo que le fue denegado bajo pretexto de ser realmente
un privatus y no un magistrado; se presentó a las elecciones consulares del 205 a.C. en las que
consiguió vencer.
Respecto al segundo punto acerca de los sucesores de Escipión, podemos decir que no
hay ninguna fuente que nos indique como fueron elegidos los gobernadores en Hispania, L.
Cornelio Léntulo y P. Manlio Acidino, en el año 206 a.C. según Livio, en el 204 a.C. el reparto
de las provincias se hizo a través de la remisión del mismo a los tribunos de la plebe, es decir, los
concilia plebis, prorrogando su mandato sobre las Hispaniae hasta el 201. Esta situación plantea
el problema de por qué Roma no hizo uso del precedente de Sicilia y Córcega y Cerdeña, en la
que se confiaba la organización administrativa de la provincia al imperium de un pretor o cónsul,
a quien se le prorrogaría el mandato en el caso de ser necesario. Tampoco se conoce si el destino
de ambos procónsules era para una provincia o dos.
En el primer caso, esta cuestión puede ser resuelta si se tiene en cuenta la resistencia
senatorial a la ampliación del número de magistraturas, lo que lleva a que exista una mayor
rivalidad y competencia al acceso a los puestos superiores del cursus honorum. Esto podría indicar
que aún no estaba claro para el Senado que Hispania debiera anexionarse territorialmente, Sólo
con la creación en el 197 a.C. de las dos provincias se convirtió en obvio el hecho de querer
mantener Hispania dentro de la órbita romana.
Respecto al segundo caso, no está claro si en ese momento Hispania constituía una o dos
provincias, debido sobre todo a que en este momento el concepto de provincia tenía una acepción
diferente (“encargo” o “tarea”) al que tendrá en el 197 a.C. (acepción territorial). Posteriormente
a las divisiones provinciales, en la guerra contra Perseo (171-168 .C.), ambas provincias estaban
bajo un solo gobernador. En cuanto al carácter del mando ejercido por estos generales, todos eran
privati cum imperium proconsulare. Y también habría que señalar que durante el período del 218
al 198 a.C., tanto el mando como la administración y política romana en Hispania estuvieron bajo
los Cornelios Escipiones u otros procedentes de la gens Cornelia que se encontraban vinculados
a ellos. No sería una especie de “sucesión dinástica” sino más bien sería el hecho de que Escipión
crease una red clientelar.

CAPÍTULO II: EL GOBIERNO DE LAS PROVINCIAS HISPANAS DEL 197 AL


167 A.C.
Este segundo capítulo está compuesto de cuatro apartados en los que se habla del gobierno
de las provincias analizando temas como los gobernadores de este período, el proceso de creación
de las provincias en Hispania, los gobiernos provinciales y, por último, la organización de las
provincias.
Respecto al primer punto, los gobernadores, podemos decir que en las elecciones del
198 a.C. fueron elegidos por vez primera seis praetores debido a que habían aumentado, según
Livio, el número de provinciae, siendo estas nuevas provincias las dos de Hispania, Citerior y
Ulterior a las que se destinaron a C. Sempronio Tuditano y M. Helvio. La creación de estas dos
nuevas provincias muestra la disposición de Roma a que los territorios c de la Península Ibérica
que habían sido con se anexionaran a esta. Esto muestra un cambio dentro de la política exterior
romana ya que así se mantenía una presencia militar de forma permanente en territorios que se
encontraban alejados y con falta de comunicación respecto a Italia, siendo posiblemente una razón
de peso el hecho de querer explotar la riqueza de estos territorios.
Mirando las fuentes literarias podemos observar que Tito Livio hace referencia a los
magistrados de las provincias hispanas como praetores, propraetores o procónsules, algo que ha
llevado a discusiones historiográficas como es el caso de Mommsen, Jashemski, entre otros.
Existen otros datos que apoyan la opinión acerca de que los pretores hispanos estarían dotados de
un imperium proconsular, demostrando estos y otros datos que en Hispania los gobernadores se
llamaban así y posiblemente este era su título oficial. De hecho el Senado concedió el máximo
imperium a los magistrados hispanos posiblemente debido a la importancia de su actividad
militar.
En el punto dos acerca de la creación de las provincias hispanas podemos decir que el
hecho de que se ampliaran el número de pretores con el fin de destinarlos las dos provincias
hispanas se relaciona con un problema, el que existan o no unas leges provinciae que sean
específicas para las provincias hispanas además de la delimitación de sus territorios.
El proceso para crear una provincia por parte de Roma llevaba su tiempo. Normalmente
primero se procedía a una ocupación militar, siendo difícil distinguir entre el fin de la conquista
y el inicio de la administración de la misma. Este proceso estaría compuesto de dos fases: la
redactio in forman provinciae o disposición transitoria y la lex provinciae que era una lex data,
en la que el magistrado registraba estatutos, deberes y derechos. En la Península Ibérica había
otro problema, al contrario que las provincias de Córcega y Sicilia que eran insulares y tenían una
superficie que era fácilmente circunscribible, la Península Ibérica, no había límites geográficos
respecto a los territorios conquistados por Roma y aquellos independientes, por lo que los
magistrados romanos estuvieron obligados a tener guerras casi constantes contra diversas
poblaciones a las que era necesario someter. Pero el problema principal sería el desconocimiento
de leges provinciae en el caso de Hispania.
Hay algún autor como Luzzatto que piensa que en el 197 a.C. se pudo producir la redactio
in formam provinciae de ambas Hispanias. En esta se reproducirían y sancionarían las
herramientas usadas por Roma para anexionarse los territorios y las comunidades hispanas como
continuación de las líneas iniciadas por Escipión entre 211-206 a.C que tenían como base una
serie de pactos. Estos acuerdos hacían que no fuera necesaria la existencia de una lex provinciae,
a modo de documento que describiera el territorio y el estatus de las comunidades que se incluían
en él, y está claro que no se votó en el 197 a.C. ninguna lex provinciae.
Existe otro indicio que podría afirmar la organización de las provincias hispanas en esta
fecha ya que en el 131 a.C., el pretor P. Rupilio además de una comisión de decenviros llevaron
a cabo la redacción de unos estatutos para la organización de Sicilia. Teniendo en cuenta que las
fechas en que se enviaron las comisiones de decenviros tanto a Sicilia como a Hispania, y que
ambas eran las provincias más antiguas, se podría decir que el 132 a.C. es la fecha más idónea
para la ubicación de la organización de las provincias hispanas durante el período republicano.
En cuanto al punto tres que recoge los gobiernos provinciales y la historiografía romana,
podemos decir que a lo largo del primer tercio del siglo II a.C. un papel importante dentro de la
promoción política de la aristocracia romana fue el desempeño de la pretura en una de las
provincias hispanas ya que les permitía adquirir un mayor prestigio político. Además las guerras
en Hispania, si conllevaban éxito, permitían poder celebrar de forma pública el triunfo lo que les
proporcionaba prestigio además de poder aumentar la riqueza del aerarium y la fortuna personal.
También era importante tener de su lado al Senado que era quien concedía el triunphus o la ovatio.
Esta celebración permitía la promoción política y el ennoblecimiento de algunas familias.
Era evidente que algunas gentes y familiae tenían interés en colocar en el gobierno de
alguna de las provincias hispanas a individuos propios pertenecientes a la pretura para así poder
conseguir el consulado. Parece evidente que en el período 197-167 a.C. la pretura de las
provincias Hispanas era uno de los medios principales para conseguirlo. Pero esto cambió a partir
del 167 a.C. con la conquista del Oriente helenístico que abrió nuevos campos de acción en la
política. Pero en el período anteriormente mencionado, podemos ver que existe una conexión
entre aquellos que ocuparon dichos cargos y los grupos familiares que dominaron la política
romana.
En el cuarto y último punto respecto a la organización de las provincias, se nos dice que
en el 197 a.C. se enviaron los primeros pretores a Hispania, C. Sempronio Tuditano a la Hispania
Citerior y M. Helvio a la Hispania Ulterior, quienes tenían el encargo de delimitar las fronteras
provinciales. A finales de ese año, Helvio rendía cuentas a Roma de diversas sublevaciones
además de la muerte del pretor de la Citerior, Tuditano, herido en combate. Esto conllevó a que
se en enviaran a los pretores del año siguiente acompañados de un mayor número de tropas. Un
año más tarde, en el 195 a.C., Hispania Citerior fue designada provincia consular a la que se envió
un contingente mayor de tropas acompañadas de los magistrados romanos para operar
conjuntamente bajo el mayor imperium y estando a la cabeza M. Porcio Catón. Estos, debido al
alejamiento geográfico y la limitada comunicación con Roma, se podían permitir actuar con gran
libertad e independencias respecto a lo que dictase el Senado.
Catón, además de su actividad militar, fue importante, según algunos historiadores, para
el desarrollo y organización de las provincias hispanas, aunque según las fuentes, la única
actividad administrativa que llevó a cabo fue establecer importantes impuestos sobre las salinas
y las minas de plata y hierro de la Citerior. Existe otra discusión acerca de Catón sobre el hecho
de si en su época fue regularizado el pago del stipendium, un elemento básico en la administración
provincial, existiendo discusiones en contra y a favor. Según Richardson, el stipendium en este
período se trataba del pago previsto a los soldados romanos de la provincia y no el pago de tributos
de las comunidades a Roma. Los años siguientes están dominados por la actividad militar en
Hispania. Graco fue prorrogado como propretor para el 179 a.C. junto a Albino y decidió
emprender una serie de medidas que podrían considerarse el primer intento de organizar algunas
o parte de las posesiones romanas en Hispania. Es en el contexto de las guerras celtíberas,
mediante los “tratados de Graco” cuando este establece una serie de medidas, pero se duda si
significaron una organización general de la administración provincial o no.
Según Richardson, en el 171 a.C. ya existía un sistema de tributación, el stipendium, que
se podría atribuir a Graco. Pero Cicerón señala que Escipión el Africano habría convertido a
Hispania en una provincia estipendiara, por lo que este impuesto habría sido impuesto por
Escipión y se habría extendido a otras comunidades.

CAPÍTULO III: EL GOBIERNO DE LAS HISPANIAS DURANTE LAS


GUERRAS CONTRA LOS LUSITANOS Y LOS CELTÍBEROS (155-82 A.C.)
Este capítulo está compuesto de cuatro puntos y abarca el período que va desde el 155 al
82 a.C. en el que se produce el mayor impulso de la conquista romana en la Península, de modo
que dos tercios del territorio cayó bajo dominio romano, con dos etapas, una del 155 al 133 a.C.
y la otra del 133 al 82 a.C.
El primer punto recoge a las provincias consulares comenzando por el año 155 a.C., en
el que ya hay de nuevo una cronología coherente respecto al papel de Roma en Hispania, con
nuevas guerras, esta vez entre lusitanos y celtiberos que llegan hasta el 133 a.C. La fuente
principal es la Iberiké de Apiano cuyos relatos son coherentes, estructurando el relato por
provincias, algo que plantea problemas para poder fijar la cronología de los gobernadores en
Hispania, sobre todo en la Ulterior. Desde el 153 a.., según Apiano, Roma enviaba cada año un
cónsul para hacerse cargo de la guerra contra Numancia, pero hasta el 145 a.C. no envió uno a la
Hispania Ulterior, momento en el que Q. Fabio Máximo Emiliano fue enviado para combatir a
Viriato. Sin embargo Tito Livio, en su relato se contrapone al de Apiano respecto a este período.
El gobierno de las provincias hispanas en el período entre los años 166 y 153 a.C. estuvo
formado por pretores con rango proconsular como había ocurrido en el período anterior. Esto es
notable de forma especial en la provincia de Hispania citerior donde la mayoría de los individuos
de mando fueron consulares, algo que se explica por el hecho de que las guerras entre el 15 y el
133 a.C, fueron tan graves que se hizo necesaria la presencia en Hispania de un ejército mayor,
lo que conlleva a un imperium mayor, es decir los cónsules, siendo el primero Fulvio Nobilior.
El punto dos recoge a los buenos y “malos gobernadores cuya principal actividad fue
militar además de administrativa, fiscal o judicial que no podían dejar de cumplir. Existían dos
tipos de opciones políticas tomadas por estos gobernadores; una se trataba de una política que
estaba basada en la fuerza y la otra que, aunque no excluía el uso de la fuerza, intentaba buscar la
solución mediante tratados entre indígenas y romanos. Estas dos opciones son las que han sido
asociadas, según una gran parte de la historiografía, a los “buenos” y “malos” gobernadores.
La primera opción, el uso de la fuerza de forma indiscriminada, es la opción que sería
natural en una potencia militar que busca la extensión de su imperio sobre otras poblaciones que
eran consideradas a priori consideradas racialmente inferiores. La segunda opción, sería más
compleja ya que no es fácil interpretar las fuentes literarias respecto al reparto de las tierras a los
indígenas por parte de un determinado general.
Respecto a esto podemos ver dos actitudes diferentes frente a los pueblos indígenas: la de
Sempronio Graco y otros, que intentaba planificar los territorios mediante una política de
acuerdos con los pueblos indígenas incluyendo la entrega de tierras para así solucionar las causas
de inestabilidad social y económica; por otro lado, la de casi todos los praetores hispanos que
destacaron por su perfidia y crueldad como el caso de Licinio Lúculo, Sulpicio Galba, entre otros.
En el punto tres, que recoge los gobernadores entre el 133 y el 82 a.C., es el periodo de
mayores lagunas y problemas de orden cronológico. Se hacen referencias ocasionales que
permiten ver que en esta época Roma siguió enviando a pretores a Hispania con rango
proconsular, con un servicio de dos años de media. No existen datos sobre lo sucedido en Hispania
durante diez años (132-124 a.C.), también existen lagunas en la nómina de pretores de la citerior
entre el 122 y el 114 a.C. o en el intervalo entre el 113 y el 99 a.C. Sólo tenemos noticias de una
actividad militar esporádica, sobre todo en la Hispania Ulterior. Tampoco hay noticias de triunfos
celebrados durante este período por los pretores de la Hispania Citerior.
En el 99 a.C. se produjo la sublevación de los celtíberos que obligó a enviar a uno de los
cónsules del año siguiente, T. Didio, a la Hispania Citerior con un mayor ejército. Llevó a cabo
una represión feroz de los sublevados siendo sustituidos posteriormente por C. Valerio Flaco en
la Citerior y P. Cornelio Escipión Nasica en la Ulterior. El gobierno de Valerio Flaco sería el
mayor de cualquier gobernador provincial a lo largo de toda la República ya que estuvo en la
Península Ibérica entre el 93 y el 81 a.C., hasta su regreso a Roma.
El cuarto y último punto esta titulado “De Provinciae a Provincias” en el que podemos
ver que a lo largo de la República, además de la actividad militar, fueron adquiriendo importancia
las funciones de carácter administrativo debido a diversas razones: el aumento de territorios
dominados en la Península, el aumento de las comunidades sometidas y las dificultades prácticas
para que sus jefes tuvieran un contacto personal con el gobernador romano. La lealtad que algunas
comunidades mostraron hacia Roma en las guerras del 155 al 133 a.C. y posteriormente pudieron
llevar a de forma ocasional se les concediera un trato de favor y el Senado se fue dando cuenta
poco a poco de la necesidad unas relaciones justas para con estas comunidades provinciales. Esto
hizo que el Senado cada vez estuviera más atento a la labor de los gobernadores en Hispania.
A lo largo del siglo II y gran parte del I a.C. se crearon núcleos de población itálica con
o sin estatuto jurídico reconocido. Con esta concesión de derechos de ciudadanía, sobre todo a
inicios del siglo I a.C., se crearon en las provincias un núcleo de población itálica y romana como
el caso más conocido del Bronce de Ascoli. También fue importante la actividad edilicia de los
pretores en Hispania Citerior de Cataluña, que demostraría el deseo de conectar la costa catalana,
Tarraco,y Emporión como principales bases romanas, a través de la via Domitia al sur de la Galia
que ponía en comunicación a Italia e Hispania. También ocurrió algo similar en la Hispania
Ulterior con la via Heraclea.

CAPÍTULO IV: EL GOBIERNO DE LAS PROVINCIAS HISPANAS DEL 81 A.C.


HASTA EL FINAL DE LA REPÚBLICA.
Este cuarto capítulo está compuesto por tres puntos y abarca el período que se extiende
entre el 81 y el 27 a.C., período de transición respecto a la organización, estructura y funciones
del gobierno de las provincias romanas, sobre todo de las hispanas, respecto al gobierno en los
siglos III y II a.C. y lo que serían a partir del Principado establecido por Augusto. En este período
destacaran la aparición de una legislación específica sobre los magistrados, sus funciones y
obligaciones y la aparición de individuos dotados de un imperium extraordinario que recurren a
hombres de su confianza investidos como legati cum imperio.
El primer punto recoge la actividad legislativa sobre el gobierno provincial comenzando
con el nombramiento en el 81 a.C. de Sila como dictador quien inicia una reorganización del
estado romano que afectaba a la organización del gobierno provincial y a los magistrados que se
encargaban del mismo. No existe mucha información acerca de la legislación de Sila sobre este
aspecto. La innovación más importante fue el número de pretores y cuestores, en el ámbito de la
magistratura.
Otro elemento fundamental en la organización hecha por Sila fue la lex Cornelia
maiestate, siendo la fundamental fuente de conocimiento de la misma Cicerón. Es una ley que
pretendía limitar la estancia, el poder y el prestigio de los promagistrados provinciales, además
de impedir que no pudieran marchar con un ejército sobre Roma como Sila había hecho. También
existió la lex Pompeia de provincias, aprobada en el 52 a.C. en la que se establecía la obligación
de un intervalo de cinco años entre la función de magistratura y el mando de una provincia como
promagistrado. Posterior a esta, la lex Iulia de provincias, bajo la dictadura de César en el 44 a.C.,
abolió este intervalo de cinco años pero mantuvo el espíritu de la reforma de Sila.
El punto dos se titula “Los gobernadores de las Provincias Hispanas desde el 81 a.C.
hasta la conferencia de Luca en el 56 a.C.”. En este período no hay nuevas guerras de conquistas
en la Península Ibérica pero si habrá acontecimientos importantes, dándonos la historiografía
información sobre los gobernadores de las provincias en este periodo. Las fuentes principales son
los cinco libros de Apiano de bello civili y los tres libros de César sobre la guerra civil. También
Plutarco en sus biografías sobre Sertorio, Pompeyo, césar, etc., nos dan información fundamental.
En las fuentes epigráficas como las partes conservadas de los Acta Triumphalia son importantes
para los años en que no disponemos fuentes literarias.
Respecto a la evolución del sistema de gobierno, lo más destacable en este período sería
el desarrollo de las magistraturas con poderes extraordinarios además de la importancia que van
adquiriendo los legati cum imperio como forma más usual de gobierno y administración. El
gobierno en Hispania entre el 81 y el 72 a.C. se complica debido a la guerra sertoriana, de modo
que en este período las provincias hispanas estarían gobernadas por los propretores o procónsules
enviados por el gobierno de Roma, además de por el propio Sertorio. En este período destacan
los dilatados mandos de Metelo (79-71 a.C.) y Pompeyo (77-71 a.C.) debido a la continuidad de
la guerra sertoriana, algo que sería una práctica habitual en el gobierno de las Hispaniae incluso
antes de que fueran constituidas como provinciae. Entre el 65 y el 56 .C. el sistema normal de
gobierno se reestablece pero con algunas anomalías. Y a partir del 55 a.C. las provincias hispanas
estarán gobernadas por legados de la confianza de aquellos generales investidos con un poder
extraordinario.
El tercer y último punto abarcaría desde la conferencia de Luca hasta el final de la
República (del 56 al 27 a.C.). En este período predomina en el gobierno la figura de los legati
cum imperio, siendo el primero en recurrir a estos Pompeyo, para la administración de las
Hispanias. Con esto también pretendía controlar a sus socios y rivales políticos, Craso y César.
En el 56 a.C. encontramos el acuerdo de Luca que consistía en el reparto del poder dentro del
estado entre Pompeyo, Craso y César. De este modo Pompeyo gobernaría las Hispanias mediante
sus legados. Posteriormente, entre el 39 al 27 a.C., ambas Hispanias estuvieron unidas en una sola
provincia gobernada por diferentes legati de Octaviano. Esta unión se consideraría una solución
transitoria por la necesidad de Otaviano de atender otros frentes militares.
Con Augusto se produce la división de Hispania en tres provincias para mejorar la
administración de la misma. Estas nuevas provincias creadas fueron la Hispania Ulterior Lusitana,
la Citerior o Tarraconense y la Ulterior Bética. Las dos primeras se consideraron provincias
imperiales al limitar con territorios en guerra y la Bética fue entregada al Senado. A partir del
principado fueron gobernadas según los procedimientos que se habían elaborado al final de la
República.

Se trata de un libro desarrollado gracias a una investigación profunda a lo largo del cual
se narra, mediante hechos históricos, el proceso de conquista por parte de Roma de los territorios
hispanos. Cuando vieron el potencial económico existente mediante la explotación de los recursos
naturales, se procedió a la anexión de los territorios al imperio de Roma mediante la división de
provincias a las que enviará gobernadores a lo largo del período que abarca entre el 198 y el 27
a.C. En este libro se da un profundo detalle del procedimiento, nombrando algunos de los
gobernadores que mandaron en Hispania en ese período, aunque sí realiza detalle de algunos
momentos de todo el proceso.
Desde el punto de vista político, es importante ver el procedimiento que se llevó a cabo
para los gobiernos de las provincias, mediante la división provincial que permitía que se llevara
a cabo un mejor mandato. Estos gobernadores, en algunos momentos, tenían cierta independencia
en su mando ya que por la localización de los territorios era más difícil el control que Roma podía
ejercer sobre estos. En tiempos más modernos, esa figura del gobernador también existiría debido
a la división política en provincias existente, que era quien controlaba ese territorio habiendo sido
delegado por el gobierno central.
El valor del libro en el momento actual, podríamos decir que es interesante respecto a la
información que nos da en cuestiones políticas y administrativas sobre todo. Nos aporta datos
sobre la conquista de Roma en Hispania además de la influencia que ejerció Roma sobre la
división provincial dejando huella en otros aspectos administrativos, jurídicos, etc. Algunos de
los vestigios que nos ha dejado ese período de la historia, siguen aún entre nosotros.
El libro presenta un estilo bastante técnico, usando muchos términos latinos. Nos da una
visión bastante científica de la situación en las provincias hispanas durante el período estudiado.
El mismo autor indica en varios puntos del libro que no tiene interés en hacer una narración de
determinados episodios que acontecieron durante ese período, por lo que podríamos decir que va
directo al tema que está tratando sin dotarlo de adornos.
Finalmente, podríamos decir que el libro nos aporta una importante cantidad de
información respecto al tema tratado, la situación de las provincias en el período republicano,
además de darnos información sobre su funcionamiento, quienes las gobernaban y algunos otros
aspectos destacables de ese contexto. Para mí es un libro que a veces se puede complicar algo en
la lectura debido a tantos nombres de gobe4nadores y términos latinos pero a su vez me ha
resultado muy interesante respecto al tema que trata.
BIBLIOGRAFÍA, WEBGRAFÍA Y RECURSOS MULTIMEDIA:

- NOVILLO LÓPEZ, M.A., Julio César en Hispania, Editorial La Esfera de los


Libros, Madrid, 2018, 260 págs. (edición en papel).

- SALINAS DE FRIAS, M., El gobierno de las provincias hispanas durante la


República (218-27 a.C), Ediciones Universidad de Salamanca, 1ª Edición,
Salamanca, 1995, 113 págs.. (edición digital suministrada por el Equipo Docente).

- ARRANZ SANTOS R., Reseña del libro Julio César en Hispania de Miguel Ángel
Novillo López, Revista Espacio, tiempo y forma, nº 32, 2019.

http://revistas.uned.es/index.php/ETFII/article/view/25903 (ultimo acceso


11/1272020)

- Canal UNED: ¿Cayo Julio César, un hombre adelantado a su tiempo?; Serie: La


Universidad Responde; interviene Miguel Ángel Novillo López.
https://canal.uned.es/video/5cf65277a3eeb0d7538b4567

- Canal UNED: ¿Qué es el calendario Juliano? Serie: La Universidad Responde;


interviene Miguel Ángel Novillo López.
https://canal.uned.es/video/5c51a2f5b1111f890c8b4585

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